Stranger at The Hell Gate - Ash Krafton
Stranger at The Hell Gate - Ash Krafton
Stranger at The Hell Gate - Ash Krafton
Capítulo 2: Demonios
Capítulo 3: Ángeles
Capítulo 4: Demonios
Capítulo 5: Ángeles
Capítulo 6: Demonios
Capítulo 7: Ángeles
Capítulo 8: Demonios
Capítulo 9: Ángeles
Capítulo 10: Demonios
Capítulo 11: Ángeles
Capítulo 12: Demonios
Capítulo 13: Ángeles
Capítulo 14: Demonios
Capítulo 15: Demonios
Capítulo 16: Demonios
Capítulo 17: Demonios
Capítulo 18: Demonios
Capítulo 19: Demonios
Jagger Sintallon , un guerrero medio demonio, ha dedicado su
existencia a luchar contra los demonios que entran al mundo a través de las
puertas del Infierno. Un solitario de ideales conflictivos, él ofrece protección
a una problemática mujer pero sabe que él es demasiado rudo, demasiado
peligroso, y demasiado arrogante para su delicada naturaleza.
INTERVENCIONES DEMONÍACAS.
Era la vacuidad de su mirada. Tenía los ojos más fríos que había visto
nunca. Esos ojos le dijeron que las cicatrices y las armas eran cosas de todos
los días.
—Una brújula —El brillante cristal generó calor así como luz,
calentando el alambre hasta el punto de la incomodidad. Ella le dio vueltas
en su palma antes de que pudiera quemarle la mano.
Él torció un brazo detrás de él. El metal raspó contra el duro cuero, era
sonido de una espada deslizándose libre de su funda. Su brazo realizó un
apretado arco sobre su cabeza, arma en mano.
—Mire, señorita. Cualquiera que venga aquí gritando cosas como esas
me pone un poco tenso.
—No... no lo sé —dijo ella—. Todo lo que sabía era que tenía que
encontrarte.
Luego de nuevo, Jagger siempre parecía vivir cerca de una puerta del
infierno. Cuando se movían, él se movía.
—Nah, sin cocina. Solo comidas sobre ruedas —Él abrió una caja de
pizza en el escritorio y sacó un trozo. Cuando vio la pizza, sonrió. Era como
el sol subiendo sobre el horizonte después de una noche realmente mala.
—¿Quién te lo dijo?
—Figuras en ropas oscuras. Capuchas, como las que usan los monjes en
Parador. —Ella se encogió de hombros—. No era mi lugar preguntar.
—Lo siento —Ella bajó la mirada—. No lo sé. Era solo un nombre. Debí
estarlo.
—¿Qué tengo que perder? Todo lo que sabía con certeza era quién era
yo. Ellos dijeron que tú eras... como yo.
Jagger se echó hacia adelante en la silla. Su espeso cabello plateado se
deslizó sobre sus ojos, ocultándolos.
—Un mestizo.
—Es difícil estar feliz cuando te toca lo peor de los dos mundos —
Cuando él levantó la cabeza, su máscara estaba de nuevo en su lugar—. Así
que soy como tú, huh. ¿Tu papi también es un demonio?
Él le frunció el ceño.
Lucha o huida. Sonya sospechaba que esta era la primera vez que había
una probabilidad igual de cualquiera de ellos. Ella se estiró y palmeó su
brazo.
—Si estás en paz con ser uno de... ellos —Ella notó que ni siquiera
podía decir la palabra Serafín. Era gracioso como aún se mantenían las
reglas míticas—. ¿Por qué viniste buscándome?
—Dolor —Él soltó una risa sardónica. Había tanto en ese sonido—. No
lo detengo. Lo causo.
—Sí.
—Entonces sabes lo que hago —Él cruzó los brazos y bajó la barbilla.
