La Revolución Francesa - 2023

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LA REVOLUCIÓN FRANCESA

1- Causas de la revolución francesa


Una combinación de elementos económicos, sociales y político-ideológicos
condujeron en 1789 al estallido de la revolución francesa. Las críticas de los ilustrados
proporcionaron los fundamentos ideológicos (división de poderes, monarquía
parlamentaria, derechos del hombre…) sobre los que debía apoyarse la revolución.
Como hemos dicho, anterior a la Revolución francesa fue la independencia de las
trece colonias en América, este hecho fue de vital importancia porque la corona francesa
ayudo a los americanos en contra de los ingleses lo que produjo un endeudamiento del
estado francés.
Antes del estallido revolucionario, la coyuntura económica contribuyó a
empeorar la situación social. Entre 1788 y 1789 las malas cosechas provocaron una crisis
de subsistencias, un encarecimiento de los productos alimenticios, lo que produjo un
hondo descontento popular, tanto en el campo como en las ciudades. Sin embargo, será
la crisis financiera del Estado y el comportamiento de los privilegiados (los nobles y el
clero) ante la misma, la que desató la crisis política que desembocaría en el triunfo de la
revolución. El Estado francés venía atravesando una crisis financiera; estaba endeudado,
emitía deuda pública, dado que sus ingresos no eran suficientes para cubrir sus gastos.
Para que el Estado pudiera contar con más fondos, los diversos ministros de Hacienda
de Luis XVI venían planteando la necesidad de proceder a una reforma fiscal, en la que
los privilegiados debían contribuir según sus propiedades. No lo consiguieron; la nobleza
y el clero, en efecto, se aferraban a sus privilegios (exención de impuestos) para no pagar.
La nobleza, además, argumentaba que solamente los tres estados del reino
(nobleza, clero y tercer estado), reunidos en Estados Generales, tenían autoridad para
permitir nuevos impuestos. Así, la oposición de los privilegiados a pagar dio lugar a una
crisis política que obligó al rey a convocar los Estados Generales, que no habían sido
convocados desde 1614. No imaginaban los privilegiados que estaban abriendo un
proceso por el que la burguesía iba a sustituirles al frente del poder.

2. Etapas del proceso revolucionario.

a) La convocatoria de los Estados Generales y la constitución de la Asamblea


Nacional.

Los Estados Generales fueron convocados para iniciar sus sesiones en mayo de 1789.
En esta asamblea se daban cita representantes de los tres estados: nobleza, clero y estado
llano (tercer estado). Según la tradición, se reunían por separado para dar su
consentimiento a propuestas reales y cada estamento tenía un único voto.
Antes de la reunión de los Estados Generales, el tercer estado había logrado que el
número de sus representantes fuera similar a los de la nobleza y el clero juntos. Pero
faltaba por dilucidar el sistema de votación. El 5 de mayo, bajo la presidencia del rey
Luis XVI, se abre solemnemente la gran reunión de los Estados Generales. La discusión
más importante –y la clave de la cuestión- era la forma de votación. El clero y la nobleza
pedían un voto por estamento, el tercer estado un voto por persona. Tras agrias
polémicas durante varias semanas, los representantes del tercer estado se auto declararon
Asamblea Nacional (17 de junio) y decidieron retirarse a otra sala, en la que se jugaba a
la pelota, y allí decidieron, en reunión con algunos clérigos, pronunciar el Juramento del

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Juego de Pelota, afirmando que, donde quiera que ellos se reuniesen allí estaba la
Asamblea Nacional y juraban no abandonar el lugar sin haber dotado a la nación de una
Constitución que garantizase sus derechos.

b) La Asamblea Constituyente (1789-1791).


