Descargue como DOCX, PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 2
El Matrimonio
¿Cómo están accediendo hoy al matrimonio?
Al matrimonio no viene uno para enamorarse, al matrimonio viene una enamorado. Uno se acerca a la realidad del matrimonio cuando el amor se nos está saliendo por la piel. Entonces, es un amor tan grande que siente la necesidad de plenificar ese amor en el amor de Dios. Un problema tan grande hoy es que los que se están cazando no se han convertido en el amor de Dios. Entonces hay persona que buscan el matrimonio con otras aspiraciones, con otros deseos, con otros intereses. Cuando uno se caza sin estar convertido, matrimonio se convierte en una celebración social. Dice San Pablo, “hay unos que nacieron para el matrimonio y hay otros que nacieron para consagrarse a Dios. Por eso, el matrimonio es un don de Dios. En las bodas de Caná el primer milagro de Jesús, es en un matrimonio. Para enseñarnos una cosa, “cuando se vence la tentación del adulterio, ahí se está haciendo vida el primer milagro de Jesús”. Cuando la mujer se levante enamorada de su esposo así pasen los años y cuando el esposo se levante enamorado de su mujer cada día, así los años vayan dejando huellas o marcas en su piel, ese es el primer milagro de Jesús. Cuando pasen los años y los esposos se siguen queriendo como el primer día, cuando pasan los años y renuevan cada día lo que prometieron en este altar, ese es el primer milagro de Jesús. Por eso, queridos hermanos hay que pedir la gracia del matrimonio porque no todos pueden con el matrimonio. El matrimonio no es propio de los hombres, es un regalo que viene del Cielo y si viene del Dios, se tiene que orar y trabajar. Porque necesitamos matrimonios santos porque detrás viene una familia agradable a Dios. El amor es paciente y sabe de comprensión. Significa que el verdadero amor es capaz de desarmar el corazón y es capaz de largas esperas. No obliga ni somete, sabe leer en clave de madurez lo que se está viviendo sin generar presiones. El verdadero amor sabe descubrir en el tiempo el mejor aliado para madurar, discernir, y descubrir quién está al otro lado, ¿Quién está al otro lado? Está una persona que algún momento se gozó todo mi amor. El Amor no tiene celos, no aparenta, ni se infla. El amor verdadero, sabe lo que tiene porque sabe conocer y reconocer, yo no te puedo celar ¿saber por qué? Porque yo sé lo que tengo ¿y por qué? Porque yo te conozco, por eso cuando una pareja no se da el tiempo de conocerse porque nunca se quitaron las máscaras, aparecen los celos, porque usted no sabe lo que tiene, no sabe quién está ahí. El verdadero amor no vive de mentiras sostenidas, sino de verdades compartidas. El verdadero amor no se infla, sino que se nutre de la entrega generosa de las dos partes y eso lo hace duradero. Cuando una persona deja de comprometerse, empieza a cojear la relación, cuando una familia deja de comprometerse empieza a cojear la familia. El verdadero amor no actúa con bajeza ni busca su propio interés. El verdadero amor cuida con delicadeza y evita lastimar la relación. Sabe medir las consecuencias. ¿Por qué yo evito causarte dolor, que llores, por qué soy detallista contigo? Porque te amo. El verdadero amor cuidad, sabe de gastarse, de atenciones, de delicadeza y de cortesía. El verdadero amor, busca levantar y dignificar a la otra persona, por medio de sus acciones. Por eso el verdadero amor no actúa con bajeza y a veces en las relaciones se llega a lo más bajo, donde lo que más se ama es lo que más se odia, y lo que donde más se debe cuidar es lo que más se descuida. El verdadero amor tiene como principio lógico no hacerle al otro lo que no me gustaría que me hicieran a mí. O, mejor dicho, trata el amor del otro, como te gustaría que te trataran el amor. El verdadero amor sabe vencer el egoísmo y entiende de las luchas compartidas, son tarea de equipo. Si esto no se entiende se va a sufrir mucho. Es usted tubo su renuncia y yo el mío y usted envejeció a mi lado y yo a su lado. El camino fue proyectado de dos, por dos y para dos. El verdadero amor no se deja llevar por la ira y olvida lo malo. El verdadero amor, no pierde el control ¿Es que yo, como voy a destrozar lo que amo y lo que Dios me entregó para cuidad? El falso amor pierde el control y se desborda. Por el contrario, sabe de moderación, piensa antes de hablar y nunca actúa sin pensar. Hay muchas personas que se lamentan de cosas que pudieron evitar, hermanos cuantas personas lindas y buenas uno dejo ir y que eran verdaderas oportunidades. El verdadero amor, nunca olvida que al otro lado hay una persona y no cualquier persona, es la persona que le apostó a tu vida, es la persona que en algún momento creyó en ti, que en algún momento te robó todo, con la que tú vibraba, la que tu apostaste a esta historia, es la persona que entendí desde la fe que en algún momento Dio te la había mandado. Por eso el verdadero amor no puede olvidar, allá hay una persona. El verdadero amor, solo sabe de memorias felices, no se dedica a recordar lo triste, no se dedica el arañarle al otro el pasado. El verdadero amor no se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad. El verdadero amor, celebra las alegrías del otro y las recibe como propio, no puede caber aquí la rivalidad. Es que el otro, es una prolongación de mi vida, es un pedacito de lo que yo soy. El falso amor se entristece con los triunfos del otro. El verdadero bien, busca el bien de la otra persona, porque sabe que es su propio bien. El verdadero amor, no se presenta con máscaras ni con velos, el verdadero amor se presenta como es y eso solamente se descubre en el tiempo. Y yo amo lo que eres ¿sabes por qué? Porque te gastaste conmigo. El verdadero amor perdura a pesar de todo. Cuando es amor verdadero sabe levantarse de las caídas y apostarle a la oportunidad. El verdadero amor lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo. El verdadero amor cree porque ha sido construido en la sinceridad y la transparencia. El verdadero amor cree, cuando hay transparencia. El verdadero amor sabe esperar porque ha sido nutrido en la calma y probado en el tiempo. El verdadero amor no se detiene en la susceptibilidad, hay un bien mayor del que ocuparse. ¿Cuál? La persona.