Vosotros Sois La Sal de La Tierra

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Vosotros sois la sal de la tierra

En la cultura occidental la sal en un condimento indispensable en cada platillo; se


podría decir que es la cereza del pastel, la que le pone el toque de sabor a la
comida. Jesús con esto nos muestra claramente la esencia del cristianismo, dar
sabor a la vida. Ante la indiferencia y la vida monótona y gris de muchos, el
cristiano está llamado a sazonar la vida de los demás. En medio de la tristeza y la
angustia, el cristiano debe ser un signo de esperanza y alegría.
Debemos ser ese toque de sabor en la vida. Nuestro testimonio brota de la alegría
de pertenecerle a Cristo, de sentirnos amados por nuestro Dios y creador.
Pero para ello es importante estar llenos de salinidad. Una sal, si se vuelve sosa, no
sirve para nada. Debemos estar llenos de Dios para ser capaces de sazonar la vida
de los demás.
«Me gustaría alentar la vocación de los discípulos de Cristo a comunicar la alegría
del Evangelio, a ser sal de la tierra y luz del mundo. La voz de los Pastores, que
tiene que ser profética, habla a la sociedad en nombre de la Iglesia madre, porque
la Iglesia es madre, y la habla desde la opción preferencial y evangélica por los
últimos, por los descartados, por los excluidos. Esa es la opción preferencial de la
Iglesia. La caridad fraterna, expresión viva del mandamiento nuevo de Jesús, se
expresa en programas, obras e instituciones que buscan la promoción integral de la
persona, así como el cuidado y la protección de los más vulnerables. No se puede
creer en Dios Padre sin ver un hermano en cada persona y no se puede seguir a
Jesús sin entregar la vida por los que Él murió en la cruz.»
La sal es imprescindible para un buen guiso. Un guiso sin sal es un guiso soso. La
sal, además sirve para preservar de la corrupción, mantiene la frescura, evita la
descomposición. Jesús emplea este elemento para decir a sus discípulos:
“Vosotros sois la sal de la tierra” (Mt 5,13). La misión del cristiano es, por tanto, dar
sabor y buen gusto a todo lo bueno que hay en el mundo. Es tarea suya preservar
lo bueno sin que se estropee nunca. Jesucristo no ha venido a quitarnos nada
bueno, sino a darle sabor, para que pregustemos la vida que no acaba junto a él
para siempre. Pero al mismo tiempo, Jesús advierte con cierta severidad: ¿para
qué vale la sal, si pierde su sabor y sus propiedades? No sirve para nada, hay que
tirarla. Nada más inútil que una sal desvirtuada. ¿Qué hace un cristiano cuando se
acomoda al mundo en el que vive? Se mundaniza, pierde su vigor original, no sirve
como cristiano. Papa Francisco nos está recordando continuamente los males que
trae consigo la mundanidad para el cristiano, para las instituciones cristianas, para
la Iglesia. Dejarse mover por el placer, por el dinero, por el poder, por el prestigio,
eso ya lo hace el mundo, y lo hace muy calculadamente para sus intereses. No le
importan los que quedan en la cuneta, los descartados, los explotados, los
abusados. Ese no puede ser el comportamiento de un cristiano. El cristiano está
llamado a ser “sal de la tierra”, porque nuestro mundo de hoy necesita sentido,
valor, razón para vivir y esperar. Y Jesucristo encomienda a los cristianos esa
preciosa tarea.
«Ustedes son la sal de la tierra; pero si la sal se ha vuelto insípida, ¿con qué se
hará salada otra vez? Ya no sirve para nada, sino para ser echada fuera y
pisoteada por los hombres» (Mateo 5:13).

Pocas cosas en la creación son tan comunes como la sal.

La mayoría de nosotros hemos interactuado con esta en las últimas horas, nos
hayamos dado cuenta o no. La usamos para fabricar cuero, cerámica, jabón,
detergentes, caucho, ropa, papel, productos de limpieza, vidrio, plásticos y
productos farmacéuticos. Pasa desapercibida en cientos de millones de cafeterías y
restaurantes de todo el mundo.

A diferencia de la pimienta, que suele estar a su lado, la sal es esencial para


nuestra salud y siempre ha sido consumida por los seres humanos sin importar
donde nos hayamos asentado. La agregamos a tantos de nuestros platos que
muchos idiomas simplemente distinguen entre sabores dulces y salados. La
esparcimos por las carreteras cuando nieva. Más de la mitad de los productos
químicos que fabricamos llevan sal en algún momento de su elaboración. Esto sin
mencionar los trillones de toneladas que se encuentran en los océanos, los cuales
cubren el 70% de la superficie de nuestro planeta.

