Plaza de Los Toros

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RESÚMEN ADMINISTRATIVO - PRIMER PARCIAL

BOLILLA 1: ORIGEN, EVOLUCIÓN DEL DERECHO ADMINISTRATIVO Y SUS


CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES

D°ADMINISTRATIVO: es una rama del Derecho Público de carácter local que regula el
comportamiento del Estado que manifiesta su voluntad a través de 1 organización
administrativa compuesta por órganos y entes bajo un régimen exorbitante

De carácter local: Porque su principal fin es tutelar el interés público en beneficio de


la sociedad. Implica que cada localidad tiene sus características y necesidades y se
regula específicamente.

Régimen exorbitante: implica que el poder público tiene una serie de prerrogativas
que exceden la órbita del D° Privado, por ej: La expropiación. Se pueden enunciar
como prerrogativas “sustanciales” de la Administración Pública: Creación unilateral y
presunción de legitimidad de sus actos; ejecutoriedad de estos; Potestad de volver
sobre ellos por razones de ilegitimidad o inoportunidad; Régimen privilegiado de
contratos y bienes. A su vez, son prerrogativas “procesales”: Agotamiento de la via
administrativa previa a la demanda judicial. Plazos breves de caducidad para
accionar judicialmente contra el Estado.
Cabe mencionar que existe un equilibrio entre la exorbitancia de la función
administrativa del estado y las Garantías del administrado (sustanciales y
procesales)

D° Público: Regula un sector de la actividad estatal y de los entes no estatales que


actúan en cumplimiento de la función administrativa. El fín del derecho público es
satisfacer intereses colectivos -en cambio en el derecho privado es satisfacer
intereses individuales-. Existe una relación de subordinación del D° privado al
público.

FUNCIONES DE ESTADO

Podemos definir al Estado como la sociedad políticamente organizada, o como la


organización jurídico-política que permite la vida en comunidad y su objetivo es “el bien
común”.
El principio de división o separación de poderes reconoce su origen en Montesquieu,
que estableció en 1748 un sistema de frenos y contrapesos sobre la base de asignación de
porciones de poder estatal a diferentes órganos (Ejecutivo, Legislativo y Judicial)
En nuestro país, la Constitución Nacional establece el principio de división de
poderes o de separación de funciones ya que es necesario dividir el poder con el propósito
de controlar su ejercicio y garantizar así los derechos de las personas, ya que aquel tiende
a concentrarse y desbordarse en perjuicio del ámbito de libertad y autonomía de las
personas.
Existen tres poderes, según la Constitución, el Poder Legislativo (artículo 44), Poder
Ejecutivo (artículo 87) y Poder Judicial (artículo 108) y cada uno de ellos ejerce una función
material (legislativa, ejecutiva o administrativa y judicial), en principio, con exclusión de las
demás. Sin embargo, la práctica institucional e inclusive el propio texto de las
constituciones, revela que cualquiera de los poderes no sólo ejerce las funciones propias y
específicas sino también las otras competencias materiales estatales.
Criterios de distinción de las funciones del Estado
Para definir cada una de las funciones estatales se destacan 2 criterios: material u
objetivo y subjetivo u orgánico
1. El criterio subjetivo u orgánico atiende al sujeto que desarrolla la función y no al
contenido material u objeto de ésta. Así, sólo el Poder Ejecutivo realiza función
administrativa, sólo el Poder Legislativo desarrolla función legislativa y sólo el Poder
Judicial desempeña la función judicial. En suma, las funciones estatales son
legislativas, ejecutivas o judiciales según cual sea el sujeto titular.

2. El criterio objetivo o material se vincula al contenido material de la función estatal y


no al sujeto que la realiza. Son ejemplos de este criterio, los citados con anterioridad al
hablar de las funciones materialmente propias de otros poderes realizados por los
poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Este criterio no se pregunta cuál es el sujeto
sino solo sobre el objeto o materia de la función estatal. Es decir, no interesa si
interviene el Poder Legislativo, el Ejecutivo o el Judicial sino el contenido material de
las funciones estatales.
- Así, la FUNCIÓN ADMINISTRATIVA en sentido material, es la actividad que en
forma inmediata, permanente, concreta, práctica y normalmente espontánea,
desarrollan los órganos estatales para alcanzar el bien común, conforme los
regímenes jurídicos de derecho público.

Otra definición: es el conjunto de actividades que satisfacen de modo directo,


concreto y particular los intereses colectivos y, a su vez, las otras actividades que no
están comprendidas en los conceptos objetivos de función legislativa y judicial
(Balbín, 2015)”

- En efecto, la FUNCIÓN LEGISLATIVA consiste en el dictado de normas con carácter


general, abstracto y obligatorio con el objeto de reconocer y garantizar derechos y
ordenar y regular las conductas de las personas.

- Por su parte, la FUNCIÓN JUDICIAL consiste en resolver conflictos entre partes.


Juzgar supone definir controversias con fuerza de verdad legal de modo concluyente
e irreversible. Es decir, implica, necesariamente, conflictos entre partes y su
resolución por un tercero imparcial e independiente con carácter definitivo.

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Las funciones legislativa y jurisdiccional de la administración pública

Para un sector de la doctrina (Altamira Gigena, Balbín), el Poder Ejecutivo sí puede


emitir actos de contenido jurisdiccional, siempre y cuando lo decidido pueda ser
controlado por el órgano judicial. En ese sentido, la Corte Suprema de Justicia de la
Nación convalidó la existencia de tribunales administrativos con la condición de que sus
decisiones estén sujetas al control de los jueces y que, además, éste sea suficiente (caso
“Fernández Arias”, 1960):
La corte resolución que CONTROL JUDICIAL SUFICIENTE IMPLICA:
A. El reconocimiento a los litigantes del derecho a recurrir ante los
jueces ordinarios
B. La negación a los tribunales a dictar resoluciones finales en cuanto a
hechos y derechos controvertidos excepto en los caso en que
existiendo opción legal, los interesados hubiesen elegido la via
administrativa, privandose voluntariamente de la vía judicial.

Años después, la Corte Suprema de Justicia de la Nación restringió la interpretación


sobre el alcance de las potestades judiciales del Poder Ejecutivo. Si bien ratificó el criterio
expuesto en el caso “Fernández Arias”, agregó que el reconocimiento de facultades
judiciales por los órganos de la Administración debe hacerse con carácter
restrictivo, es decir, la Administración puede dictar actos de carácter jurisdiccional,
siempre y cuando para resolver cuestiones entre particulares no tenga que aplicar normas
de derecho privado, y además que esas decisiones puedan ser revisadas a pedido del
afectado por un órgano judicial (caso “Ángel Estrada”, 2005).
En suma, cabe concluir que el Poder Ejecutivo puede ejercer potestades judiciales o
también llamadas jurisdiccionales siempre que el Poder Judicial controle, luego, con
amplitud tales decisiones.

El marco constitucional del Derecho Administrativo.

La Constitución Nacional desde su aprobación en el año 1853/60 introdujo ciertos


principios básicos que conforman la base fundamental del Derecho Administrativo. Entre
ellos, se destaca el principio de división de poderes o separación de funciones (es
necesario dividir el poder con el propósito de controlar su ejercicio y garantizar así los
derechos de las personas, ya que éste por su propia esencia y, según surge del análisis
histórico de su ejercicio, tiende a concentrarse y desbordarse en perjuicio del ámbito de
libertad y autonomía de los individuos).
Existen tres funciones estatales diferenciadas por su contenido material (legislar,
ejecutar y juzgar) y, por el otro, hay tres poderes que ejercen, en principio, cada una de las
competencias antes detalladas con exclusión de las demás. El esquema institucional básico
es simple ya que existen tres poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) y cada uno de ellos
ejerce una función material especial (legislación, ejecución y juzgamiento).
Sin embargo, la práctica institucional, e inclusive el propio texto de la Constitución,
revela que materialmente cualquiera de los poderes no sólo ejerce las funciones propias y
específicas, sino también las otras competencias materiales estatales. Por ejemplo, el
Poder Ejecutivo no sólo ejerce funciones de ejecución (interpretación y aplicación de la ley)
sino también otras de contenido materialmente legislativo y judicial, por caso, dicta actos
materialmente legislativos (emite reglamentos ejecutivos, delegados y de necesidad y
urgencia) y judiciales (actos dictados por los entes reguladores de servicios públicos en
ejercicio de funciones materialmente judiciales).
Por lo tanto, es erróneo y superficial decir que cada poder sólo ejerce su función
propia específica y de modo excluyente. Aunque es cierto que cada poder conserva sus
competencias propias y originarias, también ejerce competencias ajenas o extrañas; es
decir, potestades en principio de los otros poderes, con carácter complementario de las
propias, o en casos de excepción y con el propósito de equilibrar los poderes.
En suma, los tres poderes ejercen las tres funciones materiales, en mayor o
menor medida. Así, cada poder conserva un núcleo esencial no reductible de
facultades propias que coincide con el concepto clásico material aunque con un
alcance menor y, a su vez, avanza sobre las competencias de los otros poderes y con
límites evidentes.
En otras palabras, el Poder Ejecutivo ejerce funciones materialmente ejecutivas,
legislativas y judiciales y, a su vez, los otros poderes ejercen funciones materiales
ejecutivas.
Los órganos del Poder del Estado, según el principio de división de poderes,
ejercen las siguientes competencias:
a) El núcleo material propio de ese poder; y,
b) El complemento material por ejemplo, funciones materialmente legislativas o
judiciales complementarias y que ejerce el Poder Ejecutivo, ya sea de carácter concurrente
(por ejemplo, el dictado de decretos reglamentarios es una función materialmente
legislativa; sin embargo, corresponde al Poder Ejecutivo porque es concurrente con el
ejercicio de sus funciones básicas, esto es, administrar) o con carácter excepcional o
extraordinario, en virtud de la estabilidad del sistema institucional y el equilibrio entre los
poderes y de conformidad con el criterio de la Constitución Nacional (por ejemplo, el Poder
Ejecutivo puede dictar decretos de necesidad y urgencia o decretos delegados en casos
excepcionales).
En cuanto al principio de división de poderes en el marco constitucional argentino,
son competencias materialmente administrativas (núcleo material) del Poder
Ejecutivo (artículo 99, CN) las siguientes: el Presidente es el Jefe de la Nación, del
Gobierno y de las fuerzas armadas y es el responsable político de la Administración
general del país; nombra a los magistrados de la Corte Suprema con acuerdo del Senado y
los demás jueces de los tribunales federales inferiores; concede jubilaciones, retiros,
licencias y pensiones; nombra y remueve a los embajadores con acuerdo del Senado y por
sí solo al Jefe de Gabinete de Ministros y a los demás ministros; prorroga las sesiones
ordinarias y convoca a sesiones extraordinarias; supervisa el ejercicio de la facultad del
Jefe de Gabinete de Ministros de recaudar e invertir las rentas de la Nación; concluye y
firma tratados; declara el estado de sitio con acuerdo del Senado y decreta la intervención
federal en caso de receso del Congreso; etc.
En tanto, son competencias materialmente legislativas del Poder Ejecutivo por
razones de concurrencia, por ejemplo, el dictado de los decretos reglamentarios
necesarios para la ejecución de las leyes cuidando de no alterar su espíritu con
excepciones reglamentarias (artículo 99, inciso 2, CN). Asimismo, por razones de
excepción: el Presidente puede, en casos de excepción, dictar decretos de necesidad y
urgencia y delegados (artículo 99, inciso 3, y artículo 76, CN).
En cuanto a las competencias materialmente judiciales del Poder Ejecutivo por
razones de excepción: el Presidente puede, en ciertos casos, ejercer funciones
materialmente judiciales mediante los tribunales administrativos, sin perjuicio del control
judicial posterior y suficiente.
En resumen, el principio de división de poderes en el marco constitucional vigente en
nuestro país es el siguiente:
a) Cada uno de los poderes del Estado ejerce básicamente el campo material propio,
originario y esencial, pero no con alcance absoluto.
b) Cada uno de los poderes del Estado ejerce también materias ajenas, esto es,
materias de los otros poderes en los siguientes casos:
1.- Cuando ejerce potestades ajenas y concurrentes, es decir, aquellas necesarias
para el ejercicio de las potestades materialmente propias. 2.- Cuando ejerce potestades
ajenas y de excepción con el objeto de alcanzar el equilibrio entre los poderes.
BOLILLA 2: FUENTES DEL DERECHO ADMINISTRATIVO / REGLAMENTOS

Las fuentes son los instrumentos que crean y forman el ordenamiento jurídico,
particularmente las reglas jurídicas, es decir, el origen del Derecho, su principio y su
fundamento. Son fuentes del Derecho Administrativo:

a) La Constitución: es la principal fuente del derecho y, en especial, del Derecho


Administrativo. Cualquier tópico de esta materia nace necesariamente de los mandatos
constitucionales y debe asentarse en éstos (por ejemplo, las funciones estatales, los
principios de legalidad y reserva legal, las situaciones jurídicas subjetivas y el modelo sobre
organización estatal, entre tantos otros). En ningún caso, la construcción y el análisis del
Derecho Administrativo puede prescindir de los principios y cláusulas constitucionales. Por
eso, se ha dicho que el Derecho Administrativo es el Derecho Constitucional concretizado.

b) Los tratados internacionales: corresponde distinguir entre los tratados


internacionales con jerarquía constitucional y sin jerarquía constitucional, y los tratados de
integración.

b.1.1) En este cuanto a los tratados internacionales con jerarquía


constitucional, el artículo 75, inciso 22, CN establece que tienen ese rango: a) en
las condiciones de su vigencia, es decir, según el modo y términos en que son
aplicados en el Derecho Internacional; o sea, no sólo el texto normativo es fuente
del derecho sino, además, el conjunto de reglas de aclaración, interpretación y
aplicación dictadas por los órganos competentes en el marco internacional; b) no
derogan artículo alguno de la primera parte de esta Constitución; y c) deben
entenderse complementarios de los derechos y garantías por ella reconocidos.

b.1.2) Respecto a los tratados internacionales SIN jerarquía constitucional,


el artículo 75, inciso 22, CN establece “…Los tratados y concordatos tienen
jerarquía superior a las leyes”. Por consiguiente, la ley no puede derogar o modificar
un tratado suscrito por el Estado.

b.2) Por último, en cuanto a los tratados de integración, conforme el texto


constitucional, el Estado Argentino puede transferir competencias siempre que estén
presentes condiciones de reciprocidad e igualdad y, a su vez, el respeto por el orden
democrático y los derechos humanos. Estos tratados, también tienen jerarquía
superior a las leyes según el artículo 75, inciso 24, CN.

c) La ley: las leyes son reglas de carácter general, abstracto y obligatorio. El


postulado central es que las cuestiones sustanciales deben ser reguladas por ley, esto es
el poder regulatorio básico o legislativo, o sea, el principio de legalidad.

La ley debe definirse en función de dos aspectos:

- el objeto material y su alcance obligatorio, esto es, la regulación de las


materias reservadas al legislador por la Constitución y cuyo cumplimiento es
forzoso (aspecto sustancial) y, por el otro,
- el órgano competente, es decir el Poder Legislativo, y el procedimiento
constitucional para su formación y aprobación (aspecto formal).

Por lo tanto, ley es toda norma obligatoria dictada por el Congreso sobre el núcleo de
las materias a él reservadas a través del procedimiento específico que prevé la
Constitución.
La ley es superior al reglamento con el siguiente alcance: a) la ley regula con carácter exclusivo las
materias reservadas; b) el reglamento no tiene un campo propio e inescrutable ante la ley; c) la ley puede
regular incluso los detalles, de modo que excluye el poder reglamentario del Poder Ejecutivo; d) la ley prevalece
sobre el reglamento y, por tanto, éste no puede contradecir la ley; y, finalmente, e) la ley puede indicarle al
Presidente en qué términos o con qué alcance ejercer el poder reglamentario.

d) El reglamento: es un acto de alcance general, abstracto y obligatorio que dicta el


Poder Ejecutivo con efectos jurídicos directos sobre las personas en virtud de una atribución
del poder constitucional.
De esta manera, el reglamento comprende el poder regulatorio complementario. En consecuencia, el
Poder Ejecutivo debe aplicar la ley, es decir, ejecutar las políticas públicas definidas por el legislador por medio
de dos instrumentos jurídicos: a) el ejercicio del poder regulatorio complementario (reglamentos) y b) la
aplicación propiamente dicha del bloque jurídico (Constitución, ley y reglamento).

Además, cabe destacar el alcance sub legal de los reglamentos, es decir, su sujeción a las leyes del
Congreso y, por supuesto, al texto constitucional y a los tratados internacionales.

En síntesis, en nuestro ordenamiento jurídico el reglamento sólo puede abarcar el


ámbito secundario regulatorio que dejó librado la ley y, asimismo, no puede contradecir o
derogar las disposiciones legales o suplir la ley en caso de omisión del legislador.

Al abordar las formas jurídicas administrativas, nos referiremos a la potestad


reglamentaria del Poder Ejecutivo.

e) El precedente administrativo: constituye una decisión estatal anterior, es


meramente aplicativo de la ley, aunque debe ser considerado como fuente del derecho
cuando reúne ciertos caracteres.

Balbín entiende que los usos y prácticas del Estado, es decir, sus hábitos y
comportamientos, al igual que ocurre con sus precedentes entendido como
pronunciamientos formales, constituyen fuente del derecho con ciertos matices.

Ahora bien, en qué casos es posible reconocer al precedente como fuente del
derecho, es decir, con carácter jurídicamente vinculante.

