Unidad I - Derecho Penitenciario

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UNIDAD I: FUNDAMENTO DEL ESTADO DE IMPONER PENAS Y

CIRCUNSTANCIAS QUE AGRAVAN Y DISMINUYEN LA PENA.

Evolución de la pena y sus diferentes periodos. Conceptos. Teoría contractual.


Teoría Utilitaria. Teoría Moral y de la Justicia absoluta. La escuela Clásica. La
Escuela Positivista. La escuela de la Defensa Social. La deslegitimación del
sistema penal. Reconstrucción del Concepto de la pena. Función de la pena.
Efectos de la pena. Eficacia de la pena. Acumulación de la pena. Penas
Privativas de libertad. La multa y su clasificación. Procedimiento Sobre la
ejecución de la Multa. Las circunstancia agravantes y su clasificación.
Circunstancia que pueden disminuir las penas. Las circunstancia atenuantes.
Como se determinan las circunstancias atenuantes. La excusa y su
clasificación. Cuál es la sanción aplicar cuando se ha comprobado la excusa. En
cuales casos se acepta la excusa. Inexcusabilidad del parricidio y casos que lo
justifican. La naturaleza jurídica de la infracción excusable. La excusa
absolutoria de la legítima defensa y su fundamento. La legítima defensa y la
complicidad. La demencia Como excusa absolutoria de la pena. El
constreñimiento o causa irresistible como causa de excusa. La violencia Física
y el constreñimiento moral. El estado de necesidad.

Evolución de la pena y sus diferentes periodos


El Estado desde hace siglos, viene ejerciendo el derecho de imponer
penas a aquellos que no ajusten los actos de su vida al cumplimiento de
los deberes en que se concreta el mínimum de moralidad exigida a los
asociados, como condició n del mantenimiento del orden pú blico; y
nadie salvo Emilio Girardin, Bruno Wilde, LeonTolstoy, Luis Molinari,
Anatole France y algú n otro, le discuten el derecho a ejercer este
magisterio. Pero si esto es así, no todos los publicitas está n de acuerdo
sobre cuá l es el fundamento del derecho a hacerlo.

IUS PUNIENDI (Derecho a castigar) pertenece en exclusiva al Estado y


esto tiene connotaciones importantes. Este IUS PUNIENDI no se puede
trasladar a otras instancias, como por ejemplo las comunidades
autó nomas ya que no pueden establecer lo que es delito con sus penas.
Conceptos de pena.
La palabra pena proviene del latín poena, que significa castigo,
tormento físico, padecimiento, sufrimiento. Para el desarrollo del
presente ensayo, el concepto de pena se plantea como un concepto
formal del derecho, en tal sentido, la pena es la sanció n jurídica
aplicable a quien viola la norma jurídica prohibitiva. Es un “mal” que
debe imponerse al culpable o responsable de la comisió n de un delito.
Es una figura previamente creada por el legislador, en forma escrita y
estricta, al amparo del “principio de legalidad” , donde toda persona
debe ser castigada si el hecho está previsto en la ley como delito con
anterioridad a la comisió n del mismo. Este principio, es el pilar del
Derecho Penal, representado por el apotegma latino: nullumcrime,
nullapoena sine lege.

En tal sentido, la pena “es un castigo consistente en la privació n de un


bien jurídico por la autoridad legalmente determinada a quien tras un
debido proceso, aparece como responsable de una infracció n del
Derecho y a causa de dicha infracció n

Teoría contractual
Está sustentada por pensadores como: Rousseau, Thomas Hock,
planteaba que los hombres al abandonar el derecho penal y entrar en
sociedad mediante la elaboració n de un especie de contrato social, bajo
la funció n del contrato social entraban a un estado de fe, convivencia y
aceptaban anticipadamente la puesta de una sanció n (pena) ante el
quebrantamiento del orden.
Estas ideas tuvieron gran resonancia e invadieron el espíritu de todos
los pueblos y los hombres de aquella época, sobre todo, al publicarse la
obra de Rousseau intitulada “Contrato Social”.

Teoría Utilitaria.
Se funda en que la legitimidad de la represió n resalta de la
responsabilidad del criminal frente a la sociedad.
La pena decía Bentham, que es su fundador, es un medio de
intimidació n o de reparació n, cuyo empleo es legítimo, porque es
necesario para el mantenimiento del orden social, o para decirlo con
sus propias palabras: “En relació n con el origen del derecho de
castigar, no hay que decir nada de particular; es igual a los otros
derechos del gobierno. Lo que justifica la pena es su utilidad, o mejor
dicho, su necesidad.

La sociedad se defiende por medio de la pena, y la legitimidad de esta


resulta de su finalidad”.

Teoría Moral y de la Justicia absoluta.


Segú n estas teorías la pena persigue un fin de buscar la justicia, de
retribució n, por lo que mira hacia el pasado.

