Psicoligía Del Trabajo Social
Psicoligía Del Trabajo Social
Psicoligía Del Trabajo Social
PSICOLOGÍA PARA EL
TRABAJO SOCIAL
1
“Los hombres necesitan quien les mueva a menudo la
compasión en el pecho, y las lágrimas en los ojos, y les
haga el supremo bien de sentirse generosos: que por
maravillosa compensación de la naturaleza aquel que
se da, crece”
José Martí
2
INDICE
Introducción 4
3
INTRODUCCIÓN
4
Algunos fundamentos teóricos metodológicos de la Psicología.
“¡El que tiene imaginación, con qué facilidad saca de la nada un mundo!”.
Gustavo Adolfo Bécquer.
A todos estos ¨fenómenos¨ que forman parte del mundo interno, espiritual o
subjetivo del hombre se les denomina PSÍQUICOS (el término ¨psiquis¨ del
griego ¨psiké¨ quiere decir alma). Todos ellos se manifiestan en forma ideal. Es
evidente, que la percepción que cualquiera de nosotros puede tener de una
computadora es algo totalmente diferente de la computadora real, del objeto
concreto que está sobre el escritorio; igualmente sucede con el recuerdo, por
ejemplo, el recuerdo de alguien que presenció las muestras de alegría y el
apoyo demostrado por los venezolanos cuando el regreso de Hugo Chávez al
Palacio de Mira flores el día trece de abril del 2002, es diferente de lo que
aconteció realmente en ese momento.
Dada la característica ideal que poseen los fenómenos psíquicos sólo podemos
identificarlos a través del comportamiento del sujeto. Por ejemplo, la imagen
que tú puedas tener de algo, ya sea un objeto o un hecho, a otros les resulta
imposible verla, tocarla o medirla como pudiera hacer un cirujano u otro
especialista con cualquiera de tus órganos internos, esto mismo sucede con tus
sentimientos o emociones, solamente es posible conocer la existencia de un
profundo sentimiento de amor de una persona hacia otra, por las acciones de
afecto que esta persona muestre.
5
Ahora bien, el reflejo es una propiedad esencial de toda la materia. En los
diferentes fenómenos y objetos se reflejan las influencias de aquello que tiene
alguna incidencia en ellos. Piensa en lo siguiente, ¿qué sucede a un objeto que
está cercano a otro que se está quemando?, de hecho llegarás a la conclusión
de que en el primero aumenta la temperatura porque éste refleja el calor
producido por el segundo. Algo parecido pasa en nosotros cuando al recordar
la imagen de un ser querido nos representamos toda una serie de
características propias de esa persona.
Existen diferentes tipos de reflejos, los reflejos físicos, los reflejos químicos y
los reflejos psíquicos; pero estos últimos (los reflejos psíquicos) son una forma
superior de reflejo, que se determina por la relación que se establece entre las
condiciones externas (objetivas) y las condiciones internas del sujeto. Esto
quiere decir, que lo psíquico está determinado por la relación activa que se
establece entre el sujeto y el medio. En el hombre, por ejemplo, la relación
activa que se establece con el medio social es lo que, fundamentalmente,
determina el surgimiento del nivel psicológico humano, es decir, la formación
de ideas, conceptos, emociones, sentimientos, etc.
6
Lo biológico: Se requiere de un sistema nervioso que posea las
características anatomo-fisiológicas del cerebro humano, esta es una condición
interna básica, sin la cual es imposible asimilar y asumir los comportamientos
humanos. Las manifestaciones externas del individuo dependen del nivel de
reflejo que éste tiene de la realidad y ello está en correspondencia con el tipo
de organización y el funcionamiento de su sistema nervioso.
Este hecho, ocurrió en la India, a principios del pasado siglo, resulta que un
misionero tuvo noticias de que entre una manada de lobos se movían dos
sujetos que al parecer tenían figura humana. Se puso al acecho y,
efectivamente, para sorpresa de todos, se trataba de una niña de
aproximadamente 8 años, a la cual se le llamó Kamala, y un varón de algo más
de 1 año, a quien se le dio el nombre de Amala.
Los niños fueron abandonados cuando eran muy pequeños, tal vez recién
nacidos. Crecieron en medio de la manada de lobos y fueron aprendiendo con
ella.
7
hábito de comer carne como los lobos; no sonreía ni le gustaba estar entre las
personas. Rechazaba la luz del sol, por lo cual permanecía arrinconada
durante el día, hasta el anochecer en que salía y, con sus aullidos, llamaba a
los lobos, con los que convivió siempre y a los que no temía. Por el contrario, la
presencia de un niño le provocaba mucho miedo y lo mordía si se acercaba.
Ni el frío ni el calor parecían afectarle, no toleraba ropas ni zapatos, y dormía
desnuda y sin cubrirse, aunque hubiera frío.
Cuando los humanos nacemos, una parte considerable de nuestro cerebro está
sin desarrollar; sin embargo, sí posee grandes potencialidades, las cuales le
permiten poder asimilar todo aquello que le transmiten las condiciones de vida
y educación. Por el contrario, los animales al nacer las estructuras del cerebro
ya están terminadas. La conducta animal se transmite por herencia, la
conducta humana no.
Tareas de la Psicología.
8
Son varias las tareas que debe acometer la Psicología para dar respuesta
desde una perspectiva científica a las exigencias que la sociedad le plantea.
Para ti, que te formas como trabajador social, conocer alguna de las tareas de
la Psicología es importante, porque te permite proyectar acciones que desde el
trabajo social se entroncan con los nobles propósitos de esta ciencia.
Las tareas que resuelve la Psicología conllevaron al surgimiento y desarrollo de
las llamadas disciplinas psicológicas particulares, algunas de ellas son:
9
Psicología Especial. Se ocupa del tratamiento de niños con retraso mental y
otras desviaciones, se lleva a cabo en escuelas e instituciones para estos fines.
Métodos de la Psicología.
La Observación Científica
Este método por lo general sirve de base a los restantes. Entre las
características fundamentales de la observación científica están las siguientes:
10
a que la situación se produzca. Esto quiere decir, que si nos interesa
observar por ejemplo, los niveles de participación de las personas en las
tareas comunitarias, debemos hacerlo en situaciones naturales, tales
como, reuniones de la junta de vecinos, labores comunitarias que han
sido convocadas, etc., las cuales transcurren sin control del investigador;
éste sólo observa y registra lo que le interesa, lo que le resulta
significativo. Aunque esto es relativo, porque en ocasiones el
observador ejerce cierto control sobre la situación en que ocurre el
fenómeno que se desea estudiar, por ejemplo, se crean situaciones en
las que los sujetos tengan que asumir en dramatizaciones u otras
simulaciones, comportamientos similares a los de la vida real. Es
importante destacar también, que la observación debe ser encubierta, de
manera tal, que los sujetos no se percaten de que son observados, para
no alterar el comportamiento normal de los mismos.
c) El registro del fenómeno que se observa debe ser orientado, organizado
y sistemático, ya que la observación siempre está relacionada con la
comprobación de una hipótesis o la solución de un problema. Cuando
nos referimos a que el registro debe ser orientado, organizado y
sistemático, quiere decir, que los aspectos a observar deben estar bien
definidos para que las anotaciones que se hagan sean lo más precisas
posibles, o sea, que el investigador debe tener claridad de lo que se
propone observar, de manera tal, que le permita registrar lo más
significativo e interesante de lo que sucede. Mientras más definidos
estén los aspectos que se quieren observar, más precisas serán las
anotaciones que se realicen. Además, para que las observaciones sean
confiables deben ser sistemáticas, repetidas, acumulativas, no basta con
los resultados obtenidos en una sola observación. Suele ocurrir que las
personas en un determinado momento asumen comportamientos o
actitudes que no son las habituales, las cotidianas; y si nos dejamos
llevar por esa sola ocurrencia, hacemos una valoración inadecuada de
esas personas.
d) Otra característica importante de la observación es la objetividad en la
toma de los datos. El observador no debe parcializarse en sus
descripciones, por ejemplo, relatar hechos llamativos y desatender otros.
Debe registrarlo todo con la mayor fidelidad posible, sin confundir las
descripciones o anotaciones con los comentarios o interpretaciones. Es
preciso tener en cuenta, que la observación es, lo que vemos y
escuchamos y la interpretación es, lo que pensamos sobre aquello que
registramos.
11
La observación incluida o participante: El observador funciona como un
miembro más del grupo, participa en las tareas relacionadas con las conductas
que se propone observar.
El experimento
12
B) Se selecciona un grupo y antes de aplicarle el experimento se realiza un
estudio sobre el estado en que se encuentra la cualidad o proceso que
se quiere investigar, este mismo estudio se hace después de concluir la
aplicación del experimento. Ambos resultados, el del estudio inicial y el
final se comparan para determinar la efectividad o no de lo que se puso
en práctica de manera experimental.
En este caso, más que la observación de la actividad del sujeto, lo que nos
interesa son los resultados, o sea, los productos logrados por él en el
transcurso de una actividad concreta. Se hacen a veces siguiendo las
orientaciones del investigador y otras a partir de una idea propia del sujeto.
Estos pueden ser dibujos, cuentos, construcciones, composiciones artísticas,
confección de objetos y otros, que son construidos o confeccionados por las
personas.
Los trabajos que son presentados a los concursos que convocan las
organizaciones sociales y otras instituciones de la comunidad o fuera de ella,
pudieran ser analizados y tomarse en cuenta como parte de los resultados de
alguna investigación que se esté llevando a cabo dentro de esa comunidad, o
se pudiera también, promover la participación en un determinado concurso
para obtener información sobre algo que nos proponemos investigar.
Los tests
13
En dependencia del área que se pretende evaluar, existen diferentes tipos de
tests, entre ellos: los tests intelectuales, los tests para investigar rasgos del
carácter, etc., éstos pueden aplicarse de diferentes maneras, en forma de
cuestionarios, juegos de construcción, solución de problemas y otros.
Los cuestionarios
14
considera que la información de estas personas es muy necesaria se puede
acudir a otras vías para obtener la misma.
C. Cuestionario por entrevista grupal: En este caso un entrevistador aplica el
cuestionario a los respondientes (entrevistados). El entrevistador en la medida
que va haciendo las preguntas debe ir anotando las respuestas. Las
instrucciones son para el entrevistador. Por lo general, participan varios
entrevistadores, quienes deberán estar capacitados en el arte de entrevistar y
conocer a fondo el cuestionario, en ningún caso deben influir en las respuestas.
15
Cuando se trata de una entrevista personal, es importante tener en cuenta el
lugar donde se realizará la misma, pues las respuestas a veces están
condicionadas por el sitio donde se realizan las preguntas. Éstas requieren de
una atmósfera apropiada, el entrevistador debe ser amable y hacer todo lo
posible por generar confianza en el entrevistado. Es indispensable que la
persona entrevistada se concentre en la pregunta y que esté lo más relajada
posible, sin grandes tensiones o preocupaciones. Al finalizar la entrevista, el
entrevistador o los entrevistadores deben hacer un informe donde se detallen
aspectos como: si el sujeto se mostró sincero, dispuesto a cooperar, el tiempo
que duró la entrevista, el lugar o las condiciones donde se realizó la misma,
etc.
16
de ellas, de acuerdo con la situación del estudio que te propones realizar
(planteamiento del problema, características de la muestra, etc.).
17
3. Las preguntas deben ser claras y precisas, o sea, la terminología utilizada
debe ser comprensible para los respondientes a los que se les aplica el
cuestionario, no se deben plantear dos preguntas en una, la pregunta nunca
debe formularse en forma negativa. Algunos ejemplos al respecto, ¿ve usted
televisión? Es una pregunta confusa pues no delimita cada que tiempo, sería
mucho mejor especificar: ¿acostumbra usted a ver televisión diariamente? o
¿cuántos días durante la última semana vio televisión? Y después preguntar
otros datos como, los horarios, canales y contenidos de los programas. La
pregunta ¿acostumbra usted ver televisión y escuchar radio diariamente?
expresa dos aspectos y puede llevar a confusión. Es mejor dividirla en dos
preguntas, una relacionada con la radio y otra con la televisión
7. Al final se debe incluir una pregunta que recoja la impresión del interrogado
respecto al cuestionario.
18
Tener en cuenta a la hora de construir un cuestionario, cuáles son las
preguntas ideales para iniciar el mismo, es de crucial importancia para el éxito
del mismo.
Bibliografía:
19
La personalidad: su formación y desarrollo.
“Yo no quiero más que una mano una mano herida, si es posible yo no
quiero más que una mano aunque pase mil noches sin lecho”.
Federico García Lorca
20
Un ejemplo claro de esto se refleja en cómo las personas entienden o asumen
una misma experiencia; y lo que para algunos representa una experiencia
traumática y angustiante, para otros no es más que una salida lógica y reflexiva
de una situación que ha de resolverse de la mejor manera posible. Situaciones
de este tipo se evidencian ante un divorcio, un cambio de escuela, de hogar,
etc.
De manera general estamos hablando de varios componentes importantes, que
al relacionarse e influirse entre sí, hacen que el hombre se distinga como un
ser social: lo biológico, lo social y lo psicológico. Son tres factores que forman
parte del proceso de surgimiento y desarrollo de estas cualidades que hacen
singular a cada sujeto, siendo cada uno tan importante y necesario como el
otro.
¿Cómo se refleja cada uno de estos factores?
El factor biológico está en cada uno de nosotros desde el momento mismo de
la concepción y se hace palpable cuando se perciben en el recién nacido una
serie de funciones biológicas primarias o instintivas. De ellas, una de las más
importantes es la que está asociada con el papel del cerebro, como
posibilitador del desarrollo de procesos psíquicos en el hombre. Si bien es
importante que este órgano esté sano y en condiciones de desarrollarse, es
indispensable además que exista una interacción del individuo con la sociedad,
que contribuya a este desarrollo.
Deben estar presentes en el contexto que rodea al recién nacido, una serie de
estímulos sociales que paulatinamente permitan la inserción de este en el
mundo de las relaciones sociales. Adquiere, de esta manera, un carácter
trascendental el medio socio-cultural o el factor social que rodea al niño e
influye en este, al convertirse en el espacio donde se depositan los
conocimientos y afectos necesarios para el crecimiento de un individuo que
comienza a vivir en sociedad.
Es precisamente en el seno de la familia como institución social, donde el niño
recibirá los primeros estímulos sociales y los primeros patrones de
comportamiento, lo que definirá en gran medida su manera de pensar, de ver la
vida, así como su comportamiento futuro; todo esto reflejado en las
características que lo distinguirán como individuo.
Es importante señalar, que estas características no aparecen de una sola vez
ni con la complejidad que llegan a alcanzar en determinadas edades, sino que
van surgiendo en la medida en que los estímulos sociales se complejizan en el
sistema de relaciones sociales en el que cada sujeto esté insertado. La
expresión de estas características no es lineal ni absoluta, pues el niño tiene
necesidades y motivos que median el aprendizaje social. Es así, que aparece
el factor psicológico, para conformar junto a lo biológico y lo social, la tríada
que hace posible que aparezca un sistema complejo y organizado de
subjetividad que en Psicología se denomina personalidad.
Estas necesidades y motivos responden a los elementos psicológicos menos
complejos de la Personalidad, que se organizan en niveles sucesivos
cualitativamente superiores (ideales, concepción del mundo, proyectos de vida,
etc.) para materializarse luego, de alguna manera, en el comportamiento. En
esta organización, también se pone de manifiesto el carácter individual de cada
21
ser humano, pues existen tantas formas de organización de estos contenidos
como sujetos haya. Incluso en una misma persona, esto varía según la
situación social en la que esté insertado y las experiencias por las que haya
pasado.
Es importante entender, que la aparición de la personalidad no depende de uno
de estos factores por separado; sino que es el resultado de una mutua
influencia entre ellos.
Por ejemplo, asumir lo biológico como factor exclusivo determinante, eximiría a
lo social y a lo psicológico de sus funciones y efectos en el proceso; y además
nos alejaría de una concepción que incluya la posibilidad de cambio, de
corrección y desarrollo en el mismo. No quedaría nada por hacer en función del
mejoramiento humano, nos estancaría en el viejo proverbio: lo que nace torcido
así se queda; y por tanto se haría innecesaria la tarea de aquellos que trabajan
en función del cambio social y se convierten así en mediadores de la
transformación social: educadores, trabajadores sociales, médicos, etc.
El hombre no sería un ser social si no asimilara, de las relaciones sociales en
las que se inserta, los elementos suficientes para contribuir decisivamente en
la conformación de su propio yo, es decir, de su personalidad.
Esta afirmación introduce una visión, de un proceso de desarrollo lleno de
responsabilidades para todos los que de una manera u otra constituyen fuentes
de interacción y de experiencia acumulada: familiares, profesores, vecinos;
responsables todos, de la educación de los que comienzan a formarse como
sujetos sociales.
Aparece así una dimensión histórica que ha de tenerse en cuenta al reflexionar
sobre el surgimiento y el desarrollo de la personalidad en el hombre. En este
proceso cada sujeto es protagonista de su historia de vida, la que se irá
construyendo en la medida en que se vaya insertando en la sociedad; esta
asimilación de experiencia estará mediatizada por el tipo de estructura social,
por la idiosincrasia de esta así como por el momento histórico concreto que se
está viviendo.
Esto es fácil de entender cuando, por ejemplo, se ve en cada producción del
hombre (el arte en general, estereotipos, valores, etc.), el reflejo del momento
histórico que está teniendo lugar, siendo diferente entre países e incluso dentro
de un mismo país. Un reflejo de ello es la variedad de cultura y el lenguaje, así
como el contenido del arte. La expresión del sentir del hombre después de los
mayores conflictos de la humanidad así como de los mayores adelantos de la
ciencia y la técnica, se ven expresados en la pintura, la música, la escultura,
etc.; como ejemplos palpables de lo antes mencionado.
Por otra parte no se pueden obviar aquellas funciones que han ido apareciendo
como resultado de la interacción entre lo biológico y lo social, pues estas irán
condicionando las futuras interacciones entre esos dos factores. Es decir, las
formaciones psicológicas que van apareciendo, se convierten en un elemento
mediador constante, de la relación individuo-sociedad.
De esta manera, una situación social no será nunca igual para una misma
persona en diferentes momentos de su vida, así como una misma situación no
tendrá el mismo significado para varias personas que la vivencien, pues
22
dependerá de la forma individual en que perciben la vida, de su idiosincrasia,
las experiencias que hayan vivido, etc.
23
en un modelo de referencia primario que inicia al hombre en la realidad social y
lo educa para la vida cotidiana, siempre a partir del método que se emplee para
tal educación.
Por su parte, la escuela, es el lugar en el que encuentran los conocimientos
aprendidos con la familia y los que intencionalmente serán enseñados en ella
como institución. Entonces, a los valores familiares se sumarán otros de
carácter social que irán en dirección de una formación integral con una mezcla
de teoría y práctica que será imprescindible para el futuro del niño; pero
además aparecen nociones de disciplina y nuevas exigencias que permitirán el
desarrollo progresivo del psiquismo y su expresión en la subjetividad.
Complementa a estos dos agentes eminentemente educativos, el papel que
jugará la comunidad en el proceso de aprendizaje social de los sujetos, pues
se convierte en un escenario en el que se incorporan nuevas experiencias de
convivencia y además se refleja lo ya aprendido en ambos espacios. Es allí
donde surgen sentimientos de identificación con el barrio y las raíces del lugar
en el que hemos nacido o estamos viviendo.
¿Qué es entonces la personalidad?
En fin, la personalidad es el resultado de la conjugación de varios factores
importantes que son determinantes de un proceso sano y potenciador de
desarrollo personal, siempre que se vinculen óptimamente, en cada sujeto, sus
propias necesidades, capacidades y las demandas que plantea el medio social
que lo rodea.
Este desarrollo ha de ser entendido como un proceso dinámico que se
complejiza, en la medida en que se hacen complejos los vínculos que el
hombre establece con la realidad social con la que interactúa; por lo que es
sumamente importante concebir en este, una naturaleza generadora de
constantes cambios, así como un papel activo, por parte del propio sujeto, en
su crecimiento personal. De manera tal que el desarrollo de la personalidad no
se vea sólo desde las exigencias sociales que el medio le plantea a cada
individuo, sino también desde la propia capacidad de este de movilizar sus
recursos personales ante tales exigencias.
Esto implica que hay que tener en cuenta la relación que se establece entre las
características que particularizan el medio social que rodea a cada individuo así
como las características personales de este, para poder relacionarse e
interactuar socialmente de la manera que más ayude al desarrollo personal; y
entender que las habilidades que cada individuo va adquiriendo, para enfrentar
la realidad que lo rodea, no son un resultado directo de las cualidades de su
desarrollo personal, sino que responden a una posición eminentemente activa
del sujeto hacia las experiencias que haya tenido concretamente. Así, cada
persona organiza sus actividades y su comunicación con los demás,
promoviendo por sí mismo su propio desarrollo.
Este proceso de crecimiento personal puede expresarse positivamente o no, en
función de que permita o no un desenvolvimiento óptimo de la personalidad,
como máxima expresión de todos los cambios cualitativos que tienen lugar en
el mismo.
Algo que no puede quedar sin resaltarse es, que el aprendizaje social en que el
hombre se ve insertado, desde que nace, no responde sólo a elementos del
24
conocimiento sino que, además, está imprescindiblemente relacionado a los
afectos y emociones que se desprenden de lo que significan para el hombre
esos conocimientos que adquiere así como al impacto que puedan tener en
este. Esto es lo que se conoce en la psicología como la unidad existente
entre lo cognitivo (relativo al conocimiento) y lo afectivo (relativo a los
afectos, emociones). En este sentido se habla de un equilibrio entre ambos
componentes para que la personalidad, a su vez, pueda ser equilibrada y
realmente responda a un proceso sano de crecimiento personal.
Sin ser absolutos y acotando que no existe un concepto totalmente acabado de
personalidad, podríamos definir esta categoría psicológica como:
El sistema en el cual se organiza más complejamente la subjetividad y que, al
tener en su base una vinculación especial entre lo cognitivo y lo afectivo,
permite la regulación y la autorregulación del hombre como ser social.
25
Enfrentar las situaciones problémicas de manera activa, reflexiva y
abiertamente,
Enfrentar las contradicciones, con espíritu de buscar el crecimiento y el
auto desarrollo,
Desarrollar una capacidad genuina de tomar decisiones, que optimicen la
interacción con las situaciones reales del medio en el que esté insertado,
Mantener una posición eminentemente activa, en cada interrelación que
tenga con la realidad,
Tener una percepción de sí mismo, acorde a sus condiciones y
capacidades reales.
Tolerar las frustraciones y la crítica de los demás.
Reestructurar decisiones a partir de situaciones impredecibles, de una
manera analítica y abierta a la experiencia.
Estos y otros elementos, son imprescindibles para hablar de una personalidad
desarrollada; pero más allá de esto, lo realmente importante es la autogestión
del cambio, del aprendizaje, partiendo de un análisis y una disposición
consciente, por parte del propio sujeto. Es decir, es el propio individuo quien
debe y puede impregnar su crecimiento personal de una búsqueda consciente
de espacios y situaciones generadoras de desarrollo.
Es imposible asumir la maduración de la personalidad, sin tener en cuenta la
responsabilidad, y el protagonismo de cada sujeto en este proceso, por lo que
este elemento es fundamental para valorar la potenciación de las habilidades,
las capacidades y actitudes en el hombre, que lo hagan cualitativamente
superior.
También es necesario, asumir este fenómeno desde una visión, en la que se
tenga en cuenta la presencia de los contenidos personales y la implicación
afectiva de de cada individuo, en cada interacción social en la que este
participe.
No se puede hablar entonces, de una personalidad en desarrollo o
desarrollada si no se evidencia una relación estrecha entre las acciones que el
sujeto realiza y los motivos, necesidades e intereses que estén detrás de
estas; principalmente si se tiene en cuenta, que cada meta que el hombre se
traza o cada acción que realiza en sus interrelaciones sociales, deben
responder a una conjugación de metas o deseos personales que conforman su
proyecto de vida y que parten de sus aspiraciones, como manera de autor
realizarse como ser humano.
A su vez, la presencia de un proyecto de vida o la objetivación de los deseos y
motivos personales, en un sistema de aspiraciones llevadas al accionar diario
de los sujetos, no garantiza que sea posible el crecimiento personal objetivo,
sino que es sumamente necesario además, que esta puesta en práctica o
búsqueda de satisfacción del hombre, responda a un análisis objetivo,
reflexivo, que le permita al individuo una realización de las acciones que se
propone, que sea afín con sus verdaderas posibilidades de desarrollarlo en el
medio en el que se lo propone.
26
Quiere esto decir, que también hay que analizar las posibilidades y exigencias
que plantea el medio social, como entorno real en el que han de materializarse
estas aspiraciones y metas propuestas.
Por otra parte, este proceso no es tan simple; pues se necesita de una
conjugación especial de las oportunidades que el medio social expone y de un
análisis exhaustivo de las fortalezas personales, hablando en términos de los
recursos propios que cada sujeto ha aprendido o desarrollado autónomamente
desde las relaciones sociales en las que se haya insertado.
Siempre que encontremos sujetos insertados en una dinámica personal que se
oriente en este sentido, podemos asumir que están favorablemente
condicionados para acercarse a la maduración de su personalidad, lo que nos
ubica ante un hombre con plenas facultades, para enfrentar la realidad que lo
rodea de manera lógica, crítica y con mayores posibilidades de
autocrecimiento.
En otro sentido, encontramos a aquellas personas con posiciones pasivas, sin
protagonismo en su accionar diario y que asumen la realidad social desde una
perspectiva estereotipada sin tener en cuenta la posibilidad de otras
alternativas. Esto genera en gran medida, intolerancia a las frustraciones y a la
crítica, así como al cambio del medio que lo rodea. De esta manera las
valoraciones y autovaloraciones, se caracterizan por ser impersonales y
responden a la media social. Todo esto provoca un estancamiento en el
desarrollo, una estática en la evolución de la subjetividad, lo que a su vez va
relegando al hombre a espacios rutinarios en los que se hace muy difícil la
autogestión del aprendizaje y la satisfacción personal.
