La Tragedia Griega y Edipo Rey
La Tragedia Griega y Edipo Rey
La Tragedia Griega y Edipo Rey
I.- INTRODUCCIÓN
Orígenes de la tragedia
Con motivo de las festividades religiosas, especialmente las
consagradas al culto de Dionisos, los cantos corales eran solemnidades
públicas que asumieron pronto el carácter de espectáculo.
Con el canto alternativo de las distintas partes de la composición
coral, se establecía un diálogo entre el director del coro (corifeo) y el grupo
que cantaba, danzaba y evolucionaba.
Las representaciones estaban motivadas por el culto al dios Dionisos
y se celebraban solo en sus fiestas. Estas fiestas dionisíacas se clasificaban
en: de los campos, fiestas leneas, urbanas o grandes dionisíacas.
Las primeras tenían carácter rústico y primitivo; su relativo esplendor
dependía de la riqueza de la aldea que las organizaba. El núcleo de la fiesta
era una procesión, y a esta se añadía, en algunos casos, una representación
teatral pagada por la comunidad.
Las fiestas leneas se celebraban en el mes de gemelión, nuestro mes de enero, en ellas también participaban
obras teatrales.
Las grandes dionisíacas se celebraban en el mes de elefebolión, correspondiente a nuestros meses de marzo y
abril. Estas fiestas, tanto por su carácter urbano, como por coincidir con la llegada de la primavera, eran las más
esplendorosas y acudía gran número de extranjeros.
Duraban siete días y además de la procesión, se realizaban concursos de coros donde el arconte rey se ocupaba
de organizar los festejos, preparar los coros y recibir las obras que podían concursar. El juez encargado se veía, a
menudo, envuelto en rivalidades e intrigas ya que de las obras presentadas a concurso, se escogían solamente tres, tanto
para la tragedia como para la comedia. Admitidos los tres concursantes, el arconte les proporcionaba el coro que habría
de representar las obras.
El coro era pagado y mantenido por los llamados coregas o ciudadanos de prestigio. Para concursar no existía
limitación alguna de condición ni de clase social, excepto que los candidatos fueran de Atenas.
A la vez que se representaban obras de los autores más celebrados, los coros recitaban el ditirambo,
supervivencia de siglos anteriores y origen del teatro.
El ditirambo consistía en el canto de los sucesos de un dios o de un héroe, canto alternado entre el corifeo y un
coro que respondía. Se recitaba con acompañamiento de flauta.
Los coregas ponían toda su dedicación en dotar de los más esplendorosos arreos a sus coros: sea por deseo de
exhibición, sea por el provecho político que podrían sacar de su popularidad.
Terminada la preparación de los detalles materiales y ensayadas las obras, tenía lugar una ceremonia
denominada proagon, especie de desfile del corega, del autor y de los actores de cada grupo de obras, en el escenario
del odeón, pequeño teatro cercano al principal, donde tendrían lugar los concursos.
Empezaban estos a primeras horas del día a causa de la larga duración de las obras. Se ofrecía un sacrificio y se
hacían libaciones ante la estatua de Dionisos. Se exponían las sumas de dinero entregadas en tributo por los estados
vasallos, y se presentaban al pueblo los huérfanos llegados a la mayoría de edad, hijos de combatientes muertos, a los
que el Estado dejaba de tutelar en aquel momento.
Terminadas estas ceremonias, tenía lugar el certamen. Se sorteaba el orden de representación y un heraldo los
iba convocando. Los jueces, acabadas las obras, en una tableta emitían su voto. Se sacaban a suerte cinco de ellas y
estas decidían el veredicto. Al poeta premiado se le coronaba con hiedra y al salir del teatro daba un banquete.
No era frecuente en el teatro de Atenas la reposición de obras ya conocidas. Solo en las fiestas rurales se
efectuaba esta reposición a cargo de compañías ambulantes.
Al parecer, la palabra tragedia, aplicada a las obras representadas, proviene de los ditirambos, llamados también
“cantos del macho cabrío” (tragos = macho cabrío; aedia = cantos). Así, los coristas o miembros del coro, se vestían
con pieles de macho cabrío como los sátiros del cortejo de Dionisos, dios de la vegetación y la fertilidad y de la vida en
toda plenitud.
