Resumen - Linda Hutcheon (1992)
Resumen - Linda Hutcheon (1992)
Resumen - Linda Hutcheon (1992)
pura por el hecho de que la intencin de la primera es corregir los vicios que se supone han suscitado este arrebato. En general se observa que la parodia tambin est provista de un ethos marcadamente peyorativo. La distancia crtica entre el texto que parodia y el texto incorporado como fondo, no funciona necesariamente de una manera perjudicial para el texto parodiado. La parodia siempre apunta a indicar una diferencia entre dos textos, an ah donde el blanco est desplazado. Es por eso que el ethos pardico se debera distinguir como no marcado: no marcado (como en la lingstica) porque es valorable de diversas maneras. De conformidad con el sentido contra o frente a de para, se podra plantear en principio un ethos pardico contestatario, incluso provocador, que estara completamente de acuerdo con l concepto tradicional del gnero. Por otro lado, a partir del sentido al lado de de para, se podra adelantar la posibilidad de un ethos respetoso, sobre todo en lo concerniente no slo a la parodia en la metaficcin posmoderna, sino tambin a la parodia litrgica del Medioevo, a la imitacin como gnero en la poca del Renacimiento y aun, tal vez, el carnavalesco bajtiniano. El estado puro en el cual se ha intentado describir cada uno de los tres ethos del esquema, raramente se presenta en los textos literarios. Hay casi siempre interferencia de un crculo con los otros dos; debido a lo cual, se encuentran entrelazamientos constantes de los crculos. Sin embargo, habra enseguida que efectuar una primera modificacin del modelo para dejar ms sitio a la irona. Ah donde la irona coincide con la stira, el extremo de la gama irnica (donde se produce la risa desdeosa) se enlaza con el ethos despreciativo de la stira(que conserva siempre su finalidad correctiva). Al otro extremo de la gama irnica, se encuentra la pequea sonrisa de reconocimiento del lector que se da cuenta del juego pardico; es decir, crtico al mismo tiempo que ldico, de un autor como Stanislav Lem: A Perfect Vacuum , que contiene una serie de parodias de convenciones literarias modernas, bajo la forma de las reseas borgianas (de Borges) de novelas que no existen. Ah donde se enlazan la parodia y la stira y donde habitualmente se hace valer tambin la irona, se desemboca en un reconocimiento de la intencin desinflante de autor, en relacin con los planos literario y social. Este caso particular del entrelazamiento puede seguir dos direcciones posibles, debido al hecho debido al hecho de que el blanco apuntado por la parodia es siempre otro texto una serie de convenciones literarias, mientras que el fin de la stira es social o moral y, por consiguiente, extratextual. Por un lado, hay (segn la terminologa de Genette) un tipo de gnero parodia que es satrico pero que apunta siempre a un blanco intertextual, por el otro, la stira pardica (un tipo de gnero stira) que apunta a un objeto fuera del texto pero que utiliza la parodia como dispositivo estructural para llevar a cabo su finalidad correctiva. Queda por comentar el momento en que los tres crculos se entrelazan enteramente y llegan a superponerse perfectamente uno sobre otro. Es el momento en que los dos gneros literarios se alan y hacen uso plenamente del tropo irnico. III Catherine Kerbrat-Orecchioni ha demostrado que, si se admite el concepto de irona como tropo, esto presupone que se reconoce la pertinencia de las nociones de norma y de intencionalidad, nociones que la crtica literaria preferira omitir, y que ignora de hecho. Las implicaciones tericas son numerosas, sobre todo en lo concerniente a estos tres aspectos: 1) las complejidades inevitables del concepto general de la intencionalidad; 2) la cuestin de las competencias del lector; 3) la polaridad manipuladora del autor. Habra que tomar en cuenta las complicaciones introducidas por la posibilidad de una irona inconsciente, no deseada por el codificador pero descodificada como irnica por el lector. Asimismo es concebible que un lector pueda interpretar como pardico o satrico, un texto creado sin ninguna intencin de este tipo, al menos por parte del codificador. Si, por el contrario, la irona escapa al lector, ste leer el texto simplemente como lee cualquier otro. Estas dos situaciones intencionales, nos sensibilizan a la necesidad de considerar la interpretacin, por el lector, de la intencionalidad, as como la intencin significante