Clinica

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Universidad De Guayaquil, Facultad De Ciencias Psicológicas

Tarea individual: Resumen tema 2.2

Salazar Ventura María José

Psicología Clínica y de la salud . MA-6-2.

Psi. María Fernanda. Jara Rizzo

15 de mayo del 2024


Causas y Factores de Riesgo de la Conducta Saludable

Las causas y factores de riesgo de la conducta patológica pueden clasificarse en

diferentes categorías. Las causas necesarias son aquellas que deben estar presentes para que

el trastorno ocurra. Por otro lado, las causas suficientes son aquellas que garantizan la

ocurrencia del trastorno si están presentes. Además, existen las causas concurrentes, que

aumentan la probabilidad de que se desarrolle el trastorno, pero no son necesarias ni

suficientes por sí mismas.

La conducta patológica a menudo exhibe retroalimentación y circularidad, lo que

hace difícil distinguir entre las causas y los efectos. Por ejemplo, las distorsionadas

expectativas previas de un individuo pueden influir en la percepción de la hostilidad en los

demás, generando un ciclo que refuerza la conducta patológica.

Los modelos de vulnerabilidad-estrés son importantes en la comprensión de la

conducta patológica. Estos modelos sugieren que la predisposición a desarrollar un

trastorno interactúa con factores estresantes para desencadenar la conducta patológica.

Además, se identifican factores de protección que pueden mitigar los efectos adversos del

estrés.

Es esencial considerar múltiples factores de riesgo y protección en el estudio de la

conducta patológica. Esto implica reconocer la complejidad del desarrollo humano y

entender la diferencia entre lo que es patológico y lo que es parte del desarrollo humano

normal. La psicopatología evolutiva examina cómo las conductas varían en diferentes

etapas del desarrollo.


Para comprender la conducta patológica, se pueden adoptar diferentes perspectivas,

incluyendo los cuadros clínicos, los factores causales y los tratamientos. Sin embargo, es

crucial respaldar estas perspectivas con investigación empírica, que proporciona una

comprensión más profunda de los trastornos mentales.

La perspectiva biológica destaca el papel de los factores biológicos en la conducta

patológica, considerando los trastornos mentales como enfermedades del sistema nervioso

central, autónomo o endocrino. Esto incluye desequilibrios en neurotransmisores y

hormonas, vulnerabilidad genética, temperamento y constitución, disfunción cerebral y

deprivación física.

La influencia genética y ambiental en los trastornos mentales es compleja. Si bien la

genética desempeña un papel significativo en la predisposición a ciertos trastornos, la

expresión de estos trastornos está influenciada por la interacción entre los genes y el

entorno. La investigación genética, incluido el análisis de familiares, gemelos y adopciones,

permite distinguir entre influencias genéticas y ambientales, lo que contribuye a una

comprensión más profunda de la etiología de los trastornos mentales.

En resumen, para comprender y tratar la conducta patológica, es crucial considerar

múltiples perspectivas y factores, desde las causas y factores de riesgo hasta los

tratamientos disponibles. Una visión integradora que abarque aspectos biológicos,

psicosociales y socioculturales es fundamental para abordar la complejidad de los

trastornos mentales.
Factores Psicológicos En La Salud Y Enfermedad

La relación entre la salud física y los factores psicológicos es fundamental para

comprender y abordar las enfermedades. Se destaca que los trastornos físicos pueden estar

influenciados por factores psicológicos como el estrés, la personalidad y los

acontecimientos vitales. Además, se menciona que la medicina conductual y la psicología

de la salud son enfoques que consideran estas interrelaciones en el tratamiento de

enfermedades físicas.

La perspectiva de la medicina conductual se centra en cómo los factores

psicológicos influyen en la ocurrencia, mantenimiento y prevención de enfermedades

físicas, así como en la efectividad de las intervenciones psicológicas para promover hábitos

saludables y reducir la enfermedad. También se menciona que los trastornos mentales

pueden estar relacionados con afecciones médicas generales, y viceversa.

Es crucial considerar la interacción entre la salud física y los factores psicológicos

en el diagnóstico, tratamiento y prevención de enfermedades. La medicina conductual y la

psicología de la salud abordan esta interrelación de manera integral, destacando la

importancia de un enfoque holístico para el bienestar general.

Los factores psicológicos desempeñan un papel crucial en la salud y la enfermedad.

Para entender cómo afectan a nuestro bienestar, es esencial comprender cómo reacciona

nuestro cuerpo ante el estrés, las infecciones y otras amenazas.

