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MANIFESTACIÓN DEL SER EN LA ESTRUCTURA

FUNDAMENTAL DE LOS ENTES

por )AIME CASTAÑÉ, F. S. C.

Primera aproximación

La mente humana domina las cosas en Io que tienen de propio o distin-


tivo, pero solo mediante un dificil esfuerzo de reflexión consigue explicarlas
en Io que tienen de «ser». Bajo un aspecto no menos real, puede también
decirse que, por el contrario, Io fácil para Ia mente es descubrir el ser en las
cosas y en Ia propia vida : darse cuenta de que todo es. Y Io dificil, englo-
bar en visión exacta y profunda los «hechos», unidades concretas y múlti-
ples, repetidas pero nunca desde todo punto de vista iguales, que son: los
entes. ¿Quién logra penetrar cada uno de los innumerables modos de ser?
Al hombre se Ie abre en cualquier lugar donde fija interiormente Ia mi-
rada, un camino paradójico; no podemos llegar a Ia seguridad y reposo del
fin, mas su. horizonte está abierto; y para nosotros, en cierto sentido mn-
guna distancia resulta ünposlble de salvar. Nadie piensa nunca sin descu-
brir que el ser «es» y algo de «lo que» los entes son ; el hombre, dicho con
otras palabras, al pensar capta siempre el acto de ser y Ia esencia de Io
real ; por eso nada Ie impone límites infranqueables, excepto Ia «nada» mis-
ma, que no tiene realidad puesto que nada es. Pero, de otro lado, tampoco
logra nuestra mente descifrar todo Io oculto y problemático del ser en nin-
guno de los entes particulares, nl ver con plena perfección Io intimo de los
modos de ser ni su conjunto y relaciones.
En verdad nuestra mente es imagen de todo ; pero solo siguiendo un pro-
ceso gradual puede elaborar representaciones de los entes, aunque para to-
dos tenga afinidad cognoscitiva; y Ia luz con que forma tales representa-

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ciones, rranca se Ie manifiesta con entera y pura claridad, ya que nunca


vemos sin ciertas ambigüedades en qué sentido y por qué razón el ser es.
Sin duda, podemos captar esa Uimltación y esos límites del conocer hu-
mano. Todo Io que «es algo» —actual o posible, sea cual fuere su modo de
existir— en igual medida que «es algo» tiene en sí el ser. Hallamos el ser
como base y unidad actualizadora de los entes; y así, nos es dado conocer
toda Ia realidad. No obstante, el ser no es identidad pura ; se nos presenta
bajo innumerables y muy variados modos o manifestaciones, y no cabe per-
cibir Ia riqueza del ser, sino vista al través de dichos modos y con su ayuda.
¿Cómo una capacidad que de por sí es apertura al todo —nuestra capa-
cidad específica y superior de conocimiento— queda a Ia vez atada por su
naturaleza misma a los modos de ser, y con ello se incapacita, hasta cierto
punto, para trascenderlos y penetrar qué "son"?
Las limitaciones que implica Ia dispersión en Io múltiple, sugieren quizá
una respuesta: todo límite es negación de ser, y la mente humana, abierta
a Ia plenitud, es opuesta de raíz a las !imitaciones porque no cabe término
medio ni lazo de unión entre el ser y Ia nada. La apertura y afiniidad entre
el alma y el ser, supone reputeión entre el alma y las limitaciones, y por eso
resulta imposible conocer perfectamente los entes limitados.
Pero Ia respuesta no vale, si es preciso declarar por qué el entendimiento
humano tiene dificultad, precisamente, en conocer Ia plenitud del ser, se-
parada y libre de todo Io múltiple, diverso y limitado; en llegar a Ia visión
de Ia unidad de todo Io que existe ; en descubrir el alcance y aun el sentido
de esa unidad ; en ver cómo pertenecen los modos al ser y cómo él los aúna.
Debemos, por Io mismo, admitir que Ia mente está abierta al ser en par-
te, y en parte no. De estarle enteramente abierta, conocería con entera per-
fección el ser, y en él toda Ia riqueza de los modos, ya que éstos solo tienen
significado y realidad gracias a que «son» y en tanto que «son». Nuestra
alma no descubre el ser con claridad plena y pura, porque Ia no-unidad
nos afecta y no permite Ia ilimitación, sino por dependencia y de forma ate-
nuada. Hay en Ia mente humana límites y negación del ser.
¿Diremos que el alma se compone de ser y de «nada»? Pero no damos
con ello Ia solución ; no hacemos más que insinuar el problema. ¿Cómo —ha-
bremos de seguir preguntando— el no-ser, que nada es, puede estar unido
con el ser y Umitarlo? Si es nada, si no es, carece de sentido considerarlo
susceptible de composición real, y también juzgar que realiza una determi-
nada función. Sin embargo, debemos admitir que el alma tiene límites en
su propio ser; y además que el «hecho» o si se quiere el acto de ser ', toma-

1. L. LAVELLE : «L'Acte n'est rien de plus que l'être en tant qu'il se produit lui-même
ou en tant qu'il exprime sa propre suffisance» (De l'Acte, Aubier, Paris, 1946, p. 73).

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dos en Ia pureza de su carácter, desbordan todo límite y nada los niega ni


condiciona, pues cualquier realidad, en tanto que «es», les está sometida
por entero y de raíz; sólo queda fuera de su absoluto dominio y plenitud
—idealmente— Io que «nada es», a saber, Ia nada 2. Si el alma fuera Ia ple-
nitud del ser, o un aspecto ilimitado y real de ella, su conocimiento sería
pura luminosidad y nada se Ie ocultaría; porque el ser, de suyo, es Ia ver-
dad por absoluta unidad consigo: es todo, excluye Ia negación, y por ende
es Ia absoluta y pura presencia de sí ante sí.
La finitud penetra el alma y todas las realidades, y entes de cualquier
tipo, que constituyen el orden del ser; Io finito o limitado forma un con-
junto diverso y múltiple de entes, que son, y que por tanto son relativos
unos a otros por su común y fundamental relación al acto de ser 3. Según
estos datos, ¿qué interpretación piden los límites del ser, en el alma y en
todo Io particular, múltiple y diverso?
La pregunta nos aproxima al verdadero núcleo del problema, que es me-
tafísico y no puede situarse en un plano únicamente psicológico. Pero las
ideas esbozadas hasta ahora, aún no permiten responder. Cabría juzgar que
Ia pregunta carece de fundamento real y es ficticia, por varias razones. El
ente limitado y los límites del ser ¿existen formando un orden o conjunto
reales, o bien se reducen a algo que es construcción solo subjetiva y apa-
riencial? Si admitimos Ia realidad del ser, ¿no será preciso considerarlo tan
sólo según su diversidad, su pluralidad y sus limitaciones, tal como es con-
cretamente? Al darle unidad y absolutez, ¿no se abandona el plano de Io
real para adentrarse en el mundo de Ia mera abstracción? 4. Más todavía,
el carácter absoluto que quizá debamos atribuir al ser, ¿no será una proyec-
ción de nosotros mismos, una como divinización de nuestro modo de ser
radical y definitivo, que nos parece absoluto porque somos incapaces de
trascenderlo?
En contra de esta última interpretación, que nos priva de trascendencia
al recluir el ser dentro de los límites humanos, está Ia experiencia de nues-

2. SANTo ToMAs Io inddca al reconocer, sin restricción, que «nada» —esto es, ningún
algo, ningún ente y ningún elemento o principio de entidad— «potest addi ad esse quod
sit extraneum ab ipso, cum ab ipso nihU sit extraneum nisl non ens, quod non potest esse
forma nec materia» (De Potentia, q. 7, a. 2, ad 9).
3. A. GoNZALEz ALVAREz : «El mundo de nuestra experiencia está constituido por un
repertorio de seres particulares inscritos en el orden universal del sen> (El problema de Ia
)inituct, Eeal Academia de Ciencias Morales y Políticas, Madrid, 1959, p. 20) ; J.-B. LoTz :
«In der thematischen onto-logischen Erfahrung erweist aich das Seiende tds das vom Sein
schlechthin Abhängige, das Sein aber aJs das schlechthin Unabhängige, von dem alles
Seiende völlig abhängt» (Zttr philosophischen Klärung der religiösen Erfahrung, en Il pro-
blema dell'esperienza religiosa, MorcelUana, Brescia, 1961, p. 265).
4. L. WiTTGENSTEiN: «Die gesamte Wirklichkeit ist die Welt» (Tractatus Logico-Phi-
losophicus, Ed. Revista de Occidente, Madrid, 1957, p. 40) ; «Die Welt zerfällt in 'Ruteachen.
Eines kann der Fall sein oder nicht der PaIl sein und aJles übrige gleich bleiben» (Id., p. 32).

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tra finitud. Con todo, Ia experiencia igualmente clara de que nuestros jui-
cios y decisiones descansan sobre un apoyo inconmovible, ¿no puede to-
marse como Ia del limite extremo, y por tanto imposible de sobrepasar, que
encierra a nuestro yo? 5.
Es indispensable, si hemos de llegar a una conclusión firme, adoptar
Ia posición justa ante las cuestiones aludidas.

Los datos

Toda afirmación del ser que Io reduzca a simple fenómeno, resulta im-
posible. El fenómeno, por su misma naturaleza, siempre es manifestación;
debemos admitir el ser "acto y luz" que se nos manifiesta, que de mane-
ra absoluta afirmamos en todo juicio y en cada una de las decisiones li-
bres. El hombre no vive Io característico y esencial de Ia vida humana, sino
por afirmar el ser y adherirse de forma absoluta a Ia plenitud real del ser,
sin encerrarse en Io relativo de los entes ni de ninguna manifestación apa-
riencial. Cualquier afirmación, y en particular el acto libre, atribuyen rea-
lidad al ser y revelan que «es de suyo» y se basta; jamás tienen valor me-
ramente relativo.
Poco importa, a este respecto, que el objeto de Ia afirmación, o Io que
en el acto libre elegimos, «sean» relatividad : en Ia misma afirmación u op-
ción libre, el hombre reconoce y afirma el ser, como un hecho incondicional
y que se nos impone «de suyo» 6. No podemos ejercer ninguna actividad in-
telectiva ni desplegar Ia volición, sin que, siquiera de forma impHcita pero
nunca del todo velada, digamos: «es». A través de concreciones variadísi-
mas, estas actividades no dejan nunca de presentar los elementos y rasgos
del juicio: algún sujeto, el «es» afirmativo y algo sobre Io cual versa Ia afir-
mación. Al negar o poner en duda Ia realidad del ser, o bien cuando se elige
Io relativo, ni Ia negación ni Ia duda ni otra cuak[uier adhesión a Ia relati-
vidad tienen su más honda base en sí mismas: deben apoyarse en el ser,
afirmado —intelectiva y además voUtívamente— como real. Tan solo vi-

5. M. KANi : «La experiencia consiste en el enlace sintético de los fenómenos (percep-


ciones) en una conciencia, en tanto que éste es necesario» (Prolegómenos, 22, trad. J. Bested-
ro, ed. AguUar, Buenos Aires, 1961, p. 113). «Los conceptos de Ia razón se refieren a Ia to-
talidad, esto es, a Ia unidad colectiva de toda Ia experiencia posible, y por eso se elevan
sobre toda experiencia dada y se convierten en trascendentes» (Id., 40, p. 146 s.). Dicha
totalidad «puede solamente ser una totalidad de los principios, no de las intuiciones y de
los objetos» (/o., 44, p. 152). «Nuestra razón, por todos sus principios a priori, no nos en-
sena más que simpies objetos de experiencia posible y, aun de éstos, no mas que Io que
puexle ser reconocido en & experiencia« (Ia., 59, p. 198).
6. S*Nio ToMAs : «Quod prLmo Inteüectus con<apit quasi notissimum, et in quo omnes
conceptiones resolvit, est ens» <De Ventate, q. 1, a. 1, c.) ; J. Duns Escoro : «Ens per nihdl
notius explicatur» (Tratado acerca del Primer Principio, c. 4, concl. 9, ed. BAC, p. 685).

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vientes que son incapaces de conocer sin dispersión radical y definitiva (y


el hombre cuando procede como ellos) pueden quedar, en sus actos, ente-
ramente sujetos a Ia finitud de Io relativo.

Pero debemos evitar los equivocos en el uso de Ia palabra «ser». Es opor-


tuno indicar, una vez por todas, Ia clave para deshacer los más temibles y
para impedir su ocasión.
Nótese que nuestra luz mental, en su origen, es previa a los actos de co-
nocer (no producida por ellos y necesaria al hecho de que en los mismos
haya determinación o carácter cognoscitivos) ; les da toda Ia aptitud, e in-
terior consistencia, de ser cada uno para si unidad —centro, núcleo— re-
presentativa; y al estructurarlos de ese modo, los une en cierta relación
reciproca tan estrecha como radical e indisoluble.
En aquella luz, Ia adecuación interna consigo —su propia unidad y su-
ficiencia— no revela solo primariedad, y con ella autoconstitución, sino
también estructura intrínseca a los actos de conocer, y por ende Umitada al
par que múltiple.
La unidad ahora aludida, es relativa y absoluta, y aparece luminosa ante
sí a su propia mirada, en los distintos actos de pensamiento. Es Ia verdad
del ser manifestada al hombre; es el manifestársenos del ser.
Si hemos de evitar equívocos, resulta forzoso dar el vocablo «ser» Ia acep-
ción que expresa unidad relativa a otras unidades; no, ciertamente, uni-
dad como presencia solo pura (presencia absoluta, incondicional) ante sí;
no perfecta y plena adecuación que se basta y que bastándose manifiesta
a sí misma su propia unidad y suficiencia ; pero tampoco mera relatividad,
sin referencia a ningún origen absoluto. Ni el positivismo lógico ni doctri-
na alguna pueden invalidar el hecho de que todo juicio implica afirmación
y de que Ia afirmación revela una raiz y una luz incondicionales.
El ser cuya manifestación quisieran penetrar estas Uneas, no consiste en
el solo carácter de unidad múltiple, yuxtapuesta (y relativa) ; es Ia que por
de pronto y de modo directo se nos descubre, mas nunca sin esbozar Ia pre-
sencia de su origen primario, libre de dispersión y anterior a los condicio-
namientos. Nos importa hacer Io posible por quitar el velo y Uegar así a
captar bien Ia manifestación, yendo de Io múltiple —particular y retetivo—
a Ia suficiencia absoluta, solo insinuada y sin embargo cierta, ineludible.
El presente estudio nos invita, pues, a considerar el ser de tos entes li-
mitados; pero con Ia mirada atenta a las señales del horizonte que en eUos
vela y afirma los rasgos de Ia infinitud, Ia acción y presencia absoluta del
Ser.

