Diagnostico de La Educacion Superior en La Republica Dominicana
Diagnostico de La Educacion Superior en La Republica Dominicana
Diagnostico de La Educacion Superior en La Republica Dominicana
Revista Electrónica
Universidad Francisco Gavidia
editor@ufg.edu.sv
EL SALVADOR
2001
Roberto E. Liz
DIAGNOSTICO DE LA EDUCACION SUPERIOR EN
LA REPUBLICA DOMINICANA
Theorethikos, año V, número 2, julio-diciembre
Universidad Francisco Gavidia
San Salvador, El Salvador.
Santo Domingo, D. N.
Febrero 2001
3
DIAGNOSTICO DE LA EDUCACION SUPERIOR EN LA
REPUBLICA DOMINICANA
INDICE
Acceso y Equidad.....................................................................................................................................................................8
Deserción y Repitencia.............................................................................................................................................................7
Pertinencia y Calidad.............................................................................................................................................................
Demanda potencial...........................................................................................................................................................................18
Demanda efectiva............................................................................................................................................................................. 21
La focalización.................................................................................................................................................................................. 50
El subsidio a la demanda.................................................................................................................................................................51
Propuesta de cambio........................................................................................................................................................................ 52
Desde mediados de los sesenta el país se embarca, al igual que la mayoría de América latina, en
un proceso de industrialización de sustitución de importaciones, el cual a la postre se tradujo en
profundización del desequilibrio externo con el consiguiente endeudamiento externo y
desequilibrios fiscales que llego a afectar la paz social.
No es sino en la década de los 80`s cuando finalmente se sientan las bases para eliminar la fuerte
dependencia de los bienes primarios agrícolas y mineros y se da un impulso definitivo a la
exportación de bienes y servicios debido principalmente a la sustitución del régimen cambiario
de paridad tradicional por un sistema que aunque no totalmente libre permitió la devaluación de
nuestra moneda poniendo fin así a muchos años de sobre valuación artificial de la misma.
Lo anterior combinado con un proceso de reformas económicas que se han venido adoptando
desde principios de la década pasada tales como la sincerización y liberalización de muchos de
los precios relativos tales como los combustibles, las tasas de interés, la tasa de cambio, la
reforma tributaria (inclusión del ad-valorem) y arancelaria, permitieron que la economía
recuperara los niveles de equilibrio, se restableciera la capacidad de inversión del gobierno y se
reiniciara un franco proceso de recuperación y crecimiento económicos.
Podríamos afirmar que la economía nacional ha exhibido desde 1992 hasta la fecha un
comportamiento excepcional. El PBI ha estado creciendo a tasas por encima del 4% y del 7% en
los últimos tres años, la inflación se ha mantenido por niveles del 6 al 7%, el salario real se ha
incrementado y así el poder adquisitivo de la población a la vez que se ha reducido el desempleo.
El Turismo (12.8% promedio anual), Las Zonas Francas Industriales (7.8%) y las
Telecomunicaciones(16.7%), han tenido el liderazgo de este crecimiento beneficiándose de la
mayor apertura de la economía, la política de flexibilidad
cambiaria y el proceso de globalización. La inversión publica en mayor medida y también la
privada contribuyó a que los sectores de la Construcción913.6%) y La Energía Eléctrica (10.8%),
también tuvieron un impulso considerable. Asimismo el Comercio y el Transporte han acusado
bastante dinamismo.
La inversión social en Educación y Salud y en menor grado en Vivienda, volvió a los niveles de
los 70`s y en algunos casos la superar.
Sin embargo y a pesar de estos avances significativos, aun subsisten enormes problemas de
naturaleza estructural. Ejemplo de ello se aprecia en las mismas zonas francas las cuales aportan
una gran cantidad de empleo directos de mano de obra de escasa calificación pero con niveles de
salarios bastante competitivos en la región y una notable destreza en el procesamiento de bienes
de fácil manufactura, principalmente las confecciones textiles. Este sector ha perdido gran parte
de su dinamismo entre otras razones por la política de sobre valuación de nuestra moneda frente
al dólar profundizada en los últimos años y por las ventajas competitivas que le dio el ALCA a
México en detrimento de otros países de la región. Por la apreciación del tipo de cambio,
nuestros salarios ahora son mayores sin que ese incremento se haya traducido en aumentos
equivalentes de productividad.
Estas cifras aumentaron hasta finales del año 1997 a un volumen de 176,953 estudiantes y unas
35 instituciones de educación superior, entre ellas 28 categorizadas como universidades y 7
institutos de estudios superiores.
Hasta el año 1960 sólo existía la Universidad de Santo Domingo, hoy Universidad Autónoma de
Santo Domino (UASD. Esta institución, la primera de su género en el Continente Americano,
fue establecida originalmente como Universidad Santo Tomás de Aquino mediante la Bula "IN
APOSTULATUS CULMINE" emitida por el Papa Paulo III el 28 de Octubre del año 1538. Esta
licencia se produjo en reconocimiento a la labor desarrollada por el Centro de Estudios Generales
que administraban los Padres Dominicos desde el año 1518.
En el año 1961 mediante la ley 5778 del 31 de Diciembre de ese mismo año fue conferida la
característica de Autónoma a la Universidad de Santo Domingo, adoptando desde entonces el
nombre con el que le conocemos hoy: Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Esta
misma ley consagró además el "fuero universitario" y la autonomía administrativa de la
institución sobre la base de un 5% anual del Presupuesto Nacional.
En el año 1962 fue creada la primera universidad privada del país Universidad Católica Madre y
Maestra (UCMM) mediante la Ley 6150/62. Más tarde, en el año 1987, fue distinguida por el
Papa Juan Pablo II con el título de "Pontificia". Desde entonces asume el nombre de Pontificia
Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM).
Desde el año 1966 hasta el 1983 fueron autorizadas 12 instituciones (32.4% del total actual).
Este período coincidió con la existencia de un marco jurídico de muy poco rigor amparado en las
leyes (273/66 y 236/67), las que en su conjunto no llegan a 10 artículos y que ponen en manos
del Presidente de la República la decisión de otorgar mediante Decreto el derecho a operar para
nuevas instituciones de educación superior.
Al efecto, la ley 273/66 establece en su primer artículo que las IES que puedan ser creadas por la
iniciativa privada "podrán expedir títulos académicos con los mismos alcances, fuerza y validez
que tienen los expedidos por las instituciones oficiales o autónomas de igual categoría", pero
condicionadas a que estas asumen la misma estructura curricular y los mismos requisitos de
ingreso que sus homólogos del Estado, entiéndase UASD, entre otros aspectos.
El Art.2 establece restricciones docentes sólo a carreras que requieren de Exequátur para su
ejercicio profesional. Los restantes cuatro artículos se refieren a exoneración de impuestos,
apoliticidad de las IES, otorgamiento de personería jurídica mediante Decreto de Poder Ejecutivo
y posibilidad de fiscalización por parte del Estado.
