Introducción Al Proceso Laboral - Juan Montero Aroca

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JUAN MONTERO AROCA

Catedrático de Derecho Procesal en la Universidad de Valencia.


Magistrado del Tribunal Superior de Justicia
de la Comunidad Valenciana.

INTRODUCCIÓN AL PROCESO LABORAL


5.ª edición
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ÍNDICE SISTEMÁTICO

LIBRO I
NOCIONES GENERALES

Lección 1.ª: Potestad jurisdiccional y organización judicial


La noción de jurisdicción
Los tribunales ordinarios
Los juzgados y tribunales
El origen de los tribunales de trabajo:
A) Dispersión jurisdiccional
B) Concentración jurisdiccional
El orden jurisdiccional social y sus órganos:
A) Juzgados de lo Social
B) Sala de lo Social de los Tribunales Superiores de Justicia
C) Sala de lo Social de la Audiencia Nacional
D) Sala IV, de lo Social, del Tribunal Supremo
El personal jurisdiccional: los magistrados:
A) La independencia y sus garantías.
a) Frente a la sociedad
b) Frente al Estado
B) La imparcialidad: abstención y recusación
El personal no jurisdiccional:
A) Personal auxiliar
B) Personal colaborador:
a) Ministerio fiscal
b) Abogados, procuradores y graduados sociales

Lección 2.ª: Jurisdicción y competencia


Extensión y límites de la jurisdicción española en lo social
La noción de competencia
A) Su distribución entre órdenes jurisdiccionales.
a) Tribunales de competencia general
b) Tribunales de competencia especializada
c) Tribunales de competencia especial
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B) Los criterios dentro del orden social:


a) Objetivo
b) Funcional
c) territorial
La competencia genérica de los tribunales del orden social:
A) La “rama social del Derecho”
B) Las cuestiones litigiosas incluidas:
a) Cuestiones individuales derivadas directamente del contrato de trabajo
b) Cuestiones en materia de Seguridad Social
c) Cuestiones con el estado sin relación laboral con él
d) Cuestiones sindicales o de asociaciones empresariales
e) Cuestiones colectivas
C) Las materias excluidas
Las competencias objetiva y funcional:
A) Juzgados de lo Social
B) Sala de lo Social de los Tribunales Superiores de Justicia
C) Sala de lo Social de la Audiencia Nacional
D) Sala de lo Social del tribunal Supremo
La competencia territorial:
A) Juzgados de lo Social
B) Salas de lo Social de los Tribunales Superiores de Justicia:
a) Tribunal Superior con una única Sala de lo Social
b) Varias Salas en un Tribunal Superior
Tratamiento procesal de la competencia:
A)Extensión del examen de oficio
B) Momento del examen de oficio
C) Audiencia de las partes y del Ministerio fiscal
Conflictos y cuestiones de competencia:
A) Conflictos de jurisdicción
B) Conflictos de competencia
C) Cuestiones de competencia

Lección 3.ª: Proceso y procedimiento


Los conceptos de proceso y de procedimiento
Las clases de proceso:
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A) De declaración:
a) Pretensiones declarativas puras
b) Pretensiones constitutivas
c) Pretensiones de condena
B) De ejecución
C) Cautelar
Los principios del proceso de declaración:
A) El proceso laboral y la oportunidad:
a) Necesidad
b) Oportunidad
B) Las consecuencias de la oportunidad:
a) Dispositivo
b) Aportación de parte
c) Dirección formal del proceso
d) Valoración de la prueba
Los principios del procedimiento:
A) Forma oral de los actos procesales
B) Inmediación
C) Concentración
D) Publicidad
Los deberes procesales
A) El órgano jurisdiccional
B) Las partes
C) Los terceros
La naturaleza del proceso laboral
La Ley de Procedimiento Laboral

Lección 4.ª: Las partes


El derecho de acción o a la jurisdicción
Las partes y los principios de su actuación procesal:
A) Dualidad de posiciones
B) Contradicción
C) Igualdad
La capacidad de las partes:
A) Capacidad para ser parte
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B) Capacidad procesal:
a) Personas físicas
b) Personas jurídicas
Supuestos especiales:
a) Agrupaciones de trabajadores
b) Comités de empresa y delegados de personal
c) Secciones sindicales
d) Grupos
e) Comunidades de bienes
La legitimación:
A) Ordinaria
B) Extraordinaria
C) De sindicatos y asociaciones empresariales
Los supuestos de legitimación plural:
a) Litisconsorcio necesario
b) Litisconsorcio cuasi-necesario
c) Intervención litisconsorcial
d) Intervención adhesiva simple
El Fondo de Garantía Salarial:
A) El Fondo como interviniente:
a) Intervención voluntaria
b) Intervención provocada
B) El Fondo como demandado
La postulación procesal:
A) Representación procesal:
a) Más de 10 demandantes
b) Acumulación de autos
c) Representación sindical
B) Defensa técnica
C) Los requisitos formales
La asistencia jurídica gratuita:
a) Declaración judicial
b) Declaración administrativa

Lección 5.ª: Los actos procesales


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Acto procesal: Concepto y regulación


Sus requisitos generales:
A) El lugar de los actos procesales
B) El tiempo:
a) Momento de la realización del acto: Días y horas hábiles
b) Orden de la serie de actos que componen el procedimiento: Término y
plazo
C) La forma:
a) Actos orales
b) Actos escritos
Ineficacia y subsanación de los actos
Clases de actos procesales
Actos del juez:
A) Actos de ordenación formal y material del proceso
B) Resoluciones:
a) Providencias
b) Autos
c) Resoluciones verbales
d) Sentencias
1) Orales
2) Escritas
Actos del secretario:
A) Resoluciones:
a) Diligencias de ordenación
b) Propuestas de resolución
B) Actos de documentación
C) Actividad de conservación e información
D) Actos de comunicación:
a) El objeto de la comunicación
b) Requisitos generales
c) Procedimiento
E) Actos de auxilio judicial y de auxilio a la justicia
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LIBRO II
EL PROCESO DE DECLARACIÓN

Capítulo I
Actividades previas no jurisdiccionales

Lección 6.ª: Conciliación, reclamación administrativa y diligencias preliminares


Precisiones conceptuales
La conciliación previa:
A) Concepto
B) Obligatoriedad y excepciones
C) Órganos competentes:
a) Servicio administrativo correspondiente
b) Órgano que asuma estas funciones
D) Partes
E) Procedimiento
F) Efectos de la conciliación:
a) Efectos de la presentación de la solicitud
b) Efectos de la celebración del acto
La reclamación previa a la vía judicial:
A) Concepto
B) Ámbito de aplicación:
a) Subjetivo
b) Objetivo
C) Procedimiento:
a) Ordinario
b) Especiales
D) Efectos:
a) De la no existencia de la reclamación
b) De la presentación de la reclamación
c) De la estimación de la reclamación
d) De la desestimación de la reclamación
Las diligencias preliminares (o actos preparatorios):
A) Declaración del futuro demandado
B) Examen de documentos
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Capítulo II
El objeto del proceso

Lección 7.ª: Pretensión y acumulación


El concepto de pretensión
El objeto del proceso de declaración:
A) La petición o petitum
B) La causa de pedir o causa petendi
La pluralidad de objetos procesales: la acumulación en la instancia
Acumulación exclusivamente objetiva:
A) Acumulación inicial u originaria:
a) Presupuestos de admisibilidad
b) Pretensiones no acumulables
c) Desacumulación de pretensiones indebidamente acumuladas
B) Acumulación sucesiva:
a) Por inserción
b) Por reunión
Acumulación objetivo-subjetiva:
A) Acumulación inicial
B) Acumulación sucesiva:
a) Por inserción
b) Por reunión
1) Presupuestos de admisibilidad
2) Procedimiento de la acumulación
3) La acumulación en los procesos de oficio
4) La acumulación de procesos de despido y de resolución del contrato de
trabajo por voluntad del trabajador
Los efectos comunes de la acumulación en la instancia:
A) Unidad de procedimiento
B) Sentencia única

Capítulo III
El proceso ordinario
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Lección 8.ª: Las alegaciones


Proceso ordinario y modalidades procesales
Dinámica del proceso ordinario en la instancia
A) Presentación y admisión de la demanda
B) Fijación de los actos de conciliación y juicio
C) Citación
D) Incomparecencia de las partes
E) Conciliación
F) Juicio oral
G) Sentencia
H) Acta
La demanda:
A) Concepto
B) Requisitos de contenido:
a) Designación del órgano judicial
b) Identificación de las partes
c) Fundamentación fáctica
d) Petición
e) Fecha y firma
f) Requisitos complementarios
C) Documentos que deben acompañarla
La admisión de la demanda: el trámite de subsanación:
A) Presupuestos procesales:
a) Jurisdicción y competencia
b) Audiencia a las partes y al Fiscal
c) Recursos
B) Razones de fondo
C) Requisitos de la demanda; la subsanación:
a) Subsanación en general
b) Casos específicos
La conciliación judicial:
A) Garantías mínimas del acto:
a) La actividad
b) El resultado
B) Valor de lo convenido
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C) Impugnación de lo convenido
Ratificación o ampliación de la demanda
La contestación a la demanda:
A) Negativas
b) Positivas:
a) Excepciones procesales
b) Excepciones materiales
La reconvención
Otras alegaciones:
A) Cuestiones prejudiciales:
a) Civiles y administrativas
b) Penales
B) Cuestiones incidentales
C) Cuestiones previas

Lección 9.ª: La prueba


Concepto y naturaleza
Generalidades sobre la actividad probatoria:
A) Objeto de la prueba
B) Carga de la prueba
C) ¿Con qué se prueba?:
a) Fuentes y medios de prueba
b) El numerus apertus de fuentes y el numerus clausus de medios
c) Pruebas obtenidas ilícitamente
D) Valoración de la prueba
E) Procedimiento probatorio general:
a) Petición de recibimiento a prueba
b) Recibimiento a prueba
c) Proposición de medios concretos de prueba
d) Admisión de medios de prueba
e) Práctica de la prueba
F) Anticipación de la prueba:
a) Antes de la presentación de la demanda
b) Después de la presentación
Los medios de prueba en concreto:
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A) El interrogatorio de las partes:


a) Concepto
b) Sujetos y contenido
c) Valoración
d) Procedimiento probatorio
B) La prueba testifical: el testigo:
a) Concepto
b) Deberes y derechos del testigo
c) Procedimiento probatorio
C) La prueba pericial: el perito:
a) Concepto
b) Condiciones, deberes y derechos del perito
c) Procedimiento probatorio
d) Asesores y otros informes
D) La prueba documental: el documento:
a) Concepto
b) Procedimiento probatorio
E) El reconocimiento judicial
F) Medios de reproducción del sonido o la imagen e instrumentos de archivo:
a) Concepto y admisibilidad
b) Procedimiento probatorio
G) Las presunciones
Las diligencias para mejor proveer

Lección 10.ª: La terminación de la instancia


Las conclusiones
La terminación de la instancia
La sentencia:
A) Clases
B) Requisitos externos:
a) Los hechos probados
b) Razonamientos sobre los hechos probados
C) Requisitos internos: la congruencia
Otras especialidades de la sentencia laboral:
A) La sanción de la temeridad o mala fe
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B) Liquidez de la condena
C) La instrucción sobre recursos
D) Salarios de los días de conciliación y juicio
La aclaración de sentencias
La cosa juzgada:
A) Cosa juzgada formal
B) Cosa juzgada material
Otros modos de terminación de la instancia:
A) Con sentencia no contradictoria:
a) Allanamiento
b) Renuncia
B) Sin sentencia:
a) Transacción
b) Desistimiento
c) Caducidad

Capítulo IV
Las modalidades procesales

Lección 11.ª: Procesos especiales. I


El significado de las modalidades procesales
Procesos en materia de despidos y sanciones
Despido disciplinario:
A) General para todos los trabajadores:
a) Plazo de caducidad
b) Requisitos de la demanda
c) Orden del trámite
d) Hechos probados
e) Fallo
1) Nulo
2) Improcedente
3) Procedente
B) Especial para los representantes
Extinción del contrato de trabajo por causas objetivas
Salarios de tramitación frente al Estado:
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a) Supuestos de responsabilidad del estado


b) Legitimación
c) Objeto del proceso
d) Reclamación administrativa previa
e) Especialidades procesales
Despidos colectivos por causas económicas, organizativas, técnicas o de producción
Impugnación de sanciones:
A) General para todos los trabajadores
B) Especial para los representantes
Vacaciones
Materia electoral:
A) Impugnación de los laudos:
a) Objeto del proceso
b) Competencia
c) Legitimación
d) Tramitación
B) Impugnación de la resolución administrativa que deniegue el registro
Clasificación profesional
Movilidad geográfica y modificaciones sustanciales de condiciones de trabajo:
a) Objeto del proceso
b) Legitimación
c) Proceso colectivo y proceso individual
d) Tramitación
e) Sentencia
Permisos por lactancia y reducción de jornada por motivos familiares:
a) Objeto
b) Especialidades

Lección 12.ª: Procesos especiales. II


Seguridad Social:
A) Normas comunes
B) Accidente de trabajo o enfermedad profesional
C) Revisión de derechos
Procesos de oficio:
A) Tutela de los trabajadores
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B) Naturaleza laboral o judicial


Conflictos colectivos:
a) Objeto
b) Legitimación
c) Iniciación del proceso
d) El proceso
e) La sentencia
Impugnación de convenios colectivos:
A) De oficio
B) Directa
C) Normas comunes
D) Impugnación de acuerdos y laudos
Impugnación de estatutos de los sindicatos y de las asociaciones empresariales:
A)Impugnación del control administrativo
B) Impugnación de los estatutos
Tutela de la libertad sindical y demás derechos fundamentales:
A) Tutela de la libertad sindical:
a) Objeto del proceso
b) Legitimación
c) Tramitación
d) Carga de la prueba
e) Contenido de la sentencia
f) Suspensión de los efectos del acto
B) Tutela de los demás derechos fundamentales
Procesos entre cooperativas de trabajo asociado y socios trabajadores

Capítulo V
Los medios de impugnación

Lección 13.ª En general. Reposición. Suplicación


Los medios de impugnación: concepto y clases
Los remedios (o recursos no devolutivos):
A) Reposición
B) Súplica
C) Disposiciones comunes:
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a) Procedimiento
b) Efectos
c) Resolución
Los recursos: la regla de la instancia única
El recurso de suplicación:
A) Resoluciones recurribles:
a) Sentencias
b) Autos
B) Motivos del recurso:
a) Quebrantamiento de forma
b) Revisión de los hechos probados
c) Examen de las normas aplicadas
C) Procedimiento:
a) Anuncio
b) Interposición
c) Sustanciación
D) Decisión del recurso:
a) Pronunciamientos principales
b) Pronunciamientos accesorios
Disposiciones comunes a los recursos de suplicación y de casación:
A) Depósito
B) Consignación del importe de la condena
C) Nombramiento de abogado
D) Presentación de documentos y alegación de hechos
E) Acumulación de recursos
F) Costas

Lección 14.ª Casación. Unificación de doctrina. Queja. Impugnación de la cosa


juzgada
El recurso de casación:
A) Resoluciones recurribles
B) Motivos del recurso
C) Procedimiento:
a) Preparación
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b) Personación ante el Tribunal Supremo


c) Formalización
d) Inadmisión
e) Sustanciación
D) Decisión del recurso
El recurso de casación para la unificación de doctrina:
A) Resoluciones recurribles
B) Presupuesto de admisibilidad: la contradicción
C) Motivo del recurso
D) Procedimiento:
a) Preparación
b) Interposición
c) Inadmisión
d) Sustanciación
E) Decisión del recurso:
a) Pronunciamiento principal
b) Pronunciamientos accesorios
El recurso de queja
La impugnación de la cosa juzgada:
A) El “juicio” de revisión:
a) Resoluciones impugnables
b) Causas de revisión
c) Procedimiento
B) La audiencia al demandado rebelde:
a) Concesión de la audiencia
b) Sustanciación de la audiencia
C) La nulidad de actuaciones:
a) regulación actual (LOPJ)
b) Regulación futura (LEC/2000)

LIBRO III
EL PROCESO DE EJECUCIÓN

Capítulo I
La ejecución definitiva
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Lección 15.ª: Nociones generales. La ejecución no dineraria


Nociones generales sobre la ejecución
A) Concepto y naturaleza
B) Caracteres esenciales
C) Objeto del proceso
D) Títulos ejecutivos
Elementos personales de la ejecución
A) El órgano jurisdiccional
B) Las partes
C) Los terceros
La actividad general ejecutiva
A) El derecho a la ejecución
B) La iniciación de la ejecución:
a) Demanda
b) Auto despachando la ejecución
C) El desarrollo de la actividad:
a) Clases o formas de ejecución
b) La remisión a la LEC
c) Las cuestiones incidentales
d) Los recursos
e) La paralización del procedimiento
f) La acumulación de ejecuciones
La oposición a la ejecución:
A) Oposición al conjunto de la ejecución:
a) Defectos procesales
b) Motivos de fondo
B) Aposición a los actos ejecutivos:
a) Infracción de norma procedimental o procesal
b) Infracción del título ejecutivo
Ejecuciones ordinarias no dinerarias
A) Obligaciones de hacer
B) Obligaciones de no hacer
C) Obligaciones de dar cosa específica
D) Obligaciones de dar cosa genérica
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Lección 16.ª La ejecución dineraria


Ejecución ordinaria por obligaciones dinerarias
El embargo ejecutivo
A) Concepto
B) Localización de los bienes del deudor
C) Prelación de bienes
D) Designación de los bienes
E) Afección de bienes. Tercería de dominio
F) Garantías de la afección:
a) Anotación preventiva en registro público
b) Administración o intervención judicial
c) Depósito judicial
1) Institucional
2) Personal
3) Retención sin desapoderamiento
El reembargo:
a) Sin garantía registral inmobiliaria
b) Con garantía registral inmobiliaria
La realización de los bienes embargados
La enajenación forzosa
A) Enajenación por fedatario público
B) Otros sistemas de enajenación
C) Enajenación por subasta judicial:
a) Situación jurídica de los bienes
b) Valoración y justiprecio
c) Anuncio de la subasta
d) Subasta
e) Aprobación del remate
f) Entrega del bien
La adjudicación forzosa:
A) Adjudicación para pago
B) Adjudicación en pago
La administración forzosa
Pago a los acreedores:
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A) Distribución por conceptos


B) Distribución entre ejecutantes
La insolvencia empresarial

Lección 17.ª Ejecuciones especiales


De sentencias de despido: Readmisión
A) Sustitución por ejecución genérica:
a) Cumplimiento voluntario
b) Ejecución forzosa
1) Plazos
2) Incidente de no readmisión
3) Contenido del auto
B) Imposición de la ejecución específica:
a) Requerimiento
b) Incidente de no readmisión
c) Medidas de ejecución
d) Imposibilidad física
Lanzamiento de vivienda y terreno de cultivo
Frente a entes públicos
Prestaciones periódicas de la Seguridad Social

Capítulo II
La ejecución provisional

Lección 18.ª La ejecución de sentencias no firmes


Justificación y naturaleza de esta ejecución
Tratamiento procesal general:
A) Competencia
B) Caución
C) Recurso
D) Revocación de la sentencia ejecutada provisionalmente
Sentencias condenatorias al pago de cantidades:
A) Naturaleza de esta “ejecución”
B) Los presupuestos de la misma
C) Solicitud y concesión del anticipo
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D) La confirmación de la sentencia recurrida y ejecutada


E) La revocación parcial
F) La revocación total de la sentencia recurrida y ejecutada
Sentencias condenatorias en materia de Seguridad Social:
A) Prestaciones de pago periódico
B) Prestaciones de pago único
C) Obligaciones de hacer y de no hacer
Sentencias de despido:
A) Ejecución de la readmisión
B) No ejecución de la indemnización
Sentencias dictadas “en otros procesos”

LIBRO IV
EL PROCESO CAUTELAR
Lección 19.ª Las medidas cautelares
en general:
A) Noción
B) Presupuestos
C) Efectos
El embargo preventivo:
A) Concepto
B) Iniciativa de parte o de oficio
C) Especialidades en los presupuestos:
a) Apariencia de buen derecho
b) Peligro en el retardo
c) Prestación de caución
D) Procedimiento:
a) Tiempo
b) De oficio
c) Demanda cautelar
d) Contradicción
Las medidas cautelares indeterminadas:
A) Presupuestos
B) Efectos
C) Procedimiento
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LIBRO I
NOCIONES GENERALES

LECCION 1.ª
Potestad jurisdiccional y organización judicial

LA NOCION DE JURISDICCION

El proceso por sí solo, es decir, sin referencia a los conceptos previos de


jurisdicción y de acción, carece de sentido. El proceso no es más que el instrumento con
que los titulares de la potestad jurisdiccional cumplen la función que les viene atribuida
constitucionalmente y no es más que el medio con el que se desarrolla el ejercicio del
derecho fundamental de los ciudadanos a la tutela judicial efectiva. Como instrumento y
medio el proceso —y también una de sus clases, el laboral— adquiere pleno sentido
cuando se advierte su correlación con las nociones de jurisdicción y de acción.

La jurisdicción es la potestad dimanante de la soberanía del Estado, ejercida


exclusivamente por jueces y tribunales independientes, de realizar el derecho en el caso
concreto, juzgando de modo irrevocable y ejecutando lo juzgado.

1.º) Es una potestad, es decir, una derivación de la soberanía que atribuye a sus
titulares una posición de superioridad o de supremacía respecto de las personas que con
ellos se relacionan, llevando ínsita una fuerza de mando capaz de vincular el
comportamiento de los demás, incluso acudiendo al uso de la fuerza.

2.º) Corresponde al Estado en este momento histórico, lo que no impide que en


otros momentos pudiera no ser así, pero aquí y ahora sólo puede entenderse integrada
en la soberanía del Estado.

3.º) Se ejerce por unos órganos específicos, los juzgados y tribunales, lo que
implica que éstos, dentro del Estado, tienen el monopolio de su ejercicio, no pudiendo
atribuirse a órganos distintos.

4.º) La independencia de los titulares de la jurisdicción es característica esencial,


hasta el extremo de que sin independencia no puede existir ejercicio de la jurisdicción.

5.º) La función de los titulares de la jurisdicción se resuelve en la realización del


derecho en el caso concreto, es decir, en la actuación del derecho objetivo mediante su
aplicación al caso concreto. Ahora bien, esa actuación se caracteriza, a su vez, porque:
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1') Se realiza sólo ante la interposición de pretensiones y resistencias, es decir,


con petición de parte y ante la existencia de dos partes enfrentadas, de modo que los
titulares de la potestad jurisdiccional no actúan de oficio.

2') Se realiza de modo irrevocable, esto es, supone una realización del derecho
objetivo en el caso concreto de modo que satisface definitivamente la pretensión y la
resistencia, por lo que después de esa actuación no existe la posibilidad de volver a
suscitar la misma cuestión, surgiendo la existencia de la cosa juzgada.

3') Se actúa en relaciones jurídicas ajenas y, por tanto, con desinterés objetivo. Si
el funcionamiento administrativo y el juez tienen que actuar con imparcialidad subjetiva
(sin tener interés en el caso concreto), la jurisdicción lo hace además con desinterés
objetivo, es decir, respecto de actividad ajena.

6.º) La ejecución es parte integrante de la jurisdicción; ésta no se limita a declarar


el derecho, sino que ha de proceder también a su ejecución o, en otras palabras, a
adecuar la realidad a lo establecido en el título ejecutivo (vid. lección 15.ª).

Con lo dicho hasta aquí tiene que parecer evidente que, primero, no puede existir
sino una única jurisdicción y, luego, que se tiene toda o no se tiene jurisdicción.

1) La jurisdicción como potestad sólo puede ser una, siendo conceptualmente


imposible que un Estado no federal tenga más de una jurisdicción. Cuando se habla de
jurisdicción ordinaria o especial, civil o penal, etc., se está partiendo del desconocimiento
de lo que la jurisdicción sea.

2) La jurisdicción es indivisible y, por tanto, todos los órganos dotados de la misma


la poseen en su totalidad; no se puede tener parte de la jurisdicción, sino que se tiene
esa potestad o no se tiene. No cabe decir que la jurisdicción civil se atribuye a unos
órganos y la jurisdicción laboral a otros; si a un órgano del Estado se le atribuye
jurisdicción se le confía plenamente, sin perjuicio de que sí pueda dividirse la
competencia (vid. lección 2.ª).

LOS TRIBUNALES ORDINARIOS

En la Constitución la palabra jurisdicción, y también la expresión poder judicial,


puede entenderse en un doble sentido:

1.º) En general puede referirse a órganos dotados de potestad jurisdiccional, y


entonces podemos hablar de un poder judicial político.
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En este primer sentido integran el poder judicial todos los órganos que, revestidos
de determinadas garantías, tienen atribuida potestad jurisdiccional. En la Constitución hay
referencias así al Tribunal Constitucional, al Tribunal de Cuentas, al Jurado, a los
tribunales consuetudinarios y tradicionales, al Tribunal Supremo, a los Tribunales
Superiores de Justicia, a los tribunales militares, a los juzgados y tribunales, etc. Todos
estos órganos tienen jurisdicción y son poder judicial.

2.º) Más en concreto y literalmente la Constitución emplea la expresión poder


judicial en un sentido más restringido que el anterior, en un sentido que podemos llamar
organizativo y que es el propio del Título VI. En él el poder judicial es una parte
organizada del conjunto de órganos que tienen potestad jurisdiccional; el art. 117.1 habla
de jueces y magistrados integrantes del poder judicial, y esa parte organizada es la
regulada en la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1 de julio de 1985, prevista en el art.
122 CE.

Se advierte, pues, que no todas las personas con potestad jurisdiccional integran
este poder judicial de organización, pues del mismo no forman parte las personas que
integran los tribunales militares, ni el Jurado, ni los tribunales consuetudinarios y
tradicionales, quedando fuera, además, los consejeros del Tribunal de Cuentas y los
magistrados del Tribunal Constitucional.

La distinción anterior nos permite, a su vez, distinguir entre tribunales ordinarios y


tribunales especiales constitucionales, y el punto de partida es el art. 117.5 CE: "El
principio de unidad jurisdiccional es la base de la organización y funcionamiento de los
tribunales" y, luego, el art. 3.1 LOPJ: "La jurisdicción es única y se ejerce por los
Juzgados y Tribunales previstos en esta Ley, sin perjuicio de las potestades
jurisdiccionales reconocidas por la Constitución a otros órganos".

Constitucionalmente el principio de unidad jurisdiccional tiene como finalidad


garantizar la independencia de los titulares de la jurisdicción, lo que quiere conseguirse
estableciendo una serie de requisitos que han de concurrir en todos los jueces y
magistrados para que los tribunales que ellos integran puedan calificarse de ordinarios.
Esos requisitos son:

1.º) Estatuto personal único: Todos los jueces y magistrados han de tener el
mismo estatuto orgánico, sin que puedan crearse tribunales en los que su personal
jurisdiccional tenga estatuto distinto; esto no puede impedir la especialización.
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2.º) Reserva de una ley orgánica concreta para ese estatuto: Según el art. 122.1
CE el único estatuto personal de los jueces y magistrados ha de regularse
necesariamente por ley, ley orgánica y precisamente por la del poder judicial.

3.º) Técnicos y de carrera: Los jueces y magistrados han de ser técnicos, es decir,
han de haber demostrado su conocimiento del derecho como ciencia, y han de
pertenecer a la carrera judicial, entendida ésta como un sistema de organizar el conjunto
del personal jurisdiccional a base de un cursus prefijado.

4.º) Cuerpo único: Todos los jueces y magistrados han de integrarse en un cuerpo
único, de modo que ya no podrán existir varios cuerpos de personal jurisdiccional, como
ocurría anteriormente.

5.º) Gestión por el Consejo General del Poder Judicial: Este Consejo es el órgano
de gobierno del poder judicial, por lo que la gestión del estatuto de todos los jueces y
magistrados queda confiada a él, desapoderándose al poder ejecutivo.

Cuando un tribunal está integrado por personal jurisdiccional en el que concurren


estos requisitos puede ser calificado de ordinario. Todos los demás tribunales están
prohibidos por la Constitución, con excepción de los que ella misma prevé y que son:
Tribunal Constitucional, Tribunal de Cuentas, tribunales militares, Jurado y tribunales
consuetudinarios y tradicionales. Estos tribunales son especiales, atendido que los jueces
y magistrados que los componen no tienen el estatuto orgánico único de los jueces y
magistrados y los demás requisitos, y son los únicos que la Constitución permite. Todos
los demás tribunales especiales están prohibidos.

LOS JUZGADOS Y TRIBUNALES

Los órganos jurisdiccionales se conocen tradicionalmente en nuestra lengua como


juzgados y tribunales, y es a ellos a los que la Constitución permite atribuir en exclusiva la
función jurisdiccional (art. 117.3 CE). Normalmente a ese conjunto de órganos se le
denomina genéricamente tribunales o tribunales de justicia.

Advertidas una serie de confusiones terminológicas en la lengua vulgar conviene


tener presente:

1) Juzgado, de iudicare, es el órgano en el que la potestad jurisdiccional la tiene


una única persona, el juez, aunque junto a él existen otras varias personas que le asisten.
25

2) Tribunal, de tribuna, se suele utilizar aludiendo a órganos jurisdiccionales


colegiados, esto es, aquéllos en los que la potestad jurisdiccional la tienen varias
personas conjuntamente, a los que se llama magistrados.

3) Audiencia, de audire, oír, es la denominación tradicional que servía, y sirve aún


en parte pero ya no en exclusiva, para denominar a los tribunales colegiados, estando
integrada por tanto por magistrados.

4) Juez, de iudex, técnicamente es el titular de un órgano unipersonal, de un


Juzgado.

5) Magistrado, con precisión terminológica alude a los titulares conjuntos de un


órgano colegiado, los cuales no tienen potestad de modo aislado.

Aparte expresiones genéricas, con las palabras juzgados y tribunales suele hacer
referencia a dos tipos de órganos jurisdiccionales:

1.º) Juzgados: Equivale a órgano que queda constituido con la presencia del juez
(titular único de la potestad jurisdiccional) y del secretario, de modo que todos los demás
auxiliares son precisos para la realización de funciones de apoyo material, pero no son
imprescindibles jurisdiccionalmente. En muchas ciudades existe más de un juzgado, y
entonces todos son autónomos los unos de los otros y cada uno tendrá su juez y su
secretario.

2.º) Tribunal: Como órgano colegiado la titularidad de la potestad jurisdiccional la


tienen varios magistrados; en la actualidad puede quedar constituido con tres
magistrados (incluido el presidente), aparte del secretario.

Técnicamente hay que distinguir entre tribunal o audiencia y sus salas o


secciones. El verdadero órgano jurisdiccional no es el tribunal como conjunto
administrativo (por ejemplo, el Tribunal Supremo) sino sus salas de justicia, las cuales
pueden, a su vez, dividirse en secciones. Esto es lo que ocurre con el Tribunal Supremo
(la Sala IV puede actuar por secciones) y los Tribunales Superiores de Justicia (la Sala
de lo Social puede actuar en secciones). En la Audiencia Nacional no está previsto que la
Sala de lo Social se divida en secciones.

Todas estas reglas generales quiebran, por razones no muy claras, en los
Juzgados de lo Social, en los que la potestad jurisdiccional no se atribuye a un juez, sino
a un magistrado (art. 329 LOPJ), a pesar de tratarse de órganos unipersonales. La Sala
de lo Social de los Tribunales Superiores de Justicia y de la Audiencia Nacional sí se
26

integran por magistrados. La Sala de lo Social del Tribunal Supremo la componen


magistrados de esta categoría.

EL ORIGEN DE LOS TRIBUNALES DE TRABAJO

Inicialmente las reclamaciones judiciales con base en la relación laboral eran de la


competencia de los tribunales civiles, que conocían de ellas por los procesos ordinarios
con base en la cuantía. La primera manifestación de especialidad se encuentra en la Ley
de Accidentes de Trabajo de 30 de enero de 1900, que atribuyó los conflictos que
surgieran de su aplicación a los Juzgados de Primera Instancia, los cuales los resolverían
por medio del juicio verbal, independientemente de la cuantía. Sin embargo, en esa Ley
ya se aludía a la creación de unos futuros "tribunales o jurados especiales". A partir de
ahí se inicia una evolución en la que cabe distinguir dos etapas:

A) Dispersión jurisdiccional

El 19 de mayo de 1908 se dictaron dos leyes complementarias. Una de ellas,


relativa a los conflictos colectivos, se denomina de Consejos de conciliación y arbitraje
industrial; la otra, dedicada a los conflictos individuales se tituló de Tribunales
industriales.

1.º) Los Tribunales industriales

La Ley de Tribunales industriales facultaba al Gobierno para que, a petición de


obreros y patronos, procediera a la creación de estos Tribunales en las cabezas de
partido judicial, con lo que nació el primer órgano jurisdiccional específico de trabajo. Los
defectos de esa Ley eran tales que pronto fue sustituida por la Ley de 23 de julio de 1912,
que estuvo en vigor hasta que fue refundida en el Código de Trabajo de 1926.

El Tribunal industrial se componía de un presidente, que era el juez de primera


instancia del partido correspondiente, y de cuatro jurados, dos obreros y dos patronos,
designados por sorteo entre las listas elegidas por una y otra clase. El sistema electoral
de las mayorías dio el control de los vocales obreros a la U.G.T. Se trataba de un
verdadero jurado, es decir, limitado al conocimiento de los hechos, reservándose al juez
la aplicación a los mismos del derecho. Los jurados formulaban el veredicto y el juez la
sentencia.

2.º) Los Comités paritarios y los Jurados mixtos


27

La Ley de 1908 sobre Consejos de conciliación y arbitraje industrial, la relativa a


los conflictos colectivos, fue un rotundo fracaso, por lo que a finales de la I Guerra
Mundial la clase trabajadora auspició la creación de unos órganos paritarios a los que se
atribuyera la regulación básica de los oficios, la aprobación de normas reguladoras de los
contratos de trabajo y la conciliación en los conflictos colectivos.

En 1919 se inició la creación de esos órganos que cristalizaron en el RD-ley de 26


de noviembre de 1926, de Organización Corporativa Nacional, con el nombre de Comités
paritarios. A pesar de que no eran órganos jurisdiccionales se les atribuyeron funciones
de índole netamente jurisdiccional, sobre todo en materia de despidos.

La caída de la Dictadura y la proclamación de la II República significaron la


consolidación de los organismos paritarios. La entrada de los socialistas en el Ministerio
de Trabajo (Largo Caballero) llevó a cambiarles de nombre, que pasó a ser Jurados
mixtos en la Ley de 27 de noviembre de 1931, pero las diferencias entre los Comités y los
Jurados fueron de detalle, aclarándose sus atribuciones jurisdiccionales: despidos y
reclamaciones salariales hasta 2.500 ptas.

3.º) "La jurisdicción especial de previsión"

También por los años veinte, pero sobre todo en la década de los treinta, la
materia de previsión fue atribuida a unas Comisiones revisoras paritarias, integradas por
uno o varios patronos, uno o varios vocales obreros y un presidente que lo era el del
Patronato correspondiente. Contra las decisiones de la Comisión cabía recurso de alzada
ante una Comisión revisora paritaria superior formada en el Instituto Nacional de
Previsión e integrada por un magistrado del Tribunal Supremo, designado por el
presidente de éste, y por varios vocales patronos y obreros, designados por la Comisión
Asesora Nacional (Decreto de 7 de abril de 1932, reglamento de los Patronatos de
Previsión Social).

B) Concentración jurisdiccional

Se llegó así a la Guerra Civil con tres órganos con funciones jurisdiccionales y los
tres fueron suprimidos, como consecuencia de la declaración VII del Fuero del Trabajo de
9 de marzo de 1938 que anunciaba la creación de "una nueva Magistratura de Trabajo,
con sujeción al principio de que esta función corresponde al Estado". Consecuentemente
el Decreto de 13 de mayo de 1938 suprimió los Tribunales industriales y los Jurados
mixtos y el Decreto de 6 de febrero de 1939 hizo lo mismo con las Comisiones revisoras,
incluida la superior.
28

La norma fundamental en toda la larga etapa franquista fue la Ley Orgánica de las
Magistraturas de Trabajo, de 17 de octubre de 1940, con base en la que los órganos
jurisdiccionales eran:

1.º) Las Magistraturas de Trabajo: Eran órganos jurisdiccionales unipersonales de


base normalmente provincial y con sede en las capitales de provincia. Estaban
vinculadas administrativamente al Ministerio de Trabajo, lo que da una idea de su sentido.

2.º) El Tribunal Central de Trabajo: Era un órgano colegiado con sede en Madrid y
competencia en todo el territorio nacional, compuesto por Salas, que conocía de un
recurso específico: el de suplicación contra las resoluciones de las Magistraturas.

3.º) Sala VI del Tribunal Supremo: La Sala de lo Social del Tribunal Supremo se
creó en 1931, entonces como V y se convirtió en VI en 1957; conocía del recurso de
casación contra las resoluciones de las Magistraturas.

Las Magistraturas de Trabajo fueron sustituidas en enero de 1989 por los


Juzgados de lo Social; el Tribunal Central dejó de funcionar el 23 de mayo de 1989, y la
Sala de lo Social del Tribunal Supremo pasó a ser la IV en enero de 1989.

EL ORDEN JURISDICCIONAL SOCIAL Y SUS ORGANOS

La LOPJ de 1985 regula los tribunales ordinarios y dentro de ellos ha consagrado


la distinción entre cuatro órdenes jurisdiccionales: civil, penal, contencioso-administrativo
y social. La distinción atiende a la materia en la que se ejerce la jurisdicción; esa
referencia a la materia presupone que los órdenes se basan en la especialización. La
diversidad de pretensiones que pueden interponerse ante los órganos jurisdiccionales, la
variedad de tutelas jurídicas atendiendo al derecho sustantivo a aplicar y las varias
maneras de conformar el instrumento que es el proceso, han llevado a que la LOPJ
tienda a la especialización de los órganos jurisdiccionales. Las previsiones de la LOPJ
han sido desarrolladas en la Ley 38/1988, de 28 de diciembre, de Demarcación y de
Planta Judicial.

A) Juzgados de lo Social

Para la planta de estos Juzgados el art. 92 LOPJ prevé tres posibilidades:


29

1.ª) Establecimiento de uno o más Juzgados en la capital de cada provincia, con


sede en ella y con competencia territorial provincial; este es el supuesto normal que ha
desarrollado el Anexo IV de la LDYPJ.

2.ª) Aparte de en la capital de la provincia pueden establecerse uno o más


Juzgados en otras ciudades, cuando las necesidades del servicio o la proximidad a
determinados núcleos de trabajo lo aconsejen, y en tal caso el territorio de la provincia se
dividirá entre unos y otros a efectos competenciales. Esto lo ha hecho la LDYPJ con
Jerez, Ceuta, Melilla y Algeciras; Avilés, Gijón y Mieres; Ibiza; Gáldar; Ponferrada;
Manresa; Elche; El Ferrol; Santiago y Vigo; Alcalá de Henares, Móstoles y Getafe;
Cartagena; y Eibar. Están constituidos 267 Juzgados.

3.ª) Excepcionalmente uno o más Juzgados pueden comprender en su


competencia territorial dos o más provincias, con sede en la capital de una de ellas,
siempre que se trate de una misma Comunidad Autónoma; de esta posibilidad no se ha
hecho uso de la LDYPJ.

El elemento jurisdiccional de los Juzgados es unipersonal, teniendo su titular la


categoría de magistrado, y el no jurisdiccional se integra por un secretario y por los
oficiales, auxiliares y agentes judiciales correspondientes.

B) Sala de lo Social de los Tribunales Superiores de Justicia

La LOPJ generalizó este Tribunal en las 17 Comunidades Autónomas, una de


cuyas Salas es la de lo Social. El esquema normal es la existencia de una Sala en la
sede del Tribunal (caso de A Coruña, Oviedo, Bilbao, Zaragoza, Barcelona, Valencia,
Palma de Mallorca, Cáceres, Madrid, Pamplona, Murcia, Santander, Logroño y Albacete),
pero existen dos Comunidades con dos Salas (Valladolid y Burgos; Las Palmas y Santa
Cruz de Tenerife) y una con tres (Granada, Sevilla y Málaga).

La Sala ha de integrarse con tres magistrados (incluido el presidente) para que


pueda dictar resolución, pero caben dos posibilidades. Si el volumen de trabajo es escaso
en una Sala, ésta puede tener en su plantilla un número de magistrados inferior a tres,
con lo que tendrá que integrar la Sala de lo Social un magistrado de otra Sala del Tribunal
Superior (lo que ocurre en Baleares, Extremadura, Navarra y La Rioja); por el contrario si
el volumen de trabajo lo determina la Sala puede funcionar con dos o más Secciones (lo
que sucede en la mayoría de las Salas), integrándose cada una de ellas con tres
magistrados como mínimo.
30

C) Sala de lo Social de la Audiencia Nacional

La LOPJ mantiene la Audiencia Nacional, creada por el RD-Ley 1/1977, de 4 de


enero, con la reforma fundamental de que le añadió esta Sala de lo Social. Naturalmente
la Audiencia y la Sala tienen su sede en Madrid y competencia en toda España. Empezó
a funcionar el 23 de mayo de 1989. Como todos los órganos colegiados actúa con tres
magistrados (y se integra por un presidente de sala y dos magistrados).

D) Sala IV, de lo Social, del Tribunal Supremo

La LOPJ de 1985 supuso la reorganización del Tribunal Supremo, en el que la


Sala VI pasó a ser la IV, de lo Social, con efectos de enero de 1989. Se integra por un
presidente de Sala y por doce magistrados (Ley 3/1992, de 20 de marzo), si bien puede
actuar con tres magistrados (salvo en los recursos de casación para la unificación de
doctrina, en los que puede actuar con cinco; art. 224.2 LOPJ).

Todos estos órganos precisan para su funcionamiento un personal muy variado,


entre el que hay que distinguir:

1.º) Personal jurisdiccional: Es el que tiene atribuida por la ley la potestad


jurisdiccional, bien individual bien colegiadamente, y comprende únicamente a los
magistrados y a los magistrados del Tribunal Supremo (en el orden social los jueces no
desempeñan la titularidad de los órganos).

2.º) Personal no jurisdiccional: Carece de potestad jurisdiccional, debiendo


distinguirse dentro del mismo situaciones muy diversas pues comprende:

1') Personal auxiliar: Está constituido fundamentalmente por secretarios, oficiales,


auxiliares y agentes judiciales, caracterizándose por depender funcionalmente del
personal jurisdiccional.

2') Personal colaborador: No depende del personal jurisdiccional y lo componen el


Ministerio Fiscal (que se integra por funcionarios dependientes del Ministerio de Justicia)
y por abogados, procuradores y graduados sociales (que ejercen profesiones liberales).
31

EL PERSONAL JURISDICCIONAL: LOS MAGISTRADOS

A) La independencia y sus garantías

Lo que caracteriza a este personal, que es el titular de la potestad jurisdiccional,


es la independencia, declarada en el art. 117.1 CE y en los arts. 1 y 12 a 14 LOPJ. La
independencia significa no sumisión a nadie ni a nada para poder actuar el derecho
objetivo en el caso concreto únicamente con sujeción al mismo. El sometimiento al
derecho no es un límite a la independencia, sino a la justificación de la misma. Si la
función jurisdiccional consiste en la realización del derecho en el caso concreto, el
personal jurisdiccional ha de ser independiente precisamente para que pueda cumplir esa
función, sin que existan otros condicionamientos. La independencia no es el privilegio de
unas personas, sino la salvaguarda de los derechos de los ciudadanos.

Al servicio de la independencia están todas las garantías que rodean a cada uno
de los integrantes del poder judicial, tanto que si éstos han de tener un estatuto propio,
regulado exclusivamente en la LOPJ, es precisamente para asegurarla. Desde esa
perspectiva se explican las garantías que conforman el estatuto, las cuales pueden
sistematizarse así.

a) Frente a la sociedad

Se articulan por medio de una serie de:

1.º) Condiciones necesarias para el ejercicio de la magistratura: Al ser los


magistrados que desempeñan puestos en el orden social de la jurisdicción miembros de
la carrera judicial, las condiciones para el ingreso en la carrera hubieron de cumplirse en
su momento, pero las incapacidades se refieren también a la continuación en el ejercicio.

2.º) Incapacidades: Las contenidas en el art. 303 LOPJ (impedimento físico o


psíquico, no estar en el pleno ejercicio de los derechos civiles, condenados por delito
doloso, procesados o inculpados por delito doloso) se conciben en el art. 379 LOPJ como
causas de pérdida de la condición de miembro de la carrera judicial.

3.º) Incompatibilidades: Los arts. 389, 391 y 393 LOPJ establecen sendas series
de incompatibilidades que responden a finalidades distintas.

La primera de ellas, partiendo del art. 127.1 CE, atiende a la imposibilidad de


desempeñar otros cargos públicos, y se desarrolla en el art. 389 LOPJ. La segunda se
basa en razones de parentesco y quiere evitar la existencia de parientes en una misma
Sala o dependiendo el uno del otro, y así la desarrolla el art. 391 LOPJ. La tercera se
32

refiere a relaciones externas y tiende a evitar que se ejerza la función jurisdiccional en


situaciones de riesgo para la imparcialidad, con el contenido del art. 393 LOPJ.

4.º) Prohibiciones: Partiendo del art. 127.1 CE el art. 395 LOPJ prohibe a los
miembros de la carrera judicial pertenecer a partidos políticos y sindicatos y tomar en las
elecciones más parte que la de emitir su voto.

b) Frente al Estado

Estas garantías de la independencia se articulan en buena medida contra el poder


ejecutivo, que es el que tradicionalmente ha inquietado la independencia judicial, pero
hoy tienen también sentido contra el Consejo General del Poder Judicial. Las garantías
pueden ser:

1.º) Generales: Impiden a los miembros de la carrera judicial aplicar los


reglamentos y cualquier otra disposición contraria a la Constitución o al principio de
jerarquía normativa, y al CGPJ dictar instrucciones sobre la aplicación e interpretación del
ordenamiento jurídico.

2.º) Particulares: Se resuelven en la inamovilidad, y consisten en el derecho del


personal jurisdiccional de no ser separados, suspendidos, trasladados ni jubilados sino
por alguna de las causas y con el procedimiento establecido en la ley.

3.º) Traslado y promoción: Se refiere a derechos derivados de la existencia de una


verdadera carrera judicial, con lo que dentro de la categoría de magistrado, y de los
puestos que ellos pueden ocupar, cabe el traslado, que se resuelve por concurso y por el
CGPJ pero de modo reglado, es decir, atendiendo simplemente al mejor puesto en el
escalafón de los solicitantes.

Más concretamente conviene aludir a la provisión de plazas y lo haremos


distinguiendo los varios supuestos posibles:

1.º) Juzgados de lo Social

La provisión de las plazas de magistrado de Juzgado de lo Social (art. 329 LOPJ)


se realiza por medio de concurso entre magistrados, resolviendo el CGPJ de modo
reglado en favor de:

1') Los magistrados especialistas en el orden social, y entre ellos por puesto en el
escalafón. Magistrado especialista es aquél que ha sido promovido de la categoría de
juez a la de magistrado en virtud de unas pruebas tendentes a demostrar sus
conocimientos en materia social (art. 312 LOPJ y Acuerdo del CGPJ de 7 de junio de
33

1995); también se incluyen los que hubieran pertenecido al extinguido Cuerpo de


Magistrados de Trabajo (art. 329.2 LOPJ).

2') En defecto de peticiones de especialistas, los magistrados que tengan


prestados al menos tres años de servicios dentro de los cinco anteriores (art. 329.2
LOPJ) en el orden social, y entre ellos por puesto en el escalafón.

3') A falta de peticiones de los dos anteriores, el concurso se resuelve en favor del
magistrado que lo solicite y que tenga mejor puesto en el escalafón.

2.º) Salas (o Secciones) de Tribunal Superior de Justicia y de la Audiencia


Nacional

La regla general es que los puestos de magistrado en esos dos tribunales se


proveen por concurso, que resuelve el CGPJ, con base en el mejor puesto en el
escalafón de los peticionarios, si bien debe tenerse en cuenta que en cada Sala (o
Sección) una de las plazas se reservará para magistrado especialista en el orden social o
que haya pertenecido al extinguido Cuerpo de Magistrados de Trabajo; si la Sala (o
Sección) tiene una plantilla de cinco o más magistrados, el número de puestos a reservar
para los especialistas es de dos (art. 330 LOPJ).

3.º) Presidente de Sala (o Sección) de Tribunal Superior de Justicia

En el concurso tienen preferencia los magistrados que hubieren prestado cinco


años de servicios en el orden social, y entre ellos se está al mejor puesto en el escalafón;
si no lo solicita nadie con esa condición, se está sin más a la antigüedad en el escalafón
(art. 333 LOPJ).

4.º) Presidente de la Sala de la Audiencia Nacional

Se provee por el CGPJ entre magistrados, si bien ha desaparecido la regla de la


antigüedad y aparece el nombramiento discrecional (art. 335 LOPJ).

5.º) Magistrado de la Sala IV del Tribunal Supremo

Se nombran por el CGPJ y con facultades discrecionales. De las doce plazas


existentes:

1') Cinco se reservan a magistrados que hubieren ascendido a esta categoría por
medio de las pruebas de especialización y promoción o pertenecido al extinguido Cuerpo
de Magistrados de Trabajo, siempre que tengan quince años en la carrera y cinco como
magistrado.
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2') Cinco para magistrados de la carrera con diez años de servicios en esta
categoría y no menos de quince en la carrera.

3') Dos entre juristas y abogados de prestigio que reúnan méritos para ello a juicio
del CGPJ y hayan desempeñado su actividad profesional por lo menos durante quince
años (arts. 343 a 347 LOPJ).

6.º) Presidente de la Sala IV del Tribunal Supremo

Se nombra discrecionalmente, y por un plazo de cinco años, por el CGPJ entre


magistrados del mismo Tribunal con tres años de servicios en esta categoría (art. 342
LOPJ).

B) La imparcialidad: abstención y recusación

La independencia se reviste frente a las partes en los procesos de imparcialidad,


que significa que el juzgador ha de ser ajeno frente a los que ante él litigan (que por eso
se llaman parte). La LOPJ establece una serie de causas que hacen sospechoso al
juzgador de parcialidad, autorizándole y obligándole al mismo tiempo para abstenerse de
conocer de un asunto, y reconociendo a las partes en el mismo el derecho a recusarlo
(art. 217 LOPJ). Surgen así dos instituciones complementarias: abstención y recusación,
respecto de las que el art. 15 LPL (en la redacción dada por la LEC 1/2000, Disp.
Adicional 11.ª) contiene una simple remisión a la LOPJ (para las causas) y a la LEC (para
el procedimiento) (aunque añade alguna especialidad procedimental para la recusación).

La abstención supone que el magistrado en el que concurra alguna de las causas


de los arts. 219 y 220 LOPJ debe apartarse del conocimiento del asunto sin esperar a
que se le recuse, pero decidiendo la Sala de Gobierno correspondiente (es decir, del
Tribunal Supremo, de la Audiencia Nacional y del Tribunal Superior de Justicia) (mientras
no entre en vigor el art. 102 de la LEC 1/2000).

La recusación se entiende como un derecho de las partes y por ello a ellas se


concede la legitimación para recusar. El art. 15 LPL se remite a los arts. 107 a 113 LEC
para la recusación de jueces y magistrados ( si bien debe tenerse en cuenta que esas
normas entrarán vigor cuando se aprueba la reforma de la LOPJ, por lo que de momento
debe estarse a lo previsto en la LOPJ). El nuevo art. 15 LPL precisa para la tramitación
del incidente de recusación que: 1) En la instancia la recusación ha de presentarse con
anterioridad a la celebración de los actos de conciliación y juicio, 2) En los recursos,
35

antes del día señalado para votación y fallo o, en su caso, la vista, y 3) En todos los
casos la recusación no tiene el efecto de suspender su tramitación.

Debe tenerse en cuenta que la abstención y la recusación no significan que el


juzgador sea parcial en un caso concreto, sino simplemente que concurre una causa de
las enumeradas en la ley. Para el legislador estas causas ponen en riesgo la
imparcialidad y su mera existencia objetiva obliga al juzgador a abstenerse y permite a la
parte recusar.

EL PERSONAL NO JURISDICCIONAL

A) Personal auxiliar

Este personal lo constituyen los secretarios, oficiales, auxiliares y agentes


judiciales, existiendo sobre todos ellos una serie de normas comunes en la LOPJ (arts.
454 a 471), que regulan su constitución en cuerpos nacionales de funcionarios, el sistema
de retribución, su dependencia del Ministerio de Justicia (aunque todos menos los
secretarios pueden ser transferidos a las Comunidades Autónomas, lo que ya ha sucedió
en algunas; País Vasco, Cataluña, Galicia, Valencia, Andalucía y Canarias), el ingreso en
los cuerpos, la jubilación y la responsabilidad.

Los secretarios judiciales están regulados en la LOPJ y luego en su reglamento


orgánico, aprobado por el RD 429/1988, de 29 de abril. Existe un cuerpo único de
secretarios que sirve en todos los órganos jurisdiccionales, integrando por licenciados en
derecho, y en el que se distinguen tres categorías, si bien en el orden social sólo existen
plazas de la primera (secretario de la Sala IV del Tribunal Supremo) y de la segunda
(secretarios de Sala de la Audiencia Nacional, de Tribunal Superior de Justicia y de
Juzgados de lo Social).

Las funciones de los secretarios son muy heterogéneas: resoluciones, fe pública


judicial, documentación, comunicación, impulso y ordenación y burocráticas. Ante esa
heterogeneidad la figura del secretario está un tanto desdibujada conceptualmente, hasta
el extremo de que a veces asume la realización conjunta de actividades que son
incompatibles entre sí (hace el acto y da fe del mismo).

Los oficiales, auxiliares y agentes, regulados aparte de la LOPJ en su reglamento


orgánico aprobado por el RD 249/1996, de 16 de febrero, forman otros tantos cuerpos
nacionales. El oficial, que ha de ser bachiller, realiza las labores de tramitación de los
asuntos, los actos de comunicación que le asigna la ley y puede sustituir al secretario
36

(art. 485 LOPJ). El auxiliar, que ha de ser graduado escolar, realiza las funciones de
colaboración en la tramitación procesal, registro, ejecutivas y de comunicación que le fija
la ley (art. 486 LOPJ). El agente judicial, con certificado de escolaridad, hace guardar
Sala, es ejecutor de embargos, lanzamientos, participa en los actos de comunicación y se
ocupa de las labores de vigilancia, porteo y otras análogas (art. 487 LOPJ).

B) Personal colaborador

a) Ministerio fiscal

La intervención del Fiscal en el proceso laboral, como proceso civil especial que
es, resulta muy limitada. El art. 124.1 CE establece que el Ministerio fiscal "tiene por
misión promover la acción de la justicia en defensa de la legalidad, de los derechos de los
ciudadanos y del interés público tutelado por la ley, de oficio o a petición de los
interesados, así como velar por la independencia de los Tribunales y procurar ante éstos
la satisfacción del interés social". En el mismo sentido lo caracteriza el art. 1 de la Ley
50/1981, de 30 de diciembre, que regula el Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal. En los
dos textos se ha evitado definirlo como representante del Gobierno o como órgano de
comunicación entre el Gobierno y el poder judicial, pero atendido como se nombra el
Fiscal General del Estado (discrecionalmente por el Gobierno), y los principios de unidad
y dependencia que están en la base de su organización, es muy difícil entenderlo de otra
manera.

En la LPL se encuentran referencias al Fiscal de muy variado contenido, pero


pueden encuadrarse en dos tipos:

1.º) Actuación como parte: En los casos en que la ley entiende que está en juego
un interés público, se legitima como parte en el proceso al Ministerio Fiscal (es el caso de
los arts. 162.6, 163.4, 165.2, 171.1 y 175.3); especial relieve tiene la concesión de
legitimación para la interposición del recurso de casación para la unificación de doctrina
(arts. 198.1 y 218).

2.º) Actividad de informe: Otras veces la intervención del Fiscal se limita a la


realización de informes (caso de los arts. 5.3, 211.3, 212.2 y 224.2).

Las referencias de la LPL al Fiscal pueden ser indirectas, entendiéndose hechas


por la remisión a otra norma, y es el caso de los conflictos de competencia (art. 12 LPL y
art. 43 LOPJ), del “recurso” de revisión (art. 234 LPL y art. 514.3 LEC), etc.
37

b) Abogados, procuradores y graduados sociales

Aunque su intervención no es necesaria en el proceso laboral (la del abogado sí lo


es en los recursos) dada su posible y constante intervención en la práctica es preciso
referirse a ellos.

La profesión de abogado, distinta de la titulación académica de licenciado en


derecho, se rige por la LOPJ (arts. 436 a 442) y por el Estatuto General de la Abogacía
aprobado por el RD 2.090/1982, de 24 de julio. Abogado es quien ejerce una profesión, la
abogacía, cumpliendo los requisitos legales (art. 8 EGA), que se resuelve en la defensa
de intereses jurídicos ajenos.

Los procuradores son aquellos que, reuniendo las condiciones exigidas en el


Estatuto General de los Procuradores de los Tribunales, aprobado por el RD 2.046/1982,
de 30 de julio, pueden encargarse, mediante apoderamiento conferido en forma, de
representar los derechos e intereses de sus poderdantes ante los tribunales. Si el
abogado defiende, el procurador representa.

Los graduados sociales son también profesionales de la representación de los


derechos e intereses de sus poderdantes. La posibilidad de representar se limita a los
tribunales de trabajo y se confiere en el art. 440.3 LOPJ, del que son desarrollo los arts.
18.1, 19 y 21.3 LPL.
38

LECCION 2.ª
Jurisdicción y competencia

EXTENSION Y LIMITES DE LA JURISDICCION ESPAÑOLA EN LO SOCIAL

Antes de adentrarnos en la determinación de la competencia, tanto genérica (la


atribuida al orden jurisdiccional social) como objetiva, funcional y territorial (la que fija el
ámbito de actuación de cada órgano del orden social), es preciso resolver un problema
previo que atiende a fijar el marco en el que ejercen jurisdicción los tribunales españoles.

Este problema suele denominarse de la competencia judicial internacional, pero


en realidad no se refiere a la competencia sino a la jurisdicción, pues se trata de
determinar hasta dónde se extiende la potestad jurisdiccional de los tribunales españoles
en relación con los extranjeros. Se trata, por tanto, de fijar la extensión y los límites de la
jurisdicción española en lo social. Lo más importante a tener en cuenta es que no existen
unas normas internacionales que reparten la función jurisdiccional entre los tribunales de
todos los países, sino que simplemente existen unas normas españolas que nos dicen
cuándo la jurisdicción española debe conocer de una pretensión.

La necesidad de fijar la extensión y los límites de la jurisdicción española se


presenta cuando en un proceso existe un elemento extranjero; si todos los elementos son
españoles no ha lugar ni siquiera a plantear la cuestión. Partiendo, pues, de la
concurrencia de un elemento extranjero debe estarse al art. 25 LOPJ, según el cual los
tribunales españoles serán competentes (es decir, extenderán su jurisdicción):

a) Conflictos individuales de trabajo: La determinación de la jurisdicción de los


tribunales españoles se hace atendiendo a unos fueros concurrentes relativos a criterios
personales o territoriales.

Desde el punto de vista personal los tribunales españoles podrán basar su


conocimiento de un asunto tanto en que el demandado tenga su domicilio en España, o
una agencia, sucursal o delegación, como en que el trabajador y el empresario tengan
nacionalidad española. Así mismo podrán basar su jurisdicción en que los servicios se
hayan prestado en España o en que el contrato se haya realizado en territorio español.
Más aún, en el caso del contrato de embarque podrá estarse a que el mismo fuera
precedido de una oferta recibida en España por trabajador español.

b) Conflictos colectivos: No existen reglas generales sino previsión de dos casos


concretos, uno relativo al control de la legalidad de los convenios colectivos de trabajo
39

celebrados en España (con referencia al art. 90.5 ET y a los arts. 161 a 164 LPL) y otro
atinente a las pretensiones derivadas de conflictos colectivos promovidos en territorio
español (atendido lo dispuesto en el art. 17 y ss. del RD-ley 17/1977, de 4 de marzo, y en
los arts. 151 a 160 LPL).

c) Pretensiones de Seguridad Social: Los tribunales españoles asumirán el


conocimiento de estas pretensiones frente a entidades españolas o que tengan su
domicilio, agencia, delegación o cualquier otra representación en España.

Si con base en estas normas un tribunal español entiende que a la pretensión


concreta ejercitada en la demanda no se extiende la jurisdicción española, se limitará a
declararlo así, no pudiendo advertir al demandante qué país tiene jurisdicción en el
asunto, pues las normas españolas lo único que resuelven es cuándo los tribunales
españoles deben asumir el conocimiento, pero nada más.

LA NOCION DE COMPETENCIA

Partiendo del concepto de jurisdicción como potestad, decíamos en la lección


anterior que ésta es indivisible, en el sentido de que todos los órganos jurisdiccionales la
poseen en su totalidad. Los órganos a los que se atribuye esa potestad son los que prevé
la LOPJ y los que, en concreto, crea la LDYPJ. Todos ellos tienen potestad jurisdiccional
y la tienen de modo completo.

La atribución de jurisdicción a un órgano no es por sí sola bastante para que ese


órgano conozca de una pretensión determinada y respecto de ella actúe el derecho
objetivo. Es preciso, además, que una norma le atribuya el conocimiento de esa
pretensión en concreto. Surge así el concepto de competencia; ésta no es la parte de la
jurisdicción que se confiere a un órgano, ni la medida de la jurisdicción. La competencia
es el ámbito sobre el que un órgano ejerce su potestad jurisdiccional. La jurisdicción no
se reparte, pero sí cabe repartir las materias, la actividad procesal y el territorio en el que
se ejerce la jurisdicción.

Desde el punto de vista objetivo la competencia es el conjunto de pretensiones


sobre las que un órgano jurisdiccional ejerce su jurisdicción; desde el subjetivo, con
referencia al órgano jurisdiccional es la facultad de ejercer su función con relación a
pretensiones determinadas, y con referencia a las partes es tanto el derecho de que sus
pretensiones-resistencias sean conocidas por un órgano determinado, como el deber de
someterse al mismo. Si un órgano jurisdiccional ha de conocer de determinadas
40

pretensiones, es en virtud de que una norma distribuye el conocimiento de las diversas


pretensiones posibles entre los distintos órganos existentes.

A) Su distribución entre órdenes jurisdiccionales

El primer paso a la hora de atribuir competencia debe partir de la constatación de


la existencia de órdenes jurisdiccionales, de los cuatro órdenes (civil, penal, contencioso-
administrativo y social) a que se refiere la LOPJ, de modo que las posibles pretensiones
se reparten, ante todo, entre ellos. Surgirá así la competencia genérica, para la que debe
estarse al art. 9 LOPJ y, en lo que ahora nos importa, a los arts. 1 y 2 LPL.

Atendiendo a la competencia genérica, la primera distribución entre los tribunales


se refiere a que éstos conocerán de pretensiones penales o de no penales, dada la
radical diferencia entre pena y no pena. Pero dejando ahora a un lado los tribunales
penales y centrándonos en los no penales o, si se prefiere, en los que podemos llamar
civiles en general, con base en la competencia cabe distinguir:

a) Tribunales de competencia general

La competencia se les atribuye en virtud de una norma general, que les confiere el
conocimiento de todas las pretensiones que surjan, de forma tal que la generalidad
implica vis attractiva sobre las pretensiones no atribuidas expresamente a otros
tribunales. Una norma de esta naturaleza se encuentra en el art. 9.2 LOPJ: "Los
Tribunales y Juzgados del orden civil conocerán, además de las materias que les son
propias, de todas aquéllas que no estén atribuidas a otro orden jurisdiccional".

b) Tribunales de competencia especializada

La especialización consiste en la atribución de competencia atendiendo a ramas o


sectores del ordenamiento jurídico, y eso es lo que hace el art. 1 LPL cuando atribuye a
los órganos jurisdiccionales del orden social el conocimiento de las pretensiones que se
promuevan "dentro de la rama social del Derecho".

c) Tribunales de competencia especial

La atribución de competencia se hace normalmente dentro ya de un orden


jurisdiccional, con relación a grupos de asuntos específicos e incluso, a veces, respecto
de grupos de personas. En el orden social este es el caso de la aplicación del art. 98
LOPJ que se ha hecho en el art. 135 LPL para los procesos en materia electoral.
41

Los tribunales de excepción, esto es, los creados o a los que se atribuye
competencia con vulneración de las normas generales, con el fin de que conozcan de un
caso particular o de algunos de esos casos, siendo establecidos o asumida la
competencia ex post facto; están prohibidos por los arts. 24.2 y 117.6 CE.

B) Los criterios dentro del orden social

Partiendo de la base de que la competencia ya se ha atribuido al orden


jurisdiccional social, el paso siguiente consiste en la constatación de que en este orden
existen muchos órganos jurisdiccionales, por lo que es preciso atribuir a cada uno de
ellos su competencia específica. Esta atribución se hace conforme a tres criterios:

a) Objetivo

Presupone la existencia de variedad de tribunales del mismo tipo y tomando como


base la naturaleza de la pretensión sirve para determinar a cuál de esos tipos se atribuye
la competencia para conocer de los procesos en general. En el orden social nos resuelve
si una pretensión es de la competencia de los Juzgados de lo Social, de la Sala de lo
Social de los Tribunales Superiores de Justicia o de la misma Sala de la Audiencia
Nacional (arts. 6, 7 y 8 LPL).

b) Funcional

Atiende a la existencia de etapas o fases de la actividad jurisdiccional, e incluso


dentro de cada una de ellas de incidentes o secuencias, y, correlativamente de tribunales
de distinta naturaleza. Lo fundamental en este criterio es la existencia de instancia,
recursos y ejecución. En el orden social distribuye la competencia entre todos los órganos
que lo integran (arts. 6 a 9 LPL).

c) Territorial

Presupone que existen varios (o muchos) órganos del mismo tipo entre los que hay
que distinguir la competencia con base en el territorio. Nos servirá para deslindar la
competencia entre los Juzgados de lo Social, por un lado, y entre las Salas de lo Social
de los Tribunales Superiores de Justicia, por otro (arts. 10 y 11 LPL).

LA COMPETENCIA GENERICA DE LOS TRIBUNALES DEL ORDEN SOCIAL

A) La "rama social del Derecho"


42

Según el art. 9.5 LOPJ los juzgados y tribunales del orden social "conocerán de
las pretensiones que se promuevan dentro de la rama social del Derecho, tanto en
conflictos individuales como colectivos, así como las reclamaciones en materia de
Seguridad Social o contra el Estado cuando le atribuya responsabilidad la legislación
laboral". En esta norma parece que se está haciendo referencia a tres grupos de materias
y, sin embargo, el art. 1 LPL se limita al grupo primero y más amplio, al de la "rama social
del Derecho", con lo que el propio legislador ha introducido un elemento de confusión.

En realidad las cosas son más sencillas de lo que aparentan. Por "rama social del
Derecho" hay que entender derecho del trabajo en sentido amplio, esto es, incluyendo en
el mismo la Seguridad Social y aun otras parcelas que tienden a adquirir cierta
autonomía, como el derecho sindical. Por ello la fórmula clara es la del art. 1 LPL, y el art.
9.5 LOPJ lo único que hace es confundir distinguiendo entre derecho del trabajo en
sentido estricto y Seguridad Social.

Los verdaderos problemas surgen cuando se trata de precisar si una norma es de


derecho del trabajo o de derecho administrativo, y ello como consecuencia del
intervencionismo de la Administración en las relaciones de trabajo y sus consecuencias.
Si se atiende a las materias incluidas (del art. 2) y a las excluidas (del art. 3) puede ahora
llegarse a la conclusión de que una relación laboral no cambia de naturaleza jurídica por
la intervención en ella de la Administración, por lo que sigue perteneciendo a la "rama
social del Derecho". Todas las materias incluidas en esa "rama" son de la competencia
del orden social, salvo que exista una norma que de manera expresa realice la exclusión.

B) Las cuestiones litigiosas incluidas

Además de la fórmula general del art. 1 LPL, luego el art. 2 se lanza a una
enumeración de las cuestiones que entiende incluidas en el orden social de la
jurisdicción. Estas cuestiones pueden sistematizarse de este modo:

a) Cuestiones individuales derivadas directamente del contrato de trabajo.

1.ª) Entre empresarios y trabajadores como consecuencia del contrato de trabajo.

Para lo que deba entenderse por contrato de trabajo debe estarse a la norma
material correspondiente, es decir, al Estatuto de los Trabajadores, y lo mismo cabe decir
de los conceptos de trabajador y de empresario. El punto de mayor dificultad
interpretativa es el relativo a la palabra "consecuencia", que ha entenderse como
"relación directa", de modo que la competencia del orden social no nace de que las
43

partes en el proceso sean trabajador y empresario, sino de que la cuestión entre ellas sea
un efecto directo de la relación laboral (vid. lección 4.ª).

2.ª) Entre empresarios y trabajadores como consecuencia del contrato de puesta


a disposición.

Proviene de la Disp. Adic. 2.ª de la Ley 14/1994, de 1 de junio, de empresas de


trabajo temporal, que son aquéllas cuya actividad consiste en poner a disposición de otra
empresa usuaria, con carácter temporal, trabajadores por ella contratados. El contrato de
puesta a disposición es el celebrado entre la empresa de trabajo temporal y la empresa
usuaria, teniendo por objeto la cesión del trabajador para prestar servicios en la segunda
(RD 4/1995, de 13 de enero).

3.ª) Entre las Sociedades cooperativas de trabajo asociado o sociedades


(anónimas) laborales y sus socios trabajadores, por su condición de tales.

Se está haciendo referencia a las cooperativas de trabajo asociado, reguladas en


los arts. 80 a 87 de la Ley 27/1999, de 16 de julio, de Cooperativas, y a las sociedades
laborales, reguladas en la Ley 4/1997, de 24 de marzo.

b) Cuestiones en materia de Seguridad Social.

1.ª) En materia de Seguridad Social (pública), incluida la protección por


desempleo.

2.ª) En la aplicación de los sistemas de mejoras de la acción protectora de la


Seguridad Social, incluidos los planes de pensiones y contratos de seguro siempre que
su causa derive de un contrato de trabajo o convenio colectivo.

Se trata de las mejoras voluntarias, que forman parte del sistema de la Seguridad
Social (arts. 41 CE y 191 LGSS), aunque esta Ley no prevé todos los mecanismos de
complementación. Téngase en cuenta que los planes de pensiones de sistema asociado
no pueden atribuirse a los tribunales laborales porque su origen no se encuentra en una
relación laboral.

3.ª) Entre los asociados y las Mutualidades, excepto las establecidas por los
Colegios Profesionales, en los términos previstos en los artículos 64 y siguientes y en la
Disposición Adicional 15.ª de la Ley 30/1995, de 8 de noviembre, de Ordenación y
Supervisión de los seguros Privados, así como entre las Fundaciones Laborales o entre
éstas y sus beneficiarios, sobre cumplimiento, existencia o declaración de sus
44

obligaciones específicas y derechos de carácter patrimonial, relacionados con los fines y


obligaciones propios de estas Entidades.

Para las Mutualidades de Previsión Social debe estarse a los arts. 64 a 68 de la


Ley 30/1995, de 8 de noviembre, de ordenación y supervisión de los seguros privados, y
para las Fundaciones Laborales al D. 441/1961, de 16 de marzo, y a la OM de 25 de
enero de 1962.

c) Cuestiones con el Estado sin relación laboral con él.

1.ª) Contra el Estado, cuando le atribuya responsabilidad la legislación laboral.

Cuando el Estado es el empresario estamos ante el caso del art. 2, a), por lo que
este otro apartado se refiere sólo al supuesto del art. 57 ET, desarrollado en la modalidad
procesal de los arts. 116 a 119 LPL, con la reclamación previa del RD 924/1982, de 17 de
abril.

2.ª) Contra el Fondo de Garantía Salarial, en los casos en que le atribuya


responsabilidad la legislación laboral.

Desde la Ley 20/1988, de 14 de julio, que modificó el art. 1.2 de la LPL de 1980,
no hubo dudas de la competencia del orden social para conocer de las reclamaciones
contra el Fogasa con base en el art. 33 ET.

d) Cuestiones sindicales o de asociaciones empresariales.

1.ª) Sobre constitución y reconocimiento de la personalidad jurídica de los


Sindicatos, impugnación de sus Estatutos y su modificación.

2.ª) En materia de régimen jurídico específico de los Sindicatos, tanto legal como
estatutario, en lo relativo a su funcionamiento interno y a las relaciones con sus afiliados.

Los dos apartados pueden tratarse conjuntamente por atribuir al orden social todo
lo relativo a la constitución de los sindicatos y su funcionamiento. El punto de partida es la
LO 11/1985, de 2 de agosto, de Libertad Sindical, completada con los arts. 165 a 174
LPL.

3.ª) Sobre constitución y reconocimiento de la personalidad jurídica de las


Asociaciones empresariales en los términos referidos en la Disposición Derogatoria de la
Ley Orgánica 11/1985, de 2 de agosto, de Libertad Sindical, impugnación de sus
Estatutos y su modificación.
45

La Disp. Derog. de la LOLS declara en vigor la Ley 19/1977, de 1 de abril, y el RD


873/1977, de 22 de abril, para las asociaciones empresariales; la Disp. Adic. 6.ª de la LPL
de 1995 se remite a la modalidad procesal de los arts. 165 a 174. Falta en el art. 2 LPL
referencia al régimen jurídico de las asociaciones empresariales, pero es obviamente un
olvido del legislador.

4.ª) Sobre la responsabilidad de los Sindicatos y de las Asociaciones


empresariales por infracción de normas de la rama social del Derecho.

5.ª) Sobre tutela de los derechos de libertad sindical.

Para esta tutela se crea una modalidad procesal, en los arts. 175 a 180 LPL; el
art. 181 se refiere a demás derechos fundamentales y libertades públicas, incluida la
prohibición de tratamiento discriminatorio.

e) Cuestiones colectivas

1.ª) En procesos de conflictos colectivos.

Atendidos el art. 151 LPL y el RD-ley 17/1977, de 4 de marzo, sobre Relaciones


de Trabajo, la competencia del orden social es limitada (se extiende sólo a los conflictos
jurídicos, no a los de intereses) y directa (no depende de que la Administración remita el
conflicto a los tribunales).

2.ª) Sobre impugnación de convenios colectivos.

3.ª) En procesos sobre materias electorales, incluida la denegación de registro de


actas electorales, también cuando se refieran a elecciones a órganos de representación
del personal al servicio de las Administraciones públicas (Ley 18/1994, de 30 de junio).

Todavía hay que tener en cuenta que el apartado p) del art. 2 abre una cláusula
general que permite a la ley (y no a normas de rango inferior) atribuir otras pretensiones a
la competencia de los tribunales del orden social, con lo que la enumeración no es
cerrada, sino abierta. En todo caso hay que tener en cuenta que la fórmula general del
art. 1 ("rama social del Derecho") haría siempre que la enumeración del art. 2 no pudiera
ser cerrada.

C) Las materias excluidas

Tradicionalmente ha existido una gran confusión entre los ámbitos de ejercicio de


la función jurisdiccional por los órdenes contencioso-administrativo y social como
46

consecuencia del intervencionismo del poder político en el derecho del trabajo y de que el
legislador se ha ido moviendo más por impulsos políticos coyunturales que atendiendo a
una técnica jurídica correcta. Así las cosas hay que afirmar que, entendiendo por "rama
social del Derecho" el derecho del trabajo en sentido amplio, de modo que la intervención
de la Administración en la relación laboral no supone un cambio en la naturaleza de ésta,
las exclusiones que realiza el art. 3 de la competencia del orden social son producto de
una decisión política contraria a la lógica jurídica.

En síntesis, no conocen los órganos jurisdiccionales del orden social:

a) De la tutela de los derechos de libertad sindical y del derecho de huelga relativa


a los funcionarios públicos y al personal a que se refiere el art. 1.3, a) del texto refundido
de la Ley del Estatuto de los Trabajadores.

El personal del art. 1.3, a) del ET son los funcionarios públicos pero también el
que está al servicio del Estado, Comunidades Autónomas, Corporaciones Locales y
Entidades públicas autónomas con una relación jurídica regulada por normas
administrativas o estatutarias. La STS, Sala 3.ª, de 3 de octubre de 1997 declaró ilegal la
referencia al derecho de huelga del personal estatutario, pero la Ley 29/1998, de 13 de
julio, reguladora de la Jurisdicción Contencioso-administrativa, dio nueva redacción a
este art. 3 de la LPL, y lo mismo ha hecho la Ley 50/1998, de 30 de diciembre, de
Medidas Fiscales, Administrativas y del Orden Social.

b) De las resoluciones dictadas por la Tesorería General de la Seguridad Social


en materia de gestión recaudatoria o, en su caso, por las Entidades gestoras en el
supuesto de cuotas de recaudación conjunta, así como de las relativas a las actas de
liquidación y de infracción.

Desde 1940 se atribuyó a los tribunales de trabajo competencia, y por el


procedimiento de apremio, para el cobro de las primas y cuotas atrasadas de la
Seguridad Social, pero esa atribución empezó a quebrar en el RD-ley 10/1981, de 19 de
junio, y ahora se atribuye a la Tesorería General y a las Entidades Gestoras, controlando
jurisdiccionalmente el orden contencioso-administrativo.

c) De las pretensiones que versen sobre la impugnación de las disposiciones


generales y actos de las Administraciones Públicas sujetos al derecho administrativo en
materia laboral, salvo los que expresan en el párrafo siguiente.

En dicho párrafo siguiente sí se atribuye al orden social, en todo caso y previa


reclamación administrativa previa, las pretensiones sobre:
47

1.º) Las resoluciones administrativas relativas a la imposición de cualesquiera


sanciones por todo tipo de infracciones de orden social, con las excepciones previstas en
la letra a) del apartado anterior.

2.º) Las resoluciones administrativas relativas a regulación de empleo y actuación


administrativa en materia de traslados colectivos.

Debe tenerse en cuenta que la Disposición Adicional 24.ª.2, de la Ley 50/1998, de


30 de diciembre, al dar nueva redacción a este art. 3 de la LPL, añade un párrafo 3 en el
que se dice: “En el plazo de nueve meses desde la entrada en vigor de esta Ley, el
Gobierno remitirá a las Cortes Generales un Proyecto de Ley para incorporar a la Ley de
Procedimiento Laboral las modalidades y especialidades procesales correspondientes a
los supuestos del anterior número 2. Dicha Ley determinará la fecha de entrada en vigor
de la atribución a la Jurisdicción del Orden Social de las materias comprendidas en el
número 2 de este artículo”.

LAS COMPETENCIAS OBJETIVA Y FUNCIONAL

Establecido ya qué asuntos son la competencia del orden social y constatado que
dentro de éste existen muchos órganos jurisdiccionales, se trata ahora de distribuir la
competencia genérica entre éstos. A ello atienden, en primer lugar, los criterios objetivo y
funcional.

A) Juzgados de lo Social

A estos órganos es a los únicos a los que se atribuye competencia objetiva con
base en una regla general, contenida en el art. 93 LOPJ y en el art. 6 LPL: conocerán de
todos los procesos atribuidos al orden social, con las excepciones que se enumeran en
los arts. 7 y 8 LPL. El criterio funcional atiende a que conocerán de la instancia (art. 6
LPL) y de la ejecución (art. 235.2 LPL).

B) Sala de lo Social de los Tribunales Superiores de Justicia

El art. 7 LPL determina su competencia haciendo referencia a dos grupos de


atribuciones:

1.ª) En única instancia conocerán de una serie de procesos sobre cuestiones


delimitadas por la extensión de sus efectos a un ámbito territorial superior al de la
circunscripción de un Juzgado y no superior al de la Comunidad Autónoma.

Esos procesos son:


48

1) Conflictos colectivos.

2) Impugnación de convenios colectivos.

3) Constitución, reconocimiento de la personalidad jurídica de los sindicatos,


impugnación de sus estatutos y su modificación.

4) Constitución, reconocimiento de la personalidad jurídica de las asociaciones


empresariales, impugnación de sus estatutos y su modificación.

5) Materias de régimen jurídico específico de los sindicatos, tanto legal como


estatutario, en lo relativo a su funcionamiento interno y a las relaciones con sus afiliados.

6) Tutela de los derechos de libertad sindical.

2.ª) De los recursos de suplicación contra las resoluciones dictadas por los
Juzgados de lo Social de su circunscripción. El art. 7, b) alude sólo a estos recursos, pero
si se atiende a los arts. 183, 4.ª y 187 se comprobará que se trata también de los
recursos de audiencia al rebelde y de queja.

C) Sala de lo Social de la Audiencia Nacional

El art. 8 LPL le atribuye competencia para conocer de los procesos que hemos
enumerado para los Tribunales Superiores de Justicia, pero ahora cuando extiendan sus
efectos a un ámbito territorial superior al de una Comunidad Autónoma, y siempre en
única instancia más ejecución. No conoce de recurso devolutivo alguno.

El art. 67 LOPJ se refiere únicamente a dos clases de procesos: impugnación de


convenios colectivos y conflictos colectivos. Con este presupuesto la atribución a esta
Sala de los procesos de los apartados l) y m) del art. 2 no ofrece problemas, pero el resto
es legalmente muy discutible porque, en principio, una ley orgánica, como es la LOPJ, no
puede ser modificada por una ley ordinaria, como era la LBPL de 1989 y es la LPL, tanto
la de 1990 como la de 1995.

D) Sala de lo Social del Tribunal Supremo

Según el art. 9 LPL su competencia se extiende sólo al conocimiento de recursos,


y de ellos:

1) Casación, bien entendido que en la LPL se regulan dos, el que cabe denominar
ordinario y el de unificación de doctrina.

2) Revisión, para el que el art. 234 LPL contiene una simple remisión a la LEC, y
que no es un verdadero recurso.
49

Aunque no en el art. 9 LPL, luego los arts. 183, 4.ª, y 187 le atribuyen también el
conocimiento de los recursos de audiencia al rebelde y de queja. No tiene competencia
para la ejecución.

LA COMPETENCIA TERRITORIAL

La entrada en juego de este criterio presupone la existencia de pluralidad de


órganos del mismo tipo, lo que en el orden social ocurre con los Juzgados y con las Salas
de los Tribunales Superiores de Justicia, por lo que la regulación de este criterio sólo a
ellos puede referirse.

A) Juzgados de lo Social

a) La regla básica es la del art. 10, 1.ª: Será Juzgado competente el del lugar de
prestación de los servicios o el del domicilio del demandado, a elección del demandante.
Se trata, pues, de dos fueros concurrentes y optativos; el actor tiene la posibilidad de
elegir discrecionalmente entre uno u otro.

Esa regla general se adecua luego a algunos supuestos:

1.ª) Si los servicios se prestaran en lugares de distintas circunscripciones


territoriales entran en juego varios fueros concurrentes: el del domicilio del trabajador, el
del contrato, si hallándose en él el demandado pudiera ser citado, y el del domicilio del
demandado, entre los que podrá elegir el trabajador.

2.º) Si son varios los demandados y se optó por el fuero del domicilio, el actor
podrá elegir el de cualquiera de los demandados.

3.º) En las demandas contra las Administraciones Públicas al actor puede elegir
entre: el lugar de prestación de los servicios o su propio domicilio.

b) Después de la regla general, el art. 10 se lanza a fijar ocho fueros especiales


que se refieren a procesos específicos.

Esos procesos específicos son los siguientes:

1.º) Seguridad Social: Será Juzgado competente aquél en cuya circunscripción se


hubiera producido la resolución, expresa o presunta, impugnada en el proceso, o el del
domicilio del demandante, a elección de éste (norma declarada constitucional por la STC
205/1993, de 17 de junio).
50

2.º) Mejoras de la acción protectora de la Seguridad Social y procesos entre


asociados y mutualidades y entre beneficiarios y fundaciones laborales: El Juzgado del
domicilio del demandado o el del demandante a elección de éste, salvo en los procesos
entre mutualidades de previsión en los que regirá el fuero de la demandada.

3.º) Salarios de tramitación frente al Estado: El Juzgado que dictó la sentencia de


despido.

4.º) Constitución y reconocimiento de la personalidad jurídica de los sindicatos y


de las asociaciones empresariales, impugnación de sus estatutos y su modificación: El de
la sede del sindicato o de la asociación empresarial.

5.º) Régimen jurídico de los sindicatos y responsabilidades de los sindicatos y de


las asociaciones empresariales: El del lugar en que se produzcan los efectos del acto o
actos que dieron lugar al proceso.

6.º) Tutela de la libertad sindical: El del lugar donde se produjo la lesión respecto
de la que se demanda la tutela.

7.º) Procesos electorales: El Juzgado del lugar en cuya circunscripción esté


situada la empresa o centro de trabajo, y si los centros están situados en municipios
distintos, en que ejerzan jurisdicción Juzgados diferentes, con unidad de comité de
empresa o de representación del personal al servicio de las Administraciones públicas, el
del lugar en que inicialmente se hubiera constituido la mesa electoral.

Este apartado se refiere sólo a los procesos regulados en los arts. 127 a 132 LPL,
por lo que cualesquiera otros procesos electorales quedan fuera de la regla especial, que
tampoco se refiere al proceso de los arts. 133 a 136 LPL, atendida la norma específica
del primero de ellos.

8.º) Impugnación de convenios colectivos y conflictos colectivos: El Juzgado de la


circunscripción a que se refiere el ámbito de aplicación del convenio impugnado o en que
se produzcan los efectos del conflicto, respectivamente.

El art. 10 no hace referencia a otro aspecto complementario para la determinación


del Juzgado competente: el reparto de negocios. Cuando en una circunscripción existe
más de un Juzgado se designarán por su número cardinal (uno, dos, tres; art. 27.2 LOPJ)
y en este caso es preciso distribuir el trabajo entre ellos. Esta distribución se hace por
medio de normas no procesales, sino administrativas, que propone la Junta de Jueces
del orden jurisdiccional y aprueba la Sala de Gobierno del Tribunal Superior de Justicia
51

correspondiente. También debe estarse a los arts. 68 a 70 LEC 1/2000 que han de
atenderse aplicables supletoriamente.

B) Salas de lo Social de los Tribunales Superiores de Justicia

Atribuida competencia para la única instancia en determinados procesos a estas


Salas, es preciso a continuación determinar la competencia territorial, que es lo que hace
el art. 11, distinguiendo dos casos:

a) Tribunal Superior con una única Sala de lo Social

No se establece un fuero general sino una serie de fueros especiales que se


refieren a los procesos de su competencia objetiva, repitiendo las reglas que antes
hemos dicho para los Juzgados.

b) Varias Salas en un Tribunal Superior

Los Tribunales Superiores de Andalucía (Granada, Sevilla, Málaga), Castilla-León


(Valladolid y Burgos) y Canarias (Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife) tienen varias
Salas por lo que es preciso atender a este supuesto y el art. 11 lo hace distinguiendo:

1.º) En principio la competencia territorial de cada Sala se determina por


aplicación de las reglas establecidas para el supuesto anterior, si bien con referencia a la
circunscripción de cada una de ellas.

2.º) Cuando los efectos de la cuestión litigiosa se extienden a las


circunscripciones de más de una Sala del mismo Tribunal, sin exceder del ámbito de la
Comunidad Autónoma, conocerá de la única instancia del proceso la Sala que
determinen las reglas de reparto que ha de aprobar la Sala de Gobierno correspondiente.

TRATAMIENTO PROCESAL DE LA COMPETENCIA

Cuando se plantea el tema del tratamiento procesal de la competencia de lo que


se trata es de quién y cómo puede cuestionar en el proceso si el órgano jurisdiccional al
que ha acudido el demandante es o no competente para conocer del asunto; en otras
palabras, de lo que se trata es de saber si la competencia puede ser cuestionada de
oficio por el juzgador o si se abandona a la alegación del demandado y, resuelto este
primer punto, cómo se realiza el cuestionamiento.
52

A este tema atiende el art. 5 LPL en el que debe partirse de la declaración general
contenida en su párrafo 1 para, inmediatamente, hacer frente a una grave duda.

A) Extensión del examen de oficio

Lo que el art. 5.1 dice es que el juzgador debe controlar de oficio su propia
competencia, pero no está claro el ámbito al que debe referirse ese examen:

1.º) No tiene dudas que el juzgador debe controlar de oficio su competencia


objetiva, a la que se refiere el artículo cuando habla de "por razón de la materia".

En realidad la "razón de la materia" comprende tres cosas: 1) La extensión de la


jurisdicción española (art. 25 LOPJ), 2) La competencia genérica (arts. 1, 2 y 3 LPL), y 3)
La competencia objetiva (arts. 6, 7 y 8 LPL).

2.º) Tampoco se duda de que el juzgador debe controlar de oficio su competencia


funcional, que debe entenderse comprendida en el art. 5.1 cuando habla de "la función", y
que se determina en los arts. 6 a 9 LPL.

3.º) Lo discutible es la competencia territorial, a la que no se refiere de modo


expreso el art. 5.1 despertando la duda de si debe ser o no controlada de oficio por el
órgano judicial. La base 2.ª.1 de la LBPL de 1989 decía: "La competencia de los órganos
jurisdiccionales del orden social es improrrogable. Los Juzgados y Tribunales examinarán
de oficio su propia competencia y resolverán sobre la misma con audiencia de las partes
y del Ministerio Fiscal", de modo que puede concluirse que la no alusión del art. 5.1 LPL a
la competencia territorial es un olvido.

En el art. 2, III de la LPL de 1980 se decía que las reglas de la competencia


territorial debían regir "cualesquiera que sean las estipulaciones contenidas en el contrato
de trabajo o relación de seguridad social", y esa norma era interpretada en el sentido de
que: 1) Las partes no podían establecer cláusulas de sumisión expresa, 2) Sí era
admisible la sumisión tácita, y 3) No existía control de oficio de la competencia territorial,
que quedaba a la alegación de las partes.

Si la base 2.ª.1 de la LBPL afirmó después que la competencia era improrrogable,


comprendiendo todos los criterios de atribución, y si en las LPL de 1990 y de 1995 ha
desaparecido la norma que antes hemos dicho que contenía el art. 2, III de la LPL de
1980, la única consecuencia posible es que la competencia territorial también ha de ser
controlada de oficio, aunque los redactores de la LPL de 1990 olvidaran incluirla en el art.
5.1, y aunque no pudiera ya incluirse en la LPL de 1995 (aunque existe algún
pronunciamiento jurisprudencial admitiendo las sumisiones expresa y tácita, y así STSJ
53

Andalucía, Granada, de 3 de julio de 1996, y otros negándola como STSJ Cataluña de 8


de febrero de 1996). No ha faltado algún caso en el que e ha estimado que la
competencia territorial no puede cuestionarse de oficio (STSJ Asturias de 21 de julio de
1995).

B) Momentos del examen de oficio

Según el art. 5.1 y 2 los momentos posibles son dos:

1.º) El de la admisión o inadmisión de la demanda, después de su presentación y,


en su caso, reparto, dictándose auto de inadmisión por declaración de incompetencia.

2.º) El de la sentencia, después de realizado el proceso, dictándose una sentencia


sin entrar en el fondo del asunto y declarándose incompetente, lo que puede ser
consecuencia de: 1) La estimación por el juzgador de la excepción de incompetencia o de
la declinatoria alegadas por el demandado, y 2) La reconsideración de oficio por el
juzgador de la competencia.

C) Audiencia de las partes y del Ministerio Fiscal

El art. 5.3 ordena que la declaración de oficio de la incompetencia se haga previa


audiencia de las partes y del Ministerio Fiscal en un plazo común de tres días.

En realidad debe distinguirse:

1.º) Si el órgano jurisdiccional se cuestiona de oficio su competencia en el


momento de la admisión o inadmisión de la demanda, deberá oír necesariamente a las
dos partes y al Fiscal, a los que debe conceder el plazo de tres días para que aleguen por
escrito. Esta audiencia a las dos partes es un claro error de la norma, pues a quien debe
oírse es a las partes personadas, que en ese momento inicial debe ser sólo el
demandante; el demandado opondrá la falta de competencia por la declinatoria, que en lo
laboral se considera una excepción procesal que debe resolverse en la sentencia.

2.º) Si el cuestionamiento de la competencia se produce en el momento de dictar


sentencia, ello puede deberse:

1') A que el demandado ha alegado en el juicio la incompetencia, y entonces el


tema ha sido debatido por las partes en el mismo juicio oral, caso en el que no creemos
que deba darse audiencia al Fiscal.

2') A que el juzgador se cuestione de oficio su competencia, sin alegación del


demandado, y entonces será necesario suspender el plazo para dictar sentencia y
conceder a las partes y al Fiscal tres días para alegar por escrito.
54

CONFLICTOS Y CUESTIONES DE COMPETENCIA

La atribución a la Administración de algunas cuestiones que están muy próximas a


las competencias de la Jurisdicción, la existencia de tribunales ordinarios y especiales
constitucionales, la variedad de órdenes jurisdiccionales dentro de los tribunales
ordinarios y la multitud de órganos jurisdiccionales dentro del orden social, son la base de
la posibilidad de que se originen entre todos ellos una serie muy compleja de conflictos
que pueden sistematizarse así, con referencia sólo a aquéllos en los que pueden
intervenir los tribunales de trabajo:

A) Conflictos de jurisdicción

Con esta expresión, en lo que ahora nos importa, se refiere la LOPJ de 1985 a los
conflictos que pueden surgir entre:

1.º) Los juzgados y tribunales del orden social y la Administración, que son
resueltos por el llamado Tribunal de Conflictos de Jurisdicción, con la composición a que
se refiere el art. 38 LOPJ y por el procedimiento de los arts. 1 a 21 de la LO 2/1987, de 18
de mayo, de Conflictos Jurisdiccionales.

2.º) Los juzgados y tribunales del orden social y los tribunales militares, que se
resuelven por la Sala de Conflictos de Jurisdicción, con la composición que dice el art. 39
LOPJ y por el procedimiento de los arts. 22 a 29 LOCJ.

B) Conflictos de competencia

Son los que pueden plantearse entre órganos jurisdiccionales de distintos órdenes
jurisdiccionales integrados en el poder judicial, es decir y en lo que ahora nos importa,
entre los juzgados y tribunales del orden social y los de otro orden jurisdiccional.
Respecto de los mismos el art. 12 LPL contiene una simple remisión a los arts. 42 a 50
LOPJ; se resuelven por una sala especial del Tribunal Supremo.

C) Cuestiones de competencia

Son las que pueden producirse entre órganos del orden social de la jurisdicción, y
a ellas se refieren los arts. 13 y 14 LPL con remisión a los arts. 51 y 52 LOPJ y a los arts.
63 y ss. LEC 1/2000. Para la comprensión de estas cuestiones debe partirse de que:

1.º) Entre juzgados y tribunales subordinados entre sí no pueden suscitarse


cuestiones de competencia, sino que el superior fijará en todo caso la competencia (arts.
55

13.1 LPL y 52 LOPJ); existe subordinación cuando contra la resolución de un órgano


cabe recurso ante otro.

2.º) Cuando la cuestión de competencia puede plantearse la resuelve "el


inmediato superior común" (arts. 13.2 LPL y 51.1 LOPJ), cuya determinación es muy
sencilla pues todo se reduce a buscar en la pirámide de la organización jurisdiccional
social el tribunal que es superior a la vez de los dos órganos que cuestionan la
competencia (la Sala de lo Social de la Audiencia Nacional no es nunca ese superior
común, al no tener competencia para conocer de recurso alguno).

Al fijar la competencia de la Sala de lo Social de los Tribunales Superiores de


Justicia el art. 7 LPL se refiere a conocer de las cuestiones de competencia que se
susciten entre los Juzgados de lo Social de su circunscripción. El art. 8 no contiene
semejante previsión para la Sala de lo Social de la Audiencia Nacional. El art. 9 sí se
refiere a que la Sala de lo Social del Tribunal Supremo conocerá de las cuestiones de
competencia suscitadas entre órganos del orden social que no tengan otro superior
jerárquico común.

3.º) El contenido del art. 14 LPL en lo relativo a su apartado b) que alude a la


inhibitoria debe cuestionarse en su vigencia y aplicación, atendido que la inhibitoria ha
desaparecido de la LEC 1/2000. Esta regula ahora sólo la declinatoria (arts. 63 a 65) y
debe estimarse que ésta es el único medio que las partes tienen para cuestionar la
jurisdicción y la competencia de los tribunales laborales, si bien para la concreta
regulación de aquélla debe estarse a lo dispuesto en el apartado a) del art. 14 de la LPL.

1') La declinatoria supone que una persona formula una demanda ante un órgano
jurisdiccional y que el demandado estima que ese órgano es incompetente por razones
objetivas o territoriales, por lo que pide a ese órgano que decline su competencia en favor
de aquel órgano que el demandado alega como competente. En este caso no hay
verdadera cuestión de competencia pues no existen dos tribunales enfrentados, sino que
se trata sin más de un tema a decidir por el órgano ante el que se ha suscitado. Lo que el
art. 14, a) LPL dice es que la declinatoria se propondrá como excepción perentoria y será
resuelta de modo previo en la sentencia, sin suspender el curso de las actuaciones.

El art. 14, a) LPL está plagado de errores. La declinatoria no es una cuestión de


competencia; la declinatoria no es una excepción; en los juicios orales no hay
excepciones ni perentorias ni dilatorias; si en la sentencia se estima la declinatoria el
demandado no es que pueda deducir su demanda ante el órgano competente, sino que lo
56

correcto es que el juzgador que estima la declinatoria remita las actuaciones a aquél que
considera competente; la suspensión del plazo de caducidad es inútil atendido lo anterior.

2”) La declinatoria hemos visto que se plantea ante el mismo órgano que está
conociendo del asunto, pero el art. 63.2 LEC permite que se presente ante el Juzgado del
domicilio del demandado, que la hará llegar por el medio de comunicación más rápido
posible al Juzgado ante el que se hubiere presentado la demanda, sin perjuicio de
remitírsela por oficio al día siguiente de su presentación.

Por este camino indirecto resulta que en el proceso laboral puede existir una
declinatoria, formulada en el juicio oral y sobre la que se resuelve en la sentencia, y otra
declinatoria, formulada por escrito (dentro de los cinco primeros días posteriores a la
citación para el juicio oral) que deberá tramitarse y resolverse según lo dispuesto en los
arts. 64 y 65 de la LEC.
En cualquier caso ha de estimarse desaparecida la inhibitoria por haber quedado
sin previsión en la LEC 1/2000 y, consiguientemente, al haber quedado sin contenido la
remisión que hace el art. 14 LPL a lo dispuesto en aquélla (a partir de la entrada en vigor
de la LEC el 8 de enero de 2000).
57

LECCION 3.ª
Proceso y procedimiento

LOS CONCEPTOS DE PROCESO Y DE PROCEDIMIENTO

El de proceso ha venido siendo el concepto fundamental del llamado derecho


procesal hasta el extremo de que éste suele definirse como el derecho objetivo que
regula el proceso. Ese concepto central suele así estudiarse desde tres puntos de vista
que se hacen coincidir con otras tantas preguntas: qué es, cómo es y para qué sirve o,
dicho de otro modo, naturaleza, estructura y función del proceso. Ahora bien, cuando se
parte de que el concepto fundamental de esta rama de la ciencia jurídica es el de
jurisdicción (como estamos haciendo en estas páginas) los problemas sobre el proceso
se simplifican pues la cuestión de la función o finalidad debe referirse a la jurisdicción
(ente principal) y no al proceso (ente subordinado).

Atendiendo en primer lugar a la naturaleza o a qué es el proceso la respuesta es


simple: el proceso es un instrumento necesario. Si los órganos dotados de jurisdicción
han de cumplir la función de actuar el derecho objetivo en el caso concreto, que es la
señalada constitucionalmente, y si no pueden hacerlo de modo instantáneo, necesitan
realizar una serie de actividades, sucesivas en el tiempo, cada una de las cuales en
consecuencia de la anterior y presupuesto de la siguiente, a cuyo conjunto llamamos
proceso. Este, por tanto, es el medio jurídico, el instrumento, con el que los órganos
jurisdiccionales cumplen la función asignada por la Constitución.

La interdependencia entre jurisdicción y proceso es tal que cabe afirmar que fuera
del proceso no se ejerce jurisdicción o, dicho de otra manera, que la potestad
jurisdiccional sólo se ejerce por medio del proceso. La garantía de justicia que se
contiene en la Constitución la realizan los órganos jurisdiccionales, pero precisa y
exclusivamente por el instrumento que es el proceso.

Junto a la palabra proceso suele usarse la de procedimiento y no siempre se


marcan debidamente las diferencias. Proceso y procedimiento tienen una misma raíz
etimológica, procedere, pero las diferencias atienden a que:

a) El procedimiento no es exclusivo del ámbito jurisdiccional, sino que es aplicable


—refiriéndonos sólo a su contenido jurídico— a todas las funciones del Estado, y así se
58

habla de procedimiento legislativo y, sobre todo, de procedimiento administrativo; el


proceso es exclusivo de los órganos jurisdiccionales del Estado.

b) Procedimiento hace referencia a forma, y en lo judicial a forma de la actividad


jurisdiccional, de modo que en él resalta la apariencia externa de esa actividad, mientras
que en el proceso es necesario tomar en consideración la estructura y los nexos que
median entre los actos, los sujetos que los realizan, la finalidad a que tienden, los
principios a que responden, las condiciones de quienes los producen, las cargas que
imponen y los derechos que otorgan.

Partiendo de estas diferencias pueden sentarse las siguientes conclusiones:

1.ª) La función jurisdiccional se ejerce por los juzgados y tribunales únicamente


por medio del proceso.

2.ª) Jurisdicción y proceso son realidades interdependientes; sin proceso no hay


ejercicio de la función jurisdiccional.

3.ª) Todo proceso se desarrolla formalmente a través de un procedimiento.

4.ª) Un solo procedimiento puede ser la forma externa de dos o más procesos, lo
que explica los fenómenos de acumulación (vid. lección 7.ª).

LAS CLASES DE PROCESO

Si la función de la jurisdicción consiste en la actuación del derecho objetivo en el


caso concreto, ello puede hacerse de varias maneras. Un primer indicio de esa variedad
la encontramos en el art. 117.3 CE cuando se refiere al ejercicio de la potestad
jurisdiccional "juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado", pero esta fórmula, que es la
tradicional, olvida que aún existe otra manera que es la de asegurando. En el art. 5 LEC
1/2000 sí se alude a declaración, ejecución y adopción de medidas cautelares. Aparecen
así las tres clases de procesos:

A) De declaración

El juzgar de los juzgados y tribunales se concreta en el decir el derecho en el caso


concreto, que puede hacerse de tres modos distintos que se corresponden con la clase
de pretensión interpuesta.

a) Pretensiones declarativas puras


59

Cuando la petición de la pretensión que interpone la parte se satisface con la


mera declaración de la existencia (positiva) o inexistencia (negativa) de una relación
jurídica, la sentencia agota su fuerza con la declaración sin más, no necesitándose de
ejecución posterior. En estos casos no bastará con que el demandante sea el titular del
derecho subjetivo alegado, sino que precisará acreditar además un interés jurídico en la
declaración del órgano jurisdiccional (vid. lección 8.ª).

En el art. 5 LEC se encuentra ahora el primer reconocimiento legal de la


existencia de las pretensiones declarativas puras, si bien de modo parcial pues se refiere
sólo a la positivas, no a las negativas. Se habla de declaración de existencia de derechos
y situaciones jurídicas, pero no de la declaración de inexistencia, si bien su posibilidad
difícilmente podrá negarse.

b) Pretensiones constitutivas

La petición de la pretensión se dirige a obtener la creación, modificación o


extinción de una relación jurídica, es decir, a lograr un cambio respecto de la situación
existente. Si en el caso anterior se pide al juzgador que declare un efecto jurídico que ya
se ha producido, aquí lo que se pide es que el juzgador realice un cambio por medio de la
sentencia, cambio al que tiene derecho la parte.

De las diferencias entre una y otra pretensión tenemos un ejemplo muy claro con
la pretensión de despido disciplinario y la de extinción del contrato de trabajo por voluntad
del trabajador con derecho a indemnización. El despido produce la extinción del contrato
de trabajo por decisión del empresario y en el juicio por despido lo que pedirá el
trabajador es que se declare que ese despido fue nulo o improcedente. Por el contrario el
trabajador, si quiere que se extinga su relación de trabajo con derecho a indemnización,
tendrá que formular al juzgador una pretensión para que sea éste el que produzca el
cambio y la extinción se producirá con la sentencia. En los dos casos a la pretensión
declarativa y constitutiva irá unida otra pretensión de condena, pero esto es algo
complementario.

c) Pretensiones de condena

Lo que se pide al órgano jurisdiccional es una declaración de la que arranque el


derecho a obtener una prestación del demandado; la pretensión no se satisface con la
mera declaración, sino que será precisa una actividad posterior que haga coincidir el ser
con el deber ser. Por eso las sentencias de condena, además de declarar
irrevocablemente el derecho en el caso concreto, son título ejecutivo.
60

Importa resaltar que estas tres pretensiones no dan lugar a tres procesos
distintos, sino que existe sólo el proceso de declaración, a través del que pueden ser
interpuestas, conocidas y decididas cualquiera de las tres pretensiones, o incluso varias
de ellas conjuntamente si se produce el fenómeno de la acumulación (vid. lección 7.ª).

B) De ejecución

El hacer ejecutar lo juzgado se resuelve en la realización por el órgano


jurisdiccional de una conducta física productora de un cambio real en el mundo exterior
para acomodarlo a una sentencia de condena. Si la sentencia dictada en el proceso
declarativo es de condena, la misma por sí sola no satisface al demandante; la
satisfacción se alcanzará cuando se realice la prestación declarada en la sentencia, lo
que exige la realización de una actividad posterior. Esa actividad puede ser:

1.ª) Cumplimiento: El condenado realiza voluntariamente la prestación; esta


actividad no tiene carácter jurisdiccional y, por tanto, no da lugar a un proceso.

2.ª) Ejecución forzosa: Si el condenado no realiza voluntariamente la prestación


aparece el proceso de ejecución, por medio del que el órgano jurisdiccional, a petición de
parte, acomodará la realidad a lo dispuesto en la sentencia.

Junto a este caso en el que el proceso de ejecución sigue al de declaración, el


ordenamiento concede a determinados títulos, creados sin ejercicio de la potestad
jurisdiccional, la posibilidad de acceder directamente al proceso de ejecución (arts. 68 y
84.4 LPL).

C) Cautelar

La satisfacción de la pretensión interpuesta ante el órgano jurisdiccional puede no


alcanzarse de modo completo en los procesos de declaración y de ejecución. Estos
procesos, por su propia naturaleza, precisan un período de tiempo que puede convertir
en inútil la actividad jurisdiccional. Para suplir esa deficiencia aparece el proceso cautelar
o de aseguramiento cuya finalidad es garantizar la eficacia de los resultados de los otros
procesos.
61

LOS PRINCIPIOS DEL PROCESO DE DECLARACION

Establecido qué es el proceso y sus clases, el paso siguiente debe atender a su


estructura (a cómo es el proceso) y esta cuestión debe afrontarse desde la consideración
de los principios tanto del proceso como del procedimiento. Para explicar esos principios
con claridad nos ceñiremos aquí a los atinentes al proceso de declaración (para los del
proceso de ejecución, vid. lección 15.ª).

A) El proceso laboral y la oportunidad

Centrándonos, pues, en el proceso de declaración, de entrada aparecen dos


principios contrapuestos entre sí que pueden conformar el instrumento de la jurisdicción.
Esos principios son:

a) Necesidad

Este principio supone que el interés de la colectividad es preponderante en la


misma existencia del proceso y en su conformación, y por ello es por lo que es el
determinante del proceso penal, en el sentido de que:

1.º) La pena sólo puede ser impuesta por los tribunales y precisamente a través
del proceso. No existe aplicación del derecho penal ni por órganos distintos de los
tribunales ni fuera del proceso; más aún, no cabe que el derecho penal se cumpla
voluntariamente.

2.º) En todos los casos en que exista un hecho aparentemente constitutivo de


delito se ha de poner en marcha el instrumento procesal, exista o no persona privada que
inste al órgano jurisdiccional.

El interés público, el de la comunidad, exige el proceso no ya sólo para proteger


los derechos del individuo (lo que es trascendental), sino también porque en la protección
de éste está la defensa de la sociedad misma.

b) Oportunidad

Frente a la necesidad, la oportunidad significa que es el interés del individuo el


que predomina y por ello este otro principio sirve para conformar el proceso civil:

1.º) Ante la perturbación del interés privado, el proceso no es el único sistema


para su restauración, pues existen otros medios aparte del jurisdiccional. El derecho
62

privado no se aplica sólo por los órganos jurisdiccionales, sino primero y principalmente
por los propios particulares.