El precedente es fuente del derecho y obliga a la Administración si reúne, al menos,


los siguientes caracteres: a) el precedente es tal cuando se trate de conductas del Estado
reiterativas ante casos similares (hechos); b) el precedente debe ser legítimo; c) el
precedente sólo procede en el marco de las potestades discrecionales; d) el precedente
debe referirse a otro sujeto y e) debe provenir del mismo órgano administrativo.

Cabe aclarar que el precedente no está regulado en nuestro ordenamiento jurídico.


Sin embargo, el Estado tiende a repetir sus conductas anteriores y el resultado es la
previsibilidad de sus decisiones y su carácter más igualitario. En definitiva, el principio de
igualdad, la confianza legítima, la no arbitrariedad y la seguridad jurídica constituyen el
fundamento del precedente administrativo.

f) La jurisprudencia: los antecedentes judiciales, sin perjuicio de crear derecho con


alcance singular e incidir sobre las otras fuentes creadoras del derecho, sólo son fuente
directa en los siguientes casos: a) los fallos de Corte, en tanto son obligatorios para los
otros tribunales; b) los fallos plenarios que, más allá de su constitucionalidad o no, son
obligatorios para los miembros de la propia Cámara y los otros jueces del fuero y c) las
sentencias con efectos absolutos (erga omnes).

En los otros casos, las sentencias sólo son obligatorias respecto del propio Tribunal y
con ese alcance, sin perjuicio de que es posible que el juez se aparte de sus propios
precedentes si existen motivos suficientes y razonados.

g) La doctrina: ciertos autores entienden que el criterio doctrinal, es decir, las ideas
de los estudiosos del Derecho constituyen una fuente indirecta porque, si bien no tienen
base en el orden positivo y, por lo tanto, no son fuente del ordenamiento jurídico, sí
contribuyen a crear el Derecho. Es decir, se considera que la doctrina no es fuente del
derecho, sin perjuicio de que influye sobre la construcción e interpretación de las fuentes
jurídicas.

h) La costumbre: es la observancia de comportamientos constantes en el tiempo,


uniformes y, según se cree, obligatorios.

Es posible distinguir entre tres especies en su relación con las leyes, a saber: a) las
costumbres secundum legem, cuando el hábito y su valor nace de la ley; en este sentido, el
artículo 1º del Código Civil y Comercial dice que: “…Los usos, prácticas y costumbres son
vinculantes cuando las leyes o los interesados se refieren a ellos... siempre que no sean
contrarios a derecho.”; b) Las costumbres praeter legem, esto es, cuando las prácticas
rigen una situación no prevista por la ley “Los usos, prácticas y costumbres son
vinculantes... en situaciones no regladas legalmente, siempre que no sean contrarios a
derecho…” (artículo 1º del Código citado). En conclusión, sólo los hábitos según las leyes,
esto es secundum legem o praeter legem, constituyen fuente del derecho. Es decir, las
costumbres no son fuente del Derecho, salvo aquellas que son concordantes con las leyes.

REGLAMENTOS LA POTESTAD REGLAMENTARIA DEL PODER EJECUTIVO

Concepto y caracteres.
El reglamento administrativo es un acto de alcance general, abstracto y
obligatorio que dicta el Poder Ejecutivo con efectos jurídicos directos sobre las
personas en virtud de una atribución constitucional.
El Poder Ejecutivo debe aplicar la ley (es decir, ejecutar las políticas públicas
definidas por el legislador) por medio de dos instrumentos jurídicos, a saber:
a) el ejercicio del poder regulatorio complementario (reglamentos) y
b) la aplicación propiamente dicha del bloque jurídico (Constitución, ley y
reglamento), es decir: actos, contratos, hechos, otras formas jurídicas.

Tipos de reglamento

1. Reglamentos de EJECUCIÓN o Decretos REGLAMENTARIOS son los actos que


dicta el Poder Ejecutivo con el propósito de fijar los detalles o pormenores de las
leyes sancionadas por el Congreso; es decir, las reglas de carácter general,
abstracto y obligatorio, pero con ese alcance específico y periférico.

Esta atribución del Presidente de la Nación se encuentra expresamente prevista en


la CN:
Artículo 99.- El Presidente de la Nación tiene las siguientes atribuciones:

Inciso 2. Expide las instrucciones y reglamentos que sean necesarios para la


ejecución de las leyes de la Nación, cuidando de no alterar su espíritu con
excepciones reglamentarias.

La potestad reglamentaria del Poder Ejecutivo está determinada en el caso concreto


por el alcance de la regulación que hace la propia ley del Congreso. En caso de que el
legislador fije los pormenores en el propio texto legal, su regulación alcanza rango legal, de
manera tal que el Ejecutivo no puede luego modificar o derogar la ley, ni siquiera en los
aspectos complementarios.
El reglamento sólo debe incluir aquello que fuere imprescindible para la aplicación,
ejecución, desarrollo o interpretación de la ley. Es decir, las disposiciones reglamentarias
deben limitarse a establecer reglas cuyo contenido sea la explicación, interpretación,
aclaración y precisión conceptual de la ley de modo de lograr la correcta aplicación y
cumplimiento de ésta.
Por otra parte, vale destacar que, si bien el Presidente conserva el poder de dictar los reglamentos de
ejecución, al Jefe de Gabinete le corresponde, de acuerdo al artículo 100 inciso 2° de la Constitución Nacional:
“Expedir los actos y reglamentos que sean necesarios para ejercer las facultades que le atribuye este artículo y
aquellas que le delegue el presidente de la Nación, con el refrendo del ministro secretario del ramo al cual el
acto o reglamento se refiera.”
Ahora bien, la potestad de reglamentar puede ejercerse por sí o trasladarse a los órganos inferiores. En
ese sentido, el legislador puede, entre sus facultades implícitas, delegar el ejercicio del poder regulatorio
reglamentario (que, tal como se señaló anteriormente, es de carácter concurrente entre el Poder Legislativo y el
Poder Ejecutivo) en los órganos inferiores de la Administración. A su vez, el Poder Ejecutivo puede también
delegar en cada caso particular el poder de fijar los detalles o pormenores de la ley ya sancionada por el
Congreso. En síntesis, el poder reglamentario de los órganos inferiores de la Administración no tiene el alcance
de un poder originario sino derivado, en virtud de habilitaciones legislativas o delegaciones del propio Poder
Ejecutivo.
FALLOS:
- MOUVIEL: Es inconstitucional la delegación legislativa a favor de la policías
para que cree por edictos contravenciones por escándalos. Los delitos deben
crearse por ley.

2. Reglamentos autónomos El reglamento o decreto autónomo es aquella norma de


alcance general que dicta el Poder Ejecutivo SOBRE MATERIAS QUE
PERTENECEN A SU ZONA DE RESERVA, es decir que son de su exclusiva
competencia de ordenación y regulación y que, por ende, excluye la intervención del
Congreso.

3. Reglamentos Delegados
Se entiende por reglamentos o decretos delegados a los actos de alcance general
que dicta el Presidente sobre materias legislativas, previa autorización del Congreso.
Artículo 76.- Se prohíbe la delegación legislativa en el Poder Ejecutivo, salvo en
materias determinadas de administración o de emergencia pública, con plazo fijado
para su ejercicio y dentro de las bases de la delegación que el Congreso establezca.

La caducidad resultante del transcurso del plazo previsto en el párrafo anterior no


importará revisión de las relaciones jurídicas nacidas al amparo de las normas dictadas
en consecuencia de la delegación legislativa.

Cabe destacar que la legislación es materia del ejecutivo, por tanto la regla es la
prohibición de la delegación, y la excepción es la delegación legislativa que debe ser:

- POR UNA LEY DEL CONGRESO, es lo primero que sucede,


- INDICANDO MATERIA Y PLAZO: siempre debe ser sobre administración
o Emergencia Pública

EJEMPLO: Declaración de emergencia económica: fundada en razones técnicas, por lo


general se hacen por el año. En la práctica en este caso el Legislativo le delega al Ejecutivo y termina
haciéndolo el MInistro de Economía
En este caso, el Poder Ejecutivo ingresa en el círculo central propio del Poder
Legislativo, ya que éste le transfiere al aquél materias propias que, en vez de ser regladas
por ley a través del trámite parlamentario, son reguladas por el Presidente por medio de
decretos.
Por tanto, cabe distinguir entre la ley de delegación (es decir, la ley que transfiere
competencias legislativas) y el decreto delegado (esto es, la ley dictada por el Ejecutivo
en virtud de la ley de delegación que completa el círculo central).
En nuestro país, la Corte Suprema de Justicia de la Nación convalidó las delegaciones desde 1929
hasta 1994, salvo pocos casos de excepción, pero no como tales, sino justificando el dictado de los decretos
legislativos bajo los términos del entonces artículo 86 inciso 2 de la Constitución Nacional (actual artículo 99
inciso 2), es decir, poder simplemente reglamentario.
Con la reforma constitucional de 1994, se introdujo el artículo 76 a la Constitución Nacional
(luego de las atribuciones del Congreso previstas en el artículo 75), que establece: “Se prohíbe la
delegación legislativa en el Poder Ejecutivo, salvo en materias determinadas de administración o de
emergencia pública, con plazo fijado para su ejercicio y dentro de las bases de la delegación que el
Congreso establezca. La caducidad resultante del transcurso del plazo previsto en el párrafo anterior
no importará revisión de las relaciones jurídicas nacidas al amparo de las normas dictadas en
consecuencia de la delegación legislativa.”
En virtud de ello, la Constitución admite la procedencia de la delegación si se
cumplen los siguientes requisitos:
- La delegación debe tratar sobre materias determinadas de
administración o emergencia pública.

- El legislador debe fijar las bases legislativas.

- El legislador debe decir también cuál es el plazo de la delegación (esto


es, el término en que el Ejecutivo puede dictar la ley).

- La Constitución exige los siguientes requisitos respecto de los decretos


delegados:
a) Requisito material: Materias determinadas de administración o
emergencia pública:
b) Requisito subjetivo y de forma: El órgano competente y el trámite
constitucional. En cuanto al trámite constitucional cabe señalar que, por un
lado, el procedimiento que debe seguir la ley de delegación es el trámite de
formación y sanción de las leyes que establece la Constitución.
Pero, además, el artículo 100 inciso 12 prescribe que le
corresponde al Jefe de Gabinete de Ministros: “Refrendar los
decretos que ejercen facultades delegadas por el Congreso,
los que estarán sujetos al control de la Comisión Bicameral
Permanente.” Asimismo, deben ser suscriptos por los
ministros con incumbencia en la materia.
c) Requisito de admisibilidad: Las bases para el ejercicio de la potestad
delegada y el plazo en que puede ejercerse. Las “bases” son las materias,
el objeto y alcance que deberá tener la norma que dicte el Poder Ejecutivo
en ejercicio de esas potestades delegadas. La ley de delegación también
debe prever, por orden del Convencional, el “plazo” para el ejercicio de las
potestades delegadas; es decir, el Presidente sólo puede dictar los
decretos delegados dentro de ese término.
d) Requisito de control: La intervención de la Comisión Permanente y el
pleno de las Cámaras. El ordenamiento constitucional prevé un doble
control. Por un lado, el control judicial mediante el análisis y resolución de
casos concretos y, por el otro, el control legislativo. En particular, el texto
constitucional establece el control por parte de la Comisión Bicameral
Permanente, cuya composición debe respetar la proporción de las
representaciones políticas de cada Cámara.
- El Poder Ejecutivo debe elevar el decreto a la Comisión Bicameral
Permanente en el plazo de diez días desde su dictado.
- La Comisión debe expedirse y elevar el dictamen sobre la validez o
invalidez del decreto y, en particular, la procedencia formal y la adecuación
del decreto a la materia y a las bases de la delegación, así como también al
plazo fijado para su ejercicio, en el término de diez días. Vencido éste sin
que la Comisión hubiese cumplido su mandato, las Cámaras se abocarán al
expreso e inmediato tratamiento del decreto de que se trate de conformidad
con lo establecido en los artículos 99 inciso 3° y 82 de la Constitución
Nacional.
- Las Cámaras deben darle tratamiento expreso e inmediato (el pleno, no
tiene plazo).
- El rechazo o aprobación del decreto debe ser expreso.
- Las Cámaras no pueden introducir modificaciones en el texto del decreto.
- El rechazo por ambas Cámaras del Congreso supone derogar el decreto,
quedando a salvo los derechos adquiridos durante su vigencia

4. DNU Reglamentos de necesidad y urgencia

EL DECRETO DE NECESIDAD Y URGENCIA TIENE NATURALEZA


LEGISLATIVA Y ES DICTADO POR EL EJECUTIVO es lo que lo distingue de los
otros decretos

ES EXCEPCIONAL: la CN, a partir de la reforma del 94, excepcionalmente permite


al ejecutivo reglamentar derechos y obligaciones

TIENE REQUISITOS:
- CIRCUNSTANCIAS EXCEPCIONALES que hicieran imposible seguir los trámites
ordinarios previstos por la CN para la sanción de las leyes

- NO SE TRATE DE ALGUNA DE LAS MATERIAS PROHIBIDAS:


● Partidos políticos: Relaciona con que son, el actor necesario para la
elección de nuestros gobernantes para evitar intentos antidemocráticos
● Electoral: en línea con partidos políticos, sustento a las bases democráticas
que rige nuestro país
● Penal: Se relaciona con la libertad de las personas
● Tributario: Relaciona con la legitimidad, para que no sea una decisión
unipersonal, se manda al congreso, que es colegiado y tiene un proceso de
sanción que le da más legitimidad a los impuestos.

TRÁMITE EN EL CONGRESO: El Jefe de Gabinete dentro de los 10 días debe remitir al


Congreso. Para que se expida la COMISIÓN BICAMERAL PERMANENTE -compuesta por
representantes de ambas cámaras, de mayorías y minorías-, sino lo hace el Decreto sigue
vigente. Esto se entiende como un refrendo (Ley 26110)

Artículo 99.- El Presidente de la Nación tiene las siguientes atribuciones:

… Inciso 3. Participa de la formación de las leyes con arreglo a la Constitución, las promulga y
hace publicar.
El Poder Ejecutivo no podrá en ningún caso bajo pena de nulidad absoluta e insanable, emitir
disposiciones de carácter legislativo.

Solamente cuando circunstancias excepcionales hicieran imposible seguir los trámites ordinarios
previstos por esta Constitución para la sanción de las leyes, y no se trate de normas que regulen
materia penal, tributaria, electoral o de régimen de los partidos políticos, podrá dictar decretos
por razones de necesidad y urgencia, los que serán decididos en acuerdo general de
ministros que deberán refrendarlos, conjuntamente con el jefe de gabinete de
ministros.

El jefe de gabinete de ministros personalmente y dentro de los diez días someterá la medida a
consideración de la Comisión Bicameral Permanente, cuya composición deberá respetar la
proporción de las representaciones políticas de cada Cámara. Esta comisión elevará su despacho
en un plazo de diez días al plenario de cada Cámara para su expreso tratamiento, el que de
inmediato considerarán las Cámaras. Una ley especial sancionada con la mayoría absoluta de la
totalidad de los miembros de cada Cámara regulará el trámite y los alcances de la intervención
del Congreso.

