Que Le Paso A Nuestro Amor - Horacio Bojorge
Que Le Paso A Nuestro Amor - Horacio Bojorge
Que Le Paso A Nuestro Amor - Horacio Bojorge
Horacio Bojorge
Respuestas divinas a preguntas humanas
El desarrollo del amor hacia sus más altas cotas y su más íntima
pureza conlleva el que ahora aspire a lo definitivo, y esto en un doble
sentido: en cuanto implica exclusividad —sólo esta persona—, y en el
sentido del “para siempre ”. El amor engloba la existencia entera y en
todas sus dimensiones, incluido también el tiempo. No podría ser de
otra manera, puesto que su promesa apunta a lo definitivo: el amor
tiende a la eternidad. Ciertamente, el amor es “éxtasis ”, pero no en el
sentido de arrebato momentáneo, sino como camino permanente,
como un salir del yo cerrado en sí mismo hacia su liberación en la
entrega de sí y, precisamente de este modo, hacia el reencuentro
consigo mismo, más aún, hacia el descubrimiento de Dios: “El que
pretenda guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda, la
recobrará”, dice Jesús
1. Presentación
♦
Presentación
Estimado lector:
El amor interesado a Dios no está del todo mal. 1 El amor a Dios debe
ser el amor que adolece de una mayor proporción de interés por parte de
sus creaturas. Pero a Él nuestro amor interesado, ¡por suerte!, no lo
desanima para amarnos siempre y desinteresadamente, como solamente
puede hacerlo Él.
Y como del Padre se habla poco y de recibir la vida del Padre se dice
poco o nada, publiqué un cuarto librito sobre la espiritualidad filial y los
principales desvíos con que el amor al mundo, aparta a los hijos del amor
al Padre y, por lo tanto, de la fuente de la vida: Vivir de cara al Padre.
Nacidos de nuevo y de lo Alto.5
2 1) En mi sed me dieron vinagre. La civilización de la acedia. Ensayo de Teología pastoral, Buenos Aires, Lumen, 1999. 2) Al que
siguió completándolo: Mujer: ¿Por qué lloras? Gozo y tristezas del creyente en la civilización de la acedia, Buenos Aires, Lumen,
1999.
3 El lazo se rompió y volamos. Vicios capitales y virtudes, Buenos Aires, Lumen, 2001.
Si hay un camino para levantar al hombre de la incapacidad de amar
como conviene, es el camino que señala el Hijo de Dios hecho hombre: el
camino del Hijo, que enseña a los hijos de Adán y Eva a convertirse en
hijos de Dios Padre, a imitación suya y siguiéndolo como discípulos por
el camino de la filialización que solamente es posible transitar en el
Espíritu Santo, don del Padre y del Hijo y Vida divina.
El primer libro sobre este tema fue La casa sobre roca. Noviazgo,
amistad matrimonial y educación de los hijos.
¿Por qué vemos suceder esto con tanta frecuencia? ¿Por qué tantos se
preguntan, en su corazón, “Qué le pasó a nuestro amor”, y no encuentran
respuesta? Porque no se conoce la Sabiduría revelada sobre la creación, la
caída y la elevación del amor humano.
Sí, mucha gente —sobre todo los adolescentes, los jóvenes, pero
también muchos mayores inmaduros— cree que nadie tiene que enseñarle
a amar porque ya sabe lo que es el amor. Cuando los seres humanos se
asoman a la vida, sienten en ellos esos movimientos nuevos y
desconocidos de la atracción de los unos por los otros, y ya piensan que
basta dejarse llevar por esos impulsos para amar.
7 Romanos 8, 26.
Por eso, el Espíritu Santo acude en nuestra ayuda con gemidos que no
se pueden expresar, los gemidos del Espíritu Filial que nos hace decir:
“Abba, Padre.”
Dios es un Fuego de Amor del que se desprenden llamas, que son las
que arden en el corazón de sus creaturas, que han sido creadas a imagen y
semejanza de esa hoguera del amor divino, siendo cada una de ellas como
una lengua de fuego, imagen y semejanza del amor divino.
Las aguas del océano no podrán anegar y engullir el amor. A pesar del
pecado original, hay un designio divino que va a salvar al amor de
desaparecer anegado por las aguas del mar. 7
El arte de amar
Que hay que aprender a amar se lo dice también, a quien no crea en
las Sagradas Escrituras, el psicólogo Erich Fromm en su libro El arte de
amar. Allí afirma precisamente que hay gente que piensa que le basta
guiarse por sus sentimientos espontáneos, dejarse llevar por ellos, sin
ningún control. Él responde: “¡No! Amar es un arte.” Por lo tanto, entra la
inteligencia en la configuración, la purificación y la dirección de los
sentimientos. Amar es una obra de arte de la inteligencia que exige
también un talento práctico, como el del artista. Amar es una obra de arte
de los esposos, que se va realizando durante toda la vida. Una obra de arte
que se ha de lograr en común. Amar es un arte y hay que aprenderlo; y no
todos los artistas son buenos. Hay artistas buenos, artistas malos y artistas
7 Lo cual no quiere decir que por el pecado no se puedan morir muchas de esas realidades divinas. Porque el hombre puede
apartarse del amor.
pésimos. ¡El arte de amar!
Martín Lutero
7) Para Martín Lutero, la naturaleza humana está corrompida total e
irremediablemente. El pecado original, realidad que Lutero admite,
corrompió según él la naturaleza humana tan radicalmente, que esa
naturaleza humana no puede ser restaurada. Ni Cristo, ni la Gracia, ni
los sacramentos logran remediarla. La Gracia cubre su corrupción con
la misericordia divina, pero no la sana.
8) Lutero, además, acepta solamente el sacramento del Bautismo y la
Eucaristía, y por lo tanto descarta que el Matrimonio sea un
sacramento. Para él, el matrimonio es una institución puramente
natural, de carácter civil. Por lo tanto, no hay una gracia propia de los
esposos, ni a estos se les reconoce la calidad de ministros de la gracia
recíprocamente, el uno para el otro, que ellos tienen según la fe
católica.
9) Por eso, ya en Lutero encontramos la raíz de la visión desacralizadora
del matrimonio. De Lutero y de Calvino derivan visiones pesimistas,
puritanas acerca del estado de la naturaleza humana, corrompida sin
remedio. El hombre no tiene más remedio que pecar. Peca inevita-
blemente. Y estas visiones pesimistas arrojan su sombra sobre la
concepción del varón y la mujer, y acerca de la naturaleza de la unión
conyugal, que de deterioro en deterioro, termina en la ideología de la
unión libre.
10) Según esta visión de moral fatalista, el hombre, que por un lado no
debe pecar, por otro lado no puede evitarlo y peca necesariamente. Está
preso en la cárcel de esta pena que lo hace necesariamente culpable.
11) En las doctrinas puritanas posteriores, se dice que uno tiene que tratar
por lo menos de no dar mal ejemplo. Se peca, pero que no se sepa.
Lutero llegó a decir: “Peca pero cree. Peca fuertemente y cree más
fuertemente.” El hombre no tiene más remedio que pecar, pero
entonces tiene que creer.
12) ¿Cuál es la consecuencia de estas doctrinas en el matrimonio? Si
por un lado, el matrimonio no es algo sagrado y, por otro, es
irremediable pecar, si es irremediable ser adúltero, si es irremediable
ser violento, si va a haber pecado en el matrimonio y no hay remedio
para ello, entonces, una de las consecuencias lógicas que deriva de
esta visión, y sobre todo de esta práctica, es el divorcio, tal como se
ha demostrado a lo largo de la historia, especialmente en los países
protestantes.
13) ¿Por qué surgió el divorcio primera y principalmente en los países
protestantes, mientras que fue resistido tenazmente en los países de
cultura católica? Porque aquéllos no tienen una visión sacra del
matrimonio; por ende, éste es un contrato puramente humano,
sometido a un desacuerdo inevitable, y por lo tanto rescindible. Si el
matrimonio es una institución puramente civil, también el Estado
puede disolver lo que los individuos pactan civilmente.
Jean Jacques Rousseau
14) El pensamiento de J. J. Rousseau es otra variante de estas visiones
que se apartan de la visión revelada. Rousseau sostiene que el
individuo, que no ha sido corrompido por el pecado original, nace
inocente y bueno. La naturaleza es pura en su comienzo. Pero es la
sociedad, el resto de los hombres, lo que luego corrompe al
individuo. Él niño cuando nace es bueno; los malos son los mayores.
Entonces, que el niño no se corrija ni se deje corregir.
15) De aquí surgen todas esas teorías o ideologías no directivas en
pedagogía y en psicología. Si la sociedad corrompe al individuo,
entonces la sociedad no tiene que influir sobre él; más vale que los
padres y los maestros lo dejen tranquilo, y respeten su inocencia y su
pureza, y no lo contaminen con doctrinas humanas. De acuerdo con
las psicologías y pedagogías permisivas, entonces, al niño no hay que
corregirlo sino dejarlo que siga su espontaneidad, porque él es bueno
y los mayores no tienen que arruinarlo.
16) Si yo soy bueno, pero me hacen malo los demás, esta visión parece
emparentarse, a través de los siglos, con la afirmación de Jean Paul
Sartre: el infierno son los demás.
17) En esta línea de pensadores que postula que el hombre es bueno
por naturaleza, es posible ubicar a León Tolstoi. Con razón se han
considerado como una descendencia espiritual del pensador ruso, a
los educadores socialistas y anarquistas. ¿Un representante típico?
Pablo Freire.8 En esa misma corriente podemos ubicar a los
permisivitas, como John Dewey. Estos educadores postulan que se ha
de dejar al niño una libertad absoluta.9
8 Véase el breve pero excelente análisis de Carlos Díaz: “Para una educación militante. (Más allá de la contradicción entre teoría
1
y práctica libertaria”, cap. 7, de su obra: ¿Tolerancia o apostasía? En el umbral del tercer milenio, Madrid, PPC, 995 (pp. 93-110).
9 De ahí viene la idea del maestro compañero y el papá amigo, que ha sido refutada así entre otros por J. R. Schmid: “La libertad
18) De ahí nace la siguiente convicción, hoy muy extendida, que se ha
convertido casi en opinión común: al niño, si los mayores lo
educamos, lo arruinamos. Detrás está el prejuicio anarquista que
confunde autoridad con autoritarismo.
19) ¿Cuáles son las consecuencias de esta visión para el matrimonio en
particular? La culpa la tiene el otro; el otro me hace malo. “Vos tenés
la culpa.” Es el ping-pong de la culpa y la culpabilización, la
acusación, como esquema casi de vinculación y de comportamiento.
Sigmund Freud
20) Sigmund Freud pertenece a una corriente de pensadores que,
apartándose de Rousseau, afirman francamente que la naturaleza
humana es buena, y el hombre no solamente no puede hacer nada
contra sus impulsos, sino que no debe reprimirlos para dejarse
conducir por ellos.
21) En mi exposición, naturalmente, simplifico estas doctrinas. Pero
cuando se divulgan también quedan simplificadas y funcionan así.
“No te reprimas”, “Hacé la tuya.”
22) De esta corriente proceden las inculpaciones contra la fe cristiana y
contra la Iglesia católica. La Iglesia, la religión católica “es
represora”. “No hay que reprimir los instintos.”“Hay que dejarse
llevar por los impulsos y las pasiones, y que ellos nos conduzcan.”
absoluta y la educación son dos nociones que se excluyen. En donde impera la libertad absoluta, la educación ha perdido sus
derechos, ya que la “libertad absoluta” no es otra cosa que la supre sión de la educación. La libertad absoluta es el fin por el que
lucha toda clase de educación, pero que está fuera de su alcance, ya que, a medida que se aproxima a alcanzar ese fin, la
educación misma desaparece” (El maestro compañero y la pedagogía libertaria, Barcelona, Fontanella, 1973, p. 233 (cit. por Carlos
Díaz en pp. 95-96).