2.º) La iniciación del proceso queda a la voluntad de las partes, de modo que son
éstas quienes deben decidir si es oportuno o no para la mejor defensa de sus intereses el
acudir a los órganos jurisdiccionales instando el proceso. Este no se inicia de oficio por el
órgano jurisdiccional y ni siquiera debe poder iniciarlo alguien distinto de quienes afirmen
ser titulares del derecho subjetivo.

El principio de oportunidad parte del reconocimiento de la autonomía de la


voluntad y de los derechos privados subjetivos, es decir, de la libertad de las personas, e
informa plenamente al proceso laboral, el cual no es desde luego un proceso necesario
en ninguno de los sentidos antes dichos, sino un proceso oportuno, por lo menos
mientras la libertad sea el elemento determinante del ejercicio jurisdiccional de los
derechos subjetivos laborales.

B) Las consecuencias de la oportunidad

La LPL de 1995 dedica su art. 74 a los que denomina "principios del proceso",
pero es el caso que en él no hay referencia alguna a los mismos, sino a los principios del
procedimiento, como veremos después. Es muy sintomático que aun pretendiendo el
legislador establecer principios del proceso laboral, no haya podido encontrar ninguno
que lo individualice frente al proceso común regido por la oportunidad, que es el civil.
Esto no es más que una consecuencia inherente a la naturaleza de las cosas. Es cierto
que, en ocasiones se ha pretendido configurar al proceso laboral como un tertius genus,
distinto del proceso civil y respondiendo a principios propios, pero cuando se ha
pretendido encontrar esos principios no ha sido posible.

Se deriva de lo anterior que los principios consecuencia de la oportunidad son


plenamente aplicables al proceso laboral.

a) Dispositivo

El fundamento de este principio es la naturaleza privada del derecho subjetivo


material deducido en el proceso. Esta naturaleza lleva a que:

1.º) La actividad jurisdiccional sólo puede iniciarse ante petición de parte; el


particular debe ser libre para medir el interés que le mueva a luchar por su derecho o a
dejarlo insatisfecho. El proceso principio siempre por demanda.
63

Por mucho que se establezca la indisponibilidad de los derechos del trabajador en


el art. 3.5 ET, ello no puede suponer que exista deber alguno de exigir
jurisdiccionalmente su realización. El trabajador podrá demandar o no, según lo estime
más conveniente.

2.º) La determinación del objeto del proceso es facultad exclusiva de las partes
(art. 216 LEC).

3.º) Los órganos jurisdiccionales han de ser congruentes con el objeto del proceso
fijado por las partes, sin que puedan pronunciarse sobre lo no pedido por éstas (art. 218
LEC).

4.º) Las partes pueden poner fin al proceso iniciado por ellas cuando así lo
estimen conveniente, sin que quepa obligarles a continuar un proceso que ellas han
iniciado (arts. 19 a 22 LEC).

En el proceso civil existe alguna matización a este principio, en los casos en que
aparece un interés público, y lo mismo ocurre en el proceso laboral. Las matizaciones
laborales se refieren a la existencia de los incorrectamente llamados "procedimientos de
oficio" (arts. 146 a 150 y 156 LPL), de la impugnación de convenios colectivos (art. 161.1)
y a la impugnación de los estatutos de los sindicatos y su modificación (art. 171.1); en los
dos primeros casos la iniciación del proceso incumbe a la autoridad laboral administrativa
(no al órgano judicial) y en el tercero al Ministerio Fiscal, y en los tres se trata de la
entrada en juego de intereses públicos, que no siempre tienen justificación.

b) Aportación de parte

Supone que las facultades materiales de dirección del proceso corresponden


principalmente a las partes, lo que se traduce en que:

1.º) Aportación de los hechos: Son las partes las que han de aportar los hechos al
proceso, no teniendo el juzgador esta facultad (art. 216 LEC).

2.º) Determinación de los hechos controvertidos: Las partes tienen la facultad de


admitir como existentes los hechos aportados por la contraria, con lo que los mismos
quedan fijados, no necesitando ser probados, e imponiéndose al juzgador (art. 281.3
LEC).

3.º) Prueba de los hechos: Sobre las partes recae la carga de probar los hechos
controvertidos, en un doble sentido:
64

1') De ellas ha de salir la iniciativa para pedir el recibimiento a prueba y para


proponer los medios de prueba a practicar.

El art. 93.2 se refiere a la facultad del juzgador de requerir de oficio la intervención


de un médico forense y el art. 95 a oír el dictamen de personas expertas, pero se trata de
facultades accesorias que, además, no tiene realidad en la práctica. La facultad más
importante es la de las diligencias para mejor proveer (art. 88).

2') La parte que alegó los hechos y no los probó sufrirá las consecuencias de ello
en la sentencia, dado que el juzgador no podrá tener en cuenta los hechos no probados
(art. 217 LEC).

Se ha pretendido que existe una matización en el proceso laboral derivada de


que, normalmente, los hechos a probar han de serlo por el empresario, pero ello es
incorrecto en general; cuando existe una inversión de quién debe probar lo es como
consecuencia del criterio de la normalidad y facilidad probatoria, que es totalmente
aplicable en el proceso civil.

c) Dirección formal del proceso

Atiende a quién asumirá en el proceso las facultades de controlar la regularidad


formal o técnica de los actos procesales y de impulsar el proceso para que éste se
desarrolle pasando de una fase a otra del mismo; es decir, se refiere, no al contenido del
proceso, sino al proceso en sí mismo considerado.

1.º) Control de la admisibilidad de la pretensión: La distinción entre presupuestos


e impedimentos procesales es aplicable en el proceso laboral, y en la LPL no existe
norma expresa sobre su control por lo que es aplicable supletoriamente el sistema de la
LEC 1/2000.

Los presupuestos procesales son las circunstancias que deben concurrir en el


proceso, sin las cuales no es posible que pueda resolverse el fondo del mismo, y han de
ser controladas de oficio por el juzgador. Cuando esas circunstancias han de ser
alegadas por la parte contraria estamos ante impedimentos procesales. Sobre el juego de
unos y otros la LEC inclina por el control de oficio, con lo que en los procesos civil y
laboral el sistema es el mismo y tiende al control de oficio, a la existencia de verdaderos
presupuestos.

2.º) Impulso oficial: El órgano judicial ha de ir dictando de oficio las resoluciones


necesarias para que el proceso avance y vaya pasando de una fase a otra. Este impulso
65

se estableció de modo general de los arts. 237 y 288 LOPJ, que ha unificado todos los
procesos y que lo ha confiado al secretario; su consecuencia es el art. 52.1 LPL.

d) Valoración de la prueba

Teóricamente caben dos sistemas de apreciación o valoración de la prueba:

1.º) Prueba legal: La valoración viene establecida en la ley y se impone al


juzgador, independientemente del convencimiento a que éste pueda llegar.

2.º) Prueba libre: La valoración corresponde al juzgador, al que la ley deja en


libertad para formar su convicción y sólo con base en ella deberá determinar cuáles son
los hechos probados.

En la LPL no existe referencia alguna a la valoración de la prueba, por lo que debe


estarse a lo que dispone la LEC 1/2000 y en ella se realiza una mezcla de la prueba legal
(interrogatorio de las partes y documentos) y de la libre (testigos, peritos y reconocimiento
judicial), dando lugar a un sistema mixto que es aplicable en el proceso laboral.

A pesar de todo lo anterior, que es innegable, se sigue insistiendo por algunos


laboralistas en que "el fin del proceso laboral es la búsqueda de la verdad material". No
es del caso ahora discutir en torno a la existencia de clases de verdad, pero sí debe
ponerse de manifiesto que en el proceso laboral, atendidos los principios que lo informan,
no pueden pretenderse alcanzar una verdad distinta de la que se aspira a lograr en el
proceso civil.

LOS PRINCIPIOS DEL PROCEDIMIENTO

El procedimiento, como hemos dicho, es forma, y respecto de la misma cabe


distinguir dos sistemas: escritura y oralidad. Para el proceso laboral se eligió la forma
oral, y el art. 74 de la LPL no hace más que insistir en la misma opción.

Resulta así que cuando el art. 74 se refiere a los "principios del proceso" está
enunciando en realidad los principios del procedimiento, con lo que el error es evidente;
pero es que además presenta como principios distintos los de inmediación, oralidad y
concentración, cuando se trata de manifestaciones de un único principio: el de oralidad,
pues la inmediación y la concentración no son más que consecuencias ineludibles de
aquél. El término oralidad, referido al procedimiento, tiene un significado que desborda el
puramente etimológico, pretendiéndose con él sintetizar un conjunto de caracteres del
procedimiento, un sistema completo. Así la oralidad significa:
66

A) Forma oral de los actos procesales

En primer lugar supone que en los actos procesales predomina lo hablado sobre
lo escrito como medio de expresión y comunicación entre los diversos sujetos que
intervienen en el proceso. Estamos hablando de predominio, no de exclusividad, pues
hoy un proceso con forma totalmente oral no podría (ni debería) regularse. Curiosamente,
con todo, este elemento es el que menos sirve para caracterizar un procedimiento de
oral, pues la referencia a ese predominio es poco individualizadora.

Si hubiera que destacar algo que normalmente caracteriza al procedimiento oral


diríamos que esta clase de procedimiento suele acabar con una audiencia oral en la que
el juzgador se pone en relación directa con las pruebas personales (testigos, peritos) y
con las partes, sin perjuicio de que esa audiencia haya sido preparada por una serie de
escritos, en los cuales incluso puede haberse interpuesto la pretensión.

El procedimiento laboral es el más oral de los españoles en la instancia, en la que


la demanda es escrita (art. 80.1), pero a partir de ella es oral la contestación de la
demanda (art. 85.2), el juicio e incluso puede serlo la sentencia (art. 50), la cual se ha de
basar en lo visto y oído en la audiencia. Por el contrario, los recursos se han regulado de
modo escrito.

B) Inmediación

La oralidad implica, en segundo lugar, la inmediación, es decir, la exigencia de


que el juzgador se haya puesto en contacto directo con las demás personas que
intervienen en el proceso sin que exista entre ellos elemento alguno interpuesto. Esta
exigencia es particularmente importante con relación a las pruebas, hasta el extremo de
que normalmente se ha venido concibiendo la inmediación solamente como la exigencia
de que el juzgador que ha de pronunciar la sentencia haya asistido a la práctica de las
pruebas.

Uno de los efectos más importantes de la inmediación es la imposibilidad de que


se produzcan cambios en la persona del juzgador durante la tramitación de la causa, y en
especial a la hora de la sentencia. Por ello el art. 98.1 no permite ese cambio, de modo
que si por causa justificada el magistrado que presidió el juicio no pudiese dictar
sentencia, el juicio deberá celebrarse de nuevo.
67

C) Concentración

Decir oralidad es decir concentración y ésta atiende a dos aspectos


complementarios:

1.º) Con relación a la actividad procedimental, la concentración aspira a que la


mayor parte de los actos se realicen en una sola audiencia. La unidad de acto ha sido
una de las aspiraciones en el proceso laboral y hoy se consagra en los arts. 85 a 87 LPL.

2.º) Con relación al contenido del proceso, la concentración significa que todas las
cuestiones previas, incidentales y prejudiciales se discutirán en el mismo y se resolverán
en la sentencia, sin dar lugar a procedimientos independientes. El procedimiento laboral
es concentrado como se desprende de los arts. 4 y 86 LPL (vid. lección 8.ª).

D) Publicidad

El art. 74 no se refiere a la publicidad, que es otra consecuencia de la oralidad, y


no lo hace posiblemente porque, al disponer el art. 232 LOPJ que "las actuaciones
judiciales serán públicas", se entendió que no era necesario repetir esa declaración en la
LPL. Con todo, conviene tener presente que un procedimiento escrito, a pesar de lo que
se diga legalmente, conduce de hecho al secreto porque el público no puede tomar
conocimiento directo de lo que en él ocurre, mientras que un procedimiento oral sí
permite que el público tenga ese conocimiento directo.

El art. 74.1 se refiere, además, calificándola de principio, a la celeridad, pero ésta


será en todo caso la consecuencia de los principios del procedimiento o, si se prefiere, el
objetivo perseguido con ellos. En efecto, la celeridad sólo podrá conseguirse si el
procedimiento se regula en la LPL de modo que aquélla se haga posible, y siempre que
los órganos jurisdiccionales tengan un volumen de trabajo adecuado.

LOS DEBERES PROCESALES

Si el Título VI del Libro I de la LPL se refiere en su rúbrica a "De los principios del
proceso y de los deberes procesales" y el art. 74 se dedica claramente a los principios,
habrá que entender que el art. 75 regula los deberes procesales, atendiendo a:
68

A) El órgano jurisdiccional

El deber general de estos órganos de prestar la tutela judicial efectiva, en los


términos del art. 24.1 CE, no es objeto de regulación en el art. 75 LPL; éste atiende a
deberes más concretos:

1.º) El rechazo de oficio de peticiones, incidentes y excepciones formuladas con


finalidad dilatoria o que entrañen abuso de derecho: Se está aquí asumiendo lo que
dispone el art. 11.2 LOPJ al decir que los juzgados y tribunales rechazarán fundadamente
las peticiones, incidentes y excepciones que se formulen con manifiesto abuso de
derecho o entrañen fraude de ley o procesal.

La norma tiene, por un lado, una gran virtualidad expansiva por cuanto deja en
manos del arbitrio judicial nada menos que rechazar sin más, pero fundadamente,
peticiones, incidentes y excepciones, pero, por otro, supone un enorme riesgo que puede
poner en peligro la misma tutela judicial. De ahí que no puede llegarse a entender en el
sentido de que autorice al órgano jurisdiccional a:

1') Rechazar sin más la demanda, tanto por causas procesales no expresamente
previstas en la ley como por razones de estimarla infundada materialmente.

2') Inadmitir los recursos, salvo por las causas expresamente previstas en la ley y
con su procedimiento.

2.º) La corrección de los actos que, al amparo del texto de una norma, persigan un
resultado contrario al previsto en la Constitución y en las leyes para el equilibrio procesal,
la tutela judicial y la efectividad de las resoluciones.

Se produce aquí un batiburrillo de medios y fines que atenta a la claridad, si bien


habrá de tratarse de:

1') Corregir los actos, no las personas: No se trata de conceder una facultad
general de imponer sanciones a las personas, sino de corregir los actos, es decir, de
impedir o de reconducir los actos que pretenden realizarse en fraude de ley.

2') Evitar el fraude procesal: Se trata de impedir que por medio de un acto que
tenga cobertura legal se logre un fin contrario a la igualdad de las partes, a la tutela
judicial o a la efectividad de las resoluciones.
69

B) Las partes

En el proceso los actos que realizan las partes no se conciben como obligatorios
sino como potestativos, vinculando a su realización o no consecuencias beneficiosas o
perjudiciales a las que se denomina cargas. La carga es un imperativo del interés propio,
frente al deber que es un imperativo del interés ajeno. En el proceso las cargas suelen
sustituir a los deberes y lo hacen con ventaja, por suponer un mayor incentivo para que
las partes realicen los actos procesales.

Veámoslo con un ejemplo. La ley no dice que las partes están obligadas a
concurrir al acto del juicio oral, imponiéndoles un deber jurídico, sino que se limita a decir
que si las partes quieren defender sus derechos lo mejor para ellas es comparecer, pues
de lo contrario sufrirán un perjuicio, que para el demandante consistirá en que se le
tendrá por desistido de la demanda y para el demandado en que el juicio seguirá en su
ausencia (art. 83.2 y 3).

Sin embargo se ha empezado a hablar de deberes de las partes y en este sentido


el art. 11.1 LOPJ se refiere a la buena fe, la base 10.ª.3 de la LBPL de 1989 a la
"veracidad y probidad" y en el art. 75.1 LPL hay que entender que las partes tienen el
deber de no actuar con finalidad dilatoria o con ejercicio abusivo del derecho o en fraude
de ley. En general cabría distinguir:

1.º) El deber de las partes de actuar de algún modo positivo (buena fe, probidad,
veracidad): En algunos casos se trata de comportamientos cuyo incumplimiento comporta
una sanción específica (arts. 97.3, 91.2, 94.2), pero normalmente no se trata de que la
otra parte pueda exigir una actitud determinada, ni de que el juzgador pueda hacerlo, sino
que en realidad se está acudiendo al sistema de las cargas.

2.º) El deber de las partes de no actuar de determinada manera (no ejercer


abusivamente su derecho, no actuar en fraude de ley, no actuar con finalidad dilatoria):
No existe aquí un mecanismo específico de exigencia de cumplimiento de estos deberes,
ni en manos del juez ni en las de la otra parte.

En los últimos tiempos, y manifestación de ello es la LPL, se está hablando de


deberes de las partes relativos a la buena fe, a la veracidad, a la probidad, los cuales
pueden tener una profunda carga teórica y, aun ideológica, pero que tienen pocas
posibilidades de llegar a tener consecuencias prácticas. En el fondo de trata de no querer
reconocer que el proceso es una lucha ritualizada en la que carece de sentido pedir a los
contendientes que luchen como caballeros medievales. El proceso se inicia para ganarlo.
70

En ese mismo orden de cosas el art. 247 LEC ha recogido también que los intervinientes
en todo tipo de procesos han de ajustarse en sus actuaciones a las reglas de la buena fe,
e incluso sanciona este deber.

C) Los terceros

El párrafo 2 del art. 75 LPL tiene sus antecedentes en el art. 118 CE, con su
referencia a prestar la colaboración requerida por los jueces y tribunales en el curso del
proceso y en la ejecución de lo resuelto, y en el art. 17.1 LOPJ. En algún caso la propia
ley establece la sanción correspondiente al incumplimiento (arts. 57.3 y 239.3 LPL), pero
en otros deberá estarse a la sanción penal general, sin perjuicio de delitos específicos de
testigos y peritos. Salvados estos casos, el art. 75.2 LPL no puede entenderse que
concede al órgano jurisdiccional una potestad coercitiva general sin conductas y sin
sanciones tipificadas.

Por último el art. 75.3 LPL regula una acción de resarcimiento posible contra la
otra parte y contra los terceros, tendente a reclamar la oportuna indemnización
económica si se produjeren: una ilicitud de comportamiento, un daño evaluable
económicamente y relación de causalidad entre uno y otro. Esa acción es de la
competencia del órgano que estuviere conociendo del asunto principal.

LA NATURALEZA DEL PROCESO LABORAL

Determinados los principios a los que responden el proceso laboral y su


procedimiento hay que preguntarse por la naturaleza del mismo, sobre la que se
enfrentan dos posiciones que pueden sintetizarse en las afirmaciones de que si para
unos es un proceso civil especial, para otros es un proceso autónomo.

La discusión sobre la naturaleza jurídica del proceso laboral está enfrentando a


algunos laboralistas y a los procesalistas:

a) Para algunos laboralistas la relación jurídica de trabajo no puede ser sólo de


derecho material y limitarse a la regulación de los derechos y obligaciones derivados de
la misma, sino que una disciplina íntegra de la materia requiere también la especialidad
en el campo procesal, de modo que el sistema científico del derecho del trabajo es sólo
inteligible si comprende el proceso laboral que tiene caracteres propios que lo distinguen
del proceso civil y lo hacen autónomo.
71

b) Para los procesalistas el proceso de trabajo no es más que un proceso civil


especial que se explica como todos los demás procesos civiles especiales y que sólo
tiene sentido científico desde el derecho procesal. Unicamente partiendo de las nociones
de jurisdicción y de acción (que son únicas y comunes) y de la condición del proceso
como instrumento y medio de una y de otra, se puede dar base científica al proceso
laboral, que no es ni puede ser autónomo.

Cualquier discusión sobre la naturaleza jurídica de una institución —sea la que


fuere— exige aclarar primero lo que se está discutiendo, es decir, ¿para qué sirve
determinar la naturaleza jurídica de esa institución? o, en otras palabras ¿qué finalidad se
pretende lograr cuando se cuestiona la naturaleza del proceso laboral? Esta pregunta
inicial sólo tiene una respuesta: cuando se pretende encontrar la naturaleza jurídica lo
que se está buscando es fijar la categoría jurídica general (el género) en la que encuadrar
la institución que se está estudiando (la especie), y el esfuerzo responde a tratar de
determinar, ante el silencio de la ley, ante la laguna legal, qué normas deben aplicarse
supletoriamente.

Conocidos los términos de la discusión, algunos laboralistas responden que el


proceso laboral es un proceso autónomo, con principios propios, que en sí mismo
constituye un género, por lo que no puede encuadrársele en otro género, y que ese
proceso debe incluirse en el sistema científico del derecho del trabajo. Por el contrario,
para los procesalistas el proceso laboral carece de principios propios y exclusivos y es
una especie del género que es el proceso civil, al que hay que acudir ante la laguna de
las normas reguladoras de aquél.

Si después de este planteamiento acudimos a la LPL nos encontramos con que


en la misma la Disp. Adic. 1.ª.1 dice: "En lo no previsto en esta Ley regirá como supletoria
la de Enjuiciamiento Civil", con lo que ya tenemos un primer indicio. La propia LPL se
remite a la LEC 1/2000 para los casos de laguna legal, pero es que:

a) El proceso laboral no tiene ni puede tener unos principios del proceso distintos
de los del civil, por lo menos mientras se parta de una concepción política basada en la
autonomía de la voluntad y en la existencia de derechos subjetivos privados de los
trabajadores y de los empresarios, esto es, mientras se crea en la libertad.

Cuando en la LPL, en el art. 74, se ha pretendido regular los principios del


proceso laboral no se ha encontrado ni uno solo distinto del civil, y por ello no se hace en
él referencia a los verdaderos principios del proceso, sino que se enuncian únicamente
72

principios del procedimiento. El principio de oportunidad y sus consecuencias están en la


base del proceso laboral.

b) La forma del proceso, es decir, el procedimiento, sí era distinta en el laboral y


en el civil, pues la LEC de 1881 regulaba básicamente un procedimiento escrito, mientras
que la LPL se asienta en un procedimiento oral. Aquí residía lo distinto del proceso
laboral, en la mera forma. Hoy ni siquiera puede ya sostenerse esa diferencia, pues la
nueva LEC de 2000 ha introducido de modo muy importante la oralidad procedimental en
el que llama juicio ordinario.

Resulta así que para entender la remisión de la LPL a la LEC en lo no regulado


en aquélla debe tenerse en cuenta:

1.º) La LEC 1/2000 no contiene siempre enunciaciones concretas de los principios


del proceso, los cuales han de deducirse de su conjunto, aunque no faltan enunciaciones
de principios concretos, como el de justicia rogada del art. 216, que ha de entenderse
plenamente aplicable en el proceso laboral.

2.º) Respecto de los principios del procedimiento las diferencias anteriores han
desaparecido en buena medida, de modo que desde que entre vigor, el 8 de enero de
2001, la LEC ya no habrá obstáculos a la aplicación subsidiaria de la LEC en el proceso
laboral, por ejemplo con relación a la práctica de los medios de prueba.

3.º) La remisión a la LEC adquiere pleno sentido cuando se trata de las normas
que pueden calificarse de procesales en sentido estricto, es decir, con exclusión de las
meramente procedimentales. Siguiendo con el ejemplo, únicamente podemos saber qué
es un testigo, quién puede serlo, cuáles son sus deberes y derechos y qué valor debe
concederse al testimonio si se acude a lo dispuesto en la LEC.

En conclusión, el proceso laboral es una especie del proceso civil, que es el


género; en aquél se optó por la forma oral de los actos procesales pero eso no comporta
diferencias mayores, pues se trata, en último caso, de diferencias que no afectan a la
esencia y que no pueden servir para configurar al proceso laboral como un proceso
autónomo.

LA LEY DE PROCEDIMIENTO LABORAL

El primer texto de importancia regulador del proceso laboral fue la Ley de


Tribunales Industriales de 1912 (recordemos que la de 1908 estuvo muy poco tiempo en
73

vigor y que casi no se aplicó). Dicha Ley basaba ya el proceso que regulaba en el
procedimiento oral, y la misma fue recogida en el Código de Trabajo de 1926. Al mismo
tiempo que suprimía los Tribunales industriales y los Jurados mixtos, el Decreto 13 de
mayo de 1938 mantuvo las normas procesales del Código de Trabajo, si bien
introduciendo en ellas algunas modificaciones.

A partir de 1938 fueron apareciendo bastantes normas referidas a aspectos muy


concretos del proceso laboral, tantas que se hizo necesario refundirlas en un texto único.
La Ley de 24 de abril de 1958 autorizó al Gobierno para publicar un texto refundido de
procedimiento laboral y a partir de ahí se promulgaron los siguientes:

1.º) D. de 4 de julio de 1958: Recogió las disposiciones anteriores con base en el


Código de Trabajo de 1926 y las normas posteriores que lo habían modificado.

2.º) D. de 17 de enero de 1963: Se limitó a introducir el proceso sobre conflictos


colectivos.

3.º) D. de 21 de abril de 1966: Fue consecuencia de la Ley de Bases de la


Seguridad Social de 28 de diciembre de 1963 y modificó sólo los procesos de esta
materia.

4.º) D. de 17 de agosto de 1973: Modificó de nuevo los procesos de Seguridad


Social como consecuencia de la Ley de 21 de junio de 1972.

5.º) RD-legislativo de 13 de junio de 1980: Su origen se encuentra en el Estatuto


de los Trabajadores de 10 de marzo de 1980 y modificó algunos procesos especiales.

Cuando se promulgó la LOPJ de 1985 se dijo en su Disp. Adic. 12.ª que el


Gobierno debía aprobar, en el plazo de un año, un nuevo texto refundido de la Ley de
Procedimiento Laboral, pero el plazo pasó y no se cumplió el mandato legal. Después se
produjo la promulgación de la Ley 7/1989, de 12 de abril, de Bases de Procedimiento
Laboral (BOE del 13 de abril de 1989), en la que se autorizó al Gobierno para aprobar, en
el plazo de un año, el texto articulado de la Ley de Procedimiento Laboral, lo que se hizo
por el RD-legislativo 521/1990, de 27 de abril (BOE de 2 de mayo de 1990).

En la promulgación de este texto articulado cabe apreciar dos manifiestas


ilegalidades:

1.ª) El plazo de un año concedido venció el 13 de abril de 1990 y, sin embargo, el


texto se publicó en el BOE de 2 de mayo. Se ha argumentado que si las leyes, como dice
el art. 2.1 CC, entran en vigor a los veinte días de su completa publicación en el BOE, el
74

último día del plazo era el 4 de mayo de 1990, pero este argumento supone admitir que la
vacatio legis aprovecha también al mismo legislador, lo que es, por lo menos,
sorprendente.

2.ª) En el BOE de 23 de mayo de 1990 se publicó una "corrección de errores" en


la que no se trató simplemente de corregir las erratas de imprenta, sino que se
introdujeron alteraciones de fondo sobre el texto publicado en el BOE de 2 de mayo, con
lo que ya no cabe argumentación alguna respecto del plazo de vacatio legis sino que se
está ante una clara ilegalidad.

Después de poco más de cuatro años reformaron el RD-legislativo anterior las


leyes 11/1994, de 19 de mayo, 14/1994, de 1 de junio, 18/1994, de 30 de junio y 42/1994,
de 30 de diciembre. Ante tanta reforma esta última Ley, en su Disp. Final 6.ª, autorizó al
Gobierno para que en el plazo de tres meses elaborara un texto refundido del RD-
legislativo 521/1990, que es lo que hizo el RD-legislativo 2/1995, de 7 de abril, por el que
se aprueba el texto refundido de la Ley de Procedimiento Laboral.
Así estaban las cosas cuando la STS, Sala 3.ª, de 3 de octubre de 1997 declaró la
invalidez del Libro IV producto de la corrección de errores publicada en el BOE de 23 de
mayo de 1990, haciendo revivir el texto de ese Libro conforme a la publicación del BOE
de 2 de mayo de 1990, lo que ha tenido que significar que el texto refundido del RD-
legislativo de 1995 no pudo refundir sino lo que estaba en vigor.

La última reforma de la LPL se ha producido en virtud de la Ley de Enjuiciamiento


Civil, Ley 1/2000, de 7 de enero (BOE de 8 de enero), que en su Disposición Adicional
11.ª ha modificado algunos artículos de aquella. Lo importante, con todo, no han sido
estas reformas de aspectos concretos; lo importante es que al haberse modificado la
norma a la que se remite la LPL el proceso laboral, permaneciendo invariable la LPL ha
sido modificado, como iremos viendo en las páginas siguientes.
75

LECCION 4.ª
Las partes

EL DERECHO DE ACCION O A LA JURISDICCION

Las normas de derecho material delimitan un supuesto de hecho y establecen una


consecuencia jurídica consistente en conceder o reconocer un derecho subjetivo y en
imponer una obligación. Esto no puede significar que la persona que crea tener a su favor
un derecho subjetivo pueda acudir a su fuerza particular para hacerlo efectivo. La
autotutela de derechos, el tomarse la justicia por propia mano, ha de estar prohibida de
modo general para que una sociedad pueda calificarse de civilizada; más aún, ha de
llegarse hasta tipificar como delito la realización arbitraria del propio derecho.

Ahora bien, la prohibición de la autotutela no puede ser una medida aislada; junto
a ella es necesario, primero, que el Estado asuma la realización del derecho en el caso
concreto, confiándola a unos órganos específicos a los que se dota de potestad
jurisdiccional, los juzgados y tribunales, y, segundo, que reconozca a los ciudadanos el
derecho fundamental a acudir a esos órganos impetrando su tutela. Aparece así la
jurisdicción, a la que nos hemos referido en la lección 1.ª, y el derecho de acción o a la
jurisdicción.

Ese derecho es el que, con terminología un tanto confundidora, proclama el art.


24.1 CE al decir que "todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los
jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos". Se trata, pues,
de un derecho con rango de fundamental, con el que se explica porqué una persona
puede acudir a los órganos jurisdiccionales del Estado y hacer que éstos realicen la
actividad jurisdiccional, es decir, el proceso. Ese derecho a la jurisdicción comprende:

1.º) El que cualquier persona puede poner en marcha la actividad jurisdiccional, el


proceso.

2.º) El que el órgano jurisdiccional ha de respetar en su actividad todas las


garantías que la propia Constitución establece, principalmente en el art. 24, pero también
todas aquellas que el legislador ordinario ha incluido en la ley; las garantías
constitucionales tendrán el refuerzo del recurso de amparo ante el Tribunal
Constitucional, pero el principio de legalidad es consustancial al proceso.
76

3.º) El que el órgano jurisdiccional ha de dictar al final del proceso una resolución
en la que se pronuncie sobre el fondo del asunto sometido a su conocimiento. Las
normas constitucionales no garantizan que esa resolución sea favorable o desfavorable a
la parte, de modo que la tutela efectiva no puede consistir en que el demandante vea
estimada su pretensión ni el demandado su resistencia, sino que se trata sólo de que el
órgano jurisdiccional examine la pretensión y la resistencia de uno y de otro y, al final,
pronuncie una decisión sobre el fondo del asunto.

La existencia de una resolución sobre el fondo del asunto ha de venir


condicionada a la concurrencia de los presupuestos e impedimentos procesales y al
cumplimiento de los requisitos que la ley establezca (siempre que estos últimos no sean
desproporcionados). Así si el demandante ha presentado su pretensión ante un órgano
jurisdiccional incompetente para conocer de la misma, ese órgano no podrá dictar una
resolución final sobre el fondo del asunto, sino que deberá limitarse a poner de manifiesto
su incompetencia, indicando a la parte el órgano competente.

4.º) El que el órgano jurisdiccional ha de pronunciarse sobre todo lo que ha sido


objeto de controversia entre las partes y ante él, de modo que el dejar sin resolver alguna
cuestión no es sólo incumplimiento de la consecuencia del principio dispositivo que es la
congruencia, sino que comporta una denegación (parcial, pero denegación) del derecho a
la jurisdicción.

5.º) El que el pronunciamiento contenido de la resolución sobre el fondo del


asunto llegue a ejecutarse, pues de otro modo la tutela no será efectiva. En principio el
derecho a la jurisdicción comporta el derecho a la ejecución del fallo en sus propios
términos, pero razones objetivas, no dependientes de la voluntad del condenado, pueden
llevar a sustituir la ejecución específica por otra genérica consistente en su equivalente
económico.

6.º) En el proceso laboral el derecho a la jurisdicción no comporta la necesidad de


que el legislador conceda un recurso contra la sentencia de instancia (sí en lo penal),
pero si el legislador ordinario prevé en general ese recurso, el derecho al mismo se
integra en el derecho a la jurisdicción.

Como decíamos en el inicio de la lección 1.ª el proceso sólo se explica con


referencia a los conceptos de jurisdicción y de acción. Por medio del proceso cumplen los
órganos jurisdiccionales su función de realizar el derecho en el caso concreto; por medio
del proceso se da cumplimiento al derecho fundamental de los ciudadanos a la tutela
77

judicial de sus derechos. Cuando las personas se ponen en relación con el proceso se las
contempla desde dos actitudes; en el proceso pueden ser parte del mismo o terceros.

LAS PARTES Y LOS PRINCIPIOS DE SU ACTUACION PROCESAL

Los sucesivos textos refundidos de la LPL decían que la competencia de los


tribunales de trabajo se determinaba "por la concurrencia de la calidad de las personas y
de la materia del asunto", añadiendo que "la calidad de las personas estará determinada,
a su vez, por el hecho de que las partes ostenten la condición de trabajador, persona
protegida por la Seguridad Social, empresario, Entidad gestora o que colabore con la
gestión conforme a la legislación sustantiva de la Seguridad Social". Esta referencia a la
determinación de la competencia por la calidad de las personas desapareció en la LPL de
1980 y, naturalmente, tampoco se refiere a ella la LPL de 1995.

La determinación de la competencia de los tribunales de trabajo por la calidad de


las personas era un claro error; el criterio personal no era, ni es, determinante de quienes
pueden ser parte en el proceso laboral. Los tribunales y el proceso laborales basan su
especialización en las pretensiones, que han de fundarse en "la rama social del
Derecho", y no en las personas.

Lo anterior supone que:

1.º) En el proceso laboral pueden actuar como parte personas que no tengan la
condición de trabajador o empresario, siempre que la pretensión se funde en "la rama
social del Derecho".

2.º) No todas las pretensiones que un trabajador formule contra un empresario (o


viceversa) deberán satisfacerse por medio del proceso laboral.

Veamos ejemplos de los dos casos. Si un trabajador muere y en el momento del


fallecimiento la empresa le adeudaba mensualidades del salario los herederos del
trabajador, tengan éstos la condición que fuere, podrán ser parte en el proceso laboral
reclamando los salarios adeudados. Entre trabajador y empresa pueden existir relaciones
jurídicas no laborales; si el trabajador de una fábrica de automóviles compra uno en las
mismas condiciones que cualquier otro comprador, los problemas derivados de ese
contrato de compraventa se solucionarán ante los tribunales del orden civil y por el
proceso civil.
78

Procesalmente parte es la persona o personas que interponen una pretensión


ante un órgano jurisdiccional y la persona o personas frente a las que se interpone; es
indiferente la condición profesional de las mismas y si son personas físicas o jurídicas.
Por contra, el tercero se define de modo negativo, y lo es quien no es parte.

En una situación normal los titulares de una relación jurídico material que entran
en conflicto se convertirán en parte en el proceso; una de las personas enfrentadas en
ese conflicto presentará la pretensión y lo hará precisamente contra la otra persona. Sin
embargo, desde el punto de vista del proceso la existencia o no del conflicto no es lo
determinante de la iniciación de la actividad jurisdiccional; desde el órgano jurisdiccional
lo que importa es que ante él acude una persona ejercitando el derecho de acción y
formulando una pretensión. Esta es la determinante de la actividad jurisdiccional
(proceso) y de quienes se convierten en ella en parte.

Pero no basta con definir a las partes. Se corresponde con la esencia misma de lo
que es el proceso el que aquéllas vean conformada su actuación en él con base en tres
principios:

A) Dualidad de posiciones

Para que exista un verdadero proceso es necesario, por lo menos, la presencia de


dos partes que aparecerán en posiciones contrapuestas. Al que formula la pretensión se
le llama demandante o actor, y aquél contra el que se formula demandado. Ahora bien, la
complejidad de algunas relaciones jurídico materiales puede hacer que en la posición
actora y/o en la demandada existan más de una persona, con lo que lo decisivo no es
que haya dos partes, sino que existan dos posiciones, aunque una de ellas o las dos esté
ocupada por varias personas-partes.

B) Contradicción

Este principio suele enunciarse con el brocardo: nadie puede ser condenado sin
ser oído y vencido en juicio, y se configura como un derecho fundamental al que se
refiere el art. 24.1 CE cuando dice que se prohibe la indefensión y el art. 24.2 CE al
reconocer el derecho a un proceso "con todas las garantías". De este derecho no es sólo
titular el demandado sino que lo son todas las partes, pues la prohibición de la
indefensión se refiere a todas ellas.

Básicamente la contradicción, que también puede denominarse derecho de


audiencia, atiende a un contenido doble:
79

1.º) En los procesos civiles (incluido el laboral) el principio se cumple cuando se


ofrece a las partes la posibilidad real de ser oídas, pero no es necesario que éstas hagan
uso de esta posibilidad. Si los actos de comunicación con las partes se realizan
correctamente (se cita bien al demandado, por ejemplo) nada impide la continuación del
proceso en ausencia de las partes (cabe el proceso en rebeldía del demandado).

2.º) La audiencia tiene sentido cuando las partes han podido conocer todos los
materiales de hecho y de derecho que, de algún modo, pueden influir en la resolución
judicial, y cuando han podido alegar frente a esos materiales. Para las partes no puede
existir material alguno secreto.

C) Igualdad

Consecuencia de la igualdad de los ciudadanos ante la ley, la igualdad de las


partes en el proceso significa conceder a todas ellas los mismos derechos, posibilidades
y cargas, de modo que no es admisible la existencia de privilegios, ni a favor ni en contra
de alguna de ellas. Así entendido es obvio que la igualdad no es un problema de
derecho, sino de hecho; en efecto, de la misma manera como la igualdad de los
ciudadanos ante la Ley es una aspiración no siempre lograda, la igualdad de las partes
en el proceso se ve obstaculizada por las desigualdades sociales, culturales y
económicas de las personas enfrentadas, lo que en el proceso laboral se evidencia
atendido que los contendientes suelen ser trabajadores contra empresarios y
beneficiarios contra Entidades de la Seguridad Social. Ahora bien, las dificultades de la
igualdad no son algo específico del proceso laboral, ni en éste pueden lograrse
soluciones exclusivas.

En la matización de la igualdad ha pretendido encontrarse una de las


características individualizadoras del proceso laboral frente al proceso civil, y así la STC
3/1983, de 25 de enero, y la Exposición de Motivos de la LBPL de 1989 se han referido a
una igualdad por compensación, es decir, a que por medio de las normas procesales
cabe intentar compensar la desigualdad que subyace en las posiciones de trabajador y
de empresario. Más aun, algún laboralista ha llegado a sostener que el proceso debe
establecerse en favor de una de las partes y, por tanto, que no debe ser neutral; también
se ha dicho que el juzgador, aunque sea imparcial, no ha de ser totalmente "neutro"
(rectius, neutral).

Estamos aquí ante algo muy peligroso. El proceso se basa en la discusión entre
dos partes en situación de igualdad y ante un tercero imparcial, y la concesión de
privilegios procesales a una parte conlleva que las mismas ideas de jurisdicción y de
80

proceso desaparecen. Una cosa es regular el proceso favoreciendo aquellas instituciones


procesales que contribuyen a poner a la parte socialmente más débil en condiciones de
paridad y abandonando aquellas otras que contribuyen a convertir la igualdad de derecho
en desigualdad de hecho, lo que es perfectamente razonable y válido para todos los
procesos, y otra muy distinta que por medio de las normas procesales se impida al
juzgador reconocer a alguna de las partes los derechos que le confieren las normas
materiales.

LA CAPACIDAD DE LAS PARTES

El primer problema que hay que abordar con relación a las partes es el de su
capacidad, y dentro de ella distinguir entre capacidad para ser parte y capacidad
procesal. Se trata con ello de determinar quiénes pueden ser parte en el proceso en
general, esto es, sin referencia a un proceso concreto.

A) Capacidad para ser parte

Atiende a la aptitud para ser titular de los derechos, posibilidades y cargas que se
derivan de la realidad jurídica que es el proceso, y requiere distinguir entre.

a) Personas físicas: A éstas el derecho no les concede capacidad sino que se


limita a reconocérsela; todo hombre por el mero hecho de serlo es persona y por lo
mismo puede ser parte en el proceso (arts. 29, 30 y 32 CC).

b) Personas jurídicas: Estos entes adquieren personalidad porque se la concede


el derecho, el cual puede fijar los requisitos que estime oportunos. Una vez que el ente
cumple esos requisitos adquiere capacidad para ser parte, es decir, se configura como
individualidad a la que imputar derechos y obligaciones (art. 38 CC).

Para la determinación de los requisitos hay que estar a un gran número de


normas que determinan, caso por caso, cómo surgen a la vida jurídica estas "personas" y
cómo adquieren capacidad. La distinción fundamental entre ellas se refiere a que hay
personas jurídicas públicas y privadas. En cualquier caso el trabajador no puede ser
persona jurídica.
81

B) Capacidad procesal

También denominada capacidad para comparecer en juicio o capacidad de obrar


procesal, alude a la aptitud para realizar válidamente actos procesales o, dicho de otra
manera, para impetrar por sí mismo la tutela jurisdiccional.

a) Personas físicas

El art. 16.1 y 4 LPL contiene la regla general, aunque sea por remisión: sólo
podrán comparecer en juicio quienes se encuentren en el pleno ejercicio de sus derechos
civiles, es decir, los mayores de edad que no estén incapacitados por resolución judicial;
por los incapaces comparecerán sus representantes legales. Pero lo específico es que el
art. 16.2 y 3 contiene una norma exclusiva del proceso laboral que se refiere a la
capacidad procesal de los trabajadores, conforme a la cual se otorga esta capacidad a
los mayores de 16 años y menores de 18.

La especialidad se refiere sólo a los trabajadores (no a las demás personas


físicas) y obliga a distinguir por la edad:

1.º) Mayores de 18 años: Tienen plena capacidad para contratar su trabajo (art. 7
ET) y capacidad procesal (16.2 LPL).

2.º) Mayores de 16 y menores de 18: Pueden encontrarse en estas situaciones:

1') Emancipados o vivir de forma independiente, con consentimiento de sus


padres o tutores o con autorización de las personas o instituciones que los tienen a su
cargo: Tienen capacidad para contratar su trabajo y capacidad procesal.

2') Si el representante legal les autoriza, expresa o tácitamente, para realizar un


trabajo: Tienen capacidad procesal.

3') Si no existe autorización para contratar sus servicios: No tienen capacidad


procesal.

3.º) Menores de 16 años: No son admitidos al trabajo (art. 6 ET).

b) Personas jurídicas

Desde su constitución cumpliendo los requisitos legales tienen capacidad


procesal, y no cabe plantear respecto de las mismas cuestión alguna de incapacidad.

El problema es que por tratarse de entes ideales no pueden realizar físicamente


los actos jurídicos, y por ello se viene sosteniendo que han de actuar por medio de
representante necesario (así art. 16.5 LPL). En realidad más que de representación
82

debería hablarse de actuar por medio de sus órganos, de los que legalmente pueden
conformar la voluntad de estas personas. La norma reguladora de cada persona jurídica
(piénsese en una sociedad anónima) tiene que decir qué órganos son los que forman y
exteriorizan la voluntad de la persona jurídica (el consejo de administración, el consejero
delegado, etc.) y, en concreto, qué persona física es la que puede actuar en juicio como
órgano de la jurídica.

SUPUESTOS ESPECIALES

La dualidad persona física-persona jurídica no agota todos los supuestos. Existe


toda una serie de entes intermedios que superan a la primera y no llegan a la segunda.
En general se hace referencia aquí a las uniones sin personalidad, a las sociedades
irregulares y a los patrimonios autónomos (art. 6.1, 4.º y 5.º, y 2, y art. 7.1, 5.º y 6.º, LEC),
pero en el proceso laboral existen supuestos específicos que deben ser resaltados.

a) Agrupaciones de trabajadores

Es el caso de los contratos de grupo del art. 10.2 ET, en el que el empresario
celebra un contrato con un grupo de trabajadores considerados en su totalidad. El grupo
no tiene personalidad jurídica, pero el jefe del mismo ostenta la representación de
quienes lo integran, y esa representación puede ser tanto judicial como extrajudicial. En
la práctica se trata normalmente de conjuntos musicales.

b) Comités de empresa y Delegados de personal

Ni el uno ni el conjunto de los otros tienen personalidad jurídica, pero el art. 65.1
ET reconoce al comité capacidad, como órgano colegiado, para ejercer acciones
administrativas y judiciales en todo lo relacionado con el ámbito de sus competencias, por
decisión mayoritaria de sus miembros. El art. 62.2 ET atribuye las mismas competencias
a los delegados de personal.

c) Secciones sindicales

Tampoco tienen personalidad jurídica, pero los arts. 152, c) y 161.2 LPL les
atribuyen legitimación en dos modalidades procesales.

d) Grupos

El art. 16.5 LPL contiene una mención expresa de los "grupos" diciendo que
comparecerán por ellos quienes aparezcan como sus organizadores, directores o
gestores. Esos "grupos" no son los del art. 10.2 ET, que tienen norma propia, sino los del
83

art. 7.3 LOPJ, a los que se legitima para impetrar la tutela judicial de derechos o intereses
legítimos de carácter colectivo. El "grupo" tiene que estar constituido por un número de
personas determinable, con una organización por mínima que sea y unidas por un interés
colectivo, pero a partir de aquí es difícil imaginar a qué grupos de trabajadores o de
empresarios puede referirse la LPL.

e) Comunidades de bienes

El art. 1.2 ET dice que pueden ser empresarios y el art. 16.5 LPL quiénes pueden
comparecer por ellas en juicio. El caso más común es el de las comunidades de
copropietarios de la Ley de Propiedad Horizontal de 21 de julio de 1960, pero no puede
ser el único. En realidad la virtualidad del art. 16.5 LPL ha de referirse a las comunidades
reguladas en los arts. 392 a 406 CC y respecto de ellas cambia los principios de su
comparecencia en juicio.

Jurisprudencialmente estaba claramente definido que en los asuntos que afectan


a la comunidad cualquier comunero puede comparecer en juicio por ella, de modo que la
sentencia favorable aprovecha a los demás comuneros, pero la sentencia contraria no los
perjudica. Lo que ahora hace el art. 16.5 es decir que la comunidad debe comparecer en
juicio por medio de quien aparezca como organizador, director o gestor y que la sentencia
que se dicte favorecerá y perjudicará a todos los comuneros.

LA LEGITIMACION

La capacidad nos resuelve las cuestiones de quién puede ser parte y de quién
puede actuar en el proceso, pero lo hace en abstracto, es decir, en cualquier proceso. La
legitimación atiende a quién ha de ser parte en un proceso determinado para que en éste
el juzgador pueda llegar a dictar una sentencia sobre el fondo que resuelva la pretensión
planteada.

A) Ordinaria

Una persona comparece en el proceso con esta legitimación cuando afirma que
ella es titular del derecho subjetivo material (legitimación activa) y cuando frente a ella se
afirma que es titular de la obligación (legitimación pasiva) (art. 10, I, LEC). La
legitimación, pues, se basa en la existencia de sendas afirmaciones, no en la realidad de
la titularidad del derecho subjetivo y de la obligación.
84

Hay que distinguir entre legitimación y tema de fondo. Este es lo que va a


discutirse en el proceso y se resuelve en si existe o no una relación jurídica material que
atribuya a una parte (el demandante) un derecho y a la otra (el demandado) una
obligación. La legitimación es algo previo y de naturaleza procesal y consiste sólo en si el
demandante ha afirmado que él es el titular del derecho subjetivo y ha imputado al
demandado la titularidad de la obligación.

La autonomía de la voluntad y la libre disposición de los derechos subjetivos


llevan a que sólo tenga legitimación quien afirme su titularidad. El derecho no permite que
una persona pueda ejercitar derechos subjetivos de otra, por mucho interés de amistad o
de cualquier otro género que tenga. Si un trabajador no ha percibido su salario, ninguna
otra persona mas que él puede acudir a un tribunal pidiendo que el empresario sea
condenado a pagar ese salario al trabajador. Si esto ocurriera se estaría actuando sin
legitimación y el juzgador no podría dictar sentencia en la que entrara a resolver el tema
de fondo.

La legitimación ordinaria puede ser de dos tipos:

1.ª) Originaria: El demandante comparece en el proceso afirmando que él y el


demandado son los titulares originarios del derecho subjetivo y de la obligación, que la
relación jurídico material se inició entre ellos.

2.ª) Derivada: El demandante afirma que una de las partes (o las dos) comparece
en el proceso siendo titular de un derecho subjetivo o de una obligación que
originariamente perteneció a otra persona, pero que ésta se lo ha transmitido a ella. El
caso más común es el de la herencia, en el que el derecho subjetivo nació en el
patrimonio del trabajador pero ha sido transmitido a sus herederos a la muerte de aquél.

B) Extraordinaria

En ocasiones la condición habilitante para formular la pretensión, de modo que


ésta deba ser examinada y resuelta por el juzgador en su sentencia, no es la afirmación
de la titularidad activa y la imputación de la titularidad pasiva de la relación jurídica
material, sino la concesión de modo expreso de legitimación por una norma procesal (art.
10, II, LEC). El supuesto más conocido es el de la sustitución procesal, con la que se
hace referencia a los casos en que la legitimación corresponde a una persona que actúa
en nombre propio pero afirmando derechos subjetivos ajenos.
85

El ejemplo más claro de sustitución es el de la llamada acción subrogatoria del art.


1.111 CC, por la que el acreedor puede demandar al deudor de su deudor para integrar el
patrimonio de éste. La ley lo que hace es conceder a una persona el derecho de pedir
tutela jurisdiccional respecto de una relación jurídica material de la que el mismo actor ha
de afirmar que él no es el titular. Esta legitimación sólo puede existir cuando existe una
norma que la concede expresamente.

La sustitución no es el único supuesto de legitimación extraordinaria. Otro caso


importante es el de la concesión de legitimación al Ministerio Fiscal, al que unas veces se
le concede sólo para ser parte demandada (arts. 162.6, 163.4, 165.1 y 175.3) y otras
incluso para ser demandante (art. 171.1), y en los dos de lo que se trata es de que la ley
considera que existe un interés público que debe ser puesto de manifiesto en el proceso.

C) De sindicatos y asociaciones empresariales

El art. 17.2 LPL concede legitimación a los sindicatos de trabajadores y a las


asociaciones empresariales para la defensa de los intereses económicos y sociales que
les son propios.

De entrada conviene distinguir esta legitimación de otros dos supuestos:

1.º) Los sindicatos (art. 4.7 LOLS) y las asociaciones empresariales (art. 3 de la
Ley 19/1977, de 1 de abril) son personas jurídicas y como tales pueden ser titulares de
derechos y de obligaciones, pudiendo actuar procesalmente con legitimación ordinaria.
Un sindicato puede ser empresario en cuanto tenga trabajadores en su plantilla, y puede
ser demandado por ellos para que abone los salarios. A este supuesto no se refiere el art.
17.2.

2.º) En el caso extremo está el supuesto de los derechos individuales de un


trabajador concreto, en el que el sindicato podrá aparecer como mero representante (art.
20) o como interviniente adhesivo (arts. 14 LOLS y 175.2 LPL), pero no podrá nunca
concluirse que tiene legitimación para pedir la tutela judicial de derechos subjetivos
individuales de un trabajador, ni aún en el caso de que esté afiliado.

El supuesto al que se refiere el art. 17.2 LPL es el de las relaciones colectivas de


trabajo. Si el art. 7 CE dice que "los sindicatos de trabajadores y las asociaciones
empresariales contribuyen a la defensa y promoción de los intereses económicos y
sociales que les son propios", el art. 17.2 LPL lo único que hace es reconocerles
legitimación para que esa defensa pueda realizarse en el proceso. El problema radica en
86

separar los intereses colectivos de los trabajadores y de los empresarios de los intereses
individuales de unos y otros, pues el art. 17.2 se refiere a los primeros pero no puede
referirse a los segundos. Con relación a la lista de cuestiones litigiosas del art. 2 LPL los
intereses colectivos atienden a:

1.º) Tutela de los derechos de libertad sindical cuando la lesión no sea individual
[arts. 2, k), y 175] (sólo para los sindicatos, no para las asociaciones empresariales).

2.º) Conflictos colectivos [arts. 2, l) y 152, a) y b)]

3.º) Impugnación de convenios colectivos [arts. 2, m), y 163]

LOS SUPUESTOS DE LEGITIMACION PLURAL

El supuesto más común en la práctica es el de que cada una de las posiciones


procesales (activa y pasiva) esté ocupada por una única persona, de modo que un
demandante interponga una pretensión frente a un demandado. Ahora bien, es frecuente
que varias personas y/o frente a varias personas interpongan una sola pretensión, y en
este caso estamos ante un proceso único con pluralidad de partes, que es simplemente
una consecuencia del fenómeno de la legitimación plural. Dos o más personas se
constituyen en el proceso en la posición de demandante y/o de demandado, estando
legitimadas para interponer una única pretensión, originadora de un único proceso, de
modo que el órgano jurisdiccional ha de dictar una única sentencia, con un solo
pronunciamiento, que tiene como propiedad inherente a la misma el afectar a todas las
personas de modo directo o reflejo.

a) Litisconsorcio necesario

El proceso único con pluralidad de partes es necesario cuando las normas


conceden legitimación para pretender y/o para resistir a varias personas conjuntamente,
de modo que todas ellas han de demandar o ser demandadas, interponiéndose una única
pretensión (art. 12.2 LEC).

Esta legitimación responde a dos situaciones diferentes:

1.ª) Unas veces se trata de que la ley impone expresamente el litisconsorcio, que
es lo que ocurre en los procesos por accidentes de trabajo en los que hay que demandar
al empresario, responsable inicial, a la Mutua Patronal o al INSS, como aseguradores, al
INSS siempre, como Fondo de Garantía, y a la Tesorería General de la Seguridad Social,
como servicio de reaseguro.
87

2.ª) Otras se trata de legitimación impuesta por la naturaleza de la relación jurídico


material que se pretende discutir en el proceso, que es plural, como ocurre cuando se
trata de impugnar la resolución de la empresa en un concurso de ascenso, caso en el que
hay que demandar a la empresa y al trabajador al que se ha adjudicado la plaza.

En el proceso laboral la falta de litisconsorcio, es decir, el no haber demandado


todos los litisconsortes o el no haber demandado a todos, puede ponerse de manifiesto:

1.º) En el momento de admisión o inadmisión de la demanda, lo que deberá hacer


el juzgador de oficio cuando la falta de litisconsorcio sea manifiesta, advirtiendo del
defecto al demandante, con base en el art. 81.1, para que lo subsane.

2.º) En el momento de dictar sentencia, y entonces el juzgador deberá declarar la


nulidad de actuaciones, reponiéndolas al momento de admisión de la demanda para
hacer entonces uso del art. 81.1 y pedir la subsanación del defecto.

b) Litisconsorcio cuasi-necesario

La pluralidad de partes es eventual y originaria cuando la legitimación activa y/o


pasiva corresponde a varias personas, pero no de manera necesaria. El caso más
destacado de este supuesto es el de las obligaciones solidarias, por ejemplo en el art. 44
ET; el trabajador puede demandar a cualquiera de las empresas, pero si quiere
demandar a las dos y al mismo tiempo debe demandarlas en un único proceso, con lo
que la existencia del litisconsorcio depende de la voluntad del demandante.

c) Intervención litisconsorcial

La pluralidad de partes se produce aquí de modo eventual y sobrevenido. Cuando


un legitimado para formar un litisconsorcio necesario o cuasi-necesario no ha demandado
o no ha sido demandado puede intervenir en el proceso. El tercero es titular de la relación
jurídico material que ha sido deducida en el proceso y al intervenir afirmará esa
titularidad, bien del derecho subjetivo bien de la obligación.

d) Intervención adhesiva simple

Cuando el tercero puede afirmar que si él no es titular de la relación jurídico


material deducida en el proceso, sí lo es de otra relación jurídica dependiente de aquélla,
de modo que la decisión que en el proceso se adopte se va a convertir en hecho
constitutivo, modificativo o extintivo de su relación, estaremos ante la legitimación que
permite intervenir en el proceso iniciado entre otras personas de modo adhesivo. Este es
el caso del Fondo de Garantía Salarial, como veremos después.
88

El art. 13 LEC se refiere en general a la intervención voluntaria, sin precisar


claramente entre intervención litisconsorcial e intervención adhesiva simple, pero en
reconociendo en los casos la condición parte y permitiendo la interposición de recursos.

Todavía existe algún supuesto en el que el tercero ni siquiera es titular de una


relación jurídica dependiente de la deducida en el proceso, pero la ley le legitima
expresamente para intervenir de modo adhesivo. El caso más claro es el del art. 175.2,
que permite a los sindicatos intervenir en el proceso adhiriéndose a la posición del
trabajador lesionado en su derecho de libertad sindical.

Las diferencias entre uno y otro supuesto atienden a los poderes procesales del
interviniente. En el primer caso la dependencia de las relaciones jurídicas, la deducida en
el proceso y aquélla de la que es titular el tercero, posibilita que éste se convierta en
verdadera parte, con todos los poderes procesales inherentes a esa condición, mientras
que en el segundo, al no existir esa dependencia, el tercero interviniente no puede asumir
la plenitud de los poderes procesales de la parte.

EL FONDO DE GARANTIA SALARIAL

El Fogasa, según el art. 33 ET y el RD 505/1985, de 6 de marzo, atiende


fundamentalmente a garantizar la percepción de sus emolumentos por los trabajadores, y
esta función hace que en el proceso laboral pueda adoptar situaciones muy variadas.

Ciñéndonos al proceso de declaración, la legitimación del Fogasa puede atender


a:

a) En unos casos estaremos ante supuestos normales de legitimación ordinaria,


en los que el Fondo podrá demandar y ser demandado:

1.º) Responsabilidad subsidiaria del Fondo, que comprende reclamaciones de los


trabajadores por:

1') Salarios, incluidos los de tramitación, según el art. 33.1 ET.

2') Indemnizaciones por extinción del contrato de trabajo, con el contenido del art.
33.2 ET.

2.º) Responsabilidad directa del Fondo, que atiende a las reclamaciones de los
trabajadores por:

1') El 40 por 100 de la indemnización legal, según los arts. 51, 52 y 33.8 ET.
89

2') La indemnización que deba ser satisfecha en el caso del art. 51.12 ET.

b) En otros casos no cabe hablar de legitimación ordinaria, pues el Fondo no es


titular de la relación jurídica deducida en el proceso, pero sí tiene interés en el mismo en
cuanto él es garante de la percepción de sus emolumentos por los trabajadores, lo que se
concreta en su responsabilidad subsidiaria:

1.º) De modo directo ello se manifiesta en dos tipos de proceso:

1') En la reclamación de salarios interpuesta por los trabajadores contra la


empresa cuando puede llegar a ser el origen del supuesto del art. 33.1 ET.

2') En las reclamaciones por despido y extinción del contrato de trabajo según los
arts. 50 y 51 ET, en cuanto pueden ser el antecedente de la aplicación del art. 33.2 ET.

2.º) De modo indirecto puede manifestarse en procesos de muy diverso contenido,


que van desde el reconocimiento de un salario superior hasta una mayor antigüedad, por
cuanto pueden afectar al límite de la cuantía que asume el Fondo.

A) El Fondo como interviniente

El art. 23.1 y 2 LPL atiende a aquellos supuestos en los que el Fondo no es


demandado directamente en el proceso, sino que se está ante una demanda formulada
por un trabajador contra una empresa sobre materia respecto de la que el Fondo pueda
tener responsabilidad subsidiaria.

a) Intervención voluntaria

En los casos en que el riesgo de que surja la responsabilidad subsidiaria del


Fondo es una mera posibilidad, dado que la empresa demandada no está sujeta a un
proceso concursal ni ha sido declarada insolvente o desaparecida, al Fondo se le
concede la facultad de comparecer como parte, en cualquier fase o momento de su
tramitación, en aquellos procesos de los que pudiera derivarse posteriormente una
responsabilidad de abono de salarios o indemnizaciones a los trabajadores litigantes, sin
que tal intervención haga retroceder o detener el curso de las actuaciones.

Estamos aquí ante el supuesto típico de la intervención adhesiva simple. El Fondo


no es titular de la relación material deducida en el proceso, pero es titular de una relación
dependiente de aquélla, de modo que si la empresa es condenada puede operar la
responsabilidad subsidiaria del Fondo. Esta posibilidad le legitima para intervenir y le
convierte en parte en el proceso.
90

b) Intervención provocada

Cuando el riesgo de que surja la responsabilidad subsidiaria del Fondo es ya


actual, por cuanto la empresa demandada por un trabajador, en proceso sobre
reclamación de salarios o despido y extinción del contrato de trabajo de los arts. 50 y 51
ET, está ya incursa en proceso concursal o ha sido declarada insolvente o desaparecida,
se establece que el juzgador citará como parte al Fondo, dándole traslado de la
demanda, a fin de que éste pueda asumir sus obligaciones legales e instar lo que
convenga a su derecho.

No estamos aquí ante litisconsorcio alguno, ni necesario ni cuasi-necesario, pues


el Fondo no es titular de la relación jurídico material deducida en el proceso pero, dado
que el presupuesto de su responsabilidad subsidiaria ya se ha constituido, lo que la ley
hace es ordenar al juzgador que le dé traslado de la demanda, con lo que su intervención
se provoca, si bien esa intervención sigue siendo adhesiva simple.

En los dos casos de intervención el Fondo se convierte en parte y puede hacer


uso de todos los poderes procesales, pero nunca podrá ser condenado ni absuelto,
porque él no es titular de la relación jurídico material, ni contra él se ha interpuesto la
pretensión.

B) El Fondo como demandado

El art. 23.3 LPL se refiere al caso de que el Fondo, por tener legitimación
ordinaria, sea demandado, y para el mismo dispone que "las afirmaciones de hecho
contenidas en el expediente y en las que se haya fundamentado la resolución del mismo
harán fe, salvo prueba en contrario", con lo que está fijando una regla que no se refiere a
las partes, sino a la prueba en el proceso. La asunción por el Fondo de una obligación
presupone la tramitación de un expediente administrativo, que debe terminarse con una
resolución. Si el trabajador no está conforme con la misma podrá formular, ante el
Juzgado de lo Social, demanda contra el Fondo iniciadora de un proceso laboral. Lo que
el art. 23.3 dice es que en ese proceso las afirmaciones de hecho realizadas en la
resolución administrativa harán fe, de modo que se invierte la carga de la prueba para
que recaiga en el trabajador.

Estamos, pues, ante un privilegio que supone negar el principio de igualdad de las
partes en el proceso y que, como tal, debería ser inconstitucional, si bien la STC 90/1994,
de 17 de marzo, no lo ha estimado así, pero con argumentos inadmisibles.
91

LA POSTULACION PROCESAL

Si en el proceso civil la regla general es que las partes han de comparecer en


juicio por medio de procurador (art. 23 LEC, representación) y dirigidas por abogado (art.
31 LEC, defensa), en el proceso laboral se estableció desde antiguo la regla contraria, la
de que las partes pueden comparecer por sí mismas y defenderse.

A) Representación procesal

La regla, pues, es la de que las partes pueden comparecer por sí mismas, pero
también se admite que puedan actuar confiriendo su representación a:

1.º) Cualquier persona que se encuentre en el pleno ejercicio de sus derechos


civiles, con lo que no se está ante una representación técnica, sino ante una simple
manifestación del fenómeno general de la representación voluntaria.

2.º) Procurador, graduado social colegiado o abogado, los cuales sí asumen una
representación técnica.

En los dos casos la representación se confiere por medio de poder que podrá
otorgarse bien por escritura pública (reglamento notarial de 2 de junio de 1944), bien por
comparecencia ante secretario judicial (arts. 281.3 LOPJ y 18.1 LPL).

a) Más de 10 demandantes

Tanto se trate de un proceso único con más de diez personas en la posición de


demandante, como cuando se haya producido un fenómeno de acumulación de acciones
(objetivo-subjetiva inicial) con más de diez actores, éstos habrán de designar un
representante común con el que se entenderán las actuaciones (art. 19.1). Se trata de
evitar que se celebren juicios con un gran número de personas, dadas las complejidades
que ello supondría. Ese representante común habrá de ser abogado, procurador,
graduado social, uno de los demandantes o un sindicato (y en este último caso el
sindicato tendrá que nombrar, a su vez, a una persona física).

Esta representación podrá conferirse mediante poder otorgado bien por escritura
pública, bien por comparecencia ante secretario judicial, bien por comparecencia ante el
servicio administrativo que tenga atribuidas las funciones de conciliación, mediación y
arbitraje (vid. art. 63 y lección 6.ª; adviértase que el IMAC, creado por el RD-ley 5/1979,
de 26 de enero, fue suprimido por el RD 530/1985, de 8 de abril, asumiendo sus
92

funciones la Dirección general de Trabajo y las Direcciones provinciales de Trabajo y que


se han transferido esas funciones a siete Comunidades Autónomas; para el
procedimiento de otorgar la representación debe estarse al RD 2.756/1979, de 23 de
noviembre). Junto con la demanda se acompañará el documento acreditativo del
otorgamiento de la representación.

b) Acumulación de autos

El art. 19.2 atiende a la posibilidad de la acumulación de autos (acumulación


objetivo-subjetiva, sucesiva y por reunión) cuando existan más de diez actores y con
referencia sólo al caso del art. 29 (lección 7.ª), es decir, a cuando en un mismo juzgado o
tribunal se tramiten más de diez procesos contra un mismo demandado y se decrete su
acumulación, y para él se dispone que el juzgador ordenará que los demandantes
designen un representante común, con la misma finalidad que en el caso anterior.

Sobre quién puede asumir esa representación, el art. 19.2 se remite al art. 19.1,
per sí hay diferencias respecto de la manera de otorgar la representación, que es sólo
una: comparecencia ante el secretario judicial.

Las partes han de asumir la carga de la representación única en este supuesto en


aras de la economía procesal y de un funcionamiento razonable del procedimiento, pero
esa carga no puede ser absoluta. El derecho de la parte a comparecer por sí misma o
con representante propio puede ceder cuando todos los demandantes están teniendo en
los procesos acumulados la misma orientación, pero si uno o algunos de ellos están
manteniendo una orientación distinta no puede ser privado de continuar en la misma.
Esto es lo que dice el art. 19.3, que es una consecuencia razonable de la S TC de 24 de
julio de 1981.

c) Representación sindical

El art. 19.1 y 2 contiene dos casos en los que los sindicatos pueden asumir la
representación voluntaria de los trabajadores, pero en ellos no existe especialidad sobre
el fenómeno general del otorgamiento de la representación. La especialidad se da en el
caso del art. 20, que es consecuencia del intento legal de fortalecer a las organizaciones
sindicales, pero que sigue siendo un supuesto de representación. Lo distinto del art. 20
no se refiere a lo que la representación sea, sino al cómo (a la forma) se otorga la misma.

1.º) Sólo puede referirse a trabajadores afiliados a un sindicato y a éste. El


sindicato, al alegar que actúa en representación de un trabajador, tendrá que acreditar la
afiliación de éste.
93

2.º) Si normalmente la representación se confiere mediante un acto positivo, el


otorgamiento de poder, aquí se entiende otorgada la representación al sindicato cuando:

1') El sindicato comunique al trabajador su intención de iniciar el proceso


defendiendo sus derechos individuales; esta comunicación también debe ser acreditada
por el sindicato cuando presente la demanda.

2') El trabajador no manifieste su voluntad contraria de modo expreso y la ponga


en conocimiento del sindicato.

3.º) La representación así conferida supone que el sindicato actúa por el


trabajador y que los efectos del proceso recaen sobre éste, pudiendo el sindicato realizar
todos los actos procesales.

4.º) La representación cesará cuando el trabajador, en presencia judicial, exprese


que no recibió la comunicación del sindicato o que la recibió y negó la autorización; en los
dos casos el juzgador, previa audiencia del sindicato, acordará el archivo de las
actuaciones, y el trabajador podrá exigir al sindicato la responsabilidad que proceda.

B) Defensa técnica

Frente al sistema del proceso civil de obligatoriedad general de la defensa técnica


por medio de abogado, el art. 21.1 distingue:

1.º) En la instancia de todos los procesos laborales, sean competencia de los


Juzgados de lo Social, de la Sala de lo Social de los Tribunales Superiores de Justicia o
de la Audiencia Nacional (arts. 6, 7 y 8), las partes pueden defenderse a sí mismas.

2.º) En los recursos de suplicación, casación, queja y revisión (y en la audiencia al


rebelde), la defensa por abogado es obligatoria.

A la hora de precisar cómo se procede a la designación de abogado en la


instancia, es preciso distinguir:

1.º) Trabajador y beneficiario de la Seguridad Social: La designación puede


hacerse de modo voluntario, es decir, nombrando a cualquier abogado de los que ejercen
la profesión en la sede del juzgado o tribunal, con lo que se asume el pago de los
honorarios, o bien puede solicitarse nombramiento de abogado del turno de oficio, sin
obligación de pagar los honorarios.
94

2.º) Empresarios: La designación se hará normalmente por el sistema voluntario,


siendo posible la designación por el turno de oficio sólo cuando se ha obtenido la
concesión de la asistencia jurídica gratuita.

C) Los requisitos formales

Partiendo de la base de que las partes pueden comparecer y defenderse por sí


mismas en la instancia, los arts. 18.2 y 21.2 contienen una precisión muy importante
destinada a mantener el principio de igualdad entre las partes. Cuando una de ellas vaya
a comparecer defendida por abogado o representada por abogado, procurador o
graduado social colegiado debe:

1.º) Si es el demandante, hacerlo constar así en la demanda.

2.º) Si es el demandado, ponerlo en conocimiento del juzgador por escrito, dentro


de los dos días siguientes al de su citación para el juicio oral, con el fin de que del escrito
se dé traslado al actor para que éste pueda, a su vez, conferir su representación a
procurador, graduado social o abogado o ser defendido por este último.

Si de lo que se trata es de mantener el principio de igualdad, el mismo no puede


referirse sólo al juicio oral, sino que debe comprender todas las actuaciones, y de ahí el
art. 21.3.

El art. 22 contiene normas específicas, respecto de la representación y de la


defensa, cuando sean parte en el proceso laboral:

1.º) El Estado, sus organismos autónomos o los órganos constitucionales: Serán


representados y defendidos por los abogados del Estado.

2.º) Las Comunidades Autónomas y las Entidades Locales: Serán representadas y


defendidas por los letrados de sus servicios jurídicos o por abogado colegiado.

3.º) Las Entidades gestoras y la Tesorería general de la Seguridad Social: Lo


serán por los letrados de la Administración de la Seguridad Social, los cuales son
funcionarios de esa administración en un cuerpo especial (Disp. Adic. 16.ª.2, 6 de la Ley
30/1984, de 2 de agosto).
95

LA ASISTENCIA JURIDICA GRATUITA

El art. 119 CE dispone que la justicia será gratuita para quien acredite
insuficiencia de recursos para litigar, y en su desarrollo se ha dictado la Ley 1/1996, de 10
de enero, de Asistencia Jurídica Gratuita (más el RD 2.103/1996, de 20 de septiembre),
por la que se han unificado los diversos sistemas anteriores del llamado beneficio de
justicia gratuita. En lo laboral ha incidido dando nueva redacción al art. 21 y dejando sin
contenido los arts. 25 y 26.

El art. 6 LAJG establece las prestaciones o contenido del derecho, que se refieren
a:

1.º) Asesoramiento y orientación gratuitos previos al proceso, para o evitar el


conflicto judicial o analizar la viabilidad de la pretensión.

2.º) Defensa gratuita por medio de abogado.

En realidad el contenido del derecho atiende aquí, en general al abogado y al


procurador, pero en el proceso laboral, dado que el segundo no es necesario en caso
alguno, el derecho ha de referirse sólo al abogado. Por eso el art. 21.1 LPL (en la nueva
redacción) habla sólo de la defensa por abogado y no de la representación por
procurador.

3.º) Inserción gratuita de anuncios o edictos que deban publicarse en periódicos


oficiales en el curso del proceso.

4.º) Exención de pago de depósitos necesarios para recurrir (arts. 227 LPL y
513.1 LEC). Según el art. 228 LPL también están exentos de la consignación de la
cantidad objeto de la condena, o del aval bancario, exigida para interponer los recursos
(lo que no se refiere a la Seguridad Social, arts. 192 y 219 LPL). Atendido el art. 233 LPL
también están exentos de la condena en costas en los recursos de suplicación y
casación.

5.º) Asistencia pericial gratuita en el proceso a cargo del personal técnico adscrito
a los órganos jurisdiccionales o a las Administraciones públicas.

6.º) Obtención gratuita de copias, testimonios, instrumentos y actas notariales


(según el art. 130 del Reglamento Notarial de 1944).

7.º) Reducción del 80 por 100 en las copias notariales y en asientos y


certificaciones de los registros de la Propiedad y Mercantil, cuando tengan relación
directa con el proceso.
96

a) Declaración judicial

Es la propia LAJG la que reconoce todas las anteriores prestaciones, y respecto


del proceso laboral, a:

1.º) Trabajadores: A pesar de la terminología legal, las prestaciones se reconocen,


no tanto a los que tienen la condición de trabajador, como a los que acuden a un órgano
jurisdiccional del orden social afirmando su titularidad activa de un derecho laboral.

2.º) Beneficiarios del sistema de Seguridad Social: En cualquiera de sus


modalidades, general o especiales.

3.º) Algunas personas jurídicas: La Ley reconoce las prestaciones a las Entidades
Gestoras y Servicios Comunes de la Seguridad Social, pero no a otros órganos públicos,
sean éstos el Estado, las Comunidades Autónomas, los Entes locales, Fondo de Garantía
Salarial, etc., sin perjuicio de que otras normas, por ejemplo art. 227.4 LPL, reconozcan a
algunos de esos órganos beneficios concretos.

b) Declaración administrativa

Aparte del supuesto anterior, la LAJG establece un sistema claramente


administrativo para el reconocimiento del derecho, que se refiere entonces ya a cada
proceso concreto, sistema en el que debe distinguirse:

1.º) Requisitos de fondo: Se refiere a: 1'') Circunstancias económicas: Los


recursos económicos no deben superar el doble del salario mínimo interprofesional, si se
trata de personas físicas, y el triple del mismo si son personas jurídicas; 2'') Litigar por
derechos propios, y 3'') Sostenibilidad de la pretensión (que tiene norma específica en el
art. 230 LPL para los recursos).

2.º) Competencia: Corresponde el reconocimiento del derecho a la Comisión de


Asistencia Jurídica Gratuita, de carácter provincial generalmente.

3.º) Procedimiento: La solicitud debe presentarse en el Colegio de Abogados del


lugar en que se halle el Juzgado que haya de conocer del proceso (o ante el Juzgado del
domicilio del solicitante, si bien aquél se limitará a dar traslado al Colegio de Abogados).

4.º) Decisión: En el plazo de treinta días la Comisión tendrá que dictar su


resolución, concediendo o denegando el derecho (y el silencio es positivo), que puede
impugnarse ante el Juzgado o Tribunal que sea competente para conocer del proceso
para el que pidió el derecho.
97

LECCION 5.ª
Los actos procesales

ACTO PROCESAL: CONCEPTO Y REGULACIÓN

El concepto de acto procesal está determinado por la concepción que se tenga


sobre la teoría general del hecho y del acto jurídicos, por cuanto aquél no es más que
una especie del género que es el acto jurídico. Si por hecho debe entenderse todo
acaecimiento del mundo exterior que modifica la realidad existente, estaremos ante un
hecho jurídico cuando la realidad modificada esté contemplada por una norma que
extraiga consecuencias jurídicas de ese acaecimiento. Hecho procesal será, pues, el
acaecimiento del mundo exterior que tiene efectos o consecuencias en el proceso.
Elemento fundamental para distinguir el hecho del acto procesal es la falta en el primero y
la presencia en el segundo de la voluntad del hombre.

Los hechos, aun cuando afecten directamente al proceso, no están determinados


por la voluntad del hombre; éste es el caso de la muerte de la parte (art. 16 LEC) o del
magistrado que ha de dictar la sentencia (art. 98.1 LPL) o la edad avanzada de algún
testigo (art. 76.2 LPL). No existe en el ordenamiento procesal español un tratamiento
sistemático de los hechos procesales, sino normas dispersas que contemplan hechos
específicos.

El acto presupone la actividad de una persona en cuanto manifestación de su


voluntad y estaremos ante un acto jurídico cuando ese comportamiento y su voluntad
esté contemplado por una norma jurídica que extraiga consecuencias de esta naturaleza.
El acto procesal no puede definirse como aquel acto jurídico que produce efectos en el
proceso, sino como el acto por medio del que el proceso se realiza, de modo que aquél
ha de producir sus efectos de modo directo en el proceso.

No todos los actos que tienen influencia o repercusión en el proceso pueden


considerarse procesales; para que alcancen esa naturaleza es preciso que su
repercusión sea directa e inmediata, y no indirecta o mediata. Por ejemplo, es indudable
que el escrito o carta de despido puede generar consecuencias en el proceso, en cuanto
en el mismo no se admitirán otros motivos de oposición a la demanda que los contenidos
en dicho escrito (art. 105.2 LPL), pero el mismo no es un acto procesal porque sus
consecuencias no se producen de modo directo en el proceso, y ello hasta el extremo de
98

que cuando se produce el acto el proceso no existe y de que aún puede no llegar a existir
nunca si el trabajador despedido no demanda.

La LPL dedica el Título IV (del Libro I) a "De los actos procesales", pero el mismo
no contiene, porque no es necesario, una regulación completa del acto procesal, sino que
en aquél cabe distinguir tres clases de normas:

1.ª) En ocasiones la LPL se limita a repetir una norma ya existente en otra ley de
aplicación general al proceso, con lo que la primera es innecesaria; esto es lo que ocurre,
por ejemplo, con el art. 42 que no es más que la reiteración de lo dispuesto en los arts.
281, 282, 473 y 483 LOPJ y 145 LEC.

2.ª) Otras veces la LPL contiene una simple remisión a otra norma también
general, con lo que podemos seguir hablando de inutilidad; así sucede, por ejemplo, con
el art. 49 LPL, que se remite para las resoluciones judiciales a los arts. 245 y 248 LOPJ y
206 y ss. LEC.

3.ª) Por fin, existen en la LPL normas que determinan especialidades de los actos
procesales para el proceso laboral; véase, por ejemplo, el art. 43.4.

En lo que sigue vamos a atener principalmente a estas especialidades sin


perjuicio de que será necesario, al encuadrarlas en un contexto inteligible, hacer
referencia a la teoría general del acto procesal y, sobre todo, de los actos procesales en
el proceso civil. Habrá de tenerse en cuenta que la situación es de momento confusa por
cuanto:

1) La LEC de 2000 no ha entrado en vigor, pues lo hará el 8 de enero de 2001.


Esto supone que durante el año 2000 deberá estarse a la LOPJ y a la LEC de 1881 para
las remisiones de que hace la LPL tanto expresas como implícitas.

2) Una vez que la LEC de 2000 entre en vigor y mientras no se dicte la ley
orgánica de reforma de la LOPJ existirán dos regulaciones de los actos procesales, una
en la LOPJ y otra en la LEC, y no queda claro, en caso de contradicción, qué norma
deberá aplicarse. Es cierto que en la LOPJ se contienen muchas normas procesales no
necesitadas de ley orgánica que, en principio pueden ser modificadas por una ley
ordinaria, como es la Ley de Enjuiciamiento Civil, pero esto no está siempre lo claro que
sería preciso.

En todo lo que sigue habremos de partir del presupuesto de la aplicación de la


LEC 1/2000, y de que la misma se aplicará supletoriamente.
99

SUS REQUISITOS GENERALES

En la determinación de los requisitos de los actos procesales hay que distinguir


dos niveles. Por un lado, cada acto procesal tiene unos requisitos específicos, propios y
exclusivos del mismo, que determinan la producción de sus efectos; pero, por otro, cabe
referirse, a las reglas generales que son comunes a todos ellos. Aquí sólo podremos
atender a estas últimas que son las circunstancias exigidas por la ley a la que deben
acomodarse los actos procesales para producir los efectos previstos.

Antes de seguir conviene dejar clara la distinción entre presupuestos e


impedimentos procesales y requisitos de los actos procesales. Los presupuestos y los
impedimentos son las circunstancias que deben concurrir en el conjunto del proceso,
para que en éste pueda llegar a dictarse una resolución sobre el fondo del asunto,
mientras que los requisitos atiendan a actos individualmente considerados. La falta de
presupuestos o de impedimentos repercutirá en que en el proceso no llegará a dictarse
una sentencia que se pronuncie sobre la pretensión, mientras que la falta de un requisito
puede llevar a la ineficacia de un acto, a que éste no produzca los efectos previstos en la
ley.

El principio básico configurador de los actos procesales es el de legalidad (art. 1


LEC), y lo es porque con él puede garantizarse la seguridad jurídica, lo que no ocurriría si
el juzgador pudiera fijar discrecionalmente el procedimiento y los requisitos de cada acto
o si las partes pudieran configurar el procedimiento como lo estimaran más conveniente.

Los requisitos generales de los actos procesales suelen clasificarse en subjetivos,


objetivos y de actividad. Los subjetivos hacen referencia a que el acto debe ser realizado
por la persona que la ley establece como sujeto del mismo, a la aptitud de éste, esto es, a
la concurrencia en él de las calidades que la ley impone, y a la voluntad, entendiéndose
que en ésta debe estarse a la manifestada sobre la real. Los objetivos atienden al mismo
objeto del acto (no al objeto del proceso (vid. lección 7.ª), a aquello sobre lo que recae,
que tiene que ser posible, determinado, idóneo y lícito, y a la causa del acto, entendida
como finalidad objetiva para la que la ley lo ha previsto. Por último, los de actividad se
concretan en el lugar, tiempo y forma, y son a éstos a los que debemos prestar más
atención.
100

A) El lugar de los actos procesales

En lo que se refiere al espacio la regla general consiste en que los actos


procesales han de realizarse en el local destinado al órgano jurisdiccional que está
conociendo del proceso o que, si es el acto inicial del proceso mismo o de una fase, debe
conocer de él. Manifestaciones concretas de esta regla se contienen:

1.º) Para los actos del mismo órgano jurisdiccional, en el art. 129.1 LEC, que
ordena que los actos judiciales se practiquen en el local (sede) del órgano judicial.

Debe tenerse presente que tanto la LOPJ como la LEC emplean la palabra "sede",
se entiende del órgano jurisdiccional, de modo impreciso. En general por "sede" hay que
entender localidad en la que radica el órgano (y en este sentido vid. arts. 57, 62, 78, 80,
84, 92 LOPJ y 6 a 9 LDYPJ), si bien en algunos casos se utiliza como local o edificio
donde se asienta el órgano. Cuando el art. 129.1 LEC habla de “sede” se está refiriendo
al edificio del órgano judicial.

2.º) Para los actos de parte, en el art. 44 LPL, según el cual las partes habrán de
presentar todos los escritos y documentos en el Registro de los Juzgados y Salas de lo
Social.

Cuando las partes tienen que realizar un acto oral es obvio que han de hacerlo
ante el órgano jurisdiccional y, por tanto, en el local de éste, pero ocurre lo mismo aunque
el acto sea escrito. La demanda puede realizarla la parte donde estime conveniente,
siendo ello indiferente para la ley; para ésta la demanda sólo existe desde que se
presenta ante el órgano jurisdiccional, y es para esa presentación para la que se ordena
como lugar el Registro. Es por esto por lo que si se remite un escrito a un Juzgado por
correo sólo puede ser tenido en cuenta, respecto de la fecha, en el día que entra en el
Juzgado, y por lo que un órgano no debe admitir escritos dirigidos a otro órgano.

Frente a esas reglas generales se regulan en las leyes diversas excepciones que
pueden referirse a:

1.º) Fuera del local del órgano jurisdiccional pero dentro de su sede: Las
excepciones pueden referirse tanto al órgano jurisdiccional como a las partes.

Respecto del órgano judicial es evidente que existen casos en los que sus actos
han de poder, e incluso deber, realizarse fuera del local; así la práctica de algún medio de
prueba (art. 87.1 LPL: "fuera del local de la audiencia"; arts. 311 y 364 LEC para la
práctica del interrogatorio de la parte y de la testifical) y, en general, las notificaciones
como veremos después.
101

Con relación a los actos de las partes el art. 45 LPL se refiere a la presentación de
escritos y documentos en el Juzgado de Guardia de la sede del órgano jurisdiccional
social. Esta norma es una excepción al art. 135.2 LEC que no permite la presentación de
escritos en el Juzgado de Guardia dirigidos a los tribunales civiles. Para los tribunales
laborales sí pueden presentarse escritos en el Juzgado de Guardia y para que esta
presentación sea posible han de concurrir los siguientes requisitos:

1) Ha de hacerse precisamente en el Juzgado de Guardia de la localidad sede del


Juzgado o Sala correspondiente. En las islas en que no exista Juzgado de lo Social, la
presentación puede hacerse en cualquier de los Juzgados de la misma que asuma las
funciones de guardia.

2) Ha de tratarse del último día de un plazo y de horas en que no se encuentre


abierto el registro de entrada del órgano jurisdiccional social, por lo que en la diligencia de
presentación habrá de constar la hora.

3) Al día siguiente, y por el medio más rápido de comunicación, la parte ha de


dejar constancia en el Juzgado o Sala de lo Social de la presentación efectuada el día
anterior.

2.º) Fuera de la localidad sede del órgano jurisdiccional, pero dentro de su


demarcación territorial: La excepción se refiere únicamente a actos del órgano
jurisdiccional, no de las partes.

El art. 129.3 LEC permite que los juzgados y tribunales se constituyan en


cualquier lugar del territorio de su competencia para la práctica de actuaciones, cuando
ello sea necesario o conveniente para la administración de justicia. Naturalmente siempre
será posible que los arts. 87.1 LPL y 311 y 364 LEC se refieran también a este supuesto,
y lo mismo cabe decir de las notificaciones, como veremos en su momento.

El problema específico en este caso atiende a la práctica de medios de prueba


acudiendo al auxilio judicial. En efecto, si los arts. 129.2 y 169.2 LEC permiten que un
órgano jurisdiccional encomiende a otro la práctica de medios de prueba, esto no es
posible en el proceso laboral; el principio de oralidad y sus consecuencias (lección 3.ª) no
permite que un juez practique un medio de prueba que debe valorar otro, sino que
impone identidad entre el juez que presidió el acto del juicio, con las pruebas, y el que
dicte la sentencia, de modo que no cabe auxilio judicial para las pruebas.

Este es un principio que debe mantenerse sin fisuras en el proceso laboral, sobre
todo después de la entrada en vigor de la LEC 1/2000. En ésta se ha tratado de introducir
102

la oralidad en el juicio ordinario y la inmediación en la práctica de la prueba, pero se han


admitido excepciones a la inmediación, de modo que una prueba (incluido el
reconocimiento judicial) puede practicarse por juez distinto del que debe dictar la
sentencia. Estas excepciones no deben estimarse admisibles en el proceso laboral.

3.º) Fuera de la demarcación territorial: La excepción se refiere también


únicamente a los actos del órgano jurisdiccional, pero no comprende lo relativo a la
práctica de pruebas.

Con esa limitación de las pruebas, cabe aplicar a los órganos del orden
jurisdiccional social los arts. 273 a 275 LOPLJ y los arts. 169 a 176 LEC, aparte de que la
propia LPL se refiere, en su art. 62, al auxilio a la justicia y a la cooperación judicial.

B) El tiempo

La regulación temporal de los actos procesales puede contemplarse desde dos


perspectivas:

a) Momento de realización del acto: días y horas hábiles

Se centra en su práctica en días y horas hábiles (art. 43.1 LPL). Son días hábiles
todos los del año menos aquellos de los que existe declaración expresa de inhabilidad;
esa declaración puede hacerse de dos maneras:

1.ª) Con relación a días determinados: El art. 130.2 LEC declara inhábiles los
domingos, los días de fiesta nacional y los festivos a efectos laborales en la Comunidad
Autónoma o en la localidad, lo que supone una remisión a normas administrativas (RD
2.001/1983, de 28 de julio, modificado por el 1.346/1989, de 3 de noviembre). Dada su
indeterminación a nivel legal, el art. 43.6 LPL ordena al secretario, a los efectos del plazo
para interponer el recurso y cuando medie una fiesta de carácter autonómico o local,
hacerlo así constar por diligencia.

2.ª) Respecto de todos los días del mes de agosto: El art. 130.2 LEC hace esta
declaración de inhabilidad, si bien luego el art. 43.4 LPL exceptúa de la misma, es decir,
declara hábiles los días del mes de agosto para las modalidades procesales de despido,
extinción del contrato de trabajo de los arts. 50 y 52 del ET, vacaciones, materia electoral,
conflictos colectivos, impugnación de convenios colectivos y tutela de la libertad sindical y
demás derechos fundamentales.
103

Más aún, la inhabilidad no se refiere a las actuaciones que tiendan directamente a


asegurar la efectividad de los derechos reclamados o para las de aquellas que, de no
adoptarse, puedan producir un perjuicio de difícil reparación.

Son horas hábiles, dice el art. 130.3 LEC, desde las ocho de la mañana a las ocho
de la tarde (y para los actos de comunicación y de ejecución hasta las diez de la noche).

El art. 131 LEC permite a los jueces y tribunales habilitar días y horas inhábiles y
el art. 43.5 LPL refiere esa posibilidad a los casos en que las actuaciones no fuera
posible practicarlas en tiempo hábil o sean necesarias para asegurar la efectividad de
una resolución judicial. Sin perjuicio de que iniciada una actuación en tiempo hábil podrá
continuarse hasta su conclusión, sin necesidad de habilitación.

b) Orden de la serie de actos que componen el procedimiento

Se refiere a la distinción entre término y plazo. El término es un momento en el


tiempo, determinado por día y hora, mientras que el plazo es un lapso de tiempo, lo que
exige la determinación de un momento inicial (a quo) y de otro final (ad quem). El art.
132.1 LEC presupone un concepto correcto de las palabras término y plazo y también se
utiliza correctamente la palabra término en el art. 43.2 LPL.

Con referencia sólo a los plazos debe tenerse en cuenta:

1.º) Su cómputo: El art. 133 LEC lo regula precisando la existencia de: *) Un día
inicial, que para las partes es el siguiente a aquél en que se practicó el acto de
comunicación, *) Un sistema de cómputo, conforme al cual si el plazo se fija por días se
descuentan los inhábiles, y si se fija por meses o años no se descuentan sino que se
estará de fecha a fecha, *) Una excepción al cómputo, conforme a la cual cuando se trata
de actuaciones urgentes se computarán los días del mes de agosto, excluyéndose sólo
los domingos y festivos, y *) Un día final, que se computa íntegramente, si bien cuando
ese día es inhábil el plazo se entiende prorrogado al siguiente día hábil.

2.ª) Su improrrogabilidad: Si el art. 134.1 LEC declara improrrogables todos los


plazos, según el art. 43.3 LPL, salvo los plazos señalados para dictar resolución judicial,
todos los plazos son perentorios e improrrogables, y sólo podrán suspenderse y abrirse
de nuevo en los casos taxativamente establecidos en las leyes.

3.ª) Su distinción entre propios e impropios: Plazo propio es aquél que se confiere
a las partes, o a las personas que sin ese carácter intervienen en el proceso, para la
realización de un acto procesal; el efecto principal de su inobservancia es que precluye el
trámite pasándose, por el impulso de oficio, al trámite siguiente, con pérdida de la
104

posibilidad de realizar el acto (arts. 136 LEC y 43.2 LPL). Plazo impropio o judicial es el
establecido para la realización de actos por el personal jurisdiccional o por el auxiliar; su
inobservancia no implica preclusión, de modo que el sujeto sigue obligado a realizar el
acto, si bien originándose responsabilidad para el incumplidor.

C) La forma

En sentido estricto la forma es la plasmación externa del acto, el cómo se


manifiesta al exterior. Normalmente la forma se refiere a la apariencia de las
declaraciones de voluntad en que consiste los actos, pero no hay que olvidar que no
todos los actos son expresiones de esa voluntad.

Cuando se habla de forma suele emplearse esta palabra en su sentido amplio que
comprende, incluso, el tiempo y el lugar, pero entonces se está usando incorrectamente
la terminología. La forma no puede referirse al conjunto de los requisitos del acto
procesal, sino sólo a aquellos que atienden a cómo se exterioriza. No es así un requisito
de forma el que el acto se realice precisamente por la persona que prevé la ley, pues esto
trasciende de la mera exteriorización.

Por otra parte, si bien en la ley se atiende preferentemente a la forma de la


exteriorización de las declaraciones de voluntad, no faltan actos que consisten en
operaciones físicas, como el reconocimiento por el juzgador de un lugar o la entrada en el
domicilio de la parte para efectuar el embargo de los bienes muebles. Estos actos tienen
en ocasiones su forma regulada muy minuciosamente en la ley y otras no tanto; en
cualquier caso se tratará de realizarlo en la forma más adecuada para lograr su fin y
siempre procediéndose a su documentación con la autorización del secretario o de quien
le sustituya (art. 42 LPL).

Cuando lo que se exterioriza es una declaración de voluntad el requisito común es


el del idioma a utilizar (arts. 231 LOPJ y 142 LEC). En general el idioma será el
castellano, lengua oficial del Estado, pero respecto de las lenguas también oficiales en
algunas Comunidades Autónomas:

1.º) Los titulares de la jurisdicción, fiscales, secretarios y demás funcionarios del


Juzgado o Tribunal podrán usar también la lengua oficial propia de la Comunidad, si
ninguna de las partes se opusiere, alegando desconocimiento de ella que pudiere
producir indefensión, caso en el que deberán usar el castellano.
105

2.º) Las partes, sus representantes y abogados y los testigos y peritos podrán
usar la lengua de la Comunidad, pero sus actuaciones deberán traducirse al castellano si
la otra parte alega desconocimiento que produzca indefensión y si el acto debe surtir
efecto fuera del territorio de la Comunidad. Tratándose de actuaciones orales el juzgador
podrá nombrar intérprete a cualquier persona no conocedora de la lengua y si son actos
escritos deberán traducirse por intérprete titulado.

a) Actos orales

El requisito básico de los actos orales se refiere a quienes deben estar presentes
en su realización y a quienes se puede conceder la palabra, que es cosa distinta de la
inmediación. Unas veces la ley impone las personas que deben realizar el acto y en
presencia de quien y otras veces ello es determinante de la inmediación como
consecuencia de la oralidad, pero no siempre las dos cosas coinciden.

La realización de un acto oral se acompaña normalmente de su documentación y


en el proceso laboral es especialmente importante el acta del juicio oral (art. 89 LPL) (vid.
lección 8.ª). El art. 147 LEC dispone que las actuaciones orales en vistas y
comparecencias se registrarán en soporte apto para la grabación y reproducción del
sonido y de la imagen.

b) Actos escritos

Estos actos no precisan de papel especial alguno para su realización, pero en


ellos importan esencialmente los requisitos de las firmas de su autor o autores y, sobre
todo, de su contenido (así el art. 80 para el escrito de demanda). Cuando se trata de
actos de parte siempre han de presentarse tantas copias cuantas sean las partes
contrarias (arts. 80.2 LPL y 273 y ss. LEC, pero teniendo en cuenta que no interviene
procurador). Todo escrito que presente una parte dará lugar a que el secretario ponga
diligencia de constancia (art. 46.1 LPL).

INEFICACIA Y SUBSANACION DE LOS ACTOS

Cuando un acto procesal cumple con los requisitos previstos para el mismo la
consecuencia es la producción de los efectos determinados en la Ley. La ineficacia es la
alternativa y supone la no producción de esos efectos ante el incumplimiento de los
requisitos. Ahora bien, atendido que no todos los requisitos tienen la misma naturaleza,
su incumplimiento puede tener diversos grados en la ineficacia.
106

1.º) Nulidad: Esta se producirá ante el incumplimiento de requisitos esenciales y


habrá de apreciarse de oficio por el juzgador.

La doctrina suele referirse a un grado aún mayor de ineficacia que consistiría en la


inexistencia del acto. Entre la nulidad y la inexistencia no es fácil encontrar las
diferencias en orden a los requisitos incumplidos, pero en todo caso hasta la inexistencia
requiere que el acto tenga una cierta apariencia externa de procesal. Ahora bien, si se
compara una sentencia dictada por quien no es titular de potestad jurisdiccional
(inexistencia) con una sentencia en la que falta la firma del magistrado que la dicta
(nulidad), se apreciarán las diferencias.

2.º) Anulabilidad: Los requisitos incumplidos son aquí aquellos respecto de los
que las partes tienen facultades dispositivas, con lo que se está diciendo que no puede
ponerse de manifiesto de oficio por el órgano jurisdiccional, sino que es precisa petición
expresa de la parte que se crea perjudicada.

Problema distinto de la ineficacia es el de la irregularidad de los actos procesales.


En ocasiones la falta de un requisito no impide que un acto despliegue sus efectos
normales, pero el incumplimiento de la ley lleva a que ésta prevea una sanción para el
autor del acto. Por ejemplo, el incumplimiento de los plazos impropios por el órgano
jurisdiccional no implica la nulidad del acto judicial ni su anulabilidad, pero sí puede
suponer la imposición de una corrección disciplinaria; de la misma forma si los autos son
entregados al abogado de la parte y éste no los devuelve en el plazo fijado, la devolución
se exigirá coactivamente pero además puede imponerse una sanción (art. 48 LPL).

En la actualidad lo más importante no es tanto el tema de la ineficacia de los actos


procesales cuanto el de la subsanación de los defectos. El art. 11.3 LOPJ, con referencia
al art. 24 CE, ordena a los Juzgados y Tribunales resolver sobre las pretensiones que se
les formulen, que sólo podrán dejar de resolverse por motivos formales cuando el defecto
fuese insubsanable o no se produjera la subsanación por el procedimiento establecido en
la ley procesal. En desarrollo de esta idea en la LPL se han ido regulando trámites de
subsanación de defectos en los arts. 81.1 (para la demanda) 193.3 y 197 (suplicación),
207.3 y 209 (casación) y 220 (casación para la unificación de doctrina) y aún habrá que
pensar que donde la ley no lo disponga expresamente el juzgador debe cuestionarse si el
defecto que advierte es subsanable (con lo que debe conceder plazo para subsanación) o
insubsanable. La dificultad radica en esta distinción, pero la misma no puede abordarse
en general sino que debe estarse a cada uno de los actos procesales en concreto.
107

CLASES DE ACTOS PROCESALES

Los criterios desde los que puede intentarse una clasificación de los actos
procesales pueden ser muy variados, aunque suele atenderse bien a la función del acto
bien a quien sea su autor. En la doctrina española suele ser más común este último
criterio y así se habla de actos de las partes y actos del órgano jurisdiccional,
subdistinguiéndose dentro de esta segunda clase entre actos del juez y actos del
secretario.

En lo que sigue vamos a atender a este criterio del sujeto del acto, si bien no
haremos especial mención de los actos de las partes, por cuanto los mismos, primero,
están muy lejos de alcanzar una clasificación clara y aceptada mayoritariamente y, luego,
no existen actos de contenido puro. Suele hablarse de actos destinados a obtener una
resolución judicial y actos creadores de situaciones jurídicas, pero lo cierto es que los
actos concretos que realizan las partes en el proceso no siempre entran en una clase u
otra de modo exclusivo.

Por ello vamos a centrarnos en los actos del órgano jurisdiccional, con la
subdistinción entre actos del juez y actos del secretario judicial.

ACTOS DEL JUEZ

Hablamos del juez en sentido amplio, esto es, con referencia al titular de la
potestad jurisdiccional, que puede ser unipersonal (magistrado en los Juzgados de lo
Social) o colegiado (magistrados de una Sala o Sección).

A) Actos de ordenación formal y material del proceso

A lo largo del proceso el juzgador realiza muy variados actos que pueden referirse
bien a la ordenación formal del proceso (dirige las vistas y en especial el juicio oral, arts.
182 y ss. LEC; concede la palabra a las partes o a sus defensores, art. 85.3 LPL), bien a
su ordenación material (intenta la conciliación entre las partes, art. 84.1; hace preguntas a
testigos y peritos, arts. 92 y 93 LPL, con sus remisiones).
108

B) Resoluciones

Radica en ellas la actividad más importante del titular de la potestad jurisdiccional.


Resolución es la declaración imperativa de voluntad por la que se proclama el efecto
jurídico que la ley hace depender de cada supuesto de hecho, y puede ser:

1.º) Interlocutoria: Cuando atiende a la ordenación formal y/o material del proceso,
de modo que por medio de ellas se va dando a éste el curso preordenado por la ley (se
admite la demanda, se admite un medio de prueba, etc.).

2.º) De fondo: Resuelve sobre la pretensión objeto del pleito en la instancia o en


alguno de los recursos.

Esta distinción está implícita en la ley, pero la expresa en ella atiende a la forma,
con base en la que las resoluciones jurisdiccionales pueden ser providencias, autos,
sentencias y resoluciones verbales, dice el art. 49 LPL, que se remite para su desarrollo a
lo dispuesto en la normativa general.

a) Providencias

Según el art. 206.2, 1.ª, LEC se dictará providencia cuando la resolución no se


limite a la aplicación de normas de impulso procesal Pues entonces el secretario dictará
diligencia de ordenación, art. 223.1 LEC), sino que se refiera a cuestiones procesales que
requieran una decisión judicial, bien por establecerlo así la ley, bien por derivarse de ellas
cargas o por afectar a derechos procesales de las partes, siempre que en tales casos no
se exija expresamente la forma de auto.

En lo que se refiere a la forma el art. 208 LEC precisa que se limitará a la


determinación de lo mandado (incluyendo una sucinta motivación cuando así lo disponga
la ley o el tribunal lo estime conveniente), incluyendo la mención del lugar y fecha en que
se adopten y la indicación del tribunal que las dicte, con expresión del juez o magistrados
que lo integren; si el tribunal es colegiado bastará la firma del magistrado ponente. Se
trata, pues, de una resolución no motivada, aunque si se estima conveniente puede
sucintamente motivarse, pero sin sujeción a requisito alguno.

b) Autos
Según el art. 206.2, 2.ª se dictarán autos cuando se decidan recursos contra
providencias, cuando se resuelva sobre admisión o inadmisión de demanda,
reconvención y acumulación de acciones, sobre presupuestos procesales, admisión o
inadmisión de la prueba, aprobación judicial de transacciones y convenios, anotaciones e
inscripciones registrales, medidas cautelares, nulidad o validez de las actuaciones y
109

cualesquiera cuestiones incidentales, tengan o no señalada en esta ley tramitación


especial. También revestirán la forma de auto las resoluciones que pongan fin a las
actuaciones de una instancia o recurso antes de que concluya su tramitación ordinaria.
Esta norma general debe adecuarse al caso de un procedimiento oral, pues
algunas de esas resoluciones no son autos escritos, sino resoluciones orales a dictar en
el acto del juicio oral, documentándose en el acta. En el proceso laboral la admisión o
inadmisión de excepciones, la inadmisión de la reconvención, la denegación del
recibimiento a prueba o de cualquier diligencia de prueba y la resolución de incidentes no
se hace por medio de auto, sino que deberá hacerse bien por medio de resolución verbal
en el curso del juicio bien en la sentencia.

En general puede decirse que habrán de revestir la forma de auto las resoluciones
escritas que comporten una decisión entre dos opciones posibles, sobre todo cuando esa
decisión sea negativa ante la petición de la parte. La forma de los autos se diferencia de
la de las providencias en que los primeros siempre han de motivarse. Así su forma será:

1) Encabezamiento: Se determinará el Juzgado o Tribunal que lo dicta, con


especificación de la o las personas concretas, lugar y fecha.

2) Fundamentación: Con distinción entre antecedentes de hecho y fundamentos


de derecho debidamente separados y los dos con párrafos numerados.

3) Parte dispositiva o fallo: En la que expresará la decisión objeto de la resolución.

4) Firmas: Serán firmados por el magistrado o magistrados que los hayan dictado.

El art. 50.5 LPL admite la posibilidad de que se dicten autos oralmente; se trata de
los casos en que se celebra una comparecencia para discutir exclusivamente de una
cuestión incidental suscitada en el proceso. Como veremos en la lección 8.ª, las
cuestiones incidentales pueden conocerse junto al objeto del proceso y entonces son
resueltas en la sentencia, pero también cabe la existencia de cuestiones incidentales
específicas, para las que la ley prevé comparecencia oral (así vid. art. 236) y resolución
propias, y entonces esa resolución será auto y puede dictarse de modo oral.

c) Resoluciones verbales

En un procedimiento escrito lo normal es que las providencias y autos se dicten de


modo escrito y aun así cabe que en la vista el juzgador tenga que resolver los diversos
puntos de ordenación que se vayan suscitando, lo que habrá de hacer de modo oral.
Pero en un procedimiento en que lo esencial del mismo es una audiencia oral y
concentrada (el llamado juicio oral), no cabe que durante la misma se dicten resoluciones
110

escritas. Es por ello por lo que el art. 210 LEC se refiere a resoluciones judiciales orales y
el art. 49.2 LPL a resoluciones verbales a dictar durante la celebración del juicio oral u
otros actos a presencia judicial.

En la LPL de 1980 a las resoluciones orales se las llamaba acuerdos (art. 67, II),
pero atendido que el art. 244 LOPJ llama acuerdos a las resoluciones de los tribunales
cuando no ejercen jurisdicción, la LPL de 1990 tuvo que cambiar la denominación y como
no se ha encontrado un término más apropiado se ha referido en general a resoluciones
verbales.

Estas resoluciones pueden contemplarse desde dos perspectivas. Puede


sostenerse que no son más que las providencias o autos, sólo que no escritas, o bien
puede defenderse que se trata de un tipo autónomo de resolución. Por esta segunda
solución nos inclinamos con base en que: 1) Los requisitos de forma no son equiparables
entre una y otras, pues si las resoluciones verbales precisan de la "fundamentación que
proceda" ello no puede significar que en todos los demás requisitos deba estarse a la
forma de las providencias y autos, excluida la escritura, y 2) Son muy distintas las
posibilidades de recurrir contra las providencias y autos y contra las resoluciones
verbales, tanto que contra éstas no cabe ni reposición ni súplica, sino sólo protesta a los
efectos del recurso que quepa interponer contra la sentencia final.

El art. 210 LEC si se interpreta en su tenor literal es una norma carente de


sentido, por cuanto desconoce realmente lo que son las resoluciones orales. En efecto,
no lo tiene sostener que existe, primero, una resolución que se dicta de modo oral en la
vista, audiencia o comparecencia y, luego, la necesidad de redactar por escrito la
resolución y notificársela a las partes. La norma adquiere algún sentido si se refiere
únicamente a las resoluciones que ponen fin a la instancia, no a las que se van a
dictando a lo largo de la vista, audiencia o comparecencia, pues entonces es admisible
que: 1) Pueda dictarse oralmente la resolución si todas las partes están presentes en el
acto por sí o debidamente representadas, 2) La resolución se convierta en firme si las
partes expresan su decisión de no recurrirla, y 3) En otro caso el plazo para recurrir
comenzará a computarse desde la notificación de la resolución escrita debidamente
redactada.

d) Sentencias

En principio la forma de la sentencia debería reservarse para aquella resolución


que se pronuncia sobre la pretensión objeto del proceso incoado por las partes, pero no
111

siempre ocurre así en el derecho español en el que cabe esa forma de resolución con
contenido meramente procesal o de absolución de la instancia.

Cabe así distinguir entre:

1.º) Sentencias materiales o sobre el fondo: Si concurren todos los presupuestos e


impedimentos procesales y si se han cumplido todos los requisitos, el juzgador debe
entrar a resolver la pretensión formulada, estimándola o desestimándola.

2.º) Sentencias procesales o de absolución de la instancia: Cuando falta algún


presupuesto o impedimento procesal o se ha incumplido algún requisito no subsanable, el
juzgador no podrá a entrar a resolver la pretensión formulada, limitándose a declarar la
falta del presupuesto o del impedimento o a anular todo lo actuado desde que se
incumplió el requisito. La cuestión planteada no se resuelve, sino que o bien existe un
pronunciamiento relativo a la inadmisibilidad de la pretensión o bien con la declaración de
nulidad de parte de lo actuado se reponen las actuaciones al momento en que se
incumplió el requisito.

En la sentencia procesal ni se condena ni se absuelve al demandado; si no puede


existir pronunciamiento sobre la pretensión, no cabe decir en el fallo que aquella se
estima o desestima y, consiguientemente, no es posible ni condenar ni absolver.

Para los casos en los que debe dictarse sentencia el art. 49.1 LPL se remite al art.
206.2, 3.ª, LEC: Se dictará sentencia para poner fin al proceso, en primera o segunda
instancia (en el proceso laboral hay una única instancia), una vez que haya concluido su
tramitación ordinaria prevista en la Ley. También se resolverán mediante sentencia los
recursos extraordinarios y los procedimientos para la revisión de sentencias firmes.

