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El creacionismo

EL CREACIONISMO (Manifiesto) 1925


Vicente Huidobro

El creacionismo no es una escuela que yo haya querido imponer a alguien; el


creacionismo es una teoría estética general que empecé a elaborar hacia 1912, y
cuyos tanteos y primeros pasos los hallaréis en mis libros y artículos escritos
mucho antes de mi primer viaje a París.

En mi poema Adán, que escribí durante las vacaciones de 1914 y que fue
publicado en 1916, encontraréis estas frases de Emerson en el Prefacio, donde
se habla de la constitución del poema:
Un pensamiento tan vivo que, como el espíritu de una planta o de un animal,
tiene una arquitectura propia, adorna la naturaleza con una cosa nueva.
Pero fue en el Ateneo de Buenos Aires, en una conferencia que di en junio de
1916, donde expuso plenamente la teoría. Fue allí donde se me bautizó
como creacionista por haber dicho en mi conferencia que la primera condición del
poeta es crear; la segunda, crear, y la tercera, crear.
Recuerdo que el profesor argentino José Ingenieros, que era uno de los
asistentes, me dijo durante la comida a que me invitó con algunos amigos
después de la conferencia: "Su sueño de una poesía inventada en cada una de
sus partes por los poetas me parece irrealizable, aunque usted lo haya expuesto
en forma muy clara e incluso muy científica."
Casi la misma opinión la tienen otros filósofos en Alemania y dondequiera yo
haya explicado las mismas teorías. "Es hermoso, pero irrealizable."
¿Y por qué habrá de ser irrealizable?
Respondo ahora con las mismas frases con que acabé mi conferencia dada
ante el grupo de Estudios Filosóficos y Científicos del doctor Allendy, en París, en
enero de 1922:
Si el hombre ha sometido para sí a los tres reinos de la naturaleza, el reino
mineral, el vegetal y el animal, ¿por qué razón no podrá agregar a los reinos del
universo su propio reino, el reino de sus creaciones?
El hombre ya ha inventado toda una fauna nueva que anda, vuela, nada, y llena
la tierra, el espacio y los mares con sus galopes desenfrenados, con sus gritos y
sus gemidos.
Lo realizado en la mecánica también se ha hecho en la poesía. Os diré qué
entiendo por poema creado. Es un poema en el que cada parte constitutiva, y
todo el conjunto, muestra un hecho nuevo, independiente del mundo externo,
desligado de cualquiera otra realidad que no sea la propia, pues toma su puesto
en el mundo como un fenómeno singular, aparte y distinto de los demás
fenómenos.
Dicho poema es algo que no puede existir sino en la cabeza del poeta. Y no es
hermoso porque recuerde algo, no es hermoso porque nos recuerde cosas vistas,
a su vez hermosas, ni porque des criba hermosas cosas que podamos llegar a
ver. Es hermoso en sí y no admite términos de comparación. Y tampoco puede
concebírselo fuera del libro.

Nada se le parece en el mundo externo; hace real lo que no existe, es decir, se


hace realidad a sí mismo. Crea lo maravilloso y le da vida propia. Crea
situaciones extraordinarias que jamás podrán existir en el mundo objetivo, por lo
que habrán de existir en el poema para que existan en alguna parte.
Cuando escribo: "El pájaro anida en el arco iris", os presento un hecho nuevo,
algo que jamás habéis visto, que jamás veréis, y que sin embargo os gustaría
mucho ver.
Un poeta debe decir aquellas cosas que nunca se dirían sin él.
Los poemas creados adquieren proporciones cosmogónicas; os dan a cada
instante el verdadero sublime, este sublime del que los textos nos presentan
ejemplos tan poco convincentes. Y no se trata del sublime excitante y grandioso,
sino de un sublime sin pretensión, sin terror, que no desea agobiar ni aplastar al
lector: un sublime de bolsillo.
El poema creacionista se compone de imágenes creadas, de situaciones
creadas, de conceptos creados; no escatima ningún elemento de la poesía
tradicional, salvo que en él dichos elementos son íntegramente inventados, sin
preocuparse, en absoluto de la realidad ni de la veracidad anteriores al acto de
realización.
Así, cuando escribo:
El océano se deshace
Agitado por el viento de los pescadores que
[silban
presento una descripción creada; cuando digo: "Los lingotes de la tempestad", os
presento una imagen pura creada, y cuando os digo: "Ella era tan hermosa que
no podía hablar," o bien: "La noche está de sombrero," os presento un concepto
creado.