Un año más tarde fue aprobada la Ley 236/67, la cual surgió de manera especial para suprimir las
condiciones impuestas para la autorización de nuevas instituciones de educación superior
establecidas originalmente en el Art. 1 de la Ley 273/66. De ese modo se dejó a las IES privadas
de asumir su propia estructura curricular.
El año 1983 marca una etapa importante en la historia de la educación superior dominicana con
la creación mediante el Decreto 1255/83 del Consejo Nacional de Educación Superior (CONES),
y con él un marco regulatorio complementario (Reglamento de Educación Superior
Dominicana). A partir de ese momento, si bien el otorgamiento de nuevas franquicias
universitarias las continuaba otorgando el Presidente de la República, estas decisiones descansan
en recomendaciones del CONES con base en evaluaciones técnicas de los proyectos
correspondientes. Desde el año 1983 hasta la fecha se han creado 23 instituciones, las cuales
representan un 6.2% del total.
Las universidades son principalmente privadas y solamente existe una universidad publica con
ocho extensiones en varias ciudades del país. Las instituciones privadas surgen en la década de
los sesenta. La primera fue producto de la acción de la Iglesia Católica, apoyada por los
empresarios de la región, que establecía una universidad en la segunda ciudad en importancia del
país.
En 1967 y 1968 fueron fundadas otras dos instituciones privadas. La primera como opción
diferente a la estatal, que en esos momentos había adquirido una fuerte connotación política, y
fue creada por un grupo de profesores que abandona la institución publica por no estar acordes
con la dirección que estaba tomando la institución estatal. La otra institución fue fundada por
una asociación de empresarios, con carácter del nivel superior, pero sin perfil de universidad en
un principio.
En la década de los ochenta surgen doce universidades. De estas, seis fueron fundadas fuera de la
ciudad capital. A su vez, de estas seis, cinco fueron abiertas en la región del Cibao. El otro
restante esta situada en una ciudad del sur, a considerable distancia de la ciudad capital.
En la década pasada, se fundaron las ultimas seis y tres en el Cibao, zona en la que están
ubicadas diez de las veintiocho universidades del país. Dentro del Cibao, la ciudad de Santiago
cuenta con cinco instituciones universitarias. Fuera de esa región y de la ciudad de Santo
Domingo, únicamente existen dos.
Entre las instituciones privadas existen dos con una matricula superior a los 15 000
estudiantes, que las distancia del resto del mismo sector. Las otras tienen una
matricula inferior a los 3 000 estudiantes.
Las instituciones de elite son las menos numerosas. Su población se sitúa entre los
10 000 y 3 000 estudiantes, pero es difícil determinar las instituciones que
componen este segmento. Aunque en años pasados, las consideradas de elite tenían
controles estrictos de ingreso, actualmente esos mecanismos están mas
relacionados con la permanencia de los estudiantes y con los costos de los
créditos. Y en esos aspectos no existen estudios ponderativos.
Las del sector religioso, seis en total, están compuestas no solo por las católicas,
que nos las más numerosas, sino también por la evangélica y la adventista. El
ingreso a las católicas no es demandado principalmente por su carácter religioso,
sino por su organización y la continuidad de sus actividades en unos casos, en
otros, por estar situadas en localidades donde no existen otras alternativas de
estudios superiores.
Los institutos de educación superior son privados todos y solamente uno pertenece
a una congregación religiosa católica.
CARACTERÍSTICAS RELEVANTES DE LA EDUCACION
SUPERIOR
EN LA REPUBLICA DOMINICA
Acceso y Equidad
Ahora bien, la demanda de acceso a la educación superior se define no sólo a partir de la
población total que se encuentra en la cohorte de edad correspondiente, sino que toma en
cuenta otros factores que vienen dados por la cobertura del sistema educativo en su
conjunto y el contexto socioeconómico en que opera el sistema.
Como puede verse en el cuadro anterior estas siete carreras concentraron el 68% de la
matrícula estudiantil en el año 1997, destacándose el hecho de que en tan sólo cinco de
éstas se aglutinó más del 55% del total de la matrícula: Contabilidad, Educación, Derecho,
Informática y Mercadeo.
Deserción y Repitencia
Pertinencia y Calidad
Existe un consenso generalizado en el sentido de considerar la pertinencia de
la educación superior como el rol que ésta asume en atención a las demandas
actuales y futuras de la sociedad en la que está inserta; implica, hasta cierto
punto, la razón de ser de las instituciones de educación superior. En ese
marco la Conferencia Regional sobre Políticas y Estrategias para la
Transformación de la Educación Superior en América Latina y el Caribe y,
posteriormente, la Conferencia Mundial sobre dicha temática, la UNESCO
propuso como uno de los temas prioritarios de las respectivas agendas la
'Pertinencia de la Educación Superior', enfatizando de manera especial en los
siguientes aspectos:
Entre los criterios que orientaron los referidos eventos se asumió que las
instituciones de educación superior están llamadas a contribuir, de manera
preponderante, al progreso equitativo de las sociedades, lo que resulta
incompatible con la elitización del sistema, e implica modificaciones
sustanciales de la sociedad en su conjunto, a través de la eliminación, o por lo
menos, la reducción de la pobreza, de la miseria, del hambre, de las
diferencias sociales escandalosas y de la concentración de la riqueza y del
saber.
El 70% del total de los estudiantes universitarios del país se concentra en tan solo siete
carreras: contabilidad (12.7%), educación (11.8%), derecho (10.8), informática (10.0%),
mercadea (10.0%), administración (6.9%) y Medicina (6.0%.
Contrario a esta situación, sucede con carreras de las áreas de agronomía, biología, física,
química, matemática, demografía, sociología, historia, antropología, economía y filosofía,
en donde la matricula estudiantil es prácticamente nula.
De los estudiantes de educación superior que existen en el país, la universidad estatal posee
la proporción de matriculada más alta (52%. )
El resto del estudiantado se distribuye entre cinco instituciones privadas con matriculas que
oscilan entre 5 mil y 20 mil estudiantes, y las restantes 31 instituciones (95% del total),
cuyas matriculas no llegan a los 5 mil alumnos, incluyendo a 25 con un porcentaje de
matriculas menor del 1 % del total..
Dentro de la amplia gama de los problemas señalados por los ejecutivos de las instituciones
de educación superior como los que los afectan, figuran el bajo nivel académico con que
ingresan los estudiantes a las universidades, y las limitaciones de recursos financieros que
enfrentan estas entidades.
Otro de los principales problemas que perjudican a los centros de educación superior es la
baja formación pedagógica y científica de los profesores que se dedican a la enseñanza, y la
insuficiente articulación de estas instituciones con el sector productivo nacional.
Además, los centros de educación superior son afectados por la escasa producción
científica y tecnológica, el desequilibrio entre las funciones de docencia, investigación y
extensión, así como una débil infraestructura física y académica.