La sal está en todas partes.

La ilustración de Jesús

Su carácter común y su uso en todas las culturas convierten a la sal en una


candidata obvia para que Jesús la use como ilustración. Como sabemos, a Jesús le
encantaba usar elementos cotidianos para comunicar verdades sobre Dios y su
pueblo. Su descripción de los discípulos como «la sal de la tierra» (Mt 5:13) es, con
toda probabilidad, el ejemplo más conocido. Hasta el día de hoy, las personas usan
la frase para describir a personas buenas, honestas y humildes. En una forma
menos predecible, también aparece como el nombre de una canción de los Rolling
Stones, un poema de D. H. Lawrence y una variedad intrigante de productos que
incluyen desodorantes, suavizantes de agua y (de manera muy desconcertante) el
vino.

Sin embargo, esto es lo extraño en realidad: una gran cantidad de discípulos de


Jesús, las mismas personas a quienes él identificó como la sal de la tierra, todavía
no tienen del todo claro lo que Él quiso decir. Muchos de nosotros hemos
escuchado explicaciones al respecto (nuestro trabajo es hacer que el mundo tenga
mejor sabor o evitar que se pudra), pero estas explicaciones a menudo entran en
conflicto entre sí y sufren varios problemas. Jesús estaba hablando de la sal en
relación con la tierra, no con la comida. Salar la tierra era algo que la gente hacía
después de destruir a sus enemigos, en lugar de bendecirlos. En otra parte de los
Evangelios, Jesús relaciona la sal con el fuego y con vivir juntos en paz (Mr 9:49-
50), ninguno de los cuales parece encajar con la idea de sabor o conservación.
Técnicamente, el cloruro de sodio no pierde su sabor de todos modos. Entonces,
¿de qué está hablando Jesús?

Estamos destinados a extendernos por todo el mundo y mejorarlo…


mostrando las bendiciones de lo que es bueno y brindando un contraste al
ser bien definidos y diferentes

La sal tenía varios propósitos en el mundo antiguo, razón por la cual es confuso. Al
menos cinco de ellos son relevantes para las palabras de Jesús sobre sus
discípulos: la sal se usaba para condimentar, conservar, sacrificar, destruir y
fertilizar. En lugar de asumir que la declaración de Jesús es confusa y luego debatir
qué uso particular de la sal tenía en mente, es mejor asumir que sabía lo que
estaba haciendo y que las metáforas pueden funcionar de múltiples maneras. Los
seguidores de Jesús son como la sal: aunque somos comunes, estamos en todas
partes y nos involucramos en casi todo, ya sea que otros lo noten o no. También
tenemos una variedad de roles que desempeñar a medida que el reino de Dios
viene a la tierra.

Consideremos cada uno de estos cinco propósitos.

1. Condimentar

La sal hace que la comida tenga mejor sabor, ya sea agregando mayor sabor a algo
que de otro modo sería insípido (papas fritas), intensificando los sabores que ya
están allí (verduras) o proporcionando un contraste con un tipo de sabor muy
diferente (mmm, caramelo salado). Con toda probabilidad, este es el uso de la sal
en el que la mayoría de nosotros pensamos porque es el único de los cinco que aún
se aplica en la actualidad. Sin importar si la audiencia original de Jesús también lo
habría pensado primero (y es posible que no lo hayan hecho), es una ilustración
poderosa de la forma en que los cristianos deben servir al mundo. Estamos
destinados a extendernos por todo el mundo y mejorarlo, agregando sabor a las
cosas que serían insípidas, mostrando las bendiciones de lo que es bueno y
brindando un contraste al ser bien definidos y diferentes. Este es el tipo de cosas
que Pablo tiene en mente cuando nos dice que nos aseguremos de que nuestra
conversación sea «sazonada como con sal, para que sepan cómo deben responder
a cada persona» (Col 4:6).

2. Conservar

La sal era el equivalente antiguo a la refrigeración. Si deseas evitar que la carne o


el pescado se pudran, puedes frotarlos con sal y aumentar su tiempo de consumo.
Esta era la razón principal por la que la sal era tan valiosa. A veces a los soldados
romanos se les pagaba con sal, que (como una nota aparte) es el origen de nuestra
palabra «salario».
Los discípulos de Jesús, en este sentido, son enviados al mundo para evitar que se
deteriore, preservar su bondad y evitar que se corrompa o se arruine, lo cual es
algo útil a tener en cuenta cuando vamos a trabajar todos los días.

La sal no solo condimenta. Preserva.

