Apariciones de Difuntos - Miguel Ángel Segura
Apariciones de Difuntos - Miguel Ángel Segura
Apariciones de Difuntos - Miguel Ángel Segura
VIGILANTE 1 (Adrián)
—¿Hay alguien aquí?
—…
—¿Quiénes soy?
—No somos muertos.
—¿Cómo te llamas?
—Príncipe de la Tierra.
VIGILANTE 2 (Lucas)
—¿Ha fallecido alguien en este lugar?
—…
—¿Qué misterios esconde este fuerte?
—Sangre, muerte y horror.
ADRÍAN Y SU EXPERIENCIA
«Después de grabar la primera tanda de psicofonías
realicé una ronda de vigilancia por la planta. Tengo que
reconocer que tenía un poco de miedo, ya que era la
primera vez que captaba voces paranormales. Lo pasé
francamente mal, aunque no presencié nada extraño. Lo
aterrador vino después, cuando estaba nuevamente en la
zona donde tenía la mesa y la silla, que era como si fuese
mi garita, a pesar de que simplemente era una habitación
normal, ya que la empresa sólo puso garita al vigilante de la
entrada.
Pues estando sentado, comencé a escuchar pasos,
pasos que eran muy claros. Lo que más me inquietó fue que
provenían del pasillo, a escasos metros de donde me
hallaba. Era plenamente consciente de que estaba solo, por
lo que también sabía que los pasos estaban provocados por
fuerzas sobrenaturales. El miedo comenzó a apoderarse de
mí, pero no me quedaba otra que salir al pasillo y plantar
cara a lo que fuese que estaba allí. Soy vigilante y me
pagan para vigilar, tengo que enfrentarme a intrusos,
ladrones o lo que quiera que se adentre en la zona que
custodio. Así que, con el terror por compañero, salí al
pasillo… En ese momento, los pasos dejaron de escucharse,
y ante mí apareció una extraña silueta con forma humana,
pero deforme. No sé muy bien cómo describir aquello, ya
que parecía un hombre jorobado, con gran chepa, cabeza
alargada y extremidades muy delgadas.
Me quedé paralizado, no supe cómo reaccionar, así que
sólo pude contemplar la escena, completamente incrédulo.
Duró cinco o seis segundos, aunque para mí se hizo eterno.
Jamás podré olvidar aquello, me marcó de por vida.
A pesar de todo, continué con mi trabajo y con la
investigación. Tuve que echarle muchos cojones, pero lo
hice. Le planté cara al miedo y volví a realizar una nueva
ronda de vigilancia. Durante el transcurso de ésta, no
presencié nada anómalo, a parte de escuchar ruidos
extraños y algún que otro paso a mi espalda.
Durante el resto de la noche experimenté nuevamente
con el tema de las psicofonías, registrando varias voces.
Además, intenté interactuar con las entidades formulando
preguntas y peticiones sin grabadora, en directo. Los
resultados fueron sorprendentes, ya que llegué a
comunicarme con ellas mediante golpes… Un golpe era sí,
dos golpes era no.
—¿Podéis escucharme?
—Sí.
—¿Sois varios?
—Sí.
—¿Queréis hacerme daño?
—Sí.
—¿Os molesta que esté aquí?
—No.
—¿Entonces me queréis hacer daño simplemente
porque sois malos?
—Sí.
Terminé la noche muy sorprendido por todo lo que había
vivido. Además, las sensaciones que percibí jamás las había
experimentado con anterioridad. Tuve claro que me había
enfrentado a seres malignos, quizá a demonios. Y es que,
todo apuntaba a ello».
LUCAS Y SU EXPERIENCIA
«Lo que viví aquella fatídica noche me llevó a coger la
baja por depresión. Desde entonces no he vuelto a ser el
mismo. Sé que lo que voy a contar puede parecer una
locura, pero es totalmente cierto.
Después de grabar psicofonías retomé mis labores de
vigilante y emprendí el recorrido habitual a través de la
zona que tenía asignada para controlar. Todo parecía
tranquilo, pero instantes después, el horror se apoderó de
mí.
