Trinidad 3

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TRINIDAD: Dios revelado por Cristo

TEMA 3: NUEVO TESTAMENTO I

II
JESUS, REVELADOR DEL MISTERIO DE DIOS
Comenzamos teniendo en cuenta algunos elementos para la recta interpretación de
la relación entre Antiguo y Nuevo Testamento.
Es necesario evitar separar Antiguo y Nuevo Testamento como hacía Marción.
Marción nació en Sínope, en el Ponto hacia el año 140, para él, el cristianismo es el
evangelio del amor, no de la ley. Por lo tanto, rechazaba el AT como contario al evangelio
de Jesús. El marcionismo aparece mezclado con todas las herejías y sectas de los primeros
siglos, pasando a engrosar después las filas de los maniqueos. San Ireneo nos dice de él:
"Enseñó que el Dios proclamado por la ley y los profetas no es el Padre de Nuestro Señor
Jesucristo; el uno es justo, el otro bueno"
Es necesario también, no hablar de una pura continuidad como si la revelación
propia del NT nada o poca cosa tuviera que decirnos. No podemos afirmar entonces que
la revelación trinitaria se dio ya desde el Antiguo Testamento.

Lo que se necesita es entonces, mantener la unidad, pero sabiendo dar cuenta de la


diferencia. La fe cristiana asume la fe de Israel, pero a partir de una profunda
transformación interna, sin que exista una ruptura. Mantener esta relación de unidad y
diferencia lo podemos hacer desde dos perspectivas:
La primera posición es la de Rahner: "El Padre de Jesucristo es el Dios del Antiguo
Testamento"
La segunda posición: en el Antiguo Testamento se habla de "Padre" sólo en forma
metafórica: siendo un ser personal, tiene una "personalidad" general, global,
indeterminada. En el Antiguo Testamento se revela Dios, pero no con una determinación
personal tan clara que necesariamente se tenga que hablar de la primera Persona de la
Trinidad. Ha tenido que llegar el Nuevo Testamento para hablar de "Padre" con propiedad.
Por lo tanto, para nosotros, la experiencia de Cristo es fundante: nosotros
podemos hablar de Dios (Padre) porque Cristo (El Hijo) ha hablado primero. Por
eso vamos al Nuevo Testamento, a la experiencia personal que tiene Cristo de Dios.

A.- SINOPTICOS.
A pesar de todas las dificultades exegéticas debemos intentar recurrir al mismo Jesús
para hallar en sus palabras y en sus obras la raíz fundamental del dogma trinitario.
LA TRINIDAD ECONOMICA ES LA TRINIDAD INMANENTE. Este axioma
de Karl Rahner es muy importante cuando estudiamos Trinidad. Porque quiere indicarnos
que el Dios que conocemos ad-extra, el que se nos ha revelado en Jesucristo, no es una
apariencia o un modo de presentarse, sino el mismo Dios como es en realidad. Estaríamos
hablando entonces, de una identificación ente Trinidad económica y trinidad inmanente.
Pero, ha habido quienes han hecho algunas matizaciones al axioma. Es necesario,
dicen, que mantengamos en claro: la trinidad económica no es todo lo que la trinidad

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inmanente es. La Trinidad es mucho más de lo que la misma trinidad nos ha revelado de
sí misma. Por lo tanto no podemos mantener una simple y llana identificación entre
trinidad económica y trinidad inmanente. Por lo tanto el "es" del axioma lo debemos
interpretar con reserva.
No debemos prescindir, por tanto, del hombre Jesús (del Jesús de la historia)
cuando queremos consagramos al estudio, a la contemplación del Logos eterno en el seno
de la Santa Trinidad. Al contrario, cuanto más nos adherimos a Jesús y más le seguimos,
tanto más se nos abre el misterio del Padre y del Espíritu Santo.

Jesús no se predica a sí mismo, predica a Dios. Aquí hallamos el punto decisivo,


que no solamente fundamenta la continuidad histórica de la fe cristiana, sino que lleva
también, y de una manera transparente, a la raíz fundamental de la confesión trinitaria.

¿Quién es Dios? Lo sabemos por Jesús, por eso no debemos identificar con tanta
facilidad el Dios predicado por Jesús con el Dios del AT.

Afirma Robert Butterworth: “la experiencia del Abbá de Jesús, la conciencia de su filiación
y la
posesión del Espíritu son el germen de la doctrina trinitaria” 127. Por eso es necesario que
nosotros profundicemos en estas experiencias de Jesús.

a.1 JESUS Y LA BONDAD PATERNAL DE DIOS

El Dios de Jesús es un Dios que se ha puesto en camino para buscar al hombre


perdido: Dios es el que toma la iniciativa. Así nos lo indican las parábolas de la oveja
perdida y el hijo pródigo128
Frente a los perdidos, los pecadores, los desamparados y los oprimidos por la
necesidad, la bondad del Señor es inconcebiblemente inmensa. El Dios de Jesús es
completamente distinto al Dios de los fariseos (idea racional y legal). Jesús considera a
todos los hombres como necesitados de salvación
Este presupuesto soteriológico forma al mismo tiempo el fundamento de la fe
trinitaria: Dios revela que su naturaleza íntima es la de Padre que se compadece y
perdona. Los pecadores, los publicanos, las prostitutas, los campesinos de Galilea
supieron que Dios era Padre en un sentido absolutamente personal. Es Padre que perdona
la culpa y recibe a los hombres en su comunión.

Jesús con su propia conducta intentó demostrar la bondad paternal de Dios. Uno
de los rasgos de Jesús en los evangelios es que acoge a los rechazados y despreciados con
amor especial. El actuar de Jesús a favor del Reino pone en claro que el amor de Dios es
parte esencial de él, de su acción salvífica.
La proximidad de Dios sucede en el mismo Cristo: Jesús es "Dios con nosotros”129
Cristo perdona los pecados, sólo Dios puede hacerlo 130, “Dios ha visitado a su pueblo”131
Jesús actúa en el lugar de Dios y el hombre pecador encuentra al Padre celestial sólo por
medio y en Jesús.

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ABBÁ
En la discusión acerca del Jesús histórico se ha establecido como uno de los
resultados más seguros que Jesús se dirigía a Dios como Abbá. "Abbá, Padre, todo es
posible para ti; aparta de mi este cáliz "132. Abbá es una fórmula original transmitida en
la lengua materna de Jesús. Es una fórmula desacostumbrada en el judaísmo. Así Jesús
expresa su experiencia de la paternidad. Con Abbá Jesús manifiesta una confianza íntima,
una experiencia única.

