Apuntes de Clase DDHH y Seguridad Integral Unidad V

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UNIDAD 5- DERECHOS HUMANOS, SEGURIDAD CIUDADANA Y PROCEDIMIENTO

JUDICIAL.
Diferencias entre Seguridad Humana. Ciudadana, Integral y Comunitaria.
5.2. Derechos Humanos y Policía Comunitaria
5.3 Políticas públicas de seguridad integral con altos estándares de derechos humanos.
5.4 Seguridad multidimensional a la luz de los derechos humanos, como políticas
públicas.
5.5. Seguridad integral como fundamento de los derechos humanos. Los derechos
Humanos en la función Policial. Reglas de los funcionarios encargados de hacer
cumplir la ley.

Seguridad. Diferencia entre Seguridad Pública y Seguridad Comunitaria.

introducción

El ejercicio de la ciudadanía y el deber del Estado de garantizar la seguridad son


indispensables para fortalecer a las sociedades democráticas. Sin embargo, en América
Latina, el aumento de la violencia y los delitos en los últimos 20 años han menoscabado la
libertad del ejercicio ciudadano y hecho evidente la debilidad de varios Estados para
garantizar a sus ciudadanos condiciones de seguridad. Si bien por varias décadas del siglo
XX la seguridad en esta región se mantuvo en un segundo plano (debido sobre todo a la
preponderancia de los conflictos políticos derivados de los regímenes autoritarios), a partir
de los años noventa el tema de la inseguridad comenzó a cobrar relevancia, en especial si
se toma en cuenta que a esta región se le consideraba la segunda más violenta del mundo,
con tasas de homicidio que prácticamente duplicaban los promedios internacionales
(Dammert, 2004). Justo en este contexto se comenzó a replantear las concepciones teóricas
y los modelos prácticos bajo los que habían estado operando las fuerzas encargadas de
mantener el orden y hacer cumplir la ley. También en este escenario se comenzó a dar
prioridad a la necesidad de incorporar una nueva mirada de la actuación policial frente a la
ciudadanía, una que pusiera el foco en la prevención y en la resolución de problemas más
que en la reacción y contención de los mismos. No obstante, la transición hacia un
paradigma más integral ha tenido que enfrentarse a distintos factores que han mermado su
eficiencia. Entre ellos se encuentran:
Aunado a esto, el distanciamiento con la ciudadanía genera políticas y programas que no
siempre corresponden a las necesidades reales de la población.
• División entre políticas de control y de prevención.
Esto deriva del exceso de ortodoxia en las políticas de seguridad que no son capaces
de concebir a la prevención como una aproximación que complementa de manera efectiva
al uso de estrategias represivas.
• Separación de conocimientos, estrategias y comunicación
entre la ciudadanía y los policías. Esto genera percepciones difusas (seguridad
subjetiva) sobre el trabajo que realizan las instituciones de seguridad. A fin de garantizar
mayores niveles de seguridad, tanto objetiva como subjetiva, resulta importante
transformar esta condición y que la seguridad sea vista como el producto de un trabajo
conjunto, con respeto, confianza y compromiso de ambas partes.
Para hacer frente a estas limitaciones, el modelo de policía comunitaria propone métodos y
actividades inmersas en un cambio de paradigma hacia la seguridad ciudadana, al mismo
tiempo que busca la proximidad social y la fortaleza institucional, como se podrá observar
a continuación.
De la seguridad pública a la seguridad ciudadana
En la historia de América Latina, la noción de seguridad ha transitado por diversas
concepciones, de acuerdo con cada momento político. Términos como “seguridad interior”,
“seguridad nacional” e incluso “seguridad pública” han estado vinculados tanto a la
preservación de las instituciones del Estado como a la seguridad de regímenes autoritarios.
Sin embargo, durante las últimas tres décadas, a partir de las transiciones democráticas,
nuevos paradigmas han irrumpido en el escenario político, dando pie a novedosos modelos
y concepciones que asocian a estos mismos términos con la protección y el desarrollo de las
personas y los grupos sociales. Como menciona Juan Carlos Ruiz (2004), a partir de la
década de los noventa, diversos gobiernos latinoamericanos dejaron de utilizar la noción
de “seguridad interior”, la cual promovía la preservación del orden público ante un enemigo
interno que, por lo regular, se identificaba con la amenaza de grupos políticos subversivos.
En contraste, a partir de esa época se asumió una perspectiva de seguridad más afín a las
necesidades de los ciudadanos. De este modo se co- menzaron a ejecutar, principalmente al
sur del continente, políticas de reforma policial que desmilitarizaban a la seguridad y
promovían la creación de cuerpos civiles para fortalecer el vínculo entre policía y sociedad.
La tendencia ha sido, desde entonces, a transitar de un modelo de seguridad pública —
orientado a la protección del Estado y la salvaguarda del orden público— a uno de
seguridad ciudadana, donde la persona es el eje central de las políticas. En términos
generales, los principales factores que caracterizan a la seguridad ciudadana aparecen en el
próximo cuadro
Ámbito Seguridad ciudadana.

Objetivo de la Salvaguardar la
política de seguridad de los
seguridad ciudadanos y generar
espacios propicios
para su total
desarrollo.
Entidades Sociedad y gobierno.
responsables de la
seguridad
Gestión Se incluye el control
ciudadano; se
promueve la
transparencia y la
rendición de cuentas.
Participación ciudadana La ciudadanía como
sujeto y objeto de las
políticas de
seguridad.
Amenazas a la Factores que impiden
seguridad el pleno ejercicio del
derecho humano a la
seguridad.
Resolución de Aplicación gradual y
conflictos controlada de la fuerza
del Estado,
priorizando
mecanismos de
resolución no violenta.
Dimensión Dimensión Dimensión
política institucional organizativa
• La reforma • Se requieren • Las experiencias
policial parte de diagnósticos exitosas en
la exhaustivos procesos de
responsabilidad sobre la reforma policial se
política de diversidad de identifican en el
construir cuerpos plano local; por
políticas públicas municipales tanto, las policías fundamental.
de seguridad. preventivos en el municipales /
país (que locales son
• Busca la incluyan sus agentes de
construcción de avances, logros intervención en la
comunidades y debilidades). comunidad para la
seguras y prevención de las
policías • El nuevo modelo violencias y la
profesionales. policial deberá: delincuencia.
- Adscribirse al
• La base para la modelo de • En el proceso de
construcción de seguridad transformación
políticas públicas ciudadana, institucional /
eficientes en planteando un organizacional es
materia de cambio importante el
seguridad está estructural en la establecimiento de
en la jurisdicción relación del una política de
municipal. Por tal Estado con la reclutamiento,
motivo, es ahí sociedad (por selección,
donde se deben medio del formación y
centrar los respeto a las promoción, con
esfuerzos para personas, los una visión
una reforma derechos transdisciplinaria,
policial. humanos, con innovaciones
el ejercicio de la técnicas policiales
• La reforma ciudadanía, y métodos
policial apunta a etc.), en el pedagógicos
una marco de una avanzados que
configuración de reforma policial permitan la
una policía más institucional vinculación con las
civil, democrática profunda. exigencias
y eficiente, la reales de la
cual deberá - Analizar de qué ciudadanía, que
contar con maneras se ha garanticen la
reconocimiento tratado de calidad y
de la ciudadanía. hacer frente a los eficiencia de los
desequilibrios de servicios
• El liderazgo se ofrecidos por la
basa en la las instituciones policía.
consolidación de seguridad
institucional, (incluye la falta • Se requiere
sin intereses de homologación generar un
políticos de por
medio. o sistema de
estandarización indicadores de
• Nuevo papel del propia de un desempeño y de
ciudadano: dejará sistema como el efectividad policial
de ser sólo un mexicano). que permita
receptor de las evaluar el
políticas de cumplimiento de
seguridad para las metas
convertirse en institucionales.
actor
La concepción antigua o tradicional de la seguridad ha ido transformándose de manera
gradual hasta incluir la participación directa de la sociedad, bajo el entendido de que la
seguridad no se limita a la protección física del individuo, sino que incluye la promoción y
creación de ambientes propicios para una convivencia pacífica entre las personas. Desde
esta aproximación, se hace énfasis en el hecho de que las políticas de seguridad deben poner
más atención a prevenir y controlar los factores que generan la violencia e inseguridad que
a las actividades meramente represivas o reactivas
Policía comunitaria: filosofía para la seguridad

