La Izquierda Nacional en El Peronismo
La Izquierda Nacional en El Peronismo
La Izquierda Nacional en El Peronismo
-Matriz “trotskista” de los años 40: el grupo Frente Obrero encabezado por Aurelio Narvaja (abogado,
militante e intelectual trotskista durante los últimos años de 1930 y los primeros de 1940) Adolfo Perelman y
Enrique Rivera; y la revista Octubre dirigida por el político e historiador Jorge Abelardo Ramos y Jorge
Enea Spilimbergo de 1945-47.
-Aquella constituida por los comunistas expulsados del Partido Comunista que conformaron el
Movimiento Obrero Comunista (MOC) orientado por Rodolfo Puiggrós y Eduardo Astesano.
-Además, puede mencionarse una tercera vía de la que procedieron los intelectuales más difundidos de
la IN: el radicalismo yrigoyenista representado por Juan José Hernández Arregui. otros,
mantuvieron su posición de izquierda desde el mismo peronismo, tal el caso del John
William Cooke y el mismo Hernandez Arregui.
Desde una vertiente del trotskismo vernáculo, Frente Obrero y Octubre fueron dos de las publicaciones
que mayor hincapié hicieron por reconfigurar la definición del peronismo, de dar respuesta a la nueva
realidad. Esta interpretación va a confrontar con la totalidad de las explicaciones que el pensamiento de
izquierda daba sobre el peronismo.
Planteaban que quienes salieron a la calle a defender al coronel Perón ese 17 de octubre, era la clase
obrera, no «lúmpenes desclasados», como los calificó el P.C. Sino que era la clase que, según los
marxistas, liberaría a la humanidad de la sociedad de clases, los agentes de la revolución socialista.
Otro aspecto novedoso, de la obra de Ramos fue que por primera vez la izquierda
no denostaba al peronismo, rescatando críticamente las acciones desarrolladas
por el gobierno de 1946 a 1955.
En 1962, en colaboración de Jorge Enea Spilimbergo, funda el Partido Socialista de la Izquierda
Nacional (PSIN), agrupación que contó con la participación de sectores procedentes del Socialismo.
Pregonaban un posicionamiento anti liberal, antiimperialistas y nacionalistas de izquierda, postulando
como objetivo “la revolución nacional”:
El Partido integró a jóvenes universitarios como Norberto Galasso, Blas Alberti y Ernesto Laclau,
quienes incursionaron en el campo historiográfico y contribuyeron a difundir en ese medio académico
las ideas del proyecto; contexto caída del frondizismo (62) y repliegue de la izquierda tradicional.
RODOLFO PUIGGRÓS
Otra de las vertientes que conformó la Izquierda Nacional fue la de los expulsados y disidentes del
Partido Comunista Argentino, el cual observa con preocupación cómo el gobierno de facto -
principalmente Perón- va ganando el apoyo, no solo de numerosos líderes sindicales, sino también de
amplios sectores de la clase obrera. Para el partido, Perón representaba la “variedad aborigen del nazi
fascismo que intenta hacer creer que él defiende al pueblo y a los trabajadores y que quienes se habían
manifestado en las jornadas de octubre del 45 no eran obreros conscientes, eran obreros engañados,
que producto de su ignorancia política son presa fácil de las actitudes demagógicas del Coronel Perón.
Uno de los integrantes que va a estar en desacuerdo con estos planteamientos va a ser Rodolfo
Puiggrós, quien va a ser expulsado del Partido por su apoyo crítico al peronismo. La salida del político
significó una vinculación del marxismo con una visión nacional-popular que reivindicaba activamente al
peronismo, viéndolo como un paso hacia la consumación de una revolución socialista
Es así que junto a otros partidarios fundan el Movimiento Obrero Comunista en 1949 y un periódico
Clase Obrera (funcionó de 1947-49). En su reposicionamiento de 1947 Puiggrós va a tener un
acercamiento más político que historiográfico hacia los rosistas militantes en tanto afines al peronismo
entendida como una revolución nacional antiimperialista.
El contexto demandaba una nueva interpretación de la política argentina, lo que suponía a su vez otra
forma de lectura “revisionista” de la historia nacional (se ve en artículos de la publicación de Clase
Obrera). Una de sus obras que persigue ese objetivo es “La Historia crítica de los partidos políticos
argentinos” de 1956, en el que hace una crítica a las dirigencias de las izquierdas comunista y socialista
y también pretende interpretar la experiencia política reciente y particularmente el peronismo (ese
mismo año, perseguido por la dictadura autodenominada Revolución Libertadora inicia el primer exilio
político a México). En ese sentido, caracterizaba a la naturaleza del peronismo como un movimiento de
liberación nacional carente de teoría revolucionaria, aunque Puiggrós advertía que esa ausencia podía
repetirse en otras fuerzas políticas. Esta falencia es lo que le permitía al autor explicar la ineptitud del
peronismo para recuperar el poder luego de 1955. Sin embargo, esa ausencia dejaba espacio
reservado para la elaboración intelectual y la participación obrera. Esta última de carácter
autoconsciente forjado en las luchas de la Argentina preperonista.
