Libro La Vida Del Nuevo Pacto (OK)

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LA VIDA DEL
NUEVO PACTO

RODOLFO ARNEDO
OSVALDO REBOLLEDA

1
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Leído o bajado en:
www.osvaldorebolleda.com

Provincia de La Pampa

rebolleda@hotmail.com

Todos los derechos de este material son reservados para el


Señor, quién los ofrece con la generosidad que lo caracteriza
a todos aquellos que desean capacitarse más y lo consideran
de utilidad.
No se permite la transformación de este libro, en cualquier
forma o por cualquier medio, para ser publicado
comercialmente.
Se puede utilizar con toda libertad, para uso de la enseñanza,
sin necesidad de hacer referencia del mismo.
Se permite leer y compartir este libro con todos los que más
pueda y tomar todo concepto que le sea de bendición.
Edición general: Portales de Gracia
Revisión literaria: autores argentinos

Diseño de portada: EGEAD


Todas las citas Bíblicas fueron tomadas de la Biblia versión
Reina Valera, salvo que se indique otra versión.

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CONTENIDO

Introducción………………………………………………5

Capítulo uno: (Arnedo y Rebolleda)

Nuestros motivos………………………………………...10

Capítulo dos: (Rodolfo Arnedo)

Desafíos y definiciones…………………………………..21

Capítulo tres: (Osvaldo Rebolleda)

Forjando una consciencia de Pacto…………………….38

Capítulo cuatro: (Rodolfo Arnedo)

Las sombras y el Pacto revelado……………………….58

Capítulo cinco: (Osvaldo Rebolleda)

El Nuevo Pacto y el Reino………………………………72

Capítulo seis: (Rodolfo Arnedo)

Contenido del Nuevo Pacto……………………………..90

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Capítulo siete: (Osvaldo Rebolleda)

La legalidad del Nuevo Pacto…………………………102

Capítulo ocho: (Rodolfo Arnedo)

La bendición del Nuevo Pacto………………………...117

Capítulo nueve: (Rodolfo Arnedo)

La actitud ante el Nuevo Pacto......................................132

Capítulo diez (Osvaldo Rebolleda)

El Nuevo Pacto y el Nuevo Hombre…………………..144

Reconocimientos………………………………………..160

Sobre los autores……………………………………….162

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INTRODUCCIÓN

“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para


enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en
justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,
enteramente preparado para toda buena obra”.
2 Timoteo 3:14 al 17

Osvaldo Rebolleda:

Nuestra vida es producto directo de la forma en que


pensamos. Incluso después de la regeneración, nuestra forma
de pensar es clave para la expresión de Cristo en nosotros. Es
por eso que, junto a Rodolfo Arnedo, hemos coincidido en el
deseo de plasmar en este libro una enseñanza clave para el
avance de la Iglesia en este siglo.

En nuestras muchas charlas íntimas, analizamos con


preocupación la falta de entendimiento que hay, incluso en el
liderazgo, respecto del Nuevo Pacto. De hecho, muchos
ministros, al escuchar conceptos relacionados con esto,
encienden sus alarmas y se sienten desorientados, cuando
nosotros consideramos que este debería ser el fundamento de
nuestra fe presente.

No pretendemos ser novedosos, e incluso nos


sorprendemos cuando algunos lo consideran así. Por el
contrario, creemos que estos conceptos del Nuevo Pacto,
fueron, a través de la vida del Espíritu Santo, la esencia que

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impulsó a la Iglesia de los primeros siglos. Estamos
persuadidos de esto. De hecho, vemos claramente en las
cartas apostólicas de Pablo su lucha por mantener alejados de
la Iglesia a los entes contaminantes del judaísmo tradicional.

Luego del tercer siglo, la lucha principal fue con el


paganismo. Pero, al final, las bases sobre las cuales estuvo y
debe estar la Iglesia es Cristo (Mateo 16:16-18). Nosotros
creemos en las reformas que nos permitan acceder al
pensamiento de los padres apostólicos, impulsados por la
vida y la sabiduría revelada del Espíritu Santo.

Este libro no pretende ser novedoso, pero sí ser vino


nuevo, porque Jesús lo dijo: “Desde ahora no beberé más de
este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo
con vosotros en el reino de mi Padre”(Mateo 26:29). Esto
no significa que el Padre pondrá una larga mesa en el cielo,
adornada con un hermoso mantel blanco, para que todos sus
hijos nos sentemos cómodamente y Jesús nos sirva, uno por
uno, a los millones que seremos, una copa de vino celestial.

Jesús dijo esto antes de la crucifixión, y no dijo que


bebería de nuevo en el cielo, sino que bebería con ellos el
vino nuevo, el cual es el Nuevo Pacto, para lo cual necesitaría
odres nuevos. La obra de la cruz permitió el ingreso al Nuevo
Pacto, el cual debe ser expresado bajo el gobierno del Padre,
permitiendo así la manifestación de Su Reino, hasta que
venga lo perfecto.

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Este libro contiene el sabor del vino nuevo, por lo
tanto, nos gozamos en compartirlo con todos los hermanos
que se atrevan a pensar más allá de los paradigmas
tradicionales, que tan oscuramente han trabajado para frenar
el verdadero avance de la Iglesia, incluso después de la gran
reforma.

Cuando Pablo mencionó la importancia de comprender


que la Palabra de Dios es útil para instruir, el término
utilizado fue “Sumbibázo”, que en griego significa llevar los
conceptos a la unidad, ensamblar ideas, poner junto, unir a
una persona con otra en una conclusión, para que ambos
lleguen a la misma opinión.

El mismo apóstol Pablo dijo: “Os ruego, pues,


hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que
habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros
divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una
misma mente y en un mismo parecer” (1 Corintios 1:10), y
esto es lo que procuramos al unirnos para escribir este
sustancioso libro.

Rodolfo Arnedo: Por mi parte, y coincidiendo con lo


expresado por Osvaldo, mi deseo es que, al abordar este libro,
los lectores puedan considerar cuatro cosas que considero
fundamentales para la correcta asimilación de la enseñanza.
En primer lugar, tener la actitud correcta, ya que esta puede
ser lo que defina de manera absoluta los resultados buenos,
regulares o malos.

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Cada uno de nosotros debe decidir la actitud que
tendremos ante las diferentes circunstancias de la vida. En
este caso, podemos considerar la lectura de este libro como
una más de tantas, como un entretenimiento, como una
curiosidad, o podemos hacerlo porque en verdad deseamos
encontrar detonantes claves para la revelación y el avance de
nuestra vida espiritual y ministerial.

Simplemente le pregunto a los lectores: ¿Lo harán por


hacerlo, o lo harán porque desean hacerlo y en verdad quieren
ser transformados? ¡La actitud de cada uno definirá el
resultado! Dice la Escritura: “La actitud de ustedes debe ser
como la de Cristo Jesús” (Filipenses 2:5), quien tuvo total
humildad y obediencia. Les recomiendo un sentir y un deseo
de hambre y sed espiritual, de querer descubrir aquello que
está guardado en la revelación de la Palabra con una mente
abierta y sin prejuicio alguno.

En segundo lugar, les aconsejo leer este libro en


permanente oración, diciendo: ¡Dios mío, háblame, por
favor! Les aconsejo clamar por la intervención del Espíritu
Santo, para que Dios los instruya de una manera especial y
les muestre cosas que tal vez nunca han visto sobre el Nuevo
Pacto establecido entre el Padre y Su Hijo Jesucristo.

Inviten al Espíritu Santo a ser quien los guíe paso a


paso por el contenido de este libro, y que les abra el
entendimiento espiritual para recibir el contenido expresado
en cada página. Que ocurra con ustedes como ocurrió con
Lidia, la vendedora de púrpura, que al oír al apóstol Pablo, el

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Señor le abrió su corazón para que estuviese atenta y pudiese
comprender lo que Pablo decía (Hechos 16:14).

En tercer lugar, les sugiero ver este libro como una


nueva luz espiritual. Como una posibilidad de entrar a una
esfera de fe y discernimiento espiritual diferente. La Iglesia
de hoy necesita un despertar al Nuevo Pacto. Pablo escribió
a los hermanos de Éfeso: “Por lo cual dice: Despiértate, tú
que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará
Cristo”(Efesios 5:14).

Simplemente deseo que al momento de leer este libro,


su estudio produzca iluminación, sanidad, liberación,
restitución y avivamiento en muchas áreas de sus vidas
espirituales. Que en verdad puedan leerlo con gran
expectativa, porque ahora que lo vemos terminado, estamos
persuadidos, junto con Osvaldo, de su legítimo valor.

Por último, tratemos de educar la voluntad y seamos


disciplinados para leer cada página de este libro. Salomón,
como un hombre sabio, escribió en el libro de Eclesiastés
9:10: “Y todo lo que les venga a la mano, háganlo con todo
empeño”. Realmente deseamos que la disciplina y la
perseverancia los impulse a terminarlo, y sacar lo mejor de
este material.

Osvaldo Rebolleda
Rodolfo Arnedo

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Capítulo uno

NUESTROS
MOTIVOS

“Que esto quede por escrito para los que aún no han
nacido; para que alabe a Dios el pueblo que está por
nacer”.
Salmo 102:18

Rodolfo Arnedo: Quiero contarles algunos pequeños


detalles de mis procesos en el desarrollo de mi vida de fe.
Cuando hice la escuela primaria, asistí a un colegio religioso
administrado por monjas. La enseñanza era muy buena y,
dentro de ella, teníamos la materia de religión.

Lo que más recuerdo es que, día por medio, debíamos


ir al sagrario a rezar. Allí había una estatua de la Virgen con
una luz roja muy tenue que indicaba que estaba en un lugar
sagrado.

Otro recuerdo muy importante es que nos enseñaban


los diez mandamientos a rajatabla, sabidos de memoria, y
cuando fallábamos en alguno de ellos, el domingo era
confesión segura antes de la misa. Por supuesto, yo pasaba
del aula al confesionario domingo tras domingo. Ya de niño

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vivía muy frustrado por no poder cumplirlos. Eso me llenaba
de culpa, condenación y baja autoestima. Sentía que en todo
momento le estaba fallando a Dios, que no era merecedor de
Su amor y sus bendiciones.

Pasado un tiempo, aproximadamente a los once años,


comencé a colaborar en la celebración de la misa como
monaguillo, ayudando junto al sacristán con los quehaceres
de los oficios religiosos.

Había una parte que no me gustaba para nada: la


conmemoración y recordatorios de los difuntos. Algunas
veces el cura párroco solo leía los nombres de las personas
fallecidas, pero otras se realizaba la misa de cuerpo presente
con el ataúd delante del altar.

El cura, en un momento, se acercaba y echaba agua


bendita sobre el cadáver, y hacía un rezo especial. Si no era
de cuerpo presente, el sacristán y yo colocábamos un cajón
vacío, y lo tapábamos con un manto negro con bordes
dorados, simulando que había alguien dentro de él. De esa
manera, durante la misa, se rezaba y se nombraba a los
difuntos cuyos familiares habían encargado el servicio
religioso.

Pasado un tiempo, y a causa de la culpa y la frustración


de no haber podido guardar nunca los mandamientos, me
alejé de la Iglesia católica, yendo solo esporádicamente a la
celebración de alguna misa solo para calmar mi conciencia.

11
Cuando nos casamos con mi esposa Ginesa, yo tenía
23 años, y lo hicimos en una parroquia cerca del barrio donde
ella vivía. Tuvimos que confesarnos y luego el cura celebró
nuestra boda.

A la edad de 30 años, comencé a asistir y congregarme


en una iglesia evangélica. Luego de asistir durante siete años,
en una campaña evangélica del hermano Carlos Annacondia,
me convertí y recibí el bautismo del Espíritu Santo. Asistía y
me congregaba, pero no estaba convertido, aun habiendo
hecho la famosa oración de fe, sirviendo en la iglesia y
“ocupando cargos”.

En los años que asistí a la iglesia evangélica, para mi


sorpresa, noté algunas similitudes con la iglesia católica. Por
ejemplo, el cura fue reemplazado por el pastor; la misa fue
reemplazada por el culto; el trabajo del cura, era bautizar,
celebrar la misa, oficiar casamientos, administrar la
parroquia, aconsejar, visitar o disciplinar, las cuales, eran
prácticas similares a las que debía hacer todo pastor.

En una oportunidad, falleció un hermano. Lo velaron


en el templo e hicieron un culto de cuerpo presente, y en el
servicio se cantaron los himnos que al hermano le gustaban.
Igual que en la Iglesia católica, solo que fue un culto de
cuerpo presente y no una misa. También noté que en la misa
la gente pasaba al altar para recibir la hostia, y en mi iglesia
la gente pasaba para recibir el pan y el vino de la santa cena.
Al final, todo era muy parecido.

12
La homilía, que es el mensaje que daba el cura, era lo
mismo que el mensaje que daba el pastor durante el culto. En
la misa se acostumbraba el servicio de las limosnas y
ofrendas; normalmente dos mujeres pasaban con el ofrendero
por los bancos a recolectarlas. ¡Oh, sorpresa! En el culto de
mi iglesia era lo mismo: había dos hermanas y el tesorero de
la iglesia que recolectaban las ofrendas y anunciaban el
servicio de las ofrendas.

En la misa yo sabía cómo comenzaba, lo que iba a


suceder paso a paso, cómo terminaba y también cuánto
tiempo duraba. Todo se hacía en tiempo y forma. Vi que en
el culto era similar: se hacía la apertura de la reunión, luego
tres canciones, se pasaban los anuncios, se solicitaba la
ofrenda, el mensaje del pastor, y en algunos casos la gente
pasaba al altar para que se orara por ellos.

Todo estaba muy bien programado y controlado; nada


quedaba al azar. Si el Señor quería tener alguna participación
especial y espontánea y no estaba en el orden del culto o en
el horario estipulado, lamentablemente no se podía hacer.
Jesús dijo a la Iglesia, y no a los impíos:

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo;


Si alguno oye mi voz y abre la puerta…”
Apocalipsis 3:20

Semana tras semana conocía todo lo que se hacía y lo


que iba a suceder en la misa: rituales, programas, tradiciones,
costumbres, ceremonias, etc. ¡Ay, Dios mío! En la iglesia

13
evangélica a la que asistía pasaba lo mismo. Nadie diría esto,
pero cualquier parecido con la realidad no era pura
coincidencia.

Digamos que en la iglesia evangélica me daba la


sensación de encontrarme en un lugar que era una versión
mejorada de la Iglesia católica. Eso era todo… Como verán,
había cambiado de religión, pero nunca había ingresado al
Reino. Jesucristo vino a establecer un Reino, pero los
hombres siempre se han encargado de establecer religiones.

Para mi mayor desencanto y recuerdos traumáticos que


viví en la Iglesia católica, en la iglesia evangélica también me
enseñaron que tenía que guardar la Ley de Dios, o sea, los
mandamientos del Antiguo Pacto. De lo contrario, el castigo
de Dios estaba asegurado. En otras palabras, me decían que
era por gracia, pero que sin embargo, debía hacerme cargo.

Otra cosa en la que se hacía hincapié en la Iglesia


evangélica era separar lo secular de lo espiritual. Me
enseñaron que debía apartarme totalmente del mundo
secular, y desde entonces aprendí a llevar una doble vida. De
lunes a viernes trabajaba con gente impía y el domingo me
deleitaba con el amor de los santos. A los primeros debía
demostrarles que nada tenía en común con ellos, y a los
hermanos, una gran sonrisa.

Una vez vino a nuestra congregación un evangelista


invitado, y recuerdo que hacía mucho énfasis en que
invitáramos a gente que no conociera a Cristo, pero era
demasiado tarde, porque lamentablemente ya había tomado

14
distancia de la “chusma” del mundo. Quienes pretendían
arrastrarme a la perdición, nada tenían conmigo.

No tenía a quién invitar, porque yo solo había


manifestado desprecio ante el modo de vida de los impíos.
Todos mis amigos de verdad eran evangélicos. Me había
tratado de rodear solamente con los “hermanos de la iglesia”,
y con ellos había cultivado una relación cercana. Bueno, no
con todos, porque con los hermanos de otras denominaciones
no debía juntarme para no contaminarme ni hacer división.

En mis años pastorales repetí lo mismo. ¡Qué tragedia!


Sin darme cuenta fui un pastor estructurado que hacia igual a
lo que había aprendido. Ahora tengo otra luz para saber cómo
involucrar la presencia y participación del Espíritu Santo en
una reunión. Solo por la gracia del Señor.

¿Será que mucha gente está hoy en lugares así? ¿Será


que todavía hay mucha gente cautiva de una religión? ¿Será
que hay sistemas religiosos programados para usar a la
gente? Seguro que sí, hay gente atrapada bajo estructuras
religiosas y denominacionales agobiantes y desalmadas,
donde las personas son como material descartable: “Se usan
y se tiran”.

Pero aún hay esperanza, hay una salida, algo diferente


que nos acerca a la presencia de Dios de una manera muy
distinta, y es la revelación del Nuevo Pacto que vivimos en
Cristo. Es por esto que determinamos escribir este libro, no
solo desde el conocimiento escritural, sino desde la

15
experiencia de la vida de fe y de la vida ministerial. Creo que
los años nos permiten enseñar con autoridad sobre este tema
del Nuevo Pacto.

Osvaldo Rebolleda: En mi caso, debo decir que no tuve


un pasado vinculado con la Iglesia católica romana. Es cierto
que me consideraba católico porque de niño me bautizaron
en esa religión, pero más que nada como una formalidad
cultural, ya que ni mis abuelos ni mis padres fueron católicos
practicantes. Solo decíamos creer, pero nunca hice el
catecismo ni confirmé mi fe en los dogmas de la Iglesia de
Roma.

Esto, de alguna manera, también es importante, porque


sin conocer las expresiones de la religiosidad, disfruté de la
libertad de vivir sin culpa. Nunca fui afectado por una
educación católica ni por entornos en donde se respirara
cierta religiosidad. De hecho, no me atraía ninguna religión
conocida. Sí decía creer en Dios el Padre y en Su Hijo
Jesucristo, aunque debo reconocer que nunca había reparado
en la persona del Espíritu Santo. Obviamente mi decir, no era
de ninguna manera un testimonio de conversión, porque la
verdad era que no conocía a Dios.

Recién pasada mi adolescencia me atrajeron algunos


temas supuestamente espirituales o místicos, pero analizando
eso a la luz de mi conocimiento actual, veo que me interesaba
lo incomprensible del mundo espiritual, y terminaba
haciendo ciertas mezclas en busca de razones que pudieran

16
explicar efectivamente, o al menos aceptablemente, mi
existencia y darle significado a los procesos de la vida.

Mi llegada a la Iglesia de Cristo ocurrió de una manera


muy extraña y casi violenta, en el buen sentido de la
expresión. Debo reconocer que puedo identificarme más con
la conversión de Saulo que con la decisión de Pedro o de
Juan. Yo no determiné seguir a Dios como un discípulo, no
fui tirado por tierra, ni fui dejado ciego por unos días como
Saulo, pero recibí la gracia del Señor de manera muy
impactante.

Estando solo en mi negocio, y lejos de una reunión o


de una campaña evangelística, el Señor se manifestó a mi
vida para salvarme y liberarme de las garras del mal. Mi
hermana mayor me predicó el evangelio, porque mi familia
estaba comenzando a asistir a una iglesia evangélica y
estaban viviendo hermosas experiencias.

En primera instancia, la impartición de mi hermana me


provocaba cierta ironía o indiferencia, pero las palabras que
Dios sembró a través de su vida, terminaron dando fruto a su
tiempo. Estando solo en mi negocio, una manifestación
sobrenatural de Dios me llenó de vida, a la vez que me liberó
de quién sabe cuántos espíritus inmundos que me habían
tenido atrapado.

Esa conversión fue tan radical que llegaron a pensar


que estaba exagerando, o que simplemente estaba perdiendo
la cordura mental. Comencé a asistir a una iglesia y a

17
experimentar el conocimiento de Dios a través de la Palabra
vivificada, así como una profunda y constante comunión con
el Señor. Esto fue muy contundente, ya que en poco más de
dos años, ya estaba sirviendo a Dios como ministro ordenado
en la Asociación Asamblea de Dios de Argentina.

Lo que deseo mencionar con esto es que nunca


experimenté una formación religiosa, por lo cual mi mente
siempre rechazó de plano cualquier actitud o actividad
impregnada de religiosidad o legalismo. Por supuesto, eso me
trajo muchos problemas, pero también ha sido el asiento de
mi llamado.

En mis muchos años de ministerio, he visto el mal que


ha producido a los hijos de Dios la religiosidad, las
tradiciones y las estructuras humanas, producidas por
doctrinas erróneas y por la falta de preparación espiritual
sufrida por el liderazgo.

Es decir, no niego la capacitación teológica que


ostentan algunos líderes, pero una gran mayoría solo se
ocupan de repetir lo que alguna vez les enseñaron en su
denominación. He conocido muy bien el orgullo religioso y
he visto de qué manera se ha quitado al Espíritu Santo el
gobierno de muchas congregaciones y de muchas
plataformas de enseñanza. Creo que debemos devolverle el
gobierno a Dios de toda gestión y de nuestros dones
ministeriales.

18
Creo que es imposible hacer esto sin reconocer
primero los diseños del Nuevo Pacto. No hay forma de
interpretar el Nuevo Pacto sin priorizar el gobierno del Señor,
porque el Nuevo Pacto solo se puede vivir en el Nuevo
Hombre, y el Nuevo Hombre es Cristo, en quien vivimos, nos
movemos y somos (Hechos 17:28). Esto implica ser guiados
por Su Espíritu (Romanos 8:14), pensar con Su mente (1
Corintios 2:16), obrar bajo Su autoridad (Hechos 5:29) y
gestionar con Su poder (1 Pedro 5:6).

El Nuevo Pacto no existe sin la vida y no se manifiesta


donde habita la religiosidad. Es por eso que evaluamos con
Rodolfo la importancia de escribir un libro como este,
desarrollando nuestras enseñanzas a la luz de nuestras
experiencias personales y ministeriales.

Creemos que estamos en el tiempo justo en el que


algunas cosas deben ser dichas y estamos en el momento
justo de nuestras vidas, donde podemos decir muchas otras
sin que nos pesen las palabras, ya que no tenemos
compromisos ni presiones de nadie. Estamos viviendo
tiempos culturalmente hostiles que se pondrán mucho peor,
por lo cual creímos que avanzar con este proyecto era una
necesidad.

“Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han


alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los
príncipes de este siglo, que perecen.

19
Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría
oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para
nuestra gloria”.
1 Corintios 2:6 y 7

20
Capítulo dos

DESAFIOS Y
DEFINICIONES

“Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas:


¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición
de los ancianos, sino que comen pan con manos
inmundas?
Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de
vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios
me honra, Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano
me honran, Enseñando como doctrinas mandamientos de
hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os
aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de
los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas
cosas semejantes. Les decía también: Bien invalidáis el
mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición”.
Marcos 7:5 al 9

Rodolfo Arnedo: La verdad no solamente nos puede


librar de las pasiones pecaminosas, sino también nos puede
librar de las prácticas religiosas falsas y de las tradiciones de
hombres.

Así como algunos en el primer siglo que estaban


siendo esclavizados por las tradiciones religiosas farisaicas

21
que el pasaje citado, o en Mateo 23:1 al 33 lo mencionan.
Hay muchos hoy en día que son agobiados y manoseados con
varias prácticas religiosas, ritos, costumbres, ataduras y
ceremonias que la Biblia no menciona y que Dios no
autoriza.

Estos mandamientos y tradiciones de hombres pueden


llegar a ser agotadores y pesados, tediosos y agobiantes. Pero
lo peor es que pueden causar que nuestra adoración llegue a
ser vana. En Mateo 15:9, Jesús habló de las tradiciones de
los fariseos que Dios no autorizaba, y dijo: “Pues en vano
me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de
hombres”.

Ahora, ¿qué hay de nosotros? ¿Estamos esclavizados


por las tradiciones, costumbres, y los mandamientos de
hombres? ¿Hemos sido atados por las enseñanzas y los
mandamientos legalistas? ¿Nos han pedido que hagamos
cosas que Dios nunca nos ha pedido? Si es así, debemos saber
que hay esperanza, ya que la verdad de la Palabra y la
confirmación del Espíritu nos pueden librar de este tipo de
esclavitud.

