Poemas Marginales de Alberto Aguilar
Poemas Marginales de Alberto Aguilar
Poemas Marginales de Alberto Aguilar
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Poemas marginales
Alberto Aguilar
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Poemas marginales
Alberto Aguilar
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Aguilar, Alberto
Poemas marginales / Alberto Aguilar. - 1a ed . -
San Pedro: Perro Gris, 2019.
90 p. ; 15 x 15 cm.
ISBN 978-987-783-241-9
1. Poesía. I. Título.
CDD A861
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Sobre el autor
Alberto Aguilar nació el 30 de septiembre de
1954. Alfarero, huertero, dibujante de a ratos,
bibliómano marginal, amante de los perros y el
campo. Trabaja en una comunidad terapéutica y
también es tallerista de las actividades
mencionadas en diferentes escuelas. Esas tareas
que nos dan alegría y nos salvan de la
desesperanza.
Un par de los presentes textos fueron
publicados en Colombia en una revista hecha por
chicos en situación de calle. Otros, en diarios
locales.
Distinciones que obtuvo el autor:
Segundo premio en los Juegos Florales de
Poesía organizados por la Biblioteca Popular
Rafael Obligado (1989).
Reconocimiento en la Primera Feria del Libro
de San Pedro.
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A la memoria de mi madre.
A mi señora Susana y a mi hijo Paulino.
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Prólogo
Se me ha encargado que prologue esta obra y
debo admitir que, por ser mi primera vez en esta
situación, no sé bien cómo hacerlo así que espero
que me salga bien. ¡Allá vamos!
Antes que nada creo importante contarles
por qué esta tarea es tan grata para mí. Conocí a
Alberto hace relativamente poco -aunque él ya
me conocía y según dice, siendo chico, le critiqué
sus esculturas de arcilla- y en él me encontré a mí
mismo con otra historia. Digo esto porque si bien
tenemos nuestras diferencias, compartimos
gustos muy particulares por la música y la
literatura, tocamos el mismo instrumento (la
armónica), rescatamos libros abandonados en la
basura, conservamos esa necesidad infantil de
ensuciarnos las manos, amamos la naturaleza y
soñamos con mejorar el mundo en lo que esté a
nuestro alcance, así sea plantando otro árbol.
Germán Tettamanti
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Palabras del autor
Los Poemas marginales quizá sean un
desesperado intento de exorcizar algunos
fantasmas que andan por allí, o de convivir con
ellos de la mejor manera posible. Fantasmas
propios y ajenos, ¡oh! Desfile de personajes y
situaciones marginales, de la vida y de las almas.
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13
Está muerta la luna,
de pena muerta,
quedó preñada de azules planetas
pero murió de frío
su niño primero.
Amortajó sus sueños
con luciérnagas heladas
y los reflejos blandos
de los ojos de los dioses.
Su pena navega
por el firmamento
chocando el infinito
de los ecos más lejanos.
15
El maniquí demente,
en las tinieblas,
asesinó a la muñeca rubia
en el basural violeta
atardecido de furia.
16
Galopan en la noche
los ángeles de la furia.
Dios no existe
pero un ser alado me dijo
“el amor lo salvará”.
17
Dos monjas de blanco
cruzan la tarde.
Se desprenden, fugaces,
las hojas de los árboles…
Las muchachas multicolores
se deslizan entre sonrisas
que chocan las cajas de vidrio
-departamentos-
donde murió el amor
y el beso es prefabricado.
19
Luz de luna sobre la loza de una tumba,
luz de morgue sobre la mesa fría.
Un ángel y mi sombra acompañan,
desenlace de rituales equivocados.
20
Me llegan del infinito
como aullidos de mutantes,
entreveo sus rostros
que ríen, que lloran…
crispan sus manos
como las garras del fracaso.
La noche hoy tiene luces en remolino
que laceran mi corazón
con sus alfileres de lluvia brillante.