Muchos psicólogos actuales tienen esa orientación.
23) Hay una íntima correlación entre esta doctrina que propone la
anarquía de las pasiones independizadas de la autoridad de la razón y
las doctrinas pedagógicas y políticas anarquistas antes mencionadas.
Rousseau y Freud están emparentados. Y ambos, a su vez,
emparentados con los pensadores epicúreos y hedonistas de todas las
épocas. Para unos, la felicidad y el bien del hombre es el bienestar y
para otros, el placer.
24) ¿Y cuáles llegan a ser las consecuencias para el matrimonio? El
libertinaje, la infidelidad. Se llega al intercambio de las parejas, que
estamos viendo que se introduce en la cultura. Yo me lo encontré con
gran sorpresa en los años sesenta cuando fui a estudiar teología a
Holanda. Me horroricé de lo que escuchaba. Pero ahora lo estamos
viendo acá. Se empieza por el amor libre y se termina por perder la
libertad para el amor verdadero que, entre otras cosas, es amor fiel.
8) Nos dice la Revelación, entonces, que esta herida del pecado original
es sanable. Cristo vino a sanarla y por eso dejó un sacramento, el
Matrimonio: para sanar las heridas del pecado y santificar a los
esposos. La sanación y la santidad son posibles cuando Dios está en
el medio, cuando los esposos se dejan enseñar por Dios a amarse
mutuamente, como dice el texto de Pablo a los Tesalonicenses. Hay
que dejarse enseñar por Dios a amarse mutuamente.
9) Por lo tanto, hay que vivir en gracia y hay que convertirse en lo que
Dios quiere que sean los esposos: ministros de su amor el uno para el
otro. Luego nos referiremos en detalle a este glorioso remedio del
sacramento y veremos cuán sagrado es.
10) Esta doctrina revelada acerca del amor humano, del amor esponsal
se encuentra en varios pasajes de la Sagrada Escritura pero
fundamentalmente en el primer, segundo y tercer capítulo del
Génesis, donde Dios dice que creó al hombre a su imagen y
semejanza —varón y mujer los creó—; sigue luego el relato de la
caída de ambos en el pecado original y las penas como consecuencia
de ese pecado que heredan todos sus descendientes.
Los relatos del Génesis no son cuentitos, proyectan luz
de sabiduría divina sobre la condición humana
12) El relato de origen, llamémosle el epos,2 o el gran poema épico de
los orígenes del hombre, es un relato de la obra divina, de la epopeya
divina, de las obras de Dios. Ese epos, relato del origen, revela la
Sabiduría para la vida, a la que podemos llamar el etos, el
comportamiento humano.
13) Los relatos del origen iluminan la vida de hoy. Y si esos relatos del
origen no nos dicen nada, si nos resultan oscuros, nuestra vida de hoy
también queda a oscuras. En cambio, si esos relatos se hacen
luminosos, con su luz iluminan nuestra vida. Vale la pena que
pidamos la Luz del Espíritu Santo para comprender estos relatos de
los primeros capítulos del libro del Génesis, esas revelaciones divinas
acerca de nuestra naturaleza, porque van a iluminar nuestra biografía,
van a arrojar luz sobre nuestra vida actual y sobre nuestra historia
personal.
14) Por eso, es importante considerar el matrimonio en el principio.
Cómo comenzó el matrimonio según el designio de Dios. Qué les
pasó a los primeros esposos por el primer pecado original. 3
a) El matrimonio en el principio;
b) El matrimonio bajo el pecado;
c) El matrimonio bajo la Antigua Ley, en la que Dios se hace pariente
de su pueblo elegido para santificarlo;
d) El matrimonio bajo la Nueva Ley de Gracia, en la que Dios
hace a los hombres hijos, parientes de Dios, mediante el sacramento
grande del Matrimonio.
10 Catecismo de la Iglesia católica, N.° 1601-1617. Recomendamos encarecidamente su atenta lectura y meditación. La meditación
es un ejercicio que fortalece la razón, y lo hace para gobernar las pasiones.
Varón y mujer en el principio
El hombre: cuerpo y alma, materia y espíritu
1) Dios creó a Adán de materia y espíritu. Es un ser material y espiritual
a la vez.
11 Apetito concupiscible se llama a la potencia del alma que desea y disfruta de los bienes presentes.
12 Apetito irascible se llama a la potencia del alma que la hace capaz de esforzarse por alcanzar el bien ausente, arduo o futuro.
Por ejemplo, el del estudiante que se fatiga estudiando por alcanzar el saber, el título, la profesión y todos los bienes que derivan
de ello.
13 Los instintos no están en la creatura humana de la misma manera que lo están en el animal, en el que no existe razón que los
gobierne ni libre albedrío. En el hombre, la instintividad debe estar sujeta a la razón. En el animal, el principio di rectivo es el
instinto. En el hombre, es un principio que debe ser dirigido por las potencias espirituales.
Ni animal ni ángel, pero con algo de los dos
10) El hombre, sin embargo, no es una mera suma de animal y de
espíritu. En él lo animal está como espiritualizado, asumido,
humanizado; lo animal es humano. Y lo espiritual tampoco es
puramente angélico; lo espiritual también en él está humanizado.
Diríamos que el ser humano es animal al modo humano y angélico al
modo humano. Nos estamos siempre refiriendo al ser humano en el
principio, antes del pecado original y sus consecuencias.
11) Estamos hablando del hombre en la creación, en el principio. Los
instintos de Adán obedecen a la razón y a la voluntad; son dirigidos
por ellas. Su inteligencia conoce el bien sin errores ni ignorancia. Su
voluntad elige el bien sin malicia. Su apetito concupiscible es
templado y usa de los bienes tanto cuanto y su apetito irascible le da
fortaleza, le da esperanza de alcanzar el bien arduo, lo hace paciente
ante lo adverso, lo hace constante para lograr el bien ausente.
12) Sus apetitos instintivos, por ejemplo el apetito de alimentarse o el
apetito sexual, están sometidos a la razón.
Hagamos al hombre
13) En el primer capítulo del libro del Génesis, el autor del relato de la
14 No quiere decir que, a consecuencia de poder adherirse al bien libremente, no pueda también no adherirse a él, pero el pecar
no es la finalidad de la libertad sino una consecuencia lamentable de la libertad.
creación hace una diferencia entre lo que Dios dice cuando va
creando cada creatura y lo que dice cuando crea al hombre. Mientras
crea las creaturas anteriores al hombre, Dios va diciendo:
“Hágase...”, “Hágase la luz.” Pero cuando llega al hombre, dice:
“Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza.” “Hagamos al
hombre.”
14) Este “hagamos” revela el consejo de las tres Divinas Personas para
hacer al hombre a su imagen y semejanza. Varón y mujer los creó.
Por lo tanto, persona y comunidad de personas. Y ahí ya tenemos el
origen divino de la familia. La familia es de origen divino porque es
una imagen del Dios Trino.
15) Cuando desaparece de una cultura la perspectiva del Dios Trino se
debilita y hasta se esfuma también la familia. Ya no se comprende el
arquetipo divino de la familia sobre la tierra ni la naturaleza mística,
sagrada, sacra de las relaciones entre las personas.
15 Un huerto cerrado, que eso significa la palabra hebrea Ganan; el Gan Edén, un jardín cercado y delicioso.
21) Nos dice también la Escritura que Dios puso a Adán a cultivar el
jardín del Paraíso. Adán tiene, pues, desde el principio una relación
con la tierra, con la creación. Dios le encarga el jardín. El jardín no es
suyo. Lo cultiva por encargo de Dios.
17 Gertrudis von Le Fort, La Mujer eterna, Madrid, Patmos, 1965, pág. 26.
El Dios Pariente: el Suegro de Adán, el Padre de Eva
40) Pero la reunificación solo puede ser en adelante libre y voluntaria.
Ya hicimos notar que Eva es dada a Adán por Dios. Y esto funda, en
el principio, una vinculación religiosa del hombre con Dios que es a
la vez del tipo de las relaciones de parentesco político. Voy a
detenerme en esto un momento. Normalmente los jóvenes encuentran
a su novia en otra familia y es un suegro o un cuñado el que les cede
una hija o una hermana como esposa. Se crea así un vínculo de
alianza también entre el suegro y el yerno, entre la suegra y la nuera.
Se crea lo que llamamos parentescos políticos, de alianza.
41) Pero el autor sagrado se pregunta: “Bueno, ¿y cuando no había otro
hombre para que Adán recibiera su mujer de otro hombre?” La recibe
de Dios. De nuevo: el vínculo religioso es anterior al vínculo social y
de parentesco. Pero ahora, con la creación de la mujer, el vínculo reli-
gioso entre Dios y Adán se refuerza con una relación de parentesco.
42) Podríamos decir que Dios es el divino Suegro de Adán porque le da la
esposa. Y por lo tanto, ya el primer matrimonio es una realidad sacra,
una realidad santa en la que Dios está en el medio, creando y uniendo.
“Lo que Dios ha unido, el hombre no lo separe.” Ahí ya aparece esa
frase. La obra es de Dios. El amor humano es una obra divina. Hay una
revelación de la santidad del amor que va a culminar en la revelación,
en el Nuevo Testamento, de la sacralidad del amor.
18 1.a Tesalonicenses 4, 9.
para que la simplicidad del alma del varón no sea un motivo de
escándalo para ella, que aprenda también a amar a alguien que no
tiene una complejidad de alma tan grande y al cual tiene que
enseñarle a escuchar su alma y a no aburrirse con lo que ella le dice.
5) Ella tiene que educar el oído del novio y el oído del esposo para que
sean un espejo acogedor de su imagen interior de mujer. Porque la
mujer necesita un oído de novio y un oído de esposo que escuchen su
alma. El varón que la ama es como un espejo donde ella se puede
mirar, con tal que se reconozca en la imagen que un varón de corazón
limpio le puede devolver. Y así como ella no puede arreglarse sin
tener un espejo delante, tampoco puede acomodar su alma sin mirarse
en el espejo del oído de su esposo: necesita que su esposo la refleje
para conocer su imagen interior; necesita verse en la comprensión de
su esposo. Y el esposo tiene que ser acogedor de esa necesidad de
mirarse a sí misma, porque si no, ella no se entiende.
6) Después del pecado original, esto sería imposible —y lo es—, sin la
ayuda de la gracia sanante y santificante. Sin santidad de alma, o de
espaldas a la profundidad del misterio de su alma, la mujer ya no se
busca a sí misma en su profundidad velada, entregándose al esposo y
a los demás, sino que se muestra a sí misma en su exterioridad
visible. Y mirándose solamente a sí misma, despersonaliza al varón
como espejo y lo hace prescindible.
7) Pero queda en pie que, aunque es mucho más profunda que Adán,
sin embargo ella necesita del espejo de Adán para mirarse en él. Me
comentaba un amigo que el padre siempre le decía: “M'hijo, a la
mujer no se la puede entender. Hay que atenderla y complacerla.”
¿Un poco pesimista? No. Creo que expresa la experiencia de alguien
que ha comprobado el hecho que estamos exponiendo. Cuando
ambos esposos son santos es cuando se puede lograr algo de la
bienaventuranza del principio, que el pecado original arruinó. Un
esposo santo no solamente logrará atenderla y complacerla, sino
también entender mucho, no todo, del misterio de su esposa santa.
