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Sociológica

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Sociológica (México)

versión On-line ISSN 2007-8358versión impresa ISSN 0187-0173

Sociológica (Méx.) vol.35 no.99 Ciudad de


México ene./mar. 2020 Epub 09-Mar-2021

Artículos de investigación

Relaciones de clase y estratificación social desde la perspectiva de la


sociología analítica

Class Relations and Social Stratification from the Perspective of


Analytical Sociology

David Esteban Rojas Ospina*


*
Sociólogo de la Universidad Santo Tomás, Bogotá, Colombia.
Correo electrónico: <Isquema@gmail.com>.

RESUMEN

Este artículo pretende sintetizar, de manera crítica y sistemática, los


enfoques teóricos más relevantes referentes al estudio de la
estructura de clases y la estratificación social desde la perspectiva de
la sociología analítica. En aras de garantizar el cumplimento de este
objetivo, se ponen en diálogo diversas teorías analíticas
contemporáneas asociadas con el estudio de la estratificación social,
y se identifican innovaciones y características comunes con las
escuelas sociológicas que tradicionalmente han estudiado las
relaciones de clase.

Palabras clave: estratificación social; clase social; sociología


analítica; relaciones de clase

1
ABSTRACT

This article aims to critically and systematically summarize the most


important theoretical approaches to the study of class structure and
social stratification from the perspective of analytical sociology. To
do this, the author creates a dialogue among different contemporary
analytical theories associated with the study of social stratification.
He identifies innovations and common characteristics with the
sociological schools of thought that have traditionally studied class
relations.

Key words: social stratification; social class; analytical sociology;


class relations

Introducción

La estratificación social y el funcionamiento de la estructura de


clases son elementos transversales del análisis sociológico y su
naturaleza se encuentra estrechamente ligada a la composición
teórica y epistemológica de la sociología misma, tratándose directa o
indirectamente en la mayoría de las investigaciones de carácter
sociológico. Si obedecemos a la naturaleza multiparadigmática de la
sociología, el acercamiento a ambos problemas, así como el énfasis
puesto en características específicas de la dinámica de clases y en su
composición estructural difiere según la perspectiva teórica
abordada.

En primer lugar, es necesario considerar las diferencias asociadas al


abordaje epistemológico del estudio de la estratificación social para
posteriormente proceder con las discusiones teóricas pertinentes. La
producción más ortodoxa de teoría sociológica acerca de la
estructura de clases se enmarcó en los parámetros del
estructuralismo clásico, tanto marxista como funcionalista (Szymanski,
1972
). Por ende, la formulación de elementos teóricos obedeció a la
intención de construir esquemas conceptuales generales apriorísticos
y autorreferenciales de los que pudieran desprenderse

2
deductivamente hipótesis teóricas válidas para la mayor diversidad
posible de contextos (Stinchcombe, 1969). Tal dirección epistemológica fue
fuertemente criticada debido a su inconsistencia teórica, su
incapacidad sistemática para proveer explicaciones adecuadas a
fenómenos sociales específicos y por el rol pasivo adjudicado a la
acción individual; lo fue tanto su versión marxista ( Elster, 2009; Goldthorpe,
2007
) como la funcionalista (Mills, 1975; Merton, 2002).

Como consecuencia de la revisión crítica de la epistemología


ortodoxa estructuralista se desarrollaron las perspectivas analíticas.
En tanto que los enfoques analíticos se encuentran asentados sobre
la lógica de las teorías de alcance intermedio propuesta por Merton
(Lizón, 2007), éstos no proponen esquemas generales de estratificación
social, debido a que enfocan su atención en la formulación de
esquemas explicativos llamados mecanismos, cuya intención es
generar explicaciones causales efectivas de los fenómenos
relacionados con la dinámica de clases (Boudon, 1974; Stinchcombe, 1969). Al
igual que los enfoques analíticos, las propuestas encaminadas a dar
mayor énfasis a la cultura y la intersubjetividad en el estudio de las
relaciones humanas, y específicamente a las relaciones entre clases,
surgieron en función de la crítica al materialismo extremo del
marxismo ortodoxo (Bourdieu, 2012) y a los criterios de suficiencia
funcional y homeostasis del estructural-funcionalismo de Parsons
(Garfinkel, 2016).

Después de clarificar sucintamente las discusiones epistemológicas


sostenidas sobre el estudio de la estructura de clases y la
estratificación social, es posible proceder a delimitar el panorama
teórico general sobre el cual se trabaja en la actualidad. A manera de
síntesis, Erik Olin Wright (2015) propone la siguiente clasificación para
agrupar teóricamente las diferentes agendas investigativas dedicadas
al estudio de la estratificación social y la estructura de clases:

 Perspectivas funcionalistas o de atributos individuales , donde


la conformación de las diversas clases, así como su
distribución en el sistema de estratificación, obedecen a

3
atributos individuales que se distribuyen jerárquicamente en
función de los parámetros más relevantes del sistema social a
manera de roles que, en tanto se ejercen, garantizan el
equilibrio y la suficiencia funcional.
 Perspectivas marxistas, en las cuales las dinámicas de
explotación y dominación juegan un rol crucial en la
configuración del sistema de estratificación y las relaciones
entre clases, donde la dominación describe la capacidad de
controlar las actividades de otros individuos y la explotación
hace referencia a la adquisición de beneficios económicos por
parte de las clases dominantes a través del trabajo de las clases
dominadas.
 Perspectivas weberianas o de restricción de oportunidades,
donde la división categórica de los individuos en función de
sus ocupaciones determina las ventajas comparativas de las
cuales quienes gozan de una mejor posición pueden sacar
mayor provecho, conformándose así tanto clases diferenciadas
como grupos de estatus que condicionan el comportamiento
individual.