Entre los diversos modos de explicar el origen de la tragedia se encuentran los siguientes:
1.- Se cree que comenzó en la primavera del año 535 a. de C., cuando en el gran festival de Dionisos, Tespis
apareció con un coro de “tragodoi” o cabros cantores y presentó algo como un drama en rudimento. Tespis, compositor y
recitador del prólogo, era también actor y corifeo. Podía desempeñar todos estos papeles, ayudado por las máscaras de
madera o de tela inventadas por él. Todo esto se acompañaba de danzas y los coristas llevaban pintados los rostros con
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mosto para simular facciones de chivo, según unos; o llevaban disfraces que terminaban en patas de chivo, según otros.
Inmolaban al dios un macho cabrío, de donde los cantos y la escena toda tomó el nombre de “tragedia” (el canto del
macho cabrío o chivo).
2.- Otra tradición representa el origen del teatro en Corinto y Megara, ciudades dóricas donde se tributaba
adoración especial a Dionisos. Los espectáculos eran trashumantes; las comparsas, como cómicos de la legua, andaban
por selvas y pueblos ejecutando sus cantos, danzas y sacrificios. Se lanzaban mutuamente, o a los espectadores
transeúntes, sus chistes mordaces, sarcasmos y palabras equívocas o francamente obscenas, y prodigaban libaciones y
desórdenes.
Con esta época se relaciona a Arquíloco, que se jactaba de ser el mejor improvisador de ditirambos en estas
bulliciosas celebraciones y que vivió en el siglo VIII a. de C.
Un siglo más tarde, Arión de Corinto hizo que los espectáculos trashumantes y callejeros se circunscribiesen a
un lugar fijo y redujo el coro a danzas en torno al altar y a cantar, no ya ditirambos improvisados, sino piezas compuestas
para cada ocasión. Se dice que de él arrancan las narraciones intercorales de hazañas de dioses, semidioses y héroes.
El coro, como puede observarse, fue la parte esencial de las representaciones y siendo tan alto y tan importante
su papel, vino a constituirse en un representante del pueblo: estaba allí como la voz de la humanidad. Tomaba parte en
la acción interesándose por la suerte de los personajes que la desarrollaban, y, en cierto modo, representaba el elemento
democrático que alternaba con los dioses, los reyes, los héroes o grandes señores, dando lecciones de moral, de
prudencia, de moderación y buen sentido.
Ya desde Arión, los espectadores asistían al espectáculo dentro de una galería de madera. Estaba maduro el
tiempo para los grandes triunfos de Esquilo, y sus dos rivales: Sófocles y Eurípides.
De un solo actor principal creado por Tespis y que encarnaba los diversos personajes mediante el cambio de
indumentarias, Esquilo creó dos y a tres, los aumentó Sófocles. Uno y otro, no solo elevaron el teatro a su perfección con
los recursos de sus poderosos talentos e instrucción dramática, sino que acrecentaron la ilusión por medio de las
decoraciones pintadas y la excelente maquinaria.
Está por demás decir que el drama fue desligándose de la obligación de ceñirse a las alabanzas a Dionisos. Y así,
poco a poco, la tragedia se convirtió en una obra dramática seria en la que el protagonista se ve conducido por
una pasión o por la fatalidad, a un desenlace funesto. Posee ambiente funesto, personajes que sufren y
final desdichado y en ella, la fatalidad o el destino, siempre vencen al hombre.
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Pero… antes de estas guerras, la épica y la lírica florecieron con opulenta frondosidad y la vida artística de Grecia
se concentró en el teatro.
Los dramaturgos más destacados
concurrían a los certámenes en busca de la gloria y
el premio. Debían presentar cuatro obras
(tetralogía), es decir, una trilogía de tragedias
(tres) y un drama satírico. El pueblo primero y
después un jurado, dictaminaban para adjudicar el
premio.