Ya se ha planteado que la seguridad ciudadana vino a colocar al bienestar del individuo en


el centro de sus metas (su derecho a la seguridad y la participación) y que esta nueva
concepción generó procesos de reforma democrática policial —aunque inacabados en
muchos casos— en varios países de América Latina. En virtud de lo anterior, los criterios
clave para realizar acciones de democratización policial atravesaron por la
descentralización, el acercamiento hacia la ciudadanía y la rendición de cuentas.
Uno de los mecanismos que —según la experiencia internacional y, en buena medida,
regional— han permitido vincular estas vertientes ha sido el modelo de policía comunitaria,
el que permite generar lazos sólidos con la ciudadanía para desarrollar programas y
acciones colaborativas de coproducción de la seguridad, al mismo tiempo que concilia la
acción preventiva, la reactiva y el respeto por los derechos humanos. Esto es lo que se ha
llamado una nueva filosofía para hacer y ser policía en un espacio de ciudadanía en
democracia.
La denominación de filosofía de policía comunitaria toma sentido al plantear un cambio
profundo en el pensamiento policial convencional, pues este modelo va más allá de la
gestión tradicional de la seguridad (autoritaria, aislada de la sociedad) y busca construir
instituciones modernas (democráticas, eficientes y abiertas al control ciudadano). Por eso,
la finalidad es que este cambio filosófico se materialice en un camino para replantear la
cultura policial. Esta reinvención del hacer y ser policía tiene efectos en los siguientes
ámbitos:
• Alienta la cooperación comunitaria. Motiva a los ciudadanos a participar en actividades
de la policía, caminatas por calle, conciliación entre vecinos, etc. La colaboración y
comunicación entre las dos esferas (social y seguridad) requiere de inmersión a la
comunidad y un liderazgo compartido por ambas.
• Reconoce, fortalece y emplea las redes sociales existentes en la comunidad. Esto se logra
al generar alianzas con grupos organizados en la sociedad para tener mejor comunicación
y desarrollar actividades que fortalezcan los lazos y la seguridad en el barrio.
• Provee soluciones. Genera metodologías de participación colectiva para, en conjunto
con la sociedad, mejorar las condiciones de vida de la comunidad.
• Provee vías efectivas para la profesionalización de las actividades de
seguridad.
• Analiza información estadística de la situación en la comunidad de intervención
(población: hombres, mujeres, jóvenes, ancianos, etc.) para desarrollar programas
pertinentes y que además sean incluyentes ante las diferencias (género, edad, origen
indígena, nacionalidad, entre otras).
• Mejora el marco de gestión institucional de los cuerpos policiales para la colaboración
y la asociatividad con la comunidad. La acción de policía comunitaria se legitima con la
participación de los ciudadanos en las tareas de coproducción de la seguridad en sus
comunidades.
Los efectos operativos de una nueva filosofía de hacer y ser policía contribuyen a generar
un impacto cuyo indicador principal será el momento en que la brecha entre la comunidad
y las instituciones de seguridad empiece a cerrarse. Esta convergencia —por así llamarla—
entre policía y ciudadanía parte de una idea de legitimidad y dignificación del papel del
policía y de una concepción del ciudadano como sujeto activo en la construcción de la
seguridad comunitaria. Por consecuencia, en el modelo de policía comunitaria “cada policía
se convierte en un agente con autonomía y responsabilidad.

Conceptualizacion de seguridad Publica y Ciudadana


El término seguridad desde la semántica posee su origen en la palabra latina securitas /
securus, que a su vez deriva de sine cura que significa sin cura, sin preocupaciones, sin
problemas, en tanto securitas significa libre de preocupaciones, amenazas o problemas, es
decir, sentirse a salvo de cualquier daño que pueda ser causado por otros, presenta una
gran dificultad de definición por su versatilidad y por la dinámica evolución de los sistemas
sociales en el cual surge y se desarrolla. Desde el punto de vista genérico, se conforma de
dos componentes: identificar cuáles son las amenazas, vulnerabilidades y riesgos; y de lo
relacionado a cómo prevenirlos, contenerlos y enfrentarlos.

Podríamos decir que seguridad es la capacidad de dar respuesta efectiva a riesgos,


amenazas o vulnerabilidades y estar preparados para prevenirlos, contenerlos y
enfrentarlos. El término, identifica a una situación de ausencia o disminución de riesgos
para un determinado entorno social y natural. (entiéndase riesgo como el daño o pérdida
que pudiera causar un particular evento, encontrándose en función de la intensidad de la
amenaza y del grado de vulnerabilidad que experimente la sociedad en el momento
determinado; esta vulnerabilidad podrá disminuir si el Estado o la comunidad poseen
determinadas capacidades para enfrentarla).

Seguridad pública se orienta a disciplinar el comportamiento de la sociedad mediante


acciones normativas del orden público, por lo que, se la explica “ como la garantía que el
Estado proporciona con el propósito de asegurar el orden público, proteger la integridad
física de las personas así como sus bienes, prevenir la comisión de delitos e infracciones o
reglamentos gubernamentales y de policía, colaborar en la investigación y persecución de
los delitos y auxiliar a la población en caso de siniestros y desastres”.

Seguridad Comunitaria
La seguridad comunitaria basa su actuación sobre nuevos paradigmas que comprometen
activamente a la propia comunidad; de esta y sus autoridades es posible obtener consejos,
cooperación, información, y la comprensión de los problemas que para los responsables de
la seguridad pública se plantea en esta materia: a las comunidades y a sus autoridades
deben brindarles confianza, atención oportuna, apoyo decidido, amistad franca y , además,
programas concretos de autoprotección, educación y recreación.

En ese contexto, es menester fortalecer los vínculos policía - comunidad, y restablecer la


confianza y tranquilidad. Esta nueva perspectiva busca retomar la esencia del servicio
policial, para brindar mayor seguridad a la comunidad y establecer nexos sólidos y
permanentes, a través de un eficiente servicio de prevención, seguridad y protección a la
comunidad, e irradiar confianza y protección para la vida y el patrimonio, manteniendo
como una constante la responsabilidad, dedicaron, esfuerzo y respeto irrestricto de las
derechos humanos y dignidad de las personas.
En tal sentido, resulta imprescindible potenciar los sistemas de defensa vecinal que alerten
y prevengan contra la proliferación de la delincuencia, cuyos primeros indicios deben ser
denunciados para neutralizarla. De esa forma, se buscará que todos los ciudadanos se
sumen de manera consciente, al esfuerzo que despliegan las fuerzas de seguridad contra el
crimen y la delincuencia.

La interacción entre ciudadano y Estado exige, por tanto, el establecimiento de espacios de


participación que permitan el desarrollo de actividades proclives al resguardo que todo
grupo social requiere. Estos espacios permiten la formalización de canales de comunicación
para mejorar las condiciones de vida y su calidad, en un esfuerzo conjunto con las
instituciones de la administración estatal.

En ese contexto y para esos fines, es que se pretenden llevar a cabo los foros de seguridad,
los que a la postre permitirán compartir con los ciudadanos información fidedigna respecto
a la tasa de criminalidad existente en la localidad, situación que redundará en beneficios en
tanto a que mitigará la “sensación de inseguridad” o seguridad subjetiva (generada por los
medios de comunicación en virtud de percepciones y no en base a cifras o análisis
delictuales objetivos y verídicos).

Estamos convencidos en el hecho de que las mejores respuestas para hallar la solución al
problema, no provendrán del Estado (nacional, provincial o municipal) sino que surgirán
de la interacción entre este y la participación de todos y cada uno de las integrantes de la
comunidad.

Al respecto, el Dr. Roberto Dromí mencionó que “en la balanza de la seguridad, hay que
pesar la solidaridad. No habrá calidad en la seguridad sin acciones solidarias positivas y
eficaces”, entendiendo que la seguridad es contención, prevención y represión, y que para
el logro de las dos primeras acciones es indispensable la participación y el compromiso
ciudadano, en tanto que la última es responsabilidad absoluta del Estado.