En términos generales, las perspectivas descritas apuntan a explicar


las diferencias de la conducta individual en relación con la posición
que se ocupa en la estructura de clases, la adopción y aceptación de
los medios estructuralmente definidos en función de metas culturales
mayoritariamente compartidas por los individuos, así como también
el rol que juegan las dinámicas de confrontación, competencia,
explotación y dominación en la estructuración del sistema de clases.
En paralelo se acepta, como consenso general, la tesis de que la
estructura de clases tiene injerencia, aunque no determina en su
totalidad, tanto en la definición de las posibilidades objetivas de
acción de los individuos asociadas con su posición en determinada
clase o fracción de clase, como en la manera en la que los individuos
constituyen su sistema de interpretación del mundo social. Sin
embargo, es menester profundizar en la clasificación teórica

4
propuesta previamente para obtener un panorama teórico más claro
y operativo.

Enfoques funcionalistas o de atributos individuales

Desde las perspectivas funcionalistas, la estratificación social se


define en términos generales como la división por estratos o
segmentos que experimentan las sociedades, generando así
posiciones determinadas, jerárquicamente distribuidas, ocupadas por
los individuos que integran determinada sociedad o grupo, cuyas
características socioeconómicas individuales difieren según la clase
a la que pertenezcan (Sorokim, 1980) y que asocian a cada posición tipos
determinados de roles sociales.

La relación entre las clases que componen el sistema de


estratificación se entiende a partir de su efecto integrador a través de
la función social ejercida por los individuos pertenecientes a las
diferentes clases que componen un sistema de estratificación
específico, quienes abordan tangencialmente el problema del
conflicto social (Merton, 2002; Lizón, 2007). Al mismo tiempo, existen
dinámicas de estratificación intragrupal, que estructuran la lógica
interna de grupos sociales específicos (estratificación endógena) y,
subsecuentemente, la estratificación intergrupal (exógena) que
estructura las relaciones surgidas a partir de la interacción de grupos
sociales definidos por su ubicación jerárquicamente diferente en el
sistema de estratificación (Sorokim, 1980).

Las perspectivas ancladas al estructural-funcionalismo definen a la


clase social como un grupo multivinculado jurídicamente abierto,
pero de facto semicerrado, solidario, opuesto a los intereses de
algunas otras clases sociales y semiorganizado. Los lazos que la
unen como grupo multivinculado son de carácter económico,
espacial, laboral y de cualificación educativa (Sorokim, 1980). Desde este
enfoque, se resalta el carácter integrador de las clases sociales en
relación con la estructura social a través de las funciones sociales
que ejercen sus miembros (Coser, 1989), además de su constitución como

5
uno de los grupos de referencia básicos para explicar la regularidad
de la conducta de los individuos que son miembros de una sociedad
(Merton, 2002).

Dado que la estratificación social se entiende como un fenómeno


funcional, lo que implica que su existencia es inherente a la de
cualquier sociedad (Coser, 1989; Tilly, 1998), el estructural-funcionalismo no
problematiza la naturaleza de las relaciones que se presentan entre
las diferentes clases (Wright, 2015). En sincronía con lo anterior, al
proceso de estratificación se lo entiende fundamentalmente como
uno de diferenciación funcional jerarquizado, donde los individuos
ocupan posiciones particulares en función de sus roles adscritos
respectivos, lo cual a su vez dota a cada uno de ellos de
características psicosociales específicas asociadas con su posición en
el sistema de estratificación, lo cual determina parcialmente su
comportamiento individual. En términos generales, es posible
resumir la estructura teórica básica del enfoque funcionalista de
estratificación social mediante el siguiente mecanismo:

Fuente: Elaboración propia con base en Wright (2015) y Tilly (1998).

Esquema 1 Mecanismo funcionalista general de estratificación


social

La teoría de los grupos de referencia y los mecanismos de


adaptación, desarrollada con base en los postulados característicos
del estructural-funcionalismo, como lo son el criterio de
interdependencia funcional y la tendencia a la integración de la
acción individual, persigue el fin de explicar las diferencias de la

6
conducta individual tanto en el interior de una clase como en
función de la clase a la que se pertenece. Desde esta perspectiva, la
composición estructural de las sociedades y grupos sociales se
divide entre la estructura social, compuesta por las rutas
institucionalizadas y, por ende, legítimas que permiten a los
individuos actuar en función de sus objetivos particulares, y la
estructura cultural, compuesta por los diversos valores que los
individuos pertenecientes a la sociedad o grupo social consideran
como válidos y legítimos de perseguir (Merton, 2002).

La composición jerárquica de las sociedades implica un acceso


diferenciado a las rutas institucionalizadas disponibles en la
estructura social, si bien los valores perseguidos son
mayoritariamente compartidos por los individuos; lo cual, en un
primer momento establece diferencias en las conductas de las
personas en función de su posición en el sistema de estratificación.
Los diferentes tipos de acción individual orientados en términos de
los valores considerados como legítimos y las rutas
institucionalizadas, que constituyen los medios para su
cumplimiento, se sintetizan en el siguiente esquema analítico:

Esquema 2 Esquema mertoniano de adaptación social

Esquema de tipos de Se aceptan las rutas Se rechazan las rutas


adaptación institucionalizadas institucionalizadas
Se aceptan las metas
mayoritariamente Conformidad Innovación
compartidas
Se rechazan las metas
mayoritariamente Ritualismo Retraimiento
compartidas

Nuevas rutas
Esquema de conducta no institucionalizada
institucionalizadas
Nuevas metas Rebelión

7
Fuente: Elaboración propia con base en Merton (2002) .

El criterio de suficiencia funcional implica que el tipo mayoritario


de adaptación en una sociedad obedece a la adaptación por
conformidad. En tal escenario, la mayoría de los individuos se
encuentran satisfechos con las rutas institucionalizadas disponibles
para el cumplimiento de sus fines, los cuales a su vez se encuentran
basados en metas mayoritariamente compartidas y legitimadas en la
estructura cultural (Merton, 2002). Los tipos de adaptación por ritualismo,
retraimiento e innovación se producen debido a la desconexión entre
las metas culturales mayoritariamente compartidas y las rutas
institucionalizadas, lo cual desde esta perspectiva se entiende como
la emergencia de anomia en la sociedad o grupo social.