Los dos poetas creacionistas españoles, Juan Larrea y Gerardo Diego, han
dado sendas pruebas de su talento. Cuando Gerardo Diego escribe:
Al silbar tu cabeza se desinfla
o bien:
La lluvia tiembla como un cordero
o esto otro:
Una paloma despega del cielo
nos da una sensación poética muy pura.

Igual cosa sucede con Juan Larrea cuando dice:


Un pájaro cambia el tiempo
o bien:
Lechos de ladrillos entre los sonidos
y aún esto otro:
Tu recuerdo se aleja según la dirección del viento.
(1) Mirar por la pupila de su amante
Para ver qué hay dentro.
(2) Hay mujeres cuyos ojos son como pedazos de
[ azúcar
hay mujeres serias como los movimientos del amor
[ que uno sorprende,
otras como el cielo en vísperas de viento.
La tarde arrastraba golondrinas. Los búhos
Dividían el sol y pasaban sobre la tierra.
Hay en el hombre una dualidad que se manifiesta en todos sus actos, dos
corrientes paralelas en las que se engendran todos los fenómenos de la vida.
Todo ser humano es un hermafrodita frustrado. Tenemos un principio o una
fuerza de expansión, que es femenina, y una fuerza de concentración, que es
masculina.
En ciertos hombres domina una en detrimento de la otra. En muy pocos
aparecen ambas en perfecto equilibrio.
En el fondo, es en esto donde hallaremos soluciones para el eterno problema
de románticos y clásicos.
Todo sigue en el hombre a esta ley de dualidad. Y si llevamos en nosotros una
fuerza centrífuga, también tenemos una fuerza centrípeta.
Poseemos vías centrípetas, vías que nos traen como antenas los hechos que
ocurren a sus alrededores (audición, visión, sensibilidad general), y poseemos
vías centrífugas, que semejan aparatos de emisiones y nos sirven paya emitir
nuestras ondas, para proyectar el mundo subjetivo en el mundo objetivo
(escritura, palabra, movimiento).
El poeta, como todos los hombres, tiene dos personalidades, que no son,
hablando con propiedad, dos personalidades, sino por el contrario la personalidad
en singular, la única verdadera.
La personalidad total se compone de tres cuartos de personalidad innata y de
un cuarto de personalidad adquirida.
La personalidad innata es la que Bergson llama yo fundamental; la otra es el yo
superficial. También Condillac distinguía entre un yo pensante y un yo autómata.
En el creacionismo proclamamos la personalidad total.
Nada de parcelas de poetas.
El infinito entero en el poeta, el poeta íntegro en el instante de proyectarse.
La obra de arte tiene como cuna estos dos elementos, que también constituyen
una dualidad paralela: la sensibilidad, que es el elemento afectivo, y la
imaginación, que es el elemento intelectual.
En el dictado automático, la sensibilidad ocupa mayor espacio que la
imaginación, pues el elemento afectivo se halla mucho menos vigilado que el
otro.
En la poesía creada, la imaginación arrasa con la simple sensibilidad.
Nada me afirmó más en mis teorías que la crítica violenta, que los comentarios
burlescos de mis poemas, sobre todo los hechos a mi libro La gruta del
silencio, publicado en 1913. Todos los críticos sufrían una crisis nerviosa
precisamente ante los versos que me gustaban, y sin saber tal vez por qué.