Seguridad Humana
El concepto de seguridad humana cobra fuerza a partir de su incorporación y
conceptualización en el Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD de 1994, que lo
introduce de manera formal en el trabajo de las Naciones Unidas.
No obstante, sus antecedentes se remontan a tiempo atrás. Entre los hitos históricos
importantes, en que se menciona la necesidad de un concepto de seguridad que vaya más
allá de los intereses del Estado para centrarse en las necesidades de la persona humana,
está la Declaración Universal de Derechos Humanos, de 1948. En ella se proclama que “la
libertad, la justicia y la paz del mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad
intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia
humana”, con lo cual se establece claramente la centralidad del ser humano.
La Declaración afirma, además, que “el desconocimiento y el menosprecio de los derechos
humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad y
que se ha proclamado, como la aspiración más elevada del hombre (sic), el advenimiento
de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la
libertad de palabra y de la libertad de creencias”.
Las expresiones “libertad del temor y libertad de la miseria”, incorporadas en la
Declaración, fueron utilizadas por primera vez por el Presidente de Estados Unidos Franklin
D. Roosevelt en su Discurso del Estado de la Unión de 1941 y en la Carta del Atlántico,
suscrita el 14 de agosto de 1941 por el Primer Ministro de Gran Bretaña Winston Churchill
y el Presidente de Estados Unidos Franklin D. Roosevelt. Estos conceptos, a criterio de
Edward Stettinius, Secretario de Estado de Estados Unidos de ese entonces, serían los
componentes integrales de la estrategia de paz de las Naciones Unidas: “La batalla por la
paz debe ser librada en dos frentes. El primer frente es el de la seguridad, en el cual vencer
significa conquistar la libertad para vivir sin temor, y el segundo es el frente económico y
social, en el cual la victoria significa conquistar libertad para vivir sin miseria. Solo la
victoria en ambos frentes puede asegurarle al mundo una paz duradera”.
Estas son las bases para la re-conceptualización del concepto de seguridad, el cual ya no se
fundamenta en las nociones de soberanía, territorialidad y poderío militar -que fueron
tradicionales-, sino en lograr la libertad para vivir sin temor y sin miseria. También son las
bases para el establecimiento del derecho de los derechos humanos. Ambos tienen como
raíz común la búsqueda de la dignidad humana.
Antecedentes.
No obstante, la Guerra Fría, periodo que siguió a la Segunda Guerra Mundial, reforzó el
concepto de seguridad centrado en el Estado, con el agravante de la amenaza de un ataque
nuclear por parte de cualquiera de las potencias contendientes.
En América Latina se impuso la doctrina de la seguridad nacional y los países de la región,
con algunas excepciones, vivieron las épocas más difíciles de su historia con sangrientas
dictaduras, irrespeto a los derechos humanos y la imposición de sistemas totalitarios. El
concepto de seguridad fue asociado a esta noción de seguridad nacional en virtud de la cual
se cambió la misión primordial de los ejércitos, desde la defensa territorial contra un
enemigo externo a la lucha mancomunada contra un enemigo interno: la sociedad civil1
En este contexto surge la necesidad de un nuevo paradigma de seguridad debido, según la
Comisión de la Seguridad Humana (CHS), a dos tipos de dinámicas:
• Primero, la seguridad humana es una respuesta a las complejas interrelaciones entre
nuevas y viejas amenazas -desde la pobreza crónica y persistente hasta la violencia étnica,
la trata de personas, el cambio climático, las pandemias, el terrorismo internacional,
el declive económico y los desastres financieros súbitos-.
Estas amenazas adquieren dimensiones transnacionales y van más allá de las nociones
tradicionales de seguridad, que se enfocan principalmente en las agresiones militares.
• Segundo, la seguridad humana es un enfoque comprehensivo que utiliza una amplia
gama de nuevas oportunidades para abordar las amenazas de una manera integral. Las
amenazas a la seguridad humana no se pueden tratar únicamente por medio de los
mecanismos tradicionales; se requiere reconocer los vínculos e interdependencias entre
desarrollo, derechos humanos y seguridad nacional.
Como lo señala Nef, el paradigma de la seguridad humana se asienta en la noción de
vulnerabilidad mutua. “Esto es, que en un sistema global interconectado, la fortaleza o
solidez del conjunto -incluyendo sus componentes más desarrollados y aparentemente
mejor protegidos- están condicionados, paradojalmente, por sus eslabones más débiles.
Esto es, mientras exista vulnerabilidad e inseguridad extrema en algunos sectores del
conjunto, todos
Así el enfoque de seguridad humana todos somos, en cierta medida vulnerables. De este
modo, el tema central de la seguridad humana es la reducción del riesgo colectivo (y
compartido), por medio de análisis, decisiones, prevención y acciones que disminuyan, más
allá de sus expresiones sintomáticas, las causas y circunstancias de la inseguridad”
Así, la seguridad ya no va aparejada a la noción de fuerza, sino a la de reducción de riesgos
y contingencias que afectan a las personas.
https://www.corteidh.or.cr/tablas/30315.pdf

Conceptualización
La CHS en su Informe “La Seguridad Humana Ahora”, define la seguridad humana de la
siguiente forma:
“…consiste en proteger la esencia vital de todas las vidas humanas de una forma que realce
las libertades humanas y la plena realización del ser humano. Seguridad humana significa
proteger las libertades fundamentales: libertades que constituyen la esencia de la vida.
Significa proteger al ser humano contra las situaciones y las amenazas críticas (graves) y
omnipresentes (generalizadas). Significa utilizar procesos que se basan en la fortaleza y las
aspiraciones del ser humano. Significa la creación de sistemas políticos, sociales,
medioambientales, económicos, militares y culturales que, en su conjunto, brinden al ser
humano las piedras angulares de la supervivencia, los medios de vida y la dignidad”
.
De la anterior definición se colige que la seguridad humana es deliberadamente
“protectora”, pues se parte del reconocimiento de que las personas y las comunidades
pueden ser amenazadas por eventos que van más allá de su control
La seguridad humana busca proteger a las personas contra las “situaciones y amenazas
críticas (graves) y omnipresentes (generalizadas)”, lo cual implica que se deben identificar
y preparar para distintos tipos de amenazas. Las amenazas a la seguridad humana deben
ser “críticas o graves”, es decir deben afectar las funciones de las vidas humanas o la sencia
vital de las mismas. Además, deben ser “omnipresentes o generalizadas”, lo cual significa
que: i) son a gran escala, ii) son recurrentes
La “esencia vital de todas las vidas humanas” es un conjunto de derechos humanos
fundamentales que pueden ser clasificados en tres grupos:
1.- los referidos a la supervivencia,
2.- a los medios de vida y
3.- a la dignidad.
A cada uno de estos conjuntos corresponde una serie de derechos políticos, económicos,
sociales y culturales, contemplados en los diferentes instrumentos de derecho
internacional.
El informe sobre seguridad humana del Secretario de las Naciones Unidas señala que “la
seguridad humana pone de relieve la universalidad y la primacía de un conjunto de
libertades que son fundamentales para la vida humana y, como tal, no hace distinción
alguna entre los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales por lo que hace
frente a las amenazas a la seguridad de manera multidimensional y amplia (…). La
seguridad humana se basa en un entendimiento fundamental de que los gobiernos
mantienen la función primordial de asegurar la supervivencia, los medios de vida y la
dignidad de sus ciudadanos”
.
Si bien, como lo recalca la CHS, no es posible realizar una enumeración taxativa de los
derechos contemplados en los conjuntos mencionados (supervivencia, medios de vida y
dignidad), pues dependerá de cada caso en particular, se podrían aplicar algunas
consideraciones realizadas por instancias y órganos jurisdiccionales internacionales.
En ese contexto, el concepto “esencia vital de todas las vidas humanas” guarda relación con
el concepto “proyecto de vida”, incorporado en sentencias de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH). El proyecto de vida se “encuentra indisolublemente
vinculado a la libertad (…) como derecho de cada persona a elegir su destino”
. El Estado está obligado a “generar las condiciones de vida mínimas compatibles con la
dignidad de la persona humana y a no producir condiciones que la dificulten o impidan. En
este sentido, el Estado tiene el deber de adoptar medidas positivas, concretas y orientadas
a la satisfacción del derecho a una vida digna, en especial cuando se trata de personas en
situación de vulnerabilidad y riesgo, cuya atención se vuelve prioritaria
RECOLECTADO
https://www.iidh.ed.cr/multic/UserFiles/Biblioteca/IIDHSeguridad/11_2011/d31ae043-
1976-4d83-86e9-35323eef3393.pdf

LOS DERECHOS HUMANOS EN LA FUNCION POLICIAL

EN la actividad de aplicación de la ley El Estado tiene la responsabilidad de mantener


la ley y el orden, así como la paz y la seguridad, dentro de su territorio. Las
estructuras que los Estados establecen con este fin, así como los principios y
conceptos jurídicos subyacentes a la labor de aplicación de la ley, varían
considerablemente de un país a otro y difícilmente existan dos sistemas idénticos.
Cualesquiera sean sus decisiones en este sentido, los Estados deben asegurarse de
que la función de mantenimiento del orden se realice de un modo respetuoso de
las obligaciones del Estado en el marco del DIDH. Esto significa que tanto la
legislación interna como la práctica adoptada por los organismos encargados de
aplicar la ley deben cumplir con las normas del DIDH.
En su calidad de representantes del Estado, se espera de los funcionarios encargados
de hacer cumplir la ley que observen las obligaciones arriba indicadas al
desempeñar sus responsabilidades, esto es, el mantenimiento del orden público, la
prevención y detección de delitos y la provisión de ayuda y asistencia en distintas
situaciones de emergencia.
Se les confieren facultades específicas que les permiten llevar a cabo sus tareas:
utilizar la fuerza y las armas de fuego, arrestar y detener, y efectuar búsquedas e
incautaciones. Al ejercer esas facultades, deben respetar los derechos humanos,
lo cual significa, en particular, que deben observar los cuatro principios
fundamentales que deben regir todas las acciones del Estado que puedan afectar los
derechos humanos:

Principio de legalidad: todas las acciones deben basarse en normas del derecho;
Principio de necesidad: las acciones no deben afectar ni restringir los derechos
humanos más de lo necesario; Las obligaciones del Estado abarcan el deber de
respetar los derechos humanos; el deber de proteger los derechos humanos; el deber
de garantizar y cumplir los derechos humanos; y el deber de no discriminar.
FUNCIONES Y RESPONSABILIDADES EN EL ÁMBITO DE LA APLICACIÓN DE LA LEY
Principio de proporcionalidad: las acciones no deben afectar los derechos
humanos de una manera desproporcionada con respecto al oBjetivo;
Principio de responsabilidad: Llas personas que ejecutan la acción deben ser
plenamente responsables de ella ante todos los niveles pertinentes (el poder judicial,
el público, el gobierno y la cadena de mando interna). Pese a la existencia de normas
jurídicas claras, la función de aplicación de la ley no es, sin embargo, una ciencia
matemática que brinda respuestas inequívocas. Habida c u e n t a d e q u e l o
s f u n c i o n a r i o s e n c a r g a d o s d e l mantenimiento del orden encaran una
amplia variedad de situaciones con numerosos intereses en conflicto, se les
confiere cierto margen de libertad de acción, lo que les impone una
responsabilidad considerable en cuanto a tomar las decisiones apropiadas. El
hecho de que esos funcionarios se encuentran a menudo en situaciones
estresantes o peligrosas y deben tratar en forma constante con personas que han
infringido o que son sospechosas de haber infringido la ley implica la obligación de
observar unas normas morales y éticas elevadas, a fin de garantizar que esos
funcionarios actúen de conformidad con la ley en todas las circunstancias. En un
entorno en el que se cometen delitos graves y donde las dificultades que plantea el
trabajo favorecen la aparición de éticas grupales y normas individuales, es muy fácil
caer en actitudes de tipo "el fin justifica los medios". Por lo tanto, las autoridades de
los organismos encargados del mantenimiento del orden deben ser conscientes del
riesgo inherente de que esas éticas de grupo fomenten prácticas policiales "grises"
que no siempre se ajustan plenamente a la ley.
Las violaciones de la ley por los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley
tienen efectos devastadores para la función de mantenimiento del orden público y,
en definitiva, para el conjunto de la sociedad.