Los decretos de necesidad y urgencia son las normas de alcance general que dicta el Poder
Ejecutivo sobre materias legislativas, sin autorización previa del Congreso.
Así, la diferencia que existe entre los decretos delegados y los decretos de necesidad y
urgencia es que, en este caso, no existe una habilitación previa del Poder Legislativo.
La Constitución dispone, en principio, la prohibición al Poder Ejecutivo de dictar normas de
contenido legislativo.
El decreto de necesidad es de carácter extraordinario y provisorio ya que, por un lado, sólo
procede cuando estén presentes los supuestos de hecho tasados en el texto constitucional y, por el
otro, el decreto debe ser aprobado inmediatamente por el Congreso.
a) Requisito de admisibilidad: La existencia de circunstancias excepcionales que hagan
imposible seguir los trámites ordinarios previstos por la Constitución para la sanción de las leyes.
Para ello, resulta necesario determinar en qué casos existe una circunstancia excepcional
que hace imposible seguir el trámite para la formación y sanción de las leyes. Ciertamente, debe
tratarse de una situación de carácter extraordinario o excepcional, esto es, un hecho no habitual,
imprevisible o difícilmente previsible. A su vez, este estado de emergencia, por su carácter
extraordinario, debe ser necesariamente transitorio. El estado de emergencia no justifica por sí solo
el dictado de los decretos si, además, no existe la imposibilidad de seguir el trámite legislativo
ordinario.
Por otra parte, las medidas estatales dictadas en este contexto deben ser necesarias y
urgentes. El acto es necesario cuando la crisis es de suma gravedad y constituye el único medio
institucional idóneo para superar la situación excepcional.
b) Requisito material: Materias sobre las que el Presidente puede ejercer excepcionalmente
la atribución.
Las materias prohibidas expresamente son los asuntos penales, tributarios, electorales y de
partidos políticos.
c) Requisito subjetivo: El órgano competente para el dictado de los decretos de necesidad es
el Presidente. Aunque cierto es también que el acto reviste carácter complejo, toda vez que sólo es
válido si está acompañado por el refrendo del Jefe de Gabinete de Ministros y, además, es
aprobado en acuerdo general de ministros.
d) Requisito de forma y de control: El Jefe de Gabinete, luego del refrendo del decreto, debe
elevarlo en el plazo de diez días a la Comisión Bicameral. A su vez, ésta (en igual plazo) debe
dictaminar y elevar el informe ante el Pleno de ambas Cámaras. Por último, las Cámaras deben
tratar el decreto legislativo.
El trámite reglado en la Ley 26.122 Balbín lo condensa en las siguientes pautas:
- La Comisión debe expedirse acerca de la validez o invalidez del decreto y elevar el
dictamen al plenario de cada cámara para su expreso tratamiento. A su vez, el dictamen debe
pronunciarse expresamente sobre la adecuación del decreto a los requisitos formales y sustanciales
establecidos constitucionalmente para su dictado.
- En caso de que el Jefe de Gabinete no remita en el plazo establecido a la Comisión los
decretos, dicha Comisión se abocará de oficio a su tratamiento. En tal caso, el plazo de diez días
hábiles para dictaminar, se contará a partir del vencimiento del término establecido para la
presentación del Jefe de Gabinete.
- La Comisión tiene un plazo de diez días hábiles contados desde la
presentación efectuada por el Jefe de Gabinete, para expedirse y elevar el dictamen al plenario de
cada una de las Cámaras. La Comisión debe expedirse acerca de la validez o invalidez del decreto y
elevar el dictamen al plenario de cada Cámara para su expreso tratamiento.
- Vencido el plazo sin que la Comisión haya elevado el correspondiente despacho, las
Cámaras se abocarán al expreso e inmediato tratamiento del decreto.
- Elevado por la Comisión el dictamen al plenario de ambas cámaras, éstas deben darle
inmediato y expreso tratamiento.
- Las Cámaras se pronuncian mediante sendas resoluciones. El rechazo o aprobación del
decreto deberá ser expreso conforme lo establecido en el artículo 82 de la Constitución Nacional.
- Las Cámaras no pueden introducir enmiendas, agregados o supresiones al texto del Poder
Ejecutivo, debiendo circunscribirse a la aceptación o rechazo de la norma mediante el voto de la
mayoría absoluta de los miembros presentes.
- El rechazo por ambas Cámaras del Congreso del decreto de que se trate implica su
derogación de acuerdo a lo que establece el artículo 2 del Código Civil, quedando a salvo los
derechos adquiridos.
- Las disposiciones de la citada Ley 26.122 y el curso de los procedimientos en ella
establecidos, no obstan al ejercicio de las potestades ordinarias del Congreso relativas a la
derogación de normas de carácter legislativo emitidas por el Poder Ejecutivo.
- Los decretos tienen plena vigencia de conformidad a lo establecido en el artículo 5 del
Código Civil y Comercial.
BOLILLA 3: LA ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA Y
BOLILLA 4: SISTEMAS Y PRINCIPIOS DE LA ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA

Clase Repaso
● ADMINISTRACIÓN CENTRAL -son órganos- Y DESCENTRALIZADA -son
entes / personas jurídicas-:
Son técnicas de organización del Estado

La administración se organiza de forma tal que tiene organismos


centralizados y descentralizados. Implica pensar en que lugar está puesta
cierta competencia del Estado (si está en el PEN o si está en un organismo
descentralizado)

- Centralizado: PEN. Este abarca: Presidente, Jefatura de


Gabinete de Ministros, Ministerios, Secretarías,
Subsecretarías, Direcciones Nacionales…

- Descentralizado: Implica que al órgano se le ha dado


determinada competencia, que en general tienen cierta
independencia. Ej AFIP, BCRA,

Los conceptos de jerarquía, subordinación, delegación y


avocación se dan dentro de la administración centralizada y de la
descentralizada.

● CONCENTRACIÓN Y DESCONCENTRACIÓN:

Refiere a la Competencia hacia adentro de un mismo órgano. La


competencia puede estar toda concentrada en una sola repartición
-raviol- o desconcentrada en diferentes reparticiones, pero siempre
dentro del mismo órgano. Se puede tener concentración y desconcentración
hacia adentro de la administración centralizada o descentralizada. Ejemplos:
Puede suceder cuando hay cambios de estructura, y un área absorbe a
otra(con personas, presupuestos, etc)

● AUTONOMÍA Y AUTARQUÍA

AUTONOMÍA: Grado de libertad que tiene el ENTE que saca ciertas


competencias del Ejecutivo Central y si pasan a un organismo

AUTARQUÍA: Está vinculada al hecho de tener un presupuesto. Por ello para


muchos autores tener autarquía implica tener autonomía, porque para tener
presupuesto necesariamente tenes que tener autonomía para funcionar.

Por lo general se crean por ley y en ella se definen sus funciones, si tienen
presupuesto o no, cómo se designan las autoridades.

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Introducción a “Organización Administrativa”.


El Estado es una persona jurídica de carácter público, es decir, tiene una
personalidad diferente de aquellos sujetos que lo integran y, como tal, es sujeto de
derecho. Reconocer la personalidad jurídica del Estado permite construir relaciones
jurídicas entre el Estado y las personas; responsabilizarlo por sus conductas, sean estas
acciones u omisiones.
Las entidades estatales manifiestan su actividad y voluntad a través de sus
órganos. El concepto órgano sirve para imputar a la entidad de que el órgano forma parte
el hecho, la omisión o la manifestación de la voluntad. El órgano es un conjunto de
competencias que será ejercido por una persona física denominada funcionario público,
agente o personal del Estado que, al actuar dentro de las atribuciones o funciones que le
han sido conferidas, produce tal imputación.
Sin embargo, no es posible discernir entre la voluntad del Estado, persona jurídica, y
la del agente, persona humana, puesto que se superponen y entremezclan. En otras
palabras, la voluntad del agente y su decisión es directamente la decisión estatal ya
que el centro decisorio es uno solo. El agente es el propio Estado y cualquier
conducta que realice es estatal.
En síntesis, el Estado es un sujeto de derecho con personalidad jurídica propia, capaz
de adquirir derechos y contraer obligaciones y que está integrado por órganos, es decir, por
quienes dicen cuál es su voluntad.
Modo de organización del Poder Ejecutivo: Podemos definir a la organización
administrativa como el conjunto de normas jurídicas que regulan la competencia, relaciones
jerárquicas, situación jurídica, formas de actuación y control de los órganos y entes en
ejercicio de la función administrativa.
La organización administrativa se concreta en la estructura de órganos y en la
atribución de competencias o en la asignación de funciones a dichos órganos, pues
el Estado como persona jurídica actúa a través de ellos para el cumplimiento de sus
funciones específicas.

DIFERENCIA e/ ÓRGANO Y ENTE u organismo:


El órgano es una unidad a la cual el ordenamiento jurídico le atribuyó competencias
específicas y que forma parte de una estructura. No tiene personalidad jurídica propia,
distinta de aquella persona que integra, es decir, el Estado. En cambio,
El ente u organismo es definido por Balbín como un “…centro de imputación de
competencias (aspecto objetivo) desempeñado por un sujeto jurídico con personalidad
propia (aspecto subjetivo) e inserto en las estructuras del Estado”.
En suma, la diferencia esencial entre ambos conceptos consiste en que los
órganos no tienen personalidad jurídica propia, mientras que los entes revisten el carácter
de personas jurídicas y, por consiguiente, poseen capacidad para establecer relaciones
jurídicas por sí mismos, es decir, adquirir derechos y contraer obligaciones.

El modelo de organización estatal está integrado por


- la Administración o Estado central, compuesta por órganos (Ministerio de Interior,
Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación, Dirección General
de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Transporte; etc.), y por
- la Administración o Estado descentralizado, compuesta por entes estatales (ENRE,
AFIP, AGP SE., AR-SAT, etc.).

El criterio básico de distinción entre centralización y descentralización de las


estructuras administrativas es el grado de autonomía de las unidades de organización
en relación con el poder central, es decir, con el Presidente de la Nación.
Para resumir, podemos distinguir dos modelos de organización estatal. Uno de ellos de
corte jerárquico y vertical, y otro, más horizontal y autónomo. En verdad, los Estados no
adoptan uno u otro modelo en términos absolutos, sino que entremezclan técnicas e
instrumentos de ambos.
Veamos que ocurre en nuestro país. La Constitución Nacional establece ciertas pautas
de cómo se estructura el Estado en la órbita del Poder Ejecutivo: el Presidente (artículo
99), el Jefe de Gabinete de Ministros (artículo 100) y los Ministerios (artículo 103). A su
vez, prevé el dictado de la Ley de Ministerios (artículo 100) cuyo objeto es crear los
órganos administrativos inferiores y distribuir las funciones entre éstos.
Por otra parte, la Constitución incluyó también ciertos entes descentralizados y
autónomos, tales como el Banco Central, las universidades públicas, etc.
En conclusión, el modelo de organización estatal de nuestro país está integrado
por la Administración central y la Administración descentralizada, es decir, se trata
de un modelo centralizado con matices de descentralización.

LA COMPETENCIA ESTATAL.

A. CONCEPTO Y CARACTERES.

La competencia es la suma de potestades que surge del ordenamiento


jurídico, esto es, la aptitud de los poderes públicos para obrar y cumplir así con sus
fines". Es el conjunto de funciones que un agente puede legítimamente ejercer. El
concepto de competencia da así la medida de las actividades que de acuerdo con el
ordenamiento jurídico corresponden a cada órgano administrativo. Es su aptitud legal de
obrar.

El artículo 3º de la LNPA, establece que “La competencia de los órganos


administrativos será la que resulte, según los casos, de la Constitución Nacional, de las
leyes y de los reglamentos dictados en su consecuencia. Su ejercicio constituye una
obligación de la autoridad o del órgano correspondiente y es improrrogable, a menos que la
delegación o sustitución estuvieren expresamente autorizadas; la avocación será
procedente a menos que una norma expresa disponga lo contrario.”

2 características fundamentales de la competencia:

- es obligatoria y
- es improrrogable, salvo los supuestos allí previstos.

Las competencias pueden ser expresas, cuando surgen literalmente del texto de la norma.
Sin embargo, resulta imposible que las normas contemplen previamente todos los casos y
circunstancias en los cuales el Estado deberá actuar y así cumplir con sus fines. Por lo
tanto, se ha reconocido también la existencia de competencias implícitas.

B. TIPOS DE COMPETENCIA.

La competencia puede clasificarse según los siguientes criterios:

a) En razón del territorio: toma en cuenta el ámbito espacial en que el órgano


puede desplegar el ejercicio de sus atribuciones. Por ejemplo, el Ministro de
Agricultura de una provincia, sólo puede diseñar y ejecutar políticas públicas en esa
materia en el ámbito territorial de esa provincia.

b) En razón del tiempo: en algunas ocasiones el ejercicio de la aptitud legal puede


estar condicionado por el tiempo, sea para el comienzo de su desenvolvimiento o
bien para su cese. Así, por ejemplo, el Congreso puede por ley delegar facultades
en el Poder Ejecutivo para reglamentar una materia propia del Congreso, de
acuerdo el artículo 76 de la Constitución Nacional, esa ley debe fijar el plazo en que
podrá ser ejercida esa facultad. En ese supuesto, el Poder Ejecutivo sólo tendrá la
facultad delegada durante el plazo que fije la norma.
c) En razón de la materia: se refiere al conjunto de poderes, facultades y
atribuciones que le corresponden a un ente u órgano, en razón de la naturaleza
de las funciones o cometidos asignados. Tiene en miras la finalidad y el objeto
para el cual un órgano o ente fue creado y, en razón de ello, se le asignan las
funciones. Por ejemplo, la materia de competencia de la Secretaría de Bienestar
Universitario y Asuntos Estudiantiles de una Universidad está relacionada al impulso
y asistencia en el diseño y ejecución de políticas de bienestar en general y a la
integración de los estudiantes a las actividades universitarias en particular.

d) En razón del grado: se vincula con el nivel jerárquico de los órganos en la


estructura administrativa, es decir, la ubicación que el órgano tenga en la jerarquía
administrativa. De tal forma, todo órgano será superior o inferior en relación con
otro. Por ejemplo, en una determinada estructura organizada en base a la jerarquía
que, como veremos más adelante, debe tratarse de la misma materia, una
Secretaría de Estado es jerárquicamente superior a una Subsecretaría y ésta es
jerárquicamente superior a una Dirección.

C. DISTRIBUCIÓN DE COMPETENCIA.

García Pullés señala que “la Administración no podría concebirse seriamente como
concentrada en una persona, pues resultaría materialmente imposible atribuir semejante
enormidad de competencias a un solo sujeto. De allí que la idea de concentración absoluta
de facultades parece una clara ilusión de realización concreta imposible, al menos en el
Estado actual de complejidad de las competencias administrativas”.

Tal comprobación determina que en el ámbito de la Administración Pública se


reconozcan dos técnicas básicas de distribución de competencias, la
desconcentración y la descentralización que tienen por objeto distribuir las funciones
estatales en razón del principio de división del trabajo.

Preliminarmente, cabe aclarar que la competencia es:

- centralizada cuando está conferida exclusivamente a los órganos centrales o


superiores de un ente; es desconcentrada, cuando se ha atribuido porciones de
competencia a órganos inferiores, pero siempre dentro de la misma organización o
del mismo ente estatal de que se trate; y es
- descentralizada cuando la competencia se atribuye a un nuevo ente, separado de
la Administración central, dotado de personalidad jurídica propia y constituido por
órganos que expresan su voluntad.

La desconcentración es la herramienta de distribución de competencias estatales


entre órganos que integran el Estado central (Administración central) y que no tienen
personalidad jurídica propia.

En otras palabras, la descentralización, por un lado, distribuye competencias y, por


otro, reconoce de modo inseparable personalidad jurídica al ente estatal sobre el que se
asientan tales facultades.

Los entes descentralizados están organizados internamente de modo reflejo o


espejo al Estado central. Es decir, su estructura es un conjunto de órganos sin personalidad
jurídica que están relacionados entre sí por el nexo jerárquico.

En cuanto al vínculo entre los entes y los órganos de la Administración central,


debido al distanciamiento del Presidente, no es jerárquico aunque es necesario rescatar
el principio de unidad del Estado. Por esta razón, el criterio es el control del órgano
central sobre el ente descentralizado y se lo denomina control o tutela administrativa.
El control o tutela administrativa comprende atribuciones del poder central
(Presidente y órganos) sobre el ente estatal tales como designar a los funcionarios que
integran los órganos máximos del ente; dar directivas generales; controlar los actos que
emite a instancia de parte (recurso de la alzada); y, en caso extremos, intervenir al ente en
casos extremos, es decir, remover a los agentes de conducción designados.

Los entes descentralizados poseen los siguientes elementos:

a) Personalidad jurídica.
b) Asignación legal de recursos.
c) Patrimonio estatal.
d) Gobierno, conducción y administración propia.
e) Control estatal: tutela administrativa.
Es posible distinguir entre distintos entes u organismos estatales, unos con fines
estatales específicos y directos y otros con fines industriales y comerciales, a saber:

a) Entes autárquicos: son aquellos que tienen fines públicos específicos y se rigen
por el Derecho Público. Si bien se administran a sí mismos no se autorregulan, salvo en
aquellos aspectos previstos por el ordenamiento jurídico y no designan ni remueven a sus
autoridades (por ejemplo, AFIP, ANSES).

b) Entes no autárquicos: son aquellos con fines comerciales e industriales y se


rigen en su actividad por el Derecho Público y también por el Derecho Privado (por
ejemplo, YPF SA., AGP SE.). En estos casos, generalmente, el ente se conforma como
una sociedad estatal o como una sociedad anónima con participación estatal mayoritaria.

c) Entes autónomos: son aquellos que no sólo tienen fines públicos específicos en
orden a su especialidad, sino que son autónomos respecto del Poder Ejecutivo, como
ocurre con las universidades públicas y el Banco Central de la República Argentina. Tal
carácter, supone reconocer facultades para dictar sus propias normas y diseñar su
estructura; establecer el procedimiento de designación y remoción de sus autoridades;
administrar sus recursos; gestión y dirección del personal, entre otras.

Cabe agregar finalmente que es el Congreso de la Nación el competente para


crear entes descentralizados, acorde con lo dispuesto por el artículo 75, CN.,
conforme al cual corresponde a aquel crear y suprimir empleos. En ese sentido, el artículo
48 de la Ley N° 25.565 estableció que toda creación de organismos descentralizados
requiere del dictado de una ley. No obstante, los entes descentralizados han sido creados
indistintamente por leyes de Congreso y por decretos del Poder Ejecutivo.

OJO HAY 3 POSICIONES:

1. Surge de la Ley (Gordillo)


2. Es facultad del PE (Marienhof)
3. Facultades concurrentes (cassagne)

D. TRANSFERENCIA DE LAS COMPETENCIAS.

Una vez distribuidas las competencias mediante las técnicas de la desconcentración


o la descentralización, los órganos u entes pueden volver a redistribuirlas mediante otras
dos técnicas: LA AVOCACIÓN Y LA DELEGACIÓN. Es decir, una vez que las
competencias se repartieron de manera permanente entre órganos (desconcentración) y
entes (descentralización), es posible que los propios órganos produzcan modificaciones
aunque con alcance restringido ya que son, justamente, excepciones a la improrrogabilidad
de la competencia prevista en el artículo 3º de la LNPA.
La avocación es la técnica de redistribución de competencias mediante la cual, en
un caso particular, el superior jerárquico asume o toma por sí el conocimiento y
decisión de un trámite que incumbe al inferior jerárquico. Es siempre procedente, a
menos que una norma expresa disponga lo contrario (artículo 3º de la LNPA), ya que se
trata de la asunción por el superior de una competencia que el ordenamiento jurídico
atribuye directamente al inferior.

