Tema 2. La Edad Media en La Península Ibérica.

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Tema 2. La Edad Media en la Península Ibérica.

2.1. Al-Ándalus: evolución política.

Aprovechando las disputas dinásticas de los visigodos y alentados por la yihad, los
musulmanes dirigidos por Tariq atraviesas el Estrecho de Gibraltar (711) y derrotan en
la batalla de Guadalete al ejército de Don Rodrigo, último rey visigodo.

En tres años conquistan toda la Península, excepto algunas zonas de la franja


cantábrica y los Pirineos donde fueron derrotados en la batalla de Covadonga en el 722
por los astures y más tarde por los francos en Poitiers (732), lo que supuso el fin de la
expansión musulmana por Europa. Habitualmente se firmaron capitulaciones que
permitieron a los conquistados conservar sus tierras, a cambio del pago de tributos. La
Península se convirtió en una provincia más del imperio musulmán. Al frente de un
emir (gobernador con funciones civiles y militares) y se crea e Emirato Dependiente
(714-756).

En el año 756, Abd-al-Rahmán I, un miembro de la familia Omeya, expulsada del


califato por los Abbasíes, llegó a la Península haciéndose con el poder y proclamándose
emir independiente, jefe político pero no religioso. Fue una etapa de consolidación del
poder musulmán, potenciando el desarrollo económico y urbanístico. Es el
denominado Emirato Independiente (756-929).

En el año 929 Abd-al Rahmán, se autoproclamó califa, jefe político y espiritual, este
periodo del califato representó la época de máximo esplendor cultural de Al-Ándalus.
En el año 976 Almanzor, hayib de Hisam II, se hizo con el poder y convirtió el califato
en una dictadura militar apoyado en las victorias de su ejército contra los núcleos
cristianos del norte. A la muerte de Almanzor las luchas entre los bandos rivales
(fitnas) acabaron con el califato, que terminaría el año 1031 cuando una rebelión
depuso al califa, Hisham II y Al-Ándalus se fragmentó en numerosos reinos de Taifas.

En el año 1031 una rebelión depuso al último califa, Hisham II y Al-Ándalus se


fragmentó en numerosos reinos de Taifas, que se fueron reduciendo sobre todo por la
incorporación de los más pequeños a otros mayores. Según la etnia que las dominaba
podían dividirse en árabes o andalusíes como Córdoba, Sevilla o Zaragoza; bereberes
como Granada o Málaga, y eslavos como en Valencia. Seguían siendo territorios
prósperos económicamente y en algunos casos tuvieron una gran importancia cultural
pero su supervivencia dependía, con frecuencia del pago de parias o tributos. A finales
del siglo XI ante el avance de los reinos cristianos, que en el 1085 conquistan Toledo
(Alfonso VI de Castilla), reclamaron el apoyo de los almorávides, musulmanes
ultraortodoxos, que habían formado un gran imperio en el norte de África. Llegaron a
la Península en el 1086 y vencieron a Alfonso VI en la batalla de Sagrajas (Badajoz). El

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poder almorávide no logró consolidarse y en el siglo XII caería el poder almorávide
estableciéndose los segundos reinos de Taifas hacia el año 1145.

Al mismo tiempo que los almorávides eran derrotados en Al-Ándalus, su imperio


africano desaparecería y un nuevo imperio el almohade, surgía y los derrota en África.
El dominio almohade de la Península se inicia con la ocupación de Sevilla en el 1147,
pero no terminó hasta 1172. Lograda la unificación de Al-Ándalus, los almohades
aumentaron su ataque contra los reinos cristianos. En el 1195 los almohades
aplastaron al ejército castellano dirigido por Alfonso VIII en la batalla de Alarcos. La
gravedad de la situación obligó a los reyes cristianos a relegar sus diferencias internas
para hacer un frente común contra los almohades.

En el año 1212 las tropas cristianas derrotaron al ejército almohade en la batalla de las
Navas de Tolosa. Con esta derrota el poder de los almohades en la Península quedó
prácticamente aniquilado.