Nos hacemos una pregunta: ¿por qué Jesús emplea una palabra semejante (del
lenguaje infantil) para dirigirse a Dios? La fe cristiana ha interpretado la exclamación Abbá
como expresión de:
Una íntima comunión con Dios
Excepcional conciencia de Filiación.

Jesús nunca habló de Dios como "Padre nuestro". La oración del Padre nuestro es
una oración para los discípulos. Jesús se dirige a su Padre como "Padre mío". Esta
comprensión la favorece el hecho de que Jesús siempre oraba él solo 133. En esta oración
permanecen dos elementos fundamentales para Cristo: El Padre y el Reino.

Afirma Schillebeeclx "la fuente del mensaje y de la praxis de vida, tiene que
buscarse en su experiencia de Abbá, sin la cual la imagen del Jesús histórico es
drásticamente arruinada y su mensaje debilitado”134 En Jesús se opera el cambio: del
"Dios del Antiguo Testamento" a la palabra "Padre". El modo de orar de Jesús realiza un
claro distanciamiento con el modo de hacerlo de la tradición del Antiguo Testamento.
Poder entrar en relación con Dios que es "Abbá", hace parte del don escatológico que viene
ofrecido en Jesús.

En el Antiguo Testamento, la "paternidad" no tenía este carácter tan cercano. Sin


duda que el modo de dirigirse de Jesús para con Dios fue un "shock".

Es importante que nos fijemos en un texto: "Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y
de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios y prudentes, y se las has revelado a
pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi
Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el
Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.”135
Algunos afirman que este texto está influido por la reflexión de la comunidad, otros
como Jeremías defiende su autenticidad. Originalmente el texto no habla de una cristología
de filiación absoluta en el sentido trinitario, sino que quiere indicar la autoridad absoluta
de Jesús basada sobre la intimidad única con el Padre.

Schillebeckx afirma que en la época de Jesús el Abbá significaba para el hijo:


autoridad e instrucción; el Padre es la autoridad y el maestro.
Podemos destacar los elementos más importantes que nos revela el "Abbá" en el
texto arriba citado:

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Son palabras de Jesús; Empleo de la palabra "Hijo" en absoluto: comunicación


absoluta.
Empleo de la palabra "Padre" en absoluto; dependencia del Hijo; intimidad
excepcional.
Total entrega del Hijo al Padre; Total confianza del Hijo en el Padre; distinción entre
el Hijo y los demás hombres; comunicación entre el Hijo y a quienes les comunica su
conocimiento; prioridad del Padre 136
Piero Coda, respecto al texto de Mt 11 opina que se trata de un texto muy
importante, ya que nos hace ver que el corazón de la experiencia de Jesús es su relación
con el Padre, una intimidad de autocomunicación plena y permanente con él (...) Abbá
significa Padre en un sentido de íntima y
profunda familiaridad que no suprime el respeto a Dios, como si lo redujera al propio
capricho, dice más bien gratuidad absoluta, abandono total y confiado a su voluntad y, al
mismo tiempo, libertad de una relación hecha de íntima comunión” 137
Hace algunos años, el exegeta americano Raymond Brown, respondiendo a la
preocupación de quienes temían que los métodos críticos modernos minasen en su base
la fe de la Iglesia, hizo notar que, aunque la exégesis moderna no reconozca la autenticidad
de muchos dichos de Jesús, por lo menos, ninguno de los exegetas modernos rechazaría
que existen dos palabras que de manera indiscutible alcanzan a Jesús mismo, Una de éstas
es AMÉN, y el uso singular hecho por Jesús revela la profundidad y la amplitud con la
cual ha percibido su autoridad. La otra palabra es ABBÁ, el testimonio de su experiencia
única de oración. Brown piensa que sobre la base de éstas dos palabras se podría ir muy
lejos para responder a la pregunta del evangelio: ¿quién dice la gente que soy yo? Sobre
la base del modo de orar de Jesús, no habría (yo) tenido los títulos como Hijo de Dios,
sino que habría sabido (yo) que Jesús piensa que tiene el derecho de orar a Dios en
lenguaje íntimo, familiar del tiempo; él se vuelve a Dios como un pequeño niño a su padre,
cosa que ninguno hace, por encima de todo, El piensa que tiene el derecho de enseñar a
todos que, si lo siguen, podrán orar a Dios en ese modo. Brown llega a la conclusión:
Eso no me diría que Jesús es el Hijo de Dios, sino que me diría el modo en el cual la
Iglesia llegó a entender que él era el Hijo de Dios138

a.2 LA CONCIENCIA DE FILIACIÓN DE JESÚS


Cristo es consciente de su misión mesiánica. Con la palabra "Padre" revela la
relación única con su Padre como una "filiación" distinta a la nuestra. Acontecimientos
privilegiados de la revelación de esta conciencia son el bautismo y la trasfiguración.
El relato del bautismo 139 tiene que ver directamente con la conciencia filial de
Cristo y con su conciencia mesiánica. El acontecimiento del bautismo tiene una
importancia particular. "En efecto, este gesto concreto, con el que Jesús inaugura su
ministerio, es el primer testimonio que tenemos de su elección mesiánica y, en
consecuencia, de su autoconciencia de la misión que Dios le ha confiado y que le impulsa
a inaugurar un nuevo camino”.140
En el relato del bautismo, la filiación de Jesús y su posesión del Espíritu Santo se
encuentran en estrecha armonía. Después del bautismo los cielos Se abrieron, el Espíritu

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descendió sobre Él y el Padre dice: Tú eres mi Hijo predilecto, en ti me complazco. Vienen


inmediatamente a la mente varias observaciones. En primer lugar, la referencia al Hijo
recuerda el Salmo: Tú eres mi Hijo, Yo te he engendrado hoy141. Este versículo se refiere
en el Salmo a la unción del rey. El rey se convierte en hijo de Dios a través de su unción
real. Pero aquí, la filiación de Jesús y su oficio mesiánico están unidos por medio del
Espíritu.

En el relato del bautismo. Jesús tiene conocimiento de su misión divina fundada en


su origen divino. "Nadie conoce al Padre sino el Hijo”142 Cristo traduce en palabras
humanas el conocimiento que tiene de su Padre y de su misión divina.

