Historia de La Filosofia 7 de Fichte A Nietzsche - K
Historia de La Filosofia 7 de Fichte A Nietzsche - K
Historia de La Filosofia 7 de Fichte A Nietzsche - K
HISTORIA DE LA FILOSOFÍA
Tomo VII
De Fichte a Nietzsche
http://www.abertzalekomunista.net
Título original:
A HISTORY OF PHILOSOPHY
Vol. VIL Fichte to Nietzsche
Burns and Oates Ltd. The Bellarmine Series XVIII
Traducción de
ANA DOMÉNECH
1ª edición en
Colección Ariel Filosofía: noviembre 1983
2ª edición: junio 1989
3ª edición: abril 1996
© Frederick Copleston
PREFACIO
ÍNDICE
7 PREFACIO
PARTE I
LOS SISTEMAS IDEALISTAS POSTKANTIANOS
15 I. INTRODUCCIÓN
Observaciones preliminares. — La filosofía de Kant y el idealismo metafísico. —
El significado del idealismo, su insistencia en el sistema y su confianza en el
poder y alcance de la filosofía. — Los idealistas y la teología. — El movimiento
romántico y el idealismo alemán. — La dificultad de cumplir el programa
idealista. — El elemento antropomórfico en el idealismo alemán. — Filosofías
idealistas del hombre.
37 II. FICHTE. — I
Vida y escritos. — Sobre la búsqueda del principio fundamental de la filosofía;
elección entre idealismo y dogmatismo. — El yo puro y la intuición intelectual.
— Observaciones sobre la teoría del yo puro; fenomenología de la conciencia y
metafísica idealista. — Los tres principios fundamentales de la filosofía. —
Comentarios aclaratorios sobre el método dialéctico de Fichte. — La teoría de la
ciencia y la lógica formal. — Idea general de las dos deducciones de la conciencia.
— Deducción teórica. — Deducción práctica. — Comentario sobre la deducción
de la conciencia en Fichte.
55 III. FICHTE. — II
Observaciones introductorias. — La conciencia de la moral común y la ciencia de
la ética. — La naturaleza moral del hombre. — El principio supremo de la
moralidad y la condición formal de la ética de las acciones. — La conciencia como
guía infalible. — La aplicación filosófica de la ley ética formal. — La idea de la
vocación moral y la visión general de la realidad en Fichte. — La comunidad de
los yo en el mundo como condición de la autoconciencia. — El principio o norma
del derecho. — La deducción y la naturaleza del Estado. — El Estado comercial
cerrado. — Fichte y el nacionalismo.
68 IV. FICHTE. — III
Primeras ideas de Fichte sobre la religión. — Dios en la primera redacción de la
Teoría de la ciencia. — Acusación de ateísmo y la respuesta de Fichte. — La
voluntad infinita en La misión del hombre. — El desarrollo de la filosofía del ser
entre 1801 y 1805. —La doctrina de la religión. — Últimos escritos. —
Exposición y comentarios críticos de la filosofía del ser de Fichte.
82 V. SCHELLING. — I
Vida y obras. — Las sucesivas fases del pensamiento de Schelling. — Primeros
escritos y la influencia de Fichte.
90 SCHELLING. — II
La posibilidad y fundamentos metafísicos de una filosofía de la naturaleza. —
INDICE
PARTE III
CORRIENTES POSTERIORES DEL PENSAMIENTO
279 XVIII. MATERIALISMO NO-DIALÉCTICO
Notas introductorias. — La primera fase del movimiento materialista. — La
crítica del materialismo de Lange. — El monismo de Haeckel. — Energeticismo
de Ostwald. — La crítica-empírica considerada como un intento de superar la
oposición entre materialismo e idealismo.
286 XIX. EL MOVIMIENTO NEOKANTIANO
Notas introductorias. — La Escuela de Marburgo. — La Escuela de Badén. — La
tendencia pragmatista. — E. Cassirer; conclusiones. — Algunas observaciones
sobre Dilthey.
296 XX. EL RENACIMIENTO DE LA METAFÍSICA.
Observaciones sobre la metafísica inductiva. — La metafísica inductiva de
Frechner. — El idealismo teológico de Lotze. — Wundt y la relación entre
ciencia y filosofía. — El vitalismo de Driesch. — El activismo de Eucken. — La
apropiación del pasado: Trendelenburg y el pensamiento griego; el renacimiento
del tomismo.
308 XXI. NIETZSCHE. — I
Vida y obra. — Las fases del pensamiento de Nietzsche como máscaras. — Los
primeros escritos de Nietzsche y la crítica contemporánea. — La crítica de las
morales. — Ateísmo y sus consecuencias.
320 XXII. NIETZSCHE. — II
La hipótesis de la voluntad de poder. — La voluntad de poder manifestada en el
conocimiento; visión nietzscheana de la verdad. — La voluntad de poder en la
naturaleza y en el hombre. — El superhombre y el orden de rangos. — La teoría
INDICE
PARTE I
15
CAPÍTULO I.
INTRODUCCIÓN
1. Observaciones preliminares. — 2. La filosofía de Kant y el idealismo metafísico. — 3. El
significado del idealismo, su insistencia en el sistema y su confianza en el poder y alcance de
la filosofía. — 4. Los idealistas y la teología. — 5. El movimiento romántico y el idealismo
alemán. — 6. La dificultad de cumplir el programa idealista. — 7. El elemento
antropomórfico en el idealismo alemán. — 8. Filosofías idealistas del hombre.
1. Observaciones preliminares.
En el mundo filosófico alemán de la primera mitad del siglo XIX surge
uno de los más extraordinarios florecimientos de la especulación metafísica
que se han producido en la larga historia de la filosofía occidental. Nos
encontramos con una sucesión de sistemas, de interpretaciones originales de
la realidad y de la vida e historia del hombre, que poseen una grandeza que
difícilmente puede discutirse y que son aún capaces de ejercer, sobre algunas
mentes por lo menos, un extraordinario poder de seducción, ya que cada uno
de los filósofos más destacados de este período se propone resolver el
enigma del mundo, revelar el secreto del universo y el significado de la
existencia humana. Antes de la muerte de Scheiling en 1854, Auguste
Comte, en Francia, había ya publicado su Curso de filosofía positiva en el
que la metafísica era concebida como un estadio pasajero de la historia del
pensamiento humano. Alemania iba también a tener sus propios
movimientos materialistas y positivistas, los cuales, a pesar de no acabar con
la metafísica, iban a obligar a los metafísicos a expresar y definir con más
precisión la relación entre la filosofía y las ciencias particulares. Pero, en las
Introducción
primeras décadas del siglo XIX, la sombra del positivismo no se había aún
proyectado sobre la escena, y la filosofía especulativa disfrutaba de un
período de desarrollo exuberante. En los grandes idealistas alemanes
encontramos una enorme confianza en el poder de la razón humana y en el
alcance de la filosofía. Al considerar la realidad como la automanifestación
de la razón infinita, pensaron que la vida de autoexpresión de esta razón
podía ser trazada de nuevo en la reflexión filosófica. No eran hombres
inquietos, preocupados por saber si los críticos decían de ellos que estaban
produciendo sólo efusiones poéticas bajo el fino disfraz de la filosofía teórica,
o que su profundidad y lenguaje oscuro eran una máscara para la falta de
claridad del pensamiento. Al contrario, estaban convencidos de que el
espíritu humano había, por lo menos, llegado hasta ellos y de que la
naturaleza de la realidad había sido por fin revelada claramente a la
conciencia humana. Y cada uno de ellos expuso su visión del universo con
una extraordinaria confianza en su verdad objetiva.
16
1
El hecho de que se encuentren movimientos idealistas más tardíos en Inglaterra. América. Italia
y otros países no contradice el hecho de que después de Hegel el idealismo metafísico en
Alemania sufrió un eclipse.
Introducción
2
Digo "pudo surgir porque la reflexión sobre la filosofía de Kant puede conducir a distintos tipos
de pensamiento según los aspeaos en que se insista. Véase vol. VI de esta Historia, pp. 399-400.
3
Véase vol. VI. pp. 256-259. 3 58-359.
Introducción
4
Véase vol. IV, pp. 59-60 y vol. VI. pp. 225-226. 595-396.
5
Véase vol. IV, p. 64.
Introducción
regido por leyes causales necesarias.6 Por otra, el mundo suprasensible del
agente moral libre y de Dios. No hay ninguna razón válida para suponer que
el mundo fenoménico es la única realidad.7 Pero, al mismo tiempo, no existe
ninguna prueba teórica de la existencia de una realidad suprasensible. Es una
cuestión de fe práctica que se apoya en la conciencia moral. Es cierto que en
la tercera Crítica Kant intentó salvar la distancia entre los dos mundos hasta
el límite en que lo creía posible para el espíritu humano.8 Pero se puede
comprender que otros filósofos no se contentaran con este logro. Los
idealistas alemanes supieron ir más lejos desarrollando y transformando la
filosofía de Kant. Si la realidad es el proceso unificado por el que el
pensamiento absoluto o razón se manifiesta a sí mismo, es inteligible. Y es
inteligible para el espíritu humano, suponiendo que este espíritu pueda ser
considerado como el vehículo del pensamiento absoluto reflejándose sobre sí
mismo.
19
Esta condición tiene una importancia obvia si tiene que haber una
continuidad entre la idea kantiana de la única metafísica científica posible y
la concepción de la metafísica en los idealistas. Para Kant la metafísica del
futuro es una crítica trascendental de la experiencia y del conocimiento
humanos. Podemos decir de hecho que es el conocimiento reflexivo que
tiene la mente humana de su propia actividad espontánea formativa. Sin
embargo, en el idealismo metafísico, la actividad en cuestión es productiva
en el sentido más pleno (habiendo sido eliminada la cosa-en-sí); y esta
actividad no es atribuida al espíritu humano finito en cuanto tal, sino al
pensamiento absoluto o razón. Así pues, la filosofía, que es una reflexión del
espíritu humano, no puede ser considerada como el conocimiento reflexivo
que tiene de sí misma la mente humana, a menos que este espíritu sea capaz
de elevarse hasta el punto de vista absoluto y convertirse en el vehículo del
pensamiento absoluto o conocimiento reflexivo por la razón de su propia
actividad. Si se cumple esta condición, existe una cierta continuidad entre la
idea kantiana del único tipo científico posible de metafísica y el concepto
idealista de la metafísica. Hay también, por así decirlo, una inflación obvia.
6
Para Kant, causalidad y necesidad son categorías a priori. Pero no niega, si no que afirma, que el
mundo de la ciencia es "fenoménicamente real".
7
Esto es verdad por lo menos si no aislamos la doctrina kantiana del campo de aplicación de las
categorías de tal modo que excluya cualquier discusión con sentido sobre la realidad
suprasensible, incluso en el contexto de la fe moral.
8
Véase vol. VI. cap. XV.
Introducción
Esto quiere decir que la teoría kantiana del conocimiento se convierte en una
metafísica de la realidad. Pero este proceso de inflación conserva en cierto
modo su continuidad. A pesar de ir más allá de lo que pudo imaginar el
propio Kant, no es una simple vuelta a un concepto prekantiano de la
metafísica.
La transformación de la teoría kantiana del conocimiento en una
metafísica de la realidad lleva consigo, naturalmente, importantes cambios.
Por ejemplo, si con la eliminación de la cosa-en-sí, el mundo se convierte en
la automanifestación del pensamiento o razón, la distinción entre lo a priori
y lo a posterior! pierde su carácter absoluto. Y las categorías, en vez de ser
formas subjetivas o moldes conceptuales de la comprensión humana, se
convierten en categorías de la realidad, y recuperan un status objetivo.
El juicio teleológico ya no es subjetivo como en Kant, puesto que, en el
idealismo metafísico, la idea de finalidad en la naturaleza no puede ser
simplemente un principio eurístico o regulador del espíritu humano, un
principio que cumple una función útil, pero cuya objetividad no puede ser
probada teóricamente. Si la naturaleza es la expresión y manifestación del
pensamiento o razón en su movimiento hacia un fin, el proceso de la
naturaleza tiene que tener un carácter teleológico.
20
No puede negarse que existe una diferencia muy grande entre la idea
modesta de Kant sobre el alcance y poder de la metafísica y la noción de los
idealistas sobre lo que la filosofía metafísica era capaz de conseguir. El
mismo Kant rechazó la propuesta de Fichte de transformar la filosofía crítica
en un idealismo puro, eliminando la cosa-en-sí. Y es fácil comprender la
actitud de los neokantianos quienes, más a finales de siglo, anunciaron que
estaban hastiados de las fantásticas especulaciones metafísicas de los
idealistas y que ya era hora de volver al espíritu del mismo Kant. Al mismo
tiempo, la transformación del sistema de Kant en el idealismo metafísico es
también comprensible y las observaciones que hemos hecho pueden haber
ayudado a explicar cómo los idealistas fueron capaces de considerarse como
los sucesores espirituales legítimos de Kant.
9
Hegel admite la idea de una creación libre en el nivel del lenguaje de la conciencia religiosa.
Pero este lenguaje es para él pictórico o figurativo.
Introducción
lo Absoluto.
En realidad, esta concepción de la filosofía es más característica de Hegel
que de los otros idealistas destacados. Fichte acabó por insistir en un
Absoluto divino que en sí mismo trasciende lo que puede alcanzar el
pensamiento humano, y Schelling, en su última filosofía de la religión,
insistió en la idea de un Dios personal que se revela al hombre. Con Hegel
cobra importancia la idea del dominio conceptual del filósofo sobre toda la
realidad y la interpretación de este dominio como la autorreflexión de lo
Absoluto. Pero decir esto es simplemente afirmar que es en el hegelianismo,
la máxima consecución del idealismo metafísico, donde la fe en el poder y
alcance de la filosofía especulativa que inspiró el movimiento idealista
conoció su expresión más pura y más grandiosa.
10
Véase vol. VI. pp. 180-181. 183-185.
Introducción
y el panteísmo, por otra. Pero, en cualquier caso, está claro que un tema
teológico central, la relación entre Dios y el mundo, ocupa un lugar
importante en las especulaciones de los idealistas alemanes.
23
11
Según Rudolf Carnap. los sistemas metafísicos expresan un sentimiento por o una actitud ante
la vida. Pero tales términos se pueden aplicar mejor al espíritu romántico, por ejemplo, que al
sistema dialéctico de Hegel.
Introducción
espiritual fundamental.
Es muy difícil definir el espíritu romántico, pero se puede evidentemente
mencionar algunos de sus rasgos característicos. Por ejemplo, frente a la
gran preocupación de la Ilustración por la comprensión crítica, analítica y
científica, los románticos exaltaron el poder de la imaginación creadora y el
papel del sentimiento y la intuición.12 El genio artístico ocupó el lugar de le
philosophe. Pero la insistencia en la imaginación creadora y en el genio
artístico formaba parte de una insistencia general en el desarrollo libre y
pleno de la personalidad humana, en los poderes creadores del hombre y en
el goce de la riqueza de toda posible experiencia humana. En otras palabras,
se destacaba más la originalidad de cada persona humana que lo que es
común a todos los hombres. Y esta insistencia en la personalidad creadora
estuvo a veces asociada con una inclinación hacia el subjetivismo ético. Esto
significó que hubo una tendencia a despreciar las leyes o normas morales
universales fijas en beneficio del libre desarrollo del yo de acuerdo con
valores que corresponden a la personalidad individual y arraigados en ella.
No quiero decir con esto que los románticos no se preocuparan por la
moralidad o los valores morales. Pero hubo una tendencia, en F, Schlegel,
por ejemplo, a insistir en la libre persecución por el individuo de su propio
ideal moral (la realización de su propia “Idea”), en vez de la obediencia a
leyes universales dictadas por la razón práctica impersonal.
Al desarrollar sus ideas de la personalidad creadora, algunos de los
románticos buscaron su inspiración y estímulo en las primeras ideas de
Fichte. Esto es verdad tanto para Schlegel como para Novalis. Pero no
equivale a decir que el empleo que hicieron de las ideas de Fichte
correspondiera siempre a las intenciones del filósofo. Un ejemplo aclarará
esto. Como hemos visto en su transformación de la filosofía kantiana en
idealismo puro, Fichte tomó por último principio creador el yo
trascendental, considerado como actividad ilimitada. Y en su deducción
sistemática o reconstrucción de la conciencia utilizó mucho la idea de
imaginación productiva.
25
Novalis hizo suyas estas ideas y consideró que Fichte le había permitido
12
Se pueden hacer aquí dos comentarios. Primero, no quiero decir que el movimiento romántico
siguió inmediatamente la Ilustración. aunque no hable de las fases intermedias. En segundo
lugar, la generalización del texto no debe ser interpretada como significando que los hombres de
la Ilustración no habían comprendido en absoluto la importancia del sentimiento en la vida
humana. Véase, por ejemplo, vol. VI, pp. 35-37.
Introducción
ver las maravillas del yo creador, pero hizo un cambio importante. Fichte
intentó explicar con principios idealistas la situación en la que el sujeto finito
se descubre a sí mismo en un mundo de objetos que le son dados y que le
afectan de diversas formas, como en la sensación. Representó, por lo tanto,
la actividad de la llamada imaginación productiva cuando pone el objeto
como afectando al yo finito, como teniendo lugar por debajo del nivel de la
conciencia. Por la reflexión trascendental el filósofo puede conocer que esta
actividad tiene lugar, pero ni él ni ninguna otra persona puede conocerla
como teniendo lugar, ya que la posición del objeto es lógicamente anterior a
todo conocimiento o conciencia. Y esta actividad de la imaginación
productiva no depende ciertamente de la voluntad del yo finito. Sin embargo,
Novalis admitió que esta actividad de la imaginación productiva podía ser
modificada por la voluntad. Del mismo modo que el artista crea obras de
arte, así el hombre es también un poder creador no sólo en la esfera moral,
sino también, en principio por lo menos, en la esfera natural. De este modo,
el idealismo trascendental de Fichte se había convertido en el “idealismo
mágico” de Novalis. La exaltación romántica del yo creador de Novalis tiene
por base algunas doctrinas de Fichte. La importancia dada por los
románticos al genio creador les aproxima más a Schelling que a Fichte.
Como veremos, fue Schelling quien insistió en la significación metafísica del
arte y en la importancia del genio artístico en el proceso de creación. Cuando
Friedrich Schlegel afirma que el mundo del arte es superior a cualquier otro
y que el artista muestra la Idea modelándola en sus obras en forma finita, y
cuando Novalis dice que el poeta es el verdadero “mago”, la encarnación de
las fuerzas creadoras de la humanidad, estos autores están más cerca del
pensamiento de Schelling que de la consideración fundamentalmente ética
de Fichte.
A pesar de todo, el énfasis puesto en el genio creador es sólo uno de los
muchos aspectos del romanticismo; la concepción romántica de la naturaleza
es otro no menos importante. Los románticos, en vez de considerarla como
un sistema mecánico, lo que les obligaría a destacar los contrastes y
diferencias entre el hombre y la naturaleza —como en el caso del
pensamiento cartesiano—, tienden a considerarla como un todo orgánico y
viviente que vibra al unísono con el espíritu, revestida del mismo misterio y
belleza que éste. Algunos románticos mostraban gran simpatía por Spinoza,
es decir, procedieron a una transformación romántica del filósofo.
Esta visión de la naturaleza como totalidad orgánica correlacionada con el
Introducción
13
Es erróneo suponer que la predilección de Hölderlin por el mundo griego haga de él un clásico,
en el sentido en que este término puede aplicarse como opuesto a romántico.
14
Véase vol. VI. pp. 136-143. 169-175.
Introducción
en el tiempo de una idea espiritual, un telos o una finalidad. Cada uno de los
grandes idealistas tuvo una filosofía de la historia propia; la de Hegel es
especialmente interesante. Fichte consideraba la naturaleza ante todo como
un instrumento para la actividad moral y, por ello, daba más importancia a la
esfera del espíritu humano y a la historia en cuanto que era un movimiento
encaminado a la realización del orden del mundo moral e ideal. En la
filosofía de la religión de Schelling la historia aparece como la narración del
retorno a Dios de la humanidad, narración de los movimientos del hombre
separado del verdadero centro de su ser. En Hegel juega un papel
prominente la idea de la dialéctica de los espíritus nacionales, acompañada
de la noción de los llamados mundos históricos individuales. El movimiento
de la historia como un todo ha sido reducido al movimiento para la
realización de la libertad espiritual. Puede decirse que, por lo general, los
grandes idealistas creían que, en su época, el espíritu humano había llegado
a ser consciente de la significación de su propia actividad dentro de la
historia y del sentido o dirección del proceso histórico global.
Pero, fundamentalmente, el romanticismo se caracteriza por el
sentimiento y la nostalgia de lo infinito. Las ideas sobre la naturaleza y sobre
la historia de la humanidad se fundían al ser consideradas como dos
manifestaciones de la vida infinita, como aspectos de una especie de poema
divino. La idea de la vida infinita era el factor unificador de la visión
romántica del mundo. A primera vista, la apreciación romántica del Voltyfist
puede parecer sólo una variación de la importancia concedida al libre
desarrollo de la personalidad de los individuos. No son radicalmente
incompatibles, dado que la totalidad infinita se concebía como vida infinita
que se manifiesta a sí misma en los seres finitos y gracias a ellos, aunque
nunca negándolos o reduciéndolos a simples instrumentos mecánicos. El
espíritu de los pueblos se concebía como una manifestación de esta misma
vida infinita, como totalidades que necesitaban para alcanzar su pleno
desarrollo la libre expresión de las personalidades de los individuos, quienes
venían a ser portadoras de este espíritu. Del mismo modo se puede hablar
del Estado considerado como encarnación política del espíritu del pueblo.
27
no debe olvidarse los contrastes entre los grandes filósofos idealistas y los
románticos. Schlegel identifica filosofía y poesía y sueña con el día en que
ambas sean realmente una sola cosa. Cree que el filosofar es ante todo una
actividad intuitiva y no un razonar deductivo. Cualquier demostración lo es
de algo antes intuido; la intuición precede a los argumentos deductivos y,
por ello, el razonamiento conceptual es siempre secundario.15 Como dijo
Schlegel, Leibniz afirma y Wolff demuestra. Evidentemente, esta afirmación
no era un elogio de Wolff. Pero la filosofía está en relación con el universo,
con la totalidad; no podemos demostrar la existencia de la totalidad ya que
ésta sólo puede ser captada intuitivamente. Tampoco puede ser descrita del
mismo modo como puede describirse una cosa concreta y sus relaciones con
las otras cosas concretas. En cierto modo, la totalidad puede mostrarse —
como, por ejemplo, en la poesía—, pero decir concretamente lo que es está
fuera del alcance humano. Por ello, el filósofo se enfrenta con la ardua tarea
de tratar de decir lo que no se puede decir. La filosofía y el propio filósofo
son para el filósofo un asunto irónico.
28
15
El pensamiento de Schlegel puede compararse con el concepto de la metafísica expuesto por
algunos autores modernos; lo realmente importante en la metafísica es “la visión’ ; los
argumentos tienen un valor persuasivo y sólo sirven para presentarla de la mejor manera posible.
Introducción
pensamiento.
30
Hegel efectuó los intentos más eficaces para cumplir este programa. No
dudó en afirmar que lo racional es lo real y lo real lo racional. Creía que era
completamente erróneo pensar que la mente humana fuera algo finito y,
partiendo de aquí, no se puede poner en duda la capacidad de entender la
vida del Absoluto infinito. La mente tiene aspectos finitos, pero es infinita en
el sentido de que es capaz de elevarse a un nivel de pensamiento absoluto,
nivel en el que el conocimiento que tiene el Absoluto de sí mismo se
identifica con el conocimiento humano del Absoluto. Hegel intenta
demostrar de manera sistemática y detallada de qué modo la realidad es la
vida de la razón absoluta en su movimiento hacia el conocimiento de sí
misma hasta llegar a ser, en su existencia real, lo que siempre fue en esencia,
concretamente pensamiento que se piensa a sí mismo.
Evidentemente, Hegel identifica el conocimiento que el Absoluto tiene de
sí mismo con el conocimiento que el hombre tiene del Absoluto y, cuanto
más lejos se lleva este proceso, tanto más perfectamente se cumple el
programa natural del idealismo que exige que la filosofía sea una
autorreflexión del pensamiento o razón absoluta. Si el Absoluto fuera un
Dios personal que gozara de autoconciencia eterna, independiente del
espíritu humano, el conocimiento que el hombre tuviera de Dios sería una
visión externa. Sin embargo, si el Absoluto fuera totalmente realidad —el
universo—, interpretado como desarrollo del pensamiento absoluto que
alcanza una autorreflexión en el espíritu humano, el conocimiento que el
hombre tendría del Absoluto vendría a ser el conocimiento que el Absoluto
tiene de sí mismo. La filosofía es un pensamiento productivo que se piensa a
sí mismo.
¿Qué se entiende por pensamiento productivo? Puede decirse que es el
universo considerado teleológicamente, como un proceso universal en
marcha hacia el autoconocimiento, y que este autoconocimiento no es más
que el conocimiento por parte del hombre de la naturaleza, de sí mismo y de
su historia. En este caso, no hay nada más allá del universo, ningún
pensamiento ni razón que se exprese a sí misma en la naturaleza y que a la
vez exprese la historia humana como si la causa eficiente se expresara a sí
misma en sus efectos. Teleológicamente considerado, el pensamiento es
primario, en el sentido de que es a la vez el fin del mismo proceso, y lo que
le da significación. Pero lo que es real e históricamente primario es el ser, en
forma de naturaleza objetiva. En este caso, el modelo del idealismo sugerido
Introducción
Es evidente que, a falta de una noción clara sobre la analogía del ente, no
es posible el concepto del ser finito como ontológicamente distinto del ser
infinito. Pero, pasando esto por alto, lo importante es que el idealismo
postkantiano es fundamentalmente antropomórfico. El modelo de la
conciencia humana es transferido a la totalidad de la realidad. Supongamos
que el yo humano sólo alcanza indirectamente la autoconciencia, es decir,
que se va antes al no-yo. Entonces éste debe ser puesto junto al yo, no en el
sentido de que el no-yo sea ontológicamente creado por el yo, sino en el de
16
Apptarance and reality, 2.a ed., p. 447.
17
Speculum mentis, p. 151.
Introducción
que ha de ser reconocido como objeto para que haya conciencia. El yo puede
volver a sí mismo y llega así a ser reflexivamente consciente de sí mismo. En
el idealismo postkantiano este proceso de la conciencia humana es la idea
clave que sirve para interpretar toda la realidad. El yo absoluto, o razón
absoluta, o como quiera llamársele, se considera (en un sentido ontológico)
que ha de poner el mundo objetivo de la naturaleza como condición
necesaria para la vuelta a sí mismo en el espíritu humano y merced a su
actividad.
Este esquema general es una consecuencia de la transformación de la
filosofía kantiana en idealismo metafísico. Pero este hiperdesarrollo de la
teoría kantiana del conocimiento hasta transformarse en una metafísica
cósmica implica una interpretación del proceso de la realidad como un todo,
de acuerdo con el modelo de la conciencia humana. En este sentido, el
idealismo postkantiano contiene marcados elementos antropomórficos; éste
es un hecho que hay que hacer notar, si se tiene en cuenta que
frecuentemente se ha juzgado que era mucho menos antropomórfica la
concepción idealista que la teísta. Es evidente que Dios sólo puede ser
concebido analógicamente; tampoco podemos concebir la conciencia divina
más que de manera analógica respecto a la conciencia humana. Pero se
puede intentar la eliminación de aquellos aspectos de la conciencia
relacionados con la finitud. Aunque se puede argüir que para atribuir al
infinito un proceso de reflexión autoconsciente es necesario este elemento
antropomórfico.
Ahora bien, si hay una realidad espiritual que —en todo caso— es
lógicamente anterior a la naturaleza y llega a ser autoconsciente en el
hombre y gracias a él, ¿cómo puede ser concebida? Si la concebimos como
actividad ilimitada, no consciente en sí misma pero que fundamenta la
conciencia, estamos prácticamente repitiendo la tesis del yo absoluto de
Fichte.
El concepto de una realidad última que es a un tiempo espiritual e
¡¡¡consciente es difícil de comprender. Tampoco tiene mucho parecido con el
concepto cristiano de Dios. Si creemos, al igual que Schelling en sus últimos
escritos sobre la religión, que la realidad espiritual que se esconde tras la
naturaleza es un ser personal, el modelo del esquema idealista queda muy
deformado. En este caso ya es imposible sostener la idea de que la realidad
espiritual última llega a ser consciente de sí misma en el proceso del mundo.
Puesto que Schelling vivió unos veinte años más que Hegel, puede decirse
Introducción
18
Es muy discutible si esta interpretación de Hegel es adecuada; pero no podemos dilucidar esta
cuestión ahora.
Introducción
Pero estos temas aparecen en forma metafísica. Por ejemplo, las ideas sobre
la libertad y la personalidad que hemos mencionado condujeron a Schelling a
especulaciones teosóficas sobre la naturaleza de Dios. Sus tesis sobre la
naturaleza divina repercuten en su visión del hombre.
Volvamos a Hegel, el más grande de los idealistas alemanes. Sus análisis
de la sociedad humana y su filosofía de la historia son impresionantes.
Muchos de los que asistieron a sus clases sobre la historia deben haber
sentido la importancia del pasado y el movimiento de la historia como algo
presente. Hegel no se preocupaba sólo de hacer comprender el pasado.
Hemos visto cómo su interés principal consistía en ayudar a sus alumnos a
que tomaran conciencia social, política y ética. Creía que su análisis del
Estado racional aportaría un esquema a la vida política de su tiempo,
especialmente a la política alemana. Pero Hegel insiste siempre en la
comprensión. No en vano dijo que el búho de Minerva sólo extiende sus alas
al oscurecer y que cuando la filosofía desprende un color grisáceo es que
algún carácter de la vida se ha enfriado. Hegel creyó que la filosofía política
servía para justificar formas sociales y políticas de una sociedad o cultura que
estaban a punto de desaparecer. Una cultura o sociedad maduras, o incluso
más que maduras, llegan a ser conscientes de sí mismas en la reflexión
filosófica y precisamente gracias a ella. Esto sólo puede producirse en un
momento en que el desarrollo de la vida exige y ofrece nuevas sociedades y
nuevas formas sociopolíticas.
Con Marx aparece una actitud diferente. La tarea del filósofo radica en
comprender el movimiento de la historia para así poder cambiar las
instituciones y formas de organización social de acuerdo con el movimiento
teleológico de la historia. Marx no niega el valor y la necesidad de la
comprensión, pero insiste en su función revolucionaria, y, en este sentido, sí
que puede decirse que Hegel mira hacia atrás y Marx hacia adelante. No hay
necesidad de discutir aquí la validez de las ideas de Marx sobre la función del
filósofo. Basta con señalar las diferentes posiciones de los grandes idealistas
y de los revolucionarios sociales. Para encontrar en el campo idealista algo
semejante al celo proselitista de Marx hemos de volver a Fichte y no a Hegel.
Como veremos, Fichte creía que su propia filosofía debía ser salvada para
bien de la sociedad humana. Hegel, por el contrario, sentía todo el peso de la
historia sobre sus hombros y, lanzando una mirada retrospectiva sobre la
historia del mundo, su ambición esencial era la de comprenderla. Además, a
pesar de que nunca pensó que la historia se hubiera detenido al abrirse el
Introducción
37
CAPÍTULO II.
FICHTE. -1
1. Vida y escritos. — 2. Sobre la búsqueda del principio fundamental de la filosofía;
elección entre idealismo y dogmatismo. — 3. El yo puro y la intuición intelectual. — 4.
Observaciones sobre la teoría del yo puro; fenomenología de la conciencia y metafísica
idealista. — 5. Los tres principios fundamentales de la filosofía. — 6. Comentarios
aclaratorios sobre el método dialéctico de Fichte. — 7. La teoría de la ciencia y la lógica
formal. — 8. Idea general de las dos deducciones de la conciencia. — Deducción teórica. — 9.
Deducción práctica. — 10. Comentario sobre la deducción de la conciencia en Fichte.
1. Vida y escritos.
Johann Gottlieb Fichte nació en 1762 en Rammenau, en Sajonia. Su
familia era pobre y, en circunstancias normales, no habría podido cursar
estudios superiores, pero el muchacho atrajo la atención de un noble de la
región, el barón von Miltitz, que se ocupó de él, enviándole a la famosa
escuela de Pforta, donde más urde estudiaría Nietzsche. En 1780 empezó sus
estudios de teología en la universidad de Jena que prosiguió en la de
Wittenberg y, posteriormente, en Leipzig.
En sus tiempos de estudiante, Fichte se adscribió a la filosofía
determinista. Un clérigo le recomendó una edición de la Ética de Spinoza
que incluía la refutación de Wolff, para que el joven pudiera superar su
posición determinista. Pero Fichte encontró muy débil esta refutación y el
libro produjo un efecto contrario al pretendido. Sin embargo, el
determinismo se avenía mal con el carácter activo y enérgico de Fichte así
como con su preocupación por los temas morales, y pronto fue reemplazado
por la clara afirmación de la libertad ética. Más tarde, se reveló como un
inteligente contradictor de Spinoza, aunque este filósofo siempre fue tenido
en cuenta por Fichte.
Por razones económicas, Fichte tuvo que aceptar un empleo de tutor en
una familia de Zurich, y allí leyó a Rousseau y a Montesquieu y recibió con
simpatía la noticia de la Revolución Francesa con su mensaje de libertad. Su
interés por Kant se despertó al tener que explicar, a petición de un
estudiante, la filosofía crítica. En 1791, cuando volvió de Varsovia, donde
FICHTE - 1
1
Reinhold aceptó y defendió la filosofía de Fichte aproximadamente desde 1797, pero era un
espíritu inquieto y, pocos años después, derivó hacia otras direcciones.
FICHTE - 1
En 1800, Fichte publicó Die Bestimmung des Menschen (La misión del
hombre). Esta obra forma parte de los llamados escritos populares que están
dirigidos al público más que a los filósofos profesionales. Es un manifiesto
que el autor escribió en defensa de su sistema de idealismo y contra la
2
Es innecesario advertir que la palabra “ciencia" hay que entenderla como sinónima de
"conocimiento".
FICHTE - 1
3
A G. Schlegel ya había pronunciado un discurso similar sobre la misión cultural de Alemania
dentro de una serie de conferencias en 1803-1804.
FICHTE - 1
4
F, I, pp. 41-42; M. I, p. 170. En estas referencias a las obras de Fichte, F y M significan
respectivamente las ediciones de sus Obras publicadas por su hijo I. H. Fichte, y F. Medicus.
5
F, I, p. 48; M, I. p. 177.
FICHTE - 1
6
F, I. p. 423; M. III. p. 7.
7
Ibid.
FICHTE - 1
consecuencias, y que está dispuesto a ser lógico, tiene que eliminar la cosa
en sí como factor de la explicación de la experiencia. Las representaciones
acompañadas del sentimiento de necesidad, por el sentimiento de haber sido
impuestas, o de haber sido afectadas por un objeto que existe
independientemente de la mente o del pensamiento, deben explicarse sin
recurrir a la idea kantiana de la cosa-en-sí.
Pero, ¿en qué principio puede fundamentar el filósofo su opción entre las
dos posibilidades que se le presentan? No puede apelar a ningún principio
teórico, pues hasta ahora no ha encontrado ningún principio y aún tiene que
decidir la dirección en que debe buscarlo. Por ello, su decisión estará basada
en la “inclinación y el interés”.8 Es decir, la elección del filósofo depende de
la clase de hombre que se sea; es inútil decir que Fichte está convencido de
que la superioridad del idealismo sobre el dogmatismo como explicación de
la experiencia se hace evidente al elaborar los dos sistemas. Pero éstos
todavía no han sido desarrollados. En la búsqueda de un primer principio de
la filosofía, no se puede recurrir a la superioridad teórica de un sistema que
aún no ha sido construido.
42
Lo que Fichte quiere decir con esto es que el filósofo maduro y consciente
de su libertad, que se le ha revelado en la experiencia moral, tiende al
idealismo, mientras que el filósofo que carece de esta conciencia moral y de
esta madurez se inclina al dogmatismo. El “interés" en cuestión es el interés
en y por el yo; Fichte cree que en esto consiste el supremo interés. El
dogmático, carente de este interés, subraya la cosa, el no-yo. Pero el
pensador que tenga algún interés auténtico por el sujeto libre y moral hallará
el principio básico de la filosofía en la inteligencia, en el yo más que en el no-
yo.
El interés de Fichte por el yo libre y moralmente activo queda claramente
definido desde un principio. Como algo subyacente e inspirador de la
investigación teórica de los fundamentos de la experiencia, hay una profunda
convicción del significado primario de la actividad libre y moral del hombre,
y, por esto, prosigue la insistencia de Kant en la primacía de la razón
práctica, la voluntad moral. Pero Fichte cree que para hacerlo así es
necesario elegir el camino del idealismo puro. Más allá de la aparentemente
ingenua conservación de la cosa-en-sí de Kant, Fichte vislumbra el espectro
del spinozismo, la exaltación de la naturaleza y la desaparición de la libertad.
8
F, I. p. 433; M. III, p. 17.
FICHTE - 1
9
F. I, p. 463; M. III, p. 47.
10
F, I. p. 463; M, III, p. 47.
FICHTE - 1
11
F. I, p. 440; M. III. p. 24.
12
Véase vol. VI. pp. 243-246, 268-272. 364-16).
13
F, I. p. 466; M, III, p. 10.
FICHTE - 1
14
Véase vol. V. pp. 283-287.
FICHTE - 1
15
F, II, p. 607 (no incluido en M)
FICHTE - 1
16
F. I, p. 459; M. III, p. 43.
17
F, I. p. 98; M, I. p. 292.
18
Ibid.
19
Durch ein Handeln auf ein Handeln. La reflexión del filósofo es una actividad, un hacer, que
hace que la actividad espontánea del yo puro se reviva a sí misma para la conciencia.
20
F, I. p. 104; M. I. p 298
FICHTE - 1
21
F, I. p. 110; M. I. p. 305.
22
Podemos destacar nuevamente la distinción entre fenomenología y metafísica idealista. Una
cosa es decir que poner (reconocer) el no-yo es la condición necesaria de la conciencia humana y
otra que el no-yo sea puesto (producido o creado) por el yo puro o absoluto.
FICHTE - 1
23
Sobre el método dialéctico de la filosofía de Kant, véase vol. VI, pp. 241-242. El desarrollo
antitético que hace Kant de las antinómias debe tenerse en cuenta al respecto pp. 273 ss.).
24
F, I. p. 225; M. I. p. 448
25
bid.
FICHTE - 1
Hegel criticó este modo de proceder diciendo que era poco especulativo,
es decir, poco filosófico. Según Hegel, era indigno de un filósofo presentar
algo como una deducción y decir al mismo tiempo que ésta no es
estrictamente teórica,26 introduciendo así, como un deus ex machina,
actividades no deducidas del yo con objeto de poder efectuar el paso de una a
otra proposición.
Creo que es difícil negar que el modo de proceder de Fichte no concuerda
exactamente con su idea inicial de la filosofía como ciencia deductiva. Al
mismo tiempo, conviene recordar que para Fichte la misión del filósofo es
reconstruir conscientemente un proceso activo que se realiza en sí mismo
inconscientemente, esto es, fundamentar la conciencia. El filósofo parte para
ello de la autoposición del yo absoluto y llega a la conciencia humana tal y
como se nos presenta. Si es imposible proceder paso a paso a la
reconstrucción de la actividad productiva del yo, sin atribuirle una cierta
función o un modo de actividad, se impone atribuirle esta naturaleza activa.
Incluso si el concepto de limitación no puede obtenerse por medio de un
análisis estrictamente lógico de las dos primeras proposiciones básicas, es
necesario, según Fichte, aclarar sus respectivos significados.
26
Se habrá observado que Fichte admite sin reservas que no se puede hacer una deducción
puramente teórica de la segunda proposición básica.
FICHTE - 1
para aclarar las ideas de Fichte sobre las relaciones entre filosofía y lógica
formal.
En el Fundamento de la teoría total de la ciencia, Fichte considera la
primera proposición fundamental de la filosofía al reflexionar sobre una
proposición lógica indemostrable; su verdad es admitida universalmente.
Este es el principio de identidad expuesto de la siguiente forma: A es A, o
bien, A = A. En esta afirmación no se dice nada acerca del contenido de A;
tampoco se afirma que A exista. Sólo se afirma una relación necesaria entre
A y sí misma. Si existe A, ésta necesariamente es idéntica a sí misma. Esta
relación necesaria entre A como sujeto y A como predicado, Fichte la
denomina X.
