Qué Es El Hombre

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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE COSTA RICA ANSELMO LLORENTE Y LAFUENTE

Curso: Antropología Filosófica I Semestre, 2024


Profesor: Pbro. Raschid Vargas Umaña
Estudiante: Jairo Francisco Matamoros Jiménez
Resumen: “Sobre el concepto de una naturaleza del hombre”, Robert Spaemann

¿Qué es el hombre?

Robert Spaemann planteó demostrar o responderse a sí mismo algunos de los


problemas filosóficos contemporáneos más importantes. Su pensamiento crítico, nos sitúa
frente a un análisis con interrogantes concretas; pues en filosofía lo más importante no son
tanto las respuestas, sino, las preguntas. En este caso, un debate ante autores tan reconocidos
como pretéritos, quienes aún influyen en la sociedad (época con más respuestas, y mejor
tecnología).

Ante el gran enigma sobre el “hombre”, Spaemann discute: ¿qué o quién es el


hombre? y Citando a Kant: ¿qué puede saber? ¿qué debo hacer? ¿qué puedo esperar? aunque
no son precisamente las preguntas para definir el propósito de su búsqueda, pues no es claro
finalmente lo que busca saber. Pareciera más un punto de partida para el desarrollo de un
panel, quizá un querer comprender cuál es la concepción que el hombre tiene de sí mismo.
Como concluir quizá un dualismo kantiano con un enfoque filosófico, el cual orienta a la
reflexión del hombre hacia lo que la naturaleza hace con él; por su parte el conocimiento
pragmático, hacia cuanto en su albedrío hace de sí mismo.

En otro plano, el dualismo de Descartes no lograba concebir unir alma y cuerpo


(Platonismo). Para él era imposible una antropología filosófica en sentido propio. Su
planteamiento era pensar que el alma mueve al cuerpo y el cuerpo actúa sobre ella, donde
cada una actúa por aparte. El camino de las ideas reduccionistas interpreta al hombre como un
producto de la naturaleza programado para buscar sobrevivir, y que, ante esto integra
funcionalmente la parte espiritual, un punto partidario con la filosofía subjetivista de
Heidegger (la cual abandonó posteriormente), quien en un principio confinaba al hombre
como un suceso entro otros, un presupuesto trascendental del mundo y su lenguaje una
morada del ser.

Hasta aquí, las ideas del dualismo propuesto no otorgan una respuesta al
planteamiento sobre el hombre. Para Spaemann la búsqueda de coincidencias era necesaria y
para esto propone a Sartre y al biólogo Dawkins. Con Sartre, se entiende al hombre sin
esencia ni ser, pura trascendencia; radicaliza la parte pensante, acotando que el hombre pierde
su identidad y trascendencia cuando es visto, pues le convierte en objeto, y esta mirada sobre
él, le quita su libertad; aunque el hombre también es visto por Dios y por los animales (sin la
humana mirada objetivista). Por su parte, Dawkins la llama: “reduccionismo cientificista:
somos máquinas para la supervivencia… conservadores de moléculas egoístas que llamamos
genes”1. La conclusión de Spaemann ante ambas posturas, es que los juicios hechos a partir
de la mirada del otro son destructivos, pues esta percepción de la mirada puede ignorar mas
no integrar.

Su reflexión nos lleva entonces a la búsqueda de superar el dualismo, repensar la


historia del pensamiento y encontrarse con la naturaleza aristotélica; naturaleza que no es pura
exterioridad, sino un principio intrínseco de movimiento y reposo, tener en sí mismo un
comienzo, el cual contiene el paradigma más alto de un ser: el “yo”. Bajo su concepto de
substancia, se intuye que el hombre no puede entender su humanidad como propiedad de otra
cosa sino de sí mismo. Aún las ciencias modernas ven en el concepto de naturaleza su valor
antropomórfico, donde es natural en el hombre el ser; aunque hay ciencias que han deformado
la percepción del ser humano.

Por su parte, Rousseau pretendía entender la naturaleza del hombre mediante


abstracción de su historia y escenarios sociales. Optaba por el modelo de un hombre puro por
naturaleza, pero maleado por la sociedad; una división en la cual se quita al animal racional,
social, capaz de comunicarse por naturaleza. En el pensar de Rousseau se encuentra la doble
verdad de la antropología moderna. Históricamente se ha visto la necesidad de un
enajenamiento de la naturaleza, salirse de ella. Esto es también causado por la estructura de la
experiencia que el hombre tiene de sí en las diversas etapas de la historia. Aristóteles, por
ejemplo, superó la división de alma y cuerpo, pero percibió la inteligibilidad como algo que
no es en sentido propio del alma, sino, proveniente desde afuera, y esta, como lo único divino
del hombre.