En este escenario, las rutas institucionalizadas carecen de la


efectividad necesaria como medios que permitan el cumplimiento de
los fines individuales. Las adaptaciones por retraimiento y por
ritualismo no permiten la renovación de las vías institucionales en
tanto que las aceptan pasivamente (Merton, 2002), mientras que la
conducta innovadora permite una renovación de las vías
institucionalizadas en la medida en que los individuos, a través de su
acción, generan nuevos medios efectivos que se generalizan en la
estructura social como medios legítimos y eficientes de consecución
de metas, como lo son, por ejemplo, los adelantos tecnológicos.

De manera análoga, los aportes realizados por Peter Blau, quien


propuso el enfoque macroestructural, son también puntos de
referencia teóricamente importantes para entender el proceso de
estratificación y las dinámicas de diferenciación e integración social.
En el enfoque macroestructural, propuesto por Blau, a la estructura
de determinada sociedad se la entiende como la distribución de una
población en posiciones sociales establecidas, constituyendo un
espacio social multidimensional, en donde el grado de interacción
entre individuos, por medio de sus posiciones, termina por
conformar la estructura de determinada sociedad (Blau, 1977).

8
El enfoque macroestructural pone especial énfasis en la influencia
que las posiciones sociales de los individuos tienen en la
configuración de las relaciones sociales; de esta forma, los roles
generados por la ocupación de estas posiciones son la base principal
sobre la cual se estructuran las sociedades, entendiéndose como
variables secundarias algunos elementos tradicionalmente
explicativos de los análisis de estratificación tanto materialistas
como culturalistas, tales como la clase social y sus correspondientes
dinámicas de competencia y contradicción, la estructura de valores,
los procesos de integración institucional, el equilibrio sistémico o la
división social del trabajo.

En este sentido, la estructura de una sociedad determinada se


encuentra delimitada por parámetros estructurales, que operan como
los ejes del espacio multidimensional de posiciones sociales
posibles. En términos empíricos, los parámetros estructurales son
variables que caracterizan a los individuos y diferencian sus roles y
posiciones sociales. Simultáneamente, las relaciones surgidas a
partir del proceso de diferenciación de las posiciones sociales
generan nuevas características sociales susceptibles de entenderse
empíricamente como efectos del proceso de diferenciación.

Los parámetros estructurales se dividen en nominales y graduados.


Un parámetro nominal divide a la población en subgrupos cuyas
fronteras están explícitamente definidas y sin un orden específico
inherente, lo que empíricamente equivale a entenderlos como
variables nominales. De igual manera, los parámetros graduados
corresponden a la diferenciación de la población en términos de
jerarquías de estatus, con un orden definido entre los subgrupos, lo
cual significa en la práctica una variable continua.

Dado que los subgrupos constituidos a través de parámetros


nominales no se estructuran jerárquicamente, su diferenciación
interna se entiende como heterogeneidad horizontal, mientras que,
para el caso de los graduados, en tanto que éstos sí se encuentran
basados en relaciones jerárquicas, su diferenciación genera

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relaciones de jerarquización e inequidad. En términos generales, la
propuesta de Blau apunta a entender las dinámicas de estratificación
y diferenciación como procesos fundamentalmente basados en las
relaciones a diferentes niveles, experimentadas por una población
determinada a través de posiciones sociales definidas (Blau, 1977).

Si bien estos esquemas se consideran actualmente como válidos para


utilizarse en la investigación empírica, a diferencia de muchas de las
categorías y modelos funcionalistas parsonsianos caídos en desuso
por su inconsistencia teórica (Lizón, 2007), también existen hoy día
propuestas provenientes de la revisión crítica del funcionalismo, que
persiguen finalidades similares, inscritas en el enfoque de la
sociología analítica que, como se mencionó, se encuentra
enormemente influida por los postulados de las teorías de alcance
intermedio, que rechazan modelos teóricos cuyo estructuralismo
extremo le resta peso a la acción individual como elemento
explicativo, e incurren en la falacia ecológica como método de
explicación (Stinchcombe, 1969).

El modelo de microclases pretende explicar la regularidad del


comportamiento individual y sus diferencias, producto de su
posición diferenciada en el sistema de estratificación a partir de
categorías ocupacionales denominadas microclases, en
contraposición al razonamiento tradicional, que ubica a la clase
social, designada como macroclase en este contexto teórico, como el
mecanismo explicativo más eficiente tanto de las diferencias en la
conducta individual como de aquéllas asociadas a las condiciones
sociales producto de la posición en el sistema de estratificación
(Jonsson et al., 2009). Este enfoque ha sido considerado como
neodurkheimiano (Wright, 2015; Weeden y Grusky, 2005), debido a que el
desempeño de la actividad laboral en una sociedad genera niveles de
solidaridad e interdependencia funcional necesarios para el
sostenimiento del sistema social, en consonancia con los aportes
realizados por Durkheim a partir de su reflexión sobre la división del
trabajo social.

10
Las categorías ocupacionales definen el rol de un individuo en
relación con determinado sistema de producción, lo cual genera
tanto un tipo de comportamiento específico como condiciones
sociales diferenciadas en función del ejercicio de la actividad
laboral; por ende, cada categoría ocupacional compone una
microclase particular (Jonsson et al., 2009). Si bien esta perspectiva
incrementa sustancialmente el número de clases existentes en una
sociedad, con tantas de ellas como ocupaciones existan en una
economía específica, lo cual impide una caracterización estructural
general del sistema de estratificación, la evidencia empírica
recolectada ha permitido identificar diferencias verificadas en el
comportamiento individual, que toman como base las microclases en
vez de las macroclases, en aspectos tales como el consumo cultural,
la distribución en áreas urbanas y las condiciones materiales de
existencia (Wright, 2015; Weeden y Grusky, 2005). El proceso de diferenciación de
las microclases obedece a la lógica del siguiente mecanismo:

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Fuente: Elaboración propia, con base en Weeden y Grusky (2005).