8) Aún hoy, y aun entre esposos que no son santos, en el fondo, ella
siempre aspira a tener en el esposo un oído que escuche. Pero es
verdad que la mujer tiene una profundidad de misterio que nunca se
llega a calar del todo. Como dice Gertrudis von Le Fort: “Sólo Dios
puede levantar el velo bajo el cual Él mismo ocultó a la mujer.” 2
9) De modo que el Señor pone a Eva como la auxiliadora para
Adán en vistas a que llegue a ser un ser social, que tenga hijos, que
tenga una familia, una casa, una ciudad. ¡Es importante esto! Porque,
en el designio de Dios, Eva es para Adán, no Adán para Eva. Esto a
las feministas las pone mal. No sé por qué, dado que, como hemos di-
cho más arriba, siempre Dios pone lo más noble, lo más perfecto y lo
más fuerte al servicio de lo menos perfecto, lo menos noble y lo más
débil. Así Eva, que es más compleja espiritualmente, más rica, más
espiritual, es puesta al servicio de Adán. También mi Ángel de la
Guarda, que es mucho más digno que yo, como naturaleza pura, es
puesto a mi servicio. Y precisamente una de las causas de la rebeldía
de Satanás que explican los Santos Padres es “No serviré”, porque no
quiere servir al Verbo Encarnado, no quiere servir a Cristo. En la
Carta a los Hebreos, dice que a Él le fueron sometidos todos los
ángeles.3 Es esa la sumisión que rechaza Satanás. Y me parece que
es el engaño de cierto feminismo, una especie de soberbia por la que
la mujer no quiere servir.
La tentación
11) Pero viene Satanás en forma de serpiente y habla con Eva. Yo
pienso que a Adán la serpiente lo mira con desprecio, como diciendo:
“Ese bicho hecho del barro.” Con el jardinero ni se molesta en hablar;
tiene las manos llenas de tierra, plantar el jardín. En cambio, en Eva en-
cuentra un interlocutor válido. Pero, a la vez, un enemigo en potencia al
que conviene convertir en vasallo y aliado contra Dios. Convertir a Eva
en rebelde como el demonio es la forma demoníaca de oponerse a Dios
en la intención de su obra. Pero es también envenenar las fuentes de la
vida en la humanidad.
12) Porque Dios se la dio a Adán como compañera, como amiga: “No
es bueno que Adán esté solo. Le voy a dar una ayuda semejante a él.”
Semejante a él. Dios ya era una ayuda para Adán desde el principio,
porque como vimos Adán era un ser religioso antes de ser un ser social;
antes de recibir a su esposa, él ya estaba en relación con Dios. El
carácter religioso del varón es anterior a su carácter social. Es cierto que
es un ser social, pero es ante todo un ser religioso.
13) Aunque también es cierto que, a consecuencia del pecado original, el
hombre puede tomarse a sí mismo por Dios. Puede ser un ser religioso
que se idolatra a sí mismo. La idolatría es la corrupción de lo religioso y
la adoración de sí mismo. Es lo que hace el hombre de hoy, que se
adora a sí mismo y considera que él puede prescindir de Dios, pero en
el fondo sustituye a Dios. No es irreligioso, es idólatra. No puede dejar
de ser religioso.
14) Cuando Adán recibe a Eva como compañera, ya tenía a Dios como
el primer vínculo. Más todavía, después que Dios le da a Eva, lo tiene a
Dios como el “suegro”. Entra en parentesco político con Dios.
15) Adán le debe a Dios su mujer; pero después de que Eva peca y le
da de comer, Adán, por amor a su mujer, desobedece a Dios. Ahí están
el desorden y el pecado propios de Adán: el haber preferido a su mujer
a Dios, siendo que su mujer era un don de Dios. Se quedó con
La desobediencia
21) Volvamos a cuando la serpiente le promete a Eva un bien, pero se lo
propone por el camino de la desobediencia. Es fuente de culpa el mal
uso de la voluntad que hace Eva, pues la usa para desobedecer y no
para obedecer. La voluntad nos está dada para obedecer con mérito.
Las estrellas obedecen pero no pueden desobedecer: están en su
órbita. Los árboles obedecen las leyes naturales pero no tienen
libertad para crecer para abajo si quieren: están determinados a crecer
para arriba. En la creatura humana, la voluntad no está determinada, y
ahí está precisamente su mérito. La voluntad es meritoria cundo se
mueve por amor: adherirse a la voluntad del que ama. En este caso
Dios, el Creador, el Padre, el Suegro divino.
22) Pero la consecuencia de poder obedecer libremente es que se puede
desobedecer, y eso es lo que hace Eva. Y cuando uno usa su voluntad
contra la voluntad divina, entonces voluntariamente incurre en culpa.
Culpa es precisamente usar la voluntad para elegir el mal en vez de
usarla para abrazar el bien al que está destinada. Es un hecho de
experiencia: podemos hacer el mal sabiendo que está mal. Yo sé que
está mal y sin embargo lo hago.
Las resume muy bien Santo Tomás de Aquino cuando dice: “Por la
justicia original, la razón controlaba perfectamente las fuerzas
inferiores del alma; y la razón misma, sujeta a Dios, se
perfeccionaba. Pero esta justicia original nos fue arrebatada por el
pecado del primer padre... Y por ello todas las fuerzas del alma
quedan como destituidas de su propio orden, por el que se ordenan
naturalmente a la virtud. Esa destitución se llama herida de la
naturaleza.”
De modo que:
3) Y concluye: “Así, pues, éstas son las cuatro heridas infligidas a toda
la naturaleza humana por el pecado del primer padre. Mas, puesto que
la inclinación al bien de la virtud disminuye en cada uno por el
pecado actual, como es claro que éstas son también cuatro heridas
que se agravan por los pecados personales: a saber, en cuanto que por
el pecado la razón se embota, especialmente en las cosas que
debemos practicar; y la voluntad se endurece respecto del bien; y
aumenta la dificultad de obrar bien; y la concupiscencia se enciende
más.”25
tad para hacer el mal. Culpable es el hombre por hacer el mal voluntariamente.
impiden.”26
27 Otra consecuencia del pecado original es que los apetitos instintivos y los apetitos del
alma no obedecen a la razón. Dice san Agustín que la consecuencia de haber
6 Sabiduría 2, 10-20.
7 Sabiduría 2, 21-22.
8 Romanos 1, 18-21.
12) Por haber desobedecido a Dios, ahora le desobedecen sus propios
impulsos instintivos o anímicos: gula, lujuria, avaricia, vanidad,
soberbia, ira, miedo y tristeza por la frustración de los deseos. Es
decir, los vicios capitales. A las pasiones les corresponden, por su
desorden, estos vicios.
13)Es decir que, como dijo san Agustín, por haber desobedecido la
creatura humana a Dios, ahora le va a suceder que él va a ser
desobedecido por una parte de sí mismo. Va a perder el autodominio.
Se paga desobediencia con desobediencia. Y en particular va a ser la
desobediencia de sus propias pasiones a su razón. Sus mismas pasio-
nes no le van a obedecer.
14) Por eso san Pablo dice que hay una ley interior en nuestros
miembros que hace que hagamos el mal que no queremos y no
hagamos el bien que queremos, que nos sintamos impotentes para
dominarnos a nosotros mismos.10 Y que el desconocimiento del
Creador hace que el hombre quede a merced de pasiones infames. 11
15) Esta pena o herida consiste pues en el desorden de las pasiones que
no obedecen a la razón. Por lo tanto, siendo un ser racional obramos
como irracionales. El hombre puede llegar a comportarse como
animal. A consecuencia del pecado original, puede perder la
condición racional y espiritual. Por eso, el profeta Daniel ve surgir
del fondo del mar a las naciones de este mundo en forma de
animales.12 ¡Claro! Vienen de la enemistad con Dios, y tienen forma
de animal porque han perdido lo que los configura como hombres,
que es su razón y su capacidad de relación con Dios. Al Hombre, en
cambio, Daniel lo ve bajar de las nubes, del Trono del Anciano. 13
Éste sí tiene figura humana.
14
16) Jesús siempre se atribuyó a sí mismo el título de Hijo del Hombre.
¡Él es el Hombre! El nuevo Adán que ha recobrado su figura humana,
su imagen y semejanza con Dios. Sólo si vivimos de acuerdo a la
Voluntad del Padre, obedeciendo, recobramos el poder de nuestra ra-
zón. El amor filial nos hace recuperar el poder de nuestra razón sobre
nuestros instintos. ¡Y no hay otro camino en que se sane la pena del
pecado original que el vivir como hijos; la fe en Jesús, en el Hijo del
Hombre! Él nos saca del fondo del mar, donde estábamos por el
pecado y donde, desfigurados, teníamos aspecto de animales.
17) En cuanto a la cuarta bestia, no es ninguno de los animales
conocidos, pero tiene aspecto de una serpiente o dragón de muchas
cabezas, que dice grandes cosas, pero grandes cosas perversas,
grandes mentiras. Es la perversión de lo más noble que tiene el
hombre y lo hace semejante al Verbo o Palabra de Dios. La bestia
habla, pero pervierte el logos. Lo convierte en propaganda de las
ideologías inhumanas del padre de la mentira, que es Satanás, que
nos está atronando por todos lados con falsos pastores y maestros. El
logos divino dice la verdad. La bestia habla para mentir. Los hijos de
Adán y Eva, quedamos inclinados a la mentira y a convertirnos en
hijos de la serpiente, homicida y mentirosa desde el principio y padre
de la mentira.
20) Estas son las consecuencias del pecado original que santo Tomás,
siguiendo a Beda, llama “las cuatro potencias del alma”. Esas cuatro
potencias del alma a las que santo Tomás se refiere aquí son:
23) Por eso, para hacer posible la prudencia y la justicia, deben ser
gobernados los apetitos sensitivos por las potencias espirituales:
inteligencia y voluntad. Y este gobierno se realiza por la templanza y
la fortaleza.
24) Estas son las penas o consecuencias del pecado original comunes al
varón y a la mujer. Las cuatro heridas infligidas a toda la naturaleza
humana por el pecado de nuestros primeros padres.
25) Pero, además de esta herida inicial, el varón y la mujer sufren las
penas que derivan de sus pecados personales y de sus culpas propias. La
inclinación al bien de la virtud disminuye en cada uno, aún más por el
pecado actual. No se trata ya sólo de la carga del pecado original. Ella es
motivo de pecados personales míos que aumentan y agravan las
consecuencias del pecado original. Aumentan mi ignorancia. Aumentan
mi imprudencia. Soy capaz de mayor injusticia. Tengo menos continencia
frente a los bienes que se me ofrecen y me adicciono inmoderadamente y
hasta con daño propio. Soy más cobarde y más impaciente. Mi razón se
embota, especialmente en saber qué es lo que debo hacer. Mi voluntad se
endurece respecto del bien y de darle a cada uno lo que le corresponde.
Empiezo a hacer discreción de personas y a ser injusto con unos para
ganarme a otros. Todas esas son consecuencias del pecado original,
agravadas por las penas de los pecados personales.
La pena de la serpiente
3) Lo primero que hace Dios es encarar a la serpiente: “Por lo que has
hecho te arrastrarás sobre tu vientre y Yo pondré enemistad entre ti y
la mujer, entre tu descendencia y la suya.”28 Esa pena que le declara
Dios a Satanás tiene consecuencias para la mujer de todos los tiem-
pos, y para los hijos de Eva de todos los tiempos. Porque la
enemistad que Satanás va a tener con la mujer, enemistad que se
extiende a la descendencia de ambos, tendrá sus consecuencias
permanentes: tanto en la antigüedad como cuando venga María.
