El Compañerismo Cristiano
El Compañerismo Cristiano
El Compañerismo Cristiano
IDEA CLAVE
Dios nos llama y nos salva de forma individual y personal, sin embargo, lo hace para añadirnos a una
familia, a un cuerpo, a un pueblo. El cristianismo tiene dos dimensiones la individual y la colectiva que
no son excluyentes sino complementarias
CASO DE ESTUDIO
-No te has de preocupar por mí Antonio, estoy bien, mi relación personal con el Señor funciona a las
mil maravillas.
-Perdona José, -respondió Antonio- pero me cuesta mucho creerlo, hace más de seis meses que no
pisas la iglesia ni has asistido al grupo de discipulado.
-Es cierto, pero no entiendo por qué te empeñas el ligar mi relación personal con Dios con la asistencia
a las actividades de la iglesia. Creo que son dos cosas diferentes y que no necesariamente han de estar
relacionadas. Si no leyera la Biblia, si no orara, si no hablara de mi fe con otros, entendería que
estuvieras preocupado, pero no es mi caso, y tú lo sabes.
-Todo lo que dices tiene su coherencia, José, pero no estoy seguro de que las cosas sean como tú las
pintas. Aunque supongamos, sólo supongamos, que estás bien ¿qué pasa con tu compañerismo con
otros creyentes? ¿no crees que hay cosas que puedes recibir de otros?, aún más ¿no crees que hay
otros que pueden necesitar de tu ayuda?
-Antonio, yo no estoy cerrado a ayudar a nadie, estoy totalmente disponible. Si alguien necesita mi
ayuda, no tiene más que dirigirse a mí, con todo el amor se la daré si está en mi mano. Pienso que eso
forma parte de la vida cristiana, ayudarnos mutuamente y, yo no estoy cerrado en absoluto a hacerlo.
-Pero ¿cómo puedes ayudar a otros si no estás en relación con ellos? ¡Nadie te pedirá ayuda si eres un
extraño en sus vidas! ¿Cómo pretendes que se dirijan a ti si cada día que pasa eres más distante de
todos los miembros de la comunidad?
-Convendrás conmigo que ese no es mi problema. Yo estoy disponible para todo el mundo, el Señor
bien lo sabe.
-Pues tú dirás lo que quieras, José, pero a este paso la única ayuda que podrás dar a otros será virtual,
a través de Internet. Además, tal vez ahora no ves o no quieres ver la necesidad de la comunidad, pero
dime, ¿qué sucederá cuando tus hijos crezcan, ¿cómo les ayudarás a entender la fe, con qué tipo de
gente esperas que se relacionen?
TEXTO BASE
"Y habló Dios a Noé y a sus hijos con él, diciendo: He aquí que yo establezco mi pacto con vosotros, y
con vuestros descendientes después de vosotros"
(Génesis 9:8-9)
"Y pondré mi morada en medio de vosotros, y mi alma no os abominará; y andaré entre vosotros, y yo
seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo"
(Levítico 26:11-12)
"Porque tú eres pueblo santo para el Señor tu Dios; el Señor tu Dios te ha escogido para serle un
pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra"
(Deuteronomio 7:6)
"Por eso te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra voy a edificar mi iglesia, y el poder del sepulcro
no la vencerá"
(Mateo 16:18)
"En cuanto a ti, hijo mío, serás profeta del Dios altísimo, porque irás delante del Señor preparando su
venida. Tú anunciarás la salvación a su pueblo y el perdón de los pecados. Para llenar de luz a los que
viven en oscuridad y sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por caminos de paz"
(Lucas 1:76-77;79)
"Mi mandamiento es éste: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado"
(Juan 15:12)
"Al finalizar su relato, intervino Santiago: Atendedme hermanos: Simón ha contado cómo Dios, desde
el principio, se ha preocupado de los nos judíos, escogiendo entre ellos un pueblo para sí"
(Hechos 15:13-14)
INTRODUCCIÓN
Desde un punto de vista bíblico el compañerismo con otros creyentes no es una opción. Es cierto que
somos salvados de forma individual y personal. La pertenencia a una familia, grupo social o étnico no
garantiza, ni otorga automáticamente la salvación. Los factores antes mencionados pueden ayudar
a ponernos en contacto con el mensaje de las Buenas Noticias, sin embargo, igualmente deberemos
tomar una decisión personal, acerca de qué tipo de relación queremos establecer con Jesús.
Precisamente este aspecto es, en mi opinión, una de las grandes maravillas de la experiencia cristiana.
Dios nos ha hecho únicos e irrepetibles. Del mismo modo, nos llama personalmente a un encuentro,
también a nivel personal con Él. La relación que el Señor establece con cada uno de nosotros es
exclusiva, si una de sus criaturas se pierde se produce un vacío que ningún otro ser creado puede
llenar. ¡Qué increíble privilegio para cada uno de nosotros el ser amados y aceptados de forma
individual por el creador de todo lo existente! El salmo 139 describe muy gráficamente ese
tratamiento singular, único, personal que el Señor tiene con cada uno de nosotros.
Todo lo anterior es cierto, sin embargo, ser cristiano no es únicamente una experiencia personal con
Dios, lo que podríamos llamar la vertiente vertical. Ser cristiano implica nuestra relación personal con
otros creyentes -vertiente horizontal- Ambas forman parte de la misma realidad y ambas son
inseparables. De la misma forma que una moneda tiene dos lados, dos caras, así mismo la experiencia
cristiana tiene dos vertientes, dos facetas que no se pueden separar. No se trata de vivir la una o la
otra, ambas deben ser vividas para poder tener una auténtica experiencia cristiana. Es cierto que
circunstancias especiales han llevado a algunos creyentes a tener que vivir en soledad su experiencia
cristiana. Personas que han sido encarceladas o han llegado a la fe en contextos hostiles. Todo ello
sucede y, probablemente, seguirá sucediendo en el futuro, no obstante, es importante entender que
no es este el propósito que Dios tiene para sus hijos.
Podemos afirmar que la salvación es personal pero no es individual. Vivimos en una cultura
acendradamente individualista. El individualismo, la exaltación de la persona, sus derechos y
necesidades, por encima incluso de todo sentido comunitario forma parte de los valores de nuestra
sociedad. El escritor y pensador cristiano James W. Sire, en su libro Discipleship of the mind (El
discipulado de nuestra mente) al referirse al individualismo imperante en nuestra sociedad dice lo
siguiente:
"El individuo es antes que la sociedad, que existe únicamente a través del contrato voluntario de
individuos que tratar de sacarle el máximo partido a sus propios intereses personales. La idea es esta:
antes que la sociedad viene el individuo. La sociedad es tan sólo una suma de individuos; no tiene status
o significado propio, tan sólo el que los individuos le otorgan de forma voluntaria. Los seres humanos,
desde esta perspectiva, no son esencialmente comunitarios, son individuales."
Expresado en lenguaje más llano diríamos que, lo importante soy yo, la sociedad sólo cuenta en la
medida en que puedo sacar un provecho o interés de relacionarme con ella. Los demás no importan,
únicamente importan en la medida en que me gratifiquen, me interesen o me beneficien.
Los cristianos somos hijos de nuestra sociedad. Vivimos inmersos en ella, en sus prioridades,
perspectivas de la vida y valores. Por este hecho tan simple no somos inmunes, en absoluto, a su
influencia. El individualismo prevaleciente puede estar influenciando -incluso aunque no seamos
conscientes de ello- nuestra forma de entender la fe y la relación con el Señor.
Esto puede hacer que tengamos la tendencia a vernos en primer lugar como individuos y, sólo
después, y no siempre, como iglesia. Pero ya hemos insistido anteriormente, al respecto, la
experiencia cristiana es personal, sí, pero en absoluto individual. Somos salvados de forma personal,
pero con el propósito de pasar a formar parte de una nación, un pueblo, un cuerpo, una familia, la
familia de Dios. Salvados como individuos para participar en una comunidad. Salvados personalmente
Fundación Iglesia Gracia y Gloria
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para vivir la nueva relación, la nueva vida que se nos ha otorgado en una dimensión comunitaria.
Esta es la perspectiva que la Biblia nos ofrece y, la contaminación ideológica procedente de nuestra
sociedad, con el énfasis en el individualismo, no debería enturbiar nuestra visión bíblica de la fe y la
experiencia cristiana.
Noé, Abraham, Jacob, José, Josué, Sansón, David, y tantos otros, que podrían añadirse a esta lista.
Ahora bien, es importante hacer una valoración más profunda de estos individuos. Al hacerlo, veremos
que la relación que mantuvieron con el Señor estos individuos se dio en el contexto de un pueblo, de
una comunidad y, precisamente, esta relación tan especial con el Señor en la inmensa mayoría de las
ocasiones, si no en todas, repercutió en una increíble bendición para la comunidad, para el pueblo.
Otros desarrollaron esa relación fuera del contexto de un pueblo o una comunidad, sin embargo, el
propósito y plan de formación de la misma estuvo siempre presente. Los pactos y las promesas hechas
a Abraham y Jacob apuntan precisamente en la dirección de la formación de una comunidad que
mantendría una especial relación con el Dios vivo.
El rastro del ideal y el propósito comunitario es, sin duda, más fácil de seguir en las páginas y
enseñanzas del Nuevo Testamento. Él mismo vino para fundar una iglesia -asamblea- sobre la cual, las
puertas del infierno no tendrían ningún poder. Jesús se rodeó de un grupo muy especial de doce
discípulos, número en el cual no es nada difícil el entrever el paralelismo con el pueblo de Israel. El
apóstol Pablo al escribirle a Tito acerca del propósito del plan de la salvación ejecutado por Jesús dice
lo siguiente:
Jesús vino para formar un nuevo pueblo, una nueva comunidad, una nueva familia, un nuevo cuerpo.
Y esta nueva comunidad establecería una especial relación con Dios y entre ellos mismos gracias al
sacrificio llevado a cabo por Él en la cruz.
Los primeros cristianos tenían muy claro este sentido de comunidad. Una y otra vez aparece reflejado
no sólo en las páginas del libro de los Hechos, sino en todo el Nuevo Testamento. Las enseñanzas de
todos los escritores del nuevo pacto apuntan en esa dirección y desarrollan el tema con profundidad.
Todos los autores inspirados de la Escritura dan por sentado y claramente enseñan el aspecto
comunitario de la fe cristiana. De hecho, podemos afirmar, que una buena parte de las enseñanzas
que aparecen en los evangelios y las epístolas carecerían de sentido si no existiera la vertiente
horizontal del ser cristiano. Seguro que hemos notado que la mayoría de los escritos del Nuevo
Testamento están dirigidos a comunidades y, que incluso, aquellos que van dirigidos a individuos,
estas personas, en muchos de los casos, estaban al frente de comunidades de creyentes.
El aspecto comunitario de la fe cristiana fue, como muchos autores afirman, el principal argumento
evangelístico de la iglesia primitiva. Al comentar este punto, Dennis Hollinger, en su artículo The
church as apologetic, afirma citando las palabras del escritor Robert Wilken:
"Los cristianos habían constituido un nuevo tipo de comunidad, una que era independiente de las
instituciones políticas y sociales del imperio romano; no era territorial, es decir, definida por gente, una
región geográfica o una ciudad, y su rito central, el Sacrificio, como era llamado en la cristiandad
antigua, abarcaba viejos y jóvenes, hombres y mujeres, esclavos y libres, gentiles y judíos, ricos y
pobres, educados y analfabetos. Semejante comunidad no tenía precedentes, y era uno de los
principales argumentos teológicos en la respuesta a la crítica que los paganos hacían del cristianismo.
La comunidad cristiana causó un increíble impacto en el corrompido mundo del imperio romano. Sin
estar exenta de problemas, las transformadas relaciones de la comunidad causaron una honda
impresión entre sus contemporáneos, fueron sin duda, el mejor argumento apologético que podía
presentar la naciente fe cristiana.