Esquema 3 Mecanismo de microclase

En sincronía con lo anterior, la propuesta de la inequidad durable


(durable inequality) adjudica explicaciones causales a la persistencia
de la inequidad alejadas del reduccionismo individualista
característico de la economía neoclásica y de los enfoques de la
elección racional, para los cuales el estado de las condiciones
sociales se explica fundamentalmente a través de los atributos
individuales (Tilly, 1998). En aras de cumplir con este objetivo, la
propuesta de la inequidad durable adopta el criterio de
interdependencia funcional del estructural-funcionalismo como base
teórica general, incluyendo también categorías marxistas y
weberianas de manera auxiliar, con la intención de posicionar a las

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dinámicas producto de la interrelación funcional de los individuos a
través de sus roles sociales como los mecanismos explicativos más
eficientes para entender la persistencia de la desigualdad social.
Estos mecanismos se clasifican en dos categorías generales: aquéllos
referentes a las características de las relaciones sociales y los que
operan a partir de las relaciones sociales existentes como
generadores de desigualdad estructural.

Bajo estos criterios, la reproducción de la inequidad en una


dimensión social constituye el medio con base en el cual se sostiene
el orden de las otras dimensiones sociales, en consonancia con el
axioma de la interdependencia funcional. En la dimensión
económica impera la competencia por la adquisición de bienes
materiales que permitan un posicionamiento ventajoso en el sistema
de estratificación social, así como también se requiere mantener
niveles óptimos de producción en la estructura económica; tal
necesidad se satisface funcionalmente a través de los mecanismos de
explotación, en tanto que delimitan y levantan restricciones sobre la
propiedad de los medios de producción (Tilly, 1998; Wright, 2015).

A partir de la solución funcional al nivel de la estructura económica


mediante la generación de inequidad como efecto del mecanismo de
explotación, surge el problema de fijar criterios institucionales que
diferencien el acceso a las posiciones relevantes en la estructura
económica; por ende, el mecanismo de restricción de oportunidades
genera inequidad al nivel institucional, en tanto que diferencía
funcionalmente las diferentes posiciones susceptibles de ser
ocupadas (Tilly, 1998). En consecuencia, la distribución de
oportunidades es inestable por sí misma en tanto requiere de un
marco normativo eficiente que regule las relaciones entre los
diversos roles; por ello, al introducir criterios diferenciados al nivel
de las relaciones interpersonales en el ejercicio de los roles sociales
se da equilibrio al funcionamiento institucional ( Tilly, 1998). El
mecanismo ilustrado en el esquema 4 sintetiza el proceso multinivel

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de generación de inequidad como criterio de eficiencia del sistema
social.

Fuente: Elaboración propia, con base en Tilly (1998).

Esquema 4 Mecanismo de inequidad durable (durable inequality)

Enfoques marxistas

En la tradición marxista, las clases sociales se definen a partir de la


posición común de varios individuos en relación con los medios de
producción, siendo este el rasgo más influyente en la generación de
las dinámicas que dan forma a la estructura de clases y sus
relaciones respectivas. En el modo de producción capitalista, el
mecanismo de control más importante de los medios de producción
es la existencia de la propiedad privada (Elster, 2005; Wright, 2000); por lo
tanto, las relaciones entre clases se estructuran en función de
dinámicas dialécticas y antagónicas generadas a partir del proceso

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de acumulación del capital, sostenido sobre la base de la existencia
de la propiedad privada.

A diferencia de los enfoques funcionalistas y weberianos, las


relaciones entre las clases se sostienen fundamentalmente a partir de
procesos de explotación y dominación, los cuales son necesarios
para la acumulación efectiva del capital en el marco de las
economías capitalistas (Elster, 2009); por esta razón, tanto el marco
institucional existente como la división del trabajo social propios del
modo de producción capitalista son efecto de la explotación de las
clases dominadas en función de los intereses de quienes detentan el
monopolio de los medios de producción, y que a su vez son
generados por las contradicciones inherentes al funcionamiento de
las economías de mercado y tienen un peso secundario en la
estructuración del sistema de estratificación social (Wright, 2015).

Las visiones marxistas ortodoxas del problema de la estratificación


social persiguen la formulación de macroteorías que integren
explicaciones de carácter dialéctico al funcionamiento general de las
sociedades capitalistas, en aras de garantizar posibilidades de
transformación de las estructuras sociales que les dan forma,
basándose principalmente en la versión de la teoría del valor-trabajo
propuesta por Marx como el marco conceptual más eficiente para
entender el rol que juegan las relaciones de clase en los procesos de
acumulación de capital (Sørensen, 2000; Giddens, 2009; Wright, 2015). En este
sentido, la estructura de clases del modo de producción capitalista se
reduce, fundamentalmente, a las relaciones antagónicas que surgen
entre capitalistas y trabajadores.

Según la versión marxista de la teoría del valor-trabajo, el valor de


un bien está dado por la cantidad de trabajo necesario para
producirlo, lo cual implica que dicho valor no está limitado a la
eficacia aislada de su producción, sino al tiempo socialmente
necesario para ser fabricado en relación con los niveles de
productividad del mercado. En este contexto, el proceso de
producción en una economía de mercado es posible únicamente a

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través de la venta de la fuerza de trabajo por parte de los
trabajadores a los propietarios de los medios de producción.
Mientras que el trabajador recibe un salario a cambio de vender su
fuerza de trabajo, el capitalista usufructúa el rendimiento de la
producción del trabajo asalariado mediante la extracción de
plusvalía, que constituye el mecanismo principal de acumulación de
capital en las relaciones entre el proletariado y la burguesía.