El rey titubea, no sabe qué hacer, quiere evitar un derramamiento de sangre, hasta
terminar cediendo, ordenando la reunión de los tres estados para dar una Constitución a
Francia. Nacía la Asamblea Nacional Constituyente. De esta forma, los Estados
Generales habían terminado desembocando en una Asamblea Constituyente bajo el
control de la burguesía. Paralelamente, el pueblo de París, con sus actuaciones va a
contribuir también al triunfo de la revolución, dándole un cariz popular que los burgueses
revolucionarios supieron encauzar a favor de sus objetivos. Entre las jornadas
revolucionarias protagonizadas por el pueblo destaca el asalto a la prisión de la Bastilla
(14 de julio), fortaleza considerada símbolo del absolutismo. Paralelamente, en el campo
francés los campesinos se movilizaban contra el poder señorial. Muchos nobles
respondieron huyendo de Francia con la intención de conspirar en contra de la revolución.
La revolución estaba en marcha. La Asamblea Constituyente empezaba a aprobar
leyes por las que se abolía al Antiguo Régimen. En agosto se procedió a suprimir el
sistema feudal y se redactó la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano, en la que se garantizaba la libertad individual, la propiedad y la igualdad de
derechos ante la ley.
Con vistas a enfrentarse a la crisis financiera se decidió la expropiación y venta de los
bienes del clero. La medida disgustó a la Iglesia y se completó con la aprobación de la
Constitución Civil del Clero con la que se quiso crear una iglesia nacional, convirtiendo a
los religiosos en funcionarios del Estado. La norma fue condenada por el Papa Pío VI y
produjo un conflicto religioso que solo se resolvió en parte en la época de Napoleón.
Por último, en septiembre de 1791 era aprobada la Constitución, que establecía
el principio de la soberanía nacional; Francia se convertía en una monarquía
constitucional, basada en la división de poderes: el ejecutivo (en manos del rey), el
legislativo (en una Asamblea unicameral, llamada Asamblea Legislativa) y el poder
judicial (ejercido por los tribunales del Estado). El sistema electoral que se aprobó era
censitario (solo podían votar los ciudadanos que tuviesen un mínimo de riqueza). Con
todo, consolidar una monarquía constitucional no iba a ser fácil. El comportamiento de la
familia real tampoco contribuyó a ello. Además, los exiliados franceses conspiraban y
presionaban a los monarcas y a las cortes europeas para que interviniesen. A todo esto,
meses antes de aprobarse la Constitución, la familia real intentó huir de Francia con la
intención de reunirse con los nobles emigrados y para conseguir el apoyo de las potencias
extranjeras. Descubierto en Varennes, Luis XVI fue devuelto a París, creándose un clima
de desconfianza hacia la monarquía y contribuyendo a radicalizar a los sectores más
radicales.

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Ejecución de Luis XVI el 21 de Enero de 1793

c) La Asamblea Legislativa (1791-1792).

Es una etapa que pretendió ser moderada y que concluyó con el triunfo de los
radicales. De acuerdo con la Constitución se celebraron elecciones al nuevo parlamento
o Asamblea Legislativa. Entre los diversos partidos o “clubes” que se dieron cita en la
Asamblea pronto destacaron dos: por un lado, los girondinos, que representan a la alta
burguesía, con ideas moderadas, y por otro, los jacobinos, que agrupan a la baja
burguesía, a favor del radicalismo revolucionario; a estos dos grupos habría que añadir
las masas populares de París, los -sans culottes-, que cobrarán especial protagonismo en
la etapa siguiente. La política de la Asamblea estuvo marcada por los problemas en el
exterior con las monarquías europeas, especialmente con Austria y Prusia, donde iban
reuniéndose los numerosos emigrados del país (sobre todo, nobles y clérigos).
La Asamblea, por iniciativa de los girondinos, decidió declarar la guerra a Austria
(abril de 1792), conflicto que muy pronto se extendería a toda Europa y que se planteó
como una guerra ideológica: por un lado, Francia pretendía extender el espíritu
revolucionario a toda Europa; por el otro, los monarcas absolutos y la aristocracia unidos
en la defensa del Antiguo Régimen.
Las primeras actuaciones bélicas fueron desastrosas para Francia. Tropas austriacas
amenazaban con ocupar París, pero el rey era acusado de estar en contacto con los
invasores. La situación dio lugar a una insurrección popular protagonizada por las clases
populares, los sans-culottes (10 de agosto de 1792): el palacio real de las Tullerías fue
asaltado, el rey fue encarcelado con su familia, se puso fin a la Asamblea Legislativa y se
convocaron elecciones, por sufragio universal, para una asamblea llamada Convención.

d) La Convención (1792-1794). La proclamación de la República.