Un espectro sin rostro
me sigue a distancia.
No tiene manos,
no tiene corazón.
Hay sombras pequeñas
saltando a su lado,
perrillos de calles torvas
que custodian su maldad.
Quizás sea mi madre
que vague por allí.
21
Los maniquíes húmedos
se deslizan por baldosas rojas,
esos mosaicos melancólicos
sin tiempo.
23
La noche calcina insectos de alas negras
y una guitarra eléctrica
fríe mi corazón.
No vinieron hoy
tus pasos helados,
entre cortinas,
a rozar parte de mi locura.
24
Puré de magnolias
es hoy tu camino.
Las ramas de los árboles
ya no son garras para ti.
Apártate de las sombras de ayer,
caramelos de menta en la boca
para besar tu presente.
La muñeca que te asesinaron
es hoy tu dulce nena.
No vuelvas al camino gris,
hay manos tendidas hacia ti.
Mi corazón soñador
estará siempre a tu lado.
25
Corazón amarillo
de los dioses errantes.
Papeles viejos
esparcidos en la arena.
Aroma de mar
o de nostalgia.
Y tu nombre,
como al descuido,
flotando en la brisa.
Suave tristeza
recordar tu amor
en esta noche de luna.
27
En pueblo santo fabricaron un mástil,
torre de Babel de cemento;
su bandera es negra
con calaveras y dos tibias.
Así los barcos saben
que pasan por pueblo santo.
29
Los cuernos del diablo
rasguñan la luna del viernes.
El viento norte es una señal.
Los perros de la esquina
aúllan a la muerte.
Y los asesinos ocultos
mastican oscuridad.
La virgen errante besa
los crisantemos del olvido.
Sortilegio,
¡corten el sortilegio!
Quisiera apagar las velas negras
de la desgracia
y plantar árboles de esperanza
aunque los tuviese que regar
con la sangre de mi muerte.
30
Resucitar en los signos
cada instante, cada latido.
Resucitar en los signos
aunque los caballos muertos
aparezcan en las esquinas
oscuras de la confusión.
31
Otros mundos,
otros soles, otras lunas…
Otros sueños que se cruzan,
otros dioses, otros mitos.
Ahora llueve
y las gotas chorrean en los vidrios
y forman los vitraux de la ventana
y transforman las flores del jardín
en los sueños escondidos de un mañana.
¿De un mañana?
¿Habrá jardines tras los muros?
33
Sublime sortilegio
en la tensa noche.
Perfume de marihuana
como guirnaldas de amapolas.
En las puertas de la cárcel
besos de prostituta,
mordiscos de araña embriagada
que roe las calaveras.
34
Después de que para la lluvia
se ven en las nubes rosadas
los nombres de los muertos de sida.
35
Me traspira el alma
por desengaños amargos,
mi sosiego se fue
junto a viejas presencias.
Mi cerebro vaga
en desolada incomprensión…
Las habitaciones solidarias
se fueron vaciando
o quizás todavía no se construyeron.
36
La ciudad está maldita
y un puñado de místicos
remienda los espejos rotos.
Desfile de monstruos,
entre el humo
los ataúdes se incendian.
Si estuviese en ellos
mi cuerpo se purificaría.
El pajarillo blanco
se posó en tu pecho
en el momento justo
en que tu corazón se dormía.
37
Crisantemos amarillos,
besos helados.
Hay estrellas fugaces
que sólo se rozan…
38
La guitarra eléctrica
suena en la tarde
y su música me transporta.
¿Sabés, nena?
Hasta creo ser feliz…
Perdoname,
no sé si volverán aquellos soles
pero yo los espero.
Dame tu mano y en silencio
miremos los colores de la calle.
39
La lluvia cae lenta,
como brasas apagadas de cielo.
Se desbordó el jardín de casa
y desbordó humedad
la piel de la rosa.
