4 - Dos Son Igual A Uno

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PROCLAIM

DOS SON IGUAL A UNO


El Banquete de Boda del Cordero

EMPEZANDO

Esta guía catequética es un ejemplo sobre cómo presentar este


tema acorde con la edad de los participantes y de forma atractiva
para los adolescentes. Es más una guía orientativa que un guion
y se ha creado como herramienta para que el presentador pueda
preparar una charla adaptada al grupo de jóvenes. Puede que
en la guía haya más información de la que se necesita para el
contexto. Léela y reza para ver qué necesitará oír tu grupo de
adolescentes. Tu eres el experto en tu grupo y sabes el alcance y
profundidad del contenido que necesitan.

Trata los Conceptos Clave en la charla y luego adapta, condensa


o amplia las secciones para personalizar el Proclaim. Los medios
ofrecen recursos creativos para poder presentar la información
y mantener la atención de los adolescentes. Considera las
recomendaciones en la sección de recursos o busca recursos
propios para añadirlos en la charla. Si los adolescentes pueden
profundizar más en el tema incorpora información en la caja de
información llamada “para profundizar”. Por último, practica tu
charla, se tú mismo y confía en el Espíritu Santo, que hará el resto.

KEY CONCEPTS

• Durante la Comunión, el Esposo, Jesús, se une con su


Esposa, la Iglesia.
• La Eucaristía era el plan de Dios desde el principio; ni los
que siguieron a Jesús personalmente pudieron gozar de
la cercanía y la intimidad que se nos ofrece a través del
Santísimo Sacramento.
• Fortalecidos por la gracia, somos llamados a tener una
vida evangélica de valentía y virtud, que da un fruto que
permanecerá.

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TÉRMINOS CLAVE

Evangelización: Compartir con otros la Buena Nueva de la vida,


muerte y resurrección de Jesús para librarnos del pecado y para
que entráramos en relación con Él.

GUÍA CATEQUÉTICA

¿Aceptas a Este Hombre?

Propón a un catequista casado que hable sobre cómo comparte


su vida con su cónyuge. O Invita a un matrimonio a que cuente
su experiencia.

En una boda, el sacerdote o diácono puede decir: “Lo que Dios


ha unido, que no lo separe el hombre”. El matrimonio es la unión
entre dos personas que une el marido y la mujer con un lazo
único e íntimo. Ambos entran de forma voluntaria para darse al
otro, y dedicar todo su ser a amar y servir al otro. Es la relación
más íntima que puede tener una pareja, dos personas que se
cuidan mutuamente como si fueran una. (CEC 1621)

Dios siempre ha buscado esta relación cercana con nosotros. En


muchos puntos del Antiguo Testamento, Dios expresa su deseo
de tener una relación cercana con nosotros.

Proyecta y lee Éxodo 29:45-46.

Dios quiere tener una relación cercana con nosotros. No quiere


que simplemente lo sirvamos como a un amo. Al contrario, Dios
quiere asegurarse de que tenemos lo que necesitamos y de que
estamos protegidos. Escoge expresar su amor por nosotros. Y a
cambio, desea que podamos hacer lo mismo por Él. Pero ¿cómo
podríamos, nosotros como humanos, conectar de una forma tan
cercana con Dios? (CEC 796)

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Profundiza
Proyecta y lee Isaías 61:10.

En muchos pasajes de la Biblia, como en este versículo


de Isaías, el amor de Dios por nosotros se compara con el
de un esposo y una esposa. La Iglesia sigue usando esta
imagen para expresar nuestra relación íntima con nuestro
Señor. Puede parecer extraño comparar nuestra relación
con Dios con la relación entre un matrimonio. Pero un
esposo y una esposa tienen una relación muy íntima, y esto
es precisamente lo que Dios quiere tener con nosotros.
Dios usa la relación ideal entre un esposo y una esposa
para mostrar que busca una relación con nosotros lo más
cercana posible.

La Rendición del Vencedor

Desde el principio, Dios tenía un plan para asegurarse de que


pudiéramos tener siempre una relación profunda e íntima con Él.
Quiere estar tan cerca de nosotros que estamos unidos a Él física y
espiritualmente.

Jesús comparte con sus seguidores cómo va a ocurrir esto, aunque


les costara entenderlo en su momento. Les cuenta que necesitamos
comer su Carne y beber su Sangre para tener vida eterna.

Esta enseñanza de consideraría un fracaso en el ámbito de las


relaciones públicas. Y claro, muchas personas se resistieron a la
idea de consumir sangre y carne, no solo por parecer canibalístico,
sino también porque violaba la ley judía. En una época en la cual
alabamos a los influencers, a los seguidroes de Jesús actuales
quizá también nos cueste entender el por qué de esta enseñanza.
Quizá nos preguntamos si Jesús lo podrá haber explicado de una
forma más delicada y aceptable.

Jesús tenía muchos seguidores. Había multitudes que lo habían


visto tomar cinco panes y dos peces y alimentar a cinco mil
personas. Este mandamiento de consumir Su Carne y Sangre
fue demasiado para muchos y Jesús perdió un gran número de
seguidores.

