Casacion en El Fondo
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Casacion en El Fondo
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ejecutoriada- modificando la de alzada que por este acto se impugna, el
fundamento Cuarto de la sentencia apelada, en el sentido de rebajar la
compensación económica decretada, al equivalente a 25 Ingresos Mínimos
Mensuales Remuneracionales, a la fecha, $ 4.825.000, pagaderos en cuotas
mensuales y sucesivas equivalentes a 1 Ingreso Mínimo Mensual Remuneracional,
hasta su entero pago, dando cuenta de graves infracciones de ley contenidas en la
sentencia que se impugna, todas las cuales influyeron en lo dispositivo de la
sentencia en los términos que a continuación se pasa a señalar.
DEL RECURSO.
De esta manera y dando cumplimiento a las exigencias indicadas en las
normas pertinentes, se mencionarán expresa y determinadamente los requisitos
indispensables que hacen procedente el recurso que se interpone por este acto,
todos los cuales se cumplen en el caso de marras.
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4º) Que en cumplimiento de lo dispuesto por el artículo 772 del Código de
Procedimiento Civil, y sin perjuicio de la detallada exposición que se desarrollará
en lo sucesivo, sólo a modo de señalamiento se dirá que los errores de derecho de
que adolece la sentencia recurrida, en tanto reproduce la de primera instancia solo
con declaración de rebajar el monto de la compensación económica, es la
contravención y errónea interpretación de: i) los artículos 61, 62, 65 y 66 de la
Ley de Matrimonio Civil N° 19.947, que lleva al tribunal de alzada a conceder una
compensación económica que no repara el menoscabo económico sufrido por la
demandante- por haberse dedicado al cuidado de los hijos y del hogar común- sin
considerar los elementos que precisamente establece la ley para fijar la cuantía de
la compensación económica, fijando además una modalidad de pago que en la
practica será imposible de hacer cumplir, pues si bien el tribunal de alzada fija las
cuotas de la misma en una unidad reajustable, atendidos los antecedentes de
incumplimiento del demandado, tenidos a la vista en primera instancia, no se
asegura de manera alguna el cumplimiento integro y oportuno de la compensación
económica fijada y la protección del cónyuge más débil como principio fundante en
esta materia. ii) los artículos 1698 del Código Civil; 32 y 66 N° 4 y 5 de la
ley 19.968, que lleva al tribunal de primera instancia a aplicar erróneamente las
normas relativas a la valoración de la prueba conforme a las reglas de la sana
crítica, pues en la audiencia preparatoria se fijaron como hechos a probar A)
Efectividad que la señora Patricia Erdos Gattoni se dedicó al cuidado de
los hijos y el hogar común. B) Efectividad que por dicho cuidado trabajó
en menor medida de lo que podía y quería. C) Si por consecuencia de lo
anterior ha sufrido un menoscabo económico.; sin embargo, al ponderar la
sentenciadora de primera, y asimismo el tribunal de alzada al reproducir el fallo en
cuestión, los elementos probatorios vertidos en juicio, claramente no lo hace
conforme los principios de la lógica, las máximas de la experiencia y los
conocimientos científicamente afianzados, en tanto no se asegura, ni con el monto
decretado, ni menos con la modalidad de pago fijada, el cabal cumplimiento de la
obligación que pesa sobre el demandado, en tanto éste ha demostrado una
conducta repetida y constante en el tiempo de incumplimiento de sus deberes
pecuniarios respecto de la obligación alimenticia debida a la cónyuge -como
representante de sus tres hijos alimentarios- todo lo cual quedó acreditado, entre
otros medios probatorios, trayendo a la vista la causa de cumplimiento seguida
ante el mismo tribunal, RIT Z-104- 20102, donde constan sendas liquidaciones de
deuda alimenticia por montos superiores a los cincuenta millones de pesos al inicio
y posteriormente, cercanas a los dieciséis millones.
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alega el reparo del agravio producido por la sentencia recurrida en razón de la
infracción de ley que contiene y la influencia que en ella ha tenido. La sentencia
que se impugna contiene tal nivel de infracción de ley que resulta de absoluta
necesidad aplicar la sanción civil de nulidad que corresponde, como única vía de
restituir el imperio del derecho en el caso de marras.
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procedencia y cuantía de la compensación económica, de las que haciendo una
interpretación armónica y sistemática, la jurisprudencia de nuestros más altos
tribunales de justicia ha señalado: La Ilustrísima Corte de Apelaciones de
Antofagasta, en su sentencia de 29 de junio de 2007, sentencia recaída en el
recurso N° 1317-2006 señala: "el desequilibrio económico a propósito del divorcio
o nulidad en uno de los cónyuges lo habilita para demandar la compensación
económica. De ahí que si bien el menoscabo económico justifique la admisión de la
compensación económica, los parámetros para fijar su monto estén más bien
centrados en la situación actual del cónyuge beneficiario y su futura vida"
En efecto, dispone la Ilustrísima Corte de Apelaciones de Concepción, en su
sentencia de 18 de octubre de 2006, recaída en el recurso N° 249-2006: "el
menoscabo económico que conduce a la compensación, no constituye un perjuicio
o daño que se haya que evaluar, sino que el desequilibrio o disparidad económica
entre los cónyuges tras la terminación del matrimonio como consecuencia del
hecho esencial de haber dedicado la mujer un prolongado período de su vida al
cuidado de los hijos del hogar, postergando su desarrollo personal que le habría
permitido acceder a una actividad remunerada".