41
Azaroso periplo,
funestos presagios.
El viento lame los álamos,
enmudeció el cisne amarillo
y Ayelén se fugó de nuevo.
Pececillos de nácar
las huellas en la hierba,
los sueños de la muñeca
adormecen el futuro.
El viento de ayer
rompió cristales de sombras.
Si esta tarde lloviznara ausencias,
la casa lloraría en silencio.
42
El libro de arte intenta distraerme,
la muchacha desnuda de Modigliani
es bella y estilizada como vos…
43
Hay una casa con tres pinos
hecha con el barro de los sueños.
Una niña multicolor hizo maletas
pero el diablo anticipó el viaje.
¿Adónde irás?
Los caminos grises tienen precipicios,
fauces de lobo, desolación.
Las flechas indicadoras
giran sin rumbo.
44
En la noche quieta
y tenue de esa luna
las camas frías se quejaron.
El caballo adormecido
mordió cristales rojos
y vomitó luciérnagas.
Ella dormía.
Murió una paloma
en la escarcha
y un anciano transparente
se quejó de frío.
45
Hay que llorar en negro
cuando canta la luna
y poner azúcar en tus lágrimas.
Si esa lluvia infrarroja
quema tus flores
las ausencias más simples
serán las más dolidas.
Ángel de la muerte,
hay una espada de fuego esperando
un paso antes del abismo.
47
Caminé entre desvaríos
y la verdad develada llegó
entre enredaderas amarillas
y galpones de plata oxidada.
Un borracho de glorias muertas
bebe su vino exacto.
48
El dulce mordisco de tus besos,
perfume de marihuana.
Tu boca, tabaco y caramelos,
tan dulce a veces,
cuando me hablas.
Quisiera protegerte con mis sueños
y juntar las esperanzas,
alargar las ilusiones
con pedazos de mi corazón.
49
Fue un instante,
una revelación.
Yo andaba buscando
mis soles desvanecidos.
Fue fulgurante ese momento,
bella visión…
Allá, contra el atardecer marchito,
engarzados en el horizonte,
cristales azules de un brillo único.
Rebotaban, giraban,
titilaban, me enceguecían…
Eran de un azul distinto y brillante.
Quise tocarlos para estar bendito
pero se desvanecieron
y me quedé solo.
Vacío en la tarde.
50
Tinieblas procaces,
muros indefensos.
Alguien lloró,
la música taladra los corazones
y llovizna apenas.
El perro se oculta en la sombra,
la luna se retira cansada.
Mi alma fatigada no duerme.
51
La distancia es como el viento,
pero el viento cambia.
Acomoda los corazones
o desordena las ideas
o gira al revés
¡Dulces dudas carcomen el alma!
52
Partí una tarde
a buscar lo perdido,
camino sinuoso me llevó al silencio.
Extraviado de mi alma
clamé por ayuda
-hasta enronquecer-.
Pero me escucharon
los seres abyectos.
Creí en sus sonrisas,
sonrisas de muertos,
canción del terror.
No pude ya huir,
no pude gritar.
Creía en un sueño
maldito y fatal.
Morí lento,
pensé en tu rostro
y nací a la noche.
53
¡Alma ensangrentada!
¡Tengo el alma sangrante!
Se pegan a mí
las flores del tiempo.
Pétalos grises, hojas infames.
Me llega lo tierno,
se pega en mi sangre,
mi fiel compañera.
Alma ensangrentada,
¿cuándo sonreís por mí?
¿cuándo me dejarás?
Vi los perros muertos
tras el muro del olvido.
54
El vidrio multicolor de la tarde
se quebró en mil pedazos a las cinco.
Olor a trébol a los costados del día.
Tu recuerdo atraviesa los árboles
-nuestros árboles-.
Los abrazamos aquellos días
queriendo volver a dulces fuentes.
Rescatamos los últimos pájaros blancos
y soñamos un mañana igual a ayer,
con agua de lluvia entre los dedos.
