Acto Administrativo
Acto Administrativo
Acto Administrativo
administrativo:
El Acto Administrativo es un fenómeno jurídico que genera efectos legales y tiene
el poder de modificar situaciones en el ámbito del derecho. Aunque se le considera
un tipo de acto jurídico, no se le atribuyen las mismas características que a los actos
jurídicos del derecho privado. Mientras que los actos jurídicos privados se basan en
la voluntad de quienes los realizan, los actos administrativos encuentran su
fundamentación en el cumplimiento de reglas preestablecidas.
El concepto de acto administrativo surge en el marco del Estado de Derecho y la
separación de poderes. Se entiende como una manifestación de la voluntad de la
Administración que busca regular situaciones particulares o generales dentro de un
marco jurídico establecido.
Para diferenciar los actos emitidos por las autoridades del Estado, se utilizan
diversos criterios como el orgánico, formal y material. Según el criterio orgánico, los
actos son legislativos si provienen del órgano legislativo, jurisdiccionales si son
expedidos por el órgano jurisdiccional y administrativos si emanan de las
autoridades ejecutivas. El criterio formal considera la forma en que se expide el acto,
mientras que el criterio material analiza su contenido y efectos.
Existen múltiples definiciones doctrinarias del acto administrativo, pero en general
se puede decir que es una declaración de voluntad de una autoridad administrativa
que produce efectos jurídicos. Sin embargo, no hay consenso sobre su naturaleza
exacta, sus características varían según los autores.
En relación con la función administrativa, el acto administrativo se define como la
declaración de voluntad dirigida al ejercicio de dicha función, produciendo efectos
jurídicos. Se distingue de los hechos administrativos y las operaciones materiales
por su carácter volitivo y su capacidad para generar efectos legales.
Estructura del acto administrativo:
Ahora hay que hablar un poco sobre la estructura del acto administrativo, este como
tipo de acto jurídico, se caracteriza por su estructura compuesta por varios
elementos esenciales: el sujeto, el contenido u objeto, la causa, la forma y la
finalidad.
El sujeto: Los actos administrativos son emitidos principalmente por
entidades públicas, como el Estado o sus subdivisiones. Sin embargo, en
circunstancias excepcionales, los particulares pueden emitir actos
administrativos cuando actúan en función pública conferida por el Estado.
La competencia: se refiere a la capacidad del órgano o funcionario para
emitir el acto administrativo. Se determina considerando factores como el
territorio, la función y la jerarquía dentro de la organización administrativa.
Los actos emitidos por funcionarios incompetentes pueden ser revisados y
anulados, aunque en casos excepcionales pueden ser válidos, como en
situaciones de emergencia.
El Contenido u Objeto: Consiste en la declaración que conforma el acto
administrativo. Puede ser natural, implícito o eventual, dependiendo de si es
necesario para identificar el acto, se incluye sin necesidad de ser explícito o
es opcional pero no determinante para la existencia del acto.
La Causa: Se refiere al motivo que llevó a la emisión del acto administrativo.
A diferencia del derecho privado, la causa en el derecho administrativo se
relaciona principalmente con actos unilaterales. Debe estar respaldada por
normas legales o hechos previamente apreciados por la administración.
La Forma: Los actos administrativos deben cumplir con requisitos
específicos en su elaboración y expedición. La forma garantiza la seguridad
jurídica tanto para la administración como para los particulares. Si un acto no
se ajusta a la forma prescrita, puede ser anulado por vicios de forma.
La Finalidad: Es el interés general que debe perseguir todo acto
administrativo. Además del interés genérico, puede existir una finalidad
específica relacionada con el contexto del acto. Determinar la finalidad
permite evaluar la legitimidad del acto administrativo.