Para la forma de la misma a los arts. 208 y 209 LEC. Con relación a la forma hay
que distinguir:

1.ª) Escritas

Según los artículos dichos la sentencia se compone de cuatro partes:

1) Encabezamiento: Se expresarán en él lugar, fecha, órgano jurisdiccional que la


dicta, con expresión del nombre del magistrado (Juzgado) o de los nombres de los
magistrados (tribunal y mención expresa del nombre del ponente), partes (y, en su caso,
representantes y defensores) y el objeto del pleito.
112

2) Antecedentes de hecho: se consignarán, con la claridad y la concisión posibles


y en párrafos separados y numerados, las pretensiones de las partes o interesados, los
hechos en que las funden, que hubieren sido alegados oportunamente y tengan relación
con las cuestiones que hayan de resolverse, las pruebas que se hubiesen propuesto y
practicado y los hechos probados, en su caso. Mención expresa de los hechos probados
debe hacerse en la sentencia a dictar en la instancia del proceso laboral, conforme
dispone el art. 97.2 LPL (vid. lección 10.ª).
3) Fundamentos de derecho: También en párrafos separados y numerados se
apreciarán los puntos de hecho y de derecho fijados por las partes y los que ofrezcan las
cuestiones controvertidas, dando las razones y fundamentos legales del fallo que haya de
dictarse, con expresión concreta de las normas jurídicas aplicables al caso.

4) Fallo: Se acomodará a lo previsto en los artículos 216 y siguientes (sobre los


requisitos internos, es decir, justicia rogada, carga de la prueba, exhaustividad y
congruencia), contendrá, numerados, los pronunciamientos correspondientes a las
pretensiones de las partes, aunque la estimación o desestimación de todas o algunas de
dichas pretensiones pudiera deducirse de los fundamentos jurídicos.

La formación de la sentencia no tiene especialidad en lo laboral, lo que supone


que si es dictada por un órgano unipersonal debe estarse a los pasos de redacción por el
magistrado, extensión por el secretario, firma por el magistrado, publicación,
incorporación a los autos y notificación, mientras que si se dicta por un órgano colegiado
se tratará de deliberación y votación, redacción por el ponente, extensión, firma,
publicación, incorporación a los autos y notificación.

2.ª) Orales

Según el art. 50 LPL pueden existir sentencias orales, si bien debe distinguirse:

1) Casos en los que puede dictarse sentencia oral: La autorización de dictar


sentencia oral tiene dos límites, uno referido al órgano jurisdiccional, por cuanto sólo es
posible en los Juzgados, no en los órganos colegiados, y otro que atiende a la exclusión
de una serie de procesos. Puede así decirse que la sentencia oral la puede dictar el
magistrado de lo social, pero no en los procesos por despido disciplinario y de extinción
del contrato de trabajo de los artículos 50 y 52 ET, en los que versen sobre
reconocimiento o denegación del derecho a obtener prestaciones de Seguridad Social,
incluidas las de desempleo, en los de conflicto colectivo, en los de impugnación de
convenios colectivos, en los de impugnación de los estatutos de los sindicatos y en los de
tutela de la libertad sindical y demás derechos fundamentales.
113

2) Modalidades de la sentencia oral: En realidad el art. 50.1 permite lo que


podríamos denominar dos modalidades de esta clase de sentencias, por cuanto la
oralidad puede referirse a:

-Toda la sentencia: En el momento de terminar el juicio oral el magistrado puede,


en los casos permitidos, pronunciar sentencia de viva voz, la cual habrá de contener los
requisitos formales establecidos en la LEC 1/2000, es decir, los que hemos visto antes
para las sentencias escritas, consignándola literalmente en el acta (de la que puede
entregarse copia a las partes si la piden, art. 89.4) con lo que las partes quedan
notificadas. Si en ese momento expresan su decisión de no recurrir, el magistrado
declarará la firmeza de la sentencia.

-Sólo el fallo: También al terminar el juicio oral el magistrado puede, en los casos
permitidos, pronunciar el fallo, que se documentará en el acta, sin perjuicio de que luego,
y en el plazo de cinco días, proceda a la redacción por escrito de toda la sentencia; en
este caso la firma del acta no presupone notificación de la sentencia, sino que el acto de
notificación se realizará después y en la forma ordinaria, pero cabe que las partes
expresen su deseo de no recurrir con lo que el magistrado, sin perjuicio de redactar la
sentencia completa, declarará su firmeza en el acta.

ACTOS DEL SECRETARIO

Al referirnos en la lección 1.ª al secretario advertimos de la heterogeneidad de sus


funciones, lo que ahora se pone de manifiesto en la variedad de actos que puede realizar
en el proceso.

A) Resoluciones

La LOPJ atribuyó a los secretarios una participación en las resoluciones a dictar


por los órganos jurisdiccionales (arts. 288 a 291), que luego fue asumida en la LPL (arts.
51 y 52) y que, sin embargo, ha sido reformada en la LEC 1/2000.

a) Diligencias de ordenación

Son resoluciones que han de tener por objeto únicamente dar a los autos el curso
ordenado en la ley, así como impulsar formalmente el procedimiento en sus distintos
trámites. Se trata, pues, de resoluciones que sólo pueden referirse a lo que podríamos
considerar aplicación automática de la ley procesal.
114

Estas diligencias de ordenación limitan su forma a la expresión de lo que se


dispone, con el nombre del secretario, fecha y firma, con lo que se está diciendo que no
son motivadas.

Su revisión puede realizarse de oficio o a instancia de parte y en todo caso por el


magistrado (Juzgado) o por el magistrado ponente (tribunal).

1) De oficio: El art. 289 LOPJ decía que las diligencias de ordenación decía que
las diligencias de ordenación podían ser revisadas de oficio, y en ello insistió el art. 52.3
LPL, pero sin decir cómo. Atendido ahora el art. 224.1 LEC ha de entenderse que sólo
cabe la revisión de oficio cuando se trate de diligencias de ordenación nulas de pleno
derecho, es decir, cuando decidas cuestiones que conforme a la ley han de decidirse por
medio de providencia, auto o sentencia. Esa declaración de nulidad se hará conforme a la
nulidad general regulada, de momento, en el art. 240.2 LOPJ y, cuando esta norma esté
derogada por lo previsto en el art. 227.2 LEC.

2) A instancia de parte: Se trata de una verdadera impugnación que el art. 224


LEC remite a lo dispuesto para el recurso de reposición.

b) Propuestas de resolución

Los arts. 290 y 291 LOPJ atribuyeron al secretario judicial la posibilidad de


proponer al juez o tribunal las resoluciones que, con arreglo a la ley, podían revestir la
forma de providencia o auto (con excepciones). Esta atribución fue asumida en el art. 51
de la LPL, pero ha sido suprimida en la LEC 1/2000, aunque no se ha producido la
derogación formal de aquellos dos artículos de la LOPJ ni el de éste de la LPL. Se reitera
así la extraña situación a que nos hemos referido. Hay que insistir en que:

1) Hasta la entrada en vigor de la LEC el 8 de enero de 2001, no hay cuestión,


pues siguen en vigor la posibilidad de las propuestas de resolución.

2) Los problemas surgirán si entra en vigor la LEC antes de que se haya


reformado la LOPJ, pero para este supuesto debería tenerse en cuenta que las normas
de la LOPJ sobre actos procesales no tienen la naturaleza material de orgánicas (arts. 81
y 122 CE).

Mientras tanto debe recordarse que las propuestas de resolución no son


resoluciones autónomas sino un medio por el que el secretariado participa en las
resoluciones que debe dictar el magistrado (Juzgado) o la Sala o Sección (tribunal), en
virtud del cual aquél redacta el texto de la resolución, si bien ésta sólo existirá cuando el
magistrado o la Sala o Sección la acepte expresamente con la expresión de "conformes".
115

Esta colaboración puede referirse a las providencias y autos (nunca a las


sentencias) y aún se excluyen:

1) La providencia que revisa una diligencia de ordenación.

2) Los autos decisorios de cuestiones incidentales sobre recursos o sobre autos


en que se haya suscitado contienda, así como los limitativos de derechos.

Naturalmente la propuesta de resolución adoptará la forma de la resolución misma


(providencia o auto) y deberá ser firmada por el secretario. Ante la propuesta el
magistrado o la Sala o Sección puede: aceptarla, con la expresión "conformes" y la o las
firmas, o no aceptarla, en cuyo caso se dictará la resolución que proceda.

B) Actos de documentación

Al secretario se atribuye la fe pública judicial y, consiguientemente, la


documentación. Por eso el art. 281.1 LOPJ dispone que el secretario es el único
funcionario competente para dar fe con plenitud de efectos de las actuaciones judiciales,
lo que se repite en el art. 42 LPL.

El art. 42 LPL añade que la autorización de las actuaciones judiciales puede


realizarla también el oficial de la Administración de Justicia a quien el secretario habilite o
el que legalmente le sustituya, con lo que está remitiendo al art. 282 LOPJ y al art. 9 del
RD 429/1988, de 29 de abril, reglamento orgánico del cuerpo de secretarios judiciales,
para la habilitación, y al art. 483 LOPJ y a los arts. 59 y 60 ROSJ para las sustituciones.

Manifestaciones concretas de esta función de documentación se encuentran en:

1) Autoriza la concesión de representación procesal apud acta (art. 281.3 LOPJ).

2) Expide testimonios de las actuaciones judiciales (art. 279.2 LOPJ).

3) Documenta la realización de determinados actos por medio de actas,


diligencias y notas (art. 280 LOPJ).

Las actas tienen por objeto dejar constancia de la realización de un acto procesal
o de un hecho con trascendencia procesal. Las diligencias pueden ser de constancia
(acredita que un hecho o acto ha tenido lugar, art. 46 LPL), de ordenación (la vista antes),
de comunicación (que hace constar la realización de esta clase de actos, art. 57 LPL) y
de ejecución (para constatar que un mandato judicial se ha cumplido). Las notas pueden
ser de referencia, de resumen de los autos y de examen del trámite a que se refieran.
116

C) Actividad de conservación e información

Corresponde al secretario la llevanza de los libros y el archivo y la conservación


de las actuaciones (arts. 287 y 473.3 LOPJ) y especialmente el libro de sentencias (art.
213 LEC). Consecuentemente el derecho de acceso de los interesados a los autos (art.
140 LEC) y al libro de sentencias (arts. 213 LEC y 47.2 LPL) debe ser satisfecho por el
secretario. De ahí que el art. 47 LPL disponga que los autos permanecerán en los
Juzgados y Salas bajo la custodia del secretario, donde podrán ser examinados por los
interesados que acrediten interés legítimo, haciéndose mención expresa del acceso al
libro de sentencias.

Evidentemente el concepto de interesado es más amplio que el de parte, y sobre


el mismo vid. el acuerdo del CGPJ de 15 de noviembre de 1989 y luego el Informe de la
Comisión de Estudios e Informes del propio CGPJ de 15 de enero de 1990.

Si el secretario tiene la custodia de las actuaciones judiciales, lo normal es que


éstas permanezcan en las dependencias del Juzgado o Sala. La entrega de los autos a
los abogados de las partes es excepcional y precisa de norma expresa (y así arts. 193.1,
210, 221.2 y 230.1 LPL). Para el caso de retraso en la devolución el art. 48.2 LPL prevé
la sanción correspondiente.

Pero el art. 48.1, si se pone en relación con los arts. 193.1, 210, 221.2 y 230.1,
tiene además la virtud de que en realidad la "entrega" se convierte en "puesta a
disposición" del abogado para retirar los autos de la oficina judicial; es decir, no se trata
de que los autos se los lleven a su estudio profesional, sino que puede recogerlos de la
dependencia judicial.

D) Actos de comunicación

El Capítulo III (del Título IV del Libro I de la LPL), a pesar de su rúbrica "De los
actos de comunicación", se refiere realmente sólo a una de las direcciones de la
comunicación, la que va del órgano jurisdiccional a las partes, a algunos terceros y, en
general, hacia el exterior.

Los actos de comunicación tienen doble dirección. Unos nacen del órgano
jurisdiccional y se proyectan hacia afuera, mientras que otros se dirigen hacia el órgano
jurisdiccional. A esta segunda dirección no se refiere la LPL y es la que se resuelve en la
117

dación de cuenta. Los actos escritos se basan en la presentación del escrito y


documentos en el registro del Juzgado o Sala (art. 44), estando el secretario obligado a
poner diligencia para hacer constar el día y la hora de su entrada (art. 46.1). A partir de
ahí aparece la dación de cuenta, por la cual el secretario pone en conocimiento del
magistrado o del presidente de la Sala la existencia del escrito (arts. 46.2 LPL, 284 a 286
LOPJ y 178 LEC); este acto de comunicación es oral.

Atendiendo, pues, a la comunicación del órgano jurisdiccional hacia el exterior


adquiere sentido el art. 53 LPL. Si el principio de contradicción supone que a las partes
ha de darse la posibilidad real de ser oídas y que han de conocer todos los materiales de
hecho y de derecho, el instrumento básico para ello son los actos de comunicación, y
éstos han de efectuarse en forma que se garantice ese principio, es decir, el derecho de
defensa. De aquí se deduce que, primero, la ley tiene que ser muy minuciosa a la hora de
regular los actos de comunicación y, segundo, el órgano jurisdiccional ha de cumplir
escrupulosamente lo dispuesto en la ley, tanto que la inobservancia de los requisitos
conduce a la nulidad, dice el art. 61, salvo que el interesado se hubiere dado por
enterado.

a) El objeto de la comunicación

Tradicionalmente los actos de comunicación suelen denominarse, en general,


notificaciones, pero luego las leyes procesales distinguen cuatro actos posibles
atendiendo a lo que sea objeto de la comunicación:

1.º) Citación: Tiene por objeto llamar a una persona (parte, testigo, etc.) para que
comparezca ante el órgano jurisdiccional en un momento determinado en el tiempo, es
decir, en un término (por ejemplo, art. 82.1).

2.º) Emplazamiento: Impone a la parte la carga de comparecer ante el órgano


jurisdiccional en un plazo (por ejemplo, art. 207.1).

3.º) Requerimiento: Además de poner en conocimiento del requerido una


resolución judicial, supone una intimación para que realice una determinada conducta,
distinta de la mera comparecencia (por ejemplo, art. 90.2).

4.º) Notificación en sentido estricto: Tiene por objeto poner en conocimiento del
interesado un acto procesal, que puede ser una resolución judicial o una diligencia de
ordenación o un acto hecho por una parte. Puede decirse que notificación (en sentido
estricto) es la notificación (en sentido amplio) que no sea citación, emplazamiento o
requerimiento.
118

b) Requisitos generales

Los requisitos de la notificación en sentido amplio, es decir, los comunes a todos


estos actos de comunicación son:

1.º) Destinatarios de la notificación (en sentido amplio) pueden ser las partes, las
personas a quienes se refiera (testigos, peritos) o quienes puedan sufrir perjuicio u
ostenten interés legítimo en el asunto debatido (art. 54.2).

2.º) En principio todas las resoluciones se notificarán el mismo día de su fecha o


de la publicación, en su caso (art. 54.1), si bien existe alguna norma especial (como el
art. 97.2 sobre la notificación de las sentencias "dentro de los dos días siguientes").

El art. 54.2 contiene una previsión muy razonable que se refiere al momento de la
notificación de las resoluciones. No existe resolución alguna que no deba notificarse a las
partes, pero cabe que la notificación a alguna de ellas se retrase, acordándolo así el
órgano jurisdiccional, cuando se trate de garantizar los derechos de la contraria o de
asegurar la efectividad de la resolución. Por ejemplo, la notificación del auto acordando el
embargo preventivo no puede hacerse al demandado antes de la práctica del embargo
mismo, pero sí hacerse después (art. 79), y lo mismo debe ocurrir con el auto
despachando la ejecución.

3.º) La notificación es acto encomendado al secretario o a quien desempeñe sus


funciones y hasta por aquél en quien se delegue. Lo nuevo es la posibilidad de existencia
de servicios comunes para la realización de los actos de comunicación (art. 55).

4.º) Las notificaciones en sentido amplio deben realizarse bien en el local del
Juzgado o Sala (o servicio común), si allí comparecieren por propia iniciativa los
interesados, bien en el domicilio señalado a estos efectos (art. 55). El primer supuesto no
ofrece problemas, pero la notificación domiciliaria sí.

Para esta notificación domiciliaria conviene distinguir:

1) Para facilitar la misma el art. 53.2 impone a las partes la carga de, en su primer
escrito o comparecencia, señalar un domicilio para la práctica de los actos de
comunicación [luego los arts. 80.1, e), y 196 se refieren a domicilios específicos]. Si las
partes comparecen con representación o defensa profesionales se entenderá que el
domicilio de éstas es el indicado para los actos de comunicación, salvo que se señale
otro expresamente.
119

2) Si todavía no se ha hecho la designación de domicilio por el demandado, la


notificación se hará en el señalado para él por el actor en la demanda, bien entendido
que la ocultación de ese domicilio o el error malicioso deberá acarrear nulidad de
actuaciones.

5.º) El sistema normal de hacerse las notificaciones (en sentido estricto), las
citaciones y los emplazamientos (no los requerimientos) en el domicilio del interesado es
el del correo certificado con acuse de recibo.

En el art. 56 se regulan las garantías de este medio de comunicación:

1) El secretario dará fe en los autos del contenido del sobre remitido y unirá el
acuse de recibo cuando sea devuelto.

2) En el exterior del sobre deberán constar las advertencias del art. 57.3.

3) En el acuse de recibo se harán constar la fecha de la entrega y las firmas del


funcionario de correos y del receptor del sobre, debiendo quedar éste perfectamente
identificado.

6.º) Alternativa al correo certificado con acuse de recibo puede ser el telégrafo
pero, sobre todo, el fax (y cualquier otro medio idóneo de comunicación o de transmisión
de textos) si el interesado facilita los detalles necesarios (art. 56.4). Por eso el art. 162
LEC se refiere a los actos de comunicación por medios electrónicos, informáticos y
similares

7.º) Sólo en el caso de que el acto de comunicación no pudiera practicarse por


correo o fax (bien porque es un requerimiento, bien porque esos medios son
inadecuados) se acudirá a la notificación al interesado en persona (art. 57).

Esto supone que tratándose de citación, emplazamiento o notificación (en sentido


estricto), primero se procurará utilizar el correo certificado con acuse de recibo o de fax y,
fracasados estos medios, se estará a la entrega de la cédula personalmente, lo que
puede hacerse:

1) Constituyéndose el secretario en el domicilio del notificado para entregarle la


cédula; si no se encuentra al destinatario puede entregarse la cédula al pariente más
cercano o familiar o empleado, mayores de 16 años, que se hallaren en el domicilio y, en
último caso, al portero de la finca o al vecino más próximo.
120

2) Sin constituirse en el domicilio del interesado se podrá entregar la cédula a


cualquiera de las personas antes mencionadas y a quien por su relación con el
destinatario pueda garantizar el eficaz cumplimiento del acto de comunicación (art. 57.2).

En los dos casos se hará saber al receptor: Que ha de cumplir el deber público
que se le encomienda; que puede ser sancionado con multa de 2.000 a 20.000 ptas. si se
niega a la recepción, o no hace la entrega a la mayor brevedad; que ha de comunicar al
órgano judicial la imposibilidad de entregar la comunicación al interesado, y que tiene
derecho al resarcimiento de los gastos que se le ocasionen.

8.º) Una vez agotadas realmente las posibilidades de correo certificado con acuse
de recibo o fax y la entrega en el domicilio, cuando se desconozca este domicilio, es
decir, después de que se hayan agotado todos los medios razonables de hacer llegar al
interesado la comunicación, puede acudirse a la citación, emplazamiento o notificación en
sentido estricto (no al requerimiento) por medio de edictos, insertando un extracto de la
cédula en el Boletín Oficial de la provincia (art. 59).

9.º) Todavía es posible la notificación en estrados (o en la sede del tribunal), que


si ha desaparecido en la LEC 1/2000, todavía subsiste en el art. 59 LPL.

c) Procedimiento

Si en la LEC no siempre es necesaria la cédula, en la LPL se ha optado por este


medio, unificando el sistema:

1.º) Requisitos del documento: Son los del art. 58.1 en las cédulas, a las que se
acompañará copia literal de la resolución, conteniendo: el Juzgado o Tribunal que haya
dictado la resolución, la fecha de ésta y el asunto en que haya recaído; el nombre de la
persona a quien se dirige; fecha de expedición de la cédula y firma del secretario.

Cuando se trate de cédulas de citación a las partes para su interrogatorio como


medio de prueba, en las de testigos, peritos y asesores, se consignarán, además de los
requisitos mencionados, los siguientes: el objeto de la citación, el lugar, día y hora en que
debe comparecer el citado y la prevención de que si no comparece le parará el perjuicio a
que hubiere lugar en derecho.

2.º) Constancia de la notificación (en sentido amplio): A los autos debe unirse un
duplicado de la cédula contenido: fecha de la diligencia, firma de la persona a quien haya
sido entregada la cédula y, si no fuere el interesado, su nombre, documento de
identificación, domicilio y relación con el destinatario, y firma del secretario (art. 58.3).
121

3.º) En las citaciones, emplazamientos y notificaciones en sentido estricto no se


admitirá ni consignará respuesta alguna del interesado, a no ser que se hubiera mandado
en la resolución; la respuesta sí se admite en los requerimientos y se hace constar en la
diligencia (art. 60.1).

4.º) Cuando la notificación (en sentido amplio) debe entenderse con una persona
jurídica se practicará, en su caso, en las delegaciones, sucursales, representaciones y
agencias establecidas en la población donde radique el Juzgado o Tribunal que conozca
del asunto, aunque carezcan de poder para comparecer en juicio las personas que estén
al frente de las mismas (art. 60.2).

5.º) Los actos de comunicación con el abogado del Estado y con los letrados de la
Administración de la Seguridad Social, se practicarán en su despacho oficial (art. 60.3).

6.º) Respecto de las Comunidades Autónomas se entenderán los actos de


comunicación con quien establezca su legislación propia (art. 60.3).

7.º) Cuando se trate de comités de empresa, las diligencias se entenderán con su


presidente o secretario y, en su defecto, con cualquiera de sus miembros (art. 60.4).

E) Actos de auxilio judicial y de auxilio a la justicia

En el art. 62 LPL se ha procedido a mezclar dos cosas que son muy distintas:

a) Auxilio judicial o lo que la LOPJ llama cooperación jurisdiccional, que es la que


se presta entre órganos jurisdiccionales en el ejercicio de esa función (arts. 273 y 274
LOPJ), que se confía en general al secretario, si bien con la forma que determinen las
leyes (art. 279.3 LOPJ).

Respecto de este auxilio parece como si la LPL, en su art. 62, contuviera una
cierta matización y aún limitación de las funciones del secretario, al decir que el
magistrado o la sala podrán encomendar al secretario que practique estos actos.

b) Auxilio a la justicia, que es manifestación del deber de colaborar con los


órganos jurisdiccionales a que se refiere el art. 118 CE y que adquiere especial relieve
cuando se trata de entidades públicas.

El auxilio judicial se articula por medio de exhortos (arts. 171 a 176 LEC); el auxilio
a la justicia puede solicitarse por medio de mandamientos u oficios (art. 167 LEC).
122

LIBRO II

EL PROCESO DE DECLARACION
Capítulo I
ACTIVIDADES PREVIAS NO JURISDICCIONALES

LECCION 6.ª
Conciliación, reclamación administrativa y diligencias preliminares

PRECISIONES CONCEPTUALES

El proceso de declaración comienza siempre por medio de demanda por lo que


éste debería ser el primer acto a estudiar cuando se inicia la explicación del proceso. Sin
embargo, las leyes procesales civiles y, en consecuencia, también la LPL, regulan una
serie de actividades previas a la incoación del proceso que es conveniente analizar aquí.

En realidad cuando se habla de actividades previas al proceso habría que


distinguir entre aquéllas que están reguladas en la ley y aquellas otras que no lo están.
Todo proceso comporta necesariamente una actividad previa, realizada bien por la parte
bien por su abogado o graduado social, dirigida, primero, a decidir si es o no conveniente
acudir a la vía judicial y, después, a preparar el proceso, sobre todo en lo que se refiere a
la búsqueda de las fuentes de prueba. Ahora bien, esta actividad no sólo no es
jurisdiccional sino que ni siquiera es judicial, no encontrándose regulada en ley alguna, no
pudiéndose abordar su consideración aquí, lo que no impide destacar que un buen
profesional debe aconsejar acudir al proceso únicamente cuando tiene alguna posibilidad
razonable de triunfo. En estas páginas hemos de aludir sólo a las actividades previas
reguladas por la ley.

Esas actividades previas reguladas por la ley tienen muy distinto alcance y
naturaleza, siendo preciso distinguir entre:

a) Necesarias: En ocasiones la ley impone que antes de iniciar el proceso sea


precisa la realización de algún tipo de actividad, que puede ser previa en general a todos
los procesos (la conciliación previa) o bien referirse a procesos que se intentan contra
demandados cualificados (reclamación previa cuando el demandado es una
Administración Pública o un ente de la Seguridad Social).
123

En la LPL estas actividades previas y necesarias se regulan en un Título que lleva


por rúbrica "De la evitación del proceso", y su unión pretende justificarse con referencia a
que las dos actividades tienden a que el proceso no llegue a realizarse. Como veremos si
ello puede ser cierto respecto de la conciliación previa, difícilmente podrá sostenerse lo
mismo para las reclamaciones previas. En esta lección nos centraremos en las
actividades que tienen carácter general, y nos remitimos a la lección 12.ª para la
reclamación previa en materia de Seguridad Social.

b) Facultativas: Otras veces la ley permite la realización de actividades previas a


la iniciación del proceso, de modo que su realización depende de la voluntad del futuro
demandante; este es el caso de las diligencias preliminares. En la LPL estas actividades
se denominan "actos preparatorios" y son, en realidad, supuestos especiales de
desarrollo en lo laboral de las diligencias preliminares reguladas en los arts. 256 a 263
LEC.

En el Título I del Libro II de la LPL se ha incurrido en un grave error sistemático y


conceptual. Se regulan en él:

1) Verdaderas diligencias preliminares: Los arts. 76.1 y 77 se refieren a la


especialidad en lo laboral de las diligencias preliminares, que son las que estudiaremos
en esta lección.

2) Anticipaciones de la prueba: Los arts. 76.2 y 78 regulan dos supuestos, muy


distintos de los anteriores, que atienden a anticipaciones de prueba, de las que nos
ocuparemos en la lección 9.ª, por cuanto son instituciones que no tienen nada que ver
con lo que es objeto de esta lección.

3) Medida cautelar: Por último el art. 79 se refiere al embargo preventivo, que es


la medida cautelar típica prevista para el proceso laboral, la cual no guarda relación
alguna con las actividades previas, por lo que se estudia en la lección 19.ª.

LA CONCILIACION PREVIA

A) Concepto

El examen de lo que la conciliación sea exige efectuar su estudio desde una triple
perspectiva:

a) Conciliación-actividad: En sí misma considerada la conciliación es una actividad


que puede definirse como la comparecencia obligatoria (o facultativa) de las partes ante
124

una autoridad designada por el Estado, o ante un órgano constituido según las reglas
dictadas por aquél, para que en su presencia traten de solucionar el conflicto que las
separa. Se trata, pues, de un sistema de autocomposición por el que son las mismas
partes las que intentan poner fin al conflicto, aunque sea en presencia de un tercero
ajeno al mismo.

b) Conciliación-contrato de transacción: Desde el punto de vista del resultado, de


que la actividad logre el fin para el que se hace, la conciliación se resuelve en un contrato
de transacción, en los términos en los que lo define el art. 1.809 CC. Si en el caso
anterior se refería al camino (actividad), en éste se trata del status termini.

c) Conciliación-presupuesto procesal: Desde la perspectiva del proceso posterior


la conciliación-actividad se considera un presupuesto procesal; si esa actividad logra su
fin estaremos ante un contrato de transacción y si no lo logra queda abierta la posibilidad
de acudir al proceso, en el que esa actividad se convierte en presupuesto procesal.

De esta triple perspectiva el art. 63 LPL se refiere a dos aspectos cuando dispone
que "será requisito previo para la tramitación del proceso el intento de conciliación"; esto
es, primero dice que antes de iniciar el proceso habrá de realizarse la conciliación-
actividad y, luego que ese intento se eleva a la condición de presupuesto procesal. Al
valor de lo convenido, es decir, al contrato de transacción, se refieren los arts. 67 y 68.

Los arts. 63 a 69 LPL no regulan de modo completo la conciliación previa,


limitándose a los aspectos esenciales, lo que plantea el problema de la vigencia de las
normas anteriores a la LPL de 1990 que desarrollaban esta conciliación.

Ultimamente la función conciliadora había sido conferida al Instituto de Mediación,


Arbitraje y Conciliación (IMAC), creado por el RD-ley 5/1979, de 16 de enero, y
desarrollada su regulación en los RRDD 998/1979, de 27 de abril, orgánico, y 2.756/1979,
de 23 de noviembre, de procedimiento. Ahora bien, el IMAC desapareció, con base en la
Ley 50/1984, de 30 de diciembre, por obra del RD 530/1985, de 8 de abril, y si bien es
cierto que todo lo relativo a su organización debe entenderse derogado, no hay más
remedio que entender vigente el RD relativo a la regulación del procedimiento, por lo
menos en aquello que no se oponga a la regulación posterior.

B) Obligatoriedad y excepciones

La regla general es la de que la conciliación-actividad es un presupuesto procesal,


lo que implica la necesidad de la realización de la misma antes de iniciar cualquier
125

proceso laboral. Es por ello por lo que el art. 63 la califica de "requisito previo" y por lo
que el art. 81.1 dice lo que debe hacerse cuando se presente una demanda y a la misma
no se acompañe la certificación del acta de conciliación. Fijada la regla general de la
obligatoriedad de la conciliación-actividad, el art. 64 determina los supuestos
exceptuados, es decir, aquellos procesos en los que esa actividad previa no es
necesaria.

En realidad en el art. 64 hay que distinguir varias clases de excepciones. En unos


casos la excepción es al mismo tiempo prohibición de intento de celebración del acto,
atendido que el conflicto no puede solucionarse por medio de la transacción (que es el
caso de la impugnación de la resolución administrativa que deniega el depósito de los
estatutos de los sindicatos, por ejemplo), en otros se trata realmente de una excepción
pues las partes podrían llegar perfectamente a una transacción (como ocurre con las
vacaciones, por ejemplo) y, por último, existen casos intermedios o dudosos. Sea la
razón que fuere la que haya llevado a establecer la excepción, la consecuencia es
siempre que la presentación de la solicitud de conciliación no produce los efectos a que
se refiere el art. 65.

La enumeración concreta de los procesos exceptuados de la obligatoriedad de la


conciliación-actividad, que se contiene en el art. 64, responde a decisiones políticas del
legislador. Las excepciones son:

1.º) Los procesos que exijan reclamación previa en vía administrativa, con lo que
se está efectuando una remisión al art. 69; en realidad la excepción se refiere a todos los
procesos en que sea parte una Administración Pública.

Dentro de esta excepción hay que comprender los procesos a que se refiere el art.
64.2á), que son aquéllos en los que existiendo un litisconsorcio necesario o cuasi-
necesario uno de los litisconsortes es la Administración pero pudiendo ésta decidir el
asunto en la reclamación previa. Piénsese en los concursos de ascenso entre
trabajadores de una Administración, en los que el perjudicado por la resolución debe
demandar a la empresa (Administración) y a uno o más trabajadores.

2.º) Los procesos sobre Seguridad Social, en los que la excepción no se establece
atendiendo a quien sea demandado, sino a la materia, de modo que sea quien fuere el
demandado la conciliación no es necesaria ni posible.
126

3.º) Los procesos relativos al disfrute de vacaciones, en los que no se incluyen


todos los procesos relativos a vacaciones sino sólo los comprendidos en la modalidad
procesal de los arts. 125 y 126, que se refieren a la fijación de la fecha de las vacaciones.

4.º) Los procesos sobre materia electoral.

5.º) Los procesos iniciados de oficio, dado que en los mismos no podrá lograrse
una conciliación que consista en un contrato de transacción [art. 148.2, b)].

6.º) Los procesos de impugnación de convenios colectivos, sin distinguir si la


impugnación procede de la autoridad laboral que remite de oficio la comunicación-
demanda al Juzgado o Sala (art. 161.1 y 2) o si se realiza por los legitimados para ello
(art. 163) y por la vía del proceso sobre conflictos colectivos (art. 161.3).

7.º) Los procesos de impugnación de estatutos de los sindicatos y de su


modificación, con lo que se está haciendo referencia tanto a la impugnación de la
resolución administrativa que deniega el depósito (arts. 165 y 170), como a la
impugnación que realizan los legitimados (art. 171.1).

8.º) Los procesos de tutela de la libertad sindical.

9.º) Los casos en que iniciado el proceso fuera necesario dirigir la demanda frente
a personas distintas de las inicialmente demandadas, que no es el caso del art. 103.2.

El art. 64 deja algunos supuestos dudosos al no referirse a ellos. Se trata de: 1)


Los procesos relativos a la impugnación de la resolución administrativa que deniega el
depósito de los estatutos de las asociaciones empresariales, así como los relativos a
pretensiones de no ser conformes a derecho dichos estatutos, para los que parece
evidente que no puede exigirse la conciliación, y 2) Los procesos relativos a derechos
fundamentales distintos de la libertad sindical, para los que debe estarse al juego
combinado de los arts. 182 y 64.

C) Organos competentes

El art. 63 contiene una doble referencia al determinar la competencia para conocer


de la conciliación-actividad:

a) Servicio administrativo correspondiente

Este servicio fue últimamente el IMAC, creado como hemos dicho en 1979 pero
suprimido en 1985, por lo que en la actualidad la función conciliadora se encomienda:
127

1.º) Dentro de los órganos del Estado, a nivel central a la Subdirección General de
Mediación, Arbitraje y Conciliación, incardinada en la Dirección General de Trabajo de
este Ministerio, y a nivel periférico a las Direcciones Provinciales del Ministerio de Trabajo
y Seguridad Social en su ámbito territorial respectivo.

2.º) Respecto de algunas Comunidades Autónomas, y al haberse efectuado la


transferencia de la función de conciliación a las mismas, el órgano competente es el
previsto por cada una de dichas Comunidades; ese órgano suele ser conocido como
Servicio de Mediación, Arbitraje y Conciliación (SMAC).

Dentro de esos varios órganos lo único previsto en el RD 2.756/1979, de 23 de


noviembre, es que la conciliación actividad se realizará por un órgano unipersonal,
exigiéndose sólo que el conciliador sea licenciado en derecho.

b) Organo que asuma estas funciones

Con esta frase en el art. 63 se está haciendo referencia a una doble posibilidad:

1.ª) Cabe que el Estado proceda a la creación de órganos, distintos de un


"servicio administrativo", atribuyéndoles funciones conciliadoras, lo que hasta ahora no se
ha hecho.

2.ª) Es posible también la creación de órganos conciliadores por vía convencional


entre trabajadores y empresarios, pero precisa y exclusivamente por medio de los
acuerdos interprofesionales o los convenios colectivos a que se refiere el art. 83 ET.

Con relación a los órganos administrativos, bien del Estado bien de las
Comunidades Autónomas, debe precisarse la competencia territorial, lo que no hace la
LPL. Debe estarse, pues, al art. 5.1 del RD 2.756/1979 citado, conforme al cual la
celebración del acto de conciliación se interesará del órgano "del lugar de la prestación
de los servicios o el domicilio de los interesados (que equivale a futuros demandados), a
elección del solicitante", con lo que estamos ante una norma igual a la del art. 10.1 LPL
para la competencia territorial de los Juzgados de lo Social.

D) Partes

La capacidad de las partes para celebrar el acto de conciliación es la misma que


la exigida a los litigantes en el proceso laboral (art. 5.2, II del RD 2.756/1979), por lo que
basta ahora remitirse a la lección 4.ª. Las partes pueden comparecer por sí o por medio
de representante, y la representación puede conferirse por: 1) Poder notarial, 2)
128

Comparecencia ante secretario judicial, 3) Comparecencia ante el servicio administrativo


correspondiente, 4) Escrito del interesado designando específicamente al que comparece
como representante, facultándole para obligarse en dicho acto, y 5) Simple
comparecencia y manifestación del representante.

En estos dos últimos casos es necesario que el representante sea reconocido


como tal por la otra parte y se considere suficiente a juicio del letrado conciliador, quien
advertirá al representante de las responsabilidades en que puede incurrir caso de no
existir tal representación e incumplirse las obligaciones contraídas por tal motivo.

Al mismo tiempo se admite que las partes pueden asistir al acto acompañadas por
un hombre bueno (art. 10, I del RD citado), con lo que se está permitiendo la asistencia
de abogado o graduado social. De hecho cuando uno u otro no asisten aumentan las
dificultades para llegar a una avenencia.

La obligatoriedad de la asistencia de las partes al acto de conciliación (art. 66.1


LPL) ha sido reforzada, lo que se manifiesta en los efectos de la incomparecencia, en la
que debe distinguirse:

1.º) Incomparecencia del solicitante: Se tendrá por no presentada la papeleta o


solicitud, archivándose lo actuado (art. 66.2).

2.º) Incomparecencia del solicitante alegando justa causa: Alegada y justificada la


justa causa se hará nuevo señalamiento y citación, si existe plazo hábil para ello (arts.
66.2 y 65.2).

3.º) Incomparecencia del pretendido: Se tendrá la conciliación por intentada sin


efecto, es decir, por cumplido el trámite, pero con la consecuencia de que si la sentencia
que en su día se dicte estima esencialmente la pretensión, y la incomparecencia fue
injustificada, el magistrado o tribunal deberá apreciar temeridad o mala fe, imponiéndole
la multa señalada en el art. 97.3.

E) Procedimiento

La conciliación-actividad se promueve mediante solicitud (art. 65.1 LPL) o


papeleta (art. 6 del RD 2.756/1979). En la misma deberá hacerse constar:

1) Los datos personales del que la presente y de los demás interesados y sus
domicilios respectivos.
129

2) Lugar y clase de trabajo, categoría profesional u oficio, antigüedad, salario y


demás remuneraciones, con especial referencia a la que, en su caso, sea objeto de
reclamación.

3) Enumeración clara y concreta de los hechos sobre los que verse su pretensión
y cuantía económica, si fuere de esta naturaleza.

4) Si se trata de reclamación por despido, se hará constar fecha de éste y los


motivos alegados por la empresa.

5) Fecha y firma.

El solicitante deberá presentar el original de la solicitud, tantas copias como partes


interesadas y dos más (art. 6 del RD).

Recibida la papeleta, en el mismo acto se examinará para determinar si reúne o


no los requisitos exigidos, solicitándose, en su caso, las aclaraciones necesarias para
citar a los demás interesados. En este mismo acto se acordará lugar, día y hora de la
celebración de la conciliación y se citará al solicitante entregándole copia sellada y
firmada.

Los demás interesados son citados por correo certificado con acuse de recibo,
adjuntándose la copia correspondiente de la papeleta. El art. 8.3 del repetido RD de 1979
dice que las citaciones pueden hacerse también por telegrama o cualquier otro medio del
que quede la debida constancia, lo que será especialmente posible cuando se produzca
un cambio en la fecha primeramente fijada.

Comparecidas las partes, el letrado conciliador comprobará su identidad,


capacidad y representación y concederá la palabra al solicitante para que exponga sus
pretensiones y las razones en que las funda, y después al pretendido; es facultativa la
exhibición de documentos. Invitará a las partes a llegar a un acuerdo, pudiendo incluso
sugerir soluciones concretas y equitativas, y llegado el momento dará por terminado el
acto, procediendo a levantar el acta correspondiente, que será firmada por el letrado y
por las partes (art. 10 del RD de 1979).

F) Efectos de la conciliación

Es preciso distinguir entre.

a) Efectos de la presentación de la solicitud


130

El carácter obligatorio de la conciliación-actividad, reforzado hasta considerarla


presupuesto procesal, tiene unas consecuencias que se refieren a estos efectos y que
son:

1.ª) Interrupción de la prescripción

La presentación de la solicitud de conciliación, dice el art. 65.1 LPL, interrumpe el


plazo de prescripción, con lo que debe entenderse que el plazo, en su caso, ha de
iniciarse de nuevo y desde el principio; estamos ante una aplicación específica de lo
dispuesto en el art. 1.973 CC.

Con más técnica lo que la LPL tenía que haber dicho es que la presentación y la
admisión de la solicitud, por cumplir ésta los requisitos exigibles, interrumpe los plazos de
prescripción; en efecto, la interrupción sólo puede producirse si la solicitud cumple los
requisitos que antes hemos dicho y, consiguientemente, si es admitida a trámite.

Debe tenderse en cuenta que:

1) Si el solicitante no comparece al acto de conciliación y no alega justa causa, la


solicitud se tendrá por no presentada, lo que supone que no se habrá producido el efecto
de la interrupción (art. 66.2).

2) Si el acto de conciliación no se celebra dentro de los 30 días siguientes a la


presentación de la solicitud, se tendrá por terminado el procedimiento y cumplido el
trámite (art. 65.2).

2.ª) Suspensión de la caducidad

La presentación y admisión de la solicitud de conciliación suspende los plazos de


caducidad, produciéndose su reanudación bien al día siguiente de intentada la
conciliación, bien transcurridos 15 días sin que se haya celebrado. Esto supone
computar, para determinar el plazo, tanto los días anteriores a la presentación de la
solicitud como los días posteriores a la celebración del acto o a partir de los 15 días
dichos.

También es aquí oportuno lo dicho antes sobre la no producción del efecto si el


solicitante no comparece al acto de conciliación, de modo que entonces la solicitud se
tendrá por no presentada.

Sin el menor sentido sistemático la Ley 11/1994, de 19 de mayo, añadió un tercer


párrafo al art. 65, mantenido en la LPL de 1995, en virtud del cual también producirá la
suspensión de los plazos de caducidad y la interrupción de los plazos de prescripción, la
131

suscripción de un compromiso arbitral entre las partes, siempre que el mismo esté
previsto en acuerdo interprofesional o en convenio colectivo de los regulados en el art. 83
del ET.

En estos casos el cómputo del plazo de caducidad se reanudará, bien al día


siguiente de que adquiera firmeza el laudo, bien al día siguiente de la firmeza de la
sentencia si contra el laudo se interpuso recurso judicial de anulación. Adviértase que si
el segundo supuesto puede tener sentido, cuando la sentencia anule el laudo, en el
primer supuesto, si el laudo se convierte en firme y se resuelve el litigio, no se comprende
cómo puede reanudarse el plazo de caducidad.

b) Efectos de la celebración del acto

Si el acto de conciliación se celebra, porque las partes comparecen, el mismo


puede terminar:

1.º) Sin avenencia o acuerdo

No se ha logrado la finalidad de poner fin al conflicto mediante un contrato de


transacción, pero sí se ha constituido el presupuesto procesal, por lo que cabe proceder a
presentar la demanda en el proceso correspondiente.

Debe tenerse presente que entre lo solicitado en la conciliación y lo pedido en la


demanda debe existir correlación, de modo que en ésta no podrán alegarse hechos
distintos de los aducidos en la solicitud (pero vid. lección 8.ª).

2.º) Con avenencia o acuerdo

Se ha logrado solucionar el conflicto que separaba a las partes y mediante la


celebración de un contrato de transacción, pero aún así pueden surgir dos problemas:

1') Negativa de una de las partes a cumplir el acuerdo: La certificación expedida


por el órgano conciliador es título ejecutivo entre las partes, sin necesidad de ratificación
ante el magistrado o tribunal, de modo que con el mismo puede iniciarse el proceso de
ejecución (art. 68) (vid. lección 15.ª).

2') Impugnación de lo convenido: Dado que la avenencia es un contrato de


transacción el art. 67 admite la posibilidad de que el acuerdo sea impugnado por las
partes y por quienes pudieran sufrir perjuicio, mediante el ejercicio de una pretensión de
nulidad por las causas que invalidan los contratos, siempre que la demanda se presente
dentro de los 30 días.

En realidad respecto de los motivos de impugnación debería distinguirse entre:


132

1) Motivos materiales: La llamada "acción de nulidad" comprende realmente las


causas de nulidad (art. 1.261 CC), anulabilidad (art. 1.300 CC) y rescisión (art. 1.291 CC).

2) Motivos procedimentales: Se deben referir a los vicios de forma en la


realización de la conciliación-actividad, siempre que de la misma se derive indefensión
para alguna de las partes.

LA RECLAMACION PREVIA A LA VIA JUDICIAL

A) Concepto

Las Administraciones públicas actúan normalmente con sujeción al derecho


administrativo, con las ventajas e inconvenientes que ello comporta, pero no siempre es
así. En ocasiones una Administración puede realizar su actividad con sujeción a otro
derecho material, en este caso el laboral, y ello se justifica normalmente alegando
razones de eficacia. Convertida así la Administración en empresario, no por ello se
resigna a ser una parte más en el proceso laboral, sino que pretende actuar revestida de
toda una serie de privilegios; uno de ellos es la reclamación previa a la vía judicial.

Dice así el art. 69.1 LPL que "para poder demandar... será requisito previo haber
reclamado en vía administrativa en la forma establecida en las leyes", y el art. 120.1 de la
Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas
y del Procedimiento Administrativo Común, que la reclamación en vía administrativa es
requisito previo al ejercicio de acciones fundadas en derecho laboral contra cualquier
Administración Pública, salvo los supuestos en que dicho requisito esté exceptuado por
una disposición con rango de Ley.

A pesar de los intentos de enmascaramiento, la reclamación previa se explica


políticamente desde la aspiración de la Administración de colocarse en el proceso civil (y
en su especie, el laboral) en la misma posición de preeminencia que ocupa en el proceso
contencioso-administrativo. En éste la Administración ha conseguido que para poder
reclamar judicialmente contra ella sea precisa la existencia de un acto o resolución
previa, de modo que los tribunales de lo contencioso-administrativo ejercitan su potestad
jurisdiccional para revisar lo ya hecho por la Administración. Esa concepción revisora es
la que se ha querido trasladar al proceso civil (y al laboral) y para ello se ha regulado,
desde 1847, la reclamación previa. Esta no es más que un privilegio de la Administración
que aplicado al proceso civil (y al laboral) no tiene razón de ser, por cuanto responde
únicamente al deseo del poder político de, por un lado, poder actuar como empresario,
133

pero, por otro, no someterse completamente a las normas reguladoras del proceso
laboral.

Si la reclamación previa es un privilegio, dicho está que debe interpretarse


restrictivamente, lo que debe conducir a que:

1.º) Sólo puede ser establecido por ley formal.

2.º) Sólo puede ser desarrollado de modo especial por ley formal, de modo que
es indudable que un decreto o una orden ministerial no pueden desarrollar la reclamación
de modo distinto al previsto en general por la ley.

3.º) Por mucho que se le considere un requisito pre-procesal no podrá calificársele


por la jurisprudencia de presupuesto procesal; cabe que el legislador, por razones
políticas, llegue hasta el extremo de calificar a la reclamación previa de presupuesto
procesal (y así lo ha hecho en materia de Seguridad Social en los arts. 71.6 y 138), con lo
que será controlable de oficio por el órgano judicial, pero en caso de duda la
jurisprudencia no puede elevarlo a la condición de presupuesto.

B) Ambito de aplicación

a) Subjetivo

Si el art. 69.1 LPL se refiere al Estado, Comunidades Autónomas, Entidades


locales y Organismos Autónomos dependientes de los mismos, el art. 120.1 de la Ley
30/1992 lo hace a cualquier Administración Pública, debiendo estarse al art. 2 para
precisar que por Administraciones Públicas se entiende a la del Estado, Comunidades
Autónomas, Entidades que integran la Administración Local y las Entidades de Derecho
Público con personalidad jurídica propia.

En congruencia con la interpretación restrictiva a que antes nos hemos referido


hay que llegar a la conclusión de que no integran las Entidades de Derecho Público, ni
los entes bajo la salvaguarda, amparo o protectorado de una Administración Pública
(caso, por ejemplo, de la ONCE) ni las corporaciones de Derecho Público (caso de los
Colegios de Abogados).

b) Objetivo

En principio la reclamación previa se establece como un privilegio subjetivo, en


atención a la persona del demandado, por lo que la regla general objetiva es que todas
las pretensiones que se formulen contra las Administraciones Públicas tienen que haber
134

sido precedidas de la reclamación. Con todo, el art. 70 LPL enumera algunos procesos
exceptuados de la obligatoriedad de la reclamación:

1) Vacaciones, es decir, lo referido a la fijación de la fecha de las vacaciones (arts.


125 y 126 LPL).

2) Materia electoral, comprendiendo todas las pretensiones electorales y, por


tanto, las dos submodalidades procesales de los arts. 127 a 136 LPL.

3) Iniciados de oficio, porque es la propia Administración la que inicia el proceso.

4) Conflicto colectivo, por cuanto el art. 154.1 exige la conciliación previa.

5) Impugnación de convenios colectivos.

6) Impugnación de los estatutos de los sindicatos y su modificación.

7) Tutela de la libertad sindical.

8) Reclamaciones contra el Fondo de Garantía Salarial al amparo de lo prevenido


en el art. 33 ET, pero teniendo en cuenta que el art. 33.4 y el RD 505/1985, de 6 de
marzo, regulan un expediente administrativo previo.

C) Procedimiento

La LPL no regula el procedimiento de la reclamación previa, sino que su art. 69.1


se remite a "la forma establecida en las leyes", lo que obliga a distinguir dos tipos de
procedimiento:

a) Ordinario

Este procedimiento es el que regulan los arts. 120, 121 y 125 de la Ley 30/1992,
con sus remisiones internas, que es válido para todas las reclamaciones previas al
ejercicio de pretensiones laborales, sea cual fuere la Administración Pública.

La reclamación deberá presentarse por escrito (art. 70) en la "Oficina o Centro


administrativo a que se halle adscrito" el trabajador (o titular del derecho laboral que se
reclama), dirigiéndola al Jefe administrativo o Director del establecimiento (art. 125.1). El
escrito contendrá los requisitos normales a que se refiere el art. 70, sin perjuicio de su
posible subsanación (art. 71). Aunque no se exige expresamente en la Ley, lo normal es
que en el escrito se indique que se está formulando la reclamación previa a la vía judicial
laboral, si bien el requisito queda cumplido siempre que del contenido del escrito se
deduzca su verdadero carácter. De la presentación del escrito la oficina o centro
135

administrativo dará recibo al reclamante, recibo que puede consistir en fechar y sellar
copia simple o fotocopia del mismo (art. 70.3).

Frente a este escrito de reclamación previa la Administración tiene el deber de


contestar y de hacerlo en el plazo legal, que es un mes (no de treinta días). En este
tiempo tiene que estar resuelta la reclamación, bien porque se conteste a ella
estimándola o desestimándola, bien por el mero transcurso del mes, entendiéndose el
silencio de modo negativo. Si la reclamación es estimada queda sin objeto el proceso
posterior; si es desestimada, tanto de modo expreso como tácito, el requisito queda
cumplido y el interesado podrá formular la demanda ante el órgano jurisdiccional
competente.

b) Especiales

Además de la reclamación previa en materia de Seguridad Social, regulada en el


art. 71 LPL, que veremos en la lección 12.ª, la remisión que hace el art. 69.1 LPL a "la
forma establecida en las leyes" puede entenderse también referida a:

1.º) Salarios de tramitación: El art. 117 LPL dice que para demandar al Estado por
los salarios de tramitación "será requisito previo haber reclamado en vía administrativa en
la forma y plazos establecidos", con lo que debe estarse al RD 924/1982, de 17 de abril
(vid. lección 11.ª).

2.º) Trabajos penitenciarios: La LO 1/1979, de 26 de septiembre, General


Penitenciaria, se refiere a esta reclamación previa y también el art. 134.5 del RD
190/1996, de 9 de febrero, Reglamento Penitenciario, remitiéndose a la Ley 30/1992 y a
la LPL para el procedimiento, pero distinguiendo respecto del órgano competente para
conocer de aquélla entre el organismo autónomo "Trabajo y Prestaciones Penitenciarias"
y el órgano autonómico.

3.º) Personal civil no funcionario de establecimientos militares: El art. 126 de la


Ley 30/1992 se remite a las disposiciones específicas, que son las contenidas en el RD
2.205/1980, de 13 de junio; ahora bien, en cuanto el art. 72 de ésta establece una
regulación muy compleja, incluso con recurso de alzada ante el ministro de Defensa, que
es contraria a lo dicho antes de que la interpretación restrictiva impide que por norma
inferior a la ley se desarrolle de modo más complicado el procedimiento previsto en la
Ley, lo dispuesto en el RD puede ser ilegal y, por tanto, sustituido por el procedimiento
ordinario.
136

D) Efectos

a) De la no existencia de la reclamación

Dado que la reclamación previa no es un presupuesto procesal la falta de la


misma no puede ser tenida en cuenta de oficio por el juzgador, de modo que el privilegio
ha de ser alegado por la Administración demandada y precisamente en la contestación a
la demanda, no en cualquier otro momento.

Sin embargo la jurisprudencia, incluso la del TC viene entendiendo que la


demanda no debe ser admitida a trámite, salvo la necesidad de subsanación (por ejemplo
STC 55/1993, de 1 de marzo). Existe una muy reiterada orientación jurisprudencial que
admite la presentación de la demanda sin esperar a que la reclamación previa esté
resuelta o sin que haya pasado el plazo de un mes, siempre que el acto del juicio oral se
realice después de resuelta la reclamación de modo expreso y denegatorio o pasado el
plazo para el silencio administrativo (STC 120/1993, de 19 de abril). Contra esta
orientación parece dirigirse el art. 121.1 de la Ley 30/1992, pero a pesar de todo
seguimos creyendo que la misma era y es perfectamente razonable.

Si en la contestación de la demanda la Administración alega la falta de


reclamación previa, el problema que se suscita es el de su subsanación. En este caso el
juzgador deberá declarar la nulidad de lo actuado y reponer las actuaciones al momento
de la admisión de la demanda, para entonces hacer uso del art. 81.1, pidiendo al actor
que subsane el defecto. La subsanación consistirá simplemente en presentar la copia
sellada y fechada de la reclamación.

b) De la presentación de la reclamación

A estos efectos se refiere el art. 73 LPL que, en parte, es reproducido en el art.


121.2 de la Ley 30/1992:

1.º) Interrupción de la prescripción: La presentación de la reclamación previa


interrumpe los plazos de prescripción, lo que supone que el plazo, en su caso, ha de
iniciarse de nuevo desde el principio. Se trata de una aplicación especial del art. 1.973
CC y de interrupción con reclamación extrajudicial.

2.º) Suspensión de la caducidad: La reclamación suspende la caducidad, bien


entendido que la suspensión supone simple paralización del cómputo del plazo, el cual,
terminada la paralización, no volverá a iniciarse desde el principio, sino que se reanudará
desde el momento en que se detuvo. Esto tiene especial incidencia en el plazo de
caducidad para interponer la demanda en el caso del despido.
137

c) De la estimación de la reclamación

Presentada la reclamación el jefe administrativo o director del establecimiento u


organismo deberá resolverla en el plazo de un mes. Si se dicta resolución (lo que en la
práctica no es habitual) y si ésta es estimatoria (lo que es excepcional) el proceso
posterior queda sin razón de ser en cuanto que se le priva de objeto, dado que la
pretensión ha sido satisfecha extrajudicialmente. Si la estimación es parcial, el proceso
puede iniciarse por la parte no estimada.

Puede ocurrir que la resolución estimando la reclamación se produzca pasado el


mes y cuando el proceso ya esté iniciado; en este caso cualquiera de las partes puede
poner en conocimiento del juzgador la existencia de la resolución estimatoria, con el fin
de que, perdido el objeto del proceso, éste se termine con archivo.

d) De la desestimación de la reclamación

La desestimación de la reclamación puede producirse de dos maneras: por


resolución expresa desestimatoria y por el mero transcurso del plazo de un mes sin que
se dicte resolución. En los dos casos queda cumplido el requisito y la parte puede
presentar la demanda en el proceso.

Existen, con todo, tres aspectos de interés:

1.º) La única manera posible de que la Administración pueda después, en el


proceso, reconvenir es resolviendo la reclamación de modo expreso y dentro del plazo de
un mes, haciendo anuncio de su propósito de reconvenir y expresando "los hechos en
que se funda y la petición en que se concreta" (art. 85.2).

2.º) El art. 69.3 LPL dice que para que la reclamación surta efecto la demanda ha
de presentarse en el plazo de dos meses a contar desde la notificación de la resolución
expresa o desde el transcurso del plazo de un mes (salvo para el caso de la acción de
despido, en que ese plazo es de 20 días). Norma similar a ésta se contenía en el art.
145.2 de la LPA de 1958, pero es el caso que la misma ha desaparecido en la Ley
30/1992 reguladora del Procedimiento Administrativo Común.

El art. 69.3 de la LPL de 1990 debió entenderse derogado por la Ley 30/1992,
pero el caso es que la LPL de 1995 ha vuelto a incluirlo. Si esta LPL es un texto
refundido, sus autores han sufrido un olvido, y hay que seguir entendiendo que denegada
la reclamación, bien de modo expreso bien por silencio administrativo, la demanda puede
presentarse en cualquier momento posterior, sin límite de tiempo (en contra SSTS u.d. de
25 de mayo de 1993 y de 26 de octubre de 1994). Cosa distinta será el juego de la
138

prescripción y de la caducidad; especialmente en el caso del despido habrá de


presentarse la demanda en el plazo de 20 días, pero no por la aplicación del art. 69.3 LPL
(que queda derogado) sino por la aplicación general de los arts. 59.3 ET y 103.1 LPL, y
esos 20 días computarlos teniendo en cuenta que la reclamación suspende el plazo de
caducidad.

3.º) En el proceso posterior del que es requisito la reclamación habrán de


respetarse dos correlaciones:

1') Entre la reclamación y la demanda: Según los arts. 72.1 y 80.1, c) LPL habrá
de existir identidad entre el objeto de la reclamación previa y el objeto de la demanda, es
decir, entre las causas de pedir y sus peticiones.

2') Entre la denegación de la reclamación previa y la contestación de la demanda:


Esta correlación tiene dos manifestaciones:

— Desestimación expresa: La Administración demandada que hubiera denegado


la reclamación por resolución expresa no podrá fundar su oposición a la demanda en
variaciones sustanciales de tiempo, cantidades o conceptos respecto de los aducidos
para desestimar la reclamación (art. 72.1 LPL).

— Destimación tácita: Si la denegación se produce por silencio administrativo la


Administración no podrá fundar su oposición a la demanda en hechos distintos a los
aducidos en el expediente administrativo, si lo hubiere, salvo que los mismos se hubieran
producido con posterioridad (art. 72.2).

Más aún, si no hubo expediente administrativo el principio del que debe partirse es
el de que la Administración no puede resultar beneficiada por no tramitar el expediente y
por no dictar resolución, a lo que debe unirse el evitar que se coloque al demandante en
inferioridad de armas pues si la Administración inicia el proceso sabiendo lo que puede
alegar el actor, éste no sabe lo que puede alegar la Administración.

LAS DILIGENCIAS PRELIMINARES (O ACTOS PREPARATORIOS)

En la LEC los arts. 256 a 263 regulan un conjunto heterogéneo de las que suelen
denominarse diligencias preliminares, que son actos de jurisdicción voluntaria (no
procesos) que el futuro demandante puede o no instar según lo estime conveniente, y
cuya finalidad puede ser doble: Unas veces despejar dudas sobre la legitimación de las
139

partes y otras preparar el futuro proceso aclarando algún elemento del tema de fondo a
debatir.

De ese conjunto de diligencias preliminares la LPL ha asumido sólo dos y las ha


llamado "actos preparatorios", regulándolos en los arts. 76.1 y 77. Para los dos hay que
tener en cuenta que:

1.º) Su finalidad es siempre preparar la demanda (no el juicio oral), permitiendo


que aquélla se redacte correctamente, es decir, se trata sólo de facilitar al futuro
demandante elementos de la demanda, pero no de fijar datos para el proceso posterior.

2.º) El procedimiento se inicia siempre mediante solicitud del interesado y


alegando justa causa; ante esa solicitud el Juzgado de lo Social acordará o no la
diligencia, sin oír al sujeto pasivo de la misma.

A) Declaración del futuro demandado

El primer acto preparatorio, el del art. 76.1, atiende a que quien pretenda
demandar puede pedir que aquél contra el que se propone dirigir la demanda preste
declaración acerca de algún hecho relativo a la personalidad de éste y sin cuyo
conocimiento no puede entrarse en juicio.

En realidad de lo que se trata es de que quien pretenda demandar tiene dudas


acerca de quien es el legitimado pasivo, y por medio de esa declaración aspira a
establecer esa legitimación. En la LPL no se dice cómo se procederá
procedimentalmente, por lo que deberá estarse a los arts. 258 a 261, 1.ª, LEC, teniendo
en cuenta que la declaración será oral y con juramento (o promesa).

Lo importante es tener en cuenta que lo que diga el sujeto pasivo no fija


definitivamente un dato procesal. Las respuestas al interrogatorio servirán para que el
futuro demandante integre un elemento de su futura demanda (si es que ésta llega a
existir), pero en el proceso posterior nada impide cuestionar la legitimación. Por ello es
absurdo el art. 261, 1.ª, LEC en su pretensión de que la negativa a declarar supone dar
por contestadas afirmativamente las preguntas que el solicitante quisiera formular y por
existentes los hechos.
140

B) Examen de documentos

El segundo acto, el del art. 77, atiende a un supuesto de exhibición de


documentos, en concreto a los documentos imprescindibles para que el futuro
demandante fundamente su demanda. El supuesto normal será el del art. 29.2 ET, es
decir, el caso del salario a comisión, pero el examen no se limita a ese supuesto.

Cuando el examen se refiera a documentos contables cabe que lo realice un


experto por cuenta del futuro demandante, pero su resultado servirá sólo para que éste
funde su demanda, no siendo prueba pericial en el posterior proceso (si éste llega a
iniciarse).
141

Capítulo II
EL OBJETO DEL PROCESO

LECCION 7.ª
Pretensión y acumulación

EL CONCEPTO DE PRETENSION

En las lecciones precedentes, sobre todo en la 2.ª, hemos tenido que hacer
alusiones repetidas a la pretensión en espera del momento oportuno para detenernos en
el examen de la misma. El concepto de pretensión es determinante de lo que sea el
objeto del proceso y sin aquél no pueden comprenderse instituciones como la
acumulación, la demanda y su ampliación, la litispendencia y la cosa juzgada, por
referirnos sólo a las más importantes.

Pretensión es la petición fundada que se dirige a un órgano jurisdiccional, frente a


otra persona, sobre un bien. Sus elementos definitorios son:

1.º) Es una declaración de voluntad que tiene como objeto mediato un bien de la
vida, sea éste el que fuere, sirviendo por tanto para identificar el objeto del mismo
proceso.

2.º) Es una petición fundada: La declaración de voluntad es de naturaleza


petitoria, pero lo que ahora importa es que la petición ha de ser fundada en el sentido de
individualizada, de distinguida de las demás posibles, lo que se hace siempre con
referencia a un hecho o a un conjunto de hechos.

Una persona puede pedir a un tribunal y frente a otra persona que ésta sea
condenada a pagarle una cantidad de dinero, pero esta petición, sin más no está
individualizada por cuanto la cantidad de dinero se puede deber por múltiples causas.
Cuando se habla de petición fundada se hace referencia a petición distinguida de otras
peticiones posibles, y lo que fundamenta es siempre un acontecimiento de la vida en el
que se apoya la petición. Por ejemplo, la cantidad de dinero se adeuda porque no se han
abonado los salarios correspondientes a los últimos meses.

3.º) No es un acto procesal: No es una actividad que se realiza en un momento


determinado en el tiempo; naturalmente la pretensión habrá de ser el contenido de uno o
142

de varios actos, que serán su continente, pero lo que hay que destacar es que al no ser
un acto la pretensión podrá ser el contenido de varios actos.

4.º No es un derecho: El derecho de pretender no existe porque no es necesario,


porque no añade nada al derecho de acción o a la jurisdicción del art. 24.1 CE (vid.
lección 4.ª). La pretensión no es algo que se tiene, sino algo que se hace.

5.º) Se dirige a un órgano jurisdiccional: El objeto inmediato de la petición consiste


en reclamar del tribunal una determinada actuación de éste, la cual determinará la clase
de pretensión (declaración, ejecución y cautela) (vid. lección 3.ª).

6.º) Se interpone frente a otra persona: No cabe formular una pretensión contra sí
mismo, siendo necesario hacerlo frente o contra otra persona, que ha de estar
determinada o, por lo menos, ser determinable.

Como par alternativo de la pretensión aparece la noción de resistencia o de


oposición a la pretensión. La resistencia es la petición que el demandado dirige a un
órgano jurisdiccional como reacción a la pretensión formulada contra él por el
demandante. Lo que hemos dicho sobre la naturaleza de la pretensión es aquí aplicable.
La resistencia no es un trámite, ni un acto procesal en sentido estricto, en cuanto puede
ser el contenido de varios actos, pero sin ella no se comprende la actividad jurisdiccional.
Con relación al objeto del proceso nos importa precisar:

1.º) La fundamentación en la resistencia no es necesaria, pues el demandado


puede limitarse a negar los fundamentos de la pretensión y a formular petición de no
condena; ahora bien, si la resistencia se fundamenta ello ha de hacerse a base de alegar
hechos.

2.º) La resistencia no sirve para delimitar el objeto del proceso, en el sentido de


que no introduce un objeto nuevo y distinto del fijado en la pretensión, pero sí puede: 1)
Reducir el objeto de la pretensión, lo que sucede cuando el demandado se allana a parte
de la pretensión y resiste el resto, 2) Contribuir a determinar la materia sobre la que
versará la discusión y la prueba, y 3) Completar a lo que debe referirse la congruencia de
la sentencia, pues el juzgador ha de pronunciarse sobre las excepciones del demandado.

EL OBJETO DEL PROCESO DE DECLARACION

Aunque en ocasiones se haya afirmado que el objeto del proceso de declaración


es un derecho subjetivo y una obligación o, incluso, una relación jurídico material, que en
143

el caso del proceso laboral sería una relación jurídica de esta naturaleza, ello no es así, y
no lo es porque una relación jurídica puede ser el marco de una gran variedad de
pretensiones, es decir, de verdaderos objetos del proceso.

Ese objeto, pues, se resuelve en la pretensión, y así de la definición de la misma


dejando a un lado los elementos subjetivos, tanto el órgano jurisdiccional como las
partes, resultará que los elementos identificadores del objeto del proceso son:

A) La petición o petitum

Se refiere a ella el art. 80.1, d) LPL con la expresión "la súplica correspondiente",
pero en la petición debe distinguirse:

a) Un objeto inmediato, consistente en una cierta clase de actuación jurisdiccional


que atiende al tipo de tutela jurisdiccional prevista en el ordenamiento jurídico y que el
juzgador puede conceder.

En el proceso de declaración esos tipos son:

1) Condena: Se pide al juzgador una declaración de la que arranque el derecho a


obtener una prestación del demandado, al que se ordena cumplir la obligación,
constituyendo un título ejecutivo.

2) Constitución: Lo que se pide al juzgador es la creación, modificación o extinción


de una relación jurídica, es decir, un cambio sobre la situación existente, y

3) Mera declaración: Se pide una declaración, sin más, sobre la existencia o


inexistencia de una relación o situación jurídicas, aunque con efectos de cosa juzgada.

b) Un objeto mediato, de modo que la tutela ha de referirse a un bien jurídico. Ese


bien es evidente cuando se trata de las pretensiones de condena, pues consiste en una
prestación en el sentido del derecho privado, que puede consistir en hacer, no hacer, dar
cosa específica o genérica y especialmente dinero, pero también aparece claro en las
otras, en las pretensiones declarativas puras y en las constitutivas, consistiendo en la
situación o relación jurídica, estado jurídico o algún elemento de las anteriores, o en el
negocio o acto jurídico, sobre los que se pide bien la declaración de existencia o
inexistencia o naturaleza, bien la creación, modificación o extinción.
144

B) La causa de pedir o causa petendi

La "causa" a que se refiere el art. 218.1, II, LEC es un conjunto de hechos en que
se funda la petición [no sobre los que versa la pretensión, como dice el art. 80.1, c), LPL].
Naturalmente ello supone que quedan excluidas las normas o principios jurídicos, las
calificaciones jurídicas, los argumentos e, incluso, los medios de prueba. Ha de tratarse
de hechos históricos que, además, sean jurídicamente trascendentes; es decir, de
acontecimientos concretos de la vida que sirvan para distinguir realidades a las que se
vinculan consecuencias jurídicas.

Incluso dentro de estos hechos es necesario distinguir:

1.º) Los hechos constitutivos, que son aquellos que conforman el supuesto fáctico
de la norma cuya alegación hace el actor como base de la consecuencia jurídica que
pide, esto es, el conjunto de hechos necesarios y suficientes que, si son alegados y
probados, conducirán a la estimación de la pretensión por el juzgador.

2.º) Los hechos que identifican la pretensión del actor, el objeto del proceso, que
son sólo una parte de los anteriores, y que no se refieren a la estimación de la pretensión
del demandante por el juzgador, sino simplemente a su distinción de otras posibles
pretensiones. Por ejemplo, A presenta una demanda reclamando de B las comisiones
correspondientes al mes de julio pasado determinando su cantidad líquida, y con ello la
pretensión está identificada, pero para que sea estimada deberá alegar y probar el hecho
constitutivo de las ventas realizadas.

Partiendo de este esquema general de la causa de pedir, hay que referirla a las
tres clases de pretensiones declarativas:

a) Condena: En el proceso laboral esta pretensión se basará en un derecho de


obligación y la causa de pedir serán los hechos concretos que dan lugar al nacimiento del
derecho subjetivo.

Una demanda en la que el actor se limite a pedir una cantidad sin más, no
identificará la pretensión; tendrá en aquélla que referirse a unos hechos específicos de
los que nazca el derecho de crédito alegado y lo distingan de otros posibles derechos de
crédito. No bastará con pedir 100.000 ptas. (que es el objeto mediato), sino que habrá
que alegar los hechos determinantes (que se trabajó y no se cobró el mes de julio último)
de los que el actor entiende que nace el derecho.

b) Constitución: La causa la integran el conjunto de hechos al que la norma


vincula el efecto de creación, modificación o extinción.
145

El aspecto más interesante se refiere a la pretensión constitutiva de extinción; por


ejemplo, la extinción del contrato de trabajo por la voluntad del trabajador (art. 49.10 ET)
va unida a la concurrencia de una serie de "causas justas" (las del art. 50 ET) y cada uno
de los conjuntos fácticos base de cada una de las "causas legales" integra una diferente
causa de pedir.

c) Mera declaración: Esta puede ser de carácter positivo, cuando se pide la


declaración de la existencia de la relación jurídica o que tiene un contenido determinado,
y entonces deben alegarse los hechos que la hicieron nacer y en tales condiciones, o de
contenido negativo, si se pide la declaración de inexistencia o nulidad de la relación.

En este segundo caso la inexistencia o nulidad puede deberse a varias causas


legales y cada una de ellas o, mejor, el supuesto fáctico de cada una de ellas, constituye
una causa de pedir diferente.

LA PLURALIDAD DE OBJETOS PROCESALES: LA ACUMULACION EN LA


INSTANCIA

Al iniciar la exposición de los supuestos de legitimación plural (en la lección 4.ª)


dijimos que el supuesto más común en la práctica es el de que cada una de las
posiciones procesales esté ocupada por una única parte, pero advertimos que en
ocasiones esa situación se complica. Añadimos ahora que el que en un procedimiento
judicial aparezcan varias personas en la posición de demandante y/o de demandado
puede atender a dos razones distintas configuradoras de dos fenómenos procesales muy
diferentes.

a) El fenómeno del proceso único con pluralidad de parte es consecuencia de la


legitimación plural, de que dos o más personas se constituyen en un único proceso, en la
posición de actor y/o de demandado, porque están legitimadas para ejercitar o para
oponerse a una única pretensión, de modo que existe un solo proceso en un único
procedimiento, debiendo dictarse una única sentencia que contendrá sólo un
pronunciamiento que afectará a todas las partes. No hay en este fenómeno pluralidad de
pretensiones, es decir, de objetos procesales, sino sólo pluralidad de sujetos o partes.

b) Por el contrario, cuando se habla de acumulación se está haciendo referencia a


otro fenómeno que sí se basa en la pluralidad de pretensiones, esto es, de objetos
procesales, de modo que existen varias pretensiones, que dan lugar a otros tantos
146

procesos, los cuales se conocen en un único procedimiento, dando lugar a una sentencia
que habrá de contener tantos pronunciamientos como pretensiones.

La tramitación de varias pretensiones (procesos) en un solo procedimiento se


basa en la conexión entre ellas, es decir, en la identidad de uno o más elementos
identificadores entre dos o más pretensiones. Cuando esa conexión existe el
ordenamiento jurídico permite, y a veces obliga, a que los procesos a que dan lugar
tengan un único trámite procedimental. Resulta así la existencia de dos o más
pretensiones, que originan otros tantos procesos, y de un único procedimiento. En
síntesis, pues, la acumulación es el fenómeno basado en la conexión y cuyo fundamento
se encuentra siempre en el intento de lograr economía procedimental y a veces en la
necesidad de evitar sentencias contradictorias, por el que dos o más pretensiones
(procesos) son examinadas en un mismo procedimiento y decididas en una única
sentencia, si bien ésta habrá de contener tantos pronunciamientos como pretensiones se
interpusieron. Se trata, por tanto, de una pluralidad de objetos procesales.

Los supuestos de acumulación pueden clasificarse de la siguiente manera:

A) Acumulación exclusivamente objetiva


a) Inicial: Acumulación de pretensiones
— Ampliación de la demanda
1) Por inserción:
— Reconvención
b) Sucesiva:
2) Por reunión: Acumulación de procesos, cuando hay identidad
de personas

B) Acumulación objetivo-subjetiva
a) Inicial: "Litisconsorcio voluntario
— Intervención principal
1) Por inserción:
— Intervención provocada
b) Sucesiva:
2) Por reunión: Acumulación de procesos, cuando hay varias personas
147

Antes de seguir conviene dejar clara la terminología. La fórmula "acumulación de


acciones" que emplea la LPL (y los mismo la LEC 1/2000), carece de todo rigor técnico; si
la acción, como vimos en la lección 4.ª, es un derecho fundamental a acceder a los
órganos jurisdiccionales impetrando su tutela, lo que se acumulan no son las acciones,
que es un concepto unitario, sino las pretensiones. Tampoco es admisible la fórmula
"acumulación de autos", empleada en la LPL, pues la unión que interesa no es tanto la
puramente física de los expedientes (autos), como la de los procesos mismos y por eso
se habla técnicamente de acumulación de procesos (que es ahora la terminología de la
LEC).

ACUMULACION EXCLUSIVAMENTE OBJETIVA

Este tipo de acumulación se produce cuando entre dos únicas personas, es decir,
un demandante y un demandado, se interponen dos o más pretensiones (que dan lugar a
otros tantos procesos) y en un único procedimiento. Con relación al tiempo la
acumulación puede ser:

A) Acumulación inicial u originaria

Se produce cuando un solo demandante y frente a un solo demandado y en una


única demanda (formal) interpone dos o más pretensiones (y, por tanto, entabla dos o
más procesos), para que todas se conozcan en un único procedimiento y se resuelvan en
una sentencia (formal), que contendrá tantos pronunciamientos como pretensiones. Este
es el supuesto del art. 27.1 LPL, que en su regulación debe completarse con la LEC (art.
71).

a) Presupuestos de admisibilidad

Conjugando lo dispuesto en la LPL y en la LEC los presupuestos son los


siguientes:

1.º) La realización de la acumulación depende únicamente de la voluntad del actor


(art. 27.1 LPL).

2.º) Las pretensiones a acumular han de ser de la competencia del orden


jurisdiccional social (arts. 1 a 3 LPL) y además de la competencia objetiva del órgano
jurisdiccional ante el que se formula la demanda (arts. 6 a 8 LPL). Existe la posibilidad de
148

que la acumulación altere la competencia territorial respecto de alguna de las


pretensiones, pero ello será difícil en lo laboral.

3.º) La acumulación no será posible cuando las pretensiones por razón de su


materia deban "ventilarse en juicios de diferente tipo" (art. 73.1, 2.º, LEC), con lo que se
está diciendo que si las pretensiones precisan procesos diferentes en su estructura
procedimental no cabe la acumulación.

En la LPL se ha querido evitar la expresión "procesos especiales" y se habla de


modalidades procesales, pero esto no puede impedir que esas modalidades tengan, en
mayor o menor medida, procedimiento propio, lo que impedirá en principio la acumulación
de modalidades diferentes entre sí y aun la acumulación de una modalidad al proceso
ordinario. Esto no podrá impedir la acumulación de pretensiones cuando el procedimiento
se diferencie sólo en la concesión o no del recurso de suplicación.

4.º) Para que la acumulación sea posible basta la conexión subjetiva, esto es y
como dice el art. 27.1 LPL, el actor podrá acumular en su demanda (formal) cuantas
pretensiones estime oportuno contra el demandado, aunque procedan de diferentes
títulos. De los tres elementos identificadores de la pretensión basta con que sea común
uno, el de las partes, aunque los otros dos, cosas y causas, sean diferentes.

5.º) Las pretensiones a acumular no pueden ser incompatibles entre sí (art. 71.3
LEC), debiendo entenderse que lo son cuando la estimación de una excluya la estimación
de otra o la haga ineficaz, o bien cuando para fundamentar una hayan de afirmarse como
existentes unos hechos que se niegan para fundamentar otra.

Hay que tener en cuenta, con todo, que la LEC al establecer la necesidad de la
compatibilidad está preordenada a la acumulación simple o principal, lo que lleva a
distinguir entre acumulaciones:

1) Simple o principal, cuando el actor solicita del juzgador que sean estimadas
todas y cada una de las dos o más pretensiones por él interpuestas.

2) Alternativa, cuando el actor solicita la estimación por el juzgador de una de las


dos o más pretensiones por él interpuestas, sin establecer preferencia entre ellas.

3) Subsidiaria (o eventual propia), cuando el actor no pide la estimación de las dos


o más pretensiones ejercitadas sino sólo de una de ellas, pero precisamente conforme a
un orden de preferencia que especifica.
149

4) Accesoria (o eventual impropia), cuando el actor interpone una pretensión como


principal y otra u otras como complementarias, debiendo ser estimadas éstas sólo en el
caso de que lo sea la primera, pues esta estimación se convierte en el fundamento de la
estimación de las pretensiones accesorias.

La regla de la compatibilidad se refiere, pues, a la primera y a la cuarta clase, pero


nada impide acumular pretensiones incompatibles cuando se hace de modo alternativo o
subsidiario.

b) Pretensiones no acumulables

Aparte de las prohibiciones de acumulación que se deducen de la no concurrencia


de los presupuestos anteriores, el art. 27.2 y 3 LPL contienen una relación de
pretensiones no acumulables, distinguiéndose entre ellas dos supuestos:

1.º) No acumulables a otra

El art. 27.2 se refiere a los casos en que determinadas pretensiones no son


acumulables a otras de diferente naturaleza, pero sí son acumulables entre sí. Esas
pretensiones son:

1') Despido, se entiende disciplinario.

Téngase en cuenta, con todo, que a la pretensión de despido se acumulan


necesariamente las relativas a los salarios dejados de percibir (nulo, arts. 55.4 ET y 113.1
LPL) y a los salarios de tramitación (improcedente, arts. 56.1 ET y 110.1 LPL), que el
propio art. 27.2 LPL, con su remisión al art. 32 está admitiendo una acumulación sucesiva
por reunión y que si en la carta de despido la empresa alegó varias de las causas legales
del art. 54.2 ET la demanda por despido contendrá en realidad una acumulación.

2') Extinción del contrato de trabajo de los arts. 50 y 52 ET.

3') Materia electoral.

4') Impugnación de convenios colectivos.

Si la autoridad laboral de oficio remite el convenio al órgano judicial puede incluir


varios motivos de conculcación de la legalidad vigente o de lesión grave del interés de
terceros, con lo que está realizando una acumulación que es admisible (art. 161.1 LPL).

5') Impugnación de estatutos de los sindicatos.

6') Tutela de la libertad sindical y demás derechos fundamentales.

2.º) No acumulables ni entre sí.


150

A pesar de su redacción un tanto equívoca lo que el art. 27.3 está diciendo es que
las pretensiones de materia de Seguridad Social no son acumulables a otras de distinta
naturaleza, y sólo serán acumulables entre sí cuando tengan la misma causa de pedir, es
decir, cuando además de la conexión subjetiva concurra la objetiva consistente en
proceder del mismo título, de unos mismos hechos.

c) Desacumulación de pretensiones indebidamente acumuladas

Atendidos los presupuestos de admisibilidad de la acumulación y las prohibiciones


expresas de acumulación, el art. 28 regula lo que podemos llamar desacumulación de
pretensiones acumuladas inicialmente de modo indebido. Debe distinguirse:

1.º) Que en el momento de la admisión de la demanda el juzgador se percate y


estime que se ha procedido por el actor único a una acumulación indebida: El magistrado
o tribunal dictará auto haciéndolo constar así y ordenando se requiera al actor para que
subsane el defecto, es decir, para que manifieste cuál de las pretensiones quiere
mantener.

Frente a ese requerimiento el actor puede:

1') Aquietarse a la decisión judicial y en el plazo de cuatro días manifestar, por


escrito o por comparecencia, qué pretensión mantiene, con lo que las demás se
entienden desistidas.

2') Impugnar la decisión judicial interponiendo recurso de reposición (o súplica), al


final de la tramitación del cual cabe que se confirme el auto primero, con lo que
volveremos al requerimiento, o que se revoque declarando la acumulación bien hecha.

3') Permanecer inactivo sin manifestar elección, actitud a la que el art. 28 une dos
consecuencias:

— En general la inactividad lleva al archivo de la demanda, por no haberse


subsanado el defecto.

— En especial, si a la pretensión por despido se acumuló indebidamente otra, la


inactividad implica que continuará la tramitación del juicio por despido y se tendrá por no
formulada la pretensión acumulada.

2.º) Que el juzgador no se percate en el momento de la admisión de la demanda


y dé trámite al procedimiento único: En el momento en que se advierta la indebida
acumulación debe decretarse la nulidad de actuaciones, reponiéndolas al momento de
admisión de la demanda para entonces hacer como dispone el art. 28.
151

Este art. 28 no prevé la indebida acumulación inicial objetivo-subjetiva y no dice


cómo se procederá a la desacumulación, pero los supuestos deben ser los dos anteriores
y con las mismas soluciones.

B) Acumulación sucesiva

a) Por inserción

Se produce esta acumulación cuando se ha ejercitado ya una pretensión, que ha


dado lugar al correspondiente procedimiento, y en el curso del mismo se añade otra u
otras posteriores que hasta el momento no se habían interpuesto. La inserción puede
provenir del actor (ampliación de la demanda) y del demandado (reconvención).

1.º) Ampliación de la demanda

La acumulación procede del actor el cual, después de haber iniciado el


procedimiento con el ejercicio de una o más pretensiones contra el demandado, ejercita
otra u otras pretensiones contra el mismo demandado, para que sean conocidas y
decididas en el mismo procedimiento. En la LPL no existe referencia a esta acumulación,
pero nada obsta a su admisión aplicando supletoriamente, y de forma adaptada, el art.
401 LEC; en especial habrá de tenerse en cuenta que la ampliación de la demanda sólo
es posible si se realiza antes de la celebración de los actos de conciliación y juicio (art.
34.1 LPL).

Resulta así que los supuestos imaginables son dos:

1') Si el actor presenta un nuevo escrito interponiendo una segunda pretensión y


lo hace con tiempo suficiente para que, dando traslado del mismo al demandado, se
respete el plazo del art. 82, no hay que hacer nueva citación.

2') Si el nuevo escrito con la segunda pretensión se presenta en un momento en el


que ya no hay tiempo suficiente para que, dado traslado del mismo, se cumpla el plazo
del art. 82, habrá de dejarse sin efecto la citación anterior y realizar otra.

Todo lo que dijimos antes sobre los presupuestos de admisibilidad y pretensiones


no acumulables es aplicable en este tipo de acumulación. Por el contrario no le sería de
aplicación el art. 28, de modo que si en el segundo escrito se interpone una pretensión no
acumulable, el juzgador de oficio no la admitirá a trámite.

2.º) Reconvención
152

A ella se refiere el art. 27.2 con una simple alusión, estando regulada realmente
en el art. 85.2, por lo que hay que remitirse a la lección 8.ª. Con todo, hay que decir aquí
que se trata de la interposición por el demandado de una o más pretensiones frente al
actor, entabladas ante el mismo juzgador y en el mismo procedimiento iniciado por aquél.
Le es aplicable lo dicho respecto de la acumulación inicial, si bien en la reconvención
caben perfectamente las pretensiones incompatibles, y aún que la pretensión interpuesta
por el demandado lo normal es que sea incompatible con la pretensión interpuesta por el
demandante.

b) Por reunión

Se trata de dos o más procesos que han nacido independientes, cada uno con su
procedimiento respectivo, pero que de oficio o a instancia de parte se reúnen en un único
procedimiento para ser resueltos en una única sentencia (formal). Estamos, pues, ante la
acumulación de procesos.

En esta acumulación hay que distinguir dos supuestos:

1.º) Si en los distintos procesos hay identidad de personas, la acumulación será


exclusivamente objetiva, y

2.º) Si los distintos procesos no se han entablado entre las mismas personas, la
acumulación será objetivo-subjetiva.

Los dos tienen la misma regulación, por lo que serán examinados conjuntamente
al estudiar el segundo.

ACUMULACION OBJETIVO-SUBJETIVA

Aquí, como en la acumulación exclusivamente objetiva, se han ejercitado dos o


más pretensiones, que dan origen a otros tantos procesos que se sustancian en un único
procedimiento, pero como elemento identificador aparecen más de dos personas. Con
relación al tiempo puede ser:

A) Acumulación inicial

Estamos ante esta acumulación cuando un actor ejercita varias pretensiones


frente a varios demandados (acumulación pasiva), o bien varios demandantes ejercitan
varias pretensiones frente a un único demandado (acumulación activa) o bien varios
153

demandantes interponen varias pretensiones frente a varios demandados (acumulación


mixta), iniciándose en todo caso tantos procesos como pretensiones, que se sustanciarán
en un único procedimiento.

La denominación de litisconsorcio voluntario, simple o facultativo por la que suele


conocerse este fenómeno procesal no es correcta, y no lo es porque no existe en él un
litigio único ni comunidad de suerte para las distintas partes. No hay litigio único, sino
tantos como pretensiones se han ejercitado, y no hay comunidad de suerte porque al final
se dictará una sentencia con tantos pronunciamientos como pretensiones teniendo cada
uno de ellos contenido propio.

Lo primero que se advierte en la LPL es que en ella no se hace referencia a este


tipo de acumulación, por lo que debe estarse a la aplicación supletoria de la LEC.
Téngase en cuenta que los arts. 19.1 y 147.2 LPL contemplan casos de esta acumulación
y que la misma es muy frecuente en la práctica judicial laboral.

En principio todo lo dicho antes para la acumulación inicial exclusivamente


objetiva es aplicable a este otro tipo, salvo el presupuesto de admisibilidad relativo a la
conexión necesaria. Para que esta acumulación sea posible, además de la conexión
subjetiva en los términos dichos en la definición, lo determinante es la conexión objetiva
o, como dice el art. 72 LEC, que entre las pretensiones “exista un nexo por razón del
título o causa de pedir”. Esta referencia a título y causa puede parecer redundante, pero
cabe sostener que se están admitiendo dos conexiones: la de la causa de pedir y la del
título, entendido éste como negocio jurídico en que se fundan las pretensiones.

B) Acumulación sucesiva

a) Por inserción

Se ha iniciado ya un proceso entre dos personas y a él se acumula otro u otros


como consecuencia del ejercicio de una o más pretensiones por un hasta entonces
tercero. Estamos, pues, ante la intervención y precisamente ante la denominada principal.

Aun siendo dudoso que esta intervención sea admisible en nuestro derecho, y
tanto es así que el Tribunal Supremo no ha admitido todavía un solo caso, conviene dejar
constancia de ella. Se trata de la injerencia de un tercero en un proceso ya iniciado entre
otras personas, interponiendo unas pretensiones contra éstas que se caracterizan por su
incompatibilidad con la pretensión originaria, con lo que se produce una acumulación
sucesiva por inserción objetivo-subjetiva.
154

b) Por reunión

Se trata de dos o más procesos que han nacido independientes, cada uno con su
procedimiento respectivo, pero que de oficio o a instancia de parte se reúnen en un único
procedimiento para que sean resueltos en una sola sentencia (formal). Estamos ante lo
que suele denominarse acumulación de autos o, mejor, de procesos.

En esta acumulación hay que distinguir dos supuestos:

1) Si entre los distintos procesos hay identidad de personas, la acumulación será


exclusivamente objetiva.

2) Si los distintos procesos no se han entablado entre las mismas personas, pues
aun siendo el mismo el demandado los actores son diferentes, la acumulación será
objetivo-subjetiva.

Esta distinción atiende a la claridad conceptual, pero uno y otro supuesto tienen la
misma regulación.

1.º) Presupuestos de admisibilidad

También aquí hay que completar lo dispuesto en la LPL con la LEC, y de las dos
se deduce que:

1') La acumulación en lo laboral puede acordarse de oficio o a instancia de parte


(arts. 29 y 30 LPL), mientras que en el proceso civil sólo es posible a instancia de parte
(art. 75 LEC).

2') La acumulación sólo puede decretarse entre procesos que se sustancien por
los mismos trámites o cuya unificación pueda decretarse sin pérdida de derechos
procesales (art. 77.1 LEC).

3') Los procesos a acumular han de encontrarse en la instancia, y dentro de ella la


acumulación deberá pedirse y acordarse antes de la celebración de los actos de
conciliación y juicio (art. 34.1 LPL).

4') En los arts. 29 y 30 LPL se están planteando dos supuestos:

— La acumulación no tendrá problemas cuando los procesos pendan ante un


mismo Juzgado o Sala de Tribunal Superior o de la Audiencia Nacional y en la instancia.

— Cuando los procesos pendan ante distintos órganos jurisdiccionales el art. 30


exige: 1) Que esos órganos han de ser juzgados, no salas, y 2) Que los juzgados han de
radicar en una misma circunscripción.
155

No se prevé la acumulación ni entre Salas ni entre Juzgados de distinta


circunscripción o partido, y creemos que ello no es debido a olvido del legislador sino a
deseo de prohibir tal acumulación. Si la base 11.ª.3 de la LBPL de 1989 decía que "se
establecerán los casos en los que el Juzgado o Tribunal puedan acordar... la
acumulación de autos", los únicos existentes son los establecidos en la LPL.

5') Las prohibiciones de acumular del art. 27.2 y 3 LPL son plenamente aplicables
en la acumulación de autos.

6') El art. 29 al referirse a las "demandas contra un mismo demandado, aunque


los actores sean distintos", está configurando la conexión subjetiva, que se basa en que
en todos los procesos el demandado ha de ser el mismo.

7') Además, cuando se dice que en las demandas han de ejercitarse "idénticas
acciones" se está fijando la conexión objetiva, lo que supone que la causa de pedir sea la
misma, los mismos hechos en todas las demandas, y que lo pedido sea similar o tenga la
misma naturaleza.

2.º) Procedimiento de la acumulación

De los arts. 29, 30, y 34.1 LPL lo único que se deduce con claridad es que la
acumulación ha de pedirse (a instancia de parte) o decretarse (de oficio) antes de la
celebración de los actos de conciliación y juicio, pero todo lo demás queda en la LPL
indeterminado, por lo que debe acudirse a la LEC, debiendo distinguirse:

1') Si los procesos a acumular penden ante el mismo Juzgado o Sala.

Existiendo petición de parte deberá estarse a lo dispuesto en los arts. 81 a 85


LEC. Si el juzgado intenta de oficio la acumulación, aunque la LPL no diga nada de modo
expreso, parece lógico conceder audiencia previa a las partes y decidir después por auto.
Esa audiencia debe ser oral y para ella se citará a comparecencia (art. 74.1).

2') Cuando los procesos penden ante distintos Juzgados.

La petición de parte habrá de realizarse al magistrado que conozca de la


demanda que hubiere tenido entrada antes en el registro (art. 30), que es al que se
declara competente para conocer del procedimiento acumulado; a partir de esa petición
debe estarse a lo dispuesto en la LEC (arts. 86 a 97), si bien teniendo en cuenta que en
lo laboral no cabe apelación y que el art. 189 LPL no concede suplicación.

Si la acumulación intenta declararse de oficio, competente para acordarla será el


Juzgado que va a ser competente para el procedimiento acumulado, es decir, el que está
156

tramitando la demanda que entró primero en el registro. Ese Juzgado deberá oír a las
partes, citándolas a una comparecencia, y después dictar auto acordando la
acumulación.

En todos los supuestos la petición de acumulación por las partes o el


planteamiento de la misma de oficio, ha de implicar necesariamente la suspensión de la
citación para los actos de conciliación y juicio. Cabrá realizar en los dos procesos a
acumular los actos urgentes, pero no podrá procederse en ninguno de ellos al juicio.

Es cierto que los arts. 81 y 88 LEC disponer la no suspensión de los procesos a


acumular, salvo en lo que se refiere a dictar sentencia, pero carece de sentido que los
procesos laborales no se suspendan cuando la actividad judicial se reduce prácticamente
al juicio oral y éste esta sujeto al principio de inmediación.

3.º) La acumulación en los procesos de oficio.

El art. 31 LPL se refiere a un caso especial de acumulación que afecta a los


procesos iniciados en virtud de comunicación de la autoridad laboral administrativa al
órgano judicial (los del art. 146) y a los procesos que pueden iniciar individualmente los
trabajadores. Para este supuesto se establecen normas específicas:

1') Se trata de una acumulación de procesos de diferente naturaleza.

2') Al proceso de oficio se acumulan los originados por demandas individuales,


nunca al revés.

3') La acumulación es obligatoria para los órganos jurisdiccionales, pero no cabe


cuando se trata de procesos pendientes ante Juzgados de distinta circunscripción.

4') La conexión subjetiva se refiere a la identidad del empresario y de un


trabajador en los dos procesos; en el proceso de oficio la autoridad laboral administrativa
no es parte.

5') La conexión objetiva se refiere a la "identidad de causa de pedir", es decir, a


los hechos que deben ser los mismos en el proceso de oficio y en el iniciado por el
trabajador.

4.ª) La acumulación de procesos de despido y de resolución del contrato de


trabajo por voluntad del trabajador.

Estamos ante otra excepción a la declaración de pretensiones no acumulables


que el art. 32 LPL regula con estas especialidades:
157

1') La acumulación sólo puede ser sucesiva, no inicial.

2') Es una acumulación obligatoria.

3') Es indiferente el orden cronológico de presentación de las demandas.

4') Se trata de una acumulación entre procesos de distinta naturaleza, pues el


juicio por despido es una modalidad procesal y la petición de extinción del contrato de
trabajo por voluntad del trabajador ha de tramitarse por el proceso ordinario.

5') Han de ser los mismos, empresario y trabajador, en los dos procesos.

6') No cabe exigir conexión objetiva alguna, ni en los hechos ni en la petición.

De lo que se trata en esta acumulación es de decidir unitariamente lo que en el


fondo es un único conflicto de intereses, aunque se manifieste al exterior dando lugar a
dos procesos. Ese conflicto puede llevar a que el empresario despida al trabajador y a
que éste inste un juicio por despido para que se declare la improcedencia de la decisión
extintiva del empresario, y, al mismo tiempo, el trabajador puede instar otro proceso para
que se declare su derecho a extinguir el contrato de trabajo con derecho a indemnización.
El mismo conflicto ha dado origen a dos procesos que deben realizarse y decidirse de
modo acumulado.

LOS EFECTOS COMUNES DE LA ACUMULACION EN LA INSTANCIA

Hemos venido repitiendo en las páginas anteriores los efectos de todos los tipos
de acumulación en la instancia, pero conviene ahora destacar el contenido del art. 35.

A) Unidad de procedimiento o "discutirse conjuntamente".

Medio por el cual podrá lograrse la primera finalidad de la acumulación que es la


economía procesal. Hay que tener en cuenta, con todo, que esta unidad procedimental
no hace que las pretensiones acumulables pierdan su individualidad, sino que estaremos
ante la utilización de los trámites con doble sentido. Es decir y por ejemplo, llegada la
hora de contestar a la demanda si hay un único demandado éste tendrá que tener en
cuenta que, en realidad, debe resistir a más de una pretensión por lo que, aun usando
una sola vez la palabra, deberá dejar claro que primero responde a una pretensión y
después a la otra; por lo mismo si los demandados son dos o más, a cada uno de ellos
debe concederse la palabra para contestar.

B) Sentencia única o "resolverse en una sola resolución todas las cuestiones planteadas".
158

Con lo que se alcanza la segunda finalidad de la acumulación que es evitar


decisiones contradictorias. El art. 35 no habla de sentencia sino de resolución, pero ello
responde simplemente a los casos posibles de terminación anormal de la instancia sin
sentencia y a la posibilidad de que los recursos no lleguen a admitirse.

Sentencia única no supone pronunciamiento único. La sentencia tendrá que


contener tantos pronunciamientos como pretensiones, por lo que habrá que distinguir
entre forma = una sentencia, y contenido = varios pronunciamientos, tantos como
pretensiones. Manteniendo la finalidad de evitar decisiones contradictorias es posible
llegar a pronunciamientos de diverso resultado entre las varias pretensiones; es posible
estimar una y desestimar otra. Lo que no cabrá son apreciaciones distintas de los mismos
hechos, ni interpretaciones jurídicas diversas de la misma norma. Decisiones no
contradictorias no supone decisiones iguales, sino decisiones en las que una no niegue lo
que afirma la otra.
159

Capítulo III
EL PROCESO ORDINARIO

LECCION 8.ª
Las alegaciones

PROCESO ORDINARIO Y MODALIDADES PROCESALES

Dentro del proceso de declaración (lección 3.ª) es hoy un lugar común la distinción
entre procesos ordinarios y procesos especiales, basándose la misma en el objeto de la
pretensión que se ejercita.

Son procesos ordinarios aquellos por medio de los cuales los órganos
jurisdiccionales pueden conocer de toda clase objetos sin limitación alguna, habiéndose
establecido con carácter general. La condición de ordinario aparece claramente en el art.
248.1 LEC: "Toda contienda judicial entre partes que no tenga señalada por la Ley
tramitación especial, será ventilada y decidida en el proceso declarativo que
corresponda".

Dentro del proceso civil la LEC 1/2000, en el mismo art. 248.2, establece dos
procesos ordinarios (el llamado juicio ordinario y el juicio verbal), cuyas diferencias no
atienden a específicos objetos de la pretensión, sino simplemente a la cuantía. En los
arts. 249.2 y 250.2 se establecen las cuantías de los dos procesos ordinarios.

Los procesos especiales son aquellos que se establecen para conocer de


pretensiones que tienen objetos específicos y determinados, quedando su uso limitado al
concreto objeto que le marca la ley; se cumple así la excepción prevista en el art. 248.1
LEC: hay contiendas judiciales que tienen señalada en la ley una tramitación especial.

El proceso laboral (como vimos en la lección 3.ª), es una especie del proceso civil,
de modo que frente a los procesos civiles ordinarios no es más que un proceso especial,
por medio del que pueden conocerse únicamente las pretensiones que tienen su base en
"la rama social del Derecho" (art. 1 LPL). De esta línea conceptual se desprende que
cuando la LPL se refiere al "proceso ordinario" está cometiendo una grave incorrección
técnica, por cuanto el proceso laboral de declaración no es, ni puede ser, un verdadero
proceso ordinario. Con todo, asumiendo la terminología de la LPL, para evitar
160

confusiones, por ordinario hay que entender aquel proceso previsto para que se
conozcan por medio de él la generalidad de las pretensiones que se promuevan en la
rama social del Derecho, esto es, el establecido con carácter general dentro de la
especialidad.

En la LPL se da todavía un paso más y se llegan a prever especialidades dentro


de la especialidad, a las que en los textos anteriores se denominó "procesos especiales"
y a las que la LPL vigente llama "modalidades procesales", las cuales están
preordenadas para que por medio de ellas se conozcan pretensiones laborales que
tengan objetos, digamos, especialísimos. El cambio de nombre —de procesos a
modalidades— no implica alteración de fondo, sino una simple variación terminológica sin
trascendencia, producto del capricho del legislador.

DINAMICA DEL PROCESO ORDINARIO EN LA INSTANCIA

Antes de examinar uno a uno los actos que componen el proceso llamado
ordinario en la instancia, vamos a "contar" su procedimiento desde la demanda hasta la
notificación de la sentencia, para ofrecer así de entrada una visión panorámica.

A) Presentación y admisión de la demanda

La demanda adquiere sentido procesal cuando se presenta, siendo a partir de esa


presentación cuando puede hablarse de la existencia de un acto de parte iniciador del
proceso. La presentación puede hacerse:

1.º) En la secretaría del Juzgado o Sala competente (art. 44), si en la localidad


existe un solo Juzgado (siempre habrá una única Sala).

2.º) En el registro general, cuando en la localidad existan varios Juzgados de lo


Social (art. 167 LOPJ).

3.º) En el Juzgado de Instrucción de Guardia (art. 45).

El secretario, o quien desempeñe sus funciones, pondrá en la demanda diligencia


para hacer constar el día y hora de su presentación y dará al interesado recibo con tal
indicación, pudiendo éste consistir en diligencia extendida en la copia que la parte
presente al efecto (arts. 283 LOPJ y 46.1 LPL). Si la demanda se presenta en el registro
general deberá efectuarse el reparto y, después, el traslado de la misma al Juzgado
designado. En cualquier caso el paso siguiente ha de consistir en la dación de cuenta por
161

el secretario al magistrado o presidente (arts. 284 LOPJ y 46.2 LPL) para que el primero
o la Sala decidan sobre su admisión.

B) Fijación de los actos de conciliación y juicio

Si la demanda es admisible el juzgador lo declarará así por providencia y en la


misma señalará día y hora para los actos de conciliación y juicio oral. El art. 82.1
establece dos plazos simultáneos para la realización de este señalamiento:

1.º) Plazo máximo, diez días: El día a fijar para conciliación y juicio debe estar
comprendido dentro de los diez días (hábiles) siguientes al de la presentación de la
demanda, cuando la admisión se realizó sin actuación intermedia alguna, o al de la
admisión, si fue preciso realizar subsanación.

Este plazo responde a la idea de celeridad y con él se pretende que la conciliación


y el juicio se celebren lo antes posible. Naturalmente el cumplimiento de este plazo no
siempre será posible, atendido el volumen de trabajo del órgano jurisdiccional y, por lo
mismo, su incumplimiento no es causa de nulidad. Debe tenerse en cuenta, además, que
a veces la LPL [arts. 126, 132, b), 135.2, 158.1 y 179.1] acorta ese plazo.

2.º) Plazo mínimo, cuatro días: Dentro del plazo anterior se fija un plazo mínimo
que se refiere al tiempo que debe mediar entre la citación de las partes y la celebración
de la conciliación y juicio.

Este segundo plazo atiende a evitar indefensiones, dando a las partes (sobre todo
al demandado) un tiempo mínimo para preparar la defensa, y por ello su incumplimiento
sí supone nulidad (salvo que la ley establezca un plazo especial menor, caso del art.
179.1).

El art. 82.3 señala algunas excepciones al plazo mínimo (que repercutirán


obviamente en el plazo máximo), de modo que entre la citación y la conciliación y juicio
deben mediar más días. Esto ocurrirá:

1) Cuando la citación se practique con personas jurídicas, públicas o privadas, o


con un grupo sin personalidad, caso en el que el plazo mínimo es de quince días.

2) Cuando la representación y defensa en juicio se atribuya al abogado del


Estado, el plazo mínimo es de veintidós días para que el abogado eleve consulta a la
Dirección General del Servicio Jurídico del Estado. Adviértase que este privilegio se
refiere sólo al abogado del Estado, no a otras Administraciones Públicas, si bien éstas
quedan incluidas en el apartado anterior.
162

C) Citación

Admitida la demanda y realizado el señalamiento, las partes deben ser citadas. La


citación, como acto procesal del secretario, ha sido ya estudiada en general en sus
requisitos formales (arts. 55 a 61) (lección 5.ª). Destaquemos que en esta concreta
citación:

1.º) Al demandante, la cédula de citación le hará constar el lugar, día y hora en


que debe comparecer, que ha de concurrir con todos los medios de prueba de que
intente valerse y es conveniente añadir la prevención de que si no comparece, ni alega
justa causa que motive la suspensión del juicio, se le tendrá por desistido.

2.º) Al demandado, habrá de entregársele copia de la demanda y documentos y la


cédula de citación contendrá, además de los requisitos generales, sitio, día y hora en que
debe comparecer, que ha de hacerlo con todos los medios de prueba de que intente
valerse y que su incomparecencia no motivará la suspensión del juicio, salvo que alegue
justa causa, continuándose aquél sin necesidad de declarar su rebeldía (arts. 82.2 y
83.3).

D) Incomparecencia de las partes

Los actos de conciliación y juicio son dos actos distintos, aunque se celebran sin
solución de continuidad. Las partes, pues deben comparecer preparadas para uno y otro.
La LPL prevé el supuesto de incomparecencia al juicio, pero no se refiere a la
incomparecencia a la conciliación, aunque la solución es evidente.

Si alguna de las partes no comparece a la conciliación, el juzgador tendrá el acto


por intentado sin efecto (art. 469 LEC/1881) y pasará al juicio. Normalmente las partes
comparecerán a los dos actos o no comparecerán a ninguno, pero es posible que el
representante no esté facultado para transigir (supuesto que equivale a no comparecer),
o que alguna de las partes, o las dos, se nieguen, no ya a avenirse, sino incluso a intentar
la conciliación.

La incomparecencia de las partes al acto del juicio tiene efectos muy distintos
según la parte de que se trate:

1.ª) Si el demandante no comparece, ni alega justa causa que a juicio del


juzgador motive la suspensión, se tendrá a aquél por desistido de la demanda (art. 83.2).
Estamos ante el desistimiento tácito que no exige conformidad del demandado.
163

2.ª) Si no comparece el demandado, no impedirá ello la continuación del juicio,


que se realiza sin él y sin necesidad de declarar su rebeldía (art. 83.3). La
incomparecencia no significa allanamiento ni conformidad con los hechos alegados por el
actor, el cual deberá probarlos, por lo que es posible que el demandado, aun sin
comparecer, no sea condenado.

Si no comparecen las dos partes, el proceso no puede seguir, debiendo tenerse


por desistido al demandante y ordenándose el archivo de las actuaciones.

E) Conciliación

Comparecidas las dos partes el juzgador, constituido en audiencia pública,


intentará la conciliación. Si en ella se logra la avenencia, el proceso carece ya de razón
de ser; lo convenido puede ser cumplido voluntariamente o, en caso contrario y a petición
de parte, se llevará a efecto por los trámites de ejecución de sentencia (art. 84).

F) Juicio oral

Si no hay avenencia se pasará seguidamente al juicio oral, que se inicia dando


cuenta el secretario de lo actuado (art. 85.1). El juicio responde al principio de oralidad y
a los principios consecuencia (concentración, inmediación y publicidad) (lección 3.ª), y en
él pueden distinguirse las fases tradicionales.

a) Alegaciones

Tienen esta naturaleza la ratificación o ampliación de la demanda por el actor y la


contestación de la demanda por el demandado. Debe hacerse hincapié en que se trata
de actos orales. En el momento de contestar a la demanda es cuando el demandado
puede, con las limitaciones legales, formular reconvención (art. 85.2).

La elasticidad propia de los procedimientos orales permite que las partes no se


vean limitadas a una única intervención oral. El juzgador puede concederles la palabra
cuantas veces sean precisas para que sus posiciones queden claramente definidas. Esta
posibilidad de varias intervenciones orales en algún caso es necesaria, como ocurrirá si
se formula reconvención o si se oponen excepciones procesales (art. 85.2).

b) Prueba

Las anteriores alegaciones deben dejar claramente determinados cuáles son los
hechos controvertidos, aquéllos sobre los que no hay conformidad. Sobre ellos recaerá la
prueba. Prescindiendo ahora de los casos especiales de los arts. 76.2, 78 y 90.2, en el
procedimiento probatorio hay que distinguir:
164

1.º) Común: Referido a todos los medios de prueba y que comprende: petición de
que se reciba el pleito a prueba, recibimiento del pleito a prueba por el juzgador,
proposición por las partes de medios concretos de prueba y admisión o denegación de
los mismos por el juzgador.

2.º) Específico: Lo más propio de cada uno de los medios de prueba es lo atinente
a la práctica, si bien sobre ella la LPL contiene muy pocas indicaciones.