Jesús nos dio un mandamiento nuevo, el amor entre nosotros -de nuevo el aspecto comunitario se
hace presente- y nos indicó que este sería el distintivo por el cual los no cristianos podrían reconocer
a los que se denominan discípulos de Cristo. Pero ¿Cómo es posible que aquellos que no creen puedan
ver el amor entre creyentes si estos no viven en un contexto de comunidad? Esta realidad, la necesidad
de la comunidad para dar credibilidad a la experiencia cristiana ante los ojos de los no cristianos,
empalma con lo anteriormente dicho acerca del poder apologético de la vertiente comunitaria de la
experiencia cristiana.
La Biblia no enseña nada acerca de una fe individual y solitaria. Por romántico y conveniente que
pueda parecer no tiene lugar en las Escrituras. Por el contrario, la Palabra de Dios una y otra vez nos
enseña que la experiencia de conocer a Dios tiene una dimensión corporativa que no puede ser
obviada ni rechazada. Nuestra relación personal y comunitaria con Dios no son conceptos antagónicos
u opuestos, son dos caras de una misma realidad. El compañerismo cristiano no es una opción, forma
parte del propósito para el que hemos sido salvados.
OBSERVACIÓN
1. Ya has tenido la oportunidad de leer la introducción al primer estudio. Anota las tres ideas,
principios, conceptos, etc. Que más hayan llamado tu atención. Si es necesario repasa
nuevamente el material.
1.
2.
3.
2. Lee de nuevo los versículos correspondientes al texto base. Anota lo que cada uno de ellos enseña
con relación al aspecto comunitario de la fe
a. Génesis 9:8-9
b. Levítico 26:11-12
c. Deuteronomio 6:7
d. Lucas 1:76,77,79
e. Mateo 16:18
f. Hechos 2:1
g. Hechos 15:13-14
h. Juan 15:12
i. Tito 2:13-14
INTERPRETACIÓN
1. Hemos afirmado que el individualismo prevaleciente en nuestra sociedad nos dificulta el poder
tener una perspectiva correcta de la dimensión comunitaria de la vida cristiana ¿Qué debería ser
hecho para contrarrestarlo? ¿Qué cosas prácticas nos pueden ayudar a reforzar la dimensión
comunitaria de la experiencia de salvación? ¿Cuál puede ser tu contribución personal?
2. ¿Crees que la enseñanza del Nuevo Testamento muestra claramente el carácter corporativo de la
fe cristiana? Justifica tu respuesta, ¿por qué lo crees así?
3. Las personas somos individuos, sin embargo, tenemos a la vez una clara dimensión y vocación
comunitaria. Por eso, nuestra fe tiene estos dos aspectos, el personal y el corporativo ¿Cómo se
complementan ambos? ¿Por qué ambos son necesarios? ¿Por qué la experiencia de la fe no es
completa si falta uno de los dos aspectos? Razona tus respuestas
4. ¿Qué significa que la dimensión comunitaria fue el principal argumento evangelístico de la iglesia
primitiva? ¿De qué modo nuestras comunidades pueden ser un argumento apologético para la
sociedad en la que están ubicadas?
6. ¿Qué aportación -aparte de la asistencia a las reuniones- estás haciendo a la dimensión corporativa
de la experiencia cristiana? Si no estás haciendo ninguna, ¿Qué te impide hacerlo? ¿Qué puedes hacer
para revertir esa situación?
APLICACIÓN
2. La dimensión colectiva o corporativa de nuestra fe no se resuelve tan sólo asistiendo a una iglesia
local, ni siquiera siendo miembro de la misma, es preciso también poner en práctica con los otros
miembros de la comunidad los mandamientos que Cristo nos enseña.
Piensa en las palabras de Jesús en Juan 15:12 "Mi mandamiento es éste: Amaos los unos a los otros
como yo os he amado"
d. ¿A quién en tu iglesia, grupo o comunidad podrías expresarle este tipo de amor? ¿Qué
cosas prácticas deberías hacer?
IDEA CLAVE
El compañerismo cristiano es mucho más que un encuentro de cristianos para tener relación social. La
KOINONIA del Nuevo Testamento implica compartir juntos una serie de realidades espirituales y
compartir con otros hermanos nuestra vida y recursos
CASO DE ESTUDIO
Mientras tomaban una taza de café en la sala de actos de la iglesia, Juan y Lourdes sostenían la
siguiente conversación.
-La verdad es que disfruto muchísimo de estas veladas de compañerismo, afirmó Lourdes dirigiéndose
a su amigo y compañero de iglesia, Juan. No sé a quién se le ocurrió esta idea de organizar una cena
cada viernes por la noche, pero me parece una idea fabulosa.
-A mí me pasa lo mismo, Lourdes, creo que el compañerismo entre los creyentes es una de las cosas
más fantásticas que existen. Ya lo dice claramente el salmo 133: "¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso
es habitar los hermanos juntos en armonía!", después, hace toda la descripción de la barba de Aarón,
y todo eso, para concluir afirmando: "Porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna" y es cierto,
¡qué bendición estos momentos juntos!
-Tienes razón, Juan, mis relaciones sociales antes de convertirme no eran tan gratificantes ni
satisfactorias como lo son ahora. Me gusta pasar tiempo con la gente de la iglesia. Las relaciones
tienen una calidad que no tenían cuando salía con mis amigos no cristianos. No sé cómo explicarlo,
pero desde que he desarrollado amistades en la iglesia mi sentido del ocio y la vida social ha cambiado
de forma drástica.
-Me alegro, Lourdes. Creo que el compañerismo entre los creyentes, el poder tener relaciones como
las que disfrutamos nosotros, es una auténtica bendición. Además, te habrás dado cuenta de que en
la vida cristiana no todo son cultos, compartir versículos o asistir a actividades. Hay también tiempo
para sana y divertida relación.
La conversación entre Juan y Lourdes revela que tienen una idea muy peculiar acerca de qué es el
compañerismo cristiano, ¿Qué idea es esta?
¿Estás de acuerdo con su perspectiva del compañerismo cristiano? ¿Por qué sí o por qué no? Razona
tu respuesta
Si tu respuesta fue negativa ¿De qué adolece su perspectiva del compañerismo o la comunión cristiana?
¿Cómo definirías el compañerismo o la comunión cristiana? ¿Cómo entiendes tú este concepto bíblico?
TEXTO BASE
"Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del
pan y en las oraciones"
(Hechos 2:42)
INTRODUCCIÓN
Una mirada, por rápida y superficial que pueda ser, nos muestra que el compañerismo cristiano
ocupaba un lugar muy importante en la vida de la iglesia del Nuevo Testamento.
Lucas, en el pasaje de Hechos capítulo dos mencionado en el texto base, nos ayuda a poder entender
de forma más profunda esa importancia. El escritor, coloca el compañerismo -la palabra griega
KOINONIA, que aparece traducida como comunión en muchas versiones castellanas- al mismo nivel
que la enseñanza, la celebración de la muerte del Señor -conocida por Santa Cena, Partimiento del
Pan, Santa Comunión, según las diferentes tradiciones cristianas- y la oración en la iglesia primitiva.
De hecho, tradicionalmente el compañerismo ha sido considerado como una de las funciones básicas
de la iglesia cristiana. La inmensa mayoría de las tradiciones cristianas, por no decir todas, consideran
que las funciones básicas que debe desempeñar la iglesia son: la proclamación (kerygma), el servicio
(diakonia), la adoración (lirturgia), la enseñanza (didache) y, finalmente, el compañerismo (koinonia)
Pero Lucas, no sólo coloca el compañerismo o comunión al mismo nivel que la oración, la enseñanza
o la Santa Cena, nos indica también en ese breve, pero lleno de contenido pasaje, que los creyentes,
no únicamente "tenían compañerismo", sino que "perseveraban", es decir, persistían a lo largo del
tiempo, en el compañerismo. Dicho de otra manera, eran firmes y constantes en ello.
En ocasiones, los creyentes tenemos una idea distorsionada del compañerismo bíblico. En muchas
comunidades locales éste es identificado con las actividades de tipo social que la iglesia organiza. Todo
tipo de encuentro que sirva para que los creyentes puedan relacionarse entre ellos y pasar un buen
rato es considerado por algunos como compañerismo. Es cierto, que, con el paso del tiempo, las
palabras se desgastan y acaban perdiendo su significado. Sin duda, esto ha pasado con el
compañerismo. Nos urge pues, recobrar el sentido y la dimensión bíblica de este término.
Como ya ha sido indicado con anterioridad la palabra griega que el Nuevo Testamento utiliza para
definir el compañerismo cristiano es la palabra KOINONIA. Esta palabra del idioma griego es riquísima
y, tiene varias posibles traducciones en la lengua castellana. Es importante entender que todas estas
traducciones no son en absoluto excluyentes, antes bien son complementarias. Cada una de ellas nos
permite ver y entender un matiz, una vertiente, un aspecto concreto y específico del compañerismo
cristiano. Así pues, todas ellas vistas en conjunto nos dan la imagen o la perspectiva bíblica completa
del compañerismo cristiano.
Los variados términos usados para traducir el vocablo griego KOINONIA pueden agruparse en dos
significados principales, los cuales, trataremos de explicar
COMPARTIR JUNTOS
En primer lugar, KOINONIA expresa la idea de compartir entre varios, alguna o algunas cosas en
común. Transmite también la idea de participación conjunta, de ser parte de una misma unidad y, a la
vez, en una empresa común. Aplicado esto a la realidad cristiana surge la siguiente pregunta ¿Qué es
lo que compartimos en común todos los creyentes, de qué empresa somos partícipes?
Todos los creyentes compartimos en común una misma relación. En primer lugar una relación con
Cristo, posteriormente se trata de la relación que se ha establecido entre todos nosotros desde el
momento en que hemos aceptado a Cristo como nuestro Señor y Salvador personal. Al vincularnos
con Cristo, al unirnos con Él, hemos pasado a formar parte de una misma familia y, como consecuencia,
compartimos con todos los otros creyentes el hecho de ser hermanos en la familia de la fe, de la cual,
Él, es el hijo mayor, el primogénito.
Pablo, en el Nuevo Testamento expresa en varias ocasiones esta idea. El apóstol indica que los
creyentes comparten juntos varias realidades espirituales. Por ejemplo, en 1 Corintios 1:9 se nos indica
que compartimos juntos un compañerismo o comunión con Jesucristo y también con el Espíritu Santo,
tal y como lo vemos reflejado en Filipenses 2:1. Pablo nos enseña en Romanos 15:27 que compartimos
juntos una misma herencia en el Señor.
Pero también somos socios, participantes, de una empresa común. ¿En qué consiste esta empresa?
En glorificar a Dios ayudando al cumplimiento de la Gran Comisión dada por nuestro Señor y Salvador
en Mateo 28:18-20
COMPARTIR CON
En segundo lugar, KOINONIA expresa la idea de compartir con otros aquello que tenemos. Aplicado a
nuestra vida cristiana hemos de compartir con otros nuestras vidas y nuestros recursos, aquellas cosas
que el Señor nos ha dado para administrar.
Hemos de compartir con otros nuestra vida, es decir, aquello que Dios nos está dando, las cosas que
el Señor está llevando a cabo en nuestra experiencia propia, única y personal con Él. Es, lo que
llamaríamos, un compañerismo espiritual. Es compartir nuestra comunión.
Por otra parte, debemos compartir con otros nuestros recursos, aquellas cosas materiales que hemos
recibido de parte del Señor para ser administradas.
OBSERVACIÓN
1. Una vez leída la introducción ¿cuál es en tu opinión lo más importante, la idea clave que se
pretende transmitir?
3. Si tuvieras que explicar a un nuevo creyente el concepto bíblico de KOINONIA ¿cómo lo harías?
Escribe a continuación la definición con tus propias palabras
4. El compañerismo, la comunión es una de las cinco funciones que tradicionalmente todas las
confesiones cristianas le reconocen a la iglesia ¿cuáles son las otras cuatro?
