100% encontró este documento útil (2 votos)
2K vistas218 páginas

Regla de Vida para Una Madre Ok

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1/ 218

HOLLY PIERLOT Qo

REGLA DE V IDA
PARA UNA MADRE
CÓMO ORDENAR TU HOGAR
Y TENER PAZ EN EL ALMA

COOPERATIVA DE LOS LIBROS DORMIDOS


HOLLY PIERLOT

REGLA DE VIDA
PARA UNA MADRE
Cómo ordenar tu hogar y tener paz en el alma

Cooperativa dg los Libros Dormidos


Buenos Aires
2023
o briiig oidor lo
l'OIII ilOi-lo 000 OOOOI' 10 lo/O" .000
Copyright A 2004 by Holly Pierlot
Published by Sophía Institute Press. USA. All risitas reserve!.
Spanish translation ediiion C" 2023 by Cooperativa de ios Libros Dormidos, Argentina. All nghls
reserven.
ihrough Riggms
iuimis ivsasmmme!!!

o bring oidor io
your homo imd peoce lo your smd.
>.. ir > v 11 v. i i t ’■ mt ¡ai >i> v i'iciuu
Publicado por Sophía Instante Press, EE. U1.J. Reservados todos los derechos.
litios. Argentina
Kesim. lino'-, mims ios iii:re.:i>ra.
aves de Ríggins
Klíi'lll s ¡ViiiailKI ilCili

Ilustraciones de tapa e interior: Ll.'CÍA VaLLEGA

libro, su tratamiento informático y la


eetrónico, mecánico, por fotocopia, por
or escrito de los titulares del copyright.

cd *1 1' > 1 1 1 . . 1 ■ i ip 1 1 1

Pierlot, Holly
Regla de vida para una madre: cómo ordenar tu hogar y tener paz en el alma
i Holly Pierlot
Ia ed. adaptada - Bella Vista: Alejandro Hernán Vallega, 2023
220 p. : 21 x i 5 cm.
Traducción de María Quiroga
ISBA 978-987-88-9627-4
I. Educación Familiar. I. Quiroga, María, trad. II. Título
CDD 643.028
índice

Prólogo, por Marina Defferrari y Martina Guevara ...............................9

Introducción, por Holly Pierlot............. 13

1. Capítulo 1. Llegué al límite...................... 17


2. Capítulo 2. Una Regla de vida................................................ 27

3. Capítulo 3. La primera prioridad: la Piedad......... 47


4. Capítulo 4. La segunda prioridad: tu Persona.............. 67
5. Capítulo 5. La tercera prioridad: tu Pareja................ 89
6. Capítulo 6. La cuarta prioridad: la Paternidad ......................... 115

7. Capítulo 7. La quinta prioridad: ser Proveedor ........................ 141


8. Capítulo 8. Organiza tu Regla ..................... —.................... 163

9. Capítulo 9. Toma la decisión......................... 187

10. Capítulo 10. El corazón de la Regla para una madre ...... 195

Apéndice: El espíritu de la Regla para una madre ............ 207

Bibliografía ............................. 215


Las citas bíblicas se basan en la Laitholic huition oj the Revisad
Standard versión of the liihle, Copyright 1965, 1960, elaborada por la
División de Educación Cristiana del Consejo Nacional de Iglesias
de Cristo en ios Estados Unidos de América.1 Utilizado con permiso.

1 tu la traducción al español se utiliró la versión de la Snnta Biblia


de Mons. Juan Strauhinger (n. de la trad.).
Dedicado a la Santísima e Inmaculada Madre de Dios

Agradezco de corazón a mi marido, Phiiip, por un


matrimonio especial, por su sabiduría y su constante
paciencia conmigo, tanto en relación a este libro
como a mi vida.
Mi agradecimiento y todo el amor para mis hijos,
Anna, Nícholas, Jessica, Luke y Virginia por su es­
pecial amor y ayuda en la santificación de su madre,
A mi editor, Todd Aglialoro, por creer en mí y por
estar siempre disponible para ayudarme con amabili­
dad, perspicacia y pericia editorial, sin importar qué
tan seguido lo molestara.
Al P Joe Kane por su amable motivación y al P
Blair Bernard por su obstinada insistencia para que
escribiera este libro en las numerosas ocasiones en
que no quise hacerlo.
A mi propia madre, Marg, que me influyó más
quizá de lo que ambas nos dimos cuenta; y a todas las
madres y amigas que caminaron conmigo y hablaron
sobre el camino de una madre.
Prólogo

Para poder hablarles un poco de este libro, empezamos por contarles


cómo lo conocimos.
Cuando nos llegó, estábamos por empezar una etapa de mucho
desafío a nivel familiar y no lográbamos encontrar una buena guía que
nos ayudara a organizar bien a ios chicos y a descubrir, al mismo tiempo,
el sentido profundo de lo cotidiano. Un día, a la salida de Misa de un
pueblito rural, nos encontramos de casualidad con un matrimonio que
es referente en. el mundo de la Educación Clásica. Pasamos con ellos una
tarde de charla y buenos consejos, y ella nos recomendó especialmente
que intentáramos conseguir este libro, que la había ayudado muchísi­
mo. Estaba escrito en inglés, por una autora canadiense. Entonces nos
pusimos a rastrearlo, pero no se conseguía en Argentina. Buscando un
poco más, descubrimos que estaba traducido al francés, al portugués y
al alemán... ¡Realmente debía valer la pena! Lo conseguimos mediante
una compra online y, echando mano de nuestro inglés básico, pudimos
leerlo. Nos gustó tanto que empezamos a recomendarlo y nos pareció
que era un libro para tenerlo en español. Unos años después, un grupo
de padres, amigos y conocidos que estaban interesados en la educación
en el hogar, decidieron llevar a cabo la tarea de traducción y reedición,
para que esta joyita pudiera tener un mayor alcance y sirviera de guía
para muchos. Nuevamente, la Cooperativa de los Libros Dormidos se
puso en acción. Ahí comienza esta historia.
gado a nut
muy p■ r¡ wiaencia i v Ud ha iitseno para quedarse yr para ser■ parte importa
mies y recurrentes. »iror eme i 1 orcíue na ti
en ra tecla del gran fíjraniia ere la esposa y in adre eréniana: llevar i
famili a adelante, con los nmúltiples desafíos qu.e esto ereanlleva. Aden
sieinp re parece que no aletanza el tiempo nar I"» I <-• ■ que otra lo t
hacia iado mejor; y encima ? le regateamos tien incion. ai que
mero

trgrm í por todo esto y ha

cion que todas cont icemos i


al “límite” se;
' ¡1

encue’iitra la respuesta qu e buscaba: la que re ;'h Lnbpi'i U'-1■ funciona, la <


ge el tiempo alcancei v las tareas se cuiiq)lan (rnvnlucrando a t?
í . • i ■ \ A i t í r o r;
1 ci 1 íi i. 1 Uhd7, AU, ..iiéic muyo) ^uiitiuo .
tOúO d.CKp LJld. UC Id i\.f

de vidí-1 bUTcl UTUi madre \ CC mío una respuesta pirofunda a su vocaciór


ni adn? üt familia.
ises como '‘Encontré que mí regia para ima uvatere trajo -un me
tt/lísU.
....... . , . .. ... ... ..... V, tbrí et verdadero lieniho l¡hx-b j - La vida no
lodo ti-‘abajo o tocio juego, su io una sana combina ción de aCTlboS. Est-0 TCC
sien i/ú nn nivel cte estrés o ¿umienio nOÍ SUlisícbc c ic’n i b e rs orí a l
es.a) ím vtisci entusiasiiiaiu. ¿i k.i iiiduic agota da mar I.1.0.0 t.s¡. m i ¿os i
ira re orn infructuosos o de< reosa de repartir eficmzmentíz su tiempo er
sus 111'últiples deberes.
. p .j j
propuesta de jerarqtrizar nuestras C prioired ades i la rdedacíj tu j
....
sorla, tu rareja, la ratéemelad, ser Proveedor) izara, en base a eso, an
r Ü.
núes tira rutina cotidiana, cre atractiva g realiza ble, lo q ue no es poco
el siernpre difícil rompecalremas ue la vina lamLliar. A. s u vez, nos avu
a trav es de preguntas fáci i i E. mi de ida capítulo, ■
armarido nuestra propia tItigla:, que, por ser rlincho n 11 t

orean’¡grama u horario un ¡forme va a ser día n"5 r ’tTE? HYi


kixx.. Ll. (A>.1X i

de ciuilquier otra mujer... iy va a funcionar i.gpal!


ESlibro no va a darnos i.nía rescuesta mágicoa y deiin itiva. N tinca f;
¡er P- >r
Prólogo 11

que se nos propone para organizar eficazmente nuestra vicia, facilitando


nuestro camino a la santidad que debe ser nuestro único norte, en base
al cual se deriva todo lo demás.
¿Qué sí va a darnos este libro?
- Un sentido profundo a cada tarea doméstica.
- Herramientas para llevar a la práctica todas las tareas que tenemos,
de forma ordenada, jerárquica y libre.
- Un significado nuevo y atractivo a palabras corno: mortificación,
disciplina y obediencia, que tantas veces nos resultan desagradables. De
la mano de la autora las venios como lo que realmente son: compañeras
deseables y necesarias en nuestro camino.
. Hará que nos sintamos muy identificadas con la ya querida Holiy
Pierlot, quien, con mucha fluidez y claridad nos cuenta cómo su Regla
llegó a ser una realidad, mientras nos atrapa con el relato de su vida,
muy interesante y nada exenta de dificultades. La Regla es el resultado
de muchos fracasos previos, muchos intentos buenos pero ineficaces.
¿Quién no ha estado o está en esa situación.? Ella nos alienta a seguir
intentando, desde su propia experiencia y el conocimiento profundo de
los desafíos cotidianos de cada una de nosotras.
Finalmente, este es un libro disparador de charlas profundas y fruc­
tíferas. No dejen de compartir lo que la lectura les va inspirando, con
sus maridos principalmente. Y si ellos lo pueden leer, i aún mejor! Ser
esposa y madre es una aventura hermosa y especiaiísima, y, con este
libro y la ayuda de Dios, vamos a poder encararla mejor y disfrutarla
como es debido.

Marina Defferrari y Martín a Guevara


Introducción

¿Qué significa buscar la perfección cristiana? Mucho tiempo atrás,


solía creer que significaba tener un comportamiento perfecto, que si me
limitaba a hacer lo que se me decía, si seguía rigurosamente todas las
normas, rezaba con fervor todas las oraciones, y pasaba mucho tiempo
sobre mis rodillas dolorosas en alguna capilla silenciosa, entonces sería
“perfecta”. ¡Me merecería el cielo, ciertamente, por ser tan buena!
Pero los fariseos también creían esto, y Jesús se dirigió con palabras
duras a aquellos que meramente se ajustaban a un conjunto de normas
y prácticas religiosas externas. No; la perfección cristiana no consiste
en adherir de forma externa a ciertas normas y leyes. Esto forma parte
de la vida cristiana, e incluso es importante, pero no es el corazón de
la perfección.
Más adelante, desarrollé un concepto totalmente nuevo de la perfec­
ción cristiana. Consistía en ser un “santo”, una persona que estuviera
sumida en éxtasis, que levitara sobre el suelo durante la oración y que
tuviera visiones y apariciones con frecuencia. Me decepcionó descubrir
que este no suele ser el llamado cristiano más común. Este tipo de ex­
periencias son fenómenos extraordinarios, dados por Dios a una persona
determinada en un determinado tiempo y lugar. Por lo tanto, la perfección
cristiana, no consiste en experiencias místicas extraordinarias, aunque
estas pueden estar presentes.
14 Regla u>e vida tara una madre

y
c
que leía c

c
F
c
nosotros.

persona pública.
La perfección es para todos nosotros, incluso para las madres ocupa­
das que están encerradas entre cuatro paredes, porque todos estamos
llamados al amor. Iodos estamos llamados a ser santos (aunque no todos
estamos llamados a ser canonizados).

2 Mateo 5:48
á IXmaíd Atiuvatei; ed., A Ualiiohc Dtcííoíitirv (Mese Úork: I he MacniHlan Oomoany,
1943), 399.
Introducción 15

Todos estamos llamados a la santidad, que no es más que la perfección


del amor en nosotros. Y como madres, tenemos mucha gente para amar.
No tenemos que esperar a llegar al cielo para estar unidos con Dios.
Aunque la eternidad del cielo es la realización de nuestra vida cristiana,
dicha vida debe ser un proceso de crecimiento constante en nuestra
relación con Dios. Debemos conocerlo ahora, estar cerca de El ahora,
no en algún momento luego del Purgatorio.
Esto también vale para las madres. No hay algo inherente a nuestra
vocación que nos impida tener una relación profunda e íntima con Dios.
De hecho, es todo lo contrario. Dado que nuestra vida como esposas y
madres es una verdadera vocación -un llamado que Dios nos hace- debe
ser voluntad de Dios que lo encontremos dentro de nuestra vida familiar.
Por lo tanto, aunque todo es gracia, un don gratuito de Dios, todavía
hay mucho que podemos hacer para buscar la perfección cristiana, no
menos que los religiosos y sacerdotes y santos de todos los tiempos.
Podemos disponernos a Dios de la mejor manera- para encontrar formas
de fomentar y disponernos a la presencia de Dios en nuestras vidas, ahora
mismo, entre pañales, facturas y dolores de panza.
Este es el propósito de la Regla de vida para una madre.
Capítulo 1

LLEGUÉ AL LÍMITE

Era sábado, le de enero de! año 2000. Mientras el resto del mundo
celebraba el amanecer del nuevo milenio, yo golpeaba la mesa de la
cocina con el puño, y le daba un ultimátum a mi marido, Philip.
“¡Los niños van a la escuela.., el lunes!”. Lo había decidido. Simple­
mente no aguantaba más y él no iba a lograr detenerme.
Habíamos estado educando a nuestros hijos en casa por alrededor
de cuatro años, pero en el último tiempo todo había sido más difícil, y
yo estaba desalentada. En los últimos meses, desde el nacimiento del
último bebe, me sentía cada vez más agobiada por mis responsabilidades
y no tenía el tiempo ni la energía para cumplir con todas las exigencias.
Tenía una hija en cuarto grado, Anua, que estaba justo en un momen­
to en el que el mundo se abría ante ella. Yo quería caminar ese recorrido
con ella y experimentar la maravilla y la alegría de los horizontes del co­
nocimiento. Tenía un hijo de seis años, Nicholas, que estaba aprendiendo
a leer, y quería poder acurrucarme con él en un sillón grande y cómodo
18 Regla de vida para una madre

Ü313 (Cábí y criarían Mi h ipi de cu?uro an os, Jessica, inecesitaba que yo


le enseírara con pacienci u 3 atarse IOS COIidones; y nui hijo de dos años,
Luke, s< }H‘) n pm5 re na nice su nianuí catea ra con el ctj l ’ , , !t 1

coscnñH'as y jugara con él . antes de í 1 p r l ro '( m. abrazo y iun beso tiernos. Y


yo simp lómente epuena ac urrucarnn,s bors O h-
i t 3111me 10 con vi.rginia, mi amorosa

bebé de: cuatro meses, qu.e siempre sonreí a y gorjeaba en mi presencia.


h r í ** .po a se•las con cadíi uno de mis hijos.

ai aiguua razón, i zo oodia 1zacenci iv.U casa p:a recia siempre un


aesastno d. trabajo doméEtico se a< "LlP^UlSiba y nunca. acababa. Si hacía
una lí:mmeza general, 1.a casa paro Orr(p|wm d e nuevo antes de

ia cena.. Si .pasaba
. ti.emp<3 con unea qe nr is nrjos, pan ■i , Y .
demás ycensaban mi ateazión. al mis¡mo tieiulpo. Me sen tía como si tuviera
tres tra‘bajos de tiempo <zonipieti.) -m u meternidad, <si mantenimiento
de b cíisa v el hcmescfio iJiing""" y c ada ur10 me residíraba imposible de
L tí IU pi u.

... ■ ■ ■ ■mas, estacamos o jnstanten ic me v . .■. •■■.. ■•■. ■ ".. ■.. Z. ■!. • DUOS; 01'31110$ LUIS
i de siete personas •, 1 de vía/ir con el irlodcsto sueldo de
i í de un marido, Ivra lia ni nr-u. cara mí esperar cMico o seis meses
■; 1■ ■ :
1 aer reamar inciubta i as conij.iras rnéis rutinarias, be nos había roto
V
1 R neta y me espératei otro larg'o y frío ii 1 v iCi 1 io ca i radíense sin poder
salir de casa a visitar ame:1’OS O tODl arme u n d e s c anso con los niños.
A ;• , . ?entia inuv sola. Jr^hilio esta ba tod o el día en <d. trabajo y lo ex­
; ........... 3
trañaba . L-'ia nas uia, muraba el reí oy esp:erando su rtigió so y luchando
contra ¿> e n ti ni te n t o s d o nssentiiTueiato si i legaba aúneiue fuera un poco
t )urante el día, gr:an parte c.le La gttute del bar rio se encontraba
en el ir;abajo o en la esci reía o shn píemei..lie i Líela., mií une no contaba
con nin.gún vecino al que pudiera v ¡sitar {’v m^mos cori cinco hijos). ¡No
t >s correo, por lo timto ni al <zarterc1 podía habkirle! Y por si fuera

Sí, e!i panorama era baotante soi nbrío.


ro . v. . . . ■ o- m.- . i-, ;
'1 ■■ ' u ~ ’ y K’ v -■ ...............................
s } v,
t , tuviera a al«t.uen üue me a vudara. con la Linio icza ae la casa..
Llegué al límite 1.9

“Si tuviera a alguien que cuidara a los niños por unas horas así yo podría
ordenar el piso de arriba...”. “Si pudiera comprar más comida precocinada
para reducir mi tiempo en la cocina...”. “Tal vez, si simplemente volviera
a trabajar...”. Estos pensamientos estaban constantemente en mi cabeza.
Tenía la sensación de estar en un laberinto con altas paredes de ladrillo.
Corría frenéticamente por este pasadizo, buscando una solución aunque
sólo fuera a una de las dificultades, pero tras cada esquina me chocaba
contra una nueva pared. No veía la manera de salir del laberinto o de
superar sus paredes.
Me parecía que el homeschooling era el culpable de que me encontrara
en este estado insoportable, y la única solución real que veía era que
los niños fueran a la escuela. Pero debía ser una escuela laica (no hay
escuelas católicas en Prince Edward Island, donde vivimos), y esto iba
contra mi convicción, sobre la importancia de una educación cristiana.
No acostumbraba dejar de lado mis convicciones, pero había llegado a
mi límite.
De ahí que me sentara a la mesa ese primer sábado del nuevo milenio,
la golpeara con el puño y le diera un ultimátum a mi marido. ¡Nada iba
a detenerme en esa decisión, me decía, ni Philip, ni siquiera Dios! Philip
se sentó con tranquilidad, en un estado de shock controlado, creo yo.
y dijo muy amablemente: “De acuerdo, podemos mandar a los niños
a la escuela si quieres, pero creo que deberías tomarte un tiempo para
considerar si eso es lo mejor para nuestra familia”.
“íNo! i No! ¡No quiero reconsiderar! ¡Ya tuve suficiente!”, grité.
Tengo que darles crédito a Philip y al Espíritu Santo, porque ambos
lograron convencerme de todos modos de posponer la decisión por una
semana. Philip sugirió que me tomara la semana y la dedicara a la oración,
para ver qué quería decirme Dios. Accedí de muy mala gana, aunque
estaba convencida, de que no iba a haber cambio alguno, ya que había
estado rezando por siglos y nada había sucedido.
Entonces empecé a rezar, o debería decir, que empecé a abrirme lige­
ramente a lo que fuera que el Señor quisiera mostrarme. El martes, en
20 Regí a de vida rara una madre

cierto pasaje de la Escritura, Jesús me habió, o mejor dicho, me pegó en


™ ,, *■' ‘........
do.
«'I cuand<a desemlbarco, xdo un .gran gentío; y tenliendo comptisiór
de ellos, les s anó a lo;5 enternfios. Cemío venía la tarde■, sus discípulOS st
llegaron a E! diciend. i u ■ lugar es desierto, y la h ora ya ha pat. . . s .
. i o
1.Jespid e -i pu e■sala ce iiite, para que vo í ' I i o
miprarse coro I.G 3
Más Jesús les dijo: 4 ,ÍA ritan irse, ciadles vosotro;> de comer”. ciio:
le dijeron: “hJo teñe irios aquí más qiie cinco panes y d(as peces”. Díj oles
"Traédmelos acá", Y 'habí enei o man dado que las geni es se acomod
sobre la hiert'a. temió los cinc o pane:s y los dos peces, irtirando a! ciel 0 ¡Oí

i-,.n- -. v. mj
oei íUijo y, i m □iendo p■anido 1 os pan¿es, d io los a los dis<.ipLUOS y los c
y n mdo s v se saciaron v a- «.-p.-Ap i-s,
llenos. 1a t—* lU.l i : ’o í *1 VIL.
S'sííít íV '-. m mierou cuic<.
i «,-a / * a '

mieres tz niños
Allí '-'srih'an los di i ante ima gran multitud., viendo toda
necesidades ’y siendo oleríanrente cconscientes de qwe ellos no po
s a 11 -St a c e r 1 a s. La únu:a soluc“ion qi i m o1 u h
le despedir e
■mritm I aouí’ estaba y un te todas 1 1 t x H U lades de mi h oca r
para con mis lujos, nri niaridr t y el himmchooímgt sin ni endonarme
misma, y la ú: ición qt:¡e podéa encontrar era de. v y’ ¡ r s s ¡ños
X los discípidos habiaii presentado su p:reocupación ante
■. V. t '■ > ,m 5 v

íes vis v e i íes idijo que ellos mi sinos a m ■ o , ti un


m it .. a□. rvJn
l £ 1lU ,L -1 01 eror
haberse sorpr■endido inucho, ■ya que se daban cuenta q ue dicha tare;
4 i
íniposiDie, io tambieri me nal. o cuenta que mi ta rea era imposiioíe.
pero jesús qu cría que la hiciena de t odos modos.
Entonces i
cuenta deque la multitud no se había alimen tade
J i
cíe ios escaso S CUICO ■ dos sces de los aposto>íes, sino de <
combinados (ton la btmdiciói i de je;üús. Jesús me estal)a diciendo q
entregara mis cinco panes y deu peces , mis insignificantes; esfUCigoS) a! <d ios
bendeciría. s lUS VIUCCUUdades dt1 mi tanliba señan svnásñM/j

4 Mateo 14: 14-21


Llegué al límite 21

En ese momento tenía las expectativas muy altas, estaba convencida


de que, con la gracia, sería capaz de superar el desafío de estar en casa
con mis cinco hijos y el homeschooling. Ese día, hubo un verdadero cam­
bio en mi corazón y me lancé de nuevo con una actitud nueva. Ahora,
pensé, todo va a estar bien.
Pero no fue así.
Pasaron unos pocos meses y la situación no cambió, lodavía me
sentía agobiada por mis responsabilidades y sentía que no tenía tiempo
para dedicarme al homeschooling tanto como hubiera querido. Mi casa
era todavía un desorden y seguíamos sin dinero. La situación era tan
insoportable como lo había sido antes. Yo estaba perpleja: “¡Jesús, me
dijiste que bendecirías mis esfuerzos!”. Luchaba contra la desilusión y
sentía que el Señor me había engañado. Sabía que esto era imposible,
pero estaba enceguecida. Me estaba desalentando nuevamente. “Jesús,
¿por qué no me ayudas’”.

Comenw con d orden

Ya era mayo, mes de la Conferencia Anual sobre Homeschooling cerca


de mi casa en. Prince Edward Island. Estaba previsto que yo hablara so­
bre el tema “Bebés, niños pequeños y homeschooling" . Tenía un discurso
cuidadosamente preparado, pero por supuesto me olvidé el borrador en
casa. Durante las sesiones de la mañana, el corazón me pesaba. “¿Quién
soy yo para pararme allí delante y hablar sobre el homeschooling'. Yo, que
estoy fallando completamente en ello. ¿Qué podría decir?”. Dejé de lado
aquellos puntos que recordaba sobre el discurso que había preparado
con tanto cuidado, por parecerme que no tenían sentido, eran todos
consejos lógicos y sugerencias prácticas, pero en realidad no respondían
a la pregunta, mi pregunta.
Así fue que, cuando llegó mi tumo de hablar, me paré frente a los
presentes y comencé mi discurso con este anuncio: “Me presento ante
ustedes como un fracaso”. Luego, les conté todas las dificultades por las
Regla de vida idea una madre

que estaca pasando, todas las dudas y ia desilusión. Al coii templar el


pequeño Jv V n las dt-• al pin uis mujeres, cei ios fn...meidos por
la perpiepd;ad? eran aqueH as que impartían mi silnacicm. reio, en
otras vi. un ■asentimiento, un signe.) proñLindamente cormío vt?dor de cine
sí compartoHi mi experíeruña, ind. uso vi unas pocas lagi Vi mujeres
Q Uv COIIOCU:in las luchas y eí su.frinneniLo, y las pude vrer teH.iq uilizarse
. ¡...........
y ser consol adas ñor sajo s se no testallan senas, o ue lia í f
oue compre A í M A ! ón futirñame ií’í'tc
m - 'S i.m>
tí i c i e 11 ck )d n t,oi ices (q Ven oí na pioi.net.iij¡o que_. Dciioétira
mis esíuerzcis v suponvo ti ue esto y aquí frente a ustecn ■s esp-erando que
lo haga”. Vi:)¡ví tranqvdlani ente a imi asi * arito.
ote lhte
J í-Ji-Í R mAJ 1 1 , Ig. It/Cí.lí.-'ÍD liX •-
’.......
siguiente orade A 1 Iv-fc. ?.■•■■ !
óltl. 1U

estrado, reh osante de entn gia, una energíai que"yo no había


sentido en .años y estaba isegura <que manca recuperaría. ÍS ospecné de
inmediato!
—...)...... . su presentacióia Helia de vicla hablando de las al egrías de la
gestión uet iiogar soore la base de un pi•ograma liamaa O (..JíC v e o
hogares (Mruiayers of i hen ' Hornos progi .a M/’1! por sias siglas en
Pr8Tíscia tener todo resuek °; seg un dijo, lo únic o ques no llegaba.
a hacer era limpiar el doív(o del. pi ano.
1-os miembros d e la a.udi.en.cia la
e s c u c h a o a n Iv; .. . .... i. incredlulidad y el aso. Allí . Yo pasé la
mitad de su charla tratand O dé CK:'sacra .. r . > ae tener muchos
i. ■ > . í"-
míos , Deiis c. bueno, no e.i’a asi, t enia c uatro. “Sus htj<m delien ser ma­
yOics vjue a i n matapu e. duíeno, no, descularí qite sus hijos
teman casi i as mismas edacles que 1los mí■'V' ■/
'rv"'A<vi-*n ma d(me ser muy
nuevo y ella debe encontra u ÍVÍC.1 t. ti una etapa de eñamenaniientoq
argumenté. .Bueno, no, ha bía estsido si*. l K J > .éxito por más de
tres meses, i.o que era toda una ha zana tm mi opinión. ". ’KI ; ) uno de mis
intentos de»desacreditarla í ue derr ibado, por lo tanto nit! ulSpl
. ¡.... i................ tía para decir.
gana a esciauñar lo que ten
obló de horari iuí va;mos! Yo va hatría i mtentado un.
caci 11
Llegué al límite 23

de persona que sigue un horario; no quería vivir lo mismo cada día,


me volvería loca. De todos modos, el programa MOTH tenía un giro
interesante que nunca se me había ocurrido antes. En los horarios que
yo había implementado, siempre hacíamos la misma actividad todos
al mismo tiempo, todos limpiábamos juntos o teníamos un descanso o
contábamos historias, o lo que fuera. Pero, el programa MOTH le daba
un horario a cada persona por separado, de tal manera que cada uno
estuviera realizando una actividad distinta en el mismo período de
tiempo, existiendo armonía entre los distintos horarios,
¡He aquí una idea única y creativa! Pero yo seguía sin estar interesada,
ya que en lo profundo de mi. corazón mi nivel de desaliento me decía
que eso nunca funcionaría. Y, de todos modos, no me restaba energía
para intentar algo nuevo.
Al. día siguiente, un domingo a la tarde,-me encontraba en mi silla
del living frustrada nuevamente. Todos mis hijos estaban a mí alrededor,
cada uno reclamando mi atención; “Mami, ¿puedes jugar a las cartas
conmigo?”; “¡No, quiero que juegue cwrmgo'”; “Mami, ¡me dijiste que me
ibas a leer este cuento!”; “Mami, ¿podemos visitar a alguien?”. Además
de esto, toda la casa estaba engalanada en el estilo que yo llamo “Caos
colonial temprano". Medias, zapatos, mantas, juguetes, libros, papeles,
almohadas y pelos de gato decoraban el piso del salón: había platos con
comida de la noche anterior apilados en la pileta de la cocina junto con
los del desayuno; la ropa sucia formaba una gran montaña en el baño;
y los cuartos... bueno, simplemente había cerrado los ojos al bajar las
escaleras.
“Puede que no me gusten los horarios”, me dije entonces a mí misma,
“pero ciertamente tampoco tolero esto”. Entonces razoné, si Dios me dio
un trabajo que debo realizar, y El es un Dios del orden y si un horario me
ayuda a traer orden y mi método actual no funciona, entonces tal vez
debería plantearme utilizar un horario. Reaparecieron antiguas objeciones
en mi mente: “soy muy «espontánea» para que un horario me «limite»”,
pensé. Los horarios son tan... limitantes.
RtCU.A DE VIDA PARA UNA MADRE

:a ver tenia uría respuestri.


Los hontrios pueden m limitcmtes.> respoi idí , beso el desor .1...... 3íln ttuís
limitante. L41 apreciada, iespontanek [ > ! m terría sentido si yo no tenía el
tiempo o ki energía par < -o5 n a, Estal < >ca aJí 5 nier O'
donde habíia iiabkio cao<s, y si eso re quería'un horario, entemees risí sería,
Un compro:miso complete U 1 ! ■do de o ¿da

El doiningo por ia iioche, ya etcraba prep:irada. Había ado mis


necesidade■s, las de ios 'niños, las d e la cas mi marido y tos. Era
confuso v lbastante abn,imador, pena d lu.níes empecé a ini¿píente Sí » ,
1 v sirnpie con. la inteiicic’ii d e c i. 1DTir las necesid¡ades bchicas.
: l,..... . :...
no’ i Desde e1 día uno!
: ■! . i -i
i me en o cha oc’ ese primer día,la r QD a estaba lava* jia. y cu ardada;
z r>i. ■i
todo el tralrajo escolar cle ios niños reí a lu v t rasa se•guia en.
los niños hab¡ían estado cmrnpro rntnidos con oti­m acd viuaues ■ (. ;
j
productiva s. Además., e I bebe no lvabía lioratlo por falta d e a ten don en
toda la ma¡Liana.
í< - • i
i de la cenai ese pr im i estabia toda-
víG linioia. .De hecho, eotaba más 1.impía, k nica, de cinc■o año:- h •■■J'yM
trapeado e'l salón, el ha li v el aula. Uickl, i.. * seis años, h abía s¿i elidido
las altomnr as en la ente ada» había berrido las Había. üucEStO u€1 nuevo
en su lugar, .Anua, de o-cho anos, h.abía pr arado niagda lenas ¡cara los
t * k. je kn aos aia;¿ siguientes. Ade ni:3S, los niños habían dís.frutado
de media h E'lT'í-1 ii A
habían conistruido variris creación
:
* ;s de L o, habían estrulo in
.! h 1
afuera y cae.ia uno i.i.aDia creado una obra dei aiie., lodo este1 rué ce>ronado
con un bient merecido v.kleo de El aultorró m< ;o (como sabe ¡encía).
ra de irse a dEmitir, los rliños h ¿isa y mama *esta ba n todos
aseados v t>ellees
* * a el argmnrento decisiv o a ta5cor fue,
¡imagiínense! Per
recuerden. *que me gustia ser espomiánea y are, que dest:ubrí q ue a lo
largo del di a n.abia tente :eras ejei A l tabía utilizad !... ’ • pensar
y pianear n ario. Horas que ib:in a ser una coiastanbe en mi
i
vida: horas para descara!>a.r o uesarn aílar mi igocio domésni.co o limoiar
[.LEGUÉ AL. LÍMITE 25

la buhardilla o trabajar en el jardín o acurrucar a un niño... o para ser


espontánea.
Esa noche, en oración, lo vi con claridad: comprendí mi perplejidad
ante el hecho de por qué Jesús no “me había ayudado como lo había
prometido.” Comprendí que Jesús está totalmente dispuesto a bendecir
mis esfuerzos, pero primero debe tener esfuerzos para bendecir. Yo debía
hacer todo lo que tenía a mi alcance para cumplir con mis obligaciones.
Debía entregar cinco panes y dos peces, no tres panes, ni dos panes.
'Tenía que darme entera a la tarea, y la misión que estaba llamada a ser y
a realizar, no de manera aleatoria, sino por completo, metódicamente.
jesús me pedía la dedicación de todo mi ser a mi vocación.
Comprendí que esta dedicación iba más allá del trabajo doméstico y
que no podía limitarse a la gestión, de mi hogar. Lo que Jesús quería de
mí era que utilizara todo lo que había aprendido de él y de mis estudios
sobre el significado de ser cristiana, mujer, esposa y madre y miembro de
la Iglesia y de la sociedad. El quería que yo analizara mi vocación para
comprender cuál era su llamado y que luego lo implementara en. mi vida.
El se refería a una regla de vida, que es más que un horario para organizar
las actividades del hogar; es nada menos que un ordenamiento total y
adecuado de cada aspecto de mi vida.
Ya sabía lo que Jesús quería de mí, pero no tenía idea dónde podría
llevarme.
Capítulo 2

UNA REGLA DE VIDA

¿Un ordenamiento total y adecuado de cada aspecto de mi vida?


¡Eso era mucho pedir! ¿Cómo iba a proceder? Encontré la respuesta en
el concepto de una Regla de vida.
Una regla de vida es una herramienta tradicional cristiana que se
utiliza para ordenar nuestra vida vocacional. Por lo general, se u tiliza en
la vida religiosa comunitaria, pero también la pueden utilizar ios laicos,
ya que su estilo de vida no es otra cosa que un llamado de Dios. Ante
todo, consiste en un examen de la propia vocación y de los deberes que
esta conlleva, y en el desarrollo de un horario o programa para cumplirlos
de forma constante y ordenada.
Cuando una mujer es llamada a ser monja, además de hacer votos
de pobreza, castidad y obediencia, ella, acepta seguir la regla de la comu­
nidad. Hay normas y rutinas establecidas para la oración privada y en.
comunidad y para las comidas, las tareas, la recreación, la vestimenta,
las reglas de la casa y el ejercicio del apostolado propio de la orden. Esto
Regí .a de vioa para una madre

......... ................
.1 para la fluidez de h ' ' > ü ■ na. la n simple correo qu
no hmeionaríai que 1<3S monjas est­uvieran dÍISCl. rtiencho sob-re quién deb
limpiar el piso ,Joi re­ río o prepara!r la cornilladó esa iiiochi
La or deña: bina disposic ion alegree de ¡as co sas... una multitu
que de algún iriodo se: reduce a una jj-pg'-R --R ,5 Es o era eixacnmiente lo qu
yo quería: una “dispociclón aleare y reduc ii' teidas las tare as agobiante
de la inatemk bd a inía sola urdelad de tireibaj pudeara controla.
Ijentro da nn cíaot'Zíi, no veía tan g ran diferímci. a entn la VÍ da de una cc
munidad religi ¡de una comí.iniciad fa:¡mili ai; En. unda hay un
madre supernan (la iiladre *, asDÍri-rOtesenos/1CÍ£IS (los Ilirios' ’ ]¡
np« u!
«'_p..
la madre debe criar) ’y hermanas p retesas (l .iíos 111 a vore‘S que puede
H'| ¡'i i' U gil i yip
gp,
tdre).' todas his rnoi rías neceisitaii coren rniir, vestir»
rezar y realizar sus ta ledm tilia familia 1 ic esitaanos ;también!
p j
más a(zerca de la mación de legla i i e la que me re
sabana intrba rite: es to es que, ad­fc 111 a s u e s upe1 le me conduciría
la mmuuuú
Mmmrm ¿n. c.) seiia oso algo mar■avilloso? ner ur! hoa' ir feliz y aces
carse a Dios al mis me) tiempo: • La i •azein par: a es r(h es n ue ckido que nutu
-1 -S—% .
tra vocación e; uñado especí o} u 1 L ‘Specihca qu
deoeinos matiz ar en ha tierra, vivir ¡de acuerc un esui misi ón es cum.pl;
con la vokmra u ’ U - ras vidas. 5 i emos en respuest
. . Al
3 m pcidKMh p<ir amo r a ti-i, avanceirnos por el c'aniiiit ) de íia santidad e:
= 3 OUS(n i urUi rU-i b peíerección... brwonces me­
■ di c ueimi que una regla a
• 1. 3
viua ule avUuCiría? id cálmente, co mo nena;unirMita, p:ara nmmanizar n
!
mbién un medio piara a lea n.zar la san I a través dr
í ! ■> i i.... voc a cion conno esnosa nadre.

El aspecto práctico ele una regla

Una regla de vida no es un simple horario, no es solo una lista de


actividades organizadas dentro de un patrón para que se repita de forma

5 Attwater, Catholic Dicrio tía ire 376.


Una regla de vida 29

eficiente. Una regia de vida es una organización de todo lo relacionado


con nuestra vocación, basada en una jerarquía de prioridades según la
vocación y realizada con ia intención de agradar a Dios. Se ocupa de las
responsabilidades fundamentales de nuestro deber de estado, organiza­
dos de manera de asegurar su cumplimiento. Las actividades incluidas
en la regla son determinadas por el llamado, el carisma y el apostolado
específicos de la persona sujeta a esa regla. Este es el aspecto práctico
de una regla.
Para ver un ejemplo de la vida religiosa, miremos a las Misioneras
de la Caridad de la Madre Teresa. El horario diario de las hermanas es
bastante sencillo:

4:30-5:00 Levantarse y asearse


5:00-6:30 Oraciones y misa
6:30-8:00 Desayuno y limpieza
8:00-12:30 Irabajo dedicado a los pobres
12:30-2:30 Almuerzo y tiempo de descanso
2:30-3:00 Lectura espiritual y meditación
3:00-3:15 Merienda
3:15-4:30 Adoración
4:30-7:30 Trabajo dedicado a los pobres
7:30-9:00 Cena y limpieza
9:00'9:45 Oraciones de la noche
9:45 Descanso de la noche

Este horario tan básico es constante día a día. semana a semana. Los
dos principales objetivos de las Misioneras de la Caridad son el amor
a Dios y el amor al prójimo, personificado en los más pobres entre los
pobres. Su tiempo está destinado a cumplir estos dos objetivos. Observen
30 Regla de vida para una madre

i norano cuoní siete notas com pietasc.íeaicatias1 a los r)onr es y cu atre


d6 OTaClOn ca. da día. Además, se regis tran toda s las ex Jas, tai
icluso e! descanso.
iNo veía razón ai.gu 111a pa ra que esto no me funcionani a mi :
tar cas come q rpnAm (
V. -s V .... V,,, inrbim
, I.-.. <■ .. .. tq simpen V a’ inrq ti ií
l,.,6 .1- . f!nr> trab'
gar. Tbd< )s conina¿rtin' las mismas necesidades: donrnr dése
coi zadt 1 1 1 > 0 1 l i £ > reempl:
lermanas por mis tareas fami liares y
cío nales, deiulque vodo lo d emás era igual?
Me soip reiicno v te q ue imucha gente ya incorpora eri su na
p]p mérito d d harán.O. £ 1 trabaio lo^ Ndm r-umiM n un h
LunfíX -|m estr i tienen nicniientos de ltgoítjo, dése
tieiu po oe \ vamente. En la escuela, ios niiños cu
i
anos ue ciase coni mo ¿tos establecidos para el recreo las coi
el t ne y las e S'per as d el colectivo. Ciertamente, este ) no ser
11111 'lino áre en casa, si incluso niños eri.edade
eran capaces de hacerlo.
¡Había esperanzas! La pregunta ya no era “¿Puedo hacerlo?” como lo
había creído con anterioridad, sino “¿Cómo voy a hacerlo?”.

Existen razones detrás de una regla

Miremos nuevamente a la Madre Teresa y sus hermanas. Observamos


que su vocación es amar a Dios y a su prójimo, personificado en los más
pobres entre los pobres. Por lo tanto, su Regía es un estudio de lo que
esto significa y su horario es un reflejo de su llamado. La asignación de
su tiempo se da de acuerdo a lo que resulta importante para su carisma
y es propio de él.
Al comenzar a escribir su Regia, la Madre 'Teresa no comenzó por
el horario. En cambio, comenzó trazando los “principios y metas espiri­
tuales" que definían. la misión de las Misioneras de la Caridad. “Nuestro
objetivo es saciar la gran sed de amor de Jesucristo a través de nuestros
( jNA REC.’LA DL VIDA. 31

votos evangélicos, dedicarnos libremente a servir a los más pobres entre


los pobres conforme el ejemplo y la enseñanza de Nuestro Señor, y así
proclamar de un modo especial el Reino de Dios”, afirmó. “Nuestra
misión específica es trabajar para la salvación y la santificación de los
más pobres entre los pobres”.6
Recién después de haber definido exactamente qué iba a hacer y poi­
qué razón iba a hacerlo, fue que la Madre Teresa trazó un horario sencillo
basado en esa misión. Según este horario, la mayoría del tiempo de las
hermanas sería dedicado a la oración y al servicio a los pobres. Podemos
ver entonces que el elemento práctico de una regla es la reflexión sobre
los objetivos y la misión de nuestra vocación, lo cual debería determinar
cómo utilizarnos nuestro tiempo.
Ahora bien, ya había intentado utilizar horarios anteriormente y
había fallado. ¿Esto se debería a que estaba tratando de organizar mi
vicia conforme a metas que no reflejaban las demandas de mi llamado
como cristiana, esposa y madre? ¿El estrés que había estado sufriendo
sería resultado de un desorden en mis prioridades? Considerando que
solía estar desorientada con respecto a todo, ¿era consciente de cuáles
eran mis tareas diarias principales? Después de todo, una regla de vida
se ocupa primero de las responsabilidades fundamentales. ¿Cómo podría
saber si les estaba dando la prioridad que merecían?

Las cinco prioridades de la vocación matrimonial

A lo largo de mi investigación, nunca encontré una regla de vida


escrita por un laico. La mayoría de las reglas que encontré pertenecían
a órdenes religiosas. Entonces tuve que preguntarme: ¿qué era lo propio
de mi vocación de casada? ¿Dónde podría encontrar ayuda para definir
y desarrollar una regla específicamente para madres? Recordaba que un

6 Lush. Gjergji, Mother 'leresa: HerLife, Her Works (Hyde Park, New York: New (rity
Press, 1991), 49.
I-

sanio v anciano sacerdi ote me hateara, al prmcipi o de nu. matnnionu


i iris
de r cinco O rte te \H(1
¡a uiíHri.nion.ial:

v.
. . . . . •T'O P —
---- te nted
ICl í-’lvll

oepiuiida F --- roe ■/ s.:\ -i •sona

'O P ' i 'm •


Cu art a P iiidad
Quint = ser oro’

tíSte SQCt^ dicho que toda mujer 1 Lunada.;a ser esposa


madre tenía cciertas oblepack. bía cumplir: vei. ! . ute
..... da ( . ros 'deberes'
ios o desci
i-.-'o ve uvuui. !.l 1 v-’p v b....’í 10.11

para una niurier casada , iná ■míe. . <.. .. „ ue realice ot «dad es. Un
madre que tí emirtelar a cual[quiera de es tus cinc o prioridadt
se asemejarái a un niéc que abunde ana su consi¡itono d ara ejercer l
___ n u huso si saimam.os o no en: lo que nos estábani os ni e t i e n d
cuando di ni o;S él CE ÜU i.ero! i estas obla-aciones nos .pertene cen en virtu
de nuestra valeación tilatriiiioniaL
iri sacerukate me ha ina e:Kplicaoo qtje estas prioiridad.es i.deben dasif
ca rse contonlie a su inyporoincia, y ques un matrimtsnio puede “desorde
..
narse cuara lo una. pricinda d interior s;e priorisa so bre una superior. Pe
- ...... ■ 5
ej e ni p i o, 111 c J:.- z ,.t ... __: 1......
.iLsU, lOe uiai
v-te-n n nhé—
*■
hJt-íl d Uultc

proveedor pea d p pQ ft ,q | p p
i' los '■tente'ih q
• ■ ■ .... ... > poSd

tiemno Cano0...................... ... i ..


hld 1 La.1 m imo físico) en Hi oficina. luir ('Yf-r/q l'lfl o, las esposa

i
tienden, a ha cer esto cc i rol como madres, y ncí les que da sufident
tiempo para. s nec:esidades o las de sus ni•áridos,
.......... j <..
itie estas piCaridades a ■menudo
cionan, no tememos qthe d in C ' 1 n maternática. Yo n

s parnier, En la tra.ducción se mdina la palabra “pareja” p


P uncial de ¿ cinco priofid: . i. . iel matrnnon;ío que la autuni nos pros.hnxa^ifeí líbn
Emendemos dio <■ . ■. ...... :.... í ..... . !. -D ITO <del contexto c iel matrimonio.sacrament ■•< j
Una regla de vida 33

debería ignorar a un niño herido simplemente porque estoy rezando el


rosario, dado que este pertenece a una prioridad superior. Por otro lado,
en términos generales, tampoco debería permitir que las exigencias del
cuidado de la casa y de la crianza de mis hijos me llevaran a descuidar
mi vida de oración. Como regla general, estas cinco prioridades nos
muestran las cosas en las que Dios quiere que ocupemos nuestra vida
como madres, y El espera un esfuerzo deliberado de nuestra parte para
incluirlas a todas y resolverlas de manera razonable.
Por lo tanto, comencé a ordenar mi vida de acuerdo a la jerarquía
apropiada de prioridades.

• La primera P: la piedad. Dios me llamaba a ordenar mi vida personal,


teniendo como máxima prioridad el cuidado de mi alma y de mi cuerpo.
El uso de mi tiempo reflejaría la importancia de estas actividades.
Esto significaba que debía poner ante todo, lo primero, y lo primero
de todo era Dios. En vez de no tener tiempo para Dios en medio de todo
lo demás, debía organizar todo lo demás alrededor de Dios. .En conse­
cuencia, determiné qué oraciones y prácticas consideraba esenciales para
la vida cristiana y organicé un horario para realizarlas. También creé
un programa fijo para el estudio cristiano, la lectura espiritual, la misa,
Adoración, y la. confesión, así como días de retiro en. silencio y reuniones
con mi director espiritual. También tracé una rutina de oración familiar
muy simple para ayudar a mis hijos a poner a Dios sobre todas las cosas.

• La segunda P: mi persona. A continuación debía asegurarme de


satisfacer mis propias necesidades físicas básicas. Entonces establecí
cuanto tiempo consideraba que mi cuerpo necesitaba dormir para man­
tenerme descansada, cuanto ejercicio necesitaba, que tipo de comida y
suplementos vitamínicos necesitaba, y así siguiendo. Asimismo considere
mi salud mental y emocional.

• La tercera P: la pareja. ¡Ahora, Philip es un hombre adulto y capaz


de cuidar de sí misino! Pero yo entendía que un matrimonio sólido y ca-
Rt

riñoso e- '¡miento de b vida fam ¡liar, un i r distribución.


■? í '■
de nn dernipe’5 y mi en. ergia debía ser dirig u' a ! i ? c •>. ' o i m 5 )

/ASI C-S G ue r</servé teidas mis noch es Dtjra estar disponible? para éí ante

todo. SO:bre < cuaiquier otra actividai


■; i
aaoc>rar mis necesidade había tani-
bien cor 'OIGO ’RS necesidades tí:sicas iis lujos, ijeir)
311013 él a el nionienti) de eniocann e en cómo amarlos de imanera cons-
cante y a Intente tener inas tdisponibilidad para ellos durante
el día, y ] .to descu bri que no solo neo/sitaban. nn Gisooni.bilíciad tísica
■i
mis hijo nbién n<xesitaban que mi mente estuviera dé > uA
i í
ellos, ne■cesi taban teda mi arencio'n al estar con ellos. L) eoia silenciar
esos per: ..... 1
ue llenaban ni 1: Ldl. mza de proyectos <y disponer de
más tien de ocio i?a.ra hablar y n sencidamente estair con dios.
" m i~ ’U ¿il.íO í i■ í'í <j• ■> .,
..........■ ■ • ■llamado a educ rvík ?■>?
ndik slljV.iOs Jíip V v.■ is' ■< .i <,i. o...
L/L:Uv. ■ i
;; > m.i

ción v la mis;a, las coriversaciones sebre t ' v lk 1 enas historias


soore sai y VÍltUCb
es erare por lo men os, igual ue irnport antes que sus
clases di;ariasVeníatemística. Por es to, e mpecé a trabajar de 1 Ul U ¡11
h< el desar rollo de su vidri de |riedaü, en fomentai r la oración, v
en mime ■l , ■ ¡ i ? 1 ■ !í í 1.encía de ia rec•epci ón de los sacramei i ? i .

