Ad Orar

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AD – ORAR

La palabra adorar proviene del término adoris del latín formado por el prefijo ad (hacia)
más el verbo orare (hablar). Adorar es pues, en su etimología, hablar hacia Dios o a Dios.

ELEMENTOS DE LA ADORACION

1. Motivación

La misericordia de Dios es la que mueve a adorarlo. La adoración surge de saber que Dios
nos ha creado, y lo ha hecho por amor; Él es nuestro Dueño. Adorar a Dios es darnos
cuenta que dependemos totalmente de Él.

Tener conciencia de la misericordia divina y tratar de comprenderla nos motiva a la


alabanza y/o a la acción de gracias, en otras palabras, a la adoración.

2. Forma

Al saberse amada por Dios, la persona le quiere amar también, le quiere adorar. ¿Pero en
qué forma? Ofreciendo el propio cuerpo “como una víctima viva, santa, agradable a
Dios”.

El ofrecimiento de nuestros cuerpos o de todo nuestro ser a Dios, significa darle a Dios
todo de nosotros mismos; en definitiva, cederle a Dios el control de nuestra vida.

Para Jesús, dar la vida es signo de amor (Jn 15, 13). Ofrecernos, darnos o entregarnos a
Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, y con toda nuestra mente (Mt 22,
37) es hacer un sacrificio vivo, santo y agradable a Él. Este es nuestro culto espiritual.

3. Condición

Para que el culto espiritual a Dios sea auténtico, verdadero, y agradable a Él, hay que
hacerlo con una mente renovada, y esto se logra a través de un proceso constante de
conversión.
La conversión, que es expresión de fe y que nace de la humildad, motiva a
inclinarse, arrodillarse, postrarse ante Dios (y no es sólo una postura corporal), y a
hacerlo en cualquier circunstancia, no sólo ante su presencia eucarística.

Eso significa sentirnos infinitamente inferiores a Dios, saber que dependemos de Él en


todo, que Él es nuestro Creador y Señor. Significa rendirnos ante Dios.

Adoramos a Dios en la medida en que vamos renovando nuestra mente a la luz de la


verdad, de la verdad de Cristo.

El esfuerzo por tener y mantener nuestra mente renovada, purificada, limpia,


incluso integrando las emociones, permitirá adorar a Dios sin ataduras.

4. Contexto

La mente renovada se traducirá concretando la voluntad de Dios, haciendo “lo bueno, lo


agradable, lo perfecto”. “Y todo lo que puedan decir o hacer, háganlo en el nombre del
Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él (Col 3, 17)”.

Es lo que también nos dice Jesús: “Adorarás al Señor tu Dios y a Él sólo servirás” (Mt. 4,
10). ¿Cuándo? Siempre: en todo momento y lugar.

Lo que Dios desea para nosotros es nuestro mayor bien; por tanto, su voluntad será
siempre lo mejor para nosotros.

La verdadera adoración se siente por dentro, y se expresa a través de las


acciones momento tras momento.

La adoración a Dios es reconocer toda su omnipotencia y gloria en todo lo que hacemos. La


adoración es para glorificar y exaltar a Dios y mantenerle nuestra lealtad.

La forma más elevada de la alabanza y de la adoración es la


obediencia constante a Él y a su Palabra.

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