La Revolución Francesa - 2023
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Los Estados Generales fueron convocados para iniciar sus sesiones en mayo de 1789.
En esta asamblea se daban cita representantes de los tres estados: nobleza, clero y estado
llano (tercer estado). Según la tradición, se reunían por separado para dar su
consentimiento a propuestas reales y cada estamento tenía un único voto.
Antes de la reunión de los Estados Generales, el tercer estado había logrado que el
número de sus representantes fuera similar a los de la nobleza y el clero juntos. Pero
faltaba por dilucidar el sistema de votación. El 5 de mayo, bajo la presidencia del rey
Luis XVI, se abre solemnemente la gran reunión de los Estados Generales. La discusión
más importante –y la clave de la cuestión- era la forma de votación. El clero y la nobleza
pedían un voto por estamento, el tercer estado un voto por persona. Tras agrias
polémicas durante varias semanas, los representantes del tercer estado se auto declararon
Asamblea Nacional (17 de junio) y decidieron retirarse a otra sala, en la que se jugaba a
la pelota, y allí decidieron, en reunión con algunos clérigos, pronunciar el Juramento del
Es una etapa que pretendió ser moderada y que concluyó con el triunfo de los
radicales. De acuerdo con la Constitución se celebraron elecciones al nuevo parlamento
o Asamblea Legislativa. Entre los diversos partidos o “clubes” que se dieron cita en la
Asamblea pronto destacaron dos: por un lado, los girondinos, que representan a la alta
burguesía, con ideas moderadas, y por otro, los jacobinos, que agrupan a la baja
burguesía, a favor del radicalismo revolucionario; a estos dos grupos habría que añadir
las masas populares de París, los -sans culottes-, que cobrarán especial protagonismo en
la etapa siguiente. La política de la Asamblea estuvo marcada por los problemas en el
exterior con las monarquías europeas, especialmente con Austria y Prusia, donde iban
reuniéndose los numerosos emigrados del país (sobre todo, nobles y clérigos).
La Asamblea, por iniciativa de los girondinos, decidió declarar la guerra a Austria
(abril de 1792), conflicto que muy pronto se extendería a toda Europa y que se planteó
como una guerra ideológica: por un lado, Francia pretendía extender el espíritu
revolucionario a toda Europa; por el otro, los monarcas absolutos y la aristocracia unidos
en la defensa del Antiguo Régimen.
Las primeras actuaciones bélicas fueron desastrosas para Francia. Tropas austriacas
amenazaban con ocupar París, pero el rey era acusado de estar en contacto con los
invasores. La situación dio lugar a una insurrección popular protagonizada por las clases
populares, los sans-culottes (10 de agosto de 1792): el palacio real de las Tullerías fue
asaltado, el rey fue encarcelado con su familia, se puso fin a la Asamblea Legislativa y se
convocaron elecciones, por sufragio universal, para una asamblea llamada Convención.
e) El Directorio (1795-1799).
La situación a la que los jacobinos tenían sometido al país no podía durar mucho
tiempo. La burguesía moderada estaba alarmada por el creciente protagonismo que iban
tomando las clases populares en París. Así, amplios sectores de esa burguesía más
moderada, contrarios a los jacobinos, organizaron un golpe de Estado que triunfó, con
rápida ejecución de Robespierre, llevado a la guillotina (28 de julio de 1794).
La Convención se disolvió siendo sustituida por un Directorio de cinco miembros al
frente del poder ejecutivo, elegidos por el poder legislativo compuesto de dos asambleas,
la de los Quinientos y el Consejo de los Ancianos, elegidas por sufragio censitario o
restringido. En el exterior, Francia iba logrando victorias, pero en el interior el gobierno
se veía atacado por los realistas, a favor de restablecer la monarquía borbónica, y por
sectores radicales (jacobinos y sans–culottes). Para compensar su debilidad, el Directorio
terminó buscando el apoyo en el ejército, que venía adquiriendo importancia creciente
por las victorias que estaba dando a Francia en el exterior.
f) El Consulado (1799-1804).
Aprovechando las circunstancias que acaban de anotarse, uno de los militares de
mayor prestigio, el general Napoleón Bonaparte, decidió acabar con el Directorio dando
un golpe de Estado el 9 de noviembre de 1799 (18 Brumario) y estableció como forma
de gobierno el Consulado. El poder ejecutivo recaía en tres cónsules, uno de ellos, el
primero, cargo que ostenta Napoleón Bonaparte, concentraba todos los poderes. En 1802
se da otro avance en consolidación de su poder personal al ser proclamado cónsul único
y vitalicio. En 1804, se culmina este proceso, cuando se proclama a Napoleón
Emperador de los franceses. El acto de coronación tuvo lugar en París ante el Papa Pío
VII.
Napoleón, apoyado por el ejército y la burguesía adinerada, consolidó los principios
básicos de la Revolución y anuló cualquier intento de restauración monárquica o de
radicalismo jacobino.
Su actuación en política interior sirvió de modelo a otros países europeos. Con el
Papa Pío VII firmó el Concordato de 1801 por el que el Estado francés se obligaba a
mantener los gastos del clero, se aceptaba la venta de sus bienes y se reconocía que la