Abordaje Psicoanalítico de Las Psicosis. Enero 2019 2
Abordaje Psicoanalítico de Las Psicosis. Enero 2019 2
Abordaje Psicoanalítico de Las Psicosis. Enero 2019 2
1. INTRODUCCIÓN:
Las psicosis son trastornos psíquicos graves que cursan con una amenaza de
derrumbe del self y con una alteración del sentido de realidad cuya sintomatología gira
en torno al delirio, la alucinación, la tristeza profunda…(utilizaré el término self para
referirme al psiquismo en general, en el sentido de Kohut y también, en el sentido de
Kernberg, para referirme a la representación que tenemos de nosotros mismos, del
objeto y de las relaciones con el objeto).
La relación del psicoanálisis con las psicosis siempre ha sido y sigue siendo
controvertida, no tanto para la comprensión, aunque también, especialmente de la
esquizofrenia, pero sobre todo respecto al tratamiento.
Casi 20 años después mucho de lo que planteaba Willick ha sido asumido por
gran parte de la comunidad psicoanalítica y hoy podríamos definir las psicosis como
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trastornos psíquicos graves que derivan de una predisposición que hace inelaborables
determinadas pulsiones o afectos.
1. Es un self mal separado del objeto que por tanto tiende a confundirse con
él, es decir, tiende a la IDENTIFICACIÓN PROYECTIVA PATOLÓGICA,
es decir, a perder el sentido de realidad, es decir, a simbolizar mal.
2. Es un self que concilia mal las pulsiones y los afectos codificados como
buenos y malos, de amor y de odio ante la gratificación o frustración del
objeto y por tanto tiende a la ESCISIÓN PATOLÓGICA unida al
RECHAZO de la pulsión.
2. COMPRESIÓN PSICOANALÍTICA:
Como quizás algunos sabéis, Freud no trató a este paciente, sino que se valió de
las memorias que Daniel Paul Schreber había escrito sobre sus trastornos psíquicos
para explicar las psicosis. Schreber había publicado en 1903 “Memorias de un
enfermo nervioso” y Freud publicó en 1911 “Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un
caso de paranoia (Dementia paranoides) autobiográficamente descrito”.
Resumo el caso:
Daniel Paul Schreber era un juez alemán de finales del siglo XIX que a los 51
años presentó un episodio psicótico grave tras haber sido nombrado presidente del
tribunal supremo de Dresde, la instancia judicial más alta de Alemania. Inmerso y
removido por un nombramiento que suponía gran carga de trabajo y, sobre todo, un
reto porque sus subordinados jueces eran mayores y más experimentados que él,
comenzó a dormir mal y a soñar que había recaído en la enfermedad depresiva que
había padecido 9 años atrás y que había sido tratada con éxito por un psiquiatra, el Dr.
Flechsig, en su primera crisis, (en 1884, cuando tenía 42 años, Schreber, tras perder
unas elecciones al parlamento de Baviera, inmerso también en un estado de
sobrecarga de trabajo, se sintió mal, presentando un cuadro depresivo con ideas
hipocondríacas y autolíticas. Fue tratado primero en Sonnenberg y luego en Leizpig
por el Dr. Flechsig, el psiquiatra que luego sería su perseguidor. Estuvo 6 meses
ingresado hasta que el cuadro remitió estando muy agradecido a Flechsig a quien
tanto él como su mujer le tenían idealizado).
Pues bien, Schreber dormía mal y soñaba que recaía y que tenía que volver a ser
tratado por Flechsig y cuando despertaba sentía una gran alegría al comprobar que
sólo era un sueño. Pero en una ocasión en un estado de duerme-vela imaginó lo
agradable que sería ocupar el papel de la mujer en una relación sexual. E
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inmediatamente pensó que él no había podido tener esos pensamientos por su propia
voluntad. Más adelante pensaría en Flechsig como inductor y esa fantasía sería la
idea central de la que iba a derivar su proceso psicótico delirante.
