Imforme Casosaplicadosalaingenieria Qpi
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Curso:
Química para ingenieros
Docente:
Escribano Siesquen, William Enrique
Grupo:
“C”
Integrantes:
Rojas Moran, Renaldo Danly
Chiclayo, 2023
⁰
TITULO:
INTRODUCCIÓN:
Los efectos de la corrosión de los metales son conocidos desde hace tiempo y se
consideran un importante costo para las economías de los diferentes países, representando a
veces hasta un porcentaje considerable del producto interior bruto. Los edificios también
están expuestos a este fenómeno y durante siglos han sido reticentes en aceptar metales
como el hierro debido su tendencia a corroerse.
La corrosión metálica se produce cuando los metales o aleaciones metálicas que forman
elementos constructivos, naturalmente presentes en la naturaleza como óxidos o sales,
empiezan a deteriorarse. Estos procesos degradativos están fuertemente influenciados por
dos aspectos claves: las propiedades intrínsecas del material y su ubicación en el ambiente
circundante. La localización dentro de una construcción es tan importante como la zona
geográfica donde se encuentra edificada dicha estructura [1].
I. FUNDAMENTO TEÓRICO:
La corrosión de los metales ocurre cuando estos se convierten en óxidos u otros compuestos a través
de procesos químicos o electroquímicos. De manera simplificada, la corrosión es un proceso
químico por el cual las estructuras metálicas pueden terminar transformadas en óxido como
resultado del constante ataque que reciben de sales, gases, agentes atmosféricos y sustancias
orgánicas naturales. La acción del ambiente afecta numerosas aleaciones, pero la más notable e
importante debido a su recurrencia y gravedad es sin duda una reacción con hierro.
La corrosión de los metales se clasifica en dos tipos: química y electroquímica. La primera consiste
en la descomposición del metal por gases o líquidos, que da lugar a una capa de óxido. Por otro
lado, la tipo electroquímica corresponde al proceso donde el electrolito presente, ya sea en las sales,
soluciones ácidas o aire húmedo, provocando una reacción redox sobre el metal; es decir cuando
ocurre oxidación-reducción dando como resultado su disolución gradual desde fuera hacia adentro.
En el esquema de la figura 1 se trata de dar una idea del funcionamiento de las pilas de aireación
diferencial en los bordes de una gota de agua. Fenómeno que puede se frecuente en elementos
situados al exterior en los edificios. La corrosión se centra en la periferia de la gota con mayor
acceso del oxígeno a la superficie metálica.
Figura 2:
⁰
Como antes se avanzaba este tipo de ataques se pueden producir con relativa facilidad sobre los materiales
metálicos de construcción, expuestos a frecuentes contactos con la humedad y la lucha contra la corrosión en
muchos casos se centra, precisamente, en evitar este contacto mediante el establecimiento de barreras
protectoras, provocando la ventilación que impida los depósitos de agua sobre la superficie metálica, etc.
Este tipo de ataque se corresponde, en las armaduras embebidas en hormigón, cuando éste ha perdido sus
cualidades químico-protectoras, es decir, cuando su basicidad ha sido neutralizada por los agentes ácidos del
medio en un proceso conocido habitualmente como “carbonatación1”. Las armaduras quedan, tras la
carbonatación del hormigón que las envuelve, en una situación parecida a la que estarían si estuviesen
desnudas, lo cual no implica necesariamente un proceso de corrosión virulento.
Generalmente, los procesos de formación de corrosión ocurren en partes metálicas que a menudo están
protegidas con diferentes capas y son influenciados por la presencia de iones agresivos, especialmente el ion
cloruro.
El proceso de formación de las picaduras puede iniciarse como un fenómeno habitual de corrosión por
aireación diferencial pero la acción de los iones cloruro, por ejemplo, conduce a la formación de bolsas o
regiones inundadas de electrolito, relativamente aisladas del exterior. Esto provoca reacciones de hidrólisis
metálica con la generación de iones H+ que junto a los Cl – constituyen en definitivo ácido clorhídrico. A
partir de aquí la picadura tremendamente acidificada en su contenido progresa sin control.
