El Jardín de Las Delicias
El Jardín de Las Delicias
El Jardín de Las Delicias
Historia
Como el resto de las obras del Bosco, carece de datación unánime entre los especialistas, siendo una de
aquellas en las que más enfrentadas están las posiciones. Mientras unos la consideran juvenil, otros dicen
que es obra de madurez. Baldass y otros, la sitúan en la época juvenil del Bosco (1485).4 Cinotti, la sitúa
en torno al año 1503. Otras fuentes hablan de hacia 1510.5 Tolnay y Larsen, la emplaza al final de la
actividad del Bosco (1514-1515). Los análisis dendrocronológicos del roble de las tablas lo datan entre
1460 y 1466, dando así un terminus post quem para la realización de la obra.6 En el catálogo de la
exposición sobre el artista, celebrada en Róterdam en el año 2001, se señala la fecha entre 1480 y 1490.4
En la guía de visita editada por el Museo del Prado se señalan las fechas 1500-1505.
A partir de Gibson y hasta la actualidad (Hans Belting, 2002), se ha conjeturado que se realizó para Enrique
III de Nassau-Breda.4 Los primeros poseedores de la obra fueron, pues, los miembros de la casa de
Nassau, en cuyo palacio de Bruselas pudo ver el cuadro el primer biógrafo del Bosco, Antonio de Beatis,
personaje que viajaba en el séquito del cardenal Luis de Aragón, en el año 1517. Su descripción no deja
lugar a dudas de que se encuentra frente al famoso tríptico: «Después hay algunas tablas con diversas
bizarrías, donde se imitan mares, cielos, bosques y campos y muchas otras cosas; unos que salen de una
concha marina, otros que defecan grullas, hombres y mujeres, blancos y negros en actos y maneras
diferentes, pájaros, animales de todas clases y realizados con mucho naturalismo, cosas tan placenteras y
fantásticas que en modo alguno se podrían describir a aquellos que no las hayan visto».7
La obra fue heredada por su hijo René de Châlon y después por el sobrino de Enrique, Guillermo de
Orange, líder de la rebelión holandesa contra la corona de los Habsburgo. Fue confiscada durante la guerra
de Flandes por el duque de Alba, incluyéndose en el inventario redactado con tal motivo el 20 de enero de
1568. El duque dejó los cuadros a don Fernando, su hijo natural y prior de la orden de San Juan.4
Felipe II adquirió el tríptico en la almoneda de los bienes de don Fernando y se envió al monasterio de El
Escorial el 8 de julio de 1593, convirtiéndose de esta manera en la pintura más famosa de la colección del
Bosco que Felipe II reunió en El Escorial.8
Como sucede con todas las pinturas antiguas, el título con el que se la conoce es moderno. El inventario de
la entrega a El Escorial de 1593 la describe como «Una pintura en tabla al óleo, con dos puertas, de la
bariedad (sic) del mundo, cifrada con diversos disparates de Hieronimo Bosco, que llaman Del
Madroño».9 Fray José de Sigüenza, en su historia de la Fundación del Monasterio de El Escorial, ofreció
una amplia descripción e interpretación de «La otra tabla de la gloria vana y breve gusto de la fresa o
madroño, y su olorcillo, que apenas se siente, cuando ya es pasado, es la cosa más ingeniosa y de mayor
artificio que se pueda imaginar».10 Posteriormente, se cita en el inventario de 1700 como una pintura «de
la creación del mundo». Vicente Poleró, que en 1857 publicó un Catálogo de los cuadros del Real
Monasterio de San Lorenzo llamado del Escorial, lo llama De los deleites carnales. De ahí arranca su
actual denominación como Jardín de las delicias o De las delicias terrenales. Fue trasladado al Museo del
Prado en 1939 al final de la guerra civil española para su restauración, pues ya Antonio Ponz decía en 1777
que se encontraba bastante maltratada, y desde entonces no ha vuelto al monasterio.11
Descripción de la obra
Tríptico cerrado
El cuadro cuando está cerrado en su parte exterior alude al tercer
día de la creación del mundo. Se representa un globo terráqueo, con
la Tierra dentro de una esfera transparente, símbolo, de la fragilidad
del universo. Solo hay formas vegetales y minerales, no hay
animales ni personas. Está pintado en tonos grises, blanco y negro,
lo que se corresponde a un mundo sin el Sol ni la Luna, aunque
también es una forma de conseguir un dramático contraste con el
colorido interior, entre un mundo antes del hombre y otro poblado
por infinidad de seres (Belting).4
El tríptico abierto
Al abrirse, el tríptico presenta, en el panel izquierdo, una imagen del paraíso donde se representa el último
día de la creación, con Adán y Eva. En el panel central se representa la locura desatada: la lujuria. En esta
tabla central aparece el acto sexual y es donde se descubren todo tipo de placeres carnales, que son la
prueba de que el hombre había perdido la gracia. Por último, tenemos la tabla de la derecha donde se
representa la condena en el infierno; en ella el pintor nos muestra un escenario apocalíptico y cruel en el que
el ser humano es condenado por su pecado.
