Trabajo Grupal Los Contratos

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“Año del Bicentenario, de la consolidación de nuestra Independencia, y de

la conmemoración de las heroicas batallas de Junín y Ayacucho”

UNIVERSIDAD TECNOLOGICA DEL PERU

FACULTAD DE DERECHO

CURSO: Instituciones del Derecho Civil

TEMA:

El contrato en la codificación civil


peruana y en la experiencia comparada.

INTEGRANTES:

Araque Segovia Ámbar código: U24260746

Alayo Zavaleta Karla Ibeth código: U2427349

Huanca Saavedra Juan Absalón código: U24253853

Reyes Gutiérrez Dorita Raquel código: U24262121

Docente: Dr. Jhans Ricardo Diaz Malaver

Trujillo – Perú 2024


INDICE
INTRODUCCION

El contrato es una de las figuras jurídicas más relevantes del derecho privado,
constituyendo el instrumento mediante el cual las personas expresan su voluntad de
obligarse a través de acuerdos. A lo largo de la historia, los contratos han
experimentado una evolución significativa para adaptarse a las necesidades
sociales, económicas y tecnológicas de cada época, reflejando en cada sociedad su
propio desarrollo normativo. En el contexto peruano, esta evolución ha quedado
plasmada en los distintos Códigos Civiles que han regido en el país, siendo hitos
normativos clave los de 1936, 1954 y el vigente desde 1984.

El Código Civil de 1936 fue pionero en el Perú al plasmar principios esenciales del
derecho privado, aunque con un enfoque conservador propio de la época.
Posteriormente, el Código Civil de 1954 introdujo reformas sustanciales en la
regulación de los contratos, adaptándose a un contexto de creciente
industrialización y expansión comercial en el país. Finalmente, el Código Civil de
1984, actualmente vigente, incorporó cambios profundos que reflejan una mayor
modernización del derecho contractual, respondiendo a los desafíos del comercio
global y la influencia de nuevas corrientes jurídicas como la autonomía de la
voluntad, la buena fe contractual y la protección del consumidor.

Este trabajo tiene como objetivo analizar los elementos esenciales de los contratos,
su evolución histórica en el derecho peruano y las principales teorías que sustentan
su función dentro del derecho moderno. A través de una revisión doctrinal y
jurisprudencial, se ofrecerá una visión integral del contrato como una figura jurídica
indispensable, destacando su desarrollo dentro de la normativa peruana. Además,
se identificarán los retos actuales que enfrenta el derecho contractual,
especialmente en un contexto de globalización y transformación digital.

Con ello, se pretende aportar un enfoque teórico-práctico que facilite la comprensión


del contrato no solo desde una perspectiva doctrinal, sino también desde su
aplicación práctica en la vida cotidiana y en el ámbito empresarial.
CAPITULO I

MARCO REFERENCIAL

Orígenes del contrato:

Los contratos se remontan a las civilizaciones más antiguas. En Mesopotamia, el


Código de Hammurabi (alrededor de 1754 a.C.) ya establecía normas que
regulaban acuerdos contractuales, especialmente en el ámbito comercial, financiero
y de las responsabilidades mutuas entre las partes. Estos acuerdos, aunque
rudimentarios, constituían la base de un sistema económico que requería una
formalización mínima para asegurar la confianza entre las partes.

En Roma, el derecho contractual avanzó significativamente con el Ius Civile, que


establecía las bases para los contratos entre ciudadanos. El principio "pacta sunt
servanda" (los pactos deben cumplirse) se originó en esta época y sigue siendo
fundamental en el derecho contractual moderno. Históricamente, el concepto de
transmisión de propiedad se ha fundamentado en la distinción entre título y modo.
En el Derecho Romano, el título representaba la justificación jurídica para un
desplazamiento patrimonial, mientras que el modo era el mecanismo para llevar a
cabo dicha transmisión. Este sistema garantizaba un nivel de publicidad y seguridad
jurídica en las transacciones, lo cual es esencial en el tráfico inmobiliario. Con el
tiempo, las prácticas comerciales comenzaron a desafiar esta separación, buscando
simplificar los procesos de transferencia. En Roma, el derecho contractual avanzó
significativamente con el Ius Civile, que establecía las bases para los contratos entre
ciudadanos. El principio "pacta sunt servanda" (los pactos deben cumplirse) se
originó en esta época y sigue siendo fundamental en el derecho contractual
moderno.

La influencia del Código Napoleónico es notable en la redacción del artículo 949,


que se inspira en su artículo 1138. Este último establece que la obligación de
entregar un bien se perfecciona con el consentimiento de las partes, otorgando al
acreedor la propiedad del bien desde que debía entregarse. Sin embargo, este
enfoque ha sido criticado por su falta de un mecanismo claro para la transmisión
efectiva, lo que puede generar inseguridad jurídica y complicaciones en las
transacciones inmobiliarias.
Uno de los principales problemas derivados de esta interpretación es la dificultad
para establecer una prueba fehaciente de la propiedad. En un sistema donde la
simple obligación contractual otorga derechos sobre un bien inmueble sin necesidad
de formalidades adicionales, se corre el riesgo de que surjan disputas sobre quién
es realmente el propietario. Esto se agrava en contextos donde múltiples partes
pueden reclamar derechos sobre el mismo inmueble, lo que puede llevar a litigios
prolongados y costosos.

Durante la Edad Media, con el incremento del comercio internacional, los contratos
empezaron a adquirir mayor relevancia en las transacciones comerciales. En este
contexto, las ferias y mercados impulsaron el desarrollo de acuerdos comerciales
más formales. La Iglesia también tuvo un rol importante en la regulación de los
contratos, limitando aquellos que contravenían la doctrina, como los que
involucraban prácticas usurarias.

El surgimiento del derecho mercantil en las ciudades comerciales de Italia durante el


Renacimiento sentó las bases para la modernización de los contratos, creando una
normativa que regulaba las transacciones comerciales internacionales, y facilitando
el crecimiento del comercio europeo (Berman, 1983).

En el código de 1936 establecía como base que por el solo hecho de que alguien se
obligue a dar un bien inmueble, el acreedor se convertía en propietario de dicho
bien, a menos que haya un acuerdo diferente que indique lo contrario. Es un
principio que busca proteger al acreedor, asegurando que tenga derechos sobre lo
que se le debe, pero también permite flexibilidad a través de pactos entre las partes.
Se encuentra establecido el artículo 1172 del Código de 1936, que señalaba: "La
sola obligación de dar una cosa inmueble determinada, hace al acreedor propietario
de ella, salvo pacto en contrario".

Comentario grupal: Partiendo del texto anterior entendemos que; La evolución


histórica de los contratos no solo refleja el desarrollo jurídico de distintas
civilizaciones, sino también la necesidad intrínseca de formalizar las relaciones
económicas y sociales para garantizar seguridad jurídica. Lo interesante es cómo
desde las primeras civilizaciones, como en Mesopotamia, se sentaron las bases de
un sistema contractual que, aunque rudimentario, ya mostraba una clara
preocupación por la protección de las partes y la formalización de sus acuerdos.
Este concepto ha perdurado y se ha sofisticado con el tiempo, especialmente en
Roma, donde la idea de que "los pactos deben cumplirse" consolidó una base
jurídica que sigue vigente en la actualidad.

En el contexto actual, es necesario reconocer que las antiguas formas de


transmisión de propiedad, como las previstas en los códigos civiles históricos, han
requerido adaptaciones. Esto se nota claramente en el desarrollo de los Códigos
Civiles peruanos, en especial en el de 1936, que seguía la lógica del Código
Napoleónico, al establecer que la obligación de dar era propietario al acreedor. Este
principio, aunque teóricamente eficiente, generaba cierta inseguridad jurídica, lo que
motivó críticas y reformas en las versiones posteriores.

En contraste, el Código Civil de 1984 introduce mayores garantías en la transmisión


de propiedad, exigiendo formalidades adicionales que aseguran la publicidad y la
verificación de los derechos sobre bienes inmuebles, lo que responde a las
necesidades de un contexto económico mucho más complejo y globalizado. La
evolución histórica de los contratos no es un recorrido cronológico, sino una
respuesta continua a las necesidades de cada sociedad, buscando siempre el
equilibrio entre la libertad de las partes y la seguridad jurídica.

Teoría general del contrato:

La teoría del contrato es aplicable en todas las áreas del derecho, ya que la
regulación legal del contrato es permanente y se ha ido perfeccionando con los
años, la mayoría de los autores reconocen la importancia de la teoría, pues conoce
los principios e instituciones comunes a aplicar a los contratos y las reglas propias
de cada contrato.

El Código Civil reconoce la máxima importancia del contrato, pues señala en su


artículo 1859 que las disposiciones legales sobre contratos serán aplicables a todos
los convenios y a otros actos jurídicos, en lo que no se oponen a la naturaleza de
estos o disposiciones especiales de la ley sobre ellos.

Estas reglas generales y propias de cada contrato suelen especificarse dentro de la


teoría general de las obligaciones, ya que se estudia al contrato como una de las
fuentes de las obligaciones;
Según Sánchez Medal (1986) su gran importancia y su desproporcionada extensión
parecen indicar la conveniencia de destacar con individualidad propia la doctrina
general del contrato (p.3). (Messineo), a la que nuestro legislador denomina “reglas
generales de los contratos” (1958), ya que el contrato es la fuente ordinaria o normal
de las obligaciones (Saleilles), que no está limitada a los bienes, sino que se
extiende a las personas y a la familia, pues en el orden extrapatrimonial el
matrimonio y la adopción son también contratos (Josserand).

El estudio de las Obligaciones afirma que el contrato es una fuente de las más
frecuentes de Derechos y Obligaciones, ya que es muy importante porque los
mismos contratantes lo estructuran mediante un acuerdo de voluntades de ambos y
a esta unión se le llama consentimiento. Los efectos del contrato suelen prever y
son queridos por las partes.

