High
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Primera aproximación
1. L. LAVELLE : «L'Acte n'est rien de plus que l'être en tant qu'il se produit lui-même
ou en tant qu'il exprime sa propre suffisance» (De l'Acte, Aubier, Paris, 1946, p. 73).
2. SANTo ToMAs Io inddca al reconocer, sin restricción, que «nada» —esto es, ningún
algo, ningún ente y ningún elemento o principio de entidad— «potest addi ad esse quod
sit extraneum ab ipso, cum ab ipso nihU sit extraneum nisl non ens, quod non potest esse
forma nec materia» (De Potentia, q. 7, a. 2, ad 9).
3. A. GoNZALEz ALVAREz : «El mundo de nuestra experiencia está constituido por un
repertorio de seres particulares inscritos en el orden universal del sen> (El problema de Ia
)inituct, Eeal Academia de Ciencias Morales y Políticas, Madrid, 1959, p. 20) ; J.-B. LoTz :
«In der thematischen onto-logischen Erfahrung erweist aich das Seiende tds das vom Sein
schlechthin Abhängige, das Sein aber aJs das schlechthin Unabhängige, von dem alles
Seiende völlig abhängt» (Zttr philosophischen Klärung der religiösen Erfahrung, en Il pro-
blema dell'esperienza religiosa, MorcelUana, Brescia, 1961, p. 265).
4. L. WiTTGENSTEiN: «Die gesamte Wirklichkeit ist die Welt» (Tractatus Logico-Phi-
losophicus, Ed. Revista de Occidente, Madrid, 1957, p. 40) ; «Die Welt zerfällt in 'Ruteachen.
Eines kann der Fall sein oder nicht der PaIl sein und aJles übrige gleich bleiben» (Id., p. 32).
tra finitud. Con todo, Ia experiencia igualmente clara de que nuestros jui-
cios y decisiones descansan sobre un apoyo inconmovible, ¿no puede to-
marse como Ia del limite extremo, y por tanto imposible de sobrepasar, que
encierra a nuestro yo? 5.
Es indispensable, si hemos de llegar a una conclusión firme, adoptar
Ia posición justa ante las cuestiones aludidas.
Los datos
Toda afirmación del ser que Io reduzca a simple fenómeno, resulta im-
posible. El fenómeno, por su misma naturaleza, siempre es manifestación;
debemos admitir el ser "acto y luz" que se nos manifiesta, que de mane-
ra absoluta afirmamos en todo juicio y en cada una de las decisiones li-
bres. El hombre no vive Io característico y esencial de Ia vida humana, sino
por afirmar el ser y adherirse de forma absoluta a Ia plenitud real del ser,
sin encerrarse en Io relativo de los entes ni de ninguna manifestación apa-
riencial. Cualquier afirmación, y en particular el acto libre, atribuyen rea-
lidad al ser y revelan que «es de suyo» y se basta; jamás tienen valor me-
ramente relativo.
Poco importa, a este respecto, que el objeto de Ia afirmación, o Io que
en el acto libre elegimos, «sean» relatividad : en Ia misma afirmación u op-
ción libre, el hombre reconoce y afirma el ser, como un hecho incondicional
y que se nos impone «de suyo» 6. No podemos ejercer ninguna actividad in-
telectiva ni desplegar Ia volición, sin que, siquiera de forma impHcita pero
nunca del todo velada, digamos: «es». A través de concreciones variadísi-
mas, estas actividades no dejan nunca de presentar los elementos y rasgos
del juicio: algún sujeto, el «es» afirmativo y algo sobre Io cual versa Ia afir-
mación. Al negar o poner en duda Ia realidad del ser, o bien cuando se elige
Io relativo, ni Ia negación ni Ia duda ni otra cuak[uier adhesión a Ia relati-
vidad tienen su más honda base en sí mismas: deben apoyarse en el ser,
afirmado —intelectiva y además voUtívamente— como real. Tan solo vi-
unidades que constituyen el orden real del ser; y éstos, de por sí, son rela-
tivos. El ser, tal como Io conocemos y se nos impone, es radicalmente diver-
so del ente único, eterno, inmutable e inmóvil de Parménides. El acto del
juicio —y por ende los demás actos de intelección y también los de voli-
ción— nunca nos descubren el ser como identidad pura y exclusiva: todo
juicio es admisión de Ia identidad y diversidad del ser.
No podemos afirmar Io diverso, sin apoyamos en Ia absolutez y, por tan-
to, en Ia identidad del ser ; ni podemos afirmar Io idéntico y absoluto, sino
con Ia afirmación de que existe diversidad en el ser. Por donde el idealismo
revela una profunda inadecuación. El idealismo, si guarda coherencia con
sus posiciones básicas, acepta como única realidad Ia del pensamiento; y
en ésta ha de ver sólo identidad plena y pura (o, Io que es Io mismo, una
absolutez ajena a toda relatividad) ; porque, de no haber siino pensamiento,
nada puede limitarlo, con Io cual nada puede introducir en él diversidad,
pues Ia diversidad exige y presupone limitación.
Pero, aunque el ideaUsmo pretenda ponerse en armonía con Ia diversi-
dad —y no puede lograrlo si permanece fiel a sus propias premisas— niega
al menos alguna verdad que para nuestra finitud es manifestación directa
y necesaria de Ia verdad del ser; niega, por tanto, fictioimente, Io impo-
sible de negar.
El no-pensamiento se impone (impone su realidad a Ia mente) con fuer-
za no sólo igual, sino también previa y superior a Ia de los hechos que for-
man el pensamiento humano. Al afirmar el ser, admátimos necesariamente
y sobre todo, y en primer lugar, algo que trasciende los aspectos intrinsecos
de nuestra afirmación; por eso resulta contradictoria Ia doctrina cuyas
formulaciones, apoyadas en Ia afirmación del ser, admiten como única rea-
lidad Ia del pensamilento. El pensamiento humano se nos descubre inten-
cional por naturaleza: tiene una dimensión —la más manifiesta y prima-
ria— que Io proyecte, fuera de sí 7 ; y los modos de ser cuya realidad es reco-
nocida y afirmada (a través de los cuales recibimos Ia certeza de una irre-
ductible diversidad en el orden del ser) desaparecerían si el término de esa
proyección o referencia no fuese real: quedaría tan solo una identidad ple-
na y pura, interior al pensamiento.
Ya que no podemos afirmar el ser, romo dato verdadero y absoluto, sin
admitir diversidad entre modos o entes reales, deben admitirse modos de
ser que exigen y suponen como real el no-pensamiento. Más aún, Ia idea
de ser y Ia atribución de realidad versan, en su origen, sobre el mundo cor-
póreo 8, sobre Ia modalidad sensible del ser; sobre un «de suyo» que existe
Hemos observado que nuestra mente, en el acto del juicio, admite Ia rea-
Udad del ser; y que ello obüga a afirmar el ser como un hecho determinante
y positivo, o principio formal —«acto de ser»— absolutos; y a Ia vez, que
esto supone realidad en oiertos modos de ser, los cuales de suyo son rela-
tivos. Acabamos de ver además que, entre los modos de ser cuya realidad
es admitida necesariamente, deben señalarse los que implica Ia diversidad
—y con ella Ia finitud— del mundo sensibte.
Pero tales asertos y conclusiones no dejan de tener mucha ambigüedad.
Y de otro lado, ¿no incurrrlmos en error al considerar los modos de ser como
referidos a un acto o forma absolutos? Más arriba se nos sugirió si no de-
nens und nicht das der Intenbionalitat. Damit werden die früher behandelten Formen el·
nes intentkmal gegliederten Handlungsraums nicht aufgehoben, aber sie erscheinen erst
als etwas Abgeleitetes und Späteres und bleiben auf jenes andre bezogen» (Mensch und
Raum, W. KohIhammer Veriag, Stuttgart, 1963, p. 304). A juicio del autor, «es glbt ednen
Raum nur, insofern der Mensch ein räumliches, d. h. Raum bildendes und Raum gleichsam
um sich aufspannendes Wesen isi. Und das ist wiederum der wohlverstandene Sinn der
Kantischen These von der «transzendentalen ideaUtät» des Raums. Trotzdem ist der
Raum mehr ate eine blosse Porni menschlicher Anschauung. Hier muss der Kantteche An-
satz durch die Hdneinnahme des vollen Lebens mit der Vielfalt seiner Lebensbezüge erwei-
tert werden» {Id., p. 23).