Ahora bien, la avocación no procede cuando las normas atribuyeron


competencias determinadas a un órgano en orden a su especialidad técnica o
profesional, por ejemplo, el dictamen del servicio jurídico permanente (órgano con
facultades de asesoramiento) o de las comisiones evaluadoras de ofertas en el
procedimiento de selección del contratista estatal (órgano con competencia de selección).
Es decir, se trata de supuestos en los cuales el órgano inferior tiene atribuidas
competencias con carácter exclusivo y, por ende, no compartidas con sus superiores.

La delegación consiste en la transferencia de una competencia específica o


puntual desde un órgano a otro y con carácter transitorio. El órgano no traslada la
titularidad de sus potestades sino simplemente su ejercicio y, por eso, el órgano
delegante y titular de las competencias sigue siendo responsable por su ejercicio junto con
el órgano receptor (órgano delegado).

Es el traslado de competencias desde el órgano superior hacia el órgano inferior en el


marco de las estructuras estatales jerárquicas. La técnica de la delegación sólo es posible
si existe igual competencia material y vínculo jerárquico entre los órganos delegante
y delegado.

De acuerdo con el artículo 3º de la LNPA, la posibilidad de delegar la competencia


debe encontrarse expresamente autorizada. Además, el órgano delegante puede reasumir
en cualquier momento el ejercicio de las competencias delegadas.

Es importante diferenciar adecuadamente la delegación de la descentralización y


de la desconcentración. En estas últimas hay una decisión por la cual, total o
parcialmente, se quita la competencia al órgano superior y se la atribuye a un órgano o
ente; mientras que en la delegación, la decisión parte del propio órgano que delega.
Entonces la primera diferencia entre la delegación, por un lado, y la desconcentración y
descentralización, por el otro, está dada por el órgano que decide la atribución de facultades al
funcionario inferior. En la desconcentración y en la descentralización es por regla general el
Congreso y también el Poder Ejecutivo; en la delegación, un órgano administrativo superior ha sido
autorizado al efecto por la ley o decreto, pero que retiene el poder de decisión de delegar o no.
Una segunda diferencia, es que en el caso de la desconcentración y descentralización, una
vez que ellas han sido dispuestas, la competencia de que se trata pertenece exclusivamente al
inferior y el superior sólo tiene facultades de supervisión propias del poder jerárquico o de la tutela
administrativa. En cambio, en la delegación el órgano que recibe la competencia delegada es el que
va a ejercerla pero no le pertenece a él, sino al superior que es el responsable de cómo se habrá de
ejercer. De allí que existan más fuertes lazos con el superior que en las técnicas de distribución de
competencias.
En ese sentido, recordemos que en la desconcentración la responsabilidad del superior por el
modo en que se ejerce la competencia que le ha sido quitada es limitada, ya que se ha reducido
también su poder de control.
Para finalizar, es preciso señalar que las técnicas de redistribución de
competencias (avocación y delegación) poseen los siguientes caracteres:
a) son un medio de traslación de ejercicio de competencia y no de titularidad;
b) son un medio de traslación de competencias específicas y no generales;
c) poseen carácter transitorio y no permanente; y,
d) se realizan a través de actos de alcance particular y no general.
E. LAS RELACIONES ENTRE ÓRGANOS - JERARQUÍA

En el ámbito de la organización administrativa, la multiplicidad de órganos que la conforman


obliga a establecer, en aras de la unidad de acción, una ordenación de todos ellos a través
de una serie de relaciones de subordinación y de supremacía, con el objeto de que se
sometan al órgano que se encuentra en la cúspide de la organización de que se trate.

En esta ordenación, denominada jerarquía, los órganos superiores disponen del


poder jerárquico para dirigir, ordenar e inspeccionar la conducta de los órganos
inferiores. La jerarquía es poder y la función jerárquica es el ejercicio de ese poder. Por
consiguiente, la primera regla que disciplina la organización es la jerarquía.

Según Balbín, la jerarquía es el modo de relación jurídica entre órganos ubicados en


distintos niveles de la organización estatal. Como es sabido, el Estado está estructurado
por órganos que están ubicados en distintos niveles de modo piramidal y en cuya cúspide
se encuentra el Presidente. De ese modo, un órgano que está ubicado en un cierto orden
de la escala jerárquica está por debajo de unos pero por encima de otros. El superior
jerárquico debe dirigir, ordenar y controlar al inferior.

Por lo tanto, habrá jerarquía cuando hay una relación de subordinación entre órganos
de una misma persona jurídica, ente u organismo para asegurar la unidad en la
acción.

El principio de la jerarquía, en definitiva, afecta a los órganos administrativos en su relación


con la competencia material, de lo que se deduce:
a) que no existe jerarquía administrativa en las relaciones que se dan entre la Administración
y los particulares;
b) que tampoco existe relación jerárquica entre la Administración y los restantes órganos del
Estado (Poder Legislativo y Poder Judicial y órganos provinciales);
c) que, dentro de la Administración, la jerarquía se presenta sólo entre órganos de un mismo
ente, por lo que no puede hablarse de subordinación jerárquica de un ente estatal respecto
de otro, ni entre dos órganos de distinta competencia en razón de la materia. En suma, la
jerarquía supone identidad de materias entre los órganos y superioridad de unos sobre
otros.

En la jerarquía se presentan la línea y el grado. La línea jerárquica se forma por el


conjunto de órganos en sentido vertical, unidos por la relación de subordinación; mientras
que el grado, es la posición o situación jurídica que cada uno de los órganos ocupa en
dicha línea.
Las facultades del superior que derivan del principio de jerarquía son:
a) Dirigir e impulsar la acción del inferior, dando las órdenes pertinentes.
b) Dictar disposiciones dirigidas a reglar la conducta del inferior. Estas disposiciones pueden ser
instrucciones, circulares, órdenes y reglamentos internos.
c) Nombrar los integrantes de los órganos inferiores y formalizar los contratos en el ámbito de su
competencia.
d) Inspeccionar de oficio la actividad de los órganos inferiores, aplicando en su caso las sanciones
correspondientes en ejercicio de la potestad disciplinaria a los funcionarios responsables.
e) Controlar los actos dictados por el órgano inferior, a través del recurso jerárquico.
f) Delegar sus facultades y avocarse respecto de la competencia del inferior conforme los límites
establecidos por la LNPA.
g) Resolver los conflictos o cuestiones de competencia que se produzcan entre órganos inferiores.
F. EL CUERPO DE ABOGADOS DEL ESTADO. LA PROCURACIÓN DEL TESORO DE LA
NACIÓN.

La ley 12.954 creó el Cuerpo de Abogados del Estado, poniendo a su cargo el


asesoramiento jurídico y la defensa ante los tribunales de todos los organismos que
integran la Administración y estableció que se conformaría con todos los abogados que
desempeñen funciones jurídicas en los servicios jurídicos permanentes creados en el seno
de la Administración central y descentralizada.
La dirección general del Cuerpo de Abogados del Estado está a cargo del
Procurador del Tesoro de la Nación, órgano desconcentrado que depende
directamente del Presidente de la Nación y tiene jerarquía equivalente a la de los Ministros
del Poder Ejecutivo y ejerce sus competencias con independencia técnica (artículos 1° y 2°
de la Ley N° 24.667).
El Cuerpo de Abogados del Estado, entonces, está integrado por la
Procuración del Tesoro de la Nación y por delegaciones constituidas por las
direcciones de asuntos jurídicos de la Administración centralizada y descentralizada.
Así, tales delegaciones poseen una doble dependencia, por un lado, desde el punto de
vista administrativo, se insertan en la organización administrativa a la que asisten; y, por
otro, desde el punto de vista profesional están incorporadas a una organización técnica,
dirigida por el procurador del Tesoro de la Nación.
Cabe finalmente mencionar las principales funciones de Cuerpo de Abogados del
Estado:
a) Asesoramiento jurídico
b) Representación judicial
c) Función sumarial
d) Función de auditoría de juicios e inspección:

G. LA SINDICATURA GENERAL DE LA NACIÓN “SIGEN”. LAS UNIDADES DE AUDITORÍA


INTERNA.

La Ley N° 24.156 de Administración Financiera y de los Sistemas de Control del Sector


Público Nacional creó la Sindicatura General de la Nación a cargo del control interno
del Poder Ejecutivo, con personería jurídica propia y autarquía administrativa y
financiera, dependiente del Presidente de la Nación.
La Sindicatura General de la Nación está a cargo de un funcionario con rango de secretario de la presidencia
de la Nación, denominado síndico general de la Nación, quien debe poseer título universitario en el área de
Ciencias Económicas o Derecho y una experiencia en administración financiara y auditoría no inferior a los
ocho (8) años. Es designado por el Presidente de la Nación, de quien depende directamente, y es asistido por
tres (3) síndicos generales adjuntos.
El sistema de control interno está integrado, por un lado, por la Sindicatura
General de la Nación -SIGEN- con competencia normativa, de supervisión y
coordinación y, por el otro, por las unidades de auditoría interna, órganos creados en
cada jurisdicción a controlar. Estas últimas, dependen jerárquicamente del órgano
superior de cada organismo, pero son coordinadas técnicamente por la Sindicatura
General.
Es preciso aclarar que el control interno es un examen posterior de las actividades financieras y administrativas
de los órganos y entes estatales que abarca los aspectos presupuestarios, económicos, financieros,
patrimoniales, normativos y de gestión, fundados en criterios de economía, eficiencia y eficacia. Por
consiguiente, la auditoría interna es un servicio a toda la organización y consiste en un examen posterior de las
actividades financieras y administrativas de las entidades, realizado por los auditores integrantes de las
unidades de auditoría interna. Las funciones y actividades de los auditores deberán mantenerse desligadas de
las operaciones sujetas a su examen.
Entre las funciones de la Sindicatura General de la Nación están las de:
a) dictar y aplicar las normas de control interno que deben ser coordinadas con la
Auditoría General de la Nación;
b) supervisar la aplicación por parte de las unidades correspondientes de las normas de
auditoría interna;
c) vigilar el cumplimiento de las normas contables;
d) aprobar los planes de trabajo de las unidades de auditoría interna;
e) asesorar al Poder Ejecutivo;
f) poner en conocimiento del Presidente los actos que causen o pudieren causar perjuicios
importantes al patrimonio público.

LA AUDITORÍA GENERAL DE LA NACIÓN.


La Ley N° 24.156 también creó la Auditoría General de la Nación como ente de
control externo del sector público nacional, dependiente del Congreso de la
Nación, con personería jurídica propia e independencia funcional y financiera que brinda
asistencia técnica a aquel en el ejercicio de la atribución de control externo del sector
público nacional. Conviene precisar que a partir de a partir de la reforma constitucional
de 1994, la Auditoría General de la Nación posee rango constitucional (artículo 85, CN.).
Por lo antedicho, el examen y opinión del Poder Legislativo sobre el desempeño y situación general de
la Administración pública están sustentados en los dictámenes de la Auditoría General de la Nación. De
acuerdo a la Constitución, el control se refiere a la legalidad y a la gestión de la Administración pública. En ese
sentido, el control de legalidad implica verificar que los actos llevados a cabo por aquella cumplan con la
normativa vigente; en cambio, el control de gestión es más amplio ya que no se ciñe solo a las normas
vigentes, sino que conlleva también una evaluación de la oportunidad y/o conveniencia de las decisiones
tomadas por el órgano administrador.
Una característica de las atribuciones que ejerce la Auditoría General de la
Nación es que realiza un control posterior de los actos del Poder Ejecutivo, es decir,
la auditoría no es preventiva, sino que se produce después. Por eso es que, de acuerdo a la Constitución, debe
intervenir necesariamente en el trámite de aprobación o rechazo de las cuentas de percepción e inversión de
los fondos públicos, es decir, controla el presupuesto percibido, ejecutado y rendido.
La Auditoría General de la Nación está a cargo de un colegio de auditores integrado por siete (7)
miembros. El presidente es designado por resolución conjunta de los presidentes de ambas cámaras del
Congreso a propuesta del principal partido de la oposición, es decir, con mayor número de legisladores en el
Congreso, y, a su vez, se designan tres (3) auditores por la Cámara de Diputados y tres (3) por la Cámara de
Senadores. Cabe aclarar que dicha composición es integrada por cuatro (4) auditores del partido mayoritario,
que comúnmente es el partido político del presidente del país, y por dos (2) auditores por el partido que sigue
en el número de representantes en ambas Cámaras del Congreso.
Para ser auditor se requiere ser argentino, contador o abogado, con probada especialización en
administración financiera y de control. Duran ocho (8) años en su función y pueden ser reelegidos. Son
removidos con la intervención de dichas Cámaras.
Por último, se destaca que el vínculo entre el Congreso y la Auditoría General de la Nación se ejerce a
través de la Comisión Parlamentaria Mixta Revisora de Cuentas, que es una comisión que funciona dentro del
mismo Poder Legislativo, quien realiza el control de sus actividades.
BOLILLA 5: PODER DE POLICÍA Y FOMENTO

Es una categoría didáctica y no un cuarto poder.

Es la facultad que la Constitución le da al legislativo para limitar y regular derechos


reconocidos en la CN. Esto implica una armonización de los derechos de cada uno de los
individuos para la convivencia en sociedad (está por arriba de los intereses individuales). Art
14 y 28 CN

EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO EN LA JURISPRUDENCIA

- Poder de policía restringido: El Estado Liberal se limita a SALUBRIDAD, SALUD


PÚBLICA Y MORAL.

FALLOS: Plaza de Toros: En el fallo “bonorino en representación de empresa plaza


de toros” se había impugnado una ley que prohibía la corrida de toros la Corte
Suprema dijo que el objeto del poder de policía incluía el de proteger a la seguridad
salubridad y moralidad de sus vecinos.
Saladeristas de Podesta: En el caso saladeristas podestá con provincia de Buenos
Aires se impugnó una ley que ordenaba clausurar un establecimiento porque
afectaba la salud de los vecinos dicha ley imponía requisitos para poder funcionar a
los saladeros ubicados sobre el riachuelo, tan gravosos que no los podían cumplir y
entonces les quitaban sus autorizaciones para trabajar, la corte dijo que la ley no
afecta el derecho de propiedad y a trabajar porque ellos no son absolutos están
sujetos a limitaciones de derecho público, por ejemplo no afectar la salud pública
higiene y moralidad etcétera Y en este caso se afecta la salud pública al no cumplir
con dichos requisitos

- Poder de policía amplio: Se suma la intervención del Estado para proteger el Orden
Público Económico social. Se relaciona con el artículo 14 de la CN. En otras
palabras, se limitan los derechos para proteger no solo la moralidad seguridad y
salubridad públicas sino también para promover el bienestar general el bien común y
en Casos de emergencia proteger los intereses económicos de la comunidad. Se
divide en cuatro etapas según las materias en las que puede intervenir el
estado:
- Etapa 1 se limita la libertad contractual a favor del bienestar general
ante casos de emergencia pública el caso “Ercolano con lanteri” se
impugnaba la constitucionalidad de la ley de alquileres que al congelar por
dos años el precio de los mismos restringía la libertad contractual y el
derecho de propiedad la corte consideró constitucional dicha ley en favor del
bienestar general y que los derechos no son absolutos.
- Etapa 2 intervención del Estado para proteger el orden público económico
social imposición de cargas sociales y económicas
- Etapa 3 intervención Estatal por fomento de ciertas actividades en el
caso cine callao el poder de policía amplió su objeto a la defensa y
promoción de los intereses económicos de la comunidad ante la crisis laboral
se exigió las sales de cine que presentaran entre cada película un
espectáculo de teatro en vivo para darle así trabajo a actores desocupados
para lo cual tendrían que reacondicionar salas construir escenarios
camarines y podrían cobrar los espectadores un Plus por dicha contratación
la corte Consideró que esas obligaciones o cargas no eran inconstitucionales
porque los gastos se transferían a cobrar un Plus en el valor de las entradas
para aquellos que quisieran ver el espectáculo diera para beneficiar intereses
económicos de la sociedad Por ende la medida era razonable.
- Etapa 4 intervención Estatal por razones de emergencia económica
nacional el estado puede ejercer poder de policía por decreto ante
emergencias se dictan normas para recomponer la situación de
emergencia o peligro colectivo causados por circunstancias
económicas o sociales.En el caso Peralta la corte expresó que
inconstitucional el decreto sobre depósito bancario porque el país se
encontraba entre una emergencia económica el estado también puede
intervenir por razones de solidaridad social desde la reforma del 94 en
adelante o a causas de desastres naturales

REQUISITOS PARA QUE LA REGLAMENTACIÓN DEL LEGISLATIVO LOS DERECHOS Y


GARANTÍAS DE LA CN: Si no se cumplen se puede reclamar la inconstitucionalidad.

● RAZONABILIDAD:
○ Relación entre medios y fines
○ Proporcionalidad
○ Medida más idónea y menos restrictiva

○ Son importantes las motivaciones para sacar arbitrariedad

● LEY FORMAL: Debe provenir del legislativo porque tiene la legitimidad democrática
para ejercer esa función

● INTIMIDAD: Relacionado con en el artículo 19, no debe interferir en la vida privada,


fuero íntimo de las personas.

EXTERIORIZACIÓN DEL PODER DE POLICÍA

Lo realiza la administración.

PODER DE POLICÍA EN LA EMERGENCIA

Implica que existe una situación coyuntural que permite alterar. Aún así no se puede
desconocer la CN.

