3 Citas (#BT) - Lily Morton

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 92

TRES CITAS LILY MORTON

Esta traducción se ha realizado sin fines de lucro. Es decir, no se ha


recibido ningún valor monetario por esta traducción. Es un trabajo de fans
para fans.

Por favor, si tienes la oportunidad te invito a que apoyes a los autores


comprando sus libros, publicando reseñas o puntuando sus libros en
plataformas como Goodreads y Amazon.

Así que recuerda no compartir en redes sociales, que has leído esta
traducción en un idioma no oficial.

Cuida de los foros de traducción se realizan estas traducciones.

2
TRES CITAS LILY MORTON

TRES
CITAS
LILY MORTON

3
TRES CITAS LILY MORTON

CONTENIDO
Sobre este Libro ........................................................................................................ 5
Advertencias ............................................................................................................ 6
El Prólogo .................................................................................................................. 8
La Acumulación ..................................................................................................... 18
Cita 1 ....................................................................................................................... 40
Cita 2 ....................................................................................................................... 62
Cita 3 ....................................................................................................................... 75
Epílogo .................................................................................................................... 88

4
TRES CITAS LILY MORTON

SOBRE ESTE LIBRO


Archibald Henry Zhang es mi mejor amigo. Es divertido, luchador y
cariñoso. También es la única persona en la que he confiado y la única
que nunca me ha defraudado. Entonces, ¿por qué, después de descubrir
que mi actual novio me engaña, llevo a mi mejor amigo a una serie de
citas de San Valentín por todo Londres?

Y lo que es más importante, ¿por qué noto cosas en él que nunca


había visto en los diez años de nuestra amistad? ¿Por ejemplo, la
carnosidad de sus labios, lo hermosos que son sus ojos y, quizá lo más
importante, la forma en que me devuelve la mirada?

Porque Archibald Henry Zhang nunca podrá ser otra cosa que mi
mejor amigo. ¿O sí?

De la autora más vendida, Lily Morton, llega una comedia romántica


sobre cómo un día y una noche salvajes en la ciudad pueden cambiar la
vida de dos mejores amigos para siempre.

5
TRES CITAS LILY MORTON

ADVERTENCIA
Este libro contiene material destinado a un público adulto. Contiene
lenguaje gráfico, contenido sexual explícito y situaciones para adultos.

6
TRES CITAS LILY MORTON

“Sólo espera siempre a por mí.”

J.M. Barrie
Peter Pan

7
TRES CITAS LILY MORTON

EL PRÓLOGO
MICK
Permanezco sentado en mi coche con la mirada perdida. La lluvia
empieza a caer en forma de fina neblina y, cada pocos segundos, las
escobillas del limpiaparabrisas sacuden y retiran la humedad,
revelando exactamente el mismo panorama que me había dejado con la
boca abierta cinco minutos atrás.

—¿Y bien? —me dice una voz al oído—. ¿Ya has llegado? ¿Él está
sorprendido?

Miro a los dos hombres que se abrazan contra un coche en un rincón


oscuro del aparcamiento del pub. —Todavía no, pero lo estará.

—¿Perdón?

Suspiro y me doy un fuerte golpe en la cabeza contra el cabezal, pero


por desgracia es demasiado blando para hacer daño. —No puedo
creerlo, —digo en voz alta—. ¿Cómo soy tan jodidamente estúpido?

—¿Qué ha pasado? —La voz ligera y divertida en mi oído se vuelve


bruscamente cautelosa y aprieto el teléfono con el puño, deseando
poder atravesar el teléfono y que me abrace. Los abrazos de mi mejor
amigo son los mejores.

—Bueno, lejos de estar eufórico por haber vuelto pronto de mi viaje


de negocios y a tiempo para San Valentín, mi novio desde hace un año
está ahora mismo demasiado ocupado metiéndole la lengua por la
garganta a otro hombre y follándoselo en seco como para darse cuenta.

—¿Pero qué mierda? —La indignación es evidente en su voz, pero no


me sorprende. Yo estaría igual si alguien le hubiera hecho esto.

8
TRES CITAS LILY MORTON
—Sip. —Observo cómo la cabeza rubia de mi novio cae hacia atrás
de una forma que conozco íntimamente—. Y él acaba de correrse.

—Espero que sea la última vez que se corre y que al final acabe con
una reserva de semen tan grande que le exploten los huevos y se ahogue
en ella.

Parpadeo y me estremezco. —Jesús, ¿es eso una cosa real? ¿Has


visto alguna vez que eso haya pasado?

Él resopla. —No, claro que no. Soy un enfermero, Mick. Eso no me


convierte en una autoridad mundial en todas las enfermedades del
mundo. Trabajo en Urgencias. Los sábados por la noche hay sobre todo
hombres y mujeres borrachos llorando y gente con objetos domésticos
metidos en sitios para los que no se inventaron. De hecho, le deseo eso
al cretino. Una aspiradora le haría guardárselo en los pantalones por
primera vez. Menudo imbécil.

Veo a los dos hombres separarse y me doy cuenta con un escalofrío


de que el otro hombre es Darren, del departamento de Adquisiciones.
Él lleva meses insinuándose a Patrick, mi novio, pero Patrick siempre
se había reído de ello, refiriéndose a él como torpe y diciendo que
llevaba demasiado aftershave1. Bueno, obviamente ha superado ese
problema admirablemente, pienso con amargura. Pero así es mi novio.
Es un hábil solucionador de problemas.

—Bueno, tú me lo advertiste, —digo en voz baja, viendo a los dos


hombres subirse al Ford Focus de Darren y marcharse—. Dijiste que
era un donjuán.

—Dije que era un imbécil, no un donjuán, —me corrige—. Bebé, lo


siento, —añade en voz baja—. Me gustaría tanto que las cosas hubieran
sido diferentes y que él hubiera cambiado por ti, pero lo escrito en las
paredes de los retretes de Londres no miente. —Hace una pausa—. La
próxima vez que vaya a The King's Head me llevaré un Sharpie. Hay que
informar a los hombres de Londres de que Patrick Thomson tiene un
pene muy pequeño y un caso grave de gonorrea.

1Un aftershave (o loción postafeitado) es un líquido, gel, o bálsamo usado frecuentemente después
del afeitado.

9
TRES CITAS LILY MORTON
Resoplo. —Mierda, no me hagas reír, —digo, frotándome la frente
con cansancio.

—¿Estás bien? ¿Necesitas que vaya a verte? Ahora estoy en mi


descanso, pero mi turno acaba a medianoche.

Sacudo la cabeza. —No, vas a estar agotado y lo último que quieres


es ver cómo rompo con mi novio. —Hay un largo silencio al otro lado
de la línea y miro el teléfono que tengo en las manos—. ¿Sigues ahí,
Archie?

—Sí. Lo siento. —Parece un poco nervioso—. La línea se puso rara.

—Acabo de decir que no te molestes en venir porque, en lugar de


celebrar mi pronta llegada con sexo caliente y comida para llevar, en
realidad voy a romper con mi novio, echarlo de mi apartamento y luego
hacer un pequeño viaje a la clínica especializada en salud sexual.

—Estás viviendo tu mejor vida. —Me rio y su voz se vuelve


repentinamente tranquila—. ¿Hay algo de lo que preocuparse?
¿Ustedes se cuidaban? —La repentina ansiedad en su voz me calienta.
Es el único que se ha preocupado así por mí.

—Creo que estaré bien. Siempre usamos condones, gracias a Dios,


pero me sentiré mejor si lo compruebo.

—Eso está bien. —Puedo oír el alivio en su voz. Luego su tono se


suaviza—. Menciona mi nombre en la clínica. Conseguirás el mejor sitio.

—Eso sonaría mucho más fuerte si no supiera que has trabajado allí
durante un tiempo.

—Ssh, no estropees mi secretismo. —Me rio y le oigo exhalar. El


suave sonido me hace sentir no tan solo de alguna manera. Como si él
estuviera aquí conmigo en lugar de yo sentado solo en el aparcamiento
de un pub empapado por la lluvia.

—Pensé que tal vez él podría ser el indicado, —le digo en voz baja.

10
TRES CITAS LILY MORTON
—Cariño, no hay ‘podría ser’ en asuntos del corazón. Sólo es o no es.
Intentabas convertirlo en algo que no es y nunca habría funcionado.
Patrick no puede guardárselo en los pantalones. Es un hecho inmutable.
De la misma manera que el cielo es azul y Donald Trump es naranja.
Creo que el hecho de que se mantuviera fiel durante unos meses
debería considerarse un pequeño milagro. Tal vez para tu próximo
milagro podrías convertir el agua en vino. Te harías inmensamente
popular a la hora de salir a divertirte en Tottenham High Street.

Me rio y luego me pongo serio. —Gracias por estar a mi lado. Sé que


probablemente estés agotado.

—Nene, podría estar muerto y aún reviviría si me necesitaras para


patearle el culo a tu horrible novio.

—Archie, él mide un metro ochenta y tú un metro setenta.

—Las cosas explosivas vienen en paquetes pequeños, —me


recuerda y yo resoplo.

—No quiero hablar de tu paquete diminuto.

Se ríe y el sonido me resulta tan familiar que es como una manta


suave o un baño caliente. El máximo consuelo siempre ha sido su voz y
él.

—Tengo que irme, —dice con pesar—. ¿Seguro que no me


necesitas?

—No, ya soy mayor y soy adulto desde hace mucho tiempo.

—Demasiado tiempo, —dice con sarcasmo—. Pero nunca estás solo.


Lo sabes, ¿verdad?

La repentina ternura de su voz me hace parpadear para que no se


me humedezcan los ojos. —No cuando te tengo a ti, —digo
suavemente—. Vuelve al trabajo. Estaré bien.

11
TRES CITAS LILY MORTON
—Envíame un mensaje cuando hayas terminado, —me ordena—. Y
si la discusión se acalora y tienes que decirle algunas verdades sin
tapujos, ¿lo grabarías? EastEnders2 ha estado muy tranquilo
últimamente.

Y entonces cuelga y el silencio me envuelve con el único sonido del


débil susurro de la lluvia en la ventanilla y el chasquido de las escobillas
del limpiaparabrisas para hacerme compañía.

Suspiro y me pongo el cinturón. Es hora de desalojar a otro.

Entro en el piso con cautela, como si en cualquier momento fuera a


pisar una mina terrestre en lugar del montón de mierda en el que
Patrick ha convertido nuestra relación. Suena música suave y cuando
entro en el salón me lo encuentro sentado en el sofá leyendo algo en su
iPad. Cuando entro, levanta la vista y se le dibuja en la cara una sonrisa
de felicidad.

—Michael, —exclama, levantándose de un salto—. Has vuelto antes


de tiempo. —Se acerca para darme un abrazo, pero lo esquivo y me
acerco al sofá para echar el abrigo y la bufanda encima.

—Lo sé, —digo con frialdad y el frío se nota en mi voz—. Me


apresuré a terminar el trabajo para volver a tiempo y pasar San
Valentín contigo.

—Pero eso es genial, —dice con una enorme sonrisa en la cara.

Por un segundo me quedo mirándole perplejo. ¿Habré sufrido un


ataque? ¿Me he imaginado ese momento en el aparcamiento? Entonces
recuerdo sus manos clavadas en los hombros de Darren y cómo se
rieron juntos, y siento rabia y dolor. Probablemente se han estado
riendo de mí todo el tiempo.
2 EastEnders cuenta la historia de la vida doméstica y profesional de las personas que viven en la
ciudad ficticia de London Borough de Walford, ubicada en East End, Londres.

12
TRES CITAS LILY MORTON
Me encojo de hombros. —He vuelto antes porque tenía muchas
cosas planeadas y algunas reservadas para demostrarte lo que
significas para mí.

—¿Qué pasa? ¿El trabajo ha sido un problema? —me pregunta con


cara de compasión.

Respiro hondo. Aquí vamos. —No, es que me he dado cuenta de que,


si quisiera demostrarte de verdad lo que siento, la mejor manera y la
más sencilla sería pedirte que te fueras de mi apartamento y dejar que
la puerta te diera en el culo al salir.

—¿Qué demonios? —exhala, la sonrisa se esfuma para ser sustituida


por los ojos entrecerrados y el desbordamiento del mal genio.

Le devuelvo la mirada con frialdad y me pregunto de dónde viene


esa actitud. Normalmente dejo que los hombres me pisoteen. —Me
alegro de haber vuelto antes. Me ha dado tiempo a verte en primera fila
haciéndole una paja a Darren Sanderson en el aparcamiento del King's
Head.

Palidece y sus ojos miran a todas partes menos a mí. Me rio, y en mi


voz se percibe la auténtica diversión. —Sólo tuve tiempo de comprobar
que eras tú antes de que todo acabara. —Le miro de arriba abajo—.
Nunca has tenido mucho aguante. —Sacudo la cabeza—. No es sólo la
mierda de la follada en un aparcamiento. Creo que los problemas en
nuestra relación empezaron hace tiempo, la verdad. Eres desagradable
muy a menudo, te obsesionan las apariencias superficiales y tienes el
cerebro más vacío que el desierto del Sahara.

—No es cierto, —sisea.

Asiento con la cabeza. —Sí que lo es. ¿No recuerdas haber


preguntado qué era el Brexit3?

3 Brexit es la abreviatura de dos palabras inglesas: "Gran Bretaña" y "salida" y se refiere al proceso de
retirada del Reino Unido (RU) de la Unión Europea (UE). El artículo 50 del Tratado de la Unión Europea
regula el proceso de retirada de cualquier Estado miembro.

13
TRES CITAS LILY MORTON
—Seguro que todo el mundo se lo preguntó en algún momento.

—No después de que acabaran de votar sobre ello. —Él resopla y yo


sacudo la cabeza—. También eres más desordenado y descuidado con
las posesiones que un niño pequeño e igual de aficionado a la
destrucción.

—Oh, tus posesiones. Siempre se trata de ti. —Sus labios son finos y
respira rápidamente. Antes, me habría esforzado por cambiar su
humor. Ahora, lo acepto.

—Pero se trata de mí, —digo fríamente—. Este es mi piso. He


trabajado muy duro para conseguirlo y cuido de mis cosas.

—Ah, porque creciste en un hogar de acogida. —Hace esto último


entre comillas y le miro fijamente.

—Sabes cómo se usan las comillas, ¿verdad? Funcionan


irónicamente. De hecho, crecí en un orfanato. No es irónico. Rara vez lo
son. —Sacudo la cabeza—. Eres idiota. Deberías leer algo más que tu
ejemplar semanal de Hello4.

—Oh, como tú, —se burla—. Siempre con la nariz metida en un libro,
imbécil aburrido. Tratando de mejorar. —Se ríe—. Menudo chiste.

Le miro fijamente, disimulando el estremecimiento, porque sé que


soy aburrido. Mi vida siempre ha consistido en ganar dinero y acumular
cosas para no volver a ser pobre o estar sin hogar. No hay mucho
espacio para la risa en eso. —Archie tenía razón sobre ti.

—Oh, Archie. —Sacude la cabeza—. Ese pequeño imbécil. Siempre


pendiente de ti, esperando a que te fijes en él.

—¿De qué demonios estás hablando? No hables de él, nunca. Él es


mucho mejor persona que tú, imbécil. —La rabia repentina que se

4¡Hola! es una revista semanal realista especializada en noticias de celebridades e historias de interés
humano, publicada por primera vez en el Reino Unido el 21 de mayo de 1988, siguiendo el formato de
¡Hola!, la revista semanal española. A menudo cubre a aristócratas, celebridades y realeza.

14
TRES CITAS LILY MORTON
apodera de mi serenidad debe de notarse en mi voz, porque da un paso
atrás cauteloso e inmediatamente me ataca desde otro ángulo.

—Así que me estás echando. Muy bonito.

—¿Cómo demonios se ha convertido esto en culpa mía? —Digo


suavemente—. Te dije cuando nos conocimos que lo de poner los
cuernos estaba prohibido y aun así lo hiciste. —Hago una pausa—. ¿Fue
Darren el primero? —Resopla y sé que no lo fue—. ¿Cuántos? —le
pregunto con calma.

Se ríe. —Michael, nunca te he sido fiel.

La verdad es que es una mierda que una parte de mí siempre lo haya


sabido y siga viéndole. —¿Entonces por qué te quedas?

—Porque en una relación hay algo más que confianza. Se trata de


tener un lugar donde descansar la cabeza y dormir, y este piso es bonito.

Sacudo la cabeza. —Estás comparando las relaciones con alojarse en


un Premier Inn5. Bien hecho. ¿Qué es el matrimonio entonces? ¿Un
ascenso a una habitación con albornoz y desayuno gratis?

Me mira fijamente y de repente es como si la máscara se hubiera


caído y le viera por primera vez. Es brillante, sin duda. Bien vestido y
guapo, pero sus buenos modales no ocultan la delgadez de sus labios, el
aspecto mimado de su boca y la dureza de sus ojos. ¿Cómo pude estar
tan ciego?

—No sé lo que vi en ti, —suspiro, sintiendo que me recorre una


sensación de alivio. No es la peor ruptura de la historia porque, de todas
formas, la relación no era la mejor historia de amor. No era nada, en
realidad, y ahora se ha acabado. Siento algo de dolor, pero sobre todo
por haber sido tan imbécil, y definitivamente lo he sentido muchas
veces y sé que se me pasará como siempre. En algún momento de cada
relación, las vendas siempre se han caído de mis ojos para descubrir
5 Premier Inn Limited es una cadena hotelera británica de servicio limitado y la mayor marca hotelera
del Reino Unido, con más de 800 hoteles y más de 72.000 habitaciones. Opera hoteles en diversos
lugares, como ciudades, suburbios y aeropuertos, y compite con hoteles de la talla de Travelodge e
Ibis.

15
TRES CITAS LILY MORTON
que los hombres que creía que eran príncipes azules en realidad eran
más parecidos a las ratas.

—Sólo vete, —digo, de repente aburrido de todo esto—. Sigue tu


camino.

—¿Pero a dónde se supone que debo ir?

—¿A casa de Darren? —Ofrezco, pero luego sacudo la cabeza—. Oh,


claro que no. Todavía vive con su novio. Eso sería un poco incómodo. —
Le miro fijamente—. Realmente no me importa adónde vayas, Patrick,
siempre que sea lejos de mí.

—¿No será incómodo el trabajo? —pregunta con aire victorioso,


como si, aunque no fuera a serlo, ahora lo fuera.

Siento un segundo de preocupación porque mi trabajo lo es todo.


¿Qué haré si me pone las cosas difíciles y mis jefes me echan? La
empresa es una de las mejores de Londres y sé que tengo suerte de
trabajar allí. Disimulo la preocupación como he aprendido a disimular
todas mis emociones a lo largo de los años. El descontrol nunca es
bueno.

Así que, en lugar de acobardarme, sacudo la cabeza con frialdad. —


Desde luego que no. Primero tendría que importarme, y no me importa.

—Eres un cabrón desalmado.

—Puede, pero desde luego no un estúpido. ¿Puedes darte prisa?


Quiero pedir comida para llevar.

Media hora después espero junto a la puerta, manteniéndola


abierta. Después de varios viajes a su coche con los brazos llenos de
ropa, ésta es su última carrera. Resopla hacia mí, con su elegante
peinado arruinado por el sudor y la ira.

—La llave, por favor, —le digo con calma.

