Sistemas de Policultivos
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Sistemas de policultivos
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Matt Liebman
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En muchos lugares del mundo, especialmente en los países en desarrollo, los agricul-
tores realizan sus siembras en combinaciones (policultivos o cultivos intercalados)
más que en cultivos de una sola especie (monocultivos o cultivos aislados). Hasta
hace unos veinte años, los investigadores agrícolas, en general, ignoraban las carac-
terísticas que caracterizaban a los policultivos. Sin embargo, recientemente, la in-
vestigación del policultivo ha aumentado y muchos de los beneficios potenciales de
estos sistemas se han hecho más evidentes.
La enorme variedad de policultivos existentes refleja la gran diversidad de cose-
chas y prácticas de manejo que usan los agricultores en todo el mundo para suplir las
necesidades de comida, vestido, combustible, medicamentos, materiales de cons-
trucción, forraje y dinero. Los policultivos pueden comprender combinaciones de
cultivos anuales con otros anuales, anuales con perennes o perennes con perennes.
Los cereales pueden cultivarse asociados a leguminosas y los cultivos de raíces aso-
ciados a frutales. Los policultivos se pueden sembrar en forma espaciada, desde la
combinación simple de dos cultivos en hileras intercaladas hasta asociaciones com-
plejas de doce o más siembras entremezcladas. Los componentes de un policultivo
pueden sembrarse en la misma fecha o en otra diferente (cultivos de relevo); la cose-
cha de los distintos cultivos puede ser simultánea o a intervalos. Las descripciones
de los diferentes sistemas de policultivos se encuentran en Papendick et al. (1976),
Kass (1978), ICRISAT (1984), Beets (1982), Gómez y Gómez (1985), Steiner (1984),
Francis (1986), y otros.
Aunque los policultivos son frecuentes en áreas tropicales, donde los predios son
pequeños y los agricultores carecen de capital o créditos para comprar fertilizantes
sintéticos, plaguicidas y maquinarias agrícolas, su uso no se restringe a estas zonas.
Los policultivos también se pueden encontrar en zonas templadas, en los predios
más o menos extensos altamente mecanizados, con disponibilidad de capital. Algu-
nos ejemplos: los pastos forrajeros y leguminosas que se siembran asociados a culti-
vos de maíz, soya, cebada, avena o trigo (Stewart et al. 1980, Vrabel et al. 1980,
Hofstetter 1984, Scott et al. 1987, Hartl 1989, Samson et al. 1990, Power et al. 1991,
Wall et al. 1991, Hesterman et al. 1992, Kunelius et al. 1992); la soya que se
entresiembra con un cultivo de trigo en crecimiento (Reinbott et al. 1987); las arvejas
de campo sembradas en combinaciones con granos pequeños para la producción de
forraje o semillas (Johnston et al. 1978, Murray and Swenson 1985, Izaurralde et al.
1990, Chapko et al. 1991, Hall y Kephart 1991); la soya cultivada en hileras con
maíz o girasoles (Radke and Hagstrom 1976, Francis et al. 1986); pastos y legumino-
sas sembradas como vegetación de cobertura en huertos de nueces y frutas (Altieri y
Schmidt 1985, Bugg and Dutcher 1989, Bugg et al. 1990); y por último combinacio-
nes de pastos/leguminosas para la producción de forraje (Heath et al. 1985).
Ventajas en la producción
Una de las principales razones por la cual los agricultores a nivel mundial adoptan
policultivos, es que frecuentemente se puede obtener un mayor rendimiento en la
siembra de una determinada área sembrada como policultivo que de un área equi-
valente, pero sembrada en forma de monocultivo o aislada. Este aumento en el apro-
vechamiento de la tierra es especialmente importante en aquellos lugares del mun-
do donde los predios son pequeños debido a las condiciones socioeconómicas y
donde la producción de los distintos cultivos está sujeta a la cantidad de tierra que
se pueda limpiar, preparar y desmalezar (generalmente en forma manual) en un
tiempo limitado.
El mayor aprovechamiento en el uso de la tierra de un policultivo común en India,
sorgo con guandul, se ilustra mediante los datos obtenidos a partir de los experimen-
tos realizados por Natarajan y Willey (1981). Los investigadores encontraron que
0.94 hectáreas de monocultivo de sorgo y 0.68 hectáreas de monocultivo de guandul
fueron necesarias para producir las mismas cantidades de sorgo y guandul que se
cosecharon en un policultivo de 1.0 hectárea. El coeficiente de tierra equivalente
(LER) del policultivo fue entonces 0.94 + 0.68 = 1.62 (para mayor información acer-
ca del concepto LER, vea Mead and Willey 1980). En este caso, el rendimiento de
cada especie cultivada en la combinación, se redujo por competencia del cultivo
asociado; pero el rendimiento total del policultivo, por unidad de superficie, fue un
62% mayor comparado con el de los monocultivos.