El gran numero de instituciones con una población reducida ha provocado que estas
instituciones sean de las llamadas de bajo grado de complejidad. Este tipo de instituciones
no realiza investigación y el postgrado o no es significativo.
a) La calidad del estudiante se mide de dos formas primero a través de las Pruebas
Nacionales de la Secundaria que desde su vigencia hace unos años ha permitido
asegurar un mínimo de calidad académica de los los que entran al sistema de la
educación superior y a pesar de que muchos sectores se han pronunciado en contra
de las mismas pidiendo su abolición, afortunadamente las autoridades educativas
del país las mantienen aunque se ha ido flexibilizando un poco su implementación.
Estas pruebas son en muchos casos el único requisito de entrada a las universidades.
El otro es el sistema de promoción y control del desempeño académico al interior de
las universidades el cual depende mucho de la filosofía de cada institución y habría
que decir que ha existido una tendencia también a flexibilizar los requisitos y las
“bajas académicas” en muchas instituciones debido a la gran competencia entre
ellas por absorber una mayor cantidad de estudiantes. Seria conveniente que el
Consejo nacional de educación Superior (CONES) estableciera un examen de
“entrada” y otro de “salida” como forma de evaluar de forma permanente a las
Instituciones y los egresados.
b) El otro mecanismo de control de calidad es el institucional y se sustenta en la
evaluación quinquenal que el CONES hace de las universidades. Es necesario
reconocer que la calidad de dichas evaluaciones ha venido mejorando a través de
los años y hoy día se ha visto como a consecuencia de estas se han cerrado algunas
carreras de varias universidades por no llenar los requisitos básicos. Otro
mecanismo institucional de control de la calidad lo es el sistema de auto estudio y
acreditación que las universidades han tratado de implementar a través de una
institución llamada Asociación de Auto estudio y Acreditación. Desdichadamente la
ADA no ha podido desarrollarse y cumplir cabalmente con su Misión debido,
básicamente a la falta de recursos. Se requiere de un fuerte apoyo estatal y de las
propias universidades para desarrollar un ente independiente de acreditación.
c) Cuerpo Docente. La información sobre los profesores universitarios es mínima. Los
profesores del sector publico a tiempo completo representan él 60 % de total.
Aunque establecer este numero es difícil, pues se da con frecuencia que los
profesores de un sector lo son también del otro.
El tiempo de dedicación es principalmente por horas o asignaturas. En el sector
publico existe la modalidad de tempo completo, pero no necesariamente en un
horario de trabajo que coincide con el normal de las instituciones de producción o
de servicios.
En muchos casos estos mecanismos no son realmente utilizados por no contar con
los recursos económicos que los den soporte y continuidad.
La mayoría de las instituciones del sector privado ofrecen carreras que exigen
infraestructura compleja, la mayoría oferten administración, contabilidad, mercadeo,
educación. Las carreras de medicina, ingenierías están en las instituciones seculares de elite
y en alguna de las católicas.
Los postgrados están en las de elite y católicas, aunque las de mayor población del
segmento de absorción de la demanda también ofrecen programas d e maestría. Pero su
calidad y demanda no es significativa.
No parece que las instituciones estén pensando en cambiar esta situación, de tal forma que
se transforme las actividades de la enseñanza, la investigación y los servicios que ofrecen
las universidades.
La oferta universitaria al nivel de postgrado, aunque todavía limitada, muestra un
significativo crecimiento en relaciona la década de los setenta.
Esta situación caracteriza a las instituciones educativas actuales como docentistas y, por
consiguiente, de escasa participación real en la aprehensión y transformación de los
problemas y potencialidades del país en las áreas privilegiadas o de impacto. Este hecho
también se traduce en una escasa formación crítica de sus profesionales y la ausencia de
articulación de sus funciones básicas.
Tampoco es casual la presión internacional ejercida por gobiernos diversos sobre el sistema
educativo superior y muy especialmente en los que respecta a la formación de Médicos y
Odontólogos. Esta presión obligó al propio Consejo Nacional de Educación Superior
(CONES) a evaluar las Escuelas de Medicina de las Universidades del país en varias
ocasiones. Recientemente se conoció del cierre de las Escuelas de Medicina de dos
Universidades en atención precisamente a esos reclamos.
Todo estos tiene un común denominador a la que no escapa el grueso de las instituciones de
educación superior: La baja calidad de su oferta debido fundamentalmente a que sólo se
limitan a la función de docencia, con muy precaria investigación experimentación en los
casos en que aparecen, lo que hace suponer que dicha función docente descansa entonces
en la mera transmisión de "conocimientos" y por consiguiente en una docencia por lo
general memorística y de poca significación y actualidad.
Demanda potencial
Latinoamérica y El Caribe
Fuente: World Development Report. Banco Mundial
Demanda efectiva
Tasa Bruta de Matriculación
PAISES TASA NETA MATRICULACIÓN
En el caso Dominicano es bueno hacer notar que, al igual que ha ocurrido con
todo el sistema educativo, la cobertura del nivel universitario en el país ha
atravesado por algunos ciclos en los tiempos más recientes. A manera de
referencia, la matrícula en las escuelas públicas experimentó una profunda
crisis en la segunda mitad del decenio pasado, habiendo bajado de 1.33
millones en 1985 a 1.18 millones en 1990, pero se recuperó a partir de esa
depresión, llegando a 1.70 millones en 1998.
No hay dudas de que el gradual abandono de las aulas universitarias por parte
de los jóvenes durante la segunda mitad del decenio de 1980, hasta bien
entrada esta década, tuvo que ver, por un lado, con el hecho de que la crisis e
inestabilidad económica dificultaba a los hogares sufragar los costos de la
educación superior. No se debe olvidar que la educación universitaria es
privada y socialmente costosa, aunque también suele ser rentable. En
promedio, un hogar dominicano gasta el 4.5% de sus ingresos mensuales en
educación, correspondiendo una cuarta parte de ese gasto a la educación
superior. Ahora bien, en ese promedio están incluidos todos los hogares, y
entre ellos los que tienen hijos asistiendo a la universidad son relativamente
pocos; si se pudiera computar un promedio sólo para estos últimos, con
seguridad que el porcentaje de gastos sería considerablemente más elevado,
aun sus miembros asistan a la universidad pública.
Por otro lado, la crisis del sistema universitario de finales de los ochenta se
relaciona también con el hecho de que la evolución social hacía poco
promisoria la formación universitaria: el acceso al trabajo profesional se
deterioró y los salarios reales se deprimieron; los viajes al exterior, el béisbol,
los combos y los negocios individuales sustituyeron el título como
mecanismos de ascenso social.
Perspectivas de futuro
Ante estas perspectivas, y considerando los grandes esfuerzos que el país tendrá que
realizar para elevar la cobertura, pertinencia y calidad académica del sistema universitario,
lo cual demandará, entre otras cosas, de cuantiosos recursos financieros y humanos, no luce
razonable proyectar una capacidad de oferta creciendo a una tasa acumulativa anual mayor
de un 7%. Esta cifra parece más realista, y es congruente con la población meta de que se
trató en el apartado anterior. En tal circunstancia, el país tendría que prepararse para
alcanzar en el año 2005 una cantidad de 305 mil estudiantes universitarios.