El reino de Granada ya existió como taifa, tras la desaparición del Califato de Córdoba
(1031) hasta la llegada de los almorávides, y se volvió a formar tras el hundimiento del
Imperio Almohade. Su fundador Muhamad I (1237-1273) de la familia de los Banu
Nasr, contó con importantes enclaves como Málaga y Almería y se convirtió en
tributario de los reyes cristianos para mantener su independencia. En el siglo XV se
inicia el periodo de debilidad a causa de frecuentes luchas con las familias nobles que
querían el trono granadino. El último rey nazarí Boabdil, ascendió al trono tras una
revuelta popular (contra su padre) y su tío Zagal, facilitó el avance cristiano hacia
Granada y puso fin a su reinado. Granada fue conquistada por los Reyes Católicos en
enero del año 1492.

2.2. Al-Ándalus: economía, sociedad y cultura. El legado judío en la Península Ibérica.

El nuevo estado musulmán aportó un notable desarrollo económico. En la agricultura


los impulsaron el regadío (noria, acequias) y difundieron cultivos como los cítricos, el
arroz, el azafrán ( sin abandonar los cereales, la vid y el olivo). En la ganadería se
desarrolló el ganado ovino y la cría del caballo. En la minería que estaba bajo control
estatal, sobresalió la extracción de plomo, cobre, estaño, azufre, cinabrio y oro

En la producción de manufacturas destaca la textil ( los brocados cordobeses o los


tejidos de lana, seda y lino), la cerámica, las armas, la fabricación de papel y de vidrio,
etc. El comercio se vio favorecido por la moneda (dinar de oro y dírhem de plata). El
comercio interior se efectuaba en el zoco de las ciudades, donde ocupaban un puesto
privilegiado de los bazares, las alhóndigas. Al-Ándalus mantuvo también un intenso
comercio exterior, tanto con los restantes países islámicos como con la Europa
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cristiana. Exportaba productos agrícolas, minerales y tejidos, e importaba especias y
productos de lujo del Próximo Oriente, esclavos de la Europa cristiana y oro y esclavos
negros del Sudán.

La población de Al-Ándalus se caracterizó por diversidad étnica y religiosa. Los


musulmanes, árabes, bereberes, sirios y muladíes (cristianos convertidos al Islam),
convivían con mozárabes (cristianos) y con los judíos , además de los esclavos eslavos y
negros.

Se distribuían en grupos sociales según su origen y actividad. Así, la aristocracia árabe


posee las tierras y tiene los principales cargos administrativos. Mercaderes y miembros
de Ejército forman parte de clase media, y los artesanos y campesinos, las clases
populares. Al final se encontraban los esclavos, poco numerosos y dedicados al servicio
doméstico (eslavos) y al Ejército (africanos).

Al-Ándalus fue la zona de contacto cultural entre el mundo islámico, del cual se
recopilaron una amplia colección de textos literarios, filosóficos y científicos, y la
Europa cristiana. Durante el Califato (siglo X y XI) el clima de libertad intelectual
propiciado por los califas como Abd-al-Rahamán III y Al-Hakam II hizo que se
desarrollaran disciplinas científicas como las matemáticas, la astronomía, la botánica,
la medicina, la historia y la geografía.

La literatura alcanzó un gran desarrollo tanto en verso como en prosa (jarchas). Ibn
Haldún fue un importante historiador, siendo su obra más importante Introducción a
la Historia Universal. En filosofía destacaron Averroes, Avempace. En el terreno
científico se difundió el sistema de numeración de origen indio y el concepto del cero
que sustituyeron a la numeración romana. En medicina sobresalió Abulcasis, autor de
una enciclopedia médica y quirúrgica que se tradujo al latín.

El arte hispano-musulmán estuvo marcado profundamente por la doctrina religiosa


que prohibía la representación de imágenes. Por este motivo la pintura y la escultura
tuvieron poco desarrollo, siendo la arquitectura la principal manifestación artística,
decorada con elementos vegetales, epigráficos y geométricos hechos con yeso o
mosaico. Las manifestaciones más importantes son la mezquita, que cubre las
necesidades religiosas del Islam (mezquita de Córdoba, mezquita de Toledo) y el
palacio, con fines residenciales y militares (ciudad-palacio de Medina Azahara, Aljafería
de Zaragoza y la Alhambra de Granada).