55
Me llega de golpe la noche
entre mil tardes muertas ya sin sueño.
Te fuiste cuando salías
de la oscuridad más negra.
Pasaste con tu sonrisa
lúgubres caminos,
escalaste cementerios y seguiste.
Me golpeó tu huida.
Te olvidó, maléfico, el fantasma.
Y te diste vuelta entre las flores
y caíste amasando
el suspiro de la tarde.
57
Noche con olor a incienso
casas color teja y muchos árboles.
Atraviesan la calle, fuera, los cables.
Y hay viejos faroles allí colgados.
59
Para Wilson Ortíz
Cuando lo conocí, aquella tarde
de palomas presagiando septiembre,
apenas lo vi.
Parecía un calco de los días y las cosas.
Mas luego, una vez,
su sombra acarició unos perros.
Otra mañana guiaba a aquellos niños.
Allí lo vi.
61
La muerte llama a la muerte.
La lame, la besa.
La muerte convive con la muerte.
Muchachas de blanco
recogen las últimas naranjas.
63
La niña huérfana
pinta cruces con sus besos
y rompe las alas de los ángeles
con sus suspiros de pena.
¡Flores de carbón!
¡Flores de carbón!
El muerto apareció
río arriba.
64
Ángeles caídos,
caminan las niñas,
miradas de luna dormida,
guitarra rota.
66
Llueven del cielo
antorchas entre los árboles.
Azufre verdoso que quema
la piel de los murciélagos.
Construcción caprichosa
mece la luna.
Mujer de madera
acuna el rocío de las nubes.
Los pájaros muertos se despiertan
en la cresta del recuerdo.
¿Adónde fueron
los sueños de mi madre?
¿Qué deidad piadosa
le prestó un silencio?
67
Esa vieja costumbre
de mirarme en las paredes de la noche
con ladrillos carcomidos por mil lluvias
y esos muros ajados por mil huecos.
Hiedras…
Hoy me parecen los monstruos de este tiempo
con mutantes manchas de karma
que asesinan mariposas y flores
y a los niños que hace mucho
ellos fueron… hace mucho…
Quizás me muera
sin recuperar aquellas tardes.
68
Se terminó el viaje.
Para vos fue escaparte de la casa
e intentar buscar la maravilla.
69
Derrumbes en cadena,
azules cristales son añicos.
Las fotos son humo que nos mata
y asfixia los sueños y la vida.
La sombra de la torres
oculta el recuerdo de noblezas.
Los ladrones se disputan
los predios que fueron la sonrisa,
con siestas azules y con peces,
donde todos éramos hermanos.
La chacra mágica
se murió en soja
aunque rebroten retoños
de paraísos lejanos y memorias.
Esperando que vuelvan,
algún día,
mariposas anaranjadas,
pájaros multicolores,
sueños de azada
70
y vino suave.
71
Para Sole, que se fue en julio
72
Para Yeni, donde quiera que estés
Calle de la noche,
luz apagada…
Sombra de tu madre loca,
de tus sueños muertos,
de tu dios indiferente.
73
Lo fugaz es eterno
y perdura en las noches,
transita los días.
Ayelén besó una paloma
y la hizo inmortal…
Vuela y canta
y se recorta en los pinos.
Y la eterna paloma
seguirá por siempre
con su dulce canto.
74
Crepitan los dioses de yeso.
Huyen los perros entre la mugre.
Las últimas casas se esfuman.
Es la noche en que incendiaron el barrio,
entre gritos blasfemos y cerveza.
Los niños lloran como siempre
y la sombra de Viviana
que consuela la perra de las flores
en la esquina en la que
los demonios se solazan
pero mañana se aburrirán.
76
La errante niña
de cabellera loca
camina y salta.
Charcos de barro
como hiel de muertos.
Las nubes
de alquitrán y azufre
tapan los soles más ambiguos.