Sonya se mordió el labio. Ella lo había visto sostener un arma, así que
no era una oponente física para él. Incluso si llamaba a su fuerza Serafín, tal
vez tuviera ventaja para huir, pero eso era todo. Sus poderes no estaban
orientados hacia la batalla, o siquiera hacia la defensa. Ella era una sanadora.
Los sanadores eran terribles luchadores.
—No lo harás.
—¿Cómo lo sabes?
Cuando los ojos de Jagger se fijaron en los de ella, ella se echó sobre él,
buscando los secretos de su alma.
Acheron.
Ahí era donde entraba Jagger. Así como Acheron estaba dedicado a
traer a sus imbéciles compañeros a través de la puerta del infierno, Jagger
estaba igualmente determinado a enviarlos de vuelta. O a destruirlos.
Cualquiera de los dos estaba bien. Cada vez que un demonio se liberaba, una
llamada de un ciudadano aterrorizado llegaba y Jagger iría, espada en mano.
Los demonios, especialmente los de castas bajas, podían ser más que
molestos—algunos de ellos causaban daño físico realmente serio.
Que imbécil.
Ella hizo una curva delicada bajo la manta azul, su rubio cabello
brillando en la luz inestable de la pantalla del televisor. Sería una larga
noche.
Jagger contuvo una maldición cuando las palabras FINAL DEL JUEGO
parpadearon en la pantalla. Todo en su vida parecía ser un juego, una
constante contienda entre él y Acheron. Solo terminaría cuando uno de ellos
estuviese muerto.
Jagger tenía planes definitivos para eso. Todo lo que necesitaba era un
fugaz segundo de ventaja. Era difícil saltar sobre alguien que se movía como
tu reflejo en el espejo.
Él casi dejó caer el control del video juego con disgusto. Matar
demonios virtuales era definitivamente más agravante, especialmente
cuando no podías gritarle al juego por hacer trampas.
—¿Qué puedo decir? Me gustan las anchoas —Ella le sonrió por sobre
el hombro donde él se reclinaba en una tumbona maltratada.
Él le dio sombra a sus ojos con el brazo doblado. Que piel tan blanca. Él
no salía mucho al sol, ¿verdad?
Sonya estiró una mano, sintiendo una alta brisa pasar por entre sus
dedos, recordando.
—¿Dónde estabas?
—¿Algo más?
—No, si ellos me dijeron la verdad. Esa fue la primera vez que se
iluminó.
—El pueblo más cercano que aún usa Jontu está a ocho días de camino.
¿Estás segura...?
—¿Hola?
—¿Entonces quién?
—¿Tienes un hermano?
—Bueno, lo más cerca que puedo estar de describir el dolor sería decir
que es la misma sensación que sentiría un fantasma cuando es arrancado de
un cuerpo. Algo falta y hay un lugar vacío y una oportunidad muy fuerte de
que lo siguiente que venga a llenarlo sea muy, muy malo.
—Todo el tiempo.
—No sé cómo alguien como yo podría solucionar eso. No soy una buena
persona.
Él se encogió de hombros.
—Chicos malos.
—Y yo estoy contratado.
—No puedo evitar que esa chica Lydia siga arruinando mis misiones.
Ese narcótico entra justo en mi línea de fuego cada vez.
—Necesitaba algo de R y R.
Enzo suspiró.
—No confío en ella.
—No es tu problema.
—Tal vez lo sea. Dijo que tenía órdenes de encontrarme. Que soy parte
de lo que sea que tenga que hacer.
—Gran cosa, Jag. Ella está de su lado. Tiene un montón de gente que
puede ayudarla. En caso de que lo hayas olvidado, estás en un equipo
realmente pequeño.
—¿Y le debes un favor? —La voz de Enzo era dura con la duda. Jagger
no podía culparlo.
Jagger sonrió.
—Sí, ¿qué hay con él? Ella lo lleva dentro de su camisa. Es aterrador
cómo se enciende cuando entro al cuarto.
—¿Útil, cómo?
—¿Acheron?