Siempre que LER>1, un policultivo tiene un rendimiento mayor en un área deter-
minada que el que se puede obtener de distintos monocultivos. Los valores de LER,
obtenidos de ensayos realizados con una gran variedad de sistemas de policultivos,
señalan que se pueden lograr considerables aumentos en la eficacia del uso de la
tierra: 1.26 para mijo/maní (Reddy y Willey 1981), 1.38 para maíz/frijol (Willey y
Osiru 1972), 1.53 para mijo/sorgo (Andrews 1972), 1.67 para maíz /guandul (Dalal
1974), 1,85 para cebada/haba (Martin y Snaydon 1982), 2.08 para maíz/ñame /camo-
te (Unamma et al. 1985), y > 2.51 para yuca/maíz/maní (Zuofa et al. 1992). En el
último caso se calculó solamente el valor LER para el maíz y la yuca; la producción
Sistemas alternativos de producción 193
del cultivo intercalado del maní fue adicional. De este modo se necesitaron > 2.51
hectáreas de monocultivos para producir la misma cantidad de alimento que produjo
el policultivo en 1,0 hectárea.
Aunque los agricultores a menudo trabajan con policultivos sin utilizar fertilizan-
tes o plaguicidas, las ventajas en el rendimiento de los policultivos no están sujetas a
una condición de bajos insumos. Se han dado a conocer altos valores de LER cuando
se han usado grandes cantidades de fertilizantes y plaguicidas (Osiru y Willey 1972,
Willey y Osiru 1972, Bantilan et al. 1974, Cordero y McCollum 1979). Esto es im-
portante porque sugiere que los agricultores pueden seguir aprovechando mejor la
eficacia de la tierra que otorgan los policultivos, mientras mejora la productividad de
sus sistemas agrícolas.
Algunos investigadores sostienen que los altos valores de equivalencia de la tierra
para combinaciones de cultivos con diferentes períodos de madurez, sobreestiman la
aparente eficacia del uso de los policultivos, dado que varias siembras de corta dura-
ción se podrían cultivar secuencialmente con el mismo período de duración de un
policultivo. Al parecer estas críticas no están del todo justificadas dado que los agri-
cultores a menudo necesitan producir cultivos de larga y corta estación, que sólo
pueden crecer normalmente, aun con riego en ciertas épocas del año (Balasubramanian
y Sekayange 1990). Es más, los rendimientos de los policultivos, evaluados en tér-
minos de eficacia espacial y temporal, aún pueden mostrar, mayores ventajas sobre
los monocultivos (como frijol/yuca, Leihner 1983; maíz/yuca, Wade y Sánchez 1984;
maíz/guandul, Dalal 1974, Ofori y Stern 1987; maíz/soya, Dalal 1974, Ofori y Stern
1987; maíz/camote/frijol, Balasubramanian y Sekayange 1990).
En el futuro, la evaluación de las características de los policultivos puede incluir
diferentes criterios, como la producción diaria por hectáreas de proteínas y calorías (Wade
y Sánchez 1984). Estos indicadores se acercan mucho más al criterio usado por los
agricultores para elegir los mejores sistemas de cultivo capaces de proporcionar diver-
sos productos de alto régimen dietético para comerciar. También es importante señalar
que los agricultores en muchos casos ponen más atención al rendimiento del cultivo
principal, al cual han incorporado otras especies, para asegurarse que no fracase, contro-
lar la erosión, mejorar la fertilidad de los suelos y controlar las malezas. En esta situa-
ción, la ventaja en el rendimiento del policultivo se muestra claramente al ser la produc-
ción del cultivo principal de la mezcla, igual o mayor al compararlo con el monocultivo.
Por ejemplo, Obiefuna (1989) informó que al entresembrar el melón egusi en una plan-
tación de banano se podrían aumentar las cosechas bananeras hasta en un 26%. Abraham
y Singh (1984) notaron que al intercalar semilla de caupí con sorgo, aumentaba el rendi-
miento del sorgo en un 95%, como promedio.