Afirmar necesariamente el ser como real, no significa atribuirle sólo


carácter absoluto : también afirmamos necesariamente ciertos modos de ser,

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unidades que constituyen el orden real del ser; y éstos, de por sí, son rela-
tivos. El ser, tal como Io conocemos y se nos impone, es radicalmente diver-
so del ente único, eterno, inmutable e inmóvil de Parménides. El acto del
juicio —y por ende los demás actos de intelección y también los de voli-
ción— nunca nos descubren el ser como identidad pura y exclusiva: todo
juicio es admisión de Ia identidad y diversidad del ser.
No podemos afirmar Io diverso, sin apoyamos en Ia absolutez y, por tan-
to, en Ia identidad del ser ; ni podemos afirmar Io idéntico y absoluto, sino
con Ia afirmación de que existe diversidad en el ser. Por donde el idealismo
revela una profunda inadecuación. El idealismo, si guarda coherencia con
sus posiciones básicas, acepta como única realidad Ia del pensamiento; y
en ésta ha de ver sólo identidad plena y pura (o, Io que es Io mismo, una
absolutez ajena a toda relatividad) ; porque, de no haber siino pensamiento,
nada puede limitarlo, con Io cual nada puede introducir en él diversidad,
pues Ia diversidad exige y presupone limitación.
Pero, aunque el ideaUsmo pretenda ponerse en armonía con Ia diversi-
dad —y no puede lograrlo si permanece fiel a sus propias premisas— niega
al menos alguna verdad que para nuestra finitud es manifestación directa
y necesaria de Ia verdad del ser; niega, por tanto, fictioimente, Io impo-
sible de negar.
El no-pensamiento se impone (impone su realidad a Ia mente) con fuer-
za no sólo igual, sino también previa y superior a Ia de los hechos que for-
man el pensamiento humano. Al afirmar el ser, admátimos necesariamente
y sobre todo, y en primer lugar, algo que trasciende los aspectos intrinsecos
de nuestra afirmación; por eso resulta contradictoria Ia doctrina cuyas
formulaciones, apoyadas en Ia afirmación del ser, admiten como única rea-
lidad Ia del pensamilento. El pensamiento humano se nos descubre inten-
cional por naturaleza: tiene una dimensión —la más manifiesta y prima-
ria— que Io proyecte, fuera de sí 7 ; y los modos de ser cuya realidad es reco-
nocida y afirmada (a través de los cuales recibimos Ia certeza de una irre-
ductible diversidad en el orden del ser) desaparecerían si el término de esa
proyección o referencia no fuese real: quedaría tan solo una identidad ple-
na y pura, interior al pensamiento.
Ya que no podemos afirmar el ser, romo dato verdadero y absoluto, sin
admitir diversidad entre modos o entes reales, deben admitirse modos de
ser que exigen y suponen como real el no-pensamiento. Más aún, Ia idea
de ser y Ia atribución de realidad versan, en su origen, sobre el mundo cor-
póreo 8, sobre Ia modalidad sensible del ser; sobre un «de suyo» que existe

7. ARisTOTELES : «El entendimiento se entiende a sí mismo abarcando Io inteUgible»


(Metafísica, 1072 b, Ooras, trad. Samaranch, ed. Aguitor, Madrid, 1964, p. 1057).
8. Sin embargo, según O. F. BoLLNow Ia originaria retectón al espacio es «das des Woh-

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y no es el pensamiento ni puede ser directamente pensado; para poder pen-


sarlo, es preciso que Ia mente elabore y se apropie una imagen procedente
de los sentidos 9.
La afirmación del ser implica y es el manifestarse de una luz, de un acto
y -una absolutez que en Ia raíz de su manifestación sólo se nos descubren
cual principio uniiicador relacionado (por total e ineludible exigencia) a Io
múltiple ; pero que en su misma función de unificar se nos revela además
como causa y justificación de todo cuanto positiva, formal o determinada-
mente es Jo múltiple. Asi, negar que exista Ia materia, entendido con esta
denominación el no-pensamiento o realcdad objetiva de donde traen su
origen Ia dispersión, Io problemático, oscuro y negativo del ser —algo que
por su üidole propia sería nada, y cuyas determinaciones positivas nacen
del no-pensamiento unificador, esclarecedor y en sí absoluto— equivaldría
a negar que conocemos el ser de las realidades y juicios.

Hemos observado que nuestra mente, en el acto del juicio, admite Ia rea-
Udad del ser; y que ello obüga a afirmar el ser como un hecho determinante
y positivo, o principio formal —«acto de ser»— absolutos; y a Ia vez, que
esto supone realidad en oiertos modos de ser, los cuales de suyo son rela-
tivos. Acabamos de ver además que, entre los modos de ser cuya realidad
es admitida necesariamente, deben señalarse los que implica Ia diversidad
—y con ella Ia finitud— del mundo sensibte.
Pero tales asertos y conclusiones no dejan de tener mucha ambigüedad.
Y de otro lado, ¿no incurrrlmos en error al considerar los modos de ser como
referidos a un acto o forma absolutos? Más arriba se nos sugirió si no de-

nens und nicht das der Intenbionalitat. Damit werden die früher behandelten Formen el·
nes intentkmal gegliederten Handlungsraums nicht aufgehoben, aber sie erscheinen erst
als etwas Abgeleitetes und Späteres und bleiben auf jenes andre bezogen» (Mensch und
Raum, W. KohIhammer Veriag, Stuttgart, 1963, p. 304). A juicio del autor, «es glbt ednen
Raum nur, insofern der Mensch ein räumliches, d. h. Raum bildendes und Raum gleichsam
um sich aufspannendes Wesen isi. Und das ist wiederum der wohlverstandene Sinn der
Kantischen These von der «transzendentalen ideaUtät» des Raums. Trotzdem ist der
Raum mehr ate eine blosse Porni menschlicher Anschauung. Hier muss der Kantteche An-
satz durch die Hdneinnahme des vollen Lebens mit der Vielfalt seiner Lebensbezüge erwei-
tert werden» {Id., p. 23).
9. X. ZuBiRi : «Lo primero que el hombre intelige es kt "reaMdad esttanüante" : esü-
;nulante, pero reaUdad. El acto propio y formal de Ui intdigencda no es "concebdr", sino
aprehender Ia cosa misma, pero no en su formalidad "estimúUca", sino en su formalidad
"real"» (Sobre Ia esencia, Sociedad de Estudios y Publicaciones, Madrid, 1963, p. 391 s.) ;
A. AMOR RuiBAL : «El mundo de Ia idealidad y el mundo de Ia realidad, aunque perfecta-
mente distintos, no constituyen bajo ningún respecto dos órdenes separados, ni tampoco
separables, en cuanto en todo tiempo Ia idealidad se funda en el orden objetdvo. La ideali-
dad se impone a Ia inteligencia, como su objeto; y ésta a Ia realidad, como su forma, ya
ejemptor ya ejempteda, como primera razón de ella y como realidad en si misma» (Los
problemas fundamentales de Ia filosofía y del dogma, t. VIII, Seminario Conciliar, Santiago
de Compostela, 1934, p. 510 s.). Puede ser útil examinar tes dos siguientes posiciones rea-
listas : L. LAVELLE, De l'Etre, Aubier, Paris, 1947, pp. 219-231 ; H. BERGSON, La pensée et Ie
mouvant, 31» éd., Presses Universitaires de Prance, Paris, 1955, pp. 211-227.

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oen más bien considerarse tan solo dentro de su relatividad, sin base en Ia
referenda a un absoluto que puede quizá interpretarse como simple ficción
o como ideal construido por Ia mente. Importa, pues, examinar mejor el
sentido o carácter del ser y de los modos de ser ; y en particular, ver con más
precisión hasta qué punto, y en qué esfera u orden de Io pensable, se da ese
carácter absoluto.

Nuestra mente no queda nunca apresada por Io relativo y múltiple; el


hombre, en Ia medida en que piensa, aúna y absolutiza, sin por ello negar
ni absorber Io disperso y relativo. El apoyo y Ia unidad de Io múltiple están,
según queda dicho, en el ser ; y el hombre capta uno y otra, atribuyéndoles
carácter absoluto, en todos los actos de intelección y volición. Al proceder
así, no yerra l°; admite con Ia más segura y firme evidencia Io que Ia rea-
lidad es, Io que debemos afirmar de todo, incluso de Io más relativo y par-
ticular. Todo, en efecto, «es» y es «a su modo». La afirmación de que todo
ente, hecho o realidad «son», resume el contenido y el acto primero o ra-
dical atribuibtes a cada uno de los entes u. Nada se excluye, antes todo se
incluye en ella: Io real, Io meramente posible y Io ideal. Todos los entes, se-
gún el modo pecuüar de cada uno, se distinguen de Ia nada porque «son»
y hasta donde el ser les confiere Ia actualidad o determinación que tienen.
Por Io mismo, solo se distinguen del no-ser en tanto que el ser los une y les
comunica (en mayor o menor grado) un verdadero y real carácter de ab-
solutez 12.
Por otra parte, estas últimas ideas, aunque no parece puedan rebatirse,
tampoco muestran aún Ia eficacia que seria menester. Reproducen algún
aspecto básico de todos los juicios y decisiones que —ya explícitamente, ya
sólo de manera implícita— el hombre formula ; mas ¿no podría suceder que
su valor se limitara al de mero postulado? El hecho de referir inevitable-

10. M. HEiDEGGER : «Der Satz der Identitat spricht vom Sein des Setenden. Ate ein Ge-
setz des Denkens güt der Satz nur, insofern er ein Gesetz des Seins ist, das tautet: Zu
jedem Seienden aJs solchem gehört dle Identität, die Einheit mit ihm selbst» (läentität
und Differene, Günter Neske, PfuUingen, 1957, p. 16).
11. El «esse», según Ia vaüosteima indlcadon de, SANTo ToMAS, «est illud quod est
magis intimum cuiMbet, et quod profundius omnibus inest : cum sät formale respectu om-
nium quae in re sunt» (S. Th., I, q. 8, a. 1, c.); A. MARc: «Bendue ,par ce jugement: les
cftoses ont l'exlstence, que leur nature comporte, l'idée de l'être n'a rien que de concret et
n'est pas dans l'abstrait. Définissez Ie concret par !'entièrement détermtoé; vous devrez
bien conclure qu'une teUe formutation de l'être, exprimant les déterminations générales
du réel, est concrète. EUe est l'idée concrète du concret» (Dialectique de l'affirmation, Des-
clée De Brouwer, Paris, 1952, p. 159).
12. L. LAVELLE : «C'est í'efficatíté du même acte que je retrouve, toujours identique à
elle-même, bien que divisée et emprisonnée, à travers ta diversité de tous tes objets que je
puis percevoir, à travers ta diversité de toutes les idées par lesquelles ma pensée appréhende
ta signfflcataon du réel, à travers ta diversité de tous les sentiments par lesquete ma vie
personnelle s'épanouit, à travers 1& diversité de toutes tes opérations par lesquelles je mo-
difie et je transforme te monde qui m'environne» (De l'Acte, p. 82 s.).

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9 MANIFESTACIONES DEX SER... 53

mente los modos de ser al acto de ser, y el de captar en éste un valor ab-
soluto, y afirmar que los modos nada son sino gracias a que participan del
acto de ser, ¿se reduciría tan sólo, quizás, a necesidad subjetiva de Ia men-
te? ».

Nueva discusión de tos datos

El valor de realidad y absolutez con que el ser se nos descubre en los jui-
cios, y Ia vinculación de los modos de ser a dicho valor, no son producto de
nuestra mente ni de una mera necesidad a priort. Ni son tampoco un «re-
sumen representativo» conceptual, falto de existencia propia y objetiva,
como las abstracciones en cuanto tales.
Ya queda sugerido, a este respecto, que incluso Io más intransferible de
los entes limitados, porque es y en tanto que es, participa de un valor uni-
tario y absoluto, de Ia plenitud y suficiencia que caracterizan al acto de
ser. Hay en todo ente finito relaciones reales, y hasta de suyo previas a Io
individual de cada ente (es decir, más hondas que cualquier nota diferen-
cial o principio limitador). Por ellas se constituye el ente como unidad re-
ferida a un determinado orden o conjunto: se hace elemento de un orden
cuyo centro de unidad real es acto de ser. Esta unidad por relación en-
tre las partes del conjunto u orden del ser, es estrechísáma M ; en efecto, to-
do Io que cada miembro «es», Io recibe del ser y nace, por Io mismo, de Ia
unidad común entre ellos y el acto de ser.
He ahí Io que Ia mente humana -^de ordinario sólo implícitamente, mas
en todo caso por necesidad lógica absoluta— admite como base y aüna de

13. L. WiTTGENSTEiN : «Dle Tautologie hat keine Wahrheitsbedlngungen, denn sie ist
bedingungslos wahr; und die Kontradiktion ist unter keiner BeUngung wahr. Tautologie
und Kx>ntradiktion sind sinntos» (Tractatus Logico-Phüosophicus, p. 120). «Die Tautologie
Msst der Wtrklichkedt den ganzen —unendlichen— logischen Baum; die Kontradiktion
erfüUt den ganzen logischen Raum und lässt der WirfcUchkeit keiner Punkt. Ketae von
beiden kann daher dle Wu*Itehkelt irgendwie bestimmen» (id., p. 102). «Die meisten Sätze
und Fragen, welche über phüosophische Dinge geschrieben sind, sind nicht faJsch, sondern
unsinndg. [...] Die meisten Prägen und Sätze der Philosophen beruhen darauf, dass wir
unsere SpracMoglk nicht verstehen» (Id., p. 64).
14. A. AMOR RtJiBAL: «Es siempre el todo et que da eI ser formal, y Ia inteligibilidad
a los etementos parciales, que por consiguiente dácen relación a él, tan real e intrínseca-
mente, como intrinseca y reaünente cada ser es k> que es en virtud de los factores de que
consta. Y por cuanto cada ser aislado es solamente un todo relativo que se ordena a otros,
y del cual otros a su vez dependen, sobre las entidades singulares vuelve el mismo princd-
pio de relatividad respecto de entidades superiores, y del todo de éstas refluye a su vez
una nueva inteligiblMdad sobre tes unidades inferiores, que son en su categoría Io que
otros elementos inferiores respecto de eDas» (Los problema* fundamentales de Za filosofía
y del dogma, t. VIII, p. 212 s.). Pero no olvidemos Ia justa y bella afirmación tomista de
que «secundum ordinem finds, nihil homirü existit altius nisl solus Deus, in quo solo per-
fecta homdnis beat4tudo consistit» (C. G., 1. 4, c. 54). Hay en el hombre el «supremus et
perfectus gradus vJtae qui est secundum intellectum : nam intellectus in selpsum reflec-
titur, et seipsum itelligere potest» (C. G., 1. 4, c. 11).