Nos queda claro así, que el desarrollo es un proceso dinámico, en constante
movimiento, con la presencia constante de contradicciones que, de ser bien
enfrentadas, proporcionan saltos cualitativos en la personalidad del hombre.
Pensemos entonces en una vida abierta a la experiencia y al cambio, como la
única manera de ser los propios constructores de nuestra historia. Vivamos
nuestra vida siempre pensando que puede ser, si lo deseamos, mucho mejor y
más satisfactoria.
BIBLIOGRAFÍA
ALLPORT, G: La personalidad. Su configuración y desarrollo. Instituto Cubano
del Libro, Ciudad de la Habana, 1971.
GONZÁLEZ, F: Psicología de la personalidad. Editorial Pueblo y Educación,
Ciudad de la Habana, 1985.
GONZÁLEZ, F: Psicología. Principios y Categorías. Editorial pueblo y
Educación, Ciudad de la Habana, 1985.
CRUZ, L: Selección de lecturas de Psicología del Desarrollo, Editorial Varona,
Ciudad de la Habana, 2002.
27
Conozcamos elementos de la personalidad necesarios para el trabajo
social.
“...Me sentía triste porque no tenía zapatos, hasta que vi a un hombre que
no tenía pies....”
Anónimo.
¿Por qué no todas las personas se comportan de la misma manera? ¿Por qué
ni siquiera un mismo sujeto reacciona similarmente en circunstancias
diferentes? ¿Por qué seres humanos con enfermedades iguales suelen
comportarse tan antagónicamente?
Cada persona es portadora de una subjetividad individual, por ello es que todos
tenemos concepciones diferentes sobre el amor, la vida, la salud, la felicidad o
la muerte.
28
El reflejo que cada sujeto tiene de su entorno se expresa en formaciones
psicológicas articuladas entre sí, que se van integrando progresivamente con
mayor precisión y exactitud, y es alrededor de los tres años de edad
aproximadamente que, con la crisis de identidad que se produce en este
período evolutivo en la que el niño toma conciencia de su existencia como un
ser independiente que hablamos de personalidad. Es la personalidad la
categoría psicológica individual designada para definir el nivel de mayor
integración de la subjetividad a escala individual.
29
5. Es estable pero no estática. La personalidad caracteriza de modo
relativamente estable al sujeto, esta estabilidad suele ser cada vez mayor
en la medida en que nos acercamos a la adultez, es por ello que es más
fácil modificar actitudes en los niños que en las personas de más edad, no
obstante, esa estabilidad no quiere decir estaticidad, pues el proceso de
construcción y desarrollo de la personalidad culmina con la muerte del
individuo, de ahí que constantemente se estén incorporando elementos
nuevos que pueden conducir transformaciones personológicas. Esto está
muy relacionado con la siguiente característica:
30
Al hablar de los determinantes de la personalidad nos referimos al
determinante biológico, dado por aquellas cualidades innatas de la persona,
por todo lo que adquiere a través de los mecanismos de la herencia, el
temperamento, las cualidades del sistema nervioso central, las particularidades
anatomofisiológicas del ser humano, la existencia de un cerebro, sin el cual no
es posible hablar de personalidad, entre otras. Estas condiciones biológicas
son necesarias pero no suficientes, pues hasta ellas mismas requieren de la
interacción con la sociedad para que se potencien, maduren y desarrollen, de
ahí que también encontremos el determinante social, que está dado por toda la
influencia del medio exterior a través de los procesos de comunicación y de la
actividad. Lo social contiene en sí mismo lo histórico y lo individual pues existe
una historia de vida del propio sujeto, de la sociedad y de los grupos en que
nos insertamos. El determinante social tampoco actúa esculpiendo o
moldeando directamente a la personalidad, sino que es mediatizado. Lo social
no influye de la misma manera en momentos diferentes, ni en lugares
diferentes ni en personas diferentes, de ahí que esta relación del sujeto con lo
social resulte atravesada por las características culturales e históricas del lugar,
entonces no podemos hablar de lo social sin ver lo histórico – cultural.
31
Si analizamos estos ejemplos podemos percatarnos que al nivel de estos
procesos afectivos y cognitivos también se produce una regulación del
comportamiento.
Los sentidos psicológicos son entonces aquellos elementos que son reflejados
desde el punto de vista cognitivo y que tienen significación para el sujeto. No
todo nos gusta, nos interesa, nos preocupa, es decir no todo tiene sentido
psicológico para nosotros, incluso a veces una misma cosa tiene sentido
psicológico en un momento determinado y no en otro. Por ejemplo, una
enfermedad que nos podría resultar indiferente en un momento de la vida, en
otro gana gran interés porque o la poseemos, o la posee alguien a quien
amamos y queremos, entonces la estudiamos, nos preocupamos por conocerla
y combatirla.
Según Fernando González Rey, 1989, las necesidades pueden ser definidas
como cualidades estables de la personalidad, de contenido emocional, que
constituyen el motor impulsor del comportamiento humano, orientando al sujeto
en una dirección estable, en forma de relación con objetos y otras personas,
garantizando la expresión activa y creativa de la personalidad.
32
desaparece. Sería bueno destacar que estas necesidades inferiores que
existen tanto en los animales como en el hombre no adquieren la misma
connotación en ambos, en caso de este último, hasta estas necesidades son
condicionadas socialmente, si el hombre tiene hambre no va a comer cualquier
alimento que se encuentre delante, debe ser uno que esté en condiciones
adecuadas, e incluso muchas veces debe ser hasta de su gusto, mientras que
el animal suele comer cualquier cosa y a veces hasta alimentos echados a
perder. Es decir, generalmente las necesidades primarias del hombre se
satisfacen de manera tal que son reguladas a escala personológica.
Por otra parte, las necesidades psicológicas o superiores son demandas del
sujeto que pueden expresarse en términos de carencia o de deseo e impulsan
al individuo hacia la satisfacción de las mismas. Estas necesidades son
estables, insaciables, autopropulsadas, ellas mismas una vez satisfechas
conducen a otras necesidades, de ahí que los sujetos siempre estemos en la
búsqueda de algo. Estas necesidades tienen un condicionamiento social muy
fuerte y necesitan de la comunicación y del intercambio con el otro para
expresarse y ser satisfechas. Su función básica es garantizar el desarrollo y
equilibrio de la personalidad.
33
fundamentales para el sujeto. Aquellos que se encuentran en el nivel superior
de la jerarquía se denominan tendencias orientadoras, y están integradas
generalmente por motivos conscientes que impulsan al sujeto hacia los
objetivos principales de su vida. Las tendencias orientadoras, no sólo orientan
al comportamiento al presente, sino también hacia el futuro, y se caracterizan
por profundas reflexiones, comprometiendo el punto de vista del sujeto.
(González, Rey, F. 1985).
34
Todos estos elementos aislados no ofrecen información por sí solos, sino que
se integran y articulan alcanzando el carácter movilizador de la personalidad,
apareciendo así las formaciones motivacionales.
Son precisamente los sentidos psicológicos los que se van a articular formando
configuraciones psicológicas que constituyen la célula funcional de la
personalidad que interviene en la regulación y autorregulación del
comportamiento. En la medida en que aumente la complejidad e integración de
la personalidad el sujeto se convierte más activo en dicha regulación, y de esta
manera aumenta su capacidad de autodeterminación y de compromiso con sus
acciones y decisiones, su capacidad de reestructuración, es decir la posibilidad
de cambiar contenidos psicológicos y buscar nuevas estrategias
comportamentales, su flexibilidad, su capacidad de tolerancia y su seguridad.
Sujetos con estas características pueden enfrentar satisfactoriamente cualquier
problema e imprevisto que se presente en el presente y desarrollar
conscientemente un sistema de aspiraciones orientado hacia el futuro, pues
presentan mejores recursos para afrontar y solucionar sus conflictos, así como
lo nuevo.
Muchas veces no se observa tan definidamente estos dos extremos, sino que
todos estos elementos coexisten simultáneamente o se alternan, recordemos
que dichos elementos se encuentran en movilidad, incluso en diferentes
esferas de nuestras vidas suelen presentarse indistintamente.
35
Existen diversos momentos de la vida que exigen de nosotros comportamientos
seguros, tolerantes, disciplinados y optimistas, pero no todas las personas
contamos con los mismos recursos personológicos para enfrentarlos de la
misma manera, por eso tal vez mientras que un paciente que ha sufrido un
accidente que le ha proporcionado un gran vuelco a su vida continúe hacia
delante y lo enfrente con gran valor, decisión y coraje, haya otro, con el mismo
problema atravesando gran ansiedad y depresión, incluso, sin deseos de vivir.
Es por ello, que es de suma importancia conocer cómo funciona nuestra
personalidad.
Personalidad y autovaloración.
36
sus órganos vitales, sus costumbres, etcétera y conllevan a grandes períodos
de rehabilitación y de auto aceptación; hablemos primero brevemente de
algunas manifestaciones psicológicas típicas de etapas del desarrollo que
marcan alteraciones importantes en la autovaloración y en las características
de la personalidad, que no deben pasar por alto al relacionarnos con los
sujetos para comprender sus comportamientos.
37
Por ejemplo los adolescentes que presentan retraso en el desarrollo
antropométrico, en la maduración sexual, o que presentan acné juvenil suelen
ser muchachos tímidos, inseguros, introvertidos, con una baja autoestima y que
se subvaloran, o por el contrario, son muy agresivos y rebeldes, similarmente
ocurre con la obesidad o con aquellos que son extremadamente delgados.
Muchas veces las causas de estas consecuencias son precisamente el rechazo
y la falta de aceptación del grupo de coetáneos y/o adultos, cuyas valoraciones
sociales resultan significativas para el adolescente.
Los cambios fisiológicos que se producen en esta edad también pueden traer
consigo torpezas en el adolescente y fatigas, siendo muchas veces valorados
negativamente por los adultos provocando gran irritabilidad y excitabilidad
emocional dañando, de esta manera, su autoestima.
Podemos concluir hasta aquí que en esta etapa resulta de vital importancia la
valoración social que tienen los otros y para ello contar con una apariencia
personal y corporal adecuada resulta de gran significación, por ello cualquier
alteración en este sentido puede originar alteraciones importantes en la
autoestima y en la autovaloración. Debemos comprender que es esta etapa
especialmente susceptible ante los daños y consecuencias de enfermedades y
accidentes, pues los adolescentes cuentan con escasos recursos personales
para enfrentarlos, por ser esta época tan convulsa.
Para culminar con esta etapa del ciclo vital comentaremos que aquí se produce
una de las grandes crisis del desarrollo que trae consigo manifestaciones
comportamentales rebeldes, agresivas, prepotentes y excéntricas. Esta crisis
está plurideterminada y dentro de uno de sus determinantes se encuentra la
necesidad de autonomía, de independencia y de ser tratados como adultos. El
adolescente exige y necesita que se cuente con él y que se valoren sus puntos
de vistas y sentimientos.
38
individuos se encuentran en proceso de elaboración de cambios y surgimiento
de nuevas formaciones psicológicas.
Esta etapa ni es la mejor edad, como algunos refieren pues se cuentan con
gran experiencia, ni es la peor, pues tampoco ser viejo significa ser inútil,
caduco, feo e inactivo, por lo tanto, no podemos convertirnos en bastones de
los ancianos, sino que mediante la comunicación con ellos debemos potenciar
su desarrollo.
Sea cual fuese la etapa del ciclo vital en que se encuentre el ser humano
debemos convertirnos en mediadores de su desarrollo, ser capaces de
impulsarlos hacia estadíos superiores y proporcionarles las herramientas que
les permitan enfrentar por sí solos sus conflictos y superarlos. Sentimientos y
comportamientos como la lástima, la compasión, la mentira y el dolor no
ayudan a las personas con necesidades de orientación y de apoyo social, sino
que los conducen a un mundo de fantasías y de engaños donde las principales
víctimas son precisamente ellas mismas.
- La aceptación, ser capaces de aceptar al otro tal y como sea, con sus
virtudes y defectos. Significa la tolerancia y la madurez para comprender y
entender que las personas son de determinadas maneras y no como
quisiéramos que fuesen.
39
- La empatía que supone la capacidad de ponernos en el lugar del otro, de
ver el asunto desde su punto de vista, lo cual no implica aceptar esta otra
visión, sino entenderla, y por último:
Por último, considero que resulta importante conocer que cualquier consejo que
demos que no sea consultado con un especialista puede lacerar
profundamente a las personas. A veces, nos vestimos de orientadores y
consejeros psicológicos con el sano objetivo de ayudar al otro y hacemos todo
lo contrario, pues cualquier opinión emitida en un momento trascendental para
un sujeto puede ser vital en sus decisiones, y si no estamos preparados para
ello, las consecuencias quizás no sean las deseadas, además, hay que tener
claro que nadie está facultado para decirle al otro lo que tiene que hacer, sino
que debemos posibilitarles los recursos que les permitan a cada cual decidir
por sí solos, sólo de esta manera logramos su desarrollo personológico.
Bibliografía.
40
La atención a personas que requieren de un tratamiento especial.
La salud es vista hoy desde una perspectiva muy diferente, y se identifica como
una dimensión social; de manera que no puede desentenderse del contexto
social en que se disfruta. Por tanto, el nivel de salud que las personas tienen,
abarca tanto el buen funcionamiento biológico como el social y psicológico y así
en todas las actividades donde el hombre se expresa como tal.
41
reto de velar por la salud humana y hacemos extensiva la participación a todas
aquellas personas que por alguna razón lo asuman como una labor. Estamos
hablando de acciones diversas que nos ponen en contacto directo con
individuos y grupos humanos concretos.
La salud y la enfermedad no son polos opuestos sino que deben verse como
unidad dialéctica, así como lo esclarece la idea de que un sujeto sano puede
presentar tendencia a la enfermedad y un sujeto enfermo puede presentar
tendencia al reestablecimiento o mejoría.
Pese a los esfuerzos que pueda realizar un sistema preventivo de salud, el polo
enfermedad tiene aún cierto nivel de prevalencia. El diagnóstico, el tratamiento
y la rehabilitación forman parte de las funciones encaminadas a la atención del
factor enfermedad. El personal directamente vinculado con estas funciones, es
el personal médico; sin embargo no podemos excluir la labor de profesionales
como el psicólogo, el sociólogo, el trabajador social, entre otros y además,
aquellas personas que deban atender a un sujeto enfermo o con discapacidad.
De manera general nos referimos a todos los que de una forma u otra realizan
labores sociales y en el caso específico que nos ocupa, la labor de atender a
sujetos que requieren de un tratamiento especial por sus condiciones de salud.
Por tanto, consideramos de vital importancia la preparación de este personal en
aras de lograr un óptimo trabajo y a ellos, se dedica este artículo.
42
nervioso; problemas ortopédicos, visuales, dermatológicos, entre otros), sino
que presenten alguna discapacidad ya sea visual, auditiva, motora o mental.
Estas no son personas necesariamente enfermas, sino que presentan
características especiales que requieren de una atención diferenciada. Por
tanto, pueden enfrentarse a dos grandes grupos de personas: aquellas que
tienen una enfermedad que se espera aliviar o eliminar, y otras que poseen
alguna discapacidad con esperanzas también de atenuar el malestar que le
causa su condición.
43
.Debemos mostrar respeto, de manera que los sujetos sientan que son
importantes para la sociedad y que igualmente son valorados por los demás.
Una persona enferma o con discapacidad, puede tener dañada su auto imagen
y autoestima en lo cual podemos influir positivamente.
.Es esencial que las personas enfermas o con discapacidad sientan que no
dejan de ser semejantes a los demás por sus condiciones de salud. Nuestro
mejor apoyo será tratarlas como personas comunes y nunca con “lástima”. No
obstante, no podemos olvidar que se trata de personas con dificultades reales
que requieren de un cuidado y una atención diferenciada.
Estas son algunas ideas que pueden favorecer la relación entre las personas
que realizan alguna labor social los y sujetos que necesitan de atención
especial por condiciones limitantes de salud.
Solo nos queda exhortarlos a seguir esforzándose por ser excepcionales en las
labores sociales que lleven a cabo; y tengan presente que las mejores
soluciones siempre las hallaremos enfrentándonos a la realidad y no
precisamente rehuyendo al dolor o la pena.
44
Bibliografía:
http://www.sepsiquiatria.org/sepsiquiatria/html/informacion_sociedad/manual/
a7n2.htm
45
Autovaloración, autoestima y salud.
46
trascendentalmente en la construcción de otras formaciones psicológicas,
caracterizando así los procesos de regulación y autorregulación del
comportamiento en cada caso.
47
adquirimos conciencia de nuestra propia existencia, ni nos identificamos con un
modo de ser y existir individual, sino que nos vamos conociendo
progresivamente. Conocemos como somos corporalmente, para ello
exploramos nuestro cuerpo, tenemos un conocimiento de cuáles son las partes
y formas del mismo. Conocemos también paulatinamente nuestra subjetividad,
cómo somos psicológicamente, que nos gusta o no, qué nos motiva, cuáles son
nuestras características. (L. Fernández, 1999).
48
que este posea de prever adecuadamente los niveles de realización que puede
alcanzar.
49
especial dificultad para la comunicación abierta, auténtica y empática
(Fernández, 1999).
No sólo se siente enferma una persona que presenta algún padecimiento físico,
pues mucho más lamentable resulta que, siendo sano físicamente, los
malestares del individuo sean subjetivos y con escasas posibilidades de
solución para él, ya que las repercusiones pueden ser muy lamentables,
desencadenando padecimientos más objetivos y visibles como las
somatizaciones.
50
No todos los que no se sienten competentes en la realización de una tarea en
particular, como pilotear un avión, diseñar un programa de ordenador o llevar
adelante un negocio, sufren necesariamente una impresión de baja autoestima.
Pero una persona físicamente sana, que se sienta inadecuada para afrontar los
desafíos normales de la vida, como ganar su propio sustento, padece de
escasa autoestima. Tampoco podemos afirmar que carezca de una adecuada
autoestima el individuo que se siente desmerecedor de algún premio u honor
especial, como el Premio Novel o el reconocimiento universal, por haber
grabado una sencilla canción romántica. En cambio, aquel que no se siente
merecedor de felicidad, que no se siente digno de ninguna alegría o
recompensa en la vida, sin duda tiene falta de autoestima (N. Brandem, 1999).
Por tales motivos, si una persona logra auto valorarse adecuadamente y elevar
su autoestima positivamente, puede enfrentar estados patológicos de una
manera más favorable, garantizando así mayor bienestar, disfrutando de su
51
vida de la mejor manera posible. Pero no todo aquel que no haya logrado
aceptables niveles de autoestima y autovaloración está completamente
perdido, pues existe ayuda especializada para mejorar en este sentido.
Por tal motivo, ante un paciente que presente una autovaloración inadecuada y
por consiguiente una autoestima igualmente inadecuada, lo primero es
ayudarlo a que reconozca cuál es su dificultad y a que se haga consciente y
por tanto partícipe de su situación real.
52
En el caso de que el individuo se subvalore, es importante también que realice
determinadas actividades y que se le elogien sus logros y se le aliente ante las
dificultades, exponiéndole que sí puede lograrlo con un poco más de esfuerzo,
que todos podemos al menos intentarlo, que siempre somos buenos y útiles
para algo y que debemos tener confianza en nosotros mismos.
La salud forma parte de la cultura universal, por tanto es una cultura a través
de la cual se instalan hábitos y creencias de generación en generación que
llevan los matices de cada sociedad, por lo que al enfrentarnos a un plan de
salud que ofrece servicios a personas que provienen de otras culturas, es
fundamental que tengamos en cuenta las concepciones y costumbres del
paciente y que nos apoyemos en esta información para lograr así un mayor
acercamiento y colaboración.
53
La responsabilidad de la salud de las personas, se le adjudica en muchas
ocasiones, a las instituciones de salud, y no se ve el otro polo que es la
responsabilidad individual. Es importante que el paciente potencie su
autoestima y que llegue a sentirse el principal responsable y partícipe de la
generación y el mantenimiento de su bienestar físico y psicológico.
Bibliografía:
54
¿Podemos modificar actitudes?
55
Las actitudes tienen tres componentes básicos: el afectivo, el cognoscitivo y el
conductual.
56
una persona respecto a determinado objeto actitudinal. Por tal motivo, la
persuasión puede ser un elemento en que nos podemos apoyar para modificar
actitudes. Debemos ser cuidadosos en aspectos como la confiabilidad de la
información, su variedad (se deben ofrecer elementos positivos y negativos con
relación al objeto actitudinal, aunque los positivos deben ser superiores), la
confiabilidad de la persona que emite el mensaje, la distancia entre la posición
del comunicador y la del sujeto, es decir el comunicador debe darle libertad al
individuo para que este deduzca sus propias conclusiones, por supuesto debe
ser libertad con límites y estos límites varían en función de las características
de los receptores. No cuenta con los mismos recursos personológicos un
profesional que una persona que tiene un bajo nivel intelectual.
Después de este sencillo análisis usted puede concluir por sí solo si puede o no
modificar una actitud en una persona y cuál es la mejor forma de hacerlo. No
olvide tener en cuanta las características personológicas de las personas y su
verdadero propósito, recuerde que no es lo mismo modificar comportamientos
que actitudes, es mucho más fácil lograr que una persona tenga un
comportamiento en determinado sentido que lograr un cambio de actitud. Por
último tenga en cuenta que las actitudes pueden ser respecto a personas,
objetos o situaciones.
Bibliografía:
Colectivo de autores, Dinámica de grupo: su facilitación, Editorial pueblo y
educación, La Habana, 2002.
Fuentes, M. El grupo y su estudio en Psicología Social, Ediciones ENPES, La
Habana, 1992.
57
Los grupos: espacios de expresión y subjetivación de valores.
Lic. Yezenia Ramayo Cano
Lic. Aída Torralba Fernández
Lic. Oscar Ulloa Guerra
Lic. Lisandra León Naud
¿Qué es un grupo?
Trazando las primeras líneas de este tema nos pareció sugerente preguntar a
varios estudiantes lo que ellos consideraban un grupo. Compartiremos contigo
las ideas más comunes se convirtieron en base de análisis para nuestras
futuras reflexiones.
Sus respuestas fueron: “un grupo es un conjunto de personas donde todos
tienen un fin común”, “compañeros que se unen”, “los que coinciden por
58
Internet para chatear”, “personas que se juntan para hablar”, “personas
organizadas”, “personas reunidas tratando temas diversos”.
Como puedes ver, los entrevistados solamente tienen en cuenta para calificar
un grupo la presencia de un conjunto de personas con cercanía física y algún
elemento afín. Por este camino pudiéramos pensar que un grupo es, por
ejemplo, los viajeros que están esperando su turno para abordar el metro,
estudiantes que de repente coinciden en la cola de un comedor o las personas
que asisten a una conferencia. En estas situaciones sociales puedes ver que
hay elementos en común, pero los lazos y las relaciones que se establecen son
más bien cortos, transitorios y superficiales; por lo que resulta imposible
comparar su intensidad con grupos como nuestra familia, un grupo musical, el
grupo gestor de una comunidad, un grupo escolar, una brigada de Luchadores
Sociales, un grupo de amigos, un equipo de béisbol o un grupo de
investigación científica.
Por lo tanto, cuando hablamos de un grupo en términos propiamente
psicológicos nos referimos a un conjunto de personas (más de dos), que se
unen de forma relativamente estable para la realización de una actividad
conjunta que sólo es posible con una comunicación directa y permanente.
Ahora te proponemos, teniendo en cuenta que tu labor como trabajador social
va a estar asociada generalmente a grupos, comentar algunos de los
elementos que consideramos más relevantes para su estudio.
Todo grupo se constituye con un fin específico que abarca una serie de
actividades necesarias para su materialización y que exigen la acción colectiva.
Si analizamos un grupo docente estudiantil de futuros trabajadores sociales
distinguiremos enseguida la actividad común por la cual se unieron y se
mantienen unidos: adquirir conocimientos que contribuyan a su formación
integral para incorporarse a esta labor. Es a partir de la actividad en común que
surgirán en este grupo objetivos, intereses, actitudes y valores compartidos
entre sus miembros, por lo tanto, la voluntad y los esfuerzos grupales irán por
este camino, fortaleciendo todo lo que contribuya a este logro y enfrentando o
dejando a un lado aquello que pueda entorpecerlo.
Al identificar un grupo, es primordial analizar inicialmente la actividad común
que lo sustenta y las características en las que esta actividad se desarrolla.
Muchas veces nos encontramos en presencia de grupos en los que su
actividad común no tributa al desarrollo de la sociedad ni al crecimiento
personal de sus miembros y deviene en compromiso la acción social para
contribuir a reestructurar o modificar la actividad común y sus contenidos. En
este caso, pudiéramos mencionar integrantes de un grupo que se dedican a
asaltar o de un grupo que organiza acciones terroristas.
Retornemos al grupo docente estudiantil, para la organización y realización de
la actividad común, ustedes lo están vivenciando, es imprescindible mantener
una comunicación directa y permanente entre los miembros del grupo. Es
por ello que cuando los integrantes del grupo asumen actitudes que no
favorecen una buena comunicación surgen conflictos intragrupales que pueden
limitar el cumplimiento de la meta común además de crear un clima tenso que
atente contra la unidad.
59
Si nos proponemos lograr y mantener una buena comunicación debemos tener
en cuenta usar un tono de voz adecuado y agradable, saber ponernos en el
lugar del otro cuando la situación lo requiera, ser tolerantes con los juicios
emitidos por los demás, no ofender a los otros, hacer los señalamientos en
positivo, ser congruentes y coherentes en nuestro pensar, sentir y actuar en las
relaciones que establecemos.