Las teorías absolutas rechazan la bú squeda de fines fuera de la propia


pena; la pena se agota en sí misma en cuanto mal que se impone por la
comisió n de un hecho delictivo. Es decir, la pena es retribució n del
delito cometido.

Estas teorías supondrían la expiació n del hecho perpetrado y es una


finalidad histó rica de la pena en la que coincide el idealismo alemá n. La
idea de expiació n está relacionada con la teología cristiana.
Hay pues una confusió n entre teología, ética, Derecho, que se hace
patente en los pensamientos de Kant y Heggel. Cuya formulació n ha de
ser entendida a partir de los condicionamientos propios del momento
histó rico en que se elaboran: el fin del Derecho penal del Antiguo
Régimen.

El planteamiento de estos dos autores es que para Kant “la pena es un


imperativo categó rico”. Con la cual es un mandato incondicionado de
justicia. Kant se remite a la ley del Talió n (ojo por ojo, diente por
diente) y nos pone un ejemplo: él nos dice que si una sociedad que
vive en una isla perdida decide disolverse y abandonar la isla, antes de
marcharse ejecutan al ú ltimo condenado de la isla. Esto es así porque si
no paga por lo que ha hecho no sería justicia.

Para las teorías absolutas la pena no tiene finalidad, es só lo la idea de


compensació n, de justicia… y esto lo traslada a toda la sociedad. Para
Kant jamá s el ser humano puede ser utilizado para finalidad alguna.

Por su parte, Heggel desde una perspectiva jurídica hace una


formulació n similar y eso nos dice que la pena só lo es la realizació n de
la justicia. Para él el sujeto cuando comete un delito niega el Derecho y
la voluntad general del ordenamiento jurídico.

La pena que se le impone al sujeto que ha matado a otro restaura el


orden alterado. Para Heggel la pena consiste en la negació n de la
negació n del derecho y en definitiva en su afirmació n.

En líneas generales estos planteamientos habían sido superados ya que


la pena tiene que servir para algo y ese algo es resolver el conflicto.
Para ello hay que buscar fines que persigue la pena.
Un sector de la doctrina encabezado por Roxin, ha aportado razones
para rechazar la consideració n de la retribució n como fundamento de
la pena.

En primer lugar, hay que abordar si la retribució n se acomoda a


nuestro actual modelo de Estado y unido a ello, si es compatible
afirmar que la justificació n de la pena está en posibilitar la existencia
de la comunidad y mantener que el fundamento de la pena es la
retribució n y, a través de ella, la realizació n de la justicia.

No obstante, en los ú ltimos siglos, se ha defendido que la pena debe


cumplir funciones preventivas. Existen planteamientos recientes que
intentan resucitar este cará cter retributivo de la pena. Aparecen pues
finalidades retribucioncitas.

La pena en sus comienzos no tuvo otra finalidad que la de hacer sufrir


al culpable. Pero en la actualidad la pena no puede tener sino dos
finalidades que son:

1.- El mantenimiento del orden pú blico y la convivencia social;

2.- Utilizarla como medio de obtener una reeducació n o reforma de


quien la sufre.

La escuela Clásica.
La Escuela clá sica señ ala el principio del libre albedrío como base de la
conducta humana (Resumil, 1992). El nombre de clá sica se debe
porque fue la primera agrupació n de estudios preocupados por la
inconsistente y arbitraria administració n de justicia.

Los principales representantes segú n esta pensadora son Beccaria,


Bentham y Von Feuerbach; para esta escuela todos los hombres eran
libres, iguales y racionales, y podrá n en consecuencia actuar
responsablemente como individuos, es por ello, que se parte del hecho
de que el individuo esta siempre en condiciones de adoptar un
comportamiento desviado.

Segú n (Ramos, 1986) las causas del criar para la Escuela Clá sica eran
las malas pasiones como la avaricia, la pereza, la venganza, los celos, la
lujuria, la ambició n,

De acuerdo con (Lamnek, 1980) los puntos de vista sobre el


comportamiento desviado de la Escuela Clá sica, se resumen de la
siguiente manera:

1ero. Condiciones situacionales socialmente determinadas conducen al


comportamiento desviado, por lo cual todo individuo puede tener un
comportamiento desviado.

2do.Por ello, no el actor sino el hecho es el objeto de las reflexiones


teó ricas.

3ero.El interés se dirige hacia la relació n entre la sociedad y el actor, o


bien la acció n, después de la cual apareció el comportamiento
desviado.

4to. Por lo tanto la escuela clá sica de la criminología debe ser


concebida como una aproximació n má s reactiva que etioló gica.

5to. El estrecho parentesco entre la escuela clá sica de la criminología


de siglo XVIII y en la belliing apoca XX, para esto se revela en el rechazo
de la investigació n de las causas individuales, en la apreciació n
convencional de la desviació n, en la adjudicació n por definició n de lo
desviado, así como en el rechazo de la valoració n negativa de lo
desviado.