La rentabilidad económica neta de los policultivos puede ser mayor que la de los
monocultivos que crecen en áreas equivalentes. Norman (1977) estudió los sistemas
de cultivos en el norte de Nigeria y encontró que cuando tomaba en cuenta en sus
análisis el costo de mano de obra, la utilidad era de un 42% a un 149% mayor para
los policultivos que para los monocultivos. Leihner (1983) notó que en Colombia se
necesitaba más mano de obra para policultivos de yuca/frijol que para un cultivo
aislado de yuca, pero que el ingreso neto de los policultivos era mayor. En experi-
mentos llevados a cabo en Inglaterra, Salter et al. (1985) encontraron que al sembrar
intercaladamente col de bruselas con repollos se podían obtener mayores márgenes y
menores costos en insumos por unidad de producción, al compararlos con los respec-
tivos monocultivos.
194 Agroecología: Bases científicas para una agricultura sustentable
Se debería señalar que las utilidades de los sistemas de cultivos pueden variar
considerablemente de un año a otro. Sanders y Johnson (1982) informaron que, en
un año, el cultivo de frijol como monocultivo proporcionó mayores ganancias que el
policultivo de maíz/frijol; sin embargo al año siguiente, cuando cambiaron los pre-
cios de ambos cultivos, las utilidades relativas de los dos sistemas se invirtieron. De
esta forma, el rendimiento económico de los sistemas de policultivos necesita una
mayor investigación, más que sólo unas pocas temporadas de cultivos.
La estabilidad de la producción
En sistemas agrícolas donde la subsistencia es el objetivo principal, reducir el riesgo
de perder totalmente la cosecha parece ser tan importante como aumentar el poten-
cial nutricional y las ganancias económicas (Lynam et al. 1986). La variabilidad en
la producción de policultivos de cereales/leguminosas puede ser menor que la de sus
componentes como monocultivos, tal como se descubrió en Grecia para combinacio-
nes de trigo/leguminosa y avena/leguminosa (Papadakis 1941) y en India para com-
binaciones de sorgo/guandul (Rao y Willey 1980). Por consiguiente, la probabilidad
de no tener nada para comer o vender es aparentemente menor cuando se utilizan
combinaciones de cultivos. De hecho, Trenbath (1983) ha demostrado que para una
determinada área de tierra, la probabilidad de que una familia deje de producir las
calorías suficientes para subsistir es menor cuando esta área se encuentra sembrada
con un policultivo de sorgo/guandul que cuando lo está con los mismos componen-
tes, pero éstos como monocultivo. Francis y Sanders (1978), trabajando con maíz y
frijoles, y Rao y Willey (1980), con sorgo y guandul, descubrieron que la probabili-
dad de exceder un «nivel específico de desastre en los ingresos» era mayor para los
policultivos que para los monocultivos.
Trenbath (1976) y Burdon (1987) han sugerido que puede haber una compensa-
ción productiva entre los componentes del policultivo, de manera que si uno de
éstos falla debido a una sequía, plaga u otro factor, se podría compensar al aumentar
la productividad del otro componente(s). Kass (1978) cita un estudio realizado por
Gliemeroth (1950) que ilustra este principio. Cuando los cultivos de avena se redu-
jeron a causa de un ataque del gusano alambre, la producción de las arvejas sembra-
das con avena era mayor que la baja en la producción de avena; ésta última bajó
hasta la mitad, mientras que la producción de arvejas aumentó cuatro veces. Existe
una carencia general de datos que demuestre en forma concluyente este fenómeno
de tipo compensatorio (Harwood 1979b, Burdon 1987). Se necesita mucha más in-
vestigación antes de asumir que la estabilidad creciente de la cosecha es una carac-
terística general de los policultivos; en aquellos casos, donde la estabilidad real-
mente aumenta, se requiere más investigación para entender el (los) mecanismo(s)
de causa.
El uso de recursos
A medida que los investigadores dirigen sus investigaciones hacia los mecanismos
de uso de recursos en poli y monocultivos, se hace más evidente que las ventajas de
producción de los policultivos están a menudo asociadas con el uso de una mayor
proporción de luz, agua y nutrientes disponibles (captación mayor de recursos) o con
el uso más eficaz de una determinada unidad de recursos (mayor eficacia de conver-
sión de recursos) (Willey 1990). Estas formas de mejorar la utilización de recursos
Sistemas alternativos de producción 195
asociación con el sorgo. Los resultados obtenidos por Natarajan y Willey (1986)
tienen un particular interés. Los investigadores descubrieron que los aumentos por-
centuales de distribución en el sorgo, mijo y maní ocurridos al crecer en policultivos
tenían una mayor connotación bajo condiciones de sequía. Los policultivos resulta-
ron ser provechosos para el rendimiento de semillas cuando la escasez de agua in-
fluía con mayor rigurosidad sobre la productividad total de la planta.
incidencia de Fusarium udum que causa la marchitez del guandul cuando éste se
sembró con sorgo (ICRISAT 1984).