—Ella dijo que tuvo un parpadeo cerca de Jontu hacía como tres días.
—Duh. Ionis, tal vez. Él es el único que ha visto a Acheron alguna vez.
Si algo le pasaba a Jagger, ella nunca sabría la razón por la que había
sido enviada a buscarlo.
Para cuando terminó, ella oyó sus pasos de botas en el umbral. Casi
saltó por las escaleras para bajar. Sonya se detuvo en el umbral.
—Estás de vuelta.
Jagger cayó en el sillón junto a ella y se inclinó para soltar las tiras de
sus botas. Una hendidura larga y delgada se arqueó sobre su hombro de la
espada. Sin pensar, ella la trazó con un dedo dubitativo.
—Cada paso del camino —Jagger se puso de pie y fue hacia el escritorio
donde aún yacían sus armas.
Él giró la cabeza.
—¿Por qué?
—Hey —Él estuvo frente a ella en unos instantes, apartando sus manos
e inclinándose para ver su rostro puesto hacia abajo—. Hey, ¿qué ocurre?
—Mejor.
—Ah, no creo que sea una buena idea, muñeca. Nuestras especies no se
mezclan bien.
Él se soltó de su agarre.
Ella notó que él no tenía reparos sobre manejar agua bendita y lo tomó
como una buena señal. Sin una palabra, ella caminó detrás de él, deslizó las
manos por su pecho, y presionó un beso contra el hombro de la espada
herido.
—Curé esa herida en tú... —Ella tragó con fuerza—. Era tan terrible, no
pude evitarlo... por favor, no quise hacerte daño.
Y sonrió.
—Wow. No había sido capaz de hacer eso desde que cerré el portal de
Arthers. No está mal, muñeca. Para nada mal.
—Oh, dolió bien. Esa mierda pica. Pero, ¿sabes? al final fue un poco... —
Él se frotó la boca y desenfocó la mirada—. Un fresco brillo, como pimienta.
—Lo siento, señorita. No sabía que hubiese nadie aquí —Él se inclinó
profundamente ante ella—. Soy Ionis, hijo de Berkhall. A su servicio.
Ionis suspiró.
—Él es mi hermano.
—Sí, pero él tiene ayuda del otro lado... —Ionis cruzó los brazos—. Ese
portal era lo suficientemente estable como para permitir el paso a un nivel
bastante alto de demonios. Esos de tercera casta tomaron todo lo que
teníamos.
Jagger se frotó los ojos. Toda esta charla sobre Lucifer le hacía doler la
cabeza.
—No lo hago. ¿Está bien? Es solo que no puedo matarlo. Él refleja todo
lo que hago. ¿Cuántas veces he ido contra él? Ni siquiera puedo contar todas
las veces. No puedes entender. Es la maldita sangre de mi padre. Lo
reconoce. Está jodido, lo sé. Y eso me vuelve loco —Jagger dio vueltas al
escritorio y se paró pecho contra pecho con Ionis—. Sé que él tiene que
morir. Todo lo que ha hecho—estas malditas puertas del infierno. —Él se
detuvo, cerrando los puños. Su odio por Acheron iba mucho más profundo
que las puertas del infierno. Iba todo el camino derecho a los recuerdos más
tempranos de Jagger—. Sé que solo se terminará cuando él esté muerto.
Pero no puedes derrotarlo. Y yo tampoco puedo hacerlo. Todo lo que puedo
hacer es evitar que salte sobre mí.
—Tiene que haber algo que podamos hacer. Si el consigue algo como en
Anthers, hará permanente esa puerta.
Jagger miró hacia el techo mucho después de que cesaran los sonidos.