Por su parte, la Ilustrísima Corte de Apelaciones de Concepción, en su
sentencia de 12 de septiembre de 2006, Sentencia recaída en el recurso N° 1275-
2006 señala: "de modo, pues, que en el centro de esta figura se halla el concepto
de menoscabo económico, esto es, el desequilibrio o disparidad económica entre
los cónyuges tras la terminación del matrimonio para enfrentar sus vidas
separadas en el futuro. La compensación económica, en efecto, sin perjuicio que
mira hacia atrás, para determinar si habrá derecho a ella, tiene el propósito de
compensar el efecto del menoscabo en el futuro"
La Ilustrísima Corte de Apelaciones de Chillán, en su sentencia de 13 de
julio de 2006, Sentencia recaída en el recurso N° 102-2006. Declara: "que lo que
habilita a uno de los cónyuges para demandar la compensación es el desequilibrio
económico a propósito del divorcio. De consiguiente, si bien el menoscabo
económico justifica la admisión de la compensación, los parámetros para fijar
su monto están más bien centrados en la situación actual del cónyuge
beneficiario y su vida futura"
Sentencia de 26 de enero de 2007 de la Corte de Apelaciones de Santiago
Sentencia recaída en el recurso N º 676/2006, la que aplica criterios propios para
el cálculo del lucro cesante. En ella se lee: "que para determinar la cuantía de la
compensación se tomará como referente una suma similar a lo que en la
actualidad percibe la solicitante mensualmente, esto es, de $400.000, menos
cotizaciones previsionales que para estos efectos estimaremos sólo en un 13%, lo
que arroja un monto de $348.000. Lo anterior, por entender que si la actora
puede generar ingresos por ese valor, en la actualidad, a los 61 años y sin
ninguna capacitación especial, es perfectamente razonable suponer que habría
estado en condiciones de producir, a lo menos, ese mismo ingreso, durante los 24
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años de convivencia. Por otra parte, si ello hubiera sido así, la solicitante habría
tenido oportunidad de cotizar en el sistema previsional, acumulando a esta fecha
un capital sobre la base del cual se calcularía su pensión de vejez. En
consecuencia, a lo anterior se agregará la cantidad que resulte de calcular el 13%
de $400.000 (tasa de cotización estimada) durante el período de 24 años. Se tiene
presente, en todo caso, que el matrimonio estaba casado bajo el régimen de
sociedad conyugal, por lo que el trabajo de la mujer habría dado lugar a un
patrimonio reservado (artículo 150 del Código Civil), que podemos estimar debió
colacionarse al haber social al momento de la liquidación de la sociedad conyugal,
verificada en 1982, toda vez que la situación económica del matrimonio a esa
fecha no habría ameritado, razonablemente, que la cónyuge hubiera renunciado a
sus gananciales. Así las cosas, los cálculos anteriores dan el siguiente resultado:
a) ganancias que podría haber generado la solicitante entre los años 1966 y 1982
(fecha en que se liquidó la sociedad conyugal) y que resultan de multiplicar
$348.000 por 192 meses: $66.816.000; b) liquidación de la sociedad conyugal en
el año 1982, supone que dichas ganancias se dividen en mitades,
correspondiéndole a cada cónyuge una suma de $33.408.000; c) ingresos
posteriores a 1982 y hasta 1990, debieron quedar íntegramente en el patrimonio
de la solicitante, al comenzar a regir la separación de bienes como régimen
matrimonial, lo que significa $348.000 por 96 meses: $33.408.000; y d)
cotización estimada de 13% sobre una remuneración de $400.000, por espacio de
288 meses: $14.976.000. En consecuencia, los cálculos anteriores permiten
estimar, prudencialmente, el monto de la compensación económica solicitada, en
una suma de $81.792.000" (Considerando 11º). Y se agrega "Que considerando
que la solicitante es dueña del inmueble donde vive y no habiéndose hecho
constar que tenga alguna deuda con el sistema financiero que la obligue a pagar
un dividendo mensual por esa propiedad, se deducirá prudencialmente del monto
anterior, un 10%, lo que arroja un monto final de $73.612.800, que el demandado
reconvencional deberá pagar a la demandante por concepto de compensación
económica, más el interés corriente desde que la presente sentencia quede
ejecutoriada, hasta la fecha de su pago efectivo" (Considerando 12º).
Por otra parte, la misma Corte Suprema ha referido que la compensación
económica “representa la concreción del principio del cónyuge más débil,
consagrado en el artículo 3º de la Ley 19.947, desde que el mismo pretende evitar
o paliar los efectos derivados de la falta de equivalencia patrimonial y de
perspectivas económicas futuras producidas entre los cónyuges como
consecuencia de haberse producido las situaciones descritas” (C. Suprema, 7 de
julio de 2009, Nº LegalPublishing 42179)
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El artículo 61 de la Ley de Matrimonio Civil N° 19.947, dispone “Sí,
como consecuencia de haberse dedicado al cuidado de los hijos o a las labores
propias del hogar común, uno de los cónyuges no pudo desarrollar una actividad
remunerada o lucrativa durante el matrimonio o lo hizo en menor medida de lo
que podía y quería, tendrá derecho a que, cuando se produzca el divorcio o se
declare la nulidad del matrimonio, se le compense el menoscabo económico
sufrido por esta causa”.