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54 JAIME CASTANE 10

todos los juicios; y en particular de los juicios que versan sobre entes rea-
les, singulares y concretos.
Es tal Ia certeza al afirmar este núcleo del pensamiento humano, que
no puede ser excedida por ninguna otra: las demás certezas remiten a Ia
verdad del ser, Ia cual no se nos manifiesta ni resulta admisible para el
hombre, fuera del hecho universaIisimo y admitido como real, en que dicha
verdad se comunica a los entes. Tan solo nos es pos'.ble reconocerla como
verdad (y descubrirla) al ver Ia realidad de Ia participación, o sea, de Ia
relación pr.imaria y profundísima que liga los entes al acto de ser. Negar
esto —o dudarlo— es aplicar de manera absurda idénticas afirmaciones.
La verdad del ser y de Ia participación nos da a conocer el modo funda-
mental y constitutivo de los entes, y además el acto de ser de cada uno.
Porque, en definitiva, cada ente es «lo que» es y tiene su existencia propia,
gracias a su participación del ser. (Al hablar de Dios, hemos de corregir:
gracias a que es Ia plenitud misma del ser. Aclaremos, con todo, que los re-
cursos naturales del hombre no bastan para conocer a Dios intuitiva y di-
rectamente; no cabe una certeza natural, fundada y explícita de EIl, de su
existencia ni de sus atributos, sino por mediación de los entes que partici-
pan del ser; es necesaria una prueba, cuya fuerza se cifra toda en Ia verdad
del ser y de Ia participación).
Según esto, cuaJquier duda sobre Ia verdad deJ ser o de Ia participación
resulta insostenible. Todo juicio, aun aquellos que en su contenido particu-
lar expresan duda sobre dichas verdades, son, ante todo y fundamental y
esencialmente, Ia afirmae'.ón de ellas; y solo de manera derivada pueden
significar algún modo de ser —real, meramente posible, ideal o ficticio—
exclusivamente particular. En todo juicio se toma por base y princip'.o for-
mal o determinante de Ia afirmación, y como verdad inagotable y primera,
Ia autofundación del ser y su carácter activo y actualizador de los entes,
todo Io cual constituye Ia verdad de Ia participación. El juicio traduce en Ia
afirmación «es» —-emitida por recibir nosotros, veladamente, luz de una
«presencia» que es Ia unidad absoluta del ser consigo— un dinamismo fon-
tal, actuaUzador de los entes por Ia unidad de relación (de subordinación
plena y radical) que vige entre ellos y el acto de ser. Es asi, nunca de otra
manera, como tiene significado y se determina Io particular de cada afir-
mación.
Nótese que esto ocurre en todo juicio, aun en Jos que versan sobre el mis-
mo ser o sobre los trascendentales. Captamos siempre Ia antedicha unidad
de relación. Para verlo mejor, recordemos que el juicio implica,de manera
necesaria, conciencia psicológ'ca directa, y además puede ir acompañado
por una reflexión expresa sobre el acto de juzgar y el hombre que Io realiza.
Aunque el sujeto por una parte y el «es» copulativo con el predicado por

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U MANIFESTACIONES DEL SER... 55

otra no se distingan, quien juzga conoce, con mayor o menor claridad y


gracias a Ia conciencia, que el modo individual y humano de existir no es
Ia plenitud del ser, antes mera participación ; que ese modo no puede iden-
tificarse con el apoyo y suficiencia absolutos, en virtud de los cuales se emite
Ia afirmación «es».
Con esta doble verdad, primera para el hombre e indisolublemente uni-
da —verdad del ser y de Ia participación— se nos impone también, según
hemos visto, Ia de que existe el mundo corpóreo. Trátase de un hecho deri-
vado, pero no menos básico en su manifestación.
Admitidos ahora tales principios —que en realidad no se excluyen ni pos-
ponen si el pensamiento guarda coherencia consigo— parece podamos con-
firmar Ia respuesta que veníamos examinando. El carácter absoluto del ser
no se impone por mera necesidad subjetiva: el ser tiene realmente y de
suyo dicho carácter. No debemos atribuirle tan solo una absolutez aparente,
que se defina, verbigracia, como proyección de nuestros recursos y energías
más elevados, último límite de nuestro yo. El yo limitado —y corpóreo— y
todo cuanto posee rasgos o taleidad inteligibles (no absurdos como un círcu-
lo cuadrado) son por entero participación del ser, que de por sí es para ellos
apoyo, origen y justificación absolutos.
Procuremos todavía recoger y discutir algunas aclaraciones.

Se llama y es absoluto Io que no depende ; Io que es para sí mismo su


plena y radical fundamentación, su verdad y razón de ser; Io que, en el pla-
no de Io real o existente —y, por esta causa, también dentro del orden con-
ceptual o de Ia abstracción— se basta, porque es todo. TaI se nos descubre
el ser.
El ser no depende y tampoco recibe influjo ni adición, pues nada tiene
realidad alguna sino por él. Su explicación debe estar de raíz e íntegramen-
te en él mismo, ya que ninguna realidad (actual ni posibte) se libra del
absurdo y de Ia nada, sino por el ser '5. El ser Io domina todo, pues nada
se Ie contrapone. Lo que se distingue de Ia nada, es ser. Y Ia nada misma
carece de toda realidad; nada es y no puede por tanto ofrecer fundamento
real —-ni explicación lógica— para los entes, ni para Ia absolutez que los
apoya, los causa y los constituye (Ia de acto de ser).
En vano diríamos que Ia nada, diversa y antagónica del ser, se identifica
consigo y tiene, por esta razón, su propia verdad: el no-ser es Ia nada, al

15. SANTo ToMAS : «Hoc quod dico esse, est actuaütas omnium actuum, et propter hoc
est perfectio omnium perfectionum» (De Potentia, q. 7, a. 2, ad 9) ; L. LAVEU,E : «Dans
l'acte seuI [d'etre] toute distinction entre Ie sujet et l'objet est nécessairement aboUe. D
n'y a rien en luá que l'on puisse vodr ou sentir. Il se confond avec son pur exercice. Il est
tout entier initiative et premier commencement, étre et raison d'être à Ia fois» (De VActe,
p. 75).

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56 jAIME CASTANE 12

igual que el ser es el ser. Podrá añadirse incluso que el ser nos revela y jus-
tífica Ia verdad de Ia nada, pues Ia afirma como idéntica al no-ser '6, Hasta
habría ocasión de pensar que Ia nada ilumina el ser y Ie es anterior, ya que,
por Io menos en cierto modo, «es más sencilla y más fácil». Pero, al creer
que enjuiciamos Ia nada y Ia concebimos como verdadera, o que podemos
atribuirle funciones positivas para con el ser, en realidad únicamente des-
cribimos o señalamos ciertos modos ínfimos de Ia verdad del ser, y de Ia
participación que él funda.
El ser es el ser, y los entes «son». La verdad de Ia participación, según
Ia cual todos los entes suponen y son referencia al acto de ser, implica dis-
yunciones; en algún aspecto, se contrapone a Ia verdad del ser, Ia cual ex-
presa identidad y es Ia unidad misma ". Mas Ia participación no debe con-
cebirse como una radical, simple ni originaria negación del ser; es identi-
dad y absolutez atenuadas, que emanan de él y que sin él carecerían de ex-
plicación '8.
Hay en esta participación diversos grados, y al verlos en escala descen-
dente, hallamos una identidad y absolutez cada vez menores, en el ámbito
de Ia participación del ser. Establecemos así, conceptualmente, un límite
inferior en el que Ia participación es mínima. Ahora bien, incluso llegados
a ese límite —Io cual, por Io demás, supone un salto ilógico del pensamien-
to— observamos allí el ser, cuyo acto unifica y «absolutiza» alguno de los
modos de ser: dicho modo queda vinculado, por efecto de relaciones que
Ie son idénticas (relaciones «trascendentales») al acto de ser y a todos los
demás modos de ser.

16. M. HBiDEGGER : «Nur weíl die Frage : «Was ist Metaphysik?» im vorhinein an den
Überstieg, an den transcendens, an den Sein des Seienden denkt, kann sle das Nicht des
Seienden, jenes Nichts denken, das gledchursprüngMch das Selbe ist mit dem Sein» (Zur
Seinsfrage, Klostermann, Prankfurt, a. M., 1956, p. 40). No pareoen coincidir con la ade-
cuada toterpretadón de esta última cita las siguientes frases de B. PRzrwARA: «Der he-
geJsche "Widerspruch" hat sich radikaUsdert In das heideggersche "Ndchts". Aber dieses
Nichts ist als Nichts das aHes-bedingende und aHes-schaffende Grundprinzip. Dieses "pro-
duktive Nichts" sagt das ontisch-noetische "Ich bin, der Ich bin" des Identitätssatzes»
(Analogia Entis, Johannes-Verlag, Einsiedeln, 1962, p. 109).
17. PLATON : «Lo otro partacipa del ser y existe debido a tal participación, pero no
es aquello de que participa sino otro, y siendo otro que el ser, existe con toda certeza y
por fuerza como no ser» (El Sofista, 259 a, trad. Tovar, cd. Institut» de Estudios Políticos,
Madrid, 1964, p. 84).
18. PLATON : «Es inevitabte que el no ser esté en el movimiento y en todas las olases.
Pues en todas eUas Ia naturaleza de Io otro, al hacer que sea cada uno otro que el ser, Ia
vuelve no ser, y todas según esto podreinos decir con razón que son no ser, y al contrario,
en cuanto participan del ser, que existen y son seres» (EZ Sofista, 256, d^, trad. Tovar, p. 79);
SANTo ToMAs: «Divisdo cadit m intellectu ex ipaa negatione entis» (I, q. 11, a. 2, ad 4).
Pero sin embargo, «multitudo [...] causatur ex ente. Ipsa enim differentia per quam entia
dlvlduntur ad invicem, quoddam ens est» (De Potentia, q. 3, a. 16, ad 3). «In ente, ratáone
suae commundtatis, acddit quod privaüo entis fundatur in ente : quod non actídit in
privafc5onibus formarum specialium [...] Et exinde conttnglt quod [...] non ens est quod-
dam ens» (I, q. 11, a. 2, ad 1).

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|3 MANIFESTACIONES DEL SER... 57

Cuando se formulan juicios como «la nada no es» o «el no-ser es Ia na-
da», y siempre que nos referimos a Ia más completa negación susceptible
de enunciarse, nuestra mente expresa y atribuye —en grado quizá ínfimo—
Ia verdad del ser ; afirma que el «no-ser» participa de esa verdad 19.
La base donde reposan los juicios equivalentes al de que «el no-ser es Ia
nada», tiene tanta firmeza como Ia verdad absoluta de que «el ser es» o «el
ser guarda identidad consigo». Ambos juicios suponen Ia verdad del ser co-
mo verdad absoluta: como verdad que es de suyo inagotable y se extiende
a todas las demás y les da determinación, y que por ello puede llamarse
«verdad única» ; admiten el ser como hecho incausado, suficiente y de efi-
cacia absoluta. Sobre esta base el primer juicio —«la nada no es», o «el no-
ser es Ia nada»— describe, a Ia luz del ser y con total sujeción al mismo,
algún grado de participación. Al afirmar que Ia pura nada carece de exis-
tencia, es absurda y nadie puede pensarla, aludimos aún a Ia verdad del
ser; Io que en tales afirmaciones hacemos, es poner todo Io posible (Io no
contradictorio) dentro del campo de las realidades e ideas que no trascien-
den aquel límite inferior.
Por consiguiente, Ia «nada» no impide el carácter absoluto del ser.

El problema

Entre Ia verdad del ser y Ia verdad de Ia participación, hay cierta dis-


paridad evidente y profunda. Sin embargo, al cons!derar Ia significación
genuina de estas dos verdades, advertimos también que se incluyen entre
sí, como una perspectiva que solo fuera doble en su ordenación material de
los objetos y acerca de particularidades, y exigiera una misma interpreta-
ción del paisaje en Io que toca a Ia relación mutua de los varios elementos
y a Io constitutivo y primario de cada uno: trátase de una verdad que es
esencialmente única. No se elude con ello Ia disparidad, mas ésta aparece
en el interior de ambas perspectivas. El ser, según Ia mente humana Io co-
noce y afirma, es el ser participado. No intuimos Ia identidad pura; y aun
en Ia revetóción de su absolutez, que nos obliga a aceptarlo como unidad
idéntica consigo, independiente y pura, tan solo vemos Ia causa y luz expli-
cativas de Ia participación, el origen que unifica, apoya y constituye de
raíz los entes al formar el orden del ser.
No nos es dado captar el ser, en forma intuitiva ni mediata, fuera de Ia
participación. De otro lado, no cabe participación sin el ser, que es su ori-
gen. El comunica a los entes todo Io que éstos son; y al dárselo, no influye

19. Cfr. LAVELLE, De l'Etre, pp. 38-45.

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53 jAIME CASTAÑE 14

tan sólo desde una absoluta alteridad, pues todo, en cada uno de los entes,
participa porque su propia y no transferible singularidad es.
¿Se juzgará que el ser es absurdo, por revelársenos siempre como sufi-
ciencia inagotable y radical pero también relativa, como uno y a Ia vez múl-
tiple? M. Y no solamente «se muestra» así; es, con toda verdad, uno y múl-
tiple, absoluto y participado. Baste poner ante los ojos Ia propia limita-
ción humana —patente en el acto mismo de conocer— y Ia finitud intrín-
seca de los demás entes corpóreos. Todo ente limitado, y entre ellos el yo,
J'orma parte de un orden que realmente es uno y múltiple ; todos participa-
mos del ser, y por ende estamos unidos y esa unión excluye que seamos pura
unidad común 21. El principio de unidad nos penetra por entero y de raíz,
ya que todo, en cada ente limitado, es ; y también estamos constituidos ca-
da uno dentro de una intransferible y propia singularidad.
Mas no por eso resulta lícito juzgar que el ser sea absurdo. Esta mi afir-
mación de Ia no-verdad sería, ante todo, conocimiento y aplicación de Ia
verdad del ser. Sólo gracias a que tiene y es verdad, el ser enlaza los térmi-
nos del juicio. Y éstos no pueden vincularse en Ia afirmación, sino gracias
a que Ia verdad del ser los ilumina y aúna; sin ella serían pura dispersión,
absurdos y faltos de toda posible existencia, pues nada serían.
Asi volvemos a notar que Ia verdad del ser ha de concebirse como Ia de
todas las verdades: origen íntegro y radical, que de modo positivo y por
positiva determinación las hace verdaderas. Ella, según queda insinuado,
por su parte es absoluta.
No se trata aquí de confusión entre un carácter absoluto y hechos re-
lativos; entre los juicios de Ia mente humana, en Io que tienen de particular
o de relativo, incapaz por sí mismo de fundarse, y el ser, de cuya verdad
participan. Al contrario, el ser —y ante todo, su dimensión real— está pre-
sente y se nos descubre como Io único fontal y actualizador (eficacia pura,
constitutiva y operante) de toda Ia realidad, esto es, como suficiencia acti-
va absoluta 22; y si es tal su manifestación —que por Io demás no falta, de
suyo, mientras existe el pensamiento— hay en él identidad, ha de tener
adecuación perfecta consigo. Los juicios y decisiones a que el hombre da
curso, se limitan a aplicar, bajo innumerables formas, esa adecuación; afir-

20. A. GoNZALEz ALVAREz : «Todo Io que hay en un ente finito —o todo Io que es— es
en todo semejante y al mismo tiempo en todo diferente a> todo Io que hay —o es— en
cualquier otro ente finito» (El problema, de Ia fínitud, p. 28).
21. A. GoNZALEz ALVAREz : «Cada ente finito es diferente de todo otro y semejante a
todos los demás. Está cerrado sobre sl mismo y abierto al conjunto. Es individual y comu-
nicativo, separado y unido, soMtario y compañero» (BZ probfemo de Ia finitud, p. 27).
22. SANTo ToMAs : «ípsum esse est perfectissimum omnium : comparator endm ad om-
nia ut actus» (I, q. 4, a. 1, ad 3); L. LAVELLE: «En cherchant à définir l'essence de l'acte,
nous ne trouvons pas de meilleure expression que celle-ci : c'est qu'il est l'efficacité pure»
(De l'Acte, p. 14).

