Años 20

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1) Observa el siguiente vídeo, lee los siguientes textos y reflexiona sobre el tema

¿Cómo crees que se podría haber evitado la crisis?

https://www.youtube.com/watch?v=sxqzgjizzdo

2) Busca información y compara el Crack del 29 con la burbuja inmobiliaria en


España.

3) Elabora un esquema con las causas de la crisis

4) ¿Cómo influyó la Gran Depresión con el ascenso de los Totalitarismo?

“La clase alta, sin embargo, dueña del poder y de la riqueza, no se dio cuenta del peligro
que amenazaba el frágil equilibrio de su posición. Los ricos se divertían bailando el
charlestón y los nuevos ritmos el jazz, el fox-trot y unas cumbias de negros que eran una
maravillosa indecencia. Se renovaron los viajes en barco a Europa, que se habían
suspendido durante los cuatro años de guerra y se pusieron de moda otros a
Norteamérica. Llegó la novedad del golf, que reunía a la mejor sociedad para golpear
una pelotita con un palo, tal como doscientos años antes hacían los indios en esos
mismos lugares. Las damas se ponían collares de perlas falsas hasta las rodillas y
sombreros de bacinilla hundidos hasta las cejas, se habían cortado el pelo como
hombres y se pintaban como meretrices, habían suprimido el corsé y fumaban pierna
arriba. Los caballeros andaban deslumbrados por el invento de los coches
norteamericanos, que llegaban al país por la mañana y se vendían el mismo día por la
tarde, a pesar de que costaban una pequeña fortuna y no eran más que un estrépito de
humo y tuercas sueltas corriendo a velocidad suicida por unos caminos que fueron
hechos para los caballos y otras bestias naturales, pero en ningún caso para máquinas de
fantasía. En las mesas de juego se jugaban herencias y las riquezas fáciles de la
posguerra, destapaban el champán, y llegó la novedad de la cocaína para los más
refinados y viciosos.”

Isabel Allende. La Casa de los Espíritus. Ed. Plaza y Janés. Barcelona, 1992.

“La causa principal de que el hombre siga siendo pobre es su falta de inteligencia, su
falta de capacidad para trabajar, su inconstancia y su desconocimiento del modo de
emplear sus dones naturales. De entre un centenar o un millar de personas, muy pocas
son realmente laboriosas, inteligentes y afables. Cuando existen estas cualidades, es
posible enriquecerse con rapidez
C. Fay. Los negocios en política. 1926.

“Para aquellos de nosotros que vivimos los años de la Gran Depresión, todavía resulta
incomprensible que la ortodoxia del mercado libre, tan patentemente desacreditada
entonces, haya podido presidir nuevamente un período general de depresión a finales de
los ochenta y principios de los noventa, en el que se ha demostrado igualmente incapaz
de aportar soluciones. Este extraño fenómeno debe servir para recordarnos un gran
hecho histórico que ilustra: la increíble falta de memoria de los teóricos y prácticos de la
economía. Es también una clara ilustración de la necesidad que la sociedad tiene de los
historiadores, que son los “recordadores” profesionales de lo que sus ciudadanos desean
olvidar.”

E. Hobsbawm. Historia del siglo XX

“Edward Stone, importante especulador bursátil, llegó a casa a las seis de la tarde del
Jueves Negro. Con los ojos enloquecidos gritó a su hija Edith:
- No podemos conservar nada. No tengo ni un centavo. La Bolsa se ha hundido. Nos
hemos quedado sin nada. ¡Nada¡ ¡Voy a matarme¡ Es la única solución. Tendréis el
seguro...
Y echó a correr en dirección a la terraza (...). Un paso le separaba de la barandilla
cuando Edith logró agarrarle un pie y retorcérselo hasta derribarlo (...). Entonces
intervino la esposa, que le abofeteó repetidas veces y, al fin, Edward Stone empezó a
reaccionar (...). Todo había pasado en menos de cinco minutos. Comenzaron a llegar los
criados, a quienes hubo que decir que se había caído.
Al final, ya más calmado y en su habitación junto a su mujer e hija, logró contar lo
ocurrido. Estaban en la más completa miseria. Ese día había perdido más de cinco
millones de dólares.

Gordon Thomas. El día en que se hundió la Bolsa. 1984.

“Muy pronto, un negocio mucho más atractivo que el teatral atrajo mi atención y la de
mi país. Era un asuntillo llamado mercado de valores (...). Si uno compraba ochenta mil
dólares de acciones, sólo tenía que pagar en efectivo veinte mil, el resto se le dejaba a
deber al agente (...). El mercado seguía subiendo y subiendo (...). Lo más sorprendente
del mercado en 1929 era que nadie vendía una sola acción. La gente compraba sin cesar
(...). El fontanero, el carnicero, el hombre del hielo, todos anhelando hacerse ricos
arrojaban sus mezquinos salarios –y en muchos casos los ahorros de toda la vida– en
Wall Street (...). Un buen día el mercado empezó a vacilar. Algunos de los clientes más
nerviosos fueron presa del pánico y empezaron a vender (...); al principio las ventas se
hacían ordenadamente, pero pronto el pánico echó a un lado el buen juicio y todos
empezaron a lanzar al ruedo sus valores (...) y los agentes empezaron a vender acciones
a cualquier precio (...). Luego, un día, Wall Street tiró la toalla y se derrumbó. Eso de la
toalla es una frase adecuada porque para entonces todo el país estaba llorando.”

Groucho Marx. Groucho y yo, 1981.

“El chófer del rico conducía con sus oídos puestos en los asientos de atrás para recoger
noticias sobre un inminente movimiento en Bethlemen Steel; él mismo poseía cincuenta
acciones por las que había depositado una aval que le cubría una variación de diez
enteros. El hombre que limpiaba los cristales de la ventana en la oficina del agente de
cambio y bolsa hacía una pausa para observar los valores, pues estaba considerando la
oportunidad de convertir sus escasos ahorros en unas pocas acciones de Simmons.
Edwin Lefèvre (informador de la marcha de la bolsa) refirió el caso del criado de un
agente de cambio que ganó casi un cuarto de millón jugando en el mercado; el de una
veterana enfermera que cosechó treinta mil gracias a las confidencias de agradecidos
pacientes; y el de un pastor de Wyoming que vivía a treinta millas del ferrocarril más
próximo, quien compraba o vendía miles de acciones en un día.”

Harper. Only Yesterday. 1931. An Informal History of the 1920's

“Y entonces los desposeídos fueron empujados hacia el oeste (...). Carretadas,


caravanas, sin hogar y hambrientos, veinte mil, cincuenta mil y doscientos mil (...).
Corriendo a encontrar algún trabajo para hacer –levantar, empujar, tirar, recoger, cortar–
cualquier cosa, cualquier carga con tal de comer. Los críos tienen hambre. No tenemos
dónde vivir. Como hormigas corriendo en busca de trabajo y, sobre todo, de tierra (...).
Los hombres, que han creado nuevas frutas en el mundo, son incapaces de crear un
sistema gracias al cual se pueda comer. Y este fracaso cae sobre el Estado como una
gran catástrofe (...). Y en los ojos de la gente hay una expresión de fracaso, y en los ojos
de los hambrientos hay una ira que va creciendo. En sus almas las uvas de la ira van
desarrollándose y creciendo y algún día llegará la vendimia.”

John Steinbeck, Las uvas de la ira, 1939.

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