El Apóstol Pedro en el libro de los Hechos lo explica


de la siguiente manera: “Ahora, pues, ¿Por qué tentáis a
Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que
ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?”
(Hechos 15:10).

22
Se refería a los judaizantes que había dentro de la
iglesia que pretendían esclavizar a la gente con leyes y
mandamientos que fueron para el pueblo de Israel en el
Antiguo Pacto, pero no para la iglesia de Cristo.
Lamentablemente hoy muchas iglesias y pastores están bajo
este yugo religioso y legalista que tiene atada y amargada a
mucha gente.

“Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos


salvos, de igual modo que ellos”.
Hechos 15: 11

El mismo apóstol Pedro aclara que por la gracia (No


por la ley o las obras) seremos salvos. O sea que
encontraremos la verdad de Cristo hecha vida, y vida en
abundancia. Cuando conocemos la verdad, ya no tenemos
que ser cautivos de la inseguridad, la duda, el temor o la
desesperación. Dejamos de vivir bajo la culpa y la
condenación. Ya sea en la forma de pasiones pecaminosas,
simulando una vida de piedad, llena de falsedad, miedo,
apariencia, o en la forma de prácticas religiosas falsas e
hipócritas.

El pecado, el tomar livianamente a Dios, y la religión


realmente cautivan y esclavizan. Sin embargo, el Espíritu
Santo, que es el Espíritu de verdad y la Palabra de Dios nos
pueden hacer libres. Satanás, el padre de mentiras y prácticas
impías (Juan 8:44), no tiene que ser nuestro amo. Nuestro
amo es Cristo. Y él quiere poseernos por completo.

23
Con la verdad de nuestra parte, Jesús, el Rey Soberano
del Universo, puede ser nuestro Amo y nuestro Señor que nos
conduce a una vida de plenitud y victoria. No solamente
podemos conocer la verdad, y no solamente la verdad nos
hace libres, sino todos necesitan saber que la verdad se
encuentra en Cristo y Su Palabra.

Mientras estaba en la Tierra, Jesús dijo que Él, y


solamente Él, era la verdad. “Yo soy el camino, y la verdad,
y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).Si
estamos buscando la verdad, y si Jesús es la verdad, entonces
debemos ir a Cristo para encontrar esa verdad. La Biblia
enseña claramente que la verdad se encuentra en la persona y
en las palabras de Jesús. Note nuevamente lo que él dijo
acerca de la verdad:

“Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis


verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y
la verdad os hará libres”
Juan 8:31 y 32

Las palabras de Jesús pueden hacernos libres. Por


tanto, la verdad es una joya preciosa. Un escritor del Antiguo
Testamento dijo: “Compra la verdad, y no la vendas”
(Proverbios 23:23).

Como la Biblia nos revela la verdad es sumamente


valiosa. Al leer 1 Pedro 1:22, aprendemos que la verdad
puede purificar nuestras almas. Al leer 2 Tesalonicenses

24
1:7al 9, aprendemos que debemos obedecer a la verdad si
queremos evitar el castigo eterno.

La vida es muy incierta. Los cuerpos de ancianos, de


jóvenes y de gente de todas las edades están en cementerios
alrededor del mundo. Algunos mueren repentinamente. Me
pregunto cuántos de ellos mueren sin conocer la verdad, aun
habiendo participado de una iglesia o congregación.

Nadie tiene la garantía de vivir otro segundo en la


Tierra. Y ¿después qué? La Biblia nos dice que seremos
juzgados por lo que hicimos en la Tierra. Según Romanos
2:16, seremos juzgados por el Evangelio, conocido también
como la verdad.

Todos seremos juzgados según la verdad de Dios y la


verdad de Su Palabra. Entonces con que nos presentaremos:
Con lo que edifiquemos sobre el verdadero fundamento que
es Cristo. Oro, plata, piedras preciosas, madera, heno,
hojarasca… la obra de cada uno se hará manifiesta (1
Corintios 3:12).

Ustedes pueden estar pensando, “Pero yo soy salvo.


Hice la oración de fe. Soy muy sincero en cuanto a lo que
creo, y mis sentimientos me dicen que ya he descubierto la
verdad”. Yo espero que esté en lo correcto. Espero que haya
descubierto la verdad. Pero sepa una cosa: ¡La sinceridad por
sí sola no es suficiente para salvarle! Se necesita la revelación
de Dios. Se necesita el Señorío de Cristo.

25
Antes de obedecer al Evangelio, el mismo apóstol
Pablo era muy religioso y sincero en cuanto a sus creencias.
Pero él se dio cuenta que había sido el primero de los
pecadores (1 Timoteo 1:15).

En Hechos 22, leemos que el apóstol Pablo reveló que


había sido celoso de Dios, aun cuando había estado matando
a los cristianos. Pablo fue sincero, pero estaba sinceramente
equivocado y luchando contra Dios.

Ahora pensemos en nosotros mismos. Tal vez


podamos ser muy sinceros con nuestro vivir, pero si nunca
hemos investigado realmente las Escrituras para ver si las
cosas que creemos son consistentes con la Biblia, puede que
estemos honestamente equivocados o limitados en nuestras
apreciaciones.

Respecto de esto ¿Pueden decir que conocen la


verdad? ¿Están seguros en cuanto a ella? Si no están seguros,
les invito a entrar en un tiempo de expansión respecto del
entendimiento de la verdad.

“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del


Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede
entender, porque se han de discernir espiritualmente. En
cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es
juzgado de nadie”.
1 Corintios 2:14 y 15

26
Un hombre natural es aquel que carece del Espíritu en
su interior. No tiene vida espiritual, aunque vaya a una iglesia
y se diga cristiano. Aunque puede tener mucha religión y
años de servicio, él no puede y no aceptará las cosas
reveladas por el Espíritu. Estas cosas — incluido este libro
— deben ser evaluadas espiritualmente y por revelación de
la Palabra.

Entonces, al comenzar este libro, pide al Espíritu Santo


que te revele la verdad del Pacto que Jesucristo hizo con el
Padre y nos incluyó a todos nosotros en ese maravilloso
Pacto. Ora al Padre para que los ojos de tu entendimiento
puedan ser abiertos. Mientras yo oro para que cambie tu vida
como lo hizo con la mía y para que Él pueda mostrarte Su
pacto eterno. La idea es que la vida Cristo se vuelva una
realidad para ti. Se trata de la “vida”, que solo Cristo nos
puede dar.

Definición de la Palabra Pacto

La palabra pacto se utiliza aproximadamente 350 veces


en la Biblia, lo cual denota que es un tema fundamental para
entenderlo y vivirlo. La definición más común de pacto es:
Tratado, convenio de partes, vínculo, compromiso, o acuerdo
de partes.

1. Pacto: Es un acuerdo entre dos personas o grupos de


personas para hacer algo o dejar de hacer algo; un trato o
contrato. Legalmente puede referirse a una ley.

27
2. En la Biblia, y en el antiguo Cercano Oriente, en muchos
casos un pacto fue confirmado con el sacrificio de un animal.
A veces el animal se partía en dos o tres partes; una parte se
quemaba como ofrenda, y la otra parte se consumía en una
celebración del pacto. Vemos ejemplos de esto en Génesis
15 y Éxodo 24

3. Un pacto a menudo se hacía entre un rey y el pueblo que


gobernaba.

Su definición es: Contrato o pacto entre dos partes que en


común acuerdo se obligan y comprometen a cumplir con lo
estipulado.

Términos en el Antiguo Testamento:

1. “Beriht". Traducido como “pacto”, “confederación”,


“Algo que me liga y me hace responsable ante otra persona”;
es el termino principal en el Antiguo Testamento para
referirse a los pactos divinos; también se utiliza para referirse
a pactos humanos. Este término es utilizado unas 287 veces
en el Antiguo Testamento, algunos ejemplos son:

“Más estableceré mi pacto contigo, y entrarás en el arca


tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos”.
Génesis 6:18

“Y oyó Dios el gemido de ellos, y se acordó de su pacto con


Abraham, Isaac, y Jacob”.
Éxodo 2:24

28
“Así partieron del monte de Jehová camino de tres días; y
el arca del pacto de Jehová fue delante de ellos camino de
tres días, buscándoles lugar de descanso”.
Números 10:33

Deuteronomio 4:13; Josué 3:3; Jueces 2:1,2; 1 Samuel


4:3-4; 1 Reyes 3:15; 2 Reyes 11:4; 1 Crónicas 11:3;
Salmos 25:10.

2.“Carath”. Traducido como “cortar”, “pactar”, “hacer


pacto”. Se utiliza para referirse tanto a pactos divinos como
a pactos humanos. Se utiliza unas 13 veces en el Antiguo
Testamento:

“Para que entres en el pacto de Jehová tu Dios, y en su


juramento, que Jehová tu Dios te concierta hoy contigo”.
Deuteronomio 29:12

“Y no solamente con vosotros hago este pacto y este


juramento”.
Deuteronomio 29:14

“Y Josué hizo paz con ellos, y celebró con ellos alianza


concediéndoles la vida; y también lo juraron los príncipes
de la congregación”.
Josué 9:15

1 Samuel 11:2; 1 Reyes 8:9; 1 Crónicas 7:18; 16:16; 2


Crónicas 5:10; Nehemías 9:38; Salmos 105:9; Isaías 57:8;
Ezequiel 17:13; Hageo 2:5.

29
3. “A’ lah”. Traducido como “juramento”, “maldición”. Se
utiliza para referirse tanto a pactos divinos como a pactos
humanos. Se utiliza unas 10 veces en el Antiguo Testamento:

“Y ellos respondieron: Hemos visto que Jehová está


contigo; y dijimos: haya ahora juramento entre nosotros,
entre tú y nosotros, y haremos pacto contigo”.
Génesis 26:28

“Para que entres en el pacto de Jehová tu Dios, y en su


juramento, que Jehová tu Dios te concierta hoy contigo”.
Deuteronomio 29:12

Nehemías 10:29; Ezequiel 16:59; 17:13, 16, 18,19.

4. “Shebuv’ ah”. Traducido como “juramento”. Se utiliza


para referirse tanto a pactos humanos como divinos. Se usa
unas 10 veces en el Antiguo Testamento:

“Habita como extranjero en esta tierra, y estaré contigo, y


te bendeciré; porque a ti y a tu descendencia daré todas
estas tierras, confirmaré el juramento que hice con a
Abraham tu padre”.
Génesis 26:3

“Sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar


juramento que juró a vuestros padres, os sacado Jehová
con mano poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de
la mano de Faraón Rey de Egipto”.

30
Deuteronomio 7:8

Josué 9:20; 2 Samuel 21:7; 1 Reyes 2:43; 1 Crónicas


16:16; Nehemías 10:29; Salmos 105:9; Jeremías 11:5;
Daniel 9:11.

5. “Shabah”. Traducido como “jurar”. Se utiliza tanto para


referirse a actos divinos como a humanos. Se utiliza unas 55
veces en el Antiguo Testamento:

“Por eso llamaron aquel lugar Beerseba, porque allí


juraron ambos.”
Génesis 21:31

“Y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por


cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu
único hijo…”
Génesis 22:16

“Habita como extranjero en esta tierra, y estaré contigo, y


te bendeciré; porque a ti y a tu descendencia daré todas
estas tierras, confirmaré el juramento que hice con a
Abraham tu padre”.
Génesis 26:3

“Habita como extranjero en esta tierra, y estaré contigo, y


te bendeciré; porque a ti y a tu descendencia daré todas
estas tierras, confirmaré el juramento que hice con a
Abraham tu padre”.
Génesis 26:3

31
Génesis 31:53; 50:24; Éxodo 13:5,11; 32:13; 33:1;
Deuteronomio 1:8,35; Josué 1:6; 5:6; Jueces 2:1; Salmos
89:3, 35,49; 110:4; Ezequiel 16:8; Miqueas 7:20.

6. “Nasa’ yah”. Traducido literalmente como “levantar


manos” y es usado como una expresión de hacer pacto o
juramento. Había una práctica entre los hebreos de levantar
las manos cuando se iba a hacer un juramento. Esta palabra
aparece 3 veces en el Antiguo Testamento:

“Y os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando


que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y os la daré
por heredad. Yo Jehová”.
Éxodo 6:8

“Vosotros a la verdad no entraréis en la tierra, por la cual


alcé mi mano y juré que os haría habitar en ella;
exceptuando a Caleb hijo de Jefone, y a Josué…”
Números 14:30

“Les diste pan del cielo en su hambre, y en su sed les


sacaste aguas de la peña; y les dijiste que entrasen a
poseer la tierra, por la cual alzaste tu mano y juraste que
se la darías”.
Nehemías 9:15

Términos en el Nuevo Testamento

32
1. “Diatheke”. Traducido como “pacto”, “juramento”. Es el
equivalente del término Antiguo Testamentario “Berith”. Es
usado unas 31 veces en el Nuevo Testamento:

“Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por


muchos es derramada para remisión de los pecados”.
Mateo 26:28

“Para hacer misericordia con nuestros padres, y


acordarse de su santo pacto; del juramento que Hizo a
Abraham nuestro padre, que nos había de conceder”.
Lucas 1:72 y 73

“Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que


Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: en tu
simiente serán benditas todas las familias de la tierra”.
Hechos 3:25

“A sí mismo tomó también la copa, después de haber


cenado diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi
sangre; haced esto todas la veces que la bebiereis, en
memoria de mí”.
1 Corintios 11:25

Algo interesante sobre este término es que esta no es


la palabra griega usual para referirse a pacto sino que
realmente denota una disposición, y consecuentemente
también un testamento.
La palabra ordinaria para pacto es “suntheke”. ¿Por
qué entonces la sustitución? Este hecho radica en que la

33
palabra griega “suntheke” estaba basada en gran parte sobre
la igualdad legal de las partes. Es decir, de hombre a hombre,
pero en un pacto de Dios hacia el hombre, no hay igualdad,
pues Dios es infinitamente superior a sus criaturas racionales.

Por consiguiente, no existe referencia bíblica donde el


hombre le haga un pacto a Dios. El ser humano no puede
obligar a Dios a entrar en pacto con él. Simplemente no
califica para querer pactar con Dios. No hay igualdad, Dios
es Dios, y no puede ser sobornado o manipulado por ningún
hombre.

En todos los pactos de la biblia, Dios siempre tomó la


iniciativa de pactar con el hombre, y lo vemos a través de la
historia, pero nunca fue a la inversa, que el hombre pacte con
Dios es absurdo. El ser humano no puede hacerle un pacto a
quien le provee de todos sus recursos, le estaría pactando, con
lo que Dios mismo le proveyó.

Lo que si se mencionan en la biblia son: “Votos”.

- Promesa que hace una persona a Dios y se compromete a


realizarla.

- Persona que voluntariamente se impone abstenerse de algo


que le está permitido. Puede hacerlo, pero escoge abstenerse
en honor a Dios.
- Persona que determina por voluntad propia, ofrecer algo a
Dios en sacrificio, aunque no esté obligada a realizarlo.

34
- Un voto es una decisión que parte del hombre en lo cual
promete, y se obliga a cumplirle a Dios sobre una promesa
realizada.

“E hizo Jacob voto diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me


guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para
comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de
mi padre, Jehová será mi Dios; y esta piedra que he puesto
por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el
diezmo apartaré para ti”.
Génesis 28:20 al 22

“Y al lugar que Jehová vuestro Dios escogiere para poner


en él su nombre, allí llevaréis todas las cosas que yo os
mando: Vuestros holocaustos, vuestros holocaustos,
vuestros sacrificios, vuestros diezmos, las ofrendas
elevadas de vuestras manos y todo lo escogido de los votos
que hubiereis prometido a Jehová.”
Deuteronomio 12:11

2. “Diatithemai”. Traducido como “señalar”, “hacer pacto”


“librar testamento” o “atestar”. Este término es usado 6 veces
en el Nuevo Testamento:

“Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel


después de aquellos días, dice el Señor”.
Hebreos 8:10
“Porque donde hay testamento, es necesario que
intervenga la muerte del testador. Porque el testamento

35
con la muerte se confirma; pues no es válido mientras el
testador vive”.
Hebreos 9:16 y 17

“Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos


días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y
en sus mente las escribiré”.
Hebreos 10:16

3. “Omnuo”. Traducido como “jurar”. Se utiliza para


referirse a pactos divinos. Se utiliza unas 6 veces en el Nuevo
Testamento: Lucas 1:73; Hechos 2:30; Hebreos 6:13; 6:16;
7:21.

4. “Horkos”. Traducido como “juramento”. Se utiliza para


referirse a pactos divinos y es usado 4 veces en el Nuevo
Testamento:

“Para hacer misericordia con nuestros padres, y


acordarse de su santo pacto; del juramento que Hizo a
Abraham nuestro padre, que nos había de conceder”.
Lucas 1:72 y 73

“Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios


le había jurado que su descendencia, en cuanto a la carne,
levantaría al Cristo para que se sentase en su trono”.
Hechos 2:30

36
5. “Horkomosia”. También traducido como “juramento”. Se
utiliza para referirse a los pactos divinos y se usa 4 veces en
el Nuevo Testamento:

“Porque los hombres ciertamente juran por uno mayor


que ellos, y para ellos el fin de toda la controversia es el
juramento para confirmación. Por lo cual queriendo Dios
mostrar más abundantemente a los herederos de la
promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso
juramento”.
Heb.6:16 y 17

“Y esto no fue hecho sin juramento; porque los otros


ciertamente sin juramento fueron hechos sacerdotes, pero
éste, con el juramento del que dijo: Juró el Señor y no se
arrepentirá tú eres sacerdote para siempre según el orden
de Melquisedec”
Hebreos 7:20 y 21

“Porque la ley produce sumos sacerdotes a débiles


hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley,
al Hijo, hecho perfecto para siempre”.
Hebreos 7:28

37
Capítulo tres

FORJANDO UNA
CONSCIENCIA DE PACTO

“Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con


Dios; no que seamos competentes por nosotros mismos
para pensar algo como de nosotros mismos, sino que
nuestra competencia proviene de Dios, el cual asimismo
nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de
la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, más el
espíritu vivifica”
2 Corintios 3:4 al 6

Osvaldo Rebolleda: En el antiguo pacto, la competencia


provenía del cumplimiento del mismo. La competencia o
capacidad para ejercer el ministerio según la ley viene por
cumplir la ley, por lo tanto, tendríamos que decir: “somos
competentes porque cumplimos o hacemos algo, lo somos
por nuestra propia justicia”.

Esto ya nos suena mal, porque competencia según la


ley producía jactancia, arrogancia, y orgullo. Cuando alguien
se piensa merecedor de los dones o cargos que Dios da, es

38
porque está afincado en la creencia de un pacto equivocado.
Sin embargo, la consciencia del Nuevo Pacto, está basada en
la competencia de Cristo, no de la nuestra. Toda capacidad o
habilidad para ejercer el ministerio, vienen de Él, de Su
justicia, no de la nuestra.

Tiene que ser así puesto que se trata del nuevo pacto
que es por gracia y no por obras, no es por la observancia de
la letra de la ley, sino por la vida de Su Espíritu, que opera en
nosotros. Ahora miremos atentamente lo que dice el apóstol
Pablo: “porque la letra mata, más el espíritu vivifica”. ¿Qué
significa esto de que la letra mata y a qué letra hace
referencia? Claramente y según lo que ha expuesto en todo el
contexto Pablo se refiere a la ley de Moisés.

La ley condenaba a todos los infractores, aunque fuera


en un solo punto. Por ella, era el conocimiento del pecado y
la paga del pecado la muerte. Por eso todos los que están bajo
la ley están bajo maldición, pues nadie puede cumplirla
cabalmente, así que están sentenciados a muerte.

Nosotros por Su gracia, vivimos en este maravilloso


Nuevo Pacto, en la persona de Cristo, no en nosotros mismos,
ni en nuestras capacidades. Por lo cual, debemos despertar
agradecidos del alcance que este pacto propone. Dios no hizo
un pacto con cada uno de nosotros, Él hizo un Pacto con Su
Hijo Jesucristo. Nosotros por la gracia, tenemos cabida en ese
Pacto. Pero fue por muerte de Cristo, y el derramamiento de
Su sangre, no por obras nuestras, que gozamos de dicho
privilegio.

39
El Señor, no nos ha dicho que haciendo algo, podemos
tomar lugar en este Pacto. Todo lo hizo Jesucristo. No había,
ni hay, ninguna posibilidad en el ser humano sin Dios. Por lo
cual, Jesucristo nos llevó a la Cruz y nos hizo morir, para
darnos una vida nueva (Romanos 6:3 al 8).

El problema de no formar, una buena consciencia de


pacto, está basado, en creer que nosotros escogimos a Dios o
que nosotros determinamos hacer un pacto con Él, cuando en
realidad, nada de eso ha ocurrido. Él nos escogió a nosotros
y nos metió en la vida del Hijo por gracia.

Jesucristo por Su parte, ocupó nuestro lugar. Nosotros


merecíamos morir y Él murió en nuestro lugar, por lo tanto,
podemos decir que hemos muerto al pecado con Cristo y
hemos cumplido la sentencia del pecado.

Como hemos muerto, ya no moriremos jamás y de la


misma forma en la que Jesucristo resucitó, nosotros vivimos
hoy en el poder de la resurrección y recibiremos también, un
cuerpo de resurrección, semejante al de Jesús.

Hoy, no solo se trata de que creemos en Él, sino de que


nos movemos y vivimos en Él. Este es el pacto. Jesucristo
recibió sobre sí, todo lo malo que nos correspondía a nosotros
y lo hizo para posicionarnos y darnos, todo lo bueno, que le
pertenece a Él.
Hoy somos santos, porque Él es santo, somos justos,
porque Él es justo, somos reyes, porque Él es Rey, somos
herederos, porque Él es heredero, somos todo lo que Él es y

40
tenemos todo lo que Él tiene, porque en Él vivimos, nos
movemos y somos (Hechos 17:28).

Ahora bien ¿qué significa exactamente, esto de ser


ministros competentes de un nuevo pacto, no de letra sino del
Espíritu? Bueno, lamentablemente, muchas personas,
consideran que ministros, son aquellos que ejercen uno de los
cinco dones ministeriales y por cierto lo somos, pero lo que
considero lamentable, es que no se comprenda, que todos
somos ministros en este pacto. Y nuestra competencia viene
de él.

Tal vez, a consecuencia de la perversa doctrina


romana, que estableció un sacerdocio especial y denominó al
resto como laicos. En la Iglesia romana y en otras
denominaciones cristianas, un lego o laico, palabras con raíz
“laós” que significa pueblo, también llamados como secular,
es aquel fiel que no es miembro del clero; es decir, aquel
creyente que no es un clérigo.

Esto fue algo muy perverso, porque la esencia del


concepto, formó una consciencia destructiva, respecto del
diseño Divino para la iglesia. No debe haber divisiones entre
nosotros, no hay ministros y laicos. Todos somos pueblo de
Dios y todos somos ministros de este Nuevo Pacto. Es
verdad, que hay algunos, que tenemos un llamado especial
para perfeccionar al resto de nuestros hermanos, pero es
justamente para que puedan capacitarse y desarrollar
efectivamente, el ministerio de edificar el cuerpo de Cristo.
(Efesios 4:11 y 12).

41
Es decir, que la obra del ministerio, la tienen todos los
santos y todos somos santos, porque en Cristo todos fuimos
santificados. Esto debe formar una consciencia de pacto
activa y efectiva. Según la definición de la palabra ministro,
es una persona que ejerce algún oficio, empleo o ministerio.
El que va comisionado o enviado por otro para cumplir una
misión de gobierno y todos somos comisionados por el Señor
para cumplir Su propósito. Todos somos embajadores del
Reino de Dios al cual se nos dio el ministerio de la
reconciliación. (2 Corintios 5:20).

Por otra parte, alguien competente, es alguien que tiene


pericia, aptitud, idoneidad para hacer algo o intervenir en un
asunto determinado. Y Pablo enseña, que esa competencia o
pericia, no es producida por nosotros mismos, sino que es
Dios, quién produce en nosotros el querer, como el hacer, por
su buena voluntad (Filipenses 2:13).