Comentario grupal: La teoría general del contrato es fundamental porque


proporciona una base común que puede aplicarse a diversas áreas del derecho, lo
que le otorga una relevancia permanente. La flexibilidad y adaptabilidad de los
principios contractuales permiten que regulen no solo las obligaciones patrimoniales,
sino también aspectos extrapatrimoniales como el matrimonio o la adopción, lo que
muestra su gran alcance. Que el Código Civil reconozca esta importancia al
extender sus disposiciones a todos los convenios y actos jurídicos refuerza la
centralidad del contrato como fuente de derechos y obligaciones, basado en el
consentimiento de las partes.

Nociones y principios generales

Principio de autonomía privada: es un fundamento del derecho civil que permite a


individuos y entidades regular sus relaciones jurídicas según su voluntad,
estableciendo acuerdos y contratos vinculantes. Este principio se basa en la libertad
de las partes para negociar los términos de sus obligaciones, siempre que dichos
acuerdos no infrinjan las normas de orden público o disposiciones legales
específicas. La autonomía privada es esencial para fomentar la confianza y la
seguridad en las relaciones.

Principio de fuerza vinculante: también conocido como el principio (pacta sunt


servanda) del latín, "los pactos deben cumplirse", es uno de los principios
fundamentales del derecho de los contratos. Establece que los acuerdos o contratos
celebrados entre las partes deben cumplirse en sus términos y son obligatorios para
quienes los suscriben. Este principio se vincula al artículo 1361 del código civil
peruano en el que se establece “Los contratos son obligatorios en cuanto se haya
expresado en ellos(...)”.

Principio de relatividad: establece que los efectos de un contrato solo obligan y


benefician a las partes que lo celebran, sin afectar a terceros. Esto significa que las
obligaciones y derechos derivados de un contrato vinculan únicamente a quienes
participan en su formación, pero no generan efectos directos en personas ajenas al
acuerdo.

Principio de consensualismo: en el derecho de los contratos establece que un


contrato se perfecciona y adquiere fuerza obligatoria únicamente por el acuerdo de
voluntades entre las partes. Esto significa que, salvo disposición legal en contrario,
no se requiere ninguna formalidad adicional (como la escritura pública o el pago)
para que el contrato sea válido. Basta con que las partes lleguen a un acuerdo
sobre los elementos esenciales del contrato para que este surta efectos. Alineado
con el artículo 1352 del código civil peruano” Los contratos se perfeccionan por el
consentimiento de las partes, excepto aquellos que, además, deben observar la
forma señalada por la ley bajo sanción de nulidad.

Principio de calificación objetiva: en el derecho de los contratos establece que, al


momento de interpretar un contrato, el juez o intérprete debe darles prioridad a los
hechos objetivos ya la manifestación externa de la voluntad de las partes, más que
a la intención interna o subjetiva de estas. Esto significa que se analizarán los
términos expresos y claros del contrato y las circunstancias objetivas de su
celebración, en lugar de lo que las partes hubieran querido o pensado en su fuero
interno.

Principio de la buena fe: es un pilar fundamental en el derecho de los contratos y


en diversas áreas del derecho. Establece que las partes deben actuar con
honestidad, lealtad y corrección, tanto en la negociación, celebración, ejecución y
extinción de los contratos. La buena fe implica que cada parte debe respetar los
intereses legítimos de la otra, absteniéndose de comportamientos engañosos,
abusivos o desleales, con el fin de garantizar la equidad y confianza en las
relaciones jurídicas, principio normado en el código civil peruano, “los contratos
deben negociarse, celebrarse y ejecutarse según las reglas de la buena fe y común
intención de las partes” (Articulo 1362, código civil peruano).

Objeto del contrato

Según el Art. 1402 del código civil peruano, el objeto del contrato consiste en crear,
modificar, regular o extinguir obligaciones. En suma, el objeto del contrato es en
esencia, una fuente creadora de obligaciones de dar, hacer y no hacer, adicional a
esto en el Art. 1403 del código civil peruano establece que “la obligación objeto del
contrato debe ser licita, así como la prestación u obligación y el bien del que es
objeto debe ser posible”.

 Creación de una relación jurídica: Es una función contractual que menos


dificultades presenta, pues a parte de las limitaciones impuestas por normas
imperativas (la ley o las buenas costumbres) es posible crear relaciones
jurídicas patrimoniales que satisfagan las necesidades de los contratantes.
En tal sentido, el Art. 1354 establece que las partes pueden determinar
libremente el contenido de los contratos, si no son contrario o norma legal
imperativa. En todo caso, de acuerdo con el artículo V del Título Preliminar,
es nulo el acto jurídico contrario a las leyes que interesan al orden público o a
las buenas costumbres. En consecuencia, salvo estas limitaciones, mediante
el contrato las partes pueden crear obligaciones utilizando para ello los
contratos típicos y los atípicos.

 Regulación de Una relación jurídica: El término empleado por nuestro


Código ha causado cierta confusión, pues para algunos autores piensan que
la expresión regular es el equivalen de la expresión modificar. En todo caso,
la modificación supone un cambio de lo existente, la regulación no tiene ese
alcance. En materia contractual las partes pueden regular o precisar los
alcances de una relación jurídica o bien interpretarla o estableciendo reglas
de detalle (procedimientos de ejecución modalidades de ejercicio de los
derechos) que no implica la modificación de la relación jurídica original.
Normalmente las partes obligadas pueden considerar conveniente regular los
alcances de sus respectivas obligaciones sin aumentarlas, disminuirlas ni
modificarlas.
 Modificación de una relación jurídica: las partes suelen modificar las
obligaciones del contrato, esto es, cambiar el contenido del contrato sin
extinguir supone un cambio de las condiciones u obligaciones existentes.

 Extinción de una relación jurídica: Esto ocurre cuando las partes deciden
Poner término al contrato antes de su vencimiento. Esta figura jurídica se le
conoce con el nombre de “distracto”, que es el contrato cuyo objeto es
resolver una relación jurídica patrimonial existente entre las partes.

Es de advertir que el distracto sólo puede tener lugar para poner fin a una relación
jurídica cuyas prestaciones aún no han sido ejecutadas o cuya ejecución sea
continua o periódica como una especie de distracto existe el mutuo disenso, que es
la resolución convencional de una relación jurídica patrimonial nacida de un
contrato, sobre esto LEÓN BARANDIARÁN sostiene que el mutuo disenso sólo
puede operar en los contratos bilaterales (prestaciones recíprocas) y no en uno
unilateral, porque entonces se confundiría con la remisión.

 Licitud de la obligación: El Art. 1403, se refiere a la licitud de la obligación y


a la posibilidad de la prestación y de su objeto, indicando lo siguiente: “Art.
1403.- La obligación que es objeto del contrato debe ser lícita. La prestación
en que consiste la obligación y el bien que es objeto de ella, deben ser
posibles”. La obligación debe ser lícita, pues si fuera contraria al orden
público, las buenas costumbres y en general a la ley, sería ilícita y con ello
arrastraría su invalidez. En otras palabras, debe encontrarse conforme con el
ordenamiento legal.

La situación de la prestación, que es el objeto de la obligación y que solo puede ser


posible o imposible física o jurídicamente, al igual que el bien, el servicio o la
abstención objeto de la prestación. Todo contrato tiene un contenido obligacional.
Es decir que, al crear obligaciones, las partes se están obligando a dar, hacer o no
hacer algo.

Estas obligaciones generan el cumplimiento de determinadas prestaciones cuyo


objeto pueden ser bienes o servicios. En el caso de las obligaciones de dar,
comprende prestaciones de entregar bienes o dinero, en las obligaciones de hacer,
las prestaciones están referidas al cumplimiento de determinados servicios, y en las
obligaciones de no hacer, la prestación es una abstención de no dar o no hacer
algo.

Comentario grupal: La distinción entre regular y modificar una relación jurídica es


significativa. Regular permite ajustar los términos de un contrato sin cambiar su
esencia, mientras que modificar implica un cambio real en las obligaciones
existentes. Esta diferencia proporciona flexibilidad a las partes para mantener el
equilibrio contractual.

Además, el distracto y el mutuo disenso son ejemplos que ilustran cómo las partes
pueden finalizar un contrato de manera consensuada. Esto enfatiza el principio de
autonomía privada, permitiendo que las partes gestionen sus relaciones de manera
adaptable. Por lo que consideramos que el objeto del contrato no solo abarca la
creación y modificación de obligaciones, sino que también opera dentro de límites
legales que garantizan su validez y licitud. Esto es fundamental para proteger tanto
a las partes como a la sociedad en general.
CAPITULO II

MARCO CONCEPTUAL

CONCEPTO DE CONTRATO: Un contrato es un acuerdo entre dos o más partes,


con el fin de instaurar, regular, transformar o finalizar una relación legal de tipo
patrimonial. Encontramos la base conforme a los criterios definidos en el artículo
1351 del Código Civil peruano. (Diario Oficial El Peruano, 2024)

 El contrato es el acuerdo de dos o más partes para crear, regular,


modificar o extinguir una relación jurídica patrimonial.
Artículo 1351 del Código Civil

Por lo tanto, se manifiesta como un acuerdo voluntario entre las partes que crea
obligaciones legales vinculantes entre ellas. Donde estas obligaciones se vinculan
con el intercambio de bienes, servicios, dinero, entre otros.

Además, hay que destacar que el contrato presenta una estructura plurilateral. Es
decir, que involucra dos o más partes que obtienen derechos y obligaciones entre sí
conforme el acuerdo.

ELEMENTOS DEL CONTRATO

El contrato tiene todos los elementos y requisitos propios de un acto jurídico que son
los elementos personales, elementos reales y elementos formales.