CESAR BECCARIA UNO DE LOS GRANDES DEL DERECHO PENAL


Beccaria nació en Millá n el 15 de marzo del 1738, el cual fue un
hombre tímido pero si amante de la lectura, fue uno de los fundadores
del perió dico Caffe donde publico siete artículos aunque ninguno
versaban sobre temas jurídicos. Este a los 22 añ os conforto dificultades
con su padre con motivo de su proyectado enlace consumado má s
tarde con Teresa de Blanco, la posició n fue tan fuerte de su padre
solicito la prisió n de Becaría.

Fue en esa prisió n cuando dicho pensador se da cuenta de las


arbitrariedades de del sistema penitenciario, lo cual lo motivo a
escribir sobre el sistema penal y el sistema penitenciario y logra
publicar su obra” De los delitos y de las penas” en forma anó nima en el
añ o 1764.

Este pensador puede ser considerado como un gran evangelista del


derecho penal, al igual que Ferri, Garó falo y Lombroso. Bancaria puede
ser considerado como un verdadero revolucionario del derecho penal
por lo importantes aporte que realizo.

Los pensamientos de este gran revolucionario del derecho penal,


repercutieron tanto en el derecho penal que muchas de las reformas
propuestas por el fueron acogidas por la revolució n francesa, a través
de la “Asamblea constituyente aplicando a la legislació n panal de los
principios contenidos en la declaració n penal el 26 de agosto de 1789,
donde se proclamo la igualdad de todo ante la ley penal.
La Escuela Positivista.
La Escuela Positiva se presenta como la superació n del liberalismo
individualista, en demanda de una defensa de la sociedad.
La Escuela fundamenta el derecho a castigar en la necesidad de la
conservació n social y no en la mera utilidad, anteponiendo los
derechos de los hombres honrados a los derechos de los delincuentes.

La Escuela Positiva nace en el siglo XIX. Su creador fue Cesar Lombroso


como una reacció n contra la Escuela Clá sica.

La Escuela positiva es un cuerpo orgá nico de concepciones que


estudian al delincuente, al delito y su sanció n, primero en su génesis
natural, y después en sus efectos jurídicos, para adaptar jurídicamente
a las varias causas que lo producen los diversos remedios, que por
consiguientes será n eficaces. (Ferri)

La escuela criminal positiva no consiste ú nicamente, en el estudio


antropoló gico del criminal, pues constituye una renovació n completa,
un cambio radical de método científico en el estudio de la patología
social criminal, y de los que hay de má s eficaz entre los remedios
sociales y jurídicos que nos ofrece.

La Escuela hizo de la ciencia de los delitos y de las penas una ciencia de


observació n positiva, que, fundá ndose en la antropología, la psicología
y la estadística criminal, y así de como el derecho penal y los estudios
penitenciarios, llega a ser la ciencia sintética que Ferri llamó sociología
criminal.
Los postulados de esta Escuela son:
1º. Iuspuniendi: el derecho a imponer sanciones pertenece al Estado a
título de defensa social.
2º. El método es inductivo – experimental: la escuela Positiva se
caracteriza por su método científico.
3º. El delito es un hecho de la naturaleza y debe estudiarse como
un ente real, actual y existente.
4º. El delincuente es aquella persona que comete delitos por
influencias del medio en que vive. La Escuela busca la readaptació n del
delincuente y, para estos, establece los sustitutivos penales.
5º. Determinismo. La voluntad del hombre no juega ninguna papel en
sus actos. El hombre no tiene libre albedrío. El ser humano
estadeterminado a cometer delitos.
6º. La responsabilidad penal. Sustituye la responsabilidad moral por
la responsabilidad social, puesto que el hombre vive en sociedad y será
responsablemente social mientras viva en sociedad.
7º. El concepto de Penase sustituye por el de sanción: la sanció n va
de acuerdo a la peligrosidad del criminal. Las sanciones deben durar
mientras dure la peligrosidad del delincuente y por eso son de
duració n indeterminada.
8º. Proporcionalidad de la pena. Busca la proporcionalidad de la
pena, no se debe castigar conforme a lo que dicen los Có digos, sino que
tiene que haber sustitutivos penales. Por ejemplo, un menor que
comete asesinato no se lo puede sancionar con 30 añ os de reclusió n,
sino que, antes se debe estudiar sus antecedentes, las causas por las
que cometió tal acto, las atenuantes, etc. y se debe buscar su
readaptació n.
Substitutivos penales. Má s importante que las penas son los
sustitutivos penales.
9º. Tipos de delincuentes. Acepta "tipos" criminales.
10º. Legislación penal. La legislació n penal debe estar basada en los
estudios antropoló gicos y socioló gicos.
11º. La ley penal. La ley penal no restablece el orden jurídico, sino que
tiene por misió n la de combatir la criminalidad considerada como
fenó meno social.

La escuela de la Defensa Social.