Aunque en la LPL no hay mención expresa se practican primero los medios de


prueba propuestos por el actor y luego los del demandado. A su vez dentro de cada
prueba debe estarse al orden en que ha sido propuesta e incluso los testigos deben
examinarse en el orden en que han sido propuestos, sin perjuicio de que el juzgador
puede alterar esos órdenes por causa justificada y con motivación.

c) Conclusiones

Practicadas las pruebas, las partes o sus defensores formularán oralmente sus
conclusiones, a cuyo efecto el juzgador les concederá la palabra por su orden. Si el
juzgador, después de que las partes concluyan, no se considera suficientemente
ilustrado, puede conceder a las partes nuevamente la palabra para que le informen sobre
aspectos concretos (art. 87.4 y 5).

Terminadas las conclusiones el juzgador declarará conclusos los autos,


mandando traerlos a la vista para sentencia. Esta fórmula, usada todavía en el art. 89.1é)
carece de sentido en la actualidad pues no existe citación alguna después de la
declaración de conclusión ni vista. Se trata, una vez más, del acarreo de una fórmula
histórica de modo acrítico, si bien ahora sirve para señalar que han precluido todas las
posibilidades de alegación y prueba de las partes.

G) Sentencia

Puede dictarse por el juzgador de varias formas y en varios momentos, lo que


lleva a distinguir:

1.ª) "In voce": Sólo en los Juzgados y al término del juicio oral el magistrado
puede:

1') Dictar la totalidad de la sentencia de viva voz, consignándose en el acta, con


los requisitos del art. 209 LEC.

2') Pronunciar únicamente el fallo de la sentencia, que se documentará en el acta,


pero debiendo redactar después por escrito la sentencia (art. 50.1).
165

2.ª) Escrita: Cuando no puede dictarse sentencia oral (art. 50.2) o cuando el
magistrado no hace uso de esa posibilidad habrá de dictarse sentencia por escrito en el
plazo de cinco días, que se notificará a las partes o a sus representantes dentro de los
dos días siguientes (art. 97.1).

H) Acta

Durante la celebración de la conciliación y el juicio se irá extendiendo la


correspondiente acta por el secretario, en la que se hará constar (art. 89):

1.º) Lugar, fecha, magistrado o tribunal que preside el acto, partes


comparecientes, representantes y defensores que les asisten, y breve referencia al acto
de conciliación.

2.º) Resumen de las alegaciones de las partes, medios de prueba propuestos por
ellas, declaración expresa de su pertinencia o impertinencia, razones de la denegación y
protesta, en su caso.

3.º) Sobre las pruebas admitidas y practicadas:

1') Resumen suficiente de las de confesión y testifical.

2') Relación circunstanciada de los documentos presentados, o datos suficientes


que permitan identificarlos, en el caso de que su excesivo número haga desaconsejable
la citada relación, con las incidencias producidas.

3') Resumen suficiente de los informes periciales (así como resolución del
juzgador sobre la recusación de los peritos).

4') Resumen de las declaraciones de los asesores, si el dictamen de éstos no se


ha realizado por escrito.

4.º) Conclusiones y peticiones concretas formuladas por las partes; si se tratara de


condena a cantidad deberán expresarse en el acta las cantidades líquidas que fueron
pedidas.

5.º) Declaración hecha por el juzgador de conclusión de los autos, mandando


traerlos a la vista para sentencia.

6.º) Firmas del magistrado o de los magistrados, partes, o sus representantes o


defensores, peritos y secretario.
166

En el caso de que las partes formulen cualquier observación al contenido del acta
el magistrado o tribunal la resolverá inmediatamente, sin que quepa recurso alguno, si
bien sí cabe formular protesta que debe consignarse en ella.

El art. 89.3 dispone que el acta del juicio puede ser extendida también a través de
medios mecánicos de reproducción, si bien con los mismos requisitos del número
anterior, lo que es evidentemente un contrasentido pues la grabación en vídeo o
magnetófono no se sabe cómo se firmará, aunque ahora debe estarse al art. 147 LEC.

LA DEMANDA

A) Concepto

Atendidos los principios del proceso laboral (lección 3.ª) éste se inicia
necesariamente por un acto de parte: el juzgador no puede incoar de oficio el proceso. Al
acto de parte iniciador del proceso se le denomina demanda.

Es cierto que en la LPL se regula una modalidad procesal denominada "Del


procedimiento de oficios" (arts. 146 a 150) y que en otros casos se hace referencia a la
incoación de oficio (arts. 156 y 161.1), pero en todos ellos no se trata de que el juzgador
tenga la facultad de iniciar el proceso, sino que se ha conferido legitimación para hacerlo
a la autoridad laboral administrativa.

Tenemos así un primer concepto de demanda como acto iniciador del proceso. Si
la acción supone, entre otras cosas (lección 4.ª), el derecho a poner en marcha la
actividad jurisdiccional del Estado, ese derecho se ejercita en el acto de parte que es la
demanda.

Este primer concepto es, con todo, incompleto, por cuanto en él no se hace
referencia a la pretensión. En un procedimiento predominantemente oral, como es el
laboral, la demanda es escrita, pero lo normal es que no suponga interposición completa
de la pretensión, sino sólo preparación de la misma, completándose en un momento
posterior. Si la pretensión no es un acto, sino una declaración de voluntad (lección 7.ª),
puede manifestarse al exterior en distintos momentos, y esto es lo que ocurre en el
proceso laboral en el que la pretensión se interpone en tres momentos complementarios:
demanda (art. 80), ratificación o ampliación de la demanda (art. 85.1) y conclusiones (art.
87.4).
167

Aunando los dos aspectos la demanda en un procedimiento oral puede definirse


como el acto procesal escrito de parte en el que se ejercita el derecho de acción y se
prepara o empieza a interponerse la pretensión.

B) Requisitos de contenido

En la demanda los que importan no son los requisitos de forma, sino los de
contenido. En cuanto a la forma baste con decir que es un acto escrito, por lo que la mera
comparecencia ante el órgano jurisdiccional no puede tener el valor de demanda. Los
requisitos de contenido son los del art. 80:

a) Designación del órgano judicial

"La designación del órgano ante quien se presente" es el primer requisito a que se
refiere el art. 80.1á), y ese órgano vendrá determinado por los arts. 6, 7 y 8 (competencia
objetiva y funcional) y 10 y 11 (competencia territorial), pudiendo ser un Juzgado de lo
Social, la Sala de lo Social de un Tribunal Superior de Justicia y la Sala de lo Social de la
Audiencia Nacional.

b) Identificación de las partes

La designación de las partes sirve para delimitar subjetivamente la pretensión,


determinando entre quiénes nace el proceso.

1.º) Demandante: Este tendrá que identificarse completamente; si es persona


física con nombre, apellidos, número del D.N.I. y domicilio, y si formula la demanda por
medio de representante tendrán que quedar identificados el representado (la verdadera
parte) y el representante; si es persona jurídica con denominación social y domicilio,
indicando quien actúa por ella. Si el actor litiga por sí mismo designará un domicilio en la
localidad del Juzgado o Sala a efecto de las notificaciones.

2.º) "Interesados": El art. 80.1,b) no alude de modo directo al demandado sino a


"otros interesados", entre los que hay que distinguir el o los demandados y aquellas otras
entidades que pueden ser parte en el proceso sin ser verdaderos demandados (Fogasa,
art. 23.2; Ministerio fiscal, arts. 161.6, 165.2, 171.3 y 175.3). Lo importante es que queden
completamente identificados, y de ahí que se exija el nombre y apellidos de la persona
física y la denominación social de la jurídica, además del domicilio que tiene especial
trascendencia para evitar la indefensión.
168

La LPL [art. 80.1, b)] prevé el caso de que el demandado sea un grupo carente de
personalidad, caso en el que deberá hacerse constar el nombre y apellidos de quienes
aparezcan como organizadores, directores o gestores, con lo que completa al art. 16.5.

c) Fundamentación fáctica

Mientras el requisito de la fundamentación se refiere en el art. 399 LEC a "los


hechos y los fundamentos del Derecho", el art. 80.1, c) LPL atiende sólo a los hechos,
planteando el problema de cuáles son necesarios para que la demanda sea admitida, no
para que la pretensión sea estimada en la sentencia, sino simplemente para que se
cumpla el requisito legal y sea admitida a trámite la demanda.

Si recordamos lo dicho en la lección 7.ª sobre la causa de pedir y lo relacionamos


con el art. 80.1,c) llegaremos a estas dos conclusiones:

1.ª) La fundamentación se refiere a la causa de pedir y la conforman sólo hechos,


no calificaciones jurídicas de los mismos; la fundamentación en derecho de la demanda
laboral es posible, pero no es un requisito de admisión de la misma.

2.ª) Los hechos que fundamentan la demanda son los "imprescindibles para
resolver las cuestiones planteadas", es decir, aquellos de los que, según la norma
sustantiva, no se puede prescindir para identificar la pretensión y distinguirla de cualquier
otra.

Adquiere así sentido la distinción que hicimos en la lección 7.ª entre los hechos
que identifican la pretensión y los hechos constitutivos. Estos son aquellos que
conforman el supuesto de la norma cuya consecuencia jurídica pide el actor, de modo
que si son alegados y probados conducirán a la estimación de la pretensión, mientras
que los hechos que identifican el objeto de la pretensión son una parte de los anteriores y
no se refieren a la estimación de la pretensión sino sólo a su individualización o, lo que es
lo mismo, al requisito para que la pretensión, en cuanto contenido de la demanda, sea
admitida a trámite.

Veamos un ejemplo: 1) Si en la demanda se dice sólo que se reclama una


cantidad de dinero (que se fija) en concepto de salarios, el juzgador no deberá admitirla
pues la pretensión no está identificada, siendo necesaria la subsanación; 2) Si en la
demanda se dice que la cantidad se reclama por las comisiones correspondientes a un
mes determinado, la pretensión está identificada y el juzgador admitirá la demanda,
aunque con sólo esos hechos no podrá estimar la pretensión en la sentencia; y 3) Si
además de los anteriores se añade que las comisiones se refieren a unas ventas
169

concretas (que se detallan), quedarán fijados los hechos constitutivos que, si son
probados, darán lugar a la estimación de la pretensión. En este desarrollo de hechos con
los del supuesto 2) se ha cumplido el requisito del art. 80.1, c), pues el supuesto 3) se
refiere ya a los hechos constitutivos.

El art. 80.1, c) contiene una precisión más relativa a la correlación entre los
hechos alegados en la conciliación y en la reclamación previas respecto de los aducidos
en la demanda (lección 6.ª), prohibiéndose que se aleguen en ésta "hechos distintos" de
los de aquéllas. Estas correlaciones son lógicas; si la conciliación previa es obligatoria y
si también lo es la reclamación previa a la vía judicial, cada una en sus casos, la
alegación de hechos distintos en la demanda supondría que los requisitos previos no se
han cumplido. Naturalmente los hechos que importan son los que identifican la
pretensión, no los que la desarrollan o completan.

d) Petición

La súplica de la demanda ha de contener la petición, en cuanto elemento


identificador del objeto del proceso (lección 7.ª), por lo que en ella el actor debe dejar
claramente establecido:

1.º) Que clase de tutela jurisdiccional pide (declarativa pura, constitutiva, de


condena) (lección 3.ª).

2.º) Con relación a qué bien (hacer, no hacer, dar cosa genérica o determinada).

De la conjugación de estos dos elementos resultará, por ejemplo, que se ejercita


una pretensión de condena con relación a un bien consistente en dar una cantidad de
dinero, y entonces tiene que precisarse quién tiene que pagar y en qué circunstancias de
cantidad, tiempo y lugar.

En la determinación de la petición laboral existen dos problemas importantes:

1.º) Se venía diciendo, incluso en la STC 39/1984, de 20 de marzo, que "no es


deseable ni útil el ejercicio de acciones meramente declarativas" en el proceso laboral,
pero esta conclusión era el fruto de un error en torno a lo que es una pretensión
declarativa pura. Para que ésta sea admitida es preciso que el actor afirme que es titular
de un derecho subjetivo material y, además, que alegue y acredite un interés que se
resuelve en que sin la declaración judicial puede sufrir un perjuicio o daño o, dicho de otra
manera, que la declaración judicial es medio idóneo para evitar que se sufra un daño
jurídico. Cuando concurren, pues, la afirmación de un derecho subjetivo material y la
alegación de un interés concreto y actual en evitar un daño, la pretensión declarativa pura
170

ha de ser admitida en cualquier proceso civil, incluido el laboral y sin que en éste pueda
existir especialidad alguna. En este sentido dice la STC 71/1991, de 8 de abril, que “es
evidente que no puede ponerse en duda la admisibilidad de las acciones declarativas en
el proceso laboral”, si bien habrá de existir “un interés digno de tutela” (y luego STC
20/1993, de 18 de enero).

2.º) Aunque la redacción del art. 80.1, d) ya no es expresiva sigue siendo


necesario que, cuando se ejercite pretensión de condena dineraria, la súplica sea líquida,
es decir, contenga una petición de cantidad determinada.

e) Fecha y firma

Dado que los actos procesales han de ser realizados por la persona establecida
en la ley, la falta de firma de la demanda debe llevar a que el juzgador ordene la
subsanación del defecto. Los problemas de la falta de firma adquieren mayor contenido
cuando los demandantes son varios y algunos no firman la demanda.

La fecha que el demandante pone en la demanda no tiene efectos jurídicos, pues


la que importa es la de su presentación (art. 46.1).

f) Requisitos complementarios

Los anteriores son los requisitos propios de la demanda que pueden calificarse de
ordinarios, existiendo en algunas modalidades procesales requisitos específicos. Otras
menciones de la demanda ordinaria ya no son esenciales en general, aunque sí pueden
serlo en casos concretos. Así si el actor quiere asistir al juicio asistido de abogado o
representado por procurador o graduado social lo hará constar en la demanda (art. 21.3).
De la misma forma nada impide que en la demanda se pida la práctica anticipada de
prueba del art. 78 o se solicite la realización de citaciones y requerimientos necesarios
para practicar esa prueba en el acto del juicio, según el art. 90.2.

C) Documentos que deben acompañarla

La demanda no debe presentarse sola; a ella habrá de acompañarse algunos


documentos procesales.

En el proceso civil los arts. 264 y 265 LEC distinguen entre documentos
procesales, que son los que condicionan la admisibilidad de la demanda refiriéndose
normalmente a presupuestos procesales y a requisitos previos, y debiendo estarse al
171

caso concreto para determinar la necesidad de su presentación, y documentos


materiales, que se refieren a la cuestión de fondo y que operan como medios de prueba.

En el proceso laboral con la demanda han de presentarse únicamente


documentos procesales; los materiales se aportarán al proceso en el momento del juicio
oral, en la proposición de prueba.

Esos documentos procesales deben referirse al caso concreto, no siendo posible


hacer una enunciación general válida para todos los casos. Con todo, sí cabe referirse a:

1.º) Si se comparece por medio de representante, se acompañará el poder, bien


sea notarial bien el otorgado por comparecencia ante el secretario judicial (lección 4.ª).

2.º) En el caso de que demanden más de diez actores se acompañará el poder


otorgado en los términos del art. 18.2.

3.º) Si en representación de un trabajador demanda su sindicato, habrá de estarse


a lo dispuesto en el art. 20.

4.º) Cuando demande una persona jurídica, deberá acompañarse el documento


que acredite la consideración de órgano de la persona física que actúe.

5.º) Si un incapacitado comparece por medio de su representante legal, se


acompañará el documento que acredite la representación.

6.º) Si la conciliación previa ante el SMAC es obligatoria, se adjuntará la


certificación del acta (lección 6.ª).

7.º) Cuando ha debido preceder reclamación previa a la vía judicial, se


acompañará copia de la resolución denegatoria o documento acreditativo de la
presentación de la reclamación (art. 69.2).

De la demanda y de todos estos documentos ha de presentar el actor tantas


copias simples como demandados haya (además de interesados y del Ministerio Fiscal si
han de intervenir) (art. 80.2).

LA ADMISION DE LA DEMANDA; EL TRAMITE DE SUBSANACION

La primera actuación del Juzgado o Sala va a consistir en examinar la


admisibilidad de la demanda, y el tema básico consiste aquí en precisar las razones por
las que es posible no admitir una demanda.
172

A) Presupuestos procesales

Si los presupuestos son las circunstancias que deben concurrir en el proceso


como conjunto para que en él pueda dictarse una sentencia sobre el fondo del asunto, el
examen de oficio del juzgador en nuestro sistema procesal no se extiende a todos ellos,
sino sólo a la jurisdicción y competencia. En algún caso, el de que la parte inste un
procedimiento inadecuado (pida que su pretensión se tramite por el proceso ordinario
cuando existe una modalidad procesal), el juzgador debe dar a la pretensión el trámite
que corresponda, no el pedido con error por la parte.

a) Jurisdicción y competencia

La extensión del examen de oficio, según el art. 5, debe comprender:

1.º) La referencia que en dicho artículo se hace a la "razón de la materia" incluye


la extensión de la jurisdicción española (art. 25 LOPJ), la competencia genérica (arts. 9.5
LOPJ y 1, 2 y 3 LPL) y la competencia objetiva (arts. 6, 7 y 8 LPL) (lección 2.ª).

2.º) La referencia a "la función" alude a la competencia funcional (arts. 6 a 9 LPL)


(lección 2.ª).

3.º) Aunque en el art. 5 no se hace mención expresa de la competencia territorial


insistimos en lo que dijimos en la lección 2.ª, de modo que el juzgador debe examinar
también de oficio y en este momento la aplicación de los arts. 10 y 11 LPL.

b) Audiencia a las partes y al Fiscal

Si el juzgador se cuestiona de oficio declararse falto de jurisdicción o de


competencia, tendrá que oír a las dos partes y al Fiscal, en el plazo común de tres días
(art. 5.3). Esto supone que al demandado ha de dársele traslado de la demanda y, al
mismo tiempo, notificar a las dos partes y al Fiscal la resolución en la que se decide
cuestionar la jurisdicción o la competencia, con el exclusivo fin de que aleguen por
escrito.

Si faltando la audiencia de alguna de las partes o del Fiscal, el juzgador se declara


incompetente y contra el auto desestimado la reposición (o súplica) se interpone recurso
de suplicación (o casación), la Sala correspondiente deberá declarar la nulidad de
actuaciones, reponiéndolas al momento inicial para que se oiga a quien no se dio
audiencia.

c) Recursos
173

Sin perjuicio de lo que diremos en la lección 13.ª conviene adelantar aquí que
contra el auto de declaración de incompetencia cabe reposición o súplica, según el
órgano que lo dicte (art. 184 y 185), y contra el auto que confirme el anterior cabrá
suplicación o casación (arts. 189.4 y 204.3.º), también según el órgano.

Los arts. 189.4 y 204, 3.º dicen que cabe la suplicación y la casación cuando se
declara la incompetencia "por razón de la materia", sin aludir a las competencias
funcional y territorial, con evidente olvido de la extensión del examen de oficio por el
juzgador.

B) Razones de fondo

No existe una norma general expresa que diga cuándo una demanda es
inadmisible por razones de fondo. En principio puede afirmarse que todas las demandas
deben ser admitidas atendiendo a esta causa, pues el derecho de acción o a la
jurisdicción supone, en primer lugar, la admisión de demanda, siendo su rechazo inicial la
forma más clara de indefensión.

Ahora bien, requisito básico para que una demanda sea admitida es que el
ordenamiento jurídico tutele de modo general el interés del actor, de modo que si esa
tutela no existe el proceso sería inútil. El caso más claro es el de las demandas absurdas,
en las que se hacen peticiones que demuestran, incluso, la locura del actor.

C) Requisitos de la demanda; la subsanación

El paso siguiente ha de referirse a si en la demanda se han observado todos sus


requisitos; si el juzgador estima que falta alguno de ellos deberá pedir a la parte que lo
subsane.

a) Subsanación en general

Se refiere a ella el art. 81.1, en el que hay que distinguir dos facetas:

1.ª) Relativa al ámbito objeto de la subsanación o, si se prefiere, a qué debe


entenderse por "defectos, omisiones o imprecisiones en que se haya incurrido al redactar
la demanda".

En la determinación de ese ámbito está claro que debe pedirse la subsanación


ante el incumplimiento de los requisitos del art. 80, incluidos los documentos y las copias
174

y que no debe pedirse ante la falta de un impedimento procesal, pues la concurrencia de


los mismos no debe controlarse de oficio, pero respecto del terreno intermedio sólo cabe
decir que la advertencia para subsanar debe referirse a todo defecto procesal que sea
susceptible de subsanación.

2.ª) Atinente a cómo se hace la subsanación (por medio de auto y concediendo un


plazo de cuatro días) y a su naturaleza (es un deber para el juzgador, no una facultad).

La advertencia debe hacerse por medio de auto con especificación de lo que debe
subsanarse, concediendo un plazo de cuatro días y apercibiendo de que si no se
subsana se ordenará el archivo de la demanda. La subsanación consistirá bien en
presentar un escrito en el que se corrija el defecto, se colme la omisión o se concrete la
imprecisión, bien en presentar un documento o copia.

La advertencia no es una facultad del juzgador, sino un deber del mismo, de modo
que si no se hace la advertencia en el momento de la admisión de la demanda y el
juzgador se percata después del defecto subsanable, habrá de declarar la nulidad de
actuaciones y reponerlas a ese momento para hacer uso del art. 81.1.

b) Casos específicos

Sin referencia ahora a las modalidades procesales, la LPL atiende a algunas


subsanaciones específicas:

1.ª) Acumulaciones indebidas (art. 28 y lección 7.ª).

2.ª) Falta de acreditamiento de la reclamación previa, a la que no se refiere el art.


81, pero véase la lección 6.ª.

3.ª) Falta de acreditamiento de la conciliación previa, que tiene régimen propio en


el art. 81.2.

Si con la demanda no se presenta la certificación del acto de conciliación el


juzgador admitirá provisionalmente la demanda, pero advertirá al demandante que ha de
acreditar la celebración o el intento del acto en el plazo de quince días, contados a partir
del día siguiente a la notificación de esta resolución, bajo apercibimiento de que de no
hacerse así archivará la demanda sin más trámite.
175

LA CONCILIACION JUDICIAL

En el proceso laboral es ya tradicional la existencia de dos conciliaciones =


actividad, una previa (lección 6.ª) y otra que se celebra ante el mismo juzgador
competente para conocer del proceso e inmediatamente antes del juicio oral. Esta
segunda conciliación es una actividad (obligatoria salvo en los procesos que precisan de
reclamación de previa y en los que no cabe transigir) que puede acabar en un resultado
de contrato de transacción. Naturalmente no puede tener la naturaleza de presupuesto
procesal, por cuanto se realiza una vez ya iniciado el proceso.

A) Garantías mínimas del acto

La LPL no regula un verdadero procedimiento para esta conciliación judicial, por lo


que estamos ante un acto desformalizado. Existen, con todo, garantías de:

a) La actividad

1.ª) Audiencia pública: La constitución en audiencia pública del juzgador no se


realiza ya después de la conciliación y antes del juicio oral, sino antes del inicio de la
conciliación.

2.ª) No prejuzgamiento: Ante el riesgo de que el intento de conciliación lleve al


juzgador a prejuzgar el contenido de la sentencia:

1') El juzgador advertirá a las partes de los derechos y obligaciones que pudieran
corresponderles en el caso de que sus alegaciones fueran ciertas y de que lleguen a
probarlas, es decir, el informe se refiere al derecho en general, no a los derechos
subjetivos y obligaciones en concreto.

2') El juzgador no puede proponer a las partes una solución concreta del litigio,
sino que debe limitarse a procurar que ellas mismas logren la avenencia.

3.ª) Acta: Del intento de conciliación hay que levantar la correspondiente acta, lo
que hará el secretario conforme a los arts. 279 a 282 LOPJ; atendido el valor de lo
convenido deben cumplirse los requisitos del art. 89.1á), 2, 3 y 4.

b) El resultado

Si el juzgador estimase que lo convenido es constitutivo de lesión grave para


alguna de las partes, de fraude de ley o de abuso de derecho, no aprobará el acuerdo,
176

dice el art. 84.1, con lo que está estableciendo garantías tanto para las partes como para
la sociedad.

B) Valor de lo convenido

Terminado el acto de conciliación con avenencia el proceso no puede continuar al


carecer ya de objeto y, consiguientemente, el juzgador ordenará el archivo provisional de
las actuaciones. Si las partes cumplen lo acordado, no habrá lugar a posteriores
actuaciones procesales. Si no cumplen estaremos ante el valor jurídico de lo convenido,
respecto del que el art. 84.4 dice que "el acuerdo se llevará a efecto por los trámites de la
ejecución de sentencias", con lo que convierte a la certificación de lo convenido en título
ejecutivo, debiendo entonces estarse a los arts. 235 y ss. LPL, con sus remisiones a la
LEC (lección 15.ª).

Convertir lo convenido en título ejecutivo no equivale a atribuirle los demás efectos


de la sentencia firme. En las sentencias el otro efecto más destacado es la cosa juzgada,
que es consecuencia del ejercicio de la potestad jurisdiccional a la que están sujetas las
partes, mientras que en la conciliación = contrato de transacción estamos ante un efecto
de la voluntad concurrente de las partes. Por ello las sentencias firmes se impugnan sólo
por el "recurso" de revisión (lección 14.ª), mientras que la transacción puede ser
impugnada por las causas que invalidan los contratos.

C) Impugnación de lo convenido

Dado que la avenencia es un contrato de transacción, su impugnación se regula


en el art. 84.5 de modo que:

1.º) La competencia para conocer de la impugnación se atribuye al mismo


Juzgado o Sala ante el que se logró la avenencia.

2.º) Están legitimados para impugnar las partes entre las que se alcanzó el
acuerdo y todo el que pueda sufrir efectos perjudiciales.

3.º) Para los motivos de la impugnación, ante el silencio del art. 84.5 LPL, debe
estarse el art. 477 LEC/1881: "causas que invalidan los contratos".

Esos motivos suponen que hay que distinguir entre:


177

1') Motivos materiales: Son las causas de nulidad (del art. 1.261 CC), anulabilidad
(del art. 1.300 CC) y rescisión (del art. 1.291 CC).

2') Motivos procedimentales: La desformalización del acto de conciliación no


impide la existencia de unas garantías mínimas que han de respetarse, las cuales serán
los motivos procedimentales de impugnación, si bien será difícil probar alguno de ellos,
como el prejuzgamiento.

4.º) Para la impugnación se establece un plazo de caducidad, el de quince días, a


contar desde el siguiente a la fecha de celebración del acto. Hay que tener en cuenta,
con todo, que si causa de impugnación es de nulidad no puede existir plazo, pues lo nulo
no produce efectos y no se subsana por el paso del tiempo.

5.º) La impugnación se conocerá por los trámites y recursos del proceso ordinario.

RATIFICACION O AMPLIACION DE LA DEMANDA

Si la conciliación acaba sin avenencia se inicia, sin más, el juicio oral. El secretario
dará cuenta de lo actuado y se concederá la palabra al demandante, el cual "ratificará o
ampliará su demanda, aunque en ningún caso podrá hacer en ella variación sustancial"
(art. 85.1). Estamos ante el segundo momento de interposición de la pretensión, por lo
menos en teoría pues el actor se habrá de manifestar, siempre oralmente, en alguno de
estos sentidos:

1.º) Mantenimiento de la demanda en todos sus elementos, con lo que estamos


ante una mera ratificación, la cual tiene sentido cuando la demanda, aunque no se exija
legalmente, fue completa, es decir, supuso interposición completa de la pretensión.

2.º) Reducción de sus peticiones, es decir, ratificación sólo parcial; siempre es


posible que el actor reduzca bien las personas contra las que pide bien lo que pide, con lo
que estaremos ante un desistimiento o una renuncia parciales (lección 10.ª).

3.ª) Ampliación de la demanda, con lo que realmente aparece el segundo


momento de interposición de la pretensión, radicando el problema en determinar cuándo
hay "variación sustancial", que es la prohibida. Para solucionarlo hay que estar a los
elementos individualizadores de la pretensión.

Esos elementos son:


178

1') Está prohibida toda variación que suponga alterar la legitimación con la que las
partes están en el juicio y ampliar la demanda a otros demandados. Sí es admisible,
como hemos dicho, no dirigir ya la pretensión contra algún demandado inicial.

2') En la fundamentación de hechos debe tenerse en cuenta lo que antes dijimos


en el contenido de la demanda sobre la distinción entre hechos imprescindibles para
"resolver" las cuestiones planteadas y hechos imprescindibles para "estimar" la
pretensión. Si en la demanda sólo son necesarios los primeros, consecuencia lógica es
que el añadido de los segundos no debe implicar variación sustancial.

3') Es siempre posible la variación o la alegación ahora por primera vez de


fundamentos jurídicos.

4') La súplica de la demanda hubo de contener la petición de la pretensión y


respecto de ella no cabe admitir la realización de ampliaciones; caben, con todo,
variaciones cuando lo pedido ahora sea derivación lógica o necesaria o estuviera
implícito en la súplica de la demanda. Incluso, teniendo en cuenta los arts. 80.1, d) y 87.4
caben variaciones en la cantidad pedida siempre que se mantenga la causa de pedir.

Realizada la ampliación el juzgador debe decidir si la variación es o no sustancial,


y en el primer caso inadmitirla impidiendo que sobre ella verse el juicio. El criterio básico
para esta decisión debe referirse a evitar que se coloque al demandado en situación de
indefensión. Contra la decisión judicial, en cualquiera de sus sentidos posibles, no cabe
recurso alguno, pero las partes sí pueden protestar a efecto de posibilitar el recurso
correspondiente contra la sentencia.

LA CONTESTACION A LA DEMANDA

Si la demanda se define por su contenido (acción más preparación de la


pretensión), la contestación de la demanda debe definirse con ese mismo criterio, y es el
acto oral del demandado en que éste opone expresamente la resistencia. Como acto la
contestación es un continente y el contenido es la resistencia, que es una declaración
petitoria de no condena (lección 7.ª).

En la contestación el demandado pide que no se dicte contra él una sentencia


condenatoria y en ello no hay variedad. Esta aparece cuando se trata de justificar la
petición. A la justificación se refiere el art. 85.2: "El demandado contestará afirmando o
negando concretamente los hechos de la demanda, y alegando cuantas excepciones
estime procedentes". Están aquí enunciadas las actividades posibles del demandado.
179

A) Negativas

El demandado puede pedir que no sea condenado sin alegar hechos nuevos
sobre los alegados por el actor, limitándose respecto a éstos a:

1.º) Negarlos: El efecto de la negación es que convierte a los hechos del actor en
controvertidos y, por tanto, en necesitados de prueba.

2.º) Admitirlos: El demandado puede admitir como ciertos los hechos del actor,
bien de modo expreso o tácito, bien total o parcialmente.

La admisión expresa supone que el hecho queda fijado, imponiéndose al juzgador


a la hora de dictar sentencia, y ello sin necesidad de prueba alguna. Los hechos en los
que estén conformes las dos partes son hechos no controvertidos y el juzgador ha de
considerarlos existentes.

La admisión tácita se produce si el demandado no se pronuncia, negándolos,


sobre los hechos alegados por el actor, pero esta admisión no se impone al juzgador sino
que es él quien debe decidir, en la sentencia, si da o no como existentes esos hechos.

B) Positivas

La petición del demandado de no condena se basa en que hace alegaciones


propias, a las que la LPL llama "excepciones", dentro de las que cabe distinguir:

a) Excepciones procesales

Tratan de poner de manifiesto la no concurrencia de algún presupuesto o requisito


procesal.

Estas excepciones pueden referirse a la falta de presupuestos procesales, que


son las condiciones que atienden a la existencia de la sentencia sobre el fondo del
asunto, de modo que el juzgador sólo podrá resolver el tema de fondo (la pretensión)
cuando concurran los elementos que determinan la correcta constitución de la relación
jurídico procesal; los presupuestos se refieren al proceso como conjunto, no a un acto
concreto del mismo.

Estas excepciones pueden ser: 1) Subjetivas: Incompetencia del órgano en su


sentido más amplio, indeterminación de las partes, falta de capacidad o de legitimación,
insuficiencia o ilegalidad del poder; 2) Objetivas: Litispendencia, cosa juzgada, falta de
180

conciliación o reclamación administrativa previas, y 3) Procedimentales: Inadecuación del


procedimiento.

Cabe también que las excepciones se refieran a la falta de un requisito de


contenido de la demanda; es cierto que el juzgador, si falta ese requisito, debió de oficio
realizar la advertencia para subsanación del art. 81.1, pero nada impide que ante la
omisión de la misma el demandado alegue la falta.

b) Excepciones materiales

Se pide la absolución con base en hechos que alega el demandado, los cuales
tienden a desvirtuar los hechos alegados por el actor. Estas excepciones suponen
hechos nuevos, pero éstos se mantienen dentro del mismo objeto del proceso suscitado
por el actor.

Si el actor ha de exponer hechos constitutivos, es decir, hechos que son el


soporte de una norma jurídica de la que se desprende la existencia de un derecho
subjetivo (el trabajador dice haber trabajado veinte horas extraordinarias y las especifica,
pidiendo una cantidad de dinero), frente a ellos cabe alegar por el demandado:

1') Hechos impeditivos: Los que recogidos por otra norma impiden desde el
principio que los hechos constitutivos desplieguen su eficacia normal; frente a la
alegación de horas extraordinarias el demandado opone que el actor es directivo de la
empresa y que éstos no tienen derecho a cobrar horas extraordinarias.

2') Hechos extintivos: Los que excluyen el efecto de los extintivos; las horas
extraordinarias se trabajaron pero fueron ya pagadas.

3') Hechos excluyentes: Los que producen el efecto de excluir el efecto de los
hechos constitutivos; el derecho del actor a cobrar las horas extraordinarias ha prescrito
al haber pasado un año.

Las excepciones procesales y las materiales persiguen el fin de no ser


condenado, pero por razones distintas; las primeras deberían conducir a una sentencia
meramente procesal (también llamada de absolución en la instancia), en la que el
juzgador no entrará en el fondo del asunto, pero en el proceso laboral esta solución no se
produce siempre, de modo que si el juzgador en el momento de dictar sentencia
descubre que concurre un óbice procesal debe distinguir entre si es subsanable (caso en
el que repondrá las actuaciones al momento de admisión de la demanda para hacer uso
del art. 81.1) o insubsanable (caso en el que dictará sentencia procesal). Las
181

excepciones materiales, si se aprecian por el juzgador, deben llevar a dictar una


sentencia absolutoria.

LA RECONVENCION

Se trata de la interposición por el demandado de una pretensión contra la persona


que le hizo comparecer en juicio, entablada ante el mismo juzgador y el mismo
procedimiento en que la pretensión del actor se tramita, para que sea resuelta en la
misma sentencia, la cual habrá de contener dos pronunciamientos. En la lección 7.ª ya
adelantamos que da lugar a una acumulación exclusivamente objetiva, sucesiva y por
inserción realizada por el demandado.

La reconvención supone salir del objeto del proceso fijado por el actor y de las
actitudes del demandado propias de la contestación de la demanda para introducir un
nuevo objeto procesal, es decir, una nueva pretensión y, por tanto, un nuevo proceso. En
la tradición española no se exigía conexión objetiva entre las pretensiones acumuladas,
bastando la conexión subjetiva, esto es, el que las partes del primer proceso fueran las
mismas que las del segundo, aunque ocupando posiciones procesales invertidas, pero
esa tradición se ha roto en el art. 406.1 de la LEC 1/2000, en el que se exige conexión
entre las pretensiones.

En el sistema de la LPL la reconvención sólo podrá formularse si se ha anunciado


la misma en la conciliación previa o en la contestación de la reclamación previa (lección
6.ª), expresando los hechos en que se funda y la petición en que se concreta (art. 85.2),
pero para lo demás:

1.º) Forma: La reconvención ha de formularse en el momento de la contestación


de la demanda y ha de ser expresa. No forma parte de la contestación pero se interpone
cuando al demandado se le da la palabra para contestar.

2.º) Competencia: El juzgador que está conociendo del primer proceso debe ser
también competente para conocer de la pretensión acumulada en la reconvención (salvo
en lo relativo a la competencia territorial, pues la reconvención puede alterar las reglas de
esta clase de competencia).

3.º) Conexión objetiva: Dado que la LPL no contiene previsión expresa relativa a
la conexión entre la pretensión de la demanda y la pretensión de la reconvención, con lo
que debe entenderse que existe una remisión a la LEC, el cambio de sentido de ésta en
182

la Ley 1/2000 tiene que repercutir en el proceso laboral, en el que tiene que ser exigible la
conexión objetiva entre las pretensiones.

4.º) Procedimientos homogéneos: La reconvención sólo será admisible cuando la


pretensión a acumular tenga señalado un procedimiento homogéneo con el ya iniciado, y
por lo mismo las prohibiciones del art. 27.2 y 3 son también aquí de aplicación.

5.º) Procedimiento: Formulada oralmente la reconvención habrá de concederse


necesariamente la palabra al actor reconvenido para que la conteste, y a partir de ahí
estaremos ante un procedimiento único con dos procesos acumulados.

OTRAS ALEGACIONES

"Las partes harán uso de la palabra cuantas veces el Juez o Tribunal lo estime
necesario", dice el art. 85.3, y el párrafo se explica atendido que estamos ante un
procedimiento oral. En un procedimiento escrito las posibilidades de alegación de las
partes están taxativamente determinadas por la ley, pero si el procedimiento es oral ha de
existir mayor flexibilidad, y de ahí que el juzgador tenga la facultad de conceder la palabra
a las partes para alegar cuantas veces lo estime conveniente.

Existen, con todo, algunos casos en que la contestación de nueva palabra es


necesaria:

1.º) Si se formula reconvención por el demandado, ha de concederse la palabra al


actor reconvenido para que la conteste.

2.º) Si el demandado alega excepciones procesales, ha de hacerse lo mismo para


que al actor alegue sobre ellas.

3.º) Este momento de fijación de los términos del debate es el adecuado para que
las partes aleguen lo oportuno a los efectos del art. 189.1,b), es decir, para poner de
manifiesto que la cuestión debatida afecta a todos o a un gran número de trabajadores o
de beneficiarios de la Seguridad Social para abrir el recurso de suplicación contra la
sentencia que se dicte, aun en el caso de que conforme a la regla general del art. 189.1
no se admita el mismo.
183

A) Cuestiones prejudiciales

Son aquellas que, conexas con la pretensión sometida al conocimiento del órgano
jurisdiccional social, no quedan incluidas en el ámbito de su competencia por ser de la
competencia de otro orden jurisdiccional (pueden ser, pues, civiles, contencioso-
administrativas y penales).

El sistema de las cuestiones prejudiciales en el orden jurisdiccional social parte de


distinguir entre:

a) Civiles y administrativas

Serán planteadas en los actos de alegación por las partes y resueltas por el
juzgador en la sentencia que ponga final al proceso, si bien la decisión no producirá
efectos fuera del proceso en que se dicte (art. 4.1 y 2), es decir, la decisión del órgano
jurisdiccional no impedirá que la cuestión que fue prejudicial en el proceso laboral se
plantee como principal ante el órgano competente y el proceso correspondiente.

b) Penales

Entre las que hay que distinguir dos clases:

1.ª) No devolutivas y no suspensivas: En general el que las partes susciten una


cuestión de este tipo no suspenderá el proceso laboral. No se trata de que el juzgador
imponga penas, sino de que resolverá la pretensión laboral aunque esté tramitándose al
mismo tiempo un proceso penal (art. 86.1).

La posibilidad de que existan un proceso laboral y un proceso penal sobre los


mismos hechos y que en los dos se llegue a soluciones distintas explica el art. 86.3. Si en
el proceso penal se llega a la conclusión de que no existió el hecho o que en él no
participó el sujeto, se configura un nuevo motivo del "recurso" de revisión (como veremos
en la lección 14.ª).

2.ª) Devolutivas y suspensivas: Si presentado en el proceso laboral un


documento, tanto material como procesal, la parte contraria alega la falsedad del mismo y
ese documento tiene influencia notoria en la decisión del pleito, en el sentido de que su
falsedad o no condiciona el contenido de la sentencia, el juzgador, terminado el juicio
oral, suspenderá las actuaciones y concederá a la parte que alegó la falsedad del
documento un plazo de ocho días para que presente el documento justificativo de que ha
formulado querella (que es el acto de parte por el que se insta la incoación de proceso
penal). Si el documento acreditativo de que la querella ha sido formulada se presenta
184

ante el juzgador laboral la suspensión durará hasta que se dicte sentencia o auto de
sobreseimiento en la causa criminal (art. 86.2).

B) Cuestiones incidentales

En sentido estricto son aquellas que, estando en conexión con el objeto del
proceso o con el proceso mismo y, en todo caso, siendo de la competencia del órgano
jurisdiccional social que conoce de lo principal, podrían dar lugar a un procedimiento y a
una resolución propias. En el proceso laboral hay dos clases de estas cuestiones:

1.ª) Específicas: Que dan lugar a un incidente especial con tramitación regulada
de modo expreso para el mismo (como es el caso de la recusación, del art. 15 LPL).

2.ª) Generales: No dan lugar a un incidente especial sino que se formulan en los
actos normales de alegación, se discuten en el juicio oral y se resuelven en la sentencia.

C) Cuestiones previas

De estas cuestiones se viene hablando durante centenares de años y todavía no


existe claridad en torno a lo que son las mismas. Si nos ceñimos a la jurisprudencia del
Tribunal Supremo se ha producido la identificación entre cuestión previa y excepción
procesal, pues aquella es la que versa sobre la falta de alguno de los presupuestos
procesales necesarios para la validez de la relación jurídico procesal (aunque en algún
caso se refiere también a la falta de un requisito procesal).

Así las cosas la referencia del art. 4.1 a las cuestiones previas "no pertenecientes
a dicho orden" carece de sentido, pues estas cuestiones, si se identifican con los
presupuestos procesales, siempre pertenecen al orden social cuando se alegan en un
proceso laboral. Partiendo de ahí el art. 4.1 y 2, en lo que se refiere a las cuestiones
previas, o es obvio (serán resueltas por el mismo órgano que conoce del proceso y en la
resolución que le ponga fin) o es absurdo (la decisión que las resuelva no producirá
efecto fuera del proceso).
185

LECCION 9.ª
La prueba

CONCEPTO Y NATURALEZA

Las normas materiales establecen consecuencias jurídicas partiendo de un


supuesto de hecho que se contempla de modo abstracto. Para que en un proceso
concreto al juzgador pueda declarar la consecuencia jurídica prevista en una norma
material ha de partir necesariamente de que en ese proceso se ha probado el supuesto
de hecho.

Cuando el art. 54.2 ET dice que se considera incumplimiento contractual del


trabajador las faltas repetidas e injustificadas de puntualidad, está fijando un supuesto de
hecho abstracto y una consecuencia jurídica. La trascendencia de la prueba se advierte
cuando se tiene en cuenta que para ganar un proceso no basta con tener razón, sino que
es preciso probar el supuesto de hecho de la norma cuya aplicación se pide.

Las alegaciones que las partes realizan no son suficientes para convencer al
juzgador de la existencia del supuesto de hecho, siendo precisa una actividad posterior
para acreditar las afirmaciones de hecho realizadas por las partes en sus actos de
alegación. A esta actividad llamamos prueba.

La prueba debe definirse como la actividad procesal por la que se tiende a


alcanzar el convencimiento psicológico del juzgador sobre la existencia o inexistencia de
los datos que han sido aportados al proceso o a fijarlos conforme a una norma legal.

De esa definición es preciso explicar algunos de los caracteres:

1.º) La prueba sólo se produce en un proceso concreto: Desde la perspectiva


ahora considerada la única actividad probatoria que importa es la que se realiza en el
proceso.

2.º) El sistema de valoración de la prueba de nuestro derecho positivo (vid. lección


3.ª y después) obliga a distinguir:

1') Con los medios de prueba que se valoran libremente, la prueba podría definirse
como actividad procesal por la que se tiende a alcanzar el convencimiento psicológico del
juzgador.
186

2') Con los medios de prueba de valoración legal, la prueba será la actividad
procesal que tiende a fijar como ciertos los datos aportados al proceso,
independientemente de la convicción del juzgador.

3.º) Se habla de "datos", y no de hechos, porque como luego veremos hay veces
en que el objeto de la prueba es una norma jurídica.

La regulación de la prueba, en el proceso laboral, se encuentra en dos cuerpos


legales: 1) En la Ley de Procedimiento Laboral, principalmente en los arts. 87, 88 y 90 a
96, pero también en otros artículos (76.2, 78, 85.4, 89.1, 105.1, etc.), y 2) En la Ley de
Enjuiciamiento civil, en los arts. 281 a 386.

Debe, por tanto, tenerse en cuenta:

1.º) Todas las normas probatorias son procesales, independientemente del lugar
que ocupan en el ordenamiento jurídico. Las normas reguladoras de la prueba son
aquellas que ordenan una actividad procesal, una parte del proceso, incluidos los
requisitos y efectos de esa actividad.

2.º) En el proceso laboral debe estarse, primero, a lo dispuesto en la LPL y en lo


no previsto en ésta habrá de acudirse a la LEC. El cambio, pues, de regulación de la
prueba, como consecuencia de la promulgación de la LEC 1/2000, repercute de modo
importante en la práctica de la prueba en el proceso laboral.

Los arts. 90 a 94 LPL parten en su regulación del presupuesto de lo que disponía


la LEC/1881, y en razón de ella se explican. Promulgada la nueva LEC habrá de tenerse
en cuenta que se ha producido una pérdida de sentido de algunas de las normas
específicas de la LPL (por ejemplo la no existencia de pliegos en la confesión, art. 90.1),
pero, también, que al aplicar la nueva LEC la prueba en el proceso laboral ha cambiado.

GENERALIDADES SOBRE LA ACTIVIDAD PROBATORIA

La compresión general de la prueba se consigue respondiendo a una serie de


preguntas que se presentan de modo escalonado y que pueden enunciarse así: ¿qué
debe probarse? ¿quién debe probar? ¿con qué se prueba? ¿qué valor tiene la prueba? y
¿cómo se prueba? Cuando hayamos dado respuesta a estos interrogantes podremos
examinar los medios de prueba en concreto.
187

A) Objeto de la prueba

Cuando se pregunta ¿qué debe probarse? suele contestarse que objeto de la


prueba son los hechos, pero esta respuesta general debe precisarse en un doble sentido:

a) Lo que debe probarse no son los hechos, sino las afirmaciones que las partes
han efectuado sobre los hechos.

b) Dado que no se afirman sólo hechos, el objeto de la prueba serán los datos que
han sido aportados al proceso, y esos datos pueden ser:

1.º) Afirmaciones de hechos: Fundamentalmente la prueba recaerá sobre


afirmaciones de hechos realizadas por las partes (el juzgador no puede introducir hechos
en el proceso) (art. 281.1 LEC), pero los hechos no controvertidos (es decir, los admitidos
por todas las partes, arts. 281.3 LEC y 87.1 LPL) y los notorios (aquellos cuyo
conocimiento forma parte de la cultura normal propia del grupo social y al tiempo del
proceso) (art. 281.4 LEC) no precisan ser probados.

2.º) Alegaciones de derecho: El conocimiento de las normas jurídicas es uno de


los deberes del juzgador, pero ese deber comprende sólo el derecho escrito, interno,
actual y general, de modo que las normas publicadas en el BOE no han de ser probadas.

Lo anterior supone que sí han de probarse: la costumbre (art. 1.3 CC), el derecho
extranjero (art. 281.2 LEC), el derecho histórico, los convenios colectivos no publicados
en el BOE (art. 90.3 ET) y el derecho estatutario o no general. Respecto del derecho de
las Comunidades Autónomas deben distinguirse: las normas publicadas en el BOE deben
conocerlas todos los jueces, pero las publicadas sólo en el Boletín Oficial de la
Comunidad deben conocerlas sólo los jueces radicados en el territorio de la Comunidad.
Las normas de la Unión Europea debe conocerlas el juzgador.

B) Carga de la prueba

El principio de aportación de parte (lección 3.ª) determina que son las partes
quienes deben probar, pero no sirve para fijar cuál de ellas debe hacerlo. Cuando se
habla de la carga de la prueba lo que se está diciendo es que el juzgador debe dictar
sentencia desfavorable para aquella parte que pidió una consecuencia jurídica pero no
probó el supuesto de hecho de la norma. Desde aquí puede indirectamente determinarse
quién debe probar y para ello se cuenta con una regla general en el art. 217 LEC, regla
188

que completada dice así: El actor debe probar los hechos constitutivos que alega y el
demandado los hechos impeditivos, extintivos y excluyentes que opone.

a) La regla general puede desarrollarse tal y como hace el art. 217 LEC:
1.º) Corresponde al actor (y al demandado reconviniente) la carga de probar la
certeza de los hechos de los que ordinariamente se desprenda, según las normas
jurídicas a ellos aplicables, el efecto jurídico correspondiente a las pretensiones de la
demanda (y de la reconvención).
2.º) Incumbe al demandado (y al actor reconvenido) la carga de probar los hechos
que, conforme a las normas que les sean aplicables, impidan, extingan o enerven la
eficacia jurídica de los hechos a que se refiere el apartado anterior.
3.º) Para la aplicación de lo dispuesto en los apartados anteriores de este artículo
el tribunal deberá tener presente la disponibilidad y facilidad probatoria que corresponde
a cada una de las partes del litigio, lo que supone que debe estarse al llamado criterio de
normalidad y facilidad probatoria, que pretende adecuar la regla teórica a la realidad, de
modo que pruebe la parte que, en cada caso concreto, disponga más fácilmente de las
fuentes de prueba.

b) Con carácter especial para el proceso laboral hay que tener en cuenta:

1.º) El trabajador tiene a su favor dos presunciones, reguladas en los arts. 8.1 y 2
ET y 115.3 LGSS, con base en las cuales probado un determinado hecho la ley presume
a favor del trabajador una situación jurídica, la cual puede ser desvirtuada por el
empresario probando en contra de ella.

2.º) Hay algunas resoluciones administrativas a las que la LPL atribuye el que son
ciertas las afirmaciones de hecho que hacen, salvo prueba en contrario [arts. 23.3 y
148.2, d) LPL] (vid. lecciones 4.ª y 12.ª, respectivamente).

3.º) En los arts. 96, 179.2 y 181 LPL, y con referencia a la discriminación y a la
libertad sindical, el actor deberá probar que concurren indicios de que existió trato
discriminatorio o violación de la libertad sindical y, establecidos los indicios, corresponde
a la empresa demandada probar que: 1) El acto o la medida por ella acordada tiene
justificación objetiva y razonable en su existencia, y 2) El acto o la medida guardan
proporcionalidad con el hecho que la generó.
189

C) ¿Con qué se prueba?

La respuesta a la pregunta de ¿con qué se prueba? exige plantear tres


cuestiones:

a) Fuentes y medios de prueba

Con la expresión fuente de prueba nos estamos refiriendo a un concepto


extrajurídico, a una realidad anterior al proceso; los medios aluden a conceptos jurídicos,
y sólo existen en el proceso, en cuanto en él nacen y se desarrollan. Las fuentes de
prueba son los elementos que existen en la realidad y los medios consisten en las
actividades que es preciso desplegar para incorporar las fuentes al proceso. La fuente
existe independientemente de que haya o no proceso; el medio se forma en él y a él
pertenece. La fuente es lo sustancial y material; el medio lo adjetivo y formal.

Veamos las diferencias con relación a una fuente-medio. En la prueba testifical el


testigo y su conocimiento de los hechos (fuente) preexiste al proceso y existe aunque el
proceso no llegue a realizarse nunca; iniciado el proceso, una de las partes se servirá de
esa fuente para convencer al juzgador de la realidad de sus afirmaciones de hecho, y
para ello la ley le ofrece un método de aportación consistente en la declaración del
testigo, regulando esa actividad (medio).

La ley, pues, regula los medios, no las fuentes, de prueba. Las partes tienen que
buscar las fuentes en la realidad e introducirlas en el proceso a través de los medios.
Estos son los que la ley prevé y no hay otros. Respecto de los medios el art. 90.1 LPL
contiene una simple remisión a “la ley”, es decir, al art. 299 LEC en el que se enumeran
los medios de prueba del siguiente modo:
1º. Interrogatorio de las partes.
2º. Documentos públicos.
3º. Documentos privados.
4º. Dictamen de peritos.
5º. Reconocimiento judicial.
6º. Interrogatorio de testigos.
También hay que incluir: 1) Los medios de reproducción de la palabra, el sonido y
la imagen (a los que ya se refería el art. 90.1 LPL), y 2) Los instrumentos que permiten
archivar y conocer o reproducir palabras, datos, cifras y operaciones matemáticas
llevadas a cabo con fines contables o de otra clase, relevantes para el proceso.
b) El numerus apertus de fuentes y el numerus clausus de medios
190

En nuestra doctrina venía siendo tradicional la discusión en torno a si las


enumeraciones legales de medios de prueba eran taxativas o enunciativas o, dicho de
otra manera, si los medios de prueba podían considerarse numerus clausus o apertus, y
aunque seguían existiendo autores que defendían la primera solución, la mayoría de
nuestra moderna doctrina se inclinaba por la segunda, si bien reconociendo que en la
práctica debía ser indiferente la respuesta, dado que era posible incluir los avances
técnicos en alguno de los medios de prueba legalmente previstos.
Todas las leyes atienden, como no pueden dejar de hacerlo, a la situación de su
tiempo en relación con los avances técnicos y no pueden referirse sino a lo existente en
su momento, aunque ello no puede suponer que queden fuera del proceso los nuevos
instrumentos (y sus productos) que la ciencia y la técnica van ofreciendo. Su entrada en
el proceso se aclara jurídicamente si se parte de la distinción entre fuente y medio.
Si la fuente es algo extrajurídico que existe independientemente del proceso, no
es conveniente que las leyes pretendan realizar enumeraciones taxativas de ellas, porque
el paso del tiempo las convertirá en obsoletas, al irse inventando o descubriendo nuevas
fuentes. Estas, por tanto, deben quedar indeterminadas. Lo que las leyes deben regular
son los medios de prueba, entendidos como actividad que es preciso realizar para
incorporar la fuente al proceso, y estos medios, después de la regulación legal, serán
siempre numerus clausus porque las únicas actividades procesales posibles son las
legales, sobre todo si se tiene en cuenta que la actividad jurisdiccional está sujeta al
principio de legalidad (art. 1 LEC).
En consecuencia, las enumeraciones de medios de prueba son taxativas, pero las
de fuentes no lo son ni pueden serlo. Los problemas surgirán a la hora de determinar por
qué medio de prueba entra una nueva fuente en el proceso, pero eso es algo que queda
referido a la consideración particular de los medios. Lo que aquí tiene que quedar claro
es que todas las fuentes de prueba pueden utilizarse procesalmente con finalidad
probatoria.
Por lo anterior es por lo que el art. 299.3 LEC acaba haciendo una admisión
general de todas las fuentes de prueba posibles, aunque erróneamente hable de medios.
Se admite así que cuando por cualquier otro medio (en realidad, fuente) no expresamente
previsto en los apartados anteriores pudiera obtenerse certeza sobre hechos relevantes,
el tribunal, a instancia de parte, lo admitirá como prueba, adoptando las medidas que en
cada caso resulten necesarias, es decir, dejando en la indeterminación el medio de
prueba por el que la fuente debe aportarse al proceso, pero confiando esa determinación
al tribunal en cada caso.
191

c) Pruebas obtenidas ilícitamente

Si, en principio, todas las fuentes de prueba pueden introducirse en el proceso a


través de los medios, ha de existir algún límite. En el descubrimiento de la verdad fáctica
no todo vale o, en palabras del art. 11.1 LOPJ que son reproducidas conceptualmente en
los arts. 287 LEC y 90.1 LPL: "No surtirán efecto las pruebas obtenidas, directa o
indirectamente, violentando los derechos o libertades fundamentales". Conviene aquí
distinguir:

1.º) Derechos protegidos: En la norma dicha no se ha querido proteger todos los


derechos frente a la investigación de las fuentes de prueba, sino sólo aquéllos que la
Constitución considera fundamentales, con lo que quedan fuera todos los derechos que
no alcanzan ese rango. No todas las pruebas obtenidas ilícitamente se declaran
ineficaces, sino sólo las obtenidas violentando derechos o libertades fundamentales.

Debe tenerse en cuenta que existen derechos fundamentales absolutos, que no


tienen límite alguno (vida, integridad física) por lo que cualquier violación de ellos
conduce a la ineficacia, y derechos fundamentales relativos, que son limitables, en los
que la ineficacia de la prueba depende de cómo se ha obtenido la fuente de prueba (la
inviolabilidad del domicilio del demandado no puede impedir la prueba de reconocimiento
judicial).

2.º) Consecuencias procesales: Cuando la fuente de prueba se ha obtenido


ilícitamente, infringiendo derechos no fundamentales, deben ser admitidas en el proceso,
sin perjuicio de la responsabilidad que pueda derivarse de la ilicitud, pero cuando se han
infringido derechos fundamentales la consecuencia es la inadmisibilidad, si bien ésta lo
que supone realmente es que, llegado el momento de la sentencia, el juzgador no puede
tener en cuenta los medios de prueba que fueron el vehículo de aportación de fuentes
obtenidas ilícitamente.

D) Valoración de la prueba

En la lección 3.ª adelantamos los dos sistemas teóricos con los que puede
responderse a ¿qué valor tienen los distintos medios-fuentes de prueba? y que se
enuncian tradicionalmente como prueba libre y prueba legal. También dijimos que en el
ordenamiento español se sigue un sistema mixto, que mezcla los dos teóricos. En la LPL
no existe norma alguna sobre valoración, por lo que debe estarse a la LEC.

a) Prueba legal: Se establece legalmente la valoración de:


192

1.º) Interrogatorio de la parte: Según el art. 316.1 LEC si no lo contradice el


resultado de las demás pruebas, en la sentencia se considerarán ciertos los hechos que
una parte haya reconocido como tales si en ellos intervino personalmente y su fijación
como ciertos le es enteramente perjudicial.

2.º) Prueba documental: Reglas legales de valoración se encuentran: 1) Sobre


documentos públicos: arts. 319, 320, 321, 322 y 323 de la LEC, y 1218, I y II; 1.219;
1.220, I y II; 1.221, I, 1.º, 2.º y 3.º, y II, del CC, y 2) Sobre documentos privados: arts. 326
de la LEC, y 1.225, 1.227, 1.228, 1.229 y 1.230 del CC.

Estos son los dos medios de prueba hipervalorados en el proceso civil español y,
por tanto, también en el laboral. No existen pruebas hipovaloradas pues el art. 1.248 CC,
con relación a los testigos, no es una regla legal de valoración.

b) Prueba libre: Los demás medios de prueba (pericial, testifical y reconocimiento


judicial) no tienen establecida ninguna regla legal de valoración, si bien
terminológicamente suele decirse que se apreciarán conforme a las reglas de la sana
crítica.

La libre valoración adquiere pleno sentido cuando se pone en relación con la


necesidad de fundamentar las sentencias. Si prueba libre equivaliera a discrecional no
sería necesaria la motivación fáctica de las sentencias, bastando que el juzgador dijera
qué hechos estima probados, pero sin fundamentar. La exigencia de motivación que se
contiene en el art. 120.3 CE debe conducir a que el juzgador: 1) Si se trata de prueba
legal diga qué prueba le impone una conclusión fáctica, y 2) Si la prueba es libre exponga
el razonamiento a través del cual llega a la conclusión fáctica.

E) Procedimiento probatorio general

Entre las normas generales que contiene el art. 87 LPL algunas de ellas se
refieren al cómo se prueba, es decir, al procedimiento probatorio. Después tendremos
que aludir al procedimiento de cada uno de los medios de prueba en concreto, pero
existe una parte que es común a todos los medios.

a)Petición de recibimiento a prueba

Es un acto procesal por el que las partes solicitan del juzgador que en el proceso
se realice prueba, si bien todavía sin especificar cuales son los medios que deben
practicarse. No hay en la LPL disposición expresa sobre el momento en que las partes
193

pueden hacer esa petición pero, dada la oralidad del juicio, es después de las
alegaciones cuando, sabiéndose si existen hechos controvertidos y cuáles son éstos,
puede hacerse la petición y oralmente.

b) Recibimiento a prueba

Es el acto del juzgador por el que determina la realización de prueba en el


proceso. En el proceso laboral, y como consecuencia del principio de aportación de parte,
el juzgador sólo puede recibir el pleito a prueba si existe petición de al menos una parte.
Se trata de una de las resoluciones verbales del art. 49.4 LPL.

c) Proposición de medios concretos de prueba

Acto de la parte por el que precisa qué medios de prueba pide que se practiquen
en el proceso, a realizar de modo oral y después del recibimiento a prueba.

d) Admisión de los medios de prueba

Acto del juzgador por el que, previo examen de los requisitos necesarios,
determina, siempre oralmente, los medios de prueba que, de entre los propuestos por las
partes, deben practicarse en el proceso. En esta resolución es cuando aparecen las
facultades del juzgador, aunque sean siempre negativas, y se refieren a la no admisión
de medios de prueba cuando:

1.º) Se refieran a hechos no controvertidos (o admitidos); en este caso la práctica


no sólo no es necesaria sino que debe considerarse prohibida.

2.º) Sean impertinentes, es decir, tiendan a probar hechos que no tengan relación
con el objeto del proceso (art. 283.1 LEC).

3.º) Sean inútiles, esto es, sean inadecuados respecto del fin que persiguen (art.
283.2 LEC).

4.º) Sean imposibles, en el sentido de que no puedan practicarse en el acto del


juicio oral.

El art. 87.1 LPL parte de la existencia de un juicio oral concentrado y establece


que todas las pruebas deben practicarse en el mismo; para que ello sea posible el art.
82.2 ordena que en la citación se haga constar a las partes que deben concurrir al juicio
con todos los medios (en realidad, fuentes) de prueba de que intente valerse. No cabe,
pues, hablar de indefensión si el juzgador rechaza un medio de prueba de práctica
imposible en el acto.
194

Supuesto especial es el de los medios de prueba que "requieran la traslación del


Juez o Tribunal fuera del local de la audiencia", respecto del que el art. 87.1 dice que
podrán admitirse "si se estimasen imprescindibles", en cuyo caso "se suspenderá el juicio
por el tiempo estrictamente necesario". El medio de prueba que puede requerir el traslado
del juzgador es el de reconocimiento judicial de inmuebles, pero también el interrogatorio
de la parte (art. 311 LEC) y la testifical (art. 364 LEC), y en realidad no se trata de
"suspender" sino de trasladarse al lugar donde debe practicarse la prueba.

e) Práctica de la prueba

Consiste en la realización de los medios de prueba propuestos y admitidos y tiene


reglas específicas para cada uno de ellos.

Existen, con todo, algunas normas de carácter general:

1.ª) Unidad de acto, publicidad e inmediación, de modo que el juzgador que


presenció la práctica de la prueba ha de ser el que dicte la sentencia (art. 98).

2.ª) Todas las pruebas han de practicarse en el juicio, no pudiendo acudirse al


auxilio judicial para practicarla. Si en un procedimiento escrito es posible que una prueba
se practique por un órgano judicial distinto del que conoce del asunto, esto no es posible
en un procedimiento oral.

3.ª) En la LPL se contiene un ligero aumento de las facultades del juzgador, que
se refiere a:

1') Puede ordenar la continuación de la práctica de una prueba aunque renuncie a


ella la parte que la propuso (art. 87.2).

2') Puede hacer a las partes, peritos y testigos las preguntas que estime
necesarias para el esclarecimiento de los hechos (art. 87.3).

4.ª) Todas las incidencias relativas a la prueba se resolverán por el juzgador


dictando resoluciones verbales, contra las cuales no cabe recurso alguno pero sí cabe
protestar por la parte en el acto, consignándose en el acta la prueba solicitada o la
pregunta hecha, la resolución denegatoria, la fundamentación razonada de la denegación
y la protesta, todo ello a efectos del correspondiente recurso contra la sentencia (art.
87.2).
195

F) Anticipación de la prueba

El procedimiento probatorio anterior sufre una importante excepción referida al


tiempo en lo que se conoce como anticipación (o aseguramiento) de la prueba.

a) Antes de la presentación de la demanda

Regulada como acto preparatorio en el art. 76.2 se trata de que quien pretenda
demandar o presuma que va a ser demandado puede solicitar de modo previo el examen
de testigos, cuando por la edad avanzada de alguno de éstos, peligro inminente de su
vida, proximidad de una ausencia a lugar con el que sean imposibles o difíciles las
comunicaciones o cualquier otro motivo grave y justificado, sea presumible que la futura
parte procesal no va a poder mantener su derecho por falta de justificación, es decir, por
desaparición de la fuente de prueba. Recordemos que en el art. 76 se han mezclado
diligencias preliminares y anticipación de la prueba (lección 6.ª).

El art. 76.2 LPL es consecuencia directa del art. 502 LEC/1881 en el que el único
medio de prueba que podía anticiparse era la declaración de testigos. En la LEC 1/2000
su art. 293 prevé la anticipación de todos los medios de prueba, y la cuestión es si el
cambio en la LEC tiene que repercutir en el proceso laboral de modo que en él pueda
también anticiparse cualquier medio de prueba. Nuestra respuesta es afirmativa, porque,
como hemos dicho, el art. 76.1 LPL era sólo la adecuación al proceso laboral de lo
dispuesto en el art. 502 LEC/1881 para el proceso civil; cambiada la norma propia de éste
tiene que entenderse modificada la norma especificadora de aquél.

b) Después de la presentación de la demanda

La anticipación puede ser doble:

1.ª) De la proposición y práctica: Todos los medios de prueba que no puedan ser
practicados en el acto del juicio oral, o cuya practica presente graves dificultades en dicho
momento, pueden ser propuestos, admitidos y practicados desde que el proceso esté
pendiente y antes del juicio oral (art. 78).

2.ª) De la proposición: La excepción no se refiere a la práctica del medio de


prueba sino sólo a la proposición y admisión, de modo que cuando una parte estime que
sin la citación o el requerimiento judicial no podrá practicar un medio de prueba en el
juicio oral puede proponer ese medio de prueba de modo anticipado (art. 90.2).

Esta segunda anticipación exige que:


196

1) La proposición se haga, como mínimo, tres días antes de la fecha señalada


para el juicio oral; este plazo es absurdamente corto pues tres días son insuficientes para
realizar la citación o el requerimiento.

2) Ha de referirse a medios de prueba que precisen de citación (interrogatorio de


la parte y testifical) o requerimiento (normalmente a la otra parte para que presente un
documento).

LOS MEDIOS DE PRUEBA EN CONCRETO

La regulación de los medios de prueba en la LPL es muy limitada, lo que obliga a


acudir supletoriamente a la LEC.

A) Interrogatorio de las partes

a) Concepto

El interrogatorio de las partes es una actividad procesal de naturaleza probatoria


consistente en la declaración que una parte efectúa ante el juzgador contestando a las
preguntas que le sean formuladas sobre hechos controvertidos en el proceso.

Entre interrogatorio y reconocimiento de hechos hay diferencias esenciales. La


admisión o reconocimiento de los hechos alegados por la parte contraria determina
negativamente los que necesitan prueba, pues está debe referirse únicamente a los
controvertidos, "a los hechos sobre los que no hubiere conformidad" (art. 87.1 LPL),
mientras que el interrogatorio es un medio de fijar hechos que ha de versar precisamente
sobre “los que guarden relación con el objeto del juicio” (art. 301.1 LEC).

b) Sujetos y contenido

El interrogatorio es un acto procesal de parte, si bien se admite la realización del


mismo por terceros en supuestos excepcionales.

Estos supuestos son los siguientes: 1) Art. 301.2 LEC: Cuando el legitimado para
actuar en juicio no es el titular de la relación jurídica material (lo que nos remite a los
casos de legitimación extraordinaria, lección 4.ª), puede citarse para ser interrogado a
ese titular material, y 2) Art. 308 LEC: Cuando a la parte que declara se le formulan
preguntas sobre hechos no personales podrá proponer que conteste un tercero que tenga
conocimiento personal de los hechos, aceptando las consecuencias de esta declaración.
197

Para la realización del acto ha de tenerse capacidad legal, lo que equivale a


capacidad procesal, con lo que se solucionan los problemas básicos relativos al caso de
que la parte sea una persona física, pero deja sin solucionar todo lo relativo a las
personas jurídicas.

Los verdaderos problemas se presentan, pues, respecto de las personas jurídicas,


por cuanto éstas no pueden realizar actos por sí mismas, actuando siempre por medio de
sus órganos.

1.ª) Personas jurídicas públicas: El interrogatorio oral y cruzado de los entes de


Derecho público se sustituye por respuestas escritas, conforme al art. 315 LEC.

2.ª) Personas jurídicas privadas y entes sin personalidad: Según el art. 91.3 LPL
la confesión ha de hacerse por quien legalmente la represente, es decir, por la persona
física que sea órgano de la jurídica y que, al mismo tiempo, tenga facultades para
absolver posiciones, es decir, para contestar a las preguntas. Esta solución debe
completarse ahora con lo dispuesto en el art. 309 LEC, con lo que se permite que declare
la persona física que por la persona jurídica intervino en los hechos sobre los que versa
el interrogatorio, aunque no tenga “facultades para absolver posiciones”.

El interrogatorio sólo puede versar sobre hechos (no sobre valoraciones ni sobre
calificaciones o conceptos jurídicos), pero esos hechos pueden ser o no personales de la
parte que declara, sin perjuicio de que el valor probatorio para unos u otros sea diferente.

Lo anterior supone que:

1.º) Tratándose de persona física no cabe que conteste por ella un representante,
tenga o no poder, y ni siquiera su abogado (salvo el caso de los arts. 308 LEC y 91.4
LPL).

2.º) El declarante no puede negarse a responder sobre preguntas que no versen


sobre hechos personales (art. 308 LEC), si bien entonces habrá de responder según sus
conocimientos, dando razón de su origen y sin perjuicio de pedir que declare sobre ellos
el tercero que tenga conocimiento personal.

3.º) La parte que ha de responder o su abogado pueden impugnar en el acto la


admisibilidad de las preguntas (art. 303 LEC).

4.º) El interrogatorio de una parte no hace prueba contra los colitigantes.

c) Valoración
198

El interrogatorio no se realiza ya bajo juramento o promesa de decir verdad. No se


trata sólo de que haya desaparecido la distinción entre juramento decisorio e indecisorio,
sino de que ha desaparecido el juramento mismo. La valoración se refiere ahora a un
aspecto diferente:

1.º) En la sentencia habrán de considerarse ciertos los hechos que una parte haya
reconocido como tales si en ellos intervino personalmente y si le son enteramente
perjudiciales (art. 316.1 LEC).

Estamos ante una regla legal de valoración, que es perturbada por la frase inicial
de ese artículo y párrafo: “Si no lo contradice el resultado de las demás pruebas...”, pues
con ella puede pretenderse que se admite que una prueba de valoración conforme a la
sana crítica pueda llegar a negar el valor probatorio de una prueba de valoración legal.
Esta interpretación es, cuando menos, discutible, pues también pudiera sostenerse que
las demás tienen que ser también de valoración legal.

2.º) En todo lo demás (hechos no personales y hechos favorables) en la sentencia


se valorarán las declaraciones de las partes según las reglas de la sana crítica (art. 316.2
LEC).

d) Procedimiento probatorio

La proposición del interrogatorio puede hacerse en el mismo acto del juicio oral, si
la parte que ha de declarar está presente, o con los tres días de antelación al juicio a que
se refiere el art. 90.2 LPL. En la citación se advertirá a la parte del efecto de su
incomparecencia injustificada (art. 304.2 LEC).

La parte respecto de la que se propone y admite la prueba de interrogatorio tiene


tres cargas:

1.ª) Comparecer: El ha de comparecer el día y hora del juicio oral sea cual fuere
su lugar de residencia (salvo el supuesto excepcional del art. 311 LEC).

2.ª) Declarar: Debe responder por sí mismo y de modo oral; si se niega a


contestar el juzgador le apercibirá de que los hechos pueden ser tenidos como ciertos.

3.ª) Responder afirmativa o negativamente: Las preguntas deben ser formuladas


en sentido afirmativo (declare que es cierto que...) y las respuestas deben ser afirmativas
o negativas; si las respuestas fueren evasivas el juzgador le apercibirá de que los hechos
pueden ser tenidos como ciertos.
199

El no levantamiento de alguna de esas tres cargas tiene la misma consecuencia:


"podrá ser tenido por confeso en la sentencia" (art. 91.2 LPL). Esto significa hoy, atendido
el tenor de los arts. 304.1 y 307 LEC que el magistrado podrá considerar reconocidos
como ciertos los hechos en que la parte hubiere intervenido personalmente y cuya fijación
como ciertos le sea perjudicial.

La norma especial del art. 91.1 LPL carece hoy de contenido útil. En la LEC de
2000 ha desaparecido el pliego de posiciones y las preguntas se hacen en todo caso
oralmente. Se ha regulado así un interrogatorio libre y cruzado; el declarante contesta
primero a las preguntas de la parte que ha propuesto su interrogatorio como medio de
prueba, después puede ser interrogado por su abogado si ha comparecido con él y, por
último, puede hacer preguntas el propio magistrado, si bien sólo para “obtener adiciones
y aclaraciones”. Incluso hay previsión para cuando las partes han comparecido por sí
mismas (art. 306.2 LEC).

B) La prueba testifical: el testigo

a) Concepto

La prueba testifical descansa en la noción de testigo, esto es, en la persona física


que, no teniendo la condición de parte, es llamada al proceso para que aporte sus
conocimientos sobre hechos que no tenían carácter procesal en el momento de su
percepción, pero que han adquirido esa condición y la de controvertidos en el momento
de la declaración, con la finalidad de convencer al juzgador de su existencia.

De este concepto se desprenden dos notas esenciales: el testigo es siempre una


persona física, pues los hechos han debido ser percibidos sensorialmente, y el testigo ha
de tener la condición de tercero con relación al proceso, pues si es parte sólo puede
confesar.

En principio pueden ser testigo todas las personas físicas, no requiriéndose


capacidad de obrar. En la LEC sólo se excluye de la posibilidad de testificar a los que se
hallen: 1) Permanentemente privados de razón, y 2) Privados del uso de un sentido
respecto de hechos sobre los que únicamente quepa tener conocimiento por dicho
sentido (ciego, sordo) (art. 361). Pueden ser propuestos como testigos incluso los
menores de catorce años, si el magistrado estima que poseen el discernimiento
necesario para conocer y para declarar verazmente, aunque a los menores de edad
penal no se les exigirá juramento o promesa (arts. 361, II, y 365.2 LC).
200

b) Deberes y derechos del testigo

Todas las personas tienen el deber de aportar al juicio sus conocimientos sobre
los hechos debatidos.

Ese deber se concreta en cuatro aspectos fundamentales:

1.º) Comparecer: El principio de oralidad lleva a que la obligación de comparecer


no tenga ámbito territorial limitado, no siendo posible tomar declaración a un testigo por
exhorto a otro tribunal. En caso de incomparecencia puede imponérsele la multa de
30.000 a 100.000 pesetas y puede ser requerido bajo apercibimiento de proceder contra
él por desobediencia a la autoridad.

2.º) Prestar juramento (o promesa): Sólo están excluidos los menores de edad
penal (18 años, LO 2/2000, de 12 de enero, de la responsabilidad penal de los menores),
y la falta de juramento se equipara a la negativa a declarar.

3.º) Declarar: Han de responder a las preguntas que se les hagan, y el


incumplimiento da lugar al delito de desobediencia grave (art. 237 CP).

4.º) Decir verdad: El falso testimonio está tipificado en el art. 239 CP.

El testigo tiene un derecho básico: obtener de la parte que lo propuso la


indemnización por los daños y perjuicios que su comparecencia le haya originado (art.
375 LEC).

c) Procedimiento probatorio

Aparte de los supuestos de los arts. 76.2 y 78 LPL, la proposición de este medio
de prueba puede hacerse en dos momentos: con tres días de antelación, al menos, a la
fecha del juicio (art. 90.2) cuando la parte presuma que el testigo no se presentará
voluntariamente por lo que es precisa citación judicial, y en el acto del juicio, lo que
supone que el testigo ha acompañado voluntariamente a la parte.

La actuación del testigo se inicia tomándole juramento (o promesa) (art. 365 LEC)
y formulándole el juzgador las preguntas denominadas generales de la ley (las del art.
367 LEC). La especialidad prevista en el art. 92.1 LPL sobre la no admisión de escritos
de preguntas y repreguntas ha dejado de ser tal, pues también en la LEC las preguntas
se hacen oralmente (art. 368 LEC); esas preguntas serán positivas, claras y precisas, sin
que puedan incluir valoraciones o calificaciones. Primero preguntará la parte que ha
propuesto al testigo, luego la contraria y puede formular también preguntas el magistrado,
pero entonces sólo para obtener aclaraciones y adiciones (art. 372 LEC).
201

En el proceso laboral el art. 92 establece dos especialidades:

1.ª) Cuando el número de testigos fuere excesivo y, a criterio del juzgador, sus
manifestaciones pudieran constituir inútil reiteración del testigo sobre hechos
suficientemente esclarecidos, aquél podrá limitarlos discrecionalmente (se trata de una
especialidad frente al art. 363 LEC).

2.ª) La LEC para garantizar la imparcialidad del testigo regula un procedimiento


mediante el cual se pone de manifiesto la concurrencia en el testigo de circunstancias
que hacen sospechosa de parcialidad su declaración; esas circunstancias o tachas dan
lugar a un procedimiento muy complejo (arts. 377 a 379 LEC). En el proceso laboral se
prohiben las tachas y su procedimiento, de modo que si una parte estima que un testigo
no ha sido veraz cabe que, en conclusiones, haga las observaciones que estime
oportunas.

La prueba testifical se valora libremente por el juzgador (art. 376 LEC), pero hay
que tener en cuenta que sólo existe la misma cuando se ha practicado con los requisitos
establecidos en la ley. Esto supone que el llamado testimonio documental, es decir, el
documento que recoge la declaración de una persona, no es prueba testifical porque la
fuente de prueba que es el testigo y sus conocimientos no se ha introducido en el
proceso por el medio que la ley regula.

C) La prueba pericial: el perito

a) Concepto

Con carácter general se entiende por perito la persona especialmente cualificada


por sus conocimientos en materias que no son conocidas por el hombre con grado medio
de cultura. La actividad de los peritos se llama pericia y la misma puede desarrollarse
dentro y fuera del mundo jurídico. La pericia jurídica que se realizan en el proceso no
siempre es prueba pericial, pues la actividad puede referirse, por ejemplo, a tasar el valor
de un bien embargado (art. 259 LPL). Cuando el perito despliega su actividad en la fase
probatoria del proceso, aquélla se considera en nuestro ordenamiento un medio de
prueba.

El objeto de la pericia puede recaer sobre:

1.º) Datos fácticos: Generalmente la pericia versará sobre hechos ya adquiridos


en el proceso por otros medios de prueba para cuya apreciación son necesarios
202

conocimientos científicos, artísticos o prácticos. En estos casos el perito no aporta los


hechos, sino que los valora.

2.º) Máximas de la experiencia: La pericia puede referirse también a proporcionar


al juzgador el conocimiento de la existencia y contenido de máximas de la experiencia
para que éste las utilice a la hora de conocer o apreciar los hechos.

Si en el primer caso el perito aplica su conocimiento técnico al hecho y ofrece al


juzgador su conclusión, en el segundo el perito da al juzgador la regla para que éste
deduzca la consecuencia en el caso concreto.

Esto es lo que ha llevado a discutir la naturaleza de la pericia, pues si para unos


es un medio de prueba para otros es una actividad auxiliar de la del juzgador.

Con lo dicho el perito puede definirse como la persona que por poseer
conocimientos especializados es llamada al proceso para que, conociendo o apreciando
datos objeto de controversia, convenza al juzgador de su existencia o inexistencia y
alcance. La prueba pericial consistirá, por tanto, en la actividad desplegada por el perito
en el proceso para obtener dicho convencimiento.

b) Condiciones, deberes y derechos del perito

Según la LEC el perito puede ser una persona natural o una persona jurídica. Si
es persona física el perito debe tener el conocimiento científico, artístico, técnico o
práctico necesario, lo que se demuestra con la posesión del título oficial correspondiente
a la materia objeto del dictamen; si se trata de materias no comprendidas en títulos
profesionales oficiales, podrán ser peritos las personas entendidas en esas materias (art.
340.1 LEC). El perito puede ser también una corporación (academia, institución cultural o
científica) e incluso una entidad particular (art. 340.2 LEC), si bien en este segundo caso
se habrá de expresar el nombre de la persona o personas que emiten el dictamen.

El perito debe cumplir bien y fielmente su función, para lo que prestará juramento
(o promesa) de decir verdad (art. 335.2 LEC), pudiendo incurrir en responsabilidad penal
(art. 330 a 332 CP), civil (art. 1.902 CC) y disciplinaria judicial (art. 193.1 LOPJ) y colegial.

El derecho más importante de los peritos es el relativo a honorarios y derechos. Si


existe relación institucional (médicos de la Seguridad Social) no puede exigir honorarios,
pero sí podrá hacerlo si es un profesional liberal.

Caso especial es el del médico forense. Estos médicos constituyen un cuerpo


titulado superior al servicio de la Administración de Justicia, estando a las órdenes de
203

jueces y tribunales con funciones de asistencia técnica (arts. 497 y 498 LOPJ). Su
inclusión en el art. 93.2 LPL permite utilizarlos en el proceso laboral.

c) Procedimiento probatorio

En el proceso laboral no se trata simplemente de que no son aplicables las reglas


generales sobre insaculación (sorteo) de peritos (art. 93.1 LPL), sino que no es aplicable
la mayor parte de la regulación procedimental de la LEC sobre la prueba pericial. La parte
que desee utilizar esta prueba puede acudir a uno de los sistemas siguientes:

1.º) Hacerse acompañar al juicio oral del perito y, en su momento, proponer este
medio de prueba de modo que si es admitido por el juzgador se procederá
inmediatamente a su práctica, tomando juramento (o promesa) al perito, al que las partes,
por su orden, y luego el juzgador harán las preguntas que estimen oportunas,
reflejándose en el acta un "resumen suficiente" [art. 81.1, c)].

2.º) Presentándose, en el momento de la proposición de prueba en el juicio oral, el


dictamen pericial por escrito y procediéndose luego a la ratificación por el perito, que se
someterá a las preguntas de explicación y aclaración que se le hagan.

Debe tenerse en cuenta que siempre que se presente en el proceso un dictamen


pericial por escrito realizado antes del mismo, el perito habrá de expresar, bajo juramento
o promesa, que ha actuado y que, en su caso, actuará con la mayor objetividad posible,
tomando en consideración tanto lo que pueda favorecer como que sea susceptible de
causar perjuicio a cualquiera de las partes, y que conoce las sanciones penales en las
que podría incurrir si incumpliere su deber como perito (art. 335.2 LEC).

3.º) Si el correcto desarrollo de la prueba exige que el perito disponga de tiempo


para realizar el reconocimiento, debe interpretarse extensivamente el art. 90.2 de modo
que el juzgador facilite al perito el examen de la cosa, lugar o persona.

Un problema que en el proceso laboral adquiere gran trascendencia práctica es el


de los dictámenes contradictorios. Existe una jurisprudencia llena de matices sobre
conceder preferencia al dictamen emitido por mayor número de peritos en actuación
colegiada y dentro de un órgano especializado, al informe de la autopsia sobre el
realizado en vida del enfermo, etc.

En el proceso laboral es aplicable la LEC en lo relativo a la recusación y tacha de


los peritos. No son recusables los peritos designados por la parte, pero puede ser
tachados (art. 343 LEC) si bien ello ha de hacerse en el juicio oral para que conste en el
acta [art. 89.1, c), 4.º]. La recusación se referirá a los peritos designados judicialmente,
204

para lo que debe estarse a las causas del art. 124 LEC, pero no al procedimiento de los
arts. 125 a 128 LEC; también aquí la recusación se hará en el juicio oral, constando en el
acta [art. 89.1, c), 4.º].

d) Asesores y otros informes

En el art. 95 LPL se han mezclado tres cosas que tienen muy poco que ver entre
sí:

1.º) Asesores: Se trata de una prueba pericial especial, introducida en 1938 y que
nunca ha tenido trascendencia práctica.

2.º) Informe de la comisión paritaria de un convenio colectivo: Partiendo del art.


85.2, d) ET se trata de que en los procesos en que se discuta de la interpretación de una
norma de un convenio colectivo se oiga a los que negociaron el convenio sobre lo que en
esa norma quisieron decir. No es una prueba pericial y no puede suplir la interpretación
que debe hacer el juzgador.

3.º) Dictamen sobre discriminación por razón de sexo: En los procesos en los que
se suscite una cuestión de discriminación por razón de sexo, el juzgador podrá recabar el
informe de los organismos públicos competentes. No se trata con el informe de probar la
existencia de un hecho, sino de calificar el hecho desde el punto de vista de la
discriminación por razón de sexo.

D) La prueba documental: el documento

a) Concepto

En nuestro derecho positivo documento es todo objeto material que incorpora la


expresión escrita de un pensamiento humano, y es desde esta noción desde la que se
comprende la división entre documentos:

1.º) Públicos: Los autorizados por un empleado público competente, con las
formalidades requeridas por la ley (art. 1.216 CC), que pueden ser notariales,
administrativos y judiciales (el art. 317 LEC hace relación de estos documentos). El
documento público suele presentarse en juicio por medio de copia, testimonio o
certificación, pues los originales han de permanecer en los archivos y protocolos oficiales.
Esos documentos "hacen prueba" (arts. 1.218 CC y 319.1 LEC).

2.º) Privados: Son todos los documentos que no son públicos (art. 324 LEC) y
comprenden desde la escritura pública defectuosa (art. 1.223 CC) hasta la simple nota
205

sin firma (art. 1.228 CC). Se presentan originales en juicio, pero si están en poder de la
parte contraria (art. 328 LEC) o de un tercero (art. 330 LEC) pueden presentarse por
exhibición, quedando en el proceso un testimonio sacado por el secretario. Estos
documentos hacen prueba plena cuando su autenticidad no sea impugnada por la parte a
la que perjudican (art. 326.1 LEC).

b) Procedimiento probatorio

En los procesos orales con la demanda sólo deben presentarse los documentos
procesales (lección 8.ª); los materiales, es decir, los que operan como pruebas, se
presentan en el acto del juicio oral [arts. 94.1 y 89.1, c), 2.ª, LPL]. En el juicio oral, pues,
se propondrá la prueba documental y se irán presentando los documentos por las partes,
haciéndose de ellos relación circunstancia en el acta o, por lo menos y si su número es
grande, determinación de los datos suficientes para identificarlos.

Al mismo tiempo que se van presentando se dará traslado a la parte contraria


para su examen, y no se dice en el art. 94.1 si ese traslado supone la necesidad de
presentar fotocopias o si sólo cabe que la parte contraria vea un momento el documento
presentado; en un proceso oral no debe ser necesaria la presentación de fotocopias, pero
parecen convenientes para un mejor "traslado", sin perjuicio del derecho a examinar el
documento mismo.

E) El reconocimiento judicial

Este medio de prueba no tiene mención expresa en la LPL, aunque sí alusión


indirecta en el art. 87.1, por lo que debe estarse a lo dispuesto en la LEC. Por
reconocimiento judicial se entiende la percepción sensorial inmediata y directa de los
hechos objeto de la prueba por parte del juzgador. En otros medios de prueba el juzgador
percibe los hechos de modo indirecto, a través del testigo o del documento, los cuales le
relatan o representan los hechos, mientras que en el reconocimiento (o inspección ocular)
nada se interpone entre el juzgador y los hechos.

El objeto del reconocimiento no tiene ya duda que puede recaer sobre lugares
(cosa inmuebles), objetos (cosas muebles) y personas. Tratándose de personas y de
cosa muebles livianas la práctica de la prueba puede hacerse en el mismo local del
tribunal, sin suspender el juicio y documentándose en el acta general de éste. Cuando se
trate de reconocer objetos no fácilmente transportables, cosas inmuebles y lugares, el art.
206

87.1 LPL prevé la traslación del magistrado o Sala fuera del local del tribunal, y siempre
reflejándose en el acta.

F) Medios de reproducción del sonido o la imagen e instrumentos de archivo


El art. 90.1 LPL se limita a enunciar la admisibilidad de los medios mecánicos de
reproducción de la palabra, de la imagen y del sonido, pero luego no contiene regulación
alguna. Para la misma debe estarse ahora a los arts. 382 a 384 LEC.
a) Concepto y admisibilidad
La LEC recoge como nuevos medios de prueba los instrumentos que sirven para la
reproducción de la palabra, el sonido y la imagen, y los instrumentos que sirven para
archivar, conocer o reproducir palabras, datos, cifras y operaciones matemáticas llevadas a
cabo con fines contables o de otra clase, relevantes para el proceso (art. 299.2).

Con la primera prueba, el legislador quiere que tengan cabida en el proceso civil
directamente las películas, cintas de vídeo, casetes de grabación; con la segunda, los
disquetes flexibles y discos duros de ordenador, los cd-roms y vd-roms, el correo
electrónico, ficheros informatizados, así como cualquier otro medio técnico de estas
características que en el futuro se pueda inventar.

Es fácil advertir que el legislador ha incurrido en un error ya tradicional. Los


instrumentos de reproducción del sonido (la palabra es sonido) y de la imagen y los
instrumentos que permiten archivar y conocer palabras escritas, datos y cifras son las
fuentes de prueba, no el medio de prueba en sentido estricto.
b) Procedimiento probatorio
El procedimiento probatorio se distingue en la LEC en función de si estamos ante
reproducción o ante archivo, cuidando de fijar las reglas mediante las que el juez visionará,
oirá o comprobará los resultados que el proponente desee, sin perjuicio del derecho de
contradicción de la otra parte:
1.º) Reproducción ante el tribunal de imágenes y de sonidos

Las partes podrán proponer como medio de prueba la reproducción ante el


tribunal de palabras, imágenes y sonidos captados mediante instrumentos de filmación,
grabación y otros semejantes (art. 382.1, primera frase).

A esta proposición, las partes pueden acompañar:

1.º) La transcripción escrita de las palabras contenidas en el soporte de que se


trate y que resulten relevantes para el caso (art. 382.1 segunda frase); y
207

2.º) Los dictámenes y medios de prueba instrumentales que considere convenientes.

La documentación del acto de práctica de la prueba se recoge en el art. 383.1. La


norma está presuponiendo, aunque no lo diga claramente que en el acto del juicio debe
procederse a ver la reproducción de la imagen y a oír la reproducción del sonido.
2.º) Instrumentos de archivo, conocimiento o reproducción de palabras, datos, cifras
y operaciones matemáticas

Las partes pueden aportar al proceso y pedir que sean admitidos como medios de
prueba los instrumentos anteriormente citados (art. 384). Los requisitos que se
establecen para ello son dos: Que sean relevantes para el proceso y que hayan sido
llevados a cabo con fines contables o de otra clase. Son examinados por el juez con los
medios que la parte proponente aporte o que el juzgado disponga utilizar y de modo que
las demás partes del proceso puedan, con idéntico conocimiento que el tribunal, alegar y
proponer lo que a su derecho convenga. Las partes pueden acompañar los dictámenes y
medios de prueba instrumentales que consideren convenientes. La práctica de la prueba
exige que en el acto del juicio se tome conocimiento directo del contenido del disquete, el
disco duro del ordenador o del cd-roms.

G) Las presunciones

La LEC distingue entre los medios de prueba y las presunciones, pues éstos en
modo alguno consisten en actividad procesal. Aun limitadas a las presunciones de hecho
o de hombre, no pueden ser consideradas verdaderos medios de prueba. En efecto, las
presunciones de hecho consisten en operaciones lógicas de la mente humana por las
que, partiendo de un hecho conocido, que está probado, por deducción se da como
probado otro hecho. Estamos, pues, ante dos hechos y una operación mental; al hecho
primero se llama indicio, al segundo hecho presumido y a la operación mental
presunción.

El indicio (o indicios) puede probarse por cualquier medio de prueba y entre aquél
y el hecho presumido ha de existir "un enlace preciso y directo según las reglas del
criterio humano" (art. 386.1 LEC). Se comprende así que la presunción no puede ser
actividad procesal establecida por la ley para incorporar las fuentes de prueba al proceso.
Las presunciones no se proponen ni se practican como los medios de prueba, sino que
se prueba el indicio (o indicios) en la fase probatoria y, después, en las conclusiones, se
208

pondrá de manifiesto que entre el indicio y el hecho presumido existe el enlace lógico
requerido por la ley para dar por probado este segundo hecho.

LAS DILIGENCIAS PARA MEJOR PROVEER

En los procesos civiles, y por tanto en el laboral, el juzgador no puede ordenar de


oficio que se reciba el pleito a prueba ni determinar los medios de prueba que deben
practicarse (con las excepciones de los arts. 93.2 y 95). Sin embargo, tradicionalmente se
le ha conferido la facultad de acordar diligencias para mejor proveer; ya dentro del plazo
para dictar sentencia el magistrado o la Sala (pero siempre en la instancia) pueden de
oficio practicar cuantos medios de prueba estimen necesarios (art. 88).

Sin detenernos en los problemas teóricos, los prácticos son muy numerosos:

1.º) No se regula cuándo son "necesarias" las diligencias.

En la LEC/2000 se ha procedido a limitar las facultades del juez en estas


diligencias, que se llaman finales y no para mejor proveer, de modo que el juzgador no
podrá suplir la negligencia de las partes. Se ha delimitado así cuándo pueden acordarse
estas diligencias y el art. 435 LEC, en la enumeración de los supuestos, tiene que ser
aplicable en el proceso laboral, si bien adaptado a un procedimiento oral. Por ello puede
decirse que casi únicamente podrá acodarse para mejor proveer cuando por causas
ajenas a la voluntad de la parte no pudo practicarse una prueba por ella propuesta.

2.º) El acordar las diligencias es una facultad del juzgador.

En la LEC las diligencias finales sólo pueden acordarse a instancia de parte (art.
435.1; excepcionalmente pueden acordarse de oficio, art. 435.2). Por el contrario n el
proceso laboral las diligencias para mejor proveer siguen pudiendo acordarse sólo como
facultad del juzgador de la instancia. Además, si las diligencias son potestativas en el
acordarlas, en su desarrollo y ejecución han de acomodarse a sus normas reguladoras,
de modo que:

1') La única posibilidad de practicar prueba después de declarado el juicio visto


para sentencia es acordar una diligencia para mejor proveer.

2') Una vez acordada la diligencia su práctica se convierte en obligatoria para el


juzgador y su incumplimiento determina nulidad de actuaciones, salvo que se dicte otra
resolución en la que se exprese la imposibilidad o dificultad de practicarla.
209

3.º) Todos los medios de prueba pueden acordarse por el juzgador, sin exclusión
alguna.

4.º) En la práctica de las diligencias-medios de prueba han de observarse las


normas específicas de cada medio y después su resultado ha de ponerse de manifiesto a
las partes para que concluyan por escrito.

5.º) El art. 88.1 LPL se refiere a la existencia de tres plazos.

1') Las diligencias se acuerdan terminado el juicio oral y dentro del plazo para
dictar sentencia, produciendo su suspensión con lo que ese plazo para dictar sentencia
iniciará de nuevo su cómputo.

2') En la resolución en la que se acuerde la diligencia se fijará el plazo dentro del


que debe practicarse.

3') Si la prueba no puede practicarse en ese plazo, el juzgador dictará nuevo


proveído fijando otro plazo de práctica, y si al final del mismo no se ha practicado, el
juzgador oirá a las partes, por escrito, y acordará que los autos queden conclusos para
sentencia.

LECCION 10.ª

La terminación de la instancia

LAS CONCLUSIONES
Finalizada la práctica de la prueba en el juicio oral, las partes o sus defensores
"formularán oralmente sus conclusiones", dice el art. 87.4 LPL. Este trámite de
conclusiones puede tener por objeto:
1.º) Hacer un análisis crítico de la prueba practicada, positivo si se trata de la propia y
negativo de la ajena, y especialmente hacer las observaciones oportunas sobre las
circunstancias personales de los testigos y de la veracidad de sus manifestaciones (dado
que no pueden ser tachados, art. 92.2).
2.º) Sentar definitivamente las alegaciones de hecho, bien entendido que no podrán
"alterar los puntos fundamentales y los motivos de pedir invocados en la demanda o en la
reconvención", dice el art. 87.4, que debe ser completada añadiendo que el demandado
tampoco podrá alterar sustancialmente las excepciones alegadas.
210

3.º) Alegar el derecho que estimen aplicable, siendo posible tanto la alegación ex novo
como la modificación.
4.º) Respecto de las peticiones debe tenerse en cuenta:
1') En las pretensiones de condena a cantidad de dinero, y dado que no pueden dictarse
sentencias ilíquidas (art. 99), no puede terminar el juicio oral sin que el actor haya
precisado el importe exacto de su petición, por lo que, en su caso, el juzgador le requerirá
para que fije de manera líquida su petición.
2') En las demás pretensiones el actor deberá expresar la solicitud concreta de las
medidas con que pueden ser satisfecha la pretensión ejercitada.

El aspecto clave de las conclusiones se refiere al ejercicio de la pretensión y de la


resistencia. La demanda no supuso interposición completa de la pretensión, sino sólo su
inicio, siendo completada la declaración de voluntad petitoria en la ampliación de la
demanda y en la conclusión. Otro tanto ocurre con la resistencia, que se opone en la
contestación de la demanda y en la conclusión.
Una última posibilidad de alegación resta todavía, la del art. 87.5. Se trata de una facultad
del juzgador, no de un derecho de las partes; aquél puede, si no se considera
suficientemente ilustrado sobre las cuestiones de cualquier género objeto del debate,
conceder la palabra a las partes para que le informen o den explicaciones sobre los
particulares que les designe.

LA TERMINACION DE LA INSTANCIA

Normalmente la instancia termina con la sentencia contradictoria que dicta el


juzgador, pero aquélla no siempre es necesaria. Al tener las partes la disposición del
objeto del proceso y del proceso mismo, pueden en cualquier momento poner fin a éste.
Debe distinguirse, pues, entre terminación de la instancia con sentencia contradictoria,
cuando el conflicto de intereses subsiste hasta el final y es resuelto por el juzgador, y
otros modos de terminación, subdistinguiéndose, a su vez, entre supuestos en que se
pronuncia sentencia, aunque ésta es no contradictoria al haber desaparecido el conflicto
de intereses, y casos en que no se dicta sentencia.
En esquema:
Allanamiento
Con sentencia no
contradictoria
Otros modos de Renuncia
211

terminación

Transacción
Sin sentencia Desistimiento
Caducidad

LA SENTENCIA
Al estudiar en la lección 5.ª los actos del juez hubimos de referirnos a las resoluciones y,
dentro de ellas, a las sentencias. Atendido lo que allí dijimos nos centraremos ahora en lo
específico de la sentencia en la instancia, con base en los arts. 97 a 101 LPL.

A) Clases
Vimos ya la distinción entre sentencias procesales y sentencias materiales o de fondo;
pues bien, respecto de estas últimas cabe aún subdistinguir entre:
a) Partiendo de la correlación existente entre clases de pretensiones (lecciones 3.ª y 8.ª)
y sentencias, éstas pueden ser:
1.º) Declarativas puras: Por medio de las que se satisfacen pretensiones de esta índole,
es decir, aquéllas en las que el juzgador se limita a declarar la existencia o inexistencia
de una relación o situación jurídica anterior.
2.º) De condena: Junto a la declaración anterior se impone al demandado la realización
de una prestación de dar, hacer o no hacer.
3.º) Constitutivas: Aquéllas por las que se crea, modifica o extingue una relación o
situación jurídica, obteniéndose un cambio sobre la misma.
b) Condenatorias (o estimatorias) y absolutorias (o desestimatorias): Las primeras son las
que estiman la pretensión del actor, condenando en consecuencia al demandado,
mientras que en las segundas se produce la situación contraria.
c) Definitivas (o recurribles) y firmes (o irrecurribles): A pesar del nombre, sentencia
definitiva es aquella contra la que cabe algún recurso, de modo que el mismo proceso
continuará en una fase declarativa posterior; por el contrario, sentencia firme es aquella
contra la que no cabe recurso alguno en el mismo proceso, bien porque la ley no lo
concede bien porque concediéndolo las partes han dejado pasar el plazo para recurrir
(art. 207 LEC). Desde otro punto de vista podría hablarse de dos etapas por las que
puede pasar una misma sentencia que, primero, es definitiva y, después por no haberse
recurrido en el momento oportuno, se convierte en firme.
212

En la instancia, que es lo que ahora examinamos, todas las sentencias son


definitivas pues contra ellas cabe, al menos, el recurso de suplicación del art. 189.1,d) (si
la dictó un Juzgado de lo Social) o el recurso de casación (si la dictó una Sala de lo
Social de Tribunal Superior de Justicia o la Sala de lo Social de la Audiencia Nacional).
d) En el proceso laboral no pueden dictarse sentencia ilíquidas, esto es, aquéllas que
refiriéndose a dinero no determinan cuantitativamente el objeto de la condena, sino que
todas han de ser líquidas, es decir, han de determinar la cantidad de dinero objeto de la
condena (art. 99).
e) La ejecutoria no es una clase de sentencia, sino el documento público y solemne en el
que consigna una sentencia firme (aunque esta palabra ya no se emplea en la nueva
LEC).

B) Requisitos externos
La motivación de las sentencias, desde la forma de las mismas que vimos en la lección
5.ª, tiene dos aspectos complementarios. Expresa, primero, la relación de vinculación del
juzgador a la ley y al sistema de fuentes del derecho dimanante de la Constitución, y
expresa, también, un derecho del justiciable y el interés de la comunidad en general en
conocer las razones de la decisión. Lo que importa, pues, de la motivación es que
permita conocer la razón de decidir, debiendo quedar excluido el mero voluntarismo o la
arbitrariedad del juzgador.
En lo laboral lo específico es la necesidad de que el juzgador "declarará expresamente
los hechos que estime probados, haciendo referencia en los fundamentos de derecho a
los razonamientos que le han llevado a esta conclusión" (art. 97.2).
a) Los hechos probados
La declaración de hechos probados es elemento esencial y constitutivo de las sentencias
de instancia, por lo que su falta produce la nulidad de las mismas. Los problemas
prácticos, con todo, no suelen referirse a la falta sino a las declaraciones defectuosas o
insuficientes.
Esos problemas provienen de que:
1.º) La declaración debe ser positiva (de los hechos probados), no negativa (de los
hechos no probados) ni dubitativa (al parecer no se ha probado).
2.º) La declaración debe ser completa y referirse a todos los hechos debatidos, no
simplemente a los que el juzgador estima bastantes para decidir en un determinado
sentido, pues ha de permitir que el tribunal que conozca del recurso pueda decidir en otro
sentido si estima el recurso.
213

3.º) La sentencia ha de poder explicarse por sí misma, sin referencias a algo que puede
no tener el que la lea, por lo que no son admisibles remisiones a datos contenidos en la
demanda o en los documentos.
4.º) No pueden utilizarse conceptos o calificaciones jurídicas en los hechos probados que
impliquen predeterminación del sentido del fallo.
b) Razonamientos sobre los hechos probados

Lo que dispone el art. 97.2 LPL es que ya no es suficiente con la simple


declaración de los hechos probados, sino que es preciso razonar cómo se ha llegado
desde cada uno de los medios de prueba a los hechos que uno a uno se declaran
probados.
Hasta ahora la declaración de hechos probados podía servir para:
1.º) Dictar sentencias inmotivadas fácticamente, por cuanto al exponer los hechos
probados no se hacía mención de la relación existente entre medios de prueba y hechos
probados, por lo que no expresaba el por qué de la convicción judicial.
2.º) Desconocer las reglas legales de valoración de la prueba, pues si lo único que se
hacía era sentar unos hechos como probados, sin ponerlos en relación con los medios de
prueba, era posible no aplicar las reglas legales de valoración.

C) Requisitos internos: la congruencia


Las sentencias, dice el art. 218.1 LEC, "deben ser claras, precisas y congruentes con las
demandas y con las demás pretensiones de las partes deducidas oportunamente en el
pleito. Harán las declaraciones que aquéllas exijan, condenando o absolviendo al
demandado y decidiendo todos los puntos litigiosos que hayan sido objeto del debate".
Se están enumerando así los siguientes requisitos:
1.º) Claridad: Los pronunciamientos deben ser por sí mismos evidentes; la claridad falta
totalmente cuando el fallo contiene disposiciones contradictorias.
2.º) Precisión: Significa la posibilidad de que se pueda pasar directamente a la ejecución,
sin necesidad de operaciones intermedias.
3.º) Exhaustividad: Deben decidirse todos los puntos litigiosos.

Este requisito se ha venido incluyendo dentro de la llamada incongruencia omisiva


(por defecto), pero la exhaustividad no descansa en el principio dispositivo sino en el
derecho a la jurisdicción, que se ve conculcado ante la falta de resolución, tanto total
como parcial. Esto quiere decir que el art. 24.1 CE permite elevar a rango constitucional
el requisito de exhaustividad, pues si el derecho de acción supone el derecho a obtener
214

una resolución sobre el fondo del asunto, cuando se omite el pronunciamiento sobre un
punto litigioso no se está obteniendo una resolución completa (STC 71/1996, de 24 de
abril).

4.º) Congruencia: Es la correlación que debe existir, por un lado, entre la actividad
de las partes y, por otro, la actividad del juez desplegada en la sentencia.

Más en concreto:

Cuando se habla de la actividad de las partes se está haciendo referencia a:


1.º) Actor: La pretensión procesal, incluyendo tanto la petición como su causa de
pedir y los hechos constitutivos de la demanda, además de todos aquellos actos en los
que se haya realizado una modificación (tanto limitación como ampliación admitida) de la
pretensión misma, por lo que debe estarse a la lección 9.ª y a las posibilidades de
transformación de la demanda, teniendo en cuenta la norma general y las excepciones
del art. 412.

2.º) Demandado: Las excepciones materiales opuestas por éste (y su limitación o


ampliación admisible, también según lo dispuesto en el art. 412), y

3.º) Las dos partes: Los actos de disposición del objeto del proceso (renuncia,
allanamiento y transacción) y del proceso (sólo en cuanto condicionen el contenido de la
sentencia, caso del desistimiento del recurso que convierte en firme a la sentencia
recurrida).
Al referirse a la actividad del juez se está aludiendo a la sentencia, no sólo a la parte
dispositiva de la misma, por cuanto en ocasiones habrá de atenderse a las razones por
las que esa parte dispositiva contiene un pronunciamiento determinado. Si la congruencia
ha de referirse a la causa de pedir, también ha de incluir la causa de estimar o desestimar
la petición de la parte y esto se contiene en la fundamentación.
Establecidos los elementos de la correlación, aquellos entre los que debe producirse la
comparación, partiendo de la sentencia ha de atenderse, pues, a la pretensión (objeto del
proceso) y a la resistencia (objeto del debate).

Respecto de la pretensión, que es el objeto del proceso, la sentencia ha de


referirse a su doble componente:
1.º) Petición: Recordemos que esta petición puede ser la inmediata (la referida a la clase
de tutela solicitada; de condena, declarativa pura o constitutiva) o la mediata (el bien), y la
incongruencia de la sentencia puede referirse a esas dos peticiones, tanto porque se
pronuncia sobre una clase de tutela no pedida por el actor, como porque se pronuncia
215

alterando los límites cualitativos o cuantitativos determinados por el actor, esto es, porque
el juez otorga algo que no se ha pedido o porque deniega algo que tampoco se había
pedido.
2.º) Causa de pedir: Esta también sirve para delimitar la pretensión y con ella el objeto del
proceso y, por tanto existirá incongruencia si el juez otorga lo pedido por el actor pero por
causa distinta de la alegada. Debe tenerse en cuanto también ahora que una cosa son
los hechos identificadores de la causa de pedir y otra, añadida a ella y por lo mismo
diferente, los hechos constitutivos, y que la incongruencia también puede referirse a que
el juez conceda lo pedido por el actor pero con base en hechos constitutivos no alegados
por éste.
Respecto de la resistencia la incongruencia de la sentencia sólo puede producirse si el
demandado ha opuesto excepciones materiales, y aquélla existirá si el juez aprecia una
excepción no alegada. No podrá hablarse de incongruencia en el caso de que se estime
por el juez una excepción material que deba tenerse en cuenta de oficio (por ejemplo,
caducidad).