Jesús predica el Reino 143 como MAESTRO, su autoridad y conocimiento del Padre
nos revela su conciencia de ser el Hijo. "Habéis oído... pero Yo os digo”144 El conocimiento
mutuo del padre y del Hijo está situado en la línea de la revelación. Según la voluntad del
Padre de manifestar las cosas divinas a los hombres. Jesús es enviado a los pobres para
comunicarles la salvación y propone la imitación del Padre celestial como ideal de santidad
al afirmar: "Sed perfectos como perfecto es vuestro Padre celestial”145

Jesucristo nos revela su filiación en sentido único a través de las OBRAS que hace, iguales
a las
del Padre, A través de todo su obrar salvífico nos revela su relación con el Padre: filiación e
igualdad. Jesús llevaba y disponía a los hombres, a través de su manera de actuar y de
expresarse, al conocimiento de su persona, unida esencialmente al Padre, al ser uno con Él
por su única esencia divina.

Cristo revela su divinidad en el ejercicio de su misión trascendente. Está unido a Dios,


es superior a todos los demás, es superior a los reyes y a los profetas146, es superior a Elías
y a Salomón; es superior a Juan el Bautista 147, los ángeles están a su disposición148 Por lo
tanto Cristo centra en su persona toda la fe y la esperanza de Israel, puestas en el Mesías
divino de Yahvéh.

La orientación del poder milagroso de Cristo parece evocar las intervenciones de


Dios-Padre en todos los órdenes: cósmico, material y espiritual en relación con la historia
salvífica del hombre:
Orden cósmico: por ejemplo: los pasajes del bautismo, la transfiguración y la
ascensión149, los elementos de orden cósmico son: la nube, la voz, el cielo abierto. Unido a
estos elementos nos encontramos con la expresión: "el Hijo mío”, así queda
determinada la peculiaridad única de dicha filiación distinta de las demás por ser divina.

Estas teofanías recuerdan a los israelitas las teofanías del AT y presentan a Cristo
como el enviado del Padre a quien todos deben oír, por eso aparecen Moisés y Elías.
Por lo tanto, Cristo está en la misma esfera divina del Dios Yahavéh Padre por el bien que
dispensa a los hombres.
Orden material: La bondad de Jesús es manifestación de la bondad divina del Padre.
Las obras de Jesús son el sello divino de su palabra, revelan el misterio de su persona. Se
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descubre un paralelismo entre las acciones de Yahavéh en el AT y las acciones salvíficas de


Cristo en el NT:
Con el Maná150l pueblo ve la gloria de Yahavéh; en la multiplicación de los panes151
los hombres perciben la presencia de Dios: Cristo es el gran profeta esperado.
En el Paso del Mar Rojo, el viento y el mar obedecen a Yahavéh 152; Jesús camina
sobre las aguas y calma la tempestad153. San Mateo recoge la dimensión salvífica, afirma
que los discípulos le adoraron confesando su divinidad.154

En el orden espiritual: Cristo, victorioso sobre el espíritu del mal. Cristo interviene
en la historia del hombre agobiado por la posesión del espíritu maligno: Cristo es salvador
(En el AT, en la destrucción de los enemigos quedaba revelada la santidad de Yahavéh).
Al comienzo de la vida pública de Jesús se ha advertido la tensión ente el reino
espiritual que él anuncia y el reino del maligno: las tentaciones155 Esta tensión estará
presente durante todo el ministerio de Jesús, Jesús estará tentado continuamente en su
ministerio, estará tentado por el demonio a "utilizar" su ministerio.
El primer milagro de Jesús es la curación de un endemoniado 156 y es por el poder del Espíritu
Santo que expulsa a los demonios157.Por lo tanto, el poder de Jesús queda identificado con
el de Yahavéh, el Dios único de Israel. Porque Jesús actúa con autoridad frente al enemigo:
"yo te lo mando: sal de él y no entres más en él”158
También en el orden espiritual consideramos los milagros de Jesús a favor de la
humanidad. Jesús, al dar la vida a los muertos sin otra apelación que, a su propia autoridad,
revela la dignidad de su persona divina. La resurrección de la hija de Jairo pone de
manifiesto el poder de Jesús
Aparece también en el orden espiritual el perdón de los pecados, Cristo se atribuye
el poder de perdonar los pecados —poder salvífico divino- de manera constante: la
curación del paralítico”160el perdón a la pecadora arrepentida: “Y le dijo a ella: tus
pecados quedan perdonados” 161. Esta potestad es tal de Cristo que puede comunicarla a
sus discípulos.
Cristo, es mayor que la ley, que el sábado y que el templo162; esas instituciones que
ofrecían a Israel la garantía de la presencia y el perdón de Yahvéh, quedan relativizadas
por Cristo. Ahora es a través de Cristo que el hombre se encuentra con el Padre y tiene
acceso a la salvación. La entrada al reino está condicionada por la obediencia a la palabra
de Cristo: "¿Por qué me llamáis: 'Señor, Señor", y no hacéis lo que digo? ”.163 En la
parábola de la oveja perdida Cristo se describe como el buen pastor que va en busca de
sus ovejas para darles la vida, puesto que para comunicar la vida había venido al mundo.164
En su misión divina, pues, queda descrita su personalidad divina.

Las palabras y las obras de Cristo despiertan en su auditorio un ansia de verdad en


lo que concierne a su persona. Su predicación causa estupefacción, también en ambientes
intelectuales, invita a escudriñar las Sagradas Escrituras. Jesús crea ciertos interrogantes:
¿Qué os parece? Con estos interrogantes Jesús quería desplazar sus mentes a un plano
superior, quiere desplazar sus mentes hacia su propia persona que se les revelaba en su
misma misión divina.

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Cristo asume en su persona la alianza de Dios con los hombres, se atribuye a sí la

misma potestad que el Padre en lo referente a la ley y a los profetas. Cristo se llama a sí
mismo "esposo”165 , expresión que sólo se atribuía a Yahavéh.