Cada grupo posee una organización determinada, es decir, una estructura
más o menos evidente dentro de la cual cada integrante ocupa una posición
(status), que abarca un conjunto de deberes, derechos, expectativas y
obligaciones. En el grupo docente estudiantil del que hablamos es posible
identificar en su estructura funcional o formal al delegado, los activistas y los
restantes miembros del grupo. Sin el conocimiento y aceptación de esta
estructura sería más difícil lograr los objetivos grupales o aspiraciones como
alcanzar la categoría de destacado. No obstante, en un grupo, seguro te has
percatado, existen miembros que ocupan otras posiciones no tan formales,
aunque sí habituales. Por ejemplo: la persona que generalmente hace reír al
grupo (el chistoso), quien siempre llama a la reflexión, la cordura y la tolerancia
(el reflexivo), el que está dispuesto a ayudar en cualquier momento (el
colaborador), o el que acostumbra a ver muchas dificultades para lograr algo
(el pesimista). Es así como cada miembro del grupo, según la posición que
ocupa, el estilo con que asume esta posición y lo que se espera de él,
desempeña un rol determinado. O sea, desempeña un conjunto de acciones
(roles) en correspondencia con la posición que ocupa.
A medida que transcurre el tiempo de interacción entre los miembros de un
grupo va surgiendo un componente de carácter psicológico más allá de la
voluntad de cada miembro. La dinámica interna en la que lo individual y lo
grupal se conjugan da lugar a que emerja la cohesión grupal, entendida como
una singular expresión de la integración afectiva que ha sido capaz de lograr la
membresía (Fuentes, Mara), condicionada por la conducta y las actitudes de
cada miembro dentro del grupo, la intensidad de las relaciones que establecen,
la forma en que se implica en las tareas, el sentido de pertenencia, la armonía,
las valoraciones recíprocas que se van construyendo, la confianza, el
cumplimiento de las metas grupales y la construcción de la unidad como valor
primordial.
Un alto nivel de cohesión permite que el camino hacia el cumplimiento de las
metas grupales encuentre menos obstáculos e implica una elevada
identificación e interrelación entre los intereses colectivos y los personales. En
estas condiciones, el grupo se convierte en un espacio de realización personal
y de satisfacción de necesidades comunes, ubicándose en un nivel superior de
desarrollo grupal.
Como has podido ver, en los marcos de un grupo surge un sistema interno de
relaciones interpersonales donde el comportamiento y la proyección de cada
miembro afectan la cohesión grupal. En este proceso ocupan una posición
angular los valores que se definen y comparten grupalmente ya que ellos
actúan como elemento regulador del comportamiento en las actividades
grupales y las relaciones interpersonales.
En todos los grupos se va conformando un sistema de valores que garantiza la
permanencia, estabilidad y el funcionamiento grupal. En un grupo que contenga
60
el valor cooperación como elemento de la cultura y este haya sido
personalizado por cada uno de sus miembros, de seguro encontraremos
mejores condiciones para que las actividades grupales sean realizadas
eficazmente.
Ahora bien, en el contexto grupal puede ser que “existan” valores que sólo son
expresados en el discurso y no se reflejan en el actuar de sus miembros. O
puede ser también que sólo se evidencien y manifiesten ante determinada
presión que puede ser ejercida externa o internamente. ¿Cómo entender estas
situaciones?
Los valores dentro de un grupo pueden catalogarse como no
personalizados (formales) y valores personalizados, considerando la
existencia de los primeros cuando se produce una formalización de los
valores que conduce a la separación entre su expresión conductual y su
configuración subjetiva. Los valores formales resultan fuentes de
comportamiento sólo en situaciones y atmósferas donde su potencial
normativo es dominante, y no moviliza el comportamiento individual,
fuera de este tipo de coyuntura. Se expresan por tanto, sólo ante
condiciones externas de presión social, nunca por la autodeterminación.
Cada grupo establece de forma más o menos evidente mecanismos que
regulen y orienten el actuar de cada uno de los integrantes y que garantizan la
perdurabilidad y legitimidad de los valores grupales. Nos referimos a las
normas grupales.
Las normas grupales son ideas que pueden expresarse en forma de juicios,
los cuales especifican lo que los miembros del grupo en determinada
circunstancia debieran hacer, deben hacer o se espera que hagan. (Homans,
G.). Las normas son ideas, exigencias que establecen pautas de
comportamiento, no constituyen la conducta misma sino como la gente piensa
que debería ser la conducta.
Como pudiste ver en temas anteriores, existe una estrecha relación entre el
individuo, el grupo y la sociedad. Por tanto, en los contenidos de las normas
que emergen en los espacios grupales están reflejadas, en cierta medida, las
normas sociales. Cuando utilizamos el término de normas sociales nos
estamos refiriendo a aquellas que forman parte de la cultura social y que han
sido el resultado del desarrollo histórico, son heredadas de generaciones
precedentes que a su vez las retomaron de otras, pero que se van renovando,
enriqueciendo y transformando en cada época adecuándose a las exigencias
de cada momento.
Las normas se caracterizan por ser relativas, pues lo que para un grupo
constituye una norma para otros no, la relatividad está en dependencia del
contexto, o sea del momento histórico o la idiosincrasia del lugar donde se vive
o se esté. Lo podemos analizar en nuestra cotidianidad, por ejemplo, en un
grupo de personas católicas el hecho de que alguien practique un aborto como
método de control de la natalidad es censurado y en otros grupos quizás el
mismo hecho tenga otra connotación u otra percepción. Incluso, en un mismo
lugar, en momentos históricos diferentes, normas iguales pueden ser
percibidas como contradictorias. Lo anterior se evidencia si nos detenemos a
analizar como hace un siglo atrás en muchas familias latinoamericanas, si la
mujer no llegaba virgen al matrimonio era muestra de inmoralidad; sin
61
embargo, en la actualidad, las prácticas sexuales prematrimoniales son más
comunes y mucho menos censuradas.
Las normas también pueden manifestarse de forma explícita o implícita. ¿A
qué nos referimos en este caso? Se considera que una norma es explícita
cuando surge a partir de la discusión y el acuerdo de todos, o aparece reflejada
en documentos reglamentarios del grupo (códigos, reglamentos, lineamientos,
leyes). En cambio, en muchas ocasiones encontramos conductas que
responden a normas internas que no han sido declaradas abiertamente y se
asumen como pautas de comportamiento. Por eso vemos que en un salón de
clases los puestos escogidos por los estudiantes son respetados por el resto
sin necesidad de que esta norma sea declarada en los días sucesivos.
Por último, resulta necesario indicar que las normas se tornan absolutas para el
grupo que las establece, incluso aunque esta no haya quedado explícitamente
declarada, no es cuestionada por ningún miembro y es asumida con
naturalidad hasta en los casos donde las normas grupales no se ajustan o no
se corresponden con los más altos valores y principios de la sociedad.
62
informalmente como pequeñas agrupaciones de personas que se reunían para
luchar contra enfermedades, discriminaciones o daños al medio ambiente.
También los grupos formales suelen incluir en sí varios subgrupos informales.
En los grupos docentes, formalmente constituidos por personas de diferentes
estados, edades y procedencias sociales, coexisten subgrupos de estudiantes
que se reúnen espontáneamente para determinadas actividades del tiempo
libre. Se puede apreciar cuando en las actividades recreativas bailables tienden
a reunirse para compartir pequeños grupos de muchachos del mismo grupo
docente estudiantil.
Por lo que hemos examinado hasta el momento te podrás dar cuenta de la
relevancia que adquieren para el sujeto los diversos grupos de los que forma
parte. Ellos constituyen un espacio ínter subjetivo que influye en nuestro
comportamiento y genera determinados sentimientos, vivencias, estados de
ánimo y niveles de satisfacción de necesidades. Lo anterior permite
adentrarnos en la clasificación de grupos de pertenencia y grupos de
referencia. Los primeros son aquellos a los cuales pertenecemos y donde
somos reconocidos por otros como uno más de sus miembros. Pudiéramos
citar en este caso a nuestra familia, nuestro grupo docente estudiantil o nuestro
grupo de amigos. Existen también los llamados grupos de referencia,
considerados así cuando en la propia dinámica interna de un grupo el sujeto se
identifica con determinados elementos (normas, valores, hábitos, costumbres),
que se ajustan, se corresponden con sus aspiraciones o concepciones. Por eso
podemos considerar desde varias aristas la relación pertenencia-referencia:
-Nuestro grupo de referencia no coincide con nuestro grupo de pertenencia.
(Formo parte de un grupo docente estudiantil pero me siento más identificado
con otro grupo).
-El grupo de referencia es uno al que pertenecimos en un momento anterior de
la vida. (Al llegar al bachiller me integré a un equipo de baloncesto pero me
identifico más con el que jugaba en la secundaria)
-Nuestro grupo de pertenencia es nuestro grupo de referencia. (Encuentro que
el grupo al que pertenezco se ajusta y se corresponde a mis aspiraciones y
deseos).
Ahora bien, si estamos aspirando a potenciar el desarrollo grupal en los
espacios a los que pertenecemos, debemos ir más allá del reconocimiento de
un grupo de referencia con el cual nos identificamos. Cuando somos capaces
de analizar y reflexionar en torno a los aspectos de un grupo referencial y nos
convertimos en portadores y transmisores de estos elementos de cambio
estamos realmente contribuyendo al alcance de niveles superiores de
desarrollo grupal.
Parafraseando a Mara Fuentes, el desarrollo grupal es un proceso natural que
se refleja en las potencialidades concretas que adquiera este para la
realización exitosa de su actividad conjunta como en sus posibilidades de
ejercer influencia en la formación y desarrollo de la personalidad de sus
miembros. Será necesario entonces que el grupo adquiera cualidades socio
psicológicas que le permitan funcionar de manera diferente como estructura
social en un contexto determinado.
63
Las relaciones interpersonales en los grupos
Coincidimos en las ideas iniciales de este tema en que la actividad conjunta
que sustenta la existencia de un grupo sólo es posible a partir de la
comunicación directa y permanente de sus miembros. Seguro has podido
vivenciar que esta comunicación se manifiesta a partir de las relaciones
interpersonales y que no en pocas ocasiones aparecen conflictos por las
diferencias en los valores, creencias, actitudes y comportamientos.
Las relaciones interpersonales constituyen los vínculos e interacciones que
surgen y se desarrollan sobre una base emocional (sentimientos, emociones y
afectos), generados por los participantes y por las particularidades de la
actividad conjunta en la que los sujetos se encuentran implicados. (Zaldívar,
2003). Entre más potenciadora de vivencias positivas sea esta relación más
fácil resultará realizar las actividades de conjunto. Por eso consideramos de
suma importancia mostrarte algunos de los elementos que influyen en el
contenido y calidad de las relaciones interpersonales.
A lo largo de la vida se configura un elemento subjetivo que se refiere a las
valoraciones y opiniones que un sujeto tiene sobre sí mismo, constituye, en
pocas palabras, una auto imagen, una auto percepción, el cómo me veo y me
valoro. Esta auto imagen de la que hablamos es reconocida también como el
concepto de sí mismo y contiene una estrecha relación con las expectativas
que los demás han tenido sobre nosotros en los grupos por los que hemos
transitado. Por ejemplo, si desde muy pequeños no nos tienen en cuenta, no
hemos sido aceptados, estimulados y respetados, es probable que vayamos
incorporando estas valoraciones a nuestra auto imagen o concepto de sí
mismo y posteriormente las reflejemos en nuestras relaciones, nos veamos
incapaces, con poca seguridad de poder enfrentar y vencer los retos del futuro.
En el curso del que formas parte, en ocasiones nos hemos encontrado
estudiantes que llegan con muchos temores de ser aceptados en su grupo
docente estudiantil porque no se perciben importantes para el resto de sus
compañeros lo que hace que él mismo límite sus relaciones interpersonales.
Por tanto, la forma en que nos vemos influye en cómo interpretamos y
respondemos ante los hechos cotidianos, y por ende, determina también la
forma en que establecemos nuestros vínculos interpersonales.
Ahora bien, no sólo el concepto de sí mismo influye en las relaciones
interpersonales, en los vínculos que establecemos tienen un gran peso la
percepción que tenemos de los demás. Veamos algunos contenidos que
conforman la percepción que vamos configurando o construyendo sobre los
otros.
La forma en que nos relacionamos con las personas que comparten con
nosotros en un grupo no pocas veces está sustentada en ideas
preconcebidas, o sea, juicios y valoraciones premeditadas que elaboramos
sobre los otros, generalmente alejadas de la realidad. De seguro ocurrió que en
los momentos iniciales de tu grupo algunos elaboraron criterios premeditados,
a veces errados, sobre algún compañero y con el tiempo se dieron cuenta de
que se habían adelantado en su percepción inicial.
También los prejuicios, considerados como creencias que nos hacen
considerar a determinadas personas como portadoras de características
negativas, influyen en nuestras relaciones interpersonales. Los prejuicios
64
determinan nuestra actitud y comportamiento hacia los otros y pueden
llevarnos a crear situaciones discriminatorias en los grupos. (Prejuicios raciales,
étnicos, genéricos, políticos, sexuales).
Es interesante analizar cómo las atribuciones o la explicación que damos de un
resultado personal o grupal determinan nuestros vínculos o relaciones
interpersonales. Nos estamos refiriendo al utilizar el término atribuciones a la
percepción que tenemos de las causas que provocaron determinado hecho o
comportamiento. Las atribuciones pueden manifestarse de formas diversas. En
algunas situaciones, si nuestra autoestima o valoración personal se ve
comprometida ante la evaluación del grupo en el desempeño de una tarea o
misión, le atribuimos las causas del fracaso a factores externos (no aparecieron
los materiales, el profesor no califica de forma adecuada, el horario no permite
hacer nada más). Muy por el contrario ocurre si tenemos que evaluar el
comportamiento de otra persona, entonces nos encontramos que asociamos
las causas a características personológicas, habilidades o conocimientos.
(Tiene muy poca experiencia, su nivel cultural no le permite entender).
Propiciar la reflexión colectiva sobre estas situaciones que pueden presentarse
en un grupo en las relaciones interpersonales contribuirá sin dudas a
perfeccionar los estilos y contenidos de los vínculos que se establecen en las
actividades conjuntas para el crecimiento y desarrollo grupal.
BIBLIOGRAFÍA:
FUENTES ÁVILA, MARA: “¿Por qué el grupo en la Psicología Social?”, en
Selección de lecturas sobre Psicología Social y Comunitaria, compilación de
Norma Vasallo y Lourdes Ibarra.
65
Un acercamiento psicológico a la familia: su papel en la formación de
valores.
Lic. Yaima Del Cristo Sánchez
Lic. Klency González Hernández
Lic. Lissette Díaz Torres
66
Se hace difícil plantear una definición de familia, según la doctora Patricia Arés
(1990) la familia desde el punto de vista genérico no existe, lo que se puede
estudiar son formas variadas y cambiantes de relaciones interpersonales,
criterio que se ratifica cuando conocemos la diversidad y complejidad familiar
que se presenta en la actualidad.
Detengámonos y analicemos la siguiente definición de Familia:
La familia es la unión legal entre un hombre y una mujer que se unen en un
proyecto para toda la vida, con el objetivo de procrear, educar a los hijos y
satisfacer necesidades comunes de amor y compañía.
Como te habrás dado cuenta esta definición era fácilmente aplicable a la familia
de décadas anteriores, intenta en este momento aplicarla a tu propia familia o a
las que te encuentras más cercano. Seguramente se te hace difícil encontrar
alguna en la que esta definición se cumpla a cabalidad, pues en la actualidad
las uniones pueden no ser legales, los que se unen pueden ser del mismo
sexo, y en algunos casos el proyecto no es para toda la vida, pues las
separaciones y divorcios son muy frecuentes e incluso la intención de unirse en
ocasiones no cumple con lo que en la definición se plantea.
Estos cambios experimentados por la familia no sólo se manifiestan en Cuba y
otros países de Latinoamérica, sino en diversas latitudes del mundo, pues la
Familia a pesar de tener sus características propias, forma parte de la sociedad
y está en constante intercambio dialéctico con ella, de ahí que los cambios
macro sociales hayan influido en las transformaciones al interno de la familia y
viceversa.
La principal causa de estos cambios ha sido la salida de la mujer al mercado
del trabajo, y el aumento de sus posibilidades de superación, ofreciéndole el
derecho a su realización personal al margen de la maternidad. Esto ha incidido
en que disminuya el número de hijos, y en la utilización de métodos
anticonceptivos para lograr una mejor planificación familiar. Los conflictos entre
hombre y mujer en cuanto a las formas tradicionales de asumir los roles
sexuales y parentales se fueron agudizando y con ello el incremento del índice
de divorcios y separaciones dando lugar a los segundos y terceros matrimonios
y a una mayor cantidad de hombres y mujeres viviendo solos con sus hijos.
También los adelantos tecnológicos y el encarecimiento de la vida fueron
transformando la dinámica interna de la familia. En la actualidad las personas
pasan gran parte del tiempo dedicados al trabajo y a través del teléfono o
Internet se comunican más rápido sin necesidad de verse personalmente,
sobre todo en los llamados países del primer mundo.
Estas son algunas de las causas que han ido provocando concretas
transformaciones al interno de la familia y en la manera en que a nivel
individual se van comprendiendo estos vínculos humanos. Es por eso que la
Psicología ofrece una definición más abierta que pueda ser aplicable a la
disimilitud de familias que hoy nos encontramos y es esta la que te ofrecemos
a continuación:
Unión de personas que comparten un proyecto vital de existencia en común
que se quiere duradero, en el que se generan fuertes sentimientos de
pertenencia a dicho grupo y se establecen relaciones de intimidad, reciprocidad
y dependencia. Ares. P (2002).
67
¿Cómo clasificar a la familia actual?
De la misma manera en que se hace difícil definir a la familia por la complejidad
y diversidad en que se nos presenta en la actualidad, se hace también difícil
clasificarla. Es por eso que nos apoyamos en diferentes criterios que no son
privativos de la Psicología, pero que nos hacen posible ofrecer una mirada más
amplia en este sentido:
1. De acuerdo con el momento de referencia:
Familia de origen: Es aquella de la que provenimos (padres, abuelos,
tíos, primos, hermanos).
Familia Propia: Es la que se va formando desde que nos unimos con otra
persona (esposo(a), hijos, nietos, bisnietos).
Recuerda al utilizar este criterio tomar como punto de referencia a un sujeto en
particular, pues para un hijo la familia es de origen, mientras que para un padre
de esta misma familia, sería propia.
2. De acuerdo con la ideología que prevalece:
a. Patriarcal: En la que el criterio del hombre-padre es el determinante, sin
tener en cuenta otras opiniones.
b. Matriarcal: En la que el criterio de la mujer-madre es el que domina.
c. Democrática: Todos los criterios y opiniones se llevan a consenso entre
los miembros de la familia sin que prevalezca uno por encima de otro.
3.De acuerdo con su estructura, es decir teniendo en cuenta las personas que
la componen:
d. Nuclear: Constituida por los padres, casados o no, y su descendencia.
e. Monoparental: Un solo padre con sus hijos.
f. Reensamblada o pluriparental: Constituida por una pareja de
segundas nupcias que aportan hijos de matrimonios anteriores en situación o
no de convivencia con estos. Cuando la nueva pareja tiene hijos en común
suele llamársele reconstituida.
g. Binuclear: Pareja estable sin hijos.
h. Extensa: Constituida por más de dos generaciones con relaciones
directas de consanguinidad (Por ejemplo: padres, hijos, nietos, biznietos).
i. Extensa compuesta o extendida: Cuando conviven más de dos
generaciones de personas que no proceden de las líneas directas de
consanguinidad, ni sus descendientes o cónyuges sino personas sin grado
cercano de parentesco y consanguinidad ( Por ejemplo padres, hijos, nietos,
conviviendo además con sobrinos o tíos lejanos, esposo(a) de algún hijo,
amigos, entre otros)
j. Hogar sin núcleo: Hermanos que viven solos sin padres.
2. De acuerdo con la orientación sexual de los padres:
Familias heterosexuales: Se unen personas de sexos
opuestos.
68
Familias homosexuales: Se unen personas del mismo
sexo.
Aun cuando nos resulte alejado de nuestra cotidianidad y sea percibido por
algunas personas como inadecuado, existen familias compuestas por parejas
del mismo sexo, sobre todo en los llamados países del primer mundo, donde se
perciben con mayor naturalidad. Ya sabes que es imposible que personas del
mismo sexo puedan reproducirse a través de relaciones sexuales, en el caso
de las parejas donde ambas son mujeres una de ellas se somete a la
inseminación artificial y en el caso de las parejas donde ambos son hombres
recurren a la adopción para formar su propia familia. En estos casos, por lo
general, la realización de las tareas del hogar, el sustento económico de la
familia, así como la educación de los hijos y otras actividades, son asumidas
por ambas personas, por ejemplo los dos padres o las dos madres pueden
indistintamente ocuparse de las actividades escolares del niño, asearlo,
alimentarlo, cocinar, lavar, fregar, conseguir los alimentos, trabajar fuera de la
casa para conseguir dinero, entre otras.
Debes tomar en cuenta que para clasificar a una familia puedes hacerlo
atendiendo a todos o algunos de estos criterios, por lo pudieras encontrar, por
ejemplo, una familia: Propia, heterosexual, democrática y nuclear, sin que la
utilización de uno de los criterios antagonice con los demás. Desde cada uno
de ellos se ofrece una información importante sobre la familia, lo cual posibilita
que podamos ofrecerle la ayuda más adecuada en caso de que lo necesite.
69
complejas y difíciles de superar , las cuales requieren de un esfuerzo superior
en cada uno de sus miembros, necesitando en ocasiones de ayuda
especializada para que la familia pueda reajustarse nuevamente.
Si la familia no logra superar estos sucesos que transitoriamente desestabilizan
sus dinámicas internas, y resolver situaciones conflictivas o contradictorias que
en ocasiones se presentan, no se producen entonces los aprendizajes
vivénciales necesarios para que cada uno de sus miembros desarrolle
estrategias de afrontamiento positivas ante situaciones nuevas, diferentes y
crezca como persona. Debes tener presente que lo importante no es evitar que
sucedan dichos eventos sino que la familia como grupo logre continuar su
funcionamiento reajustándose de manera favorable.
Seguramente llegan a tu mente ejemplos de familias en las que has podido
percibir algunas de estas situaciones e incluso de tu propia familia. Ahora que
ya posees estos conocimientos, puedes desde el rol que desempeñas como
trabajador social contribuir en alguna medida con tu orientación o auxiliándote
de la colaboración de otros profesionales especializados en estos temas, a que
la familia se restablezca de manera más rápida y adecuada, cuando se
encuentra atravesando por alguna de estas situaciones.
70
elementos biológicos y económicos que parten de la subjetividad individual y
familiar y determinan su funcionamiento de manera particular.
Es por eso que no funcionará igual aquella familia en la que se eduque
enseñando a expresar afectos positivos, distribuyendo las tareas y
responsabilidades económicas de manera equitativa, y brindando apoyo y
colaboración mutua entre sus miembros, que aquella en que no se propicie el
aprendizaje de afectos positivos que medien la relación biológica, en que no se
distribuyan las responsabilidades económicas de manera justa, sobrexigiendo
en algunas ocasiones o desamparando a alguno de sus miembros cuando aun
necesita apoyo, entre otras.
Es preciso entonces que puedas determinar de acuerdo con la manera en que
se cumplan estas funciones y se desarrollen las dinámicas familiares, cuando
estas en presencia de una familias funcional, disfuncional o multiproblemas.
Comencemos por definir que es una familia FUNCIONAL: Es aquella cuyas
dinámicas internas favorecen el desarrollo sano y el crecimiento personal de
cada uno de sus miembros.
A continuación aparecen algunos indicadores más importantes, que nos
permiten conocer cuando una familia es funcional:
Ambiente familiar organizado y cuidado independientemente de las
posibilidades materiales de la familia.
Jerarquías claras entre padres e hijos y entre generaciones.
Roles genéricos flexibles.
Capacidad de expresar afectos positivos.
Posibilidad de expresar criterios negativos sin carácter violento ni
destructivo.
Respeto y comprensión por los problemas de los otros miembros de la
familia.
Sentimientos de pertenencia e identidad familiar en cada uno de sus
miembros.
Capacidad para solucionar los conflictos sin la participación de otras
personas.
Posibilidad de reajustarse ante los cambios.
Defensa de los intereses familiares por encima de los individuales.
Pero, también existen familias cuyas dinámicas internas no favorecen el
desarrollo sano y el crecimiento personal de cada uno de sus miembros, por lo
que este tipo de familia es considerada DISFUNCIONAL. A continuación te
ofrecemos algunos de los indicadores en los que como trabajador social
puedes apoyarte para definirla.
Límites difusos.
Dificultades para expresar los afectos de manera positiva, predominando los
mensajes negativos.
Expresión de criterios negativos de manera violenta e irrespetuosa.
71
Poca empatía ante los problemas de los demás.
Ausencia de sentimientos de pertenencia e identidad familiar.
Amenazas continuas de separación.
Fuerte resistencia ante los cambios.
Defensa de los intereses individuales por encima de los familiares.
Precisan de ayuda para solucionar sus conflictos.
72
este proceso, son utilizados algunos métodos educativos por medio de
los cuales la familia intercambia valores, conocimientos, modos de
relacionarse y pautas de comportamiento que forman parte de la
socialización.
Existen diferentes métodos educativos que la familia utiliza aunque sus
miembros no siempre sean conscientes de ello y estos varían en dependencia
del contexto y la dinámica familiar. Dichos métodos son utilizados también por
otros agentes de socialización como la escuela, el grupo informal, el centro de
trabajo, la comunidad y otras instituciones o grupos en los cuales se inserta el
individuo a lo largo de la vida.