En dos palabras y para terminar: los creacionistas han sido los primeros poetas
que han aportado al arte el poema inventado en todas sus partes por el autor.
He aquí, en estas páginas acerca del creacionismo, mi testamento poético. Lo
lego a los poetas del mañana, a los que serán los primeros de esta nueva
especie animal, el poeta, de esta nueva especie que habrá de nacer pronto,
según creo. Hay signos en el cielo.
Los casi-poetas de hoy son muy interesantes, pero su interés no me interesa.
El viento vuelve mi flauta hacia el porvenir.
VICENTE HIDOBRO: ARTE POÉTICA

Manifiesto de Manifiestos (fragmento) Que el verso sea como una llave


Que abra mil puertas.
Después de lanzados los últimos manifiestos acerca de la
Una hoja cae; algo pasa volando;
poesía, acabo de leer los míos y, más que nunca, me afirmo en
Cuanto miren los ojos creado sea,
mis antiguas teorías. Y el alma del oyente quede temblando.
Tengo aquí los manifiestos dadaístas de Tristán Tzara, tres
Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
manifiestos surrealistas y mis artículos y manifiestos propios. Lo
El adjetivo, cuando no da vida, mata.
primero que compruebo es que todos coincidimos en ciertos Estamos en el ciclo de los nervios.
puntos, en una lógica sobrestimación de la poesía y en un El músculo cuelga,
también lógico desprecio del realismo. Como recuerdo, en los museos;
El realismo en el sentido usual de la palabra, es decir, como
Mas no por eso tenemos menos fuerza:
descripción más o menos hábil de las verdades preexistentes, no
El vigor verdadero
nos interesa y ni siquiera lo discutimos, pues la verdad artística
Reside en la cabeza.
empieza allí donde termina la verdad de la vida. El realismo
Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas!
carece de carta de ciudadanía en nuestro país. Hacedla florecer en el poema ;
Los manifiestos dadaístas de Tzara fueron tan comentados a
su hora que no vale la pena volver sobre ellos. Además, son Sólo para nosotros
mucho más surrealistas -al menos en su forma- que los Viven todas las cosas bajo el Sol.
manifiestos surrealistas. Aparecieron para hacer un papel El Poeta es un pequeño Dios.
absolutamente necesario y bienhechor en un momento
determinado en que era preciso demoler y luego despejar el
terreno.
Por su parte, los manifiestos surrealistas proclaman el sueño y
la escritura automática.
Según Louis Aragon el surrealismo habría sido descubierto
por Crevel en 1919. Y Breton da la siguiente definición del
surrealismo: "Automatismo psíquico puro mediante el cual uno se
propone expresar el verdadero funcionamiento del pensar.
Dictado del pensar ajeno a cualquier control de la razón."
¿Pero quién puede decir que es éste y no otro el verdadero
funcionamiento del pensar? El vocablo "pensar" ya implica
control. El pensar es la vida interior. Es, según Descartes,
conocimiento, sensación, pasión, imaginación, volición.
El pensar es memoria, imaginación y juicio. No es un cuerpo
simple, sino compuesto.
¿Creéis que es posible separar, apartar alguno de sus
componentes? ¿Podéis mostrar algún poema nacido de este
automatismo psíquico puro del que habláis?
¿Creéis que el control de la razón no se lleva a cabo? ¿Estáis
seguros de que estas cosas de apariencia espontánea no os
llegan a la pluma ya controladas y con el pase-libre horriblemente
oficial de un juicio anterior (tal vez de larga fecha) en el instante
de la producción?
Tal vez penséis haber simplificado y resuelto un problema que
es mucho más complejo.
Lo que sostengo es que no podéis aislar una de las facultades
del pensar, que no podéis apartar la razón de las demás
facultades del intelecto, salvo en el caso de una lesión orgánica,
estado patológico imposible de producir voluntariamente.
Desde el instante en que el escritor se sienta ante la mesa
lápiz en mano, existe una voluntad de producir y (no juguemos
con las frases) el automatismo desaparece, pues él es
esencialmente involuntario y maquinal. Desde el instante en que
os preparáis para escribir, el pensamiento surge controlado. El
automatismo psíquico puro -es decir, la espontaneidad, completa-
no existe. Pues todo movimiento, como lo dice la ciencia, es
transformación de un movimiento anterior. Sois víctimas de una
apariencia de espontaneidad.
GUIA GRUPAL (máximo cuatro integrantes)
1. Reconozcan los elementos creacionistas presentes en estos dos textos de Huidobro.
2. Subraye y escriba los versos, palabras o símbolos que dan cuenta de estos elementos.
3. Explíquelos e interprételos, entregando su opinión y comentarios de sus percepciones
acerca de esta vanguardia literaria.
4. Escriban su propio poema creacionista de modo individual.

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