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15 MANIFESTACIONES DEL SER... 59

man, según su respectivo carácter concreto, una identidad y plenitud por


las que tiene sentido y por las que es Ia unidad de nuestro juicio o de nues-
tra propia acción libre. Pero, si el ser es verdadero y todo él verdad, ¿cómo
se concilian su unidad y su relativa dispersión? M.

No parece posible mantener, sin atenuaciones, Ia doctrina que opone


el ser a los entes con el hiato de un antagonismo irreductible y total, y hace
del ser Ia pura negación de los entes, su nada 24. Es mal camino, para resol-
ver el problema de Ia participación, eliminar uno cualquiera de los datos
que Io plantean y que deben solucionarlo; el buen camino constóte en es-
tablecerlos con fidelidad y rigor, y compararlos entre sí. No podemos su-
primir Ia tensión entre Io múltiple y Io uno, entre Ia relatividad y Ia ab-
soutez; trátase de ver qué significado tiene.
Lo múltiple no subsiste fuera de Ia unidad, sino que está prendido real y
radicalmente en Io uno: todos los entes son, y en ellos nada hay de positi-
vo, que no suponga unidad con el ser, ni que sea algo sin recibir ese «al-
go» de él. La absoluta negación de los entes, como Ia del ser, equivaldría a
Ia nada absoluta, y es inconcebible por implicar contradicción. Suprimir
los entes de manera absoluta —no por negación solo relativa— es incurrir
en Ia ilusión de negar el ser : de él emanan, y por él únicamente (por nada
más, en definitiva) son y tienen su respectivo modo de ser.
Así, entre Io múltiple y Io uno, entre Ia dispersión de los entes limitados
y Ia unidad del ser, hay oposición solo relativa. ¿En qué se fundan las con-
cepciones monistas, o cualquier otra que lógiamente excluya uno de los dos
miembros o datos del problema? El ser que el hombre capta, y en primer
lugar el ser que existe sin depender del pensar abstractivo, jamás nos apa-
rece, sino revelándosenos a través de Ia participación : Io descubrimos como
fuente de ella, como origen por cuya virtud reciben los entes toda su en-
tldad, y al cual, por Io mismo, se hallan referidos con sendas relaciones tras-
cendentales. Luego, ¿cabe decir, sdn error de base, que el ser es simplemente

23. M. HEiDEGGER : «Algo tan evidente como Ia diferencia entre el ser del "ser ahí"
existente y el ser de los entes que no tienen Ia forma, de ser del "ser ahí" (Ia "realidad",
por ejemplo), sólo es el punto de partida de los proWemas de Ia ontologia, no nada en
que Ia filosofía pueda reposar» (El ser y el tiempo, trad. Gaos, 2." ed., Fondo de Oultura
Económica, México, 1962, p. 470). Adviértase que donde el ser nos revela su acto y su vir-
tud asclarecedora, no es en Ia mera «facticidad» ^para sí misma opaca— de los hechos y
cosas «mundanos» ni de nuestra propia vida ; es únicamente en cierta luz peculiar y es-
pecífica del «Dasein» u hombre singular y concreto, por Ia que existimos contrapuestos a
Ia dispersión y a te, finitud. En esto sin duda Ia posición de HEIDEGGER no otorga al «Da-
sein» toda Ia amplitud del «esse» tomteta.
24. A esto se inclina M. HEIDEGGER. Véase Ia anterior cita 16, y además : «El ser, tema
fundamental de Ia filosofía, no es el: género de ningún ente, y sln embargo toca a todo
ente. Hay que buscar más alto su "universalidad". El ser y su estructura están por enci-
ma de todo ente y de toda posible determinación de un ente que sea ella misma ente. El
ser es Io transcendens pura y ximplementey> (El ser y el tiempo, p. 48).

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60 jAIME CASTAÑE 16

uno, o que está separado por completo de los entes, o que sólo tiene reali-
dad Io múltiple como tal o bien Io múltiple unificado por Ia mera abstrac-
clón?25.
En especial, no se ve de qué forma pueda haber identidad entre el ca-
rácter absoluto del ser y Ia absoluta negación de los entes, cómo pueda aquél
deflnirse con el término de nada, y en qué sentido Ia nada de los entes pue-
da fundarlos y ser l<uz que los muestre y justifique 26. La luz que ilumina los
entes y revela por qué «son», forma unidad con ellos y es sin embargo ori-
gen absoluto, previo, inagotable, total e independiente de toda Ia verdad
múltiple y relativa. Esa luz es Ia verdad del ser.
En tanto que existe a participación, reciben los entes dicha luz y tienen
verdad, pues en tal medida «son», guardan identidad consigo y por ello son
inteligibles. Y así resulta, además, que en caso de venir a los grados Infe-
riores de participación, atejándonos, por diferencia y disparidad cada vez
mayores, del ser absoluto, Ia verdad se debilita y oscurece ; ahí los entes son
más opacos a nuestra mirada Interior, menos inteligibles, porque reprodu-
cen más üiexactamente Ia identidad pura. Al recibir en menor grado Ia ver-
dad del ser, se dificulta Ia afirmación, pues el juicio toma siempre su vir-
tud de Ia verdad e identidad del ser uno y verdadero, ante el hecho de Ia
unidad y verdad que por participación se comunica al ente.
De no haber unidad en el ser, toda verdad sería absurda. Por otra parte,
si blen para afirmar el ser, en cuanto que es absolutamente uno, se nos exi-
ge trascender Io múltiple y relativo, esto no implica mera afirmación de Ia
unidad absoluta, antes sólo tiene lugar por imponérsenos Ia verdad de Ia
participación, que es manifestación de los entes como reales.
En el mundo corpóreo, el hombre es el único capaz de trascender Ia fi-
nitud y aunarlo todo en Ia verdad del ser. Pero no Io hace —al concebir o
formular juicios nl al tomar decMones— de otra manera que respetando
los términos y el sentido de una relación primaria, por Ia que todo, en cada
uno de los entes limitados, es.

25. Según E. PRzywARA, «1st es in Existenz- wie Essenz-Philosophie ein Gegensatz


der Extstenz : Existenz der Kreatur im BndMchen, Existenz der Kreatur im Ideatdv-Idea-
len; endMche Existenz, ideate Existenz. Indem aber die endliche Existenz sich zuletzt als
(tragische) GöttMchkeit reiner Endlichkeit fasst, die ideale Existenz ab eine Erscheinung
göttMcher IdeaUtät, tragen beide (in adlem Gegensatz zueinander) die Form einer Identi-
tät von Essenz und, Existenz und damit die Porm Gottes : reine Existenz (die in "rein"
für und zu und in sich selbst Uwe eigene "Existenz" ist)» (Anaíogia Entis, p. 219).
26. M. HEiDEGGER : «Das Wesen der Wahrheit enthüllt sdch ate Freiheit. Diese ist das
ek^sistente, entbergende Seinlassen des Seienden. [...] Gerade indem das Seintessen ün
einzemen Verhalten je das Seiende sein lasst, zu dem es sich verhädt, und es damit enk
birgt, verbirgt es das Seiende im Ganzen. Das Seirüassen ist in sich zugleich ein Verber-
gen» (Vom Wesen der Wahrheit, Klostermann, Frankfurt, a. M., 1954, p. 18 s.). «Die Entber-
gung des Seienden aJs eines solchen ist in sich zugleich die Verbergung des Seienden im
Ganzen. Im Zugleich der Entbergung und Verbergung waM/et dte Irre» (Id., p. 23),

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17 MANIFESTACIONES DEL SER... 61

Ha aparecido como inadecuada Ia posición que niega realidad —los ca-


racteres de «en sí» y «de suyo»— a todo Io múltiple y diverso; Ia que, por
el contrario, sólo considera real Io relativo —lo múltiple y diverso— y pre-
tende excluir el carácter absoluto del ser; en fin, también Ia posición equi-
voca según Ia cual el ser es absoluta negación de los esntes. Aceptarnos asi
el antiguo y nunca aviejado problema de Io uno y Io múltiple, de Ia abso-
lutez y Ia relatividad.
No podemos reducir los entes a unidad pura; n,i confundir el acto y el
origen absolutos con Ia finitud receptiva y dispersa; ni abandonar Ia ex-
plicación, como si Ia tensión entre Io múltiple y Io uno fuese del todo opaca
a Ia verdad del ser, que está difundida por los entes y es luz y expresión
radical, definitiva, de cada uno de ellos.
Decir que el ser constituye por entero y con suficiencia absoluta Ia rea-
lidad, y al hacerlo se identifica (de forma Intrínseca y plenamente) con Io
uno y Io múltiple —y que por esta razón se explican y deben admitirse en él
como reales ambos caracteres— no es, sin duda, resolver Ia cuestión, sino
plantearla 21. Hace falta ver de qué modo Io múltiple se contiene en Io uno,
y cómo puede Io uno, sin perder Ia unidad —ya que el ser es identidad ab-
soluta— comunicarse y fundar Io múltiple de los entes.
¿Qué significa, además, el carácter absoluto del ser? Admitido ya, en lí-
neas anteriores, que no es una mera nota abstracta, aún falta por ver hasta
qué punto forma parte del conjunto u orden entitativos, y en qué -medida
los trasciende (no para negarlos, sino siendo origen «libre», inagotable y
en todo suficiente). El principio de unidad en que nos apoyamos al concebir
o formular juicios, o tomar decisiones, se nos revela como absoluto; mas no
logramos intuirle como ser unitario, distinto de las realidades múltiples e
infinito, y menos aún vemos que coincida con Ia totalidad de los entes. ¿Cuál
es, por tanto, Ia verdadera índole del principio real de unidad y absolutez?

La estructura

Es innegable el hecho de cierta composición real, dondequiera haya fi-


nitud. Se trata de una composición más honda que Ia exigida por los cuer-
pos como tales (recluidos en su propia individualidad, pero unidos a Ia vez
por algún modo común de ser; penetrados en su constitución más íntima
por las determinaciones espacio-temporales, que definen Ia materia y re-

27. E. PRZYWARA: «Einmal zeigt sich die Begründung kreatürUcher Metaphysik von
der Wurzel her: zum Akfc-ProMem hin und vom Akt-Problem her. Dann aber steht nun
ihre volle Form-GestaJt vor uns : im E>ass und Wie ihres zueinander von formalen Gegen-
stand und Akt» (Analogia Entis, p. 60).

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(J2 jAIME CASTAÑE 18

velan nuestra fdnitud...). Los modos de ser son; y el ser sólo se manifiesta
gracias a que es origen, acto o principio determinante y realizador, de los
entes 28 ; dada nuestra condición de «espíritu encarnado», trasciende tos re-
cursos de Ia mente humana y es imposible que nos aparezca como sola iden-
tidad pura, no participada por Io múltiple y relativo.
Mas tal observación —que se repite sin cesar, siquiera virtuaünente, en
1x>dos los juicios y decisiones— no debe inducirnos a engaño: Io uno, en
cuanto uno o definido por su unidad, no puede identificarse con Ia disper-
sión de Io múltiple. El carácter relativo se distingue y se excluye de Ia ab-
siolutez ; Io que sólo «es» por participación, del origen o fuente participada w.
El ser, cuya verdad ilumina los juicios del hombre, no permite sostener Io
contrario; más aún, impide formular un solo juicio, sin aplicar Ia distin-
ción entre el ser y alguno de los modos de ser.
Al pensar, tiene el hombre conciencia, por Io menos virtual o implícita,
de que Ia identidad del modo particular de ser a que el juicio presta aten-
ción, es sólo un aspecto derivado, y no Ia raíz ni el núcLeo de toda afirma-
ción verdadera y de toda posible unidad; que en el juicio Io particular y
restringido se nutre de una identidad más honda, inagotable para los re-
cursos del entendimiento. Así aparece una plenitud que no podemos abar-
car, y de ella recibimos luz que determina lo>s caracteres de unidad y ver-
dad en Ia afirmación del ente finito, según el modo de ser con que el ob-
jeto de esta última tiene parte en aquella misma plenitud.
También los juicios que versan sobre el ser y cuyo objeto no implica de
suyo limitación, revelan a través de Ia conciencia psicológica —según tu-
vimos ya ocasión de recordarlo— que Ia finitud subjetiva no es aquella luz
y firmeza absolutas donde el juicio cobra (siempre en grado imperfecto) Ia
verdad; con Io cual ponen de manifiesto Ia distinción entre Ia finitud y el
s«r. Por Io demás, queda indicado que esta finitud subjetiva no deja intuir
Ia unidad plena y pura, Io infinito y absoluto del ser ; hay siempre relativi-
dad en el modo humano de conocer, o de tomar decisiones, y únicamente
por raciocinio —por inferencia lógica— podemos explicitar que Ia suficien-
cia sólo y en todo relativa de los entes limitados supone, como término real
e ineludible de su propia dependencia, una alteridad pura, extrínseca a
6'llos, suficiente y libre por Ia absoluta identidad que guarda consigo; una

28. L. LAVELLE : «Le propre de l'acte [d'étre] c'est de ne pouvodr jamáis être regardé
comme un donné, c'est d'être L'origine et Ia genèse des choses, c'ast de se confondre avec
Ie principe qud les produit» (De l'Acte, p. 62).
29. A. GoNZALEz ALVAREZ : «EI ente finito, sujeto de atributos contrapuestos, deber ser
c.uaI y estar constituido por un principio en el que asiente su mu>midad intransferible, su
diferencia y relatividad, su clausura en una totaJidad individuali, y otro principio, pene-
trativamente abrazado al anterior, que sirva de fundamento a su referibUidad a los demás,
a su semejanza y absolutez, a su apertura y proyección en el orden universal» (El problema
a'e Ia finítuá, p. 30).

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19 MANIFESTACIONES DEL SER... 63

alteridad cuya distinción de tales entes relativos implica prioridad, pleni-


tud e infinita sobreeniinencia, Io cual Ie permite efectuarlos de raíz y por
entero, sin caer en relatividad alguna.