Formación del acto administrativo:
Para hablar de formación del acto administrativo hay que tener en cuenta que este
surge como resultado de un proceso de ejecución y cumplimiento de las normas
legales. Todo su procedimiento de formación está inspirado en la búsqueda de un
equilibrio entre la autoridad estatal y la libertad de los asociados de manera
injustificada, al igual que la existencia de formalidades y trámites para la misma
administración, en la medida de que mediante ellos, se asegura que el funcionario
persigue solamente los altos fines sociales del Estado. Este procedimiento relativo
a la formación del acto administrativo se sujeta a los siguientes principios:
Principio de legalidad objetiva: establece que la actividad administrativa
debe ceñirse estrictamente al cumplimiento de las normas legales. Esto
implica que la administración debe actuar conforme a las leyes en todo
momento, incluso cuando el acto administrativo se emite a solicitud de un
particular. Bajo este principio, se destaca la noción de "oficialidad" del
procedimiento, que implica que una vez iniciado, el proceso administrativo
continúa hasta su conclusión, sin depender exclusivamente de la iniciativa de
la parte interesada.
Principio de instrucción, donde la administración está obligada a recopilar
pruebas y esclarecer los hechos relevantes para la toma de decisiones. Se
enfatiza también el principio de verdad material, que demanda que la
administración busque la verdad absoluta en sus decisiones, más allá de la
información proporcionada por las partes involucradas.
Principio del Informalismo a Favor del Administrado: reconoce la
importancia de la flexibilidad en el procedimiento administrativo para
garantizar la participación efectiva de los particulares. Aunque existen
formalidades en el proceso, la falta de cumplimiento exacto de estas formas
por parte del particular no necesariamente invalida sus peticiones o recursos.
El principio de Defensa, consagrado constitucionalmente, garantiza que
nadie pueda ser condenado sin ser escuchado y vencido en un proceso justo.
En el ámbito administrativo, esto implica el derecho de los administrados a
ser escuchados por la administración antes de la emisión de un acto
administrativo, así como en etapas posteriores de impugnación del mismo.
Este principio incluye el derecho a un procedimiento público, donde los
particulares tienen acceso a la tramitación administrativa, y el derecho a que
la administración considere expresamente sus argumentos y pruebas antes
de tomar decisiones.
Finalmente, el principio de Contradicción que asegura la igualdad de
participación de los administrados en situaciones donde existen intereses
contrapuestos, como en procesos de adjudicación de concursos o
licitaciones. Este principio garantiza que todas las partes involucradas tengan
la oportunidad de presentar sus argumentos y defender sus intereses de
manera equitativa.
Atributos del acto administrativo:
Presunción de legalidad: consiste en que toda decisión administrativa se
expide conforme a la ley, es una presunción de derecho, puede que la
decisión administrativa sea arbitraria o equivocada, pero con esta
característica una vez expedido y que haya cumplido con los requisitos de
existencia, validez y eficacia tendrá vigencia. Se presume la legalidad hasta
que un juez (no importa la jurisdicción) lo anule o suspenda sus efectos.
Ejecutoriedad: hace referencia al cumplimiento pleno de todos los requisitos
del acto administrativo, tales como: existencia, validez y eficacia. Cuando se
cumplen todos estos, el acto administrativo se considera que ha tenido un
carácter ejecutorio, es decir, la administración de manera autónoma y
unilateral. Se debe expedir una constancia de ejecutoriedad.
Obligatoriedad: el acto administrativo entraña en sí mismo el deber de
cumplirse, no necesita declaración judicial, es el elemento de la esencia del
acto administrativo pues la administración asegura la efectividad de la tutela
de los intereses sociales a su cargo.
Efectos del acto administrativo: Los actos administrativos tienen el propósito
de generar efectos en el ámbito jurídico. Cada acto administrativo produce un
efecto específico, ya sea estableciendo límites para las actividades de los
particulares, autorizando ciertas acciones o prohibiendo otras. Para que un acto
administrativo logre plenamente su efecto deseado, debe estar perfeccionado,
es decir, debe contar con todos los elementos constitutivos necesarios.