No está siempre claro si existe incongruencia porque el juez dicte una sentencia
de absolución de la instancia, esto es, meramente procesal, a pesar de que el
demandado no haya alegado excepciones procesales. Con esto lo que se está
suscitando es si los presupuestos procesales son o no controlables de oficio por el juez, y
para dar una respuesta debe estarse a cada uno de los procesos regulados en la LEC y
dentro de cada uno de ellos a la distinción entre verdaderos presupuestos procesales (los
controlables de oficio) e impedimentos procesales (controlables sólo a instancia del
demandado).
La incongruencia no puede referirse a los fundamentos de derecho alegados por las
partes, pues el principio iura novit curia despliega aquí sus plenos efectos, siempre que
su aplicación no suponga modificar el objeto del proceso o las excepciones materiales.
Por ello el art. 218.1, II, LEC dice que el tribunal, sin apartarse de la causa de pedir
acudiendo a fundamentos de hecho o de Derecho distintos de los que las partes hayan
querido hacer valer, resolverá conforme a las normas aplicables al caso, aunque no
hayan sido acertadamente citadas o alegadas por los litigantes.
En el proceso laboral existen dos problemas propios:
1.º) El requisito de la oportunidad de las peticiones y de las alegaciones debe
relacionarse con que la pretensión se interpone en la demanda, en la ampliación de la
misma y en conclusiones, y que la resistencia se opone en la contestación de la demanda
y en conclusiones.
216

2.º) En ocasiones se ha sostenido que la congruencia en lo laboral debe entenderse con


cierta "laxitud", pues no puede tener el mismo tratamiento en el derecho civil,
esencialmente privado, y en el derecho del trabajo, que ampara los derechos del
trabajador. Esta orientación doctrinal y jurisdiccional está hoy completamente
abandonada, pues la naturaleza del derecho material a aplicar no condiciona uno de los
elementos básicos del ejercicio de la potestad jurisdiccional, de modo que si el juzgador
no tiene que ser congruente será porque deja de ser un tercero imparcial entre las partes
parciales.

OTRAS ESPECIALIDADES DE LA SENTENCIA LABORAL


A) La sanción de la temeridad o mala fe
El art. 97.3 LPL permite al juzgador de instancia imponer una sanción pecuniaria
concurriendo los siguientes presupuestos:
1.º) Objetivo: Ha de existir un litigante vencido, que es a quien puede imponerse la
sanción, sea tanto el actor como el demandado y nada impide condenar a las Entidades
gestoras de la Seguridad Social (STS u.d de 25 de septiembre de 1993).
2.º) Subjetivo: Ha de concurrir en el litigante vencido una de estas dos circunstancias:
1') Mala fe: Significa mantener pretensiones o resistencias injustas con conocimiento de
su injusticia.
2') Temeridad: Supone pretender o resistirse sin causa alguna que lo justifique, si bien
esa actividad ha de ser notoria, es decir evidente o manifiesta, y ha de resultar probada.

Existe un supuesto en el que la imposición de la sanción es preceptiva y es el del


art. 66.3; si el demandado no compareció al acto de conciliación previo, su
incomparecencia fue injustificada y la sentencia coincide esencialmente con la petición
contenida en la solicitud de conciliación, el juzgador debe imponer la sanción, siendo
discrecional sólo el importe de la misma. En algún otro supuesto se hace mención
específica de la sanción, y así art. 132.2.
3.º) Procesal: La sanción ha de imponerse motivadamente y es revisable por medio de
los recursos (art. 202.2).
4.º) Cuantía: Se establece la cuantía máxima de 100.000 ptas., pero no la mínima, de
modo que el juzgador tiene un gran espacio de maniobra.
Pero además el art. 97.3 establece un privilegio negativo en contra de los empresarios: si
la condenada a la sanción es una empresa deberá abonar ésta, además, los honorarios
de los abogados, se entiende el abogado de la parte contraria. En esta disposición:
217

1) No se señala cuantía máxima, pero no podrá exceder de la cantidad fijada en el art.


233.1, para el recurso de suplicación.
2) Los honorarios son sólo los del abogado, no los del graduado social ni los derechos del
procurador.
3) Se trata de un privilegio negativo sin justificación objetiva y razonable, por lo que es de
dudosa constitucionalidad.
B) Liquidez de la condena

Con relación a las pretensiones de condena dineraria el art. 99 no es más que la


conclusión de los arts. 80.1, d) (liquidez de la petición de la demanda), 87.4 (en
conclusiones el actor debe pedir cantidad líquida) y 89.1, d) (en el acta del juicio oral se
concretarán las cantidades).

A la vista de estos precedentes la conclusión obvia es que:


1.º) En el proceso laboral no cabe dictar sentencias ilíquidas, de modo que si en la
sentencia se condena al abono de una cantidad de dinero, ésta ha de determinarse
exactamente.
2.º) Tampoco caben incidentes de liquidación de sentencia en el proceso laboral de
ejecución, y es la supresión de esos incidentes donde radica la utilidad de la prohibición
de las sentencias ilíquidas.
C) La instrucción sobre recursos
El art. 100 LPL es ahora un desarrollo especializado del art. 208.4 LEC/2000. En efecto,
si éste dice que “al notificarse la resolución a las partes se indicará si la misma es firme o
si cabe algún recurso contra ella, con expresión, en este último caso, del recurso que
proceda, del órgano ante el que debe interponerse y del plazo para recurrir”, con lo que
se refiere a todas las resoluciones, el art. 100 LPL atiende a la instrucción sobre recursos
en el caso específico de la sentencia laboral en la instancia.
1.º) ¿De qué debe instruirse? El ámbito objeto de la instrucción atiende a:
1') Si la sentencia es o no firme.
2') El recurso de suplicación o casación que quepa contra ella.
3') Organo ante el que debe interponerse.
4') Plazo y cualquier otro requisito de admisibilidad.
5') Depósitos y consignaciones y forma de efectuarlas
2.º) ¿Cómo debe hacerse? La instrucción no forma parte del contenido de la sentencia
sino que debe hacerse "al notificarse la sentencia", de modo que:
218

1') Debe distinguirse entre quién tiene competencia para determinar el contenido de los
datos a instruir, que ha de atribuirse al magistrado o Sala que dictó la sentencia, y quién
debe hacer el acto formal de la instrucción, que es competencia del secretario.

2') El juzgador en la sentencia, pero sin formar parte de su pronunciamiento, debe


ordenar al secretario que al hacer la notificación de la misma instruya a las partes de los
recursos, determinando cuáles son los datos a instruir, y el secretario al hacer la
notificación debe cumplir lo ordenado.
D) Salarios de los días de conciliación y juicio
Si la sentencia fuere condenatoria para el empresario, éste vendrá obligado a abonar al
demandante que personalmente hubiese comparecido, el importe de los salarios
correspondientes a los días en que se hubiesen celebrado los actos de conciliación y
juicio ante el Juzgado o Tribunal y, en su caso, la conciliación previa ante el órgano
correspondiente (art. 101).

LA ACLARACION DE SENTENCIAS
La sentencia se considera invariable para el juzgador desde el mismo momento de su
firma (arts. 267.1 LOPJ y 214.1 LEC), pero ello no puede impedir corregir los defectos en
que se haya incurrido en su redacción, siempre que se mantengan sus pronunciamientos
(arts. 214 y 215 LEC).
En la LEC/2000 se distinguen tres supuestos: 1.º) Rectificación de errores materiales o
aritméticos manifiestos (art. 214.3)., 2.º) Aclaración de concepto oscuro (art. 214.2), y 3.º)
Subsanación o complemento de defectos u omisiones (art. 215).
Los requisitos de esa aclaración son: 1) Subjetivo: La aclaración puede acordarse de
oficio por el juzgador que dictó la sentencia o a instancia de cualquiera de las partes y del
Ministerio Fiscal, y 2) Objetivo: El problema aquí es el del alcance que puede tener la
nueva declaración; ésta puede ser aclaratoria o complementadora pero no modificadora.

La aclaración se hará en forma de auto, el cual pasa a formar parte de la


sentencia misma, de modo que la sentencia se integra con dos documentos.

LA COSA JUZGADA
En sentido amplio la cosa juzgada es la fuerza que el ordenamiento jurídico concede, no
tanto a la sentencia, como al proceso, al resultado de la actividad jurisdiccional. Esa
fuerza consiste en la subordinación a los resultados del proceso, subordinación que se
resuelve en la irrevocabilidad de la decisión jurisdiccional.
219

Al definir la jurisdicción en la lección 1.ª pusimos de manifiesto que uno de los


elementos fundamentales del concepto consiste en que la jurisdicción aplica el derecho
objetivo de modo irrevocable. La irrevocabilidad corresponde sólo a las decisiones que
provienen de los órganos jurisdiccionales; son éstos los únicos que resuelven con valor
de cosa juzgada.
La seguridad de las relaciones jurídicas impone que toda discusión judicial tenga un final,
alcanzado el cual el resultado obtenido es inatacable. A la inmutabilidad e indiscutibilidad
que rodean, desde de un determinado momento, a la decisión judicial se denomina cosa
juzgada. Con todo, al considerarse que la cosa juzgada significa inatacabilidad,
tradicionalmente se viene distinguiendo entre cosa juzgada formal (que se refiere al
mismo proceso en que se dicta la resolución, convirtiéndola en inimpugnable) y cosa
juzgada material (que se refiere a un proceso posterior y distinto, impidiendo que el tema
se someta de nuevo a discusión). Esta distinción ha sido asumida en la LEC/2000 en los
arts. 207 y 222.

A) Cosa juzgada formal

Una cosa es la firmeza de la resolución, que atiende a que no puede ser recurrida
por las partes (art. 207.2 LEC), otra la invariabilidad de la misma, que se refiere a que no
puede ser modificada por el tribunal (art. 214 LEC) y, por fin, otra es la cosa juzgada
formal. Esta es un efecto interno de las resoluciones judiciales, que se produce en el
proceso mismo en que la resolución se dicta, en virtud del cual las partes y el tribunal, en
el desarrollo posterior del proceso, no podrán desconocer lo decidido en la resolución que
la ha producido. A este efecto se refiere el art. 207 LEC cuando dice que las resoluciones
firmes pasan en autoridad de cosa juzgada “y el tribunal del proceso en que hayan
recaído deberá estar en todo caso a lo dispuesto en ellas”.
Cuando la firmeza atiende a la sentencia hay que distinguir dos aspectos:
1.º) Normalmente la firmeza abre el camino a la ejecución, pero no debe confundirse
firmeza con ejecutabilidad, pues existen sentencias no firmes que son ejecutables,
aunque provisionalmente (arts. 287 a 303 LPL).
2.º) La firmeza es paso previo y condición para que la sentencia produzca cosa juzgada
material.
220

B) Cosa juzgada material


La verdadera cosa juzgada, que es esta material, no la producen todas las resoluciones
sino sólo las sentencias sobre el fondo del asunto. Parte de la irrevocabilidad y supone la
vinculación en otro proceso posterior y distinto a la estimación o desestimación de la
pretensión (art. 222 LEC). Sus efectos son, pues, externos y comprenden:
1.º) Negativo: Excluye toda decisión jurisdiccional declarativa sobre la misma pretensión
(non bis in idem).
2.º) Positivo: Implica el deber de partir de la cosa juzgada cuando haya de decidirse
sobre una relación jurídica respecto de la que la sentencia obre como condicionante o
prejudicial.

Si en un proceso se ha decidido que la relación jurídica existente entre dos


personas es laboral, el efecto negativo supone que no puede volver a dictarse otra
sentencia sobre el mismo asunto, mientras que el efecto positivo implica que en un
proceso posterior en el que se cuestione cualquier aspecto habrá de partirse de la base
de que la relación jurídica existente entre las partes es laboral.
La vinculación que supone la cosa juzgada no puede hacerse valer en cualquier proceso
posterior. El efecto negativo sólo desplegará su virtualidad cuando la pretensión
ejercitada en el segundo proceso sea la misma que fue resuelta en el primero. Esto
refiere los límites de la cosa juzgada a los elementos identificadores de la pretensión es
decir:
a) Subjetivos: La cosa juzgada se limita a las partes del proceso, no perjudicando
ni beneficiando a los terceros. Ahora bien según el art. 222.3 “la cosa juzgada afectará a
las partes del proceso en que se dicte y a sus herederos y causahabientes”, así como a
los sujetos, no litigantes, titulares de los derechos que fundamenten la legitimación
extraordinaria
b) Objetivos: Se refieren al objeto del proceso y del debate, por lo que en principio puede
estarse a lo que dijimos en la lección 7.ª.

OTROS MODOS DE TERMINACION DE LA INSTANCIA


La pendencia del proceso se basa en la existencia de una pretensión y de una
resistencia. En un proceso regido por el principio de oportunidad (lección 3.ª) las partes
deciden iniciarlo y las partes pueden acabarlo en virtud de actos de disposición del objeto
del proceso o simplemente del proceso mismo (art. 19.1 LEC).

A) Con sentencia no contradictoria


221

En ocasiones esos actos de disposición suponen nada menos que el proceso


termina por sentencia pero que ésta es no contradictoria, en cuanto que su contenido
viene determinado por lo que disponen las partes. Ocurre así en:
a) Allanamiento
Es un acto procesal del demandado por el que declara su voluntad de no oponer
resistencia a la pretensión del actor o de abandonar la resistencia ya interpuesta y,
consiguientemente, de conformarse con la pretensión, con lo que el proceso termina
vinculando al juzgador a dictar una sentencia estimatoria o condenatoria (art. 21 LEC).

El allanamiento no puede confundirse ni con el reconocimiento o admisión de


hechos ni con la declaración en el interrogatorio de la parte. La admisión y la declaración
se refieren simplemente a los hechos y pueden ser realizadas por las dos partes,
mientras que el allanamiento es un acto exclusivo del demandado. La admisión de
hechos determina en sentido negativo qué hechos dejan de ser controvertidos y, por
tanto, establece los hechos que han de ser probados; el interrogatorio es un medio de
prueba. Una y otro no determinan el sentido de la sentencia. Por el contrario, el
allanamiento no se refiere a los hechos sino a la pretensión. El allanamiento ha de ser
expreso; la falta de pronunciamiento sobre los hechos alegados por la otra parte, la
incomparecencia y la negativa a contestar (art. 85.2, 91.2 y 88.2 LPL y 304 y 307 LEC)
pueden implicar admisión de hechos o ficta confessio, pero el allanamiento no se
presume.

El objeto del allanamiento es la resistencia-pretensión; respecto de la primera se


produce una verdadera renuncia y sobre la segunda una conformidad, con lo que el
proceso deja de tener objeto. Es por ello por lo que determina el contenido de la
sentencia, vinculando al juzgador a recoger en el fallo la pretensión del actor,
condenando al demandado. Naturalmente el allanamiento puede ser parcial y entonces el
proceso continuará por la parte de la pretensión respecto de la que no hay conformidad,
de modo que al final del proceso se dictará una sentencia en la que parte vendrá
determinada por el allanamiento y parte habrá de decidirla el juzgador.
b) Renuncia
Es un acto procesal del demandante por el que declara su voluntad de abandonar el
derecho afirmado a una tutela judicial determinada, con lo que produce la terminación del
proceso por medio de una sentencia en la que el juzgador queda vinculado a desestimar
la pretensión absolviendo al demandado.
222

El punto más complejo de la renuncia es el de qué es objeto de la misma. Sería


fácil decir que es la pretensión, pero si se recuerda que ésta no es un derecho, sino un
acto, una declaración de voluntad petitoria, se comprenderá que los actos no son
renunciables sino, en todo caso, revocables, por lo que la renuncia a la pretensión sólo
conduciría a terminar el proceso sin que el juzgador pudiera pronunciarse sobre la
pretensión. Por ello decimos que la renuncia se refiere a una tutela judicial determinada.
En este sentido el art. 20.1 LEC se refiere a “la renuncia a la acción ejercitada o al
derecho en que funda su pretensión”.
En el proceso laboral el problema básico de la renuncia atañe a cómo se conjuga con los
derechos indisponibles del trabajador (art. 3.5 ET). La irrenunciabilidad de esta norma se
refiere a derechos concretos que ya han nacido y que no son discutidos o a derechos
futuros que no han nacido todavía, y su efecto principal es que una cláusula contractual
de ese tipo se tendría por no puesta. Ahora bien, esa irrenunciabilidad no supone que el
trabajador esté obligado a ejercitar judicialmente esos derechos, pues sigue dependiendo
de su voluntad la interposición o no de la pretensión; si el trabajador puede reclamar o no
esos derechos cuando ya han nacido, nada impide que pedida la tutela judicial
determinada renuncie a ella, sobre todo si se tiene en cuenta que los derechos son
discutidos.

B) Sin sentencia
En otras ocasiones la disposición de la parte produce la terminación del proceso, pero en
él no se dicta sentencia. Esto sucede en:
a) Transacción
Según el art. 1.809 CC "la transacción es un contrato por el cual las partes, dando,
prometiendo o reteniendo cada una alguna cosa, evitan la provocación de un pleito o
ponen término al que había comenzado".
Esta verdadera definición pone de manifiesto que existen dos clases de transacción:
1.ª) La extraprocesal es un contrato celebrado por las partes de una relación jurídica
material sin que exista proceso pendiente entre ellas; pone fin a un conflicto pero éste no
había tenido resonancia procesal.
2.ª) La procesal incide sobre un proceso pendiente poniéndole fin. En realidad, a su vez,
debemos distinguir aquí entre:
1') Extrajudicial: Pendiente un proceso las partes del mismo realizan un contrato, fuera de
la presencia judicial, con la finalidad de poner fin al conflicto que las separa y de terminar
el proceso. Entre las cláusulas del contrato, las partes determinarán cómo finalizará el
223

proceso, y pueden acordar que el actor renuncie o desista, que el demandado se allane,
o bien dejar terminar el proceso por caducidad.

2') Judicial: Es un acto procesal por el que las partes, en presencia del juzgador,
mediante concesiones recíprocas, ponen fin al proceso sin necesidad de sentencia, aún
cuando el juzgador deberá recoger los términos del contrato en una resolución (art. 19.2
LEC).

La que nos interesa aquí es, pues, la transacción procesal y judicial y sobre ella
debe tenerse en cuenta que:
1.º) La conciliación judicial se resuelve, a la postre, en un contrato de transacción y de ahí
que el art. 84.2 LPL diga que puede aprobarse en cualquier momento antes de dictar
sentencia.
2.º) Esta transacción, recogida por el juzgador en un auto que es el que pone fin al
proceso, se convierte en título ejecutivo que puede ejercitarse por los trámites de la
ejecución de sentencia.
3.º) Con todo, y a pesar de lo que dice el art. 1.816 CC, la transacción no produce los
efectos de cosa juzgada porque no es una decisión judicial, y tanto es así que la
avenencia puede ser impugnada por las causas que invalidan los contratos y por medio
de otro proceso.
b) Desistimiento

Es un acto procesal del demandante por el que declara su voluntad de abandonar


el proceso pendiente iniciado por él sin que llegue a dictarse un pronunciamiento sobre la
pretensión interpuesta, de modo que al quedar ésta imprejuzgada es posible la incoación
de un proceso posterior entre las mismas partes y con el mismo objeto.
La comprensión del desistimiento y de la renuncia exige tener en cuenta que: 1) La
renuncia afecta a la tutela judicial pedida; el desistimiendo únicamente al proceso, 2) La
renuncia determina el contenido de una sentencia no contradictoria; en el desistimiento el
proceso termina sin sentencia, 3) La sentencia de la renuncia produce los normales
efectos de cosa juzgada, efectos que no existen en el desistimiento, y 4) La renuncia es
un acto unilateral, mientras que el desistimiento puede ser bilateral, al necesitarse la
conformidad del demandado.
Precisamente el último punto, el de la conformidad del demandado, es el problema más
complejo. Si el desistimiento permite iniciar un proceso posterior entre las mismas partes
y con el mismo objeto, parece lógico exigir que la terminación del proceso no dependa
únicamente de la voluntad del demandante; al demandado puede no interesarle dejar
224

abierta la posibilidad de un proceso posterior, sino que en el ya iniciado se resuelve


definitivamente el conflicto. Este es el fundamento de la bilateralidad del desistimiento en
la instancia, aceptada hoy jurisdiccionalmente y en el art. 20.3 LEC/2000.
En el proceso laboral hay dos clases de desistimiento:

1.º) Tácito: Derivado del hecho de que el actor, citado en forma, no comparezca ni
alegue justa causa que, a juicio del juzgador, motive la suspensión del juicio oral (art.
83.2). en este caso no cabe hablar de bilateralidad.
2.º) Expreso: La declaración de voluntad se realiza oralmente o por escrito en cualquier
momento después de la presentación de la demanda y antes de que se dicte sentencia.
En este caso con relación a la bilateralidad hay que distinguir: 1) Si el desistimiento se
produce antes de la citación para juicio del demandado o si se éste se encuentra rebelde,
no hace falta la conformidad del mismo (art. 20.2 LEC), y 2) De otro modo debe oírse al
demandado antes de tener por desistido al actor (art. 20.3 LEC, adaptado
procedimentalmente).

Hasta aquí nos hemos referido al desistimiento en la instancia. Cabe también


desistir de los recursos, pero entonces se trata de un acto procesal de consecuencias
muy distintas. De un recurso puede desistir sólo el recurrente y la consecuencia es que la
sentencia recurrida se convierte en firme, produciendo cosa juzgada material, con lo que
ya no es posible un proceso posterior entre las mismas partes y con el mismo objeto.
c) Caducidad
Todos los casos anteriores basaban la terminación de la instancia en el poder de
disposición de las partes y en la realización de un acto positivo por una parte. La
caducidad, por el contrario, supone la terminación de la instancia por la inactividad de las
partes durante el lapso de tiempo fijado por la ley.

La caducidad tenía sentido en un proceso en el que regía el principio de impulso


de parte, pero ha dejado de tenerlo en un proceso basado en el impulso de oficio (lección
3.ª). Cuando el proceso avanzaba si las partes lo instaban acto por acto, era posible que
el procedimiento se paralizara y que en esa situación permaneciera el plazo fijado por la
ley para la caducidad; ante la inactividad de las partes la ley presumía que las partes
deseaban acabar con la pendencia del proceso y de ahí que dispusiera que el juzgador
debía darlo por terminado. Hoy, cuando el proceso avanza aunque las partes no lo insten,
la paralización no se puede dar y la caducidad ha perdido su sentido.
225

A pesar de la casi nula posibilidad de que el proceso laboral se paralice, teóricamente


debe tenerse en cuenta que, en su caso, sería aplicable la regulación de la caducidad de
la LEC (arts. 237 a 240) y de que entonces:
1.º) En la instancia la caducidad se producirá por el transcurso de dos años y la
pretensión quedará imprejuzgada, siendo posible un proceso posterior entre las mismas
partes y con el mismo objeto.
2.º) En los recursos la caducidad se producirá al año de inactividad, y la consecuencia es
que la sentencia impugnada se convertirá en firme y con cosa juzgada material.
226

Capítulo IV
LAS MODALIDADES PROCESALES

LECCION 11.ª
Procesos especiales. I

EL SIGNIFICADO DE LAS MODALIDADES PROCESALES

En el inicio de la lección 8.ª explicamos la distinción entre proceso ordinario y


proceso especial y destacamos como en la LPL, a la hora de la regulación de la instancia
del proceso declarativo, se parte de la distinción entre "proceso ordinario" y "modalidades
procesales" con lo que terminológicamente se ha incurrido en incorrecciones manifiestas.
Esas incorrecciones atienden básicamente a que:
1.º) El llamado "proceso ordinario" no es sino un proceso civil especial, por cuanto está
establecido para conocer de pretensiones que tienen su base "en la rama social del
Derecho"; con todo, si se asume el error de la LPL, es el previsto para que se conozcan
por medio de él la generalidad de las pretensiones que se promuevan en esa rama del
Derecho.
2.º) Las llamadas "modalidades procesales" son, en realidad, procesos especialísimos
dado que:
1') Están regulados para que por medio de ellos se conozcan objetos especiales dentro
de la especialidad laboral.
2') El término "modalidad" no significa nada técnicamente, si bien pudiera haberse usado
para evidenciar que se ha pretendido introducir en ellas las menores especialidades
procedimentales posibles.
Partiendo de esos errores y poniendo de manifiesto que, a pesar de lo que se decía en la
exposición de motivos de la LBPL de 1989 (que hablaba de "tendencias uniformadoras" y
de mantenimiento de las "imprescindibles especialidades procesales"), se ha incurrido en
un evidente exceso por existir modalidades que no tienen justificación ni teórica ni
práctica, lo que importa es resaltar:
1.º) El sistema de fuentes: En la regulación de cada una de las modalidades debe
estarse, primero, a sus normas específicas, después a las normas del llamado proceso
ordinario y, por último, a la LEC (art. 102 y Disp. Adic. 1.ª 1).
227

2.º) La determinación del procedimiento adecuado: Al existir un procedimiento ordinario y


otros especiales la ley esta imponiendo que cada proceso se tramite por el adecuado, lo
que lleva a que el actor en la demanda debe instar el que corresponda; ahora bien, al ser
la determinación del procedimiento materia de orden público procesal, el juzgador no
puede quedar vinculado por la petición de la parte, de modo que debe dar al proceso el
trámite que legalmente corresponda.

Debe, por último, tenerse en cuenta que la LPL no regula todas las modalidades
procesales, por cuanto se encuentra fuera de ella la prevista en el art. 87 de la Ley
27/1999, de 16 de julio, de cooperativas, para las cuestiones laborales que se suscitan
entre las cooperativas de trabajo asociado y los socios trabajadores, que debe ser
completada primero con la modalidad procesal correspondiente y luego con el proceso
ordinario.

PROCESOS EN MATERIA DE DESPIDOS Y SANCIONES


En la legislación material el término "despido" significaba extinción del contrato de trabajo
por decisión unilateral del empresario. Incluso en el RD-ley de 4 de marzo de 1977, sobre
relaciones de trabajo, se habla de "despidos por causas objetivas" y aún de "despidos por
crisis". Esta terminología cambió con el ET de 1980 en el que se reservó la palabra
"despido" para el disciplinario, es decir, para el decidido unilateralmente por el empresario
con base en la imputación al trabajador de un incumplimiento grave y culpable [arts. 49.1,
k), y 54 ET]. A pesar de la terminología legal la doctrina laboralista ha seguido
defendiendo un concepto amplio de despido, en el que se comprenden todas las
extinciones del contrato de trabajo que se basan en la voluntad unilateral del empresario,
y partiendo de ahí podemos comprobar que, independientemente de la terminología, la
LPL no regula un proceso de despido sino un conjunto de procesos que vamos a exponer
con este orden:

a) Despido disciplinario
1.º) General para todos los trabajadores
2.º) Especial para los representantes
b) Extinción del contrato de trabajo por causas objetivas.
c) Salarios de tramitación frente al Estado.
d) Despidos colectivos por causas económicas, organizativas, técnicas o de producción.
Además hay que referirse también a las sanciones distintas del despido, distinguiendo
entre:
228

a) General para todos los trabajadores.


b) Especial para los representantes.

DESPIDO DISCIPLINARIO
En una interpretación estricta del juego combinado del ET y de la LPL debería,
posiblemente, haberse llegado a la conclusión de que el proceso especial de los arts. 103
a 113 LPL queda referido exclusivamente a los casos de despido disciplinario de los arts.
54 a 56 ET, pero no ha sido esta la orientación que se ha impuesto en la jurisprudencia,
que ha reconducido a esta modalidad procesal todos los supuestos, no contemplados
expresamente en los arts. 120 a 124 LPL, en los que de modo amplísimo podría hablarse
de extinción del contrato de trabajo.

Se ha reconducido así a la modalidad procesal del despido disciplinario la falta de


llamada de los trabajadores fijos discontinuos al inicio de la campaña, la no readmisión
del trabajador al término de la excedencia voluntaria o después de finalizado el período
de suspensión del contrato de trabajo conforme a las causas del art. 45 ET, la falta de
trabajo real, la suspensión de empleo y sueldo sin tiempo determinado, etc.

Esta orientación jurisprudencial, si tiene ventajas parciales, ha supuesto aplicar a


todos estos casos el plazo de caducidad de veinte días a que se refieren los arts. 59.3 ET
y 103.1 LPL, con lo que se ha introducido un elemento de inseguridad dado que no
siempre es fácil fijar con precisión el dies a quo del cómputo del plazo.

A) General para todos los trabajadores


a) Plazo de caducidad

Si el trabajador estima improcedente o nulo el despido, atendido el art. 55 ET, su


impugnación habrá de hacerse por medio de demanda en el plazo de veinte días hábiles
a contar desde aquél en que se hubiera producido, y este plazo es de caducidad a todos
los efectos (arts. 59.3 ET y 103.1 LPL).
Respecto de ese plazo debe tenerse en cuenta que:
1.º) Al ser de caducidad ha de ser apreciado de oficio por el juzgador, es decir, aunque
no se alegue por el demandado su incumplimiento.
2.º) Por la misma razón el plazo no puede interrumpirse, aunque sí suspenderse. En la
interrupción, propia de los plazos de prescripción, el tiempo pasado antes de la misma
queda invalidado y el plazo inicia de nuevo su cómputo; en la suspensión el tiempo
229

transcurrido anteriormente no se invalida sino que debe computarse, con el transcurrido


después, para determinar su extensión.
3.º) La suspensión sólo es posible por las causas taxativamente determinadas por la ley,
y en la LPL por las causas previstas en los arts. 65 y 73.
4.º) Sólo se computan los días hábiles, pero el mes de agosto es hábil en los procesos de
despido (art. 43.4).
5.º) Para la determinación del día inicial cabe advertir que:
1') Ese día inicial es aquél en que se hubiera producido el despido, lo que debe
interpretarse como la fecha en que se produce la extinción por voluntad del empresario
(no la fecha de la carta de despido).
2') El art. 103.2 se refiere el supuesto que se ha denominado de "patrono aparente", en el
que el cómputo del plazo se inicia cuando queda acreditado quién tiene la legitimación
pasiva, esto es, el día siguiente a la notificación de la sentencia firme por la que dispone
que la persona demandada inicialmente no tiene la condición de empresario.
b) Requisitos de la demanda

En el proceso se parte de la idea de que el despido ya existe, en cuanto lo ha


decidido el empresario, y se convierte al trabajador siempre en actor que impugna esa
decisión. Partiendo de esta concepción la demanda debe contener dos series de
requisitos; la primera serie es la general del art. 80 (incluidos los documentos) y la
segunda es específica y se enumera en el art. 104:
1.º) Lugar de trabajo: categoría profesional; características particulares si las hubiera del
trabajo que se realizaba antes de producirse el despido; salario, tiempo y forma de pago y
antigüedad del despedido.
2.º) Fecha de efectividad del despido y forma en que se produjo y hechos alegados por el
empresario.
3.º) Si el trabajador se encuentra afiliado a algún sindicato, en el supuesto de que alegue
la improcedencia del despido por haberse realizado éste sin la previa audiencia de los
delegados sindicales, si los hubiera.

Este último requisito es potestativo, en el sentido de que sólo es exigible si el


trabajador va a pedir después, en la misma demanda, que se declare la improcedencia
del despido por no haberse dado cumplimiento a la audiencia previa a los delegados
sindicales a que se refiere el art. 10.3, 3.ª LOLS.
El art. 104 LPL no se refiere al contenido de la súplica de la demanda, pero si ésta ha de
ser la correspondiente al contenido de la pretensión ejercitada [art. 80.1, d)] es obvio que
230

habrá de pedirse bien que el despido se declare nulo bien que se declare improcedente,
o las dos peticiones acumuladas subsidiariamente.
c) Orden del trámite

Iniciado el juicio oral el actor-trabajador se ratificará (o ampliará) en su demanda y


a partir de aquí el reparto normal de papeles en el proceso se altera.

En una relación jurídica de Derecho privado la decisión unilateral de una de las


partes no suele ser bastante para extinguirla sino que, ante la falta de acuerdo de las
partes, es preciso acudir a los tribunales. Existente un contrato de arrendamiento, el
arrendador no puede unilateralmente declarado extinguido y expulsar de la vivienda por
la fuerza al arrendatario, de modo que para extinguir el contrato y lanzar al inquilino ha de
instar el proceso correspondiente, al final del cual será el juzgador el que decida si
concurre alguna causa legal de extinción del contrato.

Por el contrario, la relación jurídica de trabajo puede extinguirse por la sola


decisión del empresario y entonces los papeles procesales se alteran, de modo que el
trabajador se convierte necesariamente en actor, impugnando la decisión unilateral de la
empresa. Lo que el art. 105 hace es, simplemente, reponer los papeles a su situación
originaria. A lo anterior hay que añadir que el despido viene concibiéndose en la LPL
como el ejercicio de la facultad sancionadora de la empresa y el juicio de despido como
una impugnación de la sanción, siendo por tanto lógico que en el proceso el empresario
asuma un papel similar al del acusador y el trabajador una situación parecida a la del
acusado.
La alteración de los papeles de las partes se basa en tres circunstancias:
1.ª) Tanto en la fase de alegaciones como en la (proposición y) práctica de la prueba y en
la fase de conclusiones, corresponderá al demandado exponer su posición en primer
lugar.
2.ª) Para justificar el despido al demandado-empresario no se le admitirán en juicio otros
motivos de oposición a la demanda que los contenidos en la comunicación escrita de
dicho despido.

3.ª) Al demandado le corresponde la carga de probar la veracidad de los hechos


imputados en la carta de despido como justificativos del mismo.
Esta alteración del contenido de las posiciones procesales tiene dos supuestos
especiales:
1.º) Aquél al que se refiere por remisión el art. 106.1 que es el de acumulación de autos
entre un proceso de despido y otro de resolución del contrato de trabajo por voluntad del
231

trabajador fundada en incumplimiento contractual del empresario (art. 32). Para esta
acumulación se dispone que habrán de respetarse las garantías que, respecto de las
alegaciones, prueba y conclusiones, se establecen para el proceso de despido
disciplinario, y con ello se está incurriendo en un error. No se ha comprendido que la
acumulación supone la existencia de dos procesos que se unen en un procedimiento,
pero que cada proceso mantiene sus propias reglas, de modo que el proceso de despido
tendrá sus garantías, pero en el iniciado por el trabajador instando la resolución del
contrato de trabajo no puede pretenderse que se alteren los papeles y que el
demandado-empresario asuma la carga de la prueba respecto de que no existe su
incumplimiento contractual.
2.º) El relativo a despidos vulneradores de un derecho fundamental, incluida la no
discriminación (arts. 96, 179.2 y 182), en el que el juicio de despido se convierte en el
proceso de amparo judicial al que se refiere el art. 53.2 CE.
d) Hechos probados
El art. 107 especifica los hechos probados que en la sentencia necesariamente han de
constar y que, en correspondencia con la demanda, son:
1.º) Fecha de despido.
2.º) Salario del trabajador.
3.º) Lugar de trabajo; categoría profesional; antigüedad, concretando los períodos en que
se han prestado los servicios; características particulares, si las hubiere, y el trabajo que
realizaba el demandante antes de producirse el despido.

Naturalmente estos hechos probados no son los únicos de que debe constar la
sentencia. Esta habrá de referirse, primero, a los hechos con consecuencias procesales
(como puede ser la incompetencia), después a los materiales generales (condición no
laboral de la relación jurídica, por ejemplo) y, por último, a los materiales específicos del
despido, en los que se comprenden los relativos a la calificación jurídica del despido.
e) Fallo
En el fallo de la sentencia el juzgador calificará el despido como procedente,
improcedente o nulo (arts. 55.3 ET y 108.1 LPL). Sin embargo, lo importante es tener en
cuenta que existen tres fórmulas de fallo y que su orden lógico, contrario al que la norma
dice (arts. 55.3 ET y 108.1 LPL), es:
1.º) Nulo

Cuando el despido ha tenido como móvil alguna de las causas de discriminación


previstas en la Constitución (en su art. 14) o en la ley (art. 17 ET), o se haya producido
232

con violación de derechos fundamentales o libertades públicas del trabajador (arts. 55.5
ET y 108.2 LPL).
Según la Ley 39/1999, de 5 de noviembre, para promover la conciliación de la vida
familiar y laboral de las personas trabajadoras, que modificó la redacción del art. 108.2
LPL, será nulo el despido de:
1) Los trabajadores durante el período de suspensión del contrato de trabajo por
maternidad, riesgo durante el embarazo, adopción o acogimiento al que se refiere la letra
d) del apartado 1 del art. 45 del ET, o el notificado en una fecha tal que el plazo de
preaviso concedido finalice dentro de dicho período.
2) Las trabajadoras embarazadas, desde la fecha de inicio del embarazo hasta el período
de suspensión a que se refiere el apartado anterior, y el de los trabajadores que hayan
solicitado uno de los permisos a los que se refieren los apartados 4 y 5 del art. 37 del ET,
o estén disfrutando de ellos, o hayan solicitado la excedencia prevista en el apartado 3
del art. 46 del ET.
Naturalmente lo establecido en estos dos supuestos no puede ser de aplicación cuando
se declare la procedencia del despido por motivos no relacionados con el embarazo o
con el ejercicio del derecho a los permisos y excedencia señalados.
Si el despido es declarado nulo la condena al empresario, en el mismo fallo,
comprenderá: 1) La inmediata readmisión del trabajador, y 2) El abono de los salarios
dejados de percibir (arts. 55.6 ET y 113 LPL), se entiende entre el día de los efectos del
despido y el día de la readmisión.

2.º) Improcedente

Cuando no quede acreditado el incumplimiento alegado por el empresario en su


carta de despido o cuando no se hubieren observado los requisitos de forma para
despedir establecidos en el art. 55.1 del ET (arts. 55.4 ET y 108.1 LPL).
En realidad, y aunque sólo sea a efectos de claridad conceptual, debe distinguirse entre
improcedencia por:
1') Razones de fondo: Cuando no quede probado el hecho que el empresario imputa al
trabajador y cuando, aun probado el hecho, éste no sea causa de despido conforme al
art. 54 del ET.
2') Razones de forma: Cuando el despido se haya producido incumpliendo los requisitos
de forma que enuncia el art. 55.1 del ET, pero advirtiendo que por convenio colectivo
pueden establecerse otras exigencias formales.
En este segundo caso y si el empresario opta (después veremos cómo) por la
readmisión, podrá efectuarse un nuevo despido dentro del plazo de siete días, a contar
233

desde la notificación de la sentencia, se entiende firme. Este despido no es una


subsanación del primero, sino uno nuevo que surte efectos desde su fecha (art. 110.4
LPL).
Téngase en cuenta que esta posibilidad de nuevo despido no tiene nada que ver con
aquella otra posibilidad que se regula en el art. 55.2 del ET, pues esta segunda no
atiende a la existencia y situación del proceso.
En el mismo fallo el juzgador condenará al empresario a:

1') De forma alternativa a la readmisión del trabajador, en las mismas condiciones


que regían antes de producirse el despido, o a que le abone una indemnización, cuya
cuantía se fijará de acuerdo con el art. 56.1, a) del ET, es decir, por un importe de
cuarenta y cinco días de salario por año de servicios, prorrateándose por meses los
períodos de tiempo inferiores a un año, y hasta un máximo de cuarenta y dos
mensualidades. Esta cuantía se verá alterada en los casos de relaciones laborales
especiales, para las que debe estarse a sus normas específicas.
En esta condena alternativa se concede por la ley la opción al empresario, el cual, por
escrito o por comparecencia en la secretaría del Juzgado, y dentro del plazo de cinco
días a contar desde el siguiente a la notificación de la sentencia, debe elegir de modo
expreso (art. 110.3 LPL). Si esta elección expresa no se realiza, la ley entiende que
tácitamente se ha optado por la readmisión (art. 56.3 ET).
El art. 111 de la LPL regula las consecuencias de la opción empresarial cuando contra la
sentencia se ha interpuesto recurso, y lo hace distinguiendo entre:
*) Ejecución provisional: Si se ha optado por la readmisión, sea cual fuere la parte que
interpone el recurso, la ejecución provisional se llevará a efecto en los términos
establecidos en el art. 295 LPL.
Por el contrario, si se ha optado por la indemnización, también sea cual fuere el
recurrente, "no procederá la ejecución provisional de la sentencia". Esta frase pudiera
creerse que ha de entenderse en el sentido de que queda excluida la ejecución
provisional de hacer en que consiste la readmisión, pero que es posible la ejecución
provisional de obligaciones de dinero; sin embargo esta interpretación no es admisible
porque el mismo art. 111.1, b) establece a continuación que, mientras dure la tramitación
del recurso, el trabajador se considerará en situación legal de desempleo involuntario,
con lo que gozará de los beneficios legales de la misma.
*) Cambio de opción: Si la sentencia que resuelve el recurso interpuesto por el trabajador
elevase la cuantía de la indemnización por la que en su momento optó el empresario,
234

éste podrá, dentro de los cinco días siguientes a la notificación de esa sentencia, cambiar
el sentido de su opción, es decir, optar por la readmisión, y en tal caso:
— La readmisión retrotraerá sus efectos económicos al día en que tuvo lugar la primera
elección, si bien en tal caso el trabajador percibirá como salarios de tramitación la
cantidad de la condena menos lo que hubiera recibido en concepto de prestación por
desempleo.
— La cantidad que se le deduzca al trabajador en virtud de la regla anterior, más la
correspondiente a la aportación empresarial a la Seguridad Social por dicho trabajador,
se ingresará por el empresario en la Entidad Gestora.
Consecuencia de la anterior es que, a efectos del reconocimiento de un futuro derecho a
la prestación por desempleo, el período de tiempo antes dicho se considerará de
ocupación cotizada.
Naturalmente si el tribunal superior, al conocer del recurso, declara nulo el despido, la
opción se tendrá por no hecha; y de la misma manera, si la sentencia recurrida es
confirmada, no podrá cambiarse el sentido de la opción.

2') Al abono de los salarios de tramitación en la cantidad fijada en el art. 56.1, b)


del ET, es decir, la suma de los salarios dejados de percibir desde la fecha del despido
hasta la notificación de la sentencia que declara la improcedencia.
Estos salarios de tramitación tienen, con todo, dos limitaciones:
1) Derivada de que mientras esté pendiente el juicio de despido el trabajador haya
encontrado otro empleo y haya percibido la retribución correspondiente; el importe de lo
percibido por el trabajador ha de ser probado por el empresario, y lo probado se deducirá
de la cantidad de los salarios de tramitación [art. 56.1,b) ET].
2) Proveniente de que el empresario en la conciliación previa reconozca la
improcedencia del despido y ofrezca la indemnización de cuarenta y cinco días de
salarios por año de servicios, depositándola en el Juzgado de lo Social dentro de los dos
días siguientes al acto de conciliación. En este caso los salarios de tramitación
comprenderán desde la fecha del despido y hasta la conciliación previa.
Debe tenerse en cuenta que si la sentencia que declara el despido improcedente se dicta
transcurridos más de sesenta días hábiles desde la fecha en que se presentó la
demanda, el empresario será condenado a todos los salarios de tramitación, pero podrá
reclamar del Estado el abono del importe que exceda de esos sesenta días, como
veremos más detalladamente después.
3.º) Procedente
235

Cuando quede acreditado el incumplimiento alegado por el empresario en la carta


de despido (arts. 55.4 ET y 108.1 LPL). En el fallo de la sentencia se declarará
convalidada la extinción del contrato de trabajo que produjo el empresario, sin derecho
del trabajador a indemnización ni a salarios de tramitación (arts. 55.7 ET y 109 LPL). La
relación de trabajo no la extingue, pues, la sentencia, sino que ésta se limita a declarar
que la extinción realizada por el empresario fue legal.

B) Especial para los representantes


En el orden sistemático de la LPL no aparece de modo expreso un proceso de despido
específico para los representantes legales y sindicales de los trabajadores, es decir, para
los miembros del comité de empresa y delegados de personal (legales) y delegados
sindicales, pero a lo largo de los arts. 103 a 113 existen normas de aplicación exclusiva a
los mismos.

Debe tenerse en cuenta que el art. 30.4 de la Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de


prevención de riesgos laborales, dice que “en ejercicio de esta función (sus actividades
de protección y prevención de los riesgos profesionales en la empresa), dichos
trabajadores gozarán, en particular, de las garantías que para los representantes de los
trabajadores establecen las letras a), b) y c) art. 68 y el apartado 4 art. 56 TR ET.
Esas normas se refieren a:
1.º) La demanda: Se hará constar en ella que el trabajador ostenta, o ha ostentado en el
año anterior al despido, la calidad de representante legal o sindical [art. 104, c)].
2.º) Orden del trámite: La empresa habrá de aportar el expediente contradictorio a que se
refieren los arts. 68, a) del ET y 10.3 de la LOLS (art. 106 LPL).

3.º) Hechos probados: Deberá declararse si el trabajador ostenta, o ha ostentado


en el año anterior al despido, la condición de representante legal o sindical [art. 107, d)].
Cuando el despido se declare improcedente la opción entre readmisión e indemnización
se concede, no al empresario, sino al representante legal o sindical (art. 110.2 LPL), y
partiendo de la misma dice el art. 112 de la LPL:
1) Si se opta por la readmisión: Sea quien fuere el recurrente estamos ante la ejecución
provisional del art. 295.
2) Si optó por la indemnización: No hay ejecución provisional, ni aun de la de las
obligaciones dinerarias. La frase que antes vimos en el art. 111.1, b) ("no procederá la
ejecución provisional de la sentencia"), se repite en el art. 112.1, b), en el cual además se
reitera lo que antes dijimos sobre la situación legal de desempleo, sobre el cambio de la
236

opción y sobre la pérdida de efectos de la opción si el tribunal superior declara nulo el


despido.

EXTINCION DEL CONTRATO DE TRABAJO POR CAUSAS OBJETIVAS


El punto de partida es aquí lo dispuesto en los arts. 52 y 53 ET que atienden a la llamada
extinción del contrato por causas objetivas, para cuya regulación procesal ya el art. 53.3
ET dice que contra la decisión extintiva podrá recurrir el trabajador "como si se tratara de
despido disciplinario", lo que desarrolla el art. 120 LPL disponiendo que estos procesos
se ajustarán a las normas del juicio de despido disciplinario, con las especialidades que
se establecen en los arts. 121 a 123. Esas especialidades son:
a) Plazo para interponer la demanda: El plazo sigue siendo de veinte días, pero la
especialidad radica en que su cómputo se inicia a partir del día siguiente a la fecha de
extinción del contrato de trabajo, sin perjuicio de que el trabajador podrá anticipar la
demanda a partir del momento en que reciba la comunicación empresarial de preaviso
(art. 121.1). Fijado el dies a quo como hemos dicho, la percepción por el trabajador de la
indemnización del art. 53.1, b) ET o el uso del permiso para buscar trabajo del art. 53.1,
c) ET, no suponen conformidad con la decisión empresarial (art. 121.2).
b) Fallo de la sentencia: La decisión extintiva del empresario será calificada por el
juzgador de:

1.º) Nula: Cundo concurra alguna de las causas enunciadas en el art. 122.2 de la
LPL (en la redacción dada por la Ley 39/1999, de 5 de noviembre, para promover la
conciliación de la vida familiar y laboral de las personas trabajadoras.
Esas causas son:
1) No se hubieren cumplido las formalidades legales de la comunicación escrita, con
mención de causa [del art. 53.1, a) ET].
2) No se hubiese puesto a disposición del trabajador la indemnización a que se refiere el
art. 53.1, b) del ET, salvo en los casos en que este requisito no es legalmente exigible
conforme a este mismo artículo.
La omisión del plazo de preaviso del art. 53.1, c) del ET y el error excusable en el cálculo
de la indemnización puesta a disposición del trabajador, no son causa de declaración de
nulidad (art. 122.3 LPL).
3) Resulte discriminatoria o contraria a los derechos fundamentales y libertades públicas
del trabajador.
4) Se haya efectuado en fraude de ley, eludiendo las normas establecidas para los
despidos colectivos, en los casos a que se refiere el art. 51.1,V del ET.
237

5) Será también nula la decisión extintiva en los siguientes supuestos:


1”) La de los trabajadores durante el período de suspensión del contrato de trabajo por
maternidad, riesgo durante el embarazo, adopción o acogimiento al que se refiere la letra
d) del apartado 1 del art. 45 del ET, o el notificado en una fecha tal que el plazo de
preaviso concedido finalice dentro de dicho período.
2”) La de las trabajadoras embarazadas, desde la fecha de inicio del embarazo hasta el
período de suspensión a que se refiere el apartado anterior, y el de los trabajadores que
hayan solicitado uno de los permisos a los que se refieren los apartados 4 y 5 del art. 37
del ET, o estén disfrutando de ellos, o hayan solicitado la excedencia prevista en el
apartado 3 del art. 46 del ET.
Naturalmente lo establecido en estos dos supuestos no puede ser de aplicación cuando
se declare la procedencia de la decisión extintiva por motivos no relacionados con el
embarazo o con el ejercicio del derecho a los permisos y excedencia señalados.
La declaración de nulidad comporta la condena al empresario en los mismos términos
que en el despido disciplinario, bien entendido que los salarios de tramitación no podrán
deducirse de los correspondientes al plazo de preaviso y que la readmisión comporta el
reintegro de la indemnización percibida (art. 123.2 y 3).
2.º) Improcedente: Cuando el empresario no acredite la concurrencia de la causa legal
indicada en la comunicación escrita (art. 122.1 LPL) y entonces la condena al empresario
lo será en los términos previstos para el despido disciplinario.

En este caso habrá de tenerse en cuenta que los salarios de tramitación no


podrán deducirse de los correspondientes al plazo de preaviso, que la readmisión
comporta la devolución de la indemnización percibida y que, en su caso, habrá de
acordar el juzgador la compensación entre la indemnización recibida y la que fije en la
sentencia (art. 123.2, 3 y 4).

3.º) Procedente: Cuando el empresario acredite la concurrencia de la causa legal


indicada en la comunicación escrita (art. 122.1), lo que comportará, no que se declare
extinguida la relación de trabajo, sino que la extinción por obra del empresario fue legal,
lo que no impedirá condenarlo, en su caso, a abonar al trabajador las diferencias que
pudieran existir tanto entre la indemnización percibida y la que legalmente corresponda,
como las relativas a los salarios del período de preaviso si éste no se hubiera cumplido
(art. 123.1).
238

SALARIOS DE TRAMITACION FRENTE AL ESTADO


Los arts. 116 a 119 LPL regulan una modalidad procesal que responde a la idea de que
el Estado asume la responsabilidad por el funcionamiento anormal de la Administración
de Justicia.

El art. 121 CE dispuso, por primera vez en nuestro ordenamiento, que "los daños
causados por error judicial, así como los que sean consecuencia del funcionamiento
anormal de la Administración de Justicia, darán derecho a una indemnización a cargo del
Estado, conforme a la ley". Esta norma ha sido desarrollada con carácter general por los
arts. 292 a 297 LOPJ, pero ya antes se había realizado un desarrollo parcial y específico
para el caso de los salarios de tramitación en el art. 56.5 del ET, Ley 8/1980, de 10 de
marzo, que se corresponde con el art. 57 del ET de 1995 conforme al cual cuando la
sentencia que declare la improcedencia del despido se dicte transcurridos más de
sesenta días hábiles desde la fecha en que se presentó la demanda, el empresario podrá
reclamar del Estado el abono de la percepción económica a que se refiere el art. 56.1,b)
(salarios de tramitación) satisfecha al trabajador, en la parte correspondiente al tiempo
que exceda de dichos sesenta días.
a) Supuestos de responsabilidad del Estado
La responsabilidad del Estado se establece para cuando se declare judicialmente la
improcedencia del despido disciplinario (no la nulidad del mismo) y la improcedencia de la
decisión extintiva por causas objetivas (tampoco su nulidad) (arts. 57 y 53.3 ET), y, más
concretamente, para cuando la sentencia que por primera vez declare las improcedencias
dichas se hubiere dictado más de sesenta días hábiles después de la fecha de la
presentación de la demanda, sin que importe si dicha sentencia es dictada por el Juzgado
de lo Social o por una Sala de lo Social que conozca del recurso correspondiente (art.
116.1 LPL).

En la situación anterior a la Ley 11/1994, de 19 de mayo, existía otro supuesto


que se refería a la ejecución provisional del art. 295. En la actualidad los nuevos arts.
111.1, b) y 112.1,b) disponen que, si la sentencia de instancia dictada por el Juzgado de
lo Social declara la improcedencia del despido (o decisión extintiva) y se ha optado por la
indemnización, no procede la ejecución provisional de la sentencia, con lo que ha
desaparecido el supuesto físico de este otro supuesto de responsabilidad patrimonial del
Estado. Si cuando se ha optado por la indemnización no hay ejecución provisional,
consistente en que el empresario abone el salario al trabajador con base en el art. 295,
carecerá de sentido la posibilidad de que el empresario reclame del Estado ese salario si
la sentencia es revocada.
239

b) Legitimación
1.º) La legitimación activa corresponde, en principio, al empresario; éste cuando el
despido (o decisión extintiva) es declarado improcedente será condenado a pagar todos
los salarios de tramitación al trabajador y, luego de pagarlos, puede reclamar del Estado
lo que exceda de los sesenta días hábiles.

En la redacción originaria de la LPL de 1990 existía una clara contradicción entre


los arts. 110.1 y 116.1, pero esa contradicción ha desaparecido con la nueva redacción
dada al art. 110.1 por la Ley 11/1994, mantenida en la LPL de 1995. Atendida además la
nueva redacción del art. 57 del ET ya no existe duda de que la sentencia que declare
improcedente el despido (o la decisión extintiva) condenará al empresario a todos los
salarios de tramitación y, después, éste podrá reclamar el exceso de los sesenta días.
Al trabajador se le legitima de modo excepcional; si el empresario condenado a los
salarios de tramitación no puede pagar al trabajador porque es declarado insolvente (art.
274 y lección 16.ª), el trabajador podrá reclamar del Estado los salarios correspondientes
al exceso de los sesenta días hábiles.
2.º) La legitimación pasiva está claro que se atribuye al Estado y el art. 2 del RD
924/1982 se refiere concretamente al Ministerio de Trabajo, que actuará a través de sus
Direcciones provinciales.

Normalmente el proceso se entablará entre el empresario y el Estado, sin


necesidad de demandar también al trabajador que fue parte en el anterior proceso de
despido. Ahora bien, si según el art. 119.2 de la LPL en algún caso excepcional puede
privarse al trabajador del salario correspondiente a períodos de tiempo excluidos,
entonces no habrá más remedio que demandar también al trabajador, pues éste no
puede ser condenado si no ha sido parte.
c) Objeto del proceso
Básicamente la petición consistirá en el pago por el Estado de unos salarios de
tramitación derivados de un proceso anterior de despido o de extinción del contrato de
trabajo por causas objetivas. Ahora bien, el deslinde de lo que puede discutirse en el
proceso exige precisar que:
1.º) En la reclamación frente al Estado el juicio versará sobre la procedencia y cuantía de
la reclamación, no admitiéndose (ni alegación ni) prueba encaminada a revisar las
declaraciones de la sentencia de despido (decisión extintiva del contrato por causas
objetivas) (art. 118.2).
240

2.º) Para determinar el cómputo del tiempo que excede de los sesenta días
hábiles debe tenerse en cuenta que pueden quedar excluidos de aquél algunos períodos,
sobre los cuales el juzgador tendrá que decidir si recaen sobre el Estado, sobre el
empresario o sobre el propio trabajador, si bien a éste sólo puede privarse de ellos
"excepcionalmente", lo que se concreta en que haya actuado procesalmente con
manifiesto abuso de derecho (art. 119).
Los períodos de referencia son:
1') El tiempo invertido en la subsanación de la demanda, tanto por no haber acreditado
con ella la celebración de la conciliación previa o de la reclamación administrativa previa,
como por defectos, omisiones o imprecisiones.
2') El período en que estuviese suspendido el procedimiento a petición de parte por
suspensión del acto del juicio oral, en los términos previstos en el art. 83.
3') El tiempo que dure la suspensión del proceso para acreditar la presentación de la
querella, en el caso del art. 86.2.
d) Reclamación administrativa previa

Para demandar al Estado por los salarios de tramitación, será requisito previo
haber reclamado en vía administrativa en la forma y plazos establecidos, contra cuya
denegación el empresario o el trabajador podrá promover la oportuna acción
precisamente ante el Juzgado de lo Social que conoció en la instancia del proceso por
despido (o extinción del contrato de trabajo por causas objetivas) (art. 117.1).

Esta reclamación previa está regulada en el RD 924/1982, de 17 de abril, y debe


acomodarse a la nueva situación derivada de la LPL de 1995. La reclamación se
formulará a la Dirección provincial de Trabajo del lugar de la celebración de la instancia
del juicio de despido y en el plazo de treinta días hábiles desde la firmeza de la sentencia,
acompañando certificación de la misma, de que es firme, de las fechas de las
actuaciones del procedimiento y, en su caso, de los períodos de tiempo a que se refiere
el art. 119.1.

La Dirección provincial deberá resolver la reclamación en el plazo de treinta días,


a contar desde el siguiente a la fecha de su presentación, estimándose desestimada si no
hay resolución expresa en ese plazo. No existe plazo para la presentación de la
demanda, salvo el común de prescripción, tanto porque no lo fija la LPL como porque el
mismo ha desaparecido con carácter general en la Ley 30/1992, de 26 de noviembre.
e) Especialidades procesales
Son muy reducidas y se limitan a que:
241

1.º) Se declara competente al mismo Juzgado que conoció en la instancia del juicio de
despido (o extinción del contrato por causas objetivas) (art. 117.1).
2.º) Con la demanda habrá de acompañarse copia de la resolución administrativa
denegatoria de la reclamación previa o de la instancia de solicitud de pago (art. 117.2).
3.º) El juicio debe señalarse dentro de los cinco días siguientes a la admisión de la
demanda.
4.º) Se suprime el privilegio del abogado del Estado de plazo especial para elevar
consulta a la Dirección general del Servicio Jurídico del Estado (art. 118.1).

DESPIDOS COLECTIVOS POR CAUSAS ECONOMICAS, ORGANIZATIVAS,


TECNICAS O DE PRODUCCION
El art. 51 del ET regula lo que llama "despidos colectivos" y su repercusión procesal se
encuentra en el art. 124 de la LPL. Esta modalidad de despido precisa de autorización
administrativa, para llegar a la cual se regula un procedimiento administrativo en el dicho
art. 51 del ET, se prevén normas de desarrollo reglamentario y, en último caso, se
declara supletoria la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las
Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común.
Pues bien, la no existencia de la autorización administrativa ha dado lugar en la LPL a
dos supuestos:
a) Cuando la empresa realiza unos despidos y oculta que en realidad se trata de
despidos colectivos, nos encontramos ante el caso previsto en el art. 122.2, d), es decir,
ante una decisión extintiva que será nula.
b) Si la empresa no oculta que se trata de un despido colectivo pero no obtiene la
autorización administrativa, nos encontramos ante el supuesto previsto en el art. 124, en
el que se contiene dos únicas normas:
1.ª) El órgano judicial declara nulo, de oficio o a instancia de parte, el acuerdo
empresarial de extinción colectiva de contratos de trabajo.
2.ª) La condena a imponer será la prevista en el art. 113 de la LPL.

IMPUGNACION DE SANCIONES
Aparte del despido los trabajadores pueden ser sancionados por el empresario en virtud
de incumplimientos laborales, de acuerdo con la graduación de faltas y sanciones que se
establezca legalmente o por convenio colectivo.
242

El art. 58 ET se limita en esta materia a excluir determinadas sanciones, a exigir


que la sanción de las faltas graves y muy graves requerirá comunicación escrita al
trabajador, haciendo constar la fecha y los hechos que la motivan, y a establecer que en
todo caso la valoración de las faltas y las sanciones serán revisables por los órganos
jurisdiccionales. Si a esa norma unimos lo dispuesto en los arts. 68, a) ET y 10.3 LOLS
comprobaremos que deben distinguirse dos procesos de impugnación de sanciones.
A) General para todos los trabajadores
La demanda habrá de presentarse en el plazo de veinte días hábiles, lo mismo que en el
despido disciplinario (art. 114.1) y, siempre como en éste: 1) En las alegaciones, prueba y
conclusiones corresponderá a la empresa demandada exponer su posición en primer
lugar, 2) No se le admitirán a la demandada otros motivos de oposición que los alegados
en su momento para justificar la sanción, y 3) La carga de probar la realidad de los
hechos imputados al trabajador corresponde a la empresa (art. 114.3).
Las verdaderas especialidades radican en la sentencia (art. 115), la cual habrá de
contener uno de estos pronunciamientos:
1.º) Declarar nula la sanción, bien por defectos formales bien por defectos de fondo.

Los defectos formales se refieren a los requisitos establecidos legal o


convencionalmente y pueden incumplirse tanto por faltar como por presentar defectos de
tal gravedad que no permitan alcanzar la finalidad para la que fueron requeridos. El art.
10.3, 3.ª LOLS exigió que para sancionar a un trabajador afiliado a un sindicato debía
oírse a los delegados sindicales, y el requisito se recoge en el art. 115.2 LPL.

Los defectos de fondo atienden a la imposición de sanciones prohibidas


legalmente o no tipificadas en las disposiciones legales o en el convenio colectivo
aplicable.

Debe tenerse en cuenta que las demandas por sanciones en las que se invoque
lesión de la libertad sindical u otro derecho fundamental, se tramitarán por la modalidad
procesal de los arts. 175 a 180.

2.º) Confirmar la sanción, cuando se haya acreditado el cumplimiento de las


exigencias formales y la realidad del incumplimiento imputado al trabajador, así como su
entidad, valorada según la gradación de faltas y sanciones previstas legalmente o en el
convenio colectivo.
3.º) Revocar la sanción, lo que puede hacerse:
1') Totalmente, cuando no haya sido probada la realidad de los hechos imputados al
trabajador o éstos no sean constitutivos de falta.
243

2') En parte, cuando la falta cometida no haya sido adecuadamente calificada por el
empresario; en este caso el juzgador podrá autorizar la imposición de la sanción
adecuada a la gravedad de la falta.
Por último, contra las sentencias dictadas en estos procesos no cabe recurso alguno,
salvo en los casos de sanciones por faltas muy graves, apreciadas judicialmente, es
decir, en todos los casos en que el juzgador declara la existencia de falta muy grave
(STC 125/1995, de 24 de julio), aun cuando autorice a imponer la sanción adecuada.
B) Especial para los representantes
Las sanciones a los representantes legales y sindicales de los trabajadores por faltas
graves y muy graves exigen la tramitación de expediente contradictorio, en el que han de
ser oídos, aparte del interesado, los demás integrantes de la representación a que el
trabajador pertenezca [arts. 68, a) ET y 10.3 LOLS], y de ahí provienen las dos
especialidades procesales:
1.ª) La empresa demandada habrá de aportar el expediente contradictorio (art. 114.2).
2.ª) Se declarará nula la sanción si no se instruyó el expediente o si no se oyó a los
restantes integrantes de la representación a que el trabajador perteneciera.

VACACIONES
A pesar de la denominación genérica, ésta no es una modalidad procesal sobre
vacaciones sino sobre fechas de vacaciones (STS u.d. de 29 de marzo de 1995), por lo
que el objeto del proceso especial sólo puede ser la pretensión individual o plural (en el
sentido de pretensiones individuales acumuladas, no de colectivas) sobre la fecha de
disfrute de las vacaciones.
Las situaciones materiales de las que puede partirse son dos:
1.ª) Que las fechas estén ya determinadas: El trabajador ha de presentar la demanda en
el plazo de veinte días a partir de aquél en que tuvo conocimiento de esas fechas.

El art. 125, a) dice que las fechas pueden estar precisadas por convenio colectivo
(lo normal no será que fije las fechas exactas, sino las reglas para su fijación, pero en
este caso lo impugnable no será el convenio sino el acto concreto de aplicación), por
acuerdo entre empresario y representantes de los trabajadores (se impugnará el
contenido individualizado de la decisión) y por decisión unilateral del empresario. En
cualquier caso lo que se impugna son unas fechas ya determinadas, pretendiéndose su
sustitución por las que ha de pedir el demandante.
244

2.ª) Que las fechas no estén ya señaladas: La demanda ha de presentarse, al menos,


con dos meses de antelación a la fecha inicial de disfrute de vacaciones pretendida por el
demandante.

Puede ocurrir que estando ya en marcha el proceso en este segundo caso se


produzca la determinación de la fecha conforme al caso primero, y entonces lo que
ordena el art. 125, c) es que el proceso debe continuar. Con ello lo que se está diciendo
es que no existirán dos procesos, sino uno sólo, aunque a veces será preciso alterar en
el juicio oral la petición de la demanda.

La legitimación activa corresponde al trabajador que pretenda unas fechas


concretas de vacaciones bien en contra de las fijadas bien para que se fijen. Esta
legitimación es siempre individual, aunque es posible que se acumulen las pretensiones
de varios trabajadores en un procedimiento único ("fijación... plural"). Pasivamente la
legitimación corresponde al empresario, pero cabe que la demanda haya de dirigirse
también contra otros trabajadores, cuando el debate verse sobre las preferencias
atribuidas a determinados trabajadores.
Partiendo de que son aplicables las normas del proceso ordinario las especialidades
procesales se refieren a:
1.º) Acortar plazos: En ese sentido el juicio oral habrá de señalarse dentro de los cinco
días siguientes al de la admisión de la demanda (con lo que se modifica el plazo máximo
del art. 82.1) y la sentencia debe dictarse en el plazo de tres días (alterando el plazo del
art. 97.1).
2.º) Suprimir trámites: El proceso está exceptuado de la conciliación previa (art. 64.1) y de
la reclamación administrativa (art. 70) y contra la sentencia del Juzgado no se concede
recurso por el fondo del asunto (aunque siempre cabrá por falta esencial en el
procedimiento).
El proceso se declara urgente (con las consecuencias de los arts. 183 y 286.1 LOPJ y
43.4 LPL) y preferente (con el efecto del art. 249 LOPJ).

MATERIAL ELECTORAL
En la modalidad procesal que se denomina, "materia electoral" es necesario distinguir
dos submodalidades, que son aplicables también en las elecciones a órganos de
representación del personal al servicio de las Administraciones públicas (Ley 18/1994, de
30 de junio).
245

A) Impugnación de los laudos


El art. 76 del ET dispone que las impugnaciones en materia electoral se tramitarán
conforme al procedimiento arbitral que el mismo regula, y al final dice que el laudo arbitral
podrá impugnarse ante el orden jurisdiccional social a través de la modalidad procesal
correspondiente. Esa modalidad se encuentra en los arts. 127 a 132 de la LPL.
a) Objeto del proceso
En la determinación del objeto del proceso deben distinguirse dos planos:
1.º) En general el proceso versará sobre la impugnación del laudo dictado por el árbitro,
pero teniendo en cuenta que dicha impugnación ha de comprender necesariamente
también la resolución administrativa que decretó positivamente el registro del laudo.
2.º) En especial el art. 128 establece concretamente cuáles podrán ser los motivos de la
impugnación, con lo que se asiste a una delimitación legal de las causas. Estas pueden
ser de dos clases:
1') Materiales: Indebida apreciación o no apreciación de cualquiera de las causas
contempladas en el art. 76.2 del ET, siempre que la misma haya sido alegada por el
promotor en el curso del arbitraje.

Se está haciendo aquí una remisión expresa, no tanto a las decisiones que
pueden impugnarse por medio del arbitraje, cuanto a las causas que pueden fundar esa
impugnación, es decir: existencia de vicios graves que pudieran afectar a las garantías
del procedimiento electoral y que alteren su resultado, falta de capacidad o legitimidad de
los candidatos elegidos, discordia entre el acta y el desarrollo del procedimiento electoral
y falta de correlación entre el número de trabajadores que figuran en el acta de
elecciones y el número de representantes elegidos.

La admisión de todas estas causas, en virtud de la remisión, hace que en la


impugnación del laudo se vuelva a plantear todo lo que pudo ser objeto del arbitraje. Esto
es lógico si se tiene en cuenta que se trata de un "arbitraje obligatorio o impuesto" que,
además, debe resolverse en derecho, no en equidad.

2') Formales: Las restantes causas del art. 128 LPL pueden considerarse más
bien de forma, y se refieren a:
*) Haber resuelto el laudo aspectos no sometidos al arbitraje o que, de haberlo sido, no
puedan ser objeto del mismo.

Se trata de dos causas obvias, una relativa a lo que podemos llamar materias
excluidas del arbitraje, de modo que se atribuyó al árbitro la decisión en cuestión que no
246

podía serle sometida, y otra atinente a la congruencia, en cuanto el árbitro resolvió sobre
lo que no se sometió a su decisión.
*) Promover el arbitraje fuera de los plazos estipulados en el art. 76 del ET.
*) No haber concedido el árbitro a las partes la oportunidad de ser oídas o de presentar
pruebas.
b) Competencia
Objetivamente la competencia se atribuye sólo a los Juzgados de lo Social (art. 6),
funcionalmente existe una única instancia [art. 132.1, b)] y territorialmente conocerá del
asunto el Juzgado del lugar en cuya circunscripción está situada la empresa o centro de
trabajo [art. 10.2, g)].

Ha desaparecido la posibilidad contemplada en el anterior art. 135 que permitía al


Consejo General del Poder Judicial acordar que, en las circunscripciones donde hubiera
más de un Juzgado de lo Social, uno de ellos asumiera el conocimiento exclusivo de
estos procesos. Queda, con todo, el art. 98 de la LOPJ que permite lo mismo, pero con
carácter general.
c) Legitimación
La activa se atribuye, en el art. 127.2, a quien tenga interés legítimo, incluida la empresa.
No debe haber duda de que están legitimados los candidatos (incluidos los no
proclamados), los sindicatos, los trabajadores que presentaron candidatura y la empresa;
por el contrario, si el art. 129.2 excluye expresamente de la legitimación pasiva a los
comités de empresa, a los delegados de personal y a la mesa electoral, lo lógico es
pensar que tampoco la tienen activa.
La pasiva se reconoce a las personas y sindicatos que fueron parte en el procedimiento
arbitral, pero también a cualesquiera otros afectados por el laudo objeto de impugnación
(art. 129.1), y se niega, como hemos dicho, a los comités de empresa, a los delegados de
personal y a la mesa electoral.

Resulta así que se habla, por un lado, de "interés legítimo" (activa) y, por otro, de
"afectados por el laudo" (pasiva), con lo que parece decirse que puede impugnar el laudo,
no sólo quien ha sido parte en el arbitraje, sino todo aquél que afirme que del laudo se le
deriva algún perjuicio, y que ha de dirigirse la demanda contra todo aquél que pueda
sufrir algún perjuicio de la estimación de la impugnación.
Además, pretendiendo la ley que en el proceso de impugnación del laudo estén
presentes como parte todos los interesados:
1.º) Ordena al juzgador que si estima, en el momento de la admisión de la demanda, que
ésta puede no haber sido dirigida contra todos los afectados, cite a las partes a una
247

audiencia preliminar, dentro del día siguiente, para debatir sobre la posible situación de
litisconsorcio pasivo necesario, resolviendo sobre la misma en el acto (art. 130); esta
resolución significa, en su caso, que el juez hará uso del art. 81.1 para la subsanación del
defecto.
2.º) Permite comparecer como parte, cuando tengan interés legítimo, a los sindicatos,
empresario y componentes de candidaturas no presentadas por sindicatos (art. 131),
configurando una intervención litisconsorcial. Realmente esta intervención no acaba de
entenderse, pues si se tiene "interés legítimo" pareciera que se hubo de ser parte en el
procedimiento arbitral y luego en el proceso de impugnación sin necesidad de tener que
intervenir en éste.
d) Tramitación

El proceso es declarado urgente (con el efecto del art. 249 LOPJ) pero no hay
declaración expresa de preferencia, y sus especialidades son:
1.ª) Queda excluido de la conciliación previa (art. 64) y de la reclamación administrativa
previa (art. 70).
2.ª) La demanda ha de presentarse en el plazo de caducidad de tres días, contados
desde que el demandante tuvo conocimiento del laudo (art. 127.2).
3.ª) Al admitir la demanda el juez recabará de la oficina pública el texto del laudo y la
copia del expediente administrativo relativo al procedimiento electoral, que deberá
remitirse por el requerido dentro del día siguiente [art. 132.1, a)].
4.ª) El acto del juicio habrá de celebrarse dentro de los cinco días siguientes a la
admisión de la demanda [art. 132.1, b)], con lo que se reduce el plazo general del art.
82.1.
5.ª) La sustanciación del proceso no suspenderá el desarrollo del procedimiento electoral,
salvo que se acuerde motivadamente por el juzgador, a petición de parte y con causa
justificada [art. 132.1, c)].

6.ª) La sentencia habrá de dictarse dentro del plazo de tres días (con lo que se
reduce el plazo general del art. 97.1), contra ella no cabe recurso y, además de a las
partes, habrá de notificarse a la oficina pública.
El contenido de la sentencia puede ser muy variado, dado que en este proceso no se
persigue únicamente la anulación del laudo. En el arbitraje civil, el regulado en la Ley
36/1988, de 5 de diciembre, se parte de que la autonomía de la voluntad de los
interesados hace que el tema de fondo quede atribuido en exclusiva a los árbitros, de
modo que el control posterior del laudo arbitral por un órgano jurisdiccional se limita a su
anulación o mantenimiento. Por el contrario, en este arbitraje electoral no existe
248

autonomía de la voluntad a la hora de decidir por las partes si se sustrae o no el asunto


del conocimiento de la jurisdicción estatal, en cuanto el arbitraje viene impuesto por la ley,
y de ahí que el proceso de impugnación del laudo arbitral no tienda sólo a su anulación.
Esto supone que:
1) Si la sentencia estima la demanda por el motivo del art. 128, a) entrará en el fondo del
asunto y decidirá sobre la concurrencia o no de la causa alegada por el demandante en el
arbitraje, con lo que estaremos ante una especie de segunda instancia.
2) En los demás motivos del art. 128 el juzgador se limitará a anular o no el laudo, si bien
con la posibilidad de que en los motivos del art. 128, b) la anulación sea sólo parcial.
Lo que la LPL no dice en lugar alguno es si, declarada la nulidad del laudo por el motivo
formal de no haber concedido el árbitro a las partes la oportunidad de ser oídas o de
presentar pruebas, esa nulidad supondrá retrotraer las actuaciones arbitrales al momento
en que se cometió la falta. Atendido que se trata de un arbitraje obligatorio y que el
conflicto no puede quedar sin solución, esta solución de nulidad más retroacción de las
actuaciones debe ser la correcta.

7.ª) Si el demandante de impugnación es el empresario y el juez aprecia que la


demanda tenía por objeto obstaculizar o retrasar el procedimiento electoral, puede
imponerle la multa del art. 97.3. Se trata de otro privilegio negativo en contra de los
empresarios que no tiene justificación objetiva.

B) Impugnación de la resolución administrativa que deniegue el registro


Conforme al art. 75 del ET corresponde a una oficina pública dependiente de la autoridad
laboral administrativa el registro de las actas del resultado electoral. La denegación por la
oficina del registro tiene causas tasadas y la resolución denegatoria puede impugnarse
ante el orden jurisdiccional social, acaba diciendo el aludido art. 75.7 del ET. Esta
impugnación fue ya admitida por el Tribunal Supremo, pero ahora se trata de una
declaración legal expresa, que luego se desarrolla en los arts. 133 a 136 de la LPL.
El objeto del proceso parte necesariamente del presupuesto de que la oficina pública ha
denegado el registro de las actas relativas a elecciones de delegados de personal y
miembros del comité de empresa, con lo que ese objeto ha de ser la pretensión de que el
juzgador ordene a la oficina pública el registro del acta; estamos así, una vez más, ante
un contencioso-administrativo, y de ahí que la competencia territorial se atribuya al
Juzgado de lo Social en cuya circunscripción se encuentre la oficina pública (art. 133.1).
La legitimación activa se concede a "quienes hubiesen obtenido algún representante en
el acta de elecciones" (art. 133.1), en cuantos éstos son los únicos que tienen interés en
249

que se realice el registro; por lo mismo en el caso de coaliciones formadas por sindicatos,
la legitimación activa debe atribuirse a cada uno de los sindicatos y si se trata de
candidaturas "avaladas" por trabajadores (art. 69.3 ET) podrá impugnar el candidato
elegido y no registrado.
La legitimación pasiva se atribuye a la oficina pública y a todos los que hubieren
presentado candidatos a las elecciones objeto de la resolución administrativa denegatoria
(art. 133.2). En el caso de candidaturas "avaladas" por trabajadores la legitimación debe
reconocerse a los candidatos, no a todos los trabajadores "avalistas".
La tramitación del proceso tiene las siguientes especialidades:
1.ª) El plazo de caducidad para la presentación de la demanda es de diez días, a contar
desde que se reciba la notificación de la resolución denegatoria.

2.ª) El proceso es declarado urgente, y de ahí que sean muy breves los plazos.
La brevedad se refiere a:
1) Requerimiento a la oficina pública para que remita el expediente administrativo: dos
días a partir de la admisión de la demanda.
2) Remisión del expediente: dos días.
3) Celebración del acto del juicio: dentro de los cinco días siguientes a la recepción del
expediente.
4) La sentencia habrá de dictarse dentro del plazo de tres días.
3.ª) Contra la sentencia no cabe recurso alguno y se notificará a las partes y a la oficina
pública. Si estima la demanda ordenará a la oficina el registro inmediato del acta
electoral.

CLASIFICACION PROFESIONAL

La base material se encuentra aquí en los arts. 16 y 22 ET y para su plasmación


procesal debe tenerse en cuenta que el art. 137 LPL tiene su objeto limitado a los casos
en que se pretenda la clasificación adecuada en los estrictos términos de la norma
material dicha.
Hay que distinguir entre derecho a la clasificación profesional correcta (arts. 16 y 22 ET),
derecho al ascenso (art. 24 ET) y derecho al ascenso con base en que por la movilidad
funcional se ha realizado función superior (art. 39.4 ET). Una cosa es que se pretenda
corregir una errónea adecuación entre el trabajo asignado y el grupo o categoría
profesionales, que es el típico problema de clasificación profesional, y otra que, atendidas
250

las normas citadas, se aspire a que se modifique el grupo o la categoría por derecho al
ascenso.
Es, por otra parte, obvio que existen pretensiones relacionadas con la de clasificación
profesional que, sin embargo, no son ésta:
1) La pretensión sobre diferencias de salarios derivada del reconocimiento de la nueva
clasificación, pretensión que nada obsta a que se acumule de modo accesorio a la de
clasificación.
2) La que se refiere a las diferencias retributivas entre la categoría propia y la faena
ejecutada, de modo que esta pretensión también puede acumularse a la clasificación
pero alternativamente, para el caso de que la de clasificación sea desestimada.
Con este objeto las especialidades procesales se refieren a:

1.º) A la demanda deberá acompañarse bien el informe emitido por la


representación legal de los trabajadores en la empresa, bien el documento que acredite
que se hizo la solicitud del mismo y pasaron quince días sin que se realizara.
2.º) En la providencia de admisión de la demanda el juzgador recabará informe de la
Inspección de Trabajo, remitiéndole copia de la demanda y documentos, sobre los
hechos invocados y las circunstancias relativas a la actividad del actor, informe que
deberá emitirse en el plazo de quince días.
3.º) Contra la sentencia que recaiga no cabe recurso.

Los problemas prácticos del recurso se refieren, no a la clasificación profesional


propiamente dicha, sino a las pretensiones acumuladas accesoria o alternativamente,
pues las diferencias salariales pueden superar las 300.000 ptas. Para estos casos las Ss
TS, en unificación de doctrina han declarado inadmisible el recurso también respecto de
la pretensión acumulada.

MOVILIDAD GEOGRAFICA Y MODIFICACIONES SUSTANCIALES DE CONDICIONES


DE TRABAJO
Los arts. 40 (movilidad geográfica) y 41 (modificaciones sustanciales de las condiciones
de trabajo) del ET, hacen referencia tanto a la reclamación en conflicto colectivo, que
podrá concluir en el proceso de esta naturaleza, como a la reclamación individual, para la
que en la LPL el art. 138 regula una nueva modalidad procesal.
a) Objeto del proceso
La modalidad puede tener por objeto la impugnación por un trabajador (aunque es
posible la reclamación plural, que dará origen a procesos acumulados) de:
251

1.º) La decisión empresarial de traslado del trabajador, de conformidad con el art. 40.1
del ET.
2.º) La misma decisión cuando ésta sea colectiva, pero en la parte que afecte al
trabajador, en los términos del art. 40.2 del ET y, sin perjuicio, del conflicto colectivo.
3.º) La decisión empresarial de desplazamiento temporal del trabajador, según el art. 40.4
del ET.
4.º) La decisión empresarial de modificación sustancial de condiciones de trabajo de
carácter individual, respecto del art. 41.3 del ET.
5.º) La misma decisión pero de carácter colectivo, sin perjuicio del conflicto colectivo,
según el art. 41.4 del ET.

Para todos estos casos (aunque en realidad también para la acción colectiva, y
así STS de 21 de febrero de 1997, en unificación de doctrina) se establece un plazo de
caducidad de veinte días hábiles, dentro del cual habrá de presentarse la demanda, y
contados desde la notificación de la decisión que se impugna.
b) Legitimación
Naturalmente la activa se reconoce a "los trabajadores afectados por la decisión
empresarial", mientras que la pasiva se refiere a la empresa pero también:
1.º) A otros trabajadores, cuando el objeto del debate pueda versar sobre preferencias
atribuidas a los mismos.
2.º) A los representantes de los trabajadores, cuando, tratándose de traslados o
modificaciones de carácter colectivo, la decisión cuente con la conformidad de aquellos.
c) Proceso colectivo y proceso individual
El carácter colectivo de la decisión empresarial no impide la impugnación individual en
cuanto afecte a cada trabajador, pero es posible que, aparte de esa impugnación
individual, se plantee también proceso colectivo. En este caso la preferencia del colectivo
sobre el individual comporta que, si iniciado el individual, se plantea demanda de conflicto
colectivo contra la decisión empresarial, aquél se suspenda en su tramitación hasta la
resolución del segundo. Esto debe ser completado teniendo en cuenta que la sentencia
firme colectiva produce efectos positivos de cosa juzgada sobre los procesos
individuales pendientes de resolución (art. 158.3). La no suspensión ha de ser causa de
nulidad de actuaciones.

Ahora bien, no hay suspensión del proceso individual si la empresa y los


representantes de los trabajadores llegan a un acuerdo una vez iniciado el proceso
individual, supuesto que ha de ser aplicable únicamente al caso de la conciliación dentro
del proceso colectivo.
252

d) Tramitación
El proceso se declara urgente (con las consecuencias de los arts. 183 y 286.1 LOPJ) y
preferente (con el efecto del art. 249 LOPJ), pero sus especialidades procedimentales
son muy reducidas:
1.ª) El acto de la vista debe realizarse dentro de los cinco días siguientes a la admisión
de la demanda (con lo que se altera la regla general del art. 82.1).
2.ª) La sentencia ha de dictarse en el plazo de diez días, con lo que se amplía el plazo
del art. 97.1.
3.ª) Contra la sentencia no cabe recurso alguno.
e) Sentencia
El fallo de la sentencia ha de tener alguno de los contenidos siguientes:
1.º) Nula: La decisión empresarial se considerará nula cuando se haya adoptado en
fraude de ley pretendiendo eludir el carácter colectivo, es decir, eludiendo las normas
propias a la movilidad colectiva (art. 40.1, VI, ET) o de la modificación sustancial colectiva
(art. 41.3, IV, ET). Si la decisión individual tuviera móvil discriminatorio también habría de
ser declarada nula.

Declarada la nulidad de la medida empresarial, se condenará al demandado


empresario a reponer al trabajador en sus anteriores condiciones de trabajo, y la
sentencia se ejecutará en sus propios términos, salvo que el trabajador inste la extinción
del contrato de trabajo por causa de lo previsto en el art. 50.1, c) del ET y conforme a lo
establecido en los arts. 277, 278, 279 LPL.
2.º) Injustificada: Cuando no hayan quedado acreditadas, y respecto de los trabajadores
concretos afectados, las razones invocadas por la empresa para fundar su decisión o
esas razones no sean de las previstas legalmente. En este caso la sentencia reconocerá
el derecho del trabajador a ser repuesto en sus anteriores condiciones de trabajo.
Esta reposición es, con todo, más teórica que real, pues en el caso de que el empresario
no reintegre al trabajador en sus anteriores condiciones o lo hiciera de modo irregular,
todo va a acabar en el incidente de no readmisión de los arts. 277, 278 y 279 de la LPL
y, por tanto, en una indemnización.

En el art. 138.5 y 6 LPL se ha incurrido en un verbalismo que luego desmiente la


consecuencia a la que se llega. El art. 50.1, c) del ET dice que el trabajador puede
solicitar la extinción del contrato de trabajo con derecho a indemnización, si el empresario
se niega a reintegrarlo en sus anteriores condiciones de trabajo en los supuestos
previstos en los arts. 40 y 41 del mismo ET y cuando una sentencia haya decretado la
decisión empresarial injustificada, pero en realidad lo que está diciendo es que la
253

sentencia que condena al empresario a reponer al trabajador en sus anteriores


condiciones de trabajo no va a ser ejecutada en sus propios términos, sino que la
obligación de hacer va a ser sustituida por la indemnización, lo mismo que en el caso de
no readmisión.
3.º) Justificada: Cuando queden acreditadas las razones invocadas por el empresario en
su decisión.

PERMISOS POR LACTANCIA Y REDUCCIÓN DE JORNADA POR MOTIVOS


FAMILIARES

La Ley 39/1999, de 5 de noviembre, para promover la conciliación de la vida


familiar y laboral de las personas trabajadoras, ha introducido en la LPL un art. 138 bis y
con él una nueva modalidad procesal. Respecto de ella debe tenerse en cuenta:
a) Objeto
Esa modalidad puede versar sólo sobre la concreción horaria y la determinación
del período de disfrute en los permisos por lactancia y por reducción de jornada por
motivos familiares. Este objeto debe ponerse en relación con las modificaciones
introducidas por esta Ley 39/1999 en los arts. 37.3, b) (permisos retribuidos), 37.4
(reducción de jornada por lactancia), 37.5 (reducción de jornada por motivos familiares) y
37.6 (remisión a la LPL) del ET.
b) Especialidades
Aparte de que el procedimiento se declara urgente (con el efecto de los arts. 183 y
286.1) y preferente (con la consecuencia del art. 249 LOPJ):
1.º) La demanda habrá de presentarse por el trabajador en el plazo de 20 días, a
partir de que el empresario le comunique su disconformidad con la concreción horaria y el
período de disfrute propuesto por aquél.
2.º) La vista habrá de señalarse para dentro de los cinco días siguientes a la
admisión de la demanda.
3.º) La sentencia deberá dictarse en el plazo de tres días.
4.º) Contra la sentencia no cabe recurso de suplicación.
254

LECCION 12.ª

Procesos especiales. II

SEGURIDAD SOCIAL
De todos los asuntos de Seguridad Social que, conforme al art. 2, b), c) y d) LPL, son
competencia del orden social de la jurisdicción, el proceso especial de seguridad se
reduce sólo a los del apartado b), y aún dentro del mismo ha de tratarse de que el
demandado sea una Entidad gestora o Servicio común (art. 139).
Algunas referencias a la necesidad del proceso especial no son tan claras:
1.ª) Cuando se trata de las prestaciones por desempleo [art. 2, b)] la demanda no se
formula contra una Entidad gestora sino contra el INEM, que es un organismo autónomo
del Ministerio de Trabajo (art. 5 del RD-ley 36/1978, de 16 de noviembre) (y por ello le
representa y defiende el abogado del Estado), por lo que la aplicación literal del art. 139
debería llevar a excluir el uso del proceso especial, pero la jurisprudencia no viene
haciéndolo así.
2.ª) En el sistema de mejoras de la acción protectora de la Seguridad Social cuando la
gestión se realiza a través del INSS y, consiguientemente, ha de demandarse al mismo,
aún siendo un supuesto contemplado en el art. 2, c), deberá tramitarse el proceso por
esta modalidad especial.

A) Normas comunes

1.ª) Reclamación previa: En todos los supuestos del proceso especial se ha


elevado a la condición de presupuesto procesal el requisito de la reclamación previa, de
modo que con la demanda deberá presentarse el documento acreditativo de haberse
cumplido el presupuesto y, si falta, el juzgador dispondrá de oficio que se proceda a su
subsanación en el plazo de cuatro días; de no subsanarse se ordenará el archivo de la
demanda (art. 139).
La regulación de la reclamación previa se encuentra en el art. 71 y en él se parte de dos
situaciones posibles:
1.ª) Que exista acuerdo o resolución: La reclamación previa se interpone ante la entidad
que lo hubiere dictado y en el plazo de treinta días desde la notificación.
2.ª) Que no exista acuerdo o resolución: El interesado podrá solicitar que se dicte por la
entidad.
255

En uno y otro caso la entidad debe expedir recibo de presentación o sellar la copia de la
solicitud, con indicación de la fecha, que es el documento a acompañar a la demanda si
no hay resolución expresa. Esta debe dictarse en el plazo de un mes y, ante su falta, se
entenderá denegada la reclamación por silencio administrativo. La demanda debe
presentarse en el plazo de treinta días.
Lo dispuesto en los arts. 72 y 73 es aplicable a esta reclamación especial.
2.ª) Intervención de la Entidad gestora y de la Tesorería general: El art. 140 contiene una
norma que no expresa una especialidad de este proceso especial sino que atiende a los
procesos en los que no sea ni demandante ni demandada la Entidad gestora o la
Tesorería general; en esos procesos pueden intervenir estos entes siempre que se
discuta materia de Seguridad Social, y en ellos asumirán la condición de parte, si bien sin
detener ni hacer retroceder el curso de las actuaciones.

La norma no establece el carácter de la intervención, pero no puede ser ni


principal, ni litisconsorcial ni adhesiva simple, por lo que debe considerarse que la
finalidad de la intervención se basa en el interés general del adecuado funcionamiento de
la Seguridad Social, con lo que los entes dichos podrían asumir una función similar a la
del Ministerio Fiscal en los procesos civiles no dispositivos.

3.ª) Expediente administrativo: Al admitir a trámite la demanda el juzgador


reclamará de oficio a la Entidad gestora o al Servicio común la remisión el expediente (en
original o copia) y, en su caso, informe de los antecedentes que posea en relación con el
contenido de la demanda, lo que deberá cumplirse en el plazo de diez días (art. 142.1).
Lo que más llama la atención sobre el expediente son las medidas que se toman para
forzar su remisión. En efecto:
1.º) La no remisión del expediente no impide la celebración del juicio, salvo que:
1') El ente justifique suficientemente su omisión (art. 143.1).
2') Así lo pida el demandante por convenirle a sus propios fines art. 143.2).
2.º) Si no se hubiera remitido el expediente después de la segunda petición, y segundo
plazo de diez días, "podrán tenerse por probados aquellos hechos alegados por el
demandante cuya prueba fuera imposible o de difícil demostración por medios distintos
de aquél" (art. 143.3).
3.º) La falta de remisión del expediente se comunicará al Director de la Entidad gestora o
del Servicio común, a los efectos de la posible responsabilidad disciplinaria del
funcionario (art. 144).
256

Lo que verdaderamente importa de ese expediente son dos aspectos: En el


proceso no podrán aducirse por las partes hechos distintos de los alegados en el
expediente (art. 142.2), pero el expediente no goza de privilegio alguno a la hora de la
prueba de los hechos.

B) Accidente de trabajo o enfermedad profesional


A pesar de que la base 25.ª.1 de la LBPL de 1989 lo permitía, en la LPL no se ha
exceptuado pretensión alguna de la reclamación previa, por lo que la especialidad en
estos casos se refiere a:
1.º) Accidentes de trabajo: La demanda debe dirigirse contra el empresario, Mutua de
accidentes de trabajo y enfermedades profesionales de la Seguridad Social o INSS
(según quien sea el asegurador), INSS como Fondo de Garantía, para la insuficiencia de
cobertura o insolvencia, y Tesorería general, como servicio de reaseguro.
Si en la demanda no se consigna el nombre de la entidad aseguradora (Entidad gestora o
Mutua) el juzgador, antes de señalar para el juicio, requerirá al empresario para que, en
el plazo de cuatro días, presente el documento acreditativo de la cobertura del riesgo, y si
no lo presenta, atendidas las circunstancias y oída la Tesorería general, acordará el
embargo preventivo de bienes suficientes del empresario para asegurar el resultado del
juicio (art. 141.1).
En todo caso, el juzgador, antes de la celebración del juicio oral, deberá pedir a la
Inspección de Trabajo, si no figurase ya en los autos, informe relativo a las circunstancias
en que sobrevino el accidente, trabajo que realiza el accidentado, salario que percibía y
base de cotización, informe que será expedido necesariamente en el plazo de diez días
(art. 141.2).

2.º) Enfermedad profesional: La demanda habrá de dirigirse contra el empresario,


aseguradora (INSS o Mutua) y contra el INSS como Fondo compensador. Para este caso
es también de aplicación el art. 141.1.

C) Revisión de derechos
No estamos aquí ante un proceso especial. Recogiendo una jurisprudencia consolidada
que impedía a los entes de la Seguridad Social revisar por sí mismos sus actos
declarativos de derechos y en perjuicio de los beneficiarios, lo que el art. 145 hace es
determinar que:
257

1.º) Las revisiones en perjuicio de los beneficiarios sólo podrán hacerse por medio del
proceso ordinario, en el que el ente de la Seguridad Social será el demandante y el
beneficiario el demandado, fijándose a la revisión un plazo de prescripción de cinco años.
La sentencia que se dicte será inmediatamente ejecutiva, sin perjuicio de los recursos
que se interpongan contra ella.
2.ª) La rectificación de errores materiales o de hecho y los aritméticos, así como las
revisiones motivadas por la constatación de omisiones o inexactitudes en las
declaraciones del beneficiario, sí podrán realizarse de oficio por el ente de la Seguridad
Social. Estas excepciones a la regla primera deben interpretarse restrictivamente, por lo
menos para no invalidar aquélla.

PROCESOS DE OFICIO
A pesar de que la LPL dedica un Capítulo a un denominado "procedimiento de oficio"
debe tenerse en cuenta que:
1.º) No se trata de verdaderos procesos de oficio, en el sentido de que no son los
órganos jurisdiccionales los que los inician, sino que la incoación depende de la autoridad
laboral administrativa; en el sistema procesal laboral no existen procesos de declaración
que se inicien en virtud de una decisión no pedida de un órgano judicial. Lo que ha
ocurrido es que en una determinada época se partía de la concepción del trabajador
como un menor de edad intelectual que debía ser tutelado por la Administración, y a ésta
se atribuyó la facultad de iniciar procesos ejercitando derechos subjetivos del trabajador.

2.º) No existe un único proceso de oficio, sino varios, de modo que si el primero de
ellos respondía a la concepción que hemos dicho de la Administración como tutora de los
trabajadores, el esquema del proceso incoado a instancia de la Administración se ha
utilizado después con finalidades distintas.
En la LPL se pueden enumerar los siguientes procesos de oficio, en el sentido de
incoados por la autoridad administrativa:
1) El contemplado en el art. 146, a) y b) y desarrollo en los arts. 147 y 148, que responde
a la concepción inicial que hemos dicho.
2) El del art. 146, c), luego desarrollando en los arts. 149 y 150, que tiene una finalidad
muy distinta, como veremos.
3) El del art. 156 que permite a la autoridad administrativa iniciar el proceso de conflictos
colectivos, si bien aquí ha debido preceder ante esa autoridad solicitud de los verdaderos
legitimados.
258

4) El del art. 161.1, en el que la autoridad administrativa puede iniciar la impugnación de


un convenio colectivo.
De este esquema de procesos de oficio vamos a examinar aquí sólo los dos primeros,
que son los que se regulan en los arts. 146 a 150, y lo vamos a hacer distinguiendo.

A) Tutela de los trabajadores


a) Se trata aquí de la vieja concepción de la tutela de los trabajadores por la
Administración y los documentos con valor de demanda son:
1.º) Las resoluciones firmes que dicte la autoridad laboral administrativa, derivadas de
actas de infracción de la Inspección de Trabajo, en las que se aprecien perjuicios
económicos para los trabajadores afectados.
El documento al que se atribuye valor de demanda es la certificación de la resolución
firme dictada en un expediente sancionador conforme a la Ley 8/1988, de 7 de abril,
sobre infracciones y sanciones en el orden social, de la que aparezca que se han
causado perjuicios económicos a uno o más trabajadores. Lo que se atribuye a la
Administración es, pues, la posibilidad de ejercitar los derechos de los trabajadores de
contenido económico, tratándose de formular pretensiones individuales, aunque de la
resolución pueda desprenderse que el perjuicio se ha causado a varios trabajadores, con
lo que se estaría ante una acumulación simple de pretensiones.
Realizada la comunicación al órgano judicial, que es la única actividad procesal que
realiza la Administración, los trabajadores individualmente considerados se convertirán en
partes en el procedimiento, si bien con los límites del poder de disposición que veremos.

2.º) Los acuerdos de la autoridad laboral administrativa cuando aprecie dolo,


coacción o abuso de derecho en la conclusión de los acuerdos de suspensión del
contrato de trabajo por causas técnicas, organizativas o de producción o derivadas de
fuerza mayor (art. 47 ET) y extinción del contrato de trabajo por despido colectivo (art.
51.5 ET).
b) Con relación a esos dos documentos el proceso de oficio se caracteriza porque:
1.º) El documento remitido ha de cumplir con los requisitos de contenido propios de la
demanda del proceso ordinario, de modo que el juzgador antes de su admisión debe
advertir a la Administración de los defectos u omisiones, para que los subsane en el plazo
de diez días (arts. 147.1 y 148.1).
2.º) Si la demanda afecta a más de diez trabajadores, al ser éstos los verdaderos
demandantes, deben designar un representante común conforme a lo dispuesto en el art.
19.2, siendo aplicable también el párrafo 3.
259

3.º) Recuérdese que según el art. 31, y si concurre su supuesto de hecho, debe
procederse, de oficio y obligatoriamente, a la acumulación de autos.
4.º) Los trabajadores afectados, a pesar de ser las verdaderas partes demandantes, ven
limitadas sus facultades de disposición, de modo que:
1') Su no asistencia al juicio oral no equivale a desistimiento tácito y no pueden desistir
expresamente.
2') No pueden pedir la suspensión del proceso.
3') No pueden disponer del objeto del proceso y por ello los pactos entre trabajadores y
empresarios, posteriores al acta de infracción, sólo tendrán eficacia si han sido
celebrados en presencia del inspector de Trabajo que levantó el acta o de la autoridad
laboral, y la conciliación judicial sólo se autorizará por el juzgador si son satisfechos todos
los perjuicios.
5.º) Las afirmaciones de hechos que se contengan en la resolución base del proceso
harán fe, salvo prueba en contrario, incumbiendo toda la carga de la prueba a la parte
demandada.
No estamos aquí ante una norma valorativa de la prueba, sino ante una norma
reguladora de la carga de la prueba, en la que se establece su inversión. Si el
demandado no practica prueba alguna, las afirmaciones de hecho de la resolución
administrativa deben estimarse ciertas, pero si se practica prueba el juzgador debe fundar
su convicción en todo el material probatorio.
En este caso, a diferencia de lo que ocurre en el art. 23.3, no se trata de que una de las
partes fije en su resolución los hechos que luego va a discutir en el proceso, dado que la
Administración no es parte en este proceso de oficio, pero sí estamos ante un caso en el
que las fuentes de prueba entran en el proceso por una actividad no procesal y sin las
garantías procesales, por lo que sigue siendo dudosa su constitucionalidad.

6.º) La sentencia que se dicte se ejecutará de oficio, y aquí sí estamos ante una
ejecución que debe iniciarse por el órgano judicial (arts. 148.2 y 237.1).

B) Naturaleza laboral o judicial


Los arts. 149 y 150 han introducido un proceso de oficio que nada tiene que ver
con el anterior, pues no se trata en él de tutelar los derechos del trabajador por la
Administración. El problema radica en que este proceso de oficio parte del presupuesto
de que las resoluciones administrativas sancionadoras por infracciones del orden social
eran recurridas ante el orden contencioso-administrativo, pero ello va a ser así, atendida
260

la nueva redacción dada al art. 3 de esta LPL por la Ley 50/1998 y cuando entre en vigor
(lección 2.ª). Mientras tanto en un expediente sancionador pueden surgir dos incidencias.

Estamos ante un acta de infracción que da lugar a un expediente sancionador de


los regulados en la Ley 8/1988, de 7 de julio, sobre infracciones y sanciones en el orden
social (declarado subsistente en la Disp. Adic. 7.ª de la Ley 30/1992, de 26 de
noviembre), complicado por la Ley 42/1997, de 14 de noviembre, ordenadora de la
Inspección de Trabajo y Seguridad Social, y por el RD 928/1998, de 14 de mayo, que
aprueba el Reglamento general sobre procedimientos para la imposición de sanciones
por infracciones del orden social y para los expedientes liquidatorios de cuotas de la
Seguridad Social.
1.ª) Si el sujeto responsable alega en ese expediente que la relación jurídica objeto de la
actuación inspectora no es laboral, la autoridad administrativa dirigirá comunicación al
órgano judicial competente para que éste realice un proceso en el que debe declararse la
naturaleza laboral o no de la relación jurídica sobre la que se levantó el acta de
infracción.

Se trata aquí de dejar establecido con carácter vinculante para la Administración si


la relación existente entre dos personas es o no laboral, en cuanto ello determinará el
sentido de la resolución a dictar. Lo que va discutirse en el proceso afectará obviamente
al presunto trabajador, pero realmente en él va a cuestionarse el ejercicio de la potestad
sancionadora de la Administración. Por ello convertir en parte al trabajador, como hace el
art. 150.3 con su remisión al art. 148.2, a), es lógico pero en todo caso la verdadera parte
demandante debería ser la Administración.
2.ª) Si el sujeto responsable alega que el conocimiento del asunto, por el que se tramita
el expediente administrativo, está atribuido a la jurisdicción y no a la administración, ésta
deberá dirigir comunicación al órgano judicial competente para que éste, después de un
proceso, declare la naturaleza judicial o administrativa de la cuestión debatida en el
expediente.

Aquí el acta de infracción ha de versar sobre algunas materias determinadas, las


del art. 95.5, 6 y 10 y las del art. 96.2, 11 y 12 del ET, y lo que la Administración pretende
es que el órgano judicial declare si la propia administración es o no competente para
ejercitar su potestad sancionadora. En estos casos no se está cuestionando derecho
alguno de los trabajadores, sino sólo quién debería conocer de una determinada cuestión
de hecho. Por ello convertir a los trabajadores en parte, como hace el art. 149.3 con su
remisión al art. 147.2, a), no es lógico.
261

Las especialidades de este proceso son las del art. 150 y se refieren a:
1.º) Con la comunicación demanda se remitirá copia del expediente administrativo, el cual
quedará suspendido mientras se resuelva el proceso.
2.º) De la regulación que hemos visto antes sólo dos de sus apartados son aplicables: el
relativo a que los trabajadores perjudicados se convierten en parte, si bien no podrán
desistir ni pedir la suspensión, y el atinente a que las afirmaciones de hecho que se
contengan, aquí en el acta de infracción, harán fe salvo prueba en contrario.
3.º) Dada la naturaleza declarativa de la sentencia no ha lugar a su ejecución, sino sólo a
que se comunique a la autoridad administrativa.
4.º) En la sentencia puede imponerse la multa del art. 97.2, y en su cuantía máxima, al
sujeto responsable, cuando se entienda que sus alegaciones pretendían la dilación de la
actuación administrativa.

CONFLICTOS COLECTIVOS
a) Objeto

Por medio de este proceso los órganos jurisdiccionales conocerán de las


pretensiones que afecten a intereses generales de un grupo genérico de trabajadores y
que versen sobre la aplicación e interpretación de una norma estatal, convenio colectivo,
cualquiera que sea su eficacia, y decisión o práctica de empresa (art. 151.1).
Dos son, pues, las circunstancias que delimitan el objeto del proceso:
1.ª) Que la pretensión sea colectiva, es decir, que no estén individualizados los
trabajadores que quedan implicados en el conflicto y que se verán afectados por la
sentencia que se dicte. Formalmente en una demanda, como escrito único, pueden
aparecer demandando centenares de trabajadores y tratarse simplemente de
pretensiones individuales acumuladas, con lo que estaremos ante lo que viene
denominándose conflicto plural, que no es más que la suma de conflictos individuales; el
conflicto es colectivo cuando es genérico, esto es, cuando implica a un grupo de
trabajadores que no aparecen individualizados sino contemplados indeterminadamente
(STS u.d. de 25 de junio de 1993.
2.ª) Que el conflicto sea jurídico, es decir, referido a la aplicación e interpretación de una
norma determinada, cuya existencia y validez no se discute, sino que, por el contrario, se
aspira a determinar su contenido.
262

Al mismo tiempo por este proceso se puede conocer también de pretensiones


relativas a la impugnación de convenios colectivos (art. 151.2), en los términos que
diremos al examinar el proceso siguiente (art. 161.3).

En la LPL existe un intento manifiesto de primar la solución pactada de estos


conflictos sobre las soluciones judiciales. Así se manifiesta, no sólo en la exigencia de
conciliación previa o de conciliación administrativa previa, sino sobre todo en que en
cualquier momento que el órgano judicial reciba comunicación de haber quedado
solventado el conflicto procederá, sin más, al archivo de las actuaciones (art. 160).
Los nuevos arts. 40.2 (movilidad geográfica no individual) y 41.4 (modificaciones
sustanciales de las condiciones de trabajo de carácter colectivo) del ET, permiten
impugnar las decisiones empresariales por medio de este proceso de conflictos
colectivos, si bien entonces para la determinación de la legitimación activa deberá
tenerse en cuenta que siempre se tratará de un conflicto de empresa.

Estas impugnaciones son las de carácter colectivo; las de naturaleza individual se


regulan en el proceso especial del nuevo art. 138 de la LPL. Con todo, el plazo de
caducidad de veinte días, a que se refiere este artículo ha de ser aplicable a todas las
impugnaciones, incluidas las colectivas (STS de 21 de febrero de 1997, en unificación de
doctrina).
b) Legitimación
Los puntos de partida son: 1) Que la legitimación se atribuye a entes colectivos, no a los
trabajadores o empresarios individualmente considerados (con la única excepción de los
conflictos de empresa o de ámbito inferior en los que necesariamente ha de estar
legitimado el empresario), y 2) Que ha de existir correlación entre el ámbito del conflicto y
el ámbito al que se extienda la actuación del ente colectivo de representación.
Partiendo de esos puntos básicos, tienen legitimación activa:
1.º) En los conflictos de ámbito superior a la empresa, los sindicatos y las asociaciones
empresariales "cuyo ámbito de actuación se corresponda o sea más amplio que el del
conflicto [art. 152, a) y b)].
2.º) En los conflictos de empresa, el empresario, los sindicatos y los órganos de
representación legal y sindical de los trabajadores [art. 152, a) y c)].
Para la legitimación pasiva no hay norma expresa pero los puntos de partida siguen
siendo válidos, de modo que entre los legitimados anteriores quien no aparezca como
demandante será el demandado.
263

Determinadas las legitimaciones activa y pasiva, el art. 153 da un paso más y


legitima para personarse como parte en el proceso a los sindicatos representativos
(según los arts. 6 y 7 LOLS), a las asociaciones empresariales representativas (según el
art. 87 ET) y a los órganos de representación legal y sindical, siempre que su ámbito de
actuación se corresponda o sea más amplio que el del conflicto. Esa personación lo es en
el concepto de parte y, por tanto, asumiendo todos los poderes procesales.
c) Iniciación del proceso
Este proceso puede iniciarse de dos maneras que condicionan también la actividad
preprocesal:

1.ª) Demanda de algún legitimado activo: Según el art. 155.1 el proceso puede
iniciarse en virtud de demanda que, además de los requisitos generales del art. 80,
contendrá la designación general de los trabajadores y empresas afectados por el
conflicto y habrá de fundamentarse en derecho.
En este caso deberá haber precedido acto de conciliación ordinario pues el art. 154 se
remite simplemente a los arts. 63 a 68, por lo que a la demanda se acompañará
certificación de haber intentado la conciliación o se alegará que no es necesario ese
intento (art. 155.2). No será necesario cuando el conflicto se refiera a tutela de derechos
fundamentales o cuando se trate de impugnar un convenio colectivo (art. 64.1).
Lo especial de esta conciliación se refiere a su valor, pues si las partes ostentan la
legitimación y adoptan el acuerdo conforme a los requisitos exigidos en el art. 82 ET, lo
acordado tendrá la eficacia atribuida a un convenio colectivo, del que se enviará copia a
la autoridad administrativa (art. 154.2).