¿Diremos que los entes conocidos por manifestación inmediata y direc-


ta —los entes limitados— están compuestos de infinitud y limitación? Con
esto no Conseguiríamos resolver Ia cuestión que nos ocupa x. Se trata de
saber cómo sin absurdo, y sin exclusión de Ia absolutez, deban admitirse en-
tes limitados, cada uno de los cuales sea, y se halle, por Io mismo, en Ia más
íntima unión con el ser, y no pueda constituirse en Ia propia realidad, sino
por Ia realidad de esa unión, a Ia que en todo y sin atenuación es idéntico.
¿Resultan conciliables el ser y su limitación, se explica Ia presencia —real
y constitutiva— de los dos en Ia unidad concreta del ente limitado? ¿Se ex-
cluyen entre si, y a pesar de ello penetran y constituyen Io real?
Buscamos el cómo y el porqué de una extraña oposición, irreductible y
a Ia vez hecha unidad en cada ente. Para interpretarla no sirve, porque es
absurda, Ia composición de finitud e infinitud reales —y aún menos, si cabe,
Ia de nada y todo— fundidas en Ja unidad de un ente único 31. Es imposible
cualquier tipo de compuesto cuyos elementos o principios reales sean sim-
ple negación mutua.
Pero ciertamente el ser es de por sí infinito y único. La aserción dista
mucho de suponer que los entes Mmitados se reduzcan de hecho —o por na-
turaleza ]o p.idan— a ser otros tantos aspectos de una mal explicada Sus-
tancia divina 32. Al contrario, han de tener limitaciones; su propia natura-
leza Io exige. El ser está realmente diversificado y relativizado en ellos. Mas
Io que es de por sí absoluto, no puede ser constitutivo real de las limitacio-
nes; y Io que es por naturaleza reiativo o particular, no puede serlo tam-
poco de Ia absolutez. En otras palabras, el ente que es y es limitado, ha de

30. A. GoNZALBz ALVAREZ : «Ni to, finitud del ente finito es un odre que contenga Ia
entidad, ni Ia entidad del ente fináto es el contenido de ningún recipiente. Vuelve a po-
nerse de relieve que no se puede separar, abstraer o dlcotomizar Ia enüdad deI ente fi-
nito de Ia finitud del mismo. No es que una parte del ente finito sea sin ser finita y otra
parte sea finita sin ser. Dicotomizactón semejante pondría a un Uuto Io entitatJvo puro,
que seria puro infinito, y al otro el Umite puro, que seria te pura nada. El ente finito ha-
bría quedado plenamente desintegrado» (El problema de Ia finitud, p. 25 s.).
31. G. W. P. HEGEL : «En una rel8xdon en que se coloca de un UuIo Jo finito y Io in-
finito de otro, se concede a aquél iguaü importancia e independencia que a éste ; se hace
de Io finito un ser absoluto que, en este duausmo, se basta a sí propio» (Lógica, 95, trad.
Ovejero, ed. Victoriano Suárez, Madrid, 1917, p. 174).
32. B. DE SPiNozA : «Aparte de Dios no puede darse ni concebirse ninguna sustancia»
(Etica, i, 13, trad. O. Cohan, ed. Pondo de Cultura Económica, México, 1958, p. 21). «La
extensión es un atributo de E>ios, o sea, Dios es una cosa extensa» (ld., II, 2). «En el orden
natural de &s cosas nada se da contingente ; síno que todo está determinado por Ia ne-
cesidad de \& naturaleza divina a existir y obrar en un cierto modo» (Id., I, 29). «En el
alma no hay ninguna voluntad absoluta o libre» (Id., Ii, 48).

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64 jAIME CASTAÑE 20

estar compuestx> de un principio real de ser y otro principio no menos real,


realmente Umitador M.
¿Se compone de ser y no-ser? Baste recordar de nuevo que Io irreal e im-
posible no puede ser causa de ningún efecto real, y hemos comprobado más
arriba, a través de un examen seguro, q<ue es real un gran número de limi-
taciones. Sin duda, los entes solo pueden ser múltiples a condición de estar
limitados; suprimida toda Umitación, ya no podría haber pluralidad con
exclusión mutua de ellos. También es verdad que su limitación les viene
de un principio que implica cierta negación del ser M. Mas si Ia negación
depende por su origen (y por toda su reaUdad y significación) del ser ne-
gado, aunque real y honda, no impide que el ser sea absoluto; y dado que
Io es, todo, aun el principio de limitación, debe fundarse en él. No queda
nada fuera de Ia unidad cuyo principio o forma determinantes son el acto
mismo de ser.
Asi, k> que constituye el limite de los entes —al relacionarse de modo ra-
dical, y por referencia mutua, con el acto de ser— no es Ia nada. Ya vimos, y
aquí hemos reiterado Ia observación, que Io real y todo cuanto no se hace
ünposible por absurdo o contradictorio, o bien participa del ser, o bien es
origen absoluto de esta participación K.

33. L. DE RAEYMAEKER : «El ser particular no puede ser simple, puei>to que da lugar a
Ia afirmación simultánea de dos juicios —es y es éste— irreductibles, aunque cada uno
de eUos se refiere a Ia unidad concreta y total del ser considerado. Sólo conjuntamente
txpresan estos juicios Ia unidad de una manera adecuada; son correlativos y i>e apoyan
mutuamente, como las aristas de una ojiva : juntos expresan Ia relación fundamental, Ia
tensión interior, que constituye ad ser particular» (Filoso]ia del ser, Ed. Gredos, Madrid,
1959, p. 152).
34. P. ULRicH : «Die selbige Verwendung von Sein und "Ndchts" erweist sich als die
Bedingung der Möglichkeit einer hinzufügung zum Sein, in der dieses sich seü»t entfaltet
und zwar in einer "Andersheit", in der "nichts" ausgesagt ist, was nicht immer schon
wesenhaft ins Sein gehörte» (Homo Abyssi^, Johannes-VerXag, Einsiedem, 1961, p. 237).
35. He ahi Ia dialéctica de Ia nada y del absurdo, tal como to presenta J.-P. SARiRE :
«]je pourvoi est l'être qui est à soiiméme son propre manque d'ètre. Et d'être dont manque
Ie pour-sol, c'est l'en-soi. Le pourvoi surgit comme néantasatkm de l'en^soi et cette néanti-
sa.tion se définit comme pn>jet vers l'en^soi : entre l'er^soi néanti et l'en^soi projeté, Ie
pcnux3oi est néant. Ainsi Ie but et to fin de 1» néanüsation que je suis, c'est l'en-soi. Ainai
to réaUté humaine est désir d'ëtre-en^oi. Mais l'en-soi qu'elle désire ne saurait être pur
er..^oi contingent et absurde, comparable en tout point à celui qu'elte rencontre et qu'elle
néantit. [...] L'être qui fait l'objet du désir du pomssoi est donc un en^soi qui serait à lui-
miïme son propre fondement, c'est>a-dire qui serait à sa facticité comme Ie pour-soi est
à ses motivations» (L'être et Ie néant, OaiUmard, Paris, 1948, p. 6o2 s.). «Tout pour-soi
esi; Ubre choix ; chacun de ses actes, Ie plus insignifiant comme Ie plus consadérabte, tra-
duit ce choix et en émane ; c'est ce que nous avons nommé notre Uberté. Nous avons main-
tenant saisi Ie sens de ce choix : il est choix d'être, soit directement, soit par appropriation
du monde, ou plutôt les deux à to fois. Ainsi ma Mberté estreUe choix d'être Dieu et tous
m€« actes, tous mes projets, traduisent ce choix et Ie reflètent de mille et miUe manières,
car il est une infinité de manières d'être et de manières d'avoir» (Id., p. 689). «Toute réa-
Ut<! humaine est une passion, en ce qu'eUe projette de se perdre pour fonder l'être et pour
comtituer du nrâme coup J'En-soi qui échappe à to contingence en étant son propre fon-
dement, i'Ens causa gui que les reMgions nomment Dieu. Aina Ia passion de l'homme est-
elle1 inverse de celle du Christ, car l'homme se perd en tant qu'homme pour que Dieu naisse.

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21 MANIFESTACIONES DEL SER... 65

Podría parecer que, en lugar de resolver Ia cuestión de Io uno y Io múl-


tiple, añadimos nueva dificultad. Si el ser es de por sí infinito y único, el
principio real de limitación no puede identificarse con el acto de ser; mas
ya que el ser, como origen absoluto, debe constituir y explicar los entes y
todo cuanto por cualquier razón forma parte de ellos, el principio de limi-
tación tiene que interpretarse, quizás, cual simple modo, elemento o fun-
ción del ser. Es decir, el ser habrá de darnos explicación real, y además úl-
tima, de ese elemento o modo; y a través de ella, explicar su propia finitud.
Por otra parte, sl bien es claro que Ia nada no puede existir, tampoco ca-
be poner en duda que existen seres limitados, y que su limitación, como tal,
no es acto de ser, sino carencia del mismo. Es imposible para toda mente
—aun para Ia mente de Dios— concebir Ia nada absoluta, puesto que pen-
sar es, por naturaleza, atribuir el ser a Io pensado; mas podemos pensar el
relativo no-ser o carencia relativa de que están afectados los entes finitos.
Dicha carencia no es Ia nada absoluta: es exclusión parcial en el ámbito
de los modos de ser. Es un «no ser» todo Io que cabe en el plano de las esen-
cias: es, e influye, en identidad con alguna de las múltiples y entre sí re-
lativas unidades que por el acto de ser «son» de suyo, y presupone Ia auto-
fundación y eficacia absolutos del ser.
Por tanto, debe considerarse lícita Ia afirmación de que el no-ser Umita
los entes, dado que el acto de ser —o principio último de suficiencia y de
eficacia— como tal, y a menos de una absurda contradicción en sus carac-
teres, no puede ser su propio límite, ni tampoco pnncipio o causa interna y
directa de limitación. Mas todo esto de ninguna manera autoriza a propug-
nar Ia admisión de Ia nada absoluta, ni a desconocer que en tal explicación
todavía faltan varios complementos decisivos. Solo conseguimos avanzar, si
un estudio riguroso de los hechos, o datos establecidos, permite ir señalan-
do cómo es el principio de limitación, y cómo se explica su relativo no-ser.
De otro lado, conviene examinar más de cerca una distinción ya insinua-
da, entre ser, y acto (o principio determinante) del ser. Quizá con todo ello
veamos que el ser da fundamentación a los entes —y en el campo de tos
ideas da también razón de sí— al influir con carácter de causa interna y
determinante (es decir, como «acto») en el principio de Umitación, consi-
guiendo, por esta unión estructural de los dos, formar en tales entes Io real
de Ia finitud *.

Mais l'idée de Dieu est contradictoire et nous nous perdons en vain; l'homme est une
passion inutUe» (Ia., p. 708).
36. SANTo ToMAs: «Esse est actuaUtas omms formae vel naturae [...] Oportet igitur
quod ipsum esse comparetur ad essentiam quae est adlud ab ipso, sicut actus ad potentiam»
(I, q. 3, a. 4, c.).

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(^) JAIME CASTAÑE 22

El principio interno de limitación participa del ser; es algún modo par-


ticular de ser, que no contiene los demás modos. El acto o principio deter-
minante, sin duda «es» con mayor evidencia aún. Pero Ia unión o unidad
relativa de estos dos principios y el ente, no supone identidad ni igualdad
entre los dos principios, ni entre cada uno y Ia totalidad del ente que re-
Eoilta. Al contrario, según venimos viendo, el hecho de existir entes limita-
dos —por su relatividad no idénticos a Ia suficiencia y plenitud activas que
el acto del juicio nos revela— obliga a reconocer Ia distinoión real y mu-
tua de tales principios, y a aceptar que el ente es Ia unión (o unidad en
estructura) establecida con ambos.
Parece ineludible dar como hecho seguro que existe esa composición. Sm
ella no podría haber entes limitados; todo se reduciria a una única reali-
dad, Ia participación sería absurda. Mas con Ia afirmación del doble prin-
cipio real, ¿logramos solución? ¿No volvemos a admitir, más bien, que el
ente finito y real es Ia inexplicable síntesis de Umitación e infinitud? 37.
¿Qué es más claro, los entes como realidad múltiple y relativa, o que cada
uno de ellos se componga de los dos principios mencionados? M.

Empecemos por examinar Ia última sugerencia. No cabe decir que por


de pronto descubrimos aquellos principios; y que luego nos aparece su es-
tructura unitaria, el ente como unión de limitaciones y absolutez, a manera
de doble relación radical y mutua. Lo que conocemos en primer lugar, son
entes: algo que se manifiesta sobre una base de certeza absoluta —pues
nadie puede, sin negar de raíz Ia significación de todos los juicios y concep-
tos, poner en duda que «existe reaUdad»— pero cuyo hecho múltiple y va-
riado de existir, al igual que su manifestación, se halla asimismo falto de
firmeza y podría no tener lugar.
Ahora bien, este conocimiento inicial exige desarrollo. Debemos aclarar
el cómo y el porqué de Ia unidad entre Io no firme y Io más seguro, entre
Io relativo y Ia absolutez que Ie da apoyo. Para ello nos es preciso penetrar
Ia unidad relativa del ente : examinar su principio unificador y el origen de
Ia dispersión y relatividad.

37. G. W. P. HEGGBL: «Lo infinito es Io afirmativo, y sóto Io infinito es superado»


(Lógica, 95, trad. Ovejero, p. 176). «Ohne Welt Gott ist nicht Gott» (Vorlesungen über die
Pfiílosopftie der Religion, Ed. Lasson, Bd. I, p. 148).
38. X. ZüBiRi : «Sin eodstencáa y esencia no habría reaMdad ; pero aquello que formal-
mente constituye Ia reaJidad es ese modo de "de suyo" según el cual te, cosa es existente y
está esencdada» (Sobre Ia esencia, p. 400). «Eealidad es formalmente Io "de suyo"; for-
malmente no es existir ni actualmente, ni aptdtudina4mente, sino que es a te, vez e indis-
tintamente esencia y existencia, porque es esa formalidad según to cuaJ Ia cosa es "de su-
yo". Sólo fundados en esta formalidad, esto es en áa realidad qua reaUdad, podemos des-
cubrir sus dos momentos de esencia y existencia» (/d., p. 401). Cfr. M. LEoino, La medita-
ción .soore to esencia de X. Zubiri, en «Salmanticensis», vol. 10, 1963, pp. 363-381.

