Ensayo Desarrollo Humano

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Ensayo

“Desarrollo Humano”

Alumna: Constanza Medurga


Profesora: Romina Parissi
Fecha: 13/10/23
Introducción

El desarrollo humano es un concepto que ha sido ampliamente discutido y


debatido en el ámbito político y social. Refiriéndose a un proceso que va más allá
de lo económico, buscando mejorar la calidad de vida de las personas y poder
garantizar su pleno desarrollo en todos los aspectos. Sin embargo, muchos
países y comunidades persisten desafíos significativos que obstaculizan la
consecución de un desarrollo humano pleno y equitativo. El concepto de desarrollo
humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) surge en
1990 como una crítica a la consideración de la economía como el fin último de los
esfuerzos del desarrollo.

El desarrollo humano ha sido una preocupación global durante décadas, y


organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU)
han desempeñado un papel fundamental en su promoción. La ONU,
comprometida con la mejora de las condiciones de vida de las personas en todo el
mundo, ha establecido metas ambiciosas para garantizar un desarrollo humano
inclusivo y sostenible en su Agenda 2030. En este ensayo, exploraremos el
concepto del desarrollo humano, su importancia en el contexto actual, y cómo la
ONU ha influido en su promoción a nivel global. Examinaremos también los
factores clave que influyen en el desarrollo humano, así como los desafíos que
enfrentamos en nuestro camino hacia un futuro más próspero y equitativo para
todos. A través de esta reflexión, esperamos comprender mejor la importancia de
fomentar el desarrollo humano como un vehículo para lograr sociedades más
justas y sostenibles.

El desarrollo humano es un concepto que ha ganado cada vez más


relevancia en el ámbito global, abarcando no solo el crecimiento económico, sino
también aspectos sociales, culturales y ambientales. El desarrollo humano es el
proceso por el cual una nación o región geográfica invierte un porcentaje de sus
recursos económicos en el mejoramiento de las condiciones de vida de los
ciudadanos. Generalmente se produce a través de la creación de las condiciones
para que las necesidades fundamentales de la población sean satisfechas y los
derechos básicos sean respetados.

Desarrollo

En la visión del PNUD, la economía es considerada un fin relativo, es decir,


un fin y un medio para el desarrollo humano. Al considerar, por su parte, el fin del
desarrollo humano, este es identificado con el ensanchamiento de las opciones y
libertades de que gozan los individuos. En este sentido, este concepto de
desarrollo humano hace alusión a una práctica política más que a un
entendimiento ético-ontológico del ser humano, evitando referirse a desarrollo
humano entendido como un desarrollo del ser humano. Este artículo explora los
antecedentes del concepto del desarrollo humano del PNUD y los fines que
consideran estos enfoques previos. Se observa que la consideración subjetivista
del PNUD proviene de la teoría de Amartya Sen, quien queda sujeto a la crítica
objetivista de Martha Nussbaum al no considera un fin objetivo para los asuntos
humanos, crítica que puede de igual manera aplicarse al concepto de desarrollo
humano del PNUD.

También puede comprenderse como la satisfacción de las necesidades


identificadas por Abraham Maslow (1908-1970) en su pirámide, donde muestra un
modelo de necesidades humanas representada como una pirámide jerárquica.

Por otro lado, el desarrollo humano suele estudiarse dentro de


comunidades específicas, identificadas étnicamente, por género, por
segmentación geográfica regional, local o incluso dentro de una misma ciudad. De
este modo, se puede estudiar el grado de mejoramiento en la calidad de vida de
un cierto tipo de individuos y compararlo con el promedio general, o visualizar su
progresión a lo largo del tiempo.

El desarrollo humano se refiere al proceso mediante el cual las personas


tienen la oportunidad de vivir vidas plenas y satisfactorias, desarrollando sus
capacidades y gozando de libertades fundamentales. Va más allá del simple
aumento de ingresos y busca mejorar la calidad de vida de las personas,
garantizando igualdad de oportunidades, acceso a servicios básicos como
educación, salud y vivienda, y respetando los derechos humanos.

Este paradigma aparece a finales de los años ochenta, representando n


cambio radical por dos razones. En primer lugar, porque cuestionaba la hipótesis
que servía de fundamento a gran parte de la economía del desarrollo, a partir de la
obra de Amartya Sen el proceso de desarrollo se ve como un proceso de
ampliación de las “capacidades” de las personas y no como un aumento de la
utilidad y del bienestar y satisfacción económicos.