REGLAS Y NORMAS INTERNACIONALES APLICABLES A LA FUNCIÓN POLICIAL En el


difícil y peligroso entorno del mantenimiento del orden, no basta únicamente con
establecer normas éticas estrictas. Para garantizar que esa actividad siempre se lleve
a cabo en plena conformidad con la ley, es indispensable promulgar órdenes y
procedimientos que indiquen lo que se espera de cada funcionario y que dejen en
claro la obligación de su cumplimiento efectivo. Prevención e investigación de
delitos La prevención e investigación de delitos es una obligación fundamental del
Estado, que forma parte de su deber de proteger los derechos humanos de todas las
personas que han sido víctimas o pueden serlo de
un delito. Al mismo tiempo, el ejercicio de las facultades de los funcionarios
encargados de hacer cumplir la ley que investigan un delito puede afectar los
derechos humanos de los particulares. El cumplimiento efectivo de esta obligación
requiere un cuidadoso equilibrio entre los derechos de las víctimas reales o
potenciales y del conjunto de la sociedad, por un lado, y los derechos de quienes
pueden verse afectados por la actividad de la aplicación de la ley, por el otro. El
DIDH provee el marco jurídico para llegar a ese equilibrio. En particular, expone una
serie de garantías y de derechos que se deben respetar desde las primeras etapas de
la investigación y a lo largo de todo el proceso judicial
FUNCIONES Y RESPONSABILIDADES EN EL ÁMBITO DE LA APLICACIÓN DE LA LEY de
un intérprete y el derecho del acusado de no ser obligado a declarar contra sí mismo
o a confesarse culpable. Casi todas las investigaciones provocan, de un modo u otro,
una invasión de la esfera privada de la persona, que afecta su derecho a la intimidad.
Al igual que cualquier otra interferencia en los derechos de un particular, esas
acciones deben ser permisibles en virtud del derecho interno, así como necesarias
y proporcionales al objetivo legítimo que se persigue.
Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley deben realizar la investigación
con la máxima objetividad e imparcialidad.
El proceso debe hallarse enteramente libre de todo razonamiento discriminatorio y
de prejuicios. En ocasiones, el respeto de las normas descritas encuentra resistencia
por parte de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, que pueden
percibirlas como obstáculos que reducen la eficacia de la labor policial y protegen a
los "criminales". Las autoridades del organismo encargado de la aplicación de la ley
tienen la ineludible responsabilidad de transmitir un mensaje claro en sentido
contrario.
Para promover una cultura de respeto de la ley, es necesario adoptar una serie de
medidas en todos los niveles (políticas y p r o c e d i m i e n t o s , f o r m a c i ó n ,
a d i e s t r a m i e n t o y equipamiento), así como un sistema disciplinario eficaz que
fomente el respeto de las normas y de los reglamentos.También es preciso
demostrar un alto grado de profesionalismo durante el proceso de investigación:

Las pruebas materiales deben ser recolectadas


La única labor policial buena es la que se realiza dentro del respeto de la ley; el hecho
de distorsionar o infringir las leyes, normas o reglamentos afectará en última
instancia no sólo el proceso judicial, sino también a la institución encargada de
aplicar la ley en su totalidad e incluso su aceptación y apoyo por parte de la población.
El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, artículo 26“Todas las personas
son iguales ante la ley y tienen derecho sin discriminación a igual protección de la
ley”.

El interrogatorio de testigos debe realizarse con gran cuidado a fin de no obtener


información tendenciosa; La información proactiva que se obtiene mediante el uso
de informantes debe someterse a controles particulares, a fin de prevenir toda
interferencia con el proceso; lo mismo se aplica al despliegue de funcionarios
encargados de hacer cumplir la ley como agentes encubiertos, quienes deben, en
particular, abstenerse de toda forma de incitación a cometer infracciones o delitos;
de información importante para el proceso de investigación.
Sin embargo, los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley deben evitar dar a
esas declaraciones un peso excesivo e intentar, en la medida de lo posible, obtener
pruebas objetivas que ayuden a confirmar (o desmentir) la declaración de un
sospechoso;
El interrogatorio de los sospechosos debe realizarse en condiciones de pleno
respeto de sus derechos básicos, en particular, la presunción de inocencia y el
derecho de la persona a no ser obligado a declarar contra sí misma o a confesarse
culpable;
La tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes se prohíben en todas
las circunstancias.
Esos tratos tienen consecuencias adversas prolongadas para la víctima, el
perpetrador, el organismo encargado de hacer cumplir la ley, el sistema de justicia y
la sociedad en general. Ninguna situación excepcional puede justificar el
apartamiento de esta norma, y esto debe ser afirmado en forma continua por las
autoridades del organismo. Las autoridades deben también adoptar una serie de
medidas para prevenir la tortura, entre ellas, la aplicación de un proceso de
investigación y de interrogación claramente reglamentado, el respeto de las
garantías judiciales y el permiso para que organismos externos inspeccionen los
lugares de detención.

La desaparición forzada y las ejecuciones extrajudicialesse cuentan entre los


crímenes más graves y, cuando son cometidos, ordenados o tolerados por agentes
del Estado, socavan la base misma del estado de derecho y de la sociedad. Se
han de hacer los máximos esfuerzos para asegurar la prevención efectiva de esos
crímenes, que sólo puede lograrse si el organismo encargado de la aplicación de la
ley opera en condiciones de plena transparencia y responsabilidad.
Un elemento importante para la prevención del delito es la prevención de la
delincuencia juvenil.
Existen numerosos instrumentos cuya finalidad es garantizar que el sistema
judicial dispense a los delincuentes juveniles o presuntos delincuentes juveniles un
trato que tenga en cuenta su vulnerabilidad específica y su limitada madurez, y que
dé prioridad a la prevención de delitos futuros. En este ámbito, el documento
fundamental es la CDN, cuyo artículo 1 define lo que es un niño. En las Reglas mínimas
de las Naciones de la justicia de menores (Reglas de Beijing), un instrumento no
convencional, se consignan normas adicionales al respecto.
Cuando esas personas alcanzan la edad mínima establecida en la legislación
nacional para la imputabilidad penal, la desjudicialización (esto es, el
apartamiento del menor de los procedimientos de la justicia penal) es el enfoque que
recomiendan el Comité de los Derechos del Niño y ciertos documentos de derecho
indicativo. Esta modalidad se basa en la idea de que la conducta juvenil que se desvía
de las normas sociales generales forma parte del proceso de maduración, y que
un enfoque orientado hacia los menores en el que participen todos los sectores de la
sociedad ofrece mejores posibilidades de evitar que el menor se embarque en una
"carrera" delictiva. Por la misma razón, las Reglas mínimas de las Naciones
Unidas sobre las medidas no privativas de la libertad (Reglas de Tokio)
promueven el empleo de medidas no privativas de la libertad.
Convención sobre los Derechos del Niño,

Además, se reconoce que adolescentes y jovenes necesitan una protección y un


trato especiales. Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley que
participan en la administración de la justicia de menores necesitan, por ende, recibir
una formación especializada en la materia (Regla de Beijing n.º 12).
Mantenimiento del orden público E l m a n t e n i m i e n t o d e l o r d e n p ú b l i
c o e s u n a responsabilidad fundamental de los funcionarios encargados de
hacer cumplir la ley, que exige equilibrar en forma cuidadosa y constante los
derechos e intereses de todos los sectores de la población. El estricto cumplimiento
con el marco jurídico aplicable es indispensable para garantizar ese equilibrio.
Prevenir la violencia y evitar la necesidad del recurso a la fuerza deberían ser los
principios rectores en el manejo de cualquier situación relacionada con el orden
público (v. Principios Básicos, números 4 y 13). Una condición previa para ello es la
existencia de un marco jurídico nacional que rija el orden público y, en particular,
las reuniones públicas, en consonancia con las obligaciones que el DIDH impone al
Estado. Dentro de este marco jurídico, los funcionarios encargados de hacer cumplir
la ley deberán manejar las reuniones públicas de conformidad con los principios de
legalidad, necesidad, proporcionalidad y responsabilidad. Las restricciones que se
impongan a las reuniones han de basarse en las normas del derecho nacional y no
deben ir más allá de lo necesario para asegurar la paz y el orden. Asimismo, no
deben afectar en forma desproporcionada los derechos de las personas que
participan en la reunión. El respeto y la protección del derecho a la vida, a la libertad
y a la seguridad de las personas revisten particular importancia en este sentido. Esto
incluye el deber de proteger las reuniones pacíficas contra actos violentos
cometidos por otros, por ejemplo, en el curso de manifestaciones contrarias
violentas. Además, cuando las reuniones se consideran ilegales, pero se
desarrollan de manera pacífica, los agentes del orden deben abstenerse de
emprender acciones, como dispersar la reunión, si es probable que esas acciones
conduzcan a una escalada innecesaria que pueda generar un alto riesgo de que se
produzcan lesiones, muertes y daños a la propiedad (v. Principios Básicos, n.º 13).
En todos los casos, en las situaciones relacionadas con el orden, se debe dar
prioridad a las técnicas de comunicación, negociación y reducción de conflictos (v.
Principios Básicos, n.º 20). Con este fin, los funcionarios encargados de hacer
cumplir la ley deben recibir formación sobre el modo de comunicarse
apropiadamente con los organizadores y los manifestantes, contar con equipos de
comunicación adecuados y saber cómo emplearlos. En este sentido, también es
sumamente importante elegir correctamente el equipamiento y las armas.