Las posturas marxistas ortodoxas fueron objeto de críticas similares


a las que recibió el estructural-funcionalismo parsonsiano, debido a
que la pretensión macroteórica de esta corriente impide la
formulación de explicaciones causales efectivas de fenómenos
sociales específicos (Goldthorpe, 2004); al marxismo también se le criticó
por su reduccionismo materialista, en cuanto este enfoque reduce la
realidad social a las relaciones de producción y a las condiciones
materiales de existencia, dejando de lado el análisis de la cultura
como elemento crucial en la estructuración de las sociedades
contemporáneas y en los procesos de transformación y
mantenimiento del orden social (Bourdieu, 2012). Paralelamente, el
marxismo ortodoxo no confiere suficiente peso analítico a la acción
racional debido a su propensión a entender la conducta individual de
forma determinista en función de la posición ocupada en relación
con los medios de producción ( Sørensen, 2000; Elster, 2009; Wright, 2000). Sin
embargo, sus postulados básicos constituyen bases fértiles de
formulación teórica e investigación empírica que han permitido
adelantar agendas de investigación muy relevantes para la
comprensión del proceso de estratificación social en las sociedades
contemporáneas.

A partir de la revisión crítica de los postulados marxistas clásicos


surge el marxismo analítico. Este enfoque resalta el valor teórico de
la tradición marxista debido a la existencia en su corpus teórico de
explicaciones causales efectivas a fenómenos sociales,
específicamente aquéllos asociados con las dinámicas surgidas a
partir del desarrollo y expansión del modo de producción capitalista,

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abandonando, por lo menos parcialmente, la idea de consolidar el
pensamiento marxista como una metateoría diferenciada,
epistemológica y metodológicamente, de las ciencias sociales ( Wright,
2015
). Las categorías de explotación y dominación, tradicionalmente
utilizadas en el análisis marxista, son los mecanismos esgrimidos
desde esta perspectiva para la explicación del mantenimiento,
reproducción y profundización de las relaciones antagónicas
surgidas entre las clases que componen el sistema de estratificación;
en este sentido, como mecanismos de explicación causal estructuran
diversas formas de inequidad que dependen de la interacción, sea
esta voluntaria o producto de contingencias estructurales, entre
dominados y dominantes (Wright, 2015). Los mecanismos de la
dominación y la explotación comprenden relacionalmente tanto las
actividades económicas como las condiciones materiales de su
existencia, sobre todo debido a que el énfasis dialéctico sobre la
producción también es un elemento de vital importancia en el
marxismo analítico, en consonancia con los postulados marxistas
clásicos.

Lo anterior permite explicar, de manera efectiva, fenómenos que


afectan de una forma similar a los miembros de las mismas clases,
en función de las dinámicas de consumo y producción en las
economías capitalistas, basándose en los mecanismos de explotación
y dominación inherentes al proceso de acumulación de capital a
partir de la propiedad privada de los medios de producción ( Wright, 2015;
Sørensen, 2000
). Adicionalmente, en aras de garantizar la inclusión de la
acción individual en el análisis marxista, debido a que las corrientes
analíticas ponen especial énfasis en su importancia para entender el
funcionamiento tanto de la estructura de clases como del modo de
producción capitalista, el marxismo analítico ha hecho un uso
extensivo de la teoría de juegos como medio para entender las
diferencias de la conducta individual en el marco de la competencia
y la lucha de clases, producto tanto de las posiciones en el sistema
de estratificación como de su relación con el mercado ( Sørensen, 2000;
Elster, 2005 Wright, 2000 Boudon, 1974
; ; ). En términos generales, el esquema del

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marxismo referente a la estratificación social se resume en el
siguiente mecanismo:

Fuente: Elaboración propia, con base en Wright (2015).

Esquema 5 Mecanismo marxista general de estratificación social

La propuesta de Sørensen aborda las contradicciones de clase en


función de los procesos de dominación y explotación, en
consonancia con los postulados básicos de la tradición marxista,
resaltando su potencial explicativo para entender los fenómenos más
relevantes del modo de producción capitalista ( Wright, 2015; Sørensen, 2000).
Para ampliar el espectro de análisis se proponen dimensiones básicas
que definen y diferencian a las clases sociales empíricamente: la
dimensión nominal, que define las clases sociales a partir de su
posición en el sistema de estratificación mediante atributos
individuales, principalmente la ocupación; las condiciones de vida,
que hacen referencia a las diferencias empíricamente observables de
las pautas de comportamiento individual y las condiciones
materiales de existencia en función de la clase a la que se pertenece
y, por consiguiente, expresan diferencias objetivas entre una clase y
otra; y las relaciones de explotación, que desvelan la existencia de
conflictos e intereses antagónicos entre las diversas clases que
componen el sistema de estratificación social en el marco de una
economía de mercado (Sørensen, 2000).

Adicionalmente, en esta propuesta se abandona la teoría del valor-


trabajo como eje conceptual de análisis de los procesos de
explotación y dominación, y en cambio se aboga por entender las

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relaciones entre las diversas clases en el proceso de producción a
partir del concepto de renta, cuyas diferencias representan
explícitamente la lógica antagónica de la estructura de clases ( Sørensen,
2000
). Lo anterior implica que las relaciones de propiedad no
producen por sí mismas ni estratificación ni explotación ( Wright, 2015).
Por consiguiente, la posición dominante en el mercado y, por ende,
en el sistema de estratificación social, detentada por las clases
dominantes se estructura gracias a que la generación de rentas y
réditos sobre el capital es posible únicamente mediante la venta de la
fuerza de trabajo por parte de los trabajadores, cuya generación de
renta personal es considerablemente menor en tanto que no poseen
los medios de producción (Sørensen, 2000); en este sentido, la generación
de rentas diferenciadas es consecuencia de los procesos de
explotación y dominación, debido a que el incremento de las rentas
capitalistas se basa en el detrimento de la condición del trabajador
(Wright, 2015). El mecanismo ilustrado en el esquema 6 representa la
lógica del modelo de clases de Sørensen.