* La , o u- 1proveedor
lanto Ph iiip como yo esmm os llamados a
¡ . , i
irían teñ e iiiestra b 3 ba<?.e a su modo, saliei iü o a ti abajar
i i
y ganane n sueldo . lo lo hago a mi tiiodo, cuidando, ni anteniendo y
reparara 1 entro di i s / i jestr o hogar y nuestros recursos, y si
el tiernp^o lo permite, ganando un p de diurno extra caída tanto oara
ayudar t: cieraine: i . i .
Decie R cu
Leñar k1 casa y me pi'OpU:>e crear rutinas dti trabajo que
I
ii i i ’ ' H 1 v ias, semanales y rnen.su a les de
' r
! r, Ls unepresionante corrio el / ei tiempo ae
i
limpieza d i s rmiiuyc c uanuo se mamPene• ia casa üe forma r egubr en vez
ce peno que las c osas se acurnu ten. También encontréí tiempo para
realizar i setos en la casa ven do* i Ji n y algunos provee rpR tardes.
(/NA RÍ--GÍ..A DE VIDA 35

Después de hacer todo esto, todavía tenía unas horas libres al día que
podía destinar a realizar algún voluntariado, pasar tiempo con mi familia
o prestar algún otro servicio a mi iglesia o a mi comunidad.

primera Regla para una madre

Entonces, ¿cómo se veía mi Regla una vez que organicé todo? Era
realmente bastante simple. Tenía un formato diario y uno semanal.
De lunes a viernes, me levantaba a las 6:45, alimentaba a los gatos,
ponía el cate y pasaba el tiempo restante hasta que los niños se levanta-
ran, a las 7:30, leyendo la Sagrada Escritura.
De 7:30 a 9:00, nos vestíamos y aseábamos, ordenábamos el piso de
arriba, preparábamos y tomábamos el desayuno, limpiábamos la cocina,
poníamos la ropa a lavar, suministrábamos vitaminas, cambiábamos al
bebé y nos lavábamos los dientes.
De 9:00 a 10:15, rezábamos y realizábamos trabajo escolar. (Actual­
mente, entre dos y tres mañanas por semana vamos a misa).
A las 10:15, enviaba a los niños afuera a tener un recreo. Yo ponía
otra carga de ropa a lavar, tomaba una taza de café y hacía mis oraciones
de media mañana, por lo general unos salmos o una coronilla.
De 11:45 a 12:30, los niños tenían que ordenar, cada uno tenía que
ocuparse de una habitación del piso de abajo mientras yo preparaba el
almuerzo. Luego almorzábamos y limpiábamos la cocina. Después,yo
ponía otro lavado de ropa.
De 12:30 a 13:30, los niños tenían un rato de lectura o juego silen­
cioso en sus dormitorios, mientras yo rezaba el rosario o realizaba alguna
lectura o reflexión espiritual.
A las 13:30, me ocupaba del trabajo doméstico o de algún proyecto,
terminaba alguna actividad escolar pendiente o realizaba alguna visita
o cita programada, trabajaba en el jardín o cosía, dependiendo del día.
Los niños solían utilizar este tiempo para realizar algún proyecto escolar
independiente, luego jugaban con los más pequeños, trabajaban en la
aIula lívida tara arada, w j

comoutacJora, veían algún . é n i1 j ' , i , * > » 4 1 ¡ v 1£ f É


A
creaciontn de Lego. i
*
'1 np'lp
pvyvinL' f
' ........... . c-i los niños afuera a o-tro recreo v vo tema un s
1
descanso para tomar un c tí ’ u r i > icti v iu ao rucre ativa,
1 6'00 pnmkf-5 n. la cocina. Hasta quie la cena estuviera lista f
A
en la men a las 17:30, m .e ocupaba de prepanir las conndas o cocinar
para él d:la siguiente, aofc■1. 1 . k m i r el lavaplatos, poner la
* 'i m Jn PhíPn mrn
parar ei. aunuerze.) tie i ump pura ei rl-n cjmHx'iVa
cua siguiente --nnltfrtirnrU
y uonngurar ¡a
caletera tjara la mañana. 1.os niños más grandes tenían tiempo libre para
>n su hermano y su hemiaria más pequleños. A las 17:15, antes
de sentar'nos a la mesa par i ’ mo ? ios runos ordenaba una.
habitado n nuevamente v llevaban toda la roñai de la familia arriba a la

Después de la cena, seguísunos u na iceqiit113 poli tica: inadie■ abatido-


aa la cocina hasta que esté 1 impía, inc luido lili. nía:rido. Asi e s eme, en
■i
tinco o diez minutos, todo <.tstaba iiinac10. (M'tis acicdantt5, cambié
íl sistema a uno de tablas de tareas ncífic:as ■para cada pers<□na. uin
ti tiempo, descubrimos que esto er a ittas le:111, L' q u e por Lñ general
■ealizarnos todas las tareas ji...UltOS I ilarneinte au nque Olí “ vía están
as tablas y los niños sean ca Je rcaliza ad a. ta rea u cuenta
ti fuera necesario).
Luego, tenía tiempo libre para h ace r una CQ'rnii irma, visitar al Santi-
>imo Sacramento y volver y t:ocar uinpt > - 1 n i ‘vio. Mier1 m canto, los
liños guardaban, su ropa, teñí.an un:rato> libre O S e ba:nabai i v se alistaban
rara acostarse,
/a las lh;JU, rezábamos eri taniüi a, v nací. ,s 20 aJU ei:a hoira de que
os niños se fueran a dormir. Desde ent<onces h e de:sarrol lado una hora
fe acostarse escalonada conf orine ai ¡as distil 1 ta s édíídem lle los niños.
ror el resto cíe la noche eotaba iribrt? para tar t:on. P is r o traba-
aba en proyectos de costura o me (iedi cata ínter eses. la m.bién
idÍL
fedicaba un poco de este ti.erupo a a igúii < e s 11 dOSO f□ reíaitivo a mi

tocación. De vez en. cuando veía ui "i pr ograma .de tí ion.


I ,'KA regla de vida 37

La mayoría de las noches, alrededor de las 22:00, preparaba las cosas


para el día siguiente. Vaciaba el lavaplatos, ordenaba rápidamente lo
que hubiera quedado por hacer en el piso de abajo, guardaba mi ropa si
Philip aún no lo había hecho y me aseaba. Antes de irme a dormir a las
22:30, dedicaba unos pocos minutos a la oración.
Los sábados no seguía este horario, me aseguraba de conservar las
oraciones de la mañana, de la tarde y de la noche, y mantenía la limpieza
de la cocina y el lavado de la ropa. Los días sábado, una o dos veces por
mes, los niños se confesaban. El resto del tiempo era para mí. Sábado de
por medio me tocaba mi “día de salida.” Los domingos, según me había
aconsejado mi director espiritual, debía cumplir solo tres objetivos: estar
mucho con Dios, estar mucho con mi familia y descansar mucho. ¡Esto
era fácil! El domingo por la noche, ordenábamos todos juntos rápida­
mente antes de rezar.
Ese era el horario diario. También había actividades semanales. Los
lunes y viernes, tenía Hora Santa en la capilla de Adoración perpetua de
nuestra comunidad. Los viernes limpiábamos el piso de abajo (sacábamos
el polvo, aspirábamos y pasábamos el trapo) y después de eso siempre
teníamos “noche de películas” con gaseosa y papas fritas. Sábado de por
medio, cuando no me tocaba salir, limpiábamos el piso de arriba, lo que
incluía cambiar las sábanas. Por ese entonces Philip y yo teníamos un
cenáculo cada quince días. Me confesaba semana de por medio, el día
que me tocaba salir, y me reunía con mi director espiritual una vez por
mes. Los jueves por la noche hacía cuentas y pagaba las facturas, y los
miércoles, luego del pago quincenal, descongelaba y limpiaba nuestra
vieja heladera y nuestro ffeezer, mientras hacía las listas de compras. Con
unas amigas que también hacían homeschooling habíamos organizado
“intercambiar” niños una o dos tardes por semana. En esos días que
ruis hijos no estaban en casa, me ocupaba de hacer compras, acudir a
consultas, o trabajar en proyectos domésticos especiales. Todo aquello
que pudiera acomodarse dentro de una rutina, se incorporaba al horario.
Me ahorraba tener que organizar cosas en todo momento.
i
o
Regla de vida paila una madre

T-rnbién permitía miergencias u Otlras nsaliaades.


id iiiteitciencia ele t

Aquel'los días en los q u.e había un niño eritermo o me h 3 DI a pa sado toda


la noelee en veía o reci oíamos visitas inespí.LicHltlM nos poi lía ¡.nos en modo
de ma Olcí iiiiire rito . Entonces, sencillan1c lile lile clSfcEy..maba ide que se
in a cabo las c osas imprescindible■s, incluso si ‘ESti:> ini:errumpía
mi tieimpo libre. Para mi., las cceias impre'Scinhihiés eras111 J.□. OE aciótp las
comed as, ei lavado ck: ropa y ei orden; y para los niño ra remlizar sus
t3l. m Élñ Oh i v lengua. si no esta
!
lar lidie ¿i, si todos í ios sentíamos estres a dos o agobia
* (COirno puede
suceden cuando haces-; homeschooling, hab ■toí‘-i Lmm i«nnh? hit
tiiL .iiiiLn. /L»­n.ti o ue mi Regia
la posí Dilidad de dejanr todo de lado y pas ar el día reali:¿arido í nteresan-
tes exiserimentos cierití'ficos o salir de ctisa para canil?dar el ritnuv Las
necesi' ■!. . .1 ................'
bpues de todOj / a Regla es una herraiTlít’nW, TIO UTt iárano. I3 horario
íiíjro h;-..VllA..
* pcilil íí-i !.í.l oaia e 1 hora Ha
que de i
oía cumanne e ra de que este horaino tan pobre ■ 1OI1Virtieta en
la nonna. Debía apre nder a ser tlexiblcv pero no tant0 c’Ué \ad (viera a.
salliiuii del horario,
sde que empecé a impl.ew.en.tar nn ilegla, estos pl 1 >s bá;sjcos, que
satisfazcían todas las n ecesidades de núes!ira vida diaria > h. 1 ¡.do más o
- una constanre . Los horarios reales> son bastante urilionnes, auin
que n.ci sov tan exigen te con el comienzo <del almuerzo í s 12 en cunto
ahora que estoy acosojmbrada a mi Regla y que sé cuán '■ * i .po llevan
las eos a de la importancia de tener tieni po des­obra para
el curaw ¡miento de lao distintas tareas; si.no me estressiba deníasiado.
o. ¡
arDcDio ciedíc aba una buena cant idad de tiemp o a ajUb tar y evo-
mar lo que estaba tuneclonando y lo que n< ), y cada otoru gusto la ixegia.
itistacer las n.e<tesidaües y capacid ade» de ñus L njc. . f orno han
crecida ahora me avuvían en la cocina a ipreparar las ccmii.das. ■L >
momeiato en oue vo cc reinaba todo, ahora Anua es peráLCt ame
1
de segiuir instrucción^o para preparar la c ena familiar i rn
.... ij aar cle noches
porsei nana. Ella v los
* demás también avurJan a preparar■el al mi.ierro. Les
Una regla de. vida 39

encomiendo las tareas que cualquiera de nosotros puede cumplir y yo


me ocupo de aquellas que solo yo puedo realizar. De esa manera, estoy
más libre para cumplir tareas que requieren más detalle, como pedir un
turno con el médico o puntuar trabajos de matemática.

Un momento para cada tarea

A lo largo de varios meses, resolví los aspectos prácticos de mi Regla


para una madre, y ele a poco los implementé en mi vida. Recuerdo ese
primer verano, cuando Philip comenzó sus vacaciones y hablábamos
de lo que haría con su tiempo. Yo tenía las cosas tan ordenadas, que
pude mirarlo honestamente y decirle: “Aparte del baño de los pequeños
después de la cena, no hay trabajo que tengas que hacer en la casa. Tal
vez podrías enfocarte en otras cosas de la casa o construir la galería’’.
Imagínense, ¿se les ocurre alguna mujer en su sano juicio que le diga a
su marido que no necesita ayuda alguna en la casa? Era cierto. Las cosas
funcionaban tan bien, que realmente no necesitaba ayuda extra.
Lo primero que noté fue que había orden en mi hogar. (Lo primero
que Philip notó fue que cada día la ropa se guardaba en los cajones, i y
él no tenía que salir a “cazar medias”!) La casa estaba limpia. Cada cosa
tenía su lugar. Cada cosa tenía su momento.
En consecuencia, esto liberaba mi mente de miles de preocupaciones.
Mientras que en el pasado me hubiera quedado mirando la casa, pensando
que tarea abordar primero, y mientras me ocupaba de una, otras cien
nuevas me estarían preocupando, ahora sabía exactamente en qué mo­
mento se realizaría cada tarea. Sabiendo que ordenaríamos la casa justo
antes de la cena, no pasaba el día ordenando constantemente. Sabiendo
que lavaríamos la ropa por la mañana, no sentía presión al ver la ropa
sucia en ei canasto cada noche. Sabiendo que el viernes limpiaríamos
el piso, no me preocupaba tanto el piso sudo del jueves por la noche.
Porque había un tiempo y un lugar para todo, y aquellos momentos en
los que no tenía programada una tarea eran “libres”. Dejé de pensar en
todas las pi€C íes que pesabai (Don s mí v puche coticen tranne e
el momento ¡presente iiotal y líbreme nti
Descubrí <4ue mi Rt:gla para una li­lac1.16 trajo u n niiivor equi librio a r
vida, Mi.entnis que arates parecía h.ai:,er UDíñ rio nninable de tares
a realizar, alie ira tenía 1tiempo de sobr a. f)ara incki o paraLeer o pai
rtas con l os niños. Dadci q fi n i í
le las cín<
una necesidadj importa:nte de equdibn•o, no i rabu1 i. in aspecto paibieldar-c
■■i. ‘ i........
petara a <uro. Le dedica' < i t < ida ile ce siiíaddemi. vocacic
y de mi vida persona i el tiempo que le c or resp OI idía. ii O!......... Cim siguiente
descubrí una mayor vatriedad de inte m ni vio a dDifa >í como
..... i : i. .. . í
verdadero tier1 iix} 11 Oí e. La vida no erri teoto 1:rab<3Í( 1 o tí ')do juego , sino ur
sana -combineición. de sunbos. Esto retluí:o signifiic; miente irli nivel t
mtó mi saH.J.S i <lL C i. 011 Pt. i:iOIral iaor i tar e i
os? Los n.iños estaban í loi’-ecumdc rymnon de pladccer ¡
1 i
que yo llaniat:)a "el sínd rome del progr an V d e reí ’ÍSÍÓIa \ según.
no tener un plan fijo p;iFc’i ía tarde, se v S. ian tent ailos dte ver un DrO<-’T3 H
desnuD del curo sin. ti:nal, por falta cH? ¡alge> sigi íicat ivo para hacer t
cambio, ahor us días planífic os. 1OU v d i.enía su lugar, el traba;
baio dom estico, el tienif 11 OI'cu la : i >n y el tiempo pai
uno, y cada c osa en. bu ena medida. LHe ki, ini. h:Ljc > nía,s grande, me uev.
cosas corno: “ ¿óabes Qii.é, mamá? ¡De’reífaaci me tente i bien cusindo hag
mi trabajo!"■■/: “¿Sabesi qué,mamá? ñ teñe niOS t(ido ordeinado, ht
menos trabaro para ha cer el día que tOísa }j¡mpi 2H': ¿Pe¿r qué ii.o ha cénit
eso?5\ ¡Sí, es-t­ era. nii v-enio de seis añ.os
enia otro oeneticio que \zo ' i yp. moiersi piedich-io: reduc;
ías dispuras v .íes con los miios ado q: hora hab ía tiemp
Dara rocío ve■■ no inte:rfería constan!mr0 6R ! '. !...........
OI1 su tiempo !LlOte L)ul

pedirles algori trabajo. El tiempo libre ra nsaín: rite 1 ibrD y lo;s üueiick
de fastidio ú>n su nimroría) desapan ¡ero •. s ■> ■que ahora ibían qu
1 r í ' « ‘ ‘•'L i t > p L ¡ d -

ci
i TL
{ ÍNA REGLA DE. VIDA 41

Además, el hecho de saber que el trabajo estaría terminado en quince


minutos los ayudaba a verlo en perspectiva. Sabían que las desagradables
tareas que mamá les asignaría tendrían un final. ¡El sufrimiento se reduce
cuando nos damos cuenta que no .será eterno!

Beneficios espirituales de una Regla para una madre

Muy a menudo me había preguntado cuál era la voluntad de Dios


para mí. Gracias al uso de mi Regla, me di cuenta que ésta no es tan.
misteriosa. Creo que hay tres cosas principales que Dios quiere de cada
uno de nosotros: primero, que lo amemos y obedezcamos sus manda­
mientos; segundo, que cumplamos con nuestras tareas diarias de acuerdo
a nuestro estado de vida, y tercero, que estemos abiertos a la inspiración
del Espíritu Santo en nuestro día a día,.
Conforme comencé a vivir mi Regla, me emocioné al ver que cada día
y en cada momento estaba tratando de cumplir la voluntad de Dios en
mi vida. Así como una monja obedece a sus superiores, yo obedecía las
exigencias de mi vocación, reflejadas en mis deberes diarios. Con cada
acción que realizaba obedecía a Dios, incluso al cargar el lavaplatos o
alimentar a ios gatos.
Experimenté una libertad de espíritu asombrosa. En el pasado, ante
una dificultad, solía estrujarme el cerebro para descubrir si había hecho
algo mal o si estaba desagradando a Dios de alguna forma. Pero ahora,
al saber que estaba dando lo mejor de mí para cumplir su voluntad, pude
sentir paz en las pruebas. Comprendí que si había un problema, no era
por mi pereza.
Esto también me ayudó a soportar cualquier aridez que pudiera
experimentar en oración, Comencé a comprender que, sabiendo que
estaba haciendo todo lo posible para tener tiempo de oración, la aridez
espiritual era algo que no podía controlar, estaba en manos de Dios. Era
más fácil confiar en que, si lo necesitaba, El efectivamente me enviaría
consolación.
ORE
1
t
i Vi A .’.i. lA í. >.

Ad gla pani una inadre es santificada Doro u r medio de 1


r
ella miceirLOS 1O í)ue del:vemos hacer. Es un buen:mediío de ni oítificack)TL fu
¿0 Lié e’S la nlortific ación ’ ‘ . V . '
lo o rigÍHE su ¡nade ;í
i •os pi pecadcis, nucotra naturaleza estí­i dci;ordei mda leñen'¡ - ■-/ m
j deseo; llenad os hacia cosas que no ion bi lensis para r B
-ndem os al ptxado más que a la virtutL .Pe intei í|
COOpé OH .L.’pos aue constaantemente actúa a t f 3. res de cgracia, pr i
1 •1 orde o en djuestra s almas y cuerpos <JebCi*rden<idos Ó Nuesi 11
■5 sta a la gracia es la mortificación, la muerte a nos0tros mis m0s, 1
IJ. .-X ■■ ; 7 :
ortp nw donmr nuestro m’OÍrt
no v nuestro nccario f
J
1
r el verdadero iden que Dios nos presenta.
i..
1
Oíd. biei p Dtiedh errada de lo que la
1 icacion conílev;a, corno me pasó a mí. Recue rdo leer sobre corno 1
C
ancisco se arroí ó en un arbusto espinoso para ‘ ilMl h i< 0
y
c re Santa Rosa de Lima, que d ! , , R. ! < |
m 1 ■ ; í
l Muchos santos medievales nevaban ropa as-i T * i 1 x{ h t
l nstantementm Pero este tipo de mortificaciói1 es extraordinaria y 1
, ' 1 A <> 0 ¡ > i 1 !
I reía es conveni m.
. 'H ‘ ■ 'i.nr nuestra Reg b y cumplir con lo que debem os nacer para Dios y 1
1 a familia es más que suficiente mortificación j V '1 0 .

I u iiík'i uc nu es tr<3 alma. Debido a nuestra natt.¡raleza pecaminosa, 1


c * a nuestro debe r es igual de difícil: levantan!1OS <1 tiempo, come r
i
c i smim naeei epírcicio, 0 incluso limpiar esa p u m t u ¡1 v 1
■? > 1
< d nos austíi» Inc.'luso esto esmeizo cotidiano por hacer lo bueno
adero y por optmemos a nuestras tendencia;s y atracciones des-
ordene
idas es una venladera, mortificación. Tiene citros nombres corno
J L,
L i.R ¡Mitoducipiihcb 0 noche uc Uva de los sentidos
c .o llama San. Juím de la Cruz. Es nuestra volarutad, nuestro amor
s n U *-.«J>■ *- 4 r 3li todo porque Dios nos Lo pide lo que permite que
I arnbte nuestro <norazón. para amar aún nías pt■ofundamente.
Una regla de vida 43

Esto conduce inevitablemente a la virtud, ya que, como nos dice el


Catecismo de la Iglesia Católica: “Las virtudes humanas (son) adquiridas
...mediante actos deliberados, y una perseverancia, mantenida siempre en
el esfuerzo, (que) son purificadas y elevadas por la gracia divina. Con la
ayuda de Dios forjan el carácter y dan soltura en la práctica del bien. El
hombre virtuoso es feliz al practicarlas”.9 El mero hecho de seguir nuestra
regla nos santifica. Incluso nos ayuda a que hacer el bien nos resulte más
fácil, ya que, a medida que desarrollamos buenos hábitos, nuestro trabajo
se hace menos ard uo. Recuerdo que hubo un momento en que no estaba
segura de estar cumpliendo mi Regla porque la había naturalizado. Solía
revisar el horario para controlar si me estaba olvidando de algo.
Asimismo noté que mi Regla también ayudaba a mis hijos en este
punto. No solo incorpora orden y la práctica de buenos hábitos en sus
vidas, sino que también pueden observar el buen ejemplo de su madre.
Como dijo el Papa Pablo VI, la forma más eficiente de evangelizar es el
ejemplo, y recién en segundo lugar, lo son las palabras que utilicemos
para explicar el motivo de nuestra esperanza.

L'riít regla es más que un horario

Es fácil ver los beneficios prácticos de una regla de vida. Todo está
ordenado y se vive de manera eficiente. Pero si nos quedamos ahí y nos
centramos en el horario y lo único que buscamos es la eficiencia, no
entendemos el sentido de la regla, lomemos corno ejemplo un director
de empresa activo que seguramente sigue un horario bastante riguroso,
equilibrado en la mayoría de los aspectos, y que lo cumple religiosamen­
te. Puede que se reúna con sus asesores exactamente a las 9:00, tenga
conferencias financieras programadas para las 10:30, se reúna con un
posible cliente durante el almuerzo, y haga un balance de las ganancias
del día a las 13:00, todos los días, como un reloj. ¿Podemos decir verda­
deramente que está siguiendo una regla de vida?

9 Iglesia Católica, Catecismo de la Iglesia Católica 1810,


1
{.'NA DE VIDA 45

actividad a la del resto de las hermanas. Durante los años siguientes


también estudiará la Regla y sus principios y objetivos para darle un
mayor sentido espiritual a su rutina diaria y enriquecer las actividades
cotidianas que realiza.
Como dijo una vez la Madre Teresa mientras les enseñaba a sus
hermanas su Regla, lo que debe enfatizarse es el espíritu de la Regla. Así
fue que, mientras tenía el horario básico en funcionamiento, comencé a
evocar todo lo que había aprendido a lo largo de los años sobre las cinco
P y empecé a trabajar en ellas a conciencia. Debía comprender mejor el
espíritu de mi Regla y captar la importancia de lo que estaba haciendo.
Entonces, me gustaría compartir con ustedes, parte de lo que he
aprendido sobre mi vocación como esposa y madre cristiana, dados los
eventos y circunstancias de mi propia vida. A lo largo del camino, daré
algunos consejos básicos sobre cómo pueden desarrollar su propia regla.
Y, dado que la Iglesia siempre ha señalado la importancia de la dimensión
espiritual de la regla, que es su corazón, me gustaría mostrarles cómo
llegué a comprender de qué modo se puede buscar y vivir la santidad
como meta en la vida matrimonial.
Capítulo 3
CU)

LA PRIMERA PRIORIDAD: LA PIEDAD

Inmersas corno estamos en el ajetreo y las dificultades de la vida, las


madres tendemos a centrarnos en las cuestiones prácticas. Es fácil que
olvidemos nuestro llamado más profundo cuando ladra el perro, llama
el teléfono, suena el temporizado!- del horno y llora el bebé. Dado que
vivimos en el mundo, resulta muy fácil olvidarnos de nuestro objetivo
último o ver un significado o una realidad más profunda en la vida. Sin
embargo, sí estamos llamadas a algo mucho mayor que aquello que venios
a nuestro alrededor.
Este camino hacia Dios tiene varias etapas, y Dios lleva a cada uno de
nosotros de una manera única. Por lo general se nos revela poco a poco,
a veces de forma enloquecedora. Pero no estamos desamparados. Existen
cosas que podemos hacer para profundizar en nuestra relación con EL
El espíritu de la primera prioridad es, entonces, que miremos nuestras
propias vidas, veamos hasta donde nos ha guiado Dios y aprendamos
qué üenemos hacer para dispon-Pinos m.a s a s u intervención
personal en niaestra vida.
; { -) q g | p • ] ] p p f p i.
dgnitica cuenta que lo necesi-

,i • i < de algo
L.. ÍÍ LU

i iuy nenii< m sol orillaba y el cíe x í iu Ir lia nubes.


Estal a en una hamaca i i i•na colina on diñada en
vmpt .oieton, 1 Ti1 . krí- ’A
scocia, tu la orna cuntía £icanciaba nu es pama y
i 1 i
hadei un reme ñiño alreriedoi ue ivis píen tas. El rmw Hev hai naba su a-
•. .? i i !.
VCilltinte a un ót v tuU a bí relie•1(j ut i Si11 It-SUumaecia comíi ni.ii.es de
díani .Ó LHiei 1,0 s. him uí-dJO. Unas av e s c a 111 ■duilH oso ullot
hhqn vy X ■qhnr¡ TVTro
*1 jiqí.cdlall pdi«
vo 1.a r•hacía el;sur mira p asar ei irrvien.ro. rira una postal en tod O SPE1 f¡L]‘l
ddo era mm hennos * i ' O i > rm cero por derúro nie atoni rentaba b
UL vX l
) tenia sol.oveinnúii anos, pero me se ntía vie ja, agotada, u sada v tan
vacia: como LH i rínñvd r,h < i ¡i vida, 'v no sabía qu•e era. cor
cincc) años, kwía estadlo ‘‘busca ndo algeA trateindo de en.eentrar alga
q lie i leñara m i corazón. ridDld uxhazade> la whi de ñus padr'es pora tie
esta i.:io me daloa satisfac'ción, y nii.e había:rebelad'o, entregándome a una
vida 4 í i
po de con C n manto iñas trataba de? llenarme
a mí misma, irlás vacía i■ne sentía
tiran re 1c>s últimos años, heibía esta do de E’ira cantandc> con. una
m
O' Cx
oand _ iiíiOia. sido criarla corno católica, unca me hatúa encon-
tradc n su existencía, ir1C1USO c ssia. Cató­
i■
pero seneailamentti no le ve ía sentirio. hl ciíistianismo eila para mí
un ce injunto cle reglas y■f resrrico enes a iiai liben:ad. Estaba c;misada de
<i 1 t eras y mi c tener ei alguie . ¡i > u > ' lilemente
1
me d mo vivir. Ciar ame:ntm este isfacía las nevesidades
indas de i 1 K ! > < ,~
lio unos i: s antes, h.abía ent rado a i,in confesioniirio por lo
< :iei sena :la última
La Piedad 49

-Padre —dije—, no veo el sentido de esto.


El sacerdote me pidió que me explicara.
-He aquí que vengo a la confesión, una y otra vez, a confesar exacta'
mente los mismos pecados y no hay cambio alguno. La verdad es que no
tengo intención de dejar de cometer esos pecados porque no encuentro
una buena razón para hacerlo. No volveré.
El sacerdote dejó escapar un pequeño gemido y, finalmente, dijo
Al menos usted tiene integridad.- Procedió a bendecirme y yo me fui,
creyendo que nunca volvería.
Entonces, durante los años que siguieron, me dediqué a la música
(¡una profesión conocida no especialmente por su virtud!), viví de la
manera que quise e intercambié las normas morales y sociales aprendidas
en mi niñez por la “libertad”. Me entregaba a cualquier pasatiempo que
me pareciera divertido y emocionante y que me pareciera que me iba
a hacer feliz, pero nada podía llenar el vacío de mi corazón. Esa cálida
tarde en la hamaca fue el punto de inflexión, fue el día que decidí que no
quedaba nada más por intentar, nada que perseguir, no había respuesta
a mi “búsqueda de algo”,
En las últimas semanas, me había unido a una nueva banda en Ha-
lifax. Me quedaba en el departamento del baterista y dormía sobre una
manta dentro de un vestidor. Una noche, mientras estaba allí acostada
en la oscuridad, mirando a través de la puerta de la terraza, naranja por
la luz de la calle, decidí que no tenía nada que perder. Me acosté sobre
mi espalda y me dirigí al techo:
“Dios, si estás allí, creo que es tu responsabilidad dejar que te vea.
He hecho todo lo que puedo con mi vida hasta ahora. Si quieres que
te conozca, necesitas revelarte ante mí, y depende de ti, porque si eres
Dios, estoy segura de que puedes encontrar la forma”. Luego me di la
vuelta y nre dormí.
Pasaron las semanas. Estaba en casa de vacaciones y una noche me
senté a ver una película sobre las secuelas de una guerra nuclear. Era
tan deprimente, tan desolador, tan desesperado que yo simplemente no
nie <
iciea Y SU O * enterre
i a mi cuarto y oes i, ■
\ i u urna
lo 4a. a i

Me < ^j’rkrf directament:e al Li bro del \ > U1 n t comencé a leí


chira' >da b noche , hasta bien, en mhi la madru gada, y para o
cerré1 los cnos, había ei i contriido ese Aleo

d
a que encontraría

oj. mpvbiso religioso en nuÜAÍ.1U CAÍA A.A

en ni i vida!" O < c > s. < a 1 hoy experime nta este


vacío y, asi como ínce v<. tra,ta de lleneirlo con dis; t r a.c c io ne s m u na a ñas:
dinero rrahaio nodm i-sÍacp •..■' ..i .. . . .
.... - -..... ora m íen to de los otros v la taina
éxito la:borní, sexo v tiro gas, os y diversi i t," ix!' y ‘causas”
v voíun tariado, la lista sigut '1 i 1 la encaja? porque esta ín quietud
interior es un. deseo de l ' nuestro c oraron cortalgo que está:más allá
i ,-s
de núes tro alcance: Üic-S ID Ismo, Lonro dijo óa.n A V. UKI
c .- hiciste,
y.> 1 . .....
j ara l i, v nuestro cora A i > ta que descanse. ^ ’-pn
Coroio madres, nosoi :ambién pixlemos, inocentemente, quedan
nos atrripadas en las dis traca dones de 1 a vida diar ia y ni siquierai darnos
cuenta :de que nuestra, ileíac ion con D:ios se nos < ra i 1 fn rito nos
darnos cmenta que, por ■un ti ni i * hemos rezaido realmente. Incluso

con las mejores intencí * unes., esto puec■ " pdddl t.v. dos los días, sí no dis-
ponente)s de tiempo ren lo a concu-encía, y no s preguntamos porque
todo se vuelve más estrosan.te o nos iralta energí;a y vigor para cumplir
con nuestros deberes.
La Piedad 51

En ocasiones, nuestro propio desasosiego ante las tareas, a menudo


mundanas, de la maternidad puede tentarnos a buscar un sentido fuera de
nuestro llamado. Sé que, a lo largo de mi carrera como madre, lie tenido
un sinnúmero de modas pasajeras, proyectos temporales que consumían
mi atención una y otra vez. Podemos encontrarnos dedicando cada vez
más nuestro tiempo, atención y esfuerzos a la jardinería, a la pintura, a
grupos de jóvenes o a manifestaciones políticas, mientras que nuestros
deberes y relaciones familiares quedan en segundo lugar. Luego, porque
Dios no es tan urgente, porque no nos fastidia para que le prestemos
atención como hacen nuestros hijos o una casa desordenada, El también
puede quedar relegado a un segundo plano de nuestras vidas.
Es por esto, que conforme a la primera prioridad, debemos incluir
deliberadamente tiempo para Dios en nuestro horario. Si lo hacernos
antes que todo, nos aseguraremos de darle su debido lugar en nuestras
vidas. Él nos dará a cambio la fuerza y el sentido que necesitamos para
vivir nuestra vocación.

El sacramento de la Confesión

Los meses que siguieron, volví a irme de gira. Le escribí una carta a mi
madre, pidiéndole disculpas por mi desobediencia y por lo que sabía que
esto la había afectado. Verán, mi padre nos había abandonado cuando yo
tenía diecisiete, habíamos perdido nuestra casa y, poco tiempo después de
eso, yo rne había rebelado y me había ido. Fue un momento difícil para
mi madre, y yo sabía que había llorado por mucho tiempo. En mi carta
le agradecía su integridad, ya que nunca podría decirse que mi madre
perdonó mi pecado. Aunque nunca dejó de amarme, no temió decir la
verdad. Ni por un momento escondió las cosas debajo de la alfombra,
y nunca temió abordarme acerca de mi estilo de vida si era necesario.
Una noche, luego de instalar el equipo en la discoteca, llamé a mi
madre para decirle que esa semana me iba a confesar. Al día siguiente,
a las cuatro de la tarde, salí de nuestra casa. Agarré mi rosario y apreté
-1
La Piedad 53

Cuando creamos una Regla para una madre, debemos facilitar los me­
dios para desarrollar una relación más profunda con Dios. El sacramento
de la Confesión es uno de los medios más poderosos con que contamos.
Es cierto que en ocasiones nos sentimos temerosos o reacios a acer­
carnos, o puede que no nos parezca necesario ya que no hemos cometido
un “gran” pecado. Pero, en realidad, la confesión es un invento brillante
de Dios para abordar nuestras circunstancias personales de manera
única y directa. Las gracias dispensadas en la confesión están dirigidas
específicamente a satisfacer nuestras necesidades individuales más apre­
miantes, tanto grandes como pequeñas, mediante una triple acción de
Dios. Primero, mediante el perdón de nuestros pecados; luego, mediante
la cura de hábitos pecaminosos, y por último, dándonos la capacidad
de vivir nuestra vida con mayor gracia especialmente diseñada según
nuestras circunstancias.
Asimismo, cuando parece que Dios no nos escucha en otros aspectos
de nuestra vida, que puede pasar, su voz perceptible a través del sacerdote
puede ser de gran alivio. Por eso, debemos asegurarnos de utilizar este
sacramento con regularidad en nuestra regla.

El poder de la Eucaristía

Luego de mi conversión sentí una profunda sed de Dios y por varios


meses me devoré la palabra dct Dios, luego de mi hambruna de años. Mi
profesión me dejaba mucho tiempo libre, y no era raro que pasara seis
horas por día leyendo la Biblia. Era como tomar un curso intensivo de
cristianismo, y se derramaban gracias.
En. mis viajes conocí a muchos cristianos aquí y allá, en su mayoría
protestantes, y comencé a leer varios libros protestantes. Comprendí que
había pasado por lo que llaman una experiencia de “renacimiento”, y
decidí abandonar la Iglesia Católica. Dado que como católica nunca ha­
bía experimentado a Dios “personalmente”, no parecía haber una buena
razón para volver allí. Eran los libros protestantes ios que me animaban
~r I

.1 ÜI

X t 1’ i i £ 1

r ■'} V
11 ,K vi a

i ív r i TU

1 3 'cr a a !í

i
ut Y ■t I

i i' r
i k: C n

11 No

.ti. 1 ) i I 1
j
'I r 11 r r
T 3 ri '1 i m¡
j
id i
J it 41

i ;T ese r K .le
y

i Bi
r > ! ia
( i bl L.

est en n <1 LJc


! > 'U Jet n ic a

Desde el momento que entré a la iglesia, sentí con fuerza la presencia


de Jesús, y cuando el sacerdote elevó la hostia, supe que era EL Lloré
durante toda esa misa. Era todo un espectáculo, con nú campera de
cuero, mis tonos oscuros y mi pelo al estilo rockmnd-rolí teñido de rubio,
sollozando corno un bebé, mientras los niños pequeños se daban vuelta
La Piedad 55

y me señalaban, Lloré durante toda esa misa y la misa siguiente y la


siguiente y la siguiente. Durante seis semanas seguidas, en cuanto entraba
a la iglesia comenzaba a llorar, hasta que finalmente le dije a Jesús: “¡De
acuerdo, creo que me convenciste! ¡Regresaré a la Iglesia Católica!”. Y
en ese mismo momento, las lágrimas se detuvieron y nunca regresaron.
Amo a mis hermanos y hermanas protestantes. Veo en ellos una
dedicación a su fe y una seriedad que a menudo hace falta en. los feli­
greses católicos. Creo que, como católica, tengo mucho que aprender
de ellos. Me inspira su dedicación a las Escrituras, su estudio constante
de la revelación divina y su compromiso voluntario de vivir conforme
a la verdad cristiana.
Pero he comprendido que la Iglesia Católica contiene la plenitud de
esa verdad. En un principio, cuando empecé a acercarme nuevamente a
Dios, vi señales de esto. Tuve que reaprender todo, mediante el estudio
y la meditación, y a menudo me encontraba cuestionando a mis amigos
protestantes. “¿Cómo puedes decir que ya estás salvado, y aún así dormir
con tu novia?”. “Si fui salvada porque renací, ¿para que me bautizaron
mis padres?”. “Si para alcanzar a Dios debo simplemente esperar al cielo,
¿para que me creó Dios en esta tierra? ¿Por qué no me creó directamente
en el cielo?”. Les hacía estas y otras preguntas, ansiosa por comprender
mi fe recién descubierta, y una y otra vez su respuesta sería una cara
inexpresiva y un: “'Vaya, no lo sé, Holly”. Pero como católica finalmente
descubrí las respuestas a todas mis preguntas. Recurrí a los escritos y a
la sabiduría de las enseñanzas de la Iglesia, los papas y los santos a lo
largo de la historia, y pronto me di cuenta que nunca, en toda mi vida,
agotaría la sabiduría de la Iglesia Católica.
Dentro de nuestra regla para madres, debemos dedicar tiempo al
estudio y a la lectura espiritual, ya que Dios tiene mucho para decirnos
sobre la vocación a la que nos llama. Pero incluso hay más que el estudio.
Sobre todo, son los sacramentos los que reflejan con más claridad
io que Dios quiere de nosotros. Puedo estudiar cuanto quiera, pero eso
no significa que pueda hacerlo todo. Una vez le dije a Philip: “Sabes, si
F

ie a luí en te ni <ñera tonas las cc T’ , ■ i ú'C IOS ill nos qite tense
mi propia cas j sena santa , 1No basta con es i a y ticxesitai nos po
i ese poder Lo hallaremos en los sacramento S, V muy kespecia ?»- -

iw como
el alimento es a ’ • 0 < 'k u o ! A Eucai'istia es> a nucí
alma, y nuest ra alma es hopasr de nuestra vol UDUlid, el lugar eesencia.
.1 ..... .j .... . . .. '» m 5'5 j m £ í'l Pf5 0'3 p.rt i i .
. .................. .. hdi.1 uoiiue sé ton .í.cÁ.11 IdO vi vV LOiMx ,U. . . . ... .. ■ no el t’1 ib t livl LO
cí-i !í"i iíA

mina nuestra mente, los sacra'mentes tortaleoV 1 1 l 1 itad. Si


poder sonren;mural de Oíos so bre nuestra voli ¡d, ser(amos <jemasi
débiles como suya. No poden: legar;al cíe le i > i
n u estros nroeAAJ'A V iPll.lv 1 ¿UJ, 1 Í.í sien np-rq txwNfd 1 c.K. LOS >». i
virtuosos sin su gracia, inclus.o la crianza de nue SITOS llujos d<epende
!......... •
10 reservamos t-tempo en nuest.ra r jara la
frecuente de [a Eucaristía, ci ertamente nos ta i tiirá la fuerza neces:
para nacer evo a lo que estam.os llamados.
i í £ VH i sit 1 tamos ” o expUmílTléi
mos este rockn de modo cons dente. La maytiría de tas veces, yo mis
no lo oeicibo. .... .. . ... i. Jblcl ArM-hí Wv Hp m Da táic«v.iv ip.- x IV i’pj py y
CíprAFM r
los otros: en La amabilidad, en t i . i ’ i > > . • ' i \ ; i ■
en nuestro mDtt’ tísico, mego> de haber abanej Qpxíado la o giras, empec
trabajar come .) cajera. Una tairde, riegue ai ir;abaj o dire:c lo ti e la tgle
1 ? ! 1
wlia vik, Les. o v ¿..l í *, i t. > ■’ r i t ,< >. k :-
a........ . t .
í misa, ¿no es cu ■•m; :

-Me lo im aginé -dijo—. bitmipre me doy c uen ta cusrucio aci jabas u


a la i de si a. Tf1 ves corno 1 Us ri e rs ona s d is ti ri t ¿

La noche oscura del alma

Pronto, sentí que Dios me llamaba a abandonar el negocio de la


música y regresar a casa e ir a la universidad. No quería dejarlo, Amaba
a inis compañeros de la banda, eran como hermanos para mí. Además,
quería ser una estrella.
La Piedad 57

Pero sería como Dios quería, y como no quería rechazarlo, le dije que
tendría que ocuparse EL “Si quieres que abandone la banda, tendrás
que hacerlo realidad Tú, porque yo no tengo la fuerza para hacerlo
sola”. Dentro de un plazo de cinco semanas de murmurar esta oración,
cinco miembros de la banda, uno a uno, semana a semana, recibieron
mejores ofertas de trabajo en otras bandas, y así fue que quedamos solo
el bajista y yo,
“De acuerdo, de acuerdo. ¡Regresaré a casa!”. Y así lo hice. Volví a
una sociedad que había rechazado. Luego de vivir tantos años lejos, del
modo que yo quería, no estaba preparada para vivir de acuerdo a reglas
impuestas por otro. Debía quedarme con mi tía y mi madre porque no
tenía dinero para pagar un departamento, por lo tanto había reglas del
hogar. Yo estaba acostumbrada a estar toda la noche despierta, ¡pero esta
gente estaba despierta durante el día! Conseguí un trabajo como cajera
en un restaurante local. El gerente, luego de recibir quejas de algunos
clientes conservadores, me informó que debía recoger mi desordenado
cabello y que debía reemplazar mi mameluco rosa tuerte por un vestido
largo hasta las rodillas. Me encontré fregando la suciedad de ketchup de
las sillas, limpiando mesas que otros habían desordenado y escuchando
quejas sobre café frío. Aunque parezca una tontería, experimenté un
verdadero choque cultural, y me hundió el corazón.
Fue bueno para mí entrar a la universidad, pero mi corazón no parecía
recuperarse. Sentí que mi amor a Jesús se enfriaba. No podía experimen'
tar su presencia. Luego de dos años, sentía corno si me hubieran levan'
tado, me hubieran tirado y me hubieran abandonado a mi suerte. Me
encontraba en una situación extraña, no parecía tener nada con lo que
pudiera contar realmente. Así se instaló la depresión, y el cristianismo
pareció convertirse, una vez más, en una serie de “deberás hacer esto",
un conjunto de reglas y normas.
Mi vida de oración se tornó seca y lúgubre. Oh, cuánto odiaba que
mi madre interrumpiera mis estudios para invitarme a rezar el rosario
de la tarde. Cada noche la rebelión se desataba en mi alma, y no veía
ó \ i1 1 \

cómo i a oración turo adr podía sei•vir. Mi madre solía decirme: “He 0

no irnp arta como te s ¡en tas


*. biniDi e i.ti e n t e h a z 1 o A. veces la mejor c ra- I
i ci aquella de la c pie pareces n o recibir bien líSuno <• Asi es nue
a mis ora<nones, v le pe j > n yn b
que sir ueran de ¿dgo.
Sí, td período lúe; ’O t le mi con versión tue di tic í L Simple me n te
sentí 3 i nal y ya no sal fondo est-iba jesús. ¿Poi qué se había ido/
...... .
1 p;pn
Vi vA J O ’inni í-
k-í V. i.i sobre Sf'r n hl"'IT’ Í1T 1 ‘1 ( 'ni'’ \
nocne :>scura del aln rL Atií. en coi rtré b explica ción a lo que aca.b< iba f
de suca derme. “¿Oué .ede cuan’ So arrojamos t m leño al fuego/", p
Ql | p ?-rj JA
i San hian L . ... • ? * 8 . .1 ‘ j •■>81 .llv l l.¿.d d h dil. l l i.dise, iiUiiiCd un. uv •!CO g-

y entoi ices se inríaim tensamen te, se produa mucho ruido, cak


luz. As . tanwien. suc rdH í conniigc . Cuando me n .. 1 C _?T .t.
pri mee . vez, ¡el fuegí ) C1( ' su amor me incendió! Esta es la convers <ón. j
inicia L cuando arden IOS de amor a .Luios, v es mi v visible cara nosot
y na.la. os demás. A r se refiere n los protestai ite con renacer",
supuest o que hay gen m q im podría decir que jamé i > > i < h
inicial ’ sin embargo riví • cerca de Jesús. Yo creo que esto se debe a t uj.e
cuanto mayor es el pe op mayor es b experien cía de conversión. 1
i '■ -uU lo un acto nn
o .,v. r narre de Dé dh níira ni íP vti víptt
¿i
r ■
. ,.. ... ■. d.U Uc t dhlbla r oue a i i inncipio me r linio pa ra preparar
para lo que iba a ven a cine tod os los desurde nes e impurezas de
h'A m ,-U -'-H
alma h< *re° idos. Sem vjdUlt
Anrp cal hilo r ródígo, necesitaba t
A .illJV |.

8 •/ ( ■.
eran fie sta para asegr rar me dei an iot de! Padre. bi otro hijo, ei que
-,k-s celóse
habA n lantenido fiel, est aba -J de esta fiesta pero no debía esta: lo.
i — i » VU- " ' ■ <J u
V................ . : .i¡,: i ..
.... ’ . .. ■ ■ ■■■ - • i ■•■■■■ s desde el prip cipio va son dueños
..............

todo lo que el Padre ■ 305 se! No ne cesitan signos V piochgios para ci


en Uíoj- o amarlo v e o hay mu cho mérito.
¿Per .0 por qué hal ría .i > < fuego inicial? Entonces observe un.
leño en mi estufa de : en; . San Jua .i !.... /■■■■'........ staba en lo cierto: i. na
la corteza está cas i toda aue P m >u *, a i si 11 » 5n
T
tronco n :> en
La Piedad 59

alguna. Se ve negro y carbonizado, rezuma agua y chisporrotea. El fuego


está allí, pero ha penetrado el interior del leño y no es visible por fuera.
Es así que, pasada la conversión inicial, el fuego del amor de Dios parece
disiparse por fuera y nos preguntamos si Dios nos ama o si nosotros aún
lo amamos a El. Solo vemos nuestros hábitos pecaminosos, que es el
agua que rezuma dei leño. Solo escuchamos el chisporroteo de nuestras
propias quejas. Entonces comprendí que Dios penetra en lo profundo
de nuestro espíritu para realizar su obra, en secreto, de modo que no
podamos interferir en ella. Cuando, por momentos, todo parecía oscuro,
solía recordar unas palabras de una sobreviviente del holocausto, Corrie
ten. Boom: “Dios está tan cerca, que solo podemos ver su sombra”.
Entonces me di cuenta que la realidad de la presencia de Dios no iba
a depender de emociones placenteras. Fue entonces que aprendí que el
amor está compuesto tanto de placer como de sufrimiento, que el amor de
Dios puede experimentarse corno una oscuridad, como algo negativo,
semejante a una medida dolorosa necesaria para remover un tumor
canceroso. Dios debía entrar dentro de mí y quitarme todo aquello que
me hacía daño, actos pecaminosos y deseos pecaminosos.
Entender esto me permitió aceptar mi dolor intemo como algo positi­
vo. También sabía, por San Juan de la Cruz, que iba a llegar ese momento,
en el futuro, en que el leño comenzara a cambiar y a resplandecer desde su
interior, en que se transformara poco a poco en una brasa incandescente,
y que llegaría un momento en que sentiría el amor de Dios una vez más.

Una relación con Dios

Mientras tanto, debía preguntarme a mí misma: “¿Qué debo hacer


ahora? ¿Debo quedarme esperando en la desolación mientras Dios limpia
mi alma? ¡ Debe haber algo que yo pueda hacer!”. Mi profesor de teología
de la universidad, el padre Tom Daley (o TFD, nuestra forma cariñosa de
llamarlo) me hizo ver en qué consiste una relación con Dios. Respondió
a mi pregunta de qué podía hacer.
60 Regla de vida para una madre

-Déjame que te cuente una pequeña historia sobre Johnny y Suzie.