Para que ello sea posible, será necesario definir una política universitaria encaminada al
control cuantitativo del acceso. Pero de la única forma que esto podría ser justificable, tanto
desde la perspectiva política como por la racionalidad económica y social, es si se cumple
una o las dos condiciones siguientes, ambas deseables:
Sector
Público
Sector
Privado
Subdesarrollados
Indonesia 1.7 … 18 … …
Filipinas 1.7 2.2 … … …
Uganda 1.2 … … … …
China 2.5 2.3 17 81.0 …
India 2.8 3.5 14 … 78.0
Argelia 7.8 …. … … …
Fuente: Elaborado a partir de datos tomados de Banco Mundial (1998) World Development Report, y
Cuadro 3 de PNUD (1998) Informe sobre Desarrollo Humano.
El financiamiento público de la educación
superior
De todas las funciones sociales del gobierno, la que mayor atención ha concitado entre la
sociedad civil en los últimos años, por considerarse que es la que ha atravesado las
situaciones más críticas, es la educación. Esto ha posibilitado que, después de 1991, año en
que el sistema educativo dominicano prácticamente colapsó, se hayan venido impulsando
importantes mejorías y la política presupuestaria haya asignado montos crecientes de
recursos a esta función.
Bolivia 6.6
Chile 2.9
Co lo mb ia 3.5
Guatemala 1.7
Honduras 3.9
Jamaica 8.2
México 5.3
Panamá 5.2
Paraguay 2.9
Uruguay 2.8
Cánada 7.3
El cuadro 4 permite apreciar la evolución del gasto educativo dependiendo del programa a
que se haya destinado. Como se observa, el gasto en educación primaria constituye la
principal partida, absorbiendo el 43.6% del total, lo cual es lógico y necesario porque sirve a
la principal población del país y constituye el cimiento de todo lo demás. El segmento de
educación superior, al cual se solía asignar un 20% del presupuesto educativo del Gobierno,
fue reduciendo su participación desde 1980, hasta ubicarse por debajo de una décima parte
del total en 1995. En la actualidad, particularmente, con los aumentos de subsidios
dispuestos para la universidad estatal, ha vuelto a elevarse aunque, en todo caso, no llega a
alcanzar el 15% del presupuesto educativo.
Cuadro 4
15% Otros
20% 12%
Educ. Sup.
9%
Educ. Media y Tec.
18%
15% Educ. Básica
44%
31% 34%
El histórico descuido de la educación básica y, sobre todo, el más permanente del nivel
medio, se reflejan en la muy baja calidad de los bachilleres dominicanos. Ciertamente, la
raíz de los problemas educativos se ubica en la acumulación de deficiencias en los
sucesivos niveles. Tales deficiencias se trasladan a la universidad; esta, a su vez, disminuye
el nivel académico para adecuarse al de los alumnos, que traen fallas tan profundas en su
formación básica que de ningún modo podrían adaptarse a lo que sería un régimen
académico de nivel superior normal en la mayoría de los países.
Aunque el gráfico 4 muestra que la educación terciaria absorbió en 1998 el 15% del gasto
educativo del Estado, el cuadro 3 que se presentó en páginas anteriores, permite observar
que, aún con la mejoría registrada después de 1995 (cuando esta proporción era del 9%) la
posición relativa del país en esta materia, respecto al conjunto de los países mostrados, no
se ha modificado notoriamente.
Bo liv ia 67.0
Chile 21.0
Colo mb ia 29.0
Ecuador 34.0
Guatemala 33.0
Honduras 59.0
Jamaica 193.0
México 61.0
Panamá 47.0
Paraguay 52.0
Uruguay 28.4
Cánada 36.0
La pobreza del financiamiento fiscal ha afectado a todos los niveles del sistema educativo.
En el caso de la educación superior, la propuesta de la UNESCO es que se destine a este fin
un 2% del PBI. Sin embargo, las informaciones históricas indican que en la República
Dominicana nunca se ha llegado ni siquiera a la mitad del uno por ciento. En 1980 el
Estado destinó a este fin el 0.47% del producto, porcentaje que había bajado al 0.14% en
1990, para volver a subir recientemente, hasta un 0.37 por ciento en 1998.
Gráfica 5
2.00
0.47 0.37
0.14
1980
1990
1998
Propuesta
UNESCO
Es posible que en este último año el porcentaje sea algo mayor a lo indicado, pues no se
sumaron las inversiones en planta física que realiza directamente el Gobierno para ponerlas
después a disposición de las universidades, particularmente de la UASD. Pero los datos no
permiten cuantificar el valor anual de estas construcciones, las cuales se engloban dentro
del conjunto de construcciones orientadas a la función educativa. No obstante, aun
sumando esta parte, en ningún caso el gasto fiscal en educación superior podría llegar al
medio por ciento
del PBI, ya que sólo si se agregara la suma global de construcciones educativas, como si todas
fueran para el nivel superior, se llegaría a ese nivel.
Cuadro 5
Asignaciones Fiscales para Educación Superior
Según Instituciones que la Canalizan
(miles de RD$)
En la parte b) del cuadro se muestran los mismos datos, pero deflactados para convertirlos
en pesos de valor constante de 1980. Cuando se observa el valor total, en la última fila, se
puede entender la crisis a que fue sometido el sistema en la década pasada, lo cual se
prolongó hasta el 1991. Obsérvese que el valor real del financiamiento público a la
educación terciaria se redujo de RD$31.15 millones en 1980 a RD$8.55 millones diez años
después. A partir de 1992 comenzó a recuperarse algo, pero es a partir de 1997 cuando se
produce un cambio sustancial, que lo eleva a RD$46.23 millones en 1998.
FUNDAPEC 700
FUNDAPEC 36
Por lo general, al iniciar sus operaciones las universidades lograron algún tipo de acuerdo
con los gestores de la política económica; pero el monto consignado se repite cada año en
valores
corrientes, sin importar la pérdida de valor real de la moneda, y cuando ocurren
modificaciones o ajustes a dichas sumas, usualmente es respondiendo a la discrecionalidad
de los que tienen el poder de repartir los fondos fiscales. Por ejemplo, como se aprecia en el
cuadro, las asignaciones fiscales a la PUCMM, a la UNPHU y a INTEC, para mencionar
las tres universidades privadas de mayor tradición, se mantienen prácticamente invariadas
en términos nominales durante los últimos 18 años, pese a que un peso de 1998 casi
equivale a cinco centavos de 1980. Siendo así, las mencionadas transferencias se han
diluido en el tiempo, hasta una veinteava parte de su valor original.
En el caso de la universidad pública, con el monto de recursos que el fisco le asigna, más lo
poco que recibe por sus propios medios, y dada la cantidad de estudiantes que alberga, la
docencia apenas sobrevive en condiciones de extrema precariedad. En 1998 el costo por
alumno fue de apenas RD$9,184, un 15 por ciento más bajo al costo unitario promedio de
las universidades privadas. Y aunque el presupuesto se gasta casi por completo en la
remuneración al profesorado, la remuneración media no resulta atractiva para atraer a la
docencia los profesionales del nivel que demanda la educación de tercer nivel. Esto se
transmite al resto del sistema universitario.