La estructura de la obra, en sí, también cuenta con un encuadre simbólico: al abrirse, realmente se cierra
simbólicamente, porque en su contenido está el principio y el fin humano. El principio en la primera tabla,
que representa el Génesis y el Paraíso, y el fin en la tercera, que representa el Infierno.
El jardín de las delicias
Panel derecho.
En lo que a primera vista parece el típico Edén, asociado a la idea de paz y sosiego, con poco que
observemos, ese idílico escenario se ve truncado. Varios signos de hostigamiento irrumpen, los animales se
enfrentan unos a otros: un león derriba a un ciervo y se dispone a comerlo y un extraño bípedo es
perseguido por un jabalí. En el estanque, las disputas entre los animales vuelven a reanudarse: un leopardo
lleva en la boca un ratón y un ave devora una rana. Son señales ajenas a la paz paradisíaca que suelen
interpretarse como aviso de pecado.
El pecado femenino se personifica en los bichejos que se arrastran por la tierra (insectos y
reptiles) o nadan por el agua (anfibios y peces), ya que, de los Cuatro elementos (tierra,
agua, fuego y aire), la tierra y el agua eran consideradas esencias pasivas llenas de
fecundidad que, como la mujer, reciben la semilla.
El pecado masculino se representa por las alimañas que vuelan (insectos voladores, aves,
murciélagos…), ya que el aire es considerado un elemento activo, asociado al fuego y
opuesto a la tierra, por lo tanto, masculino.
El demonio está escondido en los estanques y las rocas que son, para el Bosco, la
guarida de los espíritus malignos. Por ejemplo, en la fuente de la vida, vemos una estructura
entre mineral y orgánica, con un orificio por el que asoma una lechuza, un explícito símbolo
de la malicia, que también aparece en El carro de heno. Cabe la posibilidad de que este
elemento arquitectónico, similar a una flecha de una catedral, en el centro del cuadro, sea
un símbolo fálico, prefacio de los placeres de la carne de la tabla central.5 A su derecha,
«una roca cuya forma es el rostro oculto del Diablo», del que surge la serpiente que se
enrosca al Árbol de la fruta prohibida. Los extraños contornos de esos montes rocosos del
fondo, indican una posible perturbación de la pacífica convivencia.5
Aparecen en la obra animales reales, pero extremadamente exóticos en la época del Bosco como jirafas,
elefantes, leones, o leopardos, siendo África prácticamente desconocida en Europa. El autor, sólo pudo
tener referencia de esas bestias a través de los bestiarios mitológicos medievales (a los que sin duda superó
con creces) y los dibujos que comenzaban a circular gracias a la imprenta, sobre todo los que tenían a
Egipto como tema principal.