La técnica teatral, imperfecta y
rudimentaria en sus comienzos, fue adquiriendo
incremento y amplitud. El recinto teatral que
inventó Arión fue desarrollándose hasta llegar a la
elaborada y magnífica complicación de los teatros
de la Edad de Oro. Nunca perdió su característica
el timele, o sea el altar en cuyo derredor se movía
el coro. Estaba este timele en el centro de la
orchestra, recinto semioval destinado solo al
coro, donde ejecutaban sus evoluciones o
movimientos de derecha a izquierda (estrofa) o
bien si se detenía frente al altar (épodo).
Todo el vasto recinto del teatro era al aire
libre; la construcción era de piedra así como varios de los asientos indicaban distinción de categorías. Estas graderías de
asientos estaban colocadas frente a las espaldas del coro que, a su vez, colocado normalmente en la orchestra, daba
frente a la escena, recinto de mármol de los actores que también era llamado escenario. Este estaba construido en un
plano más elevado que la orchestra. A los lados había puertas por donde entraban los espectadores para dirigirse a las
graderías. Por una de esas puertas entraba también el coro.
Los personajes que se suponía venían de la ciudad, entraban por una puerta a la izquierda; los que venían del
campo, entraban por la derecha.
Los personajes principales o protagonistas entraban por la puerta real que se abría en el edificio principal al
centro del escenario.
Los personajes secundarios o deuteragonistas y tritagonistas entraban por las puertas de los edificios de
segundo orden.
Las máscaras que usaban los actores
parecen de dimensiones rayanas en lo grotesco.
Hechas de corteza de papiro o de telas, exhibían
una boca entreabierta, nariz acentuada, ojos
profundos, pómulos salientes. Y no es fácil
concebir cómo los griegos encontraban estos
rasgos de un rostro móvil en consonancia con la
dignidad de las diversas situaciones trágicas,
aunque es cierto que, cuando ocurrían cambios
fundamentales en el rostro de un personaje, por
ejemplo en el de Edipo al arrancarse los ojos, el
actor cambiaba la máscara por una adaptada a
la nueva situación y aspecto. Otro tanto
podemos decir de anchas vestiduras (chitón) y altos coturnos (zapatos que elevaban la estatura) que completaban la
indumentaria trágica.
Las dimensiones del teatro, la distancia entre el auditorio y los actores, eran de mucha consideración. Las
máscaras estaban provistas de una alta peluca que junto con los coturnos elevaban considerablemente la estatura de los
actores.
Eminentemente popular y nacional, el espectáculo teatral no era empresa privada de lucro. Los teatros eran
edificios del Estado, que los arrendaba a concesionarios, quienes con el producto de las entradas atendían a su
conservación. El Estado proveía el dinero a los pobres para que comprasen sus entradas. Fue, pues, una empresa
patriótica y el Estado dirigía todo el proceso, directa e indirectamente, desde sus preliminares.
En la estructura de la tragedia entraban en juego los siguientes elementos, aunque no todas los contenían:
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En la escena desfilaba primero el grupo de coreutas, dirigidos por el corega o corifeo; estos nunca
abandonaban la escena y cantaban hasta que aparecía el protagonista.
La tragedia en sí comenzaba por el prólogo o exposición que era
una síntesis del asunto. Se le agtribuye a Eurípides haberlo introducido.
Seguía el Párodo o aparición del coro en movimiento al entrar al teatro.
Viene luego el primer episodio, o sea la entrada del protagonista. Le seguía
el estásimo primero o primer canto del coro, ya en posesión de su puesto
en la orchestra. Seguía el episodio segundo, el Estásimo segundo, el
episodio tercero; el episodio cuarto… y… finalmente, el éxodo o salida del
protagonista.
Por consiguiente, la tragedia no se dividía en actos, a la manera
nuestra; pero había en ella divisiones análogas, en número variable según
las fases de la acción, marcadas con frecuencia por la intervención del coro.
Por las dificultades que tenían los griegos para representar sus
obras, todas las tragedias conservaron las tres unidades que hoy llamamos
unidades clásicas, estas son:
a.- Unidad de tiempo: o sea, el hecho de que los acontecimientos
de la obra debían suceder en un término máximo de veinticuatro horas.
b.- Unidad de espacio: es decir, que los hechos se desarrollaban en un solo lugar, generalmente frente a un
templo o palacio. En Edipo rey, frente a un palacio.
c.- Unidad de acción: o sea, el hecho de que todos los acontecimientos giraban alrededor de un solo asunto.