Luego, el artículo 62, inciso 1°, de la mencionada Ley señala cuales
deben ser los criterios que deben ser tomados en cuenta al momento de
determinar la existencia del menoscabo económico y la cuantía de la
compensación, a este respecto el legislador señala “Para determinar la existencia
del menoscabo económico y la cuantía de la compensación, se considerará,
especialmente, la duración del matrimonio y de la vida en común de los cónyuges;
la situación patrimonial de ambos; la buena o mala fe; la edad y estado de salud
del cónyuge beneficiario; su situación en materia de beneficios previsionales y de
salud; su cualificación profesional y posibilidades de acceso al mercado laboral, y
la colaboración que hubiere prestado a las actividades lucrativas del otro
cónyuge.”
Luego, el inciso primero del artículo 66 de la mencionada ley
establece: “Si el deudor no tuviere bienes suficientes para solucionar el monto de
la compensación, mediante las modalidades a que se refiere el artículo anterior, el
juez podrá dividirlo en cuantas cuotas fuere necesario. Para ello, tomará en cuanta
la capacidad económica del cónyuge deudor y expresará el valor de cada cuota en
alguna unidad reajustable”.
A su vez el citado artículo 65 dispone: “En la sentencia, además, el juez
determinará la forma de pago de la compensación, para lo cual podrá establecer
las siguientes modalidades:
1.- Entrega de una suma dinero, acciones u otros bienes. Tratándose de
dinero, podrá ser enterado en una o varias cuotas reajustables, respecto de las
cuales el juez fijará seguridades para su pago.
2.- Constitución de derechos de usufructo, uso o habitación, respecto de
bienes que sean de propiedad del cónyuge deudor. La constitución de estos
derechos no perjudicará a los acreedores que el cónyuge propietario hubiere
tenido a la fecha de su constitución, ni aprovechará a los acreedores que el
cónyuge beneficiario tuviere en cualquier tiempo”.
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del matrimonio y al tiempo que la demandante no pudo ejercer su profesión de
enfermera en la medida de lo que podía y quería, por lo cual no pudo tener un
ahorro previsional acorde a su profesión, lo que evidentemente le generó un
menoscabo económico que repercutirá hacia el futuro.
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A mayor abundamiento, consta de los documentos acompañados por el
demandado en los dos informes sociales que se le practicaron- por la perito Lilia
Camus y por la I. Municipalidad de Macul- que en marzo de este año dejaría de
prestar servicios a la empresa para la cual trabajaba, por lo que cabe preguntarse
cuál ha sido el razonamiento conforme a las reglas de la sana crítica del
sentenciador de primera y segunda instancia al pronunciarse sobre el pago en
cuotas de la compensación económica, sumas a ser depositadas de manera
voluntaria por el deudor.
En cuanto a este punto la doctrina se ha pronunciado, citando esta parte al
efecto al profesor Álvaro Vidal quien en un estudio de la compensación económica
indica que: “En el Derecho chileno, al igual que en el Derecho francés, la
compensación es una prestación única –una suma alzada– y que tiene por objetivo
corregir la carencia que provoca el divorcio o nulidad y el empeoramiento
económico que se produciría de no mediar la prestación. Tal como se anticipó en
la introducción de este trabajo, la finalidad perseguida por el legislador es que el
conflicto patrimonial entre los cónyuges se solucione de una sola vez o a lo sumo
dentro de un corto plazo, apareciendo teóricamente como regla en esta materia el
pago en dinero de contado y como excepción cualesquier otra de las modalidades
previstas por la Ley de Matrimonio Civil y leyes especiales. Teóricamente porque,
como también se observó, en la jurisprudencia la regla está representada por la
solución en cuotas y la excepción por el pago de contado.
Los artículos 65 y 66 de la Ley de Matrimonio Civil fijan el marco legal
sobre la forma de cumplimiento de la compensación y representa un mínimo de
protección indisponible para el juez y las partes y que, como tal, deja abierta la
posibilidad para que el juez autorice una forma diversa siempre que, conforme el
artículo 3 de la Ley de Matrimonio Civil, igualmente quede a salvo el interés del
cónyuge acreedor y no se desatienda la finalidad tantas veces aludida. Cualquier
otra modalidad de ejecución distinta a las previstas por el legislador, deberá
fundarse por el sentenciador, en particular en cuanto a su adecuación con la
finalidad que persigue el legislador con la compensación económica y con la
protección del interés del beneficiario. De acuerdo con la primera disposición, la
obligación puede pagarse en dinero o en especies; o mediante la constitución de
un derecho real de usufructo, uso o habitación sobre un inmueble de propiedad del
cónyuge deudor. Concretamente, el juez puede fijar cualquiera de las siguientes
modalidades de pago:
a) Entregar al cónyuge beneficiario de una suma de dinero, especies o acciones.