En lo que respecta a los efectos sobre las personas, es fundamental que los
destinatarios del acto sean debidamente informados sobre su contenido y cómo
afecta sus situaciones jurídicas. En el derecho colombiano, los actos que
impactan situaciones concretas requieren notificación personal al interesado o a
su representante legal. La notificación es el medio para informar de manera
efectiva a los individuos sobre el acto administrativo que los afecta. Si la
notificación no es posible, se recurre a la publicación de edictos en lugares
públicos como alternativa.
En cuanto a los efectos en el tiempo, los actos administrativos rigen desde su
expedición o notificación, dependiendo de si se trata de situaciones generales o
individuales, respectivamente. La vigencia del acto se extiende hacia el futuro
hasta que sea revocado o derogado por la administración o anulado por una
sentencia judicial. Es importante destacar que los actos administrativos no tienen
efecto retroactivo y no pueden modificar derechos ya adquiridos.
En términos de efectos en el espacio, la validez de un acto administrativo está
limitada por la competencia territorial del funcionario que lo emite. Si el acto es
emitido por una autoridad nacional, tiene validez en todo el país; si es expedido
por una autoridad departamental, su alcance se limita al departamento
correspondiente, y así sucesivamente para las autoridades municipales y
distritales.
Clasificación de los actos administrativos:
La extinción del acto administrativo es un proceso complejo que puede ocurrir por
diversas razones y que está sujeto a diferentes procedimientos según las
circunstancias y la legislación aplicable.
Los actos administrativos y sus efectos pueden desaparecer por causas previstas
en ellos mismos, como condiciones o términos específicos, o por motivos externos
que no estaban contemplados por el autor del acto al emitirlo. Este fenómeno se
conoce como cesación o expiración del acto, que puede ser distinguido de la
extinción, la cual puede efectuarse mediante revocación o derogación en la vía
administrativa, o mediante providencia judicial, es decir, anulación.
En términos generales, los actos administrativos pueden producir efectos de
manera indefinida a menos que sean reemplazados, retirados o anulados. La
extinción puede aplicarse a diferentes tipos de actos administrativos, pero las reglas
y principios que rigen cada caso pueden variar.
Por ejemplo, los actos de contenido general pueden ser derogados en cualquier
momento, mientras que los actos individuales pueden ser revocados por la
Administración si es necesario para cumplir con el interés público o restablecer la
legalidad. Sin embargo, generalmente, los actos que confieren derechos subjetivos
a los individuos se consideran irrevocables, a menos que existan razones de
ilegalidad que justifiquen su revocación.
Los actos administrativos irregulares pueden y a menudo deben ser retirados por la
Administración como una medida para corregir la ilegalidad y restablecer el orden.
En cuanto a la ejecución de los actos, los de ejecución continuada pueden ser
revocados en cualquier momento, mientras que los de ejecución instantánea
generalmente son irrevocables una vez que sus efectos se han agotado.
Los efectos de la revocación pueden tener un alcance hacia el futuro (ex nunc) si
se basan en razones de oportunidad, o efectos retroactivos (ex tunc) si se basan en
la ilegalidad del acto.
La legislación colombiana establece procedimientos específicos para la revocación
de actos administrativos, ya sea mediante el ejercicio de recursos gubernativos
generales o directamente por la Administración en ciertos casos.
En cuanto a la anulación, esta es la forma en que la jurisdicción administrativa
extingue los actos administrativos debido a su ilegitimidad, con el objetivo de
preservar el principio de legitimidad.
Control de legalidad: El control de legalidad en los actos administrativos es un
mecanismo esencial que se aplica como corolario del principio de legalidad, el cual
implica que la administración pública debe actuar dentro de los límites establecidos
por la ley. Este control tiene como finalidad garantizar que los actos administrativos
se ajusten a las normas y principios que rigen la función pública, asegurando así el
equilibrio entre las prerrogativas estatales y la protección de los derechos subjetivos
de los ciudadanos.