Segú n estas teorías la pena persigue un fin de buscar la justicia, de
retribució n, por lo que mira hacia el pasado.
Las teorías absolutas rechazan la bú squeda de fines fuera de la propia
pena; la pena se agota en sí misma en cuanto mal que se impone por la
comisió n de un hecho delictivo. Es decir, la pena es retribució n del
delito cometido.
Estas teorías supondrían la expiació n del hecho perpetrado y es una
finalidad histó rica de la pena en la que coincide el idealismo alemá n. La
idea de expiació n está relacionada con la teología cristiana.

Hay pues una confusió n entre teología, ética, Derecho, que se hace
patente en los pensamientos de Kant y Heggel. Cuya formulació n ha de
ser entendida a partir de los condicionamientos propios del momento
histó rico en que se elaboran: el fin del Derecho penal del Antiguo
Régimen.

El planteamiento de estos dos autores es que para Kant “la pena es un


imperativo categó rico”. Con la cual es un mandato incondicionado de
justicia. Kant se remite a la ley del Talió n (ojo por ojo, diente por
diente) y nos pone un ejemplo: él nos dice que si una sociedad que
vive en una isla perdida decide disolverse y abandonar la isla, antes de
marcharse ejecutan al ú ltimo condenado de la isla. Esto es así porque si
no paga por lo que ha hecho no sería justicia.

Para las teorías absolutas la pena no tiene finalidad, es só lo la idea de


compensació n, de justicia… y esto lo traslada a toda la sociedad. Para
Kant jamá s el ser humano puede ser utilizado para finalidad alguna.

Por su parte, Heggel desde una perspectiva jurídica hace una


formulació n similar y eso nos dice que la pena só lo es la realizació n de
la justicia. Para él el sujeto cuando comete un delito niega el Derecho y
la voluntad general del ordenamiento jurídico.

La pena que se le impone al sujeto que ha matado a otro restaura el


orden alterado. Para Heggel la pena consiste en la negació n de la
negació n del derecho y en definitiva en su afirmació n.

En líneas generales estos planteamientos habían sido superados ya que


la pena tiene que servir para algo y ese algo es resolver el conflicto.
Para ello hay que buscar fines que persigue la pena.

Un sector de la doctrina encabezado por Roxin, ha aportado razones


para rechazar la consideració n de la retribució n como fundamento de
la pena.

En primer lugar, hay que abordar si la retribució n se acomoda a


nuestro actual modelo de Estado y unido a ello, si es compatible
afirmar que la justificació n de la pena está en posibilitar la existencia
de la comunidad y mantener que el fundamento de la pena es la
retribució n y, a través de ella, la realizació n de la justicia.
No obstante, en los ú ltimos siglos, se ha defendido que la pena debe
cumplir funciones preventivas. Existen planteamientos recientes que
intentan resucitar este cará cter retributivo de la pena. Aparecen pues
finalidades retribucioncitas.

La pena en sus comienzos no tuvo otra finalidad que la de hacer sufrir


al culpable. Pero en la actualidad la pena no puede tener sino dos
finalidades que son:

1.- El mantenimiento del orden pú blico y la convivencia social;

2.- Utilizarla como medio de obtener una reeducació n o reforma de


quien la sufre.

Función de la pena.
La pena constituye la sanció n tradicional que caracteriza al Derecho
penal y sigue siendo su arma fundamental. La pena es un mal con el
que amenaza el Derecho penal para el caso de que se realice una
conducta considerada como delito. Las medidas de seguridad tienen
otra naturaleza. No suponen la amenaza de un mal para el caso de que
se cometa un delito, sino un tratamiento dirigido a evitar que un sujeto
peligroso llegue a cometerlo. Mientras que la pena se inflige por un
delito cometido, la medida de seguridad impone como medio de
evitarlo.

Efectos y Eficacia de la pena.


La pena se justifica por su necesidad como medio de represió n
indispensable para mantener las condiciones de vida fundamentales
para la convivencia de personas en una comunidad. Sin la pena, la
convivencia humana en la sociedad actual sería imposible. Su
justificació n no es, por consiguiente, una cuestió n religiosa ni filosó fica,
sino una amarga necesidad. Má s discutidos son los problemas sobre el
fundamento y fines de la pena. Estos han constituido el objeto de la
llamada "lucha de Escuelas", que durante muchos añ os ha sido el punto
de quiebre de discusiones y polémicas en la Ciencia del Derecho Penal.
Aquí expondré sucintamente los tres puntos de vista principalmente
mantenidos, distinguiéndose tradicionalmente, las teorías absolutas,
teorías relativas y teorías eclécticas o de la unió n.

Las teorías absolutas o también reconocidas como retributivas, tienen


como sus má ximos representantes a Kant y Hegel. Para ellos, el
fundamento de la pena radica en la mera retribució n. Es la imposició n
de un mal, por el mal cometido. En esto se agota y termina la funció n y
fin de la pena. A través de la retribució n se hace justicia al culpable de
un delito. Detrá s de la teoría de la retribució n se encuentra el antiguo
principio del talió n –ojo por ojo, diente por diente.