INTERPRETACIÓN
1. ¿Qué quería reseñar Lucas al poner el compañerismo, la comunión, al mismo nivel que la
enseñanza de los apóstoles, la oración y el Partimiento del Pan?
2. El compañerismo cristiano es una realidad que tiene cuatro facetas o vertientes: relación, empresa
común, comunión espiritual y compartir nuestras posesiones y recursos ¿De qué modo en tu
iglesia o comunidad puedes tú personalmente desarrollar estas cuatro vertientes?
3. Si lees el pasaje del texto base y te fijas, verás que el compañerismo cristiano no es algo que suceda
espontáneamente. Dicho de otro modo, no existe compañerismo tan sólo porque los cristianos
estén juntos físicamente. Hechos 2:42 nos indica que los creyentes "perseveraban" en el
compañerismo ¿Qué crees que significa esto? ¿Cómo es posible perseverar en la comunión? Por
favor, se práctico en tus respuestas.
APLICACIÓN
1. Es posible que hasta ahora no tuvieras una perspectiva bíblica del compañerismo cristiano. Piensa
en ello, ¿qué áreas ignorabas? ¿de qué modo se ha enriquecido tu perspectiva? ¿qué has
aprendido de nuevo?
2. El libro de los Hechos de los Apóstoles es en buena parte el registro de cómo vivían las primeras
comunidades cristianas. Empieza a leerlo -te sugerimos que lo hagas al ritmo de dos capítulos
diarios- y conforme lees, anota todo lo que puedas aprender acerca de las diferentes vertientes
del compañerismo cristiano.
3. ¿En qué medida tu práctica del compañerismo cristiano se corresponde con la visión bíblica? ¿Qué
cambios deberías introducir? ¿Qué conductas deberías practicar? Por favor, se práctico y realista
en tus respuestas.
4. En tu situación actual, ¿qué puedes hacer para "perseverar" en el compañerismo con otros
cristianos?
IDEA CLAVE
Cuando una persona acepta a Jesús como Señor y Salvador es incorporada al cuerpo de Cristo y se
establece una relación especial con Jesucristo y con todos y cada uno de los otros miembros del
cuerpo, ya que todos ellos comparten la vida espiritual del Señor resucitado.
CASO DE ESTUDIO
CASO 1
El pastor Cortés, presidente del Consejo Evangélico de la ciudad estaba reunido con los pastores de las
dos principales iglesias, ambas reunían a casi la mitad de los creyentes y recursos de la localidad.
-Queridos hermanos, todas las iglesias de la ciudad, a excepción de las suyas, participan en este evento
evangelístico. Ha sido muy difícil poner de acuerdo en las actividades, los métodos y los materiales a
todas los líderes de nuestra ciudad. Son ustedes los únicos que no desean participar. Con toda
honestidad, creo que el testimonio que daremos a la población será nefasto, además, las posibilidades
de éxito sin su participación quedan muy reducidas.
-Lo entiendo y me duele profundamente, contestó el pastor Ruiz, pero mi comunidad no puede
participar con otros hermanos que tienen una posición tan cerrada con relación a los dones del Espíritu
Santo. Es imposible tener comunión práctica con hermanos que interpretan las Escrituras de una
manera tan errónea.
-Lo mismo nos sucede a nosotros, matizó el pastor González, Nosotros creemos que la Biblia habla con
total claridad con respecto a la prohibición de las mujeres de orar en la asamblea, por tanto, no
estamos dispuestos a unir nuestros esfuerzos con "supuestos hermanos" que no siguen las enseñanzas
de la Palabra.
Era evidente que el pastor Cortés estaba llegando a un punto de desesperación. Sin embargo, a pesar
de ello, sacó fuerzas de la flaqueza para seguir intentando la cooperación entre los diferentes
miembros del cuerpo de Cristo.
-Por favor, hermanos, Dios ama por igual a aquellos que tienen posturas diferentes con respecto al
ministerio del Espíritu Santo. Lo mismo sucede con aquellos que están en favor de la oración de las
mujeres. La enseñanza de la Biblia, ustedes lo saben bien, no es tajante al respecto, esta es la causa
de que tengamos posturas doctrinales diferentes. Por si fuera poco, el proyecto evangelístico fracasará
sin su participación, todo será un auténtico fracaso.
-En todo caso, no será mi fracaso, apostilló el pastor Ruiz, será el fracaso de aquellos que deseen
participar.
-Estoy de acuerdo, fue el comentario del pastor González. Ambos dieron por terminada la reunión y
se dispusieron a partir.
CASO 2
Una tensa reunión tiene lugar entre los directores de dos movimientos cristianos que trabajan entre
universitarios.
-Ustedes no tienen derecho a establecer un ministerio en esta universidad. Nuestro movimiento hace
más de 10 años que ha estado trabajando aquí de forma ininterrumpida, no necesitamos más
ministerio cristiano.
-Pero hermano, la universidad de la ciudad tiene más de cincuenta mil universitarios, el 95% de los
cuales no son cristianos. Ustedes son apenas un pequeño grupo de veinte personas.
-¿Y qué importancia tiene eso? Nuestras actividades evangelísticas son constantes, cada semana
estamos compartiendo a Cristo.
-Y su trabajo es muy digno loable. Sin embargo, y tengo en mi mano la memoria del año pasado,
durante todo el curso compartieron el evangelio con un total de 879 estudiantes. Es un mérito grande,
pero estamos hablando de cincuenta mil estudiantes no cristianos. El campo es amplio, la cosecha
abundante. Honestamente, no veo ningún problema para que empecemos otro trabajo evangelístico
en la universidad.
-Me opongo y me opondré. Ustedes vienen aquí para medrar en nuestro trabajo, para segar donde
otros han plantado. Esta universidad es nuestra, tenemos derecho a estar aquí, nuestro ministerio de
años nos avala, ustedes son unos advenedizos y, su actitud no es ética. No reconocemos su trabajo, y
si persisten en abrir un nuevo ministerio llevaremos el asunto al Consejo Evangélico de la ciudad, ellos
nunca aprobarán sus planes, tengo buenos amigos que sabrán reconocer mis tesis.
¿Estás de acuerdo con su postura? ¿Por qué sí o por qué no? Se específico
¿Han de ser nuestras legítimas convicciones doctrinales obstáculo para cooperar con otros miembros
del cuerpo de Cristo?
¿Tiene razón el líder del movimiento universitario en su oposición a un nuevo ministerio cristiano en la
universidad? ¿Por qué sí o por qué no? Razona tu respuesta
TEXTO BASE
"De manera semejante, nosotros, siendo muchos, estamos injertados en Cristo para formar un solo
cuerpo, y cada uno es un miembro al servicio de los demás"
(Romanos 12:5)
"Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros….
Compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad…. Gozaos con los que
se gozan; llorad con los que lloran"
(Romanos 12: 10,13,15)
"Ese mismo Espíritu se une a nuestro propio espíritu para asegurarnos que somos hijos de Dios. Y si
somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios y coherederos con Cristo"
(Romanos 8:16-17)
"el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor
Jesucristo; Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro
Señor."
(1 Corintios 1:8-9)
"Vosotros formáis el cuerpo de Cristo, y cada uno por separado constituye un miembro"
(1 Corintios 12:27)
"Pero, al llegar el momento cumbre de la historia, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo
el régimen de la Ley, para liberarnos del yugo de la Ley y alcanzarnos la condición de hijos adoptivos
de Dios"
(Gálatas 4:4-5)
"Nos ha destinado de antemano, y por pura iniciativa de su benevolencia, a ser adoptados como hijos
suyos mediante Jesucristo"
(Efesios 1:5)
"Pues nadie ha odiado jamás su propio cuerpo; todo lo contrario, lo cuida y alimenta. Es lo que hace
Cristo con su iglesia, que es su cuerpo, del cual todos nosotros somos miembros vivos"
(Efesios 5:29-30)
INTRODUCCIÓN
Cuando pensamos en el término relación, nos damos cuenta de que el mismo tiene dos valores para
nosotros, incluso si ni siquiera somos conscientes de ello. El primer valor del término es el subjetivo.
Valoramos la relación con nuestro esposo o esposa, nuestros hijos, nuestros amigos u otros creyentes
de una manera subjetiva, es decir, en función de sí la misma la experimentamos de una forma positiva
o negativa.
El segundo valor del término es el objetivo. De hecho, cuando conocemos la definición de relación,
nos damos cuenta de que el valor objetivo es el más básico y, a la vez, el más importante. El diccionario
define relación como. Un estado o condición. La conexión o correspondencia de una persona o cosa
con otra. Creo que es importante subrayar el aspecto de que una relación es un estado o condición.
Pongamos el ejemplo del matrimonio para ilustrar ambos aspectos de una relación. Cuando una mujer
y un hombre se unen en matrimonio entre ambos se establece una relación matrimonial. Es posible,
que, con el paso de los años, ellos la experimenten de forma positiva o negativa, sin embargo, al
margen de cómo ellos vivan la experiencia de forma subjetiva, lo cierto, es que entre ellos existe una
relación objetiva de unión matrimonial.
La relación paternofilial también nos sirve para ilustrar lo que deseamos expresar. Desde el momento
de nuestro nacimiento, con nuestros padres se ha establecido este tipo de relación padre - hijo. En
este caso, la relación es irreversible y dura para siempre. Mi padre puede ser mi amigo, o por el
contrario, un total desconocido, sin embargo, siempre será mi padre. Puedo avergonzarme de él,
negarme a verlo, vivir como si no existiera, pero eso, no cambiará ni un ápice la realidad de que entre
ambos existe una relación, aunque no exista amistad, comunicación o comunión.
¿Por qué crees que es importante entender los dos valores, el objetivo y el subjetivo de una relación?
¿Cómo se relacionan entre sí?
Esto mismo nos sucede con Dios. Nosotros, los creyentes, podemos tener una comunión diaria e
íntima con Dios -el aspecto subjetivo o experimental- debido a que tenemos una relación personal con
Él -el aspecto objetivo-. Este aspecto objetivo ha sido descrito por los teólogos como nuestra unión
con Dios. Así pues, todo creyente tiene comunión y unión con el Señor. Vamos a explicar un poco más
este concepto de unión o relación con Dios.
En 1 Corintios 1:8-9 leemos lo siguiente: "el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis
irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo; Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la
comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor." La palabra comunión que aparece en 1 Corintios es
la traducción del vocablo griego koinonia. En este pasaje no tiene principalmente el valor de comunión
en el sentido de nuestro tiempo diario e íntimo con el Señor, es decir, la parte subjetiva de nuestra
relación. Más bien, según todos los estudiosos bíblicos, tiene el sentido de nuestra unión con Cristo.
Cuando aceptamos a Jesús como Señor y Salvador por medio de la fe, fuimos llamados a una unión
con Él. Pasamos a formar parte de su cuerpo. Ahora bien, no somos parte de su cuerpo en el sentido
posesivo del cuerpo, como quien habla de mi casa, mi coche o mi computadora. Pasamos a formar
parte de su cuerpo en un sentido integral. Pablo lo expresa muy bien en Efesios 5:30 cuando afirma:
"porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos."
Es importante que entendamos este concepto. Dios no únicamente nos ha llamado a tener una
comunión íntima, personal y diaria con Él, sino que nos ha llamado a compartir su propia vida espiritual
por medio de nuestra unión con Cristo.
KOINONIA - RELACIÓN
Aspecto objetivo Aspecto subjetivo
Mi unión con Cristo pasando a formar Mi comunión íntima, personal, diaria con
parte de su cuerpo y participando, por Él por medio de la oración, la Biblia y la
tanto, de su propia vida espiritual obediencia
Jesús ilustró magistralmente este concepto en Juan capítulo 15 al hablar de la vid y los pámpanos.
Pablo lo hizo utilizando la ilustración de la cabeza y el cuerpo. Ambas ilustraciones vienen a darnos luz
acerca de esa unión, gracias a la cual, nosotros compartimos la vida misma del Cristo resucitado.
Nuestra unión con Cristo tiene serias implicaciones para nuestro compañerismo con otros cristianos.
