El Jardín de Las Delicias

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El jardín de las delicias

El jardín de las delicias es el nombre


contemporáneo con el que se conoce a una de las El jardín de las delicias
obras más conocidas del pintor neerlandés (De tuin der lusten)
Jheronimus Bosch (el Bosco). Se trata de un tríptico
pintado al óleo sobre tabla de 220 × 389 cm,
compuesto de una tabla central de 220 cm × 195 cm
y dos laterales de 220 cm × 97 cm cada una
(pintadas en sus dos lados) que se pueden cerrar
sobre dicha tabla central.

Es una obra de contenido simbólico, sobre el que se


han ofrecido variadas interpretaciones, como El Año c. 1500-15051 ​
carro de heno o la Mesa de los pecados capitales, Autor El Bosco
algunas de las nueve obras que llegó a adquirir el rey Técnica Pintura al óleo sobre tabla
Felipe II de España,2 ​ gran admirador del pintor, y
Estilo Primitivo flamenco
guardadas durante algún tiempo en el Monasterio de
Tamaño 220 cm × 389 cm1 ​
El Escorial. Obedece a una intención moralizante y
satírica que iba a hacer fortuna ya en su época, como Localización Museo del Prado, Madrid,
demuestra la temprana aparición de copistas e España

imitadores. País de Países Bajos


origen
Considerada como una de las obras más fascinantes,
misteriosas y atrayentes de la historia del arte, el cuadro forma parte de los fondos de exposición
permanente del Museo del Prado de Madrid, donde ingresó como depósito del Patrimonio Nacional en
1939.3 ​

Historia
Como el resto de las obras del Bosco, carece de datación unánime entre los especialistas, siendo una de
aquellas en las que más enfrentadas están las posiciones. Mientras unos la consideran juvenil, otros dicen
que es obra de madurez. Baldass y otros, la sitúan en la época juvenil del Bosco (1485).4 ​ Cinotti, la sitúa
en torno al año 1503. Otras fuentes hablan de hacia 1510.5 ​ Tolnay y Larsen, la emplaza al final de la
actividad del Bosco (1514-1515). Los análisis dendrocronológicos del roble de las tablas lo datan entre
1460 y 1466, dando así un terminus post quem para la realización de la obra.6 ​ En el catálogo de la
exposición sobre el artista, celebrada en Róterdam en el año 2001, se señala la fecha entre 1480 y 1490.4 ​
En la guía de visita editada por el Museo del Prado se señalan las fechas 1500-1505.

A partir de Gibson y hasta la actualidad (Hans Belting, 2002), se ha conjeturado que se realizó para Enrique
III de Nassau-Breda.4 ​ Los primeros poseedores de la obra fueron, pues, los miembros de la casa de
Nassau, en cuyo palacio de Bruselas pudo ver el cuadro el primer biógrafo del Bosco, Antonio de Beatis,
personaje que viajaba en el séquito del cardenal Luis de Aragón, en el año 1517. Su descripción no deja
lugar a dudas de que se encuentra frente al famoso tríptico: «Después hay algunas tablas con diversas
bizarrías, donde se imitan mares, cielos, bosques y campos y muchas otras cosas; unos que salen de una
concha marina, otros que defecan grullas, hombres y mujeres, blancos y negros en actos y maneras
diferentes, pájaros, animales de todas clases y realizados con mucho naturalismo, cosas tan placenteras y
fantásticas que en modo alguno se podrían describir a aquellos que no las hayan visto».7 ​

La obra fue heredada por su hijo René de Châlon y después por el sobrino de Enrique, Guillermo de
Orange, líder de la rebelión holandesa contra la corona de los Habsburgo. Fue confiscada durante la guerra
de Flandes por el duque de Alba, incluyéndose en el inventario redactado con tal motivo el 20 de enero de
1568. El duque dejó los cuadros a don Fernando, su hijo natural y prior de la orden de San Juan.4 ​

Felipe II adquirió el tríptico en la almoneda de los bienes de don Fernando y se envió al monasterio de El
Escorial el 8 de julio de 1593, convirtiéndose de esta manera en la pintura más famosa de la colección del
Bosco que Felipe II reunió en El Escorial.8 ​