El poder de policía es el mismo, no es 1 distinto, tiene las mismas restricciones


BOLILLA 6, 7, 8, 9: EL ACTO ADMINISTRATIVO

CONCEPTO DE ACTO ADMINISTRATIVO El acto administrativo es una declaración


unilateral de alcance particular dictado por el Estado, en ejercicio de funciones
administrativas, que produce efectos jurídicos directos e inmediatos sobre terceros.
a) El acto es una declaración unilateral: consiste en la manifestación de una idea, es
una actividad intelectual, es la exteriorización de la voluntad de la Administración. Sólo
concurre la voluntad estatal, aunque resuelva la petición de un particular y éste intervenga
en el procedimiento previo a su dictado.

b) De alcance particular: esta característica tiene que ver con su contextura abierta o
cerrada respecto de los destinatarios y la individualización de éstos en el propio acto. Así, el
acto es particular cuando dice quiénes son sus destinatarios y –además- ese campo es
cerrado, es decir, tal como explica Balbín “…el acto es particular (acto administrativo) si
individualiza a los sujetos destinatarios, aun cuando se trate de un conjunto de individuos y
no de un solo sujeto, y —además— ese campo es cerrado; mientras que el reglamento es
de alcance general porque su campo subjetivo es indeterminado y abierto…”.

c) Dictado por el Estado en ejercicio de funciones administrativas: partiendo del


criterio subjetivo para conceptualizar la función administrativa, está comprenderá –al menos
en el ámbito nacional- a aquella función propia del Poder Ejecutivo. Esto no ocurre, por
ejemplo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires donde la legislación hace uso del
concepto mixto y, por tanto, el acto administrativo puede ser dictado por los otros poderes.

Sin embargo, no todos los actos dictados por el Poder Ejecutivo son actos
administrativos. Ya veremos seguidamente otros medios o instrumentos a través de los
cuales el Poder Ejecutivo manifiesta sus decisiones.

d) Que produce efectos jurídicos directos e inmediatos sobre terceros: el acto es


tal si crea, modifica, transfiere, conserva, declara o extingue derechos por sí mismo, sin
requerir de otros actos intermedios. Los efectos deben emanar directamente del acto mismo
y por sí solo. Por lo tanto, la calidad de acto administrativo queda reservada a las decisiones
que por sí mismas generan efectos jurídicos para los terceros, resultando excluidos los actos
que, no obstante producir efectos incluso directos en el ámbito de la Administración (por
ejemplo, un informe o dictamen vinculante), carecen de tales consecuencias en el ámbito
externo a ésta.

DIFERENCIAS ENTRE EL ACTO ADMINISTRATIVO Y OTROS ACTOS ESTATALES


El hecho administrativo. Las vías de hecho. El silencio y las omisiones estatales.

Como se refirió anteriormente, el acto administrativo es una declaración unilateral de


alcance particular dictado por el Estado, en ejercicio de funciones administrativas, que
produce efectos jurídicos directos e inmediatos sobre terceros.

Es una de las denominadas formas jurídicas administrativas, esto es, uno de los
medios o instrumentos por los cuales el Poder Ejecutivo expresa sus decisiones.

Las otras formas son el reglamento, el contrato, los simples actos de la


Administración, el hecho administrativo, las vías de hecho, el silencio y la omisión
estatal.
El reglamento o acto de alcance general se diferencia del acto administrativo,
fundamentalmente, por su alcance. Es decir, el punto de distinción es el sujeto destinatario del
acto, el carácter individualizado o no del sujeto en el marco del propio acto y –además- su carácter
abierto o cerrado.

Como dijimos, el acto administrativo es de alcance particular o individual siempre que el o los
sujetos destinatarios estén individualizados en el propio acto y su campo esté cerrado, no pudiendo
restarse o sumarse otros.

El contrato administrativo, en cambio, se diferencia del acto por su carácter bilateral. En


tanto el acto administrativo es una declaración unilateral – aunque el particular pueda concurrir en el
procedimiento para su formación- el contrato requiere del consentimiento del particular tanto como
partícipe del proceso de formación como de su cumplimiento.

Los simples actos de la Administración se distinguen de los actos administrativos porque


no son productores de efectos jurídicos directos e inmediatos.

En cuanto al hecho administrativo, es un comportamiento material que produce efectos


jurídicos, es decir, provoca la adquisición, modificación, transferencia o extinción de relaciones
jurídicas. Por consiguiente, se diferencia del acto administrativo porque éste importa la declaración o
exteriorización de una idea, de la voluntad de la Administración y aquél es un comportamiento
material que puede anteceder o suceder al acto administrativo.

Por su parte, las vías de hecho constituyen un comportamiento material pero de carácter
ilegítimo, antijurídico. El artículo 9º de la LNPA establece que “La Administración se abstendrá:

a) De comportamientos materiales que importen vías de hecho administrativas


lesivas de un derecho o garantía constitucionales;

b) De poner en ejecución un acto estando pendiente algún recurso administrativo de


los que en virtud de norma expresa impliquen la suspensión de los efectos
ejecutorios de aquél, o que, habiéndose resuelto, no hubiere sido notificado.”.

En cuanto al silencio, es uno de los modos anormales de conclusión del procedimiento


administrativo, a diferencia del acto administrativo que –en tanto resuelve una petición- constituye el
modo normal de conclusión.

El artículo 10 de la LNPA expresa que el silencio o la ambigüedad de la Administración frente


a pretensiones que requieran de ella un pronunciamiento concreto, se interpretarán como negativa y
que, sólo mediando disposición expresa, podrá acordarse al silencio sentido positivo.

Asimismo, a fin de que se configure el silencio y así pueda acudir el particular a la vía judicial,
la norma mencionada señala que “…Si las normas especiales no previeren un plazo
determinado para el pronunciamiento, éste no podrá exceder de sesenta días. Vencido el plazo
que corresponda, el interesado requerirá pronto despacho y si transcurrieren otros treinta días sin
producirse dicha resolución, se considerará que hay silencio de la Administración.”

CARACTERES DEL ACTO ADMINISTRATIVO.

El artículo 12 de la LNPA prescribe que “El acto administrativo goza de presunción


de legitimidad; su fuerza ejecutoria faculta a la Administración a ponerlo en práctica por
sus propios medios -a menos que la ley o la naturaleza del acto exigieren la intervención
judicial- e impide que los recursos que interpongan los administrados suspendan su
ejecución y efectos, salvo que una norma expresa establezca lo contrario. Sin embargo, la
Administración podrá, de oficio o a pedido de parte y mediante resolución fundada,
suspender la ejecución por razones de interés público, o para evitar perjuicios graves al
interesado, o cuando se alegare fundadamente una nulidad absoluta.”

Surgen de la norma transcripta, los CARACTERES DEL ACTO ADMINISTRATIVO:


la PRESUNCIÓN DE LEGITIMIDAD y la EJECUTORIEDAD.

A) Presunción de legitimidad: El acto administrativo se presume legítimo, es decir,


dictado conforme al ordenamiento jurídico, por lo cual –a diferencia de lo que ocurre en el
Derecho Privado- el Estado no debe probar su validez, por el contrario, incumbe probar su
invalidez a quien la alegue.
Esto tiene como consecuencia que los jueces no pueden –en principio declarar de oficio la
invalidez del acto, es decir, debe ser requerida por la parte, como también, que quien alegue su
nulidad, deberá probarla. No obstante, cabe señalar que los actos que poseen un vicio manifiesto
carecen de presunción de legitimidad.

b) Presunción de ejecutoriedad: Como refiere el artículo 12 de la LNPA este


carácter del acto administrativo faculta a la Administración a ponerlo en práctica por
sus propios medios, a menos que la ley o la naturaleza del acto exigieren la intervención
judicial.

c) El carácter no retroactivo: Los actos administrativos particulares, como veremos,


tienen eficacia desde su notificación (artículo 11 de la LNPA). No obstante, de acuerdo a lo
establecido en el artículo 13 de la LNPA, podrá tener efectos retroactivos -siempre que no
se lesionen derechos adquiridos cuando se dictare en sustitución de otro revocado o
cuando favoreciere al administrado. Por consiguiente, el límite para la retroactividad de un acto
administrativo está dado por el derecho de propiedad y por el principio de seguridad jurídica.
Entonces, la regla general es que el acto administrativo es no retroactivo, sin perjuicio de las
excepciones que pesan sobre este principio.

ELEMENTOS DEL ACTO ADMINISTRATIVO.

Elementos esenciales del acto administrativo: artículos 7° y 8° de la LNPA.

- El artículo 7º de la LNPA enuncia los requisitos o elementos esenciales del


acto administrativo, a saber: la competencia, la causa, el objeto, los procedimientos,
la motivación y la finalidad.
- En tanto, el artículo 8º de dicho ordenamiento agrega como recaudo esencial de
los actos administrativos la forma.

Dichos requisitos, revisten el carácter de esenciales puesto que la presencia o


ausencia de éstos incide en la validez del acto administrativo. En definitiva, son recaudos
de legalidad de la emisión del acto, cuya ausencia derivará en su invalidez.
En ese sentido, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha decidido que: “…El acto
administrativo es válido... cuando reúne las indispensables condiciones de regularidad, a cuyo
efecto requiérese que se halle sujeto a las formas legales; si esto no ocurre, el acto adolece de
ilegitimidad por violación del derecho objetivo...” (Fallos 241:384).

REQUISITOS ESENCIALES DEL ACTO ADMINISTRATIVO:


Competencia - Causa (H y D°) - Objeto - Procedimiento - Motivación - Finalidad / Forma
Plazo - Condición - Modo

1. Competencia:

Ya nos hemos referido a este elemento en ocasión de estudiar la organización


administrativa del Estado. Recordemos, entonces, que la validez de la actividad de la
Administración depende de que haya sido desplegada por el órgano o ente
administrativo actuante dentro del respectivo círculo de sus atribuciones legales.

Ese círculo de atribuciones legales determina la capacidad legal de la autoridad


administrativa, la capacidad (que constituye uno de los atributos de la personalidad) en el
derecho administrativo, respecto de las personas jurídicas de carácter público estatales, se
denomina competencia.

El principio básico en el Estado Democrático de Derecho es que el Estado no puede


actuar, salvo que las normas lo autorice a hacerlo (artículo 3° de la LNPA). Esto surge
claramente del artículo 19 de la Constitución Nacional.

Conviene reiterar que la competencia es un principio jurídico de la organización


administrativa y, como tal, constituye la aptitud de los poderes públicos para obrar y
cumplir así con sus fines, acorde con el ordenamiento jurídico.

Es obligatoria e improrrogable, salvo los supuestos de delegación o avocación


ya analizados.

2. Causa:

El artículo 7º inciso b) de la LNPA prescribe que el acto administrativo “…deberá


sustentarse en los hechos y antecedentes que le sirvan de causa y en el derecho
aplicable.”

La causa está constituida por los antecedentes o circunstancias de hecho y de


derecho que justifican el dictado del acto administrativo o, en otras palabras, que en
cada caso llevan a producirlo.
En particular, los hechos son los antecedentes fácticos que tuvo en cuenta el órgano
administrativo y que, junto con el marco jurídico, constituyen el fundamento del acto; es decir, las
circunstancias anteriores que dan sustento a la decisión estatal.

La causa (antecedentes de hecho y de derecho) debe guardar relación con el objeto y la


finalidad del acto administrativo. Es decir, la causa y el objeto del acto administrativo deben
conducirnos necesariamente a otro elemento: la finalidad. En sentido concordante, el objeto y la
finalidad nos llevan hacia el antecedente y, por último, el antecedente y la finalidad nos guían hacia
el objeto.

Los antecedentes de hecho son aquellos hechos previstos en la norma jurídica


(norma que es el antecedente de derecho) y que deben existir en la realidad, ser
constatados por la Administración para actuar en consecuencia.
Veamos un ejemplo. Un agente afiliado al Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones regulado por la
Ley Nº 24.241, tiene derecho a acceder a la jubilación ordinaria cuando tuviera 30 años de aportes y hubiera
cumplido la edad allí prevista, es decir, 65 años los hombres y 60 las mujeres. El afiliado deberá formular la
solicitud y acreditar el cumplimiento de esos recaudos. A su vez, la Administración Nacional de la Seguridad
Social (ANSeS) deberá llevar a cabo el procedimiento pertinente, constatar el cumplimiento de tales recaudos,
realizar los cálculos respectivos, etc. y, si se dan los requisitos previstos en la norma, otorgar el beneficio
jubilatorio. Puede identificarse en este ejemplo, entonces, que el antecedente de derecho es la norma que
prevé el régimen, es decir, la Ley 24.241. En tanto, el acaecimiento de los hechos previstos en ella para
acceder al beneficio (edad y aportes) serán los antecedentes de hecho que fundamentarán su dictado. Por
consiguiente, se advierte allí la relación entre la causa (antecedentes de hecho y de derecho) con el objeto del
acto (lo que el acto resuelve que es otorgar la jubilación) y la finalidad de seguridad social que el sistema
persigue, puesto que, como señala el artículo 1° de la Ley 24.241, cubre contingencias de vejez, invalidez y
muerte.

3. Objeto:

El objeto del acto administrativo es aquello sobre lo que el acto decide, resuelve o
declara. Es aquello en lo que el acto consiste; es, concretamente, la decisión,
certificación, opinión, etc. contenida en la declaración que el acto implica.

El artículo 7º inciso c) de la LNPA establece que “…el objeto debe ser cierto y física
y jurídicamente posible debe decidir todas las peticiones formuladas, pero puede
involucrar otras no propuestas, previa audiencia del interesado y siempre que ello no afecte
derechos adquiridos…”.

Por lo tanto, el acto administrativo debe ser:


a) Cierto y física y jurídicamente posible: puede consistir en un dar, hacer o no hacer, pero
en cualquier caso debe ser determinado (cierto) y materialmente posible. Asimismo, la posibilidad
jurídica lleva ínsita la noción de licitud, habrá así imposibilidad jurídica cuando se trata de cosas o de
hechos que, si bien podrían materialmente existir o realizarse, legalmente ello no es posible. Por
ejemplo, sería físicamente imposible la orden de demolición de un edificio destruido totalmente o
sería jurídicamente imposible la rescisión de un contrato que ha concluido por el mero transcurso del
tiempo o revocar una licencia de conducir de una persona fallecida.

b) Debe decidir todas las cuestiones propuestas: este deber administrativo constituye el
correlato al derecho otorgado al administrado por el artículo 1º, inciso f), apartado 3) de la LNPA,
según el cual el acto decisorio debe hacer expresa consideración de los principales argumentos y de
las cuestiones propuestas, que fueran conducentes a la solución del caso.

c) Puede involucrar cuestiones no propuestas, previa audiencia del interesado, siempre


que no afecte derechos adquiridos: esta previsión se vincula directamente con el principio de verdad
material, pero se relaciona, además, con el debido proceso adjetivo que conlleva el derecho a ser
oído (artículo 1º, inciso f, apartado 1 de la LNPA), principios éstos que abordaremos al estudiar
procedimiento administrativo.

Cabe señalar que si se trata de una actividad reglada, el objeto del acto aparecerá
predeterminado por la norma, mientras que en el caso de que el acto sea consecuencia del ejercicio
de facultades discrecionales, aunque la Administración disponga de un margen de libertad para
emitir el acto, el objeto del acto debe adaptarse al marco general normativo y al principio de
juridicidad.

d) Procedimiento:

El artículo 7º inciso d) de la LNPA prescribe que antes de la emisión del acto


administrativo “…deben cumplirse los procedimientos esenciales y sustanciales
previstos y los que resulten implícitos del ordenamiento jurídico…”

La norma agrega, además, que “…Sin perjuicio de lo que establezcan otras normas
especiales, considérase también esencial el dictamen proveniente de los servicios
permanentes de asesoramiento jurídico cuando el acto pudiere afectar derechos
subjetivos e intereses legítimos.”
El procedimiento administrativo es el conjunto de principios y reglas que sigue el Poder
Ejecutivo, por medio de actos preparatorios y actuaciones materiales, con el objeto de expresar sus
decisiones. Así, las decisiones del Estado se llevan a cabo formalmente por medio de
procedimientos reglados y obligatorios impuestos por el legislador.

Asimismo, Comadira se ha referido al procedimiento administrativo como la serie, secuencia o


sucesión de actos que, dirigida a la satisfacción directa o inmediata del bien común o interés
público, constituye un elemento ordenador, regulador, sistematizador del desenvolvimiento de la
función administrativa del Estado.

4. Motivación:

El artículo 7º inciso e) de la LNPA prescribe que el acto administrativo “…deberá ser


motivado, expresándose en forma concreta las razones que inducen a emitir el acto,
consignando, además, los recaudos indicados en el inciso b) del presente artículo.”
La motivación es la exteriorización en el acto de la existencia de la causa
(antecedentes de hecho y de derecho) y de la finalidad.

Balbín señala que este elemento esencial del acto “…sin perjuicio de su recepción en
el texto de la ley, nace básicamente del principio de razonabilidad y publicidad de los actos
estatales; es decir, el Estado debe dar a conocer el acto y, en especial, sus razones.”

Este elemento adquiere fundamental relevancia cuando el acto se dicta en


ejercicio de facultades preponderantemente discrecionales, pues en estos casos, más
que en cualquier otro, la Administración debe explicar por qué (causa) y para qué (fin) lo
emite, explicitando, además, su razonabilidad, esto es, la adecuada proporcionalidad que
debe mediar entre el qué del acto (objeto) y el para qué (finalidad).

5. Finalidad:

El artículo 7º inciso f) de la LNPA establece que “...habrá de cumplirse con la finalidad


que resulte de las normas que otorgan las facultades pertinentes del órgano emisor, sin
poder perseguir encubiertamente otros fines, públicos o privados, distintos de los que
justifican el acto, su causa y objeto. Las medidas que el acto involucre deben ser
proporcionalmente adecuadas a aquella finalidad.”

