Ponencia - Mamani Talía

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Prácticas Docentes desde la mirada del Estudiante:

Un Viaje de Aprendizaje y Emoción


Prof. Mamani Talía Jeanette
Introducción
Antes de que el mundo cambiara con la llegada de la pandemia y las horas extendidas
se convirtieran en la nueva modalidad en las escuelas, en 2019, vivía el último año de
mi carrera universitaria. Este periodo estuvo marcado por la realización de mis
prácticas, espacio en el que se consolidaron los conocimientos aprendidos en los años
anteriores y que dio lugar a un profundo proceso de autodescubrimiento y reflexión.
Las prácticas se llevaron a cabo en dos etapas distintas, cada una de las cuales
representó la oportunidad única para sumergirme en el entorno educativo real y
experimentar de primera mano el rol del docente.
Este viaje, que detallaré más adelante, fue decisivo no solo en términos académicos,
sino también a nivel personal. Las miradas y emociones se vieron profundamente
involucradas en cada paso del camino de las prácticas, ya que no solo enfrentaba las
realidades de la enseñanza, sino que también estaba explorando intensamente mis
propios sentimientos, expectativas y miedos respecto al futuro.

1. El Momento de la Noticia: De Estudiante a Docente


Recuerdo claramente el día en que nos anunciaron que finalmente íbamos a realizar
nuestras prácticas en la escuela. Fue un momento inolvidable, cargado de grandes
emociones y nuevos dilemas, tanto para mí como para mis compañeras, quienes hoy
son colegas.
Cuando me tocó relatar este momento en la crónica,
una herramienta invaluable para el “desahogo” del
estudiante, sentí la necesidad — o quizás una
especie de inspiración literaria — de emplear
metáforas y analogías para expresar lo que estaba
viviendo. Así, sin intención de ofender a nadie, surgió la imagen de “leonas al acecho.”
¿Por qué? Porque veía a mis compañeras emocionadas y expectantes ante la
asignación del colegio y grado al que iban a asistir. En cambio, yo me sentía
paralizada y preocupada, con una gran dosis de temor.
“¿1er grado? Fue mi pregunta antes de que todo esto
sucediera. Muchas de mis compañeras decían “¡Qué
lindo! ¡Te tocó primer grado!.”1 Claramente, no experimentaba la misma emoción y me
preocupaba de que me sintiera de ese modo. Al respecto, (Santa Clara, Sales, &
Ruloff, s.f.) mencionan que 'ese estado supone una búsqueda, […] de reconocimiento
del sujeto practicante en su conflictividad, en la tensión que implica una transición' (p.
3).
Esta transición de pasar de ser estudiante a asumir el rol de docente, en palabras de
Santa Clara, Sales y Ruloff, se trata de “un alumno muy particular, al que se le
demanda asumir un conjunto de acciones propias de la tarea docente. Es decir, no
sería ni una cosa ni la otra, no ocuparía una posición (constitución de identidad del
sujeto)”. Este cambio profundo se presentó ante mí y me dejó inmovilizada por unos
instantes. Todo lo que había aprendido hasta entonces en la universidad se pondría a
prueba, pero ahora en un contexto real, con estudiantes de carne y hueso. Este sería
un punto de inflexión, donde las expectativas y la teoría se encontrarían con las
realidades del aula.
De acuerdo con M. Sauto (2016), la formación docente misma colabora en la
construcción de esta subjetividad, provocando cambios en las acciones sociales de
enseñanza, destacando el sentido de movimiento, de proceso en marcha, de
transformación, y no de linealidad ni de acabamiento.

2. La Experiencia en la Escuela: Encuentros Pedagógicos y Hábitos


Escolares
Anijovich y Cappelletti (2009) mencionan que la formación es un trayecto, un espacio
flexible y de construcción, un desafío que se convierte en el propio recorrido
profesional. En relación a esta cita, es curioso pensar que hoy en día trabajo en la
misma escuela donde inicié mis prácticas de enseñanza, aunque en aquel momento
aún no era una “docente oficial.”
Entrar aquella vez por esa puerta me sumergió en un entorno lleno de desafíos y
aprendizajes propios del rol docente, desafíos que, hasta el día de hoy, con algunos
años de experiencia, continúan siendo inacabables. Si bien logré no perderme en la
institución.
Como mencionaba anteriormente, de a poco iba
dejando de ser una estudiante universitaria. Contreras
Domingo (2010) señala que hay una transformación
del practicante, una nueva experiencia que nos forma

