Betancourt - Los Caminos de Grecia
Betancourt - Los Caminos de Grecia
Betancourt - Los Caminos de Grecia
Facultad de Humanidades
Departamento de Filosofía
LOS CAMINOS DE GRECIA
ISBN: 958-670-271-5
2. La ciudad y la tragedia 93
A este último nos hemos dirigido por una primera vía que
conduce desde el modo capital del comienzo de la organización
griega del mundo humano, que denominamos, siguiendo una
indicación presente ya en el lenguaje y como tal dirigida al
fundamento, con el término demos, hasta la figura histórica en
que dicha organización culmina y alcanza la plenitud de su
desarrollo y que el griego nombra desde la forma esencial en la
que llega a ser real la sociedad humana, no sólo en la época de su
instauración sino desde entonces y en adelante: la polis.
Un segundo camino se interna en lo más propio del espíritu
que anima al habitante de la polis y nos conduce a contemplar el
modo más radical y verdadero en que dicho espíritu se apropia de
su destino esencial y consagra una forma relativamente nueva y
destacada de la existencia humana, de cuyos fundamentos son
testigos y garantes de privilegio los dioses mismos, presentes ya
en el nacimiento de la misma polis gracias a la fuerza incompa
rable de la obra trágica.
Una visión diferente recoge a través de caminos nuevos, recién
ensayados por este pueblo fundador de miradas, posibilidades
nunca antes sospechadas por pueblo alguno y que confluyen cada
una a su manera y desde puntos de vista variados a la fundación
de lo que en adelante llamará nuestra cultura saber o también
sabiduría. Pero tampoco el saber es para el griego un producto
entre otros, más o menos elaborado pero de índole similar a los
demás. Antes que el saber mismo en cualquiera de sus formas
históricas, está el hombre sabio. Y sólo desde su consideración y
desde el lugar que para éste señala la cultura en cada época,
ingresa el saber en el ámbito de los centros desde los cuales llega
a determinarse esencialmente la existencia misma.
Hemos dedicado tres caminos determinados a recorrer los
círculos de este singular paisaje. Todos ellos tienen en común el
que establecen desde su inicio contrastes a partir de los cuales
consiguen desarrollar su sentido y señalar tanto los modos de su
cumplimiento histórico capital como las posibilidades esenciales
de su desarrollo ulterior. Bástenos aquí nombrar estos caminos
advirtiendo desde ahora que en nuestro recorrido no se han hecho
explícitas las relaciones existentes entre ellos desde el punto de
vista de su posible secuencia histórica; no obstante ésto, el orden
Los caminos de Grecia en los orígenes del pensar 11
32 También el mythos es decir del dios y decir acerca del dios. De aquí
que tanto Homero como Hesíodo inicien el canto poniéndolo en boca
de las musas, cuya función esencial es cantar, como diosas que son, lo
concerniente a los dioses. Cfr. Homero Ilíada I, Odisea I; Hesíodo
Teogonía vv. 1-25, Erga vv. 1-8. Véase también mi trabajo Existencia y
cosmos, ed.cit.
30 William Betancourt
¹ Heráclito, Fragmentos, Frag. 93: "El señor, cuyo oráculo está en Delfos,
ni dice ni oculta, sino que indica."
40 William Betancourt
queda para hablar de religión griega éste no puede ser otro que la
referencia a un mismo territorio, más o menos estable a lo largo de
la cultura que nace y florece en él, y al espíritu mismo que anima
dicha cultura. Quizás debamos recuperar también como criterio el
lenguaje; desde el que la misma cultura adquiere su unidad.
Esta falta de mythos y, por tanto, de dogma, de palabra verdadera
y de revelación se ve reforzada en el caso de los griegos, como se
deriva del fragmento de Heráclito, por la falta de prohibición, por
la ausencia total de restricción respecto de lo religioso, que
determina la historia cultural del griego. El señor de Delfos ni
ordena, ni prohibe. No hay imposición religiosa alguna por parte
de la divinidad. Esta consagra en su no decir ni prohibir la más
radical y absoluta libertad para el ser religioso del hombre.