Como sucede con todas las pinturas antiguas, el título con el que se la conoce es moderno. El inventario de
la entrega a El Escorial de 1593 la describe como «Una pintura en tabla al óleo, con dos puertas, de la
bariedad (sic) del mundo, cifrada con diversos disparates de Hieronimo Bosco, que llaman Del
Madroño».9 ​ Fray José de Sigüenza, en su historia de la Fundación del Monasterio de El Escorial, ofreció
una amplia descripción e interpretación de «La otra tabla de la gloria vana y breve gusto de la fresa o
madroño, y su olorcillo, que apenas se siente, cuando ya es pasado, es la cosa más ingeniosa y de mayor
artificio que se pueda imaginar».10 ​ Posteriormente, se cita en el inventario de 1700 como una pintura «de
la creación del mundo». Vicente Poleró, que en 1857 publicó un Catálogo de los cuadros del Real
Monasterio de San Lorenzo llamado del Escorial, lo llama De los deleites carnales. De ahí arranca su
actual denominación como Jardín de las delicias o De las delicias terrenales. Fue trasladado al Museo del
Prado en 1939 al final de la guerra civil española para su restauración, pues ya Antonio Ponz decía en 1777
que se encontraba bastante maltratada, y desde entonces no ha vuelto al monasterio.11 ​

Descripción de la obra

Tríptico cerrado
El cuadro cuando está cerrado en su parte exterior alude al tercer
día de la creación del mundo. Se representa un globo terráqueo, con
la Tierra dentro de una esfera transparente, símbolo, de la fragilidad
del universo. Solo hay formas vegetales y minerales, no hay
animales ni personas. Está pintado en tonos grises, blanco y negro,
lo que se corresponde a un mundo sin el Sol ni la Luna, aunque
también es una forma de conseguir un dramático contraste con el
colorido interior, entre un mundo antes del hombre y otro poblado
por infinidad de seres (Belting).4 ​

Tradicionalmente, la imagen que muestra el tríptico cerrado se ha


interpretado como el tercer día de la creación. El número tres se
considera un número completo, perfecto, ya que en sí mismo El tríptico cerrado: La Creación del
encierra el principio y el fin. Y aquí, al cerrarse, se transforma en el mundo, óleo sobre tabla, 220 cm x
número uno, en el círculo: de nuevo nos permite vislumbrar la 195 cm.

perfección absoluta y, quizás, a la trinidad divina. En la esquina


superior izquierda, aparece una pequeña imagen de Dios, con una tiara y la Biblia sobre las rodillas, que
emana un rayo de luz de su boca que al chocar con la Tierra produce un destello. En la parte superior, se
puede leer la frase, extraída del salmo 33, IPSE DIXIT ET FACTA S(U)NT, IPSE MAN(N)DAVIT ET CREATA S(U)NT,
que significa «Él mismo lo dijo, y todo fue hecho, Él mismo lo ordenó, y todo fue creado». Otros
interpretan que pudiera representar la Tierra tras el Diluvio Universal.[cita requerida]

El tríptico abierto
Al abrirse, el tríptico presenta, en el panel izquierdo, una imagen del paraíso donde se representa el último
día de la creación, con Adán y Eva. En el panel central se representa la locura desatada: la lujuria. En esta
tabla central aparece el acto sexual y es donde se descubren todo tipo de placeres carnales, que son la
prueba de que el hombre había perdido la gracia. Por último, tenemos la tabla de la derecha donde se
representa la condena en el infierno; en ella el pintor nos muestra un escenario apocalíptico y cruel en el que
el ser humano es condenado por su pecado.

La estructura de la obra, en sí, también cuenta con un encuadre simbólico: al abrirse, realmente se cierra
simbólicamente, porque en su contenido está el principio y el fin humano. El principio en la primera tabla,
que representa el Génesis y el Paraíso, y el fin en la tercera, que representa el Infierno.
El jardín de las delicias

Panel izquierdo. Panel central.

Panel derecho.