Aunque el gasto medio por alumno en la UASD es sólo ligeramente más bajo que el
promedio del conjunto de las universidades privadas (RD$9,184 frente a RD$10,841 al
año), su punto de referencia no puede ser dicho promedio, sino el nivel de las mejores del
país, de por sí bajo, valor que está muy distante de alcanzar. Más aún, tanto para la UASD
como para las instituciones privadas, el punto de referencia debería ser el monto de
recursos y la estructura de costos de una universidad de excelencia conforme los estándares
internacionales.
Para que se tenga una idea, el costo medio por estudiante en Brasil, el país latinoamericano
que, a juzgar por diversos indicadores, parece haberse ocupado más de la excelencia
académica de sus universidades, es de US$5,800, según el Banco Mundial, frente a menos
de US$700 en la República Dominicana. En Estados Unidos, sólo el aporte estatal es de
US$6,440 por alumno. Y en Jamaica, un vecino muy cercano, es de US$3,088.
6
4.8
5 4.4
4 3.6
3 2.4 2.4
2
1.6
0
1 2 3 4 5
Educación en general Educación superior
Los datos, que se presentan en el gráfico 7, permiten determinar que, como promedio, las
familias dominicanas dedican aproximadamente el 4.5% de sus ingresos al gasto educativo,
incluyendo un 1.16 por ciento a la educación superior. Es de ahí que se deriva la cifra
global de RD$2,030 millones gastados por los hogares en 1998. Pero el gasto está muy
desequilibrado en términos sociales. No sólo el ingreso de los quintiles superiores es mayor
que los demás, sino que también la proporción que destinan a la formación universitaria es
mucho más pronunciada, apenas 0.5% para el caso del quinto más pobre de las familias, lo
que va subiendo hasta llegar a un 2.4% en el 20% superior de la estratificación social. En
términos absolutos, esto quiere decir que un hogar colocado en el quintil 5, es decir, en el
20% más rico, gastó en educación superior un monto equivalente a 21 veces el destinado a
este fin por un hogar colocado en el quintil 1, del 20% más pobre. Esto refleja la gran
injusticia presente en el acceso, en cantidad y en calidad, a la educación del nivel terciario.
Otro método al que se recurrió consistió en calcular los valores que han de estar recibiendo
las universidades privadas, a partir de los costos medios por matriculación y el número de
alumnos que acogen. Disponiendo de datos sobre las tarifas de nueve universidades
privadas, que cubren el 78% del alumnado total en instituciones privadas, se determinó que
para un estudiante universitario medio de grado –excluyendo los puntos extremos formados
por las carreras muy caras y las muy baratas- el costo de matriculación por 50 créditos
académicos al año es de RD$10,841. Esto es un promedio, ponderado por la proporción de
alumnos que tiene cada institución, y que incluye desde las universidades más baratas,
como O&M y UTESA, cuyo costo ronda los RD$7,000 al año, hasta la más costosa,
UNIBE, que se acerca a los RD$36,000. Este promedio ponderado se extrapoló al restante
22 por ciento de estudiantes, dispersos en las otras 18 universidades privadas. Cualquier
error estadístico queda limitado al considerar que se trata de instituciones pequeñas, con un
promedio de 1,165 alumnos cada una.
Por esta vía se llegó a una cifra agregada de gasto privado en educación superior de
RD$1,084 millones en 1998 por concepto de pago de matrículas. Naturalmente, como
muchos estudiantes son financiados por medio de becas o de créditos estudiantiles, el
referido valor no se puede atribuir totalmente al gasto familiar. En consecuencia, resulta
una diferencia muy grande entre el monto calculado por este método y el que se desprende
de la encuesta del Banco Central.
Probablemente al ser encuestadas, las familias declararon mucho más que la parte gastada
exclusivamente en pago de matrículas. Evidentemente han de estar incluidos otros
conceptos no susceptibles de ser computados con las estadísticas disponibles, como cobros
por servicios, derechos especiales –graduación, inscripciones tardías, exámenes especiales,
emisión de certificaciones, etc.-. Igualmente, pudieran estar incluidos los cobros de las
universidades por las matrículas en la educación de postgrado y cursos especiales.
Además, los gastos por adquisición de materiales educativos, así como unos RD$96.6
millones que recibió la UASD por conceptos de cobros a los alumnos. Finalmente,
seguramente la cifra de la encuesta adiciona el gasto que realizan las familias en educación
superior fuera del país.
Probablemente la cifra anteriormente expuesta tendría que seguir siendo afinada, para
incluir gastos familiares o empresariales en cursos especiales que tienen lugar fuera del
ambiente universitario, así como el gasto público y privado en institutos que tienen
categoría de nivel terciario. Sin embargo, no hay cifras que permitan una estimación
razonable, ni del total, ni de la parte que podría calificarse como educación superior, pues
algunos institutos combinan el nivel medio con el superior.
Pero lo que más llama la atención es el exiguo costo por alumno que se registra en la
República Dominicana. Que en las universidades privadas el costo anual promedio de la
matrícula para estudiantes tiempo completo, de 50 créditos al año, sea de apenas
RD$10,841, es decir, menos de 680 dólares estadounidenses, es un indicativo de la poca
valoración que existe en el país por la educación superior. Mantener un sistema que opera a
tan bajo nivel de costo sólo es concebible en base a un enorme sacrificio del insumo
fundamental del sistema, el profesor, y de un nivel de calidad extremadamente pobre.
Desde un principio era previsible que el libre ingreso y la permanencia indefinida del
estudiante en las instituciones generarían un crecimiento que sólo se podría financiar con
grandes masas de recursos. Pero como el Estado no estaba en condiciones (ni en
disposición) de aportar tantos recursos, esa política de crecimiento tenía que depender de un
aporte económico robusto de parte del estudiante y de la empresa, el cual no se dio,
amparado en el predicamento de una educación superior pública gratuita, que diluía la
responsabilidad del estudiante y de la empresa en ese financiamiento. En vista del enorme
peso del subsector público en la oferta educativa global, tal situación envolvió a la
educación superior en una crisis financiera de consecuencias penosas.
Así, a principio de la década de 1970 la UASD cobraba entre RD$1.50 y RD$6.00 por
crédito, mientras la PUCMM y el INTEC cobraban alrededor 15 pesos. Estos equivalen
hoy a unos RD$802, en tanto que las tarifas de la universidad pública equivalen ahora a
entre 80 y 321 pesos. Para que se tenga una idea de la evolución en el tiempo, la UASD
cobra hoy una tarifa regular de seis pesos el crédito, mientras que la PUCMM y el INTEC
cobran RD$250, ni por asomo su valor real de tres decenios atrás. En el caso de la
universidad estatal el pago de matrícula es tan irrisorio que los ingresos percibidos
difícilmente alcanzan para cubrir los gastos administrativos asociados al manejo del cobro.