Cuando hablamos de métodos educativos en la familia debes imaginarlo en
función de dos roles fundamentales: educador y educado. El rol de educador
pueden asumirlo todas aquellas personas que estén comprometidas con la
formación de uno o varios miembros, este rol puede ser desempeñado por
ejemplo por los padres, tíos, abuelos u otros familiares. Mientras que el rol de
educado es desempeñado por aquellos miembros que necesitan apropiarse de
todas las influencias educativas que se intercambian en ese proceso.
Aquí te presentamos algunos de los métodos educativos que se utilizan de
manera más frecuente en el ámbito familiar.
Impositivo o autoritario: Este método se centra en que a través de la
fuerza física o moral, el educado asuma el comportamiento que se le exige, sin
recibir una explicación coherente por parte de los educadores del por qué debe
conducirse así. En ocasiones no se valoran las posibilidades reales que posee
el educado para asumir determinados comportamientos. Por ejemplo una
madre que le ordena a su hija de 7 años que limpie la casa sin tomar en cuenta
que físicamente no está aun preparada para realizar esta labor y no admite que
esta se niegue amenazándola con pegarle y castigarla si no lo hace.
Permisivo: No existe autoridad para establecer límites que determinen
una forma adecuada de actuar. Por lo general se plantea cómo debe ser el
comportamiento correcto pero no se controla su cumplimiento, aún cuando se
expliquen las razones por las que el educado debe conducirse de esa manera.
Por ejemplo se le dice a un adolescente de 14 años que no puede llegar
pasada las 12 de la noche a su casa por los peligros a los que puede estar
expuesto a esa hora fuera de la casa, este llega a la 1:30 y sus padres no dicen
nada aun cuando se sigue repitiendo, por lo que se va perdiendo el respeto
hacia los padres.
Inconsistente: Utilización de los métodos anteriores en diferentes
momentos y en una misma circunstancia generando incertidumbre en el
comportamiento del educado, quien se comporta igualmente de manera
inconsistente. El educador no es sistemático en el control del cumplimiento de
lo que se exige. No resulta apropiada la utilización de este método en ningún
momento. Por ejemplo en una ocasión se regaña al niño porque está jugando
con los adornos de la casa sin explicarle por que no debe hacerlo aun cuando
tiene 5 años y puede comprender por qué y en otra se le permite que lo haga
sin llamarle la atención.
Negligente: Los educadores se muestran despreocupados con relación al
comportamiento de los educados, lo que se expresa en una ausencia total de
73
exigencias con relación a su conducta. Por ejemplo, los padres no se
preocupan por las notas que obtiene su hijo en la escuela, ni conocen los
amigos con los que se relaciona porque están todo el tiempo ocupados en su
trabajo y por tanto no le exigen nada.
Racional o persuasivo: Se utilizan argumentos lógicos y convincentes
para explicar la necesidad de un comportamiento que se exige al educado en
un momento determinado, además de brindarle la posibilidad de participar en la
decisión. Por ejemplo, los padres se sientan con sus hijos adolescentes y le
explican la necesidad de que colaboren con las actividades del hogar porque la
realización de las mismas favorece a todos los miembros de la familia por igual,
negociando con ellos los horarios para realizarlas y distribuyéndolas de manera
equitativa.
Como te habrás dado cuenta este último resulta ser el método más adecuado
para el desarrollo de la personalidad en condiciones normales, ya que en
condiciones críticas o de emergencia, el impositivo puede ser el adecuado
aunque esto siempre estará en dependencia de las particularidades de la
familia, de la situación en particular y del conocimiento que poseen los
educadores acerca de las características personológicas de los educados. Por
ejemplo, a un niño de 2 años que quiere jugar con un vaso de cristal que puede
herirlo si se rompe nos desgastaríamos explicándole por que no debe hacerlo
ya que no cuenta con los recursos necesarios para comprendernos debido a su
edad, por lo que lo más prudente en este caso es no permitírselo corrigiendo
su conducta impositivamente.
74
También puedes utilizar técnicas como la observación, los cuestionarios, las
entrevistas, que te permiten obtener la mayor información posible acerca del
funcionamiento familiar. De esta manera puedes realizar un diagnóstico acerca
de la situación actual de la familia, auxiliándote de los indicadores que ya
conoces.
Hay momentos en los que como trabajador social puedes realizar algunas
acciones de orientación guiando a las personas a encontrar la vía más
adecuada para solucionar determinada situación. Al orientar estas ofreciendo
información que probablemente las personas no conocen y con esto previenes
y contribuyes a potenciar los recursos que la familia necesita para superar sus
crisis y mejorar las relaciones entre sus miembros. En algunos casos la
orientación estaría en indicarles a dónde dirigirse en caso de que necesiten de
ayuda especializada.
Auxíliate de otros profesionales que desde su saber científico pueden colaborar
en la solución de las posibles situaciones que se pueden presentar, porque sin
el trabajo multidisciplinario, se dificultará esta labor, recuerda que en la unidad
esta la fuerza.
BIBLIOGRAFÍA:
Arés Muzio, Patricia: Mi Familia es así. Editorial de Ciencias Sociales. La
Habana, Cuba. 1990
Arés Muzio, Patricia: Psicología de la familia. Una aproximación a su estudio.
Editorial Félix Varela, La Habana, Cuba. 2002.
Arés Muzio, Patricia: En: ¿En que tiempo puede cambiarse la mente de un
niño? La Habana, Cuba. 1999
Castellanos Cabrera, Roxanne (Comp.): Psicología. Selección de textos.
Editorial Félix Varela La Habana, Cuba. 2003.
García Morey, Aurora: La identidad personal y social en el niño. En: ¿En que
tiempo puede cambiarse la mente de un niño? La Habana, Cuba. 1999
Gutiérrez Baró, Elsa: Mensajes a los padres.2003. Editorial Científico-Técnica,
La Habana, Cuba.
Martínez Gómez, Cristóbal: Salud Familiar. Quebecor World Bogotá. S.A.
Colombia. 2001
Segarte, Ana Luisa: ¿Cómo ayudar al niño a crecer? En: ¿En que tiempo
puede cambiarse la mente de un niño? La Habana, Cuba. 1999
75
Sentido psicológico de comunidad y participación comunitaria. Puntos de
apoyo en el contexto actual.
Lic. Liset Álvarez Ledesma.
76
valoración o forma de vida distinta será despreciada y condenada como
incivilizada”. (Miranda, Jorge, 2001, pp. 223).
Con las ideas fundamentales que guían mis reflexiones me propongo abordar
cómo en el contexto comunitario se identifican elementos estructurales y
funcionales muy valiosos para el diagnóstico científico del problema de la
integración intercultural así como para la intervención social orientada a su
potenciación. Nos referiremos de forma especial a dos conceptos neurales
vinculados con lo anterior: el sentido psicológico de comunidad y la
participación social comunitaria.
77
parte activa de la red social; y a su vez la comunidad constituye un canal que
nutre dicha identidad absorbiendo de la sociedad que la engloba normas,
valores y tradiciones que trasmite a sus miembros. Es en la comunidad donde
se hacen más tangibles y concretos para el hombre sus vínculos sociales y
donde la sociedad encuentra los recursos más diversos para influir sobre los
hombres. (Fig. 1).
78
a. Capital ambiental: redefinición del ambiente físico y ecológico, servicios
ambientales directos y absorción de desechos.
b. Capital humano: poder del trabajo como saber, motivación y habilidades.
c. Capital producido físicamente: contribución económica a la creación de
riquezas y cantidad de los bienes no monetarios y servicio producida.
d. Capital social u organizacional: rol que juegan las instituciones en la
producción de riquezas.
Es probable que una conclusión sea útil para las comunidades
latinoamericanas y es que una comunidad desarrollada desde sus
competencias culturales e identitarias, es siempre una entidad psicosocial
preparada para integrarse a la sociedad, para no perder sus valores propios y
para defender sus fortalezas.
El concepto Sentido Psicológico de Comunidad y la cultura comunitaria.
Sin pretensiones de reducir el análisis a lo que puede ser considerado uno
de los factores determinantes de esta compleja realidad, quiero continuar mis
planteamientos acercándome al problema desde la perspectiva de la Psicología
Social Comunitaria.
El modelo globalizador que caracteriza las relaciones económicas actuales, ha
promovido progresivamente la aniquilación de las culturas tradicionales,
centenarias y arraigadas, por una tecnocultura esterilizante y arrasadoras de lo
más auténtico de nuestra historia. Como ya expresamos anteriormente,
nuestras comunidades empobrecidas necesitan defenderse y prepararse para
la interrelación cultural con el desarrollo de recursos no convencionales; es
decir, aquellos que, a diferencia de los convencionales, se pierden sólo en la
medida en que no se usan. (Max-Neef, 1986, referido por Mariñez, Freddy,
1999). En mi consideración, en el mismo centro del desarrollo de los recursos
no convencionales está el fortalecimiento del sentido psicológico de
comunidad.
Si retomamos algunos presupuestos teóricos de La Psicología Comunitaria,
decimos que la comunidad está definida estructuralmente por cinco
componentes a los que de algún modo hemos hecho referencia en nuestros
planteamientos (Sánchez, Alipio, 1991):
a) Localidad geográfica (vecindad).
b) Estabilidad temporal (duración).
c) Estructura y sistemas sociales.
d) Instalaciones, servicios y recursos materiales.
e) Componente psicológico (sentido psicológico de comunidad).
Considero que resulta de especial interés que profundicemos en la
comprensión de cuán importante resulta el último de los elementos señalados
para la potenciación y el empoderamiento de nuestras culturas. El componente
psicológico es esencial para que la comunidad tenga una verdadera dinámica
propia y que logre interactuar con el medio ambiente exterior sin que esto
constituya un elemento de permanente carácter estresante o ansiógeno que
ponga en peligro su existencia. También permite a la comunidad auto
79
desarrollarse, lo que implica que sus miembros satisfagan sus necesidades y
experimenten ese crecimiento cultural desde su vivencia personal y desde la
vivencia colectiva. Este componente psicológico queda atrapado en el
concepto sentido psicológico de comunidad.
Esta es una categoría psicológica que se nutrió de algunas ideas de la
Sociología. Aparece en 1974 y desde entonces es considerada la célula básica
para la construcción y la sistematización de la Psicología Comunitaria como
disciplina científica y para el estudio y la intervención en las comunidades.
Puedo plantear sin temor a equivocaciones, que el reto más importante que
tenemos hoy los profesionales de la Psicología Comunitaria es la
reconstrucción y la recuperación del sentido psicológico de comunidad en
nuestra región, que ha sido paulatinamente debilitado por la disolución de las
redes y sistemas de apoyo, de integración y de interdependencia propio del
subdesarrollo y la marginación a la que nos hemos visto expuestos durante
cientos de años.
Con esto queremos decir que se hace urgente recuperar y reconstruir “el
sentimiento de que uno es parte de una red de relaciones de apoyo mutuo en
que se podría confiar y como resultado del cual no experimenta sentimientos
permanentes de soledad que lo impulsan a actuar o a adoptar un estilo de vida
que enmascara la ansiedad y predispone a una angustia posterior más
destructiva”. “El sentimiento de que uno pertenece a, y forma parte significativa
de, una colectividad mayor...; de que, aunque pueda haber conflicto entre las
necesidades del individuo y la colectividad..., ese debe ser resuelto de forma
que no se destruya el sentido psicológico de comunidad”.(Sarason, 1974,
citado por Sánchez, Alipio, 1991, pp. 44).
Hablar de sentido psicológico de comunidad (o identificación comunitaria) es
reconocer que lo social esta constituyendo una parte esencial de lo individual
aunque sea diverso, y que a su vez lo individual enriquece y entronca con lo
social que es compartido. El concepto representa el punto de encuentro o nexo
de unión entre lo individual y lo colectivo o social. (Fig. 2).
LO SENTIDO
INDIVIDUA PSICOLÓGICO DE LO SOCIAL
L COMUNIDAD
80
una oportunidad reales de permeabilizar las fronteras del mundo privado e
íntimo para construir con otros una mutualidad, una interdependencia, una
pertenencia dialógica donde los hombres son valorados por lo que son ante lo
colectivo y no por lo que hacen. Precisamente la cuestión más grave en la
actualidad es que los sistemas económicos, políticos y sociales globalizadores
vigentes, han desintegrado los sistemas comunitarios imponiendo modelos
extranjeros que nada tienen que ver con nuestras historias, nuestra cultura,
nuestras tradiciones. Es evidente que es la ley del más fuerte, donde el crudo
mensaje es: no importan tus valores, no importa quién eres, no importa tu
cultura, sólo trata de subsistir y compite aunque te sientas solo y alienado.
Felizmente, en nuestro continente latinoamericano los poderosos son una
minoría destinada a estar desunidos porque eso es lo que hace la riqueza
material: desunir, desintegrar. El afán de riqueza económica se quiere para sí y
no para compartir; eso lo saben bien los poderosos y también lo sabemos los
desposeídos. Somos los humildes una mayoría; los que compartimos
espiritualidad, intereses, conflictos, metas, problemas, necesidades, cultura,
tradiciones, desafíos, que a diferencia de la riqueza monetaria cobran más
valor y fuerza mientras más unidos estemos.
No obstante, considero que primero nuestras culturas comunitarias deben
cohesionarse más a lo interno para luego poder abrirse al intercambio con otras
identidades con las que tenemos más cualidades en común que diferencias.
Indiscutiblemente, hay hechos que nos facilitan el logro de una interculturalidad
desarrolladora, pues en nuestras comunidades y también en nuestra región
podemos identificar una historia común, hemos compartido experiencias
comunes, se han desarrollado a través de la historia relaciones emocionales
fuertes entre hombres y mujeres de nuestros pueblos y tenemos una identidad
y un destino comunes.
Creo que en este sentido tenemos que promover fuerzas en cuatro direcciones
fundamentales que consoliden el sentido psicológico de comunidad al interno
de nuestras comunidades y nos faciliten la integración con otras comunidades
sensibles a nuestra cultura latinoamericana. Estas direcciones son: (Sánchez,
Alipio, 1991):
a) Percepción de similitud de cada individuo con otras personas.
b) Interdependencia mutua entre dichos individuos.
c) Voluntad de mantener esa interdependencia, dando o haciendo
por otros lo que uno espera de ellos (reciprocidad conductual basada en
las experiencias interactivas).
d) Sentimiento de formar parte de una estructura social mayor
estable y fiable (sentido de pertenencia o integración social).
Consolidar el sentido psicológico de comunidad al interno de nuestras
comunidades, fortalecerá y enriquecerá nuestras tradiciones y valores propios,
lo que es esencial para poder intercambiar con otras culturas sin que ello
constituya una permanente amenaza para nuestra identidad latinoamericana.
La participación social comunitaria y el sentido psicológico de
comunidad: de uno al otro en la construcción intercultural.
81
A lo largo de mis planteamientos he defendido explícitamente la necesidad de
desarrollar la dinámica y la vida propia de la comunidad como espacio
auténtico mediador entre el individuo y la sociedad; pero lo primero es que esta
dinámica propia exista realmente devenida en cultura irrepetible, en sentido de
pertenencia comunitaria de cada uno de sus miembros.
En el contexto comunitario acontecen procesos o funciones que nos indican
cómo la comunidad está protagonizando su mediación en la inserción social del
hombre. Para que hablemos de una comunidad viva generadora de su propia
identidad cultural, la misma debe ejercer una influencia directa sobre la
actividad habitual de sus miembros promovida precisamente por la estabilidad
de la convivencia territorial de estos. Podemos mencionar cinco funciones
relevantes vigentes para la disciplina Psicología Comunitaria (Warren, 1972,
referido por Sánchez, Alipio, 1991):
a) Producción, distribución y consumo de bienes y servicios
deseables y precisos en la localidad como parte de la vida diaria.
b) Socialización y transmisión de valores, conocimientos, pautas de
conducta de la sociedad y la propia comunidad a los individuos.
c) Control social o presión social por que los miembros cumplan las
expectativas sociales de conducta normativas.
d) Apoyo mutuo ofrecido por instituciones comunitarias formales o
no institucionales.
e) Participación social comunitaria a través de los mecanismos
existentes.
La calidad con que la comunidad lleve a cabo estas funciones garantizará la
satisfacción de las necesidades de sus miembros y por consiguiente la
consolidación del sentido psicológico de comunidad y sus tradiciones y el
desarrollo comunitario integral con el aumento de la autonomía y la emergencia
de servicios comunitarios. Al mismo tiempo, estas funciones sólo se efectuarán
satisfactoriamente si existe una verdadera integración e identificación
psicológica y cultural entre sus miembros, lo que fortalecerá además la
autonomía real y las áreas de servicios comunitarios (Fig. 3).
SERVICIOS
AUTONOMÍ COMUNITARIO
S
AAAA
82
En mi consideración, una de las funciones relevantes de la comunidad juega un
papel trascendental y medular en la potenciación del desarrollo comunitario y la
posibilidad concreta de apertura hacia el diálogo intercultural. Esta función es la
participación social comunitaria que en relación con el sentido psicológico de
comunidad, conforman la célula estructural y funcional de la comunidad.
La participación social comunitaria constituye “una acción intrínseca a la
naturaleza del hombre y de la misma comunidad, producto de sus sentimientos
de cooperación, solidaridad y deseo constante de crecimiento y
desarrollo.”(Galeana, Silvia y Sainz, José Luis, 2001, pp. 137).
Podemos definirla como “un proceso de manifestación, cooperación y
movilización de diversos grupos o la población de una comunidad, que se
integran para enfrentar problemas y gestionar requerimientos que permitan dar
respuesta a sus necesidades y demandas. Esta acción requiere de los
individuos un sentido de responsabilidad, que propicie la defensa de sus
derechos y la capacidad de decidir sobre su propio destino”. (Galeana, Silvia y
Sainz, José Luis, 2001, pp. 140).
De ahí podemos deducir que sin la participación comunitaria no podrían
efectuarse ninguna de las restantes funciones que vitalizan al espacio
comunitario como mediador, por lo que tampoco podríamos hablar de una
comunidad real en su sentido psicosocial. En esta dirección tenemos que decir
que el sentido psicológico de comunidad constituye un catalizador por
excelencia de la participación comunitaria y simultáneamente la participación
contribuye a la consolidación del sentido de identidad. (Fig. 4).
83
incorpore a actividades aisladas con clara intención individualista. El valor ético,
teórico, metodológico y práctico con el que abordamos la participación
comunitaria, nos obliga a asumir que la esencia de ésta es el compromiso y la
identificación con un fin social orientados a la integración cultural y al beneficio
colectivo.
Para consolidar el sentido psicológico de comunidad y la participación
comunitaria, los individuos tienen que emerger como verdaderos sujetos
activos. Es por eso que el primero de los retos está en la necesidad de
socializar la educación, es decir, la necesidad de enseñar a los hombres a
pensarse a sí mismos y al mundo que les rodea, piedra angular para
desarrollar en nuestras comunidades los recursos humanos con una
perspectiva política, social, cultural y ecológica. Otras metas para nuestra
región son el desarrollo del liderazgo y de las estructuras sociales organizativas
en nuestras comunidades, que permitan gestar y ejecutar organizadamente y
desde abajo los recursos comunitarios. (Galeana, Silvia y Sainz, José Luis,
2001).
Las competencias que tenemos la responsabilidad de promover en nuestras
comunidades los científicos sociales comprometidos con nuestras
problemáticas, pueden agruparse en dos grupos con igual trascendencia:
a) Competencias psicosociales al interno de las comunidades.
b) Competencias contextuales de las comunidades.
84
crea promueve; el que promueve se compromete”. (Miranda, Jorge,
2001, pp. 230).
Aún muchos desafíos implica para nuestra región la promoción de políticas
participativas y, más que eso, el fomento de una cultura verdaderamente
participativa y de intercambio; donde las comunidades hagan valer sus
tradiciones y sus conocimientos comunes, con el derecho de protagonizar la
construcción de su propio destino común, su espacio, su entorno, su vida
cotidiana, sobre la base de la justicia social que se encuentra en el saber
colectivo que brota de las comunidades. No renunciemos al derecho histórico
de construir juntos el camino de nuestro desarrollo cultural.
BIBLIOGRAFÍA.
López, Raúl Eduardo, (1999) La política social municipal y el desarrollo
comunitario. Ribeiro,
Manuel y López, Raúl Eduardo (1999) (Ed), Políticas sociales sectoriales:
tendencias actuales (tomo II), Imprenta Universitaria de La Universidad
Autónoma de Nuevo León, Monterrey, México, pp. 47- 64.
Mariñez, Freddy Ramón, (1999) Lo comunitario y la creación de riqueza en el
desarrollo. Ribeiro, Manuel y López, Raúl Eduardo (Ed), Políticas sociales
sectoriales: tendencias actuales (tomo II), Imprenta Universitaria de La
Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, México, pp. 65- 88.
Miranda. Jorge, (2001) Los factores culturales en el desarrollo comunitario.
Arteaga, Carlos (Ed), Desarrollo comunitario, Editores Buena Onda, S.A.,
México, pp. 218- 240.
Sánchez, Alipio, (1991) Psicología Comunitaria, bases conceptuales y
operativas. Métodos de intervención. Promociones y Publicaciones
Universitarias, S.A., Barcelona, España.
Galeana, Silvia y Sainz José Luis, (2001) Estrategias de participación social
para el desarrollo comunitario. Arteaga, Carlos (Ed), Desarrollo comunitario,
Editores Buena Onda, S.A., México, pp. 137- 148.
85
La conducta desviada. Apuntes necesarios para su estudio.
Existen normas que son explícitamente declaradas e incluso escritas como las
leyes y otras que regulan nuestro comportamiento sin que apenas nos demos
cuenta y estas son las llamadas implícitas.
86
Estas normas sociales, al igual que costumbres, tradiciones, se van
transmitiendo como decíamos, pero ¿cómo llamamos a este proceso de
asimilación por parte del individuo de toda esta influencia social?, pues proceso
de Socialización.
87
afectiva, que tiene que ver con la expresión de afectos y sentimientos.
Los métodos educativos tienen que ver con la forma en que se ejerce la
autoridad sobre el sujeto y son reconocidos varios tipos: impositivo, que
describe un procedimiento autoritario para que el otro asuma el
comportamiento exigido, sin tener en cuenta sus posibilidades reales y los
argumentos que justifican dicha solicitud; el permisivo, que es la ausencia total
de autoridad para contener el comportamiento del individuo; el inconsistente,
que sería el uso de los dos anteriores en diferentes momentos pero ante un
mismo hecho, lo cual no permite que realmente se interioricen las normas
sociales; el racional, que usa argumentos racionales que justifican la exigencia
y que tienen en cuenta al individuo como personalidad por lo que posibilita su
participación en la toma de decisiones, y el negligente que se caracteriza por la
falta de preocupación de los otros por el comportamiento de los sujetos.
Por último, los indicadores de desajuste social nos hablan de conductas que
manifiestan alguna inadaptación social por parte del individuo y que dentro del
grupo en cuestión pueden convertirse en conductas a imitar, además de que
pueden lograr la pérdida de autoridad y el alejamiento de los miembros, en este
caso, del hogar. Algunos de estos indicadores son por ejemplo: el alcoholismo,
la drogadicción, la conducta sexual desorganizada, los antecedentes penales,
entre otros.
88
conocimientos y permite el intercambio afectivo que condiciona de alguna
manera la efectividad de las intenciones socializadoras del maestro.
En cuanto a los métodos educativos, cabe señalar que aquí al igual que en la
familia, se deben tener en cuenta las peculiaridades individuales y las
posibilidades reales de los estudiantes.
Los grupos informales son aquellos que no son definidos de forma institucional,
sino que se forman sobre la base de afinidades e intereses comunes de las
personas y la coincidencia de necesidades.
En toda sociedad, el valor socializador de estos grupos, tiene que ver con la
coincidencia o no de las necesidades de sus miembros con las metas de los
grupos formales con los cuales se relacionan. En el grupo informal, los
miembros encuentran contención y vivencias similares a las suyas, por lo que
en general, la reacción ante las conductas que en el grupo se producen es
tolerante. Los indicadores que permiten valorar la influencia de los grupos
informales son: la actividad que los sustenta, las particularidades de sus
miembros, los indicadores de desajuste social y la significación del grupo para
el individuo.
Claro está, que todos los procesos grupales están mediatizados por las
particularidades de sus miembros y estas repercutirán en toda la dinámica que
se desarrolla a partir de las relaciones interpersonales de los integrantes del
grupo.
El indicador significación del grupo para el individuo tiene que ver con las
expectativas que tienen los miembros de lo que para ellos puede representar
desde el punto de vista afectivo y moral.
89
Los métodos educativos en todo centro laboral deben promover la formación de
la disciplina laboral e intereses laborales positivos.
Por último, el clima socio psicológico, guarda una relación lineal con la eficacia
de esta función socializadora que tiene la comunidad y con el ambiente en el
cual se desarrollen las relaciones a lo interno de este espacio, en aras del
bienestar de los individuos.
¿De qué nos sirve todo esto que hasta aquí hemos visto? Debemos entender
que no todas las personas o grupos con los que entramos en contacto respetan
las normas socialmente aceptadas. En nuestra vida cotidiana, en nuestro
quehacer diario, ya sea personal o laboral, afrontamos diversidad de
situaciones e interactuamos también con diversidad de personas y muchas
veces pensamos que la forma en que vemos la vida es la misma según la cual
la ven los demás. Nos pasamos horas analizando lo inaceptable de
determinados comportamientos y quizás no hemos pensado en la relatividad de
lo que es aceptado o no. Cuando hablamos del cumplimiento de normas
legales, es posible que la discusión sea un poco más llana pues muchos
estaremos de acuerdo, sin embargo cuando analizamos otro tipo de normas
sociales la cosa se complica un poco.