Esta es la regla que debiera gobernar el pago de las prestaciones económicas, es
decir, la entrega de un monto único o, a lo sumo, la dación en pago de especies –
muebles o inmuebles– o acciones de propiedad del deudor. Ésta es la solución
ideal y que verdaderamente permite cumplir con la finalidad del legislador, de
poner término de una sola vez al conflicto entre los cónyuges que se divorcian,
limitando su relación en lo patrimonial a lo que refiere a los hijos comunes. Sin
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embargo, ya se ha anticipado que en la práctica, atendida la realidad económica
de nuestro país, esta modalidad es más bien excepcional
El mismo precepto considera lo que hoy en la práctica judicial constituye la
regla, el cumplimiento en cuotas, expresadas en unidades reajustables debiendo el
juez fijar seguridades para su pago.
La expresión “seguridades para el pago” que emplea el legislador, comprende no
sólo las garantías y cauciones –constitutivas de mecanismos de protección del
derecho de crédito al ensanchar el derecho de garantía general del acreedor– sino
todos aquellos mecanismos o medidas que den certeza al acreedor acerca del
pago, evitando o previniendo, o el incumplimiento, o la insatisfacción definitiva del
crédito. Así, constituyen seguridades para el pago, todas las cauciones –
personales o reales–; cualquiera modalidad de las garantías bancarias, los seguros
de responsabilidad, las cláusulas de aceleración, una prohibición de enajenar, la
retención judicial o descuento de un porcentaje de remuneraciones por parte del
empleador.
Tan amplia es la noción de seguridades para el pago que pudiere entenderse
incluida en ella la modalidad especial que prevé la ley N° 20.255 que contempla el
traspaso de fondos de capitalización obligatoria hasta el límite del 50% existente
del cónyuge deudor, con independencia del régimen patrimonial del matrimonio.
b) La constitución de derechos reales de usufructo, uso o habitación. Esta forma
de ejecución no se condice mucho con la naturaleza jurídica de la compensación
económica puesto que la aproxima más a la idea de los alimentos debidos por ley.
Con ocasión de su constitución en la práctica podría producirse un tránsito desde
un derecho real –usufructo, uso o habitación– constituido en cumplimiento de la
obligación de dar alimentos o uno que recaiga sobre el inmueble declarado bien
familiar, a la conservación de ese derecho real ahora a título de prestación
compensatoria. Este tránsito no debe llevar a confundir la naturaleza jurídica de
las instituciones en juego.
Hoy el juez divide la compensación en cuotas expresadas generalmente en
unidades reajustables sin decretar seguridad alguna para el pago y, lo que resulta
más grave, sin someter estas cuotas al régimen excepcional del artículo 66,
impidiendo que el acreedor aproveche de la protección que prevé la norma.
Las consecuencias que se seguirán de esta práctica judicial si el deudor incumple
son nefastas. El titular del crédito no gozará de ninguna seguridad, quedándole
sólo demandar ejecutivamente el cumplimiento de la sentencia como cualquier
otro acreedor quirografario y es previsible que el deudor no tendrá bienes
suficientes en su patrimonio y, seguidamente, el crédito quedará sin satisfacción.
De la revisión de las sentencias judiciales sobre compensación económica no
resulta fácil distinguir el supuesto del artículo 65 1) de aquél del artículo 66, sobre
todo porque al fraccionar el total en cuotas ni se fijan seguridades para el pago, ni
las cuotas se someten al régimen especial del citado artículo 66.
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Esta práctica judicial y la falta de nitidez de los supuestos del artículo 65, 1) y del
artículo 66, hace necesario descifrar cómo debiere operar la división en cuotas,
ofreciendo una interpretación armónica de ambas disposiciones que respete la
finalidad que persigue la institución en estudio y, al mismo tiempo, ampare el
interés del acreedor, que pudiere verse afectado por el posterior incumplimiento
de una o más de las cuotas, lesionando el principio de la protección del cónyuge
más débil.
De la lectura conjunta de las disposiciones citadas, aparece que la división
representa un beneficio para el deudor que deberá invocar al contestar la
demanda y que el juez concederá o no, dependiendo del importe de la
compensación económica, las facultades económicas del demandado y, por sobre
todo, de las garantías o seguridades que él mismo ofrezca al solicitar la división en
cuotas o que el juez decrete de oficio por estimarlas suficientes. Ahora bien, si el
deudor no tiene bienes suficientes para pagar la suma decretada, él solicitará la
división en cuotas según el artículo 66 de la LMC. Esto es, que la asignación se
divida en tantas cuotas como sea necesario, habida cuenta las facultades
económicas del demandado. Si el juez accede a la solicitud del artículo 66, lo que
debe expresarlo en la sentencia, las cuotas serán consideradas alimentos debidos
por ley para efectos de su cumplimiento.
El legislador persigue facilitar el pago de una compensación procedente
de acuerdo con los artículos 61 y 62 de la Ley de Matrimonio Civil, pese a
la insuficiencia de bienes del demandado para satisfacerla y, de paso,
evitar una condena destinada a no cumplirse poniendo en peligro la
satisfacción del crédito establecido por sentencia judicial. El artículo 66
permite acceder a una modalidad de pago excepcional, que se traduce en la
división del total en un elevado número de cuotas y muy probablemente de poca
monta, y, al mismo tiempo, como contrapartida, instituye a favor del acreedor una
seguridad especial para el pago: la de considerar a las cuotas como alimentos
para efectos de su cumplimiento. La ley hace aplicable a cada cuota las normas
especiales dadas para el cumplimiento de las pensiones alimenticias y permite que
el acreedor pueda beneficiarse de las medidas que la ley reconoce al alimentario.
