LenguajeFormal Book
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Prefacio V
2. Lógica de proposiciones 43
2.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
2.2. Lógica de proposiciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
2.3. Operaciones con proposiciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
2.3.1. Negación: (¬) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
Ejercicios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52
2.3.2. Conjunción: (∧) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
Ejercicios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54
2.3.3. Disyunción: (∨) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
Ejercicios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56
2.3.4. Leyes de De Morgan: relación entre conjunción, disyunción y ne-
gación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56
Ejercicios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58
2.4. Proposiciones condicionales. La implicación . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
Ejercicios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62
2.4.1. Relaciones entre implicaciones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
Ejercicios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 64
III
IV CONTENIDO
3. Técnicas de demostración 65
3.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
3.2. Preparando una demostración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
3.2.1. Analizar y clasificar la proposición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68
3.2.2. Revisar contenidos relacionados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
3.2.3. Seleccionar estrategia de demostración . . . . . . . . . . . . . . . . 73
3.2.4. Desarrollar la demostración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76
3.2.5. Revisar y mejorar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78
Ejercicios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78
3.3. Principales técnicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82
3.3.1. Prueba directa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
Ejercicios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
3.3.2. Método progresivo-regresivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
Ejercicios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100
3.3.3. Paso al contrarrecíproco o contraposición . . . . . . . . . . . . . . . 101
Ejercicios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107
3.3.4. Demostración por reducción al absurdo o por contradicción . . . . 108
Ejercicios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114
3.3.5. Inducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115
Ejercicios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119
Principio de inducción fuerte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120
Método de descenso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126
3.3.6. Demostración por casos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130
Ejercicios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133
3.3.7. Método constructivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135
Ejercicios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143
3.3.8. Idea feliz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 146
Ejercicios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153
Bibiografía 159
Prefacio
Hace casi trescientos años el filósofo inglés Francis Hutcheson (1694-1746) publicó
en Londres el que es considerado como el primer tratado sistemático sobre Estética, esa
rama de la Filosofía que estudia la belleza, tanto en sí misma como relacionada con la
percepción que tenemos de ella. El título de esta pequeña obra, de apenas un centenar
de páginas, es muy explícito: Una investigación acerca del origen de nuestra idea de belleza.
Tras el prefacio, el autor desarrolla en ocho secciones su teoría. Hasta ahí todo entra den-
tro de lo esperado. Pero quizá te sorprenda saber que la tercera de estas secciones tiene
por título Sobre la belleza de los teoremas. ¡Así que, el primer tratado de Estética que se
escribe dedica una parte sustancial de su contenido a la belleza de los teoremas, que es
casi como decir a la belleza de las Matemáticas! Suponemos que si llevas peleando con
las funciones, las derivadas, los límites o los vectores desde la enseñanza secundaria, y
afrontas con una cierta aprensión cualquier materia de contenido matemático que vayas
a encontrarte en tus estudios universitarios, la idea de Hutcheson te parecerá un tanto
excéntrica. ¡A quién se le ocurre disertar sobre la belleza de los teoremas! Pero, además,
si comienzas a leer esa sección, en el primer parágrafo dice algo todavía más contun-
dente: La belleza de los teoremas, o verdades universales demostradas, merece una consideración
distinta, pues es de una naturaleza muy diferente de los anteriores tipos de belleza. Sin embargo,
en ninguno de ellos se ve tan asombrosa variedad con uniformidad, y de aquí emana un enor-
me placer, distinto del que produce la previsión de cualquier provecho ulterior. Un teorema no
solamente es bello, según Hutcheson, sino que además de él emana un enorme placer.
Es muy probable que a medida que has ido leyendo lo anterior te hayas ido volvien-
do cada vez más escéptico. Es perfectamente entendible, puesto que en muchos sentidos
tus conocimientos matemáticos se centran en un cúmulo de técnicas y herramientas que
usas con mayor o menor acierto, pero que para ti no son más una especie de recetas, cu-
yo significado esencial desconoces, y que además se expresan en un lenguaje simbólico
que no te resultan nada agradable. Siendo así, ¿cómo se puede hablar de belleza o de
placer?
V
VI
En los últimos años la enseñanza de las Matemáticas en nuestro país ha ido derivan-
do paulatinamente hacia terrenos puramente instrumentales, dejando de lado muchas
veces la esencia del hacer matemático: la demostración. Seguro que conoces unos cuan-
tos resultados matemáticos, es posible que incluso muchos, pero si te preguntas su por
qué, si quieres demostrar que son ciertos, entonces la cosa cambia. Y esto ocurre incluso
con proposiciones básicas que llevas utilizando desde hace ya muchos años. ¿Sabrías
demostrar el teorema de Pitágoras? ¿Por qué hay infinitos números primos? ¿Por qué la
suma de los cuadrados del seno y coseno de un ángulo vale uno? ¿Por qué la derivada
de x3 es 3x2 ?... La lista de preguntas de este tipo podría ser muy larga. No nos cabe nin-
guna duda de que sabes hallar la hipotenusa de un triángulo rectángulo si conoces sus
catetos, o derivar perfectamente funciones de una variable. Pero la cuestión no es esa
ahora. Muchas veces sabes responder al cómo, pero muchas menos veces al por qué. Y
sin duda eso es un problema, porque, por ejemplo, cualquier alteración que modifique
mínimamente las condiciones iniciales requeridas para el uso de una técnica te priva de
poder utilizarla.
Este es el principal motivo de haber escrito las páginas que siguen. En ellas preten-
demos, en primer término, acercarte al lenguaje y la escritura matemática. En muchas
ocasiones la escritura formal y simbólica supone un obstáculo importante en tu estudio,
y te predispone en contra de los propios contenidos impidiendo aproximarte a ellos.
Como cualquier otro idioma, el lenguaje matemático tiene sus códigos, sus reglas del
juego que hay que conocer, así como todo un sistema de notación simbólica que es ne-
cesario manejar. Y no hay que confundir toda esta estructura formal con el contenido
en sí. En ocasiones, al estudiar y hacer matemáticas, los árboles no nos dejan ver el bos-
que. Revisaremos también brevemente algunas cuestiones elementales de lógica, de esa
lógica que todos utilizamos (o deberíamos utilizar) en nuestra vida diaria. Los tipos de
proposiciones, el valor de un ejemplo o un contraejemplo, los sistemas inductivos, etc.
La parte central de este documento se dedica a la demostración en sí, con sus distin-
tos tipos y clasificaciones. Pero lo que es sustancial es el ofrecerte estrategias de demos-
tración, muchas de las cuales surgen de nuestra propia experiencia como estudiantes y
como profesores de Matemáticas aplicadas a la Economía y la Empresa. Obviamente,
estas páginas no pueden ser un manual de instrucciones para hacer demostraciones. Si
así fuera estaríamos contradiciendo nuestro propio objetivo. Es un material que preten-
de ir al fondo del propio proceso creativo (y por tanto bello y placentero) que hay en la
demostración matemática, sugiriendo ayudas y lugares donde buscar o donde dirigir la
mirada. Como la Beatriz de Dante solo pretendemos ser guías que te acompañan en un
viaje que, ciertamente, puede ser fascinante.
VII
Agradecimientos
Este proyecto ha sido parcialmente financiado por el Programa de Ayudas de la
Universidad de Salamanca a Proyectos de Innovación y Mejora Docente Curso 2018-
2019 y por la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Salamanca.
Capítulo 1
Las soluciones de la ecuación son dos. Una de ellas es un cociente en el que el nu-
merador es el coeficiente que multiplica a la incógnita, cambiado de signo, más la
raíz cuadrada de ese mismo coeficiente al cuadrado menos cuatro veces el producto
del coeficiente que multiplica a la incógnita elevada al cuadrado y el término inde-
pendiente, y el denominador es el doble del coeficiente que multiplica a la incógnita
elevada al cuadrado. La segunda solución es otro cociente en el que el numerador es el
coeficiente que multiplica a la incógnita, cambiado de signo, menos la raíz cuadrada
de ese mismo coeficiente al cuadrado menos cuatro veces el producto del coeficiente
que multiplica a la incógnita elevada al cuadrado y el término independiente, y el
denominador es el doble del coeficiente que multiplica a la incógnita elevada al cua-
drado. Esta segunda solución coincidirá con la primera, cuando lo que hay bajo la
raíz (que se llama el discriminante de la ecuación) es nulo.
1
2 Capítulo 1. Los sistemas matemáticos de símbolos y la escritura matemática
mos para leer todo el párrafo y a la mitad haya desistido de entenderlo. A pesar de ello
la información que le hemos proporcionado es correcta y resulta suficiente y pertinente
para dar las soluciones.
Sin embargo, si hubiéramos dicho
√
2 −b ± b2 − 4ac
Las soluciones de la ecuación ax + bx + c = 0 son
2a
explicando con claridad qué queremos indicar con el signo ±, entonces el resultado
posiblemente hubiera sido otro, y el alumno de secundaria hubiera resuelto el ejercicio
siempre que no tuviera cálculos demasiado complicados y las raíces fueran reales. De
hecho, cuando vamos a resolver una ecuación
√
de este tipo, lo que se nos viene a la cabeza
−b± b2 −4ac
es, precisamente, la expresión simbólica 2a , que es la que permanece en nuestra
memoria.
En esta segunda manera de enunciar la solución general del problema hemos utiliza-
do signos que representan objetos (los coeficientes de la ecuación) que se relacionan por
medio de operaciones, también representadas por símbolos que siguen ciertas reglas o,
si se prefiere, que se ajustan, como nuestro lenguaje cotidiano, a una cierta sintaxis (estas
son las operaciones de suma y resta, el producto, el cociente, elevar al cuadrado y hallar
la raíz cuadrada, no en este orden, obviamente). Esta expresión simbólica ha sustituido
un párrafo prolijo y confuso por un objeto que nos resulta mucho más fácil de recordar,
de aplicar y también de transmitir. Realmente el sistema de símbolos ha actuado en este
caso concreto como una especie de lenguaje esquemático que nos ha permitido traducir
de modo literal el largo texto del comienzo a una sola línea más sencilla.
Pero no es raro encontrar situaciones en las que, al menos aparentemente, sucede lo
contrario. Por ejemplo, si tenemos una sucesión { an } de números reales, un número `
será límite de la misma si fuera de cualquier intervalo centrado en ` solo hay un número
finito de puntos de la sucesión. La idea es muy intuitiva, y mediante un dibujo aclara-
torio, puede quedar perfectamente entendida y fijada en la memoria. Por su parte, una
representación simbólica formal de esta misma idea sería:
Ahora se han invertido los papeles. En este caso es la expresión simbólica la que
nos parece prolija y difícil de recordar, y no resulta inmediato el poder conectarla con
el objeto matemático antes definido que aquella representa. Para ello, entre otras cosas,
es necesario hacer un proceso previo de conexión entre algunos símbolos clave de la
1.1. Introducción: algún ejemplo y un círculo vicioso 3
expresión y lo que están representando. Por ejemplo, hemos de caer en la cuenta de que
e representa un tamaño (una longitud de radio del entorno), n0 una cierta posición de
un término en la sucesión y | xn − `| la distancia entre xn y `.
Algunos de los problemas con los que se enfrenta un estudiante en las materias de
matemáticas tienen mucho que ver con todo lo anterior. Y las dificultades se hacen aún
mayores si lo que estudia tiene para él un carácter fundamentalmente instrumental,
como es el caso de los estudiantes de una Facultad de Economía y Empresa. Las ma-
temáticas se ven entonces exclusivamente como una herramienta para resolver ciertos
ejercicios y problemas, dejando de lado otra de sus capacidades fuertemente instrumen-
tales: la de ser un lenguaje de modelización y análisis especialmente eficaz. No es raro
que alguien sepa derivar y, sin embargo, no tenga una idea medianamente clara de lo
que es la derivada de una función, a pesar de ser algo que está en el núcleo de conceptos
económicos como las funciones marginales o la elasticidad. Es como si entre símbolo y
significado hubiera en ocasiones un abismo infranqueable, y a priori renunciáramos a
entender un enunciado (ya sea una definición, una proposición, un problema o inclu-
so un mero ejercicio técnico) si su expresión simbólica tiene un aspecto que nos parece
complejo.
Vamos a hacer una prueba. Supón que en un examen has de optar por contestar a
una de estas dos cuestiones:
2x2 +senx
ln
a.- Halla la derivada de f 1 ( x ) = e x 2 +2 arc tg(tg( x2 + 2)) − sen x
b.- Halla la derivada de f 2 ( x ) = ( x + 2)2x
Es prácticamente seguro que después de haber mirado ambas opciones te habrías de-
cantado por realizar el ejercicio b. Realmente f 2 ( x ) es una expresión sencilla, pero si no
has memorizado bien la tabla de derivadas, o ha pasado un poco de tiempo desde que
la estudiaste, es posible que cometas algún error. La expresión que aparece en b es una
función elevada a otra función, y = f ( x ) g(x) , y entonces y0 = f ( x ) g(x) ( g0 ( x )ln( f ( x )) +
f 0 (x)
g( x ) f (x)
), que es una fórmula difícil de memorizar (en todo caso recuerda que la pue-
des deducir tomando logaritmos y derivando). Por su parte, el aspecto de la función
que aparece en la opción a te habría hecho desestimarla sin tomarte ni medio minu-
to para mirarla con cierto detenimiento. Sin embargo hubiera valido la pena porque
2x2 +sen x
ln 2
e = 2x x+2 +sen
x 2 +2
2
x
y arc tg(tg( x2 + 2)) = x2 + 2 (la función exponencial y el logaritmo
son funciones inversas, como también lo son el arco tangente y la tangente) con lo que
f 1 ( x ) = 2x2 , y de modo inmediato habrías deducido f 10 ( x ) = 4x.
Con toda seguridad en tus años de estudiante de matemáticas te habrás visto en
situaciones parecidas, y es posible que la mera apariencia de una expresión simbólica
4 Capítulo 1. Los sistemas matemáticos de símbolos y la escritura matemática
te haya asustado y ni siquiera hayas sido capaz de empezar. Está claro que es preciso
conocer bien los símbolos y su sintaxis (las reglas del juego, si prefieres llamarlo así),
para poder entender y manejar estas expresiones, pero además de eso es imprescindible
evitar la actitud de rechazo inicial. En ocasiones basta simplemente con observar du-
rante un tiempo el enunciado, la fórmula o lo que sea, y no ponerse inmediatamente a
hacer transformaciones. Ese sería un primer consejo: mira atentamente la expresión antes
que cualquier otra cosa, y mírala además sin anticipar las operaciones que creas que vas a tener
que hacer.
Pongamos un ejemplo más que nos puede servir para aclarar lo que acabamos de
decir. Te proponemos un nuevo ejercicio:
2x2 + 8x + 8
Estudia la siguiente ecuación: =1
( x + 2)2
te hubieras lanzado a hacer cálculos nada más ver el problema habrías dado la solución
x = −2 por válida sin percatarte de esto. En muchas ocasiones los automatismos (hacer
cuentas puede considerarse un proceso automático) obstaculizan tener una visión real
de lo que se está haciendo. Alguien dijo, quizá siendo un poco exagerado, que cuando
empiezan los cálculos se acaba el pensar; que sea o no así depende, claro está, de uno mis-
mo. El matemático Hans Freudenthal (1905-1990) brinda un segundo consejo; debemos
estar siempre vigilantes e interrumpir las rutinas de los procesos de desarrollo y cálculo para
cuestionar, profundizar, buscar significados y sacar conclusiones ([15] p. 468 y ss.).
Cuando hacemos matemáticas -no solo al escribirlas, sino también al pensarlas- es-
tamos constantemente usando signos, palabras o dibujos que representan algunos obje-
tos matemáticos. La actividad matemática se desarrolla en un ámbito de representación
simbólica, y este es un contexto que a su vez se transforma siguiendo unas ciertas re-
glas de procesamiento como pueden ser las de la lógica, la aritmética, el álgebra, etc.
Aquí surge un problema de circularidad: en ocasiones accedemos al objeto matemático
a través del sistema de representación simbólico que hayamos elegido y su sintaxis, y
aunque no acabemos de entender qué es el objeto, el manejo de su representación con
las correspondientes reglas de procesamiento acaba acercándonos a él. Por otra parte,
el sistema simbólico solo adquiere pleno significado en la medida en que el objeto ma-
temático lo tenga. Es como si el hablar acerca de un ente que no sabemos qué es nos
ayudara a dotar de sentido y significado a ese ente; la mera manipulación técnica del
símbolo puede servirnos para avanzar en la comprensión del objeto que representa. Y
simultáneamente el sentido de esa manipulación deriva del sentido del objeto, y este
puede no estar aun desvelado: estamos ante un círculo vicioso.
Por ejemplo, si nos preguntamos qué es una variable inmediatamente vendrán a
nuestra mente símbolos como x, y o z, así como la multitud de expresiones y desarrollos
en los que estos símbolos se nos han presentado. En buena medida hemos adquirido
la noción de variable haciendo convivir pequeñas reflexiones sobre el sentido de lo que
estábamos manejando con el propio manejo de expresiones en las que aparecían esas x,
y o z, y es ese concepto de variable el que, a su vez, dota de su pleno significado a esas
letras.