La llegada de los musulmanes a la Península va a suponer el inicio de la renovación


cultural a todos los niveles de la comunidad hebrea. Ello fue debido a las posibilidades
a la rápida arabización de los sefardíes que les permitió penetrar en el mundo
filosófico-científico que estaba desarrollando el mundo islámico, transmisor de todo el
saber oriental en Occidente.

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El mayor florecimiento de la cultura sefardí fue entre los siglos X y XII. La filosofía, la
literatura, la poesía, la teología, la gramática, la ciencia en general, etc.,
experimentaron una verdadera revolución. Se recuperaron los textos clásicos de la
filosofía griega, sobre todo los de Aristóteles, lo que marcará una nueva aproximación
científica al mundo. Se tradujeron textos y se inició una labor cultural de tal calibre,
que terminará influyendo al mundo del pensamiento y la ciencia medieval.

La Córdoba del siglo X supo aprovechar al máximo la sabiduría de la comunidad judía.


En ella existió una especie de centro de estudios de gran prestigio en el que estudiaban
materias religiosas y profanas, y al que llegaron alumnos de un sinfín de lugares.

Muchas son los estudiosos que conocemos como Ibn David, Ibn Sarup, Ibn Labrat, etc.
En el siglo XII encontramos a Maimonides, con sus comentarios a las obras
aristotélicas.

2.3. Los reinos cristianos: evolución de la conquista de la Península y organización


política.

Tras la invasión musulmana de la Península Ibérica (711) surgieron en la franja


cantábrica y en los Pirineos los primeros focos de la resistencia compuestos por
poblaciones autóctonas y refugiados del reino visigodo. En el año 718 los astures
proclamaron al rey Pelayo, un noble visigodo vencedor en Covadonga (722), siendo
este el origen del reino Astur, que Alfonso III transformará en reino de León. En el siglo
X el conde Fernán González formará el condado de Castilla. El reino de Navarra surgió
en el siglo IX con Sancho III, el Mayor. En torno a Jaca en el siglo IX surgió el condado
de Aragón y más al este la Marca Hispánica origen del condado de Barcelona. Ambos
son el origen de la Corona de Aragón.

Desde comienzos del siglo XI los reinos cristianos del norte de la Península inician una
rápida expansión hacia el sur, ocupando y administrando el antiguo territorio andalusí
y creando instituciones sociales y políticas diferenciadas en cada uno de ellos.

La Corona de Castilla (antiguos reinos de Castilla y León) se unificó definitivamente con


Fernando III, el Santo en 1230, y contaba con una tradición autoritaria del poder del
rey de tradición romana. Las Cortes aún se reunían por separado en el siglo XIII, y
representaban a nobles, eclesiásticos y patriciado urbano. Además existía la llamada
Curia Regia, y el territorio se dividió en cuatro grandes merindades, con un Merino
Mayor. Los Adelantados Mayores fueron delegados del rey que controlaban los
territorios fronterizos con amplias competiciones gubernativas, judiciales, militares y
económicas, y se sustituirán en el siglo XIV por los corregidores.

La Corona de Aragón se formó en 1164 con Alfonso II, heredero de Dª Petronila de


Aragón y Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona. Los antiguos condados de Aragón
(Aragón, Sobrarbe y Ribagorza) que habían dado lugar al reino con Ramiro I (1035),

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aportaron la concepción pactista del poder real (Fueros de Sobrarbe). En los condados
catalanes, habían existido bailías y veguerías como forma de organización política y
administrativa.

2.4. Los modelos de repoblación. Organización estamental de los reinos cristianos


medievales.

La repoblación consiste en volver a poblar los territorios peninsulares que los


musulmanes habían conquistado.

Del siglo VIII al X, los reinos cristianos se limitaron a ocupar territorios casi despoblados
en el valle del Duero. Se aplicó la presura ( la ocupación de una tierra despoblado por
aquel que la va a cultivar, y basada en el derecho romano). El resultado fue una zona
de pequeñas y medianas propiedades de hombres libres.

En el siglo X el Califato se fragmenta en reinos de Taifas. Alfonso VI de Castilla


conquista en el año 1085 Toledo. Los musulmanes reclaman la ayuda de los
almorávides que frenan el avance de Castilla (batallas de Sagragas y Úcles). Por su
parte Aragón se extiende hasta el valle medio del Ebro. Se estableció la repoblación
concejil entre el Duero y los Montes de Toledo y también en el valle del Ebro. El
territorio de dividía en concejos y se otorgaba una carta puebla o fuero (conjunto de
normas o derechos). Eran hombres libres en su mayoría. El sistema dio como resultado
la propiedad mediana y la propiedad comunal.