3. Sacrificar

Esto bien puede estar relacionado con las dos funciones anteriores de la sal,
aunque es posible sea menos familiar para nosotros. Al principio de la historia de
Israel, Moisés explicó cómo Israel iba a ofrecer sacrificios al Señor: «Además, toda
ofrenda de cereal tuya sazonarás con sal, para que la sal del pacto de tu Dios no
falte de tu ofrenda de cereal; con todas tus ofrendas ofrecerás sal» (Lev. 2:13).
Quizás porque daba sabor a la comida y evitaba que la carne se pudriera, la sal era
una parte necesaria de todos los sacrificios de los israelitas e incluso representaba
el pacto de Dios con ellos.

Peter Leithart escribe: «Los discípulos son sal en este sentido también. El mundo
es un altar. La humanidad y el mundo deben convertirse en una gran ofrenda única
a Dios. Al ofrecernos como un sacrificio personal obediente y sufriente, nos
convertimos en el condimento de un sacrificio cósmico que es agradable a Dios».

4. Destruir

Hay más referencias bíblicas al uso de la sal en juicio o destrucción que a


cualquiera de los otros propósitos

Este es uno de los propósitos que encontramos mucho menos atractivo, pero que
no podemos obviar: hay más referencias bíblicas para el uso de la sal en juicio o
destrucción que para cualquiera de los otros propósitos.

Cuando la esposa de Lot se vuelve para mirar la ciudad de Sodoma, se convierte


en una columna de sal (Gn 19:26), una historia a la que Jesús se refiere cuando
describe el día de su venida (Lc 17:32). Moisés advierte a los israelitas que si
rompen el pacto de Dios, toda su tierra sería calcinada con azufre y sal, nada se
sembraría ni germinaría (Dt 29:23). Cuando Abimelec, el hijo de Gedeón, trata de
erigirse en rey de Israel, los hombres de Siquem se rebelan contra él, y él responde
arrasando la ciudad y sembrándola con sal (Jue 9:45). El salmista describe a Dios
convirtiendo «la tierra fértil en salinas, por la maldad de los que moran en ella» (Sal
107:34). El mismo Jesús, en uno de los párrafos de juicio más feroces de los
Evangelios, dice simplemente que «todos serán salados con fuego» (Mr 9:49). La
sal, en el antiguo Medio Oriente, se usaba para expresar juicio sobre el mal.

En cierto sentido, los discípulos tienen el mismo propósito. Dios esparce cristianos
salados por el mundo como una forma de juzgar el mal, destruir la maldad y evitar
que la lujuria, la codicia, el asesinato o la injusticia echen raíces. La misma
existencia de la iglesia, predicando y viviendo el evangelio, proclama el juicio contra
los enemigos de Dios y sirve como lo que Pablo llama una «señal de perdición para
ellos» (Fil 1:28). Esta puede ser

la razón por la que Jesús dice que somos la sal de la tierra justo después de
describir la persecución que enfrentaremos si lo seguimos. Con frecuencia, por
supuesto, la iglesia no ha logrado vivir de esta manera y ha sido un acelerador del
mal mundano, no un freno. Pero Jesús sabía que eso sucedería.

Es por eso que casi todas sus palabras de juicio están dirigidas al pueblo de Dios y
no al mundo incrédulo. Nosotros también necesitamos estar salados.

5. Fertilización

Varias civilizaciones antiguas utilizaron la sal como fertilizante para el suelo y,


según las condiciones, podría ayudar a la tierra a retener agua, hacer que los
campos sean más fáciles de arar, liberar minerales para las plantas, eliminar las
malas hierbas, proteger los cultivos de enfermedades, estimular el crecimiento y
aumentar los rendimientos. La razón por la que esto importa es que Jesús describe
a su pueblo, de manera específica, como la sal de la tierra, lo que en una cultura
agrícola rural habría sido importante.

Los discípulos son fertilizantes. Estamos destinados a estar en aquellos lugares


donde las condiciones son desafiantes y la vida es dura. Somos enviados a
enriquecer el suelo, matar las malas hierbas, proteger de enfermedades y estimular
el crecimiento, y mientras nos dispersamos, la vida brota en lugares inesperados.
Las tierras estériles se vuelven fructíferas. Cuando el pueblo de Dios sea redimido,
como dice el profeta: «El desierto y el lugar desolado se alegrarán, y se regocijará
el Arabá y florecerá; como el azafrán» (Is 35:1).