2.ª) De oficio: Según el art. 156 el proceso puede iniciarse de oficio, mediante
comunicación de la autoridad laboral, que debe contener los mismos requisitos de la
demanda, si bien tiene plazo especial de diez días para subsanar.
Esta iniciación de oficio supone que alguna de las partes legitimadas para incoar el
proceso ha acudido al procedimiento administrativo de solución de conflictos colectivos
regulado en el Título II del RD-ley 17/1977, de 4 de marzo, sobre relaciones de trabajo
(teniendo en cuenta la S TC de 8 de abril de 1981), que se resuelve en un intento de
conciliación. Si la avenencia no se logra la autoridad administrativa deberá remitir la
comunicación al órgano judicial.
Naturalmente si se ha acudido a esta vía la conciliación prevista en el art. 154 no será
necesaria.
d) El proceso
264

Las especialidades procesales son reducidas pero importantes:


1.ª) El proceso es urgente y preferente, siendo la preferencia absoluta (salvo respecto del
proceso de tutela de la libertad sindical y demás derechos fundamentales) (art. 157).
2.ª) El juicio oral no podrá suspenderse (con lo que se modifica lo dispuesto en el art.
83.1) y habrá de celebrarse dentro de los cinco días siguientes a la admisión de la
demanda (art. 158.1).
3.ª) Contra las providencias y autos no cabe recurso alguno (con lo que se modifica lo
dispuesto en los arts. 184.1 y 185.1), salvo el auto de declaración inicial de
incompetencia (arts. 5.4., 159, 184.3 y 185.3).
4.ª) La sentencia se dictará en el plazo de tres días y será notificada a la autoridad
administrativa si el proceso se inició de oficio y si por él se impugnó un convenio colectivo
(art. 158.2).
e) La sentencia
Lo más trascendente de este proceso es la sentencia. Los efectos normales de las
sentencias son dos:
1.º) El efecto de cosa juzgada material de una sentencia supone que quedan afectadas
por la misma las partes del proceso, pero en el proceso de conflictos colectivos el dato
inicial es el ejercicio de una pretensión colectiva en la que están indeterminados los
trabajadores implicados en el mismo, de modo que lo lógico sería hablar de eficacia
normativa de la sentencia y no de cosa juzgada. Si las partes aspiran a que se declare
cuál es la interpretación correcta de una norma o si una decisión o práctica de empresa
entra dentro de la interpretación de una norma, la sentencia lo que hace es declarar el
sentido de la norma y, consiguientemente, afectará a todos los que estén obligados al
cumplimiento de la misma.

Desde esta perspectiva debe entenderse el art. 158.3 cuando dice que la
sentencia firme producirá efectos de cosa juzgada sobre los procesos individuales
pendientes de resolución o que puedan plantearse, que versen sobre idéntico objeto. Lo
que en realidad está diciendo el artículo es que en los procesos individuales en los que
haya de aplicarse la norma cuestionada en el proceso colectivo, deberá partirse del
sentido dado a la misma en la sentencia de éste.
2.º) Las sentencias dictadas en los procesos individuales tienen eficacia ejecutiva (son
títulos ejecutivos) si son de condena (vid. lección 15.ª), pero el caso es que la sentencia
dictada en el proceso colectivo será siempre declarativa, pues aunque en ella pueda
hablarse de que se condena al demandado esa condena es siempre genérica, no referida
a relaciones jurídicas individuales, de modo que con ella no puede pasarse al proceso de
265

ejecución. ¿De qué sirve entonces que el art. 158.2 diga que la sentencia será ejecutiva
desde el momento en que se dicte? La única respuesta posible es que la sentencia
produce su eficacia normativa aunque contra ella se interponga el recurso procedente.

En algún caso se ha admitido la posibilidad de que la sentencia sea de condena,


con lo que se convierte en título para la ejecución forzosa (SSTC 29/1988, de 23 de
mayo, y 178/1996, de 12 de noviembre); se trata de los casos en que no se demanda
tanto la interpretación de una norma como el cumplimiento de una obligación y,
especialmente, de no hacer.

IMPUGNACION DE CONVENIOS COLECTIVOS


En la LPL no existe un proceso de impugnación de convenios colectivos sino dos; uno
que puede calificarse de oficio, en la terminología errónea de la LPL con la que se quiere
decir que se inicia por la autoridad administrativa, y otro en el que se concede
legitimación a determinados entes colectivos.

Los convenios colectivos no pueden ser impugnados por los trabajadores y


empresarios incluidos en el ámbito de aplicación del convenio, a los cuales no les resta
más que, en el proceso individual correspondiente, intentar que el convenio sea
inaplicado porque el mismo sea contrario a una norma de rango superior. No se tratará
entonces de impugnación, sino de inaplicación, que es cosa diferente.

A) De oficio
El origen de este proceso se encuentra en el art. 90.5 ET, en el que se niega a la
autoridad administrativa la facultad de declarar las "anomalías" en que haya podido
incurrirse en el convenio, atribuyendo en exclusiva la competencia a los órganos
judiciales.
a) Por esta vía sólo pueden impugnarse los convenios regulados en el Título III del ET, es
decir, los estatutarios, y lo pueden ser sólo:
1.º) Por conculcar la legalidad vigente, bien entendido que ésta puede ser tanto la relativa
al procedimiento de negociación del Título III del ET, como las normas materiales
imperativas.
2.º) Por lesionar gravemente el interés de terceros, no teniendo esta condición los
trabajadores y empresarios incluidos en el ámbito de aplicación del convenio.
b) La única que puede poner en marcha esta impugnación es la autoridad administrativa;
es cierto que su iniciativa puede venir precedida de una solicitud de otra persona, pero
266

esa solicitud no es vinculante. Con todo, la autoridad administrativa no se convierte en


parte en el proceso de oficio.
c) No está claro si la comunicación de la autoridad administrativa al órgano judicial tiene
plazo determinado o si puede hacerse en cualquier momento.
Si se atiende al art. 90 ET pareciera como si la impugnación del convenio hubiera de
realizarla la autoridad administrativa dentro del plazo de diez días que se le concede para
registrarlo y disponer su publicación en el boletín oficial correspondiente, de modo que
con el registro y orden de publicación termina preclusivamente toda posible actuación de
la autoridad administrativa.
Por otro lado el art. 161 LPL no hace mención de plazo alguno y la ilegalidad de un
convenio no se subsana por el simple hecho de que la autoridad administrativa no se
hubiera percatado de la misma en el breve plazo que se le concede para registrarlo.
En esta alternativa nos inclinamos por la limitación de las facultades de la autoridad
administrativa, teniendo en cuenta que esa limitación general ha sido querida por el ET
frente al intervencionismo anterior y que la solicitud de los particulares sólo puede
hacerse, como dice el art. 161, si el convenio no ha sido aún registrado.

d) La comunicación-demanda de la autoridad administrativa debe contener


requisitos distintos según la causa de impugnación:
1.º) Si la impugnación sostiene la ilegalidad del convenio, la comunicación habrá de
contener: la concreción de la legislación y los extremos de ella que se consideren
conculcados por el convenio, la fundamentación jurídica de la ilegalidad y la relación de
las representaciones integrantes de la comisión negociadora del convenio (art. 162.1).

En este caso en el proceso serán partes siempre las representaciones integrantes


de la comisión negociadora del convenio y el Ministerio Fiscal y podrán serlo bien los
denunciantes ante la autoridad administrativa de la ilegalidad del convenio, bien el
abogado del Estado si no hubiere denunciantes (art. 162.4, 5 y 6).
2.º) Cuando la impugnación sostenga la lesión por el convenio a intereses de terceros, la
comunicación contendrá: la relación de las representaciones integrantes de la comisión
negociadora del convenio impugnado, la relación de los terceros reclamantes
presuntamente lesionados y la indicación del interés de los mismos que se trata de
proteger.

Si este es el caso las partes en el proceso serán siempre las representaciones


integrantes de la comisión negociadora del convenio y el Ministerio Fiscal, y podrán serlo
267

los denunciantes de la lesividad del convenio, si los hubo, y si no el abogado del Estado
(art. 162.4, 5 y 6).
En los dos casos debe tenerse en cuenta que a la comunicación se acompañará el
convenio impugnado y copias del mismo para las partes (art. 162.7) y que cabe la
subsanación de defectos, omisiones o imprecisiones, siendo su plazo de diez días (art.
162.3).

B) Directa
A este proceso no se refiere el ET y fue en su momento propiciado por la jurisprudencia,
por cuanto no podía privarse a determinados entes colectivos del derecho a obtener
tutela judicial.
a) Por esta otra vía pueden impugnarse todos los convenios colectivos, cualquiera
que sea su eficacia, con lo que quedan incluidos tanto los estatutarios como los
extraestaturarios, y por las mismas causas que en la vía anterior, es decir, ilegalidad y
lesión grave del interés de terceros.
b) La legitimación activa se otorga conforme sea la causa de la impugnación:
1.º) Si la impugnación se fundamenta en la ilegalidad, se legitima a los órganos de
representación legal o sindical de los trabajadores, sindicatos y asociaciones
empresariales [art. 163.1, a)].
2.º) Cuando la impugnación se basa en la lesividad, se legitima a los terceros cuyo
interés haya resultado gravemente lesionado [art. 163.1, b)].

Debe tenerse en cuenta que esos terceros, no sólo no pueden ser los
trabajadores y empresarios incluidos en el ámbito de aplicación del convenio [art. 163.1,
b)], sino que han de ser entes colectivos pues sólo éstos pueden ser titulares de un
interés que se refiere a la aplicación erga omnes del convenio.
c) La legitimación pasiva se confiere a todas las representaciones integrantes de la
comisión negociadora del convenio impugnado (art. 163.2).
d) Siempre será parte el Ministerio Fiscal (art. 163.4) pero no puede iniciar el proceso.

e) La presentación de la demanda por los legitimados particulares no tiene plazo.


Hay que distinguir, con todo, dos situaciones:
1.º) Si el convenio no ha sido aún registrado, los legitimados activamente para
impugnarlo deberán solicitar, de modo previo, a la autoridad administrativa que curse al
órgano judicial la comunicación de oficio; si la autoridad no contesta a la solicitud en el
268

plazo de quince días o la desestima expresamente, queda abierta la posibilidad de


presentar la demanda.
2.º) Si el convenio ha sido ya registrado, los legitimados pueden presentar la demanda de
modo directo.
f) La demanda debe contener, primero, los requisitos generales del art. 80 y, luego, los
especiales del art. 162, debiendo acompañarse del convenio y copias para los
demandados (art. 163.3).
g) La vía de la impugnación directa se tramitará por el proceso de conflictos colectivos
(arts. 151.1, 161.3 y 163.1), si bien con las especialidades del art. 164.

C) Normas comunes

Las especialidades procesales del art. 164 son comunes a los dos procesos, pero
debe tenerse en cuenta que en el caso del de oficio la especialidad es respecto del
proceso ordinario, mientras que en el supuesto de la impugnación directa lo es con
relación al proceso de conflictos colectivos.
Esas especialidades son:
1.ª) Dada la complejidad de la situación de las partes, en el inicio del juicio oral cada una
de ellas debe manifestar qué postura adopta, es decir, de apoyo o de oposición a la
pretensión.
2.ª) La sentencia se dictará en el plazo de tres días y si se refiere a un convenio
estatutario se comunicará a la autoridad administrativa.
3.ª) Si la sentencia anula el convenio, en todo o en parte, y éste ha sido publicado en un
boletín oficial, la sentencia se publicará en el mismo medio oficial.
Con todo, los verdaderos problemas de la sentencia se refieren a que:

a) Si la impugnación lo fue por ilegalidad estaremos ante una sentencia


meramente declarativa. Esa ilegalidad puede referirse a todo el convenio o a una parte
del mismo, pero también en este segundo caso la habitual cláusula de vinculación a la
totalidad hará que se negocie de nuevo todo el convenio.
b) Si la impugnación se basó en la lesividad se tratará de un caso de anulabilidad y,
consiguientemente la sentencia será constitutiva, produciendo sus efectos ex nunc,
desde la fecha de la sentencia.

c) Cuando se dice que la sentencia será ejecutiva desde que se dicte, hay que
interpretar que, siendo anulatoria, el convenio pierde su fuerza normativa y deja de
269

obligar a su cumplimiento, y ello a pesar de que contra la sentencia se interponga el


recurso procedente.

D) Impugnación de acuerdos y laudos


El art. 91 del ET de 1980 decía que los conflictos derivados de la aplicación e
interpretación con carácter general de los convenios colectivos serían resueltos por la
"jurisdicción competente", pero ahora ese mismo artículo del ET de 1995 manteniendo lo
dispuesto antes, ha añadido que en los convenios colectivos y en los acuerdos del art.
83.2 y 3 del ET pueden establecerse procedimientos, como la mediación y el arbitraje,
para la solución de las controversias colectivas de la aplicación e interpretación de los
convenios colectivos. A los acuerdos logrados por la mediación y los laudos dictados en
el arbitraje, se les atribuye la eficacia jurídica de convenio colectivo.
Ahora bien, los acuerdos y los laudos serán susceptibles de impugnación por los motivos
y conforme a los procedimientos previstos por los convenios colectivos. Específicamente,
cabrá el "recurso" contra el laudo arbitral en el caso de que no se hubiesen observado en
el desarrollo de la actuación arbitral los requisitos y formalidades establecidos al efecto, o
cuando el laudo hubiese resuelto sobre puntos no sometidos a su decisión.

IMPUGNACION DE LOS ESTATUTOS DE LOS SINDICATOS Y DE LAS


ASOCIACIONES EMPRESARIALES

La legalidad de la constitución, modificación y existencia de los sindicatos y de las


asociaciones empresariales está sujeta a un limitado control administrativo y a un
completo control judicial. Para los sindicatos debe estarse, como base de partida, al art. 4
LOLS y para las asociaciones empresariales a la Ley 19/1977, de 1 de abril, y al RD
873/1977, de 22 de abril (declarados en vigor únicamente para estas asociaciones por la
Disp. Trans. 1.ª de la LOLS).
En los arts. 165 a 174 LPL se regulan en realidad dos procesos especiales que muy poco
tienen que ver entre sí; el primero se refiere a la impugnación de la resolución
administrativa por la que se ejerce el control administrativo de los estatutos de los
sindicatos (y de sus modificaciones), que es aplicable al mismo supuesto para las
asociaciones empresariales (Disp. Adc. 6.ª LPL), y el segundo atiende a la impugnación
de los estatutos de los sindicatos (y de sus modificaciones), que es también aplicable a
los estatutos de las asociaciones empresariales (Disp. Adc. 6.ª LPL).
270

A) Impugnación del control administrativo


El art. 4.3 LOLS limita el control administrativo de los estatutos de los sindicatos al
examen de la concurrencia en los mismos de los requisitos mínimos que ha impuesto en
el apartado 2. Cuando la oficina pública rechaza el depósito de los estatutos (o de sus
modificaciones) presentados para su publicidad, se constituye la base material para este
proceso, que tiene únicamente por objeto la impugnación de la resolución administrativa
que rechaza el depósito, bien de los estatutos (art. 165.1) bien de sus modificaciones (art.
170.1).
Legitimados activamente para esa impugnación lo están: 1) Si se trata de los estatutos,
los promotores del sindicato y los firmantes del acta de constitución (art. 165.1), y 2)
Cuando se trata de sus modificaciones, el sindicato mismo (no sus representantes) y
pueden comparecer como coadyuvantes sus afiliados (art. 170.2). La legitimación pasiva
la asume el Ministerio Fiscal (art. 165.2).
Respecto del plazo para formular la demanda de impugnación deben distinguirse dos
posibilidades: 1) Si se dictó resolución administrativa expresa denegando el depósito,
diez días contados a partir de aquél en que se notificó la resolución, 2) Si no se dictó
resolución y no se publicaron los estatutos (o su modificación), un mes a contar desde la
presentación de los estatutos (o de su modificación) (art. 166).
Las especialidades son muy limitadas:
1.ª) A la demanda deben acompañarse copias de los estatutos (o de su modificación) y
de la resolución denegatoria, si ésta existió, o del documento acreditativo de la
presentación (art. 167).
2.ª) Al día siguiente de la admisión de la demanda el juzgador requerirá a la oficina
pública competente el envío del expediente, que habrá de remitirse en el plazo de cinco
días (art. 168).
3.ª) Si la sentencia estimara la pretensión ordenará el depósito de los estatutos (o de su
modificación) (art. 169).

B) Impugnación de los estatutos

Se trata aquí del control judicial y el mismo no se refiere a la simple concurrencia


de unos requisitos mínimos sino que abarca la legalidad completa de los estatutos, su
conformidad con el derecho (art. 171.1). La impugnación puede realizarse de dos modos:
1.º) Estando los estatutos en fase de constitución del sindicato, es decir, una vez se
hayan depositado los estatutos y no hayan transcurrido los veinte días hábiles precisos
para que el sindicato adquiera personalidad jurídica (art. 4.7 LOLS). En este caso la
271

impugnación tiene que realizarse dentro de esos veinte días y entonces legitimados
pasivamente están los promotores del sindicato y los firmantes del acta de constitución
(art. 171.2) (o los correspondientes de la asociación empresarial).
2.º) Si el sindicato ya ha adquirido personalidad jurídica, la impugnación de sus estatutos
puede realizarse en cualquier momento, y la legitimación pasiva la asume el sindicato
mismo (art. 171.2) (o la asociación empresarial).
Caso especial es el de la impugnación de las modificaciones; éstas siempre supondrán la
existencia de un sindicato constituido y, por tanto, puede hacerse en cualquier momento,
estando legitimado pasivamente el sindicato (o asociación empresarial).

La legitimación activa se confiere siempre al Ministerio Fiscal y a quienes


acrediten un interés directo, personal y legítimo (art. 171.1); si el Fiscal no demanda
habrá de ser parte (art. 171.2).
Las especialidades procesales se refieren a:
1.º) Admitida la demanda el órgano judicial requerirá a la oficina pública la remisión de
copia autorizada del expediente, lo que hará en cinco días (art. 172).
2.º) Si la sentencia estima la impugnación podrá declarar la nulidad de alguna cláusula de
los estatutos por ser ilegal o la nulidad de todos los estatutos; en este segundo caso se
tratará realmente de la disolución del sindicato (o asociación empresarial). La sentencia
se comunicará a la oficina pública (art. 173).

TUTELA DE LA LIBERTAD SINDICAL Y DEMAS DERECHOS FUNDAMENTALES

El desarrollo del art. 53.2 CE ha sufrido demasiados avatares. Se dispone en ese


artículo que cualquier ciudadano podrá recabar la tutela de las libertades y derechos
reconocidos en los arts. 14 a 30 de la misma Constitución, ante los tribunales ordinarios y
por un procedimiento basado en los principios de preferencia y sumariedad. Se configura
así el llamado amparo judicial, que en lo laboral desarrollan los arts. 175 a 182 LPL.
No existe todavía una norma que desarrolle de modo completo el art. 53.2 CE. Antes de
la promulgación de la Constitución se dictó la Ley 62/1978, de 26 de diciembre, de
protección jurisdiccional de los derechos fundamentales de la persona, que regula los
procesos civil (derogado por la LEC de 2000), penal y administrativo configurándolos
como garantías jurisdiccionales cada uno en su ámbito, pero esa Ley no se refiere al
proceso laboral. Esto llevó al Tribunal Constitucional (STC 55/1983, de 22 de junio) a
declarar que el proceso laboral ordinario era el "cauce natural" de garantía constitucional
cuando se tratara de derechos fundamentales relativos a las relaciones laborales.
272

La Ley Orgánica 11/1985, de 2 de agosto, de libertad sindical, dio un paso más pero
referido a su ámbito y, en su art. 13, dispone que cualquier trabajador o sindicato puede
recabar la tutela de los derechos de libertad sindical por medio del proceso de protección
jurisdiccional de los derechos fundamentales de la persona. Con base en esta norma la
Ley 7/1989, de 12 de abril, de bases de procedimiento laboral, y en su base 30.ª, previó
la regulación de un proceso de protección jurisdiccional de los derechos fundamentales
de la persona pero limitado a la libertad sindical. Con todo, la LPL de 1990 no asumió esa
limitación, sino que reguló, por un lado, la tutela de la libertad sindical (arts. 174 a 179) y,
por otro, la tutela de los demás derechos fundamentales (arts. 180 y 181), y lo mismo
hace la LPL de 1995 cambiando sólo los números de los artículos.
El amparo judicial del art. 53.2 CE se desarrolla procesalmente de modo doble en la LPL,
en la que hay que distinguir:

A) Tutela de la libertad sindical


a) Objeto del proceso

Queda limitado al conocimiento de la lesión de la libertad sindical, sin posibilidad


de acumulación con acciones de otra naturaleza o con idéntica pretensión basada en
fundamentos diversos a la tutela de citada libertad (art. 176). Con todo, sí pueden
formularse peticiones accesorias o que se deriven de la de esa tutela, como son la
reposición de la situación al momento anterior a producirse la lesión, así como la
reparación de las consecuencias derivadas del acto, incluida la indemnización que
procediera (art. 180.1).

Debe tenerse en cuenta que subjetivamente el proceso se limita a los trabajadores


por cuenta ajena, pues el art. 3.1, a) LPL excluye expresamente de la competencia del
orden jurisdiccional social la tutela de la libertad sindical y del derecho de huelga respecto
de los funcionarios públicos y del personal al servicio de entes públicos cuando la
relación se regule por normas administrativas o estatutarias. En estos casos habrá de
estarse a la Ley 62/1978.
Si el demandante insta este proceso y la pretensión interpuesta no queda incluida en el
ámbito del mismo, puede suceder que:
1.º) La tutela pedida no corresponda al orden jurisdiccional social (competencia genérica)
o que no sea de la competencia del órgano concreto ante el que se insta (competencia
objetiva), casos en los que el juzgador rechazará de plano la demanda.
273

2.º) No sea procedente el proceso especial de tutela de la libertad sindical, supuesto en el


que el juzgador tramitará la demanda por el proceso correspondiente, bien el ordinario
bien otro especial, si la demanda reúne los requisitos exigidos por la ley (art. 177.4).
b) Legitimación

1.º) La legitimación activa puede tener un doble significado:


1”) Cuando la lesión del derecho de libertad sindical sea individual, la legitimación se
confiere sólo al trabajador que invoque un interés legítimo. En este caso el sindicato al
que pertenezca el trabajador o cualquier sindicato que ostente la condición de más
representativo pueden personarse como coadyuvantes del trabajador en el proceso, y
esa intervención se entiende como parte accesoria por lo que no podrán ni recurrir ni
continuar el proceso con independencia de las partes principales (art. 175.1 y 2).
2”) Si la lesión del derecho es colectiva, la legitimación la ostenta el sindicato que invoque
un derecho o interés legítimo.
2.º) La legitimación pasiva no se detalla explícitamente, pero el art. 180.1 se refiere a
"empleador, asociación patronal, Administración pública o cualquier otra persona, Entidad
o corporación pública o privada"; si recordamos lo que dijimos en la lección 4.ª
comprenderemos que esta legitimación se atribuye a aquella persona física o jurídica a la
que el demandante impute la lesión de la libertad sindical.
En estos procesos siempre será parte el Ministerio Fiscal (art. 175.3), al cual no se le
confiere legitimación activa.
b) Tramitación

El proceso se declara urgente (con las consecuencias de los arts. 183, 286.1
LOPJ y 43.4 LPL) y preferente (con los efectos del art. 249 LOPJ) y la preferencia es
absoluta sobre todos los procesos, en la instancia y en los recursos, que se tramiten ante
el mismo órgano judicial (art. 177.1).
La demanda deberá contener los requisitos generales del art. 80 y, además, "deberá
expresar con toda claridad los hechos constitutivos de la vulneración alegada" (art.
177.3), procediéndose en caso contrario a su subsanación conforme al art. 81.1 (art.
177.4). Admitida se citará a las partes para conciliación y juicio para dentro de los cinco
días siguientes, pero mediando un mínimo de dos días entre la citación y la celebración
de esos actos (art. 179.1).
La sentencia se dictará en el plazo de tres días, publicándose y notificándose
inmediatamente (art. 179.3) y será ejecutiva desde que se dicte (art. 301).
Cuando el art. 177.3 dice que la demanda contendrá los hechos constitutivos está
alterando lo que dijimos en las lecciones 7.ª y 8.ª sobre la identificación de la pretensión y
274

el contenido de la demanda. En este proceso no basta con que la demanda identifique la


pretensión sino que ha de contener los hechos constitutivos, por lo que no cabrá
ampliación de la demanda, en el inicio del juicio oral, relativa a los hechos o causas de
pedir.
La referencia que hace el art. 177.2 a que la demanda habrá de interponerse dentro del
plazo general de prescripción o caducidad de la acción previsto para las conductas o
actos sobre los que se concrete la lesión a la libertad sindical, no tiene sentido. Respecto
de la caducidad, cuando existe un plazo de este tipo para el ejercicio de "acciones", no se
acudirá a este proceso sino que estaremos ante alguno de los supuestos del art. 182, y
sobre la prescripción debe tenerse en cuenta que no impide el ejercicio de la acción, sino
que en el proceso podrá ser alegada por el demandado.

d) Carga de la prueba

Según el art. 179.2 en el acto del juicio, una vez constatada la concurrencia de
indicios de que se ha producido violación de la libertad sindical, corresponderá al
demandado la aportación de una justificación objetiva y razonable, suficientemente
probada, de las medidas adoptadas y de su proporcionalidad.
Esta norma, que es similar al art. 96, debe interpretarse en el sentido de que:
1) No cabe admitir que la mera alegación por el actor de la existencia de violación de la
libertad sindical suponga la inversión de la carga de la prueba; el actor precisa probar uno
o varios indicios (hechos indiciarios) de los que no llegue a poder presumirse de modo
completo que existe la violación, pero de los que sí pueda deducirse la probabilidad de su
existencia.
2) Al no existir presunción plena de violación, sino sólo juicio de probabilidad, no puede
decirse que al demandado corresponda destruir una presunción, sino que el hecho
indiciario y la probabilidad son el presupuesto para que exista la inversión de la carga de
la prueba.
3) Concurriendo el presupuesto, el demandado debe probar que: *) El acto o la medida
adoptada tiene por sí una justificación objetiva y razonable en lo relativo a su existencia,
de modo que se hubiera producido lo mismo en cualquier circunstancia, y *) El acto o la
medida guardan proporcionalidad al hecho que los generó. Estas dos cosas deben
probarse de modo completo, de modo que si al final del proceso no hay prueba entrará
en juego la regla de la carga de la prueba en virtud de la cual debe sufrir las
consecuencias el demandado que no probó.

e) Contenido de la sentencia
275

Si el juzgador estima la existencia de la vulneración denunciada procederá a:


1.º) Declarar la "nulidad radical" de la conducta antisindical del demandado: La expresión
sirve sólo para reforzar que la nulidad ha de conducir a una ejecución, del resto de la
sentencia, que habrá de ser específica, sin novarse por dinero.
2.º) Condenará al demandado a: *) Cesar inmediatamente en el comportamiento
antisindical, lo que tendrá especial sentido si no se procedió a la suspensión de los
efectos del acto impugnado, *) Reponer la situación al momento anterior a producirse el
comportamiento antisindical, lo que no siempre será posible de hecho si la violación del
derecho consistió en un acto, y *) Reparar las consecuencias derivadas del acto, incluida
la indemnización, lo que suele implicar una obligación de hacer pero, a veces, una
cantidad de dinero.

Algunas de las condenas anteriores están implícitas en la declaración de


vulneración del derecho a la libertad sindical, pero la reparación de las consecuencias y,
sobre todo, la indemnización, precisará de petición expresa con determinación de
cantidad. Al tratarse de peticiones accesorias nada impide que se hagan en conclusiones.
f) Suspensión de los efectos del acto
El art. 178 se refiere a un típica medida cautelar consistente en la suspensión de los
efectos del acto impugnado, si bien se concede de modo limitado, por cuanto:
1.º) Sus presupuestos son: *) La lesión a la libertad sindical ha de ser de aquellas que
impidan la participación de candidatos en el procedimiento electoral o el ejercicio de la
función representativa o sindical respecto de la negociación colectiva, reestructuración de
plantillas u otras cuestiones de importancia trascendental que afecten al interés general
de los trabajadores, con lo que se están excluyendo los casos de interés individual, y *)
Los daños que puedan causarse han de ser de imposible reparación.
2.º) La petición de suspensión ha de hacerse en la demanda y, dentro del día siguiente a
su admisión, el juzgador citará a las partes y al Ministerio Fiscal a una audiencia
preliminar, a celebrar en los dos días siguientes, en la que sólo se admitirán alegaciones
y pruebas sobre la suspensión solicitada. En el mismo acto y de viva voz el juzgador
dictará auto (que no debía ser un auto sino una resolución verbal, art. 49) concediendo o
denegando la suspensión y adoptando, en su caso, las medidas oportunas para reparar
la situación.

B) Tutela de los demás derechos fundamentales


Para los demás derechos fundamentales y libertades públicas caben en la LPL dos
posibilidades:
276

a) En general, tratándose de derechos y libertades, incluida la prohibición de trato


discriminatorio, que incidan en el ámbito de las relaciones jurídicas atribuidas al
conocimiento del orden jurisdiccional social, la pretensión de tutela se tramitará conforme
a lo dispuesto en los arts. 175 a 180, con la única especialidad de que en la demanda se
expresará el derecho o derechos fundamentales que se estimen infringidos (art. 181).
b) En especial, las demandas por despido y por las demás causas de extinción del
contrato de trabajo, las de disfrute de vacaciones, las de materia electoral, las de
impugnación de estatutos de los sindicatos o de su modificación y las de impugnación de
convenios colectivos, en las que se invoque lesión de la libertad sindical u otro derecho
fundamental se tramitarán, inexcusablemente, con arreglo a la modalidad procesal
correspondiente (art. 182).
Del juego conjunto de las dos reglas anteriores se deduce que el amparo judicial previsto
en el art. 53.2 CE tiene en la LPL dos manifestaciones: Una la modalidad prevista en los
arts. 172 a 180 y otra las modalidades procesales a las que se remite el art. 182.
Los problemas se refieren a si las características de la modalidad procesal de los arts.
175 a 180 son aplicables en las otras modalidades cuando en ellas se invoca vulneración
de un derecho fundamental. En nuestra opinión no cabe una respuesta unitaria, sino que
debe distinguirse:
1) Cuando la característica sea de aquellas que viene contemplada en el art. 52.3 CE, el
proceso por el que se otorgue el amparo judicial ha de responder a las mismas, de modo
que en cualquier modalidad han de regir la preferencia y la urgencia.
2) Si la característica se ha introducido en la LPL, pero no viene impuesta por el art. 53.2
CE, no podrá extenderse a las otras modalidades lo previsto para la modalidad de los
arts. 175 a 180.

PROCESOS ENTRE COOPERATIVAS DE TRABAJO ASOCIADO Y SOCIOS


TRABAJADORES
La Ley 27/1999, de 16 de julio, de cooperativas, establece en su art. 87.1 la competencia
del orden jurisdiccional social para conocimiento de cuantas cuestiones contenciosas se
susciten entre la cooperativa de trabajo asociado y el socio trabajador relacionadas con
los derechos y obligaciones derivados de la actividad cooperativizada.
El socio trabajador asume un status mixto por cuanto, al mismo tiempo, es socio de la
cooperativa y presta su actividad de trabajo, con lo que es titular de dos relaciones
jurídicas y sólo una de ellas es laboral. De ahí que el citado art. 87 establezca a
continuación que Los conflictos no basados en la prestación del trabajo, o sus efectos, ni
277

comprometidos sus derechos en cuanto aportante de trabajo y que puedan surgir entre
cualquier clase de socio y las cooperativas de trabajo asociado, estarán sometidos a la
jurisdicción del orden civil.
Para la modalidad procesal debe destacarse:
1.º) Reclamación previa: La presentación de la demanda exige el agotamiento de la vía
cooperativa previa, durante la cual quedará suspendido el plazo de caducidad e
interrumpido el de prescripción.
2.º) Deben distinguirse dos supuestos:
1') Si no existe modalidad procesal en la LPL para conocer de una determinada cuestión,
la remisión se entiende hecha al proceso ordinario.
2') Si en la LPL sí existe modalidad procesal para la pretensión concreta que ejercita el
socio trabajador, debe estarse entonces a la aplicación supletoria de las normas de la
misma en la LPL.
278

Capítulo V
LOS MEDIOS DE IMPUGNACION
LECCION 13.ª
En general. Reposición. Suplicación

LOS MEDIOS DE IMPUGNACION: CONCEPTO Y CLASES

Los medios de impugnación son instrumentos legales puestos a disposición de las


partes —y excepcionalmente del Ministerio Fiscal— para intentar la reforma o anulación
de las resoluciones judiciales. Todos ellos se basan en la posibilidad del error humano
que aconseja examinar más de una vez la pretensión-resistencia para evitar, en lo
posible, las resoluciones injustas.
Existen algunos instrumentos que, aun usándose respecto de ellos de palabra
"impugnación" o "recurso", no pueden ser considerados medios de impugnación:
1.º) Los actos de los órganos judiciales que declaran de oficio la nulidad de los actos
procesales (art. 240.2 LOPJ).
2.º) Los actos de parte que tienden a contradecir actos de la parte contraria, como es el
escrito del recurrido impugnando el escrito de interposición o formalización del recurso
por el recurrente (art. 195, 212 y 224 LPL).
3.º) El llamado recurso de aclaración de sentencias (art. 267 LOPJ) y el juicio de
responsabilidad civil de jueces y magistrados (arts. 184.2 y 185.2 LPL, 411 a 413 LOPJ y
403.2 LEC), porque no se dirigen a atacar una resolución pretendiendo su reforma o
anulación.

El criterio fundamental para distinguir entre los medios de impugnación se refiere


a la naturaleza de la resolución impugnada:
a) En sentido amplio la impugnación puede referirse a las sentencias que han alcanzado
firmeza, por lo que la impugnación abre un nuevo proceso por medio de una pretensión
distinta de la que fue resuelta en el proceso cuya resolución final se impugna.
b) En sentido estricto la impugnación se refiere a resoluciones que no han alcanzado
firmeza, incidiendo sobre un proceso todavía pendiente y prolongado su pendencia,
impidiendo que la resolución impugnada se convierta en firme; la pretensión y resistencia
de la instancia se continúan en la impugnación, en la que el actor sigue pidiendo la
279

condena del demandado y éste su no condena. Dentro de esta impugnación se


subdistingue entre:
1.º) Remedios: El segundo examen que implica la impugnación se confía al mismo
órgano que dictó la resolución impugnada, de modo que los remedios no tienen efecto
devolutivo.
2.º) Recursos: El segundo examen se atribuye a un órgano judicial distinto y superior
(iudex ad quem) del que dictó la resolución impugnada (iudex a quo), por lo que lo
característico de los recursos es el efecto devolutivo. A su vez, dentro de los recursos, se
distingue entre:
1') Ordinarios: La ley no establece un número limitado de motivos que condicionan su
admisión, por lo que el iudex ad quem tiene los mismos poderes que el a quo, pudiendo
extender su conocimiento a todo lo que fue discutido en la instancia; el recurso ordinario
tipo es el de apelación, que no existe en el proceso laboral.

2') Extraordinarios: Existen unos motivos de impugnación taxativamente


determinados por la ley, de modo que los poderes del órgano ad quem están limitados al
examen de esos motivos; el recurso de casación es el extraordinario tipo.
En el proceso laboral existen los siguientes medios de impugnación:
A) En sentido estricto:
a) Remedios:
1) Reposición (arts. 184 y 186)
2) Súplica (arts. 185 y 186)
b) Recursos:
1) Suplicación (arts. 188 a 202)
2) Casación (arts. 203 a 215)
3) Casación para la unificación de doctrina (arts. 216 a 226)
4) Queja (art. 187)
B) En sentido amplio:
1) Revisión (art. 234)
2) Audiencia al rebelde (art. 183)

LOS REMEDIOS (O RECURSOS NO DEVOLUTIVOS)


Contra las providencias y autos se concede un medio de impugnación que debe ser
resuelto por el mismo órgano que dictó la resolución que se impugna, es decir, que
carece de efecto devolutivo. En la LPL se distinguen dos clases de remedios que se
280

diferencian exclusivamente por el órgano judicial que dicta la resolución, unipersonal en


la reposición y colegiado en la súplica.

Estos medios de impugnación se denominan legalmente recurso pero nos parece


más adecuado llamarles doctrinalmente remedios para distinguirlos de los verdaderos
recursos. La diferencia reside en que los primeros no tienen efecto devolutivo, mientras
que éste es constitutivo en los segundos. Con todo, y para no confundir podemos hablar
también de recursos no devolutivos.

La tradicional distinción entre reposición y súplica ha desaparecido en la LEC de


2000, en la que se procedido a unificar el remedio con el nombre único de reposición. Por
ello en la Disp. Adicional 11.ª se da nueva redacción al art. 186 LPL

A) Reposición

Se da contra las providencias y autos dictados por los Juzgados de lo Social (art.
184.1), si bien existen algunas excepciones.
Las excepciones son de varias clases:
1.ª) En unos casos se excluyen de la reposición todas las providencias y autos que se
dicten en una modalidad procesal, y así el art. 184.3 lo hace respecto de los procesos de
conflictos colectivos y de impugnación de convenios colectivos, aunque sí es recurrible el
auto de declaración inicial de incompetencia del Juzgado.
2.ª) Otras veces se encuentran en la LPL normas expresas de exclusión de cualquier
recurso, y así los arts. 76.3, 78, 87.2 y 89.2, y aún debe tenerse en cuenta que, dada la
remisión a la LEC cuando ésta se aplique supletoriamente y excluya la reposición
también debe entender excluida en el proceso laboral.
3.ª) Contra el auto que resuelve la reposición no vuelve a darse otra vez reposición,
aunque puede caber suplicación (art. 184.2).

B) Súplica

Cabe contra las providencias de no mera tramitación y los autos que dicten los
órganos colegiados, es decir, las Salas de lo Social de los Tribunales Superiores de
Justicia, de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo (art. 185.1).
Las excepciones a la recurribilidad son:
281

1.ª) Las providencias de mera tramitación, y por ellas se entienden las resoluciones en
las que la Sala se limita a dar a las actuaciones el curso establecido en la ley procesal,
sin realizar valoración alguna y sin afectar a los derechos y cargas de las partes.
2.ª) Las mismas tres que hemos visto antes para la reposición, y así pueden verse los
arts. 184.3, 87.2, 89.2, 198.3, 223.2 y 231.1; y 185.2.

C) Disposiciones comunes

Dado que la naturaleza de la reposición y la súplica es la misma algunas de sus


disposiciones son comunes:
a) Procedimiento
Los dos remedios se sustanciarán de conformidad con lo dispuesto en la LEC para la
reposición, dice el art. 186 LPL, con lo que debe estarse a los arts 451 a 454 LEC:
1.º) La reposición y la súplica deben interponerse en el plazo de cinco días (art. 452
LEC), siempre por escrito y con copias. En el escrito debe expresarse la infracción en que
la resolución hubiera incurrido a juicio del recurrente.

La reposición no necesita firma de letrado, pero la súplica unas veces no (cuando


la Sala conozca de la instancia) y otras sí (cuando la Sala esté conociendo de un
recurso).
2.º) Con las copias presentadas se dará traslado a la otra u otras partes, las cuales
dentro de los cinco días siguientes podrán impugnar el "recurso"; el plazo es común si los
recurridos son varios (art. 453 LEC).
3.º) No hay actividad probatoria alguna.
4.º) En la súplica previa propuesta del magistrado ponente y en la reposición sin más, el
órgano judicial habrá de dictar auto resolutorio en el plazo de cinco días una vez
transcurrido el plazo de impugnación y hayan presentado o no escrito el o los recurridos
(art. 453.2 LEC).
b) Efectos
Por esencia reposición y súplica carecen de efecto devolutivo, pero además los arts.
184.1 y 185.1 LPL también les privan de efecto suspensivo.

Por efecto devolutivo debe entenderse que las actuaciones se elevan a un órgano
distinto y superior del que dictó la resolución que se impugna, y de él carecen por esencia
los remedios. Pero además carecen también de efecto suspensivo, lo que supone que
continúa la tramitación del procedimiento, el cual no se interrumpe por la interposición del
282

remedio, evitándose así dilaciones; la estimación del remedio producirá la nulidad de lo


actuado con posterioridad a la resolución impugnada.
c) Resolución
Los dos remedios se resuelven por medio de auto, en el que el órgano judicial podrá:
1.º) Inadmitir el remedio: El auto declarará la inadmisión del remedio, sin entrar en el
fondo, si no concurrieran los presupuestos procesales.

2.º) Pronunciarse sobre el fondo: El órgano judicial podrá desestimar o estimar el


remedio, pero a la estimación sólo podrá darse el contenido pedido por la parte
recurrente.
En la instancia del proceso laboral se dicta un número limitado de providencias y autos,
que son resoluciones escritas, mientras que son más numerosas las resoluciones
verbales (art. 49.2). Contra estas últimas no cabe ni reposición ni súplica, pero sí puede
manifestarse la protesta [arts. 89.1, b), y 189.1, d)] para dejar abierta la posibilidad de
recurrir contra la sentencia.
Respecto de las diligencias de ordenación del secretario los arts. 288 y 289 LOPJ y 52
LPL regulan su "revisión", que tiene naturaleza muy especial al no tratarse ni de un
remedio ni de un recurso (lección 5.ª).

LOS RECURSOS: LA REGLA DE LA INSTANCIA UNICA


El proceso laboral se ha basado tradicionalmente en el sistema de instancia única, frente
al de doble instancia propio del proceso civil. Las razones para ello son dos: 1) El deseo
de lograr un proceso breve y simple, y 2) El principio de oralidad en la instancia que
dificulta extraordinariamente la existencia de una segunda.
Lo anterior supone que en el proceso laboral no ha existido ni existe recurso ordinario y,
especialmente, que no se regula un recurso de apelación, sino que existen sólo recursos
extraordinarios. Esos recursos son el de suplicación, contra las resoluciones dictadas por
los Juzgados de lo Social, y el de casación, contra las resoluciones dictadas en la
instancia por la Sala de lo Social de los Tribunales Superiores de Justicia y de la
Audiencia Nacional. En la lección 14.ª veremos el sentido de la casación para unificación
de doctrina.

Con lo dicho debe ser evidente que el proceso laboral no está regido por la regla
del doble grado de jurisdicción. Esta presupone un sistema de organizar el proceso en
virtud del cual se establecen, para toda controversia susceptible de ser examinada en
cuanto al fondo, dos sucesivas decisiones sobre la pretensión interpuesta, dictadas por
283

dos órganos judiciales distintos, de modo que la segunda decisión debe prevalecer sobre
la primera. Lo importante de esta regla es que el órgano judicial superior ha de poder
pronunciarse sobre todo el objeto del proceso, con lo que los recursos extraordinarios no
suponen doble grado jurisdiccional.

No puede dejar de llamarse la atención sobre la imprecisión con que maneja los
conceptos procesales la doctrina laboralista. Desde 1993 hemos explicado con
reiteración (sobre todo en Comentarios a la Ley de Procedimiento Laboral, Madrid, 1993,
Editorial Civitas, tomo II, pero también en las anteriores ediciones de esta Introducción)
que en el proceso laboral no existe doble grado de jurisdicción, y a pesar de ello todavía
parece no haber comprendido lo que supone ese doble grado o instancia.

EL RECURSO DE SUPLICACION

Contra las resoluciones (no todas, luego diremos cuáles) dictadas por los
Juzgados de lo Social se concede este recurso del que conoce la Sala de lo Social de los
Tribunales Superiores de Justicia [arts. 6, b) y 188.1].
Es este un recurso exclusivo del proceso laboral que se caracteriza porque:
1) No es un recurso de apelación: La apelación es un recurso para el que la ley no
establece motivos determinados, por lo que el recurrente es libre a la hora de fijar el
contenido de su impugnación, mientras que en la suplicación existen motivos tasados, lo
que supone que el Tribunal Superior de Justicia sólo puede controlar aspectos concretos
de la resolución que se impugna, teniendo su poder limitado a ese control; no todo lo que
se discutió en la instancia puede volver a discutirse en el recurso.
2) Es un recurso extraordinario: La limitación de los motivos y con ella la de los poderes
del Tribunal Superior, lleva necesariamente a la conclusión de que se está ante un
recuerdo extraordinario, el cual además tiene naturaleza casacional en el sentido de que,
si suplicación y casación no es lo mismo como veremos, no puede negarse que se trata
de recursos que responden a una misma concepción. En este sentido la STC 3/1983, de
25 de enero, afirmó que suplicación y casación no se diferencian más que en la cuantía
de la pretensión y en el procedimiento (aunque ahora, después de la LPL de 1990 y en la
vigente de 1995 las diferencias no son exactamente esas).
284

A) Resoluciones recurribles
Según el art. 189 para determinar qué resoluciones de los Juzgados de lo Social son
recurribles en suplicación ante los Tribunales Superiores de Justicia es preciso distinguir
según el tipo de resolución.
a) Sentencias
En principio las sentencias de los Juzgados son recurribles en suplicación, pero esa regla
general tiene dos matizaciones:
1.ª) Negativas: De modo expreso se declara que no son recurribles algunas sentencias
con base en dos criterios:
1') Materia: Se excluyen del recurso las sentencias relativas a fecha de disfrute de
vacaciones, concreción horaria y determinación del período de disfrute en permisos por
lactancia y reducción de la jornada por motivos familiares, materia electoral, clasificación
profesional e impugnación de sanciones por faltas que no sean muy graves y por faltas
muy graves no apreciadas judicialmente.

2') Cuantía: No son recurribles las sentencias dictadas en reclamaciones de


cuantía igual o inferior a 300.000 pesetas (1.803 euros).
Si la existencia o no de recurso se basa en la cuantía es imprescindible que la ley ofrezca
inmediatamente las reglas para determinar la misma, y eso es lo que hace el art. 190,
que debe ser completado con el art. 251 LEC/2000. Cabe distinguir:
1.º) Supuestos de proceso único: Si estamos ante una pretensión única, ésta puede ser:
1') De condena: Cuando se trate de obligaciones dinerarias de pago único debe estarse a
la cantidad pedida por el actor en conclusiones, si se trata de obligaciones periódicas
vitalicias se estará a diez anualidades y cuando las obligaciones sean periódicas pero
tengan un plazo inferior a diez años la cuantía se calculará por el importe total de lo
reclamado. Cuando las obligaciones no sean dinerarias se reducirán a dinero por el
precio medio. En último caso puede ocurrir que se trate de prestaciones de cuantía
absolutamente inestimables y entonces el recurso deberá ser admitido.
2') Puras y constitutivas: Es preciso estimar la posible incidencia dineraria de la
prestación entre las partes y estar a esa cuantía, pero si ello no es posible se tratará de
pretensión inestimable.
2.º) Supuestos de acumulación: Cuando se trate de acumulación exclusivamente
objetiva, tanto sea inicial como sucesiva, se estará a la suma de todas las pretensiones,
salvo en el caso de reconvención en que se estará a la pretensión cuantitativamente
mayor. También en el caso de acumulación objetivo-subjetiva lo normal será estar a la
pretensión cuantitativamente mayor.
285

2.ª) Positivas: En contra de la regla de la no recurribilidad de las reclamaciones de


cuantía no superior a 300.000 ptas., se establecen algunas excepciones de modo que,
independientemente de la cuantía, sí cabe recurso:
1') En algunos procesos, que son:
*) Despido, conflictos colectivos, impugnación de convenios colectivos, impugnación de
estatutos de los sindicatos (o asociaciones empresariales) y tutela de la libertad sindical y
demás derechos fundamentales y libertades públicas.
*) Seguridad social, cuando versen sobre reconocimiento o denegación del derecho a
obtener prestaciones de la misma, incluida la de desempleo, así como sobre el grado de
invalidez aplicable.

Hay que distinguir, pues, entre reconocimiento de derechos, que sí es recurrible, y


controversias sobre la cuantía del derecho, en las que sólo cabe recurso cuando esa
cuantía supere las 300.000 ptas. en la diferencia entre lo pedido y lo reconocido. La
controversia sobre el grado de invalidez siempre es recurrible.
2') En todos los procesos cabrá el recurso cuando la cuestión debatida afecte a todos o a
un gran número de trabajadores o beneficiarios de la Seguridad Social.

La afectación, pues, puede referirse a procesos de Seguridad Social y a cualquier


reclamación, independientemente su cuantía. La afectación puede haber sido admitida
por las dos partes o puede ser notoria, pero en caso contrario habrá de ser alegada y
probada por la parte que luego pretenda recurrir [arts. 85.4 y 189.1, b)].

3') En atención al contenido de la sentencia, esto es, cuando decida sobre la


competencia del Juzgado por razón de la materia.
Cuando lo que el recurrente pretende es que el Tribunal Superior se pronuncie sobre la
competencia por la materia concurren dos circunstancias muy especiales:
1) No se trata de un recurso extraordinario, sino de un verdadero recurso de apelación
pues el Tribunal Superior puede valerse de todos los materiales existentes en las
actuaciones.
2) Si por el fondo del asunto no se concede suplicación, el Tribunal Superior sólo podrá
pronunciarse sobre la competencia.
A pesar de lo que dice el art. 189.1, e), II, no existe norma especial relativa al contenido
de la sentencia cuando ésta se pronuncie sobre la competencia por razón del lugar.

4') En referencia a la finalidad del recurso, es decir, si lo que el recurrente


pretende es que se subsane una falta esencial del procedimiento o la omisión del intento
de conciliación previa cuando ésta es obligatoria, casos en los que siempre cabe recurso
286

de suplicación sea cual fuere la materia o la cuantía, si bien ha de haberse protestado en


tiempo y forma y la falta en el procedimiento ha de ser las que producen indefensión.
b) Autos
De todos los autos que puede dictar en el proceso un Juzgado de lo Social sólo son
recurribles tres:
1.º) El que resuelva el remedio de reposición interpuesto contra el auto en que el
juzgador, acto seguido de la presentación de la demanda, se declare incompetente por
razón de la materia (lección 2.ª).
2.º) El que declare no haber lugar al requerimiento de inhibición, siempre que se dicte en
asunto respecto del que quepa suplicación.
3.º) Los que decidan el remedio de reposición interpuesto contra las resoluciones
dictadas en ejecución de sentencia, siempre que la sentencia ejecutoria hubiere sido
recurrible en suplicación, cuando resuelvan puntos sustanciales no controvertidos en el
pleito, no decididos en la sentencia o que contradigan lo ejecutoriado (lección 15.ª).

B) Motivos del recurso


El recurso no puede tener objeto distinto del especificado en los motivos del art. 191, por
lo que el recurrente no puede limitarse a mostrar su disconformidad con la sentencia
impugnada, sino que debe citar concretamente la letra o letras del artículo en las que
basa su recurso. Si el recurso ha de centrarse en esos motivos, con lo que los poderes
del Tribunal Superior de Justicia se limitan a su control, no cabe alegar en el recurso
cuestiones nuevas, esto es, cuestiones no suscitadas en la instancia.
a) Quebrantamiento de forma
El recurso puede pretender "reponer los autos al estado en que se encontraban en el
momento de haberse infringido normas o garantías del procedimiento que hayan
producido indefensión", y para que sea estimado es preciso que:
1.º) En las actuaciones de la instancia se haya infringido una norma procesal o una de las
garantías procesales explícitas en la Constitución, sobre todo en el art. 24.
2.º) Se cite por el recurrente la norma o garantía cuya infracción se denuncia.
3.º) El defecto procesal sea invocado precisamente por la parte que no lo provocó.
4.º) La infracción tiene que ser de tal índole que haya producido indefensión, de modo
que no todas las infracciones procesales dan lugar a este motivo.

La indefensión consiste, dice la STC 89/1986, de 1 de julio, "en un impedimento


del derecho a alegar y de demostrar en el proceso los propios derechos y, en su
manifestación más trascendente, es la situación en que se impide a una parte, por el
287

órgano judicial en el curso del proceso, el ejercicio del derecho de defensa, privándola de
ejercitar su potestad de alegar y, en su caso, justificar sus derechos e intereses para que
le sean reconocidos o para replicar dialécticamente las posiciones contrarias en el
ejercicio del indispensable principio de contradicción".

5.º) Se haya formulado protesta en tiempo y forma, pidiendo la subsanación de la


falta, con el fin de que no pueda considerarse consentida.
Naturalmente la protesta no puede exigirse cuando la infracción procesal se ha producido
en un momento en el que la parte carece de la oportunidad para protestar, pero en otro
caso ha de realizarse en el momento en que cometió la infracción, no posteriormente.
El requisito se complica cuando se advierte que existen tres clases de normas procesales
a estos efectos:
1) Aquellas cuya infracción puede estimarse de oficio por el juzgador de instancia y
también por el tribunal ad quem, sin necesidad de que las partes las aleguen como
motivo del recurso; se trata de los casos de nulidad de los actos procesales de los arts.
238 a 240 LOPJ.
2) Aquellas cuya infracción debe ser denunciada por la parte y por este motivo, radicando
su virtualidad en que se ha producido indefensión.
3) Las que su infracción no causa ni nulidad de oficio ni indefensión, de modo que ni
siquiera son amparadoras de este motivo.
b) Revisión de los hechos probados
También puede pretenderse en el recurso "revisar los hechos declarados probados, a la
vista de las pruebas documentales y periciales practicadas", pero para ello es preciso
que:
1.º) El error puede ser tanto positivo (dar como probados hechos contrarios a los que se
desprenden de los medios probatorios) como negativo (negar u omitir hechos que se
desprenden de las pruebas documental o pericial).
2.º) El error ha de ser evidente, sin necesidad de conjeturas ni hipótesis o razonamientos.
3.º) El error ha de tener trascendencia en el fallo.
4.º) El recurrente no ha de limitarse a decir qué hechos impugna, sino que debe concretar
cómo quedaría redactado el hecho probado en la sentencia si se estimara su recurso.

5.º) El error ha de ponerse de manifiesto precisamente por las pruebas


documentales o periciales que obren en autos.
Esto significa que:
1') Quedan excluidos todos los demás medios de prueba, los cuales no son alegables en
suplicación.
288

2') El documento o el dictamen pericial ha de haber sido unido a los autos en momento
procesal oportuno.
3') El recurrente ha de citarlos concretamente, no siendo admisible una alegación
genérica de la prueba documental o de la pericial.
4') No se exige clase concreta para el documento, pero sí que sea útil, suficiente o idóneo
para justificar el error del juzgador en la instancia.
5') Los mayores problemas sobre la prueba pericial se presentan cuando en los autos
existen dictámenes contradictorios, y entonces la valoración de los mismos hecha por el
juzgador de instancia puede ser repetida por el Tribunal Superior.

6.º) Es posible por este motivo poner de manifiesto que no existe en los autos
prueba alguna que se refiera al hecho concreto impugnado, en cuyo caso no podrá
alegarse (porque es imposible) documento o pericia concreta.
c) Examen de las normas aplicadas
Por último, cabe pretender en el recurso "examinar las infracciones de normas
sustantivas o de la jurisprudencia", siendo preciso:
1.º) Por "normas" debe entenderse toda norma jurídica general que esté incluida en el
sistema de fuentes.

2.º) Por "jurisprudencia" se entiende la doctrina que emana de modo reiterado de


las sentencias del Tribunal Supremo, debiendo citarse por lo menos dos y existiendo
identidad entre ellas y el caso cuestionado en el proceso.
Este requisito debe matizarse teniendo en cuenta que:
1') Los Tribunales Superiores y la Audiencia Nacional no forman jurisprudencia, que es
obra del Tribunal Supremo.
2') Tratándose de sentencia dictada por el Tribunal Supremo en unificación de doctrina
una sola es suficiente.
3') Según el art. 5.1. LOPJ los tribunales interpretarán y aplicarán las leyes y los
reglamentos según los preceptos y principios constitucionales, conforme a la
interpretación de los mismos que resulte de las resoluciones dictadas por el Tribunal
Constitucional en todo tipo de procesos.

3.º) Se viene sosteniendo que las normas citadas como infringidas han de ser
materiales o sustantivas, no procesales.

Esta afirmación no es del todo correcta. Es cierto que generalmente la norma


determinante del contenido del fallo de la sentencia será material, pero existen ocasiones
en que ese contenido vendrá determinado por una norma procesal, como sucede cuando
289

se denuncia en el recurso cosa juzgada, incongruencia, contradicción en el fallo y error


de derecho en la apreciación de la prueba.
4.º) La infracción ha de haber determinado el contenido del fallo de la sentencia de
instancia, pues el recurso no se da contra los argumentos más o menos acertados que se
den en la fundamentación de la misma.
5.º) Desde el punto de vista formal el recurrente debe citar la norma concreta o la
jurisprudencia específica que considera infringidas, lo que supone que no basta con la
alegación genérica de una ley o de la jurisprudencia en general.

C) Procedimiento
El procedimiento del recurso es único sea cual fuere el motivo alegado por el recurrente.
Si se interpone el recurso por dos o más motivos su orden de alegación es precisamente
el del art. 191, pero en todo caso existe un único procedimiento de tramitación, el cual en
parte se realiza ante el Juzgado que dictó la resolución que se recurre y en parte ante el
Tribunal Superior de Justicia que debe decidir el recurso.
a) Anuncio del recurso
Esta primera fase del recurso se realiza ante el Juzgado y en la misma puede
distinguirse:
1.º) El objeto de esta fase es únicamente hacer constar el propósito de la parte de
entablar el recurso, de modo que en ella no se indica el motivo o motivos por los que se
interpondrá después. Sí es preciso proceder al nombramiento de abogado (para ello vid.
después en Disposiciones comunes).

2.º) El recurso puede ser anunciado sólo por quien ha sido parte en la instancia.
El que las partes sean los únicos legitimados no quiere decir que hayan de realizar el
anuncio personalmente; puede hacerlo (art. 192.1):
1') La propia parte personalmente.
2') El representante, si en la instancia se confió la representación por alguna de las
formas previstas en los arts. 18, 19, 20 y 22.
3') El abogado que asistió a la parte en el juicio oral, aunque no tuviese otorgada
representación.
3.º) El anuncio del recurso deberá hacerse en el plazo de cinco días, contados desde el
siguiente a la notificación de la resolución que se impugna, y formalmente puede hacerse
de tres maneras:
290

1') Por la mera manifestación, hecha por los que pueden anunciar, en el momento de
efectuarse la notificación de la resolución de su propósito de entablarlo; la manifestación
se hará oralmente y se reflejará en la diligencia de notificación.
2') Por comparecencia en el Juzgado, dentro del plazo legal.
3') Por escrito presentado en el Juzgado en dicho plazo.

4.º) En el tiempo de anuncio del recurso puede tenerse que proceder a realizar
uno de estos dos tipos de consignaciones, la del art. 228 o la del art. 192.2 a 4.
Si la sentencia condena al luego recurrente al pago de una cantidad determinada será
preciso que aquél, si no goza del beneficio de justicia gratuita (lección 4.ª), acredite haber
consignado en el Banco Bilbao Vizcaya y en la "Cuenta de Depósitos y Consignaciones"
del Juzgado, la cantidad importe de la condena; esta consignación puede sustituirse por
aval bancario en el que deberá hacerse constar la responsabilidad solidaria del avalista
(art. 228, y lección 14.ª).
Si la sentencia es de Seguridad Social y reconoce al demandante el derecho a percibir
prestación periódica:
1) Cuando la sentencia condene a cualquier persona (salvo a una Entidad gestora de la
Seguridad Social), anunciado el recurso, el juzgador dictará providencia ordenando que
se dé traslado a la Entidad gestora o Servicio común para que fije el capital importe de la
pensión a percibir y, luego, requerirá al recurrente condenado para que consigne en la
Tesorería General de la Seguridad Social ese capital, con el apercibimiento de que de no
hacerlo se pondrá fin la tramitación del recurso (art. 192.2 y 3).
2) Cuando la sentencia condene a una Entidad gestora, deberá presentar en el Juzgado,
al anunciar el recurso, certificación acreditativa de que comienza el abono de la
prestación de pago periódico y de que lo proseguirá puntualmente durante la tramitación
del recurso (art. 192.4).
5.º) Realizado el anuncio el juzgador dictará una de estas tres resoluciones:

1') Providencia por la que admite el recurso, si el anuncio se ha hecho en tiempo y


forma (art. 193.1).

2') Auto por el que se concede al recurrente plazo de cinco días para que proceda
a la subsanación, si en el anuncio se ha incurrido en defectos u omisiones subsanables;
si no se subsana se dictará otro auto poniendo fin al recurso y la sentencia impugnada
quedará firme (art. 193.3).
Son defectos u omisiones subsanables:
291

1) La insuficiencia de la consignación del importe de la condena o de su aseguramiento


(no la falta).
2) La no acreditación de la representación debida por quien anuncia el recurso.
3) La presentación del resguardo de 25.000 ptas., a que se refiere el art. 227 no es un
requisito de este momento, a pesar de lo que dice el art. 193.3 (lección 14.ª).

3') Auto teniendo por no anunciado el recurso, cuando se incurrió en defectos no


subsanables (art. 193.2).
Esta resolución debe dictarse cuando:
1) La resolución impugnada no sea recurrible en suplicación.
2) Se ha incumplido el requisito de consignar o asegurar, tanto en la modalidad de
condena al pago de cantidad (la falta es insubsanable, la insuficiencia es subsanable),
como en la de prestaciones periódicas de la Seguridad Social.
b) Interposición del recurso

Si el recurso es admitido por el Juzgado, en la misma resolución se acordará


poner los autos a disposición del abogado designado por la parte para que, en el plazo de
un día, se haga cargo de ellos y proceda a la interposición del recurso en los diez días
siguientes; este plazo correrá cualquiera que sea el momento en que el abogado recoja
los autos puestos a su disposición (art. 193.1).

Los arts. 47 y 48 se muestran reacios a que los autos originales salgan de la


secretaría del Juzgado o Sala y sólo lo admiten en casos textualmente determinados;
éste es uno de ellos. Lo que importa es que la entrega física de los autos se ha sustituido
por la puesta a disposición, de modo que ha de ser el abogado del recurrente el que se
pase por el Juzgado a retirar los autos y el plazo para interponer el recurso no empieza a
correr desde que los recoja, sino desde que se le notifica que están a su disposición.
El escrito de interposición del recurso se presenta, pues, en el plazo de diez días, y ante
el Juzgado que dictó la resolución impugnada, con tantas copias como partes recurridas
(art. 194.1). Ese escrito constará de los siguientes requisitos:
1.º) Encabezamiento: Dirigido a la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia,
aunque se presente en el Juzgado, se hará constar la identificación de la parte
recurrente, del abogado que asume la representación con la forma en que ha sido
conferida, la resolución que se impugna y los autos en que recayó.

2.º) Motivación: La importancia de esta parte del escrito proviene de la existencia


de motivos limitados, de modo que tiene que quedar perfectamente identificado el motivo
o motivos del recurso.
292

En síntesis el esquema formal ha de ser el siguiente:


1') Debe citase el art. 189 y dentro de él el número y letra en que se concede el recurso.
2') Ha de citarse el art. 191 y dentro de él la letra que identifica el motivo o motivos. Si el
recurso se interpone por varios motivos ha de respetarse el orden lógico del art. 191.
3') Si se recurre por el motivo de quebrantamiento de forma, debe citarse la norma
procesal que se estime infringida o la garantía, especificando que se produjo indefensión
y cómo, y citando cómo y cuándo se efectuó la protesta.
4') Cuando se trata de revisar los hechos declarados probados, debe indicarse el hecho o
hechos que se impugnan o la adición que se pide, ofrecer texto alternativo e indicar el
documento o pericia (o parte de los mismos) que evidencia el error cometido por el
juzgador de instancia.
5') Si se pretende revisar la aplicación de las normas sustantivas o de la jurisprudencia,
debe indicarse, primero, si se trata de norma o de jurisprudencia; tratándose de norma
debe citarse concretamente ésta y si es de jurisprudencia deben citarse dos sentencias
del Tribunal Supremo (o una si se dictó en casación para la unificación de doctrina y
también una si es del Tribunal Constitucional).
Después de la cita requerida por cada motivo deberá razonarse la pertinencia y
fundamentación de los motivos (art. 194).
3.º) Súplica: Depende del motivo alegado, de modo que:

1') Si se alegó quebrantamiento de forma, se pedirá la declaración de nulidad de


lo actuado desde que se cometió la falta y que se repongan las actuaciones a aquel
momento.
2') En los otros dos motivos, se pedirá que se revoque en todo o en parte la resolución
impugnada y que se dicte otra en la que se estime o desestime la demanda, según quien
sea el recurrente.
También deberá pedirse de modo accesorio que se devuelvan la consignación y el
depósito.
4.º) Firma de abogado: El escrito necesariamente ha de estar firmado por abogado, y si
éste no asume la representación harán falta dos firmas, la del representante y la del
abogado.
5.º) Domicilio: Se hará constar en el escrito un domicilio en la localidad donde radique la
Sala de lo Social del Tribunal Superior a efectos de notificaciones (art. 196).
6.º) Documentos: Al escrito deberá acompañarse el resguardo acreditativo de que se ha
efectuado el depósito de 25.000 ptas., a que se refiere el art. 227.
Presentado el escrito, el juzgador debe dictar una de estas tres resoluciones:
293

1.ª) Providencia por la que se admite el escrito de interposición del recurso y se pasa a la
fase de sustanciación (art. 195).

2.ª) Auto por el que se concede plazo para la subsanación de defectos u


omisiones subsanables (art. 195); si no se subsana se inadmitirá el escrito y se declarará
firme la resolución impugnada.
La LPL no especifica aquí ni el plazo, ni cuáles son los defectos u omisiones
subsanables, pero:
1') Son subsanables: La falta de copias del escrito (debe estarse al art. 518í LEC), la falta
del resguardo acreditativo del depósito (art. 227), la falta de firma de abogado y la no
fijación del domicilio.
2') No es subsanable: El incumplimiento del plazo de diez días para la presentación del
escrito.
El juzgador no puede convertirse en controlador del cumplimiento de los requisitos
internos del escrito, es decir, de los relativos a la motivación y a la súplica, pues de lo
contrario sería un ayudante del recurrente y un controlador de algo que él no debe
decidir.
3.ª) Auto por el que se inadmite el escrito y se declara la firmeza de la resolución
impugnada.
c) Sustanciación del recurso
La tramitación de esta fase se divide entre el Juzgado y la Sala de lo Social del Tribunal
Superior de Justicia, de modo que hay que precisar:
1.º) Ante el Juzgado
Admitido el escrito de interposición del recurso, el Juzgado proveerá, en el plazo de tres
días, dando traslado de la copia del mismo a la parte recurrida, para que ésta formule su
escrito de impugnación del recurso, en el plazo de cinco días (art. 195). El escrito de
impugnación sólo tiene dos requisitos formales: Debe estar firmado por abogado y en él
debe designarse un domicilio en la localidad sede de la Sala de lo Social del Tribunal
Superior.
En este escrito el abogado del recurrido debe plantear su defensa atendiendo a dos tipos
de argumentos:
1) Debe examinar si se han cumplido todos los presupuestos y requisitos del recurso, es
decir: *) Si procede o no el recurso de suplicación, con base en el art. 189, *) Si se han
cumplido los plazos propios, *) Si se han realizado la consignación y el depósito, *) Si el
recurrente tiene legitimación, gravamen y ha actuado con abogado y *) Si se ha incurrido
en algún defecto formal.
294

2) Atenderá luego al fondo del recurso y se opondrá a la estimación del mismo, alegando
en torno a la no concurrencia de los motivos.
En todo caso debe tenerse en cuenta que lo único que puede pedir el recurrido es que el
recurso no sea estimado.

Transcurrido el plazo de cinco días para impugnar el recurso, háyase presentado


o no el escrito de impugnación, el Juzgado, dentro de los días siguientes, elevará las
actuaciones a la Sala de lo Social del Tribunal Superior (art. 195), sin emplazar a las
partes ante ella.
2.º) Ante la Sala
Recibidas las actuaciones en la Sala, aparte de su registro, la primera actuación será la
de nombrar magistrado ponente (art. 203 LOPJ) y a partir de ahí la tramitación puede ser:
1') Normal: Si a propuesta del magistrado ponente la Sala acuerda la admisión sin más
del recurso, los únicos trámites ante la Sala son los generales de los arts. 249 y ss. de la
LOPJ, es decir, señalamiento de día para la deliberación y votación, realización de este
acto y dictar la sentencia en el plazo de diez días a contar desde el mismo,
procediéndose a su notificación, a las partes y al Ministerio Fiscal (art. 199).
2') Anormal: Sobre la tramitación normal anterior pueden incidir cinco posibilidades de
actuaciones que pueden considerarse extraordinarias y que son:

*) Subsanación en cuanto a la forma: Si la Sala, a través de la propuesta del


magistrado ponente, aprecia defectos u omisiones formales en el recurso, deberá en
primer lugar prever sobre ellos.
Esos defectos u omisiones pueden ser:
1) Insubsanables: Deberá advertir del defecto, concediendo plazo a las partes para que
aleguen y si después sigue estimando que el defecto es insubsanable debe dictar auto de
inadmisión del recurso.
2) Subsanables: Habrá de conceder plazo no superior a ocho días para que se proceda
por la parte a la subsanación; si se trata de defecto achacable al recurrente y éste no
subsana, se dictará auto declarando inadmitido el recurso y firme la resolución
impugnada (art. 196).

*) Inadmisión en cuanto al fondo: La Sala puede inadmitir el recurso por haber ya


desestimado en el fondo otros recursos en supuestos sustancialmente iguales (art. 198).
De lo que se trata es de que si un tipo de asunto ha sido ya resuelto por la Sala varias
veces, y en el sentido de desestimar el recurso, no es preciso que recursos posteriores
295

realicen toda la tramitación hasta la sentencia, pudiendo ser inadmitidos en este


momento y por auto, con lo que simplifica la tramitación y se aligera el trabajo de la Sala.

Esta finalidad es imposible de conseguir con el procedimiento que debe seguirse


para dictar el auto de inadmisión por razones de fondo. Basta leer el art. 198 para darse
cuenta de que el procedimiento anormal de inadmisión es mucho más complicado que el
procedimiento normal que antes hemos indicado, por lo que una Sala tendrá más trabajo
si se dedica a inadmitir por razones de fondo que si admite todos los recursos por esta
causa y los tramita normalmente.
*) Acumulación de recursos: Se regula en los arts. 33 y 232 por lo que la examinaremos
al abordar las disposiciones comunes a los recursos de suplicación y casación.
*) Presentación de documentos: El art. 231 se refiere a esta presentación que veremos
en las disposiciones comunes.
*) Alegación de hechos sobre derechos fundamentales: También se regula en el art. 231
y en el mismo lugar la estudiaremos.

D) Decisión del recurso


Si en la sustanciación del recurso se ha seguido la tramitación normal o si se han
superado los obstáculos de la tramitación anormal, la Sala dictará sentencia en el plazo
de diez días a contar desde el día de la deliberación y votación, notificándose a las partes
y al Ministerio Fiscal (art. 199.1).

A partir de esa notificación se abre otro plazo de diez días para que pueda
prepararse el recurso de casación para la unificación de doctrina; si no se prepara este
recurso, la Sala declarará la firmeza de su sentencia y devolverá las actuaciones al
Juzgado de procedencia, con certificación de aquélla, para que, si la parte la insta, se
proceda a la ejecución (art. 199.2).
a) Pronunciamientos principales
El contenido de la sentencia de la Sala viene condicionado por el motivo del art. 191 que
se haya alegado, y así:
1.º) Si el recurso versaba sobre el quebrantamiento de forma del art. 191á), la sentencia
podrá desestimarlo, con lo que se confirmará la sentencia recurrida (salvo que existan
además otros motivos), o estimarlo, con la consecuencia de declarar la nulidad de
actuaciones desde que se cometió la falta, ordenando que se proceda a reponerlas a ese
momento para que se repitan; si la falta se cometió en el juicio oral será preciso repetirlo
completamente (art. 200).
296

2.º) Cuando el recurso se haya fundado en los motivos b) y c) del art. 191, la sentencia
podrá desestimarlo totalmente, confirmándose la sentencia recurrida, o estimarlo, con lo
que se revocará en todo o en parte la sentencia recurrida, realizándose por la Sala el
pronunciamiento en cuanto al fondo del asunto.
b) Pronunciamientos accesorios
Junto a los anteriores, y dependiendo de ellos, la Sala tendrá que decidir sobre aspectos
complementarios:
1.º) Si la sentencia de la Sala desestima el recurso y confirma la resolución recurrida,
deberá al mismo tiempo:
1') Condenar a la pérdida de la consignación del importe de la condena (art. 202.1); se
trata de las consignaciones de los arts. 192.2 y 3, y 228.
2') Mandará que se mantenga el aval bancario hasta que el condenado haya cumplido la
sentencia (art. 202.3); se trata del aseguramiento del art. 228.
3') Ordenará la pérdida del depósito de 25.000 ptas. (art. 202.4); se trata del depósito del
art. 227.
4') Se impondrá al recurrente, salvo que goce del beneficio de justicia gratuita, las costas,
que se resuelven en los honorarios del abogado del recurrido, cuyo importe fijará la Sala
en cuantía no superior a 100.000 ptas. (art. 233).
5') Si el juez a quo impuso en la instancia la multa del art. 97.3, la Sala la confirmará o no,
pero siempre motivadamente (art. 202.2).
2.º) Cuando la sentencia de la Sala estime el recurso y revoque totalmente la sentencia
de instancia, en el fallo se dispondrá:
1') La devolución de las consignaciones y del depósito (art. 201.1).
2') La cancelación del aval bancario (art. 201.1).
3.º) Si la sentencia de la Sala estima el recurso y revoca en parte la sentencia del
Juzgado, habrá de ordenar:
1') La devolución parcial de las consignaciones (art. 201.2).
2') La cancelación parcial del aval bancario (art. 201.2).
3') La devolución total del depósito de 25.000 ptas. (art. 201.3).

En todo caso en la notificación de la sentencia deberá indicarse a las partes (arts.


248.4 LOPJ y 100 LPL) que contra la misma cabe recurso de casación para la unificación
de doctrina, con el detalle del plazo, consignaciones y depósito que habrán de efectuarse.

DISPOSIONES COMUNES A LOS RECURSOS DE SUPLICACION Y DE CASACION


297

En la LPL, en los arts. 227 a 233, se regulan una serie de instituciones que se declaran
comunes a los recursos de suplicación y de casación (las dos casaciones).

El lugar normal para el estudio de estas instituciones comunes es, precisamente,


el que ocupan en la LPL, esto es, después de haber examinado los recursos de
suplicación y de casación. Con todo, vamos a examinar aquí esas instituciones porque
estamos pretendiendo destacar la importancia del recurso de suplicación frente a las dos
casaciones, dado el número de recursos de una y otra clase.

A) Depósito
En los recursos extraordinarios es constante la exigencia de que el recurrente deposite
una cantidad de dinero como requisito para la admisión del recurso mismo, depósito con
el que el legislador pretende garantizar su seriedad. A ese depósito es al que se refiere el
art. 227.

Su cuantía es diferente para la suplicación (25.000 ptas.) y las casaciones (50.000


ptas.) y están exentos del depósito, en general, las personas que gozan del beneficio de
justicia gratuita.
Más específicamente el art. 227 exceptúa de la necesidad del depósito a:
1) Trabajadores y causahabientes suyos.
2) Beneficiarios del régimen público de la Seguridad Social.
3) Estado, Comunidades Autónomas, Entidades locales y Organismos autónomos
dependientes de todos ellos (INEM y Fogasa).
4) Quienes gocen del beneficio de justicia gratuita (ahora asistencia jurídica gratuita) (y lo
tienen las Entidades gestoras de la Seguridad Social).
5) El Ministerio Fiscal.
El depósito se constituye en el Banco Bilbao Vizcaya, en la "Cuenta de Depósitos y
Consignaciones" que cada órgano judicial tiene en el mismo, y ante el Juzgado o Sala se
presenta el resguardo acreditativo de que se ha efectuado:
1.º) En suplicación: Al tiempo de interponer el recurso (la contradicción entre los arts.
193.3 y 227.2 debe resolverse a favor de este último).
2.º) En casaciones: En el momento de personarse ante la Sala de lo Social del Tribunal
Supremo.
La sentencia que resuelva el recurso tiene que pronunciarse sobre este depósito; si el
recurso es desestimado, se ordenará la pérdida del mismo y se ingresará en el Tesoro
298

Público; si el recurso es estimado, en todo o en parte, se ordenará la devolución del


importe del depósito al recurrente.

B) Consignación del importe de la condena

Cuando el demandado ha sido condenado en la sentencia a pagar una cantidad


de dinero y recurre contra la misma será indispensable que proceda a esta consignación
(art. 228).
Esta consignación atiende a los casos en que se condena en la sentencia a una cantidad
líquida de dinero. Caso distinto es el de que se condene a una prestación periódica de
Seguridad Social, supuesto que sólo puede darse en los procesos de esa naturaleza, que
son siempre competencia de los Juzgados y en los que sólo es posible el recurso de
suplicación, por lo que la regulación se encuentra en el art. 192.
La consignación del importe de la condena a que aquí nos referimos cumple cuatro
finalidades:
1) Evitar recursos meramente dilatorios.
2) Garantizar el cumplimiento de la sentencia recurrida, si llega a confirmarse.
3) Sustituir a la medida cautelar de embargo preventivo.
4) Facilitar la ejecución provisional.

Están obligados a hacer la consignación todos los recurrentes que no gocen del
beneficio de justicia gratuita, con lo que se efectúa una remisión a los arts. 25 y 26, pero
además se excluyen de la consignación al Estado, Comunidades Autónomas, Entidades
locales y Organismos autónomos dependientes de todos ellos (art. 227.4), aparte
naturalmente del Ministerio Fiscal.
La carga se refiere únicamente a las sentencias de condena en las que se imponga una
prestación líquida en dinero, pero los problemas prácticos han venido refiriéndose al juicio
de despido:
1) Nulo: Sólo habrá de consignarse el importe de los salarios de tramitación, pues es la
única condena dineraria que se establece en las sentencias declarando nulo el despido.
2) Improcedente: Si el empresario opta por la readmisión también deberá consignar el
importe de la condena alternativa de indemnización, además de los salarios de
tramitación; si la opción corresponde al trabajador representante y ha elegido la
readmisión no será preciso consignar el importe de la condena alternativa de
indemnización.
La consignación tiene en realidad dos modalidades:
299

1.ª) Consignación en metálico: Se efectúa en el Banco Bilbao Vizcaya y en la


"Cuenta de Depósitos y Consignaciones" que cada órgano judicial tiene abierta en el
mismo; en el Juzgado o Sala se presentará el resguardo acreditativo de que la
consignación se ha efectuado.
2.ª) Aseguramiento por aval bancario: El recurrente puede no consignar en metálico sino
sustituir éste por aval bancario, en el que se hará constar que el avalista asume
responsabilidad solidaria, y en este caso en el Juzgado o Sala se presentará el
documento del aval.

En cualquier caso uno u otro documento habrá de presentarse en el momento de


anunciar el recurso de suplicación o de preparar los recursos de casación.
A pesar de que la LPL se refiere únicamente a la consignación en metálico y al aval
bancario, el TC ha entendido que cabe también otros medios de aseguramiento, como la
hipoteca unilateral, y ello a pesar de que con esta decisión se está suplantado la decisión
del legislador.
En la sentencia que se dicte en el recurso deberá efectuarse pronunciamiento sobre esta
consignación o aseguramiento. Si el recurso es desestimado, la sentencia dispondrá la
pérdida de lo consignado o el mantenimiento del aseguramiento hasta que el condenado
cumpla la sentencia o hasta que se resuelva la realización del aval bancario (art. 202.1 y
3, 215 y 226.3). Si el recurso es estimado totalmente, se dispondrá la devolución de la
consignación y la cancelación del aseguramiento (arts. 201.1, 214.1 y 226), y si es
estimado en parte de modo que se condena a una cantidad inferior de la que se
condenaba en la sentencia recurrida, se dispondrá la devolución parcial de lo consignado
o la cancelación parcial de lo asegurado (arts. 201.2, 214.2 y 226.3).

C) Nombramiento de abogado
La defensa por medio de abogado es obligatoria en los recursos (art. 21.1) y de ahí que
el art. 229 prevea cómo debe procederse al nombramiento del mismo, aunque se refiere
sólo al recurrente. La designación puede hacerse:
1.º) De abogado de confianza: El recurrente puede designar al abogado que estime
conveniente, asumiendo el pago de sus honorarios, incluso en el caso de que tenga
concedido el beneficio de justicia gratuita.
El tiempo para hacer la designación es:
1) Suplicación: En el tiempo concedido por el art. 192.1 para anunciar el recurso y ante el
Juzgado.
300

2) Casaciones: Puede hacerse bien en el plazo para preparar el recurso y ante la Sala a
quo (arts. 206 y 218) bien en el tiempo del emplazamiento y ante la Sala ad quem (arts.
207.1 y 220).
La forma puede ser por mera comparecencia o por escrito, y en este segundo caso si no
se acompaña poder notarial no será necesaria ratificación.

Si al mismo tiempo que se nombra abogado no se designa representante, se


entiende que el abogado asume la defensa técnica y la representación.

2.º) De abogado de oficio: Cuando el recurrente goza del beneficio de justicia


gratuita y no nombra abogado de su confianza, se le nombrará abogado del turno de
oficio.
Esta designación habrá de hacerse:
1) Suplicación: Pasado el plazo del anuncio del recurso, al día siguiente procederá el
Juzgado a que se nombre el abogado.
2) Casaciones: De los arts. 208.2 y 3, 220 y 229.4 se desprenden dos posibilidades:
*) Que el recurrente al preparar la casación pida expresamente abogado del oficio: El
Tribunal Supremo al día siguiente del vencimiento del plazo del emplazamiento procederá
al nombramiento, y
*) Que el recurrente no haga esa petición: A pesar de la falta del requisito formal de la
petición si el recurrente gozó del beneficio de justicia gratuita en la instancia debe
procederse igualmente a la designación de abogado de oficio.

Para cuando se proceda a la designación de abogado del turno de oficio el art.


230 regula la excusa de la defensa por ser insostenible la pretensión.

D) Presentación de documentos y alegación de hechos


El art. 231 parte de dos prohibiciones que son consustanciales a los recursos
extraordinarios: No pueden aportarse en ellos documentos materiales, es decir, los que
son medios de prueba, y no cabe hacer alegaciones de hechos que no resulten ya de las
actuaciones, esto es, no cabe suscitar cuestiones nuevas. Frente a esas dos
prohibiciones el art. 231 establece a continuación dos excepciones:

1.ª) El recurrente puede presentar alguno de los documentos comprendidos en el


art. 506 LEC. La remisión está hecha a la LEC/1881, y hoy debe entenderse hecha al art.
270 LEC/2000, si bien este artículo debe adaptarse al proceso laboral.
De esa adaptación resulta que los documentos a presentar pueden ser:
301

1') De fecha posterior al acto del juicio oral en la instancia, atendido que es en el juicio
cuando se presentan normalmente los documentos materiales (no junto con la demanda);
en este caso lo normal es que con el documento se alegue un hecho nuevo, pero
teniendo en cuenta que ese hecho no puede alterar la causa de pedir de la pretensión
(lección 7.ª).
2') De fecha anterior al acto del juicio oral, y entonces es posible: *) O que el recurrente
tenga que justificar que no tenía conocimiento del documento en aquel momento, *) O
que no pudo adquirir el documento por causas a él no imputables, aunque en el acto del
juicio tuvo que hacer mención del archivo o protocolo donde se encontraba el documento.
En estos dos casos no cabrá alegar hecho nuevo.

2.ª) También puede presentar escrito que contenga elementos de juicio


necesarios para evitar la vulneración de un derecho fundamental.
Esta alegación requiere que:
1') Se refiera a hechos nuevos o de nuevo conocimiento y normalmente vendrá
acompañada de la presentación de un documento.
2') El fin perseguido ha de ser necesariamente el evitar la vulneración de un derecho
fundamental, no de cualquier otro derecho.

La utilización de estas dos excepciones presupone la presentación de un escrito,


que suspenderá el trámite de inadmisión del recurso de los arts. 198 y 211, y del que
deberá darse traslado, por tres días, a la parte contraria, para que ésta alegue sobre la
admisibilidad de la excepción y sobre el fondo, resolviendo después la Sala lo que
proceda.
Los problemas de las dos excepciones atienden a:
1.º) En el auto que debe dictarse inmediatamente lo único que debe resolver la Sala es si
el documento o la alegación son admisibles por cumplir los requisitos del art. 231.
2.º) Si la excepción es admisible, en la sentencia que se dicte al final del recurso cabe
que:
1') La Sala entienda que el documento o la alegación no puede alterar al relato fáctico de
la sentencia de instancia recurrida, y entonces lo declarará así y entrará a resolver el
recurso.
2') Por el contrario la Sala considere que el documento o la alegación pueden alterar el
resultado producido en la instancia, y entonces declarará la nulidad de las actuaciones y
las repondrá al momento del señalamiento para el juicio oral; en ese nuevo juicio se
tomarán en cuenta el documento y la alegación a los efectos de dictar la sentencia que
proceda.
302

Al referirse el documento y la alegación a hechos que pueden alterar el sentido de la


resolución judicial, estas excepciones no son posibles en el recurso de casación para la
unificación de doctrina.

E) Acumulación de recursos
Esta acumulación es la que se regula en los arts. 33 (con el complemento de los arts.
34.2 y 35) y 232.
Hay que tener en cuenta que la expresión "acumulación de recursos" puede tener dos
sentidos:
1) El general, según el cual cuando contra una misma resolución se interpongan dos o
más recursos todos se sustanciarán y decidirán en un mismo procedimiento (pieza), que
es aplicable en el proceso laboral.
2) El especial de la LPL que se refiere a cuando dos o más recursos se interponga contra
distintas resoluciones.
Esta acumulación se permite cuando concurran los siguientes requisitos:

1.º) Conexión subjetiva: Una de las partes en los dos o más recursos a acumular
ha de ser la misma.
2.º) Conexión objetiva: Ha de existir "identidad de objeto".

Por "identidad" debe entenderse realmente igualdad; no puede exigirse que los
dos recursos tengan identidad de objeto porque ello supondría que en los dos se está
manteniendo la misma pretensión. La palabra "objeto" se refiere a los recursos, de modo
que en los dos o más se persiga la obtención del mismo fallo formal. No se trata, pues, de
que los objetos de los dos o más procesos, respecto de los que se interponen los
recursos, sean iguales, sino que se trata de igualdad entre los recursos.
La acumulación puede pedirse por las partes o acordarse de oficio por la Sala, después
de que se haya decidido la admisión de los recursos (arts. 198 y 199; 209 y 211; y 224) y
antes del señalamiento para la votación y fallo o, en su caso, para la vista. Antes de
decidirla la Sala oirá (por escrito) a las partes personadas de todos los recursos, en el
plazo de cinco días comunes a todas ellas, y después dictará el auto de acumulación, a
partir del cual se tramitará un único procedimiento, con un solo magistrado ponente, y se
dictará una única sentencia, la cual habrá de contener tantos pronunciamientos como
recursos se acumularon.
303

F) Costas
A pesar de su escasa técnica lo que el art. 233 está disponiendo es que:
1.º) La sentencia que estime el recurso no puede hacer pronunciamiento alguno sobre los
honorarios de los abogados.
2.º) La sentencia que desestime el recurso de suplicación o de casación impondrá al
recurrente, de modo preceptivo, el pago de los honorarios del abogado del recurrido,
fijando su importe que no podrá exceder de 100.000 ptas., en la suplicación y de las
150.000 ptas., en las casaciones.
3.º) De esos honorarios será acreedora la parte recurrida, no su abogado; aquélla pagará
a éste según lo convenido entre ellos.
4.º) De la imposición de honorarios están exentos los recurrentes que gocen del beneficio
de justicia gratuita (no lo está el Estado, las Comunidades Autónomas, las Entidades
locales y los Organismos autónomos dependientes de todos ellos).
5.º) En principio no ha lugar a la imposición en el recurso sobre procesos en conflictos
colectivos, pero si la Sala estima que hubo temeridad en el recurso cabe la imposición de
los honorarios.
304

LECCION 14.ª

Casación. Unificación de doctrina. Queja. Impugnación de la cosa juzgada

EL RECURSO DE CASACION
Al distribuirse la competencia objetiva entre los Juzgados de lo Social (art. 6), las Salas
de lo Social de los Tribunales Superiores de Justicia [art. 7, a)] y la Sala de lo Social de la
Audiencia Nacional (art. 8) y para conceder un recurso contra las resoluciones que todos
esos órganos dictaran en la instancia, ha sido preciso regular dos recursos distintos
aunque tengan la misma naturaleza:
1) El de suplicación se da contra las resoluciones que dicten los Juzgados y lo deciden
las Salas de lo Social de los Tribunales Superiores de Justicia [arts. 7, b) y 188].
2) El de casación se da contra las resoluciones que dicten en la instancia las Salas de lo
Social de los Tribunales Superiores de Justicia y de la Audiencia Nacional y lo decide la
Sala Cuarta del Tribunal Supremo [arts. 9, a), y 203.1].

El recurso de casación, atendida la competencia objetiva en la instancia de las


Salas de lo Social de los Tribunales Superiores de Justicia y de la Audiencia Nacional, es
cuantitativamente menos importante que el de suplicación, aunque cualitativamente
pueda referirse a asuntos de más trascendencia.
La casación tiene su origen en la Revolución Francesa, pero el modelo español de la
misma se caracteriza porque:
1.º) Es un verdadero recurso y de naturaleza extraordinaria, en el sentido de que,
primero, se dirige contra resoluciones que no son firmes y, segundo, tiene limitados los
motivos.
2.º) Es un recurso por medio del que se trata de tutelar los derechos subjetivos de las
partes, pero también de unificar la jurisprudencia, de modo que los dos fines son
inseparables.

A) Resoluciones recurribles
a) Sentencias: Las dictadas por las Salas de lo Social de los Tribunales Superiores de
Justicia y de la Audiencia Nacional precisamente cuando conocen de un asunto en la
instancia [arts. 7, a), 8, 202.1 y 204, 1.º]. Esta casación no se da contra las sentencias
dictadas por los Tribunales Superiores de Justicia al conocer del recurso de suplicación.
305

b) Autos: De los que dicten las Salas dichas son recurribles:


1.º) Los que resuelvan el recurso de súplica interpuesto contra la resolución en que la
Sala, acto seguido a la presentación de la demanda se declare incompetente por razón
de la materia (arts. 5.4 y 204, 3.º).
2.º) Los que decidan el recurso de súplica interpuesto contra los que en ejecución de
sentencia dicten dichas Salas, cuando resuelvan puntos sustanciales no controvertidos
en el pleito, no decididos en la sentencia o que contradigan lo ejecutoriado (art. 204, 2.º).

B) Motivos del recurso


El art. 205 contiene una enumeración de los motivos que es exhaustiva y además de
entre ellos el Tribunal Supremo sólo puede entrar en el examen del o de los alegados por
el recurrente.
a) Abuso, exceso o defecto en el ejercicio de la jurisdicción
El recurrente puede denunciar:
1.º) La infracción, por exceso o defecto, de los arts. 21 y 25 LOPJ que determinan la
extensión y límites de la jurisdicción española.
2.º) La infracción, por exceso o defecto, de las normas de distribución de asuntos entre la
Jurisdicción y la Administración.
3.º) La infracción, siempre por exceso o defecto, de los arts. 9.5 y 10 LOPJ y 1 y 2 LPL,
que declaran la competencia genérica de los órganos jurisdiccionales del orden social.
Nos hemos referido siempre al exceso y defecto y nunca al abuso de jurisdicción porque
entre abuso y exceso no hay diferencias, por lo que la alusión del art. 205, a) al abuso es
inútil.
b) Incompetencia o inadecuación del procedimiento

Se mezclan en este apartado dos motivos diferentes:


1.º) Incompetencia: Se refiere a las normas de competencia dentro del orden
jurisdiccional social, es decir, a los arts. 6, 7, 8, 10 y 11 LPL.
2.º) Inadecuación del procedimiento: Independientemente de lo solicitado por la parte
demandante el tribunal debe dar al proceso el trámite previsto en la ley, pero siempre se
puede haber incurrido en error en la determinación del procedimiento.
c) Quebrantamiento de las formas esenciales:
Se incluyen aquí dos motivos de muy diferente alcance:

1.º) Errores producidos en la aplicación de las normas procesales durante la


operación lógica que realiza al juzgador para dictar sentencia.
306

Hay que estimar incluidas aquí:


1') La infracción del art. 218 LEC con los requisitos de claridad, precisión, exhaustividad y
congruencia (lección 10.ª).
2') La infracción de la invariabilidad de la sentencia una vez dictada (arts. 214 LEC y 267
LOPJ).
3') La infracción del deber de motivar las resoluciones (arts. 120.3 CE, 208 LEC, 247 y
248 LOPJ).
4') La infracción del art. 97.2 LPL sobre la necesidad de declarar los hechos probados.
5') La infracción del art. 99 LPL sobre la liquidez de las sentencias.

2.º) Errores producidos en la aplicación de las normas procesales desde la


iniciación del proceso hasta la sentencia (excluida ésta), con lo que se hace referencia a
la nulidad y anulabilidad de los actos procesales (lección 5.ª).
Para la configuración del motivo han de concurrir los siguientes requisitos:
1') Infracción de una norma o garantía procesales.
2') La norma ha de poder calificarse de esencial (las garantías son siempre esenciales).
3') El recurrente ha de haber quedado en situación de indefensión.
4') La parte perjudicada ha de haber protestado en tiempo y forma.
d) Errores en la apreciación de la prueba
En la valoración de la prueba se pueden cometer dos errores:
1.º) De derecho: Si el juzgador desconoce una norma que atribuye valor legal a un medio
de prueba está cometiendo un error de derecho y como tal incluido en el apartado e) de
este artículo 205. Este apartado d) produce el efecto de dar especial realce al error de
derecho en la apreciación de la prueba documental, que debe denunciarse por este
apartado.
2.º) De hecho: Los documentos en general son destacados por el legislador para que,
aun cuando no tengan valor legal, sirvan para poner de manifiesto el error fáctico en que
ha incurrido el juzgador de instancia, con lo que el Tribunal Supremo puede revisar los
hechos probados comparándolos con lo que se deduce de los documentos obrantes en
autos, siempre que no estén contradicho por otros medios de prueba.
e) Infracción del ordenamiento jurídico

Se trata de los errores cometidos en la estimación o desestimación de la


pretensión, por lo que generalmente se refieren a infracción de normas materiales o
sustantivas, pero también pueden ser procesales en cuanto éstas sirvan para determinar
el sentido de la resolución de fondo.
307

C) Procedimiento
Es único sea cual fuere el motivo alegado por el recurrente e incluso si alega varios.
a) Preparación del recurso

Se trata en esta fase de hacer constar, simplemente, el propósito de la parte de


entablar el recurso. La preparación puede hacerla la propia parte, el representante de la
misma (arts. 18, 19 y 20) y el abogado, aunque éste no tuviera la representación (art.
206.1), y las formas posibles son tres: 1) La mera manifestación hecha en el momento
de notificarse la resolución que se quiere impugnar, 2) La comparecencia ante la
secretaría de la Sala en el plazo legal, y 3) El escrito presentado dentro del plazo legal.
Ese plazo es de diez días, contados desde el siguiente a la notificación de la sentencia o
auto (art. 206). Al tiempo de la preparación del recurso debe realizarse la consignación
del importe de la condena o su aseguramiento por aval bancario, conforme al art. 228.
Hecha la preparación por la parte, la Sala debe dictar una de estas tres resoluciones:
1.ª) Providencia teniendo por preparado el recurso.
2.ª) Auto teniendo por no preparado el recurso cuando la resolución no sea recurrible en
casación, el recurrente no hubiera consignado el importe de la condena o no hubiera
asegurado y cuando se haya intentado preparar fuera del plazo legal (art. 207.2).
3.ª) Auto concediendo plazo no superior a diez días para que se proceda a la
subsanación de los efectos u omisiones subsanables; si la subsanación se produce se
tendrá por hecha la preparación y si no se subsana se pondrá fin a la tramitación del
recurso (art. 207.3).

En la misma resolución en la que tenga por preparado el recurso, la Sala a quo


ordenará emplazar a las partes para que comparezcan ante la Sala de lo Social del
Tribunal Supremo, bien en el plazo de quince días si tuviesen su domicilio en la
Península, bien el de veinte días cuando residan fuera de ella, y ordenará que se remitan
las actuaciones a esa Sala dentro de los cinco días siguientes al del emplazamiento (art.
207.1).
b) Personación ante el Tribunal Supremo
Esta segunda fase se realiza ya ante el Tribunal Supremo y en ella deben distinguirse
dos supuestos:
1.º) Con carga de comparecer

Si la parte no goza del beneficio de justicia gratuita asume la carga de personarse


ante el Tribunal Supremo y en el plazo dicho.
Las consecuencias de la no personación son distintas según la parte:
308

1') Recurrente: Si no se persona dentro del plazo el recurso se declarará desierto y se


devolverán las actuaciones a la Sala de procedencia (art. 208.3); si se persona se le
tendrá por recurrente a todos los efectos (art. 208.1). La personación puede hacerla la
parte personalmente o por medio de representante, y si no se hizo antes deberá
designarse ahora abogado (art. 229) y deberá acreditarse que se ha hecho el depósito
de 50.000 ptas. (art. 227).
2') Recurrido: Si no se persona el recurso continuará sin él, pero puede personarse en
cualquier momento posterior si bien asumiendo el recurso en el estado en que se
encuentre.
2.º) Sin carga de comparecer
Si alguna de las partes goza del beneficio de justicia gratuita no tiene la carga de
comparecer, sino que el Tribunal Supremo debe proceder a que se le nombre abogado
del turno de oficio (para el recurrente, arts. 208.2 y 229.4; y para el recurrido, falta norma
expresa, pro es obvia).

Transcurrido el plazo de la personación y recibidas las actuaciones en la Sala del


Tribunal Supremo, ésta debe decidir entre declarar desierto el recurso, conceder plazo
para subsanación de defectos u omisiones y ordenar que continúe su tramitación.
Las resoluciones posibles son:
1) Declarar desierto el recurso, si el recurrente no se personó debiendo hacerlo o si lo
hizo fuera del plazo.
2) Conceder plazo no superior a diez días para que se subsanen los defectos u
omisiones; el art. 211 se refiere al recurrente, pero debe hacerse lo mismo para con el
recurrido, si bien si aquél no subsana se declarará la inadmisión del recurso y si no lo
hace éste se le tendrá sólo por no personado.
3) Acordar que se pongan las actuaciones a disposición del abogado del recurrente para
que se formalice el recurso.
c) Formalización del recurso

Cuando el recurso deba seguir adelante, la Sala acordará que se pongan los
autos a disposición del abogado del recurrente, bien del designado por el mismo bien del
nombrado de oficio, para que en el plazo de veinte días proceda a formalizar el recurso
mediante la presentación del correspondiente escrito.
Si el recurrente tuvo la carga de personarse, el abogado habrá sido designado por él, y si
gozaba del beneficio de justicia gratuita se le habrá nombrado del turno de oficio. Al
abogado se le ponen las actuaciones a su disposición, es decir, no se le entregan en su
despacho sino que es él quien debe pasar por la secretaría de la Sala para recogerlas.
309

Esta es otra excepción a los arts. 47 y 48, y dado el sistema de "entrega", el plazo para
presentar el escrito de formalización empieza a correr desde el día siguiente a la
notificación de la resolución por la que se comunica que los autos están a disposición del
abogado en la secretaría de la Sala (art. 210.1).

En el escrito de formalización del recurso es donde tienen que especificarse


cuáles son los motivos por los que se interpone, y de ahí su importancia pues delimita el
objeto mismo sobre el que el recurso versa y el ámbito de los poderes de la Sala de lo
Social del Tribunal Supremo.
El escrito consta de estos requisitos:
1.º) Encabezamiento: Se dirigirá a la Sala de lo Social del Tribunal Supremo indicando los
datos de identificación de las personas, de las actuaciones y del recurso mismo.
2.º) Concurrencia de presupuestos procesales: Es conveniente destacar en su inicio que
concurren los presupuestos y requisitos para que el recurso sea admitido, es decir, que la
resolución impugnada es recurrible (art. 204), que el recurrente tiene legitimación para
recurrir, que el recurso se preparó, se hizo la personación y se formaliza cumpliendo
todos los requisitos, que se ha hecho la consignación o aseguramiento del importe de la
condena (art. 228) y que se ha acreditado la realización del depósito (art. 227).
3.º) Motivación: En este apartado deberá expresarse:
1') Determinación concreta del motivo del art. 205 (o de los motivos, y entonces el orden
es el de ese artículo y deberán especificarse en párrafos separados y numerados).
2') Si se alegan los motivos a) o b) del art. 205 debe indicarse la clase de infracción,
citando la norma procesal que se estime violada.
3.º) Si se alega infracción de las normas de los actos procesales, debe citarse esa norma,
que se produjo indefensión y que en su momento se protestó.
4') Si el quebrantamiento se produjo en la sentencia, se citará la norma reguladora de
ésta y su carácter esencial.
5') En el error en la apreciación de la prueba, deberá decirse si es de derecho (con cita de
la norma que concede valor legal al documento) o de hecho (con mención específica del
documento concreto que evidencia el error del juzgador de instancia).
6') Si se alega infracción de norma o de jurisprudencia, se dirá si el motivo se refiere a
una u otra y se citará concretamente la norma o las sentencias del Tribunal Supremo.
4.º) Súplica: La petición vendrá condicionada por el motivo alegado y por sus efectos
conforme al art. 213, aparte de las consecuencias accesorias del art. 214. Podrá pedirse
que se realice vista y no acto de votación y fallo.
5.º) Firma de abogado.
310

d) Inadmisión del recurso

Presentado el escrito de formalización del recurso, los autos se pasarán al


magistrado ponente para instrucción por tres días, y éste dará cuenta a la Sala para que
ésta decida sobre la admisión o inadmisión del recurso.
En realidad las resoluciones posibles de la Sala son tres:
1) Admitir sin más el recurso y continuar su tramitación por el art. 212.
2) Acordar que se requiera al recurrente para subsanación, cuando haya incumplido
requisitos subsanables. El art. 211 no se refiere expresamente a esta posibilidad de
subsanación, pero si la Sala se percata en este momento de que falta o está defectuoso
un requisito subsanable, no tiene más opción que propiciar su subsanación.
3) Poner en marcha el trámite de inadmisión regulado en el art. 211.

El art. 211.2 se refiere a la posibilidad de que la Sala ponga en marcha un trámite


de inadmisión, que puede versar sobre las causas siguientes:
1.ª) Falta de los requisitos para recurrir.

Estos requisitos son los procesales, de modo que quedan incluidas las causas
para tener por no preparado el recurso (art. 207.2) y las causas de inadmisión (art. 208).
2.ª) Falta de contenido casacional de la pretensión.

Una interpretación coherente de esta causa debe llevar a concluir que sólo existe
cuando el recurrente no se somete a los motivos del art. 205 y formula el recurso por
razones no incluidas en ese artículo. No creemos que pueda inadmitirse el recurso
porque el escrito de formalización aparezca más o menos fundado. La causa debe ser
procesal, sin relación al fondo del asunto.
3.ª) Desestimación de otros recursos iguales.

De lo que se trata es de que el Tribunal Supremo puede inadmitir el recurso


cuando el mismo tipo de asunto haya sido ya resuelto reiteradamente en un sentido y la
sentencia recurrida haya seguido el criterio del Tribunal Supremo, pues entonces se sabe
de antemano cuál será la solución y realizar todo el trámite hasta el final carece de
utilidad práctica.
Los problemas de estas causas de inadmisión se refieren a su procedimiento. Si se
atiende al regulado en el art. 211 se comprobará que es más complicado que el
procedimiento normal del recurso, por lo que la utilización del mismo no sirve para dar
rapidez a la solución de un recurso ni para hacer que los demás se tramiten más
rápidamente.
e) Sustanciación del recurso
311

Admitido el recurso, parcial o totalmente, pueden producirse dos tipos de tramitación:


1.ª) Normal: En la misma resolución ordenará la Sala que se entreguen los autos
originales, por plazo de diez días, a la parte o partes recurridas (y en este caso
sucesivamente), para formalizar el escrito de impugnación del recurso, teniendo siempre
en cuenta que esa "entrega" es una puesta a disposición para que sean recogidos en la
secretaría de la Sala (art. 212.1).

El escrito de impugnación tiene un único requisito: firma de abogado, y en él se


planteará la defensa en dos escalones; debe atenderse, primero, a si concurren todos los
presupuestos procesales y a si se han cumplido todos los requisitos, con lo que se
cuestionará la admisibilidad del recurso, y luego se atenderá al fondo, es decir, se
alegará sobre la desestimación del recurso argumentando sobre él o los motivos
aducidos por el recurrente.
Si el Ministerio Fiscal fue parte en la instancia, en el recurso será tratado como tal, pero si
no fue parte se le dará, después del escrito de impugnación, traslado de las actuaciones,
por el plazo de diez días, para que informe sobre la procedencia o improcedencia de la
casación pretendida (art. 212.2).
Devueltos los autos por el Fiscal, con su informe, la Sala tiene que optar entre celebrar o
no vista; si elige la vista hará el señalamiento para la misma y, en caso contrario,
señalará para votación y fallo, y en los dos casos para dentro de los diez días siguientes
(art. 212.3). En la LPL no se establece criterio alguno con base en el que tomar esa
decisión. Dentro de los diez días siguientes al de la vista o al de la votación y fallo la Sala
debe dictar la sentencia.
2.ª) Anormal: Sobre la tramitación normal antes dicha pueden incidir varios supuestos de
anormalidad procedimental. A alguno ya nos hemos referido (subsanaciones e
inadmisión) y otros serán aquí simplemente recordados, dado que los vimos en la lección
13.ª en las Disposiciones comunes; se trata de la acumulación de recursos (arts. 33 y
232), la presentación de documentos y la alegación de hechos sobre derechos
fundamentales (art. 231).

D) Decisión del recurso


La sentencia que se dicte en el recurso puede estimar o desestimar el recurso mismo, y
en los dos casos su fallo viene prácticamente determinado por la ley.

a) Sentencia desestimatoria
312

Si se desestima el recurso el fallo no debe decir nada más, en lo que se refiere al


pronunciamiento principal.
Respecto de los pronunciamientos accesorios el fallo debe:
1) Condenar a la pérdida de lo consignado (arts. 215 y 228).
2) Mantener el aseguramiento por aval bancario hasta que se cumpla la sentencia o se
resuelva sobre el mismo (arts. 215 y 228).
3) Condenar a la pérdida del depósito de 50.000 ptas. (arts. 214 y 227).
4) Imponer las costas al recurrente, determinando el importe de los honorarios del
abogado del recurrido en cuantía no superior a 150.000 ptas. (art. 233).
5) Pronunciarse sobre la confirmación o no de la multa del art. 97.3.
Todos estos pronunciamientos dependen de la existencia del hecho mismo previo a cada
uno de ellos, es decir, sólo existirán si hubo consignación, si se aseguró por aval
bancario, etc.

b) Sentencia estimatoria

Si se estima el recurso el contenido del fallo, en lo que se refiere al


pronunciamiento principal, vendrá determinado por el motivo que se estime (art. 213), y
así:
1.º) Exceso o defecto de jurisdicción: Si es exceso se anulará la sentencia de instancia y
se dejará a salvo el derecho de ejercitar la pretensión ante quien corresponda, pero si es
defecto se anulará la sentencia y se devolverán las actuaciones a la Sala de procedencia
para que dicte otra entrando en el fondo del asunto.
2.º) Incompetencia: Si la sentencia de instancia declaró la competencia y entró en el
fondo del asunto, se anulará esa sentencia dejando a salvo el derecho de la parte; si se
declaró la incompetencia y no se entró en el fondo del asunto, se anulará la misma y se
devolverán las actuaciones a la Sala de procedencia para que se dicte otra
pronunciándose sobre el fondo del asunto.
3.º) Inadecuación del procedimiento: A pesar de lo que dice el art. 213, a) lo procedente
será declarar la nulidad de las actuaciones desde el momento de la admisión de la
demanda, haciéndolas retroceder hasta entonces para que se utilice el procedimiento
adecuado.
4.º) Quebrantamiento de forma: Si el quebrantamiento se produjo por infracción de las
normas o garantías de los actos procesales, se declarará la nulidad de lo actuado con
reposición al momento de producirse la falta procesal.
5.º) Quebrantamiento de las normas de la sentencia: Normalmente el Tribunal Supremo,
después de casar la sentencia recurrida, deberá resolver en cuanto el fondo.
313

Con todo, lo anterior no podrá hacerse si la infracción estimada fue la falta de


exhaustividad de la sentencia de instancia (la llamada incongruencia por defecto), si los
hechos declarados probados son insuficientes para que el Tribunal Supremo entre en el
fondo del asunto y si la sentencia recurrida no condenaba a cantidad líquida. En estos
casos se declarará la nulidad de la sentencia y se devolverán las actuaciones para que la
Sala a quo dicte otra.
6.º) Error en la apreciación de la prueba: Se establecerá primero cuáles son los hechos
probados y luego se resolverá lo que corresponda aplicando el derecho.

7.º) Infracción de norma o de jurisprudencia: Casará la sentencia y se pronunciará


sobre el fondo del asunto.
Los pronunciamientos accesorios dependen de que se revoque totalmente o en parte la
sentencia impugnada:
1) Si la revocación es total: Se ordenará la devolución de la consignación del importe de
la condena o la cancelación del aseguramiento y se devolverán las 50.000 ptas., del
depósito (art. 214.1).
2) Si la revocación es parcial: Se ordenará la devolución parcial de la consignación o la
cancelación parcial del aseguramiento, con referencia a la diferencia entre la condena de
la sentencia y la del recurso, y se devolverá el depósito de 50.000 ptas. (arts. 214.2 y 3).