Cuando comience la nueva descendencia de la mujer a través del Hijo
de María, la nueva raza de los hijos de Dios va a padecer la
enemistad de la raza de la serpiente. San Juan vio una prefiguración
de este misterio en el relato de Caín y Abel. 4
28 Lo primero que hace Dios es encarar a la serpiente: “Por lo que has hecho te
arrastrarás sobre tu vientre y Yo pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu
descen-
1 Pueden leerse en Génesis 3, 16-19.
2 Repito, una vez más, la importante distinción entre culpa y pena: culpa es el mal que yo hago voluntariamente; pero
el mal que yo hago voluntariamente va a tener consecuencias involuntarias, y ésas son las penas. Si hoy me complazco en el mal
(culpa), mañana tendré que sufrir otros males (penas). El mal que hago voluntariamente es la culpa; las consecuencias
involuntarias que voy a sufrir a consecuencia de mi culpa son las penas.
serpiente. Es una palabra misteriosa. ¿Satanás tiene hijos? La respuesta
hay que buscarla en las palabras de Jesús, cuando se refiere a los
incrédulos como raza de víboras, y afirma: “Vuestro padre es el diablo”
(Juan 8, 44).
4 “Éste es el mensaje que oísteis desde el principio: que nos amemos
unos a otros. No como Caín, que, al ser del Maligno, mató a su hermano.
Y ¿por qué le mató? Porque sus obras eran malas, mientras que las de su
hermano eran justas. No os extrañéis, hermanos, si el mundo os aborrece”
(1.a Juan 3,11-15).
31 Pero dejando de lado los efectos negativos para la mujer de la enemistad y el odio
jurado que le tiene Satanás, vengamos las penas que el Señor le manifiesta en el tri-
bunal. ¿Cuáles son las penas que se le anuncian a la mujer? Son de carácter interior,
del espíritu, del afecto, del amor. Como ella tenía una destinación espiritual, es ahí
donde reside la pena. Además de la enemistad con Satanás, que es una lucha
continua, la mujer tiene dos penas que corresponden a cada uno de sus dos más
grandes amores, y a sus dos misiones divinas: Madre, en primer lugar; esposa, en
segundo lugar: “A la mujer le dijo: 'Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embara-
zos: con dolor parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu de-
gana como enemiga.
10) Pero, ¿por qué? ¿Qué es lo que busca Satanás al tentar a la mujer?
Es deshacer la obra de Dios. No es contra el hombre; ¡es contra Dios!
¿Amiga te quiso dar Dios? Yo te la voy a poner de enemigo.
¿Ayuda? ¡Ya vas a ver! Si fuera él poderoso, la humanidad ya se
hubiera terminado. Pero predomina la acción de la gracia. El mal no
es más fuerte que el bien. Y entonces, aunque a veces el enemigo
logre hacer de la auxiliadora una arruinadora, como rémora
destructora del varón, eso no puede ser la ley general. ¡Pero pasa! ¡Y
cuántas veces!
Tentaciones frecuentes
18) A veces también ocurre que, cuando la mujer se vuelve religiosa, el
esposo se pone celoso de Dios y aparece un conflicto, pareciendo que
hablaran en lenguas diferentes. Porque estamos en una cultura que ya
no es la cultura católica del matrimonio. La cultura católica restauraba
la inocencia primera. La actual incita al varón a la lujuria durante el
noviazgo y en el matrimonio. Los convierte a menudo desde novios en
varones lujuriosos, a veces en verdaderos obsesivos sexuales. Y siguen
siéndolo en el matrimonio. Adictos que no quieren ser sanados por la
gracia. No se dan cuenta de que su lujuria los destruye a ellos también y
que los va incapacitando cada vez más para la relación con Dios, que
tendría que ser la prioritaria para un hijo de Adán. Es un hombre no
religioso: un anti-Adán. Son hijos del Adán que prefirió su mujer a
Dios. Hay que orar mucho.
19) Las jóvenes deben aprender que tienen que ayudar a su novio y
exigirles la castidad, porque ellas tienen el poder de exigir la castidad.
Si el novio la quiere verdaderamente, ella debe ser su amor, no para
condescender con su lujuria, sino para exigirle la castidad. De esa ma-
nera, lo va a llevar hacia el Señor. Con un varón lujurioso está siempre
el peligro de que otra mujer se lo lleve por su lujuria. Y por supuesto
que el varón lujurioso se pone celoso de la religiosidad de la esposa. Lo
que pasa es que no hay que provocar los celos. Ella debe ser muy
prudente, muy discreta, sin ceder sus derechos religiosos. A veces la
mujer no se da cuenta, pero se dedica demasiado a su parroquia y es
verdad que el marido la necesita, aunque sea un pecador.
20) Y a veces sucede también que los padres descuidan a sus hijos y la
vida de familia por alguna actividad apostólica. Y los hijos después
dicen: “Nuestros padres estaban siempre en la Iglesia; a nosotros no nos
atendían.” Cuando Satanás no nos puede hacer pecar, trata de que
exageremos en la virtud. Cuando no nos puede frenar ni torcer la
dirección, pisa el acelerador. Entonces uno quiere salvar el mundo y
resulta que pierde su familia.
21) La esposa debe rezar por el esposo, acompañarlo. Y él debe darse
cuenta de que, cuando la esposa se acerca a Dios, es mejor esposa.
Ella no debe descuidarlo. Que él no se sienta descuidado, aunque a
veces los celos son irracionales.
22) Para la mujer, la casa es fundamental. Se ha dicho, a mi parecer
con mucha razón, que el varón quiere tener una casa para tener una
mujer, y la mujer quiere tener un esposo para tener una casa. Es una
disimetría de las prioridades.
23) El corazón es también el lugar de la lucha de la mujer contra la
serpiente. Satanás lucha en el corazón de la mujer, muchas veces, a
través de las revistas femeninas, para tratar de destruir al varón por
medio de ella. Yo veo cada vez más casos en que la mujer se cansa
del marido y lo echa de la casa. No tiene más necesidad de él, le
molesta, ¡que se vaya!
Esto que al principio sucede con Eva vemos que pasa frecuentemente
a nuestro alrededor.
Este relato del origen nos ilumina acerca del sentido de este hecho
que tantas veces presenciamos, no comprendíamos cómo era posible
ni por qué sucedía. El enemigo procurará, por todos los medios,
convertir el amor primero en acedia, menosprecio, despecho,
rivalidad, rencor, odio. Logrará así, muchas veces, convertir a la
amiga y auxiliadora en agente del espíritu destructor. Hay que estar
atento a esta tentación. Porque además, a medida que la mujer conoce
más al varón, más conoce sus limitaciones. ¡Si es un ser pecador!
¿Cómo no lo va a conocer? ¡Pero más despreciable puede hacerse a
sus ojos! El Demonio no necesita inventar nada para ponerla contra el
marido. Basta que la envenene. Con razón se ha dicho: “¡No te
pongas de enemigo a tu mujer!” Aunque la enemistad de cualquier
mujer es muy temible, la de la esposa es la peor.
33) Pero esto, que puede suceder en uno que otro hogar, puede ir
convirtiéndose en cultura. Cuando la animosidad de la mujer contra
el varón se hace conducta y pauta de comportamiento en una cultura,
entonces la mujer puede llegar a anular la figura del varón, como
esposo y padre.
Ira
55) Con relación a la ira, por ejemplo, si bien los dos se enojan por una
frustración del deseo o por un mal presente, el varón lo hace tipo
perro y la mujer, tipo demonio. Cuando el varón se enoja, pierde la
razón, pierde la cabeza; actúa irracionalmente, patea, golpea, tira un
plato, las hijas se aterran, la mujer se disgusta sin entender por qué él
perdió su dignidad de ser racional. A la mujer, en cambio, cuando se
enoja se le agudiza la inteligencia; pareciera que piensa mejor lo que
va a decir para lastimar más; es una ira fría y racional. Cuanto más se
enoja él, más serena se pone ella y mejor piensa lo que le va a decir.
En Entre Ríos hay un refrán que dice: “Afilado como lengua de
china”, que corta (“china” se le dice a la mujer). La de la mujer es una
ira más espiritual, y la del varón más animal. Esto también puede pa-
sarle al varón así como la mujer también puede agarrarse a los
arañazos y tirarse de los pelos. Pero lo más propio es esto: que el
varón pierda la cabeza por la ira o por la lujuria y que a la mujer se le
agudice su inteligencia. Una mujer va con un ojo negro ante el juez,
pero éste no escucha la grabación de lo que ella dijo; habría que ver
qué dijo para que le pusieran el ojo así, pero la grabación no está.
Sexualidad
56) Algo parecido ocurre con la sexualidad, que es tan importante
como manifestación del amor y dentro del marco del amor. En el
varón, la pasión sexual desordenada es mucho más evidente, porque
él cae hacia el polo animal en todos los desórdenes instintivos, se
deshumaniza, se deja llevar por el instinto sexual como un animal, se
desconecta, se despersonaliza, se hace incapaz de vivir su sexualidad
de manera integrada con su capacidad de amar, pierde la capacidad de
manifestar su amor y de mantener una relación amorosa. Hay como
una especie de eclipse de la conciencia y de la capacidad
interpersonal.
57) No así en la mujer, donde la sexualidad expresa su amor, su
personalidad y su capacidad de entrega y de ternura, la manifiesta a ella
misma como persona en su capacidad de amar, su entrega amorosa. La
lujuria, es decir, el desorden de la sexualidad, se expresa en la mujer
más bien como instrumentación calculada de la sexualidad separada del
amor, pero no por sí misma como en el varón. Es decir que, si hay en la
mujer una corrupción de la sexualidad, puede venir por la manipulación
de la sexualidad al servicio de su posesividad amorosa o, en el caso de
la prostitución por ejemplo, al servicio de la codicia, para ganar dinero,
o también para tratar de conquistar el amor de un varón; aunque es un
mal camino porque precisamente así no se conquista a un varón, sino
que se lo hunde en su polo instintivo.
58) En la mujer, la sexualidad está armónicamente integrada, mientras
que en el varón hay como un hachazo del pecado en que
involuntariamente, por la pena del pecado original, cae hacia el polo
instintivo y tiene que luchar contra eso con la gracia. Por eso, el varón
tiene que trabajar mucho la virtud contraria a la lujuria, que es la
castidad, y debe ser ayudado por la novia y luego la esposa, para que
logre el dominio casto de sí mismo, no sólo para el bien del varón sino
también para la felicidad de la esposa.
59) Ésta es la razón por la cual, si hay relaciones prematrimoniales,
como no se ha fortalecido todavía suficientemente el marco de la
amistad, si se da un ejercicio de la sexualidad temprano antes de que se
haya creado un marco fuerte de amistad no erotizada, se produce un de-
sinflamiento o un impedimento en el crecimiento de la amistad en el
noviazgo.
60) El noviazgo es la escuela de la amistad matrimonial: el varón debe
ser enseñado por la novia a dominar su sexualidad. Si no, al poco
tiempo no pensará en ella sino en el cuerpo de ella. Será un encuentro
en el que cada vez se va a ir haciendo menos fuerte el vínculo amistoso
y más fuerte el pasional, a costa del amistoso.
61) De ahí vienen muchas veces las crisis de la relación de noviazgo y más
tarde en el matrimonio. La novia o la esposa no se explican por qué la
infidelidad del varón. Lo que asegura la fidelidad es la amistad, no la
sexualidad. En el confesionario muchas veces he dicho a las chicas que
dicen que han tenido relaciones sexuales con sus novios: “No sabés el
mal que le hiciste”, “Le pusiste el collarcito y ahora cualquiera le pone
la cadena”, “Cebaste al tigre con carne.” Y muchas lo reconocían.
62) Después, la mujer se asombra de que haya infidelidad en el varón,
pero no se da cuenta de que ella misma no lo ayudó a ser dueño de sí
mismo y de su sexualidad creando el marco de una amistad casta.