Ángeles
Sonya se quedó acostada despierta mucho después de que se elevara el
sol, pensamientos agolpándose en su cabeza. No podía dormir por todo el
ruido que estaba haciendo su cerebro. Se sentía culpable por haber espiado
a los hombres después de que ella los dejara. Sólo había tenido la intención
de esperar por otra oportunidad de hablar con Jagger. Sin embargo, la
conversación había tomado un tono sombrío, dejando poca oportunidad a
recrear un intercambio íntimo. ¿Era ésta la razón por la que había sido
enviada a encontrar a Jagger? Ella estaba más que familiarizada con las
puertas del infierno—su especie había estado luchando para cerrarlas
durante milenios—pero esta era la primera vez que encontraba a un no-
divino luchando contra ellas.
Y él tenía un alma, estaba segura de ello. Ella había visto dentro de ella
y la había visto de primera mano.
Así que Sonya se quedó acostada bajo las mantas, sintiendo cambiar el
aire con la llegada del amanecer, escuchando desvanecerse los sonidos de la
noche con el amanecer. Un demonio que lucha contra las fuerzas de Lucifer.
¿Un rebelde? No, él no podía ser tan superficial. Algo más lo llevaba a
luchar contra su hermano, algo más fuerte que el Lucero del Alba mismo. Las
rebeliones contra Lucifer nunca duraban mucho. Él era la fuente de poder de
todo demonio. Las rebeliones fallaban porque Lucifer simplemente tomaba
de nuevo su poder de los demonios rebeldes.
Ella apretó los ojos con fuerza y susurró una plegaria. Todo ángel sabía
que el orgullo venía antes de una caída.
En los días que siguieron, Sonya cayó en una rutina. Meditaba y rezaba
cuando Jagger salía a trabajar, buscando profundamente en ella alguna clase
de pista. Ella había sido criada para sanar, para nutrir. ¿Qué podía hacer ella
para cerrar una puerta del infierno? ¿Y si la puerta del infierno era solo
secundaria a su misión?
Enzo nunca era rudo con ella... pero ella no quería provocarlo tampoco.
Jagger lo valoraba. Ella pensó que era mejor si evitaba al agente y lo dejaba
concentrarse en su trabajo.
Salir de noche no era la idea más atractiva pero Sonya había sido criada
en una cultura del sacrificio. Era lo correcto. Aún así, siempre dudaba en el
pórtico, insegura de si se aventuraría a salir.
La puerta del infierno tenía que ser parte de la razón por la que ella
había sido llevada a Jagger. A pesar de que Jagger lo desaprobaría, tenía que
acercarse. Sus instintos le decían que una respuesta yacía cerca.
Una tarde, llegó tan lejos como lo estaba la barrera externa, una
estructura como una burbuja que ella sintió más que vio. Era una película
tenaz que olía como basura cocida y restos humanos. Sonya se cubrió la
nariz ante el repulsivo hedor y se apartó pero antes de que pudiera girarse y
alejarse apresuradamente, el cristal se estremeció y creció en brillo.
Con el ceño fruncido, Sonya volvió a entrar y encendió la vela otra vez.
—Nop. Soy solo yo, querida —Ella se volvió para ver una figura oscura
agachada sobre el alfeizar de la ventana abierta. Cabello plateado. Ojos rojos.
Los mismos que había visto en la puerta del infierno.
Magia de sangre. Sonya cayó en la cuenta de por qué Enzo estaba tan
asustado de ella. La magia de sangre era un pecado.
Ellos se quedaron de pie, pecho contra pecho, sin ningún lugar al que
mirar más que al otro. Él apretó los labios en finas líneas, el desafío en su
mirada.
—¿Quieres que llame a Ionis para que venga aquí? —Enzo levantó el
teléfono.
Mango pop, decía la etiqueta. Ella la tomó con una sonrisa agradecida.
—Sabes que solo quiero gritarte por eso —Él la miró por un
momento—. Sabes, sí gritaré. ¿Por qué hiciste algo tan estúpido?
—¿Estúpido? ¿Qué hay de estúpido sobre querer saber por qué estoy
aquí en primer lugar? Sé que no fui arrancada de mi mundo porque el más
alto de los poderes quisiera que experimentara un cambio de escenario. Hay
una razón por la que fui enviada a ti. No voy a descubrirla sentada alrededor
de esta casa.