Las teorías relativas o preventivas:


Estas teorías atienden al fin que se persigue con la pena. Se opone
completamente a las teorías absolutas. Para ellas la pena no tiene que
realizar la justicia en la tierra, sino proteger a la sociedad. La pena no
constituye un fin en sí misma sino un medio de prevenció n.

Teorías de la unión:
Las teorías mixtas, eclécticas o de la unió n tratan de mediar entre las
teorías absolutas y relativas como una solució n en la lucha de Escuelas.
Pero como toda solució n de compromiso desemboca en un
eclecticismo, adoptando posturas medias; es decir, recogen de una y
otra lo mejor y no llegan a satisfacer totalmente a nadie. Esto se debe a
que las teorías de retribució n y prevenció n resultan antípodas, por lo
tanto, no pueden subordinarse el uno al otro, sino coordinarse
mutuamente. La retribució n mira al pasado, al delito cometido; la
prevenció n, al futuro, a evitar que se vuelva delinquir.

Acumulación de la pena.
El Có digo Penal Dominicano establece como condena má xima de 30
añ os de reclusió n mayor para los casos de asesinato, envenenamiento,
parricidio, crimen seguido de otro crimen e infanticidio.

Formados en la corriente (llamémosle) ``clá sica`` de nuestro


ordenamiento jurídico, estimamos que los treinta (30) añ os de
reclusió n mayor son un tope adecuado o correcto.

Y que, en consecuencia, no hay necesidad de que las penas se eleven.

Igualmente, que tampoco hay necesidad de que las penas se acumulen.

Nuestro problema frente a la criminalidad o delincuencia no está en


aumentar o en acumular penas: nuestro problema radica en hacer
efectivas las normas procesales penales para que las sanciones penales
contempladas por las leyes penales materiales o leyes penales
sustantivas se apliquen efectivamente.

Nada se hace con tener metas penales si para llegar a esas metas
penales existe una normativa procesal penal que bloquea, obstaculiza e
impide con gran efectividad que se pueda llegar a esas metas penales.

El problema no es de cantidad punitiva: el problema es el Có digo


Procesal Penal que contiene una serie de disposiciones que se erigen
en obstá culos casi insalvables para llegar a las metas penales.
Bajo el Có digo Procesal Penal si el caso no está empujado por los
grandes vientos de una opinió n pú blica el caso no va para ningú n lado:
en esa expresió n se resume la cruda realidad legal nuestra.

Ademá s de que a los jueces los han formado en la Escuela Nacional de


la Judicatura con unos criterios totalmente despreciativos de los
derechos de la sociedad y de las víctimas: a ellos se les enseñ a que
derechos só lo los tienen los delincuentes.

Por eso hay tanta impunidad; y por esa tanta impunidad hay también
tanta sed de Justicia en la població n.

Cuando en 1884 se adoptó el CodeD’InstructionCriminellefrancais


como Có digo de Procedimiento Criminal se brincó , sin quererlo, la
disposició n regulatoria del No Cú mulo de Penas que estaba en la parte
regulatoria del Jurado, el cual Jurado precisamente se brincó porque no
se adoptó dicha institució n del Jurado.

El sistema de no cúmulo o absorción de las Penas.


En virtud de esta regla, el procesado por la comisió n de varias
infracciones, se le impondrá la pena má s grave, absorbiéndose la
menos grave.
Es bueno aclarar, que aú n cuando el juez só lo podría aplicar a un
procesado por varias infracciones la pena má s grave, es su obligació n
examinar todos los hechos y declarar la culpabilidad o no del imputado
en cada uno de ellos; disponiendo que só lo se ejecute la pena má s
grave.

EXCEPCIONES: Las contravenciones, puesto que se puede acumular las


multas.
Penas privativas de libertad.
Las penas privativas de la libertad consisten en privar al delincuente
de su libertad física, como el nombre ya indica, es decir, de cierta
libertad de movimiento. Tiene por finalidad reformar al imputado a la
vez que lo castiga.
La privació n de la libertad es la pena por excelencia en todas las
sociedades civilizadas, que asume formas y caracteres muy diversos
segú n la gravedad objetiva del hecho.

Las penas de privació n de libertad tienen utilidad o pueden tenerla,


cuando el legislador establece un régimen conducente a esa finalidad,
la principal de las cuales es reformar al delincuente a la vez que lo
castiga.

La multa y su clasificación.
Artículo 1. Se establece que las multas o sanciones pecuniarias para las
diferentes infracciones, sean crímenes o delitos, cuya cuantía sea
menor a la tercera parte del salario mínimo del sector pú blico, en lo
adelante se eleven a dicho monto.