El aspecto físico de los agentes del orden no debe ser amenazante ni contribuir de
otro modo a crear una atmósfera hostil. Esta consideración también se aplica al uso
de armas de fuego en situaciones de violencia. En la mayoría de los casos, el empleo
de armas de fuego no contribuye a restablecer la paz y el orden, sino que puede
empeorar una situación ya caótica.

Por lo tanto, para las situaciones de orden público, las armas de fuego no deben
considerarse como una herramienta táctica, sino como un recurso excepcional y de
última instancia en respuesta a situaciones individuales que amenazan con causar
muertes o heridas graves, y deben utilizarse exclusivamente cuando todos los otros
recursos se han mostrado ineficaces.
Cuando el orden público se ve continuamente amenazado por manifestaciones,
concentraciones, disturbios y otras situaciones de violencia, las autoridades pueden
declarar el estado de excepción a efectos de restablecer la paz y el orden.

Las autoridades pueden, en particular, adoptar medidas que suspendan ciertos


derechos humanos en el caso de "situaciones excepcionales que pongan en peligro la
vida de la nación y cuya existencia haya sido proclamada Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, artículo 21 “Se reconoce el derecho de reunión pacífica.
El ejercicio de tal derecho sólo podrá estar sujeto a las restricciones previstas por la
ley que sean necesarias en una sociedad democrática, en interés de la seguridad
nacional, de la seguridad pública o del orden público, o para proteger la salud o la
moral públicas o los derechos y libertades de los demás".
oficialmente” (PIDCP, artículo 4).
Esa declaración ha de ser formulada por la institución u órgano facultado para ello
por la legislación interna y debe explicar a la población el alcance material, territorial
y temporal exacto de la medida. Las suspensiones no pueden ser discriminatorias ni
afectar los derechos inderogables. En situaciones de emergencia pública, las
autoridades pueden confiar el mantenimiento del orden público a las fuerzas
armadas. Sin embargo, deben ser conscientes de los riesgos y problemas que esa
decisión conlleva. Las fuerzas armadas militares, cuyo cometido normal es el de
combatir a los enemigos de su país y que están adiestradas y equipadas para ello,
deben cambiar radicalmente su forma de pensar para actuar contra sus
conciudadanos. El marco jurídico y los procedimientos que rigen sus operaciones son
también completamente diferentes. Las autoridades deben
adaptar la formación y el equipamiento a las circunstancias y establecer
salvaguardias para asegurar que las fuerzas armadas no apliquen su forma
habitual de operar, que es la que emplean cuando conducen hostilidades contra
un enemigo. Cuando no es posible establecer esas precauciones y salvaguardias, las
autoridades deberían abstenerse de desplegar sus fuerzas armadas militares en
misiones de mantenimiento del orden.

Protección y asistencia para las personas vulnerables

Prestar protección y asistencia a las personas vulnerables es el tercer pilar de las


responsabilidades vinculadas con
la aplicación de la ley. Esta responsabilidad es particularmente importante en
el caso de las personas vulnerables, es decir, las personas que pueden correr
mayores riesgos de experimentar situaciones de discriminación, abuso y
explotación, que carecen de los medios básicos de supervivencia o que no pueden
cuidarse a sí mismas. Es importante que los funcionarios encargados de hacer
cumplir la ley tengan en cuenta los grupos con una de las características
mencionadas o más de ellas, los riesgos que pueden afrontar y sus necesidades
concretas de protección y de asistencia.

Víctimas de delitos y de abusos de poder


Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley suelen ser el primer punto de
contacto para las víctimas de delitos o de abusos de poder. La Declaración sobre
las Víctimas ofrece indicaciones exhaustivas acerca del enfoque que deberían
adoptar los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley al tratar con esas
personas, que a menudo sufren daños físicos o psicológicos prolongados, daños
materiales, estigmatización, etc.

Las personas que han sufrido cualquier forma de daño (físico, mental, emocional o
material) como consecuencia de actos violatorios de las leyes penales (v. Declaración
sobre las Víctimas, artículo 1) merecen ser tratadas con particular compasión y
sensibilidad y deben recibir asistencia de inmediato.
Las víctimas tienen derecho a desempeñar un papel activo en el proceso judicial y a
recibir información, reparación y compensación. Se deben impartir instrucciones
claras acerca de cómo tratar con los medios de comunicación para garantizar la
protección permanente de la dignidad y la intimidad de las víctimas.
Un crimen particularmente grave, que causa a la víctima las consecuencias físicas y
mentales más severas, es el crimen de la tortura.
La CCT define la tortura en su artículo 1. Este tratado requiere que los Estados
tipifiquen la tortura como crimen en su legislación penal nacional (artículo 4) y que
velen por que todos los casos de (presunta) tortura se investiguen de manera
pronta e imparcial. Las víctimas de tortura tienen derecho a ser protegidas, así como
a recibir Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley a cargo de las
investigaciones deben tener en cuenta la situación particular de la víctima,
esforzarse al máximo por respetar y proteger su intimidad y, en la medida de lo
posible, evitar que atraviese nuevas situaciones traumáticas.

Ninguna declaración que ha sido hecha como resultado de tortura puede “ser
invocada como prueba” en los tribunales (artículo 15).
El abuso de poder constituye un comportamiento ilegal por parte de los funcionarios
públicos. No necesariamente constituye un crimen, pero es una violación de los
derechos humanos (v. Declaración sobre las Víctimas, artículo 18). Numerosos
instrumentos del DIDH a nivel mundial y regional se ocupan de proteger los derechos
de las víctimas afectadas por esos actos en términos de reparación, investigación
pronta e imparcial, indemnización y otros aspectos. Los funcionarios encargados
de hacer cumplir la ley tienen el deber de:
constituye un delito conforme al derecho penal; cometidos por funcionarios
encargados de hacer cumplir la ley.

Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley tienen obligaciones


particulares con respecto a los niños, en particular, el deber de protegerlos y
brindarles asistencia siempre que sea necesario. Cuando tratan con niños en el
ejercicio de sus responsabilidades, deben prestar la máxima atención a sus
necesidades y derechos particulares, así como a su vulnerabilidad específica. El
documento fundamental que protege los derechos de los niños es la CDN. Además de
afirmar que los niños tienen los mismos derechos humanos y libertades
fundamentales que los adultos, prevé para ellos protección adicional contra el abuso,
el abandono y la explotación infantiles (CDN, artículos 32-36). Convención contra la
Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, Artículo 1 ...se
entenderá por el término "tortura" todo acto por el cual se inintencionadamente a
una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el de
obtener de ella [...] información o una confesión, de castigarla por un acto que haya
cometido, o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona
[...], o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos
dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra persona en
el ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o
aquiescencia".

REGLAS PARA FUNCIONARIOS ENCARGADOS DE HACER CUMPLIR LA LEY

Introducción:
Todos los gobiernos deben adoptar las medidas necesarias para que los funcionarios
encargados de hacer cumplir la ley sean educados, tanto durante su instrucción básica como
en cualquier curso posterior de formación o perfeccionamiento, en los preceptos de la
legislación nacional de acuerdo con el Código de Conducta para Funcionarios Encargados
de Hacer Cumplir la Ley (ONU) y otras normas internacionales básicas de derechos
humanos aplicables a tales funcionarios
Todos los gobiernos deben prestar especial atención, de forma activa y visible, a las
cuestiones que atañen a la igualdad entre hombres y mujeres al elaborar y aplicar las
normas de actuación y los programas de formación para los funcionarios encargados de
hacer cumplir la ley.

Código de conducta para funcionarios encargados de hacer cumplir la ley

Adoptado por la Asamblea General de ONU en su RESn 34/169, de 17 de diciembre de


1979

Artículo 1
Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley cumplirán en todo momento los
deberes que les impone la ley, sirviendo a su comunidad y protegiendo a todas las personas
contra actos ilegales, en consonancia con el alto grado de responsabilidad exigido por su
profesión. Comentario:

a) La expresión "funcionarios encargados de hacer cumplir la ley" incluye a todos los


agentes de la ley, ya sean nombrados o elegidos, que ejercen funciones de policía,
especialmente las facultades de arresto o detención.

b) En los países en que ejercen las funciones de policía autoridades militares, ya sean
uniformadas o no, o fuerzas de seguridad del Estado, se considerará que la definición de
funcionarios encargados de hacer cumplir la ley comprende a los funcionarios de esos
servicios.

c) En el servicio a la comunidad se procura incluir especialmente la prestación de servicios


de asistencia a los miembros de la comunidad que, por razones personales, económicas,
sociales o emergencias de otra índole, necesitan ayuda inmediata.

d) Esta disposición obedece al propósito de abarcar no solamente todos los actos violentos,
de depredación y nocivos, sino también toda la gama de prohibiciones previstas en la
legislación penal. Se extiende, además, a la conducta de personas que no pueden incurrir en
responsabilidad penal.