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23 MANIFESTACIONES DEL SER... 67

No podemos situar ambos principios reales de explicación a un mismo


nivel; hacerlo, seria quedar en cierta inadmisibte dispersión, sin el funda-
mento sobre el que están apoyados todos nuestros juicios, pues como ya sa-
bemos, los juicios y también las decisiones libres presuponen necesariamen-
te una identidad no dispersa. Pero trascender Ia dispersión, es aplicar el
principio unificador a Io disperso, afirmar que Ia unidad pura se irrúta y
recibe de forma participada, y con imperfección, en Ia unidad peculiar y
constitutiva del ente.
Los juicios ordinarios no revelan aún Ia naturaleza de este doble tipo de
unidad, ni siquiera contienen datos bien establecidos, que tal como de in-
mediato se descubren, permitan llegar a una interpretación evidente. Sin
embargo, se implica siempre en toda afirmación o juicio un conocimiento
cierto y realista, no fácil de explicitar, por el que sabemos existe una ade-
cuación originaría absoluta (Ia del «es», o simple y pura afirmación) mas
nunca vista sano por medio de Ia relativa unidad con que el ente limitado
tiene parte en aquella adecuación. A Ia luz de todos nuestros juicios, el ente
es con Ia sola amplitud y en el solo grado que su modo de ser, intransferible
y único, Ie consiente y exige.
Tiene lugar ahí cierta visión velada y a If. vez segura —vaga, pero in-
confundible en su orientación hacia los hechos— de que Io más hondo> de
cada ente es estructura real y supone, con prioridad todavía más profunda,
una vinculación por Ia que todos están referidos al acto puro de ser.
En tanto que conocemos de modo intelectual —no meramente sensible—
cualquiera de los entes limitados, nuestra mente capta de forma implícita
los principios reales que Io componen. No se trata de una manera subjetiva
de conocer ; el ente limitado que se manifiesta, es en realidad " ; y al propio
tiempo, con toda verdad es él mismo y no los demás entes.
Por otra parte, no basta Ia manifestación implícita de los principios rea-
les; es necesario ver con precisión cómo constituyen al ente. Hasta que se
logra ver en ellos Io característico y diferencial de su relación mutua, Ia
verdad del ser no revela su propio origen ni su manera de iluminarnos, por-
que ignoramos aún en qué consiste el ser de los entes. Si ya Io dicho nos
perm,ite entrever Ia conciUación de Io uno y Io múltiple, del ser, como su-
ficiencia activa y absoluta, y los entes relativos, falta precisar Ia descrip-
ción ; se nos pide examinar todavia con rigor los dos principios fundamen-
tales que forman el ente.

39. E. PRZYWARA : «Alle wahrhaft inhaJtliche Philosophie wird Phänomenologie sein


müssen (wie es Husserl in seiner noematlschen Periode mit Recht betont hat). Aber diese
"reine Inhaltlichkeit" muss dann bewusst jene Form des "Bealen" annehmen, wle allein
die echte Bealogie sie herausarbeitet. Indem aber eine inhaltMche Phänomenologie, kraft
ihrer Inhaltlichkeit, die Ebene der "Essentia" innehat, steht sie in dem "Über", in dem
die "essentia" zur "existentia" steht» (Analogia Entis, p. 390 s.).

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fig jAIME CASTAÑE 24

No tenemos razón para juzgar absurdo que el ente limitado sea consti-
tuido por un principio real de ser y un principio también real de limitación.
Desde luego, seguimos negando Ia unión estructural del puro no-ser y de
Ia infinitud; no nos acogemos a tal síntesis, al afirmar aquella composición.
Los principios del ente son realidad, no fruto de Ia abstracción. Tampoco
son entes individuaUzados o completos, ni menos aún, si cabe, es licito sos-
tener que son un ser absoluto y Ia pura nada (absurdamente limitadora, y
además, Umitadora de un ser que excluye todo límite). Cada uno se muestra
como relación pura, «trascendental» y no vacía, al otro; y Ia unidad que
entre los dos estructuran, es el ente, unidad que existe gracias al principio
real actuaüzador («acto de ser») y es limitada por el principio real de po-
tencia actualizable y receptiva (esencia, tateidad, «modo de ser»).
Ninguno de estos principios es por de pronto realidad, que en segundo lu-
gar ejerza función relativa: los define y constituye Ia relación *. Ambas re-
laciones difieren, y cada una comunica Io peculiar del propio carácter al
ente que forman.
¿Es todo esto una mera hipótesis? El acto de ser o principio real actuali-
zador sería absurdo, si hubiera que considerark> como perfección ilimitada
(absohita) ya constituida, pero Umitabte y posteriormente Umitada por el
modo de ser. A su vez el principio de Mmitación tampoco puede concebirse
como una realidad que de suyo y por su propia virtud es, y a Ia cual venga
a añadirse, no obstante, el acto de ser : con ello tendria lugar Ja inexplicable
e imposible constitución de Io ya constituido. A Ia verdad, ni el acto de ser
se da de por si configuración, ni tampoco de por sí el modo de ser «es», antes
recibe del acto determinación, por Ia que «es» de suyo (por Ia que tiene su-
ficiencia activa y unitaria) según Ia propia capacidad receptiva 41.
Pero todavía hay más. En los entes limitados, el acto de ser no es unidad
consigo (identidad) pues de Io contrario sería infinito y único; y ei modo

40. L. DE RAEYMAEKER : «Lo que existe es la. estructura que constituye Ia correlación
de los principios, a saber, el ser partlcuOar. Un principdo considerado aparte de los de-
más principios es un absurdo, y, como taJ, no es ; no se concibe y no es real más que en
\& estructura que Io contiene ; no es id quod est, Io que es en sí, sino id quo est (tale ens
quod est), el principio intrínseco real en virtud del cual tal ser, que es su sujeto subsis-
tente, presenta tal o cual carácter» (Filosofia del ser, Ed. Gredos, Madrid, 1956, p. 154).
41. No es ésta Ia posición de X. ZuBiRi. «La suficiencia en el orden de Ia aptitud para
existir», es, según ed autor, «consecutiva a te/ suficiencia sustantiva en el orden de Ia cons-
titución; en manera alguna su razón formal» (Sobre Za esencia, p. 155). «La suficiencia
constitucional es Ia razón formal de Ia sustantividad» (Id., p. 153). He aqul otros conceptos,
a manera de actaración : «Un sistema es una unidad primarla e intrínseca, en el cual tos
diversas notas no son sino momentos parciales, posicdonaJmente interdependientes, en tos
que se actualiza ei stetema como unidad. Las notas a que nos referimos son las constitu-
cionales, es decir, tas notas de tipo formal no adventidas, no debidas a ta, conexión de una
cosa con otras. Ouando aquella unidad forma un conjunto ctausurado es cuando tenemos
ya el sistema. Y entonces es también cuando tenemos, estrictamente hablando, sustantí-
vidad» (/tf., p. 151 5.).

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25 MANIFESTACIONES DEL SER... 69

de ser tampoco guarda por sí mismo identidad con el propio- carácter limi-
tador, pues de Io contrario quedaría —como pura nada— sin Ia fundamen-
tación del ser.
Así resulta, por abligada interpretación de los hechos, que los dos prin-
cipios reales son relatividad mutua, mas no igual en sus respectivas funcio-
nes y tampoco reducida a simple unidad. Uno es el fundamentar Io que exis-
te, el constituirlo por determinación activa y radical ; y el otro, Ia recepti-
vidad que sólo da cabida a una constitución o determinación limitadas y no
permite Ia absoluta suficiencia. Jamás existen, ni deben ser pensados, sino
como factores de un todo unitario: del ente, que los incluye y que por tales
principios se da ser y se da limitación. Lo que existe de suyo, fundado y en
unidad consigo, es el ente ; y lo> que está limitado, el ente mismo 42.
Adviértase, de paso, que en los entes posibles hay también acto (posible)
y Ia correspondiente limitación. Hasta los productos de Ia abstracción y las
ficciones mentales deben su tenue realidad a los dos mencionados princi-
pios. Lo que no tuviera acto de ser, nada sería, con Io cual no podría tam-
poco ser pensado por mente a^una; y Io que no tiene causa intrinseca de
limitación, es en toda su realidad infinito y absoluto.
En resumen, los entes limitados son estructura de dos relaciones reales,
mutuas, puras y trascendentales, diferentes una de otra y complementarias
entre sí. Con esto se explica Ia unidad, en cada ente, de los caracteres diver-
sos y antagónicos que establecen el binomio relatividad-absolutez. Lo que
en los entes existe, proviene de una ábsolutez participada, que es solo fun-
ción activa de fundar y constituir Io «de suyo» o real del ente, y de esta-
blecer así en él una relativa suficiencia unitaria : nace de una absolutez en
todo proyectada a Ia actuación de Ia capacidad receptiva con que el modo
de ser (esencia, taleidad) está a su vez abierto y en todo referido. Cada uno
de los entes limitados es. Mas todo él se constituye sólo como relativa uni-
dad : es él mismo, cabe otros, en relación y exclusión mutua con otros mu-
chos entes y penetrado por Ia finltud 43.

42. L. DE RAEYMAEKER : «En el plano de ia perfección absoluta de ser, el ser particttíar


se compone de un principio real de ser y de un principio real de modo de ser. El primero
es Ia razón del valor del sujeto entero, y el segundo es da razón de Ia indlvlduaUdad (y,
por tanto, de ta, limitación y de to relatdvldad) del sujeto entero» (Füosofia del ser, p. 156).
43. C. PABRo : «NeUa concezione tomistáca dell'essere U processo allïnfinlto del pensiero
formate viene superato e dominato dalla qualità metafisica originale dell'esse come «atto»
che spezza e trascende U cerchio dialettico della negatività : atto di tutti gli atti, l'esse
è l'unico atto che s'impone nella sua realtà, senza un proprio contenuto e perciò è senza.
limite perché l'e,sse non ha un'essenza ma è l'essenza che ha l'esse. L'esse è l'atto senz'ag-
giunta ; nelte cose finite, neUa natura e nell'anima, l'esse è l'atto attuante e quindi ìI sem-
pre presente e presentlficante. La «presenza del presente» heideggeriana è una denomina-
zione fenomenologica astratta, l'esse tomistico è il concreto atto metafisico di ogni con-
cretezza» (Partecipazione e causalità secondo S. Tommaso a'Aquino, Società Editrice In-
ternazionale, Torino, 1960, p. 66).

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70 JAIME CASTAÑE 26

Parece vamos por camino seguro. Pero nos hacen falta nuevas aclara-
ciones.

Hacia una última respuesta

Los principios del ente han de explicarse en definitiva por Ia identidad


pura, pues Ia verdad del ser es autotransparencia de Ia unidad, y por Io
mismo, de suyo, es acto que establece Ia identidad mayor y Ia pura coin-
cidencia del ser consigo. Sin revelación, al menos implícita y virtual, de
esta unidad interior del ser, habría aún dispersión y faltaría Ia absolutes
que es base y alma de los juicios *.
Los entes limitados dan razón de si hasta cierto punto, ya que su estruc-
tura de esencia y acto de ser —como unidad entre dos relaciones tras-
cendentales mutuas— es a un tiempo unitaria, carente de plenitud y sus-
ceptible de reiterarse indefinidamente. Mas en tal estructura, Ia identidad
solo relativa no ofrece toda Ia verdad del ser. La explicación última ha de
estar en Ia unidad perfecta, absoluta (Ia cual, desde luego, será transpa-
rente y pura y como tal interior) ; pero nada hay en los entes limitados, que
no se halle disperso y relativizado por el principio de limitación.
Los dos principios reales del ente se ajustan entre sí, igual que una mis-
ma pieza coincide con sus propios bordes. Porque en dichos entes todo cuan-
to se determina y es, está limitado; y viceversa, sólo puede estarlo gracias
a. que es, por el apoyo y determinac'ón que el ser Ie da. El límite es modo
de ser; y el principio real actualizador es el fundar y constituir Io de suyo
e- suficiencia unitaria, según Ia medida impuesta por dicho modo.
Sin restricción alguna de conceptos : el principio de limitación es el modo
c,e ser del ente finito, su esencia singular, intransferible y única: princi-
pio de taleidad (o de Ia configuración radical y entera) profundo y consti-
tutivo, por el cual —y a tenor del cual— aquel ente es to que es.
«De suyo» las esencias son 45; mas no por su propia virtud, sino por el
acto de ser, al que están abiertas con el carácter de exigencia receptiva col-

44. A. MARC : «Par l'élaboratlon et l'amalyse des idées de multiple et d'un, de to puissan-
ce et de l'acte, de l'essence et de l'existence, je discerne dans l'étre Ie simple et Ie com-
posé et Ia dépendence du second à l'égard du premier. Le nerf de l'argumentation est aJors
beaucoup moins l'analogie de l'être que son immaneece et sa transcendance en tout, au-
trement dit, son aspect transcendental» (Dialectique de l'affirmation, p. 513 s.).
45. X. ZuBiRi: «La razón formal de in sustantivldad, decíamos [cfr. nota 41], es tó,
suíicdencia en el orden constítuclonal. Dentro de ella, te, razón formal de Ia esencia es
Ia suficiencia de las notas para constituir "por sí mismas" un sistema sustantivo. Pues
blen, precisamente por ello, el resto de las notas de Ia sustanüvidad cobran suficiencia sis-
temática, Ia cobran "por algo otro", a saber, por Ia esencia. La esencia es sistema por sí
misma; el resto de te sustantivldad es sistema ob alio, ab essentía» (Sobre Ia esencia,
p. 267).

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27 MANIFESTACIONES DEL SER... 71

mada 46. Esto significa c>ierta abso>lutez de Ia constitución esencial, y a Ia


vez denota un carácter relativo todavía más hondo.
La esencia que nos ocupa ahora, es en primer lugar el modo de ser de Ia
sustancia, a Ia que de suyo corresponde ser-en-si. Pero se incluyen además
los accidentes, que por su parte también exigen un ser-de-suyo, formado
por referencia a aquel ser-en-sí.
A causa de su esencia cada uno de los entes limitados se distingue de los
que con él participan en Ia unidad ^y forman el orden o conjunto— del ser.
Aunque Io «de suyo» guarde consigo unidad plena (posea identidad) no Ia
guarda ni Ie es posible tenerla, sino según Ia sola capacidad receptiva que
Ie corresponde como correlativa y suya peculiar. Asi, ésta hace que cada
ente sea limitado y por su limitación pueda contraponerse y se contraponga
a los demás, pues únicamente Ie permite ser él mismo, negándole cualquier
otra taleidad o modo de ser.
A su vez el acío no impUca ni tolera de por sí —en tanto que es puro—
exigencia alguna de limitación que deba afectarle 47. Mas el acto de ser de
los entes, como vimos, no es absoluto ni acto, sino por participación ; Io cual
significa identificarse con el fundar y el constituir, pero sólo dentro de Ia
finitud, esto es, en pura relación a una taleidad que, bajo todos los aspec-
tos, debe «no ser» Ia plenitud ; y además significa una radical y entera vin-
culación al acto simple y absoluto de ser. Nada hay en el acto de ser de los
entes, sino Io que se da al modo de ser para fundarlo y constituirlo. Ese
acto, en ellos, es tan sólo origen determinante, que establece Io «de suyo»
y Ie confiere —o mejor, se da a sí mismo, pues él es el propio carácter de
«de suyo»— unidad relativa por unión al modo de ser o taleidad; es mera
función de constituir algo por referencia al todo, y ha de quedar, en con-
secuencia, aprisionado por Ia finitud 48.
La esencia limita. Pero no debe considerarse como origen de limitación
por las notas positivas o perfecciones reales que encierra; al contrario, Io
es por aquello que Ie falta. Las perfecciones de cada ente —Io positivo, de-
terminado o valioso que forma unidad con él— presuponen su propia capa-
cidad pasiva de ser, Ia cual reside en Ia taleidad y Ie es idéntica. Estas per-

46. «Nada» —ningún ente y ningún principio—, observa SANio ToMAs, «habet actuaU-
tatem, nisi inquantum est : unde lpsum esse est actualitas omnium rerum, et etiarn ipsa-
rum formarum. Unde non comparatur ad alia sicut recipiens ad receptum : sed tnagls sicut
reoeptum ad recipiens» (I, q. 4, a. 1, ad 3).
47. L. FüETscHER : «Los tom,istas no siempre distinguen con ctoridad si el acto como
taJ o el acto puro como tal es de por sí infinitó» (Acto y potencia, Ed. Razón y Pe, Madrid,
1948, p. 72). «El acto como tal no expresa infinidad, sino que presoinde enteramente de
te, finitud y de Ia infinitud» (Id., p. 81). «Si el acto como tal expresara ilimltaoión, sería
imposible que se dlera en grado limitado» (Id., p. 82).
48. P. ULRicH : «Das Wesen ist nicht um sedner selbst willen, gesetzt, sondern um des
notwendigen Seinasinnes willen, der das Sein in die Endlichkeit befiehlt» (Homo Abyssus
p. 95).