El estrés desencadena una respuesta física que prepara al cuerpo para enfrentar una

situación de peligro inminente, como la "lucha o huida". Aunque esta respuesta era vital

para nuestros antepasados en situaciones de vida o muerte, en la sociedad actual, el estrés


suele estar relacionado con situaciones menos extremas pero más persistentes, como

problemas en el trabajo o conflictos interpersonales. Esta respuesta al estrés, que involucra

al sistema nervioso autónomo y al eje hipotálamo-pituitaria-adrenal, puede tener efectos

perjudiciales si se mantiene a largo plazo, como la supresión del sistema inmunológico y el

daño a órganos vitales.

El estrés crónico también se ha relacionado con una serie de enfermedades físicas,

desde trastornos autoinmunes hasta enfermedades cardiovasculares y trastornos del estado

de ánimo. Además, puede agravar condiciones preexistentes y dificultar la recuperación de

enfermedades graves.

Uno de los efectos del estrés prolongado es la supresión del sistema inmunológico,

lo que aumenta la susceptibilidad a infecciones y otras enfermedades. El sistema

inmunológico es esencial para defender el cuerpo contra agentes patógenos, pero el estrés

puede comprometer su eficacia y llevar a un aumento del riesgo de enfermedades

relacionadas con la actividad del sistema nervioso autónomo, como algunos tipos de cáncer.

Por ello sabemos que el estrés crónico puede tener un impacto significativo en la

salud física al comprometer la respuesta inmunológica y aumentar el riesgo de

enfermedades. Comprender estos mecanismos es crucial para desarrollar estrategias

efectivas de manejo del estrés y promover un bienestar óptimo.

La interacción entre el sistema inmunológico y los factores psicológicos es un

campo fascinante de estudio conocido como psiconeuroinmunología. Este campo explora


cómo la conducta, el sistema nervioso y el sistema inmunológico se influencian

mutuamente.

El sistema inmunológico es crucial para defendernos de enfermedades, y su eficacia

puede verse afectada por factores psicológicos como el estrés, la depresión, la ansiedad y el

optimismo. Por ejemplo, el estrés crónico puede debilitar la respuesta inmunológica,

mientras que el optimismo puede tener efectos protectores.

La depresión y los sentimientos negativos están asociados con un funcionamiento

inmunológico reducido, lo que puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares,

osteoporosis y otros problemas de salud. La ansiedad crónica y la hostilidad también

pueden aumentar el riesgo de enfermedades cardiacas e incluso la mortalidad.

Además, las emociones negativas pueden aumentar las quejas sobre problemas de

salud que no pueden demostrarse médicamente, a través de su asociación con el

neuroticismo.

El estilo de vida, las actitudes y las emociones pueden influir significativamente en

la salud y el bienestar, demostrando la importancia de abordar tanto los aspectos físicos

como psicológicos para promover una salud óptima.

La relación entre la enfermedad cardíaca y la salud mental es compleja y

multidimensional. La literatura científica ha identificado varios vínculos entre la

enfermedad cardíaca y la depresión, la ansiedad, el aislamiento social y el estrés. Por

ejemplo, se ha observado que las personas con enfermedades cardíacas tienen una

probabilidad tres veces mayor de sufrir depresión en comparación con las personas

saludables. Además, la depresión puede aumentar el riesgo de complicaciones cardiacas y


la mortalidad después de un ataque cardíaco. Este fenómeno se ha documentado en varios

estudios que muestran que los pacientes deprimidos tienen un riesgo significativamente

mayor de morir por problemas cardíacos en comparación con aquellos que no están

deprimidos.

La ansiedad también ha sido vinculada a un mayor riesgo de enfermedad cardíaca,

particularmente en relación con la muerte súbita por ataque al corazón. La investigación ha

demostrado que los niveles elevados de ansiedad fóbica pueden aumentar

significativamente la probabilidad de sufrir un ataque cardíaco y de morir a causa de él.

Además, el aislamiento social y la falta de apoyo social se han asociado con un

mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas y con peores resultados para aquellos

que ya tienen enfermedades cardíacas. Las personas que reportan tener relaciones sociales

limitadas o perciben poco apoyo emocional tienen una mayor probabilidad de desarrollar

enfermedades cardíacas en el futuro, así como de experimentar complicaciones después de

un evento cardíaco.

Por último, el estrés, tanto agudo como crónico, ha demostrado ser un factor de

riesgo significativo para las enfermedades cardíacas. El estrés puede manifestarse de

diversas formas, desde situaciones traumáticas como terremotos hasta el estrés cotidiano

del trabajo o las relaciones interpersonales. El estrés puede desencadenar respuestas

fisiológicas que afectan la salud del corazón, como el aumento de la presión arterial y la

frecuencia cardíaca.
En resumen, los factores psicológicos y sociales pueden desempeñar un papel

importante en el desarrollo y la progresión de las enfermedades . Comprender estas

interacciones complejas es crucial para abordar de manera efectiva tanto la salud física

como mental de las personas con enfermedades cardíacas.

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