Panel izquierdo: El jardín del Edén


El postigo de la izquierda representa el paraíso terrenal. Mide 220
centímetros de alto por 97,5 cm de ancho. Al fondo, puede verse la
Fuente de la Vida. En primer plano hay una escena del todo atípica,
ya que no representa ni la creación de Eva de la costilla de Adán, ni
el modo de comportarse en el jardín, ni la reconvención que sigue a
la expulsión del paraíso (los únicos temas relatados en el Génesis en
relación con este episodio). En esta curiosa y original escena
aparecen Dios, Eva y Adán. Adán está despierto, lo que sólo
aparece en miniaturas, y Dios le está presentando a Eva, recién
creada. Dios está representado de una manera anticuada para los
tiempos del Bosco: como Jesucristo.4 ​ Eva se encuentra arrodillada
en el suelo y Dios la sujeta por la muñeca. Adán, semitumbado,
mira a la futura pecadora. Junto al primer hombre y la primera
mujer, aparece el Árbol de la vida (un exótico drago), y en un Detalle del Jardín del Edén, Dios y
segundo plano, a la derecha, el Árbol del bien y del mal (una Eva.
palmera, también llamado el árbol de la ciencia), ya que alrededor
de él se enrolla la serpiente tentadora. Dado que en el siguiente
panel se representa un mundo lujurioso, se ha interpretado esta tabla como el preludio de lo que después
acontecerá.

En lo que a primera vista parece el típico Edén, asociado a la idea de paz y sosiego, con poco que
observemos, ese idílico escenario se ve truncado. Varios signos de hostigamiento irrumpen, los animales se
enfrentan unos a otros: un león derriba a un ciervo y se dispone a comerlo y un extraño bípedo es
perseguido por un jabalí. En el estanque, las disputas entre los animales vuelven a reanudarse: un leopardo
lleva en la boca un ratón y un ave devora una rana. Son señales ajenas a la paz paradisíaca que suelen
interpretarse como aviso de pecado.

El pecado femenino se personifica en los bichejos que se arrastran por la tierra (insectos y
reptiles) o nadan por el agua (anfibios y peces), ya que, de los Cuatro elementos (tierra,
agua, fuego y aire), la tierra y el agua eran consideradas esencias pasivas llenas de
fecundidad que, como la mujer, reciben la semilla.
El pecado masculino se representa por las alimañas que vuelan (insectos voladores, aves,
murciélagos…), ya que el aire es considerado un elemento activo, asociado al fuego y
opuesto a la tierra, por lo tanto, masculino.
El demonio está escondido en los estanques y las rocas que son, para el Bosco, la
guarida de los espíritus malignos. Por ejemplo, en la fuente de la vida, vemos una estructura
entre mineral y orgánica, con un orificio por el que asoma una lechuza, un explícito símbolo
de la malicia, que también aparece en El carro de heno. Cabe la posibilidad de que este
elemento arquitectónico, similar a una flecha de una catedral, en el centro del cuadro, sea
un símbolo fálico, prefacio de los placeres de la carne de la tabla central.5 ​A su derecha,
«una roca cuya forma es el rostro oculto del Diablo», del que surge la serpiente que se
enrosca al Árbol de la fruta prohibida. Los extraños contornos de esos montes rocosos del
fondo, indican una posible perturbación de la pacífica convivencia.5 ​
Aparecen en la obra animales reales, pero extremadamente exóticos en la época del Bosco como jirafas,
elefantes, leones, o leopardos, siendo África prácticamente desconocida en Europa. El autor, sólo pudo
tener referencia de esas bestias a través de los bestiarios mitológicos medievales (a los que sin duda superó
con creces) y los dibujos que comenzaban a circular gracias a la imprenta, sobre todo los que tenían a
Egipto como tema principal.
La obra presenta un intenso y variado cromatismo. Predominan los
verdes y el azul intenso del fondo, que contrastan con el manto rojo
de Dios y la blancura de los cuerpos de Adán y Eva.4 ​