La obra presenta un intenso y variado cromatismo. Predominan los
verdes y el azul intenso del fondo, que contrastan con el manto rojo
de Dios y la blancura de los cuerpos de Adán y Eva.4
Y había Jehová Dios hecho nacer de la tierra todo árbol delicioso á la vista, y bueno para
comer: también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de ciencia del bien y del mal. /
Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro ramales. / El nombre
del uno era Pisón: éste es el que cerca toda la tierra de Havilah, donde hay oro: / Y el oro de
aquella tierra es bueno: hay allí también bdelio y piedra cornerina. / El nombre del segundo
río es Gihón: éste es el que rodea toda la tierra de Etiopía. / Y el nombre del tercer río es
Hiddekel: éste es el que va delante de Asiria. Y el cuarto río es el Éufrates.
Capítulo II del Génesis14
En el cuadro del Bosco pueden verse, en efecto, todo tipo de frutas y árboles, así como, en la parte superior,
los cuatro ríos del paraíso, incluido Pisón, con una construcción con extrañas flores doradas y Geón con
una colonia de monos, y los otros dos ríos aludiendo a los ríos de Mesopotamia. Se estaría representando el
paraíso tal y como, según el cristianismo, lo creó Dios, pero no como el lugar en que pecó Eva, sino como
el paraíso ideal, el que hubiera debido ser si Eva no hubiera pecado sino seguido las órdenes de Dios:
«Fructificad y multiplicad, y henchid la tierra, y sojuzgadla; comeréis toda hierba que da simiente y todo
árbol en que hay fruto de árbol que da simiente» (Génesis, 1:28-29), por ello las personas que aparecen
están desnudas y no sienten por ello rubor alguno (cfr. Génesis, 2:25).
La figura del personaje que probablemente sea Juan el Bautista señalaría admonitoriamente que ese es el
mundo descrito por Dios, poblado por una multitud de felices inocentes, que no pudo llegar a existir debido
a la caída, y por ello sitúa a la culpable, Eva, encerrada en una cueva y con un escudo de cristal.13
Un estudio de 2016 ha vuelto a poner de relieve la supuesta "falta de base científica" de la interpretación
esotérica de Fraenger. Este último estudio se aparta definitivamente de la lectura tradicional, que
cronológicamente iría de la "Creación del Mundo" (solapas cerradas) a la "Amenaza del Infierno" (solapa
izquierda abierta, a la derecha del espectador), pasando por el "Paraíso Perdido" (solapa derecha abierta, a
nuestra izquierda) y la "Vida terrenal prediluviana" (panel central). Corrobora -como punto de partida para
la lectura de este tríptico- la interpretación contemporánea de Jean Wirth, seguida por Frédéric Elsig y Hans
Belting: la de la visión de la realidad de un presente infernal. Así pues, el tríptico abierto debe leerse
cronológicamente, no de izquierda a derecha, sino de derecha a izquierda, desde la descripción infernal de
la condición humana caótica y dispersa (panel izquierdo abierto, a nuestra derecha) hasta la unidad
reencontrada en la reintegración por el principio masculino del principio femenino (panel derecho abierto, a
nuestra izquierda), pasando por un vasto ritual de transmutación que parece una nebulosa, alias la "fiesta de
las metamorfosis" (panel central). Además, se sostiene la tesis de que el Bosco invirtió deliberadamente la
disposición física y estructural de los dos paneles laterales. La retroversión pura y simple de estos dos
paneles es la única manera de devolver al tríptico su coherencia espacio-temporal original, restableciendo
una lectura cronológica de izquierda a derecha. De este modo, se restablece una verdadera continuidad
espacial, topográfica, estilística y cromática entre los dos paneles laterales y el panel central. Además, las
tres piezas de este tríptico se comportan ahora como vasos comunicantes, en perpetuo movimiento de
vórtice. Se dice que esta inversión fue creada deliberadamente por Jerónimo Bosch para desdibujar las
líneas de su manifiesto pictórico, tan heterodoxo y subversivo, por no decir herético, a los ojos de la Iglesia
católica romana de su época15 .
En la parte inferior a la izquierda aparece un grupo de jugadores (hay dados, naipes, tablero de
backgammon, una mujer desnuda portando una jarra) atormentados y torturados por demonios en medio de
un gran caos, todo lo cual alude a la lujuria, la pereza y la gula. A la derecha, se ve a un hombre abrazado
por un cerdo con velo de monja, probablemente aludiendo a la lujuria.