Muchas piensan que tener relaciones sexuales es una manera de
“agarrarlo” cuando en realidad lo sumen en una indiferenciación
afectiva y puede ser atraído por todas o cualquiera. El varón es
potencialmente polígamo. Si la mujer no lo “ata” por una amistad, es
como el fuego fuera de la hornalla.
63) Por ignorar estas cosas tan sencillas estamos viendo una catástrofe.
Es necesario que se entiendan estas diferencias entre el varón y la mujer
y se enseñen a los hijos, ya desde niños, antes de que despierten las
pasiones. Es muy importante cultivar una amistad fuerte en el noviazgo,
que debe seguir cultivándose en el matrimonio porque la esposa tiene
que seguir ayudando al esposo. Por eso, el matrimonio es un ministerio
entre bautizados. ¡Qué hermoso ministerio! Un ministerio de sanación.
Un ministerio de enseñanza. Un ministerio de pastoreo. Un ministerio
de santificación.
64) La ignorancia de las diferencias que hay entre el modo de
herir los vicios capitales al varón y a la mujer produce un
malentendido entre ambos. Hay un libro del siglo XIV del Arcipreste
de Talavera, Enrique Martínez de Toledo, que se llama El corbacho,
que en español antiguo significa látigo, el latiguillo, porque fustiga
los pecados y los vicios capitales. Él pone como vicio capital de la
mujer la avaricia y como vicio capital del varón, la lujuria. La
avaricia está conectada en la mujer principalmente con su deseo de
seguridad. Sobre todo, la mujer se mueve hacia la avaricia cuando no
encuentra la seguridad en el varón que tiene al lado; cuando ella se
siente desprotegida del amor que debería protegerla, se mueve para
buscar su seguridad en el dinero. Por eso, cuando hace crisis un
matrimonio, si lleva al divorcio van a observar ustedes que la pelea es
por los bienes, porque ella pierde la seguridad que le da el amor y en-
tonces necesita la que le da el dinero. Pero eso es una corrupción del
alma de la mujer.
6) Para eso hizo del matrimonio —que por su origen creado era santo y
por el pecado se había visto menoscabado y deteriorado— algo más
que santo. Hizo algo sagrado. Un sacramento de sanación y
santificación a la vez, por medio del cual los hijos de Dios pudieran
divinizarse a través de su mismo amor esponsal, recibido como un
don divino y vivido divinamente.
7) Si en el Antiguo Testamento Dios es miembro de la familia santa,
porque es como el Dios pariente de la familia del Antiguo
Testamento; ahora, por el matrimonio, los esposos bautizados, que
han sido introducidos en la vida divina por el Bautismo, son
introducidos en el Nosotros Divino, y por eso el Sacramento es
sagrado, no sólo santo sino sagrado. Introduce a los bautizados a
través del Matrimonio en la comunión con el Amor de la Santísima
Trinidad.
Qué es un sacramento
8) Con ese fin, Jesucristo hizo del amor esponsal entre los creyentes un
sacramento. Pero ¿qué entendemos por sacramento? Ante todo,
debemos decir que el único que puede instituir los sacramentos es
Jesucristo con su poder divino.
9) Un sacramento es un signo sensible que produce gracia divina; es
causante de gracia. Jesucristo dota a ciertas realidades sensibles de
una eficacia espiritual, hace de las realidades sensibles instrumentos y
vehículos de gracia. El agua del Bautismo, por ejemplo, es materia
del Bautismo y tiene una eficacia espiritual.
10) El que obra en un sacramento es Dios mismo por acción de
Jesucristo glorificado. En el Bautismo, es Dios- Padre quien nos
engendra. Obra —en y por el sacramento, por la materia y por la
forma, por el signo sensible, y por la palabra y la fe del que lo recibe
y del que lo imparte—, acciones divinas y efectos divinos.
11) Aunque Dios obre siempre por medio de un ministro humano, la
acción del sacramento no es humana sino sobrehumana, divina. Los
sacramentos no son de institución humana sino de institución divina,
y fueron instituidos por Cristo mismo para poder actuar desde donde
está sentado a la Derecha del Padre, por medio del ministerio visible
de su Iglesia, que es su Cuerpo Místico.
12) De modo que los ministros de los sacramentos actúan en nombre
de Cristo. Es Cristo el que obra en ellos y a través de ellos. Como yo
obro a través de mi mano, Cristo obra a través de sus miembros, que
actúan como ministros de los sacramentos en aquellos que los
reciben.
1
13) Cristo está sentado a la derecha del Padre, nos dice la Escritura. El
Padre ha entronizado al Hijo por su obediencia y lo ha hecho Señor
de todas las cosas. Está pues sentado a la derecha del Padre, pero
está desde allí derramando el Espíritu Santo sobre su Cuerpo, que es
la Iglesia. Cristo actúa ahora, durante el tiempo en que aguardamos
su venida gloriosa, por medio de los sacramentos instituidos por Él
para comunicarnos su gracia, hacernos hijos. 2
35 CIC 1127. Celebrados dignamente en la fe, los sacramentos confieren la gracia que significan (cf. Cc. de Trento: DS 1605 y
1606). Son eficaces porque en ellos actúa Cristo mismo; Él es quien bautiza; Él quien actúa en sus sacramentos con el fin de
comunicar la gracia que el sacramento significa. El Padre escucha siempre la oración de la Iglesia de su Hijo que, en la epíc lesis
de cada sacramento, expresa su fe en el poder del Espíritu. Como el fuego transforma en sí todo lo que toca, así el Espíritu Santo
transforma en Vida divina lo que se somete a su poder.
36 CIC 1116.
37 También, por supuesto, de los solteros; pero apunta a la santidad del matrimonio.
Los siete sacramentos
20) Los siete sacramentos instituidos por Cristo son, como ustedes
saben, el Bautismo, la Confirmación, la Eucaristía, la Penitencia o
Perdón de los pecados, la Unción de los enfermos, el Orden Sagrado
y el Matrimonio. El Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía se
llaman sacramentos de iniciación: con ellos comienza la vida
cristiana. El Bautismo es el nacimiento. La Confirmación confiere la
adultez en la vida de la gracia. La Eucaristía es el pan que nutre el
corazón filial. Estos tres sacramentos nos inician en la vida de hijos
de Dios. Nos inician en la vida cristiana.
21) Recibimos el ser filial en el Bautismo. Dios nos confirma en nuestra
condición de hijos suyos mediante la Confirmación en la que recibimos
el Espíritu Santo que nos permite decir “Abba, Padre”. La Eucaristía es
el pan cotidiano que alimenta nuestro ser filial con el Cuerpo y la
Sangre del Hijo, es decir con nuestra identificación con Jesucristo el
Hijo.
22) La Penitencia y la Unción de los enfermos se llaman sacramentos
de curación o de sanación. Porque nuestra vida filial está amenazada, se
deteriora o se puede perder por el pecado y en la enfermedad, y ante la
perspectiva de la muerte está sometida de manera especial a tentaciones
y peligros. Por eso son sacramentos de sanación.
23) Y por fin, el Orden sagrado y el Matrimonio se llaman
sacramentos de estado —otros los llaman del servicio a la
comunidad—, porque no están ordenados a la propia vida filial sino al
servicio del fomento de la vida filial de los demás. A) El sacerdote está
ordenado a la santificación de todos. B) Los esposos están ordenados a
la santificación mutua. El esposo, a la santificación de la esposa y la
esposa, a la santificación del esposo. De modo que nadie vive para sí. Si
vivimos, vivimos para el Señor.
24) Esto nos salva de la tentación de privatizar nuestra existencia
cristiana. Nos salva de secularizarnos, olvidando que somos hijos y que
estamos siempre recibiendo la vida divina como un don del Padre, que
nos engendra precisamente en el ejercicio de un diálogo filial-paterno.
25) Aunque el Orden Sagrado y el Matrimonio contribuyen a la
propia santificación y salvación, lo hacen mediante el servicio que
prestan a la filialización de los demás. Confieren una misión
particular en la Iglesia y sirven para la edificación del pueblo de
Dios.
26) ¿Qué significa “confieren una misión”? Quiere decir que son un
envío personal del Padre. El sacerdote es un enviado del Padre con
una misión semejante a la de Cristo para la santificación de todos los
fieles mediante la Eucaristía y el perdón de los pecados. Los esposos
tienen una misión del Padre para la santificación mutua. El amor
matrimonial es una vocación, un llamado de Dios. Y es una misión,
un envío divino que asigna el Padre a un hijo para una hija y a una
hija, para ese hijo.
El Bautismo
28) El Bautismo, como ustedes saben, tiene un sentido simbólico,
sumergir. Nosotros lo hacemos echando el agua encima de la cabeza.
Se puede hacer también por inmersión. Propiamente, el Bautismo es
una inmersión. La inmersión hace más visible el signo y expresa más
claramente la realidad aludida.
29) En la Sagrada Escritura, como ya vimos al referirnos a la cita del
Cantar de los Cantares sobre el amor, 8 el fondo del mar es el lugar
donde están los hombres enemigos de Dios. La generación del
Diluvio, la generación malvada, va al fondo del mar. El ejército del
Faraón, que es enemigo de Dios y del pueblo, va al fondo del mar. El
profeta Daniel9 ve, en un sueño, que del fondo del mar surgen unas
bestias que son los imperios de este mundo con formas animales, uno
de oso, otro de leopardo, animales que no hablan; y una cuarta bestia
que habla, que dice grandes cosas, pero que es el antiverbo. Y todos
ellos surgen del fondo del mar. Miqueas dice: “Tú arrojarás nuestros
pecados al fondo del mar.”10 Jonás, el profeta recalcitrante, huye de
Dios y se precipita en su caída; y no para hasta el fondo del mar y el
vientre del monstruo marino.
30) Nuestro Señor Jesucristo dice, consecuentemente con este sentido
bíblico, que al que hace tropezar a uno de los pequeños que creen en
Él en el camino que los conduce al Padre, más vale que le aten una
piedra de molino al cuello y lo arrojen al fondo del mar. Enseña
también que la oración cristiana va a hacer que el monte de Sión, es
decir su Templo, vaya al fondo del mar. Es decir que el culto sea
sustituido por otro tipo de oración.
31) Cuando Nuestro Señor Jesucristo es bautizado, toma sobre sí
nuestros pecados, los arroja al fondo del mar y sale del Jordán. Él
asume todos los pecados y los lleva al fondo del mar. Les dice a los
apóstoles que los hará pescadores de hombres porque, con su
predicación, sacarán a los que están en la lejanía, la ignorancia y la
enemistad con Dios y los van a salvar, sacándolos del fondo del mar.
32) Por eso, la orilla en el Nuevo Testamento es un lugar bautismal, y
Jesús suele predicar a la orilla del mar. Ese es el simbolismo del
Bautismo. Somos arrojados y somos rescatados del fondo, de la
lejanía de Dios; nacemos nuevas criaturas. Nuestros pecados son
arrojados al fondo del mar; el hombre viejo que había en nosotros es
arrojado al fondo del mar y por la fe sale del agua. Entonces, la
materia agua es necesaria, ya sea en forma de inmersión o en forma
de efusión sobre la cabeza. Y la forma del Bautismo es la fórmula:
“Yo te sumerjo en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo.”
33) Te saco de la lejanía de Dios, del fondo del mar, y te sumerjo en la
intimidad con Dios, en el seno de la Trinidad. Somos divinizados por
el Bautismo. Somos arrojados al seno del Nosotros Divino. Y por eso
los Sacramentos solo pueden ser recibidos por los bautizados, los que
han sido arrojados a la intimidad del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo.
39 CIC 1602.
vida. Si viven así, entonces están siendo dirigidos por el Padre —y en-
gendrados por el Padre— en el sacramento del Matrimonio. Entonces,
se administran, el uno al otro, un amor que no es puramente natural y
humano, laico y desacralizado, sino que es inseparable del amor de
Dios.