Por otra parte, los elementos internos de toda tragedia son: Agón: exposición del tema / Estic – omitia: diálogo
violento y rápido entre dos personajes / Anagnórisis: reconocimiento de un hecho o personaje que trae desgracia /
Metábasis: cambio de fortuna por algún error: peripecia (cambio de estado de la dicha a la desgracia), agnición (cambio
de estado desde la ignorancia hacia el conocimiento)/ Catástrofe: desenlace de la tragedia con algún suceso funesto /
Catarsis: purificación espiritual del héroe que se realiza con un castigo o con la muerte.
Características de la tragedia
1.- Sus temas, apoyados en la mitología o en la épica, se centran en el destino, la culpa, el
castigo divino, el conflicto entre el individuo y la ciudad o la angustia y su liberación.
2.- La acción dramática se basa en el sufrimiento por “un conflicto” y termina con la pérdida
de la vida del héroe o la de sus familiares o amigos.
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3.- Los personajes son héroes o dioses que actualizan los problemas de la existencia y la relación del hombre con su
destino, con el mundo, con la justicia divina o con sus propias pasiones.
4.- El héroe personifica los valores humanos y ha de enfrentarse a conflictos de difícil resolución.
5.- La identificación con el héroe provoca en el espectador una catarsis o purificación gracias a la cual se libera de sus
propios sufrimientos.
6.- Su lenguaje es culto y elevado.
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Como reconocimiento a su proeza, los tebanos, que se habían quedado recientemente sin rey, lo elevaron al trono y le
dieron en matrimonio a la reina viuda Yocasta (precisamente el nombre de Yocasta significa en griego "la que sobresale
por su hijo"). Ambos tendrán descendencia a la vez que los asuntos de la ciudad prosperan hasta que un día la ciudad se
levanta en medio de una tenaz peste que amenaza con destruir a todos sus habitantes.
Argumento: Peste en Tebas: Edipo, rey de Tebas, se dirige a una muchedumbre de ciudadanos, encabezados
por un sacerdote, que se ha congregado para pedir ante el altar de los dioses remedio a la peste que asola la ciudad de
Tebas. Para conocer las causas de esta desgracia, el propio Edipo ha mandado a su cuñado Creonte a consultar el oráculo
de Delfos para saber cuál es el origen de la peste que azota a la ciudad de Tebas. La respuesta del oráculo es que dicha
peste se debe a que no se ha vengado convenientemente la muerte de Layo, el rey anterior: su sangre derramada
amenaza con destruir a la ciudad hasta que se encuentre y se castigue a los asesinos.
Predicciones de Tiresias: Edipo pronuncia un bando solemne en el que conjura a todo el pueblo tebano a que
colabore en el esclarecimiento del crimen, en él asegura tanto al asesino como al cómplice, que si se muestran, podrán
irse sin peligro alguno; a cualquier testigo que haya visto lo sucedido, que lo diga sin temor y Edipo le recompensará.
Pero en caso contrario, buscará al asesino, al cómplice y al testigo, se les prohibirá rendir culto a los dioses, nadie del
pueblo le hablará, y, será desterrado, y Edipo le maldice, deseándole una vida miserable. Edipo y el coro de ancianos
tebanos confían en que el adivino Tiresias lo aclare todo. Cuando llega Tiresias, se produce un diálogo, entre Edipo y éste
que degenera en un enfrentamiento, en el que ambos se insultan; ante las palabras del adivino, que dice que Edipo está
directamente implicado en el asesinato, (aunque Tiresias al principio no quería hablar sobre lo que sabía, al verse
insultado por Edipo como sucio traidor decide hablar en frente de todos los presentes todo lo que sabía, o sea,
acusándolo rotundamente de ser la causa de tantas desgracias). Edipo interpreta que se trata de una conspiración del
anciano y de Creonte. Tiresias, antes de despedirse, emite confusas predicciones. Señala a Edipo que pesa sobre él una
maldición. Acerca del asesino de Layo dice que éste se encuentra cerca, que se cree que es extranjero pero se
demostrará que es tebano, que será privado de la vista y exiliado; que será a la vez hermano y padre de sus propios
hijos, hijo y esposo de su madre y asesino de su padre. Esas declaraciones envenenan más su locura.