16
TRES CITAS LILY MORTON
—Oh, supongo que ahora vas a traer a Archie, ¿no? —dice
enfadado—. Por fin se habrá salido con la suya.

—No tengo ni la menor idea de lo que estás hablando, pero ya que


has mencionado su nombre te advierto que puedes decir lo que quieras
de mí, pero voy a tener un grave problema contigo si le llamas de
cualquier manera.

—Eres patético, —se burla—. No tienes ni idea, ¿verdad?

—Tengo la idea de que la gente que se involucre contigo debería


renunciar a los condones e invertir en un traje Hazmat. O, si pueden,
que sólo practiquen sexo cuando ambos estén en continentes distintos.
Eso sí que sería sexo seguro.

Le cierro la puerta en las narices. —Adiós, —le digo, escuchando sus


palabrotas con una leve sonrisa en la cara. Se me borra cuando miro a
mi alrededor. Otra vez solo. La sonrisa reaparece cuando pienso que
nunca más tendré que recoger lo que él ensucie.

17
TRES CITAS LILY MORTON

LA ACUMULACIÓN
MICK
A la mañana siguiente me encuentro tumbado en una incómoda silla
de plástico, intentando no mirar fijamente las imágenes terriblemente
gráficas de las enfermedades de transmisión sexual que hay en las
pizarras de corcho. Miro una especialmente horrible y cruzo las
piernas, dando gracias por haber practicado sexo seguro desde la
primera vez que lo probé.

La primera señal de su presencia es su voz gutural y luego el aroma


de su colonia de albahaca y neroli. Miro de reojo a tiempo de verle
acomodarse en el asiento de al lado y sonrío. No puedo evitarlo.
Archibald Henry Zhang ha sido mi mejor amigo desde el día en que lo
conocí y, sinceramente, creo que cuando me muera seguirá siendo igual.

Va vestido con unos chinos caqui ajustados, una camiseta gris y una
cazadora vaquera, y parece agotado, con profundas sombras violetas
bajo sus ojos. Pero incluso estando agotado sigue estando guapísimo,
con su espeso y brillante pelo negro y su piel dorada. Sus ojos son de un
marrón cálido y sus labios carnosos. Su padre es chino y su madre rusa,
y los genes de ambos se han combinado para dar lugar a alguien
realmente impresionante. Sus cálidas personalidades también han
creado una persona maravillosa. Archie es amable y divertido, y te hace
sentir bien con sólo estar con él.

Tiene una complexión delgada, pero oculta lo fuerte que es en


realidad. Como enfermero, es capaz de levantar pesos que a otros
hombres les costarían mucho trabajo, y está acostumbrado a calmar
situaciones tensas que maneja con la calidez y facilidad de sus maneras.
No hay extraño que se le resista a Archie. Tiene un encanto interior que
le hace brillar.

Me da un codazo, con ojos cálidos y preocupados. —¿Estás bien?

Sonrío. —Estoy bien. Lo eché anoche.

18
TRES CITAS LILY MORTON
—Bueno, espero que no hubiera sitio en la posada.

—No es el Niño Jesús, —murmuro.

—Si lo fuera habría empezado su vida en la M1 porque hasta el


dueño de la posada lo habría mandado a la mierda.

Sacudo la cabeza mientras él suelta una carcajada enorme,


sujetándose los costados con diversión, con todos los tatuajes negros
de sus mangas brillando cálidamente en sus brazos.

—¿Qué te ha dicho? —pregunta finalmente.

—Me acusó de ser aburrido por intentar imponer la fidelidad, dijo


que vivía conmigo porque le gustaba mi piso y admitió que siempre me
ha sido infiel.

—Menudo hijo de puta, —sisea en voz alta e indignada. Una mujer


cercana le lanza una mirada grosera, pero él la ignora alegremente, con
los ojos fijos en mí—. Espero que le hayas dicho con qué cara.

—Se lo dije. —Sacudo la cabeza—. No es que sirviera de mucho. —


Suspiro—. Otro que muerde el polvo. Creo que a estas alturas de mi vida
estaría mejor soltero. Me compraré un gato y moriré como un viejo
solitario.

—Nene, no consigas un ser vivo. Tú matas a los cactus.

Me sorprendo a mí mismo con una carcajada y me inclino hacia él


cariñosamente. —Gracias. Siempre me haces sentir mejor. No sé qué
haría sin ti.

Apoya sus blancas Converse en la mesa y apoya la cabeza en mi


hombro, tan cerca que puedo oler su champú de fresa en su brillante
pelo negro como el cuervo. —Bueno, nunca tendrás que averiguarlo, —
dice suavemente.

19
TRES CITAS LILY MORTON
—Te lo prometo. —Es posiblemente la única persona por la que
suplicaría y la única que no me obligaría a hacerlo, así que responde de
inmediato y con firmeza.

—Nunca.

Sonrío y nos quedamos en silencio un segundo antes de que se


incorpore. —¿Te han visto ya?

—No.

—¿Cuánto tiempo llevas esperando?

Miro el reloj. —Una hora. —Me muerdo el labio—. Espero que lo


hagan pronto. Tengo que volver pronto al trabajo para la revisión de un
caso.

—Voy a ver si puedo conseguir que lo hagan antes, —dice,


poniéndose de pie—. Sheila está de guardia, así que podría hacerte un
hueco si se lo pido.

Se acerca al mostrador y veo cómo a la mujer se le ilumina la cara


cuando él se acerca. Siempre ha sido igual. Incluso en el colegio
trascendía la mayoría de los grupos y facciones, una hazaña nada fácil
para un chico abiertamente gay del norte de Londres. Lo observo
distraídamente y pienso en la primera vez que lo conocí.

Entro en la nueva clase a regañadientes, sintiendo ya el peso de las


miradas sobre mí cuando la gente se fija en el chico nuevo. No es una
situación desconocida para mí, ya que la he vivido muchas veces. Si eres
un adolescente en el sistema de acogida, es normal cambiar de casa y de
colegio con bastante frecuencia, pero yo nunca me he acostumbrado.

Veo un pupitre vacío en el centro de la sala -los del fondo, como de


costumbre, se llenan al instante-, me dirijo hacia él y me deslizo con alivio.
Al sentir el peso de los ojos sobre mí, me aseguro de sentarme con la
espalda recta. No dejaré que nadie vea que me siento intimidado, pero no
puedo evitar cruzar los brazos sobre el uniforme, cohibido.

20
TRES CITAS LILY MORTON
Sólo llevo un par de días en la nueva casa de acogida, pero ya sé que
es una estancia en vano y que Brenda, mi nueva madre de acogida, no sólo
es una bruja, sino también una malvada. Algunas de las madres de
acogida que he tenido han sido maravillosas, pero muchas de ellas sólo lo
han sido por la paga mensual y lo han hecho mejor para sí mismas
ahorrando en los niños y quedándose el dinero para ellas. Brenda, ya lo
sé, es una de estas últimas.

En lugar de utilizar el dinero que había conseguido para comprarme


ropa para el colegio, me dio el uniforme del niño anterior y me dijo que lo
utilizara. Desgraciadamente, él era medio metro más pequeño que yo, así
que la camiseta me aprieta demasiado en el pecho y ya noto que me sube
por la espalda, mientras que los pantalones me llegan a los tobillos.
Intenté disimularlo poniéndome una sudadera de chico que encontré en
mi nuevo dormitorio, pero era extragrande y me queda colgando. Es un
poco como llevar los armarios del BFG6 y de la señora Pepperpot.

Dejo que la conversación fluya a mi alrededor en un zumbido de fondo.


No conozco a esta gente y es poco probable que me quede el tiempo
suficiente para cambiar eso, así que, en lugar de intentar establecer
contacto, miro distraídamente por la ventana y deseo que acabe el día.

Lo primero que percibo es una voz cálida que suena en la puerta y la


forma en que varias personas saludan y gritan un nombre que no logro
captar. Levanto la vista, con curiosidad por primera vez, y veo a un chico
delgado y moreno en la puerta. Lleva el mismo uniforme que yo, pero ahí
acaba el parecido, porque lo lleva como si fuera suyo, con la corbata a
media altura del pecho y las mangas de la camisa remangadas.

Me divierte y me asusta un poco ver que lleva delineador de ojos, y


echo un vistazo a mi alrededor para ver las esperadas miradas a
cualquiera que se atreva a ser diferente. Veo un par, pero quedan
eclipsadas por las sonrisas de bienvenida. Unas cuantas chicas le llaman
para que se siente con ellas y él les responde con una cálida sonrisa, pero
sus ojos recorren la sala con curiosidad hasta que se posan de repente en
mí.

6 Big Friendly Giant - Gran Gigante Amistoso.

21
TRES CITAS LILY MORTON
Agacho la cabeza inmediatamente y vuelvo a mirar por la ventana,
escuchando las risas mientras le dice algo a una de las chicas. Entonces
oigo que el asiento de al lado se desliza y un cuerpo cálido pasa
rozándome y se desliza sobre el asiento.

—Hola, —dice alegremente—. Eres nuevo, ¿verdad?

Levanto la vista, sorprendido. De cerca es aún más guapo, con sus


cálidos ojos marrones y su cara alegre, y siento que un rubor tiñe mis
mejillas al ver cómo me mira. Sé que soy gay. Siempre lo he tenido muy
claro, y los pocos encuentros que he tenido con otros chicos no han hecho
más que confirmarlo. Pero es lo último que necesito, ya que es una cosa
más que me diferencia de los demás.

Levanta una ceja y me sonríe alentadoramente, y me ruborizo aún


más al darme cuenta de que está esperando una respuesta.

—Sí, —digo en voz baja—. Soy nuevo.

Me encantaría decir algo fascinante y que este chico de aspecto


exótico me mirara embelesado, pero no tardará en volver con su grupo y
yo estaré de nuevo solo, así que no me molesto. En lugar de eso, miro
fijamente a la pizarra, intentando leer lo que hay escrito en ella y viendo
lo familiar borroso con frustración. Sé que necesito gafas, pero conseguir
que alguien se dé cuenta de ello es más difícil que palear cemento.

Entrecierro los ojos y siento una mirada en un lado de la cara, ardiente


de interés. Me vuelvo de mala gana. —¿Quiere una foto? —Digo en voz
baja y fría. Odio pensar que se va a cabrear y que probablemente no
vuelva a dirigirme la palabra, pero es lo mejor. Así me lo quito de encima
antes de cometer el error de pensar que es un amigo.

Para mi sorpresa, sonríe. —Oh, sí, por favor, —dice sin aliento—.
¿Puedes hacerla sin camiseta?

Me rio sin querer. Suena oxidado, pero sus ojos se iluminan y se


calientan aún más.

—Soy Archie, —dice.

22
TRES CITAS LILY MORTON
—Michael, —le ofrezco a regañadientes, aún atrapado por la calidez
de su mirada.

Frunce los labios. —No pareces un Michael. ¿Te importa si te llamo


Mick?

Me encojo de hombros torpemente. —Si quieres, —murmuro.

—Y el chico gay ataca, —llega un murmullo burlón detrás de mí—.


No importa, Archie. Quizá la próxima vez pongas tus expectativas más
altas que alguien que lleva la ropa de un niño de diez años.

Me acobardo por el miedo, pero Archie se da la vuelta y mira fijamente


al agresor. —Oh, no te preocupes por mí, Harry, —dice dulcemente—.
Todavía tengo las dulces palabras de tu padre de anoche resonando en
mis oídos para mantenerme caliente.

—¿Por qué tú pequeña...?

Mucha gente se ríe, pero las siguientes palabras de Harry se


interrumpen con una maldición ahogada cuando una voz grave llega
desde la puerta. —Buenas tardes, clase.

—Buenas tardes, señor Morrison, —dicen todos obedientemente—.


Buenas tardes a todos.

—Encantado, —dice el profesor, pero todo su enfado desmiente sus


palabras. Mira alrededor de la clase—. Cualquiera que sea sorprendido
hablando será expulsado de la clase y no participará en ella.

—Realmente piensa que eso es un castigo, —murmura Archie.

—Para mí lo es, —digo con firmeza, mirando al profesor como si fuera


la solución a todos mis problemas. En cierto modo, lo es. Sé muy bien que
una buena educación es la única forma que tengo de salir de donde estoy.
Voy a tener un buen trabajo con una bonita casa, aunque eso me mate.
Una donde sea dueño de todo lo que hay en ella y nadie me quite nada de
lo que me pertenece. Un lugar cálido y con buen olor.

23
TRES CITAS LILY MORTON
La escuela siempre ha sido un escape para mí, un lugar donde
esconderme. He tenido algunos buenos profesores a lo largo de los años,
pero viendo al señor Morrison lanzar deberes a la gente y humillarla con
comentarios sarcásticos, ya veo que no va a ser uno de ellos.

Termina de lanzar sus misiles y vuelve al frente de la clase. —La


semana pasada les pedí a todos que compraran un ejemplar del libro de
texto que les mostré. Espero que lo hayan recordado porque, de lo
contrario, esta lección va a ser una pérdida de tiempo.

Al instante, todos empiezan a rebuscar en sus bolsos, sacando estuches


de lápices de colores y calculadoras de aspecto caro. Apuesto a que todos
fueron a WH Smiths con sus padres antes de que empezaran las clases
para comprar nuevos estuches y artículos de papelería. He visto a padres
con sus hijos haciendo lo mismo mientras yo merodeaba por la tienda
calentándome e intentando terminar un libro que estaba leyendo sin que
me pillara algún trabajador.

Miro a mi alrededor y siento que el pánico se apodera de mí. Por


supuesto, no tengo ningún libro de texto. Lo único que tengo es un viejo
bolígrafo que he robado de la mesa de Brenda esta mañana, y ella no
parece el tipo de persona que vaya a meterse directamente en Amazon
cuando vuelva y pida el libro.

Me remango por enésima vez el ridículo jersey y me detengo cuando


aparece en mi visión un libro de texto empujado por una mano cuyas uñas
están decoradas con un brillante esmalte azul.

—Compartiremos el mío, —murmura Archie. Levanto la vista y veo


que sus bonitos ojos me miran con compasión, y abro la boca para dar las
gracias, pero el señor Morrison me lo impide.

—Sr. Zhang, lo siento mucho. ¿Interrumpo su conversación?

—Oh, está bien, señor, —dice Archie suavemente—. Ya había


terminado.

24
TRES CITAS LILY MORTON
Alguien inhala bruscamente y en los ojos del señor Morrison saltan
chispas. —¿Está usted seguro? ¿Quizás podría hacer algo por usted?
¿Pintarte las uñas, aconsejarte sobre moda?

Me pongo rígido porque hay un matiz desagradable en sus palabras y


puedo oír a algunos chicos riéndose, pero Archie mantiene su sonrisa
alegre. —Podría asesorarle con un café si se ofrece voluntario, señor.

Se hace un silencio de sorpresa durante un segundo, roto por un par


de risitas de las chicas. El Sr. Morrison, con la boca fruncida, avanza por
el aula. Cuando llega a nuestra mesa fulmina con la mirada a Archie y me
incluye en ella, para mi consternación.

—¿Por qué sólo hay un libro de texto en este pupitre? —pregunta en


un siseo sibilante.

Abro la boca para decirle que no tengo ninguno, pero Archie me da


una patada por debajo de la mesa. —Es el libro de Mick, señor. He
olvidado el mío.

—¿Olvidaste tu libro? ¿El libro que te dije específicamente que


trajeras a clase? —dice el profesor en un murmullo sordo, y yo me
estremezco ligeramente, pero Archie se limita a sonreír.

—Sí, usted sabe lo travieso y despistado que soy.

—Fuera, —ruge el profesor. Me mira a mí—. Los dos. Salgan. Pueden


quedarse fuera del aula hasta que esté listo para hablar con ustedes. No
contengan la respiración.

Siento que mis mejillas se sonrojan mientras cojo mi bolígrafo y sigo a


Archie fuera de la clase entre aplausos y abucheos. Cuando estamos fuera
y el señor Morrison nos cierra la puerta, me vuelvo contra Archie.

—Muchísimas gracias, —siseo—. Llevo en esta puta escuela cinco


putos minutos y ya tengo una diana en la espalda. No necesito esto y
tampoco necesito que me ayudes. Sólo estoy aquí para seguir adelante.
Puede que tú no lo necesites, pero yo sí.

25
TRES CITAS LILY MORTON
En lugar de exaltarse, me mira con firmeza y amabilidad. —Tú ya
tienes una diana en la espalda, —dice suavemente—. Tu uniforme te hace
destacar.

—Bueno, no puedo evitarlo, —le digo—. Prueba a vivir en una casa de


acogida y verás lo elegante que resultas con tu sastrería. —Su mirada se
suaviza aún más y aprieto los puños—. No me mires de esa forma tan
compasiva, —digo con enfado—. No necesito eso.

—No te estoy compadeciendo, —me dice—. Te estoy evaluando.

Me quedo boquiabierto. —¿Qué?

Asiente con la cabeza. —Eres alto, así que calculo un regular en


pantalones y un medio en camisa y jersey. —Se echa la mochila al
hombro—. Vamos.

—¿Dónde? —le pregunto un poco desesperado mientras se marcha—


. El señor Morrison nos ha dicho que saldrá para hablar con nosotros.

—¿Lo hará? Mierda, —se burla—. Les dirá que repasen el libro de
texto mientras él se pone un audiolibro y se echa a dormir. —Se detiene y
me hace un gesto—. Te prestaré mi libro de texto por ahora hasta que
podamos ir a la biblioteca y pedirle a la señora Harrison que te encargue
un ejemplar. Puedes hacer el trabajo allí para que no te falte cuando
acabemos con tu uniforme.

Le sigo obedientemente por los pasillos hasta donde está la secretaria


del colegio, que teclea a toda prisa. La había conocido antes y había sido
muy amable.

—Hola, tía Lo, —dice Archie y ella levanta la vista y sonríe.

—Archie, cielo. ¿Cómo estás?

—Bien. —Se apoya en el mostrador—. ¿Podríamos echar un vistazo


en objetos perdidos? Mick ha perdido su uniforme.

26
TRES CITAS LILY MORTON
—¿Mick no empezó hoy? —dice ella y se detiene cuando él la mira
fijamente.

—Lo ha perdido todo. —Hace una pausa—. Incluido su equipo de


juego y sus zapatillas.

Me sonríe amablemente, su expresión es cálida y ligeramente triste. —


Ustedes dos vayan a buscar lo que necesiten. —Se aclara la garganta
cuando pasa una mujer—. Quiero decir que vayan a ver si encuentran sus
cosas.

Archie le sonríe y me arrastra hasta un armario. Como si estuviéramos


sincronizados, los dos nos llevamos las manos a la nariz cuando se abre
la puerta.

—¿Qué es ese olor? —le digo.

—Probablemente el suspensorio de Harry, —dice con amargura—. Si


todo va según lo previsto, la putrefacción de su entrepierna que le he
maldecido no tardará en aparecer.

Sin querer, me echo a reír y él me sonríe, sus ojos cálidos y claros en


ese momento. —Vamos, —dice, cogiéndome la mano—. Ayúdame a
ordenar todo esto y a recoger tus cosas. Luego podemos llevarlo a mi casa
y mi madre te lo lavará.

—Oh, no, —digo, tratando de retroceder, pero de alguna manera el


calor de su mano me detiene. Soy medio metro más alto que él, pero es
como si tuviera poderes mágicos porque me quedo a su lado—. No puedo
dejar que tu madre haga eso, —susurro.