Ella se recompuso.
—Suena así.
—No puedo creerlo. Pensé que eras tú. Ese cabello, esos hombros. Pero
sus ojos...
Jagger asintió.
Ella lo oyó suspirar, y entreabrió los ojos para verlo sentado en el borde
del escritorio, la cabeza echada hacia atrás, sus propios ojos cerrados. Los
rastros de sangre se habían ido, su piel tan inmaculada como nunca antes la
había visto.
—Eso se siente mejor —Su voz era baja—. Me habría curado para
mañana pero tengo que decir, no me molesta más pronto que tarde.
—Esto tal vez no sea tan malo. Había olvidado cómo era ser manoseado
por una linda mujercita.
—Está bien, está bien. Olvida que dije algo. Aquí, ¿qué hay de ésta? —Él
señaló al costado de su cuello, donde un nudo de cicatriz fibroso se hundía a
través de su clavícula hasta su garganta—. Ésta pica bajo mi correa.
Sonya se levantó sobre las puntas de los dedos y presionó sus labios
contra el costado de su cuello, volcando todo lo que tenía en el contacto. Ella
lo alcanzó son su magia, su anhelo y su esperanza y deseo para aliviar su
dolor. Su corazón se disparó, sabiendo que pronto se perdería en la
sanación, perdida en la luz y la velocidad de la Voluntad de Dios.
De una sola vez, ella fue consciente de él—sintió sus hombros bajo sus
manos, su carne contra su boca. Ella inhaló la esencia de su piel, captó el
ritmo de sus latidos. Tantas sensaciones—Sonya estaba sobrepasada, su
cabeza acunada, atrapada entre su cuerpo y su alma. Ella no podía ignorar a
uno sin revelar al otro.
Ella los aceptó a ambos. No era como nada que hubiese experimentado.
Cuando se tambaleó, él le rodeó la cintura con un brazo y la estabilizó. Sus
labios en su garganta, ella lo sintió tragar, sintió que la piel se entibiaba con
lo primero del torrente de sanación.
—No dolió.
—Porque fue lo más increíble que he sentido —Él dejó caer su brazo,
soltándola—. Y me asustó.
—Lo siento.
—Eres tú, Jagger. Es solo que no has visto este lado tuyo antes.
—Sí te conozco.
Las manos de Sonya estaban atrapadas entre ellos. Ahora ella era
consciente de más que su apresurado corazón bajo sus palmas. Sentía el
calor de su cuerpo: el duro músculo, el largo torso, la presión de poderosos
muslos. No había parte de su cuerpo que no fuera plenamente consciente del
suyo, y ella se fundió contra él, incapaz de resistir.
—No puedo echarme atrás si me tocas así —La voz de Jagger era
rasposa, poco más que un gruñido—. Mi sangre puede ponerse caliente,
Sunny. No quiero herirte.
—Tuya.
Jagge sonrió.
—¿Por qué? —Con su voz apagada por la almohada, Sonya yacía sobre
su estómago, su espalda curvándose en una cremosa curva de carne
desnuda, desapareciendo bajo las sábanas amontonadas alrededor de su
cintura.
—Eso es decir poco —Su cabello cayó sobre un ojo mientras ella se
incorporaba sobre un codo para mirarlo. Él quería apoderarse de ella y
besarla de nuevo, solo por verse así—. Debo estar cambiando tus humores
corrompidos. Me siento como... si le disparara a alguien.
—¿No?
Él no pareció oírla.
—Sí, tengo. Así tú vas a... necesitas saber lo que hay bajo mi piel —Él
tragó—. Mi mamá estaba huyendo. No quería que Tallon supiese de
nosotros. Yo nací en un callejón porque ella seguía huyendo, incluso después
de que entrara en labor de parto. Yo nací, y ella me sostuvo boca abajo y me
palmeó, pero no lloré. Yo era un demonio, Sunny. El hijo de mi padre. Ella
hizo lo único que podía. Rezó, y puso el dedo en mi pecho, y ella me mandó
que respirara. Ella detuvo mi corazón. Su rezo hizo que comenzara a latir de
nuevo y de la forma correcta.