Acusaciones contra Creonte: Entre los ancianos tebanos cunde la duda por las confusas palabras de Tiresias.
Creonte aparece indignado ante las acusaciones de conspiración para usurpar el trono que ha hecho Edipo contra él.
Edipo argumenta su acusación en que Tiresias, que estaba en la ciudad en el momento del asesinato de Layo, no hubiera
realizado entonces ninguna predicción y en cambio ahora ha realizado predicciones contra él. Creonte replica que él ya
tiene suficiente poder en Tebas y nunca desearía las preocupaciones y problemas que debe afrontar un rey. Además
señala a Edipo que no se debe acusar sin pruebas y que si no cree que lo que ha dicho el oráculo de Delfos sea cierto,
puede ir él mismo a comprobarlo. También le dice que si Edipo tiene pruebas de que él se ha confabulado con el adivino
Tiresias, él mismo se condenará a muerte.
Revelaciones de Yocasta: Yocasta, que es esposa de Edipo, ejerce de mediadora en la disputa. Tras conocer
los motivos, dice a Edipo que no debe hacer ningún caso de las adivinaciones proféticas y pone como ejemplo un oráculo
que predijo a Layo que moriría asesinado por uno de sus hijos. Sin embargo, la muerte de Layo se produjo por asesinato
de unos bandidos en un cruce de tres caminos. Al hijo que habían tenido se lo dieron a un campesino para que lo matara,
mas le dio pena y solo lo ato de los tobillos abandonándolo en el bosque, esperando su muerte. Yocasta señala que por lo
visto, no se había cumplido el oráculo anterior. Sin embargo, Edipo, al conocer los detalles de la muerte de Layo y sus
características físicas, se alarma y pide la presencia del único testigo del asesinato. Hay un gran suspenso porque Yocasta
no conoce los motivos de ese miedo de Edipo.
Edipo cuenta su historia: Edipo relata a Yocasta cómo sus padres fueron Pólibo y Mérope, reyes de Corinto. En
un momento dado le llegaron rumores de que no era hijo natural de ellos y, al consultar el oráculo de Delfos, Apolo no
respondió sus dudas y en cambio le dijo que se casaría con su madre y mataría a su padre. Por ello había abandonado
Corinto, para tratar de evitar el cumplimiento de esa profecía. Más tarde, en sus andanzas, había tenido un incidente en
un cruce de caminos, había matado varias personas y sus características eran las mismas que las conocidas en el
asesinato de Layo. La esperanza que tiene Edipo de no ser el asesino de Layo es que el único testigo había afirmado que
habían sido varios los asesinos.
Noticias de Corinto: Yocasta manda llamar al testigo y también se presenta como suplicante ante el templo de
Apolo para que resuelva sus males. Mientras, llega un mensajero inesperado que trae nuevas noticias sobre los supuestos
padres de Edipo en el reino de Corinto. Pólibo ha muerto a causa de su vejez y quieren proclamar a Edipo como rey de
Corinto. Yocasta, tras oír las noticias, trata de hacer ver a Edipo que tampoco el oráculo según el cual iba a matar a su
padre se había cumplido y por tanto ya no debería de temer el otro oráculo que decía que se casaría con su madre.
El mismo mensajero es conocedor de la circunstancia de que en realidad Pólibo y Mérope no eran los padres naturales de
Edipo, porque él mismo lo había recogido cuando era un bebé e iba a ser abandonado por un pastor en el monte Citerón,
con las puntas de los pies atravesadas. Al conocer los temores de Edipo, el mensajero le explica estos hechos pasados
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con la intención de que Edipo se tranquilice. No obstante, el rey de Tebas desea saber más sobre su origen y descubre
que el mismo pastor que fue testigo del crimen de Layo había entregado a Edipo, cuando éste era un bebé, al mensajero.