90
Existen situaciones en las que las personas somos más susceptibles a violar
las normas socialmente aceptadas. Tal es el caso de cuando se está bajo los
efectos de las drogas, incluyendo el alcohol y también por qué no, cuando nos
encontramos bajo una presión que provoca malestar psicológico, tal como
pudiera suceder con las personas enfermas.
Todos los que de una forma u otra, estamos vinculados al trabajo directo con
las personas, debemos tener en cuenta todas estas ideas para comprender el
comportamiento de esos individuos y para buscar alternativas de solución a los
problemas que se puedan presentar. El camino es largo, pero se puede
transitar, hagámoslo.
Bibliografía.
91
La conducta desviada en la vida cotidiana.
“Nada se ha hecho con solo anhelar y esperar, hay que actuar de otra
manera”.
Ma
x Weber.
El día a día nos invita a vivir eso a lo que todos llamamos: la cotidianidad, que
no es más que el conjunto de sucesos en que cada ser humano se encuentra
inmerso diariamente y que van enriqueciendo sus vivencias personales. Para
muchos y especialmente para la Psicología, cotidianidad o vida cotidiana, es
hoy un término abarcador si lo abordamos como el espacio inmediato donde el
hombre en interacción con la sociedad construye la realidad social al mismo
tiempo que su subjetividad.
Lo cotidiano no es más que aquello que hacemos diariamente, que puede ser
diferente y a la vez muy similar entre las personas. Es la vida misma, las
actividades y relaciones que se establecen, lo que se vivencia en el día a día y
que se le presenta al individuo como algo dado, como lo que debe ser
(levantarse temprano para ir al trabajo o la escuela, asearse, desayunar, etc.) y
que por la frecuencia con que se repite cada día llega a ser para cada uno:
obvio, natural.
92
como los elementos no cotidianos que hacen que la vida cotidiana entre en
crisis y que tenga que ser reorganizada por el individuo para el
reestablecimiento del equilibrio necesario para adaptarse al cambio. La
situación de enfermedad propia o de algún familiar o amigo cercano es un
ejemplo ilustrativo de lo que mencionamos anteriormente.
Es evidente que sin el ir y venir de los seres humanos la cotidianidad fuera otra,
por lo que nos estamos refiriendo a nuestra cotidianidad, a la cotidianidad que
se puede estudiar desde la Psicología, teniendo en cuenta que el objeto de
estudio de esta ciencia es, la subjetividad humana.
93
así, se asienta sobre un dualismo o dicotomía cuerpo – mente, sobre la
tradición del más puro idealismo, en el que la mente tiene existencia de suyo y
es el punto de origen de todas las manifestaciones corporales; según esta
perspectiva, el cuerpo es solamente un instrumento o un vehículo del que se
vale la mente (Alma) para manifestarse (M. Calviño, 2002).
Según Piaget, lo interno fue anteriormente externo, por lo que partiendo de este
sabio planteamiento, no podríamos decir que la conducta del individuo ya venía
plagada a su ser desde que este se formó, sino que para que esta conducta
pudiera manifestarse devino necesariamente de las influencias externas. De
ahí que desde las diferentes disciplinas que estudian al ser humano con una
mirada filosóficamente subjetiva, encontramos que se le concede un
determinante papel en la conformación de la conducta a los diferentes agentes
de socialización, como son la familia, la escuela, el centro laboral, la
comunidad, los grupos de amigos, las diferentes instituciones y organizaciones
sociales con las que el individuo interactúa a lo largo de su vida, e incluso los
medios masivos de comunicación por la fuerte influencia que pueden ejercer en
las personas.
94
Por tanto si quisiéramos modificar conductas tendríamos necesariamente que
apoyarnos en los agentes de socialización, pero para modificar algo es
importante poner en práctica la criticidad y el cuestionamiento acerca del
fenómeno en cuestión, y en este caso sería insuficiente cuestionarnos la
conducta independiente al proceso de socialización, por lo que llegaríamos
entonces a la necesidad de realizar un cuestionamiento de la cotidianidad.
Por esta razón construir la sociedad que deseamos y nos proponemos, impone
una crítica a la vida cotidiana, entendida la crítica como análisis objetivo,
científico y comprometido de la realidad. Desde la Psicología Social esta crítica
implica vivenciar la realidad, tomando posteriormente una distancia reflexiva, y
apoyados en un marco teórico determinado, analizar que aspectos de nuestra
vida cotidiana favorecen u obstaculizan la formación del tipo de hombre que
necesitamos para garantizar nuestra continuidad y desarrollo. Sería romper con
la familiaridad acrítica y a su vez una manera objetiva y científica de estudiar la
posibilidad de hacer la vida diferente aunque se tenga que realizar las mismas
actividades, de cuestionarse por qué siempre se hace lo mismo y de la misma
manera.
95
ajustes y reestructuración de la cotidianidad para mantener el dinamismo y el
equilibrio del sistema. Así pues, si fuésemos a realizar un análisis crítico de la
desviación de la conducta tenemos que partir de la comprensión y el estudio de
este fenómeno, permitiéndonos así la posibilidad de no enfocarlo solamente
desde la obviedad y la naturalidad.
96
trasgresor de la ley o manifestante de una conducta desviada, lograse romper
entonces con su familiaridad acrítica, percibiría su realidad de otra manera y
podría cambiar su conducta desviada, hacia una manifestación positiva de
esta.
Bibliografía:
Castellanos, R.: “Psicología. Selección de textos” Editorial Félix Varela. La
Habana. 2003.
97
Calviño, M.: “Análisis Dinámico del comportamiento”. Editorial Félix Varela. La
Habana. Cuba. 2002
Quiroga, Ana P.: “La Psicología Social como crítica de la vida cotidiana”.
Ediciones 5 Florida. Buenos Aires de Argentina. 1988
98
La educación como estrategia para el trabajo social.
Dr. Omar Torres Rodríguez
Ms. C. Ana María González Pérez del Villar
99
Nos preguntamos entonces, ¿cómo lograr un trabajo social despojado de esa
connotación asistencialista a la que nos referimos con anterioridad, y que
además, conduzca a mejorar la situación existente?
La interrogante antes planteada nos puede conducir a reflexiones muy diversas
sobre la problemática en cuestión, sin embargo, todas de alguna manera van a
converger casi seguro en un punto común, el cual está dirigido a dignificar el
impacto del trabajo social en las personas, tanto de aquellas que lo reciben
como de los que de alguna manera prestan este servicio. Es en este sentido
que consideramos conveniente, pero además necesario, asumir la educación
como principio básico del trabajo social, o sea, concebir la educación como el
fundamento teórico, metodológico y práctico del mismo; y además, que las
diferentes estrategias orientadas en esta dirección, actúen desde las múltiples
perspectivas de la educación en el contexto de la personalidad. Sobre todo, si
tomamos en cuenta que muchos de estos problemas si bien se acrecientan por
determinadas carencias materiales, no se reducen a tales causas y ni siquiera
su aparente solución pudiera evitarlos o resolverlos en todos los casos
mediante los procedimientos tradicionales.
Durante el curso y en particular en los contenidos de Psicología se han tratado
algunos aspectos relacionados con la socialización, lo que seguramente te
habrá permitido llegar a la conclusión, de que la misma se refiere al conjunto
de procesos sociales gracias a los cuales la persona se apropia y reproduce un
determinado sistema de conocimientos, normas y valores que le permiten
actuar como miembro pleno de la sociedad. Ahora bien, es necesario que
tengas en cuenta además, que la socialización no incluye sólo aquellas
influencias conscientes, controlables, dirigidas a una finalidad, sino incluye
también, aquellos procesos espontáneos, no dirigidos que de alguna manera
influyen en la configuración personológica del sujeto, lo que está en
correspondencia con el carácter activo, dinámico y autodeterminado de éste.
No obstante, se considera a la educación como el principio rector y
determinante de la socialización. Ésta no se puede dejar a merced de las
influencias espontáneas, de los aprendizajes incidentales u ocasionales, es
preciso guiar y orientar de manera intencionada hacia el logro de un propósito
personal y social, por lo que no se puede desconocer entonces, el decisivo
papel que juega la educación en la formación y el desarrollo de la personalidad.
Concebir la educación como estrategia en función del trabajo social nos
convoca a modificar nuestras maneras de pensar, de sentir y de actuar en
torno al asunto. Habrá por tanto, que variar la concepción del trabajo social, lo
que incluye, los escenarios y protagonistas de éste, incluso habrá que pensar,
en el propio concepto de beneficiario, pues llevar a cabo esta tarea desde la
posición o el rol del educador va a lograr nuevos y mayores impactos.
Algunas precisiones relacionadas con la educación y otros términos
afines.
Educación en el sentido amplio del término: se entiende como el conjunto
de influencias que ejerce toda la sociedad sobre el individuo. Esto significa
entonces, que la persona se educa durante toda la vida, o sea, mientras existe
como tal es susceptible a recibir las influencias de la sociedad en que vive.
100
La educación es un fenómeno social históricamente condicionado y con un
marcado carácter clasista. Es mediante ésta que se garantiza la transmisión de
la experiencia de una generación a otra.
La educación es un proceso inherente a la sociedad desde el surgimiento de
ésta y resulta a su vez esencial para su desarrollo sucesivo, a tal extremo que
sin educación no se concibe progreso histórico-social alguno.
En el sentido estrecho del término: el concepto educación se caracteriza
por el trabajo programado, organizado y planificado que realizan las diferentes
instituciones educativas, orientado a la formación de cualidades de la
personalidad: convicciones, actitudes, rasgos morales y del carácter, ideales y
gustos estéticos, así como modos de comportamientos del individuo como
miembro de la sociedad.
La enseñanza: El núcleo de la educación lo constituye la enseñanza como
proceso a través del cual se transmiten los conocimientos y valores culturales
acumulados por las generaciones anteriores. Éste se enfoca a la asimilación de
los conocimientos y la instrucción un tanto especializada y más o menos
formalizada de acuerdo a los métodos o procedimientos utilizados. Pero,
incluye también una instrucción más amplia por sus finalidades que está
encaminada al desarrollo de hábitos, habilidades y capacidades, contribuyendo
de esta manera de forma significativa a la educación de los estudiantes.
Como puedes apreciar, la enseñanza es el proceso de organización de la
actividad cognoscitiva. Dicho proceso es bilateral porque, por un lado incluye
la actividad del que aprende (sujeto del aprendizaje) y por el otro, la dirección
del que enseña (maestro, profesor, coordinador, mediador, etc.).
Instrucción: Se expresa a través de ésta, el resultado de la asimilación de
conocimientos, hábitos y habilidades; se caracteriza, además, por el nivel de
desarrollo intelectual o creativo alcanzado por la persona. La instrucción
presupone determinado nivel de preparación por parte de los individuos para su
participación en una u otra esfera de la actividad social.
Todos estos procesos están relacionados entre sí, sin embargo éstos no son
idénticos, y pueden llevarse a cabo con la ayuda de diferentes instituciones
sociales (escuela, medios de información masiva, instituciones culturales,
recreativas, deportivas etc.).
Si tomamos en cuenta que la enseñanza y en especial la instrucción se asocian
en lo fundamental con la transmisión de información intelectual o habilidades y
hábitos prácticos, entonces esto quiere decir, que la palabra educación se usa
también en un sentido estrecho para designar el sistema de influencias
emocionales que forman el mundo moral, ético, o sea, el mundo de valores
orientador de la personalidad.
La educación y sus nuevos retos.
La educación en los momentos actuales tiene ante sí nuevos retos, pues hoy
más que nunca la educación debe ser ante todo la educación de la
independencia, de la iniciativa creadora, de la responsabilidad social, de la
solidaridad y del humanismo, inseparables unas de otras. En resumen, la
educación debe preparar al individuo para la vida, o sea, para la toma de
101
decisiones, la autogestión, el afrontamiento de conflictos y sobre todo, para su
desempeño eficiente y altruista como miembro de la sociedad.
En Cuba abogamos hoy como una importante garantía para asegurar el
mañana por una cultura general e integral de la que deben ser depositarias las
presentes y; sobre todo, las futuras generaciones, estamos conscientes que
ello sólo será posible a través de la educación
Una creciente demanda de la sociedad a la educación en la actualidad es la
formación y el desarrollo de la personalidad en toda su plenitud e integridad
como garantía para el desempeño eficiente de sus diferentes roles sociales.
Téngase en cuenta, que la educación sirve a fines sociales y no sólo a fines
individuales.
Pudiera parecer paradójico, pero para hablar de la educación y sus retos
actuales hay que remitirse necesariamente a algunos de los términos de
antaño. Te invitamos a reflexionar, sobre el contenido que encierran en la
actualidad algunos de ellos:
Alfabetización. Hoy ya no se trata sólo de saber leer y escribir en el idioma
natal. Ello implica también, poder comunicarnos en otros idiomas, tener ciertos
conocimientos de las matemáticas, saber trabajar con una computadora,
conocer el lenguaje de la programación, navegar en INTERNET, tener una idea
general sobre las ciencias, en fin, poseer una cultura general integral.
Ética. Es la educación del ser humano para la vida en sociedad. Se trata de los
problemas relacionados con la concepción del mundo, de los modos de
comportamiento, la capacidad de orientarse en la sociedad, el dominio de uno
mismo, la autodeterminación. Abarca además, el conocimiento de las leyes y
las normas sociales, de los derechos y obligaciones del ciudadano. Se incluyen
también aquí los problemas de la familia y la instrucción social (dónde acudir en
un momento determinado, cómo dirigirse en la sociedad para resolver los
problemas vitales, etc.).
Estética. Se refiere al dominio de la literatura, la música, el canto, la gráfica, la
pintura y la danza, es decir, la esfera estética, sin la cual la educación de la
persona no sería plena.
Cultura física. Se entiende que una persona armónicamente desarrollada debe
ser sana, dominar su cuerpo, saber que ocurre en su organismo, saber prestar
primeros auxilios a sí mismo y a otros.
El logro de tales propósitos sólo es posible, si en realidad la educación se
convierte en una tarea de todos los agentes socializadores implicados: la
familia, la escuela, los centros laborales, los propios sujetos del proceso
educativo y en general, de todos los grupos sociales.
La educación y el modo de actuación del trabajador social.
El modo de actuación de cualquier profesional depende de diversos factores:
sistema de conocimientos, capacidades, habilidades, sentimientos, emociones,
estados de ánimo, nivel de compromiso, tenacidad, consagración y
autodeterminación del sujeto entre otros. Como puedes apreciar existe una
estrecha relación entre el modo de actuación y la personalidad del individuo.
102
El hecho de que abordemos lo relacionado con el modo de actuación del
trabajador social en este tema, no te debe llevar a pensar que es la Psicología
quien define el mismo, ella, junto a las diferentes asignaturas del Plan de
Estudio y el resto de las actividades que forman parte del proceso docente
educativo diseñado para tú formación, contribuye a lograr el nivel de
efectividad que puede alcanzar éste, pero, en última instancia depende de la
autodeterminación de cada uno de ustedes, definir el alcance de su modo de
actuación.
El modo de actuación del trabajador social se puede definir como:
Activista político. Debe ser el principal guía y esclarecedor de su comunidad,
caracterizarse por su identificación y compromiso con la revolución y el partido,
siendo un fiel defensor y salvaguarda de sus logros. Conocer al mismo tiempo
la realidad por la que atraviesa el país y dominar los argumentos acerca de las
medidas y política que asume el gobierno.
Activista social. Debe ser capaz de detectar problemas sociales, determinar sus
causas y proponer alternativas de solución contribuyendo así a la prevención y
el mejoramiento de la calidad de vida de los que le rodean.
Educador. Debe contribuir a la formación y desarrollo de sentimientos,
cualidades, valores y actitudes que favorezcan el desarrollo personal, la
convivencia y el bienestar social. Ejercer importantes influencias educativas en
las personas, en la familia y en la comunidad, a través de su ejemplo personal.
Líder. Debe ejercer influencia, atraer, movilizar y arrastrar con iniciativas y
creatividad a las masas para que alcancen las metas que se han propuesto, así
como conducir con éxito grupos formales e informales, propiciando la toma de
conciencia, el compromiso y la unidad entre todos.
Como invariantes del modo de actuación del trabajador social se precisan sus
diferentes acciones profesionales:
A) Prevención. Como su nombre lo indica se trata de prevenir y; prevenir es
ante todo, evitar que algo suceda, o al menos, disminuir sus consecuencias.
Como trabajador social tú puedes realizar diferentes acciones encaminadas a
la prevención. A partir del conocimiento de las problemáticas más acuciantes y
tomando en cuenta, los grupos de riesgo y los sectores más vulnerables de la
población, puedes diseñar de conjunto con otras instituciones y siempre con la
participación de la comunidad o entidad donde te propones actuar, diferentes
estrategias para estos fines, pueden ser talleres, charlas, conferencias, etc. La
prevención también se puede hacer de persona a persona. Para ello puedes
valerte del diálogo educativo u otras vías para lograr la persuasión y el
convencimiento.
B) Identificación o Diagnóstico. El proceso de identificación o diagnóstico,
te permite evaluar el contexto en el que te desempeñas, de manera que podrás
tener un conocimiento mucho más amplio de las problemáticas o debilidades
del mismo, las necesidades existentes, las cuestiones que pueden constituir
barreras u obstáculos dentro de éste, así como los lados fuertes o
potencialidades allí existentes y que pueden ser aprovechados para introducir
los cambios para lograr su perfeccionamiento. Para llevar a cabo el proceso de
identificación o diagnóstico te puedes apoyar en algunos de los métodos que
103
ya conoces. En este sentido podrás conocer más cuando trates más adelante
los contenidos sobre la Psicología comunitaria.
C) Orientación. La orientación, desde tú competencia como trabajador
social se inserta de alguna manera al trabajo preventivo que debes realizar
dentro de la comunidad, sobre todo, en aquellas familias que requieren de
cierta atención para mejorar su funcionamiento.
D) Intervención. Implica diseñar acciones dirigidas a la solución de los
problemas y necesidades sociales de su entorno y lograr los cambios
deseados.
Tanto el modo de actuación del trabajador social como las acciones en las que
éste se concretiza se fortalecen y perfeccionan a través del trabajo
interdisciplinario. El trabajo social requiere de estrategias orientadas a cambiar
las maneras de pensar, sentir y actuar de las personas; y ello sólo es posible,
cuando se asume desde la perspectiva que logra implicar a los diversos
factores que lo pueden hacer posible.
La educación como estrategia para llevar a cabo el trabajo social no puede
desconocer la realidad del contexto en el que se van a realizar las acciones
educativas. Para ello, el trabajador social ha de ir al encuentro de lo que ya
viven y hacen las personas con las que se propone actuar.
En la educación como ya hemos planteado intervienen diversos factores.
También habrás podido notar que la propia amplitud del término (sentido
amplio y sentido estrecho) presupone que todo el sistema de influencias
educativas no sólo tiene lugar en las instituciones creadas de manera oficial
para estos fines, sino, que en la dinámica y los espacios en que transcurre la
vida cotidiana de las personas, éstas pueden ser objeto y sujeto de las más
diversas influencias educativas. Esto depende en gran medida de las
circunstancias concurrentes, y entre ellas, de la finalidad o el propósito explícito
o implícito de las entidades o personas.
Es a partir de esta consideración que proponemos asumir la educación como
parte de la estrategia para llevar a cabo el trabajo social. La educación a la que
nos referimos no es portadora de soluciones mágicas, de ideas y experiencias
extrañas al mundo popular; su misión no es venir desde fuera a proporcionar
aquello de lo cual supuestamente carecen las personas necesitadas, y que
supuestamente poseen los trabajadores sociales. Su principal tarea y propósito
es facilitar aquello en que se encuentran ya empeñados, activados y
movilizados esos mismos sectores de la población. En resumen, se trata de
facilitar la solución de la problemática existente, contribuyendo a hacer más
eficientes las iniciativas y experiencias en tal sentido.
Bibliografía:
Colectivo de Autores.: Pedagogía. Editorial Pueblo y Educación, Ciudad de La
Habana, 1984.
Colectivo de Autores.: La educación y la enseñanza: una mirada al futuro.
Editorial Progreso, Moscú, s.a.e.
104
Enríquez, G. A.: Enseñar, aprender y planear: una interacción necesaria. En
Siglo XXl perspectivas de la educación desde América Latina. Revista
cuatrimestral. Año 2. No. 5. Septiembre-diciembre, 1996. México.
Petrovski, A.: Psicología Evolutiva y Pedagógica. Editorial Progreso, Moscú,
1985.
Razeto, L.: Educar para la subsistencia y la solidaridad. En Desafío Escolar.
Revista Iberoamericana de Pedagogía. Año 2. 1ª. Edición Especial. Febrero,
1998. I. C. C. P. La Habana, Cuba.
105
Los valores en la juventud.
Lic. Ricardo Giniebra Urra
“No hay perfección sin esfuerzo; solo pueden mirar al sol de frente los
que osan clavar su pupila sin temer a la ceguera. Los corazones
menguados no cosechan rosas en su huerto, por temor a las espinas; los
virtuosos saben que es necesario exponerse a ellas para escoger las
flores mejor perfumadas”
José Ingenieros.
106
Las distintas definiciones aportadas contribuyen a enriquecer el conocimiento
que se tiene de los valores en sentido general, pues desde ellas, se abordan
diferentes aristas de un mismo fenómeno, que solo puede ser comprendido
desde una mirada integradora que contemple la diversidad de enfoques y
alternativas metodológicas existentes.
107
acto de conducta, actitud) que con un carácter valorativo – normativo, a nivel
de la conciencia moral (social – individual) y en forma de principios, normas,
representaciones morales, etc., orientan la actitud y conducta del hombre hacia
el Progreso Moral, a la elevación del humanismo y al perfeccionamiento
humano.” (2000:12)
En estos conceptos se destaca un elemento que a nuestro juicio resulta de
suma importancia y es precisamente, el de considerar, la actividad como
espacio donde se produce la atribución de significados desde el punto de vista
personal. Habría que agregar la importancia de la comunicación como
herramienta que permite la transmisión de la experiencia (portadora de valores)
y la calidad de la interacción en el marco de las relaciones interpersonales,
erigiéndose estos elementos como auténticas vías para la educación y
formación de valores.
Los valores desempeñan una función de orientación en tanto “contenidos
sociales que son ponderados, defendidos, apreciados, deseados, buscados,
considerados importantes por toda la sociedad, una parte de esta o por grupos
de individuos y que de hecho operan como reguladores del comportamiento del
sujeto en la esfera de actuación en cuestión”. Bombino, L., (s/f).
Como puede apreciarse desde la óptica sociológica las apreciaciones que se
realizan acerca del tema tienen lugar, a partir del análisis de las condiciones
sociales en que surgen y se desarrollan los valores, donde desempañan un
importante rol las distintas instancias socializadoras que comprenden la familia,
la escuela, las organizaciones políticas, culturales, los grupos informales y
colectivos laborales, los medios de difusión masiva, entre otros.
“La socialización es entendida como el proceso a través del cual se desarrollan
los rasgos individuales en conformidad con las pautas sociales (ideales y
valores) dominantes, como proceso socio psicológico que posibilita se forme la
personalidad bajo el influjo de instituciones educativas.” (Colectivo de autores,
2001: 22).
Quisiéramos resaltar una vez más, el papel significativo que juegan en el
proceso de adquisición de valores las diferentes instancias socializadoras; pues
en nuestro criterio el proceso de adquisición y desarrollo de valores morales
por parte del individuo, ocurre a través de aprendizajes significativos que
acontecen en el marco de los distintos grupos de pertenencia, por los cuales el
individuo transcurre a lo largo de la vida. La familia como grupo primario, la
escuela como secundario y así sucesivamente el grupo laboral, etc.
Resaltando el carácter complejo de la categoría valor J. R. Fabelo (1995)
señala la posibilidad de estudiarlo en, al menos, tres planos de análisis
posibles.
El primer plano de análisis es considerar los valores como parte constitutiva de
la realidad social, en el marco de una relación significativa entre los procesos y
acontecimientos de la vida social y las necesidades e intereses de la sociedad
en su conjunto.
El segundo plano de análisis se refiere a la forma en que esa significación
social, que constituye el valor objetivo, es reflejado en la conciencia individual o
colectiva. De aquí se deriva la conformación por parte de cada sujeto de un
sistema subjetivo de valores que es propio, lo cual se produce como resultado
108
de un proceso de valoración activa de los sucesos y fenómenos de la realidad
social.
Esta vertiente de análisis representa, a nuestro juicio, un punto de intersección
importante de la tendencia sociológica con la Psicología, pues esta última trata
de explicar cómo se produce el proceso de subjetivación del valor, así como las
regularidades que tienen lugar al participar estas formaciones en la regulación
presente y futura del comportamiento humano.
El tercer y último plano de análisis descrito por Fabelo, hace mención a la
necesidad de que la sociedad se organice y funcione en la órbita de un sistema
de valores instituido y reconocido oficialmente, el cual puede corresponderse
en mayor o menor medida con el sistema objetivo de valores existentes. De
estos valores instituidos emanan la política interna y externa, las normas
jurídicas, el derecho, la educación formal, etc.
Al igual que los psicólogos, también los sociólogos señalan la importancia de
estudiar los valores en la edad juvenil. Al respecto N. Chacón (Citada en
Colectivo de autores, 2000) plantea que esa generación juega un importante
papel en la movilidad social al ser esta una etapa que marca la transición del
individuo hacia su incorporación en la actividad productiva y social, y desde el
punto de vista de las implicaciones psicológicas, en la edad juvenil, se produce
el desarrollo de la autodeterminación moral.
Creemos que cualquier aproximación que se haga al tema de los valores en la
edad juvenil, debe tomar al joven, al ser humano, como referencia obligada,
entendido como sujeto insertado en el contexto histórico social actual. De ello
se derivan un conjunto de consideraciones importantes que es necesario
resaltar para entender cómo la dinámica de las relaciones sociales complejas,
en la cual se desempeñan los jóvenes de hoy, constituyen determinantes de la
manera en que regulan sus comportamientos en el plano moral.