9. X. ZuBiRi : «Lo primero que el hombre intelige es kt "reaMdad esttanüante" : esü-
;nulante, pero reaUdad. El acto propio y formal de Ui intdigencda no es "concebdr", sino
aprehender Ia cosa misma, pero no en su formalidad "estimúUca", sino en su formalidad
"real"» (Sobre Ia esencia, Sociedad de Estudios y Publicaciones, Madrid, 1963, p. 391 s.) ;
A. AMOR RuiBAL : «El mundo de Ia idealidad y el mundo de Ia realidad, aunque perfecta-
mente distintos, no constituyen bajo ningún respecto dos órdenes separados, ni tampoco
separables, en cuanto en todo tiempo Ia idealidad se funda en el orden objetdvo. La ideali-
dad se impone a Ia inteligencia, como su objeto; y ésta a Ia realidad, como su forma, ya
ejemptor ya ejempteda, como primera razón de ella y como realidad en si misma» (Los
problemas fundamentales de Ia filosofía y del dogma, t. VIII, Seminario Conciliar, Santiago
de Compostela, 1934, p. 510 s.). Puede ser útil examinar tes dos siguientes posiciones rea-
listas : L. LAVELLE, De l'Etre, Aubier, Paris, 1947, pp. 219-231 ; H. BERGSON, La pensée et Ie
mouvant, 31» éd., Presses Universitaires de Prance, Paris, 1955, pp. 211-227.
oen más bien considerarse tan solo dentro de su relatividad, sin base en Ia
referenda a un absoluto que puede quizá interpretarse como simple ficción
o como ideal construido por Ia mente. Importa, pues, examinar mejor el
sentido o carácter del ser y de los modos de ser ; y en particular, ver con más
precisión hasta qué punto, y en qué esfera u orden de Io pensable, se da ese
carácter absoluto.
10. M. HEiDEGGER : «Der Satz der Identitat spricht vom Sein des Setenden. Ate ein Ge-
setz des Denkens güt der Satz nur, insofern er ein Gesetz des Seins ist, das tautet: Zu
jedem Seienden aJs solchem gehört dle Identität, die Einheit mit ihm selbst» (läentität
und Differene, Günter Neske, PfuUingen, 1957, p. 16).
11. El «esse», según Ia vaüosteima indlcadon de, SANTo ToMAS, «est illud quod est
magis intimum cuiMbet, et quod profundius omnibus inest : cum sät formale respectu om-
nium quae in re sunt» (S. Th., I, q. 8, a. 1, c.); A. MARc: «Bendue ,par ce jugement: les
cftoses ont l'exlstence, que leur nature comporte, l'idée de l'être n'a rien que de concret et
n'est pas dans l'abstrait. Définissez Ie concret par !'entièrement détermtoé; vous devrez
bien conclure qu'une teUe formutation de l'être, exprimant les déterminations générales
du réel, est concrète. EUe est l'idée concrète du concret» (Dialectique de l'affirmation, Des-
clée De Brouwer, Paris, 1952, p. 159).
12. L. LAVELLE : «C'est í'efficatíté du même acte que je retrouve, toujours identique à
elle-même, bien que divisée et emprisonnée, à travers ta diversité de tous tes objets que je
puis percevoir, à travers ta diversité de toutes les idées par lesquelles ma pensée appréhende
ta signfflcataon du réel, à travers ta diversité de tous les sentiments par lesquete ma vie
personnelle s'épanouit, à travers 1& diversité de toutes tes opérations par lesquelles je mo-
difie et je transforme te monde qui m'environne» (De l'Acte, p. 82 s.).
mente los modos de ser al acto de ser, y el de captar en éste un valor ab-
soluto, y afirmar que los modos nada son sino gracias a que participan del
acto de ser, ¿se reduciría tan sólo, quizás, a necesidad subjetiva de Ia men-
te? ».
El valor de realidad y absolutez con que el ser se nos descubre en los jui-
cios, y Ia vinculación de los modos de ser a dicho valor, no son producto de
nuestra mente ni de una mera necesidad a priort. Ni son tampoco un «re-
sumen representativo» conceptual, falto de existencia propia y objetiva,
como las abstracciones en cuanto tales.
Ya queda sugerido, a este respecto, que incluso Io más intransferible de
los entes limitados, porque es y en tanto que es, participa de un valor uni-
tario y absoluto, de Ia plenitud y suficiencia que caracterizan al acto de
ser. Hay en todo ente finito relaciones reales, y hasta de suyo previas a Io
individual de cada ente (es decir, más hondas que cualquier nota diferen-
cial o principio limitador). Por ellas se constituye el ente como unidad re-
ferida a un determinado orden o conjunto: se hace elemento de un orden
cuyo centro de unidad real es acto de ser. Esta unidad por relación en-
tre las partes del conjunto u orden del ser, es estrechísáma M ; en efecto, to-
do Io que cada miembro «es», Io recibe del ser y nace, por Io mismo, de Ia
unidad común entre ellos y el acto de ser.
He ahí Io que Ia mente humana -^de ordinario sólo implícitamente, mas
en todo caso por necesidad lógica absoluta— admite como base y aüna de
13. L. WiTTGENSTEiN : «Dle Tautologie hat keine Wahrheitsbedlngungen, denn sie ist
bedingungslos wahr; und die Kontradiktion ist unter keiner BeUngung wahr. Tautologie
und Kx>ntradiktion sind sinntos» (Tractatus Logico-Phüosophicus, p. 120). «Die Tautologie
Msst der Wtrklichkedt den ganzen —unendlichen— logischen Baum; die Kontradiktion
erfüUt den ganzen logischen Raum und lässt der WirfcUchkeit keiner Punkt. Ketae von
beiden kann daher dle Wu*Itehkelt irgendwie bestimmen» (id., p. 102). «Die meisten Sätze
und Fragen, welche über phüosophische Dinge geschrieben sind, sind nicht faJsch, sondern
unsinndg. [...] Die meisten Prägen und Sätze der Philosophen beruhen darauf, dass wir
unsere SpracMoglk nicht verstehen» (Id., p. 64).
14. A. AMOR RtJiBAL: «Es siempre el todo et que da eI ser formal, y Ia inteligibilidad
a los etementos parciales, que por consiguiente dácen relación a él, tan real e intrínseca-
mente, como intrinseca y reaünente cada ser es k> que es en virtud de los factores de que
consta. Y por cuanto cada ser aislado es solamente un todo relativo que se ordena a otros,
y del cual otros a su vez dependen, sobre las entidades singulares vuelve el mismo princd-
pio de relatividad respecto de entidades superiores, y del todo de éstas refluye a su vez
una nueva inteligiblMdad sobre tes unidades inferiores, que son en su categoría Io que
otros elementos inferiores respecto de eDas» (Los problema* fundamentales de Za filosofía
y del dogma, t. VIII, p. 212 s.). Pero no olvidemos Ia justa y bella afirmación tomista de
que «secundum ordinem finds, nihil homirü existit altius nisl solus Deus, in quo solo per-
fecta homdnis beat4tudo consistit» (C. G., 1. 4, c. 54). Hay en el hombre el «supremus et
perfectus gradus vJtae qui est secundum intellectum : nam intellectus in selpsum reflec-
titur, et seipsum itelligere potest» (C. G., 1. 4, c. 11).
todos los juicios; y en particular de los juicios que versan sobre entes rea-
les, singulares y concretos.
Es tal Ia certeza al afirmar este núcleo del pensamiento humano, que
no puede ser excedida por ninguna otra: las demás certezas remiten a Ia
verdad del ser, Ia cual no se nos manifiesta ni resulta admisible para el
hombre, fuera del hecho universaIisimo y admitido como real, en que dicha
verdad se comunica a los entes. Tan solo nos es pos'.ble reconocerla como
verdad (y descubrirla) al ver Ia realidad de Ia participación, o sea, de Ia
relación pr.imaria y profundísima que liga los entes al acto de ser. Negar
esto —o dudarlo— es aplicar de manera absurda idénticas afirmaciones.
La verdad del ser y de Ia participación nos da a conocer el modo funda-
mental y constitutivo de los entes, y además el acto de ser de cada uno.
Porque, en definitiva, cada ente es «lo que» es y tiene su existencia propia,
gracias a su participación del ser. (Al hablar de Dios, hemos de corregir:
gracias a que es Ia plenitud misma del ser. Aclaremos, con todo, que los re-
cursos naturales del hombre no bastan para conocer a Dios intuitiva y di-
rectamente; no cabe una certeza natural, fundada y explícita de EIl, de su
existencia ni de sus atributos, sino por mediación de los entes que partici-
pan del ser; es necesaria una prueba, cuya fuerza se cifra toda en Ia verdad
del ser y de Ia participación).