Presencié a varios fantasmas con forma humana que se
me abalanzaron. No llegaron a tocarme físicamente, pero
los tenía encima. Me gritaban, me insultaban, me
amenazaban… Durante más de media hora me atosigaron,
hasta tal punto que comencé a llorar como un loco. No fui
capaz de salir de allí, me hinqué de rodillas en el suelo y
cerré los ojos, mientras que estos seres me masacraban con
su presencia y sus desgarradores gritos. Jamás en toda mi
vida he sentido un terror tan extremo. Fue algo tan bestia
que no encuentro ninguna otra situación conocida con la
que poder compararlo. Me resulta imposible explicarlo con
palabras.
Una vez que los fantasmas desaparecieron, tardé como
tres o cuatro horas en poder reaccionar. Me había quedado
completamente paralizado del miedo. Y cuando me activé
de nuevo, sólo pude sentarme en la silla, con la mirada
perdida en el horizonte. Así, hecho una piltrafa y
completamente desorientado, fue como me encontraron mis
compañeros, quienes bajaron a buscarme al ver que eran
las siete de la mañana y que no daba señales de vida.
Aquella noche cambió mi existencia, y desde entonces
no he vuelto a ser el mismo. No jueguen con temas
paranormales, pueden terminar como yo».
Lo que yo experimenté por la noche no tiene nada que
ver con la vivencia de Adrián, y mucho menos con la de
Lucas. Mis sensaciones fueron completamente distintas. Es
más, el hecho de investigar despertó en mí la necesidad de
profundizar en temas paranormales, ya que empecé a intuir
que detrás de estos fenómenos no se hallaban personas
muertas, sino otro tipo de entes. Aquello me chocó, ya que
siempre había creído que las manifestaciones paranormales
estaban producidas por difuntos, pues esa teoría es la que
nos trasmiten en los medios de comunicación, el cine, los
libros, etcétera. Sin embargo, pronto me di cuenta de que
no era así.
Mi vida estaba a punto de cambiar de forma radical. Al
día siguiente una nueva sorpresa me invadió, aunque en
aquella ocasión no fue generada por la causa paranormal,
sino por el nuevo vigilante que vino a sustituir a Lucas. Este
hombre es un conocido parapsicólogo, de los de verdad, de
los que no se dedican a ello por dinero, sino por vocación.
El hombre tenía su trabajo como vigilante, el cual le
servía en algunos casos como experimentación, y en su
tiempo libre investigaba en profundidad el tema
paranormal. Conocer su historia y sus teorías me terminaron
de transformar del todo. Lo explico en el próximo capítulo.
¿Están preparados para descubrir algo sorprendente? Yo de
ustedes prestaría atención a lo que viene a continuación,
pues es una información muy valiosa y les recomiendo que
la hagan suya.
EL PARAPSICÓLOGO
EL CASO DE JOSEFINA
A las once de la mañana llegué al hospital, ya que
media hora más tarde teníamos la entrevista con Adolfo, el
hijo de Josefina. Su madre había fallecido hacía un año.
Antes de que llegara el hombre, el doctor me pidió que
realizase yo las preguntas, ya que quería evitar por todos
los medios ser él quien incomodara a Adolfo, puesto que
tanto su familia como él mismo, eran clientes del hospital.
Además, me pidió que intentara evitar preguntas incómodas
o, al menos, que, si debía formular alguna, lo hiciera con
mucho tacto. Lógicamente, acepté sus sugerencias y las
apliqué en todas las entrevistas que llevé a cabo. En ningún
momento mi pretensión era molestar a los testigos, sino
todo lo contrario. Me había metido en aquella investigación
para aportar esperanza a la gente sobre el hecho de que
existe vida después de la muerte, y que algún día
terminamos reencontrándonos con nuestros seres queridos
en el mundo espiritual.
La conversación que mantuve con Adolfo fue la que voy
a transcribir a continuación. Expongo lo más importante
para que se empapen de todo lo ocurrido.
—Gracias por atenderme, Adolfo.