Fuente: Elaboración propia, con base en Sørensen (2000) y Wright (2015).

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Esquema 6 Mecanismo de Sørensen

Inscrito también en el marxismo analítico, el esquema de


estratificación de Erik Olin Wright pretende introducir matices que
permitan diferenciar de manera más específica las relaciones de
clase existentes en el modo de producción capitalista. En
concordancia con las perspectivas marxistas, se considera a los
mecanismos de explotación y dominación como los más
determinantes para explicar la estructura de clases; sin embargo,
elementos de carácter funcionalista y weberiano son incorporados en
aras de garantizar un entendimiento integral del problema de la
estratificación social (Giddens, 2009; Wright, 2015).

En términos generales, el sistema de estratificación social de una


sociedad capitalista se encuentra conformado por quienes tienen el
control sobre las inversiones y la gestión financiera del capital, por
los que ejercen dominio sobre los medios físicos de producción y
por quienes poseen únicamente su fuerza de trabajo como medio de
participación en el mercado (Giddens, 2009; Wright, 2007). La acción
individual que se produce sobre la base de la clase social se
compone de dos dimensiones principales, el compromiso de clase y
el conflicto de clase. Por compromiso de clase se entiende la
persecución de intereses similares por parte de los integrantes de una
misma clase social, mientras que el conflicto de clase hace
referencia a las relaciones antagónicas entre miembros de las
diferentes clases ocasionadas por los efectos del proceso de
producción (Wright, 2007).

La diferenciación planteada entre la gestión del capital y el control


respecto de los medios físicos de producción obedece a que, en el
contexto de la globalización, las estructuras productivas y las
características institucionales de la propiedad privada han pasado de
ser burocracias verticales y de implantación fija, a ser sistemas de
geometría variable cuyos procesos operan simultáneamente en
localizaciones diferentes del sistema productivo global ( Castells, 2002),
sumado lo anterior a una evolución continua de la desregulación

20
institucional que ha permitido la fluctuación de capitales por los
diferentes mercados que componen la economía global ( Castells, 2002;
Giddens, 2009
), lo cual estratifica internamente a las clases dominantes en
función del control efectivamente disponible respecto del
rendimiento del capital. Análogamente, si bien una vasta mayoría de
las personas venden su fuerza de trabajo al encontrarse privados
tanto de los medios de producción como de los mecanismos
institucionalizados de gestión del capital, abundan las diferencias en
las posibilidades de acción disponibles para los individuos, sus
pautas de consumo cultural y su participación en el mercado a través
del ejercicio de su ocupación.

El concepto de localización contradictoria en las relaciones de clase


se ha utilizado desde esta perspectiva para explicar las diferencias de
la acción individual producto de la estratificación interna de las
clases sociales descrita previamente. Tal concepto implica la
existencia de posiciones institucionalizadas en el sistema de
estratificación que se caracterizan por ser a la vez dominantes y
dominadas en su relación con el proceso de producción ( Wright, 2007).
Dada la existencia de estas posiciones esencialmente contradictorias,
surgen diferencias en las motivaciones de los individuos que
componen las mismas clases, que sin embargo no terminan
desligándose de los intereses ligados a la pertenencia a una clase en
términos generales, pero si complejizan la naturaleza del
compromiso y el conflicto de clases (Wright, 2015).

El espacio en el cual se desarrollan las relaciones de clase se


encuentra constituido por la esfera del intercambio, en donde el
compromiso y el conflicto de clases se expresa en función de la
participación diferenciada que tienen los individuos en el mercado,
tanto en el nivel real de la economía como en los mercados
financieros (Wright, 2015); en la esfera de la producción, donde el control
efectivo que tienen los individuos sobre el proceso productivo es
consecuencia de las jerarquías inherentes al funcionamiento de
compañías, fábricas y empresas; y en la esfera política, donde la

21
instrumentación de políticas y el funcionamiento del Estado generan
conflictos de clase y mecanismos de cooperación política basados en
la lógica del compromiso de clase (Wright, 2015). El esquema 7 resume la
propuesta de Erik Olin Wright.

Fuente: Elaboración propia con base en Wright (2015).

Esquema 7 Mecanismo de Erik Olin Wright

Enfoques weberianos o de restricción de oportunidades

Los análisis asociados con esta perspectiva teórica sostienen que la


estratificación social, y por consiguiente las posibilidades de acción

22
de los individuos, obedecen a las diferentes oportunidades que
efectivamente tienen esos individuos como resultado de su relación
tanto con el marco institucional existente como con los medios de
producción, a través de los roles que ejercen en el mercado ( Tilly, 1998).
A diferencia de las aproximaciones marxistas y funcionalistas
reseñadas previamente, en este caso la función estratificadora de la
clase la comparten los grupos de estatus y los partidos, por lo cual es
a partir de la interacción permanente de estas dimensiones de la vida
social que se producen los fenómenos de estratificación social ( Giddens,
2009 Weber, 2002
; ).

Desde la perspectiva weberiana, la clase social se define por la


relativa similitud entre las características económicas de sus
miembros, así como por la relación de éstos con el mercado. Los
grupos de estatus se delimitan a partir de las diferencias asociadas
con el consumo y las prácticas sociales, las cuales pueden estar
ancladas a elementos objetivos o puramente simbólicos, como lo son
el prestigio y la reputación, mientras que los partidos políticos
constituyen los mecanismos más eficientes para la consecución de
poder político y la inserción en el aparato estatal ( Weber, 2002).
Relecturas recientes de los postulados weberianos amplían la
categoría de partido político en función de dar cabida a otras formas
de organización que cumplen funciones similares y persiguen fines
eminentemente políticos (Giddens, 2009; Goldthorpe, 2004).