15) Amándose el uno al otro con amor esponsal de hijos de Dios, se
administran el uno al otro un amor que viene de Dios y los lleva a Dios.
Un amor que Dios obra por generación en el corazón de ambos. Dios no
se interpone entre los esposos sino que es la fuente y la meta de su amor
esponsal. Y por eso ambos se casan no mirándose el uno al otro sino
mirando ambos en la dirección de Dios; y es ese mirar de cada uno
hacia Dios el que los une entre sí. Si se miraran el uno al otro, al poco
tiempo en vez de amor surgiría el cansancio, el aburrimiento o el odio.
Lo que los mantiene precisamente en la dirección de la fidelidad es ese
casarse y vivir los dos de cara al Padre. Y eso los mantiene unidos. Su
vínculo con el Padre refuerza el vínculo entre ellos.
16) Hay otro número del Catecismo de la Iglesia Católica muy
hermoso que dice: “Dios que ha creado al hombre por amor lo ha
llamado también al amor, vocación fundamental e innata de todo ser
humano. Porque el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios
(Gn 1, 2), que es Amor (cf. 1 Jn 4, 8-16). Habiéndolos creado Dios
hombre y mujer, el amor mutuo entre ellos se convierte en imagen
del amor absoluto e indefectible con que Dios ama al hombre. Este
amor es bueno, muy bueno, a los ojos del Creador (cf. Gn 1, 31). Y
este amor que Dios bendice es destinado a ser fecundo y a realizarse
en la obra común del cuidado de la creación. “Y los bendijo Dios y
les dijo: 'Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sometedla'”
(Gn 1, 28).3
17) La Sagrada Escritura afirma que el hombre y la mujer fueron
creados el uno para el otro: “No es bueno que el hombre esté solo.”
La mujer, “carne de su carne”, su igual, la criatura más semejante al
hombre mismo, le es dada por Dios como un “auxilio”, representando
así a Dios que es nuestro “auxilio” (cf. Sal 121, 2). “Por eso deja el
hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una
sola carne” (cf. Gn 2, 18-25). Que esto significa una unión
indefectible de sus dos vidas, el Señor mismo lo muestra recordando
cuál fue, “en el principio”, el plan del Creador: “De manera que ya
no son dos sino una sola carne” (Mt 19, 6).4
18) Ya hemos visto al comienzo cómo el Cantar de los Cantares
celebra el origen divino del amor humano y de su grandeza cuando lo
presenta como una flecha o una centella que procede del Fuego del
Amor de Dios y se enciende en el corazón humano. Porque es fuerte
el amor como la muerte o más que la muerte, es implacable la pasión
como el Sheol,5 es centella de fuego, llamarada divina —es decir, una
llama de fuego que es Fuego Divino—; las aguas torrenciales no
podrían apagar el amor ni anegarlo los ríos; si alguien quisiera
comprar el amor con todas las riquezas de su casa, se haría despre-
ciable, pues es algo que no se puede comprar. 40
19) ¡Cuanto más sublime y grande es una realidad, peor es su
corrupción! Así también sucede con esta grandiosa y sublime
realidad del matrimonio, destinada por creación a reflejar el amor
divino. De ahí que Dios aborrezca el adulterio. Se dice que una cosa
está adulterada cuando está corrompida, pero por una intención co-
rruptora. Adulterar un producto es con intención. Y, así adulterar el
matrimonio es corromper intencionalmente algo que es sagrado y
divino. El adulterio está en la esfera del sacrilegio y por eso le
desagrada a Dios, porque va directamente contra el amor. Y el amor
es lo más parecido a Dios entre sus creaturas. Es su epifanía más
acabada y perfecta. Por eso la infidelidad, por decirlo de alguna
40 Ver Cantar... 8, 6-7.
manera, “le duele” a Dios, lo hiere. Y al hombre lo aparta del querer
divino y, por lo tanto, lo separa del Padre, lo deforma como hijo;
más: deja de ser hijo. Por eso, Jesús insiste en esa gravedad del
adulterio.
20) El primer pecado tuvo terribles consecuencias para las relaciones
entre el varón y la mujer. El Catecismo las describe así: “El primer
pecado, ruptura con Dios, tiene como consecuencia primera la
ruptura de la comunión original entre el hombre y la mujer. Sus
relaciones quedan distorsionadas por agravios recíprocos (cf. Gn 3,
21) A estas consecuencias del pecado original nos hemos referido ya, pero
ahora las vuelvo a traer dichas por el Catecismo en relación
precisamente con la sanación de estas heridas por el sacramento del
Matrimonio: donde abundó el pecado se puede decir, con san Agustín,
que sobreabundó la gracia. Es la victoria de Dios sobre el pecado:
“Grandes aguas no pudieron extinguir el amor”, aunque Satanás quiso
anegar el amor con el pecado. El amor fue al fondo del mar, pero salió
bautizado por Dios en forma de sacramento divino, de camino de di-
vinización. El sacramento del Matrimonio es una victoria de Dios sobre
el pecado.
22) Como enseña la Iglesia: “Todo hombre, tanto en su entorno como
en su propio corazón, vive la experiencia del mal. Esta experiencia se
hace sentir también en las relaciones entre el hombre y la mujer. En
41 CIC 1607
todo tiempo, la unión del hombre y la mujer vive amenazada por la
discordia, el espíritu de dominio, la infidelidad, los celos y conflictos
que pueden conducir hasta el odio y la ruptura. Este desorden puede
manifestarse de manera más o menos aguda, y puede ser más o menos
superado, según las culturas, las épocas, los individuos, pero siempre
aparece como algo de carácter universal.” 8
23) ¡Conocemos tantos ejemplos! De ahí que el sacramento del
Matrimonio tenga un efecto de sanación de las heridas del pecado
original en el varón y en la mujer. Es un sacramento de sanación, en
el que Dios da la gracia necesaria para sanar las consecuencias del
pecado original: “Para sanar las heridas del pecado, el hombre y la
mujer necesitan la ayuda de la gracia que Dios, en su misericordia
infinita, jamás les ha negado (cf. Gn 3, 21). Sin esta ayuda, el hombre
y la mujer no pueden llegar a realizar la unión de sus vidas, en orden
a la cual Dios los creó 'al comienzo'.” 42 “Tras la caída, el [sacramento
del] matrimonio ayuda a vencer el repliegue sobre sí mismo, el
egoísmo, la búsqueda del propio placer, y a abrirse al otro, a la ayuda
mutua, al don de sí.” 43
24) “Jesús [...] viniendo para restablecer el orden inicial de la creación
perturbado por el pecado, da la fuerza y la gracia para vivir el
matrimonio en la dimensión nueva del Reino de Dios. Siguiendo a
Cristo, renunciando a sí mismos, tomando sobre sí sus cruces (cf. Mt
8, 34), los esposos podrán 'comprender' (cf. Mt 19, 11) el sentido
original del Matrimonio y vivirlo con la ayuda de Cristo. Esta gracia
del Matrimonio cristiano es un fruto de la Cruz de Cristo, fuente de
toda la vida cristiana.” 44
42 CIC 1608.
43 CIC 1609.
44 CIC 1615.
El MATRIMONIO: Sacramento de
santificación
1) Cristo, como sabemos, es: a) Maestro, b) Médico, c) Pastor y d)
Sacerdote.
2) Para obrar todo esto en los esposos bautizados, Cristo quiso valerse de
ellos mismos como ministros y sujetos recíprocos de esta cuadriforme
acción divina. De manera que, por el sacramento del Matrimonio, los
esposos bautizados son —el uno para el otro— ministros de Cristo
Maestro, Médico, Pastor y Sacerdote. Y al mismo tiempo son, el uno
para el otro, a) discípulo, b) enfermo o paciente, c) oveja y fiel que debe
ser enseñado, sanado, guiado, alimentado y defendido; y por fin, d) un
fiel que debe ser santificado, es decir, unido a Dios por el ministerio del
cónyuge.
3) Fíjense qué diferencia hay entre esta vocación a una vivencia religiosa
del matrimonio y esas vivencias desacralizadas, chatas y naturalistas,
con esas privatizaciones del Sacramento, con ese olvido de que ser
esposo; es tener una misión confiada por Dios con respecto al cónyuge.
4) Cuando no se vive sacramentalmente el matrimonio entre bautizados,
éstos se privan de la gracia divina del sacramento, no asumen su oficio
de ministros de Dios, por lo que no son trasmisores y dispensadores de
la gracia divina para el cónyuge, y se privan de la que un cónyuge
santificado le dispensaría a su vez.
5) Cuando un sacerdote celebrara la Eucaristía de manera descuidada,
distraída o automática, o perdona los pecados así nomás, o es negligente
en la oración, cuando ora mecánica o distraídamente en la misa, los
fieles lo notan enseguida. Porque sienten que ese sacerdote no los
levanta a la oración, a la fe, al arrepentimiento, al amor a Dios. Cuando
un sacerdote privatiza su vida sacerdotal y se convierte en funcionario,
los fieles lo padecen y se dan cuenta. Les resulta muy claro que el
sacerdote tiene para ellos una misión religiosa y sagrada, y que no está
cumpliendo con su ministerio.
6) Pero no les resulta tan evidente a los bautizados que algo semejante
pueda pasar con el matrimonio, porque no se lo vive como un
sacramento, se lo celebra sin fervor, sin caridad verdadera hacia el otro.
Sin advertir que es una realidad sagrada. Una vocación a levantar todo
lo que es natural, a una dimensión religiosa. Si los esposos se olvidan
de su misión divina, de su responsabilidad para con el otro, todo se
corrompe.
7) Naturalmente, hay grados en la corrupción del ejercicio del sagrado
ministerio matrimonial. Creo que cuanto más conscientes se hacen los
esposos de que son ministros sagrados, más bienaventuradamente y más
felizmente pueden vivir el uno para el otro. Porque, cuando santifican al
otro, reciben del otro también el retorno de la gracia y de la
santificación. Y ese retorno se convierte en un ir y venir, en progresión
geométrica, de gracia y santidad matrimonial. Ambos se van
santificando el uno al otro, como una especie de ida y vuelta, en una es-
pecie de espiral que se amplía y que los levanta a los dos.
8) Así como por la consagración en el Orden Sagrado el obispo y el
sacerdote son ordenados para la santificación de todos los creyentes,
para perdonarles los pecados en la Penitencia y alimentarlos con la
palabra y el cuerpo de Cristo en la Eucaristía, por el Matrimonio, son
consagrados los esposos —con una verdadera consagración— como
ministros recíprocos. Consagrados con un ministerio sacramental
exclusivo de fulano para fulana y de fulana para fulano.
9) ¿Cuál es la unción mediante la que son consagrados los esposos? Toda
consagración supone una unción. Los obispos y sacerdotes reciben una
unción con óleos consagrados, que es sacramento del Espíritu Santo
que se les confiere. Los esposos no reciben una unción sacramental con
óleo. Ellos son, sin embargo, consagrados por la unción del Espíritu
Santo que les infunde el óleo del amor conyugal. El Espíritu Santo
mismo unge sus corazones con el amor esponsal. El sí que encuentran
en su corazón y pronuncian ante Dios los esposos es la unción divina.
10) El amor esponsal, la amistad matrimonial los consagra para ser
ministros el uno del otro hasta que la muerte los separe. Si faltara esa
unción del amor que se expresa en el sí ante Dios frente al altar, faltaría
la consagración. Esa unción no se limita al momento en que se dice
ante el altar: “Sí, quiero”, sino que está destinada a renovarse día a día
y a mantener toda la vida ese sí del amor fiel.