Cristo y la escatología. Cristo se constituye en fin del hombre por su relación divina
con el Padre: hacer cuanto Cristo ordena es identificarse con la voluntad del Padre. La
entrada al Reino está condicionada por la observancia de la palabra de Cristo 166. En su
segunda venida se manifestará su divinidad: "Y yo os declaro que a partir de ahora veréis
al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo” 167
Pertenece a Yahavéh y sólo a Él, revelarse de ese modo. La gran revelación de la divinidad
de Cristo está en relación con el fin del hombre, cuyo juez es Cristo. La revelación de la vida
divina de Cristo tendrá su eclosión para nosotros en la parusía, en la que nos mostrará al
Padre.

Conclusión: Jesús distingue claramente "vuestro Padre" de "mi Padre”168:”Todo me


ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es
el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar". Expresa así su filiación
divina que esencialmente depende del Padre. Ahí radica la potestad omnímoda de Cristo en
el cielo y en la tierra. "Me ha sido dado todo poder”169
En los sinópticos encontramos el desarrollo del misterio salvífico de Cristo a favor
de la humanidad. Jesús nos revela su personalidad divina por su relación esencial con el
Padre; Jesús, en su hablar y obrar salvíficamente —actualización histórica de la paternidad
de YHWH- nos manifiesta su divinidad. Cristo es Palabra del Padre, al encarnarse se hace
revelación para nosotros. Expresión de su revelación es cuanto hace y dice como Hijo único
del Padre. Pues al Hijo únicamente pertenece el conocimiento penetrante del Padre, como
Sabiduría y Palabra suya, y el comunicarle a quien Él quiera por la identificación de su
voluntad divina con la del Padre en su poder omnímodo.

a. 3 JESÚS COMO PORTADOR DEL ESPÍRITU.


Basta una mirada superficial para descubrir que en el NT no existe ningún aspecto
de la vida de Jesús que no esté en relación con el Espíritu Santo.
Para San Lucas Jesús es concebido en el momento en el cual el Espíritu desciende
sobre María. Aquí quiero hacer referencia a una reflexión de Hans Urs Von Balthasar, el
habla de una "Inversión soteriológica en la Trinidad inmanente y económica”171. "En la vida
de la Trinidad inmanente, el Padre y el Hijo espiran al Espíritu Santo. Por lo tanto, el
Espíritu es receptivo, pasivo, formado por el darse recíproco del Padre y del Hijo. Pero en
la economía de la salvación, el Espíritu Santo se hace activo y el Hijo pasivo. La
encarnación sucede cuando el Espíritu viene sobre la Virgen María. El Hijo, en un cierto
sentido, se deja encarnar. Durante la vida terrena de Jesús, el Padre manifiesta su voluntad
al Hijo a través de la inspiración del Espíritu Santo. El Hijo responde en obediencia a los
impulsos del Espíritu. El culmen de esa obediencia es la cruz. Con la resurrección, el Hijo
retoma su rol activo. El Hijo infunde su Espíritu a la Iglesia. El Espíritu en la comunidad
está siempre unido a Cristo. El Espíritu tiene siempre una forma cristológica ".
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Tratemos de profundizar brevemente sobre la intervención del Espíritu en el


momento de la encamación del Hijo. Ciertamente es necesario hablar de una
"anticipación" o "precedencia" del Espíritu (en este sentido: inversión trinitaria) sobre el
Hijo en cuanto es el Espíritu el que desciende sobre María para obrar la encarnación. El
Espíritu obra la encarnación del Verbo. Pero es importante destacar la otra parte: el
Espíritu Santo viene sobre el verbo encarnado; por lo tanto, tiene sentido la afirmación
según la cual, la santificación de la humanidad de Jesús presupone la encarnación; existe
por tanto, una prioridad de la encarnación respecto a la santificación de la humanidad (de
Cristo). Por otra parte, es claro que no hay que urgir una distancia cronológica entre estos
dos acontecimientos.

En el Bautismo172 el Espíritu de Dios desciende sobre Jesús, inaugurando así su


ministerio público; después del bautismo, Jesús es llevado por el Espíritu al desierto 173.
Durante siglos se consideró que la unción de Jesús equivalía en último término a la
encamación, en la que el propio Hijo ungió con su divinidad la humanidad asumida, así
piensan, por ejemplo: Gregorio Nacianceno y el mismo San Agustín. Para San Agustín,
Jesús fue ungido cuando el Verbo ha unido a sí la naturaleza humana; desde ese momento
ha sido lleno del Espíritu Santo. El Bautismo en el Jordán tiene sólo un valor declarativo.
Desde esta perspectiva quedaría poco espacio para la actuación del Espíritu Santo en la
vida de Jesús, que, por otra parte, está atestiguada por la Sagrada Escritura. Parece que
se excluye en Cristo todo crecimiento durante el tiempo de su vida humana, si ya la
plenitud del Espíritu Santo viene dada con la encarnación —cuando no es incluso
confundida con ésta-.

Pero, un hecho muy positivo en la teología reciente es que vuelve a plantearse la


cuestión de la unción de Cristo, con el propósito claro de distinguirla de la encarnación y
a la vez, estudiar su relación con ella. Autores como H. Muhlen, Congar, Balthasar han
entado en este trabajo. Si la cristología de la encarnación ha acentuado la ontología, la
cristología pneumática acentúa la soteriología y el carácter histórico de la revelación.
Jesús, desde la eternidad el Hijo de Dios, y encarnado en el seno de María Virgen, realiza
en el Espíritu el camino histórico hacia el Padre, hasta la plenitud de la resurrección en la
que la encarnación culmina.

En este camino, el bautismo (= unción) es un momento cualificado. Jesús en el


Jordán es dado a conocer como el Hijo y esta noción implica una relación única con el
Padre que en él se complace; Jesús adquiere conocimiento de su misión concreta, recibe
la fuerza para predicar el Evangelio y para pasar la vida haciendo el bien, se hace
consciente de su condición de Siervo de Dios. Jesús recibe el Don del Espíritu para
comenzar su misión mesiánica pública.