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72 jAIME CASTAÑE 28

fecciones potenciales no limitan por su aptitud positiva de ser actuadas (o


recibir el acto de ser) antes porque no son el acto mismo, sino que excluyen
Ia perfección pura y completa. El no-ser o negación de sus caracteres pro-
pios y determinables, que sin el influjo del acto prevalecería sobre ellas, las
incapacita de manera radical para recibir toda Ia plenitud de los modos de
ser y —huelga, decirlo— para identificarse con el acto puro Así resulta que
cada ente deja cabida a otros, en el conjunto u orden del ser, y ninguno de
ellos es Ia fuente misma de participación 49.
Mas conviente precisar que el no-ser de las esencias no realiza función
positiva alguna. Hablando con propiedad, como principio de limitación na-
da positivo «hacen» las esencias, pues no son causa intrínseca formal, ni ex-
trínseca final ni eficiente. La función limitadora que ejercen, sólo es ne-
gativa: consiste en no poder ser actuadas mas allá de ciertos límites.
La esencia solo puede recibir actuación según su modo peculiar y único
de ser ; y puesto que ese modo o taleidad no puede constituirse en relación
estructural mutua con el acto puro de ser, antes bien, exige un acto rela-
tivo —cuya realidad se reduzca a constituir Io «de suyo», Io unificador y
suficiente, de Ia unión estructural— ocurre que el ente formado por los dos
principios, no puede ser sino relativo y limitado; nada hay en él, que de
raíz se contraponga a Ia finitud.

La mente, repitámoslo, jamás concibe el absoluto no-ser. Pero si el no-


ser de las esencias limitadas, ya que éste es sólo negación relativa: supo-
ne el acto de ser y ciertas notas esenciales, establece en las últimas Ia no-
suficiencia y no-plenitud, al haber distinción entre ellas y aquel acto, y evita
que Ia negación prevalezca porque Ia subordina al acto mismo de ser; y
además, porque Ia colma con el carácter posr.tivo, y hasta absoluto, de las
realidades excluidas o relativamente negadas, a saber, con Ia plenitud, efi-
cacia constitutiva y suficiencia del acto, y con Ia unidad por relación mu-
tua dentro del conjunto u orden del ser w.

49. A. MARC : «En vérité l'essence, en tant que rapportée à l'existence, n'est pas acte,
mais puissance, bien que par ailleurs, dans son ordre propre, elle se puisse consddérer com-
me un acte, où l'infini et Ie fini pourront encore se trouver sur une ligne particuEère. Si
teUe essence réalise toute to perfection, qu'elle signifie, elle aura de l'infinité dans cet
ordre et ne sera qu'acte. Que si tpar rapport à l'existence elle apparaît finie, c'est alors une
autre perspective, où elle ne doit plus se considérer comime un acte, mais comme une
puissance. EHe n'est pas un acte en puissance à un acte d'ordre supérieur, ma,is une puissan-
ce à l'esse [cfr. nota 43] ; telle est Ia seule façon rigoureuse de s'exprimer! Ainsi Ie prin-
dpe que l'acte est de soi illimité, mais limité par une puissance qui est limitée par eUe-
même, est sauf et avec lui Ia cohésion du système. La présence du find et de l'infini dans
l'être s'explique par to dualité de l'essence-puissance et de l'esve-acte. Le fini suppose Ia
composition des deux et l'infini réclame que l'existence ou l"esse soit pun> (Diolectiqw de
l'affirmation, p. 510).
50. A. MARc : «En étant rapportés à Inexistence comme à un premier principe, mais
différemment selon leur nature, tous les êtres sont orientés vers une même source et sont

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29 MANIFESTACIONES DEL SER... 73

La mente humana conoce el ser y descubre, al menos de modo implícito


y virtual, que en él tiene cabida Ia determinación pura y plena. La idea
afirmativa y analógica de «ser» —cuyo contenido primario nos trasciende
y sin embargo da apoyo y luz a nuestros juicios y decisiones— revela como
origen de todo Ia absolutez y Ia infinitud. Pues bien, el no-ser o finitud esen-
ciales son el hiato, Ia separación ontològica infinita —mas no imposible
de salvar—, entre Io que es (o tiene en sí el ser) por mera participación y
aquella plenátud fontal.
Por tanto, debemos seguir admitiendo que el principio de Umitación no
es Ia nada absoluta, sino que son las esencias particulares: en cada una Ia
propia capacidad receptiva solo puede ser actuada por un principio de es-
tructura, el cual necesariamente es relativo y como ella particular. Pero sur-
gen aquí varias preguntas.

El hombre y su mente son limitados en todo. ¿Y decimos, sin embargo,


que el hombre descubre Ia plenitud de perfecciones del ser? Además, ¿pue-
de explicarse Ia finitud, o su verdad forzosamente es limitación de Ia ver-
dad genuina? Al querer dar explicación, ¿no hemos trasladado inútilmente
el problema, del plano del ser y Ia nada al de las esencias? Por otra parte,
¿son las esencias «relación», si «de suyo» cada una se impone siempre, jamás
carece de identidad consigo, es «Zo que es»? 51. ¿No son exigencia positiva,
y siéndolo, de modo necesariO' —a fuer de hecho o dato incompatibles con su
negación, y en este sentido «absolutos»— constituyen el ser y Io implican? 52.

ordonnés, hiérarchisés les uns par rapport aux autres. Ite constituent ainsi un ensemble,
une harmonie, où chacun donne sa note, sans éteindre ou voiler celle des autres» (Dialec-
tique de l'affirmation, p. 646).
51. Aun admitiendo Ia composición real, B. MONTAGNES acentúa —con razones y do-
cumentación muy estimables— esta intrínseca determinación de Ia esencia : «On peut
reconnaître Ia perfection et Ia primauté de l'acte d'être sans pour autant déprécier l'essen-
ce, à condition de ne pas réduire celle-ei à Ia puissance et à \& limite, de ne pas en faire
ce par quoi les êtres sont autres que Dieui De plus, si l'on envisage les différents êtres
comme hiérarchisés, on s'aperçoit que ta. Umita>tion potentielle et Ia détermination posi-
tive varient en raison inverse l'une de l'autre et que, à Ia Mmdte, l'essence est pure positivité
coïncidant avec l'acte d'être. En Dieu l'essence s'identifie à l'esse. En résumé, il y a des
degrés d'être parce que Ia perfection d'être est mesurée ï»ar les essences d'après leur dé-
termination formelle et limitée par elles suivant leur capacité réceptrice» (La doctrine de
l'analogie de l'être d'après Saint Thoma* d'Aquin, Publications Universitaires, Louvain-
Béatrice-Nauvelaerts, Paris, 1963, p. 108 s.).
52. P. SuAREz : «Quod essentla non potest esse finita nisi sit potentaa vere ac proprie
receptiva ipsius esse, et e converso esse nos posse esse finitum, nisl sdt vere receptum in
essentia, tamquam in potentia passiva ac receptiva [...] fateum esse existímo essentiam et
esse hoc modo comparari» (Disp. Met., d. 30, s. 2, 19). «Ut ergo esse sit finitum, satis est
ut slt receptum ab aUo in tanta ac tanta perfeoüonds mensura, etíamsi proprie non sit
receptum in aliqua passiva potentía, et simUiter essentia creata potest esse limitata per
suam intrinsecam dáfferentíam, etíamsi non comparetur ad esse per modum receptdvae
potentiae» (L. c.); L. FuETscHER: «En el ser divino se halla cualquier perfección pura,
pero en un grado infinito ; de un modo anàlogo a como se encuentra en teus cosas eï id quod
del concepto universal, pero sólo en una forma concreta de verificación. Así, pues, Ui di-
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74 JAIME CASTAÑE 30

¿Quizá todo es un absoluto, por autofundación de una pluralidad que no


puede no ser? Ahí Ia absolutez y Io múltiple, el todo y los hechos limitados,
Ia plenitud del conocer y su dispersión podrian parecer conciliables...

Aceptar esta última hipótesis, vale tanto como destruir Ia base del pen-
samiento. No por negación de ciertos datos: por ver Io iluminado y rehusar
—absurdamente— Ia afirmación de una luz que ilumine. El hombre no tie-
ne por qué juzgar idénticas Ia finitud y Ia verdad misma; no consiste en
eso Ia interpretación fiel, ajustada a todas las peculiaridades intransferi-
bles de cada hecho o dato. La verdad solo intrínseca, peculiar y en su nú-
cleo sometida y recluida por Ia unicidad concreta de hechos que entre sí se
yuxtaponen, ni es absoluta ni es verdadera. Únicamente se libra del absur-
do, si admite el ser de tales hechos y a través de ellos afirma, por tanto, Ia
necesidad ineludible de que exista una fuente unitaria, común, supuesta
por Ia taleidad y no identificable con nada relativo, ni siquiera con Ia rela-
ción que define el acto particular de ser y Io constituye.
No parece justo —ante estas observaciones que una vez más recogemos—
considerar el problema de Ia finitud ocioso ni vanamente trasladado.
Adelantemos todavía una aclaración. Es cierto que los entes limitados
no logran de por sí fundar su expl'.cación última; solos, se perderían en su
interna y radical negación. Pero ¿no pueden emanar de un Ser infinito?
Basta que sean participación de El. Su modo particular de ser, en cada uno,
reflejará hasta cierto punto Ia riqueza inagotable del Ser infinito; refleja
algo, no es todo, y de ahí su finitud y Ia posible pluralidad de esencias que
participan. El acto particular de ser, como relativo y funcional, se ajusta a
una de ellas y es también limitado. TaI ocurre en el orden del ser, sin que
jamás sea posible entre esos dos elementos estructurales ni Ia separación
ni una prioridad que excluyera dependencia recíproca y total 53.

ferenciación y deümitación actual de las perfecciones, tanto según Ia especie como se-
gún el grado, existe únicamente en Ia mente divina y por Ia mente divina. A & Omndpo-
tisncia divina está reservado entonces el dar libre y voJuntariamente Ia existencia a cual-
quiera de esas perfecciones, determinadas ya en sí especifica y gradualmente» (Acto y po-
tencia, p. 80).
53. Trasladamos asi al pte.no del acto de ser el principio que sentó ya ARisTOTELss :
«No de todo ser en potencia procede el ser, sino de un determinado ser en acto procede un
determinado ser en potencia» (Metafixica, 1069, trad. Samaranch, p. 1051 s.) ; P. UuucH :
«Die Seänsteilhabe geschieht dem Herabstieg des Seienden vom Ursprung gemäss. Der
Herabsfcfeg des Seienden wurzelt im Sichverendlichen des Seins. Dieses wiederum steht
im Zug der Durchniehtung und bringt das Seiende in derselben Bewegung des Sichverend-
lichens zu Gott zurück. Deshalb helsst es im Text [1 Sent., Prol., 1, 2, 2J : «nec nomina-
tur ens nisi inquantum ens primum imitatur». Die Entäusserung des Selns In die konkrete
Siibsistenz hinein versiegelt sich in der imltatio des nicht verursachten Ursprungs, sofem
aas Verursachte das Gleechnisbild des Ursprungs in sich trägt» (Homo Abyssus, p. 202).
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31 MANIFESTACIONES DEL SER... 75

El ente limitado que de suyo y en sí tiene realidad, es analógicamente


un absoluto. Mas ello no impide su relatividad en el orden del ser, pues con
los demás entes es copartícipe de una misma, absoluta y radical fuente de
participación. Cada ente se define, en su origen entero y más profundo, por
Ia vinculación al acto puro de ser.
La irreductible distinción entre el acto de ser y Ia taleidad, impide que
en dichos entes haya unidad y suficiencia absolutas; y como ya sabemos,
sobre esta unidad y suficiencia reposan —afirmándola— todos los juicios.
Ningún ente estructurado ni el conjunto que forman todos ellos, son Ia ab-
solutez simple y pura; su división interna y su pluralidad los penetran de
un carácter relativo que constituye el hecho de Ia participación en cada
uno y el de Ia comunidad entre todos 54.
Esa intrínseca, mutua y común relatividad denota y es insuficiencia; pe-
ro colmada por el influjo y las determinaciones recibidos, y en último tér-
mino, colmada por un acto de ser que es el supremo origen y el único prin-
cipio total de Ia participación.
Mientras no se descubra el sentido —hondura y presencia activa y uni-
versal— de Ia unidad absoluta del ser que funda los entes, hay solo indi-
gencia de Ia verdad : un dar y recibir (en cada ente y de unos a otros) cuya
significación radical es Ia de «recibir», pues se define por el hecho de tener
parte en el dinamismo del ser, mas cuya procedencia común y unitaria, el
ser mismo, queda inaferrada y oculta 55.
¿Habremos de insistir aún en que también el hombre es relativo? Al for-
mular cualquier juicio o tomar una decisión cualquiera, suponemos que Ia
verdad en sí es autosuficiente y única; Ia vemos como firmeza y plenitud
que se nos dan en cierta medida y nunca dejan de ser inagotables. El modo
o taleidad concretos del ente limitado, y el acto de ser que Io constituye y
Ie es peculiar e intrínseco, se nos revelan como referidos a aquella unidad ;
nada son, sino porque de ellos vale, en forma particular y por dependencia,
Ia afirmación «es». Pero Ia misma verdad inagotable y absoluta del ser, es

54. B. MoNTAGNEs : «L'unité d'ordre qui rassemble les êtres se fonde à Ia fois sur l'unité
réelle du pariait, qul est l'Ipsum esse, et sur Ia communication intrinsèque de sa perfec-
tion aux participante. La composition réelle de ces demiers n'est pas exclue, puisqu'il n'y
a pas de limitation sans composltu>n, mais elle est subordonnée, puisque Ia composdtdon
est Ia condition nécessaire de Ia limitation sans en être Ia condition suffisante. Les êtres
créés ressemblent à l'être divin en vertu des rapports de causalité effictente et formelle
dont l'ensemble constitue Ia participation» (La doctrine de l'analogie de l'être d'après Saint
Thomas d'Aguin, p. 167).
55. En este plano ontològico no vale el criterio de KANT, ya que el ente no prevalece-
ría sobre Ia nada, si al carácter relativo del ser no correspondiese un término real absoluto.
Según M. KANT, Ia conclusión «que pasa« de un efecto a una causa determinada, sobre todo
a una causa tan exacta y completamente determinada como Ia que hemos de pensar en
Dios, es siempre insegura y dudosa» (Critica de Ui razón práctica, 1. II, c. 8, trad. Miñana-
G. Morente-Market, ed. Victoriano Suárez, Madrid, 1963, p. 277).