En nuestro proceso de aprendizaje y enseñanza de las matemáticas esta circularidad
está presente con mucha frecuencia. Anna Sfard afirma que el significado y los desa-
rrollos discursivos formales son las dos piernas que nos hacen avanzar, precisamente
porque nunca están en el mismo lugar y, de hecho, en cada momento, siempre una de
ellas está por delante de la otra. ([29], p. 56). Reflexionando sobre este importante he-
cho el profesor Abraham Arcavi nos ofrece el que tomaremos como tercer consejo: para
6 Capítulo 1. Los sistemas matemáticos de símbolos y la escritura matemática
aprender (y para hacer) matemáticas es necesaria paciencia intelectual para con la comprensión
solo parcial de los objetos, y tener la confianza de que acciones futuras (de las que no sabemos de
antemano ni cuáles son ni cuándo ocurrirán) harán avanzar nuestro conocimiento [2].
En las páginas que siguen vamos a tratar de dar algunas herramientas que te ayu-
den a revisar y mejorar tu manejo y comprensión de los símbolos matemáticos, de modo
que puedas sacar mayor partido a su potencialidad. Anotaremos previamente algunas
características y problemáticas concretas y después revisaremos algunos de los siste-
mas simbólicos y abreviaturas que te encontrarás con más frecuencia. Para concluir, en
un apéndice te ofreceremos pautas y sugerencias que creemos que te pueden ayudar a
mejorar tu escritura matemática.
Por la parte de los ingresos, se estima que la cuota que se debe cobrar a cada
alumno es de 200e. Además, se recibe una subvención de la Consejería de Empleo
de 30e por cada alumno matriculado.
Determina el número de alumnos que, como mínimo, deben matricularse en el
curso para que se no produzcan pérdidas.
4. Prueba que:
2
sen2 (( x + y)( x − y) + yln e )+
cos2 ( x ln(e x ) cos(( x + y)2 − 2xy − 2y2 − ( x + y)( x − y)) = 1
1. Es un lenguaje universal.
Cualquier persona, de cualquier cultura, con conocimientos de matemáticas simi-
lares a los que en nuestro país tiene un estudiante de enseñanza media, al ver la
expresión
C = {( x, y) ∈ R2 ; x2 + y2 = 1}
C es el conjunto de puntos del plano tales que la suma de sus coordenadas al cuadrado es
1, es decir aquellos cuya distancia al origen es igual a 1.
El párrafo anterior será ininteligible sin embargo para cualquiera que no sepa
nuestro idioma, como para la mayoría de nosotros lo sería si lo anterior hubie-
ra estado escrito en sueco.
Junto a otros aspectos relacionados con la capacidad modelizadora del lengua-
je matemático, que veremos a continuación, este carácter universal del lenguaje
simbólico es también un valor importante para ciencias ajenas a la matemática. En
cierto sentido el lenguaje matemático se ha convertido en la lengua franca, la adop-
tada tácitamente por muchas disciplinas diferentes para facilitar la comunicación,
tanto entre personas de distintas culturas, como entre estudiosos procedentes de
distintas ramas del saber.
Ejemplo 1.1. Estás haciendo una ruta por el desierto y has de trasladarte desde
un campamento a un oasis que está a una distancia de 200 kilómetros, pero no
tienes agua para el viaje. Afortunadamente el campamento y el oasis están en
el mismo margen de un canal cuyo trazado es recto y que dista 40 kilómetros
del campamento y 90 del oasis. Has de planear tu ruta de modo que pases por el
canal a recoger agua, pero como estás escaso de gasolina debes hacerlo de modo
que el recorrido total sea lo menor posible.
90 Km
40 Km
Dados dos puntos que no pertenecen a una recta, y están ambos en el mismo
semiplano de los dos que esta delimita, calcular la trayectoria más corta de uno
a otro que pase por la recta.
Figura 1.2: Distancia más corta entre dos puntos pasando por una recta
CX 0 + X 0 O = C 0 X 0 + X 0 O > C 0 O = CX + XO
α β
α β=α
α
Los símbolos más antiguos y hoy más difundidos son las cifras de la aritmética
0, 1, 2, etc., que nosotros recibimos de los árabes cerca del 1200 y estos, a su vez,
de los hindúes, que las utilizaban desde el año 400. La primera ventaja que se
observa en las cifras es su brevedad; los números escritos en cifras indo/árabes
son mucho más breves que los mismos números escritos con todas sus letras en
nuestro idioma, y también son en general más breves que los mismos números
escritos con las cifras romanas I, X, C, M. Pero un examen ulterior nos hace
ver que las cifras no son solo puros símbolos taquigráficos, es decir simples
abreviaturas del lenguaje común, sino que constituyen una nueva clasificación
de las ideas. Así si las cifras 1, 2, ... 9 corresponden a las palabras « uno, dos, ...
nueve ». Sin embargo las palabras «diez o cien» ya no corresponden a símbolos
simples, sino a los símbolos compuestos «10, 100». Y el símbolo 0 no tiene
níngún equivalente en el lenguaje vulgar; nosotros lo leemos con la palabra del
árabe cero; los alemanes y los rusos usan la palabra latina nulla [null/noll].
El simbolismo no consiste en la forma de los símbolos; los europeos usamos
las cifras con una forma fijada después de la invención de la imprenta, y muy
distinta de la forma de las cifras indo-árabigas[...] La utilización de las cifras
no solo sirve para abreviar la escritura, sino que sirve esencialmente para que
los cálculos aritméticos sean más fáciles, y por lo tanto sean posibles ciertos
trabajos, y permite obtener resultados que, de otra manera, prácticamente no se
podrían obtenter.
Peano sigue poniendo el ejemplo de cómo la sustitución de las cifras griegas por
las hindúes permitió hacer aproximaciones del valor del número π considerable-
mente mejores en poco tiempo. Algo similar a lo que ocurre con la numeración
pasa también con los signos aritméticos (+, −, ../ =, > . . . ) que no solo reducen
enormemente las expresiones (ya lo vimos en el primer ejemplo que pusimos),
sino que además permiten operar cómodamente en ellas. Estos signos represen-
tan ideas y procedimientos, no meras palabras.
1.2. Características y problemática del lenguaje simbólico matemático 13
El poder representar el mismo objeto de distintos modos, aunque parece que pue-
de crear confusión, suele jugar a nuestro favor. Volvamos de nuevo al ejemplo 2 del
apartado anterior (el problema del billar). Para resolverlo utilizamos un lenguaje
simbólico muy particular: un dibujo. Supón que te hubieras encontrado con ese
problema en un momento en el que estabas aprendiendo las ecuaciones de las rec-
tas en el plano, pendientes, ángulos que forman con los ejes, etc. Es muy probable
1.2. Características y problemática del lenguaje simbólico matemático 15
a) Una plaza cuadrada tiene a cada lado 20 puertas que lo dividen en 21 partes
iguales. Se han numerado todas empezando por una esquina. ¿Desde cuál de
las cuatro puertas no 9, 25, 52 y 73, es menor la suma de las distancias a las
otras tres?
b) Un vaso de limonada, 3 sandwiches y 7 galletas cuestan 14 peniques. Un vaso
de limonada, 4 sandwiches y 10 galletas cuestan 17 peniques. Da el precio de:
- Un vaso de limonada, un sandwich y una galleta.
- Dos vasos de limonada, 3 sandwiches y 5 galletas.
16 Capítulo 1. Los sistemas matemáticos de símbolos y la escritura matemática
2. Plantea y resuelve los dos problemas que te damos a continuación, y explica por
qué en realidad ambos se resuelven por el mismo procedimiento.
a) Una pelota se deja caer desde una altura de 3 metros. Sabiendo que en cada
bote la pelota sube hasta una altura que es dos terceras partes de aquella des-
de la que cayó, calcula cuántos metros ha recorrido la pelota en trayectorias
ascendentes y descendentes cuando toca por novena vez el suelo.
3. Dos trenes están a 200 km de distancia viajando el uno hacia el otro a 50 km por
hora cada uno. Desde un tren una mosca parte al encuentro del otro, volando
sobre los rieles a una velocidad de 75 km por hora, toca el tren que viene hacia ella
y regresa al encuentro del primer tren de nuevo. Esto se repite hasta que los trenes
chocan. ¿Qué distancia recorre la mosca hasta que es aplastada por ambos trenes?
Resuelve este problema e indica si pertenece a la misma familia de problemas del
ejercicio anterior. Si es así, ¿puedes encontrar un modelo de solución más sencillo?
b) ( a, b) pertenece a P = {( x, y) ∈ R2 ; x2 = y}.
sustituyen objetos definidos otros, sin embargo, representan ideas o reglas de trans-
formación. Entre los primeros están, por ejemplo, el número 2, la letra π o el inter-
valo de números reales [0, 1]. Sin embargo el símbolo x, la variable x, en la expresión
x2 − 1 = ( x − 1)( x + 1) representa todo un conjunto de números (de hecho puede ser
cualquier número real) y en la expresión x2 − 4x + 3 = 0 representa número(s) descono-
cido(s) (incógnitas) cuyo valor podemos determinar (solución). Por otro lado símbolos
como +, × están representando acciones. Sobre la historia de los símbolos matemáticos
puede resultarte curioso e interesante el libro de Raúl Rojas cuya referencia tienes al
final de este trabajo [23].
Letras
- Es habitual que los conjuntos se designen por letras mayúsculas y sus elementos
con minúsculas (A = { a, b, c, d, e}).
- En trigonometría los vértices de los triángulos se suelen designar con letras ma-
yúsculas y sus lados opuestos con la misma letra, pero minúscula.
18 Capítulo 1. Los sistemas matemáticos de símbolos y la escritura matemática
C’
B’
A’
O
A
B
C
OA OB OA OC AB AC BC
= = = = = =
OA´ OB´ OA´ OC´ AB´ AC´ BC´
una forma similar a ∇. El símbolo fue intruducido por el matemático irlandés William
R. Hamilton (1805-1865). Te encontrarás con ∇ en el cálculo diferencial con funciones
de varias variables, designando el vector gradiente de una función en un punto, cuyas
coordenadas son las derivadas parciales en ese punto. Si f es una función real de n va-
∂f ∂f
riables, x1 , . . . xn , entonces ∇ f ( a) = ( ∂x1 ( a), . . . , ∂xn ( a)), que es un vector que marca la
dirección de máxima variación de la función en el punto a.
En matemáticas se utiliza también la primera letra del alfabeto hebreo, ℵ, que se
llama aleph, para referirse a algunos números transfinitos. ℵ0 representa el cardinal del
conjunto de los números naturales (que coincide con el de los enteros y los racionales).
Por su parte ℵ1 = 2ℵo representa el cardinal de los números reales, es decir, el número
de puntos de la recta real.
1.3. Símbolos matemáticos 21
Índices
Cuando las variables son muchas -eventualmente infinitas- no es práctico (ni siquie-
ra posible en ocasiones) asignar una letra a cada una. En ese caso utilizaremos subín-
dices o superíndices para designarlas. Este modo de proceder no solo sirve para deno-
minar todas las variables sino también para disponer de ellas de un modo ordenado.
Es importante indicar cuál es el recorrido que tienen esos índices, es decir, qué valores
pueden tomar. Así, por ejemplo, si tenemos doscientos bienes, cada uno con su precio,
podemos ordenarlos de algún modo y después denotar por pi el precio del bien que
hemos colocado en el i-ésimo lugar. En este caso los valores que puede tomar i serán
todos los números naturales del 1 al 200 (i = 1 . . . 200). Observa que un paso previo a
denominar los precios ha sido el ordenar los bienes o, si prefieres etiquetarlos con los
números entre el 1 y el 200.
Veamos otro ejemplo. Si tenemos una sucesión de números reales lo habitual es de-
signar al término de la sucesión que ocupa el lugar n-ésimo por an . En este caso el orden
de los objetos, los términos de la sucesión, nos viene dado y n puede tomar cualquier
valor entre los números naturales (n ∈ N). Cuando se utiliza esta notación no debe olvi-
darse que n no toma un valor concreto, sino cualquier valor de entre los naturales. Así,
por ejemplo, la expresión an = an−1 + an−2 debe interpretarse como sigue: cada término
de la sucesión es suma de los dos que le preceden.
También podemos necesitar indicar los elementos de conjuntos de objetos que no
pueden numerarse. En ese caso el conjunto de índices no podrá ser el de los números
naturales. Por ejemplo, el conjunto de circunferencias de radio 1 que hay en el plano no
puede numerarse, pero podríamos poner un índice a cada una asignándoles el punto
que es su centro, es decir C p sería la circunferencia de radio 1 centrada en el punto p
del plano (p ∈ R2 ). También hubiera sido posible haber utilizado un doble subíndice
escribiendo las coordenadas del punto p. Entonces C(a,b) denotaría la circunferencia de
radio 1 centrada en el punto ( a, b) ∈ R2 .
El uso de índices múltiples, como el caso anterior, a veces es muy útil para tener per-
fectamente clasificadas e identificadas las variables. Por ejemplo, supón que mezclan-
do 200 ingredientes distintos has de fabricar 100 tipos de productos que se diferencian
por la distinta proporción de esos ingredientes que cada uno de ellos tiene. Si numera-
mos ingredientes y productos podemos denotar por xn,m la proporción del ingrediente
n−ésimo que tiene el producto m−ésimo, es decir, si x120,75 = 0, 05 esto indica que en la
composición del producto 75o hay un 5 % del ingrediente 120o .
La notación con dobles índices es habitual en el álgebra matricial. Si A es una matriz
22 Capítulo 1. Los sistemas matemáticos de símbolos y la escritura matemática
que tiene n filas y m columnas, habitualmente se denota por aij al término genérico que
está en la columna j-ésima de la i-ésima fila, y escribiríamos A = ( aij ). Esta notación
simplifica notablemente algunas definiciones. Por ejemplo, si A = ( aij ) y B = (bij ) son
dos matrices cuadradas con n filas y m columnas, entonces definiríamos la suma de
ambas como la matriz con n filas y m columnas A + B = ( aij + bij ).
Todo lo que hemos hecho con subíndices podríamos haberlo hecho también con su-
períndices, o incluso podemos hacer indicación múltiple mezclando ambos. Por ejemplo
j
podríamos haber denotado el térnimo aij de la matriz por ai y, en este caso, el subíndi-
ce indicaría la fila y el superíndice la columna donde se encuentra el término. Has de
tener cuidado al utilizar o leer los superíndices, puesto que pueden confundirse con
una potencia; la expresión anterior podría leerse como el número ai elevado a j. Como ya
indicamos antes, si es una cosa u otra se inferirá del contexto.
La utilización de subíndices se combina a veces, como veremos más adelante, con
símbolos que denotan alguna transformación u operación como la suma, el producto, la
intersección, la unión, etc.
= 6= igual a distinto a
El símbolo = aparece en más del noventa por ciento de las expresiones mate-
máticas. Se sitúa siempre entre dos términos que designan o definen el mis-
mo objeto, y que, por tanto, han de ser de la misma categoría. Por ejemplo
3 + 4 = 6 + 1 indica que la suma de los números 3 y 4 da el mismo resultado
que la suma de los números 6 y 1. La expresión 2x = y indica que la variable
y toma el doble del valor que la variable x. No tiene sentido una expresión
en la que el símbolo = se sitúe entre objetos de categorías distintas, como,
2n2 +n
por ejemplo, ( a, b) = lı́m 3 .
n→∞ n
Muy frecuentemente las igualdades se encadenan, y entonces todos los miem-
√
bros de la cadena son iguales entre sí (3 + 2 = 5 = 25).
24 Capítulo 1. Los sistemas matemáticos de símbolos y la escritura matemática
Junto con la igualdad estos son los primeros símbolos matemáticos que apren-
diste y llevas utilizando mucho tiempo. No nos vamos a detener en ellos,
solo haremos algunas observaciones puntuales.
Es habitual, como sabes, que el símbolo del producto se omita, es decir, no
escribimos a × b ni a · b sino simplemente ab y leemos a por b o solo ab.
Hemos incluido entre los signos del producto el asterisco ∗ puesto que este
es el que se utiliza en algunos de los programas informáticos de matemáticas.
a
El cociente entre a y b lo expresamos normalmente como a/b o b y leemos a
partido por b o a entre b. La expresión a/b no tiene sentido alguno si b = 0.
Recuerda que estas operaciones están jerarquizadas (el producto y el cocien-
te se realizan antes que la suma o la resta si no hay símbolos de agrupamiento
como paréntesis o corchetes).
a ± b ∓ c + 2d = 0
es equivalente al sistema:
a + b − c + 2d = 0 y a − b + c + 2d = 0
{2 · [3 · (2 + 4)2 · (1 + 3)] + 5} · (3 + 4) = {2 · [3 · 6 + 2 · 3] + 5} · 7
= {2 · 24 + 5} · 7 = {48 + 5} · 7 = 53 · 7 = 371
Recuerda que estos símbolos de agrupamiento siempre van por parejas si-
métricas, de manera que no tiene ningún sentido que quede uno de ellos
aislado; cualquier paréntesis, corchete o llave que se abre debe cerrarse.
