Chango El Gran Putas

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MANUEL ZAPATA

OLIVELLA

CHANGO5
EL GRAN PUTAS
Ministerio de Cultura Universidaddel Valle
Instituto Caro y Cuervo Universidad de Cartagena
Biblioteca Nacional de Colombia Universidad de Córdoba
Universidad Tecnológica de Pereira
Biblioteca Nacional de Colombia
Catalogación en la pulblicación
-

7apata Olivella. Manuel. 1920-2004


Changó. el gran putas / Manuel Zapata Olivella. -- 5a. ed. - Cali: Universidad del Vall

2020
700 p.: 24 em.-- (Año Manuel Zapata Olivella / Ministerio de Cultura)
Incluye glosario. -- Contiene datos biográficos del autor.

978-958-5144-00-2 (edición digital en pdf)


SBN
978-958-5599.99-4 (edición impresa)
1. ZapataOlivella. Manuel, 1920-2004 Critica einterpretación 2. Novela colombiana
Siglo XX 3. Literatura colombiana - Siglo XX I. Titulo II Serie

CDD: Co863.44 ed. 23 CO-BoBN-

Quinta edición, 2020

Titulo: Changó, el gran putas


Autor: Manuel Zapata Olivella
ISBN edición digital (pdf): 978-958-5144-00-2
ISBN edición impresa: 978-958-5599-99-4
OHerederos de Manuel Zapata Olivella
OUniversidad del Valle, por esta edición.

Primera edición: Editorial La Oveja Negra, Bogotá, 1983.


Reimpresión de la primera edición: Editorial Oveja Negra, Bogotá, 1985.
Segunda edición: Editorial Rei Andes - Educar Editores, Bogotá, 1990.
Reimpresiones de la segunda edición: Editorial Rei Andes -

Educar Editores, Bogotá, 1992,


2005, 2007.
Tercera edición (audiolibro): Instituto Nacional para Ciegos Daisy Consortium, Bogotá, 2004.
-

Cuarta edición: Ministerio de Cultura, Bogotá, 2010.

Equipo editorial Universidad del Valle:

Coordinación editorial: Pacifico Abella Millán


Concepto gráfico y diseño: Ana María Estrada
Angola
Apoyo editorial y digitalización: Alejandra Bedoya Bermúdez
Geraldine Grisales Parra
Administrador web Zapata Olivella: Richard Rodríguez Rivera
Apoyo logistico Centro Virtual Isaacs: Magdalena Castro
Universidad del Valle - Facultad de Humanidades Cali - Colombia.
Correo electrónico: cvisaacs@correounivalle.edu.co

Concepto editorial: Instituto Caro y Cuervo

Impreso por Panamericana Formas e Impresos S. A.


Este libro, o parte de él, no se debe
reproducir sin autorización expresa y escrita de los poseeu de los
derechos de autor (©). El contenido de esta obra y de
corresponde al derecho de libre expresión dei au
prologuistas yensayistas que en ella participan y no compromete el pensamiento de los editores.
Santiago de Cali, octubre de 2020
Impreso en Colombia - Printed in Colombia
Contenido
-PRESENTACIÓN| 11
MANUEL ZAPATa OLIVeLLa VvIDA YOBRA A DISPOSICIÓN DEL MUNDO
Dario Henao Restrepo

PRÓLOGOo
Los HIjos DE CHANGÓ. La EPOPEYA DE LA NEGRITUD EN AMÉRICA | 15
Darío Henao Restrepo

-CHANGó, EL GrAN PUTAS| 57


PRIMERA PARTE
Los OrÍGENES | 63
I. La tierra de los ancestros | 65
II. La trata|97
III. La alargada huella entre dos mundos | 121

SEGUNDA PARTE
EL MUNTU AMERICANO | 153
I. Nacido entre dos aguas | 155
II. Hijos de Dios y la Diabla | 175
IIL. Cruz de Elegba, la tortura camina! | 201
TERCERA PARTE
La REBELIÓN DE LOS voDÚs | 229
I. Hablan los caballos y sus jinetes | 231
II. El tambor de Bouckman | 257
III. Libertad o muerte | 271
CUARTA PARTE
LAs SANGRES ENCONTRADAS |297
I. Simón Bolívar: memoria del olvido | 299
II. José Prudencio Padilla: guerras ajenas que parecen nuestras 309
III. El Aleijadinho: donde quiera que tus manos sin dedos dejen la huella
de tu espiritu | 355
IV. José María Morelos: el llamado de los ancestros olmecas | 383
QuINTA PARTE
Los ANCESTROS COMBATIENTES | 413
I. El culto a los Ancestros 415
II. Los fabricantes de centellas| 449
11. La Guerra Civil nos dio la libertad, la libertad nos devolvió
la esclavitud | 525
IV. Oye: los orichas están furiosos! | 559
-CUADERNO DE BITAcoRa | 593