Según esto, cuaJquier duda sobre Ia verdad deJ ser o de Ia participación
resulta insostenible. Todo juicio, aun aquellos que en su contenido particu-
lar expresan duda sobre dichas verdades, son, ante todo y fundamental y
esencialmente, Ia afirmae'.ón de ellas; y solo de manera derivada pueden
significar algún modo de ser —real, meramente posible, ideal o ficticio—
exclusivamente particular. En todo juicio se toma por base y princip'.o for-
mal o determinante de Ia afirmación, y como verdad inagotable y primera,
Ia autofundación del ser y su carácter activo y actualizador de los entes,
todo Io cual constituye Ia verdad de Ia participación. El juicio traduce en Ia
afirmación «es» —-emitida por recibir nosotros, veladamente, luz de una
«presencia» que es Ia unidad absoluta del ser consigo— un dinamismo fon-
tal, actuaUzador de los entes por Ia unidad de relación (de subordinación
plena y radical) que vige entre ellos y el acto de ser. Es asi, nunca de otra
manera, como tiene significado y se determina Io particular de cada afir-
mación.
Nótese que esto ocurre en todo juicio, aun en Jos que versan sobre el mis-
mo ser o sobre los trascendentales. Captamos siempre Ia antedicha unidad
de relación. Para verlo mejor, recordemos que el juicio implica,de manera
necesaria, conciencia psicológ'ca directa, y además puede ir acompañado
por una reflexión expresa sobre el acto de juzgar y el hombre que Io realiza.
Aunque el sujeto por una parte y el «es» copulativo con el predicado por
15. SANTo ToMAS : «Hoc quod dico esse, est actuaütas omnium actuum, et propter hoc
est perfectio omnium perfectionum» (De Potentia, q. 7, a. 2, ad 9) ; L. LAVEU,E : «Dans
l'acte seuI [d'etre] toute distinction entre Ie sujet et l'objet est nécessairement aboUe. D
n'y a rien en luá que l'on puisse vodr ou sentir. Il se confond avec son pur exercice. Il est
tout entier initiative et premier commencement, étre et raison d'être à Ia fois» (De VActe,
p. 75).
igual que el ser es el ser. Podrá añadirse incluso que el ser nos revela y jus-
tífica Ia verdad de Ia nada, pues Ia afirma como idéntica al no-ser '6, Hasta
habría ocasión de pensar que Ia nada ilumina el ser y Ie es anterior, ya que,
por Io menos en cierto modo, «es más sencilla y más fácil». Pero, al creer
que enjuiciamos Ia nada y Ia concebimos como verdadera, o que podemos
atribuirle funciones positivas para con el ser, en realidad únicamente des-
cribimos o señalamos ciertos modos ínfimos de Ia verdad del ser, y de Ia
participación que él funda.
El ser es el ser, y los entes «son». La verdad de Ia participación, según
Ia cual todos los entes suponen y son referencia al acto de ser, implica dis-
yunciones; en algún aspecto, se contrapone a Ia verdad del ser, Ia cual ex-
presa identidad y es Ia unidad misma ". Mas Ia participación no debe con-
cebirse como una radical, simple ni originaria negación del ser; es identi-
dad y absolutez atenuadas, que emanan de él y que sin él carecerían de ex-
plicación '8.
Hay en esta participación diversos grados, y al verlos en escala descen-
dente, hallamos una identidad y absolutez cada vez menores, en el ámbito
de Ia participación del ser. Establecemos así, conceptualmente, un límite
inferior en el que Ia participación es mínima. Ahora bien, incluso llegados
a ese límite —Io cual, por Io demás, supone un salto ilógico del pensamien-
to— observamos allí el ser, cuyo acto unifica y «absolutiza» alguno de los
modos de ser: dicho modo queda vinculado, por efecto de relaciones que
Ie son idénticas (relaciones «trascendentales») al acto de ser y a todos los
demás modos de ser.
16. M. HBiDEGGER : «Nur weíl die Frage : «Was ist Metaphysik?» im vorhinein an den
Überstieg, an den transcendens, an den Sein des Seienden denkt, kann sle das Nicht des
Seienden, jenes Nichts denken, das gledchursprüngMch das Selbe ist mit dem Sein» (Zur
Seinsfrage, Klostermann, Prankfurt, a. M., 1956, p. 40). No pareoen coincidir con la ade-
cuada toterpretadón de esta última cita las siguientes frases de B. PRzrwARA: «Der he-
geJsche "Widerspruch" hat sich radikaUsdert In das heideggersche "Ndchts". Aber dieses
Nichts ist als Nichts das aHes-bedingende und aHes-schaffende Grundprinzip. Dieses "pro-
duktive Nichts" sagt das ontisch-noetische "Ich bin, der Ich bin" des Identitätssatzes»
(Analogia Entis, Johannes-Verlag, Einsiedeln, 1962, p. 109).
17. PLATON : «Lo otro partacipa del ser y existe debido a tal participación, pero no
es aquello de que participa sino otro, y siendo otro que el ser, existe con toda certeza y
por fuerza como no ser» (El Sofista, 259 a, trad. Tovar, cd. Institut» de Estudios Políticos,
Madrid, 1964, p. 84).
18. PLATON : «Es inevitabte que el no ser esté en el movimiento y en todas las olases.
Pues en todas eUas Ia naturaleza de Io otro, al hacer que sea cada uno otro que el ser, Ia
vuelve no ser, y todas según esto podreinos decir con razón que son no ser, y al contrario,
en cuanto participan del ser, que existen y son seres» (EZ Sofista, 256, d^, trad. Tovar, p. 79);
SANTo ToMAs: «Divisdo cadit m intellectu ex ipaa negatione entis» (I, q. 11, a. 2, ad 4).
Pero sin embargo, «multitudo [...] causatur ex ente. Ipsa enim differentia per quam entia
dlvlduntur ad invicem, quoddam ens est» (De Potentia, q. 3, a. 16, ad 3). «In ente, ratáone
suae commundtatis, acddit quod privaüo entis fundatur in ente : quod non actídit in
privafc5onibus formarum specialium [...] Et exinde conttnglt quod [...] non ens est quod-
dam ens» (I, q. 11, a. 2, ad 1).
Cuando se formulan juicios como «la nada no es» o «el no-ser es Ia na-
da», y siempre que nos referimos a Ia más completa negación susceptible
de enunciarse, nuestra mente expresa y atribuye —en grado quizá ínfimo—
Ia verdad del ser ; afirma que el «no-ser» participa de esa verdad 19.
La base donde reposan los juicios equivalentes al de que «el no-ser es Ia
nada», tiene tanta firmeza como Ia verdad absoluta de que «el ser es» o «el
ser guarda identidad consigo». Ambos juicios suponen Ia verdad del ser co-
mo verdad absoluta: como verdad que es de suyo inagotable y se extiende
a todas las demás y les da determinación, y que por ello puede llamarse
«verdad única» ; admiten el ser como hecho incausado, suficiente y de efi-
cacia absoluta. Sobre esta base el primer juicio —«la nada no es», o «el no-
ser es Ia nada»— describe, a Ia luz del ser y con total sujeción al mismo,
algún grado de participación. Al afirmar que Ia pura nada carece de exis-
tencia, es absurda y nadie puede pensarla, aludimos aún a Ia verdad del
ser; Io que en tales afirmaciones hacemos, es poner todo Io posible (Io no
contradictorio) dentro del campo de las realidades e ideas que no trascien-
den aquel límite inferior.
Por consiguiente, Ia «nada» no impide el carácter absoluto del ser.
El problema
tan sólo desde una absoluta alteridad, pues todo, en cada uno de los entes,
participa porque su propia y no transferible singularidad es.
¿Se juzgará que el ser es absurdo, por revelársenos siempre como sufi-
ciencia inagotable y radical pero también relativa, como uno y a Ia vez múl-
tiple? M. Y no solamente «se muestra» así; es, con toda verdad, uno y múl-
tiple, absoluto y participado. Baste poner ante los ojos Ia propia limita-
ción humana —patente en el acto mismo de conocer— y Ia finitud intrín-
seca de los demás entes corpóreos. Todo ente limitado, y entre ellos el yo,
J'orma parte de un orden que realmente es uno y múltiple ; todos participa-
mos del ser, y por ende estamos unidos y esa unión excluye que seamos pura
unidad común 21. El principio de unidad nos penetra por entero y de raíz,
ya que todo, en cada ente limitado, es ; y también estamos constituidos ca-
da uno dentro de una intransferible y propia singularidad.