1
Fragmento de la Crónica realizada en la cátedra de Residencia.
y nos abre a nuevas maneras de saber y de relacionarnos con el conocimiento. Esta
transformación se reflejaba en la necesidad de adaptarme a hábitos y rutinas que no
había considerado en mi etapa de estudiante, como los turnos docentes, la
organización de actos y la "exposición" pública; que fue un desafío para quienes les
dificulta desinhibirse, como es mi caso, pero que he logrado superar en gran medida
(bueno, me ven aquí hablando). Estos elementos forman parte de la cultura escolar,
esos patrones de significado transmitidos históricamente que incluyen rituales y
tradiciones, y que son compartidos, en distintos grados, por los miembros de la
comunidad escolar (Stolp, 1994, citado en Elías, 2015, p. 288).
Observar y adaptarme a estas dinámicas fue esencial para comprender la complejidad
del rol docente y enfrentar las experiencias pedagógicas, tan nuevas y variadas como
los estudiantes mismos. Desde la planificación de una
clase hasta el manejo de situaciones imprevistas, cada
momento se convertía en una valiosa lección.
En este contexto, la planificación cobra una gran
importancia. Según Harf (1996), a partir de estudios
indagatorios —es decir, observaciones— realizadas en
función del grupo concreto de niños, se inicia un continuo proceso de toma de
decisiones, donde reside la intencionalidad pedagógica que se debe imprimir en las
acciones del docente. Es en este proceso donde se combinan nuestros conocimientos,
los contenidos de los diseños curriculares provinciales, las características de los
estudiantes y nuestra creatividad.
A pesar de todo lo invertido en la planificación de las clases, el éxito a menudo
depende de la situación del día. Habrá momentos en los que la clase funcionará, y
otros en los que, a pesar de las mejores intenciones, no saldrán como se esperaba.
Como señala Anijovich (2012), "la planificación debe ser entendida como un proceso
flexible y dinámico, que requiere ajustes continuos en función de las realidades del
aula. Los desafíos y errores son oportunidades para reflexionar y mejorar la práctica
docente."
Recuerdo una experiencia en mis prácticas de matemáticas en la que, a pesar de mi
planificación y entusiasmo, la explicación sobre la suma no resultó clara, ni siquiera
para mí. Me sentí frustrada, pero la docente en ese momento me alentó a seguir
intentándolo. Me recordó que el proceso de enseñanza es dinámico y que los desafíos
son oportunidades para aprender y mejorar. Gracias a su apoyo, pude replantear mi
enfoque y ver el error como una oportunidad para crecer.
3. La Inclusión: Un Mundo Desconocido
No podía ignorar este mundo desconocido, que para un docente
experimentado puede parecer habitual: un aula heterogénea
llena de peculiaridades y nuevos modos de ser y ver el mundo.
Este escenario representa un desafío tanto para los docentes en
ejercicio como para los futuros profesionales.
Uno de los aspectos que más me impactó durante mis prácticas fue el encuentro con
el concepto de inclusión. Hasta ese momento, era un tema desconocido para mí, y si
no hubiera sido por la experiencia, no me habría dado cuenta de su importancia.
No se trata de temerle, sino de aprender a observar y comprender las diversas
realidades. Según Anijovich (2010), “Un aula está conformada por alumnos diferentes
desde múltiples perspectivas. Reconocer las diferencias es la mejor forma de incluir a
todos y de intentar que nadie quede afuera” (p. 102).
Estas experiencias me enseñaron que el rol del docente también implica ser un
facilitador que busca abrir caminos para todos, sin excepción.

Cierre y Conclusión: El Movimiento Interno del Ser Docente


Cada experiencia vivida durante mis prácticas, desde la planificación hasta el
encuentro con la inclusión, ha sido esencial para mi desarrollo como docente y para
comprender el complejo entorno educativo

Este camino comienza con la transición de ser estudiante a docente, un proceso que
no es ni completamente positivo ni negativo, sino un ciclo continuo de aprendizaje.
Cada día en la escuela presentó y presenta situaciones nuevas y sin respuestas
definitivas, como docente nos implica abrazar la incertidumbre y evolucionar
constantemente. Aunque no existe un manual para el rol exacto del docente, cada
experiencia contribuye a forjar nuestra identidad profesional y personal.

Bibliografía
- Anijovich, R., et al. (2009). Cap. 1. La formación docente como trayecto. En
Transitar la formación pedagógica: Dispositivos y estrategias (pp. 26-39). Bs.
As. Ed. Paidós.
- Anijovich, R. (2010). La inclusión en el aula: Estrategias y prácticas. Editorial
Educar.
- Anijovich, R. (2011). Transitar la formación pedagógica. Dispositivos y
estrategias. Cap. 3. La observación. Ed. Paidós. Bs. As.
- Elías, María E. (2015). La cultura escolar: Aproximación a un complejo
concepto. Revista Electrónica Educare. Bs. As.
- Harf, R. (1996). Poniendo la planificación sobre el tapete. Documento.
Secretaría de Educación. Bs. As.
- López, D. (Coord.). (2009). Educación Especial, una modalidad del sistema
educativo en Argentina: Orientaciones I. Ministerio de Educación de la Nación.
Bs. As.
- Santa Clara, S., Sales, J. y Ruloff, S. (s/f). Tensiones vividas por los residentes
en sus prácticas. Universidad Nacional de Misiones: Facultad de ciencias
Químicas y Naturales.
- Souto, M. (2016). Algunos problemas y sentidos que la formación en la
residencia plantea. Universidad de Buenos Aires. Bs. As.

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