En esta carencia de un mythos proveniente del dios, al menos
directamente, y de todo género de prohibición se funda la posibilidad
de la existencia de las más diversas creencias religiosas; existencia
que bien tiene lugar en la sucesión de épocas históricas diferentes
o en una misma época. A su vez, la falta de prohibición por parte
de la divinidad garantiza esta multiplicidad de credos religiosos,
(de ideas acerca de los dioses y sobre los dioses), y los consagra
como posibles simultáneamente. En una palabra, el griego carece
de religión oficial, aún cuando no de religiosidad.
Esta multireligiosidad, por llamarla de alguna manera,
consagrada ya desde los mismos orígenes de la cultura griega, es
en todo acorde con el politeísmo que informa el contexto de lo
sagrado en el mundo helénico. No hay, pues, contradicción
alguna; sino que, por el contrario, el politeísmo constituye la
condición de posibilidad de una multiplicidad de formas religiosas
entre los griegos, y viceversa. Si ahora quisiéramos mencionar
algún fundamento para este estado de cosas, tendríamos que mirar
hacia la libertad, en la cual siente el griego el modo más propio
de su ser y la característica más notable de su pueblo.²
Pero el fragmento heraclíteo antes mencionado no se limita a
las anteriores indicaciones. Dice algo más: el señor de Delfos
indica, señala (onuaível, semainei).
Apolo exige del hombre una sola cosa, una única tarea a la
cual éste ha de encaminar todo su esfuerzo: el conocimiento. Esta
exigencia de conocimiento, este mandato del dios, no se transmite
al hombre en forma oracular, no le llega en la palabra de la sibila
ni tiene el carácter de lo ambiguo. Es por el contrario quizás el
único decir del dios carente de adorno, carente de máscara. Desde
antiguo entre los griegos, a partir de una antigüedad que el griego
no alcanza siquiera a precisar, en el frontispicio del oráculo délfico
se encontraba ya inscrita la sentencia del dios, el único mandato
que no es señal: yvõði oautóv, -gnothi sauton-, conócete a ti
mismo.
entre los griegos, quizás tampoco nos sea posible encontrar pueblo
alguno en el que la propia religión tenga tan claramente la
intención de ser conocimiento.¹5
15
Tratado de historia de las religiones, Era, México, 1972. Otto W., Teofanía,
ed.cit. Finley M.I., La Grecia primitiva, Crítica, Barcelona, 1987.
21 Bethe E., Un milenio de vida griega antigua, ed.cit., p.14.
Los caminos de Grecia en los orígenes del pensar 49
1
griega. Seguramente, como parece deducirse sobre todo de la
escultura y de la arquitectura de la época, tuvieron relaciones
con Creta hasta el año 1.400 a. C. cuando fueron desalojados de
sus dominios por nuevos invasores.
De esta invasiones jónicas y de su paulatino asentamiento en
el territorio que posteriormente sería Grecia se formó la cultura
Micénica a partir del siglo XVI a.C. No podemos detenernos aquí
en una caracterización general de la cultura jónica. Así que
bástenos, por ahora, anotar el carácter eminentemente bélico de
estos hombres, que si en principio les lleva a devastar Creta
lentamente va cediendo a su iniciativa cultural, la que ya hacia
el año 1.400 a.C. les ha convertido en hombres pacíficos,
entregados a los goces de una cultura que resultaba superior a la
suya propia.
Pero no todo cuanto pertenece a la cultura jónica desaparece
durante estos tres siglos. Su impronta queda plasmada tanto en
el arte y la arquitectura como en la religión. Ellos traen consigo
una manera especial de inhumar a sus muertos relacionada con
el culto correspondiente.22 El culto a los muertos, que aún pervive
en Homero y en los Misterios, representa un claro elemento jonio
en el complejo contexto cultural que denominamos Grecia; y que
no es otra cosa que la dirección unitaria de una iniciativa múltiple
por su composición y su origen.