EDUARDO ASTESANO
Político e historiador, graduado como abogado en la U.N.del Litoral en Santa Fé. Fue, junto a Puiggrós
expulsado del Partido Comunista en 1946 y luego integró el Movimiento Obrero Comunista, colaborando
en las publicaciones de Clase Obrera desde 1957-
Su obra más relevante del momento poscomunista fue Ensayo sobre el justicialismo a la luz del
materialismo histórico (1953). Entendía a la revolución justicialista como una “tercera forma” o
revolución de nuevo tipo que se desarrolla en todos los países coloniales y dependientes, contra las
fuerzas imperialistas. Ello fue posible gracias a las clases revolucionarias que se unieron para formar
una dictadura nacionalizadora hasta el establecimiento de un orden socialista. Ello sería posible gracias
a la conjunción de esas fuerzas decisivas: ejército, clase obrera, Perón y el mito revolucionario de Eva
Perón.
Entre la vertiente de la izquierda nacional, fue Astesano quien forjó vínculos más cercanos con el
Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas en los años del posperonismo, cuando la
institución albergó a revisionismos de distinta índole. La obra que mejor se alinea con el revisionismo
fue “Rosas. Bases del nacionalismo popular” (1960) en la que sostuvo que Rosas fue la primera
expresión de una burguesía nacional al contrario que Puiggrós. Sin embargo, el sector tradicional del
revisionismo miraba con recelo a Ramos, a Arregui y Astesano por considerar que su acercamiento al
peronismo tenía un carácter instrumental y que su perspectiva era reductivamente materialista.
RODOLFO ORTEGA PEÑA – Eduardo Duhalde
A partir de los ’60 en el interior del peronismo radicalizado (del frondicismo UCRI con apoyo del
peronismo 58) libraron debates a partir de formulaciones populistas. Por ejemplo, consideraban a los
caudillos del interior como líderes de masas populares, resistentes tanto al imperialismo internacional
como a la oligarquía local. Pero se centraron en las figuras de Facundo Quiroga y Felipe Varela, quien
dirigió todos los movimientos revolucionarios del interior contra Bs. As. Lo que buscaban era la
construcción de un discurso historiográfico legitimador de la relación entre las masas y Perón, en la
lucha por la liberación nacional que encarnaba el Peronismo.
JUAN JOSÉ HERNÁNDEZ ARREGUI
Procedente del radicalismo yrigoyenista, su obra más importante fue “La formación de la conciencia
nacional (1930-1960)” Esta obra fue escrita entre 1958 y 1959 y editada por primera vez en 1960.
Este libro analiza las distintas ideologías que han tenido predicamento a
lo largo de la historia argentina y que podríamos resumir en las
siguientes: la oligarquía y su pensamiento liberal, las izquierdas, el
nacionalismo de derecha, el yrigoyenismo, el forjismo (siendo la primera
publicación que presta atención a FORJA), el peronismo y la izquierda
nacional, a la cual también por primera vez se la tenía en cuenta.
Para establecer que significa la conciencia nacional, Hernandez Arregui
nos da la siguiente explicación: "La conciencia nacional es la lucha del
pueblo argentino por su liberación".
Su tesis central es que la conciencia histórica de los argentinos nació en las particulares condiciones de
la década del ’30 cuando la opresión imperialista generó la necesidad de autodeterminación nacional.
Sitúa al peronismo como etapa del movimiento emancipador contra el imperialismo en general y contra
las oligarquías locales.
Sostenía que hay un nacionalismo reaccionario y un nacionalismo revolucionario; el primero
corresponde a las grandes potencias y a los ideólogos europeos; el segundo a países coloniales.
Las fuerzas antinacionales eran la oligarquía terrateniente tradicionalmente opuesta a la
industrialización, sectores de la clase media superiores (profesionales, intelectuales, funcionarios), el
resto de partidos intelectuales. En la vereda opuesta colocaba al peronismo asociado al proletariado
industrial y rural.
Este libro fue dedicado a la juventud, en los jóvenes depositaba la tarea de ejecturar las revoluciones
que los predecesores han preparado.
Fue un hombre de indudable y decisiva influencia en la militancia de las generaciones del sesenta y del
setenta.
En el clima de la politización muy visible a partir del onganiato, el ámbito universitario fue uno de los
espacios en los cuales estas perspectivas adquirieron una notable difusión: en las “cátedras nacionales”
como las “cátedras marxistas” que permitieron iniciar a generaciones a los campos intelectual y político.
En ambos, la mediación historiográfica proveyó de una interpretación de la realidad al tiempo que de
una guía para la acción.