En general y salvo la acción de iones sulfato en muchos casos suministrados por el yeso en los edificios, la
inmensa mayoría de los casos de corrosión por picaduras en los materiales metálicos de los edificios responde
a la presencia de iones cloruro. Este tipo de iones recibe habitualmente la denominación de iones
despasivantes.
Figura 3: La superficie de acero protegida por una capa de óxido férrico presenta una zona
defectuosa
⁰
Figura 4: El fondo del defecto, con menor acceso al oxígeno, se constituye en área anódica
de pequeña superficie respecto al resto (catódica).
Figura 5: La formación de una capa de hidróxido de hierro que aísla la celda del exterior y la
hidrólisis del hierro que cursa con la formación de iones H+ rebaja el pH a la zona ácida. La
circunstancial existencia de iones Cl- culmina con la presencia de ácido clorhídrico, de
reconocido carácter corrosivo, en contacto con el metal.
La formación de picaduras es típica de los metales expuestos a ambientes marinos aun tratándolos
de proteger con capas de pintura o como la barra corrugada que se representa en la figura procedente
de un elemento de hormigón armado perteneciente a unas instalaciones portuarias.
⁰
La aireación diferencial es el motor que activa las pilas de corrosión en esta modalidad. En la parte
próxima al exterior de la rendija, el oxígeno se difunde en el agua y participa de la reacción catódica
O2 + H 2O + e − → OH −
típica
En zonas internas del resquicio, más alejadas del aire exterior, se consuma la reacción anódica de
disolución del metal.
M → M + + e−
En estas circunstancias las pilas funcionan con intensidad, la corrosión se focaliza en determinadas
zonas y los daños como en el caso de las picaduras pueden ser de importancia. La figura siguiente
representa esquemáticamente el funcionamiento de la corrosión en resquicios.
⁰
En estos casos la existencia de iones cloruro en el resquicio puede acrecentar de forma muy
importante los efectos de la corrosión y encontrase en circunstancias parecidas a las picaduras.
La incidencia de esta forma de corrosión en los edificios ha sido debatida en varias ocasiones. La
conexión entre tuberías hechas con diferentes metales, utilizadas para la fontanería o el uso de
anillos de cobre unidos a las armaduras que se emplean en instalaciones eléctricas han sido temas
frecuentes y recurrentes durante estas discusiones; sin embargo, la mayoría no ha proporcionado
ejemplos claros sobre deterioro asociado.
Esto no implica que no se produzcan fenómenos de corrosión relacionados con las macropilas sin
que como todos son fenómenos complejos imposibles de generalizar que es, muchas veces, lo que
el técnico precisa.
Sí que es típica, por ejemplo, la mención a los perniciosos efectos de las partículas de cobre, que,
viajando en el agua conducida, quedan depositadas sobre tubos de acero galvanizado. En este caso
se constituyen pilas locales fuertemente activas que generan corrosión localizada en la pared del
tubo receptor. Esta es la razón por la que se recomienda situar los metales de mayor nobleza “aguas
abajo” en la instalación.
En este artículo se busca analizar los metales y aleaciones comúnmente utilizados en la construcción
para entender sus propiedades relacionadas con su resistencia a la corrosión y cómo pueden verse
afectados por procesos de deterioro similares.
2.1. EL HIERRO
El hierro es un metal que tiene una presencia significativa en la construcción moderna de edificios,
ya sea como componente esencial en estructuras metálicas o como armadura dentro de estructuras
hechas con hormigón armado. Además, el hierro se usa también para elementos complementarios
tales como herrajes, instalaciones y cerrajería.
La abundancia de los minerales de hierro, su relativo bajo precio y la calidad de sus prestaciones
mecánicas animan una participación del hierro en forma de acero al carbono en estos componentes.
Sin embargo, en la antigüedad esta participación no ha sido tan intensiva habida cuenta de sus
limitadas cualidades de resistencia a la corrosión.
El empleo del hierro como componente de las armaduras de hormigón armado se debe
fundamentalmente a las especiales condiciones de protección que este material le brinda.
Como ya se ha comentado el hierro es un metal de escasa nobleza tanto termodinámica como
práctica y siempre han de utilizarse artificios para lograr prolongar su vida en estado metálico.
