Instituto Didaxis de Estudios Superiores Lectura 7 Caruso

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DOCTORADO EN EDUCACIÓN

LECTURAS DEL SEMINARIO EDUCACIÓN Y


SOCIEDAD

LECTURA: CARUSO, A. EDUCAR PARA LA


PARTICIPACIÓN SOCIAL.

DRA. MARIA GUADALUPE CANDELAS


CADILLO

ALUMNA: JENNIFER MIROSHLAVA MUÑOZ


RIVAS
El texto aborda el tema de la participación social y su relación con la educación. La
participación social se define como la toma de acción frente a diversas situaciones
en la comunidad, implicando la toma de decisiones y expresándose dentro de las
condiciones, normas y estilos de vida. Se distingue de la movilización o
involucramiento por su carácter de permanencia, intervención y compromiso
activo.

En el ámbito educativo, surgen desafíos relacionados con la participación, como la


cuestión de si participar es equivalente a decidir. Se plantea la necesidad de incluir
en los programas educativos instrumentos, métodos y elementos teóricos que
fomenten la participación como una parte integral del proceso educativo. Además,
se indaga si la participación es un objetivo en sí mismo en la construcción de
personas o si es un medio para lograr una vida más democrática.

Desde la perspectiva de Freire y Mounier, la educación se concibe como un


proceso práctico-teórico que genera conocimiento y transforma tanto el ámbito
social como el personal. Por lo tanto, la educación para la participación social se
presenta como una educación orientada hacia el cambio.

El principal desafío identificado es que las academias deben incorporar contenidos


y propuestas que formen a técnicos y profesionales capaces de ejercer una
ciudadanía con impacto real. Se busca que los egresados tengan conciencia de la
participación social y se conviertan en agentes activos de cambio. Asimismo, se
destaca la necesidad de que las instituciones educativas redefinan el ejercicio de
poder en la práctica profesional como una parte esencial de este proceso
educativo.

Educación para la Participación Social: Construyendo una Sociedad Solidaria y


Justa.

La educación desempeña un papel fundamental en la formación de individuos


comprometidos con la construcción de una sociedad basada en valores de
fraternidad, equidad y justicia. Educar para la participación social implica recuperar
valores, trabajar en actitudes y adoptar metodologías de aprendizaje que se
enfoquen en la práctica social solidaria. El objetivo es progresivamente construir
una ética de responsabilidad, donde el individuo no solo busque su propio
bienestar, sino también el de su entorno.

El reto de incorporar espacios educativos y prácticas sociales dirigidas hacia la


construcción de una cultura y formación profesional positiva se apoya en un marco
teórico y valorativo sólido. En este contexto, es esencial mantener las aspiraciones
propias que se han construido a lo largo de la práctica y el pensamiento,
generando así nuevos proyectos sociales. Este proceso implica una reflexión
continua sobre nuestras acciones y aspiraciones, contribuyendo al desarrollo de
una identidad social comprometida.

Afrontar la necesidad de cambio es otro aspecto crucial en la educación para la


participación social. Este cambio debe fundamentarse en valores de justicia,
equidad y felicidad, vinculados estrechamente a la participación social activa. Los
individuos educados para participar no solo buscan su propio beneficio, sino que
también se esfuerzan por crear un entorno más justo y equitativo. La educación se
convierte así en un motor de transformación social, proporcionando las
herramientas necesarias para abordar los desafíos de manera ética y responsable.

La búsqueda de líneas de intervención desde la práctica docente es esencial para


materializar estos principios en el entorno educativo. Los maestros, como agentes
clave en la formación de los estudiantes, deben utilizar instrumentos pedagógicos
propios que fomenten la participación activa y el compromiso social. La enseñanza
basada en la participación social impulsa aprendizajes significativos, ya que los
estudiantes se involucran directamente en situaciones del mundo real, aplicando
conocimientos y habilidades de manera práctica.

En conclusión, educar para la participación social es un imperativo para la


construcción de una sociedad más justa y solidaria. Requiere el compromiso
constante de mantener y expandir nuestras aspiraciones personales hacia
proyectos sociales, enfrentar la necesidad de cambio desde valores éticos
fundamentales y buscar activamente líneas de intervención en la práctica docente.
La educación, concebida de esta manera, se convierte en un catalizador para el
desarrollo de ciudadanos responsables y comprometidos con la construcción de
un mundo mejor.

Educación para la Participación Social: Construyendo Conciencia Ética y


Ciudadanía Activa

La educación para la participación social emerge como una herramienta vital para
abordar los desafíos que afectan a toda la comunidad. Su enfoque se sustenta en
el conocimiento y el diálogo, buscando la resignificación de la responsabilidad y la
solidaridad. Este proceso implica un análisis de los distintos ámbitos de la
sociedad y la reconfiguración de objetivos para alcanzar un bienestar colectivo.

Un componente esencial en el desarrollo de la conciencia social a través de la


participación es la ética. La ética se convierte en un elemento fundamental que
requiere acciones educativas y asesorías, demandando conocimiento y práctica
desde el aula. Es en este contexto que la educación adquiere un papel crucial al
inculcar valores éticos que orienten las acciones individuales y colectivas hacia el
beneficio común.

Formar ciudadanos activos en sus comunidades va más allá del trabajo personal;
implica una colaboración estrecha entre el gobierno, las instituciones educativas,
los actores educativos y los educandos. La generación de una cultura ética no
puede lograrse de manera aislada. La participación social eficaz requiere una
sinergia de esfuerzos y la creación de un entorno que fomente la ética y los
principios de justicia.

La responsabilidad del educador es fundamental en este proceso. La educación


para la participación social debe integrar prácticas pedagógicas que no solo
transmitan información, sino que también fomenten la reflexión ética y la acción
responsable. Los educadores desempeñan un papel esencial al modelar y guiar a
los estudiantes hacia la comprensión de su papel en la sociedad y la importancia
de contribuir al bienestar común.

En este contexto, la ética no es simplemente un componente abstracto de la


formación, sino un principio guía para la toma de decisiones informadas y
responsables. Los individuos educados éticamente no solo buscan su propio
beneficio, sino que consideran el impacto de sus acciones en la comunidad y el
mundo en general. La participación social se convierte, así, en un acto ético que
impulsa el cambio positivo.

En conclusión, la educación para la participación social no solo nos brinda


soluciones a los problemas comunitarios, sino que también nos orienta hacia una
conciencia ética y la construcción de ciudadanía activa. Este enfoque educativo
nos invita a repensar la responsabilidad y la solidaridad, integrando estos valores
en la toma de decisiones individuales y colectivas. La colaboración entre todos los
actores sociales se presenta como esencial para generar una cultura ética que
transforme positivamente nuestras comunidades y sociedades.

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