Gráfica 8
1970-72 1999
La disminución del presupuesto por año / estudiante sería algo sumamente alentadora si
fuera el resultado de una elevación de la productividad y eficacia en el uso de los recursos,
pero existe la apreciación de que, más bien, se ha reflejado en un deterioro general de la
calidad del sistema. Curiosamente, mientras disminuía el aporte del hogar al
financiamiento de la educación superior, se incrementaba su participación en el
financiamiento de la educación básica y media, dándose el caso paradójico de que resulta
más barata la educación universitaria que la preuniversitaria. Sencillamente, el crecimiento
basado en la estadía indefinida del estudiante y la gratuidad cambiaron de manera radical
la valoración de la educación superior y el nivel de sacrificio que cada estudiante está
dispuesto a realizar para obtener un grado universitario.
Uno de los aspectos más importantes a destacar de la situación creada es que, dada la forma
como funciona el sistema educativo dominicano, la imposibilidad de llenar en la
universidad las lagunas de formación que ha dejado la enseñanza básica y media hace que
las universidades gradúen profesionales con bajo nivel de calificación, y sirvan para
constituir verdaderos focos de perpetuación del subdesarrollo y de frustración de miles de
jóvenes.
En lugar de fortalecer la actividad académica para ayudar a los más débiles a superar sus
deficiencias y dar el salto, la evolución del sistema educativo viabilizó que las presiones
fueran relajando las normas internas para darle nuevas oportunidades al estudiante de bajo
rendimiento. Y ese relajamiento convirtió la estadía indefinida del estudiante en el campus
universitario en un estado natural que desestimula el trabajo duro y continuo requerido para
completar a tiempo una carrera.
Es llamativo el hecho de que casi el 80% del presupuesto se gasta en costos saláriales,
indicativo de que la institución universitaria lo que está es sobreviviendo, pagando salarios
para que los profesores impartan docencia como puedan, en condiciones de extrema
precariedad de infraestructura, equipamiento e insumos. Pero lo más importante es
reconocer
que, aún así, los niveles saláriales vigentes son paupérrimos si se pretende atraer a la
docencia el personal más adecuado para ello.
El deterioro financiero que afectó a la UASD definió el rumbo que seguiría prácticamente
todo el sistema de formación de profesionales del país. En 1970, las universidades solían
pagar a sus académicos un promedio de 10 pesos por crédito y un profesor a tiempo
completo podía percibir entre RD$700 y RD$1,000 mensuales. A precios actuales esas
cifras equivalen a RD$534 por crédito y entre RD$37,400 y RD$53,400 mensuales. Como
las remuneraciones actuales del personal académico quedan lejos de estos niveles, tenemos
que concluir en que el factor más afectado fue el profesor, cuya calidad media fue
declinando aceleradamente.
Con el tiempo, la educación superior devino en una actividad a la cual miles de cuadros
profesionales dedican el tiempo que les queda libre. Y, peor aún, atrae a muchos
profesionales que no encuentran en otros segmentos del mercado una remuneración más
aceptable. Para ajustar la actividad al tiempo que le quedaba libre al profesor, la oferta
educativa se fue desplazando de la mañana y la tarde a la noche. Y en general, el campus
universitario dominicano devino en un lugar, no donde se hace vida académica y cultural,
sino en un lugar al que se visita por ratos.
Para ilustrar lo crucial que es dedicar el esfuerzo debido a la educación superior, vale
indicar que la tendencia del mundo es hacia una creciente apertura y competitividad entre
los países, y que cada vez más dicha competencia descansa en el talento y el conocimiento
humano. Anteriormente las economías eran más cerradas, operando a partir del desarrollo
de sus propios mercados internos. Y la parte destinada al comercio se basaba en la
disponibilidad de recursos naturales y mano de obra barata. En las últimas décadas, el
comercio mundial crece a un ritmo de más del doble del que crece la producción mundial.
Y en ese comercio juegan un papel cada vez más preponderante los bienes de alto nivel
tecnológico. Por ejemplo, en 1976 sólo la tercera parte del comercio internacional de
mercancías se basaba en bienes de mediana y alta tecnología, mientras que veinte años
después dicha proporción se había elevado al 54%.
La experiencia nos muestra algunas lecciones que deben ser consideradas para definir la
política de financiamiento público:
Segundo, que la equidad no queda definida por el libre acceso a los centros, por el
derecho a permanecer indefinidamente en ellos, ni por la posibilidad de obtener un
grado. La equidad significa ofrecer a jóvenes de igual talento iguales posibilidades de
recibir una educación adecuada, que garantice oportunidades similares de progreso.
RECURSOS PÚBLICOS
Como se ha visto, en 1998 el gobierno destinó a la educación superior el 0.37 por ciento del
PBI. Esta es una cifra extremadamente baja, a pesar de que constituye un progreso
formidable si se compara con 1990, cuando era el 0.14%. Ahora bien, recordemos que la
UNESCO está recomendando un 7% del producto para toda la educación, incluyendo un
2% para el nivel superior. En las condiciones actuales para nuestro país, como para muchos
otros de América Latina, eso es como un sueño difícil de alcanzar. De hecho, en la región
muy pocos gobiernos destinan al nivel superior más de un uno por ciento del PBI.
Y en el caso dominicano, a todo el sistema educativo se destinó en 1998 el 2.5 por ciento, a
pesar de que la Ley plantea un 4% y de que el porcentaje alcanzado constituye un record de
las últimas décadas. Pretender un dos por ciento para el nivel universitario implicaría
destinar a este fin casi todo el presupuesto actual del sistema educativo, lo cual es
imposible, pues la mayor prioridad seguirá siendo el nivel básico. Y alcanzar la meta de 7%
para el sector educación luce poco razonable a corto y mediano plazo, si se considera que el
presupuesto total del gobierno no supera el 16% del PBI, e iguales necesidades enfrenta el
sistema de salud, justicia, orden público, creación de infraestructura, etc., sin considerar los
fondos necesarios para el servicio de la deuda, la administración general del Estado y
múltiples otras necesidades.
Cuadro 7
La segunda es la ingrata necesidad de elevar la carga tributaria media del país, que ronda el
15% del producto. Esto demanda un intensificado esfuerzo para alcanzar más eficacia en el
cobro de los impuestos, en lo cual se ha avanzado algo. Pero exige entender que algunos
impuestos tienen que ser elevados. El candidato natural para ello es el ITBIS, único
impuesto de carácter general, que no afecta una rama productiva en particular y que no
interfiere con el comercio internacional. Otro candidato potencial es el impuesto sobre la
renta, cuya tasa de 25% para los sectores de mayores ingresos es anormalmente baja.
RECURSOS PRIVADOS
Prestan los necesarios esfuerzos de ampliar la oferta curricular, tratando de vincularla con
el perfeccionamiento académico y su vinculación con las actividades productivas. Los
cursos de especialización, los postgrados y los programas de investigación, deberían
constituir un medio para que, al tiempo que se cumple la responsabilidad social, se puedan
movilizar fondos privados.