Panel central: El jardín de las delicias


La tabla central es el Jardín de las delicias, propiamente dicho;
mide 220 cm de alto por 195 de ancho. Un falso paraíso en el que
la humanidad ya ha sucumbido en pleno al pecado, especialmente a
la lujuria, y se dirige a su perdición. Decenas de símbolos
diferentes, cuyas claves solo pueden sospecharse, pueblan este
espacio opresivo y angustioso en el que la locura se ha apoderado
del mundo. Aparecen tanto hombres como mujeres: blancos y
negros, desnudos. Se muestran todo tipo de relaciones sexuales y Roca antropomorfa.
escenas eróticas, principalmente heterosexuales, pero también
homosexuales y onanistas. Además, aparecen también relaciones
eróticas y sexuales entre animales, e incluso entre plantas.

La parte inferior de la tabla está dominada por


numerosos desnudos, en grupos o en parejas, junto con
extrañas plantas, minerales y conchas o comiendo
grandes frutos.4 ​ Todas las frutas, (cerezas, frambuesas,
fresas, uvas, madroños, etc.), son una clara alusión a los
placeres sexuales. En la Edad Media, la expresión
«coger fruta» equivalía a tener comercio carnal. Pero, al
mismo tiempo, las frutas simbolizan la fugacidad de
dicho placer, pues pasan en unos días de la frescura a la
putrefacción.
Sobre todo a la izquierda hay pájaros de grandes
proporciones. Estas aves, como el petirrojo son también
Detalle.
símbolos eróticos, en concreto de la lascivia.
Las extrañas estructuras que aprisionan y oprimen a
los personajes, a veces son como pompas y otras como ostras y conchas, cuya función, es
dar a conocer indirectamente que el pecado se apodera del ser humano, lo corrompe y
atrapa para siempre. Muchas de estas estructuras recuerdan a alambiques o matraces, lo
que hace que algunos historiadores consideren que muy probablemente, los significados
intrínsecos de la obra se hallen vinculados al mundo de la alquimia.12 ​
Los estanques no son limpios, sino focos de concupiscencia, fuente y origen de todos los
males que refleja la pintura; de hecho, en aquella época, referirse al baño podía aludir a
Venus y, por lo tanto, al amor carnal. En el centro de la tabla aparece un estanque, cuya
forma circular queda subrayada por un cortejo de jinetes, compuesto casi exclusivamente
por hombres desnudos,5 ​ montados en animales variados, reales o fantásticos: leopardos,
panteras, leones, osos, unicornios, ciervos, asnos, grifones, etcétera, tomados de los
bestiarios medievales.4 ​ Se ha interpretado la aparición de esos animales como símbolos
de la lujuria. El estanque podría representar la fuente de la eterna juventud, un motivo muy
extendido en la pintura del siglo xvi, o quizá sean las aguas en las que los hombres bañan
sus pecados.5 ​También se le ha considerado que podría ser el «estanque del adulterio», en
el que, mientras los hombres cabalgan en círculo alrededor, las mujeres se bañan, y llevan
tocados de cuervos (incredulidad) pavos (símbolo de vanidad), ibis y otros. Detrás hay un
estanque en el que flota un enorme globo gris azulado, utilizado para realizar acrobacias
lascivas por parte de los personajes lujuriosos,12 ​ y hay un río dividido en cuatro ramales.
Sería el «laberinto de la voluptuosidad, con el estanque en el que flota el enorme globo gris
azulado de la "fuente del adulterio"»; a sus cuatro lados, unas extrañas colinas-torres,
excéntricas construcciones vegetales y minerales. Los cuatro ramales en los que se divide
la corriente serían los cuatro ríos del paraíso terrenal.4 ​
Chocan extremadamente las extraordinarias dimensiones de los animales (peces y
mejillones incluidos) y las plantas, que llegan incluso a sobrepasar la estatura de los
hombres. Es la idea del mundo al revés, muy presente en el lenguaje iconográfico y
literario de la época (La nave de los necios de Sebastian Brandt o el Elogio de la locura, de
Erasmo, que debió de escribirse en 1508 son muestras de ello). Hay una obsesión por
presentar animales y personas en posiciones invertidas: uno de ellos aparece con la
cabeza y el torso sumergidos en el agua mientras que abre las piernas en forma de Y. Junto
a las construcciones fantásticas de la parte superior de la tabla, dos hombres transportan un