Este juicio se pone sólo en el yo y a través del mismo. De este modo, se
afirma la existencia del yo en su actividad de efectuar juicios, aunque no se le
asigne ningún valor a A. “Si es cierta la proposición A = A, forzosamente lo
tiene que ser la proposición yo soy." 27Al afirmar el principio de identidad el
yo se afirma o se pone a sí mismo como idéntico a sí mismo.
Observemos que, aunque Fichte emplee el principio formal de identidad
para llegar a la primera proposición básica de la filosofía, éste no es en sí
mismo dicha proposición. Es evidente que no se puede llegar muy lejos en la
deducción o reconstrucción de la conciencia si se propone el principio formal
de identidad como punto de partida.
Pero, la relación entre el principio formal de identidad y la primera
proposición básica de la filosofía es, según Fichte, mucho más estrecha que
la descripción del primero como un paso para llegar a la segunda. El
principio de identidad es, por así decirlo, la primera proposición básica de la
filosofía con variables que substituyen los valores definidos, o su contenido.
Esto es, si tomamos la primera proposición básica de la filosofía y la
convertimos en algo puramente formal, obtenemos el principio de identidad.
En este sentido, el principio de identidad se funda en la primera proposición
básica de la filosofía y puede derivarse de ella.
49
27
F, I. p. 95; M. I. p. 289.
FICHTE - 1
28
F, I, p. 99; M. I. p. 293.
FICHTE - 1
9. Deducción teórica.
El sistema idealista de Fichte exige que toda actividad sea referida en
último término al yo mismo, es decir, al yo absoluto. El no-yo sólo existe
para la conciencia. Para poder admitir la idea de la existencia de un no-yo
independientemente de la conciencia, y afecta al yo, habría que aceptar la
idea de la cosa-en-sí y abandonar el idealismo. Pero es evidente que
partiendo del punto de vista de la conciencia ordinaria, se impone la
distinción entre representación (Vorstellung) y cosa. Creemos
espontáneamente que las cosas, que existen independientemente del yo,
actúan sobre nosotros. Esta creencia está plenamente justificada, y Fichte
tratará de demostrarla dentro de su idealismo metafísico, explicando la
manera cómo surge el punto de vista de la conciencia ordinaria y cómo,
desde este punto de vista, nuestra creencia espontánea en una naturaleza
objetiva queda justificada. La filosofía idealista pretende explicar los hechos
de la conciencia según los principios del idealismo.
Fichte se ve obligado a atribuir al yo la capacidad de producir la idea de un
no-yo que existe independientemente de él, aun cuando, de hecho, sea
dependiente, de tal modo que la actividad del no-yo tendrá que ser la
actividad del yo mismo. De la misma manera es evidente que hay que
FICHTE - 1
29
Véase vol. VI. pp. 246-249
30
Esto se expone en el Fundamento de la teoría total de la ciencia. En Las líneas generales de la
esencia de la teoría de la ciencia aparece un análisis más detallado.
FICHTE - 1
31
F, I. p. 242; M. I. p. 435.
FICHTE - 1
32
F. I, p. 244; M. I, p. 437.
FICHTE - 1
33
F. 1. p 291; M. I. p 485.
34
F, I. p 501; M. I, p. 492.
FICHTE - 1
35
F, II, p. 614 (no incluido en M).
FICHTE - 2
55
CAPÍTULO III
FICHTE. II
1. Observaciones introductorias. — 2. La conciencia de la moral común y la ciencia de la
ética. — 3. La naturaleza moral del hombre. — 4. El principio supremo de la moralidad y la
condición formal de la ética de las acciones. — 5. La conciencia como guía infalible. — 6. La
aplicación filosófica de la ley ética formal. — 7. La idea de la vocación moral y la visión
general de la realidad en Fichte. — 8. La comunidad de los yo en el mundo como condición de
la autoconciencia. — 9. El principio o norma del derecho. — 10. La deducción y la naturaleza
del. Estado. — 11. El Estado comercial cerrado. —12. Fichte y el nacionalismo.
1. Observaciones introductorias.
En la sección dedicada a la vida y la obra de Fichte, vimos como publicó
su Fundamento del derecho natural en 1796, dos años antes de la
publicación de El sistema de la ética. En su opinión, la teoría del derecho y
de la sociedad política podía, y debía, deducirse independientemente de la
deducción de los principios éticos. Esto no quiere decir que Fichte creyera
que las dos ramas de la filosofía no tuvieran ninguna conexión entre sí. Por
una parte, las dos deducciones tienen su raíz en el concepto del yo como
esfuerzo y como actividad libre, y, por otra, el sistema de los derechos y de la
sociedad política proporciona un campo adecuado para la aplicación de la ley
moral. Pero Fichte pensaba que este campo cae fuera de la ética, en el
sentido de que no se trata de una deducción de los principios éticos
fundamentales sino de un marco dentro del cual, y con respecto a él se
puede desarrollar la vida moral. Por ejemplo, el hombre puede tener deberes
morales para con el Estado, que, a su vez, deberá establecer las condiciones
en las que pueda desarrollarse la vida moral. Pero el Estado se concibe como
un medio hipotéticamente necesario para salvaguardar y proteger el sistema
de derechos. Si la naturaleza moral del Hombre pudiera desarrollarse por
completo, el Estado desaparecería. Además, aunque el derecho a la
propiedad privada recibe de la moral lo que Fichte llama una sanción
adicional o ratificación, su deducción primitiva no tiene nada que ver con la
moral.
Una de las principales razones por la que Fichte hace esta distinción entre
la teoría del derecho y la teoría política por un lado y la ética por el otro, es
FICHTE - 2
1
F. IV. p. 122; M. II. p. 516.
2
F. TV; p. 13; M, II. p. 407.
3
F. IV. p. 122; M. II. p. 516.
FICHTE - 2
4
F, IV. p. 124; M. II. p. 518.
FICHTE - 2
Esta teoría sobre la unidad del hombre como sujeto de un solo impulso
tiene una gran importancia en el terreno ético. Fichte hace una distinción
entre la libertad formal y la material. La libertad formal solamente requiere
un estado de conciencia. Aun en el caso en que un hombre siguiera siempre
sus impulsos para la consecución del placer, sólo actuaría libremente si lo
hiciese de una manera consciente y deliberada.6 La libertad material, sin
embargo, se expresa en una serie de acciones que tiendan a la independencia
completa del yo, y que son las acciones morales. Ahora bien, si forzamos
esta distinción nos encontraremos con la dificultad de dar un contenido a la
actuación moral. Tendríamos por un lado los actos realizados de acuerdo con
el impulso natural, determinados por su referencia a objetos concretos, y,
por otro, acciones que excluyen toda determinación material y que se
realizan exclusivamente de acuerdo con la idea de libertad y en nombre de la
misma. Esta segunda clase de acciones estarían Ubres de toda
determinación. Fichte sale al paso de esto diciendo que debemos hacer una
síntesis, necesaria por el hecho de que el impulso o tendencia que constituye
la naturaleza humana es en última instancia un único impulso. El impulso
inferior, o la forma inferior del impulso único, debe sacrificar la consecución
de su objetivo, es decir el placer, al mismo tiempo que el impulso más
elevado, o la forma superior del impulso único, debe sacrificar su pureza, es
decir su falta de determinante concreto.
La idea fichteana de síntesis parece extremadamente oscura cuando se
expresa en esta forma tan abstracta, si bien las nociones fundamentales
están lo suficientemente claras. Por ejemplo, está claro que no puede
exigirse al sujeto ético que no realice aquellas acciones a que le impulsan sus
5
F. IV. p. 150; M. II. p. 524.
6
Existen actividades en el hombre, la circulación de la sangre por ejemplo, de las cuales no es
inmediatamente consciente, sino sólo de una forma mediata, y no se puede decir que pueda
controlarlas Pero cuando soy consciente de un impulso o deseo, dice Fichte, soy libre para
satisfacerlo o dejar de hacerlo.
FICHTE - 2
instintos naturales, tales como comer, beber, etc. No se le puede exigir que
viva como un espíritu desprovisto de cuerpo, lo que se le exige es que no
realice sus actos simplemente con vistas a la inmediata satisfacción, sino que
dichos actos formen parte de una serie convergente hacia el fin ideal que el
hombre se propone en tanto que sujeto espiritual. El hombre se realizará
como ente moral en la medida en que cumpla dicho requisito.
Esto viene a sugerir, por supuesto, que la vida moral implica la
substitución de unos fines por otros, la satisfacción de las necesidades
naturales y el placer por un ideal espiritual. Esta idea puede parecer que
choca con la concepción fichteana de moralidad, ya que exige que se realicen
ciertos actos sólo por su misma realización y que dejen de efectuarse otros
también por esa misma razón. Sin embargo, el ideal espiritual en cuestión es
para Fichte actividad propia, acciones determinadas solamente a través del
yo. Fichte cree que esta actividad deberá consistir en una serie de actos
determinados por el mundo, pero que al mismo tiempo deben estar
determinados por el mismo yo, y expresar más bien una libertad que la
sujeción al mundo natural. Esto significa que tales acciones deberán
realizarse por sí mismas solamente.
Puede afirmarse, por lo tanto, que Fichte hace un verdadero esfuerzo por
demostrar la unidad de la naturaleza humana, y la existencia de una
continuidad entre la vida del hombre como organismo natural y la vida del
mismo como sujeto espiritual de conciencia. Al mismo tiempo, puede
apreciarse con gran claridad la influencia del formalismo kantiano, sobre
todo en la descripción que Fichte hace del principio supremo de moralidad.
59
7
F, IV, p. 29: M. II. p. 453.
FICHTE - 2
8
F, IV. p. 53; M. II. p. 447. Kant, según Fichte, nunca dijo que el pensamiento de la libertad se
derivase del pensamiento de la ley Lo que quiso decir es que la fe en la validez objetiva del
pensamiento de la libertad se deriva de la conciencia de la ley moral.
9
F, IV, p. 59: M. II. p. 453.
FICHTE - 2
Para ser un acto moral, cada uno de estos actos particulares ha de cumplir
una cierta condición formal. “Actúa siempre de acuerdo con la mejor
convicción que tengas sobre tu deber, o actúa según tu conciencia. Esta es la
condición formal de la moralidad de nuestros actos ... ”.10 La voluntad que
actúa de esta manera es la buena voluntad. Aquí se ve la influencia de Kant
sobre Fichte.
10
F, IV. p. 173; M. II. p. 567.
11
F, IV. pp. 173-174; M. II, pp. 567-568.
FICHTE - 2
esto es lo que debo hacer y que cualquier otra línea de acción sería
equivocada", y sentirse seguro de esta afirmación. Podría argüirse que el
sentimiento no es un criterio infalible para determinar el deber. Pero Fichte
dirá entonces que el sentimiento inmediato en cuestión expresa el acuerdo o
armonía que existe entre nuestro “yo empírico y el yo puro, siendo este
último nuestro único ser verdadero, todo ser posible y toda posible
verdad”.12 De aquí se sigue que el sentimiento que constituye la conciencia
nunca puede ser equivocado o erróneo.
Para entender la teoría de Fichte, hemos de darnos cuenta que él no
excluye de la vida moral del hombre toda actividad en la que se emplea la
capacidad teórica. La tendencia fundamental del yo para completar la
libertad y la independencia estimula la capacidad de determinar el contenido
del deber. Después de todo, podemos reflexionar, y de hecho lo hacemos,
sobre lo que hemos de hacer en esta u otras circunstancias. Pero cualquier
juicio teórico que hagamos puede estar equivocado. La función del
argumento es atraer la atención sobre los diferentes aspectos de la situación
de la que se trate y hacer armonizar el yo empírico con el yo puro. Esta
armonización se expresa en un sentimiento que es la conciencia inmediata
del deber de cada uno. Y es este conocimiento inmediato del deber el que
termina con la investigación y la argumentación que, de otro modo, podría
prolongarse indefinidamente.
61
12
F, IV. p. 169; M. 11. p. 563.
13
F, IV. p. 191; M. II. p. 585.
14
F, IV. p. 193; M. II. P. 587.
15
Esto sucede, por ejemplo, cuando no evalúo justamente la situación sino que me fijo
exclusivamente en un aspecto parda) de la misma.
FICHTE - 2
principio del beneficio propio, o según el impulso ciego que nos lleva a
imponer en todas partes nuestra voluntad sin freno”.16 Así pues, aun cuando
se excluye la posibilidad del mal demoníaco, la doctrina de la infalibilidad de
la conciencia no excluye la posibilidad de actuar erróneamente, ya que puede
suceder que permita a mi conciencia oscurecerse e incluso desaparecer por
completo.
De acuerdo con Fichte, por lo tanto, el hombre ordinario tiene a su
disposición, si desea utilizarlo, un criterio infalible para determinar cuáles
son sus deberes, criterio que no depende del conocimiento de la ética. Pero
el filósofo puede investigar el fundamento de tal criterio, y Fichte, como ya
hemos visto, nos da una explicación metafísica del mismo.
16
F, IV. p 194; M. II. p 588
FICHTE - 2
17
F, IV. p 500; M. II. p 694
18
F, IV, p. 150; M. II. p 544
FICHTE - 2
19
F, II. p. 143; M. IV. p. 143
20
Ibid.
FICHTE - 2
actividad infinita.
63
21
F, 111. p. 8; M. II. p. 12.
22
F, III. p. 10; M. II. p. 14.
FICHTE - 2
23
F, III, p. 106; M. II, P. 110.
24
Merece la pena hacer notar que, para Fichte. la propiedad legal de una cosa consiste realmente
en el derecho exclusivo para realizar cienos actos con respecto a ella. Por ejemplo, la propiedad
de un agricultor con respecto a unas tierras no es más que el derecho exclusivo ' trabajarlas,
sembrarlas y utilizarlas como pasto, y así en todos los demás casos.
25
F, III, p. 129; M. II. p. 133.
FICHTE - 2
26
Fichte distingue varios estadios del contrato social, que culminan en lo que él Uarfia la firme-
unión, por el cual los miembros de una sociedad política se convienen en una totalidad
organizada.
27
Véase vol. VI. caps. III y IV.
FICHTE - 2
es facilitar el desarrollo moral del hombre, podemos decir que, para Fichte,
el Estado debería esforzarse en procurar las condiciones necesarias para su
propia desaparición. Utilizando una expresión marxista, Fichte persigue la
extinción del Estado, por lo menos como una posibilidad ideal. No puede,
por lo tanto, considerar al Estado como un fin en sí mismo.
65
28
F, III. p. 160; M. II. p. 164.
FICHTE - 2
29
Fichte supone que habrá tres clases económicas principales. En primer lugar, los productores
de las materias primas necesarias para la vida humana; en segundo, los que transforman dichas
materias primas en productos consumibles, tales como ropa, zapatos, harina, etc.; en tercer lugar,
los comerciantes.
FICHTE - 2
30
F, III. P 421; M. III. p. 451.
31
La defensa que hace Fichte de un Estado comercial "cerrado" no se basa solamente en razones
económicas. Al igual que Platón. Fichte cree que el intercambio libre con los países extranjeros
estorbaría la educación de los ciudadanos de acuerdo con los principios de la verdadera filosofía.
FICHTE - 2
con su ejemplo los efectos de la verdad? En otras palabras, Fichte creía que
Alemania tenía una misión cultural que cumplir y estaba convencido que no
podría cumplir bien esta misión si no se efectuaba antes la unidad política
del pueblo germánico. La unidad cultural y lingüística van siempre juntas, y
ninguna cultura puede unificarse y ser duradera sin estar apoyada en una
unidad política. De aquí se deduce que Fichte deseaba la formación de un
Retch alemán que terminara con la división de los alemanes en una
multiplicidad de estados, y esperaba la aparición de un jefe que consiguiera
esta unificación política de los alemanes en un sólo “Estado racional”.
Si consideramos las esperanzas y deseos de Fichte a la luz de la historia
de Alemania en la primera mitad del siglo xx, toman un carácter siniestro y
ominoso, pero, como ya hemos advertido antes, hay que tener en cuenta las
circunstancias históricas de su tiempo. En todo caso, el lector puede hacer
las consideraciones que crea oportunas.
FICHTE - 3
68
CAPÍTULO IV
FICHTE. III
1. Primeras ideas de Fichte sobre la religión. — 2. Dios en la primera redacción de la
Teoría de la ciencia. — 3. Acusación de ateísmo y la respuesta de Fichte. — 4. La voluntad
infinita en La misión del hombre. — 5. El desarrollo de la filosofía del ser entre 1801 y 1805.
— 6. La doctrina de la religión. — 7. Últimos escritos. — 8. Exposición y comentarios críticos
de la filosofía del ser de Fichte.
1
F, V. p. 5 (no incluido en M).
2
F, V. p. 8.
FICHTE - 3
concepción kantiana de Dios y de la religión, más bien que los del deísmo
anterior a Kant. En su Ensayo sobre la crítica de toda revelación, 1792.
intentó desarrollar el punto de vista kantiano. Insistió en la diferencia entre
“teología” y religión. La idea de la posibilidad de la ley moral supone la
creencia en Dios, no sólo como fuerza que rige la naturaleza y que es capaz
de sintetizar la virtud y la felicidad, sino como encarnación absoluta del ideal
moral, como un ser divino y bien supremo. Pero aceptar estas proposiciones
sobre
69
3
F, V. p. 43; M. I. p. 12.
FICHTE - 3
4
F, I. p. 254; M. 1. p 448.
FICHTE - 3
5
F, V. p. 179; M, III. p. 125.
FICHTE - 3
En primer lugar, Fichte expuso las razones por las que él no podía definir
a Dios como persona o substancia ya que, en su opinión, la persona era algo
esencialmente finito, y la substancia algo que sólo puede darse en el espacio
y en el tiempo, es decir, una cosa material. De hecho, ninguno de los
atributos de las cosas o seres puede predicarse de Dios. “Hablando de un
modo estrictamente filosófico habría que decir de Dios lo siguiente: no es ...
un ser sino actividad pura, es la vida y principio suprasensible del orden del
mundo.” 9
En segundo lugar Fichte sostenía que sus críticos no habían entendido lo
que él quería decir cuando hablaba del orden moral del mundo.
6
F, V. p 185; M, III. p 129
7
F, V, p. 186; Al; III, p. 130.
8
F, V. p. 185; M. III, p. 129. Es importante conocer el texto alemán: Dits ist der wahrt Glaubt;
diese moralisíht Ordnung ist das Góttliche, das wir anntbmtn. Er uird construía durch das
Rechttun. Gramaticalmente. Er (él) debiera referirse a der wahrt Glaubt (la verdadera fe) y no
puede referirse a diest moralischt Ordnung (este orden moral). A no ser que estemos dispuestos
a admitir que Fichte despreciara la corrección gramatical, tenemos que reconocer que no afirma
que este Dios, que identifica con el orden moral, no es más que una creación del hombre.
9
F, V. p. 261 (en Al no está impresa la Geriíhtltthr Verantuortun^schrtft (Defensa jurídica! de
Fichte).
FICHTE - 3
10
F, V. p. 382; M. III. p. 246.
11
F, V. p. 261.
12
F, III. p. 39; Al. II. p. 43.
FICHTE - 3
13
F, V. pp. 394-395; M. III. p. 258.
14
F, II, p. 299; M. III, p. 395.
FICHTE - 3
15
F, II. p. 303; M. III, p. 399.
16
F, II. p. 245: M. III. p. 541.
FICHTE - 3
17
F, II. p. 305; M. III. p. 599.
18
Ibid.
19
Darstellung der Wissenschaftslebre.
20
F, II. p 68; M. IV. p. 68.
21
F, II. p 19; M. IV. p. 19.
FICHTE - 3
Esto supone una clara inversión de las tesis de Fichte en su primera forma
de la doctrina del conocimiento. Primeramente sostenía que todo ser es ser
para la conciencia. Por esta razón no le era posible admitir la idea de la
existencia de un ser absoluto y divino más allá de la conciencia. El mero
hecho de concebir un ser tal lo condicionaba y lo hacía dependiente de la
conciencia. La idea de un ser absoluto era una idea contradictoria para el
primer Fichte. Sin embargo, más tarde afirmará la primacía del ser. El ser
absoluto viene a existir “para sí mismo” en el conocimiento absoluto y, por
ello, éste tiene que presuponer a aquél. Y este ser absoluto no puede ser otro
que el ser divino.
Evidentemente, de aquí no se deduce que el ser absoluto sea, para Fichte,
un Dios personal. El ser se “penetra a sí mismo”, alcanza el conocimiento o
la conciencia de sí mismo en el conocimiento humano de la realidad y por
medio de él. En otras palabras, el ser absoluto se expresa a sí mismo en
todos los seres racionales finitos e incluye a todos y cada uno de ellos. El
conocimiento que éstos tienen sobre el ser es el conocimiento que aquél
tiene de sí mismo. Al mismo tiempo, Fichte subraya que el ser absoluto
nunca podrá ser totalmente entendido por una mente finita; ésta es incapaz
de comprenderlo. En este aspecto es donde Dios transciende el
entendimiento humano.
Pero una dificultad salta a la vista. Por una parte, se dice que el ser
absoluto se autopenetra en el conocimiento absoluto y, por otra, parece que
el conocimiento absoluto queda fuera. Pero si excluimos el teísmo cristiano,
según el cual Dios goza de un perfecto autoconocimiento,
independientemente del espíritu humano, resulta que Fichte lógicamente
habría de adoptar el punto de vista hegeliano de que el conocimiento
filosófico, que penetra en la esencia interior del Absoluto, es el propio
conocimiento absoluto del Absoluto. Pero de hecho Fichte no piensa así,
sino que mantiene siempre la idea de que el ser absoluto transciende en sí
mismo el alcance del intelecto humano. Conocemos imágenes,
representaciones y nunca la realidad en sí misma.
En las conferencias sobre la Teoría de la ciencia que dio en 1804, Fichte
22
Ibid.
FICHTE - 3
6. La doctrina de la religión.
Esta doctrina ha sido elaborada más extensamente en El camino hacia una
vida santa o la doctrina de la religión (1806), que comprende una serie de
conferencias pronunciadas en Berlín. Dios es un ser absoluto; decir esto
equivale a afirmar que Dios es vida infinita, ya que “el ser y la vida son uno y
lo mismo”.29 Esta vida es en sí misma una, indivisible e inmutable, y sin
23
Esta idea ya se había señalado en la Teoría de la ciencia, publicada en 1801.
24
F, X. p. 117; M. IV, p. 195.
25
F, X. p. 206; M. IV. p. 284.
26
F, VI. p. 362; M. V. p. 17.
27
F, VI. p. 367; M. V. p. 22
28
F, VI. p. 361; M. V. p 15
29
F, V. p. 403; M, V, p 115
FICHTE - 3
30
F, V. p. 539; M. V. p. 251.
31
F, V. p. 457; M, V. p 169
32
F, V, p. 407; M. V. p. 119
FICHTE - 3
33
En lo que Fichte llama moral superior, el hombre es creador y busca activamente la posibilidad
de realizar valora idéala. No se conforma, como en el caso de la moral inferior, con cumplir los
deberes que la vida le presenta. La religión añade a esto una creencia en Dios como única
realidad y el sentido de la vocación divina. Una vida altamente moral puede considerarse como
expresión de la vida divina, única e infinita.
FICHTE - 3
7. Últimos escritos.
El camino hacia una vida ¡anta es una serie de conferencias de
vulgarización y no un trabajo estrictamente filosófico. En ellas el filósofo
trataba de edificar e ilustrar a sus oyentes sin perder de vista la necesidad de
tranquilizarles, asegurándoles que su filosofía no estaba en contradicción con
la religión cristiana. Las tesis fundamentales vuelven a aparecer en sus
escritos posteriores, pero, ciertamente, las deja un poco en la sombra
teniendo en cuenta el público al que se dirigía. En Los hechos de la
conciencia (1810) nos dice que “el conocimiento no es sólo conocimiento de
sí mismo es conocimiento de un ser, es decir, del único ser que lo es
verdaderamente, de Dios”.34 Pero este objeto del conocimiento no puede
alcanzarse en sí mismo, ya que se fragmenta en formas diversas de
conocimiento. “La demostración de la necesidad de estas formas es
precisamente la filosofía o la Wissenschaftslehre.”35 Del mismo modo,
leemos en La teoría de la ciencia en sus aspectos generala (1810), que “sólo
hay un ser que existe por sí mismo, Dios... y ni fuera ni dentro del mismo
puede surgir otro ser”.36 La única cosa que puede ser externa a Dios es el
schema o representación del ser en sí mismo que es “el ser de Dios fuera de
su ser”,37 la autoexteriorización divina en la conciencia. Por ello toda la
actividad productiva, reconstruida o deducida en la teoría de la ciencia, no es
más que la esquematización o representación de Dios, la autoexteriorización
espontánea de la vida divina.
78
34
F, II, p. 685 (no incluido en M).
35
Ibid
36
F, II, p. 696; M. V, p. 615.
37
Ibid
38
F, XI. p. 5; M. VI. p. 5.
39
F, XI. P. 7; M, VI, p. 7.
FICHTE - 3
40
F, XI. p. 4: M. VI. p. 4.
FICHTE - 3
82
CAPÍTULO V
SCHELLING. I
1. Vida y obras. — 2. Las sucesivas fases del pensamiento de Schelling. — 3. Primeros
escrito la influencia de Fichte.
1. Vida y obras.
Friedrich Wilhelm Joseph von Schelling, hijo de un pastor luterano, nadó
en Leonberg, Württemberg, en 1775. Niño precoz, fue admitido a la edad de
quince años en la fundación teológica protestante de la Universidad de
Tubinga, donde entabló amistad con Hegel y Hölderlin, ambos quince años
mayores que él. A los diecisiete años escribió una tesis sobre el capítulo
tercero del Génesis, y en 1793 publicó el ensayo Ueber Mythen (Sobre
mitos). En 1794 publicó Ueber die Möglichkeit einer Farm der Philosophie
überhaupt (Sobre la posibilidad de una forma de filosofía en general).
En esta época, Schelling era, más o menos, discípulo de Fichte, y la
influencia de éste es patente en la obra publicada en 1795 Vom Ich ais Prinfp
der Philosophie (Del yo como principio de la filosofía). En el mismo año
aparecieron sus Philosophische Briefe ueber Dogmatismus und K.ritizizsmus
(Cartas filosóficas sobre dogmatismo y criticismo), en las que Spinoza
representaba el dogmatismo y Fichte el criticismo.
Pero, a pesar de que el pensamiento de Fichte constituyera el punto de
partida de sus reflexiones, Schelling muy pronto se mostró intelectualmente
independiente. No le satisfacían ciertos aspectos de la filosofía de Fichte,
concretamente le disgustaba la visión de la naturaleza como instrumento
para la acción moral. En una serie de obras sobre la filosofía de la naturaleza
expuso su propia concepción de ésta como manifestación inmediata del
Absoluto, como sistema teleológico y dinámico que se organiza a sí mismo
progresando lentamente hacia la emergencia de la conciencia y hacia el
conocimiento de la naturaleza por sí misma en y a través del hombre. En
1797 publica Ideen tu einer Philosophie der Natur (Ideas para una filosofía
de la naturaleza); en 1798, Von der Weltseele (Sobre el alma del mundo)-,
en 1799, Erster Entwurf eines Systems der Naturphilosophie (Primer esbozo
de un sistema de la filosofía de la naturaleza) y una Einleitung Zu dem
SCHELLING - 1
Entwurf eines Systems der Naturphilosophie oder über den Begriff der
spekulativen Physik. (Introducción al esbozo de un sistema de la filosofía de
la naturaleza o Sobre el concepto de la física especulativa).
Se observará que el título de la última obra aquí mencionada hace
referencia a la física especulativa. Un término similar aparece en el título
completo de su obra Sobre el alma del mundo, en la que considera que el
alma del mundo es una hipótesis de la “física superior”. Es difícil imaginarse
a Fichte prestando atención a la física especulativa. Sin embargo, la serie de
publicaciones sobre la filosofía de la naturaleza no indica una ruptura total
con el pensamiento de Fichte. En 1800 Schelling publicó su System des
traszendentalen Idealismus (Sistema del idealismo trascendental), obra en
que salta a la vista la influencia de la Teoría de la ciencia de Fichte. Mientras
que en sus escritos sobre la filosofía de la naturaleza Schelling partía de un
objeto para llegar a un sujeto, desde el grado ínfimo de la naturaleza hasta el
mundo orgánico como preparación a la conciencia, en su Sistema del
idealismo trascendental comienza por el yo y continúa trazando el proceso
de la autoobjetivación del mismo. Estos dos puntos de vista los consideraba
complementarios, como se puede deducir de la publicación en 1800 de su
Allgemeine Deduktion des dynamischen Prozesses (Deducción general del
proceso dinámico), seguida de la publicación de una obra corta en 1801,
Ueber den wahren Begriff der Naturphilosophie (Sobre el concepto
verdadero de la filosofía de la naturales). En este mismo año se publicó la
Darstellung meines Systems der Philosophie (Exposición de mi sistema de
filosofía).
83
1
Para Jakob Boehme (1575-1624), véase vol. III, pp. 259-261.
SCHELLING - 1
1811 escribe Die Zeitalter (Las edades del mundo), obra que permaneció
inconclusa y que no fue publicada hasta después de su muerte.
Entre los años 1821 y 1826, Schelling daba conferencias en Erlangen. En
1827 volvió a Munich para ocupar la cátedra de filosofía y celosamente
proseguía su laboriosa empresa de degradar la influencia y el éxito de Hegel.
Se convenció de la necesidad de establecer una distinción entre filosofía
negativa, que es una construcción puramente abstracta y conceptual, y la
filosofía positiva que se ocupa de la existencia concreta. El sistema
hegeliano, evidentemente, venía a constituir un ejemplo del primer tipo de
filosofía.
La muerte del gran rival de Schelling en 18 31 facilitó su labor.2 Diez años
más tarde, en 1841, Schelling fue nombrado profesor en Berlín, donde le
encomendaron la misión de combatir la influencia del hegelianismo
explicando su propio sistema religioso. En la capital prusiana, Schelling
comenzó a dar conferencias en plan de profeta que anuncia la llegada de una
nueva era. Entre sus auditores se contaban profesores, políticos y una serie
de personas cuyos nombres habrían de conocer la fama, tales como Sören
Kierkegaard, Jakob Burckhardt, Friedrich Engels y Bakunin. Las conferencias
no resultaron tan afortunadas como lo esperaba Schelling, y los oyentes
comenzaron a desaparecer. En 1846 dimitió de su cátedra limitándose a dar
algunos discursos ocasionales en la Academia de Berlín. Más tarde se retira a
Múnich ocupado en la preparación de sus manuscritos para la publicación.
Murió en 1854 en Ragaz, Suiza. Sus obras Philosopbie der Offenbarung
(Filosofía de la revelación) y Philosopbie der Mythologie (Filosofía de la
mitología) se publicaron póstumamente.
2
Hegel mismo no parece haberse ocupado mucho con rivalidades personales; estaba absorto en
ideas y en exponer aquello que consideraba verdadero. Schelling confundió las críticas de Hegel
con ataques personales.
SCHELLING - 1
3
W, I, p. 57. Las referencias a los escritos de Schelling aparecen en los correspondientes
volúmenes y páginas de sus Obras (Wterke. W) ed. M. Schroeter. Munich. 1927-1928.
Schelling prefiere la formulación "yo es yo" (Ich ist Ich) a la de "el yo es el yo" (das Ich tu das Ich)
por la simple razón de que el yo sólo se considera como yo, no tiene ninguna otra acepción.
4
IV. I. p. 103.
SCHELLING - 1
5
W, I, p. 100.
SCHELLING - 1
6
W, I, p. 237. Este trabajo se citará en adelante como Cartas filosóficas.
7
W, I. p. 208
8
W, I. p. 214
SCHELLING - 1
9
W, I, p. 220. La referencia es, por supuesto, al idealismo de Fichte.
10
W, I, p. 238.
SCHELLING - 1
diferentes, está claro que sus exigencias prácticas o morales no son las
mismas. Expresan ideas diversas de la vocación moral del hombre. El
dogmatismo exige del yo finito una sumisión a la causalidad absoluta de la
substancia divina, y una renuncia a su propia libertad, pues lo divino está en
todo. En la filosofía de Spinoza el ser está abocado a reconocer una situación
ontológica ya existente, es decir, a reconocer su propia condición de
modificación de la substancia infinita y a someterse a ella. El criticismo, sin
embargo, exige que el hombre mismo realice el Absoluto en sí por medio de
una actividad libre y continua. Para Fichte la identidad del ser finito con el
Absoluto es más que una condición ontológica ya existente que sólo debe ser
reconocida; es la meta que hay que alcanzar por medio del esfuerzo moral.
Es una meta, de hecho, inalcanzable. Por ello, la filosofía de Fichte, a pesar
de su tendencia a identificar el ser finito con el Absoluto en lo que se refiere
al ideal teórico, exige, en el plano práctico, una incesante actividad moral
libre, es decir, la incesante fidelidad a la propia vocación moral.
En cierto sentido, la elección entre dogmatismo y criticismo es, en lo que
respecta al yo finito, una elección entre ser y no-ser. Dicho de otra forma, es
una elección entre el ideal de sumisión, de absorción por el Absoluto
impersonal, de renuncia a la libertad personal como mera ilusión, y el ideal
de una constante actividad libre de acuerdo con la propia vocación para llegar
a ser el agente moral que, libre y triunfante, domine el mero objeto. “¡Ser! Es
la máxima exigencia del criticismo.”11 En la doctrina de Spinoza el objeto
absoluto lo abarca todo; para Fichte, la naturaleza queda reducida a un
instrumento a disposición del libre agente moral.
Es evidente que, si el hombre acepta la exigencia del criticismo, debe
alejarse del dogmatismo. Pero también está claro que el dogmatismo no
puede ser refutado, ni siquiera en el plano moral o práctico, para el que es
“capaz de tolerar la idea de estar trabajando para su propia aniquilación, de
anular en sí mismo toda posibilidad de libre causalidad, y de ser una mera
modificación de un objeto en cuya infinitud tarde o temprano encontrará su
propia, destrucción moral”.12
89
11
W, I. p. 259.
12
W, I. p. 263
SCHELLING - 1
13
Fichte mismo llegó a afirmar que el yo absoluto es la identidad del sujeto y objeto. Pero esta
afirmación está parcialmente influida por el criticismo de Schelling. En todo caso, el idealismo de
Fichte siempre estuvo caracterizado, en la opinión de Schelling, por el énfasis tan exagerado que
ponía en el sujeto y en la subjetividad.
SCHELLING - 1
90
CAPÍTULO VI
SCHELLING. II
1. La posibilidad y fundamentos metafísicas de una filosofía de la naturaleza. — 2. Líneas
generales de la filosofía de la naturaleza de Schelling. — 3. El sistema de idealismo
trascendental. — 4. La filosofía del arte. — 5. El Absoluto como identidad.
1
W, I. p. 66).
SCHELLING - 2
2
W, I, p. 706.
SCHELLING - 2
sobre sí misma, en y a través del espíritu humano. Una vez expuesto este
modelo de la naturaleza, podemos comprender que la vida de las
representaciones no es algo simplemente ajeno y contrapuesto al mundo
objetivo de tal modo que origine el problema de la correspondencia entre lo
subjetivo y lo objetivo, lo ideal y lo real. La vida de las representaciones es el
conocimiento que la naturaleza tiene de sí misma; es la actualización de la
potencialidad de la naturaleza por la que el espíritu adormecido llega hasta la
conciencia.
Pero, ¿podemos demostrar que la naturaleza es realmente un sistema
teleológico? No puede admitirse como adecuada una interpretación
mecanicista del mundo. Cuando consideramos el organismo estamos en vías
de introducir la idea de finalidad. Tampoco la mente puede quedar conforme
con esta dicotomía entre dos esferas claramente separadas, concretamente la
del mecanicismo y la de la teleología. Ésta llega a considerar la naturaleza
como una totalidad que se organiza a sí misma y en la que se pueden
distinguir varios niveles. Pero se impone la pregunta sobre si no estamos
viendo esta teleología en la naturaleza, primero en el organismo y luego en la
naturaleza como un todo. Recordemos que Kant reconocía que no se podía
pensar en la naturaleza como si no fuera un sistema teleológico, ya que
tenemos una idea regulativa de la finalidad en la naturaleza, una idea que da
lugar a ciertos principios heurísticos del juicio. Pero Kant no admitiría nunca
que esta idea subjetiva pudiera demostrar nada sobre la naturaleza en sí.
92
3
W, I, p. 708.
4
W, I. p. 712.
5
W, I, p. 714. Empleo la palabra "absolucización" para referirme a Absoluthheit
6
W, 1. p. 717.
SCHELLING - 2
cosas finitas y particulares. Pero también está claro que desea mantener que
el Absoluto es la realidad omnicomprensiva. Volveremos a referirnos a ello
oportunamente. De momento, podemos quedarnos con la visión general del
Absoluto como esencia eterna o idea que se objetiviza a sí misma en la
naturaleza, retornando a sí misma como subjetividad en el mundo de la
representación y, posteriormente, llegar al conocimiento de sí misma por la
reflexión filosófica, como identidad de lo ideal y lo real, de la naturaleza y el
espíritu.7
93
7
La imagen que dio Schelling del fundamento metafísico de la filosofía de la naturaleza tuvo gran
influencia en el pensamiento de Hegel. No sería oportuno extendemos aquí en este aspecto.
8
W, II, p. 283.
SCHELLING - 2
9
Ibid.
SCHELLING - 2
10
W, I. p. 416.
11
Der allgemeine Weltban und dit Koerperreibe, W, I, p. 718.
SCHELLING - 2
12
W, II. p. 520.
13
W, I. p 449.
14
W, I, p. 415.
SCHELLING - 2
15
W, I. p 417.
16
Los detalles de la construcción de la naturaleza en Schelling son algo diferentes en sus diversos
escritos.
SCHELLING - 2
17
W, II. p. 331.
SCHELLING - 2
18
W, II. p. 374.
19
W, II. p. 388.
20
W, II. p. 370.
21
Ibid.
22
W, II. p. 369.
SCHELLING - 2
23
W, II. pp. 573-574.
24
W, II. p. 586.
25
W, II, p. 587.
SCHELLING - 2
Pero, ¿no nos enfrentamos, entonces, con un dilema? Si, por una parte,
afirmamos que la voluntad humana es libre, ¿ no es cierto que el hombre
puede modificar los fines de la historia y que, por tanto, no existe una meta
ideal necesaria? Y, por otra, si afirmamos que la historia se mueve
necesariamente en una dirección determinada, ¿no estamos obligados a
negar la libertad humana, y a no tener en cuenta el sentimiento psicológico
de libertad?
Schelling recurre, para resolver este dilema, a la idea de una síntesis
absoluta de las acciones libres. Los actos individuales son libres; cualquier
individuo puede obrar movido por motivos privados y egoístas, pero, al
mismo tiempo, existe una necesidad oculta, por la que se llega a una síntesis
de las acciones independientes, y a veces opuestas, de los seres humanos.
Incluso, aunque un hombre actúe por motivos puramente egoístas,
contribuye inconscientemente, y contra su voluntad, al cumplimiento de la
meta ideal de la historia humana.28
Hasta ahora hemos considerado brevemente las partes del sistema del
idealismo trascendental que, más o menos, corresponden a la deducción
26
W, II, p. 592.
27
W, II. p. 603.
28
Esta teoría puede parecer una doctrina sobre la divina providencia. Sin embargo, en esta etapa
del pensamiento de Schelling, no debemos pensar que el Absoluto es para el filósofo una deidad
personal. La elaboración de la síntesis absoluta es la expresión necesaria de la naturaleza del
Absoluto, como identidad de lo ideal y lo real.
SCHELLING - 2
29
W, II. p. 349
30
W, II. p. 351.
SCHELLING - 2
31
W, II. p. 615.
32
Ibid.
SCHELLING - 2
de la misma.
La filosofía del arte es, considerándola desde este punto de vista, la
culminación del Sistema del idealismo trascendental. El lector recordará que
el idealismo trascendental arranca de la idea de lo que se llama el yo o la
inteligencia y la considera como un acto absoluto de la conciencia de sí
mismo en el que objeto y sujeto se funden en uno. Este acto absoluto es, sin
embargo, un producir; debe producir su objeto. La máxima objetivación
posible es la obra de arte. Ciertamente, el organismo, tal y como lo considera
la filosofía de la naturaleza, no deja de ser una manifestación parcial de la
identidad entre lo real y lo ideal. Sin embargo, está adscrito a un poder
productivo e inconsciente que no trabaja libremente, mientras que la obra de
arte es la expresión de la libertad misma: es la libre manifestación del yo
mismo para sí mismo.
102
33
Asimismo, la filosofía de la naturaleza atranca de una actividad infinita postulada, que se
manifiesta a sí misma en la naturaleza.
34
W, III, p. 400.