Poco se ha investigado acerca de los efectos de los policultivos en las poblaciones
de nemátodos fitoparásitos. Sin embargo, es claro que los nemátodos prefieren deter-
minadas especies de cultivo (Palti 1981) y que ciertas plantas, como las caléndulas
(Tagetes spp.), excretan sustancias que son tóxicas para ellos (Cook y Baker 1983).
Estos efectos dan a entender que sería posible atraer, atrapar o exterminar a los
nemátodos al entresembrar algunas especies junto con cultivos que necesitan ser
protegidos. Visser y Vythilingam (1959) informaron que el cultivo de caléndulas
entre arbustos de té, reducía las poblaciones de nemátodos en el suelo y en la raíces
de éste. Cuando la leguminosa Crotalaria spectabilis se usó como cultivo de cober-
tura en huertos de duraznos, los nemátodos atacaron las leguminosas en vez de los
árboles, lo que aumentó la producción de frutas (Cook y Baker 1983). Otros ejem-
plos de los efectos de los policultivos sobre las bacterias patógenas, hongos, virus y
nemátodos se describen en el capítulo 13.
En una situación análoga a la de los insectos plaga en policultivos, poco se sabe de
la manera cómo afectan el rendimiento los patógenos en los policultivos respecto a
su productividad. Burdon (1987) observó que sin modelos experimentales apropia-
dos es imposible decir si una mejor eficiencia en el uso de los recursos o una menor
incidencia en los síntomas de enfermedades, son responsables de una mayor produc-
ción en los policultivos. Es necesario investigar más acerca de la ecología y manejo
de los patógenos en los policultivos.
de policultivos con ñame, maíz y yuca. Los cultivos de protección no sólo sirvieron
como un medio para ahorrar mano de obra en el control de malezas, sino que también
ayudaron a controlar la erosión debido a su mayor cobertura de suelo. Zuofa et al.
(1992) descubrieron que un cultivo intercalado de maní, caupí o melón con un culti-
vo principal de yuca/maíz, daba como resultado un control superior de malezas, au-
mentaba los rendimientos totales y elevaba los coeficientes equivalentes de la tierra.
Se descubrió que el maíz intercalado con cultivos de protección tales como camote,
caupí, maní o melón más un desmalezaje manual, entregaba un mayor ingreso neto
que el maíz en un monocultivo desmalezado manualmente tres veces o aplicando
herbicidas (Zuofa y Tariah 1992). Obiefuna (1989) informó que al cultivar melones
entre plátanos, se reducía el crecimiento de malezas de manera que el desmalezaje se
podía atrasar hasta siete meses después de la siembra.
En experimentos realizados en India, Shetty y Roo (1981) descubrieron que al
añadir cultivos de caupí o frijol mungo a cultivos principales de sorgo o guandul, la
maleza crecía menos en la primera temporada y disminuía de dos a uno el número
de desmalezajes manuales necesarios para lograr altas producciones. Estos cultivos
no tuvieron ningún efecto en el rendimiento de las especies principales y aún más,
proporcionaron una producción adicional por sí solos. Abraham y Singh (1984) mi-
dieron la producción de un cultivo y los efectos supresivos de las malezas al añadir
caupí, maní, soya o frijol mungo al sorgo. Al sembrar de manera intercalada cual-
quiera de las cuatro leguminosas anuales, aumentaba la cosecha y el contenido de
nitrógeno en el sorgo y disminuía en gran cantidad el crecimiento de malezas. La
cosecha de las semillas o el forraje de las leguminosas fue un beneficio extra. Re-
sultados similares obtuvieron Tripathi y Singh (1983) cuando añadieron soya al
maíz. Sengupta et al. (1985) demostraron que al sembrar entre surcos garbanzo ne-
gro en un cultivo de arroz (21 días después de haber sembrado el arroz) suprimía
eficazmente el nivel de crecimiento de malezas, eliminaba la necesidad de un
desmalezaje manual e incrementaba el ingreso y la producción total del cultivo en
comparación con el arroz sembrado como monocultivo. Ali (1988) informó que el
rendimiento total de semillas de los cultivos intercalados de guandul/frijol mungo
sin ningún desmalezaje manual, se acercaba mucho al nivel de rendimiento obteni-
do del guandul en un monocultivo que se había desmalezado. El crecimiento de
maleza en policultivos era de un 22% a un 38% menor que en el guandul en un
monocultivo no desmalezado; la cosecha adicional obtenida del cultivo de protec-
ción de frijol mungo, compensó la pérdida de rendimiento del guandul debido a la
acción de la maleza.