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5. Señala la importancia de la agresividad que relaciona con la activación de la
pulsión homosexual en Schreber (activa la presencia de un super-yo sádico
proyectado en el entorno vivido como asesinato de su alma)
En 1931, en París, Marguerite Pantaine que Lacan llamó Aimée intentó apuñalar a
una famosa actriz de teatro, le produjo heridas en las manos y fue detenida e
ingresada en la cárcel donde estuvo 2 meses. Posteriormente fue trasladada a Santa
Anne donde Lacan trabajaba como interno. Lacan la entrevistó, vio que era una
paranoica y le siguió durante un año siendo su caso la base de su tesis doctoral.
Aimée presentaba un delirio persecutorio, creía que la actriz quería matar a su hijo
y un delirio megalomaníaco con dos vertientes: se consideraba una gran artista y creía
tener la misión de salvar a todos los niños del mundo. Llevaba 10 años mal, desde los
28, edad en la que quedó embarazada por primera vez. Provenía de una madre
paranoica y un padre agresivo, habiendo muerto su hermana mayor en un horno antes
de que ella naciera y que se llamaba como Aimée. El primer hijo que tuvo Aimée a los
28 años murió en el parto y ahí se activó su paranoia, ya presente durante el
embarazo, tras un periodo enigmático con sentimientos de extrañeza, construyendo un
delirio en el que hizo responsable de la muerte de su bebé a una amiga. Su segundo
embarazo agravó su paranoia activándose su delirio persecutorio: creía que querían
matar a su hijo y su megalomanía que incluía su misión para salvar niños, el
considerarse una gran artista y su erotomanía. A pesar de todo abandonó a su hijo y a
su familia siendo sustituida por su hermana y se fue a París donde además de trabajar
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como funcionaria intentó triunfar como escritora. Después atentó contra la actriz que
era su objeto de admiración, su ideal, y de odio por envidia y su perseguidora. Cuando
tras su detención comprendió que se estaba agrediendo a sí misma, el delirio se
atenuó y Aimée se estabilizó.
En cuanto al último de los casos que traigo para entender desde el punto de vista
psicoanalítico las psicosis, el caso de la madre de Hildegart, Aurora Rodríguez
Carballeira, solo haré una breve alusión: en 1933 hubo un suceso en Madrid que
conmocionó a la opinión pública: Hildegart Rodríguez de 18 años que había sido una
niña superdotada y que, pese a su edad, era una prometedora intelectual reconocida
incluso internacionalmente, había sido asesinada por su madre a la que siempre había
estado muy unida. Eran inseparables y Aurora le había engendrado mediante lo que
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llamó un colaborador fisiológico con la idea de construir un ser superior. Hildegart
había sido construida por su madre para redimir a la Humanidad. Para Aurora,
Hildegart era su alimento narcisista, su objeto del self en terminología kohutiana, o su
falo según Lacan. Y sin ella, no era nada. Hildegart quiso separarse de ella,
independizarse, apartarse ideológicamente de sus ideas y Aurora no lo pudo soportar
y por eso le mató y matándole se mató a sí misma. Fue condenada, y en el juicio los
peritos de la defensa, Sacristán y Prados sostuvieron paranoia como diagnóstico y los
de la acusación, Vallejo Nájera y Piga personalidad paranoide. Ganaron los últimos y
fue a la cárcel, pero, aunque todos estaban en lo cierto, tenían más razón los
primeros: tenía una personalidad paranoide y una paranoia: y por eso fue después
trasladado al manicomio de Ciempozuelos donde desarrolló una psicosis melancólica
muriendo en 1956, apareciendo en su certificado de defunción el diagnóstico de
esquizofrenia paranoide. Traigo este caso porque es un claro ejemplo de evolución
desde narcisismo patológico organizado como trastorno narcisista de la personalidad
en el sentido de Kernberg, a personalidad paranoide, a paranoia, a psicosis
melancólica y a esquizofrenia paranoide, los tres polos de las psicosis. Es decir, al
menos en este caso, está presente la idea de psicosis única, de espectro psicótico,
desde el narcisismo patológico a la esquizofrenia paranoide y en donde, como en
Aimée, narcisismo y agresividad integran el conflicto central.