Los paréntesis y corchetes se utilizan también, como ya sabes, para represen-
tar intervalos de la recta real. Así, [ a, b] es el intervalo cerrado de extremos a
y b, ( a, b) el intervalo abierto, [ a, b) el cerrado por la izquierda y abierto por
la derecha y, ( a, b] el abierto por la izquierda y cerrado por la derecha.
Los paréntesis tienen muchos usos para agrupar elementos, por ejemplo de-
signando una matriz así: A = ( aij ), o para indicar que un operador actúa
sobre el objeto que le sigue que está entre paréntesis, por ejemplo la expre-
sión f ( x ) indica que hallamos la imagen del elemento x por la función f .
Las llaves { } tienen también otro uso relacionado con los conjuntos que
veremos un poco más adelante.
Los corchetes angulares tienen significados específicos que dependen del
contexto. En tu caso los encontrarás para denotar el subespacio generado
por un conjunto de vectores, he1 , . . . , en i.
Los delimitadores de valor absoluto || deben tener entre ellos una expre-
sión que defina un número real, y su significado es | a| = a cuando a > 0
√
y | a| = − a cuando a < 0. Dicho de otro modo: | a| = a2 . Recuerda que
el valor absoluto tiene algunas propiedades características de las distancias
como | a − b| = |b − a|, | a + b| 6 | a| + |b| o | a − b| 6 | a − c| + |c − b|.
26 Capítulo 1. Los sistemas matemáticos de símbolos y la escritura matemática
5
∑ i2 = 12 + 22 + 32 + 42 + 52
i =1
A veces, cuando las variables tienen varios índices, los operadores pueden
ir anidados. Siempre ejecutaremos primero el que está más próximo a la va-
riable. Por ejemplo:
3 2 3
∑ ∑ aij = ∑ (a1j + a2j ) = a11 + a21 + a12 + a22 + a13 + a23
j =1 i =1 j =1
3 4 3
∑ ∏ aij = ∑ (a1j a2j a3j a4j ) = a11 a21 a31 a41 + a12 a22 a32 a42 + a13 a23 a33 a43
j =1 i =1 j =1
. .
. . . , .., . . y así sucesivamente hasta etc.
los puntos indican que la sucesión de números decimales sigue hasta el infi-
nito (este número que acabamos de escribir es, como sabes, la razón áurea y
su nombre es la letra griega phi, φ). Si escribo
1 1 1 1
l= + + +···+ n +···
2 4 8 2
los primeros puntos indican que seguimos sumando las fracciones con nu-
merador 1 y denominador las potencias de 2 desde 24 hasta llegar a 2n−1 , y
los segundos indican que seguimos sumando todas las fracciones con nume-
rador 1 y denominador 2m donde m es cualquier número natural mayor que
n.
n
! (m ) factorial de símbolo binomial n sobre m
< ≤, <= > ≥, >= menor que menor o igual que mayor que mayor o igual que
Estos símbolos deben estar siempre entre dos elementos que pertenezcan a
un conjunto ordenado (es decir, dotado de una relación binaria reflexiva, an-
tisimétrica y transitiva) y hacen referencia precisamente a esa relación. Lo
habitual es que tú los utilices comparando números reales, racionales, ente-
ros o naturales.
{ } ∈ ∈
/ conjunto formado por/definido por pertenece a no pertenece a
En este mismo ejemplo puedes ver que la definición de un conjunto por com-
prensión a veces puede hacerse de muchas maneras y lo habitual es que se
haga utilizando simbología matemática.
En ocasiones los elementos del conjunto se subindican (o superindican) y se
hace una definición por extensión poniendo entre las llaves el nombre de un
elemento y fuera de ellas el recorrido de los subíndices. Por ejemplo { an }n∈N
sería el conjunto de los elementos de una sucesión de término general an .
El recorrido de este conjunto de índices se podria haber escrito también así
{ an }∞
n =1 .
Los símbolos ∈ y ∈
/ han de tener a su izquierda un elemento y a su derecha
un conjunto. a ∈ A indica que a es un elemento del conjunto A; a0 ∈
/ A indica
que a0 no es un elemento del conjunto A. Observa que si A y B son conjuntos
las expresiones A ∈ B o A ∈
/ B carecen de sentido, pues a la izquierda de
los símbolos de pertenencia y no pertenencia no hemos escrito un elemento,
sino un conjunto.
El símbolo de pertenencia aparece en muchas definiciones. El conjunto A de
1.3. Símbolos matemáticos 31
[ a, b] = { x ∈ R tal que a 6 x 6 b}
∀ a ∈ A, ∃b ∈ Z tal que a = 2b
Como ves en este mismo ejemplo, no es nada extraño que en la misma de-
finición o proposición aparezcan varios cuantificadores distintos. Más ade-
lante vamos a estudiar los cuantificadores y sus propiedades desde distintos
puntos de vista. Por el momento nos centramos solamente en su sintaxis,
poniendo un par de ejemplos más.
Estos símbolos han de estar situados siempre entre dos conjuntos. A ⊂ B in-
dica que A es un subconjunto estricto de B, es decir, que todos los elementos
de A están en B, y hay algún elemento de B que no es de A, o lo que es lo
mismo
A * B ⇔ ∃ a ∈ A tal que a ∈
/B
Por último observa que podríamos dar la siguiente definición: Dados dos con-
juntos A y B diremos que son iguales y escribiremos A = B cuando
A = B ⇔ ( A ⊆ B) ∧ ( B ⊆ A)
S T
∅ unión intersección conjunto vacío
Los símbolos de unión (∪) e intersección (∩) son operadores entre conjuntos.
Como sabes A ∪ B es un nuevo conjunto cuyos elementos son todos aquellos
1.3. Símbolos matemáticos 33
que pertenecen a A o a B:
A ∪ B = {c tal que c ∈ A ∨ c ∈ B}
A ∩ B = {c tal que c ∈ A ∧ c ∈ B}
n
[
A i = A1 ∪ A2 ∪ · · · ∪ A n
i =1
n
\
A i = A1 ∩ A2 ∩ · · · ∩ A n
i =1
1.3.3. Abreviaturas
3. Dos números enteros son primos entre sí cuando el único divisor común que tie-
nen es el 1. Utilizando los símbolos estudiados define qué quiere decir que p y q
son primos entre sí.
4. Utilizando lenguaje simbólico escribe qué quiere decir que el número natural m es
el mínimo común múltiplo de los números naturales a y b.
5. Sea A = ( aij ) una matriz con m filas y n columnas y B = (bij ) una matriz con n filas
y p columnas. Escribe la fórmula más breve que puedas para expresar el término
que está en la fila i-ésima y columna j-ésima en la matriz producto de ambas, AB.
a) a + b = a + c ⇒ b = c
b) ab = ac ⇒ b = c
c) ab = ac ⇐ b = c
d) a = b = c 6= d ⇒ a 6= d
e) a > b > c = d ⇒ a > d
f) a > b > c = d ⇐ a > d
g) ( a > b) ∨ (b > a) ⇒ a = b
h) ( a > b) ∨ (b > a) ⇔ a = b
i) ( ab = 0) ∧ (bc = 0) ⇔ b = 0 (siendo a, b y c distintos entre sí)
j) a + b ± c = a ⇒ a = 0
k) a ± b ± c = 0 ⇒ b = −c
a) (n!)2 = (n2 )!
b) Si xn = (3n)! entonces xn−1 = (3n − 1)!
c) ( an)! = an!
36 Capítulo 1. Los sistemas matemáticos de símbolos y la escritura matemática
xn
d) Si xn = (2n)! entonces = 4n2 − 2n
x n −1
8. Sean n, m ∈ N, n > m. Prueba que
n n
=
m n−m
10. Desarrolla:
2 2 3
∏ ∑ ∏ aijk
k =1 j =1 i =1
11. Halla:
2 3
∏ ∏ 2i + j
j =1 i =1
12. Sean A, B y C conjuntos. Escribe con símbolos los siguientes enunciados y discute
si son ciertos o no.
elemento de la unión de todos ellos que no está en la intersección entonces alguno de los
conjuntos tiene por lo menos dos elementos. ¿Es cierta esta afirmación? ¿Por qué?
2. Debes tener en cuenta para quién estás escribiendo. No es lo mismo redactar tu trabajo
de fin de grado, que escribir un ejercicio para explicárselo a tu hermano pequeño.
Estas notas que estás leyendo están redactadas pensando en un alumno de primer
curso de una Facultad de Economía y Empresa; la redacción (y contenido) hubie-
ran sido distintos si estuvieran destinadas a alumnos de último curso de la ESO, o
a estudiantes del grado en Matemáticas.
4. Las reglas que se utilizan para la redacción de textos se siguen manteniendo al escribir ma-
temáticas. Los signos de puntuación, los sangrados, los entrecomillados, el uso de
las mayúsculas, etc. sigue exactamente las mismas reglas que si estuvieras escri-
biendo una carta, una redacción o una novela. Eso, como veremos, puede afectar
a algún aspecto concreto del empleo de los símbolos.
5. No utilices abreviaturas en los escritos que han de leer otras personas. El uso masivo
de los teléfonos móviles hace que la escritura se esté comprimiendo y empiece a
ser general el empleo de abreviaturas como k por que, sk por es que, pk o ×k en
lugar de porque, tb por también, + por más, − por menos, × en vez de por... Aparte
de que esto es un lenguaje coloquial no generalizado, y puede ser que alguien no
te entienda, es posible crear confusión con los símbolos y letras con significado
matemático. Sirva de ejemplo esta frase: pq no es 0 pq p+q es + grande que p y q.
«los más no estiman lo que entienden, y lo que no perciben lo veneran. Las cosas,
para que se estimen, han de costar. Será celebrado cuando no fuere entendido».
No le faltaba razón, y obviamente no debemos caer en este tópico. Por un lado no
identifiques lo confuso con lo profundo y, por otro, intenta que tus explicaciones sean
lo más claras posibles y, como ya hemos dicho, adaptadas a los conocimientos
de quien va a leerte. Guíate por la afirmación del geómetra francés Joseph Diaz
Gergonne (1771-1859), quien al parecer dijo: una teoría matemática no está completa
hasta que no se la puedes explicar a la primera persona que pase por la calle.
1. Las normas relativas a la escritura de números arábigos son las de uso común en
castellano:
a) Si una cifra tiene una parte entera y una decimal ambas van separadas por
una coma o un punto (no por un apóstrofo) sin espacios entre ellos y las cifras.
Por ejemplo escribiremos 2, 75 o 2,75 pero no 2, 75 ni tampoco 2’75.
b) Si tienes un número con bastantes cifras y quieres separarlo por millares para
facilitar su lectura no utilices el punto, puesto que puede prestarse a confu-
sión. La norma internacional es que en números de más de cuatro cifras estas
pueden agruparse de tres en tres empezando por la derecha, y dejando un
pequeño espacio en blanco entre los grupos. Por ejemplo el número 56734
puede escribirse 56 734 pero no 56.734.
c) Incluso en los textos matemáticos a veces los números se escriben con pa-
labras. Esto ocurre especialmente cuando funcionan como adjetivos y son
números pequeños, fáciles de escribir. Así, escribiremos las cinco proposiciones
anteriores y no las 5 proposiciones anteriores. También se escriben con palabras
las cifras aproximadas: escribió unos cien artículos y no escribió unos 100 artícu-
los.
Por el contrario, siempre escribirás con cifras los códigos identificadores y los
que pospuestos al sustantivo sirven para identificar un elemento concreto de
40 Capítulo 1. Los sistemas matemáticos de símbolos y la escritura matemática
2. No comiences nunca una frase con un símbolo. Recuerda que las frases comienzan
siempre con una palabra con la primera letra en mayúscula. Así, en vez de escribir
3. Utiliza palabras entre los símbolos para facilitar la lectura y evitar confusiones. Por ejem-
plo, en vez de
4. Cada vez que introduzcas un símbolo que puede denotar distintas cosas explica
claramente cuál es el significado que tiene en ese caso.
7. Mantén las convenciones en el uso de los símbolos. Hemos mencionado antes al-
gunas al hablar del empleo de las letras del alfabeto latino. Por ejemplo n y m
suelen designar números naturales, x suele denotar una variable o una incógnita,
etc.
1.4. APÉNDICE: Sugerencias para escribir matemáticas 41
escribiremos
12 + 22 + · · · + n 2 12 + 22 + · · · + n 2 − ( 12 + 22 + · · · + ( n − 1 ) 2 )
lı́m = lı́m
n→∞ n3 n→∞ n3 − ( n − 1)3
En el caso en que una fórmula ocupe varias líneas es prácticamente seguro que la
escribirás del modo que acabamos de indicar. Si las expresiones están relacionadas
por igualdades o desigualdades, la apariencia suele ser más clara si se alinean los
signos de comparación, como en este ejemplo:
10. Cuando por algún motivo en un texto ha de hacerse un salto de línea en medio de
una expresión matemática, acaba la línea con el símbolo de una operación o una
comparación (+, −, ≥, =, 6=, etc.) pues de esta manera el lector sabe cuando acaba
la línea que la expresión continúa y se evitan posibles confusiones.
Por ejemplo:
y no así
11. Si hay una expresión que vas a citar alguna vez, debes escribirla en una línea inde-
pendiente, centrada entre márgenes, y añadirle una etiqueta (un número normal-
mente), que te servirá para hacer fácilmente la referencia. Por ejemplo
f ( x0 + ∆x0 )
f 0 ( x0 ) = lı́m [1]
∆x0 →0 ∆x0
Lógica de proposiciones
2.1. Introducción
43
44 Capítulo 2. Lógica de proposiciones
Ejemplo 2.1. En un silogismo se parte de varias premisas para llegar a una conclusión.
que una persona es ‘alta’? Habrá quien marque la distinción entre ‘ser alto’ y ‘ser bajo’
con la altura de 1,70 metros como el punto que separa ambas categorías. Pero habrá
quien diga que una persona de 1,75 metros de altura es baja, que sería alta si midiera
1,85 metros o más. Y, sin embargo, esta altura para otros puede suponer una nueva ca-
tegoría (la de ser ‘muy alto’, por ejemplo). La lógica difusa permite que los elementos
estén en una categoría (o conjunto) con un cierto grado de pertenencia.
Pero como hemos dicho ya, nos vamos a centrar en la lógica de proposiciones o lógi-
ca matemática (hablaremos de lógica sin más), que será la que utilizaremos en los razo-
namientos que aparecerán en las asignaturas a las que vas a enfrentarte desde el primer
día del inicio de tu Grado en alguna de las titulaciones de la Facultad de Economía y
Empresa.
notas es tratar de aprender cómo hacer una demostración), escribir cada una de las defi-
niciones, datos, qué es lo que queremos demostrar, las relaciones entre los conceptos que
vamos escribiendo, etc., resulta de gran ayuda. La precisión del lenguaje es necesaria ya
que este es una herramienta para nuestros objetivos, por lo que debemos aprenderlo y
asimilarlo cuanto antes. El lenguaje de la lógica que ahora introducimos ayuda enor-
memente a ser preciso, además de ser único y unívoco para todos. En cualquier lugar
del mundo debe entenderse lo mismo y sin ninguna ambigüedad. La precisión inicial es
fundamental para que los razonamientos posteriores sean correctos.
Comencemos introduciendo los distintos tipos de proposiciones que utilizamos ha-
bitualmente, a las que damos nombres diferentes atendiendo fundamentalmente a si
deben o no demostrarse para admitirlas como ciertas:
Definición. Definir no es más que ‘dar nombre’, de modo que una definición, tal
y como aparece en el diccionario de la Real Academia Española (RAE) “expone
con claridad y exactitud los caracteres genéricos y diferenciales de algo material o
inmaterial”.
Cuando introducimos un nuevo concepto, lo definimos (exponemos sus caracte-
rísticas) y le damos un nombre que, a partir de ese momento, debemos ser capaces
de utilizar adecuadamente, tal y como hacemos con cualquiera de los nombres de
los objetos y conceptos en nuestra vida cotidiana. Por citar un ejemplo, cada vez
que oímos la palabra ‘mesa’ nuestra cabeza inmediatamente asocia la palabra es-
cuchada a un significado, pero si por alguna razón se estableciera un convenio en
el que se le diera otro nombre al mismo concepto, lo aprenderíamos (de hecho eso
es lo que hacemos cuando estudiamos un idioma -nuestro objeto pasa a llamarse,
por ejemplo, ‘table’, en inglés) y nos olvidaríamos de la palabra anterior. Está claro
que si utilizáramos los conceptos matemáticos que aprendemos de modo habitual,
seríamos capaces de manejarlos exactamente igual que cualquiera de las palabras
de nuestro vocabulario. Su ‘no utilización’ hace que nos resulten extraños, como
ocurre con cualquier otro lenguaje específico, como puede ser el que utilizan los
médicos, los informáticos o los inversores en bolsa cuando hablan entre ellos.