Entonces, cuando Jesús dijo que somos la sal de la tierra, ¿qué quiso decir?
¿Quería decir que Dios nos usará para condimentar, preservar, sacrificar, destruir o
fertilizar? En una palabra, sí. Si alguien te dice que se trata solo de una de esas
funciones, por supuesto, escúchalo. Pero hazlo con reservas

Mateo ubica este texto en el Sermón de la Montaña a continuación de


las Bienaventuranzas. Recordemos que Jesús está hablando a la multitud, es
decir, a los discípulos, sentados a su alrededor, y al resto de la gente, que lo seguía
y escuchaba. Sabemos que el comienzo del sermón, las Bienaventuranzas, da un
tono especial al resto de sus palabras: es como si dijese …veo que el Reino está
entre ustedes, está naciendo lentamente y, ustedes, por ser parte del Reino, ¡van a
ser felices!. Este es el gran regalo que reciben de Dios. Seguramente, también,
habrá persecuciones y padecimientos que deberán soportar por ser integrantes del
Reino. Pero están llamados a ser felices.
Jesús prosigue: …Ustedes, bienaventurados, por ser parte del Reino, por ser
felices, van a tener una misión en medio del mundo. Si avanzamos hasta el
versículo 16, leemos: “ …ante los ojos de los hombres…”. El Maestro insiste que la
misión del cristiano está destinada y abierta a todos, de un modo bien general; de lo
contrario, hubiese dicho: ante los ojos de nuestros hermanos, de los judíos, de los
justos, de los que esperan la llegada del Reino o de los que cumplen con la Ley de
Moisés.
Esto nos muestra que Jesús entiende que la vida del cristiano está a la vista de
todos y esto es parte importante de su misión; la vida cristiana se hace
visible y esto ¡es muy importante!
Tengamos en cuenta que en tiempos de Jesús existía un grupo religioso que
proponía una vida ascética y aislada del mundo para buscar la pureza. Se
llamaban escenios y era uno de los cuatro grupos religiosos principales de la época.
Es probable que Juan el Bautista y algunos de los discípulos de Jesús tuvieran
relación con ellos. Para vivir alejados del mundo, algunos de ellos vivían en el
desierto, a orillas del Mar Muerto. Curiosamente este grupo ha tomado notoriedad
porque en 1947 en esa región se han descubierto unas cuevas llamadas de
Qumrán que contenían vasijas con rollos de pergamino con escritos en tres
idiomas: hebreo, arameo y griego. Algunos rollos tienen versiones antiguas del
Antiguo Testamento y otros explican las normas de vida de los escenios, entre otros
temas. Este tesoro arqueológico ha tenido gran difusión en los medios e incluso ha
dado lugar a fanasiosas teorías conspirativas pero es de suma importancia para
entender algunas ideas contemporáneas de Jesús. Los textos explican, por
ejemplo, que los esenios preferían vivir apartados del resto del mundo, siguiendo
normas y ritos secretos para esperar la llegada del Reino.
Por el contrario, Jesús quiere, claramente, que los cristianos vivamos en medio
de la gente, acrecentando el Reino con la propia presencia en todos los
ámbitos: la familia, el trabajo, los amigos, los vecinos, etc. El cristianismo no
puede ocultarse porque tiene una Bienaventuranza y una felicidad que debe
compartir con todos; ¡ésa es su esencia!
Para reafirmar este concepto, recordamos que la primera forma de misionar del
cristianismo fue y es por el testimonio en la forma de vida; la evangelización implica
un estilo de vida que sea luz. Históricamente hubo algunos períodos en los que los
cristianos debieron ocultarse debido a las persecuciones sufridas, por ejemplo en
Roma, donde vivían la vida comunitaria reuniéndose en las catacumbas. Pero no es
lo ideal.
En el versículo 13, leemos: “Ustedes son la sal de la tierra…”. Al decir ustedes,
Jesús incluye a sus discípulos, itinerantes y residentes, y a toda la gente que
esperaba, escuchaba y creía en su Palabra.
Como sabemos, la sal se utiliza para conservar alimentos mediante la salazón y la
salmuera, más en tiempos de Jesús, antes de la invención del refrigerador. En la
antiguedad era tan valiosa que se usaba como moneda o dinero en un sistema de
trueque. Los judíos pagaban parte de su tributo a Roma con sal del Mar Muerto.
Pero la sal del Mar Muerto contenía muchas impurezas, entre ellas, gran cantidad
de cloruro de calcio y cloruro de magnesio los cuales absorbían fácilmente la
humedad y le daban a la sal un sabor amargo que la hacía inutilizable. Se arrojaba
en los caminos para evitar que arruinara el suelo arado.
Lo importante es que Jesús, al compararnos con la sal, dice que el cristiano
puede evitar la corrupción, siempre y cuando no pierda su identidad. Al mismo
tiempo nos da la clave para compartir las Bienaventuranzas. Ser sal de la
tierra implica estar en contacto con todos los hombres y las estructuras que los
agrupan y también con todo el mundo, porque la Buena Noticia es para todos.
Sal de la tierra
Todos lo entendemos. ¡Qué manera tan sencilla para explicar una misión tan
profunda! ¿Quién no ha probado un platillo en el que todo parece exquisito, pero…
falta sal. Y es que Cristo hablaba a gente sencilla, gente inmersa en las cosas de
cada día. Es más, no hace falta imaginárselo, piensa en ti, así de sencillo. Una
persona como tú. El mensaje es para alguien como tú, para cualquier persona que
quiera escucharlo. Es la invitación a dar el verdadero sentido a la vida, a lo que
hacemos cada día; más todavía, a darle el buen sabor de la existencia, el gran
regalo que Dios nos ha dado. Es la invitación a ser antorchas. En Él encontraremos
la luz para encenderlas, iluminar y dar sentido a nuestro mundo con su gracia.
Ahora dejemos el monte, ahí donde estaba Jesús y vengamos aquí, a la calle que
siempre atraviesas o, si prefieres, el centro comercial o… No sé. ¿Sienten la
diferencia? ¿Alcanzan a comprender esa misión tan profunda que antes sólo
mencioné? En medio de este mundo tecnificado y preocupado de poseer se pierde
el sentido que Dios ha querido dar a las cosas, a la vida. La sopa nunca sabrá
buena sin un toque de sal. ¡Hace falta sal! Por eso no perdamos sabor, no te
desvirtúes. Cada persona sigue teniendo un alma que sólo encuentra el sabor de la
vida en el mensaje de Cristo, en su palabra. Ustedes son la sal. Tú y yo somos sal
para esta tierra que se ha vuelto insípida.