Mas no por eso resulta lícito juzgar que el ser sea absurdo. Esta mi afir-
mación de Ia no-verdad sería, ante todo, conocimiento y aplicación de Ia
verdad del ser. Sólo gracias a que tiene y es verdad, el ser enlaza los térmi-
nos del juicio. Y éstos no pueden vincularse en Ia afirmación, sino gracias
a que Ia verdad del ser los ilumina y aúna; sin ella serían pura dispersión,
absurdos y faltos de toda posible existencia, pues nada serían.
Asi volvemos a notar que Ia verdad del ser ha de concebirse como Ia de
todas las verdades: origen íntegro y radical, que de modo positivo y por
positiva determinación las hace verdaderas. Ella, según queda insinuado,
por su parte es absoluta.
No se trata aquí de confusión entre un carácter absoluto y hechos re-
lativos; entre los juicios de Ia mente humana, en Io que tienen de particular
o de relativo, incapaz por sí mismo de fundarse, y el ser, de cuya verdad
participan. Al contrario, el ser —y ante todo, su dimensión real— está pre-
sente y se nos descubre como Io único fontal y actualizador (eficacia pura,
constitutiva y operante) de toda Ia realidad, esto es, como suficiencia acti-
va absoluta 22; y si es tal su manifestación —que por Io demás no falta, de
suyo, mientras existe el pensamiento— hay en él identidad, ha de tener
adecuación perfecta consigo. Los juicios y decisiones a que el hombre da
curso, se limitan a aplicar, bajo innumerables formas, esa adecuación; afir-
20. A. GoNZALEz ALVAREz : «Todo Io que hay en un ente finito —o todo Io que es— es
en todo semejante y al mismo tiempo en todo diferente a> todo Io que hay —o es— en
cualquier otro ente finito» (El problema, de Ia fínitud, p. 28).
21. A. GoNZALEz ALVAREz : «Cada ente finito es diferente de todo otro y semejante a
todos los demás. Está cerrado sobre sl mismo y abierto al conjunto. Es individual y comu-
nicativo, separado y unido, soMtario y compañero» (BZ probfemo de Ia finitud, p. 27).
22. SANTo ToMAs : «ípsum esse est perfectissimum omnium : comparator endm ad om-
nia ut actus» (I, q. 4, a. 1, ad 3); L. LAVELLE: «En cherchant à définir l'essence de l'acte,
nous ne trouvons pas de meilleure expression que celle-ci : c'est qu'il est l'efficacité pure»
(De l'Acte, p. 14).
23. M. HEiDEGGER : «Algo tan evidente como Ia diferencia entre el ser del "ser ahí"
existente y el ser de los entes que no tienen Ia forma, de ser del "ser ahí" (Ia "realidad",
por ejemplo), sólo es el punto de partida de los proWemas de Ia ontologia, no nada en
que Ia filosofía pueda reposar» (El ser y el tiempo, trad. Gaos, 2." ed., Fondo de Oultura
Económica, México, 1962, p. 470). Adviértase que donde el ser nos revela su acto y su vir-
tud asclarecedora, no es en Ia mera «facticidad» ^para sí misma opaca— de los hechos y
cosas «mundanos» ni de nuestra propia vida ; es únicamente en cierta luz peculiar y es-
pecífica del «Dasein» u hombre singular y concreto, por Ia que existimos contrapuestos a
Ia dispersión y a te, finitud. En esto sin duda Ia posición de HEIDEGGER no otorga al «Da-
sein» toda Ia amplitud del «esse» tomteta.
24. A esto se inclina M. HEIDEGGER. Véase Ia anterior cita 16, y además : «El ser, tema
fundamental de Ia filosofía, no es el: género de ningún ente, y sln embargo toca a todo
ente. Hay que buscar más alto su "universalidad". El ser y su estructura están por enci-
ma de todo ente y de toda posible determinación de un ente que sea ella misma ente. El
ser es Io transcendens pura y ximplementey> (El ser y el tiempo, p. 48).
uno, o que está separado por completo de los entes, o que sólo tiene reali-
dad Io múltiple como tal o bien Io múltiple unificado por Ia mera abstrac-
clón?25.
En especial, no se ve de qué forma pueda haber identidad entre el ca-
rácter absoluto del ser y Ia absoluta negación de los entes, cómo pueda aquél
deflnirse con el término de nada, y en qué sentido Ia nada de los entes pue-
da fundarlos y ser l<uz que los muestre y justifique 26. La luz que ilumina los
entes y revela por qué «son», forma unidad con ellos y es sin embargo ori-
gen absoluto, previo, inagotable, total e independiente de toda Ia verdad
múltiple y relativa. Esa luz es Ia verdad del ser.
En tanto que existe a participación, reciben los entes dicha luz y tienen
verdad, pues en tal medida «son», guardan identidad consigo y por ello son
inteligibles. Y así resulta, además, que en caso de venir a los grados Infe-
riores de participación, atejándonos, por diferencia y disparidad cada vez
mayores, del ser absoluto, Ia verdad se debilita y oscurece ; ahí los entes son
más opacos a nuestra mirada Interior, menos inteligibles, porque reprodu-
cen más üiexactamente Ia identidad pura. Al recibir en menor grado Ia ver-
dad del ser, se dificulta Ia afirmación, pues el juicio toma siempre su vir-
tud de Ia verdad e identidad del ser uno y verdadero, ante el hecho de Ia
unidad y verdad que por participación se comunica al ente.
De no haber unidad en el ser, toda verdad sería absurda. Por otra parte,
si blen para afirmar el ser, en cuanto que es absolutamente uno, se nos exi-
ge trascender Io múltiple y relativo, esto no implica mera afirmación de Ia
unidad absoluta, antes sólo tiene lugar por imponérsenos Ia verdad de Ia
participación, que es manifestación de los entes como reales.
En el mundo corpóreo, el hombre es el único capaz de trascender Ia fi-
nitud y aunarlo todo en Ia verdad del ser. Pero no Io hace —al concebir o
formular juicios nl al tomar decMones— de otra manera que respetando
los términos y el sentido de una relación primaria, por Ia que todo, en cada
uno de los entes limitados, es.
La estructura
27. E. PRZYWARA: «Einmal zeigt sich die Begründung kreatürUcher Metaphysik von
der Wurzel her: zum Akfc-ProMem hin und vom Akt-Problem her. Dann aber steht nun
ihre volle Form-GestaJt vor uns : im E>ass und Wie ihres zueinander von formalen Gegen-
stand und Akt» (Analogia Entis, p. 60).
velan nuestra fdnitud...). Los modos de ser son; y el ser sólo se manifiesta
gracias a que es origen, acto o principio determinante y realizador, de los
entes 28 ; dada nuestra condición de «espíritu encarnado», trasciende tos re-
cursos de Ia mente humana y es imposible que nos aparezca como sola iden-
tidad pura, no participada por Io múltiple y relativo.
Mas tal observación —que se repite sin cesar, siquiera virtuaünente, en
1x>dos los juicios y decisiones— no debe inducirnos a engaño: Io uno, en
cuanto uno o definido por su unidad, no puede identificarse con Ia disper-
sión de Io múltiple. El carácter relativo se distingue y se excluye de Ia ab-
siolutez ; Io que sólo «es» por participación, del origen o fuente participada w.
El ser, cuya verdad ilumina los juicios del hombre, no permite sostener Io
contrario; más aún, impide formular un solo juicio, sin aplicar Ia distin-
ción entre el ser y alguno de los modos de ser.
Al pensar, tiene el hombre conciencia, por Io menos virtual o implícita,
de que Ia identidad del modo particular de ser a que el juicio presta aten-
ción, es sólo un aspecto derivado, y no Ia raíz ni el núcLeo de toda afirma-
ción verdadera y de toda posible unidad; que en el juicio Io particular y
restringido se nutre de una identidad más honda, inagotable para los re-
cursos del entendimiento. Así aparece una plenitud que no podemos abar-
car, y de ella recibimos luz que determina lo>s caracteres de unidad y ver-
dad en Ia afirmación del ente finito, según el modo de ser con que el ob-
jeto de esta última tiene parte en aquella misma plenitud.