Claramente notamos que no es fácil; pareciera como algo instintivo en un pensador el


buscar algún tipo de dualismo. En la edad media, Santo Tomás de Aquino se esforzó por
superarlo en defensa la doctrina cristiana de la inmortalidad o resurrección del alma. Su
argumento: “si el intelecto agente fuera substancia separada, el hombre no estaría
1
R. DAWKINS, Das egoistische Gen, pp. 145, VIII
suficientemente dotado por naturaleza…la perfección de la naturaleza humana exige que
ambas: razón activa y pasiva, estén en el hombre” 2 Mas aquí aparece un nuevo dualismo,
pero en otro lugar, al sacar a colación el fin último del hombre, es decir: la “ eudaimonia”;
ahora la naturaleza y lo sobrenatural son el nuevo dualismo, según Santo Tomás. La estructura
de su idea se basa en que la naturaleza produce en el hombre algo más que naturaleza
(nobilior), el hombre es el ser en el cual la naturaleza se supera a sí misma, solo él puede
tematizar ese fin como su propio fin.

Así el debate resurge en edad media, la visión extática de la naturaleza se hizo


incomprensible, los tomistas retomaron la idea de la autosuficiencia de la naturaleza; como el
comentarista Silvestre Ferrara discutía: si Dios fuera asequible solo de modo sobrenatural, la
naturaleza orienta al sujeto hacia un fin que no puede alcanzar. Ante esta des-teleolización se
da un retroceso; el hombre ya no se define mediante un libre querer en sí, y el cual le
trasciende, sino, ahora es animal racional intramaduro. Con este enfoque vuelve la vida un
epifenómeno de estructuras, donde el razonamiento aumenta. Sin embargo, considera al
hombre hoy como un sobreviviente que se adapta gracias a su capacidad de conocer, como
todo ser vivo ocupa el centro de su mundo, y así, algo adquiere relevancia solo en función de
lo que es para determinado organismo, solo otra manera o especie de utilitarismo.

Según Sapaemann, lo mejor es volver a la idea del absoluto. La naturaleza humana


está definida por algo que no es ella misma, por una anticipación prefigurada en la estructura
de la naturaleza la cual dispone al hombre abierto al absoluto y natural a la vez. Citando a
Leibniz, quien fuera el primero en hacer valer una naturaleza estructurada, mediante el cálculo
diferencial logró detectar el carácter dinámico del movimiento, y comprendió que este solo se
puede entender en analogía con el “tender hacia algo”, como anticipación de algo futuro, una
explicación finalística .

Es entonces en la comprensión de la naturaleza bajo la forma teleológica, que la


autotrascendencia del hombre le abre cognoscitiva y volitivamente hacia un absoluto el cual
no es alcanzable sociológica ni cosmológicamente. Cada individuo es un fin en sí mismo y su
dignidad es independiente de su función, esta se fundamenta en su carácter personal. Los
derechos humanos se deben reconocer a todo ser que descienda del hombre, y a partir del
primer instante de su existencia natural. Ninguna antropología puede enseñarnos como

2
TOMÁS DE AQUINO, In Aris. De anima, III, 10
debemos ser; debemos superar una imagen del hombre según una noción personal e
individual, pues este no puede conformarse a sí mismo basado en una imagen única.

Finalmente, podríamos concluir que el dualismo no se supera mediante un nuevo


monismo. Y la respuesta a la incógnita sobre: ¿qué o quién es el hombre? Simplemente aún no
ha sido dada en un sentido estricto. Y al indagar sobre: ¿qué hace el hombre a partir de sí
mismo, como ser libre, o que puede o debe hacer? Se hace necesario hablar de lo absoluto,
aquello que le supera. Si buscamos un lugar intermedio, los puntos de vista solo podrán unirse
bajo la concepción de ese “más” como “fin” del hombre origen de la naturaleza.

Como un aporte personal, creo que no hay una respuesta objetiva o definitiva. Y si
optamos por la verdad, la actualidad que alcanzo a observar junto al camino recorrido,
quisiera parafrasear un poco aquello descrito por San Agustín en su libro X de “Las
confesiones”: ¿Cómo se explica que la verdad engendre odios, y que se tenga por enemigo a
quien la predica, siendo que la felicidad esta en el gozo de la verdad? La explicación es una:
los hombres dicen amar la verdad, pero solo quieren que sea verdad aquello que les interesa.
A la verdad la odian por el amor que tienen a esas cosas que pusieron en lugar de ella. Aman
la verdad cuando les resplandece, pero no cuando los reprende. Dispuestos a engañar, pero
no a ser engañados… quiere ocultarse pero que a él nada se le oculte. En consecuencia, su
castigo consiste en que no pueden ocultarse ante la verdad, mientras que la verdad si se
oculta a ellos”3.

3
AGUSTÍN DE HIPONA, Confesiones. X, 23.

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