Informe de Lectura Que Es El Hombre de Cassirer
Informe de Lectura Que Es El Hombre de Cassirer
Informe de Lectura Que Es El Hombre de Cassirer
De Cassirer
Cristian Vásquez
Cassirer toma muchos pensadores para dar forma a su antropología, entre ellos
Heráclito, del que dice “se halla en la frontera entre el pensamiento cosmológico y
el antropológico; aunque sigue hablando como un filósofo natural y pertenece al
grupo de los antiguos fisiólogos, está convencido de que no se puede penetrar en
el secreto de la naturaleza sin haber estudiado antes el secreto del hombre.”
Tenemos que cumplir con la exigencia de la autorreflexión si queremos
aprehender la realidad y entender su sentido; por eso le fue posible a Heráclito
caracterizar toda su filosofía con estas dos palabras: “έδιζησάμην έμεωτόν (me he
buscado a mí mismo).”
Al llegar a este punto, se nos habla del tema de la verdad: “Es tan imposible, nos
dice Platón en la República, implantar la verdad en el alma de un hombre como
implantar la facultad de ver en el ciego de nacimiento. La verdad es, por su
naturaleza, la criatura del pensamiento dialéctico; no puede ser obtenida, por lo
tanto, sino en la constante cooperación de los sujetos en una interrogación y
réplica recíprocas.” No es un objeto empírico; hay que entenderla como el
producto de un acto social. Aquí tenemos la nueva respuesta, indirecta, a la
pregunta: “¿qué es el hombre? Pero Sócrates y Marco Aurelio coinciden en que,
para encontrar la verdadera naturaleza o esencia del hombre, exigen la remoción
previa de todos los rasgos externos y accidentales de su ser.”
Al respecto, se dice pues que en el hombre hay algo de imperturbable, una pulsión
que le es inmanente, lo que al hombre le viene desde fuera es nulo y vano; su
esencia no depende de las circunstancias externas; depende, exclusivamente, del
valor que se presta a sí mismo. Riquezas, rango, distinción social, la salud misma
o las dotes intelectuales, todo esto es indiferente. Lo único que importa es la
tendencia, la actitud interna del alma; y este principio interno no puede ser
perturbado. "Aquello que no puede hacer a un hombre peor tampoco puede hacer
que su vida sea peor ni dañarla desde fuera o desde dentro." (Marco Aurelio, Lib.
IV, párr. 8).”
Añádase a los autores vistos la figura de San Agustín quien dice que toda la
filosofía anterior a la aparición de Cristo padece un error fundamental y está
infestada de una misma herejía. Pues se exaltó el poder de la razón como el
supremo poder del hombre; pero lo que el hombre no pudo conocer jamás hasta
que fue esclarecido por una especial revelación divina es que la razón constituye
una de las cosas más dudosas y equívocas del mundo. Pues la razón misma es
oscura en su sentido y sus orígenes se hallan envueltos en el misterio.
“La religión no puede ser clara y racional; nos cuenta una historia oscura y
sombría: la historia del pecado y de la caída del hombre. Nos revela un hecho del
que no es posible ninguna explicación racional. (…)” Por lo tanto, la religión no
pretende jamás aclarar el misterio del hombre; corrobora y ahonda este misterio.
“Pues la naturaleza es tal que por todas partes nos indica a un Dios perdido, tanto
en el hombre como fuera del hombre”. (Pensées, cap. XIII, sec. 3.) La religión, por
lo tanto, si podemos explicarnos así, constituye una lógica del absurdo; pues sólo
así puede captar el absurdo, la contradicción interna, el ser quimérico del hombre.