Se encoge de hombros. —¿Por qué no? Eres mi amigo, ¿no? Ella adora
a mis amigos.

Le miro fijamente. —Supongo que sí, —digo despacio, y la brillantez


de su sonrisa no encaja con la naturaleza ligeramente rencorosa de mi
respuesta.

27
TRES CITAS LILY MORTON
Y así nos convertimos en los mejores amigos y seguimos siéndolo
durante todo el colegio, la universidad, nuestras carreras y nuestros
novios. Es la primera persona a la que le cuento algo, el número
automático de mi marcación rápida mental y la única persona que me ha
llamado Mick. Novios anteriores lo han intentado, pero yo les he aclarado
las cosas. Ese nombre pertenece a Archie porque, sinceramente, no sé
dónde estaría si no fuera por ese chico brillante y descarado que se sentó
a mi lado por primera vez y fue la única persona que me mantuvo
aferrado y no me soltó.

Archie se acomoda a mi lado, interrumpiendo mis pensamientos y


tendiéndome un vaso de cartón que está caliente en mis manos. —Café,
—dice, señalando la taza con la cabeza—. Del bueno que guardan en la
sala del personal.

—Gracias, —digo, dándole un sorbo y sintiendo que me despierto


un poco más.

—Sheila dice que te ha cambiado, así que serás el siguiente.

—Siento mucho que siempre estés recogiendo lo que me pasa, —


digo en voz baja—. No sé por qué siempre elijo mal.

—Tal vez porque optas por forzar el amor junto con imbéciles, en
lugar de elegir a la persona que realmente podría preocuparse por ti y
dejar que el amor surja de forma natural.

Hay algo en su voz que no consigo descifrar. Suena un poco a


amargura, pero cuando lo miro, su expresión no muestra nada más que
preocupación por mí. Descarto la idea y le aprieto la mano.

—Bueno, ya no más. Voy a estar solo por un tiempo. —Resoplo una


carcajada—. Solo en el día de San Valentín. Y tenía tantas cosas
planeadas. —Pienso en las cosas que había organizado y me sonrojo—.
Tonterías, la verdad, —digo.

Se acerca a mi lado y mi brazo se desliza por sus hombros. —¿Qué


ibas a hacer?

28
TRES CITAS LILY MORTON
—Era un viaje un poco misterioso, pero no sé en qué estaba
pensando. Todo era un poco estrafalario, el tipo de cosas que a ti y a mí
nos gusta hacer. Nada que le hubiera gustado a Patrick.

—Creo que las cosas que le gustaban a Patrick se podrían resumir


en tres palabras, todas ellas son polla. —Me rio y sacudo la cabeza—.
Las citas poco convencionales suenan bien. Demasiado agradables para
él, de hecho, —dice, cogiendo mi mano entre las suyas y pasando sus
dedos por los nudillos.

Siento un extraño escalofrío y me miro las manos como si fueran las


responsables. Cuando levanto la vista, él me mira fijamente, con los ojos
muy abiertos y sin pestañear, como sorprendido. Luego baja las
pestañas como si se escondiera de mí, pero cuando vuelve a levantar la
mirada está tranquilo y su expresión es cerrada.

—Probablemente sea la única forma que tengo de disfrutar de una


cita, —digo con ironía—. Si estoy solo. —Se me ocurre un pensamiento
repentino y, antes de darme cuenta, las palabras se me escapan sin
planearlo—. ¿Por qué no vienes conmigo?

—¿Qué?

Asiento con la cabeza. —Ven conmigo. A menos que tengas algo


planeado, —digo despacio—. Sé que estabas soltero hace unas
semanas.

—Sigo soltero. No cambio a los hombres tan rápido.

—¿Vas a trabajar los próximos dos días?

Me mira fijamente. —En realidad no trabajo hasta dentro de tres


días. —Hace una pausa—. Entonces, ¿quieres que vaya a las citas de San
Valentín que planeaste para otro hombre? —Su tono es ilegible.

Me muerdo el labio. —Sé que suena horrible, pero en realidad no


creo que lo haya planeado pensando en él. Sólo pensé en lo que nos
gustaría hacer y lo reservé porque siempre disfruto de todo contigo.
Últimamente te echo de menos porque no te he visto y odio eso.

29
TRES CITAS LILY MORTON
Por alguna razón su expresión se suaviza, con una especie de
tristeza que atraviesa la calidez, y luego sonríe. —¿Me darás vino y me
invitarás a cenar, me tratarás como debe esperar un chico como yo,
papi?

Sacudo la cabeza. —No me llames así. Me incomoda y lo sabes. —


Entonces le miro fijamente, asimilando sus palabras y sintiendo que la
excitación se apodera de mí—. ¿Quieres venir? —Asiente y lo abrazo
fuerte, inhalando su aroma a cítricos con pimienta. Es fresco y limpio y
me huele a hogar. Sonrío cuando sus brazos me rodean y me devuelve
el abrazo.

—Por supuesto que lo haré, —dice suavemente—. Tú y yo. ¿Quién


podría pedir más?

Me echo hacia atrás y le sonrío, feliz ante la idea de tenerle sin


interrupciones. Solo nosotros, como solía ser antes de que la vida y el
trabajo erosionaran nuestro tiempo juntos. —Es genial, —exclamo.

—Entonces, ¿qué vamos a hacer? —pregunta y yo le sonrío.

—¿Por qué no te doy una sorpresa? Te recojo a las cinco.

—¿Por la tarde? —pregunta esperanzado y yo me rio.

—Ya te gustaría. No, a las cinco de la mañana. Prepárate y lleva ropa


abrigada y calzado cómodo.

—¿Vamos a cavar tumbas?

Parpadeo. —No. ¿Es algo que sueles hacer en una primera cita?

—Me gusta ser diferente, —dice con modestia y luego sonríe—. Esto
es tan clandestino y excitante.

Tarareo pensativo. —Sí, pero hay cosas mucho más emocionantes


en mi itinerario, como las pruebas de enfermedades de transmisión
sexual y una revisión final del caso con mi jefe y Patrick.

30
TRES CITAS LILY MORTON
Inmediatamente se muestra preocupado. —¿Te causará problemas?

—Creo que lo intentará. Sacudo la cabeza—. Que mi jefe, Gabe, caiga


en la trampa es otra cuestión. —Pienso en el hombre severo, pero justo
que conozco desde que estaba en la universidad y trabajaba en el bufete
durante las vacaciones. —No es fácil de convencer, eso seguro, así que
podría ser interesante.

Me abraza. —Bueno, piensa en cosas bonitas para superarlo. —Me


llama—. Aunque quizá no pienses en esto, —añade apresuradamente.

Sus palabras y la idea de pasar un par de días libres con mi más viejo
amigo me ayudan a sobrellevar la mayor parte de la reunión, que es tan
exigente como esperaba. Gabe Foster no tiene un botón de ralentización
en su cuerpo, por lo que puedo ver. Es absolutamente guapo, que al
principio es todo lo que se ve de él, pero es conocido en toda la empresa
como un duro jefe por una buena razón.

Siempre me ha parecido duro pero justo, y hoy pongo todas mis


esperanzas en esa valoración con la misma seguridad con la que me
aferraría a una balsa salvavidas después de haber sido volcado. Porque
Patrick definitivamente está tratando de tirarme debajo del autobús. Es
sutil, lo reconozco, pero sigue haciéndolo. Pequeñas indirectas, cejas
levantadas cada vez que Gabe dice algo halagador sobre mí, y
respiraciones entrecortadas cuando Gabe elogia alguna investigación
que he hecho, como si quisiera decir tanto, pero no pudiera hacerlo.

Eso es lo que está haciendo en este momento, pero de repente me


doy cuenta de que la temperatura ha cambiado ligeramente en la
habitación, como un animal siente que se acerca un viento polar.
Levanto la vista de mi lectura a ciegas de un documento y me encuentro
a Gabe mirando a Patrick con los ojos entrecerrados.

31
TRES CITAS LILY MORTON
—Lo siento, Patrick, ¿tienes asma? —pregunta mientras mi ex suelta
otro suspiro.

Alistair, el ayudante de Gabe, aspira un suspiro y se inclina sobre su


bloc de notas, pero Patrick se limita a sonreír. No sabe leer el lenguaje
corporal mucho mejor que una ardilla ciega o, de lo contrario, se estaría
dirigiendo al refugio de otra habitación.

—No, —dice alegremente—. Estoy perfectamente sano, gracias,


Gabe.

Hago una mueca. No es bueno. Se me da la razón porque Gabe se


echa un poco hacia atrás, jugando distraídamente con su bolígrafo y
observando a Patrick de una manera que vi una vez en un programa de
naturaleza antes de que destriparan al sujeto.

—En ese caso, ¿por qué jadeas como una aspiradora asmática? —
dice bruscamente.

Patrick parece perplejo y entonces veo que un destello de


comprensión cruza su rostro. Prácticamente puedo precisar el
momento en que decide clavarme el cuchillo.

—Lo siento, —dice en voz baja—. Preferiría no hacer esto aquí.

—¿Hacer qué? ¿Respirar? Inténtalo porque no voy a hacer el boca a


boca y tengo cosas mucho más importantes que hacer hoy que insuflar
vida a tu cadáver inanimado.

Alistair emite un gemido bajo y cierra los ojos de dolor, pero Patrick
sigue titubeando.

—No. Yo... no. —Parece un poco desconcertado—. No, quiero decir


que prefiero no tener esta conversación delante de Michael.

Gabe parece aburrido y ligeramente enfadado. —Tendrás esta


conversación aquí y en ningún otro sitio. Yo establezco la agenda de
cuándo quiero hablar con la gente, no tú. Ahora, date prisa y ponte a
ello.

32
TRES CITAS LILY MORTON
Patrick intenta una sonrisa encantadora y suspira de forma triste.
—De acuerdo, seré sincero contigo. Estás alabando a Michael por un
trabajo que hice yo. De hecho, la mayor parte del trabajo que estás
admirando es mío.

Abro la boca para refutar airadamente aquella indignante


afirmación, pero Alistair levanta la vista y me hace un gesto con la
cabeza. Obedeciendo la advertencia, vuelvo a sentarme.

Gabe mira fijamente a Patrick hasta que éste se inquieta. —


Entonces, ¿estás diciendo que tú hiciste todo el trabajo? —Patrick
asiente—. ¿Y qué hacía Michael mientras tanto? ¿Pulirse las uñas?
¿Escribiendo la secuela de ‘Lo que el viento se llevó’?

—No, yo... no estaba por aquí. —Me lanza una mirada rencorosa—.
Nunca está cuando hay que trabajar. Es famoso por eso.

Me quedo estupefacto un segundo. Quiero gritar que es a él a quien


le da vergüenza trabajar. Empezábamos con el documento y él
desaparecía para traernos un café y reaparecía unas horas más tarde
lleno de excusas encantadoras y sin café. Mientras tanto, yo habría
hecho todo el trabajo. Sin embargo, mi voz no funciona. Al parecer, el
miedo se ha apoderado de mis cuerdas vocales. ¿Le creerá Gabe y me
despedirá? En los últimos meses he aprendido que Patrick puede ser
muy persuasivo.

Gabe se sienta en su silla. —Eso es terrible. ¿Por qué no lo has


denunciado?

Patrick se encoge de hombros encantadoramente. —Estaba


demasiado ocupado trabajando, Gabe. Había que terminar la
investigación porque tú lo necesitabas. Sabía que después habría
tiempo para recriminaciones.

Siento sudor en la base de la espalda y en las palmas de las manos y


quiero gritar. He trabajado tan jodidamente duro para esto, he dedicado
todas mis horas y mi tiempo a ser lo mejor que puedo, y este hombre
con el que lamentablemente decidí acostarme va a arruinarlo todo sólo

33
TRES CITAS LILY MORTON
porque puede. Como es guapo y encantador y le descubrí, me va a
arruinar la vida.

Gabe canturrea y pasa el dedo contemplativo por la madera de la


mesa de conferencias. —Debes de ser un multitarea maravilloso.

—Bueno, lo soy, —dice Patrick vacilante—. Soy conocido por ello.

Gabe sonríe. No es nada agradable. —Eres conocido por muchas


cosas, Patrick. —De alguna manera no suena elogioso. Mira a mi ex—.
No, me refería a que debes de tener poderes sobrehumanos para haber
hecho todo este trabajo mientras, alternativamente, estabas fuera
fumando con la gente de la oficina de al lado, flirteando con numerosos
hombres de la oficina o en el baño hablando largo y tendido sobre lo
que le ibas a hacer a Darren Sanderson, de Adquisiciones. —Se encoge
de hombros—. Desde luego sonaba enérgico y te felicito por tu
imaginación y entusiasmo, pero no es para lo que te hemos estado
pagando.

Patrick palidece. —¿Cómo sabes todo eso?

Gabe se sienta y se encoge de hombros. —Sé todo lo que pasa aquí,


—dice despreocupadamente—. Y si no lo sé, Alistair se encarga de
reponer mis conocimientos. —Alistair parece debatirse entre sentirse
orgulloso o esconderse debajo de la mesa—. La razón por la que lo sé
es porque trabajo duro y estoy aquí a menudo. Por eso sé también que
mientras tú hacías todo eso, Michael estaba sentado en la biblioteca
investigando bajo la errónea impresión de que le ibas a traer una copa
en vez de chupársela al señor Sanderson en el almacén. —Sacude la
cabeza—. No es higiénico y estoy seguro de que va en contra de la salud
y la seguridad, especialmente si alguno de los dos se hubiera cortado.

Alistair gime y Gabe se inclina hacia delante. —No me gusta lo que


acabas de hacer, Patrick. No me gustan los mentirosos ni los vagos, y
detesto a la gente que intenta utilizar un rencor personal para destruir
a alguien profesionalmente. Te voy a apartar inmediatamente de mi
equipo y mañana tienes una cita con Recursos Humanos. Ahora, lárgate.

34
TRES CITAS LILY MORTON
Patrick se levanta y, tras lanzarme una mirada fulminante, se
marcha en sesenta segundos. El ruido sordo de la puerta parece poner
punto final a la que quizá sea mi relación más estúpida hasta el
momento.

Gabe se echa hacia atrás y se estira, emitiendo un gruñido de


satisfacción. Mira su reloj y a Alistair. —No está mal, —dice—. Un caso
revisado y una pieza de maquinaria de mala calidad fuera de mis pies.
Y aún queda mucho tiempo antes de que llegue Dylan.

Dylan era el antiguo ayudante de Gabe cuando yo estudiaba Derecho


y trabajaba aquí. Es guapísimo y posiblemente la única persona en la
historia de este edificio que nunca se asustó de Gabe. Sus insultos y
bromas mordaces forman parte de la leyenda de la oficina, al igual que
el hecho de que ahora vivan juntos.

Gabe me mira sorprendido desde donde estoy sentado. —Deberías


elegir mejor a tus hombres, —dice bruscamente.

—Oh mi Dios, —suspira Alistair—. Gabe, no puedes decir eso.

—¿Quién lo dice?

—Verma, de Recursos Humanos.

—Lo sé, —digo en voz baja. Dudo—. Ya no estamos juntos.

—Bien.

—¿Cómo lo supiste?

—Tuve un romance de oficina. Conozco las señales. —Se levanta—.


Alguien más se unirá a nosotros la próxima semana. Alistair elegirá a
alguien mejor que te apoye. No quiero que te vuelva a pasar.

—Gracias, —digo entrecortadamente y él me dedica su repentina


sonrisa, más amplia y cálida de lo que cree.

35
TRES CITAS LILY MORTON
—No pensabas que le creería, ¿verdad? —Me encojo de hombros y
él niega con la cabeza—. Te conozco desde que tenías dieciocho años.
Sé de lo que eres capaz.

Haría cualquier cosa por Gabe porque ha hecho mucho por mí.
Cuando empecé a trabajar para él, todo el mundo le tenía miedo y me
aterrorizaba con historias horribles. Me di cuenta de que ladraba
mucho más de lo que mordía y empecé a respetarle. Aún recuerdo
cómo, sin querer, se me escapó que me había criado en hogares de
acogida y algo pasó por su cara que desapareció antes de que pudiera
analizarlo, pero después me pregunté si él había sido igual.

Nunca dijo nada, pero a partir de ese momento me empujó más lejos
de lo que nunca pensé que llegaría, defendiendo mi causa y
garantizándome un trabajo en la empresa cuando me graduara. Se
aseguraba de que comiera mientras trabajaba, parecía percibir cuando
me quedaba con hambre en lugar de pagar por la comida. En lugar de
armar un escándalo, se limitaba a pedir más de todo y me lo imponía,
diciéndome que, como no podía permitirme un traje nuevo, mejor me
quedaba con la talla que tenía. Es el mejor jefe que hay y le debo todo,
sobre todo mi lealtad.

—Gracias, —le digo con voz ronca y él asiente, incómodo por la


gratitud. Se dirige a la puerta y nos la abre a Alistair y a mí. Por eso soy
capaz de ver la enorme sonrisa que ilumina su rostro cuando divisa a
un hombre alto de pelo castaño dorado sentado en el sofá y charlando
alegremente con tres de las secretarias.

—Dylan, —exclama, y puedo oír la alegría en esa rica voz, aunque


nadie más pueda hacerlo.

Dylan levanta la vista y sonríe. Es una sonrisa cálida e íntima que me


hace sentir repentinamente solo. Ojalá alguien me mirara así. Como si
con todas mis imperfecciones fuera perfecto para ellos. Como si
percibiera mis sentimientos, Gabe me lanza una mirada y le hace señas
a Dylan para que se acerque.

Su novio obedece y sonríe mientras se acerca a mí. —Michael, ¿cómo


estás? —pregunta cariñosamente y yo sonrío.

36
TRES CITAS LILY MORTON
—Estoy bien. ¿Cómo estás tú?

Dylan siempre fue el guardián de Gabe cuando trabajaba para él,


pero también era un poco como un domador de animales para nosotros,
los estudiantes humildes. Si tenías un problema acudías a Dylan. Si él
no podía resolverlo, se encargaba de Gabe. Siempre me gustó trabajar
con él y durante un tiempo estuve un poco enamorado de él.

Dylan sonríe. —Estoy bien. Disfrutando de mi trabajo.

Gabe resopla. —Es imposible que sea tan bueno como trabajar para
mí.

—Eso es como comparar Margate con Beirut, —le devuelve Dylan


con una sonrisa—. No hay comparaciones.

Gabe arruga la nariz. —Estoy bastante seguro de que te aburres sin


mí.

—Hmm, ¿aburrido o en un pacífico estado de equilibrio? No estoy


seguro. Ya sabes lo tonto que soy.

Gabe sacude la cabeza. —Tenemos que irnos. Tengo planes de San


Valentín para esta noche y mañana.

Dylan se muerde el labio. —Espero que sean mejores que los del año
pasado. —Es una broma, pero por alguna razón Gabe palidece y Dylan
inmediatamente parece arrepentido—. ¿Demasiado pronto? —
pregunta.

Gabe traga saliva. —Nunca será el momento adecuado para hacer


humor sobre eso, —dice bruscamente. Agarra la mano de Dylan y la
aprieta, y es un gesto tan enorme para Gabe que me pregunto qué habrá
pasado, pero entonces la expresión de Gabe se aclara—. De todos
modos, tengo grandes planes, —dice con cierta grandilocuencia.