Con relación a lo que podría hacer la política pública al respecto, se han señalado los
siguientes medios:
1. Creación de incentivos fiscales para que las empresas y las familias inviertan en la
educación superior. Este puede ser un mecanismo con cierta eficacia, pero limitada. En
primer lugar, va a chocar con la oposición de los formuladores y los administradores de
la política tributaria, quienes consideran como un gran logro la eliminación de los
incentivos preexistentes, que creaban vías para la evasión y la elusión fiscal y
complicaban la administración tributaria. Pero el principal problema es otro, y es que, al
haberse bajado tanto la tasa máxima del impuesto sobre la renta, cualquier incentivo
queda atenuado en el ánimo del empresario. Siendo la tasa del impuesto apenas
equivalente a un 25% de la renta neta imponible, cualquier aporte que haga el
contribuyente provendría, en un 25% de lo que iba a pagar al fisco, y en un 75% de lo
que iría a su propio tesoro. Con estas magnitudes, no hay que confiar mucho en su
disposición de hacer aportes, aunque sean deducibles de su renta.
2. Promoción del crédito estudiantil por parte del sistema financiero privado. El principal
problema que tiene ahora ese instrumento consiste en que, al tratarse el crédito
estudiantil de un financiamiento de largo plazo, los altos intereses prevalecientes
elevarían demasiado la deuda, haciéndola muy difícil de pagar. Pero en la medida en
que el sistema financiero se modernice y haga más competitivo, con tasas de interés
moderadas, éste puede ser un medio fundamental para financiar a la educación superior.
El Estado subsidiaría los intereses, con la ventaja de que el monto a desembolsar
anualmente no tendría que ser muy elevado, pues los bancos aportarían el capital y el
beneficiario pagaría por una parte de los intereses. Es un instrumento con mucho
potencial, siempre que sea bien diseñado. Otro inconveniente consiste en que este tipo
de financiamiento se caracteriza por ser de alto riesgo, con baja tasa de recuperación,
dado que no tiene garantía tangible, sino personal, y a que el nuevo profesional tiene
amplias posibilidades de, al cambiar su estatus, desaparecer del alcance del ente que lo
financió. Por suerte, en la medida en que se avance con un registro único de
contribuyentes, este inconveniente queda superado. Pero en todo caso, esta política
tendría que ir acompañada de un fondo estatal de garantía al crédito educativo.
3. El otro medio se impondrá por la fuerza. Consiste en el alza del costo de la matrícula
universitaria. En la medida en que la legislación y el sistema de control y fiscalización
presionen por una elevación de los estándares académicos, las universidades se verán
forzadas a elevar los costos y el cobro por la matrícula. Esto no garantiza por sí sólo que
se va a producir un mayor flujo de fondos privados para financiar la educación superior,
pero sí el monto por alumno. La reacción del hogar puede ser sufragar los mayores
costos con un aporte más valioso, pero muchas familias pueden verse precisadas a
retirar los alumnos, o bien éstos se convertirían en una carga económica muy pesada al
hogar. Para evitar que esto se traduzca en la pérdida de oportunidades para jóvenes con
mucho potencial, se requiere de un esfuerzo de racionalización del financiamiento
público.
Para ello, remitimos al lector a la propuesta que sometió al CONES hace dos años la
Fundación Siglo 21, sobre la racionalización del financiamiento público a la educación
superior, la cual resumimos a continuación.
Una de las áreas en que más avances ha tenido el pensamiento económico en los tiempos
recientes es la de los diseños institucionales, es decir, cómo lograr que las leyes, las
disposiciones administrativas, la organización de las instituciones y los mecanismos de
asignación de los recursos, potencien la fuerza creativa del mercado en la producción de
bienes y servicios, al tiempo que confieran eficacia y eficiencia a la función reguladora del
Estado y justicia a su función redistributiva. Esto es, cómo condicionar el comportamiento
de los agentes hacia la consecución de fines socialmente favorables.
Como resultado, el financiamiento y la provisión de servicios públicos por parte del Estado,
en particular de los llamados servicios sociales, tales como salud, educación y seguridad
social, han venido experimentando cambios trascendentales en su ordenamiento
institucional durante los últimos tiempos. Tales cambios se orientan en función del logro de
una sociedad más democrática y participativa, una mayor eficacia en el logro de los
objetivos propuestos, una mayor eficiencia en el uso de los recursos y en la prestación de
los servicios y una mayor justicia distributiva.
La focalización
Uno de dichos cambios en el ordenamiento institucional es la focalización, la cual
constituye el medio más efectivo para hacer que cualquier programa que implique subsidio
estatal alcance el propósito de beneficiar a los más necesitados. Consiste en definir de
antemano quién tendrá acceso al mismo y quién no. La focalización surge en oposición a la
universalidad, que supone que la acción estatal beneficie por igual a todos,
independientemente de que se sea merecedor del subsidio fiscal o no.
La focalización es el instrumento más justo, el de mayor eficacia para llegar a los pobres.
Sin embargo, para muchos de los programas sociales ofrece una serie de dificultades, que
se derivan de la escasa capacidad administrativa de las instituciones, la ausencia de un
efectivo sistema de información y control y los riesgos de corrupción. La focalización
demanda de un buen sistema de estadísticas que permita identificar quiénes son los reales
necesitados, y medir
y evaluar los impactos de cada acción; demanda también una administración pública capaz
de diseñar programas apropiados para dar respuestas a las reales necesidades y de ponerlos
efectivamente en ejecución, así como la definición de criterios científicos y objetivos para
asignar los recursos y administrarlos bien, ajenos al clientelismo político y al favoritismo
personal, y mecanismos de control y fiscalización que prevengan y desalienten la
corrupción,
Por esas exigencias, a pesar de los progresos que conoce la humanidad en materia de diseño
institucional y organización industrial de la provisión de servicios, se mantiene vigente la
vieja práctica de la prestación universal y gratuita de muchos servicios sociales. Y no hay
dudas de que en algunos programas públicos la universalidad se seguirá requiriendo de
todas maneras, como los servicios primarios de salud y de educación, lo que no implica que
no se pueda innovar en su producción y suministro.
El subsidio a la demanda
Otro cambio fundamental que registra la organización institucional reciente en la provisión
de servicios es el desplazamiento del subsidio desde la oferta hacia la demanda.
El mecanismo tradicional de subsidiar la oferta significa que, una vez definida la entidad
responsable de la producción del servicio, se le entregan los recursos sin considerar sus
resultados en términos de cantidad y calidad. El consumidor no tiene opciones. Asiste a
procurar el servicio que esa institución le presta con la convicción de que eso es lo que el
Estado le ofrece.
En el Financiamiento
Propuesta de cambio
Es en este sentido que se propone un mecanismo mediante el cual se iniciaría un proceso
para que el financiamiento fiscal a la educación superior se canalice crecientemente a través
de un sistema de becas y créditos estudiantiles.