Amartya Sen es consciente de las dificultades que presenta para la


economía como disciplina la definición de medios y fines. Toda su crítica dirigida a
la teoría de la llamada economía del bienestar tiene como fondo un
cuestionamiento a los supuestos de la teoría económica convencional, la cual
asume a la ‘utilidad’ como fin de toda ‘elección económica. La consecución de esta
utilidad se realiza por medio de la riqueza material y, ante la incapacidad de la
disciplina económica de ‘observar’ las utilidades (subjetivas), la opción que queda
es homologar la utilidad a la riqueza material. De esa forma se llega a que la
riqueza, como aproximación a la utilidad, es el fin de la planeación y la política
económica.

Según Sen, la libertad no es un fin en sí misma en el desarrollo humano,


sino que tiene como objetivo permitir que cada individuo lleve una vida que valore
y tenga razones para valorar. Sin embargo, existe una paradoja si alguien valora
una vida con poca libertad y tiene razones para valorarla. Esto podría ocurrir
cuando hay esquemas ideológicos o mentales que limitan la consideración de la
libertad por parte de los individuos. En este caso, la libertad promovida por Sen
dejaría de ser compulsiva, ya que el individuo, desde su autonomía, buscaría
llevar una vida con poca libertad.

Por otro lado, sostener que la libertad es deseable para el individuo implica
una delimitación objetiva de lo que el individuo realmente desea o debería desear.
Para Sen, el desarrollo es un proceso principalmente asociado a la política
pública, tanto en términos académicos como prácticos. El desarrollo no es un
desarrollo del ser humano en sí, sino un desarrollo de las condiciones que
permiten a los seres humanos llevar la vida que deseen, independientemente de si
el individuo busca "desarrollarse" como ser humano o no.

En segundo lugar, el concepto de desarrollo humano también cuestiona el


supuesto comúnmente aceptado según el cual el medio para alcanzar el desarrollo
es la acumulación de capital físico, es decir, la inversión en instalaciones
industriales y bienes de equipo. En cambio, y según las tesis igualmente
innovadoras de T.W. Schultz, el desarrollo humano prioriza la acumulación de
capital humano.

La Organización de las Naciones Unidas, como organismo internacional, ha


sido un actor clave en la promoción del desarrollo humano a nivel global. A través
de su Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD), la ONU ha
establecido la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que incluye 17
Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Estos objetivos, que van desde la
erradicación de la pobreza y el hambre hasta la promoción de la igualdad de
género y la protección del medio ambiente, buscan transformar nuestras
sociedades hacia un futuro más equitativo y sostenible.

La ONU y sus agencias trabajan en estrecha colaboración con los


gobiernos, organizaciones no gubernamentales, la sociedad civil y el sector
privado para implementar medidas concretas que fomenten el desarrollo humano
en todo el mundo. Se esfuerzan por fortalecer capacidades locales, promover la
participación ciudadana, apoyar políticas inclusivas y generar alianzas estratégicas
que impulsen un crecimiento económico sostenible e inclusivo.

Sin embargo, el camino hacia un desarrollo humano pleno aún presenta


desafíos significativos. La desigualdad, tanto dentro de los países como entre
ellos, persiste y obstaculiza la consecución de un desarrollo equitativo. Además, la
degradación ambiental, el cambio climático y los conflictos armados son
obstáculos que amenazan el avance hacia sociedades más justas y sostenibles.
Una de las principales barreras es la desigualdad, tanto en términos
económicos como en el acceso a oportunidades. En muchos países, existe una
brecha significativa entre las personas con buena situación económica y las
personas que están inmersos en situación de pobreza o vulnerabilidad, lo que
impide que las personas más vulnerables alcancen un nivel de vida adecuado,
satisfacer las necesidades básicas y desarrollar todo su potencial como persona.
Este problema está ligado a las dinámicas de poder y distribución de recursos, lo
que requiere políticas públicas que aborden de manera efectiva esta desigualdad.

