resumen teran oscar
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1930 es el año que marca una gran ruptura en la historia argentina moderna. Crisis
económica, crisis política y social. En escala nacional, se trató de la caída de un modelo de
desarrollo económico que había colocado a nuestro país en los primeros puestos de la
economía mundial. los salarios de los trabajadores argentinos eran equivalentes a los de los
países europeos más desarrollados, y superaban ampliamente a los de naciones como Italia
y España. A la crisis económica se le superpuso la crisis política. El golpe de estado
encabezado por el general José Félix Uriburu es el dato más notorio para avalar esa
consideración. La infamia de la Década Infame residiría en la práctica sistemática del fraude
electoral, la corrupción instalada en esferas estatales, la desocupación que siguió a la crisis
económica mundial desatada en 1929, la Argentina fue uno de los países del mundo que
más rápidamente salió de esta crisis. Ya hacia 1932, los registros de la historia económica
nos informan que la economía argentina ha comenzado a recomponerse. este proceso
industrializador está generando en el conurbano bonaerense un crecimiento sustancial de
nuevos componentes obreros provenientes de migraciones que ahora son internas.
El revisionismo histórico
Entre los campos del nacionalismo católico integrista y del comunismo, se configuró un
grupo significativo de la cultura argentina de los años 30, podríamos colocarla dentro de esta
categoría: “liberalismo aristocrático, espiritualista y cultural”. “El grupo Sur” transmitió así un
mensaje elitista y cosmopolita. Así como otros plantean una salida política que puede
buscarse en el fascismo o el comunismo, el grupo Sur elegirá una “tercera vía”. Entre el
individualismo y el colectivismo, militarán en esa línea en pro de la persona en tanto
dimensión espiritual de los seres humanos. Ahora bien: al arribar a la década de 1930, las
nuevas elites intelectuales están en el seno de un proceso nacional que, ha experimentado
severos impactos. los años 30, la Argentina es construida como un país que ha perdido el
norte, y que debe arreglar cuentas con su propia conciencia. En el caso de Radiografía de la
pampa, Martínez Estrada realiza una sorprendente “des-historización” de la realidad
nacional, un país sin alternativas, sin destino. Al final de este recorrido por una zona de
Radiografía de la pampa, un ensayo de José María Ramos Mejía titulado Los simuladores
del talento. En él se denunciaban que el problema argentino no es histórico sino ontológico y
se encuentra, por ende, en las entrañas del ser nacional. Al comienzo señalamos que
Martínez Estrada des-historizaba la realidad nacional. Martínez Estrada mostraba que la
Argentina, simplemente, no tenía historia.
Aníbal Norberto Ponce
es posible afirmar que el período que se cierra en 1983 con el final de la dictadura y el
retorno del régimen democrático, observamos que a partir de 1966 promovió la implantación
de valores nacionalistas, tradicionalistas y familiaristas, para lo cual apeló al acervo
antimodernista de la Iglesia. Todo ello cristalizó en la concepción de la “seguridad nacional”,
el régimen gobernante consideró necesario desplegar campañas contra el pelo largo, los
músicos de rock, el uso de la minifalda, así como también secuestrar libros, censurar y
prohibir películas, en los años inmediatamente posteriores se generaron movimientos de
recomposición y, en el campo de las disciplinas sociales, la Facultad de Filosofía y Letras
porteña vivió el surgimiento de las llamadas “cátedras nacionales”, y el ingreso explícito del
peronismo en la franja estudiantil. bloqueados por derecha. En el plano de las prácticas
disciplinares, también en la sociología el pacto entre héroe modernizador y juventud
contestataria se fue erosionando, debido a que la sociología germaniana fue cuestionada por
replicar a la norteamericana y proponer un modelo de desarrollo análogo para países
diferentes, como el nuestro. Nacía así el “desarrollismo”, cuya influencia resultaría enorme
en esos años en toda Latinoamérica. La radicalización política concluía en que el actor social
de esa revolución no podía ser y a la burguesía nacional, sino una alianza de los sectores
populares conducida por la clase obrera. Una consecuencia de este privilegiamiento de la
política, tanto desde la izquierda peronista como marxista, fue que resultó secundarizada e