El bautismo en el Jordán es una teofanía trinitaria que descubre una dimensión


profunda de la verdad sobre Jesús de Nazaret como Mesías. El Mesías es el Hijo
predilecto del Padre, él es el Hijo de la divina complacencia. "Esta teofanía ilumina sólo
fugazmente el misterio de Jesús de Nazaret cuya actividad entera se desarrollará bajo

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TRINIDAD: Dios revelado por Cristo

la presencia viva del Espíritu Santo. Este misterio habría sido manifestado por Jesús
mismo y confirmado gradualmente a través de todo lo que hizo y enseñó”174
En el relato del bautismo la posesión del Espíritu Santo y la Filiación entran en
estrecha armonía. La referencia al Salmo 2,7: "Tu eres mi Hijo, hoy te he engendrado ", se
refiere en el Salmo a la unción de un rey. El rey se convierte en Hijo a través de la unción
real. Pero en el Jordán, la filiación de Jesús y su oficio mesiánico son unidos por medio del
Espíritu. Como afirma Muhlen: el mesianismo del Antiguo Testamento viene reinterpretado
en sentido pneumático,

Para los Sinópticos, el bautismo es la entronización de Jesús en su oficio de mesías.


Esta escena representa la unción para la misión. Desde este momento comienza su
ministerio lleno de la potencia del Espíritu. En el bautismo Jesús adquiere el conocimiento
de su misión concreta. La comunicación del Espíritu no tiene sentido si no es para que se
realice la finalidad de la encarnación, el cumplimiento de la obra que el Padre ha
encomendado al Hijo. Jesús es habilitado para llevar a cabo su misión con todo lo que
comporta, éste es el punto más destacado.

Jesús no es sólo el Hijo de Dios encarnado, sino que es también el Ungido, el Cristo,
que posee en plenitud el Espíritu Santo, recibido en el Jordán. Los dos elementos son
igualmente necesarios para que Jesús pueda llevar a cabo su misión.

En toda la actividad de Jesús está implícita la figura del profeta escatológico del
Reino. En el AT los profetas recibían el Espíritu de Dios para predicar su palabra en una
situación particular. Por otra parte, queda claro que Jesús fue considerado un profetal75. Jesús
mismo se interpreta en la línea profética y así también reinterpreta su muerte: "Jerusalén,
Jerusalén que matas a los profetas... „176 Por lo tanto, podemos afirmar que la categoría
profética es muy apta para interpretar la AUTOCOMPRENSIÓN y la misión de Jesús. Jesús
como profeta es aquél que está lleno del Espíritu Santo como ninguno de sus predecesores.

San Lucas refiere que: Jesús inicia su ministerio público refiriéndose a Isaías: "El
Espíritu del Señor está sobre mí”177 Jesús como profeta se comprende en la línea de los
profetas del Antiguo Testamento: El espíritu de Elías es transmitido a Eliseo 178, del mismo
modo, Jesús da el Espíritu a sus discípulos. Jesús se ve como cumplimiento del rol del
Siervo sobre el cual está el Espíritu de Dios preanunciado 179

Después del exilio, crece la esperanza en Israel de que al final de los tiempos Dios
daría de nuevo su Espíritu y que volverían a surgir los profetas, Así por ejemplo, el profeta
Joel anuncia lo que después será interpretado como un nuevo pentecostés: "Sucederá
después de esto que yo derramaré mi Espíritu en toda carne. “Vuestros hijos y vuestras
hijas profetizarán, vuestros ancianos soñarán sueños y vuestros jóvenes verán visiones.
Hasta en los siervos y en las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días” 180 A esto
asistimos en la predicación y vida de Jesús, precisamente da cumplimiento a esta esperanza.
Jesús, en clave profética se descubre enviado por el Padre y lleno del Espíritu Santo
como salvador escatológico de los últimos tiempos, que tiene la misión de proclamar la
visita graciosa y perdonante de Dios.

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Jesús se identifica con el Siervo de Yahvéh que está orientado a la realización de la


esperanza mesiánica por medio de una misión cumplida en la potencia del Espíritu Santo
dirigida a los pobres, a los prisioneros, a los ciegos, a los oprimidos. Por otra parte, es
importante señalar que Jesús conocía el destino de Juan el Bautista, Jesús interpretó su
propia vida y su propio destino en los términos proféticos. Los Evangelios dan testimonio
de que no fue sorprendido por la muerte, decide conscientemente ir a Jerusalén. El vio venir
la muerte y la aceptó como algo que formaba parte de su fidelidad al Padre y de la misión
que de él había recibido.

Es necesario hacer otra indicación: la estrecha relación del Espíritu y Jesús en


función de su misión: exorcista. Los exorcismos revelan una dimensión importante de la
actividad de Jesús como profeta del Reino. El reino está en conflicto contra Satanás: Jesús
expulsa a los demonios con el dedo de Dios (por virtud del Espíritu181), por lo tanto, ha
llegado el reino de los cielos. No es fácil determinar la versión original.
Lo más importante es destacar la relación: exorcismos y Reino, y cómo fue
considerado por la Iglesia primitiva como un signo de la particular posesión del Espíritu
de la cual gozaba la vida y la obra de Jesús.

Por lo tanto, Jesús no sólo percibió de un modo particular su relación a su Dios


como Abbá, también tuvo conciencia de sí mismo como portador extraordinario del
Espíritu. James Dunn dice: "Espíritu y filiación, filiación y Espíritu, no son sino dos
aspectos de la única experiencia de Dios que está a la base de la vida y del ministerio de
Jesús". Jesús interpretó su filiación y su posesión del Espíritu en relación con su singular
vocación a la obediencia que lo llevaría a la muerte.

a. 4 LA PASCUA DE CRISTO COMO EVENTO TRINITARIO.


Una lectura atenta de los evangelios nos lleva a descubrir un cambio importante
en la vida pública de Jesús, ese cambio parte en dos la experiencia histórica del ministerio
de Jesús: un primer momento se caracteriza por el suceso, por el éxito, el segundo
momento se caracteriza por el endurecimiento y la resistencia. Los sinópticos nos dan
testimonio de este cambio en la perspectiva de Jesús 182. Este cambio es conocido como:
CRISIS GALILEA.

Debemos acentuar dos aspectos:


Primero: El comportamiento de Jesús frente a su propia muerte. Jesús no fue
sorprendido por la muerte, los evangelios atestiguan su libertad frente a la muerte. En la
última cena Jesús tiene clara la conciencia de que dará su vida por muchos 183. Podemos
afirmar sin duda que Jesús previó y aceptó su muerte como algo que formaba parte de su
fidelidad al Padre y a su misión que había recibido de Él.
Jesús conocía la experiencia de Juan el Bautista, interpretó su vida en línea
profética184 Jesús permanece firme en la fidelidad a su propia misión de representar la
misericordia final de Dios hacia la humanidad pecadora.

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Segundo: La dimensión de una crisis de fe que corresponde a su estado kenótico.