Hacia 1.400 a.C. tiene lugar en el territorio griego una nueva
invasión de arios indoeuropeos: los Aqueos. Estos guerreros, como
lo fueron los jonios tres siglos antes, desplazan a los actuales
dars
pobladores del territorio hasta la parte central de la costa
occidental del Asia Menor y se apoderan de cuanto éstos antes
dominaran, entrando así en íntima relación con la cultura
gries cretense. Es la época de la desaparición definitiva de Creta, la
época en que son destruidos los suntuosos palacios de Gnosos,
Mallia y Faestos.
Muy pronto, sin embargo, influyó también la cultura cretense
sobre los nuevos inmigrantes griegos, quienes con mayor avidez
y premura que los antiguos jonios aceptaron cuanto ésta podía
22 Por otra parte, los jonios debieron adoptar las creencias religiosas
cretenses.
14
50 William Betancourt
36 Homero, Ilíada I.
58 William Betancourt
sacerdotes con poderes especiales sobre los devotos, tal como puede
inferirse del papel de Orfeo como profeta y, posteriormente, de la
consideración de Pitágoras por parte de los miembros de la secta
órfico-pitagórica, primero como profeta y más tarde como dios o
semidiós.
58 .
II
FORMAS ORIGINARIAS
DE SOCIEDAD
1
Frankfurt, 1970,
5 Cfr.S.25
.
Heidegger M., Fink Klostermann
E., Heraklit,
,
12 Ibíd, p.106.
Los caminos de Grecia en los orígenes del pensar 79
15Ibid., p.111.
Los caminos de Grecia en los orígenes del pensar 81
16 Ibid., p.115.
17 Cfr. Aristóteles, Política, I, 2 1253a 1-38.
82 William Betancourt
pena tan grave -o más grave tal vez- como la misma muerte.
Porque en un caso la existencia se halla condenada a lo abierto
sin límites y, en cuanto tal, permanentemente amenazada y
expuesta a la imposición de límites desde fuera de sí misma, lo
que acaece en la esclavitud; y en el otro, en la muerte, cae ella
misma en la negación rotunda de la posibilidad de todo límite, es
decir, en la negación de su fundamento esencial. Por todo ello
podemos afirmar ahora que la lucha del griego por la existencia
es, ante todo, lucha por la libertad y que en cuanto la libertad le
pertenece por esencia a la polis es esta lucha, antes que nada
diferente, lucha política.
No podemos, por más que lo quisiéramos, detenernos en un
análisis más completo y abarcador del pensamiento de Solón de
Atenas ni de sus consecuencias en el desarrollo histórico y cul
tural de la Grecia del siglo VI. Bástenos anotar que durante este
siglo en Jonia nacen como productos del mismo espíritu la Filosofía
y la Historia, con Tales de Mileto y Heródoto de Halicarnaso, y
que ya en sus postrimerías, bajo el gobierno de los Pisistrátidas
nace en Atenas Esquilo, el padre de la Tragedia.
2
LA CIUDAD Y LA TRAGEDIA
17 Ibid.
18 Homero y Sócrates conforman de una manera eminente esta relación
esencial entre los dioses y la polis. Cfr., Homero, Ilíada, XX; y Platón,
Apología de Sócrates, 26d.
19 Véase Del Demos a la polis.
104 William Betancourt
religiosas.
En las grandes dionisíacas reuníase, sin que mediara distinción
alguna, todo el pueblo ateniense para la celebración, que se
llevaba a cabo durante varios días, en el templo del dios
-Dionysos- y en el teatro. Hay que anotar aquí que estas fiestas
tenían lugar en junio o en julio, cuando por haberse renovado ya
la navegación a la ciudad acudía un gran número de extranjeros,
ante quienes el pueblo de Atenas se complacía de su propio poder
y de su imperio, y lo mostraba con orgullo.