El hecho de que la clase social se defina en función de las relaciones


económicas sostenidas por los individuos y de que, adicionalmente,
exista como realidad social objetiva, obedece al proceso de
racionalización de la vida social característico de la modernidad
(Goldthorpe, 2004; Wright, 2015). La clase social, bajo este enfoque, es un marco
de clasificación racionalizado, en tanto que su lógica se basa en la
impersonalidad y secularidad de la clase anclada a su relación con
un mercado determinado, compartiendo así los criterios de
racionalidad característicos de las diversas estructuras sociales que

23
dan forma a las sociedades modernas, así como al esquema de
dominación legal burocrática propuesto por Weber.

En términos generales, la intención de este enfoque es aportar


explicaciones causales a la acción individual a través del análisis de
las condiciones sociales que dan forma efectiva a la acción, tal y
como lo son las tres categorías principales de estratificación social
planteadas previamente. En consonancia con la teoría weberiana, las
dinámicas de las sociedades modernas son posibles debido al
proceso de racionalización de las esferas sociales que las componen;
por ende, las categorías de estratificación social representan
dimensiones claramente diferenciadas de la vida social en relación
con las esferas sociales y, por lo tanto, constituyen la base sobre la
cual se fundamenta la acción racional ( Weber, 2002); el esquema 8
sintetiza este planteamiento.

Esquema 8 Diferenciación del orden social desde la perspectiva


weberiana

Categoría de
Esferas de la vida social
estratificación
• Económica (orden económico) • Clase social
• Comunal (orden social) • Grupo de estatus
• Política (distribución y ejercicio del • Partido (organización
poder) política)

Fuente: Elaboración propia con base en Wright (2015) y Weber (2002).

Simultáneamente, dado que la unidad fundamental de análisis de la


tradición weberiana es la comprensión del sentido de la acción
individual, o el sentido mentado (Weber, 2002), las categorías de clase,
grupo de estatus y partido aportan explicaciones causales a la
conducta individual en diferentes niveles analíticos ( Giddens, 2009),
contando además con propiedades específicas que las diferencian
empíricamente, tal y como se propone en el esquema 9.

24
Esquema 9 Categorías de estratificación social en Max Weber

Categoría de Propiedades Identidad Nivel de la


Tipo de acción
estratificación objetivas subjetiva acción
• Acción
racional con

Clase • Si • No arreglo a fines
Individual
en relación con
el mercado
• Acción
racional con
arreglo a valor
(prestigio,
reputación,
honorabilidad)
Grupo de
• Si • Si Acción racional •Individual
estatus
con arreglo a
fines
(adquisición de
bienes
socialmente
valorados)
Partido
(organización • Si • Si • Colectiva
política)
Wright (2015) Weber (2002) Giddens
Fuente: Elaboración propia con base en , y
(2009)
.

El énfasis de esta propuesta teórica recae en las condiciones


institucionales que permiten la acción individual y explican sus
diferencias, fenómeno al que hace referencia el concepto de
restricción de oportunidades (Goldthorpe, 2004), así como al papel que
cumplen la clase, el partido y los grupos de estatus en la articulación
de la conducta. En este sentido, el acceso diferenciado a tales

25
oportunidades obedece a la restricción jerárquicamente
institucionalizada de las posiciones a ser ocupadas, en función de
que se requieren determinadas credenciales socialmente legitimadas
para ocupar dicha posiciones, tales como el capital económico, la
cualificación profesional o el ejercicio de un cargo laboral
institucionalmente diferenciado (Wright, 2015).

Por ende, el acceso de los individuos a tales oportunidades es


posible debido a las restricciones que otros individuos enfrentan
para acceder a las mismas, en tanto que carecen de las credenciales
socialmente aceptadas como indispensables para ocupar
determinadas posiciones en la estructura social. La legitimación
institucionalizada de las diversas posiciones que ocupan los
individuos en la estructura de clase tiene tanta injerencia en su
existencia, reproducción y diferenciación como las dinámicas
económicas (Goldthorpe, 2004). Al mismo tiempo, y en consonancia con
los postulados weberianos, el término oportunidades hace referencia
también a los medios institucionalizados y legitimados por
determinado orden social como mecanismos efectivos y validados
socialmente como apropiados para la consecución de objetivos
individuales (Tilly, 1998).

En este sentido, el enfoque de restricción de oportunidades se inclina


a considerar el marco institucional existente como el mecanismo
más importante a la hora de explicar las diferencias asociadas con la
distribución del capital y la asignación de posiciones en el mercado
referidas a la actividad laboral, a la distribución de prestigio y
reputación y a las acciones políticas organizadas, componentes que,
como ya se mencionó, caracterizan a la clase, los grupos de estatus y
los partidos, respectivamente, como bases de la acción racional
(Wright, 2015; North, 1996).

La institucionalización de la propiedad privada en una economía de


mercado constituye el mecanismo de restricción de oportunidades
más determinante para explicar las diferencias entre clases, debido a
que la posesión de los medios de producción por los miembros de

26
una clase implica la exclusión de los trabajadores de participar en la
propiedad de los mismos. Un fenómeno análogo experimenta la
distribución de los bienes simbólicos socialmente valorados,
subjetivos y/o objetivos, en relación con los grupos de estatus y con
la adscripción a organizaciones de carácter político (Wright, 2015). El
mecanismo que se muestra en el esquema 10 sintetiza el proceso de
estratificación social propuesto desde esta perspectiva:

Wright (2015) Goldthorpe (2004)


Fuente: Elaboración propia con base en , y Giddens
(2009)
.