Por otro lado, Giordano Bruno fue el primer pensador que se adentró por esta ruta
que, en cierto sentido, se convirtió en la de toda la metafísica moderna. Lo que
caracteriza a su filosofía es que en ella el término infinito cambia de sentido. En el
pensamiento clásico griego lo infinito es un concepto negativo; es lo que no tiene
límites o lo indeterminado. Sin límites ni forma es, por consiguiente, inaccesible a
la razón humana, que vive en el reino de las formas y no puede entender más que
formas. En este sentido, lo finito y lo infinito, “πέρας y άπειρον”, son declarados
por Platón en el Filebo como los dos principios fundamentales que se oponen
necesariamente. En la doctrina de Bruno lo infinito ya no significa una mera
negación o limitación. Por el contrario, significa la inmensurable e inagotable
abundancia de la realidad y el poder ilimitado del intelecto humano. En este
sentido entiende e interpreta Bruno la doctrina de Copérnico. (…)El universo
infinito no pone límites a la razón humana; por el contrario, es el gran incentivo
para ella. El intelecto humano se da cuenta de su propia infinitud midiendo sus
poderes con el universo infinito.
II. El símbolo
Uexküll explica que la única clave para la vida animal nos la proporcionan los
hechos de la anatomía comparada; también dice que si conocemos la estructura
anatómica de una especie animal estamos en posesión de todos los datos
necesarios para reconstruir su modo especial de experiencias. Un estudio
minucioso de la estructura del cuerpo animal, del número, cualidad y distribución
de los diversos órganos de los sentidos y de las condiciones del sistema nervioso,
nos proporciona una imagen perfecta del mundo interno y externo del organismo.
Uexküll comenzó sus investigaciones con el estudio de los organismos inferiores y
las fue extendiendo poco a poco a todas las formas de la vida orgánica. En cierto
sentido se niega a hablar de formas inferiores o superiores de vida. La vida es
perfecta por doquier, es la misma en los círculos más estrechos y en los más
amplios. Cada organismo, hasta el más ínfimo, no sólo se halla adaptado en un
sentido vago sino enteramente coordinado con su ambiente. A tenor de su
estructura anatómica posee un determinado sistema "receptor" y un determinado
sistema "efector." El organismo no podría sobrevivir sin la cooperación y equilibrio
de estos dos sistemas. Son eslabones de una misma cadena, que es descrita por
Uexküll como "círculo funcional".
¿Es posible emplear el esquema propuesto por Uexküll para una descripción
y caracterización del mundo humano?
El hombre que medita, dice Rousseau, "es un animal depravado": sobrepasar los
límites de la vida orgánica no representa una mejora de la naturaleza humana sino
su deterioro. Sin embargo, ya no hay salida de esta reversión del orden natural. El
hombre no puede escapar de su propio logro, no le queda más remedio que
adoptar las condiciones de su propia vida; ya no vive solamente en un puro
universo físico sino en un universo simbólico. El lenguaje, el mito, el arte y la
religión constituyen partes de este universo, forman los diversos hilos que tejen la
red simbólica, la urdimbre complicada de la experiencia humana. El hombre ya no
puede ver o conocer nada sino a través de la utilización de este medio artificial.
Éste medio artificial que sirve para representarse cosas en su mente, que están
ausentes, hacen que viva en medio de emociones, esperanzas y temores,
ilusiones y desilusiones imaginarias, en medio de sus fantasías y de sus sueños.
"Lo que perturba y alarma al hombre —dice Epicteto—, no son las cosas sino sus
opiniones y figuraciones sobre las cosas."
El término aristotélico con el que se dominaba al hombre como ser racional queda
obsoleto, pues la razón es un término verdaderamente inadecuado para abarcar
las formas de la vida cultural humana en toda su riqueza y diversidad, pero todas
estas formas son formas simbólicas. “Por lo tanto, en lugar de definir al hombre
como un animal racional lo definiremos como un animal simbólico. De este modo
podemos designar su diferencia específica y podemos comprender el nuevo
camino abierto al hombre: el camino de la civilización”.
Preguntas:
¿Podrían poseer los animales algo de este sentido simbólico que poseen los
hombres?