La Convención, en su primera sesión, acordó abolir la monarquía y proclamar la


República (septiembre de 1792). Esta etapa ofrece dos momento distintos: en el primero
gobiernan los girondinos y en el segundo los jacobinos.
 Gobierno girondino. Estaban a favor de un gobierno moderado, pero se vieron
desbordados por los jacobinos, partidarios de adoptar medidas radicales.
Los girondinos preferían salvar al monarca, pero no lo consiguieron. Acusado de
colaborar con los enemigos de Francia, se le juzga y es condenado: Luis XVI es
guillotinado el 21 de enero de 1793 (con la reina Mª Antonieta se hizo otro tanto meses

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después). Ahora bien, la ejecución del rey contribuyó a crear divisiones dentro de la
Convención y a que, la guerra, que ya tenía abierta Francia contra Austria y Prusia, se
ampliara con la incorporación de otros países, como Inglaterra.
El temor a que la Revolución pudiera verse anulada y la crítica situación
económica contribuyeron a movilizar a los jacobinos, quienes, dirigidos por
Robespierre, y con el apoyo de los sans-culottes, expulsaron a los girondinos de la
Asamblea (junio de 1793), quedando ellos como únicos dueños del poder.
 Gobierno jacobino. La revolución se radicaliza y entra en la etapa más
sangrienta, etapa que recibe el nombre de Terror, los opositores políticos son
guillotinados y la represión de Robespierre no respeta ni a los miembros de su
propio partido. En el plano económico se adoptaron medidas a favor de los
sectores populares urbanos, como la ley que limitaba los precios. También se
mejoró la condición de los pequeños propietarios agrarios. En el plano político se
aprueba la Constitución de 1793 que presenta la novedad de elegir a los
representantes por primera vez a través del sufragio universal. La nueva
Constitución, sin embargo, nunca entró en vigor. En realidad, Robespierre y sus
colaboradores gobernaron manteniendo una auténtica dictadura.

e) El Directorio (1795-1799).
La situación a la que los jacobinos tenían sometido al país no podía durar mucho
tiempo. La burguesía moderada estaba alarmada por el creciente protagonismo que iban
tomando las clases populares en París. Así, amplios sectores de esa burguesía más
moderada, contrarios a los jacobinos, organizaron un golpe de Estado que triunfó, con
rápida ejecución de Robespierre, llevado a la guillotina (28 de julio de 1794).
La Convención se disolvió siendo sustituida por un Directorio de cinco miembros al
frente del poder ejecutivo, elegidos por el poder legislativo compuesto de dos asambleas,
la de los Quinientos y el Consejo de los Ancianos, elegidas por sufragio censitario o
restringido. En el exterior, Francia iba logrando victorias, pero en el interior el gobierno
se veía atacado por los realistas, a favor de restablecer la monarquía borbónica, y por
sectores radicales (jacobinos y sans–culottes). Para compensar su debilidad, el Directorio
terminó buscando el apoyo en el ejército, que venía adquiriendo importancia creciente
por las victorias que estaba dando a Francia en el exterior.

f) El Consulado (1799-1804).
Aprovechando las circunstancias que acaban de anotarse, uno de los militares de
mayor prestigio, el general Napoleón Bonaparte, decidió acabar con el Directorio dando
un golpe de Estado el 9 de noviembre de 1799 (18 Brumario) y estableció como forma
de gobierno el Consulado. El poder ejecutivo recaía en tres cónsules, uno de ellos, el
primero, cargo que ostenta Napoleón Bonaparte, concentraba todos los poderes. En 1802
se da otro avance en consolidación de su poder personal al ser proclamado cónsul único
y vitalicio. En 1804, se culmina este proceso, cuando se proclama a Napoleón
Emperador de los franceses. El acto de coronación tuvo lugar en París ante el Papa Pío
VII.
Napoleón, apoyado por el ejército y la burguesía adinerada, consolidó los principios
básicos de la Revolución y anuló cualquier intento de restauración monárquica o de
radicalismo jacobino.
Su actuación en política interior sirvió de modelo a otros países europeos. Con el
Papa Pío VII firmó el Concordato de 1801 por el que el Estado francés se obligaba a
mantener los gastos del clero, se aceptaba la venta de sus bienes y se reconocía que la

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religión católica era la mayoritaria del pueblo francés. Se promulgó un Código Civil
(1804), imitado luego en otros muchos países, en el que se recogían muchas de las
aspiraciones de la burguesía (la libertad individual, la igualdad ante la ley y la propiedad
privada).
A pesar de toda su obra, su sistema político fue personal y autoritario; el régimen
constitucional con separación de poderes logrado por la Revolución se olvidó. En
resumen, para unos, la etapa napoleónica fue el epígono glorioso de la Revolución; para
otros, una verdadera contrarrevolución.

