Welp - Democracias
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Capítulo 7:
Pasaje a la acción: momento en el que una persona insatisfecha decide trascender su incomodidad individual para formar
parte de un reclamo colectivo. Hay un segundo pasaje a la acción que es el proceso en el que un estallido se convierte en
algo más, que puede adquirir distintas formas respecto a su organización, puede ser rígida, con estatutos que definan roles
y procedimiento, flexible, sin modalidad definida. También varía la definición de objetivos.
La cuestión de por qué en un momento determinado la gente decide abandonar su apatía y movilizarse tiene varias teorías:
La privación relativa: asociada a las crisis económicas o marginación extrema que conducen a situaciones de
angustia individual. Pero esto no tiene relación directa entre peores condiciones de vida y surgimiento de
protesta, pues puede que los grupos más carentes no sean los más activos. (Críticas: hace énfasis en lo individual
y psicológico)
Elección racional: explica la movilización diciendo que los individuos hacen un análisis del costo-beneficio de
participar que, en general, los conduciría a no hacerlo. Las protestas ocurren gracias a incentivos que pueden
asociarse en contextos en el que el costo de participar es bajo respecto al alto beneficio. (Críticas: incapaz de
explicar protestas en contextos autoritarios)
Movilización de recursos: hace énfasis en la capacidad de un grupo de traducir una situación en un reclamo y
trasladar ese reclamo a la sociedad, enfatizando en el rol de las elites o la capacidad de organizar movimientos
sociales con la construcción de capital social. (Críticas: excesivo énfasis en el rol de las elites)
La estructura de oportunidades políticas: explica la emergencia de un movimiento social como resultado de
condiciones estructurales en un sistema lo suficientemente abierto para permitir que esa protesta emerja, pero
relativamente cerrado como para no ofrecer mecanismos institucionales capaces de canalizar la demanda.
(Críticas: demasiado asociadas a un modelo de relación entre Estado y sociedad basado en la organización
política estadounidense)
Las nuevas teorías enfatizan en las capacidades de los movimientos para traducir problemas en demandas y construir
procesos colectivos de cambio. La pertenencia a un grupo, la definición de ideales comunes y la posibilidad de vivir en el
movimiento la sociedad que se quiere conseguir pueden funcionar como incentivos para movilizarse. Los contextos son
claves para comprender procesos y condicionan las estrategias de los actores.
Muchos países de América Latina han regulado mecanismos que permiten a la ciudadanía hacer oír su voz, derogar leyes,
proponerlas y en ocasiones incluso votarlas, pero estos mecanismos apenas se han utilizado. Esto ocurre por trabas ad
hoc que imponen los gobiernos para evitar las iniciativas contra sus decisiones como por dificultades que encuentra la
misma sociedad civil para cumplir con requisitos de forma no siempre fácilmente comprensibles y realizables. Es por esto
que es común reclamar tomando las calles.
Las crisis provocan movilizaciones y reclamos. Frente a esto, los gobiernos pueden optar por escuchar a la ciudadanía o
intentar dar respuestas a las demandas, o por tratar de acallar la protesta. Por ejemplo, la Ley Orgánica que el gobierno
español impuso en 2015, que restringe los derechos de reunión y permite la persecución de personas por sus comunicados
a través de las redes sociales.
En la actualidad, una característica de muchas protestas es la utilización intensiva de medios digitales.
Por ejemplo, el #YoSoy132: en mayo de 2012, cerca de las elecciones nacionales mexicanas, un video en YouTube de
131 estudiantes de una universidad privada con poca experiencia de participación política, que denunciaba la
manipulación informativa. Así se originó el movimiento #YoSoy132 y la mayoría de los activistas eran estudiantes,
profesionales y habitantes de zonas urbanas. Aunque tuvo un gran alcance, no cumplió el cometido de evitar el regreso del
Partido Revolucionario Institucional al poder.
Otro ejemplo es #niunamenos: en 2015 en Buenos Aires, una serie de femicidios llevó a un grupo de mujeres a lanzar una
convocatoria en Twitter con ese hashtag, que fue masivo rápidamente y se convirtió en un reclamo en las calles, y fue solo
el comienzo de una lucha que se profundizó en Argentina y se expandió internacionalmente.
Capítulo 11:
Es probable que a menudo la ciudadanía no cuente con información ni educación suficiente, pero esto no se resuelve
impidiendo la participación democrática sino mejorando las condiciones para la formación de la opinión pública. El
sufragio universal no es suficiente pero sí un avance.
El acceso a la información en las democracias consolidadas es clave para que los ciudadanos puedan formarse una opinión
y elegir a sus gobernantes. También es necesario evitar el nepotismo y la corrupción en los gobiernos, sin embargo, en la
evolución del capitalismo se han dado procesos que limitan esto como la concentración de la propiedad de los medios de
comunicación masiva en pocas manos.