Melanie Klein universalizó las psicosis en el sentido de que, al describir las dos
posiciones básicas del ser humano frente al objeto, frente al entorno significativo, la
esquizoparanoide y la depresiva, presentes de manera permanente en todos nosotros,
expresó la idea de que cualquiera podríamos desarrollar un cuadro psicótico si las
circunstancias, cualitativa o cuantitativamente, se dieran para ello. En la posición
esquizoparanoide, ante la imposibilidad de conciliar el amor y el odio hacia el entorno
significativo, gratificante y frustrante, se instala la escisión unida al rechazo de la
pulsión destructiva en un contexto en el que no hay aún una diferenciación clara del
bebé con el entorno, con el objeto y por tanto predomina la identificación proyectiva
confundiéndose el bebé con el objeto-entorno. Es decir, el bebé confunde sus propios
sentimientos con los del entorno-objeto, base de la identificación proyectiva. Si hay
una mala conciliación del amor y del odio por exceso de éste de manera innata,
entonces la escisión unida a la negación psicótica, al rechazo, se hará patológica y si
además hay un deficiente proceso de separación self-objeto-entorno, predominará la
identificación proyectiva patológica y entonces habrá una mayor predisposición a la
psicosis.
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de estas emociones en pensamiento maduro, con sentido, o puede no hacerlo
afectándose la capacidad de simbolizar en diferentes grados que predisponen a las
psicosis.
En fin, diversidad en los psicóticos desde lo más psicótico en los que subyace una
estructura psicótica hasta lo menos psicótico en los que subyace otro tipo de
estructura. Esta afirmación, o esta idea, merece una reflexión porque acabo de
mencionar “estructura” y no lo había hecho de manera explícita hasta ahora.
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En definitiva, desde mi punto de vista, estando vigente la idea de estructura
psíquica, y admitiendo que hay una forma de pensamiento psicótico acorde con dicha
estructura, yo me apunto a la idea kleiniana de universalización en mayor o menor
medida de lo psicótico poniendo una interrogación en la idea de estructuras
completamente cerradas, salvo excepciones.
En el caso concreto del delirio, éste tendría la función defensiva de dar cohesión
al self. Esto es importante de cara al tratamiento porque su debilitamiento amenaza al
self y si hay debilitamiento debe haber otro sostén para el self.
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2. FILOSOFIA DEL TRATAMIENTO:
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▬ Trabajo centrado en el duelo por la pérdida o el debilitamiento de las
relaciones de apego infantiles patógenas que, aunque sean responsables de la
patología, han sostenido al self y se reflejan en la transferencia.
En este paciente lo que estaba en juego fue una pulsión homosexual que no
fue rechazada como en Schreber sino renegada. Tras aparecer dicha pulsión 20 años
atrás generó un sentimiento de culpa persecutoria que proyectó en su entorno
construyendo después, tras escindirse en dos identidades y “actuar” su sexualidad de
manera compulsiva a lo largo de los años, un delirio de perjuicio con un perseguidor
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principal y varios secundarios. El trabajo terapéutico sobre su imagen denigrada
derivada de un sentimiento de abandono, de identificaciones con familiares denigrados
y de códigos familiares muy rígidos en torno a la sexualidad, en la transferencia y en
diversas áreas significativas de su vida, condujeron a una notable mejoría clínica
alejado del delirio, aunque persistiendo su certeza delirante de lo vivido. Sin embargo,
un año después se activó de nuevo, por diversas circunstancias, su patología
delirante.
TEXTOS CONSULTADOS
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