—Es un placer, Miguel Ángel.
—¿Podrías explicarme lo que te contó tu madre antes de
dejar este mundo?
—Claro, para eso estoy aquí —respondió el hombre con
firmeza.
—Muchas gracias —dije de forma cortés.
—Mi madre nos dijo que sabía que su hora había llegado
y que aquella misma noche moriría. Nosotros, para quitarle
hierro al asunto, le dijimos que no iba a morir, ya que los
médicos habían diagnosticado una mejora importante en su
salud. Esto era falso, pero quisimos animarla de esta
manera para que se quitara de la cabeza la idea de que iba
a fallecer aquella noche. Sin embargo, nos dijo que estaba
segura de que iba a morir, y que no tenía miedo de dejar
este mundo porque su madre la estaba esperando para
acompañarla al lugar que le corresponde. Además, nos
explicó que había otra mujer en la sala que acompañaba a
mi abuela.
—¿Vosotros cómo reaccionasteis ante tal situación?
—Creíamos que estaba sufriendo alucinaciones debido a
la medicación o la enfermedad, así que hablamos con los
doctores. Sin embargo, nos dijeron que ni la enfermedad ni
la medicación que le estaban suministrando provocaba
episodios de alucinación.
—¿Entonces la creísteis? —pregunté con mucho interés.
—Lo cierto es que no. Pensamos que estaba perdiendo
la cabeza y no le hicimos caso, fue al morir horas más tarde
cuando nos dimos cuenta de que no mentía, ya que, en el
momento de fallecer, vimos tres bolas de luz blanca que
flotaban en la habitación. Esto duró cuatro o cinco segundos
hasta que desaparecieron.
—¿Quiénes visteis estas bolas de luz?
—Mi mujer, uno de mis hijos y dos enfermeras. Cuando
llegaron los médicos y el resto de los familiares ya habían
desaparecido. Fue algo que nos impactó a todos, y desde
ese momento no tenemos duda de que existe vida tras la
muerte.
EL CASO DE JUAN
Por la tarde nos reunimos con Maribel, quien nos iba a
explicar la vivencia que tuvo su padre en el hospital antes
de morir.
La cita era a las cuatro de la tarde, por lo que Francisco
y yo quedamos media hora antes para charlar con calma de
nuestras cosas. Tengo que reconocer que tanto el doctor
como yo, estábamos muy ilusionados con el proceso de
entrevistas que teníamos por delante en los próximos días.
Sin duda, el caso de Josefina nos había aportado un
tremendo chute de adrenalina. Estábamos preparados para
investigar con toda nuestra energía el asunto de las
apariciones de difuntos.
A las cuatro y cinco de la tarde, Maribel hizo acto de
presencia, así que dimos comienzo a la entrevista. Voy a
transcribir la parte más interesante para disfruten de los
datos más relevantes.
—Lo primero que queremos es agradecerte tu tiempo y
tu amabilidad —dije sonriendo.
—Muchas gracias —contestó ella devolviéndome la
sonrisa.
—Cuéntanos la experiencia de tu padre, por favor.
—Lo que voy a explicaros sucedió hace seis años
cuando mi papá estaba ingresado en este hospital. Sin
embargo, antes tengo que decir que mi padre era un
hombre muy especial, ya que a lo largo de su vida había
tenido varias experiencias misteriosas, entre ellas presenció
dos veces un ovni.
—¿Tu padre vio dos ovnis? —pregunté asombrado.
—Sí, los vio. Según nos contó no eran luces en el cielo
como relatan muchos testigos, sino dos naves metálicas con
forma de platillo. Incluso en una de las dos ocasiones pudo
observar cómo el objeto tenía ventanas. Ya podéis
imaginaros lo cerca que estaba el artefacto de él.
—¿A parte de ver ovnis, qué otras experiencias
tuvieron?
—Muchas, aunque no le gustaba hablar demasiado de
ellas, de hecho, creo que sólo nos contó algunas y que se
guardó para él la mayoría de las vivencias.
—¿Podrías explicar alguna que conozcas? —pregunté
con mucho interés.