También los juicios que versan sobre el ser y cuyo objeto no implica de
suyo limitación, revelan a través de Ia conciencia psicológica —según tu-
vimos ya ocasión de recordarlo— que Ia finitud subjetiva no es aquella luz
y firmeza absolutas donde el juicio cobra (siempre en grado imperfecto) Ia
verdad; con Io cual ponen de manifiesto Ia distinción entre Ia finitud y el
s«r. Por Io demás, queda indicado que esta finitud subjetiva no deja intuir
Ia unidad plena y pura, Io infinito y absoluto del ser ; hay siempre relativi-
dad en el modo humano de conocer, o de tomar decisiones, y únicamente
por raciocinio —por inferencia lógica— podemos explicitar que Ia suficien-
cia sólo y en todo relativa de los entes limitados supone, como término real
e ineludible de su propia dependencia, una alteridad pura, extrínseca a
6'llos, suficiente y libre por Ia absoluta identidad que guarda consigo; una
28. L. LAVELLE : «Le propre de l'acte [d'étre] c'est de ne pouvodr jamáis être regardé
comme un donné, c'est d'être L'origine et Ia genèse des choses, c'ast de se confondre avec
Ie principe qud les produit» (De l'Acte, p. 62).
29. A. GoNZALEz ALVAREZ : «EI ente finito, sujeto de atributos contrapuestos, deber ser
c.uaI y estar constituido por un principio en el que asiente su mu>midad intransferible, su
diferencia y relatividad, su clausura en una totaJidad individuali, y otro principio, pene-
trativamente abrazado al anterior, que sirva de fundamento a su referibUidad a los demás,
a su semejanza y absolutez, a su apertura y proyección en el orden universal» (El problema
a'e Ia finítuá, p. 30).
30. A. GoNZALBz ALVAREZ : «Ni to, finitud del ente finito es un odre que contenga Ia
entidad, ni Ia entidad del ente fináto es el contenido de ningún recipiente. Vuelve a po-
nerse de relieve que no se puede separar, abstraer o dlcotomizar Ia enüdad deI ente fi-
nito de Ia finitud del mismo. No es que una parte del ente finito sea sin ser finita y otra
parte sea finita sin ser. Dicotomizactón semejante pondría a un Uuto Io entitatJvo puro,
que seria puro infinito, y al otro el Umite puro, que seria te pura nada. El ente finito ha-
bría quedado plenamente desintegrado» (El problema de Ia finitud, p. 25 s.).
31. G. W. P. HEGEL : «En una rel8xdon en que se coloca de un UuIo Jo finito y Io in-
finito de otro, se concede a aquél iguaü importancia e independencia que a éste ; se hace
de Io finito un ser absoluto que, en este duausmo, se basta a sí propio» (Lógica, 95, trad.
Ovejero, ed. Victoriano Suárez, Madrid, 1917, p. 174).
32. B. DE SPiNozA : «Aparte de Dios no puede darse ni concebirse ninguna sustancia»
(Etica, i, 13, trad. O. Cohan, ed. Pondo de Cultura Económica, México, 1958, p. 21). «La
extensión es un atributo de E>ios, o sea, Dios es una cosa extensa» (ld., II, 2). «En el orden
natural de &s cosas nada se da contingente ; síno que todo está determinado por Ia ne-
cesidad de \& naturaleza divina a existir y obrar en un cierto modo» (Id., I, 29). «En el
alma no hay ninguna voluntad absoluta o libre» (Id., Ii, 48).
33. L. DE RAEYMAEKER : «El ser particular no puede ser simple, puei>to que da lugar a
Ia afirmación simultánea de dos juicios —es y es éste— irreductibles, aunque cada uno
de eUos se refiere a Ia unidad concreta y total del ser considerado. Sólo conjuntamente
txpresan estos juicios Ia unidad de una manera adecuada; son correlativos y i>e apoyan
mutuamente, como las aristas de una ojiva : juntos expresan Ia relación fundamental, Ia
tensión interior, que constituye ad ser particular» (Filoso]ia del ser, Ed. Gredos, Madrid,
1959, p. 152).
34. P. ULRicH : «Die selbige Verwendung von Sein und "Ndchts" erweist sich als die
Bedingung der Möglichkeit einer hinzufügung zum Sein, in der dieses sich seü»t entfaltet
und zwar in einer "Andersheit", in der "nichts" ausgesagt ist, was nicht immer schon
wesenhaft ins Sein gehörte» (Homo Abyssi^, Johannes-VerXag, Einsiedem, 1961, p. 237).
35. He ahi Ia dialéctica de Ia nada y del absurdo, tal como to presenta J.-P. SARiRE :
«]je pourvoi est l'être qui est à soiiméme son propre manque d'ètre. Et d'être dont manque
Ie pour-sol, c'est l'en-soi. Le pourvoi surgit comme néantasatkm de l'en^soi et cette néanti-
sa.tion se définit comme pn>jet vers l'en^soi : entre l'er^soi néanti et l'en^soi projeté, Ie
pcnux3oi est néant. Ainsi Ie but et to fin de 1» néanüsation que je suis, c'est l'en-soi. Ainai
to réaUté humaine est désir d'ëtre-en^oi. Mais l'en-soi qu'elle désire ne saurait être pur
er..^oi contingent et absurde, comparable en tout point à celui qu'elte rencontre et qu'elle
néantit. [...] L'être qui fait l'objet du désir du pomssoi est donc un en^soi qui serait à lui-
miïme son propre fondement, c'est>a-dire qui serait à sa facticité comme Ie pour-soi est
à ses motivations» (L'être et Ie néant, OaiUmard, Paris, 1948, p. 6o2 s.). «Tout pour-soi
esi; Ubre choix ; chacun de ses actes, Ie plus insignifiant comme Ie plus consadérabte, tra-
duit ce choix et en émane ; c'est ce que nous avons nommé notre Uberté. Nous avons main-
tenant saisi Ie sens de ce choix : il est choix d'être, soit directement, soit par appropriation
du monde, ou plutôt les deux à to fois. Ainsi ma Mberté estreUe choix d'être Dieu et tous
m€« actes, tous mes projets, traduisent ce choix et Ie reflètent de mille et miUe manières,
car il est une infinité de manières d'être et de manières d'avoir» (Id., p. 689). «Toute réa-
Ut<! humaine est une passion, en ce qu'eUe projette de se perdre pour fonder l'être et pour
comtituer du nrâme coup J'En-soi qui échappe à to contingence en étant son propre fon-
dement, i'Ens causa gui que les reMgions nomment Dieu. Aina Ia passion de l'homme est-
elle1 inverse de celle du Christ, car l'homme se perd en tant qu'homme pour que Dieu naisse.
Mais l'idée de Dieu est contradictoire et nous nous perdons en vain; l'homme est une
passion inutUe» (Ia., p. 708).
36. SANTo ToMAs: «Esse est actuaUtas omms formae vel naturae [...] Oportet igitur
quod ipsum esse comparetur ad essentiam quae est adlud ab ipso, sicut actus ad potentiam»
(I, q. 3, a. 4, c.).
No tenemos razón para juzgar absurdo que el ente limitado sea consti-
tuido por un principio real de ser y un principio también real de limitación.
Desde luego, seguimos negando Ia unión estructural del puro no-ser y de
Ia infinitud; no nos acogemos a tal síntesis, al afirmar aquella composición.
Los principios del ente son realidad, no fruto de Ia abstracción. Tampoco
son entes individuaUzados o completos, ni menos aún, si cabe, es licito sos-
tener que son un ser absoluto y Ia pura nada (absurdamente limitadora, y
además, Umitadora de un ser que excluye todo límite). Cada uno se muestra
como relación pura, «trascendental» y no vacía, al otro; y Ia unidad que
entre los dos estructuran, es el ente, unidad que existe gracias al principio
real actuaüzador («acto de ser») y es limitada por el principio real de po-
tencia actualizable y receptiva (esencia, tateidad, «modo de ser»).
Ninguno de estos principios es por de pronto realidad, que en segundo lu-
gar ejerza función relativa: los define y constituye Ia relación *. Ambas re-
laciones difieren, y cada una comunica Io peculiar del propio carácter al
ente que forman.
¿Es todo esto una mera hipótesis? El acto de ser o principio real actuali-
zador sería absurdo, si hubiera que considerark> como perfección ilimitada
(absohita) ya constituida, pero Umitabte y posteriormente Umitada por el
modo de ser. A su vez el principio de Mmitación tampoco puede concebirse
como una realidad que de suyo y por su propia virtud es, y a Ia cual venga
a añadirse, no obstante, el acto de ser : con ello tendria lugar Ja inexplicable
e imposible constitución de Io ya constituido. A Ia verdad, ni el acto de ser
se da de por si configuración, ni tampoco de por sí el modo de ser «es», antes
recibe del acto determinación, por Ia que «es» de suyo (por Ia que tiene su-
ficiencia activa y unitaria) según Ia propia capacidad receptiva 41.