El diagrama de Pourbaix, representado en la figura, informa de una región de corrosión que alcanza
desde medios ácidos hasta pH más allá de la neutralidad lo que implica que para los potenciales
habituales en la práctica el hierro y por extensión los aceros de baja aleación que habitualmente se
utilizan (aceros al carbono) se corroan si no se utilizan protegidos.
El acero al carbono puede ser utilizado en armaduras de hormigón gracias a la amplia región de
pasividad presente en dicho material. Esta situación se debe, principalmente, al pH elevado que
produce el hidróxido de calcio durante la hidratación del cemento tipo Portland (superior a 12), lo
cual garantiza una protección efectiva contra la corrosión siempre y cuando se mantenga esta alta
basicidad.
Esta región de pasividad se debe a la formación de capas estables de óxidos en unos casos magnetita
(óxido ferroso-férrico) y en otros, directamente óxido férrico. No obstante, la irrupción de iones
despasivantes en especial el ión cloruro rompe estas capas provocando corrosión localizada por
picaduras. La intensidad de corrosión en estos casos va paralela a la concentración de estos iones.
⁰
La región de inmunidad se extiende, como es razonable esperar, en la parte inferior del diagrama
que representa potenciales lo suficientemente bajos no habituales en la práctica salvo que se
provoquen artificialmente mediante la conexión a metales de menor nobleza o mediante corrientes
impresas.
A la vista de estas circunstancias podemos decir que en la práctica el acero se corroerá siempre que
esté en contacto con una solución acuosa salvo que ésta goce de un marcado carácter básico como
es el caso del hormigón o se recurra a técnicas de protección catódica con lo que el potencial de
corrosión se sitúe en regiones de inmunidad.
Es evidente que la otra gran fuente de protección del hierro es preservarlo del contacto con el agua
recurriendo a recubrimientos protectores mediante sistemas de pinturas, tratamientos superficiales
de otra naturaleza o el empleo, como recubrimiento de otros metales como el cinc, el estaño, etc.
2.2. EL ALUMINIO
Con una presencia abundante en la naturaleza, el aluminio es uno de los elementos químicos más
comunes después del oxígeno y el silicio. Sin embargo, su obtención a partir de bauxita requiere
procedimientos energéticos intensivos que anteriormente fueron objeto de crítica, pero hoy han sido
superados. En la actualidad se utiliza frecuentemente en la construcción para componentes como
carpintería exterior, estructura falsa para techos e instalaciones debido a sus propiedades metaleras.
El aluminio es realmente un metal muy activo desde el punto de vista termodinámico, es decir, con
una propensión muy fuerte a corroerse .Sin embargo, en la práctica y debido a las características,
resulta de un comportamiento muy aceptable y en este sentido y junto con otras cualidades como su
ligereza, su conductividad eléctrica, su propio aspecto, su trabajabilidad, etc., han conducido al
aluminio a ser un componente habitual en la construcción actual a donde se destina una importante
porción de la producción.
El diagrama representado anterior también puede servir para dar una idea general de las posibles
tendencias a la corrosión del aluminio. Se trata del diagrama de Pourbaix para el aluminio sumergido
en una solución acuosa a 25 º C para el caso habitual de que el metal se recubra de una capa de
alúmina (Al2 O3) su óxido más frecuente.
Independientemente de que la información que aporta este tipo de diagramas es cualitativa, se puede
observar que las zonas de corrosión, es decir las zonas en donde el metal es inestable, se sitúan en
ambos lados y relativamente alejadas del pH 7 que representa la neutralidad. Esto significa que el
aluminio, con carácter general es atacado tanto por las bases, con pH superior a 9, como por los
ácidos, con pH inferior a 4. En el resto de los casos el metal es inmune (el potencial de electrodo
hace imposible la corrosión) o el metal se encuentra pasivado por una capa de Al2O3.
⁰
Es importante tener en cuenta que, al igual que otros metales, el aluminio puede corroerse por
picaduras (daño localizado de la capa protectora) cuando entra en contacto con soluciones acuosas
conteniendo iones cloruro.
Figura 10: Diagrama de Pourbaix para el aluminio pasivado por una película de hidrargelita
(Al2O3.3H2O)
En resumen, en la práctica podemos observar que el aluminio tiene una mejor resistencia a la
corrosión comparado con otros metales más valiosos como hierro, cromo, níquel y plomo. A
menudo se asocia la oxidación del aluminio utilizado en las ventanas con cloruros presentes en el
ambiente dando lugar a corrosiones localizadas por picaduras.