3. Luz del mundo


Y por si la sal no bastase, un poco de luz para iluminar. Sí, basta un poco de luz.
Luz para las almas, luz para los corazones, luz para cada persona que te conoce,
que conoces, luz para contagiar la alegría que sólo Dios da. Me llamó mucho la
atención un artículo que un buen escritor español dedicaba a la tristeza. En
resumen decía que hay personas que se empeñan en ser eternamente tristes,
como si la vida no les sonriese. Son las del candelero debajo de la mesa… Y
pensar que basta sólo el don de la vida para morirse de alegría. Cuánto más para ti,
apóstol, antorcha de la humanidad. Cuando más se posee a Cristo más se irradia,
más se comunica, es más, sale sólo desde dentro. El evangelio lo dice en otras
palabras: ilumina a todos los que están en casa. Qué mejor fruto de nuestros
pequeños ratos de oración que el aprender a contagiar la alegría del alma que está
plenamente iluminada por su gracia.

4. Brille así su luz

INTRODUCCIÓN:
· Cuando Jesús dijo que sus discípulos eran sal de la tierra sin lugar a dudas
debió ser tomado y debe hoy en día ser tomado también como un grande halago,
como un gran elogio que el Señor nos hace. Ser considerados como la sal de la
tierra sin lugar a dudas resalta la importancia con la cual Dios nos considera para
sus planes y propósitos.
· A los ojos de Dios usted y yo hermano y hermana, somos tan importantes
como lo es la sal para el mundo. Tan importante es la sal, que casi podría asegurar
que el 100% de nosotros la tiene en su casa, tan importante es la sal que sin ella
nuestro cuerpo físico simple y sencillamente no funcionaría, tan importante es la sal
que provee equilibrio en el planeta, si no existiera en el mundo y en los mares, se
ocasionarían cataclismos.
· Ser la sal de la tierra es un privilegio y un honor, que el Señor no le concedió
ni a los poderosos, ni a los ricos, ni a los intelectuales, ni a los políticos, sino a sus
discípulos, a sus seguidores. Usted y yo querido hermano (a) tenemos el privilegio
de ser la sal de la tierra.

I.- SE CONSIDERABA MUY VALIOSA


· En los tiempos de Cristo y a lo largo de la historia, la sal ha sido un producto
muy valioso. La importancia y el valor de la sal ha sido tal que ha marcado el
desarrollo de la historia en muchas ocasiones, moviendo economías, siendo objeto
de impuestos, monopolios, y hasta guerras. También se ha utilizado como moneda
de cambio y se dice que algunos mercaderes árabes hasta la intercambiaban por
oro, gramo por gramo.
· La palabra española salario se deriva del vocablo latino salarium, que
significa pago con sal y aludía a la asignación de sal que se entregaba a los
soldados romanos como sueldo o parte de su sueldo. De tal manera que la sal era
tan valiosa como lo es el salario para un trabajador.
· Hoy en día se oyen frases tales como: “Te echaron la sal” o “No me eches la
sal” Ya que derramar la sal era considerado como de muy mala suerte, porque era
muy valiosa y al ser derramada ya no se podía recuperar. Hoy se me cae un billete
y lo levanto, pero derramar sal en aquel tiempo era como tirar el dinero pero sin
poder levantarlo.