Pero todavía hay más. En los entes limitados, el acto de ser no es unidad
consigo (identidad) pues de Io contrario sería infinito y único; y ei modo
40. L. DE RAEYMAEKER : «Lo que existe es la. estructura que constituye Ia correlación
de los principios, a saber, el ser partlcuOar. Un principdo considerado aparte de los de-
más principios es un absurdo, y, como taJ, no es ; no se concibe y no es real más que en
\& estructura que Io contiene ; no es id quod est, Io que es en sí, sino id quo est (tale ens
quod est), el principio intrínseco real en virtud del cual tal ser, que es su sujeto subsis-
tente, presenta tal o cual carácter» (Filosofia del ser, Ed. Gredos, Madrid, 1956, p. 154).
41. No es ésta Ia posición de X. ZuBiRi. «La suficiencia en el orden de Ia aptitud para
existir», es, según ed autor, «consecutiva a te/ suficiencia sustantiva en el orden de Ia cons-
titución; en manera alguna su razón formal» (Sobre Za esencia, p. 155). «La suficiencia
constitucional es Ia razón formal de Ia sustantividad» (Id., p. 153). He aqul otros conceptos,
a manera de actaración : «Un sistema es una unidad primarla e intrínseca, en el cual tos
diversas notas no son sino momentos parciales, posicdonaJmente interdependientes, en tos
que se actualiza ei stetema como unidad. Las notas a que nos referimos son las constitu-
cionales, es decir, tas notas de tipo formal no adventidas, no debidas a ta, conexión de una
cosa con otras. Ouando aquella unidad forma un conjunto ctausurado es cuando tenemos
ya el sistema. Y entonces es también cuando tenemos, estrictamente hablando, sustantí-
vidad» (/tf., p. 151 5.).
de ser tampoco guarda por sí mismo identidad con el propio- carácter limi-
tador, pues de Io contrario quedaría —como pura nada— sin Ia fundamen-
tación del ser.
Así resulta, por abligada interpretación de los hechos, que los dos prin-
cipios reales son relatividad mutua, mas no igual en sus respectivas funcio-
nes y tampoco reducida a simple unidad. Uno es el fundamentar Io que exis-
te, el constituirlo por determinación activa y radical ; y el otro, Ia recepti-
vidad que sólo da cabida a una constitución o determinación limitadas y no
permite Ia absoluta suficiencia. Jamás existen, ni deben ser pensados, sino
como factores de un todo unitario: del ente, que los incluye y que por tales
principios se da ser y se da limitación. Lo que existe de suyo, fundado y en
unidad consigo, es el ente ; y lo> que está limitado, el ente mismo 42.
Adviértase, de paso, que en los entes posibles hay también acto (posible)
y Ia correspondiente limitación. Hasta los productos de Ia abstracción y las
ficciones mentales deben su tenue realidad a los dos mencionados princi-
pios. Lo que no tuviera acto de ser, nada sería, con Io cual no podría tam-
poco ser pensado por mente a^una; y Io que no tiene causa intrinseca de
limitación, es en toda su realidad infinito y absoluto.
En resumen, los entes limitados son estructura de dos relaciones reales,
mutuas, puras y trascendentales, diferentes una de otra y complementarias
entre sí. Con esto se explica Ia unidad, en cada ente, de los caracteres diver-
sos y antagónicos que establecen el binomio relatividad-absolutez. Lo que
en los entes existe, proviene de una ábsolutez participada, que es solo fun-
ción activa de fundar y constituir Io «de suyo» o real del ente, y de esta-
blecer así en él una relativa suficiencia unitaria : nace de una absolutez en
todo proyectada a Ia actuación de Ia capacidad receptiva con que el modo
de ser (esencia, taleidad) está a su vez abierto y en todo referido. Cada uno
de los entes limitados es. Mas todo él se constituye sólo como relativa uni-
dad : es él mismo, cabe otros, en relación y exclusión mutua con otros mu-
chos entes y penetrado por Ia finltud 43.
Parece vamos por camino seguro. Pero nos hacen falta nuevas aclara-
ciones.
44. A. MARC : «Par l'élaboratlon et l'amalyse des idées de multiple et d'un, de to puissan-
ce et de l'acte, de l'essence et de l'existence, je discerne dans l'étre Ie simple et Ie com-
posé et Ia dépendence du second à l'égard du premier. Le nerf de l'argumentation est aJors
beaucoup moins l'analogie de l'être que son immaneece et sa transcendance en tout, au-
trement dit, son aspect transcendental» (Dialectique de l'affirmation, p. 513 s.).
45. X. ZuBiRi: «La razón formal de in sustantivldad, decíamos [cfr. nota 41], es tó,
suíicdencia en el orden constítuclonal. Dentro de ella, te, razón formal de Ia esencia es
Ia suficiencia de las notas para constituir "por sí mismas" un sistema sustantivo. Pues
blen, precisamente por ello, el resto de las notas de Ia sustanüvidad cobran suficiencia sis-
temática, Ia cobran "por algo otro", a saber, por Ia esencia. La esencia es sistema por sí
misma; el resto de te sustantivldad es sistema ob alio, ab essentía» (Sobre Ia esencia,
p. 267).
46. «Nada» —ningún ente y ningún principio—, observa SANio ToMAs, «habet actuaU-
tatem, nisi inquantum est : unde lpsum esse est actualitas omnium rerum, et etiarn ipsa-
rum formarum. Unde non comparatur ad alia sicut recipiens ad receptum : sed tnagls sicut
reoeptum ad recipiens» (I, q. 4, a. 1, ad 3).
47. L. FüETscHER : «Los tom,istas no siempre distinguen con ctoridad si el acto como
taJ o el acto puro como tal es de por sí infinitó» (Acto y potencia, Ed. Razón y Pe, Madrid,
1948, p. 72). «El acto como tal no expresa infinidad, sino que presoinde enteramente de
te, finitud y de Ia infinitud» (Id., p. 81). «Si el acto como tal expresara ilimltaoión, sería
imposible que se dlera en grado limitado» (Id., p. 82).
48. P. ULRicH : «Das Wesen ist nicht um sedner selbst willen, gesetzt, sondern um des
notwendigen Seinasinnes willen, der das Sein in die Endlichkeit befiehlt» (Homo Abyssus
p. 95).
49. A. MARC : «En vérité l'essence, en tant que rapportée à l'existence, n'est pas acte,
mais puissance, bien que par ailleurs, dans son ordre propre, elle se puisse consddérer com-
me un acte, où l'infini et Ie fini pourront encore se trouver sur une ligne particuEère. Si
teUe essence réalise toute to perfection, qu'elle signifie, elle aura de l'infinité dans cet
ordre et ne sera qu'acte. Que si tpar rapport à l'existence elle apparaît finie, c'est alors une
autre perspective, où elle ne doit plus se considérer comime un acte, mais comme une
puissance. EHe n'est pas un acte en puissance à un acte d'ordre supérieur, ma,is une puissan-
ce à l'esse [cfr. nota 43] ; telle est Ia seule façon rigoureuse de s'exprimer! Ainsi Ie prin-
dpe que l'acte est de soi illimité, mais limité par une puissance qui est limitée par eUe-
même, est sauf et avec lui Ia cohésion du système. La présence du find et de l'infini dans
l'être s'explique par to dualité de l'essence-puissance et de l'esve-acte. Le fini suppose Ia
composition des deux et l'infini réclame que l'existence ou l"esse soit pun> (Diolectiqw de
l'affirmation, p. 510).
50. A. MARc : «En étant rapportés à Inexistence comme à un premier principe, mais
différemment selon leur nature, tous les êtres sont orientés vers une même source et sont
ordonnés, hiérarchisés les uns par rapport aux autres. Ite constituent ainsi un ensemble,
une harmonie, où chacun donne sa note, sans éteindre ou voiler celle des autres» (Dialec-
tique de l'affirmation, p. 646).
51. Aun admitiendo Ia composición real, B. MONTAGNES acentúa —con razones y do-
cumentación muy estimables— esta intrínseca determinación de Ia esencia : «On peut
reconnaître Ia perfection et Ia primauté de l'acte d'être sans pour autant déprécier l'essen-
ce, à condition de ne pas réduire celle-ei à Ia puissance et à \& limite, de ne pas en faire
ce par quoi les êtres sont autres que Dieui De plus, si l'on envisage les différents êtres
comme hiérarchisés, on s'aperçoit que ta. Umita>tion potentielle et Ia détermination posi-
tive varient en raison inverse l'une de l'autre et que, à Ia Mmdte, l'essence est pure positivité
coïncidant avec l'acte d'être. En Dieu l'essence s'identifie à l'esse. En résumé, il y a des
degrés d'être parce que Ia perfection d'être est mesurée ï»ar les essences d'après leur dé-
termination formelle et limitée par elles suivant leur capacité réceptrice» (La doctrine de
l'analogie de l'être d'après Saint Thoma* d'Aquin, Publications Universitaires, Louvain-
Béatrice-Nauvelaerts, Paris, 1963, p. 108 s.).