Es conocida de antiguo, por otra parte, la sensibilidad del aluminio a los morteros de cemento y cal
habida cuenta de su elevado pH. La alúmina (óxido de aluminio que recubre de forma natural al
aluminio y que constituye la capa de anodizado) se disuelve y deja por tanto de ser protectora. De
ahí las precauciones para mantener alejadas las carpinterías de aluminio anodizado de la acción de
estos aglomerados.
2.3. EL COBRE
Después del hierro y el aluminio, el cobre es el tercer metal más utilizado en todo el mundo. Al igual
que la plata, oro y platino, se encuentra naturalmente como un elemento metálico noble. A pesar de
esto últimamente su producción proviene principalmente de minerales con baja concentración.
Su influencia en el desarrollo humano ha sido decisiva. Junto con su aleación con el estaño, el
bronce, dio lugar a titular edades prehistóricas con su nombre. “Edad del bronce”, por ejemplo. Por
otra parte, ha de subrayarse la extraordinaria capacidad de reciclaje del cobre.
⁰
No destaca, el cobre, por tener cualidades mecánicas notables, el límite elástico puede estar en torno
a los 33 Mpa, pero sin embargo ha destacado por sus extraordinarias propiedades de conductividad
eléctrica y térmica a las que añade su excelente ductilidad y maleabilidad.
Como ya se apuntaba, el cobre destaca por su resistencia a la corrosión figurando en un lugar
relativamente destacado cuando se clasifican los metales por su nobleza termodinámica, aunque en
la práctica es superado por metales de menor nobleza como el circonio y el titanio habida cuenta de
la contribución protectora de sus capas de oxido que en el caso del cobre es menor.
A pesar de no ser un material comúnmente utilizado en la construcción, el cobre tiene una presencia
importante en diversas instalaciones como las eléctricas, fontanería y climatización. Asimismo, su
creciente uso para revestimientos ha llevado a que actualmente el 26% de la producción mundial se
destine al sector edificador.
En términos generales, el cobre tiene una buena resistencia a la corrosión atmosférica y su superficie
se recubre de productos protectores contra la misma. Sin embargo, con el tiempo pierde su aspecto
brillante debido al óxido cuproso que le da un tono rojo-violeta oscuro hasta oxidarse
completamente en óxido cúprico. Con el paso del tiempo se forman sales, carbonatos y acetatos
coloreados en verde o azul turquesa; esto es comúnmente visto en las cubiertas llamativas típicas de
edificios históricos ubicados principalmente en Europa central y norteña.
No obstante, la cinética de corrosión es lenta y para lograr los efectos estéticos del turquesa han de
pasar al menos veinte años. Actualmente, se trata en ocasiones de provocar estos procesos en la
fabricación de recubrimientos con el fin de dotarlos de estabilidad en su aspecto y aprovechar su
estética.
Al igual que otros metales el cobre puede ser objeto de procesos localizados de corrosión que,
cuando se producen en elementos como tubos u otros componentes de instalaciones que contienen
fluidos, sí que pueden ocasionar daños con repercusiones de cierta importancia.
⁰
Uno de los problemas de estos procesos es lo complicado que puede resultar ya no por la dificultad
de su previsión, sino incluso darles una explicación certera cuando se producen.
Figura 13: Esquema típico de una picadura en cobre con la presencia del ión cloruro en su base.
Muchos estudios dan explicación al desarrollo de la corrosión por picaduras del cobre, pero es tal el
número de variables que habitualmente se manejan que es muy complicado trasladar al mundo de
la técnica, explicaciones sencillas.
2.4. EL CINC
Aunque no es tan común como el hierro o aluminio en la superficie terrestre, el cinc (posicionado
en vigésimo tercer lugar) se puede obtener con relativa facilidad. La extracción de este metal se
realiza utilizando principalmente minerales como blenda (sulfuro de cinc) y calamina (carbonato de
cinc). Actualmente, alrededor del 33% del consumo mundial proviene de materiales reciclados.
Figura 14: Revestimiento de cubierta y parte de la fachada de un edificio con planchas de cinc.