oso en un palo cuyo cuerpo cuelga hacia arriba, desafiando la ley de la gravedad. Todas
estas escenas muestran que nos encontramos ante un falso paraíso en el que todo lo que
en él se representa no es lo que parece.
Otro elemento clave de la tabla es la indiferenciación sexual. Apenas distinguimos a los
hombres de las mujeres. Los únicos signos de diferenciación entre los dos sexos son los
pechos femeninos (nunca demasiado voluptuosos) y los genitales masculinos. Podría ser
que el Bosco buscara así querer mostrar que toda la humanidad estaba implicada en el
pecado.
En la parte inferior de la tabla, se pueden apreciar
otros dos elementos simbólicos donde concurren varios
personajes. Uno de ellos, el único por cierto que
aparece vestido en todo el cuadro, mira claramente
hacia afuera estableciendo una complicidad con el
espectador. Señala a una mujer tumbada que a todas
luces parece ser Eva. Detrás del hombre vestido,
irrumpe un tercer personaje. Acerca de quién es el
hombre vestido hay varias teorías. Bax, por ejemplo, lo
identifica con Adán, mientras que el hombre que aparece
por detrás saliendo de una cueva sería Noé, anunciando
una nueva era tras el diluvio. Mateo tiene otra teoría que
presupone que el varón pertrechado es Juan Bautista,
que siempre se representa con una piel deshilachada y
señalando siempre algo, el Cordero normalmente. Aquí,
sin embargo, el Bosco nos sorprendería una vez más. El Eva escondida en una cueva y
Bautista no aparece señalando al que quita los pecados señalada por Juan el Bautista como
del mundo (el Cordero) sino precisamente a la que los culpable.
trajo, Eva. La cueva por la que irrumpe San Juan, sería
el símbolo de entrada en el limbo, tal como se describe
en el evangelio apócrifo según Nicodemo. San Juan encarnaría de esta forma el gozne
entre el mundo anterior al pecado y el mundo terrenal. Por otro lado, hay otra obra
interesante de San Agustín, Comentario al Génesis contra los maniqueos, en la que el
célebre autor señala que la muerte está fijada en la túnica de pieles: «Ellos se habrían
cubierto de hojas y Dios les entregó túnicas de pieles, los cubrió con la mortalidad de esta
vida». Este significado es el que hace pensar a los estudiosos que debajo de esa túnica se
encuentra la pareja original. Desde la cueva se convierten en testigos de lo que sobrevino
al mundo por su culpa. Además, en la esquina inferior izquierda, hay un grupo de hombres
que están señalando hacia la tabla anterior, en especial a Eva, lo que se ha interpretado
como una clara acusación a la mujer como responsable de haber sucumbido a la tentación
de la serpiente, cometiendo el pecado por el que pagará toda la humanidad. La misoginia
en la época en la que el Bosco pinta el Jardín de las delicias es de sobra conocida. Erasmo
hablaba de la necedad de la mujer, señalando que ésta sólo servía para procurar placer al
hombre, el cual también rozaba la necedad cuando la buscaba.
Esta es la interpretación tradicional del panel central. No obstante, ha habido otras que se apartan de la
misma, teniendo en cuenta que el Bosco realmente no condena lo que se está viendo en este panel, al
contrario, parece un mundo positivo, altamente «deseable». Se representa un universo de felicidad, sin
dolor, enfermedad ni muerte. No se representa el paso del tiempo (no hay niños ni ancianos), tampoco se ve
a nadie trabajando para ganarse el sustento con el sudor de su frente. Se describe a una humanidad diversa,
que se alimenta de los frutos de la tierra y se organiza en estructuras naturales. Por ello, Wilhelm Fraenger
creyó ver en la obra una ilustración de las concepciones religiosas de la secta herética de los adamitas, tesis
que hoy no goza de aceptación. Paul Vandenbroeck (2001) ha defendido que aquí se representa la Montaña
de Venus (el Grial), conocida a fines del periodo medieval como el «falso paraíso», si bien como las tesis
tradicionales, entiende que es «pecador y demoníaco». Juan Antonio Ramírez13 ​ defiende, en cambio, que
lo que se está representando realmente, dado que hay una continuidad del paisaje en relación con la tabla de
la izquierda, es una ilustración del Génesis. Se estaría describiendo el paraíso terrenal, según el Génesis:

Y había Jehová Dios hecho nacer de la tierra todo árbol delicioso á la vista, y bueno para
comer: también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de ciencia del bien y del mal. /
Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro ramales. / El nombre
del uno era Pisón: éste es el que cerca toda la tierra de Havilah, donde hay oro: / Y el oro de
aquella tierra es bueno: hay allí también bdelio y piedra cornerina. / El nombre del segundo
río es Gihón: éste es el que rodea toda la tierra de Etiopía. / Y el nombre del tercer río es
Hiddekel: éste es el que va delante de Asiria. Y el cuarto río es el Éufrates.
Capítulo II del Génesis14 ​

En el cuadro del Bosco pueden verse, en efecto, todo tipo de frutas y árboles, así como, en la parte superior,
los cuatro ríos del paraíso, incluido Pisón, con una construcción con extrañas flores doradas y Geón con
una colonia de monos, y los otros dos ríos aludiendo a los ríos de Mesopotamia. Se estaría representando el
paraíso tal y como, según el cristianismo, lo creó Dios, pero no como el lugar en que pecó Eva, sino como
el paraíso ideal, el que hubiera debido ser si Eva no hubiera pecado sino seguido las órdenes de Dios:
«Fructificad y multiplicad, y henchid la tierra, y sojuzgadla; comeréis toda hierba que da simiente y todo
árbol en que hay fruto de árbol que da simiente» (Génesis, 1:28-29), por ello las personas que aparecen
están desnudas y no sienten por ello rubor alguno (cfr. Génesis, 2:25).

La figura del personaje que probablemente sea Juan el Bautista señalaría admonitoriamente que ese es el
mundo descrito por Dios, poblado por una multitud de felices inocentes, que no pudo llegar a existir debido
a la caída, y por ello sitúa a la culpable, Eva, encerrada en una cueva y con un escudo de cristal.13 ​

Un estudio de 2016 ha vuelto a poner de relieve la supuesta "falta de base científica" de la interpretación
esotérica de Fraenger. Este último estudio se aparta definitivamente de la lectura tradicional, que
cronológicamente iría de la "Creación del Mundo" (solapas cerradas) a la "Amenaza del Infierno" (solapa
izquierda abierta, a la derecha del espectador), pasando por el "Paraíso Perdido" (solapa derecha abierta, a
nuestra izquierda) y la "Vida terrenal prediluviana" (panel central). Corrobora -como punto de partida para
la lectura de este tríptico- la interpretación contemporánea de Jean Wirth, seguida por Frédéric Elsig y Hans
Belting: la de la visión de la realidad de un presente infernal. Así pues, el tríptico abierto debe leerse
cronológicamente, no de izquierda a derecha, sino de derecha a izquierda, desde la descripción infernal de
la condición humana caótica y dispersa (panel izquierdo abierto, a nuestra derecha) hasta la unidad
reencontrada en la reintegración por el principio masculino del principio femenino (panel derecho abierto, a
nuestra izquierda), pasando por un vasto ritual de transmutación que parece una nebulosa, alias la "fiesta de
las metamorfosis" (panel central). Además, se sostiene la tesis de que el Bosco invirtió deliberadamente la
disposición física y estructural de los dos paneles laterales. La retroversión pura y simple de estos dos
paneles es la única manera de devolver al tríptico su coherencia espacio-temporal original, restableciendo
una lectura cronológica de izquierda a derecha. De este modo, se restablece una verdadera continuidad
espacial, topográfica, estilística y cromática entre los dos paneles laterales y el panel central. Además, las
tres piezas de este tríptico se comportan ahora como vasos comunicantes, en perpetuo movimiento de
vórtice. Se dice que esta inversión fue creada deliberadamente por Jerónimo Bosch para desdibujar las
líneas de su manifiesto pictórico, tan heterodoxo y subversivo, por no decir herético, a los ojos de la Iglesia
católica romana de su época15 ​.