-Empezó-. Johnny y Suzie comienzan a salir. A Johnny realmente le
gusta Suzie, pero ella, conociendo el pasado de johnny, le dice: “Te daré
solo una regla: si quieres estar conmigo, no podrás salir con nadie más”.
Entonces. Johnny, que todavía la conoce poco, no está muy convencido
sobre esto, pero acepta, porque realmente cree que ella es increíble. De
vez en. cuando, Johnny ve a otras chicas con las que le gustaría salir, y
a veces se enoja secretamente con Suzie y se resiente, porque parecería
que ella está coartando su estilo. Pero como día le gusta, evita a otras
mujeres, porque si no lo hace, Suzie terminará con él. Sin embargo, con
el tiempo, Johnny se da cuenta de que ha habido un cambio. Ahora nota
que ya no quiere salir con otras mujeres. Se ha enamorado verdadera­
mente de Suzie y quiere casarse con ella. La regla exterior que Suzie le
había impuesto se ha convertido ahora en una regla interior del corazón
de johnny. Ahora es fiel porque la ama.
-Y así -continuó FTD-, debemos darnos cuando que, para nosotros,
la ley precede al amor Las leyes que Dios nos impone desde afuera están
destinadas a disciplinarnos, a ayudar a nuestros corazones a crecer y
amoldarse a las leyes de amor que nos motivarán desde el interior.
¿Qué debía hacer entonces? Debía obedecer.

Doble obediencia

Pero la obediencia a Dios tiene una doble naturaleza. Lo primero era


obedecer a Dios a través de sus mandamientos, evitando el pecado y
cumpliendo las normas morales de la Iglesia. Por lo tanto, estudié moral
para alinear rni conducta al llamado de Dios. Sólo después, cuando el
tirón hacia el pecado disminuyó, descubrí una nueva manera de obede­
cer: el ejercicio de las virtudes y la lucha por imitar a Jesús a conciencia.
Lina vez leí un texto que comparaba a Dios con un empleador. Por lo
general, este último no contrata a alguien debido a lo que éste no hace,
sino que io contrata para que realice determinado trabajo. Del mismo
La Piedad 61

modo, nuestro llamado cristiano no se trata solamente de evitar el peca­


do, sino también de dar pasos positivos hacia adelante para completar la
misión que Dios nos ha confiado. FTD también nos habló de ia “libertad
de” y la “libertad para”. Nos dijo que Dios quiere que nos libremos del
pecado y luego quiere que seamos libres para trabajar en pos de todo
aquello que El espera que seamos. Mi Regla de vida para una madre,
entonces, se refiere a este segundo aspecto: obedecer la voluntad de Dios
mediante el uso de mi libertad para trabajar en el cumplimiento de mi
vocación, mi misión en esta tierra.
Con la ayuda de esta nueva y más rica comprensión de la ley y el amol­
de Dios y de corno la obediencia a la primera nos ayuda a experimentar lo
segundo, abordé la creación de una Regla que reflejara esto, AI comenzar,
tenía dos requisitos muy básicos para mi Regla: debía ser razonable, y
debía ser práctica. Dedicar horas a la oración parecería algo bueno, pero
no lo es si entra en conflicto con la hora de la cena.
Debía discernir qué consideraba que conlleva una vida de oración
cristiana básica. Consideraba que debía cumplir con mis oraciones for­
males, como mi ofrecimiento de la mañana, cada día; me parecía que
un rosario era necesario, y quería disponer de un tiempo para leer la
Escritura y también para la reflexión en silencio y la lectura espiritual.
Pero, como madre ocupada, debía descifrar cómo hacer todo esto con
niños pequeños corriendo alrededor. La única manera era identificar
las pausas naturales que tenía durante el día, esos momentos en que los
niños dormían, descansaban o jugaban afuera.
Entonces, considerando el estilo de vida bastante activo de mi familia,
elegí las mañanas, antes de que los niños se levantaran, para realizar
mis oraciones formales y leer la Escritura. Asumí que podía tener media
hora en ese momento, y Philip me ayudó a enseñarles a los niños que no
debían bajar hasta que mamá los llamara. Debo agregar que esto tomó
un buen tiempo. También rne aseguré de que tuvieran libros y juguetes
para distraerse en caso de que se despertaran temprano, y me llevaba a
la bebé conmigo para darle la leche.
I

1 1 to,
t L’ n pí U 'SI

') □ i r □

i 'O
X: i -L i Si

í r I 1 V k i

1 1 11.

■i K •i 10 T

t r til
a a K 1 >] ü i >
i
i-.
i .1 < L) Jt )T

i
}- <
T ia:
■I ■I í i i tUt K 1" i

i j

.1 i i

í' 1 V t
K i ?y ¡i

t i t|L

t T t i. j C 1 l

S: 1 I 1

.] p- 1 1 -can
i.
i I '1 I 1P

i a

i i.

i i

p: L X I 1 [(■

a nie
i es ■1CX' id
i

fy ü
La Piedad 63

Antes de comenzar a desarrollar tu propia Regla, necesitarás un cua­


derno robusto o una carpeta con hojas sueltas. En los próximos capítulos,
te proporcionaré preguntas para que te hagas a ti misma y que te ayudarán
a crear tu propia Regla de vida para una madre, personalizada para ti.
Debes ser diligente y minuciosa. Si anotas todas tus respuestas, planes
y reflexiones mientras avanzas, quedarán registradas para una consulta
futura, y no necesitarás volver a pensar estas cosas nuevamente. Libe­
rarás tu mente de todos esos detalles. Y si conservas todas tus ideas en
un solo cuaderno, no tendrás notas de tu Regla diseminadas por toda la
casa. Tal vez quieras usar lápiz, así podrás modificar las cosas en caso de
que haya contradicciones en tu horario.
En mi carpeta, tengo una hoja aparte para mis prácticas de oración y
mis proyectos de estudio del año entrante, y otra página para la vida de
fe de mis hijos. Tengo una página especial para las tareas del desayuno
y de la mañana, una para las tareas de la tarde, una para las tareas de
la cena y una para las tareas de antes de acostarse. Tengo separada una
hoja para cada cuarto de la casa y una para cada una de los siguientes
puntos: tareas mensuales, rutinas semanales, actividades de Navidad y
Pascua, tareas propias de cada estación, jardín, necesidades de la ropa,
regalos de cumpleaños, ideas de pasatiempos, y más. Esto te dará una
idea de lo que podría contener tu cuaderno.
Ahora, toma tu cuaderno con tu Regla para una madre, y prepara
la primera página: “Piedad”. Lee y responde las siguientes preguntas.
Intenta no abandonar una pregunta antes de decidir que harás y haberlo
anotado. La clave del éxito es que tu Regla sea razonable. No importa
si quieres dedicar grandes o pequeñas porciones de tiempo a la oración.
Lo que importa es que lo pienses bien. Pregúntate a ti misma:

• ¿Qué tipos de prácticas piadosas considero que todo cristiano debe


realizar diariamente!

•¿Qué limitaciones o situaciones particulares tengo yo o mi familia?


’ ¿Qué tan /recuente considero razonable confesarme! ¿Cuándo puedo
hacerlo!
¿ tendré que llevar a los niños conmigo- Si no, ¿quién los cuidará!
¿Podría la confesión /recuente entrar en conflicto con otros compromisos
ya existentes! De ser así, ¿cómo podría resolverlo!

Decide estos puntos, organiza los horarios de confesión de los próxi­


mos tres meses y anótalos.
¿Qué tan seguido puedo asistir a misa? ¿Y ios niños?
¿Qué haré con respecto a la dirección espiritual!
La Piedad 65

Ahora, dirígete de inmediato a cumplir con tu próximo horario de


oración programado, deja todo lo demás y i simplemente comienza a rezar!
Ahora puedes revisar estas preguntas para cada uno de tus hijos más
pequeños o consultarlo con tus hijos mayores, y así ayudarlos también a
ellos a llevar a cabo prácticas piadosas fundamentales y simples. Utiliza
una página separada de tu cuaderno con el título “Vida de oración de
los niños" (o mejor aún, deja que ellos comiencen su propio cuaderno
para elaborar una regla), e incluye allí la oración en, familia. Anímalos
a que comiencen en seguida también.

Más allá de los conceptos básicos

Una vez que ya tengas resueltos los elementos básicos de las cinco
prioridades de tu Regla, querrás buscar maneras de profundizar en ella,
puliendo y enriqueciendo el modo de vivir tu vocación.
En el área de la oración y la espiritualidad, hay otras oportunidades
que pueden surgir conforme a tus propias circunstancias: grupos de ora­
ción, adoración, días de retiro, grupos de estudio y estudio individual.
Luego de haber resuelto los conceptos básicos que mencioné y de haber
establecido un horario de oración simple, podrás fijarte en los pequeños
extras que quisieras agregar. Podría tomarte un año o más sentirte lo
suficientemente cómoda como para agregarlos; esto dependerá de tu
personalidad particular y de tus circunstancias. Solo recuerda que Dios
te conoce y sabe lo que puedes hacer. Él honrará cada esfuerzo que hagas.
Puede que aquí también quieras tener un, momento cada día para
reflexionar sobre la esencia de la primera prioridad: tu relación con
Dios. ¿Hay algún área de tu vida que requiera más reflexión? ¿Hay algún
hábito de pecado que necesites examinar y buscar ayuda para superarlo?
Podrías reservar una página en tu cuaderno o un diario íntimo donde
hagas una lista de las cosas que querrías comenzar a solucionar. Sí llevas
un registro de manera consciente, podrás decidir el medio de ataque a
medida que avanzas.
66 Regla pe vida paila una madre

¿Necesitas aprender mas sobre Dios y tu te? Uno de nuestros


principales en esta tierra es conocer a Dios. Esto lo hacemos i
el estudio de las escrituras y el catecismo, mediante la lectura de vida;
de santos y de libros de espiritualidad. ¿Qué provee
programar para el año entrante?
¿Hay algo en tu vida que te distraiga de cumplir con
especialmente en tu tiempo con Dios? ¿Estás comprometida con ti
cosas que esto te deja poco tiempo para la oración? ¿Qué cosas puedes
dejar, y cuando lo harás?
¿Sientes que Dios te llama a tener
¿Qué crees que te está pidiendo? ¿Crees que tienes una relación co
¿Qué impide que esa relación sea más profunda? ¿.
de un. sacerdote?

objetivo de la pr miera prioridad es acércameis a jJios. Una vez que


havas resen iemp'o para eso, y te propon i firmeza cumplirlo, ya
habrás dack) un poso e■norme hacia la intim idad ctan El. Para tener cada
vez mayor c¿ondevicia k ' 1 ' ' ‘ II' i vida. cada vez que mires el
horario o te un n ¡omento libre, eleva tiu cora zón con una pequeña
oración pielién.do bendición o su ayud;i para la próxima hora. Esto
elevará ni (da eritero a una dimensión sol ” a < ira!, y con el tiempo,
cuando se \ i un ihábito, santificará toela tu v ida. No solo eso, sino
que cambiéia ido s este'irá presente.
Capítulo 4

LA SEGUNDA PRIORIDAD: TU PERSONA

Dios nos ha dado a cada uno un gran don: el don de nosotros mis­
mos. Puede que no estemos acostumbrados a pensar en nosotros de esa
manera, pero de todos modos es cierto, nuestro ser único es un regalo
especial que Dios nos hace. El quiere que seamos santos, felices y sanos, y
para serlo, debemos conocernos -nuestras cosas buenas y nuestras cosas
malas, nuestros talentos y fortalezas, nuestras debilidades y carencias.
Cuando realmente nos conocemos, cuando nos vemos con los ojos de
Dios, entonces podemos convertirnos en aquello que Dios quiere que
seamos. Y vivir conforme a la voluntad de Dios es el camino más verda­
dero para el bienestar personal.

Derrumbe de mi persona

Los meses que siguieron a mi conversión, no me sentía exactamente


corno un regalo a raí misma. Recuerdo una noche, recostada en mi cama
i

V VI

con ic ’S oíos en oianco nina ndo al techo. iVli ina ore entro a la habitación.
y se se‘ntó en la cania junto a mí. 1<ornó nii brazo arició suaveinente^
y me ;preguntó qué andaba mai.
le siento muy mal en todo irlomeen.io, maiTiá. .mo sé cómo evitlarkx
■¡
afeamos alrededor de media Jonipa.1 tí. COI:i ella lo que e51303
!
< r o
*um; i r

Es? í ’ 3 i 1. «
?bim Er a vero<rdera ’y uesespeiadainen­
te in.fi ¡e sentíía mai en tod o moimemo y mi iríente
¡

estafei constantemente n.iu?lada y confuíadida.' IO lo i i m 1 m > sion,


pero t 1 i m ! > .... i i i había 5una de
. 5ii. Quería esempar
y huir, " f : ! VO >.'> i. ■ r. ¿t 1 ! «. 1 . "bitan solo ]Ducheni metí
: « i <' 1 m. i i roca
p *■ u .1..1 paí ue semiirias, ser. i í Deudo pensa
r fuera, para aquellos <que me1 veían en ha u sidad, parecía estar
bien. Disfrutaba de las cíasíes y reminen te me gustalaan los debatíis en.
la me se redonda de L<¡ caniqería. Tenia, i. .Hienas n.o(m> e incluso pa recia
te i 12. Tanto así que una de iruis me jores a napas¡Í1O pO«aia creerlo cía
11C /I.:',.
Uifei que estaba deprimid a.
Nc> quería sentirme ma?L por l<o que listabai de o! l . 1 l l< ' 1 \
tan se¡.lo dt'iaoa cíe pensar, t? 1 I ¡ is piob lemas uesa p<mecerían. Era t ;
siniiihir que todo estaba bitm. si mti mamenía ta pada que no f
pensa t en lo que sucedía <en mi .i n te i io.c Ivliei icras ituviera un tmibajo
intere santo oue escribir o u n even. -fe fe al para pasar■ mi tiempo, et
bien. Pero cada noche debía. regre.qar al s-liencio de m 1 • ’ti
i
• •- i í
la des;espeiación y ta oepretíión. es’taban <
lando no comprendes h que seHiede ilentrc¡ nuestro, es ríaun
ral quie busq uenaos d istrae rnos p: ah"ciarn o¿>, pen t < ! o < << i h
un esctape. Como sucede c orí el ilolor fí i < , menttir escóndeme s del
si itn íy! 1 ‘ H í i 1 ¡ í :ailo n<i lo me’j orará.
Mi 11 u 1 i j i

indicaiba un. desorden en ini pers ona, y d e oía tratai’ ese desordern no
solo li n síntomas, zuque esi1'3,03 SU tedien do deritro nlíoí ¿Cómo pzDaría
cambi arí ¿Cómo podría ser: sanca, feliz V sana ?
TU PERSONA 69

¿Qué es el ser humano!

Comencé a buscar respuestas a estas preguntas y descubrí algunas


cosas interesantes e importantes sobre el designio de Dios para mí.
Aprendí que el ser humano es un puente único entre el orden espiritual
y material de la creación -un tipo de ser compuesto, hecho de cuerpo y
alma, interconectados e inseparables.
Mientras que tenemos muchas cosas en común con los animales,
como el cuerpo, los instintos y los sentidos, también compartimos la
vida angélica; tenemos un alma, que es una realidad espiritual. En esto,
estamos hechos a imagen de Dios, que es espíritu.
Nuestra alma posee las facultades de la inteligencia y la voluntad:
nuestra capacidad de conocer y razonar y nuestra capacidad de elegir. En
el centro de nuestra alma, hay un lugar escondido llamado el “corazón”.
Es el lugar donde se encuentran nuestras emociones y el lugar más propio
de nuestra personalidad. Está estrechamente relacionado con nuestra
voluntad y es el verdadero núcleo de nuestro ser y dónde decidimos en
esencia si. vivir nuestra vida para Dios o para nosotros mismos.1011
Nuestro
corazón es donde habita Dios. Nuestro corazón es donde amamos.

El designio de Dios para nosotros

El designio original de Dios para nosotros se vio reflejado en el don de


la integridad que les concedió a Adán y Eva al crearlos. Esta integridad
implicaba que todas las diferentes “partes” de sus personas funcionaban
en perfecta armonía y equilibrio. Adán y Eva estaban unidos a Dios en
sus corazones;'11 su razón mostraba a su voluntad lo que era objetivamente
bueno y su voluntad, atraída hacia el bien y fortalecida por la gracia, lo

10 Iglesia Católica, Catecismo de la Iglesia Católica 368.


11 Rev. Adolphe Tanquerey, SS, DD. I'/ie Spíriiual Lije: A ireatise ou Ascetical ana
Mysrícal Theology, trans. Rev. Hermán Branderis, SS, DD (dournai, Belgium: Society oi Se.
John the Evangelist, Desclée and Co. Publishers, c. 1930).
7v 'Rh TLA DB Vil ARA UNA MADRE

elegía libremente . DaiJo que sus facultades supleriores !tun? unA < .
h < ¡ , i emoí >< ic . ■! i >k n d> d >ns que e.leraiba sus vigas,
una tuerza poden isa y positiva que tos asistía eia la tom a e decisiones.
Adán nunca h. i ! K | ¿J '! . ai ene > t. , i? t 'Je 1 mendocpie había trabajo
para hacer, v Eva nun,ca hubiera evadido sus t ateas demié sticas por no
JO
Querer realizarlas.f Tod C ' . t < 1 o ,i. . o 1 u ol-U ntad siempre 0;
c

elegía ei oten v su con’ - . o. ce .. il lado a i( ’ oí ¡erio. De este


V

modo, vivían pleila me V ,!<■ < '‘i O'V taban. la. pnesencia cons­ O

tante de Dios en io pi i itllll . ' Uv < • ’’ i y estadnn en paz. Eran T

felices. Este es tai.Tibié-n el designio de Dios par; , = n

El pecado nos desordena

ai darse pnon<Jan a sí mismos en sus coranones y' permitir


que sus p'i-opios i ■u * i ,1 fe tgítnna S’obre el ■ mandato
ue miD’S. Rpctri sy ei'THi elronero 1 apropiado de su r acón. y sii voLinitad sobre
|H _ ) i la guerra interna i.entre las *■ as partes
del ser bimano, unas contra o tras. Este acto tuvio un eiei , H)f i oto sobre
nosotros : tainbiien experimen tamos una disgreypación y una de sinteora-
CÍÓll dtm interno y de 1.a unidad persona 1 quend.a ongn lalmente
por oíos e denomina ■concupiscencia”,1 •
iiestras emociones gen por el miedo
y el diegoisto en.i*eacción a algca que saoemoz que■ es un bi.en, conao puede
ser liinpdar la fcmhardilla. La experimentamos cada ve z que cleseamos
comer ck los dulces o di.rrniir hasta muy tíi.ide o ctlando q¡ueremos
realizar ijn acto- pecaminoso. En lugar de sub<urdinar ■nuestre>s deseos
e impuls os a la elección de< bien objetivo, nu.estra veJuntad dañarla
l -r
v de bilí t y H pi arrastrada p<□r nuestras pasw loemos
aquello i i hará sentir t)í ’ íl PC IO 0 U C 611 realidad. puede sui illuy
dañino p ara nos olios, ihuesti¿i capacidad de raz¡iTiia mierito tam nien está

12 Iglesia Católica, Catecismo de la Iglesia Católica 2515,


TlJ PERSONA
71

herida, por lo que incluso comprender la verdad nos resulta más difícil
de io que Dios pretendió en un principio. Por esto, nuestra voluntad no
es bien informada y nuestra capacidad de tomar decisiones se debilita.
Nuestro corazón ya no está abocado a cumplir la voluntad de Dios y
busca una plenitud egoísta, y nuestras emociones se convierten en una
fuerza poderosa que puede ir en contra de nuestro mejor razonamiento.

Combatir el efecto del pecado en nosotros

Comencé a entender que además de haber heredado este desorden en


mi persona por el pecado original, también lo había agravado seriamente
con mis propios pecados. Cada vez que elegía pecar, profundizaba este
proceso. Cada vez que rechazaba la gracia de Dios en mi corazón, les
daba mayor control a mis pasiones sobre mi alma. Estaba debilitando mi
propia voluntad y oscureciendo mi razón.
En la segunda prioridad, es importante para nosotros ver que esto es
cierto para todos. Nuestra salud espiritual afecta directamente nuestra salud
como personas. Si deseamos alcanzar un equilibrio personal, debemos re­
conocer la importancia de nuestra relación con Dios para restablecer el
orden. En parte, el desorden que sufrimos dentro nuestro es consecuencia
natural de nuestras propias acciones, pero hay remedios.
En primer lugar, es necesario un compromiso firme de adherir a las
reglas morales que Dios nos reveló. Nos las dio por nuestro propio bien
-no solo el bien eterno, sino también para nuestra salud y felicidad en
esta tierra.
En segundo lugar, debemos aprovechar la confesión frecuente, ya que
ésta nos da gracias con la propiedad especial de sanar realmente el daño
que nos hemos causado a nosotros mismos por el pecado. La oración
también ayuda a reordenar nuestra persona.
Por último, debemos estudiar nuestra fe, ya que nuestro intelecto no
puede informar a nuestra voluntad sobre un “bien” que ni siquiera co­
noce. Dicho estudio, que ayuda a la voluntad a tomar buenas decisiones,
se conoce como la “formación de la conciencia”.
1
II

dúUtiU USlcC. Ti )í'k. í.!. "t MM Tit b*íi... ’{.

Por eso1 comencé mejorar mi vida moi !i ' V Mr V m f ’ v

para apren oer tas do¡misis divinas sobre 1<is qu. e basar un vida v frecuentaba
la contestem. Pero ni1 tú ■" í t i f < > nui cmntinuaba, v comencé a ver
que la salíKj persona11 i i mas alia del n mro aspecto espiritual.
Mi den rasión era■ sig.no de que había 31gt) más en mi interior a lo que
debía pies tune aten L iO.í!.
<’vnnp"aT ■? zM pTrjTCpTÍ(M |d ■tIgí • mos libros sobre U cores ion
............ s ■ •

También t■onsuké t i psicólogo y a un ]asiquiatra, ya que veía que


i in

necesitaba asesoran"íierito profesionaL


..
Lusco ízornence ia e?mmínar mi vida ■ té de alejarme de cualquier
t ! . 1

situación. saeqativo cmi ii a que pudiera emeo ntrarme y de determinar el


norq ti e u e mi ni odo reaccionar. Soh:•i prtjuntarme a mí misma: ¿Por
.
qué me sieTiro de es ra rnaneraí ¿Por qu ■ molesta esto/ ¿En qué mo­
mentó ant■erior de i ni vida experimentó ahjo así? ¿zh. Cjüe me recuerda
esto? Esto leí ijTOv-t:bO ue c ono cursir a uno mismo.
Yes .M-l híí
i que núesítTi'T cuerpo está estrecha■mente unido a nuestra alma
a haber ra ZOEíes fisiológicas pj > que me estaba sucediendo.
Por lo tarit:o na Pié oon n uJ * »'■
mira indagar .sobre la posibilidad
de que un a afecciói médica subyacen:te fu era la causa de mis dificul-
i
mdes De c X^.. - anos tiesoues .V'nutre uno causa nutririoned
V

qut d.R.vvói cH. >- pi'U-1 .i mi iastado de ánimo . 1 <.. .• uando fui ¿nadie v tuve que
pasar nochses en vtqE
3 CC>n un niño llorarido. U 1 Í ! uii < * p < »

la importa-ncí'i de i si lo y el descanso sufic■lentes! El ejercicio también


desempeñé i un panel irn portante en el ct yntre d w i 1
señalan afiora los irlédsicos. Por eso, el cuicl D * k pj i ' ei i
también al•ecta a. nu eso•a salud psicolóy;i.ca 5z emocional.
resolver D10iblemas causado & pv r relaciones pasarías. rlaoia
habido peí■sonas en mi­' O |> 1 ’ 1 lían hecho daño, me habían, de­
cepcionaa¡i i) que ve ntia que me hairían rechazado. 'Traté de encon-
trar otras rmoneado nes posibles para si;iS co m oortamieri eos, en limar uz
Ti.; PERSONA 73

suponer los peores motivos de su parte. Hablé sobre ciertas situaciones


con determinadas personas para poder comprender su punto de vista.
Pero sobre todo, aprendí a perdonarlos por cualquier daño que me hu­
bieran causado.
La segunda prioridad, entonces, nos exige que tomemos conciencia de
lo que sucede en nuestro interior y que busquemos solucionar cualquier
problema personal que tengamos.
Hay tantas razones por las que podemos padecer dificultades emocio­
nales o psicológicas; cada uno de nosotros tiene sus propios problemas
en función de su temperamento, su fisiología y su historia personal. Hay
muchas maneras en que podemos y debemos abordar esta prioridad en
nuestras vidas: mediante el estudio, el asesoramiento y el autoanálisis, la
nutrición, el ejercicio y el descanso, e incluso podernos acudir a la me­
dicación si es necesario. Tenemos que hacer lo que podamos y examinar
todas las áreas, porque nuestra salud psicológica y emocional es esencial pa­
ra el cumplimiento de nuestra vocación. No podemos dar a los demás
aquello que no tenernos. No podemos servir plenamente a nuestras
familias cuando nuestra atención está enfocada en nuestro sufrimiento
interior.

Dios quiere obrar

A pesar de haber trabajado muy duro para recuperar mi salud emo­


cional y mental, habían pasado los años y aún tenía dificultades. A veces,
la vida se me hacía demasiado pesada, casi, negra por momentos; estos
sentimientos surgían de forma inesperada y me quitaba toda capacidad
para obrar. Algunos días, me despertaba y me sentaba en la mesa de la
cocina, incapaz de levantarme y cumplir con mis tareas, simplemente
sintiéndome abrumada por la lucha que se batía en mi interior. Me era
imposible saber si me iba a sentir bien o mal, y el dramatismo de todo
aquello me estaba agotando.
Así que rn.e encomendé a la Santísima Virgen y le pedí que pusiera
en mi camino a alguien que pudiera ayudarme. Lo entregué todo a Dios,
/¿f REGLA L)E HARA UNA MADRI

1 \;
lo mej orquepuae. i entone.es, un oía , Dios i•espondió ti mi cración. Mt
en con tre en contesioiiarií
-Peidre, la semana pasad tp eí vi en íes san to -le susiaré a 1 sacerdote
a trav es de la rejilla—. dura n.te una l ectura espiritual, me encontré z
mí mi: j Mi i - ciándome.i Ahor a, yo tengi) una fe solida i
descoi1OZCO de don.de provkme esto.
yue otra cosa está, suc ediendo t:n tu viida en este nionlento/ —me

-ÍNzu. vina es un desastre.■ —le dije- •. No sií qué es lo que t■ístoy pahe­
1 ................... 1 1TÜS¡
1
*
0101 C¡ 1y supongo tiñe se podirio ñamar lOll, púIO ¿I lio tiempo.
11O él ¡depresión, lodo lo qu epuedo (mcirle es que me síent:q mai, y la
■J '!■

vida p a re ce se r ex traord ina r lamente cí f ¡ l


.í : ?
las consultado a algui en ai mspneto? -me pregui ItO. i-
de det rás de la rejilla a la sil:la trente ai él
.... •, loúo
-H e ■íiieciio ;■ ilo que •i>. le podido . He c<insultado ;a una: psicóloga.
pero nre describí tan niinudiosamentc‘ que oomenzó a Ilocar v tonco un
.. a b. He ido a psiquiatrasi, médicos e incíuiso oniecok isospechan-
do ten í 1 < * ie comer azúcar, de beber < ht / de fumar.
pero c orno nada cambió, vo■ívi a retromorios., 1 amblen insultado a
sacerd otes; uno estaba suiri '-'ndo mm m con ’ : í ¡ v ! i í 1 pudo ofrecerme
5n alguna, v el otro nse acompiiñó a 1 a puerta ti•aiiq u ibniente y
OríT
mp dii o que no había nadie vv ú q i¡ t p u ju raíX L.
Etn1 el exudarme
He ex;mimado mi vida hastai el hartar,go, he irezado nov ena t ras i.ioven.a
y he cí¿tudiaao todo lo uue tistuvo a rrara ni nl,->.-v
a.k,a nce, y aun así, caud malos
de jado pe»r comí:fleto. Ento:aces, i he visto a
Q ! (71 ! í pi■n? n~m oían? Qí
alquil i,1. C.i ?.t_ I1L.L.11C ¡u If.Av • ral

ardo silencio durante un largo r i m *


-DIierio... —Volvió a relleidonar en;siiencka. .Luego di 1O poi7 .LH.OS
no quiere que vivas así,
-¿Qué/ -repliqué, conmocionada. Le dije que lo había estado ofre­
ciendo como una cruz durante años.
-Esto no es una cruz -dijo-, Dios quiere sanarte y yo te acompañaré
hasta que lo haga.
TU PERSONA 75

Se levantó de la silla, se acercó, me puso las manos en la cabeza y


rezó en silencio.
Sentí un calor que me recorrió todo el cuerpo; después, no recordaba
nada más de lo que me había dicho, excepto que le llamara para concertar
una cita. Por primera vez en años, salí del confesionario con esperanza
de que había algo que realmente podía hacerse por los estados de ánimo
y luchas personales por que había pasado. Pero lo que más me había im­
presionado fue que me dijera que estaría a mi lado hasta que me sintiera
mejor. Nadie había dicho eso antes, y me conmovió profundamente.

El poder sanador de Dios

Regresé a ver a este sacerdote. Mientras conducía hacia allí, comencé


a sentirme enferma, pero nada iba a impedirme solucionar mis problemas.
Tan pronto como entré en su oficina, las náuseas se fueron por completo.
Hablamos sobre mi pasado y mi crianza. El sacerdote me dijo que iba a
guiarme a través de una oración de sanación, una sanación de recuerdos.
Iba a rezar sobre mí e iba a imponerme las manos.
-De acuerdo -dije, y comenzó.
Me guió a través de todas las escenas importantes de mi vida y
todas las personas importantes que había conocido y por las que había
rezado. De nuevo empecé a sentir calor que fluía por mi cuerpo, y empecé
a darme cuenta de que esto no era un sofoco hormonal, sino la presencia
del Espíritu Santo.
En el camino de vuelta a casa, ocurrió algo muy extraño. Empecé a
ver acontecimientos de mi vida en mi cabeza, como si estuvieran en una
televisión. Y empezaron a pasar volando, escena por escena, tan rápido,
que era como una película flash, segundo a segundo, de todo lo que me
había pasado. Sentí la presencia de Dios muy intensamente, y llegué a
casa maravillad a.
Toda esa noche, y hasta bien entrado el día siguiente, sentí un gran
alivio. Como una olla a presión cuando se abre la tapa y el vapor sale a
pequeños chorros, suspiré, suspiré, suspiré y suspiré, una y otra vez. Sentí
que se ime quitana un peso ue encima y que lo sustituía imti mg cresa
■.. ............ i j J p
h 1.U.1 IDI quv nunca antes Hdwa stn udO. I-11 tul 1 noi ii’elili./ vitKJ v >.. t: i e pe i e <

en la ex ciña y le d¡je a Philip: “¡Nc) puedo dejai■des i ’ )


Y Hequé a comprender que Dio s había. obraJo ai n, ■ sspec:ial en.
mí, algc> que llamé ‘“cirugía espírituDE Cuando yo ya había [■iech<’} tópO
lo que teraba en mi manir v me ira bía topado c on. u n. muro "i t d filio
i .co la vino ira oía. venino en persona y nie nalría curac!o de todas
las heritjas y los recuerdos, incmso i'le acnmllos o ue ii <asta alioin no la114'1013.
n km

record a do conscientemente. Me <li cuenta de que Dios ha.bía t?bt.ado


connn qo en todos esos acontecirn. lentos y reía U10I1"SS, V ClUti1 me
amado durante cacia uno de ellos , incluso etc.. .pdp OtrOS D!atecé
hacerlo Me consoló saber cine Dices me amaba, incendia
quería t í í'l, m : ! ■'< i\ .
Dios quiere que nos ayudemos a nosotros i os, quiei ’u quie uto
i1 i: ■ < ■'■ ■ v.i.
,■ •/ i ■ O*. :Ul. ■! ; ’¡ r 70
i : <-.■i’t/lA •. '.»••>- i r .i.> 1í iAÓ.
*. O 1i LiA.. ■ >■ ■f
í
Quiere que aprovechemos los med:ios normales para acceder a leí
que E¡ \za nos ha proporcionado a t'races de la oracit ni, los sa crair•entos
:Uio~ quiera ayuciai. "nos a través < .'¡. ... ! ■> m lirect:os -el
tim o ai o ae los profcsicrnales v el con sejo de femili¡ares y amigos o creo
que tan a. 'it ? i q uleí u si i te i v 'c i iii u ii t1 c la i n e n t.e s i estm¿ otros n létodios no
nos tracm el alivio completo. En ai.rancia de ci ID h'H 'uer otra espe:tanza,
sabenro s uuu Leos oora nmaeros. i no creo oue sea t?resuntuímo p■ p fi r ?" í í-'.>
que lo F
¡n '!
míos aprender a reconoce i ' 1 a s s e ñ ales cíe tlúe necevitan la
sanac ió:n. directa de Dicm Ib intema descubrí qije si, al recor dar c
acontecímientos de veinte años atr as, aun se nu olvía el tvtóiria.go o
1 1 1 > 1 • ', , as. eso 6(8 in dicic) de que nece sitaba
la ínter .¿Afun-cn..
iqucih,xs de e no désa,..-
pareciaii por mucho que lo desear■a, por much o qu e ios an -a km
compro ridiera o buscara consejo, t amblen eran un jindicio. 1Porqt ie, en
1 i
reaman1, no se trataba sólo de cica trices; tos rec .ios de m:pen< ’ncias
que aúri causan una emoción son. e < V ! , enda s abierta
Tu persona 77

Este tipo de dolor puede compararse con la acción purificadera de


Dios en nuestra alma, la noche oscura, que también puede producir “rna'
los” sentimientos. Pero estos son diferentes. Este tipo de intervenciones
por parte de Dios no están necesariamente conectadas a algún evento
o recuerdo específico. Por lo general, se intercalan con experiencias de
consuelo de Dios y momentos de paz. A menudo, uno puede notar un
cambio en. sí mismo y ver que está progresando en conformar su voluntad
a la de Dios. El dolor purificador trae consigo la gracia de aceptarlo y de
entregarse confiadamente, ofreciéndose al Padre con Jesús . El dolor que
exige curación trae consigo desesperación y desánimo.

Lucha espiritual y liberación

Dos semanas después, me encontraba nuevamente en el despacho


del sacerdote.
-Algo no está bien-me dijo-. Has hecho todo lo posible, desde médi­
cos a psicólogos, la confesión, la curación de los recuerdos, el Sacramento
de los Enfermos... Creo que necesitas ser liberada.
-¿Liberada? -pregunté, perpleja.
-Ser liberada del acoso demoníaco. En algún momento de tu vida
has abierto una puerta y el Diablo ha entrado.
¿Sería posible? Era cierto: cuando tenía nueve años había comen­
zado a sentir una fascinación por lo oculto. Leía libros sobre todo tipo
de temas ocultos: juegos diabólicos, astrología, fantasmas, el mundo de
los espíritus, lectura de manos, vudú. Me había aficionado a una ouija
y jugaba a las “sesiones” de espiritismo con mis amigos. Esto me había
llevado a una participación más profunda en lo oculto que se terminó
recién cuando tenía diecinueve años, después de una experiencia per­
sonal extremadamente aterradora del mundo demoníaco. Había sido
tan horrible y amenazadora que tiré todas aquellas cosas que estuvieran
relacionadas con el ocultismo y nunca más volví a ver, leer o permitir
cerca de mí algo relacionado con ello. Había pensado, erróneamente,
que ese era el final de todo.
Regla de vida aera una madre

Sin embargo, el sacerdote me recomendó ver a otro sacerdote que


trataba ese tipo de cosas.
-Verás, hay varias cosas que el demonio puede hacernos -me dijo-.
Primero, en un extremo del espectro, puede tentarnos, esto es algo que
puede hacer con cualquiera de nosotros. No necesita nuestro permiso. En
el otro extremo, puede poseer a alguien. Esto sólo suele ocurrir cuando
ha sido invitado a hacerlo.
Me dijo que en el medio había algo llamado “obsesión”. Por lo general,
las personas se abren a ella por uno de estos tres medios: la promiscuidad,
el abuso de las drogas, o por incursionar en lo oculto.
-La agitación emocional es un signo claro de obsesión -añadió-. Con
la obsesión, el diablo convierte tus emociones en un semental salvaje.
En un momento te sientes feliz y pasas las siguientes cinco lloras en
las profundidades del infierno, Al día siguiente, todo es maravilloso, y
luego, durante semanas, no puedes escapar de la tristeza. Suele escon­
derse detrás de otras condiciones para eludir tu atención. El síndrome
premenstrual es una buena opción; la depresión es otra. Pero los medios
normales para combatir estas cosas no funcionan con la obsesión.
Reservarnos una sesión de oración liberadora para esa noche. Comen­
zamos con un período de discernimiento por parte del sacerdote y una
monja con la que trabajaba; mientras mi marido, una amiga y el primer
sacerdote estaban allí rezando. Se me pidió que “sujetara, reprendiera y
expulsara" a los demonios que me acosaban, uno por uno, por su nom­
bre -los nombres corresponden a aquello que cada demonio hace en ti.
Era importante que fuera yo quien los rechazara verbalmente, pues
había sido yo con mi propio comportamiento quien había atraído su
actividad indeseada.
Creo que no puede haber libertad completa en este ámbito sin ía
intervención de un santo sacerdote. La importancia del sacerdote no
puede ser menospreciada; algunas gracias simplemente no están dispo­
nibles excepto a través suyo. Así lo quiere Dios y debemos aceptarlo.
Tl.! PERSONA 79

La necesidad de la dirección espiritual

Estas experiencias nos muestran la necesidad de incluir en nuestra


Regla un tiempo para obtener un director espiritual y para reunimos
con él regularmente. A menudo nos sucede que no podemos discernir lo
que ocurre en nuestro interior sin. la ayuda de una perspectiva externa,
basada en la fe, Nuestra naturaleza humana desordenada, el pecado,
las heridas psicológicas y emocionales, los recuerdos dolorosos, la in­
terferencia demoníaca e incluso la acción purificadera de Dios pueden
causarnos confusión. Necesitamos un director que nos ayude a discernir
y nos marque el camino a seguir.
Pero una de las condiciones del éxito de dicho consejo es que nos
comprometamos a ser totalmente honestos con nuestro confesor y con
el director espiritual, y también a brindarles todos los detalles necesarios.
Los sacerdotes no suelen leer la mente, necesitan que les mostremos el
cuadro completo. Ocultar cosas u omitir detalles que parecen no importar
puede bloquear la acción plena de la gracia. Tal vez, algo que nos parezca
íntimo puede ser la clave de todo el asunto.
La libertad espiritual y personal también nos exige una decisión de
todo corazón de hacer lo que se nos dice que hagamos. Aquello que
mi director me dice no es opcional, sino que es una verdadera orden
de Dios. Debemos aprender a obedecer.

En búsqueda de la libertad cristiana

Después de las sesiones de sanación y liberación, mi pesadez emocional


se alivió enormemente. Me sentí como si tuviera una nueva oportunidad
en la vida y todo me resultaba más fácil. Sin embargo, a pesar de todos
los remedios que había utilizado para alcanzar el equilibrio personal y a
pesar de todas las intervenciones de Dios, algunas quizá extraordinarias,
seguía teniendo un pequeño problema.
80 Regla de vída para una madre

Ese problema era un desagradable lema personal que me había perse­


guido toda la vida: “¡Peroyo no quiero!”. De todas las dificultades en mi
búsqueda de la plenitud personal, quizá mi mayor enemigo era mi espíritu
interior de rebeldía. Mi reticencia a abandonar mi propia voluntad y mi
resistencia a hacer aquello que debía hacer, en lugar de lo que yo quería,
me impedían acercarme a Dios y a la felicidad.
¿Qué iba a hacer? Recordé algo que el padre Tom Daley, rni profe­
sor universitario, había dicho una vez sobre la libertad: “La libertad es
asumir la responsabilidad por la persona en quién te vas a convertir”.
Ahora bien, ese concepto no me era familiar. La idea de libertad de
nuestra sociedad y la que me había guiado durante tanto tiempo, era el
“derecho” a hacer lo que yo quisiera, libre de restricciones externas. Pero
tuve que preguntarme: “¿Hacer lo que quiero, aunque me perjudique, es
realmente libertad? Y dado que me cuesta tanto hacer lo que es mejor
para mí, ¿puedo honestamente decir que soy libre?”.
Entonces, la verdadera libertad, ia libertad cristiana, es cuando
hacemos voluntariamente lo necesario para restablecer en nuestro interior el
orden que Dios quiso. Solo entonces podremos experimentar a Dios, que
es nuestro centro.

Así pues, todos estamos llamados a la libertad cristiana -a asumir la


responsabilidad por ia persona que Dios quiere que seamos. Por tanto,

13 Rev. l-ranz de Hovre, i’h.l.)., Catholicism iu Eihtcation, trans. Rev. Edward B. Jordán,
MA, St.D., New York: Benzíneer Brochéis, 1934.
7'U PERSONA 81

debe llegar un momento en que comencemos a actuar conscientemente


conforme a lo que sabemos que es bueno. Esto significa comprometer
nuestra voluntad, Yo llegué a un punto en que me di cuenta que tenía que
dejar de leer tanto y empezar a actuar. Para allanar el camino hacia Dios
en mí corazón, tuve que entrenarme para hacer el bien. Con eí tiempo,
este hábito de hacer el bien fortalece la voluntad y ayuda a domar las
otras partes de nosotros que luchan entre sí.
Y aquí es donde entró en juego mi pequeño y terrible lema. A veces,
me repugnaba obedecer a rni conciencia y hacer lo que Dios quería o
aquello que yo creía que era mejor para mí o para los demás. ¡La vida
puede parecemos árida y deprimente cuando no podemos hacer lo que
queremos!
Sin. embargo, yo era la única responsable de vivir mi vida cómo sabía
que debía hacerlo. Muchas veces quise evadir mis responsabilidades
porque alguien, en mi vida no actuaba como yo quería. Si Dios no me
hablaba, quería huir de la oración. Si mi marido estaba de mal humor, no
me parecía que tuviera que ser amable con él, Si mis hijos eran ruidosos
o rebeldes, me permitía ser impaciente con ellos.
Pero si yo me responsabilizo por la persona en que debo convertirme,
no importa si el otro no hace lo que yo creo que debería hacer; yo debo
responder ante Dios por lo que yo hago, Esto es la libertad cristiana.
Es también la lucha esencial del cristiano. Es el llamado a imitar a
Jesús. ¡Esto nunca es fácil! Recuerdo algo que dijo el Papa Juan Pablo II
en la Jomada Mundial de la juventud de 2002:

El hombre está hecho para la felicidad. Por tanto, vuestra sed de felicidad
es legítima. Cristo tiene la respuesta a vuestro deseo. Con todo, os pide que
os fiéis de él. La alegría verdadera es una conquista que no se logra sin una
lucha larga y difícil. Cristo posee el secreto de la victoria.

Por lo tanto, en nuestra Regla, debemos comprometernos a hacer


aquello que debemos hacer y pedir a Dios que convierta lo más profundo
de nuestro corazón si es necesario. Y Dios obrará en nosotros para trans­
Regla de vida para una madre

formarnos, aunque a veces sea doloroso. Pero luego de cada crucificción,


hay una resurrección. Se establece el orden. La paz y el consuelo llegan
verdaderamente.

Recuperar nuestra integridad

Me sentí aliviada al comprobar que este viaje hacia la integridad


personal es, de hecho, un proceso, lo que significaba que no tenía que
ser perfecta de inmediato. Ya no sentía presión por ser algo que no era.
Ahora podía admitir humildemente mi imperfección como persona,
porque si Dios mismo no estaba apurado, también yo debía ser paciente
con rni crecimiento.
Pero sobre todo, descubrí otro beneficio para la salud personal. Puesto
que Dios vive en el corazón, no tenía que buscar un Ser en. el cielo, más
allá de las nubes; mi camino hacia Dios no era hacia fuera, sino hacia
dentro. La única manera de acercarme a Dios era ordenar mi interior lo
suficiente corno para poder experimentarlo allí. Cuando nuestras emo­
ciones andan sueltas, nuestra mente está confundida, nuestra voluntad
es débil e indecisa y nuestra imaginación trabaja horas extra, hay tanto
ruido interno que no podemos oír la voz serena de Dios presente en el
centro de nuestro ser, nuestro corazón. A causa de mi desorden interior,
era sorda a la voz de Dios.

i . ...... t. ...i
la irtbién iJebe U O.l i que teñí a ñecaedades peDísona les u nicas que

tan im; ’itC¿ COID o cuaiai vier oí:ra de las :responsabi lidades qi <e ya
■1
mi < me. /áuparte de t. relativ ’O a mi sanud menta í y eniocioi
1 . !
las neopiSidadíes de mi ruprno ... - p í• :omo ( > 3 > m iecuado, el ejercicio1y una
nutriciiDll api; ociada, ■también neces liaba .mas tranquílidrid en mi vida.
i rm ' , > o ¡ M i o i , i.
Tli PERSONA 8.3

tener mi propio espacio para pensar, ya fuera por los continuos “imamá!
¡mamá!” de los niños o por las tareas que no había terminado de realizar
y que estaban allí mirándome. Necesitaba estar sola y tranquila.
Le presenté mis preocupaciones a mi director espiritual y él estuvo de
acuerdo conmigo de corazón, Me dijo que estar en casa todo el tiempo
no me proporcionaba ningún cambio y era en cierto modo desordenado.
Le parecía que pasar un día afuera me ayudaría. Me animó a hablarlo
con mí marido.
Así que ideé mi pian y se lo mostré a Philip. Le dije que necesitaba
más espacio, más tiempo propio para la tranquilidad y la reflexión, y
que lo necesitaba regularmente. Le hablé de una ama de casa que salía
todos los sábados mientras su marido cuidaba de los niños. Le dije a
Philip que, aunque me gustaría salir todas las semanas, no me parecía
factible para nuestra familia. Después de todo, él y los niños también
tenían necesidades. Decidí que sería razonable tomarme el día cada dos
sábados. Le aseguré que mi director espiritual estaba de acuerdo y que
era realmente una necesidad personal, no sólo un deseo de escaparme.
Su reacción me sorprendió un poco. “¡Bueno, no conozco a ninguna
otra mujer que se tome un día libre cada dos semanas”. Su obstinación
no era propia de él. Tuvimos una breve discusión porque sentí que tenía
que defender lo que creía que Dios me estaba pidiendo. Me acaloré un
poco, pero al final, Philip accedió a intentarlo y le pedí disculpas por mi
mala reacción.
Sabía que Jesús mismo solía alejarse un tiempo de su ministerio públi­
co para estar a solas con su Padre, y su trabajo era más importante que el
mío. También sabía que Jesús de vez en cuando llamaba a sus discípulos
aparte para estar en silencio y reflexionar. Sabía que los sacerdotes tenían
un día libre a la semana. Incluso Santa Isabel Seton dejaba a sus hijos los
domingos para ir a misa y visitar a sus amigos. Lo había pensado bien y
sabía que estaba siendo razonable. No pretendía abusar de esta situación.
Pero, por supuesto, Philip tenía sus propias preocupaciones. Por lo
general se le acumulaban varias tareas para los sábados -reparaciones,
°4 ’ < , M
1

1 .‘ ¡ 1 ! d. césped, ni. antenimient o del coche- ' « ‘o . OI . 1 . '

' a í s memore s de ocho años sabia que no iba a lograr gran cosa, fl
j

Experimer taba van l‘< t ' . se sentía atntpado y bloqueado. In- ||


cítiso en la s condide «nes actuales ni •> podía hacer li m j

Oí un sábad j de por medio v podría nací r incluso menos cosas. ®


rn ! ■ .-
ie asumir sus i. vopias dificul tades, y esta situación »
ir algunas de e lee
L,6 Gljé que si que ría podía contr atar a una nif ■ 11 , i

ausente. Si a, Philip era un soldado y reai mente trató de superar 1


sus rericen cías. Los s i añona me decia alegremente:' vete,
J 1 x ! 1 1
lista . 1 eiu ei Jía le resultab
I i 'oi O US LuS

estas difici. Jtades du rante un año.