EL RECURSO DE CASACION PARA LA UNIFICACION DE DOCTRINA


Este recurso parte de la constatación de dos circunstancias que se derivan de la
organización de los tribunales del orden social tal y como quedó configurada en la LOPJ
de 1985 y ha tenido que ser asumida en las LPL de 1990 y de 1995:
1.ª) La mayor parte de los procesos laborales deberían finalizar su tramitación ante los
Tribunales Superiores de Justicia, dado que aquellos tienen una instancia ante los
Juzgados de lo Social y un recurso de suplicación ante la Sala de lo Social de esos
Tribunales, debiendo tenerse en cuenta que existen 21 Salas en los 17 Tribunales
Superiores.
2.ª) Al Tribunal Supremo no iban a llegar la mayor parte de los procesos laborales, con lo
que aquél no podría cumplir su función de unificación de la jurisprudencia.
Ante esta situación se ha optado por la creación de un nuevo recurso del que importa
resaltar su:
a) Objeto: Es básicamente la unificación de la jurisprudencia, sin perjuicio de que al
mismo tiempo se atienda a la tutela de los derechos subjetivos de las partes.
314

b) Causa: Es la existencia de al menos una sentencia contradictoria con la recurrida y


dictada por alguno de los órganos judiciales superiores del orden social, de modo que la
contradicción entre dos sentencias se concibe como presupuesto de admisibilidad del
recurso.
c) Motivo: Es una infracción legal cometida en la sentencia recurrida, sin la cual carecería
de sentido la estimación del recurso.

A) Resoluciones recurribles

Son recurribles en esta casación especial "las sentencias dictadas en suplicación


por las Salas de lo Social de los Tribunales Superiores de Justicia" (art. 216).
Con esa regla general se están excluyendo del recurso:
1.º) Otras resoluciones dictadas por las mismas Salas de los Tribunales Superiores, y en
concreto:
1') Las sentencias dictadas en única instancia, pues contra ellas cabe recurso de
casación ordinario (art. 204, 1.º).
2') Los autos dictados por esas Salas; contra algunos de ellos cabe casación ordinaria
(art. 204, 2.º y 3.º) y contra las demás no cabe recurso devolutivo alguno.
2.º) Todas las resoluciones dictadas por órganos judiciales distintos de las Salas de lo
Social de los Tribunales Superiores de Justicia.
En todos estos casos no cabe tampoco recurso en interés de la ley, al haber sido
suprimido por la Disp. Adic. 1.ª.2 LPL.

B) Presupuesto de admisibilidad: la contradicción


La admisibilidad del recurso queda condicionada a la concurrencia de un presupuesto
rígido: la existencia de contradicción entre sentencias.
a) Sentencias contradictorias
Ha de existir, al menos, una sentencia con la que la recurrida sea contradictoria, en el
sentido de que las dos lleguen a pronunciamientos contrarios entre sí. La sentencia con
la que hay que comparar debe ser anterior a la recurrida, firme y proceder de:
1.º) La misma Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia:
2.º) Otra Sala de lo Social del mismo o de distinto Tribunal Superior de Justicia.
3.º) La Sala de lo Social del Tribunal Supremo.

El art. 217 deja fuera de la contradicción las sentencias dictadas por los Juzgados
de lo Social, por razones obvias, pero también las sentencias dictadas por la Sala de lo
315

Social de la Audiencia Nacional, por el extinto Tribunal Central de Trabajo, por otras
Salas del Tribunal Supremo e incluso por la Sala de Conflictos del art. 42 LOPJ (aunque
ésta Sala dicta sólo autos).
b) Identidades
La contradicción entre la sentencia recurrida y la anterior sólo existirá si concurren entre
las dos siguientes identidades:
1.ª) Subjetiva: Si las dos sentencias han de referirse "a los mismos litigantes u otros
diferentes en idéntica situación" (art. 217) dicho está que no es necesario que los
litigantes sean los mismos sino que basta con que entre las partes de uno y otro proceso
exista una misma relación jurídica material.
2.ª) Objetiva: Debe tratarse de "hechos, fundamentos y pretensiones sustancialmente
iguales", dice el art. 217, con lo que está empleando las palabras sin el menor sentido
técnico.
Lo que se quiere realmente decir es que:
1) Los hechos declarados probados en la sentencia recurrida y en la que sirve de
comparación han de ser sustancialmente iguales.
2) Los dos relatos históricos han de ser el supuesto fáctico de una misma norma, es
decir, han de ser sustancialmente iguales desde el punto de vista jurídico.
3) Las peticiones han de ser también sustancialmente iguales en un doble sentido: Han
de referirse al mismo bien de la vida y a la misma clase de tutela judicial.
c) Alegación, acreditamiento y control

Si la finalidad del recurso es básicamente la unificación de doctrina con referencia


a las 21 Salas de lo Social de los 17 Tribunales Superiores de Justicia, la existencia de la
contradicción, como presupuesto de admisibilidad, ha de ser alegada y acreditada por la
parte recurrente, y ha de ser controlada, primero, por la Sala de lo Social del Tribunal
Superior ante la que se prepara el recurso y, después, por la Sala de lo Social del
Tribunal Supremo ante el que se interpone.
Cabe así distinguir entre:
1.º) En el escrito de preparación del recurso del art. 219 ha de ser alegada la existencia
de contradicción, lo que exige cita concreta de la o las sentencias contrarias con la
recurrida.
2.º) La Sala de lo Social del Tribunal Superior no debe admitir el recurso si falta la
alegación y cita anteriores, y éste es un defecto no subsanable.
3.º) La contradicción será argumentada y acreditada en el escrito de interposición del
recurso del art. 222.
316

4.º) La falta de esa argumentación y acreditamiento ha de llevar a la Sala del Tribunal


Supremo a la inadmisión del recurso por incumplimiento de requisitos del recurso.
5.º) En la sentencia deberá examinarse en profundidad si concurre realmente el
presupuesto de la contradicción y, en caso contrario, se desestimará el recurso.

C) Motivo del recurso


Dado que estamos ante un recurso de casación, si bien especial, la naturaleza
extraordinaria del mismo exige limitación en los motivos, de modo que el recurso no
puede ser una instancia. Además la contradicción antes dicha no puede ser motivo del
recurso porque la existencia de la misma, sin más, supondrá su admisión pero no la
estimación. Según el art. 222 el recurso tiene un único motivo: "infracción legal cometida
en la sentencia impugnada".
La referencia a esa "infracción legal" supone, de entrada, que en el recurso no podrán
suscitarse dos tipos de cuestiones:
1.ª) Todo lo relativo a los hechos materiales: Los errores que se hayan podido cometer en
la sentencia recurrida en torno a la existencia o inexistencia de un hecho, no pueden
tener repercusiones en la doctrina jurisprudencial al no ser generalizables, por lo que con
relación a ellos carece de sentido hablar de unificación de doctrina.
2.ª) Lo relativo a hechos procesales: Las cuestiones que puedan suscitarse sobre la
existencia y circunstancias de un acto procesal tampoco pueden tener trascendencia
general, y al quedar limitadas a un caso concreto tampoco respecto de ellas cabe hablar
de unificación de doctrina.
La infracción legal puede entenderse:

1.º) Referida a normas del ordenamiento jurídico o de la jurisprudencia que fueren


aplicables para resolver las cuestiones objeto de debate, siempre que unas y otras sean
materiales.
2.º) Relativa a normas procesales siempre que la infracción se haya cometido en la
sentencia, no en cualquier otro momento anterior a la misma.

Toda la regulación del recurso en la LPL está partiendo del prejuicio de que la
infracción legal se refiere a normas materiales y la posibilidad de unificar la jurisprudencia
respecto de normas procesales fue olvidada. Con todo, esta posibilidad no debe
descartarse, si bien entonces lo que sucederá es que las identidades a que antes nos
hemos referido quiebran y han de adecuarse a este supuesto, teniendo siempre como
razón última la unificación de la jurisprudencia.
317

D) Procedimiento
a) Preparación del recurso

Esta fase se realiza ante la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia que
dictó la sentencia que se impugna, y podrán preparar el recurso cualquiera de las partes
y el Ministerio Fiscal, mediante escrito dirigido a esa Sala presentado dentro de los diez
días siguientes a la notificación de la sentencia que se recurre, con la firma de abogado y
"con exposición sucinta de la concurrencia de los requisitos exigidos" (arts. 218 y 219).
Los "requisitos exigidos" son básicamente dos, aparte del plazo y de la firma de abogado:
1.º) En el escrito se ha de citar concretamente por lo menos una sentencia anterior con la
que es contradictoria la que se recurre. No es este el momento de argumentar ni de
acreditar la contradicción, pero sí de alegarla.
2.º) En el tiempo de la preparación puede tener que realizarse alguna de estas
consignaciones:
1') La relativa al importe de la condena o a su aseguramiento, en los términos del art.
227.
2') La atinente a la Seguridad Social, pues el art. 219.3 se remite al art. 192.

Presentado el escrito de preparación del recurso la Sala a quo debe dictar una de
estas tres resoluciones:
1.ª) Providencia teniendo por preparado el recurso, si se han cumplido todos los
requisitos. En la misma resolución se ordenará emplazar a las partes, conforme al art.
207.1 que regula el emplazamiento en la casación ordinaria, y se ordenará remitir las
actuaciones al Tribunal Supremo.
2.ª) Auto advirtiendo de los defectos u omisiones subsanables, también según lo
dispuesto en el art. 207 para la casación ordinaria; la falta de cita de la sentencia
contradictoria con la recurrida no es subsanable.
3.º) Auto teniendo por no preparado el recurso, cuando se haya incurrido en defecto no
subsanable, siempre según el art. 207.
b) Interposición del recurso
1.º) Si la parte recurrente no gozó del beneficio de justicia gratuita puede optar entre dos
posibilidades:
1') Primero comparecer y luego interponer el recurso: La remisión que hace el art. 220 a
los arts. 208 y 209 supone que la parte puede realizar la personación en forma ante la
Sala Cuarta del Tribunal Supremo, cumpliendo los requisitos del art. 207 y que cabe la
318

subsanación del art. 209, y después proceder a presentar el escrito de interposición del
recurso.

En este caso lo que importa es tener en cuenta que, aun existiendo dos plazos:
uno para comparecer (el del art. 207.1) y otro para interponer el recurso (el del art.
221.1), los dos no son sucesivos sino que corren al mismo tiempo, de modo que el escrito
de interposición ha de presentarse dentro de los quince días siguientes (o veinte si es de
fuera de la Península) a la fecha en que se hizo el emplazamiento.
2') Comparecer e interponer el recurso al mismo tiempo: Cabe que la parte recurrente en
un solo acto y escrito se persone e interponga el recurso, con lo que ha de cumplir los
requisitos propios de la personación (del art. 208, con la subsanación del art. 209) y de la
interposición.
2.º) Cuando el recurrente gozó del beneficio de justicia gratuita en la instancia no tiene la
carga de personarse ante el Tribunal Supremo, sino que éste debe proceder a que se le
nombre abogado del turno de oficio, y después se estará a lo dispuesto en los arts. 230 y
221.2.
El escrito de interposición del recurso se regula en el art. 222 y de él lo que importa es
que:
1.º) Debe expresar la causa del recurso, que es la contradicción, y lo debe hacer
distinguiendo entre:
1') Alegación de la contradicción: Se trata de "una relación precisa y circunstanciada de la
contradicción alegada", es decir, existencia como mínimo de una sentencia contradictoria
y concurrencia de las identidades subjetiva y objetiva.
2') Acreditamiento de la misma: Acompañará copia certificada de la sentencia o
sentencias contrarias con la recurrida; la no aportación de la certificación deberá
subsanarse en el plazo de diez días, a menos que la parte acredite haberla solicitado en
tiempo oportuno y no habérsele expedido, en cuyo caso la Sala Cuarta del Tribunal
Supremo la reclamará de oficio.
2.º) Habrá de fundamentar el motivo del recurso, esto es, "la infracción legal cometida en
la sentencia impugnada".
3.º) Tendrá que referirse al objeto del recurso, es decir, al "quebranto producido en la
unificación de la interpretación del derecho y la formación de jurisprudencia".
c) Inadmisión del recurso
El escrito de interposición del recurso puede haberse presentado bien junto con la
comparecencia bien solo y después de la misma, y en los dos casos puede tenerse que
proceder a conceder plazo al recurrente para subsanación de defectos u omisiones
319

subsanables. Superado ese trámite los autos pasarán al magistrado ponente y éste dará
cuenta a la Sala, la cual en el plazo de tres días podrá acordar o admitir sin más el
recurso, continuando su tramitación como dispone el art. 224, o que se abra el trámite de
inadmisión.
El art. 223 se refiere a ese trámite y las causas de inadmisión son:
1.ª) Falta de requisitos procesales para recurrir

Deben incluirse aquí los supuestos de los arts. 206.2 y 209, pero sobre todo de lo
que se trata es de controlar: Si la sentencia alegada como contradictoria lo es
manifiestamente, si existe en el escrito la relación precisa y circunstanciada de la
contradicción, si alegó la infracción legal (no si ésta existe realmente) y si falta claramente
toda referencia al quebranto en la unificación de doctrina.
2.ª) Falta de contenido casacional de la pretensión

Se repite literalmente la causa del art. 211.2 y, como allí, no puede referirse a si el
recurso carece de fundamento en cuanto al fondo, sino sólo a que el recurrente
interponga el recurso por motivo distinto del único admitido legalmente que es la
infracción legal.
También aquí los problemas de estas causas de inadmisión se refieren al procedimiento.
El regulado en el art. 223 sigue siendo demasiado complejo y obliga a dictar dos autos,
con lo que se da más trabajo a la Sala que si dicta una sentencia.
d) Sustanciación del recurso
Si el recurso es admitido la tramitación siguiente puede ser:

1.º) Normal: Se procederá a poner los autos originales a disposición de la o las


partes recurridas y personadas para que, en el plazo de diez días, formalicen el escrito de
impugnación del recurso (art. 224.1).
Si hay varios recurridos la puesta a disposición de los autos será sucesiva, y en todo
caso el plazo empieza a correr a partir de la fecha de la notificación de que los autos
están a su disposición en la secretaría de la Sala, no a partir de cuando se recojan.
El escrito de impugnación tiene un único requisito: firma de abogado. También aquí la
defensa debe atender primero al examen de si concurren todos los presupuestos
procesales y de si se han cumplido todos los requisitos y, luego, al motivo del recurso
argumentando sobre la no existencia de infracción legal.

Si el Ministerio Fiscal no ha sido el recurrente se le pasarán los autos por diez


días para que informe sobre la procedencia o improcedencia del recurso (art. 224.2).
320

Devueltos los autos por el Fiscal, con su informe, la Sala convocará, dentro de los diez
días siguientes, para votación y fallo, sin que exista opción entre ese acto y el de vista. La
Sala puede integrarse para dictar sentencia con sólo tres magistrados, pero si la
trascendencia o complejidad del asunto lo aconsejara, el presidente o la mayoría de sus
miembros puede acordar que se constituya con cinco magistrados. La sentencia se
dictará en el plazo de diez días (art. 225).
2.º) Anormal: Existen varios supuestos de tramitación anormal como son los relativos al
trámite de inadmisión y a la acumulación de recursos, pero lo que aquí importa es que la
presentación de documentos y la alegación de hechos sobre derechos fundamentales del
art. 231 no son posibles en este recurso.

E) Decisión del recurso

Si la sentencia desestima el recurso se limitará a ese pronunciamiento principal, y


después lo hará respecto del depósito, consignaciones y costas (art. 226.5). Pero importa
más la sentencia cuando es estimatoria del recurso.
Con carácter general deben tenerse en cuenta dos cuestiones iniciales:
1.ª) La sentencia que se dicte por el Tribunal Supremo afectará a la sentencia recurrida,
pero no podrá tener incidencia sobre la o las sentencias anteriores que se citaron por el
recurrente como contradictorias; estas sentencias eran firmes y deben seguir siéndolo
(art. 226.1).
2.ª) El Tribunal Supremo para estimar el recurso tiene que llegar a dos conclusiones: Que
existe contradicción y que en la sentencia recurrida se ha incurrido en infracción legal, y
precisamente por ese orden. Sin embargo, esto no tiene que significar necesariamente
que la doctrina sentada en las sentencias contradictorias era la correcta.
a) Pronunciamiento principal
El art. 226.2 coloca a la Sala de lo Social del Tribunal Supremo en dos posiciones
jurídicas:
1.ª) Actuando como Sala del Tribunal Supremo estimará el recurso declarando que la
sentencia de la Sala del Tribunal Superior de Justicia quebranta la unidad de la doctrina,
por lo que la casará y anulará.
2.ª) Asumiendo, a continuación, la posición de Sala de Tribunal Superior de Justicia
deberá decidir si estima o desestima el recurso de suplicación interpuesto contra la
sentencia del Juzgado de lo Social, y a partir de ahí realizará todos los pronunciamientos
propios de una sentencia de suplicación.
b) Pronunciamientos accesorios
321

1.º) Depósito: Ordenará devolver el depósito de 50.000 ptas. del art. 227, y en su caso se
pronunciará sobre el depósito de 25.000 ptas. que hubo de hacerse para recurrir en
suplicación.
2.º) Consignación y aseguramiento: Tendrá que pronunciarse sobre la devolución o
cancelación de una u otra, según el art. 228.
3.º) Costas: No puede imponer las costas a ninguna de las partes.
4.º) Multa del art. 97.3: Tendrá que pronunciarse sobre esa sanción, tanto en lo relativo a
su imposición como respecto de la cuantía.

EL RECURSO DE QUEJA
La queja es siempre un recurso que existe con relación a otro, de modo que en el
proceso laboral es un recurso accesorio de los recursos principales que son los de
suplicación y casación. Estos recursos se anuncian o preparan ante el órgano que dictó
la resolución que se impugna, el cual tiene el control de su admisibilidad, y la queja
supone que ese control de la admisibilidad puede ser, a su vez, controlado por el órgano
que en definitiva debería conocer del recurso principal.

El esquema sería el siguiente: Sentencia y contra ella cabe suplicación o


casación, pero estos recursos se anuncian o preparan ante el mismo órgano que dictó la
sentencia, por lo que éste debe decidir sobre su admisión o inadmisión. Contra el auto
por el que el órgano a quo decide no admitir el recurso cabe queja ante el órgano ad
quem, para que sea éste quien decida si el recurso de suplicación o de casación debe o
no admitirse.
La queja es así un verdadero recurso, y por tanto devolutivo, de naturaleza ordinaria, es
decir, sin limitación en los motivos, que no existe nunca por sí solo sino que siempre está
al servicio de la admisibilidad de otro recurso (suplicación o casación), que es el
principal.

Con esto está dicho ya cuándo cabe queja (contra el auto de inadmisión de la
suplicación dictado por un Juzgado de lo Social, art. 193.2 y 3, y contra el auto de
inadmisión de las casaciones ordinaria y especial dictado por la Sala de lo Social de los
Tribunales Superiores de Justicia y de la Audiencia Nacional, arts. 207.2 y 3, y 220) y
quién conoce de la misma (el órgano competente para conocer de la suplicación y de las
casaciones). Para el procedimiento el art. 187 LPL se limita a remitirse a la LEC, se
entiende de 1881, y precisamente a la queja que ésta regulaba para la inadmisión del
322

recurso de casación, pero ahora debe estarse a la regulación única de los arts. 494 y 495
LEC/2000.
Dictado el auto por el que se inadmite el recurso devolutivo, la parte puede
preparar el recurso de queja pidiendo, dentro de los cinco días siguientes, reposición (o
súplica) del auto, y para el caso de no estimarla, testimonio de ambas resoluciones. Si el
tribunal no da lugar a la reposición (o súplica), mandará que dentro de los cinco días
siguientes se facilite dicho testimonio a la parte, acreditando el secretario, a continuación
del mismo, la fecha de entrega. Dentro de los diez días siguientes la parte habrá de
presentar el recurso de queja ante el tribunal competente, aportando el testimonio
obtenido y, sin más tramitación, el tribunal resolverá en el plazo de cinco días. En este
auto que no es susceptible de recurso alguno, se puede:
1.º) Denegar la queja confirmando el auto de inadmisión del recurso principal, lo
que se pondrá en conocimiento del tribunal correspondiente, para que conste en los
autos.
2.º) Estimar la queja, revocando el auto de inadmisión del recurso principal, lo que
también se pondrá en conocimiento del tribunal correspondiente, para que éste de al
recurso inicialmente inadmitido la tramitación que corresponda.

LA IMPUGNACION DE LA COSA JUZGADA


En sentido amplio los medios de impugnación se refieren también a las sentencias que
han alcanzado ya la condición de firmes y que están revestidas de cosa juzgada
material. Naturalmente estas impugnaciones se admiten de modo excepcional y
únicamente por dos medios de impugnación.

A) El "juicio" de revisión

Si la cosa juzgada material se basa en la seguridad jurídica que lleva a que la


decisión judicial de un proceso se convierta en irrevocable, el llamado legalmente
"recurso" de revisión es una concesión del ordenamiento jurídico a la justicia en
detrimento de la seguridad.
Cuando la actividad de las partes o del juzgador ha estado condicionada por una serie de
circunstancias que pudieran haber hecho que se dictara una sentencia con contenido
posiblemente distinto del que hubiera tenido de no concurrir esas circunstancias, la ley
concede a las partes la posibilidad de incoar otro proceso para lograr la rescisión de
323

aquella sentencia. La petición de rescisión no se funda en el convencimiento de que la


sentencia sea injusta, sino en la posibilidad de que lo sea.
Por medio de la revisión no se trata de lograr la nulidad de actuaciones por los vicios
intrínsecos o inmanantes del proceso a que la revisión se refiere, ni se basa en errores
cometidos en la sentencia. Se basa en que después del proceso y de la sentencia se ha
descubierto la concurrencia de circunstancias que permiten pensar que puede no ser
justa, aunque se acomodara a los materiales de que dispuso el juzgador a la hora de
dictarla.
En cualquier caso, la revisión no es un recurso. Mediante ella no se continúa con la
pretensión y la resistencia que fueron objeto del anterior proceso, sino que se ejercita una
pretensión nueva por la que se pide que se rescinda la sentencia firme, alegando causas
no examinadas en el proceso anterior. No se trata, pues de un recurso, sino de un nuevo
juicio.
En la LPL no se contiene una regulación específica de la revisión, sino que el art. 234 (al
que ha dado nueva redacción la Disposición Final 11.ª de la LEC de 2000) se limita a
remitirse a la LEC, a sus arts. 509 a 516, si bien introduciendo alguna especialidad.
a) Resoluciones impugnables

Las únicas resoluciones impugnables son las sentencias firmes dictadas por los
órganos del orden jurisdiccional social (art. 234.1); todas las sentencias firmes dictadas
en el proceso laboral, con independencia del órgano judicial que las haya dictado.
b) Causas de revisión
Las razones o motivos de revisión, que son las posibles causas de pedir, vienen
establecidas en el art. 510 LEC, si bien a ellas hay que añadir una exclusiva de lo laboral
y enunciada en el art. 86.3 LPL.
1.ª) Si después de pronunciada la sentencia se recobraren u obtuvieren documentos
decisivos, de los que no se hubiere podido disponer por fuera mayor o por obra de la
parte en cuyo favor se hubiere dictado.
2.ª) Si hubiere recaído la sentencia en virtud de documentos que al tiempo de dictarse
ignoraba una de las partes haber sido declarados falsos en un proceso penal, o cuya
falsedad se declarase después penalmente.
3.ª) Si hubiese recaído la sentencia en virtud de prueba testifical o pericial, y los testigos
o los peritos hubieren sido condenados por falso testimonio, dado en las declaraciones
que sirvieron de fundamento a la sentencia.
4.ª) Si la sentenciase hubiere ganado injustamente en virtud de cohecho, violencia o
maquinación fraudulenta.
324

De todas estas causas la más alegada en la práctica es la relativa a la


"maquinación fraudulenta", consistente casi siempre en la realización por el demandante
de ardides que impiden al demandado el conocimiento de la existencia del pleito que
contra él se tramita (se da en la demanda un domicilio distinto del verdadero y el
demandado no es citado).
5.ª) Como la cuestión prejudicial penal no suspende el proceso laboral (art. 86.1) es
posible que la sentencia laboral se dicte partiendo de la existencia de un hecho o de la
participación en el mismo de una de las partes, y que luego se dicte sentencia en el
proceso penal en la que se absuelva al acusado bien por inexistencia del hecho bien por
no haber participado en el mismo el acusado, y en este caso se concede también revisión
(art. 86.3).

Esta situación se puede dar especialmente en el juicio de despido. Es posible que


el despido sea declarado procedente con base en unos hechos (apropiación de dinero)
que son al mismo tiempo constitutivos de delito, y que en el proceso penal se dicte luego
sentencia absolutoria precisamente declarando que no existieron esos hechos o que el
trabajador no participó en los mismos. No toda sentencia absolutoria penal dará lugar a la
causa de revisión; si se absolvió por falta de pruebas no se constituye la causa de
revisión.
c) Procedimiento
La demanda de revisión ha de presentarse ante la Sala de lo Social del Tribunal Supremo
(art. 234 LPL) dentro de dos plazos concurrentes y de caducidad. En ningún caso puede
iniciarse la revisión transcurridos cinco años desde la fecha de la publicación de la
sentencia que la motiva (art. 512.1 LEC), pero además la demanda debe interponerse en
el plazo de tres meses desde el día en que se descubrieron los documentos decisivos, el
cohecho, la violencia o el fraude, o en que se hubiere reconocido o declarado la falsedad
(art. 512.2 LEC).
El procedimiento se inicia por medio de demanda sujeta a los requisitos del art. 399 LEC
(no a los del art. 80 LPL). Con ella debe presentarse el documento justificativo de haber
depositado 50.000 ptas., en la "Cuenta de Depósitos y Consignaciones" de la Sala Cuarta
del Tribunal Supremo (art. 234 LPL), si bien están exentos los que gocen del beneficio de
justicia gratuita. Admitida la demanda el Tribunal Supremo llamará a sí todas las
actuaciones del pleito cuya sentencia se impugna y mandará emplazar a cuantos en él
hayan sido parte, para que en el plazo de veinte días comparezcan a sostener lo que a su
derecho convenga (art. 514.1 LEC).
325

Comparecidos el o los demandados (o declarados en rebeldía), los trámites sucesivos se


seguirán conforme a lo establecido en la LEC para el juicio verbal, es decir, según los
arts. 437 a 447, oyendo siempre al Ministerio Fiscal antes de dictar sentencia (art. 514
LEC). A tener en cuenta que la admisión de la demanda no suspende la ejecución de la
sentencia firme que la motiva (art. 515 LEC), aunque el tribunal competente para la
ejecución puede ordenar, a instancia de parte y previa caución, la suspensión de las
actuaciones (art. 566 LEC).
La sentencia puede:
1.º) Desestimar la revisión: La sentencia firme impugnada permanece invariada y se
condenará al demandante a la pérdida del depósito (art. 516.2 LEC).
2.º) Estimar la revisión: Se procederá a rescindir la sentencia impugnada, limitándose a
este efecto rescindente o negativo, con lo que la situación entre las partes quedará como
si entre ellas no hubiere existido el proceso anterior ni la sentencia con cosa juzgada. Las
partes tienen la posibilidad de iniciar otro proceso con el mismo objeto que el primero,
pero se trata de una posibilidad, no de la necesidad de iniciar ese segundo proceso. Si
este segundo juicio se inicia en él no podrán ya discutirse las declaraciones hechas en la
sentencia de revisión, que habrán de tomarse como base (art. 516.1 LEC).

B) La audiencia al demandado rebelde


En el proceso laboral si el demandado, debidamente citado al juicio oral, no comparece
no se le declara formalmente en rebeldía (arts. 83.3 y 183, 1.ª, LPL), pero eso no impide
que de hecho esté rebelde. Finalizado el juicio y dictada la sentencia debe intentarse
notificarla de modo personal y si esta clase de notificación tiene éxito el demandado
puede interponer el recurso de suplicación o de casación que corresponda.
Si no se puede lograr la notificación personal habrá de acudirse a la notificación por
medio de edictos, publicando un extracto suficiente en el boletín oficial correspondiente
(arts. 59 LPL y 497.2 LEC), y es entonces cuando aparece la posibilidad de que el
demandado pida la audiencia al rebelde, que en la LPL se regula en el art. 183
remitiéndose a los arts. 496 a 508 LEC, si bien con algunas especialidades.
En el trámite de la audiencia hay que distinguir dos fases:
a) Concesión de la audiencia

La concesión viene condicionada a que la incomparecencia del demandado al


juicio oral no fuera voluntaria (arts. 183, 3.ª y 501 LEC).
Es por ello por lo que se exige que:
326

1) Si fue citado en forma, concurrencia de fuerza mayor interrumpida que le impidió


comparecer.

2) Si la citación para el juicio se hizo por edictos, haber estado ausente del lugar
del proceso y de cualquier otro del Estado o de la Comunidad Autónoma en cuyos
boletines oficiales se hubiere publicado el edicto.

3) Si la citación se hizo por cédula, acreditar que la misma no llegó a su poder por
causa que no le sea imputable.
4) Se pida la audiencia dentro de los tres meses siguientes, a contar desde la publicación
de la sentencia en el boletín oficial correspondiente.

La petición de audiencia se formulará ante la Sala de lo Social del Tribunal


Superior de Justicia correspondiente (en todos los casos) o del Tribunal Supremo
(cuando la sentencia firme la hubiere dictado él) (ATS de 11 de octubre de 1993), y a esa
petición se dará el trámite del proceso laboral ordinario, dictándose al final una sentencia
en la que se:
1º) Declarará que no ha lugar a la audiencia: No se produce efecto alguno sobre la
sentencia anterior que sigue siendo firme.
2.º) Declarará que sí ha lugar a la audiencia: Se remitirá certificación de la misma al
órgano judicial de la instancia para su cumplimiento, pero entendiéndose que se ha
procedido a rescindir la sentencia impugnada.
b) Sustanciación de la audiencia
La competencia para esta segunda fase corresponde siempre al órgano judicial que
conoció del litigio en la instancia (art. 183, 5.ª, LPL) y la fase en sí consiste en la
reproducción del juicio oral, pero teniendo en cuenta:
1.º) Las actuaciones realizadas en el juicio anterior, en cuanto sean compatibles con la
inmediación, siguen siendo válidas, de modo que el demandante no precisará volver a
presentar la demanda ni repetir la prueba que antes hizo.
2.º) La sentencia que se dicte al final debe pronunciarse de nuevo sobre la pretensión.

El art. 183, 2.ª, LPL se refiere a un embargo especial. Producida la


incomparecencia del demandado al acto del juicio oral no es preciso declarar
formalmente su rebeldía, pero, ésta existe como situación de hecho, y lo que la norma
dicha permite es que el actor pida y el juzgador acuerde el embargo preventivo de bienes
muebles e inmuebles del demandado en lo necesario para asegurar la ejecución de la
sentencia que se dicte.
327

C) La nulidad de actuaciones
Los defectos de forma en la tramitación de un proceso deben quedar resueltos en el
mismo, sin que quepa acudir a un proceso posterior y distinto para que se declare la
nulidad producida en un proceso anterior. Para declarar la nulidad en el mismo proceso la
ley articula dos remedios: 1) Las partes pueden hacer valer la nulidad por medio de los
recursos admitidos contra la resolución de que se trate, y 2) El tribunal, bien de oficio,
bien a instancia de parte, deberá declarar dicha nulidad.
En uno y otro supuesto la posibilidad de declarar la nulidad está condicionada a que el
proceso esté todavía pendiente, esto es, a que en él no se haya dictado la resolución que
le pone fin de modo irrecurrible. Si el proceso ha terminado no son posibles ya esos dos
remedios. Esto hacía que en la práctica, y en muchos casos, las partes hubieran de
acudir al recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional, pretendiendo que éste
tutelara el derecho fundamental a que no se produjera indefensión (art. 24.1 CE).
Para permitir que los tribunales ordinarios pudiera declarar la nulidad cuando el proceso
hubiera ya finalizado, siempre que en él se hubiera producido indefensión, evitando así la
proliferación de recursos de amparo, la LO 5/1997, de 4 de diciembre, dio nueva
redacción al art. 240 de la LOPJ, norma que todavía fue modificada por la LO 13/1999, de
14 de mayo. La LEC de 2000 ha pretendido reformar la regulación de la nulidad de
actuaciones, pero sus arts. 225 a 230 no han podido entrar en vigor, debiendo hacerlo
sólo cuando se reforme la LOPJ (Disposición Final 16.ª de aquélla). Tenemos, por tanto
dos regulaciones, y a las dos nos vamos a referir.
A) Regulación actual (LOPJ)
a) Motivos de la nulidad
Como en todos los casos de impugnación de la cosa juzgada, la ley establece
taxativamente los motivos por los que puede pedirse la rescisión de la misma, que son:
1.º) Defectos de forma que hubieren causado indefensión, siempre que no haya sido
posible denunciarlos antes de recaer sentencia o resolución que ponga fin al proceso: Se
trata de la infracción de una norma procesal cuya consecuencia haya sido la vulneración
del derecho de defensa, lo que supone, por un lado, que no toda infracción procesal
constituye el motivo y, por otro, que la parte no haya tenido la posibilidad de pedir la
subsanación de la infracción por los recursos o por alguno de los demás medios previstos
en las leyes procesales.
2.º) Incongruencia de la sentencia, siempre que contra la misma no quepa recurso
alguno: El motivo no se limita a la llamada incongruencia omisiva o por defecto (lección
40.ª), sino que comprende todos los supuestos de incongruencia, aunque con la primera
328

se vulnera el derecho a la tutela judicial y con las restantes no siempre puede existir
vulneración del derecho de defensa.
La limitación de los motivos conduce a que el juzgado o tribunal no admita a tramite el
“incidente” en el que se pretenda suscitar otras cuestiones, y que contra esa resolución
no quepa recurso alguno.
b) Presupuestos
La competencia se atribuye al mismo órgano judicial que dictó la sentencia o resolución
que hubiera adquirido firmeza, y la legitimación a los que hubieran sido parte en el
proceso en que se dictó una u otra. Especial dificultad tiene la interpretación de lo relativo
a los plazos, de los que se establecen dos: 1) Uno de veinte días, a contar “desde la
notificación de la sentencia, la resolución o, en todo caso, desde que se tuvo
conocimiento del defecto causante de la indefensión” (y habrá que entender desde el
defecto de la incongruencia), y 2) Otro de cinco años “desde la notificación de la
sentencia o resolución”. Los dos plazos juegan conjuntamente, a semejanza de los
plazos del juicio de revisión; pasados cinco años desde la notificación de la sentencia o
resolución a cualquiera de las partes no cabe ya pedir la nulidad de actuaciones, que
siempre debe instarse dentro de los veinte días siguientes a aquel en que se tuvo
constancia de la incongruencia o del defecto causante de indefensión.
c) Procedimiento
La norma dice simplemente que la nulidad se instará por medio de escrito, al que se
acompañarán los documentos que se estimen procedentes por la parte, del que se dará
traslado a las demás partes, para que éstas, en el plazo de cinco días, puedan formular
sus alegaciones, pudiendo también acompañar los documentos que estimen pertinentes.
Común es siempre que contra la resolución que decide el “incidente” no cabe recurso
alguno, Con esta casi nula regulación sería conveniente distinguir.
1.º) Si el motivo es la incongruencia de la sentencia, dado que aquélla se deducirá, si
existe, de las mismas actuaciones, no será necesario acompañar documento alguno ni
será precisa más tramitación que la audiencia de las dos partes. Si el órgano judicial
estima que existió efectivamente incongruencia, declarará la nulidad de la anterior
sentencia y dictará otra en la que resolverá todas las cuestiones suscitadas en el proceso
y de conformidad con las peticiones oportunamente deducidas por las partes.
2.º) Cuando el motivo alegado sea defecto de forma que haya causado indefensión,
pueden presentarse dos situaciones:
329

1”) Que el defecto y la indefensión puedan constatarse en las mismas actuaciones, sin
necesidad de documento ajeno a las mismas ni de otros medios de prueba: Tampoco
aquí hará falta tramitación alguna posterior a haber oído (por escrito) a las dos partes.
2”) Que el defecto de forma y la indefensión no queden establecidos sólo con las
actuaciones, siendo necesaria actividad probatoria: La norma no dice cómo continuar
entonces la tramitación del “incidente”, pero entonces habrá de estarse a la tramitación
de los incidentes por el juicio verbal (art. 393 LEC). También aquí la sentencia final, si
declara la nulidad de actuaciones, ordenará su reposición al momento de producción del
defecto para seguir después la tramitación del proceso conforme a lo previsto por la ley.
En cualquier caso debe advertirse que la presentación del escrito instando la nulidad de
actuaciones no produce el efecto de suspender la ejecución de la sentencia o de la
resolución, salvo que así lo pida la parte y se acuerde de modo expreso por el juzgador,
“para evitar que el incidente pudiera perder su finalidad”.
B) Regulación futura (LEC/2000)
El art. 228 LEC contiene en realidad dos normas. La primera declara inadmisibles, con
carácter general, los incidentes de nulidad de actuaciones, con lo que dispone que no
puede existir ni una cuestión incidental ni un incidente relativo a la nulidad, de modo que
los arts. 387 a 397 LEC no se aplican en la nulidad de actuaciones, mientras esté
pendiente el proceso. La segunda regula con carácter excepcional un llamado incidente
de nulidad de actuaciones, que es el que aquí examinamos.
A pesar de la terminología legal (“incidente”) la naturaleza jurídica de lo regulado no
puede ser la incidental, estando más próxima a la impugnación de la cosa juzgada. De
verdadero incidente no puede hablarse dado que el proceso principal ha concluido, y no
puede existir un incidente si no existe un proceso en marcha. Si el efecto principal
consiste en la rescisión de la resolución que ha puesto fin al proceso y en la nulidad de lo
actuado, reponiendo el procedimiento al trámite en que se produjo la indefensión,
estamos de modo muy claro ante “algo” que guarda muchas similitudes con la
impugnación de la cosa juzgada, y ello a pesar de lo que dice el Preámbulo de la LEC.
a)Motivo:
Como en todos los casos en que se impugna la cosa juzgada la ley establece de modo
taxativo el motivo por el que puede pedirse la rescisión de la resolución que la ha
producido. Ese motivo es: Defectos de forma que hayan producido indefensión, pero
exigiendo que: 1) Exista resolución firme que ponga fin al proceso, 2) El defecto de forma
tiene que haberse producido en momento en que la parte no pudo denunciarlo.
330

No todos los defectos de forma pueden constituirse en motivo para instar esta nulidad,
pues el defecto ha de haber producido indefensión, pero, además, se trata de que la
parte no haya tenido la posibilidad, pendiente el proceso, de pedir la nulidad acudiendo a
los medios ordinarios, habiéndose llegado a dictar resolución que pone fin al proceso,
esto es, resolución que se ha convertido en firme, no siendo posible ya acudir a recurso
alguno.
La limitación de los motivos conduce a que el tribunal, por providencia sucintamente
motivada, no admita a tramite el “incidente” en el que se pretenda suscitar otras
cuestiones. Además, contra esa resolución no cabe recurso.
b) Presupuestos:
La competencia se atribuye al mismo órgano judicial que dictó la sentencia o
resolución que hubiera adquirido firmeza, y la legitimación a los que hubieran sido parte o
hubieran debido serlo en el proceso en que se dictó una u otra. Especial dificultad tiene la
interpretación de lo relativo a los plazos, de los que se establecen dos: 1) Uno de veinte
días, a contar “desde la notificación de la sentencia, la resolución o, en todo caso, desde
que se tuvo conocimiento del defecto causante de la indefensión”, y 2) Otro de cinco años
“desde la notificación de la sentencia o resolución”. Los dos plazos juegan
conjuntamente, a semejanza de los plazos del juicio de revisión; pasados cinco años
desde la notificación de la sentencia o resolución no cabe ya pedir la nulidad de
actuaciones, que siempre debe instarse dentro de los veinte días siguientes a aquel en
que se tuvo constancia del defecto causante de indefensión.
c) Procedimiento:
La nueva norma dice simplemente que la nulidad se instará por medio de escrito, al
que se acompañarán los documentos que se estimen procedentes por la parte, del que
se dará traslado a las demás partes, para que éstas, en el plazo de cinco días, puedan
formular sus alegaciones, pudiendo también acompañar los documentos que estimen
pertinentes. Con esta casi nula regulación sería conveniente distinguir.
1.º) Que el defecto y la indefensión puedan constatarse en las mismas actuaciones, sin
necesidad de documento ajeno a las mismas ni de otros medios de prueba: El “incidente”
no precisará ser recibido a prueba, por lo que las partes no lo pedirán, lo que implicará
que el tribunal, después del intercambio de escritos, dictara auto declarando o no la
nulidad.
2.º) Que el defecto de forma y la indefensión no queden establecidos sólo con las
actuaciones, siendo necesaria actividad probatoria: La norma no dice cómo continuar
entonces la tramitación del “incidente”, pero puede estimarse que entonces habrá de
331

estarse a lo dispuesto en la LEC para los incidentes en el art. 393.3 y 4, es decir, se


citará a las partes a una comparecencia, que se celebrará conforme a lo previsto para la
vista del juicio verbal, dictándose auto en el plazo de diez días.
d) Decisión: El “incidente” se resuelve por medio de auto, en el que el tribunal podrá, sin
que quepa recurso alguno:
1.º) Estimar la nulidad, con lo que se repondrán las actuaciones al momento
inmediatamente anterior al defecto que la haya originado, y se seguirá el procedimiento
legalmente establecido.
2.º) Desestimar la solicitud de nulidad, se condenará al solicitante en todas las costas del
incidente, y si entiende que se promovió el incidente con temeridad, le impondrá,
además, una multa de quince mil a cien mil pesetas.
En cualquier caso debe advertirse que la presentación del escrito instando la nulidad de
actuaciones no produce el efecto de suspender la ejecución y efectividad de la sentencia
o de la resolución, salvo que así lo pida la parte y se acuerde de modo expreso por el
juzgador, “para evitar que el incidente pudiera perder su finalidad”.
332

LIBRO III

EL PROCESO DE EJECUCIÓN
Capítulo I
LA EJECUCION DEFINITIVA

LECCION 15.ª
Conceptos generales. La ejecución no dineraria

NOCIONES GENERALES SOBRE LA EJECUCION


La jurisdicción no se limita a la declaración del derecho. Como vimos en la lección 1.ª la
ejecución forma parte también de la jurisdicción. En la fórmula constitucional se expresa
todo ello con las palabras "juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado" (art. 117.3 CE),
haciéndose referencia al esquema más sencillo y lógico: primero se declara el derecho
(proceso de declaración) y luego se procede a su ejecución (proceso de ejecución).

A) Concepto y naturaleza
La tutela judicial efectiva no se logra normalmente con la mera declaración del derecho,
sino que es precisa una actividad posterior que acomode la realidad fáctica al deber ser
establecido en la sentencia. Esa actividad posterior puede realizarse de dos maneras:
1.ª) Cumplimiento: El demandado y condenado puede voluntariamente proceder a
cumplir la prestación que la impone la sentencia, pero esa actividad no tiene carácter
procesal.

2.ª) Ejecución: Si el demandado y condenado no cumple voluntariamente


aparecerá la posibilidad de que el demandante y vencedor en el proceso de declaración
inste la ejecución. Esta se resuelve en un proceso en el que, partiendo de la pretensión
del ejecutante, se realiza por el órgano jurisdiccional una conducta física productora de
un cambio real en el mundo exterior, para acomodarlo a lo establecido en el título que
sirve de fundamento a la pretensión de la parte y a la actividad jurisdiccional.
Este esquema conceptual, que es el más sencillo, no se produce en todos los casos, de
modo que además de él existen:
a) Supuestos de declaración no seguidos de ejecución: En ocasiones la tutela judicial
efectiva se logra sin más con la declaración contenida en la sentencia, lo que ocurre con
333

la estimación de las pretensiones declarativas puras y de las constitutivas (lección 3.ª) en


las que no es posible actividad posterior. Esa actividad puede ser necesaria sólo
tratándose de las pretensiones-sentencias de condena, pues es entonces cuando la
sentencia produce un doble efecto: cosa juzgada más título ejecutivo.
b) Supuestos de ejecución no precedidos de declaración: A veces la ley permite instar el
proceso de ejecución sin que haya existido un proceso de declaración previo, lo que en lo
laboral ocurre cuando:
1.º) Se permite la formación de un título judicial pero no jurisdiccional, que es lo que
sucede en la conciliación judicial según el art. 84.4.
2.º) Se crea un título ejecutivo de modo extrajudicial, como es el caso de la conciliación
previa, según el art. 68.

Sea cual fuere el esquema en el Derecho español la ejecución (no el


cumplimiento) tiene siempre naturaleza jurisdiccional. En otros países podrá tratarse de
actividad administrativa, pero en España el art. 117.3 CE la integra en la función
jurisdiccional y se procede a la misma por medio de un verdadero proceso.

B) Caracteres esenciales
En la lección 3.ª nos referimos a los principios y reglas conformadoras del proceso de
declaración y es preciso ahora realizar alguna puntualización para el proceso de
ejecución:
a) Sustitución: La actividad judicial ejecutiva es sustitutiva de la conducta que debiera
haber realizado el ejecutado si voluntariamente hubiera procedido a cumplir la prestación
contenida en el título ejecutivo, de modo que todo lo que el condenado pudo hacer para
cumplir debe poder hacerlo el juez para ejecutar.
b) Contradicción: Los principios que atienden a la actuación de las partes en el proceso
(dualidad, contradicción e igualdad) se dan también en el de ejecución, si bien en éste la
contradicción y la igualdad se ven en alguna medida atenuados porque, atendida la
existencia de título ejecutivo, se presupone la existencia del derecho del ejecutante y de
la obligación del ejecutado.

Conviene, con todo, tener en cuenta que la presunción de existencia del derecho y
de la obligación se refieren a la relación jurídica material, y de ahí que el ejecutado no
pueda discutir lo que ya está resuelto en la sentencia que se ejecuta o cubierto por el
título ejecutivo (pero vid. después "La oposición del ejecutado"). Ahora bien, en lo que se
334

refiere al proceso en sentido estricto las partes han de estar en situación de contradicción
a igualdad, pues de lo contrario no se trataría de un verdadero proceso.

c) Proceso: También la ejecución se rige por los principios de oportunidad y


dispositivo; la actividad puede ser distinta, pero no lo es la necesidad de que alguien pida
su incoación.
El art. 237 empieza diciendo que la ejecución de las sentencias firmes (y debía haber
dicho de todos los títulos ejecutivos) se iniciará a instancia de parte, pero luego introduce
dos especialidades laborales:
1.ª) General: La realización de la ejecución se tramitará conforme al impulso de oficio, de
modo que se sigue el mismo principio que en el proceso de declaración (no ocurre lo
mismo en el proceso civil, en el que la ejecución lo es a impulso de parte).
2.ª) Especial: En los procedimientos de oficio (es decir, los de los arts. 146 a 148) la
ejecución se inicia de oficio por el juzgador, y aquí sí la expresión "de oficio" debe
entenderse en sentido estricto, es decir, como actividad iniciada por el propio juez
competente, no por un órgano administrativo.
d) Procedimiento: Este no puede responder al principio de oralidad pues la ejecución,
atendida su configuración, sólo puede ser escrita. Cuando en el proceso de ejecución se
intercala una actividad declarativa para la misma se estará a la oralidad, como demuestra
el art. 236.

C) Objeto del proceso


El objeto de la ejecución es la pretensión ejecutiva, y respecto de ella mantenemos la
definición que dimos en la lección 7.ª.

Cuando se cuestiona el objeto de la ejecución suele decirse que la actividad


ejecutiva se refiere exclusivamente al patrimonio del ejecutado, no a su persona, pero
esta respuesta es errónea porque: 1) Existen casos de ejecución no patrimonial (y así
véase el art. 283), y 2) Está confundiéndose lo que es el objeto del proceso (la
pretensión) con lo que es objeto del embargo (los bienes de la propiedad del ejecutado).
Si el objeto del proceso es la pretensión, debe estarse a los elementos identificadores de
ésta:
a) Petición: Dentro de la que hay que distinguir:
1.º) Objeto inmediato: Es una cierta actividad jurisdiccional que aquí atiende a una
conducta física que debe producir un cambio para acomodar la realidad al título ejecutivo;
esa actividad puede ser muy variada como veremos.
335

2.º) Objeto mediato: El título determina la existencia de una obligación cuyo objeto es una
prestación, entendida ésta como un comportamiento del deudor; según el art. 1.088 CC
ese comportamiento puede ser: hacer, no hacer y dar alguna cosa.
b) Causa de pedir: El fundamento de la pretensión es siempre el título ejecutivo; éste por
sí solo establece el hecho relevante para fundar la petición, individualizándola de las
demás, no siendo preciso alegar nada más. El ejecutante no precisará probar nada para
que la ejecución sea despachada y se lleve hasta el final, pues en el título se resumen
todas sus alegaciones y pruebas. Cabe que el ejecutado alegue contra la ejecución y a él
le corresponderá entonces toda la prueba.

D) Títulos ejecutivos
Lo determinante de la ejecución es la existencia de un título ejecutivo y ello hasta el
extremo de que nulla executio sine titulo. En el sentido en que aquí se emplea la palabra
título se trata de un documento típico y de naturaleza procesal que es el presupuesto de
la ejecución.
La referencia a documento típico presupone que no puede darse un concepto abstracto
de título ejecutivo, por cuanto los documentos con esa eficacia son los que el legislador
decide; atendiendo a razones de oportunidad política el legislador atribuye a
determinados documentos la condición de título ejecutivo, por lo que no cabe dar un
concepto general y luego ir determinando caso por caso qué documentos entran en ese
concepto. De los títulos ejecutivos se hace una enumeración, no se da un concepto.
De la misma forma esos documentos importan desde la perspectiva del proceso de
ejecución, careciendo a estos efectos de interés su valor en las relaciones materiales.
Desde el proceso el título es presupuesto de la ejecución, de modo que sin título no
puede existir el proceso de ejecución.
Lo que importa, pues, es enumerar los títulos ejecutivos según la LPL:

a) Sentencias firmes de condena: En principio el título lo constituye la sentencia


firme de condena, es decir, aquella contra la que no cabe recurso alguno (arts. 207 LEC),
pero es preciso tener en cuenta:
1.º) Existen sentencias definitivas que la ley convierte en títulos ejecutivos, y así aparece
la ejecución provisional (lección 18.ª).
2.º) Aunque la firmeza se produce como un todo, de modo que una resolución es o no
firme en su conjunto, no por partes, el art. 240 LPL permite la ejecución definitiva de una
sentencia sujeta a recurso respecto de los pronunciamientos de la misma que no se han
impugnado.
336

b) Otras resoluciones: Cabe ir rastreando una serie de autos a los que la ley convierte en
títulos ejecutivos: los de los arts. 267.3 y 291.1 LPL.
c) Certificación de la conciliación judicial: Si termina con avenencia la certificación del
acta es título ejecutivo en los términos del art. 84.4.
d) Certificación de la conciliación previa: También si hay avenencia la certificación del
acta es título ejecutivo, conforme al art. 68.
e) Laudos arbitrales firmes dictados por el órgano que pueda constituirse mediante los
acuerdos interprofesionales y los convenios colectivos del art. 83 del ET (Disp. Adic. 7.ª
LPL).

ELEMENTOS PERSONALES DE LA EJECUCION


A) El órgano jurisdiccional

Si la ejecución es una actividad jurisdiccional, un proceso, el primer elemento a


considerar es el de la competencia para conocer del mismo distinguiendo dos supuestos:
1.º) Cuando se pretenda la ejecución de una sentencia o de otro título formado
judicialmente (incluido lo convenido en la conciliación judicial) el criterio determinante es
el funcional, de modo que la competencia se atribuye al órgano que hubiera conocido del
asunto en la instancia (art. 235.2), con lo que puede tenerla tanto un Juzgado de lo Social
(art. 6) como una Sala de lo Social de Tribunal Superior de Justicia (según el art. 7) o de
la Audiencia Nacional (por el art. 8).

2.º) Cuando se proceda a la ejecución de un título formado sin intervención


judicial, que es el caso del laudo arbitral y de lo convenido en la conciliación previa,
entran en juego los criterios objetivo y territorial, de modo que será competente el
Juzgado de lo Social en cuya circunscripción se hubiere constituido el título (art. 235.2).
Donde exista más de un Juzgado se estará a las normas de reparto.
Estas son las normas generales, pero el art. 235 establece, además, dos normas
especiales que pueden alterar las anteriores:
1) Acumulación de ejecuciones: Los arts. 36 a 41 regulan esta acumulación y para ella se
prevé que se estará a sus reglas específicas.
2) Juzgado de ejecuciones: El art. 98 LOPJ permite al CGPJ que, en las
circunscripciones donde exista más de un Juzgado de la misma clase, uno o varios de
ellos asuman en exclusiva el conocimiento de determinados asuntos, y esto es lo que han
hecho respecto de la ejecución los Acuerdos del CGPJ de 18 de diciembre de 1996 para
Barcelona y de 20 de diciembre de 1989 para Valencia.
337

B) Las partes
No hay que dar aquí un concepto de parte distinto del que dimos en la lección 4.ª. Sí
advertir que tradicionalmente se suele hablar de ejecutante o acreedor, que es la persona
que interpone la pretensión ejecutiva, y de ejecutado o deudor, que es frente a quien se
interpone. Naturalmente tampoco hay especialidades respecto de la capacidad. Lo que sí
requiere alguna mención es la legitimación.
1.º) En principio el título determinará la legitimación activa y pasiva y el aparecer en él es
suficiente para que el juzgador estime a las partes legitimadas.
2.º) En ocasiones puede suceder que una persona no esté designada en el título y, sin
embargo, sí esté legitimada.

El supuesto más normal es el de la legitimación derivada que puede tener su


origen después de la formación del título; en efecto, el proceso de declaración puede
haberse realizado por una persona física y, después del mismo, haberse producido la
sucesión universal o inter vivos, con lo que afirmación de titularidad podrá hacerla el
heredero o cesionario o podrá hacerse frente al heredero o deudor; se trata de persona
jurídica pueden darse fenómenos de fusión o absorción.
El art. 238 hace mención de quienes sin figurar como acreedor o deudor en el título
ejecutivo y de quienes hayan sido declarados sucesores de uno u otro, con lo que
quedan comprendidos los dos casos antes dichos.

C) Los terceros

También aquí, como en el proceso de declaración (lección 4.ª), tercero es quien


no es parte. Las diferencias empiezan cuando se constata que en la ejecución los
terceros pueden verse afectados en una variedad grande de situaciones y de modo más
directo.
En general los terceros pueden verse afectados en el proceso de ejecución tanto activa
como pasivamente:
1.º) La posición activa del tercero puede verse implicada cuando se trata de que la
ejecución afecta a un derecho de crédito del que el tercero es titular frente al ejecutado;
en este caso las situaciones posibles son muy variadas pues se refieren a que ese
crédito goce de preferencia con relación a un bien determinado (en cuyo caso el principio
de subsistencia de las cargas preferentes o anteriores significa que no se verá afectado),
a que el crédito tenga preferencia genérica (forzando al tercero a acudir a la tercería de
338

mejor derecho), o a que el crédito no sea preferente (caso en el que al tercero debe
hacerse la notificación del art. 659 LEC y 259.2 LPL).
2.º) La ejecución puede colocar al tercero en una posición pasiva cuando la misma se
dirige frente a bienes que son de su propiedad, lo que puede hacerse unas veces de
modo lícito (cuando el bien embargado pasa después a ser propiedad del tercero o
cuando se embarga un bien ganancial) o ilícito (con lo que puede ser necesaria la
tercería de dominio).

En especial la LPL ha regulado varios supuestos de entrada de terceros en el


proceso de ejecución, admitiendo que éste no es algo que afecte sólo al ejecutante y al
ejecutado, sino que puede llegar, por ejemplo, a poner fin a la actividad de la empresa y
con ella a todas las relaciones de trabajo en que figura como empleadora. Aparece así en
la LPL toda una serie de intervenciones de terceros en el proceso de ejecución, a las que
se refieren los arts. 238, 243, 250, 274 y 275 que iremos viendo en su momento.
Aquí hay que referirse al caso más amplio que es el del art. 238, por cuanto atiende a
todos los terceros que aleguen un derecho o interés legítimo y personal que puede
resultar afectado por la ejecución. Estamos ante una legitimación amplísima para
intervenir en la que hay que tener en cuenta:
1.º) El tercero tiene que alegar un derecho o interés legítimo y personal, siendo lo normal
el que afirme que es titular de un derecho de crédito contra el ejecutado.
2.º) Afirmará también que su derecho de crédito se verá afectado por la ejecución,
bastando que esa afectación sea de hecho, es decir, que la ejecución está condicionando
su viabilidad económica.
3.º) La intervención no convertirá al tercero en parte, pero sí le conferirá las facultades
procesales de las partes con relación a los actos procesales que incidan en la relación
jurídica de que es titular.

LA ACTIVIDAD GENERAL EJECUTIVA


La LPL centra su atención en la ejecución ordinaria por obligaciones dinerarias, pero
antes de entrar en la misma hay que atender a toda una serie de disposiciones
generales.

A) El derecho a la ejecución
La iniciación de la ejecución por parte del ejecutante puede atender a dos contextos
diferentes:
339

1.º) Cuando el título ejecutivo se haya formado jurisdiccionalmente el derecho a la


ejecución forma parte del derecho a la tutela judicial efectiva que dio origen en su día al
proceso de declaración; la ejecución aquí no es más que el desarrollo en otra fase de
aquél derecho y la consecuencia es que el ejecutante bastará con que formule una
solicitud.
2.º) Si el título ejecutivo es no jurisdiccional, al no haber precedido una actividad
jurisdiccional anterior, el inicio de la ejecución responderá a un derecho a tutela judicial
efectiva propio, en el sentido de que esa tutela se inicia y concluye en la ejecución. Por lo
mismo el ejecutante habrá de formular una verdadera demanda.
En el LPL se atiende a tres aspectos concretos relacionados con el derecho material que
está en la base de la ejecución:

a) Prescripción: El art. 241 resuelve las dudas en torno a la prescriptibilidad de las


"acciones" para exigir la ejecución de obligaciones establecidas en un título ejecutivo,
fijando en general el plazo de un año (salvo para el despido).
En realidad el art. 241 está contemplando dos hipótesis:
1.ª) De modo directo (obligaciones de dar sumas de dinero) o indirecto (todas las demás
obligaciones) fija el plazo de un año para la prescripción, bien entendido que el dies a quo
es aquél en que pudo instarse la ejecución.

La Ley 50/1998, de 30 de diciembre, al modificar la redacción del núm. 2 de este


art. 241, ha pretendido resolver dudas sobre la prescripción cuando se trata de
prestaciones de la Seguridad Social, y lo ha hecho atendiendo a dos supuestos:
1”) Tratándose de prestaciones periódicas, el plazo para instar la ejecución será el mismo
que el fijado en las leyes sustantivas para el ejercicio de la acción para el reconocimiento
del derecho a la prestación de que se trate, teniendo en cuenta que en algunos casos el
derecho puede ser imprescriptible, y
2”) Cuando la Entidad gestora o colaboradora hubiere procedido, atendido el art. 126 de
la LGSS, al pago de las prestaciones económicas de las que haya sido declarada
responsable la empresa, el plazo de un año se cuenta a partir de la fecha del pago por la
Entidad.
2.ª) La reconducción de un problema de caducidad de la instancia (lección 10.ª) a la
prescripción de las acciones ya ejercitadas es un claro error, pues lo que se está diciendo
es que la suspensión en la tramitación de la ejecución, incluso en el caso de archivo por
insolvencia provisional del ejecutado, no reabre el plazo de prescripción, cuando lo
correcto hubiera sido decir que no se produce caducidad de la instancia. Instada la
ejecución no cabe ya hablar de prescripción.
340

b) Indisponibilidad: El art. 245 establece una irrenunciabilidad reforzada para los


derechos reconocidos por sentencias firmes favorables al trabajador.

El verdadero significado de esta irrenunciabilidad consiste en que, incluso


después de transigir o renunciar, el trabajador puede instar la ejecución sin que frente a
él tenga validez la alegación por el ejecutado de esos negocios jurídicos. Lo que no
significa la irrenunciabilidad es que el trabajador esté obligado a instar la ejecución.

c) Ejecución en forma específica: La aspiración de toda ejecución debe consistir


en acabar ofreciendo al ejecutante la exacta prestación que se contiene en el título, lo
que supone que la ejecución debe llevarse a efecto "en los propios términos establecidos
en la sentencia" (art. 239.1).
Cuando el título ejecutivo contiene una obligación específica no dineraria es posible que
existan causas que imposibiliten la ejecución "en sus propios términos". Esas causas
pueden ser: 1) Naturales, referidas a la naturaleza de las cosas que hacen la ejecución
específica imposible (se condena a la readmisión pero la empresa ya no existe), y 2)
Jurídicas, que se derivan de la interrelación del ordenamiento jurídico (se condena a
entregar una cosa cierta pero la misma no pertenece ya al condenado).
Ante supuestos de verdadera imposibilidad la ley no puede insistir en la ejecución
específica, no quedando más alternativa que la ejecución genérica, es decir, su
sustitución por dinero, pero lo que el art. 239.1 está disponiendo es que la ejecución
genérica sólo es admisible ante verdaderas causas de imposibilidad, no simplemente
ante la voluntad rebelde del condenado.

Para asegurar en lo posible la ejecución "en los propios términos", el art. 239 pone
en manos del juzgador dos importantes medios:
1.º) Apremio pecuniario: Cuando se ejecutan obligaciones de dar, hacer o no hacer, el
juzgador para obtener y asegurar el cumplimiento de la obligación puede imponer al
ejecutado apremio pecuniario consistente en la cantidad de hasta 100.000 ptas., por cada
día que pase sin proceder al cumplimiento específico. Este apremio no es una astreinte
en sentido estricto, sino una variedad de la multa coercitiva.
2.º) Multa coercitiva: Frente a los que no sean parte en la ejecución pero deban cumplir
requerimientos para que pueda lograrse la debida y completa ejecución, el juzgador
puede imponer multa coercitiva de hasta 100.000 ptas., por día.
341

B) La iniciación de la ejecución
Salvo en el caso de los procedimientos de oficio (art. 237.1), la ejecución se inicia sólo
cuando una parte lo pide.
a) Demanda
Tanto si el título es de formación judicial como si lo es extrajudicial, debe partirse
de la presentación de un escrito en el que el ejecutante interese la incoación del proceso
de ejecución. Ese escrito es una verdadera demanda como demuestra el art. 549
LEC/2000.
Según ese art. 549 LEC “sólo se despachará ejecución a petición de parte, en forma de
demanda, en la que se expresarán: 1º. El título en que se funda el ejecutante, 2º. La
tutela ejecutiva que se pretende, en relación con el título ejecutivo que se aduce,
precisando, en su caso, la cantidad que se reclame conforme a lo dispuesto en el artículo
575 de esta Ley, 3º. Los bienes del ejecutado susceptibles de embargo de los que tuviere
conocimiento y, en su caso, si los considera suficientes para el fin de la ejecución, 4º. En
su caso, las medidas de localización e investigación que interese al amparo del artículo
590 de esta Ley, y 5º. La persona o personas, con expresión de sus circunstancias
identificativas, frente a las que se pretenda el despacho de la ejecución, por aparecer en
el título como deudores o por estar sujetos a la ejecución según lo dispuesto en los
artículos 538 a 544 de esta Ley”.
Ahora bien, “cuando el título ejecutivo sea una sentencia o resolución dictada por el
tribunal competente para conocer de la ejecución, la demanda ejecutiva podrá limitarse a
la solicitud de que se despache la ejecución, identificando la sentencia o resolución cuya
ejecución se pretenda”.
Por lo mismo esa demanda deberá ir acompaña de los documentos procesales y
materiales a que se refiere el art. 550 LEC, aunque debe tenerse en cuenta que se si se
trata de un título judicial, como el mismo tiene constar en el Juzgado, no será preciso
acompañarlo.
b) Auto despachando la ejecución
Al escrito inicial debe contestar el órgano judicial por medio de un auto, en el que
denegará o despachará la ejecución con base en el examen de los requisitos formales
del título.

Ese examen suele carecer de problemas cuando el título se ha formado


judicialmente, pero puede presentarlos cuando se trata de la certificación del acta de
conciliación previa. Con todo, lo que realmente importa es poner de manifiesto que en
342

este momento el juzgador no puede controlar el tema de fondo, es decir, la legalidad o


justicia de la condena que en el título se contiene.
El contenido de ese auto se determina en el art. 553.1 LEC: “El auto en que se despache
ejecución deberá contener los siguientes extremos: º. La determinación de la persona o
personas frente a las que se despacha ejecución; si se despacha en forma solidaria o
mancomunada y cualquier otra precisión que, respecto de las partes o del contenido de la
ejecución, resulte procedente realizar, 2º. En su caso, la cantidad por la que se despacha
ejecución, 3º. Las medidas de localización y averiguación de los bienes del ejecutado que
procedan, conforme a lo previsto en los artículos 589 y 590 de esta Ley, 4º. Las
actuaciones judiciales ejecutivas que proceda acordar, desde ese momento, incluido, si
fuere posible, el embargo de bienes concretos, y 5º. El contenido del requerimiento de
pago que deba hacerse al deudor, en los casos en que la ley establezca este
requerimiento”.
La decisión de denegar la ejecución o de despacharla se debe tomar sin oír al ejecutado.
Si se deniega cabe reposición (o súplica) y aún puede caber suplicación (o casación)
(arts. 189.2 y 204, 2.º). Si se despacha deben, al mismo tiempo, ordenarse las medidas
ejecutivas que, atendida la pretensión del ejecutante, sean adecuadas a la obligación
documentada en el título.

El auto por el se despacha la ejecución, con copia de la demanda ejecutiva, debe


ser notificado al ejecutado, sin citación ni emplazamiento, el cual podrá en cualquier
momento personarse en las actuaciones (art. 553.2 LEC), pero cuando se trate de la
ejecución de un título judicial habrá de entenderse que esa personación ya se hizo en el
proceso de declaración.

C) El desarrollo de la actividad
a) Clases o formas de ejecución
Procedimentalmente la LPL obliga a distinguir varias clases de ejecución, sobre todo
atendiendo a:
1.º) Ejecuciones ordinarias: Se han previsto de modo general y con vis attractiva,
debiendo distinguirse dentro de ellas por el tipo de obligación a ejecutar entre:
1') Por obligaciones pecuniarias.
2') Por obligaciones no pecuniarias, y a su vez dentro de ellas: de hacer, de no hacer, de
dar cosa determinada y de dar cosa genérica.
343

2.º) Ejecuciones especiales: Lo son por estar previstas para supuestos específicos de
pretensiones ejecutivas, viniendo normalmente unidas a un proceso especial de
declaración:
1') De sentencias de despido.
2') De seguridad social.
3') Frente a entes públicos, en las que la especialidad radica, no en el objeto, sino en la
naturaleza del ejecutado.
b) La remisión a la LEC
Con referencia sólo a las ejecuciones ordinarias el art. 235.1 LPL dice que las sentencias
firmes (y debería haber dicho todos los títulos ejecutivos) se llevarán a efecto en la forma
prevista en la LEC para la ejecución de las sentencias, con las especialidades previstas
en la propia LPL (texto redactado por la Disposición Final 11.ª de la LEC/2000)

Las normas reguladoras de las ejecuciones ordinarias en el proceso laboral son,


primero, las específicas contenidas en la LPL, y, luego, las generales de la LEC. Resulta
así que, sin haberse modificado la redacción de los artículos de la LPL, el haberse
dictado una nueva LEC ha supuesto un cambio de gran trascendencia en la ejecución
laboral. No podía ser de otra manera si se recuerda la naturaleza de proceso civil
especial del proceso laboral.
c) Las cuestiones incidentales
Tradicionalmente las leyes procesales han regulado las cuestiones incidentales y los
incidentes (lección 8.ª) sólo con relación al proceso de declaración, si bien ello no ha
impedido que se plantearan más frecuentemente en el de ejecución. En el proceso
laboral, ante la falta de regulación específica, se discutió cuál debía ser su tramitación.
Esta discusión es la que ha resuelto el art. 236 LPL disponiendo que se realizarán de
modo oral.
En esa norma por cuestiones incidentales debe entenderse su sentido más general, es
decir, el referido a todas las cuestiones que se susciten en la ejecución y que exceda de
lo que pueda calificarse de tramitación normal de ésta (por ejemplo arts. 239.2 y 3, 243.1,
258.3, 270, 271 y 273.1).
d) Los recursos
También en el proceso de ejecución son posibles los recursos de reposición (art. 184),
súplica (art. 185), suplicación (art. 189.2), casación (art. 204, 2.º) y queja (art. 187).

Merecen atención especial la suplicación y la casación. En los dos (lecciones 13.ª


y 14.ª) recordemos que cabe el recurso contra los autos en ejecución de sentencia
cuando resuelvan puntos sustanciales no controvertidos en el pleito, no decididos en la
344

sentencia o que contradigan lo ejecutoriado. Ante estas normas tan limitadoras de los
recursos en la ejecución la jurisprudencia está ampliando las posibilidades de recurrir y lo
está haciendo a base de distinguir entre casos en los que cabe el recurso, que son los
dichos en las normas, y motivos del recurso, que son los de los arts. 191 y 205,
respectivamente.
Lo propio, con todo, de los recursos en ejecución son las notas que se desprenden del
art. 244:
1.ª) La impugnación de una resolución no impedirá que se lleve a efecto lo ordenado en
ella, con lo que se está diciendo que todos los recursos se admiten sin efecto suspensivo.
El mismo artículo establece después excepciones a esa regla, en cuanto permite
suspender la realización de los actos ejecutivos:
1') Por el órgano judicial ejecutor, pudiendo tener entonces la suspensión la duración de
un mes, excepcionalmente prorrogable por otro.
2') Por la Sala que conozca del recurso devolutivo, caso en el que la suspensión podrá
tener la duración del recurso mismo.
En los dos casos la suspensión deberá basarse en que la realización de los actos
ejecutivos puede producir un perjuicio de difícil reparación y será posible exigir fianza a la
parte recurrente y beneficiada por la suspensión.

2.ª) La interposición del recurso no precisa la consignación del importe de la


condena o de su aseguramiento (la consignación del art. 228), pero sí del depósito para
recurrir (el del art. 227).
e) La paralización del procedimiento
El desarrollo normal del procedimiento de ejecución puede verse alterado en algunos
supuestos de paralización del mismo:
1.º) El ejecutante puede, en cualquier momento, pedir la paralización del procedimiento
(salvo en los procesos de oficio), con las consecuencias previstas en el art. 242.2 que se
refiere a que si pasado un mes no insta la continuación el órgano judicial le requerirá a fin
de que manifieste, en el plazo de cinco días, si la ejecución ha de seguir adelante y
solicite lo que a su derecho convenga, con la advertencia de que pasado ese plazo se
archivarán provisionalmente las actuaciones.
2.º) La ley prevé casos de paralización que se derivan de la naturaleza misma del
proceso.

En este apartado puede hacerse referencia a supuestos muy variados: el


planteamiento de una cuestión prejudicial penal relativa a la falsedad de un documento
(art. 4.4), el requerimiento de inhibición, bien de un órgano administrativo (art. 11 de la LO
345

2/1987, de 18 de mayo, de conflictos jurisdiccionales), bien de un órgano judicial no social


(art. 48 LOPJ), de petición de nombramiento de abogado del turno de oficio (art. 21.5), el
inicio del incidente de acumulación de ejecuciones (art. 40), la impugnación de alguna
resolución (art. 244), la tercería de dominio (art. 258.2) y de mejor derecho (art. 273.2).
3.º) En algunos casos específicos de la ejecución laboral en los que se atiende a las
repercusiones generales de una ejecución determinada.

Estos supuestos son básicamente los de los arts. 243 (cuando la ejecución puede
ocasionar perjuicios desproporcionados por poner en peligro cierto la continuidad de las
relaciones laborales subsistentes en la empresa deudora, caso en que el órgano judicial
puede conceder un aplazamiento en la ejecución por el tiempo imprescindible, lo que se
convierte en una causa de suspensión) y 275 (en que el Fogasa puede pedir la
suspensión de la ejecución por el plazo de treinta días para valorar la imposibilidad de
satisfacción de los créditos laborales así como los efectos de la enajenación judicial de
los bienes embargados sobre la continuidad de las relaciones subsistentes en la empresa
deudora).
f) La acumulación de ejecuciones

El fenómeno de la acumulación se ha referido tradicionalmente al proceso de


declaración pero la LPL, correctamente, lo ha admitido en el de ejecución, en el que ha
regulado una acumulación sucesiva por reunión, es decir, una acumulación de "autos", de
procesos de ejecución ya incoados que tuvieron su origen en títulos ejecutivos distintos
(arts. 36 a 41).
Al definir la acumulación (lección 7.ª) decíamos que se trata de un fenómeno procesal
basado en la conexión entre pretensiones. En el proceso de ejecución la conexión
atiende a tres aspectos:
1.º) Las varias ejecuciones han de dirigirse contra un mismo deudor, de modo que el
elemento subjetivo imprescindible se refiere a la identidad de ejecutado en todas las
ejecuciones a acumular.
2.º) La causa de pedir no puede ser elemento de conexión, porque esta acumulación se
refiere precisamente a ejecuciones derivadas de distintos títulos ejecutivos.
3.º) El objeto mediato, es decir, la prestación entendida como comportamiento del
deudor, no puede ser la misma, pero el objeto inmediato, esto es, la actividad
jurisdiccional o conducta física productora de un cambio en el mundo exterior, sí ha de
poder ser la misma.
346

La finalidad de esta acumulación puede ser la economía procesal, pero no el evitar


sentencias contradictorias por la evidente razón de que en la ejecución no se dicta
sentencia.

En la LPL se distinguen dos tipos de acumulación de ejecuciones con requisitos y


finalidades distintas.

Respecto de las dos debe tenerse en cuenta que si las ejecuciones a acumular
están pendientes ante un mismo órgano judicial es posible la acumulación tanto sea ese
órgano un Juzgado como una Sala de lo Social, mientras que si las ejecuciones están
pendientes ante órganos judiciales distintos, sean de la misma o de distinta
circunscripción, la acumulación sólo es posible tratándose de Juzgados de lo Social, no
de Salas.
1.º) Acumulación preceptiva: Para que deba decretarse la misma es preciso que
concurran los siguientes requisitos (art. 37.1):
1') Todas las pretensiones a acumular han de tender a lograr la entrega de una cantidad
de dinero.
2') Han de existir indicios de que los bienes del deudor común son insuficientes para
satisfacer todos los créditos que se ejecutan.
3') Si de las dos o más ejecuciones conoce un mismo órgano judicial la acumulación debe
decretarse de oficio o a instancia de parte, pero si de las ejecuciones conocen distintos
Juzgados sólo se decretará a instancia de parte.
Lo que importa de esta acumulación es que el fin más importante que se persigue con
ella es el reparto proporcional del dinero obtenido con las ejecuciones y entre los varios
acreedores (lección 16.ª).
2.ª) Acumulación facultativa: Los requisitos para que pueda decretarse la misma son (art.
37.2):
1') Las pretensiones pueden referirse a cualquier clase de prestación (hacer, no hacer y
dar alguna cosa).

2') Los criterios para acordarla son la economía procesal y la conexión entre las
diversas obligaciones que se ejecutan.
A quién y a cómo se decreta esta acumulación de ejecuciones se refieren los arts. 38 a
41:
1.º) El órgano judicial competente para decretarla, cuando las varias ejecuciones penden
ante Juzgados distintos, es:
347

1') Si las ejecuciones penden ante Juzgados de la misma circunscripción: el Juzgado que
haya iniciado antes su ejecución.
2') Si penden ante Juzgados de distinta circunscripción; el criterio preferente es el
temporal, pero subsidiariamente puede entrar en juego el de quien trabó el embargo
sobre la totalidad o la mayor parte de los bienes del deudor común.
2.º) Respecto del cómo el art. 39 prevé la realización de un incidente, que puede iniciarse
de oficio o a instancia de parte, con tramitación distinta según se trate de ejecuciones
pendientes ante el mismo o diferentes órganos judiciales, sobre el que al final puede
tener que decidir la Sala de lo Social del tribunal superior inmediato y común.

LA OPOSICION DEL EJECUTADO


En la LEC de 1881, y en la LPL en tanto que su continuadora de la concepción, parecía
partirse de la regla de que en la ejecución el ejecutado no puede formular oposición
alguna, dado que el título ejecutivo presupone la existencia de la obligación que se
ejecuta. Esta concepción llevó a que ni en la LEC ni en la LPL se regulara claramente la
oposición del ejecutado a la ejecución, aunque esa falta de regulación no impidió que la
realidad se impusiera a una errónea concepción teórica.
La LEC de 2000 ha asumido la construcción doctrinal de la oposición a la ejecución, y
con ella hay que distinguir entre:

A) Oposición al conjunto de la ejecución


La oposición puede referirse, de modo principal, a la existencia misma del proceso de
ejecución, pretendiéndose por el ejecutado que éste finalice, y para ello puede atender a
dos tipos de motivos o razones:
a) Defectos procesales
Se trata de alegar por el ejecutado en torno a los requisitos y presupuestos procesales,
de los que el art. 559 LEC (adaptado al proceso laboral) enumera los siguientes:
1.º) Carecer el ejecutado del carácter o representación con que se le demanda.
2.º) Falta de capacidad o de representación del ejecutante o no acreditar el carácter o
representación con que demanda.
3.º) Nulidad radical del despacho de la ejecución por no contener la sentencia o el laudo
arbitral pronunciamientos de condena.
4.º) No cumplir el documento presentado los requisitos legales exigidos para llevar
aparejada ejecución (cuando se trate de título no judicial).
348

Estas alegaciones pueden referirse a defecto insubsanables o a defectos


subsanables. En el segundo caso, después de declararse el defecto, como veremos, el
juzgado deberá conceder diez días plazo al ejecutante para que subsane (por ejemplo
acreditar la representación con que demanda). Si se produce la subsanación se mandará
seguir adelante la ejecución; si no se subsana se archivarán las actuaciones.
b) Motivos de fondo
Cuando el título ejecutivo es una sentencia, auto o documento asimilado (como es
siempre el caso en el proceso laboral) la oposición del ejecutado, que ha de formularse
por escrito, en el plazo de los diez días siguientes a la notificación del auto despachando
la ejecución (art. 556 LEC, adaptado), podrá basarse en:
1.º) La prescripción de la acción ejecutiva (art. 241.1 LPL).
2.º) Pago o cumplimiento (total o parcial), que deberá acreditarse
documentalmente.
3.º) Pactos y transacciones que se hubieren convenido para evitar la ejecución,
siempre que consten en documento público (y teniendo en cuenta la prohibición de la
transacción y de la renuncia de los derechos reconocidos por sentencias favorables al
trabajador, del art. 245 LPL).
Para la tramitación de la oposición a la ejecución no puede estarse a lo dispuesto
en la LEC/2000, sino a lo previsto en el art. 236 LPL, pues la oposición implica un
incidente declarativo intercalado en la ejecución. El auto que el magistrado dicte
resolviendo el incidente por motivos de fondo tiene naturaleza sumaria, en el sentido de
que especifica el art. 564 LEC, por lo que nada impide acudir a un proceso declarativo
posterior.

B) Oposición a los actos ejecutivos


En este tipo de oposición se atiende sólo a actos concretos y determinados de la
ejecución, respecto de los cuales se pide su modificación (adecuándolos a la norma o al
título) o anulación. La oposición puede basarse en:
a) Infracción de norma procedimental o procesal
La ejecución está sujeta al principio de legalidad aún en mayor medida que el
proceso de declaración y el ejecutado ha de poder exigir que los concretos actos
ejecutivos se sujeten a ese principio. Cabe así oposición ante la infracción de una norma
procedimental (no se le da traslado cuando debía dársele) o procesal (se embarga un
bien inembargable). A esta oposición se refiere el art. 562 LEC/2000, que estima que el
cauce adecuado son los recursos previstos en la ley.
349

b) Infracción del título ejecutivo


El título ejecutivo es la medida de la ejecución por lo que el juzgado ha de
acomodarse al mismo. Si el juzgado provee en contradicción con el título, la parte
perjudicada ha de poder interponer los recursos admisibles según la ley (art. 563 LEC).
Esos recursos son el de reposición y el de suplicación (con la limitación del art. 189.2
LPL).

EJECUCIONES ORDINARIAS NO DINERARIAS


La LPL no se refiere directamente a las ejecuciones ordinarias no dinerarias, con lo que
plantea el problema de la aplicación supletoria de la LEC, que las regula en sus arts. 699
a 711. Aunque otra cosa se haya pretendido lo que el art. 239 LPL produce es sólo un
cambio de tratamiento, conforme al cual se refuerza el intento de lograr la ejecución
específica y manifestación de ello es el apremio pecuniario, pero al final puede que no
haya más remedio que acudir a la aplicación supletoria de la LEC.

A) Obligaciones de hacer
Partiendo la de la incoación de la ejecución por el ejecutante, el órgano judicial en el auto
despachando la ejecución requerirá al ejecutado para que haga y le señalará plazo para
ello, según la naturaleza del hacer y las circunstancias que concurran (art. 705 LEC).
Dentro de ese plazo el ejecutado puede:
1.º) Hacer completamente y bien la actividad ordenada: La ejecución específica termina
aquí, quedando únicamente pendiente el pago de las costas para las que se procederá a
su tasación y exacción, en su caso, por los trámites de la ejecución de las obligaciones
dinerarias.

2.º) No hacer la actividad ordenada o realizarla en parte o realizarla


defectuosamente: En cualquiera de estos tres casos el juzgador convocará a las partes a
la comparecencia del art. 236.

En esa comparecencia se tratará de:


1) Resolver si la actividad se ha hecho en parte o, mejor, qué parte queda por realizar.
2) Decidir si la actividad se ha realizado o no defectuosamente.
3) Resolver si se ha acreditado o no la imposibilidad del cumplimiento específico.
4) Precisar si la obligación es fungible o infungible.
5) Determinar si se impone o no el apremio pecuniario y fijar su cuantía.
6) Adoptar cualquier otra medida necesaria para asegurar la efectividad de la sentencia.
350

Para cumplir estas finalidades debe aclararse si la condena contenida en el título es


fungible o infungible. Una conducta es fungible cuando es indiferente que la realice una u
otra persona, dado que el resultado será el mismo; naturalmente una conducta es
infungible cuando ha de realizarse precisamente por una persona determinada, atendidas
sus cualidades propias y específicas.
a) Cuando la conducta es fungible o no personalísima y el ejecutado no la ha realizado en
el plazo fijado, el acudir al apremio pecuniario del art. 239.2 LPL no tiene sentido; lo más
lógico es acudir a la solución del art. 706 LEC: el ejecutante podrá pedir que se le faculte
para encargo a un tercero, a costa del ejecutado, o reclamar el resarcimiento de daños y
perjuicios. En cualquier caso, al final, se habrá transformado la ejecución de hacer por
otra de dar dinero.
b) Si la conducta es infungible o personalísima y el ejecutado no la realizó en el plazo
fijado, la imposición del apremio pecuniario del art. 239.2 LPL (que sustituye a la multa
del art. 709 LEC) será, normalmente, la primera solución pero no tiene porqué ser la
única ni tiene porqué ser automática. Nada se opone a que el ejecutante pida la
transformación de la ejecución específica en la genérica del resarcimiento de los
perjuicios.

B) Obligaciones de no hacer
Teóricamente las conductas de no hacer son siempre infungibles pues no cabe que otra
persona no haga por el condenado. La verdadera ejecución entra en juego cuando el
condenado ha quebrantado lo dispuesto en el título. Si las obligaciones son muy
variadas, también lo son los modos de incumplirlas:
1.º) Unas veces la obligación consistirá en omitir una conducta, que puede ser:
1') Continuada o indefinida en el tiempo: Si a pesar del requerimiento para que el
condenado cese en la conducta, la orden no se cumple y el condenado sigue actuando
de la misma manera, podrá acordarse el apremio pecuniario e incluso ordenar a la policía
judicial que impida al ejecutado seguir haciendo o acudir al proceso penal por
desobediencia.
2') De acto único: Si el condenado hace, la ejecución forzosa debe adecuarse a la
consecuencia producida por ese acto, de modo que cabrá acudir a deshacer lo mal hecho
y a costa del ejecutado o puede que no quede más remedio que estar a la indemnización
de daños y perjuicios (art. 710 LEC).
2.º) Otras veces el no hacer consistirá en permitir que otra persona haga lícitamente y su
violación radicará en impedir esa actuación; en estos casos la ejecución puede ser muy
351

variada: destruir lo mal hecho y a costa del ejecutado (art. 710 LEC), imponer el apremio
pecuniario (art. 239.2 LPL), ordenar a la policía judicial que garantice el derecho del
ejecutante.

C) Obligaciones de dar cosa específica


Estas obligaciones no serán normalmente impuestas en el proceso laboral, pero si se
ordena entregar alguna cosa mueble o inmueble la ejecución puede consistir en:
a) Cosa mueble: Si el ejecutado no lleva a cabo la entrega dentro del plazo que se
señale, el tribunal pondrá al ejecutante en posesión de la cosa empleando los medios que
sean necesarios, incluidos los apremios pecuniarios (art. 239.2 LPL), la entrada en lugar
cerrado y el auxilio de la fuerza pública; cabe apremiar también al ejecutando con el
apercibimiento de incurrir en desobediencia. En último caso podrá estarse a la
compensación pecuniaria (art. 701 LEC).
b) Bien inmueble: Se estará a lo dispuesto en el título, disponiendo la adecuación
del Registro al mismo y acudiendo, en su caso, al lanzamiento del ejecutado (art. 703
LEC), existiendo previsión expresa para el caso de que el ocupante del inmueble sea la
vivienda del ejecutado o estuviere ocupado por terceras personas (art. 704 LEC).

D) Obligaciones de dar cosa genérica


Tratándose de cosas genéricas, es decir, fungibles o sustituibles (de las que se pesan, se
cuentan o se miden) puede ocurrir que:
1.º) La cosa se encuentre en poder del ejecutado: Se ordenará al ejecutado que la
entregue y no haciéndolo podrá acordarse bien el apremio pecuniario bien la puesta en
posesión del ejecutado, utilizando la fuerza necesaria.
2.º) La cosa no esté en poder del ejecutado pero esté en el mercado: Podrá acordarse
tanto el apremio pecuniario como que se cumpla la obligación a expensas del ejecutado.
3.º) La cosa no esté ni en poder del ejecutado ni en el mercado: No habrá más remedio
que proceder a su reducción a dinero, combinando el incidente del art. 236 LPL con el
sistema de reducción de los arts. 712 y siguientes LEC.
352

LECCION 16.ª

La ejecución dineraria

EJECUCION ORDINARIA POR OBLIGACIONES DINERARIAS

Cuando el título ejecutivo impone directamente una obligación pecuniaria, o bien


cuando la obligación de hacer, de no hacer o dar cosa distinta del dinero se transforma
en su equivalente dinero, la actividad tiende a extraer del patrimonio del ejecutado los
bienes necesarios para que, una vez convertidos en dinero, pueda hacerse pago al
ejecutante.
La actividad ejecutiva se integra aquí por una serie muy compleja de actos cuyo esquema
es el siguiente:
1.º) Demanda del ejecutante.
2.º) Embargo de bienes del ejecutado.
3.º) Realización de los bienes embargados: Esta fase puede no ser necesaria si el
embargo recayó sobre dinero, pues entonces se pasa directamente a la fase siguiente.
Normalmente la realización se resuelve en la enajenación forzosa, pero puede consistir
en la adjudicación o en la administración forzosas.
4.º) Pago al acreedor.
Todo este conjunto de actos puede verse frustrado si el ejecutado no tiene bienes que
embargar. En este caso la ejecución no acabará con el pago al acreedor sino con la
declaración de insolvencia.
A pesar de los muchos artículos (del 246 a 275) que la LPL dedica a esta clase de
ejecución, los mismos no la regulan completamente, siendo necesario acudir a la LEC
supletoriamente.

La primera fase de la ejecución por obligaciones dinerarias se integra


naturalmente por la demanda del ejecutante (arts. 237.1 LPL y 549 LEC) y por el auto
despachando la ejecución (art. 553 LEC), en el cual se ordenarán las medidas de
localización y averiguación de los bienes del ejecutado que procedan y el embargo. Dado
que esta primera fase es común a todas las ejecuciones nos remitimos a lo que dijimos
sobre ella en la lección anterior. Con todo hay que hacer mención aquí de dos
especialidades en lo laboral:
353

1.ª) En el auto despachando la ejecución se limitan las cantidades respecto de


intereses y cosas (art. 249 LPL norma especial respecto del general art. 575 LEC).
En el auto despachando la ejecución deben hacerse mención de tres conceptos:
1') Principal: Su determinación cuantitativa no ofrece problemas pues ha de referirse a la
cantidad expresada en el título ejecutivo.
2') Intereses: Los ya devengados en el momento de despacharse la ejecución, bien con
base en el art. 29.3 ET, bien en el art. 576 LEC (norma aplicable también en el proceso
laboral), son cantidad líquida, pero respecto de los que se devenguen mientras dure la
ejecución lo que dice el art. 249 LPL es que se calcularán con relación a un año.
3') Costas: La cantidad calculada para las mismas no excederá del 10 por 100 del
principal.
2.ª) El auto despachando la ejecución (y las demás resoluciones en las que se decrete un
embargo) se notificará a los representantes de los trabajadores de la empresa deudora
"atendida la cantidad objeto de apremio", a efecto de que puedan comparecer en el
proceso (art. 250 LPL).

Los arts. 580 a 583 LEC se refieren a la necesidad de que el ejecutado sea
requerido de pago, y establecen esa necesidad en los casos de títulos ejecutivos que no
sean resoluciones judiciales o arbitrales, o transacciones o convenios aprobados
judicialmente. En el proceso de ejecución laboral el único caso cuestionable es el del art.
68 LPL: lo acordado en la conciliación administrativa previa. Por mucho que esta norma
diga que se lleva a efecto por el trámite de ejecución de sentencias, esto no puede
suponer excluir de la necesidad del requerimiento de pago. Esa exigencia debe, pues,
cumplirse y como ordenan las normas dichas.

EL EMBARGO EJECUTIVO

A) Concepto
Con Carreras entendemos por embargo "aquella actividad procesal compleja llevada a
cabo en el proceso de ejecución, enderezada a elegir los bienes del ejecutado que deben
sujetarse a la ejecución y a afectarlos concretamente a ella, engendrando en el acreedor
ejecutante una facultad meramente procesal a percibir el producto de la realización de los
bienes afectados, y sin que se limite jurídicamente ni se expropie la facultad de
disposición del ejecutado sobre dichos bienes".

El embargo se resuelve básicamente en la afección de unos bienes al proceso de


ejecución y, por tanto, el mismo existe desde que se decreta por resolución judicial, o se
354

reseña la descripción de un bien en el acta de diligencia de embargo, aunque no se


hayan adoptado todavía las medidas de garantía o de publicidad de la traba (art. 587
LEC). Por lo mismo es nulo el embargo sobre bienes o derechos cuya efectiva existencia
no conste (art. 588 LEC).

Como actividad compleja que es el embargo está integrado por diversas fases, las
cuales sí pueden aislarse en el plano conceptual en algunos supuestos se superponen
prácticamente.
Antes de entrar en esas fases es necesario determinar qué bienes son susceptibles de
embargo. En general el art. 1.911 CC parte de la base de que el deudor responde con
todos sus bienes, presentes y futuros, del cumplimiento de sus obligaciones, lo que
supone que en principio todos los bienes son embargables. Con todo, debe tenerse en
cuenta que:
1.º) El embargo no recae sobre el patrimonio del deudor como un todo, sino sobre bienes
diferenciados e individualmente considerados.
2.º) Existen bienes que están excluidos de la ejecución y que, por tanto, no son
embargables (arts. 605 a 607 LEC); esa inembargabilidad puede responder a tres
razones:
1') No patrimonialidad de algunos bienes: Los que se califican de no patrimoniales (patria
potestad, políticos, administrativos) no pueden embargarse.
2') No alienabilidad: Los bienes no enajenables (públicos y algunos privados) no pueden
embargarse.
3') No embargabilidad por disposición expresa de la Ley: De modo especial importa
destacar que la STC 113/1989, de 12 de junio, declaró que las pensiones de la Seguridad
Social son embargables a partir del importe del salario mínimo interprofesional.
El embargo trabado sobre bien inembargable es nulo de pleno derecho (art. 609 LEC).

B) Localización de los bienes del deudor


Despachada la ejecución y ordenado el embargo es obvio que lo primero que debe
hacerse es descubrir qué bienes embargables existen en el patrimonio del deudor. Esa
búsqueda puede hacerla inicialmente el ejecutante y, como resultado de la misma, en la
demanda ejecutiva deberá indicar:

a) Los bienes del ejecutado susceptibles de embargo de los que tuviere


conocimiento y, en su caso, si los considera suficientes para el fin de la ejecución (art.
549.1, 3.º, LEC). Si lo hace así no serán precisas otras actividades de búsqueda, y el
355

tribunal, en el auto despachando la ejecución, podrá determinar los bienes concretos


sobre los que recae el embargo (art. 553.1, 4.º, LEC), quedando desde esa resolución
hecho el embargo y sin perjuicio de que las medidas de garantía se adopten
posteriormente (art. 587.1).

Siempre es posible que los bienes del ejecutado sea buscados por la Comisión
Ejecutiva del Juzgado. El art. 257.1 LPL prevé el supuesto de que la diligencia de
embargo hecha por esta Comisión Ejecutiva haya resultado positiva, ordenando entonces
que se dé cuenta de la misma al juzgador, el cual ratificará o rectificará lo hecho por ella,
con lo que se pone de manifiesto que quien embarga es el juzgador, no la Comisión
Ejecutiva.
b) Las medidas de localización e investigación que, al amparo del art. 590,
interese (art. 549.1, 4.º, LEC). Cuando el ejecutante no ha encontrado bienes del
ejecutado en la demanda ejecutiva instará esas medidas, pero el tribunal podrá acordar,
en el auto despachando la ejecución (art. 553.1. 3.º, LEC), dos importantes medidas de
averiguación. Estas medidas eran antes de la LEC/2000 importantes especialidades de
proceso de ejecución laboral, pero ahora se encuentran también en la ejecución civil, de
modo que las normas de ésta servirán para colmar las lagunas de aquél.
1.º) La manifestación sobre bienes y derechos (art. 247 LPL): El órgano judicial
puede requerir al ejecutado para que éste manifieste sus bienes y derechos con la
precisión necesaria para garantizar sus responsabilidades (art. 589 LEC).

El deber de manifestar se atribuye al ejecutado y el art. 247 puntualiza el caso de


que el mismo sea una persona jurídica (corresponde entonces a sus administradores o a
la persona que legalmente la represente) o una comunidad de bienes o grupo sin
personalidad (se atribuye a sus organizadores, directores o gestores). Objetivamente el
deber comprende: 1) Los derechos de cualquier naturaleza, 2) Si el bien está afectado a
otro proceso, 3) El importe del crédito garantizado si el bien está gravado con carga real.

2.ª) La colaboración de organismos públicos y personas privadas (arts. 248 LPL y


590 LEC): Respecto de los organismos públicos se distingue entre: 1) Facilitar la relación
de todos los bienes y derechos del ejecutado de que tengan constancia (y no se excluye
la Administración tributaria), y 2) Realizar las averiguaciones legalmente posibles para
llegar a tener conocimiento de los bienes y derechos del ejecutado. Con relación a
personas privadas su deber de colaboración puede referirse a proporcionar la información
de que dispongan sobre los bienes del ejecutado, pero no a que realicen actos de
investigación.
356

Si después de todo lo anterior no se ha encontrado bien alguno del ejecutado, o si los


encontrados son insuficientes, lo normal será proceder a la declaración de insolvencia,
total o parcial, de la empresa ejecutada (art. 274 LPL). Caben, con todo, actuaciones de
integración del patrimonio del ejecutado que pueden ser:
1) Ejercicio de las "acciones" del deudor, con lo que estamos ante la acción subrogatoria
del art. 1.111 CC, que es un caso de sustitución procesal (lección 4.ª).
2) Impugnación de las transmisiones fraudulentas, tratándose entonces de la acción
revocatoria o pauliana del mismo art. 1.111 CC.
Estos actos de integración del patrimonio serán normalmente de la competencia del
orden jurisdiccional civil.

C) Prelación de bienes

La determinación puede hacerse, en primer lugar, por pacto entre el acreedor y el


deudor, pacto que cabe que sea anterior a la ejecución o que se concierte pendiente la
misma, de modo que todas las reglas que decimos a continuación entran en juego ante la
no existencia de ese pacto. Esto supone que el acto que desconozca las reglas legales
es anulable (no nulo), debiendo impugnarse por alguna de las partes (art. 592.1 LEC).
A falta de pacto, el tribunal determinara el bien o bienes del ejecutado a embargar
teniendo en cuenta:

a) El orden debe establecerse atendiendo a dos razones distintas pero


complementarias: Mayor facilidad de su enajenación y menor onerosidad de ésta para el
ejecutado (art. 592.1 LEC).
b) Si resulta imposible o muy difícil la aplicación de los criterios anteriores se
estará al orden previsto en el art. 592.2 y 3 LEC, en el cual están incluidos todos los
bienes patrimoniales, alienables y embargables del ejecutado:

El art. 252 LPL se limita a remitirse al orden legal del art. 592 LEC, sin introducir
matización alguna. El orden legal es el siguiente: 1º. Dinero o cuentas corrientes de
cualquier clase, 2º. Créditos y derechos realizables en el acto o a corto plazo, y títulos,
valores u otros instrumentos financieros admitidos a negociación en un mercado
secundario oficial de valores, 3º. Joyas y objetos de arte, 4º. Rentas en dinero, cualquiera
que sea su origen y la razón de su devengo, 5º. Intereses, rentas y frutos de toda
especie, 6º. Bienes muebles o semovientes, acciones, títulos o valores no admitidos a
cotización oficial y participaciones sociales, 7º. Bienes inmuebles, 8º. Sueldos, salarios,
pensiones e ingresos procedentes de actividades profesionales y mercantiles autónomas,
357

9º. Créditos, derechos y valores realizables a medio y largo plazo, y 10º. También podrá
decretarse el embargo de empresas cuando, atendidas todas las circunstancias, resulte
preferible al embargo de sus distintos elementos patrimoniales.

D) Designación de los bienes


El problema de designar los bienes sobre los que ha de recaer el embargo tiene sentido
cuando se han encontrado bienes del ejecutado y cuando los encontrados exceden en su
valor de la cantidad por la que se despachó la ejecución. En este caso la regla última es
que la de determinación corresponde al juzgador, pero deben tenerse en cuenta dos
límites:
1.º) Cualitativo: Tiene que respetarse el orden del art. 592 LEC.

Nada impide que se realice un embargo y que luego se descubran otros bienes
del ejecutado, siendo estos últimos preferentes sobre los primeros, en cuyo caso se
procederá a desembargar y embargar. La variación puede provenir también de que se
estime una tercería de dominio.

2.º) Cuantitativo: Los bienes que tienen que embargarse son los suficientes para
cubrir el importe de la cantidad por la que se despachó la ejecución.
Este límite cuantitativo también es variable y a su modificación se refiere el art. 257.2
LPL, pudiendo consistir en:
1') Mejorar el embargo, que es extenderlo a bienes que inicialmente no se embargaron al
descubrirse que los embargados son insuficientes (art. 612 LEC).
2') Reducir el embargo, es decir, levantarlo respecto de algún bien cuando se descubre
que hubo exceso en la traba (art. 612 LEC).
3') Levantar el embargo en este contexto significa quitar la traba sobre todos los bienes,
lo que sucederá cuando la ejecución acabe bien porque el ejecutado paga, bien porque
se estima la oposición formulada por el ejecutado contra la misma existencia de la
ejecución.

E) Afección de bienes. Tercería de dominio

La afección es una declaración de voluntad del juzgador, explícita (resolución


judicial) o implícita (descripción de un bien en el acta de diligencia de embargo), por la
que se vincula un bien determinado a la ejecución. En términos estrictos la afección es el
elemento fundamental del embargo y debería ser siempre expresa, pero la LEC y la LPL
358

se han centrado en los actos de garantía, con olvido de que el embargo sólo existe
cuando se produce la declaración de voluntad del juzgador.

El juzgador, antes de realizar la traba en que se resuelve la afección, debe


controlar de oficio los requisitos siguientes: 1) Que el bien sea embargable (art. 609
LEC), 2) Que se respete el orden del art. 592 LEC, 3) Que no se exceda en la suficiencia
(art. 584 LEC), y 4) Que el bien pertenezca al ejecutado.
Presupuesto de la afección es que el bien a trabar sea de la propiedad del ejecutado y en
la determinación de la misma debe tenerse en cuenta que bastará que pueda presumirse
la pertenencia del bien al ejecutado, siendo su indicio básico el que el bien se encuentre
dentro del señorío físico del mismo, que tenga su posesión.

La falta anterior de reglas legales ha sido suplida por el art. 593 LEC: Para juzgar
sobre la pertenencia al ejecutado de los bienes que se proponga embargar, el tribunal, si
necesidad de investigaciones ni otras actuaciones, se basará en indicios y signos
externos de los que razonablemente pueda deducir aquélla. A partir de ahí el art. 393
LEC atiende a consideraciones prácticas, en sentido favorable y contrario a la traba, con
posible notificación y audiencia de tercero.
Lo anterior posibilita que en la práctica pueda embargarse un bien de persona distinta del
ejecutado. En este caso el remedio general para sacar el bien de la ejecución es la
denominada tercería de dominio, que está regulada en el art. 258 LPL y en su
complemento los arts. 595 a 604 LEC.
Tradicionalmente se ha venido sosteniendo que esta tercería era una acción
reivindicatoria, pero hoy no puede seguir sosteniéndose tal cosa porque:
1.º) La reivindicación sólo puede referirse a cosas susceptibles de dominio, con lo que si
el embargo ha recaído sobre un bien distinto la consecuencia absurda sería que no cabe
la tercería.
2.º) El dominio no puede ser el único fundamento de la tercería, pudiendo ser éste
cualquier derecho que se oponga al embargo tal y como ha sido trabado o a la futura
enajenación forzosa.
3.º) La tercería puede dar lugar a un litisconsorcio pasivo necesario por ministerio de la
ley cuanto se ha de demandar al ejecutante y al ejecutado para obtener un
pronunciamiento único: que se levante el embargo. El art. 600 LEC permite demandar
sólo al ejecutante, pero impone este litisconsorcio, es decir, impone que se debe
demandar al ejecutante y al ejecutado, cuando el bien embargado haya sido designado
por éste.
359

La reforma fundamental operada por el art. 258 de la LPL consiste en que se ha atribuido
competencia al órgano judicial que está conociendo de la ejecución laboral para conocer
de las tercerías de dominio que se interpongan sobre los bienes embargados en aquella,
dando lugar a un incidente:
1.º) Objeto: Es la petición de levantamiento del embargo sobre un bien concreto, siendo
todo lo demás accesorio, incluso lo relativo al motivo por el que se pide el alzamiento (art.
601 LEC).
2.º) Título: A la demanda de tercería hay que acompañar "el título en que se funde la
pretensión", entendiendo por título principio de prueba por escrito (arts. 595.3 LEC).
3.º) Tiempo: La demanda ha de presentarse con una antelación no inferior a quince días
a la fecha señalada para la subasta.
4.º) Procedimiento: La tercería da lugar a uno de los incidentes orales regulados en el art.
236 LPL, finalizando con un auto en el que se decidirá si se levanta o mantiene el
embargo.
5.º) Efectos: Hay que distinguir entre.
1') De admisión de la demanda: Respecto de la ejecución en marcha sólo produce la
suspensión de las actuaciones relativas a la realización forzosa del bien discutido.
2') De la estimación de la pretensión: El bien embargado sale de la ejecución, debiendo
levantarse el embargo y cancelar la medida de garantía adoptada.

F) Garantías de la afección

El embargo propiamente dicho se resuelve en la afección, en la declaración de


voluntad del juzgador que afecta un bien a la ejecución; desde ese momento existe la
traba para las partes procesales. La fase siguiente no se refiere, pues, a la constitución
de la traba, sino a garantizar su existencia.
Las garantía se refieren a un doble aspecto:
1.º) Frente al ejecutado: Para evitar que realice cualquier acto de ocultación o disposición
que haga imposible la continuación de la ejecución.
2.º) Frente a terceros: Para que tengan conocimiento de la existencia de la traba, tanto a
efectos de publicidad como de preferencia en el cobro de créditos respecto del bien.

Naturalmente la garantía concreta a adoptar depende de la clase de bien; hay una


serie de bienes y otra de garantías.
a) Anotación preventiva en Registro Público
1.º) Bienes inmuebles
360

Decretado el embargo al órgano judicial ordenará de oficio que se libre y remita


directamente al Registro de la Propiedad mandamiento por duplicado para que se
practique el asiento de anotación preventiva del embargo trabado (art. 253.1 LPL). Es
supletorio el art. 629 LEC sobre la remisión por fax y la posibilidad de tomar anotación
preventiva de la suspensión de la anotación del embargo si bien no está inscrito y si lo
está a favor de persona distinta del ejecutado pero de la que éste trae causa.

Especial interés tiene en lo laboral que en el mandamiento se haga mención


expresa de que la ejecución se sigue para el cobro de salarios correspondientes a los
últimos treinta días, atendido el superprivilegio del art. 32.1 ET.
Al mismo tiempo que se hace el mandamiento de anotación preventiva de embargo, se
ordenará al registrador que emita certificación de: haber hecho la anotación, de la
titularidad del bien y, en su caso, de las cargas y gravámenes. Con ello el art. 252 LPL
está uniendo en un solo mandamiento lo que en la LEC son dos, el del art. 629 y el del
art. 656, y de la misma manera unificando dos certificaciones del Registro en una sola.

Naturalmente si la certificación de titularidad y de cargas y gravámenes se hace


en este momento procesal, es lógico que el art. 252.2 diga a continuación que el
registrador deberá comunicar al órgano judicial la existencia de ulteriores asientos que
pudieren afectar al embargo anotado.
2.º) Bienes muebles

Para estos bienes la garantía normal es el depósito, como veremos después, pero
el embargo de algunos bienes muebles tiene acceso a registros públicos.
Esos registros son, por ahora:
1.º) Registro mercantil: Para los buques y aeronaves (arts. 145 a 190 del D. de 14 de
diciembre de 1956).
2.º) Registro de Hipoteca y Prenda sin Desplazamiento: Conforme a la Ley de 16 de
diciembre de 1954, y teniendo en cuenta que lo que tiene acceso al Registro no es el bien
sino ciertos gravámenes sobre ellos, incluido el embargo [arts. 68, d) de la Ley y 39 del
reglamento de 17 de junio de 1955].
Cabe aún referirse a la anotación de embargo de vehículos de motor en el registro de las
Jefaturas de Tráfico, pero teniendo en cuenta que ésta es una garantía, no alternativa,
sino complementaria del depósito.
b) Administración o intervención judicial
361

El art. 254 LPL contiene regulación específica para la administración e


intervención judiciales que no ha derogado la LEC pero sí la ha relegado a la condición
de supletoria.
En la ejecución civil existen dos supuestos de estas garantías:
1.º) General, que atiende sólo a la administración y se refiere al caso de embargo de
frutos y rentas (art. 630.2 LEC).
2.º) Especial, que atiende a la administración y a la intervención cuando lo embargado
fuere un establecimiento mercantil o fabril (art. 630.1 LEC). Ha quedado derogado el
Decreto Ley de 20 de octubre de 1069 sobre embargo de empresas.

En el art. 254 LPL se admite la administración y la intervención "cuando por la


naturaleza de los bienes o derechos embargados fuera preciso", y determina también
cómo se procede a la adopción de esas garantías.