—Varias veces nos dijo que había visto a personas que
estaban muertas, pero no solía profundizar en el tema. Es
como si quisiera que tomáramos conciencia de que existen
otras realidades, pero por otro lado intentaba que no nos
obsesionáramos con estos temas. Recuerdo que un día nos
dijo que hay mucha gente que termina con problemas
mentales debido a su obsesión por todo esto. Por tanto,
intuyo que deseaba que tomáramos conciencia de la
existencia de estos fenómenos, pero sin llegar a
obsesionarnos por ellos.
—Tuvo que ser un hombre muy interesante —dije
convencido.
—Sí, lo era.
—Retomando la experiencia en el hospital, ¿qué fue lo
que sucedió?
—Bueno, estábamos mis dos hermanas y yo en la
habitación con él cuando, de repente, mi papá se quedó
mirando fijamente a una esquina y, tras varios segundos,
nos dijo que ya estaban aquí y que habían venido a
buscarlo. Claro, nosotras nos sorprendimos y le
preguntamos al respecto. Entonces nos explicó que había
llegado su hora y que debía abandonar este mundo. Nos dijo
que su abuelo y su tío habían venido a dejarle un mensaje.
—¿Cuál fue ese mensaje?
—No nos lo quiso decir, aunque sí nos comentó que en
un futuro volveríamos a reencontrarnos, por lo que no
teníamos que llorar su ausencia, ya que la muerte no es el
final.
—Supongo que horas más tarde tu padre falleció,
¿verdad?
—Efectivamente. Aquella misma tarde mi papá nos dejó.
—¿Cuándo murió visteis algo extraño?
—No. Lo que sí nos llamó la atención fue el hecho de
que muriera feliz, con una enorme sonrisa. Su cara
mostraba claramente que estaba feliz a la hora de
marcharse. Aquello nos impactó tanto que nos hizo
entender que no hay que tenerle miedo a la muerte.
Cuando Maribel se marchó del despacho, Francisco y yo
conversamos sobre la historia que nos había contado.
Ambos coincidíamos en que el testimonio era revelador, ya
que, una vez más, demostraba que lo que nos espera al otro
lado es mejor que esto o, por lo menos, eso evidenciaban
los casos que habíamos conocido hasta ese momento.
EL CASO DE MARÍA
A las diez de la mañana nos reunimos con Susana, quien
iba a explicarnos un nuevo caso. En esta ocasión la
experiencia de aparición la vio ella misma. Nuestra
protagonista fue testigo de la misma escena que su madre
María observó instantes antes de fallecer.
Voy a transcribir la esencia de la conversación para que
se sorprendan tanto como lo hicimos Francisco y yo al
conocer el relato.
—Gracias por atendernos —dije educadamente.
—Es un gusto, amigos.
—¿Nos puedes contar la vivencia de tu madre con
respecto a la aparición que vio en este hospital?
—Sí... Por cierto, yo también vi lo ocurrido.
—¿Tú viste la aparición? —pregunté extrañado.
—Sí. Mi madre y yo vimos lo mismo.
—¿Eres una persona sensitiva? —volví a preguntar
asombrado.
—No, no lo soy. Jamás en mi vida he visto algo
sobrenatural a excepción de aquella mañana.
—Cuéntanos, ¿qué sucedió?
—Recuerdo que era muy temprano, quizá las seis o las
siete de la mañana, estaba amaneciendo. Fue entonces
cuando observé cómo dos personas entraban por la puerta.
En ese instante pensé que serían empleados del hospital,
aunque me extrañó. Sin embargo, segundos después, me di
cuenta de que no era personal sanitario. ¡Eran mis abuelos
maternos! ¡Llevaban años muertos!
—¿Qué hiciste en ese momento? —pregunté con mucho
interés.
—Mi primera reacción fue mirar a mi madre que estaba
postrada en la cama. Al verla me di cuenta de que ella
también los estaba viendo. Fue entonces cuando nos
trasmitieron un mensaje que cambió nuestras vidas para
siempre. Mi madre, a las pocas horas dejó este mundo, y lo
hizo con una paz interior que no se puede describir con
palabras. Yo, por mi parte, tomé conciencia absoluta de que
existe vida después de la muerte.