En este sentido Jesús es el supremo ejemplo de fe, fe entendida como completo abandono
en Dios, en las condiciones de oscuridad propias del hombre, en las condiciones de amenaza
que la vida pone: "fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe, el cual, en lugar del
gozo que se le proponía, soportó la cruz sin miedo a la ignominia”185 En este sentido se
puede subrayar el aspecto de confianza propio de la fe: Jesús, en cada momento de su vida
se ha abandonado a sí mismo en las manos de Dios, sin querer controlar los eventos, sin
pedir garantías, "dejando a Dios ser Dios".

Después de la "crisis galilea", Jesús es desafiado a vivir un nivel más profundo de


fe. Esa crisis de fe no es una crisis de duda, sino sobre las vicisitudes de su propia vida.
En esa crisis Jesús se queda cada vez más solo: las masas se alejan, los dirigentes
religiosos endurecen el corazón, los discípulos no entienden y Jesús va directamente a la
cruz, Jesús se encuentra radicalmente solo, aparentemente abandonado por Dios a quien
Él llama Abbá.

Ahora la fe de Jesús no tiene nada en qué fundarse —como antes lo era su creencia
en la venida inminente del Reino- porque se encuentra frente a la muerte- Debe dejar a Dios
ser Dios sin ninguna verificación. Escuchemos a Moltmann: Un temor (en Getsemaní) se
apoderó de Cristo y desgarró su alma: el temor de que Él, el Hijo unigénito de Dios, que
ama al Padre como nadie le ha amado, pudiera ser "abandonado " por el Padre. No teme
por su vida (seguramente que también está presente el miedo humano natural ante el dolor,
Sería tremendo afirmar que como Hijo de Dios, Cristo no habría podido sentir miedo
alguno). Siente miedo por Dios. Teme por el Reino del Padre, cuya felicidad ha anunciado
a los pobres.
Este sufrimiento por causa de Dios mismo es el verdadero dolor en la pasión de
Cristo. Este abandono de Dios es el cáliz que no debe pasar por ÉL. El espantoso silencio
de Dios a la oración de Jesús en el huerto es más que el silencio de los muertos. Los
místicos lo han experimentado en la "noche oscura del alma", en la que se seca todo
aquello que hace soportable la vida y hace desaparecer la esperanza de cualquier vida.
Martín Buber lo llamó "tinieblas de Dios".
¿Quién podrá permanecer despierto en esta noche de Dios? ¿Quién no quedará
como paralizado en ella? Los amigos de Jesús serán protegidos de lo espantoso por un
sueño profundo. Lucas, el médico, y otros testigos hablan de un "sudor de sangre " que
chorreaba hasta el suelo desde el rostro de Cristo que vela y ora. "Lucha en Getsemaní"
es el título de este capítulo en la Biblia de Lutero. Pero, ¿lucha con quién? ¿Lucha de
Cristo consigo mismo?, ¿Lucha con la muerte? Creo que es algo más que todo eso. Es
lucha de Cristo con Dios, Ahí está su agonía. Agonía que superó con su entrega. Ahí reside
su victoria y nuestra esperanza (...) Lo que temía Jesús, aquello por lo que luchó en
Getsemaní, por lo que rogó al Padre, no pasó de largo, sino que sucedió en la cruz: el
Hijo soporta el juicio en el que nadie puede sustituir a nadie, en el que cada uno se
encuentra solo y que nadie puede superar 186

El mismo Moltmann afirma que para hacer justicia a la muerte de Jesús hay que
interpretarla a tres niveles: Religioso, contrapuesto al judaísmo; Político, contrapuesto al

PBRO. S. JESÚS MEJÍA PEREZ 38


TRINIDAD: Dios revelado por Cristo

Cesar y Teológico, como entrega que el Padre hace del Hijo y el Hijo se entrega en
obediencia al Padre.
En el engendrar se manifiesta el Padre y su paternidad, pero, en la muerte y
resurrección de Cristo, sin embargo, es donde cada vez se acentúa más que: Cristo
manifiesta su ser Palabra del Padre revelación. Con su muerte dice la palabra más
auténtica y verdadera sobre el Padre. Desde la cruz Cristo dice quién es el Padre.

El Padre, da para la salvación de los hombres aquello que es lo más amado para
Él: su Hijo. El Padre se manifiesta en el sufrimiento del Hijo: dar la vida: "El Hijo del
hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por
muchos”187. Pero, el sufrimiento del Padre no está referido a defectos de naturaleza sino
al amor por los hombres. Lo propio del amor es poder hacer cohabitar el dolor con el
gozo. De este modo, la entrega a la muerte del Hijo por todos los hombres, ha sido vista
como el amor infinito del Padre.

Moltmann afirma: "Sería imposible sostener que el corazón del Padre no ha sido
tocado por la muerte de su Hijo. El Padre sufre la pérdida de su Hijo. Por eso la cruz
envuelve no sólo la pasión del Hijo sino también la pasión del Padre". A la entrega del
Hijo por parte del Padre corresponde la obediencia del Hijo y su autoentregarse por amor
a los hombres. H.U. von Balthasar afirma que el único modo para evitar ver la cruz como
una imposición de una obediencia alienante es situar la acción dramática de la cruz
dentro del eterno drama trinitario.

Dios en la cruz, manifiesta su paternidad, manifiesta la profundidad de su amor y


manifiesta su libertad y respeto hacia el hombre. Pero se manifiesta todavía más en la
resurrección y glorificación de su Hijo. También en la cruz y en la resurrección se manifiesta
de manera sorprendente la Filiación de Jesús. De manera evidente aparece como Hijo
cuando obedece al Padre y cuando en la muerte vive fielmente lo que significa Abbá. En la
muerte Jesús se entrega por entero al Padre.

Los evangelios unen íntimamente la Muerte y la Resurrección de Jesús. La muerte


de Jesús y su grito en la cruz manifiestan el misterio de la cercanía de Dios ante la lejanía
del pecado; la muerte de Jesús manifiesta la paternidad de Dios y la auténtica experiencia
de Jesús de ser el Hijo de Dios.

B. LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES.


La vida de la Iglesia se desenvuelve alrededor del misterio de la pasión y
glorificación de Cristo. Existen tres factores determinantes en la experiencia de la iglesia
primitiva:
Primero: Las obras y la pasión de Jesús de Nazareth. La vida y la doctrina de
Jesucristo, desde el bautismo hasta la resurrección, es el mensaje de la predicación
apostólica.
Segundo: Las apariciones del Resucitado, los discípulos son testigos de este hecho.