Otra problemática relevante es la falta de acceso a servicios básicos, como


educación y salud. En muchos países, las desigualdades persisten en el acceso a
una educación de calidad, lo que limita las oportunidades de desarrollo de las
personas y perpetúa la pobreza. Del mismo modo, el acceso a servicios de salud
adecuados es fundamental para garantizar una vida digna, pero muchas
comunidades carecen de infraestructuras y recursos necesarios para satisfacer
estas necesidades básicas. Aquí también se evidencia la importancia de políticas
públicas inclusivas que garanticen el acceso universal a estos servicios.

Además, el contexto político y social puede generar tensiones y conflictos


que afectan directamente el desarrollo humano. Los conflictos armados, la
violencia y la inestabilidad política tienen un impacto devastador en las
comunidades, causando desplazamientos forzados, pérdida de vidas y daños a
infraestructuras básicas. Estas situaciones dificultan la consecución de un
desarrollo humano pleno, ya que impiden la construcción de sociedades pacíficas
y sostenibles.

El desarrollo humano en Chile ha sido un proceso que ha experimentado


avances significativos en las últimas décadas. El país ha logrado mejorar en varios
indicadores clave, como la educación, la salud y el ingreso per cápita. Estos
avances han sido impulsados por una serie de políticas públicas implementadas
con el objetivo de promover un desarrollo humano sostenible y equitativo.

En el ámbito educativo, una de las políticas más destacadas es la Ley de


Inclusión, que busca garantizar el acceso igualitario a una educación de calidad
para todos los estudiantes. Esta medida ha permitido aumentar la cobertura de la
educación preescolar y mejorar la infraestructura educativa en áreas rurales y
desfavorecidas. Sin embargo, persisten desafíos en cuanto a la calidad de la
educación, especialmente en términos de brechas de aprendizaje entre diferentes
grupos socioeconómicos.

En el área de la salud, se han implementado diversas políticas para mejorar


el acceso y la calidad de los servicios. Por ejemplo, el Plan AUGE-GES (Garantías
Explícitas en Salud) asegura la cobertura de una serie de prestaciones médicas en
enfermedades prioritarias. Esto ha permitido reducir las brechas en el acceso a
servicios de salud de calidad. No obstante, aún existen desafíos en términos de
acceso a servicios especializados y la atención primaria en áreas rurales y
sectores más vulnerables.

En cuanto a la política social, el Gobierno ha implementado programas


como el Ingreso Ético Familiar, que busca superar la pobreza mediante
transferencias monetarias condicionadas a familias en situación de vulnerabilidad.
Estos programas han logrado reducir los índices de pobreza en el país, pero
persisten desafíos en términos de la focalización y eficiencia de estos programas,
ya que algunos grupos vulnerables aún no son alcanzados adecuadamente.

A pesar de los avances que ha tenido nuestro país sobre el desarrollo


humano, es importarte realizar un análisis critico de este tema en Chile, ya que, si
bien se han creado e implementado políticas públicas para poder abordar
desigualdades y mejorar el acceso a servicios básicos, aún existen y persisten las
brechas significativas entre los distintos grupos socioeconómicos. La desigualdad
de ingresos en Chile sigue siendo muy alta y existe una concentración de recursos
en ciertas áreas urbanas, limitando las oportunidades de desarrollo de
comunidades rurales y sectores más desfavorecidos.

Es importante también considerar el impacto ambiental de las políticas de


desarrollo humano en Chile. La explotación de recursos naturales, como la
minería, ha tenido efectos negativos en el medio ambiente y en las comunidades
afectadas. Es fundamental encontrar un equilibrio entre el desarrollo económico y
la protección del medio ambiente para poder garantizar un desarrollo humano que
sea sostenible a lo largo del tiempo.

Existe un mecanismo para medir, que es el índice de desarrollo humano.


Uno de los últimos informes (2022) da cuenta del impacto que tuvo la pandemia
sobre el desarrollo humano. Un trance que, más que una emergencia sanitaria
mundial, fue y sigue siendo una crisis sistémica del desarrollo humano, cuyo
impacto sin precedentes se hizo patente en las dimensiones económicas y
sociales del desarrollo.

El índice de desarrollo humano tiene en cuenta factores sanitarios, educativos


y económicos para medir el desarrollo humano de un país, a diferencia de las
metodologías anteriores que se fijaban solo en lo económico. El IDH es la media
geométrica de las tres dimensiones anteriores, cuyos índices se calculan por
separado con los datos de esperanza de vida, escolarización y renta per cápita de
cada país. El resultado final arroja siempre un valor entre 0 y 1 que determina,
según el PNUD, los cuatro grados de desarrollo humano:

- Muy alto: países con un IDH superior a 0,80.