El problema en la iglesia de hoy, puede surgir, cuando


no entendemos que todo funciona por pacto. Por ejemplo, la
naturaleza, fue creada por Dios, ordenada por Dios y solo
funciona por pacto, es decir cada cosa está en acuerdo Divino
entre sí, para que de manera coordinada todo subsista y
exista.

Cuando algo se desordena en la creación, es


generalmente por causa de que el hombre procura ejercer un
gobierno desde su naturaleza caída y todo entra en caos y
rebelión, porque la creación toda, se revela contra el gobierno
de un hombre sin Dios (Isaías 24:5 y 6).

42
En el principio, luego del ordenamiento divino, la
tierra fue asignada al gobierno del hombre (Génesis 1:28). El
problema, es que eso debía funcionar con un hombre bajo el
gobierno de Dios. Ante la estrepitosa caída del hombre, la
tierra quedó sujeta a maldición (Génesis 3:17). Y desde
entonces, soporta sobre sus lomos, al pecado, la idolatría, la
sangre derramada sobre ella, las muertes, incluidos los
incontables abortos, las guerras, la corrupción y toda maldad.

El mundo entero está bajo el maligno (1 Juan 5:19). Y


la única esperanza de la creación, está puesta en la obra de
Jesucristo y en la manifestación gloriosa de quienes vivimos
en Él (Romanos 8:19).

Otro ejemplo es el cuerpo humano, creo que no


dejamos de maravillarnos cuando, en algún canal televisivo,
pasan documentales científicos y proyectan estudios sobre el
cuerpo humano. Es entonces, cuando tomamos conciencia de
la maquinaria compleja y tremenda que es el cuerpo humano.
Sin dudas, funciona por pacto entre cada una de sus partes.

Con esto quiero decir, que cada órgano o miembro del


cuerpo debe trabajar en un acuerdo vital. No porque hablen
entre ellos, sino porque cada uno tiene su función específica
y debe cumplirla, porque de no hacerlo perjudica al resto. Los
miembros y órganos del cuerpo, tampoco hacen algo que no
deben, sino lo que le corresponde a cada parte. Esto que
planteo, puede parecer muy lógico y casi infantil, pero en
realidad es el apóstol Pablo, el que plantea tal cosa, yo solo
tomé su ejemplo (1 Corintios 12:14 al 18).

43
Esto no puede ser indiferente para nosotros, porque al
ver un cuerpo y considerar, que si una de sus partes, deja de
funcionar, o lo hace mal, afecta a todo el cuerpo, y estará
imposibilitado de manifestar plenitud.

Cuando nosotros sentimos dolor, en algún miembro de


nuestro cuerpo, o en uno de nuestros órganos, todo el cuerpo
se estremece y disminuye en sus funciones. Por ejemplo,
alguien que se quiebra el dedo pequeño del pie, no dice:
“Bueno, no importa, es simplemente un dedo, no le hago
caso y listo…” Eso es imposible, lo que ocurrirá, es que todo
nuestro cuerpo se verá afectado por el dolor en un dedo, por
más pequeño que éste sea.

Si queremos manifestar a Cristo, bajo esta virtud


maravillosa, de ser Su cuerpo, debemos actuar con suma
responsabilidad, porque nuestras funciones, afectarán a todo
el resto. Esto implica despertar, nuestra consciencia de pacto,
y de cuerpo (1 Corintios 12:25 al 27).

Otro buen ejemplo, puede ser un matrimonio, porque


el matrimonio también debe funcionar por pacto. Cada uno
de los conyugues tiene derechos, obligaciones y tiene
responsabilidades. Cada uno debe cumplir su rol, porque de
no hacerlo se rompe el pacto, el acuerdo y algo empieza a
funcionar mal, hasta el desgaste o destrucción.

Según las Escrituras, tanto en Génesis 2:23, como en


Efesios 5:31, el matrimonio, no es una relación, como
muchos consideran, sino un pacto en el cual, ambos

44
conyugues, pasan a ser, un solo ser. Esto también, debe
despertar en nosotros una clara consciencia de pacto, porque
la Palabra, también enseña, que somos como iglesia la novia
del cordero (Efesios 5:29 y 30).

Otro ejemplo, podría ser el de una familia, porque si


bien, hoy en día la formación familiar, se ha tornado un tanto
compleja, según el diseño divino, cada uno de los integrantes
de la familia, tiene su rol especifico. Cuando alguno de los
miembros de la familia, no cumple con su rol, toda la familia
será afectada. Por eso el Señor muestra el diseño, para que
funcionen en pacto, en acuerdo y en sujeción, unos a otros
(Efesios 5:21).

Lo que queda bien en claro, es que toda rebelión en una


familia, toda infidelidad, toda transgresión, produce
problemas, quebrantos y destrucción. Nosotros somos la
familia de Dios y si no funcionamos en pacto, en la comunión
del cuerpo, y como verdaderos hermanos, ante nuestro amado
Padre, no lograremos ser efectivos.
Cuando algunos transgreden, creyéndose más que sus
hermanos o ignorando la voluntad del Padre, sin dudas, todos
seremos afectados. Por eso es tan importante, que
despertemos a una sincera consciencia de pacto.

Todo en el Reino, debe funcionar bajo el poder del


pacto, es decir, bajo el poder del acuerdo. Toda deficiencia,
irresponsabilidad, o abuso, terminará resquebrajando el
diseño del Señor.

45
Una congregación también debe funcionar por pacto.
Sin dudas, debe haber un acuerdo en cada miembro, así como
en cada ministro o líder que la componen. El pacto, nos
obliga a renunciar a nuestras ideas, aceptando funcionar con
la mente de Cristo. Nos obliga a cumplir con toda tarea o
responsabilidad, porque de no ser así, el rendimiento de la
congregación no será el óptimo, habrá desequilibrios que a la
larga pueden ser lapidarios para la misión de edificar y
manifestar el Cuerpo de Cristo.

El pecado desconectó al hombre del cielo, pero no lo


desconectó de la tierra. Aun así, su conexión con la tierra ha
sido destructiva, por eso necesitamos despertar una clara
consciencia de Pacto, porque la iglesia, por gracia divina, ha
sido reconectada con Dios a través de Cristo y eso es algo
maravilloso. (Mateo 6:10).

Si en verdad vamos a forjar una buena consciencia de


Pacto, debemos observar cual puede ser nuestro mayor
enemigo en este tiempo, y bien podemos hacerlo observando
la actuación de Israel en el Antiguo Testamento.

“¿Qué haré a ti, Efraín? ¿Qué haré a ti, oh Judá?


La piedad vuestra es como nube de la mañana, y como
el rocío de la madrugada, que se desvanece.
Por esta causa los corté por medio de los profetas, con
las palabras de mi boca los maté; y tus juicios serán como
luz que sale. Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y
conocimiento de Dios más que holocaustos.

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Mas ellos, cual Adán, traspasaron el pacto; allí
prevaricaron contra mí. Galaad, ciudad de hacedores de
iniquidad, manchada de sangre”
Oseas 6:4 al 7

Sinceramente, en pasajes como este, el Señor me


conmueve, porque habla como un Padre, algo frustrado y
algo enojado con la conducta de Su pueblo. Él estaba
diciendo: “Bueno, ¿qué voy a hacer con ustedes? Yo los amo,
pero ustedes continúan en el pecado y voy a tener que
juzgarlos”. Esto coloca a Dios en una situación difícil para
Él. Por supuesto, no me refiero a sus posibilidades, sino a sus
deseos. El castigo es una acción extraña para un Dios
misericordioso como Él, que prefiere salvar y no disciplinar
duramente. Pero cuando el pueblo continúa apartándose de
Su voluntad, entonces, llega el día cuando tiene que
corregirlo duramente, de hecho, si no lo hiciera, sería mucho
peor.

El pueblo de Israel era religioso, pero en varios


momentos de la historia, evidenciaban muy claro cierto
desconocimiento de la esencia amorosa del Señor. No
considero esto emitiendo algún juicio al respecto, de ninguna
manera haría eso. Creo que el paso del tiempo y la mala
formación de algunas generaciones, provocaba ciertos
enfriamientos espirituales, que luego producían horribles
consecuencias.

En la sociedad actual, la religión ya ha sobrevivido a


su utilidad. En tiempos tan complejos como los nuestros, la

47
religión sólo puede nublar, atar, o enmudecer la mente de la
gente. La religión sólo borra o distorsiona detalles
importantes, interfiere en las decisiones, y promueve la
intolerancia, la hipocresía, y los prejuicios. Ahora es cuando
la iglesia, como canal principal de la fe, debe deshacerse de
esta ceguera mental.

Los israelitas eran religiosos, pero como dice este


pasaje de Oseas, la actitud de ellos era como una nube
matinal, por los rituales y las ceremonias que realizaban.
También la consideraba como el rocío de la madrugada que
se desvanece. Este era todo el significado de su religión.

Hoy en día, hay muchas personas que llevan la religión


como una muda de ropa, que pueden ponerse o quitarse en
cualquier momento. Jesús mismo exhortó duramente a los
religiosos de Su época diciéndoles que eran hipócritas. Que
eran como sepulcros blanqueados, que se presentaban
perfectos, pero que, por dentro, estaban llenos de
podredumbre y de muerte.

El Señor, siempre ha llamado a su pueblo, a volverse


con sinceridad a Él. El siguiente versículo de Oseas, según
traduce otra versión dice: “Por tanto, los he quebrantado por
medio de mis profetas”. Cuando en este versículo leemos la
frase Los he quebrantado por medio de los profetas,
comprobamos que los profetas fueron fieles en presentar el
mensaje de Dios tal como lo habían recibido. Pero los
israelitas no les habían prestado atención.

48
Y en nuestro tiempo, aunque existe un gran interés en
oír, sinceramente me pregunto, ¿hasta qué punto ese interés
es genuino por alcanzar la voluntad de Dios, o es el simple
deseo de oír algo nuevo?

Y el versículo seis también dice: “con las palabras de


mi boca los maté, y tus juicios brotarán como la luz”. Los
miembros de aquel pueblo no estaban pecando a causa de la
ignorancia, no carecían de información, ellos eran muy
apegados a la instrucción escritural, el problema estaba en sus
corazones.

“Ustedes me traen ofrendas, pero eso no es lo que quiero.


Lo que quiero es que me amen y que me reconozcan como
su Dios”
Oseas 6:6 VLS

Aquel pueblo estaba simplemente cumpliendo las


formas. Es posible que nosotros vayamos a las reuniones
todos los domingos y participemos de todas las actividades,
mostrando una clara adhesión a las verdades fundamentales
de nuestra fe. Pero pudiera ser que nuestra actitud hacia la
voluntad de Dios, o hacia los demás hermanos, sea distante
indiferente, o crítica.

Sin dudas Dios quiere que asistamos a la iglesia con


una actitud de apertura a lo que Él quiera enseñarnos, con una
sensibilidad y una conciencia clara de que necesitamos ese
alimento espiritual, que es Su Palabra, a través de la
ministración del Espíritu Santo. Esa es la manera en que la

49
Palabra penetrará nuestras vidas, transformándonos al
carácter de Cristo, porque eso es lo que necesita ver el
mundo. Una iglesia unida de verdad, que manifieste la gracia
y la plenitud del amor de Dios.

El problema que encontramos en el humanismo de


hoy, es que la exaltación en demasía del hombre y el enfoque
desmedido en las situaciones personales, impiden la unidad
espiritual de la iglesia. El gran enemigo del pacto, es el
egoísmo.

“Porque todos buscan lo suyo propio,


no lo que es de Cristo Jesús”
Filipenses 2:21

El egoísta, es una persona inmoderada y con excesivo


amor por sí mismo, que hace atender desmedidamente su
propio interés, sin considerar el interés de los demás. El
“ego”, en instancia psíquica se conoce como el yo. Es el
control de los ideales del superyó, es el exceso de autoestima,
mientras que, “Ismo”, es una forma de sustantivo que indica
actitudes extremas y exageradas.

Un pacto, es un acuerdo entre dos partes, y el egoísta,


es aquel que siempre está pensando en su parte o beneficio,
y que nunca piensa en la parte o beneficio que le toca a la otra
persona con la que hizo el pacto. Sin duda eso es un factor
determinante para que un pacto fracase.

50
Lo que Dios busca de nosotros, es la entrega sincera y
de corazón. Otra versión de este hermoso versículo en el que
el Señor busca sinceridad dice: “Lo que quiero de vosotros
es que me améis y no que me hagáis sacrificios, que me
reconozcáis como Dios y no que me ofrezcáis holocaustos”.
Ninguna actividad, o activismo, de cualquier congregación,
por más atractiva, interesante o positiva que sea, puede
sustituir a un corazón rendido en humildad. El Señor, les
recuerda lo que le hizo Adán, les recuerda que teniendo todos
los beneficios violó el pacto y al hacerlo, perdió todo
privilegio.

“Pero ustedes se portan como Adán: son traidores y


desobedientes, pues no han cumplido con mi pacto”
Oseas 6:7 VLS

Adán, era el hombre asignado para mediar, entre la


tierra y el cielo. Todo en la creación, previamente ordenada
por el Señor, funcionaría con plenitud, si Adán gestionaba
correctamente su pacto. Pero el egoísmo de querer más, aun
teniéndolo todo, provocó el gran caos en toda la creación.

El ejemplo de Adán, debe ser uno de los ejemplos más


utilizados para enseñar en la iglesia, sin embargo, como
maestro, tengo la sensación, de que no se entiende cual es la
fruta prohibida. Tal vez por eso, toda obra pictórica que
muestra a los padres de la humanidad, comiendo de la fruta,
los muestra con una manzana.

51
La popularización de la manzana, como la fruta
prohibida, resulta ser consecuencia de una traducción errónea
de los textos sagrados al ser vertidos del hebreo al latín
vulgar. La interpretación fue realizada por el clérigo
Jerónimo de Estridón, quien en el año 382 d.C. recibió del
papa Damaso I, la orden de redactar lo que después se
llamaría la Vulgata, una versión de la biblia, vertida al latín
para el pueblo llano.

Jerónimo no dominaba el hebreo, por lo cual,


procurando aprenderlo, se fue a Belén y tardó unos 15 años
en traducir los textos originales. No obstante, varios fallos se
entrometieron en su Vulgata. Uno de ellos fue, que al traducir
la parte bíblica que habla de un árbol, cuyos frutos, Dios dijo
que no debían comer, Jerónimo confundió el término
“mālus”, que significa manzano, con el término “malus” que
se traduce como mal. De ahí, que se consideró al fruto como
una manzana.

Pero el problema no es la manzana, sino el saber que


el fruto prohibido, era un modo de pensar diferente a Dios.
Era una independencia hacia el gobierno Divino. Era el
hombre queriendo ser su propio dios y comandando sus
propias acciones. Era la desconexión entre la tierra y el cielo
y era las tinieblas penetrando el sistema hasta nuestros días.

Adán no murió a los 930 años. Es verdad que, a esa


edad, su cuerpo volvió al polvo, pero Adán, sigue vivo hasta
nuestros días. Él es la vieja naturaleza que opera en todo ser
humano desconectado de Dios. Adán es el egoísta que se

52
comió una fruta, sin considerar el daño que produciría a toda
la humanidad y es esa humanidad, que sigue comiendo con
el mismo egoísmo, aunque ven que no funciona, más que
para destrucción.

Oseas asoció el pacto de Adán, con el pacto que Dios


hizo con la nación de Israel. Y el versículo ocho continúa
diciendo: “Galaad, ciudad de malhechores, toda manchada
de sangre”. La ciudad de Galaad era bien conocida a causa
del bálsamo de Galaad, que era una resina aromática utilizada
como medicina. Sin embargo, desde un punto de vista
humano, en los días del profeta Oseas, de aquella ciudad solo
surgió la maldad.

“En el camino que lleva al santuario de Siquem, los


sacerdotes parecen ladrones: se esconden para asaltar y
matar a todos los que pasan por allí.
Por lo que he visto, ustedes los de Israel son de lo peor:
son gente infiel y desobediente”
Oseas 6:9 y 10 VLS

En otras palabras, los sacerdotes de Israel, al negarse a


cumplir con su responsabilidad, estaban cometiendo un error
tan grave y trágico que podía compararse con un asesinato o
con las peores infamias.

Sinceramente creo que un predicador que sube a una


plataforma y no comunica la Palabra de Dios a quienes les
escuchan, es culpable por haber desechado una
responsabilidad y un compromiso adquirido con el mismo

53
Dios. Es como si pasáramos junto a alguien que, teniendo
hambre nos suplica que le demos un trozo de pan para poder
sobrevivir, y miráramos para otro lado (Amós 8:11).

Las palabras de Oseas constituyeron una advertencia


para Judá, de que el día del juicio llegaría también para los
súbditos de aquel reino del sur. Y la frase, “cuando yo haga
volver el cautiverio de mi pueblo”, nos indica que hay un día,
que es aún futuro, cuando Dios traerá a Su pueblo de regreso
a la tierra. Pero en el tiempo en que fue pronunciada esta
profecía por Oseas, El Señor dejaba claro, que tendría que
juzgarles por su pecado.

El profeta transmitió un mensaje acerca del hecho de


que Israel podría escapar al juicio volviéndose a Dios. El
inalterable amor de Dios los estaba esperando. Sin embargo,
y a pesar de Su ternura, el Señor los estaba tratando con gran
dureza.

Dios, enfrentó el problema de ir contra su propio sentir,


cuando tuvo que disciplinar a los que tenían un pacto con Él
y lo quebrantaron descuidadamente. Él no quería ir contra
Efraín, ni contra Judá, Él los amaba, pero Él es un Dios de
Pacto y ante el proceder de ellos no había otra opción que
enviar, duras consecuencias.

Dios les dijo que el gran problema de ellos, era que no


tenían un amor sostenido, tenían mucha emoción, pero no
verdadero amor, por eso es que no duraban en fidelidad y
compromiso. Él les dijo que su amor era como el rocío, que

54
se evaporaba rápidamente. Al igual que hoy, mucha gente
llega a la iglesia, se bautiza, se compromete y promete, pero,
así como un día vinieron, suelen irse sin ninguna convicción.
Pura emoción pasajera.

Esto no es inocente. El valor de la palabra se ha


perdido en la sociedad de hoy, o al menos, se ha degradado a
bajísimos niveles. Hace tan solo unos años atrás, la gente
podía hacer negocios inmobiliarios, tan solo con una palabra.
Compromisos de pago, de matrimonio o de amistad, eran
respaldados por una palabra.

Hoy, no importa cuántos testigos haya, cuantos


escribanos intervengan en una transacción, cuantas palabras
se digan. Así como se dicen, se desdicen, así como prometen
y se comprometen, también se van. Todo da igual. Hoy dicen,
que lo importante es sentirse bien y no hacer nada que uno no
sienta hacer (2 Timoteo 3:1 al 5).

El egoísmo no permite que esta generación trabaje a


favor de un pacto. Los acuerdos terminan, cuando alguien
piensa diferente y punto. Esto por supuesto, permea la iglesia
y termina minando el trabajo en unidad.

El Señor tenía toda la bendición para su pueblo, pero


vemos que no tuvo ningún reparo en enviar un duro castigo
por la trasgresión de no respetar el pacto. Él sigue siendo un
Dios de pacto y no tendrá por inocente al culpable, Él no
puede ir contra sí mismo. Él no cancela planes, pero esperará

55
a una generación del Nuevo Pacto, que se comprometa con
integridad y sin egoísmo.

Dios pide de su pueblo amor, no sacrificio, porque un


pacto con Dios no puede ser sostenido con hipocresía, solo
puede ser sostenido con amor verdadero. Es por eso que los
religiosos no le caen bien al Señor, porque son muy
obedientes, pero no son gente de pacto. Su obediencia es de
conducta externa pero no de corazón.

El pacto que Dios propone en Cristo, no comienza en


una declaración, sino en un corazón sincero, por eso
romanos 10:10 dice que “con el corazón se cree para
justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”. Una
oración no salva, un chapuzón en el río no es bautismo, una
canción no es adoración, un culto cada tanto no es
compromiso, todo depende del corazón.

El Señor necesita gente sincera que permanezca en


pacto, entre la tierra y el cielo, por eso nos recuerda a Adán,
como el símbolo de una traición, porque Él le entregó todo a
Adán, lo puso a cargo de todo, lo benefició de manera
incalculable, pero él se comportó de manera egoísta y
teniéndolo todo pensó más en darse un gusto que en Dios.

Ahora nos mete en pacto, en la persona de Cristo,


quién, cumple con fidelidad, quién demostró no tener, una
sola gota de egoísmo, quién no estimó el ser igual a Dios
como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo,
tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y

56
estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo,
haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz
(Filipenses 2:6 al 8).

Ahora no podemos fallar, ahora vivimos en Él, somos


en Él y nos movemos en Él (Hechos 17:28), por eso es, que
este pacto, no puede fracasar. Porque es un pacto eterno,
fundamentado en la persona de Cristo. Es por Sus obras, es
por Su justicia, es por Su fidelidad, no por la nuestra.
Nosotros ahora, solo debemos tener consciencia de pacto y
actuar sin egoísmo, dando valor a la Palabra, por sobre todas
las cosas y simplemente el mundo creerá, porque reconocerá
que los cristianos somos gente de Pacto.

“Si fuéremos infieles, él permanece fiel;


Él no puede negarse a sí mismo”
2 Timoteo 2:11 al 13

57
Capítulo cuatro

LAS SOMBRAS Y EL
PACTO REVELADO

“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra


imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los
peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en
toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la
tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de
Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios,
y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y
sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de
los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la
tierra”.
Génesis 1:26 al 28

Rodolfo Arnedo: Desde el libro del Génesis hasta la


muerte y resurrección de Jesucristo, todo lo mencionado y
ocurrido era solo una sombra de lo que había de venir para
bendición de las personas. Esto se fue anunciando en cada
pacto que Dios hacía con los hombres. Dios previó y proveyó
una salida ante el fracaso de los primeros padres.

58
Ellos tenían de parte de Dios:

 Imagen y Semejanza.
 La bendición de Dios para ser fructíferos y
multiplicarse
 Tenían señorío, gobierno y autoridad sobre todo lo
creado
 Luego fueron puestos en el jardín del Edén que
significa lugar de placer, una tierra y ríos con bueno
oro y piedras preciosas. Estaban prosperados en todo.

“El nombre del uno era Pisón; éste es donde rodea toda la
tierra de Havila donde hay oro, y el oro de aquella tierra
es bueno; hay allí también bedelio y ónice”.
Génesis 2: 11 y 12

¿Acaso podían estar mejor? ¿No es un Dios que


muestra lo que es un verdadero Padre? ¿No los guardaba,
proveía y protegía de la mejor manera? O sea, estaban dadas
todas las condiciones para ser lo que llamaríamos hoy,
personas de éxito. Pero no lo fueron…

Transgredieron un solo pedido de Dios, chocaron con


un mandamiento establecido precisamente que estaba para
preservarlos y guardarlos de males mayores:

“Tomó pues Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto


de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó
Jehová Dios al hombre, diciendo de todo árbol del huerto
podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del

59
mal no comerás; porque el día que de él comieres,
ciertamente morirás.”
Génesis 2:15 al 17

En Génesis 3:1 al 14, se relata el desenlace de una


tragedia que era inimaginable para cualquier persona que le
guste disfrutar de la vida y pasarla bien. Una vez que Adán y
Eva fallaron en Su relación e intimidad con Dios, parecía que
todo se había desboronado, más no fue así.

“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu


simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y
tú le herirás en el calcañar”
Génesis 3:15

Aquí hay una promesa comúnmente llamada “Pacto de


Gracia”, promesa de la destrucción del diablo y de la
redención a Eva y a sus hijos espirituales por la obra del
Cristo, la simiente de la mujer. Así que desde el principio
tenemos una promesa de amor y misericordia que une todos
los demás pactos de gracia efectuados por Dios.