PBRO. S. JESÚS MEJÍA PEREZ 39


TRINIDAD: Dios revelado por Cristo

Tercero: Las experiencia pneumáticas: la revelación del misterio trinitario se halla


implicada en el misterio salvífico de Cristo vivido eclesialmente en los Hechos.

Estos tres factores se implican a través del Kerygma de la Iglesia apostólica. Entre
estos tres factores existe una conexión íntima.

A partir de los acontecimientos pascuales nace la certeza de fe de los apóstoles:


"El crucificado resucitó de entre los muertos y ascendió a Dios". Para expresar el puesto
de Jesús en el plan de salvación utilizaron distintos títulos; cada uno expresaba desde
distintos aspectos el esquema cristológico fundamental: la entronización del crucificado
en la más alta dignidad celeste.
MESÍAS (CRISTO): Se llama así a Jesús cuando quiere afirmarse que, por
medio de él, ha establecido Dios su dominio real prometido en el AT: "Pero Dios dio
cumplimiento de este modo a lo que había anunciado por boca de los profetas: que su
Cristo padecería”188
HIJO DE HOMBRE: Se espera su venida por las nubes. Se espera su juicio y la
resurrección de los muertos: "Pero él, lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo y
vio la gloria de Dios y a Jesús que estaba en pie a la diestra de Dios; y dijo: Estoy viendo
los cielos abiertos y al Hijo del hombre que está en pie a la diestra de Dios”189
HIJO DE DIOS: El rey mesiánico es "engendrado" por Dios: "También nosotros
os anunciamos la Buena Nueva de que la promesa hecha a los padres Dios la ha cumplido
en nosotros los hijos, al resucitar a Jesús. Como está escrito en el Salmo: Hijo mío eres tú;
yo te he engendrado hoy”190
SEÑOR (KYRIOS): Se sitúa como título del Rey mesiánico: "Mientras le
apedreaban, Esteban hacía esta invocación: 'Señor Jesús, recibe mi espíritu'. Después
dobló las rodillas y dijo con fuerte voz: 'Señor, no les tengas en cuenta este pecado Y
diciendo esto, se durmió”191
Estos títulos y nombres honoríficos reciben su valoración exacta del mismo Jesús
y no a la inversa. El predicado de todas las afirmaciones cristológicas es Jesús: Mesías,
Señor, Hijo de Dios es Jesús. Las afirmaciones kerygmáticas no exploraban el misterio
de Jesús, sólo pretendían dejar abierto a los creyentes el camino de acceso al Cristo
viviente.

Para la interpretación mesiánica de Jesús es instructiva y característica la idea de


entronización. La resurrección es considerada como la ascensión al trono del crucificado.
Jesús "a la derecha" es un título honorífico de Rey Señor a quien se le entrega todo poder.
Jesús Señor y Mesías, a Él todo le debe rendir homenaje 192. Una de las formas más
antiguas para describir la relación entre el resucitado y Dios, es la expresión tomada del
salmo 110: sentarse a la derecha de Dios.

La frase "sentarse a la derecha de Dios" es citada muchas veces 193 y quiere decir:
que Jesús fue ensalzado por Dios y participa de su gloria. Sentarse a la derecha de Dios
es igual a la entrega de toda potestad y poder divino. A partir de la resurrección, Jesús
ejerce todos sus derechos divinos de soberanía y así, las palabras que pronunció en la
tierra gozan de absoluta autoridad: "Por qué me llaman Señor, Señor y no hacen lo que yo

PBRO. S. JESÚS MEJÍA PEREZ 40


TRINIDAD: Dios revelado por Cristo

les digo”194 Por eso San Pablo puede citar las palabras del Jesús histórico como
prescripciones del Señor, es decir, como disposiciones reales de Cristo celeste 195
"Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra”196 El Padre no se ha
reservado nada: todo se lo ha entregado al Hijo. Y si le ha entregado todo al Hijo es para
que establezca el verdadero dominio de Dios y para que revele a los pequeños el
conocimiento del Padre. La ENTRONIZACION es un hecho que se basa en el
conocimiento recíproco del Padre y del Hijo y que fundamenta la posibilidad de que el
Hijo revele al Padre.

KYRIOS en los Hechos de los Apóstoles:


Encontramos éste título referido al Padre 197 y referido a Cristo 198. Lo importante
es descubrir que a Jesús le son atribuidas todas las características divinas: culto divino 199,
autor de la vida200, el perdón de los pecados201, dominio absoluto sobre los hombres202,
juez supremo203
En la historia salvífica del pueblo elegido, en la iglesia, como comunidad de
salvación, es en donde Dios se autorevela en Cristo, bajo el nombre de KYRIOS. Y su
función soteriológica revela su carácter divino. KYRIOS es título divino soteriológico y
escatológico, por ser la gran teofanía de Dios manifestada en el día de su venida. Por lo
tanto, Jesús, el Mesías prometido es el mismo Señor interviniendo personalmente en la
historia salvífica de los hombres. El Padre manifestó públicamente al resucitar a Jesús que
aquél a quien crucificaron era su Hijo muy amado 204 Por lo tanto, debemos descubrir la
estrecha relación existente entre la resurrección de Cristo y la revelación del poder del
Padre. En esta fe vive inmersa la Iglesia de los Hechos de los Apóstoles.

Cristo es revelador del Padre, la vida de Cristo está orientada hacia el padre. El
Padre es creador del cielo y de la tierra205, el Padre comunica a todos la vida206, nada escapa
de su vida porque Él interviene salvíficamente 207, es Padre de todos los hombres1 Por lo
tanto nos encontramos en los Hechos de los Apóstoles con una Paternidad Universal de
Dios. Esta paternidad se revela como única en la resurrección de Cristo; en ella queda
revelada ante el universo la relación divina del Hijo con el Padre; en esa exaltación
interviene el Espíritu como epifanía plena de la vida íntima de Dios que hace partícipes a
los hombres de su misma vida divina.

La acción del Espíritu Santo en la Iglesia primitiva.