EL VALOR NO ESTÁ EN LA TIERRA


· El valor y la importancia que este mundo pueda tener no radica en el oro, no
radica en el petróleo, tampoco en las reservas económicas de las naciones, sino
en la presencia de los hijos de Dios en él.
· El Señor Jesús es claro al decir “vosotros sois la sal de la tierra” y por lo tanto
es claro también comprender que el verdadero valor de las cosas delante de Dios
no está en la tierra sino en la sal que se encuentra en la tierra. La tierra no tiene
verdadero valor, pero lo cristianos si tenemos mucho valor.
· El pueblo de Israel fue su especial tesoro.- Éxodo 19:5-6.
· De la misma manera el pueblo de Dios actual, es decir, su Iglesia, somos muy
valiosos para Él.- 1ª Pedro 2:8-9
· Valemos mucho más que la creación a la cual Dios alimenta y cuida.- Lucas
12:22-24.
· Si para el mundo ser cristiano devalúa a las personas, si para el mundo ser
seguidor de Cristo no tiene ningún beneficio, usted no se preocupe, nuestro valor
no depende de lo que la gente piense sino de lo que Dios piensa. La manera como
Dios nos ve es lo que realmente determina nuestro valor. Para Dios, si usted es un
cristiano fiel y su vida es sal verdadera en la tierra entonces usted es valiosísimos
delante de Él.

II.- LA SAL ES LO QUE DA SABOR


· Muchas comidas no tienen sabor sin sal. Son insípidas, son desabridas, son
simples y hasta desagradables. Y es que la sal produce sabor. No comemos a
gusto si la comida no tiene su toquecito de sal. Y de no tener, inmediatamente
buscamos el salero.
· Dijo Job: “¿Se comerá lo desabrido sin sal? ¿Habrá gusto en la claro de
huevo?” Job 6:6.- La respuesta obvia es NO.
· Debemos entender que nuestro cristianismo no le quita sabor a la vida,
aunque para muchos que no conocen a Dios, se algo aburrido y desagradable, por
el contrario, nosotros sabemos que nuestra fidelidad a Cristo es lo que le da sabor a
la vida y al mundo mismo.

EL SABOR NO ESTÁ EN LA TIERRA.


· “Vosotros sois la sal de la tierra” dijo Cristo, por lo tanto, el sabor está en la
sal y no en la tierra. La realidad es que este mundo sin la sal es insípido, desabrido
y desagradable. Por lo tanto la influencia nuestra es lo único que le puede dar sabor
y sentido al mundo. De tal manera que usted y yo hermano y hermana somos muy
importantes para Dios y muy importante nuestra función en el mundo.
· El cristiano debe ser para el mundo lo que la sal es para la comida. La sal
convierte a una comida insípida en una comida sabrosa. Si el mundo no ve a Cristo
en usted y en mi querido hermano y hermana ¿entonces donde lo vera? Sin dudas
en ningún otro lugar. Cuando dijo el Señor “Vosotros sois LA SAL de la tierra”
debemos entender que en la tierra no hay otra sal que usted y que yo, no existe
otra sal que los verdaderos discípulos de Cristo, no hay substituto para esta sal.
Cada uno de nosotros debemos ser granos de sal, esparcidos a lo largo y ancho del
mundo para dar buen sabor a la tierra ante Dios.
· No es lo mismo la comida sin sal que la comida con sal. La sal que da sabor
marca una gran diferencia. Así mismo nuestra presencia debe marcar diferencia en
cualquier lugar donde nos encontremos. No debe de haber ni un solo creyente cuya
presencia no marque la diferencia. En nuestra casa, con nuestros familiares y
parientes. En los trabajos, con nuestros compañeros, sus empleados y jefes. En la
escuela con los amigos, compañeros y maestros, y en cualquier sitio donde cada
uno se desenvuelva. Usted y yo debemos causar un impacto entre las personas
que están a nuestro alrededor, un impacto en su comportamiento, en su hablar, en
sus conciencias.