11) La fidelidad que observamos en los matrimonios fervorosos, y que se
celebra festivamente en las bodas de plata en las y de oro, y en los
aniversarios, es la evidencia visible de una gracia invisible. Cuando uno
ve un matrimonio que perdura fiel a través de los años dice: “Esto no
viene de la carne”, como le dice Jesús a Pedro: “Esto no te lo enseñó la
carne y la sangre, esto te lo dio el Espíritu Santo.” El dedo de Dios está
aquí, las huellas digitales del Espíritu Santo están visibles en esta fideli-
dad matrimonial. La unción del amor divino ha consagrado estos
corazones para que se pertenezcan el uno al otro, con amor inalterable.
12) Asistimos hoy en día a una pérdida generalizada de esta visión del
carácter sagrado del matrimonio y de la unión esponsal. Esta pérdida
priva a los bautizados de la gran felicidad de saber que son, el uno para
el otro, ministros del amor divino, que pasa a través del amor de los
esposos. No es que el amor divino anule o sustituya en los esposos un
amor humano. ¡No! Es Dios mismo quien ama a la esposa con el amor
del esposo. Dios mismo quien ama al esposo con el amor de la esposa.
13) El amor que hay en el corazón de los esposos no nace de una fuente
puramente humana, sino que desciende de una fuente divina, que
enseña a amar, sana el amor, lo conduce, defiende y alimenta, y lo
santifica por una acción divina.
14) De modo que son ministros el uno para el otro, como que la gracia
divina pasando a través de uno y de otro toma forma de amor de esposa
para santificar al esposo, para enseñarle y sanarlo, para pastorearlo,
alimentarlo, guiarlo y defenderlo; y toma forma de amor de esposo para
hacer lo mismo con la esposa.
¿Cuáles son los motivos para casarse por la Iglesia? ¿Son motivos
religiosos o motivos humanos de alguna índole? ¿Que ella quiera tener
fotos de novia vestida de blanco? ¿Es una respetabilidad social? ¡Pero
esos no son motivos religiosos! El que obra así no se da cuenta de lo
que está haciendo, porque está tomando una cosa sagrada con una
intención no sagrada. Y eso se llama sacrilegio. ¡Se está cometiendo
sacrilegio! Empiezan su vida de esposos con un sacrilegio, con una
gravísima ofensa a Dios. No les importa nada de Dios y hacen toda una
pantomima religiosa. Eso es un sacrilegio. Es como si yo celebrara
Misa nada más que para show, sin reparar en que estoy celebrando el
sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo, sin creer eso, e hiciera una
payasada. ¡Es un sacrilegio!
48) Por eso se corrompe el tejido social católico y de la Iglesia, porque
no resiste un sacrilegio. Hay que defender a Dios de la ofensa y del
sacrilegio. Si fundan su matrimonio, si edifican su casa sobre un
sacrilegio y no sobre la roca de la fe y del amor a Dios, de escuchar las
enseñanzas de Cristo y vivir de acuerdo a ellas como un bautizado, un
hijo de Dios, es como edificar sobre un pantano, con la consecuencia de
que esa casa se va a hundir en su propio pantano.
49) Por eso es necesario dar una voz de alerta sobre lo que está
sucediendo. Hay gente que se sacude el agua del Bautismo, como un
perro el agua lo hace con del baño. Estamos en esa situación, aunque
afortunadamente hay muchos que no, que realmente viven como
bautizados y se casan como bautizados. Que hablemos del mal no
quiere decir que todos vivan en el mal, gracias a Dios. Es como cuando
hablamos de las enfermedades; no quiere decir que todos estén
enfermos, gracias a Dios. Pero es necesario advertir a los que van por el
mal camino; no ser ciegos que guían a otros ciegos. Debemos ense-
ñarles a ver.
50) Es muy importante en todo esto cultivar la amistad matrimonial,
porque la amistad es el nombre del amor. Pero es amor recíproco, y por
eso debe ser en las dos direcciones. No basta con que uno quiera al otro.
El esposo, por ejemplo, debe saber escuchar a la esposa. Él mismo no se
da cuenta a veces de que eso forma parte importantísima del ministerio
del esposo. Un médico que no escucha al paciente no puede
diagnosticar. Y como él es médico de su esposa, debe escuchar el alma
de su esposa, ponerle el oído para ver dónde está el mal si es que hay
mal y dónde está el bien si es que hay bien. Porque la esposa muchas
veces va con su alma al esposo esperando una claridad que ella no
consigue tener acerca de sí misma, y que el esposo, cuando vive en Gra-
cia, puede dársela. Él tiene la gracia de decirle: “Lo que te pasa es tal
cosa.” Y ella dice: “Realmente es así”, no porque se lo dijo él, sino
porque la razón del esposo resulta un reflector que se proyecta sobre la
oscuridad del alma de la esposa y le permite a ella ver.
51) Ya hemos hecho la comparación de que el oído del esposo es como
un espejo donde ella se ve. La mujer necesita un espejo, siempre
necesita un espejo. Sin espejo le cuesta mucho arreglarse. Y necesita el
oído del corazón del esposo como un espejo de su alma, para poder
verse en lo que el esposo entiende de ella. Pero todo debe comenzar en
el noviazgo. Si la novia le da relaciones prematrimoniales, el varón está
superdistraído del alma de ella. Está pensando en su cuerpo; de su alma,
aunque quiera, no puede interesarse. Y la novia no se da cuenta, porque
su sexualidad está integrada con su amor, mientras que en el joven la
sexualidad se desintegra cada vez más si no entra en la integración de la
castidad, que es una virtud que exige del varón un sacrificio de su
pasionalidad sexual por amor a ella.
52) La amistad matrimonial debe ser renovada diariamente. Si no, las
heridas se van enconando y el amor se va corrompiendo. O quizás hubo
una falla en los cimientos, al comienzo; y cuando llegó la prueba, no
resistió. Esta imagen de la casa sobre roca es muy importante, y es en el
noviazgo donde se pone el cimiento. Es practicar la Palabra de Cristo. Y
si no les importa su Palabra y ellos saben más que Dios, porque los
mandamientos los tienen claros pero no los cumplen, lo que es muy co-
mún entre los jóvenes, luego pagan cara esa soberbia.
Esta pregunta la formuló una visitante del Blog del Buen Amor:
Padre:
Sonia
Primero te contesto con una visión global del hecho del amor humano.
Así que enamorarse por voluntad o por una pura decisión voluntaria
“debería” ser posible si la creatura humana hubiera conservado el dominio
de sus facultades espirituales sobre las sensibles que tenía antes del
pecado original, en el estado de inocencia.
Pero puesto que por el pecado original el ser humano ha perdido ese
dominio; el amor se ha convertido en un lugar de conflicto entre sus
facultades o potencias espirituales y sus facultades o potencias sensibles.
Pero avancemos ahora un paso más. El amor entre varón y mujer, por
ser un amor de amistad, supone que se amen los dos. Es decir que los dos
tomen la decisión de amarse. Para eso sería necesario que los dos
estuvieran tan sanados por la gracia, que su razón y voluntad pudieran
hacer un acuerdo perfecto, dominando todo el ámbito de los afectos, los
sentimientos, etc.
¿Es movido por quién? Por los afectos, los sentimientos, las pasiones.
A consecuencia del pecado original, éstos quedaron independizados del
gobierno de la razón. Y así puede suceder, por ejemplo, que alguien no
sienta afectos de amor hacia el que lo ama. Que no sea bastante motivo,
para moverse a amar al otro, el hecho de que el otro lo ame.
Tal como están las cosas en el orden (es más bien desorden) de la
naturaleza caída, elevada por la gracia y sanada por Cristo en los
sacramentos, es muy difícil “enamorarse por voluntad y decisión”, pero
no imposible. Creo que aquí, como en lo del celibato o la virginidad por el
Reino de los Cielos, vale lo que dice Jesús: “El que pueda entender que
entienda.”
En la vida de santo Tomás Moro, se lee que hizo una elección muy
racional de la que sería su esposa y la madre de sus hijos.
Comentario de Jorge
Excelente post; muchos pensamos que el amor es solo romanticismo,
pero el amor maduro va más allá, y para eso requiere prepararse.
¡Ahora puedo confirmar que Mariana tiene mucha razón!... Y yo, así
como ella de su esposo, me enamoro cada vez más de Manuel. ¡Por favor,
le da usted muchas gracias de mi parte! Dígale que estoy muy feliz. Iba a
escribir un comentario al pie de su testimonio pero pensé que tal vez
saldría mi verdadero nombre y me abstuve.
Estimado Padre:
Las dudas afloraron muchas veces hasta cerca del casamiento, pero
esa paz y esa certeza, que veía y sentía en la oración, siempre me dieron la
respuesta. Cuando la cabeza y los sentidos están heridos, siempre querrán
añorar aquello tan sensible que vivieron una vez, sumado al mundo que
nos rodea, donde el amor es pasión, también tiran hacia ese lado, el
incorrecto. Cuando la cabeza se ubica en el lugar correcto, lo demás se va
ordenando, aunque ya está herida de algún modo, y algunas veces nos
quiere confundir.
Querido Padre:
“¡Otro desengaño!”
En esta búsqueda, un día conocí a Raúl, diez años mayor que yo. Él
era el modelo de hombre que yo buscaba, me daba seguridad, era
divertido, inteligente; pero fue mi mayor desengaño.
Un llamado interior
Humanamente nunca crei posible estar de nuevo con él, pero al sanar
mi corazón y buscar la voluntad de Dios, todo se fue dando de una manera
muy especial, porque puedo sentir que Dios está bendiciendo nuestro
noviazgo, y, aunque antes en la otra etapa teníamos relaciones, ahora
estamos viviendo un noviazgo puro y casto como quiere el Padre celestial.
31 de marzo:
[.] ¡Cuántas cosas por entender, Padre! ¡Cuántas cosas que busco
entender y no me corresponde saber! ¡Cómo puedo hacer para someter mi
racionalidad mental a la racionalidad de mi corazón, que sólo busca a su
Dios, con pasión; lo busca ardientemente como la Magdalena! ero como
dice la Palabra: nada más tortuoso que el corazón del hombre.
Primera respuesta
A la par de eso, no dejé de tener contacto con este chico, que estaba de
vacaciones en su casa, de unas termas donde pensaba irme de vacaciones.
Así que invité a mi hermano (porque Facundo no viaja nunca y no quiere,
por el tema de su mamá, así que nunca va de vacaciones), y nos fuimos
con mi hermano a visitar a este chico, compañero mío de retiro,
cambiando mi lugar de vacaciones, ¿no?, y sólo 5 días.
Pero estaba Facundo del otro lado, y no lo iba a dejar; así que volví,
me confesé de mi infidelidad, pero seguía charlando por teléfono con este
chico. Charlando de todo. No pasaba día que no rezara para que el Señor
ordenara mis sentimientos. Este chico ni siquiera calza dentro de mis pa-
rámetros humanos acerca de quién podría enamorarme.
Ahora soy una más en su vida, una amiga de tantas, y me resulta increíble
por tanto que charlábamos; me siento usada, como si fuera descartable, y
lo acepto, pero ¿Dios me usaría así para sanar un alma de desecharme? Y
ya no parece él, es tan frío, distante, que me siento como si tuviera mi
corazón partido en mil, aunque nunca quise más que una especial co-
munión con él, a causa de su llamado.
Respuesta a Jacinta
Montevideo, 3 de abril
Querida Hija:
Podría seguir explicando, pero ojalá que te baste esta explicación, así
esbozada, para comprender cuál es la verdadera situación espiritual y
religiosa, que se ha oscurecido por la conmoción emocional de las
pasiones y emociones tuyas y de ese joven.
Jacinta: Eva fue creada para darle hijos a Adán como don de amor
puro. Una mujer ama verdaderamente a un hombre cuando es capaz de
querer darle hijos como don de su amor. Ese amor puro no es posible sin
la gracia. Y la gracia viene por los sacramentos: Confesión, Eucaristía,
Matrimonio.