Artículo 2. Las multas o sanciones pecuniarias para los casos de


contravenciones, será n establecidas por el tribunal competente en el
monto comprendido entre la quinta y tercera parte del salario mínimo
del sector pú blico.

Artículo 3. Se crea un fondo especial para la aplicació n y desarrollo del


Nuevo Modelo Penitenciario, a cargo de la Procuraduría General de la
Repú blica, para administrar todas las cobranzas obtenidas de las
multas recaudadas por la indicada institució n, a través de la aplicació n
de la presente Ley.
Artículo 4. Se modifican en el Có digo Penal vigente y en cualquier otra
legislació n especial de naturaleza penal todos aquellos artículos que
establezcan multas o sanciones pecuniarias para las diferentes
infracciones que les sean contrarias a la presente Ley.

Procedimiento Sobre la ejecución de la Multa.


En cuanto al procedimiento la. Ley No. 674 Sobre Procedimiento del
Cobro de Multas en Tribunales
Art. 1. Todas las multas impuestas por los tribunales de
la Repú blica será n pagadas en dinero o

Compensadas con prisió n, en caso de insolvencia, a razó n de un día por


cada peso, salvo los casos

Previstos por otras leyes. Sin embargo, la prisió n compensatoria nunca


podrá exceder de dos añ os.

Art. 2. Ni el plazo ni el recurso de apelació n de las sentencias que


impongan penas de multa, será n

Suspensivos de su ejecució n. En consecuencia, la multa deberá ser


pagada por el condenado,

Inmediatamente después de la sentencia, en dinero o


constituyéndose en prisió n, en caso de

Insolvencia, sin que esto implique su aquiescencia a la sentencia.

Art. 3. Si la sentencia impugnada fuere revocada y el acusado


descargado de la multa, éste podrá

Obtener su devolució n sometiendo al Tesorero Nacional, por sus


intermediarios, el recibo o
Comprobante expedido por el funcionario que recibió la
multa, acompañ ado de una copia certificada,

Libre de costos y sellos, del dispositivo de la sentencia que


pronunció el descargo.
Art. 4. Los Procuradores Generales ante las cortes de Apelació n, los
Procuradores fiscales ante los

Juzgados de Primera Instancia, el Abogado del Estado


ante el Tribunal de Tierras, los Presidentes

De los Consejos de Aduanas ante éstos y los Oficiales de


la Policía que ejercen el ministerio Pú blico

Antes las Alcaldías con exclusió n de los demá s funcionarios que tengan
el derecho de actuar como

Representantes del ministerio pú blico por otras leyes, está n


encargados del cobro de las multas

Impuestas por los tribunales respectivos en cualquier materia y de


perseguir su ejecució n por las

Vías de derecho, y son en consecuencia directamente responsables de


su recaudació n, para cuyo

Control se regirá n por los reglamentos que dicte el Presidente de


la Repú blica.

Las circunstancia agravantes de las penas y su clasificación.


Son hechos que, uniéndose a los elementos materiales o morales del
delito, aumentan la criminalidad de la acció n o la culpabilidad del
agente.
Las circunstancias agravantes permiten al juez juzgar con mayor
severidad al autor de un acto contrario al orden pú blico.

El problema de la comunicabilidad de las circunstancias.


Como elementos del delito se plantea la cuestió n de si una
circunstancia se extiende a todos, o só lo a alguno de los agentes
intervinientes en un delito.

En virtud del principio de culpabilidad, cada agente ha de responder


por aquello que es propio suyo, sin que pueda extenderse a uno lo que
hace otro. Sin embargo, esta materia no excluye que algunos
elementos, como son las circunstancias agravantes o atenuantes, se
extiendan a todos los intervinientes. Es lo que sucede cuando la
circunstancia –sea atenuante, sea agravante– pertenece al hecho, se
refiere a los medios de comisió n, en cuyo caso se exige para que se
comunique a todos los agentes, el que sea conocida por todos.

En cambio, no admiten excepció n a la personalidad de la


responsabilidad las circunstancias que radican en disposiciones
subjetivas (mó viles bajos), en relaciones subjetivas (parentesco), o en
general cualquier causa personal (reincidencia). La responsabilidad
só lo se aplica a aquellos en quienes concurre.

Circunstancia que pueden disminuir las penas: Las circunstancia


atenuantes.
Como se determinan las circunstancias atenuantes.
Son hechos accidentales de la infracció n, no previstos taxativamente
por la ley, que el juez aprecia soberanamente, y cuyo efecto es
disminuir la pena normalmente aplicable a la infracció n. Esta
institució n jurídica está consagrada en los artículos 463 y 483 del
Có digo Penal.
Las circunstancias atenuantes no afectan la sustancia del delito, pues
éste existe, se den o no, puesto que ú nicamente afectan la cuantía de la
pena.