El cinc, aunque no es un metal muy noble, presenta baja corrosión gracias a capas protectoras de
óxidos que se forman en atmósferas secas y lo mantienen con buen aspecto. Cuando está expuesto
al CO2 y la humedad, sufre algo de oxidación generando hidróxidos e hidrocarbonatos blancos que
tienen poco impacto sobre el mismo metal base.
Figura 16: Diagrama de Pourbaix para el cinc en soluciones con presencia de CO2
2.5. EL PLOMO
El plomo, un metal de gran peso y limitadas propiedades mecánicas, ha sido utilizado por el hombre
desde tiempos antiguos. Los romanos lo empleaban en la construcción de conductos hidráulicos. Se
obtiene principalmente a partir del sulfuro de plomo (galena) y es fácilmente laminable, estirable y
cortable. En combinación con el antimonio se refuerza su resistencia, pero su efecto disminuye al
llegar a los cien grados centígrados.
También colabora con el estaño en la creación de capas protectoras, como por ejemplo las chapas
"terne" utilizadas para cubiertas. Anteriormente, solían participar tradicionalmente en pinturas que
protegían estructuras metálicas mediante el uso del plomo y sus derivados; sin embargo, hoy día se
han reemplazado por productos alternativos (como los fosfatos o cromatos) debido a su potencial
toxicidad al emanar gases perjudiciales.
Resiste, consecuentemente, con solvencia en atmósferas sulfurosas. Sin embargo, en ambiente rural
y marino la chapa terne, por ejemplo, puede comportarse peor que el acero galvanizado por lo que
conviene revestirla con capas de pintura. El ácido nítrico lo ataca formando nitrato de plomo soluble.
En el diagrama de Pourbaix para el plomo que se representa y elaborado precisamente, para agua
con presencia de soluciones carbonatadas se puede observar la amplia zona que componen las
regiones de pasividad e inmunidad.
En aguas puras, la región inferior de pasivación, por debajo de la línea “2”, aproximadamente, se
transforma en región de corrosión debido a la disolución del óxido PbO que se forma.
Obsérvese que la protección catódica, en este caso, tiene un límite teniendo en cuenta la región de
corrosión situada en la zona inferior del diagrama. Esta curiosa región que no aparece en el resto de
los metales tratados con anterioridad se debe a fenómenos de “corrosión catódica” con la formación
de un hidruro de plomo gaseoso.
2.6. EL TITANIO
Aunque no es comúnmente utilizado en la construcción ni forma parte de su tradición, este metal ha
adquirido popularidad gracias a su presencia en algunos edificios monumentales y sobre todo por
sus excepcionales cualidades prácticas y nobleza contrastante con su intensa actividad química. Por
estas razones vale la pena dedicar algunas líneas a hablar acerca de él.
En la industria, los desperfectos pueden suponer simples daños estéticos, que acaban desembocando
en fallos precoces y en la reducción de la vida útil de la maquinaria. Hay que tener en cuenta que la
corrosión es capaz de consumir poco a poco piezas de gran tamaño, debilitando con el tiempo la
máquina, hasta producir fallos mecánicos. En algunos casos pueden ser también un problema
añadido de seguridad para las personas que las manejan, además de suponer una posible
contaminación de los productos que se elaboren con la maquinaria dañada y del ambiente. Por esta
razón es vital el correcto mantenimiento de la maquinaria industrial, para prevenir los daños a futuro,
y su sustitución en cuanto sea necesario. El uso del latón, un metal con una gran resistencia a la
corrosión permite evitar este tipo de problemas. Así, es muy empleado en válvulas, engranajes,
hélices y otras piezas de barcos.
⁰
Pero, además de la humedad, hay otros agentes corrosivos: es el caso de las altas temperaturas, de
la salinidad ambiental propia de la cercanía al mar y de la contaminación industrial con dióxido de
azufre concentrado. Según el tipo de metal y las condiciones ambientales, variará la forma y
velocidad en la que se presenta la corrosión. Casi todos los metales pueden sufrirla, si bien la de los
férricos es la más conocida al ser la más frecuente y rápida en producirse. Por su parte, los metales
preciosos, al tener muy poca reactividad, es difícil que se corroan, si bien su escasez y alto precio
no los convierten en un material muy empleado en la industria.