El órgano judicial citará de comparecencia a las partes para que, primero, aleguen
y prueben en torno a la necesidad de la administración o de la intervención y, decidido
que se adoptará una de estas garantías, las partes podrán ponerse de acuerdo sobre la
persona del administrador o interventor, exigencia o no de fianza, forma de actuación,
rendición de cuentas (siendo imprescindible la del final de la gestión) y retribución
procedente, teniendo en cuenta que si no hay acuerdo, y si no se aplica el art. 251, las
partes podrán alegar y probar en torno a todas estas circunstancias que deben ser
resueltas por el juzgador en el auto que debe dictar al final de la comparecencia (art.
236).
c) Depósito judicial

Aquellos bienes que pueden desaparecer necesitan de la aprehensión física para


que conste a los terceros su afección a la ejecución. Por depósito judicial se entiende la
tenencia de bienes muebles o semovientes afectados a una ejecución, para guardarlos y
retenerlos a disposición del órgano judicial hasta que éste ordene su entrega a otra
persona. En este depósito no es esencial la traslación física de los bienes, pudiendo
consistir en sujetar a su régimen jurídico bienes que se encuentran y se mantienen en
poder de una persona.
Existen tres clases de depósito:
1.º) Institucional
El dinero, cheques y divisas convertibles se ingresarán, el mismo día del embargo, en la
"Cuenta de Depósitos y Consignaciones" que cada Juzgado o Sala debe tener abierta en
el Banco Bilbao Vizcaya ( art. 621 LEC y RD 34/1988, de 21 de enero). Los títulos valores
362

u objetos especialmente valiosos y necesitados de especial conservación, se depositarán


en el establecimiento público o privado que resulte más adecuado (art. 626.1 LEC).
2.ª) Personal
Si el embargo recae sobre bienes muebles distintos de los anteriores y de los que
diremos después, el órgano judicial puede designar depositario:
1') De conformidad con el art. 251 LPL, es decir, *) Al Fogasa y a las Entidades gestoras
y Servicios comunes de la Seguridad Social (cuando estén legitimados para intervenir en
el proceso) *) A cualquier persona o entidad (cuando por su actividad y medios puedan
hacerse cargo del bien, pero con remuneración y abono de gastos), y *) A entidades
autorizadas administrativamente (aunque hasta ahora no existe ninguna).
2') Al ejecutante o al ejecutado, salvo oposición justificada de la parte contraria, tramitada
por el incidente del art. 236.
3') A cualquier persona, en la que se hayan puesto de acuerdo las dos partes o a
propuesta de una de ellas sin oposición de la contraria.
3.ª) Retención sin desapoderamiento
Cuando se trata de bienes incorporales (créditos, sueldos, pensiones) la aprehensión
física no es posible. La garantía se articula en dos medidas:
1') Orden dirigida al deudor del ejecutado de que conserve el derecho bajo su
responsabilidad a disposición del órgano judicial absteniéndose de pagar al ejecutado.
2') Simple notificación al ejecutado de la existencia de la orden anterior.

EL REEMBARGO
Sobre un mismo bien del ejecutado pueden desarrollarse coetáneamente varias
ejecuciones y manifestación de ello es el reembargo, que consiste en la afección de un
bien, embargado ya en un proceso de ejecución, a una segunda o posterior ejecución.
Debe estarse, primero, a los arts. 256 y 246 LPL y, luego, al art. 610 LEC.
Con carácter general debe tenerse en cuenta:
1.º) El órgano judicial que reembargue adoptará las medidas oportunas para la
afectividad de su embargo (art. 256.1 LPL), lo que significa que comunicará la existencia
de su embargo al órgano judicial o administrativo que embargó primero.
2.º) El primer embargante informará al segundo y posteriores, en el plazo de diez días, de
las circunstancias y valor del bien, cantidad por la que despachó la ejecución y estado de
sus actuaciones (art. 256.2), y seguirá comunicándole las resoluciones que dicte y que
afecten a los posteriores reembargantes (art. 256.3).
a) Sin garantía registral inmobiliaria
363

Con relación a todos los bienes cuya garantía no consista en la anotación del
embargo en el Registro de la Propiedad, debe partirse de la existencia de dos
posibilidades:
1.ª) En principio la preferencia para seguir la ejecución corresponde al órgano que
embargó en primer lugar, pero entonces ese órgano, del dinero obtenido en la realización
del bien, retendrá la parte que exceda del importe de la primera ejecución y la entregará
al segundo órgano embargante.
2.ª) Con todo, es posible que el órgano segundo embargante continúe con su ejecución,
si bien entonces el dinero obtenido en la realización se destinará, primero, a pagar al
primer ejecutante y sólo si sobra algo se podrá pagar al segundo ejecutante (art. 246.1 y
2) y así sucesivamente.
b) Con garantía registral inmobiliaria
Respecto de los bienes inmuebles las posibilidades son también dos pero las condiciones
son distintas:
1.ª) Cabe que continúe con la ejecución el primer órgano embargante y entonces del
precio obtenido en la realización se pagará íntegramente al primer ejecutante y, sólo si
sobra algo, podrá cobrar el segundo ejecutante, procediéndose en todo caso a la
cancelación de las anotaciones preventivas del segundo y posteriores embargos.
2.ª) Si es el segundo embargante el que sigue con la ejecución, el primer embargo (como
anterior) quedará subsistente después de la realización forzosa, sin destinarse a su
cancelación el precio del remate, subrogándose en la responsabilidad de él el rematante
que adquiere el bien.

El art. 246.3 LPL se limita a copiar el art. 32.5 ET, con lo que deja en la misma
situación en que estaban los problemas relativos a qué debe entenderse por "salario".
Recuérdese que la discusión se basa en una concepción amplia (la del art. 33 ET que
hace equivaler deuda salarial a deuda laboral) y otra estricta (la del art. 26 ET que
excluye las indemnizaciones).
Cosa distinta es el embargo de sobrante, ahora regulado en el art. 611 LEC.

LA REALIZACION DE LOS BIENES EMBARGADOS

Practicado el embargo ejecutivo se puede pasar a la tercera fase del proceso de


ejecución por obligaciones dinerarias, a la realización forzosa, a la que la LPL dedica los
arts. 259 a 265, en los que se establecen disposiciones especiales sobre el sistema
364

regulado en la LEC. En ésta la realización forzosa se regula en los arts. 634 a 680 y con
la vieja denominación del procedimiento de apremio.
Debe tenerse en cuenta que:
1.º) La realización no siempre es necesaria: Si lo embargado fue dinero se cuenta ya con
el medio necesario para pasar a la fase de pago al ejecutante, no siendo necesaria ni
posible la actividad de realización.

Esto es lo que ocurre, según el art. 634 LEC, cuando lo embargado ha sido: 1)
Dinero efectivo, 2) Saldos de cuentas corrientes y otras de inmediata disposición, 3)
Divisas convertibles, previa conversión, en su caso, 4) Cualquier otro bien cuyo valor
nominal coincida con su valor de mercado, o que, aunque inferior, el acreedor acepte la
entrega del bien por su valor nominal, y 5) Si se trata de saldo en cuenta con vencimiento
diferido, habrá que esperar al vencimiento, adoptando el tribunal mientras tanto las
medidas oportunas para lograr su cobro (pudiendo incluso nombrar un administrador
cuando fuere conveniente o necesario para la realización) (art. 634.2).
2.º) La realización no siempre se resuelve en la enajenación forzosa: La enajenación es
el sistema normal en la LEC y en la LPL, pero cabe que la realización consista en la
adjudicación o en la administración forzosas.

LA ENAJENACION FORZOSA
Es la actividad procesal por la que el órgano judicial acaba transmitiendo a un tercero un
bien embargado al ejecutado, en virtud de su potestad jurisdiccional, como medio para
obtener dinero con el que pagar al ejecutante y satisfacer así la pretensión ejecutiva.

Tratándose de obligaciones dinerarias la actividad que debe desplegar el órgano


judicial ha de ser sustitutiva de la del ejecutado. Si éste para poder cumplir la prestación
debía utilizar el valor en cambio de sus bienes, de modo que vendería alguno o algunos
de ellos para obtener dinero con el que pagar, la actividad del órgano judicial ha de
consistir en sustituir esa actividad. Naturalmente el órgano judicial no realizará un negocio
jurídico privado (compraventa), pero sí una actividad procesal de contenido económico
semejante.

A) Enajenación por fedatario público


Si lo embargado fueron valores se venderán en la forma establecida para ellos en la LEC,
dice el art. 261.2 LPL (reformado por la Disp. Final 11.ª de la LEC/2000), con lo que se
configura una venta directa.
365

El art. 635 LEC se refiere a dos posibilidades:

1.ª) Acciones, obligaciones u otros valores admitidos a negociación en un


mercado secundario oficial: Estos mercados son las Bolsas de Valores, el Mercado de
Deuda Pública en Anotaciones, los Mercados de Futuro y Opciones y otros, de ámbito
estatal u autonómico, que cumpliendo los requisitos legales se autoricen por el Gobierno
o por las Comunidades Autónomas con competencia (art. 31 de la Ley 24/1988,
reformado por la Ley 37/1998), y el juzgador se dirigirá al organismo rector (en las Bolsas
a la sociedad anónima que la dirige y en el Mercado de Deuda a la Central de
Anotaciones) a fin de que adopten medidas necesarias para la venta.

2.ª) Otros valores y especialmente las acciones y participaciones societarias que


no coticen en Bolsa: Se venderán a través de notario o corredor colegiado de comercio.

B) Otros sistemas de enajenación

Cuando se trata de bienes distintos de los anteriores, la LEC abre varias


posibilidades de enajenación forzosa (art. 636), que hay que compaginar con las
posibilidades de la LPL (art. 261.1). Se trata de establecer los siguientes criterios:
a) Se estará, en primer lugar, al convenio que pueda lograrse entre las partes y
los interesados para determinar la forma de realización, convenio que debe ser aprobado
por el tribunal.

En la LPL no hay alusión al convenio entre las partes, pero no parece dudoso que
debe estarse a lo dispuesto en el art. 640 LEC/2000, que ha regulado este sistema de
realización de los bienes embargados.
b) A falta de convenio la enajenación puede llevarse a cabo por tres
procedimientos:
1.º) Por medio de persona o entidad especializada, pues se trata de conjugar la
aplicación de los arts. 641 y 642 LEC con el art. 261.1, a) LPL.
2) Por subasta ante fedatario público (cuando así se desarrolle
reglamentariamente, lo que ha no sucedido todavía).
3.º) Por subasta judicial, bien entendido que este tercer procedimiento es el que
cabe considerar ordinario, tanto que, después del embargo, se han de poner en marcha
las actuaciones precisas para la subasta judicial, que se producirá en el día señalado si
antes no se solicita y acuerda una manera diferente de llevar a cabo la realización
forzosa.
366

C) Enajenación por subasta judicial


De todos los sistemas posibles de enajenación el ordenamiento español se ha inclinado
por la subasta judicial como método normal, aunque ahora el art. 261.1 parece aspirar a
reducirlo a procedimiento subsidiario. La subasta se regula en la LEC, a la que se remite
el art. 262 LPL, introduciendo dos únicas especialidades, si bien las dos han dejado de
tener sentido después de la LEC/2000.
a) Situación jurídica de los bienes

Antes de sacar un bien inmueble a subasta es preciso dejar establecida su


situación jurídica; esa situación se acredita con la certificación del registrador y con los
títulos de propiedad.
El art. 253 LPL dispone que cuando se remita al Registro el mandamiento de anotación
del embargo, el registrador debe emitir certificación de haber practicado la anotación, de
la titularidad del bien y de las cargas y gravámenes que soporte, y que después deberá ir
comunicando al órgano judicial los ulteriores asientos que pudieran afectar al embargo
anotado, con lo que en este momento inicial de la realización forzosa ya se conoce la
situación jurídica del bien.

Con todo, ha de seguir siendo aplicable el art. 663 LEC/2000, de modo que ha de
requerirse al ejecutado para que, en el plazo de diez días, presente el título de propiedad
del bien. Frente a ese requerimiento el ejecutado puede: 1) Presentar los títulos, lo que
se comunicará al ejecutante para que manifieste sobre su suficiencia y subsanación (art.
663), y 2) No presentarlos, y entonces cabe apremiarlo u obtenerlos por medio de
certificación del Registro o de copia auténtica de notario (art. 664).

Cuando conste en el procedimiento la existencia e identidad de personas, distintas


del ejecutado, que ocupen el inmueble embargado, se les notificará la existencia de la
ejecución para que presenten en el tribunal los títulos que justifiquen su situación (art.
661 LEC).
b) Valoración y justiprecio
Si un bien ha de salir a subasta es preciso antes determinar el tipo de la misma, y para
ello pueden ser precisas dos operaciones:

1.ª) Valoración: Se trata de determinar cuál es el valor de mercado del bien, para
lo que es necesario tener conocimientos específicos.
La valoración así entendida (salvo que exista acuerdo entre ejecutante y ejecutado, art.
637 LEC) implica su realización por peritos:
367

1) El órgano judicial designará perito tasador, bien de entre los que presten servicios en
la Administración de Justicia, bien requiriendo al Fogasa, Entidad gestora o Servicio
común de la Seguridad Social, bien imponiendo la actividad de peritación o persona o
entidad que pueda hacerla (arts. 259.1 y 251.1 y 2).
2) Hecha esa designación se pondrá en conocimiento de las partes y terceros (cuando
éstos últimos tengan derechos sobre el bien a tasar) para que, dentro del segundo día,
designen otros peritos, con la advertencia de que si no lo hacen se les tendrá por
conformes (art. 259.2).

2.ª) Justipreciación: Fijado el valor de mercado es necesario, si el bien está afecto


con carga o gravamen que deba subsistir tras la realización forzosa, determinar el tipo
por el que saldrá a subasta, operación que se confía al secretario (art. 260 LPL).

Si el bien está sujeto a carga o gravamen la solución de los problemas que ello
plantea se logra distinguiendo entre:
1) Cargas posteriores y no preferentes: La enajenación judicial supondrá su extinción, de
modo que quien adquiera el bien en la subasta lo hará sin las mismas.
2) Cargas anteriores y preferentes: La regla consiste en la subsistencia de las mismas,
con lo que el adjudicatario recibirá el bien subrogándose en estas cargas. Esto es lo que
obliga a distinguir entre:
1') Valor real del bien: El que fijan los peritos.
2') Justiprecio: El que ha de servir de tipo en la subasta, que se logra restando del valor
real el importe de las cargas.
c) Anuncio de la subasta
Determinado el tipo de la subasta, debe procederse a la convocatoria de la misma, con
fijación de fecha, hora y lugar (art. 644 LPL).

Este señalamiento, sólo en el caso de bienes inmuebles, debe ser notificado al


ejecutado, en todo caso, y al menos con veinte días de antelación, en el domicilio que
conste en el título ejecutivo (art. 667).
1.º) Anuncio: La convocatoria de la subasta debe anunciarse, distinguiéndose entre:
1”) Plazo: Sólo para los bienes inmuebles el art. 667 LEC exige que el anuncio se haga,
al menos, con veinte días de antelación, no existiendo norma de plazo mínimo para los
bienes muebles.
2”) Contenido del anuncio: En el edicto se contendrán todas las condiciones de la
subasta, generales y particulares, y cuantos datos y circunstancias sean relevantes para
el éxito de la misma (art. 646 LEC).
368

2.º) Publicidad: La Ley sólo impone la publicidad derivada de la fijación del edicto en sitio
destacado, público y visible en la sede del tribunal y lugares públicos de costumbre, y
luego remite a la petición de parte y al criterio del tribunal cualquier otro tipo de publicidad
(art. 645 LEC).
d) Subasta

Respecto de la misma la LPL contiene escasas especialidades (las del art. 262
LPL, ay aun son hoy inaplicables) por lo que debe estarse a la LEC.
En el sistema de la LEC la subasta judicial es de oferta limitada, porque no se admite
puja que no cubra cierta cantidad, al alza, porque sólo se puede admitir puja que supere
a la anterior, y pública, porque todos los licitadores han de conocer las pujas que se
vayan haciendo. Partiendo de este sistema hay que precisar:
1.º) Para participar en la subasta hay que depositar el 20 (muebles) o el 30 (inmuebles)
por 100 del tipo fijado para la misma.
2.º) La presidencia de la subasta corresponde al secretario, pero la aprobación final del
remate al juzgador.
3.º) Las pujas pueden hacerse oralmente o por escrito.
El sistema de las tres subastas ha desaparecido en la LEC/2000. Ahora se regula una
única subasta en la que, sin límite de tiempo, se van sucediendo las pujas, hasta que, por
estimar que no hay quien mejore la última de ellas, el secretario da por terminado el acto,
anunciando al público el precio del remate y el nombre del mejor postor, procediéndose a
levantar acta, con los nombres de los postores y de las posturas que formularon (art.
649.3 LEC).

Hemos partido en lo anterior que a la subasta concurrió algún postor, pero si no


ha sido así el acreedor podrá pedir la adjudicación de los bienes por el 30 (bienes
muebles) o por el 50 (bienes inmuebles) por 100 del tipo o, en su caso, por la cantidad
que se le deba por todos los conceptos. Si en el plazo de veinte días, el acreedor no hace
uso de esta facultad se procederá al alzamiento del embargo, a instancia del ejecutado
(arts. 651 y 671).
e) Aprobación del remate
A pesar de que la subasta es presidida por el secretario, la aprobación del remate
sigue precisando de resolución judicial, que ha de ser un auto. Esa aprobación viene
condicionada por multitud de supuestos posibles, distinguiendo además entre bienes
muebles e inmuebles.
1.º) Si la mejor postura fuera igual o superior al 50 por 100 (bienes muebles) o al
70 por 100 (bienes inmuebles) del valor por el que el bien hubiere salido a subasta, el
369

tribunal, el mismo día o el siguiente y mediante auto, aprobará el remate en favor del
mejor postor.
2.º) Si sólo se hicieren posturas superiores al 50 ó al 70 por 100 del valor por el que el
bien hubiere salido a subasta, pero ofreciendo pagar a plazos con garantías suficientes,
bancarias o hipotecarias, del precio aplazado, se harán saber al ejecutante quien, en los
5 (muebles) o en los 20 (inmuebles) días siguientes, podrá pedir la adjudicación del bien
por el 50 ó por 70 por 100 (respectivamente) del valor de salida. Si el ejecutante no
hiciere uso de este derecho, se aprobará el remate en favor de la mejor de aquellas
posturas, con las condiciones de pago y garantías ofrecidas en la misma.
3.º) Cuando la mejor postura ofrecida en la subasta sea inferior al 50 ó al 70 por
100, respectivamente, del valor por el que el bien hubiere salido a subasta, podrá el
ejecutado, en el plazo de diez días, presentar tercero que mejore la postura ofreciendo
cantidad superior al 50 ó al 70 por 100 del valor de tasación o que, aun inferior a dicho
importe, resulte suficiente para lograr la completa satisfacción del derecho del ejecutante.
Transcurrido el indicado plazo sin que el ejecutado realice lo previsto en el párrafo
anterior, el ejecutante podrá, en el plazo de cinco días, pedir la adjudicación del inmueble
por el 50 o por el 70 por 100 de dicho valor o por la cantidad que se le deba por todos los
conceptos, siempre que esta cantidad sea superior a la mejor postura.
Cuando el ejecutante no haga uso de esta facultad, se aprobará el remate en favor del
mejor postor, siempre que la cantidad que haya ofrecido supere el 30 (muebles) o el 50
(inmuebles) por ciento del valor de tasación o, siendo inferior, cubra, al menos, la
cantidad por la que se haya despachado la ejecución, incluyendo la previsión para
intereses y costas.
4.º) Si la mejor postura no cumpliera ni siquiera los últimos requisitos, el tribunal, oídas
las partes, resolverá sobre la aprobación del remate a la vista de las circunstancias del
caso y teniendo en cuenta especialmente la conducta del deudor en relación con el
cumplimiento de la obligación por la que se procede, las posibilidades de lograr la
satisfacción del acreedor mediante la realización de otros bienes, el sacrificio patrimonial
que la aprobación del remate suponga para el deudor y el beneficio que de ella obtenga
el acreedor. Cuando el tribunal deniegue la aprobación del remate, se procederá con
arreglo a lo dispuesto para la subasta sin ningún postor.
5.º) En cualquier momento anterior a la aprobación del remate o de la adjudicación al
acreedor, podrá el deudor liberar sus bienes pagando íntegramente lo que se deba al
ejecutante por principal, intereses y costas.
370

Sólo tratándose de bienes inmuebles: 1) Quien resulte adjudicatario del bien


inmueble habrá de aceptar la subsistencia de las cargas o gravámenes anteriores, si los
hubiere y subrogarse en la responsabilidad derivada de ellos, y 2) Cuando se le reclame
para constituir la hipoteca a que se refiere el número 12.º del art. 107 de la LH, el
secretario judicial expedirá inmediatamente testimonio del auto de aprobación del remate,
aun antes de haberse pagado el precio, haciendo constar la finalidad para la que se
expide. La solicitud suspenderá el plazo para pagar el precio del remate, que se
reanudará una vez entregado el testimonio al solicitante.
f) Entrega del bien
En el mismo auto en el que se aprueba el remate, el juez ordenará al rematante
consignar el importe de la postura (menos el depósito) en el plazo de 10 (muebles) o de
20 (inmuebles) días y en la Cuenta de Consignaciones y Depósitos.

Tratándose de bien mueble, hecha la consignación del precio se pondrá al


rematante en posesión de aquél. No dice la LEC cómo, pero recuérdese que
normalmente el bien estará depositado judicialmente. Si el bien fuera inmueble, la
situación es mucho más compleja.
Debe atenderse a:
1.º) Inscripción de la adquisición: Es título bastante para la inscripción en el
Registro de la Propiedad el testimonio del auto de aprobación del remate, expresando en
él que se ha consignado el precio y las demás circunstancias necesarias para la
inscripción según la legislación hipotecaria (arts. 265 LPL 674.1 LEC).

2.º) Entrega de la posesión: Si el bien no se hallare ocupado, al adquirente se le


pondrá en posesión del mismo (art. 675.1).

En la ejecución laboral hay que hacer constar dos importantes especialidades:


1.ª) Cesión del remate a terceros: Esta cesión sólo es posible cuando el bien ha sido
adquirido o adjudicado por el ejecutante o por alguno de los responsables legales
solidarios o subsidiarios (art. 264 LPL, mientras que el art. 847.3 LEC se refiere sólo al
ejecutante).
2.ª) Aplicación de la proporcionalidad: Cuando existen varios ejecutantes en el
procedimiento de ejecución, uno o varios de ellos se convierten en adquirentes o
adjudicatarios y el importe del precio es inferior a la suma de todos los créditos
ejecutados, el art. 263 dispone que los créditos de los ejecutantes adquirentes o
adjudicatarios sólo se extinguirán hasta la concurrencia de la suma que sobre el precio de
adquisición o adjudicación debería serles atribuida en el reparto proporcional.
371

LA ADJUDICACION FORZOSA
Este sistema de realización forzosa no tiene regulación específica en la LPL, por lo que
debe estarse plenamente a la LEC/2000, en la que es posible en dos casos
sustancialmente distintos:
a) Adjudicación para pago
Cuando lo embargado fuesen sueldos, pensiones u otras prestaciones periódicas
y créditos realizables en el acto, no puede hacerse pago inmediatamente al ejecutante
sino que estaremos ante una adjudicación para pago.

La adjudicación precisa de una resolución expresa del juzgador en la que así se


disponga, de modo que a partir de la misma del sueldo, pensión o crédito queda
vinculado a un determinado ejecutante, sin que quepa alterar en el futuro la preferencia
aunque aparezcan otros acreedores. Además se ordenará al pagador del sueldo o
pensión o al deudor del ejecutado que entregue el dinero al órgano judicial, bien
periódicamente bien de una sola vez, para que se pague al ejecutante.
b) Adjudicación en pago

Es una actividad procesal por la que el órgano judicial transmite al ejecutante (o a


los responsables legales solidarios o subsidiarios) un bien previamente embargado al
ejecutado, en virtud de su potestad jurisdiccional, como medio para lograr la satisfacción
de la pretensión. Es una manifestación subsidiaria de la realización forzosa pues entra en
juego cuando ha fracasado la enajenación forzosa.

La adjudicación en pago es posible:


1.º) Arts. 650.3 y 670.3 LEC: El ejecutante puede pedir la adjudicación por el 50
(muebles) o por 70 (inmuebles) por 100 del tipo de la subasta.
2.º) Arts. 650.4, II, y 670.4, II, LEC: El ejecutante puede pedir la adjudicación por
el 50 (muebles) o por el 70 (inmuebles) del tipo o por la cantidad que se le deba por todos
los conceptos siempre que esa cantidad sea superior a la mejor postura de la subasta.
3.º) Arts. 651 y 671 LEC: Frustrada la subasta por la no concurrencia de postores,
el ejecutante puede pedir la adjudicación del bien por el 30 (muebles) o el 50 (inmuebles)
del tipo o por la cantidad que se le deba por todos los conceptos.
El art. 262, b) LPL dispone que, de resultar desierta la tercera subasta (ahora la
única subasta) los ejecutantes o, en su defecto, los responsables legales solidarios o
subsidiarios, pueden pedir la adjudicación por el 25 por 100 del avalúo. De esta norma se
desprende: 1) El derecho a la adjudicación corresponde en la ejecución laboral, además
372

de a los ejecutantes, a los dichos responsables (en ello no hay duda), y 2) Ese derecho,
y para toda clase de bienes, se centra en el 25 por 100 del avalúo (y ello es hoy muy
dudoso atendido lo que dispone la LEC/2000).

LA ADMINISTRACION FORZOSA
Esta tercera forma de realización puede pedirla el ejecutante en cualquier momento de la
ejecución y consiste en que se le entreguen el o los bienes embargados para aplicar sus
rendimientos al pago del principal, intereses y costas. Los bienes son, pues, utilizados por
valor en uso o, si se prefiere, por sus frutos, lo que supone que el bien tiene que ser
productivo (“cuando la naturaleza del bien así lo aconseje”) (arts. 676 a 680 LEC).

El bien embargado es aquí utilizado por su valor en uso, por sus frutos, y para ello
el juzgador ordenará que se le entregue el bien al ejecutante, bajo inventario, y que se le
dé a conocer como administrador a las personas que designe. El régimen de la
administración puede determinarse bien por acuerdo entre ejecutante y ejecutado bien
por la costumbre del lugar, debiendo rendirse cuentas anualmente y al final de la
administración. El ejecutante tiene el derecho de hacer suyos los frutos y la obligación de
mantener el bien en el estado en que se le entregó, aparte la rendición de cuentas.

PAGO A LOS ACREEDORES

Entendida la expresión "pago a los acreedores" como una fase del proceso de
ejecución por obligaciones pecuniarias, sólo existirá cuando se haya obtenido una
cantidad de dinero, bien porque se embargó directamente dinero (difícil), bien porque se
procedió a la enajenación forzosa de un bien embargado.
El principio del que debe partirse es el recogido en el art. 613.2 LEC, que está ordenando
al juzgador el destino que ha de dar al dinero obtenido, que es pagar al ejecutante, y que
está reconociendo a éste un derecho a que ese pago no sea obstaculizado por la
existencia de otros acreedores del ejecutado. Con todo, el mismo artículo prevé la
posibilidad de que otros créditos contra el ejecutado sean declarados preferentes, con lo
que hace referencia a la tercería de mejor derecho.
En el proceso laboral esta tercería se regula el art. 273, que se limita a:
1) Declarar las tercerías de mejor derecho competencia del órgano judicial que está
realizando o la ejecución, sea el crédito alegado como preferente laboral o no.
2) Decir que se sustanciarán por el trámite incidental regulado en el art. 236.
373

3) Disponer que la interposición de esta tercería no suspende la ejecución, salvo llegado


el momento del pago, pues entonces habrá de esperarse a que se declare cuál de los
créditos es preferente.
Los verdaderos problemas de esta fase de la ejecución aparecen cuando la cantidad de
dinero obtenida es insuficiente para cubrir el importe del o de los créditos ejecutados. En
realidad la insuficiencia puede referirse a dos supuestos:

A) Distribución por conceptos

Los arts. 266 y 267 LPL atienden al supuesto de distribución de la cantidad


obtenida entre los diversos conceptos que componen la obligación, y lo hacen
estableciendo la regla general de que se atenderá primero al principal, después a los
intereses y, por último, a las costas, si bien existe alguna de ellas que puede resultar
privilegiada.
Por principal debe entenderse la cantidad contenida en el título ejecutivo, respecto de la
que el ejecutante instó el proceso y el juzgador despachó la ejecución.
Los intereses pueden ser de dos tipos de aparición sucesiva:
1.º) Intereses por mora en el pago del salario, a los que se refiere el art. 29.3 ET que los
fija en el 10 por 100 de lo adeudado. Cubren el período de tiempo que va desde el día en
que el salario debió ser pagado hasta el día en que entra en juego la aplicación del art.
576 LEC.
2.ª) Intereses de la cantidad contenida en la sentencia de condena, a los que alude el art.
576 LEC, y que comienzan a devengarse desde que dicta la resolución que condena al
pago de cantidad líquida y hasta que sea totalmente pagada, fijándose el tipo en el legal
del dinero incrementado en dos puntos.
Las costas son las producidas en el proceso de ejecución, en el que no rige la gratuidad,
y estando a cargo del ejecutado. En las costas se incluyen expresamente los honorarios
o derechos de abogados, procuradores y graduados sociales.
El art. 266.2 permite alterar el orden antes dicho, posibilitando que algunas costas sean
pagadas con preferencia incluso sobre el principal.

La determinación del importe del principal no precisa de tasación, pero esta


operación sí es necesaria para los intereses y costas y debe realizarla el secretario. Las
dos liquidaciones pueden practicarse en una única diligencia de ordenación, que puede
impugnarse, bien porque se consideren excesivos los honorarios del abogado, perito o
374

cualquier persona no sujeta a arancel (art. 245 LEC), bien por cualquier otro concepto
(incidente del art. 236 LPL).

B) Distribución entre ejecutantes


En las ejecuciones laborales se partía de la regla de que el embargo otorga al ejecutante
un ius prioritatis para cobrar con el importe del bien, de modo que el acreedor más
diligente en iniciar la ejecución podía cobrar totalmente su crédito mientras que los demás
acreedores sólo cobraban si sobraba algo. Esta regla es la que altera la LPL al establecer
una solución de proporcionalidad que va unida a la acumulación de ejecuciones (lección
15.ª).
Cuando existen dos o más procesos de ejecución acumulados contra un mismo deudor y
la cantidad obtenida en la realización forzosa es insuficiente (o se prevé que lo será) para
satisfacer todos los créditos, se abren dos posibilidades:
a) Sin alegación de preferencia
Si ninguno de los acreedores laborales concurrentes alega preferencia para el cobro, es
decir, si los créditos son del mismo grado, el órgano judicial dispondrá la distribución
proporcional de las cantidades de dinero, conforme se vayan obteniendo en las
ejecuciones acumuladas, entre los titulares de esos créditos [art. 269.1 y 2, a)]. En esa
distribución participarán los acreedores que en el momento de obtenerse cada cantidad
tengan la condición de ejecutantes con auto firme despachando la ejecución a su favor
(art. 272).
b) Con alegación de preferencia
Si alguno de los acreedores laborales concurrentes alega que su crédito es preferente,
los arts. 269.2, b) a 271 regulan el procedimiento para determinar, primero, la existencia
de la preferencia y, luego, el método de distribución de las cantidades obtenidas. Esta
alegación de preferencia será rara en la práctica, pues ha de referirse a los privilegios del
art. 32 ET relacionando unos créditos con otros, y como todos han de ser laborales
difícilmente operará la preferencia, a no ser en el caso del art. 32.1 ET.

LA INSOLVENCIA EMPRESARIAL
La actividad ejecutiva por obligaciones dinerarias puede verse frustrada cuando el
ejecutado no tiene (o no se le encuentran) bienes que embargar, no pudiéndose entonces
seguir adelante. Cabe también que se embargue un bien y que luego la realización
forzosa fracase porque quede desierta la tercera subasta y nadie se adjudique el bien
[art. 262, b)]. Es posible, por último, que se haya embargado un bien y que se enajene o
375

adjudique pero que el dinero obtenido sea insuficiente para hacer frente al pago del
crédito ejecutado.
En todos estos casos en el proceso de ejecución no queda más remedio que proceder al
archivo provisional de las actuaciones, en espera de que en el futuro ingresen otros
bienes en el patrimonio del ejecutado. Lo específico del proceso laboral atiende a la
existencia del Fogasa, que es responsable subsidiario en el pago de ciertos créditos
laborales. En el caso de que sea ejecutada una empresa y los créditos sean de los que el
Fogasa garantiza, no pueden archivarse sin más las actuaciones, sino que es preciso
antes dejar constituido el presupuesto de la asunción por el Fondo de su responsabilidad;
ese presupuesto es el auto de insolvencia, que puede ser total o parcial.
Lo que el art. 274 LPL regula es:
1.º) Cómo se dicta el auto de insolvencia: Antes de dictarlo será preciso, si el Fogasa no
intervino en la ejecución con anterioridad, concederle audiencia por plazo de quince días
para que inste la práctica de las diligencias que estime oportunas con el fin de descubrir
bienes del ejecutado. Si el Fondo no pide esas diligencias o si resultan infructuosas las
pedidas, el juzgador dictará auto declarando la insolvencia total o parcial de la empresa
ejecutada, que es siempre provisional, y en el que se fijará el valor pericial dado a los
bienes embargados, si existe alguno.
2.º) Sus efectos: Dictado el auto de insolvencia de una empresa en una ejecución, no
será preciso en otras ejecuciones contra la misma reiterar los trámites de averiguación de
sus bienes, pero en todas las ejecuciones posteriores debe dictarse un auto de
insolvencia propio de cada una, dado que ese auto es presupuesto necesario para que el
Fondo asuma su responsabilidad.
El art. 275 se refiere a dos cosas distintas pero complementarias:
1.ª) El Fondo puede pedir la suspensión de la ejecución cuando los bienes embargados
afecten al proceso de producción de la empresa ejecutada.
2.ª) El mismo Fondo puede pedir la declaración de insolvencia de la empresa ejecutada a
los solos efectos de reconocer prestaciones de garantía salarial, cuando la ejecución
vaya a suponer la extinción de las relaciones laborales subsistentes en la empresa y con
el fin de evitar esa extinción.
376

LECCION 17.ª

Ejecuciones especiales

Al referirnos en la lección 15.ª a las clases o formas de ejecución hubimos de distinguir


entre ordinarias y especiales. Las primeras han sido examinadas en las lecciones
anteriores. Las segundas, en general, suelen estar previstas en atención al objeto, y de
ahí que normalmente vayan unidas a un proceso declarativo especial, lo que en la LPL
concurre cuando se trata del despido y de las prestaciones de pago periódico de la
Seguridad Social, pero en la misma LPL se establece otra especialidad en atención al
sujeto ejecutado, y así aparece la ejecución frente a entes públicos.

DE SENTENCIAS DE DESPIDO: READMISION


Esta ejecución especial no comprende en su ámbito todas las sentencias que se dictan
en el juicio por despido, sino solamente aquellas que condenan a una obligación de
hacer, como es la readmisión. La sentencia en el despido disciplinario puede declarar
éste procedente, improcedente o nulo, y respecto de esos pronunciamientos debe
tenerse en cuenta que sólo precisa ejecución especial el que condena a la readmisión.

La ejecución especial no comprende, pues, todos los pronunciamientos posibles


de las sentencias en los juicios por despido disciplinario, sino sólo aquél que se refiere a
la readmisión. Y lo mismo cabe decir respecto de las sentencias en los juicios por
extinción del contrato de trabajo por causas objetivas, pues el art. 123.2 se remite a lo
dispuesto para el despido disciplinario. Por último, la ejecución especial comprende
también la declaración de nulidad del despido colectivo por causas económicas,
organizativas, técnicas o de producción, del art. 124, pues esa nulidad debe conducir a la
readmisión.
Partiendo, por tanto, de que estamos ante una obligación de hacer (readmitir), el principio
del que debería partirse es el de la ejecución en sus propios términos o específica (art.
18.2 LOPJ), pero sucede que la LPL no lleva el principio a su consecuencia natural sino
que distingue dos supuestos:
377

A) Sustitución por ejecución genérica


Se refiere al caso de que la sentencia haya declarado el despido improcedente y de que,
entre la readmisión o la indemnización, el empresario haya optado por la primera, tanto
de modo expreso como tácito (arts. 56 ET y 110 LPL).
a) Cumplimiento voluntario
En el caso dicho puede procederse sin más al cumplimiento de la sentencia, para lo que
el empresario deberá comunicar por escrito al trabajador, dentro de los diez días
siguientes a aquél en que se le notifique la sentencia, la fecha de su incorporación al
trabajo, para efectuarla en un plazo no inferior a los tres días siguientes a la recepción del
escrito (art. 276).
Hasta aquí no estamos propiamente en la ejecución forzosa sino en el cumplimiento
voluntario, pero el art. 276:

1.º) No se refiere al supuesto de que sea el trabajador quien inste al empresario


extrajudicialmente su readmisión, lo que es perfectamente posible, debiendo estarse a la
respuesta del segundo para comprobar si existe o no cumplimiento voluntario.
2.º) Se hace mención de un plazo mínimo (tres días siguientes a la recepción del escrito),
pero no se fija su plazo máximo.
3.º) La falta de ese plazo máximo deja inciertos los salarios; está claro que el empresario
los soporta, en principio, hasta que tenga lugar la readmisión, pero pasarán a no
devengarse por el trabajador si, por causa imputable al mismo, no hubiere tenido lugar la
readmisión "en el plazo señalado", que ha de entenderse si no se ha producido la
reincorporación en la fecha señalada por el empresario.
b) Ejecución forzosa

La verdadera ejecución aparece cuando no existe cumplimiento voluntario; el


incumplimiento puede deberse tanto a que existe ausencia total de readmisión como a
que ésta se ha realizado de modo irregular. Es entonces cuando puede instarse la
ejecución, lo que lógicamente hará el trabajador (sin perjuicio de que en alguna ocasión
puede ser el empresario el interesado en instarla). Esta ejecución se caracteriza por:
1.º) Plazos
El art. 277 establece dos plazos complementarios y superpuestos:

1') Veinte días: El trabajador puede instar la ejecución dentro de este plazo, en
cuyo caso conservará el derecho a percibir los salarios correspondientes a los días que el
mismo abarca. En este plazo no se computan los días inhábiles (arts. 185 LOPJ y 43
LPL).
378

El cómputo del plazo es idéntico en todas las situaciones posibles, pero puede variar el
dies a quo, de modo que:
1.º) Si el empresario no fijó fecha para la reincorporación, el plazo comienza a
computarse a partir del día en que expira el plazo de los diez días para el cumplimiento
voluntario [art. 277.1, b)].
2.º) Si se fijó fecha para la readmisión y ésta no se produjo, el día inicial es el siguiente a
la fecha señalada para la readmisión [art. 277.1, a)].
3.º) Si se produjo la readmisión pero de modo irregular, el plazo se inicia en la fecha de la
readmisión misma [art. 277.1, c)].

2') Tres meses: Si la ejecución no se insta en el plazo anterior es posible pedirla


dentro de los tres meses siguientes a la firmeza de la sentencia, pero entonces se pierde
el derecho a los salarios correspondientes a los días transcurridos entre el último del
plazo anterior de veinte días y aquél en que se solicita la ejecución del fallo (art. 277.2).

Estos plazos, dice el art. 277.3, son de prescripción (no de caducidad), pero en
realidad el único plazo sujeto a verdadera prescripción es el de tres meses, pues es en el
único en que se pueden producir los efectos propios de la misma, con independencia del
mantenimiento o no del derecho a los salarios; el derecho a instar la ejecución prescribe
sólo a los tres meses, nunca a los veinte días.
2.º) Incidente de no readmisión
Instada la ejecución del fallo, dice el art. 278, el juez citará de comparecencia a las partes
dentro de los cuatro días siguientes. Se configura así el que viene denominándose
tradicionalmente incidente de no readmisión, en el que se trata de declarar si la
readmisión ha tenido o no lugar, incluido el caso de su irregularidad.
Estamos, pues, ante una actividad declarativa, inserta en un proceso de ejecución, que
ha de regularse, por tanto, por las normas propias del proceso de declaración ordinario.
Consiguientemente:
1') La incomparecencia de las partes se rige por las reglas del art. 83.2 y 3 y 278, de
modo que si no asiste el trabajador se le tendrá por desistido de su solicitud, y si no
asiste el empresario se celebrará el acto en su ausencia.
2') El objeto del incidente vendrá delimitado fácticamente, en el sentido de que sólo podrá
discutirse sobre el hecho de la no readmisión o sobre su irregularidad. Adviértase, con
todo, que atendido el art. 279.2,b) podrá necesariamente alegarse sobre "las
circunstancias concurrentes y los perjuicios ocasionados" a los efectos de la
indemnización adicional.
379

3') Los medios de prueba a utilizar vendrán limitados en un doble sentido: el general que
han de poder practicarse en el momento y el específico que han de referirse a los hechos
alegables.
4') A pesar de que el art. 279.1 diga que las partes "serán examinadas por el Juez" no se
están alterando los principios dispositivo y de aportación de parte, sino que se trata de
una manera incorrecta de precisar el objeto de la prueba.

Dentro de los tres días siguientes el Juez dictará auto, y contra el mismo ha de
poder recurrirse en suplicación (art. 189.2), dado que en él se resuelven puntos no
decididos en la sentencia.
3.º) Contenido del auto
Atendido el objeto del incidente el auto que le pone fin podrá declarar que:
1') No ha resultado acreditado el incumplimiento alegado por el trabajador, de modo que
ha de entenderse entonces que la readmisión sí se produjo o que la misma fue regular,
con lo que estaremos ante una resolución meramente declarativa.
2') Sí ha resultado acreditado que la readmisión no se produjo o que lo fue
irregularmente. En este caso es cuando surgen los problemas.
Si se declara que no se cumplió la sentencia, el paso lógico siguiente sería proceder a la
ejecución específica, es decir, a adoptar las medidas necesarias para imponer
coactivamente al empresario la obligación de hacer. Sin embargo, la LPL ordena
proceder a sustituir la obligación específica por otra genérica en dinero, de modo que en
el auto el juzgador procederá a:
1') Declarar extinguida la relación laboral en la fecha de la resolución.
Debe tenerse en cuenta que:
1.º) Se trata de un pronunciamiento no meramente declarativo sino constitutivo, pues es
el juez quien extingue la relación laboral.
2.º) Teóricamente la extinción debe producirse con el auto, si bien la jurisprudencia
anterior hacía retroceder esa fecha al momento en que quedó acreditado el
incumplimiento del empresario, atendiendo a evitar al empresario el perjuicio derivado del
retraso en la tramitación del incidente.

2') Acordar se abone al trabajador la indemnización del art. 110.1, que es la propia
del despido improcedente.
3') Podrá imponer una indemnización adicional de hasta quince días de salarios por año
de servicio con un máximo de doce mensualidades, en atención a las circunstancias
concurrentes y a los perjuicios ocasionados por la no readmisión o por la readmisión
380

irregular. Esta indemnización es discrecional en el sentido de que habrá de estarse a las


circunstancias de cada caso.
4') Condenará al abono de los salarios dejados de percibir desde la fecha de la
notificación de la sentencia que por primera vez declaró la improcedencia y hasta la del
auto mismo.
Sustituida la obligación de hacer por otra obligación dineraria se estará ya a esta
ejecución ordinaria, en la que el título ejecutivo será el auto.

B) Imposición de la ejecución específica


Según el art. 280 "la sentencia será ejecutada en sus propios términos", es decir, de
modo específico y sin que la obligación de hacer que supone la readmisión se sustituya
por la obligación genérica de dinero, cuando:
1.º) El despido de un representante legal (delegado de personal o miembro del comité de
empresa) o sindical (delegado sindical) sea declarado improcedente y el trabajador
hubiera optado por la readmisión (art. 110.2).
2.º) El despido, sea cual fuere el trabajador, sea declarado nulo (arts. 108.2 y 113).

A pesar de que el art. 280.1, b) reitera su referencia al "despido" no queda más


solución que comprender también las decisiones extintivas por voluntad del empresario
de las que se haya declarado la nulidad. Es inexplicable que la LPL no se refiera en este
apartado a esas decisiones extintivas y que, sin embargo, sí se haga mención de ellas en
el art. 295 respecto de la ejecución provisional.
En todos estos casos nada impide que se proceda al cumplimiento voluntario de la
readmisión, con lo que no habrá actividad procesal posterior a la sentencia, pero la LPL
parece referirse únicamente al caso del incumplimiento y con él de la necesidad de la
ejecución forzosa.
a) Requerimiento
El art. 280.2 atiende, pues, a que el trabajador inste la ejecución y a que, a continuación,
el juzgador requiera al empresario para que, en el plazo de tres días, reponga al
trabajador en su puesto de trabajo. Si el empresario atiende al requerimiento y lo hace
regularmente, la ejecución finaliza aquí; en caso contrario la ejecución continuará con el
incidente de no readmisión.
En ese art. 280.2 llama la atención que:
1.º) No exista referencia a plazo para que el trabajador inste la ejecución, lo que añadido
a que no cabe la aplicación analógica de los plazos del art. 277, nos deja ante el
problema de si se trata de un año o si se aplicarán los arts. 241.1 y 103.
381

2.º) Se efectúa ya una remisión a las medidas del art. 282, a pesar de la brevedad del
plazo del requerimiento.
b) Incidente de no readmisión

Si el empresario no procede a la readmisión en el plazo de tres días o si lo hiciere


irregularmente, es decir, en condiciones distintas a las existentes antes de producirse el
despido, la ejecución puede continuar y lo hará:
1.º) Mediante solicitud del trabajador que habrá de formularse dentro de los veinte días
siguientes al tercero del plazo del requerimiento; se entienden días hábiles (art. 281.1).
2.º) Por medio de la comparecencia en los términos que antes vimos y que se deduce de
los arts. 278 y 279.1, a los que se remite expresamente el art. 281.2.
3.º) Dictándose por el juez auto en el que decidirá si la readmisión tuvo lugar y en debida
forma, en cuyo caso todo terminará con esta declaración, o si la readmisión no se ha
efectuado o no se hizo en debida forma, y entonces ordenará reponer al trabajador en su
puesto dentro de los cinco días siguientes a la fecha de la resolución, apercibiendo a la
empresa de que de no hacerlo o de hacerlo indebidamente se adoptarán las medidas del
art. 282.

El art. 281.2, in fine, no está claro en lo que se refiere a la adopción de las


medidas. En principio la solución correcta es apercibir con la adopción de las medidas del
art. 282, pero es posible que en el auto se adopten ya las del art. 282. En efecto, si las
medidas de este último artículo pudieron adoptarse, a instancia de parte, en el momento
del requerimiento del art. 280.2, nada obsta para que la parte las pida en el incidente y
para que en el auto que lo resuelve se acuerden.
c) Medidas de ejecución
La obligación de hacer en que se resuelve la readmisión es no fungible o personalísima,
de manera que no puede imponerse coactivamente de modo directo al empresario. Por
ello la LPL acude a una serie de medidas indirectas:
1.ª) El trabajador percibirá su salario con la misma periodicidad y cuantía que la
declarada en la sentencia, pero con los incrementos que por vía de convenio colectivo o
de norma estatal se produzcan hasta la fecha de la readmisión en debida forma.

Para que esta medida tenga efectividad el juez despachará la ejecución por
obligaciones dinerarias tantas veces como sea necesario y por una cantidad equivalente
a seis meses de salario, con el fin de ir obteniendo dinero con el que pagar al trabajador
las retribuciones que vayan venciendo.
382

2.ª) El trabajador continuará en alta y con cotización a la Seguridad Social, lo que se


pondrá en conocimiento de la Entidad gestora a los efectos procedentes (en realidad
debe ponerse en conocimiento de la Tesorería general).
3.ª) El trabajador representante legal o sindical continuará desarrollando en la empresa la
actividad propia de su cargo.
Para asegurar esta medida se advertirá al empresario que, de impedir u oponer algún
obstáculo al ejercicio de la representación, se pondrán los hechos en conocimiento de la
autoridad laboral, a los efectos de sancionar su conducta de conformidad con el art. 97
ET que, a su vez, se remite a la Ley 8/1988, de 7 de abril. Este sistema de asegurar es
absurdo, dado que debe corresponder a la jurisdicción el ejecutar sus sentencias,
adoptando todas las medidas que sean necesarias.
Nada impide, por otra parte, que se acuerde dar traslado del incumplimiento al tribunal
competente del orden jurisdiccional penal por si los hechos fueren constitutivos de
desobediencia.
d) Imposibilidad física

A pesar de todas las medidas que la ley prevé para que la readmisión se ejecute
de modo específico, puede darse el caso de que esta ejecución se convierta al final en
imposible. Este es el supuesto de la desaparición de la empresa obligada por cese o
cierre de la misma, en el que nos encontramos ante la imposibilidad física de que la
readmisión se produzca. Acreditada esa imposibilidad, el juez tendrá que dictar auto en el
que declarará extinguida la relación laboral, en la fecha del mismo, y acordará se abonen
al trabajador las indemnizaciones y salarios dejados de percibir indicados en el art. 279.2,
que es el de la transformación de la ejecución específica en la genérica de dinero (art.
284).

LANZAMIENTO DE VIVIENDA Y TERRENO DE CULTIVO


El art. 283 prevé un supuesto especial de ejecución. Se refiere al caso de que el
trabajador ocupe vivienda por razón de la existencia del contrato de trabajo y que éste se
declare extinguido, pero no llega a solucionar todos los problemas posibles, sobre todo si
se advierte que han de considerarse en vigor los arts. 52 y 53 de la Ley de Contrato de
Trabajo de 26 de enero de 1944 (Disp. Final 4.ª ET). Es preciso distinguir así entre:
a) Vivienda
La cesión por el empresario al trabajador de una vivienda, y por razón del contrato de
trabajo, puede constituir unas veces salario en especie pero otras ser realmente un
arrendamiento, viniendo en los dos casos la ocupación de la vivienda condicionada a la
383

subsistencia de la relación laboral, de modo que extinguida ésta debe cesar aquélla.
Pueden presentarse así dos situaciones:
1.ª) Que el contrato de trabajo se extinga extrajudicialmente y que el trabajador no
abandone voluntariamente la vivienda: El empresario podrá iniciar el proceso declarativo
laboral ordinario pretendiendo el desalojo, siendo esa pretensión claramente de la
competencia del orden jurisdiccional social. En su caso la ejecución de la sentencia se
hará por las normas de la LEC para la ejecución relativa a la entrega de bienes
inmuebles.
2.ª) Que el contrato de trabajo se declare extinguido por resolución judicial firme: El art.
283 permite, si el trabajador no abandona voluntariamente la vivienda en el plazo de un
mes (con prórroga por motivos fundados y por dos meses más), que el empresario inste
del Juzgado de lo Social el lanzamiento como un aspecto de la ejecución de la
resolución, es decir, sin necesidad de acudir a otro proceso declarativo, y con remisión
también a lo dispuesto en la LEC.

Lo discutido en este punto es el valor que debe darse a la extinción del contrato
de trabajo por medio de las conciliaciones, previa y judicial, sobre lo que existen
posiciones encontradas. En nuestra opinión en este caso debe distinguirse si en la
avenencia se hizo mención expresa o no de la vivienda; si en la avenencia se convino
expresamente que, atendida la extinción del contrato de trabajo, el trabajador
abandonaría la vivienda, la certificación de lo convenido debe ser título ejecutivo para
instar la ejecución a que se refiere el art. 283. Por el contrario, si en la conciliación no
hubo mención de la vivienda, no existe título ejecutivo alguno con el que proceder al
lanzamiento, debiendo entonces acudirse al proceso laboral ordinario.
b) Terreno de cultivo
El art. 283 no se refiere al caso de que, por razón del contrato de trabajo, el empresario
haya cedido, mediando o no renta, al trabajador un terreno de cultivo, pero atendido lo
dispuesto en el art. 53 LCT lo previsto en la LPL para la vivienda tiene que poder
aplicarse a esto otro supuesto, si bien con las especialidades del dicho art. 53.

FRENTE A ENTES PUBLICOS


Se trata de una ejecución especial no por el objeto sino por el sujeto condenado y
ejecutado, de modo que la misma se refiere exclusivamente a los casos en que el
ejecutado es:
1.º) Estado, Comunidad Autónoma, Ente local y Organismo autónomo dependiente de
alguno de los anteriores, es decir, un "ente público", con lo que no se incluyen las
384

entidades que actúan sometidas al derecho privado, como son básicamente las
sociedades estatales.

2.º) Entidades gestoras y Servicios comunes de la Seguridad Social, pero no las


entidades colaboradoras en la gestión de la misma (como son las Mutuas).
Las razones de la especialidad radican en que los entes públicos, a pesar de que el art.
117.3 CE dice que la potestad jurisdiccional comprende también la ejecución de lo
juzgado, gozan de tres privilegios de gran trascendencia:
1.º) No existe una verdadera ejecución forzosa contra la Administración, ni aun después
de la LJCA 29/1998, de 13 de julio.
2.º) Los órganos judiciales no pueden despachar mandamientos de embargo contra los
bienes del Estado (art. 44 del RD-legislativo 1.091/1988, de 23 de septiembre, que
aprueba la Ley General Presupuestaria), privilegio que es extensible a los demás entes
públicos y desde luego a la Tesorería general de la Seguridad Social. Desde la STC
166/1998, de 15 de julio, se admite el embargo de bienes patrimoniales no afectados a un
uso o servicio público (nunca de dinero).
3.º) Respecto de las obligaciones de hacer se ha venido sosteniendo que la división de
poderes impide que un órgano judicial sustituya a la Administración en la realización de
conductas, si bien en los últimos años se ha empezado a poner de manifiesto que esta
sustitución no afecta a la división de poderes sino que es connatural a la ejecución, sea
quien fuere el ejecutado.

Atendidos los privilegios de que gozan los entes públicos la ejecución contra ellos
queda completamente desvirtuada, teóricamente y en la práctica conduce a la
inoperancia. El art. 285 LPL no es más que un tímido intento de disfrazar esa
desvirtuación e inoperancia, sin llegar a convertir al órgano judicial en un verdadero
ejecutor de sus propias resoluciones.
Se parte así de una declaración retórica: mientras no conste la total ejecución de la
sentencia, el órgano judicial "adoptará cuantas medidas sean adecuadas para promoverla
y activarla". Previa audiencia de las partes en su caso, es decir, con la comparecencia del
art. 236, el juzgador podrá:
1.º) Determinar el órgano administrativo y funcionarios que han de responsabilizarse de
realizar las actuaciones.

En realidad debería haberse dicho autoridad y no funcionario, pero de lo que se


trata es de acabar con las posibles discusiones internas en la Administración sobre quién
debe proceder a dar cumplimiento a las actuaciones en que consista la condena.
385

2.º) Fijar plazo máximo para su cumplimiento, en atención a las circunstancias que
concurran.

Parte de admitir que la Administración no debe proceder a cumplir


"inmediatamente" la sentencia que le condene, y resuelve la medida en una ilusión si el
incumplimiento del plazo no va unido a la responsabilidad penal de la autoridad
incumplidora.
3.º) Establecer los medios con que ha de llevarse a efecto y procedimiento a seguir.

Lo importante aquí no es decir a la Administración cómo tiene que actuar ella, sino
admitir que el órgano judicial puede sustituir la actividad de la Administración, pero eso es
algo que no se ha querido admitir.
4.º) Adoptar las medidas necesarias para lograr la efectividad de lo mandado, en los
términos establecidos en esta Ley, salvo el apremio pecuniario del art. 239 que no será
de aplicación.

PRESTACIONES PERIODICAS DE LA SEGURIDAD SOCIAL


El art. 286 LPL, a pesar de su colocación en el Capítulo IV, contempla un supuesto
distinto al de la ejecución frente a entes públicos. En él se atiende:
1.º) Al cumplimiento voluntario de sentencias firmes de condena a la constitución de
capital coste de renta con el que poder pagar prestaciones de pago periódico de la
Seguridad Social.
2.º) A cualquier obligado a la constitución del capital, sea su condición pública o privada.
Se atiende, pues, a cómo se procede a la determinación del capital coste de renta, y se
hace imponiendo a la Tesorería general de la Seguridad Social el deber de fijar ese
importe. A ese efecto, firme la sentencia y si no se ha determinado antes el capital, el
Juzgado remitirá a la Tesorería general copia certificada de la sentencia para que se
proceda a esa fijación, lo que deberá hacerse en el plazo de diez días. Recibida en el
Juzgado la respuesta de la Tesorería se notificará a las partes, requiriendo al condenado
para que ingrese el capital en otros diez días. Si se efectúa el ingreso se ha producido el
cumplimiento voluntario; si no se efectúa habrá de iniciarse la ejecución ordinaria por
obligaciones dinerarias.
386

Capítulo II
LA EJECUCION PROVISIONAL

LECCION 18.ª

La ejecución de sentencias no firmes

JUSTIFICACION Y NATURALEZA DE ESTA EJECUCION


Al enumerar los títulos ejecutivos en la lección 15.ª dijimos que el más importante de ellos
es la sentencia firme de condena, pero es preciso tener en cuenta que no son sinónimos
los términos firmeza y ejecutabilidad porque, en lo que importa ahora, puede procederse
a la ejecución sin que la sentencia haya alcanzado firmeza, y ello hasta el extremo de
que del Título II del Libro IV de la LPL se desprende que todas las sentencias son
ejecutables provisionalmente.

La admisión con carácter general de la ejecución provisional implica una decisión


política de gran alcance. En principio parece lógico que la esfera jurídica del demandado
soporte injerencias coactivas sólo cuando la sentencia que le condena sea firme, de
modo que contra ella no quepan recursos en virtud de los cuales pueda ser modificada o
anulada. Con todo, la ejecución provisional supone exactamente lo contrario, es decir la
posibilidad de ejecutar la sentencia cuando contra ella está pendiente algún recurso (que
en lo laboral serán los de suplicación, casación o casación para la unificación de
doctrina).
Las razones por las que el ordenamiento jurídico admite la ejecución provisional son muy
variadas:
1.ª) La existencia de una sentencia definitiva de condena, aunque contra ella se
interponga recurso, da al derecho afirmado por el actor y reconocido en la sentencia una
apariencia muy fundada de certidumbre.
2.ª) Si los recursos pueden utilizarse con finalidad meramente dilatoria, retardando la
constitución del título ejecutivo que es la sentencia firme y con ella el inicio de la
ejecución, al convertirse a la sentencia definitiva en título ejecutivo se está
desincentivando la interposición de recursos meramente dilatorios.
3.ª) La admisión de la ejecución provisional es una medida favorecedora de la igualdad
real de las partes en el proceso, por cuanto tiende a evitar que la duración del mismo sea
utilizada por la parte más fuerte en contra de la débil.
387

4.ª) En lo laboral las razones anteriores se presentan con especial incidencia y además
hay que tener en cuenta que el retraso en la ejecución puede poner en riesgo la
subsistencia del actor, en cuanto de alguna manera las deudas salariales se equiparan a
las alimenticias.
Todas estas razones son las que han llevado al legislador a regular la ejecución
provisional, la cual no es sino un proceso de ejecución. Las ejecuciones definitiva y
provisional no se diferencian por su naturaleza, que es la misma, y de ahí que también
sean las mismas las normas reguladoras, de modo que para la provisional han de
aplicarse las que antes hemos visto para la definitiva. Si lo anterior es como decimos
¿qué sentido tiene el que la LPL dedique un Título a la ejecución provisional?
Si examinamos con detalle ese Título observaremos que en el mismo se regulan dos
aspectos:
a) Uno de ellos parte de que la ejecución provisional puede ser posible atendiendo a dos
sistemas:
1.º) En unos casos es la ley directamente la que crea el título ejecutivo, sin necesidad de
declaración alguna del órgano judicial, de modo que el legitimado puede pedir
directamente la ejecución. En estos casos la norma reguladora de la ejecución provisional
se limita a decir qué sentencias definitivas son título ejecutivo.

Esto es lo que ocurre con los arts. 287.1, 288.1, 292.1, 293, 299 y 301 LPL, en los
que no es precisa actividad jurisdiccional posterior a la sentencia definitiva para
configurar el título ejecutivo, al ser éste perfecto desde el principio, y la parte puede sin
más, pedir la ejecución provisional que se realizará a continuación por los trámites de la
definitiva.
2.º) En otros lo que la LPL hace es permitir al juzgador que, partiendo de la sentencia
definitiva y a instancia de parte, cree el título ejecutivo, tratándose entonces de normas
que deben ser actuadas supuesto por supuesto y atendido el caso concreto.

Esto es lo que sucede con los arts. 294, 295, 296 y 303 LPL, en los que el título
ejecutivo no es sin más la sentencia definitiva, sino que éste adquiere fuerza ejecutiva
después de una actividad jurisdiccional de declaración que, caso por caso, determinará la
concurrencia de los requisitos para iniciar la ejecución provisional.
b) El segundo de los aspectos se refiere a la regulación de lo que debe ocurrir si la
sentencia recurrida y ejecutada provisionalmente es revocada por el tribunal que conoce
el recurso. Este es el contenido de los arts. 290, 291, 292.2 y 298 LPL.
388

Estos son los dos aspectos que se regulan bajo la rúbrica "De la ejecución
provisional" y ninguno de ellos atiende a los verdaderos actos ejecutivos, porque para los
mismos debe estarse a las normas de la ejecución definitiva. En la provisional se regulan
los momentos inicial y final, pero no la ejecución propiamente dicha. Consecuencia de
ello es, por ejemplo, que el apremio pecuniario y la multa coercitiva del art. 238 son
también posibles en la ejecución provisional.

TRATAMIENTO PROCESAL GENERAL


Dado que la ejecución provisional es una ejecución su tratamiento procesal debe ser
reconducido al de la ejecución definitiva, pero es preciso destacar alguna matización.
A) Competencia
Es preciso distinguir entre órgano jurisdiccional competente para conceder la ejecución
provisional (para "crear" el título ejecutivo) y órgano competente para realizar la
ejecución, y partiendo de esta distinción tener en cuenta:
1.º) En principio la ejecución provisional debe instarse ante el órgano judicial que dictó la
sentencia (art. 288.1, que debe generalizarse para todos los supuestos), el cual asume la
competencia para decretar la ejecución.
2.º) Para determinar la competencia para la realización de los verdaderos actos
ejecutivos debe estarse a la regla general del art. 235.2, conforme al cual la asume el
órgano judicial que hubiere conocido del asunto en la instancia.
3.º) Con lo anterior se resuelven la mayoría de los supuestos posibles, pero resta el caso
de que después del recurso de suplicación se interponga casación para la unificación de
doctrina, en el que habrá de distinguirse:
1') Si la sentencia a ejecutar es la dictada por el Juzgado, confirmada por el Tribunal
Superior de Justicia y recurrida en casación de unificación de doctrina, el Juzgado es
competente para decretar la ejecución y para dictar los actos ejecutivos.
2') Si la sentencia a ejecutar es la dictada por el Tribunal Superior de Justicia que fue
quien condenó por primera vez, revocando la sentencia del Juzgado, la competencia para
decretar la ejecución provisional corresponde a la Sala del Tribunal Superior, pero los
actos ejecutivos los realizará, en su caso, el Juzgado.

Cuando en una circunscripción existe más de un Juzgado de lo Social y la


ejecución se haya atribuido en exclusiva a uno de ellos, conforme al art. 235.4, la
provisional no entra en esa atribución, de modo que sigue siendo siempre de la
competencia del Juzgado que dictó la sentencia (art. 189.1 y Acuerdos del CGPJ de 13 y
389

20 de diciembre de 1989 y de 29 de enero de 1992 que excluyen expresamente la


ejecución provisional).
B) Caución
Hasta en el proceso civil la ejecución provisional no depende ya de que el ejecutante
preste fianza o caución para garantizar la reparación o la indemnización en el caso de
que la sentencia provisionalmente ejecutada sea revocada por el tribunal superior (art.
526 LEC/2000), si bien esa caución ha carecido siempre de sentido en el proceso laboral.
C) Recurso
Todas las resoluciones que se dicten en la ejecución provisional son sólo susceptibles de
los medios de impugnación que son la reposición y la súplica (art. 302), pero no cabe
contra ellas recurso alguno devolutivo.

Esto no ha impedido que algunos tribunales superiores de justicia admitieran el


recurso de suplicación. Contra esas prácticas las SSTS u. de 17 y de 23 de septiembre
de 1997 ha decido que debe estarse al sentido literal de la norma, no siendo posible
recurso devolutivo alguno.
D) Revocación de la sentencia ejecutada provisionalmente

Si la sentencia ejecutada provisionalmente es confirmada por el tribunal superior


que conoce del recurso, no existen verdaderos problemas, pues los actos ejecutivos
realizados se convertirán sin más en definitivos. Los problemas surgen cuando la
sentencia es revocada, pues entonces habrán de dejarse sin efecto los actos realizados,
restituyendo las cosas al ser y estado que tenían antes de la ejecución. La competencia
para ello ha de asumirla el órgano competente para la ejecución.
Este restituir las cosas al estado anterior a la ejecución provisional puede tener
contenidos muy diferentes:
1.º) En unos casos se tratará sólo de cesar en la actividad ejecutiva poniéndole fin; esto
ocurrirá con los arts. 292, 295 y 298 LPL en los que no hay que devolver lo percibido.
2.º) En otros el cese de la actividad no será suficiente, debiendo devolverse lo percibido,
como ocurre con las sentencias condenatorias al pago de cantidad única (arts. 288.2 y 3,
290 y 291 LPL).

SENTENCIAS CONDENATORIAS AL PAGO DE CANTIDADES


B) La naturaleza de esta "ejecución"
La ejecución provisional cuando la sentencia no firme condena a una prestación dineraria
es la que ofrece mayores dificultades, atendida la necesidad de devolver lo percibido
390

cuando el tribunal superior revoca la sentencia recurrida y ejecutada. Esas dificultades


son las que hacen que, atendida su regulación en la LPL, su naturaleza jurídica no esté
clara. Partiendo de que el trabajador tiene verdadero derecho subjetivo a anticipos, hay
que distinguir:

1.º) Cuando ha existido consignación del importe de la condena para recurrir, se


trata de una verdadera ejecución provisional porque el anticipo lo es a cargo de la
consignación.
Con todo hay que tener en cuenta:
1') Dado que existe consignación, decretada la ejecución provisional nunca serán
precisos actos ejecutivos de embargo y realización forzosa, porque se anticipará con la
cantidad consignada.
2') El Estado garantiza la devolución de lo percibido, asumiendo responsabilidad solidaria
con el trabajador y frente al empresario.

2.º) Si no hubo consignación el anticipo lo abona directamente el Estado, y


entonces no cabe hablar de verdadera ejecución provisional, sino de actividad de
jurisdicción voluntaria.
B) Los presupuestos de la misma
La concesión de los anticipos se condiciona a la concurrencia de estos presupuestos:

1.º) Objetivo: Referido a la calidad de la resolución a ejecutar, que ha de ser


sentencia de condena al pago de dinero.
Dentro de las sentencias de condena cabe distinguir:
1') Obligaciones de pago único: Si se condena al empresario los arts. 287 a 291 se
aplican de modo directo y si se condena a la Seguridad Social esos artículos se aplican
por la remisión que a ellos hace el art. 293.
2') Obligaciones de pago periódico: Es de aplicación esta ejecución provisional cuando se
condene al empresario, pero se excluyen los casos de condena a la Seguridad Social
(para la que se está al art. 292) y de los salarios en los juicios de despido (según el art.
295).

2.º) Subjetivo: La legitimación activa la tienen sólo los trabajadores y los


beneficiarios de la Seguridad Social, tanto del régimen público como de los sistemas de
mejora de la acción protectora. La legitimación pasiva puede tenerla cualquier persona,
privada o pública (aunque se ha sostenido que no cabe esta ejecución contra organismos
públicos, STSJ País Vasco de 22 de octubre de 1996).
391

3.º) De actividad: La ejecución provisional está condicionada a la existencia de un recurso


contra la sentencia que se ejecuta, recurso que impide que la misma se convierta en
firme.

Es indiferente quien haya recurrido, pero el recurso tiene que ser de suplicación,
casación o de casación para la unificación de doctrina. Si el recurso es de revisión,
audiencia al rebelde o amparo no estaremos ante la ejecución provisional sino ante la
definitiva.
C) Solicitud y concesión del anticipo
Concurriendo los presupuestos dichos nace el derecho a obtener anticipos, pero para
darle efectividad es preciso:

1.º) Instancia de parte: No cabe ejecución provisional de oficio, precisándose


siempre petición de parte, que podrá hacerse por escrito o por comparecencia en la
secretaría del órgano judicial.
No hay en la LPL referencia a plazo alguno, por lo que la solicitud puede hacerse desde
que el recurso es anunciado o preparado (arts. 192.1, 204, 218 y 219) y hasta que se
dicte sentencia firme. Cuando la solicitud se haga ante el órgano que dictó la sentencia
en la instancia y antes de la remisión de las actuaciones al tribunal superior, no hay
problema alguno; si las actuaciones ya se han remitido debe tenerse en cuenta que con
el original de la sentencia, que consta en el libro de sentencias (art. 265 LOPJ), debe
poder procederse a la ejecución.
Las complicaciones pueden aparecer cuando existen dos recursos sucesivos (suplicación
y casación para la unificación de doctrina) y entonces:
1') Si la sentencia a ejecutar provisionalmente es la del Juzgado, que ha sido confirmada
por la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia, a la solicitud ante el Juzgado
habrá de acompañarse testimonio de esa sentencia confirmatoria.
2') Si la sentencia a ejecutar provisionalmente es la de la Sala del Tribunal Superior de
Justicia, que ha revocado la del Juzgado, condenando por primera vez al demandado, la
solicitud deberá presentarse ante esa Sala (art. 288.1) la cual deberá decretar la
ejecución y después ordenar que se anticipe con cargo a la consignación o que el Estado
abone el anticipo.

2.º) Procedimiento: El art. 288 distingue dos posibilidades de procedimiento, que


tienen como base la existencia o no de la consignación del importe de la condena para
recurrir del art. 228:
392

1') Con consignación: Presentada la solicitud el órgano judicial decretará la ejecución


provisional y ordenará que con cargo a esa consignación se realice el pago.
2') Sin consignación: Formalizada la solicitud el órgano judicial decretará la ejecución y,
remitiendo testimonio suficiente de las actuaciones, requerirá al Organismo gestor (el
Fogasa) para que, en el plazo de diez días, efectúe el abono del anticipo.

El verdadero problema reside en el caso de que no haya existido consignación


pero sí aseguramiento mediante aval bancario. En este caso creemos que la existencia
de aseguramiento debe equipararse a la falta de consignación, con lo que el Estado
asumirá la realización del anticipo. Sobre ello existen sentencias contrarias de los
tribunales superiores de justicia (a favor de lo que decimos STSJ Madrid de 6 de mayo de
1997, y en contra STSJ País Vasco de 25 de marzo de 1997).
3.º) Cuantía: El art. 287.2 y 3 distingue dos topes máximos:
1') Total: Se refiere al 50 por 100 de la cantidad reconocida en la sentencia.
2') Anual: No podrá exceder del doble del salario mínimo interprofesional fijado para los
trabajadores mayores de 18 años, incluida la parte proporcional de gratificaciones
extraordinarias, vigente durante su devengo.
4.º) Clases de anticipos: El art. 287 distingue:
1') Si la sentencia condena a una obligación dineraria de pago periódico, así deberá
hacerse el abono del anticipo y entonces adquiere sentido el tope del doble del salario
mínimo.
2') Si la sentencia condena a obligación dineraria de pago único, el art. 287.2 parece
admitir dos sistemas de abono: 1.º) Entregando una única cantidad en un único
momento, con el tope del 50 por 100, y 2.º) Procediendo al abono de cantidades en
períodos temporales, es decir, cambiando el pago único en pagos periódicos desde la
fecha de la solicitud y hasta que recaiga sentencia firme o, por cualquier causa, quede
firme la sentencia recurrida.
D) La confirmación de la sentencia recurrida y ejecutada
Si la sentencia ejecutada provisionalmente llega a convertirse en firme (porque se desiste
del recurso, porque éste es inadmitido, porque se dicta sentencia confirmatoria) los actos
realizados provisionalmente se convertirán en definitivos, y aún restará por pagar al
trabajador o beneficiario la diferencia entre el importe de la condena y la cantidad que se
le anticipó.
En este caso debe tenerse en cuenta:
393

1.º) Si la cantidad anticipada se detrajo de la consignación del importe de la condena, el


trabajador hará suya definitivamente esa cantidad y solicitará el pago del resto,
haciéndose éste efectivo con lo que quede de la consignación.
2.º) Si el anticipo se hizo directamente por el Estado, surgirán dos acreedores del
condenado:
1') El trabajador o beneficiario, que podrá reclamar del empresario la diferencia entre lo
percibido y lo realmente debido, pudiendo iniciar la ejecución forzosa.
2') El Estado, que quedó subrogado en el derecho del trabajador por la cantidad
anticipada, pudiendo iniciar también la ejecución forzosa.
Podrá asistirse así a una ejecución en la que serán ejecutantes acumulados el trabajador
y el Estado, siendo los dos créditos de la misma condición, por lo que se procederá a su
pago proporcional.
E) La revocación parcial

La sentencia del tribunal superior puede que estime en parte el recurso y entonces
cabe que:
1.º) El recurrente haya sido el trabajador o beneficiario y que la sentencia aumente el
importe de la condena: Normalmente en este caso no habrá existido consignación, con lo
que el anticipo lo habrá abonado el Estado y, consiguientemente, estaremos ante un caso
similar al anterior de confirmación.
2.º) Haya recurrido el empresario y la sentencia disminuya el importe de la condena:
Entonces habrá de atenderse a las posibilidades de que el nuevo importe de la condena
sea superior, igual o inferior a la cantidad percibida provisionalmente por el trabajador con
cargo a la consignación para determinar los derechos de una u otra parte.
F) La revocación total de la sentencia recurrida y ejecutada
El problema fundamental de esta ejecución provisional radica en que si la sentencia es
revocada el trabajador o beneficiario debe devolver lo percibido, y ante el riesgo de que
sea insolvente la solución ha consistido en atribuir al Estado una doble función: en unos
casos él realizará el abono de los anticipos (cuando no exista consignación) y en otros
garantizará el reintegro (cuando el anticipo se haga a cargo de la consignación). Esto
supone que para determinar los efectos de la sentencia ejecutada y revocada deben
distinguirse dos supuestos:
1.º) Si los anticipos se hicieron a cargo de la consignación del importe de la condena
pagada por el empresario (caso del art. 288.2), al revocarse la sentencia el trabajador
resultará deudor del empresario por la cantidad percibida y habrá de devolverla, siendo el
Estado responsable solidario.
394

El empresario puede dirigirse contra cualquiera de sus deudores solidarios (arts.


1.114 y 1.115 CC) o contra los dos simultáneamente, siendo su título ejecutivo la
resolución en que se acordó la ejecución provisional, el testimonio que determine la
cantidad abonada y la sentencia firme que revoca la ejecutada provisionalmente. Si el
Estado paga al empresario se habrá convertido en acreedor del trabajador o beneficiario
y podrá exigirle el reintegro por el procedimiento que decimos a continuación.
2.º) Si el anticipo se abonó por el Estado (caso del art. 288.3), el Organismo rector
podrá reclamar del trabajador o beneficiario el reintegro de la cantidad anticipada, y si el
deudor no paga voluntariamente podrá acudir a la ejecución forzosa siendo su título
ejecutivo la resolución que acordó la ejecución provisional y la certificación determinadora
de la cantidad abonada.

A partir de ese título ejecutivo se acudirá a los trámites de la ejecución forzosa, en


la que el art. 291.2 introduce una única especialización: el aplazamiento hasta por un año
de la obligación de pagar cuando la realización forzosa inmediata pueda causar perjuicios
graves al trabajador, lo que en realidad es un supuesto de suspensión, no del embargo
ejecutivo, sino sólo de la fase de realización forzosa.

SENTENCIAS CONDENATORIAS EN MATERIA DE SEGURIDAD SOCIAL


Las posibilidades de ejecución provisional son tres y el criterio diferenciador entre ellas
atiende al contenido de la obligación a que condena la sentencia recurrida:
A) Prestaciones de pago periódico
El condenado por la sentencia a ejecutar provisionalmente puede ser:
1.º) Entidad gestora de la Seguridad Social: Recordemos que el art. 192.4 dispone que la
Entidad gestora, al anunciar el recurso de suplicación, deberá presentar en el Juzgado
certificación acreditativa de que comienza el abono de la prestación de pago periódico y
que lo proseguirá puntualmente durante la tramitación del recurso, de modo que si no
cumple efectivamente con el abono se pondrá fin al trámite del recurso.
2.º) Particulares: Los condenados pueden ser aquí empresas y entidades colaboradoras
de la Seguridad Social y respecto de ellas hay que distinguir:
1') En general debe estarse a lo dispuesto en el art. 192.2 y 3, según el cual el
condenado, para poder recurrir, ha de ingresar en la Tesorería general de la Seguridad
Social el capital importe de la prestación, con objeto de abonarla al beneficiario mientras
dura la sustanciación del recurso de suplicación.
395

A ese efecto, anunciado el recurso, el juzgador ordenará que se dé traslado a la


Tesorería general de la Seguridad Social, para que fije el capital importe de la pensión a
percibir y, fijado el mismo, lo notificará al recurrente para que, en el plazo de cinco días,
efectúe la consignación en la Tesorería general, con apercibimiento de que, de no
hacerlo así, se pondrá fin al trámite del recurso.
2') Si la condena es al pago de cantidad periódica pero debida a contingencias pasajeras
y de duración desconocida (incapacidad laboral transitoria), como no es posible calcular
el capital coste de la renta, el condenado deberá ir pagando periódicamente mientras
dure el recurso, sin necesidad de constituir capital.

3.º) Estado, Comunidad Autónoma y Entidad local: El art. 227.4 declara exentos a
estos entes de constituir "las consignaciones que para recurrir vienen exigidas en esta
Ley", pero ello no puede impedir que los mismos tengan que abonar la prestación de
pago periódico mientras esté pendiente el recurso.
En todos estos casos ha de partirse de que el derecho del beneficiario a la ejecución
provisional comprende:
1.º) El derecho a percibir las prestaciones de la Seguridad Social mientras esté pendiente
el recurso.
2.º) El derecho a no devolver las cantidades percibidas incluso en el caso que la
sentencia ejecutada y recurrida sea revocada por el tribunal superior.
3.º) El derecho a que se le abonen las prestaciones devengadas durante la tramitación
del recurso y que aún no hubiera percibido en la fecha de la firmeza de la sentencia del
tribunal superior, sea ésta confirmatoria o revocatoria de la sentencia ejecutada
provisionalmente (art. 292.2).
B) Prestaciones de pago único
Cuando la sentencia del Juzgado de lo Social, dictada en materia del régimen público de
la Seguridad Social, reconozca al beneficiario una prestación de pago único
(normalmente en casos de incapacidad permanente parcial y en algunos de muerte y
supervivencia), estamos ante una ejecución provisional de obligación dineraria, y por eso
el art. 293 se remite al Capítulo anterior (dice "sección" con error evidente).
Naturalmente en esos casos si la sentencia del tribunal superior revoca la recurrida y
ejecutada provisionalmente el beneficiario deberá devolver los anticipos recibidos, y en
los términos dichos anteriormente.
C) Obligaciones de hacer y de no hacer
En materia de Seguridad Social puede condenarse al demandado a obligaciones de
hacer (prestar asistencia sanitaria, dar de alta) y para las mismas también se prevé la
396

ejecución provisional, si bien aquí el art. 294 no crea directamente el título ejecutivo sino
que permite que sea el juzgador quien lo cree ("a criterio judicial"). Si la sentencia del
tribunal superior revoca la ejecutada provisionalmente sus efectos consistirán en el cese
del hacer, pero no creemos que el beneficiario deba indemnizar por lo hecho.

SENTENCIAS DE DESPIDO
Las sentencias del juicio de despido (art. 108.1) y del juicio por decisión extintiva de la
relación de trabajo por voluntad del empresario (art. 122) pueden declarar uno u otro
procedente, nulo o improcedente. En el primer caso, el de la procedencia, es obvio que
no ha lugar a ejecución alguna y, consiguientemente, tampoco provisional. Esta es
posible en los otros dos casos y también en la nulidad del art. 124. Las complejidades
surgen aquí de la variedad de situaciones que pueden presentarse, de modo que hay que
distinguir según sea el contenido del fallo con su opción (readmisión o indemnización) y
según quien recurra.

A) Ejecución de la readmisión
El art. 295 atiende a los casos en que se hubiere declarado el despido o decisión extintiva
improcedente o nulo y se hubiere optado por la readmisión, sea quien fuere el que
hubiere realizado la opción y el que recurra. En esos casos la ejecución provisional
consiste en que el empresario vendrá obligado, mientras dure la tramitación del recurso,
a satisfacer al trabajador la misma retribución que venía percibiendo con anterioridad a
producirse aquellos hechos y continuará el trabajador prestando servicios, a menos que
el empresario prefiera hacer el abono aludido sin compensación alguna.

Adviértase que la ejecución provisional no se resuelve necesariamente en la


reincorporación del trabajador al trabajo; dada la posibilidad de que el empresario opte
por pagar el salario sin dar ocupación efectiva al trabajador, lo que la ejecución
provisional está garantizando es simplemente la percepción del salario por el trabajador,
pero nada más, por lo que estamos ante una ejecución provisional que no da realmente
lugar al contenido del fallo, que es la readmisión, sino sólo a una parte de la relación
laboral, la que se refiere a una obligación del empresario, la del pago del salario.
Si la ejecución provisional supone la existencia de obligaciones para las dos partes es
lógico que la iniciativa para instarla se conceda a las dos. Así el art. 296 se refiere a la
posibilidad de que el trabajador inste, por escrito o por comparecencia, que el empresario
cumpla con su obligación, pero también a que el empresario solicite que el trabajador
397

reanude la prestación de sus servicios. Y en los dos casos las peticiones darán lugar al
incidente del art. 236, al no existir otro cauce previsto para que el juzgador oiga a las
partes antes de resolver lo que proceda.
El auto a dictar después del incidente del art. 236 impondrá a cada una de las partes su
respectiva obligación. Ante el incumplimiento las consecuencias son muy distintas:
1.º) Si el empresario no procede a pagar el salario, habrá de darse lugar a la ejecución de
obligaciones dinerarias.
2.º) Si el trabajador se niega a prestar sus servicios, perderá el derecho a los salarios (art.
297), y ello hasta el extremo de que si la sentencia es confirmada por el tribunal superior
no tendrá derecho a los salarios de tramitación correspondientes a ese período.
En el supuesto de que ninguna de las partes inste la ejecución provisional las dos
obligaciones no se harán efectivas, pero entonces el trabajador mantendrá su derecho a
los salarios de tramitación.

La repercusión de la sentencia que dicte el tribunal superior será distinta según el


contenido de la misma.
1.º) Si esa sentencia confirma la recurrida y ejecutada provisionalmente, podrá pasarse a
la ejecución definitiva, teniendo en cuenta que de los salarios de tramitación habrán de
descontarse los percibidos en la ejecución provisional.
2.º) Cuando la segunda sentencia revoque la ejecutada provisionalmente, de modo que
declare la procedencia del despido o decisión extintiva o, incluso, se limite a alterar
alguna de las bases conforme a las que se determinó el importe del salario, el trabajador
no vendrá obligado a reintegrar los salarios percibidos (porque trabajó efectivamente o
porque si no lo hizo fue por voluntad del empresario) y además tendrá derecho a que se
le abonen los salarios devengados durante la tramitación del recurso y no pagados (por la
misma razón) (art. 298).

Norma específica existe para la ejecución provisional cuando el despido o


decisión extintiva haya afectado a un representante legal o sindical (art. 300), y en ella lo
que se pretende es asegurar el ejercicio de la función representativa. Naturalmente ese
aseguramiento tiene sentido cuando la ejecución definitiva hubiera de consistir en la
readmisión y su adopción presupone petición por el trabajador representante. Para el
contenido del aseguramiento el art. 300 se limita a remitirse al art. 282, c).
398

B) No ejecución de la indemnización
La ejecución provisional que se resuelve en la reincorporación al puesto de trabajo o en
la percepción del salario sin trabajar efectivamente, tiene sentido cuando la ejecución
definitiva debería consistir en la readmisión. Ahora bien, si la ejecución definitiva lo va a
ser de obligación dineraria, lo que sucederá en el supuesto de opción por la
indemnización, la ejecución provisional no existe. Esta inexistencia se dispone en los arts.
111.1, b) (trabajador) y 112.1, b) (representante) y el error del legislador de 11/1994 ha
consistido en mantener el art. 299, cuando lo procedente hubiera sido derogarlo, y en el
mismo error ha incurrido la LPL de 1995.

SENTENCIAS DICTADAS EN "OTROS PROCESOS"


A pesar de estar recogidos bajo rúbricas distintas en la LPL, se debe hacer aquí mención
de dos supuestos:
a) El art. 301 se refiere a la ejecución de las sentencias dictadas en los procesos de
conflicto colectivos, impugnación de convenios colectivos y tutela de la libertad sindical y
demás derechos fundamentales, disponiendo que serán ejecutivas desde que se dicten,
según la naturaleza de la pretensión reconocida, no obstante el recurso que contra ellas
se interponga, con lo que en realidad está reiterando lo dispuesto en los arts. 158.2 y
164.2 y dando contenido a la ejecución provisional de las sentencias sobre tutela de la
libertad sindical y demás derechos fundamentales.
En la lección 12.ª nos ocupamos de los problemas derivados de la pretendida
ejecutividad provisional de unas sentencias que son declarativas o constitutivas, y a lo
dicho allí nos remitimos ahora. Con todo, el caso de la sentencia en el proceso de tutela
de la libertad sindical y demás derechos fundamentales puede ser algo distinto.
1.º) En ocasiones la ejecución provisional no será necesaria, lo que sucederá cuando se
haya adoptado la medida cautelar de suspensión de los efectos del acto impugnado, por
cuanto la misma puede comportar incluso lo oportuno para reparar la situación (art. 178).
2.º) Otras veces la ejecución provisional sí puede ser necesaria y conveniente, lo que
puede ocurrir incluso habiéndose adoptado la medida cautelar de suspensión. La
ejecución consistirá entonces en el cese inmediato del comportamiento antisindical, en la
reposición de la situación al momento anterior a producirse el mismo y en la reparación
de las consecuencias del acto, lo que puede resolverse en obligaciones de no hacer, de
hacer e, incluso, dinerarias.

Si la medida cautelar de suspensión se puede adoptar cuando el mantenimiento


del acto puede causar daños de imposible reparación y se trate de cuestiones que
399

afecten al interés general, estos requisitos no pueden mantenerse cuando se trata de la


ejecución provisional. Para ésta se cuenta con una sentencia, si bien no firme, que está
reforzando la apariencia de buen derecho. Otra cosa es que la LPL no prevea
mecanismos específicos para el supuesto de revocación por el tribunal superior de la
sentencia recurrida y ejecutada provisionalmente, con lo que se cuenta únicamente con la
regla general que dimos al principio de esta lección.
b) Por último el art. 303 cierra el cuadro de la ejecución provisional permitiendo
que las sentencias favorables al trabajador o beneficiario que no puedan ser ejecutadas
provisionalmente conforme a los supuestos anteriores de la LPL, puedan serlo "en la
forma y condiciones establecidas en la legislación procesal civil".
Esta norma puede tener ahora especial trascendencia, después de que la LEC de
2000 ha admitido la ejecución provisional prácticamente de todas las sentencias. En
efecto, los arts. 524 y siguientes regulan la ejecución provisional de las sentencias
dictadas en el proceso civil partiendo de la regla de la admisión de esta ejecución, salvo
en los casos expresamente exceptuados en el art. 525.
400

LIBRO IV

EL PROCESO CAUTELAR
LECCION 19.ª

Las medidas cautelares

EN GENERAL
La LBPL de 1989 contenía una única referencia al proceso cautelar, la de la base 16.ª.4:
"Se arbitrarán medidas tendentes a garantizar los derechos que pudieran corresponder a
las partes y asegurar la efectividad de la resolución judicial". Antes de explicar cómo ha
sido desarrollada en la LPL es preciso atender en general al proceso cautelar.

A) Noción

Los procesos de declaración y de ejecución pueden no ser suficientes para lograr


la tutela judicial efectiva a que se refiere el art. 24.1 CE. Por su naturaleza de sucesión de
actos, esos procesos necesitan un período de tiempo más o menos largo en el que
desarrollarse, tiempo que puede suponer la inoperancia de las actividades de declaración
y de ejecución. Para evitar esa inoperancia aparece el proceso cautelar que es aquél que
persigue garantizar la efectividad de la resolución obtenida en otro proceso (al que por
eso se llama principal).
El proceso de declaración, que es el que realmente importa a los efectos del cautelar, se
basa en la incertidumbre del resultado que se alcanzará, en el sentido de que no se sabe
si al final se estimará o no la pretensión interpuesta por el actor, lo que conduce al
principio teórico de que la situación jurídica de las partes no debe verse alterada
mientras el proceso está pendiente. Ahora bien, ese principio puede y debe matizarse
teniendo en cuenta:
1.º) La consideración práctica de que el tiempo de duración del proceso puede ser
utilizado por el demandado para colocarse en una situación tal que haga inútil la
resolución que se dicte (el ejemplo más claro es el del demandado que se coloca en
situación de insolvencia para no pagar).

2.º) El argumento teórico de que la no alteración de la situación jurídica de las


partes mientras dura el proceso está concebida desde la perspectiva del demandado, en
cuanto se tiende a mantener la situación pre-procesal, pero olvida el punto de vista del
actor, al que el mero mantenimiento de la situación puede causar perjuicio.
401

En general, pues, el proceso cautelar es un tertium genus, no simplemente un incidente


en un proceso de declaración o de ejecución, sino un verdadero proceso con
sustantividad propia, para cuya regulación son precisas dos clases de normas:
1.ª) Aquellas que se refieren a lo que es habitual en una norma procesal, es decir,
competencia, partes, actos y, en general, el procedimiento con el que se llega a la
resolución que en el mismo debe dictarse.
2.ª) Las que atienden al propio contenido de la resolución cautelar, determinando si la
pretensión debe ser estimada o no. Así como en el proceso de declaración el contenido
de la sentencia lo determina el derecho material, en el proceso cautelar ese contenido lo
determina una norma procesal.
Lo anterior no impide que el contenido de la resolución cautelar, esto es, la medida
cautelar, sea instrumental, en el sentido de que las medidas a adoptar no constituyen una
finalidad en sí mismas, sino que están necesariamente vinculadas a la resolución que
pueda dictarse en el proceso principal cuya efectividad práctica tiende a asegurarse. La
medida cautelar es un instrumento del instrumento que es, a su vez, el proceso principal;
de ello resulta que:
1) No puede existir medida cautelar sino con relación a un proceso principal ya pendiente
o a iniciarse inmediatamente.
2) La medida no puede prolongarse más allá en el tiempo de su utilidad para garantizar la
efectividad de la resolución principal.

B) Presupuestos
La adopción de cualquier medida cautelar se basa en la concurrencia de unos
presupuestos, que tienen siempre naturaleza procesal y que atienden a un supuesto de
hecho. Son:
1.º) Apariencia de buen derecho: Para que pueda adoptarse la medida cautelar suele
exigirse en la ley que exista una situación jurídica cautelable (por ejemplo, que se haya
presentado una demanda pretendiendo una cantidad de dinero) y que exista un cierto
grado de demostración de la misma; es lo que suele denominarse fumus boni iuris. Es
evidente que no cabe exigir la prueba del derecho subjetivo afirmado en la demanda
principal, sino que bastará con un cierto grado de probabilidad, y por eso en el proceso
civil suele exigirse que esa probabilidad se derive de un principio de prueba por escrito
que debe acompañarse a la demanda cautelar. Ya veremos la especialidad laboral.
2.º) Peligro en el retardo: El tiempo en la realización del proceso principal debe ir unido a
la existencia de ciertos datos objetivos de los que se desprenda la posibilidad de
402

ineficacia de la resolución a dictar en ese proceso. El periculum puede ser muy variado
(por ejemplo, la posibilidad de que el demandado se convierta en insolvente) y precisará
también un cierto acreditamiento. Ya veremos la especialidad en lo laboral.
3.º) Prestación de caución: Normalmente el que el juez acuerde una medida cautelar
viene condicionado a que el solicitante de la misma preste caución, para asegurar la
eventual indemnización de los daños y perjuicios causados al demandado. También aquí
hay especialidad en lo laboral.

C) Efectos
Si concurren los presupuestos, el juzgador podrá acordar la medida cuyo contenido
vendrá determinado por una norma procesal. Esos efectos pueden ser:
1.º) Aseguramiento: Se trata de constituir una situación adecuada para que cuando se
dicte la sentencia en el proceso principal pueda procederse a la ejecución de la misma; el
ejemplo más claro es el embargo preventivo.
2.º) Conservación: Se pretende que mientras dura el proceso principal una de las partes
no pueda obtener los resultados que se derivan normalmente del acto que se estima
ilícito por la otra parte; por ejemplo, la suspensión del acuerdo de una persona jurídica
cuando un socio pretende en juicio la nulidad del mismo.
3.º) Innovación o anticipación: Se trata de anticipar provisionalmente el resultado de la
pretensión interpuesta por el actor, como medio más idóneo para que las partes realicen
el proceso en igualdad de condiciones, con lo que se produce una innovación sobre la
situación jurídica preexistente al proceso principal; por ejemplo, el percibir pensión
provisional mientras se discute en juicio un accidente de tráfico.
Luego veremos cuáles de estos efectos pueden producirse como medida cautelar en el
proceso laboral. De momento hay que destacar:
1.º) Las medidas cautelares civiles se enumeran ahora en el art. 727 de la LEC/2000 y es
evidente que la mayor parte de ellas no son aplicables en el proceso laboral, por referirse
a pretensiones de proceso principal que no pueden ser objeto de un proceso de aquella
naturaleza (por ejemplo, no puede en el proceso laboral atender a pretensiones de
propiedad industrial o de bienes inmuebles).
2.º) Puede afirmarse con la misma evidencia que la medida cautelar de embargo
preventivo es aplicable en el proceso laboral, pues incluso se refiere al mismo el art. 79
LPL.
3.º) Ya no está tan claro qué otras medidas cautelares de las previstos en la LEC pueden
utilizarse en el proceso laboral, si bien si lo está que tiene que ha de quedar abierta la
403

posibilidad de que en este proceso se utilice por la parte demandante la cláusula general
del art. 727, 11.ª: aquella otras medidas que, para la protección de ciertos derechos... se
estimen necesarias para asegurar la efectividad de la tutela judicial que pudiere otorgarse
en la sentencia estimatoria que recayere en el juicio.

Aparte queda, naturalmente: 1) La consignación para recurrir, que si tiene varias


finalidades, una de ellas es la cautelar, y que fue estudiada en su momento (lección 13.ª),
y 2) La suspensión de los efectos del acto impugnado en el proceso de tutela de la
libertad sindical y demás derechos fundamentales, del art. 178 LPL, a la que nos
referimos en la lección 12.ª, al tratarse de una medida específica.

EL EMBARGO PREVENTIVO

A) Concepto
Esta medida cautelar es la regulada en la LPL más claramente, con lo que se pone de
manifiesto la concepción de que en lo laboral a la postre todo puede reducirse a dinero.
Se trata de una actividad procesal, instrumento de un proceso principal de condena a
prestación dineraria o que en ella se resuelva, que tiende a garantizar la ejecución de la
sentencia que en ese proceso se dicte mediante la afección de bienes del demandado al
proceso.

La relación entre embargo ejecutivo (lección 16.ª) y embargo preventivo es


evidente, pero también lo son sus diferencias. Los dos embargos se resuelven en afectar
un bien a un proceso, pero en el ejecutivo se trata de una fase de la ejecución que
continuará con la realización forzosa, mientras que el preventivo es todo el contenido de
un proceso, el cautelar.
Estamos, pues, ante una medida de mero aseguramiento que puede ser ordinaria,
cuando está prevista con carácter general respecto de pretensiones de condena
dineraria, y especial, o prevista para casos específicos. El supuesto ordinario es el del art.
79; un caso especial se encuentra en el art. 141.1.

B) Iniciativa de parte o de oficio


El elemento característico de que las medidas cautelares sólo pueden acordarse a
instancia del actor (art. 721 LEC) no concurre en el embargo preventivo laboral, en el que
puede decretarse de oficio, a instancia de parte interesada y del Fogasa.
1.º) El órgano jurisdiccional: Si este embargo sólo puede decretarse pendiente un
proceso, el Juzgado o Sala que esté conociendo de la instancia de éste será el
404

competente para decretarlo. Pero lo específico de lo laboral es que la medida puede


acordarse de oficio, lo que supone la introducción de una muy importante facultad que se
explica con relación a la tutela judicial efectiva y a que el contenido de la resolución es
procesal, no material.
2.º) Parte interesada: A pesar de la utilización de esta expresión en el art. 79.1 debe
entenderse que con ella se alude al actor.
3.º) Fogasa: En los casos en que pueda derivarse la responsabilidad de este Fondo
también podrá instar el embargo preventivo, pero en ello no hay realmente nada especial
habida cuenta de lo dispuesto en el art. 23. Si el Fondo puede comparecer como parte en
todos los procesos de los que se pudiera derivar su responsabilidad, podrá también
ejercer una facultad propia de la parte, como es pedir el embargo preventivo.

C) Especialidad en los presupuestos


Al ir antes haciendo mención de los presupuestos de las medidas cautelares nos
remitimos a este momento para las especialidades en el embargo preventivo laboral.
a) Apariencia de buen derecho
La situación jurídica cautelable se resolverá normalmente en la existencia de un derecho
de crédito a una prestación dineraria. El embargo preventivo es, en general, una medida
cautelar tendente a garantizar obligaciones dinerarias, evitando las consecuencias de que
el demandado se coloque en situación de insolvencia.

Ahora bien, en el proceso laboral puede sostenerse que esa obligación no ha de


ser dineraria de modo directo, pudiendo serlo también de modo indirecto, y el caso más
claro es el del despido. En el juicio por despido (y en los similares) la petición base es la
readmisión, pero la ejecución puede resolverse en una indemnización, por lo que
estaremos ante una obligación dineraria indirecta que ha de poder asegurarse, y uno de
los caminos posibles es el embargo preventivo.
La verdadera especialidad laboral radica en la no necesidad de presentar un documento
del que se desprenda prima facie el hecho constitutivo de la obligación, su cantidad,
vencimiento y los elementos subjetivos de la misma; en el art. 79 no hay referencia al
principio de prueba por escrito ni a la necesidad de ofrecer otra justificación (como
excepción a lo previstos en el art. 728.2 LEC).

Estamos ante una especialidad razonable; si en el proceso laboral las


obligaciones dinerarias se basan normalmente en créditos salariales, no sabemos qué
documento podría exigirse como acreditativo de la obligación, a no ser que quisiera
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aludirse al contrato de trabajo, el cual en todo caso no acreditaría el no pago de unos


salarios concretos. La existencia, pues, del documento convertiría en inútil el embargo
preventivo laboral.
b) Peligro en el retardo
Se hace depender de la existencia de cualesquiera actos de los que pueda presumirse
que el demandado pretende situarse en estado de insolvencia o impedir la efectividad de
la sentencia, dice el art. 79.1, con lo que suscita la duda de si la disyuntiva "o" atiende a
dos circunstancias o si, por el contrario, está anunciando una sola que podría enunciarse
como peligro de la eficacia de la sentencia del proceso principal.

En nuestra opinión, la LPL configura un error de enunciación que proviene de no


haber entendido que el peligro que la medida cautelar de embargo preventivo pretende
evitar es el de que el demandado esté preparando su insolvencia, y con ello haga
imposible la ejecución de la sentencia que le condene a una obligación dineraria o que en
ella se resuelva de modo indirecto, de lo que resulta que la referencia a "impedir la
efectividad de la sentencia" es una mera repetición de la alusión anterior a la insolvencia.
Si el peligro se basa en la existencia de "actos" no es nada extraño que la nueva LPL se
refiera a la justificación de los mismos. Cuando el juzgador de oficio decrete el embargo
preventivo es porque de modo procesal (no por su ciencia privada) ha tenido
conocimiento de la existencia de esos "actos", pero cuando la medida la pida el
demandante o el Fogasa no puede bastar la mera alegación de la concurrencia del
presupuesto, sino que es preciso acreditarlo. De ahí que el juzgador "pueda" requerir, en
el plazo de un día hábil, al solicitante del embargo para que presente documentos,
información testifical o cualquier otra prueba que justifique la situación alegada. Se tratará
de probar, no la existencia de la obligación reclamada en la demanda del proceso
principal, sino simplemente de "actos" (en cuanto hechos indiciarios) de los que pueda el
juzgador presumir que el demandado pretende situarse en la insolvencia; es decir, se
trata de acreditar la concurrencia del presupuesto del periculum.

El art. 728.1 LEC/2000 se refiere a la necesidad de justificar que, en el caso de


que se trate, podrían producirse durante la pendencia del proceso, de no adoptarse la
medida, situaciones que impidieren o dificultaren la efectividad de la tutela que pudiere
otorgarse en una eventual sentencia estimatoria.
c) Prestación de caución
El art. 79 no se refiere a la prestación de fianza o caución, para asegurar la eventual
indemnización de los daños y perjuicios causados al demandado por el embargo; y no se
trata de un olvido, sino de la constatación de que si el embargo se decreta de oficio no
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cabría exigirla al propio juzgador, y de que si se decreta a instancia del trabajador, su


exigencia convertiría en inútil por imposible la medida cautelar.
Se configura así otra excepción a la exigencia de caución suficiente prevista en al art.
728.3 LEC.

D) Procedimiento
Respecto del procedimiento para pedir, conceder y practicar el embargo preventivo, la
LPL carece de una verdadera regulación, sin perjuicio de contener alguna norma
específica, a la que debe estar en primer lugar y luego estar a lo dispuesto en la LEC.
a) Tiempo
El art. 79 LPL excluye la posibilidad de pedir y acordar la medida antes de la presentación
de la demanda del proceso principal, por lo que los dos momentos posibles son:
1.º) Junto con la demanda principal: Cabe así presentar dos demandas formalmente
unidas en un único escrito: la del proceso principal y la del proceso cautelar (lo que se
hará normalmente con la técnica del otrosí digo), debiendo el juzgador pronunciarse
sobre la segunda sólo en el caso de que admita la primera.

2.º) Una vez ya iniciado el proceso principal y hasta el final de la instancia.


Debe tenerse en cuenta que:
1) Después de la sentencia de la instancia no tiene ya sentido pedir el embargo
preventivo ni acordarlo; si la sentencia condena al demandado, éste para recurrir ha de
consignar el importe de la condena (art. 227), con lo que el embargo es inútil; si la
sentencia absuelve al demandado ha desaparecido la apariencia de buen derecho, con lo
que no concurrirá un presupuesto necesario.
2) La referencia que el art. 79.3 hace a "antes de la sentencia" pudiera entenderse en el
sentido de que es antes de declarar conclusos los autos mandando traerlos a la vista
para sentencia [arts. 88.1 y 89.1, e)], pero ello sólo sería así si partiéramos del error de
considerar que el embargo preventivo es una alegación más a hacer en el proceso
principal. La declaración de conclusos los autos marca el límite preclusivo de las
alegaciones y pruebas de las partes en el proceso, pero no atiende a la iniciación de otro
proceso, como es el cautelar.
3) La no admisibilidad de la demanda de embargo preventivo antes de la
presentación de la demanda del proceso principal no nos parece justificada; ciertamente
el juzgador no podría decretar el embargo de oficio si no existe ya un proceso principal
pendiente, pero ello no debería impedir a la parte su solicitud, sobre todo si se tiene en
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cuenta que el acto de conciliación previo puede significar un retraso favorecedor de la


insolvencia.
b) De oficio
La posibilidad de que el juzgador decrete el embargo preventivo de oficio es
exclusiva del proceso laboral, careciendo de virtualidad en la regulación de la LEC
(aunque el art. 721.2 aluda a los procesos especiales).

La duda puede atender a si el juez o Sala, sin existir demanda de parte, pueden
requerir a ésta para que justifique el presupuesto del periculum; si se atiende a lo
dispuesto literalmente en el art. 79.2 parece que el mismo está preordenado a la
existencia de solicitud de la parte y alegación del presupuesto, pero no vemos obstáculo
para que el juzgador, sin solicitud previa, pida a la parte demandante que acredite la
concurrencia del presupuesto.
c) Demanda cautelar
El procedimiento se iniciará mediante la presentación por el demandante o el Fogasa de
una verdadera demanda, en la que se pedirá el embargo preventivo y habrá de alegarse
la concurrencia de los dos presupuestos: la existencia de un proceso principal, en el que
se ha ejercitado una pretensión basada en un derecho de crédito a una prestación
dineraria, y la concurrencia de "actos" de los que pueda presumirse que el demandado
pretende colocarse en situación de insolvencia; naturalmente esta segunda alegación
puede acreditarse documentalmente.
d) Contradicción
Tanto nos encontremos ante la iniciativa del oficio del juzgador como ante la
presentación de la demanda cautelar debe estarse a lo dispuesto en el art. 733 LEC:
como regla general las medidas cautelares se decretan previa audiencia del demandado;
sólo de modo especial concurriendo razones de urgencia o que la audiencia pueda
comprometer el buen fin de la medida cautelar, cabe acordarla sin más trámite, si bien
razonando por separado sobre la concurrencia de los requisitos de la medida cautelar y
de las razones que han aconsejado acordarla sin oír al demandado.
Cabe hablar, por tanto, de que en el procedimiento de las medidas cautelares
existen dos supuestos:
1.º) De contradicción previa: Es la regla general y supone que el juzgador, bien de
oficio, bien previa demanda de la parte demandante o del Fogasa, convocará a las partes
a una vista, dictando a su término el auto procedente.

Para la regulación de la contradicción por medio de la vista debe estarse a lo


previsto en los arts. 734 y siguientes, si bien teniendo en cuenta que no habrá lugar a la
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prestación de caución y que el embargo preventivo se practica y se garantiza lo mismo


que el embargo ejecutivo, por lo habrá de estarse a las normas propias del proceso de
ejecución.
2.º) De contradicción diferida: En el caso de que el embargo preventivo se hubiere
acordado sin audiencia del demandado, los arts. 739 y siguientes de la LEC regulan el
procedimiento de la oposición del demandado a la medida cautelar ya acordada y
practicada, si bien todo este sistema es de difícil aplicación al proceso laboral.

Desde una perspectiva meramente teórica nada parece oponerse a la que,


decretado el embargo preventivo sin audiencia previa, el demandado proceda a formular
la oposición prevista en la LEC, pero esta posibilidad parece prácticamente remota en el
proceso laboral, atendido que lo normal será que cuando quiera decidirse sobre la
oposición ya se habrá dictado sentencia en la instancia en el proceso principal. Si en éste
la sentencia es absolutoria del demandado habrá de procederse, sin más, a levantar el
embargo y si es condenatoria o bien la sentencia se convierte en firme con lo que se
pasa a la ejecución definitiva o bien es recurrida por el demandado, el cual entonces
debe proceder a consignar el importe de la condena, con el embargo preventivo carece
de utilidad.

LAS MEDIDAS CAUTELARES INDETERMINADAS


El art. 727, 11.ª, LEC, como hemos visto antes, es una norma de cierre del sistema
cautelar, de aplicación general para los supuestos que no tienen medida cautelar
concreta. En el proceso laboral son dos las cuestiones que hay que plantearse de
entrada:
1.ª) Se trata, en primer lugar, de decidir si esa norma es aplicable al proceso laboral.
Nuestra respuesta es afirmativa; en la LPL se regula sólo una medida cautelar concreta,
la del embargo preventivo, prevista para pretensiones de contenido dinerario directa o
indirectamente, pero dado que existen otras pretensiones si se quiere que tengan
cobertura cautelar, la única posibilidad es la de acudir a la aplicación supletoria del art.
727, 11.ª, LEC.
2.ª) Resulta afirmativamente la cuestión anterior, el paso siguiente radica en resolver si la
aplicación de esa norma ha de hacerse literalmente, es decir, de la misma manera como
se hace en el proceso civil o si, por el contrario, su aplicación se hará teniendo en cuenta
las especialidades sobre los presupuestos que antes hemos visto concurren en el
embargo preventivo, esto es, las relativas a la no exigencia del principio de prueba por
escrito y de la fianza. Nuestra respuesta es aquí que, si el art. 727, 11.ª, LEC ha de
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aplicarse en el proceso laboral, la única manera de hacerlo útilmente es la de no exigir los


presupuestos con el rigor que se exigen en el proceso civil.
Despejados los dos problemas previos resultará:
A) Presupuestos
La referencia general que hicimos debe completarse en el sentido de que:
1.º) Respecto de la situación jurídica cautelable ha de tratarse de pretensiones de hacer,
no hacer o entregar cosa determinada y genérica, en la medida en que ello sea posible
en el proceso laboral, no siendo necesario el principio de prueba por escrito.
2.º) Sobre el peligro en el retardo no hay en el LEC precisión ni expresa ni implícita, por lo
que habrá de estarse a la previsión del juez en cada caso.
3.º) No ha lugar a exigir fianza al solicitante.
B) Efectos
Hay que registrar dos posiciones doctrinales enfrentadas sobre las medidas posibles:
1.ª) Mientras para algunos las medidas a adoptar habrán de tener una función de
aseguramiento, derivada de la regla de que las medidas cautelar y ejecutiva han de ser
homogéneas pero no iguales, lo que impide la función de satisfacción provisional o
anticipadora.
2.ª) Para otros la anterior es una concepción restrictiva, no existiendo teóricamente nada
que impida al juzgador adoptar medidas anticipatorias o de satisfacción provisional, que
son las únicas que en algunos casos lograrán la "efectividad de la resolución judicial"
(base 16.ª 4 de la LBPL de 1989).
C) Procedimiento
Las medidas han de poder acordarse de oficio por el juzgador y a instancia del
demandante, y en este segundo caso con la demanda del proceso principal, después de
presentada la misma y siempre en la instancia e, incluso, antes de iniciar el proceso
principal. Para el procedimiento habrá de estarse a lo previsto en la LEC, con su
distinción entre contradicción previa y contradicción diferida.

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