52. P. SuAREz : «Quod essentla non potest esse finita nisi sit potentaa vere ac proprie
receptiva ipsius esse, et e converso esse nos posse esse finitum, nisl sdt vere receptum in
essentia, tamquam in potentia passiva ac receptiva [...] fateum esse existímo essentiam et
esse hoc modo comparari» (Disp. Met., d. 30, s. 2, 19). «Ut ergo esse sit finitum, satis est
ut slt receptum ab aUo in tanta ac tanta perfeoüonds mensura, etíamsi proprie non sit
receptum in aliqua passiva potentía, et simUiter essentia creata potest esse limitata per
suam intrinsecam dáfferentíam, etíamsi non comparetur ad esse per modum receptdvae
potentiae» (L. c.); L. FuETscHER: «En el ser divino se halla cualquier perfección pura,
pero en un grado infinito ; de un modo anàlogo a como se encuentra en teus cosas eï id quod
del concepto universal, pero sólo en una forma concreta de verificación. Así, pues, Ui di-
Universidad Pontificia de Salamanca
74 JAIME CASTAÑE 30
Aceptar esta última hipótesis, vale tanto como destruir Ia base del pen-
samiento. No por negación de ciertos datos: por ver Io iluminado y rehusar
—absurdamente— Ia afirmación de una luz que ilumine. El hombre no tie-
ne por qué juzgar idénticas Ia finitud y Ia verdad misma; no consiste en
eso Ia interpretación fiel, ajustada a todas las peculiaridades intransferi-
bles de cada hecho o dato. La verdad solo intrínseca, peculiar y en su nú-
cleo sometida y recluida por Ia unicidad concreta de hechos que entre sí se
yuxtaponen, ni es absoluta ni es verdadera. Únicamente se libra del absur-
do, si admite el ser de tales hechos y a través de ellos afirma, por tanto, Ia
necesidad ineludible de que exista una fuente unitaria, común, supuesta
por Ia taleidad y no identificable con nada relativo, ni siquiera con Ia rela-
ción que define el acto particular de ser y Io constituye.
No parece justo —ante estas observaciones que una vez más recogemos—
considerar el problema de Ia finitud ocioso ni vanamente trasladado.
Adelantemos todavía una aclaración. Es cierto que los entes limitados
no logran de por sí fundar su expl'.cación última; solos, se perderían en su
interna y radical negación. Pero ¿no pueden emanar de un Ser infinito?
Basta que sean participación de El. Su modo particular de ser, en cada uno,
reflejará hasta cierto punto Ia riqueza inagotable del Ser infinito; refleja
algo, no es todo, y de ahí su finitud y Ia posible pluralidad de esencias que
participan. El acto particular de ser, como relativo y funcional, se ajusta a
una de ellas y es también limitado. TaI ocurre en el orden del ser, sin que
jamás sea posible entre esos dos elementos estructurales ni Ia separación
ni una prioridad que excluyera dependencia recíproca y total 53.
ferenciación y deümitación actual de las perfecciones, tanto según Ia especie como se-
gún el grado, existe únicamente en Ia mente divina y por Ia mente divina. A & Omndpo-
tisncia divina está reservado entonces el dar libre y voJuntariamente Ia existencia a cual-
quiera de esas perfecciones, determinadas ya en sí especifica y gradualmente» (Acto y po-
tencia, p. 80).
53. Trasladamos asi al pte.no del acto de ser el principio que sentó ya ARisTOTELss :
«No de todo ser en potencia procede el ser, sino de un determinado ser en acto procede un
determinado ser en potencia» (Metafixica, 1069, trad. Samaranch, p. 1051 s.) ; P. UuucH :
«Die Seänsteilhabe geschieht dem Herabstieg des Seienden vom Ursprung gemäss. Der
Herabsfcfeg des Seienden wurzelt im Sichverendlichen des Seins. Dieses wiederum steht
im Zug der Durchniehtung und bringt das Seiende in derselben Bewegung des Sichverend-
lichens zu Gott zurück. Deshalb helsst es im Text [1 Sent., Prol., 1, 2, 2J : «nec nomina-
tur ens nisi inquantum ens primum imitatur». Die Entäusserung des Selns In die konkrete
Siibsistenz hinein versiegelt sich in der imltatio des nicht verursachten Ursprungs, sofem
aas Verursachte das Gleechnisbild des Ursprungs in sich trägt» (Homo Abyssus, p. 202).
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31 MANIFESTACIONES DEL SER... 75
54. B. MoNTAGNEs : «L'unité d'ordre qui rassemble les êtres se fonde à Ia fois sur l'unité
réelle du pariait, qul est l'Ipsum esse, et sur Ia communication intrinsèque de sa perfec-
tion aux participante. La composition réelle de ces demiers n'est pas exclue, puisqu'il n'y
a pas de limitation sans composltu>n, mais elle est subordonnée, puisque Ia composdtdon
est Ia condition nécessaire de Ia limitation sans en être Ia condition suffisante. Les êtres
créés ressemblent à l'être divin en vertu des rapports de causalité effictente et formelle
dont l'ensemble constitue Ia participation» (La doctrine de l'analogie de l'être d'après Saint
Thomas d'Aguin, p. 167).
55. En este plano ontològico no vale el criterio de KANT, ya que el ente no prevalece-
ría sobre Ia nada, si al carácter relativo del ser no correspondiese un término real absoluto.
Según M. KANT, Ia conclusión «que pasa« de un efecto a una causa determinada, sobre todo
a una causa tan exacta y completamente determinada como Ia que hemos de pensar en
Dios, es siempre insegura y dudosa» (Critica de Ui razón práctica, 1. II, c. 8, trad. Miñana-
G. Morente-Market, ed. Victoriano Suárez, Madrid, 1963, p. 277).
Importa precisar aún cómo Ia verdad del ser, fundamento del juicio, es
expresión de realidad; hasta qué punto los juicios revelan de por si una rea-
lidad absoluta.
No se trata de que Ia primera verdad sea intuición del Ser infinAto *6.
Para deshacer el equívoco una vez más, valga Ia sencilla comparación que
se traía hace poco: el conocimiento oldinario semeja un ver las cosas ba-
ñadas de luz, pero sin captar Ia luz en Io que tiene de más íntimo, ni saber
con facilidad cómo y de dónde nos llega.
La absolutez alumbra, apoya y determina. Hace conocer qué son las rea-
lidades, al mostrarnos en ellas, no una mera factìcidad múltiple (relacio-
nada sólo superficiabnente de unas a otras) sino por el contrario, el hecho
de fundarse y constituirse —cada cual a su manera, pero todas con carácter
pleno y definitivo— en Ia única un,idad enteramente firme y siempre inago-
table, que se les comunica por participación y da sentido y valor al «es» de
las simples afirmaciones y al de los actos libres.
Mas nadie descubre por intuición (con seguridad objetiva, al margen de
todo razonamiento) de qué modo los entes son sin estar absorbidos y anu-
lados por el acto puro de ser ; ni cómo dicha fuente de participación es uni-
dad, perfección y suficiencia absolutas, si a Ia vez participa de ella Ia fini-
bud real.
Aquí el ocultamlento del «modo» coincide con el del acto mismo de ser,
y obUga a firmar que no intuimos a Dios —sin inferencia— como «de suyo»
o ser-en-sí.
Por un lado percibimos —y no podemos dudarlo— que toda verdad es
participación en Ia verdad el ser ; que Ia afirmación de realidad a propósito
de los entes, así como todas cuantas notas reales hayan de serles atribui-
das, aplican y traducen aquella verdad ; y que Ia verdad del ser no necesita
apoyo. Pero ¿qué intuimos de Ia identidad pura —o verdad absoluta del ser—
y en qué medida podemos afirmarla?
56. B. MoNTAGNES : «Nous n'attelgnons l'esse uivinum que par Ia mediation de l'esse
commune, entendez de l'être commun aux analogues créés. En aucune façon nous n'avons
te pouvoir d'abstraire une notion, fut>ce celle de l'être, par laquelle nous dominerions Ie
créé et l'uicréé» (La doctrine de l'analogie de l'être d'après Saint Thomas d'Aqu,in, p.
102 s.).
57. Véase una afirmación contraria, del neopositivista L. WirrcENSTEiN : «Gott offen-
bart sich n|cht in der Welt» (Tractatus Logico-Philosophicus, p. 188).