Dios nos salva a cada uno de nosotros de forma personal e individual, sin embargo, como ya hemos
visto, lo hace para incorporarnos a una nación, una familia, un cuerpo. Este nuevo pueblo está,
precisamente, formado por todos aquellos que comparten esa misma unión con Cristo, esa vida
nueva espiritual con el Salvador. Todos ellos, como consecuencia, comparten una vida común en
Cristo.
Koinonia expresa pues la relación especial que los miembros de este cuerpo tienen con Dios y cada
uno de ellos entre sí. Una relación que existe al margen de la distancia geográfica, el tipo de doctrina
que sostengamos o nuestros diferentes énfasis denominaciones. Esta relación especial va más allá de
la relación que se establece con otros miembros de una comunidad local. Es realmente una relación
de alcance universal con todos y cada uno de aquellos que han sido incorporados por la fe al cuerpo
de Cristo. Y esto, es un hecho.
Pablo lo ilustra perfectamente al usar la metáfora del cuerpo y los miembros. En el cuerpo, todos los
miembros tienen una especial relación con la cabeza, según el apóstol, es una relación espiritual
orgánica entre cada miembro y Cristo y entre cada miembro con los otros miembros. Y volvemos a
insistir, se trata de un hecho que afirma y establece la Escritura sin ningún género de dudas.
Lo más probable es que la inmensa mayoría de nosotros ni siquiera seamos conscientes de estar en
relación con millones y millones de creyentes de todo el mundo. Pero desde la perspectiva bíblica eso
es una realidad ya que todos pertenecemos al mismo cuerpo. Es una realidad, un hecho, aunque a la
abrumadora mayor parte de ellos nunca tendremos la oportunidad de conocerlos o tratarlos. Con
muchos de ellos no estaremos de acuerdo en matices teológicos y formas de organización eclesial.
Otros, ni siquiera nos gustarán su forma de ser y entender la vida cristiana. Ahora bien, todas las
diferencias que podamos imaginar ni alterarán en absoluto el hecho de que compartimos una vida
común en Cristo y, por tanto, tenemos una relación especial con cada uno de ellos.
No sabemos cuántos millones de creyentes nacidos de nuevo existen en el mundo. Sin embargo, todos
ellos, como nosotros, han sido unidos a Cristo y, por tanto, se ha establecido una relación entre ellos y
nosotros. ¿Por qué es importante que entendamos que estamos en relación con todos los creyentes del
mundo?
¿De qué modo la metáfora del cuerpo te ayuda a entender este concepto tan básico de la vida
cristiana?
El autor cristiano Jerry Bridges, en su libro, True Fellowship, afirma que precisamente el hecho, la
realidad objetiva que tenemos una relación especial con el resto de los creyentes es la base sobre la
que debemos edificar nuestra comunión práctica, es decir, el aspecto subjetivo de esta relación. Según
Bridges, es precisamente la comprensión de esa realidad la que debería estimularnos al deseo de
buscar una comunión práctica con otros creyentes. Pablo lo expresa claramente en Romanos 12,
donde indica que a pesar de ser muchos somos un único cuerpo en Cristo y, por tanto, debemos
amarnos, honrarnos, ministrarnos en nuestras necesidades y ser sensibles y compasivos con los que
pasan por momentos de dificultad. Queda claramente expresado, porque tenemos una relación
hemos de buscar una comunión.
Expresa con tus propias palabras la idea de que al tener una relación hemos de buscar una comunión
Pablo nos enseña el camino. Estar en relación con cada creyente tiene unas claras implicaciones, de
las cuales, hemos de sentirnos responsables.
En primer lugar, debemos cuidar los unos de los otros. Para el apóstol es lo más normal del mundo
que los miembros del cuerpo tengan una preocupación genuina los unos por los otros. De este modo,
cuando un miembro sufre, todos sufren, ya que es todo el cuerpo el que está siendo afectado. Cuando
un miembro sufre, cae en pecado o padece necesidad y no es ministrado, todo el cuerpo se resiente,
incluso si nosotros no somos conscientes de ello o no nos preocupa...
No deja de ser curioso el hecho de que únicamente cuando el organismo está enfermo se agrede a sí
mismo. Existe un buen número de enfermedades en las cuales, por diferentes razones, el organismo
en vez de protegerse de las posibles agresiones exteriores se agrede a sí mismo. Evidentemente, una
situación de este tipo es una anomalía, se trata de una situación anormal y patológica, propia de un
cuerpo enfermo.
Desgraciadamente, en demasiadas ocasiones los creyentes funcionamos de este modo y, por medio,
de la crítica, la difamación y el juicio dañamos a otros miembros del cuerpo de Cristo y, sin darnos
cuenta, estamos dañando a todo el cuerpo y a nosotros mismos. Todo nuestro esfuerzo y entusiasmo
debería estar dirigido a restaurar a otros y, nunca, a hundirlos más en su situación o necesidad. Mucha
carnalidad se disfraza de sana doctrina y odio al pecado.
En segundo lugar, deberíamos honrarnos los unos a los otros. Esta es la recomendación que nos da
el apóstol en Romanos 12:20. El diccionario define honrar como el respecto y la estima que ofrecemos
a otros. Nunca se ha visto un cuerpo en el que unos miembros compitan contra los otros. Si nos
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honráramos entre nosotros se acabaría todo tipo de competencia entre diferentes partes del cuerpo
de Cristo.
La práctica de la honra nos ayudaría a ver que el triunfo de otros miembros del cuerpo en cualquier
campo es, en definitiva, nuestro propio triunfo, ya que, al fin y al cabo, se trata del triunfo del cuerpo
en su conjunto. Tristemente, se da el caso de creyentes, iglesias u organizaciones que se alegran del
fracaso de los planes, iniciativas o proyectos de otros. Del mismo modo, algunos miembros del cuerpo
maniobran para impedir el crecimiento o las empresas que otros miembros desean llevar a cabo.
Parece una locura ¿verdad? Sin embargo, todos sabemos que es tristemente una realidad que se da
entre nosotros.
Jerry Bridges, en su libro antes citado, lo explica de la siguiente manera: "Tendemos a pensar de
nosotros mismos de forma individual o como miembros de un grupo particular de cristianos, en vez de
hacerlo como miembros del cuerpo de Cristo." El resultado de esta limitada visión es la competición
en vez de la cooperación. Es el ver, consciente o inconscientemente a otros como nuestros
competidores en vez de verlos como parte de nuestro mismo cuerpo. Esto explica tanta incapacidad
o falta de deseo para unir esfuerzos para la causa suprema del cumplimiento de la Gran Comisión.
Ser miembros del mismo cuerpo no significa carecer de convicciones y énfasis propios. ¡En absoluto!
No estamos afirmando que debamos renunciar a nuestras propias formas de ver, entender y vivir la
vida cristiana. Estamos afirmando que éstas, aunque legítimas, deberían ser siempre expresadas con
amor y respeto y no deberían ser un obstáculo para valorar y cooperar con otros miembros del mismo
cuerpo.
Una tercera implicación sería el orar los unos por los otros. Demasiado a menudo, nuestra oración
tiene un énfasis demasiado personal. No nos cuesta orar por nosotros y nuestras familias, incluso tal
vez por nuestra congregación local. Sin embargo, perdemos de vista que Dios nos ha dado la
posibilidad y la responsabilidad de ser de bendición, por medio de la oración, a todos los miembros
del cuerpo de Cristo. Cuando oramos Dios bendice en respuesta a nuestras súplicas y plegarias. Tal vez
nunca podremos ministrar de forma presencial en otras ciudades, países o continentes, pero Dios nos
da la oportunidad por medio de la oración de llegar y ministrar más allá de nuestras limitadas
posibilidades físicas.
Hemos llegado al final de este estudio. En el mismo, hemos visto que toda relación tiene dos aspectos,
el objetivo y el subjetivo. En nuestra relación con Dios se expresan por medio de nuestra unión con Él,
es decir, la participación en su vida, y nuestra comunión con Él, es decir, nuestro tiempo personal,
íntimo y diario con Él.
Lo mismo sucede con nuestra relación con los creyentes. Desde el momento de la conversión hemos
sido incorporados a un cuerpo y somos participes de la vida espiritual de Cristo, juntamente con todos
los otros miembros de ese cuerpo. Esta es la parte objetiva de la relación. La parte subjetiva es el
cuidado, el amor, la honra y el respeto que hemos de practicar con todos, sin exclusiones, los
miembros de ese cuerpo.
OBSERVACIÓN
1. Anota las tres cosas más importantes que has aprendido al llevar a cabo este estudio
a.
b.
c.
2. Lee nuevamente los versículos correspondientes al texto base. ¿Qué te enseñan respecto a la
vertiente objetiva y subjetiva de la relación que tenemos con Dios y con el resto de los creyentes?
Considera que no cada versículo trata de ambos aspectos, por tanto, no necesariamente en cada
cita has de encontrar enseñanzas sobre las dos vertientes.
Romanos 8:16-17
1 Corintios 1:8-9
1 Corintios 12:27
Gálatas 4:4-5
Efesios 1:5
Efesios 5:29-30
INTERPRETACIÓN
1. ¿Qué diferencia existe entre nuestra unión con Cristo y nuestra comunión con Él?
3. ¿Qué significa que todos los creyentes somos participes de una vida común como resultado de
nuestra unión con Cristo?
4. ¿Por qué afirmamos que todos los creyentes, no importa nuestra ubicación geográfica, énfasis
doctrinales, organización eclesiástica o tradición religiosa somos hermanos en Cristo?
5. Si todos los creyentes somos hermanos en Cristo ¿Qué implicaciones prácticas se deducen o
deberían deducirse de semejante realidad?
6. ¿Por qué se afirma que el hecho de que somos hermanos en Cristo ha de ser la base sobre la cual
edifiquemos la práctica de la comunión con otros creyentes?
7. ¿De qué modo entender el hecho de que me une una relación especial con todos y cada uno de
los creyentes puede ayudarme a evitar actitudes y conductas tales como la murmuración, la
crítica, la competitividad, el rechazo de otros por sus opiniones o énfasis, etc.?
APLICACIÓN
1. Piensa por un momento en tu propia situación personal ¿Tienes problemas para aceptar a otros
hermanos por sus énfasis doctrinales o formas peculiares de vivir la vida cristiana? Si es así, ¿qué
cosas prácticas puedes hacer para amarlos y aceptarlos como hermanos sin que ello implique
renunciar a tus legítimas convicciones? ¿Qué puedes hacer para combinar ambas cosas?
2. ¿Tienes problemas de competición con otros creyentes, iglesias u organizaciones cristianas? ¿Qué
deberías hacer para evitarlos?
3. ¿De qué modo lo estudiado en este estudio te puede ser de ayuda para vivir de forma más intensa
esta relación especial que tienes con todos y cada uno de los creyentes que te rodean? Por favor, trata
de ser específico.
IDEA CLAVE
Todos los creyentes tenemos el privilegio y la responsabilidad de ser socios en la empresa del
cumplimiento de la Gran Comisión
CASO DE ESTUDIO
Ángel, está levantando su sostenimiento económico para poder dedicarse con dedicación exclusiva, a
un ministerio entre adolescentes en situación de riesgo, dentro de su propio país. En estos momentos,
se encuentra en el comedor de la casa de los señores Aznar, un matrimonio de la iglesia a la que él
asiste. Ángel está a punto de concluir la presentación de sus necesidades financieras.
-Honestamente hablando, a mí me gustaría que ustedes se dieran cuenta que por medio de su apoyo
económico y a través de la oración se estarán convirtiendo en auténticos socios de mi ministerio.
-Bien, lo que quería expresar es que yo considero este ministerio como una auténtica empresa,
naturalmente no en el sentido comercial del término, sino más bien, como dice el diccionario, como
un proyecto que se pretende llevar a cabo. En esta empresa yo llevo a cabo una parte de la misma,
dedicar mi tiempo, dones y talentos a trabajar con los adolescentes en situación de riesgo. Ustedes
participan por medio de su apoyo, económico y espiritual. Para mí será imposible llevar a cabo este
ministerio si no cuenta con el apoyo activo de muchos creyentes como ustedes. Es en este sentido en
que creo que ustedes y yo formaríamos un equipo, una auténtica sociedad.