»Ella pensó que lo peor había pasado. Pero entonces las contracciones
se hicieron peor. Enzo estaba atascado. Él la hirió mucho cuando nació. Ella
intentó re-acompasar su corazón también. Pero era demasiado tarde. Nos
encontraron. La legión tomó a Acheron y la mataron.
—No, Jagger... no tienes que decir más.
Sonya se mordió los labios. Era difícil reconciliar las dos versiones de
Jagger: el hombre que decía ser y el hombre que ella quería creer que era
realmente.
—Esa es una gran historia para la cicatriz. Sabía que había una, pero no
esperaba esto. Bueno —Ella se inclinó para besar su pecho.
—Tal vez no —dijo ella. Ella atrajo las rodillas al pecho y recostó la
barbilla en ellas—. Tal vez puedas quedarte esta noche.
—Lo sé.
Ella asintió.
—Está bien.
—Más tarde, bebé —Sus botas hicieron un sonido hueco mientras
bajaba por la estrecha escalera.
Sonya colgó los pies sobre el borde de la cama y cruzó el cuarto a donde
un espejo de cuerpo entero estaba unido a la pared. Ella observó su cuerpo
desnudo, apartándose el cabello enrulado y pasando las manos por sus
brazos, a través de sus pechos. El movimiento se detuvo cuando alcanzó el
abdomen.
Ella suspiró.
Pesadas lágrimas corrieron por sus mejillas y ella las apartó con los
dedos.
—Algo viene —Sonya se paseó otra vez, dejando a un lado una placa
reluciente que descubrió en un paseo anterior.
Él miró a Sonya, que se detuvo frente a las ventanas para mirar fuera.
Su mirada trazó las familiares curvas de su cuerpo, su piel cremosa bañada
con el brillo del atardecer.
—No bromees, Jagger —Ella compuso una mirada severa por sobre el
hombro hacia él—. Esto es diferente.
—Está bien, está bien. Lo siento —La palabra sonó rara en el momento
en que la dijo, colgando incómodamente en el aire. Jagger no estaba
acostumbrado a disculparse—. Hey. Iré abajo y nos agarraré algo del
refrigerador. ¿Mango pop? —Él asintió cuando vio su súbita sonrisa—. Bien.
Volveré enseguida.
—Hijo del traidor —La voz era poco más que un gorgoteo—. He venido
por ti.
Séptimo círculo del infierno, como menos, pensó Jagger. Nada menor
podría agruparse de esa forma.
—¡Déjame salir!
—¡Sunny! ¡No! ¡Vete! —Su voz estaba amortiguada por el espesor del
demonio.
—¡Tengo tu espada!
—No deberías.
Un sonido del lado más lejano del cuarto llamó la atención de Jagger.
Ionis gruñó y tiró las rodillas al pecho.
¿Un pulso? ¡Allí! Jagger quería gritar con alivio. Su respiración era
esforzada, el aire quemando en su garganta.
Él apresuró sus pies cuando oyó los pasos del doctor en la escalera.
Justo ahora, Jagger esperaba que los Serafines tuvieran el mismo tipo
de plan de salud.
—¿Y?
—Hablo en serio.
—Bien, bien —Él negó con la cabeza y se rascó la cabeza—. Ella dijo
que es una brújula que se enciende cuando se acerca a la sangre de Tallon.
—Tal vez nada. Tal vez... todo —Él tomó un sorbo y le sonrió a la
infusión amarga—. Porque cuando la revisé ahora, estaba encendido —
Jagger estuvo en la puerta en un latido—. ¡Tranquilo! —Gayden lo detuvo
antes de que él pudiera cargar escaleras arriba—. No hay nadie allá arriba.