Elementos personales: Los sujetos del contrato pueden ser personas naturales
(físicas) o jurídicas, con la capacidad de obrar en derecho, necesaria para obligarse.
En este sentido pues, la capacidad en derecho se subdivide en capacidad de goce
(la aptitud jurídica para ser titular de derechos subjetivos, comúnmente denominada
también como capacidad jurídica) y capacidad de ejercicio o de obrar activa o
pasiva (aptitud jurídica para ejercer derechos y contraer obligaciones sin asistencia
ni representación de terceros, denominada también como capacidad de actuar).

Entre estos se encuentran el sujeto del contrato y su capacidad jurídica.

Sujetos del contrato


Los sujetos del contrato pueden ser personas físicas o jurídicas, con
personalidad jurídica o capacidad de actuar, lo que quiere decir que cuentan
con la capacidad necesaria para ejercer derechos y asumir obligaciones.

Capacidad

Es la aptitud que la ley reconoce para ser sujeto titular de derechos y poder
contraer obligaciones, es decir, requisitos mínimos como la edad, capacidad
mental, etc.

En el tema empresarial, la capacidad cobra más relevancia, pues en actos


que se realicen con sociedades mercantiles o civiles, sólo podrán representar
a éstas aquellos sujetos que tengan facultades otorgadas por las mismas.

En derecho, la capacidad se subdivide en:

Capacidad de goce

Aptitud jurídica para ser titular de derechos subjetivos, comúnmente


denominada también como capacidad jurídica.

Capacidad de ejercicio

También conocida como capacidad de actuar activa o pasivamente. Es la


aptitud jurídica para ejercer derechos y contraer obligaciones sin asistencia ni
representación de terceros.

Elementos reales: Integran las denominadas prestación y contraprestación, o sea, la


cosa o el servicio objeto del contrato, por un lado, y la entrega a cambio de ello de
una suma de dinero, u otro acuerdo, por otro.

Elementos formales: La forma es el conjunto de signos mediante los cuales se


manifiesta el consentimiento de las partes en la celebración de un contrato. En
algunos contratos es posible que se exija una forma específica de celebración. Por
ejemplo, puede ser necesaria la forma escrita, la firma ante notario o ante notario y
ante testigos, etcétera. En el caso de la forma escrita, el documento puede incluir
las siguientes secciones: antecedentes o considerandos, declaraciones y cláusulas.
Elementos accidentales: Son aquellos que las partes establecen por cláusulas
especiales, que no sean contrarias a la ley, la moral, las buenas costumbres, o el
orden público. Por ejemplo: el plazo, la condición, el modo, la solidaridad, la
indivisibilidad, la representación, etc. En consonancia con la autonomía de la
voluntad, los contratantes pueden establecer los pactos, cláusulas y condiciones
que tengan por convenientes, siempre que no sean contrarios a la ley, la moral, los
buenos usos y costumbres, o el orden público.

Elementos esenciales

Básicamente son tres, aquellos requisitos que, en casi todos los sistemas jurídicos,
exigen las leyes, para alcanzar la eficacia del contrato. Según el Artículo 1261 del
Código Civil Peruano, los elementos esenciales de un contrato son el
consentimiento, objeto y causa. (Códigpo Civil Peruano , 2024)

El Consentimiento
La declaración de voluntad contractual es el consentimiento de las partes (artículos
1254 y 1261-1º del Código Civil).

La capacidad de obrar constituye un requisito previo para la validez y eficacia del


consentimiento. Tienen la capacidad adecuada los mayores de edad no
incapacitados. En cambio, los menores, los menores emancipados y los
incapacitados necesitan, en los términos previstos por la ley, del auxilio de las
personas encargadas de representarlas o de complementar, en su caso, su
limitación de capacidad.

También habrá que tener en cuenta la existencia de las incapacidades especiales a


las que se refiere el artículo 1264 del Código Civil. Se trata de supuestos de
prohibiciones, por las que determinadas personas no pueden hacer lo que en
general está permitido a los demás. La sanción de su incumplimiento es, en
principio, la nulidad.

Es consentimiento del contrato tanto la oferta como la aceptación de esta (artículo


1262.I del Código Civil). La coincidencia de ambas declaraciones de voluntad
implica el acuerdo y compromiso recíproco sobre un proyecto de actuaciones o
prestaciones.
Para que exista consentimiento es necesario que la declaración de voluntad
correspondiente sea imputable a cada una de las partes. Lo que implica que la
misma haya sido emitida consciente y voluntariamente. Ello no ocurre en aquellos
supuestos en los que alguna de las partes carece por cualquier razón de esa
capacidad natural, que se presume con respecto a cualquier persona mayor de
edad no incapacitada (artículo 322 del Código Civil).

Son vicios del consentimiento el error, la violencia, la intimidación y el dolo (artículos


1265 a 1270 del Código Civil). Dichos vicios se encuentran sancionados también
con la nulidad relativa o anulabilidad del contrato (artículos 1300 y 1301 del Código
Civil). (Código Civil Peruano, 2024)

Los vicios del consentimiento

La ausencia de vicios en el consentimiento es imprescindible para la validez y


eficacia del contrato, a cuyo fin se requiere que la voluntad no esté presionada por
factores externos que modifiquen la verdadera intención. Los más destacados vicios
del consentimiento se encuentran: (a) el error, (b) la violencia y (c) el dolo.

 (a) El error: Cuando versa el error, existe una equivocación sobre el objeto
del contrato, o sobre alguno de sus aspectos esenciales. El error es motivo
de nulidad del contrato cuando recae sobre la naturaleza del contrato (quería
hacer un arrendamiento e hizo una compraventa), sobre la identidad del
objeto, o sobre las cualidades específicas de la cosa.

El error no debe ser de mala fe, porque de lo contrario, se convierte en dolo.

 (b) La fuerza o violencia: En la violencia se ejerce una fuerza irresistible que


causa un grave temor a una de las partes del contrato, o que una de las
partes haya abusado de la debilidad de la otra. La amenaza de acudir ante
una autoridad judicial para reclamar un derecho no es coacción, a no ser que
se amenace abusivamente de este derecho.

 (c) El dolo: Todo medio artificioso, fraudulento o contrario a la buena fe,


empleado con el propósito de engañar, o confundir, para inducir a una
persona a consentir un contrato que, de haber conocido la verdad, no lo
hubiera aceptado, es considerado dolo. La víctima del dolo puede mantener
el contrato y reclamar daños y perjuicios.
La Causa
La causa es el fin o resultado perseguido por las partes con la celebración del
contrato. Hacen alusión a esta los artículos 1261. 3º, 1275 y 1276 del Código Civil:
sin causa lícita el contrato es nulo.

La causa del contrato de compraventa es el intercambio de bienes por dinero; la


causa del arrendamiento de cosa es el intercambio de uso o disfrute temporal de
una cosa por dinero; la causa de la permuta es el intercambio de bienes; la causa
de la donación es la transmisión de bienes a título gratuito. En definitiva, la causa es
la que determina la naturaleza del contrato (artículos 1258 y 1286 del Código Civil),
así como la protección que le concede el ordenamiento jurídico, que reconoce
validez y eficacia al contrato porque el mismo se dirige la consecución de un fin
social, que valora positivamente o que, al menos, no prohíbe. La causa tiene la
función de valorar cada contrato en base a lo que las partes persiguen con él.
(Código Civil Peruano , 2024)

La causa constituye pues el elemento a través del cual el ordenamiento controla la


voluntad contractual, concediéndole a esta, como consecuencia de dicho control,
mayor, menor o ninguna eficacia.

Normalmente, la normativa civil de los ordenamientos jurídicos exige que haya


una causa justa para el nacimiento de los actos jurídicos. La causa es el motivo
determinante que llevó a las partes a celebrar el contrato. Un contrato no tiene
causa cuando las manifestaciones de voluntad no se corresponden con la función
social que debe cumplir, tampoco cuando se simula o se finge una causa. El
contrato debe tener causa y ésta ha de ser existente, verdadera y lícita.

 Causa fuente: es el origen o hecho jurídico generador de obligaciones o de


un acto jurídico.

 Causa fin: es el propósito o finalidad perseguida por las partes al llevar a


cabo el acto o negocio jurídico.

El problema de la causa gira en torno a la 'causa fin'. Ha habido discrepancias y


debates que aún permanecen activos acerca de si debía considerarse a la causa fin
como un elemento esencial de los actos jurídicos. Al parecer por la redacción del
Art. 944 del CC debería ser. Para quienes consideran que la causa fin no debe ser
parte de los elementos esenciales del acto jurídico expresan que ésta se confunde
con su objeto o con su consentimiento. Afirma esta postura que los elementos
esenciales del negocio son: sujeto, objeto y forma. Pero para quienes consideran
que la causa fin es parte del negocio jurídico distinguen:

 El objeto: como la materia sobre la cual versa el acto jurídico o sea los
hechos, las cosas (cosas comercializables, servicios a ser prestados,
actuales o futuros: con lo que se va a hacer)

 La causa: como la finalidad tenida en cuenta o en miras por las partes al


celebrar el negocio (origen o hecho jurídico generador de obligaciones: lo que
se quiere hacer y a quien se obligará).

Teoría de la Causa

 Dificultad de la materia.

 Aparición del problema de la causa en el campo del derecho.

El Objeto
El Objeto cierto que sea materia del contrato (artículo 1261 del Código Civil) pueden
serlo tanto cosas como servicios que no estén fuera del comercio de los hombres
(artículo 1271.I y III del Código Civil). En verdad esas cosas y servicios son objeto
de las prestaciones u obligaciones pactadas por las partes.

Las cosas pueden ser tanto presentes como futuras. No existe dificultad en aceptar
como objeto del contrato algo inexistente, pero que se espera que pueda existir en
el momento del cumplimiento de aquél (una cosecha futura, una máquina pendiente
de fabricación, un edificio en construcción o meramente proyecto, etc.).