Artículo 2
En el desempeño de sus tareas, los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley
respetarán y protegerán la dignidad humana y mantendrán y defenderán los derechos
humanos de todas las personas.
Comentario:
a) Los derechos humanos de que se trata están determinados y protegidos por el derecho
nacional y el internacional. Entre los instrumentos internacionales pertinentes están la
Declaración Universal de Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, la Declaración sobre la Protección de todas las Personas contra la Tortura y Otros
Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, la Declaración de las Naciones Unidas
sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial, la Convención
Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial, la
Convención Internacional sobre la Represión y el Castigo del Crimen de Apartheid, la
Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, las Reglas Mínimas para
el Tratamiento de los Reclusos y la Convención de Viena sobre relaciones consulares.

b) En los comentarios de los distintos países sobre esta disposición deben indicarse las
disposiciones regionales o nacionales que determinen y protejan esos derechos.

Artículo 3
Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley podrán usar la fuerza sólo cuando sea
estrictamente necesario y en la medida que lo requiera el desempeño de sus tareas.
Comentario:

a) En esta disposición se subraya que el uso de la fuerza por los funcionarios encargados
de hacer cumplir la ley debe ser excepcional; si bien implica que los funcionarios
encargados de hacer cumplir la ley pueden ser autorizados a usar la fuerza en la medida en
que razonablemente sea necesario, según las circunstancias para la prevención de un delito,
para efectuar la detención legal de delincuentes o de presuntos delincuentes o para ayudar
a efectuarla, no podrá usarse la fuerza en la medida en que exceda estos límites.

b) El derecho nacional restringe ordinariamente el uso de la fuerza por los funcionarios


encargados de hacer cumplir la ley, de conformidad con un principio de proporcionalidad.
Debe entenderse que esos principios nacionales de proporcionalidad han de ser respetados
en la interpretación de esta disposición. En ningún caso debe interpretarse que esta
disposición autoriza el uso de un grado de fuerza desproporcionado al objeto legítimo que
se ha de lograr.

c) El uso de armas de fuego se considera una medida extrema. Deberá hacerse todo lo
posible por excluir el uso de armas de fuego, especialmente contra niños. En general, no
deberán emplearse armas de fuego excepto cuando un presunto delincuente ofrezca
resistencia armada o ponga en peligro, de algún otro modo, la vida de otras personas y no
pueda reducirse o detenerse al presunto delincuente aplicando medidas menos extremas.
En todo caso en que se dispare un arma de fuego, deberá informarse inmediatamente a las
autoridades competentes.

Artículo 4
Las cuestiones de carácter confidencial de que tengan conocimiento los funcionarios
encargados de hacer cumplir la ley se mantendrán en secreto, a menos que el cumplimiento
del deber o las necesidades de la justicia exijan estrictamente lo contrario. Comentario:
Por la naturaleza de sus funciones, los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley
obtienen información que puede referirse a la vida privada de las personas o redundar en
perjuicio de los intereses, especialmente la reputación, de otros. Se tendrá gran cuidado en
la protección y el uso de tal información, que sólo debe revelarse en cumplimiento del deber
o para atender las necesidades de la justicia. Toda revelación de tal información con otros
fines es totalmente impropia.

Artículo 5
Ningún funcionario encargado de hacer cumplir la ley podrá infligir, instigar o tolerar
ningún acto de tortura u otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, ni invocar
la orden de un superior o circunstancias especiales, como estado de guerra o amenaza de
guerra, amenaza a la seguridad nacional, inestabilidad política interna, o cualquier otra
emergencia pública, como justificación de la tortura u otros tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes.
Comentario:

a) Esta prohibición dimana de la Declaración sobre la Protección de Todas las Personas


contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, aprobada
por la Asamblea General, y en la que se estipula que:

"[Todo acto de esa naturaleza], constituye una ofensa a la dignidad humana y será
condenado como violación de los propósitos de la Carta de las Naciones Unidas y de los
derechos humanos y libertades fundamentales proclamados en la Declaración Universal de
Derechos Humanos [y otros instrumentos internacionales de derechos humanos]."

b) En la Declaración se define la tortura de la siguiente manera:

"[...] se entenderá por tortura todo acto por el cual el funcionario público, u otra persona a
instigación suya, inflija intencionalmente a una persona penas o sufrimientos graves, ya
sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una
confesión, de castigarla por un acto que haya cometido o se sospeche que haya cometido, o
de intimidar a esa persona o a otras. No se considerarán torturas las penas o sufrimientos
que sean consecuencia únicamente de la privación legítima de la libertad, o sean inherentes
o incidentales a ésta, en la medida en que estén en consonancia con las Reglas Mínimas para
el Tratamiento de los Reclusos."

c) El término "tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes" no ha sido definido por la


Asamblea General, pero deberá interpretarse que extiende la protección más amplia
posible contra todo abuso, sea físico o mental.

Artículo 6
Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley asegurarán la plena protección de la
salud de las personas bajo su custodia y, en particular, tomarán medidas inmediatas para
proporcionar atención médica cuando se precise.
Comentario:
a) La "atención médica", que se refiere a los servicios que presta cualquier tipo de personal
médico, incluidos los médicos en ejercicio inscritos en el colegio respectivo y el personal
paramédico, se proporcionará cuando se necesite o solicite.

b) Si bien es probable que el personal médico esté adscrito a los órganos de cumplimiento
de la ley, los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley deben tener en cuenta la
opinión de ese personal cuando recomiende que se dé a la persona en custodia el
tratamiento apropiado por medio de personal médico no adscrito a los órganos de
cumplimiento de la ley o en consulta con él.

c) Se entiende que los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley proporcionarán


también atención médica a las víctimas de una violación de la ley o de un accidente ocurrido
en el curso de una violación de la ley.

Artículo 7
Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley no cometerán ningún acto de
corrupción. También se opondrán rigurosamente a todos los actos de esa índole y los
combatirán. Comentario:

a) Cualquier acto de corrupción, lo mismo que cualquier otro abuso de autoridad, es


incompatible con la profesión de funcionario encargado de hacer cumplir la ley. Debe
aplicarse la ley con todo rigor a cualquier funcionario encargado de hacerla cumplir que
cometa un acto de corrupción, ya que los gobiernos no pueden pretender hacer cumplir la
ley a sus ciudadanos si no pueden, o no quieren, aplicarla contra sus propios agentes y en
sus propios organismos.

b) Si bien la definición de corrupción deberá estar sujeta al derecho nacional, debe


entenderse que abarca tanto la comisión u omisión de un acto por parte del responsable, en
el desempeño de sus funciones o con motivo de éstas, en virtud de dádivas, promesas o
estímulos, exigidos o aceptados, como la recepción indebida de éstos una vez realizado u
omitido el acto.

c) Debe entenderse que la expresión "acto de corrupción" anteriormente mencionada


abarca la tentativa de corrupción.

Artículo 8
Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley respetarán la ley y el presente Código.
También harán cuanto esté a su alcance por impedir toda violación de ellos y por oponerse
rigurosamente a tal violación.
Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley que tengan motivos para creer que se
ha producido o va a producirse una violación del presente Código informarán de la cuestión
a sus superiores y, si fuere necesario, a cualquier otra autoridad u organismo apropiado que
tenga atribuciones de control o correctivas.

Comentario:
a) El presente Código se aplicará en todos los casos en que se haya incorporado a la
legislación o la práctica nacionales. Si la legislación o la práctica contienen disposiciones
más estrictas que las del presente Código, se aplicarán esas disposiciones más estrictas.

b) El artículo tiene por objeto mantener el equilibrio entre la necesidad de que haya
disciplina interna en el organismo del que dependa principalmente la seguridad pública,
por una parte, y la de hacer frente a las violaciones de los derechos humanos básicos, por
otra. Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley informarán de las violaciones a
sus superiores inmediatos y sólo adoptarán otras medidas legítimas sin respetar la escala
jerárquica si no se dispone de otras posibilidades de rectificación o si éstas no son eficaces.
Se entiende que no se aplicarán sanciones administrativas ni de otro tipo a los funcionarios
encargados de hacer cumplir la ley por haber informado de que ha ocurrido o va a ocurrir
una violación del presente Código.

c) El término "autoridad u organismo apropiado que tenga atribuciones de control o


correctivas" se refiere a toda autoridad o todo organismo existente con arreglo a la
legislación nacional, ya forme parte del órgano de cumplimiento de la ley o sea
independiente de éste, que tenga facultades estatutarias, consuetudinarias o de otra índole
para examinar reclamaciones y denuncias de violaciones dentro del ámbito del presente
Código.

d) En algunos países puede considerarse que los medios de información para las masas
cumplen funciones de control análogas a las descritas en el inciso c supra. En consecuencia,
podría estar justificado que los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, como
último recurso y con arreglo a las leyes y costumbres de su país y a las disposiciones del
artículo 4 del presente Código, señalaran las violaciones a la atención de la opinión pública
a través de los medios de información para las masas.

e) Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley que observen las disposiciones del
presente Código merecen el respeto, el apoyo total y la colaboración de la comunidad y del
organismo de ejecución de la ley en que prestan sus servicios, así como de los demás
funcionarios encargados de hacer cumplir la ley.