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f6 jAIME CASTAÑE 32

para nosotros oscura : conocemos su luz, mas de inmediato no descubrimos


expresamente su origen, si bien notamos que no depende de nosotros. A
partir de hechos seguros y primarios es como se llega, por inferencia lógica,
a Ia afirmación de un Ser infinito que sin relatividad alguna se nos da, nos
constituye desde el fondo de nuestro no-ser, y puede colmarnos, y es Todo
para todos los entes.

Importa precisar aún cómo Ia verdad del ser, fundamento del juicio, es
expresión de realidad; hasta qué punto los juicios revelan de por si una rea-
lidad absoluta.
No se trata de que Ia primera verdad sea intuición del Ser infinAto *6.
Para deshacer el equívoco una vez más, valga Ia sencilla comparación que
se traía hace poco: el conocimiento oldinario semeja un ver las cosas ba-
ñadas de luz, pero sin captar Ia luz en Io que tiene de más íntimo, ni saber
con facilidad cómo y de dónde nos llega.
La absolutez alumbra, apoya y determina. Hace conocer qué son las rea-
lidades, al mostrarnos en ellas, no una mera factìcidad múltiple (relacio-
nada sólo superficiabnente de unas a otras) sino por el contrario, el hecho
de fundarse y constituirse —cada cual a su manera, pero todas con carácter
pleno y definitivo— en Ia única un,idad enteramente firme y siempre inago-
table, que se les comunica por participación y da sentido y valor al «es» de
las simples afirmaciones y al de los actos libres.
Mas nadie descubre por intuición (con seguridad objetiva, al margen de
todo razonamiento) de qué modo los entes son sin estar absorbidos y anu-
lados por el acto puro de ser ; ni cómo dicha fuente de participación es uni-
dad, perfección y suficiencia absolutas, si a Ia vez participa de ella Ia fini-
bud real.
Aquí el ocultamlento del «modo» coincide con el del acto mismo de ser,
y obUga a firmar que no intuimos a Dios —sin inferencia— como «de suyo»
o ser-en-sí.
Por un lado percibimos —y no podemos dudarlo— que toda verdad es
participación en Ia verdad el ser ; que Ia afirmación de realidad a propósito
de los entes, así como todas cuantas notas reales hayan de serles atribui-
das, aplican y traducen aquella verdad ; y que Ia verdad del ser no necesita
apoyo. Pero ¿qué intuimos de Ia identidad pura —o verdad absoluta del ser—
y en qué medida podemos afirmarla?

56. B. MoNTAGNES : «Nous n'attelgnons l'esse uivinum que par Ia mediation de l'esse
commune, entendez de l'être commun aux analogues créés. En aucune façon nous n'avons
te pouvoir d'abstraire une notion, fut>ce celle de l'être, par laquelle nous dominerions Ie
créé et l'uicréé» (La doctrine de l'analogie de l'être d'après Saint Thomas d'Aqu,in, p.
102 s.).

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33 MANIFESTACIONES DEL SER... 77

Nuestra intelección humana de Ia verdad del ser es una velada y segura


manifestación del Ser divino 57, mas no Io es, sino porque en eUa se traducen
efectos de Dios 58 J y en primer lugar, un efecto definible como Ia genuina
luz natural de Ia mente, a saber, Ja relatividad que por dependencia nos
constituye, que es apertura al conocimiento de sí y de su propio término y
origen absolutos, y que nos lleva a atribuir a Dios Ia causa de nuestra propia
firmeza y eficacia constitutivas en el plano del ser S9. El hombre no descubre
sin raciocinio y directamente, que Dios existe; a pesar de que el admitir Ia
verdad del ser ya implique Ia afirmación de realidad absoluta.
Hay que detenerse un poco más en estas observaciones.
La mente humana conoce el ser en Ia participación; y precisamente, se-
gún pudimos notar, Ia idea de ser y Ia primera atribución de reaUdad impli-
can afirmación del ente corpóreo o sensible. Ahora bien, es indudable que
Ia idea de ser y Ia atribución de realidad no se limitan al ente corpóreo- ni
al ámbito de Ia finitud, que encierra todos los entes limitados. La afirma-
ción doble y unitaria del acto y del modo o taleidad en los entes, nace de un
dinamismo cuya fuente es Ia identidad pura: el ser es M. Tan ciertas como
Ia realidad entitativa múltiple, son Ia finitud real y el carácter relativo, que
Ia penetra y constituye en cada uno de los entes limitados. Dicho carácter
supone el acto intrínseco de ser —ya que el ente y Ia finitud entitativa son—
mas a Ia vez Io relativiza, y hace incluso de él una mera relación, por iden-
tificarlo con Ia función de fundar y constituir el ente.
Nos es imposible pensar y tampoco podemos ser, si quedamos recluidos
en este solo ámbito de Ia finitud. Su relatividad plena y constitutiva 61 da a

57. Véase una afirmación contraria, del neopositivista L. WirrcENSTEiN : «Gott offen-
bart sich n|cht in der Welt» (Tractatus Logico-Philosophicus, p. 188).
58. SANTo ToMAs : «Solus Deus est ens per suam essentiam : amnia vero aUa sunt en-
tìa per participatlonem. Omne autem quod est per participationem, eausatur ab eo quod
est per essentiam» (I, q. 61, a. 1, c.).
59. A. MARc : «Sans être nous-mêmes Ie principe des choses, et sans entrer strictement
dans l'aote créateur, ni en surprendre directement Ie secret, nous discernons dans têtre,
dont tout participe, te premier principe de tout. Puis par Ja reaation de participation du
multiple à l'un, de Ia puissance à l'acte, de l'essence à l'existence, nous identdfions finale-
ment Ie Premder Principe Réel du tout: Dieu» (Dialectique de l'affirmation, p. 707).
60. SANTo ToMAs : «Non dicitur esse simiMtudo inter Deum et creaturas propter con-
venientiam in forma, secundum eamdem rationem generis aut specfel ; sed secundum ana-
logiam tantum, prout scuicet Deus est ens per essenUam et aUa [sunt entia] per partira-
patíonem» (I, q. 4, a. 3, ad 3); C. PABRo comenta asi: «La vadidità della fornuua è nel-
l'emergenza assoluta che compete aU'esse rispetto a tutti gli altri atti e forme predicamen-
tali : l'esse infatti, fra tutti gU atti e forme, è l'unico che può (e deve) stare solo e sepa-
rato, secondo l'esigenza primordiale di Parmenide che "l'essere è, U non-essere non è" :
quindi solo l'esse (per essenza), ma solo l'esse in quanto è atto primo e ultimo (emergen-
te), è in virtù di se stesso e reaUzza M sillogismo interno dellUdentità assoluta dell'Essere
con se stesso» (Partecipazione e causalità secondo S. Tommaso d'Aquino, p. 595 s.).
61. SANTo ToMAs : «Oreatio, quae est emanatio totius ease, est ex non ente, quod est
nlhil» (I, q. 45, a. 1, c.). La creación es «prtìductio aUcuius rei secundum suam totam subs-
tantiam, nullo praesupposito quod slt vel increatum vel ab aUquo creatum» (I, q. 65, a. 3,

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78 jAIME CASTAÑE 34

los entes Ia no-verdad y el no-ser del absurdo (y los priva con ello de toda
realidad) si no tiene como origen y término Ia identidad pura. El hombre
nada afirma, sin ir más allá de Io relativo y múltiple, que de por si es y que
no obstante es previa relatividad: no pasar este limite, equivaldria a que-
darnos en el absurdo, por reducción de toda Ia realidad a algo que «es y
no es».
Afirmar que los entes son, no significa atribuirles existencia ni acto in-
finitos; pero sí presuponerlas como realidad, ya que, en caso de no llegar a
ellas, Ia afirmación estaría dominada por un radical e imposible «ser y no
ser». Al afirmar Io relativo, se pone en juego Ia admisión de Ia absolutez ac-
tual y actualizadora, y habrá absurdo o verdad, según que el juicio desvin-
cule de esa absolutez su propia unidad relativa, o por el contrario, exprese
Ia armonía (real y justa) que tiene lugar entre Io relativo y dicha absolutez 62.
A pesar de todo, Ia mente humana solo llega a Dios por raciocinio, no Ie
intuye. TaI sucede, porque es limitada. La verdad del ser nos obliga a tras-
cender toda finitud, y al propio tiempo nos ofrece los recursos necesarios ;
pero no nos dispensa del camino.

Nuestra penetración en Ia verdad es imperfecta, aunque esta imperfec-


ción sea de por sí cada vez menor. El juicio nos revela que toda verdad ha
de tener su luz y explicación definitivas en Ia identidad pura; y que Ia iden-
tidad sin forma alguna de composición es acto, origina los entes y carece
de todo límite. Mas, para ver ahí el testimonio de un Dios infinito y perso-
nal, se necesita, por de pronto, captar con hondura y sin equívocos el hecho :
Ia verdad y el ser participados, Ia tensión entre Io uno y Io múltiple, tal co-
mo dicha tensión aparece y tiene lugar en Io interior del pensamiento. Ha-
ce falta ver en Io relativo una absoluta subordinación a cierta unidad sufi-
ciente y activa, adecuada consigo y fecunda, inalterable y capaz de comu-
nicación.
La anterior evidencia ha de llevar desde su raíz —que se traduce en «lo
de-suyo insuficiente es causado», o mejor aún, con fórmula más declarativa
de Ia insuficiencia, «omne compositum causam habet» M— a un Dios que
por inferencia lógica descubrimos como Ia absoluta, simple y comunicativa
plenitud de existencia personal: un Dios conocido como Libertad creadora,

c.); P. SuAREz: «Substantia secundum seipsam tonmediate terminat cre-ationem E>ei; ergo
per sedpsam immediate refertur ad Deuni relatíone craa.turae» (Disp. Met., á. Vi, s. 7, 6).
62. B. DE SpiNozA: «Todas las ideas, en cuanto se refieren a Dios, son verdaderas»
(Etica, II, 32, trad. O. Cohan, p. 80).
63, SANTO TOMAS, I, q. 3, a. 7, C.

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35 MANIFESTACIONES DEL SER... 79

que ni absorbe los entes ni es tampoco relativizado ni completado por ellos *4,
antes bien, los constituye de tal modo, que pone en cada uno, por vincula-
ción y referencia plenas y radicales al propio Ser divino 65, vestigios y parti-
cipación real de Ia absolutez, y entre estas manifestaciones y efectos suyos
(vestigios y participación de Ia absolutez) realiza con particular e inefable
comunicación una verdadera, viva, operante y constitutiva imagen de Ia
plenitud y perfección infinitas en Ia persona limitada *6.
Si Io relativo y múltiple no tuviera su explicación real en Ia absolutez del
acto creador, no podríamos atribuir a los entes limitados el hecho de que
son; al afirmar de ellos cualquier nota según Ia verdad —y aun en los jui-
cios no verdaderos— acudimos a una luz que es Ia verdad absoluta del ser.
Con el principio de causalidad se formulan el significado objetivo y el he-
cho de esta relación, que liga los entes a Ia verdad del ser : todo ente estruc-
turado —compuesto y relativo— es referencia constitutiva al carácter abso-
luto del ser. Dios nos es conocido tan sólo (en el plano de Ia naturaleza) a
través de tal principio. Sin duda, los juicios contienen el principio de cau-
salidad; pero no siempre resulta fácil usarlo debidamente, ni interpretar
bien el acto fontal y absoluto.
El hombre, inevitablemente —hasta al pretender negarlo o dudar de ello,
o reducir Ia afirmación al terreno ideal— admite un acto que en el pleno
sentido de Ia palabra y sin restricción es; de Io contrario, nada pensarla.
Pero Io velado y poco preciso de esta manifestación lleva muchas veces al
error —más o menos voluntario— de poner o buscar Ia absolutez en Ia fi-
nitud, y sobre todo, en nuestra libertad, o también dentro del orden o con-

64. SANTo ToMAs : «Ex hoc ipso quod esse Dei est per se subsistens non reeeptum in
aJiquo, prout dlcltur infinltum, distdnguitur ab omnibus aUis, et alia removentur ab eo»
(I, q. 7, a. 1, ad 3).
65. O. M. MANSER : «Todo ser creaturaJ, inctojso ed ángel, es potencial frente a Dios
IS. Tfi., I, q. 75, a. 5, ad 1], y aquí se explica el axioma : Cuantos son los seres, tantas son
las relaciones a Ia primera causa. [...] Esta ordenación trascendental de todo Io creado
a to primera causa [...] respeta, como debe hacerto toda buena síntesis, el ser propio de Io
diverso —criatura sólo potencia, Dios sólo acto— y expUca Ia unidad de Ia criatura y de
Dios partiendo de Ia naturaleza de Ia criatura y de su absoluta relación a Dios, Ia cual
en Dios, & causa de su perfección absoluta, no pone nada objetivo y, por consiguiente, res-
peta 7plenamente su independencia. Sólo Ia retoción trascendental nos expUca profundísi-
mamente to armonía entre Ia unidad y Ia pturaJidad del; universo y de todo ser creado y
divüio» (La esencia del tomismo, 2.' ed., C.S.I.C., Madrid, 1953, p. 332) ; E. PRZYWARA :
«Die Sphäre der KreatürUchkeit ate Sphäre des Widerapruchzatzes im Unterschied zui die-
ser (göttlichen) Sphäre des Identitätzzatzes "hat" aJso (onüsch) Seüi wie <noetisch) Wahr-
heit (Gutheit, Schönheit), im Masse sie über sich hinaus bezogen ist zu dieser übergeord-
neten Sphäre. Das heisst: es begründet sich Anadogie als teilnehmendes Uber-hin-aus-
bezogen-sein» (Analogia Entis, p. 118).
66. L. LAVELLE : «Au sens Ie plus fort du mot, exister veut dire accomplir un acte libre
et pur qul nous engage d'une manière absolue. Etre Ubre c'est se détacher de l'Etre, mais
pour s'ot>liger à y participer, c'est-à^lire, en se manifestant, à conquérir une essence» (De
l'Acte, p. 102).

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80 jAIME CASTANE 36

junto que forman los entes limitados. Sólo Dios es plenamente, sin atenua-
ción alguna. Los entes limitados —y en su culminación cósmica, el ser hu-
mano— únicamente «son» porque El les da, a cada uno, algo que es y un es
constitutivo, Ia taleidad y el acto de ser 67.

67. TaI es \& solución que SANio TOMAS da al problema de Ia finltud : «Otnne partíei-
patum eomparatur ad parttópans, ut actus elus. Quaecumque autem forma creata per se
,subsistens ponatur, oportet quod partieipet esse [...] Esse autem partioipatum flnitur ad
capaátatetn partidpantis. Unde solus Deus, qul est suum esse, est actus purus et imfinitus»
(I, q. 75, a. 5, ad 4).

Universidad Pontificia de Salamanca

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