-GLOSARIO |613
-NOTAS ACLARATORIAS SOBRE ESTA EDICIÓN | 627
-DE LA OBRA Y DEL AUTOR
|629
MEMORIA DE LA PALABRA |631
Manuel Zapata Olivella

Los ANCESTROS COMBATIENTES. UNA SAGA AFRONORTEAMERICANA |635


Manuel Zapata Olivella

CHANGÓ, EXILIO YEL RETORNO AL ORIGEN 653


William Luis

MANUEL ZAPATA OLIVELLA: GÉNESIS, AVENTURA, LITERATURA |683


José Luis Garcés González
CUARTA PARTE
LAS SANGRES
ENCONTRADAS
I
SIMÓN BOLÍVAR:
MEMORIA DEL OLVID0

LA VOz LENTA Y RUMOROsA DEL VIEJO OrINOCO

SIMONCITO, QUIERo qUE RECUERDES tus olvidos...


El pueblo ofrecía cuanto tiene a los vencedores de ayer, a los posibles
derrotados de mañana. Todo estaba previsto para la instalación del Congreso
Revolucionario. En las calles tus soldados se abrazan con desconocidos,
reconociénidose tan solo por el olor a caballo que sudaban sus ropas. Los
heridos en el último combate refieren desde sus hamacas ensangrentadas
la manera cómo han desfondado el vientre del enemigo. En una esquina,
tapado con 1las manos, se oculta el llanto de una madre que oía contar a un
extraño la muerte de sus dos hijos lanceados por los realistas.
Al caer la tarde has vuelto a lo alto del Morro, solitario lugar de
con tus esperanzas y temores. Desde aquí el
Angosturadonde te refugias
Orinoco es más ancho.

Changó, el gran putas


299
el borbollon de agua que
Dormido, despierto, alcanzaste a vislumbrar
se acerca desde la otra orilla. Manatí o caimán avanza lentamente, d lomo
con verrugas, la cabeza grasienta. Después de nadar bajo ed agua, botabs
a ese muntu que se
resuellos. Un sentimiento de pez liga
te
al viento sus
vez más te engaña
el chapoteo
acerca y descendiste hasta la barranca. Una
ver el resplandor de
de sus brazos. Hundía y alza la cabeza. Ahora puedes
rostro. Retrocediste acobardada
Sus ojos entre la cabellera que le tapa el
mitad hombre. después de
Mitad monstruo, mitad manati, mitad caimán,
mirar sus coBlgantes
la ancha travesía camina en dos pies. Macho, pudiste
no te ha visto en la oscuridad.
bolsas. Se te acerca aunque sospechabas que
De repente se detuvo, olfateándote el aliento desde lejos, bañándote con su
mirada de agua.

-jSiéntate!
tu rostro en e
Luego, agachado, se pone dibujar
a
Te mostró una roca.

barro de la orilla.
te acechan desde afuera.
Siempre has creído que tus enemigos
Oias tan solo
-Quién eres que puedes desnudar mis pensamientos?
la voz lenta y rumorosa del viejo Orinoco.
n o pueden dar un nombre
-Los vivos se sienten extraviados cuando
te serviría saber si soy o no sov Canaima,
el
a su propio destino. Igual
abuelos caribes me confunden con Patati.
vigilante espiritu de la selva. Tus de
su gran cacique y
nuestros ekobios creen que arrastro el alma vagadora
de Changa tu
Andresote. Lo cierto, Simón, es que soy Ngafia, mensajero
mil formas, he estado contigo desde antes
protector en la guerra. Tomo
tus delirios en el
de nacer. Tu maestro compañero en el monte Aventino;
ojos.
Chimborazo y en San Pedro Alejandrino. Seré Hipólita para cerrar tus
Vengo a prevenirte contra aquellos que escondidos en tu propia sangre

buscan tu fracaso.

Sus ojos se disolvieron en las cenizas de la corriente.

-¡No te alejes, Nana Taita, sombra de mis ancestros! -me gritaste.