La noche no terminará jamás
si no se encienden
las velas de los sueños.
El tornado de la vida
arrasa muñecas de madera
y quiebra los cristales
de la esperanza.
77
Anduve sin rumbo
por calles de ausencia.
Caminé sin andar,
a la deriva.
La pálida sombra
de tu nombre
me abandona
en las esquinas
más sombrías.
78
Laberintos grises
recorrí en silencio
y sólo el eco frágil
de tu nombre
se deslizó en el tiempo.
Sólo tu sombra leve,
proyectada apenas,
con gotas de melancolía.
Mi corazón sonámbulo
te buscaba
en el triste paisaje
de tu ausencia.
Y se quebró en dolor,
roto el ensueño
de la esperanza vana.
79
Había un árbol grande
y campos azules
llenos de palomas
tiritando de amor.
Había cardos lilas
de perfume simple,
un camino largo
y allá, un caserón.
Había un cerco
de graves ligustros
y una presencia
destilando amor.
La brisa violenta
en el viejo molino
mató la belleza,
barrió la ilusión.
80
Una llovizna plomiza
cae sobre los pinos.
Noche de viernes,
melancolía…
Luz pálida de los faroles,
llaga helada del recuerdo.
Mi mente errante vaga
por las ruinas de la desolación.
81
La luz amarillenta de la vela
en la botella vieja
me ilumina
entre grises sombras
y recuerdos.
Como al descuido
se pasó el instante.
Afuera, en el jardín mojado
de rocío y melancolía,
giran las pálidas luciérnagas.
Es terciopelo verde
y saltan chispas.
Vuelven a mi memoria,
casi sin quererlo,
el humo de los rastrojos.
Allá, en otro julio.
Humo suave, adormecido,
que acariciaba los campos
inolvidables…. bonanza
83
La muñeca de cabellos celestes
dormita.
Mi gato negro
me guiña un ojo.
Las primeras mariposas
beben en la arena
-húmeda-
de tu patio.
Y el rumor de tu risa
entre las lilas.
Octubre está aquí
y mi pena
se fuga
entre los rosales.
84
Los cipreses son azules
y tu recuerdo es azul
en la niebla.
Triste es hoy
el canto de los pájaros.
La pena infinita y transparente
de mi alma gotea
-con el rocío-
sobre los tréboles negros
de la mala suerte.
85
Este sopor de la conciencia,
niebla del alma entristecida,
soles negros.
El llanto de los ángeles
me acerca al laberinto.
Todo es nada,
nada es todo.
¿Por qué no hay más
trigales con palomas?
¡Ay, tristeza!
Quisiera dormirme
o perseguir los últimos caballos
tras un cencerro fantasmal
hacia un cielo que fue.
86
“Última canción para Claudia”
(en memoria de Claudia, de dos meses).
88
Sol anaranjado de tormenta,
vienen nubes negras
y mariposas locas.
Tropel furioso de caballos,
música fúnebre y violenta
del viento en los eucaliptus.
En la ventana
lloró la mujer rubia.
Volaban oscuros pájaros
en círculo.
Pedregal en el aire
y en la piel de los peones.
Crujir de ramas secas.
Un rayo plateado y majestuoso
mató al caballo blanco.
Luego la lluvia…
Luego la calma…
89
Para Susana y Paulino
Respóndeme, noche,
dueña de los misterios
nido de la verdad
¿Dónde está la felicidad?
¿Se desliza, acaso,
por tus negros bordes
en estrellas fugaces?
¿O en el reflejo breve,
vacilante y único
de la sonrisa de mi niño?
¡Dime!
¿O en la caricia suave
de mi compañera amada?
91
En memoria del payador Roberto Ayrala
92
Un corazón paranoico
que tiene un solo apellido
a veces gotea su sangre
de las cosas viejas
para no morir en olvido.