-Me parece un concepto interesante, intervino el señor Aznar, lo cierto es que nunca antes lo había
pensado.
-Bien, volvió a intervenir tajante la señora Aznar, en esencia es lo mismo de siempre, ¿no es así? Tú
deseas nuestro dinero para poder trabajar con esos muchachos. El mismo mensaje con nueva
decoración.
-Ángel, un tanto turbado contestó, Bueno, no es exactamente lo que quería expresar, de verdad que
me interesa mucho más que su dinero.
Ángel se despidió y quedó en llamarles para saber cuál sería su decisión con respecto a apoyar su
ministerio. El matrimonio se quedó solo y continuó comentando la visita de Ángel.
-Cariño, me parece que has sido bastante brusco con ese pobre muchacho. Sus motivaciones son
genuinas y ha sido honesto en su forma de presentar el ministerio que quiere llevar a cabo.
-Siempre serás un cándido. Es lo típico de siempre. Ese muchacho, como todos los otros misioneros
que nos han visitado, tan sólo quiere nuestro apoyo económico. Naturalmente, para hacerlo más
digerible, lo rodean de un halo de espiritualidad y versículos bíblicos. Plata y nada más que plata es lo
que hay detrás de tanta palabrería.
-Pues siento decirte que no estoy de acuerdo. Es cierto, que han pasado muchos misioneros por
nuestra casa en busca únicamente de dinero, sin embargo, lo que este muchacho me ha compartido
me ha impactado. Nunca había considerado el ofrendar de la manera en que él lo ha expuesto. Nunca
nadie me ha dicho que puedo ser socio en la empresa de ayudar al cumplimiento de la Gran Comisión.
En tu opinión ¿Quién tiene más mérito, el que da para sostener a los misioneros o aquel que va al
campo misionero? Justifica tu respuesta
¿Forma parte el dar del concepto cristiano del compañerismo? Justifica, una vez más, tu respuesta
TEXTO BASE
"Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, más los obreros pocos. Rogad, pues, al
Señor de la mies, que envíe obreros a su mies"
(Lucas 9:37-38)
"Finalmente hermanos, un favor os pido, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor que el Espíritu
nos ha infundido: sed mi apoyo en la batalla que habré de sostener; pedid a Dios que me haga escapar
con bien de los que en Judea se oponen a la fe. Y pedidle asimismo que esta ayuda que llevo a Jerusalén
sea bien acogida por aquellos hermanos"
(Romanos 15:30-31)
"También por mí, para que Dios ponga en mis labios la palabra oportuna y pueda dar a conocer libre
y valientemente el secreto plan de Dios encerrado en este mensaje de salvación"
(Efesios 6:19)
"Cada vez que os recuerdo, doy gracias a mi Dios, y cuando ruego por vosotros, lo hago lleno de alegría,
no en vano os habéis afanado conmigo en la difusión del mensaje de salvación desde el primer día
hasta hoy"
(Filipenses 1:3-5)
"Grande, muy grande ha sido mi alegría cristiana al ver que después de tanto tiempo ha vuelto a
florecer vuestro interés por mí. Ya sé que lo teníais; lo que os faltaba era la ocasión de manifestarlo. Y
no es la necesidad lo que me hace hablar así, pues he aprendido a bastarme en cualquier circunstancia.
Tengo experiencia de riqueza y de pobreza. Estoy perfectamente entrenado para todo: lo mismo para
estar harto de que para pasar hambre, para nadar en la abundancia que para vivir en estrecheces. De
toda suerte de pruebas puedo salir airoso porque Cristo me da las fuerzas. Sin embargo, es hermoso
que os hayáis solidarizado conmigo en mis horas difíciles.
Como sabéis, queridos filipenses, cuando empezó a extenderse el mensaje de salvación y salí de
Macedonia sólo vuestra iglesia me abrió cuenta de "debe" y "haber". Incluso estando yo en Tesalónica,
me enviasteis ayuda por dos veces, y no es que yo esté buscando nada para mí; lo que busco es
aumentar vuestra cuenta con nuevos ingresos"
(Filipenses 4:10-17)
"Por lo demás hermanos, rogad por nosotros para que le mensaje del Señor prosiga el avance glorioso
que inició en vuestra ciudad. Rogad también para que el Señor nos libre de los hombres insolentes y
perversos, porque no todos aceptan la fe"
(2 Tesalonicenses 3:1-2)
INTRODUCCIÓN
En la antigüedad, los griegos eran el pueblo comerciante por excelencia. De hecho, llevados por el
comercio y la necesidad de encontrar nuevas tierras, los habitantes de la península helénica llenaron
las costas del mar Mediterráneo de colonias, las cuales, eran focos de cultura y comercio.
Al amparo de esta actividad económica surgieron muchas empresas comerciales en todas las
ciudades griegas, auténticas sociedades mercantiles. En este tipo de empresas acostumbraban a
participar varios socios. Algunos socios poseían el capital, es decir, el dinero que permitía financiar las
costosas y arriesgadas aventuras de comerciar con otros pueblos u otras colonias del Mediterráneo.
Estos, eran los socios capitalistas. Otros, poseían los barcos, y con ellos se aventuraban por las
arriesgadas aguas de un mar que en ocasiones podía ser traicionero. Así pues, unos ponían su dinero
y otros su trabajo para formar una empresa en la que eran socios. En el idioma griego, esta relación
de sociedad, de unión y colaboración en una empresa común eran descrita con la palabra koinonia.
Es la misma palabra que Lucas utiliza en 5:10 para describir la relación comercial en el negocio de la
pesca que existía entre Pedro y Santiago, ambos eran socios en una empresa pesquera común.
La iglesia de Filipo era, sin duda, una iglesia que mantenía una relación muy especial con el apóstol
Pablo. Basta leer la carta que él envió a esa comunidad para darse cuenta de que había unos lazos
emocionales y unos vínculos de apoyo y ayuda mutua muy importantes.
En el pasaje de Filipenses 1: 3-5 que leímos en el texto base, Pablo consideraba a los creyentes de
aquella ciudad como socios en la tarea de la extensión del evangelio. El apóstol afirmaba que se habían
afanado con él en la empresa de la difusión del mensaje de salvación y, para referirse a ello, utiliza el
lenguaje comercial de la época, del cual, ya hemos hablado anteriormente. A menos que Pablo usará
esta referencia a los filipenses como una libertad literaria, lo cual, nos consta que no es así, resulta
que el apóstol consideraba como socios suyos en la tarea del cumplimiento de la Gran Comisión a
personas que, en su inmensa mayoría, nunca abandonaron la ciudad natal de Filipo, ¿cómo podía ser
esto posible?
¿De qué modo estaban involucrados en su ministerio los filipenses? El capítulo cuatro, parte de cuyo
contenido ha sido reproducido en el texto base, nos ayuda a entenderlo. Allí, Pablo describe como fue
precisamente el apoyo económico que le prestaron los filipenses el que le permitió poder llevar a cabo
su ministerio evangelísitco. El apóstol menciona como recibió ayuda cuando estaba ministrando en la
ciudad de Tesalónica.
Podemos afirmar con total seguridad que los creyentes de la iglesia de Filipo se habían convertido en
los "socios capitalistas" del ministerio evangelístico de Pablo. Ellos ponían sus finanzas, es decir, lo que
estaba en aquellos momentos a su alcance, mientras que Pablo llevaba a cabo la tarea de
evangelización y discipulado. Y de este modo fue por él reconocido.
Pero más allá de lo que hicieron los filipenses, es importante resaltar la motivación, el porqué de sus
acciones. Las ofrendas de aquellos cristianos nacían de su sentido y responsabilidad misionera. Ellos
consideraban la participación en el ministerio del cumplimiento de la Gran Comisión como una
responsabilidad, sin embargo, dadas sus circunstancias, la participación financiera era la mejor manera
en que podían participar en aquella empresa común.
Pablo, al escribirles en el capítulo cuatro, no sólo reconoce su participación en esa empresa común,
también les reconoce el derecho a recibir unos dividendos, en este caso espirituales, como fruto y
resultado del apoyo económico por ellos provisto. Para apreciar este detalle lee los versículos 15 al 17
del capítulo mencionado.
Participar en la empresa del cumplimiento de la Gran Comisión está realmente al alcance de cualquier
creyente. Dios nos ha dado el privilegio de poder tener un impacto en el campo misionero más allá de
nuestros propios esfuerzos personales, los cuales, en muchos casos están tremendamente limitados
por diversas razones. Participando económicamente en la ayuda a diferentes ministerios misioneros
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podemos tener un impacto en el campo misionero más allá de nuestra propia ciudad o país. Cuando
invertimos en un grupo o agencia misionera estamos convirtiéndonos, literalmente, en socios de su
trabajo se desarrolle este dónde se desarrolle.
Pensemos por un momento en los dos grandes desafíos misioneros que afronta el cristianismo en
nuestros días. Por un lado, los centenares de millones de musulmanes que pueblan nuestro planeta.
La inmensa mayoría de ellos viviendo en países totalmente cerrados al trabajo y esfuerzo de los
misioneros. Por otro lado, la evangelización de la juventud. Alrededor del 50% de la población de
nuestro mundo tiene menos de dieciocho años de edad. Literalmente centenares de millones de
jóvenes necesitan ser alcanzados con el evangelio de salvación.
Dadas nuestras circunstancias personales podemos pensar que tal no haya nada que podamos hacer
por alcanzar a estos grupos. No estamos en condiciones de dejar nuestro trabajo para ir a un país
musulmán o, no nos consideramos capacitados para trabajar con los jóvenes de nuestro propio país.
La juventud es un grupo difícil y muy especial, y podemos considerar que nuestros dones y talentos
no están en línea para conectar con ellos. Sin embargo, si podemos participar en esta empresa
formando sociedad con los múltiples grupos y agencias misioneras que están, activamente trabajando,
para llevar el evangelio a estos grupos humanos. Por medio de nuestro apoyo financiero nos
convertimos en socios de semejante aventura misionera.
El formar sociedad con aquellos que están en el campo misionero no solamente es un gran privilegio
para nosotros, se trata también de una enorme responsabilidad que Dios nos ha encomendado. El
cumplimiento de la Gran Comisión (Mateo 28:18-20) no fue dado única y exclusivamente a los
apóstoles, tampoco a los primeros discípulos. No es una responsabilidad que incumbe de forma
selectiva a aquellos que están dedicados al ministerio a tiempo completo.
La Gran Comisión es un privilegio y una responsabilidad dada por igual a todos los creyentes sin
distinción. Es evidente que cada cristiano se involucrará en función de sus posibilidades y
circunstancias personales, pero ninguno está excluido del llamamiento de contribuir al cumplimiento
del mandato de Jesús. Sin duda algunos de nosotros nunca tendremos la oportunidad de contribuir
por medio de nuestra participación personal en el campo misionero, pero si estará a nuestro alcance
el hacerlo a través de nuestras ofrendas.
Cuando ofrendamos estamos siendo obedientes a lo que el Señor espera de nosotros. No existe ningún
mérito especial en hacerlo, es nuestra responsabilidad, es una muestra de nuestro amor hacia el Padre
y nuestra solidaridad hacia aquellos que están trabajando en el campo misionero, bien sea en nuestro
país o en países lejanos. Es evidente que dar produce gozo y satisfacción, sin embargo, no es este el
propósito por el que ofrendamos, es sin duda, un resultado de nuestra obediencia no es, sin embargo,
el motivo que nos impulsa.