Manuel Zapata Olivella


300
El rayo de Changó trajo la noticia de que te morías de hambre en Caracas.
l rayo
a truenos y el samán centenario, encendido por la centella, quedó
ueve a truenos

LAado toda la noche. Yo ando con mi barriga grande y el niño comienza


iluminado t o

con el susto. El viejo


a
ewolvérseme mayordomo descifró el mensaje de los
relámpagos y ordena que me lleven esa misma noche a Caracas.

La
Li
tropilla de ekobios tomó el camino por debajo de los algarrobos para
aue la luna no me alumbre el engendro. Venían sembrando un canto que
que

canozco desde el país de los abuelos. El bamboleo de la hamaca hace que


Cono:

mi hijo cambie de costado. Otras veces se me quedaba quieto y entonces


tengo miedo del chiflido de las brujas. Siempre a mi lado, contándole los
pasos a la luna, el mayordomo no descansa con sus gritos. Repartía ron o
me cubre la barriga con trapos mojados.

Llegamos a la madrugada. La lámpara delantera sorprende a las beatas


camino de la iglesia. Se persignaban, corren, huían. Temen que seamos una
ronda de aparecidos. Ya el tropel tocaba la puerta del amo, el señor marqués.
Los perros que habían comenzado a latir desde que salimos de San Mateo,
se alborotan con nuestro olor. Las lámparas, los gritos y ladridos venían a
lamerme las manos. Me tenderán en una cama amplia, firme para resistir
los vaivenes del parto. Pero no la necesité. Yo prefiero parir mis hijos en
cuclillas.

-Cómo te sientes Hipólita? -me preguntó tu padre. Se había


levantado con el alboroto de los perros.
-Aquí estoy con los dolores, mi amo, sin que llegue la hora todavía.

-Haré que traigan al médico.


-Dios me proteja! Déjeme que eche este hijo al mundo como los
demás. Que venga la Matea que sabe mejor de estas cosas.

Ya está aquí para ayudarme a caminar de un lado para el otro. Había


prendido las velas a san Expedito por los rincones en donde no las viera el
amo. La marquesa te trae en sus brazos. Pequeño y escurridizo, el pelo te
cubría las largas orejas.
iCómo sigue el cachorrito?-le pregunté.
-Pues muy hambriento. /Mírame los pechos resecos!

Changó, el gran putas


301
-iNo se preocupe, amita, nunca los mias se han llenado tas
que todo está dispuesto. jCaer de parto ahora cuando saun ma
tanto Parec
sun m caena
todavia me falta un mes!

Esa misma mañana se me asoma la semilla. Era una hembrita


ojos apretados y la boca abierta para los gritos.
-Mejor que haya sido una hembra -exclamó Matea-
Hipólita no hubiera podido alimentar dos machitos a la ver
-Pero si las hembras son más tragonas-Sponde el amo don
Vicente.
Dos horas después, Simoncito, ya me vaciabas las senos
Ando por los corredores de la antigua mansión de mis amas en
noche más oscura que he tenido. Ni el bautizo del cura ni las medicinas je
medico han logrado arrancar la fiebre a mi hija recién nacida.

-iAcudo a ti, Virgen de Regla!


Las brujas tiran piedras sobre el campanario de la iglesia de San lacima
Las cuento:

-iUna... siete... nueve... doce!


Es la hora en que el Diablo perseguía las ánimas descarriadas Ansisu
a mi con el escapulario bendito por el padre Soja. En la tarde
hijita
protejo
para que no se alarmaran, encerré los perros en el jardin de los granad
mi hija con ss os
Ahora, en el patio, los caballos nerviosos tocan a

encendidos.

-¡Yemayá, consentidora de las madres adoloridas, te la traigo para


que me la libres del mal de ojo!
Aqui están los tres golpes. Me acerqué a la puerta y el cerrojo s&
como si alguien poderoso lo sujetara. Escucho el rezo de Crescena
puerta se abrió empujada por los ruidos. Me quita la hija de los brar
sentados en el suelo, uno frente al otro, nos asomamos al espejo hun
en un poco de agua marina. Jaiba negra, su mano caminaba con sus

patas, en el fondo de la batea. enta

la
-iReina de los mares, madre de los catorce orichas, aparta
que sacudió las siete noches que precedieron a tu parto!

Manuel Zapata Olivella


302
se asomó a su pedido.
La luna
Mirala. se refleja aqui en lo hondo del mar! ¡Hipólita, dime tu
primera pregunta!

Ouiero saber si mi hija sobrevivirá a este mal que envara su cuerpecito.

Vuelve a remover el agua con los dedos más largos. Luego esperó que
esponda la madre remaya. El espejo reflejó ahora la semioscuridad de la
es!
luna.Era mi cara y no

-Veo a tu hija muerta. Así está escrito en las Tablas de Ifá, para que la
leche de tu seno amamante a otro.