Dylan da un respingo. —Oh, Dios, no. —Mira a Alistair—. ¿Le has


ayudado? —pregunta.

37
TRES CITAS LILY MORTON
Alistair se disculpa. —Lo siento, no.

—Oh, bueno. —Dylan suspira con valentía—. Lo superaré.

Gabe sacude la cabeza. —Querrás quedarte en el momento y soñar


con ello el resto de tu vida, pero siento que no puedas. Todavía tengo
que volver al trabajo el día después. Soy una persona muy importante
por aquí, aunque nunca te diste cuenta cuando trabajabas aquí.

Dylan se ríe. —Eres tan modesto y reticente, Gabe, que a veces me


preocupo por ti. —Se vuelve hacia mí—. ¿Algún plan?

—Sí, —digo despacio—. Pero se descarrilaron un poco por culpa de


una infidelidad y las acusaciones en el trabajo. Así que ahora sólo voy a
salir con mi mejor amigo.

Dylan parpadea, pero Gabe sonríe. —¿Es Archie?

—¿Te acuerdas de él?

—Es difícil olvidar a alguien haciéndole la maniobra de Heimlich al


señor Parsons en la comida de Navidad del personal. —Hace una
pausa—. Al principio pensamos que lo estaba asfixiando. Dice mucho
que todos nos sentáramos y miráramos un rato. De hecho, creo que el
señor Smythe no superó su decepción de que Archie fuera enfermero
hasta la semana pasada.

Pienso en el malhumorado socio mayoritario y sonrío. Gabe me mira


atentamente. —Eres trabajador e inteligente y te mereces mucho más
que Patrick. Y lo digo desde el punto de vista de alguien que te ha
observado desde que tenías dieciocho años.

Dylan niega con la cabeza. —Gabe, odio ser yo quien señale que
acabas de sonar ligeramente acosador.

—No mientas. Vives para señalar mis errores. —Dylan se ríe y Gabe
se vuelve hacia mí—. Me ha gustado.

38
TRES CITAS LILY MORTON
—¿Quién?

—Archie. Es un buen hombre. —Me mira fijamente, con algo en los


ojos—. Quizás pídele su opinión sobre el próximo hombre con el que
salgas. Puede que te sorprenda.

Dylan niega con la cabeza. —Todos los días me sorprendes, Cilla


Black.

—¿Qué quieres decir? —pregunto, pero es un momento apresurado


mientras nos ponemos los abrigos y nos despedimos. Sólo cuando estoy
de pie en la acera a la salida del trabajo me pregunto de qué estaba
hablando Gabe en realidad.

39
TRES CITAS LILY MORTON

CITA 1
MICK
Mi amante gime en mi oído mientras le lamo la garganta y le chupo
suavemente la nuez de Adán. Lo agarro por las caderas y lo insto a
ponerse a cuatro patas, observando embelesado cómo la tenue luz de la
lámpara resplandece en su piel dorada, húmeda ahora de sudor.
Recorro con los dedos la larga línea de su columna vertebral antes de
acariciar sus nalgas y separarlas.

Su agujero brilla rosado y no puedo resistir el impulso de inclinarme


hacia delante y lamer suavemente la superficie fruncida. Sus gemidos
son mi recompensa, junto con su oscuro sabor en mi lengua. Acaricio el
pequeño orificio y lo masajeo con la lengua hasta que se abre un poco y
puedo introducirla en su interior. Suelta un grito salvaje y carrasposo,
y yo le agarro las caderas con fuerza, sabiendo que voy a dejar
moratones en esa piel lisa y disfrutando de saberlo.

Sigo jugando un rato hasta que sus movimientos se vuelven cada vez
más urgentes y se fuerza contra mi cara. Alargo la mano y cojo el
lubricante, abro la tapa y derramo el líquido sobre mis dedos para que
corra en un chorro pegajoso. Mis dedos brillan a la luz mientras recorro
con un dedo resbaladizo el borde de su agujero hasta que resplandece.

Miro a mi amante. Tiene la cabeza gacha y oigo su respiración


jadeante mientras lo abro lentamente. Cabalga sobre mis dedos,
gritando ásperamente como el ruido de un pájaro salvaje en campo
abierto. Me elevo, acomodo mi polla contra el pequeño orificio e inspiro
bruscamente mientras empujo dentro de él, sintiendo cómo sus
paredes se derrumban a mi alrededor y me abrazan con fuerza.

Cuando toco fondo, me quedo ahí un segundo, jadeando. Se retuerce


protestando y le doy una palmada en el culo para que se quede quieto;
me encanta cómo la piel dorada se vuelve rosada bajo mi palma. Gime
y el sonido me descontrola tan de repente que me tambaleo, incapaz de

40
TRES CITAS LILY MORTON
contenerme. El aire se llena de gruñidos, gemidos y el carnoso ruido de
la carne al chocar con la carne.
Meto la mano entre sus piernas y veo su polla caliente y dura, con el
semen derramándose por ella y mojando mi agarre. —Córrete, —digo
con dureza, el sudor cayendo de mi frente—. Córrete.

Obedece con un grito áspero y me abalanzo sobre él, incapaz ahora


de controlar mis movimientos, pero él me anima con ruidos jadeantes
hasta que empiezo a correrme, palpitando dentro de él caliente y
húmedo. —Archie, —grito cuando gira la cabeza y sus cálidos ojos
marrones se cruzan con los míos.

Me despierto con un grito mientras mi polla palpita en el aire, el


semen caliente y pegajoso en mi vientre. —Archie, —susurro en la
oscuridad—. ¡Oh, mierda!

Me quedo un segundo jadeando. ¿Qué diablos me pasa? Acabo de


tener un sueño húmedo con mi mejor amigo. No es un buen presagio.
Como para subrayar ese pensamiento, mi alarma suena en la silenciosa
habitación. Es hora de recogerlo para nuestra cita. Gimo y entierro la
cabeza en la almohada.

Aprovecho el trayecto en metro hasta su piso para controlarme y


asegurarme de que solo ha sido un sueño. No significa nada. La gente
sueña con sus amigos todo el tiempo, me digo. Probablemente no
significa que quiera follármelo. Lo más probable es que signifique que
mi mente me está diciendo algo ridículo como que me he quedado sin
pan. Para cuando salgo del metro, mi cerebro está benditamente libre
de preocupaciones. Archie es mi amigo y nada más.

Todavía es de noche cuando llego a su piso, pero una luz amarilla


brilla en la ventana del primer piso. Toco el timbre para que me deje
entrar y subo las escaleras ansioso por verle, aunque ayer mismo
estuvimos sentados uno al lado del otro. Sin embargo, ese sueño aún
persiste en las afueras de mi cerebro como un chisporroteo en una
sartén, por mucho que haya deseado que la luz del día lo hiciera
desaparecer.

41
TRES CITAS LILY MORTON
Cuando llamo a la puerta en silencio por respeto a sus vecinos, se
abre de golpe y aparece su rostro radiante, con una amplia sonrisa en
su delgada cara. —Estoy listo, —dice entrando en el piso. Me mira
cuando entro y cierro la puerta—. ¿Voy bien vestido?

Lleva unos pantalones ajustados, una camiseta blanca y una


sudadera gris, y está tan guapo como siempre. Sin embargo, por
primera vez catalogo esos labios carnosos y esos ojos chispeantes, las
manos largas y delgadas y el brillo de su piel como lo haría un amante
en lugar de un mejor amigo.

—Necesitarás un gorro y una bufanda. Hace frío ahí fuera, —le digo.
Es demasiado brusco, pero él parpadea y va al armario. Sacudo la
cabeza cuando saca las botas del armario, contento de distraerme de
mis pensamientos—. Esas no, Archie. Puede que estén de moda, pero sé
muy bien que te salen ampollas antes de caminar un metro. Ponte tus
viejos combats. Estarán bien.

Hace un mohín burlón, pero obedientemente vuelve a meter las


botas en el armario, saca sus combats y empieza a atárselos. Me doy
cuenta de que lleva unos calcetines raros, uno a rayas amarillas y azules
y otro negro y verde, y por alguna razón me parecen especialmente
entrañables y muy suyos.

Una vez puestas las botas, se pone su parka verde oliva, se enrolla
varias veces alrededor del cuello una enorme bufanda de rayas rojas y
negras y se cubre el pelo con un gorro negro. —Listo, —dice con los ojos
brillantes—. ¿Adónde vamos?

Me rio, contento de volver a sentir la normalidad, aunque sea yo el


único que la necesita. —Probablemente no va a estar a la altura de este
nivel de excitación, pero sigo manteniendo el secreto. —Le tiendo la
mano—. ¿Estás listo?

Durante un segundo demasiado largo, se queda mirando la palma de


mi mano extendida y siento que mi sonrisa empieza a morir. Como si lo
intuyera, me coge la mano y me la aprieta hasta que me relajo.

42
TRES CITAS LILY MORTON
—Vámonos. Estoy deseando ver la sorpresa nada épica que has
planeado.

Salimos a la calle oscura y le acompaño hasta el metro. Una vez en el


vagón, empieza a hacer conjeturas cada vez más extravagantes sobre
adónde vamos.

—¡Para! —le digo al final, riéndome—. No vamos a unirnos al circo


y entrenar a los leones marinos para que se coman a Patrick.

Arruga la nariz. —No puedo creer que eso ni siquiera estuviera en


tu radar. A los dos minutos de conocerlo ya se me habían ocurrido
cuatro formas muy creativas de asesinarlo.

Me recuesto en el asiento. —Sí, nunca te gustó, ¿verdad? ¿Por qué?

—A pesar de lo obvio, —resopla. Le miro con curiosidad y, para mi


sorpresa, se sonroja—. Es que no me parecía digno de conquistarte, —
dice en voz baja.

Me rio y me lanza una de esas miradas rápidas que siempre he


llamado colibríes. Se fijan en ti con suavidad y rapidez, pero muy a
fondo. —No creo que yo sea un premio, —le explico.

Niega con la cabeza. —Me siento alternativamente aliviado y


asombrado de que no te veas como te ven los demás.

—¿Por qué? —pregunto, sorprendido.

—Porque si lo hicieras podrías elegir mejor.

—¿Y eso sería malo? —Digo, al principio molesto, pero luego la voz
de Patrick suena en mi oído sobre la posibilidad de que Archie sienta
algo por mí—. Patrick dijo... —Empiezo a decir y luego titubeo.

—¿Patrick dijo qué? —Parece nervioso y no entiendo por qué.

43
TRES CITAS LILY MORTON
Abro la boca, pero en ese momento entramos en la estación de
metro y mi comentario se pierde en la prisa por bajar y salir de la
estación.

Una vez fuera, me mira. —¿Regents Park?

—Sí y no. —Le sonrío—. Primrose Hill.

Lo entiende inmediatamente. —¿Vamos a ver el amanecer? —


Cuando asiento, sonríe—. Es genial. Nunca he estado allí. —Hace una
pausa—. Siempre dijimos que lo haríamos juntos, ¿no?

—Lo dijimos. Ya lo he hecho antes, hace mucho tiempo. —Me encojo


de hombros, guiándole calle abajo con mi mano en una posición familiar
a su espalda guiándole hacia delante—. Solía pasear mucho por allí
cuando estaba en una casa de acogida a pocos kilómetros. Es precioso y
siempre quise llevarte.

—¿Y nadie de la casa de acogida mencionó que vagabas solo por las
calles en la oscuridad? —Parece enfadado y lo abrazo contra mí.

—En Londres siempre hay gente.

—No siempre el tipo de gente que quieres conocer y tomar una taza
de té.

Me encojo de hombros. —Me gustaba que hubiera gente a esas horas


de la mañana. Me hacía sentir un poco menos solo, —termino un poco
desganado.

Nunca se lo confesaría a nadie más que a él. Como él lo sabe todo de


mí, no me importa mostrar las partes malas porque nunca las juzgará
ni las usará en mi contra. Ante todos los demás muestro un exterior
estoico y probablemente aburrido.

Fiel a su estilo, me aprieta el brazo y luego pasa el suyo por el mío,


apoyando la cabeza en mi hombro.

44
TRES CITAS LILY MORTON
—No me imagino a Patrick disfrutando con esto, —reflexiona—. La
única forma de que subiera es que le dijeras que había un club con
muchos espejos.

Me rio y, tras parar a tomar un café en una cafetería, nos adentramos


en el parque y subimos la colina siguiendo el sendero. El sendero sube
recto y está iluminado con el brumoso resplandor dorado de las farolas,
que hacen que el camino helado brille y reluzca. Me gusta sentir el aire
frío en los pulmones y estirar los músculos. Se mantiene en forma por
su trabajo y siempre le ha gustado caminar. Yo disfruto más con él
porque sabe cuándo callar y cuándo hablar para que cada minuto sea
placentero.

Cuando llegamos a lo más alto, ambos hacemos una pausa para


recuperar el aliento, y entonces él exclama y se acerca al borde de la
hierba. —Dios, es bonito, ¿verdad? —dice maravillado.

Me pongo a su lado y miro fijamente hacia fuera. El cielo es de un


azul intenso con una delgada línea roja en el horizonte. Debajo, Londres
se extiende como una alfombra mágica iluminada, con las luces
nocturnas brillantes y coloridas. Pero todo lo demás está oscuro y los
árboles no son más que siluetas negras y desnudas.

El viento es fuerte aquí arriba, nos da de lleno, y le paso el brazo por


encima de los hombros, abrazándole para que entre en calor. Llevo
pantalones, un jersey y mi abrigo grises de lana, pero incluso con esas
capas, un gorro y una bufanda, hace frío y el calor de su cuerpo es
bienvenido.

—Me asombra que puedas ver tanto, —dice, acurrucándose en mí.

—Es un mirador protegido, —digo en voz baja—. Sólo hay seis en


Londres y aquí mantienen los árboles bajos para que la vista no quede
tapada.

Me da un codazo suavemente. —Me encanta que sepas estas cosas.


Cuéntame más.

Dudo. —¿Estás seguro?

45
TRES CITAS LILY MORTON
Se pone rígido. —Estás aquí conmigo o con Patrick, porque me
conoces de sobra. Me gustan los hechos oscuros y los detalles
históricos. Así que cuéntame algunos.

—Lo siento, —murmuro, abrazándole—. De acuerdo, toda esta zona


formó parte en su día de una gran persecución que Enrique VIII decidió
poseer.

—¿Qué es una persecución?

—Terreno común utilizado para la caza.

Se ríe. —¿Así que Enrique VIII lo tomó así sin más?

—Sí. Un poco como la versión pelirroja y gorda de una máquina de


agarrar. —Se ríe y yo sonrío—. Este lugar tiene bastante historia. Allí se
celebraban duelos y luchas por premios, y hay un árbol que se llama el
Árbol de Shakespeare.

—¿Por qué? ¿Era de su propiedad? No me pareció un jardinero.

Me río, el sonido fuerte en el silencio. —Se plantó en


conmemoración de los trescientos años de su nacimiento, así que es
viejo.

El cielo se aclara casi visiblemente mientras estamos aquí. Se


desvanece en un gris frío a medida que el rojo se extiende hacia arriba.
Las estelas de vapor de los aviones que nos sobrevuelan parecen
escrituras celestes hechas por ángeles y nuestro entorno se va
revelando, el verde de la hierba pierde color con la luz de primera hora
de la mañana.

—Me encanta cómo ocurre esto, —dice en voz baja—. Como por arte
de magia.

—Del tipo cotidiano.

—Esa es la mejor parte, nene.

46
TRES CITAS LILY MORTON
Suenan pasos en el camino y nos giramos para ver a un anciano que
se acerca con un perro pequeño. Le saludamos con la cabeza y se queda
quieto un segundo, mirando el paisaje urbano.

—La mejor vista de Londres, —dice finalmente—. Y aun así


totalmente gratis. —Resopla—. De momento, al menos. Estoy seguro de
que el gobierno local encontrará pronto la forma de cobrarlo.

Nos saluda con la cabeza y desaparece por el sendero, y cuando nos


volvemos es para encontrarnos con la salida del sol. Llena el cielo de un
vibrante color naranja mandarina que va subiendo hasta convertirse en
crema pastelera y limón, mientras que el paisaje urbano es de un azul
marino intenso salpicado de luces de última hora. Ahora puedo ver los
monumentos del centro de Londres -el Gherkin y el Walkie-Talkie-,
pero están empañados por la bruma matinal.

—Si hubiera sido un viajero del espacio, habría pensado que ésta era
una ciudad mágica, —digo impulsivamente y luego hago una mueca de
dolor. Las quejas de Patrick sobre mi lenguaje florido resuenan en mis
oídos, pero Archie se vuelve hacia mí, con el rostro animado por el
asombro y el interés.

—Me encanta eso de ti, —dice—. La forma en que dices las cosas.
Nadie las dice como tú.

—¿Y eso es bueno?

—Siempre, —dice con firmeza—. Siempre, Mick.

Le miro fijamente, la forma en que el sol naciente ha pintado su cara


de rojo y naranja, y se me ocurre que, si yo fuera ese viajero, también le
consideraría mágico. Una especie de hada enviada entre los humanos.
Entonces sonríe y el toque pícaro de sus labios me recuerda que ese es
mi Archie. Terrenal, cálido y muy real.

Me vuelvo de mala gana hacia la vista y descubro que, sin darnos


cuenta y como por arte de magia, el cielo es ahora de un azul frío y claro
y Londres se revela plenamente al día.

47
TRES CITAS LILY MORTON
—Y eso es todo, —digo suavemente—. Ya está todo.

—Sólo un día más, amor, —dice suavemente—. Volverá mañana. —


Hace una pausa y se acerca a la piedra grabada que bordea la cima—.
He conversado con el sol espiritual. Le vi en Primrose Hill, —lee en voz
alta en la piedra.

—William Blake.

—Bueno, tengo dos cosas que decir a eso, Mick.

—¿Qué?

—En primer lugar, el viejo William sí que sabía de lo que hablaba.


En segundo lugar, te necesito de verdad en el concurso del pub del
hospital. —me rio—. Llevas años intentándolo. Sólo necesitas mis
conocimientos de poesía antigua e historia.

Me sonríe. —Servirá para empezar, amor.

Volvemos a bajar por el sendero y es casi un shock salir a la calle


principal y encontrarnos con autobuses y coches que pasan a toda
velocidad, el ruido nos sobresalta después del tiempo que pasamos en
la colina. Deambulamos hasta llegar a la fachada de una tienda. Está
pintada de un amarillo pálido y soleado y tiene un toldo a rayas blancas
y negras. Me detengo y la señalo con un gesto.

—La Panadería Primrose, —dice, sonriendo alegremente—. He oído


hablar de este sitio. ¿Es bueno?

—Es el mejor. —Me rio mientras levanta la cabeza y olisquea,


pareciéndose a uno de los perros de dibujos animados de La dama y el
vagabundo—. Vamos. Entremos a desayunar antes de que empieces a
babear.

Me sigue obediente, mirando el interior, muy de los años cincuenta,


pintado de blanco y colores pastel retro y con un letrero de neón rosa

48
TRES CITAS LILY MORTON
detrás del mostrador. Una señora está llenando los mostradores y le
doy un codazo. —Ve y siéntate. Al ser mi cita, yo elijo la comida.

—Qué inesperado detalle por tu parte, —dice, mirándome


encantado—. Lo próximo que harás será blandir un látigo de toro y una
mordaza de bola.