La promesa de la salvación fue dada antes de que


alguien muriera físicamente. Esta es la primera palabra de la
gracia en la Biblia, en un momento menos pensado. Es
también la primera profecía mesiánica. En el momento de dar
esta promesa, ningún niño había nacido a Adán y Eva.
Probablemente con el nacimiento de cada hijo varón, había
la esperanza de que él sería el que iba a derrocar al mal que
se había desatado en el nuevo mundo.

60
La promesa fue: “te herirá en la cabeza”. Habrá una
herida en la cabeza. La idea es que habrá un golpe mortal.
Satanás tenía este temor eterno que pesa sobre él, que con el
nacimiento de cada hijo varón, podría ser la persona ideal,
quién le propinaría su golpe final.Y fue Jesucristo quien
aplastó la cabeza de la serpiente cumpliendo de esta manera
la promesa efectuada en Génesis 3:15.

Personalmente creo que éste es el comienzo del pacto


eterno que iba a salvar a la humanidad y redimirla de todo lo
que perdido en Adán. Desde el mismo principio,
inmediatamente después de la caída, los hombres han sido
salvados solo de una manera: por gracia mediante la fe en el
Señor Jesucristo, quien es la simiente de la mujer y quien
habría de destruir la obra del diablo. Esta promesa tuvo lugar
mucho antes de cualquiera de los pactos y los une a todos;
siendo el cumplimiento de esa bendita promesa de que Él
enviaría a su Hijo y aplicaría redención a los descendientes
espirituales de Eva.

El Pacto Adánico condiciona la vida de los hombres


caídos y promete un Redentor definitivo. Jesucristo es el
cumplimiento del Pacto Adánico, como “segundo hombre” y
“postrer Adán”:

“Así que, como por la transgresión de uno vino la


condenación a todos los hombres, (Adán) de la misma
manera por la justicia de uno (Cristo) vino a todos los
hombres la justificación de vida. Porque así como por la
desobediencia de un hombre los muchos fueron

61
constituidos pecadores, así también por la obediencia de
uno, los muchos serán constituidos justos”.
Romanos 5:18 y 19

“Porque por cuanto la muerte entró por un hombre,


también por un hombre la resurrección de los muertos.
Porque así como en Adán todos mueren también en Cristo
todos serán vivificados”
1 Corintios 15:21 y 22

Cristo es quién supera a Adán en todas las cosas, el


lugar que el primer Adán perdió, Jesucristo lo recuperó: “Y
vosotros estás completos en él, que es la cabeza de todo
principado” (Colosenses 2:10). Jesucristo es la Simiente de
la mujer del Pacto Adánico.

Un pantallazo los pactos realizados por Dios:

El Pacto Edénico:

“Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol


del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del
bien y del mal no comerás; porque el día que de él
comieres, ciertamente morirás”
Génesis 2:16

Aquí Dios buscó condicionar la vida del hombre en la


inocencia y en el amor que había depositado hacia él.
Guardarlo y preservarlo en su imagen y semejanza de Dios.

62
Este mandamiento lejos de ser para reprimirlo, amenazarlo,
o amedrentarlo, fue para preservación de todo lo que Dios
había pensado para él.

El Pacto Adánico:

“Y Jehová hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y


los vistió”
Génesis 3:21

El énfasis es cubriendo de piel el cual Dios ofrece a


expensas de los animales. No se puede tener las prendas de
piel, sin derramamiento de sangre. Detrás de esas
prendas había sido un sacrificio. No hay duda de que Dios
había dado instrucciones de algún tipo sobre los sacrificios
cuando se comparan las ofertas de Caín y Abel en el cuarto
capítulo. El derramamiento de sangre es implícito. Dios
estableció las bases para el sacrificio de animales con
Génesis 3:21.

Es un regalo de Dios. “Dios hizo vestimentas” que los


cubría de pies a cabeza. La salvación es don de Dios dado por
gracia y por medio de la fe (Efesios 2:8 al 10).Incluso con
las pieles los hombres están desnudos si no están revestidos
de la justicia de Cristo. Nosotros estamos vestidos con la
justicia de Jesucristo.

El Pacto Noético:

63
“Estará el arco en las nubes, y lo veré, y me acordaré del
pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente”.
Génesis 9:16

Dios establece un principio: la vida en la tierra es vida


bajo gobierno humano. El Arco Iris es una figura de Cristo.

El Pacto Abrahámico:

“Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y


engrandeceré tu nombre, y serás bendición”
Génesis 12:2

Aquí Dios funda la nación de Israel y confirma, con


adiciones específicas, la promesa de redención hecha a Adán.
El pacto Abrahámico tiene que ver con una descendencia, un
pueblo propio.

“...Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia


después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo,
para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti...
Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado
por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto
perpetuo... Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te
dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y
confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus
descendientes después de él…”
Génesis 17: 7, 13, 19

64
Una vez más vemos la gracia de Dios al elegir a
Abraham para que le dé una descendencia y se convierta en
nación.

“Y dijo Josué a todo el pueblo: Así dice Jehová, Dios de


Israel: Vuestros padres habitaron antiguamente al otro
lado del río, esto es Taré padre de Abraham y de Nacor y
servían a dioses extraños”.
Josué 24:2

Cuando Abraham sale de Ur de los Caldeos para


responder al llamado de Dios, me imagino que salen con sus
muñecos de yeso y de madera a los cuales adoraban. Aun así,
la gracia de Dios estaba sobre esa familia. Su llamado fue por
pura gracia, y lo mismo su relación con Dios.
Digamos que Abraham no es elegido por buscar a
Dios, o ser buen creyente, o reunir las condiciones para un
llamado de esta naturaleza; todo lo contrario: La palabra
manifiesta que adoraban dioses extraños (Paganos)…así es la
gracia de Dios, escoge lo que no sirve, lo vil del mundo, y lo
menospreciado.

“En tu simiente serán benditas todas las naciones de la


tierra, por cuanto obedeciste mi voz”.
Génesis 22:18

“A Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente.


No dice: Y a las simiente, como si hablase de muchos, sino
como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo”.
Gálatas 3:16

65
Este pacto nos alcanza a nosotros los gentiles, es un
pacto realizado 430 años antes de que Dios le diera la ley a
Moisés y comenzara a funcionar el Antiguo Pacto. O sea,
Abraham no guardó el sábado, ni fue al culto, tampoco
preparó algo para la ofrenda, cuando tuvo que adorar a Dios
estaba dispuesto a dar su único hijo en ofrenda a Jehová. Dios
vio su corazón, su obediencia y le fue contada por justicia.

“Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por


la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a
Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las
naciones”.
Gálatas 3:8

Nosotros los gentiles venimos de este pacto, lo cual, no


había leyes, o mandamientos para cumplir, tampoco había
sacerdotes que oficiaran en el templo. Sencillamente no había
templo, la familia de Abraham tenía una vida de nómades. Y
Abraham tenía una relación de amistad con Dios que
cautivaba su corazón por el cual no quería fallarle, aunque en
varias oportunidades cometió graves errores.

El Pacto Mosaico:

“Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi


pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los
pueblos; porque mía es toda la Tierra. Y vosotros me seréis
un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las
palabras que dirás a los hijos de Israel”
Éxodo 19:5 y 6

66
Y luego de darle a Moisés en el monte Sinaí el
direccionamiento de cómo se iban manejar en cuanto a leyes,
ceremoniales y mandamientos…

“Y Moisés vino y contó al pueblo todas las palabras de


Jehová, y todas las leyes; y todo el pueblo respondió a una
voz, y dijo: Haremos todas las palabras que Jehová ha
dicho”.
Éxodo 24:3

“Y Moisés tomó la mitad de la sangre, y la puso en


tazones, y esparció la otra mitad de la sangre sobre el
altar. Y tomó el leyó el libro del pacto y lo leyó a oídos del
pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que Jehová
ha dicho y obedeceremos. Entonces Moisés tomó la sangre
y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre del pacto
que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas
cosas”.
Éxodo 24: 6 al 8

Es aquí donde comienza en Antiguo Pacto, que finaliza


cuando Jesucristo dice: ¡Consumado es! y allí abre paso al
Nuevo pacto en Su sangre.

Ese Antiguo Pacto tenía que ser renovado todos los


años para que fuese válido o para que continuara vigente
(Levítico 16:34). El hecho de que fuera Pacto de sangre y
fuera renovable todos los años también lo hacía diferente a
todos los demás código del mundo.

67
Fue la Ley de Moisés, la que formó o le dio las
características tan especiales al pueblo de Israel que lo
hicieron especial y distinto de las demás naciones.

Aquí comienza el Antiguo Pacto que Dios hace con


Israel por medio de Moisés. Nosotros los gentiles no tenemos
absolutamente nada que ver con este pacto. No entiendo
porque la gran mayoría de las iglesias de hoy están
religiosamente aferradas a este pacto que era para el pueblo
de Israel, y no para nosotros los gentiles. Habiendo finalizado
este pacto con la muerte y resurrección de Cristo.

El Pacto Davídico:

“Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante


de tu rostro, y tu trono será estable eternamente”.
2 Samuel 7:16

Dios establece la perpetuidad de la familia davídica


cumplido en Cristo, (Mateo 1:1; Lucas 1:31 al 33;
Romanos 1:3) y del reino davídico sobre Israel y sobre toda
la tierra, que será cumplido en, y por Cristo (2 Samuel 7:8 al
17; Zacarías 12:8; Lucas 1:31 al 33; Hechos 15:14 al 18;
1 Corintios 15:24).

El Nuevo Pacto:

“Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por


muchos es derramada para remisión de los pecados”.
Mateo 26:28

68
Este pacto es distinto a todos los demás por las siguientes
razones:

 Es un pacto hecho entre Jesucristo y el Padre.


 El hombre no tiene ninguna participación en este
pacto.
 El Antiguo pacto hecho con Moisés queda sin
vigencia. (Hebreos 9:15).
 Está sellado con la sangre de Cristo que es eterna.
 Se basa en el sacrificio de Cristo a favor de toda la
humanidad.
 Asegura bendición y vida eterna a los que creen en él.
 Es para los justos que vivirán por la fe.
 Es absolutamente incondicional, y en vista de que no
consigna responsabilidades al hombre, es terminante e
irreversible.
 Los gentiles (Nosotros) estábamos ajenos a todos los
pactos que Dios había hecho con el pueblo de Israel.
Pero la gracia de Dios nos incluye, nos incorpora, para
ser bendecidos por medio de la fe.

Relación y revelación de Cristo con algunos pactos


mencionados en la Biblia:

Como el más grande Hijo de Sem, en Él se cumplió en


forma suprema la promesa a Sem en el Pacto con Noé
(Génesis 9:16, Colosenses 2:9).Él es la Simiente a quien
fueron hechas las promesas en el Pacto Abrahámico, el Hijo

69
de Abraham obediente hasta la muerte (Génesis 22:18;
Gálatas 3:16; Filipenses 2:8).

Él vivió sin pecado bajo el Pacto Mosaico y por


nosotros llevó la maldición de ese pacto (Gálatas 3:10 al
13).Él vivió obedientemente como un judío en Judea, la tierra
del Pacto Palestino, y ha de cumplir sus promesas de gracia
(Deuteronomio 28:1-30:9).Él es la Simiente, el Heredero y
el Rey en el Pacto Davídico (Mateo 1:1; Lucas 1:31 al 33).

Su sacrificio es el fundamento del Nuevo


Pacto (Mateo 26:28; 1 Corintios 11:25). Recuérdese lo
mencionado antes: en el Nuevo Testamento la misma palabra
griega “diatheke” ha sido traducida “testamento” y “pacto”

Entendiendo que Jesús es el camino verdadero,


podemos concluir que Su persona, está presente en cada uno
de los pactos, en sombras, en figuras, en mandatos, en
profecías, pero siempre está presente Su gracia, Su amor y la
clara operación del Espíritu Santo en todo momento.

Tal vez, si analizamos un solo pacto, separándolo del


resto, concluyamos mal respecto de su esencia. Pero al
exponerlos todos juntos, podemos comprender la maravillosa
obra del Señor, obra que, a través de los siglos, ha preparado
pacientemente, la plataforma para una gloriosa plenitud.

Podemos estar seguros de que todo lo que Dios se ha


comprometido a hacer incondicionalmente, Él lo hará con
toda la perfección, y nada podrá cancelar Sus planes. Aquí,

70
el único ganador y el único que se glorificará por todo, es el
Señor.

71
Capítulo cinco

EL NUEVO PACTO
Y EL REINO

“Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo


que se da por viejo y se envejece, está próximo a
desaparecer”
Hebreos 8:13

Osvaldo Rebolleda:

En la exposición de Rodolfo en el capítulo anterior,


hemos visto que los pactos humanos son convenios que
realizan dos partes y en él se estipulan los deberes y derechos
de los contrayentes, en el caso de los pactos con Dios, el
Señor propone bases y condiciones, a la vez que el hombre,
tiene el deber de guardar su parte a costa de perder si no lo
hace. Sin embargo, el Nuevo Pacto, no es un pacto de
hombres, ni es un pacto que Dios hizo con los hombres. En
realidad, es un pacto elaborado entre Dios y un solo hombre,
Su Hijo Jesucristo. Luego, por la gracia, es ofrecido al
hombre para su redención.

72
Es un pacto extraordinario, pero como todos los seres
humanos estábamos muertos en delitos y pecados (Efesios
2:5). No podíamos acceder a él. No solo por no poder ver, ya
que nuestro entendimiento estaba enceguecido por Satanás (2
Corintios 4:4), sino porque además estábamos en un claro
estado de esclavitud, bajo el gobierno de las tinieblas (1 Juan
5:19).

En otras palabras, los esclavos no son libres para


escoger, tampoco los que no ven, porque al no ver, no puede
comprender y mucho menos los que están muertos, porque
los muertos no eligen nada. Es decir, cuando se predica el
evangelio, creyendo que el hombre tiene la responsabilidad
de escoger y entrar al pacto, se predica mal. Se busca producir
emociones, sentimientos, culpa o temor, pero nada de eso,
puede ser un portal para el Nuevo Pacto.

Este es un pacto de gracia y si alguien ora por nosotros,


o nos predica, es porque el Señor lo provocó y su Espíritu
está trabajando en nuestras vidas, a la vez que comienza a
trabajar en nuestro corazón. Él nos convence de pecado, de
justicia y de juicio (Juan 16:8). Porque de no hacerlo, no
tendríamos convicción al respecto.

Es mentira que algunas personas están buscando a


Dios, no hay quién lo haga, no hay quién lo ame, ni quién lo
elija. Esto es lamentable, pero es la verdad (Romanos 3:10
al 12). En realidad, cuando alguien ora por nosotros o nos
predican el evangelio, es porque el Señor está operando en
ellos y cuando creemos, es porque ha obrado en nosotros.

73
Cuando confesamos que Jesús es el Señor (Romanos 10:10)
y confesamos nuestros pecados, la Sangre de Cristo, nos
limpia de todo pecado y es entonces que somos reconciliados
para entrar al pacto (1 Juan 1:7).

“porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por


muchos es derramada para remisión de los pecados”
Mateo 26:28

El Nuevo pacto, es un pacto de gracia, por eso, decir


que somos salvos por la fe, es un error. Nosotros somos
salvos por gracia, por medio de la fe (Efesios 2:8). La fe es
un medio, por el cual se nos otorga la gracia y lo más
extraordinario de todo, es que la fe, también es un regalo,
porque es algo que no tenemos en nosotros mismos
(Romanos 12:3).

Por la fe, creemos en la obra de Cristo y creemos que


nuestros pecados han sido perdonados (1 Juan 2:12). Pero
ese perdón no fue gratuito para el Señor, sino que tuvo que
entregar su vida en la Cruz del Calvario (Isaías 53:5). Por lo
tanto, creemos que el día que Él murió, nosotros morimos en
Él y cuando Él resucitó, nosotros resucitamos en Él, para vida
nueva (Romanos 6:4).

Cuando la Sangre de Cristo nos limpia, Su Espíritu


Santo entra en nosotros y hace morada en nosotros (1
Corintios 3:16). Él comienza a guiarnos a toda verdad y
justicia (Juan 16:13). Lo cual, nos lleva a ser sumergidos en

74
Cristo, o como dice la Escritura, bautizados en Él y revestidos
de Él (Gálatas 3:27).

Esto implica que dejamos de ser nosotros, porque


hemos muerto y ahora somos en Él, nuevas criaturas, porque
hemos resucitado en Él (2 Corintios 5:17). Ahora Su vida
opera en nosotros y lo que vivimos lo vivimos en el Hijo
(Gálatas 2:20). Por lo cual, ya no tenemos un pasado, ya no
tenemos una condena y ahora somos hijos en comunión con
Él (1 Juan 3:2).

Todo lo que es de Jesucristo, ahora también es nuestro,


porque somos uno en Él (1 Corintios 3:21 al 23). Por eso,
este nuevo Pacto, demanda, por el solo hecho, que primero
nos otorga todo. Nosotros somos santos, porque Él es Santo,
somos justos porque Él es justo y somos sabios, porque Él es
nuestra sabiduría (1 Corintios 1:30 y 31).

Nosotros somos eternos, porque Cristo es Eterno,


somos reyes, porque Él es Rey, somos sacerdotes, porque Él
es Sacerdote y somos herederos, porque Él es el heredero, es
decir, somos todo lo que Él es, porque somos Su cuerpo y
fuera de Él, nada somos (1 Corintios 12:12 y 13). Es un
pacto extraordinario, no puede fallar, porque no depende de
nosotros, solo depende del mismo Dios (Hebreos 8:6).

El nuevo pacto no consiste en sólo una simple


renovación del compromiso entre Dios y su pueblo, más bien
de acuerdo a los planes Divinos, el nuevo pacto está basado
sobre mejores promesas, porque la perfecta voluntad de Dios

75
se mudó de la piedra al corazón y la incapacidad del hombre,
se tornó en poder a través de la nueva vida y la preciosa
persona del Espíritu Santo.

A diferencia de los antiguos pactos mencionados en el


capítulo anterior, el Nuevo Pacto cuenta, nada más ni nada
menos que con la presencia del Espíritu de Dios habitando en
cada creyente. Su operación, siempre estuvo presente en la
historia de la humanidad, incluso desde que se paseaba
ordenando al mundo (Génesis 1:2). Pero nunca antes en la
historia, el Espíritu Santo había tenido tan notoria
participación como la que tiene en este Nuevo Pacto. Sin
dudas, esto es lo que permite la observancia o cumplimiento
de la perfecta voluntad de Dios, ya que, impulsados por su
poder y capacidad, podemos, lo que sin Él no podemos,
descartando como excusa toda imposibilidad carnal.

Eso quiere decir que el nuevo pacto fue concertado de


manera tal que los humanos contamos con un poder
sumamente superior a nuestro favor, para ayudarnos a
obedecer la voluntad de Dios como nunca antes lo fue.

También es notorio que el Señor Jesucristo, es el


mediador de este Nuevo y mejor Pacto (Hebreos 13:20 y 21),
Él es nuestro Señor y Salvador (Hebreos 8:6). A diferencia
de Moisés que fue el mediador entre Dios e Israel en el monte
Sinaí, esta vez no sería un ser engendrado por voluntad
humana sino uno engendrado por el poder del Espíritu Santo,
con lo cual el nuevo concierto se revestiría de gran esplendor.

76
El nuevo pacto garantiza todo lo que Dios se propone
hacer para los hombres en el terreno de la Sangre de su Hijo.
Esto puede verse en el hecho de que Él salvará, preservará y
presentará en la gloria, a todos los que hemos creído en el
Señor Jesús.

El acto de creer no es una parte del pacto, sino más


bien la base sobre la cual el creyente es admitido para
disfrutar de las bendiciones eternas que el pacto ofrece. El
pacto no es hecho con los no redimidos, sino con los que
creen, y promete que en favor de ellos estará la fidelidad de
Dios.

“El que comenzó en vosotros la buena obra, la


perfeccionará hasta el día de Jesucristo”
Filipenses 1:6

Es posible que, en algún momento, haya en nosotros


algún impedimento para sostener nuestra conducta y por
ende, que temamos por nuestra comunión con el Padre. Así
como le ocurrió a David, cualquiera de nosotros, puede llegar
a pecar de diferente manera, de hecho, nuestras acciones,
pueden hacer que Dios levante su mano para corregirnos en
algún momento (Hebreos 12:6), pero esto, nunca llegará a
ser determinante, respecto del cumplimiento de las promesas
de Dios en lo que se refiere a la salvación y la gloria eterna.

Hay quienes recalcan la importancia y el poder de la


voluntad humana, y declaran enfáticamente que la salvación
y preservación deben tener como condición la libre

77
cooperación de la voluntad humana. Esto puede ser razonable
para la mente del hombre, pero no está de acuerdo con la
revelación que Dios nos ha dado en las Escrituras. De hecho,
pasajes como este de Juan, son interpretados como la
responsabilidad del hombre (Juan 5:24).

Sin embargo, un pasaje por sí mismo, no puede


contener una verdad absoluta, sin el respaldo de otros pasajes
que lo certifiquen. Nosotros, no podríamos oír Su Palabra y
entender la misma, si el Señor no interviniera en el asunto.
Tampoco alcanzaríamos la vida eterna; sin ser condenados y
pasando de muerte a vida, si no fuera por su obra Soberana
(2 Timoteo 1:9).

En cada caso Dios ha declarado incondicionalmente lo


que Él hará en favor de todos sus escogidos (Efesios 1:4).
Este pacto depende de Dios, no de nosotros, todo lo hemos
recibido por gracia y la gracia, es favor inmerecido, no es el
resultado de nuestras acciones. Sin embargo, habiendo
recibido tanto favor, debemos cuidar lo recibido (Filipenses
2:12).

Es cierto que Dios ha dejado lugar para el libre


ejercicio de la voluntad humana, pero Él nos ayuda a sentir,
pensar y accionar.

“Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer


como el hacer, por su buena voluntad”
Filipenses 2:13

78
Pero al mismo tiempo vemos que Él apela a la voluntad
humana y hace que en cierto sentido dependa de ella el
disfrute de su divina bendición (Romanos 12:1).

De igual manera, las Escrituras enfatizan que entre


estos dos grandes aspectos de la soberanía divina, el
propósito eterno y la perfecta realización del mismo. Él ha
permitido suficiente lugar para cierto ejercicio de la voluntad
humana. Y al actuar de esta forma no está poniendo en
peligro, de ninguna manera, los fines que Él se ha propuesto
alcanzar.

Es razonable creer que la voluntad humana está bajo el


dominio de Dios; pero sería lo más irrazonable creer que la
soberanía de Dios está bajo el dominio de la voluntad
humana. Los que creen son salvos y seguros para siempre,
porque así está determinado en el pacto incondicional de
Dios. Por otra parte, sí creo, que la salvación puede ser
desechada por aquellos que la menosprecian por causa del
pecado, pero, aun así, también creo que el final nunca fueron
lo que parecieron ser.

Alguien me dijo una vez: Entonces pastor, quiere decir


que si Dios me perdona todo y no puedo perder lo que soy,
entonces puedo pecar todo lo que quiera y no pasa nada… Yo
le contesté: Si realmente tu deseo y tu elección es pecar,
entonces nunca lo has conocido, no has renacido y no está el
Espíritu Santo operando en tu vida…El apóstol Juan dijo:

79
“Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que
peca, no le ha visto, ni le ha conocido”
1 de Juan 3:6

Este Nuevo Pacto, no puede fallar, es extraordinario y


depende del Señor, no de nosotros, Él es el único glorificado
en todo esto. La expresión de la vida de Cristo en este Nuevo
Pacto, hace posible la manifestación del Reino de Dios en la
tierra, porque solo a través de la regeneración podemos
acceder a Su gobierno.

Entiendo que este concepto de manifestar el Reino, es


de controversia para muchos que, piensan que al Reino
ingresamos después de la muerte física, o que el Reino será
manifestado solo durante el milenio, cuando Cristo vuelva
por segunda vez. Pero en realidad, si bien el Reino hallará su
plena manifestación en ese momento profético y
determinado, debemos tener en claro que el Reino ya fue
establecido por Jesucristo, y nosotros comenzamos a vivirlo
desde el día que confesamos que Jesús es nuestro Señor y
Rey (Romanos 10:8 al 10).