Guardé el cuarto. No hay magia, demonio, artificio u otro, que rompa el
cerco. Ella está bien.
Grayden se rió.
—Lo sé. Mira. Nos conocemos hace un largo tiempo. Hemos pasado por
un infierno de cosas juntos. Sabes que si alguien en este plano te cubre las
espaldas, soy yo.
Ella luchó por hablar pero su voz era un sonido áspero. Jagger la calló,
inclinándose para frotar sus labios contra los suyos. Él acarició su cabello
hacia atrás y le apretó la mejilla, viéndola deslizarse de nuevo al sueño antes
de que pudiera decir una palabra.
Habría tiempo para eso más tarde. Jagger se hundió en la silla junto a
su cama, sosteniendo su delicada mano en la suya.
El cuello de Jagger dolía de dormir en la silla y cuando se movió, se
agarrotó, más duro que un cadáver de un año. Mierda. Ella quería que él se
acostara junto a ella pero él temía aplastarla. Ella necesitaba descansar.
Gruñendo, se frotó los ojos.
—La última vez que hice eso, Sunny. Me desperté en suelos de piedra
sintiéndome mejor que esto —No hubo respuestas. Él bajo la voz a un
susurro, pero no estaba acostumbrado a suspirar—. ¿Aún durmiendo? Pobre
chica.
Se había ido.
Una nota...
—La Sangre de Tallon, Jagger. Ella se abrió paso a través de esa cosa
cuando las balas se atoraron e Ionis rebotó.
—Sé que no quieres oír esto, Jagger —dijo Enzo—. Pero sólo hay una
explicación. Ella también tiene la sangre de Tallon.
—¿Qué?
La furia era una emoción líquida que fluía por sus venas, tocando
partes de su naturaleza que él nunca había permitido que corrieran libres.
La furia despertaba partes de su naturaleza que él había aprendido hacía
tiempo a dejar calmas y a ignorar. Furia que quería un objetivo.
Enzo conocía esa mirada y sabía muy bien que no era momento para
palabras. Era tiempo de salir del camino del hombre.
No si no podía tenerla.
—¿No sería más fácil dejar de correr? —El sucio y oscuro cuarto. Algo
pequeño y de uñas afiladas se escurrió detrás de la pared—. Buen intento,
imbécil. No hay salida.
Click.
Era Sonya.
Demonios
—¿Sunny? —Él negó con la cabeza, intentando aquietar la sangre de
demonio y aclarar sus sentidos. Después de correr caliente por tanto tiempo,
era difícil encontrar su humanidad. Él encendió una antorcha y miró en la
oscuridad, buscando la fuente de un punto brillante de luz contra la pared—.
¿Eres tú?
Sonya estaba agachada en una esquina, las rodillas traídas frente a él.
Sus ojos estaban abiertos de par en par. Su agonía era casi tangible.
Pero no ahora. Justo ahora, estaba apuntada hacia él. Y a juzgar por el
olor picante de vapores iónicos, estaba cargada con balas de demonios. Si la
bala no lo mataba, el veneno divino podría hacerlo.
—Sunny. No puedes hacerme daño con eso. Bueno, haría daño como el
demonio. Pero no puedes...
—No dije que fuera por ti —Ella dio vuelta el arma y la presionó contra
su barbilla—. Acabaré con esto. Lamento tanto haberlo empezado.
—Voy a regresar.
—No, no. Está bien ahora —Ella sonrió, su belleza sin verse afectada
por el polvo en su rostro o las lágrimas en sus mejillas—. Hay esperanza,
después de todo. Pensé que podía derrotarlo, hacerlo por mi cuenta... pero se
hizo demasiado difícil para mí. No podía derrochar la preciosa energía en
pelear.
—Acheron.
Jagger se volvió para ver sobre su hombro pero Sonya lo agarró por los
brazos.