La previsión es clara en cuanto a que el acto administrativo debe cumplir con la


finalidad que prevén las normas que atribuyen las competencias de que se trate al
órgano administrativo que lo dicta.

La finalidad es el bien jurídico perseguido con el dictado del acto administrativo, es el


resultado previsto legalmente como el correspondiente al tipo de acto dictado. Por
consiguiente, la ley veda la posibilidad que se persigan otros fines que no sean aquellos
previstos en las normas.
La finalidad del acto debe ser siempre pública, esto es, un propósito colectivo de modo que el
acto no puede perseguir un fin privado, ni tampoco un fin público distinto de aquél que establece la
norma ya dictada.

Asimismo, la norma impone que las medidas que el acto involucre deber ser proporcionalmente
adecuadas a la finalidad, esto es, la adecuación de los medios escogidos al fin que se persigue con
su dictado.

Este elemento, también, cobra particular relevancia en los actos dictados en ejercicio de
facultades discrecionales, puesto que en ellos existe la posibilidad elegir entre dos o más soluciones
igualmente posibles dentro del ordenamiento jurídico y, por tanto, aquella que adopte -entre las
posibles- debe ser la más adecuada y conveniente al cumplimiento la finalidad prevista en las
normas.

6. Forma:

El artículo 8º de la LNPA prescribe que “El acto administrativo se manifestará


expresamente y por escrito; indicará el lugar y fecha en que se lo dicta y contendrá
la firma de la autoridad que lo emite; sólo por excepción y si las circunstancias lo
permitieren podrá utilizarse una forma distinta.”
Esta disposición determina que el acto administrativo es un acto formal, que debe cumplir recaudos de
forma para ser válido. La forma es el modo por medio del cual se exterioriza la declaración en que consiste el
acto administrativo.

En este punto, debe tenerse presente que por la Ley 25.506 se reconoció el empleo de la firma digital y a
partir del Decreto Nº 561/16 se dispuso la implementación del Sistema de Gestión Documental Electrónica
(GDE) en el ámbito del Poder Ejecutivo Nacional, razón por la cual –actualmente- en ese ámbito todos los
actos administrativos se dictan, fechan, y registran en esa plataforma y son suscriptos digitalmente por los
titulares de los órganos respectivos.
ELEMENTOS ACCESORIOS O ACCIDENTALES DEL ACTO ADMINISTRATIVO

A diferencia de los elementos esenciales, cuya concurrencia en el acto administrativo


condiciona su validez, los elementos accesorios o accidentales pueden estar o no, de
acuerdo al acto de que se trate y de lo que resuelva la Administración en el marco de
sus facultades. Ellos son:

a) Plazo o término:

Es el lapso en el cual el acto comienza o termina de producir los efectos jurídicos que
le son propios. El plazo es un hecho futuro y cierto, en razón del cual nacen o cesan los
efectos del acto administrativo.

Puede ser suspensivo cuando los efectos del acto son diferidos hasta el cumplimiento
del término allí fijado, o resolutorio cuando los efectos del acto comienzan, pero cumplido el
plazo allí determinado cesan.

b) Condición:

Es todo acontecimiento futuro e incierto al cual se subordina el comienzo o el cese de


la producción de los efectos jurídicos del acto administrativo. La condición puede ser
suspensiva cuando determina el comienzo de los efectos de un acto administrativo o
resolutoria, si determina el cese de los efectos del acto.

c) Modo:

Es la carga u obligación que la Administración, en uso de sus facultades


discrecionales, puede imponerle al administrado y cuyo incumplimiento puede originar la
aplicación de la caducidad (artículo 21 de la LNPA).

Eficacia del acto administrativo.

El artículo 11 de la LNPA prescribe que “Para que el acto administrativo de alcance


particular adquiera eficacia debe ser objeto de notificación al interesado y el de alcance
general, de publicación. Los administrados podrán antes, no obstante, pedir el cumplimiento
de esos actos si no resultaren perjuicios para el derecho de terceros.”

La notificación es el hecho por el cual se pone en conocimiento del interesado el acto


y su contenido.
VICIOS DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS

Introducción.

La Administración realiza su actividad de una manera formal, a través del dictado de


actos administrativos que justifican la adopción de conductas materiales para su ejecución.
La emisión de estos actos debe estar precedida, según hemos visto, de la reunión de los
requisitos esenciales o elementos enunciados en el artículo 7º de la LNPA, por la forma
indicada en el artículo 8º y, para su eficacia, seguidos de la notificación a que alude el
artículo 11. No obstante lo anterior, se advierte en el desarrollo de su actividad que la
Administración emite actos que no cumplen con aquellas exigencias y resultan viciados.

De allí, que la LNPA consideró en sus artículos 14 a 19 clasificar las especies de


vicios y establecer el tratamiento que debe darle la Administración a tales actos
administrativos.

Los vicios en particular.

a) Vicios en la competencia:

Como se refirió anteriormente, el artículo 14 inciso b) de la LNPA establece que el


acto administrativo es nulo de nulidad absoluta e insanable “Cuando fuere emitido
mediando incompetencia en razón de la materia, del territorio, del tiempo o del grado,
salvo, en este último supuesto, que la delegación o sustitución estuvieren permitidas…”

Esto implica que la incompetencia sólo puede ser saneada cuando fuera en razón
del grado, es decir, cuando el acto hubiera sido emitido por un órgano de inferior jerarquía
a aquel que tenía la facultad de dictarlo. Sin embargo, en este caso, debe verificarse que
esa facultad fuera susceptible de ser delegada o sustituida.

En tal caso, el acto será anulable y no nulo, ya que el órgano superior podrá ratificar
el acto dictado por el inferior. En ese orden, el artículo 19 de la LNPA establece que el acto
administrativo anulable puede ser saneado “…a) ratificación por el órgano superior, cuando
el acto hubiere sido emitido con incompetencia en razón de grado y siempre que la
avocación, delegación o sustitución fueren procedentes.”

b) Vicios en la causa:

Luego, el artículo 14 inciso b) de la LNPA señala que el acto administrativo es nulo


por “…falta de causa por no existir o ser falsos los hechos o el derecho invocados…”

No obstante, cabe señalar que no todo vicio en el elemento causa conllevará la


nulidad absoluta del acto, sino que eso dependerá de la relevancia o gravedad del
vicio que lo afecte. Por tanto, podrá ser nulo o anulable.
En ese sentido, aunque el antecedente de hecho sea falso, si no tiene incidencia en el
acto, importará su anulabilidad. Eso ocurre, por ejemplo (como señala Balbín), si en un trámite de
una jubilación ordinaria se detectara que, en lugar de 30 años de aportes, el beneficiario tenía 40
años. El acto –por supuesto- deberá sanearse, pero aun así, se encontraban cumplidos los
recaudos previstos en la ley que regula el beneficio.

En cambio, el antecedente de hecho falso será relevante cuando el elemento causa no pueda
subsistir, es decir, que el antecedente de hecho cierto no permita que se decida como se hizo.
Siguiendo el ejemplo anterior, sería si la Administración detectara que, en lugar de 30 años de
aporte, el beneficiario sólo tenía 15 años. El acto, entonces, no es susceptible de ser saneado.

En cuanto al antecedente de derecho, esto es, la norma en la cual el acto se asienta


jurídicamente, el elemento causa está viciado si aquella no existe o no está vigente. Por ejemplo,
cuando el acto administrativo se dicta en virtud de una norma derogada o haciendo referencia a
alguna cuestión que ella no establece.

c) Vicios en el objeto:

El artículo 14 de la LNPA, no contempla expresamente a los vicios en el elemento


objeto, sin embargo, ese vicio ha sido denominado tradicionalmente, como señala
Comadira, como “violación a la ley aplicable”, supuesto éste si previsto expresamente en la
norma.

En ese orden, se ha referido que la ley cuya violación determina la invalidez del acto
no es sólo la norma que en tal carácter sanciona el Congreso de la Nación, pues se debe
considerar comprendido en ella a todo el bloque de juridicidad, por ejemplo, a los
reglamentos administrativos. Por otra parte, en tanto el artículo 7º inciso c) de la LNPA
prescribe que el objeto del acto debe ser cierto y física y jurídicamente posible y debe
decidir todas las peticiones formuladas, se concluye que –cuando así no sea- será
nulo o anulable, de acuerdo a la gravedad del vicio.

d) Vicios en el procedimiento:

El artículo 14 de la LNPA tampoco contempla el vicio en el elemento procedimiento


como un supuesto de nulidad del acto, no obstante, es una consecuencia de que el artículo
7º, inciso d), de la LNPA lo contemple como uno de los elementos esenciales.

Asimismo, debe tenerse en cuenta que el procedimiento tiene carácter instrumental, y


tras él existe un valor jurídico subyacente, a saber: el derecho de defensa de las personas.
Es decir, este elemento del acto está vinculado directamente y de modo cardinal con el
derecho de defensa, interpretado en un sentido amplio, de modo que comprende incluso el
derecho de participación en el ámbito estatal.

Por otra parte, el procedimiento es una herramienta que tiende a garantizar y


resguardar la legitimidad, racionalidad, acierto y eficacia de las conductas y decisiones
estatales mediante el cumplimiento de ciertas reglas, de modo de obtener el resultado
legítimo más conveniente, según los intereses del propio Estado.

Por consiguiente, siempre existe un valor jurídico que subyace en el procedimiento y


en el modo en el que éste ha sido previsto. Así, por ejemplo, en los procedimientos
sumariales se advierte el acento en las normas que regulan el derecho de defensa y el
debido proceso adjetivo; en los procedimientos de contratación de bienes y servicios, la
finalidad de que el Estado lleve a cabo las contrataciones más transparentes, eficientes,
convenientes; etc.

En consecuencia, un vicio en el elemento procedimiento, necesariamente,


conllevará la anulabilidad o la nulidad del acto, de acuerdo a la gravedad del vicio
que lo afecte.

e) Vicios en la motivación:

Los vicios en el elemento motivación tampoco se hallan mencionados en el artículo


14 de la LNPA, no obstante –como se refirió anteriormente también respecto al
procedimiento- resulta una razonable consecuencia de que la norma lo prevea como uno
de los elementos esenciales (artículo 7º, inciso e de la LNPA).

Recordemos que la motivación es la explicitación en el acto administrativo de la causa


y la finalidad. O, como señala Balbín, es el vínculo entre los elementos causa, objeto y fin,
en términos de razonabilidad y proporcionalidad.
En suma, el acto administrativo es nulo cuando no establece las causas o
motivos por los cuales se emite, o los mismos son insuficientes, o cuando existe una
contradicción entre la causa, la finalidad y el objeto, o cuando resulta irrazonable o
desproporcionado (es decir, no existe proporcionalidad entre la causa, la finalidad y el
objeto).

Por otra parte, conviene recordar la particular relevancia que adquiere este elemento
cuando el acto administrativo es dictado en ejercicio de facultades discrecionales,
puesto que el órgano emisor deberá explicar los motivos que lo llevaron a escoger esa
decisión entre todas las posibles. f) Vicios en la finalidad:

El artículo 14, inciso b), de la LNPA incluye entre los supuestos que conllevan la
nulidad absoluta del acto “…por violación… de la finalidad que inspiró su dictado.”

Como se precisó con anterioridad, el artículo 7º inciso f) de la LNPA prescribe que


“...habrá de cumplirse con la finalidad que resulte de las normas que otorgan las facultades
pertinentes del órgano emisor, sin poder perseguir encubiertamente otros fines, públicos o
privados, distintos de los que justifican el acto, su causa y objeto. Las medidas que el acto
involucre deben ser proporcionalmente adecuadas a aquella finalidad.”
En efecto, las normas que otorgan competencias a los distintos órganos tienen diversas finalidades, pero
siempre persiguen la satisfacción del interés público. De modo que resulta razonable que la norma contenga
esa previsión que sanciona con la nulidad que se emita un acto persiguiendo fines distintos a aquellos
previstos, ese vicio se ha denominado “desviación de poder”.

Asimismo, el artículo citado establece que las medidas que el acto disponga deben ser
proporcionalmente adecuadas a la finalidad que persigue. Por último, cabe destacar que este elemento
adquiere suma importancia en el caso de actos administrativos dictados en ejercicio de facultades
discrecionales, ya que el órgano al elegir entre una de las diversas opciones posibles, debe hacerlo teniendo en
consideración aquella más ajustada a las finalidades previstas en la norma que lo facultan a dictarlo.

g) Vicios en la forma:

Finalmente, el artículo 14, inciso b), de la LNPA precisa que el acto administrativo será
nulo “…por violación… de las formas esenciales…” Tal como se refirió oportunamente,
la forma del acto se encuentra prevista como un elemento esencial en el artículo 8 de la
LNPA que prescribe que el acto deberá manifestarse expresamente y por escrito, debe
indicar lugar y fecha en que se lo dicta y debe contener la firma de la autoridad que lo
emite. Sólo excepcionalmente puede utilizarse una forma distinta.

No obstante, de acuerdo a la gravedad del vicio que lo afecte, será nulo o anulable.

Hutchinson, al mencionar la doctrina de la Procuración del Tesoro de la Nación,


señala que “…El incumplimiento de recaudos formales no afecta la validez del acto, sino
sólo a su perfeccionamiento, de acuerdo con el principio de que no hay nulidad por la
nulidad misma, que es directa consecuencia del principio de conservación de los actos
jurídicos (Procuración del Tesoro, Dictámenes, 30-265; 71-128; 76-339; 96-23; 127-15;
146-364; 150-345, y 192- 11)…”

h) Vicios en la voluntad:

La voluntad no se encuentra mencionada en el artículo 7º de la LNPA como requisito


o elemento esencial del acto administrativo. Sin embargo, el vicio en la voluntad es
establecido como el primer supuesto de nulidad absoluta del acto administrativo en
el artículo 14 de la LNPA.
En torno de la voluntad, se ha señalado que no constituye un elemento esencial del acto administrativo
sino que es un presupuesto para su dictado. Si bien la enumeración del artículo 7º de la LNPA no contiene al
presupuesto volitivo del agente emisor del acto, no es posible desconocer que el acto administrativo, en tanto
es una declaración unilateral de voluntad de un órgano en función administrativa, exige de modo previo la
existencia de esa voluntad que confluye junto a la competencia.

Así, debe recordarse -como señala Hutchinson- que “…El Estado, para el cumplimiento de sus funciones,
actúa por medio de órganos. La existencia de una ‘voluntad estatal’ se exterioriza mediante una declaración
expresada en las formas legales. El acto administrativo se aprecia a través de esa declaración. Se usa, pues,
la denominación ‘voluntad’ administrativa como una metáfora, pues la voluntad sólo puede concebirse como un
fenómeno psicológico…”.

El artículo 14, inciso a) de la LNPA prescribe que el acto administrativo es nulo de


nulidad absoluta "... Cuando la voluntad de la Administración resultare excluida por:

- error esencial; dolo, en cuanto se tengan como existentes hechos inexistentes o


falsos;
- violencia física o moral ejercida sobre el agente; o por simulación absoluta.

i) Vicios en los elementos accesorios o accidentales:

El artículo 16 de la LNPA dispone que “La invalidez de una cláusula accidental o


accesoria de un acto administrativo no importará la nulidad de este, siempre que fuere
separable y no afectare la esencia del acto emitido.”

En ese sentido, el criterio para determinar la invalidez de los elementos accidentales


es el mismo que el aplicable en relación con el objeto del acto.

EXTINCIÓN DEL ACTO ADMINISTRATIVO.

La LNPA establece tres modos de extinción del acto administrativo:

1. la nulidad (artículos 14 y 15),


2. la revocación (artículos 17 y 18) y }
3. la caducidad (artículo 21).

1. Nulidad del acto administrativo.

Balbín explica que la nulidad es un modo de extinción de los actos


administrativos por el juez (Poder Judicial) y en razón de los vicios que impiden su
subsistencia.

Es decir, la nulidad procede únicamente por razones de ilegitimidad. En definitiva, se


trata de una sanción que prevé el ordenamiento jurídico ante los vicios o defectos
esenciales del acto administrativo y que priva a éste de sus efectos normales.

En el ámbito del Derecho Administrativo, se diferencia entre el concepto de acto nulo


o acto nulo de nulidad absoluta, llamados también por la LNPA irregulares, del acto
anulable o acto anulable de nulidad relativa, también denominados por la LNPA regulares.

El artículo 14 de la LNPA, al cual nos referimos precedentemente, establece el listado


o detalle de los vicios propios del acto administrativo como nulidades absolutas. En ese
sentido, dispone que: “El acto administrativo es NULO, DE NULIDAD ABSOLUTA E
INSANABLE, en los siguientes casos:

a) Cuando la voluntad de la Administración resultare excluida por error esencial; dolo,


en cuanto se tengan como existentes hechos o antecedentes inexistentes o falsos;
violencia física o moral ejercida sobre el agente; o por simulación absoluta.

b) Cuando fuere emitido mediando incompetencia en razón de la materia, del


territorio, del tiempo o del grado, salvo, en este último supuesto, que la delegación o
sustitución estuvieren permitidas; falta de causa por no existir o ser falsos los hechos o el
derecho invocados; o por violación de la ley aplicable, de las formas esenciales o de la
finalidad que inspiró su dictado.”

De tal modo, el acto es nulo o nulo de nulidad absoluta o irregular cuando contiene
vicio en alguno de sus elementos esenciales que impiden su subsistencia. En otras
palabras, el acto es nulo por ilegítimo.

En tanto, el artículo 15 prescribe sobre la ANULABILIDAD el acto administrativo lo


siguiente: “Si se hubiere incurrido en una irregularidad, omisión o vicio que no llegare a
impedir la existencia de alguno de sus elementos esenciales, el acto será anulable en
sede judicial.”