de la codificacin en s. Las competencias del lector, as como su interpretacin de la intencin, entran en juego con respecto al tropo y a los dos gneros. A propsito de la irona, debe postularse una triple competencia de parte del lector, lingstica, genrica e ideolgica. La competencia lingstica juega el papel principal en el caso de la irona, donde el lector tiene que descifrar lo que est implcito, adems de lo que est dicho. La competencia genrica del lector presupone su conocimiento de las normas literarias y retricas que constituyen el canon, la herencia institucionalizada de la lengua y de la literatura. La tercera clase de competencia, la ms compleja, podra llamarse ideolgica (en el sentido ms amplio del trmino). Uno de los reproches mas frecuentemente dirigido al discurso irnico y pardico es el elitismo. La irona, la parodia y la stira no existen ms que virtualmente en los textos as codificados por el autor, y no son actualizados por el lector ms que si satisface ciertas exigencias (de perspicacia, de formacin literaria adecuada). El lector que no logra captar la irona (la parodia o la stira) es aquel cuya expectativa es, de un modo u otro, insuficiente. La comprensin de la irona, como de la parodia y de la stira, presupone una cierta homologa de valores institucionalizados, ya sea estticos (genricos), ya sea sociales (ideolgicos), condicin que Kristeva denomina consolidacin de la ley. Hay implicaciones pragmticas a nivel ideolgico que rebasan la cuestin de la competencia del lector y que merecen ser al menos mencionadas, sobre todo por que en esos casos tambin opera una paradoja significativa y ligada a los que ya hemos discutido. La polaridad manipuladora o los efectos manipuladores de cualquier autor como codificador del texto, se reparten siempre entre la agresin y la seduccin. En el discurso irnico, pardico o satrico este reparto es un ms manifiesto. El ethos despreciativo de la stira representa la forma de agresin ms manifiesta, pero se la encuentra tambin en la
funcin pragmtica de evaluacin de la irona burlona. En lo concerniente a la parodia, la cuestin de la agresividad es problemtica, o al menos, ambigua, dadas las posibilidades de ethos neutro o deferente. IV Si existe un peligro inherente a la discusin precedente sobre las correlaciones pragmticas y sus implicaciones para la crtica, es el riesgo de ofuscar diferencias significativas entre la irona y los gneros, la stira y la parodia, que recurren muy frecuentemente a ese tropo. De hecho, existen diferencias: 1) en la posicin y el grado de dificultad de la localizacin textual, y por consiguiente: 2) en el grado de visibilidad y 3) en la integridad del signo lingstico. Es cierto que la posicin de actualizacin textual cambia cuando se considera un tropo intratextual y no un gnero completo como la parodia y la stira, con sus componentes estructurales y pragmticos bien definidos. Los ethos pragmticos facilitan la localizacin textual de las caractersticas estructurales individuales que sirven para definir los dos gneros, en el sentido en que el blanco influye en la estructura. La segunda diferencia est estrechamente ligada a la primera en lo que concierne a la visibilidad textual que sirve de revelador, a la vez, el tropo y a los dos gneros. La irona est en su mximo de eficacia cuando menos presente est, cuando est casi casi in absenria. En el plano pragmtico, la irona, como la parodia intertextual, instaura lo que Riffaterre llama una dialctica memorial en la mente del lector, en razn de su estructura comn de superposicin que, no obstante, seala paradjicamente una diferencia semntica o textual. De nuevo es la similitud estructural de la parodia y de la irona, la que ilustra mejor este hecho: la parodia parece funcionar siempre intertextualmente como lo hace la teora intratextualmente. Ambas hacen eso, para marcar, no la similitud, sino la diferencia. No obstante, es siempre un mtodo crtico el que es necesario, aunque no suficiente. No es ms que a partir del reconocimiento, a la vez, de la especificidad semntica (contraste) y pragmtica (evaluacin) de la irona, que se puede remontar al origen de la confusin taxonmica que rodea la parodia, la stira y de hecho, todos los dems gneros que realzan este tropo retrico.
[Linda Hutcheon, Irona, stira, parodia. Una aproximacin pragmtica a la irona, en De la irona a lo grotesco, Ed. Hernn Silva, Mxico, Universidad Autnoma Metropolitana Iztapalapa, 1992, pp. 173-193.]