Como bien se ha planteado: “La moral es un reflejo de las condiciones
materiales en que viven los hombres”. (Chacón, N., 2000: 11). En este sentido,
este reflejo que se construye a nivel social, está determinado en primera
instancia por los cambios económicos que caracterizan cada época concreta.
Es en este elemento particular donde descansa la determinación objetiva de
los valores. Los jóvenes como sujetos activos reflejan en sus orientaciones
valorativas, aquellos aspectos de la realidad considerados significativos,
partiendo de su pertenencia a determinada clase o sector social, donde se
insertan en una determinada forma de producción de bienes materiales que
determina su supervivencia.
109
El Enfoque Psicoanalítico
Un ejemplo de lo anterior lo constituye el enfoque psicoanalítico encabezado
por Sigmund Freud (1971), quien plantea la existencia de tres instancias
fundamentales en la estructura de la personalidad. En opinión de Freud las
normas y los valores sociales se interiorizan (introyectan), a partir de un
mecanismo de defensa del yo, o principio de la realidad, que es la
identificación, lo que posibilita la formación de una instancia de la estructura de
la personalidad llamada Súper – yo. Esta última instancia tiene una función
conciliadora o de control que regula los impulsos (necesidades) que emanan
del ello (principio del placer) y cuya satisfacción debe realizarse de acuerdo a
las exigencias sociales; es decir, de acuerdo a aquellas normas aceptadas
socialmente, por lo que los valores cumplen básicamente para esta teoría una
función de regulación de la conducta social.
“La formación de valores entonces se reduce a un proceso de interiorización de
normas y exigencias sociales que pasan a formar parte de la personalidad, que
en última instancia, está determinado por la fuerza de los instintos que marcan
todo el curso y el ritmo del desarrollo, todo lo cual ocurre fundamentalmente,
en los 6 primeros años de vida.” (Colectivo de autores, 2001: 30).
Lo anterior nos conduce a pensar que esta teoría concibe el desarrollo moral
desde un punto de vista espontáneo, innatista, obviando el papel determinante
que juegan el sistema de relaciones en las cuales el sujeto está inmerso, no
solo como limitantes o coactantes de su expresión, sino como espacio donde
se producen nuevos aprendizajes, nuevas construcciones de sentidos. Es por
ello, que consideramos esta posición como una concepción teórica estática, al
tratar de interpretar todos los fenómenos subjetivos y objetivos de una forma
especulativa, sobre la base de necesidades y deseos reprimidos por el propio
hombre, que encuentran “freno” en lo social.
A pesar de las limitaciones anteriores del psicoanálisis con relación a la
concepción moral y la formación de valores, es válido decir, que en esta
corriente se destaca el papel que juega el modelo adulto en el mecanismo de
identificación, así como la importancia de la vida afectiva en el desarrollo de
una personalidad sana.
El Enfoque Conductista
Los teóricos del enfoque conductista y neoconductista hacen referencia al
desarrollo moral de la personalidad, considerando como objetivo central de sus
análisis la conducta; es decir, lo observable y comparable.
De este modo la formación de valores es concebida como un proceso de
aprendizaje de conductas sucesivas a partir de los mecanismos de imitación
social, de recompensa y castigo, entre otros, que actúan como reforzadores de
dichas conductas. De esta manera se obvia la mediatización de los procesos
psicológicos internos del individuo en el proceso de adquisición de los valores.
El papel que juegan los estímulos externos en el aprendizaje de conductas
resulta valioso para el desarrollo de comportamientos en el individuo, solo que
esto se produce con gran fuerza, en lo fundamental, en los primeros años de la
vida. En nuestra opinión, no se debe absolutizar el papel que desempeñan
estos mecanismos en la vida del sujeto, pues pasan a ser una vía secundaria
en momentos posteriores del desarrollo, donde por consiguiente cambian las
110
condiciones internas y externas, presentándose nuevas necesidades en el
individuo.
Este enfoque reduce extraordinariamente el concepto de valor, que si bien
tiene su expresión en el comportamiento y se forma a partir del mismo
(acciones externas), constituye sólo un indicador necesario pero no suficiente
de la presencia de valores morales”. (Colectivo de autores, 2001: 43).
El Enfoque Cognitivo
Otro enfoque importante dentro de la psicología lo constituye el cognitivismo
cuyos principales representantes en relación con el tema son J. Piaget (1932),
L. Kohlberg (1971), entre otros.
Estos autores elaboraron una teoría acerca del desarrollo moral, teniendo como
base las tesis planteadas por J. Dewey con relación al desarrollo del niño y el
papel de la educación. La posición que representan es la llamada tendencia
cognitiva – evolutiva, la cual ha tenido desde su formulación gran repercusión
en la investigación psicológica y en la práctica profesional.
En particular Piaget habla de un proceso de interiorización (de lo externo a lo
interno) de los valores, lo cual ocurre del plano de las acciones externas al
plano mental. El concepto de autonomía moral planteado por este autor, sirve
de base para explicar la naturaleza de las normas y valores, así como su
origen.
Según Piaget, el sujeto en la ontogénesis transita por varios niveles que tienen
que ver con la regulación moral del comportamiento. De un primer nivel en que
el sujeto no tiene sentido de obligación a las reglas y normas sociales (nivel
premoral), se pasa a otro donde esta regulación se lleva a cabo por la
necesidad de obedecer a las normas y condiciones que son impuestas
socialmente, donde tiene gran importancia la relación de obligación respecto a
la autoridad (nivel heterónomo o moral heterónoma), llegando a un tercer nivel
(autónomo) donde la regulación moral del comportamiento se produce por
convicción interna y por el hecho de comprender lo necesario de cumplir con
las normas sociales.
En opinión de este autor lo que garantiza el tránsito de un nivel de regulación
inicial a los subsiguientes lo constituye precisamente el desarrollo de un
pensamiento lógico, lo cual posibilita que el sujeto abandone sus posiciones
egocéntricas y se proyecte en el sentido de la cooperación con respecto al otro,
que viene dado por convicción interna y no como resultado de la coerción u
otros mecanismos de presión externa.
Por su parte Kohlberg reelabora el concepto de “autonomía moral” planteado
por J. Piaget bajo el nombre de “moral de los principios auto aceptados”. Con
este concepto también se intenta explicar la naturaleza de las normas y
valores, así como su origen.
Le es propio a este autor una descripción más detallada que la realizada por
Piaget acerca de los niveles de regulación moral. En este sentido se destacan
tres niveles (preconvencional, convencional, y posconvencional) que incluyen a
su vez 6 estadíos del desarrollo del juicio moral.
Kohlberg incorpora a su concepción factores de tipo afectivos, motivacionales y
auto valorativos, pero no logra dar una explicación clara y precisa de cómo se
111
produce la integración de estos componentes con los cognoscitivos en el
proceso de regulación moral.
Al igual que Piaget y Kohlberg otros autores, no ya pertenecientes al
cognitivismo como L. S. Vigotsky señalan la importancia del desarrollo
intelectual para que se produzca un logro por parte del sujeto de un
determinado nivel de desarrollo moral, llegando a la autonomía como forma
superior. Específicamente los trabajos de Kohlberg confirman esta relación y
además dejan claro que el nivel autónomo se logra en la edad juvenil. (Kon, I.
S., 1990).
La descripción de los niveles formulada por estos autores, considerando la
manifestación del nivel autónomo como regularidad en la etapa de la juventud,
se encuentra en relación con la tendencia que se produce en el joven al
abandono de posiciones relativistas respecto a ciertos valores, las cuales
existían con anterioridad, por no encontrarse formado un sistema sólido que los
sostuviera, llegando en esta etapa a orientarse, el sujeto, en el sentido de la
búsqueda incansable de su propia moral. El conocimiento de estos niveles y
regularidades está considerado como un aporte metodológico de este enfoque
para estudiar los valores y desarrollar estrategias para su formación.
No obstante sus valiosos aportes, esta concepción deviene en un enfoque que
absolutiza el papel de lo cognitivo en el proceso de regulación moral,
reduciendo todo el funcionamiento del individuo en esta área, al desarrollo
intelectual.
Coincidimos con I. S. Kon (1990: 150) cuando plantea que “el desarrollo
intelectual es una condición necesaria aunque no suficiente para el desarrollo
moral” (...). La conducta del individuo depende no solo de cómo este
comprende el problema que tiene ante sí, sino también de la preparación
psicológica para cualquier acción. La formación de las instancias morales
internas y del “yo moral”, con el que el individuo relaciona sus motivos y
conducta, es el resultado de la ampliación conjunta del grupo de acciones y de
la responsabilidad, del desarrollo del intelecto, de las emociones y la voluntad,
que ocurre durante la actividad práctica del individuo”.
A su vez concebir el desarrollo moral supeditándolo al desarrollo del intelecto y
por ende a la posibilidad mayor o menor de que los contenidos morales regulen
la conducta desde lo externo, conlleva a analizar los valores en la personalidad
del individuo sin tener en cuenta el contenido del valor. En nuestro criterio, los
juicios de valor no pueden hacerse corresponder según su calidad sólo con
formas más o menos desarrolladas del pensamiento u otros procesos de orden
cognitivo, sino que en ello juegan un papel imprescindible aquellas nociones o
ideas referidas al significado propio del valor, el cual adquiere un sentido al
integrarse a la personalidad, determinando la toma de decisiones ante
situaciones conflictivas donde se imponga la elección de una alternativa de
actuación.
Los contenidos auto valorativos tienen existencia objetiva en la realidad social,
de ahí que la subjetivación de los mismos se produce en una compleja
interacción sujeto – sociedad donde ambos se determinan mutuamente.
“Esta concepción unilateraliza la expresión subjetiva del valor, como algo que
se forma independientemente y ajeno a las condiciones sociales, por lo que
112
constituye un enfoque ahistórico sobre el desarrollo moral de la personalidad”.
(Colectivo de autores, 2000: 35)
Dentro del enfoque cognitivo encontramos además la tendencia socio cognitiva
cuyos postulados resultan de interés para una concepción del desarrollo moral
en el ser humano.
Como enfoque, esta tendencia parte de las ideas fundamentales de Piaget y
los aportes de J. Bruner y La Psicología Cognitiva Contemporánea. La pieza
clave en la comprensión de su esencia es la consideración del conocimiento y
las formaciones cognitivas como resultado de un activo proceso de
construcción personal. Con una posición en la que se hiperboliza el papel
activo del sujeto - no siempre bien considerado en “las psicologías” – esta
corriente de pensamiento conduce al relativismo moral, pues valioso sería lo
que cada sujeto definiera desde el punto de vista personal como resultado de
su construcción cognitiva personal, alejándose según este criterio de lo
consensuado o valorado como socialmente positivo.
El Enfoque Humanista
La Psicología humanista es un enfoque dentro de nuestra ciencia que brinda un
marco teórico interesante para una interpretación de los valores desde sus
postulados esenciales.
Para los teóricos de la llamada “Tercera Fuerza” en Psicología, la personalidad
es resultante de formas integradas de regulación psicológica. Autores como A.
Maslow ponen particular énfasis en la autorrealización personal, como proceso
en el cual se devela el verdadero “yo” del individuo, es decir su potencial
latente.
Resulta interesante destacar que en la comprensión de persona autorrealizada,
este autor destaca que el logro de esta cualidad se alcanza cuando el individuo
logra ver la vida de forma objetiva y clara, cuando existe pericia para juzgar a
los otros de modo preciso, cuando aparece la capacidad de detectar verdades,
cuando existe creatividad, espontaneidad, la capacidad de exponerse al error,
flexibilidad y capacidad de cambiar ante situaciones imprevistas.
La idea anterior nos conduce a concebir al joven en el camino de la
autorrealización, es decir, en dirección a expresar y desarrollar sus
potencialidades internas, materializándolas en planes y objetivos concretos en
un plazo mediato, en la medida en que logra realizar juicios valorativos acerca
de aquellos fenómenos y aspectos de la realidad que resultan significativos
para su existencia y de los cuales depende su desarrollo, no solo en el
presente sino también para el futuro. De esta forma los valores, desde su
integración en la concepción del mundo del joven, participan de forma activa en
el complejo proceso de autorrealización y autodeterminación de la
personalidad.
G. Allport (1965) en su concepción de personalidad madura supone a un
sujeto con un elevado nivel de organización interna, con una imagen
desarrollada de sí mismo y capaz de funcionar de manera autónoma en la
regulación del comportamiento, con un nivel de responsabilidad en la
regulación y riqueza motivacional autónoma.
113
Otras características, según su posición, resultan importantes para lograr la
madurez personológica, como son la existencia de una filosofía unificadora de
la vida, donde se incluyen en esta formación, el sentido de la vida y la
orientación de los valores.
Esta es la manera en que Allport rescata la importancia de los valores en la
regulación del comportamiento y en la comprensión de un sujeto, que con
tendencia a desarrollarse y transitar hacia la madurez, funciona según la
orientación y el contenido de los mismos.
Por su parte C. Rogers, concibe al sujeto como un sistema organizado que
percibe la realidad. Según su concepción, el individuo vive en un mundo
subjetivo personal de experiencias continuamente cambiantes, el cual incluye
todo lo que se experimenta a lo largo de la historia de vida personal.
La Psicología humanista en sentido general manifiesta especial interés en la
formación de un sujeto, donde se ponga de manifiesto, la relación entre el
desarrollo de los procesos intelectuales y el desarrollo de valores humanos,
que permitan el surgimiento de relaciones humanas satisfactorias y
propiciadoras de desarrollo personal.
Rogers (1982) propone, en concordancia con lo anterior, algunas
características a formar en las personas para el logro de tales fines. Entre ellas
podemos citar la autenticidad y la auto expresión, relacionadas con la
disposición a expresarse tal cual uno es, sin rasgos defensivos, manifestando
capacidad de auto aceptar los errores y deficiencias personales; para lo cual
considera que se debe estimular el tratar de ser auténtico y coherente en la
expresión personal; lo cual supone la existencia de concordancia entre lo que
se experimenta, o sea aquello de lo que se es consciente y lo que se comunica.
En nuestra opinión, esta idea resulta esencial en la consideración de aquellos
factores que posibilitan una subjetivación activa de los valores, en particular en
la edad juvenil, pues los espacios de comunicación de los jóvenes en las
distintas esferas de realización personal (familia, escuela, trabajo, tiempo libre),
no siempre estimulan la puesta en práctica de dichos comportamientos.
Si pensamos en la realidad concreta de muchos de los jóvenes que se
encuentran formando parte de la nuestras sociedades actuales, habría que
decir que la autorrealización de los mismos, así como el planteamiento de
objetivos y planes futuros sólidos, que estén en consonancia con los principales
proyectos del sistema social al que pertenezcan deviniendo como resultado de
la orientación hacia valores socialmente positivos; solo es posible si los
espacios de reflexión formalmente e informalmente creados, posibilitan que se
produzca una comunicación abierta y franca, donde la propia interacción sujeto
– sujeto sea fuente de apropiación personal de lo socialmente significativo y
que a su vez podamos garantizar que la asunción de proyectos y la
consecución de los planes, se realice sobre la base de un profundo sentido
personal en relación con los mismos.
La comunicación deviene un elemento central para el desarrollo de los valores,
comprendiéndola no en su función informativa, como orientación o transmisión
de información, sino como diálogo, como proceso contradictorio dentro del que
cada uno de los participantes se encuentra con los demás a través de su
114
verdad, de su comprensión personal del tema compartido, mediante la cual
influye sobre los otros y resulta influido por ellos. (González, F., 1998: 7)
De igual forma, las condiciones, exigencias o características de las actividades,
tanto formales como informales, en las cuales participa el joven, son
determinantes en la forma en que se produce la interiorización de los valores.
De ahí la importancia de organizar actividades en espacios dentro de la
sociedad, cuyos contenidos enriquezcan el desarrollo personal. Es
imprescindible que los jóvenes participen no solo como ejecutores de dichas
actividades, sino también como planificadores activos de las mismas, de forma
tal, que estas se realicen de acuerdo a sus intereses.
En sentido general, puede decirse que la posición humanista nos aporta
elementos que permiten comprender al joven como un sujeto con tendencia a
la autorrealización de sus potencialidades y capacidades, tanto intelectuales
como éticas y humanas. En particular, los valores participan como elementos
reguladores de la actuación personal y la manera de apropiarse de ellos
dependerá, en gran medida, de las condiciones de actividad y comunicación
por las cuales haya transitado el sujeto en su historia personal de vida, con la
consiguiente posibilidad de ser reajustadas, en la medida de lo posible, con
fines educativos a través de la socialización, así como también de la propia
posición activa del sujeto que los asume, en un proceso complejo de
construcción de su propia subjetividad.
Hasta aquí hemos analizado un conjunto de enfoques relevantes dentro de la
Psicología de orientación no marxista, que como hemos visto, a pesar de existir
limitaciones en uno u otro caso, permiten ser tomados como marco de
referencia para explicar la problemática de los valores y sus particularidades en
el abordaje de la edad juvenil.
En sentido general, puede decirse que las diferentes posiciones analizadas
representan con relación al tema, intentos de abordajes, donde como
generalidad, se toma en cuenta un aspecto o componente psicológico aislado
que permite dar explicación al problema de la comprensión de los valores en la
subjetividad. En otros casos, se pretenden realizar intentos de integraciones,
donde no se dejan claras las relaciones que se ponen de manifiesto entre los
distintos componentes en su conjunto.
115
proceso de la actividad el hombre, no solo crea valores (bienes) de tipo
material, sino que en la ejecución de la misma se transforma a sí mismo,
convirtiéndose en creador de valores espirituales de orden ético, morales,
cívicos, religiosos y de otras denominaciones.
L. S. Vigotsky, creador del enfoque histórico-cultural, explica la génesis de las
funciones psíquicas superiores, en particular la conciencia. Al formular la ley
genética del desarrollo señala: “cualquier función psicológica superior en el
proceso de desarrollo (...) se manifiesta dos veces, en primer lugar, como
función de la conducta colectiva (...); luego como una capacidad interior de la
actividad del proceso psicológico en el sentido estricto y exacto de la palabra”
(Vigotsky, 1989:109).
Esta ley constituye un valioso instrumento para comprender a cabalidad cómo
se produce la relación de lo externo y lo interno, así como la relación entre lo
objetivo y lo subjetivo en el proceso de subjetivación de los valores, problema
ampliamente discutido en el marco de la psicología contemporánea.
Una de las consecuencias que se deriva del planteamiento de este postulado
se refiere a que lo que se constituye en el individuo como subjetividad, es decir,
lo psíquico, es consecuencia de la acción social del sujeto en el contexto de las
relaciones interpersonales (Arias, G., 1999). De ahí que podamos plantear que
los valores como formaciones psicológicas surgen y se desarrollan sobre la
base de la interacción con los otros, en el proceso de socialización del
individuo durante su historia de vida.
Ningún ser humano que se desarrolle de manera aislada, puede apropiarse de
la experiencia histórico social, ni de los valores que ha desarrollado la
humanidad, con la consiguiente desorientación e incertidumbre en el mundo del
cual forma parte, lo cual anularía su expresión integral como persona. Por otra
parte, resulta imprescindible dirigir nuestra mirada a la forma en que la
interacción social se produce, pues su calidad, así como su contenido,
determinan qué valores se expresan en la relación específica, susceptibles de
ser interiorizados por el sujeto particular, lo cual puede corresponderse o no
con aquellos valores que deseamos formar.
He aquí la importancia que adquiere la forma en que se planifican las
actividades promotoras de desarrollo personal, de lo cual se había hablado
anteriormente. Debemos agregar que las mismas, deben ser variadas en
cuanto a contenido de forma tal que satisfagan una buena parte de los
intereses y necesidades de nuestros jóvenes.
La segunda implicación de la ley genética del desarrollo consiste en que los
procesos psicológicos ya formados o en proceso de formación ejercen una
influencia en la manera en que se constituye la subjetividad, lo que queda
expresado en el fragmento “luego, como una función individual de la conducta
(...) en el sentido estricto de la palabra”. (Arias, G., 1999)
La incorporación de los valores a la subjetividad individual se produce entonces
en un activo proceso de interacción, donde el joven incorpora aquellos valores
objetivos que forman parte de la realidad social, de forma tal que su historia,
sus formaciones psicológicas, los valores ya formados o incorporados
determinan la manera en que nuevos valores se interiorizan y se construyen
subjetivamente desde el punto de vista personal. En otras palabras lo
116
psicológico, previamente formado, determina cada nueva adquisición que se
realiza del medio externo.
“La individualización de los valores no es un acto mecánico o derivado de una
aspiración voluntarista sino que esto pasa por un largo proceso de construcción
individual en la propia y cada vez más compleja interacción que el sujeto va
estableciendo con la realidad”. (Bombino, s/f).
En este marco específico se explica la relación entre lo objetivo y lo subjetivo.
Aquellos hechos, fenómenos, cualidades o contenidos que pertenecen a la
realidad natural y social tienen existencia objetiva, pues existen con
independencia del sujeto que valora. En otro sentido la existencia subjetiva del
valor se refiere a la vivencia interna del sujeto que da cuenta del significado
que dichos aspectos de la realidad social tienen para él. Sin embargo, al
analizar la subjetivación del valor como proceso, o el reflejo valorativo de la
realidad como prefieren llamar otros, esto solo es comprensible si se tiene en
cuenta lo objetivo y subjetivo en su relación dialéctica, pues ambos momentos
se determinan mutuamente, lo cual caracteriza la propia naturaleza de los
valores. He aquí los argumentos que avalan la tesis del carácter relacional de
los valores.
“Para Vigotsky al interiorizarse las normas se produce el desarrollo de
formaciones psicológicas estrechamente vinculadas entre sí y a todo el sistema
de la conciencia, que orienta y regula la conducta del individuo, lo cual ocurre a
partir de etapas iniciales del desarrollo (tres – cuatro años) y que culmina en
sus aspectos fundamentales en el periodo juvenil. Esta concepción sistémica
de la conciencia, como nivel superior de integración de lo psicológico y sus
funciones, sienta las bases de una explicación cualitativamente diferente
acerca de la naturaleza de los valores morales y las regularidades de su
formación. (Colectivo de autores, 2001: 40).
Es por ello que “los valores son considerados formaciones psicológicas
complejas donde intervienen una serie de procesos psicológicos que se
integran estructural y funcionalmente”. (Colectivo de autores, 2001:40).
Los valores se integran a la personalidad producto de la subjetivación, como
motivos que pueden tener una menor o mayor fuerza en la regulación del
comportamiento. Son motivos cuyo contenido está referido a aspectos de la
realidad que son socialmente significativos o dicho en otras palabras,
considerados importantes por la sociedad, en tanto promueven el desarrollo
social.
La integración de los valores al sistema de la personalidad se produce con
arreglo al principio de la unidad entre lo cognitivo y lo afectivo, del cual nos
habla precisamente Vigotsky, es decir que solo la comprensión de esta unidad
nos permite acercarnos al proceso de configuración de los valores en la
personalidad como organización sistémica.
Como bien afirma González, F. (1998: 5): “Como todo motivo los valores
descansan en una configuración de elementos dinámicos diversos, construidos
a través del compromiso emocional y la expresión de necesidades diferentes,
estructuradas en la historia individual de cada sujeto”.
En este sentido para que un valor se integre al sistema personológico y
comience a regular la actuación del sujeto de manera efectiva, es necesario
117
que este último no solo tenga un conocimiento del valor en cuestión, sino
también que el mismo adquiera un sentido personal para dicho sujeto, aspectos
que revelan la gran complejidad de los valores y la necesidad de estudiarlos
desde la actividad humana.
Para el sujeto los valores son contenidos portadores de un sentido subjetivo, de
lo que se deriva su componente emocional, que los define como motivos de la
expresión individual. (González F., 1998: 5) De esta manera, los valores se
encuentran estrechamente vinculados al sistema de necesidades del individuo,
las cuales se forman y varían a lo largo de su desarrollo individual, por lo que el
valor, al igual que las necesidades, sufre variaciones en cuanto a su contenido
y a su fuerza dinámica, en correspondencia con los cambios relativamente
estables que tienen lugar en la personalidad.
Un determinado valor como motivo, no existe, para todos los individuos, sino
que durante el proceso de socialización, los sujetos se apropian de manera
individualizada de los valores de acuerdo con su elección consciente, lo cual
garantiza que estos sean incorporados de manera activa, como resultado de un
complejo proceso de construcción personal de la propia individualidad.
En otro sentido, un mismo valor se manifiesta con diferente fuerza reguladora
en cada individuo, existiendo niveles de desarrollo que transitan desde los
niveles superiores donde la personalización del valor se hace más evidente
(autonomía moral), expresándose una auténtica autodeterminación de la
personalidad del joven en la regulación de su comportamiento, transitando por
estadíos intermedios de regulación hasta llegar a otros donde la regulación se
produce de manera formal y muchas veces por presión externa.
En este sentido, según los propósitos de este trabajo, nos interesa apreciar no
específicamente los niveles de desarrollo en que se manifiestan distintos
valores asociados al desempeño profesional, pero sí en qué medida están
presentes con más o menos eficacia reguladora al integrarse como contenidos
de la proyección hacia el futuro en la esfera de la profesión.
Bozhovich (1976, citada por Colectivo de autores, 2001: 47) “Concibe el logro
de la autonomía moral como un proceso complejo y paulatino, que no es
privativo de etapas tardías del desarrollo como consideran la mayoría de los
enfoques antes expuestos, sino que aparece de forma incipiente ya desde
edades tempranas del desarrollo, alcanzando su nivel superior de expresión a
finales de la edad juvenil”.
Al insertarse en el sistema de la personalidad, los valores, como formaciones
psicológicas se encuentran en estrecha relación con otras instancias de la
misma, lo cual puede producirse gracias al carácter holístico del sistema
personológico. De esta manera se encuentran formando parte de otras
formaciones psicológicas más complejas como son la concepción del mundo,
los ideales, la autovaloración, y por supuesto la proyección futura, entre otras.