«arte, teñí a muchas tente ciones para ru >rr; soban surgir cosas,
nórmatele ice en m agenda de ,Fhi ip, v tenia qu e decirme a mí misma
j.j fv< .-j. ■j....
con nnuez a. i'Mo, e p,g sabach .) ubre . rhili| < - m£ > > u '

su agenda teniendo ese día en cue ita. Otras vec 1 - A !ili \


o presiona la porque sabía que a Pí ,líip iC COStEtbt . Pero al tínal, admitió
que esto m tbía síqo i m llamado pan l | 'íi 1 m - i i juLun
* ’

gq qpe vo M
paternidac v que en i una buena ct i , i i’ j [ ' i

Ahora es t ertectam. ente feliz con t l í V ¡ -*V 1 1 ion los niños cada dos
semanas.
................ ........................ i ..........
. i...
,cí nech o de volv er a casa renco . ddd .
V h.b£d pa td coiueiuar ce nuevo

......... . 1
me conh.ru aba haciendo i 3 ennecio, m ofrecí a Philip hacer lo

mismo, así que, en s< ¡hados alternai los es libre de í.r y venir como quiera.
lo me eneairgo de Lo > niños ese día. aunotie oot c o general se queda con
nosotros. o Tmna su senian ñ t h y ■tá feliz de pasar tiempo
en casa y i o siente i C! 1 ! lir corno la sic El U i \:0. '!
A 1 í v f n y-’|
$ persona s se escancíate in ante la ide a de mi sábado libre y
otras se sie itenintri. jadas. También conozco alguiras mujeres que desean
poder hace rio, pero que lo conside rao. un s!.lupñ que no pueden permv
o. ligo que t odo se reauce t 1 i u ’ hi ’ i l V ., 1 < L

Chautard ?n líl ahn l ac tocio uüosu >ía.do dice “El retiro mensual (de un
Tu persona 85

día entero, o al menos de medio día), dedicado seriamente a recuperar


el equilibrio del alma, es casi indispensable para el trabajador activo”.
¡Ciertamente las madres son. trabajadores activos!
Así, en mi sábado libre salía de casa y ponía música rock cristiana a
todo volumen durante el viaje hasta el pueblo y cantaba a todo pulmón.
Luego daba vueltas por el pueblo un rato. Iba a mi librería preferida y
pasaba una hora o más leyendo los títulos de los libros. Me iba a comer a
algún sitio y me sentaba a leer, o conducía hasta el puerto y me quedaba
un rato mirando el mar, escribiendo en mi diario o leyendo la vida de
un santo. Más tarde, me confesaba y rezaba el rosario o hacía un rato
de adoración. Luego hacía los recados pendientes, aunque trataba de
que no fueran muchos.
¿Cúal fue el fruto de todo esto? Volvía a casa recién, cuando estuvie­
ra lista, y no antes. A veces esto sucedía a las tres, normalmente a las
cinco o las seis, y una vez ia las once! Llegaba a casa, refrescada y lista
para continuar con las próximas dos ajetreadas semanas de mi labor de
madre. Mis hijos, que a veces no me valoraban, me recibían en la puerta
como si hubiera estado fuera durante años y me asfixiaban con besos y
abrazos, tan contentos estaban de verme.
Así pues, cuando elabores tu Regla, ten. en cuenta todas tus necesi­
dades legítimas y empeñare en cumplir aquello que sea necesario para
tu propia salud personal, pero siempre consulta y negocia con tu familia.
Y recuerda que a veces tu familia puede tener que sacrificarse un poco
por ti también, cuando se trata de tu salud personal. Porque, como ya
hemos comentado, cuando tienes orden en tu interior, puedes atenderlos
más eficaz y amorosamente.

Elabora los elementos fundamentales

En esta parte, deberás asegurarte de que estás recibiendo todo loque


necesitas para tu cuerpo y para tu alma. Al principio, deberás enfocarte
en las cosas básicas, tal vez sencillamente debas decidir los momentos en.
Regla de vela tara una madre il|
i|g|

los que te oct paras de tí mi si 11a. Dado que la vida en familia es comí. ni- f||
taria, mucho de lo que orear icos €sn esta átCc aplicará también para los Jll
demás m iera i -ros de tu tanuü a, por eso ta! vez ' c>i>m < ' < 1 ( s
-s
h >r tlfO,
.<
jaderno \ en la s i u ie n t o n q ni n 3 ■‘"“■i."! b ia nc fl escobe el tit"t . i t -■ ¡'
(ó n . '■ -í •
AIS . tilO tra pa *ma, esenne jxt tinas diarias de los niñ<
IXU Elí jflb 01.111
1x6 p as a p rniu io 1 as pr tgunt; is para tí y lueg a vuelve a revisarlas p
satisfacer las lecesidax ru P’-^afn Ai i D’

nnipo a. UCT'rTlO pOT TI■ocne actúe J'/pTl Api ff» • /hs esto 5'1-ítiCUiPi.te
!■ ............. j . . i . >
fí 'uántí
............ - ■ ■.. - ■ ■ .... - LuvC
;...........1 ................
ir a mis ttern ño actúe des: ¿Neces U-0 H-OYCÍS

pUCáf) pY
total e una ihora p ......... m...
notarte q ue te dé tiempo tsuficiente i
. -'■i
í l1 i l -spons¡abilidtides matu tinas. vMíeiiia peira atrás di
la hora en cnie te levara:a$ el número d e horas que necrmitas dora
habrás (: decidí' > ni heira de <3 costar te.
Apit
:a te ¡ todos estos ■[:visos para tus hijos confonite a sus eda
Decide s cosa; v ancítalas tm tu cuaclernrv

después de ceTidid
TU PERSONA 87

¿Pueden los niños realizar alguna de estas actividades conmigo? De no ser


así, dónde se quedarán y quién los cuidará ! ¿Cómo podrán satisfacer ellos su
necesidad, de ejercicio:
Anota esto en tu cuaderno. Si vas a realizar actividad física sólo
una o dos veces por semana, determina en qué días lo harás. Crea una
nueva página en tu cuaderno titulada “Rutinas semanales” y anota esta
información allí.

* ¿Con qué frecuencia me parece razonable salir con amigos! ¿Prefiero que
la socialización sea periódica o espontánea!
¿Qué pasatiempos u otras formas de ocio necesito cada día para equilibrar
mi rutina y liberarme del estrés!
¿Cuándo se da un momento natural para hacer estas cosas! ¿Cuando los
niños están en la cama! ¿Durante la siesta! ¿Después de cenar!
¿Tengo otras necesidades personales propias para las que necesite tiempo
especial!
Determina un momento para cada actividad o un período general
disponible para la “recreación”. Anota esta información, ya sea en las
páginas de tus rutinas diarias o de las semanales. Si lo necesitas, crea
una página de rutinas mensuales.
Comienza con. cada una de estas actividades ahora mismo, empezando
por el primer punto de tu horario. No hagas otra cosa en esos plazos de
tiempo i y sencillamente empieza!

Más allá de los conceptos básicos

Hay otras cosas referentes a tus necesidades físicas y las de tu familia


que con el tiempo pueden interesarte. Tal vez puedas buscar maneras
ele hacer el ejercicio más entretenido y por lo tanto más fácil de cum­
plir. Estudia sobre nutrición y diseña planes de comidas para tener una
alimentación más sana. Analiza tus hábitos de alimentación, de bebida
y de sueño, u otros hábitos que podrían no estar ayudando a tu cuerpo
a rendir al máximo.
88 Regla de vida para ana madre

sitas trapa] a e

y aunque tai proceso puede ser complejo en ocasiones, esforzarse


por adquirir el. autoconocimiento es considerado un medio común para
buscar la perfección. El reconocimiento de nuestras cualidades positi­
vas puede llevarnos a ser agradecidos con Dios, mientras que nuestras
imperfecciones pueden aportarnos verdadera humildad, y finalmente nos
vemos corno realmente somos. Esto, a su vez, nos hace más dependientes
de Di. os y modera cualquier expectativa poco realista que podamos
tener de nuestras capacidades, pero también, nos motiva firmemente a
convertirnos en todo lo que Dios quiere que seamos.
LA TERCERA PRIORIDAD: TU PAREJA

En esta tercera prioridad, tu pareja, comenzamos a contemplar el


sacramento del matrimonio en sí mismo, y concretamente aquello a
lo que se refiere el Catecismo cuando habla del matrimonio como un
tipo especial de consagración.14 Consagrar algo significa reservarlo para
un fin especial. En ia tercera prioridad tratamos con el primer fin del
sacramento del matrimonio: el desarrollo de una relación profunda y
personal entre los esposos, como reflejo de la gracia de unidad especial
que comparten entre ellos.
Así como sucede con el Orden Sagrado, debemos darnos cuenta
que el sacramento del matrimonio tiene como fin permitirnos cumplir
una misión -en este caso, una misión de servicio y amor hacia nuestro
cónyuge.

1.4 Iglesia Católica, Catecismo de la Iglesia Católica 1535.


í

Era septiei ñero veintisiete. Miei


tras me prepai i ) HJ ) 1 mis amigos en el ■puieblo, mi madre enti
a mí habitacicin, trayendo regale 1 ! * r. Abrí la bonita cai
de bombones y aspiré el aroma d!e las preciosas r<isa ! > O. >
ininedia tamet ite sentí mi enojo a flor ae piel, h. no se atrevía? habí
que lo núes tu s no era de ese esti■m
Todavía e:staba soltera y ac¿ababa de entra tn un programa d
I en Educación. ese uiüiiu, -ray Dl-ulm i limo se había trasladado

otra universid 1 > h n staba haciendo < illí u i<i m, l


dicho que si aiguna vez me casaha, sin duda senía <ton él-porque seri
un marido y i m padre estupend-o—- pero que no lía intención algún
de onceno. L>ebpues cíe todo, rliLílíp era mi amigc ■ " i ■, ■ i " í ■; . ¡ . í < ;. • ", i i ’ t i 5 »■ ' n
siendo así sin importar lo que siritiera por él, po rqire había renunciad
al romance psira siempre. Iba a i:en.ni.nar la carre■ra > '< < j. - H
llamaba a ser monja.
J ai ? í O , . U esde el otro lado cleí país, i se aire1 a enviarme flores
bombones! Lt.: n .......... •• ; ............. •-
UJillt y 10 clCUbv ¡de seguir una a« pn ! A ‘ "
viaste regalos de cortejo! ¿Come> pudiste enviara regalos de cortejo?
Porsucues to, Philip se hizo ta inocente v me di;m ' UK1 lo smitrs rm
cho; que realnaente no había peíisado en el sign.it-j f‘ ''ido de las flores v le
chocolates. Sedo quería enviarmei algo para connic orar mi cumpleaño,
ya que éramos; amigos, y ¿era. ese) un pecado o ah asi:
n, ... .... . . .j .nance sus vacacióníes de Navidad, s en íai recibiendo peque
?.iGE I' íKI'! j• CIUS
• 1
u e que Philip podrí;a estar interesad :n aigo más que un
amistad. En u na cena con él uria noche, le acu: .- o de tentarme a deja
ni i v oc a c i ó n,
nonja. -le dije-, ¡v itú te propones ap>ar¡tarmede b vocació
a la que Dios:misino nie llama! ii ren cuidado! -Irar o Phil se echó a reí
a carcajadas.
Me quedé perpleja por su despreocupación y un poco molesta por la
sonrisa disimulada en su cara. Para mí esto era un. asunto serio.
Tu PAREJA
91

Mucho tiempo atrás, al cumplir trece años, había jurado que nunca
me casaría. Incluso en los tiernos comienzos de la pubertad, sentía que
había cosas más importantes a las que dedicarme; podía ser estrella del
rock, política, abogada o publicista. El mundo estaba lleno de posibilida­
des y nada podía ser menos importante que casarse, tener hijos y pintar
de blanco una valla de postes.
Mi resistencia al matrimonio creció cuando mis padres se separaron
tras veintiséis años de matrimonio. A los diecisiete años, había llegado a
la conclusión de que el matrimonio era algo malo, una farsa, algo cargado
de tensiones y malentendidos que sólo podía acabar en dolor. Después
de ver llorar a mi madre todos los días durante un año, supe que no era
para mí. Nunca consentiría que me dejaran tan vulnerable y sujeta a
sentimientos de rechazo tan intensos.
Pero mi renuncia más firme al matrimonio se dio después de mi
conversión, porque no podía ver cómo podía amar a Jesús y aún así
amar a un hombre. Las dos cosas parecían excluirse mutuamente. No
veía correlación alguna entre una vida de fe y el matrimonio. ¿Cómo
podría el matrimonio, con su “mundanidad”, con sus preocupaciones y
responsabilidades temporales, conducirnos a la santidad o a acercarnos
más al Señor?

Un ikmado sorprendente de Dios

La primavera siguiente, Philip regresó a mi ciudad natal y natural­


mente pasé tiempo con él porque era un buen amigo -de hecho, mi
mejor amigo. Pero durante el verano, empecé a sentir algo nuevo: un
llamado al matrimonio, iy con Phil! En mi confusión, consulté a un par
de sacerdotes que me confirmaron lo que estaba discerniendo. Acudí
a una monja que conocía y ie conté mi dilema. Ella me dio un buen
consejo: debía considerar la opción de la vida religiosa y salir con Phil
simultáneamente.
9
K

/■■•■y 1 i . i , u o ? a v > iacer i ¡na peregrinación


c jc^rn i nnerito a santa Ana de .tíeaupre, u n fani¡oso santuario de
( onoci
* do por sus numerosas curación?as mil agrosas. Pasé dos
c JI Ü'l basíli cu rezo¡ndo intensamente en buAcá d<t orientación. hn
t arneiito da.do, est N o i ? > iu . i > o > ua de un santo anciano
c lo nae indi a ver su nombre, tra san loaou i ¡' í i i >
O. L,l, lem dirigí la miraaa hacia la estatua m nde de santa Ana
e orine 1 ’ evé mi mirada de una a o tra y j;adeé: “Santa Ana
i
C i cas ada c( Joaquín”.
fvl i ombre <ds ./Vnzuc y í.-l de rhilif) es ]c
ni. •cibido IX
respuesta.
Pero una vez cíe vuelta en casa, me seguía atormentando la inquietud
ante la posibilidad de una vocación matrimonia!. No dejaba, de rezar a
Dios diciendo: “Si quieres que rne case, tendrás que hacer que lo desee,
porque no veo cómo el matrimonio puede ser para mí”. Y conforme al
modo habitual que tiene Dios de obrar en mí, en enero, después de un
largo período de confusión, llegó un momento de comprensión: vi las
palabras “te amo” aparecer en mi imaginación como un letrero de neón
en movimiento y supe en ese momento que sí, que quería casarme con
Philip. No tuve más dudas.
Philip y yo nos casamos, como corresponde, el día de santa Ana y san
Joaquín, el 26 de julio de ese año.

El matrimonio es valioso

A pesar de mis nuevas convicciones y de mi amor por Philip, me llevó


muchos años superar algunas de las dificultades que tenía con la vocación
matrimonial en sí misma, Pero como sabía que Dios me había llamado
a ello, debía confiar en que Él me daría las gracias necesarias para tener
un matrimonio exitoso. Y teniendo en cuenta mis antecedentes, debía
confiar también en. la educación estable de Philip para romper cualquier
TU PAREJA 9.3

ciclo de fracaso ai que pudiera estar sujeta. También estudié y recé para
aprender cómo tener un buen matrimonio.
Sin embargo, lo que más me ayudó fue descubrir que el matrimonio
era parte esencial del plan original de Dios para la creación. “En el
principio... los hizo varón y hembra...”I;> Cuando estudié los libros del
Génesis y el Exodo, me sorprendió descubrir que todos los personajes
del Antiguo Testamento estaban casados. Adán, Noé, Abraham, Isaac,
Jacob, José, Moisés... Por el amor de Dios, ¡la Santísima Virgen estaba
casada! De alguna manera, el misterio del matrimonio, su misión y la
comunión del amor esponsal eran primordiales en el plan de Dios. Y
llegué a comprender que, habiendo sido llamada al matrimonio, sólo
me santificaría a través de esa vocación.

Una gran desilusión

Philip y yo pasamos nuestra luna de miel conduciendo por Canadá.


Yo ya estaba estaba embarazada antes de llegar a nuestro nuevo hogar
en Calgary, y ambos conseguimos trabajo como profesores en. la escue­
la católica local casi inmediatamente.
Durante aquellos dos primeros años de matrimonio, nos encontramos
frente a dificultades inesperadas. El estrés de los nuevos trabajos, el cam­
bio geográfico, estar lejos de familiares y amigos, un primer embarazo con
graves enfermedades y luego un nuevo bebé, preocupaciones económicas
nuevas y las responsabilidades familiares desconocidas nos causaron,
grave tensión. Nuestro modo de gestionar el estrés fue completamente
errado: dejamos de rezar juntos como pareja y la tensión y la presión se
interpusieron entre nosotros, que solíamos ser muy unidos.
Sentí que Philip ya no era el hombre con el que me había casado.
Ese hombre cariñoso y atento con el que me había comprometido estaba
ahora preocupado por las exigencias de su nuevo trabajo y se mostraba

15 Gen. 1:1. 27.


f

distant xh aba ¡□e menos nuiestra.s largois y amenas chaillSS,


í ? .■ i
sobre tiido desunes d ' ' l l >•! al bebé, que nre encentra¡ba en casa de lícetrcia

por nía ternidad, Al iestíir tari lejos de casei y con poco s familiares o ami;“os,
¡
a meni ido me sentí;a aliand onada, no d<;aseada y sol a. Quería que IA«lip
pasara todo su tiem libre conmigo pa ra competís¡ar mi aislaniieiw
i el tiempo, e:mp i sentir en mi corazón qu.e había sido esta! ada
—que ei matrimonio era real.1mente loque yo había teinido en un. principió.
Mi corazón comen z . conoírse v empe-ce a connair cada vez menos
Philip, Me sentía ver'nías infeliz en casa vtarnbién rechazada ñor
ce

la revís­tencia de Pililip blar cuando volvía del urabajo por las tan les
(
.ackX rio quería habhir porque semtía que yo síem;pre
tenla u ii “problema" odía maneja:r más probLemas. Para él, mi in­
felicidaid era una or ’-iipacztón. más en ;su crederm > lista de tensiónes y
1 -
nu baiu a cómo resol' ia. mi bien se na o a cuenta,1con impotencia,«que
yo inte rpreraba su ] OCUfnación como un rechace) V que creía que
no le irn portaba tan > con la cargzi de trabajo que tenía, sabía ¡que
no pod Clip:o ku ■gas horas de ocio como> en nuestros días
o
novias íí’o, cuando te nía tieiripopaia mnn.arme los pnís o jugar a las car
i1 Mónita 1
tita k Lltl 'PA-tiíV"!
tita OJ-- ■- nsahilkWtó
11 o a v ’ 111vs tí tas V s y se sentía iiti
i < i * taita de comeireiisíóri ante su pies ion .laboral. Las preocupado
taf .ticas lo atoro. leí i taba;a y minaban t>u confianza ’ ama L< , g U€

para él eran un sign o d el pvmaso en su a listón de niantener a su fami


líera quería i ir co ninígo poi qtle sentía qi.ie mi vida espirit'tC-ll
invadir ia o t’CíiDsarrq I ni suv<o, X./O t|Ue itci [mente que ría era que yo “e;
viera alai" para él, cr ovala, pero \•O estaña deanasiado inmersai. en
mis propias aincuitaaes.
Cuando nos trasladamos nuevamente a ia costa este, Philip y yo
estábamos pasando por una etapa de gran desilusión, por la persona
del otro y por no haber alcanzado nuestros nobles e idílicos objetivos de
tener un matrimonio perfecto. Estábamos, en cambio, cada vez más
distanciados y no obteníamos el uno de i otro aquello que buscábamos.
TU PAREJA 95

Recuerdo una noche que estaba sentada al lado de la mesa de café


mirando a Philip mientras él me miraba a mí, y yo pensaba: “Este es el
punto en el que la gente se divorcia”. Quería ignorarlo, olvidarlo y vivir
mi propia vida lejos de las responsabilidades que compartíamos. Philip
simplemente se sentía desesperanzado y quería escapar de los problemas.
Fue un momento muy doloroso y desagradable. No teníamos intención
de divorciarnos, y me preguntaba si no podría simplemente ignorarlo y
continuar en. mi pequeño mundo. Casi todo parecía mejor que el matri­
monio, y no quería esforzarme por mejorarlo. Entonces Philip finalmente
dijo: “Supongo que deberíamos resolver esto”. Mi corazón se encogió.
Fue entonces que tomamos una pequeña decisión, que era todo lo que
podíamos hacer, dado el estado debilitado de nuestras voluntades reacias
y desalentadas. Decidirnos asistir a una serie de charlas de Cuaresma de
seis semanas en nuestra iglesia, una hora a la semana, como signo de
nuestro compromiso mutuo y con Dios. Era lo único que podíamos hacer
sin sobrecargar nuestros ya agobiados espíritus.
Y esa decisión fue la gracia de nuestro sacramento en acción. Aun­
que pareció que sacamos poco provecho del contenido de las charlas
esa Cuaresma, nuestro compromiso de trabajar en nuestro matrimonio
resultó en el comienzo de un verdadero cambio entre nosotros.

La misión del amor conyugal

Poco a poco empecé a darme cuenta de que la salud de un matrimonio


depende de nuestra definición de amor. Cuando me casé con Philip, lo
hice porque lo “amaba”. Pero en retrospectiva, creo que mi visión del
“amor” era, al menos en parte, egoísta. Buscaba el “felices para siempre”
de los cuentos de hadas. Quería que él me hiciera sentir tan mimada y
contenta como me había sentido durante, nuestro noviazgo. Quería que
Philip me apoyara. Y esperaba el constante consuelo de Dios en todo.
Pero empecé a darme cuenta que el amor conyugal no era aquello que
describían, los cuentos de hadas. El amor no se trataba de emocionalismo
'ó IRA UNA

ni sentimentalismo, mo era erotismo ni quiniic.a sexual, ixo se tra rana


1 ,.z, .lant: siqui era era an listad o compañeriismo.
i cismo o de ahseto.
Me ui C'UC'1nta ae que el :amor coi al no era t a i go
quede buscar para mí í04 f

i■íf bio, empecé a ver l a misien jinherente a la consagración eíspe-


cía i de nue■stro sacranien. .abia dado un trabajo que cunuplir
como i ó
‘Síl iJetoia. ocu pariric ch? dai 1 Ah 1 de leciDirlo. Dar a mi
‘ X- •L-yn M mí p-m ..... nn-.....d C ¿Lis LlVl.íq’rvq rL- mi mqnnvnL/M y v.'i V!d
O i
;mo * p -mí fSPüi Jv lili,
í..... .■ _ _ _
de iTick ü.í rv
L"ua n-H |-A- a. Y l en r re n i ,
J.V i i tdlí Ai S-- i t X, UiUptXx d.....Uitv
....... ....•:
:
* i í 111

a él, a pon errne ai servjc"¡O di? su pers ona, a pertsar en sus necesiu ades
por en dim3 de las mías y■ a m.ararmiarme del re|mío que Dios me b.acia
■i
hecno oner a ese noini ore ma 1 a vil soso en nii vida. Ese nombre q ti e
< 1 ( Tronzo a aDrei ider narn re. a serví. míe, a consolarmei.. ¡a
je tedas mis debitodade syciefec ( ! i.S
i ■ '!
Este noio siempre c omieraza con. zta gracia G(sDicm Pero corno e
sas, deibu nios cooperar ccni ell o p • 11 .o fue siem pie tácíL En niome utos
especie¡Imp i i 1 anejo seneMilán b f t . uería ser aniaole o h.acor
algo dí nlip; pe n.sa bu que ’era ¡rorq‘ue no lo airuaba, Pero lentam
comen ver que entres 1, amsirio, estar t > i bu m tildo
i
lo had -otra mi volun tau, ás el amor■ más mande de toe
Esti.) US an poique x amor i iderc¡ es una dmdsión, no un sentmü
.. í....... . .. ,
tts U Í1 1 de la volunta
* d, lu­ni ei itreg d uc uOso* iros mismos por el. b¡ en
del otr< ito es un proce so, n algo que iogrei nos dominar en un SOjO
intente veces puede s* si ira rica ■]nieni„e Éiesagiat hbfes como lo sonéodas
las crinOítlCfziones de núes tro e.gOÍSlÍ11O. IMo sienipn J ' 1 J i n 1 í M odas
ensas emocíori a i es CVi té esotmomos,, ai menos no al nrinci

Lh'uz noche oscura dentro del matrimonio

Fue entonces que me di cuenta que la gran desilusión que habíamos


experimentado había sido ima noche oscura dentro de nuestro matrimonio.
Dado que somos verdaderamente una sola persona, unidos a través del
TU PAREJA 97

sacramento. Dios va a purificar y transformar nuestro amor conyugal.


Así como purga aquello pecaminoso del alma de una persona para pro­
mover una relación con ella, también hará esto con aquellos que están
llamados a tener una. relación con él como pareja.
Santa Faustina asegura que Dios utiliza todo para obrar nuestra trans­
formación -que no desperdicia ni una pequeña prueba para traer un bien.
La ceguera es propia de una noche oscura -no ver evidencia alguna de
que algo muy importante está sucediendo. En. el matrimonio, la realidad
de nuestro amor sacramental es por lo general oscura -sobrepasa lo que
podemos sentir o captar conscientemente. Así como las mayores obras
de Dios en nuestra alma son escondidas, puramente espirituales, y por
lo tanto no se captan con nuestro intelecto o emociones, así también la
falta de satisfacción regular en el matrimonio puede llevarnos a pensar
que no hay amor.
Pero las dificultades y la aridez de estas etapas no deben ser el final.
En el plan de Dios, se supone que hay una resurrección para cada cru­
cifixión. Cuando ese amor más egoísta entre Philip y yo parecía haber
muerto, empezamos a experimentar las sutilezas de un amor más puro,
más desinteresado, y comprendimos que amarnos el uno ai otro es una
tarea primordial de nuestra vocación.
Fulton Sheen dijo una vez que por esta misma razón existe el voto
matrimonial. Este voto está destinado a proteger el matrimonio del deseo
humano natural de irse cuando las cosas parecen ir mal. Está destinado a
ser la protección, la cadena que une a la pareja el tiempo suficiente para
que Dios transforme su matrimonio. Como dijo Sheen, las altas tasas de
divorcio en nuestra sociedad no son un signo de que estas parejas tengan
problemas más graves que otras, sino que simplemente no cumplen su pa­
labra. Muchas parejas, por haber tenido poca catequesis, malinterpretan
lo que sucede en su matrimonio y llegan a pensar erróneamente que este
ha terminado. Por lo tanto, parece lógico recurrir al. divorcio. Así me dio
la esperanza de que, a pesar de los tiempos oscuros, cuando una relación
amorosa con mi marido parecía imposible, cuando todo parecía al borde
98 Regla ge vida para una madre

del colapso, Dios estaba de hecho obrando, estaba presente, aunque yo


no lo viera, y que iba a sacarnos adelante. Y así fue.

La necesidad de una buena comunicación

En todos ii os s a c r a i n ei itos, hay jlalabras que acc m la aaii cesión


uC 13. g 13. C1Q. Im la uncía imrbah.i.ie.íivt. ¿a
mohi;esión, el l, L ‘J '> P '

absolución a<zompañada vi v í. hig í m'Je cruz y así se eActúa el saci■amento.


Así también, en. el. niatrinnonio, prcinundamos los ’rotos eí ¡ A i nuestra
boda y, coinémiauos coi i la consun < m c o L-O i ly Lí Y eil se ’realiza Oí

0 n ('•
c el L 1rm í .1. ¿V* 1i qi IA. »‘,
ci 1•-¡o

3 hablada tacn-,k-:An p.i-í-


ádestinada a ser una fijente ccontinua.
uC graCÍQ 611
ei macnnioi lio, a tras/es de una com unicac ion co ntin.ua. v
S3.H3 con nu estro cónyu ve. La co ni unic ac ion es un cariai par■a que la
9Tcl cin 611 (tp 1 'egul armen t e en la vicla cotidiana quei conip arrime>s. Como
tsL es un nu c 1 e o esencitd del ame>r conyuga L biri ella, ino ha\> espacio
■ | ■:
p e! i el Mb Lí í L l 1c1T IOS l í'l Z() S (. •íp pareja.
í ■"......... i
.os anos que siguieron i < i i > m1 uena c antida de pe-
quenas leccümes en esta área.
La primer a fue que sie nipre debía atribuirles bu enos nilOtíVOS; a las ac-
clones de Phi lip. Una n.oche, despu és de haber esta.do todc, 'i m,~= .-..íxr,.i,.,l.,
vueltas a akn ) que ñama i.recho, fin almente lo aboi’dé niientras ]
cania. Le act isé de esto vr aquello / esperé con arr OgíHiCl a su napuesta.
Pero nie mire5 a los ojos y me dijo:: “Sabes, cariñoh sería bu ene> que me
C ’ ti A-.ni •mAncK ! .! í ! i
U iaen.eii.cio cíe la uuiiL en uigar de irnagi nar todo
dlVilvij VI

'aciones ocu Las vara i nis acciones . L uceo v«□1 vio a su libro.
Me di cmsnta de que lo que d ecía era cierto. SiemeM’e est;aba muy
dispuesta a n■ más allá de: las apariíencías externas de las <sosas \•' atribuir
motivos negíitivos a todci io que n acia. Así que dt ■y ivíZPc'
irlo más.
Hubo momeiatos en que t odas las a¡lariencias señaitiban lo contrstrico, pero
como Lauta i.decidido cor k í í 1 beneficio de ka. duda.; nunc a volví a.
presumir de i>aber lo que pensabaiantes de que me- lo diú •i :■■■■;
TU PAREJA 99

Esto me ayudó a ver la inutilidad de echarle la culpa de las cosas. De


todos modos, las soluciones a los problemas nunca pasan por establecer
quién es el “culpable”. En lugar de eso, empecé a buscar formas en las
que yo pudiera estar contribuyendo a las dificultades entre nosotros. Y
mis intentos de comunicación empezaron a ser más abiertos hacia él y
más honestos sobre mí misma. En. lugar de entablar el diálogo con una
actitud acusatoria, aprendí a abordar las discusiones más dispuesta a
encontrar una solución.
También aprendí otras cosas, corno mí decisión de que, sencilla­
mente, nunca me convertiría en una esposa regañona. Pero aún más,
me di cuenta de que no tenía derecho a intentar controlar a mi marido,
porque no era razonable ordenarle a un hombre adulto cómo debía vivir
su vida, qué programas de televisión podía ver o no, o qué cosas tenía
que hacer, pensar o sentir.
Esto no significaba que no tuviera derecho a aportar o a influir en.
lo que Philip hacía; al fin y al cabo, acabo de insistir en lo importante
que es la comunicación. Sentía la libertad de hacer sugerencias o de
llamar la atención de Philip si lo consideraba necesario, porque parte del
amor es buscar el bien del otro. Y a veces esto implica edificar o corregir
aniorosame nte.
Pero hay una delgada línea, a veces llena de tentaciones, entre buscar
su bien y tratar de interferir. Como lo hace Dios, tenía que dejar que mi
marido ejerciera su libre albedrío y tomara sus propias decisiones sobre
su vida. ¡Tenía que dejarlo ser! Al fin. y al cabo, es una persona, y debo
respetar su libertad personal cómo me gustaría que lo hiciera él conmigo.
Otra cosa que leí de Fulton Sheen. resultó ser aún. más importante para
una buena comunicación: que los matrimonios cristianos sólo fracasan
cuando los cónyuges no se comportan cristianamente. Me di cuenta
de que tenía que. tratar a mi marido con el misino respeto cristiano
con el que trataría a cualquier otra persona importante de mi vida. Mi
comportamiento, mi tono de voz y mi actitud general tenían que ser los
mismos que usaría con un sacerdote, con el Papa o con el mismo Jesús.
100 Regla de vida para lela madre

(Comprender el rol de nuestras emociones

Incluso teniendo todo esto en cuenta, a veces me impacientaba, me


enfadaba o me tomaba las cosas de forma personal. Esto al principio me
desanimaba, porque no entendía el papel que debían desempeñar mis
emociones.
.na cintura en ia que vivimos aesta<.; a a las emociónes y ios bentimi
como la base de ni u^stras v i íd el ib. £ñi.í .lugar de utilizar nuestra razón
juzgar la realidad o•bjetiva dt? las cosas , para distinguir lo bueno de lo
como una herram i.enta para tomar« preguntamos *
■ i"' - .11 !
.0 aquelloi que no 1ios hace sentir ' • ' l< „ \
Si me siento bien., entonces; todo est a bien, ni no me’ siento bien, L
causa esos sentirn- ....... í fbe ser ma !i 1

tst.o afecta seilaménte la comuimención conyu gal; si algo m


rece oien a iiii v ¡110 a mi i «árido, e Tironees él debei estar equivo
Y si algo me paree:e mal a 1ni i y no ai mi marido, entonces cambié
e s ta t: q u i v oc a q o. »ti antepo■T'
■ngoUííñi mis ‘v .,2 JAH ' <J tU.ñ.AÁ v.J-d

conversación con. un plan determin auo; .,1 . . .1 . que


I .. uauu !
........,?
v . L"

me siento asi. ei otro debe estar de ;muerdo conniig;o. Si no lo est


necesito escuchad 0, SÓlo U€.cesito coiavencerlo. Por k *
A !ll 1

realmente abierta a él.


Lo que ocurre entoncesb es que las realidades s-ubyacentes qi
eclipsadas, .Los co nf lie tos r1.0 puedei1 resolverse. Nc■)S quedamos e
cades srn poder sani ir de o! li , Como clomei iranios en el. capítulo sol
segunda prioridad , tu persc ina, si sig0 mis sentimienitos ciegament
intelecto no está i" su trabajes y mi voluntad se debilita. N<
capaz de tener una discus.iór le con mi maride) sobre tema ak
sino que me qued:iré atrapaida en url atolladero eme) cío ti ah
C u a nd o d e s c u twi este pe íencé a esforzad ne por distingi
cada conversacióni. entre 111.1 s senthTWuntos, mis opiné□nos y lo que e
hecho o una realhJad. Con­lenzaba. d a J 1 : mis oracione
frases corno: ’ Sien toque s bíi opink. m sobre este ten ia es v La res
Ti.; pareja 101

de la situación es ésta”, para enseñarme a mí misma y a Philip a discernir


cuáles eran los verdaderos problemas. Esto nos ayudó a centrarnos con
prudencia en los distintas cuestiones, sin que nuestras emociones nos
dominaran.

lina combinación armoniosa de puntos de vista - Armonía entre nuestros


puntos de vista

Con el tiempo, llegué a comprender otro aspecto importante de la


comunicación: que el amor verdadero se manifiesta en un deseo sincero
de escuchar las necesidades del otro. Aprendí a escuchar atentamente
para intentar comprender de verdad el punto de vista de Philip, dán­
dome cuenta que no podía entablar un diálogo con él si simplemente
lo encaraba con un plan a seguir. No podía comenzar una conversación
con la intención de convencerlo y “ganar”, sin abrirme de verdad a la
legítima perspectiva de Philip.
¿Pero qué sucedía cuando no estábamos de acuerdo? Con el tiempo,
me di cuenta de que es posible y, de hecho, muy común, que dos per­
sonas bien intencionadas tengan opiniones y puntos de vista diferentes
sobre un mismo teína. Tuve que aprender a resistirme a mi suposición
natural de “Si yo tengo razón, él debe estar equivocado”. Puede ser que
ambos tengamos razón, pero quizá sólo en parte, y que estemos llamados
a sintetizar ambas perspectivas para llegar a un acuerdo global y armó­
nico. Aprendí que nunca debo ver a Philip como un obstáculo para mis
objetivos, y que debemos funcionar en unidad, combinando nuestras
diferentes perspectivas para llegar a la mejor solución.

El tema de la sumisión

Y aquí es donde hay que entender la cuestión de la igualdad frente


a la sumisión. Al principio de nuestro matrimonio, tendía a someterme
a sus decisiones porque creía que eso era lo que una esposa debía hacer.
t

'1
TU MREJA 103

no se trataba de que el hombre fuera superior y la mujer inferior; que el


matrimonio exigía una sumisión mutua.
Entré en la cocina y me sujeté al borde de la mesada. Juan Pablo II
acababa de liberarme, y yo estaba aún más enfadada que antes. Me sen-
tía como si alguien estuviera sosteniendo una zanahoria delante mío, la
zanahoria del poder, y debía controlarme para no acercarme y tomarla,
tomar ese poder al que había renunciado una y otra vez. Durante dos
días enteros, luché contra ese deseo de asumir el control, de imponerme
y arrebatarle a Philíp el control de nuestro matrimonio. Recé para tener
fortaleza.
Luego, mi enojo se fue y lo senté a Philíp en la cocina y le leí aquellos
pasajes que me habían causado tal impacto.

Se trata de amar al otro, no de tener poder sobre él

El matrimonio no es una definición rígida de roles ni una jerarquía


de responsabilidades en la toma de decisiones. No se trata de que un
cónyuge tenga poder sobre el otro. Hemos visto que la relación, matri­
monial, tal corno Dios la concibió, consiste más bien en llegar a ser uno
en la mente y en el corazón, consiste en el don de uno mismo y en ser
siervo del. otro. La autoridad en el matrimonio consiste más en guiar y
ayudar con el ejemplo y la palabra, en proteger a la persona amada, en
orientar y apoyar al cónyuge y sacrificarse para conseguir su bien. En.
una palabra, se trata de amarlo.
Entonces, así era, Philíp y yo estábamos ambos llamados a la sumisión
mutua, basada en el amor mutuo. La cuestión central para ambos era si
debíamos renunciar o conservar nuestra capacidad de aterrarnos a nuestros
propios deseos y preferencias por encima de los derechos, necesidades e
intereses del otro. Yo sabía que, en todo, debía buscar amarlo, entregarme
a él, y ser como Jesús, que se despojó de sí mismo.
También me di cuenta de que no debía limitarme a decirle a Philíp lo
que pensaba y luego dejar que él tomara las decisiones. Debía elaborarlas
104 Regla de vida rara ana madre

‘L Para ■sto fue un llainado a la mad asurnir nuestra r


’Onsíiibilida
* J mut ua por la direc:ción de núesú"0 nial'rimo]aio y no hcV
ras . . ?.......a expiatorio eri caso de que 1 OS COí;as n.o salieran nü
sscubrí■ que inuestra forma l i ’ ! l ! i. me j ar asas nos nal
.npe<Jido tai phmámente uniclos. Cuando uina nw.¡er nc i siente une
pim ífíci! para ella sentir que vak?. coimo persona. Soto u
C2 G: conocidos mi iCena igualdad con. i^hilíp;, nii plena d
ídtlü
'H3 v nii olería responsabilida dentH mal rimonio, se
iirmerito hacia Philir) disminuía en mi coi*azón v expenniei
una jáURvu típvitui a mü’Uü v

Cómo resonemos ios desacuerdos

Creo que hay pocas decisiones que deban tomarse en el matrimonio


en ias que no se pueda llegar a un acuerdo satisfactorio. Si no se puede
llegar a un acuerdo en un tema serio, tal vez esto sea más bien un indicio
de que la pareja no está preparada para tomar esa decisión. 'Tal vez hay
otras cuestiones en el matrimonio que podrían necesitar de un consejo
externo.
< Y s i estamos en comy ■< <■ i a . 1 O u¡ v vo decidimos cp
! ■ • A i ■ 1 -s Al hactenp'' acto
unos acorde a una de las dos posturas, teni
en cutaata quién suele ocarparse de ese tema con regularidad, o qui
m i m ello. Por ej eiiiD. , > 1 i • ’ . A ! > O 1 to sus decisiones

referen te al nraiiteni . V lúa y arreglo del coche, porque él sabe dt


cosas. 1ai sueie acata nafas cuando se trata de dinero.
ienreur■ n.te t;UVÍITj ' 1 t > m a . 1 i ■evaluar nuestra i
teca. ?i amoos líos hube t > t' i 11 > > reglar el techo, j.
cáletele clon de teña que sería más económica, iicparar las venta­
realizar■ otros arregle cesarios. Pero no quería mos aumentar la
da. Ah ora, soy yo qi iieu os i !.. o b a n > porque lo hago n
1 m. to ¡ ■,
no lia asi¡míd^odiv ersas responsabilidades trn nuestro niatrin
en Iuik21011 de nuest ros t ‘k >' A 1 , > , ,, 1 1
egún el sexo. De;
de exaiminar todas 1;as cdiras, teniendo en c.uentíi que nuestro ob¡
Ti-’ PAREJA
105

general es reducir la deuda, me mostré reacia a aumentar la hipoteca.


Phílip no estaba de acuerdo ya que consideraba acertado arreglar la casa
antes de que empeorara.
Pero acordamos hacer lo que yo consideraba mejor. ¿Por qué? Porque,
dado que yo soy responsable de este tema en nuestro matrimonio, Phílip
ha tomado cierta distancia de esta área dándome libertad de acción. Se
sometió a mi juicio, después de una discusión profunda, por supuesto,
porque sabe que se rne da mejor la gestión del dinero.
Pero hemos descubierto que ceder ante el otro, especialmente para
el que no está totalmente de acuerdo, debe ser una decisión activa. El
cónyuge que no está de acuerdo no puede aceptarlo pasivamente, o de
lo contrario crecerá el resentimiento. Como puede ser difícil vivir con
las consecuencias (como estoy segura de que Philip lo ha experimen­
tado y lo experimentará cuando llegue la factura del gas), el cónyuge
en desacuerdo debe estar preparado consciente y voluntariamente para
“asumir” la decisión.
Pero, ¿y si teóricamente mi marido no fuera tan maduro? Aparte de
cuestiones morales o de seguridad graves, yo haría lo que todavía estoy
llamada a hacer: someterme amorosamente por el bien del matrimonio,
ya sea que considere o no que él está cumpliendo con su propio llamado
a amar.

El sexo dentro del matrimonio

De la misma manera que la comunicación es un canal continuo de


gracia en nuestro matrimonio, también lo son las relaciones sexuales
entre el hombre y la mujer. A veces esta realidad no se ve tan claramente.
De recién casada, la idea del sexo me resultaba difícil de aceptar, de
alguna manera creía que estaba mal o que era algo contaminado. No
entendía por qué antes del matrimonio el sexo estaba mal, y de repente,
después del matrimonio, estaba bien. En el fondo de mi corazón, creía
que el sexo en sí era pecaminoso.
06 Regla pe vr. UNA

cosibles por las que me sentía así: quizás me


'i • i!
un peacó de ni 3 U í
113 U 131 j 11311 tí 111.1L l ü O 5 par’te; quizás era
el. pecado original asomai ido su fe:i cabeza (pues Adán y haza no se aver-
i l y* lalida•d hasta cpie hubieron pecadc>) ■; tíil vez porque
había rechazado la ktrina en q u e se i ¡ — bm - ?l se’xo en nuestra
sociedad y en los i dios cJe común icación; tal vez se delzía a exne ríe n c ia s
personales pasadas, iProbíiblemeniJe era por una combirmeicm de algunos
o de todos estos tac totes . Cualqui ■> u Ó! L Di .sa, i i m 1 • s>

mucho tiempo y serila netmsaria la sanación directa de Dioss para que mi


acutuu camoiara.
lanroten narra it ría cateq uesis y una reflexiói. idas. Durante

años leí todo lo ou e tuv c oí a ha a nce, peres muchas <le n lis preguntas
concretas quedaron S1.11 11apuesta. Sólo gracias al paso deh:iempo llegué
• i
' í ,* i h o m : i t > i, ; i o ?.CIO
a comprender que, <:on.tr ariament t íantes, el sexo

no es una especie dt' mal necesarüp sino que de hecho es smito y bueno.
.. i
LJios it> meo, poi an.l.OI Gt0 Cíalo. no solo eso, sino qi,ie ii’os lo ordeno:
“Creced y multiplic aos' . 16 Nos d io un don, bueno y (UpTO y H i P J
matrimonio, para ay udarinos a cxpitesar nuestro amor a nue ' j

y para permitimos tícncr .hijos y propagar la raza huma na.


i i <... ■
Basándome en el O (J C 1 K.J t. i iests v vn le cmC’ HA ..... . . interinado tic

todas mis lecturas, <deset. ihrí cuati■o orincioios básicos de ía moralidad


sexual.
Primero, el acto sexual está destinado a realizarse entre un hombre
y una mujer, conforme a ía voluntad de Dios, que creó al hombre varón
y mujer.
Segundo, está destinado a tener lugar dentro de una relación para toda
la vida, asegurada por un voto inquebrantable, siendo así un reflejo, en
nuestra finitud, del vínculo eterno entre las tres personas de la Trinidad,
lercero, debe llevarse a cabo por amor, así como la Trinidad es una
relación de amor.
TU PAREJA 107

Y cuarto, debe estar abierto a la vida en todos los casos, reflejando


así el designio de Dios de que el amor sea fructífero.
Realizar el acto sexual fuera de estas cuatro normas morales es perver­
tirlo, alterar el propósito o uso con el que se lo pensó. Nuestra sociedad
ha abusado del sexo: lo ha sacado del matrimonio, lo ha alejado del
amor, lo ha divorciado de la procreación y lo ha esclavizado al placer.
Todo pecado sexual, en el mundo o en nuestras propias vidas, se deriva
de la ruptura de una o más de estas normas básicas.Todo pecado sexual
es un nial uso de un gran poder que Dios nos ha dado: un insulto al alto
y maravilloso fin para el que Dios creó el sexo. Todo pecado sexual, por
tanto, es de hecho una profanación de algo que es santo.

El sexo corno don sacramental

Conocer estas normas morales me ayudó a comprender mejor lo que


la Iglesia enseñaba sobre el pian de Dios para el sexo, pero no alivió por
completo mi malestar. Sabía que estaba actuando moralmente, pero por
alguna razón todavía faltaba algo.
Un día estaba tomando un café en casa de una amiga cuando nos
pusimos a hablar de este tema. Ella compartía algunas de mis dificultades
en este sentido, y estábamos intentando descifrar el problema. “Creo
que se reduce al hecho de que nuestra sociedad considera al sexo un
pasatiempo recreativo”, dijo. Tenía razón, y eso me hizo pensar.
En la modernidad predomina la visión de la sexualidad como una
búsqueda de placer recreativo sin compromiso alguno. Se hace hincapié
en lo físico, en. cómo se ve y cómo se siente el cuerpo. Las relaciones
sexuales son consideradas como un medio para obtener otra cosa -la
experiencia sensual, las emociones y la excitación -cuyo fin es satisfacer
una necesidad o un deseo personal. Ambas personas entran en la relación
sexual con el objetivo de obtener algo para sí mismos. Pero sabemos que
esto no es todo.
108 Regla de vida para una madre

un vistazo a las re vistas temenu 13 S en la caía (', A -m ip jiR m v -


revela otra visión rnotJema del sexo : C(amo una h erramienta para ganar
poden Esta es una tenitación que ex; unentan m rae, < K < n )

las mu jetos. El homb:re la expenrnt a como un deseo de dominar; ía


ijH 1 1 amo un deseo de manipular. I .■! i concesiór > > d ¡i < i, • • t >,
. i. . ....... ) ! i ■ 1 / i « l < 1 ...... 4 V \ 1 >~s
dio para obte ■ ■ ■ ......... 1 ’Jv. |5 Vi! 1 11 Vi 1 1.1 V> ' dvi ti-ti'.’ VillCí.

«.A •’i.llLra... i.loes L-ii ti 3 rtdación. Per'0 sabemos que el amor


1 no es una cijestión de poc ee, por lo que t í í I, 1 "■''I' > f

sexo de esta manera.


salid ad,e 1 acto sexual es u.na d e las accione: ?ICC t’U a n la. <gracu
1 ] bcU.,1
ücl j e 1 un tTÍniorn o ? •r eso no hay rnatri moni’o conUtiPtf T l'~ “ ■

ue éste ; consumado. Lex sactrámenlos su p -jA ríxtar <xinipi testo:


ó'hiv v ne n salid ad oculta. Si nos cr?ntrainos S(
í
del acto sexual o só lo buscamos el pía.CCT S(íxual
centrannos solo ím. el ren.dimi.enilO O la técnica o incluíx> en alean
orgasima, entone■.es ignoramos y cunerlazamos la re aiíüac.l ocul ta má b phO-
funda d el víncuho personal, la co nit.li ]iión espirituad que debe P
El S€;xo es, en. cambio., una exmtin ii mi s i ón deí amai" a ni
cónyugez. Ei amex sexual debe seE ríei alvo cine di ISCO S(sio paxa un
............... ..... .i ,.........
un don. de mí iirisnia a. rni inaricí i at-tO ue tei nura 1aacia su oe rsoni

v una a.cogida nmal de él hacia nií El sexo en eu mat rimorlio se


i ? m k ,
realrnei lis V(Atos rnatrimemíale;X mi |irointisa d«
r.
amarlo a mista la rniiert to es iniport;inte. 1 f i ion de: si er
.i sexual es ei medio norma ii por el que la gra cia de i sacr;amen:to de
matrinuunió entr■.a en nuestra vicia cetidiana com partid

Unión íntegra entre los esposos en el acto sexual

El quid de la cuestión, ese terna no resuelto que a veces pesaba so­


bre mí, era que a menudo no podía ver esta “comunión de personas”
durante ei sexo. El sexo me parecía simplemente físico y no espiritual
ni personal, y esto me molestaba. Sólo más tarde pude ver que en una
TU PAREJA 109

relación sexual personal verdaderamente integrada ei placer físico no es


un “accidente”, sino que es un componente ordenado por Dios. Me di
cuenta de que el objetivo era la mezcla de ambos -la unión consciente
de lo físico y lo espiritual- y c}ue se trata de. un proceso de integración, al
igual que en tantos otros ámbitos de nuestra vida.
A menudo, esta disgregación que experimentamos entre lo espiritual y
lo tísico revela una necesidad de sanación en el ámbito sexual. Nuestras
experiencias personales de inmoralidad o abuso sexual, o cualquier tipo
de coerción que hayamos padecido interfieren con nuestra capacidad de
entregarnos libremente a nuestro marido y de vivir el sexo como amor.
Puede que a veces no entendamos cuál es el problema, pero sim­
plemente hay “algo mal”, algo que bloquea la plena comunión sexual,
emocional y espiritual con nuestro marido. Una vez más, siempre es
bueno buscar asesoramiento para hablar de cualquier daño que hayamos
padecido por parte de otros o de nosotros mismos. También he experi­
mentado la sanación directa de Dios en esta área, como resultado de las
oraciones de sanación de un sacerdote. No ha habido para mí señal más
fuerte de la santidad y aprobación de Dios para las relaciones sexuales
conyugales que su intervención divina para promover la plena unión
sexual entre mi. marido y yo.
Pero mientras tanto, me di cuenta de que cada noche oscura en que
“no venios” la realidad espiritual del amor conyugal exige un acto de fe,
como cualquier otro sacramento. La unión física del hombre y la mujer
en el matrimonio es un presagio de la comunión espiritual que Dios
produce entre nosotros. De vez en cuando tengo un indicio de esto, un
momento de verdad y visión, pero muchas veces, como con los otros
sacramentos, no soy consciente de esa realidad más profunda de nuestro
amor espiritual durante el acto sexual.
En cuanto a mí Regla, en la práctica no me parecía que hubiera mu­
chos deberes concretos que implicaran a Philip. Así que, para convertirlo
en una prioridad consciente en mi vida tuve que profundizar un poco
más. Recordé algo que el Papa Juan Pablo II había dicho muchos años
110
Regla de vida para una madre
TlJ PAREJA 111

cada vez que habláramos seriamente. A su vez, comencé a enseñarle a


los niños a no interrumpirnos si estábamos hablando.
El último criterio, la ayuda, era simple. Había muy pocas cosas prác­
ticas que yo pudiera ofrecer aparte de mis tareas normales de madre y
de cuidado de la casa. Pero de todos modos encontré algunas cositas que
podía agregar: asegurarme de prepararle el café por la mañana y de llenar
su taza para llevarse al trabajo, preparar su almuerzo y darle opciones
para el desayuno (por lo general se lo prepara él mismo).