SIENDO BUENA INFLUENCIA


· Tenemos que ser la sal en nuestras conversaciones.- Colosenses 4:6 Es
decir, con nuestros amigos, familia, conocidos, etc. tenemos que ser el que tenga el
toque de sal, el toque de prudencia, el que de la palabra positiva, quien tenga la
palabra sabia, la palabra de cordura, la palabra de bendición para los oyentes, la
palabra buena para la necesaria edificación, exhortación y corrección.
· Tenemos que ser sal con nuestras actitudes y nuestra
conducta.- Gálatas 5:22-23.- Usted y yo debemos ser quienes manifieste un buen
comportamiento, un buen ejemplo, quienes manifiesten los frutos del Espíritu en su
diario vivir. El creyente genuino no manifiesta odio ni rencor sino amor y gozo, no
manifiesta afán ni desesperación, sino paz y paciencia, no manifiesta malicia e
incredulidad sino benignidad, bondad y fe, etc.
· Tenemos que ser la sal con nuestra vestimenta.- 1ª Timoteo 2:9.- En el
mundo en el que vivimos las modas que rigen el atavío de muchas personas son
indecentes, sensuales y provocativas. Los hijos e hijas de Dios tenemos que
enseñar a través de nuestro ejemplo la manera como Dios quiere que vistamos.
Tenemos que marcar diferencia. Y recuerde que Cristo dijo que somos la sal de la
tierra y no la sal de la Iglesia. Es cierto que tenemos que ser buen ejemplo en la
Iglesia, pero no solo en la Iglesia, sino que debemos estar decentemente vestidos y
dar un buen ejemplo en el mundo.
· Cuando damos a conocer el evangelio a las personas.- 1ª Juan 1:3;
Hechos 4:20.- Los apóstoles de Cristo, nos han dejado un gran ejemplo de cómo
ser sal, a pesar de ser intimidados, amenazados, perseguidos, encarcelados no
dejaban de predicar el evangelio de Jesús, aunque eso a la postre les costara la
vida. El evangelio es poder de Dios para salvar. Cuando tenemos esta misma
actitud de los apóstoles y no callamos lo que hemos recibido y aprendido, estamos
fungiendo como verdadera sal.

III.- LA SAL PRESERVA


· No hay nada peor que la carne descompuesta, es algo verdaderamente
asqueroso. En los tiempos de Cristo no existían los aparatos que hoy tenemos para
conservar las carnes frescas como los refrigeradores y congeladores. Así que la
carne y el pescado se echaba a perder muy fácilmente. Allí es donde radica otra
importante función de la sal, ya que esta es preservante, probablemente este era su
uso más común en los tiempos bíblicos.
· Para que las carnes no se echaran a perder la gente frotaba las carnes y el
pescado con sal y así podía durar mucho tiempo sin descomponerse.

LA TIERRA SE CORROMPE
· Cuando Cristo dijo: “Vosotros sois la sal de la tierra” debemos entender que la
tierra se descompone, se corrompe, se pudre y que por lo tanto a nosotros que
somos la sal se nos ha dado la encomienda de frenar dicha corrupción.
· Por muy bonito y atractivo que parezca el mundo, la realidad es que cada vez
se corrompe más y más ante nuestros ojos y no lo podemos negar.
· Uno puede fácilmente darse cuenta como la decadencia de los valores
morales ha ido en incremento, hoy se ven cosas que antes definitivamente no se
veían, la delincuencia, la inseguridad, la falta de honradez, la falta de integridad de
la personas, la inmoralidad y el desinterés de las cosas espirituales cada vez es
mayor. El mundo se corrompe poco a poco. La gente de más edad suele decir:
“estas cosas antes no se veían” y tienen mucha razón.
· El mundo ha avanzado mucho en los últimos años, en cuestiones
tecnológicas, de ciencia, de medicina, de reformas, etc. sin embargo, a pesar de
todos los progresos recientes, nada de esto, logra ni logrará frenar el deterioro y la
corrupción existe en nuestra sociedad.
· La única esperanza para el mundo es la sal de la tierra, es decir, el
cristianismo genuino y verdadero. Los cristianos fieles somos el medio que Dios
utiliza para frenar la corrupción moral de la sociedad en este mundo. Estamos aquí
para frenar la fuerza del mal, estamos en este mundo para detener la corrupción,
para contener la decadencia de nuestra sociedad, ¿Cómo? a través de nuestra
influencia.
· Hay personas en cuyas compañías es fácil ser buenos, y hay personas en
cuyas compañías es fácil ser malos. Hay personas en cuya presencia contarían sin
reparo una historia sucia, un chiste obsceno, una palabra grosera, una leperada y
hay personas que en cuya presencia nadie se atrevería a mencionar tales cosas.
Los cristianos debemos ser personas que con nuestra sola presencia se excluya la
corrupción y haga más fácil a otros ser limpios y honestos. La enseñanza de la
palabra de Dios y el buen ejemplo nuestro son la sal de la tierra.
· Es necesario huir de la corrupción.- 2ª Pedro 1:4.- Nosotros los cristianos
hemos huido y escapado de la corrupción del mundo y debemos ser influencia para
que otros también puedan huir.
· Es necesario predicar la sana doctrina.- 2ª Timoteo 4:2.- “Con toda
paciencia y DOCTRINA” Muchos pretender ser la sal pero predicando un evangelio
diferente, una doctrina falsa, una enseñanza que no es la de Cristo. Un evangelio
corrupto no salva a nadie de la corrupción, así que es necesario predicar la
verdadera doctrina, para preservar las almas de la corrupción del pecado y de toda
herejía.
· Es necesario demostrar con hechos lo que profesamos ser.-Tito
1:16.- No solo debemos profesar lo que somos con palabras sino con hechos.
Alguien como los que menciona Pablo a Tito no puede ser sal. Ser un cristiano
mundano, indiferente o desobligado, no es ni será ser sal jamás.