El objeto habrá de ser cierto o determinado (artículos 1261.2º y 1273 del Código
Civil). Basta que la determinación de una cosa exista en cuanto a su especie o
género. Si su calidad y circunstancias no se han expresado, deberá cumplirse
entregando una cosa de calidad media (artículo 1167 del Código Civil).

El objeto del contrato ha de ser posible (artículo 1272 del Código Civil). La
imposibilidad de este puede proceder tanto de causas legales como de causas
materiales.
ARTICULO 1003.- Disposiciones generales.

Se aplican al objeto del contrato las disposiciones de la Sección 1a, Capítulo 5,


Título IV del Libro Primero de este Código. Debe ser lícito, posible, determinado o
determinable, susceptible de valoración económica y corresponder a un interés de
las partes, aun cuando éste no sea patrimonial.

PRESTACIONES

No pueden ser objeto del contrato:

1. El hecho imposible o prohibido por la ley, o que sea contrario a la moral y al


orden público, o que sea lesivo de los derechos ajenos o de la dignidad de la
persona humana.

2. Un bien que por un motivo especial se haya prohibido que lo sea.

3. El hecho contrario a las buenas costumbres.

El objeto debe ser determinado o determinable, posible, lícito, susceptible de


valoración económica y corresponder a un interés de las partes, aun cuando éste no
sea patrimonial.

CARACTERES

OBJETO DETERMINADO O DETERMINABLE

ARTICULO 1005.- Determinación.

Cuando el objeto se refiere a bienes, éstos deben estar determinados en su especie


o género según sea el caso, aunque no lo estén en su cantidad, si ésta puede ser
determinada. Es determinable cuando se establecen los criterios suficientes para su
individualización.

El objeto debe ser determinado o determinable. Muchas veces, el objeto es


precisado en su individualidad, identificando —por ejemplo— un cuerpo cierto (así,
la casa de la calle Solís 944, piso 1º, C.A.B.A.). El objeto es, en estos casos,
determinado. El objeto también es determinado, cuando sólo se precisa su especie
o género, según sea el caso, aunque no lo esté en su cantidad, si ésta puede ser
determinada. En efecto, puede ser suficiente limitarse a indicar la cosa, si ella es
fungible, siempre que exista la posibilidad de determinar la cantidad por otra vía.

El objeto es determinable cuando se establecen los criterios suficientes para su


individualización, para su determinación.

OBJETO POSIBLE

La imposibilidad que anula el contrato debe ser absoluta. No basta que lo sea sólo
para un deudor determinado, por falta de aptitudes o capacidad personales o por
otras razones circunstanciales. Es necesaria una total imposibilidad, física (por ej.,
tocar el cielo con la mano) o jurídica (por ej., prendar una cosa inmueble).

OBJETO LÍCITO

ARTICULO 1004.- Objetos prohibidos.

No pueden ser objeto de los contratos los hechos que son imposibles o están
prohibidos por las leyes, son contrarios a la moral, al orden público, a la dignidad de
la persona humana, o lesivos de los derechos ajenos; ni los bienes que por un
motivo especial se prohíbe que lo sean. Cuando tengan por objeto derechos sobre
el cuerpo humano se aplican los artículos 17 y 56.

El objeto debe ser lícito y conforme al orden público. Todo objeto contrario a la ley
anula la obligación. La ilicitud puede nacer de que el hecho previsto esté prohibido o
que se trate de un bien que, por un motivo especial, la ley también lo prohíbe.
Ejemplos de ellos son, respectivamente, el contrato celebrado entre padres e hijo
menor de edad, y la constitución de una hipoteca sobre una cosa mueble.

OBJETO SUSCEPTIBLE DE VALORACIÓN ECONÓMICA

Todo interés es digno de protección jurídica, sin importar que tenga o no contenido
patrimonial. La educación de los hijos, el sostenimiento de hospitales, escuelas,
bibliotecas, etcétera, constituyen el fundamento de contratos frecuentísimos. No se
exige, pues, que el acreedor tenga un interés pecuniario. Pero ello no quiere decir
que las obligaciones puedan ser ajenas al patrimonio. La cuestión se aclara
distinguiendo entre la prestación u objeto de la obligación, que siempre debe tener
contenido patrimonial, y el interés protegido, que puede ser humano, cultural,
científico, moral; basta que sea digno de tutela. Pero la prestación en sí misma debe
ser siempre susceptible de valoración económica porque de lo contrario no sería
posible la ejecución del patrimonio del deudor.

BIENES ESPECIALES

ENERGÍA Y FUERZAS NATURALES

Las disposiciones referentes a las cosas son aplicables a la energía y a las fuerzas
naturales susceptibles de apropiación. Tales energías pueden ser objeto de los
contratos, lo que es natural, porque ellas tienen un contenido económico que las
asimila a las cosas.

BIENES FUTUROS

ARTICULO 1007.- Bienes existentes y futuros.

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Los bienes futuros pueden ser objeto de los contratos. La promesa de transmitirlos
está subordinada a la condición de que lleguen a existir, excepto que se trate de
contratos aleatorios.

Los supuestos contemplados en la ley son dos:

1. Se contrata sobre una cosa que no existe, pero se espera que existirá
(ejemplo, la compra de una cosecha antes de que esté en estado de
recogerse). Si más tarde la cosa no llega a existir el contrato es nulo.

2. Se contrata sobre una cosa que todavía no existe, asumiendo el comprador


el riesgo de que no llegue a existir nunca: el contrato tiene carácter aleatorio
y es por tanto válido aunque la cosa no llegue a existir.

BIENES LITIGIOSOS

ARTICULO 1009.- Bienes litigiosos, gravados, o sujetos a medidas cautelares.

Los bienes litigiosos, gravados, o sujetos a medidas cautelares, pueden ser objeto
de los contratos, sin perjuicio de los derechos de terceros.

Quien de mala fe contrata sobre esos bienes como si estuviesen libres debe reparar
los daños causados a la otra parte si ésta ha obrado de buena fe.
BIENES AJENOS

ARTICULO 1008.- Bienes ajenos.

Los bienes ajenos pueden ser objeto de los contratos. Si el que promete
transmitirlos no ha garantizado el éxito de la promesa, sólo está obligado a emplear
los medios necesarios para que la prestación se realice y, si por su culpa, el bien no
se transmite, debe reparar los daños causados. Debe también indemnizarlos
cuando ha garantizado la promesa y ésta no se cumple.

El que ha contratado sobre bienes ajenos como propios es responsable de los


daños si no hace entrega de ellos.

Cuando el contrato sobre bien ajeno envuelve una promesa de entregarlo, incluso
transmitiendo la propiedad, hay que distinguir varios supuestos:

1. El que ha prometido la entrega del bien no ha garantizado el éxito de su


promesa: sólo está obligado a emplear los medios necesarios para que la
prestación se realice; y deberá satisfacer todos los daños que cause, si el
bien no se entrega por su culpa. Se trata de una obligación de medios: el
contratante debe poner su mayor esfuerzo en lograr el éxito, pero no lo ha
garantizado.

2. El que ha prometido la entrega del bien ajeno, ha garantizado también su


entrega efectiva; en tal caso, debe reparar los daños causados si la cosa no
se entrega, aunque no mediara culpa de su parte. Ésta es una obligación de
resultado: basta no alcanzarlo para que deba responder.

HERENCIA FUTURA

ARTICULO 1010.- Herencia futura.

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La herencia futura no puede ser objeto de los contratos ni tampoco pueden serlo los
derechos hereditarios eventuales sobre objetos particulares, excepto lo dispuesto
en el párrafo siguiente u otra disposición legal expresa.

Los pactos relativos a una explotación productiva o a participaciones societarias de


cualquier tipo, con miras a la conservación de la unidad de la gestión empresaria o
a la prevención o solución de conflictos, pueden incluir disposiciones referidas a
futuros derechos hereditarios y establecer compensaciones en favor de otros
legitimarios. Estos pactos son válidos, sean o no parte el futuro causante y su
cónyuge, si no afectan la legítima hereditaria, los derechos del cónyuge, ni los
derechos de terceros.

La regla general es que la herencia futura no puede ser objeto de los contratos ni
tampoco pueden serlo los derechos hereditarios eventuales sobre objetos
particulares.

La prohibición de realizar contratos que tengan en mira una herencia futura, sin
embargo, no es absoluta; el Código admite algunas excepciones:

1. Son válidas las donaciones hechas con la condición de que las cosas
donadas se restituyan al donante si éste sobrevive al donatario o al donatario,
su cónyuge y sus descendientes.

2. Es legítima la partición hecha en vida por los ascendientes.

3. Son válidos los contratos de seguro con cláusula de que a la muerte del
asegurado se pagará la indemnización a la persona designada en el contrato.

CONTRATOS DE LARGA DURACIÓN

ARTICULO 1011.- Contratos de larga duración.

En los contratos de larga duración el tiempo es esencial para el cumplimiento del


objeto, de modo que se produzcan los efectos queridos por las partes o se satisfaga
la necesidad que las indujo a contratar.

Las partes deben ejercitar sus derechos conforme con un deber de colaboración,
respetando la reciprocidad de las obligaciones del contrato, considerada en relación
a la duración total.

La parte que decide la rescisión debe dar a la otra la oportunidad razonable de


renegociar de buena fe, sin incurrir en ejercicio abusivo de los derechos.

En un contrato de larga duración el tiempo es esencial. El tiempo se vincula con el


objeto del contrato. La duración es querida por las partes.
CLASIFICACIÓN DE CONTRATOS

Los contratos pueden ser:

Unilaterales y bilaterales

Genera obligaciones solo para una parte o para ambas partes.

Los unilaterales sólo, por una parte. Y los bilaterales generan obligaciones
por ambas partes.

Onerosos y gratuitos

Oneroso es aquél en el que existen beneficios y gravámenes recíprocos,


mientras que gratuito es el contrato que sólo tiene por objeto la utilidad de
una de las dos partes, sufriendo la otra el gravamen.