Esquema 10 mecanismo weberiano general de estratificación social

En sincronía con lo anterior, el esquema de estratificación de


Goldthorpe, catalogado como neoweberiano (Giddens, 2009; Regidor, 2001)
plantea que la posición que ocupa un individuo en el sistema de
estratificación la determina su relación con tres dimensiones básicas
del espacio social: la económica, caracterizada por su participación
en el mercado a través de su relación con los medios de producción
y la acumulación de capital; la política, relacionada con la capacidad
que tiene de incidir en las dinámicas estatales por medio de su
participación en organizaciones políticas, fundamentalmente en los
partidos políticos, y la dimensión institucional, basada en el
prestigio social que posee gracias al ejercicio de determinada
ocupación y cuyos criterios de valoración se encuentran anclados a
un marco institucional existente (Goldthorpe, 1993).

27
En este sentido, el esquema de Goldthorpe establece criterios
específicos que permiten situar a cada individuo en el sistema de
estratificación social en relación con las dimensiones sociales
previamente descritas. La situación de la persona en el mercado es
producto de la relación existente entre los niveles de renta y el
ejercicio de determinada ocupación; paralelamente, la valoración
social de la ocupación se encuentra ligada a los criterios de
relevancia establecidos por la clasificación de la situación laboral
(Goldthorpe, 2004), concepto que hace referencia a la posición de la
ocupación en función de su margen de control de, y autoridad en, los
procesos productivos. Simultáneamente, si bien la posición de los
individuos en el sistema de estratificación es un estado objetivo y
empíricamente diferenciado, tal situación no es hermética y permite
la interacción entre los miembros de las diversas clases; tal
fenómeno es conceptualizado en esta perspectiva como las
gradientes de clase, que hacen alusión a las relaciones entre sujetos
pertenecientes a diferentes clases en los mismos contextos sociales
(Goldthorpe, 2004; Giddens, 2009). Por último, también se considera la capacidad
que tienen los individuos de incidir en el funcionamiento del Estado
según la posición que ocupan en las esferas económica e
institucional (Goldthorpe, 2004; Regidor, 2001). La estructura de clases propuesta
por Goldthorpe se resume en el esquema 11.

Esquema 11 Sistema de clasificación de Goldthorpe

Influenci
Influencia
Influenci a en la
en la
Clas Posición a en la dimensió
Ocupaciones dimensión
e neta dimensió n
institucion
n política económic
al
a
•Grandes
propietarios •Dominante
1 •Alta •Alta •Alta
Directivos (capitalista)
corporaivos

28
•Técnicos de
alto nivel •Facción de
Supervisiones la clase
2 •Baja •Media/alta •Alta
y gerentes dominante,
(más de 25 subordinada
subordinados)
•Trabajadores
de cuello
blanco •Clases
3 •Baja •Baja •Media
empleados medias
formales
comerciales
•Pequeños
propietarios,
artesanos y
•Clases
4 trabajadores •Baja •Baja •Media
medias
independiente
s (sector
secundario)
•Campesinos
y pequeños
•Clases
5 propietarios •Baja •Baja •Media
medias
rurales (sector
primario)
•Trabajadores
manuales
calificados,
semicalificado
6 •Clase obrera •Alta •Baja •Baja
s y no
calificados
(sector
secundario)
7 •Trabajadores •Campesinad •Media •Baja •Baja
rurales (sector o

29
primario)

Fuente: Elaboración propia con base en Goldthorpe (2004), Giddens (2009) y Regidor
(2001)
.

Si bien este enfoque ha sido reconocido por aportar una mirada


multidimensional al problema de la estratificación social, alejándose
del determinismo de clase característico de las posturas marxistas y
funcionalistas ortodoxas (Giddens, 2009; Goldthorpe, 2004), lo cierto es que
también ha sido criticado por su tendencia a abordar de manera
secundaria los procesos de explotación y dominación que dan forma
a la estructura de clases (Wright, 2015), así como por la ausencia de
conceptos sistémicos que permitan explicar la interrelación de las
diversas posiciones con las diferentes posibilidades de acción
racional (Tilly, 1998).

Conclusiones

La clasificación teórica de los diferentes esquemas de clase y


estratificación social presentados a lo largo de este texto permiten
esclarecer diferencias conceptuales entre cada enfoque teórico, lo
cual fortalece nuestra idea de que la investigación empírica referida
a los problemas de la estructura de clases y de la posición social
jerárquica de los individuos se caracteriza por su pluralidad teórica y
metodológica. Con base en las propuestas teóricas descritas
previamente se han desarrollado investigaciones empíricas en
diferentes contextos con la intención de evidenciar el efecto de la
posición en el sistema de estratificación social y en la conducta
individual, las cuales por lo general se valen ampliamente de
métodos estadísticos inferenciales con la finalidad de identificar la
estructura subyacente a las dinámicas de clase y de la estratificación
social.

Adicionalmente, la difusión de este tipo de esquemas teóricos


permite el enriquecimiento del conocimiento empírico de las
sociedades contemporáneas según criterios apropiados de

30
cientificidad y rigurosidad metodológica, en tanto que
epistemológicamente están constituidos con miras a la verificación
empírica de sus postulados, lo cual constituye una postura científica
minoritaria en la sociología latinoamericana, pero cuya divulgación
podría permitir importantes avances en el conocimiento de nuestras
propias sociedades desde el punto de vista sociológico.

Como punto final, es importante resaltar que la estructura de clases


dista de ser una descripción morfológica de la composición de una
determinada sociedad en un momento específico y, en cambio,
expresa un sistema de relaciones dinámico y cambiante entre los
individuos a través de las funciones que tienen y las posiciones que
ocupan; por ello, cualquier sociedad es susceptible de cambio y
transformación, impulsados por los agentes pertenecientes a las
diversas clases que la integran, en función de sus intereses, valores e
ideales compartidos. El análisis de las relaciones de clase y de los
sistemas de estratificación social será más preciso y efectivo si se le
incorporan, de manera integral, algunos elementos de los principales
esquemas teóricos, sobre todo dado que la complejidad del mundo
social requiere de una mirada multidimensional sobre uno de los
problemas más relevantes de la sociología.

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