CONVENCION DE LAS NACIONES UNIDAS CONTRA LA CORRUPCION,


Emisor: PODER LEGISLATIVO NACIONAL Número : 26097 Fecha B. O. : 09/06/06 Ley
26.097
Apruébase la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, adoptada en Nueva York,
Estados Unidos de América, el 31 de octubre de 2003. Sancionada: Mayo 10 de 2006
Promulgada de hecho: Junio 6 de 2006
ARTICULO 1º — Apruébese la CONVENCION DE LAS NACIONES UNIDAS CONTRA LA
CORRUPCION, adoptada en Nueva York —ESTADOS UNIDOS DE AMERICA— el 31 de octubre
de 2003, que consta de SETENTA Y UN (71) artículos, cuya fotocopia autenticada forma parte
de la presente ley.

ARTICULO 2º — Comuníquese al Poder Ejecutivo nacional.


1 Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción
Preámbulo
Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción
Preámbulo
Los Estados Parte en la presente Convención,
Preocupados por la gravedad de los problemas y las amenazas que plantea la
Corrupción para la estabilidad y seguridad de las sociedades al socavar las instituciones y los
valores de la democracia, la ética y la justicia y al comprometer el desarrollo sostenible y el
imperio de la ley,
Preocupados también por los vínculos entre la corrupción y otras formas de delincuencia, en
particular la delincuencia organizada y la delincuencia económica, incluido el blanqueo de
dinero, Preocupados asimismo por los casos de corrupción que entrañan vastas cantidades de
activos, los cuales pueden constituir una proporción importante de los
recursos de los Estados, y que amenazan la estabilidad política y el desarrollo sostenible de esos
Estados,
Convencidos de que la corrupción ha dejado de ser un problema local para convertirse en un
fenómeno transnacional que afecta a todas las sociedades y economías, lo que hace esencial la
cooperación internacional para prevenirla y luchar contra ella, Convencidos también de que
se requiere un enfoque amplio y multidisciplinario para prevenir y combatir eficazmente la
corrupción, Convencidos asimismo de que la disponibilidad de asistencia técnica puede
desempeñar un papel importante para que los Estados estén en mejores condiciones de poder
prevenir y combatir eficazmente la corrupción, entre otras cosas fortaleciendo sus capacidades
y creando instituciones, Convencidos de que el enriquecimiento personal ilícito puede ser
particularmente nocivo para las instituciones democráticas, las economías nacionales y el
imperio de la ley, Decididos a prevenir, detectar y disuadir con mayor eficacia las transferencias
internacionales de activos adquiridos ilícitamente y a fortalecer la cooperación internacional
para la recuperación de activos, Reconociendo los principios fundamentales del debido proceso
en los procesos penales y en los procedimientos civiles o administrativos sobre derechos de
propiedad, Teniendo presente que la prevención y la erradicación de la corrupción son
responsabilidad de todos los Estados y que éstos deben cooperar entre sí, con el apoyo y la
participación de personas y grupos que no pertenecen al sector público,
como la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales y las organizaciones de base
comunitaria, para que sus esfuerzos en este ámbito sean eficaces,
Teniendo presentes también los principios de debida gestión de los asuntos y los bienes
públicos, equidad, responsabilidad e igualdad ante la ley, así como la necesidad de
salvaguardar la integridad y fomentar una cultura de rechazo de la corrupción, Encomiando la
labor de la Comisión de Prevención del Delito y Justicia Penal y la Oficina de las Naciones
Unidas contra la Droga y el Delito en la prevención y la lucha contra la corrupción, Recordando
la labor realizada por otras organizaciones internacionales y regionales en esta esfera,
incluidas las actividades del Consejo de Cooperación Aduanera (también denominado
Organización Mundial de Aduanas), el Consejo de Europa, la Liga de los Estados Árabes, la
Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos, la Organización de los Estados
Americanos, la Unión Africana y la Unión Europea, Tomando nota con reconocimiento de los
instrumentos multilaterales encaminados a prevenir y combatir la corrupción, incluidos, entre
otros la Convención Interamericana contra la Corrupción, aprobada por la Organización de los
Estados Americanos el 29 de marzo de 19961, el Convenio relativo a la lucha contra los actos
de corrupción en los que estén implicados funcionarios de las Comunidades Europeas o de los
Estados Miembros de la Unión Europea, aprobado por el Consejo de la Unión Europea el 26 de
mayo de 19972, el Convenio sobre la lucha contra el soborno de los funcionarios públicos
extranjeros en las transacciones comerciales internacionales, aprobado por la Organización de
Cooperación y Desarrollo Económicos el 21 de noviembre de 19973, el Convenio de derecho
penal sobre la corrupción, aprobado por el Comité de Ministros del Consejo de Europa el 27
de enero de 19994, el Convenio de derecho civil sobre la corrupción, aprobado por el Comité
de Ministros del Consejo de Europa el 4 de noviembre de 19995 y la Convención de la Unión
Africana para prevenir y combatir la corrupción, aprobada por los Jefes de Estado y de Gobierno
de la Unión Africana el 12 de julio de 2003, Acogiendo con satisfacción la entrada en vigor, el
29 de septiembre de 2003, de la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia
Organizada Transnacional, Han convenido en lo siguiente:

Capítulo I

Disposiciones generales

Artículo 1
Finalidad
La finalidad de la presente Convención es:
a) Promover y fortalecer las medidas para prevenir y combatir más eficaz y
eficientemente la corrupción;
b) Promover, facilitar y apoyar la cooperación internacional y la asistencia técnica en la
prevención y la lucha contra la corrupción, incluida la recuperación de activos; c) Promover
la integridad, la obligación de rendir cuentas y la debida gestión de los asuntos y los bienes
públicos.

Artículo 2

Definiciones

A los efectos de la presente Convención:


a) Por “funcionario público” se entenderá: i) toda persona que ocupe un cargo legislativo,
ejecutivo, administrativo o judicial de un Estado Parte, ya sea designado o elegido, permanente
o temporal, remunerado u honorario, sea cual sea la antigüedad de esa persona en el cargo; ii)
toda otra persona que desempeñe una función pública, incluso para un organismo público o una
empresa pública, o que preste un servicio público, según se defina en el derecho interno del
Estado Parte y se aplique en la esfera pertinente del ordenamiento jurídico de ese Estado Parte;
iii) toda otra persona definida como “funcionario público” en el derecho interno de un Estado
Parte. No obstante, a los efectos de algunas medidas específicas incluidas en el capítulo II de la
presente Convención, podrá entenderse por “funcionario público” toda persona que desempeñe
una función pública o preste un servicio público según se defina en el derecho interno del
Estado Parte y se aplique en la esfera pertinente del ordenamiento jurídico de ese Estado Parte;
b) Por “funcionario público extranjero” se entenderá toda persona que ocupe un cargo
legislativo, ejecutivo, administrativo o judicial de un país extranjero, ya sea designado o elegido;
y toda persona que ejerza una función pública para un país extranjero, incluso para un
organismo público o una empresa pública;
c) Por “funcionario de una organización internacional pública” se entenderá un empleado
público internacional o toda persona que tal organización haya autorizado a actuar en su
nombre; d) Por “bienes” se entenderá los activos de cualquier tipo, corporales o incorporales,
muebles o inmuebles, tangibles o intangibles y los documentos o instrumentos legales que
acrediten la propiedad u otros derechos sobre dichos activos;
e) Por “producto del delito” se entenderá los bienes de cualquier índole derivados u obtenidos
directa o indirectamente de la comisión de un delito; f) Por “embargo preventivo” o
“incautación” se entenderá la prohibición temporal de transferir, convertir, enajenar o trasladar
bienes, o de asumir la custodia o el control temporales de bienes sobre la base de una orden de
un tribunal u otra autoridad competente;
g) Por “decomiso” se entenderá la privación con carácter definitivo de bienes por orden de
un tribunal u otra autoridad competente;
h) Por “delito determinante” se entenderá todo delito del que se derive un producto que
pueda pasar a constituir materia de un delito definido en el artículo 23 de la presente
Convención;
i) Por “entrega vigilada” se entenderá la técnica consistente en permitir que remesas
ilícitas o sospechosas salgan del territorio de uno o más Estados, lo atraviesen o entren en él,
con el conocimiento y bajo la supervisión de sus autoridades competentes, con el fin de
investigar un delito e identificar a las personas involucradas en su comisión.

Artículo 3

Ámbito de aplicación

1. La presente Convención se aplicará, de conformidad con sus disposiciones, a la


prevención, la investigación y el enjuiciamiento de la corrupción al embargo preventivo, la
incautación, el decomiso y la restitución del producto de delitos tipificados con arreglo a la
presente Convención.
2. Para la aplicación de la presente Convención, a menos que contenga una disposición en
contrario, no será necesario que los delitos enunciados en ella produzcan daño o perjuicio
patrimonial al Estado.

Artículo 4

Protección de la soberanía
1. Los Estados Parte cumplirán sus obligaciones con arreglo a la presente
Convención en consonancia con los principios de igualdad soberana e integridad territorial de
los Estados, así como de no intervención en los asuntos internos de otros Estados.
2. Nada de lo dispuesto en la presente Convención facultará a un Estado
Parte para ejercer, en el territorio de otro Estado, jurisdicción o funciones que el derecho
interno de ese Estado reserve exclusivamente a sus autoridades.