Principales y accesorios

Contrato principal es aquel que existe por sí mismo, en tanto que los
accesorios son los que dependen de un contrato principal.

Los contratos accesorios son también denominados «de garantía»,


porque generalmente se constituyen para garantizar el cumplimiento de una
obligación principal.

Instantáneos y sucesivos

Los contratos instantáneos son aquellos que se cumplen en el mismo


momento en que se celebran, es decir, su cumplimiento se lleva a cabo en un
solo acto.

Los contratos de tracto sucesivo se realizan en un periodo determinado, y su


ejecución puede ser continuada sin interrupción, periódica en varias fechas
establecidas o intermitente, cuando lo solicita la parte acreedora.

Consensuales y reales

Contrato consensual es aquel donde el consentimiento de las partes basta


para formar el contrato.
El contrato real queda concluido desde el momento en que una de las partes
haya hecho a la otra la tradición o entrega de la cosa sobre la que versare el
contrato.

Formales y formales solemnes

Un contrato formal es aquel en que la ley ordena que el consentimiento se


manifieste por determinado medio para que el contrato sea válido.

Puede, además, ser solemne, es decir que el consentimiento debe


manifestarse por un medio específico, o requiere de determinados ritos
estipulados por la ley para producir sus efectos propios.

Públicos y privados

Público puede referirse a aquellos contratos autorizados por los funcionarios


o empleados públicos, o al contrato celebrado entre el Estado o un organismo
público y una persona natural o jurídica.

Privado puede referirse al contrato realizado por las personas que


intervienen con o sin asesoramiento profesional, así como al contrato entre
personas naturales o jurídicas, sean públicas o privadas, en las que existe
una relativa igualdad contractual, no existiendo potestades que uno pueda
imponer al otro.

2. Elementos contractuales genéricos

1.- En general, tanto los tratadistas como las legislaciones al referirse a los
elementos constitutivos del contrato mencionan a los siguientes:

1) El consentimiento;

2) la capacidad de los contratantes;

3) el objeto;

4) la forma; y

5) la causa.
Aunque, a decir verdad, no lo hacen coincidentemente. Lo que resulta válido para
algunos no es válido para otros. Es que, de todos ellos, algunos resultan
indispensables, de tal suerte que su ausencia hace inexistente el contrato, mientras
que otros pueden faltar sin afectar la formación ni la vigencia del vínculo contractual.
A la de nuestro Derecho vamos a evaluar la importancia de los cinco elementos
aludidos.

2.- En cuanto al consentimiento ya hemos explicado anteriormente que su presencia


es indiscutiblemente necesaria para la existencia del contrato. El consentimiento,
según la mejor doctrina debe entenderse como voluntad coincidente o voluntad
concertada, más que como voluntad bilateral. Definitivamente no es resultado de la
voluntad unilateral, por requerirse acuerdo; este acuerdo determina el
consentimiento, es decir, sin acuerdo no hay consentimiento y con el solo
consentimiento el contrato está ya celebrado. En consecuencia, cualquiera fuese el
tipo de contrato que las partes celebren, el consentimiento es indispensable. Por el
consentimiento se reconoce al consensualismo como corriente doctrinaria en
materia contractual opuesta al formalismo; y por la corriente consensualista, se
aprecia la naturaleza consensual del contrato.

3.- La capacidad de los contratantes, en sí misma, no es trascendente en la relación


contractual, por constituir un atributo inherente a la personalidad; es más bien su
consentimiento lo que importa. No debe entenderse que la capacidad no se tome en
cuenta, mucho más, cuando para la validez del acto jurídico -y el contrato lo es- se
necesita de agente capaz. La capacidad por otro lado es la base de la
responsabilidad. Si no se considera la capacidad no podría imputarse
responsabilidad alguna a los contratantes. Por eso no se duda que sólo un agente
capaz puede consentir válidamente, de allí que hay certeza cuando se dice que la
capacidad es el presupuesto de un consentimiento eficaz. Los civilistas están
conformes en considerar que en la génesis del contrato no se encuentra la
capacidad como elemento independiente del consentimiento, sino como parte
integrante de éste. El consentimiento válido, resulta así, consecuencia o efecto de la
capacidad del agente. Si el agente no es capaz no hay consentimiento. Dicho de
otra manera, la capacidad de los contratantes ya está considerada en el
consentimiento válido expresado por ellos. Si forma parte del consentimiento,
entonces, la capacidad no es elemento fuera o distinto del consentimiento.
4.- El objeto como elemento esencial del vínculo contractual resulta inobjetable,
porque no hay contrato -no puede haber- sin objeto. Los sujetos se relacionan
contractualmente a través de una determinada prestación o de prestaciones
recíprocas. El contenido económico o patrimonial de tales prestaciones es lo que
denominamos objeto. Es bueno recordar, el objeto de los contratos no son las
prestaciones sino el contenido de ellas. Si el contrato resuelve necesidades
humanas requiere para ello de un contenido patrimonial, por eso se explica la
definición de contrato, crea, regula y extingue relaciones jurídicas patrimonial. Se
trata de los bienes en general porque solo estos tienen significación económica.
Repetimos: si no hay objeto no hay contrato, de allí que cuando el objeto perece, el
contrato se extingue, pues le falta uno de los elementos indispensables para su
subsistencia.

5. En cuanto a la forma, ya hemos indicado, solo para unos cuantos contratos, la


formalidad o solemnidad es requerida. La mayoría de los contratos existen sin
formalidad alguna, son los que conocemos como consensuales. Los contratos que
exigen forma pueden utilizar diversas solemnidades: escritura pública o
simplemente escrita. Los contratos formales están ubicados dentro de la corriente
formalista

6.- Respecto a la causa, de gran importancia en el derecho clásico, actualmente ha


perdido trascendencia; empero, aclaremos, no se trata de que la causa no exista, la
causa está presente en todos los contratos como la donación. Por eso se habla de
contratos abstractos, es decir, no causados. Si la causa es la justificación jurídica
suficiente para la vigencia de un acto, obviamente hay causa, pero se trata de una
causa minimizada en trascendencia.

3. Clasificación de los elementos del contrato

1.- Está clasificación considera la manera cómo los elementos intervinienen en la


relación contractual y la necesidad de su presencia en grados que varían desde lo
indispensable hasta lo agregado o accidental. Es que, como lo acabamos de
explicar no todos tienen la misma importancia, incluso algunos pueden faltar sin
afectar la existencia y validez del contrato; y existiendo jerarquía es necesario
clasificarlos. Así tenemos:
a) Elementos esenciales, o sea aquellos que no pueden faltar, porque su ausencia
determina la inexistencia del contrato o que se trata de naturaleza diferente. Se dice
que estos elementos o requisitos derivan directamente de la voluntad de las partes.
Así en el contrato de compraventa, el precio es esencial, porque si se da un bien en
lugar de él entonces ya no se trata de compra-venta, sino de permuta,

b) Elementos naturales o sea los que espontáneamente emergen en todo contrato,


formando parte de él, sin que los contratantes los hayan considerado. Pertenecen a
la naturaleza del contrato, sin embargo, pueden ser excluidos mediante cláusula
expresa, sin por ello alterar el contrato. Se dice también que estos elementos
«brotan de las normas supletorias de la voluntad de las partes» [1]. Por ejemplo, las
obligaciones derivadas del saneamiento que pueden renunciarse (art. 1489° y 1497°
del C.C.)

c) Elementos accidentales o sea aquellos que no corresponden ordinariamente a


los contratos, que puede prescindir de ellos sin afectar su naturaleza. No se derivan
de las normas supletorias, sino de los contratantes que los admiten expresamente
con la finalidad de alterar o modificar los efectos normales del contrato. Así el
pacto reservati domini, o pacto con reserva de la propiedad agregado a la compra-
venta (art. 1583° del C.C.).

EL CONSENTIMIENTO: El artículo 1373 de código civil, establece que el contrato


queda perfeccionado en el momento y en el lugar en que la aceptación es conocida
por el oferente, encabeza los artículos que integran el Título II de la sección primera
del libro VII de dicho Código, que lleva el nombre de “EL CONSENTIMINTO” .

Al comentar este artículo 1352 del código civil manifiesta que este código considera
que el consentimiento, siendo uno solo, hay que entenderlo de dos maneras
distintas que, en la realidad, son el fondo y la forma de un mismo fenómeno.

En dicho comentario hace el análisis del consentimiento entendido de la primera


manera, o sea como el acuerdo de voluntades declaradas. Corresponde ahora, al
comentar el Título II, estudiar el consentimiento en su segundo aspecto, que es el
mecanismo cómo él se produce, que radica en la conformidad de la oferta con la
aceptación. De nada hubiera valido que llegáramos a la conclusión que el
consentimiento, en su primer sentido, es la declaración conjunta de una voluntad
común de las partes contractuales, si no sabemos cómo se llega a producir esa
declaración. Esta, es la labor que nos toca cumplir en el presente comentario.

Nuestro Código civil, pese a que es consciente de la existencia de este fenómeno,


tan es así que regula los contratos por adhesión, las cláusulas generales de
contratación y los contratos de hecho, se mantiene fiel al sistema tradicional,
disponiendo en su artículo 1373 que el contrato queda perfeccionado en el momento
y en el lugar en que la aceptación es conocida por el oferente (el que formula la
oferta).

Tal como lo expresa al comentar el artículo 1352 del Código civil, la indicada
secuencia tiene su explicación en que la formación del contrato es, en realidad, un
procedimiento, entendido en el sentido que se llega al resultado (la conclusión del
contrato) mediante una serie ordenada de pasos, cada uno de los cuales cumple
una función propia, que se van dando sucesivamente hasta terminar el proceso, lo
cual se realiza, en nuestro sistema civil, con la llegada de la aceptación al
conocimiento real o presunto del oferente.