—¿Cuál fue ese mensaje, Susana?
—Prefiero guardármelo para mí, ya que es algo íntimo y
personal. Lo que sí puedo decir es que tengáis la confianza
firme de que la vida continúa tras la muerte física, y que
estamos en este mundo para evolucionar.
—¿Tus abuelos se aparecieron solos o venían
acompañados de alguien?
—Visualmente sólo los vi a ellos, pero percibí otra
presencia a la cual no pude ver. Según me dijo mi abuela,
habían venido acompañados de un ángel, que era el que
durante toda la vida había cuidado de mi madre.
—¿Entonces podemos deducir que todos tenemos un
ángel de la guarda o un ser que nos protege?
—Por supuesto. Yo lo tuve claro en ese momento, y lo
sigo creyendo hoy —dijo la mujer completamente
convencida.
—Es una experiencia muy interesante. Como bien has
dicho, te cambió la vida. ¿Cómo eras antes de vivir esto y
cómo eres ahora?
—Antes era una mujer arraigada al escepticismo,
preocupada exclusivamente por lo terrenal. Es cierto que no
le hacía daño a nadie, pero tampoco me interesaba el
mundo espiritual y, mucho menos, el trascendental. Ahora
mi vida gira en torno al crecimiento espiritual, ya que soy
consciente de que al dejar este mundo emigraré a un lugar
no material donde mi conciencia seguirá habitando. Sin
embargo, no sigo las corrientes espirituales de moda, pues
me he dado cuenta de que no tienen nada que ver con la
verdadera espiritualidad, ya que enaltecen el ego de sus
adeptos y buscan un solo fin: sacarle el dinero a la gente.
—Muchas gracias por tu testimonio, Susana. Ha sido un
auténtico placer poder conversar contigo.
—Gracias a vosotros.
EL CASO DE CONSUELO
A las doce del mediodía teníamos cita con Alberto,
quien nos iba a relatar la aparición de la cual fue testigo su
madre. Sin embargo, por cuestiones que en ese momento
desconocíamos, el hombre finalmente no se presentó en el
hospital y desechó la propuesta que Francisco le había
hecho.
Tiempo después supimos que una vidente le había
aconsejado que no nos concediera la entrevista. Al parecer,
desde la aparición que presenció su madre, el hombre se
había obsesionado con temas esotéricos y espirituales. Esto
lo llevó a caer en las garras de una malvada vidente que lo
tenía engatusado, por eso evitó a toda costa que hablara
con nosotros, ya que no quería correr el riesgo de que le
abriésemos los ojos, puesto que, de haberlo hecho,
seguramente lo hubiera perdido como cliente.
Lo que voy a hacer es exponer el caso de Consuelo
mediante las palabras de Francisco, quien es conocedor de
la historia porque Alberto se la resumió por teléfono cuando
hablaron sobre la propuesta de ser entrevistado. En aquel
momento el hombre se abrió a explicarla, ya que todavía no
había sido manipulado por la vidente.
Así me contó el caso mi compañero:
«Consuelo estaba ingresada en el este hospital, y una
tarde, en horario de visita, sucedió un hecho extraordinario
que varios familiares contemplaron atónitos. Según me
contó su hijo Alberto, una corriente de aire frío resopló en el
interior de la habitación. Lo extraño es que tanto la puerta
como la ventana estaban cerradas, por lo que todos se
quedaron pasmados. Instantes después, ante ellos
aparecieron varias esferas luminosas que, tras flotar unos
segundos por el aire, desaparecieron.
Durante el transcurso de los acontecimientos, su madre,
postrada en la cama, observó la aparición de su tío, quien
había muerto hacía un par de décadas. Según explicó la
mujer, se apareció ante ella para decirle que había llegado
el momento de que dejara este mundo y acudiera a un lugar
mejor. Tres horas más tarde, una vez que se despidió de sus
familiares, Consuelo falleció en aquella cama del hospital».