- Alto: países con un IDH entre 0,70 y 0,80.
- Medio: países con un IDH entre 0,55 y 0,70.
- Bajo: países con un IDH inferior a 0,55.

Como mencionamos anteriormente y como reconoce el PNUD, el IDH por sí


solo no basta para medir el nivel de progreso de un país ya que se centra en
aspectos específicos, mientras el desarrollo humano es un concepto mucho más
amplio que requiere de otros indicadores complementarios.

La publicación establece que el Índice de Desarrollo Humano (IDH) para Chile


en 2021 fue de 0,855 (con escala de cero a uno), aumentando respecto de la cifra
de 0,852 de 2020, pero sin regresar aún a los niveles previos a la pandemia y la
crisis social y sanitaria, teniendo en cuenta que en 2019 el IDH para el país fue de
0,861, el más alto desde el inicio de la medición en 1990. En 2020, el IDH de Chile
retrocedió a niveles cercanos a la medición de desarrollo humano que el país tenía
en 2016. Esta caída fue mayor a experimentada posterior a la crisis económica del
2008. Con la nueva calificación de 2021, el país se mantiene en la categoría de
países de desarrollo humano "muy alto", y se sitúa a la cabeza de los países de
Latinoamérica y el Caribe, seguido por Argentina, Uruguay y Costa Rica.

El índice de desarrollo humano no es el único mecanismo que contempla el


PNUD para medir el progreso de cada país, justo a este, también existen otros
importantes como el índice de pobreza multidimensional, el índice de desigualdad
de género y el índice de desarrollo humano por la desigualdad.

El IDH se utiliza para elaborar un ranking mundial del desarrollo humano. Esta
clasificación anual permite, por un lado, seguir la evolución de un país a lo largo
del tiempo y, por otro, comparar su situación con la del resto de países. Así, los
gobiernos pueden comprender mejor sus opciones de crecimiento y las ayudas
internacionales se pueden adjudicar con criterio.
Conclusión

En conclusión, el desarrollo humano se enfrenta a múltiples desafíos en el


contexto político y social. La desigualdad, la falta de acceso a servicios básicos y
los conflictos armados son solo algunos de los problemas que obstaculizan la
consecución de un desarrollo humano pleno y equitativo. Es fundamental que los
gobiernos y las instituciones internacionales promuevan políticas públicas
inclusivas que aborden estas problemáticas de manera integral. Esto implica
implementar medidas para reducir la desigualdad, invertir en educación y salud, y
fomentar la paz y la estabilidad. Solo a través de un enfoque crítico y
comprometido podremos superar estos desafíos y avanzar hacia un desarrollo
humano sostenible y equitativo.

En nuestro país ha experimentado grandes avances gracias a las políticas


públicas implementadas en áreas como la educación, salud, y la política social.
Sin embargo, siguen existiendo distintos desafíos en términos de desigualdad,
acceso a servicios básicos y equilibrio ambiental. Es necesario continuar
avanzando en la implementación de diferentes políticas inclusivas y sostenibles
que aborden estas problemáticas de manera integral para lograr un desarrollo
humano que sea pleno y equitativo a lo largo de todo el país.

Debido a que el enfoque de desarrollo humano se basa en gran medida en


los postulados de Sen, presenta la misma debilidad que el enfoque de
capacidades y de desarrollo como libertad, es decir, la ausencia de definición de
un fin último, estando por ende sujeto a la crítica del enfoque aristotélico. Esto
puede traducirse en la ausencia de una concepción de desarrollo humano en tanto
desarrollo del ser humano. Sin embargo, el enfoque aristotélico de Nussbaum
nunca fue aplicado al concepto de desarrollo humano, como se conoció desde
1990 en adelante, y es por ende una tarea pendiente la posibilidad de unir el
enfoque aristotélico con el enfoque de desarrollo humano, de modo que mediante
la proposición de un fin último -aristotélico o no- del desarrollo humano se pudiese
arrojar alguna luz sobre un enfoque que busque no solo dar libertad de acción a
los individuos sino también fomentar un desarrollo humano en tanto desarrollo del
ser humano.

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