3. El Imperio napoleónico (1804-1815).

Napoleón pretendió extender por Europa las ideas revolucionarias de libertad y


de igualdad, motivo por el cual muchas personas de países conquistados lo recibieron
bien, pero sus conquistas también despertaron sentimientos nacionales en contra de
Francia. Su proyecto albergaba una contradicción: pretendía llevar la libertad a los
pueblos, pero éstos defendían su propia soberanía para decidir por ellos mismos.
El objetivo final de Napoleón era establecer una Europa unida, bajo la
hegemonía de Francia, mediante la creación de reinos satélites que encomendó a
miembros de su familia (Nápoles, Holanda, Westfalia, España). A estos proyectos se
opusieron distintas potencias (Austria, Prusia, Rusia y Gran Bretaña) agrupadas en
diversas coaliciones. Se impuso a Austria y Prusia, pero fracasó ante Gran Bretaña y
Rusia.
Contra Gran Bretaña ideó, inicialmente, su invasión para lo que contó con la
armada española. Sin embargo, este plan se vino abajo tras la derrota franco-española en
la batalla de Trafalgar (1805). Napoleón pensó entonces en la guerra económica contra
Gran Bretaña. Se trataba de impedir su comercio con Europa: en 1806 publicó un decreto
prohibiendo la importación de artículos británicos en cualquier parte de Europa. Para
aplicar el bloqueo Napoleón tenía que ocupar Portugal (1807), país aliado de Inglaterra.
Tropas francesas atravesaron España rumbo a Portugal; ahora bien, Napoleón,
aprovechando la crisis interna de la monarquía española, decidió ocupar también España
y tras lograr la abdicación de Carlos IV y Fernando VII entregó la corona española a
su hermano José, que empezó a reinar como José I. La respuesta fue la Guerra de la
Independencia española (1808-1813), comenzada cuando el pueblo de Madrid decidió
levantarse contra las tropas francesas el 2 de mayo de 1808, ejemplo que fue seguido por
el resto de España.
En 1810 el Imperio francés abarcaba la mitad de Europa. Pero su estabilidad
dependía de los triunfos militares. Así, el principio del fin del Imperio se inició con la
campaña de Rusia, cuando Napoleón decide invadir este territorio (1812) y ese fue su
gran error.
En 1813, ante el fracaso francés en Rusia y la derrota en España, se organiza
otra nueva coalición que derrotó a Napoleón en la batalla de Leipzig (octubre de 1813).
Desterrado a la isla de Elba, en el trono de Francia se reinstaura a Luis XVIII, hermano
el guillotinado Luis XVI. Sin embargo, en 1815, Napoleón regresó a Francia y restableció
el Imperio (el Imperio de los Cien Días) pero fue definitivamente derrotado en la batalla
de Waterloo (Bélgica, junio de 1815). Desterrado a la isla de Santa Elena falleció en ella
en 1821.

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El imperio napoleónico en su momento de mayor expansión.

Consecuencias de la revolución francesa: la Francia post revolución era


totalmente distinta a la de 1789. Ésta había creado un estado completamente nuevo. De
una monarquía absolutista se había pasado a una República. Ya no había súbditos, sino
ciudadanos. La sociedad, antes capitaneada por la nobleza y el clero, tenía ahora en la
burguesía su motor principal. Los ideales fueron los de “igualdad, libertad y
fraternidad”. Se declararon los derechos del hombre y del ciudadano. Las leyes y la
economía, el arte y la ciencia, la educación, el ejército, el papel de la Iglesia, la
administración territorial… todos los aspectos del estado habían cambiado respecto del
Antiguo Régimen. Los grandes beneficiarios de estos cambios fueron quienes los habían
provocado, los burgueses. En la práctica, la mejora de su situación se manifestó en una
redistribución, favorable a su clase, del poder político y la propiedad privada. La posesión
de bienes, libre de los condicionamientos señoriales, hizo que cualquier francés
económicamente independiente fuese un elector y un posible miembro del gobierno del
estado: un ciudadano.
También afectó a la vida al otro lado del Océano Atlántico, ya qué sus ideas
desembocarían también en las revoluciones independentistas de América Latina.

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