Tengo que reconocer que esta historia me chocó mucho,
y que me fastidió bastante no poder entrevistar a Alberto.
Sin embargo, es lo que había, ya que no siempre depende
de nosotros que las cosas salgan como queremos.
¿Qué opinan sobre los casos que estamos conociendo?
A mí me resultan apasionantes, y considero que todos
aportan valor a la investigación. Espero que ustedes lo
vivan con el mismo entusiasmo que lo viví yo.
EL CASO DE MARC
El último caso que conocimos aquel día fue el más
especial, sobre todo porque el testigo de la aparición fue un
niño de diez años. Tengo que reconocer que sus padres lo
pasaron francamente mal mientras hablábamos con ellos.
Imagínense lo afectados que estaban que su madre no pudo
responder a ninguna pregunta, siendo el padre quien
finalmente accedió a hablar delante de la grabadora.
Transcribo parte de la entrevista, ¿les parece? Vamos a
ello.
—Gracias a ambos por aceptar la entrevista. Por cierto,
Natalia, no te preocupes si no te ves con fuerzas para
hablar, le formulo las preguntas a Luis.
—Vale, me parece perfecto. Gracias por entenderme,
Miguel Ángel —dijo la mujer con el rostro tenso.
—Cuando quieras empezamos, Luis.
—Adelante, pregunta.
—¿Cuándo falleció vuestro hijo?
—Hace menos de seis meses.
—La muerte es muy reciente. Ahora entiendo por qué os
cuenta tanto hablar de este tema —dije triste por las
circunstancias.
—Sí, aunque sabemos que está bien, pero claro, tenía
diez años y sucedió todo muy deprisa.
—Contesta sólo a lo que quieras, ¿vale? Y si en algún
momento quieres que paremos me lo dices y concluimos la
entrevista.
—Vale, muchas gracias.
—¿Qué ocurrió con respecto a la aparición?
—Nuestro hijo no llegó a conocer a mi padre, pero le
hablamos mucho de él y le enseñamos muchas fotos para
que supiera quién era su abuelo paterno. Pues bien, la
mañana previa a su muerte, estando en una de las
habitaciones de este hospital, Marc nos dijo que su abuelo
había venido a verlo. Nosotros pensamos que se refería a
Lorenzo, el padre de mi mujer, quien estaba —y sigue
estando— vivo. Sin embargo, el niño nos dijo que no, que
quien había venido era su otro abuelo. Como imaginaréis
nos quedamos sorprendidos, ya que entendíamos que eso
no era posible porque estaba muerto. La cuestión es que
Marc nos explicó que su abuelo había venido a buscarlo
porque tenía que dejar este mundo. Nosotros pusimos el
grito en el cielo e intentamos por todos los medios sacarle
esa idea de la cabeza, pero el niño seguía firme en su
opinión. Horas más tarde, Marc nos dejó para siempre, y
comprendimos que, efectivamente, había visto a su abuelo
difunto, quien se apareció en este mundo para acompañarlo
en el tránsito de la vida a la muerte.
—Menuda historia, Luis —dije conmovido.
—Es muy fuerte, sí.
—¿Vosotros visteis algo extraño durante las últimas
horas de vida del niño?
—No, absolutamente nada. Sin embargo, tras su
fallecimiento nos dimos cuenta de que nuestro hijo nos
había dicho la verdad.
EL CASO DE LA ACTRIZ
«Me llamo Alba y soy actriz de profesión. Mi gran pasión
es el teatro, ya que considero que es donde alguien que
interpreta se siente más vivo, puesto que ejerce su
profesión en estado puro. Es algo mágico eso de tener
conexión en directo con el público, sin pantallas de por
medio.
La cuestión es que mi madre murió cuando yo estaba en
pleno crecimiento artístico, y por suerte me vio triunfar
encima de los escenarios. Sin embargo, cada vez que salía a
actuar desde su fallecimiento me preguntaba una y otra vez
si me estaría viendo desde el cielo. Soy una mujer creyente
y, por tanto, estaba segura de que su espíritu seguía vivo, lo
que me generaba dudas era saber si desde allí arriba seguía
viendo mis actuaciones.