Elabora los elementos fundamentales

Aquí deberás fijarte en la ayuda práctica que tu marido necesita de


tu parte cada día y en el tiempo que tendrás disponible para pasar con
él. Que sea sencillo. Pregúntate:

• ¿Cuándo puedo dedicar un tiempo regular a estar disponible para mi


marido'! ¿Qué tipo de cosas puedo organizar, cómo salir juntos periódicamente
o pasar noches especiales “en casa”, que rompan la monotonía de la rutina
diaria y nos ayuden a relajamos! Anota estas cosas.

• Además de las tareas domésticas, ¿mi marido necesita mi ayuda! ¿Hay


pequeñas cosas que él valore, maneras en las que pueda ayudarlo a que su
vida sea un poco más fácil! ¿Necesita que lo ayude con su trabajoüEn qué
momento puedo hacer estas cosas? ¿Qué días! ¿En qué momento del día!
Anota todo esto.

Más allá de los conceptos básicos

Más allá de las cosas que hayas incorporado en tu horario, el corazón


de la Regla en lo referente a tu marido es tu relación con él. Es importante
que te tornes un tiempo para pensar sobre tu matrimonio y evaluarlo; de
'hecho, no sería malo tener un momento para hacerlo periódicamente,
112 DE VIDA EA!<A UNA MADRE

ti
objetiva?
TV PARE|A
113

¿Asumes plenamente las responsabilidades de tu matrimonio junto


con tu marido? ¿Existe algún área que estés evadiendo? ¿Hay algún
aspecto de tu matrimonio en que estés siendo controladora? ¿Cómo
puedes cambiar?
Pídele al Espíritu Santo que te muestre lo que quiere para tu marido
y para tí y que te revele aquellos aspectos que debes mejorar.

# ¡s *

La tercera prioridad nos llama a cumplir una misión hada nuestro


marido. Debemos centramos en amarlo y ayudarlo, entregándole toda
nuestra atención, nuestro apoyo y nuestra propia persona. Esto no sig­
nifica que no podamos desear el amor de nuestro marido o apoyarnos
en él en nuestra debilidad o buscar su aliento y su consuelo en nuestras
necesidades legítimas. Todo esto es necesario y Dios lo quiere así. Pero la
tercera prioridad también nos anima claramente a adoptar nuestra misión
especial como esposas -decidir activamente amar a nuestro marido y
convertirnos en un canal voluntario de gracia para él.
La Madre Teresa solía aconsejar a sus monjas que buscaran amar más
que ser amadas, comprender más que ser comprendidas, servir más que
ser servidas. Y decía que en su servicio a ios pobres por lo general recibía
mucho más de lo que daba.
Capítulo 6

LA CUARTA PRIORIDAD: LA PATERNIDAD

En la cuarta prioridad, la paternidad, estamos llamados a cumplir


los deberes inherentes a ser padres. Así como estamos llamadas a amar
activamente a nuestros maridos, también debemos adoptar como misión
la segunda finalidad del sacramento del matrimonio: engendrar y criar
hij os. En virtud de la consagración especial de la que habíamos en la
tercera prioridad, Dios nos ha capacitado para amar activamente a nues­
tros hijos y cumplir con nuestro deber de ser sus principales educadores.

Una falta de respeto oculta a mi vocación de madre

Un día, durante mi licencia por maternidad, estaba llevando a mí


hija en su cochecito. Estaba yendo a visitar a Philip, que daba clases en
un secundario local. Llegué cuando sonaba el último timbre, y salieron
un montón de adolescentes.
Ii íU

'se momento, me sentí muv conimaa u 1 sentí que nn cara se ru-


bOFÍ Zílb;
a. Experiimente una emocii. un.da y extraelq; me sentí
- < izada. ¡Simtí vergüenza! jrO porque i ne vi e nnn enijpujand 1 > -j
cochee i to de beb é. En ese entonces me parecía muy cía,to que tiquell o era
......................................... ' m . . ........
algo de lo que av. ni educacióii V nii feinnacíon u cii t■'Cían
de valoíp '.'sT'i'fp ivrí;». i :,;i. • i! i i 11— ■ i : i < ; iso un adolti<rmn f-p ..... í .'i JCfir
i t.- iíy
.......
i. v ;.. ....
■ ... ■ •
capaz d e eiiround i . x.i • C t bebé. Me sentía im tracaso penque
no esicti33 tmimdindo en aIgo inipcitante’'.
Me isorprendí .ó un poco darme cuenta de (me en realidrid no ilabia
con.si.du rado realmente esta vocaci ón de madre mu i 1 tu lugar. Des-
< i 5 ¡ ?nte me sentía un a mera ama de cas¡a Y a niñeen, y
creía Gi. ¡e podía i?ter sustituida.. qut ■ re , it ra podía 1reí ni y criar íi mis
hilos tain nien co

Una elección difícil e inesperada

Un día, cuando estaba por terminar mi licencia por maternidad de


seis meses, me llamó mi jeíe para ofrecerme volver al puesto de profesora
cine había ocupado el año anterior.
-No sé... -respondí. Vaya, ni siquiera había pensado en volver a
trabajar todavía, y no lo había hablado con Philip.
-Bueno, realmente no puedo esperar, Holiy -replicó-. Necesito saber
ahora.
Me sentí contíictuada. Aún éramos nuevos en Calgary y todavía todo
era desconocido para nosotros. No tenía familia que cuidara del niño, ni
amigos que se quedaran en casa. Quería trabajar, pero no estaba segura
de poder dejar a mi bebé. Necesitaba tiempo para pensar.
-Necesito hablarlo con mi marido- respondí.
-Lo siento, Holly. No tengo tiempo que perder. ¿Querés el trabajo o
no? Necesito un sí o un. no -refutó el director.
Entonces recordé algo que Philip me había dicho una vez sobre
nunca dejar que me forzaran a tomar una decisión, especialmente si no
La paternidad 117

podía hablarlo antes con él, y entonces le di mi respuesta: “De acuerdo,


entonces supongo que la respuesta es no”.
Mientras colgaba el teléfono, me di cuenta que mi vida acababa de
dar un giro en un segundo sin previo aviso. De repente la dirección de
mí vida había cambiado completamente con respecto a la que había
seguido por años.
Me preguntaba por qué Dios me había guiado a la enseñanza, si no
iba a enseñar.
En ese momento, tuve que hacer un gran acto de esperanza en que
Dios sabía lo que hacía, ¡y no estoy segura de haberlo conseguido! Pero
me encontré con algo que la misionera Elizabeth Elliot había dicho que
me ayudó hasta que pude entender mejor. Ella decía que tenemos que
aprender a ser capaces de sacrificar incluso cosas buenas por un bien
mayor; aunque todos comprendemos por qué se deben arrancar las malas
hierbas del jardín, no es tan fácil comprender por qué las flores mueren.
Ella explicaba que en la sabiduría d.e Dios, incluso los pétalos de una flor
deben morir, aunque sean hermosos. Y con esto comprendí que a veces
incluso debemos sacrificar algo bueno por un bien todavía mayor.
Comprendí que existe una prioridad de bienes y que rni vocación
estaba sobre mi carrera profesional. Las necesidades de mi familia de­
bían ser lo primero en. mi vida. Sabía que este principio básico tenía que
guiar mi uso del tiempo y de mi esfuerzo. En aquel momento y en esas
circunstancias, mi pequeño bebé me necesitaba en casa. En nuestra Re­
gla, todas tenemos que conceder a nuestros hijos el tiempo y la atención
necesarios para satisfacer sus necesidades.

Un choque cultural

Experimenté un gran choque cultural. Todo mi entrenamiento y mi


experiencia me habían preparado para insertarme en el mundo laboral
Así que cuando decidí quedarme en casa, sentí que la vida no tenía
sentido y que yo no tenía un propósito real. Recuerdo ver a los niños
I

'DPíi 11 p r r trente a mi ve■ntana p<or la mañana t■animo


de la es«cuela, con la hinchera¡ en la mano V!.a moc ni la al ho mbrec nendo
y charlmido, y a mime invadí'a b tristeza. sentía ei’midia chs unos niños!
% tam bien quería ir a la ese uel.a y me se ría en crerto nía*do ca? - v k
y pristemera en el pequeño rnlindo aísla do de mi c'■ñcm Tk
-dod» I U do lo ; ' V-
era, to<Jo para lo que me hab ía desarroHíid( y V todo1 ¡O tillé p 11 íp'j'i pi hacer
rsL .i -
símpleilíente se había ido. £tn de terrnm ad.o monie nto5 le dije a rnuip;
uSíentc i como si hubiera renu nciado a toeJo excepto a nñ vaJa, mi te y mi
tanii lia. '£ Sentía que una part e muy graruJ e de mí iiabía nw¡erto.
lente ia renuncia a ni i carrera de«ce nte, aig * □ a lo q ue me1 había
se rinde> llamada por Dios, y ) v eía una necesic 1 i V
ís pro­
Rinda tm mi coraron v un ranevo líamaclo de Dios a estar en ca. sa con
ni i hija . .Esto me llevó a una división eni mi nieni re v mi corasí5n que
logré si.iperar luego de niuchco años de le» ¡ : i i • lo <estigaciion, onición y
reflexidm, de recibir los sacian rentos e í riel us<ola sana ción dir ecta el.e Dios,
llevó tiempo ver que I jj/ñn tytp Onh i a elegido |cara ser madnz y que
yo nnsina nahía. ete.gi.uo ser imadre. Tardh pie, si, imis ta lentos,
mis int ereses y nu i'onnaciori eran impo rta ntes, pe ro que debía anular
cualq uiier uaniacio fuera, de n ii familia po ! í. tiempo.
í :.n irenclí; ñoco a poco, ci ue la tarea í irentemiente trrvial y ísin im-
Ipí

. .. .. i v: ... .
i" ■ ■ ... . cia de una madre -am¡¡ vir un manmnonio santo y criar
u a L-Uos, v i

hijos fe¡[ices, equilibrados y saiitos- era rn.á nportarrte para td pían divino
que mis muchos proyectos y ambiciones eri otras á.reas. Ce)n el paso de
ios ano.Sj tuve que aprender q ue las reiaci\ / i I es eran i n.ás imp■ortantV'b GU6
las tare as, que ser era más im portante qun 1incer-

Descubrir la misión de la maternidad

La realidad es que estamos llamadas a la misión de ser madres. Pero


esto era algo en lo que no había pensado antes.
Durante ios años que siguieron, me quedé en casa con nuestra familia
que continuaba creciendo, pero a veces me sentía aburrida e inquieta.
No sabía realmente qué debía hacer con los niños. Seguía pensando
La paternidad 119

que estaba allí solo para “vigilarlos”. Sentía que estaba cumpliendo un
trabajo para el que no me habían entrenado. Ciertamente no veía una
misión inherente a la maternidad. Tampoco podía recurrir a mí infancia
en búsqueda de una referencia, ya que, entre que me enfermaba mucho
de pequeña y dormía mucho y mi madre trabajaba a tiempo completo,
carecía de un modelo para imitar o identificarme con él.
Entonces llegó una oportunidad. Providencialmente, me ofrecieron
un trabajo de media jornada como directora de catcquesis en la parroquia
de una ciudad cercana. Lo acepté, no sólo porque de verdad lo quería, si
no también porque así tendría lo que consideraba un estilo de vida más
normal, uno en el que me sentiría más cómoda.
Ese primer año fue una auténtica bendición. Era tan bueno salir y
hacer algo “significativo”, en lugar de sólo dedicarme a las tareas del
hogar y a leerles cuentos a los pequeños. Lo único que me resultaba di­
fícil era dejar a mis hijos con. su cuidadora, especialmente Nicki, de dos
años,que se quedaba sentado con los codos sobre las rodillas y la cabeza
gacha, mientras yo me iba. Mi corazón se quedaba con él, pero acallaba
los sentimientos de culpa y dolor y lo dejaba de todos modos. Luego,
en mis días libres, se ponía muy agresivo conmigo y me debía dedicar el
resto de la semana a que volviera a ser él mismo, sólo para empezar el
ciclo nuevamente.
Sin embargo, el trabajo me resultaba desafiante e inspirador y me
dediqué de lleno a él. Con el tiempo, empecé a darme cuenta de las
enormes necesidades de los niños con los que trabajaba. Era frustrante
tener que dictar oraciones básicas a alumnos de octavo que nunca las
habían oído. Recuerdo un grupo de sexto grado que ni siquiera sabía
sobre el Rey Herodes, mucho menos que había perseguido al Niño
Jesús, o que María y José habían huido a Egipto para escapar de él. Me
quedé estupefacta de que después de años de catcquesis, los niños no
supieran quién era el Papa, definieran la gracia como la oración que se
reza antes de la cena y no pudieran identificar las tres Personas de la
Santísima Trinidad.
120 Regla de vida para una madri

mis necesimmes eran aemasiauo gra;núes y ctimence a s ospecnarque


mis esfuerzos er■an una solución superfknal una mera vene!a para cubrir
la herida profmoda de las familias actutlies. Vi cJaramente ,(i '>• >i H
>a i an a sus propios hijos en la fe y pe usaban, qne el programa.
cíe catcquesis, u na hora a la semana, veirite semairías al ano,
para hacerlo. ¡Permítanme decirles que nlo era ase’ -Cmptve a preguntarme
si lo que estabti haciendo era realmena !. igl era capaz de
abordar los pro blenias más profundos, 1No Dodiíi pasar niá s tiempo con
esos niños. Los padres debían ser los prii educadore: í< i, >' i y*
yo LIO pocha. SVC j 111ti ii ios . i intuiiieme, t. xas perad n, me pre< 1 ’ * X /
T'jiuvni<’ 1 ¡ á ihíía
; '■'» D- s UX..■í ■ ■1■!V.' uh
P v. . T1 L.Pili 1.L-I ia tv. ;í i1 í 1i zi zk.jí ivlv
• m ■ imu í : ' li.l vi ¿vp-íí oíd L.lí
! ■ i l< -ip11f vm ino-m fon Id. *.¡ dr iedadíh
Id ow

La respuesta ene uevo de vuelta a au la atna case


eJ. mejor ap<arte que podía hacerle a la sol. :¡edad era >educar a mis
propios hijos cc»n tina visión cristiana d<si inunde ' > i( 1 h \ i l‘' (1
ciudadanos sari ' 1 { ‘ 1> V2 U leríqn «rí infiuenci i ’ un a
< . .
exponencial ccoa imposible de lograr c'on niís vEsfuerzos se >| m h > O”
tarea con mis 1 i u m ( >i i i 1 1 b L’ cambio de l coi'
¡Había descubilerto la misión de la mate nudadJ
ó a Wía eme rv «i i . i\ i tn esta ticisión y al mismo tiern-
po sevuir con rni trabajo en la parroqula. fcl tr;abajo de oatequesis era
intenso e imple 1 P J 1 1 .' 1 U ' >load ■ mucha aencentración
de mi parte. Ya había experimentado m.ueno est:rés al trateir de cumplir
rm'yn G) cial de ambos trabajos. FVesenté¡ i . 0. 0 ¡a con mucha
tristeza, pero sa bía que tenía un trabajei inas ini] , i e ue hacer con
mis propios Lije>s en casa.

La belleza y la dignidad de la paternidad

Tan pronto como dejé de trabajar fuera de casa, Nicholas se tranquilizó


y se puso más feliz. Sencillamente me necesitaba. ¡Yo no era reemplazable!
Estaba llamada a estar yo misma con mis hijos; Dios me los había entre­
gado a mí, no a otra persona. En el proyecto de Dios, yo estaba hecha
La paternidad 121.

a medida para ellos. Entonces sentí la inspiración de estudiar sobre la


maternidad con mayor atención, con el deseo de saber todo lo posible
sobre el teína. Pronto me encontré con una enseñanza que cambió por
completo mi perspectiva.
Un invierno, Philip y yo teníamos programado dar una charla de pre­
paración matrimonial. En el manual, nos encontrarnos con la afirmación
de que “los padres son imagen, de la obra de Dios en. la creación”. ¡Esta
era una idea interesante! Saqué mi Biblia, leí el Génesis y me pregunté:
“¿Qué hizo Dios en la creación, de todos modos?”. Mientras leía, fue
como si corriera un velo; pude ver claramente lo que Dios había pensado
para la paternidad desde el principio. Siempre, había sabido que Philip y
yo participábamos en la obra de Dios ai estar abiertos a la vida y tener
hijos. Pero no me había dado cuenta de que todo lo que hacía como madre
era, de hecho, imagen de la obra de Dios.
Era bastante claro que así como Dios proveyó a Adán y Eva de comida
y refugio y de todo lo que necesitaban para vivir y sobrevivir, también
Philip y yo estábamos llamados a proveer comida y refugio a nuestros
hijos. Pero también observé que Dios había creado un paraíso, y así mi
hogar debía ser un pequeño paraíso, un lugar de belleza, paz y armonía.
Del mismo modo en que Dios caminaba y hablaba con Adán y Eva.
yo estaba llamada a tener una relación amorosa y una comunicación
cercana con mis hijos.
Así como Dios había infundido el conocimiento en Adán, y Eva para
su supervivencia y la gestión de la creación, yo también estaba llamada a
educar a mis hijos, a compartir con ellos el don de la fe que había recibido,
y a enseñarles las habilidades y darles la comprensión que necesitaban
para vivir en sociedad y hacer de ella un lugar mejor.
Me di cuenta que así como Dios Ies había encargado a Adán y Eva la
tarea de cuidar del jardín, yo también debía entrenar a mis hijos para el
trabajo y delegarles responsabilidades para la construcción de su carácter
y para que tuvieran un papel en el cuidado de. nuestro hogar.
122 E VIDA PARA UNA MADRE

Como Dios gobernaba a Adán y Eva, dándoles una ley y ordenándoles


que la cumplieran, también Fhilip y yo estábamos llamados a gobernar a
nuestros hijos, mediante eí orden y la disciplina. Y del mismo modo en
que Dios perdonó a la raza de Adán y Eva por su rebeldía, y se inclinó
y les dio vestimenta, yo debía perdonar a mis hijos por cualquier des­
obediencia y cubrir sus pecados con amor. Pero, dado que Adán y Eva
tuvieron, que abandonar eí jardín, por su propio bien., era consciente de
que no debía proteger a mis hijos innecesariamente de las consecuencias

Ue todo esto se sigue que: ios paares son i ' ' t ¡ e i n i << ii

su ere’ClCló'Tl ■ i Qué 1cuca cioii tan. noble y ap asionante la nuestra' ÍQ


dignit uso la tanta aparentemen i n m u> i > i<>
que h.acerr ) con nutotros hijos reflt i 1 >> i 1
desphOpO C¡n i a crea ción. Mi propia ignoranc:ia de mi vocación me fíat
impet /■er antm ' qj i hnHp'!•a. Pero ahora 1:a verdad me había liberad
Ya no me S1entía coimo si estu • n ’ o -j -i EUfqO de menor impoitanc
ÍiCi.aL
. .; : ........ rz
t 'Ir'!
í VÍ dij
¿-'T'h
C.i. d
MláM
WilVYT
1 i i ipU
1 tcl U. 11
m vrthñMYVT Ó
v 111 .
1 TO Kl A
L l
__
— i
1 iipit-i ¿■<4 ’ V.
j i-
Lf

.ue
! .....
en meseros hijos. (Jo-mo dice el Papai Juan Pablo 11. en su Curte
las jar 2ación de ios ni os pueut' considerarse un verdade

Darles a nuestro hijos una educación católica

Esta misión implicaba que estaba llamada a educar a mis hijos activa­
mente, no simplemente a “cuidarlos” como una niñera, ¿Quién más iba
a enseñarles lo que debían saber en la vida? ¿Quién los iba a guiar hacia
Dios si Philip y yo no lo hacíamos' junto con mi marido, yo debía formar
a mis hijos. Era yo la que estaba llamada a moldearlos, a formarlos y a
prepararlos para este mundo y el próximo. Yo era el principal educador
de mis hijos. Este era un. privilegio que nunca más subestimaría.
La raternidad 123

La siguiente pregunta era: ¿cómo iba a educarlos? Sabía que debía


darles una educación católica, pero no había escuelas católicas en nuestra
zona. Debido a esta circunstancia, y porque sabía que tenía la motivación
y ía capacidad de hacerlo y porque creía que Dios así lo quería de nuestra
familia, comenzamos a hacer homeschooling. Investigué con entusiasmo
las ramas del conocimiento y del pensamiento educativo, y comencé a
elaborar lo que decidí que era un pian de estudios equilibrado y completo,
que seguí ajustando a lo largo de los años.
Como madres, como padres, debemos saber que en toda educación
ía excelencia académica, una amplia base de conocimientos necesarios
y una formación intelectual completa son fundamentales. Es responsa­
bilidad nuestra, por nuestra vocación, garantizar la provisión de estas
cosas, ya sea mediante el homeschooling o mediante la elección de una
buena escuela.
Pero a medida que pasaban esos primeros meses, empecé a sentir
que debía haber algo más. ¿Qué significaba para Philip y para mí-como
padres, no como profesores- ser los principales educadores de nuestros
hijos? ¿Qué significaba darles una educación verdaderamente católica?
'Tenía que ser algo más que darles lecciones de matemática o de lectura,
algo más que lo meramente académico. Comencé entonces lo que se
convertiría en una búsqueda de años.
Con el tiempo, llegó la respuesta: la paternidad es un llamado aformar
personas, Estamos llamados a traer a Dios a las almas de nuestros hijos,
verdad a su inteligencia, salud a sus cuerpos, destreza a sus manos, be­
lleza y creatividad a sus corazones, y así hacer que tengan una voluntad
virtuosa y un alma santa. Debernos darles una educación más allá de la
lectura, la escritura y la aritmética y más allá de la formación profesional
o vocacional.
“La educación consiste fundamentalmente en preparar a la persona
para aquello que debe ser y para aquello que debe hacer aquí en la tierra,
con el fin de alcanzar el objetivo sublime para el que fue creado”, escri­
bió el Papa Pío XI. Entonces, esta educación tiene fines tanto naturales
4 íxí \ >'

como sooreruatúrales. til recoinoenmento de los objet i V < ’ m 1 > ira


m un. énfasis en la. toinnación religiosa y moral- es lo p roj3Í0
de una educ ■ . x ■,< t . i i a • i-
mi ronnacbioii moral v relie.¡osa. < ' . .1 , IO , ,1 con varios ñor110 res
-catcquesis. <desarrollo del caíráete r, formación de b v< , 1 >• ca. de
u virmd -íhindisciplina— inv■"ira a nuestros lujos a se,;pir a Jesús y a
siempre ei bte ti y evitar d mal.. Es m - r m 1 la perfección ino ral
y el corazón del proceso edu:C.atbzo cristiano. No se limita al aun. no
que impregn. a toda la vida dtd nifío. Consiste en ent renar a la voltrnt:au
v a la razón para que estas do niintm a las emociones.. de lo que habí airios
en mpitür -O ■ , m. la pr ' dlf ü t ...
Todo este ’ ’i.i ■ , ! met:a de una verdader; ib i >i 1S-
pirar a nuesíeos hijos u ser s a ritió i' < ° i m ■ducación relp
la. ética, las s * i m'3 i Ü1aben ser la ‘oase de nuestra enseflar 03
t

como oadreí í 4 5 del \ t v 1 ‘ £ i t - iodo el mund< mi


conoc ímient o dentro del ma reo ( i cristiana, a t. zés
de la gracia
Este me pareció un objetivo inspirador, pero ¿cómo iba a implemen-
tarlo? Debía llevarlo a la práctica.

Acercar a los niños a Dios

Me he dado cuenta de que puedo hablar de Dios a mis hijos hasta la


saciedad, pero esto no cambia riada por sí misino. Al igual que nosotros,
los niños necesitan tener contacto directo con Dios. Nuestro primer
trabajo es ayudar siempre a nuestros hijos a acceder a la gracia de Dios.
Podemos hacerlo de muchas maneras: llevándolos a misa y a confesarse
con regularidad, haciendo de la oración individual y familiar una parte
normal de su vida diaria y proporcionándoles una Biblia y otros medios
de oración para incentivarlos. Y, por supuesto, siempre podemos rezar
por ellos.
La paternidad 125

Además, podemos enseñarles sobre nuestra fe y responder preguntas


acerca de lo que creemos y por qué lo creemos. Podernos compartir con
ellos historias inspiradoras sobre santos y sobre virtud, utilizando libros,
revistas e historietas católicas y videos de santos -cualquier cosa que
llame su atención y los haga leer y mirar. También podemos esforzamos
por sumergirlos en una cultura cristiana afectuosa estableciendo un
hogar armonioso y tradiciones familiares cristianas significativas: la ce­
lebración de las fiestas, fiestas del día del Bautismo, comidas especiales
y manualidades, y otras prácticas organizadas en torno a los principales
ciclos litúrgicos del año.
Todas estas prácticas son un buen comienzo, pero aún queda mucho
por hacer.

ber ejemplo y testimonio de vida

Un día escuché a Arma, que tenía ocho años, hablarle con cierta
impaciencia a uno de sus hermanos menores y observé con. incomodidad
que sonaba exactamente como yo. Nuestros hijos nos imitan hasta en la
forma de hablar, así que ¡cuánto más nos tomarán como modelo de vida!
Nuestros hijos necesitan vernos vivir plenamente nuestra te, ver nuestra
visión del mundo impregnada por la verdad cristiana y ver nuestra fide­
lidad a las normas morales de la fe. Esto se extiende a todo, desde creer
en la eucaristía hasta tender la cama al levantarnos. Se extiende incluso
a nuestras actitudes, pues difícilmente podremos enseñarles a tener un
espíritu dispuesto y una alegría infatigable si nos quejamos cada vez que
tenemos que limpiar una mancha o arrodillarnos para rezar.
Por eso, el cumplimiento de nuestra vocación de padres implica
mucha atención a las tres primeras prioridades. No podemos transmitir
una fe, un código moral o un espíritu sereno si no lo practicamos no­
sotros mismos. Y no podemos modelar la virtud en las relaciones si no
la exhibimos en nuestro propio matrimonio. Esto exige un compromiso
constante con nuestra propia conversión, nuestro autocontrol, nuestra
126 Regla de vida para una madre

oración y nuestra confianza en Dios. Si no puedo seguir mi propia Regla,


no puedo esperar mucho de los niños.

Ser canal del amor de Dios

Dios con Adán i/ Eva. ( .o dijo el Papaba n Pablo 11, noceSltcHllOS


estar más dispon¡bles v iacep tarlos con nuestro corazón , nuestra
y nuestro cuerpo ,t Y tem i que a.inarlos hademdo lo rnejor pa¡ra elí
ü-St3 dibpODlbl.iidad ii npncnaba qije nebí a acal lar todosi los perojciniKen
**
tos y proyectos qiue Henzi i mi caljeza constaraieniente , v hacer ¡no
y espacio para mUS fH1 Oíi en. mi ajt' treada vicia. Tenía q ue ser c;ipaz (-U
dejar io que esta!:m lio.cifr'UUCp toma. d «a >o para nlirar a ccida o,n.o
a ios ojos, escocímrlos y res|londer les. No podíla simplemenie tírner
co n tac to a orean r ado coi:i elh ■)ñ • ]p /taniino a ajo más Yimportan te . iYo
debía haber mas <de aqmdías respue is comoi oí, si, q■UCTKJ 0,
lo que tú quieras ... ? na i•3 1LKigo pa;mr a otro terna que uce intereoara.
lambién debí ás exanipreiisiva con elb□s. Cada, uno ha!oía si
■\ i
diseñado por Dio.s como una person esitaha ynsar tien rpo cion
cada uno de mis 1lijos y c mrlomverdaderameinte, des* cubrir su s tale 'W
tos e intereses prc1OÍOS, siUS fo.realeza s y debilidadies. Sólo <entonces; pod
motivarlos según (o neo ran v c..... i... 1 . .......
IVllUdlltS d Ni.Aperar siis■ nronie
IV ■' ..... mas.
... 'I '
i ai amarlos, tunía qt .CCi lo 1
mejor para eli os. Una vez quetmteiidí
esto, todo me re s u I re ji ms sániple. ¿Que comi(man. dernasiada comíida
chatarra era lo nmjor pr líos? ¿1Crmii.u q ue se pegar an era k:> me íor
para eUos» í\.Jueclarse de'Soíe: sta tarde nitry seguidicodorra ir na sta.
tarde todos los di ■ hac er n. un i domésti cas era aa m e,íor
,« , ,. ■i • i. i
para ellosf u indi ibO cua.ndo iH a bí an U i iro duraiate sema ñas i' 13
........ f -¡ ■
■ maten látic as v e l inglés los vo!•vía apat icos, ageoado
desanimados, ¿po- .rirccHisider ando que eí c umplimi ento estr del
horario era. lo inei1or para ellos ■¡eiía niejoi daAles undlía libre o algu.na
rl
3' I t j. .6 ■1 :í
La paternídap 127

Sabía que a veces opondrían resistencia; ¡obviamente los niños no


siempre quieren lo mejor para ellos! Consideraba que si basaba mis decn
siones con respecto a mis hijos en una ley superior y en prioridades más
virtuosas en vez de en sus caprichos infantiles o en mis deseos egoístas,
entonces comprenderían (aunque tuviera que explicarles un poco) que yo
solo buscaba su bien y que con el tiempo llegarían a amarlo. Si pudieran
ver que en realidad sólo actuaba por su bien, se verían, casi obligados a
seguirme, porque los niños están más que dispuestos a seguir a un líder
inspirador. Así pues, el desafío era ganarme la confianza y lealtad de mis
hijos esforzándome por hacer siempre lo mejor para ellos.
Tal vez la tarea más simple de todas, pero a menudo la más difícil,
sería mostrarles mi amor y reflejar el amor de Dios por ellos en mi modo
de tratarlos. Varias veces me había encontrado a mí misma hablando con
más respeto a los extraños y a los adultos que a mis propios hijos. Pero
amar a nuestros hijos significa tratarlos con la misma cortesía, respeto y
educación con que querríamos ser tratados, o como trataríamos a cual'
quier adulto, o al Papa, a la Madre Teresa o al Señor mismo.
Si alguna vez he fallado en este aspecto, me he confesado.

La autoridad para disciplinar a nuestros hijos

Por mucho tiempo, no estuve segura de cuál era la verdadera noción


cristiana de la autoridad. Sabía que solía confundirse con “autoritarismo”
y no quería ejercer este tipo de poder y control sobre mis hijos. No quería
que el único motivo para su buen comportamiento fuera el miedo a mí
o al castigo, cómo me había sucedido a mí cuando era niña. Era todavía
pequeña cuando me di cuenta que el miedo y el castigo no me habían
enseñado moral ni me habían hecho ser responsable de mis propios -actos.
En cambio, sólo habían logrado que me escondiera, me escabullera y
mintiera para no ser descubierta. Con el tiempo, me llevaron a la rebeldía.
No, quería más que eso para mis hijos y para mí como madre. Solía
reflexionar sobre cómo la Santísima Madre educó a Jesús; seguramente
no había sido a través de gritos, amenazas o castigos. 'Tal vez fuera más
como la sei zorita Duftn ■mi maestra, de segundo graijo. na stno!ira m uffy
era se nciila mente dulce. No hacia:más que ísonreír y hacerme sentir bíerc
Un di a le m en tí y le dije tjue había t m > i 1 ?> mi tare ademateniáticaqwa
■« ■, -i ■tí i * • 'i 1 -i t « T í f ■ s ’
<1 i k <-l U ¡..,'C t i i .l-J C.l \. nimef
CHí-m ¡"lis 1 i «. u. o t en
tu11 guardarrop m muandí") qpsciidt
líl puc>rta > i mtirilla me llevó a
mesa, saetí le madera. y rne clic tlpecitos en la m ano
como debúi ser. oorireL Incluso u castigo■ era sua.ve y misericordíioso.
.. .
¿De v'erdac? creía que es o me dolía
■go vi sus OIOís. No, no ine la sevvridad c leí castigo lo que
en sen ó a teomina r mi ta rea oe ina/temática y a no rnentirle otra vez a la
señor ..itfy, sino que no Quena volver a ver en s u cara esa niirach
dolor
H.I1O p adres Dios n oshada.de ) auiorid<id para¿miar a nuestros hajos
v hao miesiros di.se ípulos. La palabra i h j r'L'.ririít>
l)L»na Uv this
que si gniiic a alumno' . jror lo tañéo, .la base déla da m > < ir o.
mas a s.í rol de pao eos, hacer de nuestros huos nuestros aprend ices
de vic r3 esto deoer timonio de virtmj para nuestros hajos
t relación, am orosa con é llOS.
ro Cita i sean nuestnos aprendí ces es un procese> aún más conscitinte
.igual que un piuiiici o i:om.a a uii ayudarite. le muestra ei
bajo q:ue de■be hacen le <explica coino hacer lo v poc<o a poco le va da-n.do
más r sabilidades, ;así deben los padreds guiar a sus hijos. Yo d p. hf)
vivir í i con mis hijo s. Debo ha fL'i de todo lo que bIgCL
11íTtlllVÍUvO

y | l'i Cj I"i{ y explicando
* les, dejánd oles que'prueben cosas, y dejando u u e
cíe a pneo a suman más y■ más respemsabilid ad por sií mismos.
■», /i ■ . :■
’ cíe un mi practico>. iviientias umpi
cocin; hago iinipiai: también y les ex¡)IÍCO COI i ■> i 1 ' v Jejo
. > i ■aryfi nalmente, cu ando sean ' L Je hacer ! í t o i¡i t > reas
para cpie re aticen, por sí:mismos. L o- mismo se puedte aplicar a la vidíi de
.. i
oracic ¡s hago rezar conmigo, discutim OS t i l.tl na, íes muestro y
i•
o v d:e a poco los animo a l lacei lo d or su ctlenta como tamr
;ct i tarn
La paternidad 129

La autoridad de los padres también supone la capacidad de tomar


decisiones para la familia y esperar que éstas se respeten y se obedezcan.
No debemos tomar dichas decisiones basándonos en nuestros caprichos
egoístas, en deseos arbitrarios o por la mera costumbre de dar órdenes.
La autoridad que Dios nos dio reside en el derecho y el deber de tornar
decisiones basadas en las leyes morales superiores que tanto los padres
como los hijos deben obedecer. Por eso, lo que pidamos a nuestros hijos
debe basarse en una razón real y legítima, en un bien real que beneficie al
niño, a los padres y al bien común de la familia.
Por esto es que podemos decir; “No se pega”, “No se roba” y “No se
contesta”; porque todos debemos amarnos mutuamente por orden de
Dios. Explicarles a nuestros hijos las razones justificadas de nuestros
pedidos e incluso de nuestras órdenes no solo es algo casi necesario
por parte de los padres, si no que también nuestros hijos tienen derecho
de saber por qué Ies pedimos eso. Nuestra explicación será ocasión de
aprendizaje y crecimiento para nuestros hijos.

Promover la obediencia

Debemos explicarles a nuestros hijos qué esperamos de ellos, lo deben


tener completamente claro y debemos supervisarlos de manera apropiada
y ayudarlos si es necesario. Debemos implicamos en sus esfuerzos por
hacer su deber y ayudarlos en todo aquello que no puedan hacer por sí
mismos.
Pero si. un niño se niega a cumplir una orden legítima nuestra, como
padres tenemos el deber de hacernos obedecer. No es un acto de amor
permitirle a un niño hacer lo que le plazca todo el tiempo. La desobe -
diencia y el egoísmo reflejan el pecado de Adán más que la virtud de
Cristo. Y si yo como padre no enseño a mis hijos a obedecer, ¿quién lo
hará? ¿Cómo van a ser lo suficientemente disciplinados para cumplir con
los deberes requeridos por sus empleadores? Si no obedecen a su madre
a quien ven, ¿cómo aprenderán a obedecer a su Dios, al que no ven?
130 Regla de vida aera una madre

Si un niño se niega a cumplir las normas, pueden seguirse una serie de


consecuencias. Podemos charlar un poco y explicarle lo que Dios espera
de sus hijos y por qué, ya que el motivo religioso suele ser el más signifi­
cativo y eficaz. También podemos advertirle sobre lo que está haciendo,
como Dios hizo con Caín, y alentarlo a que cambie de idea (recordar
decirle que estamos orgullosos de él cuando lo haga). Podemos enviarlo a
otra habitación hasta que esté listo para volver y obedecer, porque como
señaló Dostoievsky en Crimen y castigo, la peor consecuencia de todas es
“ser privado de la compañía de los hombres”. Podemos suspender algún
privilegio durante un tiempo o podemos dejar que las consecuencias
naturales sigan su curso -probablemente no vuelva a tocar la estufa ca­
liente, A veces, simplemente tenemos que mantenernos firmes, insistir
y esperar. Cuando un niño se da cuenta de que esa situación no va a
cambiar, por lo general cambiará de opinión.
Sin embargo, es muy importante que debe ser el niño quien decida
obedecer. El libre albedrío es un don de Dios y no algo que nosotros poda­
mos quitar. Es mejor que permitamos que el niño acepte la consecuencia
negativa de la desobediencia que abusar de su voluntad obligándole a
obedecer. Puede ser tan sencillo como decir: “De acuerdo, si no vas a
limpiar tu habitación esta mañana corno te he pedido, es tu decisión,
pero no esperes poder usar la computadora, la televisión o el teléfono
hasta que lo hayas hecho”. O podemos darle más tiempo para que decida:
"¿Por qué no sales al porche y vuelves cuando estés listo para limpiar tus
materia íes de pintura?”.
gJuensinos amentar la obediencia e insistir si es(ncc■esano, pe
[ue ei trino opte por una consecuenicia Iónica., De
jetar su libe nací. Eso e•s lo que hace Dios.
Tamb¡en bien jí es impor tante distinguir entre actc>s ais¡lados de d
acia y un coiiwortaiYiie uto rebelde generalizado. 1 ste último
Q1KÍO hay tacatores suby acentes más profundos qt ■hemos exí
es ue;apresu ramos a ajilicar una sanción. Sienipi¡o hely una rase
r un n.¡DO DTt?senm un r 1 ‘ i ID , > ■ ientjo. Podría s
La paternidad 131

que yo, como padre, esté haciendo: ser autoritario, demasiado exigente
o no ser atento. El niño podría tener sus propios problemas personales,
corno cambios de humor en la adolescencia, frustraciones con los amigos
o soledad. La rebeldía como hábito puede ser un signo de desánimo y
de búsqueda de atención por cualquier medio, bueno o malo. Incluso
puede haber razones físicas: falta de sueño, alimentación inadecuada o
una enfermedad subyacente.
Lo importante aquí es descubrir las causas de fondo de este comporta­
miento exterior negativo y trabajar en ellas. Debemos asegurarnos que el
niño tenga hábitos buenos, como suficiente descanso, una alimentación,
apropiada, actividades recreativas abundantes y una rutina de trabajo
satisfactoria que le den energía y vigor. Mantener buenas conversaciones
con él, hablar sobre sus problemas y fomentar una relación alentadora
y cariñosa. Un poco de atención y cariño, comprensión y compasión
pueden cambiar radicalmente la actitud general de un niño. Muéstrale
que es “bueno” y que mamá lo ve cómo algo bueno. A menudo los ni­
ños se ajustan a nuestras expectativas. Si en secreto pensamos que son.
rebeldes, tienden a comportarse, como rebeldes.

Mamá dehe decir las cosas en seno y estar dispuesta a hacerlas cumplir

Para influenciar a mis hijos y educarlos correctamente, debí aprender


más que nada a ser constante. ¡Esto puede ser difícil.' Algunas veces
hubiera sido mucho más fácil dejar que ignoraran una orden o que se
escaparan. Puede ser muy molesto tener que levantarse del sofá o dejar el
café para ir a asegurarse de que se cumpla una orden dada. Y a veces me
sentía como si sufriera de estrés postraumático. Es cierto que he pasado
temporadas enteras trabajando muy duro para mantener a los niños a
raya y a menudo he sentido que estaba fracasando.
Pero me di cuenta que si yo no supervisaba y me aseguraba de que los
niños me obedecieran, sería en gran parte la culpable de que cada, tanto
me ignoraran. Todo se reducía a un pequeño lema: “Mamá hace lo que
132 Regla de vtoa tara una '■ADR£

dice y está dispuesta a hacerlo cui nir,)lir . Mis hijos d!aben s¡ahur que• mis

■Ris nn enn r v iótzK r!p 1 .. o 1 i" 3 ’ S t ’j

•o lo ni!5s importante es que > tenido que repe'tir esee lema u *V


.. .
otra o tu vr tni bien, wiamá nace > que dice ... .En prime r lugar t
que as me de que lo que les ]a e>IÓ í u " Mi í y just iiieado. Esto
me av ¡uitar las exigencias h m tí ¡ A-! ’ .ponía a mis hijos y
ñero de incidentes cp podían ser intei?P re tacios conv u 1
desata arte de un niño.
dispuesta a hacerlo cu ni:piir '. Así que en;’ie.gunck) lugar tuve
que lo'marme el tiempo para ocupan ne■ de aquellas cosais que ceran órd enes
legitin cosas que aebian hac'<■']i Muchas veces es tanaos aistrau.dos
■y ocia j.81 que solo nos ocui íi j u m A 4 compórtamecnto
desoh"diente » Pero esto sólo enseñ; i nuestros hijos a ignora rnos cticindo
nosotr ignoramos a ellos» y < comportamientc se ínmnsifica • En
CPH11 0 ’1 .. ¡ L.dl íT't'
í""' PK' rnt'3
¡ilíie rn i iAi-aíC r-nnr
t. i 1LK. i lildv.., I* ,.-'d 2 lili U ■p¡
A-Util rck. ViC |h}í IAyaMV" hj\ uc
ojos y Íes dov toda mí atención. ir 1 e s tr é s d ism ín u y e, porqu e la des<Obe *
dienci a no cr ece hasta el punto dt er inmanejable.
An escuchado mucha. ’ < ! 1? su pnipia incO US *
, v lo c<ain p re n d o ín t i mam e il.tin Pero en realidí■id ía c-onstaiic
\< 1 ¡ ámentet un hábito, y un hál:átea se forma medirinte el ejercía
la von > ih T’p ("1 Exige una decisión, q ucx debemos repetíir una y otra v
se avrr ¿o a oaso. Ya hablaría de ello en la seg unda ]ariorki aih tu
per son mío con cualquier haibi to, la constanciai se toi,-na cadai vez
mas la cil. leíremos que fomentar la firme convicció i lie io rn'ar a

nu estrOS 1'11108 es absolutamente ese nal mina respons abilida,d de nt«


vocaci /o no me tomo el eral o de que mis hiyos ob&dezcan,
eme se an euos ei mmajo dt : O' oedecei:
■.1 V..Ai . eso de¡aemos esforzarnos por c unipiir nuestro cbeber y
así núesitros
LiUjUo
• ' .....L
ii.¿ ti óUyo. imio cS un ■lutuu. xvj.ul im veces ine preg»
si a esi riere la Escritura cuzmjo uict que tais i nadies¡ se salv;aran
a traviís de Sias hijos. A medida q¡ iiti nosotros traba;¡ a rnos paia i oí "mar
V mole meseros hitos, ellos 3l c amblo nos fuerz a n a €■ i’ "v a
La rafernidad 133

dominar nuestras propias debilidades, o al menos así lo deseamos. En el


ejercicio de la paternidad, la gracia salvadora va en doble sentido.

.Los niños y la libertad cristiana

Por último, me di cuenta que la nieta de toda formación moral era


preparar a mis hi jos para que asumieran plena responsabilidad por sí mis­
mos. Hablamos de esto en la segunda prioridad, dijimos que la libertad es
“asumir la responsabilidad por la persona en quien te convertirás”. Dios
nos llama a todos a la libertad, también a los niños, según sus crecientes
capacidades, para hacer uso de ella.
Además, no quería que mis hijos dependieran de que yo les dijera qué
podían o no podían hacer, sino que quería que desarrollaran gradualmen­
te una brújula moral interior que les indicara la dirección correcta -no
movida por el miedo, sino por el amor. El deseo de lo bueno debe venir
de sus propios corazones. Mi papel era alimentar ese deseo.
Esto se denomina “libertad dentro de un límite”. Damos a nuestros
hijos un ámbito en el que aprendan, a tomar buenas decisiones. Pode­
rnos ofrecerles opciones entre las que puedan elegir libremente, por
ejemplo, qué momento pueden dedicar a la oración teniendo en cuenta
sus necesidades diarias, en lugar de programarlo nosotros; o qué tipo de
oración les atrae, en lugar de insistir por una determinada devoción. Lo
importante para los padres es que sus hijos recen -el niño puede decidir
la manera y el momento. En cada situación en la que puedan ejercitar
su razón y elegir un bien moral real que verdaderamente se adapte a su
personalidad y a sus circunstancias, estamos fomentando el proceso de
orden personal.
Tal vez sea necesario ayudarlos a discernir entre sus opciones para
definir qué es bueno y qué no lo es, para que vean las posibles conse­
cuencias de un acto en determinada circunstancia. Sin embargo, al final
debemos darles la misma libertad que Dios les dio para ejercer su libre
albedrío, para elegir; para elegir el bien y para elegir a Dios.
34 Regla de vida para una madre

lodo docente sabe que el desarrollo de rutinas es fundamental para


mantener la disciplina en el aula. Se las ha llamado “disciplina pre­
ventiva”, ya que ayudan a frenar los malos comportamientos antes de
que ocurran. Gracias a las rutinas, los niños saben qué hacer, cuándo
hacerlo, dónde hacerlo y cómo hacerlo. Los niños adquieren así hábitos
ordenados, que ios conducen a una conducta ordenada, lo que prepara
el terreno para el aprendizaje. Los docentes de primaria enseñan estas
rutinas y supervisan su cumplimiento desde el principio del curso hasta
que los niños las cumplen correctamente. Luego, cuando los niños ya
pueden, hacerlo , el docente puede dedicarse a tareas más académicas.
Porque no puede haber verdadero aprendizaje cuando el comportamiento
y el entorno de los niños son caóticos.
Me di cuenta de que podía tomar estas habilidades que había apren­
dido como docente y aplicarlas en mi casa. Así comencé a fijarme dónde
podía desarrollar rutinas para satisfacer las necesidades personales de
mis hijos.
Comencé con pequeñas cosas, ¿Qué tareas de higiene debían realizar
mis hijos todos los días? Hice una lista detallada de estas.
Luego me aseguré de que tuvieran un acceso adecuado a los suminis­
tros que necesitaban, como cepillos de dientes, shanipoo y cestas para
la ropa sucia, así sabrían dónde encontrar cada cosa y dónde ponerla
luego. Entonces llevé a mis hijos por la casa y les fui explicando: “Apartir
de ahora, ios cepillos de dientes van aquí, y volvemos a tapar la pasta
de dientes luego de usarla, y la ropa sucia va en el cesto de arriba, y...”.
Procedí a recorrer de este modo todas las tareas de higiene, lavandería
y ropa, y finalmente los deberes de oración y estudio.
Por lo tanto, tuve que encontrar un lugar lógico para cada cosa y tuve que
enseñarles esto a tnis hijos. Los rosarios se colgaban en la cruz del rosario
en el salón. Las Biblias iban junto a sus camas. Los libros escolares sólo
en determinada estantería. La ropa limpia en tales cajones. Los abrigos
y sombreros aquí; las botas allí.
La paternidad 135

Un día, un niño que estaba de visita se clavó una astilla en el dedo.