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Fíjate que, a menudo, Jesús hablaba de forma simbólica y luego
explicaba lo que quería decir en los Evangelios. Pero en este pasaje,
Jesús se dirige a sus seguidores más cercanos, los apóstoles. No
se corrige ni aclara nada, sino que les pregunta si ellos también lo
van a dejar. Jesús lo decía en serio.

Una diferencia entre Jesús y los influencers actuales es que


Jesús no quería un mensaje popular diseñado para atraer a más
seguidores. Jesús desea amar, y no hay mejor forma de amar que
darse por completo a otra persona. Jesús se da por completo a
nosotros para que podamos llegar a ser más como Él. (Levítico
17:13-14, Mateo 14:13-21; Juan 6:53-56, 60, 66)

Un esposo y una esposa se dan el uno al otro. Muchas veces esto


incluye renunciar a sus deseos y necesidades. Puede traducirse en
renunciar a tiempo con los amigos para pasar más tiempo con el
cónyuge o comer algo que no les gusta tanto porque es la comida
favorita del cónyuge.

Los matrimonios saludables tienen límites. Un hombre o una mujer


casados se aseguran de reservar la cercanía que tienen con el
cónyuge solo para el cónyuge. El amor y el compromiso que se
comparte en el Santo Matrimonio refleja de forma imperfecta el
amor y compromiso de Jesús. Él dedicó toda su vida a nosotros
y renunció a ella por nuestra salvación. Jesús tiene suficiente
poder para conquistar la muerte. Aun así, se humilla para estar
verdaderamente presente en la Eucaristía.

Empezar por el Final

El momento de recibir la Eucaristía es hacia el final de la misa,


pero esto es solo el principio. En ese momento, recibimos gracias
de Dios. Estas gracias nos ayudan a construir nuestra relación con
Él, pero nos da mucho más. En este don, Él no solo nos llama a
acercarnos, sino que nos llama de la misma forma que lo hace con
sus discípulos.

Proyecta y lee Mateo 28:19-20.

A veces, la familia y los amigos pueden saber que alguien se ha


enamorado por la forma de actuar. Quizás por cómo habla de la
persona a la que ama, o porque está resplandeciente de alegría.
Cuando salimos de la iglesia con Jesús dentro de nosotros, podemos
entrar en el mundo con valentía y emoción para compartir el gran

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regalo que tenemos en nuestro Señor y Salvador. (CEC 2003)

Cuando salimos de la misa, somos fortalecidos por la gracia.


Nuestros corazones se han acercado al corazón de Jesús. Él nos
llama a salir y a ayudar a los demás a conocer cómo es su amor
por ellos. Las gracias recibidas nos dan las herramientas para
ser las manos, los pies y la voz de Jesús en el mundo que nos
rodea. Podemos usar las manos y los pies para dar de comer a
los que tienen hambre donando nuestra comida, tiempo o dinero
a organizaciones que cuidan de las personas en situación de
necesidad. Podemos usar los pies para salir y visitar residencias de
ancianos o incluso ir hacia alguien que sabemos que necesitaría
un amigo. Podemos usar la voz para hablar en favor de los que no
pueden hacerlo por ellos mismos: a veces, con nuestras palabras,
como cuando alguien nos trata mal; otras veces, podemos usar
internet para acudir a legisladores y dirigentes para abogar por la
justicia hacia un grupo de personas ignoradas u olvidadas.

También tenemos que recordar no tener miedo de sentirnos


incómodos. Puede parecer intimidante hablar sobre nuestra
fe, especialmente con aquellos que sabemos que no creen
en lo mismo. Pero esto es precisamente lo que nos pide Jesús:
Hablarle al mundo sobre él. Compartir el amor de Jesús se llama
evangelización, y puede tener mala reputación. Evangelizar no es
forzar a alguien a aceptar nuestras creencias. Forzar a las personas
no es saludable, no es así como funciona nuestra relación con Dios
ni cómo Él quiere que lo demos a conocer a los demás.

Hablar con la gente sobre Jesús debería ser un acto de amor.


Queremos que reciban lo que hemos recibido. Queremos que
conozcan el amor que hemos conocido. Evangelizamos porque
sabemos que Jesús puede sanar y dar paz a quien sufre. Lo
compartimos porque lo que ofrece Jesús es verdaderamente la
Buena Noticia. La eucaristía es el tesoro más grande; hay suficiente
para todos. Queremos que los demás le entreguen sus cargas.
Queremos que tantas personas como sea posible completen el
proceso del RICA (Rito de Iniciación Católica para Adultos) para
prepararse para recibir este precioso regalo de Jesús. Y una vez
lo reconozcan genuinamente en el altar, sus vidas van a cambiar
para siempre. Jesús lo ha dejado claro en el Nuevo Testamento,
mediante todos los santos, y mediante nosotros, los que nos
esforzamos por escribir nuestra propia historia: Una vez nos
hayamos encontrado con Jesús, nuestras vidas nunca van a ser
iguales.

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