Figura 2.1: El matemático griego Euclides (325-265 a.C.) desarrolló la conocida como
geometría euclidiana basándose en 5 axiomas
Proposición. Es un enunciado que puede ser verdadero o falso. Así cada propo-
sición tiene asignado un valor de verdad (lo representaremos como V) o falsedad
(F).1
Por ejemplo, ‘hoy es miércoles’, es una proposición que será verdadera o falsa
según el día de la semana en el que digamos o leamos tal enunciado. En matemá-
ticas, las proposiciones se demuestran, no se admiten como ciertas directamente,
independientemente de que establezcan propiedades que, a priori, puedan resul-
tarnos evidentes (ciertas o falsas, sin ninguna duda). Este aspecto las diferencia de
las definiciones y los axiomas. No basta con dar el enunciado de una proposición,
además hay que probar su verdad o falsedad.
Cualquiera que lea las fichas va a dar por sentado que las proposiciones p ≡‘me llamo
Pedro’ y q ≡‘quiero estudiar Economía o Derecho’ son ciertas y le asignará a ambas el
valor V. No necesita ningún tipo de comprobación. Lo mismo ocurre con ‘me llamo María’
y ‘quiero estudiar Medicina’.
En otros casos el enunciado de una proposición puede exigir algún tipo de com-
probación, más o menos sencilla, antes de poder afirmar si es verdadera o falsa.
Ejemplo 2.3.
Una proposición es universal si afirma que todos los elementos de un cierto con-
junto verifican una determinada propiedad. El símbolo cuantificador asociado a
estas proposiciones es ∀, que se lee para todo o todo (ya nos hemos referido a él
en el apartado 1.3.2). Son proposiciones que se enuncian para todos los objetos de
un determinado conjunto. Por ejemplo
∀ x ∈ Z es divisible por 1
2.3. Operaciones con proposiciones 49
que leeríamos, más o menos, como todos los números enteros son divisibles por 1.
También sería una proposición universal la que afirma el profesor al decir: “Todos
los estudiantes han rellenado una ficha diciendo qué grado quieren estudiar el
próximo curso”.
Ya vimos también en 1.3.2 el símbolo que acabamos de utilizar, (@), que niega la
existencia.
to, etc.). Con las proposiciones también realizamos distintas operaciones para construir
otras nuevas. Lo hacemos a través de los operadores (o conectores) y cuantificadores ló-
gicos, que vendrían a ser lo que para los números son +, ·, etc. Antes de introducir cada
uno de estos conectores recordemos que trabajamos con proposiciones que son verda-
deras (V) o falsas (F), pero no ambas cosas al mismo tiempo. En este sentido resulta muy
útil asignar a las proposiciones un valor numérico en función de la verdad o falsedad
de las mismas, ya que en numerosas ocasiones esto nos facilitará el saber si una propo-
sición obtenida a través de diversas operaciones con las iniciales es verdadera o falsa.
Así, dada una proposición p podemos asignarle un valor de verdad v( p)2 :
Si p es cierto v( p) = 1, y si es falso v( p) = 0
Esta asignación nos permite aplicar aritmética básica al estudio de la lógica, lo que,
insistimos, facilita las cosas cuando trabajamos con varias proposiciones y varios conec-
tores simultáneamente.
Dada una proposición p, al negarla, ¬ p, estamos diciendo que ‘no es cierto p’. Esto
supone que cuando p es cierto, ¬ p es falso, y al revés. Utilizando la aritmética sería
v(¬ p) = 1 − v( p)
p ¬p p ¬p
V F 1 0
F V 0 1
¬ p supone que no es verdad la afirmación ‘me llamo Pedro’ y, por lo tanto, ‘no
me llamo Pedro’ (si el estudiante no mintió al rellenar su ficha, el valor de esta
proposición sería ‘falso’). Análogamente para el caso de María.
2 En
la lógica difusa, una de las formas de trabajar consiste en asignar a las proposiciones valores de
verdad en el intervalo [0, 1].
2.3. Operaciones con proposiciones 51
¬q supone que ‘no es cierto que quiero estudiar Economía o Derecho’, es decir, ‘no
quiero estudiar Economía o Derecho’, que de nuevo sería falsa si el estudiante no
mintió al rellenar sus datos. Análogamente para el caso de María.
¬ p sería ‘no es verdad que 6 es múltiplo de 3’⇔‘6 no es múltiplo de 3’, cuyo valor
es F.
¬q sería ‘no es verdad que 7 es múltiplo 3’⇔‘7 no es múltiplo de 3’, cuyo valor es
V.
Algunas propiedades de ¬:
La doble negación de una proposición es equivalente a ella misma (¬(¬ p)) = p).
En el ejemplo 2.2, ¬(¬ p) ≡‘no es cierto[no es cierto (Me llamo Pedro)]’ es equi-
valente a decir que ‘no es cierto[No me llamo Pedro]’ y, por lo tanto, ‘Me llamo
Pedro’.
En el ejemplo 2.3:
Ejercicios.
Te proponemos que antes de seguir resuelvas algún ejercicio para dedicarle un tiem-
po a pensar sobre lo que hasta aquí has leído. En concreto, que niegues los siguientes
2.3. Operaciones con proposiciones 53
5. x = 0 e y > 0.
6. Algún x verifica x = y.
7. Ni x ni y valen 7.
10. Existe e > 0 tal que para todo ∂ > 0 es f (e) < ∂.
v( p ∧ q) = v( p)v(q)
p q p∧q p q p∧q
V V V 1 1 1
V F F 1 0 0
F V F 0 1 0
F F F 0 0 0
Recuperamos aquí el ejemplo 2.3 para que veas cómo se construyen proposiciones
por conjunción.
54 Capítulo 2. Lógica de proposiciones
Ejemplo 2.4. Consideremos las proposiciones p y q del ejemplo 2.3. En este caso, p es cierta y q
falsa, de modo que p ∧ q es falsa. Sin embargo, p ∧ ¬q es verdadera, dado que tanto p como ¬q
son verdaderas.
Si te resulta más sencillo recordar fórmulas, puedes recurrir a la expresión v( p ∧ q) =
v( p)v(q), pues en tal caso, sabiendo que v( p) = 1 y v(q) = 0, resulta sencillo ver que
v( p ∧ q) = v( p)v(q) = 1 · 0 = 0, de modo que p ∧ q es falsa.
Análogamente, sería cierto ‘Me llamo Pedro y quiero estudiar Economía o Derecho’, siguien-
do con el ejemplo 2.2.
Cabe destacar aquí alguna diferencia con el lenguaje cotidiano. En matemáticas, las
proposiciones:
son equivalentes. Sin embargo, para nosotros tienen un sentido distinto en cuanto a
temporalidad. Este caso nos resulta muy adecuado para resaltar la importancia de las
tablas que hemos incluido (y que incluiremos con el resto de operaciones), ya que para
decidir si una proposición obtenida a partir de otras es verdadera o falsa, resulta mucho
más seguro recurrir a ellas que tratar de hacerlo recurriendo al significado de la nueva
proposición. En este caso nosotros pensaríamos:
Ejercicios.
Prueba ahora a resolver el ejercicio que consiste en decidir si las siguientes proposi-
ciones son verdaderas o falsas.
v( p ∨ q) = v( p) + v(q) − v( p)v(q)
y tenemos:
p q p∨q p q p∨q
V V V 1 1 1
V F V 1 0 1
F V V 0 1 1
F F F 0 0 0
Ejemplo 2.5. Consideremos las proposiciones p y q del ejemplo 2.3. En este caso, p es cierta y q
falsa, de modo que p ∨ q es cierta. Sin embargo, ¬ p ∨ q es falsa, dado que tanto ¬ p como q son
falsas.
Recurriendo a la expresión v( p ∨ q) = v( p) + v(q) − v( p)v(q) tendríamos:
Si después de leer la ficha el profesor habla con un compañero y le dice “No recuerdo bien:
María quiere estudiar Economía o Medicina”, diremos que es correcto (porque quiere estudiar
Medicina). Sin embargo si dice: “No recuerdo bien: María quiere estudiar Economía o Derecho”,
entonces es falso, se equivoca, porque “María quiere estudiar Economía” es falso y ’‘María quiere
estudiar Derecho” también.
puede ocurrir que x = 0, que y = 0, o que ambas sean 0 a la vez ( x, y = 0). Si queremos
56 Capítulo 2. Lógica de proposiciones
dejar claro que las proposiciones unidas por ∨ son excluyentes diremos: ‘o bien p, o bien
q’ (no ‘o’).
El símbolo ∨ fue ya introducido en el Capítulo 1 y relacionado con la unión de con-
juntos (símbolo ∪).
Ejercicios.
¬( p ∧ q) ⇔ ¬ p ∨ ¬q
Fíjate que en un caso como este, si queremos saber la verdad o falsedad de una pro-
posición como ¬( p ∧ q), partiendo de la verdad o falsedad de p y q, podríamos proceder
de la siguiente forma:
Estas expresiones resultan muy prácticas para las tablas de verdad ya que obtenemos
su verdad (1) o falsedad (0) directamente solo a partir de v( p) y v(q), es decir, solo
conociendo el valor de verdad de las proposiciones iniciales. Este tipo de práctica puede
utilizarse para cualquier proposición resultante de operar con otras.
2.3. Operaciones con proposiciones 57
¬( p ∨ q) ⇔ ¬ p ∧ ¬q
Volvamos a las proposiciones del ejemplo 2.2. Una de las estudiantes tenía clara su
opción para el próximo curso: ‘Me llamo María y quiero Medicina ( p ∧ q)’, de modo
que damos por cierto tanto que la estudiante se llama María como que quiere estudiar
Medicina. Neguemos tal afirmación:
‘No es cierto (me llamo María y quiero estudiar Medicina)’, es decir, aquello que
habíamos dado por cierto, no lo es. ¿Esto supone que son falsas las dos afirmaciones?
¿Podría ocurrir que fuera solo falsa una de las dos? Parece que ese es el caso. Si la es-
tudiante en un momento dado cambia de opción y dice que lo que quiere estudiar es
Fisioterapia, irá a ver a su profesor y le dirá que ‘la ficha está mal’. ¿Eso supone que
todos los datos de su ficha están mal? En absoluto, todos los demás datos son correctos,
no se van a modificar. Solo cambiará el dato del grado que quiere estudiar, su nombre y
apellidos seguirán siendo los mismos. De modo que p seguirá siendo cierto, pero ahora
será cierto ¬q. Además podría haberse equivocado también al rellenar su nombre, y ha-
ber puesto ‘Gracia’ cuando en realidad era ‘García’. En este caso, las dos afirmaciones
serían falsas y tendría que modificar los dos datos en la ficha: no se llama María Gra-
cia y no quiere estudiar Medicina. Finalmente, puede haberse equivocado al rellenar el
nombre, pero no cambiar de titulación. De nuevo dirá que la ficha está mal, pero solo
cambiará uno de los datos que aparecen en la misma. Si aplicamos la ley de De Morgan
correspondiente, ¬( p ∧ q) ⇔ ¬ p ∨ ¬q, debe ser cierta o ¬ p o ¬q (o falsa p o falsa q, o
falsas ambas).
Ejemplo 2.6. Al inicio del curso siguiente el profesor se encuentra con Pedro y le pregunta qué
está estudiando finalmente.
Dice que estudia Economía. Esta respuesta no sorprende al profesor en absoluto, dado que
era una de las posibilidades que aparecía en la ficha. El estudiante no mintió, aunque no
estudie Derecho.
58 Capítulo 2. Lógica de proposiciones
Dice que estudia Derecho. La reacción es análoga a la del caso anterior por idénticas razo-
nes.
Dice que estudia Economía-Derecho. La respuesta tampoco debe sorprender, dado que las
dos opciones que ponía el estudiante en su ficha no eran excluyentes.
Dice que estudia ADE. La reacción del profesor sería seguramente de extrañeza, y casi
seguro que le preguntará: “¿No me dijiste que ibas a estudiar Economía o Derecho?”.
Es muy probable que simplemente cambiara de idea, que su intención no fuera mentir. Sin
embargo su afirmación fue falsa, tiene valor 0 para nosotros, porque no estudia ni Economía
ni Derecho.
A continuación tienes las tablas que recogen la verdad y falsedad de las distintas
proposiciones construidas a partir de dos iniciales cuyos valores de verdad conocemos.
Fíjate que las columnas 7 y 10, y 8 y 9 son iguales respectivamente, algo que tiene que
ocurrir ya que se corresponden con proposiciones equivalentes según las leyes de De
Morgan.
p q ¬p ¬q p∧q p∨q ¬( p ∧ q) ¬( p ∨ q) ¬ p ∧ ¬q ¬ p ∨ ¬q
V V F F V V F F F F
V F F V F V V F F V
F V V F F V V F F V
F F V V F F V V V V
p q ¬p ¬q p∧q p∨q ¬( p ∧ q) ¬( p ∨ q) ¬ p ∧ ¬q ¬ p ∨ ¬q
1 1 0 0 1 1 0 0 0 0
1 0 0 1 0 1 1 0 0 1
0 1 1 0 0 1 1 0 0 1
0 0 1 1 0 0 1 1 1 1
Ejercicios.
p⇒q
v( p ⇒ q) = 1 − v( p) + v( p)v(q)
p q p⇒q p q p⇒q
V V V 1 1 1
V F F 1 0 0
F V V 0 1 1
F F V 0 0 1
Ejemplo 2.7. Volvamos a nuestro ejemplo de estudiantes de bachillerato (ejemplo 2.2). Teníamos
el caso de una estudiante, María, que quería estudiar el Grado en Medicina.
María habla con su profesor. No es fácil acceder a la Facultad de Medicina y le dice lo siguiente
de acuerdo con lo que ha ocurrido en cursos anteriores:
“Si tengo una nota superior a 12.5 tras la EBAU, puedo estudiar Medicina”
En este caso, las proposiciones son: p ≡’Saco una nota superior a 12.5 en la EBAU’, y q ≡‘Puedo
estudiar medicina’.
En el momento en que se hagan públicas las calificaciones y María vea su nota final, podrá o
no asegurar si puede estudiar medicina.
¿Qué ocurre si la nota obtenida es de 12.4? Es muy posible que en este caso también pueda
optar a una plaza en Medicina. ¿Supone esto que la proposición ’Si tengo una nota superior al
12.5 tras la EBAU, puedo estudiar Medicina’ es falsa?. En absoluto. La proposición es completa-
mente cierta. No dice nada sobre qué ocurre si la nota es inferior a 12.5, de modo que en tal caso
no sabemos qué ocurrirá, o al menos María no lo sabe (o no lo dice). Tampoco, por lo tanto, de
la implicación enunciada debemos presumir que la proposición ‘Si no tengo una nota superior a
12.5, no puedo estudiar medicina’, es cierta. Debemos tener claro que solo estamos diciendo ‘p
implica q’. Es decir, si p es falso, pero q es cierto, la implicación p ⇒ q también tiene valor V.
p ⇒ q solo tiene valor F cuando siendo cierta p es falsa q (supongamos que la nota final de acceso
a la Universidad de los estudiantes sube enormemente ese curso y María, con un 12.6, no obtiene
plaza en Medicina. En este caso sería falsa la proposición).
Vamos a mencionar aquí también alguna situación que puede resultarte confusa,
aunque es posible que, después de pensarla un poco, te aclare lo que supone una impli-
cación.
Las siguientes proposiciones son implicaciones:
En el primer caso, si tú no tienes sed, ¿no hay agua fresca en el frigorífico? Parece
claro que no debe ser así. Hay agua fresca si tú la quieres, pero no se dice nada de
qué pasa si no la quieres. Solo sería falsa la afirmación si tú tienes sed y cuando vas al
frigorífico, no hay agua fresca.
En el segundo caso, si quien dijo la proposición está en casa, ¿podemos afirmar que
llueve? La respuesta es ‘no’, ya que no dijo nada sobre qué haría si no llovía. Esta impli-
cación solo sería falsa si está lloviendo y ha salido.
Es suficiente con tener una nota superior a 12.5 para poder estudiar Medicina
p q
De modo que es suficiente saber que ‘tengo una nota superior a 12.5’ para que yo
(María) me vaya a celebrar que ‘puedo estudiar Medicina’.
En la implicación p ⇒ q, la proposición p es condición suficiente para q. Es suficien-
te con saber que p es cierto para concluir que q también lo es.
Por otro lado, solo si María sabe que puede estudiar Medicina podrá ser cierto que
tiene una nota superior a 12.5. No puede ocurrir que q sea falso, siendo cierto p. De
modo que p ⇒ q también se lee: p solo si q. Dicho de otra manera, es necesario que
María pueda estudiar Medicina para que también pueda ser cierto que María ha tenido
una nota superior a 12.5, porque
p⇔q
Ejercicios.
Solamente unos ejercicios de aplicación antes de completar el tema para que practi-
ques a la vez que recuerdas algunos conceptos.