-Ve a buscarme la aguja que está clavada en el poste que hay junto
al espejo entre las dos ventanas de la cocina -le dije.
La tomó y volvió con ella.
-¿Para qué es esta aguja?
-iPues, para las astillas, por supuesto! -le dije.
-Tienes un lugar para cada cosa aquí, ¿cierto? -me respondió asom­
brado.
Luego de haberle asignado un lugar a cada cosa y de haber conseguido
que los niños (y mi marido) estuvieran en sintonía conmigo, tuve que
pensar en un horario. Al principio les decía: “A las 7.30 puedes levantarte
y hacer esto...”. Pero, en realidad, la esencia de la rutina es la progresión
natural: 'X simplemente lleva a Y, y Z le sigue. El orden de la mañana
viene antes del desayuno, al que sigue la limpieza de la cocina. Tiene que
ser lógico y lo más parecido posible al ritmo natural. Bueno, el momento
antes o después de las comidas me parecía bien para la higiene, justo
antes de irse a dormir, cuando los niños se cambiaban, podíamos ocu­
parnos de doblar la ropa limpia y de poner la ropa sucia en el cesto. Las
tareas escolares ocuparían casi toda la mañana y luego un rato después
del almuerzo. La oración en familia tenía lugar después del desayuno y
antes de irse a dormir, y la catcquesis formal era en determinados días.
Luego, cuando iinplenienté mi Regla, tuve que reservar determinado
tiempo para supervisar la realización de estas tareas y para asegurarme de
que se completaran. También hice cuadros con las tareas y rutinas, ios
plastif’iqué para evitar que se pegotearan y tener que rehacerlos una y otra
vez, y coloqué cada uno en el lugar apropiado de la casa. Por ejemplo, en
el baño había cuadros que decían “Cepillarse los dientes. Lavarse la cara
y las manos. Peinarse. Guardar la pasta de dientes. Limpiar la mesada”.
Para los pequeños que no sabían leer, hice cuadros con dibujos.
Es importante saber que, dado que los niños son niños, este proceso
de enseñanza y supervisión nunca termina completamente. Por mo­
mentos, tenemos un pequeño descanso, pero luego debemos volver a
136 Regla de vida para una madre

enseñarles. En realidad, esto forma parte del trabajo continuo de una


madre. Tampoco es señal de fracaso que tengamos que seguir enseñando
y supervisando a nuestros hijos. Los docentes en las aulas hacen esto
todo el año, todos los años. Toda formación lleva su tiempo.

Elabora ios elementos fundamentales

Aquí tendrás que ver qué necesitan hacer tus hijos diariamente y
asegurarte de que eso se cumpla. Nos ocuparemos de las tareas domésti­
cas con más detalle en el próximo capítulo, pero aquí puedes incluir sus
tareas personales y las correspondientes a su habitación. Con respecto a
la persona de cada uno de ellos, aplican las mismas categorías y necesi­
dades que usamos para nosotros mismos en ei capítulo sobre tu persona.

* ¿Qué necesitan hacer tus hijos exactamente? Higiene diaria. El manejo


de su ropa. Su oración personal. Deportes y pasatiempos. Amigos. Catecismo,
misa y confesión. Deberes o escuela. 1 lempo de sueño y descanso. Ejercicio.
Haz listas y anótalas.

•<Qué suministros o elementos necesitan tus hijos para poder hacer estas
cosas •

9 ¿A. qué lugar pertenece cada ¡sosal Todo debe estar en un lugar ra­
zonable que debes mostrarles y enseñarles a tus hijos (¡y a tu marido!).
La paternidad 137

que tienen que hacer. Siempre puedes decirles: “¿Qué dice tu cuadro?”o
leérselo en voz alta a los pequeños.
Con el tiempo, verás que hay algunas pequeñas tareas que no has
incluido. Puedes decidir dejarlas libradas al azar o puedes agregarlas
y cambiar tu horario o tus cuadros si es necesario. Cuántas más cosas
incluyas, menor será tu estrés y el de tus hijos.

• i Cuándo puedo ayudar a mis hijos f Deberás disponer de un tiempo


cada día para ayudar a tus hijos con sus tareas, dependiendo de su edad
y su madurez. Date a tí misma y a los niños tiempo suficiente para que
no se sientan apurados. Siempre puedes reducir el tiempo programado,
una. vez que se hayan acostumbrado y adquirido nuevos hábitos.

Más allá de los conceptos básicos

Aquí trataremos lo más fundamental de tus responsabilidades hacia


tus hijos, aquello que no puede programarse. Tal vez el mejor modo de
empezar es observarlos mientras aprenden a seguir las rutinas estable­
cidas. ¡.Cómo realizan su trabajo? ¿Se ven confundidos e inseguros? ¿Se
quejan? ¿Lo hacen de mala gana? ¿Se escabullen cuando no los miras?
¿Hacen un trabajo descuidado?
Una vez examinado su funcionamiento, tendrás que averiguar por qué
se comportan así, A través de la conversación, la oración y la reflexión,
discierne cuál es el verdadero problema. Si están confundidos, quizá
necesiten más de tu enseñanza y ejemplo. Si se quejan, quizás debas
revisar tus expectativas. Quizás debas motivarlos con algo que les haga
ilusión. Si lo hacen de mala gana, puede que tengas que enseñarles la
importancia de lo que están haciendo, por ejemplo, explicarles que al
cuidar de sí mismos cumplen la voluntad de Dios. Tal vez, ofrecer lo
que les cuesta y ver tu compasión por su sufrimiento pueda motivarlos.
Til vez necesites mostrarles cómo podrían mejorar las cosas y discutir
las opciones.
Regla de vida para una madre

cuando no ios miras? lai veo deban . í i n a arción


■se e■scabullen
libre otro de ciertos límit I \ De * a m i to que consi deren
mejo ara realizar esa tarea
dac:en un trabajo despn. l l< > ' h
tar de inspiraVos a
'1 1 1 > ( 1

dark) m.ejor de sí mismos; leeles historias sobre persoi Q s k i .


v deDa rn linación, tal vez nectcsites expresar tu convict:ió.n de que pireden
h n' mucho mejor. Quizá tengas que ser un poce» más exígent e . Tal
can ibién, nocirías aplica ,. .'•! ... ( ; o quitarles algún
piivíl,egi ’ > ■ m q 1 (hl ¡ 1 Q < O í. i íním ! i i'■

Lei ii lás importante para 1 -i < < 1 o ' ' ' 1 | i )i qué los nifios se
XM1can como lo hacen. Lt C ! v ! ’ SO b 1 m m ejorar
Ins a s con tu razón, la oración y hablándolo con ellos v tu ni:árido.
8 Fortalezas y dtnilK.ro:dc8 que ooserves un este• proceso se p> i ,
; • 1 • i:
Toda
trans ir o aplicar a otros ai: . > ‘ m ■ í > ,1 i V 1 , uarto
i. ..
U‘ nado se ve reflejado > l A <1 l J >l lo. Todo lo q ue les

01.1801 en asuntos poco gra ves como las tareas persioiiaies tendí a ni a
rcD5<At
c5 io t i rn a vot o ti o t r a $ enseñes sobi*e sus
odrá aplicarse fáciímente a cualquier otro tei
ti 1 S<spundo 1 i.igai; aparte ü€i ver io que hacen íOb lh / ! f - ? sq ph'-
<!>
serva r ni propio coniportairD nielo de virtud aue
qu.ier L ' 1 <J ’ s. nejorar? ¿Eres tan caríñ osa corno qu e trías
serlo;* ¿t.Jue puedes hacer parei cambiarlo? ¿Te mvohier cisión
cante> ccmío aeoes; ¿Que pue‘des hacer para mejorar
Ei1 ttxrcer lugar, tal vez quúeras evaluar el compromi n. 1 m . )s con
Dios, 1 leciben toda la gracüi que necesitan de su pi < pv y ación.
CÜ Ul íi\c¿da pvn ciíu»»

R>das estas cosas son un proceso, y tendrás que hacer tiempo para
pensar, razonar y discutir con tu marido sobre las necesidades de tus
hijos, y ver cómo puedes asegurar que se cumplan.

Q Q
La paternidad 139

Frente a quienes pretenden socavar la belleza y la dignidad de la


maternidad, o cuando nosotras mismas dudamos de la importancia de
nuestra maternidad y nos sentimos tentadas por el desánimo, sería bue-
no recordar algo que escribió G. K. Chesterton en Lo que está mal en el
mundo “¿Cómo puede ser una carrera importante enseñar a los hijos de
otros la regla de tres y una carrera mezquina enseñar a los propios hijos
el universo? ¿Cómo puede resultar amplio ser algo para todos y estrecho
ser todo para alguien?”.
La educación de nuestros hijos es un trabajo importante, un “ver­
dadero apostolado” y una misión que nos viene directo de Dios, Todo
lo que hagamos para cumplir nuestra responsabilidad en la educación
de nuestros hijos es un acto de amor. Dios quiere que lo hagamos bien.
Sí, necesitamos toda la ayuda posible, pero la tenemos: Dios sabe que
aquello a lo que nos llama puede ser tan d ifícil a veces que necesitamos
un sacramento especial que nos dé la fuerza necesaria.
También nos da otra ayuda: su propia Santa Madre. Tal vez lo mejor
que podemos hacer como madres católicas es consagramos a ella y pedirle
que nos dé amor, ya que cómo dice el Padre Stefano Gobbi: “María es
madre. Y una madre es la personificación del amor”.13

18 B Eugene Cullinane, Don Stefano Comes to Combermere (Combermere, Ontario:


Madonna House, c. 1984).
Capítulo 7
WO

LA QUINTA PRIORIDAD: SER PROVEEDOR

La quinta prioridad, ser proveedor, implica otro aspecto de la misión


que tenemos que cumplir hacia nuestra familia: cubrir las necesidades
tísicas, corno comida, ropa y vivienda. También incluye la gestión ade-
cuada de nuestros recursos financieros.
Muchas veces nuestras responsabilidades en este ámbito pueden
superar a otras de las prioridades más importantes de la vida familiar
porque nuestras tareas del hogar y las preocupaciones económicas son
muy variadas y suelen consumir mucho tiempo. En este capítulo exami­
naremos nuestro papel, de proveedor tal y como Dios lo concibió. Vere­
mos cómo darle la dignidad que merece, y al mismo tiempo optimizar
nuestros esfuerzos para que ocupe el lugar que le corresponde dentro
de las cinco P de nuestra vocación. Por encima de todo, necesitamos
comprender que todo nuestro trabajo en el hogar es bueno y está orde­
nado por Dios.
142 ReCíLA de vida rara una madre

La belleza del trabajo en el hogar

Uespues de dos anos de matrimonio, volvimos hacia el este, a L,ah


,™.,. .. V;
Pili. V, y 1;ÁR4 CbldLbtXHlKL
....... x, 11
íd Xi.diHd id.! -i- . „él Uíl p di Ul 11111-i?lid..,8 UC
padres de khmn. ora nn icios?a, Lstábamcis rock^!do< fee óchentei acres¡
tierras de í .. i,.:. , m¡... í . . rna nanas, me stnim Oí i en la ínesa. de iri cocinr
miraba po1 las grandes p ns del patio la nie¡bia que se cernía sobre 1
campos. Llhjo pa> ec.ui ni uch o más señen lo v t.r ■q > ”2 4 i • I í s i') qIIí. Sin embarg
levos retos.
! se calentaba. « I. >1 í : já'ha sustaba. u n poco
per s d e c 11 v a de tener un ituceo crepitante en el sótano. La únicai sohicii5n
fue aprenr1er sobre el te•rna.s estudié sob utas a 1 eña y me conve/.
la experta en :s u. irlanejo y en td con.t-rm de 1.a temper atura c
rrecta. No s 'faltaba dineilo chrbioo a La di-.sminu don dtd sueldo íJe Phiii
así que deloía hacer más cosíis desde ceny coni¡o h.orn. ear nuest ío
paro aprerider a cultivai: un huerto y co nserv<ir sus p•reductos . mu 00'cé
a coser un poco y me vo iví r azonableme:nte ex.pena e n. ello -müIMpae í ni
cuñada m<s aconsejó queS 110 me dedican cosm ra
Duran, t:e esta nueva. <etapa de la vida. ernpí er una coTrelaca.
Ue nn.- AU,l-
directa ptytre mis esfuenIOS V las necesitaid es tí sicas dt? mí tamil U.L IXCO o
gíanios y c oni i a ni o s a q titsilos jue cu lavaba, en el huíartot v 1 as
colchas quo nacía a man o at h . * n is hijo s por la noc he. n’íi traba
afectaba d' t r €i c t a m e n t e a 11 uc rene iri. Podei te tipo (J£
r • i a ■ i < 11' \ i ■ ■av RíTÍspia em U x. 1 ¡ 1Hvi1PVG / í PR ’f j ¡ rv"iC£
C l» s > U í... O u .1 sA.R XI 1 V s. puBúdo sienv
considerar lo las tareas c esticas y d ' tai corno cosas i i e
mínima in 1 i-'Ol icu ICuL W HITO [ - ) m rea lisaba eigras taresis rápid
sábados ñor k iñana al. salí:r de c< a poder síaguir ce
cosas maye ires y mejores. ,A 'h Oí a ütbi..UDii que etjte trao;ajo maniralileval?a
aparejada mía alegría niItU TíR.1, y me test cmendímiente nlotívad/
alimentar a. mi laniina c¡. ! ñuto de fe tierra de Dio s y de mi esfuerz 0-
.nías ad eiante nos miidaunos a una zo na nu?nos ruiral, v va rio dedil20
! 1. >
mi tiempo a auioaüasitu.*cn i• \s como solí a nataarlo, re ro este dcrnoGOt
Ser proveedor 143

la zona rural de Prince Edward Island me enseñó la dignidad y la belleza


del trabajo manual.

La maternidad nos hace desarrollar muchas habilidades

También había creído que las tareas del hogar eran de algún modo
repetitivas y aburridas, y no requerían mucha habilidad. Bueno, trabajar
en casa con los niños me enseñó exactamente lo contrario: el trabajo
del hogar tenía más variedad que cualquier otra ocupación y exigía la
misma cantidad de habilidad.
En cada estación tenía que cumplir con una gran variedad de tareas.
En primavera debía plantar en el jardín, hacer la limpieza de la casa y
lavar toda la ropa de cania y las cortinas, que luego tendía a secar al aire
fresco. En verano, sacar las malezas, ir a la playa y hacer picnics con los
niños. En otoño, cosechar y hacer conservas y preparar la casa para el
invierno. En invierno, hacer arreglos dentro de la casa, decorar y coser.
Me di cuenta que mi trabajo no era muy diferente de aquellos “del
mundo” y que a menudo requería de todas las habilidades, talentos y
concentración que pudiera reunir. Junto con mi marido, era la Primera
Ministra de mi casa. Cada vez que organizaba a nuestra familia o es­
tablecía normas o reglamentos, ejercía de gobernadora. Cada vez que
“arrestaba” a los niños por mal comportamiento, era ia policía. Cada vez
que defendía los derechos de mis hijos y arbitraba en sus disputas, era
abogado y juez; y déjenme decirles que no es fácil decidir qué es lo justo
y lo correcto cuando los niños se están golpeando.
Era maestra cuando les enseñaba el abecedario y sacerdote cuando
les guiaba en la oración. Era cocinera cuando les preparaba la comida y
panadera cuando les hacía el pan. Era nutricionista cuando planificaba
comidas saludables. Era médico cuando diagnosticaba infecciones de oído
y enfermera cuando vendaba un rasguño. Era costurera, decoradora de
interiores, manicura, conserje y fabricantes de juguetes. Era la adminis­
tradora de mi hogar, y el proceso mismo de aprender a hacer todo esto
y mantenerlo era ya una habilidad.
Reola de vida jara una madre

Ser custodio de la Creación

A .'1 A. . ■
descutiri, estudi anuo el oentpus. que mi tirabajo en ei hogar
... .S . .

era til cieno ímodo ijna irnag en de la obra cíe Oíos en la creación. En el
jardín d el .bdé:n, Dio s llamó a 1 hombre y a !ía mujer a se■r administradores
io , v, i Dartixhipo en fr.st a ad in¡nistr ación medirinte el cuidado de
mi hogax dad p A f-rq.bajo que yo realizaba tni mi hogar A ! im >■
e la ad ministrar:ión cristiana sobre mi pe:queña parte de la
creación.
Somos más administradores o custodios de nuestros trochos de crea­
ción que propietarios, y esto se aplica también a nuestros hijos. Lo que
tenernos, ya sea poco o mucho, nos lia sido confiado con un doble pro­
pósito: preservarlo y administrarlo con provecho. Así, no sólo debemos
velar por que nuestro hogar esté cuidado y en orden, sino que también
estarnos llamados a mejorarlo para satisfacer las necesidades humanas
reales de nuestra familia. No tenemos derecho a descuidar nuestros
deberes aquí, sino que estamos llamados a administrar esos recursos,
porque realmente pertenecen a Dios.
Siempre me había parecido más fácil mi trabajo en el mundo que mi
trabajo en el hogar. Pero cuando me vi a mí misma como guardiana y
administradora de mi hogar, entonces realmente me di cuenta de que
estaba trabajando para Dios. Esto afectó directamente mi actitud hacia
las tareas domésticas, Eludirlas era como no trabajar un día completo y
a cambio recibir el salario -algo que nunca hubiera hedió en ninguna
situación laboral. Era una cuestión de justicia. Así que llegué a la con­
clusión de que procurar cumplir con las tareas domésticas y cuidar bien
de mi hogar y mis posesiones era casi una obligación moral.

Afrontar las dificultades económicas

Después de dejar el puesto de catequista para volver a casa a tiempo


completo, tuvimos varias dificultades económicas. Philip trabajaba mu­
Ser proveedor 145

chas horas y realmente no podía hacer mucho más, dado que teníamos
niños pequeños. Si queríamos tener algo de tiempo en familia, no podía
también trabajar por las noches.
Philip y yo evaluamos cuánto me había costado salir a trabajar. Para
hacerlo, había tenido que comprar ropa adecuada, pagaba a una niñera,
debía gastar más dinero en alimentos precocinados dado que no tenía
tiempo para cocinar, debía cubrir gastos de gas y de mantenimiento del
coche y ocasionalmente comer afuera -sin mencionar los impuestos y
deducciones de mi sueldo. Al final, nos dimos cuenta de que mi trabajo
de media jornada que en bruto me daba 1.000 dólares al mes ¡sólo nos
dejaba 150 dólares en efectivo! Así que no tenía sentido pensar en mi
regreso al trabajo. Y en cuánto a practicidad, con niños muy pequeños y
empezando fiome.se/ioohng, ¿cuánto tiempo o energía tendría para trabajar,
de todos modos?
Así que decidimos que seguiríamos como estábamos, ninguno de los
dos tomaría otro trabajo, y haríamos lo que pudiéramos. Pero las dificulta­
des económicas continuaron durante años. Cada vez que lo superábamos,
sucedía algún desastre y volvíamos a endeudarnos. Recuerdo un otoño
en que escatimamos y ahorramos para pagar todas nuestras cuentas, y
en Navidad estábamos libres de deudas. Entonces, el coche se averió
cuatro veces en enero y nos costó 800 dólares. Dado que no teníamos
ahorros, volvimos a endeudarnos.
Este ciclo interminable de deudas seguía frustrándonos. Me disgusta­
ba que todas aquellas cosas que necesitaba para que mi casa funciona­
ra mejor -pequeñas cosas como estanterías nuevas, o una aspiradora
mejor- por lo general no eran económicamente alcanzadles. Me enfa­
daba con Dios porque sentía que me había puesto en una situación
imposible.
Entonces, me pareció que la mejor forma de enfrentarlo era hacerme
dos preguntas: ¿qué cosas dependen, de mí? y ¿qué cosas dependen, de
Dios?
146 Regla de vida para una madre

Ejercer la administración financiera

Debía determinar entonces cuáles eran mis responsabilidades, y se


me ocurrieron vanas cosas.
En primer ilugar, debía cuidar báen d k 1 A ■Has co sas que ya tenía,
por ej enrolo. a prendí que si enconeira ba un era yon en. el piso no debía
tirarlo, sino gu ardarlo. Aprendí a reparrir cosasl, o me jor aún, ¡a hacer
que Philip lo hi¡riera! Insto aritos de t. r. . x. mico re, de
•.. oles
.. sica. cDdkmp
meses a arregkir todas las pequeña;; pnen .. L. A..
casa q n t mbm u
\ 5' 0 > . > 'i rutes y reparé. las cortinas.
Después me; di cuenta de que p(Día a.pilcar 1 sis esfuerzos a mi
m o podía comprar nn te ernp;ece a hacer más
cosas desde cei•o. Cultivaba verdura;S en \/erano y apreridí a conservarlas
en salmuera y a congelarlas. Tamb le ii a prendí a emp;apelar y pintar, a
hacer mis prop ias colchas con resto.s ae ropa coi no los ■primeros colonos
ropias cortinas con u:í£| :.erial crue cost aba una pequeña
parte del coste> de las cortinas hectias. hJada dt> esto eva perfecto, pero
me permitió se:r creativa y hacer alg' de las c osas qt te quería en lugar
de sentirme siemipre ahogada.
y
Entonces ertrpezamos a presupue star y m tar mási cuidadosamente
el destino de n > i > i A1
ener ía mi taimiha. si gnificaba ser res-
■.. ............. Ni
ponsable econx cucamente. m ueste.) U1IK.tro dec'ia satis i 4 i i

ne ce sio ad e s le <primas de mi familia y ayu d> mros rinanos afortunados


que nosotros. / K ! ¡ l sf i ! ÍS de to dos IREestros ‘¿gastos necesarios,
nuestras deuda s, facturas y otros asui VOR 'yelaboire un p¡i'e s u p u e s to b á s i c o
mi ; . s ¡
oara Diñarme a iu isOia cíe exteime» ñequeí> caoa t"‘tiUúlia. L4i OOvO
tiempo, comen ramos a ¡anear las tac turas a tienqoo y en su totalidad, con.
menos estrés.
mmbién ap rendí que el hecho <le qu e nuirca pud'iéramos comprar
aquello ciue ríe•cesitábamos se debííi a ci i avíame>s conforme a un
presupuesto, U n pequeño ejemplo :me 1c• dejó c lar o. ii staba sentada en
el roto de la ferretería. I“lacia más d<í dos aiios que quería un
Ser proveedor 147

cubre mantel de plástico, pero como costaba diecisiete dólares, sentía que
no podíamos permitírnoslo. Entonces se me ocurrió que en mis viajes a la
ciudad, a menudo había hecho gastos espontáneos de dos dólares aquí,
cuatro dólares allá. Si hubiera ido a la ciudad con un plan, habría podido
comprar esa funda de plástico mucho antes. Entonces, no conocer el
estado de nuestras finanzas y no planificar las compras rae había lle vado a
hacer más gastos impulsivos, casi por rebeldía o frustración, porque sentía
que no podía comprar aquello que realmente sabía que necesitábamos.
Una vez que comencé a planificar las compras, la satisfacción de poder
comprar aquello que verdaderamente quería me ayudó a dominar mis
deseos por aquellas pequeñas tonterías en que solía gastar dinero antes.

Distinguir entre necesidades y deseos

La administración financiera también implica no sólo evitar gastos


frívolos, sino reconocer que todo lo que tenemos se nos ha confiado para
que podamos cumplir nuestra misión de criar a nuestros hijos e incluso
ayudar a los menos afortunados que nosotros. Esto significa que debe­
mos distinguir entre nuestras necesidades esenciales y nuestros deseos
excesivos. Porque a menudo, ricos o pobres, sólo queremos más.
Un día estaba languideciendo por estrenar ropa de embarazada. Estaba
cansada de los diez conjuntos que tenía en el armario y quería unos nue­
vos. Ese fin de semana me subí al coche, conduje un buen trecho hasta
la única tienda de ropa para embarazadas de mi lado de la isla y busqué
nuevos conjuntos. Después de hacer unas cuantas compras (con. dinero
que mi madre me había enviado por compasión), me senté en el coche
y me sentí ligeramente culpable. Me quedé reflexionando el por qué, y
entonces me di cuenta que en realidad no necesitaba esa ropa; simplemente
la quería. ¡Caramba, era codicia, no necesidad! En casa tenía ropa de
sobra y estaba en buen estado. Sólo me quedaban un par de meses de
embarazo y podría haber aguantado. Pero no. Me había movido el deseo
de las cosas en sí mismas
148 Regla de vida rara una madre

Entonces supe que sencillamente tenía que dejar de querer tantas co­
sas. Mis deseos y expectativas eran más un reflejo de nuestra cultura
acomodada y consumista que de las necesidades reales de mi familia.
Considerando nuestros frecuentes apuros económicos, empecé a analizar
mi estilo de vida y a evaluar qué gastos procedían de las necesidades
legítimas de mi familia y cuáles de mis deseos.
Por supuesto que no está mal querer algunas cosas bonitas. Pero
siempre existe el peligro de que nuestra actitud hacia los bienes se con­
vierta en un problema. Por ejemplo, cuando deseo cosas hasta el punto
de resentirme con Dios o de sentir celos hacia los que tienen más que
yo; cuando me endeudo para comprar cosas innecesarias; cuando busco
satisfacer deseos a expensas de lo que mi familia necesita, comprome­
tiendo así su situación, económica general sin motivo; cuando busco
mi plenitud personal en las posesiones en vez de buscarla en Dios, o
cuando no puedo controlar mis deseo de bienes materiales y no practico
la mortificación cristiana.
Dei mismo modo que tenemos la misión de amar a nuestros esposos e
hijos, también tenemos una misión con nuestros bienes: están destinados
a satisfacer las necesidades de nuestras familias y a ayudar a ios necesi­
tados de nuestro entorno. 'Tenemos una obligación grave de ayudar a los
demás con nuestros recursos de alguna manera. ’‘EI hombre, al servirse de
esos bienes, debe considerar las cosas externas que posee legítimamente
no sólo como suyas, sino también como comunes, en el sentido de que
puedan aprovechar no sólo a él, sino también a los demás”.’9 No tenemos
derecho a conservar para nuestro uso exclusivo lo que no necesitamos
cuando otros carecen de lo necesario^’
Hace mucho tiempo leí algo que Santo Tomás de Aquino decía sobre
el uso del dinero para nuestro solo beneficio: que consintiéndonos, nos
protegemos superficialmente de las realidades de la vida, entonces cuando

19 iglesia Católica, Catecismo de la Iglesia Católica 2404.


20 Joan A. Hardon, S.J., The Cathoiic Carechisni (Carden City, New York: Doubleday
and Company, Inc., 1975), 388,
Ser proveedor 149

sobreviene una seria dificultad, no estamos espiritualmente preparados


para afrontarla. La opulencia, que es una abundancia superfina de bie­
nes, puede dañar nuestro carácter y debilitar nuestra vida espiritual si se
utiliza de forma inadecuada. Y Jesús mismo nos advirtió que no podemos
servir a dos señores.
* 1

Adquirir perspectiva financiera

Así que Philip y yo seguimos luchando contra los asuntos financieros y


los deseos, a menudo fuertes, de querer más y comprar más. En el fondo,
sabía que si fuera rica, probablemente compraría todo lo que quisiera
al azar de todos modos, y tal vez Dios sabía que sufriría consecuencias
espirituales por ello.
Sin embargo, saber todo esto no hacía las cosas más fáciles. Después
de todo, no podía cambiar instantáneamente mi propio corazón. Sólo
deseaba todas las cosas bonitas y las comodidades modernas que sabía
que el mundo podía ofrecerme. Ya que estaban ahí, ¿por qué no podía
tenerlas? Y a veces me enfadaba con Dios.
Un día, preparé un gran póster con fotos de niños y familias de todo
el mundo que había recortado de revistas de Nacional Geographic. Lo
plastifiqué y lo colgué en mi cocina, así cada vez que me frustraba por
no poder comprar lo que quería, iba y me sentaba desolada delante de
ese póster.
Allí veía al hombre africano que llevaba al hombro una gran hogaza
de pan que había conseguido en la misión cristiana, mientras caminaba
kilómetros para llevársela a su familia. Me acordaba entonces de las
veinte bolsas de comida que acababa de traer a casa, con pan, sí, pero
también con mantequilla de maní y Cheese Whiz, carne, jarabe de arce
y trocí tos de chocolate...

21 Mateo 6:24.
150 Regla de vida tara una madre

Miraba las fotos de la tannillicl


m
su sentada sobre rocas al aiire lú
dvi d tí s
ddlülll

•í -1
brtd Tirí too 3.11 jurit:o a un. fue go en una mañana a, niie ntras yii me
seritaba en nii seo geoora y c álida casa con mi t;aza A; café .humearite v
ñus tostarías calientes con mérmela
i i , ' iu ¡ujero en la parea con aigo di
•í . .....
lena y una reí lila, lambien veía a esa lamí ’ mi v -< ¡ tana en cubos d.
grano de inte rnational Aid como si fuerai i m " i , 11 monees miraba ■.
mi. alrededor a mi cocina eléctrica, a la hidadera, al la vavajillas y a lo
cómodos sofá s y sillas tapizados.
Veía 31 '’T’íjpo cíe niiios rumanos reuii¡idos sobre al ’ 1 f ! '
sucias en uníi habitación desnuda en la que el yeso s.e desprendía
■ d<
las paredes v !.a ventana estaba rota. Esta ban sentados alrededor de ui
anciano con i,m solo libro que les daba su s lecciones. Y pensaba en nii
_M ■ñas de libros y mis cajones 1denos ele ciiai J M í 1 l
terráqueo, rn.iis videos educativos, mi pizan•a, niis pupitreis, mis materiale
j......
üt aite y mi c oiiiputadora.
) de aquebniño pequeño con un. parche sol?re el ojo daíiadc
.. i. ...... .... ?. . r-'-r 1n tv-^rrnHn v O
olor d« ¡a mif . 1.1 u., V 1M L 'MHipcl
................... ... • • ■■■ '■ ........... . ■■ ...........

raba con los cdios brillantes v Las mojí Has s<enrosadas cíe mis iiiios ntie nc
! n ■■ y-,
conocían más. que la rivalidad entre he.n¡nanos. E me ciecia: ¿roí qu<
é yo/Y Y no se me ocurría ni ! i u Al’ :sta, excepto qu<
yo tenía niuc lias ideiiclícioiies y !a ríeme lO ' , . ibilidad de esta

agradecida peir lo que tenía. Y entonces debía levant;arme y decirle ;


Di ito. Ljracia.8.i rv/udanie , e ir i ! , pl : ’■! i. >s.

Vivir dentro de nuestras posibilidades

La clave para cumplir con nuestro papel de administradores es que


es el Señor quién provee, y estamos llamados a trabajar con los recursos
que Ei pone a nuestra disposición. Debemos vivir dentro de nuestras
posibilidades, ya sea que se nos haya dado mucho o poco.
Ser proveedor 151

Aquellos que sufrimos carencias en pequeña o gran medida debemos


comprometernos plenamente a poner de nuestra parte para satisfacer las
necesidades de nuestra familia. Pero si al hacerlo, aún tenemos dificul­
tades económicas, no debemos ignorar todas nuestras demás prioridades
por la necesidad de dinero o permitir que la ansiedad crezca dentro de
nosotros. Basta con confiar un poco más en Dios y en sus promesas,
discernir entre las necesidades esenciales y los deseos excesivos, vivir un
poco más frugalmente que los vecinos Jones y proteger nuestro corazón
de los celos de los ricos y de la amargura por nuestras carencias.
Además, puede haber un momento en nuestra vida en que estemos
llamados a vivir más ascéticamente que los demás a nuestro alrededor.
Si estamos haciendo todo lo posible por administrar bien los recursos
que Dios nos da, no hay razón alguna para considerar a. las dificultades
económicas como algo que se escapa a la voluntad de Dios o como algo
que su Providencia no compensará. “El arte de la pobreza es confiar en
Dios en todo, no exigir cosa alguna y ser agradecidos por todo lo que
nos ha dado”.2223
Por otro lado, están aquellos que no padecen carencias, sino la carga
de la abundancia. En este caso, Dios llama a ampliar el papel de provee­
dores, incluyendo no sólo a la propia familia, sino también a ia sociedad
en general. “[Dios] da a algunas personas más de lo que necesitan, no
[para l que puedan disfrutar de lujo, sino para que administren lo que
tienen en favor de los huérfanos, los enfermos y los lisiados”.2-’
Si hemos sido bendecidos con la responsabilidad de poseer mucho, es
nuestro deber hacia los pobres y hacia Dios administrar nuestros bienes de
la manera más responsable posible y ponerlos al servicio de la sociedad.

22 San Juan Crisóstomo, On Livmg Simply: The Golden Voice ofjohn Chrysosiom, comp.
Roben Van de Weyer. (Liguori, Missouri: Liguori /Triumph Publications, 1996), 7.
23 Ibid, 6.
152 Regla de vid.a para una madre

La necesidad. de pagar el diezmo

Cuando todavía me preguntaba “¿Qué puedo hacer?” acerca de


nuestra situación financiera, una lectura cuidadosa del Catecismo y las
Escrituras finalmente me convenció de que el diezmo era una obligación
para Philip y para mí. Las Escrituras dicen que no pagar el diezmo es de
hecho robar a Dios.

Desde ios días de vuestros padres, os habéis apartado de mis mandamien­


tos y no los habéis guardado. Convertios a Mí, y Yo me volveré a vosotros, dice
Yahvé de los ejércitos. Más vosotros decís: “¿Ln qué hemos de convertirnos?”
¿Puede acaso el hombre engañar a Dios? Pues vosotros me estáis engañando
y decís: “¿En qué te hemos engañado?” fin los diezmos y las primicias. Caiga
sobre vosotros la maldición, porque me habéis engañado, la nación entera,
[raed todo el diezmo a fa cámara de tesoros, para que haya alimento en mi
Casa; y probadme, os ruego, en esto, dice Yahvé de los ejércitos; a ver si
no os abro las cataratas del cielo y derramo sobre vosotros una bendición
superabundante. Por vosotros increparé a la langosta decoradora, y no os
destruirá los frutos de la tierra y las viñas del campo no os serán estériles,
dice Yahvé de los ejércitos, Y todas las naciones os llamarán bienaventurados;
pues seréis una tierra de delicias dice Yahvé de los ejérciros."4

a nn segunda pi■egunta en I<a reterente a mis respe■nsab


jados ecoi lÓill»cas: U¿k¿ue depe lidia de Dio s?’\ Dios rn.e Hk ó
... i
je confiar El -que podía “ probarlo” e:n esto y que mi penenosida
linca sería xsiva. Él no sólo me daría k.) necesario iictiva y ac i e c i rr
miente, si no q;ue también, evit aria otie cir constancias iniprevist as lü
.dieran ei <¿unir)liniiento de níasstro papel <je proveedo

24 Mal. 3:7-12
Ser proveedor 153

Dios provee

Ahora, Philip y yo habíamos pagado el diezmo en un pasado, pero


solíamos hacerlo de manera intermitente. Si nos encontrábamos en
dificultades económicas, a veces parecía haber una excusa real para dejar
de pagarlo o para reducirlo, y era muy difícil retomarlo, Pero la mayoría
de las veces se debía a que yo era reacia a hacerlo incluso cuando tenía­
mos lo que necesitábamos. Era entonces cuando me enfadaba con Dios
por tomar “nuestro” dinero, olvidando por completo que todo pertenece
a Dios y yo sólo soy administradora de mis bienes. En otras ocasiones,
simplemente apretábamos los dientes y lo hacíamos, y entonces experi­
mentábamos bendiciones muy concretas. No era raro que en esos mo­
mentos yo dijera: “De acuerdo, Señor, necesito un cheque en el correo
el lunes por la mañana”, y con toda seguridad habría uno esperándome
en. el buzón. Recuerdo un período de tres meses en que solíamos recibir
más de 800 dólares de fuentes inesperadas cada mes.
En otra ocasión memorable, parecía que nuestro diezmo y otros gastos
nos estaban llevando a la ruina. Nuestro presupuesto mensual nos dejaba,
una deuda de 400 dólares cada mes. Fui a. ver a un amigo que era bueno
con las cifras y le pregunté qué podíamos hacer. “Sinceramente, no lo sé”,
me dijo, moviendo la cabeza pensativo. Philip y yo decidimos continuar
así. En tres meses, nuestra situación había cambiado totalmente. Tuvimos
un “milagro monetario”, pagamos nuestras deudas y se invirtieron los
problemas económicos.
No es que dependiéramos de milagros monetarios, aunque hemos
tenido muchos. Pero cuando uno paga el diezmo, por justicia, Dios
interviene de muchas maneras para ayudar a proveer para sus hijos. A
veces nos da ideas de planificación financiera en las que no habíamos
pensado antes o nos guia a una tienda en particular con rebajas en
muchos de los comestibles que necesitamos para la semana o nos trae
nuevas oportunidades de empleo cuando el actual no satisface nuestras
necesidades o recibimos regalos casuales o cheques por correo. Una vez,
i 54 Regla de vida para ana madre

a Philip le devolvieron una multa de una provincia de la costa opuesta


de Canadá, diez años después de haberla pagado --y justo a tiempo para
pagar una cuenta. La cuestión, es que Dios provee, interviniendo en. el
tiempo y el. espacio para ayudar a sus hijos por uno u otro medio, aunque
haga taita un milagro.

(Jira importante bendición que trae pagar el diezmo

A pesar de ¡as muchas intervenciones que experimenté en las etapas


en que pagábamos el diezmo, todavía nos tomó mucho tiempo confiar
en Dios, y nuestro estado financiero fluctuaba de acuerdo con nuestra
confianza. (Jada vez que dejábamos de diezmar, las cosas empeoraban
rápidamente.
Al tina!, aprendí algo muy importante sobre el diezmo: es una he­
rramienta, un medio para que nuestro corazón se desapegue de deseos
desordenados. Mientras que antes me sentaba desolada frente a mi póster
y me resignaba con el corazón hundido a prescindir de ciertas cosas, luego
de que nos comprometimos a diezmar, mis mismos deseos empezaron a
cambiar. El diezmo fue una puerta de entrada para que la gracia de Dios
cambiara mi corazón, ese mismo corazón que yo sola no puedo cambiar.
Antes, nunca me parecían suficientes los libros escolares; de repente,
sentí una necesidad de liberarme de demasiado currícuío y de simplificar.
Antes, todo lo que había en mi casa me parecía viejo y feo; ahora me
sentía cómoda y feliz y agradecida por lo que teníamos
Por lo tanto, el diezmo no es solo un medio de dar a Dios lo que le
corresponde y de ejercitar el autocontrol, sino que es en realidad un
verdadero canal de gracia que nos permite contentarnos con satisfacer
nuestras necesidades y aceptar las pequeñas carencias como dones de
la bondad de Dios.
Ser proveedor 155

Del mismo modo que Dios proveyó la tierra con el fin de satisfacer
las necesidades humanas de Adán y Eva y, al hacerlo, les dio un paraíso,
también mi hogar debía cumplir una doble función: debía ser funcional
y bonito, al menos para nosotros. Por lo tanto, cada habitación debía
tener un objetivo específico y debía estar organizada y provista con lo
necesario para cumplir dicho objetivo.
Eso significaba que debía estructurarlo bien. Empecé por hacer lo que
llamé un “análisis de habitaciones”. Iba de habitación en habitación con
un portapapeles, haciéndome algunas preguntas.
¿Cuál es el objetivo de esta habitación y que cosas debe tener para cúm­
plalo? Quería que los dormitorios de mis hijos fueran, además del lugar
donde dormían y guardaban su ropa, el lugar donde hicieran actividades
como leer, dibujar y jugar. Así que anoté todas esas actividades. Luego,
junto a cada actividad, anoté las cosas necesarias para realizarla. Para
leer, necesitaban una mesa para sus libros y lámparas. Necesitaban algu­
nos cajones para guardar los materiales de dibujo, necesitaban también
papel, crayones, lápices y gomas, además de una caja de juguetes y, por
supuesto, sus camas y roperos. Si quería que rezáramos en familia en el
livíng, debía establecer allí un lugar específico para guardar los rosarios
y los libros de oración.
Hice esto con cada habitación de la casa. No tenía sentido guardar
libros escolares en la cocina si teníamos un aula. Si necesitaba mis libros
de recetas en la cocina, tal vez podía poner un estante allí en vez de
guardarlos en el salón. No existía razón alguna por la que no pudiera
guardar cada cosa de forma permanente en el lugar donde se utilizaba
con mayor frecuencia. Más tarde me di cuenta de que esto ayudaba a
mis hijos a saber dónde debían, poner cada cosa. Les resultaba muy difí­
cil mantener el orden si cada una no tenía un lugar lógico y fijo.
A continuación debía determinar si necesitaba quitar alguna cosa de
¡a habitación. ¿Qué cosas no deben permanecer en esta habitación? Dado
que disponía de un espacio de almacenamiento extra, durante el invier­
no no necesitaba guardar los patines de los niños ni su ropa de verano
156 Regla de vída para era madre

en su s dormí torios . ÁgSi que .qué de allí. Ya <que el p<archa estaba


p■i m .< r h lado a uardarso lamen.' ari.gos, sombreros, guai ites, botas, llave?
y bo'k>os, saqrié de allí i i has ura y bs ju:vuet es pearque ese nc
era si I l(!CRR£ í >ree una ‘sala d e rn sfere ncia” dondís po^,.ip? (7 uardar cosas
t.
ae míen rderiat $ otras lia ba tac:tone.s. Luego me
oc u DC s hn hl m fí
mi. i'.n
Y ,í .... :•...... . . \ revis i. n . . ■■ '■..........
. R . . .. 5 '• ..................
ip-M- I.mcici esa la ¿i.dDiiaciuii íie c e s á di-iC-

alo, .1 i
un en ui ia liste i de Téébos y mare al za 'fehS C.O sas urgentes
con u:n.a gran. estrella. .Algunias o ss pe mi anee i eron eri mi:Lista durante
..
anos. se rompez recu: i e sta i ista en nn i:uad
i ! 1 ■' < > v lo añado,
Así (mando í lago cueiniDS 1": ?sta lista para asr ci i á ¡ p S leí p.1.0X111 Id

cosa (.lile nebí ite1 reaordar todo, porc ¡ue e sta anotado.
No m
■s j-y-yí-g
? 1 p e m r i lecnnie ni -o ni xe qilería Nevar a
L Aíg i
orovóc Fí Rs

j t
cabo. ejoras me gustarkx. fu■icem m ¡ i tístii humme ¿ón / ívl 11 ■('mas ae estas
cosas tambíéi i continú¡an sin ;er se -■'tq im^chfis ya totan hechas..
alir de caíla habíitaci.ÓD tan;ihan me frrabac l ié necesitaba
.....1 ... ■■.. .,... .. .......
. ....
manteru a. íQii TCl
.■ 1 lix Lt 1.11 L's. :y que hacer :StÚ i latoacíón? Y
asi es ictament tare as erari absoiutarn.enti net?.esarias para
..
ni aiitjener la rnnpieza y ei ord en. c na bnrnanal o e; .onal v ir t

mi, h acer las canias y guardíir ¡a )pa. los libros y los j UgUfates eran ta­
reas charías n<mesarías en. los mi torilm El orden de lOS Cellones, pasar
la asp y yuítar el poli i tai"eas que pO' ... malí: i a 1
sema i ?s donnitonos, así <roí.no ed cambio d<i sál:larms. Dos ve'ces
al añi¿y hacía. i s buena; liliipi eza i < i O 1 bba ni os todo lo GUC
estuv ¡o, oraen.ábamc)S v g'tiardíí íbamos la i opa de t:emporada y
laváb ; mantas v corti
Pe .... i id. nabia <dgo rm Ch ha a hacer cc , .¡... ’Yi/'f a e asas tareas/
i
Ntuico he ere‘ido que 1rodas 1 3S r,are i i.el hogar se;a n t<raba;jo de inania,
i
líenos aci ministra dores no 1'memi c Al . ¡ la exisa e
mi i.u par de x‘so. delesan. las tanem ada uno se gún su c - s < m i '
1
como dí»O lUTa vez una. arnigci mí “Cu;ando los midos i :i montar en
mono.matín v en bicichita, ¡se■'Cur me ipueden apnande: naneíar una
Ser proveedor 157

aspiradora!”. Los hijos y el marido no están llamados a hacer tareas sólo


para “ayudar a mamá”. También ellos están llamados a ser administra­
dores de su pequeña parte de la creación, igual que yo.
Así que, repasé la lista de tareas para cada habitación, diarias, sema­
nales y estacionales, y decidí quién era capaz de realizar cada una. Había
algo para todos, ¡eso era seguro! Así que armé cuadros de tareas y los
colgué en los lugares apropiados. Los cuadros semanales de limpieza de
la planta baja, iban en la cocina. Los de limpieza de las habitaciones,
en cada habitación.
Así que la siguiente pregunta fue: ¿cuándo se van a hacer estas tareas?
Situé las tareas de los dormitorios en torno a las horas de levantarse y
de acostarse. Programé las de la cocina y la mayoría de las respectivas
al orden del piso de abajo antes y después de las comidas. Lina vez a la
semana, los viernes, limpiábamos el piso de abajo, y por la noche dis­
frutábamos de un “factor motivador”: gaseosa, salchichas, papas fritas
y un video. Cada dos sábados hacíamos la limpieza del piso de arriba y
teníamos el resto del día libre. En cuanto a las tareas de estación, sólo
planifiqué un par de semanas en la primavera y el otoño para hacer las
cosas de mi lista. Me ocupaba de los lavados de ropa en intervalos op­
cionales, antes y después del desayuno, durante el recreo de los niños, al
empezar la cena, etc. Así, cada vez que tenía un momento libre, ponía
un lavado. Los niños llevaban la ropa de vuelta a sus habitaciones antes
de almorzar o cenar y la guardaban antes de acostarse.
Otras tareas, como alimentar a los gatos y sacar la basura, surgieron
más adelante. Cuando me daba cuenta que no las había incluido, las
anotaba y fijaba un horario para realizarlas.
También me senté con mi marido y lo ayudé a hacer un análisis de
la casa y la propiedad, teniendo también en cuenta las necesidades de
afuera de la casa -el césped, el garage, el cobertizo, el jardín, etcétera.
Luego añadimos las tareas necesarias e hicimos una lista de reparacio­
nes, compras y proyectos para consultar en el futuro.
REOLA DE VIDA 'PARA. UNA MADRE

Elabora los elementos furalammtales

no primero que cienes nacer es ordenar tu hog•ar y establecer tus


rutinas dei tareas, lal vez «quiera ó , V > ,
tirsos conro ayu:{J O
He leído nmichos libros de i naneys dei hogar y todos me aportíiron al
■Q,, me cualquier me:.......... iÍLíL Ll Id ririíiLL cltiCíL., uvl, &Lí« □ 1.t SI,!.■Hr'Spor
lilri í'i-> Trií] t ítfA m
i V i ri. 1 i
pero de ve rdad te reconiiemdo que ) ¡tí. f ie acabo Ae expli.car

porque es niuy simple.


i i.... . .o que hayas h.ech,o esto■ y cuando las cosas> ya fluyan con rmr-
malidad, qíuerras ocuparte ch ordtmar tus finanzas y t:u presupu esto, s i
o tu marid o no lo están haa¡endo'ya. De nuevo, hay i.lumeroso:s recin ;
disponible s imra mmdarh'v tiero quí puedo ofrecen e uno sencirio p ara
empezar
} Ó. ! ..... habíalo con tu rnando
V, en lo posible, traibajen en eli I o iunitos.
;( epmpq z/m i i . , ■
los líos esai mas cxübucü. ado baza llevar las j mangas! ¡ !
contratar a: oís a Dersona ituis admu ¿ále * bc-Yú’ h TíO'tdO}
L-1€ po. compra un archívador y algunos archivos , o limpia el que i
tienes, ría - p , A para (sacia papei importíipbp oue imigas
id Ldoa. i ajrc Sálvalos por ord<en altíibérico. Haz sitio p>ara. ios rocibos t.]ue

guardarás y consigue un líb ro par a anotar tus gastos■ y otro pa ra el c


supuesto s emana!, quincen; v a i < ’ L -i i i ■ ! < i i semana,
cada dos semanas o una veo por l'A i. s 1 A ocuparás de lid.
cuentas y *de planificar las conipn 1 V
mesput;s, siéntate con kes regíistros o recibos an tenores, ci haz i ■na
estunaciori a consciencia ck1 iO Sl£luiente:

• i A cuánto ascienden nuestros ingresos regulares'

• i Cuánto debemos pagar de diezmo para cumplir con esta obligación y


recibir tas bendiciones de Dios?

• ó. iuáles son nuestros gastos mensuales básicos y necesarios! Ten en cuen­


ta la hipoteca o el alquiler, gastos de seguro, calefacción, refrigeración,
gastos bancarios, electricidad, gas, pagos del vehículo, teléfono, Internet,
Ser proveedor 159

comestibles, reparaciones del vehículo, gastos médicos y dentales, ropa,


cuotas anuales (patente del vehículo, gastos de alcantarillado, licencias,
impuestos), etc.