Otros detalles
Se pueden apreciar en el panel los siguientes: un monstruo en forma de mariposa en lo bajo de la escalera
donde sube el hombre con la flecha clavada en su trasero, unas llaves (a la izquierda del hombre-árbol), un
conejo llevando un hombre en un palo cabeza abajo, representación que también aparece en el panel
derecho de El carro de heno, sobre uno de los instrumentos musicales, un hombre que mira hacia abajo e
intenta mantener el equilibrio con un huevo en su espalda, y, detrás del hombre y el cerdo con velo de
monja, un hombre de ropajes rosados. A modo de broche, lleva un sapo, símbolo de la maldad y el
demonio.
Estilo
Estos cuadros parecen una censura implacable, pero su inacabable fantasía, y el encuadre poético los hace,
a pesar de todo, divertidos y optimistas. Su ironía y burla del mundo se contraponen al realismo hierático de
Jan van Eyck.
La diferencia entre las pinturas del Bosco y las de otros es que los demás procuraron pintar al
hombre cual parece por de fuera; éste sólo se atrevió a pintarle cual es por dentro (...) Los
cuadros del Bosco no son disparates, sino unos libros de gran prudencia y artificio, y sí
disparates son los nuestros, no los suyos, y, por decirlo de una vez, es una sátira pintada de los
pecados y desvaríos de los hombres.8
El autor
El Bosco (1450-1516), se llamaba Jheronimus van Aken, apodado
Bosch (por su lugar de nacimiento, 's-Hertogenbosch, en Holanda,
coloquialmente llamado Den Bosch y en castellano Bolduque),
tuvo una vida acomodada, ya que se casó con una mujer adinerada
(Aleyt van Mervende). Hombre piadoso, miembro de la más
prestigiosa cofradía local dedicada al culto de la Virgen María,
compartía las preocupaciones en materia de religión, pecado y sexo
manifestadas en el movimiento coetáneo de la devotio moderna,
extendida por los Países Bajos.
Referencias
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Museo del Prado. p. 1. ISBN 978-84-8480-137-5.
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en Europa (antología), pág.136. Espasa Calpe. ISBN 84-
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3. Silva Maroto, Pilar. «Jardín de las delicias, El [El Bosco] -
Retrato de El Bosco realizado por
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6. Glum 2007, 3
7. Boom, Henk (2018). El Bosco al desnudo: 500 años de
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10. José de Sigüenza, Tercera parte de la Historia de la Orden de San Gerónimo, 1605.
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12. L. Cirlot (dir.), Museo del Prado I, Col. «Museos del Mundo», Tomo 6, Espasa, 2007. ISBN
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13. Juan Antonio Ramírez, «El Bosco: futurible divino y paraíso invertido», en «Bosco», Los
grandes genios del arte, n.º 25, Eileen Romano (dir.), Unidad Editorial, S.A., 2005, ISBN 84-
89780-69-2.
14. Véase en http://www.awmach.org/webo/BVA/ge.htm Archivado (https://web.archive.org/web/
20070715174545/http://www.awmach.org/webo/BVA/ge.htm) el 15 de julio de 2007 en
Wayback Machine..
15. Xavier d’Hérouville & Aurore Caulier (2024). «The inverted Triptych by Hieronymus Bosch»
(https://hal.science/hal-04462871v2/document).
Bibliografía
Glum, Peter (2007). The key to Boschs "Garden of Earthly Delights" found in allegorical
Bible interpretation (en inglés). Tokyo: Chio-koron Bijutsu Shuppan. ISBN 978-4-8055-0545-8.
Torres, Raúl. «Hieronymus Bosch (el Bosco)». Maestros del Museo del Prado. Editorial
Panorama, Madrid.
Varios Autores (1997). Historia del Arte. El Gótico. Editorial Océano-Instituto Gallach.
Barcelona. ISBN 84-494-0315-4.
Zorrilla, Juan-José (2000). El Bosco. Aldeasa, Madrid. ISBN 84-8003-989-2.
Enlaces externos
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