Resolución de los enigmas: La reina Yocasta, tras oír el relato completo del mensajero, ya ha comprendido
todo el profundo misterio y sale huyendo después de intentar en vano que Edipo se detenga en su investigación. Por fin
llega el testigo del crimen. Es interrogado por Edipo y por el mensajero y en principio se resiste a dar respuestas pero
ante las amenazas de Edipo revela cómo el niño que le habían entregado para que lo abandonara en el monte Citerón era
hijo del rey Layo y la reina Yocasta y había sido entregado a él para que muriera para impedir que se cumpliera un
oráculo funesto y él lo había entregado al mensajero por piedad. Edipo
comprende que Yocasta y Layo eran sus verdaderos padres y que todos
los oráculos se han cumplido. A partir de esta revelación un mensajero
de la casa cuenta todos los detalles del suicidio de la reina Yocasta y la
posterior ceguera de Edipo. Edipo aparece con los ojos ensangrentados
y pide ser desterrado. Dice que ha preferido cegarse porque no puede
permitirse ver, después de sus crímenes, a sus padres en el infierno, a
los hijos que ha engendrado, ni al pueblo de Tebas. Creonte pide a los
tebanos que se apiaden de Edipo y lo hagan entrar en el palacio. A
continuación dice que consultará de nuevo al oráculo para saber lo que
tiene que hacer con Edipo. Éste dice que no tenga piedad de él, pide
ser desterrado y dice a Creonte que cuide de sus dos hijas, acto que
finalmente es consumado. Los últimos versos del Corifeo son una
especie de conclusión o moraleja en las que se expresa que incluso
aquellos que parecen felices y poderosos están en todo momento
expuestos a sufrir desgracias.
Comentario: Es considerada como la tragedia perfecta en el
sentido moderno. Edipo tiene sus fallas, como ser humano que es. Su
temperamento violento y su autoritaria rapidez para la acción, acaso lo
marcaban ya como víctima señalada; pero la calamidad que cae sobre
él, es casi del todo inmerecida y él no puede evitarla. Aun al cegarse a
sí mismo, rasgo que choca con la sensibilidad griega, ha sido dictado
por el deseo de escapar al intolerable paso de una culpa casi física.
Su destino es esencialmente trágico, por cuanto, en su lucha
contra accidentes insuperables, revela toda su nobleza y, sin embargo,
queda vencido. Los demás personajes están adecuadamente trazados
para acompañarlo: el viejo vidente Tiresias, deseoso de ocultar la
verdad, pero obligado a confesarla; Creonte, convencional y honorable; Yocasta, profundamente femenina y que solo
sueña en la felicidad de Edipo. Y todos ellos quedan presos en aquella red de horrores mortales. El punto culminante es,
quizá, cuando Yocasta se da cuenta de que está casada con su hijo y trata de evitarle a él, que descubra tan cruel
realidad.
Comentarios sobre la obra: De la obra se extraen cinco temas principales:
El más importante es el tema de la fuerza del destino. Es imposible escapar de él y todas las profecías de los
oráculos acaban haciéndose realidad. En el caso de Layo, aún habiendo tomado fuertes medidas para que su hijo no lo
matara, al final lo mata prácticamente por casualidad y, en el caso de Edipo, ocurre que, intentando huir de su destino
(huyendo de Corinto para no matar al que cree su padre), se topa con su verdadero progenitor de frente y le da muerte
en un cruce de caminos, ya que éste, junto a las personas con las que viajaba, atacaron a Edipo provocando que se
defendiera con más ira de lo pensado.
Otro tema que encontramos es la relación entre Edipo y Yocasta, la cual es, sin que ellos lo sepan,
incestuosa. Sigmund Freud llama «complejo de Edipo» a una construcción psíquica cuya característica principal es la
orientación sexual en determinada fase de su crecimiento, en la que proyecta sus deseos sexuales sobre el progenitor de
sexo opuesto. Freud cita esta obra para ilustrar su tesis de que los deseos incestuosos son una primitiva herencia humana
y que el mito griego ilustra esta tendencia recurrente.
El tercer tema que se infiere es la auto-agresión. Edipo se lesiona a sí mismo, cegándose, como castigo por haberse
casado con su madre y haber matado a su padre. Aquí también cabe recalcar la importancia del Complejo de Edipo y su
ejemplificación en esta obra.