IV.- LA SAL QUE SE HA DESVANECIDO.


· La sal utilizada en los tiempos bíblicos no era de la misma calidad que la sal
refinada que consumimos en la actualidad. Era común que la sal perdiera sus
propiedades.
· Dice el pasaje paralelo en Lucas 14:34-35.- “Buena es la sal; más si la sal se
hiciere insípida, ¿con qué se sazonará? Ni para la tierra ni para el muladar es útil;
la arrojan fuera. El que tiene oídos para oír, oiga.”
· La sal en cantidades moderadas podía ser útil a la tierra como fertilizante,
pero cuando esta se desvanecía en vez de ser útil perjudicaba la fertilidad de la
tierra, así que ya no se podía echar a los cultivos ni a las a las plantas.
· Me llama poderosamente la atención la frase: “NO SIRVE MAS PARA NADA”
que menciona Mateo. Quiere decir que sirvió, que fue muy útil y valiosa, pero ahora
ya no sirve. Pienso que uno de las cosas que más calan y sacuden a una persona
es que se le diga: “No sirves para nada” o “eres un bueno para nada”.
Sinceramente no creo que exista uno solo al cual le guste que se le diga así. Pero
la realidad de las cosas, es que si espiritualmente hablando nosotros no somos sal
en este mundo, en esta vida, realmente “NO SERVIMOS PARA NADA” sino para
ser pisoteados por los hombres.
· Según el diccionario, el muladar es el lugar donde se deposita el excremento.
La sal combatía la inmundicia y la suciedad, pero note usted como ni para eso
serbia cuando esta perdía sus propiedades, ni para ser echada en el estiércol.
Pienso que estas palabras debieran retumbar en nuestras conciencias, y analizar si
verdaderamente estamos actuando como la sal de la tierra o si somos de la clase
de sal que no sirve para nada.
· Para poder ser sal, los cristianos tenemos que ser distintos a las personas del
mundo y reflejar a Cristo en todo lo que decimos y hacemos. De nada sirve tener
mucho conocimiento de la palabra y mostrar una imagen en la Iglesia si afuera
cuando estamos en el mundo mostramos una totalmente opuesta, si estando en el
mundo no somos sal.
· Es lamentable que un cristiano vista influenciado por el mundo, hable
influenciado por el mundo, haga fiestas y celebraciones influenciadas por el mundo,
tenga conducta y comportamiento influenciados por el mundo, cuando más bien
debería ser al revés.
· Queridos hermanos es muy triste ver como hay cristianos que en vez de ser
sal y ser influencia positiva para el mundo, ellos son influenciados por el mundo. En
vez de dar sabor, de marcar diferencia, de provocar un impacto en las conciencias
de las personas, actúan como ellos y permiten que la influencia de ellos que no
conocen a Dios sea la que predomine. En vez de combatir la corrupción ellos
mismos participan de la misma.
· Recuerde la sal que se ha desvanecido, debe ser echada a los caminos y
senderos para ser pisoteada por los hombres.

CONCLUSIÓN.
· ¿Seremos la sal de la tierra? “No os conforméis a este siglo sino
transformaos mediante la renovación de vuestro entendimiento.” Romanos 12:2
· Analicemos nuestra vida y con toda determinación procuremos ser la sal que
Dios quiere. Recuerde que ser la sal de la tierra es un gran privilegio que nos ha
concedido el Señor.
· Dios les bendiga.

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