La cuota queda sujeta a las disposiciones de la ley Nº 14.908, sobre Abandono de
Familia y Pago de Pensiones Alimenticias, que prevén como medidas concretas
para el aseguramiento del cumplimiento de la obligación de dar alimentos: el
arresto nocturno, la retención de la devolución del impuesto a la renta, la
suspensión de la licencia de conducir, la solidaridad en el pago de aquellas
personas que dificulten o imposibiliten el cumplimiento de la obligación y el mismo
procedimiento ejecutivo simplificado para el cobro forzado de las pensiones
impagas.
No es fácil distinguir el supuesto normal de la división en cuotas del artículo 65 de
aquél excepcional del artículo 66, cuestión que no es irrelevante si se considera la
especialidad del régimen de pago que prevé esta última disposición. Pareciera que
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la diferencia entre estas dos modalidades reside en tres aspectos: uno, su
procedencia. En el primer caso el demandado se limita a solicitar la división en
cuotas y ofrece seguridades para el pago, siendo discrecional para el juez
conceder o no tal beneficio; en el segundo, en cambio, el demandado solicita la
división en tantas cuotas como fuere necesario habida cuenta la insuficiencia de
sus bienes para pagar la compensación según el artículo 65, numeral 1) y el juez
dará lugar a la petición en la medida que verifique la mermada situación
patrimonial del deudor; ; en el segundo, en cambio, el demandado solicita la
división en tantas cuotas como fuere necesario habida cuenta la insuficiencia de
sus bienes para pagar la compensación según el artículo 65, numeral 1) y el juez
dará lugar a la petición en la medida que verifique la mermada situación
patrimonial del deudor; tercero, el número de cuotas. En el primero, el criterio
debe ser restrictivo, la prestación debiera parcelarse en un reducido número de
cuotas; en el segundo, el criterio es amplio, acreditada la insuficiencia de bienes,
el juez está facultado para dividir el beneficio en tantas cuotas como sea
necesario, permitiendo de esta manera la extinción de la deuda. En tercer
término, las seguridades para el pago. En el caso del artículo 65, el juez concederá
el beneficio de la división en cuotas en la medida que las seguridades ofrecidas se
juzguen como suficientes; en el segundo, la ley fija la seguridad y ella consiste en
asimilar la cuota a los alimentos debidos por ley, salvo que el deudor ofrezca una
seguridad diversa, que el juez aceptará en la medida que sea suficiente.
También puede acontecer que el demandado se limite a solicitar la división de la
compensación en cuotas sin ofrecer garantías o, bien, que sugiera alguna que sea
considerada insuficiente según el criterio del juez.
En un supuesto como el descrito, se estima que el juez puede decretar de oficio
una seguridad o, bien, decretar la división en cuotas conforme el artículo 66,
aunque no se le hubiere solicitado, siempre y cuando alcance la convicción en
orden a que el demandado carece de bienes suficientes para otorgar la
compensación. En caso contrario –si no llega a tal convicción– deberá decretar el
pago de contado o la dación en pago de especies o acciones, la constitución de un
derecho real de acuerdo con el artículo 65 de la LMC o el traspaso de los fondos de
capitalización obligatoria desde la cuenta de capitalización individual del deudor a
la ya existente del acreedor o a la que se abra al efecto.” (Álvaro Vidal Olivares
RChDP Nº 12)
Los cónyuges contrajeron matrimonio el 24 de noviembre de 1981, según
consta de certificado de matrimonio acompañado a los autos, y tuvieron tres hijos,
el primero de ellos nacido en agosto de 1982; la segunda en noviembre de 1983;
y en noviembre de 1995 la tercera.
El fallo de primera instancia al acoger la acción de divorcio incoada, señala
que no es posible establecer una fecha cierta del cese de convivencia, sin
embargo, consta de la testimonial vertida por la hija de las partes, quien vivió con
ambos hasta que se separaron definitivamente, que éstas cesaron en su
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convivencia a lo menos durante el año 2001, reanudándola por un breve período
durante el año 2003, separándose definitivamente durante aquel año.