El cuarto tema es el heroísmo. Nietzsche habla de esta obra en el capítulo nueve del Nacimiento de la
tragedia. Presenta a Edipo como un transgresor. Él es un héroe condenado a caer por haber intentado llegar demasiado
lejos. Al transgredir la naturaleza y las normas sociales, y querer averiguar aquello que está prohibido, Edipo descubre un
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mundo que está vetado a la vista del resto de los mortales. Él comete una versión masculina, heroica, del pecado original,
de la seducción del árbol del conocimiento que condena a la humanidad a abandonar la inocencia. En este caso es su
curiosidad y su entereza lo que le estimula a investigar. Ese abandono de la inocencia, de la cómoda ignorancia, es el
destino cruel y heroico de Edipo. Y su gesta consiste en su sacrificio. Como Prometeo, él paga por un bien que la
humanidad recogerá tras su acción.
El quinto tema es el culto a los dioses. A través de toda la obra se ve claramente reflejada la gran influencia
que tenían los dioses en cada uno de los acontecimientos, la manera como éstos regían el destino de los personajes y
sobre todo la convicción de que lo que dijeran los dioses era exactamente lo que ellos tenían que hacer, es decir, que el
mundo estaba regido por las leyes divinas. Esto indudablemente confirma la mentalidad politeísta de los griegos, para
quienes los dioses tenían una importancia absoluta, ya que la mayoría de las cosas giraban en torno a ellos.
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a) llega a su mayor evolución.
b) está desligado de los personajes y va como una corriente paralela.
c) tiene más importancia que el protagonista.
d) sirve de trasfondo a la marcha de los acontecimientos.
5.- El personaje que conoce el pasado de Edipo y se lo hace saber es
a) Creonte.
b) Tiresias.
c) Tersites.
d) un criado de Layo.
III.- Comentario de texto. Lea el siguiente texto y luego, conteste las preguntas anotadas al final del
mismo:
SERVIDOR.- ¡Ay de mí! Estoy ante lo verdaderamente terrible de decir.
EDIPO.- Y yo de escuchar; pero, sin embargo, hay que oírlo.
Servidor.- Era tenido por hijo de aquél. Pero la que está dentro, tu mujer, es la que mejor podría decir cómo fue.
EDIPO.- ¿Ella te lo entregó?
SERVIDOR.- Sí, en efecto, señor.
EDIPO.- ¿Con qué fin?
SERVIDOR.- Para que lo matara.
EDIPO.- ¿Habiéndolo engendrado ella, desdichada?
SERVIDOR.- Por temor a funestos oráculos.
EDIPO.- ¿A cuáles?
SERVIDOR - Se decía que él mataría a sus padres.
EDIPO.- Y ¿cómo, en ese caso, tú lo entregaste a este anciano?
SERVIDOR.- Por compasión, oh señor, pensando que se lo llevaría a otra tierra de donde él era. Y éste lo salvó para los
peores males. Pues si eres tú, en verdad, quien él asegura, sábete que has nacido con funesto destino.
EDIPO.- ¡Ay, ay! Todo se cumple con certeza. ¡Oh luz del día, que te vea ahora por última vez! ¡Yo que he resultado
nacido de los que no debía, teniendo relaciones con los que no podía y habiendo dado muerte a quienes no tenía que
hacerlo! (Entra en palacio.)
De: “Edipo rey”
1.- ¿A qué género literario pertenece este texto? Dé tres características literarias que lo comprueben.
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2.- Mencione dos sentimientos presentes en el texto e indique textualmente dónde se localizan.
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3.- Señale dos características propias del estilo del autor presentes en el texto.
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4.- Caracterice a Edipo según este pasaje.
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5.- Se dice que los personajes de Sófocles son perfectos porque actúan como verdaderos seres humanos. Compruebe
esto en el texto anterior.
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6.- Nombre dos delitos cometidos por Edipo.
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7.- ¿Considera usted que Edipo es culpable de los delitos cometidos? Razone su respuesta.
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8.- Explique brevemente la actuación del destino en Edipo rey.
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9.- Narre el final de esta tragedia a partir de este texto.
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