• ¿Cuánto dinero debemos, aparte de los pagos del coche y la casad A quién
se lo debemos ? i A. cuánto? ¿Cuáles son los plazos de pago?

• ¿En qué otros gastos incurrimos normalmente? ¿Cuál sería el total medio
mensual o anual de esto (mantenimiento de la casa, Topa, educación, etc.)?

• En este momento, ¿podemos destinar algo al ahorro, por pequeño que


sea? Sí no es así, ¿a qué se debe? ¿Hay algo que podamos hacer para empezar
a ahorrar regularmente? Si nos sobra mucho, ¿hay alguna jornia especial de
ayudar a los menos afortunados que nosotros A'leñemos deudas que podríamos
saldar con este dinero?

Basándote en las cifras que has obtenido, elabora un presupuesto


mensual con tu marido que incluya el diezmo, los gastos necesarios y
la reducción de la deuda como primera prioridad, Incluye también una
pequeña suma de “dinero personal” que cada uno pueda gastar libremente
para evitar que sientan mucha frustración.

Más allá de los conceptos básicos

Dado que nuestra función de proveedores nos ocupa mucho tiempo,


nos llevará bastante organizar todo esto. No sería descabellado que tar­
dáramos un año o más en ponerlo todo en orden. La clave es trabajar
con constancia y empezar por algún sitio,
A medida que avanzas, en tus tiempos de oración y tus días de tiempo
para tí, podrás reflexionar sobre el corazón de la Regla en esta área. Dios
está muy interesado en ayudarte a poner todo esto en orden, pues sabe
que así se reducirá significativamente el estrés que has estado sufriendo
-¡y él te quiere feliz y sana!
160 DE VIDA PARA UNA MADRE

11ÍS1.0 > m> i i’O i v L'i • • , i

recae ton . i . . . obre tus 1 lombaas, Asumir toda la respernsabiiioad ¡


tu hogar 'tia s a m i;nudo puede causar es¡tres gra.ve y desesp
ranza si -r ¡cades. ¿N«(■'cesi-ias aumentar tu con fian. za en luios de
alguna m anei
¿Hay ¿ ‘•lie v>odnas ha cer paiai cuidar mejor Lo g ue t.i<enes? ¿Hay i
■ rs i í
tu hogar ¡Q1UC; i!i n » de cosí cidad? i í 11 ' 5 er
i..,.,- t
mas cosa na para, a ím j í i i ¡ m1.. ! i % v v i. c atas CO:n t r a t a r a y u <
■ í <
zar tJetenminadast■arcas ?/ así dar lugar a <□tras pr a )ticiacies m ás
>n tu
tbuíre > de codi.cia en nizar de necesidad? ¿Qtlé pued es hacer pa
refrenar t’US n > desmedídos po a uios por s.
t í i i.......
.e na uaui. ■ ■ .. - . ...... ..... . ■ ■ ■ ..... '• " ■ ). • ... ai
la man¡era razonable p¿na. avudor a sa tlsfa c er

Con ia quinta prioiridad, ser proveedor C ’ é «, ) i -'O


. ............. ■ r/j
esDcCiticc a vocac¡on m.itUunonia!, ni ( i ' O 0 i( í j

reconocei miente que incluso el traerijo más mundano tiene ir


T , 'I
gran dígni toreada por Dios, y que todo i i
* ■ 'i ■> > as
níxpgífir' ('a v niiescro diinoro está destinado a cumplir con las respons

i n¡ . i ■) .
bmdades de adiministraiC-ioii a las que Dios nos na ñamado.
ios ca<ir en la tentación de dejar q[ue esta prioridad prevales
sobre tod as las d cinás., a veces e.btamos can ocupados con las tare■as
..i.. . •’
domes ..
iiCí einplcr) que dejamos de la< L’V- o i ■
xa.
vida, rere i d ' d la qu inta p normad consiste en iarop

ordenado e n el en,.ie se desarro l icn las nelac ione


n tuac 1 ’ ÍOx. O í
Ser proveedor 161

Debemos optimizar nuestros deberes en esta área, para que real­


mente tengamos tiempo para ocuparnos de nuestra relación con Dios,
con nuestros maridos y con nuestros hijos de una manera amorosa y
recogida.
C'<3

ORGANIZA TU REGLA

A esta altura, ya has realizado un análisis básico de todos los aspectos


principales de tu vocación, y te he dado sugerencias de horarios y cua­
dros para tener en cuenta cada una de las cinco P Ya debes tener una
idea general de los horarios en los que quieres hacer las cosas. Incluso
es posible que ya lo estés aplicando y sólo necesite algunos retoques,
Pero tal vez estés frente a un cuaderno lleno de garabatos y necesites
un poco más de orientación para organizado todo. Así que aquí te guiaré
a través del método de programación y de cuadros que utilicé al crear mi
Regla. Te ayudaré a crear un horario básico dividido en secciones diarias,
semanales y estacionales. No tendrá en cuenta todas tus posibilidades,
pero te servirá para empezar. Puedes consultar mi Regla completa y
muestras de otros cuadros en otras partes de este libro para ayudarte a
visualizar cómo se vería el producto final.
A veces, este proceso puede parecer desalentador, sobre todo si lees
este capítulo de un tirón. Sin embargo, al final, tendrás toda tu Regla y
164 Regla de vida para una madre

todos ios detalles de trabajo necesarios desglosados en unos cuantos trozos


de papel o cartulina pegados por toda la casa, ¡Ya no tendrás que volver
a realizar este análisis detallado otra vez! Y, de hecho, con el tiempo, ni
tú ni tus hijos los necesitarán, porque todo se habrá convertido en un
hábito. Los cuadros y los horarios escritos son herramientas para ayu­
darte a saber qué hacer y cuándo, y para ayudarte a entrar en la rutina
de gestionar tu vida y acercarte cada vez más a Dios al mismo tiempo,

Determna horarios diarios básicos

Ion pnn 1 > 1 , ulD' , marco iuásico para tu norarii


dlt.H'1.0 (con
rima de papel o de>s (¡odienh empeza i , í , >
la página eri tantas columnas's er tic o. le s c o. ' 4 S - unas haya en tu familia
Ahora haz uianues 1 A-'
mas! . . ?non zon ta tes y e■scnbe i.ma hora en el margei
• r.u •->r d... y
le cada fila, enipe cando por la hora izn. que hayas decidirn
levantarte ’y continuando co n. aumentos de med-ia iiora (o un cuarto
hora j liastei el horario estábilmido para ii‘Se a la < < i i. n i u
i . i ■'
en i a casi la i correspondiente ? escribe SÍH ora de 1 evantarsen y “Hora, ch
Haz lo mismo en cada una des ^3$ cohminas de tus hijos.
mación, consulta ■tu rutina dia ría cíe oíración y5 en tu cohiTinií
.<......Ir ayas decidido dedicar i
e s c r i D e j r ación, tu ios esnacnos de tieirif>o que
ella. Luego escribe las activickides que has decidid'o que los niños realicei
y- p'. j •-! i jHf q Sp i-j u; nwnpriD'K r . .... .. ? ■;.....
v- 11
-
V u LJ c! Lí 114 -JL 11 íaJíJ iC U.CV.'Í
LID
.................. 1. Si van a acompañan-*
en deternuinados momentos cle oración, e■scnoelctambién debajo de su
nombres, tí i has planeado co sas diferentens para <:ada día., ya sea para t
o para los iunos, diferencia Las actividad es en b misma franja horaria
por ejempk i: “Lun/Ma/Vie: nlisa, Mie/JuchSab: le¡ctura de b Bíbliao In
cluye el tie.mpo de oración eia familia vi $>i has oí■ganizado con tus hijo
..... <■ ' ' 1 tiempos de orackki por separado, eseiríbelos también, en la
casillas cor;respondientes.
Organiza tu regla 165
166 Regla de vida para una madre

Lo siguiente será asignar una franja horaria natural para cada comida.
Introduce el desayuno, el almuerzo y la cena en las casillas correspon­
dientes (y colaciones, si tienes niños pequeños). Suelo introducirlas en
letra grande en todas las columnas de esa tila, ya que todos hacemos
estas cosas al mismo tiempo.
Introduce cualquier otra pausa natural, como el recreo de los niños
o el tiempo al aire libre, cubriendo tantas columnas de esa fila como
corresponda al número de niños que lo hacen. Si trabajas fuera de casa,
incluye las horas que conduces, cuando dejas a ios niños en algún lado,
las pausas para el café y las horas de almuerzo. Incluye también aquí las
horas de siesta de los más pequeños, rellenando debajo del nombre del
niño las casillas que correspondan ai tiempo que duerme normalmen­
te. Además, si hay cosas que necesites hacer específicamente para tu
marido y puedes hacerlas a una hora determinada y de forma regular
in.tr od ucelas también.

Programa las tareas dianas

A continuación, queremos establecer horarios para todas las tareas


que hay que realizar en el transcurso de un. día normal (consulta Cuadro 2).
Comienza por las tareas de higiene. Considerando que son necesarias
por la mañana y por la noche, escribe en las casillas correspondientes:
“Tareas matutinas -higiene” y “lareas vespertinas -higiene”. Las tareas
personales de la mañana pueden ir después de levantarse e incluirse
en. la casilla “Hora de levantarse”, o pueden ir luego del desayuno. Las
tareas vespertinas pueden asignarse a la casilla justo antes de acostarse,
o incluso justo después de la cena para los más pequeños. Introduce
estas tareas para cada uno de tus hijos en las casillas correspondientes.
A continuación, lo más sencillo es vincular las tareas de la cocina y
otras tareas a los horarios de las comidas. Por ejemplo, puedes establecer
tareas para antes y después del desayuno. También puedes ubicarías en
otros horarios, dependiendo de tus circunstancias.
Organiza tu regla 167

Cuadro 2: Horarios de tareas diarias


. ... ¡
Mamá Anua Nicki Jessi Luke Virginia I
I
6:30 Levantarse Durmiendo

7:00 Oración matutina

7:30 Tareas matutinas - Higiene - Tareas previas ai desayuno


DESAYUNO
Tareas posteriores al desayuno

9:00 ORACIÓN MATUTINA EN FAMILIA


9:30

Oración de media mañana Recreo afuera

Tareas previas ai almuerzo


ALMUERZO
í Tareas posteriores al almuerzo
12:00
12:30

13:00 Oración del mediodía Tiempo de descanso en las habitaciones


13:30
14:00
14:30
15:00

15:30 Café Recreo afuera


16:00
16:30 Tareas previas a la cena
17:00 Tareas previas a la cena
17:30 CENA - Tareas posteriores a la cena
18:00
18:30
19:00 Tareas vespertinas - Higiene

19:30 ORACIÓN VESPERTINA EN FAMILIA

20:00 Perro Libre Acostarse

20:30 Tareas vespertinas Líbre Acostarse

21:00 Acostarse
21:30

22:00 Oración de la noche I Durmiendo


i
n
22:30 Hora de acostarse
Regla de vida para una madre

Eso dependerá de tí; esto es sólo un método simplificado para em­


pezar. Para cada comida, asigna un espacio para las tareas “previas” y
“posteriores” y escríbelas en las casillas correspondientes.
Pal vez quieras agregar otro rango horario para tareas domésticas. Yo
tengo programado un horario de “tareas vespertinas” para más tarde que
dedico a actividades de orden o preparación del día siguiente.

Desarrollo de cuadros de rutinas diarias

tiras, ya has progrrmiado tuís h A I itarte y de acos-


tarte, la oradión diaria, la higie ne, las c tidas, k
:OiIi s Hihaceres y otras
actividades ce.Adiarías. Ahora hi a y ti uti uTtadiarios < ■ht r 11 adros separados
y colocarlos im un lugar logiced Te sugtena ciue a1 prit icipío nagas un
i
cuadro aproxmiado para cada <mtcgoria A aurant1e la r i m ■>1 i ’ i a?
o dos, introdi¡zeas cosas olio a m' ! vid do ’ ' luir e ai' • Ti A
cabo de un tiempec dejarán de surgir niIplíivistos'y pod ras hacer otros
1
más permane ntes. Con el tiemp?os puede? qi le quiei as prastificarlos; mu-
< 1 .. ’ 'my - n ipuiarán , ys¡ que te 4 a ; os miembros de
tu familia se r■eferirán a ellos.
■j á
rara tus n¡empos de oración, haz una pe<queña tlauia que incluya qué
tipo de oradt '' > til .1 ■an­¡a i ’i ria (c i ti1 i ' u >A >
3A). Dadoqu¡e estos cuadros pu eden revisa:M, 0 regui aridad, también
puedes incluír allí ios tenias de < N. pp i >,■e la fe <que ve interesen para
el año entrar¡te. tiste cuadro d OC£ •-.A A tu .4ligar de oración,
,m ¡ mas de tu Biblia, para que: te sirva cle reí erencia cuando
vayas a orar.
A continuación, haz dos cuadros llamados “Tareas matutinas” y
“Tareas vespertinas” (consulta Cuadro 3B). Éstas tareas se harán en
las franjas horarias que hayas asignado a la higiene. Aquí consulta tu
cuaderno en busca de todas las tareas que tú y tus hijos deben hacer en
esas franjas horarias. Para las tareas matutinas, haz una lista, o dibuja las
tareas que todos deben realizar, sin importar la edad: “Higiene: lavarse la
Organiza tu regla 169

Cuadro 3A: Opciones de oración

Oración Oficio Divino: oraciones de la mañana (con Philip en ío posible)


de la mañana Oraciones formales, ofrecimiento de la mañana y/o tiempo
(30 minutos] en silencio o para escribir en mi diario

¡ Oración matutina Oraciones formales y ofrecimiento de la mañana. Rezo de himnos


¡ en familia o lectura de ¡a vida de algún santo o una historia del catecismo o
|! 5 minutos) de ia Biblia o alguna enseñanza espiritual o sobre virtudes

1 Oración de media Coronilla de la Divina Misericordia o una meditación sobre


i mañana la Escritura o rezo del Oficio Divino de media mañana
(15 minutos)

Oración Oficio Divino: salmodia y Oficio de lecturas y lectura espiritual


del mediodía o de la Escritura o descanso o escritura en mi diario.
(5 hora)

Café de la tarde Oficio Divino: oración de media tarde

Oración vespertina Rosario o Coronilla de ¡a Divina Misericordia u oraciones cortas


en familia (algún himno o historias de fe)
(20 minutos)

Oración vespertina Oficio Divino: oración de la noche


(20 minutos) (si es posible, con Philip)

Lectura espiritual Este año: las obras de Teresa de Ávila y de Hubert Van Zeller.
Pire Within de Thornas Dubai

Temas de estudios Este año: El antiguo testamento; el aspecto sacramental


sobre la fe del matrimonio; Catecismo de la Iglesia Católica

Varios
¡

cara y Las manos, cepillarse los dientes y el pelo, vestirse”. “Dormitorios:


hacerlas camas, guardarlos pijamas, ordenar el dormitorio”. Sé concreta
e incluye todas las tareas.
A continuación, pasa a las tareas que deberá realizar una determina­
da persona y divide tu cuadro en columnas con un nombre en la parte
superior de cada una. Anota la tarea específica que debe realizar cada
Regla de leda para una

Cuadro 3B: Tareas matutinas y tareas vespertinas

A.ms.ro Nickí i Jbsi

Lava ne te can? y las manos (coigai las lo ■U.to-íto.l


rse los dientes y el peto ¡ L i >1 i roU ; tapo r la pasta de diente
í n <]' to-, i’ijN las
te i lente los dormitorios - libros, jugue res, ropa, bas ura
Tender ¡a cama
Cuidado 1 B ..
¿yar la rofra 1 Ayudar a Apc
dei oerro ¡ s ida y dev i lv>' i > 11 v i ;LO del piso jess¡
i [■ ■ o 1 > al ¡ las tareas / < te > a
1 j T i pial os que
i 1" «so de arr
1 a en las
1 i hat ilaciones
.. ........... _..J..... . 1 .

; ¿5. .FESTINAS
1 '.¡i' Jessi Lupe

Configurar Bañarse o d; ichar te depercoiendo del dja |ptte gurílado a i


la caletera Lavarse la ce ra y í ¡s mano: e la g ( 1
epWarse I H tero.
(gu «jar os cepiil os; tapar la pasta < í h s
rápidamente terse el pijama
Wokn rip ai- alo ? 1 i s r t a SLK a en el c ?' ■ >■ i '<. >8 del piso su
u : Le a
Guare a< u '«j r
Ordenar el de rmíte < ii i rom j( Quntes, roete
descarga de

i Preparar ¡a
mesa dei
desayuno

Guardar rni
ropa y 'a de
Phíhp

Ducha ¡o
dejaría para
la mañana)

Alimentar a
tos gatos

Revisar el calen­
dario semanal
para ver qué
actividades me
esperan mañana
Organiza tu regla 171

persona bajo su nombre. Esto puede incluir cualquier otra cosa que
surja sobre la marcha. Más adelante, yo anoté bajo nombres específicos
cosas como bajar la ropa para lavar (Nicki), apagar las luces de arriba
(Luke), bajar la vajilla que se llevaron a los dormitorios (Luke), ayudar
a Virginia a realizar sus tareas matutinas de higiene, vestirse y hacer la
cania (Jessica), y dejar salir al perro para que hiciera sus necesidades
matutinas (Anua). Coloca este cuadro en un lugar lógico (el mío estaba
en el pasillo de arriba), y arma un cuadro para las tareas de la noche
siguiendo el mismo criterio.
Aquí también deberás tener en cuenta tus tareas vespertinas. He
colgado una pequeña lista de cosas que tengo que hacer antes de irme
a la cama. Suelo tardar media hora en hacerlas.
A continuación, elabora tus cuadros de tareas para antes y después de
las comidas (consulta cuadros 4A, 4B y 4C). Empieza con un. borrador.
Toma tres hojas de papel, escribe el nombre de una comida en el centro
de cada hoja en letras grandes. Ahora tienes una sección encima para
las tareas previas a la comida y otra debajo para las tareas posteriores.
Haz tantas columnas verticales en. cada página como personas haya
implicadas y etiqueta cada columna, con el nombre de una persona.
Empieza por las tareas propias de la comida. ¿Qué cosas hay que
hacer antes de la comida (poner la mesa, cocinar)? ¿Cuáles después
(limpiar la. mesa, lavar los platos)? ¿Quién puede hacer cada una de
ellas? Escribe cada tarea debajo de un nombre apropiado y en la franja
horaria adecuada.
Ahora podemos explayarnos un poco en esas franjas horarias. ¿Había
otras tareas que querías que se hicieran diariamente que puedan encajar
aquí, como ordenar cada una de las habitaciones, sacar las vitaminas,
barrer, ordenar los zapatos, las botas y los guantes, alimentar al perro,
etc.? Busca en tu cuaderno todas las tareas diarias y repártelas según la
capacidad de cada uno y su disponibilidad.
Tendrás que hacer malabarismos para crear un horario de trabajo
equilibrado y uniforme para cada persona. También puedes equilibrar
172 Regla de vida para una madre

Cuadro 4A: Tareas del desayuno

Mama A.MNÁ NlOC Jessi Luke Virginia

.... -.. ..............


Ayudar con el Alimentar Preparar su Dar a todos Preparar su
desayuno y al perro propio sus vitaminas desayuno o
poner la mesa desayuno y recibir ayuda
si es necesario Preparar el ayudar a Luke Preparar su de Nicki i
desayuno desayuno y l
Descargar el el de Virginia i
lavaplatos

Lavado de ropa

DAR LAS GRACIAS


DESAYUNAR

Lavado de ropa Llevar sus platos al fregadero

Cargar el Vaciar cestos Pasar trapo Limpiar la Colgar las


lavaplatos para el en la cocina mesa toallas
i
compost, i
Limpiar ia basura y Poner flores i
mesada reciclado sobre la j
mesa ¡
1
Preparar i
actividades
escolares

Otras
i
actividades i
y orden 1
... _.... ....................

las tareas entre los horarios de las distintas comidas; puede que te en­
cuentres con que has sobrecargado las tareas del desayuno y que tienes
poco que hacer al almuerzo o a la cena. En este caso, puedes valorar
qué tareas pueden hacerse en. un horario mejor para homogeneízar el
trabajo durante el día.
Incluye aquí también las rutinas de lavado de ropa. Yo suelo escribir
“Lavado de ropa’’ debajo de mi columna para cada momento previo y
posterior a la tarea y en otras pequeñas secciones a lo largo de mi día.
Organiza tu regla 173

Cuadro 4B: Tareas del almuerzo

Mamá Anna Nicki Jessi Luke Virginia

Preparar el Cuidado Ordenar Ordenar Ordenar Ayudar a


almuerzo del perro el aula el salón el porche poner la
mesa
Lavado de Ayudar con Ayudar Ordenar
ropa el almuerzo a Luke guantes y
botas

DAR LAS GRACIAS
ALMORZAR
!
Preparar Alimentar Levantar Pasar trapo Ordenar las Colgar las
el café al perro la mesa en la cocina .sillas y las toallas
flores
Cargar el Preparar Limpiar Cepillarse
lavaplatos a Luke la mesa los dientes Cepillarse Cepillarse
y a Virginia y ayudar a los dientes los dientes
Lavado de para el Cepillarse Virginia
ropa tiempo de los dientes
descanso
Cepillarse
los dientes Cepillarse
los dientes
........... . .. ..... ..........

(Tenerlo escrito me ayuda a recordarlo). Está programado que los niños


suban la ropa limpia al piso de arriba antes de la cena.
Verás que van surgiendo cosas sobre la marcha. Una vez más, utiliza
cuadros en borrador por un par de semanas, y cuando surja algo, recurre
a ellos y pregúntate: “¿Quién puede hacer esta tarea?” y “¿Cuándo puede
hacerse?”, e introduce las respuestas.
Al cabo de unas semanas, puedes hacer una buena copia de tu cuadro
de comidas. Yo suelo tener uno que incluye todas las rutinas de comidas.
Lamínalo y colócalo en algún lugar de la cocina. Manten estas mismas
tareas durante al menos un año. Pronto todos desarrollarán hábitos, y
los cuadros ya no se utilizarán tanto.
j

174 Regla de vida rara una madre

Cuadro 4C: Tareas de ia cena

Mamá Amia Nica Jessi IaV Virginia

Lavado Ordenar Ordenar Ordenar ¡ Ordenar Ordenar


de ropa el salón el aula el porche el hall y las los guantes
1 escaleras y las botas
Cocinar Guardar la Guardar la Guardar la j
ropa limpia ropa limpia ropa limpia
Lavapiatos
... ............. " ■ "■............ ■...................

Preparar ia Guardar su propia ropa limpia


cena

Poner ¡a
mesa

Llamados
de teléfono

DAR LAS GRACIAS


CENAR

Pasar el trapo Limpiar ia cocina; Levantar la mesa y limpiarla; cargar Colgar


en el piso de el lavaplatos y encenderlo; pasar el trapo; ordenar y las toallas
abajo limpiar las mesadas; repasadores; sillas; flores

Programa otras actividades regulares diarias

Hasta ahora, hemos cubierto ía oración y las principales tareas diarias,


incluidas las tareas de higiene personal, e! orden y otras actividades diarias
de limpieza de la casa, las comidas y la limpieza de ia cocina, así como
cosas que podrías necesitar hacer por tu marido. Esta rutina por sí sola
te mantendrá bien alimentada y descansada, tus hijos y tu ropa estarán
limpios, tus habitaciones ordenadas y tu vida espiritual en orden, i Esta
es una hazaña importante, realmente!
Pero ahora te darás cuenta de que comienzas a tratar con cosas espe­
cíficas de tus propias circunstancias, y lo que yo hago puede no aplicar.
Lo que notarás, si has seguido mi método, es que ahora hay grandes
períodos de tiempo, entre comidas y por la noche, donde aún no tienes
Organiza tu regla 175

nada programado. Entonces tienes que determinar cómo vas a utilizar


ese tiempo.
Yo dedico las mañanas y buena parte de la tarde al homeschooling.
Las franjas horarias de mi programa sólo dicen “Escuela”. Pero en otro
cuaderno tengo otro horario, con el tiempo y las tareas divididas por
persona, al igual que en el horario principal. También aquí enumero una
progresión general de eventos y utilizo la programación multipersonal
para permitir que algunos niños hagan una cosa mientras yo hago otra,
pero utilizo este horario escolar de forma más flexible. A menudo cambia
de un día para otro, lo que reduce la monotonía, y de vez en cuando
lo modifico teniendo en cuenta las estaciones y el nivel de agobio que
experimentamos. Lo central es que desde las 9 de la mañana hasta el
mediodía, aparte del recreo y la oración, tenemos clases. Eso es lo im­
portante para mi Regla.
Por las tardes, después de pasar tiempo con los niños, suelo tener un
tiempo reservado para otras tareas. Puede ser cualquier cosa -proyectos
especiales del hogar; tareas semanales (de las que hablaremos en breve),
visitas, jardinería, repostería o lo que sea. La clave es que todas las tardes
tengo algo que hacer en ese tiempo, y por lo general lo planifico la noche
anterior o al final de mi tiempo de silencio después de almorzar.
Por las tardes, reservo tiempo para pasear (¡aunque no lo cumplo
como debería'). Tengo un tiempo reservado para pasatiempos personales,
para otras actividades recreativas o para estar con los niños. Después de
acostar a los niños, reservo la mayor parte de la tarde para mi marido o
para proyectos de estudio, tareas de costura o cualquier otra actividad
relajante.
Es posible que tengas un empleo externo programado en estos in­
tervalos de tiempo disponibles, o actividades especiales con tus hijos,
o un negocio en casa que atender, o lo que sea. Organiza todo lo que
puedas. Resérvate un tiempo para el resto de tus obligaciones diarias,
cualesquiera que sean, y cúmplelas en el tiempo asignado (ver mi horario
diario completo en el Cuadro 5).
Regla de vida para una madre

Cuadro Sí Horario diario completo

Mama l Anua Nicm ¡ Jessi j Lime | Virginia

6:3 - i Durmiendo

7:0 latutina ¡

7;jQ Tareas matutinas- higiene- tareas previas al desayuno


DESAYUNO
Tareas posteriores al desayuno

8'00
tí; 30

9:00 ORACIÓN MATUTINA EN FAMILIA -Misa los Lun/Mar/Vie)

9:30 Escuela

10:00 e media Recreo afuera

Escuela

Tareas previas al almuerzo


ALMUERZO
Tareas posteriores al almuerzo
i i :30
12:00
12:30

13:00 Oración del : Tiempo de descanso en las habitaciones


mediodía

13:30 Escuela
14:00
i 4:30
15:00

Recreo afuera

16:00 Tareas previas a Los niños más grandes juegan con los más pequeños
ia cena
Organiza tu regla 177

17:00
Tareas previas a la cena
CENA
Tareas posteriores a ía cena
17:30

18:00 Líbre: caminata,


tiempo de
recreación, entrete- Tiempo libre
oimiento, hobbies
18:30
19:00 Tareas vespertinas - Higiene
..................................

19:30 ORACIÓN VESPERTINA EN FAMILIA

20:00 Tiempo para Philip, Perro Libre [ Acostarse


eventos semanales, i
costura, varios, i

estudio, hobbies
i
20:30 Libre Acostarse

Tareas vespertinas
21:00 Acostarse

21:30

22:00 Oración de la Durmiendo


noche
22:30 Hora de acostarse

Horarios semanales y estacionales

Hay muchas cosas que no suceden a diario, sino semanal o quince­


nalmente. y otras que sólo ocurren, por temporadas. También queremos
simplificarlas lo máximo posible.
En primer lugar, sugiero que elabores un pequeño cuadro titulado
“Rutinas semanales”. Incluye dos semanas, o incluso cuatro, reflejando
así un calendario mensual, enumera todos los días y divide cada día en
tres secciones: mañana, tarde y noche (consulta Cuadros 6A y 6B).
Cuadro 6A: Rutinas semanales (semana IJ

Domingo Lunes Martes Miércoles Jueves Viernes Sábado

Manaba Canto en misa Adoración Misa (9:00) Descongelar y Misa (9:00) Limpieza del
(9:00) ¡5:00} limpiar ia piso de arriba
heladera y el Cada tres
Misa (9:00) Recogida de congelador semanas pasan Cambio de
basura a junta ríos sábanas
residuos
| reciclables Limpiar ios
cepí'ios de
dientes

Tarde Manicura: Semana A: mis Los niños visitan Los niños visitan
tos niños y yo niños van a lo a su tía a su abuela
de Heidi
Mandados Los niños se
Semana B: tos y citas confiesan (una

R egla
niños de Heidi vez por mes)
vienen a casa

de vida aera una madre


Noche Planificar Clases de Estudio de ia Finanzas Limpieza del Phílyyo: ícitaí
ia semana catecismo: ios Biblia piso de abajo
niños y Phiiip (16:00 o 17:00)
(18:30)

O rganiza tu
Cuadro 6B: Rutinas semanales (semana Hj

Domingo Lunes Martes Miércoles Jueves Viernes Sábado

regla
Mañana Canto en el Adoración Misa (9:00) Día de cobro Misa (9:00) Día libre
coro en misa (5:00) de mamá
(9:00) Cada tres
Misa (9:00) Recogida del semanas pasan
compost a juntar los
residuos
reciclables

Tarde Manicura: Visita a la Nos visitan Día libre


tos niños y yo abuela tos primos de mamá
(13:30)
Confesión

Compras

Noche Planificar Clases de Estudio de la Finanzas Limpieza del Phílyyo: ¡cita!


la semana catecismo: tos Biblia piso de abajo
niños y Phiiip Compras hoy (16:00 o 17:00)
(18:30) o ei sábado
Adoración
(23:00)
180 Regla de vida jara una madre

Alio? pora aq u ellas c osas qije oc unen solo una i rez j


cada dos sen ínclusc) mens ualni.ente. Para dio, irevi sa tiJ Cl ladei
no y seleccuuna a o ue Has c.o sas qu<e hasms di anearlo hac:er que no
incoi"poracla ina rutina diaria, y anótalas en ea día c con'esp ond i:
en el . ¡ . . j.. tV»'~iín ni
j.l Op ItUJ A1.
nipieza i mesidiidespetsoiu■des y las ds tu fa milia. E
den i teces iidao íiituakm go i i )> x ación., ho ras í.Je a
cion, misa vjconfeiSÍÓl i, di as de retí ro y cErección e s pin ti.ial, o Ce
Indi¡ve tnnil tienipí ■ciclo tísico y ac tivida SOCi s T 'í:ir
ti y le e pin ti ira, cía ses d* e patinaje, una s a lid a ai giiri í “j •'"! S i
O 3 1: ■a i ; =■ ia semda n octurri a co i tO t5 s p¡ ■ogn1111 tiid!lS
íie la ai ........ .(■■ Dora activ ídade; i m iarid<

come .he, o o él d esteen b


regu i.andad, com i ■> ur1 VO.iUTi. tañad o, In chive otra;s cosa vafe
í acurren una ■vez ? nana o; con menor freímenc ia, c i n u
id lile O 3.11 ■ei'iaise el jcelo.
(nrí rpv mensuales o ue <i no taso•? Clr^ndí
mianai’ 0 " ’f

hicisire el an ¡ cada 1labitac 'iv n. Establece un In "ÍO jpotra ésta


tarnbden: la 'linim eza seman.al, los días de sacar 1a bast ira, ava-□o u
la. roí mía y toa Uns Ja. lirnpiez.a de la he.í a. uera¡ O td k.HTH.
Inch irve caimlien í ipo pm s actiividadeSj c orno i"evi sar 1 ínan
zas, crimar im y revi;mr bs icuerrtas, hacer i i .npr as, tira b ajar:
.al o ( üuier (srra ne■cusidlao propia de tu s i t i. lacii ■ Vi'-:
c
uanoo idanif iqiurs caen, U n rueba tu c u adr o■ de itin i AA..

maroues pai r si 1?iav aispina, tsirea s enianal qum tengas que agr
i . peqiHsno cmadre ani !
uacic divídelo en
km ife’ v11 k i 111 ■ V"
i,, A Ano : m í as acti..vidadtrs qu i Licoeu. Irniersc : 1: CUJ
por ircmporai 1 use:alas ei i tu cu ,s.íKlt
,-l .
i1 \ m i ías como *con esp^íJllCi 8

Pued íantar el. hue rto' (en mayo y junio í ! mu i ¡a n.ifi car t
1Í1OS ti n ca en y agoisto, o u.Lav ar veritar Ate no re

le cad
Organiza tu regla 181

Cuadro 7; Actividades de Estación

Enero Febrero Marzo

Asesoramiento de Proyectos de costura Cumpleaños de Jessi


profesores para el hogar

Proyectos de costura para Cuaresma Continuar con la limpieza de


el hogar primavera (por seis semanas)

Planificar los planes de Comenzar la limpieza de Impuestos a ¡as


estudio de enero a mayo primavera (por seis semanas) ganancias

A» .Mayo Junio

Cumpleaños de Arma Jardín: poda y transpíante Asesoramiento de profesores

Cumpleaños de mamá Lavar toda la ropa de cama, Plantar en el jardín


¡as mantas y ¡as cortinas
Planificar el jardín Comprar el plan -de estudios
Arreglo de cortinas y
Planificar el plan de estudios limpieza de las ventanas Desmalezara
para el próximo año
Clasificar la ropa de verano

Comprar el plan de estudios

Quitar las contraventanas

Julo Agosto Septiembre

Bayas: dulce y conservas Cumpleaños de Virginia Cumpleaños deNicki

Arreglos del hogar Planificar el plan de estudios Asesoramiento de profesores


de septiembre a diciembre
Vacaciones Cosechar y congelar
Preparar la casa y los útiles producción del jardín
Comenzar a congelar la para el nuevo año escolar
producción del jardín

Desmalezar

Octubre Noviembre Diciembre

Limpieza del patio Comenzar a planificar y a Cumpleaños de Luke


hacer compras para Navidad
Clasificar la ropa de otoño Cumpleaños de Philip
Comenzar a cocinar
Preparar ios suministros para Navidad Limpieza de la casa para
para el invierno Navidad
Preparación para
instalar las contraventanas el Adviento
Recia pe vida para una madre

lista de cosas necesarias para recordar a que tendrás que dedicar tiempo
en las semanas siguien tes.

Elaboración de tablas de tareas semanales

Tal vez quieras considerar la posibilidad de utilizar también un cua­


dro de tareas semanales, que detalle las tareas que deben realizarse una
vez a la semana en los horarios ya asignados en los cuadros de rutinas
semanales. Yo simplemente escribí ei nombre de cada habitación en la
parte superior de un trozo de pape! y enumeré exactamente las tareas que
había que hacer en cada habitación cada semana y luego le asigné una
habitación a cada uno de mis hijos, a mi marido o a mí misma (consulta
Cuadro 8).

Otros actividades variadas

Surgirán otras cosas, según las estaciones o las edades de sus hijos
-como citas con el médico o eventos deportivos estacionales o incluso
oportunidades de negocio- te sugiero que las afrontes según vayan sur­
giendo. No querrás incluir lo esporádico en tu Regla. Sólo debes ocuparte
de lo que es esencial, básico y habitual.

(Jiros aspectos importantes

Por otra parre, recordando que estamos tratando de vivir conforme


a una regla y no sólo seguir un horario, es importante tratar de evocar
al comienzo de cada nuevo período de tiempo que estás haciendo todo
Organiza tu regla 183

Cuadro 8: Modelo de análisis de una habitación

1. Correr el sillón. Levantar cualquier cosa que haya allí y ponerla exactamente
donde debe ir. Pasar la aspiradora. Poner el sillón nuevamente en su lugar.

2. Repetir esto con todos los sillones, las sillas y la mesa de la televisión.

3. Levantar todo del piso Jos juguetes, los libros, la basura o ias sillas-y poner
cada cosa exactamente donde debe ir.

4. Sacar el polvo del mantel. Levantar las imágenes, jarrones y velas, y limpiar
debajo de ellas. Volver a poner todo en su lugar correctamente.

5. Ordenar los estantes de la biblioteca. Ubicar los libros en sentido vertical.


Sacar el polvo.

6. Sacar el polvo de la televisión (por delante y por detrás). Guardar los videos
como corresponde.

7. Sacar el polvo de ios marcos de las ventanas y regar la planta con una taza
de agua.

8. Si es necesario, limpiar todas las ventanas y la pantalla de la televisión con


Windex,

9. Sacar el polvo de mi mesa de arrime, pero dejar mis libros (y cualquier otra
cosa) para que yo lo acomode.

10. Aspirar la habitación, especialmente en los bordes y detrás de la puerta.

1 i. Pasar el trapo. Luego, limpiarlo y escurrirlo y pasarlo nuevamente.

12. Preguntarle a mamá si hay algo más que hacer.

esto como respuesta al llamado de Dios. Para esto, debes aprender a


elevar tu mente y tu corazón a El, ofrecerle todo lo que haces, y pedirle
su bendición en tu próxima actividad programada. Incluso puedes escri­
bir una pequeña oración y ponerla encima de tu horario para rezarla al
iniciar cada nueva actividad. El momento en que consultas tu horario
es una oportunidad ideal para detenerte y consagrar este tiempo a Dios.
Regla de vida para ana madre

En segundo lugar, pero igual de importante para el éxito de ía Regla,


es que es muy difícil poner en práctica una Regla de vida si nuestro hogar
es un caos. Esta ayudará a mantener el orden, pero tiene que haber al
menos cierto nivel de orden para empezar. Aunque te he sugerido que
comiences a implementar tu horario inmediatamente, en la medida
de lo posible, es igualmente importante que organices tu casa desde el
principio, consultando tus análisis de cada habitación. Coloca cada cosa
en ei lugar donde has determinado que pertenece. Pon aquellas cosas
que aún no tienen un lugar establecido en un cuarto de almacenamiento
temporal, donde no molesten. Utiliza una cesta en un rincón para guardar
lo que no tenga un “hogar” especial. Enseña a tu familia dónde van las
cosas y dedica una o dos semanas a esto.
Si no puedes dedicar tres o cuatro días a trabajar duro para terminarlo
todo rápido, incluye en tu Regla un tiempo inicial en el que lo puedas
hacer. Podrían ser los sábados cuando no trabajas, o podrías aprovechar
el tiempo de vacaciones, o bien por las tardes, o podrías dejar el ho-
mesdwolmg por una semana y contar con la ayuda de tus hijos. Incluso
puedes contratar ayuda externa. Lo importante es que organizar bien tu
casa es esencial para poder seguir tu Regla.

Otros usos para tu cuaderno

Tu cuaderno puede ser una continua fuente de organización en tu


vida. Ya has anotado las mejoras y reparaciones que necesitas hacer en
la casa, así que cuando hagas el presupuesto y planifiques las compras a
hacer con tu sueldo, puedes consultar tu cuaderno para ver lo que ne­
cesitas, Al tener una lista de deudas, puedes determinar a qué destinar
el dinero.
A medida que avances, verás que surgirán áreas que no están cubiertas
por el análisis anterior. (Jada vez que surja un nuevo tema -como listas
de regalos de Navidad, ideas para las vacaciones, celebraciones litúrgicas,
temas de estudio personal o necesidades de ropa- puedes preparar una
Organiza tu regla 185

nueva página y hacer un seguimiento de todo lo que necesites o quieras


anotar. Escríbelo y consúltalo cuando llegue el momento.

Eleva tu Regla a lo sobrenatural

A partir de este momento, cada vez que pases a otro evento progra­
mado, ofrécelo a Dios y pídele su ayuda y bendición. Sitúate ante Dios
con espíritu de obediencia a su voluntad. Afronta cada tarea como una
respuesta directa a Dios, corno si te preguntara: “¿Vas a lavar la ropa
ahora?”.
Simplemente contesta: “Sí, lo haré”. Y sonríele. Así te acercarás
incluso más al corazón de tu Regla de vida.
TOMA LA DECISIÓN

Podría contarte muchas más cosas que he aprendido sobre cómo esta­
blecer una Regia de vida para una madre. Podría decirte que simplifiques
-que te deshagas de todas esas posesiones extra que sólo están ocupando
espacio en tu casa y te hacen mover cosas de un lugar a otro, día tras día.
Podría decirte que simplifiques tus actividades también; que estar
demasiado “en movimiento” no deja espacio para el cumplimiento pa­
cífico, tranquilo y recogido de tus deberes.
Podría volver a hacer hincapié en la importancia del equilibrio en tu
horario diario, animándote a no trabajar demasiado ni jugar demasiado,
sino a hacer todo con moderación y en la proporción adecuada. Podría
sugerirte que trabajaras en la constancia empezando con pequeños pasos,
poco a poco y teniendo paciencia con tus pequeños esfuerzos iniciales.
También podría decirte que el desánimo, aunque es una posibilidad
muy real y aparentemente natural, es también una tentación del Infierno,
destinada a hacerte sentir mal contigo misma y a hacerte temer acercarte
188 Regla de vida para una madre

al trono de misericordia de Dios. Podría decirte que, cuando sientas esta


tentación, vayas a tomar un café y te olvides de todo por un tiempo hasta
que estes lista para intentarlo de nuevo.

No se trata de adoptar un sistema

tntipo durante seis horas, seis días, seis rrr


no senas capaz de distmar, implementar o mantener tu propia Regia c
vida, librerué desarrdl ar un a Regla de v’ida no es S(51o un conjunto i
técnicas i:le eesríón d>ornéstricas -aunqule estas pue 1.
trntH tata de que te h;agan ■las preguntass correctas --aunque las eme 1
trate, oou
planteadoi para cada u na de ms cmu. o pn oridades soia un buen punto í
partida, h«o se trata sodanieiite de seguir los consejo,s adecuados.
dría decirte 1 a can tidad de vec es que ne iri reo fado adoptar
método di? onmaí vacióm de citra persona -7 no me ha bu me ion a d o; c u a n t:
veces me he dado cuei :ita de1 que no exisim una soluc ion fácil para pon
orejen en ¡íivl eam y Cd mi viiia. No se mi....., t.. •, <.., egir un sistema qi
imple me n er feli z v santo.
rnadh’' de nri ixeío.a dependía ue algo nías v ese algo era v
■i
INada me tunciono liaota ei día en que me uesespe.re canto que decl
i
agarrar rn.ii vocación pe memos, derrii barí a y conc¡aislada, Estaba la
frustrada *con mi vida ¡que tiive aue tonuir una dedoion, lenta que eleg
>. >
k orno me di cuenta ni■as tai■de, la razón por la que nae sentía abrumar
a era tan iiii.posible, mei porque no estal
l's n ta i m. /'ír s l;-y rtaun Umh/N

vocación era ia pereza.


Toma la decisión 189

La insidiosa enfermedad de la voluntad

Incluso antes de ímplementar mi Regla, me había topado con la sor­


prendente definición del P John Hardon del pecado mortal conocido
como pereza. La pereza es “un letargo del alma o un hastío del esfuerzo
necesario para la realización de cualquier obra buena”. Sí, yo sabía lo que
era no querer levantarme de la silla y ocuparme de las tareas domésticas.
Sabía lo que significaba aburrirse de estar en casa.
“iJna obra buena puede ser una tarea física, corno caminar; o una
tarea mental, como escribir; o un deber espiritual, como la oración”. Sí, o
limpiar detrás del inodoro o hacer las cuentas o rezar el rosario en. familia.
“La pereza lleva implícita la falta de voluntad para esforzarse en el
cumplimiento del deber por el sacrificio y el esfuerzo que este exige”.
Cuántas veces me había oído decir: “Pero no quiero; me llevaría una
eternidad”.
“Como pecado, no debe confundirse con la mera tristeza por las
molestias que conlleva el cumplimiento de las obligaciones, ni con los
sentimientos inconscientes de repugnancia ante un trabajo desagradable.
Se convierte en pecado cuando se permite que este desgano influya en.
la voluntad y, como resultado, se deja de hacer lo que se debería haber
hecho o se lo hace peor de lo que se debería”.
Así que una cosa es no querer hacer algo, pero si actúo conforme
a ese sentimiento, entonces eso sí es pecado. Si tenía el hábito de no
lavar los platos después de comer o no hacer la cama por la mañana o
de no disciplinar a los niños por mal comportamiento, entonces cuando
las cosas se acumulaban, esto se debía solamente a mi propia pereza.
“La pereza puede significar también repugnancia a las inspiraciones
divinas o a la amistad con Dios debido a la abnegación y al trabajo ne­
cesarios para cooperar con la gracia actual o para permanecer en estado
de gracia”, escribe el P John Hardon, “Este tipo de pereza se opone direc­
tamente al amor de Dios y es una de las principales razones por las que
algunas personas, tal vez después de años de vida virtuosa, abandonan
la búsqueda de la santidad, o incluso se alejan de Dios”.
190 Regla be v¡da 'para una madre

ive que preguntarme si mi incapacidad i i t ntrar un i


de oración adecuado no se debía más a la p erees que a estar dtmiasiadr
OCUpr'ICí 3. Parecía h ¡i i i i m mi suficiente para leer■ un libre
(■y IdPL er un. programa, pero rezar me residíaba impeisible.
.i..i npC'céadanne cuenta que ciertamente luí íH 1Dprp'7íY
v.«. es un peoado mor-
tal. p ue es un ..a enfermedad de la volun tad. Es ur i i i. tspiritua
D' apaga sil enciosamente v sin ser nota-ido por ebpaciente, mientra:
!•
CHICO■me ídad espiritual. Cada vez ciue cedía. incluso íinte algi
tan u > como l S > l’i ienclo quei la enten nedad st
. !
II ’M i

insta i mas. Lai pereza podría incluso po:ner en pe ]q,ro mi s¡alvaciór


etern No muería perder mi alma por un n mi1 * b ‘ ropa, sucia:
i d una. aanexión real entre el estad¡o de mi a'Ima y el. eastado dt
mí n<
y mi vbda familiar. l.a.l vez mi voc ación no era la cul
-x iDOsibíe; ¡quizás era yo! Yo• era mi pe»r enemi gm
arde me di cuenta de que me había on esta eiiseiíanzc
sobre pereza a 1 1 < . J , X - • U Ci 11U€VCi milenio , ctiaiicii
is no me estaba ayutlande> corpo l(”í había pn□metido
D i/híKi r'PVP- m'W'IrVV'P D LT'h',’PS de la 1 ¡vt'11rth í ir
-■ ... ■ i la.oia ci. r .ouUduU RVUíUlJl’ihl d llí-i v CE Jv i<l a C C LUI U. tí i i defeco

muy ízrav'e de mi alma- De repente vi esto <tomo algo- muy sen O5 quiza:
I ... í
ñor pi vie sentí verdaderamente conciei lau a —v un poir'O deSPS-
perad ('orno iím a salir de esta situación? Me sentí?i demasía do débil

Remedios para la pereza

Me sentía débil porque era débil. La pereza debilita ai alma. Pero hay
remedios, cosas que podemos hacer nosotros y cosas que Dios hace por
nosotros.
Primeree ] i > p < y, onozc amos nuesn■a de ' J L A ! 9l , i ( ,

reconocerem•os que neces-itani os un > u 0 \ l muiado entero le veneiría


buun ver este> con más el.anuíid. Pe:ro Dios no quie re que nos sintarll.OS
ce•modos coi i nuestra oe biliCi:ad, ni que la utili< as como excusa p•ara
n> a, > i M n
íuestra voc
‘ f'OMA LA DECISIÓN
191

ción. Lo que Dios quiere de nosotros es que la reconozcamos y acudamos


a El para que nos ayude. El Dios de amor, omnipotente, omnisciente,
omnipresente y todopoderoso, el Dios de las tormentas, los volcanes,
las erupciones solares y las supernovas quiere ayudarnos con. nuestras
pequeñas e insignificantes debilidades mundanas. ¿Pero cómo?
Como comentarnos en la primera prioridad, Dios proporciona la gra­
cia de los sacramentos para fortalecer nuestra voluntad. Con. ia oración
y la recepción frecuente de los sacramentos, especialmente la Sagrada
Eucaristía y la confesión. Dios comenzará a darnos una fuerza sobrena­
tural que nos ayudará a superar los límites naturales y las debilidades de
nuestra naturaleza.
Dios me ayudó a ver mi tendencia a la pereza a través de la lectura.
Una de las primeras cosas que podemos hacer, y uno de los principales
remedios contra la pereza, es fortalecer nuestras convicciones. Por lo
general, no nos interesa ocuparnos de aquellas cosas que no conside­
ramos importantes. Pero debemos darnos cuenta de que el trabajo y las
responsabilidades de las cinco prioridades son muy importantes -tan
importantes que nuestra salvación reposa en su correcto cumplimiento,
Así pues, un segundo paso consiste en seguir un vigoroso programa de
estudio e investigación que nos ayude a valorar nuestra vocación.
En tercer lugar, podemos entrenar nuestra voluntad. Ya hablamos de
ello en el capítulo cuatro. Nuestra voluntad, como nuestros músculos,
puede ejercitarse y hacerse más fuertes, más resistentes. Cada vez que
elegirnos conscientemente seguir la voluntad de Dios, hacer un acto
bueno, fortalecernos nuestra voluntad y disminuimos el dominio de la
pereza sobre nuestras almas. Cada pequeña cosa cuenta, cada vez.
Y así, en lugar de mirar alrededor de la casa y decir: “No puedo ha­
cer todo esto”, puedo decidir hacer algo que sí esté en mi poder. Puedo
decidir no comer ese segundo trozo de tarta. Puedo decidir abrazar a
mi hijo. Puedo decidir entregar un poco más en la colecta del domingo.
Comienza con estas pequeñas cosas. Programa lo que puedas programar,
practícalo, hazlo y crea un hábito. Elige empezar la oración de la mañana
192 Regla de vida para una madre

leyendo las Escrituras. Pon el despertador; levántate y toma una taza de


café. Siéntate y lee. Simplemente decide hacerlo. Nada cambiará hasta
que lo hagas.
.Por l.o tanto, tenemos que tomar decisiones -elegir, consciente y
deliberadamente, ser fieles a nuestra vocación. Sólo esta elección te
permitirá poner en práctica una Regla de vida. Recuerdo que mi profesor
de Psicología nos contó una vez esta pequeña historia, que recién más
tarde pude apreciar. Nos habló de una nueva y fantástica píldora de la
paz que se acababa de inventar. Si todos ios Líderes del mundo tomaran
la píldora, todas las disputas internacionales se resolverían inmediata­
mente. Parecía una respuesta real a las guerras y conflictos del mundo,
pero sólo había un pequeño problema: no podían descubrir cómo hacer
que los líderes tornaran la píldora.
De!, mismo modo, una Regla de vida para una madre satisfará muchas
necesidades y resolverá muchos problemas en nuestras vidas -esto es,
si decidirnos imp[ementaría y perseveramos en ello. Como Santa léresa
de Avila dijo una vez a sus monjas: “Lo que Dios quiere de nosotras es
la determinación de nuestras voluntades”.