Conforme lo anterior, cabe hacer presente que del certificado de
cotizaciones históricas acompañado por esta parte, consta que la actora tiene
importantes lagunas previsionales, pese a haber egresado en el año 1981 de la
carrera de enfermería en la Universidad de Chile, hecho que se acreditó con su
certificado de egreso. Es así como del análisis de este certificado histórico se
puede colegir que desde el mes de febrero del año 1982, hasta el mes de agosto
de 1998 la señora Erdos cotizó irregularmente, siendo los espacios más
prolongados entre noviembre de 1987 y marzo de 1990, por un total de 29
meses; como también el período que media entre octubre de 1990 a agosto de
1998, por un total de 95 meses. De esta forma, desde el mes de febrero de 1982 -
fecha en que las partes contraen matrimonio- a diciembre de 2001- en que se
separan por primera vez-, se contabilizan un total de 228 meses de convivencia
común, de los cuales, a la luz del certificado aludido, ésta cotizó tan solo 69
meses, vale decir, hubo a lo menos 159 meses en que ésta no realiza cotización
previsional alguna. En este mismo orden de ideas, es menester señalar que de
este mismo certificado se puede desprender que la mayor parte de las
cotizaciones efectuadas por la demandante con anterioridad al año 2001 en que se
separan los cónyuges, son efectuadas por empleadores no vinculados al ámbito de
la salud, información que se ve corroborada con la declaración conteste de todos
los testigos que depusieron en juicio, y con la declaración de parte de la
demandante y demandado, quienes señalan que la señora Erdos durante la vida
en común realizó labores no vinculadas a su profesión de enfermera, y aun más,
los propios testigos del demandado indicaron que ésta no trabajaba como tal por
loa turnos que eventualmente tenía que hacer durante la noche. De esto se colige
claramente que la demandante trabajó en menor medida de lo querido o podido,
pues pese a tener un título profesional que pudo reportarle una mejor
remuneración, se vio en la obligación de acceder a labores de baja monta en pos
del cuidado de su familia e hijos.
Por otra parte, de la información proporcionada por la Corporación
Municipal de La Florida, empleadora de la demandante, se puede acreditar que
ésta tiene un total de haberes promedio de enero a diciembre de 2011 de
$1.165.000 aproximadamente, esto, sin los descuentos legales y convencionales,
pues de las liquidaciones de sueldo acompañadas por la misma institución consta
que durante los últimos tres meses informados, la señora Erdos tiene ingresos
líquidos por $ 432.808 en el mes de octubre; $ 432.388 en el mes de noviembre
y $ 989.002 en el mes de diciembre.
Asimismo, del Certificado del IPS agregado a los autos, se acredita que la
demandante fue empleadora de doña Pamela Paz desde el mes de mayo de 1998
a junio de 2001. Al efecto, la jurisprudencia se ha pronunciado señalando que la
asistencia doméstica a la cónyuge que habiéndose dedicado al cuidado de los hijos
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y del hogar común, demanda la compensación económica no obsta a su
procedencia, así “El hecho de haber tenido la demandante esporádicamente,
asistencia por intermedio de una empleada doméstica, como lo señala el hijo de
ambos, no puede constituir un impedimento para la procedencia de la
compensación económica , como quiera que, aun si dicha asistencia no hubiera
sido esporádica, la dedicación al cuidado de los hijos no necesariamente debe ser
considerada cuando la madre no tiene asistencia doméstica, sino que aun con ella,
por cuanto su labor va mucho más allá del trabajo que pueda realizar una asesora
del hogar; no puede desconocerse el sacrificio, esfuerzo y desgaste que significa la
crianza y formación de los hijos, funciones indelegables en una empleada
doméstica” (C. de Apelaciones de Concepción, 5 de diciembre de 2008, Nº
LegalPublishing 41421). Esto queda refrendado con la declaración de parte del
demandado que señala en reiteradas ocasiones que la demandante ejerció sus
labores como una madre preocupada y responsable, perdiendo algún empleo
incluso por la dedicación constante a sus hijos.
De la prueba pericial socioeconómica practicada a las partes por la perito
Lilia Camus y por las Municipalidades de La Florida y Macul, se tiene por
acreditado que don Octavio Bilbao tiene acumulado a la fecha de realización de la
pericia en su cuenta de capitalización individual un total de $ 91.811.389, en tanto
en su cuenta de APV registra un monto de $ 708.079. Por su parte, doña Patricia
Erdos a la misma fecha registra en su cuenta de capitalización individual un total
de $ 26.796.581, y no registra fondos en cuenta de APV. Asimismo, queda
acreditado que durante el período de convivencia el cónyuge pudo capacitarse
accediendo a un programa de post grado en la Universidad de Santiago de Chile,
información que se corrobora con la declaración de parte de don Octavio Bilbao.
Consta de los certificados médicos acompañados por esta parte que
durante el año 2011 la señora Erdos estuvo hospitalizada por Depresión Severa,
adquiriendo una deuda cercana a $1.700.000 en la clínica de la Universidad
Católica, y que actualmente es paciente GES por depresión moderada. Asimismo,
padece de problemas hepáticos, síndrome de ojo seco, y padece de afecciones
lumbares, todo lo cual le significa tener que consumir una serie de medicamentos
mensualmente.
Por último, se tuvo a la vista causa Z-104-2010 del 2º Juzgado de Familia
de Santiago, donde consta que el demandado adeudaba a la fecha de la audiencia
de juicio una suma cercana a los dieciséis millones de pesos por concepto de
alimentos a doña Patricia Erdos. En esta misma línea, la hija de las partes declaró
que ella le condonó a su padre una deuda de alimentos pensando que lo hacía
hacia el futuro. Es dable señalar que la deuda condonada por esta hija y su
hermano fue cercana a los 50 millones de pesos, según consta de la misma causa
de cumplimiento, condonación que se efectuó mediante transacción firmada por
ambos hijos mayores de edad y su padre, asistidos por el abogado de este último.