Cuando alguien duda de esto, debería preguntarse: ¿El


Señor es nuestro Rey ahora o lo será cuando venga? ¿Dios ya
nos gobierna o nos gobernará solo después de morir? Por
supuesto, en todos los casos, la respuesta es la misma, el
Reino ya está entre nosotros. Entendamos bien, eso no
implica que el mundo esté viviendo Reino. Por el contrario,
la Biblia dice que el mundo entero está bajo el maligno (1
Juan 5:19). Es la iglesia la que vive Reino, porque ya está

80
operando bajo el gobierno del Rey de reyes y Señor de los
señores (Apocalipsis 1:5). Lo que sí ocurrirá en la segunda
venida de Cristo, es que toda rodilla se doblará ante Su
majestad y que toda la tierra será llena de Su gloria. Entonces,
el Reino será manifestado con toda plenitud.

“…Haz esto hasta que vuelva nuestro Señor Jesucristo,


quien vendrá en el momento oportuno, cuando nuestro
maravilloso Dios así lo quiera. Porque Dios es el único
que gobierna sobre todos; Dios es el más grande de los
reyes y el más poderoso de los gobernantes”
1 Timoteo 6:14 y 15 VLS

El confesar que Jesús es el Señor o “Kyrios”, significa


que estamos dispuestos a que nos gobierne, que Él es nuestro
Rey de reyes y que su Espíritu nos conduce a toda verdad y
justicia (Juan 16:7 y 13). Entonces reitero, ya estamos
viviendo Reino y debemos procurar Su voluntad, aquí en la
tierra, como en el cielo (Mateo 6:10), hasta que todas las
cosas sean llevadas a Su Plenitud (Efesios 1:23).

Comprendemos que el Reino es justicia, que no es otra


cosa que hacer Su voluntad. Es paz, es decir, el estado que
produce el vivir en Su voluntad y es gozo del Espíritu Santo,
como consecuencia de esa vida de Reino (Romanos 14:17).

Todo esto implica que el Reino ya está manifiesto


desde nuestros corazones, porque Reino es el gobierno de
Dios, y este nuevo pacto que vivimos, nos permite estar en

81
obediencia y funcionar efectivamente, con la autoridad de los
que saben reconocer la autoridad superior.

Para comprender las virtudes del Nuevo Pacto,


respecto del Reino, veamos que Adán era un tipo de Cristo,
porque, aunque es considerado como el primer hombre, en
realidad fue hecho a imagen y semejanza de Dios, con lo cual
tenía una representatividad absoluta. Adán fue creado con un
propósito extraordinario, pero su desobediencia lo degradó
de manera lamentable. Dejó de ser la imagen y el
representante de Dios. Por su parte Eva, que tenía la tarea de
ser una con él y su ayuda idónea, terminó perdiendo su honra
y esa posición de privilegio.

El huerto, que era el lugar de gobierno Divino, la zona


de abundancia, que por causa del pecado, terminó siendo una
zona vedada para ellos. De hecho, el Señor puso un ángel, así
como una espada encendida que se paseaba para custodiar el
lugar, impidiendo que ningún pecador pudiera ingresar
nuevamente.

Todo esto es muy significativo, porque así es el Reino.


Si Adán y Eva se hubieran dejado gobernar por Dios, Satanás
jamás hubiera tenido su chance. Si se sujetaban a Su
gobierno, tenían la posibilidad de disfrutar de la abundancia
del huerto y de una plena comunión con Él.

Sus hijos hubiesen vivido en paz, en armonía y


disfrutando de la misma abundancia. El huerto se habría
extendido, hasta llenar la tierra con la gloria y la bendición

82
divina. Ese era el plan, sin embargo, el hombre fuera del
gobierno de Dios genera lo que vemos hoy en día.

Al vivir en Cristo, el Nuevo Pacto, nos permite volver


a una vida de Reino, algo imposible para quienes no han
recibido el poder de Su gracia. No hay duda, que uno de los
grandes problemas que manifiesta un Dios externo, es que la
obediencia humana es totalmente limitada y solo
encontramos en la Biblia, algunas admirables excepciones en
las cuales encontramos obediencia abnegada, sin embargo,
en la mayoría de los casos la tarea es imposible.

Los seres humanos, después del pecado de Adán,


nacemos con una naturaleza inclinada al pecado y sin reales
posibilidades de cambio, por eso Dios envió a su Hijo a morir
por todos los hombres, porque el mensaje implícito es: “No
hay remedio, el hombre pecador debe morir, porque nunca
dejará de ser lo que es…”

El Señor lo manifestó de esa manera en el diluvio, sin


embargo, se prometió no volver a realizarlo así, por lo tanto,
lo hizo definitivamente en la cruz del Calvario. Cristo murió
en la cruz por todos los pecadores, pero lo maravilloso de
todo esto es que resucitó al tercer día para darnos una vida
nueva y libre de toda rebelión (Romanos 5:19; 6:4 al 8).

Esta vida nueva que Dios nos otorga, es una vida en


obediencia, no por capacidad humana, sino por gracia divina.
Si creemos que el día que murió Jesús morimos con Él y que
el día de Su resurrección, resucitamos en Él. Entonces

83
recibimos su Sangre que nos limpia de todo pecado (Efesios
1:7) y su Espíritu Santo, puede habitar en nuestro ser, para
guiarnos a toda verdad y justicia (Juan 16:13).

Ahora la ley de Dios, que es Su voluntad, es puesta en


nuestros corazones por medio del nuevo pacto.

“Este es el pacto que haré con ellos


Después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en sus corazones,
Y en sus mentes las escribiré”
Hebreos 10:16

Ahora Dios puede gobernarnos mediante Su Espíritu en


nuestros corazones. Su voluntad deja de ser las letras talladas
en una piedra o impresas en un libro y pasan a ser la expresión
de la vida misma, eso es Reino. Nuestras buenas obras como
hijos de Dios, solo son el resultado del entendimiento, la
obediencia y los hechos del Espíritu de Cristo en nosotros
(Filipenses 2:12 y 13).

El objetivo del reino anunciado, era una nueva


creación. Dios crearía un nuevo pueblo mediante su Hijo.
Adán es el viejo hombre de pecado y Cristo el nuevo hombre
según Dios. Nosotros estábamos en Adán, pero después de la
cruz y la resurrección, estamos en Cristo y solo en Él
podemos vivir reino.

“De modo que, si alguno está en Cristo,


nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;

84
He aquí todas son hechas nuevas”
2 corintios 5:17

Esta nueva vida que vivimos en Cristo, es la que


permite ver y vivir el Reino con toda plenitud.

“Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido


del Espíritu, espíritu es. No te maravilles que te dije:
Os es necesario nacer de nuevo.
El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido;
Mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va;
Así es todo aquel que es nacido del Espíritu”
Juan 3:6 al 8

Nosotros somos la nueva creación. Hemos sido


creados para la gloria de Dios. Somos un pueblo formado por
el Señor. Somos creados en Cristo para la manifestación del
Reino. Este maravilloso obrar de Dios en el corazón de sus
santos, proporcionando ese entrañable deseo de obedecerle y
servirle, aún más allá de la conveniencia y hasta la misma
muerte es el Reino manifiesto en dos dimensiones.

Estas dos dimensiones consisten, en la vida de Dios


que habita en nosotros y de nuestra vida que debe permanecer
en Él. Cuando la luz nos alcanza por Su gracia y confesamos
que Jesús es el Señor y que Dios lo levantó de entre los
muertos, somos salvos (Romanos 10:9). Cuando hacemos
esta confesión desde el corazón (10) la Sangre de Cristo nos
limpia de todo pecado (1 Juan 1:17) y Su Espíritu Santo
viene a morar en nosotros para guiarnos (Romanos 8:14).

85
Esta es la primera y gran dimensión de la vida de reino
en nosotros. Cuando Jesús habló con la Samaritana en el pozo
de agua (Juan 4:1 al 26) le pidió que le convidara agua y
luego le dijo: “Si conocieras el don de Dios, y quién es el
que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua
viva…”

Jesús además le dijo: “Cualquiera que bebiere de esta


agua, volverá a tener sed; más el que bebiere del agua que
yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le
daré será en él una fuente de agua que salte para vida
eterna…”

Esta agua que Jesús dijo poder dar, es como un río,


como una fuente inagotable que sacia y que sustenta sin
límite. Es el Espíritu Santo que viene a morar en nosotros y
que al guiarnos nos conduce a una verdadera plenitud de
vida.

“En esto conocemos que permanecemos en él, y él en


nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros
hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo
el Salvador del mundo. Todo aquel que confiese que Jesús
es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios”
1 Juan 4:13 al 15

Veamos aquí que Dios permanece en nosotros, pero


que nosotros somos invitados a permanecer en Él. La que yo
llamo primera dimensión, es la dimensión que Dios generó

86
por Su amor eterno. Es la dimensión en la cual, Él habita en
nosotros por Su Espíritu para guiarnos.

Pero la segunda dimensión se produce cuando nos


dejamos guiar y en obediencia, aceptamos ser introducidos
totalmente en Su persona y ya dejamos de ser nosotros los
que portamos su Espíritu, sino su Espíritu el que nos lleva a
nosotros a donde bien desea.

“Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en


un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres;
y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
1 Corintios 12:13

Veamos aquí, que, si bebemos de su Espíritu, Él estará


dentro de nosotros, pero si somos bautizados, lo cual implica
ser sumergidos, entonces, ya no solo está el Señor dentro de
nosotros, sino que nosotros estamos dentro de Su persona y
es en esta segunda dimensión, sonde perdemos toda
determinación y nos rendimos a su perfecta voluntad.

Por ejemplo, si yo tomo un vaso con agua y bebo un


poco de ella, el agua estará dentro de mí. Si yo me muevo,
me voy o permanezco, el agua seguirá estando dentro de mí.
Sin embargo, si yo me lanzo a un río, el río será el que me
lleve a donde determine con su corriente. En el primer caso,
el agua está dentro de mí, en el segundo caso, yo estoy dentro
del agua.

87
Estas son las que considero, como las dos dimensiones
del reino. En la primera Dios está, pero todavía tenemos
mucho de nosotros y procuramos gobernar las situaciones de
la vida. En la segunda, nos perdemos en Él y ya no
procuramos gobernar nada, sino que nos dejamos llevar por
su Espíritu, comprendiendo que la voluntad de nuestro Padre,
siempre es buena, agradable y perfecta.

“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios,


éstos son hijos de Dios…”
Romanos 8:14

Cuando nos dejamos guiar por el Espíritu Santo, este


nos conduce a toda verdad y justicia, nos lleva por el camino
correcto de la vida. Esta es la pura expresión del reino que el
mundo necesita conocer. No una religión llena de rituales,
cargada de hipocresía y vanidad (Gálatas 5:16 y 17).
Lo más extraordinario del reino, es que nos introduce
al cuerpo de Cristo, a la misma vida de su sustancia y que
pasamos a ser uno con el Señor (1 corintios 6:17) Jesús bien
lo dijo a sus discípulos:

"Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece


en mí y yo en él, éste lleva mucho fruto, porque
separados de mí nada podéis hacer"
Juan 15:5

Verdaderamente me encanta eso: separados de mí


nada podéis hacer…” Es una frase llena de gracia y de amor,
porque las Escrituras nos revelan a un hombre inútil para

88
determinar, un hombre que comenzó con todo y ha destruido
al mundo llevando todo a un caos total.

Sin embargo, encontramos a un Dios, que muere por


nosotros, que resucita para darnos una vida nueva y que luego
nos pone a vivir en Él para que podamos hacer lo que antes
no podíamos, para que no seamos como Adán, que comenzó
con todo y terminó sin nada, sino como Cristo, que nació sin
nada y terminó con todo.

Ahora no tenemos excusa. No importa cuánto nos


equivocamos en la vida, no importa cuánto hemos perdido,
ahora estamos en Cristo y somos más que vencedores por
aquel que nos amó (Romanos 8:37). Así es el reino de los
hijos.

89
Capítulo seis

CONTENIDO DEL
NUEVO PACTO

“Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por


muchos es derramada para remisión de los pecados”.
Mateo 26:28

Rodolfo Arnedo:

El nuevo pacto, es la iniciativa de Dios de rescatar a la


humanidad del reino de las tinieblas, para llevarlas al Reino
de la luz en Cristo Jesús. O sea, cambiarlas de reino
espiritual, no de religión.

Este Nuevo Pacto, fue realizado entre Jesucristo y el


Padre, luego sellado con Su sangre.

El nuevo pacto, es la promesa que Dios le hace a la


humanidad de perdonar el pecado y restablecer la comunión
con aquellos cuyos corazones se vuelven a él. Jesucristo es el
mediador del nuevo pacto, ya no es el hombre, y su muerte
en la cruz es la base de la promesa (Lucas 22:20). El nuevo

90
pacto fue predicho mientras que el antiguo pacto seguía
vigente siendo una sombra de lo que había de venir; los
profetas Moisés, Jeremías y Ezequiel, se refirieron al nuevo
pacto que sería establecido en Cristo.

El antiguo pacto que Dios había establecido con su


pueblo requirió una estricta obediencia a la ley mosaica
(Compuesta de 613 mandamientos). Estaba realizado por
Dios exclusivamente con su pueblo Israel. La ley exigía que
Israel ofreciera sacrificios diarios para expiar (Tapar - cubrir)
el pecado. Pero Moisés, quien fue la persona que Dios
escogió para establecer el antiguo pacto, también anticipó el
nuevo. En uno de sus últimos discursos a la nación de Israel,
Moisés anheló el momento en que Israel iba a recibir un
corazón para entender (Deuteronomio 29:4).

Moisés predijo que Israel fracasaría en guardar el


antiguo pacto. (Deuteronomio 6:5 y 29:22-28), pero luego
él ve un tiempo de restauración (Deuteronomio 30:1-5). En
ese momento, Moisés dice, "Y circuncidará Jehová tu Dios
tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames
a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a
fin de que vivas"(versículo 6).

El nuevo pacto supone un cambio total de corazón,


para que el pueblo de Dios lo agrade de manera natural y no
superficial, externa u obligatoria.

El profeta Jeremías también predijo el nuevo pacto.


“He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré

91
nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá...
Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después
de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la
escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos
me serán por pueblo” (Jeremías 31:31, 33). Jesucristo vino
para cumplir la ley de Moisés (Mateo 5:17), y para establecer
el nuevo pacto entre él y el Padre.

El antiguo pacto se escribió en piedra, pero el nuevo


pacto es escrito en nuestros corazones. Es posible entrar en
el nuevo pacto sólo por la fe en Cristo, que derramó su sangre
para quitar el pecado del mundo (Juan 1:29). Jesús, en la
última cena, tomó la copa y dijo:

“Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por


vosotros se derrama”.
Lucas 22:20

Ya no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia


(Romanos 6:14-15). El antiguo pacto ya ha cumplido su
función, y ha sido sustituido por “un mejor pacto” (Hebreos
7:22).

“Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es


mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores
promesas”
Hebreos 8:6

Bajo el Nuevo Pacto, se nos da la oportunidad de


recibir la salvación como un regalo gratuito (Efesios 2:8 y 9).

92
Nuestra responsabilidad es ejercitar la fe en Cristo, y
arrepentirnos de nuestros pecados, fue Jesucristo el único que
cumplió la ley a favor nuestro y puso fin a los sacrificios de
la ley a través de su muerte sacrificial. A través del Espíritu
Santo dador de vida, que vive en todos los creyentes
(Romanos 8:9 al 11), participamos en la herencia de Cristo
y disfrutamos de una continua y permanente relación con
Dios (Hebreos 9:15).

Contenido del Nuevo Pacto:

Estos son los pasajes de la escritura que mencionan el


contenido del nuevo pacto. Tanto para gentiles como para
judíos.

“…Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos


días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y
en sus mentes las escribiré, añade: y nunca más me
acordaré de sus pecados y transgresiones…”
Hebreos 10:16 y 17

“…Y esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis


limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos
vuestros ídolos os limpiaré. Y os daré corazón nuevo, y
pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de
vuestra carne el corazón de piedra, y os daré corazón de
carne. Y pondré dentro de vosotros mi espíritu, y haré que
andéis en mis mandamientos, y guardéis mis derechos, y
los pongáis por obra. Y habitaréis en la tierra que di a

93
vuestros padres; y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré
a vosotros por Dios”
Ezequiel 36:25 al 28

“Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los


gentiles en cuanto a la carne, erais llamados
incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con
mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo,
alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de
la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.
Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo
estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre
de Cristo. Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos
hizo uno, derribando la pared intermedia de separación,
aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los
mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí
mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la
paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en
un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.
Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que
estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio
de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo
Espíritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros ni
advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y
miembros de la familia de Dios, edificados sobre el
fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal
piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el
edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo
santo en el Señor; en quien vosotros también sois

94
juntamente edificados para morada de Dios en el
Espíritu”.
Efesios 2:11 al 19

“…el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un


nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la
letra mata, más el espíritu vivifica…”
2 Corintios 3: 6

Estos Pasajes Hablan de Asuntos Cruciales que Dios


promete hacer a los que entran a este Nuevo Pacto.

1. Limpiarnos con agua limpia


2. Darnos un corazón nuevo
3. Darnos un espíritu nuevo
4. Quitarnos el corazón de piedra y darnos uno de carne
5. Poner el Espíritu de Dios dentro de nosotros
6. Hemos sido hechos cercanos a Dios por la sangre de Cristo
7. La sangre de Cristo y la obra de la cruz nos introducen en
el nuevo pacto,
8. Tenemos entrada por un mismo espíritu al Padre, nos
unimos al Señor y somos un espíritu con él.
9. Somos miembros de la familia de Dios, hijos y herederos.
10. Somos edificados para morada de Dios en el Espíritu,
crecemos como piedras vivas y nos volvemos templo del
Espíritu Santo.

Estas Realidades Divinas, Combinadas Entre sí,


Producen en Nosotros una nueva realidad espiritual

95
1. Conocimiento interior de Dios por experiencia
2. Habilidad divina para andar en su voluntad
3. Habilidad divina para guardar sus preceptos
4. Habilidad divina para ponerlos por obra
5. Una relación nueva con Dios: Él llega a ser nuestro Dios y
nosotros su pueblo
6. Cercanía permanente con Dios para andar en Su presencia
7. Cristo habita por medio de la fe en nuestros corazones
8. Somos hijos de Dios y pertenecemos a Su familia
9. Somos la morada de Dios en el Espíritu (Su templo santo)

“…Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro


Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la
sangre del pacto eterno, los haga aptos en toda obra buena
para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo
que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea
la gloria por los siglos de los siglos. Amén…”
Hebreos 13:20 y 21

“…porque Dios es el que en vosotros produce así


el querer como el hacer, por su buena
voluntad…”Filipenses 2:13

Podríamos Resumir, que en el Nuevo Pacto Dios nos


da varios elementos Valiosos

1. Purificación total
2. Vida interior en abundancia y poder espiritual divino
3. Conocimiento interior
4. Portadores de la presencia de Dios

96
5. Hijos y herederos de Dios
6. Templos del Espíritu Santo

“…Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que


la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que
estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en
apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no
desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando
en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús,
para que también la vida de Jesús se manifieste en
nuestros cuerpos. Porque nosotros que vivimos, siempre
estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que
también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne
mortal…”
2 Corintios 4:7 al 11

“…Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida


con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se
manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados
con él en gloria…”
Colosenses 3:3 y 4

Algunas Características del Antiguo Pacto que finalizó


con la muerte y resurrección de Cristo.

1. El antiguo pacto tenía faltas

97
“...Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto,
ciertamente no se hubiera procurado lugar para el
segundo...”
Hebreos 8:7

2. Nada perfeccionó el antiguo pacto

“... (Pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de


una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios...”
Hebreos 7:19

3. Era débil e improductivo

“...Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a


causa de su debilidad e ineficacia...”
Hebreos 7:18

“...Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era


débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza
de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al
pecado en la carne...”
Romanos 8: 3

El antiguo pacto era letra muerta, sin capacidad de dar


vida espiritual

“...el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un


nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la
letra mata, más el espíritu vivifica…”
2 Corintios 3: 6

98
2. El antiguo pacto solo cubría o tapaba el pecado, no lo
quitaba.

“Porque la sangre de los toros de los machos cabríos no


puede quitar los pecados”.
Hebreos 10:4

3. El antiguo pacto era envejecido y listo a desaparecer

“...Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y


lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a
desaparecer...”
Hebreos 8: 13

4. El antiguo pacto solo exige que hagamos el bien, pero


no nos da el poder para hacerlo

“...ya que por las obras de la ley ningún ser humano será
justificado delante de él; porque por medio de la ley es el
conocimiento del pecado...”
Romanos 3:20

5. La ley no es de fe

“...Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas,


los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo
Jehová...”
Levíticos 18:5

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“...y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas
cosas vivirá por ellas...”
Gálatas 3:12

“...Pero al que obra, no se le cuenta el salario como


gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en
aquel que justifica al impío, su fe le es contada por
justicia...”
Romanos 4:4 y 5

Algunas Características del Nuevo Pacto

1. El nuevo pacto es mejor

“...Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto,


ciertamente no se hubiera procurado lugar para el
segundo...”
Hebreos 8:7

2. Está establecido sobre una promesa mejor

“...Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es


mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores
promesas...”
Hebreos 8:6

3. No está escrito en la piedra, sino en el corazón

“...Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros


corazones, conocidas y leídas por todos los

100
hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo
expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el
Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en
tablas de carne del corazón...”
2 Corintios 3:2 y 3

4. Dios pone su ley en nuestra mente y la escribe en


nuestro corazón

“...Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de


Israel, después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis
leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré;
y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo...”
Hebreos 8:10

5. Somos sus hijos por medio de la ley de vida

“...Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me


ha librado de la ley del pecado y de la muerte...”
Romanos 8:2

101
Capítulo siete

LA LEGALIDAD DEL
NUEVO PACTO

“Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los


gentiles en cuanto a la carne, erais llamados
incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con
mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo,
alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de
la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero
ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo
estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre
de Cristo.”
Efesios 2:11 al 13

Osvaldo Rebolleda: Los apóstoles del primer siglo,


tuvieron que lidiar con una Iglesia compuesta por judíos,
cargados de estructuras, tradiciones religiosas, y culturales, a
la vez que también tuvieron que hacerlo con gentiles,
formados a través del paganismo, así como por diferentes
culturas, que nada tenían que ver con las Escrituras, ni con el
conocimiento del Dios verdadero. En ese contexto, Pablo
escribió estas palabras, no solo para ubicar a los judíos en la
gracia, sino también para dejarles en claro a todos los

102
gentiles, entre los cuales debemos incluirnos, que antes de
Cristo, no teníamos Dios, ni teníamos pacto.

Es muy curioso que los cristianos no judíos, recibidos


en el evangelio a través de la Gracia, después de un tiempo
de practicar la fe, llegamos a creer en nuestro corazón, que
tenemos un Antiguo Pacto. No sé por qué motivo
permitimos, que nuestra conciencia llegue a considerar un
pasado judío que nunca tuvimos y que lo queremos vivir
como nuestro.

Es cierto que Jesús fue un hombre judío, que todos los


pactos fueron una sombra de lo que vendría en Él, y que el
pacto con Abraham, fue la plataforma para Su encarnación,
pero encontrar cristianos, venidos del paganismo, tratando de
judaizar, o buscando sus raíces judías, es absurdo. El Nuevo
Pacto, no está fundamentado en Israel, sino en Jesucristo. Él
es el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin (Apocalipsis 1:8).

Yo entiendo que, al ser instruidos bíblicamente,


llegamos a pensar que los personajes de la Biblia y sobre todo
el pueblo de Israel, son el fundamento de nuestra fe, pero no
es verdad. El único fundamento de todo en el Nuevo Pacto es
Jesucristo. La Iglesia no es la Israel espiritual, sino la nación
Santa, con ciudadanía en la Jerusalén de arriba, no en la de
abajo.