SCHELLING - 2
armoniza con su correspondiente idea, de tal modo que esta idea misma, en
cuanto que es infinita, se introduzca en lo finito llegando así a ser intuida in
concreto".35 La intuición estética es la intuición de lo infinito dentro de un
producto finito de la inteligencia. Además, la conformidad de una cosa con
su correspondiente idea es, pues, la verdad de ésta misma. Por ello, la
belleza y la verdad36 son, en último término, uno.
Ahora bien, el genio creador que en la obra de arte exhibe una idea
eterna, ha de estar en relación con el filósofo. De aquí no se deduce, sin
embargo, que el artista sea un filósofo, pues no aprehende dichas ideas
eternas de forma abstracta, sino que las aprehende únicamente por medio de
ciertos simbolismos. La creación artística requiere la presencia de un mundo
simbólico, un mundo de “existencia poética”,37 que se halla entre lo universal
y lo particular. El símbolo no representa lo universal ni lo particular como
tales; es la representación de ambos, unificados. Por ello, precisamente,
hemos de hacer una distinción entre el símbolo y la imagen. La imagen
siempre es concreta y particular.
Este mundo simbólico de existencia poética lo ofrece la mitología que es
“condición necesaria y material primario [Stoff] de todo arte”.38 Schelling se
ocupa de la mitología griega, pero no limita el mundo simbólico, que, en su
opinión, constituye el material indispensable para toda creación artística, a la
mitología de los griegos. Schelling incluye la mitología que llama judía y la
cristiana. La mente cristiana se ha forjado su propio mundo simbólico que se
ha revelado como fuente de material indispensable para toda creación
artística.
La insistencia de Schelling en la mitología con referencia al mundo
simbólico de la existencia poética, puede interpretarse como una limitación.
Pero muestra el constante interés de Schelling por los mitos en tanto que
son, a la vez, construcciones imaginarias y alusiones o expresiones de lo
divino. Posteriormente, Schelling establece una distinción entre mito y
revelación. Su interés en el significado de la mitología es una nota muy
característica y persistente de su doctrina. Volveremos oportunamente a
considerar este tema en relación con su posterior filosofía de la religión.
103
35
W, III, p. 402.
36
La referencia es obvia a lo que los escolásticos llamaban verdad ontológica, a diferencia de la
llamada verdad lógica.
37
W, III, p. 419.
38
W, III, p. 425.
SCHELLING - 2
39
El lector interesado en este tema puede consultar la tercera parte de la Filosofía del arte de
Schelling, o bien la Historia de la estética de Bernard Bosanquet.
40
W, III, p. 9.
41
W, III, p. 11.
SCHELLING - 2
42
W, III, p. 10.
43
W, III, p. 25.
44
W, III, p. 21
45
W, III, p. 16.
46
W, III, p. 23.
47
Ibid
SCHELLING - 2
48
W, III, p. 155.
SCHELLING - 2
106
CAPÍTULO VII
SCHELLING. III
1. La idea de la caída cósmica. — 2. Personalidad y libertad en el hombre y en Dios; bien y
mal. — 3. La distinción entre filosofía negativa y filosofía positiva . — 4. Mitología y
revelación. — 5. Observaciones generales sobre Schelling. — 6. Notas sobre la influencia de
Schelling y sobre algunos pensadores afines.
1
W, IV. pp. 15-16.
2
W, IV. pp. 23-24.
SCHELLING - 3
3
W, IV. p. 21.
4
W, IV. p. 28.
SCHELLING - 3
5
W, IV, p. 51.
6
W, IV. p. 32.
7
W, IV. p. 30.
8
W, IV, p. 31
SCHELLING - 3
9
W, IV, p, 30.
10
W, IV. p. 32.
11
W, IV. P 47.
SCHELLING - 3
12
Su pensamiento fue nuevamente revisado en las conferencias de Stuttgart. en 1810, que fueron
publicadas, junto con Investigaciones filosóficas en el IV volumen de sus Obras.
SCHELLING - 3
identidad."13 Dios y el mundo son idénticos. Esto equivale a afirmar que Dios
es el fundamento o el antecedente y que el mundo es el consecuente. La
unidad que así se afirma es una unidad creadora. Dios es vida que se revela o
se manifiesta a sí misma. A pesar de que la manifestación sea inmanente en
Dios, puede ser distinguida de Él. El consecuente depende del antecedente,
pero no son idénticos, en el sentido de que entre ambos no pueda establecer
distinción alguna.
El filósofo insiste en que esta teoría de ninguna manera supone la
negación de la libertad humana, ya que, en sí misma, nada dice sobre la
naturaleza del consecuente. Si Dios es libre, el espíritu humano, que es
imagen suya, también será libre. Si Dios no es libre, tampoco lo será el
espíritu humano.
Ahora bien, para Schelling, el espíritu humano es libre, pues “el concepto
vivo y real [de libertad] consiste en que es un poder de hacer el bien y el
mal”.14 Es evidente que el hombre posee esta capacidad, pero si esta
capacidad se da en el hombre, el consecuente, ¿no se dará igualmente en el
antecedente, en Dios? Surge, pues, el problema de si estamos obligados a
considerar que Dios es capaz de hacer el mal.
Para poder contestar esta pregunta conviene considerar primero al ser
humano. Hablamos de seres humanos en cuanto personas, pero Schelling
sostiene que la personalidad no es algo dado desde un principio, sino que es
necesario ganarla. “Todo nacimiento es nacimiento desde la oscuridad a la
luz”,15 y esta proposición general se aplica también al nacimiento de la
personalidad humana. En el hombre hay una base oscura que es lo
inconsciente y el impulso natural. La personalidad se edifica sobre estos
cimientos. El hombre es capaz de perseguir un deseo sensual y un impulso
oscuro antes que de cumplir los dictados de la razón; es capaz de afirmarse a
sí mismo como un ser finito, aparte de la ley moral. Pero el hombre también
tiene el poder de subordinar a la voluntad racional los deseos e impulsos
egoístas y desarrollar así su verdadera personalidad humana. Esto, sin
embargo, sólo puede conseguirlo a través de conflictos y sublimaciones, pues
la base oscura de la personalidad persiste siempre, a pesar de que puede ser
sublimada e integrada progresivamente en el movimiento que va de la
oscuridad a la luz.
13
W, IV. p. 234.
14
W, IV. p. 244.
15
W, IV. p. 252.
SCHELLING - 3
110
16
Conviene observar que el ser divino es ahora para Schelling una divinidad personal y no un
Absoluto impersonal
17
W, IV. p. 251.
18
W, IV. p. 330.
19
W, IV. p. 331.
20
W, IV. p. 316.
21
W, IV. p. 324.
SCHELLING - 3
“Ambos actos son un sólo acto, los dos son absolutamente simultáneos.”22
Para Schelling, la voluntad inconsciente en Dios no es temporalmente previa
a la voluntad racional, del mismo modo que, en la teología cristiana de la
Santísima Trinidad, el Padre no es anterior temporalmente al Hijo. Aunque
podemos distinguir diferentes momentos en el “devenir” de la personalidad
divina, y, obligadamente aparezcan uno tras otro, no hay ningún devenir en
el sentido temporal. Dios es eternamente amor, y “en el amor nunca puede
haber voluntad de hacer el mal”.23 Por ello, es metafísicamente imposible
que Dios haga el mal.
111
22
W, IV. p. 326.
23
W, IV. p. 267.
24
W, IV. p. 256.
25
W, IV. p. 274.
SCHELLING - 3
afirmar que los actos del hombre son predecibles y que, sin embargo, son
libres. Son necesarios, pero se trata de una necesidad interna impuesta por la
elección original del yo y no por necesidad externa impuesta por Dios. “Esta
necesidad interna es en sí misma libertad, la esencia del hombre es
fundamentalmente su propio acto; necesidad y libertad son mutuamente
inmanentes, como una realidad que aparece de una u otra forma según se la
mire ...”26 De esta forma, la traición de Judas era necesaria e inevitable, pues
la imponían las circunstancias históricas; pero, al mismo tiempo, Judas
traicionó a Cristo “voluntariamente y con toda libertad”.27 De la misma
manera era inevitable que san Pedro negara a Cristo y que se arrepintiese
después; sin embargo, tanto su negación como su arrepentimiento eran actos
de él y, por tanto, libres.
Si se considera la teoría del carácter inteligible como puramente
psicológica, puede ser fácilmente aceptable. Por una parte, suele decirse de
un hombre que obrará de tal o cual manera basándose en que otra actuación
sería contraria a su carácter. Y, si después, actúa de la manera que nosotros
consideramos contraria a su carácter tendemos a decir que éste no era tal y
como suponíamos. Por otra parte, llegamos a conocer los caracteres de las
demás personas, también el nuestro, a través sus actos y de los nuestros.
Probablemente queremos llegar a la conclusión de que en cada hombre hay
un carácter oculto que se va manifestando a través de sus actos, de manera
que éstos se relacionan con su carácter, del mismo modo que el consecuente
lo hace con el antecedente. Se puede argüir que esto supone que el carácter
es algo fijo y previamente establecido por la herencia, por experiencias muy
remotas etc., y que esta suposición no está demostrada. Pero, mientras esta
teoría se presente como una doctrina psicológica, siempre corresponderá a la
investigación empírica comprobar su validez, y, ciertamente, algunos datos
empíricos abogan en favor suyo, pero otros la contradicen.
112
26
W, IV. p. 277.
27
W, IV, p. 278.
SCHELLING - 3
28
W, IV. p. 295.
29
W, IV. p. 296.
SCHELLING - 3
30
Ibid.
31
W, V. p. 558.
32
Als reines Dass; W, V, p. 746.
33
Ibid
SCHELLING - 3
sino que afirma que toda la historia de la filosofía expresa “el combate entre
la filosofía negativa y la filosofía positiva”.34 Pero el empleo de la palabra
“combate” no debe dar lugar a malentendidos. Es una cuestión de prioridad
más que una lucha a muerte entre dos líneas de pensamiento irreconciliables
entre sí. La filosofía negativa no se puede rechazar. No puede construirse
ningún sistema sin conceptos y, aunque el filósofo positivo insista en la
existencia no puede desdeñar lo que existe. Por ello tenemos que “afirmar la
relación y la unidad entre ambas”,35 es decir, entre la filosofía negativa y la
positiva.36
Schelling pregunta, ¿cómo puede efectuarse esta transición de la filosofía
negativa a la positiva? Evidentemente, no puede realizarse sólo pensando
porque el pensamiento conceptual alude a las esencias y a la deducción
lógica. Debemos recurrir a la voluntad, “a una voluntad que exige por su
propia necesidad interna que Dios no sea solamente una idea".37 Dicho de
otra forma, la afirmación inicial de la existencia divina se basa en un acto de
fe exigido por la voluntad. El yo toma conciencia de su condición “caída”, de
su estado de alienación, y sabe que este alejamiento sólo puede ser superado
por la actividad de Dios. Por ello necesita que Dios no sea sólo un ideal fuera
del mundo, sino que sea un Dios personal que exista realmente y que sea
capaz de redimir al hombre. El orden moral ideal de Fichte no satisface las
necesidades religiosas del hombre. La fe que sustenta la filosofía positiva es
una fe en un Dios personal, creador y redentor y no una fe en el orden moral
de Fichte, ni en la idea absoluta de Hegel.
114
34
Ibid
35
W, V. p. 746.
36
La distinción de Schelling es semejante a la que algunos autores modernos establecen entre
filosofía esencialista y existencialista. Para Gilson este término no significa "existencialismo" sino
filosofía que subraya la existencia del ser (esse). Pero no se puede extrapolar mucho esta
semejanza.
37
W, V. p. 746.
SCHELLING - 3
38
W, V. p. 748.
39
Ibid
40
W, V. p. 750.
41
W, V. p. 753.
SCHELLING - 3
4. Mitología y revelación.
Cuando decimos que la filosofía de Schelling sobre mitología y revelación
es una investigación empírica, este término debe ser entendido de manera
relativa. Schelling no abandonó la metafísica deductiva para dedicarse a una
investigación puramente empírica. Por el contrario, parte de la deducción de
tres “potencias” en un sólo Dios y presupone también que, para que exista
un Dios que se manifieste a sí mismo, es necesario que se revele
progresivamente la naturaleza de un ser absoluto. Es decir, cuando Schelling
comienza el estudio de la mitología y la revelación tiene ya un esquema de
sus futuros hallazgos. Su investigación es empírica en el sentido de que
maneja la historia real de la religión, según los datos empíricos disponibles.
Pero estos datos se incluyen en el marco de la supuestamente necesaria
42
W, V. p. 729
SCHELLING - 3
43
W, V. p. 437.
44
W, VI. p. 396
45
Ibid
SCHELLING - 3
46
W, VI. p. 395.
47
Alude aquí a las "potencias lógicamente distinguibles en la vida interior de Dios.
SCHELLING - 3
48
W, V. p. 457.
49
W, V. p. 440.
SCHELLING - 3
50
La teoría del Absoluto como identidad pura se puede considerar como una continuación de la
idea de Bruno sobre lo infinito como concidentia oppositorum. idea a su vez procedente de
Nicolás de Cusa.
SCHELLING - 3
que va de Fichte a Hegel dentro del desarrollo del idealismo alemán. Por otra
parte, su filosofía de la mitología y la revelación, que corresponde a una
época en que el ímpetu del idealismo ya había pasado, parecía representar
para muchos una huida de lo que normalmente se entiende por filosofía
racional y, dado el desarrollo posterior de la historia de las religiones,
tampoco tiene mucho valor.
Este olvido de la última filosofía de Schelling es, pues, comprensible,
pero, si cabe una filosofía de la religión del mismo modo que es posible un
estudio meramente histórico y sociológico de las religiones y un estudio
puramente psicológico de la conciencia religiosa, debería ser subsanado no
tanto porque en Schelling puedan encontrarse soluciones positivas a estos
problemas, sino porque el pensamiento del filósofo es un estímulo
interesante y puede ser el punto de partida de una reflexión independiente
sobre estos temas, ya que precisamente es esto lo más característico de su
filosofar, si bien tal vez esta función sólo sea posible si se parte de una
simpatía previa por los problemas que suscita y su manera de enfocarlos. En
caso contrario, lo más fácil es considerarlo como un poeta que se equivocó
de medios para expresar sus visiones del mundo.
51
La influencia de Schelling fue mayor en el sur que en el norte de Alemania.
SCHELLING - 3
52
Soloviev desarrolló profundamente la idea de Sophia, tal y como aparece en la Biblia y también
en los escritos de Boehme.
SCHLEIERMACHER
122
CAPÍTULO VIII
SCHLEIERMACHER
1. Vida y escritos. — 2. La experiencia religiosa básica y su interpretación. — 3. La vida
moral y religiosa del hombre. — 4. Observaciones finales.
1. Vida y escritos.
Los grandes idealistas alemanes, preocupados por el Absoluto, por la
relación entre lo finito y lo infinito y por la vida del espíritu, tuvieron que
conceder gran importancia a la religión en cuanto ésta expresa la relación del
espíritu finito con la realidad divina. Todos ellos eran profesores de filosofía
y, tanto Fichte como Schelling y Hegel, construyeron sus propios sistemas
filosóficos. Por ello, es lógico que interpretaran la religión según los
principios fundamentales de sus sistemas. Fichte tendía a reducir la religión
a la ética,1 de acuerdo con su sistema de idealismo ético; por el contrario,
Hegel tendía a ver en ella sobre todo una forma de conocimiento. Incluso
Schelling cuyo pensamiento, como acabamos de ver, se iba volviendo cada
vez más religioso, al insistir en la necesidad humana de un Dios personal, se
inclinaba a interpretar la historia de la conciencia religiosa como el
desarrollo de un conocimiento superior. Sin embargo, en Schleiermacher
hallamos una consideración casi teológica de la filosofía de la religión, como
podría hacerlo un teólogo quien, a pesar de sus intereses filosóficos,
conservara viva su piedad, y, por tanto, se preocupara por dejar bien clara la
distinción entre la conciencia religiosa y la metafísica y la ética.
Friedrich Daniel Ernst Schleiermacher nació en Breslau el 21 de
noviembre de 1768. Sus padres encomendaron su educación a los Hermanos
Moravos. A pesar de haber dejado de creer en algunas doctrinas
fundamentales del cristianismo, empezó a estudiar teología en Halle, y en
sus dos primeros años de universidad se interesó más por Spinoza y Kant
que por la teología propiamente dicha. En 1790 se licenció en Berlín y aceptó
un puesto de tutor en una familia. Desde 1794 hasta finales de 1795 ejerció
de pastor en Landsberg, cerca de Frankfurt am Oder, y, desde 1796 hasta
1
Como ya hemos dicho al hablar de Fichte. en sus últimos escritos esta tendencia no es tan
manifiesta.
SCHLEIERMACHER
2
W, III. p. 59. Las referencias de los escritos de Schleiermacher se dan de acuerdo con el
volumen y la página de la edición de sus Obras (Werke, W) de O Braun y J. Bauer, 4 vols.
Leipzig. 1911-1913. Esta edición recoge una selección de sus escritos.
3
W, III, p. 71.
SCHLEIERMACHER
4
W, III. p. 72.
5
Ibid.
6
W, IV. p. 240.
7
W, IV. p. 235.
8
W, IV. p. 236
9
Ibid.
SCHLEIERMACHER
10
W, IV, p. 245.
11
W, IV, p. 242.
12
W, IV. p. 243.
SCHLEIERMACHER
13
W, III. p. 81.
14
W, III. p. 86.
SCHLEIERMACHER
15
W, II, p. 92.
16
W, III. p. 128.
SCHLEIERMACHER
universal que haya sido substituida por las religiones históricas; sólo existen
estas últimas, y la primera es una ficción. Por otra parte, Schleiermacher ve
en la sucesión de las religiones en la historia una revelación progresiva de un
ideal que nunca se alcanzará totalmente. Los dogmas son necesarios en
cuanto que son expresiones simbólicas concretas de la conciencia religiosa.
Pero, al mismo tiempo, éstos pueden convertirse en un obstáculo para el
Ubre movimiento del espíritu. Una religión histórica como el cristianismo
debe su origen a un genio religioso, en todo semejante a un genio artístico;
su vida se perpetúa gracias al caminar de la misma en un movimiento vital y
no por la fijación de una serie de dogmas. Es cierto que a medida que
pasaban los años Schleiermacher fue concediendo más importancia a la idea
de iglesia, pero, sin embargo, continuó siendo lo que suele llamarse un
teólogo liberal. Así pudo ejercer una considerable influencia en los círculos
protestantes alemanes, aunque su influencia haya sido rechazada con el
renacimiento de la ortodoxia protestante.
4. Observaciones finales.
Schleiermacher, al tratar de interpretar lo que llamaba conciencia religiosa
básica, quiso desarrollar una filosofía sistemática, pero, en realidad, su
pensamiento es muy contradictorio. La influencia del Spinoza romantizado,
el hombre poseído de la pasión de infinito, le llevó por el camino del
panteísmo. Pero, por otra parte, la naturaleza del sentimiento fundamental o
intuición que se proponía interpretar militaba en contra del monismo
spinozista y exigía establecer una distinción entre Dios y el mundo. ¿De qué
manera puede hablarse del ser finito en cuanto es consciente de su
dependencia de lo infinito? Sólo podemos hacerlo si postulamos esta
distinción. El aspecto panteísta del pensamiento de Schleiermacher era
difícilmente conciliable con la libertad personal, pero, en su teoría moral y
sus reflexiones sobre las relaciones entre los seres humanos, Schleiermacher
recurre profusamente a la idea de libertad. Dicho de otra forma, el elemento
panteísta de la metafísica de Schleiermacher, en sus escritos sobre doctrina
moral y sobre la sociedad, queda en un segundo plano ante su insistencia en
el individuo. No se refería a la teoría del universo divino reflejada en un
totalitarismo político, sino que, por el contrario, aparte de su admisión de la
iglesia como sociedad distinta del Estado, insistía en el concepto de
“asociaciones Ubres” como la organización que permite expresar libremente
el carácter de cada personalidad individual.
128
SCHLEIERMACHER
129
CAPÍTULO IX
HEGEL. -1
1. Vida y obras. — 2. Escritos teológicos de juventud. — 3. Relaciones de Hegel con
Fichte y Schelling. — 4. La vida del Absoluto y la naturaleza de la filosofía. — 5. La
fenomenología de la conciencia.
1. Vida y obras.
Georg Wilhelm Friedrich Hegel, el más importante idealista alemán y uno
de los primeros filósofos occidentales, nació en Stuttgart el 27 de agosto de
1770.1 Su padre era un funcionario público. Durante sus años escolares en
Stuttgart, el futuro filósofo no se distinguió en ningún aspecto especial,
aunque fue entonces cuando sintió por primera vez la atracción del genio
griego, quedando impresionado especialmente por las obras de Sófocles,
sobre todo con Antígona.
En 1788 Hegel se inscribió como estudiante en la fundación teológica
protestante de la Universidad de Tubinga, donde entabló relaciones
amistosas con Schelling y Hölderlin. Los amigos estudiaban a Rousseau y
compartían un entusiasmo común por los ideales de la Revolución Francesa.
Sin embargo, durante estos años Hegel no dio muestras de estar
excepcionalmente dotado, y cuando dejó la universidad en 1793, en su
certificado de estudios se hacía mención a su buen carácter, sus
conocimientos de teología y filología y su escasa facilidad para la filosofía. La
inteligencia de Hegel no era precoz como la de Schelling y necesitó más
tiempo para madurar. Pero debe anotarse otro aspecto de sus actividades.
Por entonces había comenzado ya a dedicar su atención a las relaciones entre
la filosofía y la teología, pero no había enseñado sus apuntes a sus
profesores, que no parece fueran extraordinarios en ningún aspecto y en los
que, en todo caso, Hegel no tenía demasiada confianza.
Después de dejar la universidad, Hegel se ganó la vida como preceptor
familiar, primero en Berna, Suiza (1793-1796) y después en Frankfurt
(1797-1800). Aunque sin manifestaciones exteriores notables, estos años
representaron un período muy importante para su maduración filosófica. Los
1
El mismo año de la disertación inaugural de Kant, del nacimiento de Hölderlin en Alemania y
de Bentham y Wordsworth en Inglaterra.
HEGEL - 1
ensayos que escribió en aquella época fueron publicados por primera vez en
1907 por Hermann Nohl bajo el título de Hegels theologische
Jugendschriften (Escritos teológicos de juventud)-, en la próxima sección
diremos algo sobre su contenido. Es cierto que si sólo contáramos con
dichos escritos, no nos podríamos hacer ninguna idea del sistema filosófico
que desarrollaría después y no habría razón para dedicarle espacio en una
historia de la filosofía. En este sentido, estos ensayos no son demasiado
importantes. Pero cuando los consideramos a la luz del sistema filosófico
que más tarde desarrolló, podemos apreciar una cierta continuidad en su
problemática y entender mejor cómo llegó a formular su sistema y cuáles
eran sus ideas preponderantes. Como hemos visto, sus primeros escritos
fueron calificados de “teológicos" y, hay que reconocer que, aunque Hegel se
convirtió más tarde en un filósofo más bien que en un teólogo, su filosofía
fue siempre teología en el sentido de que su objeto era, él mismo insistió en
afirmarlo, el mismo que el de la teología, es decir el Absoluto, o, si
empleamos el lenguaje religioso, Dios y las relaciones existentes entre lo
finito y lo infinito.
130
filosofía como disciplina del programa académico. Podemos imaginar que los
alumnos experimentarían grandes dificultades en entender a Hegel. Al
mismo tiempo, el filósofo continuó sus estudios y reflexiones, y durante su
estancia en Nuremberg produjo una de sus principales obras, la
Wissenschaft der Logik (Ciencia de la lógica, 1812-1816).
El mismo año que aparecieron el segundo y tercer volumen de esta obra,
Hegel recibió tres ofertas de cátedra de filosofía en Erlangen, Heidelberg y
Berlín. Aceptó la de Heidelberg y, aunque su influencia en los estudiantes de
aquella universidad no parece que fuera apreciable, su reputación como
filósofo siguió aumentando, y creció más aún con la publicación, en 1817, de
la Enzyklopädie der philosophischen Wissenschaften im Grundriss
(Enciclopedia de las ciencias filosóficas en esbozo), en la que da una visión
general de su sistema, de acuerdo con sus tres divisiones principales, lógica,
filosofía de la naturaleza y filosofía del espíritu. Es de notar también que fue
en Heidelberg donde Hegel dio sus primeras clases sobre estética.
En 1818 Hegel aceptó las repetidas propuestas de Berlín y ocupó una
cátedra de filosofía en la universidad hasta el 14 de noviembre de 1831, en
que murió a causa del cólera. Durante este período alcanzó una posición
única como filósofo, no solamente en Berlín sino en toda Alemania. En cierta
medida, se le consideraba como el filósofo oficial, aunque su influencia como
maestro no se debía, por cierto, a sus relaciones con el gobierno, ni al don de
la elocuencia. Como orador, era inferior a Schelling. Su influencia se debía
más bien a su evidente y completa dedicación al pensamiento puro, unido a
su extraordinaria habilidad para abarcar un vasto campo del pensamiento
dentro del marco de su dialéctica. Sus discípulos sentían que, siguiendo sus
enseñanzas, se revelaba a su conocimiento la naturaleza interna y el proceso
de la realidad, incluida la historia del hombre, su vida política y actividades
espirituales.
131
obra Der Geist des Christentums und sein Schicksal (El espíritu del
Cristianismo y su destino, 1800). En este ensayo, el culpable pasa a ser el
judaísmo con su moralidad legalista, pues el Dios judío es el dueño y el
hombre sólo el esclavo obligado a realizar la voluntad de su amo. El Dios
cristiano, en cambio, es amor, vida en el hombre y la alienación que éste
sufre con respecto a Dios puede ser salvada por la unión y una vida de amor.
La insistencia de Kant en la ley y el deber, y la importancia que da a la
necesidad de vencer las pasiones e impulsos le parecen ahora a Hegel que
expresan un concepto inadecuado de la moralidad y que, a su manera, vuelve
a caer en la relación amo-esclavo, característica de la concepción judaica.
Cristo, en cambio, se eleva por encima del legalismo judío y el moralismo
kantiano. Reconoce, por supuesto, la lucha moral, pero su ideal es que la
moralidad cese de consistir en la obediencia a la ley y se convierta en la
expresión espontánea de una vida que es, en sí misma, una participación en
la vida divina infinita. Esto no quiere decir que Cristo suprima la moralidad
en lo que a su contenido se refiere, sino que la despoja de la forma legal y
substituye la obediencia a la ley por el amor.
Como puede observarse, la atención de Hegel se dirige ya a los temas de
la alienación y la recuperación de la unidad perdida. En los tiempos en que
comparaba la religión cristiana con la griega, a favor de ésta, ya estaba
insatisfecho con la concepción de la divinidad como algo remoto y
puramente trascendente. En el poema titulado Eleusis, que escribió al final
de su estancia en Berna y que dedicó a Hölderlin, expresaba su sentimiento
por la Totalidad infinita. Y en Frankfurt representaba a Cristo predicando la
superación del abismo existente entre el hombre y Dios, el infinito y lo
finito, por medio de la vida en amor. El Absoluto es vida infinita y el amor es
la conciencia de la unidad de esta vida, de la unidad con la vida infinita
misma y con otros hombres a través de su vida.
133
2
W, I, p. 44. A menos que se especifique de otra forma, las referencias a las obras de Hegel se
darán de acuerdo con el volumen y página de la edición de jubileo de sus Obras (Werke. W).
publicadas por Hermano Glockner. 26 vols . Stungart. 1928
3
W, I. p. 50.
4
W, I, p. 69.
HEGEL - 1
5
W, I. pp 143-144.
6
W. I. p. 122.
7
Ibid
HEGEL - 1
de divergencia con este último. Por ejemplo, está claro que la intuición
intelectual no significa para él una intuición mística de un oscuro e
impenetrable abismo, el punto en que desaparecen todas las diferencias, sino
más bien la comprensión interior por parte de la razón de la antítesis como
un momento de la vida omnicomprensible de lo Absoluto. Sin embargo,
como el trabajo se propone demostrar la superioridad del sistema de
Schelling sobre el de Fichte, Hegel no explícita de una manera clara sus
puntos de divergencia con la filosofía del primero. La independencia de su
pensamiento se hace patente, sin embargo, en sus clases durante su estancia
en la Universidad de Jena.
136
8
Ni que decir tiene que nos referimos a la filosofía de Schelling durante los primeros años del
siglo XIX.
HEGEL - 1
9
W, II, p. 21; B. p. 79. En las referencias, como en este caso, a La fenomenología del espíritu, B
significa la traducción inglesa de esta obra por J. B. Baillie. Pero ello no quiere decir que en el
presente libro hayamos seguido necesariamente esta traducción. Hemos utilizado otras
traducciones inglesas, cuyas referencias también se incluyen para facilitar la labor del lector.
10
W, II. p. 22: B, p. 79.
HEGEL - 1
11
W. II. p. 24; B. p. 81.
12
W. II. p. 23; B. p. 81.
13
W. II. p. 24; B. p. 81.
14
W. II. p. 14; B, p. 70.
15
W, II. p. 22; B p. 80.
HEGEL - 1
16
Hegel habla frecuentemente del Absoluto como "Dios". Pero de este uso de un lenguaje
religioso no se deduce que él considere el Absoluto como a una deidad personal en sentido teísta.
Más adelante discutiremos esta cuestión.
HEGEL - 1
Ahora bien, tal como Hegel cree, como lo racional es lo real y lo real es lo
racional, en el sentido de que realidad es el proceso necesario por el cual la
razón infinita, el pensamiento autopensante, se realiza a sí mismo, podemos
afirmar entonces que la naturaleza y la esfera del espíritu humano son el
campo en el que se manifiesta la idea eterna o la esencia eterna. Es decir,
podemos distinguir entre la idea o esencia que se realiza y el campo de dicha
realización. Podemos entonces tener una panorámica de la idea eterna o
logos manifestándose a sí mismo en la naturaleza y en el espíritu. En la
naturaleza el logos se vuelca, por así decirlo, en la objetividad, en el mundo
material, que es su antítesis. En el espíritu (la esfera del espíritu humano), el
logos vuelve a sí mismo en el sentido de que se manifiesta a sí mismo como
lo que es esencialmente. La vida del Absoluto comprende entonces tres fases
principales: la idea lógica o concepto,17 la naturaleza, y el espíritu. Y el
sistema filosófico se dividirá en tres partes principales: lógica, que para
Hegel es la metafísica en tanto estudia la naturaleza de lo Absoluto “en sí
17
La palabra "idea" puede tener en Hegel diferentes matices significativos. Se puede referir a la
idea lógica, llamada también concepto (Begriff). Puede referirse al proceso total de la realidad,
como la realización de la idea. O puede referirse primariamente al término del proceso.
HEGEL - 1
todas las demás, es idéntica a sí misma y niega a todas las demás. Y mientras
que no nos preocupemos de pensar lo que quiere decir en realidad, la idea
tiene su utilización práctica. Pero una vez tratemos de pensarla realmente,
veremos lo absurdo del concepto de una cosa por completo aislada, y
obligados a negar la negación original.
Así pues, en la filosofía especulativa, la mente ha de elevarse a sí misma
desde el nivel del entendimiento, en un sentido estricto, al nivel del
pensamiento dialéctico, que supera la rigidez de los conceptos del
entendimiento y ve a un concepto generando o pasando a ser su contrario.
Sólo así puede pensarse en captar la vida del Absoluto en el que un
momento o fase pasa necesariamente a otro. Pero esto no es suficiente. Si
para los conceptos intelectuales A y B están irrevocablemente opuestos,
mientras que para la más profunda penetración del pensamiento dialéctico A
pasa a B y B a A, tiene que haber una unidad superior o síntesis que los una
sin anular sus diferencias. Y captar este momento de identidad-en-la-
diferencia, es función de la razón (Vernunft). Así pues, la filosofía exige la
elevación del entendimiento, a través del pensamiento dialéctico, al nivel de
la razón o del pensamiento especulativo, que es capaz de aprehender la
identidad-en-la-diferencia.18
141
Tal vez no sea necesario añadir que, desde el punto de vista de Hegel, no
se trata de esgrimir un nuevo tipo de lógica que le permita establecer una
concepción preconcebida y arbitraria de la realidad, pues él cree
sinceramente que el pensamiento dialéctico penetra más profundamente en
la realidad que el entendimiento, en el sentido estricto del término. Por
ejemplo, no se trata, para Hegel, de insistir en que el concepto de lo finito
pase a ser o provocar en sí el concepto de lo infinito simplemente porque
existe una creencia preconcebida de que el infinito existe en y a través de lo
finito. Está convencido por completo de que no podemos pensar lo finito si
no lo relacionamos con lo infinito. No somos nosotros los que hacemos algo
con el concepto, haciendo malabares con él, sino que es el concepto mismo
el que pierde rigidez y se hace pedazos ante la mirada atenta de la mente. Y
este hecho, que nos revela la naturaleza de lo finito, tiene una significación
18
Los términos "entendimiento" y "razón” no son utilizados con el mismo sentido en Kant y en
Hegel. Apañe este hecho, sin embargo, el contraste entre la desconfianza de Kant por los vuelos
de la razón, junto con la admisión de su función práctica, y la desvalorización que hace Hegel del
entendimiento, junto con el reconocimiento de su uso práctico, ilustran sus actitudes respectivas
ante la metafísica especulativa.
HEGEL - 1
metafísica.
En la descripción que hace Hegel del pensamiento dialéctico, utiliza el
término “contradicción” de una forma bastante desconcertante. A través de
lo que él llama el poder de lo negativo, el concepto del entendimiento da
lugar a una contradicción. Es decir, la contradicción implícita en el concepto
se hace explícita cuando el concepto pierde su rigidez y autosuficiencia y
pasa a convertirse en su contrario. Por otra parte, Hegel no duda en
expresarse como si las contradicciones existieran no sólo en el pensamiento
conceptual o discursivo, sino en las cosas mismas. Y, de hecho, esto tiene
que ser así de alguna forma, si es cierto que la dialéctica es reflejo de la vida
del Absoluto. Además, esta insistencia sobre el papel de la contradicción no
es un mero incidente del pensamiento de Hegel, pues el surgimiento de la
contradicción es la fuerza motriz, dijéramos, del movimiento dialéctico. El
conflicto entre los conceptos opuestos y la resolución de dichos conflictos en
una síntesis, que da lugar ella misma a otra contradicción, es lo que dirige
sin descanso a la mente hacia un término ideal, una síntesis que todo lo
abarca, el sistema completo de la verdad. Y, tal como hemos hecho notar,
esto no significa que la contradicción y conflicto estén confinados al discurso
sobre la realidad. Cuando la filosofía considera, por ejemplo, la historia del
hombre, descubre el movimiento dialéctico en pleno funcionamiento.
Esta utilización de la palabra “contradicción" ha llevado a algunos críticos
de Hegel a acusarle de negar el principio lógico de la no-contradicción, al
decir que los conceptos o proposiciones contradictorias pueden darse juntos.
Como refutación de esta acusación se ha señalado a menudo que, para
Hegel, es precisamente la imposibilidad de satisfacerse con una clara
contradicción lo que fuerza a la mente a buscar la síntesis en la que esta
contradicción se supere. Esta respuesta, sin embargo, puede llevar a decir
que Hegel no comparte la opinión de Fichte de que las contradicciones o
antinomias que surgen en el curso del pensamiento dialéctico son mera
apariencia. Por el contrario, insiste en su realidad. Y en la síntesis, se
mantienen los llamados conceptos contradictorios. Puede responderse a su
vez, sin embargo, que aunque se mantengan los conceptos no lo son en una
relación de mutua exclusividad, ya que se muestran como momentos
esenciales y complementarios de una unidad superior. Y en este sentido se
resuelve la contradicción. Así pues, la simple afirmación de que Hegel niega
el principio de no-contradicción, da una visión bastante inadecuada de la
situación. Lo que hace Hegel es dar una interpretación dinámica del
HEGEL - 1
Esta discusión podría prolongarse, pero sería inútil sin preguntar primero
en qué sentido entiende Hegel el término “contradicción”, en tanto que se
ocupa más en desentrañar su filosofía dialéctica que en hablar de una forma
abstracta sobre el pensamiento dialéctico. Es importante notar que el
resultado de dicha investigación es demostrar que Hegel no utiliza el
término en un sentido preciso e invariable. A veces nos encontramos con
una contradicción verbal. Así, se dice que el concepto de ser da lugar y se
convierte en el concepto de no-ser, mientras que éste se convierte en el
concepto de ser. Esta oscilación dialéctica da lugar al concepto de devenir
que sintetiza el ser y el no-ser. Pero, como veremos en la sección dedicada a
la lógica de Hegel, el significado de este funcionamiento dialéctico es
claramente inteligible, estemos o no de acuerdo con lo que dice Hegel. En
todo caso, en las llamadas contradicciones de Hegel se trata mucho más a
menudo de conceptos contrarios que de contradictorios, propiamente
dichos. La idea es que un contrario exige la existencia del otro, idea que,
verdadera o falsa, no significa la negación del principio de no-contradicción.
Por otra parte, los llamados conceptos contradictorios u opuestos pueden ser
conceptos simplemente complementarios. Una abstracción unilateral evoca
otra abstracción de la misma especie. Y la unilateralidad de cada una se
supera en la síntesis. Además de esto, afirmar que todo es contradictorio
quiere decir, a veces, que una cosa en un estado de completo aislamiento,
aparte de sus relaciones esenciales, sería imposible y “contradictoria”. La
razón no puede permanecer en la idea de una cosa completamente aislada y
finita. Tampoco aquí se trata de negar el principio de no-contradicción.
Hemos utilizado la palabra “síntesis” para el momento de la identidad-en-
la-diferencia dentro del avance dialéctico, pero en realidad, los términos
“tesis”, “antítesis” y “síntesis” son más característicos de Fichte que de
Hegel, que apenas los usa. Al mismo tiempo, una rápida ojeada al sistema
hegeliano basta para comprobar su preocupación por las tríadas. Así pues,
existen tres fases principales en la construcción de la vida del Absoluto: la
idea lógica, la naturaleza y el espíritu. Cada fase se divide y subdivide en
tríadas. Por otra parte, todo el sistema es, o trata de ser, un desarrollo
necesario. Es decir, para la reflexión filosófica, un estadio se revela como
exigiendo el siguiente por una necesidad interior. Por lo tanto, y al menos en
HEGEL - 1
Ni que decir tiene que cuando Hegel afirma que la filosofía es, o debería
ser, un sistema deductivo necesario, no quiere decir en realidad que se trata
de la misma clase de sistema deductivo que podría conseguirse con una
máquina. Si lo fuera, pertenecería a la esfera del entendimiento más que a la
de la razón. La filosofía se ocupa de la vida del espíritu absoluto, y discernir
el desenvolvimiento de esta vida en la historia humana, por medio de una
deducción a priori, es claramente insuficiente. El material empírico no puede
proporcionarlo la filosofía, aunque es ella quien discierne el modelo
teológico que informa este material. Al mismo tiempo, todo el movimiento
dialéctico del sistema hegeliano debería, en teoría por lo menos, imponerse a
la inteligencia humana por su propia necesidad interna. De lo contrario, el
sistema no podría ser, como Hegel pretende, su propia justificación. A pesar
HEGEL - 1
de ello, está claro que Hegel llega a la filosofía con ciertas convicciones
básicas, por ejemplo, que lo racional es lo real y que lo real es lo racional,
que la realidad es la automanifestación de la razón infinita y que la razón
infinita es el pensamiento que se piensa a sí mismo, que se realiza a sí
mismo en el proceso histórico. Es cierto que lo que sostiene Hegel es que la
verdad de estas convicciones está demostrada en el sistema. Pero también
puede argüirse que el sistema depende realmente de ellas y que ésta es una
de las principales razones por las que quienes no comparten, o por lo menos
no están favorablemente dispuestos hacia las convicciones iniciales de Hegel,
no se sienten demasiado impresionados por lo que podemos llamar
confirmación empírica de su esquema metafísico general. Les parece que su
interpretación del material está dirigida por un esquema preconcebido y que,
incluso, si el sistema constituye un notable tour de force intelectual,
demuestra, en el mejor de los casos, solamente sobre qué líneas hemos de
interpretar los diversos aspectos de la realidad, si nos hemos decidido ya a
que la realidad en su conjunto sea de una cierta naturaleza. Esta crítica sería
invalidada si el sistema demostrara que la interpretación de Hegel sobre el
proceso de la realidad era la única interpretación que satisfacía las exigencias
de la razón. Pero es dudoso que esto se pueda demostrar sin dar a la palabra
“razón” un significado que fuera una petición de principio de toda la
cuestión.