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De los certificados del Servicio de Impuestos Internos acompañados por
esta parte se puede concluir que efectivamente la señora Erdos inició actividades
en el rubro de diseño y mantención de jardines durante el año 1993, giro que
terminó durante el año 2003, sin embargo, de la información proporcionada se
puede acreditar también las exiguas sumas percibidas por esta actividad, ingresos
que de acuerdo a la declaración de parte de la misma actora estaban destinados a
la manutención de la familia común ya que su cónyuge pasaba largos períodos de
tiempo cesante y ella debía hacerse cargo de los gastos de la familia. El fallo de
segunda instancia se refiere muy someramente a estos medios de prueba,
refiriendo únicamente como fundamento de la rebaja de la compensación
económica, que si bien la demandante no cotizó en dicho período, si realizó
actividades remuneradas de manera independiente. En tal sentido la
jurisprudencia ha señalado “El hecho (sic) que la cónyuge, hubiere desarrollado
una actividad remunerada, no constituye una circunstancia que por si misma
permita negarle a dicha parte, el derecho a obtener el derecho a la compensación
económica que reclama” (C. Suprema, 5 de mayo de 2008, Nº LegalPublishing
39040). En el caso sub-lite, el tribunal de segunda instancia niega derechamente
el derecho a compensación que tiene de todas formas la demandante aun cuando
haya registrado iniciación de actividades durante el período que media entre los
años 1993 a 2003.
En cuanto al papel del artículo 62 de la Ley de Matrimonio Civil en relación
con la existencia del menoscabo económico y el quantum de la compensación
económica en relación además con el artículo 61 del mismo cuerpo legal, la
jurisprudencia se ha pronunciado: “Enumera las circunstancias que deben
considerarse para no solo determinar la cuantía de la compensación sino la
existencia misma del menoscabo económico cuya compensación se reclama; así,
estas circunstancias permiten determinar si el divorcio o nulidad causan
verdaderamente un menoscabo y su entidad a partir de la cual se llega al
quantum de la compensación. Es por ello que el fallo, sea que acoja o rechace la
demanda de compensación económica, debe fundarse precisamente en estas
circunstancias y el juez debe aplicar todas las circunstancias del artículo 62, en la
medida que ellas concurran en la situación de los cónyuges, y de esta aplicación
conjunta resultará si el divorcio o la nulidad produce o no menoscabo y la cuantía
de la compensación” (C. de Apelaciones de Concepción, 3 de abril de 2008, Nº
LegalPublishing 3871).
En vistas de todo lo anterior resulta ser que el tribunal de primera y el de
segunda al confirmar el fallo, no solo contravienen, sino que interpretan
erróneamente lo dispuesto por el artículo 62 de la Ley de Matrimonio Civil, en
tanto debió necesariamente considerarse y analizarse en su conjunto la prueba
vertida en el juicio, e interpretarse armónicamente, los preceptos mencionados,
situación que hubiese llevado de manera natural a un fallo ajustado a derecho en
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cuanto al monto decretado y a la modalidad de pago decretada por concepto de
compensación económica.
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deber incorporar los fundamentos facticos y jurídicos sobre los que apoya su
pretensión (CORTÉS D., Valentín; Derecho Procesal Civil, Parte General; Ed. Tirant
Lo Blanch, Valencia (2004), pp. 144 y 145). Durante la secuela del juicio esta
parte aportó todos los medios de prueba conducentes a probar los hechos fijados
por el tribunal para dar lugar a una compensación económica, todos los cuales
analizados conforme las reglas de la sana crítica, debieron conducir al
sentenciador a fijar un monto y modalidad de pago, acorde a la condición de las
partes. Sin embargo, el fallo recurrido no considera la especial situación
económica del deudor, fijando una obligación que a la larga no será cumplida por
el deudor, afirmación que no resulta ser aventurada, pues la lógica
necesariamente indica que si el demandado adeudó en algún momento una suma
cercana a los cincuenta millones de pesos por concepto de alimentos a la
demandante, lo más probable es que lo mismo suceda con el pago de la
compensación económica decretada en favor de ésta, haciendo de su derecho
nada más que una declaración de principios imposible de hacer valer.
Así las cosas S.S.I, aportados los elementos de convicción que permiten
hacer procedente la acción incoada, el tribunal de primera instancia erróneamente
fija una compensación económica que no cumple con la finalidad de reparar el
menoscabo económico que sufrió la demandante, fijando una suma insuficiente,
y aun mas, el tribunal de alzada, sin referir en base a qué probanzas y sin indicar
cómo es que arriba a tal conclusión, confirma con declaración el fallo recurrido,
rebajando a $4.825.000.- la compensación económica, soslayando así ambos
sentenciadores, el imperativo legal que las normas referidas le imponen de
requerir los elementos probatorios a quien alega una tal posición en el entendido
de que los actores “se verán sujetos al imperativo jurídico de la carga probatoria,
acorde a la cual en caso que no se produzca prueba o que ésta provoque dudas
sobre los hechos, la parte afectada verá rechazada su pretensión u oposición”
(Meneses, C; “Aspectos Procesales de la Ley N° 20.152, que incorpora
modificaciones relativas a los juicios de alimentos”; Revista de Estudios de la
Justicia – Nº 10 – Año 2008, p.235).