Con esto, no estoy diciendo que está mal viajar a


Jerusalén y sacarse fotos en sus históricas calles, pero pararse
frente al muro de los lamentos y poner un papelito con

103
peticiones a Dios, es un acto que evidencia una falta de
entendimiento total. Está bien que los judíos oren a Dios
frente a la única pared que les quedó del templo, y añoren una
reconstrucción del mismo, pero que lo hagamos nosotros, que
estamos posicionados en Cristo, y que sabemos que somos la
morada de Dios en el Nuevo Pacto, es un acto de ignorancia
absoluta.

Ahora bien, antes de que alguien se me enoje, debo


aclarar que, al vivir en Cristo, las Escrituras, los diferentes
pactos, Israel y la ciudad de Jerusalén, sostienen un
ineludible vínculo con nosotros. Y está bien, yo jamás
renegaría de tal cosa. Cualquiera que piense de mí algo como
eso, lejos estará de la verdad que hay en mi corazón. Yo amo
las Escrituras, amo a los hombres y mujeres de fe, y amo a
toda la nación de Israel, por todas las enseñanzas que he
recibido de ellos, pero en el centro de mi corazón, solo está
entronado el Señor.

El Nuevo Pacto es la vida que nos alcanza por Gracia.


Sin la comprensión de la Gracia, nunca lograremos acceder a
las profundidades del Pacto. No es el relato de la historia,
sino el presente constante el que nos alcanzó. La Gracia no
puede ser alcanzada, ni merecida, porque automáticamente
dejaría de ser Gracia. Ella es la que viene sobre nosotros, no
podemos elegirla levantando la mano, ni haciendo una
oración.

La Gracia es lo que Dios nos da sin que se la pidamos,


y sin que la merezcamos. Si Dios requiriera algo de nosotros,

104
esto llevaría implícito doctrinas, y demandas, pero esa no es
la esencia de la Gracia. La Gracia se manifiesta cuando Dios
nos da algo, o hace algo por nosotros en nuestra incapacidad
de merecerlo. Esto incluye nuestra competencia ante los
alcances del Pacto.

En la Ley dada a Moisés, encontramos las demandas


de Dios, pero no vemos la Gracia y la Verdad, operando en
favor de los demandados. En el Nuevo Pacto, las demandas
no han cesado, pero la Gracia y la Verdad, nos otorgan el
querer como el hacer por Su buena voluntad (Filipenses
2:13). Cómo dijo el apóstol Juan: “La Ley, por medio de
Moisés fue dada, pero la Gracia y la Verdad vinieron por
medio de Jesucristo…” (Juan 1:17), esto nos traslada del
legalismo a la legalidad.

La Gracia del Señor, no anula Su legalidad, por el


contrario, la deja bien en claro. Cuando un cristiano no
comprende la Gracia, cree que el perdón fue gratis, pero la
revelación de la Gracia está fundamentada en la cruz del
Calvario, no en la simple expresión de un deseo. Dios se hizo
hombre y murió por los hombres, esa es una Gracia
extraordinaria que no elude la justicia.

Podemos entender que Dios, es un Dios de Gracia y


que todo lo otorga por un inigualable sentimiento de amor
hacia nosotros. Ante ese amor, podemos elegir la obediencia
a Su voluntad, pero el gran peligro de eso, es que podemos
tener una actitud de sumisión basada en sentimientos y no en

105
legalidad, y los sentimientos humanos pueden convertirse en
los peores enemigos del Pacto.

Créanme que, en la Iglesia de hoy, estamos pagando


un alto costo, por causa de la enseñanza basada en lo
sentimental y lo emocional. Esto ha puesto un gran velo que
impide la comprensión del carácter legal de Dios y de Su
Pacto. Mezclar las emociones en donde se requiere
responsabilidad y compromiso, ha sido uno de los errores
más costosos para la expansión del Reino. Nadie puede ser
un ministro competente de un pacto, basando sus acciones
solo en los sentimientos de su corazón.

Alguien enseñó alguna vez: “Si ustedes aman a Dios y


reconocen todo lo que hizo para salvarlos, deben servirlo sin
reservas…” Eso parece correcto, pero jamás deben ser los
sentimientos los que fundamenten un servicio. La verdad
revelada es que Jesucristo es el Señor (Hechos 2:36), y
porque hemos muerto, y nuestra vida está escondida con
Cristo en Dios(Colosenses 3:3), eso es más que suficiente
para que debamos servirle y punto. No hay otra opción, no
hay nada fuera de Él para nosotros.

Cuando un cristiano deja de congregarse y se aparta de


sus hermanos, no es porque no ame a Dios. En realidad, es
porque diferentes motivos externos, pueden hacer que su
amor se enfríe, y simplemente no se le ha revelado la
legalidad del Pacto. Cuando alguien se mueve por
sentimientos puede apartarse. Cuando alguien se mueve por
legalismo, difícilmente lo haga, porque tiene miedo, pero

106
cuando alguien se mueve por revelación de la legalidad del
Pacto, no se puede apartar, porque su esencia simplemente
hace imposible tal cosa.

Cuando yo era más jovencito, tenía un cuerpo más


atlético, más vigoroso y era más lindo. Puedo incluso sufrir
el desencanto al verme frente al espejo, pero lo que no puedo
hacer, es apartarme de mí mismo. La expresión de la vida en
el cuerpo, no se produce por sentimientos, ni por el ejercicio
del legalismo, simplemente es revelación de vida. Hay un
solo medio legal para la expresión de la vida de Dios en esta
tierra, y es el cuerpo de Cristo.

Nosotros, somos parte de Su cuerpo y de Su vida, o no


tenemos nada que ver con Dios. Somos en Cristo o no somos
cristianos, no hay otra pretensión posible para los rebeldes.
Nosotros en Él vivimos y en Él nos movemos (Hechos
17:28), somos miembros de Su cuerpo (Romanos 12:5),
somos uno con Él (1 Corintios 6:17), no podemos apartarnos
de nosotros mismos, porque no hay vida fuera del cuerpo. Si
todos los cristianos entendieran esto, nadie osaría apartarse
de la Iglesia, tan solo porque no existe esa posibilidad para
un verdadero hijo de Dios.

La revelación de la legalidad del Nuevo Pacto, termina


regulando el terreno de nuestras emociones, sujetándolas a
las normas legales de Dios, en las cuales no solo hallaremos
la plenitud de Su Gracia, sino la competencia para la fe, la
realización personal y la verdadera felicidad. El alcance del
Nuevo Pacto no es emocional, pero tampoco es frío, porque

107
el amor de Dios, no es como el nuestro. Su amor es con
propósito, pero es amor y es perfecto (1 Corintios 13).

La Biblia nos dice que Dios es Juez, que el Hijo es


abogado, que Su Palabra es la Ley y que el Espíritu Santo es
el paracleto que nos acompaña vivificando la verdad. El
Reino funciona en legalidad y es extraordinario que sea así,
porque un Pacto sin legalidad, nunca será completamente
efectivo.

Lo que quiero señalar, es que la legalidad del Reino no


excluye al amor, quién así piense, no conoce el verdadero
amor. La Biblia dice: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mateo
22:37). No dice: “Trata de sentir amor por el Señor, con todo
tu ser…”Esto es porque el verdadero amor es un mandato, y
tiene más que ver con lo legal, que con los imperfectos
sentimientos humanos.

Todos los seres humanos decimos amar algo, o amar a


alguien, porque funcionamos a través de emociones y
sentimientos. Pero el amor verdadero, es mucho más que eso.
Es la esencia de Dios, impartida por el alcance del Nuevo
Pacto. “Dios es amor” (1 Juan 4:8), y si vivimos en Él,
tenemos derecho a Su amor. Ese es el alcance, por eso
también llega Su demanda. En este Nuevo Pacto, el Padre
jamás demanda algo si primero no lo otorga en Cristo,
simplemente porque nada recibe fuera de Él.
El Señor también le había ordenado lo mismo a Israel,
por medio de Moisés (Deuteronomio 6:5), el problema es

108
que, en ese pacto, Dios descendía sobre el monte, sobre el
tabernáculo o sobre el templo, pero no se impartió en el
corazón de nadie. Es por eso, que los judíos procuraban
amarlo con todo el corazón, con toda la mente y con todas
sus fuerzas, sin embargo, ninguna de esas buenas intenciones
logró perdurar en el tiempo. Los sentimientos humanos no
pudieron ser fundamentos sólidos, y jamás lo serán en este
Nuevo Pacto. No importa cuánto digamos amarlo, no
debemos confiar en nosotros mismos. Nuestra confianza solo
debe estar en Cristo y en Su perfecto amor.

Las permanentes infidelidades de Israel, no son


criticables. Son el contraste sobre el cual, puede revelarse
claramente la Gracia del Nuevo Pacto. La incapacidad
humana después del pecado, no generó frustración en Dios.
Él nunca tuvo expectativas en los hombres, sino en un
Hombre que todavía no había nacido. En el antiguo Pacto,
Dios no estaba probando a los hombres para ver si
funcionaban, estaba tratando de demostrarnos a todos, lo
incapaces que somos.

La legalidad del Nuevo Pacto, nos sostiene en la


certeza, de ver una Iglesia efectiva y gobernante. La Gracia
de Dios, nos metió en el Hijo, y el Hijo es el nuevo hombre,
y en él estamos completos. El único capaz de consumar
propósito, en la perfecta voluntad del Padre. Eso es glorioso,
porque la legalidad del Nuevo Pacto, nos sostiene en el Hijo
y en Él, tenemos todo lo que necesitamos para manifestar el
Reino.

109
El Nuevo Pacto, no puede no funcionar, porque no es
un negocio nuestro, sino del Padre (Lucas 2:49). El alcance
del Nuevo Pacto, no termina en la solución de nuestros
problemas domésticos, sino en la solución de los problemas
universales de la creación.

Una de las expresiones más perversas que revelan la


falta de entendimiento, ante la legalidad del Nuevo Pacto, es
“Pastor, yo no siento que tenga que hacer tal o cual cosa…”
El Reino no funciona por sentimientos humanos, funciona
por legalidad, y si no se nos revela esto, solo terminaremos
evidenciando la incompetencia de nuestra limitada
humanidad.

Cuando Pablo enseñó, que somos ministros


competentes del Nuevo Pacto, también aclaró que esa
competencia proviene de Dios, no de nosotros. La humildad,
la dependencia absoluta y la revelación de la Gracia, es lo que
nos permitirá resplandecer como luminares en el mundo
(Filipenses 2:15). La religión no alumbra, pero la vida del
Nuevo Pacto sí, porque puede expresar a Cristo.

La gran virtud de Jesús, fue su humildad para caminar


en obediencia absoluta. Él dijo: “Aprended de mí, que soy
manso y humilde de corazón…” (Mateo 11:29). En el
Nuevo Pacto, la legalidad está vinculada a la revelación, no
a los estados del ánimo. Mansedumbre y humildad no son
buenas intenciones, son la esencia de Cristo para caminar en
legalidad. Eso no podemos generarlo con nuestras propias

110
fuerzas, pero podemos recibirlo cuando comprendemos los
alcances del Pacto.

La religión demanda, pero la Gracia otorga. El


legalismo impone, pero la legalidad fundamenta las virtudes
del Pacto. Para que Jesús pudiera hacerse acreedor de todo lo
que el Padre había anticipado para Él, le hizo falta algo más
que ser Hijo de Dios, tuvo que funcionar en la revelación, de
que lo escrito eran decretos espirituales de un Juez justo, y no
las declaraciones de un Padre emocionado.

Hay gente que puede estar toda la vida trabajando para


Dios y nunca disfrutar de los alcances del Pacto. No somos
hijos herederos por lástima, ni por sentimientos, ni por simple
bondad divina. Somos hijos herederos porque hubo una
gestión legal que nos introdujo al Pacto. Nadie puede
reclamar una herencia sino figura en el testamento, pero por
otra parte, si su nombre está ahí, nadie debería ignorarlo.

“A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Más a todos


los que le recibieron, a los que creen en Su nombre, les
dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son
engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de
voluntad de varón, sino de Dios”.
Juan 1:11 al 13

Los suyos tenían todo escrito, pero no recibieron nada.


El gran problema que sufrieron fue la religión, porque
vivieron legalismo sin revelación. Jesús les dijo: “¡Ay de
vosotros, intérpretes de la ley!, porque habéis quitado la

111
llave del conocimiento; vosotros mismos no entrasteis, y a
los que estaban entrando se lo impedisteis…” (Lucas
11:52). Las puertas no se abren por expresar sentimientos,
sino por poseer la llave.

Jesús también le dijo al maestro Nicodemo que si


quería ver el Reino o entrar en él, tenía que nacer de nuevo
(Juan 3), porque al Nuevo Pacto se entra por vida, no por
levantar la mano haciendo una oración. Los que son nacidos
de Dios tienen derecho a la herencia (Gálatas 4:7), eso no es
decisión humana, sino Gracia divina.

“Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo


eres Tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por
herencia las naciones, y como posesión tuya los confines
de la tierra”.
Salmos 2:7 y 8

Si llegamos a comprender los alcances del Pacto,


podemos entrar en plenitud de vida. Jesús no avanzó
deseando ser favorecido, lo hizo porque legalmente, tenía
todo el derecho. Él no resucitó por los sentimientos del Padre,
sino por la legalidad de sus acciones. No es que la muerte no
lo quiso retener, sino que no pudo hacerlo. Ese es el alcance
del Nuevo Pacto y el fundamento de nuestra esperanza.
La resurrección de Jesús es nuestra garantía legal. No
se trata de deseos, sino de Pacto. Cuando alguien enseña que
la salvación está en manos de los hombres, es porque no ha
entendido el Pacto. La salvación es un milagro, y es algo
sobrenatural, los hombres no estamos en condiciones de

112
generarla y mucho menos sostenerla. Los derechos de la vida
en Cristo, nada tienen que ver con liturgias de culto. La
revelación es la llave que abre los tesoros, y ese solo es un
derecho de los hijos.

Cuando yo fui un joven adolescente, recibí la llave de


la casa de mis padres, eso representaba confianza y
responsabilidad, pero fundamentalmente fue la expresión de
un derecho de hijo. Es cierto que la madurez fue clave para
recibir las llaves, pero mis padres nunca pensaron en la
posibilidad de darles las llaves a los hijos del vecino.

Si Nicodemo logró entrar, fue porque nació, no porque


fue maestro de la Ley. Si nosotros entramos al Pacto, fue por
vida, y eso nos da los derechos de hijos. Esa es la legalidad
del Pacto y el tamaño de su alcance. Es por esto, que madurez
debe ser nuestro objetivo en la Iglesia.

Los dones ministeriales, no fueron establecidos para


educar pecadores, sino para madurar renacidos. Cuando el
apóstol Pablo menciona el perfeccionamiento de los santos,
se está refiriendo a la madurez espiritual (Efesios 4:11 al 13).
Esto es clave, porque los niños no comprenden el verdadero
alcance de sus derechos.

Cuando Jesús era niño, dijo estar en los negocios del


Padre (Lucas 2:49), pero en realidad, solo estaba discutiendo
con los religiosos. Sin embargo, cuando creció, el que le dio
la llave fue el Padre, al reconocerlo públicamente (Mateo
3:17). A partir de entonces, ya no discutió con los que no

113
podían ver, sino que caminó en legalidad, sin importar lo que
ellos opinaran de Él.

Así mismo, cuando Jesús nació, los magos del oriente


dijeron que había nacido un rey, pero cuando creció
desarrolló propósito y se sentó en el Trono. La legalidad está
en la esencia, eso no puede cambiarlo nadie, pero el disfrute
de los derechos, viene por la madurez, porque solo los
maduros pueden comprender los alcances del Nuevo Pacto.

“Lo que quiero decir es esto: Mientras el hijo es menor de


edad, es igual a cualquier esclavo de la familia y depende
de las personas que lo cuidan y le enseñan, hasta el día en
que su padre le entrega sus propiedades y lo hace dueño
de todo…”
“Ahora, como ustedes son sus hijos, Dios ha enviado el
Espíritu de su Hijo a vivir en ustedes. Por eso, cuando
oramos a Dios, el Espíritu nos permite llamarlo: «Papá,
querido Papá». Ustedes ya no son como los esclavos de
cualquier familia, sino que son hijos de Dios. Y como son
sus hijos, gracias a Él tienen derecho a sus riquezas”.
Gálatas 4:1 y 6 al 7 VLS

Madurez espiritual, es desarrollo de vida. Eso produce


entendimiento y permite gobierno. Cuando no se administra
la Iglesia con legalidad, a causa de no entender los alcances
del Pacto, entonces se procurará su administración a través
del legalismo. Es decir, cuando un líder intimida, amenaza y
manipula, es porque perdió las llaves y está tratando de
utilizar herramientas humanas.

114
Cuando alguien enseña, que adquirir derechos es el
resultado de algunas acciones, y que conseguir algo es el
resultado del ayuno y la oración, es porque no comprende los
alcances del Pacto. Esto no implica que no debemos hacer
estas cosas, pero lo que hacemos debe ser el resultado de lo
que somos y nunca al revés.

Nosotros no nos portamos bien para ser santos, somos


santos y por eso damos fruto. Nosotros no hacemos obras
para tener fe, sino porque la tenemos. La Iglesia no debe
funcionar para ser, sino porque es. La Iglesia no debe
gestionar para tener, sino porque tiene. La legalidad nos
posiciona en Cristo. Nada debemos procurar, que no
hayamos recibido en Él.

Jesús dijo: “Consumado es…” (Juan 19:30), Esa


declaración es nuestro punto de partida, no nuestra meta. Si
logramos comprender el alcance del Nuevo Pacto y la
legalidad del mismo, vamos a recuperar el sentido de que la
fe viene por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios(Romanos
10:17).

Cuando Pablo escribió que en el evangelio la justicia


de Dios se revela por fe y para fe (Romanos 1:17), es porque
en el Pacto hay legalidad. La fe no es el resultado de la
emoción de personas buenas que le creen a Dios. Es el
resultado de un acto de justicia. Eso nada tiene que ver con
sentimientos, sino con la esencia de una vida de Luz.

115
Según desarrollemos la capacidad de entender el Pacto
al cual Dios nos ha sujetado, proporcionalmente
desarrollaremos la capacidad de gobernar espiritualmente. El
Reino no se manifiesta por las acciones de gente buena, sino
por el fruto de gente a la que se le reveló la vida.

Si queremos ser aprobados por Dios debemos tener la


capacidad de guardar el Pacto en las virtudes de Cristo. Eso
solo puede realizarse cuando hay revelación de la legalidad
en Su vida. Debemos recuperar la enseñanza del Nuevo
Pacto, porque solo su dinámica espiritual, permitirá en la
Iglesia de los últimos tiempos, la verdadera expresión del
Nuevo hombre.

“Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha


libertado de la ley del pecado y de la muerte. Pues lo que
la ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la
carne, Dios {lo hizo}: enviando a Su propio Hijo en
semejanza de carne de pecado y {como ofrenda} por el
pecado, condenó al pecado en la carne, para que el
requisito de la ley se cumpliera en nosotros, que no
andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”.
Romanos 8:2-4

116
Capítulo ocho

LA BENDICIÓN DEL
NUEVO PACTO

“De igual manera, después que hubo cenado, tomo la


copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre,
que por vosotros se derrama”.
Lucas 22:20

Rodolfo Arnedo:

Este pasaje a menudo se lee para presentar la Santa


Cena. Se trata de un nuevo pacto. ¿Qué significan las
palabras "nuevo pacto"? Celebramos cada semana un nuevo
pacto que es la verdad más formidable y transformadora de
nuestra vida cotidiana.

Nos regocijamos cuando entendemos algo. Raramente,


la alegría ocurre así, de un segundo a otro, sin razón. El gozo
se despierta por buenas noticias, una mirada de fe o una
circunstancia feliz.

117
El nuevo pacto es la buena noticia, la circunstancia
feliz que Jesús nos invita a vivir constantemente, en nuestro
corazón y en la congregación. En la primera iglesia, esta
verdad estaba tan presente que partían el pan en las casas
todos los días. Todos los días bebían la copa juntos,
celebrando esta nueva y extraordinaria alianza hecha entre
Jesús y el Padre. Un pacto que cambia nuestras vidas, desde
nuestra entrada en la salvación hasta nuestro último aliento.

“El camino de los justos es como la luz de un nuevo día:


va en aumento hasta brillar en todo su esplendor”.
Proverbios 4:18

Esta experiencia se hace posible para cada uno de


nosotros. Yo siempre enseño que debemos recordar con
frecuencia y desde la revelación todo lo que el Nuevo Pacto
produce en cada uno de nosotros. La verdad nos hace libres
(Juan 8:36), y produce santidad (Efesios 4:24). El deseo de
pecar es quitado de nuestro corazón. No es solo una doctrina.
La verdad es una persona activa: Jesucristo.

¡Jesucristo es nuestro héroe, nuestro Señor, nuestro


libertador y nuestro gran Salvador! ¡Dios hace maravillas por
los hijos del hombre!

El nuevo mandato inaugurado por Jesucristo cancela el


antiguo mandato.

“Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa


de su debilidad e ineficacia. (Pues nada perfeccionó la ley),

118
y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual
nos acercamos a Dios”.
Hebreos 7:18 y 19

“Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor Pacto”.


Hebreos 7:22

La antigua ley que fue dada para el pueblo de Israel ha


sido abolida. Lo leíste bien: abolida. La ley de Moisés, que
cualquier cristiano no enseñado o mal enseñado intenta
seguir recurriendo a sus propios recursos, ha sido abolida.
(Caducada – sin efecto).

Según el diccionario español: se conoce como abrogar


la abolición o la revocación de una ley, código, reglamento o
cualquier otra disposición legal que ya ha caducado y no está
en vigencia... Como tal, es un término que guarda íntima
relación con el ámbito legal ya que consiste en dejar
totalmente sin efecto una práctica, hábito o costumbre de algo
a través de un precepto legal nuevo.

No son las reglas en sí mismas las que han sido


abolidas, sino la forma en que nos sometimos a ellas: por
temor al castigo o por amor a la recompensa, y a través de
nuestro propio esfuerzo.

Esta forma de obedecer, que consiste en recibir un


mandamiento de Dios y luego tratar de obedecerlo con todos
sus esfuerzos y capacidades personales para ganarse el favor
o la aceptación del Señor, ha sido obsoleta y caducada.

119
La obediencia siempre es necesaria, pero solo es
posible a través de la motivación correcta que es el amor.
Cuando nos sentimos amados por Dios, nace el deseo interno
de retribuir ese amor por medio de la obediencia. Esto es para
aquellos que comprenden el poder del nuevo pacto y anhelan
vivir el gran mandamiento, y saludan a su Salvador Jesucristo
con gritos de triunfo. Recuerda: “Jesucristo lo ha logrado”.

¡Consumado es! ¡Hecho está!

Él nos garantiza el éxito de este nuevo pacto que ha


sustituido al antiguo, el de los mandamientos externos
ofrecidos a nuestra capacidad de obediencia humana, es
decir, una capacidad cercana a cero. ¿No están convencidos?
Lean esto:

“Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto,


ciertamente no se hubiera procurado lugar para el
segundo”.
Hebreos 8:7

El primer pacto fue reemplazado por un segundo


porque tenía un defecto. Apeló a nuestras habilidades y
esfuerzos humanos para vivir la vida que Dios demandaba.
Lo fue imposible que hombre alguno lo pudiera cumplir. Lo
que lo hizo inútil y débil nos dice:

“Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa


de su debilidad e ineficacia. (Pues nada perfeccionó la ley),

120
y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual
nos acercamos a Dios”.
Hebreos 7:18 y 19

Ahora, no se equivoquen, Dios hizo todo a propósito.


El propósito de este primer pacto era llevarnos a tomar
conciencia de nuestra incapacidad total para seguir a Dios y
volvernos a un Salvador que haría una obra perfecta en
nosotros.