2. Decide si son verdaderas o falsas las siguientes implicaciones (x, y, z son números
reales):
a) ( A ⊆ B) ∨ ( B ⊆ A) ⇒ A = B.
b) A ⊂ B ⇒ A 6= B.
c) ( A ⊂ B) ∧ ( B ⊂ C ) ⇒ A ⊂ C.
d) ( A ⊂ B) ∧ ( A ⊂ C ) ⇒ B ∩ C = A.
e) ( A ⊂ B) ∧ ( A ⊆ C ) ⇔ A = B ∩ C.
f ) ( A ⊂ B) ∧ ( A ⊆ C ) ⇔ A ⊆ B ∩ C.
g) ( A ⊂ B) ∧ ( A ⊆ C ) ⇔ A = C.
V =volumen de ventas
CT =costes totales
R =resultados (pérdidas o beneficios)
Contraria: ¬ p ⇒ ¬q. ‘Si no he sacado una nota superior a 12.5, no estudio Medi-
cina’.
plaza con esa calificación. Por la misma razón, en la implicación contraria, si es cierto
que ‘no he sacado una nota superior a 12.5’, no tiene que ser cierto ‘no estudio Medicina’.
Ejercicios.
Terminamos la sección con un par de ejercicios en los que puedes aplicar todo lo
aprendido en este capítulo.
Técnicas de demostración
3.1. Introducción
Abordamos ahora la parte fundamental de este documento. En los capítulos anterio-
res nos hemos centrado en motivar y discutir la necesidad del razonamiento matemático
e introducir el lenguaje de la lógica; ha llegado el momento de afrontar el objetivo clave:
la demostración en Matemáticas.
Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE) demostar es: “hacer ver
la verdad de algo mediante un razonamiento o prueba”. Parafraseando esta definición,
una demostración en Matemáticas constite en hacer ver el valor (de verdad o falsedad)
de una proposición utilizando la lógica como herramienta fundamental.
La demostración es ante todo un proceso creativo que requiere de capacidad de
sintésis y abstracción. Esta es la principal razón por la que las demostraciones suelen
provocar rechazo entre los estudiantes. Durante las etapas de educación primaria y se-
cundaria, las Matemáticas básicamente han consistido para ti en aprender una deter-
minada técnica que después repetías para asimilarla convenientemente. Esta reiteración
tiene por objetivo que adquieras determinadas destrezas (por ejemplo de cálculo). En un
determinado momento, los contenidos matemáticos evolucionan, aparecen ejercicios o
problemas que no se resuelven con un procedimiento establecido (algoritmo o receta),
sino que requieren de cierta creatividad o imaginación. Esta situación puede descon-
certarte inicialmente, e incluso generarte frustración; de hecho, en ocasiones, alumnos
que habían obtenido buenos resultados en Matemáticas en cursos de formación básica,
tienen un fracaso inicial en cursos posteriores. Una situación similar se plantea cuando
en Matemáticas comienzan a aparecer teoremas y sus demostraciones.
Por lo comentado anteriormente, nuestro objetivo se antoja complicado: ¿cómo se
puede enseñar a ser creativo? No pretendemos crear genios (ellos nacen solos), nuestro
propósito es más modesto, nuestro afán se centra en presentar ciertas estrategias que
65
66 Capítulo 3. Técnicas de demostración
En una segunda parte de este capítulo, describiremos las principales técnicas de de-
mostración que se utilizan en Matemáticas y las ilustraremos con numerosos ejemplos:
Prueba directa
Proceso progresivo-regresivo
Inducción
Método constructivo
3.2. Preparando una demostración 67
Idea feliz
Ante de comenzar te animamos a que reflexiones sobre dos citas de dos grandes
matemáticos relacionadas con el tema que nos ocupa [6, 1]:
Una demostración consiste en una sucesión de fórmulas que, o bien son axiomas, o
bien son teoremas, o se han obtenido de estas mediante inferencias admisibles. David
Hibert (1862-1943).
Los encantos de esta ciencia sublime, las matemáticas, solo se le revelan a aquellos
que tiene el valor de profundizar en ella. Carl Friedrich Gauss (1777-1855).
Si se asume . . . entonces . . .
3.2. Preparando una demostración 69
Por otro lado, con respecto al cuantificador (secciones 1.3.2 y 2.2) distinguimos:
Date cuenta que toda proposición expresada en términos del cuantificador universal
puede expresarse en términos del cuantificador exitencial utilizando la negación (ver
sección 2.3), y recíprocamente.
Una vez clasificada la proposición, se debe establecer qué enunciados se asumen co-
mo ciertos, es decir, aceptamos como hipótesis, y qué resultados se deben demostrar, es
70 Capítulo 3. Técnicas de demostración
decir, constituyen la tesis. En ocasiones las hipótesis pueden aparecer de forma implícita
y las tesis formar parte del problema. Corresponden a este segundo tipo los enunciados
o problemas que plantean una cuestión. La solución del problema es la tesis (o parte de
ella), y obviamente desconocida.
Analizamos ahora cada una de las proposiciones que enuciábamos al inicio de esta
sección:
P6 : Si n ∈ Z, entonces n2 + n es par.
Aritmética básica.
Definición de números pares e impares.
√
P4 : 2 es irracional.
√
x = 2 si y solo si es solución de la ecuación x2 − 2 = 0.
Un número es irracional (I) si es real y no racional.
Todo número racional x ∈ Q puede ser expresado como x = n
m siendo n y m
enteros primos entre sí.
(1+ n ) n
P5 : 1 + 2 + . . . + n = 2 ∀n ∈ N
Aritmética básica.
P6 : Si n ∈ Z, entonces n2 + n es par.
Aritmética básica.
Definición de números pares e impares.
Identidades notables: (α + β)2 = α2 + 2αβ + β2 .
con anterioridad. Con mucha frecuencia, las técnicas empleadas pueden propor-
cionar estrategias que pueden ser extrapoladas al caso en cuestión. Por ejemplo, la
demostración de la proposición P1 presenta ciertas analogías con la de la proposi-
ción P3 , a pesar de utilizar diferente técnica.
(1 + 1)1
n=1: 1=
2
(2 + 1)2
n=2: 1+2 = 3 =
2
(3 + 1)3
n=3: 1+2+3 = 6 =
2
Esta observación, veremos después que es fundamental para abordar una demos-
tración por medio de una técnica denominada inducción matemática.
En lo que sigue, asumiremos que nos enfrentamos a proposiciones del tipo impli-
cación simple (p ⇒ q). Esto no supone ninguna limitación, pues como ya comentamos
antes la doble implicación se puede reescribir como dos implicaciones simples.
Pasamos ahora, a describir los métodos de demostración, para después dar algunas
pautas sobre su utilización. Agruparemos las técnicas de demostración en tres grandes
grupos:
La prueba directa es la estrategía básica y más sencilla; parte de las hipótesis y las
manipula convenientemente con las correspondientes herramientas para obtener
la tesis:
p ⇒ p1 ⇒ p2 . . . . . . ⇒ p n ⇒ q
3.2. Preparando una demostración 75
p ⇔ p1 ⇔ p2 . . . . . . ⇔ p n ⇒ q n ⇔ . . . . . . ⇔ q2 ⇔ q1 ⇔ q
Para finalizar, proponemos una serie de pautas que pueden servir de ayuda para
decidir la estrategia más apropiada para acometer una demostración. Como comentá-
bamos al inicio, no deben tomarse estas indicaciones como un algoritmo, pues es muy
complicado empaquetar toda la casuística a la que nos enfrentamos en una simple receta.
3. Para trabajar con la implicación, primero se explorarán los métodos que analizan
la implicación directa (prueba directa, proceso progresivo-regresivo). Si este trata-
miento no es viable o resulta complejo, se abordará primero el método de paso al
contrarecíproco y por último la demostración por reducción al absurdo.
Se puede
No No No
Cuantificador Admite tratar la implicacion Paso
reduccion? contrarreciproco
existencial ? directa ?
Demo. por
contradiccion
Si Si Si
Metodo
progresivo−regresivo
demostración seleccionado. No hay mucho más que decir al respecto. Como si se tra-
tara de un manual de autoayuda, nos permitimos apuntar una serie de consejos que
conviene tener en cuenta:
Ejercicios
T+V = A−1
3. (Un buen esquema facilita la resolución) Un buen esquema nos permite entender el
problema y después afrontar su resolución. En ocasiones el propio esquema ofrece
la demostración rigurosa, y en otros casos es una clave fundamental para abordar
el proceso análitico.
Se sabe que uno estudia Economía, otro ADE y el tercero PYMEs. Cada uno
pasa una carta al que se sienta a la derecha. Si el estudiante Y ha pasado
al alumno de ADE, y el estudiante X se la ha pasado al estudiante que ha
pasado la carta al estudiante de PYMEs, ¿qué estudian X, Y y Z?.
Indicación Dibuja la mesa y las diferentes posibilidades, después descarta las
que no sean posibles.
b) Demuestra que los tres ángulos de un triángulo suman 180o .
Indicación Observa la Fig 3.5.
1 + 3 + 5 + . . . + (2n − 1) = n2
sin embargo, no es sencillo como puede comprobarse. Por otro lado si se es-
coge m como el centro de los cuatro números consecutivos el problema puede
escribirse:
3 1 1 3
m− m− m+ m+ + 1,
2 2 2 2
a + ( a + 1) + ( a + 2) + ( a + 3)
m=
4
1.5
1.5 1.0
C = (x0 , y0 )
1.0 0.5
-0.5
-0.5
-1.5
hueco.
describir de dónde surgen y cuáles son los razonamientos lógicos que nos permiten lle-
var a cabo estas demostraciones. Por supuesto, los argumentos no son únicos, y existen
otras alternativas que se podrían explorar. Esto dará lugar a que nuestras exposiciones
puedan parecer demasiado extensas (o incluso tediosas) a un lector avanzado. Si es tu ca-
so, sugerimos que intentes realizar las demostraciones por ti mismo y después compares
el resultado.
Al terminar la exposición de cada una de las proposiciones presentaremos la demos-
tración tal y como podría aparecer en un libro de Matemáticas. A menudo estas pruebas
son demasiado concisas, omiten cálculos intermedios y presuponen determinados co-
nocimientos. Estas son las principales razones, por las cuales la lectura de un manual
de Matemáticas no es sencilla y requiere de cierto entrenamiento. Por otro lado, cuando
leemos una demostración se nos descubre la ruta correcta, pero no se comentan los in-
tentos infructuosos, los ensayos estériles que son la base del método científico (ensayo y
error). En estas notas trataremos de ilustrar estos aspectos, algo que sería inviable en un
libro común.
La prueba directa es la estrategia básica y más sencilla: parte de las hipótesis y las
manipula convenientemente con las correspondientes herramientas para obtener la te-
sis. La prueba directa se basa en el modus ponendo ponens o modus ponens, que es una
forma de argumento clásica y una regla de inferencia de la lógica proposicional que es-
tablece de forma simbólica: [( p ⇒ q) ∧ p] ⇒ q. Dicho de otra forma, el modus ponens
establece que si p implica q y si p es verdadero, entonces q también es verdadero.
Es un método de demostración natural, claro y transparente en el que se trabaja
sobre la implicación. Después de identificar la proposición p ⇒ q, este método manipula
la hipótesis p hasta llegar a la conclusión q. Esquemáticamente:
p ⇒ p1 ⇒ p2 . . . . . . ⇒ p n ⇒ q
Es decir, en este tipo de demostración se aceptan las hipótesis como verdaderas y, a par-
tir de estas, la veracidad de la conclusión se deduce mediante un proceso lógico deduc-
tivo, indicado arriba por las proposiciones intermedias p1 , . . . , pn . Estos pasos interme-
dios dependen de la habilidad y experiencia, y pueden ser dirigidos por la denominada
pregunta de abstacción (ver [31]), a la que dedicaremos especial atención en la siguiente
sección. Por el momento, digamos que la estrategia básica de este método consiste en
llegar a la tesis de la forma más directa y sencilla posible. Para conseguir este fin po-
84 Capítulo 3. Técnicas de demostración
Tesis: 3n + 7 es impar.
Conocimientos previos:
Este resultado es muy sencillo y directo. Solo tienes que pensar en cómo se puede
escribir un número n par, y sustituir esa expresión en 3n + 7 para deducir que es impar.
Estas tres etapas que estamos describiendo, constituyen en este caso el proceso lógico
deductivo al que hacíamos referencia en el apartado anterior. Veamos cómo hacerlo con
todo detalle:
3n + 7 = 3(2k ) + 7 = 6k + 7
Paso 3. Veamos que el resultado anterior es impar: para ello tratamos de escribir
el resultado anterior de la forma 2m + 1, con m ∈ Z. Un poco de aritmética básica
nos permite concluir:
6k + 7 = 6k + 6 + 1 = 2(3k + 3) + 1 = 2m + 1, donde m = 3k + 3 ∈ Z
3n + 7 = 3(2k ) + 7 = 6k + 7 = 2(3k + 3) + 1
Ejemplo 3.1 (Ecuación de la circunferencia). Demuestra que el lugar geométrico de los pun-
tos del plano ( x, y) que equidistan de otro, de coordenadas ( a, b) una distancia r, verifica:
( x − a )2 + ( y − b )2 = r 2
Recuerda, que cuando hablamos de lugar geométrico de los puntos del plano, nos referimos
simplemente a un conjunto de puntos que satisfacen una propiedad (en este caso que
están a la misma distancia de otro, que se denomina centro).
Procedemos a analizar esta proposición antes de afrontrar su demostración.
( x − a )2 + ( y − b )2 = r 2
Conocimientos previos:
• Aritmética básica.
• Distancia entre dos puntos en el plano (Teorema de Pitágoras).
donde d(( x, y), ( a, b)) denota la distancia entre los puntos: ( x, y), ( a, b). Dado que esta-
mos asumiendo que los puntos están expresados en coordenadas cartesianas, la distan-
cia entre ellos viene dada por la siguiente expresión, que es una consecuencia directa
del Teorema de Pitágoras como se observa en la Fig. 3.8:
(x, y)
y-b
q
d(( x, y), ( a, b)) = ( x − a )2 + ( y − b )2
(a, b) x-a
Probablemente el cálculo integral y la trigonometría son dos de los campos que generan
más animadversión en las matemáticas de secundaria. Presentamos ahora el conocido
como teorema del seno, un resultado que relaciona los ángulos y lados de cualquier
triángulo. Como podrás comprobar a continuación, la demostración es muy sencilla, y
básicamente es una consecuencia directa de la definición del seno.
Ejemplo 3.2 (Teorema del seno). Sea T un triángulo de ángulos A, B y C, y lados opuestos
de longitudes a, b y c. Demostar que se satisface:
Analizamos la proposición:
Resultados/conocimientos previos:
c1
sen α =
d
d c2
cos α =
c1 d
c1
α tan α =
c2
c2
C
a
b b a
h
A B A B
c
h h
sen A = , sen B =
b a
3.3. Principales técnicas 89
Trabajando de forma análoga con otra de las alturas, obtenemos el resultado buscado.
Nuestro razonamiento no depende del tipo de triángulo, o de si la altura cae o no sobre
el lado opuesto. Dejamos los detalles al lector. Finalizamos con la demostración formal
de este resultado.
h
sen A =
b
sen A sen B
⇒ b sen A = asen B ⇒ =
a b
h
sen B =
a
Hipótesis: Sea n ∈ Z .
Resultados/conocimientos previos:
• Aritmética básica.
• Definición de números pares e impares.
Nuestro objetivo es demostrar que la expresión dada es un número impar, esto es,
que se puede escribir como 2k + 1 para cierto k ∈ Z. Si observamos
4n3 + 2n − 1
90 Capítulo 3. Técnicas de demostración
es inmediato que los dos primeros sumandos son de la forma 2k con k = 2n3 + n. Nos
queda el −1, que es lo mismo que −2 + 1. Por supuesto, también podríamos haber razo-
nado que los impares son de la forma 2k − 1, con k ∈ Z, y concluiríamos directamente.
Formalmente:
Una forma alternativa de demostar esta proposición seria distinguir dos casos: n par
(n = 2k), y n impar (n = 2k + 1), sustituir en la expresión y manipular algebraicamente.
Sería una demostración por casos, que se abordará en la sección 3.3.6.
A continuación presentamos un ejemplo que, a priori, podría considerar más com-
plicado de lo que en realidad es. Toda la “dificultad” se concentra en interpretar la in-
formación que nos proporciona la hipótesis, hecho esto, el ejercicio es inmediato.
n ( n +3) (n+2)(n−5)
Ejemplo 3.4. Sean S = {1, 2, 3} y n ∈ S. Si 2 es par, entonces 2 es par.
n ( n +3)
Hipótesis: Sea n ∈ S = {1, 2, 3} tal que 2 es un número par.
(n+2)(n−5)
Tesis: 2 es un número par.
Resultados/conocimientos previos:
• Aritmética básica.