Tal vez se podría descuidar o pasar por alto la teoría hegeliana de la
necesidad, inherente al desarrollo dialéctico del sistema, y considerar su
filosofía simplemente como una de las formas posibles de satisfacer el
impulso de la mente para obtener un dominio conceptual sobre toda la
multiplicidad de los datos empíricos, o para interpretar el mundo en su
conjunto, así como las relaciones del hombre con él. Podríamos entonces
compararlo con otras interpretaciones a gran escala, o visiones del universo,
y tratar de encontrar el criterio para elegir entre ellos. Pero, aunque «te
procedimiento podría parecer eminentemente razonable a mucha gente, no
concuerda con la estimación que Hegel tiene de su propia filosofía, ya que,
aunque él no creyera que su exposición del sistema filosófico fuera toda la
verdad en su forma final, sí creía, sin duda, que se representaba el más alto
estadio que el conocimiento del Absoluto había alcanzado de su propio
devenir hasta la fecha.
144
5. La fenomenología de la conciencia.
Podemos hablar, por lo tanto, de la mente humana que se eleva a una
participación del autoconocimiento de lo Absoluto. Algunos escritores han
interpretado a Hegel sobre unas coordenadas más o menos teístas. Es decir,
han entendido que, para Hegel, Dios es perfectamente lúcido de sí mismo y
completamente independiente del hombre, si bien el hombre es capaz de
participar en este autoconocimiento. Por mi parte, creo que lo que quiere
decir es que el conocimiento que tiene el hombre de lo Absoluto y el
conocimiento de éste de sí mismo, son dos aspectos distintos de la misma
realidad. Aun ateniéndonos a esta interpretación, podemos afirmar, sin
embargo, que la mente finita se eleva a una participación en el
autoconocimiento divino. Pues, como ya hemos visto, no todos los
pensamientos e ideas de la mente humana pueden considerarse como
momentos del autoconocimiento del Absoluto. No todo nivel de conciencia
participa en la autoconciencia de lo divino. Para alcanzar esta participación,
la inteligencia finita ha de elevarse al nivel que Hegel llama conocimiento
absoluto.
19
No quiero decir con ello que para Hegel la filosofía sea la única forma de captar el Absoluto.
Están también el arte y la religión. Pero en nuestro caso, sólo estamos interesados por la
filosofía.
HEGEL - 1
20
Por razones obvias, el profundo análisis que hace Hegel sobre la relación amo-esclavo, contiene
argumentos que fueron muy apreciados por Karl Marx.
HEGEL - 1
medida polémico, con el catolicismo medieval, y en especial con sus ideas ascéticas.
HEGEL - 1
su historia y, en esta historia, vemos cómo se repiten las primeras fases del
ser dialéctico. Así pues, Hegel se mueve a partir de lo que él llama “religión
natural”, en la que lo divino aparece bajo la forma de objetos perceptibles o-
naturaleza, hasta llegar a la religión del arte o de la belleza en la que, como
en la religión griega, lo divino se ve como la autoconciencia que se asocia con
lo físico. La estatua, por ejemplo, representa la deidad antropomórfica. Por
último, en la religión absoluta, el cristianismo, se reconoce al espíritu como
lo que es, es decir, como espíritu. La naturaleza se considera como una
creación divina, como la expresión del mundo, y el Espíritu Santo se
considera como inmanente a los seres finitos y uniéndolos entre sí.
Pero la conciencia religiosa se expresa a sí misma, como ya hemos visto,
en formas pictóricas. Exige, por tanto, que se la transforme en la forma
conceptual y pura que es la filosofía, que al mismo tiempo expresa la
transición de la fe al conocimiento de la ciencia. Es decir, la idea pictórica de
la deidad personalmente trascendente, que salva al hombre por una
encarnación única y el poder de la gracia, se convierte en el concepto del
espíritu absoluto, el pensamiento infinito que se piensa a sí mismo y se
conoce a sí mismo en la naturaleza (como su objetivación y como condición
para su propia realización) y reconoce en la historia de la cultura humana,
con sus formas y niveles sucesivos, su propia odisea. Hegel no quiere decir
con esto que la religión no sea verdadera. Por el contrario, afirma que la
religión absoluta, o sea el cristianismo, es la absoluta verdad; lo que dice es
que se expresa de una forma imaginativa o pictórica que corresponde a la
conciencia religiosa. En filosofía, esta verdad se convierte en el conocimiento
absoluto que es el “espíritu que se conoce a sí mismo como tal espíritu”.22 El
Absoluto, la totalidad, llega a conocerse a sí mismo, en y a través del espíritu
humano, en la medida en que el espíritu humano se eleva por encima de su
finitud y se identifica con el pensamiento puro. Dios no puede ser
equiparado con el hombre, pues Dios es el ser, la totalidad, mientras que el
hombre no lo es. Pero la totalidad llega a conocerse a sí misma en y a través
del espíritu del hombre, a nivel del pensamiento pictórico en la evolución de
la conciencia religiosa, a nivel de la ciencia o del conocimiento conceptual
puro en la historia de la filosofía, cuyo término ideal es la completa verdad
sobre la realidad en forma del conocimiento que el Absoluto tiene de sí
mismo.
150
22
W, II. p. 610; 8, p. 798.
HEGEL - 1
151
CAPÍTULO X
HEGEL. II
1. La lógica de Hegel.
Como ya hemos visto, Hegel rechazaba la opinión, expuesta por Schelling
en su llamado sistema de identidad, de que el Absoluto en sí mismo es, para
el pensamiento conceptual, el punto en el que desaparecen todas las
diferencias, una identidad absoluta que no puede describirse salvo en
términos negativos y que sólo puede captarse, si es que se puede, por medio
de la intuición mística. Hegel estaba convencido de que la razón especulativa
puede penetrar la esencia interior del Absoluto, la esencia que se manifiesta
en la naturaleza y en la historia del espíritu humano.
Para Hegel, la lógica es la parte de la filosofía que se encarga de exponer
la esencia interior del Absoluto. Para cualquiera que esté acostumbrado a
considerar la lógica como una pura ciencia formal, completamente disociada
de la metafísica, esto puede parecer extraordinario y absurdo. Pero hemos de
tener en cuenta que, para Hegel, el Absoluto es el pensamiento puro. Este
pensamiento puede ser considerado en sí mismo, aparte de su
exteriorización o manifestación, y la ciencia del pensamiento puro en sí
mismo es la lógica. Además, como quiera que el pensamiento puro es la
substancia de la realidad, la lógica coincide necesariamente con la metafísica,
en cuanto se ocupa del Absoluto en sí mismo.
La cosa puede aclararse más si comparamos el concepto hegeliano de la
lógica con el punto de vista kantiano sobre la lógica trascendente. En la
filosofía de Kant, las categorías que dan figura y forma a los fenómenos son a
priori categorías del pensamiento humano. La mente humana no crea cosas
HEGEL - 2
1
W, IV, p. 46; J-S. I. p. 60. Las letras J-S representan la traducción inglesa de W, H. Johnston y L
G. Struthers de laCiencia de la lógica.
HEGEL - 2
de las tres primeras categorías. El concepto que tiene una prioridad lógica en
el Absoluto es el concepto de ser, pero el concepto o categoría del ser puro
(reines Sein) está completamente indeterminado, y el concepto de ser
completamente indeterminado se convierte en el concepto de no-ser. Es
decir, que si pensamos en un ser completamente indeterminado, nos
encontramos con que no pensamos en nada. La mente pasa del ser al no ser
y del no ser al ser, y cada vez desaparece, por así decirlo, en su opuesto. “Su
verdad es, por lo tanto, este movimiento de la desaparición inmediata de uno
en otro.”2 Y este movimiento del ser al no ser y del no ser al ser es el
devenir. El devenir es pues la síntesis del ser y el no ser, es su unidad y su
verdad, por lo que hay que concebir el ser como devenir. En otras palabras,
“el concepto de lo Absoluto como ser es el concepto de lo Absoluto como
devenir, como un proceso de autodesarrollo”.3
De acuerdo con nuestra forma ordinaria de considerar las cosas, una
contradicción nos llevaría a un punto muerto; el ser y el no ser se excluyen
mutuamente. Pero pensamos así porque concebimos al ser como ser
determinado y al no ser como el no ser de esta determinación. El ser puro,
sin embargo, para Hegel está indeterminado, vacío, y por esta razón puede
afirmarse de él que pasa a convertirse en su contrario. La contradicción es
para Hegel una fuerza positiva que revela, tanto la tesis como la antítesis,
como momentos abstractos en una unidad o síntesis superior y esta unidad
de los conceptos de ser y no ser es el concepto de devenir. Pero la unidad da
lugar a su vez a una “contradicción”, de forma que la mente se lanza hacia
adelante en busca del significado del ser, de la naturaleza o esencia del
Absoluto en sí mismo.
El ser, el no ser o la nada, y el devenir, forman la primera tríada de la
primera parte de la lógica de Hegel, de la llamada lógica del ser (die Logik
des Seins). Esta sección trata de las categorías del ser-en-sí-mismo, como
distintas de las categorías de relación, y las tres clases principales de
categorías en esta parte de la lógica son la cualidad, que incluye la tríada
antes mencionada, la cantidad y la medida. La medida se define como la
síntesis de la cualidad y la cantidad, ya que se trata del concepto de un
quantum específico determinado por la naturaleza del objeto, es decir, por su
2
W, IV, p. 89; J-S, I. p. 9).
3
Esta afirmación no contradice lo que se ha dicho hasta ahora sobre la naturaleza no temporal
del Absoluto lógico, ya que no estamos interesados aquí en el proceso real de la autorrealización
del Absoluto.
HEGEL - 2
cualidad.
En la segunda parte de la Lógica, la lógica de la esencia (die Logik des
Wesens), Hegel deduce pares de categorías relacionadas entre sí, tales como
esencia y existencia, fuerza y expresión, substancia y accidente, causa y
efecto, acción y reacción. Estas categorías se llaman categorías de reflexión
porque corresponden a la conciencia reflexiva que penetra por debajo de la
superficie del ser. La esencia, por ejemplo, se concibe como lo que está más
allá de la apariencia, y la fuerza se concibe como la realidad desplegada en su
expresión. En otras palabras, para la conciencia refleja el ser-en-sí-mismo
sufre una disgregación e irrumpe dentro de las categorías relacionadas.
154
4
W, IV, p. 662: J-S, II. p. 160.
HEGEL - 2
5
Correspondiente al término alemán Begriff
HEGEL - 2
6
W, V. p. 328; J-S. II. p. 466.
HEGEL - 2
7
La Lógica contenida en la Enciclopedia se conoce como la "lógica menor o abreviada", para
distinguirla de la "lógica mayor", que es la "ciencia de la lógica" hegeliana. Las citas hechas
recientemente pertenecen a esta última obra.
8
W. VI, p. 144; E, 191. La letra E significa Enciclopedia. Como esta obra está dividida en
secciones numeradas, no hace falta hacer referencia a traducciones en particular. Mirando el
número del volumen citado en la referencia W se verá si se refiere a la edición de Heidelberg (IV.
VI) o a la de Berlín (IV. VIII-X).
9
Cf. por ejemplo, IV. IX. pp. 51-54; E. 247.
HEGEL - 2
10
La concepción teísta es admitida por el misino Hegel en todo lo que se refiere a la conciencia
religiosa y su expresión característica. Pero aquí estamos considerando solamente el aspecto
estrictamente filosófico.
HEGEL - 2
substancial que crea la naturaleza desde fuera; por el otro, se dice que la idea
lógica, en el sentido de la estructura esencial o significado del ser tal como lo
capta el metafísico, representa una realidad metafísica que, aunque sólo
existe en y a través de su automanifestación, es en cierto sentido previa
lógicamente a su manifestación. Pero no creo que podamos excluir la
metafísica del pensamiento hegeliano o eliminar del todo un cierto elemento
de trascendencia. El intentarlo sería ignorar la doctrina de Hegel sobre el
Absoluto infinito. El Absoluto es ciertamente la totalidad, el universo,
considerado como el proceso de su propio autodesarrollo, pero en mi
opinión no podemos salir del paso haciendo una distinción entre el interior y
el exterior, entre la vida infinita, el espíritu autorrealizante y las
manifestaciones finitas en y a través de las cuales vive y tiene su ser. Y en
este caso podemos igualmente decir que las manifestaciones finitas extraen
su realidad de la vida que se expresa en ellas. Si existe una cierta
ambigüedad en la postura de Hegel no hay que sorprenderse por ello, ya que,
de no existir dicho elemento, su filosofía no hubiera dado lugar a
interpretaciones tan divergentes.
158
3. La filosofía de la naturaleza.
“La naturaleza —dice Hegel— es en sí misma, en la idea, divina ... Pero
tal como existe, su ser no corresponde con su concepto.”11 En el lenguaje
religioso, la idea de naturaleza en la mente divina es divina, pero la
objetivación de esta idea en la naturaleza existente no puede ser llamada
divina, pues el hecho de que la idea se exprese en el mundo material, en lo
que menos se parece a Dios, significa que se expresa sólo de manera
inadecuada. Dios no se puede manifestar adecuadamente en el mundo
material. En el lenguaje filosófico, lo Absoluto se define como espíritu. De
ello se sigue que sólo puede manifestarse adecuadamente en la esfera del
espíritu. La naturaleza es una condición previa de la existencia de esta esfera,
pero no es en sí misma espíritu, aun cuando en su estructura racional lleva la
impronta del espíritu. Puede decirse con Schelling que es espíritu latente o
espíritu visible, pero no es espíritu propiamente dicho, espíritu consciente de
sí mismo.
El espíritu es libertad; la naturaleza, en cambio, pertenece a la esfera de la
necesidad, que es también la esfera de la contingencia (Zufälligkeit). Por
11
W. IV. VI. p. 147: E. 193.
HEGEL - 2
12
W, IX. pp. 65-64; E. 2)0.
13
W, VI. p. 147; E. 193.
HEGEL - 2
sin duda un error, dice Hegel, considerar los fenómenos naturales, tales
como los cuerpos celestes, como obras de Dios en un sentido más elevado
que las creaciones del espíritu humano, tales como las obras de arte o el
Estado. Hegel coincidía con Schelling en atribuir a la naturaleza un status del
que no disfrutaba en la filosofía de Fichte. Al mismo tiempo, no muestra
inclinación ninguna a compartir la divinización romántica de la naturaleza.
159
14
W. VI. p 149; E. 194
HEGEL - 2
15
W. pp. 59-62; E, 249
HEGEL - 2
16
W, VI. p. 228; E. 502.
17
La idea lógica, considerada precisamente como tal. es la categoría del espíritu, del pensamiento
autopensante más que del espíritu en potencia.
18
W, IX. p. 50; E. 247.
19
W. VI. p. 229; E. 305.
20
W, VI. p. 232; E. 309
HEGEL - 2
Pero “regiones enteras del mundo, África y Oriente, nunca han tenido
esta idea y todavía no la tienen. Tampoco la tuvieron los griegos y los
21
W. X. p. 379; E. 481
22
Ibid
HEGEL - 2
5. El concepto de derecho.
Ya hemos visto que el Absoluto en sí mismo se objetiviza o se expresa a sí
mismo en la naturaleza. Esto es lo que hace también el espíritu al objetivarse
o expresarse, saliendo de su estado de inmediatez. Llegamos así a la esfera
del “espíritu objetivo”, a la segunda parte de la filosofía del espíritu.
La primera fase del espíritu objetivo es la esfera del derecho (das Recht).
La persona, el sujeto individual consciente de su libertad, ha de dar
expresión exterior de su naturaleza como espíritu libre; ha de “darse a sí
mismo una esfera externa de la libertad”.24 Y hace esto expresando su
voluntad en el campo del mundo material. Es decir, expresa su libre
voluntad apropiándose efectivamente y utilizando las cosas materiales. La
personalidad confiere la capacidad para detentar y ejercer derechos como el
de propiedad. Un objeto material, precisamente porque es material y no
espiritual, no puede tener derechos: es un simple instrumento para la
expresión de la voluntad racional. La naturaleza no personal de una cosa se
revela como tal y su destino se cumple cuando es poseída y utilizada. Y de
hecho lo es al elevarse y ponerse en relación con un ser racional.
Una persona se convierte en el dueño de una cosa, no por un mero acto
interno de voluntad, sino por la apropiación efectiva de la misma, por
encarnar su voluntad en dicha cosa.25 Pero también puede retirar su voluntad
de la cosa enajenándola y esto es posible porque la cosa es exterior a la
23
W, X. p. 380; E. 482.
24
W, VII, p. 94;D, 41. La letra D se refiere a la Filosofía del derecho; y el número siguiente
remite a la sección correspondiente. Con respecto a D. la palabra "addendum" se refiere a las
adiciones hechas por Hegel al texto original. En la traducción del profesor T. M. Knox, estas
adiciones están impresas después de la versión del texto original.
25
Hegel habla aquí del derecho a la propiedad en abstracto. Ni que decir tiene que. una vez se
haya introducido el concepto de sociedad, se restringe la escala de apropiaciones legítimas.
HEGEL - 2
26
Se refiere aquí a la religión como a algo interior. En una sociedad organizada, un hombre no
puede pretender que se le conceda inviolabilidad para la expresión exterior de sus creencias
religiosas cuando tal expresión sea socialmente perjudicial.
HEGEL - 2
6. Moral.
En la injusticia existe una oposición entre la voluntad particular y la
universal o principio de razón, implícito en la voluntad común expresada en
el contrato. Esto es así por lo menos en lo que se refiere a la injusticia que
toma la forma de delito. La voluntad particular niega el derecho y, al hacerlo,
niega el concepto de voluntad, que es universal, la libre voluntad racional
como tal. Como ya hemos visto, el castigo es la negación de la negación,
pero el castigo es externo en el sentido de que es infligido por una autoridad
exterior. La oposición o negación sólo puede suprimirse correctamente
cuando la voluntad particular está de acuerdo con la universal, es decir,
cuando se convierte otra vez en lo que hubiera debido ser, y está de acuerdo
con el concepto de voluntad elevado por encima de meros particularismos y
egoísmos. Tal voluntad es la voluntad moral. Nos vemos pues conducidos
desde el concepto de derecho al de moralidad (Moralität).
Es importante notar que el término “moralidad” es usado por Hegel en un
sentido mucho más restringido que el que tiene en la acepción corriente. Es
cierto que el término se puede utilizar de muchas maneras en el lenguaje
ordinario, pero cuando hablamos de moralidad nos referimos generalmente
al cumplimiento de normas positivas, especialmente en un contexto social,
mientras que Hegel hace abstracción de los deberes particulares para con la
familia, por ejemplo, o el Estado, y utiliza el término para lo que él llama
“una determinación de la voluntad (Willensbutimmtheit), en tanto en
cuanto esté en el interior de la voluntad en general”.27 La voluntad moral es
libre, voluntad que ha vuelto a sí misma, es decir, que es consciente de sí
27
W, X. p. 392; F, 103.
HEGEL - 2
28
W, VII p. 164; D. 105.
HEGEL - 2
29
W, VII, p. 188; D. 129.
30
W, VIL pp196-197; D. 137.
HEGEL - 2
31
W, VII p. 237; D. 157.
32
Por supuesto que Hegel no es un tonto como para mantener, basándose en los datos
empíricos, que todas las familias están unidas por el amor. Habla de la idea o concepto esencial
de la familia, de lo que debería ser.
HEGEL - 2
8. El Estado.
33
W, X. p. 401; E. 523.
HEGEL - 2
34
Tal vez sea exagerado hablar de la sociedad civil como representante de una "clara
particularidad", ya que dentro de la sociedad civil, los antagonismos que se derivan de la
aparición y autoafirmación de sus componentes son superados en parte a través de las
corporaciones «n las que Hegel pone el acento. Pero la unión de voluntades entre los miembros
de una corporación para buscar un fin común. tiene también una universalidad limitada y prepara
el camino para la transición al concepto de Estado.
35
W, X, p. 409; E. 535.
36
W, VII, p. 328; D. 257.
HEGEL - 2
37
W, VII, p. 336; D, 258, addendum.
38
Ibid.
HEGEL - 2
39
Hay que recordar que Hegel estaba preocupado en parte con educar a los alemanes en la
autoconciencia política.
40
Cf. W, VII, p. 344; D, 265, addendum.
HEGEL - 2
41
W, X. p. 416; E. 540.
42
W, VII. p. 576; D. 274. addendum.
43
W, VII. p 376; D. 273. addendum
HEGEL - 2
sobre gris, hay un aspecto de la vida que ha envejecido. Y por este gris sobre
gris sólo puede entenderse, no rejuvenecerse. El búho de Minerva extiende
sus alas al anochecer"44
Algunos pensadores, desde luego, han supuesto que estaban trazando un
modelo eterno, una esencia ideal incambiable, pero, según Hegel, están
equivocados. “Incluso la República de Platón que figura proverbialmente
como un ideal vacío, no era en esencia otra cosa que una interpretación de la
vida ética de los griegos.”45 Después de todo, “todo individuo es hijo de su
tiempo [y] es tan tonto suponer que una filosofía pueda trascender su
mundo contemporáneo, como creer que un individuo puede salirse de su
tiempo...”.46
171
44
W, VII. pp 36-37; D. prefacio. La famosa respuesta de Marx es que la labor del filósofo es
transformar el mundo y no sólo entenderlo.
45
W, VII, p. 33; D, prefacio.
46
W, VII, p. 35; D. prefacio.
HEGEL - 2
47
W, VII. p. 33; D. prelado.
48
W, VII, p. 36; D. prelado.
HEGEL - 2
que presupone una aceptación por los Estados en cuestión. Pero si esta
aceptación es rechazada o retirada, el último árbitro de toda disputa es la
guerra, pues no existe poder soberano alguno por encima de los Estados
individuales.
Ahora bien, si Hegel estuviera solamente registrando un hecho
empíricamente demostrable en la vida internacional de su tiempo, no habría
razón para hacer ningún comentario en contra, pero vemos que justifica la
guerra como si fuera un rasgo esencial en la historia de la humanidad. Es
cierto que admite que la guerra puede traer consigo muchas injusticias,
crueldad y ruina, pero sostiene que tiene un aspecto ético y que no puede
considerarse como “un mal absoluto y como una mera contingencia
externa”.49 Por el contrario, se trata de una necesidad racional. “Es necesario
que lo finito, la propiedad y la vida, se planteen como contingentes ...”50 Y
esto es precisamente lo que hace la guerra. Se trata de “la condición en la
que hemos de tomar seriamente la vanidad de los bienes temporales y de las
cosas que, en otro caso, sería sólo una frase edificante”.51
Hay que hacer notar que Hegel no dice simplemente que en la guerra
pueden desplegarse las cualidades morales del hombre a escala heroica, lo
cual es cierto. Tampoco se contenta con decir que la guerra nos trae el
carácter transitorio de lo finito. Lo que afirma es que la guerra es un
fenómeno racional necesario. Para él, es el medio por el que la dialéctica de
la historia da un paso adelante. Evita el estancamiento y mantiene, como él
dice, la salud moral de las naciones. Es el medio principal por el que el
espíritu del pueblo adquiere vigor renovado o por el que un organismo
políticamente en decadencia es descartado y deja surgir una manifestación
más vigorosa del espíritu. Hegel rechaza, por lo tanto, la idea kantiana de la
paz perpetua.52
Evidentemente, Hegel no tenía ninguna experiencia de lo que él llama
guerra total, y no podía tener frescas en la memoria las guerras napoleónicas
y las luchas prusianas por su independencia, pero, cuando se lee lo que decía
sobre la guerra y su rechazo del ideal kantiano de la paz perpetua, uno no
puede por menos de tener la impresión, en parte cómica y en parte
desagradable, de un profesor de universidad que trata de darle un aire
49
W. VIl. p. 434: D, 324.
50
Ibid.
51
Ibid.
52
Véase vol. VI. pp. 183 y 204.
HEGEL - 2
53
En justicia para Hegel. hemos de recordar que ¿I mismo había sufrido los efectos de la guerra,
la muestra de la transitoriedad de lo finito, cuando perdió su puesto y bienes en Jena como
resultado de la victoria de Napoleón.
54
W, XI. p. 34; 5. p. 8. La letra 5 se refiere a la traducción de J. Sibree de las clases de Hegel
sobre filosofía de la historia.
55
W, XI. p. 34; 5. p. 9.
HEGEL - 2
empíricamente”.56
El comentario que sale al paso es que, aun cuando Hegel rechace todo
intento de meter a la historia en un molde preconcebido, el pensamiento o
idea que el filósofo aporta al estudio de la historia tiene sin duda que ejercer
una gran influencia en la interpretación de los acontecimientos. Aun cuando
la idea se propusiese declaradamente como una hipótesis empíricamente
verificable, el filósofo que, como el mismo Hegel, crea que su verdad se ha
demostrado en la metafísica, propenderá, indudablemente, a insistir en
aquellos aspectos de la historia que parecen avalar dicha hipótesis. Por
añadidura, para el hegeliano, la hipótesis no es realmente una hipótesis sino
una verdad demostrada.
Hegel hace notar, sin embargo, que incluso los historiadores
“imparciales” aplican sus categorías al estudio de la historia. La
imparcialidad absoluta es un mito, y no puede haber un mejor principio de
interpretación que una verdad filosóficamente probada. Es evidente que la
idea general de Hegel es poco más o menos la siguiente. Del mismo modo
que el filósofo sabe que la realidad es el autodesenvolvimiento de la razón
infinita, sabe también que la razón ha de operar en la historia de la
humanidad, pero no se puede decir de antemano en qué forma va a actuar.
Para descubrirlo, hemos de estudiar los acontecimientos tal como los
describen los historiadores en el sentido ordinario, y tratar de discernir el
proceso racional significativo entre toda la masa de material contingente. En
lenguaje teológico, sabemos de antemano que la providencia divina actúa en
la historia, pero para saber cómo actúa, hemos de estudiar los datos
históricos.
Ahora bien, la historia mundial es el proceso por el cual el espíritu llega a
una conciencia real de sí mismo como libertad. Así pues, “la historia
mundial es el progreso de la conciencia de la libertad”.57 Pero esta conciencia
se obtiene sólo en y a través de la mente humana. Y el espíritu divino, tal
como se manifiesta en la historia a través de la conciencia del hombre, es el
espíritu del mundo (der Weltgeist). La historia, por lo tanto, es el proceso
por el cual el espíritu del mundo llega a explicitar la conciencia que tiene de
sí mismo como libre.
174
56
W, XI. p. 36; 5. p. 10.
57
W, XI. p. 46; 5. p. 19.
HEGEL - 2
58
W, XI. p. 40: S. p. 14.
HEGEL - 2
tribunal mundial para los juicios”.59 El juicio de las naciones es para Hegel
inmanente en la historia, y el verdadero destino de cada nación constituye su
juicio.
El espíritu, por lo tanto, en su avance hacia una completa y explícita
autoconciencia, toma la forma de manifestaciones limitadas y unilaterales de
sí mismo, de los diversos espíritus nacionales. Y Hegel supone que en
cualquier época del espíritu del mundo hay una nación determinada que
representa de forma especial el desarrollo del espíritu del mundo. “Este
pueblo es el que predomina en la historia mundial de su época, y solamente
puede estar una vez en este puesto privilegiado. ”60 Su espíritu nacional se
desarrolla, alcanza el cénit y vuelve a declinar, después de lo cual, la nación
desciende a un segundo plano de las etapas históricas. Hegel piensa, sin
duda, en la forma en que España, por ejemplo, se convirtió en un gran
imperio, con un sello y una cultura peculiares, para después declinar. Pero
supone también sin más, que una nación no puede ocupar nunca el centro
del escenario más de una vez, y esta afirmación es discutible, a menos, desde
luego, que mantengamos que una nación que disfruta del primer puesto en
el mundo por segunda vez, es en realidad una nación diferente con un
espíritu distinto. En todo caso, el deseo de Hegel de encontrar una
determinada nación mundialmente histórica para cada época, contribuye a
limitar su concepción de la historia.
175
59
W, VIII. p. 446; D. 340.
60
W, VII, p. 449; D. 347.
HEGEL - 2
ferocidad o pasión brutal, o bien una suave docilidad en las pasiones que es
por sí mismo un accidente de la naturaleza o un capricho. El único hombre
libre es por tanto sólo un déspota y no es un hombre libre ni un verdadero
ser humano.”61
En el mundo grecorromano surge la conciencia de libertad. Pero los
griegos y los romanos de los tiempos clásicos sabían solamente que algunos
hombres son libres, es decir, los hombres libres opuestos a los esclavos.
Incluso hombres como Platón y Aristóteles fueron ejemplo de esta fase
inadecuada en el crecimiento de la conciencia de la libertad.
En opinión de Hegel, fueron los pueblos germánicos los que, bajo la
influencia del cristianismo llegaron primero a tener conciencia de que el
hombre es libre por el simple hecho de serlo. Pero si bien este principio fue
siempre reconocido por el cristianismo, no quiere decir que encontrara en
todo momento su expresión en las leyes, la organización gubernamental y
política y las instituciones. La conciencia interior de la libertad del espíritu
hubo de objetivarse explícitamente y aquí es donde Hegel atribuye un papel
preponderante a los pueblos germánicos.
Ahora bien, hemos visto que las unidades a las que se da mayor
importancia en la historia mundial son los Estados nacionales, pero también
es cierto que Hegel atribuye gran trascendencia a los que él llama individuos
de importancia histórica mundial (die weltgeschichtlichen Individuen), tales
como Alejandro Magno, Julio César y Napoleón, lo que tal vez implique una
cierta incoherencia. Pero los espíritus nacionales y el espíritu del mundo que
surge de su dialéctica de la existencia, viven y operan sólo en y a través de
los seres humanos. El punto de vista de Hegel es que el espíritu del mundo
ha utilizado a ciertos individuos como sus instrumentos, de forma muy
significativa. Utilizando un lenguaje religioso, serían los instrumentos
especiales de la divina providencia.
176
61
W, XI. p 45; S. p. 18.
HEGEL - 2
en este mundo sin pasión, pero las pasiones de las grandes figuras de la
historia son utilizadas como instrumentos del espíritu del mundo y
muestran “la astucia de la razón”. Cualesquiera que fuesen los motivos que
tuvo Julio César para cruzar el Rubicón, su acción tuvo una importancia
histórica que trascendió probablemente todo lo que él podía comprender
entonces. Cualesquiera que fueran sus intereses privados, la razón cósmica
del espíritu en su “astucia” utilizó estos intereses para transformar la
república en imperio y para elevar el genio y el espíritu romanos a la cumbre
de su desarrollo.
Si hacemos abstracción de toda la metafísica implícita, no hay duda de
que Hegel está diciendo algo muy razonable. No es absurdo afirmar, por
ejemplo, que el historiador está, o debiera estar, más interesado por lo que
Stalin realizó realmente por Rusia que en la psicología del tirano. Pero la
visión teleológica de la historia que tiene Hegel, implica además, por
supuesto, que lo que Stalin hizo no tuvo más remedio que hacerse, y que el
dictador ruso, con todas sus desagradables características, fue un
instrumento en las manos del espíritu del mundo.62
62
La respuesta de Hegel a cualquier crítica de tipo religioso, es que la teoría de la astucia de la
razón está de acuerdo con la postura cristiana, ya que los cristianos mantienen que Dios saca el
bien del mal utilizando, por ejemplo, la traición de Judas como medio de llegar a la redacción del
género humano.
63
Véase vol. VI, pp. 390-394.
HEGEL - 2
178
CAPÍTULO XI
HEGEL.- III
1. La esfera del espíritu absoluto. — 2. La filosofía del arte. — 3. La filosofía de la religión.
— 4. La relación entre religión y filosofía. — 5. La concepción filosófica hegeliana sobre la
historia de la filosofía. — 6. La influencia de Hegel y la diferenciación de la derecha y de la
izquierda hegeliana.
absoluto es espíritu al nivel del conocimiento absoluto del que Hegel habla
en La fenomenología del espíritu. De esta manera, puede decirse que el
conocimiento humano del Absoluto y el conocimiento que el Absoluto
realiza de sí mismo son dos aspectos de la misma realidad, ya que el ser se
actualiza como pensamiento que se piensa a sí mismo, existiendo
concretamente a través del espíritu humano.
179
1
W, XII. p. 160; O. I. p. 154 En las atas de las lecciones de Hegel sobre The Philolopby of Fine
Art. O se refiere a la traducción inglesa de F, P. B. Osmaston.
HEGEL - 3
2
W, XII, p. 110; O. I, p. 98.
HEGEL - 3
3
W, XII, p. 472; 0. II. p. 74.
4
W, XII, p. 480; 0. II. p. 83.
5
Ibid.
HEGEL - 3
que es más bien sugerido que expresado en la obra de arte, en el arte clásico
el espíritu se concibe bajo la forma concreta de espíritu individual
autoconsciente, cuya encarnación material es el cuerpo humano. Por
consiguiente, este tipo de arte es predominantemente antropomórfico. Los
dioses son sólo seres humanos glorificados. Y de este modo el arte clásico
más importante es la escultura, que presenta al espíritu como espíritu finito
corporalmente determinado.
183
De la misma manera que Hegel asocia el arte simbólico con los hindúes y
egipcios, asocia el arte clásico con los griegos. En las grandes obras de la
escultura griega nos encontramos con la unión perfecta del espíritu y la
materia. El contenido espiritual brilla a través de los velos de lo sensible;
está expresado, y no meramente sugerido en forma simbólica. El cuerpo
humano, tal y como lo representa Praxiteles, es clara expresión del espíritu.
Sin embargo, “el arte clásico y su religión de la belleza no satisfacen
plenamente las profundidades del espíritu”.6 Y así nos encontramos con el
tercer tipo de arte, es decir, con el arte romántico, en el que el espíritu,
sentido como infinito, tiende a desbordar, por así decirlo, su encarnación
material y a despojarse de su velo sensible. En el arte clásico se da una
fusión perfecta del fondo ideal y de la forma sensible. Pero el espíritu no es
sólo el espíritu finito particular, unido a un cuerpo determinado: es también
el infinito divino. Y en el arte romántico que es, en el fondo, el arte de la
cristiandad, ninguna encarnación sensible se siente como adecuada al
contenido espiritual. No se trata, como en el arte simbólico, de que el
contenido espiritual se sugiera más bien que se exprese, debido a que el
espíritu no se concibe todavía tal y como es y permanece impenetrable como
un enigma o problema. Se trata más bien de que el espíritu se conciba como
vida espiritual infinita en cuanto Dios, y por consiguiente como excediendo a
cualquier envoltura sensible finita.
Según Hegel el arte romántico está referido a la vida del espíritu, que es
movimiento, acción, conflicto. El espíritu debe, por así decirlo, morir para
vivir. Es decir, debe penetrar en lo que no es él mismo para que pueda llegar
a ser él mismo. Esta verdad está expresada en el cristianismo, en la doctrina
del autosacrificio y la resurrección, ejemplificada sobre todo en la vida,
muerte y resurrección de Cristo. Las artes típicamente románticas son, por
6
W, XIII. p. 14; 0. II. p. 180. Obsérvese que Hegel asocia en este pasaje un determinado tipo de
arte con un tipo determinado de religión.
HEGEL - 3
7
W, XIII. p. 334; 0. III. p 91.
HEGEL - 3
3. La filosofía de la religión.
Si el Absoluto es espíritu, razón, pensamiento que se piensa a sí mismo,
sólo puede ser aprehendido en cuanto tal por el pensamiento mismo. Cabría,
por consiguiente, esperar que Hegel pasara directamente del arte a la
filosofía, mientras que de hecho introduce un modo intermedio de
aprehender el Absoluto, la religión. “La esfera de la vida consciente más
próxima, en un orden ascendente, al reino del arte, es la religión.”9
Evidentemente, Hegel no trata sólo de completar una tríada, de modo que la
esfera del espíritu absoluto se conforme al esquema general del sistema, ni
tampoco se trata simplemente de que comprenda la necesidad de una
consideración filosófica de la religión, dada la importancia de esta última en
la historia de la humanidad, y del hecho evidente de que viene referida a lo
divino. La inserción de la religión entre la filosofía y el arte se debe ante todo
a la creencia hegeliana de que la conciencia religiosa representa un modo
intermedio de aprehender el Absoluto. La religión, considerada en su
conjunto, es, o envuelve de modo esencial, la automanifestación del
Absoluto en forma de Vorstellung, término que en este contexto puede
traducirse como pensamiento figurativo o representativo. De un lado, la
conciencia religiosa difiere de la conciencia estética en que la primera piensa
el Absoluto. De otro lado, el tipo de pensamiento que caracteriza a la
religión no es un pensamiento conceptual puro del tipo del de la filosofía: es
un pensamiento vestido de fantasía, un producto de la unión entre la
imaginación y el pensamiento. Una vorstellung es un concepto, pero no es el
concepto puro del filósofo, sino más bien un concepto pictórico o
imaginativo.
185
8
Es necesario insistir en que esta transición debe entenderse en un sentido más bien dialéctico
que temporal. Los egipcios y los hindúes, por ejemplo, tienen sus religiones propias lo mismo
que sus propias formas de arte.
9
W, XII. p. 151; 0, I. p. 142
HEGEL - 3
10
W, XVI. p. 361: 55. ni. p. 156. En las citas de las Lectures on The Philoiophy of Religion.SS
designa la traducción inglesa de E. B. Sjeirs y S. Burdon Sandorson.
11
W, XVI. p. 361; 55. III, p. 157.
HEGEL - 3
comprendemos que “el ser ha de ser definido no sólo como finito sino
también como infinito”.12 En otras palabras, hemos de mostrar que “el ser de
lo finito no es sólo su ser, sino también el ser de lo infinito”.13 A su vez,
desde luego, hemos de mostrar que el ser infinito se manifiesta a sí mismo
en y a través de lo finito. Únicamente una verdadera filosofía del ser, que
muestre que no existe el supuesto abismo entre lo infinito y lo finito puede
refutar las objeciones contra la transición de lo uno a lo otro y viceversa, y
echar por tierra la crítica kantiana de las pruebas. Todo esto equivale a
afirmar que la verdadera prueba de la existencia de Dios es el sistema
hegeliano mismo. Y exponer este sistema es, evidentemente, una tarea
puramente filosófica. De aquí que la filosofía de la religión se ocupe con
mayor intensidad de la conciencia religiosa y su modo o modos de
aprehender a Dios que de probar la existencia de éste.
186
12
W, XVI. p. 457; 55. III, p. 2 59.
13
W, XVI, p. 456; 55. III. p. 2 59.
HEGEL - 3
14
Evidentemente el tercer miembro de la tríada representa, desde áerto punto de vista, una
degradación de la religión, ya que reduce prácticamente a Dios a la categoría de instrumento. Al
HEGEL - 3
187
mismo tiempo exige el tránsito a una forma superior de religión. Así. por ejemplo, la admisión
por Roma de todas las deidades en su panteón reduce el politeísmo al absurdo y redama el
tránsito al monoteísmo.
HEGEL - 3
15
W, XV. p. 37; SS. I, p. 19
16
W, XV. p 37; SS. I, p. 20.
17
W, XV, p. 37; SS. I, p. 19.
18
W, XV. p. 38; SS. 1. p. 20.
19
Ibid.
HEGEL - 3
20
W, XV. p. 55; SS. I. p. 17.
21
Studies in Hegelian Cosmology (ed. 1901). p. 250.
HEGEL - 3
Al mismo tiempo creo que no hay ninguna razón convincente para acusar
a Hegel de insinceridad. No cabe duda de que cuando se hacía pasar por un
campeón de la ortodoxia, lo hacía con entera franqueza. Como he señalado
en el capítulo introductorio, Benedetto Croce argumentaba que no existe
ninguna razón válida para conservar una forma inferior de pensamiento, a
saber, la religión, junto a la ciencia, el arte y la filosofía. Si la filosofía
proporciona realmente el significado último de las creencias religiosas,
entonces la religión debe dejar paso a la filosofía. Es decir, las dos no pueden
coexistir en una misma mente. Un hombre puede pensar con categorías
religiosas o con categorías filosóficas; pero no puede pensar en los dos
géneros de categorías. Ahora bien; aunque es verdad que los comentarios de
Croce no carecen de fundamento, no se deduce de ellos necesariamente que
representen la verdadera, aunque no expresa, opinión de Hegel. Después de
todo Croce, aunque no era católico creyente, estaba habituado a la idea de
que la autoridad eclesiástica era el árbitro final de la verdad religiosa y de su
formulación, y es evidente que la teoría hegeliana sobre la relación entre
filosofía especulativa y cristianismo es incompatible con esta idea. Pero
Hegel era luterano. Y aunque la idea de la superioridad de la filosofía
especulativa sobre la fe dista mucho de ser una idea luterana, le era mucho
más fácil que a Croce estar sinceramente convencido de que su concepción
de las relaciones entre filosofía absoluta y religión absoluta era aceptable
desde el punto de vista de la ortodoxia cristiana. Sin duda, pensaba de sí
mismo que era un continuador de la obra de aquellos teólogos que, en su
exposición de los dogmas cristianos, intentaron evitar las formas
crudamente imaginativas en las que estos dogmas habían sido representados
por la conciencia religiosa, sin formación teológica.