Así, el acto es anulable o regular cuando la irregularidad u omisión no llegare a


impedir la existencia de alguno o algunos de sus elementos esenciales. En este caso, el
acto puede ser saneado.
Se ha señalado que el criterio básico para distinguir entre ambas categorías de nulidades es, tras el
vicio, la subsistencia o no de los elementos esenciales. Debemos reconocer que el pilar básico del régimen de
nulidades del Derecho Público tras la existencia o no de los elementos esenciales, es la violación del interés
colectivo. Así, la línea de división entre una y otra (nulidad y anulabilidad) es el grado de lesión sobre ese
interés.

¿Cómo es posible saber cuándo el interés público está o no gravemente lesionado? el legislador
establece un criterio o guía que es la presunción de que la lesión es grave sobre el interés público cuando, en
virtud del vicio del acto bajo análisis, desaparece alguno o varios de los elementos esenciales. Es decir, el
legislador presume que, en caso de inexistencia de cualquiera de los elementos esenciales, se ha violado
gravemente el interés colectivo. En caso contrario, esto es, subsistencia de los elementos esenciales, el vicio
constituye un defecto anulable y, por tanto, de alcance relativo.

2. La revocación del acto administrativo.

La revocación es un modo de extinción del acto administrativo dispuesto por el


propio Poder Ejecutivo ante sí mismo, sin intervención del juez (Poder Judicial), y tanto
por razones de ilegitimidad como de inoportunidad, falta de mérito o inconveniencia.
Su fundamento básicamente es: (a) preservar el principio de legitimidad en el marco de la
actuación estatal; y (b) satisfacer el interés colectivo.

La LNPA a través de los artículos 17 y 18, establece en qué situaciones el Estado


puede revocar sus propios actos, sin recurrir ante el juez y, en tal sentido, distingue dos
categorías: revocación de los actos irregulares (nulos) y de los actos regulares (anulables y
válidos).

Respecto a la revocación del acto nulo (irregulares o ilegítimos), el artículo 17 de la


LNPA prescribe que “El acto administrativo afectado de nulidad absoluta se considera
irregular y debe ser revocado o sustituido por razones de ilegitimidad aun en sede
administrativa. No obstante, si el acto estuviere firme y consentido y hubiere generado
derechos subjetivos que se estén cumpliendo, sólo se podrá impedir su subsistencia
y la de los efectos aún pendientes mediante declaración judicial de nulidad.”

El principio de los actos administrativos es su permanencia y firmeza, pero la


Administración puede y debe revocar los actos viciados.
Sin embargo, no puede revocar sus propios actos administrativos irregulares
(viciados, ilegítimos):

1) si el acto irregular (viciado) estuviere firme y consentido (el acto ha sido notificado
y vencieron los plazos para su impugnación en sede administrativa y judicial)

2) si hubiere generado derechos subjetivos que se estén cumpliendo (que el acto


haya sido ejecutado o haya comenzado a ejecutarse; no bastaría con que el acto
administrativo reconociera un derecho si no se hubiera empezado a ejecutar la
prestación favorable).
Por su parte, en cuanto a la revocación del acto regular (anulables o válidos), el artículo 18 de
la LNPA establece que “El acto administrativo regular, del que hubieren nacido derechos subjetivos a
favor de los administrados, no puede ser revocado, modificado o sustituido en sede administrativa
una vez notificado. Sin embargo, podrá ser revocado, modificado o sustituido de oficio en sede
administrativa si el interesado hubiere conocido el vicio, si la revocación, modificación o sustitución
del acto lo favorece sin causar perjuicio a terceros y si el derecho se hubiere otorgado expresa y
válidamente a título precario. También podrá ser revocado, modificado o sustituido por razones de
oportunidad, mérito o conveniencia, indemnizando los perjuicios que causare a los
administrados.”

Es decir, cuando se trate de un acto regular que hubiere sido notificado, la


Administración por regla no puede revocarlo. Sin embargo, podrá hacerlo en los
siguientes casos:

a) cuando el interesado (titular del derecho subjetivo), hubiere conocido el vicio


del acto administrativo

b) cuando la revocación del acto lo favorece y, a su vez, no causa perjuicio a


terceros

c) cuando el derecho hubiese sido otorgado expresa y válidamente a título precario.

Dicho esto, cabe señalar que los tres supuestos que determinan la procedencia de la
revocación en sede administrativa de los actos anulables son también aplicables al acto
nulo. En otras palabras, si frente a un acto administrativo irregular (nulo de nulidad
absoluta) se dan cualquiera de los tres supuestos enunciados en el artículo 18 para el acto
regular (anulable de nulidad relativa), también la Administración podrá revocarlo en sede
administrativa. Por último, cabe mencionar que los actos administrativos regulares
(anulables y válidos) pueden ser revocados, modificados o sustituidos por razones de
oportunidad, mérito o conveniencia.

Esto significa que la Administración puede en cualquier momento, más allá de la


notificación del acto o el ejercicio de los derechos subjetivos, revocar y extinguir sus
propios actos ante sí por las razones indicadas.

Ahora bien, si eso ocurre, el Estado está obligado a indemnizar al interesado respecto
del cual el acto revocado hubiere generado derechos subjetivos.

Por otra parte, el acto administrativo que revoca modifica o sustituye otro acto por
razones de oportunidad, mérito o conveniencia deberá ser legítimo. En ese sentido, cobra
un papel fundamental la motivación del acto administrativo que resuelve revocar, modificar
o sustituir otro acto, ya que se debe explicitar la razonabilidad de la decisión; además de
reunir los restantes elementos esenciales.
3. La caducidad del acto administrativo.

Finalmente, el artículo 21 de la LNPA prescribe que “La Administración podrá


declarar unilateralmente la caducidad de un acto administrativo cuando el interesado
no cumpliere las condiciones fijadas en el mismo, pero deberá mediar previa
constitución en mora y concesión de un plazo suplementario razonable al efecto.”

En síntesis, para que la Administración pueda declarar unilateralmente la caducidad


de un acto administrativo deben darse las siguientes condiciones:

a) incumplimiento del interesado respecto de sus compromisos

b) acto de intimación estatal constituyendo en mora al interesado, otorgándole un


plazo razonable para su cumplimiento

c) incumplimiento persistente del interesado y vencimiento del plazo suplementario


otorgado.
PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO

CONCEPTO

En nuestro país, el medio por el cual se concreta el derecho de peticionar a las


autoridades administrativas (artículo 14, CN) y puede obtenerse el pronunciamiento de la
Administración, es el procedimiento administrativo.

El procedimiento administrativo puede ser conceptualizado como el cauce formal


previsto en el ordenamiento jurídico para que la Administración Pública resuelva un asunto
y exprese su voluntad. Es el conjunto de principios y reglas que sigue el Poder Ejecutivo,
por medio de actos preparatorios y actuaciones materiales de modo ordenado y
concatenado con el objeto de expresar su voluntad y adoptar sus decisiones.

Así, las resoluciones del Estado se llevan a cabo formalmente por medio de
procedimientos reglados y obligatorios impuestos por el Legislador. Por lo tanto, según
Balbín, el procedimiento es un modo de elaboración de las decisiones estatales y constituye
un límite al ejercicio del poder estatal.

En suma, como explica Comadira, el procedimiento administrativo es la serie,


secuencia o sucesión de actos que, dirigida a la satisfacción directa o inmediata del bien
común o interés público, constituye un elemento ordenador, regulador, sistematizador del
desenvolvimiento de la función administrativa del Estado.

FINALIDAD DEL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO

El sentido y finalidad que persigue el procedimiento administrativo comprende dos


aspectos distintos y sustanciales.

- Por un lado, busca asegurar, proteger y garantizar los derechos de las personas
puesto que a través del procedimiento hacen valer sus derechos;
- y por otro lado, en tanto el procedimiento es la forma que adopta la actuación de la
Administración, debe asegurar la eficacia de su gestión.

En otras palabras, el procedimiento administrativo es una herramienta que tiende a


garantizar y resguardar la legitimidad, racionalidad, acierto y eficacia de las conductas y
decisiones estatales, mediante el cumplimiento de ciertas reglas, de modo de obtener el
resultado legítimo más conveniente, según los intereses del propio Estado.

Por otra parte, conviene reiterar que el procedimiento es, además, conforme a lo
dispuesto por el artículo 7º inciso d) de la LNPA, un elemento esencial del acto
administrativo ya que antes de su emisión, la Administración debe cumplir los
procedimientos esenciales y sustanciales previstos y los que resulten implícitos del
ordenamiento jurídico.

Este requisito esencial del acto administrativo, como sabemos, condiciona la validez
del acto administrativo puesto que el incumplimiento de los procedimientos previstos por el
ordenamiento jurídico vigente conlleva su nulidad. Así, los contratos administrativos
supeditan su validez y eficacia al cumplimiento de ciertas formalidades exigidas por las
disposiciones legales y reglamentarias vigentes, que refieren a la forma y a los
procedimientos de contratación.
CLASIFICACIÓN DEL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO

Los procedimientos administrativos, según Canosa, se clasifican en:

A) Procedimiento administrativo de formación y de impugnación: El


Procedimiento administrativo de formación es el conjunto de actos necesarios para
la formación de la voluntad administrativa, es decir, para dictar actos unilaterales o
bilaterales.

Por su parte, el procedimiento administrativo de impugnación tiene comienzo


cuando concluye la etapa de formación, es decir, en el supuesto en que el acto
administrativo dictado incida negativamente en los derechos de los destinatarios y,
éstos, decidan interponer un recurso administrativo a efectos de realizar un control
de la legalidad o de la oportunidad, mérito o conveniencia de dicho acto. En ambas
clases de procedimiento, el resultado final será un acto administrativo.

B) Procedimiento administrativo general y procedimientos administrativo especial:


El procedimiento administrativo general es el que resulta de aplicación común a
todos los órganos de la administración central y a las entidades autárquicas,
instituido por la ley 19.549 de Procedimientos Administrativos, conforme surge del
art. 1º de la LNPA., y por el Reglamento aprobado por Decreto Nº 1.759/72 (t.o.
2017).

En cambio, el procedimiento administrativo especial es aquel que posee


modulaciones especiales y que tiene vigencia no obstante la existencia de normas
legales y reglamentarias de procedimiento administrativo común. Dichos
procedimientos desplazan al procedimiento general por trámites especiales, entre
ellos, podemos mencionar los procedimientos sumarial; licitatorio, de acceso a la
información pública; de audiencias públicas; etc.

LOS PRINCIPIOS DEL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO

El procedimiento administrativo se halla regido por principios que sustentan y


explicitan su contenido. Son pautas directrices que guiando la actuación de aquella, hacen
al mejor desarrollo del trámite administrativo.

El objeto de los principios de procedimiento administrativo es que el órgano adopte


sus decisiones dentro del marco de la legalidad y con eficacia. En tanto, que, desde la
perspectiva de la relación de la Administración con las personas, los principios tienden a
preservar las garantías jurídicas de aquellas.

En suma, los principios del procedimiento administrativo pretenden proteger la


legalidad y eficacia del obrar administrativo y la preservación de las garantías de que
asisten a las personas dentro de un procedimiento administrativo.

Son principios del procedimiento administrativo, los siguientes:

A) Principio de legalidad o juridicidad

Según este principio, todo el accionar del Estado debe someterse íntegramente al
ordenamiento jurídico. En otras palabras, el procedimiento administrativo debe sujetarse al
bloque de legalidad.
Por ordenamiento jurídico o bloque de legalidad debe entenderse todo el sistema normativo desde la
Constitución hasta las disposiciones administrativas y reglamentarias, incluyendo los principios generales del
derecho y los tratados internacionales.
A su vez, en el concepto de legalidad se encuentra implícito el de jerarquía normativa, es decir, el de la
prelación en la aplicación de las normas donde unas prevalecen sobre otras (artículo 31 y 75, inciso 22, de la
Constitución Nacional).

En referencia al principio de legalidad, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha expresado que “…el
sometimiento del Estado moderno al principio de legalidad, lo condiciona a actuar dentro del marco normativo
previamente formulado por ese mismo poder público que, de tal modo, se autolimita. El ejercicio de tal poder,
por ende, no puede desvincularse del orden jurídico en que el propio Estado se encuentra inmerso, como lo ha
señalado esta Corte…” (Fallos: 315:2771).

De esta manera, el principio de legalidad o juridicidad reposa en la necesidad de una previa atribución de
potestades por el ordenamiento jurídico, para que la Administración pueda actuar.

B) Principio de oficialidad. Impulsión e instrucción de oficio. Verdad jurídica objetiva o


material

La impulsión e instrucción de oficio (oficialidad) significa que corresponde a la


autoridad administrativa adoptar todos los mecanismos conducentes a que el
procedimiento avance hacia el dictado del acto administrativo que le ponga fin, como
así también reunir todos los elementos de prueba que justifiquen esa decisión.
En ese sentido, el artículo 1º, inciso a), de la LNPA establece que corresponde a la Administración el
impulso y la instrucción de las actuaciones, darle curso y avanzar hasta su resolución, aun cuando la parte
interesada no lo hiciera. Por lo tanto, es la Administración la que debe impulsar el procedimiento por medio de
la dirección, ordenación y ejecución de las medidas que considere pertinentes, incluso de contenido probatorio,
en la búsqueda de la verdad material.

Ello implica que el procedimiento administrativo debe desenvolverse en la búsqueda de la verdad jurídica
objetiva, de la realidad y sus circunstancias tal cual aquélla y estas son, independientemente de cómo hayan
sido alegadas y, en su caso, probadas por las partes (artículo 1º, inciso f, apartado 2º, de la LNPA).

En el procedimiento administrativo el órgano debe ajustarse a los hechos, prescindiendo de que ellos
hayan sido o no alegados y probados por las personas y que la Administración Pública, como gestora del bien
común tiene que buscar la verdad objetiva y realizar la justicia, impulsando el procedimiento para llevarlo a
cabo, cualquiera fuere la intervención e impulso que tuvieran los administrados.

No obstante, también incumbe a las partes el impulso del procedimiento en ciertas circunstancias y así lo
establece el artículo 21 de la LNPA, en tanto prescribe que la Administración podrá declarar unilateralmente la
caducidad de un acto administrativo cuando el interesado no cumpliere las condiciones fijadas en el mismo,
pero deberá mediar previa constitución en mora y concesión de un plazo suplementario razonable al efecto.

C) Informalismo a favor del particular

De acuerdo al artículo 1º, inciso c), de la LNPA, constituye un principio excusar a las
personas de la inobservancia de exigencias formales no esenciales y que puedan ser
cumplidas posteriormente.
Este informalismo, o también denominado formalismo moderado, implica que el trámite es válido aun
cuando el interesado no cumpla con ciertas exigencias (siempre que se trate de aquellas formas no esenciales),
que puede cumplir con posterioridad. Al respecto, se aclara que el principio de informalismo es sólo es a favor
del particular, más no del Estado.
D) Principio de debido proceso adjetivo

La Constitución Nacional contempla en el artículo 18 el derecho de defensa de las


personas y de ese derecho deriva el debido proceso adjetivo. ¿Cuál es el contenido del
derecho de defensa de las personas? Se encuentra previsto en el artículo 1º, inciso f), de
la LNPA y comprende el derecho a ser oído, derecho a ofrecer y producir pruebas y el
derecho a una decisión fundada.
a) Derecho a ser oído: posibilidad de exponer sus pretensiones y explicar sus razones. En ese sentido,
la norma establece que dicha posibilidad de los interesados consiste en “…exponer las razones de sus
pretensiones y defensas antes de la emisión de actos que se refieren a sus derechos subjetivos o
intereses legítimos, interponer recursos y hacerse patrocinar y representar profesionalmente. Cuando
una norma expresa permita que la representación en sede administrativa se ejerza por quienes no
sean profesionales del Derecho, el patrocinio letrado será obligatorio en los casos en que se planteen
o debatan cuestiones jurídicas.”

b) Derecho a ofrecer y producir pruebas: el ofrecimiento de pruebas de descargo y que ellas sean
efectivamente producidas en forma previa a la decisión, constituye un derecho del administrado, cuyo
ejercicio no obsta a la circunstancia de que sea la Administración la que requiera y realice las
diligencias necesarias para el esclarecimiento de los hechos, con fundamento en los principios de
instrucción de oficio y verdad material.

Promueve esta garantía no solo el derecho de defensa del particular, sino también a ubicar su aporte o
colaboración con la Administración en la realización del interés público. Al respecto la norma establece
la posibilidad de “…ofrecer prueba y que ella se produzca, si fuere pertinente, dentro del plazo que la
administración fije en cada caso, atendiendo a la complejidad del asunto y a la índole de la que deba
producirse, debiendo la administración requerir y producir los informes y dictámenes necesarios para
el esclarecimiento de los hechos y de la verdad jurídica objetiva; todo con el contralor de los
interesados y sus profesionales, quienes podrán presentar alegatos y descargos una vez concluido el
período probatorio…”.

c) Derecho a una decisión fundada: esta exigencia comprende la consideración expresa de todas y
cada una de las cuestiones propuestas, y de los argumentos principales planteados por la parte
conducentes a la emisión de una decisión razonable o proporcionada al fin perseguido. Es decir, lo
resuelto no solo debe estar fundado sino que tal fundamento debe serlo expresamente sobre las
cuestiones propuestas, pues ello es corolario del ‘principio de congruencia’ que refiere a que lo
decidido debe estar acorde con los acontecimientos o cuestiones que determinan o dan lugar a esa
decisión.