93
Las Santa Ritas de la casa vieja
enredan el tiempo y el olvido
y parece que por el patio
una risa añeja brota de las rosas.
94
Está lloviznando, apenas,
sobre tu corazón dormido
y sobre mi pena inaudita.
95
96
Índice
Sobre el autor……………………...…………………………………………….8
Prólogo……………………………………………………………………………10
Palabras del autor…………………………………………………………….12
Está muerta la luna…………………………………………………………..14
Fabiana……………………………………………………………......................15
El maniquí demente…………………………………………………………16
Galopan en la noche…………………………………………………………17
Dos monjas de blanco………………………………………………………18
Luz de luna sobre la loza…………………………………………………..20
Me llegan del infinito………………………………………………………...21
Los maniquíes húmedos……………………………………………………22
El viento de azufre……………………………………………………………23
La noche calcina insectos…………………………………………………24
Puré de magnolias……………………………………………………………25
Corazón amarillo…………………………………………….........................26
La luna chorrea ilusiones………………………………………………….27
En pueblo santo……………………………………………………………….28
Los cuernos del diablo………………………………………………………30
Resucitar…………………………………………………………………….........31
97
Otros mundos…………………………………………………………………...32
Sublime sortilegio……………………………………………………………..34
Después que para……………………………………………………………35
Me traspira el alma……………………………………………………..........36
La ciudad está maldita……………………...………………………………37
La guitarra eléctrica…………………………………………………………39
La lluvia cae lenta …………………………………………………………….40
El agua de lluvia………………………………………………………………..41
Azaroso periplo……………………………………………………………......42
El libro de arte …………………………………………………………………43
Hay una casa con tres pinos………………………………………………44
En la noche quieta…………………………………………………………….45
Hay que llorar en negro…………………………………………………….46
Ángel de la muerte………………………………………………………........47
Caminé entre desvaríos…………………………………………………….48
El dulce mordisco de tus besos.…………………………………………49
Fue un instante ………………………………………………………………..50
Tinieblas procaces ……………………………………………………………51
La distancia es como el viento…………………………………………...52
Partí una tarde………………………………………………………………….53
¡Alma ensangrentada!……………………………………………………….54
El vidrio multicolor de la tarde………………………………………….55
98
Me llega de golpe la noche…………………………………………………56
Noche con olor a incienso………………………………………………….58
Para Wilson Ortíz……………………………………………………………...60
La muerte llama a la muerte……………………………………………...62
Árboles en llamas…………………………………………………….............63
La niña huérfana……………………...……………………………………….64
Ángeles caídos …………………………………………………………………65
Llueven del cielo……………………………………………………………….67
Esa vieja costumbre……………………………………………………….....68
Se terminó el viaje ……………………………………………………………69
Derrumbes en cadena ………………………………………………………70
Para Sole, que se fue en julio……………………………………………...72
Para Yeni, donde quiera que estés……………………………………..73
Lo fugaz es eterno……………………………………………………………..74
Crepitan los dioses de yeso ……………………………………………….75
La errante niña…………………………………………………………………77
Anduve sin rumbo.……………………………………………………………78
Laberintos grises……………………………………………………………...79
Había un árbol grande………………………………………………………80
Una llovizna plomiza…………………………………………......................81
La luz amarillenta de la vela………………………………………………82
Atardecer con humo………………………………………………………….83
99
La muñeca de cabellos celestes………………………………………….84
Los cipreses son azules……………………………………………………..85
Este sopor de la conciencia………………………………………………..86
Última canción para Claudia ……………………………………………..87
Sol anaranjado de tormenta ……………………………………………...89
Para Susana y Paulino…………………………………………………….....90
En memoria del payador Roberto Ayrala……………………...……92
Las Santa Ritas de la casa vieja…………………………………………..94
Está lloviznando, apenas…………………………………………………...95
100
Este libro se terminó de imprimir en marzo de 2019