Reporte de Historia - 20240527 - 194431 - 0000
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EOR IÓN
T
Charles Darwin y Alfred Russel Wallace
El aniversario de la teoría de la evolución suele celebrarse el 24 de noviembre, día en el que Darwin publicó su libro “El origen
de las especies” (1859). Sin embargo, esta visión de la historia obvia una fecha aún más importante para entender cómo se
gestó la teoría de la evolución. El 1 de julio de 1858, en la Sociedad Linneana de Londres se presentó un resumen de una
teoría de la selección natural; sus autores eran Charles Darwin y Alfred Russel Wallace, y con ella explicaban la evolución de
las especies. Ese día nacieron la biología y el evolucionismo modernos. La evolución no fue una ocurrencia genial y solitaria
de Darwin. La idea llevaba casi un siglo flotando en el ambiente científico. Linneo, Lamarck, Erasmus Darwin (abuelo de
Charles) y otros grandes científicos habían teorizado acerca de lo que por entonces se llamaba transmutación de las
especies. Pero la sociedad victoriana rechazaba esa y otras ideas revolucionarias, que sugerían explicaciones no teológicas
para la disposición de los continentes, la naturaleza del intelecto humano o los orígenes mismos de la vida.
A la conclusión de su célebre viaje en el Beagle, en octubre de 1836, el joven Charles Darwin (12 de febrero 1809-19 de abril
1882) fue acogido por esa élite científica victoriana. Por aquel entonces ya tenía bastante clara su teoría de la evolución, y
sabía las ampollas que levantaría. Ese temor fue una de las claves que retrasó la publicación de la teoría. Tuvieron que pasar
más de 20 años hasta que en junio de 1858, un Darwin ya en la madurez recibió una carta de Alfred Russel Wallace (8 de
enero 1823-7 de noviembre 1913). Aquel joven, que estaba en medio de una expedición naturalista en el archipiélago malayo,
había llegado de manera independiente a la misma conclusión: la selección natural como mecanismo que determina la
adaptación y especiación de los seres vivos, al margen de la influencia divina. Un Wallace, humilde y casi ingenuo escribió a
Darwin entonces para que le diera su opinión y, si lo veía pertinente, enviara el resumen de sus ideas al eminente geólogo
Charles Lyell.
Darwin, hasta entonces reticente a publicar su teoría, se decidió a hacerlo. Así, él y su círculo de científicos allegados
organizaron un documento conjunto para ser leído en la siguiente reunión de la Sociedad Linneana, aunque ninguno de los
dos pudo asistir. Wallace estaba todavía en Malasia y Darwin estaba de luto, por la muerte de su hijo de 19 meses de edad
tan solo tres días antes. Aquel día marca un antes y un después en la historia de la biología. Pero el artículo conjunto de
Darwin y Wallace no causó una sensación inmediata. El propio Wallace se enteró de ello mucho después, cuando “El origen
de las especies” ya había sido publicado y se había desatado el esperado escándalo. Pero lejos de considerar que el más
famoso y veterano naturalista se había apropiado de su idea, Wallace fue uno de los grandes defensores de las ideas de
Darwin. Tanto es así que, en los años 1930, cuando resurgieron las ideas de la evolución con la fuerza que hoy poseen,
“Darwinismo” (1889) escrito por el propio Wallace era la versión más reciente y completa escrita sobre el evolucionismo y el
título de referencia.
Las circunstancias de la época y la idiosincrasia personal de cada uno hicieron que Darwin pasara a la historia por la puerta
grande y que, en cambio, el nombre de Alfred Russel Wallace no figure en los libros de primaria, ni en placas en calles,
parques y plazas. No, por lo menos, hasta el día de hoy.
Es archiconocido cómo Charles Darwin intuyó la idea de la selección natural tras examinar las diferentes especies de
pinzones de las islas Galápagos, recogidos en una escala del viaje del Beagle. Reivindicamos aquí a Wallace, contando cómo
llegó por su cuenta a la misma idea:
Con la excusa de la recolección de especímenes para los coleccionistas de Inglaterra, Wallace pasó 8 años en lo que sería
uno de los mayores viajes de descubrimiento del siglo XIX. Primero dio cuenta de las extrañas subespecies de origen asiático
de las islas más occidentales del archipiélago malayo; luego, de su ausencia en las islas orientales, donde sin embargo
aparecen extrañas especies de origen australiano. Intuyó así dos familias de animales pertenecientes a dos continentes
bien diferenciados separados por fosas marinas (la llamada línea de Wallace) que, de hecho, estuvieron en su día unidos a lo
que ahora son cientos de islas aisladas. Intuyó también que este aislamiento había diferenciado a las especies. Y además,
ante la inmensa cantidad de estas catalogadas, observó una continuidad entre todas ellas, un parentesco. Dedujo así no
solo una teoría de la evolución, sino los mecanismos y efectos que la rigen y, lo que es más, la enmarcó dentro de una nueva
manera de entender la geografía.
ÍA DE LA EVOLUC
EOR IÓN
T
ALFRED RUSSEL
WALLACE
Fue un explorador, biólogo y naturalista
británico que propuso la teoría de la evolución
llevada a cabo mediante la selección natural,
independiente de la de Charles Darwin. Wallace
realizó un amplio trabajo de campo antes de
publicar su teoría, primero en la cuenca del río
Amazonas y posteriormente en el archipiélago
malayo, donde identificó una línea que dividía a
Indonesia en dos zonas: una donde los animales
relacionados con los de Australia eran comunes
y otra en la que las especies eran en gran parte
de origen asiático. Dicha línea se denomina en la
actualidad línea de Wallace.