Y creo que el Padre que te ama está empeñado en que no seas como
ellas, sino como Él te soñó: más parecida a María que a Eva.
Tu padre H. B.
4 de abril:
Padre mío:
Mi respuesta
Montevideo, 4 de abril
Hija mía:
Y ahora te encuentras con otro más que resulta un bien para ti, que
agita tu pasión y se presenta como un bien para sectores de tu alma, como
la sensibilidad, la percepción estética, la gratificación en el trato, el halago
de tu vanidad, etc.
Pero tampoco el bien de este X es un bien para ti. Sino que él mismo
es un bien para ti. De hecho, no tiemblas ante la posibilidad de estar
coqueteando con un seminarista, o permitiendo que un seminarista
coquetee contigo. ¿Ése es el bien de X? ¿Será el bien que Dios quiere para
él? ¿O será una tentación para mal de X? ¿Sus formadores te lo sacan a ti?
¿O, convencidos de su vocación, defienden el bien de X viéndolo en
peligro por una tentación tan común en el varón? ¿Eres capaz de tener en
cuenta la posibilidad de que el bien de X no seas tú sino su vocación? ¿Y
no tiemblas de estar echando mano como Eva al fruto prohibido, teniendo
otro árbol en tu jardín?
El amor de amistad quiere el bien del otro como su propio bien. Y por
eso puede sacrificarse por lograr el bien del otro, como cualquiera hace
sacrificios por lograr bienes. Tú no estás siendo capaz de sacrificarte por
el bien de ninguno de los dos. Estás presa en tu incapacidad de amistad
pura. Herida como hija de Eva por tu posesividad afectiva, quieres al otro
para tu bien, aun a costa del otro.
¡No es Adán para Eva! ¡Eva es para Adán! Y Eva no será feliz si no se
hace cargo del Adán al que Dios la destina. No es Eva la que reconoció a
Adán. Es Adán el que reconoció a Eva: “Esta sí es carne de mi carne y
hueso de mis huesos.” Eva no se hizo a sí misma. Dios la construyó con
un pedazo de aquél a quien estaba destinada. Sólo lo que Dios ha unido
no lo ha de separar el hombre.
Pero he aquí que ahora se presenta un yate que te parece mejor, más
confortable, que satisface otras necesidades tuyas, que halaga otras partes
de tu ser de Eva.
Eva sufre las penas de Eva. Y Adán, las de Adán, que son
disimétricas. Tú ahora estás padeciendo las tuyas. La tentación de Eva es
amarse a sí misma más que a aquellos a quien Dios la destina. Pero la
felicidad a la que Dios la llama está en cuidar y procurar el bien de los
que Dios le confía. Y no, en apoderarse de los otros, poseerlos y
someterlos a sus intereses.
T. P. H. B.
5 de abril
Querido Padrecito:
Su hijita.
Mi respuesta
Montevideo, 6 de abril
La tentación vencida
2 de julio
Para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para el bien, aun
las tentaciones. Ellas nos muestran nuestros puntos débiles, nuestros
defectos, pero también el poder del auxilio del Señor. Éste es el “happy
end" de los que viven en gracia.
Querido Padrecito:
De ser por mí, allí mismo hubiera quedado tirada, caída en el enorme
pozo de las tentaciones y en el río de la pasión, que corre llevándose todo
a su paso.
Mañana con más serenidad lo voy a releer, pero así como está me
parece bien claro y sobre todo fidedigno. Sé que a varias muchachas les
ocurrió lo mismo que a mí.
Su hijita Jacinta.
21 Setiembre
Su hija, Jacinta.
Adán podrá defender físicamente a Eva. Pero Eva tiene que defender
espiritualmente a Adán. Ya ves que Adán no supo defender
espiritualmente a Ev cuando Satanás la tentó.
MERCEDES: Yo lo perdono.
PADRE HORACIO: Sí, claro que crece, y crecerá cada vez más,
porque la tentación no sentida y no resistida se agiganta como un cáncer
del alma.
Querida Hija: Tu carta pinta tan bien y de cuerpo entero una tentación
muy común del demonio a las buenas esposas de buenos esposos, que
sería muy provechoso que me dieras permiso para usarla cambiando todo:
nombres de los personajes, motivos de la tentación, lugares, y todas las
circunstancias. Quedaría irreconocible y te la mandaría para que la vieras
antes, por si te parece que hay que cambiar algo más para hacer todo
irreconocible.
Su hija Mercedes.
Hola, Mercedes, tal vez me precipite pero debes saber que el varón se
proyecta hacia fuera; es decir, puede explicar lo que ocurre en el mundo
pero no es capaz de explicar lo que le ocurre dentro de sí mismo y le
molesta sobremanera que, con la excusa del diálogo la mujer pretenda
entrar dentro de él para darle lecciones de lo que tiene que hacer o no.
Por otro lado, ocurre que hemos rechazado a los varones en las tareas
educativas y ahora pagamos las consecuencias de este horror.
Aquí en España hay dos libros que indican lo que pasa: el primero se
llama Mujer liberada, hombre cabreado y efectivamente así es; el
segundo se llama El varón castrado y eso es lo que pasa, el movimiento
feminista ha castrado el alma de los varones, y ahora pagaréis las
consecuencias de esto.
Son muy iluminadores los diagnósticos que hace Marta acerca de los
síntomas que le hacían temer este desenlace casi desde los comienzos de
la relación, ya desde el noviazgo. También reconoce en sí misma que se
autoengañó. No quiso verlos. Creyó que fueran signos pasajeros. Que el
tiempo iba a traer la sanación. Pero el tiempo demostró que eran verda-
deras fallas en los cimientos mismos de la relación, defectos personales de
Roberto que, lejos de sanarse, se fueron agravando.
Así Marta describe el origen y las causas de una situación, que ahora
ella viene a entender en toda su gravedad y en su verdadera naturaleza
incurable, desde las raíces del mal.
Gracias, Marta, por permitirme publicar y así dar a conocer esta carta.
Puede ayudar a muchas Martas a no engañarse con los males de los
Robertos. A muchas novias, a advertir a tiempo y a tomar en serio los
síntomas.
Sabíamos los dos que éramos como el agua y el aceite. Pensá, si tenés
tiempo, desde veintidós años atrás, más de la mitad de lo vivido. Lo que
pasa es que yo pensé que el amor, que todo lo puede y para él nada es
imposible, nos iba a cambiar, a modelar el uno para el otro, sin someter a
nadie.
vivir viajando, darme todos los gustos y no tener que preocuparme por
nada.” O esta otra que también es muy frecuente: “Si un día nos
separamos o me pasa algo, vendé esta casa, hacé tal o cual cosa,
preguntale a Daniel cómo manejarte.” “Si me muero, tenés el seguro de
vida por cien mil dólares.” Cada vez que las repito, se me hace más clara
y evidente tu idea de querer estar solo, la nostalgia de estar soltero y vivir
libre.”
¿Te las acordás? ¡Son tan tuyas que no te puedo recordar sin esas
frases; y sólo pensar mis respuestas de siempre, me da angustia!:
Y ahora mismo te lo pregunta una vez más: ¿Por qué en los viajes que
hacíamos solos al balneario, o al interior, a la ciudad de tu familia o a la
de la mía, siempre volvías con el tema de la separación, de dejarme,
¿siempre preparándome?
Era el dinero del amor, del afecto, del alma, el que alimenta el espíritu,
ése es el que necesité de ti. Es ése dinero que se siembra a lo largo del
tiempo de cariño, se cosecha durante toda nuestra vida, nos mantiene
vivos en el recuerdo de nuestros hijos y sigue dando sus frutos aún
después de la muerte.
Eso es lo que yo siempre quise dejar. Desde que fui madre, nunca más
pensé para mí sola, ni soñé por mí, ni dormí un sueño corrido sin tener
que despertarme para amamantar (con amor) o para tapar a alguna, o para
simplemente darles un beso mientras estaban dormidas.
Por querer poner a nuestras hijas lindas, para llevarlas a pasear, las
vestía primero que yo; por acordarme de lo de los demás; por cambiar un
pañal a último momento, tardaba en quedar pronta para salir, y tú te
fastidiabas.
Por eso fui la última cada vez que salíamos, cosa que siempre me
reprochaste (“¡siempre sos la última en salir!”); y con dolor me tuve que
callar tantas veces, por la paz del hogar, aun sabiendo de la injusticia
(¡doble dolor!).
¡Yo estoy viva!, por eso lo necesito. Necesito mi tiempo. Y por más
cosas que tenga que hacer, ¡me lo voy a tomar! Yo pienso que los hijos no
son sólo de la madre, son de los dos. ¿Cuántas veces cambiaste un pañal?
¿Cuántas veces diste una mamadera? ¿Cuántas veces te levantaste de
noche por oír llorar a alguno? ¿Cuántas veces acunaste a uno para que se
durmiera o para taparlo bien? ¿Cuántas veces te levantaste de noche
porque alguno no se sentía bien? ¿Cuántas veces diste un remedio?
¿Cuántas veces llamaste al médico o llevaste a uno al oculista o al
dentista? Tantas veces yo tenía varias de esas cosas a la misma hora y no
sabía que hacer, porque no podía contar contigo. ¿Cuántas veces supiste
hacerte el tiempo para estar con tus hijos, para charlar con tus hijas?
A pesar de que sos un padre muy cariñoso, que los querés mucho y
ellos a ti también, pienso que cada uno siembra a su manera, pero que
debemos pensar que el tiempo pasa y se pasa la época de sembrar. Ya
después no nos van a necesitar tanto como en sus primeros años, hasta la
adolescencia. Ahora nos necesitan más que nunca, el mayor tiempo
posible.
Por todo esto es que saco la conclusión de que ¡para ser padre hay que
estar preparado, lo mismo que para convivir con amor y armonía en
familia!
45 Tomo este fragmento de un diálogo radial que mantuve con Sandra y Miriam, en Radio Familia, y que publiqué por entregas
en el Blog del Buen Amor. Publico también algunos comentarios que me parece pueden resultar útiles.
escucha al paciente no puede diagnosticar. Y, como él es médico de su
esposa, debe escuchar el alma de su esposa, ponerle el oído para ver
dónde está el mal, si es que hay mal y dónde está el bien, si es que hay
bien. Porque la esposa muchas veces va con su alma al esposo esperando
una claridad que ella no consigue tener acerca de sí misma, y que el
esposo, cuando vive en estado de gracia, puede dársela. Él tiene la gracia
de decirle: “Lo que te pasa es tal cosa.” Y ella dice: “Realmente es así.”
No porque se lo dijo él, sino porque la razón del esposo fue como un
reflector proyectándose sobre la oscuridad del alma de la esposa; permi-
tiéndole a ella ver, verse, ver en su interior, leer su propia alma.
Podemos dar otra comparación y decir que el oído del esposo es como
un espejo donde ella se ve. La mujer necesita un espejo, siempre necesita
un espejo. Sin espejo, le cuesta mucho arreglarse. Y necesita el oído del
corazón del esposo como un espejo de su alma, para poder verse en lo que
el esposo entiende de ella.
PERIODISTA (Miriam): Sin duda. Y por otro lado, este “Sí” al que
usted hacía referencia al principio que es la renovación de la amistad
matrimonial diariamente.
Padre Horacio
Así, una conversación típica entre dos papás (vamos a ponerles Juan y
Pedro) que se encuentran puede ser:
—Este domingo.
—Así es, dicen que tiene problemas personales. Pero en fin, voy a
decirle a Juanito para que vayamos a hacerle barra a Pedrito, ¿Cuándo
juega?
Padre Horacio