Esto quiere decir, desde luego, que los distintos conceptos unilaterales e
inadecuados de la realidad que surgen en los distintos estadios de la historia
de la filosofía son recogidos y conservados en los estadios superiores que les
suceden. “La última filosofía es resultado de todas las anteriores: nada se ha
perdido, todos sus principios se han conservado.”22 “El resultado general de
la historia de la filosofía es éste: en primer lugar, a través de todos los
tiempos ha habido una única filosofía, representando las diferencias
contemporáneas de las escuelas el desarrollo de aspectos necesarios de un
mismo principio. En segundo lugar, la sucesión de los sistemas filosóficos no
es un fenómeno debido al azar, sino que muestra la sucesión necesaria de
fases en el desarrollo de esta ciencia. En tercer lugar, la filosofía última de un
período constituye el resultado de este desarrollo y es verdadera en el grado
más alto que permite la autoconciencia del espíritu. Por consiguiente, la
filosofía última contiene a todas las anteriores, abarca en ella misma todas
sus fases, es producto y resultado de todas las filosofías que le preceden.”23
Ahora bien, si la historia de la filosofía es el desarrollo del
autoconocimiento divino, de la autoconciencia absoluta, las sucesivas fases
de esta historia tenderán a corresponder a las sucesivas fases o momentos de
la noción o idea lógica. Vemos, por lo tanto, que Hegel considera a
Parménides como el primer filósofo genuino que aprehendió el Absoluto
como ser, en tanto que Heráclito afirma el Absoluto como devenir. Si esto se
22
W. XIX. p 685; HS. III, p. 546. En las citas de Lecciones de historia de la filosofía. HS significa
la traducción inglesa de E. S. Haldane y F, H. Simson.
23
W, XIX. pp. 690-691; HS. III. pp 552-553.
HEGEL - 3
24
W, XVII. p. 65; HS. 1. p 35.
25
W. XVII. p. 66; HS. I. p. 36.
HEGEL - 3
26
W, XIX, pp. 689-690; HS. III, p 5 51.
27
W, XIX. p 690; HS. III, p. 5 51.
28
W, VII, p. 35; D. prefacio.
HEGEL - 3
29
Das Erbrecht in weltgeschichtlicher Entwicklung, 1824-1835.
HEGEL - 3
PARTE II
197
CAPÍTULO XII
Fries ejerció cierta influencia. Entre sus discípulos más destacados, hemos
de mencionar a E. F, Apelt (1812-1859), que defendió la interpretación
psicológica que su maestro llevó a cabo de la filosofía kantiana e insistió en
la necesidad de una estrecha unión entre ciencia y filosofía.1 Asimismo,
hemos de mencionar al famoso filósofo de la religión, Rudolf Otto (1869-
1937), que fue considerablemente influido por la importancia que Fries
atribuía al sentimiento en la esfera de la religión, si bien es cierto que no
sería exacto considerar a Otto discípulo de Fries.
A principios de siglo, Leonard Nelson (1882-1927) fundó la llamada
Escuela Neofriesiana.
2. El realismo de Herbart.
Entre los contradictores coetáneos del poskantismo idealista, el nombre
de Johann Friedrich Herbart (1776-1841) es mucho más conocido que el de
Fries. Herbart fue nombrado en 1809 catedrático en Kónigsberg de la misma
cátedra que había desempeñado Kant, y la ocupó hasta 1833, en que se
trasladó a Göttingen. Durante su estancia en Suiza (1797-1800) conoció a
Pestalozzi, y adquirió un gran interés por los temas de la educación, sobre
1
Los lógicos modernos miran con toda razón con prevención la psicologización de la lógica. Pero
consideraron sin embargo, erróneamente, que esta tendencia era fruto de una actitud científica.
Primeros contradictorios y críticos
los cuales escribió varias obras. Entre sus principales trabajos filosóficos
hemos de destacar: Emleitung in die philosophie (Introducción a la
filosofía), 1813, Psychologie ais Wissenschaft (Psicología como ciencia),
1824-1825, y Allgemeine Metapbysik. (Metafísica general), 1828-1829.
Herbart hizo notar en una ocasión que él era un kantiano de 1828. Con
ello quería decir que, aunque rendía, desde luego, tributo a la obra del gran
pensador cuya cátedra ocupaba, había corrido a lo largo de todo este tiempo
mucha agua, y que no se limitaba a aceptar el sistema kantiano tal y como lo
había recibido de manos del maestro. En realidad, no podemos considerar a
Herbart como un kantiano, en el sentido usual del término. Sin duda,
rechazaba el idealismo poskantiano. Pero rechazar el idealismo poskantiano
como perversión del pensamiento de Kant no es lo mismo que ser kantiano.
Y en algunos aspectos, Herbart guarda más afinidades con los filósofos
prekantianos que con el mismo Kant.
Cuando se considera, al menos bajo determinados aspectos, la exposición
filosófica de Herbart, tiene un regusto extremadamente moderno, ya que
describe la filosofía como elaboración (bearbeitung) de conceptos. Una
objeción evidente a esta descripción es que no proporciona ninguna
indicación acerca del tema específico de la filosofía: cualquier ciencia podría
ser descrita del mismo modo. Pero, en opinión de Herbart, la filosofía no
posee ningún objeto peculiar distinto de los objetos de las ciencias
particulares, y debemos ante todo caracterizarla como la actividad que tiene
por objeto elaborar y precisar conceptos.
En el curso de esta actividad surgen las distintas ramas de la filosofía. Por
ejemplo, si emprendemos la tarea de considerar los diferentes conceptos y
sus combinaciones, así como los principios que presiden la clarificación de
los mismos, nos hallamos en el terreno de la lógica. Si aplicamos los
principios lógicos a la clarificación de los conceptos suministrados por la
experiencia, entramos en el campo de la metafísica.
En opinión de Herbart, esta labor clarificadora es esencial, ya que cuando
los conceptos fundamentales derivados de la experiencia se someten al
análisis lógico, se revelan erizados de contradicciones. Sea, por ejemplo, el
concepto de cosa. Si a algo podemos llamar cosa es a una unidad. Pero si
intentamos describirla, se resuelve en una pluralidad de cualidades. Es una y
muchas una y no-una, a la vez. Así nos encontramos con una contradicción,
ante la que no podemos permanecer indiferentes. Pero no se trata
únicamente de rechazar el concepto derivado de la experiencia, porque si
Primeros contradictorios y críticos
2
Me refiero, desde luego, simplemente a la opinión de Bradley de que nuestra manera habitual
de concebir y describir las cosas da lugar a las contradicciones, mientras que la realidad misma
constituye un todo armónico sin contradicción alguna, y dejo de lado la gran diferencia que existe
entre Herbart y el idealismo absoluto británico sobre la disputa entre pluralidad y monismo.
Primeros contradictorios y críticos
3
Dada la psicología que hemos dibujado, Herbart no acepta la teoría de la libertad de
indiferencia. En realidad considera a esta teoría incompatible con la idea de un carácter estable y
firme, cuyo desarrollo es uno de los fines principales de la educación. Pero reconoce. desde luego,
una diferencia psicológica entre elegir de acuerdo con la convicción o conciencia o ser llevado por
el impulso o deseo a actuar de modo contrarío a la propia conciencia.
Primeros contradictorios y críticos
La filosofía de Beneke es, sin duda, muy poca cosa comparada con los
sistemas grandiosos del idealismo alemán. Al mismo tiempo encontramos,
quizás en la atención que prestó a los impulsos como elementos
fundamentales de la vida psíquica y en su tendencia a poner de relieve la
práctica más bien que la teoría, algunas afinidades con el giro hacia el
voluntarismo que recibió una expresión más amplia en el sistema metafísico
de Schopenhauer, el mismo hombre que comentó mordazmente el suicidio
de Beneke. A este respecto, Fichte había subrayado ya el papel fundamental
de impulsos y tendencias.
4. La lógica de Bolzano.
Razones cronológicas justifican que me ocupe en este capítulo de
Primeros contradictorios y críticos
4
Por ejemplo, censura a Kant por introducir el término “experiencia" al comienzo de la primera
Crítica sin explicar de modo adecuado y sin equívocos el sentido que le atribuye.
5
Teoría de la ciencia (Leipzig, 19 2 92). p. 77.
Primeros contradictorios y críticos
207
CAPÍTULO XIII
SCHOPENHAUER. -1
1. Vida y escritos. — 2. Tesis doctoral de Schopenhauer. — 3. El mundo como
representación. — 4. La función biológica de los conceptos y la posibilidad de las metafísicas.
— 5. El mundo como manifestación de la voluntad de vivir. — 6. Pesimismo metafísica. — 7.
Breve comentario crítico.
1. Vida y escritos.
1. Es evidente que la capacidad de la filosofía para impresionar nuestra
imaginación al presentar un cuadro dramático y original del universo, no es
un criterio infalible de su verdad aunque, indudablemente, acrecienta su
interés. Sin embargo, no es una propiedad que esté presente en cualquiera de
las filosofías consideradas en el capítulo anterior. Es cierto que Herbart
elaboró un sistema general, pero, si alguien se viese obligado a seleccionar
las cosmovisiones expuestas por los filósofos del siglo XIX, a nadie se le
ocurriría mencionar a Herbart. A Hegel, a Marx, a Nietzsche, sí; pero no a
Herbart. Mucho menos aún al austero lógico y matemático Bolzano. Pero, en
1819, cuando Herbart era catedrático en Kónigsberg y Hegel acababa de
trasladarse de Heidelberg a Berlín, apareció la obra capital de Arthur
Schopenhauer, la cual, aunque pasó desapercibida en aquel momento,
proponía una interpretación del mundo y de la vida humana sorprendente de
por sí y, en ciertos aspectos importantes, opuesta a las interpretaciones que
ofrecían los grandes idealistas. Existen, en efecto, algunas semejanzas entre
el sistema de Schopenhauer y el de los idealistas, pero su autor, que nunca
medía sus palabras, sentía un inmenso desprecio por Fichte, Schelling y
Hegel, sobre todo por este último, del que se consideraba su mayor
adversario, y estaba convencido de que sólo él podía proporcionar la
auténtica verdad a los hombres.
Arthur Schopenhauer nació en Danzig el 22 de febrero de 1788. Su padre,
un próspero comerciante, esperaba que siguiera sus huellas, y le permitió
visitar Inglaterra, Francia y otros países en los años 1803 y 1804, con la idea
de que al cabo de dichos viajes se dedicara a los negocios. El joven
Schopenhauer cumplió su promesa, a pesar de que la carrera de comerciante
SCHOPENHAUER. - 1
1860.
La cultura de Schopenhauer llegó a ser muy extensa y su calidad literaria
era indiscutible. Fue una persona de carácter y nunca temió expresar su
opinión. Estaba dotado de buen sentido práctico, pero era egoísta, vanidoso,
molesto y, en ocasiones, grosero. No puede decirse que fuera una persona
generosa. Sus relaciones con las mujeres no respondieron exactamente a lo
que se espera de un hombre que habló con tanta elocuencia sobre asuntos
éticos, ascéticos y místicos; sus editores suprimieron varios comentarios
suyos sobre el sexo femenino. Por otra parte, su sensibilidad teórica frente a
los sufrimientos de la humanidad no fue acompañada de esfuerzo práctico
alguno para reducirlos. Como él mismo observó, es tan necesario que un
filósofo sea santo como que un santo sea filósofo. Mientras que como
persona no puede considerársele como uno de los pensadores más
simpáticos, su talento literario, en mi opinión, es innegable.
1
W, I, p. 4. Las indicaciones de las obras de Schopenhauer (Works = W) se refieren al volumen
y páginas de la edición de J. Fraunenstádt de 1877.
2
W, I, p. 5.
SCHOPENHAUER. - 1
3
Completas en el sentido de que tales representaciones comprenden la materia y la forma. En
otras palabras, no se trata aquí de conceptos abstractos
4
W, I, p. 34.
5
W, I. p. 105.
6
Esto implica que la identificación hegeliana de la lógica y la metafísica en cuanto ciencia del
absoluto es absurda.
7
W, I. p. 105.
SCHOPENHAUER. - 1
8
W, I. p. 130.
9
W, I. p. 131.
10
W, I. p. 133.
11
W, I. p. 140.
12
W, I, p. 145
SCHOPENHAUER. - 1
13
W, II, p. 3; HK. I, p. 3. En las referencias a El mundo como voluntad y representación, HK
indica la traducción inglesa de R. B. Haldane y J. Kemp.
SCHOPENHAUER. - 1
14
W, 11. p. 7; HK. I. p. 7.
SCHOPENHAUER. - 1
15
W, III, pp. 19-20; HK, II. p. 181.
16
Schopenhauer quería considerar su filosofía de la voluntad como un desarrollo de la teoría
kantiana del primado de la razón práctica como voluntad racional. Pero su voluntarismo
metafísico era totalmente ajeno al pensamiento kantiano. Fue una creación original de
Schopenhauer.
SCHOPENHAUER. - 1
17
W, III, p. 89; HK. II, p. 258.
18
W, II. p. 66; WK. I. p. 72.
19
Es obvio que se podría objetar que se invierte el orden de las causas, y afirmar que
precisamente porque el hombre posee la facultad de razonar es capaz de ampliar el campo y el
número de sus necesidades y deseos.
SCHOPENHAUER. - 1
Por así decirlo, la naturaleza la utiliza como instrumento para satisfacer las
necesidades de un organismo más complicado y evolucionado que el del
animal. Pero las necesidades en cuestión son necesidades físicas. A la razón
le corresponde primariamente atender las necesidades de nutrición y
reproducción, y las necesidades corporales del individuo y de la especie. De
esto se deduce que la razón no está capacitada para rasgar el velo de los
fenómenos y tocar la realidad subyacente, el noúmeno. El concepto es un
instrumento práctico: atañe a numerosos objetos de la misma clase,
capacitándonos para tratar fácil y económicamente con gran cantidad de
material. No es apto, sin embargo, para penetrar la esencia de los fenómenos
y llegar a la realidad subyacente, o a la cosa en sí.
214
20
W, III. p. 80; HK, II. p. 248
SCHOPENHAUER. - 1
21
W, VI. p. 91. De Parierta und Paralipomena.
22
W, III, p. 219; HK, II. p 406
SCHOPENHAUER. - 1
23
W, II. p. 323; HK. I, p. 354.
24
W, II. p. 195; HK. I. p. 213.
25
W, III, p. 403; HK. III. p. 111.
SCHOPENHAUER. - 1
6. Pesimismo metafísica.
Ahora bien, si la voluntad es esfuerzo infinito, un impulso ilimitado, no
puede alcanzar nunca la satisfacción o un estado de tranquilidad. Su esfuerzo
es continuo pero nunca alcanza nada. Esta característica esencial de la
voluntad metafísica se refleja en su autoobjetivación, sobre todo en la vida
humana. El hombre busca una satisfacción, la felicidad, pero no la alcanza.
Lo que llamamos felicidad o goce no es más que el cese temporal del deseo.
El deseo, como expresión de la necesidad y del sentimiento de privación, es
una forma de dolor. Por ello la felicidad es “la liberación del dolor, la
superación de la necesidad”;26 es “real y esencialmente negativa, y en ningún
caso positiva”.27 No tarda en transformarse en aburrimiento y, entonces, el
deseo de satisfacción resurge de modo natural. Este aburrimiento reduce el
amor más apasionado a simple necesidad de compañía. Una excepcional
capacidad intelectual sólo sirve para incrementar las posibilidades de
sufrimiento y para hacer más profunda la soledad del individuo.
217
26
W, II. p. 376; HK. I. pp. 411-412.
27
Ibid.
28
W, III, p. 663; HK. III. p. 388.
SCHOPENHAUER. - 1
219
CAPÍTULO XIV
SCHOPENHAUER.-II
1. La contemplación estética como liberación de la esclavitud de la voluntad. — 2. Las
bellas artes. — 3. Virtud y renuncia: el camino de salvación. — 4. Schopenhauer y el
idealismo metafísica. — 5. La influencia general de Schopenhauer. — 6. Notas sobre el
desarrollo de la filosofía de Schopenhauer en Eduard von Hartmann.
1
W, II. p. 199; HK. I. p. 219.
2
W, III, p 417; HK. III. p. 123.
SCHOPENHAUER. - 2
3
W, II. pp 209-210; HK, I. p. 230.
4
De acuerdo con Kant, Schopenhauer distingue lo sublime dinámico y matemático. El hombre en
SCHOPENHAUER. - 2
la barca es un caso del primer tipo. Lo sublime matemático se da en lo inmenso estético, por
ejemplo en la contemplación de una grandiosa cadena de montañas.
5
Homero, por ejemplo, no se limita a describir el mar o la aurora, sino que pasa las
representaciones al nivel de la percepción al usar epítetos como “de color de vino" o "con dedos
rosados .
SCHOPENHAUER. - 2
6
W, II, p. 298; HK, I, p. 326.
7
Por esto, Schopenhauer condena la música intuitiva y menciona como ejemplo Las escisiones de
Haydn.
SCHOPENHAUER. - 2
Una vez asentadas estas premisas, parece que sólo hay una conclusión
posible: el máximo acto moral es el suicidio. Pero, según Schopenhauer, el
suicidio no es más que un acto de sumisión a la voluntad, de ningún modo
su negación. Esto lo justifica diciendo que el hombre comete un suicidio sólo
a fin de librarse de ciertos males y que si pudiera escaparse de esos males
que le acosan, sin recurrir al suicidio, lo haría gustosamente. Por esta razón,
el suicidio, paradójicamente, es la expresión de una concesión hecha a la
8
W, VI. p. 230. En Parerga y Paralipomena.
9
W, II. p. 415; HK. I, p. 454.
10
W, II, p. 416; HK. I, p. 454.
SCHOPENHAUER. - 2
11
W, II. p. 444; HK. I. p. 485.
SCHOPENHAUER. - 2
12
W, II. p. 559; HK. I. p. 371.
13
W, II. p. 487; HK. I. p. 5 32.
SCHOPENHAUER. - 2
14
W, II, p. 486; HK. I, p. 531.
15
W, II. p. 485. y III. pp. 221-222; HK. I. p. 530 y II. p. 408
SCHOPENHAUER. - 2
16
W. II, p. 486; HK. I. p. 531.
SCHOPENHAUER. - 2
17
Nietzsche, en su período de amistad con Wagner, contribuyó a que éste concibiera tal idea.
SCHOPENHAUER. - 2
230
CAPÍTULO XV
1. Notas introductorias.
Al considerar la influencia de Hegel, se destacaron ya las dos direcciones,
derecha e izquierda, que surgieron después de la muerte del filósofo.
Asimismo se han expuesto algunas nociones conceptuales de las diferencias
que presentan entre sí dichas direcciones con respecto a la interpretación de
la idea de Dios en la filosofía de Hegel y a la relación de su sistema con el
cristianismo. Consideremos ahora la importancia de algunos de los
representantes más radicales del ala izquierda, quienes se ocuparon, no de
interpretar la doctrina de Hegel, sino de utilizar las ideas de éste para
transformar el idealismo metafísico en algo totalmente diferente del mismo.
Dichos pensadores se conocen, generalmente, por el nombre de “jóvenes
hegelianos”. Pero, si bien este denominador debiera ser común a toda la
generación posterior que sufrió la directa influencia de Hegel, tanto a
aquéllos inscritos en la derecha, en la izquierda o en el centro, en realidad, se
ha convertido en un apelativo aplicado exclusivamente a los partidarios de la
izquierda radical, tales como Feuerbach. En cierto modo se les puede llamar
“antihegelianos”, sobre todo considerando que representan una línea de
pensamiento cuya cumbre se halla en el materialismo dialéctico, mientras
que, para Hegel, es fundamental definir el Absoluto como espíritu. Por otra
parte, el apelativo “antihegelianos” resulta completamente equívoco, pues
precisamente se ocuparon en poner a Hegel sobre sus pies; y si
transformaron su filosofía, utilizaron sus mismas ideas, como ya hemos
dicho. En otras palabras, representan el desarrollo izquierdista del sistema
de Hegel; desarrollo que, a la vez, fue una transformación. Hallamos, de este
modo, dos factores: continuidad y discontinuidad.
La transformación del Idealismo.- 1
1
W, II, p. 180. Las referencias a los escritos de Feuerbach se dan de acuerdo con el volumen y la
página de la segunda edición de sus Obras (Werke), realizada por Friedrich Jodl, Stuttgart. 1959-
1960.
2
W, II. p. 175.
3
W, II. p. 231.
4
Feuerbach, igual que Schelling, supone que Hegel deduce la naturaleza existente de la idea
lógica. La crítica perdería todo su sentido sin esta suposición.
5
W, II. p. 239
6
W, II. p. 240.
La transformación del Idealismo.- 1
232
7
W, VIL p 434
8
W, VIL p. 438.
9
W, VI. p 3.
10
W, VI. p. 17.
La transformación del Idealismo.- 1
11
W, VI. p. 41.
La transformación del Idealismo.- 1
12
W, 11. p. 244.
13
Ibid
La transformación del Idealismo.- 1
14
W, II. p. 239.
15
Ibid
16
W, II. p. 245.
17
W, VI. p. 40.
18
W, II. p. 319.
19
W, II. p. 321.
La transformación del Idealismo.- 1
20
W, II. p. 318.
21
W, II. p. 220.
22
W, II. p. 219.
La transformación del Idealismo.- 1
23
W, II, p. 244.
24
W, II, p.221.
La transformación del Idealismo.- 1
25
Las confusas observaciones de Stirner sobre la "nada creadora" evocan cienos aspectos del
pensamiento de Heidegger.
La transformación del Idealismo.- 1
Además del hecho de que Stirner se halla lejos de ser un gran filósofo, su
pensamiento carecía de relación armónica con el Zeitgeist, y por ello no es
sorprendente que Marx lo considerase expresión de la alienación del
individuo aislado en medio de una adormecida sociedad burguesa. Marx y
Engels integraron en su filosofía todos aquellos elementos que tanto
disgustaron a Stirner, y substituyen el Estado nacional de Hegel por una
clase económica, la dialéctica de los Estados por una lucha de clases, el
espíritu absoluto por la humanidad. Un hecho indiscutible es que la filosofía
de éstos, para bien o para mal, había de alcanzar gran importancia histórica,
mientras que la de Max Stirner sólo se recuerda como una serie de
excentricidades de un pensador sin importancia, excepto cuando se le
considera como una fase de la eterna protesta del individuo libre contra lo
voraz universal.
La transformación del Idealismo.- 2
240
CAPÍTULO XVI
1. Notas introductorias.
El historiador de la filosofía se encuentra en una situación bastante difícil
ante el pensamiento de Marx y Engels. Por una parte la importancia e
influencia de su filosofía en el mundo contemporáneo es tan patente, que la
práctica, tan frecuente, de dedicarle una corta mención en relación con el
desarrollo de la izquierda hegeliana, es injustificable. Ciertamente resulta
más adecuada la presentación de dicho pensamiento como una de las
grandes visiones actuales de la vida y de la historia humana. Por otra parte,
sin embargo, se cometería un grave error dejándose hipnotizar por la
indudable importancia del comunismo hasta el punto de llegar a separar su
base ideológica de su inserción histórica en el pensamiento del siglo XIX. El
marxismo es, en efecto, una filosofía viviente en cuanto que inspiró, dio
ímpetu y coherencia a una fuerza que, para bien o para mal, ejerce gran
influencia sobre el mundo contemporáneo. Es aceptada, con mayor o menor
convicción, por gran parte de la población mundial contemporánea.
Conviene destacar el hecho de que su continuidad como sistema más o
menos unificado se debe a su asociación con un factor extrafilosófico, a un
poderoso movimiento sociopolítico cuya importancia en el mundo actual no
puede negar nadie. Ciertamente esta conexión no es accidental, es decir: el
comunismo no adoptó un sistema de ideas ajenas al proceso de su
nacimiento y desarrollo. Pero al convertir el marxismo en doctrina de fe, el
partido comunista ha impedido que el marxismo siguiera el destino de otras
filosofías decimonónicas. Por todo ello queda justificado el historiador de la
filosofía del siglo XIX que considere el pensamiento de Marx y Engels
fundamentalmente englobado en el marco histórico, prescindiendo de la
La transformación del Idealismo.- 2
trasladó de nuevo a París de donde habría de ser expulsado por segunda vez
en 1849. A partir de esta fecha su vida transcurrió en Londres con la ayuda
económica de su amigo Engels.
En 1859 publicó en Berlín su Zur kritik derpolitischen Ökpnomíe
(Contribución a la crítica de la economía política) cuya importancia estriba
en el desarrollo de su teoría materialista, anteriormente expuesta en el
Manifiesto. Otra expresión más del esfuerzo de Marx por unificar la teoría
con la acción, fue la fundación de la Asociación Internacional de
Trabajadores, generalmente conocida por “Primera Internacional’’,
organizada en Londres en 1864. Las dificultades que ésta ofrece a partir de
su fundación son muy significativas. Marx y sus amigos creían necesaria la
centralización de la autoridad en manos del comité para el victorioso triunfo
de las reivindicaciones del proletariado. Los demás, sin embargo, es decir,
los anarquistas Bakunin y seguidores, se negaban categóricamente a aceptar
la dictadura del comité central. Además de las divergencias ideológicas con
éstos, Marx no tardó en oponerse a las ideas de los grupos socialistas
alemanes y franceses. Después del Congreso de La Haya en 1872, Marx
consiguió que el Consejo General de la Primera Internacional se trasladase a
Nueva York. Pero esta Asociación había cumplido ya su misión histórica y
cedió el campo a otros movimientos.
246
3. El materialismo.
Es discutible que Hegel considere el concepto o idea lógica como realidad
subsistente que se exterioriza o autoaliena en la naturaleza. Sin embargo,
tanto Marx como Engels aluden al concepto hegeliano en el sentido de que el
logos es realidad primaria que se expresa en su opuesto, concretamente en la
naturaleza inconsciente, para volver después sobre su propio ser en cuanto
espíritu y actualizar su propia esencia o definición. Obsérvese que Marx
expone en el prefacio a la segunda edición alemana de El Capital que, “según
Hegel, el proceso del pensamiento (trasformado por Hegel incluso en sujeto
independiente que llama ‘idea’) es el demiurgo de lo real, a diferencia del ser
real que no es más que su apariencia externa”.1 Asimismo, Engels afirma en
1
Das Kapital, Hamburgo, 1922. I. p. XVII. Capital. Londres, Everyman, II, p. 873.
La transformación del Idealismo.- 2
su obra sobre Feuerbach, que “la dialéctica es, para Hegel, el proceso de
autodesarrollo del concepto. El concepto absoluto no se actualiza
exclusivamente para la eternidad, sino que, no se sabe en dónde se halla
presente. Este desconocimiento se debe a que dicho concepto es, además, el
alma viviente y real del mundo entero... Se aliena a sí mismo en el sentido de
que se transforma en naturaleza y, en tal estado y careciendo por completo
de la conciencia de sí, además de presentarse como necesidad natural, pasa
por un nuevo proceso de desarrollo hasta volver finalmente al estado de
autoconciencia en el hombre”.2
247
2
Ludwig Feuerbach, Stuttgart, 1888, p. 44. Ludwig Feuerbach, editado por C. P. Dutt con
introducción de L. Rudas, Londres, sin fecha, p. 53.
3
Ludwig Feuerbach, pp. 12-13 (p. 28). Las referencias a una obra traducida al inglés aparecerán,
cuando se repiten, con el número de la página de la traducción inglesa entre paréntesis; no se
repetirá el título.
La transformación del Idealismo.- 2
4
Es cierto que Hegel pasa, en la Ciencia de la Lógica, de la categoría de cualidad a la de cantidad;
refiriéndose a medidas, sin embargo, habla de puntos nodales en que a series de variaciones
cuantitativas sucede un cambio cualitativo abrupto. A su vez a éste le sucede otra serie de
variaciones cuantitativas hasta alcanzar un nuevo punto nodal.
5
Zur Kritik, der polittschen Ökonomie. Stuttgart, 1897, p. XI. Marx-Engels: Selected works.
Londres. 1958, I, p. 363.
6
Ludwig Feuerbach, p. 45 (p 54).
7
Das Kapital. I, p. 140 (I, pp 169-170).
La transformación del Idealismo.- 2
4. Materialismo dialéctico.
Ahora bien, a pesar de que Marx y Engels consideran su materialismo
como una contraposición al idealismo de Hegel, no se tenían ellos
simplemente como antihegelianos. Reconocían su deuda con Hegel en lo que
respecta a la idea del proceso dialéctico de la realidad, es decir, un proceso
que parte de la negación para llegar a la negación de la negación y, con ello,
evidentemente, también a una afirmación de nivel superior. Esto mismo se
puede entender de modo que resulte que el proceso o desarrollo adopta la
forma de contradicción de una situación o estado de cosas realmente
existente, y a ésta le habrá de seguir la contradicción de la contradicción,
siendo esta última una superación de la primera. En cierto modo es obvio
que no es tanto una cuestión de tesis, antítesis y síntesis, como de negación
y la negación de sí misma, si bien la segunda negación puede considerarse,
en cierto sentido, como “síntesis" en cuanto que constituye una transición al
nivel superior del proceso dialéctico.
Esta idea del desarrollo en cuanto proceso dialéctico es característica
fundamental del pensamiento de Marx y Engels. Es cierto que existe la
posibilidad de aceptar la tesis sobre la prioridad de la materia respecto al
pensamiento, y cualquier forma de lo que actualmente se llama evolución de
emergencia, sin llegar a ser un marxista. El materialismo de Marx y Engels
es un materialismo dialéctico; esto, en términos descriptivos hoy en uso,
pues Marx no lo había llamado así.
De hecho, Marx y Engels apenas explicitan la diferencia entre su
concepción de la dialéctica y la de Hegel. Según ellos, Hegel hipostasió este
proceso en cuanto proceso de pensamiento absoluto, autodesarrollo de la
idea, ya que considera el movimiento dialéctico como exclusivo del
pensamiento. La dialéctica, a través del mundo y de la historia humana, es,
según Hegel, el reflejo o la expresión fenoménica del proceso del
pensamiento. Marx y Engels, sin embargo, afirman la existencia del
La transformación del Idealismo.- 2
8
Deutsche Ideologie, W, III, p. 28. (La Ideología alemana), p. 16 (partes I y III, traducido por W,
La transformación del Idealismo.- 2
Lough y C. P. Magill, Londres, 1942). En las referencias, nótese que la W significa la edición de
las obras Werke de Marx y Engels, publicadas por La editorial Dietz, Berlín, 1957.
La transformación del Idealismo.- 2
9
Anti-Dühring, Stuttgart, 1919, p. xv, Anti-Dühring. Londres, 19592. p. 17.
10
bid
11
Dialektik der Natur, Berlín, 1952, p. 5 3, Dialéctica de la naturaleza. Londres, 1954, p. 83.
12
Anti-Dühring, p. 138 (p. 187).
La transformación del Idealismo.- 2
13
En términos estrictos, para Engels hay tres campos de aplicación: "La dialéctica no es más que
la ciencia de las leyes generales del movimiento y desarrollo en el ámbito de la naturaleza, en el
de la sociedad y en el del pensamiento humano". Anti-Dühring, p. 144 (p. 193).
14
Ludwig Feurhach. p. 4 (p. 21).
15
Anti-Dühring, p 81 (p. 122).
La transformación del Idealismo.- 2
16
Zur Kritik der politischen Ökonomie. p. X (I, p. 363).
17
Cf. Das Kapital, I. p. 143 (I, pp 172-173).
18
Deutsche Ideologie. W, III, p. 20 (p. 7).
19
Ibid., p. 30 (p. 18).
La transformación del Idealismo.- 2
20
En Miseria de la filosofía, Marx explícita cómo el proletariado revolucionario es la fuerza
productiva de mayor importancia. Véase más adelante, p 258.
21
Zur Kritik der politischen Ökonomie, p. x (I, p. 363).
22
Ibid., p. x) (1. p. 363).
La transformación del Idealismo.- 2
23
Zur Kritik de politischen Ökonomie, p. xi (I. p. 363).
La transformación del Idealismo.- 2
hacia una nueva época social, no será más que una consecuencia lógica de la
situación. Y estos cambios en la infraestructura van acompañados de
cambios en la superestructura. La conciencia política, jurídica, religiosa,
artística y filosófica del hombre sufre una revolución que depende y es
subsidiaria de la revolución en la esfera económica.
255
24
Manifest der kommunistischen Partei, W. IV. p. 462. Es obvio que esta afirmación se refiere a
la historia conocida posterior al comunismo primitivo.
25
Es decir, se considera la lucha de clases como la fundamental, y las guerras nacionales se
interpretan en términos económicos.
La transformación del Idealismo.- 2
26
Afirmación de Marx en el Manifietsto comunista, y conviene recordar que fue escrito en 1848.
La transformación del Idealismo.- 2
(en términos hegelianos), en una clase para sí, una clase consciente de sí
misma y de la misión que ha de cumplir. El proletariado será capaz de
liquidar por completo el sistema capitalista, apoderarse del órgano del
Estado y utilizarlo para establecer una dictadura del proletariado que prepare
el camino a la sociedad comunista. En dicha sociedad habrá desaparecido la
noción de Estado político. Porque el Estado es un instrumento que emplea la
clase dominante para mantenerse como tal, frente a otra, u otras clases. Y en
el comunismo desaparecerá la división de la sociedad en clases y con ello, la
lucha de clases.
258
27
W, IV, p. 181; Miseria de la filosofía, ed. por C. P. Dutt y V. Chattopadhyaya, Londres, sin
fecha, p. 146; Londres, 1956, p. 174.
La transformación del Idealismo.- 2
28
Anti-Dühring, p. 144 (p. 193).
29
Dialektii der Natur, p. 28 (p. 54).
La transformación del Idealismo.- 2
30
Probablemente Engels sea quien, extendiendo la dialéctica hasta la naturaleza, ofrezca más
fundamentos para una interpretación mecanicista del proceso histórico.
La transformación del Idealismo.- 2
31
Es cierto que las líneas referentes a la crítica aquí sugerida no constituyen ninguna novedad.
Los filósofos "burgueses se han familiarizado con ella.
La transformación del Idealismo.- 2
262
263
CAPÍTULO XVII
KIERKEGAARD
1. Notas introductorias. — 2. Vida y escritos. — 3. El individuo y la masa. — 4. Dialéctica
de los estadios y la verdad como subjetividad. — 5. La idea de la existencia. — 6. El concepto
de la angustia. — 7 Influencia de Kierkegaard.
1. Notas introductorias.
En los capítulos referentes al desarrollo del pensamiento de Schelling se
mencionó ya, explícitamente, la distinción entre filosofía positiva y negativa.
La filosofía negativa se mueve en el ámbito de las ideas y es una deducción
de conceptos o esencias. La filosofía positiva versa sobre el qué de las cosas,
sobre su existencia. La filosofía positiva no puede prescindir de la negativa;
pero la filosofía negativa pasa por alto toda existencia actual. Hegel fue su
principal representante en la filosofía moderna.
Entre los oyentes de Schelling en Berlín, donde expuso esta distinción,
estaba el danés Sören Kierkegaard. Este pensador mostró poca simpatía por
el modo en que Schelling exponía su idea sobre la filosofía positiva, pero
estaba completamente de acuerdo con la crítica de Schelling a Hegel. Ahora
bien, Kierkegaard no dejaba por ello de admirar y apreciar la magnitud de la
obra de Hegel. Por el contrario, le consideraba el más importante de los
filósofos especulativos y como un pensador que había realizado un
extraordinario tour de force intelectual. Pero ahí está precisamente el fallo de
Hegel, en su gigantesco tour de force y nada más. Intentó captar toda la
realidad en la red conceptual de su dialéctica, mientras la existencia se le
escapaba a través de la malla.
Para Kierkegaard, según va a explicarse, la existencia es una categoría que
se refiere al individuo libre. Existir significa realizarse a sí mismo por medio
de la libre elección entre alternativas y por el propio compromiso. Existir,
por tanto, significa llegar a ser, cada vez más, un individuo, y cada vez
menos, un simple miembro de un grupo. Significa, en otras palabras,
trascender la universalidad en beneficio de la individualidad. Por tanto
Kierkegaard sentía escasa simpatía por lo que consideraba núcleo de la visión
KIERKEGAARD
2. Vida y escritos.
Sören Aabye Kierkegaard nació en Copenhague el 15 de mayo de 1813. Su
padre le dio una educación extremadamente religiosa, pues sufría de
melancolía y creía firmemente que la maldición de Dios recaía sobre sí y
sobre su familia.1 Kierkegaard mismo sufría de igual melancolía, si bien en
menor grado, y la disfrazaba de ingenioso sarcasmo.
En 1830 Kierkegaard emprendió estudios de teología en la Universidad de
Copenhague, sin duda siguiendo los deseos de su padre. Le interesaban poco
los estudios teológicos y pronto se dedicó a los de filosofía, literatura e
historia. Durante estos años se familiarizó con el hegelianismo. Kierkegaard
fue en esta época un agudísimo observador de la vida, cínico y desilusionado,
aunque integrado en la vida social universitaria. Alejado de su padre y de la
religión que éste le había inculcado, hablaba de la “asfixiante atmósfera”
creada por el cristianismo y sostenía la incompatibilidad de la filosofía con la
doctrina cristiana. Su falta de fe iba acompañada de una cierta laxitud en sus
principios morales. Su actitud correspondía a lo que más tarde llamaría el
estadio estético de la vida.
En la primavera de 1836 Kierkegaard intentó suicidarse después de haber
tenido una visión interna de su cinismo. En junio del mismo año pasó por
una conversión moral, en el sentido de que adoptó ciertos principios morales
a los que procuró atenerse, pero que no siempre siguió.2 Este período de su
vida es el que corresponde al estadio ético de su posterior dialéctica.
El 19 de mayo de 1838, año en que falleció su padre, Kierkegaard
experimentó una conversión religiosa y, con ello, una “alegría
indescriptible”. Volvió a la práctica de su religión y en 1840 se licenció en
teología. Renunció a su compromiso con Regina Olsen, después de un año
de relaciones. Kierkegaard se consideraba justificadamente inadecuado por
completo para la vida matrimonial. Estaba convencido de ser un hombre
destinado a cumplir una misión y que su matrimonio interferiría en su
1
Kierkegaard pasó su infancia en Jutlandia donde su padre cuidaba ovejas. Afligido y acosado por
el hambre, el frío y la soledad, Kierkegaard (padre) un buen día maldijo a Dios. Este pequeño
incidente dejó huellas indelebles en su memoria.
2
No pretendo dar a entender con esto que Kierkegaard hubiese vivido una vida totalmente
inmoral. Se trata sobre todo de un cambio de actitud, de la negación a la aceptación de un
compromiso ético consigo mismo.
KIERKEGAARD
vocación.
En 1843 publica Kierkegaard O lo uno o lo otro, obra que esclarece su
actitud frente a la vida y que pone de relieve sus sentimientos de aversión a
lo que él creía el “Lo uno y lo otro” de Hegel. Seguidamente publica Temor y
temblor y Repetición. Siguen en 1844, El concepto de la angustia y
Fragmentos filosóficos, en 1845, Estadios de la vida y en 1846, Postscriptum
no científico, tomo de extraordinaria amplitud a pesar del título. En este
mismo año publica sus “discursos edificantes”. Las obras de esta etapa
aparecieron todas bajo diversos seudónimos, aunque la identidad de su autor
era bien conocida en Copenhague. En lo que respecta a la fe cristiana,
conviene observar que las obras de este filósofo fueron escritas a partir del
punto de vista de un observador por comunicación indirecta —en términos
de Kierkegaard— más que desde el punto de vista de un apostólico intento
de comunicación directa de la verdad.
266
3. El individuo y la masa.
Es evidente que todo ser humano es un individuo que se distingue de las
demás personas y de las cosas. En este sentido hay que destacar que incluso
los miembros de una masa enfurecida son individuos. Es cierto, sin
embargo, que también en este sentido la individualidad de dichos miembros
se ha sumergido en una conciencia común. La masa está dominada por una
emoción común y es capaz de realizar acciones que no realizarían sus
miembros como individuos.