Después de la pascua nos encontramos con dos experiencias fundamentales en la
vida de la Iglesia apostólica: las apariciones del resucitado y los testimonios del Espíritu
Santo. Ambas realidades están íntimamente relacionadas, pero no se deben confundir.
Las apariciones del resucitado: el resucitado no se apareció a todos los discípulos,
sino sólo a los "testigos" escogidos de antemano. Las apariciones cesaron después de un
tiempo.
Los testimonios del Espíritu Santo: esas acciones abarcan una amplia escala de
fenómenos: milagros, iluminaciones, éxtasis, don de lenguas, profecías. Comienzan

PBRO. S. JESÚS MEJÍA PEREZ 41


TRINIDAD: Dios revelado por Cristo

siendo una extraordinaria intervención de Dios y después se transforman en ministerios


de la Iglesia, que son los carismas auténticos. Son frutos del Espíritu las reacciones
espirituales, la fe, el gozo, el valor, la confianza, las virtudes morales, etc.

La comunidad cristiana se consideraba a sí misma como el pueblo de Dios de los


últimos tiempos y creía que las promesas mesiánicas se habían cumplido en Jesús. Estaba
persuadida de que se le había concedido el Espíritu, el don de los últimos tiempos. Por
eso, PENTECOSTÉS no debe ser entendido como un acontecimiento único en la
experiencia de la Iglesia primitiva, pentecostés se repitió en otras ocasiones 209 y se
continúa repitiendo ahora en la Iglesia.

La Iglesia primitiva vive de una manera muy simple la presencia del Dios
tripersonal en la vida de fe en Cristo, en quien ve al Padre y participa de su mismo
Espíritu. La Iglesia primitiva está inserta en la vida de amor revelada en Cristo,
glorificado por el Padre; la Iglesia es vivificada por el Padre que le participa el Espíritu
de su Hijo. La Iglesia de los Hechos tiene una perspectiva trinitaria, vive el
misterio salvífico como: teofanía del poder del Padre en la exaltación-revelación del
Hijo Kyrios y la efusión del Espíritu sobre toda carne.

PBRO. S. JESÚS MEJÍA PEREZ 42


TRINIDAD: Dios revelado por Cristo

Notas del Capitulo 3


127 O'DONNEL: "Il misterio della Trinitá", Ed Piemme. Pág 43
128 Lc 15
129 Mt 1,23
130 Mc 2,7
131 LC 7,16
132 Mc 14, 36
133 Mc 1, 35; LC 5, 16
134 O ,DONNELL: op. Cit Pág 46
135 Mt 11, 25-27
136 Ver: Mt 11, 25-28;Lc 10, 21-22; 23, 46; Mc 13, 32; 14, 36; 15, 33-37
137 CODA, Piero: Op. Cit. Págs 102-103
138 O'DONNELL, John: Op. Cit Págs 49-50.
139 Mc 1, 9-11; Mt 3, 3-17; Lc 3, 21-22
140 CODA, Piero: Op. Cit. Pág 103
141 sal 2, 7
142 Mt 11,27
143 Schnackenburg prefiere: "Reinado" porque expresa un carácter activo.
144 Mt 5
145 Mt 5, 48
146 Mt 11, 14; 12, 42
147 LC 7, 24-27
148 Mt 24, 30-32
149 Mc 1, 11; Mt3, 17; 12, 17; 17, 1-9; Lc3,22•, D, 28-
36
150 Ex 16, 4ss
151 Mc 6, 3144; Mt 14, 13-21
152 Ex 14,21
153 Mc 4, 35-40; Mt 8, 23-27; 14, 24-33
154 Mt 14, 33
155 Mt 4, 1-2; Mc 1, 12-13; Lc 4, 12; 1-13
156 Mc 1, 23-28; Lc 4, 33-37
157 Mt 12, 28
158 Mc 9, 25
159 Mc 5, 35-42
160 Mc 2, 1-12
161 Lc 7, 48
162 Mt 12, 1-8
163 Lc 6, 46
164 Mt 18, 12
165 Mc 2, 19-20
166 Mt 7, 21; 6, 46
167 Mt 26, 64

PBRO. S. JESÚS MEJÍA PEREZ 28


TRINIDAD: Dios revelado por Cristo

168 Mt 11, 27; Lc 10, 21-22


169 Mt 28, 18
170 Lc 1, 35
171 BALHASAR, H. U: "Lo Spirito e L'istituzione". Ed Morcelliana, Brescia 1979
Pág 192
172 Mc 1, 10-11
173 Mc 1,12
174 Dominum et Vivificantem 20
175 Mc8, 27-28
176 Lc 13, 33-34
177 Lc4, 18; Cf Is 61
178 II Re 2
179 Is 61
180 Joel 3, 1-2
181 Mt 12, 28; cf Lc 11, 20
182 Mc 8; Mt 13
183 Mc 14,24
184 Lc 13, 33-34
185 Hcb 12, 2
186 E. MOLTMANN-WENDEL, JURGEN MOLTMANN: "Hablar de Dios como mujer y como
hombre" PPC. Madrid 1991. Págs. 31-33
187 Mc 10, 45; Mt 26, 39
188 Hech 3, 18
189 Hech. 7, 55-56
190 Hech 13, 32-33 "La resurrección de Cristo fue su entronización
mesiánica; entonces su humanidad comenzó a 191
disfrutar de los privilegios del Hijo de Dios" (Comentario de la Biblia de
Jerusalén).
191 Hech 7, 59-60
192 Hech 2, 36
193 Hech 2, 34; 5, 31; 7, 55; Rom
8, 34; 1 Cor 15, 25; Col 3, 1
194 LC 6, 46
195 1 cor7, 10.25
196 Mt 28, 18
197 Hech 2, 20-21; 3, 20-22
198 Hech 1, 6; 2, 36; 4, 33; 7, 60
199 Hech 9, 14-21
200 Hech 3, 15
201 Hech 5, 31; 7, 60
202 Hech 7, 9; 26, 17
203 Hech 10, 42; 5, 31
204 Hech 2, 36
205 Hech 4,24
PBRO. S. JESÚS MEJÍA PEREZ 29
TRINIDAD: Dios revelado por Cristo

206 Hech 17, 25-26


207 Hech 2, 17-19; 3, 18-25; 7, 6-25
208 Hech 17, 24-31
209 Hech4, 31; 8, 15-17; 10, 44ss•, 19, 6

PBRO. S. JESÚS MEJÍA PEREZ 30

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