incluso llegó a ser negada la autonomía de la práctica artística e intelectual. En 1968. Los
mismos diarios que informaban acerca de la fundación de la Confederación General de los
Trabajadores (CGT) de los argentinos daban cuenta de la incontenible ofensiva del TET en
Vietnam, en esos tiempos los movimientos culturales resultaron cada vez más dependientes
de un escenario político poblado por actores involucrados en prácticas progresivamente
confrontativas. desde 1970, organizaciones político-militares provenientes de la izquierda
marxista y peronista comenzaron a operar de manera creciente tras el proclamado objetivo
de liberación nacional y social. Ese modo operativo incluyó magnicidios y asesinatos
políticos. Luego del relevo del general Onganía, los siguientes gobiernos militares se
estrellaron con el ascenso del conflicto social y “el repiquetear incesante de la guerrilla”,
Desde el otro polo, el asesinato de dieciséis guerrilleros en la cárcel de Trelew reforzó el
carácter de un enfrentamiento del tipo amigo-enemigo. El retorno y la posterior elección
presidencial de Perón en junio de 1973 pusieron fin a casi dos décadas de proscripción y
abrieron al mismo tiempo la caja de Pandora de un enfrentamiento literalmente a muerte
dentro del movimiento. A partir de dicho retorno, la guerrilla peronista comenzó a perder
terreno. La organización paraestatal conocida como la “Triple A” inicia una cadena de
asesinatos políticos que alternan con algunos resonantes crímenes de la organización
Montoneros. la Triple A arrojaba al exilio a escritores, artistas e intelectuales, amenazados de
muerte. la política argentina había ingresado en una suerte de caldera del diablo. La muerte
de Perón en julio de 1974 y la sucesión por su esposa, María Estela Martínez, implicaron el
ingreso en la recta final de la lucha por la hegemonía dentro del movimiento peronista y un
despliegue superior de la represión, El Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) consideró a
su vez que la muerte del “líder de la burguesía” abría por fin el camino para la autonomía de
la clase obrera, En febrero de 1975, el Operativo Independencia contra esta guerrilla
anticipará brutales prácticas de contrainsurgencia que no hicieron sino incrementarse en los
años por venir. Hasta 1976 se registraron casi mil asesinatos adjudicados a la represión
paraestatal. Junto con ello se producían clausuras de diarios y revistas, así como la
prohibición y censura de películas. el nuevo golpe de estado del 24 de marzo de 1976. Para
la reinstauración de un orden, la dictadura militar sistematizó el terrorismo de estado y
extendió con inusitada crueldad una represión de redisciplinamiento social y cultural. El
terror estatal planificado y sistemático contó como parte de su metodología con el secuestro,
la tortura, la desaparición de personas y hasta el robo y la desidentificación de bebés. Había
llegado el tiempo más amargo y atroz de la Argentina moderna. Al respecto, en los últimos
tiempos se ha investigado el grado de centralización y planificación de la censura y represión
cultural durante el Proceso, dentro de la cual la política de los Estados Unidos de América
había promovido en 1973 el derrocamiento de gobiernos democráticamente elegidos como
el de Salvador Allende en Chile. En ese contexto, una y otra vez en las declaraciones de
principios de la Junta militar argentina se encuentran llamamientos a retornar a lo que se
denomina “el espíritu de Occidente”, esta visión convivía con la y a presente influencia
neoliberal, En cuanto al desempeño estrictamente militar, en su modus operandi las fuerzas
armadas aplicaron esquemas incorporados desde la década de 1950 a través de la escuela
francesa de guerra contrarrevolucionaria, la vida pública descendió en los primeros años de
la dictadura una asfixiante niebla de represión y censura, En todo el período dictatorial, el
número de desaparecidos se calcula entre 20.000 y 30.000 personas, mientras que los
muertos reconocidos suman unos 2000. Durante esos años de sangre y horror, la
producción intelectual no se extinguió. Por una parte, se mantuvo la producción y circulación
de autores protegidos por su consagración, la producción se refugió en institutos de ciencias
sociales, se alcanzó un espacio público ampliado a través de recitales de rock nacional y,
desde 1980, de la experiencia de Teatro Abierto.