La excusa y su clasificación.
Estas tienen como efecto, ya sea atenuar la pena, ya impedir que esta
sea interpuesta al prevenido.
Las excusas absolutorias tienen por efecto, sino declarar que el hecho
no ha sido cometido, ni que su autor no es culpable. sino, que, a pesar
de ello, no le debe ser impuesta la pena determinada por la ley.

Cuál es la sanción aplicar cuando se ha comprobado la excusa.


Segú n establece el có digo penal dominicano. Cuando se pruebe las
circunstancias de excusa, las penas se reducirá n del modo siguiente: si
se trata de un crimen que amerite una pena de treinta (30) añ os de
Reclusió n Mayor o de Reclusió n Mayor, la pena será la de prisió n
correccional de seis meses a dos añ os. Si se trata de cualquiera otro
crimen, la pena será de tres (3) meses a un (1) añ o. En tales casos los
culpables quedará n por la misma sentencia de condenació n, sujetos a
la vigilancia de la alta policía por un tiempo igual al de la condena. Si la
acció n se califica delito, la pena se reducirá a prisió n correccional de
seis (6) días a tres (3) meses.

En cuales casos se acepta la excusa.


Hay que resaltar en torno a las excusas el hecho de que en virtud del
Art. 65 del Có digo Penal, el juez no tiene poder para crear las excusas,
pues estas está n determinadas por la ley; mientras que las absolutorias
tienen por efecto, no declarar que el hecho no ha sido cometido, ni que
su autor no es culpable, sino que, a pesar de ello, no le debe ser
impuesta la pena determinada por la ley.

Mientras tanto, y en contraposició n, los casos que no pueden ser


excusados nunca podrá n ser objeto de circunstancias atenuantes.

El artículo 321 del có digo penal establece que, El homicidio los golpes y
las heridas son excusable, si de parte del ofendido han procedido
inmediatamente provocació n, amenazas o violencias graves.

En este caso el artículo que precede este pá rrafo sostiene que el


homicidio los golpes y las heridas son excusables, si de parte del
ofendido han precedido inmediatamente provocació n, amenazas o
violencias graves, es importante señ alar la objetividad con que el
legislador trata este artículo cuando dice departe del ofendido, es decir
el ofensor no podrá alegar la excusa, puesto que esta facultad le es
dada solo al ofendido.

Es importante resaltar que la excusa no es algo que se aplica de forma


automá tica, sino que esto hay que demostrarlo en los tribunales. Una
vez aceptada la excusa atenuante el juez determina la pena que debe
ser pronunciada a causa del delito, esta abstracció n debe hacerse de la
excusa y sobre esa pena debe operarse el cá lculo de la atenuació n.

Inexcusabilidad del parricidio y casos que lo justifican


Es el homicidio intencional contra los padres y madres legítimas,
naturales o adoptivas, o de todo otro ascendiente legítimo, conociendo
el autor ese parentesco.
Contiene los mismos elementos constitutivos del homicidio con la
diferencia de las personas contra la que se ejerce dicho crimen son los
mencionados anteriormente.
Penalidad:
El parricidio se sanciona con la pena de 30 añ os.
La razó n de ser de este artículo se basa en una reproducció n de la
antigua legislació n francesa, segú n la cual el respeto religioso que se
debe a los padres o a quien la ley coloca en el mismo rango, impone el
deber de sufrirlo todo antes de antes que levantar la mano sacrílega.

El artículo 323 del Codigo Penal establece que el homicidio contra un


padre no es excusable. Este artículo me parece un es muy particular
cuando dice nunca, considerando que en derecho toda regla tiene su
excepció n lamento que en este momento no sé cuá l será la excepció n a
esta regla si es que existe, sin embargo considero que si no existe debe
ser tratado por el legislador para que sea incluida su modificació n en el
proyecto del có digo penal, para que le sea creada su excepció n.

La naturaleza jurídica de la infracción excusable.


Está n establecidas segú n las circunstancias en que suceda el hecho en
el có digo penal dominicano, sin dejar de observar la constitució n
dominicana y el debido proceso.

La excusa absolutoria de la legítima defensa y su fundamento.


Estas tienen como efecto, ya sea atenuar la pena, ya impedir que esta
sea interpuesta al prevenido.
Las excusas absolutorias tienen por efecto, sino declarar que el hecho
no ha sido cometido, ni que su autor no es culpable, sino, que, a pesar
de ello, no le debe ser impuesta la pena determinada por la ley.
La legítima defensa y la complicidad
Garraud nos da de la legítima defensa una definició n diciendo, que
"consiste en salvaguardar, por el empleo de la fuerza, un bien jurídico
que un agresor nos quiere quitar o disminuir".