58. SANTo ToMAs : «Solus Deus est ens per suam essentiam : amnia vero aUa sunt en-
tìa per participatlonem. Omne autem quod est per participationem, eausatur ab eo quod
est per essentiam» (I, q. 61, a. 1, c.).
59. A. MARc : «Sans être nous-mêmes Ie principe des choses, et sans entrer strictement
dans l'aote créateur, ni en surprendre directement Ie secret, nous discernons dans têtre,
dont tout participe, te premier principe de tout. Puis par Ja reaation de participation du
multiple à l'un, de Ia puissance à l'acte, de l'essence à l'existence, nous identdfions finale-
ment Ie Premder Principe Réel du tout: Dieu» (Dialectique de l'affirmation, p. 707).
60. SANTo ToMAs : «Non dicitur esse simiMtudo inter Deum et creaturas propter con-
venientiam in forma, secundum eamdem rationem generis aut specfel ; sed secundum ana-
logiam tantum, prout scuicet Deus est ens per essenUam et aUa [sunt entia] per partira-
patíonem» (I, q. 4, a. 3, ad 3); C. PABRo comenta asi: «La vadidità della fornuua è nel-
l'emergenza assoluta che compete aU'esse rispetto a tutti gli altri atti e forme predicamen-
tali : l'esse infatti, fra tutti gU atti e forme, è l'unico che può (e deve) stare solo e sepa-
rato, secondo l'esigenza primordiale di Parmenide che "l'essere è, U non-essere non è" :
quindi solo l'esse (per essenza), ma solo l'esse in quanto è atto primo e ultimo (emergen-
te), è in virtù di se stesso e reaUzza M sillogismo interno dellUdentità assoluta dell'Essere
con se stesso» (Partecipazione e causalità secondo S. Tommaso d'Aquino, p. 595 s.).
61. SANTo ToMAs : «Oreatio, quae est emanatio totius ease, est ex non ente, quod est
nlhil» (I, q. 45, a. 1, c.). La creación es «prtìductio aUcuius rei secundum suam totam subs-
tantiam, nullo praesupposito quod slt vel increatum vel ab aUquo creatum» (I, q. 65, a. 3,
los entes Ia no-verdad y el no-ser del absurdo (y los priva con ello de toda
realidad) si no tiene como origen y término Ia identidad pura. El hombre
nada afirma, sin ir más allá de Io relativo y múltiple, que de por si es y que
no obstante es previa relatividad: no pasar este limite, equivaldria a que-
darnos en el absurdo, por reducción de toda Ia realidad a algo que «es y
no es».
Afirmar que los entes son, no significa atribuirles existencia ni acto in-
finitos; pero sí presuponerlas como realidad, ya que, en caso de no llegar a
ellas, Ia afirmación estaría dominada por un radical e imposible «ser y no
ser». Al afirmar Io relativo, se pone en juego Ia admisión de Ia absolutez ac-
tual y actualizadora, y habrá absurdo o verdad, según que el juicio desvin-
cule de esa absolutez su propia unidad relativa, o por el contrario, exprese
Ia armonía (real y justa) que tiene lugar entre Io relativo y dicha absolutez 62.
A pesar de todo, Ia mente humana solo llega a Dios por raciocinio, no Ie
intuye. TaI sucede, porque es limitada. La verdad del ser nos obliga a tras-
cender toda finitud, y al propio tiempo nos ofrece los recursos necesarios ;
pero no nos dispensa del camino.
c.); P. SuAREz: «Substantia secundum seipsam tonmediate terminat cre-ationem E>ei; ergo
per sedpsam immediate refertur ad Deuni relatíone craa.turae» (Disp. Met., á. Vi, s. 7, 6).
62. B. DE SpiNozA: «Todas las ideas, en cuanto se refieren a Dios, son verdaderas»
(Etica, II, 32, trad. O. Cohan, p. 80).
63, SANTO TOMAS, I, q. 3, a. 7, C.
que ni absorbe los entes ni es tampoco relativizado ni completado por ellos *4,
antes bien, los constituye de tal modo, que pone en cada uno, por vincula-
ción y referencia plenas y radicales al propio Ser divino 65, vestigios y parti-
cipación real de Ia absolutez, y entre estas manifestaciones y efectos suyos
(vestigios y participación de Ia absolutez) realiza con particular e inefable
comunicación una verdadera, viva, operante y constitutiva imagen de Ia
plenitud y perfección infinitas en Ia persona limitada *6.
Si Io relativo y múltiple no tuviera su explicación real en Ia absolutez del
acto creador, no podríamos atribuir a los entes limitados el hecho de que
son; al afirmar de ellos cualquier nota según Ia verdad —y aun en los jui-
cios no verdaderos— acudimos a una luz que es Ia verdad absoluta del ser.
Con el principio de causalidad se formulan el significado objetivo y el he-
cho de esta relación, que liga los entes a Ia verdad del ser : todo ente estruc-
turado —compuesto y relativo— es referencia constitutiva al carácter abso-
luto del ser. Dios nos es conocido tan sólo (en el plano de Ia naturaleza) a
través de tal principio. Sin duda, los juicios contienen el principio de cau-
salidad; pero no siempre resulta fácil usarlo debidamente, ni interpretar
bien el acto fontal y absoluto.
El hombre, inevitablemente —hasta al pretender negarlo o dudar de ello,
o reducir Ia afirmación al terreno ideal— admite un acto que en el pleno
sentido de Ia palabra y sin restricción es; de Io contrario, nada pensarla.
Pero Io velado y poco preciso de esta manifestación lleva muchas veces al
error —más o menos voluntario— de poner o buscar Ia absolutez en Ia fi-
nitud, y sobre todo, en nuestra libertad, o también dentro del orden o con-
64. SANTo ToMAs : «Ex hoc ipso quod esse Dei est per se subsistens non reeeptum in
aJiquo, prout dlcltur infinltum, distdnguitur ab omnibus aUis, et alia removentur ab eo»
(I, q. 7, a. 1, ad 3).
65. O. M. MANSER : «Todo ser creaturaJ, inctojso ed ángel, es potencial frente a Dios
IS. Tfi., I, q. 75, a. 5, ad 1], y aquí se explica el axioma : Cuantos son los seres, tantas son
las relaciones a Ia primera causa. [...] Esta ordenación trascendental de todo Io creado
a to primera causa [...] respeta, como debe hacerto toda buena síntesis, el ser propio de Io
diverso —criatura sólo potencia, Dios sólo acto— y expUca Ia unidad de Ia criatura y de
Dios partiendo de Ia naturaleza de Ia criatura y de su absoluta relación a Dios, Ia cual
en Dios, & causa de su perfección absoluta, no pone nada objetivo y, por consiguiente, res-
peta 7plenamente su independencia. Sólo Ia retoción trascendental nos expUca profundísi-
mamente to armonía entre Ia unidad y Ia pturaJidad del; universo y de todo ser creado y
divüio» (La esencia del tomismo, 2.' ed., C.S.I.C., Madrid, 1953, p. 332) ; E. PRZYWARA :
«Die Sphäre der KreatürUchkeit ate Sphäre des Widerapruchzatzes im Unterschied zui die-
ser (göttlichen) Sphäre des Identitätzzatzes "hat" aJso (onüsch) Seüi wie <noetisch) Wahr-
heit (Gutheit, Schönheit), im Masse sie über sich hinaus bezogen ist zu dieser übergeord-
neten Sphäre. Das heisst: es begründet sich Anadogie als teilnehmendes Uber-hin-aus-
bezogen-sein» (Analogia Entis, p. 118).
66. L. LAVELLE : «Au sens Ie plus fort du mot, exister veut dire accomplir un acte libre
et pur qul nous engage d'une manière absolue. Etre Ubre c'est se détacher de l'Etre, mais
pour s'ot>liger à y participer, c'est-à^lire, en se manifestant, à conquérir une essence» (De
l'Acte, p. 102).
junto que forman los entes limitados. Sólo Dios es plenamente, sin atenua-
ción alguna. Los entes limitados —y en su culminación cósmica, el ser hu-
mano— únicamente «son» porque El les da, a cada uno, algo que es y un es
constitutivo, Ia taleidad y el acto de ser 67.
67. TaI es \& solución que SANio TOMAS da al problema de Ia finltud : «Otnne partíei-
patum eomparatur ad parttópans, ut actus elus. Quaecumque autem forma creata per se
,subsistens ponatur, oportet quod partieipet esse [...] Esse autem partioipatum flnitur ad
capaátatetn partidpantis. Unde solus Deus, qul est suum esse, est actus purus et imfinitus»
(I, q. 75, a. 5, ad 4).