Sarmiento y La Escuela Como Institución Moderna

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 5

LA ESCUELA COMO ASUNTO DE ESTADO

Para interpretar el proceso de constitución de los sistemas educativos organizados


desde y por el Estado debemos hacer explícitos algunos interrogantes:
¿Por qué estarían interesados los Estados nacionales en monopolizar los medios de
consagración del saber socialmente relevante?¿Qué beneficios redunda para los
Estados el hecho de que estos saberes se difundan entre todas las personas sujetas a
su autoridad?¿Y por qué motivo el medio más eficaz para la difusión de estos saberes
resultó ser la articulación de las instituciones especializadas en la educación dentro de
sistemas de alcance nacional? Trataremos de responder estas preguntas.
CONCEPTO DE ESTADO Y DE NACIÓN
Cuando hablamos de Estado nos estamos refiriendo a ciertas instituciones y
organismos públicos que conforman un gobierno soberano. En cambio el concepto de
nación (palabra que deriva del latín y significa nacer) es una comunidad humana con
ciertas características culturales compartidas (lengua, historia, costumbres, entre
otras) y que a menudo comparten un mismo territorio y Estado (aunque no
necesariamente). Es importante tener en cuenta que ha habido y hay naciones sin
Estados y Estados plurinacionales, es decir, integrado por varias naciones. La ligazón
de Estados y Naciones es producto de un momento histórico en particular, que
coincide con la crisis del antiguo orden internacional europeo y resulta de los “vacíos”
dejados por la caída del poder de la iglesia en su función política.
La expansión y colonización europea al resto del mundo producen que los Estados se
vuelvan la forma de organización y administración de los territorios en todo el mundo.
El momento clave en la articulación de Estados y naciones es el siglo XIX. Este es el
momento en el que los símbolos de identidad nacional comienzan a institucionalizarse:
los himnos, las banderas, las gramáticas de los lenguajes nacionales. En este siglo se
constituyen los grandes ejércitos estatales y éstos adoptan sus uniformes
característicos. Este es también el siglo en el que los Estados se abocan a la tarea de
constituir sistemas de educación pública de alcance nacional.Todas estas tareas
persiguen el mismo propósito: homogeneizar y estimular el sentido de pertenencia
común entre los individuos sujetos a la autoridad del Estado. En el caso específico de
nuestro país, tras el éxito del proceso revolucionario para dejar de ser colonia
española, iniciamos otro proceso, muy largo, muy arduo, de organización que se
extendió hasta 1880 con la federalización de la Ciudad de Buenos Aires poniendo fin a
décadas de conflictos. Podemos hablar a partir de ese momento de un Estado
Argentino consolidado y unificado. Pero ¿qué hay de la nación argentina? ¿Quiénes
representaban dicha argentinidad? ¿los orilleros de las barriadas populares? ¿los
gauchos? ¿los pueblos originarios? ¿los inmigrantes extranjeros? ¿la población
afrodescendiente? ¿la oligarquía que hablaba en francés y vivía y estudiaba en
Europa? Teníamos Estado pero había que fundar el concepto de Nación tal como lo
conocemos hoy. El sentimiento de pertenencia a una Nación Argentina fue la invención
maestra del Estado para el que se valió de una aceitada maquinaria: el sistema
escolar. Vamos a repasar en este video el proceso de conformación estatal de la
Argentina.
(505) Capitulo 1. La formacion de un pais. - YouTube