Los factores que más influyen en el desencadenamiento de un proceso de corrosión son los
siguientes:
3.1.1. LA ACIDEZ DE LA SOLUCIÓN: las más ácidas son las más corrosivas, por
encima de las neutras y las alcalinas, puesto que permiten una reacción mayor en
la zona de ánodo.
3.1.2. LAS SALES DISUELTAS: la presencia de sales ácidas acelera el proceso de
corrosión. Por su parte, las alcalinas pueden inhibir el proceso.
3.1.3. LAS CAPAS PROTECTORAS: su existencia puede limitar la aparición de la
corrosión, ya sean recubrimientos aplicados sobre el material o capas fruto de la
pasivación.
3.1.4. LA CONCENTRACIÓN DE OXÍGENO: según el material, la cantidad de oxígeno
presente puede afectar al proceso corrosivo. En los metales férricos, a mayor
cantidad de oxígeno, más rápida es la corrosión. Sin embargo, en los materiales
pasivados sirve para potenciar la capa protectora.
3.1.5. LA TEMPERATURA: la velocidad del deterioro suele aumentar a mayor
temperatura, siendo el factor que más influye en la corrosión por oxidación.
Hay varias maneras de salvaguardar los materiales metálicos contra la corrosión, un aspecto esencial
en cualquier labor industrial. Por añadidura, se pueden utilizar aceros robustos y resistentes a la
oxidación que son comunes en el ámbito constructor, debido a su resistencia frente al agua y demás
procesos perjudiciales para estos elementos.
⁰
Pérdidas directas:
*La oxidación de hierro obliga a reparar materiales que han perdido parcialmente su función o en
casos más graves desechar y sustituir por otros nuevos multitud de materiales, utensilios, máquinas,
herramientas, tuberías; prácticamente en todos los sectores industriales, rurales y domésticos
*Para evitar estas pérdidas se han de programar medidas de prevención, como recubrimientos
aislantes, pinturas, etc. o fabricar las piezas sobredimensionadas, o ejercer funciones no previstas,
debidas a la corrosión.
Solo el nivel económico se calcula que las pérdidas de la corrosión del hierro suponen entre el 1.25%
y 3,5% del P.i.B (producto interno bruto) de un país, cantidad se supone miles de millones de euros
y sugiere la necesidad urgente de buscar soluciones eficaces.
⁰
Primeramente, debe tomarse en cuenta que no todos los metales se corroen a la misma velocidad, y
algunos tienen la particularidad de no corroerse naturalmente en absoluto, como en el caso del acero
inoxidable, el oro y el platino.
Esto sucede porque existen materiales para los que la corrosión es termodinámicamente
desfavorable (es decir, no alcanzan mayor estabilidad con los procesos que los llevan a esto) o
porque tienen una cinética de reacción tan lenta que los efectos de corrosión tardan en mostrarse.
Aun así, para los elementos que sí se corroen existe una serie de métodos para prevenir este proceso
natural y darles mayor tiempo de vida:
Galvanizado
Es el método para prevención de corrosión en el que se recubre una aleación de hierro y acero con
una capa delgada de zinc. El objetivo de este método es hacer que los átomos de zinc del
recubrimiento reaccionen con las moléculas de aire, oxidándose y retardando la corrosión de la pieza
que cubren. Esta metodología convierte al zinc en un ánodo galvánico o ánodo de sacrificio,
haciendo que este se exponga a la degradación por corrosión para salvar un material más valioso.
El galvanizado puede lograrse por inmersión de las partes metálicas en zinc fundido a altas
temperaturas, como también en capas más delgadas que se consiguen con la electrogalvanización.
Esta última es la metodología que protege más, ya que el zinc queda unido al metal por procesos
electroquímicos y no solo por procesos mecánicos como en la inmersión.
Pinturas y coberturas
La aplicación de pinturas, placas metálicas y esmaltes es otra forma de añadir una capa protectora a
los metales propensos a la corrosión. Estas sustancias o capas generan una barrera de material
anticorrosivo que se interpone entre el ambiente dañino y el material estructural.
Otras coberturas tienen propiedades específicas que las convierten en inhibidores de corrosión o
anticorrosivos. Estos son añadidos a líquidos o gases, primeramente, y luego son agregados en forma
de capa sobre el metal.