Pero como todo gran cambio, éste debe ser gradual, por dos razones: para evitar los traumas
y las fuertes resistencias a los cambios bruscos, y para viabilizar que concomitantemente se
vayan realizando las adaptaciones institucionales. Por ello, se propone que el tránsito del
esquema actual al propuesto se desarrolle durante un período de cuatro años. Incluso, el
cambio no tendría que involucrar la totalidad del financiamiento. Una parte podría seguirse
otorgando como presupuesto básico a la UASD conforme al patrón histórico, es decir,
canalizado sin ningún criterio de racionalidad.
Al ponerse en marcha el cambio, tanto la UASD como las universidades privadas, bajo la
acción reguladora y el ojo fiscalizador del CONES, tienen que adaptar su modus operandis
a las nuevas circunstancias. Para que el sistema pueda potenciar sus resultados positivos,
tiene que contar con cierta participación de la comunidad universitaria, la cual no debería
oponerse cuando conozca bien la propuesta.
Por otro lado, los estudios económicos realizados en múltiples países han demostrado que
el gasto en educación superior es altamente rentable, no sólo socialmente, sino más que
nada a nivel privado. La formación universitaria constituye una inversión que ofrece la
perspectiva de
una gran rentabilidad, social y personal. Por eso se plantea que el financiamiento público a
la formación de profesionales no necesariamente tiene que ser gratuito, por lo menos no sin
algunas condiciones. En función de lo anterior, se propone que en el mediano plazo el
crédito estudiantil debe ser el criterio prevaleciente, más que la beca.
Se estima que el sistema educativo dominicano gradúa anualmente unos 50,000 bachilleres.
A falta de un régimen uniforme de exámenes de admisión a la educación superior, se
partiría de los resultados de las pruebas nacionales que aplica la SEEC para el cuarto año
del bachillerato.
Del otro 50%, el que obtuvo las mejores puntuaciones, se excluiría una parte, que
estimamos podría ser un quinto (5,000 bachilleres), al entender que se ubican en los estratos
de más alto ingreso familiar, y que no necesitan del financiamiento gubernamental para
acceder a una carrera universitaria. De modo que el apoyo oficial a la educación superior
procuraría abarcar a hogares localizados en el 80% inferior de la estratificación social (los
cuatro primeros quintiles.
Como no se trata en esta etapa de incluir a los pobres, sino de excluir a los más
acomodados, que son menos (el quintil superior), el ordenamiento institucional debe
permitir identificarlos y excluirlos en un plazo muy breve. Normalmente viven en sectores
considerados de clase alta y media alta y provienen de los mejores colegios privados. La
ocupación o profesión de sus padres podría ser un criterio adicional a tomar en cuenta para
la exclusión
Es previsible que, aún así, en la primera etapa persistan algunas distorsiones que generen
injusticias, las cuales se irían corrigiendo después; pero como en ningún caso dichas
injusticias podrían ser mayores que la carencia total de criterios vigente en la actualidad,
este sistema constituiría un progreso formidable.
Quedarían pues unos 20,000 jóvenes que cumplen con el doble criterio de tener buen
rendimiento académico y provenir de hogares de modestos recursos económicos, lo que
implica que merecen y necesitan apoyo fiscal para acceder a la formación universitaria. A
ellos el Estado les asignaría un monto de, digamos, RD$20,000 per capita al año, que no
serían transferidos directamente al alumno, sino al establecimiento educativo escogido por
ellos. Esto implica un aporte fiscal de RD$400 millones cada año, que se elevarían a
RD$1,600 millones en cuatro años, al término de los cuales, el Estado estaría financiando
por esta vía la educación superior de 80,000 bachilleres. Esta cifra tendería a estabilizarse a
partir de ese momento, pues comenzarían a graduarse los primeros1.
El alumno financiado por el Estado se compromete con los estudios mediante dedicación
exclusiva y el mantenimiento de un índice académico predeterminado.
Más importante aún, ninguna institución privada con el prestigio académico requerido para
competir con la UASD tiene capacidad productiva instalada para recibir de golpe miles de
nuevos alumnos, mientras que ésta dispone de una formidable infraestructura física,
prácticamente sin costo, ya que procede por completo de subsidio estatal.
1
Los números que aparecen aquí, tanto en términos de la cantidad anual de estudiantes, como el monto que el
fisco les asignaría son números ilustrativos, para fines de ejercicio académico, pero podrían ser distintos
dependiendo de la capacidad financiera del Estado.
Puesto en marcha el nuevo sistema, cada año el Gobierno le iría reduciendo a la UASD su
asignación fija anterior, de modo que, con el tiempo, el presupuesto de la universidad para
docencia pasaría a descansar cada vez más en el cobro de matrícula. Al cabo de cuatro o
cinco años prácticamente toda su población estudiantil estaría acogida al nuevo sistema de
financiamiento. De todas maneras, para no hacer muy radical el cambio, se propone que se
le mantenga un presupuesto fijo, para gastos de desarrollo institucional, así como para los
demás programas no docentes.
Las universidades privadas tenderían a estabilizar sus costos, de modo que el grueso de los
alumnos cubran su matrícula con los RD$20,000 aportados por el fisco. Para atraer
masivamente nuevos alumnos tendrían que ir ampliando su capacidad productiva, pero la
base de su competencia sería esencialmente su oferta curricular y su prestigio académico.
De todas formas, estos elementos pudieran contribuir a un sano proceso de diferenciación
del mercado, en que las universidades de mayor excelencia puedan cobrar tarifas más
elevadas, que tendrían que ser costeadas total o parcialmente por la familia. Naturalmente,
la libertad de elección por parte del estudiante no puede ser total, sino que el Estado le
ofrecería un abanico de los centros más prestigiosos de educación superior, y cuyo patrón
de funcionamiento los asemeja al concepto de universidades públicas, en el sentido de que
no operan como negocios.
El aporte estatal a la formación de los estudiantes queda definido, por principio, como un
crédito estudiantil. La experiencia de FUNDAPEC pudiera ser aprovechada para la
administración de todo lo concerniente a la formalización, el proceso de contabilidad y
cobros.
Por razones de justicia, otro cambio futuro sería dar alguna oportunidad a aquellos alumnos
que, si bien no calificaron al principio para ser financiados por el fisco, aún así han
ingresado, y su posterior índice académico los torna elegibles.
Beneficios esperados
Los beneficios sociales de adoptar un sistema de financiamiento de este tipo son inmensos:
2 Aún aquellos que no tienen la intención de optar por el financiamiento estatal, por
evitar la afrenta de que el sistema los deje fueran, resultarán estimulados a lograr buen
rendimiento.
8 La conversión automática del crédito en beca para los que superen determinado índice
académico, constituye un paso trascendental para alentar la excelencia estudiantil.
9 La libertad de elección por parte del alumno financiado por el fisco obliga a las
entidades a competir por el recurso público sobre la base del desempeño. En la
competencia entre los proveedores por la atracción de clientes, el mercado obligará a
mejorar la calidad, y el sistema universitario dominicano se irá adecuando a los
requerimientos académicos del mundo actual.
Una incremento de los mecanismos de coordinación entre las instituciones y con los
otros niveles educativos.
Un nuevo sistema de asignación de los recursos públicos a través del crédito educativo