En este mismo sentido, cabe precisar que a mayor abundamiento, debió
ser el demandado quien desvirtuara los dichos de esta parte en relación al
menoscabo económico, en tanto la jurisprudencia se ha pronunciado señalando
incluso que no sería necesario para la demandante probarlo “Debe tenerse
presente que la exigencia contenida en la sentencia de primera instancia , en
cuanto a buna prueba directa del menoscabo económico, no es aceptable desde
que conforme lo señala el artículo n61 antes mencionado, basta para la
procedencia de la compensación económica que se encuentre establecido el hecho
de que la actora quería y podía dedicarse a labores lucrativas o remuneradas en
mayor medida de lo que lo hizo a causa de su dedicación a los hijos o a las
labores propias del hogar común, debiendo determinarse la existencia del
menoscabo y la cuantía de la compensación conforme lo señalado en el artículo 62
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de la referida Ley de Matrimonio Civil” ( C. de Apelaciones de Concepción, 23 de
marzo de 2009, Nº LegalPublishing 41832).
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mismo, de hecho, cuya estimación corresponde exclusiva y privativamente a los
Jueces de fondo. La regla general es que la actividad de valoración o ponderación
de las probanzas y, con ello la fijación de los hechos en el proceso queda agotada
en las instancias del juicio, a menos que los sentenciadores del grado al
determinar aquellos hayan desatendido las razones lógicas, científicas, técnicas o
de experiencia, en cuya virtud ha correspondido asignarles valor y determinar su
eficacia” (C. Suprema, 15 de julio de 2008, N° LegalPublishing: 39470)
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sociales, puesto que la sentencia de primera instancia condenó al demandado a
una suma de ocho millones de pesos, monto casi equivalente al 50% de los
derechos de propiedad de cada uno de los inmuebles aludidos, asegurando de
esta forma el pago de la compensación a la beneficiaria.
La modalidad de pago fijada en la sentencia recurrida desatiende a los
reiterados incumplimientos en materia de alimentos en que ha incurrido el
demandado –baste en este punto lo que hemos señalado antecedentemente-,
error de apreciación en el que incurre tanto el tribunal de primera como de
segunda instancia.
S.S.I., es menester por último precisar, que -a fin de subsanar los
perjuicios descritos anteriormente- no cabe sino invalidar la sentencia, dado que
el único modo de restablecer la correcta aplicación de las normas de la materia es
dejar sin efecto la sentencia de segunda instancia, que confirma la de primera con
declaración, rebajando el monto de la compensación decretada.
C.- CONCLUSIÓN.
S.S.I., la sentencia de segundo grado, recurrida por medio del presente
recurso de casación, contiene múltiples errores de derecho, todos ya latamente
explicados y analizados, de tal suerte que sólo procede su anulación y dictar en su
reemplazo una sentencia que, aplicando correctamente la ley, deje sin efecto la
sentencia de primera y segunda instancia, que dispuso un monto insuficiente y
una modalidad ineficaz de pago de la compensación económica.
Por último, esta parte viene en hacer presente que en el evento improbable
de ser rechazado el presente recurso por algún defecto en su formalización, la I.
Corte Suprema tiene la facultad de casar de oficio la sentencia recurrida,
conforme lo dispuesto en el inciso 2 del artículo 785 del Código de
Procedimiento Civil, que reza: “En los casos en que desechare el recurso de
casación en el fondo por defectos en su formalización, podrá invalidar de oficio la
sentencia recurrida, si se hubiere dictado con infracción de ley y esta infracción
haya influido substancialmente en lo dispositivo de la sentencia. La Corte deberá
hacer constar en el fallo de casación esta circunstancia y los motivos que la
determinan, y dictará sentencia de reemplazo con arreglo a lo que dispone el
inciso precedente.”
POR TANTO,
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RUEGO A US.: Se sirva tener por deducido el presente recurso de casación en el
fondo en contra de la sentencia definitiva dictada con fecha 24 de septiembre de
2012 por la Ilustrísima Corte de Apelaciones de Santiago, declararlo admisible y
ordenar se eleven los autos a la Excelentísima Corte Suprema, a fin de que dicho
tribunal superior lo conozca, lo declare admisible y –en definitiva– proceda a
invalidar la sentencia y, conforme a lo señalado en el artículo 785 del Código de
Procedimiento Civil, dicte la sentencia de reemplazo que corresponda con arreglo a
la ley, acogiendo en todas sus partes la acción impetrada por esta parte en virtud
de esta petición; y en subsidio, en el evento improbable que el presente recurso
sea desechado por defectos en su formalización, se sirva la Excelentísima Corte
Suprema en casar de oficio la sentencia recurrida en el sentido solicitado.
OTROSÍ. Ruego a S.S.I., se sirva tener presente que en virtud de lo dispuesto por
el N° 7 del artículo 67 de la Ley 19.968, y en cumplimiento de lo dispuesto por el
inciso final artículo 772 del Código de Procedimiento Civil, patrocina el presente
recurso la abogada habilitada para el ejercicio de la profesión doña Jeannette
Natalia Huerta Díaz, quien patrocina la causa RIT C-4479-2011 sustanciado ante
el 2° Juzgado de Familia de Santiago que da origen a estos autos y la causa rol
ingreso 1351-2012 de esta I. Corte de Apelaciones de Santiago.
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