Al comentar el artículo 1352 del Código civil destaca que este artículo y el artículo
1373 emplean una misma expresión, el perfeccionamiento, para referirse al efecto
del consentimiento (acuerdo de voluntades declaradas) y de la conjunción de la
oferta con la aceptación, lo que evidencia que uno y otra son dos aspectos de un
mismo acontecimiento: la formación del contrato.

Menciona en aquella oportunidad que quizá esa expresión no es la más adecuada,


pues tanto el consentimiento como la conjunción de la oferta con la aceptación dan
lugar a la conclusión del contrato, que no llega a confundirse con el
perfeccionamiento del mismo, el cual está vinculado a la producción de los efectos
del contrato.

En realidad, la conclusión del contrato determina su validez y el perfeccionamiento


de este da lugar a su eficacia, aun cuando ambos fenómenos se dan usualmente
unidos.

Artículo 1373.-. El contrato queda perfeccionado en el momento y lugar en que la


aceptación es conocida por el oferente.
Sumario:

1. Antecedentes de este artículo.

2. La oferta.

3. La aceptación

4. Los llamados contratos entre presentes.

5. Los llamados contratos entre ausentes.

6. Momento de la formación del contrato.

7. Lugar de formación del contrato.

8. Carácter del artículo 1373.

1. ANTECEDENTES DE ESTE ARTÍCULO

Los artículos 49 y 50 de la Ponencia original tenían la siguiente redacción:

Artículo 49.- El contrato queda formalizado desde el momento en que la oferta es


aceptada por el destinatario o quien lo represente.

Artículo 50, ~ La aceptación se produce en el momento en que el oferente conoce la


manifestación de voluntad del aceptante. La propuesta, su revocación, la aceptación
y cualquier otra declaración dirigida a determinada persona se consideran conocidas
en el momento en que lleguen a la dirección del destinatario, si éste no probase
haberse encontrado, sin su culpa, en la imposibilidad de tener noticias de ellas.
Tomando en consideración la conveniencia de evitar el distingo entre la existencia
de la aceptación y los efectos de ella y recogiendo, además, el parecer de José
León Barandiarán de hacer coincidir el momento y el lugar de la celebración del
contrato, la primera Ponencia sustitutoria unificó el artículo 49 y el primer párrafo del
artículo 50 de la Ponencia original en su artículo 54, cuyo texto fue el siguiente:
Artículo 54 - El contrato queda perfeccionado en el momento y en el lugar en que la
aceptación es conocida por el oferente. Esta redacción se conservó en el artículo 52
de la segunda Ponencia sustitutoria, en el artículo 18 de la tercera, cuarta y quinta
Ponencias sustitutorias y del Anteproyecto, en el artículo 1389 del primer Proyecto,
en el artículo 1338 del segundo Proyecto y en el artículo 1373 del Código civil.
2. MANUEL DE LA PUENTE Y LAVALLE LA OFERTA Algunos autores sostienen
que las expresiones "oferta" y "propuesta" son sinónimas. Los Ospina señalan que
últimamente la doctrina tiende a reservar la denominación de oferta a la propuesta a
personas determinadas y la de policitación a la que se dirige al público en general.

Sánchez Urite encuentra el origen del concepto moderno de oferta en el instituto


romano llamado "policitación". Según él, la policitación era en Roma una promesa u
oferta no aceptada, que sólo tenía fuerza vinculante cuando se hacía por un honor o
en favor del Estado o de una ciudad, diferenciándose del voto, que era la promesa
hecha a Dios con un objeto religioso o de piedad. La evolución del Derecho aceptó
esta identificación entre la oferta y la J policitación, tan es así que algunos autores
franceses modernos4 se refieren in distintamente a una y otra, posición que es
compartida por autores españoles.

Requisitos de la oferta Los requisitos que exige la doctrina para la validez de la


oferta son los siguientes:

a) Que sea completa La oferta debe ser, como la llama Spota?,


autosuficiente, es decir, que debe contener todos los elementos del
contrato propuesto, de tal manera que permita que mediante la simple
aceptación del destinatario se forme el contrato. Recuérdese que
según el artículo 1359 del Código civil, no hay contrato mientras las
partes no estén conformes sobre todas las estipulaciones.

b) Que contenga la intención de contratar Al referirme al concepto de


oferta indiqué que ella debe contener la intención del oferente de
celebrar el contrato propuesto. Este elemento intencional significa que
el oferente no se limita a formular una declaración de voluntad, sino
que dicha declaración signifique que, producida la aceptación, el
contrato quedará concluido. Indudablemente que es difícil establecer
en la práctica si el elemento intencional existe o no, porque se trata de
una disposición de ánimo que escapa a cualquier comprobación
directa, de tal manera que habrá que recurrir a indicios y presunciones.
En este sentido, el artículo 7 del Código de las obligaciones suizo
establece lo siguiente: "El autor de la oferta no queda vinculado si ha
hecho al respecto reservas expresas, o su intención de no obligarse
resulta sea de las circunstancias, sea de la naturaleza especial del
negocio". La intencionalidad de contratar determina que no sean
consideradas ofertas válidas las declaraciones hechas por jactancia,
con fines didácticos o propósitos de diversión; las que llevan consigo la
cláusula "sin compromiso"; o las comunicaciones meramente
informativas.
c) Que sea conocida por el destinatario Habiendo optado por establecer
la distinción entre la propuesta y la oferta en que esta última llegue a
conocimiento del destinatario, la declaración que no cumpla este
requisito será una propuesta sin efecto vinculante. Por la misma razón,
no será oferta la declaración que llegue a conocimiento de una
persona distinta del destinatario, a no ser que se trate de su
representante pasivo.
d) Que contenga la determinación del oferente. Es necesario que el
destinatario de la oferta sepa con quién va a contratar/ por lo cual es
indispensable que el oferente se identifique/ entre otras razones, para
que el destinatario pueda comunicar de manera precisa su aceptación.

Forma de la oferta

Cuando se trate de la celebración de contratos solemnes la oferta deberá


observar la forma exigida para tales contratos. Arias Scbreiber plantea
una cuestión muy interesante al decir que en los contratos solemnes tanto
la oferta como la aceptación podrán revestir cualquier , forma pero el
contrato no se entenderá concluido sino a partir del momento en que se
cumpla la solemnidad exigida por la ley o impuesta por las partes. Este
planteamiento significa en realidad que en los contratos solemnes el
consentimiento puede formarse separadamente de la solemnidad.

Naturaleza jurídica de la oferta

Pocos temas han dado lugar a tan profundos debates como el de


determinar la naturaleza jurídica de la oferta, esto es, si se trata de un
acto jurídico o no. Dos posiciones, ambas muy netas, se han adoptado en
uno u otro sentido.
Carácter recepticio de la oferta

Se discute en doctrina si la oferta de contrato debe tener necesariamente


carácter recepticio. Entiéndese que una declaración tiene carácter
recepticio cuando se dirige a una persona determinada.

Momento de eficacia de la oferta

Dado que la oferta es una declaración de carácter recepticio que está


destinada a ser conocida por el destinatario, la oferta sólo es eficaz esto
es, produce el efecto que le es propio, que está constituido por proponer
al destinatario la celebración de un contrato en el momento en que es
conocida por el destinatario. Antes que esto se produzca, la declaración
de voluntad del oferente tendrá la calidad de propuesta, que no es
obligatoria para el proponente, pero no de oferta. Esto explica por qué, no
obstante que el artículo 1382 del Código civil estable ce que la oferta
obliga al oferente, el inciso 3 del artículo 1385 del mismo Código permite
al oferente la retractación de su declaración de voluntad si tal retractación
llega a conocimiento del destinatario antes que lo haga la declaración de
voluntad o conjuntamente con ella.

Oferta con término inicial

Se discute si el oferente puede establecer en su oferta que ésta no puede


ser aceptada antes de determinada fecha. La discusión no versa tanto
sobre la validez de la estipulación, que la opinión general justifica en el
principio de la autonomía privada, sino sobre si es posible que el
destinatario acepte antes de vencerse el plazo suspensivo inicial, de tal
manera que el contrato se forme automáticamente en el momento de
dicho vencimiento. Se pregunta si el oferente puede rechazar la
aceptación, invitando al aceptante a que respete el tiempo debido.
Míccio43 se siente perplejo para responder afirmativamente, porque le
parece que se pone en discusión la propia razón de ser de la oferta que
consiste en un planteamiento formal hecho a otra persona sobre si está
dispuesta a concluir un determinado contrato. Es evidente, dice, que se
trataría de un planteamiento al cual, por cierto tiempo, no se le puede dar
respuesta, por lo cual no sería, en realidad, un planteamiento. Pienso que
si la naturaleza del plazo suspensivo inicial es que la declaración no
produzca efecto durante dicho plazo, esto es que sea ineficaz, mal podría
el destinatario aceptar una oferta que no produce aún los efectos de tal.

Oferta condicionada

Se trata de un problema muy parecido al anterior. Supóngase que se


formula una oferta que está sujeta a la condición suspensiva de que se
produzca determinado evento futuro e incierto. Considero que la solución
es la misma, o sea que dicha oferta no produce efecto alguno, no se está
proponiendo nada al destinatario, hasta que se cumpla la condición.

Manifestación de la oferta

La doctrina más generalizada es que la oferta puede ser manifestada en


forma expresa o en forma tácita. Coincide en ello con lo dispuesto por el
artículo 141 del Código civil, según el cual la manifestación de voluntad
puede ser expresa o tácita. Es expresa cuando se formula oralmente, por
escrito o por cualquier otro medio directo.

Oferta con pluralidad

subjetiva Puede ocurrir que una persona ofrezca a varios destinatarios la


celebración de un mismo contrato o que varias personas ofrezcan a un
solo destinatario la celebración de un mismo contrato.

Cesión de la oferta

Existe duda respecto a si es posible que el destinatario ceda a un tercero


la oferta que ha recibido.