Del mismo modo que lo hicieron los filipenses, también podemos participar como socios en la tarea
del cumplimiento de la Gran Comisión, por medio de nuestro apoyo en oración. Podemos ser socios
orando por aquellos que llevan el mensaje más allá de nuestra iglesia, comunidad o compañerismo
local. En la carta que Pablo escribió a aquella amada comunidad de Filipos, en 1:19, vemos que
aquellos cristianos eran también un ejemplo en este sentido. A menudo, escribiendo a otros grupos
de creyentes, Pablo les pedía que oraran por él, por sus necesidades personales y también por su
ministerio, véase en este sentido 1Tesalonicenses 5:25)
No es de extrañar que haya cristianos que afirmen que para que el compañerismo económico tenga
auténtico sentido, este debería ir acompañado de un compañerismo en la oración. Es fácil dar dinero
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de una forma mecánica y olvidarnos de orar e interceder por aquellos que están en el campo de
misión, dentro o fuera de nuestro propio país. Estas personas, a menudo, viven y afrontan
circunstancias personales, familiares, ambientales y ministeriales, difíciles y complejas. Situaciones,
que en función del contexto en el que se muevan, pueden llegar a ser auténticamente terribles.
Nuestro apoyo por medio de la oración, si auténticamente creemos en ella y su poder, puede
proporcionarles el apoyo y las fuerzas que tanto necesitan. De nuevo, podemos afirmar que el orar,
en este caso, no es únicamente una responsabilidad, se trata también de un auténtico privilegio para
nosotros. A este respecto, Jerry Bridges, en su libro ya citado, menciona una interesante frase de S.D.
Gordon, la cual reproducimos para terminar este estudio.
La mayor cosa que cada uno de nosotros puede hacer es orar. Incluso si personalmente podemos ir a
algún país lejano, aun así, habremos ido tan sólo a un lugar.
La oración nos pone en un contacto dinámico con el mundo. Hoy, una persona puede aislarse, y cerrar
la puerta, e invertir media hora de su vida por Dios en la India, como si estuviera allí de forma personal.
Sin duda tú y yo debemos invertir más medias horas para este servicio secreto.
OBSERVACIÓN
1. Anota las tres cosas más importantes que has aprendido al llevar a cabo este estudio
a.
b.
c.
2. Lee nuevamente los versículos correspondientes al texto base. Anota que te enseñan
acerca del compañerismo por medio del dar y/o por medio de la oración. Considera que
no necesariamente cada versículo trata de ambos aspectos, por tanto, no en cada cita
encontrarás enseñanzas sobre las dos vertientes.
Romanos 15:30-31
Efesios 6:19
Filipenses 1:3-5
Filipenses 4:10:17
1 Tesalonicenses 5:25
2 Tesalonicenses 3:1-2
3. ¿Por qué afirmamos que por medio de la oración y el dar nos constituimos en socios de aquellos
que están en primera línea en el campo misionero?
INTERPRETACIÓN
1. ¿Cuál es la empresa común a la que todos los creyentes estamos llamados a participar?
2. Tal vez tú no puedas, o no estés dispuesto a ir al campo misionero, bien sea este en tu propio país
o más allá de sus fronteras, pero, a pesar de ello, continúas siendo un socio y, por tanto,
responsable de esta empresa ¿Qué implicaciones ha de tener esto para ti?
3. ¿Qué relación, si alguna, existe entre nuestra oración y la expansión del evangelio? ¿Es nuestra
oración imprescindible? ¿Por qué? Justifica tus respuestas
APLICACIÓN
2. Si no lo estás ¿Qué te impide ser socio de un ministerio evangelístico a través del dar?
4. Toma la decisión de comenzar a orar de forma regular por un ministerio que se dedique a la
evangelización más allá de las fronteras de tu país. Busca información acerca de las personas que
componen ese ministerio, de sus necesidades personales, económicas y espirituales. Conoce cuál
es la situación del campo misionero en el que están sirviendo. Escríbeles y exprésales tu deseo de
orar y/o apoyarles económicamente de forma regular.
IDEA CLAVE
El compañerismo espiritual es una íntima comunión con otros creyentes, a través de la cual
compartimos, ministramos a otros creyentes y somos ministrados por ellos en diferentes áreas.
CASO DE ESTUDIO
Pablo lo estaba pasando realmente mal estos últimos meses. Hacia cinco años que era pastor de
jóvenes de la Primera Iglesia Interdenominacional de su ciudad. La pastoral juvenil había crecido
ampliamente durante estos años gracias a su liderazgo. El crecimiento numérico del grupo había sido
tan grande que se tomó la decisión de contratar a una persona para que trabajara con los adolescentes
con dedicación exclusiva.
Aquí empezaron todos sus problemas. La iglesia contrató a Susana Salvatierra, como pastora para el
grupo de adolescentes. Salvatierra era una muchacha soltera, muy guapa y atractiva y enormemente
eficaz en su trabajo. Susana y Pablo, que tan sólo era unos cinco años mayor, hicieron un buen equipo
desde el principio. Había una buena química entre ambos, no únicamente en el ámbito profesional,
también en el ámbito personal.
Poco a poco Pablo sintió que sentía una clara atracción sexual hacia Susana. Aquella muchacha le
gustaba y le atraía físicamente de un modo irresistible. Era difícil para Pablo evitar los pensamientos
lujuriosos y el deseo de tener relaciones con ella.
Su culpabilidad aumentaba al mismo ritmo que su atracción. En ocasiones, incluso le pasaba por la
mente la idea de seducirla y fugarse con ella, aunque eso significara dejar a su mujer y su hijita de dos
años. Con el paso de las semanas su angustia aumentó. Sentía que si la presión continuaba no podría
resistir más la tentación y acabaría haciendo alguna tontería. Sin embargo, no sabía qué hacer, ni a
quién dirigirse. El liderazgo de la iglesia era muy estricto, la sola mención de sus tentaciones y
problemas le habría valido el despido automático. Por otro lado, tampoco se sentía con libertad para
compartir su carga con otros creyentes. Con algunos, porque sería incomprendido y juzgado, con otros
porque sería una carga demasiado pesada para ellos, con otros por orgullo y necesidad de mantener
su imagen. Pablo era consciente de necesitar ayuda, pero no sabía dónde encontrarla.
¿Qué opinas del problema de Pablo? ¿Crees que lo descalifica para el ministerio?
¿Por qué Pablo no puede recibir ayuda de otras personas? ¿Qué impide que pueda buscar ayuda?
¿De qué modo podría Pablo ser ayudado? ¿Cómo una relación espiritual íntima con otros creyentes
podría ayudarle?
Si fueras amigo de Pablo e intuyeras el problema ¿Qué cosas podrías hacer para serle de ayuda?
TEXTO BASE
"Más valen dos que uno, pues mayor provecho obtienen de su trabajo. Y si uno de ellos cae, el otro lo
levanta. ¡Pero ay del que cae estando solo, pues no habrá quién lo levante! Además, si dos se acuestan
juntos, uno a otro se calienta; pero uno solo, ¿cómo va a entrar en calor? Uno solo puede ser vencido,
pero dos podrán resistir. Y, además, la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente"
(Eclesiastés 4:9-12)
"Aunque en realidad se trataría de animarnos mutuamente con esa fe de la que tanto vosotros como
yo participamos"
(Romanos 1:12)
"Amaos de corazón unos a otros como hermanos y que cada uno aprecie a los demás más que a sí
mismo"
(Romanos 12:10)
"El mensaje de Cristo llene con toda su riqueza vuestros corazones, y sed de veras maestros y
consejeros los unos de los otros"
(Colosenses 3:16)
"Al contrario, animaos unos a otros cada día, mientras dura ese "hoy" de que habla la Escritura, para
que ninguno de vosotros sea engañado por el pecado y su corazón se vuelva rebelde"
(Hebreos 3:13)
"Y estimulémonos mutuamente en la práctica del amor y de toda clase de buenas obras. Que nadie
deje de asistir a las reuniones de su iglesia, como algunos tienen por costumbre. Por el contrario,
animaos unos a otros, tanto más cuanto que estáis viendo que se acerca el día del Señor"
(Hebreos 10:24-25)
INTRODUCCIÓN
Dios ha diseñado la vida cristiana que necesitamos de Él y, a la vez, nos necesitamos los unos a los
otros. Desde la antigüedad, ya Aristóteles definió al ser humano como un animal social, un animal que
necesita y busca a otros. En la Palabra de Dios, ya en el libro de Génesis 2:18, el Señor afirmó que no
era bueno que el hombre estuviera solo. Pensemos en esto por un momento, Adán tenía una relación
única, singular y perfecta con Dios. Sin embargo, por las razones que únicamente Él en su soberanía
decidiera, determinó que una parte de nuestras necesidades no iba a ministrarlas o satisfacerlas Él
mismo de forma directa, sino más bien lo haría por medio de otros seres humanos. Todos sabemos
que el pasaje del primer libro de la Biblia se refiere al matrimonio, sin embargo, el texto de Génesis
puede ser interpretado en un sentido más amplio, y uno limitado únicamente al matrimonio.
Nadie puede vivir la vida cristiana de forma solitaria y aislada. Ya afirmamos en el primer estudio de
este libro que el compañerismo no era una opción, sino más bien un propósito de Dios para el
creyente. Además de ser un mandamiento, el compañerismo cristiano es una necesidad, debido a la
propia naturaleza del ser humano. Debido a ello, la comunión, esta faceta de la KOINONIA bíblica, no
es un lujo, sino una auténtica necesidad, vital para nuestra supervivencia espiritual.
Vimos que KOINONIA no sólo implica compartir una vida común con Cristo, comprobamos también
que implicaba compartir con otros creyentes aquello que Él nos ha dado. En este contexto hemos de
compartir con otros, haciéndolos partícipes, todo lo que Dios está haciendo en nuestras vidas, lo que
Él nos está enseñando por medio de su Palabra y las experiencias y circunstancias de la vida cotidiana.
En su libro True Fellowship, del que ya hemos hablado en varias ocasiones, su autor, Jerry Bridges, cita
al famoso escritor cristiano J.I. Packer, el cuál dice lo siguiente con relación al tema que estamos
tratando:
"No deberíamos… pensar de nuestro compañerismo con otros cristianos como un lujo espiritual, una
adición opcional a nuestros ejercicios de devoción privada. Por el contrario, deberíamos reconocer que
tal compañerismo es una necesidad espiritual; ya que Dios nos ha hecho de tal manera que nuestro
compañerismo con Él es alimentado por nuestro compañerismo con otros cristianos,
La experiencia y la lógica nos indican la necesidad vital que tenemos de la comunión con otros
creyentes. Ahora bien, si esto no fuera suficiente, tenemos también las claras indicaciones de la
Palabra de Dios en el mismo sentido y dirección. Recordemos las palabras que encontramos en el libro
de Eclesiastés 4:9-10:
"Más valen dos que uno, pues mayor provecho obtienen de su trabajo. Y si uno de ellos cae, el otro lo
levanta. ¡Pero ay del que cae estando solo, pues no habrá quién lo levante! Además, si dos se acuestan
Fundación Iglesia Gracia y Gloria
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juntos, uno a otro se calienta; pero uno solo, ¿cómo va a entrar en calor? Uno solo puede ser vencido,
pero dos podrán resistir. Y, además, la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente"
La ayuda de los demás es muy importante, especialmente, en aquellos esfuerzos de larga duración, ¡Y
qué duda cabe que la vida cristiana lo es! Permíteme ilustrarlo con una anécdota personal. Hace un
tiempo decidí correr la maratón, una carrera atlética de larga distancia, que consiste en recorrer 42
kilómetros. Durante varios meses me estuve preparando de forma concienzuda con otro amigo
cristiano. El entrenamiento consistía en acumular la mayor cantidad posible de kilómetros, por eso,
ambos procurábamos dedicar cada día una hora, o incluso más, a correr para estar en forma.