Es realmente un ejemplo extremo. Pero lo he escogido para poder evaluar
fácilmente el ser más o menos individual del hombre. Hay ejemplos menos
dramáticos. Suponiendo que mis opiniones estén predominantemente
dictadas por lo que “se piensa”, mis reacciones emotivas por lo que “se
siente”, y mis actos por las convenciones sociales del medio ambiente en que
uno se encuentra, resulta evidente que se piensa, siente y actúa como
miembro de una colectividad impersonal, no como un individuo. Pero, si me
doy cuenta de esta situación anónima, y empiezo a formar mis propios
principios de conducta, y a actuar decididamente de acuerdo con ellos,
aunque signifique ir en contra de los modos habituales de actuación de mi
contexto social en un determinado sentido, puede decirse que me he
aproximado más a ser un individuo, a pesar de que en otro sentido no soy ni
más ni menos individual que antes.
267
3
El punto de vista, p. 114 (traducido al inglés por W, Lowrie, Londres, 1939).
KIERKEGAARD
4
Ibid. pp. 88-89. nota.
5
Véase, por ejemplo. La enfermedad mortal, pp. 73-74 (traducido al inglés por W, Lowne,
Princeton y Londres. 1941).
KIERKEGAARD
6
Esto es materia de discusión por ejemplo en el primer volumen de O lo uno o lo otro y en la
parte primera de Estadios en el camino de la vida.
KIERKEGAARD
7
La enfermedad mortal, p. 67
8
Temor y temblor. p. 109 (traducción al inglés por R. Payne, Londres. 1959).
KIERKEGAARD
9
La enfermedad mortal, p. 216.
10
Temor y temblor, p. 171.
KIERKEGAARD
11
La enfermedad mortal, p. 192.
12
Postescritos no científicos. p. 213 (traducido al inglés por D. F, Swenson, Princeton y Londres,
1941).
13
La enfermedad mortal, p. 151.
KIERKEGAARD
Sólo puedo arriesgarme por algo que sea dudoso, pero un importante para
mí, que su aceptación implique un compromiso apasionado: es mi verdad.
“La verdad es precisamente el riesgo que elige una incertidumbre objetiva
con la pasión del infinito. Contemplo el orden de la naturaleza con la
esperanza de encontrar a Dios, y veo omnipotencia y sabiduría, pero también
veo lo que confunde mi espíritu y provoca ansiedad. La suma es una
incertidumbre objetiva. Pero por esta misma razón, la interiorización llega a
ser tan intensa, porque abraza esta incertidumbre objetiva con la pasión total
del infinito."15
Es obvio que la verdad definida en tales términos viene a ser lo que
Kierkegaard entiende por fe. La definición de la verdad en unto que
subjetividad es idéntica a la definición de la fe. “No se da fe que no implique
algún riesgo. La fe es precisamente la contradicción que se establece entre la
14
Postescritos no científicos. p. 182.
15
Postescritos no científicos, p. 182.
KIERKEGAARD
5. La idea de la existencia.
En el pasaje citado anteriormente, en el que se contiene la definición de
verdad, se menciona “el individuo existente". Ya se ha explicado que el
término “existente”, usado por Kierkegaard, es una categoría
específicamente humana, que no puede aplicarse, por ejemplo, a una piedra.
Pero es preciso añadir algo más.
16
Ibid.
17
Conviene recordar que. en opinión de Kierkegaard. la fe es la responsabilidad de uno mismo
frente al tú absoluto y trascendente. es decir. a Dios personal. y no frente a proposiciones.
KIERKEGAARD
272
18
Postescritos no científicos. p. 448.
19
Ibid., p. 368,
KIERKEGAARD
6. El concepto de la angustia.
En los escritos de los existencialistas, el concepto de angustia es
fundamental. Pero el término no es usado del mismo modo por cada uno de
los autores. En Kierkegaard se sitúa en el ámbito de lo religioso. Y en El
concepto de la angustia está íntimamente asociado a la idea de pecado. Sin
embargo, pienso que puede ampliarse en el campo de aplicación y decir que
la angustia es el estado que precede al salto cualitativo de uno a otro de los
estadios de la vida.
Kierkegaard define la angustia como una “simpatía antipática y una
antipatía simpática”.23 Es el caso del muchacho que siente una atracción por
la aventura, “una sed de lo prodigioso y misterioso”;24 al muchacho le atrae
lo desconocido, pero al mismo tiempo le repele, como una amenaza a su
20
Ibid.. p. 310.
21
Ibid., p. 84.
22
Ibid., p. 81.
23
El concepto de la angustia, p. 38 (traducido al inglés por W, Lowrie, Princeton y Londres,
1944).
24
Ibid
KIERKEGAARD
25
Ibid., p. 139.
26
Ibid., p. 40.
27
“Lo opuesto al pecado no es virtud, sino fe”; La enfermedad mortal, p. 132.
KIERKEGAARD
7 Influencia de Kierkegaard.
Kierkegaard era, en primer lugar y ante todo, un pensador religioso.
Aunque para sus contemporáneos fue una voz clamando en el desierto, su
idea de la religión cristiana ha ejercido una influencia poderosa en algunas de
las corrientes más importantes de la teología protestante moderna. Ya
hemos mencionado el nombre de Karl Barth, cuya hostilidad a la “teología
natural” está de acuerdo con la actitud de Kierkegaard contra toda injerencia
de la metafísica en la esfera de la fe. Por supuesto, se puede afirmar
justamente que en la teología representada por Karl Barth no se trata tanto
de seguir a Kierkegaard como de tomar de nuevo contacto con las fuentes
originales del pensamiento y la espiritualidad protestante. Pero algunos
efectos de los escritores de Kierkegaard, se deben precisamente a que, en
parte, sus ideas eran característicamente luteranas.
Al mismo tiempo, es evidente que sus escritos son capaces de ejercer
influencias en otras direcciones. Por otra parte, ha tenido que proferir
expresiones muy duras sobre el protestantismo. Y discernimos en su actitud
no sólo un alejamiento del protestantismo afeminado, sino incluso del
protestantismo en cuanto tal. No es mi propósito argüir que si hubiese
vivido más tiempo habría llegado a ser católico. Es una cuestión que no se
puede resolver y, por tanto, es inútil discutirla. Pero, de hecho, sus escritos
han surtido efecto en algunas mentalidades que han vuelto sus ojos al
catolicismo que ha mantenido siempre el ideal de lo que llamaba la
cristiandad número uno. Por otra parte, se puede tener en cuenta la
posibilidad de que sus escritos contribuyan a alejar a sus lectores del
cristianismo. Podemos imaginar a un hombre diciendo: Sí, en efecto,
Kierkegaard tiene razón. Yo no soy realmente cristiano. Y lo que es más, no
quiero serlo. No me interesan los saltos, ni me apasionan las incertidumbres
objetivas.
No ha de sorprender, por tanto, que en el desarrollo del movimiento
28
El concepto de la angustia, p. 141.
KIERKEGAARD
29
Algunos de éstos, ciertamente, repudiaron la etiqueta. Pero no podemos discutir aquí esta
materia. De todos modos, "existencialismo" es un término encubridor, a menos que esté limitado
a la filosofía de Sartre.
30
Jaspers es un filósofo profesional además de catedrático de universidad. Es difícil imaginar al
excéntrico profesor danés ocupando una cátedra. No obstante, la vida y el pensamiento de
Kierkegaard (también el de Nietzsche) han sido objeto de prolongadas meditaciones por Karl
Jaspers.
Materialismo no-dialéctico
PARTE III
279
CAPÍTULO XVIII
MATERIALISMO NO-DIALÉCTICO
1. Notas introductorias.
Tras el colapso del idealismo absoluto surge una filosofía materialista que
no se basa, como el materialismo dialéctico, en el pensamiento hegeliano de
izquierda, sino que arranca de serias reflexiones sobre la ciencia empírica. Es
evidente que la ciencia no tiene relación intrínseca alguna con el
materialismo filosófico, aun cuando Schelling y Hegel afirman que el
complemento natural de la ciencia es el idealismo metafísico. Por otra parte,
conviene observar que los filósofos alemanes más importantes, a excepción
de Marx, no fueron materialistas. Por esta razón, el autor de la presente obra
no tiene intención de dedicar muchas páginas al estudio del movimiento
materialista del siglo XIX en Alemania. Pero no por ello se debe omitir la
existencia del movimiento en dicho país. Cierto que no representó una
corriente filosófica de gran profundidad, pero ejerció alguna influencia. Fue
precisamente su superficialidad y su apelación al prestigio de la ciencia lo
que permitió gozar de gran difusión a un libro como el de Büchner, Fuerza y
materia, llegando a alcanzar múltiples ediciones.
Materialismo no-dialéctico
traducido a varios idiomas. El autor excluye toda filosofía que no sea de fácil
comprensión para el lector de nivel cultural medio. Por esta razón, no es de
extrañar que el libro gozara de considerable popularidad. El título mismo ya
indica que los principios suficientes en cuanto a explicación del universo son
fuerza y materia. No hace, por ejemplo, mención alguna del alma espiritual.
4. El monismo de Haeckel.
La crítica de Lange constituyó un duro golpe para el materialismo, sobre
Materialismo no-dialéctico
1
Die Welträtsel, Leipzig, cd. ¡908. p. 10.
2
Ibid., p. 239.
3
Ibid.
4
Die WeltrÄtsel, pp. 140, 217 y 240.
5
Ibid., p. 218. Si Haeckel viviera en la actualidad, expresaría indudablemente su aprecio por las
ideas éticas del profesor lidiar Huxley.
Materialismo no-dialéctico
5. Energeticismo de Ostwald.
En 1906, se constituye en Munich una Sociedad Monista alemana
(Monistenbund), dirigida por Haeckel.9 En 1912, el entonces presidente de
6
Der Monismus, Stuttgart, ed. 1905, p. 27.
7
Gott-Narur, Leipzig, 1914, p. 38.
8
Ibid.
9
La idea predominante en esta sociedad era considerar la ciencia como camino de la vida.
Materialismo no-dialéctico
10
Mach rechazaba el concepto del ego en cuanto substancia espiritual contraria a la naturaleza.
Interpreta el yo como complejo de fenómenos en correspondencia con la naturaleza. Sin
embargo, no desarrolla esta teoría como algo definitivo. Admite que el ego es el lazo de unión
con la experiencia.
Materialismo no-dialéctico
situar los objetos físicos frente a la mente, o nos vemos envueltos en las
dificultades antes mencionadas. El autor de este libro piensa que es absurdo
reducir el yo a un complejo o sucesión de sensibilia. La presencia del yo
como irreductible a sensibilia es una condición de la posibilidad de tal
intento de reducción. Nos quedaríamos con el yo en una mano y las
sensibilia en otra. Dicho de otro modo, nos enfrentaríamos con un dualismo
del mismo tipo que el que la crítica empírica trató de superar.11 El intento de
Mach de purificar la ciencia física de elementos metafísicos es una cosa; el
fenomenalismo como teoría filosófica es otra completamente distinta.
11
Los neopositivistas intentan transformar el fenomenalismo, teoría ontológica, en una teoría
lingüística. Según ellos, la afirmación de que los objetos son datos sensibles, significa que una
proposición en la que se menciona un objeto físico, se puede reducir a una o varias
proposiciones, donde se hable solamente de datos de los sentidos. Así, cuando la proposición es
verdadera (o falsa), la trasposición de esta misma será igualmente verdadera (o falsa), y
viceversa. El autor piensa que este intento no da resultados satisfactorios.
El movimiento neokantiano
286
CAPÍTULO XIX
EL MOVIMIENTO NEOKANTIANO
1. Notas introductorias. — 2. La Escuela de Marburgo. — 3. La Escuela de Badén. — 4. La
tendencia pragmatista. — 5. E. Cassirer; conclusiones. — 6. Algunas observaciones sobre
Dilthey.
1. Notas introductorias.
Otto Liebmann (1840-1912) publica en 1865 su obra Kant und die
Epigonen (Kant y los epígonos) en que clama por la necesidad de “volver a
Kant”. Esta llamada a un retorno a Kant era perfectamente comprensible en
aquellas circunstancias. Por una parte, la metafísica idealista había hecho
surgir una serie de sistemas que, después de haber sido aceptados con el
entusiasmo que corresponde a toda novedad, muchos los consideraron como
teorías incapaces de ofrecer algo que mereciese ser llamado conocimiento
propiamente dicho. Quedaba así justificada la actitud de Kant con respecto a
la metafísica. Por otra, el materialismo, queriendo hablar en nombre de la
ciencia, trató de presentar su forma más cuestionable de metafísica, sin
querer ver las limitaciones impuestas por Kant al posible uso legítimo de los
conceptos científicos. En otras palabras, tanto los idealistas como los
materialistas justificaban por sus frutos las limitaciones que Kant había
impuesto al conocimiento teórico del hombre. ¿No era deseable, por Unto,
un retorno al gran pensador de los tiempos modernos, que, a través de una
cuidadosa crítica del conocimiento humano, había logrado evitar las
extravagancias de la metafísica sin caer en el dogmatismo de los
materialistas? No se trataba de seguir el pensamiento de Kant de una forma
esclavizante, sino más bien de aceptar su posición o actitud general, y de
seguir y desarrollar las líneas de su pensamiento.
El movimiento neokantiano se convirtió en una fuerza poderosa dentro de
la filosofía alemana. Vino a ser, de hecho, la filosofía académica o “filosofía
escolar” (Schulphilosophie), como dicen los alemanes. Al iniciarse el nuevo
siglo, todas las cátedras de filosofía en las universidades de Alemania
estaban ocupadas por representantes, en mayor o menor grado, de este
El movimiento neokantiano
2. La Escuela de Marburgo.
Dentro del movimiento neokantiano cabe distinguir dos escuelas: la de
Marburgo y la de Badén. La Escuela de Marburgo se dedicó principalmente al
estudio de temas lógicos, epistemológicos y metodológicos. Sus máximos
representantes son los filósofos Hermann Cohen (1842-1918) y Paul Natorp
(1854-1924).
Cohen fue nombrado profesor en la Universidad de Marburgo en 1876. Se
ocupó de la exégesis y desarrollo del pensamiento de Kant. En términos
generales, el tema fundamental de su doctrina lo constituye la unidad de la
conciencia cultural y su evolución. En sus escritos sobre lógica, ética o
religión1 se observa una referencia constante al desarrollo histórico de las
ideas sometidas a estudio, así como al significado cultural de las mismas,
consideradas en las diversas etapas de su evolución. Este aspecto del
pensamiento de Cohen le hace menos formalístico y abstracto que el de
Kant, pese a que la riqueza de sus reflexiones no facilitan la comprensión
inmediata de su punto de vista personal.
287
1
En el segundo volumen de su Sistema de la filosofía. expone Cohen su idea acerca de Dios. Cf.
también Der Begriff der Religion m System der Philosophie (El tomepto de la religión en el
sistema de filosofía. Giessen. 1915). Presenta la idea acerca de Dios en cuanto ideal unificador de
la verdad y la perfección.
2
System der Philosophie, Berlín, 1922, I, p. 15. En capítulos posteriores a éste, se someterá a
El movimiento neokantiano
3. La Escuela de Badén.
Mientras la Escuela de Marburgo centra su énfasis en la investigación del
fundamento lógico de las ciencias naturales, la Escuela de Badén insiste en la
importancia de la filosofía de los valores y en la reflexión sobre las ciencias
culturales. Así, para Wilhelm Windelband8 (1848-1915), el filósofo ha de
enfrentarse con los principios y presupuestos de los juicios de valor. Ha de
estudiar también la relación entre el sujeto que juzga, o la conciencia, y el
valor, norma o ideal, a cuya luz se realiza dicho juicio.
Dado este principio filosófico, es fácil deducir que los juicios éticos y
estéticos proporcionan material para la reflexión filosófica. El juicio moral,
por ejemplo, presenta un carácter claramente axiológico, no descriptivo.
Expresa aquello que debiera ser más que lo que de hecho hay en el mundo.
Windelband incluye además juicios lógicos. Así como la ética está interesada
7
Philosophie, Gotinga, 1921’. p. 15.
8
Windelband, célebre y conocido historiador de la filosofía, ocupó sucesivamente cátedras en
Zurich, Friburgo y Estrasburgo. En 1903 fue nombrado profesor de filosofía en la Universidad de
Heidelberg. Fue la primera figura de relieve en la llamada Escuela de Badén.
El movimiento neokantiano
9
Einleitung in die Philosophie (Introducción a la filosofía). Tubinga, 1914, p. 390.
10
System der Philosophie (El sistema de la filosofía. 1921). pone de manifiesto el intento
rickertiano de clasificar los valores en seis grupos o esferas: los valores de la lógica (valores de la
verdad), de la estética (valores de la belleza), del misticismo (valores de santidad impersonal), de
la ética (valores morales), del erotismo (valores de la felicidad), y de la religión (valores de
santidad personal).
El movimiento neokantiano
4. La tendencia pragmatista.
Ya hemos visto que Windelband considera la existencia de una realidad
divina y suprasensible como postulado del reconocimiento de valores
absolutos. Se ocupó, al mismo tiempo, de esclarecer el significado del
término “postulado”, tal como se emplea en este contexto, destacando que
significa mucho más que una “ficción útil”. Hubo, sin embargo, algunos
11
Esto lo sostiene Windelband en su Geschischte and Naturwisscnchaft (Historia y ciencias
naturales. 1894).
12
Una rienda no es "idiográfica" por el mero hecho de estudiar al ser humano La psicología
empírica, por ejemplo, estudia al ser humano. Pero, no por ello deja de ser una rienda
nomocética. Según el escolasticismo. la distinción entre ambos tipos de riendas, más que
material, es formal.
El movimiento neokantiano
13
Para hacer justicia a Vaihinger hay que añadir su esfuerzo en seleccionar las diferentes formas
de las que operan los conceptos de "como si" y "ficción". Es cierto que no se limita a mezclar
indiscriminadamente principios de lógica, hipótesis científicas y doctrinas religiosas.
El movimiento neokantiano
conocimiento teórico, por una parte, y los postulados de la ley, por otra.
Aunque he incluido a Vaihinger entre los neokantianos, hay que reconocer
que estuvo fuertemente influenciado por el vitalismo y la teoría-ficción de
Nietzsche, sobre el que publicó la muy conocida obra, Nietzche als
Philosoph (Nietzsche, filósofo, 1902).
5. E. Cassirer; conclusiones.
Como puede verse, el neokantismo no es, en manera alguna, un sistema
homogéneo de pensamiento. Por una parte, tenemos a un filósofo como
Alois Riehl (1844-1924), profesor en Berlín, que no sólo rechaza
decididamente toda metafísica, sino que sostiene además la necesidad de
excluir de la filosofía en el sentido propio14 todo rastro de la teoría de los
valores. Por otra parte, tenemos a un filósofo como Windelband que
desarrolló la teoría de los valores absolutos, de manera que vuelve a
introducir la metafísica, si bien sigue hablando de “postulados”.
291
14
Según Riehl, una filosofía que merezca el calificativo de científica, ha de confinarse a sí misma
a la esfera de la crítica del conocimiento a manera de ciencias naturales. No ha negado,
evidentemente, la importancia de los valores dentro de la vida humana. Pero, insiste en que el
hecho de reconocerlos como tales no constituye un acto cognitivo propiamente dicho, y queda
fuera del marco de la filosofía científica
El movimiento neokantiano
15
Gesammelte Schiften. VII, p. 79. La referencia a las obras de Dilthey. será de ahora en
adelante: GS.
El movimiento neokantiano
16
GS, VII. p. 70.
17
La ciencia de la fisiología presenta al hombre como el que se ve a sí mismo desde un punto de
vista impersonal y externo, semejante a un objeto físico, en cuanto parte de la naturaleza
El movimiento neokantiano
18
GS, VIL p. 161.
19
Dilthey sufrió la influencia del concepto hegeliano de espíritu objetivo Pero el uso que hace del
término indica que es algo diferente al de Hegel. quien, por otra parte, clasificó el arte y la
religión bajo el título de "espíritu absoluto". El uso que hace Hegel está relacionado, por
supuesto, con su metafísica idealista, que Dilthey no utiliza. Dilthey rechazó, además, lo que
consideró como métodos a priori hegelianos de interpretar la historia y la cultura humana.
El movimiento neokantiano
20
Auf dem Verbältnis von Erlebnis, Ausdruck und Versteben; GS, VII. p. 131.
21
GS, VII, p. 232.
22
Ibid.
El movimiento neokantiano
una sociedad concreta, así como de los ideales operativos que encuentran su
expresión en las instituciones legales y políticas, en el arte, religión, etc. de
esa misma sociedad. “La categoría de significado se entiende como la
relación de las partes de la vida con la totalidad.”23 Pero “nuestra concepción
del significado de la vida cambia continuamente. Cada plan de vida expresa
una idea diferente del significado de la vida. Al mismo tiempo, los
propósitos que establecemos de cara al futuro condicionan nuestra
interpretación del pasado”...24 Lo mismo ocurre, por supuesto, en el sentido
contrario.
Es difícil negar que el pensamiento de Dilthey contiene una gran dosis de
relativismo histórico. Así, por ejemplo, toda cosmovisión o Weltanschauung
es una visión parcial del mundo y relaciona a las distintas fases culturales.
Un estudio de estas cosmovisiones o sistemas metafísicos mostraría su
relatividad. Al mismo tiempo, sin embargo, Dilthey en ningún momento
afirma que no haya una verdad universalmente válida. Considera el estudio
de la vida, de la historia, como totalidad y como una aproximación constante
a un autoconocimiento objetivo y personal del hombre. El hombre es
fundamentalmente un ser histórico, y puede llegar a conocerse a sí mismo en
la historia. Este autoconocimiento no es nunca completo. Pero el
conocimiento que el hombre consigue a través del estudio de la historia no
es más subjetivo que el que alcanza por las ciencias naturales. En qué
medida consigue Dilthey superar el historicismo puro, es una cuestión
abierta a la discusión. Pero, ciertamente, no tuvo intención de establecer un
relativismo absoluto que invalidara de manera necesaria su concepción de la
historia del mundo.
295
23
GS, VII p. 233.
24
Ibid
El movimiento neokantiano
25
GS. VII. p. 278.
El renacimiento de la metafísica
296
CAPÍTULO XX
EL RENACIMIENTO DE LA METAFÍSICA
1
En sus años jóvenes Fechner atravesó una fase atea. Un libro de Oken, uno de los discípulos de
Schelling, le convenció de que el materialismo y el ateísmo eran insostenibles si se aceptaban las
ciencias exactas.
2
En 1848. Fechner publicó Nanna, oder das Seelenleben der Pflanvzen (Nanita, o el Alma-Vida
de las plantas}.
El renacimiento de la metafísica
3
La felicidad no es. para Fechner. mero placer sensorial. Incluye el goce de la belleza. la bondad y
la verdad, así como el sentimiento religioso de unión con Dios.
4
Cf. Die Tagessansicbt gegenüber der Nacbtansicbt, 1879.
El renacimiento de la metafísica
5
Algunas de sus publicaciones médico-psicológicas como su Medizinische Psychologie der Seele
(Psicología médica o fisiología del alama, 1852). son importantes para su filosofía.
El renacimiento de la metafísica
6
Mikrokosmus, Libro I, cap. 3. sec. i (en la 5 edición alemana de Leipzig, 1896-1909. I, p. 58).
7
Syisem der Philosophie, II. p. 447 (Leipzig, 1912; Libro II, cap. 8. sec. 229).
8
Ibid, p. 481 (sec. 243).
El renacimiento de la metafísica
que los estados psíquicos deben ser referidos a una realidad inmaterial en
calidad de sujetos. El punto en que el límite de la interpretación mecanicista
de la vida psíquica del hombre aparece como decisivo y evidente, marca
también claramente la necesidad de una psicología metafísica.
Lotze no se propuso, sin embargo, construir un sistema con dos niveles,
donde la interpretación mecanicista de la naturaleza material ocupara el
inferior y una metafísica superpuesta de la realidad espiritual, el superior.
Estaba convencido que al contemplar la naturaleza’ misma, la interpretación
mecanicista ofrece sólo una cara de la pintura. Esta cara es ciertamente
válida para fines científicos, pero inadecuada desde un punto de vista
metafísico.
La interpretación mecanicista de la naturaleza presupone la existencia de
objetos diferentes que se encuentran en una relación causal de interacción.
Ésta es una relación relativamente permanente, ya que afecta a sus propios
estados de cambio. La inter-acción, sin embargo, entre A y B es posible,
según Lotze, sólo si ambos son miembros de una unidad orgánica. Y la
permanencia en relación a los estados de cambio puede interpretarse muy
bien como una analogía con el sujeto permanente de cambio que mejor
conocemos, es decir, el alma humana, tal como se revela en la unidad de la
conciencia. Todo esto nos lleva no sólo al concepto de naturaleza como
unidad orgánica, sino también a la idea de las cosas que son, en algún
sentido, entidades espirituales o psíquicas. El fundamento de esta unidad,
además, ha de concebirse como una analogía con la cosa más elevada que
conocemos, el espíritu humano. Por todo esto, el mundo de los espíritus
finitos se ha de concebir como la autoexpresión del espíritu infinito de Dios.
Todo es inmanente a Dios, y lo que el científico ve como causalidad
mecanicista es, simplemente, la expresión de la actividad divina. Dios no
crea el mundo para volverle la espalda, si es que éste obedece las leyes que le
ha dado. Las llamadas leyes son la misma acción divina, el modo de
actuación de Dios.
300
con Hegel. Sin embargo, la concepción de Fichte del último principio que se
autoexpresa en los sujetos finitos y tiende a un fin moral ejerció una
poderosa atracción en la mente de Lotze. Fue en la filosofía de los valores
donde buscó la clave para hallar el significado de la creación. La experiencia
sensorial no nos dice nada sobre la causa final del mundo. Pero constituye
una convicción moral el hecho de que el mundo no puede existir sin una
finalidad o propósito. Debemos concebir a Dios como manifestándose a sí
mismo en el mundo mediante la realización de los valores, de un ideal moral
que se está desarrollando constantemente en y a través de la actividad
divina. Por lo que respecta a nuestro conocimiento de lo que es esta finalidad
o propósito, sólo podemos llegar a una cierta apreciación por medio de un
análisis de la idea de Dios, del más alto valor. De esta manera, un análisis
fenomenológico de los valores forma parte de la filosofía. En efecto, nuestra
creencia en la existencia de Dios se apoya, en última instancia, en nuestra
experiencia moral y nuestra apreciación de los valores.9
Dios es para Lotze un ser personal. Rechaza la noción de espíritu
impersonal como contraria a la razón. Por lo que respecta a la opinión de
Fichte y otros filósofos de que la personalidad es necesariamente algo finito
y limitado y que, por tanto, no se puede predicar de ella la infinitud, Lotze
replica que sólo el espíritu infinito puede ser personal en su pleno sentido.
Por sí misma, la finitud implica una limitación de la personalidad. Al mismo
tiempo, todo es inmanente a Dios y, como hemos visto, la causalidad
mecánica es simplemente la acción divina. En este sentido, Dios es el
Absoluto. Pero no hemos de considerar a los espíritus finitos como
modificaciones de la substancia divina. Cada uno existe “por sí mismo” y es
un centro de actividad. Para Lotze, desde un punto de vista metafísico, el
panteísmo es aceptable como posible visión del mundo sólo en el caso de
que renuncie a la inclinación de concebir al infinito como distinto del
espíritu. El mundo espacial es fenoménico y no puede ser identificado con
Dios bajo el nombre de substancia. Desde un punto de vista religioso “no
compartimos la inclinación que con frecuencia lleva a la imaginación
9
En la discusión de las pruebas tradicionales de la existencia de Dios, Lotze pone de manifiesto
que la convicción moral inmediata de que lo supremo, lo más bello y valioso tiene una existencia
real, se basa en el argumento ontológico. Lo mismo sucede con el factor que pretende llevar el
argumento teleológico más allá de las conclusiones que lógicamente podrían derivarse de sus
supuestos. Mikrokosmus, Libro IX, cap. 4, sec. 2 (5.* edición alemana, III, p. 561).
El renacimiento de la metafísica
10
Mikrokosmus. Libro IX, cap. 4, sec. 3 (5ª edición alemana, III, p. 569).
El renacimiento de la metafísica
11
Una edición aumentada en tres volúmenes apareció en 1919-1921.
12
Una edición en dos volúmenes apareció en 1919.
El renacimiento de la metafísica
estos productos comunes que, por otra parte, forma el espíritu o alma de un
pueblo. Este espíritu existe sólo en y a través de los individuos, pero no es
reducible a ellos, cuando lo tomamos separadamente. En otras palabras, en
una sociedad surge, a través de los individuos, una realidad: el espíritu de un
pueblo que se manifiesta en las realizaciones espirituales comunes. La
psicología social estudia el desarrollo de estas realidades, lo mismo que la
evolución del concepto de humanidad, el de espíritu general del hombre que
se manifiesta, por ejemplo, en el despertar de lo universal frente a las
religiones puramente nacionales, en el desarrollo de la ciencia, en la
evolución de la idea de los derechos humanos comunes, etc. Así pues,
Wundt asigna un amplísimo programa a la psicología social. Su tarea
consiste en estudiar, desde un punto de vista psicológico, el desarrollo de la
sociedad y de la cultura en sus principales manifestaciones.
La filosofía, según Wundt, presupone las ciencias naturales y la
psicología. Se construye sobre ellas y las incorpora en una síntesis. Al mismo
tiempo, la filosofía va más allá de las ciencias. Con todo, nada razonable
puede objetarse a este proceder en base a que es contrario al espíritu
científico. En las mismas ciencias particulares se adelantan hipótesis de
explicación que van más allá de los datos empíricos. A nivel de conocimiento
del entendimiento (Vernunfterkenntnis) en el que surgen ciencias como la
física y la psicología, las representaciones se sintetizan con la ayuda de
métodos y técnicas lógicas. A nivel del conocimiento racional
(Vernunfterkenntnis), la filosofía, especialmente la metafísica, trata de
construir una síntesis sistemática con los resultados del nivel anterior. A
todo nivel cognoscitivo la mente busca la ausencia de contradicciones dentro
de una síntesis progresiva de representaciones que constituye el punto de
partida fundamental para el conocimiento humano.
En este cuadro metafísico de la realidad, Wundt concibe el mundo como
la totalidad de agentes particulares o centros activos que han de considerarse
como unidades volitivas de diferentes grados. Estas unidades volitivas
forman una serie en evolución que tiende hacia la aparición del espíritu total
(Gesamtgeist). En términos más concretos, existe un movimiento hacia la
completa unificación espiritual del hombre o la humanidad. Y los seres
humanos están llamados a actuar según los valores que contribuyen a esta
finalidad. La metafísica y la ética se hallan, de esta manera, íntimamente
relacionadas y ambas adquieren su culminación natural en el idealismo
religioso. El concepto de un proceso cósmico, dirigido hacia un ideal,
El renacimiento de la metafísica
5. El vitalismo de Driesch.
Hemos visto que, aunque Lotze tiende a desarrollar una teoría metafísica
de la naturaleza espiritual de la realidad, no permite que el biólogo se
atribuya autoridad alguna para rechazar la interpretación mecanicista de la
naturaleza, propia de las ciencias empíricas; y postular un especial principio
vital para explicar el comportamiento del organismo. Si nos fijamos en Hans
Driesch (1867-1941), en un principio discípulo de Haeckel, vemos, sin
embargo, que se dejó llevar en sus investigaciones sobre zoología y biología
hacia una teoría dinámico-vitalista y a la convicción de que la finalidad es
una categoría esencial en biología. Llegó a convencerse de que en el cuerpo
orgánico existe un principio activo y autónomo que dirige el proceso vital y
que no puede explicarse por una simple teoría mecanicista de la vida.
303
13
En epistemología Driach sufrió la' influencia de Kant. Pero patrió de la doctrina kantiana
atribuyendo un carácter objetivo a las categorías para hacer posible una metafísica de la realidad.
El renacimiento de la metafísica
6. El activismo de Eucken.
Los filósofos que hemos considerado en este capítulo tuvieron todos ellos
una formación científica. Posteriormente, o desde el estudio de una ciencia
particular o de la ciencia en general, llegaron a la especulación filosófica o a
la combinación de ambas. Podemos ahora hablar brevemente del pensador
Rudolf Eucken (1846-1926), que ciertamente no llegó a la filosofía a partir
de la ciencia, pero que ya de estudiante14 se interesó por los problemas
filosóficos y religiosos, dedicándose al estudio de la filosofía en las
universidades de Göttingen y Berlín. En 1871, fue nombrado profesor de
filosofía en Basilea, y en 1874, aceptó la cátedra de filosofía de Jena.
Eucken no simpatizaba mucho con la idea de la filosofía como simple
interpretación teorética del mundo. La filosofía era, para él, como para los
estoicos, una sabiduría para la vida y también una expresión de ésta. En su
opinión, la interpretación de los sistemas filosóficos como otras tantas
visiones de la vida (Lebensanschauungen), contiene una verdad profunda, es
decir, la filosofía está enraizada en la vida y va de la mano de ella. Al mismo
tiempo, deseaba superar la fragmentación de la filosofía y su limitación a
reacciones puramente personales ante la vida y sus ideales. Llegó a la
conclusión de que si la filosofía, como expresión de vida, había de tener algo
más que una significación subjetiva y puramente personal, ésta sería la
expresión de la vida universal que libera al hombre de su mera
particularidad.
304
Eucken identificó esta vida universal con lo que él llama vida espiritual
(das Geistesleben). Desde el punto de vista puramente materialista, la vida
psíquica “constituye un simple medio o instrumento para preservar a los
seres en la dura lucha por la existencia”.15 La vida espiritual, sin embargo, es
14
En su época de estudios Eucken estuvo bajo la influencia de un tal Wilhelm Reuter que era
discípulo del filósofo Krauser.
15
Einführung in eine Philosophie des Geisteslebens. Leipzig, 1908, p. 9.
El renacimiento de la metafísica
16
Ibid., p. 8
17
Grundlinien einer Lebensanschauung, Leipzig, 1907, p. 17.
18
Der Wahrheitsgehalt der Religion, Leipzig, 19O52, p. 138.
19
Ibid.p. 150.
20
Einführung in eine Philosophie des Geistesbebens. p. 10.
21
Ibid., p. 15 5.
El renacimiento de la metafísica
En los siglos XVII y XVIII, así como en los primeros años del XIX, la
filosofía en los seminarios eclesiásticos e instituciones de enseñanza tendió
hacia un aristotelismo escolástico falto de inspiración. Estaba amalgamado
con ideas tomadas de otras corrientes de pensamiento, especialmente del
cartesianismo y más tarde de la filosofía de Wolff. Le faltaba el vigor
intrínseco necesario para hacer sentir su presencia por mucho tiempo en el
mundo intelectual. En la primera parte del siglo XIX, hubo, además, una
serie de pensadores católicos en Francia, Italia y Alemania cuyas ideas
desarrolladas en actitud dialogante o bajo la influencia del pensamiento
El renacimiento de la metafísica
22
Acusado por la Iglesia de racionalismo. Günther se sometió a su juicio.
23
Froschhammer, que se negó a someterse a la autoridad eclesiástica cuando ésta censuró sus
opiniones, se opuso posteriormente al dogma de la infalibilidad papal.
El renacimiento de la metafísica
24
Merder no se ocupó solamente de mostrar que el tomismo no estaba en conflicto con las
riendas. Abordó el desarrollo del tomismo en estrecha relación con el estudio positivo y
puramente objetivo de las riendas. Un representante eminente en la realización del proyecto de
Merder es el psicólogo de Lovaina Albert Michotte (n. 1881).
NIETZSCHE.- 1
308
CAPÍTULO XXI
NIETZSCHE. I
1. Vida y obra. — 2. Las fases del pensamiento de Nietzsche como máscaras. — 3. Los
primeros escritos de Nietzsche y la crítica contemporánea. — 4. La crítica de las morales. —
5. Ateísmo y sus consecuencias.
1. Vida y obra.
Una vez introducidos en el siglo xx, puede parecer inadecuado, a esta
altura del volumen, dedicar dos capítulos a un filósofo que murió físicamente
en 1900, e intelectualmente algunos años antes. Pero, aunque desde un
punto de vista cronológico este proceder es discutible, puede también
argumentarse en favor de cerrar un volumen sobre la filosofía alemana del
siglo XIX con un pensador que murió en 1900, pero cuya influencia no se
sintió plenamente hasta el siglo actual. Cualquier cosa que se piense de las
ideas de Nietzsche, es indudable que su vasta reputación y el poder de sus
ideas actúan como un fuerte excitante en la mente de buen número de
personas. Y esto es algo que difícilmente puede decirse de los materialistas,
neokantianos y metafísicos inductivos, de los que hemos tratado en los
capítulos precedentes.
Friedrich Wilhelm Nietzsche nació el 15 de octubre de 1844 en Rócken,
en la Sajorna prusiana. Su padre, un pastor luterano, murió en 1849 y el niño
se crio en Naumburgo, en un ambiente piadoso y femenil, con su madre, su
hermana, una abuela y dos tías. De 1854 a 1858 estudió en el Gymnasium
local, y de 1858 a 1864 fue alumno del célebre internado de Pforta. Su
admiración por el genio griego despertó en su época de estudiante, siendo
sus autores clásicos favoritos Platón y Esquilo. Nietzsche hizo también
ensayos como poeta y músico.
En octubre de 1864 fue a la Universidad de Bonn, junto con su
compañero Paul Deussen, el futuro filósofo y orientalista. Al año siguiente
se trasladó a Leipzig para continuar sus estudios filológicos bajo la dirección
de Ritschl. Hizo gran amistad con Erwin Rohde, estudiante entonces y más
tarde profesor de universidad y autor de Psyche. En aquella época Nietzsche
había abandonado ya el cristianismo, y cuando en Leipzig llegó a conocer la
NIETZSCHE.- 1
Las visitas que Nietzsche hacía desde Basilea a la villa de Richard Wagner,
en el lago de Lucerna, constituían un gran consuelo para él. Ya en sus
tiempos de estudiante en Leipzig, había sentido gran admiración por la
música de Wagner, y su amistad con el compositor posiblemente influyó en
sus escritos negativamente. En Die Geburt der Tragödie aus dem Geiste der
Musik (El origen de la tragedia), que apareció en 1872, presenta el contraste
entre la cultura griega anterior y posterior a Sócrates, con menosprecio hacia
la posterior, y argumenta entonces que la cultura alemana contemporánea
mostraba un gran parecido con la cultura griega ulterior a Sócrates, y que
sólo podría salvarse si se impregnaba del espíritu de Wagner. Naturalmente
el trabajo fue recibido con gran entusiasmo por parte de Wagner, pero los
filósofos reaccionaron de modo muy diferente. Wilamowitz-Moellendorff
concretamente, entonces un joven, lanzó un violento ataque contra el libro.
Y ni siquiera la leal defensa de Rohde pudo impedir que Nietzsche perdiera
prestigio en el mundo de la erudición clásica. Pero todo esto carece de
interés aquí. Nietzsche nos interesa como filósofo, moralista y psicólogo, y
no como profesor de filología en Basilea.
De 1873 a 1876, Nietzsche publicó cuatro ensayos, bajo el título común
de Unzeitgemässe Betrachtungen (Consideraciones intempestivas). En el
primero de estos ensayos ataca vehementemente al infortunado David
Strauss, como representativo del filisteísmo de la cultura alemana. En el
segundo, ataca la idolatría del conocimiento histórico, como un sustituto de
la cultura viva. El tercer ensayo estaba dedicado a elogiar a Schopenhauer
1
La Universidad de Leipzig concedía el grado sin examen
NIETZSCHE.- 1
Su mala salud, junto con una insatisfacción que rayaba en disgusto, y sus
dudas profesionales, llevaron a Nietzsche a renunciar a su cátedra de Basilea,
en la primavera de 1879. Durante los diez años siguientes, llevó una vida
errante, buscando la salud perdida en distintos lugares de Suiza e Italia, con
viajes ocasionales a Alemania.
En 1881 Nietzsche publicó Morgenröte (Aurora) en que, según él declaró,
iniciaba su campaña contra la moralidad de la autorrenuncia. Siguió en 1882
3
Die fröhliche Wissenschaft (Gaya ciencia), en donde hallamos la idea del
2
Nietzsche pensaba, sin duda correctamente, que Wagner le consideraba como un instrumento
para promover la causa del wagnerismo Empieza también a sentir que el Wagner real no era lo
que él había imaginado La publicación de Parsifal fue para Nietzsche la prueba definitiva.
3
La quinta parte de esta obra no se añadió hasta 1887.
NIETZSCHE.- 1
cristianismo como hostil a la vida. La idea de que Dios está muerto, tal como
Nietzsche la expone, abre vastos horizontes a los espíritus libres. Ninguna
de las obras tuvo éxito. Nietzsche envió una copia de Aurora a Rohde, pero
su antiguo amigo ni siquiera lo agradeció. Y la indiferencia con que sus
escritos eran acogidos en Alemania no contribuyó realmente a aumentar su
afecto hacia sus compatriotas.