Capítulo II

Medidas preventivas

Artículo 5
Políticas y prácticas de prevención de la corrupción
1. Cada Estado Parte, de conformidad con los principios fundamentales de su
ordenamiento jurídico, formulará y aplicará o mantendrá en vigor políticas coordinadas y
eficaces contra la corrupción que promuevan la participación de la sociedad y reflejen los
principios del imperio de la ley, la debida gestión de los 5
asuntos públicos y los bienes públicos, la integridad, la transparencia y la obligación de rendir
cuentas.
2. Cada Estado Parte procurará establecer y fomentar prácticas eficaces encaminadas a
prevenir la corrupción.
3. Cada Estado Parte procurará evaluar periódicamente los instrumentos jurídicos y las
medidas administrativas pertinentes a fin de determinar si son adecuados para combatir la
corrupción.
4. Los Estados Parte, según proceda y de conformidad con los principios fundamentales
de su ordenamiento jurídico, colaborarán entre sí y con las organizaciones internacionales y
regionales pertinentes en la promoción y formulación de las medidas mencionadas en el
presente artículo. Esa colaboración podrá comprender la participación en programas y
proyectos internacionales estinados a prevenir la corrupción.

Artículo 6
Órgano u órganos de prevención de la corrupción 1. Cada Estado Parte, de conformidad con los
principios fundamentales de su ordenamiento jurídico, garantizará la existencia de un órgano
u órganos, según proceda, encargados de prevenir la corrupción con medidas tales como:
a) La aplicación de las políticas a que se hace alusión en el artículo 5 de la presente Convención
y, cuando proceda, la supervisión y coordinación de la puesta en práctica de esas políticas;
b) El aumento y la difusión de los conocimientos en materia de prevención de la corrupción.
2. Cada Estado Parte otorgará al órgano o a los órganos mencionados en el párrafo 1 del
presente artículo la independencia necesaria, de conformidad con los principios
fundamentales de su ordenamiento jurídico, para que puedan desempeñar sus funciones de
manera eficaz y sin ninguna influencia indebida. Deben proporcionárseles los recursos
materiales y el personal especializado que sean necesarios, así como la capacitación que
dicho personal pueda requerir para el desempeño de sus funciones.
3. Cada Estado Parte comunicará al Secretario General de las Naciones
Unidas el nombre y la dirección de la autoridad o las autoridades que puedan ayudar a otros
Estados Parte a formular y aplicar medidas concretas de prevención de la corrupción.

Artículo 7

Sector público

1. Cada Estado Parte, cuando sea apropiado y de conformidad con los


principios fundamentales de su ordenamiento jurídico, procurará adoptar sistemas de
convocatoria, contratación, retención, promoción y jubilación de empleados públicos y, cuando
proceda, de otros funcionarios públicos no elegidos, o mantener y fortalecer dichos sistemas.
Éstos:
a) Estarán basados en principios de eficiencia y transparencia y en criterios objetivos
como el mérito, la equidad y la aptitud;
b) Incluirán procedimientos adecuados de selección y formación de los
c) titulares de cargos públicos que se consideren especialmente vulnerables a la
d) corrupción, así como, cuando proceda, la rotación de esas personas a otros cargos;
e) Fomentarán una remuneración adecuada y escalas de sueldo equitativas,
f) teniendo en cuenta el nivel de desarrollo económico del Estado Parte;
g) Promoverán programas de formación y capacitación que les permitan
h) cumplir los requisitos de desempeño correcto, honorable y debido de sus funciones
i) y les proporcionen capacitación especializada y apropiada para que sean más
j) conscientes de los riesgos de corrupción inherentes al desempeño de sus funciones.
k) Tales programas podrán hacer referencia a códigos o normas de conducta en las
l) esferas pertinentes.
m) Cada Estado Parte considerará también la posibilidad de adoptar medidas
n) legislativas y administrativas apropiadas, en consonancia con los objetivos de la
o) presente Convención y de conformidad con los principios fundamentales de su
p) derecho interno, a fin de establecer criterios para la candidatura y elección a cargos
q) públicos.
r) Cada Estado Parte considerará asimismo la posibilidad de adoptar
s) medidas legislativas y administrativas apropiadas, en consonancia con los objetivos
t) de la presente Convención y de conformidad con los principios fundamentales de su
u) derecho interno, para aumentar la transparencia respecto de la financiación de
v) candidaturas a cargos públicos electivos y, cuando proceda, respecto de la
w) financiación de los partidos políticos.
x) Cada Estado Parte, de conformidad con los principios fundamentales de
y) su derecho interno, procurará adoptar sistemas destinados a promover la
z) transparencia y a prevenir conflictos de intereses, o a mantener y fortalecer dichos
sistemas.

Artículo 8

Códigos de conducta para funcionarios públicos

1. Con objeto de combatir la corrupción, cada Estado Parte, de conformidad Con los
principios fundamentales de su ordenamiento jurídico, promoverá, entre otras cosas, la
integridad, la honestidad y la responsabilidad entre sus funcionarios públicos.
2. En particular, cada Estado Parte procurará aplicar, en sus propios ordenamientos
institucionales y jurídicos, códigos o normas de conducta para el correcto, honorable y debido
cumplimiento de las funciones públicas.
3. Con miras a aplicar las disposiciones del presente artículo, cada Estado Parte, cuando
proceda y de conformidad con los principios fundamentales de su ordenamiento jurídico,
tomará nota de las iniciativas pertinentes de las organizaciones regionales, interregionales y
multilaterales, tales como el Código Internacional de Conducta para los titulares de cargos
públicos, que figura en el anexo de la resolución 51/59 de la Asamblea General de 12 de
diciembre de 1996.
4. Cada Estado Parte también considerará, de conformidad con los principios
fundamentales de su derecho interno, la posibilidad de establecer medidas y sistemas para
facilitar que los funcionarios públicos denuncien todo acto de corrupción a las autoridades
competentes cuando tengan conocimiento de ellos en el ejercicio de sus funciones.
5. Cada Estado Parte procurará, cuando proceda y de conformidad con los principios
fundamentales de su derecho interno, establecer medidas y sistemas para exigir a los
funcionarios públicos que hagan declaraciones a las autoridades competentes en relación, entre
otras cosas, con sus actividades externas y con empleos, inversiones, activos y regalos o
beneficios importantes que puedan dar lugar a un conflicto de intereses respecto de sus
atribuciones como funcionarios públicos.
6. Cada Estado Parte considerará la posibilidad de adoptar, de conformidad con los
principios fundamentales de su derecho interno, medidas disciplinarias o de otra índole contra
todo funcionario público que transgreda los códigos o normas establecidos de conformidad con
el presente artículo.
VER LOS PROTOCOLOS FACULTATIVOS EN LA
http://www.ohchr.org/SP/ProfessionalInterest/Pages/OPCCPR1.aspx

Argentina y los órganos creados


Argentina
por la
y los órganos creados en
Carta virtud de Tratados
Procedimientos Las observaciones generales más recientes
Especiales
Comité contra las Desapariciones Forzadas
Concluding observations (2014)
Informe del Grupo de CED/C/ARG/CO/1
Trabajo sobre las
Desapariciones Forzadas Comité sobre los derechos de las personas con discapacidad
Concluding observations (2012)
o Involuntarias, CRPD/C/ARG/CO/1
Adición - Misión a la
Argentina Comité de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales
(A/HRC/10/9/Add.1) Concluding observations (2011) E/C.12/ARG/CO/3

Informe del Grupo de Comité para la Protección de los Derechos de todos los Trabajadores
Migratorios y de sus
Trabajo sobre la Familiares
Detención Arbitraria, Concluding observations (2011)
Adición- Visita a CMW/C/ARG/CO/1

Argentina Comité para la Eliminación de la


(E/CN.4/2004/3/Add.3) Discriminación contra la Mujer
Concluding observations (2010)
Informe del Experto CEDAW/C/ARG/CO/6

Independiente sobre el Comité de los Derechos del Niño


derecho al desarrollo - Concluding observations (2010)
CRC/C/ARG/CO/3-4
Estudios por países sobre
el derecho al desarrollo - Protocolo facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño
la relativo a la participación de niños en los conflictos armados
Concluding observations (2010)
Argentina, Chile y el CRC/C/OPAC/ARG/CO/1
Brasil
Protocolo facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño
(E/CN.4/2004/WG.18/3) relativo a la venta de niños, prostitución infantil y la utilización de
niños en la pornografía
Concluding observations (2010)
Informe del Relator
CRC/C/OPSC/ARG/CO/1
Especial, Sr.
Abdelfattah Amor, Comité de Derechos Humanos
Adición Concluding observations (2010)
CCPR/C/ARG/CO/4
Visita a la Argentina
(E/CN.4/2002/73/Add.1) Comité para la Eliminación de la
Discriminación Racial
Informe presentado por
el Sr. Abid
Hussain, Relator
Especial, Adición,
Misión cumplida en
Argentina
(E/CN.4/2002/75/Add.1)
Concluding observations (2010)
CERD/C/ARG/CO/19-20

Comité contra la Tortura


Concluding observations (2004) CAT/C/CR/33 /

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