Una tarde, en el teatro más bonito en el que jamás
había trabajado, ocurrió algo que me dejó estupefacta.
Sucedió en el camerino, justo antes de actuar.
Como de costumbre, me quedé sola unos minutos para
desconectar de todo, ya que eso me ayudaba a concentrar
toda mi energía en la actuación. Pues bien, cerré los ojos y
puse la mente en blanco para alejar de mi cabeza cualquier
pensamiento. Vamos, que me puse a meditar… Al abrir los
ojos, allí estaba ella, con la sonrisa que le caracterizaba
cuando vivía. Mi mamá se apareció para decirme que seguía
viendo mis actuaciones. Además, me dejó un mensaje que
jamás podré olvidar. Según sus propias palabras, todos
tenemos un espíritu, el cual no desaparece nunca. Hoy, tres
años después, salgo a los escenarios sabiendo que mi
madre me observa desde el cielo, y eso me aporta toda la
vitalidad necesaria para darlo todo en mi trabajo. En estos
tres años he recibido varios premios y reconocimientos por
la labor que estoy haciendo, y me han colocado en el top 10
de las mejores actrices de teatro de la historia».
ECM DE ESTER
«Yo estuve clínicamente muerta durante varios minutos,
en los cuales viví lo que se denomina ECM. Sé que mi
experiencia es difícil de creer, pero, aun así, aporté pruebas
de ella a los médicos, enfermeros y familiares que estaban
en el hospital cuando se produjo el fallecimiento.
Me vi fuera del cuerpo; flotaba por el aire como si fuese
una especie de nube. La sensación fue curiosa y muy
agradable. Todo el dolor, el sufrimiento y las preocupaciones
se esfumaron en el momento en que mi espíritu se despegó
de mi cuerpo.
Escuché todo lo que sucedía a mi alrededor, incluso lo
que pasaba en estancias contiguas. Al volver a la vida relaté
las conversaciones que había escuchado y describí todo lo
que había visto. Además, lo hice con detalle, por lo que
todos se quedaron boquiabiertos al entender que lo que les
contaba era cierto. La mayoría de quienes me escucharon
tuvieron claro que, efectivamente, durante los minutos que
estuve muerta mi espíritu había permanecido “vivo”.
También ocurrió algo que me produjo una satisfacción
como nunca había sentido, y fue el hecho de volver a
reencontrarme con mis seres queridos que estaban
muertos. Todos, sin excepción, vinieron a verme. Allí
estaban mis abuelos, mis tíos, mi padre, algunos amigos,
etcétera. Fue increíble tomar conciencia de que tras la
muerte nos volveremos a juntar con ellos. Al regresar a la
vida lo hice con otra mentalidad totalmente distinta a la que
tenía antes. Ahora soy una persona que valora cosas que
ante ni siquiera le importaban.
Mi mensaje para vosotros es de esperanza, ya que
puedo asegurar que la muerte no es el final y que una vez
que dejéis este mundo volveréis a estar con vuestros seres
queridos, quienes, por cierto, están felices en el más allá.
Ellos también quieren veros felices a vosotros en vuestro día
a día, por lo que tenéis que intentar serlo. Los problemas
cotidianos son auténticas chorradas, pues después de este
mundo material llega la vida espiritual. No importa cuáles
sean tus problemas, intenta superarlos con una sonrisa y
nunca dejes de ser feliz, ya que el paso por este mundo
terreno es tan corto que luego nos parecerá como un mísero
suspiro dentro de la eternidad».
ECM DE GUSTAVO
«Mi nombre es Gustavo y yo estuve muerto
clínicamente. Todo ocurrió una noche en una discoteca. Me
dio una pájara debido al exceso de drogas que había
tomado. Por suerte, los profesionales sanitarios que me
atendieron consiguieron reanimarme.
Aquella noche mi vida cambió en muchos aspectos.