Su objetivo era encerrar a todos los hombres por igual


en desobediencia, ya que nadie podía hacer perfectamente la
voluntad de Dios debido a la debilidad de la carne. Y el
objetivo era derramar gracia, tener igual compasión para
todos y obligarnos a volvernos resueltamente a Jesucristo.
¿Aún no estás convencido? Así que vamos a leer esto:

“Porque Dios sujetó a todos por igual a la desobediencia


con el fin de tener por igual compasión de todos. ¡Qué
profundas son las riquezas de Dios, y su sabiduría y
entendimiento! Nadie puede explicar sus decisiones ni
llegar a comprender sus caminos. Pues, “¿quién conoce la
mente del Señor? ¿Quién podrá aconsejarle? ¿Quién le ha
dado algo antes, para luego exigirle que lo devuelva?”.
Porque todas las cosas vienen de Dios, y existen por él y
para él. ¡Gloria para siempre a Dios! Amén”.
Romanos 11:32 al 35

No podemos dar algo a Dios, ni siquiera lo mejor de


nosotros, con la esperanza de recibir a cambio un pago o una

121
recompensa. Esta mentalidad es una yo puedo producirlo, yo
puedo hacerlo, de orgullo humano, y la idea es que nadie se
gloríe en Su presencia. Si das lo mejor de ti, es por amor, sin
siquiera concebir la idea de un retorno.

La obediencia a todos los mandamientos es imposible


sin la acción del Salvador viviendo, gobernando y actuando
en nosotros por medio del Espíritu Santo. Si aún no lo has
leído y/o no lo has entendido, y si no estás tratando de
equivocarte con el razonamiento falso de yo lo voy a lograr,
lo has experimentado y lo experimentas todos los días.

“Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro


Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la
sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena
para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo
que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea
la gloria por los siglos de los siglos. Amén”.
Hebreos 13:20 y 21

El Antiguo Pacto:

Entonces el Señor os habló de en medio del fuego y


oísteis sus palabras; pero, aparte de oír su voz, no visteis
ninguna figura. El Señor os dio a conocer su pacto, que eran
diez mandamientos que escribió en dos tablas de piedra y que
os ordenó poner en práctica. A mí me ordenó que os enseñara
las leyes y decretos que habéis de cumplir en la tierra que
vais a ocupar (Deuteronomio 4:12 al 14).

122
“En este día os doy a elegir entre bendición y maldición.
Bendición, si obedecéis los mandamientos del Señor
vuestro Dios, que hoy os he ordenado. Maldición, si, por
seguir a dioses desconocidos, desobedecéis los
mandamientos del Señor vuestro Dios y os apartáis del
camino que hoy os he ordenado”.
Deuteronomio 11:26 y 27

- Dios da mandamientos
- Nos pide que obedezcamos a Todos sus mandamientos, y si
lo hacemos, somos bendecidos.
- Si no lo hacemos, se nos rechaza porque también está
escrito:

“Quienes ponen su confianza en la ley de Moisés están


bajo maldición, porque la Escritura dice: Maldito sea el
que no cumpla fielmente todo lo que está escrito en el
libro de la ley”.
Gálatas 3:10

- Es el antiguo pacto. Hay un contrato. Estoy haciendo mi


parte, Dios está haciendo la suya. Si uno de ellos rompe el
contrato, la alianza se rompe.

Y el primer pacto se rompió hace mucho tiempo,


porque Dios no encontró uno justo, ni uno. Todos han
desobedecido y son privados de la gloria de Dios. Todos los
hombres se estrellaron con la ley, Dios entonces inauguró un
pacto mejor, más excelente, basado en mejores promesas.

123
“Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es
mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores
promesas”.
Hebreos 8:6

Ya David, el rey David, proféticamente, anunció este


nuevo pacto extraordinario que comienza a actuar con poder
en nosotros, tan pronto como lo entendemos y lo adoptamos
como una forma diaria de vida para apretarlo en nuestro
corazón. David dijo:

“Por eso mi descendencia está firme en Dios, pues él hizo


conmigo un pacto eterno, totalmente ordenado y seguro.
Él me da la victoria y hace que se cumplan todos mis
deseos”.
2 Samuel 23:2

Jesús es la semilla de la nueva vida, y nuestra salvación


brota de Él y florece a través de Él. La salvación no se trata
solo de ir al cielo; es la transformación perfecta de nuestra
alma, cuerpo y espíritu, a la imagen de Jesús. (1 de
Tesalonicenses 5: 23 y 24)
La salvación completa es la capacidad de obedecer al
Padre, de complacer al Padre, movidos e impulsados por la
vida imperecedera de Aquel que vive en nosotros y produce
en nosotros sus sentimientos, sus deseos, su amor, su alegría,
su sabiduría, su fuerza. No es conducta externa y reprimida,
es vida espiritual interior.

124
Solo en esta condición, si esperamos todo de Él y nos
apoyamos en Él, incluso en nuestros deseos, porque cada
hombre es impulsado primero por sus deseos.

“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en


Cristo Jesús”.
Filipenses 2:5

“Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer


como el hacer, por su buena voluntad”.
Filipenses 2:13

Tener los sentimientos (el sentir) que están en


Jesucristo es un mandamiento. ¿Quién puede llevarlo a la
práctica? En primer lugar, nadie puede desencadenar
sentimientos profundos por mandato. Y menos aún podemos
adoptar los sentimientos de otra persona, y mucho menos los
de Jesucristo. ¡Y sin embargo, es un mandamiento!

Debe entenderse que los mandamientos en el Nuevo


Pacto se convierten en promesas. En el Nuevo Pacto, lo que
Dios exige, Él mismo lo provee. Esto es lo que Jesús es: Él
es la semilla, y eso es lo que está brotando en ti, si lo esperas.

El Espíritu Santo nos va transformando cada día


conforme a la imagen de Su Hijo. Debemos dejar de tratar de
encontrar energías en nosotros mismos para complacer a
Dios. Debemos dejar de luchar con nuestras fuerzas para
mejorarnos a nosotros mismos.

125
Debemos reconocer de una vez por todas que nuestra
carne no tiene arreglo y debe ir a la cruz para morir. No
debemos presentarnos ante Dios con nuestros propios
méritos o esfuerzos, pues eso es lo que hacen los religiosos
que luego se vuelven criticones, juzgadores y reprimidos.

No podemos agradar a Dios con nuestras propias


fuerzas. Pero viviendo en Cristo, todo se hace posible. Así es
el Nuevo Pacto. El Señor mismo, nos transmite Sus deseos,
y nos da la capacidad de complacerlo. En eso Jesús es tu
Salvador perfecto.

“Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo


vuestro ser espíritu, alma, y cuerpo, sea guardado
irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
Fiel es el que os llama el cual también lo hará”.
1 Tesalonicenses 5:23 y 24

“Más el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria


eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco
de tiempo, el mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y
establezca”.
1 de Pedro 5:10

“Y aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y


presentaros sin mancha delante de su gloria con gran
alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria
y majestad, imperio y potencia, ahora por todos los siglos.
Amén”.
Judas 1: 24 y 25

126
“Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro
Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la
sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena
para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo
que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea
la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Hebreos 13:20 y 21

Después de cada fracaso no debemos decepcionarnos;


es la carne inclinada hacia el mal la que muchas veces nos
hace fallar. Es la misma carne que, al ver nuestro fracaso, nos
mortifica y nos acusa en cada intento fallido de vencer un
pecado.

Frente a toda tentación, cada vez que nos sintamos


tentados o desalentados con nosotros mismos, debemos
recordar que no hay nada sorprendente respecto a nuestros
fallos. Al sentirnos mal, simplemente hemos dejado de
confiar en Él, y tal vez estemos actuando orgullosamente,
apoyándonos solamente en nuestras habilidades.

Es Cristo en nosotros quien debe producir la voluntad.


Trabajar para nuestra salvación inteligentemente consiste en
volver nuestros ojos hacia Aquel que es la fuente de nuestra
vida verdadera. Entonces, la fe se involucra en la obediencia
y nos damos cuenta de que el mismo Dios que nos dio la
voluntad ahora nos hace capaces de realizar con celo y amor
las buenas obras que ha preparado con antelación.

127
Jesucristo, el unigénito de Dios, nacido del Espíritu de
Dios y de la virgen María, fue un hombre verdaderamente
hombre, débil como cada uno de nosotros en su humanidad.
Sin embargo, fue fuerte por el poder del Espíritu de Dios que
estaba en Él, y aunque vivió en una carne similar a la nuestra,
nunca pecó.

El Hijo de Dios, en el cuerpo de un hombre que vivió


sin pecado, se convirtió en el primero de una nueva
humanidad. Conquistó el poder del pecado en el cuerpo de
un hombre. Hoy, por medio del Nuevo Pacto y a través del
Espíritu Santo, Jesucristo puede hacer en nosotros y a través
de nosotros lo que hizo en su propio cuerpo humano.

Él nos otorga la autoridad y el poder para vencer el


pecado, amar a Dios con toda nuestra fuerza, con toda nuestra
alma y pensamiento, y vivir en la tierra la vida del Reino de
los Cielos. La única condición de esta nueva alianza es
esperar en Él y solamente en Él, para que haga en nosotros lo
que es agradable delante del Padre a través de Su poder.

“Por tanto teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó


los cielos, Jesús el hijo de Dios, retengamos nuestra
profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no
pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que
fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin
pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de
la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para
el oportuno socorro”.
Hebreos 4: 14 al 16

128
“Más el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a
mi alma”.
Hebreos 10:38

Nuestros corazones fueron circuncidados, el día en que


Cristo viene a vivir en ellos.

“En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no


hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso
carnal, en la circuncisión de Cristo sepultados con él en el
bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él,
mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los
muertos”.
Colosenses 2:11 y 12

Nuestro corazón (el ser interior) se sometió, con


nuestro acuerdo marcado por nuestra fe, arrepentimiento y
bautismo, a una operación quirúrgica, como un trasplante que
sólo el Espíritu Santo podía realizar. Nuestro nuevo corazón
comienza a amar a Dios, no sólo sentimentalmente, sino con
un ardiente y profundo deseo de complacerle en todo.

Es en este nuevo corazón donde se crea la voluntad.


Por supuesto, hay otros deseos que a veces vienen a cubrir y
oponerse a esta voluntad creada por Dios: el deseo de nuestra
carne y de nuestra vida natural, todavía presentes en nuestra
alma y en nuestro cuerpo. Sabemos que nuestros cuerpos
contendrán en sí mismos, hasta el final de nuestra vida
terrenal, el principio del pecado.

129
“Digo pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los
deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra
el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se
oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”.
Gálatas 5:16 y 17

Pero no seamos engañados por esta capa superficial de


nuestra alma, porque la verdad es que en el fondo y en
verdad, en verdad, amamos a Dios:

“Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios


ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu
Santo que nos fue dado”.
Romanos 5:5

Y este amor se traduce en un deseo convincente de


complacerle, de hacer lo que Dios quiere que hagamos.
Entonces, sentimos mucha paz. Es un deseo satisfactorio que
produce plenitud y gozo cuando seguimos la guía del Espíritu
Santo y lo obedecemos. Sin embargo, es un deseo que
también produce frustración y condena cuando no lo
obedecemos. Pero continuamente, el Espíritu nos impulsa a
seguir a Dios.

Siempre, el Espíritu nos inspira a amar a Dios y a


nuestro prójimo, a hacerles bien, a servirles, a perdonarles, a
olvidar sus ofensas y a practicar todo tipo de buenas obras.
El que ama cumple toda la ley.

130
“Porque toda la ley en esta sola palabra de cumple:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Gálatas 5:14

131
Capítulo nueve

LA ACTITUD ANTE EL
NUEVO PACTO

Rodolfo Arnedo:

El Espíritu Santo nos influye constantemente en esta


dirección, muy profundamente dentro de nosotros mismos,
tan suavemente, que a veces preferimos la voluntad de las
voces ruidosas, inquietas y superficiales de nuestra alma
dura, independiente y resentida.

Cuando un deseo se levanta en nosotros, más fuerte


que el del Espíritu de Dios, hay dos maneras de reaccionar.
Una nos lleva al fracaso o a una victoria temporal, la otra, al
triunfo y al gozo profundo y duradero dependiendo de si
operamos en la mentalidad del Antiguo Pacto o en la del
Nuevo Pacto:

Escenarios: Tenemos malos deseos - Nos sentimos


indiferentes a Dios - Continuamente caemos en los mismos
pecados ¿En qué mentalidad abordamos el problema?

La mentalidad del antiguo pacto y sus resultados:

132
- Nos condenaremos a nosotros mismos

- Por sentirnos malos cristianos

- Por tener tan malos deseos

- Por no querer hacer con gozo lo que Dios nos pide.

- Determinaremos sacudirnos y tomar la decisión de derrotar


nuestra carne (¡ah, como si pudiéramos!).

- Nos obligaremos a orar, a obedecer todas las cosas,


haciéndolas aún sin gozo.

- Y el resultado: Será que experimentaremos una vana forma


de operar durante años, para solo terminar viviendo con gran
frustración. Ciertamente, tal vez podamos lograr algo una
vez, o dos veces, pero en la tercera, la naturaleza volverá por
sus deseos y no podremos gobernarla.

- Muchos hermanos pecan, desobedecen y ante la frustración,


se vuelven peor que antes. No comprenden que el papel de la
ley es incitarlos a la desobediencia y demostrar la
incapacidad humana. Adán recibió un solo mandamiento, y
se estrelló contra ese mandamiento, si hubiera recibido más,
seguro que también los habría incumplido.

Bienvenidos a los principios y leyes del antiguo pacto


que funcionaron perfectamente bien. ¿Para qué sirve la ley?

133
- La ley condena, por eso se la llama ministerio de muerte y
de condenación.

“Si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras


fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron
fijar la vista en el rostro de Moisés a causa del resplandor
de su rostro, el cual desaparecería. ¿Cómo no será más
bien con gloria el ministerio del Espíritu? Si el ministerio
de condenación fue con gloria, mucho más abundará en
gloria el ministerio de justificación”.
2 Corintios 3:7 al 9

- La ley produce desobediencia.

“Más el pecado tomando ocasión por el mandamiento,


produjo en mí toda codicia; porque sin la ley el pecado
está muerto. Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero
venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí”.
Romanos 7:8 y 9

- La ley es buena, pero nos hace inútiles debido a la debilidad


de nuestra carne.

“Porque es lo que era imposible para la ley por cuanto era


débil por la carne Dios enviando a su hijo en semejanza de
carne de pecado y a causa del pecado condenó al pecado
en la carne”.
Romanos 8:3

134
- La ley te hace sentir tu encarcelamiento y la necesidad de
un Salvador.

“Pero antes que viniese a la fe, estábamos confinados bajo


la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada,
de manera que la ley ha sido nuestro ayo (Guia, maestro)
para llevarnos a Cristo a fin de que fuésemos justificados
por la fe, pero venida la fe ya no estamos bajo ayo”.
Gálatas 3:23 y 24

La mentalidad del Nuevo Pacto y sus resultados:

- Cuando pecamos, nos humillamos ante el Señor al notar


nuestra rebelión, porque ciertamente lo amamos y no
deseamos ofender Su santidad. Con cada manifestación de
pecado, no importa cuán pequeña sea, nos sentimos
convencidos de nuestro mal.

- Reconocemos y confesamos el principio del pecado que aún


vive en nuestro cuerpo.

- Reconocemos nuestra iniquidad, que es la raíz de todo mal


deseo interno, lo cual nos lleva a caer reiteradamente en un
mismo pecado. Puede que ya no pequemos, pero el deseo de
hacerlo aún perdura en nuestro corazón y podemos
desarraigar eso.

Yo fui adicto al Whisky, hasta que finalmente logré


dejarlo, fue un milagro, porque personalmente no tenía la
fuerza ni la voluntad de hacerlo, Dios mismo me quito las

135
ganas de tomar, pero interiormente aunque ya no tomaba,
estaba la iniquidad escondida en mi corazón mediante el
deseo, solo faltaba que se diera la oportunidad. Dios es fiel,
me guardó y me dio la fuerza para renunciar a ese deseo.

- Presentamos a Dios la promesa de este Pacto sellado por la


Sangre de Cristo y le decimos a Dios que confiamos en Él
para producir en nosotros Su deseo.

- Reconocemos y nos gloriamos en nuestras debilidades para


que se perfeccione en nosotros el poder de Cristo. Porque el
poder de Dios se perfecciona en nuestras debilidades, tal
como lo enseñaba el apóstol Pablo (2 Corintios 12:9).

- A veces confesaremos que aún no tenemos ningún deseo


por las cosas de Dios. La ilusión de nuestra carne pretende
llevarnos muy lejos, pero conocemos la verdad para
sostenernos en Pacto.

- En resumen, podemos llegar a sentir nuestras miserias, pero


debemos esperar en Él, no en nosotros mismos. Él puede
producir un deseo sincero y profundo en nuestro corazón para
hacer Su voluntad. Simplemente, el Dios que hizo este Pacto
tan glorioso no puede mentir, y de una manera u otra, hará un
milagro. Debe hacer este milagro, de lo contrario estaremos
imposibilitados de vivir una vida de Reino.

- Debemos invocar en todo momento Su nombre, y el obrar


del Espíritu Santo.

136
Los religiosos odiarán lo que acabo de describir, les
cae muy mal a su ego, ellos prefieren seguir viviendo en
secreto sus derrotas, aun jactándose de una santidad y de un
amor de apariencia, porque no saben cómo gestionar la vida
espiritual. Viven una vida ficticia. Todo para ellos es externo,
es cosmético, pero seguro se jactan de lo que ellos mismos
transgreden, son reprimidos y juzgan a todo el mundo. Y
pensar que durante mucho tiempo yo actuaba así.

No hay victoria constante, estable y posible para un ser


humano, si no convierte decididamente su esperanza en
Cristo, y solo en Cristo para todo, y si cada una de sus
victorias personales no es adquirida por la vida de Cristo.
Entonces será un fracaso constante.

Una oración que resume e ilustra lo que se acaba de


decir. Para entender mejor el estado de ánimo cuando
fallamos.

“Señor, recuerda tu pacto. Dijiste que me harías


seguir tus mandamientos; Jesús vives en mí. Crea en mí el
deseo auténtico y estable. Es tu pacto y no puedes traicionar
tu pacto. Puede que lo traicione yo mil veces más, pero tú
eres Dios y permaneces fiel. Tu pacto es el poder divino para
mi salvación, yo que creo en ti y en tu promesa. Cuando he
pecado, perdóname, pero hazme más fuerte. Hazme
dispuesto a no desear más este pecado. Y a no volver a
intentarlo resolver con mis propias fuerzas para no agradar
a la carne. Me gustaría que mi deseo de complacerte fuera
más fuerte que esos malos deseos que tengo en ese momento.

137
¿Pero no es ese tu pacto? ¿No es eso lo que prometiste? ¿No
prometiste darme un corazón nuevo? Tú eres Jesús, el
garante de este pacto; garantizas el éxito de este pacto,
porque eres tú quien es el autor y el consumador. Señor,
espero en Ti por tu Espíritu Santo en mí, y cuando este
pecado sea vencido, seré capaz de darte la gloria a Ti,
porque eres tú, tú solo en mí, quien me da la voluntad de
complacer a Dios y la capacidad de hacerlo. Tú eres el Señor
y el Amo que vive en mí. Ahora, padre, conforme al valor
que le asignas a la sangre de Cristo, acepta y sella esta
oración en mi vida…”

Reconociendo nuestra debilidad:

- Debemos aceptar la idea completamente irracional de que


Dios nos condena cuando fracasamos, debido a que Él sabe
que en nosotros está el mal. La carne no tiene arreglo, debe
morir. Debe pasar por la cruz.

Esto es parte del Nuevo Pacto, porque Dios está ahora


trabajando para restaurar todo. Mientras tanto, aunque
todavía somos culpables de tantas cosas, ya no sentimos
condenación. Si nos sentimos condenados, este sentimiento
viene de nosotros mismos, y vamos a tener que creer que
Dios nunca nos condena, lo cual puede ir en contra de nuestra
comprensión. Este es el primer paso que debemos dar.
Extrañamente, algunos no pueden aceptar fácilmente esta
verdad del evangelio, aunque sea la noticia más hermosa que
hayamos recibido. ¡Debemos aferrarnos a la Palabra de Dios!

138
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que
están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la
carne, sino conforme al Espíritu”.
Romanos 8:1

Ninguna condenación de Dios vendrá a nuestra vida,


incluso cuando somos culpables, porque Dios está trabajando
en nosotros a través de Cristo. Si puede venir disciplina,
porque al hijo que Dios ama lo disciplina.

Y si alguien interpreta este principio que no hay


condenación, como una excusa para el pecado, el Espíritu
Santo lo disciplinará, le hará tomar conciencia de su pecado,
y lo pondrá nuevamente en el camino de la ley perfecta de la
libertad. ¡Cuidado con intentar jugar con el pecado!

“¿Qué pues diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para


que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los
que hemos muerto al pecado, ¿Cómo viviremos aún en
él?”.
Romanos 6: 1 y 2

“Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados;


solamente que no uséis la libertad como ocasión para la
carne, sino servíos por amor los unos a los otros”.
Gálatas 5:13

Debemos esperar que Cristo produzca en nosotros el


fruto de la justicia, inspirándonos a Su voluntad. Solamente

139
Él puede cambiar nuestro querer como nuestro hacer por su
buena voluntad.

“Y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es


por la ley, sino por la que es por la fe de Cristo, la justicia
que es de Dios por la fe”.
Filipenses 3:9

Debemos creer que Él es fiel y justo para perdonarnos


de todo pecado, y limpiarnos de toda maldad. Debemos
recibir nuestro perdón, cada día debemos levantarnos y
volver a caminar en la fe. El Espíritu de Dios obra en nosotros
y nos está transformando porque esperamos en Él y quienes
esperamos en el Señor, nunca seremos confundidos,
tendremos la certeza de que el Señor nos alcanzará cada día
con Su infinita gracia.

“Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no


estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”.
Romanos 6: 14

Por momentos he hablado con Dios más o menos así:


“Mira Señor, el estado de mi alma. No tengo ningún deseo
de ti. No lo puedo creer. Nada, no tengo necesidad de orar,
de estar contigo, ni de alabarte. Mi corazón está frío,
indiferente, no interesado en cualquier cosa sobre ti. Pero es
tu pacto, que produzcas esa voluntad. Sácame de este estado
calamitoso, no quiero fingir que estoy bien, que soy fuerte,
no tengo el deseo de obligarme a buscarte, no tengo la
voluntad de cultivar mi relación contigo. Y allí mi alma está

140
tan lejos de ti, tan indiferente y congelada. Lo siento y estoy
avergonzado. Pero no me sorprende. Ya me conoces. Me
elegiste cuando aún era pecador y lo vil del mundo. Todo ha
cambiado porque vives en lo más profundo de mí y tu vida en
mí es más fuerte que el principio del pecado que todavía
reside en este cuerpo. Tengo esperanza. Hazme quererte
Señor. Hazme dispuesto, para que esté dispuesto a vivir en
intimidad y comunión permanente contigo. Sálvame otra vez,
esta vez hasta que sea perfecto en ti”.

Y al hablarle de esta manera, me doy cuenta de que he


entrado en oración, sin darme cuenta, simplemente
conversando con el Espíritu Santo. Al hacerlo así, entro
mucho más rápido y más profundamente con el Señor, que
con el viejo método forzado que me habían enseñado. La
comunión auténtica, en la presencia de Dios, es mucho más
efectiva que la oración artificial y llena de vanas palabras.

Debemos practicar, naturalmente, dos principios


dinámicos del Reino: La humildad (humillación y
reconocimiento de quienes somos sin su fuerza, y que nuestra
naturaleza tiene deseos contrarios a los del Espíritu) y la fe
(que es confiar solamente en el poder de Su Pacto para que
actúe en nosotros, a través del poder del Espíritu Santo).

Personalmente, suelo repetir en voz alta este texto


bíblico, porque me da las fuerzas para seguir adelante.

“Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro


Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la

141
sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena
para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo
que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea
la gloria por los siglos de los siglos. Amén”.
Hebreos 13:20 y 21

Oro este pasaje todas las veces que puedo: “Señor, por
el valor que tú le asignas a la sangre del pacto eterno, hazme
apto en toda buena obra porque anhelo hacer tu voluntad,
haz en mí lo que es agradable delante de ti por medio de
Jesucristo. Amén".