Estos compuestos químicos son utilizados enormemente en la industria, sobre todo en las tuberías
que transportan líquidos; además, pueden agregarse a aguas y refrigerantes para asegurar que estos
no generen corrosión en los equipos y tuberías por los que pasan.
⁰
Anodización
Esta corriente hará que el ánodo de aluminio libere hidrógeno y oxígeno, generando óxido de
aluminio que se unirá al mismo para incrementar el grosor de su capa superficial.
La anodización genera cambios en la textura microscópica de la superficie y en la estructura
cristalina del metal, haciendo que se genere una alta porosidad en la misma.
Por esto, a pesar de mejorar la fuerza y resistencia a la corrosión del metal, también puede hacerlo
más quebradizo, además de reducir su resistencia a altas temperaturas.
Biopelículas
Las biopelículas son grupos de microorganismos que se unen en forma de capa sobre una superficie,
comportándose como un hidrogel, pero sin dejar de representar una comunidad viva de bacterias u
otros microorganismos.
Aunque estas formaciones suelen ser asociadas con la corrosión, en los últimos años ha habido un
desarrollo en el uso de biopelículas bacterianas para proteger metales en ambientes altamente
corrosivos. Además, se han descubierto biopelículas con propiedades antimicrobianas, las cuales
detienen los efectos de bacterias reductoras de sulfato.
En aquellas estructuras muy grandes o donde la resistividad a electrolitos es alta, los ánodos
galvánicos no pueden generar suficiente corriente para proteger toda la superficie, por lo que se usa
un sistema de protección catódica por corrientes impresas.
Estos sistemas consisten en unos ánodos conectados a una fuente de poder de corriente directa,
principalmente un transformador-rectificador conectado a una fuente de corriente alterna.
Este método es utilizado principalmente en cargueros y otras naves, las cuales requieren un alto
nivel de protección en una mayor superficie de su estructura, como lo son las hélices, los timones y
otras piezas de las que depende la navegación.
⁰
Finalmente, la tasa de corrosión puede detenerse o reducirse con la alteración de las condiciones
ambientales en las que se encuentra el material metálico. La humedad y contenidos de azufre,
cloruros y oxígeno en líquidos y gases deben mantenerse a bajos niveles para incrementar la
expectativa de vida de un material, y usar agua menos salina y/o dura tiene un efecto positivo.
IMPORTANCIA
La importancia de los problemas de corrosión generados exige una valoración económica y esta es
difícil de dar, ya que hay pérdidas directas referidas exclusivamente al valor del material destruido
y unas pérdidas indirectas cuya valoración es más complicada de dar, como contaminación de la
producción debida a un fallo inesperado en el metal, pérdidas del producto, consumo de energía,
pérdida de rendimiento en procesos o por acumulación de productos de corrosión en paredes, sobre
espesor de los materiales, todo ello como consecuencia de fallos de metal.
Los metales se corroen, porque se utiliza en entornos donde son químicamente inestables. Solo cobre
y los metales preciosos (oro, plata, platino, etc.) se encuentran en la naturaleza en si estado metálico.
Todos los otros metales, para incluir en hierro el metal más utilizado-se procesan a partir de
minerales o menas en los metales que son inherentemente inestables en sus entornos.
CONCLUSIÓN
En resumen, la corrosión de los metales surge a causa de una reacción química -conocida como
oxidación-reducción que involucra transferencia electrónica entre reactantes y puede ser provocada
por diversos factores ambientales. El problema al que se enfrentan las construcciones civiles es el
uso de materiales metálicos (fierro, latón, armaduras) que tienden a corroerse rápidamente debido a
factores ambientales. Aunque esto no siempre indica una mala obra por falta de consideración del
entorno donde se construye, deberían explorarse otras opciones de materiales. La corrosión puede
causar daños irreparables en la infraestructura y podría incluso resultar en tragedias mortales para
aquellos afectados por su colapso repentino. Es esencial encontrar soluciones eficaces para
minimizar el impacto de la corrosión en nuestras construcciones. Hasta ahora, utilizar inhibidores
ha sido una medida preventiva muy efectiva.