—Siempre he pensado que deberían haberte puesto una mordaza


de bola, —musito y señalo una mesa junto a la ventana—. Ve y consigue
esa.

—De acuerdo, jefe. —Hace un simulacro de saludo y sólo me doy


cuenta de que mis ojos se aferran a las cálidas curvas de su culo cuando
oigo un carraspeo detrás de mí. Enrojezco al girarme y veo a la mujer
que está detrás del mostrador observándome con ojos divertidos.

—Lo siento, —murmuro.

—Sin disculpas, —dice alegremente—. Yo también me quedaría


mirando si fuera mi novio.

Abro la boca para refutarlo, para decirle como le he dicho a tanta


otra gente que Archie y yo somos los mejores amigos y nada más. Pero,
por alguna extraña razón, hoy no lo hago. En lugar de eso, le sonrío y
pido el desayuno, disfrutando de la mentira de que somos novios y de
que en algún momento de hoy nos iremos juntos a casa y nos
meteremos en la cama.

Mis pensamientos se detienen en seco cuando me dan la comida y


me apresuro a pensar en algo horrible que me quite la erección. Me
decido por Jacob Rees-Mogg, así que cuando llego a la mesa ya camino
con normalidad.

Está sentado mirando a la gente que pasa, con el rostro lleno de vida
e interés, y siento que mis pasos vacilan porque ¿cómo es posible que
sólo ahora me fije en el brillo de su piel y en cómo la luz del sol resalta
el brillo de su pelo, cuando durante los últimos diez años sólo he visto
a mi mejor amigo? Alejo el pensamiento tan rápido que casi puedo oír
el chirrido de los neumáticos en mi cerebro. No puedo sentirme atraído

49
TRES CITAS LILY MORTON
por Archie. Él, su madre y su padre son la única familia que tengo. No
puedo arriesgarme.

Levanta la vista y me descubre, e inmediatamente aclaro mi


expresión, adoptando la expresión anodina que aprendí a tener cuando
trabajaba con Gabe, ya que él tiene una extraña habilidad para detectar
cuándo alguien está soñando despierto. Archie entrecierra los ojos,
pero obviamente lo deja pasar y señala la bandeja.

—¿Qué tenemos? Tengo mucha hambre.

—Siempre tienes hambre, —me rio, abrazando la normalidad con


entusiasmo—. ¿Recuerdas aquella vez que estábamos en el pub y la
camarera dejó aquel Ploughmans7 en la barra mientras iba a por los
cubiertos? —me rio—. Todavía no me puedo creer lo rápido que te lo
comiste. Apenas tuve tiempo de abrir la boca para decirte que no y ya
se había acabado.

Sonríe, con los dientes blancos y fuertes. —Ya te dije que pensaba
que era un bocadillo de bar. —Me rio y él sacude la cabeza—. Era un
niño en crecimiento. Necesitaba alimentarme.

—Bueno, ya no estás creciendo, —digo—. Estás atascado en el


metro setenta.

—Ahora estás siendo insoportable. —Mira los platos cuando se los


pongo delante—. Dios mío, —dice reverentemente, olfateando—. ¿Qué
es esto?

—Twists de Nutella, —le digo sonriéndole—. Hojaldre con capas de


deliciosa Nutella en su interior. Sé que es lo que más te gusta en todo el
mundo.

Se sabe que Archie se come un tarro de esto él solo, metiendo los


dedos y lamiéndolos hasta dejarlos limpios. Me remuevo en la silla al
pensar en esos labios carnosos. Es evidente que mi puta polla ha

7El ploughman's lunch es una comida o aperitivo frío, consistente al menos de un trozo de queso,
encurtidos o cebolletas a la vinagreta, un trozo de pan y mantequilla. Es un plato típico de menú de
pubs.

50
TRES CITAS LILY MORTON
decidido funcionar mal hoy, y se me eriza la piel al pensar en él
lamiéndose los dedos.

Me mira, con la cabeza hacia un lado, como un pajarillo curioso. —


¿A Patrick le gustaba la Nutella?

Me sobresalto porque, por alguna razón, Patrick se parece a alguien


que conocí hace muchos años. Me pongo a pensar. —No. Era alérgico a
los frutos secos.

Sacude la cabeza, con la risa rebosándole en los labios y en los ojos.


—Soy demasiado original para decantarme por lo obvio. Voy a
quedarme con la encantadora idea de que intentabas matarle
sutilmente. —Me rio más fuerte y él me espera, sonriendo
ampliamente—. Entonces, ¿por qué le has traído aquí? —pregunta con
curiosidad cuando me he despejado.

Me muerdo el labio. —No lo sé, —digo lentamente—. He estado aquí


antes y estos twists son famosos y pensé en ti. —Me mira con extrañeza,
algo que se parece mucho a la felicidad recorre sus ojos—. ¿Qué? —le
pregunto.

—Nada, —dice rápidamente. Le da un mordisco a la masa y suelta


un gemido bajo que hace que se me apriete la ropa interior. No me jodas.
Otra vez no. Levanta la vista—. Entonces, ¿qué hubiera sido lo siguiente
en estas citas tuyas, porque es temprano y no hay mucho abierto?

Me muevo torpemente porque esto se acerca demasiado a mis


procesos de pensamiento actuales. —Bueno, pensé que podríamos
volver a mi piso y acostarnos un rato antes de tener que levantarnos
para la segunda cita.

Me mira fijamente, con ojos oscuros y misteriosos. —De acuerdo


entonces, hagámoslo.

Me atraganto con mi chocolate caliente. —¿Qué?

Me sonríe y tiene una curva en los labios que parece casi traviesa. —
Estoy cansado. Volvamos a la tuya y acostémonos.

51
TRES CITAS LILY MORTON
—¿A dormir? —Digo despacio, las palabras suenan gruesas y torpes.

Nuestras miradas se encuentran y se sostienen durante demasiado


tiempo, y entonces él sonríe lentamente y se encoge de hombros. —Por
supuesto, —dice suavemente.

De vuelta en el apartamento, me muevo casi nervioso, como si éste


fuera su territorio y me estuviera entrometiendo. Me lanza una mirada
desde donde está, de pie junto a la pared de estanterías.

—¿Estás bien? —pregunta con curiosidad.

—Sí, yo... Sí, —digo suavemente. O no.

Sonríe y saca un libro de la estantería. —¿Lo has leído?

—Por supuesto, —digo, ofendido—. Lo compraste para mí.

Se encoge de hombros. —Comprar un libro para ti es un poco como


comprar bombones para el Sr. Thorntons. Tienes tantos libros y lees
tanto que es difícil regalarte algo que no hayas leído.

Me encojo de hombros. —Sé que es un poco aburrido, pero me


encanta leer.

Inmediatamente se enfada. —Vaya, detecto los dulces tonos de


Patrick en alguna parte.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir que ¿cuándo te he hecho sentir tonto por amar la


lectura?

52
TRES CITAS LILY MORTON
—Nunca, —digo avergonzado—. Lo siento. Tienes razón, Patrick
solía burlarse de ello, diciendo que debería llevar chaqueta de punto y
zapatillas y sentarme en una mecedora.

—Si Patrick hubiera leído un poco más, habría evitado que se le


saliera el cerebro por las orejas, —dice con sorna. Acaricia la cubierta
del libro, sus manos de dedos largos y finos lo tocan casi con
reverencia—. Sé lo que significa para ti, Mick. Sé adónde te ha llevado
la lectura en la vida y también lo mucho que te ha ayudado en la vida.
Nunca te avergüences de ello.

Me encojo de hombros. —No lo haré. —Él bosteza de repente, las


sombras bajo sus ojos parecen moratones—. Estás muy cansado, —
exclamo, sintiendo una repentina oleada de ternura hacia él—. Acabas
de salir de ese montón de turnos. Ven, métete en la cama y podrás
dormir unas buenas horas.

Vuelve a bostezar. —No me importaría dormir, —dice. Me mira


mientras le acompaño a mi dormitorio—. ¿Y tú?

—Estoy bien, —digo automáticamente, aunque noto que el letargo


me tira de los huesos y me agobia.

—No, —dice mandón—. Tuviste el vuelo desde China y luego tuviste


que lidiar con el novio del País de los Idiotas y toda la tensión por el
trabajo. Te conozco. No duermes cuando estás preocupado. —Me
sonríe mientras se desabrocha la capucha y se sube la camiseta por la
cabeza, haciendo que su pelo se erice en un estático montón de ondas
negras—. Entra, —me ordena.

—Me quedaré en el sofá, —digo rápidamente. No creo que sea


prudente estar juntos en la cama en este momento. Parece que mis
emociones me juegan una mala pasada.

Su mirada se agudiza. —Mick, tu sofá podría haberse utilizado en la


Torre para torturar. Nadie duerme cómodamente en él a menos que
esté muerto. Hemos dormido en la misma cama muchas veces a lo largo
de los años. ¿Qué diferencia hay hoy?

53
TRES CITAS LILY MORTON
—No hay diferencia, —digo rápidamente. Aunque la hay. Lo sé. La
diferencia bulle bajo nuestras interacciones. Tengo que preguntarme
cuánto tiempo ha estado ahí mientras yo me aferraba inconsciente y
cómodamente a nuestra condición de mejores amigas.

Se encoge de hombros, se desabrocha los pantalones y se los quita


de una patada, quedándose sólo con unos calzoncillos morados. —Sé
que no te gusto, —dice con naturalidad—. Así que no sé por qué de
repente me resulta incómodo.

Trago con fuerza. La tela de sus calzoncillos le cubre la ingle y se


adhiere al suave oleaje de su culo. Todo su cuerpo parece brillar con la
suave luz que se filtra a través de las cortinas, dorándolo con los rayos
del sol y bailando sobre los dibujos negros de sus tatuajes en las
mangas. Es felizmente ajeno al hecho de que estoy de pie mirándole
como un idiota.

Entonces sus palabras alcanzan mi cerebro. —¿Qué quieres decir


con que sabes que no me gustas?

Sacude la cabeza y se mete en la cama, retorciéndose y emitiendo un


sonido gutural de felicidad que me hace intentar pensar en cosas
horribles para combatir la rigidez de mi polla. Me mira y retira el
edredón, señalando mi ropa—. Quítate la ropa. Estoy cansado y quiero
acurrucarme.

Niego con la cabeza. —Archie, ¿de dónde has sacado esa idea?

—En la fiesta de Jenny, ¿no te acuerdas?

—¿Jenny, la del último curso?

Asiente con la cabeza. —Sí, esa es. Me insinué en la fiesta.

—¡No lo hiciste!

Me mira fijamente. —Lo hice. Te besé.

54
TRES CITAS LILY MORTON
Me siento en la cama bruscamente, sintiendo como si me hubiera
quitado algo de la cabeza. —¿Me has besado?

Su nariz se arruga. —¿No te acuerdas? —Frunce el ceño—. Dios,


debí de ser una mierda besando. Te prometo que he mejorado desde
entonces. —Se arrodilla y apenas tengo tiempo de respirar antes de que
me quite el jersey de un tirón.

—Necesito mis cejas, —digo con enfado—. Y creo que me has


arrancado el nivel superior de la epidermis.

—No es posible con lana, —dice con altivez—. Ahora, quítate los
pantalones y métete en la cama.

—Debe de ser el tratamiento Zhang del que tanto he oído hablar a


otros hombres, —le digo y él sonríe con satisfacción.

—Al menos he utilizado mis palabras. Normalmente, soy más de


guiar con la acción.

Sigo con sus dedos ocupados mientras buscan la cremallera de mis


pantalones. —Quiero saber qué ha pasado.

Hace una pausa y me mira incrédulo. —¿De verdad no te acuerdas?


—Niego con la cabeza y su frente se frunce en señal de concentración—
. Vaya, eso le da un cariz totalmente nuevo. Creía que lo escondías todo
debajo de la alfombra para que pudiéramos seguir siendo amigos.

—No tengo un cepillo lo bastante grande para hacer eso, —digo


solemnemente y él resopla—. Entonces, ¿qué ha pasado?

Vuelve a sentarse sobre sus talones. —¿Tenemos que hacer esto? —


Asiento y él cede—. De acuerdo, te agarré, te besé y durante unos
minutos nos besuqueamos.

—Es una palabra espantosa.

—Lo siento mucho, Sr. Tesauro. Lo haré mejor la próxima vez. —Me
rio y él me mira fijamente por encima del hombro—. Entonces volviste

55
TRES CITAS LILY MORTON
en ti, me empujaste y dijiste que no podíamos volver a hacerlo. Que
éramos los mejores amigos y que debíamos seguir siéndolo porque no
podías permitirte perderme.

—¿Fui tan sentimental? ¡Vaya! —digo débilmente—. Son los libros


de Dulces Sueños que leía en aquella época. —Le miro fijamente—.
Entonces, ¿qué pasó?

—Vomitaste en la planta de caucho de la madre de Jenny. —Sacude


la cabeza—. No estaba muy contenta y se puso muy chillona cuando nos
echó.

—Dios mío, por eso no volvió a hablarme. Me lo preguntaba.

—No es muy difícil, —dice—. Nunca preguntaste.

Me encojo de hombros. —Fue mucho más tranquilo cuando dejó de


hablar.

Me mira fijamente. —¿Y sinceramente no lo recuerdas?

Sacudo la cabeza. —Es una locura. Como si hubiera cambiado el


rumbo de mi vida y nunca me hubiera dado cuenta.

—Estabas muy borracho.

—Pero seguro que lo recordaría. —Tiro los pantalones en la silla y


me subo a su lado en calzoncillos. Hago una pausa—. ¿Quería decir lo
que dije?

Me mira fijamente y se encoge de hombros. —Sí. —Hace una


pausa—. Al menos durante los últimos diez años lo has hecho.

—¿Lo he hecho? —La pregunta es descarnada y llena el aire quieto


como un trueno que retumba.

Nos tapa con el edredón y me mira fijamente. —¿Quién sabe? —dice,


y suena repentinamente cansado—. Estoy agotado, Mick. Han sido unos

56
TRES CITAS LILY MORTON
días muy largos de turnos. Durmamos y dejemos que todo ocurra
cuando sea oportuno.

Obedezco su insistencia y no puedo reprimir mi suspiro de


satisfacción cuando se acurruca en mí. Archie es un mimoso. Siempre lo
ha sido. Siempre lo será. Y sentirlo a mi lado, con su brazo sobre mi
cintura, su pierna entre las mías y el peso de su cabeza sobre mi pecho
me calienta por completo.

No recuerdo que nadie me abrazara cuando crecía. La mayor parte


del tiempo la única atención se centraba en que me vistieran y me
dieran de comer, y yo me alegraba de ello porque había muchas
ocasiones en que esas cosas no se atendían. Y tengo que decir que a los
diez años no me habría gustado que me abrazaran de todos modos,
porque había crecido como un niño solitario. Pero cuando Archie llegó
a mi vida igualó ese equilibrio y todo el calor que me faltaba vino con él.

Sólo tengo tiempo de pensar en lo bien que huele cuando se me


cierran los ojos y me deslizo en la suave oscuridad somnolienta.

Me despierto con el tintineo de las llaves y el sonido de la puerta


principal al cerrarse. —¿Qué demonios pasa? —murmuro,
incorporándome y frotándome los ojos.

Archie se revuelve, parpadeando como un pequeño búho. Tiene los


ojos sombríos y una marca de sábana en la mejilla izquierda. —¿Qué
pasa? —murmura.

—Hay alguien en el apartamiento, —siseo, escuchando el ruido de


pasos.

—¿Qué? —sisea, incorporándose sobre los codos. Me mira


fijamente—. Pareces bastante tranquilo para ser alguien a quien están
robando.

Le miro de reojo. —Utilizaron llaves. Eso es bastante ingenioso para


un ladrón.

—¿Quién tiene llaves de tu piso?

57
TRES CITAS LILY MORTON
Sacudo la cabeza. —Te daré una pista, —digo con desgana mientras
los pasos se hacen más fuertes y cercanos y Patrick grita—: Michael,
¿estás aquí?

—Oh, qué alegría, —murmura Archie, volviendo a tumbarse y


tapándose la cabeza con las mantas.

—¿Te vas a volver a dormir? —Digo atónito, apartando hacia atrás


las mantas.

—Es un efecto secundario de estar con Patrick. Me ahorro el


intermediario que son cinco minutos de escucharle.

—Despierta, —siseo, pinchándole en las costillas—. Ayúdame con


esto.

Murmura algo, pero en ese momento la puerta se abre de golpe y


aparece una cabeza rubia que te resulta familiar. Se oye una aguda
respiración entrecortada.

—¡A-ha! —dice Patrick de forma sombríamente triunfal.

—Una banda noruega. El cantante principal es Morten Harket, que


durante un tiempo estuvo en los libros de récords por la nota más larga
mantenida en vivo, —murmura Archie, con los ojos cerrados.

—¡Lo sabía! —exclama Patrick.

—Bueno, es de dominio público. Está en el libro de los Récords


Guinness.

—Eso no, —sisea—. Sabía que ustedes dos se estaban acostando.

—No lo hacemos, —digo en tono enfadado, sentándome y


arrastrando el edredón alrededor de mi cintura.

—Oh, por favor, —se burla—. Reconozco lo que es follar cuando lo


veo.

58
TRES CITAS LILY MORTON
—Claro que sí, —dice Archie—. Lo haces tanto que es prácticamente
una religión para ti.

—Oh, vete a la mierda, —grita Patrick estridentemente—. Sabía que


le clavarías las garras en cuanto le diera la espalda.

—Perdona, ¿esto es un episodio de EastEnders de los años ochenta?


—pregunta Archie, y yo resoplo malhumorado.

—¿Qué quieres decir con tan pronto como me diste la espalda? Te


eché, maldición. Esa fue la última vez en que me dabas la espalda.

—Oh, por favor, —se burla Patrick—. Sabes que me habrías


aceptado de vuelta. Estás enamorado de mí.

—No lo estoy, —digo indignado—. Ni siquiera me gustas.

—Sí, te gusto.

—No, no me gustas. —Estoy más que irritado por la seguridad de su


voz—. No me gustas nada. No te elegiría como amigo, y mucho menos
como compañero.

—Bueno, ¿por qué ibas a hacerlo? Dada la relación con tu amigo. —


Se burla—. Fíjate que he dicho amigo en singular. Sólo tienes uno,
imbécil aburrido.

—¿Intentas volver conmigo? —digo suavemente—. Si es así,


realmente necesitas trabajar tu técnica.

Archie se incorpora de repente, las sábanas le caen hasta la cintura,


y me quedo mirando -espero que discretamente- la lisa piel lampiña
que le cubre el pecho, los firmes abdominales y el fino rastro de pelo
negro que le lleva por debajo del edredón. Vuelvo en mí cuando habla,
por la furia absoluta de su voz.

59
TRES CITAS LILY MORTON
—¿Quién mierda eres tú para criticarle? Tú. La única razón por la
que tienes amigos es porque les abres el culo más que el Túnel del Canal.
Ciérralo y te sentirás muy solo. Él vale por diez como tú, cara de pito.

—Oh, vete a la mierda, Archie, —se burla Patrick—. Vuelve a


quedarte en tu rincón babeando sobre cualquier sobra que él decida
darte.