LA ESCOLARIZACIÓN COMO ESTRATEGIA DE INTEGRACIÓN NACIONAL


¿Cuál es el papel que cumple la educación en el proceso de conformación de las
identidades nacionales?¿Qué capacidades le atribuían los organizadores de los
estados a la socialización escolar para depositar tanto interés en ella y movilizar
tantos recursos humanos, materiales y simbólicos para organizarlas y sostenerlas?
Puesto que el postulado de la idea de nación no eliminó las desigualdades, el desafío
de los sistemas nacionales de educación consistió en producir concretamente esa
igualdad en nombre de la cual los Estados decían actuar. Por su organización
institucional y su capacidad de regimentar las prácticas, la escuela se convirtió
entonces en un dispositivo de extraordinario valor para uniformar las experiencias de
ingreso en el conjunto social de todos los miembros jóvenes de las sociedades
nacionales, independientemente de sus diferencias de cuna. De allí el interés de los
Estados en formalizar y monopolizar el control institucional de las prácticas de
enseñanza.
Fue necesario integrar a importantes sectores sociales al modelo productivo e
incorporar un volumen significativo de mano de obra a partir de la inmigración (Rama
G. 1986). El alto nivel de heterogeneidad social marcado por fuertes inmigraciones, la
población criolla, la población indígena y afrodescendiente, exigió una presencia más
importante del Estado como agente integrador y hegemónico. Ello no implicó una
apertura del Estado a la incorporación de nuevos sectores sociales en la conducción
del poder público. El modelo de participación política continuó siendo muy restrictivo.
Denominado por Natalio Botana (1985) como "el orden conservador", se trató de un
modelo basado en el concepto alberdiano de amplias libertades civiles y restringidas
libertades políticas.
Un modelo fuertemente excluyente en lo económico y lo político, que no brindó el
acceso masivo a la propiedad, a la participación política, o a la movilidad social
ascendente, encontró en la educación el mecanismo más idóneo para integrar y
“modernizar” las sociedades. En este marco, el sistema educativo se constituyó con
características fuertemente "estatistas y centralizadoras" (Tedesco J.C.1986). Ello
significa que fue el Estado Nacional quien asumió la tarea educadora por gestión
propia o a través del control de las instituciones de tipo privado.
En este marco, es posible afirmar que para nuestro país la función encomendada al
sistema educativo en sus orígenes estuvo más vinculada con la esfera de lo político,
que con lo económico. La educación jugó un papel preponderante en torno a la
integración social, la consolidación de la identidad nacional, la generación de consenso
y la construcción del propio Estado.

Sarmiento en la creación de la escuela en Argentina


En 1845 el ministro de Instrucción Pública de Chile, Manuel Montt, envía a Sarmiento
a Europa con el fin de observar los distintos modelos educativos de los países que
consideraba los “más avanzados” del mundo. La misión de Sarmiento, que para
entonces ocupaba el cargo de Director de la Escuela Normal de Chile, implicaba
relevar los aspectos significativos del estado de la enseñanza primaria en esos países.
Ese será el origen del viaje que emprende Sarmiento y que, a lo largo de 28 meses, lo
llevará no solo a Europa sino también a Estados Unidos.
En 1848 publica el Informe presentado al Ministerio de Instrucción Pública sobre el
plan seguido en el viaje de exploración pedagógico en Europa y Norte-América en
Chile. El informe es un estudio de los establecimientos de enseñanza primaria con el
objetivo de fundar la Escuela Normal en América. Este escrito inicial tiene, apenas, 17
páginas. A partir de este informe y otros escritos posteriores Sarmiento publica al año
siguiente su estudio de casi 600 páginas titulado De la educación popular. Allí
presenta un balance detallado de lo visto en Europa y Estados Unidos y formula,
además, un conjunto de propuestas.