20 Cfr., Heidegger M., El origen de la obra de arte, en Sendas perdidas,
Losada, Buenos Aires, 1963, p.34.
21 Cfr., Heródoto, III, IV.
Los caminos de Grecia en los orígenes del pensar 105
EL IDEAL DE LA CULTURA
1
MYTHOS Y LOGOS
2 Cfr. Jaeger W., Paideia, F.C.E., México, 1977, p.144. También: Cornford
F.M., op.cit.
3 Cfr. Hegel G.W.F., op. cit. p.151.
Los caminos de Grecia en los orígenes del pensar 119
4 Véase nota 1.
Los caminos de Grecia en los orígenes del pensar 121
2. Areté y Tradición
3. Crisis de la areté
5 Siguiendo a P.M. Schuhl hay que anotar que si bien este último diálogo
(Hipias mayor) no corresponde al comienzo del pensar de Platón, si se
vincula a los diálogos de juventud por su estructura y su tema. Cfr.,
Schuhl P.M., La obra de Platón, Hachette, Buenos Aires, 1956, p.76.
155
Los caminos de Grecia en los orígenes del pensar
4. Virtud y Conocimiento
5. Ciencia y Virtud
6. Bien y Placer
7. Bien y Verdad
HOMBRE Y FILOSOFÍA
ARISTÓTELES
¹ Cfr. Jaeger W., Aristóteles, F.C.E., México, 1984, p.19 ss. y 194 ss.
Los caminos de Grecia en los orígenes del pensar 177
5 Cfr. p.147
Kant I., Crítica de la razónAires
. pura, Losada, Buenos , 1961,
Y Parménides:
"Lo mismo es pensar y lo pensado, que el ser es; que sin el ente en
el cual este se halla expresado, no puedes encontrar el pensar.
Que nada es ni llegará a ser fuera del ente, pues así lo ha
determinado la Moira ser un todo e inmóvil". 17
LA FILOSOFÍA
Y SU HISTORIA
1
LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA
del oráculo: ¿cómo es posible que él, Sócrates, sea el hombre más
sabio de Grecia, si él ignora qué es ser sabio? En el interrogar
acerca del qué propio del sabio, Sócrates pregunta por la filosofía.
La pregunta toca la filosofía en su esencia y la coloca en el ámbito
de lo no sabido y problemático. Recién con él se inaugura la
filosofía como problema y desde su pensar hasta hoy ésta
permanece en el ámbito de lo cuestionable y aún no determinado20
Es más, a partir de Sócrates, y no antes, tiene sentido hablar
de filosofía y de filósofos. Para los presocráticos, siguiendo a
Martin Heidegger, deberíamos reservar el nombre de Pensadores,21
si no el de Sabios, que se insinúa en el pensar del mismo Sócrates.
No nos ocuparemos aquí de explicar la respuesta que Sócrates
propone a la pregunta por la filosofía, si es que se puede hablar
de respuesta en el caso de Sócrates. Nos interesa sí, y de manera
capital, señalar al manos la manera como enfrenta el problema.
Sabido es que Sócrates dedica su vida a interrogar a quienes
poseen fama de sabios entre los griegos, y no sólo a éstos sino a
19 Cfr. Platón, Apología, 23b 6 - c1; 30a 5-c 1; 31c7 - d 4; Teetetos 150c
7-8.
26 Cfr. Platón, República, VII, 517c 7-9; Fedón, 64a 4-6 ; 65c 11-d2;
80e 6-81a 2.
27Cfr. Schuhl P.M., La obra de Platón, Hachette, Buenos Aires, 1956,
pp.12 y 67.
202 William Betancourt
φύσει γὰρ ἀρχὴ καὶ τῶν ἄλλων ἀξιωμάτων αὕτη πάντων, “Visto
desde el ser este principio es hasta el fundamento (principio) de
todos los otros axiomas (principios)".¹
Dicho modo de asunción de lo real por el hombre occidental
constituye sin lugar a dudas una de las más claras características
de nuestra existencia histórica. La existencia occidental es tal
II