Panel derecho: El infierno


El postigo de la derecha representa el infierno. Mide 220 cm de alto
por 97,5 de ancho.

También es conocido como El infierno musical, por las múltiples


representaciones de instrumentos musicales que aparecen. Se ignora
por qué el Bosco asocia la música con el pecado. Están pintados los
tormentos del infierno, a los que está expuesta la Humanidad.
Describe un mundo onírico, demoníaco, opresivo y de
innumerables tormentos.5 ​ Es una tabla muy sombría en
comparación con el colorido de las otras dos tablas: tonos lívidos
del infierno de hielo, vivas llamas del infierno de fuego.4 ​ La tabla
se puede dividir en tres niveles:
infierno musical.
En el nivel superior se ve la típica imagen del infierno, con fuego
y torturas. Las arquitecturas están sumidas en extrañas
iluminaciones fosforescentes.12 ​ Ese incendio, que realmente
representa el paisaje nocturno de una ciudad en llamas, se ha
relacionado con un trauma del pintor, que vio cuando era niño
como su localidad natal era pasto del fuego. Estas representaciones
de ciudades en llamas se pueden ver en otros cuadros del autor. La
atmósfera resulta totalmente demoníaca.12 ​ La crítica parece
coincidir en que el cuchillo unido a las dos orejas es un genital
masculino, mientras que la gaita que un monstruo sostiene sobre la
cabeza, podría ser un elemento homosexual o, tal vez, femenino.

En la parte central aparece un mundo onírico, con criaturas


fantásticas, y cuya figura central en un «hombre-árbol», conocido
también por un dibujo autógrafo del Museo Albertina de Viena.4 ​El
hombre-árbol mira directamente al espectador. Se ha interpretado en Detalle del hombre-árbol.
numerosas ocasiones como el rostro del propio artista y que con un
torpe vendaje intenta ocultar una llaga. Sobre su cabeza lleva un
disco, en el que bailan pequeños monstruos5 ​ junto a una gran gaita la cual posee aspecto de alambique.
Sus brazos son como troncos de árbol y están descansando sobre barcas. Su tórax está abierto y hueco
como una cáscara de huevo, y en su interior hay más seres (también debajo de él vemos un personaje que
sube la escalera con una flecha incrustada en sus nalgas, como una posible alusión a la lujuria). Debajo de
él, hay un lago helado, sobre el que patinan algunos condenados, mientras el hielo se resquebraja. En la
Edad Media se consideraba el contraste entre el frío y el calor como una de las torturas del infierno. Destaca
un personaje con cabeza de pájaro, sentado en una trona, con una olla en la cabeza y dos ánforas en los
pies, elementos de cocina que pueden aludir a la gula. Se piensa que podría ser Satanás tragándose a los
condenados y defecándolos en un pozo negro en el que otros personajes vomitan inmundicias o defecan
monedas. Este último, quizás, como alusión a la avaricia. Bajo el manto de Satanás, una mujer desnuda
sujetada por un demonio es forzada a mirarse en un espejo convexo colocado en las nalgas de otro
demonio, aludiendo al pecado de la soberbia. Ya en el límite de la tabla, vemos a un hombre durmiendo
junto a un demonio con grandes ojos, tal vez, como una alusión a sus pesadillas. A la derecha del hombre-
árbol, un caballero es despedazado y devorado por una manada de perros demoníacos, sosteniendo una
bandera cuyo estandarte figura un sapo, fiel servidor del demonio.

En la parte inferior a la izquierda aparece un grupo de jugadores (hay dados, naipes, tablero de
backgammon, una mujer desnuda portando una jarra) atormentados y torturados por demonios en medio de
un gran caos, todo lo cual alude a la lujuria, la pereza y la gula. A la derecha, se ve a un hombre abrazado
por un cerdo con velo de monja, probablemente aludiendo a la lujuria.