El Art. 329 dispone lo siguiente: "Se reputan necesidad actual de


legítima defensa, los casos siguientes:
1ro. cuando se comete homicidio o se infieren heridas, o se den golpes
rechazando de noche el escalamiento o rompimiento de casa, paredes
o cercas, o la fractura de puertas o entradas de lugares habitados, sus
viviendas o dependencias;

2do. Cuando el hecho se ejecute en defensa de la agresió n de los


autores del robo o pillaje cometidos con violencias"

Elementos constitutivos.
1ra. Una agresió n.
2da. Una agresió n actual o inminente;
3ra. Que se ejecute una acció n delictuosa defendiéndose a sí mismo o a
otro.
4ta. Que la agresió n sea injusta;
5ta. Que la defensa no traspase los límites de la necesidad, es, decir,
que se la mantenga dentro de la racional proporcionalidad de los
medios.

La complicidad.
Es el acto por el cual una persona participa o se asocia indirectamente
al delito cometido por otro. A los autores se les aplica la pena
establecida en la ley, y a los có mplices la inmediatamente inferior a la
que corresponde el autor de hecho. (Artículos 60 y sgts del C.P.). Son
có mplices aquellos que a sabiendas, proporcionen armas o
instrumentos, o faciliten los medios que hubieren servido para la
ejecució n.

La demencia Como excusa absolutoria de la pena.


Segú n el Art. 64 del Có digo Penal, "cuando al momento de cometer la
acció n, el inculpado estuviese en estado de demencia, o cuando se
hubiese visto violentado a ello por una fuerza a la cual no hubiese
podido resistir, no hay crimen ni delito".

Ante esta disposició n surgen las cuestiones siguientes: ¿qué es la


demencia? Cuando se trata de una contravenció n, si ha sido la obra de
un demente, ¿hay infracció n?
En cuanto al primer asunto, la palabra "demencia" significa, de acuerdo
con su etimología, ausencia de razó n, inconsciencia, incapacidad de
parte de una persona de dirigir sus actos y de prever las consecuencias
de los mismos.

El artículo 64 es claro segú n vemos en el texto anterior que, para que la


demencia sea una causa de no culpabilidad, es necesario que exista "en
el momento de cometer la acció n", y que, por consiguiente, si ello ha
ocurrido antes o después del hecho, hay crimen, delito o
contravenció n.

Tal cosa se explica, porque la falta de conciencia y de direcció n de sus


actos de parte del procesado, es lo que hace desaparecer la
responsabilidad, ya que en una mente en tal estado, no ha podido
existir una voluntad dirigida a la comisió n de un hecho delictuoso, ni
tampoco una representació n de su resultado, así como una culpa, aú n
la má s leve.

La demencia acaecida después de cometer la acción.


Ha ocurrido muchas veces y puede ocurrir, que el agente activo del
delito se vuelva demente después de cometer ¡a acció n. ¿Cuá l es la
consecuencia jurídica de ello?

En tal caso estimamos que, sí hay instrucció n previa, debe suspenderse


la persecució n hasta tanto cure el imputado, pero ello así solamente, en
lo que a él se refiere, pues otras personas pueden ser interrogadas, y
recogidas todas las pruebas encontradas. Pero no se puede calificar el
proceso ni apoderar a la jurisdicció n de juicio.

El constreñimiento o causa irresistible como causa de excusa.


El artículo 64 del Có digo Penal dispone que cuando el inculpado se
hubiese visto violentado a ello por una fuerza de la cual no hubiese
podido resistir, no hay crimen ni delito.
Para que la violencia sea una causa de no culpabilidad, es preciso que
el inculpado no la haya podido resistir. La violencia puede ser física o
moral.

La violencia Física y el constreñimiento moral.


Segú n el diccionario de sinó nimos de Don Pedro M. de Olive, la palabra
violentar se usa para expresar que una persona, valiéndose de la
fuerza, ya sea material, ya de la que le presta la superioridad o
autoridad que tenga contra otros, los mueve a hacer lo que ellos no
quieren".
Partiendo de este sentido del término, vemos que contiene el de que se
use una fuerza material o moral para compeler a otro a hacer una cosa
prohibida o a no hacer algo ordenado por la ley, esto es, que el término
envuelve en su significació n, tanto la violencia física como la moral.

Si leemos nuevamente el Art. 64 del Có digo Penal, obtendremos la


impresió n de que sus términos no han parecido referirse sino al
constreñ imiento físico, es decir, al caso en que, por fuerza, y actuando
como una cosa, hemos ejecutado una acció n criminosa que no
queríamos ejecutar.

Pero no hay pruebas de que ésta haya sido la voluntad de la ley, ni se


puede admitir, de ningú n modo, que sea la interpretació n que a dicho
texto se deba dar, pues que, como vimos, el significado del término
"violentar" se presta a una interpretació n má s amplia.

El estado de necesidad.
Existe estado de necesidad cuando una persona, a causa de un suceso
natural o humano, se ve forzada a realizar un acto delictuoso para
salvar su vida, su integridad corporal, su libertad, su honor, sus bienes
o los otros, de un mal imprevisto, presente, inminente, y de otro modo
inevitable.

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