Este control lo ejerce la jurisdicción contencioso administrativa, depositada en
cabeza de los jueces administrativos, quienes están llamados a verificar que los
actos expedidos por las autoridades administrativas se encuentren en armonía con
el ordenamiento jurídico superior y no desconozcan o vulneren las situaciones
jurídicas subjetivas de los particulares. No obstante, previo al examen judicial, se
prevé una instancia ante la propia Administración, donde los interesados pueden
impugnar la legalidad del acto mediante los recursos gubernativos. Estos deben
verificar la armonía entre dichos actos y las normas que condicionan la conducta de
los funcionarios públicos. Antes de acudir al juez, en algunos ordenamientos se
establece la posibilidad de que la administración misma revise la legalidad de sus
actos, permitiendo a los particulares afectados ejercer recursos para impugnar
dichos actos.
El juez administrativo, al ejercer el control de legalidad, podrá declarar la nulidad del
acto cuando advierta la estructuración de algunas de las causales taxativamente
señaladas por el ordenamiento, las cuales se refieren a vicios que afectan los
elementos esenciales y estructurales del acto administrativo: violación. directa de
normas superiores, incompetencia del funcionario que lo profirió, inobservancia de
las formalidades sustanciales, falsa motivación o error en la apreciación de los
motivos determinantes, y desviación del poder conferido al funcionario respecto de
las multas previstas en la norma.
En este contexto, es importante diferenciar entre la desviación del poder y el abuso
del derecho. La desviación del poder se produce cuando un funcionario público
emite un acto administrativo con motivos diferentes a los contemplados en la ley, lo
cual constituye un uso indebido de las facultades conferidas por la normativa, se
produce cuando el funcionario emite un acto con motivos diferentes a los
establecidos por la ley, lo que también puede acarrear la anulación del acto.[1] Esto
ocurre cuando los móviles del funcionario no coinciden con el interés general o el
fin específico que la ley le ha asignado. Por otro lado, el abuso del derecho se refiere
a la utilización excesiva o contraria a la finalidad de un derecho legalmente
reconocido, con un fin antisocial.
En cuanto a la motivación de los actos administrativos, esta se presenta como un
requisito fundamental para garantizar su legalidad y transparencia. La obligación de
motivar los actos implica que la administración debe expresar de manera clara y
precisa los motivos que fundamentan sus decisiones, facilitando así la verificación
de su legalidad por parte de los jueces competentes.
La motivación debe expresar:
1) La finalidad perseguida por el acto, que debe coincidir con el interés general.
2) Los fundamentos de derecho en los que se basa la actuación administrativa.
3) Los motivos específicos que llevaron a la administración a emitir ese acto en
particular.
4) Las circunstancias de hecho que generaron y condicionaron la expedición del
acto.
La falta de motivación o una motivación falsa, es decir, una errónea apreciación de
los motivos, puede llevar a la anulación del acto administrativo.
Existen dos posturas doctrinarias sobre la obligatoriedad de motivar los actos
administrativos. Una defiende que siempre debe haber motivación, mientras que la
otra sostiene que solo es necesaria en ciertos casos, como cuando se limitan
derechos o se niegan peticiones.
En el derecho colombiano, se considera que salvo disposición expresa, no es
forzoso declarar los motivos del acto. Sin embargo, si la administración los expresa,
queda sujeta a ellos y pueden ser objeto de control de legalidad.
La falta de motivación cuando es obligatoria constituye un vicio de forma que puede
llevar a la anulación del acto. Esto se debe a que la motivación facilita la
interpretación, el control y la ponderación de las decisiones administrativas.
Finalmente, se distingue entre la nulidad y la inexistencia de los actos
administrativos. La inexistencia se aplica en casos extremos de actos que atentan
flagrantemente contra el orden jurídico, como cuando quien lo dicta no es un órgano
estatal o cuando el acto es absurdo o contradictorio.
Se destaca la evolución del control de legalidad en los actos administrativos, en la
que se han incorporado principios constitucionales como la participación ciudadana
y la buena fe en las relaciones entre la autoridad y los particulares. Esta evolución
ha fortalecido el control de legalidad, haciéndolo más riguroso y exigente para
garantizar el respeto a la legalidad y la protección de los derechos de los ciudadanos
frente a posibles arbitrariedades de la administración.