Cuando este deseo de hacer su voluntad está allí,


participo con gozo en lo que me dice, sabiendo que así
permito que Cristo, se encarne un poco más profundamente
en mí, utilizando cada uno de mis pasos de obediencia. Así
es como uno entra en la santidad, pero en descanso absoluto.
Así se entra en el reposo de Dios. Así es como se practica el
“Santificar en el Señor”, pero en la gracia de Dios, en la fe y
el poder de Aquel que, en nosotros, produce el querer como
el hacer por su buena voluntad.

Y entonces podremos gozarnos de lo que Jesús hace en


nosotros y a través de nosotros, y ya no pondremos nuestro
orgullo en nuestra capacidad humana tan limitada, frágil e
inestable, en estos laboriosos y desalentadores esfuerzos del
antiguo pacto.

La vida brota desde dentro. La Palabra dice: “De


vuestro interior correrán ríos de agua viva”. Únicamente en

142
Cristo tenemos todo, en Cristo tenemos también el deseo de
obedecer a Dios y de serle agradables. Él es nuestro Salvador.
La obra de Dios es que creamos en Su Hijo amado, enviado
para salvarnos de nuestra triste condición humana.

“Nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu


servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no
teniendo confianza en la carne”.
Filipenses 3:3

“Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas.
A él sea la gloria por los siglos”.
Romanos 11:36

143
Capítulo diez

EL NUEVO PACTO
Y EL NUEVO HOMBRE

“Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre


Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.
Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo
espiritual. El primer hombre es de la tierra, terrenal; el
segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el
terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial,
tales también los celestiales. Y así como hemos traído la
imagen del terrenal, traeremos también la imagen del
celestial”.
1Corintios 15:45 al 49

Osvaldo Rebolleda:

Actualmente hay en la tierra, casi ocho mil millones de


personas, sin embargo, el panorama global del Nuevo Pacto,
bíblicamente está expresado a través de dos hombres. Adán
y Cristo. Vieja naturaleza y Nueva naturaleza, el terrenal y el
celestial, el alma viviente y el espíritu vivificante, el hombre
de pecado y el Santo, el condenado y el Eterno, el esclavo y
el Rey de reyes.

144
El primer hombre es Adán y por supuesto, incluye a
Eva, porque ambos son uno (Génesis 5:1 y 2). El segundo
hombre es Cristo y en Él se incluye la Iglesia, porque también
son uno y el mismo (Efesios 5:30 y 32). Sea que crean en el
evangelio, o no, ningún ser humano puede estar fuera de estas
dos naturalezas. Siempre estará en una o en otra, porque
según Dios, no existe una tercera. Estamos en Adán, o
estamos en Cristo.

Si alguien no ha recibido la Gracia, permanecerá en


Adán y manifestará su naturaleza pecaminosa. Si alguien
recibió la Gracia, permanecerá en Cristo y manifestará su
santa naturaleza. La vida sin Cristo, solo es la expresión de
la vieja naturaleza, la vida con Cristo es la expresión del
Nuevo Hombre. Es decir que el Nuevo Hombre, no debe ser
visto como un simple cristiano redimido, sino como la
expresión de todos los renacidos viviendo con verdadera
unicidad espiritual.

La Biblia nos enseña que Dios hizo a Adán a


semejanza de Cristo, y que fue, el primer hombre con vida.
Cristo, es eterno y preexistente, pero un día encarnó como el
segundo Adán. El primero pecó y perdió su posición y su
propósito. El segundo vino para recuperar todo lo que el
primero había perdido.

El primero, perdió su vida espiritual, porque al pecar


perdió su comunión con Dios y lo alcanzó la muerte. El
segundo es espíritu vivificante, mantuvo la comunión con el
Padre por causa de su perfecta obediencia, y aunque lo

145
alcanzó la muerte del primero, no pudo ser retenido y resucitó
al tercer día.

Los seres humanos que viven en Adán, no pueden


tener comunión con Dios, viven en pecado, han perdido su
propósito, y están condenados a una muerte eterna. Los que
vivimos en Cristo, disfrutamos de una hermosa comunión
con el Padre, vivimos en santidad, tenemos propósito, y
hemos sido liberados para vida eterna. Es por eso que se nos
debe revelar, no solo la obra integral de Cristo, sino la unión
común que debemos expresar todos los cristianos.

El primer hombre fue hecho del polvo de la tierra. El


segundo hombre vino del cielo. Todos los que vivimos en
esta tierra tenemos un cuerpo como el de Adán, que fue hecho
de tierra, pero a la misma vez, todos los que vivimos en
Cristo, podemos expresarlo espiritualmente y al final,
recibiremos un cuerpo celestial y eterno como el de Su
resurrección.

Todos los seres humanos nacimos en Adán, y


estábamos condenados, pero cuando nos alcanzó la Gracia
del Señor, comprendimos que el cumplimiento de la condena,
fue sobre Jesucristo. Nosotros recibimos una nueva vida en
Él. Ese es el milagro de la regeneración, que en griego se
escribe con la palabra “Palinginesea”. Este es el glorioso
acto de nacer de nuevo.

“Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro


Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no

146
por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino
por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración
y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó
en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro
Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos
a ser herederos conforme a la esperanza de la vida
eterna”.
Tito 3:4 al 7

La regeneración fue un suceso y no un proceso, es


nacer de agua y del Espíritu (Juan 3:3 al 6). La regeneración
es producida por dos razones básicas y fundamentales. En
primer lugar, es que Dios necesita recrear nuestro espíritu
humano, porque nuestra vida fue corrompida por el pecado y
perdimos la esencia espiritual que permite la comunión con
Él, que es Espíritu (Juan 4:24).

En segundo lugar, la regeneración permite que Dios


mismo se imparta como vida en nosotros (Juan 1:13).
Nacemos en Él y obtenemos Su semejanza. Somos hijos y
podemos expresarlo, dando frutos espirituales (Gálatas
5:22), alcanzando además la plenitud de vida:

“Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la


Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza
de todo principado y potestad…”
Colosenses 2:9 y 10

Las leyes contenidas en cualquier clase de vida,


provocan conocimiento espontáneo de cómo vivir. No me

147
refiero al desarrollo intelectual o cultural, sino a la dinámica
misma de la vida. Es decir, cuando un niño nace,
simplemente respira, se expresa para solicitar alimentos,
mira, palpa y se desarrolla naturalmente. Cuando nacemos en
Dios, no comenzamos a expresar la vida espiritual por hacer
un curso de teología.

Los frutos se producen por naturaleza, no por


enseñanza. No se le puede enseñar a un limonero a producir
limones, ni a una gallina se le puede enseñar a poner huevos,
estas especies y cualquier otra que se nos ocurra poner como
ejemplo, dan frutos por naturaleza, no por instrucción. Los
hijos de Dios, debemos dar frutos por dinámica de vida y no
por orden pastoral.

El discipulado y la instrucción, es para lograr el


perfeccionamiento de los santos (Efesios 4:12). No se
produce para que seamos, sino por causa de que somos hijos
de Dios y debemos avanzar al propósito. La expresión innata
de la vida del Espíritu en nosotros, nos otorgará las
capacidades necesarias para vivir en victoria.

La vida del Espíritu nos conecta a la mente del Nuevo


Hombre, para llevar toda razón a la sujeción de la verdad. La
renovación de nuestro entendimiento nos afirma y confirma
en la verdad presente, de cuál es exactamente el alcance del
Nuevo Pacto.

La Iglesia es transformada por esas verdades


reveladas, y si el liderazgo es responsable, y las imparte de

148
forma adecuada, los santos comenzarán a expresarse como
embajadores del Reino y como agentes de reforma en todo
ámbito de la sociedad. Por eso es tan importante, una
impartición espiritual, y no religiosa de las verdades
presentes. La enseñanza sin unción, solo es instrucción, pero
jamás será la revelación que la Iglesia necesita.

La realidad espiritual como verdad absoluta, nada tiene


que ver con estructuras institucionales. La Iglesia es un
organismo vivo, no una organización religiosa. La expresión
del Nuevo Hombre, no se produce por doctrina teológica,
sino por verdad revelada. El mundo no necesita una religión
llamada cristianismo, sino un Reino expresado por gente
espiritual y sabia.

El alcance del Nuevo Pacto comprende la vida de Dios


en nosotros, el poder de Su naturaleza y Su esencia revelada
a través de la verdad. Si la Iglesia logra comprender estas tres
cosas fundamentales, también logrará expresar de manera
efectiva al Nuevo Hombre espiritual, el único capaz de portar
esperanza hasta la manifestación gloriosa de la venida física
del Señor.

“Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó


los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra
profesión”.
Hebreos 4:14

Aquí otro punto muy importante en el alcance del


Nuevo Pacto y la manifestación del Nuevo hombre. Es clave

149
que podamos entender que el Señor es llamado nuestro Sumo
Sacerdote, ya que los motivos de este llamamiento son
fundamentales para nuestra dinámica de vida espiritual.

La Biblia nos muestra claramente las referencias del


alcance a través de los sacerdocios previos. Como por
ejemplo el de Melquisedec, cuyo nombre significa “rey de
justicia”, ya que ciertamente fue un rey de Salem (Jerusalén)
y sacerdote del Dios Altísimo (Génesis 14:18 al 20).

La repentina aparición y desaparición de Melquisedec


en el libro de Génesis, es en cierto modo misteriosa.
Melquisedec y Abraham se conocieron por primera vez
después de la derrota infligida por Abraham a Quedorlaomer
y sus tres aliados. Melquisedec ofreció pan y vino a
Abraham, otorgándole la bendición en el nombre de Dios.

En el Salmo 110, un salmo mesiánico escrito por


David (Mateo 22:43), se presenta a Melquisedec como un
tipo de Cristo. Este tema se repite en el libro de Hebreos,
donde tanto Melquisedec como Cristo son considerados
reyes de justicia y reyes de paz.

Al citar a Melquisedec y su sacerdocio único, el


escritor a los hebreos, muestra que el nuevo sacerdocio de
Cristo es superior al antiguo orden levítico y Aarónico
(Hebreos 7:1 al 10).

El autor a los hebreos también escribió que


Melquisedec era “sin padre, sin madre, sin genealogía; que

150
ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho
semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para
siempre…”(Hebreos 7:3). Si la descripción de Hebreos es
literal, entonces es realmente difícil ver cómo se podría
aplicar apropiadamente a cualquier persona que no sea el
Señor Jesucristo.

Ningún rey meramente terrenal permanece sacerdote


para siempre, y ningún ser humano es sin padre y sin madre.
Si Génesis 14 describe una teofanía, entonces el Hijo de
Dios, vino a darle a Abraham Su bendición (Génesis 14:17
al 19), apareciendo como rey de justicia (Apocalipsis
19:11,16), rey de paz (Isaías 9:6), y el mediador entre Dios
y los hombres (1 Timoteo 2:5).

Por otra parte, si bien el sacerdocio de Cristo, nada


tuvo que ver con la orden nombrada en los tiempos de la Ley
de Moisés (Hebreos 5:6), al igual que esos sacerdotes
levíticos, Él ofreció un sacrificio para satisfacer la Ley de
Dios, cuando se ofreció a Sí mismo por nuestros pecados
(Hebreos 7:26 y 27).

La diferencia con esos sacerdotes levíticos, fue que


ellos tenían que ofrecer continuos sacrificios para mantener
una relación de los hombres para con Dios, y Jesús solo tuvo
que ofrecer Su sacrificio una sola vez, ganando la redención
eterna para todos los que vinieran a Dios a través de Él
(Hebreos 9:12).

151
La sangre de animales era imperfecta, pero Él se
presentó con su propia sangre, perfecta y aceptada por el
Padre para eterna redención. Sin duda Jesús es más grande
que cualquier otro sacerdote que haya existido jamás, por lo
cual es llamado nuestro “Gran Sumo Sacerdote”(Hebreos
4:14), y esto es fundamental para nosotros hoy, porque su
posición es la que nos da la confianza para acercarnos “al
trono de gracia para que recibamos misericordia, y
hallemos gracia para la ayuda oportuna”(Hebreos 4:16).

Nosotros no podemos expresar al Nuevo Hombre con


efectividad a todo el mundo, sin la revelación de lo que
significa el sacerdocio y la comunión que podemos sostener
con el Padre. Adán, por causa del pecado perdió su comunión
con Dios, y eso destruyó su eficiencia para expresar a Dios.
Recordemos que él había sido creado a imagen y semejanza,
pero el pecado cambió esa condición. Nosotros tenemos
plena comunión con Dios y además, está garantizada por
Cristo mismo.

Muchas personas en el mundo, dicen creer en Dios y


dicen rezar a su manera. Sin embargo, si no recibieron la
Gracia de la regeneración, no lo conocen. Y Dios no escucha
la oración de los pecadores (Juan 9:31). Nosotros gozamos
de una preciosa comunión con Dios, estamos en Cristo,
somos uno con Él y tenemos acceso al Padre. Es decir que,
en Cristo, nosotros no solo tenemos un Sumo sacerdote, sino
que también somos sacerdotes para Dios Padre (Apocalipsis
1:5 y 6).

152
Sinceramente los hijos de Dios, debemos subir a una
dimensión de compromiso de entrega total y unidad absoluta,
de manera que podamos expresar al Nuevo Hombre que tanto
necesita esta creación. El sacerdocio del Nuevo Pacto, es un
alcance fundamental que debemos disfrutar como adoradores
con acceso a Su gloriosa presencia. Una Iglesia sin esa
valoración, podrá practicar una religión, pero jamás podrá
mostrar unción, y es precisamente eso lo que el mundo
necesita.

Veamos otro principio fundamental que debemos


comprender para la expresión del Nuevo Hombre:

“Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su


nombre es: El verbo de Dios. Y los ejércitos celestiales,
vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en
caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para
herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de
hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del
Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene
escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de los señores”.
Apocalipsis 19:13 al 16

El libro de Apocalipsis nos revela en dos ocasiones que


Jesucristo es el Rey de reyes y que regresará a la tierra para
manifestar esa expresión de manera física. Cristo vendrá por
segunda vez para convertirse en Gobernante del Reino de
Dios en la tierra. Sin embargo, nosotros que somos Su cuerpo
en la expresión espiritual, debemos manifestar el Reino desde
nuestra esencia de vida.

153
La plenitud del Reino se consumará en la venida física
del rey, pero la Iglesia ya está viviendo Reino, porque
tenemos un Rey, y porque reconocemos Su gobierno.
Quienes enseñan que el Reino solo vendrá en la venida del
Rey, parecieran creer que solo serán gobernados cuando
llegue, pero no ahora. Eso es muy triste, porque limita la
expansión del Reino desde el corazón de los hijos.

Como vimos en el primer capítulo, la conciencia es


clave para la manifestación de la vida espiritual, y no
podemos expresar lo que no creemos. ¿Dónde está la
autoridad de gobierno espiritual de la Iglesia, si el Reino no
puede ser manifestado? Esto debe ser bien claro para
nosotros: Ya tenemos Rey, ya vivimos Reino, y aunque
todavía veamos en parte, oscuramente y como por un espejo,
la plenitud llegará con el Rey de gloria. Mientras tanto,
debemos manifestar Su gobierno y Su poder.

Las Escrituras claramente confirman que Jesús vendrá


a la tierra por segunda vez, y si bien las profecías bíblicas
revelan que varios eventos distintos ocurrirán cuando Jesús
regrese, todos ellos están relacionados con un mismo
acontecimiento, el regreso de Cristo a la tierra.

Hay quienes enseñan la teoría de un arrebatamiento


secreto, antes del verdadero regreso de Cristo, basándose
fundamentalmente en 1 Tesalonicenses 4:16 al 18, pero si
analizamos este pasaje en su contexto, nos daremos cuenta
de que no se refiere a un evento secreto, pues “el Señor

154
mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con
trompeta de Dios, descenderá del cielo…”

Esta trompeta, que sonará en el regreso de Jesucristo,


será la señal para reunir a los santos, tanto vivos como
muertos. Y todo el mundo será testigo de este evento. No hay
ningún secreto aquí. Si desean conocer más detalles de lo que
realmente ocurrirá en la venida del Rey.

“Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y


el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos
lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y
sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio
por los siglos de los siglos. He aquí que viene con las
nubes, y todo ojo le verá…”
Apocalipsis 1:5 al 7

Aquí vemos claramente su poder de gobierno y la


Gracia con la cual nos ha posicionado. En primer lugar, como
hijos, dándonos Su propia naturaleza, luego como sacerdotes,
con lo cual podemos mantenernos en plena comunión
espiritual, y también como reyes, con lo cual, podemos
ejercer la autoridad manifestando el Reino hasta Su venida.

Por último, debemos considerar un principio


fundamental para la expresión del Nuevo Hombre: “La
unicidad de Su cuerpo”.

“Más no ruego solamente por éstos, sino también por los


que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que

155
todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que
también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo
crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he
dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.
Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad,
para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los
has amado a ellos como también a mí me has amado…”
Juan 17:20 al 23

Estas palabras fueron expresadas por Jesús mismo en


los días de Su carne y antes de la crucifixión. Si queremos ser
efectivos en la expresión del Nuevo Hombre, debemos
procurar que estas palabras, pasen de la dimensión de la letra
a la dimensión de la vida, y ciertamente la Iglesia de hoy,
tiene una gran deuda al respecto.

Si seguimos el ejemplo de Jesús, para aprender a ser


uno, tal como lo fue Él con el Padre, debemos observar Su
obediencia. “Porque he descendido del cielo, no para hacer
mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Juan
6:38). Hay quienes creen que esta sensacional postura de
obediencia, fue algo fácil para Jesús, pero en realidad no lo
fue. Él tuvo que aprender a obedecer y a través de Su vida
nos enseña cómo lograrlo (Hebreos 5:7 al 9).

La verdad es que la Iglesia no logra manifestar la


unidad de los santos, porque carece de verdadera obediencia
al Padre. Cada uno se escuda detrás de sus ideas, de sus
doctrinas, o de sus instituciones, pero al final, todos tienen

156
una explicación para la intolerancia que expresan al negarse
a la verdadera unidad.

Todo pastor predica unidad en su congregación, pero


difícilmente encontramos pastores unidos en los consejos de
las ciudades. Jesús llegó a ser uno con el Padre, porque se
negó a sí mismo y no reclamó derechos ni razones.

Recordemos sus palabras al Padre: “Pero no se haga


mi voluntad, sino la tuya…” (Lucas 22:42). Aquí vemos el
contraste entre la voluntad del Jesús hombre y la perfecta
voluntad de Dios. La humana tuvo que ser quebrantada para
que Dios pudiera conducirlo del sacrificio al Trono, y para
que toda la plenitud de la deidad pudiera habitar en Él
(Colosenses 1:19; 2:19).

Nosotros también tenemos las mismas posibilidades


que Jesús tenía, si es que estamos dispuestos a ser un
sacrificio para manifestar a un solo y Nuevo Hombre. El
apóstol Pablo lo expresa muy bien: “Por quien recibimos la
gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas
las naciones por amor de su nombre”(Romanos 1:5).

Es imposible aprender obediencia sin llegar a ser


quebrantados. Hay muchas personas que dicen querer la
unidad de las diferentes congregaciones, pero parecen vanas
las buenas intenciones, ya que los líderes son grandes en sí
mismos, fuertes en sus opiniones, tal como los miembros que
los siguen y toman partido.

157
Lamentablemente parece que cada vez hay más
desacuerdos y controversias entre los líderes de diferentes
denominaciones. Ninguno quiere doblegarse. Muchos hablan
sobre el amor y leen 1 corintios 13, pero basta que alguien
predique algo diferente, y aunque sea una doctrina periférica,
será tildado de falso ministro, o de diabólico. Dirán que es lo
suficientemente peligroso como para evitarlo.

Las diferencias no solo son doctrinales, sino que


también surgen de la estúpida competencia de quién es el de
mayor éxito, mayor congregación, mayor salón de reunión,
mejor estado financiero, o mayores logros ministeriales. En
definitiva, puedo decir que es muy lamentable lo que ocurre
en muchos casos, porque estas actitudes están evitando la
unicidad de la Iglesia, e inevitablemente ante la necesidad de
la expresión del Nuevo Hombre, vendrá quebranto de la vieja
naturaleza que procura un rol que el Señor jamás le asignó.

Según el apóstol Pablo, el amor no tiene envidia, no es


jactancioso, no busca lo suyo, no se irrita, no hace nada
indebido (1 Corintios 13). Si no nos doblegamos al Espíritu
Santo, si no dejamos de buscar lo propio, si no dejamos de
irritarnos unos con otros, si no dejamos de jactarnos por
absurdos logros, no podremos expresar al Nuevo Hombre,
que es Cristo en nosotros, la única esperanza de gloria.

El alcance del Nuevo Pacto, implica los grandes


beneficios que hemos visto y la responsabilidad de la
obediencia absoluta. Vivir Reino, no deja como opción
algunos puntos de vista personales.

158
Estamos entrando en los tiempos del fin, y creo que
debemos extremar sin reservas nuestro compromiso, nuestra
entrega y nuestro amor. Si alguien me preguntara ¿Qué es lo
más importante que debemos tener para alcanzar plenitud?
Yo diría sin dudar que “Humildad” (Mateo 11:29), porque
humildad, es la raíz de todas las virtudes. Un pueblo humilde,
es un pueblo bajo gobierno, y un pueblo bajo el gobierno del
Señor, es un Pueblo con autoridad y poder espiritual. Eso es
lo que el mundo necesita, que podamos expresar.

“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del


viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos
engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y
vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia
y santidad de la verdad. Por lo cual, desechando la
mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque
somos miembros los unos de los otros”.
Efesios 4:22 al 25

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RECONOCIMIENTOS
Osvaldo Rebolleda:

“Quisiera agradecer por este libro a mi Padre celestial,


porque me amó de tal manera que envió a su Hijo Jesucristo
mi redentor.
Quisiera agradecer a Cristo por hacerse hombre, por morir
en mi lugar y por dejarme sus huellas bien marcadas para
que no pueda perderme.
Quisiera agradecer al glorioso Espíritu Santo mi fiel amigo,
que en su infinita gracia y paciencia,
me fue revelando todo esto…”

“Quisiera como en cada libro agradecer a mi compañera de


vida, a mi amada esposa Claudia por su amor y paciencia
ante mis largas horas de trabajo, sé que es difícil vivir con
alguien tan enfocado en su propósito y sería imposible sin
su comprensión”

160
Rodolfo Arnedo:

Al que me inspira, me direcciona, me guía, me da


revelación y me contiene. ¡Gracias Espíritu Santo!

A mi esposa Ginesa que hace 46 años que juntos peleamos


todas nuestras batallas.

A mis hijas Raquel y Natalia, mis yernos Darío y Mosisés, y


mis cuatro nietos, Jaaziel, Lisette, Mateo, y Anette.

A mis consiervos y hermanos en la fe, por todo lo que me


enseñaron, y me siguen enseñando aún.

Al Apóstol Osvaldo Rebolleda, compañero de milicia,


maestro, pastor, y amigo personal. Agradecido y honrado de
poder compartir las páginas de éste libro.

161
Maestro
Osvaldo Rebolleda

El maestro Osvaldo Rebolleda hoy cuenta con miles de


títulos en mensajes de enseñanza para el perfeccionamiento
de los santos y diversos Libros de estudios con temas
variados y vitales para una vida cristiana victoriosa.

El maestro Osvaldo Rebolleda es el creador de la Escuela de


Gobierno espiritual (EGE)
Y ministra de manera itinerante en Argentina
Y hasta lo último de la tierra.

rebolleda@hotmail.com

www.osvaldorebolleda.com

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Apóstol
Rodolfo Arnedo

El Apóstol Rodolfo Arnedo, es Bachiller en Teología, con


25 años de experiencia en la labor ministerial pastoral,
magisterial, y apostólica. Junto a su esposa iniciaron cinco
obras desde el living de una casa, y levantaron 19
matrimonios al ministerio pastoral.

Actualmente lleva sus prédicas y enseñanzas a diferentes


lugares e iglesias.
Tiene un programa radial muy escuchado los días miércoles
a las 10 y 30 hs en F.M. Manantial de Vida Caleta 90.5
Caleta Olivia Santa Cruz. Programa titulado:
A la luz de la Palabra.

Es esposo, padre de dos hijas y cuatro nietos.

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