En 1881, la idea del eterno retorno asaltó a Nietzsche mientras estaba en
Sils-Maria, en la Engadina. En un tiempo infinito, existen ciclos periódicos
en los que todo lo que ha sucedido se repite de nuevo. Esta deprimente idea
se apareció a Nietzsche con la fuerza de una inspiración. Concibió entonces
el plan de presentar las ideas que se agitaban en su mente, poniéndolas en
labios del sabio persa Zarathustra. El resultado fue su trabajo más famoso:
Also Sprach Zarathustra (Así habló Zarathustra). Las dos primeras partes se
publicaron separadamente en 1883. La tercera, en la que se proclamaba la
teoría del eterno retorno, apareció a principios de 1884, y la cuarta fue
publicada a comienzos de 1885.
Zarathustra, con sus ideas de superhombre y la transmutación de los
valores, expresa la tercera fase del pensamiento de Nietzsche. Su estilo
poético y profético le da la apariencia de ser la obra de un visionario.4 Las
exposiciones más serenas de las ideas de Nietzsche pueden hallarse en
Jenseits von Gut und Böse (Más allá del bien y del mal, 1866) y en Zur
Genealogie der Moral (La genealogía de la moral, 1887), que probablemente
son, como Zarathustra, sus escritos más importantes. Más allá... mereció
una apreciativa carta de Hippolyte Taine, y después de la publicación de La
genealogía de la moral Nietzsche recibió una carta parecida de Georg
Brandes, el crítico danés que más tarde dio un ciclo de conferencias sobre las
ideas de Nietzsche en Copenhague.
Más allá del bien y del mal tenía como subtítulo Preludio para una
filosofía del futuro. Nietzsche proyectaba una exposición sistemática de su
filosofía, para lo cual tomó muchísimas notas. Su idea del título adecuado
cambió diversas veces. En un principio, iba a ser La voluntad de poder, una
nueva interpretación de la naturaleza o La voluntad de poder, un ensayo
hacia una nueva interpretación del universo. En otras palabras, al igual que
Schopenhauer había basado una filosofía en el concepto de la voluntad de
4
Rudolf Carnap observa que cuando Nietzsche desea pasarse a la metafísica, recurre muy
adecuadamente a la poesía. Carnap ve en Zarathustra la confirmación empírica de su propia
interpretación neopositivista de la naturaleza de la metafísica.
NIETZSCHE.- 1
5
Nietzsche carecía de buena salud y padecía insomnio. La soledad y el abandono le agobiaban.
Pero parece probable, a pesar de que su hermana lo niega, que en su época de estudiante
contrajera la sífilis, y que esta enfermedad, tras un curso atípico, afectara finalmente el cerebro.
NIETZSCHE.- 1
6
W, III, p. 919 (XV, p. 49). Mientras no se diga lo contrario, las referencias irán dadas, de
acuerdo con el volumen y la página de la edición (incompleta) de las Obras de Nietzsche, en tres
volúmenes de K. Schelechta (Munich. 1954-1956). Las referencias entre paréntesis aluden
siempre a la traducción inglesa de las Obras de Nietzsche editada por Oscar Levy (véase
bibliografía). La edición crítica alemana de las obras de Nietzsche está aún inconclusa.
NIETZSCHE.- 1
7
En su obra Nietzsche: Einfübrung in das Verständnis sines Philosophierens, Berlín, 1936. Para
Jaspers, Nietzsche y Kierkegaard representan dos "excepciones", dos encarnaciones de diferentes
posibilidades de existencia humana.
NIETZSCHE.- 1
Dionisio es, para Nietzsche, el símbolo del flujo de la vida misma, que
rompe todas las barreras e ignora todas las limitaciones. En los ritos
báquicos o dionisíacos, podemos ver que los devotos ebrios pasaban a ser,
por así decirlo, uno con la vida. Las barreras establecidas por el principio de
individuación tienden a derrumbarse; el velo de Maya es descorrido, y
hombres y mujeres se lanzan a la corriente de la vida patentizando la unidad
primordial. Apolo, por el contrario, es símbolo de luz, de medida, de límite.
Representa el principio de individuación. Y la actitud apolínea está expresada
en el mundo brillante de la visión de las divinidades olímpicas.
Pero podemos, por supuesto, dejar las teorías metafísicas sobre la unidad
primordial, hablar del principio de individuación de Schopenhauer, y
expresar el problema de forma psicológica. Bajo la moderación, tan a
menudo atribuida a los griegos, bajo su devoción al arte, a la belleza y a la
forma, Nietzsche ve el oscuro, turgente e informe torrente del instinto, del
impulso y la pasión que tiende a arrasar todo a su paso.
Ahora bien, si aceptamos que la vida es en sí misma un objeto de horror y
terror, y que el pesimismo, en la actitud negativa de la vida, puede eludirse
sólo por la transmutación estética de la realidad, existen sólo dos formas de
hacerlo. Una es cubrir la realidad con un velo estético, creando un mundo
ideal de forma y belleza. Ésta es la forma apolínea, que tuvo su expresión en
la mitología olímpica, en las artes épicas y plásticas. La otra posibilidad es la
NIETZSCHE.- 1
8
Según Nietzsche, las tragedias de Esquilo eran la suprema expresión artística, de esta fusión.
9
W, I. p. 140 (I. p. 8)
NIETZSCHE.- 1
anotaremos dos o tres ideas generales que sirven también respecto a las
últimas ideas de Nietzsche.
Nietzsche cambia el planteamiento de si la vida debe dominar al
conocimiento, o el conocimiento a la vida. “¿Cuál de los dos es el poder más
alto y decisivo? Nadie dudará que la vida es el más alto poder y el dominante
...”10 Esto significa que la cultura del siglo XIX, caracterizada por el dominio
del conocimiento y la ciencia, está expuesta a la venganza de las fuerzas
vitales, cuya explosión dará lugar a una nueva barbarie. Bajo la superficie de
la vida moderna, Nietzsche ve fuerzas vitales que son “salvajes, primitivas y
totalmente inhumanas. Uno las contempla con una expectación miedosa,
como contemplaría el caldero de la cocina de una bruja; durante un siglo
estaremos expuestos a las convulsiones de un mundo agitado”.11 En la
sociedad del siglo XIX podemos ver tanto una complacencia en la condición
lograda por el hombre, como una amplia tendencia, mantenida por el Estado
nacional y manifiesta en los movimientos hacia la democracia y el
socialismo, a promover una mediocridad uniforme, hostil al genio. Pero no
existe razón que haga suponer que el desarrollo de las posibilidades del
hombre haya llegado a su fin. Y la aparición de las fuerzas destructoras
latentes facilitará el camino para el nacimiento de especímenes humanos
superiores, en forma de individuos excepcionales.
Este criterio tal como Nietzsche lo expone encierra claramente una
perspectiva suprahistórica. Implica, por así decirlo, el rechazo de la
canonización hegeliana de lo actual, en nombre de una manifestación
necesaria del Lagos o idea, y una visión de valores que trasciende la situación
histórica. El ser humano es moldeable; es capaz de trascenderse, de realizar
posibilidades nuevas, y necesita una visión, un objetivo, un sentido de
dirección. La ciencia empírica no puede proporcionar esta visión. Y aunque
Nietzsche no dice mucho sobre cristianismo en sus primeros escritos, es
evidente que no considera la religión cristiana como fuente de la necesaria
visión.12 Permanece la filosofía representada no por doctos profesores de
10
W, I. p. 282 (II. p. 96).
11
W, I. p. 313 (II. p. 137).
12
Nietzsche observa, en Schopenhauer como educador, que "el cristianismo es indudablemente
una de las manifestaciones más puras del impulso hacia la cultura y concretamente hacia la
siempre renovada producción del santo"; W, I, p. 332 (II, p. 161). Pero continúa argumentando
que el cristianismo ha sido utilizado para girar las ruedas del Estado, y que ha Llegado a
degenerar irremediablemente. Está claro que Nietzsche considera la religión cristiana como una
fuerza consumida. Reflexionando más tarde sobre El origen de la tragedia, considera su silencio
NIETZSCHE.- 1
universidad, sino por una especie de pensador solitario con una clara visión
de las posibilidades de la autotrascendencia del hombre, y sin miedo a
“arriesgarse”. Una vez determinada en qué medida son alterables las cosas,
puede prepararse la filosofía “con coraje despiadado, para la tarea de mejorar
aquel aspecto del mundo que ha sido reconocido como susceptible de ser
cambiado”.13 Cuando en los últimos años Nietzsche reflexiona sobre estos
primeros ensayos, ve en este ideal del filósofo como juez de la vida y creador
de valores, a Zarathustra o a sí mismo. Ambos pasan a ser una misma cosa.
315
sobre el cristianismo como un silencio hostil. Pues el libro en cuestión sólo reconoce valores
estéticos que. según Nietzsche, el cristianismo niega.
13
W, I. p. 379 (I, p. 120).
14
W, I. p. 502 (VII/1, p. 92).
NIETZSCHE.- 1
15
W, I. p. 900 (VII/2. p. 221).
16
W, I. p. 483 (VI1/1. p. 64).
17
W, II. p. 730 (V. p. 227).
NIETZSCHE.- 1
18
W, II. p. 782 (XIII. p. 34).
19
La filosofía genera) de la vida en que se basan tales juicios, será objeto de ulteriores
consideraciones.
NIETZSCHE.- 1
20
W, II. pp. 205-206 (X. pp. 275-276).
NIETZSCHE.- 1
21
W, II. p. 978 (XVI. p. 43).
22
W, II. p. 1178 (XVI. p 146). Nietzsche habla concretamente del concepto cristiano de Dios.
NIETZSCHE.- 1
23
Nietzsche en ocasiones habla en favor de los valores cristianos, pero siempre procura no
proporcionar ningún consuelo a los cristianos. Por ejemplo, si bien admite que el cristianismo ha
desarrollado el sentido de la verdad y el ideal del amor, afirma por otra parte que el sentido de la
verdad se vuelve al fin contra la interpretación cristiana de lo real, y el ideal de amor contra la
idea cristiana de Dios
24
W. II. p 1072 (XVII. p 12)
NIETZSCHE.- 1
“moral”, una moral que fue canonizada por el cristianismo que la dotó de un
fundamento teológico. El desprecio de todos los valores, que brota del
sentimiento de la carencia de objetivo del mundo, es uno de los principales
elementos del nihilismo. “La moralidad fue el principal antídoto
(Gegenmittel) contra el nihilismo teórico y práctico.”25 Ella adscribe un valor
absoluto al hombre e, “impidiéndole despreciarse a sí mismo como ser
humano, se vuelve contra la vida y desespera de la posibilidad de
conocimiento; fue un medio de preservación".26 Realmente, el hombre que se
preservó de este modo, mediante la moral cristiana, fue el hombre de calidad
inferior. Pero la cuestión es que la moralidad cristiana logró imponerse de un
modo general, bien directamente, bien de un modo derivado. Por tanto, la
destrucción de la fe en los valores morales cristianos, expone al hombre al
peligro del nihilismo, no porque no existan otros valores posibles, sino
porque la mayoría de los hombres, al menos en occidente, no conocen otros.
319
25
W, III, p. 852 (IX. p. 9).
26
Ibid.
27
W, IV. II. p. 1153 (XVII, p. 132).
28
W, III. p. 881 (IX. p. 5).
NIETZSCHE.- 2
321
CAPÍTULO XXII
NIETZSCHE. II
1. La hipótesis de la voluntad de poder. — 2. La voluntad de poder manifestada en el
conocimiento; visión niertzscheana de la verdad. — 3. La voluntad de poder en la naturaleza
en el hombre. — 4. El superhombre y el orden de rangos. — 5. La teoría del eterno retorno.
— 6. Consideraciones sobre la filosofía de Nietzsche.
1
W, III. p 917 (XV, p. 432).
NIETZSCHE.- 2
2
W, II, p. 578 (V. p. 20).
3
W, II. p. 601 (V, p. 52).
4
Ibid.
5
W, III. p. 751 (XV. p. II).
NIETZSCHE.- 2
6
W, III. p. 440 (XV. p. 105).
7
W, III. p. 844 (XV. p. 20).
NIETZSCHE.- 2
cosas iguales, que existen cosas, substancias, cuerpos ...”.8 Fue necesario,
para poder vivir, que el concepto de cosa o de substancia se impusiese al
flujo constante de los fenómenos. “Los seres que no ven correctamente
tienen ventajas frente a los que ven que todo ‘fluye’.”9 Del mismo modo, la
ley de la causalidad ha sido asimilada hasta un punto tal por los hombres
que “no creer en ella significaría la ruina de nuestra especie”.10 Lo mismo
podríamos decir de las leyes de la lógica.
Las ficciones que han mostrado ser menos útiles que otras, o claramente
nocivas, se consideran “errores”. Sin embargo, aquellas que han probado su
utilidad para la especie y han alcanzado el rango de “verdades” indiscutibles,
han pasado a formar parte del lenguaje. Precisamente en esto radica el
peligro, podemos confundirlas con el lenguaje e imaginar que nuestro modo
de hablar sobre el mundo refleja necesariamente la realidad. “Las palabras y
los conceptos nos extravían constantemente, llevándonos a creer que las
cosas pensadas son más simples de lo que realmente son, que existe una
separación entre ellas, que son indivisibles y que existen por sí mismas. Una
mitología filosófica yace oculta bajo el lenguaje, y surge continuamente, por
mucho cuidado que pongamos."11
Todas las “verdades" son “ficciones"; todas las ficciones son
interpretaciones; todas las interpretaciones son perspectivas. Hasta cada
instinto tiene una perspectiva propia, un punto de vista que procura imponer
a los otros instintos. Las categorías racionales son también ficciones lógicas,
perspectivas lógicas, no necesariamente verdades, no formas a priori. Dentro
de un punto de vista de perspectiva caben, claro está, diferencias. Algunas
perspectivas demuestran ser prácticamente indispensables para el bienestar
de la raza. Otras, sin embargo, no lo son en absoluto. En este punto la
importancia de las valoraciones adquiere especial relieve. Por ejemplo, el
filósofo que interpreta el mundo como la apariencia de un Absoluto que
trasciende al cambio y es lo único “realmente real", adopta una perspectiva
basada en una valoración negativa del futuro del mundo. Tal actitud
muestra, al mismo tiempo, qué tipo de hombre es.
La objeción elemental que podemos enfrentar a la visión nietzscheana de
la verdad es que presupone la posibilidad de ocupar una perspectiva absoluta
8
W, II, p. 116 (X. p. 153).
9
W, II. p. 119 (X. p. 157).
10
W, III, p. 443 (XV, pp. 21-22).
11
W, I. pp. 878-879 (VI1/2. p. 192).
NIETZSCHE.- 2
12
Sin duda Nietzsche hubiese admitido en principio esto, insistiendo en que su interpretación del
mundo era expresión de una forma más alta de la voluntad de poder. Pero ¿con qué criterio
estableceríamos alto y bajo?
13
No debemos entender controlar en su sentido vulgar y utilitario. El propio conocimiento es
control, expresión de la voluntad de poder.
14
W, III, p. 778 (XV. p. 120).
NIETZSCHE.- 2
15
W, IV. III. p. 874 (XV. p. 123).
16
W, III. p. 418 (XV. p. 124).
17
W, III. p 889 (XV, p. 127).
18
W, III. pp. 748-749 (XV. p. 159)
NIETZSCHE.- 2
19
W, X, P 105 (XV, p. 295) La primera referencia no es de la edición Schlechta sino de la
Taschen-Ausgabe publicada por A. Kroner de Stultgart: la fecha del volumen en cuestión es 1921
20
W, III. p. 829 (XV. p 296).
NIETZSCHE.- 2
21
W, III. p. 709 (XV. pp. 302-303).
22
W, II. p. 313 (IV. p. 54)
23
W, III, p. 440 (XV. p 387).
24
W, II. p. 443 (IV, p. 241).
25
W, II. p. 280 (IV. p. 7).
26
W, II. p. 281 (IV. p. 9).
NIETZSCHE.- 2
los valores, de quebrar las viejas tablas de valores, especialmente los valores
cristianos, y crear otros nuevos partiendo de su vida y de su poder fecundos.
Los nuevos valores marcarán una dirección y una meta a los hombres
superiores, y el superhombre es, será, su personificación.
Si reprocháramos a Nietzsche su incapacidad para dar una descripción
clara del superhombre, podría replicarnos que, como éste no ha existido aún,
difícilmente podría hacer de él una descripción detallada. Pero, aun así, si la
idea del superhombre está destinada a actuar como un acicate, un estímulo y
una meta, debe poseer algún contenido. Podríamos decir, quizá, que es el
concepto de la integración y el desarrollo más altos posibles del poder
intelectual, la fortaleza de carácter y de voluntad, la independencia, la
pasión, la habilidad y el físico. Nietzsche alude en una ocasión a “el César
romano con el alma de Cristo”.27 El superhombre podría ser Goethe y
Napoleón en una sola persona, apunta Nietzsche, o el dios epicúreo
apareciendo de nuevo sobre la tierra. Sería un hombre profundamente culto,
adornado de todas las gracias corporales, poderoso y tolerante a la vez, sin
considerar nada prohibido salvo la debilidad, ya bajo la forma de “virtud” ya
bajo la de “vicio", el hombre que ha llegado a ser totalmente libre e
independiente y que afirma la vida y el universo. En conclusión, el
superhombre es todo lo que hubiese anhelado ser el afligido, el solitario, el
atormentado y olvidado herr professor doctor Friedrich Nietzsche.
326
27
W, III. p. 422 (XV. p. 380).
28
W, II. p. 1128 (XVII, p 96).
29
Ibid.
NIETZSCHE.- 2
aforismo último de La Gaya Ciencia. Si, por lo tanto, la doctrina del eterno
retorno es la idea fundamental de Zarathustra, difícilmente podemos
menospreciarla considerándola una excrecencia extraña en la filosofía de
Nietzsche.
Seguramente Nietzsche halló la idea del eterno retorno deprimente y
opresiva, pero, como pronto afirmó, la usó como prueba de su fortaleza, de
su capacidad de decir “sí” a la vida tal como es. Así, en el notable aforismo
de La Gaya Ciencia imagina a un espíritu apareciendo ante él y diciéndole
que su vida, hasta en sus detalles más nimios, retornará de nuevo
innumerables veces. Se plantea entonces si ha de dejarse vencer por este
pensamiento y maldecir al mensajero, o aceptar el mensaje con un espíritu
de afirmación de la vida, considerando que el eterno retorno coloca el sello
de la eternidad sobre el mundo del devenir. De modo similar, en Más allá del
bien y del mal, habla del hombre que acepta el mundo, el cual desea jugar de
nuevo un sinnúmero de veces, y que grita encore no sólo al juego sino
también a los actores. Nietzsche esgrime la idea contra la “estrechez y la
simplicidad mitad alemanas, mitad cristianas”30 con la que se presenta el
pesimismo de la filosofía de Schopenhauer. Además, en la tercera parte de
Zarathustra, habla del sentimiento de disgusto ante el hecho de que, aun el
hombre más inferior retornará, y que él mismo ha de “volver de nuevo a su
propio yo para vivir una vida idéntica, en sus más importantes y en sus más
nimios acontecimientos”.31 Entonces procede a dar la bienvenida a ese
retorno. "Oh, ¿cómo podría no arder en esta eternidad, en este círculo que
enlaza los círculos: el círculo del retorno?”32 Asimismo, en las notas para su
magnum opus se refiere varias veces a la teoría del eterno retorno como un
gran pensamiento disciplinario, opresivo y liberador a la vez.
Al mismo tiempo, presenta la teoría como una hipótesis empírica, y no
meramente como un pensamiento aleccionador o una prueba de la fuerza
interior. Leemos así que “el principio de conservación de la energía exige el
retorno eterno".33 Si podemos considerar el mundo como un quantum
determinado de fuerza o energía y como un número determinado de centros
de fuerza, se sigue de ello que el proceso del mundo habrá de tomar la forma
de sucesivas combinaciones de centros, siendo el número de tales
30
W, II. p. 617 (V. p .74).
31
W, II. p. 467 (IV. p. 270).
32
W, II. p. 474 (IV, p. 280).
33
W, III, p. 861 (XV. p. 427).
NIETZSCHE.- 2
34
W, III. p. 704 (XV. p. 450).
NIETZSCHE.- 2
35
Evidentemente lo mismo podríamos decir del concepto freudiano de libido.
NIETZSCHE.- 2
36
Sostener que un ateo confeso sea "realmente" un creyente simplemente por atacar persistente y
vehementemente el teísmo sería demasiado extravagante y paradójico. Pero Nietzsche, que de
niño fue profundamente religioso, nunca fue indiferente a los problemas de) ser y del significado
o del propósito de la existencia. Además su diálogo con Cristo, que culmina en las palabras
finales de Ecce Homo. "Dionysus ante el Crucificado” muestra con suficiente claridad que "el
anticristo" tenía que luchar consigo mismo, aunque considerase tal lucha como un empeño en
trascender sus propias inclinaciones a la debilidad. A pesar de su rechazo de Dios. Nietzsche
estuvo muy lejos de ser lo que generalmente se entiende por un “hombre irreligioso".
37
Nietzsche insiste en que su principal ataque al cristianismo va dirigido, sobre todo, a su moral
y a su sistema de valores. A la vez une el cristianismo al idealismo alemán, que considera como
derivado de aquél, como una forma enmascarada de él, en base a que para ambos el mundo tiene
un sentido o un propósito dados.
NIETZSCHE.- 2
38
A menos que entendamos por actitud positiva la aceptación del hecho de las diferencias entre
el fuerte y el débil, como opuesto a la pretensión de colocar a todas las personas al mismo nivel.
Pero, en este caso, una actitud positiva debe incluir también la aceptación de que la mayoría
establezca límites a las actividades de los individuos independientes rebeldes.
Mirada retrospectiva y panorama actual
331
CAPÍTULO XXIII
sobre las que descansan los distintos sistemas, sino más bien del hecho de
que cada filósofo exagera un aspecto del mundo o de la vida y de la historia
humana, transformando así una parte en el todo. Por ejemplo, Marx centra
su atención en los aspectos reales del hombre y de la historia humana; y no
hay ninguna incompatibilidad fundamental entre estos aspectos y, digamos,
los aspectos religiosos de la existencia humana en los que se centra
Schelling. La incompatibilidad surge cuando Marx transforma una idea que
expresa un aspecto parcial del hombre y de la historia en la clave para
resolver todos los problemas.
Una cuestión que plantea este modo de enfocar las cosas es que elimina
los axiomas de los sistemas filosóficos, y que ello les priva de su mayor
interés. Podría decirse, por ejemplo, que la filosofía de Marx tiene interés
precisamente a causa del elemento de exageración que permite contemplar
toda la historia humana con una cierta perspectiva. Si privamos al marxismo
de axiomas tales como el de que sin una base económica en la vida del
hombre no existiría arte, filosofía o ciencia, perdería una gran parte de su
interés y todo su carácter provocador. Del mismo modo, si limitamos en la
filosofía de Nietzsche la idea de que la voluntad de poder, o de alcanzar el
poder, a uno más de los factores influyentes en la vida humana, sería
compatible con una versión reducida del marxismo, pero sólo a cambio de
ser reducida ella misma a una proposición perfectamente obvia.
332
entonces tres proposiciones, las dos primeras son obvias para la mayoría de
la gente, mientras que la tercera, que es la más interesante, es una
proposición psicológica. Ninguna sería designada normalmente como una
proposición filosófica. Las proposiciones filosóficas de Schopenhauer, Marx y
Nietzsche pasarán a ser así instrumentos para arrastrar la atención hacia otro
tipo de proposiciones y éstas no serán, evidentemente, todas las que tenía en
el pensamiento Fichte cuando afirmó que la filosofía era la ciencia básica.
Podría objetarse que sólo he centrado mi atención en los sistemas más
originales, en los picos de las montañas, y que he olvidado las faldas, los
movimientos generales del neokantismo. Podría aducirse que, si bien es
cierto que, si buscamos interpretaciones altamente personales e imaginativas
del universo y de la vida humana, debemos buscarlas en los filósofos
famosos, también lo es que, para encontrar un trabajo más humilde en
filosofía, unos esfuerzos de paciente cooperación para resolver los distintos
problemas, debemos acudir a los movimientos generales en los que las
tendencias particulares se sumergen en lo universal.
¿Es cierto esto, sin embargo? Entre los neokantianos, por ejemplo,
existen, claro está, lazos de familia que justifican esta denominación que
implica un movimiento definido, distinto de otros. Pero si nos detenemos a
analizarlo cuidadosamente, no sólo descubrimos distintas tendencias
generales en el movimiento, sino también una multitud de filosofías
individuales. En el movimiento de los metafísicos inductivos, unos filósofos
usan una idea como clave para interpretar el mundo, mientras que otros no
lo hacen. Wundt usa su interpretación voluntarista de la psicología humana
como base para una filosofía general, mientras que Driesch usa como base su
teoría de las entelequias, derivada de su estudio de los procesos biológicos.
Realmente, un sentido de la proporción y las exigencias de la economía
mental sugieren que es mejor en muchos casos olvidar o dejar que sean
absorbidos los sistemas individuales por el conjunto del movimiento general.
Esto, claro está, no altera el hecho de que cuanto más de cerca estudiamos la
filosofía del siglo XIX, más percibimos que las corrientes generales tienden a
diferenciarse en filosofías individuales. Realmente, no es exagerado afirmar
que en este siglo cada profesor de filosofía parece considerar necesario
elaborar su propio sistema.
333
1
Este enfoque nos recuerda la afirmación de Fichte de que el tipo de filosofía que un hombre
elije depende del género de hombre que él es. Aun prescindiendo de que Fichte no deseaba que
tal proposición se entendiera en el sentido de excluir el concepto de filosofía como una ciencia,
no veía en ella una anticipación de la tendencia a subordinar el concepto de verdad al de vida
humana o existencia, trazando el desarrollo concreto de esta tendencia encontramos como
resultado diferentes concepciones del hombre, de la vida humana y de la existencia. Baste
mencionar como ejemplo los nombres de Kierkegaard y Nietzsche.
Mirada retrospectiva y panorama actual
2. La solución positivista.
Una posible respuesta a las cuestiones relativas al alcance de la filosofía es
la que sostiene que las ciencias particulares son únicamente fuentes de
conocimiento acerca del mundo, y que la filosofía no posee un campo propio
en el sentido de que su función es investigar un nivel o tipo especial de ser.
Es, realmente, muy comprensible que, a la vez, los hombres consigan
adquirir conocimientos filosóficos del mundo mediante la especulación
filosófica, pero en el curso de su desarrollo, las distintas ciencias han
ocupado una parte tras otra del campo que antes se asignaba a la filosofía.
Ha habido así una substitución gradual de la especulación filosófica por el
conocimiento científico, y no debe sorprendernos que los filósofos que
piensan que pueden aumentar nuestro conocimiento de la realidad por
medios distintos a los empleados por el método científico de hipótesis,
deducción y verificación, sólo logren elaborar sistemas en conflicto, que tal
vez posean algún valor estético o alguna significación emotiva, pero que no
podemos seriamente atribuirles valor cognoscitivo. Si la filosofía ha de ser
científica y no una poesía enmascarada de ciencia, su función ha de tener
carácter puramente analítico. Puede, por ejemplo, aclarar algunos de los
conceptos fundamentales empleados en las ciencias e investigar sobre la
metodología científica, pero no puede adelantarse a las ciencias para añadir o
para completar nuestro conocimiento científico del mundo.
Mirada retrospectiva y panorama actual
2
Es decir, la proposición podría expresar y evocar actitudes emotivas, poseyendo así significancia
"emotiva"; pero de acuerdo con ios estrictos principios neopositivistas carecería de sentido en
cuanto que no podría ser verdadera o falsa.
3
Una bibliografía del neopositivismo nos la proporciona Logical positivism, una antología
preparada por A. J. Ayer, Glencoe, III., y Londres, 1959. Algunos escritos que ilustran el debate
sobre el principio de la verificabilidad, junto con una selecta bibliografía, pueden hallarse en A
modern introduction to philofophy, preparado por P. Edwards y A. Pap, pp. 543-621, Glencoe,
111., 1957. Cf. también Contemporaty philosohy, por F, C. Copleston, pp. 26-60, Londres, 1956,
Mirada retrospectiva y panorama actual
336
3. La filosofía de la existencia.
De acuerdo con los neopositivstas, la filosofía puede llegar a ser científica,
pero sólo a costa de hacerse puramente analítica y abandonando cualquier
intento de incrementar nuestro conocimiento positivo de la realidad. Otro
modo posible de describir la función y la naturaleza de la filosofía es decir
que tiene como campo propio todo cuanto se refiere al ser, y negar al mismo
tiempo que sea o pueda ser una ciencia, universal o especial, equiparable a
las ciencias empíricas particulares. En cierto sentido la filosofía continúa
siendo lo que siempre fue, algo referente al ser (das Sein) como distinto del
die Seienden. Era un error suponer que podía erigirse ciencia del ser, pues el
ser es inobjetivable, no puede ser objeto de investigación científica. La
función primera de la filosofía es despertar en el hombre conciencia del ser
que trasciende a todos los seres y los sustenta. Como no puede haber
ninguna ciencia del ser, ningún sistema metafísico poseerá validez universal.
Los distintos sistemas son claves personales para interpretar al ser, que es
inobjetivable. Esto no significa, sin embargo, que carezcan de valor, pues un
gran sistema metafísico puede abrirnos la puerta que el positivismo cierra.
Hablar del escándalo de los sistemas en conflicto implica una concepción
errónea de la verdadera naturaleza de la filosofía, puesto que la objeción
únicamente sería válida si la filosofía, para justificarse como tal, fuera una
ciencia, y éste no es el caso. Realmente, al proclamar que la filosofía es una
ciencia, los metafísicos del pasado han dado motivo para hablar del
escándalo de los sistemas diferentes e incompatibles. Pero una vez eliminada
tal pretensión, y aceptado que la verdadera misión de la metafísica es la de
inculcar al hombre una conciencia del ser envolvente, en el que él y todos los
demás seres finitos se apoyan, la base del escándalo desaparece, pues era de
esperar que aparecieran distintas interpretaciones personales del ser
trascendente. Lo importante es ver en ellas lo que realmente son y no tomar
de las proposiciones extravagantes de sus autores sólo en su valor
superficial.
Tal punto de vista representa un aspecto de la filosofía del profesor Karl
Jaspers (n. 1883). Pero éste combina la aceptación de la afirmación kantiana
de que la especulación metafísica no puede proporcionar conocimiento
teórico, con una teoría de la “existencia” que muestra la influencia de
4
Podemos recomendar, como estudio ajustado de la misma, Karl Jaspers et la philosophie de
l’existence, de M. Duí¡frenne y P. Ricoeur. París, 1947.
Mirada retrospectiva y panorama actual
académica del latido de fe de Kierkegaard, se dirige hacia Dios como ser, no,
como en el caso de Kant, como instrumento que resume la virtud y la
felicidad.
Una objeción obvia que podemos hacer a este modo que tiene Jaspers de
colocar la metafísica fuera del alcance de la crítica científica es la de que al
hablar de libertad y, aún más, del ser, es necesario objetivar lo que de
acuerdo con él no puede ser objetivado. Si no podemos objetivar al ser no
podemos tampoco mencionarle, sólo podemos permanecer en silencio. Pero
se podría, claro está, usando la distinción de Wittgenstein, decir que, para
Jaspers, la filosofía intenta “mostrar” lo que no puede “decirse”. Realmente
el hincapié de Jaspers en la función “iluminadora” de la filosofía apunta en
esa dirección.
5
El término "filosofía de la existencia" sugiere que Extttem^ constituye su campo. Sin embargo.
Jaspen iniste más en el ser, en la iluminación de la "existencia" como vía de acceso a la conciencia
del ser. Pero el ser no constituye un campo que la filosofía puede investigar científicamente,
aunque el filósofo sea capaz de despertar o mantener viva la conciencia del ser.
6
Podemos mencionar, entre otras, las siguientes obras: Vom Urtprung der Sttlichen Erkenntnis.
1889, Ueber die Zukunft der Philosophie, 1893. y Die vier Phasem der Philosophie, 1895.
Mirada retrospectiva y panorama actual
7
En su rechazo del psicologismo Husserl está influido no sólo por Frege, sino también por
Bolzano (véanse pp. 203-205 de este volumen).
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8
Constituir un objeto puede significar hacerlo un objeto para la conciencia, y esto no significa
necesariamente idealismo. O podría ser referencia a una actividad creativa, mediante la cual se da
a las cosas la única realidad que poseen, relacionándolas con la conciencia como dependientes de
ella. Es el paso a esta segunda posición lo que implica idealismo.
Mirada retrospectiva y panorama actual
los distintos filósofos para poner fin a los conflictos entre sistemas, más que
como fundamento de una filosofía, lo que no satisface totalmente las
primitivas esperanzas de Husserl. Además, la naturaleza de lo que se
denomina análisis fenomenológico puede también cuestionarse. Por ejemplo,
aunque la relación entre la fenomenología continental y el análisis
conceptual o “lingüístico" que se practica en Inglaterra, es uno de los
principales temas que permiten un diálogo fructífero entre grupos de
filósofos, que en otros aspectos pueden encontrar dificultades para
entenderse, uno de los principales planteamientos de tal diálogo es
precisamente la naturaleza de lo que se denomina análisis fenomenológico.
¿Es legítimo hablar de un análisis fenomenológico de las “esencias”? ¿En qué
sentido exacto, si es así? ¿Es el análisis fenomenológico una actividad
específicamente filosófica? ¿Es quizá más propio de la psicología, por un
lado, y del denominado análisis lingüístico, por otro? No podemos discutir
tales cuestiones aquí, pero el hecho de que puedan plantearse sugiere que
Husserl fue tan excesivamente optimista como lo fue Descartes, y como lo
fueron Kant y Fichte, al suponer que habían superado definitivamente la
fragmentación de la filosofía.
ideal, mientras que en Das Problem des geistigen Seins (El problema del ser
espiritual, 1933) consideró la vida del espíritu humano tanto en su forma
personal como en su objetivación. Zur Grundlegung der Ontologie (Una
contribución a la fundación de la ontología, 1935), Möglichkeit und
Wirklichkeit (Posibilidady realidad, 1958), Der Aufbau der realen Welt.
Grundriss der allgemeinen Kategorienlehre (La construcción del mundo real.
Esquema de la doctrina general de las categorías, 1940) y Neue Wege der
Ontologie (Nuevas vías en antología, 1941) representan la ontología general,
mientras que en Philosophie der Natur (Filosofía de la naturaleza, 1950)
presta especial atención a las categorías de los niveles orgánico e inorgánico.9
342
9
Podemos también mencionar las obras publicadas póstumamente, Teleologisches Denken
(Pensamiento ideológico. 195 1) y Aesthetik (Estética. 1955), un estudio de la belleza y de los
valores estéticos.
Mirada retrospectiva y panorama actual
allá de los seres como tales. Hay en realidad, el ser ideal de los valores que
son reconocidos en grados variables por la mente humana, pero aunque
estos valores poseen realidad ideal, no existen como tales, y los seres
existentes son los que forman el mundo.
10
Evidentemente. Nicolai Hartmann está incluido en este juicio.
Mirada retrospectiva y panorama actual
7. Reflexiones finales.
Este bosquejo, voluntariamente esquemático, de algunas corrientes del
pensamiento filosófico alemán de la primera mitad del siglo xx, no da mucha
base para que se pueda afirmar que las divergencias entre los sistemas y las
11
Algunos ven el punto de partida adecuado en un análisis del juicio como acto de afirmación
absoluta. Así, por ejemplo, J. B. Lon. en Das Urteil und das Sein, Eine Grundlduung der
Metaphisik. Pullach bei München, 1957, y Metaphisica operationis humanae methodo
transcendentali explicata, Roma, 1958. Otros van más allá del juicio, a la quenion, ¿cuál es el
último fundamento de todo conocimiento y de todo juicio? Así E. Coreth en Metaphisik Eint
methodisch-systematische Grundlegung, Innsbruck, Viena y Munich, 1961.
Mirada retrospectiva y panorama actual
347
Apéndice
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Textos
Samlede Vaerker, compilado por A. B. Drachmann, J. L. Herberg y H. O. Lange.
14 vols. Copenhague, 1901-1906. N. Thulstrup está preparando una
edición crítica danesa de las Obras completas de Kierkegard. Copenhague,
1951 y ss. Una traducción alemana de esta edición va a aparecer al mismo
tiempo en Colonia y Olten. (Por supuesto existen anteriores ediciones
alemanas de los escritos de Kierkegard.)
Papirer (Journals), compilado por P. A. Heiberg, V. Kuhr y E. Torsting. 20 vols.
(II vols. en 20 partes). Copenhague, 1909-1948.
Breve (Letters), compilado por N. Thulstrup. 2 vols. Copenhague, 1954.
Existe una Antología danesa de los escritos de Kierkegaard, 5.
Kierkegaard's Vaerker i Udvalg, compilada por F, J. Billeskov-Jansen. 4
vols. Copenhague, 1950 (2.a ed.).
Las traducciones inglesas de los escritos de Kierkegard, realizadas
principalmente por D. F, Swenson y W, Lowrie, son publicadas por
Oxford University Press y Princeton University Press. Exceptuados los
Diarios (mencionados antes separadamente) hay 12 vols. modernos,
1936-1953. En los pies de página del capítulo sobre Kierkegard, de este
libro, se hacen referencias posteriores a volúmenes sueltos.
Johannes Climacus, traducido por T. H. Croxall. Londres, 1958.
Works of lave, traducido por H. y E. Hong. Londres, 1962.
Journals (Selecciones), traducido por A. Dru. Londres y Nueva York, 1938
(puede conseguirse también en Fontana Paperbacks).
A Kierkegaard anthologi, compilado por R. Bretall. Londres y Princeton, 1946.
Diario, con introducción y notas de C. Fabro (3 vols., Brescia, 1949-
1952), es una notable edición italiana de extractos de Journals de
Kierkegaard, por un escritor que ha publicado también Antología
Kierkegaardiana, Turín, 1952.
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Der einsame Nietzsche e. Leipzig, 1913. (Estas obras de la hermana de
Nietzsche, han de usarse cuidadosamente, ya que ella no es totalmente
sincera.)
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extractos.)
