Motivación y Emoción en El Trabajo

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MOTIVACIÓN Y EMOCIÓN EN EL TRABAJO

Las tensiones de la vida moderna, la gran competencia en el terreno individual y laboral, la


presión del tiempo y los plazos por cumplir, la exigencia de un constante perfeccionamiento
profesional, etc., son situaciones que tienden a alterar el estado emocional de la mayoría de las
personas, llevándolas al borde de sus propios límites físicos y psíquicos. El resultado, a
menudo, es el desequilibrio emocional.

Este desequilibrio no sólo afecta la vida más íntima de una persona, sino que afecta su trabajo
y su desarrollo profesional, porque las emociones desempeñan un papel importante en el
ámbito laboral.

De la ira al entusiasmo, de la frustración a la satisfacción, cada día nos enfrentamos a


emociones -propias y ajenas. La clave está en utilizar las emociones de forma inteligente, para
que trabajen en beneficio propio, de modo que nos ayuden a controlar nuestra conducta y
nuestros pensamientos en pos de mejores resultados.

Por otro lado, cada uno de nosotros influye en el estado de ánimo de los demás. Es
perfectamente natural influir en el estado emocional de otra persona, para bien o para mal; lo
hacemos constantemente, ‘contagiándonos’ las emociones como si fueran el más poderoso
virus social.

Por eso existe hoy una tendencia mundial donde, al momento de contratar personal, se valora
la capacidad de interrelación emocional sobre la capacitación técnica. Porque tanto el trabajo
como el aprendizaje son sociales. Las organizaciones son ‘redes de participación’.

Para lograr un desempeño efectivo en los trabajadores, la clave está en inyectar entusiasmo y
compromiso, dos cualidades que las organizaciones o empresas pueden crear, pero no
imponer.

Hoy no basta con un alto coeficiente intelectual para triunfar profesionalmente, para competir o
para desarrollar una empresa; se requiere un control emocional adecuado, que nos permita
tener una interacción armónica en nuestro ambiente laboral: socios, colegas, empleados,
proveedores, clientes, etc.

En ese sentido, las facultades de la inteligencia emocional son sinérgicas con las cognitivas; los
trabajadores excelentes poseen las dos.

Cuanto más complejo es el trabajo, más importante es la inteligencia emocional, aunque sólo
sea porque la deficiencia en estas facultades puede dificultar la aplicación de la pericia técnica
y el intelecto que se tenga.

Síntomas de un trabajador desmotivado:

 Desconocimiento de los objetivos reales de la empresa a todos los niveles (generales,


del sector, del puesto…).
 Ejecución de tareas con un nivel de resultado inferior al que podría ser esperado,
errores simples pero continuos, falta de atención, concentración, etc.
 Falta de creatividad, voluntad y ganas para buscar soluciones alternativas a los
problemas cotidianos del trabajo. No se va más allá de lo estrictamente necesario y no
se arriesga para no cometer errores. “Yo ahí no toco porque no es lo mio”…
 Tendencia a evitar liderar proyectos, adquirir más responsabilidades o sumarse a
trabajos en grupo.
 Búsqueda activa de empleo en otras organizaciones, incluso en sectores diferentes.
 Inestabilidad con los horarios de entrada y salida, aunque cumpla de sobra las horas
requeridas.

Lic. En RRHH
Cátedra de Psicología – Trabajo Práctico Nº 2
 Negativistmo, queja constante hasta por cosas banales “el dispenser del agua no enfría
como debiera…”
 Comentarios y reclamos entre sus pares, justificados y también injustificados,
convirtiéndose en un “factor común” en las charlas.
 Ausencias seguidas, por enfermedad o por excusas personales.

Desmotivación. Causas y Consecuencias.

La desmotivación, dado lo anterior, consiste en un desinterés generalizado por desarrollar las


actividades y funciones del cargo, una pérdida del entusiasmo original por alcanzar metas y
una disminución de la energía con la que trabajamos.

La principal causa tras la desmotivación está en la pérdida del sentido que tiene el trabajo en
nuestras vidas. Nos desmotivamos cuando nos esforzamos y no recibimos a cambio aquello
que nos prometió la organización, como dinero, reconocimiento, desafíos e identidad. Por ende,
nos desmotivamos si no nos pagan los montos y en las fechas convenidas, cuando nuestros
jefes no reconocen nuestros meritos, cuando caemos en la rutina y cuando la organización de
la que somos parte no nos infunde orgullo de pertenecer a ella, entre otros.

Una persona desmotivada para una organización es un peso muerto con el que debe cargar, y
se transforma en un gasto permanente en la medida que esta persona, que asumimos
competente, no rinde al 100%. Dado lo anterior, fomentar la motivación laboral es una muy
buena “inversión” para las organizaciones.

En términos psicológicos, una persona desmotivada puede vivenciar altos niveles de ansiedad
y angustia. Es posible reconocer algunos signos como la pérdida de la concentración en las
tareas cotidianas, desinterés por cumplir las normas, disminución de los aportes en tareas
grupales y esfuerzos muy ajustados al mínimo exigido. Así mismo, puede manifestar acciones
de agresividad-pasiva, desde la crítica hasta el boicot. Otras señales son la ausencia de
descanso, de apetito y de energía generalizada.

Motivar a las personas en su contexto laboral requiere que las organizaciones determinen y
eliminen, en primer lugar, aquello que los desmotiva, por ejemplo cumpliendo lo convenido
contractualmente, ajustando las condiciones higiénicas del entorno, estableciendo equidad en
el trato y en las oportunidades, etc. Luego, debe fomentar el desarrollo profesional de los/as
trabajadores/as, retroalimentar y reconocer el desempeño, proponer desafíos profesionales y
brindarle seguridad, identidad y orgullo de trabajar en su organización.

Con todo, gran parte de la motivación nace desde las mismas personas. De nosotros depende
ver el vaso medio lleno o medio vacío, y si bien existen muchos elementos que atentan contra
nuestra motivación, siempre tenemos la oportunidad de elegir entre hacer de nuestro día un
gran día.

”Re-encantarse” con el trabajo requiere de actividades como proponerse metas profesionales a


mediano plazo, realistas y satisfactorias, participar activamente de equipos de trabajo, darle un
toque personal a las actividades rutinarias, redecorar tu oficina o entorno laboral, compartir con
otras personas en la empresa, aprender de los que tiene más experiencia y por último y no
menos importante, sonreír más seguido.

Lic. En RRHH
Cátedra de Psicología – Trabajo Práctico Nº 2

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