La concepción del mundo surge como neoformación en la edad juvenil. La
nueva situación social de desarrollo a la que arriba el joven, los cambios que se
producen en la esfera intelectual, producto de la acumulación de una gran
cantidad de conocimientos acerca del mundo, sus leyes y el devenir histórico
de la humanidad, unido al surgimiento de un pensamiento teórico abstracto que
tiende a consolidarse en la edad; propician que surja esta concepción que no
118
solo es científica, sino también moral en tanto contempla, además del
conocimiento de la realidad, un conjunto de convicciones que expresan una
actitud y un compromiso del joven ante ella, lo cual sitúa a los valores como
uno de los elementos más activos de esta formación. (Bombino, s/f).
Laura Domínguez enfatiza en particular este aspecto cuando dice: “Es
necesario apuntar que la concepción del mundo no es solamente la forma más
o menos exacta en que el individuo se representa al mundo a través de
conceptos y juicios, sino además, la manera en que se orienta hacia la
realidad, su actitud u orientación valorativa hacia lo que le rodea”. (s/f).
De acuerdo con lo anterior los valores formando parte de la concepción del
mundo constituyen potentes reguladores del comportamiento individual,
encontrándose detrás de cada acto cotidiano en que el joven tenga que tomar
decisiones y asumir posturas ante los sucesos en los cuales participa, ya sea
voluntaria o involuntariamente. La formación de la concepción del mundo como
una nueva estructura, unida a la consolidación de la autonomía moral en la
edad juvenil, hace de esta etapa un periodo sumamente sensible para estudiar
los valores y su eficacia reguladora, en su integración a otras formaciones
psicológicas complejas como la proyección futura del joven en la esfera
profesional.
Los valores se encuentran en estrecha relación con los ideales, en tanto
modelo o representación de cualidades generalizadas en el joven de aquello
que desea ser y sobre lo cual se proyecta en el futuro, empleando para ello las
más diversas potencialidades según sea el grado de movilización que dichos
contenidos socialmente significativos le impriman como personalidad.
La autovaloración como formación psicológica compleja de la personalidad
integra en sí valores relacionados con aquellas cualidades que el sujeto cree
poseer y que compromete en la realización de las más diversas empresas de
su vida, que en el caso de la edad juvenil tiende a alcanzar un mayor grado de
estructuración y estabilidad. Teniendo como base la conciencia de sí, y de los
otros, el joven se realiza cuestionamientos acerca de cuáles son sus
cualidades morales propias y las compromete con las posibilidades reales de
consecución de sus planes en un plazo; que puede ir de lo inmediato a lo más
lejano en el tiempo, teniendo una posición activa hacia el mundo y hacia sí
mismo como personalidad.
Producto de los cuestionamientos de orden moral que señalábamos
anteriormente, determinado por la necesidad del joven de poseer una sólida
imagen de sí mismo, que garantice su autodeterminación en las nuevas
condiciones que afronta, es que los valores devienen en elementos
constitutivos de la identidad personal y contribuyen a elevar los sentimientos de
autoestima que favorecen el equilibrio de la personalidad, abriendo vías para la
auto educación y la realización de los proyectos personales.
En este sentido, la inserción del joven en espacios donde se promueva la
reflexión consciente fortalece el sentido de la identidad personal del cual
forman parte los valores pues “por muy rica y compleja que sea la idea que los
individuos tienen de sí mismos en relación al mundo físico o social que los
rodea, algunos aspectos de esta idea son aportados por la pertenencia a
ciertos grupos o categorías sociales.” (Tajfel, H., citado por De la Torre, C.,
2001: 86).
119
Entre el sentido de la identidad, los valores y la formación de planes o
proyectos de vida existe una estrecha relación que se manifiesta a la hora de
concretar las principales aspiraciones vinculadas con el futuro, entre ellas las
relacionadas con la profesión, la familia, la actividad sociopolítica, entre otras
esferas que adquieren importante significación en la edad.
Después de haber realizado un recorrido por distintas posiciones teóricas
desde diferentes ramas del saber y de haber profundizado desde las
posiciones esenciales que ofrece la Psicología en la comprensión de los
valores en la juventud, valdría la pena preguntarnos: ¿Cómo entonces
desarrollar un trabajo en nuestras sociedades que conlleve al fortalecimiento de
valores y al surgimiento de otros nuevos que contribuyan al desarrollo de la
personalidad de nuestros jóvenes y por tanto al desarrollo social?
Te exhortamos a la búsqueda de alternativas, convencidos de que las
ideas que aquí ofrecemos servirán para iniciar la polémica y la discusión.
Luchemos porque la juventud sea mejor cada día, a partir del cultivo y
renovación de sus valores.
BIBLIOGRAFÍA
ALLPORT, G. (1965): “La personalidad: su configuración y desarrollo”. Edición
Revolucionaria. La Habana.
ARIAS BEATÓN, G. (1999): “El papel de los otros y sus características en el
proceso de potenciación del desarrollo humano”. En Revista Cubana de
Psicología. Vol. 16, No. 3, (Pág. 194-199).
BOMBINO LÓPEZ, L. (s/f): “La subjetivación de los valores: el papel de la
regulación moral en este proceso”. Artículo en soporte electrónico. Facultad de
Psicología. Universidad de la Habana.
________________ (1998): “La subjetivación del valor”. Tesis en opción al
título de Master en Psicología. Facultad de Psicología. Universidad de La
Habana.
CHACÓN ARTEAGA, N.(1999): “La formación de valores morales, propuesta
metodológica y experiencias aplicadas. Pedagogía ´99. Instituto Superior
Latinoamericano y Caribeño.
________________ (1996): “Moralidad histórica: premisa para un proyecto de
la imagen moral del joven cubano”: Tesis de Doctorado. Facultad de Ciencias
Humanísticas. Instituto Superior pedagógico Enrique José Varona. La Habana.
________________ (2000): “Moralidad histórica, valores y juventud”. Centro
Félix Varela. La Habana.
BOSHOVICH, L. I (1972): “La personalidad y su formación en la edad infantil”.
Editorial Pueblo y Educación. La Habana.
COLECTIVO DE AUTORES. (2001): “La educación de valores en el contexto
universitario” CEPES. Editorial Félix Varela. La Habana.
CORRAL RUSO, R. (1999): “Las lecturas de la zona de desarrollo próximo”. En
Revista Cubana de Psicología. Vol. 16, No. 3, (Pág. 2000-2004).
120
DE LA TORRE MOLINA, C. (2001): “Las identidades: una mirada desde la
Psicología”.
DOMÍNGUEZ GARCÍA, L. (1990): “Cuestiones psicológicas del desarrollo de la
personalidad”. Editora Universitaria. Facultad de Psicología. Universidad de La
Habana.
_________________ (s/f): “Identidad, valores y proyecto de vida”. Artículo en
soporte electrónico. Facultad de Psicología. Universidad de La Habana.
FABELO CORZO, J. R. (1995): “Formación de valores en las nuevas
generaciones en la Cuba actual”. En Revista Bimestre Cubana. De La
Sociedad Económica de Amigos del País. No. 3. Vol. LXXVIII (julio-diciembre).
______________ (1989): “Práctica, conocimiento y valoración: la naturaleza del
reflejo valorativo de la realidad”. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana.
GONZÁLEZ REY, F. (1998): “Los valores y su significado en el desarrollo de la
persona”. En Revista Temas. Cultura, ideología y sociedad. Número 15, 1998.
______________ (1982): “Motivación moral en adolescentes y jóvenes”.
Editorial Científico – Técnica. La Habana.
GONZÁLEZ MAURA, V. (1999): “La educación en valores en el currículo
universitario. Un enfoque psicopedagógico para su estudio.” En Revista
Cubana de Educación Superior. No. 2. La Habana.
GONZÁLEZ MAURA, V. Y COLABORADORES. (1999): “La orientación
profesional en la educación superior (Alternativa teórico – metodológica para su
instrumentación en los centros universitarios). CEPES.
KON, I. S. (1990): “Psicología de la edad juvenil”. Editorial Pueblo y Educación.
La Habana.
ROGERS, C. (1982): “Libertad y creatividad en la educación”. Editorial Paidos.
Barcelona.
VIGOTSKY, L. S. (1989): “Fundamentos de Defectología”. Editorial Pueblo y
Educación. La Habana.
121
Los valores en la educación del presente y del futuro.
Lic. Ricardo Giniebra Urra
122
epígrafe, un concepto de valor, con la aspiración de que lo analices y
construyas tu propia concepción.
Los valores se estudian desde ramas de la Filosofía como la Ética (incluye la
Axiología) y la Estética, también por la Sociología, La Economía, la Pedagogía,
el Derecho y la Psicología. Cada una investiga diferentes dimensiones del tema
que, si bien ofrecen razones para comprenderlo, no han permitido, hasta el
momento, una visión integrada e interdisciplinaria en su tratamiento científico.
Nuestro interés particular es abordar la visión que ofrece la Psicología para el
análisis de los valores; aunque, en algunos momentos, esta se imbrique con
apreciaciones provenientes de los puntos de vista de otras ramas de la
Filosofía o la ciencia, con las cuales la Psicología dialoga, para dar explicación
a los fenómenos que investiga.
Dentro de la propia ciencia psicológica, existen diferentes corrientes de
pensamiento, tales como: el psicoanálisis, el humanismo, el conductismo, el
cognitivismo, entre otros; que ofrecen elementos importantes para la
comprensión de los valores.
Nosotros consideramos como alternativa más coherente, la noción de valor
construida desde el Enfoque Histórico-Cultural, donde se aprecia el valor como
parte de la subjetividad del individuo, resultante de su inserción en una cultura
y en sus relaciones sociales.
En toda sociedad existen ideas, fenómenos u objetos que resultan valiosos y
decisivos por su utilidad para el desarrollo social y el progreso. (Fabelo, J. R.,
1989)
Por ejemplo, se considera que la solidaridad, la justicia social, la igualdad, entre
otros contenidos, resultan elementos impulsores hacia el progreso social. Ellos
se convierten en valiosos y adquieren objetivamente un orden, que se
determina a partir de la relevancia de cada uno para el desarrollo social en
cada contexto específico.
A su vez, cada sujeto define lo que considera valioso desde el punto de vista
personal y estructura dinámicamente, su propia escala subjetiva de valores.
Por lo tanto, los valores debemos analizarlos en su naturaleza objetivo-
subjetiva. Objetivamente existen como fenómenos en la sociedad impulsándola
al desarrollo. Por otro lado, somos los seres humanos los que atribuimos
significados a esos fenómenos de la sociedad, considerándolos preferidos,
deseados o valiosos y en ese proceso se manifiesta la naturaleza subjetiva del
valor. (González V., 1999)
Los valores que define cada sujeto pueden o no corresponderse, con aquellos
contenidos valiosos comprometidos con el desarrollo de la estructura social.
Para la sociedad en un momento determinado, puede resultar decisivo que los
individuos sean revolucionarios, comprometidos o patriotas. Sin embargo,
pueden existir sujetos cuyos valores prioritarios no se correspondan con
aquellas ideas que garantizan el mayor avance de la sociedad hacia niveles de
desarrollo.
Si los individuos, por el contrario, ponderan valores que se encuentran en
correspondencia con las necesidades sociales cuya satisfacción conduce al
123
desarrollo, sus esfuerzos individuales producirán un beneficio para la calidad
de vida y el bienestar de los seres humanos de la sociedad.
Encontramos también personas que orientan su comportamiento a partir de
antivalores como el individualismo, el egoísmo, la deshonestidad, la
irresponsabilidad y otros que, aunque pareciera que son funcionales para
resolver determinados problemas cotidianos, a largo plazo tienen un costo
negativo para el ser humano.
El hecho de que un individuo pertenezca a una sociedad, no implica una
determinación lineal de su conciencia individual, de la que forman parte sus
valores.
Por muy rica que sea la influencia social sobre la subjetividad, esta no se
conforma de manera lineal y directa. El sujeto psicológico “filtra” la influencia de
acuerdo con sus intereses, necesidades y motivaciones.
Los valores son ideas y representaciones de la realidad construidas a partir de
un complejo proceso de elaboración personal, donde se manifiesta el carácter
activo del sujeto con sus potencialidades y recursos en desarrollo.
Cada individuo define sus propios valores, en relación con su historia, sus
intereses y sus capacidades, enmarcados en una personalidad que es única e
irrepetible. Por ejemplo, la noción que tenemos de la solidaridad, dependerá de
nuestros aprendizajes en familia, en la escuela, con nuestros amigos, en pareja
y de cuánto hayamos redefinido ese concepto en función de nuestros proyectos
de vida, donde se conjugan nuestras necesidades, intereses y capacidades.
En nuestra sociedad podemos encontrar personas que compartan
determinados valores, sin embargo, su contenido y nivel de importancia en la
personalidad será diferente.
Por ejemplo, el concepto de sacrificio, puede en un joven estar relacionado
con la necesidad de esforzarse para obtener buenos resultados docentes,
mientras que en otro, puede asociarse al esfuerzo por contribuir al desarrollo
de su país, participando en los programas políticos y sociales de avanzada. En
ambos casos se aprecian interpretaciones diferentes del valor sacrificio.
Las significaciones atribuidas a los valores dependen de la posición social del
sujeto que los evalúa y del contexto histórico concreto en que se encuentra
inmerso. (Fabelo, R., 2003)
Los valores, al formar parte de la subjetividad, orientan y regulan el
comportamiento. Como contenidos deseados, preferidos y apreciados, se
convierten en motivos de actuación para el sujeto. Esto implica que para
entender las conductas de los seres humanos en la vida cotidiana debemos
tener en cuenta qué fenómenos o hechos son valorados por estos; cuáles son
los valores que integran su mundo interno y qué significado le atribuyen.
La expresión de los valores en la conducta está mediatizada por los
indicadores funcionales de la personalidad (activismo-pasividad, flexibilidad-
rigidez, perseverancia-inconstancia, perspectiva mediata-inmediata).
(González, F., referido por González, V., 1999)
Por ejemplo, un sujeto activo ante una situación de vulnerabilidad para el
consumo de las drogas, probablemente desarrolle iniciativas, estrategias y
124
acciones demostrando “responsabilidad” y convencimiento propio para evitar el
consumo. Un sujeto pasivo en la expresión de su “responsabilidad”, tendrá
dificultades para generar alternativas y por tanto se mostrará más vulnerable a
esta práctica dañina para su salud.
Las personas perseverantes que manifiesten como valor el “amor a la familia”,
probablemente contribuirán sistemáticamente con su conducta a la creación de
climas socio psicológicos que contribuyan al desarrollo de los miembros del
grupo familiar. En cambio, las que manifiesten inconstancia no podrán lograr
propósitos como los anteriores ante la imposibilidad de sobreponerse a los
obstáculos de la vida cotidiana. El nivel de desarrollo alcanzado por la
personalidad del sujeto determina el modo de funcionamiento particular que
adquieren sus valores.
Desde nuestro punto de vista el valor es un motivo de la personalidad, cuyo
contenido se corresponde con significados socialmente valiosos, construido de
forma individualizada por el sujeto, en su historia de interacción con la
sociedad, que se convierte en importante regulador del comportamiento.
Es necesario precisar qué se entiende por educación para la subjetivación de
valores, pues desde el lenguaje común o cotidiano, identificamos formar
valores con inculcar, transmitir, crear, depositar y otros términos que encierran
creencias, muchas veces erróneas, de lo que este proceso significa.
Cuando hablamos de formación de valores surgen inmediatamente numerosas
interrogantes: ¿Es este un proceso, que debe acontecer sólo en los primeros
años de la vida? ¿Corresponde sólo a la escuela la tarea de preparar
moralmente al individuo para la vida o en ello participan otras instancias de la
sociedad? ¿Cuáles serán los desafíos del trabajador social ante esta realidad?
Te invito a que pensemos de manera conjunta en estos y otros tópicos.
125
Esto indica que producto de las influencias recibidas en la interacción con el
medio social, el joven comienza a sentir la necesidad de comportarse de
manera solidaria, es decir, el valor solidaridad se ha convertido en motivo de
su actuación. Aquí se aprecia la importancia del determinante histórico cultural
sobre la personalidad.
Los valores pueden subjetivarse a través de la educación porque ellos forman
parte del mundo subjetivo de los individuos, existen como ideas,
representaciones de la realidad y se forman a partir de las influencias sociales
que se reciben a lo largo de la vida.
Significa, lo anterior, que es posible crear contextos de influencia en las
comunidades, familias, escuelas y en la sociedad en sentido general; para
propiciar la incorporación de valores en los individuos y lograr un compromiso
con objetivos que beneficien el desarrollo de la sociedad.
Esta tarea requiere de gran organización. Por ello, el trabajador social deberá
representar un importante papel, como orientador y coordinador del
aprendizaje, concibiendo cuidadosamente las actividades e imponiéndose el
reto de lograr que sus intervenciones propicien un crecimiento integral de los
sujetos con los que trabaja.
Resumiendo, entenderemos la educación que promueve la subjetivación de
valores como: el proceso intencional, sistémico y contradictorio de creación e
intercambio de significados y sentidos, que potencia el desarrollo axiológico de
los individuos, expresándose en contribuciones al desarrollo humano.
Queremos destacar que todo proceso educativo es intencional pues persigue la
formación de un hombre en correspondencia con el modelo de personalidad al
que se aspire.
La educación que propicia el aprendizaje de valores, tiene un carácter
sistémico porque en ella deben participar simultáneamente, en un verdadero
sistema integrado, todos los agentes de socialización.
Mediante el intercambio y la creación de nuevas de experiencias, creencias y
opiniones es probable, más no predecible (carácter contradictorio) que se
produzca la apropiación de los valores deseados y que se desencadenen
comportamientos con repercusiones en el bienestar humano. En medio de este
proceso pueden presentarse contradicciones entre el ser y el deber ser.
El trabajador social como orientador del aprendizaje de valores
Favorecer el aprendizaje de valores es una tarea trascendental dentro del
trabajo social en la comunidad o en otros contextos, y en los momentos
actuales debe convertirse en un indicador importantísimo de la efectividad de la
labor social.
Debemos tener presente que a través de la acción educativa o socializadora se
entretejen en el individuo, simultáneamente, múltiples influencias recibidas a
través de vías institucionalizadas (escuela, centros laborales, organizaciones
políticas) y no institucionalizadas (familia, comunidad, grupos informales) cada
una con características específicas; las cuales permiten la asimilación por parte
de este, de un conjunto de normas, principios y valores que posibilitan su
integración a la sociedad.
126
No debe verse sólo a la familia y a la escuela como únicos contextos
responsables de la formación de valores en los ciudadanos, si bien la vida en
sociedad transcurre en mayor medida en el seno de estos agentes. La acción
conjunta de todos los espacios de socialización en un verdadero sistema, es
condición necesaria para la formación moral del ciudadano.
Para que las acciones educativas que se lleven a cabo a través de los agentes
socializadores sean efectivas y se logre la implicación de los sujetos en el
proceso, es necesario que se correspondan con sus necesidades, intereses y
motivaciones.
Los trabajadores sociales, como representantes de instituciones que existen en
el ámbito social, tienen la gran responsabilidad de adecuar las normas e
indicaciones derivadas de los programas de estas organizaciones, a las
particularidades de las comunidades.
En la organización de las influencias educativas es necesario tener en cuenta
factores tales como el nivel educacional de las personas, la raza, el sexo, la
edad en que se encuentran, nivel de preferencias, intereses generales,
actitudes, entre otros. A partir de ellos, lograremos motivar a los sujetos, en la
medida en que las actividades se correspondan con sus características.
De lo contrario las actividades podrán resultar admirables por su riqueza y
contenido, pero lo más probable es que se obtengan bajos niveles de
participación en las intervenciones.
Numerosos autores han señalado, como requisito indispensable, la necesidad
de que los sujetos vivencien sus valores para que se incorporen a la
personalidad. Esto implica que las situaciones de aprendizaje estimulen la
elaboración activa por parte del sujeto de sus emociones y vivencias, con
respecto a la realidad. (Colectivo de autores, 2001)
Los trabajadores sociales, trabajando con empeño, deben proponerse
organizar proyectos grupales donde los propios sujetos a partir de sus
vivencias personales, justifiquen o encuentren razones para desarrollar
comportamientos en determinada dirección, incentivando el carácter activo de
la persona en la definición de su proyección social.
La experiencia práctica nos dice que no basta con charlas informativas desde
posiciones tradicionales, encaminadas a recordarle a las personas la
importancia de ciertos comportamientos, para que de esa manera comiencen a
comportarse según se espera.
Podemos informarle a un sujeto la importancia por ejemplo de ser responsable,
enfatizando la repercusión positiva que eso puede tener para su desarrollo
personal. Sin embargo, el solo acto de informarle probablemente no garantice
que se comience a comportar responsablemente ante sus tareas.
Es más efectiva para el aprendizaje de la responsabilidad, una situación
práctica vivencial donde el sujeto descubra de manera reflexiva la importancia
de actuar con sentido del deber y asumir una postura activa, en la consecución
de sus metas, pongamos por caso, tener un desempeño exitoso en las tareas
que le han asignado en la organización a la que pertenece.
127
La propia búsqueda reflexiva de una estrategia de solución por parte del sujeto
ante las exigencias de la actividad y las vivencias que esto provoca, garantiza
con mayor eficacia la subjetivación del valor responsabilidad.
El cumplimiento de esta condición facilitará que los valores se asuman de
manera personalizada, se incorporen de modo estable a la personalidad y
como consecuencia, el sujeto no se comporte de manera formal, sino
comprometido con sus convicciones.
Es precisamente en las vivencias donde se unen, en el mundo subjetivo del
individuo, las reflexiones y emociones que la realidad estimula, hecho esencial
para incorporar valores a la personalidad con cierta estabilidad en la regulación
de la conducta.
Las prácticas comunicativas que se desarrollan durante las actividades resultan
un factor esencial. Las personas en el proceso de definición de sus valores,
necesitan cuestionarse la realidad.
No hay aprendizaje significativo de valores sin una reflexión abierta, activa y
flexible donde la persona pueda expresar libremente lo que piensa y siente de
acuerdo con sus necesidades e intereses, donde pueda entrar en divergencia
con otros que no piensan igual a él, para que, del diálogo enriquecido, resulte
la verdad como criterio construido. (Giniebra, R., 2002)
Las reflexiones, dudas, cuestionamientos, desacuerdos son momentos
imprescindibles para todo tipo de aprendizaje y en particular para el de los
valores. Más que evitar la aparición de la duda ante si algo es valioso o no,
debemos estimularla, para que el aprendizaje no resulte mecánico, ni repetitivo.
Así se garantizará la implicación de los sujetos y, como consecuencia, que los
valores se asuman y comiencen a regular el comportamiento de manera
autónoma.
Cuando se asumen de manera acrítica, no reflexiva, el sujeto se comportará en
correspondencia con ellos sólo ante situaciones de exigencia o presión social,
pero nunca de manera autodeterminada, autorregulada, por convicción interna.
Los trabajadores sociales para la consecución de tales objetivos deberán crear
un clima de participación democrática sustentado en principios como la
aceptación, la empatía, la confianza y el respeto mutuo de criterios, actuando a
través de la condición ganada como modelos educativos a seguir.
De gran utilidad resulta la aplicación en situaciones grupales de métodos
participativos con carácter vivencial (juegos de roles, solución de dilemas
morales, técnicas psicodramáticas, discusiones grupales, cine-debates, u
otras), para lograr estimular el carácter activo del sujeto. Acercándose, en lo
posible, a situaciones de la vida cotidiana real y aprovechando las
potencialidades del grupo, permitirán potenciar la reflexión personalizada, la
autocrítica, la perseverancia, la posibilidad de defender y comprometerse
abiertamente con ciertos principios y de rectificar errores.
La comunicación del trabajador social con los sujetos a los que se destina su
trabajo debe ser concebida como proceso dialógico y participativo, en el que
todos asumen condición de educadores y educandos. Implica que se produzca
un verdadero intercambio que posibilite la construcción conjunta del
conocimiento.
128
La formación de valores resulta una tarea interesante y a la vez compleja, que
implica romper con creencias y estereotipos asumidos a lo largo de nuestra
historia personal como sujetos. Exige de preparación profesional, tanto en el
dominio de aspectos teóricos (concepto de valor, concepción de proceso
educativo, comunicación educativa, dinámica grupal, concepción de la
personalidad humana) como de habilidades profesionales (manejo de grupos,
empatía, tolerancia, aceptación, actitud crítico-reflexiva).
Estas exigencias no serán difíciles de incorporar a tu preparación si comienzas
a trabajar desde ahora para vencerlas y te inclinas a seguir buscando
alternativas que este texto por sus propósitos no podría exhaustivamente
sugerirte.
Eso sí, implica tener ética profesional, así como la intención de potenciar el
desarrollo de los que te rodean. Parte de la comprensión de la responsabilidad
que tenemos ante la humanidad y ante nuestro destino como especie humana.
Suponiendo que hacia este fin se acercan tus intenciones te exhortamos a
encontrar en los valores las brújulas que orienten nuestro destino y ayudemos
con nuestra contribución, a que los demás también lo logren. El desafío está
planteado, tú puedes vencerlo.
BIBLIOGRAFÍA
COLECTIVO DE AUTORES (2001): “La educación de valores en el contexto
universitario”. CEPES. Ed. Félix Varela. La Habana.
CORRAL RUSO, R. (2002): “La zona de desarrollo próximo y la pedagogía
universitaria”. En Revista Temas No. 31: 27-32 oct-dic.
FABELO CORZO, J. R. (2003): “Los valores y sus desafíos actuales”. Ed. José
Martí. La Habana.
________ (1989): “Práctica, conocimiento y valoración: la naturaleza del reflejo
valorativo de la realidad”. Ed. de Ciencias Sociales. La Habana.