INDCE ONOMÁSTICO
363
ÍNDICE ONOMÁSTICO
Cálleles, 176
Carnap, Rudolf (n. 1891), 24, 310 n
Caras, Karl Gustav (1789-1860), 120
Cassirer, Ernst (1874-1945), 291
Cohen, Hermann (1842-1918), 286 ss, 341
Coleridgc, Samuel Taylor (1772-1834); acerca de Schelling, 121
Collingwood, Robin G. (1889-1943), 31
Colonia, 241, 303
Comte, Auguste (1798-1857), 1 5, 334
Copenhague, 265 s, 310
INDCE ONOMÁSTICO
Danzig, 207
Darwin, Charles (1809-1882), darwinismo: Nietzsche, 31 5, 323 s; véase
también 251, 281
Daub, Karl (1765-1836), 192
Demócrito (460-370 a. de C.), 200, 215, 279
Descartes, Rene (1596-1650), 18, 340
Deussen, Paul (1845-1919), 227, 308
Dewey, John (1859-1952), 323
De Wulf, Maurice (1867-1947), 306
Dilthey, Wilhelm (1833-1911), 133, 292-291, 345
Dionisio, mentalidad dionisíaca: Nietzsche, 313, 327, 329 n
Dresden, 208
Driesch, Hans (1867-1941), 502 s, 332
Drontheim, 208
Dühring, Eugen (1833-1921), 246
Goteborg, 291
Goethe, Johann Wolfgang (1749-1831), 27, 208
Göttingen, 198, 207, 298, 303, 339
Grabmann, Martin (1875-1949), 306
Graz, 338
Grecia, antigua: Hegel, 26, 149, 162, 183 s; Marx, 256, 259;
Nietzsche, ss; véase también 293
Günther, Antón (1783-1863), 306
Gutberlet, Konstantin (1837-1928), 306
H
Haeckel, Ernst (1834-1919), 281 ss, 303, 334
Halle, 122 s
Hamburgo, 246, 291
Hartmann, Eduard von (1842-1906), 228 ss
Hartmann Nicolai (1882-1950), 341 s, 344
Harvard, 289
Haya, La, 245
Haydn, Joseph (1732-1809), 222 n
Hegel, Georg W, Friedrich (1770-1831), 129-198, 16, 17, 20-24, 26-30, 32, 33-
36, 96, 121, 122, 192, 193, 199, 205 ss, 227, 230, 234, 247 n, 279, 293 n,
300, 304 s, 35 1-354*; Feuerbach, 231, 234 s;
Fichte y, 141 s, 159, 169;
Hölderlin, 129, 131; Kant y moralidad, 163 s; Kierkegaard acerca de, 263, 265,
267; Marx y, 237, 239, 241 ss, 246 ss, 252, 256; Nietzsche y, 314; y
Rousseau. 129, 169; Schelling y, 93 n, 114, 118 s, 129, 135 ss, 140, 151,
157, 159, 180, 263; Schopenhauer y, 207 ss, 210 n, 218, 225 s, 228;
dialéctica de, véase dialéctica hegeliana
Heidegger, Martin (n. 1889), 238 n, 3 39, 340, 842 s. 344
Heildelberg, 130, 192, 230, 288 n, 289, 301, 303
Henning, Leopold von (1791-1866), 192 Heráclito (c 535-465 a. de C.), 190
Herbart, Johann Friedrich (1776-1841), 198-202, 207 s, 300, 305
Herder, Jhann Gottfried (1744-1803), 26 Kermes, Georg (1775-1831), 306
Hölderlin, Friedrich (1770-1843), 25 s, 82, 129 y n, 132
Homero, 221 n
Hume, David (1711-1776), y autoconocimiento, 44
INDCE ONOMÁSTICO
I
Inglaterra. 243 s, 259, 301, 341
Islam, mahometismo, 175, 185; véase también2 59
Italia, 306
Kant, Immanuel (1724-1804), 16-19; Bolzano, 203, 205; Fichte, 34, 37 s, 41-
44, 45, 5 3 ss, 56, 58 ss, 68 ss, 72; Fries, 197; Hegel, 34, 131 s, 135, 151,
172, 185; Herbart, 198, 201; Jaspers, 336 s;
Krause, 120; Schelling, 91, 112, 114; Schleiermacher, 122, 124 s, 127;
Schopenhauer, 208, 210-212, 215, 217, 224; véase también 19 ss, 22, 31,
33 s, 50, 129 n, 205, 241, 279 s, 282, 286-292, 297, 303 n, 305 s, 331,
333, 343; “volver a
Kant", 286; Platón y, 288
Kiel, 227, 292
Kierkegaard, Sören (1813-185 5), 23, 84, 115, 121,268-278. 333 n, 359*;
Jaspers y, 312 n, 336 s
Kleutgen, Joseph (1811-1883), 306
Kónigsberg, 193, 198
Kraus, Oskar (1872-1942), 338
INDCE ONOMÁSTICO
Landsberg, 122
Lange, Friedrich Albert (18 2 8-18 7 5), 280 s, 290
Leibniz, Gottfried Wilhelm (1646-1716), Schelling y, 91, 96, 118; véase
también 27, 200, 205, 217, 228, 231, 300
Leipzig, 37, 205, 283, 291, 296 ss, 301, 303, 308 s, 312
Lenin, Vladimir I. U. (1870-1924), 284 s León XIII, papa, 306
Leonberg, 82
Liebmann, Otto (1840-1912), 286
Locke, John (1632-1704), 197, 202, 215
Lombroso, Cesare (1836-1909), 280
Londres, 245 Lotz, J. B., 343 n
Lotze, Hermann (1817-1881), 279, 292, 298-301, 302
Lovaina, Universidad de, 307
Ragaz, 84
Rammeneau, 37
Reinach, Adolf (1883-1917), 341
Reinhold, K. L. (1758-1823): Fichte y, 38
Reuter, Wilhelm, 303 n
Ricardo, David (1772-1823), 243
Rickert, Heinrich (1863-1936), 289
Riehl, Alois (1844-1924), 290
Riga, 283
Ritschl, 308
Rócken, 308
Rötscher, Heinrich Theodor (1803-1871), 192
Rohde, Erwin (1845-1898), 308 ss
INDCE ONOMÁSTICO
W
INDCE ONOMÁSTICO
Yale, 291
INDICE DE MATERIAS
Absoluto: libre: Hegel, 155 s, 158; Schelling, 83, 88 s, 110, 112; como idea: E.
von Hartmann, 288 s, Hegel, 137, 138 s, 155-158, 178, 247; marxismo,
247; también 78; véase también objetificación del Absoluto como
identidad, véase identidad, absoluto como; incomprensible: Fichte, 21,
29. 75, Hegel, 139 s, 144, 151; Schelling, 28, 29, 1 51; infinito: Hegel, 29,
137, 143 s, 147 s, 157 s; Schelling, 94, 99, 101, 103, 106; también 27, 29,
291; autoconocimiento: Hegel, 33, 137, 140, 143 s, 149 s, 154 s, 178 ss,
181, 184 s, 189 s; Schelling, 92 ss, 104; autoconocimiento en el hombre:
Hegel, 21, 29 s, 33. 1 37 s, 139, 143, 147 s, 150 ss, 155-157, 177, 184,
189, 246 s; Schelling, 32, 92 ss; como vida: Hegel, 135 ss, 139 s, 141, 147
ss, 1 5 5, 1 57 s, 178, 179 ss, 183, 199, también 27, 29, 54 s; de
limitación, 49, 94, 97; lógico, 205; manifestación del véase objetificación
del Absoluto; Naturaleza y: Fichte, 50 s, 52, 53 ss, 61 s, 70 s, 76 s, 80;
Hegel, 137 s, 148 s, 151, 151 ss. 177-1)9, 160, 278; Schelling, 32, 82, 89,
91-93, 96-98, 103, 106-109, 118, 135 ss, 159, también 246 s, 329;
aproximación negativa a, 107, 136; como objeto, véase objetificación del
Absoluto; como proceso: Hegel, 137 s, 141 s, 153 s, 171, 176 ss, 180 ss,
190 s, 199, 246; como espíritu: Hegel, 136, 137, 148 ss, 157 ss, 160 ss,
178, 184, 230, 234, 246; Marx, 246 s; Schelling, 135; sujeto y sustancia:
Hegel, 137; como totalidad: Hegel, 137 ss, 148, 1 52, 1 54, 157 ss, 178 ss,
trascendente: Hegel, 137, 139, 1 52, 158, 177; Kierkegaard, 263;
inconsciente: E. von Hartmann, 228; véase también voluntad,
inconsciente
Abstracción absoluta, poder de: Fichte, 51; Hegel, 134; Schelling, 103;
Schopenhauer, 211; Wundt, 302; véase también razón
Abstracción: Fichte, 41, 51; también 231, 237 s; absoluta: Fichte, 51; Schelling,
98 Aburrimiento: Schopenhauer, 216 s
INDCE DE MATERIAS
artes: Schopenhauer, 221 s; historia del: Hegel, 180; filosofía del: Hegel,
130, 179 ss, 181-184, Schelling, 18, 34 s, 83 s, 85 ss, 110-11}, 179;
también 103, 197; y religión, 27, 149; 180 s, 182 ss, 189; teoría del, véase
filosofía del arriba
Artista: Schelling, 101, 102 s; Schopenhauer, 220; también 181
Ascetismo: Schopenhauer, 208 s, 219, 222, 224; también 147, 324
Asociacionista, psicología, 202
“Astucia de la razón”; Hegel, 175, 176 n; también 228
Ateísmo: Fichte, 38, 70, 71-74; Nietzsche, 308, 5 17-519. 327, 329 n.l; también
193, 234 s, 274, 282 s, 297 n
Atomos, 200, 280, 282, 323
Atracción y repulsión, 94, 215
Autoconciencia, véase conciencia del yo
Autodenegación, véase mortificación
Autodeterminación, véase determinación del yo
Autónoma, moralidad: Fichte, 59 s, 68 s; Hegel, 163
Autopreser vación: Fichte, 56, 61; Nietzsche, 320; también 279, 237, 303
Autoridad: eclesiástica, 117, 189; política: Fichte, 65
Autorrealización: Kierkegaard, 272; Schelling, 98
Autosacrificio: Hegel, 183
Autosuficiencia: Kierkegaard, 268 s, 273
Autosuficiencia moral: Kierkegaard, 268 s, 273
Axiomas de lógica, 288
B. 136 n
Báquicos, ritos, 313
Barbarie, nueva: Nietzsche, 324, 328
Bases de la teoría completa de la ciencia, 37; frecuentemente, 37-50 y 66-83;
también 86, 98, 331
Bases del derecho natural, de Fichte, 38, 55, 66, 72
Bellas artes: Schopenhauer, 221 sy véase arte, tipos de
Belleza: Hegel, 131, 149; 119,1X1 s. 187; Schelling, 85, 101 s; Schopenhauer,
219, 220 s; también 201, 282, 288 s, 289 n, 297 n, 339
Beneficio propio, 61
INDCE DE MATERIAS
Benevolencia: Herbart, 20 s
Biblia, La: Hegel, 131 s
Bibliografía de este volumen, 347-362
Bien común. Estado y: Fichte, 65
Bien: Hegel, 165 s; Schelling, 112 ; también 297 n, 299; bien y mal, elección
del: véase actos morales; bien común y el Estado, 65; bien moral, 315,
338
Bienestar: Hegel, 165 s, 168
Biología: Driesch, 502 s, 332; también 96, 298 s, 302
Bondad moral: véase virtud Bondad: Nietzsche, 316
Brahmán: Hegel, 186
Británica, filosofía, 202
Bruno, de Schelling, 101, 104
Budismo, 186, 224
Burguesía: marxismo, 253 s, 256 s, 260 n, 261; Nietzsche, 327
Caída cosmica: Schelling, 107 ss, 115, 118; también 120, 159
Caída del hombre: Hegel, 186, 188; Marx, 260; Schelling, 26, 33, 107 s, 113 s,
11 5
Caída: Hegel, 159
Calvinismo, 112, 253
Cambio, 199 s, 251, 342 y véase devenir
Camino hacia una vida santa o la doctrina de la religión, El. de Fichte, 39, 76 s
Cantidad, 153, 247, 250
Capital, El, de Marx, 245 s, 247, 256
Capitalismo: marxismo, 345, 253, 255, 257 ss
Carácter humano: Schelling, 111 s; Schopenhauer, 210, 221, 222 s; también
201, 325; elección y, 111 s, 201 n, 205, 223
Cartesianismo, 305
Castidad, 224
Castigo: Hegel, 162
Categorías: Fichte, 49; N. Hartmann, 341, 343; Hegel, 140, 151 s, 153 s;
también 98, 200, 210, 21 1, 244, 303 n, 322; de la razón histórica:
Dilthey, 292, 293 s; kantianas, 18 n. 4, 19, 49, 148, 305 y véase forma a
INDCE DE MATERIAS
inmanencia del: Schelling, 97, 101; vida y: Nietzsche, 313, 320 ss;
problemas del: Cassirer, 290 sj véase epistemología; puro, 192 (=
absoluto), 286 (= a priori); propósito del: Nietzsche, 320 s; racional, 212,
302; científico: Dilthey, 292-295; Schleiermacher, 123, también 296, 334;
especulativo: véase teorético abajo; teorético: Fichte, 43; Hegel, 134;
Kant, 286, 290, 296; Kierkegaard, 271; Schleiermacher, 123 s; también
303
Consciencia: Fichte, 28, 31, 33, 41, 42-54, 5 5 ss, 58 s, 69 s, 73-77, 77-81, 86;
Hegel, 144-110; Husserl, 338 ss; materialistas, 247-250; 279 s, 282;
Schelling, 82 s, 88, 95 ss, 98, 99 ss, 104; Schopenhauer, 215, 217, 222;
también 199 s, 228, 230 s, 288, 337 s; deducción de: Fichte, 22, 24, 46,
47 s, 49-14, 5 5 ss, 69 s, 74, 98, 100; Hegel, 135; Husserl, 340; empírica:
Fichte, 50, 51, 53, 71, 86; Schelling, 104 s; también 288; historia de la:
Fichte, 50 s; Hegel, 144, 191; Schelling, 96, 98, 101; moral, véase moral;
de objeto: Hegel, 145; fenomenología de la: Fichte, 44, 69; Hegel. 144-
149, 160; también 46 n; religiosa, véase religiosa; escéptica: Hegel, 147;
del yo, véase conciencia del yo, ahajo; social: hegel, 145 s; estoica: Hegel,
147; trascendental, 288; unidad de: Fichte, 42, 46; Kant, 43. 69; también
286 s, 298 s, 301; universal: Kierkegaard, 367; conciencia del yo: Fichte,
43, 46 s, 51 s, 59, 61 s, 70, 74, 78 s; Hegel, 145; 146 ss, 152, 155 s, 160 s,
178, 191, 242; Schelling, 90, 96 ss, 101 s, 104; Schleiermacher, 123
ss,también 31 s, 200, 205, 267; autoconciencia universal, 147, 161
Constitución política: Fichte, 64; Hegel, 167, 169, 174; Schelling, 98
Contemplación: Hegel, 136; estética, véase estética
Contingencia: Hegel, 116 s, 164, 168, 187
Contradicción, principio de, véase no-contradicción
Contradicciones, reconciliación de: Fichte, 47, 53; Hegel, 134, 141, 147 s, 153;
Herbart, 199
Contrarios: Hegel, 142
Contrarios, penetración de, 250
Contrato: Hegel, 162 s; social, véase social
Contrato social: Baader, 120; Fichte, 64
Copernicana, revolución, 16
Corazón y razón: Feuerbach, 231 s; Hegel, 185; Schleiermacher, 126, 128
Corporaciones: Hegel, 168 n, 169
Corporativismo: Hegel, 169
Corresponciencia teoría del conocimiento, 90 Cosa: Herbart, 198 s; Nietzsche,
INDCE DE MATERIAS
CH
INDCE DE MATERIAS
también 39; amor: Feuerbach, 232; Hegel, 132, 134; Schelling, 1 10;
hombre y: véase hombre; momentos en: Schelling, 110, 114; como orden
moral: Fichte, 38, 71 j; y naturaleza: véase naturaleza; personal: Eucken.
303; Fichte, 70 ss, 74, 80; Hegel, 149, 155 s, 186; hegelianismo, 192 s;
Kierkegaard. 268 s, 272; Lotze, 300; Schelling. 21, 29, 31, 33, 35, 99 n,
109 s, 113-116, 118, 121 s; Schleiermacher, 126; Weisse, 205 s; también
22; providencia de: véase providencia; simple, 125; como totalidad: Oken,
119; Schleiermacher, 123 ss. 125, 127; dos principios en
Dios: Baader, 120; Schelling, 109 s, 116 s; trascendente: Fichte, 72; Hegel, 132
s, 147, 149, 184, 187; Kierkegaard, 268 s; también 22, 327; incognoscible,
70 s, 75, 289; voluntad: Feuerbach, 232; Schelling, 109 s, 112; y mundo:
véase mundo; también 205, 303
Dispersión del yo: Kierkegaard, 263 Disturbios, teoría de los: Herbart, 199 s
División: Hegel, 134
División del trabajo: Fichte, 65
Doctrinas religiosas: Lange, 289
Dogmas religiosos: Hegel, 131, 186, 188 s; Schleiermacher, 127; también 192,
306
Dogmatismo filosófico: Fichte, 41 s; Schelling, 82, 86-88; también 286
Dolor: Nietzsche, 323; también 216, 228
Drama, 221
Dualismo: Hegel, 1 35, 1 59; eliminación del 282, 283, 285
Duda. 147, 340
E, 155 n.3
Economía cerrada: Fichte, 65 s
Economía nacional, 292
Económico: clases, véase clases económicas; crisis, 2 57; determinismo, 2 52,
hombre económico: Marx. 249 ss, 3 31 y véase concepción materialista de
la historia; organizaciones: Hegel. 167; estructura de la sociedad:
marxismo. 212-214.217 ss, 260 s
Edad Media: Marx. 2 56. 2 59; también 26
Educación: Fichte, 65, 66 n; Herbart, 197, 201 s, Schleiermacher, 124
"Eforato": Fichte, 64
INDCE DE MATERIAS
F, 40 n
Facultades mentales: 200, 202 s
Falsedad: 204
Familia: Hegel, 166 ss, 168, 179, 241; Marx, 241, 249 Fe, creencia: Fichte, 37,
50, 52, 71, 72 j, 74, 76 n, 77; Hegel, 22 s, 131 s, 149, 184 s, 87 ss; Kant,
37, 58 n, 114, 211; Kierkegaard, 263, 268-271, 272 ss, 336; Nietzsche,
317 ss, 329; Schelling, 113 ss, 116; Schleiermacher, 124 s, 126 ss;
también 26, 120, 240, 284, 306; fe en Dios: Fichte, 68, 71, 76 s;
Schelling, 113 r; también 211, 271, 317 ss, 336; salto de la fe:
Kierkegaard, 264, 269 ss, 273 s, 336; fe moral: Kant, 114, 197, 336; fe en
el orden moral: Fichte, 71-74; fe práctica: véase arriba fe moral; razón y
fe: 22 s, 185, 271, 273, 306
INDCE DE MATERIAS
22, 133 s, 133-139, Schelling, 83, 85 s, 114; también 26, 120, 207, 286,
286 n. 1, 306; religión, filosofía de, véase religión; ciencia y: Cassirer, 301
ss; también 15, 18, 197, 202, 302 s, 333 ss, 336; véase también metafísica
y ciencia; especulativa, teórica: Eucken, 303; Hegel, 134; 135, 140, 179 s,
187 ss; Kierkegaard, 263, 269 s; neopositivistas, 344 s; del espíritu, véase
espíritu; teología y: 129, 1 34; idealistas, 21-33; también 306; Filosofía
del Derecho, de Hegel, 130, 170, 241*
Filosofía medieval y tomismo moderno, 301 ss
Filosofía moral, véase ética
Filosofía natural: véase filosofía de la naturaleza
Finalidad: en general, véase propósito; en la naturaleza: Driesch, 302 s; Hegel,
137 s, 154, 157 ss, 190; Nietzsche, 419 y n. 36; Schelling, 82, 90 s, 93, 96
s, 99, 112; también 279, 297, 299, 302, 305; idealismo y finalidad en la
naturaleza: 19 s, 26, 30, 32; véase también propósito del mundo
Física: Cassirer, 291; también 197 s, 203, 280, 295, 297, 307 y empírica,
experimental: Hegel, 159; Schelling, 82, 85, 89, 93 s, 95, 96, 117; alta,
especulativa: Hegel, 159; Schelling, 82, 85. 89, 93 s, 95, 96, 1 17; leyes de
la, véase Naturaleza, leyes de la; matemática, 286, 291, 295
Fisiología, 292, 292 n, 297, 301
Formadpriori: kantiana, 53, 90, 200, 341, véase categorías kantianas; de
sensibilidad: Fichte, 51, Schopenhauer, 209, 211 s, 217
Forma orgánica, 279
Fragmento de un sistema, de Hegel, 132 s
Francmasonería, 39, 120
Frenología, 150
Fuerza contenida: Fichte, 52
Fuerza: Fichte, 52; Hegel, 192 s; materialistas, 353 ss; Schopenhauer, 215,219;
también 320, 323; fuerzas naturales: Schelling, 93-96
Fuerza y expresión: Hegel, 1 5 3 s
Función: Cassirer, 291
161, 172-177-, también 39, 85; propósito de la: Hegel, 147, 175-177, 178,
190, 236; Marx, 260; Schelling, 99, 112; también 26, 39, 120, 293 s, 329;
historia de la religión: véase religión; clases de: Hegel, 172; historia
mundial: Dilthey, 294; Hegel, 172-177, 191
Histórica, crítica de la razón: Dilthey, 292, 293
Historiografía, 291
Hombre: Fichte, 37 ss, 45, 56-58; Heidegger, 343, filosofías idealistas del, 12-
31; Jaspers, 336 s, marxismo, 237, 242, 248 s, 258, 262, 331 s; Nietzsche,
317, 324 s, 3297 veasl tipos Ae abajo-, Schelling, 87 s, 90, 110;
Schleiermachcr, 126-, también 228 s, 291, 333 n, 344 s; absoluto: Stirner,
238; alienación del, véase alienación; económico, véase económico;
esencia del: Cohen, 286 s; Feuerbach, 321 s; hegelianos, 238; finito:
Fichte, 39; Heidegger, 342; finito e infinito: Kierkegaard, 268, 272; Dics y:
Feuerbach, 232-236; Hegel, 131’ s, 186; Kierkegaard, 263, 267, 268 ss,
272; Schelling, 261, 33, 114-116; Stirner, 237; también 122; historia y:
Dilthey, 295; también 279; naturaleza y: Dilthey, 292; Feuerbach, 231 s;
Fichte, 56 s; Marx, 248 ss; Schelling, 90; también 25, 30; ciencias del:
Dilthey, 292 s; Jaspers, 336 s; como ser social: Feuerbach, 233236; Marx,
249 s, 253 s; tipos de: Nietzsche, 315-319, 324, 328, 329; unidad de:
Cassirer, 291; Fichte, 57 ss; unidad de todos los hombres, véase unidad
Horizonte, nuevo: Nietzsche, 319
Horticultura, 221
HK, 211 n
HS, 190 n
Humanidad, 287, 301; como abstracción:
Kierkegaard, 266; Stirner, 238 s
Humanismo: Marx, 258; Ruge, 237
Humildad: Nietzsche, 315, 317
Idea: Fichte, 75, 78 (llamada Concepto); E. von Hartmann, 228; Hegel, 138,
154 s, 181 s, 190, 228, 240 s, 246, 248, 314? ver Naturaleza e idea, abajo-
, marxismo, 246-248, 260 s; también 26, 108; Absoluto como: véase
Absoluto; significado en Hegel, 138; Naturaleza e idea, 1 57, 159, 178,
234; idea inconsciente, 228; idea absoluta: Hegel, 114, 152, 154s;
INDCE DE MATERIAS
Schelling, 112, 114; también 204, 247, 329; idea divina: véase ideas
divinas; Idea eterna: Hegel, 137, 138 s; Schelling, 106 ss; idea humana:
véase concepto; idea regulativa kantiana, 91; idea lógica: Hegel (también
llamada Concepto, Logas, Noción) 138 s, 152, 155-158, 160, 178, 184,
187, 189, 205, 246; idea platónica: Schopenhauer, 219-221; pluralidad de
ideas: Schelling, véase ideas divinas; en una idea, 106
Ideal: Hegel, 181; ideal o aspiración: Schelling, 98 s; también 231, 328; ideal
(categoría histórica): Dilthey, 294 s; ideal y real (fenoménico y
nouménico): Feuerbach, 231; Hegel, 131, 134, 137, 140, 143, 151 s, 157,
159; Kant, 103; 151 s, 212, 236; Nietzsche, 320 s; Schelling, 90-93, 96 s,
99-106, 108, 112, 137; Schleiermacher, 122 s; Schopenhauer, 210 ss, 213
s, 217, 221 ss, 225; también, 120; 197, 205, 287 s, 336, 338, identidad
de: Schelling, 10} ss, 137
Ideales morales: Schleiermacher, 123, 126; también 201, 272, 282
Idealismo: Primera parte (véase índice, pp. 9-10); Feuerbach, 231, 236; Fichte,
41 ss, 50, 73, 7 5, 86, 124; Husserl, 340 s; Lotze, 300 s; marxismo, 242-
244, 247, 260, también 20, 104, 205 s, 226, 283 s, 304 s; idealismo
absoluto: Feuerbach, 231, 234; Hegel, 78 s, 188 s, 190 s, 304; Kant e, 21,
29, 30-32; Kierkegaard, 263 s; también 15, 21, 27, 31 s, 204 s, 226 s, 279;
cristianismo e, 192; idealismo ético: Fichte, 38, 49, 79, 80; idealismo
alemán; véase índice, pp. 9-10; Nietzsche, 329 n. 37; Schelling, 96 s, 118;
Schopenhauer, 217, 225; también 15 ss, 17 s, 20 ss, 189 s, 226, 344,
348*; antropomorfismo en el, 11 ss, 7 5; y filosofía del hombre, 12-16-, y
religión, 21-23, 27, 122; romanticismo y, 21-28-, subjetivismo, 96;
idealismo “mágico”, 24; idealismo metafísico: después de Kant, 16, 17-21,
22, 24, 28 s, 31, 32, 151; Fichte, 42, 44 s, 46 n, 53 s; Schelling, 29, 114,
118, 121; Schopenhauer, 221 r; también 203; 230, 238, 247, 279, 283 s,
329; idealismo puro = i. metafísico; subjetivo: después de Kant, 20;
Fichte, 74, 78 s; Schelling, 89; teológico: Lotze, 300; trascendental:
Fichte, 24, 29, 66, 69 ss, 88; Hegel, 135, 137; Schelling, 82, 88, 96-100,
101, 103, 104, 1 18, 120, 135, 137; Schopenhauer, 225 s
Ideas, asociación de: Herbart, 200; ideas divinas: Schelling, 101 s, 104, 106 s;
ideas platónicas: Schopenhauer, 219-221; también 104, 122, 287
Ideas platónicas: Schopenhauer, 219-221; también 104, 122, 287
Identidad: absoluta o pura: Schelling, 101, 103, 110, 151; Absoluto como
identidad: Hegel, 135 s, 138, 140, 143, 151;Schelling, 91, 99, 101,101 rs,
106, 112, 118 n, 135 s, 151; Schleiermacher, 123, 125 ss, 127; también
INDCE DE MATERIAS
119; en la diferencia: Hegel, 138, 140 s, 142 s, 146, 147 ss, 154, 159, 168,
170, 178 sy véase Absoluto como identidad arriba-, principio de: Fichte,
48 s; Hegel, 135; Schelling, 109, 135; sistema o teoría de: Schelling, véase
Absoluto como identidad
Ideográfica, ciencia, 289
Ideología alemana, La, de Marx y Engels, 244
Iglesia cristiana: Hegel, 131, 189. 192; también 127, 265; y Estado, 119, 127
Ilustración, La. 24, 26, 131
Imagen: Fichte, 50, 52, 73 s, 76, 83; Schelling. 95, 106 s
Imaginación: Fichte, 24, 50-52, 54, 86; Hegel, 161, 184, 187, 189; Kant, 50;
Schelling, 102; Schopenhauer, 221; también 24, 203
Imparcialidad: Schopenhauer. 226
Imperativo categórico: Fichte. 43, 53, 56, 74: Kant. 43. 98. 201. 224; también
282, 315
Inconsciente, El: E. von Hartmann, 228 s; véase también voluntad inconsciente
Independencia, concepto de: Fichte, 58 Industria: Marx, 2 56, 2 59
Inferencia, 210
Infraconsciente, impulso o tendencia: Fichte, 52 s
Injusticia social: Marx, 242
Inmanencia de Dios o el Absoluto: Hegel, 147, 186; Schelling, 109; inmanencia
de conocimiento: Schelling, 97, 101
Inmediatez: Hegel, 1 54, 166, 181; Kierkegaard, 273
Inmortalidad del alma: afirmada, 192, 203, 205 s, 297; negada, 193, 224, 282,
327
Imparcialidad: Hegel, 173
Implicación: Schleiermacher, 125; Schopenhauer, 210; causalidad e, 20, 158
Impotencia de la Naturaleza: Hegel, 158
Impulso: Fichte, 52 ss, 56 ss, 68, 76; Hegel, 132, 161, 165; Herbart, 200, 201 n;
Schelling, 98, 109; Schleiermacher, 126 s; Schopenhauer, 216, 218, 219,
226; Nietzsche, 312, 317; también 202, 268 s
Imputabilidad: Hegel, 164
"Inclinación e interés": Fichte, 41 s; inclinación y moralidad: Hegel, 16 5
Independencia: véase libertad
India, filosofía: Schopenhauer, 212; también 221
Indiferencia, libertad de: 201 n; Schelling, 111 s
Indiferencia o identidad de lo ideal y lo real: Schelling, 101, 103 y véase
identidad
INDCE DE MATERIAS
L
INDCE DE MATERIAS
M, 40 n
Mágico: Hegel, 186
Magnetismo, 94, 96, 215
Mahometanismo, Islam: Hegel, 174, 184; también 259
Mal: Schelling, 108, 109 s, 112 s; Schopenhauer, 208, 216-219, 221, 225, 331;
también 218, 227, 273; Dios y, 108, 109 s, 225; en el hombre, 101, 216;
moral: Fichte, 61, 68, 71; también 162, 315
Manifiesto Comunista, 244 s, 2 5 3, 256 n
Maquinaria, 256
Marxismo, 240 s, 331; ambigüedad en el, 260 ss; en la Unión Soviética, 260,
262; también 240 s, 331
Masa, material, 94
Matemáticas: Bolzano, 203, 204; Fríes, 197 s; Hegel, 140, 159; también 40, 2
50, 339; filosofía de las, 287, 340
Materia: Herbart, 202; materialistas, 279 ss, 282; Schelling, 94, 98;
Schopenhauer, 212, 215, 221; mente y, véase mente
Materialismo: Engels, 244, 247 s; Feuerbach, 236, 244, 247; Marx, 247 s, 252,
260, 262; también 1 5, 41 s, 93, 286, 296 ss, 305, 308, 309, 334;
dialéctico, véase diáléctica; no dialéctico, 279-281
Maya: Nietzsche, 312; Schopenhauer, 212, 223 ss
Mecánica, 93, 159
Mecanismo: Lotze, 298 ss, 301, 302; marxismo, 250, 260; Schelling, 91, 93 s;
también 18, 25, 57, 154, 279, 303
Media, clase, véase burguesía Mediación: Hegel, 154
Medio ambiente: Avenarius, 284 Medicina, 297 s, 301
Medida: Hegel, 153, 247 n. 3
Mediocridad: Nietzsche, 314, 316, 323 s
Medios de producción, véase producción, medios de
Memoria, 161, 297
INDCE DE MATERIAS
s, 162-163-, Kant, 68, 126, 131 s, 163; marxismo, 244, 251 s, 261;
Nietzsche, 308 s, 315-317, 323, 327, 329 n. 2; Schelling, 34, 88 s, 98 s;
Schleiermacher, 122’, 123, 126, 127; Schopenhauer, 221 s, 225; también
18, 303, 305, 338, autónoma, véase autónoma; Cristianismo y: Hegel,
132; Nietzsche, 316 s, 319-, Schleiermacher, 127; interior: Fichte, 55;
Hegel, 55, 164, 165; Naturaleza y: Fichte, 25 s, 49, 51, 58 ss, 61 s, 71; del
señor y el esclavo: Nietzsche, 315 s; filosófica, 127; sociedad y: Fichte, 33
s, 64 s; Hegel, 34, 148 s, 165; también 287, 315
Moravos, Hermanos, 122
Mortificación, autodenegación: Nietzsche, 309, 323; Schopenhauer, 221-224,
226 s; también 228, 237
Motivación, motivo: Nietzsche, 328; Schopenhauer, 210, 223
Muerte: Kierkegaard, 273; Schopenhauer, 221, 224 s
Multiplicidad, 215; y unidad, véase y uno y muchos
Mundo como voluntad e Idea, El, de Schopenhauer, 208 s, 211, 320
Mundo externo y sensible e idealismo, 17 s, 73, 216
Mundo: Fichte, 71, 77, 79; Nietzsche, 320 s, 322, 326 s, 329, 332, 334;
Schelling, 86, 107, 112; también 123, 237, 281; eterno: Oken, 119, Dios
y, véase Naturaleza y Dios; historia del, véase historia; como idea: E. von
Hartmann, 228 ss; Schopenhauer, 209 s, 212, 217, 227 y véase Mundo
como voluntad e idea-, orden moral del: Fichte, 33 s, 38, 62, 71-73, 79;
Schelling, 99 ss, 100; organización del, véase comunidad universal;
fenoménico, véase como idea; propósito del: E. von Hartmann, 228;
Lotze, 299, 301 y véase finalidad de la naturaleza; sociedad, véase
comunidad universal; alma del: Fechner, 297; Hegel, 246; Schelling, 83,
95; espíritu del, universal: e historia: Hegel, 173-177, 179, 191, 234;
astucia del, 175, 176 n, 229; como totalidad: Wundt, 302; visión del,
visión del universo: Herbart, 109, 207; Schopenhauer, 111, también 1 5,
42, 292, 294, 304 s, 334; comunidad mundial, véase comunidad
universal; como voluntad: Nietzsche, 320 s; E. von Hartmann, 228 ss;
Schopenhauer, 213, 215, 225 ss
Mundo material, véase Naturaleza Mundo oriental, 161, 174, 227
Música: Nietzsche, 308, 309, 312 s: Schopenhauer, 221, 227; también 183 s,
212
Mutilación: Fichte, 61
N
INDCE DE MATERIAS
No ego, véase no yo
No yo, no ego: Fichte, 31, 41,45 ss, 43-55, 61 s; Schelling, 87, 97 s
No-ser: Hegel, 142, 152 s; Schelling, 106, 112
Nobleza propietaria de la tierra, 256 Noción: Hegel = Idea lógica Noema,
noesis; Husserl, 339 Nominalismo, 238
Noticia clara como el día sobre la nueva filosofía, de Fichte, 38
Nouménico y fenoménico, véase ideal y real Noumenon: Schopenhauer, 212;
véase también cosa-en-sí
Nous plotínico: Schelling, 78, 106
Número, 338
O, 181 n
Obediencia, 237, 315; obediencia cívica, 202
Objetividad: Fichte, 45, 49; Hegel, 154, 166, 179, 181, 243; Kierkegaard, 264;
Marx, 243; Schopenhauer, 213; subjetividad y, véase subjetividad
Objeto: Fichte, 41 ss, 43 s, 51, 53, 75; Hegel, 145, 146, 147; Meinong, 338 s;
Schelling, 87 ss; Schopenhauer, 209; absoluto, 87 ss; de conciencia, 337-
340; Dios como, 185; ideal, 338; imaginario, 338; inexistente, 337 ss;
infinito, 87; físico, 209, 285, 293, 340; producción de: Fichte, 24, 41,47
ssy véase objetificación; espiritual, 293; sujeto y objeto, véase sujeto;
objetificación: Fichte, 43-45, 49 s, 76, 77, 299; Hegel, véase objetificación
del Absoluto, abajo-, Schelling, 82, 91-94, 96-98, 100 ss, 135; del
Absoluto: Hegel, 135, 137 ss, 147 ss, 154 ss, 181; Lotze, 299; Schelling,
106, 107, 109; en la naturaleza: Hegel, 148 s, 1 5 1, 1 55, 1 57, 161, 178
s, 184, 187; Schelling, 91-96; del ser, 336 ss; del hombre: Feuerbach, 233;
N. Hartmann, 341;MOT¿«n 344; en la familia, 166; en el trabajo, 146,
258; en la naturaleza, 231, 248 s; del espíritu en el arte, 292-295; Hegel,
181; en el Cristianismo, 192; en la historia: Hegel, 175 s; de la voluntad:
Schopenhauer, 215-217, 219-221; 223, 228; también 228
Objetos particulares, individuales: Hegel, 158; Schelling, 101; Schopenhauer,
219, 224 s
Objetos, teoría de los: Meinong, 338
Obligación moral: Fichte, 55, 59, 61; Hegel, 163, 165 s; Kierkegaard, 268; véase
también imperativo categórico
Occidental, pensamiento, 161, 174, 227
INDCE DE MATERIAS
R, 162 n
Racional = real: Hegel, 129, 131, 138, 143, 159, 170, 237
Racionalismo, 116, 131, 306 n, 309
Racionalización de los misterios, 22, 77, 177, 189
Rango: Nietzsche, 323 s, 329
Razón: Fichte, 51 s, 140 y abajo; Hegel, 134, 140, 143, 145, 147 s, 172 s, 175,
189, 226, 240y abajo; Kierkegaard, 269; Schopenhauer, 211, 213, 216,
INDCE DE MATERIAS
226; también 126, 128, 231 s, 282; absoluta, pura, razón o pensamiento:
Cohen, 286; Hegel, 148, 151, 188; Kierkegaard, 266 s; Schelling, 103 s;
también 17, 19; 20, 28, 31; astucia de la razón, 175, 176 n, 228; creativa,
productiva: Fichte, 41, 73 s; también 17, 28, 30; finita, véase ego humano;
humana, véase ego humano; infinita: Fichte, 73 s, 77; Hegel, 17, 138,
143, 1 57; Schelling, 108; práctica: Fichte, 17, 37, 42, 53, 68 s; Kant, 212
ny véase Fichte arriba; también 24, 148, 201, 212 n; automanifestación de
la: Hegel, 17, 29 s, 138, 143, 173; también 15 s, 17-21, 28-31; universal:
Kierkegaard, 268 s; y voluntad, véase intelecto y voluntad
Razón suficiente, axioma de la: Fichte, 49; principio de: Schopenhauer, 207,
209-211, 220, 224 s
Razonamiento abstracto, 212, 214 “Reales", entidades: Herbart, 199 s Realidad
bifurcada, 18
Realidad: Fichte, 49, 52, 73 s, 79; N. Hartmann, 342; Hegel. 130s, 138, 140,
143; 151; Nietzsche, 320 ss; también 18, 93. 198 s, 204 s; apariencia y,
véase ideal y real; bifurcado, 18; sin existencia, 289, 342; identificada con
el pensamiento, 28-31, 73, 226; véase racional
Realidad última: Feuerbach, 231, 23 5, 247; Fichte, 28, 61; Hegel, 226, 243;
marxismo, 242 s, 247 s; Schelling, 35. 112; Schopenhauer, 215, 224 s,
228; también 31, 226, 228, 283, 334
Realismo idealista, 104 (= Sistema de identidad de Schelling)
Realismo: N. Hartmann, 341; marxismo, 262
Realización del yo: Kierkegaard, 272; Schelling, 98
Recompensa por la acción moral: Schopenhauer, 223
Reconciliación con Dios, 186
Recreación de épocas de la historia, 101
Recurrencia eterna: Engels, 260; Nietzsche, 310 ss, 525 ss, 20 s
Redención: E. von Hartmann, 299; Hegel, 176 n; Schelling, 113 ss;
Schleiermacher, 127
Referéndum, 64
Reflexión como entendimiento: Hegel, 134,140 r; Schopenhauer, 211; véase
entendimiento
Reflexión: Fichte, 45 ss, 52, 687 abajo; Hegel, 133 ss, 142 s, 148, 153, 170,
173, 189 s; Kierkegaard, 263; Schelling, 90; 92, 98, 116, H3;también 28,
128,212, 281, 288, 296, 344; del Absoluto, véase objetificación del
Absoluto; categorías de la 153; trascendental: Fichte, 24, 28; 43, 45, 50 s,
54, 80
INDCE DE MATERIAS
S, 172 n.3
Sabiduría: Hegel, 161; también 117, 120 n, 303
Sacrificio, 186
Sagrada Familia, La, de Marx y Engels, 244, 247
Salarios bajo el capitalismo: Marx, 245 Salvación: Kierkegaard, 268, 273;
también 186, 219
Sanciones: 162, 201, 223
Santidad: Nietzsche, 314 n; Schopenhauer, 224 s; Windelband, 288 s
Santísima Trinidad: Hegel, 186, 188; Schelling, 110, 115, 117; también 192,
205, 233
Satisfacción: Eucken, 304; Fichte, 57 s, 76;
Schopenhauer, 216 s; véase también placer
Seguridad pública, 65
Selección natural, 323 y véase Darwin Sensación (Empfindung); Fichte, 52
Sensación, sensibilidad: Avenarius, 28} ir; Fechner, 296; Fichte, 24, 49, 50;
Hegel, 134, 145 s, 147, 131; también 285; formas de sensibilidad: Fichte,
51; Schopenhauer, 209, 211 s; reducción a sensaciones, 283 ss
Sensualidad, 108, 109, 268
Sensualismo, 279
Sentimiento de dependencia: Schleiermacher, 152
Sentimiento inmediato: Fichte, 60
Sentimiento: Fichte, 52 s, 60, 68, 74; Hegel, 160 s, 166, 184; románticos, 24,
27 s;
Schleiermacher, 123 ss, 127 s; también 90, 234, 289, 338; sentimiento
religioso: 125, 184; 197; véase también emoción Señor, moral del: 315 s
Señor y esclavo: Hegel, 146 s
INDCE DE MATERIAS
Talentos, 126
Teísmo: Feuerbach, 236; Fichte, 70 ss, 73, 74, 79 ss; Hegel, 131; 144, 156;
hegelianismo, 192; Nietzsche, 317 ss; 329; Schelling, 85, 107, 118, 204;
INDCE DE MATERIAS
310 s, 317 s, 320 s, 322 y n, 323 s, 328 s, 332; racional: Hegel, 148 s, 161
s, 165, 168, 236; Ruge, 236; Schelling, 109 s, 112, 114; Schopenhauer,
213 n; razón y: Kierkegaard, 269; Schopenhauer, 212 s; Wundt, 302;
autodeterminante: Schelling, 98; esclavitud de la: E. von Hartmann, 288;
Schopenhauer, 219-221, 223 s; subjetiva: Hegel, 163 s; inconsciente,
ciega: Schelling, 109, 112, 117; Schopenhauer, 220, 226; universal: Hegel,
163 s, 165, 168 s
Voluntarismo: Beneke, 203; Schopenhauer, 212 n, 225 s