Cuando faltaban escasamente cuatro kilómetros para llegar al final, me planteé seriamente la
posibilidad de abandonar y tirar todo el esfuerzo por la borda. En aquel momento un corredor de edad
muy avanzada se puso a mi lado. Probablemente aquel hombre debería sobrepasar los sesenta y cinco
años de edad. Viéndome en una situación muy difícil le pedí si podía continuar la carrera a su lado, de
lo contrario abandonaría. Aquel hombre, no sólo disminuyó su velocidad para que yo pudiera correr a
su mismo ritmo, también estuvo animándome durante toda la distancia que restaba hasta la meta.
Pude finalizar la carrera, sin embargo, he de admitir que hubiera sido totalmente imposible para mí
de no haber contado con la ayuda de aquel corredor veterano. Su disposición a seguir mi ritmo, su
preocupación por mí y sus constantes ánimos me ayudaron a llegar a la meta. ¿Hace falta más
explicación para poder ver el paralelismo con la comunión entre los creyentes?
La vida cristiana es, en varias ocasiones, comparada con una carrera, con una carrera de larga
distancia, de resistencia. Pero no siempre tenemos la motivación, el ánimo, las fuerzas y el coraje para
seguir adelante. Dios pone a nuestro lado otros corredores para que con su ánimo y estímulo nos
ayuden a seguir adelante, a la meta.
En el texto base hemos tenido la oportunidad de leer los pasajes que se hallan en Hebreos 3:13 y 10:24
y 25. En estos versículos se nos mencionan dos aspectos más de la comunión entre los creyentes. En
primer lugar, el animarnos cuando hemos caído o estamos en situación o peligro de caer en la
tentación y el pecado. El segundo lugar, el animarnos, el estimularnos mutuamente a practicar el bien,
a vivir de tal manera que honremos al Señor y que pueda tener contentamiento con nuestras vidas.
Ayudarnos, pues, a practicar el bien y a evitar el mal.
La presión del grupo no necesariamente siempre ha de ser negativa. Los grupos pueden influir para
bien o para mal. La presión -vista esta en un sentido positivo- de nuestros amigos y compañeros
cristianos puede ser una fuente de inspiración, ánimo y estímulo para evitar el pecado y vivir una vida
de santidad.
Valga la pena aquí mencionar que la necesidad del apoyo y ánimo de los demás no es algo exclusivo
únicamente de los laicos. También los líderes y las personas que estamos dedicadas al ministerio
cristiano a tiempo completo tenemos esa necesidad. Es falsa, e incluso yo afirmaría que perniciosa, la
extendida creencia de que el líder ha de ser perfecto y totalmente carente de necesidades.
Fundación Iglesia Gracia y Gloria
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Tristemente, muchos líderes cristianos asumen esa idea y viven aislados y solitarios, sin poder
compartir ni verbalizar sus necesidades y, por tanto, sin poder recibir ningún tipo de ayuda, estímulo
y socorro de parte de los demás.
Pablo nos demuestra la falacia de tal tipo de razonamiento. Él nos muestra claramente que no es así,
él necesitaba la comunión espiritual con otros cristianos y así lo manifestó abiertamente en Romanos
1:12 cuando escribiendo a los creyentes que vivían en Roma les dijo: "Porque deseo veros y prestaros
alguna ayuda espiritual, para que estéis más firmes; es decir, para que nos animemos unos a otros con
esta fe que vosotros y yo tenemos" ¿Pura retórica de parte del apóstol? ¡Lo dudo! Pablo estaba
expresando una necesidad auténtica y, además, genuina.
Jerry Bridges, a quien ya hemos mencionado en varias ocasiones, indica que son necesarias dos
condiciones básicas para poder tener y vivir esta faceta de la KOINONIA cristiana. En primer lugar,
menciona que es preciso tener una comunión viva y dinámica con Dios. Si no pasamos tiempo con el
Señor no podemos conocerle ni aprender de Él, por tanto, no tendremos nada qué compartir con otros
creyentes. Tiene todo el sentido del mundo ¿verdad? Al fin, y al cabo, la Biblia ya advierte que "de la
abundancia del corazón habla la boca"
2. Considerar las cargas y las necesidades de los otros como propias. La Palabra de
Dios es clara en este sentido y, este punto, como es evidente está íntimamente
ligado con el anterior. La Biblia nos dice que sobrellevemos los unos las cargas de
los otros, también nos indica que tengamos la capacidad y la sensibilidad de
gozarnos con los que se gozan y llorar con los que lloran.
Ahora bien, sin duda, estamos de acuerdo en la necesidad de la comunión espiritual con otros
creyentes. De hecho, este es uno de los valores que más a menudo se le da a la palabra compañerismo,
pero ¿qué significa esto en la práctica? Veamos algunos aspectos específicos en los que podemos
concretar nuestra comunión con otros creyentes.
Cuando hablamos de compartir lo que el Señor nos está enseñando no nos referimos a nuestra
erudición o conocimiento intelectual de las Sagradas Escrituras, más bien nos referimos a aquellas
cosas que recibimos de Él y pueden ser de estímulo para otros en su vida cotidiana.
La mutua supervisión es la disposición a que otro creyente, a quien previamente tú le has dado esa
autoridad, te cuestione y te supervise en aquellas áreas de tu vida que hayáis acordado. Puede ser en
el área de las finanzas, o tal vez, de tu pureza sexual. Conozco creyentes que tienen este tipo de
supervisión en esas áreas de sus vidas. Otros, dado a que tienen una cierta tendencia a ser
desequilibrados con el uso de su tiempo, se someten a supervisión en ese aspecto conflictivo de sus
vidas. Pero la supervisión no necesariamente ha de ser con relación a áreas de pecado o debilidad.
Podemos ser, así mismo, supervisados en nuestros planes, en metas que deseamos alcanzar o en
proyectos que hemos acometido o estamos por acometer.
Si la mutua supervisión es una necesidad para todo creyente, no es descabellado ni exagerado afirmar
que todavía lo es más para aquellos creyentes que están en una posición de liderazgo. Podemos
afirmar tajantemente que, a mayor proyección pública de nuestro liderazgo, más necesidad de
supervisión. Y esto, es así, debido a que tenemos más responsabilidad, más presiones y más
implicaciones en todo aquello que hacemos y/o dejamos de hacer.
Finalmente, para acabar esta introducción vamos a reproducir las cualidades, que, en opinión del
citado escritor, Jerry Bridges, deberíamos tener, por un lado, nosotros mismos y, por otro lado, buscar
en aquellos con los que deseamos tener este tipo de compañerismo espiritual.
1. Un deseo, respaldado por acciones, de crecer en el Señor en dos áreas, en nuestro carácter
personal y en el ministrar a otros.
2. Una habilidad para entender e identificarnos con las necesidades, frustraciones y
tentaciones de otros, pero de una forma objetiva. Las personas necesitan comprensión,
pero no lástima.
3. Una habilidad para ser totalmente confidencial, de esa manera, las personas podrán
compartir lo que hay en lo más profundo de sus corazones.
4. Una disponibilidad y voluntad para comprometernos a buscar el bienestar espiritual de
otros.
5. La madurez para reconocer que no tenemos todas las respuestas para las necesidades de
la vida, pero que estamos dispuestos juntamente con ellos a agonizar, orar e investigar las
Escrituras en busca de respuestas.
6. Una disponibilidad y voluntad para ser honestos con las personas, no permitiendo que una
persona continúe sin ser desafiada en una actitud o acción que es incorrecta.
OBSERVACIÓN
1. Anota las tres cosas más importantes que has aprendido al llevar a cabo este estudio
a.
b.
c.
2. Repasa de nuevo todos los pasajes del texto base y en el cuadro provisto a continuación
anota lo que te enseñan acerca de la necesidad que tenemos los unos de los otros y cómo,
de qué manera podemos expresar nuestro compañerismo espiritual. Recuerda que no
necesariamente cada cita te proporcionará información sobre ambos aspectos.
Eclesiastés 4:9-12
Romanos 1:12
Romanos 12:10
Gálatas 6:2
Efesios 5:21
Colosenses 3:16
Hebreos 3:13
Hebreos 10:24-25
Santiago 5:16
INTERPRETACIÓN
1. ¿Es posible afrontar la vida cristiana en solitario? ¿Qué razones prácticas pueden justificar tu
respuesta?
4. ¿Cuáles son las dos condiciones básicas para poder experimentar esta dimensión de la
KOINONIA bíblica?
5. ¿Qué razones pueden impedir el desarrollo de una auténtica comunión espiritual con
otros cristianos?
6. ¿Qué características pedirías a una persona con la que desearas establecer una comunión
espiritual íntima?
APLICACIÓN
1. ¿Tienes una persona o personas con las que puedas tener una comunión espiritual íntima? En caso
negativo, ¿crees que te sería de ayuda el contar con este tipo de compañerismo espiritual? Si tu
respuesta es positiva, dedica ahora mismo un tiempo a pedirle al Señor que te provea de este
tipo de personas o personas. Haz de ello una oración constante hasta que las veas respondida.
2. ¿Estás disponible para que Dios pueda usarte para ser de ayuda para otros creyentes?
¿Buscas oportunidades para ello, o estás demasiado centrado en tus propias necesidades?
3. Jerry Bridges, en su libro, True Fellowship, indica las cualidades que deberíamos tener, y
buscar en las personas con las que deseemos tener una íntima comunión espiritual. A
continuación, las hemos colocado en un cuadro, de tal forma, que puedas hacer una
evaluación de tu vida a la luz de las mismas.
Una disponibilidad y
voluntad para
comprometernos a
buscar el bienestar
espiritual de otros.
La madurez para
reconocer que no
tenemos todas las
respuestas para las
necesidades de la vida,
pero que estamos
dispuestos juntamente
con ellos a agonizar,
orar e investigar las
Escrituras en busca de
respuestas.
Una disponibilidad y
voluntad para ser
honestos con las
personas, no
permitiendo que una
persona continúe sin
ser desafiada en una
actitud o acción que es
incorrecta.
4. Una vez llevada a cabo la evaluación ¿Qué cosas prácticas puedes hacer para mejorar en
aquellas cualidades en que precises hacerlo?
5. Podemos compartir con otros tan sólo en la medida en que nosotros mismos recibimos y
aprendemos de Dios. El estudio y la meditación de la Biblia son pieza clave para ello. A
continuación, te sugerimos tres sencillos pasos que te ayudarán a sacarle el máximo
provecho a tu estudio de la Biblia.
Se trata de aplicar, de poner en práctica en tu vida cotidiana lo que has descubierto y entendido en el
pasaje que estás estudiando. Las preguntas claves que te ayudarán en esta tarea son:
El Nuevo Testamento nos enseña que compartir nuestras posesiones con aquellos que están en
necesidad es una de las facetas más importantes del compañerismo cristiano
CASO DE ESTUDIO
El consejo de iglesia estaba reunido. Habían estado discutiendo durante dos horas y había sido
imposible llegar a ningún acuerdo. Luis Pérez y Jorge Retrepo, los dos miembros más prominentes del
consejo sostenían ideas contrarias y, al parecer, totalmente irreconciliables.
No podemos ser insensibles a la situación de nuestros hermanos de la provincia del sur, comentó de
forma enfática Luis Pérez, las inundaciones han dejado a muchas familias en una situación penosa, es
nuestro deber ayudarles. Es una muestra de comunión y compañerismo.
Casi sin permitir que el hermano Pérez acabara, Jorge Restrepo volvió a exponer, una vez más, su
opinión al respecto. Luis, una cosa no tiene nada que ver con la otra. Tú confundes los términos.
Naturalmente que sentimos simpatía, dolor y compasión por nuestros hermanos, pero no olvides que
el compañerismo no tiene nada que ver con compartir nuestros recursos económicos. Para compartir
los recursos tiene que haber una unión, un vínculo más intenso que el mero hecho de ser creyentes.
Si así fuera, deberíamos estar compartiendo con todos los creyentes del mundo y, no me negarás, que
eso es totalmente imposible. Además, aquella gente ni siquiera pertenecen a nuestra propia
denominación.