(n+2)(n+5)
Si n = 1 entonces 2 es par,
3.3. Principales técnicas 91
Ejercicios
Utiliza el método de demostración por prueba directa para demostrar cada una de
las siguientes proposiciones:
6. Determina el lugar geométrico de los puntos del plano cuya suma de distancias a
dos puntos fijos, llamados focos, es constante (elipse, ver Fig. 3.11).
p ⇔ p1 ⇔ p2 . . . . . . ⇔ p n ⇒ q n ⇔ . . . . . . ⇔ q2 ⇔ q1 ⇔ q
p ⇔ p1 ⇔ p2 . . . . . . ⇔ p n ⇔ r ⇔ q n ⇔ . . . . . . ⇔ q2 ⇔ q1 ⇔ q
Suficiencia, p ⇒ q
z2
• Hipótesis: Sea T=XYZ un triángulo rectángulo, de hipotenusa z y área 4.
• Tesis: T es isósceles.
Necesidad, p ⇐ q
Resultados/conocimientos previos:
bh
• Área de un triángulo (A = 2 ).
z
z
y
Z x Y
Figura 3.12: Triángulo rectángulo XYZ, con hipotenusa z. Hemos utilizado el convenio
de denotar a los vértices (puntos) con letras mayúsculas y nombrar a las aristas opuestas
con las letras minúsculas respectivas.
Está claro que la respuesta es que dos de sus lados son iguales. Ahora bien, existen tres
posibles alternativas:
x = y, x = z, y=z
Un poco de geometría básica del triángulo (a lados iguales corresponden ángulos iguales)
nos lleva a descartar la segunda y tercera opción (el ángulo opuesto a z es de 900 , y en un
triángulo no pueden existir dos ańgulos de 900 ). Por lo tanto hemos obtenido:
q ≡ T es isósceles ⇔ q1 ≡ x = y
que aritméticamente ofrece más posibilidades. Ahora bien, qué significa que x e y sean
iguales. Observa que esta podría ser la nueva pregunta de abstracción. Tres posibles
respuestas:
94 Capítulo 3. Técnicas de demostración
x > y, y>x
x−y = 0
La primera respuesta viene motivada por la observación del paso anterior. Sin embargo,
no parece que en este caso pueda ayudarnos (a priori resulta más complicado trabajar con
ángulos que con aristas). La segunda opción podría ayudarnos cuando trabajaramos con
desigualdades, pero no ofrece ninguna ventaja en el caso que estamos considerando.
De modo que nos quedamos con la tercera respuesta (que por otro lado tampoco ha
mejorado drásticamente el enunciado anterior):
q ≡ T es isósceles ⇔ q1 ≡ x = y ⇔ q2 ≡ x − y = 0
Dado que todo parece indicar que no podemos avanzar más en esta dirección, procede-
mos con la hipótesis:
z2
p ≡ “T = XYZ triángulo rectángulo y área 4”
La respuesta es clara, puesto que el triángulo es rectángulo, y por tanto, x e y son la base
y altura, respectivamente, de T (ver Fig. 3.12), tenemos:
bh xy z2
Área = = =
2 2 4
Manipulando la expresión anterior, obtenemos que las aristas del triángulo deben por
tanto satisfacer:
xy z2
= ⇒ 2xy = z2
2 4
Observa que el enunciado anterior no es equivalente a p, puesto que p además afirma
que el triángulo también es rectángulo. Esta observación, aunque simple, es vital, pues
es común olvidar en el proceso lógico hipótesis que podrían ser necesarias en futuros
pasos. Con esto obtenemos:
Un simple cálculo (que se basa en utilizar la segunda ecuación para sustituir el valor de
z en la primera, y el empleo del cuadrado de una resta, ( a − b)2 = a2 + b2 − 2ab, nos
permite concluir por el método directo:
(
2xy = z2
⇒ 2xy = x2 + y2 ⇒ 0 = x2 + y2 − 2xy ⇒ 0 = ( x − y)2 ⇒ 0 = x − y
x 2 + y2 = z2
Demostración P2 (⇒). Si denotamos por x e y los catetos del triángulo, el área vie-
ne dada por A = xy/2, utilizando la hipótesis A = z2 /4, y el teorema de Pitágoras
(x2 + y2 = z2 ), obtenemos por una simple manipulación algebraica
( x − y)2 = 0, lo cual implica que el triángulo es isósceles.
Fíjate que en el párrafo anterior no hay rastro del método progresivo-regresivo que
hemos descrito con detalle en las páginas anteriores. Queremos insistir que el método
es un procedimiento para llevar a cabo la demostración, pero que después suele ser
drásticamente simplificado cuando la prueba es transcrita.
La demostración del recíproco de la proposición P2 es similar y te será propuesta
como ejercicio.
Ejemplo 3.5. Sean a, b ∈ R, demostrar que, si 0 < a < b < e entonces ab < b a .
Tesis: ab < b a .
Resultados/conocimientos previos:
• Crecimiento/decrecimiento de funciones.
log x y = y log x, x, y ∈ R+
log a log b
ab < b a ⇔ b log a < a log b ⇔ <
a b
log a log b
a<b<e ⇒ <
a b
1 Denotaremos con log x al logaritmo en base e (constante de Euler), también denominado logaritmo
natural:
y = log x ⇔ ey = x.
Quizá te sorprenda el uso de un logaritmo con base un número irracional (¿por qué no usar base 10?), sin
embargo, esta elección ofrece simplificaciones relevantes en el cálculo diferencial e integral.
3.3. Principales técnicas 97
Si ahora nos fijamos de nuevo en la tesis, podemos observar que la expresión que
aparece a ambos lados de la desigualdad corresponde a evaluaciones de la función
log x
f (x) = x , es decir:
a<b<e ⇒ f ( a) < f (b)
log x
y este enunciado es equivalente a afirmar que la función f ( x ) = x es creciente en el
intervalo (0, e):
log x
x ∈ (0, e) ⇒ f (x) = es creciente
x
La nueva pregunta de abstracción está clara: ¿cómo es posible demostrar que una función
es creciente?, y la respuesta también debería estar clara para un estudiante universita-
rio. Dado que f ( x ) es continua y derivable en (0, +∞), para concluir el crecimiento de
f ( x ) en (0, e) basta con comprobar que f 0 ( x ) > 0 en (0, e). Es decir, hemos reducido el
problema a:
x ∈ (0, e) entonces f 0 (x) > 0
y dado que si x ∈ (0, e) entonces log x < 1 (⇔ elog x < e1 ⇔ x < e) concluimos el
resultado buscado.
log a log b
ab < b a ⇔ b log a < a log b ⇔ < .
a b
1 − log x
f 0 (x) = =0 ⇔ log x = 1 ⇔ log x = 1 ⇔ x = e,
x2
0<x<e e<x<∞
sign( f 0 ( x )) + −
Carácter Creciente Decreciente
1
ⅇ
log x
Figura 3.13: Gráfica de la función f ( x ) = x
Ejemplo 3.6. Demuestra que la semisuma de dos números reales positivos es mayor o igual que
la raíz cuadrada de su producto.
Resultados/conocimientos previos:
• Aritmética básica.
• Igualdades notables: (α − β)2 = α2 + β2 − 2αβ.
Semisuma: 12 ( x + y).
√
Raíz cuadrada del producto: xy.
1 √
x, y > 0 ⇒ ( x + y) > xy.
2
Comenzamos por manipular la tesis, para tratar de obtener una expresión más sencilla:
1 √ √ √
( x + y) > xy ⇔ x + y > 2 xy ⇔ x + y − 2 xy > 0
2
Hasta aquí, tan solo hemos realizado una simple manipulación algebraica que no de-
bería presentar ninguna dificultad. El siguiente paso es el fundamental y prácticamente
resolverá el problema. Trataremos de motivarlo convenientemente. Observa que en la
fórmula aparecen números positivos y sus raíces cuadradas, elevar al cuadrado y sus
propiedades podría ser la clave (suma/resta de cuadrados, relación raíz cuadrada y
cuadrados, . . . ). Comencemos por la raíz cuadrada del producto; dado que estamos tra-
bajando con números positivos, podemos escribir:
√ √ √
xy = x y.
Visto esto, nos preguntamos si sería posible escribir la expresión anterior solo en térmi-
nos de raíces cuadradas, y dado que x e y son positivos:
√ √
x = ( x )2 y = ( y )2
√ √ √ √ √
x + y − 2 xy > 0 ⇔ ( x )2 + ( y )2 − 2 x y > 0
En principio, podría parecer una expresión más compleja que la anterior, pero un ins-
pección más detenida debería revelar que se trata el cuadrado de una resta:
√ √ √ √ √ √
( x )2 + ( y )2 − 2 x y > 0 ⇔ ( x − y )2 > 0
100 Capítulo 3. Técnicas de demostración
que es cierta, pues la raíz cuadrada de un número real es un número real, y el cuadrado
de un número real siempre es positivo.
1 √ √ √
( x + y) > xy ⇔ ( x − y )2 > 0
2
Ejercicios
m = a2 + b2 y n = c2 + d2
9. Se define un número perfecto como aquel que es igual a la suma de todos sus di-
visores excepto él mismo. Demuestra que la suma de los inversos de los divisores
de un número perfecto es 2 2 .
10. Si r y s son rectas tangentes a una circunferencia en los puntos extremos P y Q del
diámetro de una circunferencia, entonces r y s son paralelas (ver Fig. 3.14).
Q s
P r
Figura 3.14: Rectas tangentes a una circunferencia en los puntos extremos de un diáme-
tro
Resultados/conocimientos previos:
• Aritmética básica.
• Definición de números pares e impares.
esto es,
Resultados/conocimientos previos:
• Aritmética básica.
• Definición de numeros pares e impares.
• Identidades notables: (α + β)2 = α2 + 2αβ + β2 .
Suficiencia, p ⇒ q
◦ Aritmética básica.
◦ Definición de números pares e impares.
• Estrategia de demostración: Descartamos el método constructivo y los méto-
dos de reducción (inducción, casos) y utilizamos la prueba directa.
Necesidad, p ⇐ q (ejemplo P3 )
Suficiencia, p ⇒ q
Necesidad, p ⇐ q
Ejemplo 3.8. Sea n ∈ N. Demuestra que si n es un número primo mayor que 2, entonces n es
impar.
Resultados/conocimientos previos:
esto es,
esto es,
esto es,
Resultados/conocimientos previos:
Observa que en este caso también es sencillo aplicar la demostración por reducción
al absurdo que veremos en la sección 3.3.4. En efecto, si n es un número primo mayor
que 2 y no es impar, es decir, si n es un número primo par mayor que 2, entonces n es
divisible por 2 y, por lo tanto, no es primo (contradicción).
Resultados/conocimientos previos:
Resultados/conocimientos previos:
Observa que en este caso se puede aplicar la demostración por casos que veremos en
la sección 3.3.6 para demostrar que p ⇒ q. Si n no es múltiplo de 3, entonces n = 3k + r
para un cierto k ∈ Z (único) y r = 1 o 2, de forma que distinguiremos dos casos: r = 1
y r = 2.
Ejercicios
1. En el juego del ajedrez, cada peón se mueve a lo sumo seis veces antes de coronar
(llegar a la octava fila).
2. Sean x, y ∈ R. Si x2 + y2 = 0 entonces x = 0 e y = 0.
3. Si el producto de dos números naturales es impar, entonces los dos números son
impares. (Esta proposición se probará utilizando el método de reducción al absur-
do en la sección 3.3.4).
√
El número 2 es probablemente el primer número irracional conocido. Geométrica-
mente equivale a la longitud de la diagonal de un cuadrado de lado 1, como se com-
prueba fácilmente aplicando el teorema de Pitágoras. Como sabrás su expresión deci-
mal tiene infinitos dígitos, que no cumplen ningún patrón. A continuación escribimos
las primeras cifras:
√
2 ≈ 1,414213562 . . .
Resultados/conocimientos previos:
• Divisibilidad de números.
Por definición de número racional debe poder escribirse de la forma ba , donde a y b son
números enteros primos entre sí. Es decir,
√ a
2 = , donde a y b no tienen divisores comunes
b
110 Capítulo 3. Técnicas de demostración
Tratemos de manipular la expresión anterior hasta conseguir otra más sencilla. Co-
menzamos elevando al cuadrado para eliminar la raíz y obtenemos:
√ a 2 a2
2 = ⇒ 2= ⇒ 2b2 = a2
b b2
De donde resulta que b2 es par, y si utilizamos de nuevo P3 resulta que b también es par.
Es decir, nuestro razonamiento nos ha llevado a que a y b son números pares, lo que
contradice la hipótesis de que no tenían divisores comunes. La contradicción la hemos
√
obtenido partiendo de que 2 es racional, así que esta afirmación no puede ser cierta y,
√
por la tanto, 2 es un número real no racional, luego irracional.
Formalmente.
√
Demostración P4 Supongamos que 2 no es irracional y, por lo tanto, se pue-
de escribir como ba , donde a y b son números enteros primos entre sí. Elevando al
cuadrado y manipulando se obtiene:
√ a 2 a2
2 = ⇒ 2= ⇒ 2b2 = a2
b b2
Por tanto, a2 es par y también lo será a, esto es, a = 2m, para un cierto número
entero m. Sustituyendo y operando, resulta: 2b2 = (2m)2 = 4m2 , con lo que se
obtiene b2 = 2m2 , por lo que b2 es un número par, y por lo tanto b también lo es.
Resulta que a y b son ambos pares, en contra de que no tenían factores comunes.
En el siguiente ejemplo proponemos la demostración de otro enunciado clásico.
Ejemplo 3.10. Prueba la siguiente proposición: “existen infinitos números primos”.
Se conocen numerosas formas distintas de demostrar que hay infinitos números pri-
mos. La primera de las demostraciones emplea el método de reducción al absurdo y
se le atribuye a Euclides (325-265 a.C.), matemático y geómetra de la Grecia clásica. Su
obra Elementos es uno de los trabajos más influyentes en la historia de las Matemáticas.
En la proposición 20 del Libro IX de Elementos se enuncia:
Proposición 20. Hay más números primos que cualquier cantidad propuesta
de números primos.
3.3. Principales técnicas 111
Una reescritura de esta proposicion de Euclides establece que hay infinitos números
primos. Para demostrarlo por reducción al absurdo suponemos que es cierta su nega-
ción: no hay infinitos números primos. O lo que es lo mismo, que la cantidad de números
primos es finita.
Resultados/conocimientos previos:
• Números primos.
• Divisibilidad de números.
La negación de la proposición es
Supongamos que hay un número finito n de números primos. Los escribimos como
{ p1 , p2 , . . . , p n }.
p = p1 · p2 · . . . · pn + 1,
dividir p por p2 es 1, luego tampoco es divisible por p2 . Y así, de forma sucesiva, com-
probamos que p no es divisible por ninguno de los n números primos p1 , p2 , . . . , pn que
suponíamos que eran los únicos números existentes.
Así pues, hemos construido un número p que no es primo y que no es divisible por
ninguno de los números primos p1 , . . . , pn .
Esto supone que al menos existe un número primo que no está en la lista {p1 , . . . , pn },
contradiciendo que los únicos números primos son los que aparecen en la lista de nú-
meros primos {p1 , . . . , pn }.
Hemos alcanzado esta contradicción al suponer que no hay infinitos números pri-
mos, de modo que dicha suposición debe ser falsa. Concluimos entonces que hay infini-
tos números primos.
{ p1 , p2 , . . . , p n }.
Ejemplo 3.11. Si el producto de dos números naturales a y b es impar, entonces los dos números
son impares.
a o b no son impares
o equivalentemente
3.3. Principales técnicas 113
a o b son pares
a b = (2m) b = 2 (m b),
luego a b es múltiplo de 2 y, por tanto, es par. Esto contradice nuestra hipótesis, esto es,
que a b es impar. Lo mismo ocurre cuando b es par, de modo que nuestra suposición no
puede ser cierta y ni a ni b son pares, o lo que es lo mismo, los dos son impares.
Se deja al lector la demostración formal.
En el siguiente ejemplo te proponemos un juego lógico que puede resolverse utili-
zando la técnica descrita en esta sección.
Ejemplo 3.12. (Enigma de los sombreros): En una cárcel hay cuatro prisioneros según muestra
la Fig. 3.15. Todos están en fila y mirando en la misma dirección. El cuarto prisionero está
separado del resto por un muro. El primer prisionero ve al segundo y al tercero; el segundo
prisionero ve al tercero, y el tercer y el cuarto prisionero no pueden ver a ningún otro. El carcelero
les dice que dos prisioneros tienen sombreros blancos y los otros dos tienen sombreros negros. El
carcelero liberará al prisionero que adivine el color del sombrero que lleva puesto, pero deben
seguir las siguientes normas:
Al cabo de un minuto, uno de los prisioneros consigue averiguar el color de su sombrero. ¿Sabes
cuál de ellos ha sido?