En el siglo XIII, Jaime I el Conquistador, se anexiona la zona sur de la Corona de Aragón.


Castilla culminó con Alfonso X, la conquista de Andalucía. Eran zonas extensas y poco
pobladas en cuya conquista destacaron las órdenes militares (Santiago, Calatrava,
Alcántara y Montesa) por lo que las nuevas tierras se dividieron en encomiendas.
Predominaron los grandes latifundios dedicados a la explotación ganadera.

En la segunda mitad del siglo XIII, los territorios conquistados del Guadalquivir y Levan
dieron lugar a la adquisición de grandes latifundios por la nobleza, la Iglesia y la
órdenes militares (donadíos).

En el siglo XIV se frena la Reconquista debido a las epidemias y las guerras sucesorias
en los reinos cristianos, quedando en manos musulmanas el Reino Nazarí de Granada.

El modelo de sociedad estamental basado en el régimen señorial se consolidó a lo


largo de toda la Península. La nobleza (los señores) eran los grandes propietarios de las
tierras, grupo privilegiado y heterogéneo, que acaparó feudos y rentas a cambio del
apoyo de los monarcas. El clero secular y regular poseía tierras y señoríos y también
era un estamento heterogéneo. Los campesinos estaban sujetos a la dependencia de
sus señores (servidumbre), y desde el siglo XI se desarrolló la burguesía urbana.

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También existían minorías religiosas y étnicas marginadas: los judíos
(mayoritariamente urbanos) y los mudéjares que vivían en el campo.

2.5. La Baja Edad Media en las Coronas de Castilla y de Aragón y en el Reino de


Navarra.

En los siglos XIV y XV las dos grandes coronas de la Península, la de Aragón y la de


Castilla, se enfrentan a una crisis demográfica, social y económica, y en política los
reyes quieren recuperar el poder perdido con el feudalismo frente a la nobleza.

La Corona de Castilla constituía una monarquía hereditaria y patrimonial, y con los


Trastámara fortaleció su herencia autoritaria. El rey se veía asistido en su acción de
gobierno por diversas instituciones centrales: el Consejo Real, la Audiencia, encargada
de la administración de justicia, y la Real Hacienda encargada de los impuestos. En
estos siglos se fueron construyendo dos instituciones claves para el poder real: un
Ejército Real permanente y una burocracia, formada por letrados. En las Cortes
participaron las ciudades junto con la nobleza y al clero en asuntos relacionados con el
gobierno (acuñación de moneda, concesión de impuestos extraordinarios, jurar al
nuevo rey, etc.). La administración local se basó en la institución de los concejos, bajo
el control de las oligarquías urbanas (nobleza, clero, burgueses).

La Corona de Aragón tenía un carácter pactista, y estaba constituida por una serie de
reinos (Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca), con diferentes leyes e instituciones,
pero con un rey común representado en cada reino por un virrey o lugarteniente. Tras
varios enfrentamientos entre los nobles y el rey, en 1283, Pedro III firmó el Privilegio
Real. Gracias a esto, aunque hubo enfrentamientos puntuales, las relaciones entre el
rey y sus vasallos fueron mejores que en Castilla. Existían Cortes independientes en
cada reino, pero también Cortes Generales, con cuatro brazos o estamentos. Surgieron
las Diputaciones que ampliaron sus competencias. En el reino de Aragón se creó el
cargo del Justicia de Aragón, siendo su función principal la defensa de sus fueros o
privilegios del reino. Los municipios fueron cayendo bajo el control de las oligarquías
urbanas con distintos cargos donde destaca el Consejo municipal con el Consejo del
Ciento en Barcelona.

En Navarra, gobernada desde el siglo XIV por la familia Evreux, se inició la organización
de las instituciones, similares a las de Aragón. Destacan las Cortes y la existencia del
Consejo Real, la Corte Mayor. Durante el siglo XV el reino de Navarra fue sufriendo un
proceso de debilitamiento dinástico que acabaría con la conquista de Fernando el
Católico en 1512.

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