Educar para civilizar


Lo educativo fue un tema fundamental a lo largo de toda la vida política de Sarmiento.
“Lo que se propone en realidad es una sola empresa: educar”, señalaba Ezequiel
Martínez Estrada. De hecho, son muchos los que ven en el sistema de instrucción
pública su legado más perdurable. Y ello porque el protagonismo destacado que tuvo
Sarmiento en la configuración de la escuela pública no se limita al diseño político e
ideológico más general sino también a las definiciones de los detalles que moldean la
vida escolar, a la organización de los espacios y tiempos que hacen a la cotidianeidad
de la escuela, a la estructuración de los saberes que han de considerarse. Dedica gran
cantidad de escritos a la educación. Entre otras publicaciones, escribe, por ejemplo, un
Método de lectura gradual para los maestros chilenos en 1845 que lo acompaña a su
vez de instrucciones para su uso, en el que plantea el método silábico paso a paso. De
la educación popular ha sido reconocido entre esos escritos como su trabajo
pedagógico más relevante.
La organización de un sistema educativo es la estrategia principal que propondrá
Sarmiento para “civilizar” a una sociedad que él aún consideraba “bárbara”. Las causas
y características principales de esta “barbarie” están desarrolladas en los primeros
capítulos de Facundo, publicado en 1845, es decir cuatro años antes que
Educación popular. Dado su carácter propositivo, podemos leer esta obra como una
continuación del diagnóstico que Sarmiento lleva a cabo en Facundo respecto de los
males que aquejan a la República Argentina: la extensión del territorio, los modos de
sociabilidad que ello provoca, la falta de instrucción de la población, los tipos sociales
predominantes, son solo algunos ejemplos.
En Educación popular, Sarmiento sintetiza las características que debe reunir ese
tipo de enseñanza. Se trata de un texto programático que convierte en relato de viaje
una de las obras pedagógicas más importantes de la historia educativa
latinoamericana. El índice da cuenta de la empresa de escolarización moderna que
propone: abarca desde la creación de un sistema de rentas para sostener la escuela
hasta la construcción de edificios escolares; desde la elaboración de leyes específicas
que regulan la vida escolar hasta la creación de bibliotecas y la formación de maestros
idóneos.
En resumen, este libro reflexiona sobre la importancia de considerar la formación del
ciudadano desde el punto de vista de la economía política y sostiene la necesidad de
propiciar una enseñanza utilitaria, racional y científica. Es una obra integral que busca
configurar un sistema educativo en todos los niveles y aspectos.

Educación popular y la Ley 1.420


Según Juan Carlos Tedesco e Ivana Zacarías, Educación popular fue uno de los textos
inspiradores de la Ley 1.420 de educación común, gratuita y obligatoria, promulgada
en 1884 por el entonces presidente Julio Argentio Roca. Esta asentó como principio
básico que la educación general fuera una responsabilidad del Estado, independiente
del poder político y de la influencia religiosa.
Educación popular resume la propuesta de revolución educativa de Sarmiento, en
términos teóricos y en sus aspectos prácticos abogando por una educación popular y
de masas a la que concebía como aporte sustantivo para la democratización de la
sociedad. En el apartado “Instrucción pública” de la “Introducción” de su libro,
Sarmiento sostiene:
“Hasta hace dos siglos había educación para las clases gobernantes, para el
sacerdocio, para la aristocracia; pero el pueblo, la plebe, no formaba, propiamente
hablando, parte activa de las naciones. Tan absurdo habría parecido entonces
sostener que todos los hombres debían ser igualmente educados, como lo habría
sido mil años antes negar el derecho de hacer esclavos a los vencidos, derecho
sobre cuya práctica estribaba la existencia de las sociedades libres. (…) La condición
social de los hombres depende muchas veces de circunstancias ajenas a la voluntad.
Un padre pobre no puede ser responsable de la educación de sus hijos; pero la
sociedad en masa tiene interés vital en asegurarse de que todos los individuos que
han de venir con el tiempo a formar la nación se hayan, por la educación recibida en
su infancia, preparado suficientemente para desempeñar las funciones sociales a
que serán llamados. El poder, la riqueza y la fuerza de una nación dependen de la
capacidad industrial, moral e intelectual de los individuos que la componen; y la
educación pública no debe tener otro fin que el aumentar estas fuerzas de
producción, de acción y de dirección, aumentando cada vez más el número de
individuos que las posean. La dignidad del Estado, la gloria de una nación no
pueden ya cifrarse, pues, sino en la dignidad de condición de sus súbditos; y esta
dignidad no puede obtenerse sino elevando el carácter moral, desarrollando la
inteligencia y predisponiéndola a la acción ordenada y legítima de todas las
facultades del hombre.”
Habiendo leído este pasaje, podemos ver que Sarmiento concebía a la educación
como un derecho natural. Sin embargo, es preciso hacer una serie de aclaraciones al
respecto, ya que como señala el pedagogo y ensayista Pablo Pineau, así como
Sarmiento forjó las condiciones para que la educación fuera un bien común y un
derecho básico para todos, “no titubeó en dejar a cientos de miles fuera de su alcance”.