Supongo que llevo sombrero negro. En tal caso mi compañero número 1 ve dos som-
breros negros, dado que el prisionero número 3 lleva sombrero negro y él ve a este
prisionero y a mí. En tal caso debe concluir inmediatamente que él lleva un sombrero
blanco, cosa que comunicará inmediatamente al carcelero y quedará liberado. Pero
como el prisionero número 1 no dice nada, yo (el prisionero número 2) inmediata-
mente deduzco que mi suposición es falsa de modo que no llevo un sombrero negro
y, por lo tanto, lo llevo blanco. Inmediatamente se lo digo al carcelero y quedo libre.
Ejercicios
Utiliza el método de reducción al absurdo para demostrar cada una de las siguientes
proposiciones.
4. Si en un triángulo dos ángulos son iguales entre sí, entonces los lados opuestos a
los ángulos iguales también son iguales entre sí (Proposición 6 del Libro primero
de los Elementos de Euclides).
3.3.5. Inducción
Así pues, al aplicar el principio de inducción para demostrar que una proposición
de la forma p(n) con n ∈ N es cierta ∀n ∈ N, se han de dar los siguientes pasos:
2.- Formular la hipótesis de inducción, que consiste en suponer que p(k ) es cierta, donde
k es un número natural mayor o igual que 1.
El principio de inducción permite afirmar que ,entonces, p(n) es cierta para todo
n ∈ N: como p(1) es cierta por el paso 1, p(2) es cierta por el paso 3, y, por tanto, p(3)
es cierta por el paso 3 de nuevo, y también p(4) es cierta por el paso 3 una vez más, y
así sucesivamente, se concluye que p(n) es cierta ∀ n ∈ N.
Podemos pensar en que la inducción consiste en ir subiendo peldaños en una esca-
lera con infinitos escalones, por lo que no basta con subir un número determinado de
escalones (por ejemplo, los 100 primeros). Si subimos el primer escalón y sabemos cómo
pasar de un escalón al siguiente (es decir, cómo deducir la tesis a partir de la hipóte-
sis de inducción), habremos subido todos los peldaños porque del primero pasamos al
segundo, del segundo al tercero y así sucesivamente. La etapa 1, fundamental en la de-
mostración por inducción, se corresponde con comprobar que sabemos subir el primer
escalón, y la etapa 3 con demostrar que sabemos cómo pasar de un escalón al siguiente.
Ilustraremos este procedimiento con la proposición P5 .
n ( n + 1)
P(n) : 1+2+···+n = ∀n ∈ N
2
de inmediato que la suma es igual a 5050. La historia cuenta que Gauss se dio cuenta de
que 1 + 100 = 2 + 99 = 3 + 98 y así sucesivamente. Como la suma de cada par es igual
a 101 y hay 50 pares, la suma total es igual a 50 · 101 = 5050.
Utilizando el símbolo del sumatorio la proposición se escribe como
n
n ( n + 1)
∑k= 2
∀n ∈ N
k =1
Hipótesis: Sea n ∈ N.
n ( n +1)
Tesis: 1 + 2 + . . . + n = 2 ∀n ∈ N
Resultados/conocimientos previos
• Aritmética básica.
Para subir el primer escalón (etapa 1 del método de inducción) sustituimos n por
1 en la expresión dada. Para resolver el problema planteado por el profesor de Gauss
sustituimos n por 100. En la etapa 2 suponemos que sabemos llegar al escalón k-ésimo
(la igualdad se cumple para k > 1). En la etapa 3 para pasar del escalón k-ésimo al
siguiente deducimos la igualdad para k + 1 a partir de la expresión para k.
Demostración P5
1(1 + 1)
P (1) : 1=
2
que es cierto.
2.- Formular la hipótesis de inducción Hind :
k ( k + 1)
P(k) : 1+2+···+k = con k > 1
2
118 Capítulo 3. Técnicas de demostración
(k + 1)(k + 1 + 1) (k + 1)(k + 2)
P ( k + 1) : 1 + 2 + · · · + ( k + 1) = =
2 2
es cierta.
En efecto,
k ( k + 1)
1 + 2 + · · · + ( k + 1) = (1 + 2 + · · · + k ) + ( k + 1) = + ( k + 1) =
Hind 2
k ( k + 1) + 2( k + 1) (k + 1)(k + 2)
= =
2 2
2.- Formular la hipótesis de inducción, que consiste en suponer que p(k ) es cierta, donde
k es un número natural mayor o igual que n0 .
Tesis: 2n < 2n − 1.
Resultados/conocimientos previos:
• Aritmética básica.
Para subir el primer escalón (etapa 1 del método de inducción) sustituimos n por 3
en la expresión dada. En la etapa 2 suponemos que sabemos llegar al escalón k-ésimo
(la desigualdad se cumple para k > 3). En la etapa 3 para pasar del escalón k-ésimo al
siguiente deducimos la desigualdad para k + 1 a partir de la expresión para k.
Demostración
2 · 3 = 6 < 23 − 1 = 7
que es cierto.
2.- Formular la hipótesis de inducción Hind :
Se suele pensar que la inducción solo permite demostrar proposiciones que se refie-
ren a números naturales. El lector puede encontrar en [9, pp. 73-74], una proposición
sobre el número de vértices de grado impar en un grafo que puede demostrarse por
inducción sobre el número de arcos del grafo.
Ejercicios
1.
n
∑ (2k − 1) = n2 ∀n ∈ N
k =1
2.
n
n(n + 1)(2n + 1)
∑ k2 = 6
∀n ∈ N
k =1
3.
n
n2 ( n + 1)2
∑ k3 = 4
∀n ∈ N
k =1
4.
n
∑ k k! = (n + 1)! − 1 ∀n ∈ N
k =1
5. n! > 2n ∀n ∈> 2.
7. x n − yn es divisible por x − y ∀n ∈ N.
Cn = C0 (1 + i )n ∀n > 1
Cn = Cn−1 + I (tn−1 , tn ) ∀n ∈ N
Así pues, el principio de inducción para demostrar que una proposición p(n) con
n ∈ N es cierta ∀n ∈ N consiste en los siguientes pasos:
2.- Formular la hipótesis de inducción, que consiste en suponer que las proposiciones
p(1), p(2), . . . , p(k ) son ciertas, donde k es un número natural mayor o igual que
1.
El principio de inducción fuerte permite afirmar que, entonces, p(n) es cierta para
todo n ∈ N: p(1) es cierta por el paso 1; si p(1) es cierta, se deduce que p(2) es cierta en
el paso 3; si p(1) y p(2) son ciertas, se deduce que p(3) es cierta en el paso 3 de nuevo;
si p(1), p(2) y p(3) son ciertas, se deduce que p(4) es cierta de nuevo en el paso 3, y así
sucesivamente.
También ahora podemos pensar en que el método de inducción fuerte consiste en ir
subiendo peldaños en una escalera con infinitos escalones. Subimos el primer escalón; si
subimos el primero, sabemos pasar el segundo; si subimos el primero y segundo, sabe-
mos pasar al tercero; si subimos el primero, segundo y tercero, sabemos pasar al cuarto;
y así sucesivamente. La etapa 1 equivale a comprobar que sabemos subir el primer es-
calón, y la etapa 3 a demostrar que sabemos cómo pasar de un escalón al siguiente si
hemos subido todos los anteriores.
122 Capítulo 3. Técnicas de demostración
Ejemplo 3.14 (Teorema fundamental de la aritmética)). Demuestra que todo número natu-
ral n > 2 es primo o puede expresarse como producto finito de números primos.
Resultados/conocimientos previos:
Demostración
Tesis: xn = 2n − 2.
Resultados/conocimientos previos:
• Aritmética básica.
Demostración
x1 = 21 − 2 = 0
que es cierto.
2.- Formular la hipótesis de inducción Hind :
xi = 2i − 2 es cierta ∀i ∈ N con 1 6 i 6 k para un número k ∈ N con
k > 1.
124 Capítulo 3. Técnicas de demostración
= 3 · 2k + 6 − 2 · 2k −1 − 4 = 3 · 2k − 2k − 2 = 2 · 2k − 2 = 2k +1 − 2
Ejercicios Utiliza el método de inducción fuerte para demostrar las siguientes propo-
siciones.
Esta sucesión fue descrita por Fibonacci como la solución a un problema de cría de
conejos. En la página 404 de [30], traducción de su Liber Abaci publicada en 1202,
puede leerse
Cierto hombre tiene una pareja de conejos juntos en un lugar cerrado y desea
saber cuántos son creados a partir de este par en un año cuando, de acuerdo a
su naturaleza, cada pareja necesita un mes para envejecer y cada mes posterior
procrea otra pareja.
Así pues, el primer mes hay una pareja de conejos; el segundo mes la pareja enve-
jece pero no procrea (una pareja); el tercer mes la pareja procrea otra pareja (dos
parejas); el cuarto mes, la primera pareja vuelve a procrear y la pareja nueva en-
vejece sin procrear (tres parejas); el quinto mes, las dos parejas más viejas vuelven
a procrear mientras que la nueva pareja no procrea (cinco parejas) y así sucesiva-
mente.
Tomando el límite del cociente entre entre dos términos consecutivos de la suce-
sión de Fibonacci se obtiene el número áureo o proporción áurea representado por la
letra φ en honor al escultor griego Fidias
√
f n +1 1+ 5
lı́m =φ= = 1,618033988 . . .
n→∞ f n 2
El número áureo surge al partir un segmento en dos de forma que el cociente entre
la longitud total a + b y la longitud del segmento mayor a es igual al cociente entre
126 Capítulo 3. Técnicas de demostración
la longitud del segmento más largo a y la longitud del cociente más corto b, esto
es,
a+b a
a = b =φ
El primer estudio formal del número áureo se debe a Euclides (350-265 a,C.), ma-
temático griego conocido como el padre de la geometría. La definición 3 del Libro
Sexto de Los Elementos (véase [14]) define la proporción áurea
Se dice que una recta ha sido cortada en extrema y media razón cuando la recta
entera es al segmento mayor como el segmento mayor es al segmento menor.
Método de descenso
Tal como se recoge en la edición de sus obras publicada por su hijo [13], al leer una
traducción al latín de la Aritmética de Diofanto de Alejandría publicada en 1621 [3],
Fermat anotó lo siguiente:
Se cree que Fermat había demostrado el teorema para n = 4 con el método de des-
censo. Cien años más tarde, Euler (1707-1783), uno de los matemáticos más prolíficos
de todos los tiempos, muy conocido por el número e y la fórmula de Euler (∀ x ∈ R se
verifica eix = cos x + i sen x, e−ix = cos x − i sen x) demostró la conjetura para n = 3
utilizando también el método de descenso.
Ejemplo 3.16. “Todo número primo de la forma 4n + 1 con n ∈ N se puede representar como
suma de los cuadrados de dos números naturales”.
Tesis: k se puede representar como suma de los cuadrados de dos números natu-
rales.
Resultados/conocimientos previos:
El método de descenso, muy utilizado en Teoría de Números, puede ser útil para
demostrar proposiciones negativas o la no existencia de determinados objetos matemá-
ticos.
Las siguientes afirmaciones establecen la relación entre el método de inducción y el
método de descenso.
Cualquier demostración por el método de inducción se puede convertir en una
demostración por el método de descenso. La idea es la siguiente:
Si es posible demostrar por el método de inducción que p(n) es cierta ∀n > n0 , en
el método de descenso se demuestra que si p(k ) no es cierta para algún k > n0 , hay
un número natural j menor que k para el que p( j) no es cierta (o bien p(k − 1) no
es cierta -método de inducción- o bien alguna de las proposiciones p(n0 ), p(n0 +
1), . . . , p(k − 1) no es cierta -principio de inducción fuerte-). Así sucesivamente,
se desciende hasta concluir que p(n0 ) no es cierta. Pero como en la etapa 1 de
inducción se ha comprobado que p(n0 ) es cierta tendríamos una contradicción.
Hipótesis: Sea n ∈ Z.
Tesis: n2 + n es par.
Resultados/conocimientos previos:
• Aritmética básica.
• Definición de números pares e impares.
• Identidades notables (α + β)2 = α2 + 2αβ + β2 .
Demostración P6
A veces se utiliza la frase “sin pérdida de generalidad” en una demostración para re-
ferirse al hecho de que demostrar solo algunos de los casos es suficiente para demostrar
todos los demás. Esto sucede en el siguiente ejemplo.
Ejemplo 3.17. Demuestra que para todo par de números reales positivos x, y, y para todo nú-
mero real r con 0 < r < 1 se tiene ( x + y)r < xr + yr .
Hipótesis: Sean x, y números reales positivos y sea r un número real con 0 < r < 1.
Resultados/conocimientos previos:
• Aritmética básica.
Demostración
Caso 1. x + y = 1
Por ser x + y = 1, es 0 < x, y < 1 y como 0 < 1 − r < 1 se tiene que
x1−r < 1 e y1−r < 1, con lo que al multiplicar por xr e yr respectivamente,
x < xr e y < yr , luego x + y < xr + yr , esto es, 1 < xr + yr .
Por ser 1 = ( x + y)r se tiene ( x + y)r < xr + yr , y se concluye.
3.3. Principales técnicas 133
Caso 2. x + y 6= 1
x y
Aplicando el resultado demostrado para x + y = 1 a z + z = 1 donde z =
y r r y r
x + y se tiene xz + z < xz + z .
Multiplicando ambos términos por zr , se obtiene ( x + y)r < xr + yr , y se
concluye.
Ejercicios
Utiliza el método de demostración por casos para demostrar las siguientes proposi-
ciones.
1. Si x ∈ R, entonces | x | = | − x |.
4. Prueba el teorema del coseno que generaliza el teorema de Pitágoras para un trián-
gulo cualquiera. En todo triángulo (ver Fig. 3.26),
el cuadrado de un lado es igual a la suma de los cuadrados de los lados restantes
menos el doble del producto de dichos lados por el coseno del ángulo que forman,
134 Capítulo 3. Técnicas de demostración
esto es,
a2 = b2 + c2 − 2bc cos A
b2 = a2 + c2 − 2bc cos B
c2 = a2 + b2 − 2ab cos C
Resultados/conocimientos previos:
Descartaremos los dos últimos, pues son más difíciles de tratar5 y decidimos construir
√
nuestro razonamiento con a = 2.
√
Continuamos con el método progresivo-regresivo: ¿Qué sabemos del número 2?. El
√
número a = 2 es la solución positiva de la ecuación x2 − 2 = 0, por lo tanto a2 =
√
( 2)2 = 2. Si el número 2 fuera irracional, habríamos terminado, pero es entero, así que
5 Los números π y e pertenecen al conjunto de los denominados números transcendentes. Un número se
denomina transcendente si no es raíz de ninguna ecuación algebraica con coeficientes números enteros. Es
decir, no existe ningún polinomio con coeficientes enteros cuya raíz sea π o e.
3.3. Principales técnicas 137
debemos seguir con la búsqueda de b. Volveremos sobre esta idea más adelante. Por
otro lado, utilizando las propiedades de las potencias, existe una forma alternativa de
√
escribir 2 que parece más apropiada en el caso que nos ocupa, y es utilizar exponentes
racionales para escribir la raíz cuadrada, es decir:
√ 1
a= 2 = 22
Pasamos ahora a analizar la tesis, ¿cómo podemos utilizar lo anterior para obtener que ab
es irracional? Ten en cuenta que a partir de la expresión anterior resulta que ab puede
escribirse:
√ b
1 b 1
ab = 2 = 2 2 = 2 2 b.
Nos planteamos ahora, ¿Es posible encontrar b para que la expresión anterior sea racional? Si
nos aventuramos a escribirlo, y recordamos la definición de logaritmo, resulta:
1 1
22b = c ⇔ log2 c = b (αy = x ⇔ logα x = y)
2
1 1 2 2 )1/2
ab = 2 2 b = 2 2 log2 c = 2log2 (c = 2log2 c = c
donde se han utilizado las propiedades del logaritmo y el hecho de que la función
exponencial (2x ) y la función logarítmica (log2 x) son una la inversa de la otra.
Conocimientos previos:
• log2 x = y ⇔ x = 2y .
• Un número es irracional (I) si es real no racional (Q).
• Todo número racional x ∈ Q puede ser expresado como x = n
m siendo n y m
enteros primos entre sí.
n n
log2 9 = ⇔ 9 = 2( m ) ⇔ 9m = 2n ,
m
Todos los argumentos que hemos desarrollado podrían quedar finalmente escritos
de un modo semejante a este:
√
Demostración P7 Asumamos en primer lugar que log2 9 ∈ I. Tomando a = 2
√ log 9
y b = log2 9, un simple cálculo muestra: ab = 2 2 = 2log2 3 = 3 ∈ Q.
Para terminar, basta probar que log2 9 ∈ I. Razonando por reducción al absurdo,
obtenemos:
n n
log2 9 = ⇔ 9 = 2( m ) ⇔ 9m = 2n ,
m
lo cual es imposible, pues el primer término es impar y el segundo par, y se concluye.
Para finalizar ofrecemos otra alternativa ingeniosa para probar P7 . Inicialmente es-
ta propuesta fue descartada pues la desmostración no es constructiva desde un punto
de vista estricto. El procedimiento que a continuación describimos prueba P7 , pero no
ofrece una solución explícitamente, sino que plantea dos alternativas mutuamente ex-
cluyentes.