Siento que la sangre me sube a la cara. —Te advertí de que no te


portaras mal con él, ¿verdad? —Digo y puedo oír la frialdad mordaz en
mi voz—. Vete a la mierda. Ahora mismo. Es tu única oportunidad
porque si no la aprovechas voy a salir de esta cama y no te va a gustar
cómo te desalojo. Deja la llave y lárgate.

Me mira fijamente durante un segundo, pero cuando lanzo una


exclamación de disgusto y echo las mantas hacia atrás, salta, y en
cuestión de segundos se oye un ruido de cristales en el salón y un gran
portazo. Se hace el silencio hasta que Archie se incorpora.

—Hmm, —dice contemplativo—. Ha ido bien.

Resoplo y sacudo la cabeza. —¿Tú crees?

Él asiente. —Sí. De hecho, me asombra la forma en que mantienes la


amistad con tus ex.

Me tumbo de nuevo en la cama y nos cubro con las mantas, sintiendo


cómo el calor sustituye a la fría temperatura del piso. Alargo la mano y
lo atraigo hacia mí. —Lo sé, —le digo lentamente—. Es un verdadero
problema. Me estoy quedando sin sitio para todos mis amigos.

—Quizá pueda hacerte un hueco en mi rincón lleno de babas de tu


vida.

Le miro y nos echamos a reír a carcajadas. Al final, nos calmamos y


me acurruco contra él. —Vuelve a dormir. Luego limpiaremos los
cristales de lo que haya roto.

—Sabes cómo hacer pasar un buen rato a un chico.

60
TRES CITAS LILY MORTON
Sonrío y puedo oírlo en mi voz. —No es un buen momento. Espera a
la segunda cita, Archie.

61
TRES CITAS LILY MORTON

CITA 2
MICK
Esa misma tarde, camino de un lado a otro por la acera. Miro el reloj.
Llega tarde, lo cual no debería sorprenderme. Archie parece funcionar
con un tipo de reloj distinto al del resto del mundo. Le había mandado
a casa a la hora de comer, cuando nos despertamos de nuevo, para que
pudiera cambiarse y reunirse conmigo aquí.

Oigo pasos y, al levantar la vista, sonrío al verle venir hacia mí


cargado con una bolsa de viaje. Bajo un abrigo de lana azul marino con
cuello alto, lleva unos pantalones ajustados, una camisa de cuadros
azules y blancos y unas Converse blancas. Parece vivo y atrevido, con
una gran sonrisa en la cara.

Miro mi propio atuendo de aburridos pantalones, camisa blanca,


jersey azul marino de cuello de pico y aburridas botas marrones, y
espero parecer alguien que pertenece a su entorno. Luego sacudo la
cabeza. Si alguien debe estar con Archie, soy yo. Sigo por dentro ante
aquel pensamiento repentinamente seguro. ¿De dónde ha salido eso?

No tengo tiempo de preguntármelo, porque se acerca y me abraza,


tirando la bolsa a la acera. Yo le devuelvo el abrazo. Su pelo aún está
húmedo y las gruesas hebras huelen a fresa, que se mezcla con su
colonia habitual, de modo que huele fresco y cálido. Durante un
segundo sólo siento su cuerpo ágil y cálido contra mí, cada centímetro
parece diseñado para fundirse con el mío. Entonces parpadeo y vuelvo
a apartarlo.

Él es ajeno a mi estremecimiento interior. ¿Cómo podría no estarlo?


Al fin y al cabo, soy el idiota que le rechazó con tanta firmeza que se
metió en la caja de la amistad y no volvió a salir. Frunzo el ceño. Sin
embargo, seguro que es lo mejor. Puede que estuviera borracho, pero
el razonamiento seguía siendo cuerdo y sólido. Es la única persona en
mi vida a la que realmente le importo una mierda y así ha sido siempre.

62
TRES CITAS LILY MORTON
¿Por qué arriesgaría eso por una relación efímera que termina en
recriminaciones y humillación? Mi humillación. Así terminan todas mis
relaciones.

Me mira con el ceño fruncido. —¿Estás bien?

Asiento inmediatamente. —Estoy bien, Arch.

Mira hacia el exterior del edificio ante el que estamos. —El Hotel
Corinthia. —Silba—. Te estás pasando, cariño.

Sonrío. —Lo estoy empujando tanto que corremos el riesgo de que


se vaya a pique.

Se ríe. —Así que tus citas han consistido en un paseo por el parque
y luego una delicia vespertina en un hotel de lujo. Mick, eres un viejo
encanto.

Sacudo la cabeza y cojo mi bolsa, mientras él levanta la suya. —No


vamos a parar para echar un polvo, —digo con altivez—. Tenemos otros
planes. Mejores planes.

—¿Qué podría haber mejor que eso? —Trago saliva al pensarlo y


doy gracias a quienquiera que me vigile por no poder verme la cara en
ese momento. Me sigue obedientemente mientras me dirijo al
mostrador y comienzo a registrarnos. Cuando termino y la mujer del
mostrador, muy sonriente, me da nuestro número de habitación, le
entregamos las maletas con la seguridad de que nos las llevarán
directamente a la habitación. Entonces cojo a Archie de la mano y lo
remolco hacia fuera, levantando la mano para pedir un taxi.

—¿Adónde vamos ahora? —pregunta, cayendo en el taxi tras de mí.

—Bob Bob Ricards.

—Que Dios te bendiga. —me rio—. Suena como una heladería, —


reflexiona.

63
TRES CITAS LILY MORTON
—Definitivamente no es eso, —murmuro, negándome a responder
a todas sus preguntas durante el corto trayecto.

Cuando salimos del taxi en el Soho, se queda mirando el edificio con


las ventanas grabadas con un ornamentado logotipo dorado y el
elegante toldo azul y dorado.

—Es un casino, —dice despacio y yo me rio y le guío dentro.

—Desde luego que no.

Un camarero nos enseña el comedor y los ojos de Archie están por


todas partes. Transmite una sensación de lujo de antaño, con cabinas
de cuero afelpado y suelos de mármol que dan a la sala una sensación
de eco que parece arraigarla en el pasado que insinúa su interior art
déco. El camarero nos conduce a uno de los reservados y yo me deslizo
sobre los asientos de cuero, seguido de Archie. El camarero nos deja
unos menús y sonrío a mi mejor amigo.

—De acuerdo, —resopla—. No es un casino, ni una heladería, ni un


burdel, ni un club de boxeo.

—No. Es un bar y restaurante especializado en comida rusa e


inglesa.

—A mi madre le encantaría estar aquí, —dice suavemente.

—¿Les traemos aquí por su aniversario de boda?

Parece sobresaltado, su mirada es cálida y suave al mirarme. —Les


encantaría. —Me pasa los dedos por la mano—. Pero te quieren igual,
Mick. Te querrían si fuéramos al McDonalds.

—Creo que ella preferiría Bettys de todos modos. Llevémosles a


York el fin de semana y tomemos el té de la tarde.

—Es bastante patriótica. Si hay una Union Jack en el escaparate, ella


estará allí. Tienes razón. Puede que este sitio sea demasiado europeo
para ella.

64
TRES CITAS LILY MORTON
Sonrío al pensar en su fogosa madre rusa, que para total
desconcierto de su más reservado padre profesor, había abrazado la
cultura inglesa hasta un grado fanático cuando vino aquí como
estudiante y le conoció. No contenta con dar a su hijo los nombres más
ingleses que pudo encontrar, todo lo que posee está cubierto con la
bandera británica. Adora a la familia real de una forma que sus propios
padres nunca consiguieron y se ha convertido en una figura familiar a
las puertas del Hospital de Portland esperando noticias de los nuevos
bebés reales. Sin embargo, por mucho que ame a Inglaterra, no puede
ignorar su herencia y eso se nota en su temperamento fogoso, su inglés
acentuado y su oscuro buen aspecto.

—Consíguele algo con una bandera, —dice—. Algo para cubrir el


asiento del váter.

—¿No se ha hecho ya?

Se ríe. —¿Has estado en nuestra casa? Claro que ha estado tapada.


Cuando levantas la tapa suena 'Tierra de esperanza y gloria'.

Me rio, sintiendo calor en mi interior cuando pienso en su casa de


una frondosa calle lateral de Wimbledon, que se convirtió en el único
hogar que he conocido desde que los servicios sociales me sacaron de
la casa ocupada en la que vivía mi madre cuando yo tenía cinco años.
Nunca la he vuelto a ver y, a pesar de los ruegos de Archie, nunca la he
buscado. Si me hubiera querido, se habría quedado. En lugar de eso, me
abandonó como han hecho todos menos Archie y su familia.

La casa de Archie había sido una revelación para mí. Llena de


calidez, amor y risas, con las paredes forradas de estanterías y libros
maravillosos que su padre me instaba a leer para poder comentarlos
con él.

—¿Y por qué aquí? —pregunta, interrumpiendo mis pensamientos.


Mira a los comensales, toda la sala llena del sonido de alegres charlas y
el tintineo de platos y cubiertos. La gente de una mesa contigua estalla
en carcajadas estridentes y yo sonrío.

65
TRES CITAS LILY MORTON
—Ellos están probando la razón. —Señalo con la cabeza la pared
recubierta de mármol que hay junto a nuestra cabina, en la que hay
varios botones. Él los mira atentamente y luego vuelve a mirarme,
sonriendo ampliamente—. Pulse para champán, —lee.

Me río y asiento con la cabeza. —¿No es genial? He pensado que


podríamos tomar un par de copas y luego pasar a la parte principal de
la segunda cita.

—Es un sitio increíble, —dice después de pulsar el botón y de que


hayamos pedido nuestras bebidas.

Miro a mi alrededor. —Éste es el Comedor Azul. Está inspirado en el


Orient Express8. También está el Comedor Rojo y un comedor privado,
pero no lo he visto. Por lo visto, está inspirado en el Vagón Comedor
Real.

—Parece como si hubiéramos retrocedido en el tiempo, —


reflexiona—. Casi espero ver aparecer a Poirot.

—Es un cambio respecto a cuando monopolizaba la programación


televisiva de Navidad, —le digo, y él se ríe antes de mirarme con
curiosidad.

—Te sienta bien este sitio, —dice, dando un sorbo a su champán y


poniendo cara de satisfacción.

Bebo un trago de la mía, sintiendo que el sabor frío y seco me hace


cosquillas en la nariz. No me gusta mucho como bebida, pero a Archie
le encanta. —¿Por qué?

—Tienes el aspecto adecuado. Como un caballero de aquella época


dorada. Eres delgado y de hombros anchos. Con tu precioso pelo
castaño y tus ojos oscuros, habrías estado fantástico con uno de esos
trajes elegantes y un cigarrillo en la mano esperando a que empezara la
fiesta.

8El Orient Express fue el servicio de tren de larga distancia que, en su mayor trayecto, cubría la ruta
París-Estambul.

66
TRES CITAS LILY MORTON
Le miro fijamente y él se sonroja antes de lanzarse a contar algo que
le ocurrió en su turno de noche. Le observo, riéndome, pero más
concentrado en su rostro vivaz de ojos brillantes y labios carnosos. Esos
labios se entreabren cuando bebe un trago de champán y, cuando
aparta la copa, están húmedos y los roza con la lengua. Observo ese
destello de color rosa pálido y sus dientes blancos y uniformes, y siento
que me recorre un calor que poco tiene que ver con beber durante la
comida.

Levanta la vista y se detiene al captar mi mirada. —Tú... —Se detiene


y se aclara la garganta—. ¿Estás bien?

Inspiro lentamente, sintiendo ese extraño calor que aún hierve a


fuego lento en mi sangre. Quiero descartarlo, actuar con normalidad,
pero una parte temeraria de mí que rara vez se ve asoma la cabeza
exigiendo que la liberen, y antes de que pueda pensarlo, alargo la mano
y le rozo el labio inferior con el pulgar. Noto la piel suave, el relleno
blando que cede bajo la yema del pulgar y la corriente de aire caliente
cuando respira sobre mi piel húmeda, y me estremezco. No es discreto.
Es un estremecimiento de todo el cuerpo y él me mira, con ojos oscuros
y profundos. Luego me sorprende lamiéndome el pulgar. Es un
movimiento rápido y discreto, y termina antes de que me dé cuenta,
pero mi polla se pone tan recta y rígida como nunca y me retuerzo en el
asiento.

—Archie, —suspiro, y él abre la boca para decir no sé qué, porque


en ese momento llega el camarero para rellenar nuestras copas y el
momento desaparece para ser sustituido por nuestra normalidad, que
consiste en hablar y reír mucho. Pero no desaparece del todo. Persiste
en la forma en que nuestras miradas se atrapan y se sostienen y en la
forma en que su pie roza el mío, dejándome duro y dolorido y más
confuso de lo que nunca he estado.

Una hora más tarde salimos del bar parpadeando en la claridad,


llenos de burbujas y achispados por el champán.

—Ha sido estupendo, —dice, entrelazando su brazo con el mío y


apoyando su cuerpo contra mí mientras le acompaño por el camino.
Hace una pausa—. ¿Le habría gustado a Patrick?

67
TRES CITAS LILY MORTON
Por un segundo, su voz se vuelve cortante y tiro de él para que se
quede quieto en la calle. Un hombre que está detrás de nosotros maldice
en voz baja y maniobra a nuestro alrededor, pero yo lo ignoro y miro
fijamente a Archie a los ojos. Durante un segundo nos quedamos en
silencio, pero de repente me echo a reír.

—No le gusta el champán. Lo habría odiado —digo jadeando


mientras me sonríe, con el filo desaparecido como si nunca lo hubiera
tenido. Pero así es Archie. Es incapaz de guardar rencor. Una vez me
confesó que se aburre durante una discusión y que sólo quiere que las
cosas vuelvan a la normalidad. Por eso es imposible discutir con él.

—Entonces, ¿por qué llevarlo a un bar de champán? —pregunta


desconcertado, lo que provoca más risas.

—Porque sí, —jadeo—. Jesús, Archie. ¿Qué me pasa? Toda esta cita
estaba planeada contigo como compañero. ¿En qué diablos estaba
pensando? Patrick habría odiado cada segundo.

—Entonces me alegro de que me hayas traído, —dice—. Porque


todo esto es mío. Todo, —dice, comiéndome lentamente con los ojos—
. Todo mío. —Rompiendo el momento, sonríe—. Entonces, ¿qué es lo
siguiente?

—Vamos a retirar este champán porque la parte principal de la cita


exige que tengamos los estómagos llenos de burbujas.

—Interesante, —musita y me abraza antes de retroceder, y cogidos


del brazo caminamos por las calles del ajetreado Londres con la brisa
perfumada por la lluvia soplándonos en la cara.

Una hora más tarde estamos ante la parte principal de la segunda


cita.

—One Aldwych, —dice—. He oído hablar de este hotel. —Me mira


fijamente—. Debo decir que tu relación con Patrick parece haber tenido
su origen en las habitaciones de hotel.

68
TRES CITAS LILY MORTON
—Que es donde debería haberse quedado. Relación, —me burlo—.
Seamos sinceros, fue un rollo prolongado. No había nada entre
nosotros, salvo sexo mediocre en el mejor de los casos. Habría tenido
más conexión si hubiera usado mi mano y me hubiera follado eso.

—Al menos tu mano no diría tonterías aburridas.

Sacudo la cabeza. —No estoy seguro de lo que estaba pensando,


pero me alegro mucho de tener la mente despejada de nuevo. —Le cojo
de la mano y tiro de él hacia la entrada—. De todas formas, no vamos a
conseguir una habitación. Tengo planeada otra cosa.

¿Es mi imaginación que se le ve decepcionado?

Me sigue obedientemente, con la mirada fija en el ajetreado


vestíbulo mientras le dirijo hacia el lugar al que tenemos que ir. Echa
un vistazo a la espaciosa sala con vistas al vestíbulo. Está llena de
comensales y de un bullicio alegre y ruidoso.

—¿Comida? —pregunta esperanzado, y yo sonrío.

—Por supuesto, porque nunca podré llenarte.

—No lo sé, —dice serenamente—. Se me ocurren ciertos escenarios.

Sin pensarlo, mi mano sale disparada y le agarra del brazo. —¿Sí? —


Digo en voz baja—. Quizá tengas que decírmelo entonces, Archie.

Traga saliva, sus pupilas se dilatan hasta que sus ojos parecen casi
negros. —¿Qué?

Sacudo la cabeza. —Tengo la sensación de que llevo mucho tiempo


ciego, Arch. Quizá necesite un guía. Alguien que me diga por dónde ir.

Trago saliva cuando se acerca a mí. —No, —dice con suavidad, pero
con firmeza.

69
TRES CITAS LILY MORTON
—¿Qué? —¡Mierda! ¿Lo he juzgado mal? Siento calor en las mejillas
y me escuece tanto que voy a dar un paso atrás, pero su mano sale
disparada y me detiene.

—No, porque esta vez no puedo ayudarte, Mick. Esta vez tienes que
dar el paso tú solo.

—Nunca estoy solo. Te tengo a ti.

Él asiente, con una sonrisa melancólica. —Sí, así es, y no te


preocupes, amor, estaré al final del escalón esperándote, pero tú tienes
que dar el primer paso.

Le miro fijamente y abro la boca, pero una garganta se aclara


cortésmente a nuestra derecha, y cuando me vuelvo encuentro a una
camarera que nos sonríe. —Nombre, por favor, —dice alegremente.

—Erm. —Parpadeo, con la mente nublada, y Archie se ríe de


repente.

—Michael Benton, —dice—. Dos personas.

Sonríe y nos hace un gesto para que la sigamos, y yo voy detrás de


ellos observando cómo él charla cómodamente con ella mientras yo
reflexiono sobre lo que me está ocurriendo en este momento. Éste es
mi amigo más antiguo, el mejor, el más importante. ¿Cómo es posible
que le conozca desde hace diez años y que un lapso de apenas
veinticuatro horas lo haya cambiado todo con el potencial de alterar mi
vida por completo?

Ajeno a mi agitación, o al menos ignorándola educadamente, Archie


se sienta y coge el menú, sus ojos revolotean afanosamente sobre él
mientras yo lo miro boquiabierto. Jadea y me mira. —Charlie y la
Fábrica de Chocolate, —dice encantado—. Era mi libro favorito de niño.

—Lo sé, —digo cabizbajo—. Soy un imbécil gigantesco. —Sacudo la


cabeza, perplejo—. Tal y como me siento en este momento, esto debería
ser ‘Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas’.

70
TRES CITAS LILY MORTON
Me capta al instante. Siempre lo hace. —Oh, porque te has metido en
la madriguera del conejo. —Sonríe perversamente y me guiña un ojo—
. Juega bien tus cartas y te dejaré bajar a mi madriguera más tarde.

Me pilla en el acto de tragar, así que, naturalmente, me atraganto con


mi propia saliva. Le fulmino con la mirada mientras salta de la silla y me
golpea en la espalda, con una expresión de humor reprimido.

—¿Por qué siempre voy por detrás de ti con estos saltos en nuestra
amistad?

—Bebé, tenías otras cosas en la cabeza. La necesidad de formar tu


propio hogar y estar a salvo. De todas formas, no estás muy lejos de mí,
—dice suavemente, cogiéndome la barbilla con sus largos dedos y
plantándome un suave beso en los labios—. Sólo diez años.
Recuperarás el tiempo. Lo sé.

—¿Qué? —Le miro boquiabierto mientras se sienta en la silla.