La difusión en internet ha permitido profundas transformaciones con signos opuestos, ya que abre el espacio a una
pluralidad de voces, pero también da lugar a la rápida y efectiva circulación de información falsa. El temor es que esta
disponibilidad de datos permita desarrollar técnicas de control y manipulación.
La cuestión de las competencias de los individuos corrientes para tomar decisiones complejas, en definitiva debe
abordarse en forma sistemática: la educación, los medios de comunicación, los partidos políticos, las asociaciones de la
sociedad civil, los líderes de opinión y los grupos de interés operan como formadores de la opinión pública. La forma en
que los ciudadanos acceden a la información y el grado en el que están sometidos a las presiones de los fabricantes de
opinión pública, define el alcance y las limitaciones de la democracia sustantiva.
Las condiciones que permiten la libre expresión de la opinión pública son: un sistema educativo que no adoctrine y una
pluralidad y diversidad de fuentes de información. La competencia y la multiplicidad de fuentes de información son
garantías para la formación de una opinión pública autónoma.
Negar que la ciudadanía esté preparada para tomar decisiones complejas niega de lleno la posibilidad misma de la
democracia mientras no ofrece alternativas moral ni racionalmente válidas.
Las transformaciones de los partidos se retroalimentan con los cambios en la sociedad. Cabe considerar: la creciente
desafección ciudadana (menor confianza en las instituciones) provocada por cambios en el electorado y por los efectos de
las denuncias de corrupción cada vez más frecuentes. La regulación ha cambiado adaptándose mejor o peor a nuevos
contextos. A mediados del siglo pasado, los países de América Latina exigían el registro de un partido político para
presentar candidatura a la presidencia o al poder legislativo, mientras ahora varios reconocen y regular el derecho de
candidatos sin partido a registrarse y competir en elecciones. Otro ejemplo, los movimientos municipalistas también han
impulsado el discurso antipartido basado en corrupción y/o elitismo.
Los partidos, movimientos sociales u organizaciones políticas pueden variar y difieren en sus procesos de decisiones y en
su estructura interna, pero tienen todos un rol estructurando preferencias. Las organizaciones políticas tienen un valioso
papel que cabe recuperar y fortalecer, no eliminar. No todos tienen tiempo e incentivos para mantenerse informados
exhaustivamente, por eso los intermediarios tienen un papel clave: instalar temas en la agenda pública, participar en el
debate y aportar ideas y sugerencias.
Los mecanismos de participación ciudadana deberían entenderse como espacios que en determinados contextos o
problemáticas pueden abrir la agenda, acercar preferencias ciudadanas a las decisiones de los representantes o evitar la
ruptura de la confianza cuando esta instancia adquiere características extremas. Deberían cumplir con una serie de
criterios que garanticen su funcionamiento democrático.
Los mecanismos de participación ciudadana deberían permitir la participación autónoma de la ciudadanía en la
elaboración de propuestas y complementarse con otros mecanismos que los articulen con las instituciones representativas
para fortalecer la democracia.
Tipología de instituciones participativas:
Deliberativa: deliberan y toman decisiones vinculantes mediante asambleas en las que pueden participar
habitantes del barrio.
Semi-representativa, sorteada o delegada: deliberan y toman decisiones vinculantes mediante asambleas en las
que pueden participar ciudadanos electos, sorteados o designados.
Indirecta: elaboración de propuestas para que decidan los representantes, es una iniciativa ciudadana puntual y
pueden participar electores.
Directa: participación directa para la toma de decisiones a través del voto, hay convocatorias puntuales en las que
pueden participar electores inscriptos en el padrón.
Los síntomas de agotamiento se observan en el descenso de la participación electoral, pero en casos concretos se puede
comprobar que cuando los ciudadanos sienten que hay algo en juego, votan. Los partidos políticos están desacreditados y
crece la desconfianza.
La participación digital ha demostrado su potencialidad para distribuir rápidamente información y permitir la
participación de muchos en decisiones de muchos en decisiones que afectan a la comunidad. Las limitaciones que se
observan derivan de la velocidad y superficialidad que pueden tomar estas decisiones.
En este esquema, las elecciones no son suficiente para generar confianza. No se trata de ir contra la democracia como
sistema, sino de denunciar sus malos entendidos para repensar sus bases. La cuestión de fondo está, en definitiva, en el
poder. La democracia debería permitir la toma de decisiones relevantes para organizar la vida de una comunidad.
En las sociedades occidentales contemporáneas, la lucha parece darse con una tendencia a aplastar la posibilidad de
pensar otros mundos posibles. Mientras el poder económico se concentra cada vez más en unas pocas manos, los procesos
de integración que se esperaba mejorar en la calidad de vida de la ciudadanía e hicieran avanzar la agenda de los derechos
humanos, han mostrado una tendencia opuesta. La democracia solo sobrevivirá si revierte esa tendencia.
La apuesta por la feminización de la política, por poner el discurso de la colaboración y los ciudadanos en el centro de la
escena es indispensable. Los liderazgos son útiles y si son creativos y se mueven en torno a proyectos colectivos.