Miccio43 considera que el destinatario no puede ceder la oferta, sin la


autorización del oferente, dada la personalidad de la relación jurídica que
el contrato va a crear. Reconoce que algunos autores aceptan la
posibilidad de la cesión cuando está condicionada al mantenimiento de la
responsabilidad del destinatario frente al oferente por los riesgos
derivantes de la quiebra o de la incapacidad sobreviniente del cesionario.
Oferta "sin compromiso"

Son aquéllas en las cuales el oferente deja constancia que no se


considera ligado en caso de que el destinatario decida aceptar la oferta.

LA ACEPTACIÓN

Existe prácticamente unanimidad en considerar la aceptación como una declaración


de voluntad emitida por el destinatario y dirigida al oferente mediante la cual aquél
comunica a éste su conformidad con los términos de la oferta. Si bien esto es
formalmente así, la aceptación, aunque no lo diga expresa mente, debe llevar
consigo la intención del aceptante de quedar obligado por su declaración y de
celebrar el contrato en los citados términos. Mediante la aceptación el destinatario
queda convertido en aceptante. Así como la oferta es la última proposición
contractual, desde que contiene la propuesta definitiva que el oferente hace al
destinatario, la aceptación es la última declaración contractual, pues con ella se
forma el contrato, sin necesidad de ninguna declaración o intervención del oferente.
El aceptante no propone nada al oferente, sólo le comunica que con su aceptación
ha quedado concluido el contrato. Requisitos de la aceptación A semejanza de la
oferta, la aceptación debe reunir determinados requisitos para su validez, que son
los siguientes:

a) Que sea congruente con la oferta La oferta y la aceptación deben


coincidir por completo/ pues sólo de esta manera la aceptación puede
ser la declaración conjunta de la voluntad común de oferente y
aceptante. La conformidad con la oferta puede ser expresada median
te un simple "sí", pues se entiende que los efectos de la aceptación se
producen automáticamente con dicha conformidad.
b) Que sea oportuna Esto quiere decir que la aceptación debe ser hecha
mientras la oferta se encuentra vigente. También quiere decir que
debe ser hecha a tiempo/ o sea dentro del plazo fijado por el oferente
o por la ley para que ella sea formulada. Afirma Messinbo53, con
razón/ que la inoportunidad de la aceptación debe ser juzgada
objetivamente/ prescindiéndose del elemento de la culpa del aceptante
o de la inimputabilidad a éste.
c) Que sea dirigida al oferente La aceptación es, en su esencia/ una
respuesta a una propuesta. Por ello/ la aceptación no puede ser
dirigida a otra persona que no sea aquélla que ha formulado la
propuesta/ o sea al oferente.
d) Que contenga la intención de contratar Al igual que la oferta/ la
aceptación debe llevar implícita la intención del aceptante de dar lugar
con ella a la formación del contrato.
e) Que guarde la forma requerida Como en el caso de la oferta, cuando
se trate de contratos solemnes la aceptación debe observar la
formalidad requerida para el respectivo contrato. Además, aun
tratándose de contratos consénsuales, la aceptación debe guardar
determinada forma si ella ha sido requerida en la oferta.

OBJETO QUE PUEDA SER MATERIA DEL CONTRATO

CAPITULO III

MARCO TEORICO

LA TEORÍA DE LA PRESUPOSICIÓN

"La presuposición, dice su autor (Windshied, 1875 citado por puente, 2017, p.243),
es una condición no desarrollada; una limitación de voluntad que no se desenvuelve
hasta el punto de transformarse en una condición. Quien manifiesta su voluntad
mediante una presuposición, igual que quien emite una declaración condicionada,
sólo quiere el efecto jurídico para el caso de que exista o se produzca cierto
supuesto de hecho; pero no llega a hacer depender de él la eficacia del negocio.

La teoría de la presuposición hace referencia a la idea de que un contratante


asume ciertas circunstancias como verídico al momento de celebrar un contrato,
pero estas no constituyen condiciones que deben cumplirse para que el contrato sea
válido. Aunque el agente espera que esas circunstancias se materialicen, el contrato
sigue siendo válido incluso si no se cumplen. Esto significa que, si se demuestra
que la presuposición era incorrecta, la parte afectada puede defenderse ante las
pretensiones de la otra parte, utilizando excepciones legales o buscando que se
detenga el efecto del contrato.

Critica de Lenel: Sostiene que no existe diferencia alguna entre la presuposición y el


motivo unilateral de uno de los contratantes y que el error en los motivos no autoriza
la anulación del acto. Según su perspectiva, si uno de los motivos que llevó a la
firma del contrato no se cumple, eso no debería ser razón suficiente para anular el
acto. Esto significa que el error en las motivaciones no justifica la anulación del
contrato.

LA TEORÍA DE LA CLÁUSULA REBUS SIC STANTIBUS

Algunos rastrean el origen de esta teoría en el Derecho romano, aunque su


desarrollo formal se atribuye más a la doctrina y práctica forense medieval. La
cláusula «rebus sic stantibus» es la regla que permite al deudor exonerarse o
aminorar el impacto negativo de un riesgo contractual no asignado en el momento
de formalizar el contrato, que se materializa mediante la ocurrencia de
circunstancias extraordinarias y no previsibles, las cuales no son imputables a
ninguna de las partes. Esta teoría ha sido criticada por poner en riesgo la estabilidad
jurídica, ya que al permitir que cualquier cambio en las circunstancias cuestione el
contrato generaría que prácticamente ningún contrato tenga eficacia vinculante.
(Reuters, 2014)

Estas razones determinaron que la teoría de la cláusula fuera abandonada a finales


del siglo XVIII. Sin embargo, poco antes de la primera guerra mundial, la teoría fue
resucitada por Kaufmann, quien le dio un nuevo fundamento, indicando que la
cláusula rige aun cuando ninguno de los contratantes la haya acogido en su
"voluntad empírica", pues las consecuencias se producen por razón de la "voluntad
eficaz". Así, la teoría plantea un dilema entre la estabilidad contractual y la
necesidad de adaptarse a nuevas realidades. (Kaufmann, 1913 citado por puente,
2017, p.244)
LA TEORÍA DE LA IMPREVISIÓN

Esta teoría fue consagrada por el Consejo de Estado de Francia al resolver un juicio
administrativo seguido entre la Municipalidad de Burdeos y la Compañía de Gas de
la misma ciudad. Se basa en que un contrato puede ser modificado cuando las
circunstancias varían con posterioridad a la celebración del mismo por
acontecimientos imposibles de prever.

Para sustraer al deudor de la ley del contrato se ha imaginado, según Ripbrt13, una
situación extracontractual, imprevista e imprevisible, que sucede a la situación
contractual. Practicamente esto quiere decir que se basa en la idea de que las
partes toman en cuenta las condiciones existentes al momento de firmar el contrato.
Si después ocurren eventos inesperados que cambian esas condiciones, el contrato
ya no refleja la nueva realidad, lo que justifica la intervención de un juez para
determinar cómo manejar el riesgo de esta modificación.

Díez-Picazo critica esta teoría, argumentando que no es suficiente centrarse en la


autonomía de la voluntad de las partes al evaluar los efectos de las alteraciones en
las circunstancias. Según él, los efectos jurídicos deben considerarse objetivamente
y no solo en función de la voluntad de las partes. Agregando que si las partes no
han expresado claramente su voluntad, deben asumir el riesgo que esto conlleva.

LA TEORÍA DE LA EXCESIVA ONEROSIDAD DE LA PRESTACIÓN

Es muy parecida a la teoría de la imprevisión, que incuso muchos autores las


confunden. La teoría de la excesiva onerosidad de la prestación se refiere a la
posibilidad de modificar o resolver un contrato cuando un evento extraordinario e
imprevisible hace que una de las prestaciones se vuelva desproporcionadamente
onerosa, aunque no imposible de cumplir. Mayormente se aplica a contratos que
son de ejecución continua, periódica o diferida, donde las obligaciones se extienden
en el tiempo.

La excesiva onerosidad de la prestación se presenta en los contratos de ejecución


continuada, periódica o diferida, cuando por extraordinarios e imprevisibles se
rompe el equilibrio contractual original y la ejecución de la prestación de una de las
partes se torna excesivamente onerosa frente a la contraprestación del otro
contratante. En el Perú podemos encontrarlo en el artículo 1440 del Código Civil
peruano, la parte perjudicada puede solicitar la revisión judicial del contrato para que
el juez reduzca su prestación o aumente la contraprestación de la otra parte y con
ello logre reestablecer nuevamente el equilibrio contractual en dicho contrato, se
tiene como objetivo preservar el equilibrio contractual y evitar el enriquecimiento
injusto (Saul, 2020).
Por ejemplo: Un caso típico podría ser el siguiente: si un contratante debe entregar
un bien o servicio cuyo costo ha aumentado drásticamente debido a una crisis
económica (como una hiperinflación), mientras que la contraprestación acordada ha
perdido su valor real, el contratante afectado podría invocar la excesiva onerosidad
para ajustar los términos del contrato o incluso solicitar su resolución.