Me ignora, coge su menú y me sonríe pícaramente por encima. —


Voy a comer tanta comida que vas a tener que sacarme rodando de aquí.
—Se fija en la mesa que tenemos al lado, que está repleta de comida—.
Debería haberme puesto el uniforme, —dice con tristeza.

—¿Por qué?

—Cintura elástica. —Parece repentinamente afligido—. Los


pantalones reducen el consumo de alimentos.

Le miro fijamente, sintiendo que el cerebro me da vueltas. La cabeza


me da vueltas por el hecho de que aparentemente he estado ciego y he
sido increíblemente estúpido durante todos estos años y él está
hablando de comida. Entonces capto el brillo de sus ojos y sus labios
torcidos en una sonrisa y me río de repente. Le seguiré la corriente.
Nunca me ha fallado y la vida es mucho más divertida cuando estamos
juntos.

71
TRES CITAS LILY MORTON
—De acuerdo, —digo, cogiendo el menú—. Vamos a darte de comer.
—Miro a mi alrededor—. Espero que se hayan aprovisionado porque
esto podría vaciar sus cocinas.

Me da un golpecito en el tobillo con el pie mientras me rio.

El resto de la tarde lo pasamos hablando y riendo mientras nos


abrimos paso a través de una interminable procesión de platos
extravagantes de colores vivos y llamativos. Comemos pequeñas
quiches y sándwiches, huevos de chocolate rellenos de tarta de queso y
mango, cake pops y algodón de azúcar casero.

También bebemos el cóctel insignia, una mezcla de whisky, licor de


cereza, zumo de pomelo y champán. Viene en una tetera de cristal con
hielo seco que encanta tanto a Archie que acabamos pidiendo bastantes,
hasta el punto de que cuando salimos del hotel en la fría noche de
febrero yo me siento bastante achispado y Archie se escora
ligeramente.

—De acuerdo, —digo, oyendo el malentendido en mi voz y


agarrando varias veces su codo antes de conseguir sujetarlo—.
Tenemos que pensar en la tercera cita.

Me sonríe, con los ojos ligeramente cruzados, y gira bruscamente a


la derecha. Me mantengo agarrado a su codo, pero el peso de su cuerpo
desplaza mi equilibrio y caigo de lado contra él, de modo que ambos nos
tambaleamos hacia un callejón, una pared de ladrillo detiene nuestro
ímpetu.

—¡Uf! —digo, cayendo sobre él y golpeándolo contra los ladrillos—


. Lo siento, cariño. El último trago ha sido un poco... un poco... —Lo miro
a los ojos y se me va la voz cuando nuestras miradas se cruzan.

—Archie, —digo en voz baja, sintiendo que el calor anterior vuelve


a rugir con toda la fuerza de algo que ha sido tapado y ahora es un
millón de veces más potente—. Archie, —susurro y de repente es tan
fácil.

72
TRES CITAS LILY MORTON
Él se levanta mientras yo me inclino y nuestros labios se encuentran
como si hubiéramos estado haciendo esto toda la vida. Puede que lo
hayamos hecho de una forma u otra. Sus labios son suaves y se sienten
exuberantes bajo los míos. Me retiro.

—Dios mío, —digo con voz de asombro y él asiente, con la


impaciencia y la lujuria escritas en su bonita cara.

—Sí, —dice—. Lo sé. —Se levanta y, poniéndome las manos en la


nuca, me atrae hacia él y esta vez no me detengo. En lugar de eso, lo
beso, devorando furiosamente su boca, untando esos labios
pecaminosos con mi lengua antes de frotar la suya con la mía. Es como
si nos hubiera alcanzado un rayo, un cataclismo que nos separa del
resto del mundo como si este pequeño callejón estuviera en otro
planeta.

Empujo con fuerza contra él, sintiendo cómo me recibe con toda la
fuerza de su esbelto cuerpo, y gimo al sentir su polla tiesa contra la mía.
Aparto los labios, jadeando con fuerza, y él gime protestando mientras
abre los ojos.

—¡Mierda! —Digo roncamente, moviendo mis caderas en círculos


apretados contra las suyas—. Joder, Archie.

—Sí, —dice, agarrándome por el culo y tirando de mí hacia él,


gimiendo por la sensación—. Sí, hagámoslo.

Trago con fuerza y sacudo la cabeza, intentando recuperar algo de


sentido común. Lo único que puede hacer el pobre órgano es
tambalearse. Pobre cerebro. No me queda sangre en la cabeza para
pensar.

—La cita, —jadeo mientras sus dedos largos y delgados tantean mi


cinturón. Le agarro los dedos para detenerlos y se los beso, observando
cómo sus ojos se cierran y se abren lenta y sombríamente.

—¿Qué?

—La cita. Aún nos queda la tercera cita.

73
TRES CITAS LILY MORTON
Se despeja un poco y se empuja contra mí. —Para mí tercera cita,
Michael Benton, quiero que me folles en esa preciosa habitación de
hotel que has reservado, —dice con voz muy firme—. Quiero pasar la
tercera cita completamente desnudo y cubierto de semen. —Hace una
pausa—. Y posiblemente también la cuarta y la quinta cita. —Sonríe de
repente, y el arco perverso de su boca me hace inclinarme y recibir otro
beso. Me aparto y se ríe—. Quizá las próximas mil citas podamos
pasarlas desnudos contigo dentro de mí. Luego podremos vestirnos y
seguir con nuestras vidas cotidianas.

—¡Mierda! —digo con voz ronca—. Tienes las mejores ideas.

Se ríe. —No dijiste eso cuando nos suspendieron del colegio por
llenar la taquilla de Harry de galletas para perros.

—Basta de hablar. —Le agarro de la mano y le arrastro fuera del


callejón—. Taxi, —grito.

74
TRES CITAS LILY MORTON

CITA 3
MICK
El hotel cuesta mucho dinero, pero podríamos estar alojados en un
Travelodge por toda la atención que le préstamos. En lugar de eso, en
cuanto estamos dentro de la habitación, inmovilizo a Archie contra la
pared y lo beso ferozmente. Él gime y me devuelve el beso, frotando su
lengua contra la mía.

Lo hago girar y lo conduzco a ciegas en dirección a la cama, con mi


boca aún pegada a la suya. Nunca antes había sentido esta urgencia que
me enciende por dentro. Esta sensación poderosa y caliente de que
moriré si no me meto dentro de él ahora mismo.

Aparto la boca y él refunfuña, persiguiéndola con la suya, pero niego


con la cabeza. —Te necesito desnudo, —murmuro, sorprendido por la
ronquera de mi voz. Agarro su camisa e intento desabrochar los
botones, pero el temblor de mis manos me lo impide. Él intenta
ayudarme, pero acaba estorbando mientras me arrastra el jersey hacia
arriba y me lo quita, haciendo que mi pelo crepite por la electricidad
estática. Sacudo la cabeza y, renunciando a su camisa, agarro los bordes
y la arranco a la fuerza. Los botones saltan y resuenan para quedar
olvidados en el suelo mientras pierdo la concentración y acabo
volviendo a su boca, tomándola con un gruñido y deslizando mi lengua
por la suya, frotando y lamiendo.

Al final, la necesidad de aire me empuja hacia atrás y agarro la parte


delantera de sus pantalones, abrochando los botones para que se vean
atisbos de algodón rojo como una pequeña burla. Sus propias manos
están igual de ocupadas, tirando y tirando de mi camisa hasta
quitármela y luego rasgando la abertura de mis pantalones.

Tiramos y rasgamos de la ropa que nos queda y nos contorsionamos


hasta que nos quitamos los pantalones y los zapatos y le hago caer sobre

75
TRES CITAS LILY MORTON
la mullida cama, la única prenda que nos separa es su maravillosa ropa
interior.

Le sigo rápidamente, empujando mi cara contra el lateral de su


cuello e inhalando su aroma a cítricos picantes. —Hueles muy bien, —
murmuro, apoyándome en los codos. Miro hacia abajo por su cuerpo
liso, siguiendo las elegantes líneas de sus músculos, y mi mirada se posa
en los ajustados calzoncillos rojos. Se ciñen amorosamente a él, pero no
consiguen contener su erección, cuya punta asoma impúdicamente, con
la cabeza roja resbaladiza de presemen.

Me agacho y acerco mi nariz a su ingle, inhalando su oscuro olor a


tierra hasta que lo reconocería, aunque me vendaran los ojos.

—Dios, Mick, —susurra—. Nunca supe que serías así.

Levanto la cabeza. —Tampoco... —Me detengo y me aclaro la


garganta—. Tampoco yo, amor.

Sus ojos se encienden y brillan con un tono marrón dorado en la


habitación en penumbra al oír el cariñoso comentario. —Me gusta, —
dice lentamente.

—Bien, —murmuro, agachándome y quitándole los calzoncillos. Me


detengo a contemplar cómo está completamente desnudo. Ya lo había
visto antes, pero nunca con los ojos de un amante que puede catalogar
los surcos de su pelvis, la mata de vello púbico intensamente negro y la
longitud de su polla. La tiene dura contra el vientre, una raíz delgada de
color dorado oscuro, y yo me inclino y la lamo, reteniendo las gotas de
presemen en la lengua antes de tragármelas. Sabe salado y tan bueno
que me inclino hacia él, con la intención de chuparlo, pero su mano en
mi hombro me lo impide.

Le miro interrogante y él niega con la cabeza. —Esta vez no, —


murmura—. Te necesito ahora. —Le miro fijamente y su labio se
ladea—. He esperado diez años para esto, Michael mío, y no voy a
esperar ni un segundo más. —Abre las piernas y las enrolla alrededor
de mis caderas, empujando las plantas de sus pies sobre mis nalgas y

76
TRES CITAS LILY MORTON
forzándome hacia él hasta que ambos gritamos cuando nuestras pollas
se encuentran.

Juro que se me ponen los ojos en blanco. —Oh, joder, Archie, —gimo.

—Lo sé, amor, —me susurra al oído antes de acercar su boca y fijarla
en la mía.

Nos besamos hambrientos mientras empujo mis caderas contra él,


la dureza acerada de mi polla encontrándose con la suya en una presión
que me hace sentir que me va a estallar la cabeza. Se aparta y yo persigo
su boca un segundo, pero susurra ‘lubricante’ con urgencia y yo
retrocedo.

—¡Mierda! Creo que me correré si me muevo, —jadeo.

Increíblemente se ríe, aunque parece destrozado, con las marcas en


el cuello y los hombros donde le he besado resaltando oscuramente. —
Supéralo, amor, —me sugiere, y niego con la cabeza.

—Siempre el gracioso, —refunfuño, levantándome de la cama y


tropezando hacia mis pantalones que están tirados en el suelo.

Se ríe, y mientras rebusco en mis bolsillos el lubricante y el


preservativo que siempre llevo, vuelvo a mirarle. Cuando me ve mirar,
sonríe salazmente y abre las piernas. Se chupa un dedo, baja la mano y
empieza a juguetear con su agujero. —Date prisa, —susurra.

Por un segundo me quedo mudo al saber que se trata de mi mejor


amigo y que a partir de ahora todo será totalmente distinto. Me lo
pienso un segundo, abro el preservativo y lo hago rodar por mi cuerpo.
Se estremece al verme, sus movimientos cambian de una burla a una
digitación en toda regla. Abro la bolsita y vacío el lubricante en mis
dedos, frotándolo para calentarlo.

—Deja que lo haga yo, —le digo, caminando de nuevo hacia la cama
y sintiendo cómo mi polla se mece y se balancea con el movimiento.
Abre más las piernas, y hay algo en la confianza con la que lo hace que
me detiene en seco.

77
TRES CITAS LILY MORTON
—Archie, —suspiro, y él me sonríe, con ternura, calidez y todo lo
que pueda ver en sus ojos. Trago saliva con dificultad y asiento
mudamente, y su sonrisa se vuelve gloriosa.

—Hazme el amor, —susurra y yo lo miro.

—Puedo hacerlo, —prometo.

Lo digo en serio y es una promesa que mantengo mientras lo


preparo, abriéndolo con más cuidado del que he mostrado nunca a
ninguno de mis anteriores compañeros de cama. Siempre me he
enorgullecido de ser bueno en la cama, pero nunca había significado
tanto como ahora. Ahora no es el orgullo lo que me anima, sino el hecho
de que es mi Archie y debe ser bueno para él porque sólo se merece lo
mejor.

Este conocimiento infunde ternura a cada movimiento mientras me


aprieto contra él y le sostengo la mirada. Él asiente, con los ojos
brillantes en la penumbra, y yo me deslizo dentro de él lenta y
suavemente hasta que toco fondo y ambos gemimos.

Sus manos rozan mi espalda, resbalando en el sudor hasta que se


mueven hacia mi pelo y me atrae hacia él, tomándome la boca y
besándome con lujuria. —Hazlo, —susurra cuando me suelta—.
Fóllame como si fuera en serio.

—Nunca lo he sentido tanto. —Lo saco, sintiendo el apretón caliente


de su agujero cuando se aprieta a mi alrededor y escuchando su grito
cuando vuelvo a penetrarlo. El grito actúa como una cerilla en un fuego
artificial y, de repente, estallamos en movimiento, besándonos y
jadeando en la boca del otro mientras nuestros movimientos se vuelven
enérgicos y exigentes.

Mi banda sonora son sus suspiros y gemidos y el pequeño gemido


que emite cuando toco fondo. Le escucho con la cara enterrada en su
cuello. Parece increíble que este hombre en mi cama sea mi Archie.
Increíble y jodidamente cierto.

78
TRES CITAS LILY MORTON
Empujo dentro de él, levantando ligeramente las piernas, y el ángulo
le hace gritar, todo su cuerpo un hermoso arco de movimiento mientras
le clavo la próstata. —Dios mío, —gime—. Dios, Mick, por favor, estoy
tan cerca.

—Sí, —murmuro, me acerco a él y le agarro la polla, que rebota con


nuestros movimientos. En cuanto la toco, grita, y siento cómo se hincha
en mi mano antes de que cremosos chorros de semen se derramen
sobre mis dedos. Mis fosas nasales se agitan ante el olor acre y, antes de
que pueda hablar, mis pelotas se tensan y lo único que puedo hacer es
gruñir y jadear mientras me vacío en el condón antes de caer a medias
sobre él. Sus brazos me rodean y siento paz en mi interior.

Durante unos largos minutos hay silencio en la habitación, aparte de


las jadeantes inhalaciones de nuestras respiraciones. Al final, sintiendo
que se me ablanda la polla, la agarro por la base y la saco. Él emite un
murmullo incoherente de protesta y yo sonrío. —Me desharé de esto.
Vuelvo enseguida.

Me tambaleo hasta el cuarto de baño, sintiendo como si mis piernas


pertenecieran a un potro recién nacido. Una vez dentro, enciendo la luz
y me miro en el espejo. Creo que espero que algo sea obviamente
diferente para reflejar adecuadamente que mi vida acaba de cambiar
sísmicamente. Quizá una enorme ‘A’ en la frente por Archie. Bueno, eso
o por abombado9, si hablamos de mí y del hecho de que podríamos
llevar años haciendo esto si no fuera por mi ciega estupidez.

En cambio, no hay nada. Estoy de pie, desnudo, con sudor y semen


en el cuerpo, y la única diferencia con todos los encuentros sexuales que
he tenido antes es la expresión de felicidad y satisfacción de mi rostro.
Parezco más joven y tranquilo que nunca. Incluso la siempre presente
línea de concentración que suele arrugar la piel sobre mi nariz ha
desaparecido.

Busco la sensación de preocupación y pavor que siempre tengo en


el estómago y brilla por su ausencia. En su lugar, me siento suelto y

9Palabra usada en algunos países de Latam para referirse a una persona como tonto, falto o escaso
de entendimiento o razón.

79
TRES CITAS LILY MORTON
tranquilo, como me siento siempre que he hecho algo que sé que es
bueno.

Sacudo la cabeza. Cojo una toalla, la mojo y me froto


descuidadamente el torso y las ingles con ella. Una vez hecho esto, cojo
otra, la mojo con cuidado con agua caliente hasta que está a la
temperatura perfecta y salgo del dormitorio, donde me detengo en
seco. Está tumbado de lado, con las sábanas levantadas al azar, de modo
que se le ve el pecho y la oscura pubis. Tiene los ojos cerrados, pero se
le abren de golpe cuando me oye llamar a la puerta.

—¿Estás bien? —pregunta, con voz cuidadosamente neutra, como si


esperara que me asustara.

Miro el rostro de huesos altos que he estado mirando durante la


mayor parte de mi vida y es como si lo viera de nuevo, como si viera a
un Archie diferente. Supongo que sí, porque la cara que mostramos en
la cama suele ser otra. Una más honesta, porque nuestros deseos
siempre nos devuelven a nuestro estado básico.

Ahora, cuando le miro, no veo sus ojos cálidos y su cara animada y


pienso ‘amigo’. O al menos, no veo todo eso. En cambio, catalogo la
plenitud de sus labios, sabiendo cómo se siente ese suave mohín contra
mi lengua. Cuando le miro a los ojos, tengo un flash de él cerrándolos al
correrse, con los ojos apretados y la boca abierta en un grito
incoherente. Sin embargo, mi amigo sigue allí y, de repente, me doy
cuenta de lo jodidamente afortunado que soy.

—Gracias, —digo con voz ronca.

Parpadea. —¿Por qué?

—Por esperar. Por ser mi persona incluso cuando no sabía que lo


eras.

Exhala con el alivio y la felicidad recorriéndole la cara. —Mick, —


susurra—. Ven aquí, amor.

80
TRES CITAS LILY MORTON
Yo sigo en el acto de caminar hacia la cama. —Siempre me has
llamado amor.

—Siempre lo he dicho en serio también, —dice claramente—. Tú lo


eres para mí, Mick. Te amo.

La simple verdad de su afirmación me sobrecoge. Siento que me


tiemblan los labios y un calor en el fondo de los ojos, y su rostro se
suaviza. —Ven aquí, —dice profundamente, y luego se ríe cuando doy
un salto sobre la cama, haciéndole rebotar ligeramente antes de
lanzarme a sus brazos, acurrucándome cerca de él y enterrando la cara
en su pecho.

—No pasa nada, —dice en voz baja—. Te tengo a ti, amor. Mi Mick.

—Soy tuyo, —digo con fiereza—. Ahora lo sé.

—¿Y no lo olvidarás? —pregunta con firmeza, su rostro se aclara


mientras niego con la cabeza ferozmente.

—Nunca, —digo apasionadamente—. Yo también te amo, Archie.


Muchísimo.

El júbilo fluye por su rostro y me abraza con fuerza, y así


permanecemos tumbados un buen rato, compartiendo el calor corporal
con las mantas revueltas a nuestro alrededor.

Al final me retiro, sonriendo ante sus protestas, y le limpio, sintiendo


que me recorre un poderoso torrente de ternura mientras me sonríe
confiado. He sido obsequiado con este hombre maravilloso y de repente
veo que el cambio que buscaba en mi aspecto se ha producido. Es justo
dentro de mí, donde se ha abierto para él este enorme pozo de amor y
ternura.

—¿En qué estás pensando? —dice en voz baja.

Me siento sobre los talones y le recorro la cara con los dedos. —Que
todo por lo que pasé de niño merece la pena de alguna manera ahora,
porque sé que cuando me miras es amor de verdad. Lo sé porque he

81
TRES CITAS LILY MORTON
visto todos los horribles tipos diferentes y reconozco el oro verdadero
cuando lo veo. Es como si fueras mi premio por haberlo soportado todo.