—¡Concéntrate! ¡No dejes que todo esto sea en vano! —Ella levantó su
muñeca, su espada rúnica aún en su agarre. Ella tomó la parte plana de la
hoja entre las palmas y la golpeó fuertemente, desde la base a la punta,
dejando un brillo perlado sobre el borde. La luz latía suavemente. La espada
zumbó en su mano.
—¡Sonya!
—No, Jag. Tengo que irme o de lo contrario... esa cosa mala que sabía
que venía ocurrirá realmente. Es él, Jagger. Acheron tendrá éxito si tu fallas
—Un estallido sonó de forma distante, un leve temblor en el suelo—. Es él.
Hazlo, Jagger. Tienes que hacerlo.
—Sunny. Yo...
—Lo sé. —Ella se estiró por su rostro, atrayéndolo hacia ella para un
suave beso—. Y lo prometo. Estaremos juntos de nuevo.
Sonya lo besó de nuevo, enviando una caricia suave sobre él. El mismo
brillo que había cubierto la espada ahora brillaba sobre la piel de él. Ella
presionó el arma en su mano vacía—. Ahora todo depende de ti.
El latido sonó de nuevo, esta vez más cerca. Jagger se apretó contra la
pared momentos antes de que la puerta se abriera de golpe.
—Sal, sal, de donde sea que estés, cariño —Un hombre alto y delgado,
vestido completamente de negro, entró en el cuarto. Él se quitó la capucha
revelando una mancha de cabello plateado y un brillo de ojos rojos—. Se
acabó el juego.
Demonios
Jagger contuvo el aliento. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que
había visto ese rostro?
Lleno con una ira blanca caliente que no tenía nada que ver con la
sangre de demonio, Jagger levantó la espada y se apartó de la pared. Él se
lanzó hacia su hermano, poniendo toda su fuerza en el golpe.
—¡Jag! ¿Cómo diablos estás, hermano? Debí adivinar que estarías aquí.
Ella es una cosa dulce. No hay duda de que no puedes mantenerte lejos de
ella.
—... no has hecho nada más que traer oleada tras oleada de demonios a
este mundo, ¿y para qué?
—¿No lo eres? Mierda, malas noticias para mí —Jagger bajó los cañones
y le disparó al estómago de Acheron.
—Incluso si eso significa que ambos nos iremos, es mejor que el hecho
de que tú te quedes —Jagger mordió el corcho y lo sacó. Luz erupcionó del
cuello de la botella, saliendo hacia arriba en un ventarrón de sonido
ventoso—. Tú mataste a nuestra madre, Acheron. Es momento de que te
devuelva el favor.
—¡Ionis! ¡Ven aquí! —Él dejó caer el teléfono y saltó para palmear a
Jagger de su espalda—. ¡Estás de vuelta! Pensé que te había perdido por
siempre.
—Sí, bueno, habrá poco de trabajo por aquí por un tiempo. Es algo
bueno que hayas ahorrado tu dinero. Sin embargo. —Él palmeó a Jagger en
el hombro una vez más—. Es bueno tenerte de regreso. ¿Puedo traerte algo?
¿Una pizza? Oí que una chica peliroja está llevando el delivery ahora.
Jagger miró la tiza mágica que había caído en la mano de Enzo. ¿De
verdad? ¿El brujo iba a embrujarlo?
Ella nunca se ha ido, tampoco, porque el carbón es más que otro ejemplo de
un final espectacular a la espera de un comienzo brillante. (Es un tipo de
ajuste.) Y porque, como un agujero negro, una vez que estás dentro... nunca
sales.
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es total y directamente sin ánimo de lucro. Con esto no se intenta
agraviar los bienes o posibles beneficios de las autoras ni causar
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contrario, intentamos divulgar su trabajo que de otra forma, a causa de
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queremos esparcir y difundir la lectura a todas las personas que sea
posible. La dedicación y entrega que hace posible cada trabajo es gracias
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