El problema de. los nabos

Si quieres vender nabos, éstos no pueden estar agusanados. Este es


uno de los criterios para tener un producto “Grado A” en Canadá. Si
el nabo tiene un agujero de gusano, se puede recortar con un cuchillo,
pero no tanto como para quitar un. trozo grande de piel. Si hay grandes
agujeros o si un nabo se recorta en exceso, se considera desechable y se
tira como invendible. Pero si tiene un pequeño agujero y el resto del nabo
es de buena calidad, se puede poner en la bolsa para la venta.
Philip creció en 1.a granja familiar y a menudo trabajaba con cuadrillas
contratadas en la selección y el recorte de los nabos antes de envasarlos.
A veces, la cantidad de desechos era más alta de lo normal y, luego de
inspeccionar, a menudo encontraba nabos perfectamente utilizables en
1 OMA LA DECISIÓN
193

el contenedor de desechos. Lo que finalmente descubrió fue que si él


era totalmente específico con sus instrucciones, la mayoría de los traba­
jadores hacía lo que se les decía y la cantidad de desechos seguía siendo
normal. Pero si él olvidaba mencionar algo o no hacía hincapié en una
sutil distinción, como la de los pequeños agujeros de gusano, muchos de
los trabajadores no se darían cuenta por sí mismos, y harían el trabajo
mal. Y mientras hicieran lo que se les decía, se sentían a salvo de los
reproches y tendrían derecho a cobrar su paga, a pesar de desperdiciar
grandes cantidades de nabos en perfecto estado.
El problema era que la cuadrilla contratada no estaba comprometida
con el senado del proceso. Simplemente seguían los pasos, simUtilizar la
razón. Esto te puede pasar cuando comiences a implementar tu Regla
-puedes llegar a pensar que una vez que has tomado las decisiones todo
funcionará sin problemas. Pero se requiere un poco de realismo.
Ai decidirnos a poner en práctica una Regla de vida, tenemos que
comprometer no sólo nuestra voluntad, sino también nuestra razón. Hay
muy pocos problemas en nuestra vocación matrimonial que la oración
y la razón no puedan vencer eventualmente. En seguida después de co­
menzar mi Regla, Dios intervino y me reveló el camino que quería que
tomara, y me dio la gracia y la comprensión necesarias para hacerlo. Pero
también tuve que pensar, a veces mucho, ¡tanto que llegué a sentir que
necesitaba un doctorado en filosofía para ser ama de casa!
Corno vemos en la experiencia de Philip en la granja, ésta es la
diferencia entre ser un jornalero y ser hijo. Nosotras madres no somos
jornaleros a los que simplemente se nos dice qué hacer y obedecemos
ciegamente. No, somos mujeres adultas e hijas del Rey, y debemos actuar
como mujeres e hijas. Debemos asumir nuestras responsabilidades y ha­
cernos cargo de la misión que nos ha confiado nuestro Padre Celestial,
dedicándonos activamente a cumplir su voluntad.
Esto incluye dedicar el tiempo necesario a pensar las cosas, a ajustar
nuestra Regla, a acomodar los horarios y los cuadros de tareas. El hecho
de que las cosas no queden, perfectas en cuanto decidimos hacerlas no
194 Regla de vída para una madre

significa que algo vaya mal. Sólo significa que debemos pensarlo más.
Todo esto forma parte de comprometerse en el proceso. Podrías tardar
años en elaborar una Regla que te satisfaga, pero el tiempo es irrelevante.
Como dijo una vez la Madre Teresa: “Dios no nos pide que tengamos
éxito, sólo que seamos fieles”. Lo importante es que, si nos caemos,
volvamos a levantarnos, utilicemos nuestra mente para entender lo que
Dios nos pide, y lo intentemos de nuevo.

Rema mar adentro nueieirnente

Pedro había estado toda la noche pescando 'y, no habiendo atrapado


nada, llegó ai muelle probablemente muy cansado, malhumorado y
desanimado. Pero Jesús le dijo que volviera a sacar la barca y echara
las redes otra vez. Qué tontería. Imposible. Inútil, liadas estas palabras
pueden pasar por nuestra mente mientras intentamos poner en orden
nuestras vidas, quizá después de muchos fracasos. Pero Jesús nos está
pidiendo lo mismo que le pidió a Pedro: “Rema mar adentro y echa las
redes para pescar “A
Pedro obedeció y pescó tantos peces que las redes casi se rompieron.
Animarse a desarrollar una Regia de vida puede parecer una tarea
imposible si te has enfrentado ai desánimo. Sin embargo, Jesús quiere
que cumplas tu misión en la vida, tu vocación, y El recompensará tus
fieles esfuerzos. Nunca tendrás esa barca llena de peces si no lo intentas,
Así que cuando lleguen contratiempos, pon tu confianza en Él y di con
Pedro: “De acuerdo, Señor, lo intentaré una vez más”.

,í5 Lucas 5:4.


Capítulo 10

EL CORAZÓN DE LA REGLA PARA UNA MADRE

Ahora que miro hacia atrás, veo que mi horario era muy riguroso para
una principiante. Había dividido 'mi día para cubrir todas las necesidades
principales de mi vocación. Había programado mis oraciones diarias y
las de mi familia. Estaba todo incluido: las comidas, las tareas de la casa
y el lavado de la ropa. El horario escolar de los niños estaba brevemente
elaborado. Dedicaba las tardes a proyectos domésticos, al jardín, etc.
Tenía tiempo por las noches especialmente reservado para Philip, Incluso
había programado mi paseo diario, tocar el piano y hacerme la manicura
los domingos.
Pero hubo momentos en esas primeras semanas y meses en que creí
que no lo lograría. En retrospectiva, creo que empecé demasiado pronto,
y que quizá debería haberme abierto camino un poco más gradualmente,
Pero estaba tan desesperada por un cambio que simplemente me lalicé
a ello. Sentí que estaba trabajando muy duro.
196 Regla le vida para una madre

IdesjMips de m is primeros cinco citas siguiendo Pi Kegl;y me sentía


rqp _.rksmciqqíh eestructurada— y es'petaba con impaciiencia lili 1 i l V
Pero rii:siquiera ei día libre alivió de!. todo la presión, qije sent:ía; y eí lunes
y marte s siguientess; ya no podía stiguir la Regla. M e sentí'a prisionera
-como ¡si es tu v 1er Ni 11 l d o r? neterii le dentro de
una cara. ¡Pero m l ! ’ P1 ¡lie hacía sentíi a un pee>r! No podía

,]ue eí. mié’icoles retorne la .b i 2 1 i \ i i i estar nizando en la


cocina imentías pireparaba el alniue-mu E,Querido ]esiis, cíen es oue Pacer
aleo o t i............. ;> de mi ser lucha! ia para mantenerme ahíí en lugar de
sentarn:le con un café y un buen i ibro. Cada mañaina me levantaba y
expe 1111 tentaba taii desgano y temor que tenia, que ani lanne de valor con
todas mlis fuerzas,. Sí, pasaba por to > < i Raí. nte pa ra ir a hacer
í. . í ■■■..................... -í o y poner el des aizimo ein la mesa.
a según lo nabia piogi ainaü
^cubn aue tenía que aceptar, una v otra vez, qi,.ie esto era lo que el
benor q nena que 1licieia, iguní que i| estás en el Huerto1 de ue tsemam. ¡no
... ... „■ a...: ... ' . i
COlUlmm a en. mica nací dad oara maiAtenerme firme, pKjrq ue ! -
. .1 . • .
el tirón :a v el encoginiien to del esfuerzo tir andod,e cada parte
de mí. tn d ’U»i í:o asomaba su tea cabeza y amenaza i engullirme.
Me di c uenta de c [Lie necesitaba míís gracia.
'.intré una pequeña cita en ei (..fonibendio de1 teolovict uscctiCíÁ. y
hiísúcü c . . . . ,,.. . j...... .e lanquerey que escribí v colgué e.mima del la.va.Doi
uEn cuanto a i;as virtudes, está c lato que deben se guir ctutivánaoias,
"í i
en esoe cial aquel las que son propi as ue su evtaüo i.le vid<i í <. q en u n
estado <Je santo a bandono en las irsanos de Dios; y sd lo haven con va-
1
lentía, t > de su alma resul tara una rama ue oro qi te producirá
CHMríMi ¡M hf'Apfir La

Cadía vez que b>entía desánimo, íiparte de bramar ¿q r'ií'lr r suplicando


qvuda 1 squeña cita para smudarme a dcisO'cerar.
miente tu i también a mi c¡•¡rector espiritual v íc r>edí que me
ousiera bajo obed iencia. Le mostré una copia de ni i Regia.; la examinó
V dijo o tía razonable, .ese) era importante i: M í, porque no
El. CORAZÓN DE LA REGLA PARA UNA MADRE 197

quería que mi resolución se debilitara por vagas tentaciones de pensar


que me estaba excediendo. Así que me dijo que si quería, podía seguir
mi Regla por obediencia a él como mi director, así como por obediencia
a las exigencias de mi vocación.
Bueno, ¡se dio un gran cambio! Santa Teresa de Avila tenía razón:
la obediencia da tuerza. Me sentí llena de fuerza. De repente, mi vida
estaba llena de detalles y de significado, y todo se volvió emocionante
y desafiante. Cada día me esmeraba por decidir lo que debía hacer con
todos los pequeños detalles que aún no había tenido en cuenta, y cómo
y cuándo podía resolverlos. Todo estaba en orden. Mi nivel de estrés
disminuyó considerablemente. Los niños estaban ocupados y activos. Mi
trabajo avanzaba bien. Tenía una vida de oración verdadera y frecuente.
Los beneficios eran estimulantes, al menos por un tiempo, porque como
es habitual con Dios, El me estaba llamando a un nivel aún más profundo.

Descubrir el corazón de la Regla

Cuando empecé a desarrollar mi Regla, creo que mi interés de corazón


era principalmente mi propio beneficio -poner orden en mi vida y reducir
la frustración. Pero un día, unos meses después de haber empezado, me
desperté y sentí aburrimiento. Día tras día, este no desaparecía. Ya ves,
había resuelto el problema; había conquistado el desafío; había superado
los obstáculos. Por Dios, era prácticamente perfecta. Pero ahora, no había
nada más en lo que pensar
“Uy”, pensé. “¿Es esto todo lo que hay en la vida? ¿Voy a vivir el resto
de mis días sumida en el aburrimiento?” Sabía que no podía detener esta
situación y pasar a otra cosa, porque todavía tenía una vocación que
vivir, y mi familia y mi hogar no iban a desaparecer.
Y así, sin más, un día mientras estaba en la cocina, pensé: “Tal vez
podría empezar a hacer cada pequeña cosa por amor a Dios. Quizá podría
empezar a ofrecérselo todo. Esto seguramente ayudaría a mi alma, ¿no?”.
Y entonces comencé.
198 Regla de v¡oa aera una mairre

El primer día que lo hice, me sorprendió la regularidad con la que yo


no nacía las cosas por Dios. Cada vez que decía: “Jesús, hago esto por
amor a tí", me resultaba extraño y ajeno. Me di cuenta de que necesitaba
trabajarlo y la mejor manera era haciéndolo. Así que doblaba el pañal
por amor a Jesús; lavaba la mesa como si Jesús viniera a cenar; abrazaba
a mis hijos como si fueran Jesús mismo. Empecé a aceptar todo lo que
me pasaba como si viniera de las manos de mi Dios amoroso y bueno.
Así comencé a someterme a él y a su voluntad en mi vida,
Y sucedió lo más asombroso y maravilloso: i Dios vino a mi vida 1 i Dios
verdaderamente vino! Y aparecía en los momentos más extraordinarios.
Mientras doblaba la ropa me sentía abrumada por su presencia. Cuando
escardaba el jardín., mi alma se llenaba de una profunda paz y quietud.
Lavaba los platos y experimentaba una unión más estrecha con Dios
de la que jamás había experimentado en oración formal. Delante del
Santísimo Sacramento sentía lo que yo llamaba un “tractor” tirando de
mi corazón hacia jesús. Era algo muy extraño.
Mslvi corriendo a mi libro de ’lánquerey y encontré algo que hizo que
mi corazón se elevara en gratitud a Dios, Estaba experimentando una
forma de contemplación. Oh, no b contemplación silenciosa que expe­
rimenta una religiosa en un convento tranquilo, sino una contemplación
hecha a la medida de las madres:
Puesto que sólo la voluntad está cautiva [de Dios], las demás facul­
tades están libres para ocuparse de las cosas relativas al servicio de Dios;
y esto ío hacen con mucha mayor energía. Entonces, cuando el alma
está ocupada en obras exteriores, sigue amando a Dios ardientemente;
ésta es la unión de la acción y la contemplación, del servicio de Marta
y el amor de María.
Así aprendí que la contemplación es una forma de oración en la que
Di os se apodera de ia voluntad y la llena de paz, quietud y fuerza. Dios
me había dado la fuerza que tan desesperadamente necesitaba y le había
pedido.
Esto se llama contemplación activa, y me imagino que fue diseñada
especialmente por Dios para que las madres ocupadas también pudieran
El corazón de la regla para una madre 199

experimentarla. Mis dudas anteriores sobre si se podía llegar a ser ver­


daderamente santa o realmente alcanzar a Dios como persona casada
se borraron, al ver que se abría ante mí la esperanza de que, después de
todo, podría acercarme más a Dios a través del matrimonio.

Disponernos a la contemplación

Dios llama a todas las almas a la contemplación porque quiere darse


a nosotros, quiere unirse íntimamente a nosotros. Pero esta forma de
oración es un don gratuito de Dios y no es algo que adquirimos con
nuestros esfuerzos. No podemos controlar a Dios y “obligarlo” a que nos
conceda gracias extraordinarias aunque hayamos sido “muy buenos”;
entonces no sería más que un Papá Noel generoso. No podemos ordenar
su presencia mística ni podemos demandar tal contemplación. Es más
bien una presencia y una acción de Dios mismo, algo “infundido” en
nosotros, que se da o no se da en el momento que El elige, no nosotros.
Para ilustrarlo, imagínate que estás al borde de un acantilado después
de un largo y riguroso viaje, y que hiciste lo posible para llegar a tu desti­
no. Pero ahora ya no hay camino; sólo un vasto océano que se extiende
ante tí. Estás perpleja; has trabajado muy duro escalando esta montaña
para llegar a Dios, pero sólo has encontrado lo que parece un callejón
sin salida. Entonces miras hacia arriba y te das cuenta de que tu meta
no es de este mundo, sino de otro lugar: ¡la luna! Ves la inutilidad de
todos tus esfuerzos: te sientes estancada; no hay manera de que puedas
llegar a la luna por tus propios medios. Podrás llegar sólo si un cohete
desciende y te recoge.
La oración infusa es exactamente así. A pesar de todos nuestros
esfuerzos, no podemos lograr una unión súblime y mística con Dios con
nuestras propias fuerzas o virtudes. No, Dios mismo debe intervenir y
elevamos hacia El con su poder, no con el nuestro.
Y por eso Santa Teresa de Avila la consideraba una oración sobrena­
tural, y explicaba: “Llamo sobrenatural a lo que no se puede adquirir ni
Regla de vida tara una madre

con trabajo ni con esfuerzo, por mucho que nos esforcemos. En cuanto
a disponerse a ello, se puede y esto es sin duda una grao cosa Así
que, a pesar de que no podemos ganarnos la contemplación, podemos
disponernos a ella.
cL-ón ioí ruesto que 1a •conternpia cion es una oración den.tu
corazón, nuestra respuesta be venir desde nuestro cor;
Debemos; entTegunios a isi y ¡aceptar de ÍOóO COXClZOU SU VOMltttd piiT
sol TOS, L- ‘ m i i 5 V " J l: "He aquí la esclava del S
rr .... , 1
r itígd-sti t 1 ’ f id . ijeom 1 , > 1 1 1 , 1 ‘1
...
MC LXlIllC>s vivir contoniie a nuestra, tuzgla de vida: aceptando nu

VOC3CÍG1i como voluntad de Dios, y pnretirando dedicarnos por ent

su cump «miento, senciílamcsi ite porqu e El lo quiere, porque le anií


Pe
US 3Os v‘-íiiio nos disponemoj
...
:i IdUbtlim una ocasi orí, ;esus me dio a conocen
jl,1í

agradao!,e le es el alma que guarda fiel ni


mayor n^compensa por obsenvar la reg;la que por padecer penitenx
grandes mortificac iones. Est iV’ J - serán recompensadas si se h
por enei nía de la regla,, pero■ no la su.ptnarán”.
i Teresa de Ávila dije.): "Entendí 11 V , u 1 1
verdadesra consiste en amar;a Dios v ai oroiimo ... Iodo eso está inc
en nuesiira te.p'ia ... no tieneT otro ftn <:¡ue ser un medio para cono
es ros nuind amientes más pe r t a « 1 '

Amar a Dios

Eí cumplimiento de nuestra Regla por fidelidad al designio de Dios


para nosotras como mujeres, esposas y madres es un acto de amor a EL
Pero debe transformarse en algo más que un acto de la voluntad; debe
convertirse en un movimiento del corazón. Dios no se contenta con.
una mera observancia externa. También quiere nuestro corazón y, con
el tiempo, nuestra obediencia hacia Dios debe convertirse en ese amor

26 (.Otado en Tanquerey The Spirítual Lile, 650.


El. CORAZÓN DE LA REGLA PARA UNA MADRE 201

necesario para tener intimidad con EL Una vez escuché que “el caminito”
de Santa Teresa de Lisieux se basaba en una premisa muy sencilla: .sólo
enamórate de Jesús y busca complacerlo.
Como madres ocupadas, ¿cómo podemos poner esto en práctica?
Podemos empezar, cada vez más, a ofrecer a Dios cada pequeña cosa que
hacemos como un acto de amor a Él: “Jesús, hago esto porque te amo”.
Podemos poner en cada tarea, tal como se nos presenta en determinado
momento, el mayor cuidado y solicitud.
Podemos aprender poco a poco a poner toda nuestra atención en
cada momento -aplicando cuerpo, alma y mente- y recordar que todo,
por pequeño o rutinario que sea, es permitido por Dios para acercarnos
a EL Si nos damos cuenta de que Dios actúa en el momento presente,
no en el futuro ni en el pasado, sino sólo ahora, podremos estar abiertos
y atentos a sus susurros, y aceptar todo lo que nos sucede como si vinie­
ra de las manos amorosas de nuestro Padre celestial para nuestro bien.
Estas son las actitudes del corazón necesarias para amar a Dios dentro
de nuestra Regla.
Y así, aunque la contemplación es un don gratuito, sin embargo
(corno decía Santa Teresa de Avila), “el amor atrae al amor”. Nuestra
generosidad hacia Dios atrae su generosidad hacia nosotros, y Dios no
será superado en generosidad. Esta unicidad de propósito -cumplir la
voluntad de Dios conscientemente porque es su voluntad y por amor ¿í El-
también se conoce como pureza del corazón y allana el camino para la
contemplación.
Es la sexta bienaventuranza: “Bienaventurados los puros de corazón,
porque verán a Dios”.2' De hecho, así imitamos a Cristo, que obedeció la
voluntad de su Padre, por amor, incluso hasta su propia muerte en la cruz.
Como dijo Santa Faustina “Para agradar a Dios, una sola cosa es
necesaria: hacer incluso las cosas más pequeñas con gran amor -amor
y siempre amor”.
202 Regia de vida para una madre

El corazón de la Regla es la contemplación

üe tener rni Regla., cu anuí 1o único en lo qi.le pensaba era en


cómo iba a conseguir hrnpiair la cas a, ni ) había lugar(m mi meirite para
pensar en otra cosa. Cuandcr mi vii,la Sí: is deseos y caprb
ches del rn omento, no tenía espact el cora zón ps
había denlasiacias cosas para Henar jmis edoctos yf mi at * ención, L)n hogar
y una vidai desordenados conBucen a la “disipac ion — una dispe rsion de
nuestras tacuitados interiore s-- y nov i ni piden tímer ki calma si i? <
para escuc'har a Dios eme hídbla den iuest.ro.
• •' .. í i ! 11 e ?! 1 purato del almrrirn.lento, de¿pues de
e lecien maiiao m
implemen tada mi Ivaina. que me seritl n> bastan te libae como p<ira abrir
mi mente y mi corazón a Dio para esta;r atenta a El e;n mi intei*ior y ser
c o 11 s c i e n tia de hacerlo todo r)or ameir a ’ÉL Fue í,wnc<es cuandc) experb
menté su [noturida presencia, que, a su ven, me inepiró ini amor ninovado
por mi tanúlla. Así, la Regla p; macíre nos 11.eva al recogimiemto: esa
profunda itaima y quietud de la vida ■intei uestra s almas. L ú
de las preix. u paciones ex tero■as, tenenin$ paz v rios aameamos a nuestra
naturalezai interior y descubrí'mos nu > corar oía A Hí encentra-mos una
üosioiíidaiJ totalmente nuevzi de cor ¡ven¿ación hecuenre con Di os v una
coniunión más profunda con bl. Cíe < m. ; inna p arte ce la ii«?" j
T
ti ue ¡ naii c:1 Bautista nos hace* a ni ve lar I<is moni:añas d e preocuflaciones
v ansiedad¡es, a iciieiiar ios va lies de < ICUp'aciones y dotalies, ya eiaderezar
el camino para el Señoin®
udo he oído decir que to cío h i que h;ace meis es oranloiií que
simpíemei ate vivir es rezar; y ínto es i ■ erc.K1U —-pt ,u > sólo s i somos c<inscien-
tes oe Vilo ; y sontos conscien tes Pe > ■mand^ nuestiras vidas <ostán en
orden v !ib■res de preocunacioiaes iniv irías. Ce vno ibce Dom C'hautard
la/
en la. uLfii-i do todo apostotadc? uQue la si guíente COIlvicción se ;imprima
tiente en tu mente;: a sabelT O'!'le un ah puede liemar una
El corazón de la regla para una madre 203

vida interior sin un horario ... y sin la firme resolución de cumplirlo todo
el tiempo”. Por esta razón, la Regla para una madre parece un requisito
necesario para la contemplación en nuestra vida, cotidiana. Y la con­
templación, recordemos, es experimentar a Dios mismo.

El santo beneficio de nuestra purificación

Cuando era pequeña, pasé un largo período de tiempo internada en


el hospital. Un día mi madre trajo a mi habitación, un pequeño póster
que decía: “Tenrne paciencia, Dios no ha terminado conmigo todavía”.
Este póster fue profétíco para mí, como creo que lo es para todos
nosotros. Dios nunca termina con nosotros. Sí, yo pensaba que era.
prácticamente perfecta, pero Dios no me dejó ahí. Después de hacerme
enfrentar el desafío de luchar por conformar mi voluntad a la suya, de
convertir mi corazón a su corazón, entonces comenzó el reto de purifi­
carme de adentro hacia afuera.
Cuando intentamos amar a Dios, Él mismo viene a nosotros. Viene
con dones de alegría, paz y consuelo para mostrarnos su complacencia
y permitirnos emprender el camino. Pero también nos envía estas gra­
cias a través de la aridez, porque cuando el corazón alcanza este nivel,
empezamos a darnos cuenta claramente de que Dios aún tiene mucho
que hacer. Quiere purgar las raíces del pecado y el vicio para que sólo
El ocupe nuestros corazones.
De hecho, la acción purgativa de la gracia en nuestros corazones
es la misma presencia de Dios que experimentamos en el consuelo y la
dulzura de la contemplación. Sólo que, subjetivamente, percibimos la
acción, de Dios de un modo distinto en cada momento. Porque Dios viene
n encendernos con fuego -el fuego del amor y el fuego de la purificación,
y ambos son. el mismo fuego de Dios.
En la aridez, uno puede experimentar un dolor espiritual de intensidad
incomparable, pero tan impregnado de amor que nos permite incluso
abrazar el. dolor. Santa Teresa de Avila a menudo hablaba de la “herida
Regla de vida aera una madre

deí amor ULIfc COI isideraba un de)br delicioso, algo tan pre ciado que 111.
quería cpre acabar
Furo (?s lo que San Juan de la. Cruz Uama la noche osotira del alma.
enuncio 1oíos va a 1 o más profundei de nosotros v prepara nuíastros corazo-
la unión. Es muy importante que recordemos que cada vez que
¡ ’) a nueá para purifica ríos, nos intuínde al m^mc
tiempo iíi gracia ntmesaría paca so portarlo., .Dios estira nuest.ros corazones
. , ; . .1 UU..
UC |, ít.Ln.íi y ni a ut’•
1- ,.,C¿
- V ! r / n .
íOo Uf. í-dllltí ¡y CU-'ií.-ii.-. A UC , tú
............. ,
Pafd
punto, e 1 dolor se envuelvese i mpregna y se infunde de un amor que
arde coirtO el tuege>, alimentando una intimidad profunda y v 'iva con Dios
Así qije, cuand o e x p e n ni é 111 e rnos dolor y una vocecita n< hn h
tirarnos, ¡ on óan Pedrea Señor ¿aquien.Iríamos? m Digamos cor
María: “1■■•■fe auuí ai esclava del ótmor. Hágase en mí según tu palabra"/'
Digamos danit: un coi3.2 < 1 MI ¡ 11 ,
1 dócil ’.

ÍJornpíirt:ir la carga de Cnsío

1 í■Igo mas crué podemos he < 1 , H 1 •>>

T),
acienios u
LdlllOft. 1> , ¡ < 1
ito, para "suplir en nuestra> carne lo que
■ f
falta de l as inocua clones de Jesú;>”J1. como dice San Pablo.
V',
de nuestira misión Cristi ana, parte de nuestra proiP ‘O V
de Cristca es acoge?r todo lo que n os viene de las manos oel 1Dios de amor
y ofrecer •o ai Pacbce} en. unión c< p m 1 j un Nosotros,
que tonatamos el C u e rpo m í s tic < y * 6 < 1 l ticipar en su
4
Pasión rederitoia iaaia ta con veis:íón y la salvación dei munido. Podemos
tomar to■das las cqueñas 0 grarmes luchas que conlleva vivir nuestrs
vocación . ... i.. í . is pruebas y tr ii?m.acioi.i.es ele .nuestia. pporificación, \
ofrecerla s de vuelt:a a! Padre coryJesús para ayudar a a.quelkas que no son
io suiiCie ntemenup libres como p v m - 1 . u-m

29 Juan 6:68.
El corazón de la regla para una madre 205

La decisión es tuya

La vida del cristiano nunca es fácil. En algunos momentos de mi vida


llegó a parecerme totalmente desagradable. ¿Qué podemos esperar tle un
Salvador que nos dice: “renúnciese a sí mismo, tome su cruz y siga tras
de Mí?” A Tampoco es agradable pensar en la posibilidad de sufrir. Pero
he descubierto en mi vida que el sufrimiento está destinado a venir de
una manera u otra, por lo que bien podría hacer que valga de algo, ¿no?
í, por supuesto, una Regla de vida no trata ciertamente sólo del
sufrimiento. Se trata del equilibrio personal, las relaciones amorosas y
la intimidad con Dios. Después de un primer año muy intenso, más o
menos, empecé a notar una mejora real en mi capacidad para satisfacer
las exigencias de mí vocación. Las cosas ya no eran tan difíciles.
Al cabo de dos años me di cuenta de que en algún momento, sin no­
tarlo, había experimentado un verdadero apaciguamiento de mi persona;
ya no sufría grandes altibajos. Me levantaba por la mañana, y estaba
lista para empezar mi día sin ninguna de las reticencias o dificultades
que había sufrido en el pasado. Mi casa estaba por lo general en buen
orden y los estudios de los niños iban muy bien. Eso ha continuado así
hasta el presente, y ya casi son cuatro años. Incluso he tenido tiempo de
escribir este libro sin que se vieran afectadas mis otras responsabilidades
(¡aunque me siento más ocupada que de costumbre!).
Pero lo más importante es que tengo tiempo para Dios y para mi
familia. Puedo amarlos de verdad y ocuparme de ellos. Ahora sé que lo
más importante son las relaciones que Dios ha puesto en mi vida. Podría
decir que se me ha abierto un mundo nuevo, que nunca había descubierto
antes, y me gusta. No es que todo sea perfecto, pero es mejor. Es bueno.
A pesar de todas las luchas, siento como si Dios me hubiera hecho
un tremendo favor. Todas esas veces que vino a visitarme me fortaleció.
Todas las veces que me purificó, bueno, sacó mucha suciedad de mi

32 CE Mateo 16:24-
206 Regla de vida llera una madre

alma. Pero ahora rae siento libre —libre para amar a mi Dios, a mi mari­
do y a mis hijos, y libre para hacer lo que tengo que hacer sin sentirme
agobiada por ello.
Te deseo que obtengas la misma libertad. Así que considera si tú
también estás llamada a vivir tu propia Regia do vida. Piénsalo y rézalo
mucho. No te límites a considerar si quieres una casa limpia. Esto no
sería una motivación suficiente para nadie. Y no saques a relucir todos
tus defectos y debilidades a la vez, o nunca tendrás la claridad suficiente
para empezar. Y cree que si Dios quiere que lo hagas, Él te dará el poder.
¿Deseas más orden en tu vida? ¿Quieres ser una mejor esposa y madre?
¿Buscas tener una relación más profunda con Dios? ¿Ya estás desesperada?
Dios puede estar pidiéndote, en esta era de decadencia del matri­
monio y de la familia, que te comprometas con Él y con tu familia de
forma consciente y con todo tu corazón como parte de la renovación
del inundo. Que Dios te acompañe.
Apéndice

EL ESPÍRITU DE LA REGLA PARA UNA MADRE

Como comentamos en el capítulo dos, el espíritu de tu Regla de vida


-la filosofía y los objetivos subyacentes a ella- es incluso más importante
que los horarios prácticos. De hecho, sin una guía espiritual, tu Regla
práctica tenderá a hacerse más confusa y más difícil de seguir.
Con el tiempo, he elaborado el espíritu de mi Regla y lo he puesto
por escrito. Te recomiendo que hagas lo mismo. Este resumirá los puro
tos principales de cómo quieres vivir tu vocación. Debes basarte en las
cinco E las virtudes específicas que consideres más importantes para
tu vocación y tus circunstancias particulares, y las metas, actitudes y
mentalidades específicas a las que crees que Dios te llama.
El espíritu de tu Regla debe ser una meta y una guía, un objetivo, algo
hacia lo que debes dirigirte -no es algo que vayas a lograr a la perfección
desde el principio. En su diario, Santa Faustina solía llevar la cuenta
de las veces que fracasaba en seguir su Regla. Así que si una santa tuvo
que intentarlo repetidas veces, nosotros tampoco deberíamos esperar la
perfección de inmediato. El espíritu de la Regla no es para desanimarse,
sino para animarse.
Poner por escrito el espíritu de tu Regla te ayudará a reexaminar
periódicamente hasta qué punto estás adhiriendo a ella en general.
Algunos religiosos suelen hacer, cada mes, un examen de su fidelidad a
la Regla, como parte de un programa general de “salud espiritual”. Yo
hago algo así con bastante regularidad, y con mayor profundidad cada
208 Regla de vída tara una madre

otoño, cuando reevalúo el horario. Y cuando encuentro cosas confusas


o me encuentro sin. fuerzas, releo el espíritu de mi Regla. Me ayuda a
reorientar mi corazón, a menudo descarriado, y me recuerda lo que se
supone que debo hacer en esta tierra.
Así que, en el transcurso de los próximos meses, empieza a anotar lo
que consideres ios puntos esenciales de lo que Dios te llama a ser como
cristiana, mujer, esposa y madre. Este será el espíritu de tu Regla.
A continuación he incluido el espíritu de mi Regla de vida para que
te sirva de modelo.

El espíritu de mi Regla de vida para una madre

Busco la perfección cristiana


dentro de la vocación matrimonial
al tiempo que repito con la Santa Madre:

“He aquí la esclava del Señor.


Hágase en mí según tu palabra’'.

En todo lo que haga, mí objetivo será centrarme en el propósito de


mi vocación y vivir conforme al corazón de la Regla para una madre.

La voluntad de Dios

Cumpliré fielmente la voluntad de Dios para mi vida, mediante b


realización de los deberes y ¡as responsabilidades inherentes a mi voca­
ción. Esto requiere:
• Un estudio continuo de los deberes de mi estado de vida ral y como
se reflejan en las cinco R con la intención de imple mentar en mi vida
diaria todo nuevo aprendizaje.

* Eí desarrollo y ia práctica de un horario básico y general para


garantizar eí cumplimiento de todas las obligaciones esenciales y eí uso
adecuado y eficiente de mi tiempo.
El espíritu de la regla para una madre 209

• La reducción o eliminación de compromisos externos o ministerios


o compañías en exceso si interfieren de alguna manera con mi capacidad
de cumplir con mis deberes en recogimiento y serenidad.

El arnor a Dios

Intentaré hacerlo todo por amor a Dios, en lugar de seguir mis propias
inclinaciones y motivos. Para tal fin:

• En cada momento, traigo a mi mente la razonabilidad de mi Regla,


ya que cumple la voluntad de Dios para mí; y así, acepto de todo corazón
las tareas programadas.

• Comienzo a ofrecer a Dios cada tarea sólo por amor a El, como mi
única motivación,

• Realizo cada tarea, cualquiera que sea, con el mayor cuidado, so­
licitud y ternura, tal como se me presenta en ese momento, pues la realizo
como un acto de amor a Dios, que está conmigo.

• Me centro completamente en el momento presente y en la tarea


que estoy realizando -aplico cuerpo, alma y mente- mientras recuerdo
que Dios permite todo lo que me sucede como medio para acercarme
más a Él,

• Estoy abierta y soy receptiva a los impulsos del Espíritu Santo, aguardo
su susurro en cada momento, y practico la aceptación, la paciencia y la
acción de gracias tanto en las alegrías como en las pruebas.

Eí amor al prójimo

• Intentaré activamente amar a mi prójimo, especialmente a mí ma­


rido y a mis hijos, buscando dentro de cada persona a Cristo que mora
allí. Todas mis acciones, palabras y pensamientos serán “con Cristo, por
Cristo y para Cristo”. Para tal fin:
?iD
Regla de vela rara una madre

* Estaré disponible, exterior e interiormente, para mi. familia y para todos


aquellos que lo necesiten de verdad, dejando las tareas innecesarias y
controlando el ajetreo de mi corazón y de mi cabeza para escucharlos
con atención.

* Seré atenta con. la persona que esté conmigo para que sienta que
es la única persona que importa en ese momento.

• Aceptaré y alentaré la personalidad y las preocupaciones de cada


persona, y buscaré lo bueno en cada una.

® Ayudaré a todos como pueda, de acuerdo con las prioridades propias


de mi estado de vida.

• intentaré hacer lo que sea mejor para los otros y sacar lo mejor de
ellos.

amable y justa, siempre con


ternura y misericordia.

Aspectos clave de la Regla para una madre

* Estableceré y mantendré el orden con respecto a mi tiempo, mis


posesiones y mis deseos, pues sólo así mi corazón podrá recogerse y
habrá lugar en él para contemplar a Dios.

• Me centraré en la sencillez -no llenaré mi vida, mi corazón, mi


cabeza y mi hogar con nada que me aparte en mi cumplimiento de la
voluntad de Dios para mi vida. Esto incluye:

- éenallez en las posesiones: con cierta frecuencia, reevaluaré y


reduciré los bienes excesivos o innecesarios que poseo, con espíritu
de desprendimiento como conviene a la vida familiar.

- Sencillez en las actividades: reduciré y dejaré de lado aquellas ac­


tividades superfinas que sólo estresan y abarrotan ía vida cotidiana.
El, ESPÍRITU DE LA REGLA. PARA UNA MADRE 211

Me centraré en. una lista simple de cosas esenciales y en cumplirla


con serenidad.

- Sencillez en la virtud: no me preocuparé por alcanzar alguna virtud


específica, sino que solamente buscaré descubrir aquello que Dios
quiere y cumplirlo por amor a EL

• Practicaré la moderación en. todas las cosas, de modo que todo lo


que haga sea equilibrado y nunca excesivo y se refleje en todos los ám­
bitos de mi vida -comida y recetas, ropa, oración, trabajo, recreación
ejercicio y apariencia.

• Prestaré especial atención al detalle en todo lo que haga. De este


modo, todo estará hecho bien y con. cuidado, pero al mismo tiempo trataré
de no caer en un perfeccionismo que busque complacer mis caprichos
en lugar del designio de Dios.

• Seré flexible con el horario en sí; los horarios allí establecidos son
guías generales y aproximadas de lo que sucederá a continuación. Aunque
debo adherir a estas normas con firmeza, también debo permitir la flexi­
bilidad adecuada conforme a las necesidades de mi. familia. La flexibilidad
viene determinada por necesidades reales, no por mera conveniencia o
por “no tener ganas” hoy.

• Reflexionaré con frecuencia sobre el espíritu de mi Regía para una


madre de manera de examinar mi fidelidad a ella.

Las cinco P

• Seré fiel al cumpliente de las cinco prioridades en mi vida y procu­


raré practicar plenamente el espíritu de cada una. Para tal fin:

• Pasaré tiempo con Dios cada día, a lo largo del día, tanto en momen­
tos formales de oración, corno buscando su presencia en cada momento
en la medida, que sea capaz de fomentar el recogimiento en mi corazón.
212 Regla de vida jara una madre

ninritener mi vigor y mi ¡surera espiimiia.ies, me ruy e nu o los s a era m e rito s


la aaoracrón, el consejo < g > > I1 > >, 'i > 'l ; ai‘es de retiro y relie xión
así como I os grupos ue e:midió y oración, si pue■‘"í ¡' s acceder a alguni
ofreceré a mi misma, mis alegrías, ruis sufrimien t.o s y mis méritos al. tseño
e D
y a ia Santisima Virgen p ara que los apliquen co:

* Dedicaré tiempo a examinar mi vida y ir5 i persona, y a buso


UlC ulOís lihmesarlos para ¡lograr nn propia salud DCarsenal, de cuerpc
<
mente. ril e comprometej a realizar un examen rtígular de los moti VOS 1
razones p<ira. ser como se>y. con. ia determinacióiQ (de superar mis delecm
o debmda des más eviderites. Cataré de lograr t arden interno per
usando ni i razón para g;uardarme de pensami.ci­líos aleatorios tai SOS ;
eligiendo ii i m todo momento. Res ar é para que la grac’ia Oí
Dios sane y convierta ni i corazón y lo llene de sui :■ ¡ l i U ,i 1 .

* mmiré activan) ent e a mi marido. Confor e a (a consagracic.iii es


pedal inirurente al sacra mentó del matrimonioi, £icepto como ni i ni
11J ! i apoyarlo y ama rio por encima de niis i>rc >pios deseos o capr
.... ........ ? X) ayudaré de tcuslpuicr nianera posíuak

* Anuiré activamenire a mis hijos contorn re a la misión que Dio:


mismo me1 confió. Haré rastra ; t tí :>.' :■ 1 s í ; m 1

i coniportaniúznto aniable
* y géneros
* palabras alentad
:
* iras i
o cariñoso. En todo lo que diga o rev e con mis accione
transió.irire el sentiiirlento de orgullo oor el. LOs mismos, su bon<dad
1

- Una atención cuidadosa a sus necesidades físicas. Les proveeré


de un hogar funcional y ordenado, una buena alimentación y una
higiene y estado físico adecuados.

- un cuidado especial de su formación religiosa y moral. Asumiré


la responsabilidad de enseñarles y formarlos, facilitándoles el acceso
El. ESPÍRITU DE LA REGLA PARA UNA MADRE 213

regular a la oración y a los sacramentos, y dando testimonio de una


visión cristiana del mundo con el ejemplo y la palabra.

' Una atención cuidadosa a la formación de sus personas. Me ase'


guiaré de brindarles una formación académica adecuada, de fomentar
el desarrollo de sus dones y talentos particulares, y de supervisarlos
con atención en todos los ámbitos de la vida, especialmente en el
uso de los medios de comunicación, y en la frecuencia de compañías
adecuadas.

• Seré administradora de los bienes y los recursos que Dios me ha


dado. Los utilizaré para cumplir, en primer lugar, la misión de satisfacer
las necesidades espirituales y físicas de mi familia, y luego, si corresponde,
las de aquellos menos afortunados que yo. Entregaré todo al servicio de
Dios y de las personas, y no exigiré el uso excesivo de los bienes para
mi propio placer, lujo o satisfacción personal. Procuraré vivir con des­
prendimiento cristiano en este ámbito.

Compromiso con la Regla

• Para garantizar el cumplimiento adecuado de las responsabilidades


de mi vocación, cada año revisaré mi Regla en un momento determinado
y la adaptaré a las necesidades de mi familia acorde a su crecimiento.

• Cumpliré mi Regla con espíritu de obediencia a la voluntad de Dios


y a las exigencias de mi vocación, o si lo deseo, puedo mostrársela a mi
director espiritual para añadir el beneficio y la bendición de hacerlo por
obediencia a él.
Bibliografía

Attwater, Donald, ed. A Catholic Dicüonary. New York: The Macmillan Company,
1943.
(datechism oj the Catholic Church [Catecismo de la Iglesia Católica], Librería Editrice
Vaticana. St. Paúl, Minnesota: Fhe Wanderer Press, 1994-
Chautard, Dom Jean-Baptiste, O.C.S.O. PheSoulof the Aposlolate [Id alma de lodo
apostolado]. La Irapa, Kentucky: Abadía de Nuestra Señora de Getsemaní,
Inc., 1946.
Crisóstomo, San Juan, On Living Simply: The (Jodien Voice of John Chrysoslom.
Compilado por Robert Van de Weyer. Liguori, Missouri.: Liguen / Iriumph
Publicatioiis, 1996.
Culíinane, Eugene. Don Stefano Comes to Combermere: The Murían Motemente Meet.
Combermere, Ontario: Madonna House, c. 1984.
De Hovre, Padre Franz, Ph.D. Catholicism in Education. Traducido al. inglés por
el Padre Edward B. Jordán, MA, St.D. New York: Benzinger Brothers, 1934-
Dunney, Joseph .A. The Parish School. New York: Macmillan Co., 1921.
Giergji, Lush. Mother Teresa: Her Lije, Her Works. Hyde Park, New York: New City
Press, 1991.
Hardon, John A., S.J. Pocket Catholic Dictionary. New York: Doubleday Image
Books, 1985.
Hardon, John A., S.J. The Catholic Catechism. Carden City, New York: Doubleday
and Company, Inc., 1975.
Juan de la Cruz. Darle Night of the Soul in The Collected Wbrks of St.Johnof the Cross,
traducido al. inglés por Rieran. Kavanaugh, OCD y Otilio Rodríguez, OCD.
Washington, D.C.: ICS Publications (Institute of Carmelite Studi.es), 1979.
Regla de vida para ana madre

Juan Pablo II. Salvifici Doloris (On the (.i’mstian Mearung of Human Sujfermg) [Sid-
vifia doloris: carta apostólica sobre el sentido cristiano del sufrimiento humano]. 11
bebruary 1984- traducción del Vaticano. Boston: Hijas de San Pablo.

Juan Pablo 11. ¿002 jornada mundial de la juventud. Emisión televisiva, loronto,
(Sanada; UBIS televisión, 2002.

Kowalska, Santa Eaustina. Divine Mercy m My Soul ]L.a Divina Misericordia en nú


alma]. Stockbridge, Massachusetts: Morían Press, 1987, 1990.

Landon, joseph EOS. Trie Principies and Practice of léaching and Classroom Plana-
gement. London: Edinburgh. University Press, 1902.

Maxwell, Steve y íeri. Maiuigers oí 1 heir Domes: A Practica! Divide to Daily Schedu-
Img for Mwstian Plome-School humilles, Leavenworth, Kansas: Communication
iSLSSL. me., ’?A:. cm

Pablo Vi. Evangelii Nuntiandi (Evangelization in the Modera Abrid) [Exhortación


apostólica Evcmgelii Nuntiandi]. 8 de diciembre de 1975. En Austin Eiannery Olí
ecl., Vatican Uouncil H: More Post Llonciliar Documents. Northport, New York:
(¿osteíío Pubiishing (Jo., 1982.

Pío XI. Christian Edu catión of Huth | Educación cristiana de la juventud], Washington,
D.C.: National Catholic Mellare Conference, 1980.

Sheen, Msgr. Rev. Fulton. Lave, Marruige ana l 'hildren ¡rom the Pife I.s \Xbrth Living
senes [Vale la pena vivir]. New York: Dell Publishing Co., Inc., 1957.

lánquerey, .1! Adolphe, SS, DD. 1 he Spintual Lite: A Ireatise on Ascética!and Mystical
l'heology [Compendio de Teología mística y ascética], traducido por 11 Hermán
Brancieris, SS, DIlóurnai, Belgium: Society of St. John the Evangelist, Desdée
and Co. Puhli.sh.ers, c. 1930.

l’he Lije of leresa oiJesús: l'he. Autobiography of


leresa of Avila [p! Libro de la Vida: autobiografía de Sania 'leresa de Avila], ¡redu­
cido y editado por E. Allison. Peers. New York: Doubleday Image Books, 1991,

leresa de Avila, í he Interior Hastie in l'he Collected Abrks of St. ¡cresa of Avila,
Volume 2 [Las moradas], Iraducido por Rieran Kavanaugh, OCL.) y Otilio
Rodríguez, Ovil). Washington, D.C.: IOS Publications (Institute of Carmelite
Studies), 1980.
Se terminó de editar en Buenos Aires, Argentina,
el 16 de junio del año del Señor 2023
Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús
Holly Pierlot golpeó la mesa de la cocina con el puño y le gritó a su marido:
-“¡No puedo soportarlo más!”.
Estaba agobiada por la maternidad y el homeschooling. La casa estaba sucia
y la ropa sin lavar. Holly se sentía frustrada, desanimada y sola. No hallaba el
tiempo para acurrucarse y divertirse con sus cinco hijos o para salir con su es­
poso. Sí, amaba a Philip y amaba a Dios, pero había llegado al punto de envidiar
la libertad de Philip y casi nunca tenía tiempo para la oración.
Hoy, todo es mejor. Holly todavía hace homeschooling, pero la casa está más
limpia, logra hacer más cosas, y los niños están másfelices. Hay menos estrés, menos
conflictos y menos quehaceres pendientes. Holly recurrió a la sanación para curar
algunas heridas del pasado que generaban conflicto en su almayen su matrimonio.
Lo mejor de todo es que dedica al menos una hora por día a la oración y tiene
todas las tardes libres para estar con Philip.
Holly consiguió estos cambios gracias a lo que ella llama su Regla de vida para
una madre. Esta Regla es un modelo de vida que combina la sabiduría espiritual
del monasterio con la sabiduría práctica de las madres.
La Regla de Holly no es simplemente un horario más; es un medio para que
las madres cristianas respondan al llamado de Dios a la santidad. Con la ayuda
de tu propia regla, podrás dominar tu hogar, acercarte más a Dios, amar más a
tu esposo y educar a tus hijos como buenos cristianos. Holly te muestra cómo
hacerlo a través de la sabiduría y practicidad de estas páginas.
Si aplicas tu propia regla, transformarás la
maternidad y la carga que conlleva en la vo­
cación alegre que debe ser. Aprende de Holly
Pierlot cómo diseñar una regla apropiada para
tí y tu familia. Luego, utilízala para que Dios te
conduzca a tí, a tu esposo y a cada uno de tus
hijos al cielo.

IS N 978-987-88-9627-4

CLDp
9 789878 896274

También podría gustarte