√
En la página anterior, al analizar 2, en algún momento escribíamos:
√
2 = ( 2)2
o lo que es lo mismo
√ √
2= 2 2
√ √ √ √ √ √ √2
2 2 2 2
2 = ( 2) = 2 = 2
√ √
√ 2 √ √ 2
Observa que ab con a = 2 yb = 2 es racional (de hecho natural). Si a = 2 fuera
irracional (algo que ni los matemáticos aún saben), P7 estaría demostrada. Sin embargo,
√ √2
si no lo fuera, lo cual querría decir que 2 es racional, tendríamos una solución a
√
nuestro problema (ab con a = b = 2). Es decir:
√
√ 2 √ √
√ √ Sí
2 resuelve P7 con a = 2 y b = 2.
2 √
¿ 2 ∈Q? →
√ √ 2
2 √ √2 √
No
2 resuelve P7 con a = 2 y b = 2.
140 Capítulo 3. Técnicas de demostración
ax2 + bx + c = 0, a, b, c ∈ R
Resultados/conocimientos previos:
• Aritmética básica.
• Cuadrado y raíz cuadrada.
• Identidades notables: (α + β)2 = α2 + 2αβ + β2 .
x2 + x+ = 0,
donde los círculos indican alguna expresión, en principio distinta en cada apari-
ción, que dependerá de los coeficientes a, b y c.
Por supuesto, todas las expresiones anteriores deben ser equivalentes, es decir, el paso
de unas a otras debe realizarse a través de las reglas de manipulación algebraica que
conocemos.
Comencemos con el paso 1), el cual es relativamente sencillo, y como te habraś dado
cuenta, basta con dividir la ecuación general de segundo grado por el coeficiente a:
b c
ax2 + bx + c = 0 ⇒ x2 + x + = 0.
a a
b c
( x + )2 + 4 = x2 + 2 x + 2 + 4 ↔ x2 + x +
a a
Para que ambas expresiones sean iguales, los coeficientes de ambos polinomios han de
ser iguales, lo que nos lleva al sistema:
b
b
2 = ⇒ =
2a
a
c c c b2 −(b2 − 4ac)
2 + 4 =
⇒4 = − 2 = − =
a a a (2a)2 (2a)2
Hemos obtenido una ecuación de la forma (3.1), que manipulamos hasta llegar a la
fórmula que estábamos buscando:
2 s
b2 − 4ac b2 − 4ac
b b
x+ − =0 ⇒ x+ =±
2a (2a)2 2a (2a)2
√
b b2 − 4ac
⇒ x=− ±
2a 2a
√
2
−b ± b − 4ac
⇒ x=
2a
En la prueba hemos hecho uso de los símbolos , 4 que actuan como ingcónitas. En
una prueba formal hubiera sido preferible el uso de cualquiera de las letras que habi-
tualmente usamos para este propósito (z, α, β, γ,. . . ), sin embargo, consideramos que
en este ámbito el uso de estas figuras geométricas puede resultar clarificador, y evitar
el formalismo que en ocasiones supera al principiante. La técnica que hemos usado se
denomina completar cuadrados, que es habitual en el estudio de las cónicas, y consiste
en
ajustar un cuadrado (en nuestro caso ( x + )2 ), sumando y restando una cantidad
2
± 2ab . Esto quizá se vea con más claridad en la prueba formal que reproducimos
a continuación:
3.3. Principales técnicas 143
b c
ax2 + bx + c = 0 ⇒ x2 + x + = 0
" a a
2 # 2
1 b b b c
⇒ x2 + 2 x + − + =0
2a 2a 2a a
2
−b2 + 4ac
b
⇒ x+ + =0
a (2a)2
Ejercicios
Indicación. Construye una función cuya raíz sea c y utiliza el teorema de Bolzano.
5. Sea f : [0, 1] → [0, ∞) una función continua y positiva tal que f (0) = f (1) = 0.
Demuestra que existe un cuadrado con dos vértices en el intervalo (0, 1) del eje de
abscisas y los otros dos en la gráfica de f (ver Fig. 3.27).
1.0
0.8
0.6 (y,f(y))
(x,f(x))
0.4
0.2
(x,0) (y,0)
0.0 0.2 0.4 0.6 0.8 1.0
Figura 3.27: Ejemplo de cuadrado construido sobre la gráfica de una función f(x), satis-
faciendo las hipótesis del ejercicio 5
Indicación. Observa que tras un giro, traslación y escalado puede suponerse que
los vértices del triángulo están situados en los puntos (0, 0), (1, 0) y ( a, b). Deter-
mina las ecuaciones de las tres medianas y verifica que se cortan en un punto.
(a,b)
(0,0) (1,0)
P
l/3 a
2l/3 O
A B
9. (Paradoja de la banda esférica) Imagínate que tienes una esfera pequeña, por ejemplo
del tamaño de una pelota de ping pong. Toma un hilo y la rodeas completamente
por su ecuador, quédate con el trocito que has usado para rodearla y le añades un
metro más de hilo. Después, coloca el hilo obtenido (el que salió al rodear junto
con el metro añadido) alrededor del ecuador. Como quedará espacio entre el hilo y
el ecuador, intenta que dicho espacio sea el mismo para todos los puntos (es decir,
que el hilo y el ecuador estén a la misma distancia de todos los puntos). Hecho
esto, hazte la siguiente pregunta: ¿el hueco que queda entre hilo y pelota es muy
grande o muy pequeño? ¿Podrías pasar a través de él un bolígrafo (unos 15 cm de
altura)?
Toma ahora una esfera mayor, por ejemplo una pelota de baloncesto, y haz lo mis-
mo: hilo alrededor del ecuador, añade un metro de hilo al trozo obtenido al rodear
146 Capítulo 3. Técnicas de demostración
y coloca el hilo resultante alrededor del ecuador dejando, en todos los puntos,
el mismo espacio. ¿Cómo será ahora el hueco que has obtenido? ¿Podrías ahora
hacer pasar el bolígrafo por él?
Finalmente, toma una esfera del tamaño de nuestro planeta y repite la operación:
rodea el ecuador con un hilo, después lo aumentas un metro y a continuación
lo colocas a distancia uniforme del ecuador. ¿Qué tamaño tendrá este hueco en
relación con los anteriores? ¿Pasará ahora el bolígrafo por dicho hueco?
Es muy probable que la respuesta a las tres cuestiones anteriores te sorprenda. Este
problema aparece ya en Los elementos de Euclides; tiene una solución sorprendente,
aunque requiere de matemáticas muy básicas como comprobarás tras resolverlo.
Teorema (Fundamental del Álgebra) Todo polinomio en una variable de grado ma-
yor o igual que 1 con coeficientes reales tiene por lo menos una raíz compleja.
3.3. Principales técnicas 147
Este resultado fue originalmente enunciado por Petrus Roth en 1608, y trajo de ca-
beza a grandes matemáticos durante casi dos siglos (entre otros: Leibniz, Bernoulli,
d’Alembert, Euler, Lagrange, Laplace, Gauss). La primera demostración correcta se de-
be a Jean Robert Argand (1806) y es relativamente sencilla para un estudiante que tenga
conocimientos básicos de variable compleja, aunque inabordable para nosotros. La idea
de Argand consiste en interpretar el inverso del polinomio como una función de va-
riable compleja. La ausencia de raíces implica (usando resultados clásicos de variable
compleja) que el polinomio debe ser una función constante; lo cual es una contradicción
con la hipótesis.
No pretendemos discutir cada detalle de esta demostración (tampoco podríamos), el
lector interesado puede buscarla en cualquier manual de Análisis Complejo. Queremos
simplemente insistir en que el Teorema Fundamental del Álgebra se convierte en un
simple ejercicio de variable compleja tras la idea feliz de Argand. Antes, matemáticos
muy brillantes fracasaron porque quizás abordaron el problema desde la perspectiva
equivocada. Para completar esta reseña histórica, añadimos que Gauss publicó en 1816
y 1849 otras dos demostraciones de este teorema, siendo la última una versión de la
original de Argand, y la que suele aparecer en los manuales actuales.
Resultados/conocimientos previos:
que nos permitirá resolver el problema de forma brillante. Es probable que conozcas es-
ta demostración, pues forma parte de los contenidos de educación secundaria, pero nos
parece un ejemplo interesante para ilustrar el concepto de demostración por idea feliz.
El problema nos pide determinar la suma de los n primeros términos, que puesto
que an = c r n , tenemos:
n
Sn = ∑ a k = a1 + a2 + . . . + a n = c r + c r 2 + . . . + c r n
k =1
¿Cómo manejar una suma con n términos?, ¿Es posible manipularla para obtener una suma con-
vencional? La idea que proponemos a continuación nos servirá para resolver el problema
y responderá estas dos cuestiones:
Sn = c r + c r2 + c r3 + . . . +c r n
− r Sn = c r 2 + c r 3 + . . . + c r n + c r n +1
Sn − rSn = cr − c r n +1
a1 − a n r
Sn − rSn = (1 − r )Sn = c r − c r n+1 = a1 − an r ⇒ Sn =
1−r
Para finalizar esta sección presentaremos otros dos ejemplos. El primero de ellos es
3.3. Principales técnicas 149
(1+ n ) n
Ejemplo P5 : 1 + 2 + . . . + n = 2 ∀n ∈ N
Hipótesis: Sea n ∈ N.
(1+ n ) n
Tesis: 1 + 2 + . . . + n = 2 ∀n ∈ N
Resultados/conocimientos previos
• Aritmética básica.
1
2
3
4
1 + 2 + 3 + . . . + ( n − 1) + n ⇔ 5
..
.
n−1 ...
n ...
.. ..
. .
n−1 ... n−1 ...
n ... n ...
Figura 3.31: El área en azul corresponde con la suma de los n primeros naturales. En la
figura de la derecha, el aŕea en azul y blanco es la misma.
cálculo revela:
)
Celdas azules + Celdas blancas = n × (n + 1) n ( n + 1)
⇒ Celdas azules = .
Celdas azules = Celdas blancas 2
n2 1 n ( n + 1)
1+2+...+n = +n =
2 2 2
Tras esta explicación nos atrevemos a aventurar que cualquier lector percibirá la
identidad anterior como algo elemental, y su percepción sobre la proposición P5 habrá
cambiado drásticamente. Esto lo consigue una buena idea.
3.3. Principales técnicas 151
Tesis: Q es numerable N.
Resultados/conocimientos previos
• Propiedades de N.
• Propiedades de Q.
• Conjuntos numerables: Un conjunto A se dice numerable (o contable) si exis-
te una correspondencia biunívoca (o biyectiva) entre el conjunto A y un sub-
conjunto de N o el propio N.
Tras analizar el concepto de conjunto numerable (que quizá desconozcas), debe que-
dar claro que el objetivo que perseguimos es encontrar una correspondencia biunívoca
entre los conjuntos Q y N:
∼
f : Q −−−−→ N
Una correspondencia biunívoca entre conjuntos finitos implica que ambos tiene el mis-
mo número de elementos. Sin embargo, cuando los conjuntos son infinitos, se debe te-
ner cuidado con afirmaciones como la anterior. Los matemáticos prefieren decir que los
conjuntos tienen la misma cardinalidad lo que, en cierto modo, significa que son infinitos
comparables o semejantes. Notar que si el resultado de esta proposición es cierto, estamos
afirmando que es posible añadir una etiqueta con un número natural a cada número ra-
cional, lo cual es realmente sorprendente. Probablemente te estés preguntando, ¿existen
tantos números naturales?, pues la respuesta es afirmativa. Ahora, si los números natu-
rales son tantos, quizá se pueda hacer lo mismo con los números reales. En este caso la
respuesta es negativa, los números reales no son numerables, ni siquiera lo son los nú-
meros irracionales (y sin embargo, ¿apostamos a que no conoces tantos números de este
tipo?). Aunque este es un tema muy interesante, no insistiremos más pues tampoco es
el objetivo de estas notas. En [12] se puede encontrar una introducción, muy asequible,
a este asunto que te recomendamos consultar.
Volvamos a nuestro objetivo: la construcción de una correspondencia biunívoca en-
tre los conjuntos Q y N. Tomaremos una idea que corresponde a George Cantor (1845-
1918), y que David Hilbert (1862-1943) ilustró como sigue [12]. Hilbert imagino un hotel
152 Capítulo 3. Técnicas de demostración
(Hotel Hilbert) con tantas habitaciones como números naturales. Al frente de la recep-
ción está Cantor. Al hotel llegan distintos grupos de números a los que Cantor debe asig-
nar habitación. Cierto día el hotel recibe un autobús donde viajan todas las fracciones
(¡un autobús enorme!). La labor de Cantor es asignar habitación a cada una de ellas.
Si lo consigue y nos explica cómo, habremos encontrado la solución al problema que
nos ocupa. Cantor, que es un persona muy diligente, decide poner orden, y clasifica las
fracciones por filas, en la primera fila todas las que tienen por numerador el uno, en la
segunda fila todas las que tienen por numerador el dos, y así sucesivamente (ver Fig.
3.32). Cualquier fracción que pudiéramos imaginar estaría en alguna de las filas, así por
27
ejemplo la fracción 71 estará en la posición 71, de la fila 27. Tras ordenar el conjunto de
fracciones, Cantor comienza a asignar llaves de habitaciones. El modo en el que lo hace
está ilustrado en la Fig. 3.32. Cantor asigna la habitación 1, a la fracción 11 , se mueve a la
1 1 ( 1 1 ( 1
1 B 2 3 B 4 5 ...
2 2 2 2 2
2 1 2 B 3 4 5 ...
3 3 3 3 3
1 B 2 3 4 5 ...
4 4 4 4 4
2 1 2 3 4 5 ...
5 5 5 5 5
1 2 3 4 5 ...
. .. .. .. ..
6 .. . . . .
una habitación. Con esto queda demostrado que es posible construir una corresponden-
cia biunívoca entre el conjunto de las fracciones y número naturales. Quizá te inquiete
el hecho de que en nuestro enunciado original figuraba el conjunto de los números ra-
cionales (fracciones irreducibles) en lugar del conjunto de las fracciones positivas, pero
el argumento es fácil de adaptar, ¿podrías ayudar a Cantor?
Llegados a este punto, esperamos que te hayas convencido de que el conjunto de los
números raciones es numerable, y que la brillante idea de Cantor haya contribuido a
ello.
Ejercicios
Cada una de las siguientes cuestiones debería ser accesible al lector tras la indicación
aportada.
d 1 + d 2 + d3 = h
d2
d1
P
d3
A B
Indicación Dado cualquier punto interior P, el triángulo puede ser dividido en tres
triángulos como indica la Fig. 3.34. ¿Qué elemento significativo de estos nuevos
triángulos son las distancias de P a los respectivos lados?
A B
Figura 3.34: División del triángulo T en tres triángulos a partir del punto P
b a c
a b b
a
c c
a
b-
b c c c
c b
a a
a b a b
3. Estás haciendo una ruta por el desierto y has de trasladarte desde un campamento
a un oasis que está a una distancia de 200 kilómetros, pero no tienes agua para el
viaje. Afortunadamente el campamento y el oasis están en el mismo margen de
un canal cuyo trazado es recto y que dista 40 kilómetros del campamento y 90 del
oasis. Has de planear tu ruta de modo que pases por el canal a recoger agua, pero
como estás escaso de gasolina debes hacerlo de modo que el recorrido total sea lo
menor posible.
90 Km
40 Km
1 1 1 1 1
+ + + + + . . . ..
2 4 8 16 32
la suma vale 1?
El resultado de la suma anterior también se puede deducir de Fig. 3.37:
...
1
1 64
16
1 1
32
4 1
8
1
2
1
Figura 3.37: Representación gráfica de suma 2 + 14 + 18 + . . .
1 1 1 1
1+ + + + . . . + + . . . ..
2 3 4 n
1 1 1 1 1 1 1
1+ + + + .|. . {z
+ . .}. + .|. . + .{z
. . + . . . + . . . > 1 + + + + . . . ....
2 |3 {z 4} } 2 2 2 2
<1/2 <1/2
<1/2
3.3. Principales técnicas 157
1.0
0.8
0.6
0.4
0.2
-4 -2 2 4
2
Demuestra la igualdad anterior no es sencillo, pues la función e− x no tiene una
primitiva expresable en términos de funciones elementales, o dicho de otra forma,
no es posible resolver la integral indefinida:
Z
2
e− x dx
Z Z Z 2
−( x2 +y2 ) − x2
e dxdy = e dx
R2 R
d) Concluir Z ∞
2 √
e− x = π.
−∞
Indicación. Aproximar el área del círculo por triángulos y pasar al límite (ver Fig.
3.38).
.........
n(n + 1)(2n + 1)
1 + 22 + 32 + . . . + n 2 =
6
3( + + + )=
Figura 3.40: El gráfico muestra que el triple de la suma de cuadrados se puede organizar
en un rectángulo.
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