En definitiva, el derecho apunta a “…Que el acto decisorio haga expresa consideración de los
principales argumentos y de las cuestiones propuestas, en tanto fueren conducentes a la solución del
caso.”

Por esta razón, cobra singular importancia la motivación de los actos administrativos que constituye
uno de sus elementos esenciales, es decir, es necesario que la Administración explique y de razones
de sus decisiones.

E) Celeridad, economía, sencillez y eficacia en los trámites

Estos principios se encuentran contemplados en el artículo 1º, inciso b), de la LNPA,


pero no aclara cuál es el contenido de cada uno de ellos. Por su parte, el artículo 2º del
RLNPA se refiere a ellos al disponer que los órganos superiores (Jefe de Gabinete de
Ministros, ministros y secretarios de la Presidencia, órganos directivos de entes
descentralizados) podrán dirigir o impulsar la acción de su inferiores jerárquicos mediante
órdenes, instrucciones, circulares y reglamentos internos, a fin de asegurar la celeridad,
economía, sencillez y eficacia de los trámites, delegarles facultades; intervenirlos; y
avocarse al conocimiento y decisión de un asunto a menos que una norma hubiere
atribuido competencia exclusiva al inferior.

El principio de celeridad supone rapidez e inmediatez en el desarrollo y


resolución de las actuaciones. Para ello la norma establece dos herramientas: la
incorporación de plazos breves y la regulación del instituto del silencio, de modo que
el vencimiento de los plazos debe interpretarse como rechazo a las pretensiones de las
personas.

PRINCIPALES TRÁMITES DEL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO

EL EXPEDIENTE ADMINISTRATIVO. LA APLICACIÓN DE LAS TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN Y


COMUNICACIÓN (TICS) EN EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO: EL EXPEDIENTE ELECTRÓNICO.

El expediente administrativo es el conjunto de documentos o actuaciones administrativas, originadas a


solicitud de la parte interesada o de oficio y ordenados cronológicamente, en el que se acumulan informes,
dictámenes y todo otro dato o antecedente relacionado con la cuestión tratada, a efectos de lograr los
elementos de juicio necesarios para arribar a conclusiones que darán fundamento a la resolución definitiva.

Implica la ordenación de documentos en orden cronológico y constituye el sustrato material de la


decisión administrativa. Puede instrumentarse en formato papel o digital, o de las dos maneras
simultáneamente.

El RLNPA, en su artículo 7º, define al expediente administrativo como "el conjunto ordenado de
documentos y actuaciones que sirven de antecedente y fundamento al acto administrativo así como las
diligencias encaminadas a ejecutarlo. Seguidamente, establece que “Los expedientes administrativos tendrán
formato electrónico y se integrarán mediante la agregación ordenada de los documentos, pruebas, dictámenes,
informes, acuerdos, notificaciones y demás diligencias que deban integrarlos. …”.

El trámite de los expedientes administrativos se realiza mediante el Sistema de Gestión Documental


Electrónica (GDE) como sistema integrado de caratulación, numeración, seguimiento y registración de
movimientos de todas las actuaciones y expedientes del Sector Publico Nacional que actuando como
plataforma para la implementación de gestión de expedientes electrónicos, implementado por el Decreto N°
561/2016.

Los escritos en el marco del procedimiento administrativo deben cumplir ciertas formalidades. En ese
sentido, se podrán presentar escritos en la mesa de entradas del órgano u organismo de que se trate o en
forma electrónica a través de la plataforma electrónica de Trámites a Distancia (TAD), por sí, o mediante
representantes o apoderados.

Deben ser redactados en idioma nacional; contener en la parte superior un resumen del petitorio y estar
suscriptos por los interesados, sus representantes legales o apoderados.

Asimismo, los escritos deben contener los siguientes recaudos: nombres y apellido, indicación de
identidad y domicilio real y constituido del interesado; relación de los hechos y si lo considera pertinente, la
norma en que el interesado funde su derecho; la petición concretada en términos claros y precisos; ofrecimiento
de toda la prueba de que el interesado ha de valerse, acompañando la documentación que obre en su poder y,
en su defecto, su mención con la individualización posible, expresando lo que de ella resulte y designando el
archivo, oficina pública o lugar donde se encuentren los originales; y la firma del interesado o de su
representante legal o apoderado.

Cuando se inicie una actuación administrativa, la Mesa de Entradas o Receptoría del órgano u
organismo deberá otorgar una constancia con la identificación del expediente que se origine, en tanto que los
interesados pueden pedir verbalmente que se les certifique una copia de esta.

LOS PLAZOS EN EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO

El tiempo constituye un factor de gran importancia en los actos del procedimiento,


pues su eficacia depende de que los ejecute en el momento oportuno. El principio básico,
conforme el artículo 1º, inciso e), de la LNPA., es el carácter obligatorio de los plazos para
los interesados y el propio Estado. Los plazos se contarán por días hábiles
administrativos salvo disposición legal en contrario o habilitación resuelta de oficio o a
petición de parte. Los días y horas hábiles administrativos son aquellos en que el Estado
atiende al público.

Por otra parte, la norma dispone que los plazos se computarán a partir del día
siguiente al de la notificación y que cuando se trate de actos que deban ser
publicados, regirá lo dispuesto por el artículo 2º del Código Civil.

Al respecto, vale recordar que el Código Civil fue derogado por la Ley N° 26.994
que aprobó el Código Civil y Comercial vigente y, conforme dispone en el artículo
5º, las leyes rigen después del octavo día de su publicación oficial, o desde el día
que ellas determinen.

El artículo 1º, inciso e), de la LNPA determina que, cuando no se hubiere


establecido un plazo especial para la realización de trámites, notificaciones y citaciones,
cumplimiento de intimaciones y emplazamientos y contestación de traslados, vistas e
informes, aquél será de diez (10) días.

También dicha norma establece que el plazo podrá ser prorrogado por la
Administración, de oficio o a pedido del interesado, antes de su vencimiento, por el
tiempo razonable que fijare mediante resolución fundada y siempre que no resulten
perjudicados derechos de terceros.

LA PRUEBA EN EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO

Las pruebas son las herramientas de que intentan valerse las partes para sustentar sus pretensiones y
derechos. Es una actividad procedimental destinada a dar certeza al funcionario administrativo sobre los
hechos discutidos, indispensables para fundar el acto administrativo. Por lo tanto, el Estado puede, en el trámite
del procedimiento administrativo, ordenar la producción de las pruebas que considere pertinentes para alcanzar
la verdad material, tal como surge del artículo 1, inciso f) apartado 2, de la LNPA.

El artículo 46 del RLNPA establece que la Administración de oficio o a pedido de parte, podrá disponer la
producción de prueba respecto de los hechos invocados y que fueren conducentes para la decisión, fijando el
plazo para su producción y ampliación, si correspondiere.

En otras palabras. las pruebas pueden ser ofrecidas por las partes u ordenadas directamente de
oficio por el órgano administrativo interviniente como medida para mejor proveer.

Se admiten todos los medios de prueba, salvo los que fueran manifiestamente improcedentes, superfluos
o meramente dilatorios. En este orden, el RLNPA contempla los siguientes medios de prueba:

a) Prueba documental:

b) Prueba de informes:

c) Prueba testimonial:

d) Prueba pericial:

e) Prueba confesional

Una vez sustanciadas las actuaciones de prueba, se dará vista de oficio y por diez (10) días a la parte
interesada para que opine (alegato) sobre el valor de la prueba producida en el procedimiento administrativo
(artículo 60, RLNPA). Igualmente, luego de producido el alegato, el órgano competente podrá disponer la
producción de nueva prueba como medida de mejor proveer.

Por último, una vez presentado el alegato o vencido el plazo para hacerlo y producido el dictamen
jurídico (artículo 7º, inciso d), de la LNPA), el órgano competente debe dicta el acto que resuelve y pone fin a
las actuaciones (artículo 61, RLNPA).
LAS VISTAS Y NOTIFICACIONES EN EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO

LAS VISTAS DEL EXPEDIENTE ADMINISTRATIVO

La vista es el acceso de la parte interesada a las actuaciones. El pedido de vista


puede ser verbal o escrito y se otorga sin necesidad de resolución expresa. El
artículo 38 del RLNPA establece que la parte interesada, su apoderado o letrado
patrocinante, podrán tomar vista del expediente durante todo su trámite, con excepción de
actuaciones, diligencias, informes o dictámenes que a pedido del órgano competente y previo asesoramiento
del servicio jurídico correspondiente, fueren declarados reservados o secretos mediante decisión fundada del
respectivo Subsecretario del Ministerio o del titular del ente descentralizado de que se trate. Respecto a la vista
de los expedientes en soporte papel, se prevé que el pedido de vista podrá hacerse verbalmente y se dará, sin
necesidad de resolución expresa al efecto, en la oficina en que se encuentre el expediente, aunque no sea la
Mesa de Entradas o Receptoría.

Asimismo, que si el peticionante solicitare la fijación de un plazo para la vista,


aquél se dispondrá por escrito rigiendo a su respecto lo establecido por el artículo 1º,
inciso e), apartados 4) y 5), de la LNPA, es decir, que si no hubiera un plazo para ello,
deberá otorgarse por el plazo de diez días y antes del vencimiento del plazo otorgado, este
podrá ser prorrogado por la Administración, de oficio o a pedido de parte.
El día de vista se considera que abarca, sin límites, el horario de funcionamiento de la oficina en
la que se encuentre el expediente y a pedido del interesado, y a su cargo, se facilitarán fotocopias de las piezas
que solicitare.

Luego, se establecen las pautas de la vista de los expedientes electrónicos, a


saber:

“1. La consulta sin suspensión de plazo de las actuaciones por medios electrónicos
en la plataforma TAD es automático y no requerirá de solicitud expresa del interesado. El
usuario o el apoderado podrán acceder al contenido de los expedientes que haya iniciado a través de dicha
plataforma TAD. El usuario podrá consultar la última fecha de modificación, el estado del expediente y su
ubicación actual; también tendrá acceso a los documentos que se hayan vinculado. Si el trámite está en curso,
mediante el documento Constancia de Toma de Vista, queda registro de la consulta dentro del expediente
electrónico, sin suspensión de plazo.

2. El otorgamiento de vista con suspensión de plazo de las actuaciones por


medios electrónicos requerirá petición expresa del interesado o apoderado por escrito.

3. La vista se podrá otorgar mediante copia del expediente electrónico en un soporte


informático que aporte el interesado o el organismo.

4. A pedido del interesado y a su cargo, se facilitarán copias en soporte papel de los


documentos electrónicos que solicitare.”
En cuanto a la vista en el procedimiento administrativo, conviene anticipar que cobra fundamental
importancia aquella vista que el interesado requiere al órgano administrativo en forma previa a interponer un
recurso.

En ese orden, el artículo 76 del RLNPA dispone que, si a los efectos de articular un recurso
administrativo, la parte interesada necesitare tomar vista de las actuaciones, quedará suspendido el plazo para
recurrir durante el tiempo que se le conceda al efecto, en base a lo dispuesto por el artículo 1º, inciso e),
apartados 4) y 5) de la LNPA.

Agrega la norma que la mera presentación de un pedido de vista suspende el curso de los plazos, sin
perjuicio de la suspensión que cause el otorgamiento de la vista. En igual forma, suspenderá los plazos
previstos en el artículo 25 de la LNPA, es decir, aquellos plazos para impugnar judicialmente.

En definitiva, por el artículo 76 del RLNPA, al solicitar vista el plazo para interponer un recurso
administrativo se suspende y se reanuda, contabilizando los días previos a su suspensión, tras el vencimiento
del término por el cual fue otorgado. Debe computarse en su totalidad el plazo de diez (10) días hábiles
administrativos que el RLNPA le otorga al interesado para tomar vista de las actuaciones.
LAS NOTIFICACIONES

La notificación es dar a conocer algo, es poner en conocimiento de alguien aquello


que interesa que conozca. La notificación es un requisito de eficacia de los actos
administrativos.
En otras palabras, la notificación es el conocimiento de determinadas piezas o actuaciones de modo
cierto y fehaciente, dando certeza de que el particular conoce el contenido del actos que es objeto de
notificación y cuál es la fecha de tal comunicación.

Ya hemos dicho, al referirnos a la eficacia del acto administrativo, que se ha debatido acerca de si la
notificación es un requisito de validez de aquel, es decir, si la falta de notificación al interesado conlleva su
invalidez, o bien, si se trata de un requisito de eficacia y, por tanto, sólo relativo a sus efectos. No obstante que
la norma menciona expresamente que la notificación resulta un recaudo necesario para que el acto
administrativo adquiera eficacia, éste también ha sido el criterio reconocido por la Corte Suprema de Justicia de
la Nación que señalado que la falta de notificación dentro del término de vigencia de la ley no hace a la validez
del acto sino a su eficacia y la circunstancia de que éste fuera notificado no anula el acto, que sólo será eficaz a
partir de la notificación (Fallos 298:172 y 324:4289).

Continuando con el tema, el artículo 40 del RLNPA establece que las notificaciones se diligenciarán
dentro de los cinco días computados a partir del día siguiente al del acto administrativo objeto de notificación.
Asimismo, dispone que las notificaciones deberán indicar los recursos que se puedan interponer contra dicho
acto administrativo y el plazo dentro del cual deben articularse los mismos o, en su caso, si el acto agota las
instancias administrativas. La omisión o el error en que se pudiera incurrir al efectuar tal indicación no
perjudicará al interesado ni permitirá darle por decaído su derecho. En ese sentido, se prevé que la falta de
indicación de los recursos ocasionará, a partir del día siguiente de la notificación, el inicio del plazo perentorio
de sesenta (60) días para deducir el recurso administrativo que resulte admisible. En tanto que si se omitiera la
indicación de que el acto administrativo agotó las instancias administrativas, el plazo para deducir la demanda
indicada en el artículo 25 de la LNPA comenzará a correr transcurrido el plazo precedentemente indicado.

Los medios de notificación según el artículo 41 del RLNPA son, entre otros, los siguientes:
a) acceso directo de la parte interesada, su apoderado o representante legal al expediente
b) presentación de cualquier escrito, siempre que de ello resulte que el interesado tiene conocimiento
fehaciente de acto respectivo;
c) por cédula
d) por telegrama con aviso de entrega
e) por carta documento
f) por edictos
g) por medio de la plataforma electrónica de trámites a distancia (TAD); etc

CONCLUSIÓN DEL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO.

El procedimiento administrativo puede concluir de un MODO NORMAL, es decir,


mediante el dictado de la decisión que le pone fin, o de modo anormal por
desistimiento, renuncia o caducidad.
La conclusión normal puede ser por resolución de carácter expreso o tácito. La resolución expresa
debe hacer expresa consideración de los principales argumentos y de las cuestiones propuestas o de los
asuntos traídos por el Estado, en tanto fueren conducentes a la solución del caso.

En suma, cuando resuelve en forma expresa debe: a) aceptar el planteo; b) desestimar el planteo y c)
revocar, modificar o sustituir el acto de que se trate.

En cambio, la resolución tácita es el caso de silencio o ambigüedad de la Administración frente a


pretensiones que requieran de ella un pronunciamiento concreto, donde se interpreta como negativa al planteo
formulado por la parte interesada (artículo 10, LNPA).
Respecto de los MODOS ANORMALES, caben señalar los siguientes:

a) Desistimiento: es la declaración de voluntad del interesado para dejar sin efecto la


petición que dio origen al procedimiento y debe hacerlo de modo cierto y fehaciente.
El desistimiento deberá ser formulado fehacientemente por la parte interesada, su representante legal o
apoderado e importará la clausura de las actuaciones en el estado en que se hallaren. Lo anterior, no significa
dejar de lado el derecho del interesado ya que puede intentarlo en otro trámite posterior, salvo que desistiera
del trámite de un recurso administrativo ya que en ese supuesto el acto administrativo se tendrá por firme.

Si fueran varias las partes interesadas, el desistimiento de solo alguna o algunas de ellas al procedimiento o al
derecho no incidirá sobre las restantes, respecto de quienes seguirá sustanciándose el trámite respectivo en
forma regular.

Finalmente, si la cuestión planteada pudiera llegar a afectar de algún modo el interés general, el desistimiento
del procedimiento o del derecho no implicará la clausura de los trámites, lo que deberá ser declarado por
resolución fundada, prosiguiendo las actuaciones hasta que recaiga la decisión pertinente. Esta decisión podrá
beneficiar, incluso, a quienes hubieren desistido.

El desistimiento tiene efectos a partir del acto administrativo que hace lugar al planteo.

b) Renuncia: es el abandono no ya del trámite sino del derecho o pretensión de fondo del
interesado. Por lo tanto, ya no podrá intentar otro reclamo con posterioridad, salvo que se
trate de derechos irrenunciables. La renuncia produce efectos a partir del acto
administrativo que hace lugar al planteo.

c) Caducidad: es la extinción del procedimiento administrativo mediante el cual éste


queda sin efecto después de pasar un cierto tiempo de inactividad. Es decir, tiene
lugar cuando transcurren más de sesenta (60) días desde que se paralizó el trámite
por causas imputables al interesado, y el órgano competente le hace saber que si
transcurren otros treinta (30) días más y la parte interesada no impulsase el trámite,
archivará el expediente administrativo (artículo 1º, inciso e), apartado 9, LNPA).

Es decir, el procedimiento administrativo concluye anormalmente en virtud de la


declaración de la Administración ante la paralización de aquél por causas imputables al
interesado y al no remover éste el obstáculo que no permite la continuación en el plazo que
la ley señala, pese a haber sido intimado para ello.

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