—Ven aquí, —me ordena y me pliego a su lado—. Esa palabra de ahí


no se usará nunca en nuestra vida juntos. Porque vamos a tener una vida
larga y feliz juntos.

—Y tú lo sabes, ¿verdad? —pregunto, con una pizca de miedo aun


aferrándose a mí como los fragmentos de una pesadilla que no se va al
instante.

—Sí, lo sé, —dice con firmeza—. Vamos a vivir juntos y a amarnos y


a pasarlo jodidamente bien. Y tú nunca lo vas a soportar, Mick. Al
contrario, vas a disfrutar de cada puto segundo.

Me relajo en él y le sonrío. —Tú eres el jefe.

—No lo olvides, —dice, y nos abrazamos el uno contra el otro.

Eventualmente se incorpora. La habitación se ha oscurecido con la


noche y ahora está envuelta en sombras. —Sé que esta es la mejor
tercera cita en la que he estado, pero ¿cuál era el plan original?

Arrugo la nariz. —Iba a llevarte a cenar a ciegas.

—¿Qué?

Asiento con la cabeza. —Comes en la oscuridad.

—¿En la oscuridad?

Sonrío. —Parece muy divertido. El restaurante está muy oscuro.

—¿Y pagas dinero por eso? Lo hice la semana pasada cuando


tuvimos un corte de luz. No me di cuenta de que era una buena cena.

—Eres un neandertal.

82
TRES CITAS LILY MORTON
—Estoy en la cama, —dice con la garganta entrecortada y me pasa
los dedos de los pies por las espinillas, haciendo que me retuerza y me
retuerza porque tengo unas cosquillas increíbles ahí y el muy idiota lo
sabe.

—Pidamos servicio de habitaciones, —dice—. Pidamos tanta


comida que no podamos comerla toda. Nos la comeremos desnudos,
cosa que no podemos hacer en el restaurante sin electricidad.

—No es un corte de luz, es deliberado, —le digo, sacudiendo la


cabeza y sonriéndole con impotencia.

—De acuerdo. Como quieras. Nos lo comeremos desnudos. De


hecho, nos lo comeremos a oscuras para que disfrutes al máximo. —Me
mira—. Voy a comer mi comida de ti.

Mi polla se agita. —¿De verdad? —Me aclaro la garganta—. ¿Lo


harás?

Asiente lentamente. —Lenta y minuciosamente. Ya sabes cómo me


gusta lamer mi plato.

—No es cierto, —digo, estallando en carcajadas.

—Ahora sí, —susurra, cogiéndome las pelotas y apretándolas


suavemente.

—Servicio de habitaciones, —grito, sonriendo al oír su risa


instalarse a mi alrededor como los pliegues de una manta suave y
cálida.

Me despierto a la mañana siguiente con la misma sonrisa en la cara.


Sin embargo, se apaga cuando percibo la frialdad de la cama y el vacío
de la habitación.

83
TRES CITAS LILY MORTON
—Archie, —grito, pero no necesito que el silencio me diga que no
está aquí. Tiene una forma de llenar un lugar con su personalidad que
es inconfundible. Normalmente hay música en alguna parte, el sonido
de sus movimientos y el zumbido sin melodía que hace cuando está
haciendo algo que requiere concentración y que interfiere en la
concentración de los demás. Una vez me contó que un cirujano le
amenazó con introducir el bisturí en algún lugar desagradable cuando
se cansó de la interpretación desafinada de Archie de ‘Could It Be Magic’
de Take That.

Echo las sábanas hacia atrás y miro a lo loco por la habitación, pero
su ropa ya no está. Reviso el cuarto de baño, pero está tranquilo y
silencioso, con las toallas usadas colocadas ordenadamente sobre el
borde de la bañera. El resto de la habitación está igual de vacía de
señales de él, y me desplomo sobre la cama, hundiendo la cabeza entre
las manos con pensamientos salvajes, horribles y llenos de pánico
revoloteando por mi cabeza.

¿Se lo ha pensado mejor? ¿No he estado a la altura de lo que él pensaba


que sería? Tal vez esté buscando una forma de decirme que no
funcionará y que quiere que volvamos a ser amigos. Sabía que era
demasiado bueno para ser verdad. Por un segundo me invade la
desesperación, lo que realmente me dice lo que él significa para mí de
una forma definitiva y sin argumentos. Lo significa todo. Es una verdad
simple e irrefutable.

Pero entonces, poco a poco, recupero la razón y sacudo la cabeza. Él


no se ha ido. Nos fuimos a dormir abrazados. No se habría ido después
de eso. No mi Archie.

—¿En qué diablos estoy pensando? —murmuro a la habitación


vacía. Me ha dicho que me quiere y lo sé en lo más profundo de mí con
una seguridad que nunca antes había sentido—. Le llamaré por
teléfono. —Mi voz suena segura en la silenciosa habitación.

Estoy de pie buscando mi teléfono cuando la cerradura hace clic y se


abre la puerta. Ni siquiera me da tiempo a coger la sábana antes de que
la abran de un empujón, así que lo primero que ve Archie es mi

84
TRES CITAS LILY MORTON
entrepierna. Parpadea, se queda mirándome con los brazos llenos de
bolsas de papel que desprenden deliciosos aromas.

—De acuerdo, —dice lentamente—. Es una forma encantadora de


saludarme, amor, pero quizá la próxima vez compruebes quién entra.
Podría haber sido la mucama.

Lo miro fijamente y siento que me invade una increíble tormenta de


emociones. Un intenso alivio porque está aquí y un inmenso amor por
él que parece llenar cada espacio de mi interior. Algo de esto debe de
haberle llegado, porque su sonrisa se apaga, deja los paquetes sobre la
mesa y se acerca a mí. Sólo me doy cuenta de que he estado conteniendo
la respiración cuando la suelto, inclinándome hacia él y hundiendo la
cara en su pelo.

—¿Qué te pasa? —pregunta, con el cuerpo tenso, y al instante aliso


mis manos a lo largo de su espalda.

—Creía que te habías ido, —digo, avergonzado—. Me entró el


pánico.

—He ido a buscarte unos cruasanes de chocolate para desayunar.


Son tus favoritos. —Se pone rígido—. ¿Pensabas que te había
abandonado? —pregunta con voz asombrada.

Le agarro las manos. —Sólo un segundo y luego me di cuenta de que


no lo harías, así que estaba buscando mi teléfono.

—¿Ibas a perseguirme? —Suena demasiado complacido con esto y


mis ojos se entrecierran.

—Tal vez, —intento decir con indiferencia. Su ceja se arquea y yo


me encojo—. Totalmente.

Me sonríe, todo dientes y felicidad. —Es increíble. Nadie me ha


perseguido nunca.

85
TRES CITAS LILY MORTON
—Sí, lo han hecho, —digo en voz baja, volviendo a estrecharlo entre
mis brazos y sintiendo el calor de su cuerpo con una especie de felicidad
febril—. Sólo que nunca te habías dado cuenta.

Me abraza. —Eso es porque estaba totalmente volcado en otra


persona. —Hace una pausa—. Es bueno saber que ahora va en ambos
sentidos.

Me echo hacia atrás. —Creo que siempre ha sido así, para ser
sincero. He odiado a todos tus novios, he deseado todo tu tiempo. Soy
feliz cuando estoy contigo y te echo de menos cuando te has ido. ¿Qué
te parece?

—¿Un novio? —dice tímidamente, y yo sonrío.

—Claro que sí. —Le abrazo fuerte—. Somos novios, compañeros,


amantes y mejores amigos. —Le retiro el pelo de la cara—. Siento haber
dudado de ti.

—Creo que lo necesitabas, —dice con naturalidad.

—¿Por qué?

—Porque tienes que darte cuenta de que, aunque ahora estemos


juntos, seguimos siendo las mismas personas. Sigo siendo el Archie que
es tu mejor amigo, que te quiere con locura y que nunca te dejará. El
Archie que cree que el sol brilla por tu culo y que cuidará de ti hasta el
final. Y tú sigues siendo Mick. Serio, bobalicón y estrafalario. Inteligente
y tierno, que me cuidará a mí también. Estar juntos ha hecho que
nuestra amistad sea mil millones de veces mejor, pero en el fondo
seguimos siendo esos mejores amigos.

Sonrío. —Tres citas, —digo asombrado—. Tres simples citas lo


cambiaron todo para mí. Me quitaron las vendas de los ojos. Y me han
llevado a ti.

Sonríe con ternura. —No he necesitado tres citas para saber que te
quiero. Lo supe en cuanto me senté a tu lado en Matemáticas. —Se

86
TRES CITAS LILY MORTON
encoge de hombros—. He estado enamorado de ti desde que somos
amigos.

—Lo siento mucho. ¿Por qué no me di cuenta?

—Protegías tu corazón. Me necesitabas de otras maneras, y yo


siempre lo supe y lo comprendí. Durante mucho tiempo pensé que
nunca iba a ocurrir, y que habría sido feliz teniéndote como amigo. —
Me mira profundamente a los ojos—. Necesito que lo sepas. Eres tan
importante para mí que me habría conformado con cualquier cosa que
me dieras. Sólo te necesitaba en mi vida porque ésta no funciona bien
sin ti.

De hecho, me duele el corazón ante el amor genuino y la convicción


de su voz. —¿Y ahora?

Su sonrisa es gloriosa. —Bueno, ahora lo entiendo todo. Todo tu


amor, todas tus risas y palabras ingeniosas, todas las citas.

—Tantas citas, —juro, enmarcando sus altos pómulos entre mis


palmas—. A partir de ahora puedes tener todas mis citas.

—¿Lo prometes?

—Te lo prometo.

La convicción de las palabras resuena en la habitación de hotel


iluminada por el sol y convierte una simple promesa en un juramento
que sé que siempre cumpliré, porque puede que él lleve más tiempo con
este sentimiento que yo, pero sé que esas tres extravagantes citas me
han dado mi ‘felices para siempre’. Sin embargo, como en todos los
cuentos de hadas, primero tuve que besar unas cuantas ranas antes de
darme cuenta de que mi príncipe estaba tatuado, llevaba bata y tenía
una risa malvada y una forma sencilla de hacer que todo en mi vida
fuera cálido e intrínsecamente correcto.

87
TRES CITAS LILY MORTON

EPÍLOGO
DIEZ MESES DESPUÉS

ARCHIE
Subo cansado las escaleras del apartamento. Es muy tarde en la
noche del segundo día de Navidad y llevo tantas horas de servicio que
hasta mis huesos están cansados. Sin embargo, no puedo evitar que me
suba el ánimo. Siempre está ahí, ese calor y esa felicidad cuando sé que
voy a ver a Mick. Sonrío ante la puerta principal pintada de azul marino,
contento de que nadie pueda verme haciendo el idiota, pero ésta es
nuestra casa. Nuestro hogar. Me mudé al piso de Mick al mes de salir
juntos y nunca hemos mirado atrás.

Me encanta vivir con él. Además de ser mi mejor amigo, es el mejor


amante que he tenido, pero no es sólo eso. Es la preocupación que
muestra por mi bienestar, la forma en que cuida de mí. Incluso sus
rarezas son entrañables. La forma en que todo tiene que estar en orden,
la forma en que cuida de sus posesiones y ahora también de las mías.
Todo forma parte de su forma de amar. Cuidadosa y tranquilamente
alegre.

A veces me sigue doliendo el modo en que se asusta cuando le digo


que le quiero. Como si no pudiera creérselo. Pero me he prometido que
se tomará ese amor con la misma naturalidad con la que una vez se
tomó nuestra amistad. Lo conseguiré. Cada día se asienta más.

Introduzco la llave en la cerradura. Antes no me importaba trabajar


en Navidad, pero eso era antes de tener a alguien esperándome en casa.
Tenía tantas ganas de darle su primera Navidad juntos y crear algunas
de nuestras propias tradiciones, pero no pudo ser. Una virulenta
enfermedad hizo que llamaran a todo el mundo, así que trabajé el día
de Navidad, dormí unas horas en el hospital y trabajé también el
segundo día de Navidad.

88
TRES CITAS LILY MORTON
Mick había dicho que estaba bien, despidiéndome con un cálido beso
y un abrazo y prometiendo verme cuando terminara. Seguí sintiéndome
fatal hasta que abrí la mochila durante el descanso y encontré un
recipiente lleno de sus pasteles de carne caseros y un pequeño regalo
envuelto que resultó ser un iPod en el que había puesto una lista de
reproducción que había hecho para mí. Era un poco como cuando
éramos niños y hacíamos CDs el uno para el otro. Fue tan él y yo que me
animé durante todo mi turno, que no es poco teniendo en cuenta que la
mayor parte de Londres parecía estar vomitando en un momento dado.

Sin embargo, sigo siendo dolorosamente consciente de que


probablemente le he arruinado la Navidad. Es muy tarde y ya estará
dormido. Se me revuelve el estómago al pensar en los ya desaparecidos
pasteles de carne picada, pero ya estoy demasiado cansado para
cocinar. Voy a meterme en la cama con él.

Abro la puerta y me detengo. En lugar de estar a oscuras, como había


previsto, el piso está cálidamente iluminado y el fuego arde en la rejilla,
mientras se oyen ruidos estridentes en la cocina. El enorme árbol de
Navidad de la esquina de la habitación que compramos en un centro de
jardinería y por el que se quejó todo el camino de vuelta a casa está
resplandeciente de luces de hadas, y Wham está cantando ‘Last
Christmas’.

Olfateo hambriento los deliciosos olores que salen de la cocina, y en


ese momento cesa el estruendo y él aparece en la puerta. Lo veo
hambriento con un pantalón de pijama de cuadros rojos y negros y una
camiseta negra que se ciñe amorosamente a las líneas duras y largas de
su torso. Lleva un gorro de Papá Noel con un pompón blanco que se
balancea alegremente y llama la atención sobre las afiladas líneas de su
mandíbula.

—Archie, —dice con una sonrisa.

—¿Qué está pasando? —Respiro.

Sonríe. —Es la mañana de Navidad.

89
TRES CITAS LILY MORTON
Arrugo la nariz. —Es la noche del segundo día de Navidad, nene.
¿Has estado de nuevo con el Advocaat10?

Se ríe y me atrae hacia sí. —No, maldición, no lo he hecho. —Me besa


profundamente, enredando su lengua con la mía, y yo emito un leve
sonido de protesta cuando se retira—. Es Navidad para nosotros.

—¿Qué?

Asiente con determinación. —No podíamos tenerlo ese día, así que
lo he retrasado. Te vas a duchar, te vas a poner el pijama y luego vamos
a desayunar y a abrir los regalos. —Me guiña un ojo—. Después
probablemente te abriré a ti y podremos empezar la fiesta de verdad.

—¿Te ha funcionado alguna vez esa frase? —pregunto con simpatía.

Se ríe y me empuja suavemente. —Nunca. No es que me moleste.


Tengo al mejor hombre que podría tener. Debí de ser suave en algún
momento.

—Cariño, me declaraste tu amor después de llevarme a tres citas


destinadas a otro hombre.

—Jamás podré vivir sin eso, ¿verdad? —dice con una voz afligida
que se ve empañada por el brillo de sus ojos.

Le doy un beso en la mejilla. —Nop, —le digo alegremente—. Me


gusta contar la historia de tu primer gesto romántico exagerado. Nadie
ha tenido un comienzo como el nuestro. Somos únicos.

—Sin duda somos algo, —dice secamente, y luego se incorpora—.


De todas formas, el romanticismo está en el ojo del que mira, —dice con
altivez. Me rio y él me dedica una sonrisa tímida y repentina que aún
parece inexperta, y de repente recuerdo aquel día de hace tanto tiempo
en Matemáticas en el que me senté junto a un chico tímido con el pelo
alborotado y unos ojos azules inquietos y me enamoré.

10El advokaat o advocaat es una bebida muy similar al rompope, que se consume en Alemania, Bélgica
y Países Bajos. Se trata también de un licor denso, preparado con huevo, brandy o ginebra,
aromatizado con vainilla, café o chocolate. La graduación de este licor está entre 15 y 20 grados.

90
TRES CITAS LILY MORTON
—¿Te parece bien? —pregunta—. No sabía si estarías demasiado
cansado para todo esto.

Le abrazo con fuerza y le doy un beso en la mandíbula. —Nunca


estoy demasiado cansado para ti, amor, —le digo con fuerza—. Es
perfecto y tú también. Te quiero tanto. —Sus ojos, tan cálidos y azules,
me dirigen una mirada de tanta ternura que me siento humillado por
tenerla dirigida a mí. Le aprieto fuerte—. Siento haber estropeado
nuestra primera Navidad.

Inmediatamente sacude la cabeza. —No lo has hecho. No lo estaba


pasando bien sin ti, así que ignoré lo de ayer e hice algo de trabajo.
Ahora empiezan nuestras verdaderas vacaciones, así que después de
los regalos vamos a dormir un montón de horas preciosas y mañana
iremos a casa de tus padres a cenar por Navidad.

—¿Tú organizaste todo eso?

Él asiente. —Considéralo como otra cita que he planeado para ti.


Asegúrate de decírselo a tus amigos.

Le abrazo. —Este es simplemente perfecto. ¿Sabes por qué? —


Menea la cabeza y yo me inclino hacia delante y le susurro—: Porque
sólo estamos nosotros, Mick. Eso es todo lo que necesito.

Vuelve a besarme y, cuando se retira, tiene los ojos ligeramente


desenfocados y el pijama se le ha abultado de una forma muy
interesante. —Vete a ducharte, —me dice con firmeza, dándome la
vuelta y dándome una suave palmada en el culo.

Me lo retuerzo, disfrutando de su débil gemido, y me dirijo al cuarto


de baño. Mientras se calienta el agua de la ducha, me quito la ropa y la
tiro al suelo con displicencia. Pero la cajita que saco del bolsillo trasero
de mis pantalones la manipulo con tanto cuidado como si fuera de
cristal hilado. La abro y sonrío. Dentro hay una ancha banda de plata en
la que está grabada en pequeños números negros la fecha de aquella
primera clase de Matemáticas.

91
TRES CITAS LILY MORTON
Sabía que quería casarme con él muy rápidamente una vez que
estuviéramos juntos, pero he esperado hasta ahora para proponérselo.
Pensaba que estaría nervioso, pero no lo estoy. En cambio, siento una
profunda certeza en mi interior. Sé que dirá que sí. Esa es la ventaja de
conocer tan bien a alguien después de ser mejores amigos durante años.
Sé que dirá que sí de la misma manera que sé que deja lo mejor de la
comida para el final y que puede comerse una caja entera de Thorntons
Special Toffee de una sola vez.

Y es porque le conozco por lo que voy a pedírselo. Sus primeros años


los pasó siendo dejado de lado por todo el mundo, así que necesita
saber a nivel molecular que alguien le ha elegido. Cuando nos
conocimos de niños, yo pensaba que era como Peter Pan, porque nadie
se molestaba si se quedaba hasta tarde o no hacía los deberes. No tenía
reglas ni ataduras. Ahora sé que sólo era un Niño Perdido.

Beso el anillo de plata con reverencia y lo aprieto en el puño para


que mi piel caliente el metal. Ya no, juro en silencio. Ahora es mi Niño
Perdido y por fin está en casa.

92

También podría gustarte