Otros detalles
Se pueden apreciar en el panel los siguientes: un monstruo en forma de mariposa en lo bajo de la escalera
donde sube el hombre con la flecha clavada en su trasero, unas llaves (a la izquierda del hombre-árbol), un
conejo llevando un hombre en un palo cabeza abajo, representación que también aparece en el panel
derecho de El carro de heno, sobre uno de los instrumentos musicales, un hombre que mira hacia abajo e
intenta mantener el equilibrio con un huevo en su espalda, y, detrás del hombre y el cerdo con velo de
monja, un hombre de ropajes rosados. A modo de broche, lleva un sapo, símbolo de la maldad y el
demonio.

Estilo
Estos cuadros parecen una censura implacable, pero su inacabable fantasía, y el encuadre poético los hace,
a pesar de todo, divertidos y optimistas. Su ironía y burla del mundo se contraponen al realismo hierático de
Jan van Eyck.

El objetivo parece ser el de moralizar, a base de ácidas críticas, que recuerdan a la


tradición medieval que se servía de la deformación y la caricatura para revelar la malicia de
sus personajes. Esta es la opinión tradicional, como considera su primer analista, el padre
José de Sigüenza (1605):

La diferencia entre las pinturas del Bosco y las de otros es que los demás procuraron pintar al
hombre cual parece por de fuera; éste sólo se atrevió a pintarle cual es por dentro (...) Los
cuadros del Bosco no son disparates, sino unos libros de gran prudencia y artificio, y sí
disparates son los nuestros, no los suyos, y, por decirlo de una vez, es una sátira pintada de los
pecados y desvaríos de los hombres.8 ​

Recursos pictóricos: No obstante, el Bosco, supera a sus referencias gracias al bagaje


heredado de los Van Eyck y otros pintores flamencos, que le proporcionaron numerosas
herramientas pictóricas. A la crudeza medieval se añade, ahora, una visión poética, gracias
a los recursos en los que el Bosco era un maestro: fue un gran dibujante, un maestro del
color del claroscuro, del tratamiento de la luz y de la perspectiva. El paisaje (los hay
luminosos o crepusculares), que a pesar de ser irreal es siempre lírico. El claro cromatismo
del ala izquierda y de la tabla central se ha comparado con miniaturas persas (L. v.
Puyvelde), mientras que la grandiosa representación nocturna de la parte superior del
infierno anuncia las escenas de noche de los siglos xvi y xvii.5 ​
Composición: Es aparentemente caótica, con multitud de escenas colocadas sin obedecer
a una ordenación espacial clara, aunque en todas las escenas parecen existir grandes
objetos que actúan como ejes organizadores (las fuentes en la primera tabla, los estanques
en la segunda, y el hombre-árbol y la zanfona en la tercera). Coloca siempre la línea del
horizonte muy alta para lograr profundidad y poder poner sucesivos planos que, a pesar de
su independencia, se funden unos con otros. A pesar de estar compuesto por numerosos
pequeños detalles, el tríptico se basa en una composición muy reflexionada. El paraíso y la
tierra están unidos por la misma claridad y un mismo horizonte, repitiéndose en ellas la
estructura circular y las lagunas. No obstante, el infierno es distinto, nocturno,
desesperanzado.5 ​

El autor
El Bosco (1450-1516), se llamaba Jheronimus van Aken, apodado
Bosch (por su lugar de nacimiento, 's-Hertogenbosch, en Holanda,
coloquialmente llamado Den Bosch y en castellano Bolduque),
tuvo una vida acomodada, ya que se casó con una mujer adinerada
(Aleyt van Mervende). Hombre piadoso, miembro de la más
prestigiosa cofradía local dedicada al culto de la Virgen María,
compartía las preocupaciones en materia de religión, pecado y sexo
manifestadas en el movimiento coetáneo de la devotio moderna,
extendida por los Países Bajos.

Referencias
1. de Antonio, Trinidad; Riello, José (2012). Guía de visita.
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Bibliografía
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Enlaces externos
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a=jardin%20delicias) en la página web del Museo del Prado

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