Mi pequeña dejó de gimotear y angustiada la cubro con mi llanto.


Crescencio le abrió los ojos y trata de reanimarla llenándole el ombligo con
espumarajos de candela.

Vuelvo a asomarme al espejo. Quiero ver con mis propios ojos la


respuesta de Yemayá. Temerosa pregunto por segunda vez:

-:Qué significa ese remolino?


El relámpago hendió el cielo y escuchamos su trueno sobre nuestras
cabezas. Rojas, amarillas, azules, el arco iris cabalga las nubes.

-iHipólita, miralas, cinco banderas! ¡Cinco banderas! ¡Por mandato


de Changó, el varoncito que chupa tu leche será el libertador de muchas
naciones!

i-Libertad»! ¡Esa palabra la oigo repetir diariamente en la sangre de mis


ancestros y en las de mis futuros descendientes. Aún arden mis ilusiones y
le pregunto:

iSeremos libres algún dia?


Las aguas se oscurecieron. En el fondo de la batea dos serpientes se
EvOran las colas sin Yemayá logre separarlas.
que la madre
o n las sombras de tu amo Simón y del almirante José Prudencio.
mbatirán juntos por la independencia de sus países pero no se ponen de
acuerdo para darnos la libertad.

Crescencio, oigo un ladrido...

Changó, el gran putas


303
-Sí, Hipólita, es la sombra
perro que se oculta en sus sangres, la ant.
blanca quue llevan los gota
mestizos, la que traiciona a sus hermanos
negros. indios
Mi hija deja de retorcerse. El frio ha vencido las fiebres y sobre su
aparece la rostro
st o
máscara blanca de la muerte. Tapo sus
parpados con mi
pero aún así me ciega el brillo de sus mano
ojos.

Moribundo, tu padre te busca ansioso para entregarte su último


aliento. La muerte, viva, presente, ya viajera en otros lados, rondaba
la
amplia mansión donde habías nacido. Pero ahora no se oye la lluvia
los perfumes ni la risa de las de
caraqueñas. El alma de mi amo don Vicente,
tibia, recién desprendida de su
cuerpo, ya recogia sus pasos. Las esclavas
corrimos hacia la alcoba tratando de mirar
por encima de los hombros
de los que rodean su lecho. Tu
madre, allí a su lado, te sujetaba entre
sus brazos. El amo
Vicente, sombra ajena, sacó fuerzas para
cabellos queriendo desnudarles la raíz. Los hurgarte los
ojos se le mueven aunque
estaban vacíos. Dijo pero no lo escuchamos:
-iEs muy pequeño, Dios mio, junta sobre él todas tus bendiciones y
protégelo!
Tu llanto se mezcló a los olores de aceite de
almendras y alcanfor. Muy
cerca, ante el crucifijo del altar, la vela se consume
entre pétalos muertos.
-Abre la ventana, Concha, no alcanzo a verle el fondo de los ojos..
Extendió la mano ciega.
-Dónde estás Simoncito?
Todos comprendemos, el amo entraba en el mundo de los bazimu.
-Ándate, Hipólita, llama al padre Sojo.
Tus hermanos vestidos de blanco se enlutaban con la angustia. Me
abría paso entre ellos, lorosa, cuando
oigo la campanilla del monagu
El humo del incienso se resiste a
desvanecerse cuando el padre Sojo en
con el Santísimo. Pidió a tu madre
que te retirara del pecho del amo po ue

Manuel Zapata Olivella


304
stes en
insistes en ju
jugar con sus pestañas. Fue entonces cuando besa tus labios para
regarte el
entregarte el aliento de la abuela Josefa que le venía quemando la sangre.
ada lo demás, las palabras atravesadas del padre Sojo, la campanilla y las
hendiciones son cosas muertas. Te desprendí de sus brazos, sacándote de
donde crecen los llantos.
este cuarto
-Venga, mi Simoncito -te dije- desde ahora solo te llenarán sus
recuerdos.

Te llevo de la mano al apartado rincón de la cocina donde Matea


preparaba el chocolate. Más allá, detrás de los naranjos, te mostraré una
estrella que bajaba del cielo.

-Es el alma de tu abuela negra, renacida en ti, más viva, más fuerte
porque los difuntos se enriquecen con las experiencias de los vivos.

-Nana Taita, a ti te debo la memoria de mi olvido.