Jorge, añadió Luis pacientemente, soy consciente que es imposible compartir nuestros escasos
recursos con todo el mundo. Sin embargo, la diferencia es que estos hermanos del sur sean o no sean
de nuestra denominación, nos han pedido ayuda para poder socorrer a una buena cantidad de familias
necesitadas. Son nuestros hermanos en Cristo, no podemos hacer oídos sordos a sus lamentos y
necesidades, ¿qué clase de compañerismo podemos tener con ellos si nos negamos a ayudarles?
Yo los reconozco como hermanos, comentó Jorge, y creo que tenemos un compañerismo espiritual,
soy consciente de que somos miembros del mismo cuerpo, sin embargo, no me siento obligado como
tú, creo que tenemos dos conceptos diferentes acerca del compañerismo cristiano.
Jorge Restrepo acabó su intervención con la frase "creo que tenemos dos conceptos diferentes acerca
del compañerismo cristiano" Descríbelos:
¿Son correctos ambos conceptos? Si tú respuesta es positiva ¿Por qué ambos son correctos?
Si tu respuesta fue negativa ¿Cuál de ellos es correcto? ¿Por qué razón es correcto?
¿De qué modo crees que el compañerismo cristiano tiene relación con el compartir nuestros recursos?
TEXTO BASE
"Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que hay entre los
santos que están en Jerusalén. Pues les pareció bueno y son deudores a ellos; porque si los gentiles
han sido hechos participantes de sus bienes espirituales, deben también ellos ministrarles de los
materiales"
(Romanos 15:26-27)
"Ahora, hermanos, queremos contaros cómo se ha mostrado la bondad de Dios en las iglesias de
Macedonia. A pesar de las pruebas por las que han tenido que pasar, son muy felices; y pesar de ser
muy pobres, sus ofrendas han sido tan generosas como si fueran ricos. Yo soy testigo de que han
ofrendado lo que podían, y aún más de lo que podían. Nos rogaron mucho que les permitiésemos
tomar parte en esta ayuda para el pueblo de Dios"
(2 Corintios 8:1-3)
"Así tendréis toda clase de riquezas, y podréis dar generosamente. Y la colecta que enviéis será motivo
de que por medio de nosotros los hermanos den gracias a Dios. Porque al llevar esta ayuda a los
hermanos, no sólo les llevamos lo que les hace falta, sino que los movemos a dar muchas gracias a
Dios. Y alabarán a Dios, pues esta ayuda les demostrará que vosotros obedecéis al evangelio de Cristo,
y también honrarán a Dios por vuestra contribución para ellos y para todos"
(2 Corintios 9:11-13)
"Incúlcales que practiquen la virtud, que atesoren buenas obras, que sean generosos y desprendidos"
(1 Timoteo 6:18)
"Y no os olvidéis de hacer el bien y compartir vuestras cosas con los demás, pues esos son los sacrificios
que agradan a Dios"
(Hebreos 13:16)
"Ahora bien, si quien nada en la abundancia ve que su hermano está necesitado y cierra el corazón,
¿tendrá valor para decir que ama a Dios?"
(1 Juan 3:17)
INTRODUCCIÓN
Compartir nuestros recursos y posesiones materiales con aquellos que están en necesidad es el uso
que con más frecuencia se hace de la palabra koinonia en las páginas del Nuevo Testamento. Esto
puede producirnos cierta sorpresa, especialmente, porque estamos acostumbrados a identificar el
compañerismo cristiano, de forma básica y primaria, con nuestras relaciones sociales con otros
miembros de la iglesia o con otros creyentes de otras iglesias y denominaciones. Pero, por
sorprendente que nos parezca, koinonia, si bien no de forma exclusiva, es mayoritariamente
identificada en la segunda parte de la Biblia con el compartir los recursos para satisfacer a aquellos en
necesidad. No debería extrañarnos, ya indicamos que una de las vertientes o facetas del
compañerismo cristiano es compartir con otros, por tanto, resulta natural que algo que podamos
compartir sean nuestros recursos con aquellos que se encuentran en necesidad.
Tener cuidado de otros creyentes, preocuparnos por satisfacer sus necesidades más perentorias es,
sin duda, una clara expresión de nuestro amor por ellos. Si vuelves a repasar los pasajes del texto base
notarás que hemos resaltado con letra cursiva la palabra usada en castellano para traducir el término
griego koinonia. Compartir con otros nuestra vida espiritual, pero también nuestros bienes y
posesiones es una clara expresión de compañerismo cristiano, de koinonia, para con otros creyentes.
Compartir nuestros bienes y posesiones es nuestra responsabilidad. La Palabra de Dios nos lo muestra
con total y meridiana precisión, nos exhorta a que compartamos nuestros recursos con otros. Es
importante para nosotros entender que compartir no es una cuestión optativa, no es un asunto de
benevolencia o piedad personal, se trata más bien de una responsabilidad, de una necesidad a la que
nos vemos llamados e impulsados por las Escrituras.
No damos porque somos piadosos. No damos porque las necesidades de otros apelan a nuestras
emociones. Tampoco damos porque el sentimiento positivo y gratificante que experimentamos al dar.
Damos primera y primordialmente porque necesitamos y queremos ser obedientes a Dios. El Dios
mismo quien nos ha dado el mandamiento de compartir. Llegados a este punto es importante para
nosotros recordar que la Biblia nos enseña que nuestra obediencia es una clara muestra de nuestro
amor hacia el Señor.
Algunas personas, de forma equivocada, animan a otros a dar porque de esta manera Dios les dará a
ellos. Dan para recibir. Sin embargo, no es esta la motivación que el Señor nos enseña ha de regir
nuestro dar. Damos en obediencia, una obediencia que es una respuesta al amor incondicional del
Señor hacia nosotros. Es posible, que el dar conlleve como resultado, o tal vez no, las bendiciones de
Dios, pero en ninguna manera ésta ha de ser la razón que nos mueva a compartir con otros. No
debemos confundir los posibles resultados con las motivaciones.
En la Biblia encontramos que Dios nos da a fin de que nuestros recursos, nuestra abundancia, pueda
suplir las carencias y necesidades de otros (2 Corintios 8, especialmente los versículos 12 al 15).
Realmente, resulta un tanto difícil el creer que puede existir una auténtica kononia cuando nos
mostramos insensibles a las necesidades de aquellos con los que compartimos una vida en común.
Es precisamente el hecho de que todos los creyentes, sin importar nuestro trasfondo social, político,
cultural, económico o geográfico, compartimos una vida en común lo que da sentido al compartir, es
la razón que justifica y explica el porqué es tan importante y natural que compartamos nuestros
recursos. Ya indicamos en un estudio anterior que al aceptar a Cristo pasamos a formar parte de su
cuerpo en calidad de miembros. Un cuerpo del cual Él es la cabeza rectora y, todos los demás,
miembros los unos de los otros.
Partiendo de esta realidad no podemos, bajo ningún concepto, ser insensibles al dolor y a las
necesidades de otros miembros de ese cuerpo. El apóstol Pablo nos enseña con total claridad que
cuando un miembro de ese cuerpo sufre, todos los demás solidariamente deberían sufrir. Tiene todo
el sentido del mundo, cuando un miembro sufre, todo el organismo sufre con él de forma solidaria,
incluso, cuando otros miembros no experimentan directamente los resultados del dolor, la necesidad,
la enfermedad. ¿Sería exagerado afirmar que cuando un cuerpo no funciona de ese modo, algo malo,
patológico está sucediendo?
Los primeros cristianos tuvieron una clara percepción del principio espiritual antes mencionado,
también la tuvieron de las implicaciones prácticas que ello conllevaba. Sin duda aquello fue lo que
movió a los cristianos de la comunidad de Jerusalén a compartir sus propiedades para que las
necesidades del cuerpo, en su conjunto, fueran satisfechas. Eso mismo impulsó también a los
cristianos de Filipos. Su caso es, si cabe, todavía más significativo. Al fin y al cabo, los cristianos de
Jerusalén fueron solidarios con personas de su propia ciudad y comunidad. No fue así el caso de los
cristianos de la ciudad helénica de Filipos, ellos se sintieron responsables y quisieron ministrar a
Fundación Iglesia Gracia y Gloria
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creyentes de los que nada sabían y a los que nunca conocerían de forma personal. Sin embargo, su
koinonia le movió a ese tipo de responsabilidad.
Compartir nuestros recursos es un privilegio. De nuevo son los filipenses los que nos iluminan el
camino a seguir. Ante la tremenda necesidad económica que se había dado en la iglesia de Jerusalén
el apóstol Pablo decidió recoger finanzas entre todas las iglesias cristianas que estaban en su círculo
de influencia. Pablo, conocedor de la extrema situación económica de la iglesia en Filipos decidió
exonerarles de la carga de tener que contribuir. Sin duda, la situación de aquella comunidad debía ser
muy dura para que el apóstol tomara semejante decisión.
No sabemos muy bien por medio de qué conductos, pero la noticia de la ofrenda llegó a oídos de los
cristianos de Filipos. Estos, al enterarse de que habían sido excluidos se sintieron molestos, molestos
porque se les negaba el privilegio de poder tener koinonia práctica con otros creyentes ministrándolos
en sus necesidades. Su respuesta no se hizo esperar, se pusieron en contacto con Pablo y le pidieron
insistentemente que se les permitiera el privilegio de colaborar en ministrar las necesidades de los
santos en Jerusalén.
Las personas que están acostumbradas a dar experimentan el privilegio y el gozo de poder ser parte
en los planes del Señor para ministrar a otros creyentes en sus necesidades Él es gozo que se
desprende de saberse en la voluntad de Dios, de ser consciente de ser un instrumento en las manos
del Señor para llevar a cabo sus propósitos en la vida de otros creyentes.
Finalmente, compartir nuestros recursos da gloria a Dios. Cuando creyentes, compartiendo sus
recursos, satisfacen las necesidades de otros creyentes, Dios es glorificado. El Señor recibe gloria
porque los creyentes que son ministrados son conscientes de que Dios ha cumplido su promesa de
ministrarles y cuidarles y lo ha hecho por medio de otros hermanos, otros miembros del cuerpo de
Cristo. Jerry Bridges, en su obra ya varias veces citada, dice a este respecto:
Dios usa una variedad de personas y medios para llevar a cabo su obra. Él ha prometido suplir las
necesidades de sus hijos, y a menudo, lo hace por medio de otros hijos suyos. Él ha ordenado que los
miembros del cuerpo deberían cuidar los unos de los otros por medio del mutuo dar
Dios es, además, doblemente glorificado. Lo es porque nuestro Señor siempre recibe gloria cuando
sus hijos son obedientes a sus mandamientos. Lo es porque aquellos que han sido ministrados en sus
necesidades económicas dan gloria y gratitud al Señor por su fidelidad.
OBSERVACIÓN
1. Anota las tres cosas más importantes que has aprendido al llevar a cabo este estudio
a.
b.
c.
2. Repasa de nuevo todos los versículos correspondientes al texto base. Anota que te enseñan acerca
del compartir como un mandamiento y como un privilegio y un medio para glorificar a Dios.
Romanos 15:26-27
2 Corintios 8:1-3
2 Corintios 9:11-13
1 Timoteo 6:18
1 Juan 3:17
Hebreos 13:16
INTERPRETACIÓN
1. Somos miembros de un mismo cuerpo. Debemos compartir para cubrir las necesidades de otros
creyentes ¿Qué relación existe entre ambas verdades espirituales?
c. Ponte en el lugar de los filipenses. Eran personas pobres y con necesidades. Ellos se privaban
para cubrir las necesidades de los cristianos de Jerusalén, gente que ni conocían, ni
probablemente conocerían nunca
3. ¿Qué significa que somos colaboradores de Dios para ministrar las necesidades de otros?
5. Lee 1 Juan 3:17 ¿Qué quería enseñar Juan por medio de este pasaje?
APLICACIÓN
1. ¿Incluye tu compañerismo cristiano el compartir tus recursos con aquellos que están en
necesidad?
b. ¿Qué puedes y debes hacer para satisfacer esas necesidades? Por favor haz un esfuerzo para
ser práctico.