LA TEORÍA DE LA DESAPARICIÓN DE LA BASE DEL NEGOCIO

La teoría de la desaparición de la base del negocio se relaciona con la teoría de la


presuposición de Windschied, desarrollada por Oertmann. Esta teoría se centra en
la idea de que un contrato se basa en ciertas circunstancias o representaciones
mentales compartidas por las partes al momento de su celebración. La base del
negocio se refiere, por un lado, a la comprensión que tiene una de las partes sobre
ciertas condiciones que son fundamentales para el acuerdo y que son conocidas y
aceptadas por la otra parte, y, por otro lado, a la representación común de las partes
sobre la existencia o inexistencia de circunstancias relevantes.
Larenz considera que Oertmann aborda el problema de la afectación de la relación
contractual por una variación imprevista de las circunstancias solamente con la teoría de la
presuposición bilateral o de la base del negocio en "sentido subjetivo". Plantea que también
se agregue una base del negocio en un criterio objetivo que es "el conjunto de
circunstancias y estado general de cosas cuya existencia o subsistencia es objetivamente
necesaria para que el contrato, según el significado de las intenciones de ambos
contratantes, pueda subsistir como regulación dotada de sentido

Larenz define la base del negocio objetiva como el conjunto de circunstancias y el estado
general que son necesarios para que el contrato tenga sentido y funcione según las
intenciones de ambas partes. Esta perspectiva considera no solo cómo perciben las partes
la situación, sino también si esas circunstancias son fundamentales para la existencia del
contrato. (Larenz citado por puente, 2017, p.245-246)

Según Larenz, para que la transformación de las circunstancias se considere como una
desaparición de la base del negocio, se deben cumplir dos condiciones:

a) Base del negocio subjetiva: Ambas partes deben haber celebrado el contrato con la
expectativa de que ciertas circunstancias específicas continuarían existiendo. Es decir, las
partes tenían en mente ciertas condiciones al hacer el acuerdo.

b) Base del negocio objetiva: La existencia de estas circunstancias debe ser necesaria para
que el contrato mantenga su significado y funcionalidad. Si estas condiciones cambian de
manera significativa, la base del negocio se considera desaparecida.

Teoría de la Voluntad

La teoría de la voluntad, de origen latino, es una de las más antiguas en la jurisprudencia.


Los autores romanistas indican que, tras la desaparición del formalismo que daba un
carácter determinante a las declaraciones solemnes, se comenzó a valorar la declaración
solo si era coherente con la voluntad interna del declarante. Papimano afirmó que en las
convenciones es más importante la voluntad de las partes que las palabras empleadas. Con
el tiempo, esta teoría adquirió un significado ideológico, sirviendo como base para el
desarrollo del capitalismo industrial y comercial, ya que sostiene que la voluntad individual
es el medio jurídico para realizar una economía liberal basada en la iniciativa personal.

Se dice, por ello, que la teoría de la voluntad responde a un criterio de protección

de los contratantes, ya que nadie debe obligarse sino en la forma en que

verdaderamente ha querido hacerlo, de acuerdo con su propia intención. Pero

como la voluntad interna es un fenómeno invisible, necesita de la declaración

para exteriorizarse, para que los demás sepan cuál es esa voluntad interna. Si la

declaración no exterioriza propiamente la voluntad, el contrato no existe por ser

una "declaración sin voluntad". (puente Tomo I, 2017)

La teoría de la voluntad es una de las más tradicionales en el derecho contractual peruano.


Se basa en el principio de que los contratos nacen del acuerdo de voluntades entre las
partes. Este enfoque enfatiza la libertad contractual, permitiendo a las partes definir los
términos y condiciones de sus obligaciones. El Código Civil peruano reafirma este principio
al establecer que un contrato es un acuerdo destinado a crear, modificar, transmitir o
extinguir derechos y obligaciones

CAPITULO IV

DERECHO COMPARADO

Comparación General

En América Latina, la mayoría de los países sigue el modelo del Código Civil Napoleónico,
que destaca la importancia de los tres elementos esenciales: consentimiento, objeto y
causa. Sin embargo, hay diferencias de énfasis y detalle, como es el caso del Código Civil
Peruano que no lista explícitamente estos elementos.

En Europa, tanto el Código Civil Español como el Código Civil Francés (pre-reforma) y el
BGB alemán coinciden en la importancia de estos tres elementos, aunque el derecho
francés ha flexibilizado su enfoque con la eliminación formal de la "causa" tras la reforma de
2016.
En los países de common law, la noción de consideration es clave y sustituye el concepto
de "causa" en los contratos, lo cual constituye una diferencia notable frente a las
legislaciones basadas en el derecho civil.

Comparaciones con otros países entre legislaciones sobre el contrato, que incluye
algunos de los sistemas jurídicos más influyentes:

1. Código Civil Peruano (C.C. peruano)

El Código Civil Peruano no contiene una disposición que enumere expresamente los
elementos esenciales del contrato, Sin embargo, estos elementos, como el consentimiento,
el objeto y la causa, son reconocidos a través de su doctrina y jurisprudencia. Romero
Zavala (1999)

 Consentimiento: Reconocido implícitamente, al igual que en la mayoría de las


legislaciones. Debe ser libre de vicios (dolo, error, violencia).

 Objeto: El objeto del contrato debe ser lícito, posible y determinado o determinable.

 Causa: Aunque el C.C. peruano no habla explícitamente de la causa, la doctrina la


considera un elemento central en la validez del contrato.

2. Código Civil Español (C.C. español)

El Código Civil español, en su artículo 1261, enumera explícitamente los elementos


esenciales del contrato, lo que lo diferencia del C.C. peruano:

 Consentimiento: El acuerdo entre las partes contratantes es esencial. La voluntad


debe ser libre, consciente y no viciada.

 Objeto: Es el bien o derecho que una de las partes se compromete a dar o hacer.
Debe ser lícito, posible y determinado.

 Causa: Se refiere a la finalidad o motivo objetivo que lleva a las partes a celebrar el
contrato. La causa ilícita puede dar lugar a la nulidad del contrato.

El C.C. español es más claro y detallado al especificar los elementos contractuales, lo que
otorga mayor seguridad jurídica respecto a los requisitos para la validez de un contrato.

3. Código Civil Francés (C.C. francés o Code Civil)

El Código Civil francés también establece de manera clara los elementos esenciales de los
contratos, pero presenta algunas diferencias interesantes:
 Consentimiento: Como en otros sistemas, el consentimiento debe ser libre y no
viciado. El Código Civil francés es particularmente riguroso con los vicios del
consentimiento, especialmente en cuanto a la protección del consumidor.

 Objeto: El objeto del contrato debe ser determinado o determinable, lícito y posible.

 Causa: La causa ha sido un tema central en el derecho francés. Sin embargo, con la
reforma del derecho de contratos en 2016, se eliminó formalmente el requisito de la
causa como elemento necesario para la validez del contrato, aunque sigue siendo
importante en la interpretación de las obligaciones contractuales.

4. Common Law (Derecho anglosajón)

En sistemas de common law, como los de Reino Unido o Estados Unidos, los principios que
rigen los contratos son algo diferentes, ya que no utilizan el concepto de "causa" como lo
hace el derecho civil romano-germánico. En cambio, se enfoca en el "consideration".

 Consentimiento: Igual que en los sistemas de derecho civil, el consentimiento es


necesario, y debe ser libre y consciente.

 Objeto: El objeto contractual debe ser lícito y posible.

 Consideration: En lugar de "causa", el common law emplea el concepto de


"consideration". La "consideration" es algo de valor (monetario o no) que se
intercambia entre las partes. Sin una "consideration", no puede haber un contrato
válido. Este concepto es exclusivo del common law y no tiene equivalente en los
sistemas de derecho civil.

El enfoque en la "consideration" en los contratos de common law diferencia este sistema de


los que aplican el concepto de "causa" en el derecho civil.

5. Código Civil Alemán (BGB)

El Código Civil Alemán o BGB también regula los contratos con principios similares a los
códigos civiles de otras tradiciones romano-germánicas:

 Consentimiento: Al igual que en otras legislaciones, el consentimiento de las partes


es un requisito fundamental para la formación de contratos.

 Objeto: El objeto del contrato debe ser posible, lícito y determinado o determinable.

 Causa: A diferencia del derecho francés, el BGB no requiere un elemento separado


de "causa". El enfoque está en el acuerdo y el cumplimiento de las obligaciones de
las partes.
El BGB también presta mucha atención a los derechos de los consumidores y protege a las
partes más débiles en la contratación, regulando las condiciones generales del contrato.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Romero Zavala, L. (s.f.). Elementos constitutivos del contrato. LP | Pasión por el Derecho.
https://lpderecho.pe/elementos-constitutivos-contrato-luis-romero-zavala/

LP. (s.f.). Contrato y acto jurídico en el Código Civil peruano: Una interconexión jurídica. LP
| Pasión por el Derecho. https://lpderecho.pe/contrato-acto-juridico-codigo-civil-peruano-
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LP. (s.f.). Clasificación de contratos en el derecho civil. LP | Pasión por el Derecho.


https://lpderecho.pe/clasificacion-contratos-derecho-civil/

LP. (s.f.). Contrato y libertad contractual en el derecho. LP | Pasión por el Derecho.


https://lpderecho.pe/contrato-libertad-contractual-derecho/

ARIAS SCHREIBER PEZET, Max (2011). Exégesis del Código Civil peruano de 1984. Tomo
I. Contratos-Parte General. Lima: Normas Legales.

CAMARA CARRA, Bruno Leonardo (2008). “Apuntes a la clasificación de los contratos en


típicos, atípicos y mixtos”. En: Revista Electrónica del Instituto de Investigaciones “Ambrosio
L. Gioja”, año II, Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires, n. 3, pp. 113-135-
DE LA PUENTE Y LAVALLE, Manuel (2017). El contrato en general. Comentarios a la
Sección Primera del Libro VII del Código Civil. Lima: Palestra Editores.

TORRES VÁSQUEZ, Aníbal (2012). Teoría general del contrato. Tomo I. Lima: Pacífico
Editores.

ZAMORA Y VALENCIA, Miguel Ángel (2012). Contratos civiles. México, DF: Editorial
Porrúa.

GUTIERREZ:

Bibliografía

Diario Oficial El Peruano. (8 de Octubre de 2024). Codígo civil: artículo 1359. Obtenido de Diario
Oficial El Peruano: https://diariooficial.elperuano.pe/Normas/obtenerDocumento?
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puente, M. d. (2017). Contrato general. Palestra editores.

Reuters, T. (2014). La cláusula “rebus sic stantibus” y otras fórmulas alternativas utilizadas en la
jurisprudencia. Editorial Aranzadi, 1-2.

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XFBV. (1234). SFG. LIMA: EDT.

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