Refugiándote entre mis piernas me dijiste asustado:
-Escucho que me ladran desde mi sangre mulata. Me persigue. En
el camino me salió la otra mañana. De noche la oigo como si ladrara por
debajo de la puerta. Ella es la que lame mis platos.
-Si amito Simón, es la sombra perro que llevan ustedes los mezclados,
la parte impura que tiraniza a los hermanos indios y negros. La que abre
las puertas de la cocina para que el extraño se adentre en casa. Ladra junto
a los perros del vecino, persiguiendo a los ekobios. Solo cuando las sangres
revueltas y unidas logren ahogarla se borrará la maldición de Changó.

ANTE EL TRIBUNAL DE LOS ANCESTROS

-Simón, el tribunal de los ancestros te espera.

iOh, la justicia! /Estoy vivo o muerto...? Presumo... Presumía que la


eternidad es un océano sin desigualdades.
Ie respondiste, Nata Taita desde un vacío de voces olvidadas:

Changó, el gran putas


305
-Los difuntos y los vivos debemos ocupar el justo puesto que
nos
corresponde por nuestras acciones.
Ahora comprendo que la sensibilidad de los difuntos es ala
mas que de la vida. Somos el fruto maduro de la
un eco experiencia
prendido a su raíz seca, podrida. Fuera de mí, contemplo mi propia
Sombra proyectada en el futuro, yo mismo y alguien mas que guiaba
mis pasoS sin tocarme. Tenía conciencia de mi muerte, del calor de
la piel abandonándome. Los huesos quedan en el fondo del ataúd
pesados todavía, cuando he recorrido en un instante todos los pasos
andados por mis ancestros desde que Odumare escupiera el semen que
me nutre. Proclamaré constituciones, medí los estragos de la anarquía,
fundamento la salud de las repúblicas.
-He muerto lejos de Caracas, pero tu presencia, aquí cerca, Nana
Taita, me revela que el ámbito de la muerte no tiene espacios.

Hace unas horas, mañana, no sé cuándo, me refugiaba bajo la sombra


de los tamarindos en San Pedro Alejandrino. Me alejan de la cámara
mortuoria, sembrada de cirios, cada vez más llena de militares, clérigos
y extraños, cementerio sin que mi experiencia agonice. Recién nacido
envejezco entre los difuntos. Nada es luz, todo es mañana, solo el invisible
resplandor de los bazimu. Anduve ansioso de encontrar el rostro de mi
padre... Tonta ilusión de mi todavía fresca mortaja!
-Nana Taita, desprende de mi vista las telarañas terrestres que aun
empañan mi vista y muéstrame el árbol de los muertos donde vienen a
posarse los pájaros del crepúsculo.
Apoyado en la sombra que soporta su luz, Changó dormía en las altas
ramas del tamarindo. Más abajo, sobre la horqueta que divide y acerca los
caminos de muerte y la vida, sin que Nana Taita me lo diga, reconozco a
la
Eleguá, remolino de luces. Será él quien me ayude a alcanzar las primeras
ramas. Ya en la cercanía de Changó-Sol descubrí que soy un gusano de
luz apagado frente a su sueño. Por fin me moja la saliva que desde tiempo
inmemorial se ha desprendido de la lengua de Odumare.
-Simón, se te acusa de haber dejado a tus palabras lo que pudiste
defender con el filo de tu espada: jla libertad de los ekobios!

Manuel Zapata Olivella


306
recho espacio de la vida no deja tiempo para juzgar los propios
E le s t r e c h o e s p a c i o .

nero cuán larga es la eternidad para meditarlos desde la muerte! Sentí


actos i p e r oc u á

acLi memoria se desnuda y que revivían


q u e m i m e m o r todos mis olvidos. Asustado
qu
busco tu puñad
puñado de humo, Nana Taita y sin que cambie tu cara, ncontré

de mi abuela Josefa, oculta, disminuida entre la indiada


rostro
ella el
e1clavatura que heredé del procurador y comisario regio, fundador
en

Asi, esclava y concubina te me pierdes entre los recolectores


de Caracas. Así,
Caracas.
de cacao del Yare
de cacao del y los mineros de Aroa. Protegido dos veces por Pétion
n Haiti. general victorioso, temblé al dar el golpe sobre las cadenas que
a mis ekobios.
oprimen
ti debo la memoria de mi olvido!
-;Nana Taita, a
ira! Serás
-¡Retirate antes de que despierte Changó y te escupa
con su

la sangre de los ekobios Piar y José Prudencio,


el encargado de recoger
ti para que puedan cerrarse sus heridas.
fusilados por

Changó, el gran putas


307

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