FREIRE, P. (2003): “La esencia del diálogo”. En Comunicación y Comunidad”
(compilación). Portal, R. y Recio, M. Ed. Félix Varela. La Habana.
FRONDIZI, R. (1994): “Pensamiento Axiológico”. Biblioteca Americana.
Universidad del Valle. Cali.
GINIEBRA URRA, R. (2002): “Proyectos profesionales y valores en jóvenes
universitarios. Un estudio Con una perspectiva futura”. Trabajo de Diploma.
Facultad de Psicología. Universidad de la Habana.
GONZÁLEZ MAURA, V. (1999). “El profesor universitario: ¿un facilitador o un
orientador en la educación de valores?”. En Revista Cubana de Educación
Superior. Vol. XIX, No. 3, La Habana.
_________ (1999): “La educación en valores en el currículo universitario. Un
enfoque psicopedagógico para su estudio”. En Revista Cubana de Educación
Superior. No. 2. La Habana.
GONZÁLEZ REY, F. (1989): “La personalidad su educación y desarrollo”. Ed.
Pueblo y Educación. La Habana.
_________ (1998): “Los valores y su significado en el desarrollo de la persona”.
En Revista Temas. Cultura, ideología y sociedad. Número 15, 1998.
129
APUNTES NECESARIOS SOBRE LOS VALORES
Lic. Oscar Ulloa Guerra
Lic. Yezenia Ramayo Cano
Lic. Damiana Perera Calzadilla
130
amplio los define como la significación de los objetos y fenómenos de la
realidad, desde el punto de vista de su correspondencia con las necesidades
de la sociedad y de diferentes grupos. En sentido estrecho como los
imperativos y las exigencias éticas y morales elaboradas por la cultura humana
y que son producto de la conciencia social, que poseen un condicionamiento
objetivo por los portadores económicos de la actividad humana.
O sea, observamos una distinción en la definición de la categoría valor en dos
sentidos que están basados, fundamentalmente, en los criterios de objetividad
y subjetividad, que nos llevan hacia una interpretación materialista dialéctica de
los mismos.
De igual forma, Diego González Serra distingue el valor objetivo del valor
subjetivo. “Por valor objetivo entendemos aquella propiedad de los objetos
materiales y de la conciencia social que por afectar positiva o negativamente
las necesidades del sujeto (individuo, grupo, sociedad) engendran en este una
orientación afectivo motivacional de aproximación o evitación respecto a la
misma. Por valor subjetivo entendemos el reflejo cognoscitivo (en
percepciones, representaciones, conceptos y proyectos) del valor objetivo en la
personalidad o en la psicología social del grupo como una orientación afectivo
motivacional” (González, D., 2000, 307).
Sin entrar en contradicción con estos postulados, otros autores ofrecen
elementos que aportan a la definición de la categoría valores, como el Dr. José
R. Fabelo, que conceptualiza los valores como la “significación socialmente
positiva que adquieren estos objetos al ser incluidos en el proceso de actividad
práctica, no de cualquier hombre, sino de todos en conjunto. No depende de
los gustos o inclinaciones, sino de la necesidad objetiva del desarrollo social.
También pueden verse como la determinación funcional de los objetos y
fenómenos de la realidad consistente en su capacidad (o su posibilidad) de
satisfacer determinadas necesidades humanas y de servir a su actividad
práctica” (1995, 38).
EL l Dr. Fernando González Rey, los define como “el resultado de una
experiencia individual, a partir de las situaciones y contradicciones que la
persona presenta en el proceso de socialización, del que se derivan
necesidades que se convierten en valores a través de las formas individuales
en que son asumidas y desarrolladas dentro del propio proceso” (1998, 4)
Por lo tanto, los objetos, procesos, y fenómenos adquieren un determinado
valor y(o) significación social, grupal o individual, en el proceso de interrelación
con la realidad objetiva, dependiendo del nivel de satisfacción y gratificación de
las necesidades y garantizando (los valores) su adaptabilidad al actuar como
reguladores del comportamiento. “Los valores constituyen contenidos sociales,
que son ponderados, defendidos, apreciados, deseados, buscados,
considerados como importantes para toda la sociedad, una parte de esta o
grupos de individuos y que de hecho operan como reguladores del
comportamiento del sujeto en la esfera de actuación en cuestión.” (Bombino, L.,
1999).
La Dra. María Julia Jiménez Fiol, también, al definir los valores como
“cualidades normativas asimiladas por los individuos incorporadas de manera
consciente a su subjetividad, para desde ellas ser capaces de tomar decisiones
en la realización de sus actos y emitir juicios de valor acerca de las relaciones
131
en que se desenvuelven.” (2000, 107), resalta la importancia de los valores
como determinantes en la actuación y asunción de criterios en los sujetos.
Desde un enfoque holístico, la Dra. Clara Suárez Rodríguez, plantea una
concepción de los valores que se sustenta en la relación dialéctica de lo
general representado por los valores humanos universales. Concepción, que
desde nuestra posición teórica, nos parece que aúna los elementos que en lo
conceptual plantean diversos autores.
“Los valores constituyen niveles de concreción de los principios, traducidos y
expresados en la significación socialmente positiva y de sentido, que para los
sujetos individuales y colectivos adquieren los hechos y fenómenos, procesos y
acontecimientos, de acuerdo al conocimiento que de ellos tengan estos sujetos,
la asunción de sus contenidos, las motivaciones y aspiraciones que se creen,
los comportamientos que se generen al actuar como reguladores” (2000).
Realizando un análisis de estos conceptos hemos asumido como preceptos los
siguientes criterios:
Los valores son objetivos y tienen significado para el sujeto, lo cual se
expresa en el plano subjetivo: poseen un condicionamiento objetivo y una
acción determinante sobre la vida política, jurídica y social en general.
Operan en sistema, lo cual significa que existe una interacción entre ellos
de conexión, de completamiento desde el punto de vista de las reflexiones y de
las manifestaciones prácticas, aunque en un momento determinado uno
predomine sobre los demás, debido a su independencia relativa.
Están estructurados jerárquicamente, conformando una escala con
determinado grado de significación, tanto para las personas como para la
sociedad, en ocasiones coincidentes, y en otras oportunidades no, generando
contradicciones que se solucionan de alguna manera con significación positiva
o negativa para el sujeto.
Tienen un sentido histórico en tanto son expresión de una época histórica,
pero algunos son universales.
No se heredan de una persona a otra, pero sí se trasmiten y son de
apropiación por parte del sujeto en dependencia de la significación de ese valor
para él.
132
comportamientos y modificaciones de valores personales que, a su vez, a
través de la conducta de la persona, pueden producir cambios en su entorno.
Coincidimos en que es precisamente en el proceso de producción o creación
de los valores materiales y espirituales donde el sujeto actualiza y adjudica en
forma objetiva determinados conocimientos que él posee y de los cuales
depende en gran medida el nivel de significación de los objetos creados.
“No es menos cierto que los valores en su conjunto se encuentran
condicionados social e históricamente y se expresan en la sociedad, en los
grupos y en los individuos. De modo que no se trata de un fenómeno monolítico
u homogéneo, sino diverso, heterogéneo, contradictorio, como contradictoria es
la propia realidad de la cual son reflejo.” (Bombino, L., 1998)
José Ramón Fabelo Corso en su libro, Práctica, Conocimiento y Valoración,
hace un análisis exhaustivo de los mismos y plantea que estos no surgen
estrictamente en la relación gnoseológica del sujeto con el objeto, ni siquiera en
la propia relación valorativa por medio de la cual el hombre juzga acerca de la
significación que para él posee el objeto (esto no quiere decir que no puedan
participar en dichas relaciones), sino en la relación práctica entre ellos. Ellos
existen como tales, no porque sean objetos del reflejo cognoscitivo o valorativo,
sino porque son producto de la actividad práctica de los hombres, estos se
reflejan en la conciencia de las personas en forma de valoraciones.
De igual modo, Diego González Serra plantea que es necesario tener en
cuenta que el valor surge y existe sólo en la interacción sujeto-objeto, pues el
valor objetivo debe su aparición a la presencia de un sujeto (individual o
colectivo) que se orienta hacia él y a su vez el valor subjetivo surge en virtud
del reflejo del objeto externo (o sea del valor objetivo) así el valor objetivo y el
subjetivo se engendran recíprocamente en la interacción sujeto-objeto.
De ahí que consideremos que los valores están determinados socialmente y
son productos del proceso de socialización, por lo que cada sociedad expresa
un conjunto de valores que responden a su organización político social y a las
formas ideológicas en que estas se representan. No son abstracciones, surgen
en la actividad transformadora del hombre, en la práctica social, que determina
la posibilidad de la valoración de la realidad como parte de la cultura en su más
amplio concepto, por lo tanto, un sistema de valores es resultado de los
cambios en la cultura, en la sociedad y en la experiencia personal. “Los valores
sociales no son un conjunto homogéneo e indiferenciado, sino un nuevo nivel
cualitativo de organización de los valores individuales, altamente diferenciados
y personalizados. Los valores representan verdaderas construcciones del
sujeto a nivel individual, y su constitución pasa por diversas etapas. Los
elementos dinámicos configuradores de un valor concreto son resultantes de
complejas interacciones del sujeto con su medio, las que no siempre están bajo
su capacidad consciente de construcción.” (González, F., 1998, 7)
Por tanto, es en el proceso de socialización donde el sujeto, al relacionarse con
otras personas en su entorno, va interiorizando y organizando su propia escala
de valores, fruto de estas interacciones y del aprendizaje social.
Ahora bien, ¿cómo se organizan los valores en la subjetividad individual y
social en este proceso de socialización?
133
El valor se incorpora a la subjetividad individual en un largo proceso activo de
desarrollo de sentimientos que adquieren los diversos contenidos en el sujeto,
en función de su historia, de sus recursos psicológicos y del contexto
sociocultural en que vive. “Cuando hablamos de la subjetivación individual del
valor, estamos mencionando la integración a la personalidad del sujeto de
cierto contenido valorado socialmente. Un contenido que se convierte en
sentimiento personal y actúa en el sistema personológico de regulación
comportamental en forma de auténticas configuraciones motivacionales. Todos
los valores de la sociedad se van a asumir de modo personal y diferenciado,
pues quien asume el valor es un sujeto complejo, portador de una personalidad
que posee determinados recursos individuales y subjetivos, con determinadas
potencialidades para darle un sentido al elemento valorativo externo que él
incorpora.” (Bombino, L., 1998).
En otras palabras, lo cognitivo y lo afectivo alcanzan una unidad indisoluble en
el proceso de configuración de los valores. Son los procesos afectivos los que
signalizan los objetos, procesos y fenómenos de la realidad objetiva,
garantizando que estos se estructuren en la subjetividad individual como
valores personalizados que movilicen el comportamiento.
“La configuración subjetiva de los valores se caracteriza por la integración de lo
cognitivo y lo afectivo, unidad que se expresa en la articulación de los
elementos dinámicos diversos que se estructuran en su conformación mientras
que su expresión intencional se produce a través de las representaciones
conscientes que el sujeto construye sobre ellos.
Ningún contenido que no provoque emociones, que no estimule nuestra
identidad, que no mueva fibras afectivas, puede considerarse un valor, porque
este se instaura a nivel psicológico de dos formas: los valores formales, que
regulan el comportamiento del hombre ante situaciones de presión o control
externo, y creo que no son lo que debemos formar; y los valores
personalizados, expresión legítima y auténtica del sujeto que lo asume, y que
son en mi opinión, los valores que debemos fomentar en toda la sociedad…”
(González F., 1998, 7).
Este es el criterio de referencia que muchos autores utilizan para clasificar los
valores. El Dr. Fernando González Rey plantea que los valores pueden
catalogarse como no personalizados o formales y valores personalizados,
considerando la existencia de los primeros cuando se produce una
formalización de los valores que conduce a la separación entre su expresión
conductual y su configuración subjetiva. Los valores formales resultan fuentes
de comportamiento sólo en situaciones y atmósferas donde su potencial
normativo es dominante, y no moviliza el comportamiento individual, fuera de
este tipo de coyuntura. Se expresan por tanto, sólo ante condiciones externas
de presión social, nunca por la autodeterminación.
Es por ello que siguiendo esta dirección y desde el punto de vista del grado de
autonomía, se considere que los valores pueden manifestarse como
compartidos y distanciados.
“A partir de la dinámica que se establece entre los valores personales y de la
organización se puede encontrar la existencia de valores compartidos y
distanciados. Se entiende por valor compartido aquel que la organización
propicia y los trabajadores asumen con elevada importancia. Cuando existen
134
diferencias entre la significación que le otorga la organización y la que le
atribuyen sus miembros se denominan valores distanciados.” (Parera, I., 1999)
De ahí que entendamos que los valores sociales se desarrollan en consonancia
con los valores individuales, pues cualquier valor social declarado que no se
exprese de forma individualizada deja de existir en sí mismo y se transforma en
algo añadido que carece de sentido para el comportamiento.
No es posible perder de vista, por un lado, que cuando el valor trasciende el
sistema de necesidades de los individuos, de los grupos, de las clases
sociales, deja de operar y por ende pierde eficacia reguladora y, por otro, que
un mismo valor puede actuar de diferentes formas y grados de expresión, para
diferentes individuos. La valoración se establece sobre la base de los propios
intereses y necesidades de las personas que valoran o del grupo social al cual
pertenecen. El individuo, hablando con propiedad, no puede emitir una
valoración basada en las necesidades e intereses de otras personas o de otro
grupo social. Como escribiera V. I. Lenin “no se puede estudiar el verdadero
estado de las cosas sin enjuiciarlas, sin valorarlas”
El valor se configura a través de la persona concreta que lo forma y desarrolla,
es decir, la persona acrecienta el valor a través de su historia personal, a través
de su experiencia y algo que es clave, a través de su propio lenguaje. “La
personalización o la individualización de los valores no es un acto mecánico, o
derivado de una aspiración voluntarista, sino un proceso prolongado de
construcción, de configuración individual en la propia y cada vez más compleja
interacción que el individuo va estableciendo con la realidad” (Bombino, L.,
1999).
Es precisamente por esto que Fernando González Rey plantea que lo valores
no se fijan por un proceso de comprensión, sino que son el resultado del
proceso de interacción del sujeto con el medio, del que surgen necesidades
que se convierten en valores a través de las formas individuales en que estas
se expresan y desarrollan. “...En un individuo bien integrado, los valores se
convierten en necesidades individuales, pero necesidades vivas, en
permanente movimiento e interacción con todas las fuerzas motivacionales de
la personalidad, dentro de cuyo sistema crecen y se modifican.” (1998)
Compartimos la idea de que el componente emocional de los valores los define
como contenidos portadores de un sentido subjetivo y motivos de la expresión
individual. Según Fernando, entonces, como todo motivo, descansan en una
configuración de elementos dinámicos diversos, constituidos a través del
compromiso emocional y la expresión de necesidades diferentes, estructuradas
en la esfera individual del sujeto.
Los valores, en la personalidad, forman un sistema donde sus contenidos
configuracionales se integran en otros cada vez más complejos que aumentan
el potencial regulador de cada valor concreto, desempeñando funciones tan
importantes como la normativa y la motivacional.
Sin dudas, los valores desempeñan una esencial función como orientadores y
reguladores por excelencia de la acción humana y asumimos que la
personalidad es un sistema de formaciones psicológicas de distintos grados de
complejidad y constituye el nivel regulador supremo de la actividad individual.
Por ende, las formaciones motivacionales, donde se integran las necesidades y
135
los motivos, estimulan, orientan y regulan la actividad humana. “...los valores
son todos los motivos que se constituyen y se configuran en el proceso de
socialización del hombre...son asimilaciones subjetivas de significaciones
sociales, o sea, significados interiorizados con sentido personal y, por ello,
ligados a la conciencia “(González, F., 1998, 6).
BIBIOGRAFÍA
DAVIS, KEITH. (1985) “Comportamiento Organizacional”. EE.UU.
GONZÁLEZ REY, FERNANDO Y MITJANS ALBERTINA.(1989) “La
personalidad, su educación y desarrollo” Ed. Pueblo y Educación, La Habana,
Cuba.
GONZÁLEZ REY, FERNANDO. (1998) “Los valores y su significación en el
desarrollo de la persona” Rev. Temas, No. 15. Julio-Septiembre, pp. 4-9.
GONZÁLEZ SERRA, DIEGO JORGE (2000) “Los valores y su formación: una
interpretación psicológica” Rev. Cubana de Psicología, Vol. 17, No. 3., p.307-
311.
FABELO, JOSÉ R. (1995) “La formación de valores en las nuevas
generaciones en la Cuba actual” Rev. Bimestral Cubana de la SEAP, julio-dic.,
pp. 37-48
JIMÉNEZ FIOL, MA. JULIA Y DORIS CAMERÓN PÉREZ. (2000) “Valores
morales, contenidos, esencia y transmisión”. Rev. Repertorio americano, Nueva
Época, Nos. 9-10, Enero-Diciembre.
LENIN, V. I. (1958) “Obras escogidas”, en 12 tomos, de. Cit., t. v. p. 17
LÓPEZ BOMBINO, LUIS Y LOURDES FERNÁNDEZ RIUS. “¿Educamos la
moral de modo adecuado?” En proceso de Edición, La Habana, 1998
MARTÍNEZ, A. “Los valores y los principios cooperativos”. REVESCO (61),
1995.
MARX, CARLOS. “El Capital”. T-I. Edit. De Ciencias Sociales. La Habana/1984.
p. 281
PARERA, I. Y A.L. GONZÁLEZ. “Valores organizacionales: una experiencia”.
Rev. Transporte, desarrollo y medio ambiente. Vol. 19. No. 3. , 1999.
SUÁREZ RODRÍGUEZ, CLARA O. “La formación de valores en los estudiantes
universitarios”. Centro de Estudios de Educación Superior “Manuel F. Gran”.
Univ. de Oriente. 2000
Véase Diccionario de Sociología, Edit. Política, 1998, en ruso.
136
SOBRE EDUCACIÓN MORAL
Dr. Omar Torres Rodríguez
“La verdadera fuente de
los derechos es el deber”
Gandhi
Para que la educación sea plena e integral debe abarcar las diferentes facetas
de la personalidad; y entre ellas, la esfera moral. La educación moral es
considerada como el eje fundamental en el sistema del desarrollo multilateral
de la personalidad, formando así, parte del sistema de valores de la misma.
La educación moral, es considerada como un componente básico de cualquier
proceso que esté orientado al crecimiento y al desarrollo personal. Para ello,
es necesario lograr en dicho proceso la formación de las cualidades y los
modos de actuación del sujeto en concordancia con los principios éticos de la
sociedad.
La educación moral abarca la conducta de la persona, sus hábitos, sus
actitudes y sentimientos ante la vida, la sociedad, la naturaleza, el trabajo, el
estudio, el arte y ante la actividad creadora propia y de los otros.
Ahora bien, ¿qué es la moral? “La moral es una categoría de la conciencia
social que representa un conjunto de principios, exigencias, normas y reglas
que regulan la conducta del hombre en todas las esferas de su vida social. En
la moral se reflejan las normas de conducta de las personas, normas que se
han formado dentro de la sociedad, las cuales están consolidadas en los
conceptos tales como el bien, el honor, la conciencia y la justicia. Todos estos
conceptos morales tienen un carácter valorativo”. 1
El contenido de la moral incluye determinadas orientaciones valorativas,
normas, motivos de conducta, formas de comunicación interpersonal y, a su
vez, ofrece su fundamentación. La moral no sólo nos dice cómo es necesario
actuar, sino que trata de explicar por qué es necesario actuar de una forma y
no de otra.
La formación de la moral del individuo sólo resulta posible mediante un sistema
coherente en el que concurran todos los agentes socializadores que intervienen
en ella, o sea, la familia, las instituciones educativas, culturales, deportivas y
laborales, entre otras. La educación de los principios éticos, así como la
formación de cualidades y formas correctas de actuación, sólo pueden ser
posibles si el individuo recibe de todos ellos un conjunto de influencias
educativas favorables.
La familia, como muchas veces se ha planteado, es considerada como la célula
fundamental de la sociedad, en su seno el niño adquiere las primeras vivencias
éticas relacionadas con los hábitos, las costumbres y los modos de actuar.
La escuela, por su parte, dirige y desarrolla la educación ética a través del
proceso docente educativo que se lleva a cabo en la misma.
1
Baranov, S.P., Bolotina, L.R. y Slastoni, V.A.: Pedagogía. P. 248.
137
El medio circundante en el que el sujeto interactúa abarca la naturaleza, el
trabajo, las relaciones sociales, las diferentes instituciones, el arte propiamente
dicho en sus diferentes manifestaciones y todo el conjunto de actividades que
constituyen la vida social del país.
Elevar el nivel de conocimientos, la conversión de los principios ideo-políticos y
morales, cualquiera que éstos sean, en convicciones personales y hábitos de
conducta, y la educación de los sentimientos y la responsabilidad ante la
sociedad, no constituyen un proceso en que sus resultados sean inmediatos.
La educación moral se logra mediante un trabajo sistemático y constante; ella
está fundamentada en la práctica histórico-social, relacionada íntimamente con
la ideología y en consonancia con los intereses de la clase en el poder, por lo
que tiene carácter clasista.
138
La educación de una actitud consciente ante las tareas, implica la formación de
hábitos, la educación de la voluntad; y sobre todo, el sentido de la
responsabilidad, hace al individuo tenaz, despierta la iniciativa, estimula el
espíritu creador, acrecienta la confianza en las fuerzas de sí mismo, en fin,
hace que la persona se sienta útil y valiosa. Todo ello, debe inspirarse y
apoyarse, en las tradiciones del pueblo y en el legado de sus mejores hijos.
2
Martí, José: Obras Completas, t. XVlll, p. 455.
3
Martí, José: Obras Completas, t. XVlll, p. 304.
139
Sobre el decoro Martí expresó: “En el mundo ha de haber cierta cantidad de
decoro, como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres
sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí, el decoro de muchos hombres.
Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los
pueblos su libertad (…) En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo
entero, va la dignidad humana”4.
140
Los conceptos morales se convierten en convicciones personales, cuando se
fusionan con otros aspectos de la conciencia, con los sentimientos, con la
voluntad. De convicciones sólo podemos hablar en caso de que la conciencia
moral motive una actividad determinada y estimule al individuo a actuar en
correspondencia con los conceptos morales asimilados.
La formación de la conciencia moral de las personas, de sus juicios,
valoraciones y conceptos morales, siempre está vinculada con vivencias
emocionales, y tiene un cierto colorido emocional. Los sentimientos morales y
la vivencia de las personas, en cuanto a lo que ellos asimilan, es una de las
más importantes condiciones para la formación de las convicciones morales y
un estímulo de toda actividad. En tal sentido V. G. Belinski, señalaba que sin
los sentimientos, las ideas son frías; brillan, pero no calientan; están privadas
de vitalidad y energía, no son capaces de pasar a una acción.
Los sentimientos morales son la actitud emocional hacia la sociedad, hacia las
personas, hacia sí mismo. Éstos se forman y se desarrollan durante el proceso
de comunicación y las relaciones interpersonales. Los sentimientos están
estrechamente relacionados con los conocimientos y las convicciones morales.
Al respecto N.A. Dobroliubov subrayaba que la convicción y el conocimiento
sólo pueden considerarse verdaderos cuando se han fusionado con el
sentimiento y la voluntad de la persona.
La educación de los sentimientos morales no es un proceso aislado, estos
sentimientos surgen y se desarrollan sobre la base de las necesidades del
individuo, de sus conocimientos y de sus vivencias.
El trabajo en grupo es una vía importante en la formación de los sentimientos
morales. Los sentimientos de bondad, atención y amor a las personas se
forman de manera más exitosa en aquellos grupos donde hay una actividad
interesante y rica en contenido, donde cada miembro del grupo experimenta un
estado de ánimo alegre, o sea, existe una atmósfera emocional positiva.
Para conseguir tales fines, se recomienda crear espacios simulados o reales,
donde las personas tengan la oportunidad de realizar acciones para ayudar a
los otros, que partan de sus impulsos internos, y que experimenten con ello, un
profundo sentimiento de satisfacción.
La educación de la moral, requiere de la unidad entre la conciencia moral y la
conducta, es decir, la unidad de la palabra y la acción. Esta unidad no surge
por sí misma, requiere de un profundo y sistemático trabajo educativo.
La acción moral de las personas consta de acciones en las que se pone de
manifiesto la esencia moral del hombre. Las acciones expresan el nivel de
cultural moral de las personas y están siempre vinculadas con su conciencia.
Las acciones se manifiestan y se educan en la actividad, en la comunicación
entre las personas. La conducta moral se forma a partir de este sistema de
acciones.
La base de la conducta moral son los motivos. Diferentes motivos pueden ser
los incentivos de la conducta moral: egoístas, individualistas o colectivistas.
A la conducta moral no la caracteriza una acción, sino por un conjunto de
costumbres morales. Éstas junto con las convicciones y los sentimientos
morales conforman un sistema de reguladores internos de la conducta.
141
La educación de costumbres correctas es un proceso más complejo que la
formación de la conciencia moral. La costumbre moral es la capacidad y la
habilidad para realizar una acción, que no es sólo no controlada, sino que ésta
es realizada debido a la necesidad que se ha formado en el individuo de esta
acción.
Las costumbres morales se forman y se consolidan en la actividad, sobre todo,
en aquellas actividades que implican el mantenimiento sistemático de
relaciones interpersonales, donde media y se estimula un comportamiento
moral adecuado.
Las costumbres morales pueden ser positivas y negativas, simples y
complejas.
La educación de la conducta moral de las personas, que se expresa en las
actuaciones y costumbres morales, está estrechamente vinculada con la
formación de las convicciones y de los sentimientos morales.
BIBLIOGRAFÍA
142
143