La exclusión del gaucho y del indio del sistema educativo sarmientino1


Sobre las ideas de Sarmiento, y por medio de las leyes provinciales y nacionales, hacia
1880, fue establecido en la Argentina el sistema educativo oficial, que tuvo en sus
orígenes como finalidades principales integrar disciplinadamente a los sectores
populares, y funcionar como una instancia de legitimación política para las élites
gobernantes. El potencial democrático de este modelo radica en que, al menos a nivel
retórico, todos los sujetos posibles de ser “civilizados” debían concurrir a la escuela en,
siempre desde la proclama, igualdad de condiciones. Esta política explica la rápida
difusión de la escuela, así como la acelerada elevación de la tasa de alfabetización a
partir de dicho momento.
De esta forma, Instrucción Pública, como sinónimo de Educación Popular, se refiere
al sistema educativo oficial en todos sus sentidos (agentes educadores, contenidos,
dispositivos de control, de punición, de dirección, de acreditación y validación,
etcétera), y está dirigida a los ciudadanos, esto es, a sujetos destinados a actuar en un
marco político y jurídico determinado, a cumplir obligaciones y gozar de derechos, a
partir de una selección curricular de conocimientos a impartir. La Ley Nacional
1420/84, considerada la mayor expresión política de este hecho, plantea la
obligatoriedad de la instrucción para todos los niños de 8 a 14 años y la creación del
sistema educativo oficial para realizar dicha empresa.
Los contenidos seleccionados son iguales para todos los alumnos (salvo pequeñas
diferencias por género, y lugar de residencia) y se vinculan directamente con la
formación de sujetos políticos y no con lo estrictamente laboral.
Pero esta propuesta se asienta en una contradicción básica. Para Sarmiento, “civilizar
al bárbaro” y “educar al soberano” constituían el mismo proceso social, por lo que el
triunfo de los procesos democratizadores tenía como contracara la erradicación de los
sujetos sociales previos. El sistema educativo construyó en su sujeto pedagógico a la
“población”, compuesta sólo cuantitativamente por la totalidad de los sujetos –los
“individuos”– y no cualitativamente los gauchos.
Ese mandato, con sus inescindibles aristas democratizadoras y discriminadoras, se
ubicó en la base del sistema triunfante. Y, de esa forma, la Instrucción Pública se
asimiló a la Educación Popular por medio de la modificación de los sujetos
pedagógicos. Al hacer desaparecer la categoría “pueblo” y convertirla en “población”,
se establecen los límites al modelo y se excluyen otros elementos por medio de la
homologación de los conceptos.
Este fue su rasgo más paradojal: Sarmiento forjó las condiciones para que la
educación fuera un bien común, un derecho básico para todos, pero no titubeó en dejar
a cientos de miles fuera de su alcance; talló el contorno de un pueblo al que buscó
extirpar sus elementos identitarios; insistió como nadie en que las puertas de las
escuelas eran la entrada a mejores futuros, aunque sus aulas no resultarían
hospitalarias con todos. Muchos de los pedagogos y maestros que lo sucedieron
retomaron ese mandato. Los educadores latinoamericanos de fines del siglo XIX y
comienzos del XX fueron, en buena medida, herederos y seguidores del discurso
sarmientino porque, tras los límites del discurso pedagógico elaborado por el
sanjuanino y su concepción de pueblo, sólo podían imaginar el caos de la barbarie o el
retorno de la colonia ultramontana.

También podría gustarte