Dejé las drogas para siempre, incluso las blandas y las
legales. Además, cambié la noche por el día. Vamos, que
omití mi afición por las discotecas y adquirí nuevas formas
de ocio como el deporte y la montaña, entre otras
saludables.
Al morir me vi fuera del cuerpo, contemplando con
asombro todo lo que ocurría en el lugar y viendo cómo me
reanimaban. Durante esos minutos en los que me debatía
entre la vida y la muerte, apareció en escena mi abuelo
Raimundo, quien llevaba cinco años muerto. Me dijo que no
podía seguir por ese camino de juergas y drogas, pues
estaba en el mundo para llevar a cabo otras cosas. En ese
momento comprendí que todos, absolutamente todos,
venimos a este planeta con un propósito que cumplir, y que
las drogas, el exceso de juergas, la telebasura y todo eso
que tanto daño no hace, nos impide que cumplamos
nuestras metas.
Mi querido abuelo me explicó que todos portamos la
chispa divina en nuestro interior, por lo que tenemos un
potencial que ni imaginamos. Sin embargo, personas muy
poderosas que lo saben y que controlan el mundo, intentan
por todos los medios que no seamos conscientes de ello y
que, por tanto, no explotemos ese potencial. Es por eso, por
lo que nos masacran con basura para nuestra mente, con la
cual sólo pretenden distraernos para que omitamos nuestro
potencial y no le demos salida. Toda persona brillante, ha
sido una persona alejada de los estándares de “diversión y
entretenimiento” que nos ofrecen desde las altas esferas.
Mi vida cambió desde aquella noche, y hoy puedo decir
que estoy explotando mi potencial aportando valor al
mundo y poniendo mis habilidades al servicio de los demás.
Esto me ha generado riqueza espiritual y también
económica. Estoy muy feliz».
ECM DE LIDIA
«Fue increíble. Yo misma experimenté una ECM hace
unos meses. Como supongo que les ha pasado a todos los
que han pasado por ese proceso, me cambió la vida. No
puedo definir con palabras cómo ha sido ese cambio o, al
menos, se me hace complicado describirlo, ya que una
Experiencia Cercana a la Muerte es un acontecimiento tan
extraordinario que no se asemeja con nada conocido en
nuestra vida cotidiana, por lo que es imposible poner
ejemplos comparativos que lo definan.
Mi vivencia sucedió en un hospital, y según los doctores
estuve tres minutos muerta, hasta que, finalmente
consiguieron devolverme a la vida.
Durante esos noventa segundos aproximadamente
estuve junto a varios familiares que habían fallecido hace
años. Me hablaron de cosas que parecían de ciencia ficción,
de las cuales no puedo decir nada, ya que me comentaron
de forma explícita que ese mensaje era exclusivo para mí.
Lo que sí puedo exponer públicamente es el hecho de que
existe vida después de la muerte del cuerpo físico, y así lo
demuestran miles de ECM ocurridas por todo el mundo a lo
largo de la historia moderna.
Por cierto, cuando regresé a la vida recordaba las
conversaciones que los médicos habían tenido mientras me
reanimaban. Además, sabía cosas personales de ellos que
en ningún momento habían mencionado, como el coche que
tenían, sus colores favoritos, sus gustos gastronómicos,
etcétera. Fue algo asombroso, y tanto los doctores como yo
misma, nos quedamos perplejos. Según me dijeron, nunca
hasta ese momento se habían topado con un caso similar al
mío».
Un saludo misterioso.
Miguel Ángel Segura
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Table of Contents
AGRADECIMIENTOS
PRÓLOGO
YO, VIGILANTE NOCTURNO
EL FUERTE MILITAR
INVESTIGACIÓN EN EL FUERTE
EL PARAPSICÓLOGO
SE APARECE MI AMIGO DIFUNTO
LA EXPERIENCIA DEL DOCTOR
APARICIONES EN EL HOSPITAL
CONOCIENDO EL MUNDO ESPIRITUAL
SE LE APARECE SU ABUELA
EXPERIENCIAS CERCANAS A LA MUERTE
SE ME APARECE COMO DIFUNTO