En climas templados, la entresiembra de leguminosas como abono verde en culti-
vos de cereales y leguminosas en granos puede controlar más eficientemente la ma-
leza en los cultivos principales, proporcionar una cubierta vegetal de baja altura para
el control de erosión durante el otoño y el invierno y, además, aumentar la fertilidad
del suelo. Harwood (1984) informó que en Pensilvania, cuando se cultivaba
intercaladamente trébol rosado o algarroba con maíz o soya (sembrado 35 días antes
y cosechada una sola vez) no afectaba los rendimientos de los cultivos asociados de
granos, reducía en gran escala el crecimiento de malezas, formaba casi completa-
mente una cubierta del suelo y reducía el requerimiento de fertilizantes nitrogenados
en cultivos subsiguientes. En experimentos realizados en Gran Bretaña, al añadir
reygrass italiano o trébol rosado a la cebada o habas, se obtuvo una disminución en el
crecimiento de malezas perennes Agropyron repens que provenían de las semillas o
Sistemas alternativos de producción 201
Orientaciones futuras
El hecho de aumentar la diversidad de la vegetación mediante el uso de los policultivos
no es la panacea para resolver los problemas de producción y protección de cultivos,
pero puede ofrecer a los agricultores opciones potencialmente útiles para disminuir
la dependencia de insumos externos, reducir al mínimo la exposición a los productos
agroquímicos, aminorar el riesgo económico, la vulnerabilidad nutricional y prote-
ger la base necesaria de los recursos naturales para la sustentación agrícola. La tarea
para el futuro es poder entender mejor la dinámica y complejidad de los policultivos
para que este sistema pueda refinarse, transferirse y adaptarse de manera que se ob-
tengan beneficios predecibles. Vandermeer (1989) ha indicado muchas áreas donde
la aplicación de la teoría ecológica bien puede ayudar al diseño y manejo de los
sistemas de policultivos.
La prevalencia de los policultivos en países en desarrollo sugiere que muchos
agricultores están muy conscientes de los beneficios de estos sistemas. Parece ser
extremadamente contraproducente tratar de convencerlos para que abandonen el uso
de los policultivos cuando sabemos cómo y cuándo obtener beneficios. Más bien, los
investigadores que trabajan en los países en desarrollo deberían crear variedades de
cultivos y prácticas de manejo (por ejemplo, la determinación de disposiciones ópti-
mas de espacio, las densidades, etc.) que sean compatibles con los sistemas del
policultivo y que mejoren el rendimiento de éstos (Francis et al. 1976, Krantz 1981).
Un ejemplo de una tecnología apropiada para los policultivos es el diseño y produc-
ción de sembradoras y cultivadoras de tracción animal que tengan un bajo costo y
que sirvan, específicamente, para combinaciones de cultivos (Anderson 1981). Los
aspectos del control de plagas y del manejo de la fertilidad del suelo en los sistemas
de policultivos requieren de mucha más atención en países en desarrollo donde se ve
limitado el acceso a fertilizantes y plaguicidas sintéticos, debido a las condiciones
socioeconómicas y a la preocupación por la salud del hombre y del medio ambiente.
El papel de los policultivos en la agricultura de los países desarrollados se expan-
dirá probablemente en la medida que aumente la percepción de los costos económi-
cos y ambientales de la gran dependencia en los productos agroquímicos (Horwith
1985). Pese a que la agricultura de estos países es muy mecanizada, los sistemas de
policultivos pueden ser compatibles con la mecanización (por ejemplo, las legumi-
nosas para abono verde sembradas en forma intercalada con granos; soya cultivada
en relevo con trigo; cultivos de cobertura para el suelo de los huertos). Al igual que
en los países en desarrollo se necesitan variedades de cultivos y prácticas de manejo
que mejoren los beneficios de los sistemas existentes.
La atención puesta en el diseño de máquinas que faciliten el manejo de combina-
ciones de cultivos, podría permitir que los agricultores alcancen los beneficios bioló-
gicos potenciales de estos sistemas de una manera práctica. Cordero y McCollum
(1979) hicieron notar que cualquier sociedad que puede llevar y traer gente a la luna
de manera segura, debería ser capaz de diseñar la maquinaria adecuada para sem-
brar, mantener y cosechar policultivos.