⁰
6. BIBLIOGRAFIA
[1] M. Vázquez, La corrosión: el peor de los villanos cuando dominan los metales, Mar de plata / Argentina.
Available: https://ri.conicet.gov.ar/bitstream/handle/11336/117969/CONICET_Digital_Nro.0ddf6b76-
bf06-47e5-837a-4add6b2418c8_d.pdf?sequence=5, 2018.
[2] Francisco. García. Olmos “Corrosión metálica en construcción" – GESTIÓN DE CALIDAD EN LA EDIFICACIÓN
CONSEJERÍA DE OBRAS PÚBLICAS Y ORD ENACIÓN DEL TERRITORIO [Online]. Available:
https://dspace.carm.es/jspui/bitstream/20.500.11914/1668/1/Corrosi%C3%B3n%20met%C3%A1lica%20en%20const
rucci%C3%B3n.pdf. [Accessed: 22- Jul- 2020].
[4] "Corrosión - Concepto, tipos, ejemplos, prevención y oxidación", Concepto. De, 2020. [Online]. Available:
https://concepto.de/corrosion/. [Accessed: 22- Jul- 2020].
[6] M. Cynthia Salas, "La corrosión en los materiales - Monografias.com", Monografias.com, 2020. [Online]. Available:
https://www.monografias.com/trabajos82/corrosion-materiales/corrosion-materiales.shtml. [Accessed: 22- Jul- 2020].
7. ANEXOS
PRINCIPALES NORMAS UNE RELACIONADAS CON LA CORROSIÓN
Aceros inoxidables
UNE EN 10088-2
Aceros inoxidables. Parte 2: Condiciones técnicas de suministro para chapas y bandas de acero resistente a
la corrosión para usos generales.
UNE EN 10088-2
Aceros inoxidables. Parte 3: Condiciones técnicas de suministro para productos semiacabados, barras,
alambrón, alambre, perfiles y productos calibrados de aceros resistentes a la corrosión para usos generales.
UNE-EN ISO 3651
Determinación de la resistencia a la corrosión intergranular en los aceros inoxidables.
Corrosión atmosférica
EN 12500
Protección de los materiales metálicos contra la corrosión. Riesgo de corrosión en ambiente atmosférico.
Clasificación, determinación y estimación de la corrosividad de los ambientes atmosféricos.
UNE-EN ISO 8565
Metales y aleaciones. Ensayos de corrosión atmosférica. Requisitos generales para realizar los ensayos in
situ.
UNE EN ISO 11303
Corrosión de metales y aleaciones. Directrices para la selección de métodos de protección contra la corrosión
atmosférica.
UNE EN ISO 11844
Corrosión de metales y aleaciones. Clasificación de la baja corrosividad de las atmósferas de interior.
UNE-EN ISO 7384
Ensayos de corrosión atmosférica artificial. Prescripciones generales.
Corrosión en instalaciones
EN ISO 16784
Corrosión de metales y aleaciones. Corrosión e incrustaciones en circuitos industriales de refrigeración por
agua.
UNE 112076
Prevención de la corrosión en circuitos de agua.
UNE 112081
Instalaciones de fontanería realizadas con tubo de acero galvanizado. Recomendaciones para la prevención
de la corrosión prematura.
UNE EN 12502
Protección de materiales metálicos contra la corrosión. Recomendaciones para la evaluación de riesgos de
corrosión. Recomendaciones para la evaluación del riesgo de corrosión en sistemas de distribución y
almacenamiento de agua.
UNE EN 13636
⁰
Estructuras metálicas
UNE EN 10025-5
Productos laminados de acero para estructuras. Parte 5: Condiciones técnicas de suministro de los aceros
estructurales con resistencia mejorada a la corrosión atmosférica.
UNE EN 12499
Protección catódica interna de estructuras metálicas
UNE EN 12954
Protección catódica de estructuras metálicas enterradas o sumergidas. Principios generales y aplicación para
tuberías.
UNE-EN ISO 14713
Protección frente a la corrosión de las estructuras de hierro y acero. Recubrimientos de cinc y aluminio.
Directrices.
UNE-EN ISO 8502
Preparación de sustratos de acero previa a la aplicación de pinturas y productos relacionados. Ensayos para
la evaluación de la limpieza de las superficies.